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Omar Biscotti Terapia de pareja: una mirada sistémica Grupo Editorial Lumen Hyvmanitas Buenos Aires - México Fa Re Co ca Bssx Direccién editorial: Sela Sierra Supervisién de texto: Pablo Valle Disefto de tapa: Gustavo Mact, sobre una pintura del autor ("Pareja sobre almohadones 190s”) Biscotti, Omar Terapia de pareja: una mirada sistémica ~ 1. ed. - Buenos Aires : Lumen, 2006. 248 p. ; 22x15 cm, ISBN 987-00-0681-0 1 Terapia de Pareja. Titulo COD 155.645; ISBN 10: 987-00.0681-0 ISBN 13: 978-987-00-0631-2 No esté permitida la reproduccién total o parcial de este libro, ni su tratamiento in- formético, ni su transmisin de ninguna forma, ya sea electronica, mecénica, por fotocopia, por registro u otros métodos, ni cualquier comunicacién publica por ss. temas almbricos 0 inalémbr la puesta a disposicién. ‘codela obra de tal forma que! desde el lugar y en el mom ‘miso previo y por escrito del editor © Fditorial Distribuidora Lumen SRL, 2006 Grupo Editorial Lumen Viamonte 1674, (CIOS5ABF) Buenos Aires, Replica Argentina ‘© 4973-1414 (lineasrotativas) + Fax (54-11) 4375-0453 E-mail: editorial@lumen.comar hitp://wwwlumen.com.ar Hecho el depssito que previene la Ley 11.723, Todos los derechos reservados LIBRO DE EDICION ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA A Kumiko, con quien comparto la maravillosa aventura de construir cotidianamente tuna pareja desde hace mas de 30 afios. ‘ a 5 i 5 ‘ # I AGRADECIMIENTOS ‘Amis maestros, que me ensefiaron aquello que pude aprender, y ‘a quienes espero no defraudar con esta obra. Entre ellos, principal. mente a: Vivian Loew, con quien supervisé aterrorizado la primera pareja que Carlos Siuzki, que siempre me “fascin6” con sus ideas y su forma de trabajar; Maria Rosa Glasserman y Adolfo Loketek, que me ayudaron a ordenar mis pensamientos de una manera “sis- Wanda Santi, que me ayudé en el trabajo vivencial con mi persona, mi historia y las “parejas” en esa historia. ‘A mis colegas mas cercanos, con quienes comparto el dia a dia de ‘mi trabajo: Alicia Saliluri, con quien me une una sélida amistad de mas de 25 ais y, principalmente, un gran respeto profesional por su creatividad y honestidad, y con quien Ilevo adelante la conduccién de ISDEBA desde hace més de 15 aftos; Graciela Frascino, con quien ‘comparto el entusiasmo del trabajo con parejas y que me acompaiié en la aventura de editar un video didactico para llegar “mas alla”; Kumiko Itokazu y Silvia Alabau, con quienes vivo el desafio del traba~ jo en el Equipo de Profundizaci6n en Terapia de Parejas de ISDEBA, donde siempre me estimulan a pensar, crear y divertimos. ‘A todos los colegas con quienes transité diferentes momentos de mis 30 afios de profesién, ya que todos y cada tno han alimentado las ideas que hoy me guian. ‘A todos mis colegas “sistémicos”, quienes desde sus ideas, sus escritos, sus comentarios y sus actividades han contribuido a que ‘me pueda sentir en una red de pertenencia que siempre me hace mucho bien. 220k Se ‘A mis colegas de CEFAI en Rio de Janeiro, io de Janeiro, y del Centro Persona 4 Familia, en Medelin, que han confiado en my valorado misideas obre el trabajo con parejas, inviténdome a partic - ci6n yen su publicaciones panssparen suing A Angela Maria Quintero Velésquer, i : que ha contribuido con su cla- ridad y profundidad de ideas a cubrir un capitulo completo de este libro: aquél dedicado al cielo vital de la pareja. AClaudio Des Champs, que me ha estimulado en la publicacién de ro me ha honrado con su prologacién. soc nis jos Marina y Julén, que me han ayudado en ls tedio- s, Ya veces poco comprensibles, desgrabaciones de | que reprodiuzco en el libro. a Attodos los profesionales que han tomado mis cursos, © a haber- me ayudado a pensar y sistematizar bi (elas ide mre ayuda a pensar y nuena parte de las ideas que A todas las parejas que han confiado en ri confiado en mi, compartiendo sus sufrimientos en las consultas y permitiéndome patticipar de! midaddesusmundos. mepastsipar elaine Y, por ultimo, agradezco a mi querida Buenos Aires, una ciudad con Ta que mantengo un farragoso romance desde hace més de 50 os. es Omar Biscotti Buenos Aires, 2006 PROLOGO das implica un gran desafio...” Con esta frase comienza la introduccién de Terapia de pareja: Una mirada sistémica, escrito por el Dr. Omar Biscotti, terapeuta familiar stas en el complejo campo de la psicoterapia de parejas. El desafio al que probablemente se refiere mi colega y amigo Omar ¢s, por un lado, el de escuchar las dos versiones de una misma histo- i jempre disimiles, muchas veces francamente contra~ dictorias y, en general, expresadas con la misma conviccién de estar 1, de poser la “verdad” tinica e incontrovertible. Este es el ‘material casi habitual con el que empiezan las desafiantes consultas de pareja, dedicadas, en el comienzo, al interminable y erosivo juego- batalla interactivo denominado “Yo tengo raz6n y, por lo tanto, vos es- tas equivocado”. Claro que dicho aspecto del escenario relacional de la pareja en conflicto no es el tinico: existen los celos, la rivalidad, la competencia, la necesidad de ser completado por ese otro u otra, in- ventado por mis anhelos més intimos para hacerme feliz (nada me- nos), hasta que, luego de la “Tuna de miel” de los primeros capitulos, primeros meses de convivencia, este frégil andamiaje, este cas- tillo de naipes, comienza a desmoronarse, cae el velo d i construccién, y descubrimos al otro en su dimensién real, con sus pros y sus contras, con su humanidad a pleno, con sus virtudes y sus de- fectos, seductores aromas y fuertes olores, y tantas otras cosas que mu- 9 chas parejas acoplan, superan y siguen adelante, conociéndose de ver- dad y disfrutando de ello o, por el contrario, iniciando una répida 0 lenta lucha, mas 0 menos violenta, sérdida y silenciosa, como la gota que horada la piedra, o mas escandalosa,a los gritos y con participa- ién del piblico presente: hijos, familia de origen, amigos incluso ve- cinos en algunos casos. En ocasiones, también es invitado algun tercero o tercera, los conocidos amantes que forman parte de la saga de las relaciones de pareja, o simplemente el hijo concebido para “sal- var" el matrimonio y/o para iniciar el ciclo vital familiar. Pero detengémonos un momento. De qué pareja estamos ha- blando? Del matrimonio con muchos afios, casado por la iglesia 0 templo?; jo de una de las cada vez mas numerosas relaciones de co- habitacién?; zo de los que simplemente hicieron “el trémite legal” en el registro civil?; 0 de parejas muy j6venes que hacen la “pruc- ba” de convivir juntos a ver cémo les va? Como en cualquier tema que uno trate en profundidad y con rigurosidad, y el campo de la terapia familiar no es una excepcién al respecto, hay que dar cuen- ta de los cambios hist6ricos y contextuales que sucedieron en las uil- timas décadas, en un mundo globalizado en continua y acelerada transformacién. Precisamente esto, la actualizacion del tema que se desarrolla en este libro, la puesta al dia de los importantes cambios que ha experimentado la pareja de nuestros dias, constituye uno de Jos méritos de esta obra que se ocupa de ello exhaustivamente, des- de el inicio y durante buena parte de su recorrido. " Inmediatamente después de desandar el camino de los cambios en las cuestiones de género, sociales, laborales, de ciclo vital y tan- tos ottos, el autor nos describe, con la misma puntillosidad, las pro- bleméticas actuales de la pareja y, mientras lo hace, nos va mostrando, con claros ejemplos de fragmentos de conversaciones terapéuticas, la répida puesta en escena de la focalizacién en los re. cursos y las intervenciones estratégicas y narrativas para resolver las situaciones que le presentan las parejas que lo consultan; por- que, ante todo, se trata de un libro centrado en la clinica. Y éste es otro de sus importantes méritos: la cantidad de ejemplos clinicos, de situaciones abordadas por la experiencia del autor, convierten su lectura en imprescindible para todos aquellos que realizamos 0 que pretenden realizar terapia de pareja Y asi el Dr. Biscotti, de capitulo en capitulo, va desgranando los. Principales motivos de consulta, la primera entrevista (un tema 10 fundamental, pocas veces explorado, aqui tratado con suma clari- dad) y la posibilidad de observar el complejo proceso del tratamien- to completo de una pareja. Esto tiltimo nos permite recorrer dicho proceso en toda su extensién, con las idas y vueltas, la construccion de las reformulaciones, los detalles, as dificultades y las precaucio- nes de una serie de entrevistas a una pareja, hasta la culminacién del tratamiento, con seguimientos incluidos, y siempre enriquecido ‘con acotaciones y reflexiones, aclarando el “porqué” y sobre todo el “para qué” de cada intervencién, de cada maniobra. En la parte final, el autor se ocupa del entrenamiento y la forma- ién del terapeuta, un tema esencial para todos aquellos que esta- mos en ese campo y trabajamos sobre él. Como en los demés capitulos, el Dr. Biscotti, con la claridad y la sencillez. que lo caracte- rizan, aborda los miiltiples aspectos de esta desafiante preparacion para poder lidiar con las parejas, se trate tanto de las habilidades téc- nicas y de la epistemologia como de las vivencias de la persona del terapeuta, ‘Antes de terminar, quisiera destacar especialmente el capitulo de este libro escrito por la trabajadora social colombiana Angela Maria Quintero Velasquez, de la Universidad de Antioquia, Medellin, Co- lombia, titulado “Proceso vital de la pareja moderna”. Se trata, a mi entender, de uno de los mejores trabajos que he leido sobre el ciclo vital de la pareja, un tema de por si poco transitado a pesar de su im- portancia y que la autora desarrolla con una notable solvencia ‘Aparte de reexaminar las conocidas etapas del ciclo vital de la fami- lia, Quintero Velésquez introduce, en su original andlisis, los concep- tos de resiliencia, flexibilidad y complejizacién o la simbiotizacion de la heterogeneidad, entre otros. También recorre pormenorizada- ‘mente una amplia bibliografia sobre este tema crucial para la terapia familiar sistémica en general y para entender a la pareja en particu- Jar, citando a numerosos autores que se han ocupado de él, como Gianfranco Cecchin y el propio Biscotti, entre ellos. Tampoco tiene desperdicio alguno el andlisis del entrecruce del ciclo vital familiar y el ciclo vital de la pareja. De esta manera, la inclusién de dicho capi- tulo le agrega valor a un libro ya de por si valioso para reflexionar y aprender sobre la psicoterapia de pareja, lo cual es uno més, y no el ‘menor, de sus indudables méritos. En las reflexiones finales, el autor se dedica a la posicién, al com- plejo lugar del terapeuta en este set terapéutico, y dice con sus pro- u Invito a que como terapeutas trabaj a riestra persona (hay otra ltemative seta?) aque epiesones en Jo racional, sensitivo y corporal todas las tesonancias que nos pro- mueve esta tarea, Esto nos marca la distancia Optima con la pareja: ni demasiado cerca como para pasar a formar parte de ella ni de: masiado lejos como para estar desconectados... " Por lo tanto, lector/a, ha sido tn gusto y un pr prélogo a tan wt y recomendable obra sobre la compleja, ardua y hermosa tarea de ayudar alas parejas a transitar, en el amor y en él desamor,en la salud y en la enfermedad, en las alegrias y las tiste- zas, en las uniones duraderas y en aquéllas més efimeras que nos plantea la vida en comtn, la existencia amorosa de a dos. Lic. Clauidio Des Champs terapeuta familiar y editor de Perspectivns Sistémicas 12 INTRODUCCION Me atreveria a decir que la pareja es la sociedad més dificil de lle- var adelante y posiblemente la més maravillosa también; sin dudas, implica un gran desafio para la humanidad. De hecho, ha inspirado -omo muchisimas pelicu- las y piezas teat ynes se basan principalmen- te en algtin conflicto: no poder concretarse, disolverse, traicionarse... ‘© simplemente desarrollarse, lo cual no esté exento de infortunios y complejidades. Sibien la estructura de la pareja, tal como la conocemos y la pensa- ‘mos hoy, data de unos siglos atrés, est en permanente cambio. Y es ésta una de las épocas en que més percibimos esos cambios, no séloen esta relacidn sino también en la familia y en otras organizaciones 80- ales. La estructura de la pareja “para toda la vida”, como se confor- ‘maba hace medio un siglo atrés, esté fuertemente cuestionada. Si bien nadie se une para separarse, ni se casa para divorciarse, la rup! ra del vinculo antes de la separaci6n por la muerte (“hasta que la ‘muerte nos separe”) es una alternativa cada vez. més frecuente. ‘Y noes éste el tinico cambio en el estilo de las parejas de hoy; pe- ro de eso trataremos mas adelante en esta obra Por estos motivos, atender la consulta de parejas no resulta una tarea muy simple, sobre todo para los terapeutas sistémicos que te- nemos siempre en cuenta el contexto en que se presenta el proble- ma que motiva dicha consulta. Y este contexto es muy cambiante, muy incierto. Mi trabajo con las parejas comenzé en 1978, cuando una compa fra de un grupo de estudio me derivé un matrimonio a la consul- B ta privada. Me vi asf casi compulsado a la atencién. Y me gust6. Fue un gran desafio, y busqué ayuda en la supervisi6n, dentro de lo in- cipiente que era el trabajo con fori y parejas en Argentina en aquella época. Después completé mi formacién como terapeuta familiar y con- ‘tinué en el trabajo con este vinculo, principalmente desde mi con- sultorio y desde el Instituto Sistémico de Buenos Aires, a través de su Equipo de Profundizacién en Terapia de Parejas. Pociemos pensar que la terapia de parejas es un desprendimiento dela terapia de familias, que ha cobrado identidad propia, quiz4s por- que ese sistema (o subsistema desde una perspectiva familiar), la pa- reja, es el germen del otto, la familia; por lo menos, en la gran mayoria de los casos atin. Tan es asi que hoy ya tenemos la consulta en pareja ‘muy difundida en la sociedad y es una alternativa que las mismas per- sonas toman espontaneamente; sobre todo en aquellos contextos, co- ‘mo Buenos Aires, en que la consulta psicol6gica esté muy facilitada. Este libro intenta reflejar las principales ideas con las que pienso y desarrollo mi trabajo con las parejas, asf como las de otros colegas que también contribuyen con su colaboracién a la concrecién de esta obra, Ahora bien, pero: ide qué pareja estamos hablando? O, dicho en otros términos, zeémo entendemos la pareja? O, més concretamente: {qué es una pareja? Si bien esta pregunta puede tener muchisimas res- /puestas segiin el recorte epistemol6gico que se haga para tal fin, trans- mitiré la idea de pareja con la que me muevo en mi trabajo como terapeuta, que —entiendo— es el plano que nos interesa en esta obra. Asi, pienso la pareja como una construccién relacional sostenida por ambos miembros a través de: a) La definicién que cada uno se daa si mismo y le da al otro (“Yo quiero que me veas, me pienses, me sientas asi”). b) La definicién que cada uno tiene del otro ("Yo te veo, te pien- ©) La definicién que cada uno recibe del otro. Osea que entendemos la pareja como un lugar primordial en nuestra sociedad, de sostén de la identidad. No el tinico, pero sf im- portante, pensando que la identidad es el producto permanente del interjuego entre lo que nos decimos que somos, lo que nos han di- cho y lo que nos confirman los contextos. En este sentido, la pareja es un contexto de la individualidad, y un contexto altamente califi- cado, tanto personal como socialmente hablando. 14 La referencia a pensar la pareja como “construccién relacional”” apunta a la idea de que lo que llamamos pareja no es un cuerpo sos- tenido por la relacién entre sus tomos, 0 sea un cuerpo fisico, sino un espacio de relacién, En un lenguaje actual, podemos decir que es un espacio virtual, con toda la impronta de la realidad que eso implica, Pero de una realidad también entendida como una construccién del pensamiento. Ese espacio relacional, entonces, esté constrido por la permanente interaccién entre sus miembros, sus expectativas, las de sus contextos de origen y las de los actuales. Esas interacciones pro- vienen de ideas sobre los “sf mismos” de las personas que interac- ‘tian, sus contradicciones, sus confirmaciones y desconfirmaciones; y ‘esas ideas regulan dichos intercambios que, a su vez, modelan aque- llas creencias. Podemos definir entonces la pareja actual como la pareja del pos- modernismo, de un mundo cambiante, donde los valores inmuta~ bles han cafdo y se instal6 la incertidumbre, sin visos de tragedia, pero con menos idealizaciones, mas perentoriedad y menos tenden- cia a la eternizacién. Un mundo de coexistencias donde las nuevas ideas no reemplazan a las anteriores, sino que se agregan y luego se entrelazan en la contemporaneidad. Desde una perspectiva sistémica, la terapia busca un cambio, en consenso con los consultantes, que promueva nuevas y mejores in- teracciones, as{ como también modificaciones en las creencias sub- yacentes en dichas interacciones. Dicho de otra manera, entiendo {que las personas, cuando formamos parte de un sistema estable y prolongado en el tiempo, como es la pareja (Ia pareja que nos con- sulta suele tener estas caracteristicas), organizamos creencias sobre nosotros mismos y el otro, a través de las cuales nos relacionamos. Podemos decir que, a través de esas ideas, nos vinculamos con nuestra pareja, la cual nos confirma o nos modifica aquéllas. Pero no sélo la pareja puede recrear las ideas acerca de nosotros mismos y del otro, sino que nuestras creencias previas, acufiadas en otros contextos, también ejercen una fuerte influencia sobre la manera en que construimos aquélla, ‘Cuando recibimos la consulta de una pareja, entonces, recibimos a dos personas que tienen una disfuncional interacci6n —o al me- nos “Areas” de disfuncional interaccién—, que los hace sufrit y pa- decer. Dicha disfuncionalidad suele estar basada en creencias de cada uno, del otro y de cémo es la relacién —y de cémo fuea través 15 de su historia—, que no son generadoras del cambio que cada uno manifiesta necesitar sino, por el contrario, de mayor padecimiento, permanente interjuego entre las creencias—entendidas como definiciones de sf, del otto y de la relacién— y los juegos relacionales 4 partir de ellas no permite nuevas posibilidades y mejores negoci ciones. Seria ésta entonces la funcidn del terapeuta con las parejas: ayudarlasa posibilitarse una lectura diferente de este escenario, a tra- vvés de los puntos més sensibles para ello. A veces la entrada est mas facilitada por el lado del juego relacional, otras veces lo esta més por el lado de las auto y heterodefiniciones co-construidas a lo largo dela relacién. De cémo lograrlo, trataré de dar cuenta en este libro. Espero que, al terminar de recorrerlo, estimado lector, puedas sentir que se cumplié con dicho propésito. Omar Biscotti 16 Cariruto 1 LOS CAMBIOS EN LA PAREJA ACTUAL Como lo expresara en la Introduccién, la pareja —asi como mu- chas otras organizaciones— ha sufrido fuertes y variados cambios en diferentes dreas, en los tiltimos aftos, principalmente después de la Segunda Guerra Mundial, 0 sea desde la segunda mitad del siglo XX en adelante. Algunos de estos cambios en el modelo y las pau- tas que gobernaban habitualmente la relaci6n los podemos ver en el listado siguiente: ionales en el modelo de pareja occidental en los iltimos 50 afios * Mayor simetrizacién. © Disminucién de la estereotipia sexual y/o genérica. © Aumento de la autonomia econémica. ‘* Aumento de la autonomia en muiiltiples decisiones. * Co-competencia en diversas éreas. '* Mayor tendencia a la disolucién del vincul * Aumento de la edad de formaci6n de la u * Desjerarquizacién de la legalizacién de la unin. * Inversi6n de la complementariedad por factores externos (econémicos). ‘+ Aumento de la dependencia con las familias de origen. « Preservacién del lugar de la pareja. 7 E A ‘ 8 f u c Estos cambios relacionales expresan modificaciones en diferen- tes reas de contenido de las parejas, que ahora pasaré a considerar. En Ia pareja heterosexual, los cambios en la relacién estuvieron fuertemente influidos por aquellos que a nivel social sufrié tanto el rol femenino como el masculino; sea lo que se ha dado en llamar los “cambios en los estereotipos de género” ‘A partir fundamentalmente del reposicionamiento social y eco- némico de la mujer, a través de sus huchas para salir de un rol his- toricamente inferiorizado por el varén, éste pudo también liberarse de mandatos y ataduras a que lo sometia tal situacisn de poder. La pareja esté en un proceso incipiente, atin no consolidado y permanente, con avances y retrocesos, en un camino hacia la sime- trizacién del vinculo, con diferenciaciones que no pasen por el so. juzgamiento ni la detentaci6n del poder de ningtin género sobre el otro. A pesar de ello, todavia trabajamos con muchas situaciones contrarias que hoy ya generan mucho displacer y llegan entonces a las consults. A ccontinuacién reseto algunos de estos cambios. Cambios genéricos A) En la masculinidad: * Mayor desarrollo de sensibilidades. * Preocupacién por lo corporal, més alld de la musculatura/ fuerza. * Mas expresién emocional. * Disminucién de la vergtienza ante la expresion de las emociones. * Menos temor a ser confundidos en su virilidad. * Més diferenciacion en la vestimenta. * Acercamiento a oficios y profesiones tradicionalmente femeninos. * Desarrollo y valoracién de lo intuitivo. * Desarrollo de la capacidad de proteccién, més allé de lo econémico /fisico. * Mayor capacidad de compartir (co-conducir), * Agobio frente 2 los mandatos pretéritos (machistas). * Mayor capacidad para conectarse mas intimamente con otros hombres. 18 ‘+ Asuncion de responsabilidades en reas hasta ahora tradicionalmente femeninas. * Mayor capacidad de pedir ayuda. + Mayor capacidad para reconocer limites. ‘* Mayor comprensién de las actitudes femeninas. ‘* Mayor conexién con los propios deseos, mas allé de las obligaciones (en terrenos masculinos). B) En la femineidad: * Revalorizacion de los propios criterios. * Acceso a lugares de poder. * Desarrollo econémico auténomo (como tendencia). Ruptura del sentido “madre /esposa” (tinico y/o mejor). * Capacidad de eleccién, * Desafio a los mitos (ejemplo, el de la virginidad). * Mayor desenfado erético sexual. + Disminucién de la culpa en relacién con diferentes temas: * Capacidad de compartir aspectos eminentemente femeninos. + Ruptura del estereotipo: cuidadora/ protectora. * Revalorizacién de los aspectos agresivos. ‘+ Mayor soltura en lo corporal y estético. * Acceso y desarrollo en oficios/profesiones eminentemente masculinos. * Desplazamiento de la coqueteria. ‘+ Menos discriminacién en la indumentaria. * Mayor permiso para la agresividad (menos sumisisn). Cambios en las expectativas sociales ‘Toda pareja se constituye y desarrolla en un contexto social, que define como debe ser esa relacién; contexto que ejerce entonces su influencia tanto sobre la pareja como sobre cada uno de sus inte- grantes. En esta tiltima dimensién, los cambios en las expectativas sobre cada miembro estén altamente relacionados con los cambios genéricos que vimos recién. Algunos cambios en las expectatioas que la sociedad presenta so- bre las parejas pueden ser: 19 saoeEm * Que no sélo trabs * Insercién de ‘* Menor p1 ‘* Menor condena ante la separacién. ‘* Mayor participacién del vardn en areas de los hijos. + Exito econémico répido, sobre todo para el varén. ‘© Menor condena a la madre soltera. * Caida de algunos tabties (con instalacién de otros). * Mayor aceptaci6n de las parejas homosexuales. el varén. ‘mujer en otras areas, mas al de la doméstica. Cambios en la sexualidad ‘Quienes hemos vivido la segunda mitad del siglo XX asistimos, participamos y/o nos hemos visto atravesados por lo que se dio en lamar la “revolucién sexual de los altos sesenta, que implicé la cai- da de tabuies y preceptos acerca de la sexualidad, definiendo una ‘manera en muchos aspectos diferente de transmitirla, practicarla y, fundamentalmente, hablarla y pensarla. ‘Como la sexualidad es un tea patognoménica de la pareja hu- mana, también ésta se ha visto influida por dichas transformacio- nes. Algunos de esos cambios pueden ser: * Cafda del tabii de la virginidad. * La preocupacién por el al contagio del sida. ‘+ Demostraciones mas abiertas de la presencia de la sexualidad en la pareja (acciones, palabras), en diferentes contextos. Idad de género en las ini ‘* Menor exigencia de rendimiento en + La fidelidad mas como una decisién que como una obligacién. ‘* Menor ocultamiento de elecciones homosexuales. + Preponderancia de los estimulos visuales. ‘+ Mayor presencia de elecciones diferentes (ejemplo, homosexuales) tardias (después de elecciones heterosexuales). + Mayor aceptaci6n de la sexualidad por la generacién anteri * Menor ocultamiento de la presencia de la sexualidad a los hijos. 20 Cambios en las expectativas Las expectativas ante la formacién de una pareja no sélo provie- nen del contexto social conforman. Es en est bios en la pareja actual + La pareja ya no es el requisito para acceder a la sexualidad, * Noes el tinico camino para la emancipacién de la fat sobre todo en la mujer. * Ya no es, en el varén, el medio para ser quien mantiene econémicamente un hogar. * Ya no es para ser tinicamente esposa y madre. + Ya no es para toda la vida “pase lo que pase” Cambios en los rituales de formacién En culturas muy diversas, los acontecimientos que marcan cam- bios en las personas y en las instituciones se celebran 0 se conme- oran con un ritual. La formacién de la pareja no es ajena a ello, y también en este terreno encontramos cambios en los rituales que re- gistran dicha formacién: + Menor importancia de la ceremonia de casamiento, sobre todo en lo gal). ‘* Mayor participacién de los novios en las decisiones, concernientes al ritual del casamiento. * Mayor diversién que solemnidad. '* Desaparicién (0 casi) de la ceremonia del “compromiso”. * Mayor aceptacién de iferentes religiones). * Nuevos lugares de celebracién del ritual de la boda. * Rituales religiosos mas independizados de la legalizacién de la unién, + Presencia de hijos de uniones previas o de la actual. ‘Cambios en Ia relacién con las familias de origen Cuando dos personas forman una relacién de pareja, suelen traer a ésta sus aprendizajes relacionales previos. Un sistema que 2 habitualmente es esencial en dichos aprendizajes es la propia fami- lia de origen. En ella, cada integrante de la pareja ha realizado sus identificaciones, ha recibido sus mandatos y ha establecido una par- ticular relacién con sus aprendizajes que hoy se c in que mantiene con esta fami La constitucién de una pareja nueva implica la salida de la fami- personajes que Este nuevo sis- tema debe empezar a establecer su manera de relacionarse con las familias ampliadas, fijar sus limites y sus modalidades relacionales. La relaci6n con este sistema més amplio también sufri6 cambio: determinados principalmente por las modificaciones en las relaci sraci6n en generacién y, lias. , entonces, en la relacién con la familia de ori- gen que vemos en las parejas actuales son: * Menor tendencia a la aglutinacién o aglutinaci6n forzada por razones eco. * Mayor diferenciacién. ‘+ Menor distancia generacional. © Disminucién de los rituales compartidos. * Flexibilizaci6n en los mandatos étnicos, raciales y rel * Tendencia al proteccionismo de la pareja desde las fami de origen. Cambios en los mitos constitutivos de las parejas El mito puede definirse como una “historia o narracién que alude a hechos significativos de un grupo social” y, conjuntamente con los rituales que muchas veces lo reviven, se refiere a un tiempo primor- dial, diferente del cronolégico, que cierta atemporalidad, con una fuerte carga de ideal. Algo transformado en por lo menos, indiscutible. 22 En nuestra sociedad existen multiples mitos que conforman el imaginario social de lo que “es” o “debe ser” una pareja. Estos mi- tos funcionan como exigencias y también como esperanzas de cam- bio de una realidad; apuntan més a la pareja ideal que a la real y, al encarnarse en los seres humanos que forman una relacién, organi- zan creencias que influyen en el futuro de la pareja. Los fuertes cambios sociales que, como vimos, acttian sobre los temas anteriores también modificaron los mitos fundantes o basa~ les de las parej ya que no debe sostenerla a ultranza a pesar de todo. Veremos a continuacién un listado de algunas creencias miticas, tipicas en las parejas, con los cambios que han sufrido. Creencias anteriores + Lo/la cambiaré después de que nos casemos. * Seré feliz una vez que me case. * Si me amara, sabria cémo me siento. * El amor es incondicional. + Nuestro matrimonio es perfecto, * Los matrimonios de gente més grande duran mas que los de los mas jévenes. ‘me amaras, me darias todos los gustos y harfas todo lo posible para que fuera feliz. * Amar significa querer estar siempre juntos. * Siempre seremos los mismos. pareja siempre seré honesta, abiert © Siempre estaremos de acuerdo en to y directa conmigo. ‘Nuevas creencias * Para no estar con quien yo quiero, prefiero quedarme solo/a. * Sino estoy seguro/a, prefiero no casarme. * Para conocerse, es necesario comunicarse. 23 ‘* Nuestro matrimonio tiene sus partes buenas y sus partes malas. * No importa la duracién del matrimonio, sino sentirse bien con el otro, * Lo importante es estar juntos, no casados. * Los sentimientos cambian, como cambia todo en la vida. * Las discusiones y los desacuerdos enriquecen la pareja. + El amor no es incondicional. Decir NO no es dejar de amar. ‘* En la pareja es esencial que cada uno tenga y conserve SU propia vida. © Mi pareja gserd siempre honesta, abierta y directa conmigo? ‘+ Nos unen nuestras semejanzas y también nuestras diferencias. Funciones de la pareja Apesar de los cambios que enumeramos, o quizé gracias ae la pareja subsiste. Con nuevas estructuras, nuevas modalidades, contradicciones y crisis, la pareja humana perdura como organiza- cién y sistema. Y no alcanza la marca de lo biol6gico para justificar © explicar dicha subsistencia. Entonces es interesante pensar sobre algunas “funciones de la pareja”; dicho en términos més funciona- listas y hasta casi util ara qué sirve la parej Algunas ideas al spect tegrantes de confirmar una identidad. Tendencia a la completud. Estrechamente ligada con lo ante- rior, y hasta determinada por las diferencias biolégicas que permiten la procreacién y la perpetuacién de la especie: la pa- reja cumple la funcién de lugar donde se lograrfa la completud deseada. El “otro” o la “otra” tiene eso que, por lo menos ima- ginariamente, creemos que nos falta y asi podriamos lograrlo. Es también entonces un reflejo de nuestra incompletud. j6n social. Asi como se piensa la familia sociedad, podemos pensar la pareja como célula de la organizacién familiar y, por lo tanto, también co- 24 mo protocélula de la organizacién social. Actualmente, las nuevas organizaciones familiares present: familias uniparental més comiin via de entrada a la formacién de la fa ia a mandatos sociales ylo fa Casi como consecuencia del punto anterior, inferimos la ex- iva social ante la formacién de la pareja. Podemos decir, din de infantes. En algunos casos, sin embargo, la formacién de la pareja —y no sélo la forma en qu puedees- A iares. Un 10 de ello lo tenemos en la tragedia Romeo y Julie 1m Shakespeare, % Sustento afectivo ylo econémico. La pareja humana surgié en otros tiempos como una alianza econémica, entre otros fines. La mujer cuidaba de la prole y de los animales, mientras que el hombre proveia lo que cazaba o recolectaba en tierras mas re- motas. Posteriormente se incluy6 el sentimiento del amor en su formacién (segiin algunos autores, a partir de la Edad Media); entonces, junto con el émbito de confirmacién de identidad, es un lugar de sustento afectivo. Es casi universal la asociacién del amor con la conformacién de la pareja. + Intermediario para otros logros. Junto con la funcién de susten- to afectivo, o independientemente de ella, la pareja puede pen- sarse como un eslabén en la consecucién de otros logros. El mas ‘comin es el de la maternidad y la paternidad. Otros podrian ser: seguridad econémica,salida del hogar paterno, posibilidad de sexualidad activa, avance en el estatus social. + Perpetuacién de la especie. Sule ser ésta la funcién mas basica Yy més ligada a lo biolégico, aunque en lo humano no podemos ‘Separar la perpetuaci6n de la especie de la formacién de cultu- 1a, en tanto sustentadora de los medios para dicha continuidad. + Fuente de reaseguro sexual. Por definiciGn y en estrecha relacién conel punto anterior la pareja se constituye en la organizacién que asegura, aunque no siempre, el desarrollo de una sexualidad acti- ‘va, en tanto ofrece la presencia permanente del compafiero sexual 25 ‘palmente, como exoga- terno. Esta funcidn esté quedando jada a la formacién de la pareja y, en el ca- so de la mujer, muchas veces la emancipacién del padre era cambiada por la dependencia respecto del esposo. Esta pareja de hoy, con estos cambios en relacién con su modelo previo, con estas funciones, presenta nuevas problematicas que, para Jos terapeutas, resultan nuevos desafios. Cudles pueden ser entonces, frente a esos desafios, los objetivos que, como terapeutas, podemos plantearnos como finalidades de la terapia de parejas. Obviamente que dichos objetivos generales se recrean después en cada caso en particular y, muchos de ellos, no difieren de los perseguidos en cual- quier tratamiento psicoterapéutico con cualquier sistema con el que se trabaje. Objetivos generales de la terapia de parejas + Reducir o disolver el problema o sintoma que trae a la pareja ala consulta, Disminuir, aunque sea en una pequefia proporcién, un problema impli- ca generar en la pareja expectativas de cambio y més confianza en sus pro- pios recursos. No hay por qué apuntar siempre a un cambio total generando: + Una interaccién més funcional a través de: Entendiendo por funcional aquella interaccién que sea sentida como tal por la pareja y que permita el desarrollo de sus miembros y no el de uno sobre el sacrificio del otro. En genera, esto implica momentos alternantes de sime- tria y complementariedad, segtin las érens y los diferentes momentos vitales. a) Promover redefiniciones sobre la pareja y/o cada uno de sus miembros. b) Escucharse mutuamente, evitar circuitos autoperpetuantes, desechar sentimientos negativos, aclarar teméticas no enfren- tadas. 26 La sola posibilidad de escucharse mut ja el descubrimiento de aspectos desconocidos y malsignificados. El tera- suele ocuupar el lugar de un buen canalizador de los mensajes, torsiones negativas, promoviendo indireciamen- te interacciones més positions. iente representa para la pare- ‘+ Lograr la responsal situacién de iad mutua en el conflicto, saliendo dela ular y corriéndonos de la jacente que puede hacernos la pare- ja, construimos con ésta una lectura relacional y circularizada de sus ac- ciones. + Lograr un auto y heteroconocimiento “mejor”. ido de “diferente”; es mejor en tanto el conoci- ‘miento actual s6lo contribuye a reforzar las Creencias que perpetian el ma- lestar. # Favorecer los cambios graduales para mejorar la relacién. Lo gradual se relaciona con ta idea del “cambio minimo”: enspezando por un pequeito paso, podemos dar una extensa camtinata. Los cambios de a pe- querios trams permiten a la pareja ir acomodéndase a ellos y reducen las re- sistencias por temor alo desconacido. “© Contribuir en la definicién de continuar o no con la relaci6n. Esto implica la iden de que una separacién a veces es e tinico cambio que se puede construir con la pareja. Hoy ya pensamos el divorcio como una vic id del ciclo de una pareja, y no como un fracaso en una meta prefijada “Hasta que la muerte nos separe.” Esto no quita que siga siendo un momen- 10 doloroso y de dificil decision. * Rescatar los mejores recursos de cada miembro de la pareja. Trabajamos con Ia idea de que las personas tienen mis recursos de los que conocen y que ademés, al mejorar el intercambio, los integrantes de una pareja se ayudan a lograr lo mejor de sf mismeos. a7 + Construir con la pareja una comprensién actual-hist6rica de! problema, mas funcional que la que traen. dad esta ligada al concepto de creci- cimiento de los mandatos culturales familiares, permiten una re~ lectura de lo actual 4 Generar formas para salir del problema de manera concreta y realizable, Esto implica poder construir caminos de cambio y no quedarse en me- ras comprensiones intel s. Dichos camtinos son los que permiten ac- ciones pertinentes y sistémicas. 4 Favorecer la mayor apertura o cierre de sus fronteras como pareja nero, pueden restringir el espectro de ac significa posibilitar mayores lecturas de sf mismo, del otro y de la relacién. + Lograr un CAMBIO. ue se define con cada pareja y que permite evaluar la eficacia to. 28 Caviruto 2 PROBLEMATICAS ACTUALES EN LAS PAREJAS Debido a los cambios que vinimos analizando hasta aqui reja se enfrenta actualmente con problematicas nuevas y con las tradicionales “aggiornadas”, 0 sea atravesadas por los para- digmas actuales. Los nuevos estilos, los mitos di ibados y los reconstruidos, ides del contexto, las parejas racionales en la unién son algunos de los temas hoy presentes en I parejas que consultan, Son los temas que he visto en mi trabajo cl- nico y me han llevado a las reflexiones que paso a compartir. 1. La decisién de casarse ‘Actualmente, muchas parejas deciden convivir sin casarse; es una tendencia que va en aumento. El problema que puede plantearse es: ‘como se decide el momento de casarse, quién lo decide o si es que hay que plantearselo alguna vez. Habitualmente es la mujer la que quiere nculo; mientras que el hombre plantea pos- wva a una escalada donde suele llegarse a acuerdos que sistematicamente son incumplidos y reciclan dicha es- calada: el hombre plantea una fecha distante, o negocia una no muy a con la mujer, pero al llegar ese momento no lo cumple, por iente valido para ella. En algunos casos, sucede una variante de este juego, que consiste en que él deci- 29 de desilusionarla totalmente a ella manifestandole que “nunca se vaa casar”. La mujer, entonces, tiene dos salidas: 0 acepta esa definicion de la relacién o la rompe, no sin antes pelear abrazo partido por revertir la postura masculina. Ya liberado de la imposicién, el hombre, un tiempo después, suele empezar a introducir la idea del matrimonio, del casamiento, de la legalizacién. En las parejas que atraviesan esta problemitica, no necesariamen- te esté en juego el grado de compromiso del varén en la relacién, co- mo podria suponerse desde una lectura “prejuiciosa”. Suele estar presente también, en este caso, la presién de la familia de origen, re- presentada por una o dos generaciones previas que, en su momento, fueron mucho més sint6nicas con las normas sociales y familiares. $o- bre la mujer pesa més esta expectativa de casamiento que sobre el va- r6n; por eso suele ser ella la que més presiona para llegar a lograrlo, Por otra parte, es también la mujer quien tiene depositadas muchas mis ilusiones sobre este acontecimiento. No olvidemos que el varén no cambia su denominacién social ("seftor”), en tanto que no existe una previa ("seftorito”), mientras que la mujer si lo hace (de “sefiori- ta” a “sefiora”). Particularidades de las intervenciones ante este conflicto + Trabajo sobre lo relacional: a) Construir con la pareja una visién circular del problema, a tra- vés de la cual puedan ver eémo la insistencia y el rechazo se encuentran mutuamente co-causados. 'b) Basandonos en lo anterior, desplegar la idea de que cada uno le permite al otro sostener su posicién sin riesgo de que se cumpla. ©) Ligar lo anterior con la aceptacién y el rechazo de los manda- tos familiares y sociales. Este punto cabalga entre una com- prensién relacional y una individual, pero pone el énfasis en Ia relacién con dichos mandatos. 30 4 Trabajo sobre lo individual: a) Proponer sesiones individuales con cada uno de los miem- bros de la pareja. b) Revisar con ambos sus identificaciones, su grado de la liber- tad frente a las elecciones, sus expectativas frente a la pareja (convergencia /divergencia entre el pedido actual ala pareja y la modalidad de eleccisn).. ¢) Trabajar sobre sus creencias ante la idea de lograrlo, como an- te la de no lograrlo. 4d) Incorporar a otro/s miembro/s de la familia que esté/n invo- lucrado/s con este tema. €) Proponer tareas y/o rituales que consoliden las fronteras de la pareja, en forma individual o conjunta. 2. El valor femenino de la maternidad Para la mujer, la maternidad ha dejado de ser, como era antes en. muchos casos, la tinica via de su realizacién como “persona” en es- ta vida (afortunadamente para ella y para los hijos). Ha dejado de estar revestida de tanto valor narcisistico, mientras que han crecido en valoracién otros aspectos de su vida, como el desarrollo laboral/ profesional, la atencién a su propia persona y el grado de libertad para asumir responsabilidades que exceden la pareja y el hogar. Pero esto a veces entra en colisiGn con las expectativas del varn que, si bien pretende también una mujer “aggiornada” para no des- Prestigiarse él mismo, por otro lado exige para su descendencia, y muchas veces también para é1 mismo, una atencién “maternaliza- da” de parte de Compartir ese “maternaje”, como propuesta femenina, trae apare- jada muchas veces una serie de conflictos y desacuerdos, que pueden desencadenar fuertes escaladas. En ciertas parejas, esta diferencia so- bre la maternidad se halla vinculada a la diferencia en el momento del Ciclo vital entre los miembros de la pareja. Se ve fécilmente en aque- 31 las uniones con grandes diferencias de edad, en las cuales uno de los miembros —habitualmente el hombre— ya quiere tener un hi mientras que el otro todavia no. La inversa de esto se plantea cuando uno de ellos ya tiene su cuo- ta de “maternidad” 0 “paternidad” completada —por ejemplo, el hombre ya con hijos adolescentes o adultos—, y el otro —la mujer jo- ven sin hijos— todavia no. 3. Choque de mandatos Por ejemplo, el mandato de casarse “para toda la vida” puede chocar con la decisién de separarse. A veces, las personas sienten que su decision de deshacer la pareja no esté del todo justificada: lo que le pasa en su relacién no es tan grave como para desobedecer ‘ese mandato. Quien si desea separarse vive con mucha culpa esta idea, y espera que el otro ayude en eso, lo perdone o se lo “permi- ta”. Y esto generalmente no sucede asf, sino todo lo contrario. Esto suele observarse en parejas en que uno de los miembros es muy dependiente del otro. El grado de complementariedad es tan grande, que la persona que piensa en separarse na casi a una criatura que no sobrevivird sin ella. Si es el varén el que quiere separarse, su culpa pasa por la dependencia econémica su “incapacidad” para sobrevivir sin 61 ‘mujer, su culpa se relaciona més con un abandono de tipo afectivo, donde el otro se morird sin su apoyo (y a veces hay mi amenazas de: ‘Osea que, a los designios familiares y sociales (mandatos), se su- ‘ma la posicién complementaria-dependiente del otro miembro de la pareja. Esta complementariedad también esté vinculada con manda- tos genéricos presentes durante el matrimonio: aporte econémico or parte del hombre y sostén afectivo por parte de la mujer. No desconozcamos tampoco que, en su momento, estos manda- tos fueron fuente de autogratificacién. Pero ya no. Recursos para intervenir Resulta conveniente lograr redefinir el papel complementario, tanto de sometimiento como de anulacién del otro; 0 sea, donde la 32 1d de crecimiento, de desa- durante los affos de la pareja. ‘Quizas con el propésito de no perderla, de no desbalancearl ‘También ayuda ligar el comienzo de la pareja como la resultante de un determinado momento de la vida que, al ir cambiando, yano se puede sostener de la misma forma. Tlustraré este tema con una entrevista que he realizado con una pareja, a nivel de consultoria, en Colombia. Jorgelina y Guillermo son los integrantes, que se hallan acompafiados por la terapeuta que viene traténdolos en lo que podrfamos denominar una “terapia de divorcio”. separacién aparece como una po: Terapeuta: Bueno, estoy aquf para dar algunas ideas mas para ustedes y para la doctora. Les queria preguntar un par de cositas que a mi me ayudan a ubicarme: Guillermo, qué edad tiene? Guillermo: 40 aos. T: 2¥ usted, Jorgelina? Jorgelina: Cumplo 40 afios ahora. T: Muy bien, sé que tienen dos hijas, me lo dijo la doctora, y tam- bién sé cudl es el tema que a ustedes los trajo a la consulta. Me gus- tarfa que me dieran un pequeio dato mas, que es a qué se dedican ustedes habitualmente. Jorgelina: ;trabaja afuera o en su casa? J: Yo trabajo en un banco, como asesora de empresa. G: Yo trabajo en el mismo banco, s6lo que en otras partes. ‘T: Bueno, sé que ustedes estuvieron de acuerdo con la doctora en hacer esta consulta, y yo quisiera preguntarles, ya que recién los co- nozco..., me gustaria preguntarles directamente qué es lo que hoy, en este momento, a cada uno de ustedes le est preocupando més. Posiblemente lo que venian ya trabajando con la doctora, pero me gustarfa que lo actualizaran porque yo reci tiende? ;Quién quiere comenzar a decirlo? Eljjanlo ustedes. Qué les preocupa en este momento? G: Bueno, que ella tomé la decision de separarse, y esta proble- mitica esta hace varios meses. Yo he estado insistiendo e insistien- do y rogandole mucho hasta el momento, pero no he conseguido nada, ella ya tiene la decisién tomada. Guillermo se presenta como “victima” de la decisién de su esposa. Sies- ta descripcién se confirma, las intervenciones tienen que tender a redefinir estos lugares de victima y victimario. 33 T:Ah.. gy usted qué quiere conseguir, Guillermo? No separarse? G: Yo estoy muy aferrado a ella, porque la quiero y la amo mu- cho, y no quiero perderla. T: Eso es lo que més le preocupa en este momento, bien. 7¥ a us- ted, Jorgelina? J: Ami més 0 menos lo mismo, respecto de que veo que no esta~ ‘mos siendo pareja, no estamos siendo un matrimonio, por eso quie- ro la separacién. Aparte de las nifias y muchas cosas, pero creo que Jo mejor de acuerdo con lo que hemos hablado es separarnos. T:A ver si entiendo bien: ustedes tienen dos posiciones diferen- tes: usted, Guillermo, no quiere separarse y estuvo haciendo todo lo posible, tratando de convencerla para que Jorgelina cambie esta de- cisi6n. Y usted, Jorgelina, quiere separarse. Uno quiere una cosa y otro quiere otra, gsi? ‘Metacomunico sobre el desacuerdo én la pareja, a efectos de dejarlo ex- 0 para ver cual seria el camino a seguir. mo... Usted, con este trabajo que vienen haciendo con la doctora, gquisiera que esto terminara en que no se separaran? {Usted quisiera que mejoraran las cosas en Ia pareja y no se separa~ ran? ,Quisiera que esto terminara ahi? G:Yo quisiera, yo tengo la buena voluntad de tratar de mejorar las cosas. Quiero tener una oportunidad. Tengo la buena voluntad de hacerme evaluar, podria echarme a dormir en los laureles y na- da mas. T: ¥ usted, Jorgelina, zquisiera que esto terminara en la separa- ion? Zs asi? J: Yo en este tratamiento he aprendido muchas cosas. T: Disctilpeme, estas cosas que usted ha aprendido le han mo- dificado esta idea, esta decisin de separarse? J: No me la han modificado... o me han levado a pensar. Yo sien- to que lo quiero mucho, pero hay cosas que no puedo borrar, que no puedo hacer; yo quisiera cambiar... TT: (Usted quisiera cambiar su pensamiento, su sentimiento? J: Si, a veces, al pensar en las nifias, por lo duro que es para las nifias cambiar de hogar; pero no puedo, no puedo hacerlo... 34 Jorgelina se debate entre el deseo de separase de su pareja y el sufrimien- to que esto acarrearia a sus hijas. A continuacién, destaca el trabajo hecho en Ia terapia hasta el momento, que refuerza su decision y calma sus cul- pas, redefiniendo la idea de continuar casada como errénea, TA ver, entonces esto que usted ha aprendido, que ha reflexio- nado como usted dice... ;de todas maneras no le ha modificado su decision de separarse? J: No, pero me ha dado muchas cosas, me ha hecho ver errores ios. T: Le ha hecho ver errores... :peto no ha cambiado su decision? J: Me ha hecho ver que en el matrimonio yo también he cometi- do muchos errores, pero porque no se ha dado el cambio, porque la- mentablemente, si yo no quiero a una persona, yo no puedo relacionarme, si no puedo quererlo no puedo aguantar lo que viene después, porque el matrimonio més que nada es compartir. T: O sea que usted, aunque haya conocido cosas, aunque haya aprendido cosas, y reflexionado acerca de los propios errores, usted mantiene igual esta decisién de separarse, porque usted le dice a Guillermo “yo no te quiero”, es ast J: Pues con mas razén, puesto que he aprendido, con mas raz6n es que he tomado la decisién. T: {Qué cosas de las que ha aprendido en estas entrevistas la han ayudado a tomar esta decisién con mayor razén? J: Yo no estaba muy segura, queria separarme pero no estaba muy segura; por las nifias, por dialoger, por las criticas, por volver a ser soltera; yo aprendi con la doctora que desde que nos casamos ‘cada uno fue por su lado; primero que nos queriamos los dos, las cosas no se dieron, y ahora que no Io quiero, es mas dificil que yo me adapte a la manera de él, y él la mia. Me ha dado seguridad de que seguir es el error mas grande que podemos hacer, seguir seria estar uno o dos meses y después volver a lo mismo. Jorgelina aparece mis decidida y firme en esta situacién; Guillermo se muestra muy dependiente y desvalido frente a ella. Estos relatos me confir- ‘man la idea de poder construir con ellos alguna idea diferente, donde la se- paracién también pueda ser una alternativa vélida para él. En el relato de Jorgelina, aparece reiteradamente lo “apreniido” a través de la terapeuta; 35 podria haberse dado en za de género entre las victima pasioa tratamiento hasta el momento, quizés, una alian- es, que dejaba al hombre en una condicién de T: Digame, Jorgelina, zdesde cuéndo usted tiene esta idea? J: Desde hace mucho tiempo, dos o tres afios; estabamos tratando de arreglarnos, estébamos un tiempo bien y volviamos a lo mismo. T: Digame: Guillermo hace dos o tres afios que sabe que usted tiene esta idea? J: Yose lo he dicho en varias ocasiones, por eso hablabamos y tra- tébamos de arreglarnos... ‘G: Hace dos o tres meses précticamente que me lo ha comentado. T: {O sea que usted, Jorgelina, se ha tomado un tiempo para pen- sarlo, desde hace tres afios hasta hace dos meses, de alguna manera? lade v0 a Guillermo, oes una decisién largamer continuacién, comienzo a preguntar sobre tre ellos ante esta decision, rermeciGn que se generé en lo veo preocupado por esta situacién, porque us- que no quiere esta separacién... Me gustaria preguntarle al- {g0: zqué es lo que usted estuvo haciendo desde que se enter6 de que Jorgelina estaba decidida a separarse? G: Estuve hablando con ella diciéndole: volvamos a empezar, in- tentémoslo de nuevo... A raiz de eso vinimos a hacer una consulta y estamos aed, vinimos a hablar con el psicdlogo porque yo quiero al- guien que me ayude. ‘T: Y Jorgelina estuvo de acuerdo, por eso ustedes estén acd. Bue- no, zqué més estuvo haciendo por su cuenta? G: Estuve tratando de hablar y hablar, pero siempre me encon- traba con lo mismo. T: Aver silo entiendo bien: cuanto més usted trataba de hablar, més fuerte era la decisiGn en su esposa. G T: Permitame que le pregunte algo: zeémo cree usted que lo ve Jorgelina cuando usted le pide, le ruega? ted es} 36 G: Me imagino que me ve como algo muy despreciable, no hay amor, no hay nada, entonces con tanta insistencia... creo que acabo Por empeorar las cosas. T: Cuanto usted mas insiste, zmés despreciable lo puede ver Jor- gelina? G: Si, més empeoran las cosas, como diciendo “jcuél es la hom- de éste?, {cual es el orgullo de éste que insiste, insiste..2”. T: ZY usted quiere lograr que Jorgelina lo vea despreciable? G:No, yono quiero eso; esto me ha ayudado a acercarme a Dios... bri Guillermo describe st intento de aferrarse a Jorg 10 coloca en unt lugar despreciable para ella ¢ infructuoso para él. Esta situacién me trae la ‘metéfora de las arenas movedizas, en las que, ante la desesperacién por mori, la gente realiza movimientos que la condena al fin temtido, Creo que esta iden de temor a la muerte que percibia en Guillermo ante la separacién me fue ges- tando también la metéfora del respirador que utilizo ms adelant que usted dice: a lo ve mas despreciable... ;Sabe a qué me hace acordar srmo? A lo que le pasa a la gente cuando cae en arenas movedizas... G: Ya me han tragado las arenas. T: Claro, porque vio que, cuanto més la gente se mueve, mas se T: £¥ como esta? G: Ms tranquilo, y creo que ella también. T: Bien, muy bien. G: Porque, cuanto més insistia, mas me dafiaba. T: A veces pasa en la vida: uno cree que ése es el camino y le da, le da, le da, pero no se da cuenta de que cada vez. es peor, porque tuno cree que ése es el cami si usted se separa de Guillermo? Qué se qué cree que va a pasar agina después? 5, cam Ia percepcién de un Guillermo may sin ella, Comienzo entonces a explo- ia después” de la separacién. rar las fantasias que comparten sobre 7 J: Sé que no va a ser fécil para ninguno, ni para mi, ni para Gui- lermo, ni para las nifias; yo sé que en muchas cosas voy a sentirme sola, que voy a desear no haberme separado. T: Si, seguramente se va a sentir sola en algunos momentos y hasta lo va a extraiiar. J: Seguramente. Ya cumplimos muchos afios, y yo soy conscien- te de eso. T: ¢Qué cree que le va a pasar a Guil J:Creo que al principio va a ser dificil, para todos va a ser muy di- ficil, que a lo mejor se va a quedar mas solo, més callado, més inde- pendiente, se hace muy aparte y a mi me da no sé qué dejarlo solo. T: Hay algo que no entiendo: si Guillermo es muy independien- te, zpor qué tiene miedo de dejarlo solo? J: Porque es una persona muy solitaria, entonces yo creo que, si pa- ra mf las cosas van a ser dificiles, para él van a ser mas dificiles atin. T:A ver: si Guillermo es tan solitario como usted dice, zusted era Ja encargada de las relaciones piiblicas, era la encargada de relacio- narlo con el resto del mundo? JS. T: ¢Si? Qué trabajo! {Era asi, Guillermo? G: Cierto. TY si Jorgelina no estuviera para conectarlo con el resto del mundo... ja usted qué le pasaria? G: Me tocaria abrirme paso. T: O sea que tendria la oportunidad de abrirse paso por usted mismo, Descriptas por ellos las funciones de cada uno en la pareja y la fuerte complementariedad generada en base a ellas, comienzo a redefinir la sepa- racién como un momento de oportunidad para Guillermo, y no s6lo como tuna desgracia que debe padecer en su vida. G:O me hundirfa en la arena. TT: Usted se hunde en la arena cuando le pide a Jorgelina que no se separe. {Sabe qué me parece, Guillermo? Que Jorgelina fue para usted como esos respiradores que le ponen ala gente cuando tiene unaccidente y esta en coma III 0 IV, y sigue conectado a la vida con el respirador. Jorgelina es como su respirador. G:Si, es algo muy vital para mi. 38 T:Pero... {Usted cémo anda de sus pulmones? zbien? {Puede res- pirar solo? G: Estoy intenténdolo. T: No va a ser facil... porque, cuando uno esté acostumbrado a usar el respirador, cree que no puede respirar por si mismo. Pero a Jo mejor puede, y todavia no se dio cuenta. Usted dijo que hace ocho dias que no le dice nada a Jorgelina, y usted esta mejor. En esta tiltima intervencidn, trabajo com Ia idea de las creencias, tomadas como verdades: “uno cree que no va a poder”. Esta narration tiene por objeto ir cambiando ta certeza de que “no puedo” por la de “creo que no puedo”. G: Mejor entre comillas. TY... si, jpor supuesto! G: Resignado. A continuacién redefino la resignacién otorgdndole una connotacién positiva, al mismo tiempo que revalorizo el tiempo que Jorgelina se tomé ‘para decidir a separacién. T: Seguro, resignado. Pero cuando esté resignado, en ver de se- guir pedaleando en la arena movediza, se queda quieto. Y cuando se queda quieto, en vez de irse para abajo, se va para arriba... Jorge- lina... yo creo que usted fue bastante prudente en estos dos 0 tres afios, estuvo bastante tiempo pensando y meditando esta idea. No fue nada impulsiva, y me parece que esta prudencia es una manera de cuidar a sus hijas y también una manera de cuidarse usted por- que, cuando uno toma decisiones impulsivas, uno se lastima, se gol- pea. Y también es una manera de cuidarlo a Guillermo. ¢Cémo hizo usted en esos afios de matrimonio para transformarse en el respira- dor, en el tubo de oxigeno para Guillermo? J: Creo que porque me adapto mucho a la vida, a las cosas, trato de tomarlas como vienen... Y me gusta mucho ayudar a la gente. T: Y usted lo ayuda y lo ha ayudado a Guillermo. J: Cref que lo estaba ayudando, pero no, vi que no, nia él nia mi, T: Osea que usted también entré en arenas movedizas: durante ‘muchos afios creyé que lo estaba ayudando y después se dio cuen- ta de que no lo estaba haciendo. 39 J:Si, yo estaba siempre empujando y Ilegé un momento en que ya ‘me cansé, ya vi que no se justifica todo esto para... para nada al fin. T:Eh... zY usted se sintié muy ayudado todos esos afios por Jor- gelina, Guillermo? G: Tal vez por no perderla, yo me fui acomodando a las cosas, tra- tando de... de hacer las cosas que ella mas 0 menos queria. Cuando me trataba mal, ni dialogaba con ella, la trataba mal; iba como en un riel del metro, no me movia de ahi; cuando me cansaba, protestaba y da- yo todo. Porno tener autoridad, por no ser machista, cuando ella me dijo que se querfa separar yo no reaccioné como esposo, como hombre, por no tener autoridad. Es triste reconacerlo, pero es asi. T: Es muy valiente de su parte reconocerlo. Eh... a ver... Hay algo que no entiendo bien entonces... Pienso que alguien que esté en su gar podria estar diciendo lo que dice Jorgelina: “me quiero separar”, “quiero ser yo", “quiero volver a ser yo”, “por qué tengo que ir como por un riel, derechito, derechito y, si me voy un poco, me pegan”. En esta tiltima intervenci6n, destaco la posibilidad de que también Gui- srmo pudiera necesitar la separacién, en tanto que estar con Jorgeli podia hacer perder hasta su identidad. La relaci6n altamente dependiente ‘ruida por ambos, en base a lo que parece un sacrificio mutuo, crea una alejada de esta posibilidad. hist G:No, porque la quiero mucho y quiero mucho a las nifias. A pe- sar de los problemas que hemos tenido, nunca le he dicho “no te quiero’ ‘TY siesta situaci6n no fuera asi, de enojarse pero después vol- y decir a todo que si, si esto fuera diferente, zusted no la querria a Jorgelina? Jaro, yo la querria, y ella me querria a mi. T: {Usted la querria més si ella fuera asi? G:Y ella me querria més. : Y ella lo querria mas. Ahora... no debe ser facil decirle que no a Jorgelina o cuestionarle algo; me imagino que Jorgelina debe ser bastante... segura cuando dice algo... “esto es asi y no me muevo de UES asf, Guillermo? y yo me acomodo a todo... pero noes facil tener que estar empujéndome, eso también la cansa a ella. 40 Eh... Noes fécil estar al lado de una mujer que tiene mu- cha energia. Quizs usted tendria que recuperar un poco de esa energia, y Jorgelina aflojarse un poquito. G: Yo antes, cuando trataba de imponerme, daftaba las cosas. Y tenia que volver a acomodarme enseguida. T: Digame, Guillermo... Con esto de acomodarse y acomodarse, usted debe de haber perdido muchas cosas. ‘Nuevamente trabajo con la idea de que la pareja era nocioa también pa- ra Guillermo, G: La perdia a ella, que es lo més importante. T: Pero aparte de perderla a ella... Usted lo hizo pensando que de esa manera no la iba a perder, pero usted habré perdido otras cosas mientras hacia eso. G: De pronto puede ser uno mismo. No sé qué hubiera pasado en estos 13 afios si las cosas hubieran sido distintas... T: gQué otra idea u otra iniciativa se le ocurre que hubiera tenido? :: Un hogar con la autoridad de esposo, la autoridad de padre... ‘el hombre de la casa, como se dice. Peto, como me comporté yo, no fui ni buen hombre, ni buen esposo, ni buen nada. Estaba como una marioneta ahi.. T; gUsted era feliz cuando Jorgelina lo movia para todos lados? G:Infeliz. Tuve épocas en que me queria suicidar. Cuando yo no protestaba, teniamos temporadas buenas. T: Pero, cuando usted no protestaba, era feliz? G:Si, por llevarme bien con ella, pero yo no veia el error que es- taba cometiendo, que me estaba acomodando en todo. Buena parte del dolor de Guillermo reside en comprobar que su “sacri- {ficio” fue en vano: igualmente la perdi. Y cudndo se dio cuenta de que eso no servia? Cuando Jorge- lina le dijo “me quiero separar”? ‘G: No, hacia ya un afio que habfa pelea sobre pelea, y ya no va- a ni el acomode. T: Sabe que me da la impresién, Guillermo, como que usted hu- jo asustado. {Me equivoco o fue asf, Guillermo? G:Si, me daba mucho miedo perderla. a T: Claro, si uno cree que no puede respirar, tiene miedo de per- der el respirador. G: En los primeros afios el matrimonio anduvo bien, pero des- pués, ya con la primera niffa, ella se dedicé en forma continua. Ya hace afios que duermo solo. TT; Antes de que llegara la primera nifia., zusted era el nifio de Jorgelina? G: Eramos més pareja porque compartiamos més; después me senti desplazado, sentf que ya no me queria. Comienzo en esta secuencia a cuestionar provocativamente el rot filial de Guillermo, que lo lleva a temer la pérdida de Ia pareja como una rela- cig vital. ‘T-Si eran pareja, cuando vino un nifio, los dos se hubieran junta- do para atender al nifio. Si usted se sintié desplazado, yo creo que usted era el nifio de Jorgelina. G: Sf, yo me senti mal. Ella se dedicaba mucho a las nifias, y yo me fui quedando a un lado, a un lado. 4... Jorgelina dijo “ahora soy sélo madre, nada mas, no soy més pareja... soy madre”. Entonces usted dijo: “Caramba, para po- der estar con Jorgelina yo tengo que ser un hijo también.” Y enton- ces se puso en el riel, como si fuera un hermanito o el primer hijo. {Usted tiene hermanos, Guillermo? G: Dos. T: Mayores? G:Menores. T:Entonces usted sabe por experiencia propia que, cuando a uno Je nace un hermanito, uno se pone celoso. Usted, Jorgelina, gtiene hermanos? J: Once. TT: jOnce hermanos! ZY de los once qué ntimero tiene? J:Por el medio. T: Entonces usted sabe lo que pasa para arriba y lo que pasa pa- ra abajo. zY usted se tenia que encargar mucho de cuidar a sus her- manitos més chiquitos? J:No. T: Guillermo, yo creo que ésta es una buena oportunidad para que usted deje de ser un nifio. ¢Qué le parece? 42 Nuevamente ouelvo a redefinir la separacién como una oportunidad pa- 1m Guillermo, en este caso para recuperar su adultez. G:Si, sefior, T: No, no me diga “si, seftor” porque usted es muy obediente. 5: (Enojado,) ¥ bueno, si, qué voy a hacer yo, no me voy a matar. T: No, por supuesto, Usted se ha matado cuando se ha transfor- ‘mado en un nifio para que Jorgelina lo guie y lo Tleve para acé, pa~ ra all, le diga lo que es bueno y lo que es malo. Y ese nino ha matado al hombre. Ahora usted tiene la oportunidad de hacer rena- cer al hombre. Ojalé Jorgelina también tenga, después de la separa~ cin, la oportunidad de rescatar a la mujer, y no solamente a la madre. Yo creo que ésta es la gran oportunidad que usted tiene, Guillermo, de rescatar al hombre. J: Yo entiendo la posicién de Guillermo, y conversando con él le he dicho que tratemos de tener una separacién amable, por las ni- jas. Tratemos de quedar como dos amigos; yo sé que es muy dificil, pero tratemos. "T; Me parece que es muy protector para las nifias lo que usted di- ce, pero me temo que Guillermo, que es tan obediente, le diga que si y también haga una separacién amable. Lo cual es bueno para los hij pero también uno necesita un lugar donde pegar un grito, largar la bronea, y no solamente ser amable. Ahora... cuando una pareja se {quiere unir, necesita del acuerdo y el deseo de los dos, pero cuando ‘una pareja Se quiere separar, con el deseo de uno es suficiente G:Sino hay amor... T: Claro, si no hay amor también a veces ponerse en una posicién de “yo no me quiero separar, y te lo voy a hacer dificil” es la posi- cin caprichosa de un chiquito; de un chico de 5 afios que dice “no quiero, no quiero y no quiero”. Yo creo, Guillermo, que usted tiene, enesta situacién que le es particularmente dolorosa, una gran opor- tunidad para dejar de ser un chiquito; que es el papel que usted tu- ‘vo que hacer durante muchos afios porque creyé que asf iba a poder estar con ella. Yo creo que usted, Jorgelina, tiene la oportunidad de flexibilizarse, de ponerse més blanda, no tener que estar tan tensa, ir relajéndose. Y usted, Guillermo, tiene la oportunidad de no tener que ceder tanto y recuperar su autoestima. Porque, si s6lo protesta y cede y cede y protesta, la autoestima se va para abajo. Muchas ve- ‘ces yo veo parejas que recién consiguen esto cuando se enfrentan 43 | con la sepatacién; antes no lo pueden hacer. Usted, Guillermo, in- tenté salir de ese lugar y no pudo, como Jorgelina tampoco pudo Yo veo muchas veces parejas que tienen que llegar a esa situacién, que tienen que llegar a lorar, a pelearse, y después a aceptarlo. A jas parejas pueden verse de una manera diferen- te, recién, ‘al separarse. A veces la gente se separa y se separa, pero a veces toman distancia y pueden empezar a verse de una ma- nera diferente. Durante estos trece afios se ayudaron a quedarse muy rigidos, cada uno en su lugar. Yo creo, Guillermo, que de una manera o de otra Jorgelina le da la oportunidad de reencontrarse con lo mejor de usted mismo. A lo mejor ahi, Jorgelina lo puede em- pezar a ver de otra manera, Guillermo se echa a lorar. T: (Levanténdose y pasdndole la mano por el homibro y palmedndolo.) ‘Muy bien, llore, llore tranquilo. Es mejor llorar que ponerse a pata~ ear como un chiquito de 5 afios. G: Me siento culpable. T: Por llorar no tiene por qué sentirse culpable. Usted se puede sentir culpable por hacer de Guillermo un nenito de 5 afios. G: Me quiero retirar ya. ‘T:S%, si... ya terminamos. Sdlo le quiero decir, Guillermo, que és- ta también es la oportunidad para que, cuando usted se reencuen- tre con lo mejor de usted mismo, ya no la necesite tanto a Jorgelina, y usted pueda respirar con sus propios pulmones. Yo dejaria la en- trevista acé, la doctora los acompafia. J: Muchas gracias. T: Al contrario. (Les da la mano a ambos y se retiran.) 4. Lo malo no es tan malo Aqui nos referimos a cuando la eleccién de pareja desafia las ex- pectativas de la familia de origen. Desde el comienzo esa pareja es- té amenazada por dicha situacidn. Puede ser que ese desafio esté sélo al servicio de una rebeldia que més tarde se quiebra con todo el peso y el castigo de la transgresién, o puede ser que tal desafio es- 44 té més al servicio de ampliar la visién del mundo de la familia, pe~ 10 sin un destino tragico (no siempre el desafio lleva a la tragedia) Uno u otro destino esté relacionado con la flexibilidad en la fa miilia para soportar tales desafios y, fundamen\ pendencia emocional de quien hace la eleccién: independencia para sortear y resistir toda la oposicién. ‘Como en una pardbola, dicha resistencia permite el cambio de la familia que, seguramente, tendré algunos aspectos mas conserva dores y otros mas revolucionarios. Y se produciré el particular jue~ go que deba —y pueda— produ temas alrededor de los cuales se dan estos desafios: igiones, diferentes razas, diferentes culturas, diferente nivel socioecondmico, profesiones socialmente “transgresoras” 0 “no tradicionales”. In extremis: una eleccién homosexual. 5, Influencia del contexto econémico En nuestro pais, como en otros de Latinoamérica, la economia es un factor generador de estrés. Y las parejas estan formadas por per- sonas que sufren esos embates. ‘A\lolargo de la vida de una pareja, suele haber cambios en su nivel econémico, por diferentes factores: pasan a trabajar los dos, deja de trabajar uno de ellos (tradicionalmente, la mujer por maternidad), van creciendo en el nivel de sus ingresos como producto del desarrollo personal y laboral, reciben herencias, se bilan, etc. En general, estos cambios pueden estar anticipados por la pare- ja y, por lo tanto, ser absorbidos con todas las transformaciones que 1s implican. Pero hay otras situaciones, tipicas de los argentinos, que tienen que ver con los cambios econémicos en el contexto; por ejemplo, el aumento en el nivel de desempleo, producido por el cierre de em- presas y otras fuentes de trabajo. Habitualmente se ve afectado el ‘varén, que debe cambiar su funcién en la pareja y en la familia: de proveedor a proveido. Tipica situacién de crisis: ataque a la mascu~ linidad, depresién, autodesvalorizacién, ataque a la mujer por de: pender de ella (ambivalencia), auto y heteromarginacién, dolencias fisicas, aislamiento, siones y peleas, separacién, dependencia de la familia de origen de uno o ambos miembros de la pareja. 45 Influencia en la mujer: temor segtin su grado de autonomia eco- némica, reposicionamiento relacional (en Ia pareja y con su propia familia), salir al mundo (si no lo hacia), sensacién de haberse que- dado sola, sensacién de derrumbe. Particularidad de las intervenciones '* Revalorizacién de todas las acciones de la pareja, desde una propuesta de rescatar el vinculo por sobre todas las situacio- nes de contexto. ‘+ Favorecer la comunicaci6n y la metacomunicacién, dado que en.una nueva situacién tan desestabilizante se necesita repau- tar muchos acuerdos previos. ‘+ Desbloquear funciones estereotipadas, como por ejemplo cui- dadora/cuidado, tendiendo a que sean intercambiables. ‘= Resignificar con el varén el valor del trabajo en su vida, ten- diendo a ampliar su capacidad més all de ser proveedor eco- némico, + Resignificar con la mujer la situacién de crisis como una po- sibilidad de ampliar sus funciones. * Si es necesario —segtin el grado de compromiso—, trabajar con la familia extensa y con la descendencia de la pareja, 6. Los jos anteriores de él/ella Las familias y las parejas transformadas o ensambladas presen- tan un habitual punto de conflicto: Ia relacién con el/la ex y con los hijos del matrimonio o los matrimonios anteriores. En la relacién con hijos, la situacién suele ser mejor afrontada por la pareja si ambos miembros tienen hijos de uniones previas y se encuentran en el mismo momento del ciclo vital. Si hay hijos pre- vios en ambos, pero en diferentes momentos del ciclo (ejemplo, 46 adolescentes en uno y nifios en el otro), se complica la situacién por- ‘que uno ya pasé una etapa que el otro recién esté transitando. El que la pas6 suele querer ensefiar al otro cémo hacerlo, pero con un modelo diferente porque su experiencia se dio en otra pareja, con otra historia, Generalmente fracasa en su intento y se siente exclui- do, con la consecuente crisis en la pareja (la situacién tipica: uno quiere poner limites sobre los hijos del otro, pensando que estén muy “malcriados”’). tra situacién complicada: uno es soltero 0 separado pero sin hi- jos, y el otro tiene hijos. Dificultad: para el que tiene hijos, conciliar el lugar de la pareja con el de la paternidad; cmo no abandonar ni ‘2 una ni a otra parte; cmo toman sus hijos esta nueva unién, qué influencia tiene él/la exconyuge, c6mo “sali6” de la separacién, Para el que no tiene hijos: saltar etapas, compartir abruptamente con miembtos de una familia anterior, conciliar ilusiones con reali- dades, conciliar las diferencias en la experiencia de vida conyugal y parental, cmo contribuir sin invadir, como no sentirse excluido/a, cuanto ceder y cuanto limitar, cémo relacionarse con esos “hijos”. Recursos terapéuticos « Favorecer las intervenciones individuales teniendo en cuenta las necesidades de cada miembro de la pareja + En lo relacional: propender a nuevas visiones (representacio- nes) de las conductas mutuas, ayudando a que cada uno pue- da ponerse en Ia piel del otro, dada la gran diferencia en el momento vital. + Realizar entrevistas con los hijos y el nuevo cényuge, con sin la presencia del otro, para favorecer el contacto directo y los acuerdos de este peculiar subsistema. Gabriel y Ana tienen 38 afios cada uno, comenzaron la relacién hace 10 ‘meses y conviven desde hace 7, al momento de la consulta, en Ia casa de ella com los dos hijos de su primer matrimonio, mellizos de 12 afios. Consultan porque estin discutiendo mucho alrededor de Ia forma de criar a los hijos de Ana. Gabriel se queja de que ella decide cosas sobre los chicos sin com- sultarle, y ella manifiesta que le gustaria no estar en el medio entre su pa- reja y sus hijos, pero le da miedo la forma en que Gabriel se relaciona con ellos; concretamente, Ana teme la violencia de Gabriel. 47 ‘Nos proponemos estratégicamente que Gabriel logre relacionarse més directamente con los chicos y que Ana pueda respaldarle ese lugar; para eso trabajamos sobre la flexibilidad de él y lo que ella necesitaria para poder apoyarlo en su nuevo lugar en la familia. “Transcribiremos a continuacién un breve didlogo del final de la tercera entrevista com esta pareja Gabriel: Yo soy de fijarme mucho en las cosas, de estar muy aten- to, y no me pareci6 que ella estuviera muy tranquila cuando reté a los chicos, Senti que no le gustaba, aunque en estos quince dias so- Jamente le Ilamé la atencién en dos oportunidades. “Terapeuta: Y, cuando lo hiciste, {los chicos te hicieron caso? ‘Ana: Y si. No tuvieron més remedio. T: zTemés que Gabriel se sobrepase con los castigos? [A Es que se me estén poniendo més dificiles las cosas; son cast adolescentes, aunque no son chicos muy rebeldes, ‘G: Pero, entonces, {cual es la solucién? {Transformarme en otro padre de los chicos que no les pone limites, como su propio padre? 'A: Por eso yo tengo miedo de que ellos vean tu conducta como muy dura, y entonces te pido que tengas otra relaci6n con ellos. "T: Creo que Ana no dice que vos te hayas desbandado con los chicos, sino que tiene miedo de que eso suceda. Por eso vos vasa te- ner que mostrarle tu manera de poner limites sin que ella tenga mic- do. Y eso seguramente le llevar un tiempo, porque Ana no sabe lo que es un padre poniendo bien los limites. ‘Mis adelante en la misma entrevista. T; Queremos proponerte, Gabriel, que, cuando vos consideres que tenés que ponerles un limite a los chicos de Ana, lo pongas te- niendo la intencidn de ser firme pero no violento. Pensamos que l jugando a que son ellos los duefios de casa, y probabl mente te muestren este juego todo el tiempo. Vas a necesitar enton- ces mucha paciencia, porque son a tuvo tiempo para ir acostumbrandose a esta adolescencia y no vio- entarse, como podés a veces hac ‘A: eso que ahora los chicos esta etapa, después de que me divorcié, en que eran fal ‘co que a mi me cuesta mucho ponerles los limites; ellos me vena mi 48 a como la culpable de que el papa no esté en casa ni tenga trabajo. El papa nunca les pone ni les puso un limite. 'T: Por eso, nuestra sugerencia ahora es que se armen de bastan- te paciencia; vos, Gabriel, la vas a necesitar para aprender a mane- jarte con ellos, y vos, Ana, para poder darle tiempo a Gabriel, ya que sn entra en la familia. Van a tener que hacer este transito con icha paciencia; por eso a vos, Gabriel, te propusimos que pongas \imites en forma firme pero no violenta, mientras que a vos, Ana, te pedimos que vayas observando qué te sucede con los limites que pone Gabriel: si podés tolerarlos o no, si estas en desacuerdo con la forma o con el contenido de esa situacién. Te pedimos, Ana, que lo puedas registrar de la manera mas completa posible, es decir, perci- biendo lo que pensds y lo que sentfs. Mientras estén realizando es- to, les proponemos que no hablen entre ustedes de este tema, hasta semos nuestra préxima entrevista dentro de dos semanas. me hizo una observacién que me son6 un tan- to ridicula; me dijo: “Esta bien, poné los limites pero preguntame.” ‘Yo no puedo hacer eso... 'T: Pero, si vos logras mostrarle que podés actuar con firmeza pe- ro sin violencia, Ana va air tranquilizandose. ‘A: Claro, porque en el fondo es un miedo que yo tengo. Cuando se enoja, a mi me da miedo. "T: :Qué les parece entonces esta propuesta? jEstén de acuerdo? 7.La “ex” y el “ex” A partir del auge de la separacién y los rematrimonios, aparece la figura de la y/o el “ex”, formando parte del universo de la pare- pendencia ecor y la nueva pareja desde ambos, la las vicisitudes del proceso de separacis entre la separaci6n y la nueva situaci6n. 49 ‘Cuando uno de los miembros de la pareja tiene un/una “ex” y el otro no, aquél se encuentra en un lugar de visagra entre su actual compaifiero/a y su “excompaftero/a”, asumiendo muchas veces la idad por las acciones de ambos. La escalada entre el/la }6n de intermediario donde inoperancia para revernos a decir que esta situacién re- probleméticas de tridngulos relacionales. ‘Sucede también que las situaciones inconclusas con la anterior re- lacién son volcadas en la nueva con un pedido mas 0 menos explicito de que esta pareja se haga cargo de “poner los limites”, pudiendo ast preservar tun lugar mds benévolo. Esta estructura suele verse en situa~ cciones de fuertes senti tras veces, el corte abrupto con lo se existido, a modo de condici ‘una tan fuerte exclusidn de lao talmente cuando también se excluyen hi torna impositiva como reaccién al desconocimiento, a la desconfirma- cidn de su existencia, Metas de Ia intervencién + Favorecer la inclusién de los exeluidos. + Estimular la elaboracién de procesos de duelos pendientes. # Tender a lograr las mejores negociaciones. + Modificar los dilogos culpabilizantes por diélogos colabora- 08. rabajar alrededor de la idea de que, aun con responsabilida~ des diferentes, las presencias ligadas al pasado “son” material de la nueva pareja: les competen a ambos. ‘* Promover citcuitos comunicacionales y estructuras funciona- les para esta particular configuracién, incluyendo en esto el trabajo sobre mitos y creencias. 1 sobre los mandatos o modelos previos ("Tengo per- miso para unirme a alguien separado/a y con una familia a y/o sobre las restricciones actuales de la familia ampliada. * Intentar trabajar colaborativamente con otros operadores en el tema, como por ejemplo los abogados. 50 8. Fidelidad e infidelidad La fidelidad es una de las bases de la pareja occidental, ya que se conforma como monogdmica. No vamos a entrar aqui a considerar que determinaron esta es- ‘ionales. iad es mas “permitida” para el var6n que para la mujer; esto obliga a que aquél Ia considere una afrenta imperdonable “hacia él”, mientras que la mujer debe tender a “comprender” y, por consiguiente, perdonar. ‘Muchas veces, para evitar esta situacion, se sabiendas, pero como si no existiera: de eso no Hay parejas que instalan la infidelidad de uno de los integrantes como parte del juego relacional permanente, a modo de cierto regu- lador del eq Esto puede ir acompaitado del “yo no sé” del otro cényug -idad?) o de periédicas escenas de celos y be- rrinches por el “desliz”, que habitualmente comete el hombre. Estas situaciones de infidelidad casi crénica son muy diferentes dela presencia de la “traicién’” al pacto, al acuerdo fundacional co- mo expresin de un momento de crisis en la pareja. Aqui la infide- lidad es un sintoma; en la otra situacién, te de la estructura, La infidelidad sintoma puede ir tant la ruptura de la pa- como hacia un cambio profundo en ella. Si va hacia la ruptura, ésta puede ser permanente o temporaria. Si es permanente, pode- mos pensar que la infidelidad actué mas como precipitador de la se- paracién que como expresién de la disfuncionalidad. Y, en este caso, la disoluci6n suele ser répida. sila pareja no se disuelve, y realiza un profundo reco- en sus pautas relacionales, la critica, como otras que To que no es nada fécil. nos” por haber sido engaftado y por continuar la relacién. Aqui, como podemos ver, es muy fuerte el significado que la infidelidad posee en el contexto cultural en que se desenvuelve la pareja, terminados hist6ricamente por mandatos de género con fuerte rai- 31 gambre contextual (“si un hombre es fiel, se duda de su hombria”) ¥ sostienen mitos constitutivos de la misma pareja, como por ejem- plo “juntos hasta la muerte los altimos afios, en pat par el divorcio han una prohibicién, la infidelidad est planteada como una posibilidad desde el co- ;cuerdo de comunicacién y con discernimiento en- tre la y la concrecién. Cuando se permite el fantasear y hasta, a veces, el compartir esa fantasfa, la accién concreta de la in- fidelidad disminuye 0 queda, si, més vinculada a una ruptura. En muchas ocasiones, la busqueda de otro/a esté al servicio de obtener lo que no se consigue en la pareja, principalmente a nivel de “qué quiero que me poner en riesgo la relacién preexistente y sin \uidad 0 no. En estos casos, el tabui de la separa~ Gién, ola obligacisn de la continuidad a todo precio, es muy fuerte. Con las parejas que consultan por una situacién de infidelidad como desencadenante de una crisis 0 porque no pueden reflotar la pareja con esto en su historia, resulta util revisar los significados culturales, familiares y ancestrales de la infidelidad, para que pue- dan elegir con mayor cantidad de alternativas. Este es un tema que tiene una marca cultural muy fuert torna muy dificil de aceptar y comprender. a, en las que la se- Gerardo (42 aitos) y Romina (39 afios) consultan en plena crisis matrimo- nial, después de 8 aitos de uni6n, com dos hijas de 7 y 4 afios, Romina se que- ja de que Gerardo la domina com el dinero y le reprocha todo lo que decide, ‘ademis de cuestionarle todas las acciones en busca de independencia econé- ‘ica que ella emprende. Gerarto, por su parte, manifiesta no sentirse queri- do por Romina, principalmente por el rechazo que ésta presenta a mantener relaciones sexuales, y siente que, si él no accede a pagar todos los gastos de su ‘esposa,ésta lo desprecia y se lo hace sentir no habléndole por varios dias Después de una decena de entrevistas en las que se fue trabajando con Ia pareja para modificar este patrin de relacién, Gerardo descubre una in- fidelidad de Romina durante un viaje de estudios que ésta hace a una pro- 1e diversos efectos en cada uno y en Ia relacién. 6 la infidelidad a una decisién exclusiva de Romina, erigiéndose en vi le empezado a “permitir” ser mds independiente. Se debatia entre conti- 92. ‘nuar por el amor que sentia por ella o separarse por no poder perdonarl la traicién y para no verse como un imbécil. Estas calificaciones ventan des- de su fuerte concepcién machista de la pareja. Dado que la relacién conti- nud, se fue instalando un aumento del control por parte de él, con episodios de furia hasta la violencia fisica. Después sobrevino una etapa mds depre- siva, que imundé hasta su esfera profesional. Hubo que trabajar con él in- nsamente en forma individual para que pudiera pensar Ia infidelidad también como responsabilidad del anterior juego que tenia la pareja, y pa- 17a que modificara la “solucién” que veia—aumtentar el control—, ya que esto, lejos de evitar una nueva traicién, Ia potenciaba Porsu parte, Romina comprendié su infidelidad como un acto impulsi- v0 y hasta danino para la nueva relacién que podtia estar estableciendo en su pareja y revalorizé la relacién con Gerardo. Tendia en un principio a para "justificar” su “desliz”, lo cual no le i ain mas a st io de violencia, que no se repitid, al mismo tiempo que pudo comprender los enojos de Ge- rardo y ponerse en su lugar, teniendo una relacién mds protectora de su pa- reja. Esta situacién la sacé de un lugar infantil donde Gerardo parecia unt pape que la tenia que mantener y educar para que se portara bien, y ella era tuna nena consentida y caprichosa. 9. Las nuevas decisiones sexuales Un dia, de golpe, uno de los dos cényuges “decide” confesar una éleccién de pareja diferente. Una elecci6n que pasa por otro sexo. Una eleccién que implica la homosexualidad. Una eleccién, por lo tanto, que implica la ruptura de la pareja actual por ser heterosextal El blanqueo de una diferente eleccién de “partenaire” sexual im- Hasta ese mo- ‘mento, la atraccién por el mismo sexo pertenecfa al mundo de lo {ntimo, de los secretos. Y, en casi todos los casos, era una atraccién que precedfa a la formacién de la pareja. Era una eleccién no per- mitida, ‘Sabemos que en estos casos, como en lo que comentabamos an- tes sobre la infidelidad, los determinantes culturales y contextuales son muy fuertes. Sobre todo, el contexto familiar y de relaciones afectivas y laborales/profesionales. 33 ‘Uno se puede preguntar: gpor qué salié a la luz en estos momen- os y noantes, cuando era un secreto guardado a veces por 40.050 Jlemento desencadenante, muchas progenitor ante el cual no se po £50 0.0, El miembro de la pareja que recibe la noticia suele sentirse enga- ado, como en el caso de la traicién, como estafado por el oculta- (0. Y, como suele suceder también con la infidelidad, suele encontrar nuevos sentidos a muchas situaciones previas. En la gran mayoria de los casos, se establece una separacin con mucho odio y rencor, precisamente por ese sentimiento de engafo. Esto casi no permite que el “engafiado” pueda percibir todo el su- frimiento del “engafiador”. Ademés, porque ya no puede seguir améndolo/a, cuando hasta ahora venia haciéndolo. Las relaciones posteriores al divorcio, en estas situaciones, depen- den mucho de la significacién contextual de la pareja. En medios més intelectuales, se logran relaciones més arménicas; pueden llegar a quedar ambos miembros de la expareja como buenos y viejos amigos. Se ha visto hasta el momento. bien tolerada por los hijos, que pueden mantener relaciones arméni cas tanto con el progenitor homosexual como con su nueva pareja. En estos casos, como ocurre en toda situacién de divorcio, la relacién de Ios hijos con los padres separados esté fuertemente influida por la de- que cada uno de los exconyuges siga haciendo del otro, como jacién en particular y silos hi pequeitos (que no es lo més frecuente), puede que el cényuge “enga- Jantee dificultades para que los hi- jos para las criaturas. Esta definicién, que depende en gran parte de c6- mo sea la actitud parental de cada integrante de la pareja, suele ser modificada con el tiempo. 10. Las edades desparejas Clasicamente, la pareja latina presenta una ligera diferencia de edades: es mayor el hombre que la mujer. Ancestralmente, esto se asocia con el patriarcado, en que la funcién del hombre era la de 34 proteger la constitucisn f ‘rviendo de sustento y sucesién del rol paterno de la fa igen de la mujer. Este modelo también se ha ido modificando, y hoy vemos cchas mas parejas con igualdad en las edades y hasta invertida la. ferencia. En las parejas de tercera y cuarta década de la vida, las pequeiias diferencias suelen no ser significativas; si, en cambio, en las edades mayores. En este caso, la mujer 10 6 15 afios mayor gene- mientras que el chas veces la dificil circunstancia de que los hijos de edad bastante préxima a la del nuevo marido, y éste suele funcio- nar como un hijo més. Este tipo de parejas tienden a separarse con la convivencia, generalmente masa partir del hombre que de la mu- jer; l pasa a constituir frecuentemente otra pareja coeténea -aso inverso, cuando el hombre es mucho mayor, presenta raf- ces es mas profundas y es, por lo tanto, menos reprobado socialmente. Asi también presenta menos fracasos. Una dad de esta unin es que suele presentar descendencia, circunstan- cia que reequilibra las diferencias, ‘Tanto en este modelo de hombre mayor como en el de la mujer, el tema de los celos es muy frecuente, asf como el de los conflictos con hijos de uniones previas o excényuges y familias de origen. Es una unién con fuerte tinte transgresor. Una consulta hoy frecuente es la de la pareja formada por un hombre de alrededor de 50 afios, con una mujer de 30. El tiene hijos de un matrimonio anterior, de edades muy cercanas a las de ella; ella no tiene hijos y desea tenerlos. Al principio, él acepta hasta se entusiasma con Ia idea de volver a ser padre; despu pieza a rehusarse, habitualmente reforzado por alguno de los que cuestiona su nueva relacién. Muchas veces, también, coincide su momento de ser padre con el de ser abuelo. La pareja entra en cri- sis por: la oposicién de la familia de ella, los conflictos con los hijos de él y, fundamentalmente, por la decis 55 Carituio 3 PONERSE EN LA PIEL DEL OTRO: UN RECURSO FACILITADO POR LA VISION DE GENERO EN EL SISTEMA TERAPEUTICO El tema de género esté presente en todo el “sistema terapéutico”, definiendo éste como formado por: el/la terapeuta, el equipo (si existe), la pareja y el/la derivador/a. O sea que un foco de atencién puede estar dado por el tema de género en el/la terapeuta. Los con- dicionamientos genéricos pueden hacer que el dificultades para “ponerse en la piel” de cada u tes, y por 5 del mundo, de si mismo/a, de la relacién y del otro/a en la pareja. Que tenga dificultades para po- nerse en la visi6n del mundo del otro quiere decir que puede s6lo verlo desde su propia dptica, lo cual puede no resultar conveniente para este momento de la relaci6n, y ayuda a perpetuar los proble- mas de ésta. Una de las trabas que encuentro para que cada uno pueda ponerse en la piel del otro —incluyendo el/la terapeuta— es aquella que esté vinculada con los mandatos de género; con las vi- siones prejuiciosas determinadas por el género. Podriamos preguntarnos: para qué es necesario ponerse en la i podemos descubrir tanto funciones para la pareja como para el la terapeuta. Si lo pensamos desde la pareja, puede ser: una herramienta terapéutica para facilitar la colabora- cién mutua, una forma de evitar 0 deshacer escaladas o rigidas complementariedades, itil para que cada uno perciba cémo es per- cibido por el otro, c6mo cae lo que hace o dice desde la perspectiva del otro, y asf resignifique el pedido o la reaccién del otro. También lad de “ponerse en la piel de cada uno”: para poder entender cémo se est viendo 7 esa persona a si misma, cémo lo/la esta viendo al/a otro/a, en ba- se a esto, cémo esté viendo el problema de la pareja (el famoso te- ma de las puntuaciones) desde la visién de cada uno, cémo se esté sintiendo vista y definida por el/la otro/a; y asi poder ayudar a ir dando un sentido diferente a ese entendimiento, partiendo de que tal definicién no ayuda por el momento a esa relacién. Evitariamos asi quedar rigidamente identificados con la visién de uno solo de ellos, o con una sola lectura —aunque sea relacio- nal— de la situacién, O con la lectura que esté alejada de la vision de ambos. $i uno de los miembros de la pareja queda muy vincula- do a nuestra visién del problema (0 al revés: si nuestra visién del problema queda muy ligada a uno de los miembros de la pareja), 0 el otro queda demasiado lejos de ella, ponerse en la piel del otro re- sulta ser entonces una herramienta sumamente titi para equilibrar esas distancias. Las cuestiones genéricas estn asimismo fuertemente influidas por el contexto, entendiendo como tal “el marco en el cual la con- ducta y los mensajes verbales y no verbales se hacen significativos” (Gimon, Stierlin y Wynne, 1997). “La percepcisn propia se adapta al contexto especifico propio y esté determinada por la vision del ‘mundo personal" (fd.). Como el contexto es esencial en los procesos de aprendizaje, en un contexto es donde se aprenden las cuestiones ligadas al género: cémo se debe ser hombre o mujer en ese contex- to determinado. Influyen en él (a modo de variables de contexto): cuestiones de raza, edad, nivel socioeconémico-cultural, creencias, religin, geografia, momento hist6rico. El/la terapeuta debe tener en cuenta la posibilidad de inferir en cada miembro de la pareja sus aprendizajes contextuales de género. Por ejemplo: a qué generacién pertenece cada uno, qué expectativas genéricas tiene (y ttivo) esa generacién, cémo estuvieron presentes en las familias de origen, a qué cultura y/o subcultura pertenece ca- da miembro y qué pautas genéricas tienen, grados de acatamiento y rebelién ante éstas, y cual es el contexto actual més influyente. Estos mismos pardmetros puede tener en cuenta el terapeuta para involucrarse desde su género y sus propias marcas de contexto. Y esto ayuda a poder descubrir las dificultades para ponerse en la piel del otro. Y, sila distancia es muy grande, puede pedir ayuda para involucrarse en ese género contextualizado que le resulta leja- no. A quién? A alguien del otro género o a la misma persona con la 58 que tiene dificultades para conectarse en la pareja. La idea es que el terapeuta se pregunte: cémo es un hombre o una mujer de esa edad, de ese medio, de esa cultura, de esa raza, etc., y no lo dé por presu- puesto desde su propia (y tinica) visién. Ahora pasaré a relatar algunas ejercitaciones e intervenciones que podemos aplicar para facilitar estos temas tanto con el terapeu- ta (0 sea con nosotros mismos) como con los miembros de las pare- jas que consultan. Ejercitaciones para el/la terapeuta 1. Sin la pareja presente, sentarse en el lugar habitual en que se sienta cada miembro de ella y hablar desde ahi empezando por decir: “Yo soy..", y descubriendo su vida, sus creencias y funda- mentalmente su forma de ser varén o mujer. Después, estas visiones del terapeuta pueden ser chequeadas con los integrantes de la pareja, de este modo: “A mi me parece que usted es un hombre que...” 0 “una mujer que..”. En este chequeo se corrobora, o se modifica, la comprensién que tuvo el/la terapeuta en su propia eercitacién. 2. El/la terapeuta puede repasar sus propias creencias sobre gé- nero, a través de preguntas autorreflexivas: ~ ¢Cémo creo que debe ser la relacién hombre/mujer en una pareja en términos de complementariedad y simetria? - ¢Qué pienso de la capacidad que tiene un hombre para acompajiar y adentrarse en las cuestiones afectivas y emo- cionales de si mismo y de la mujer? ~ Pueden las mujeres confiar en un terapeuta masculino que se estd encargando de los problemas emocionales de una pareja? - Puedo compartir con mis pacientes hombres mi identidad de género y mis creencias sobre lo que es ser tin hombre? ~ gPuedo compartir con mis pacientes mujeres mi identidad de género y mis creencias sobre lo que es ser una mujer? ~ Puedo pensar las cuestiones de lo masculino y lo femenino desde una diversidad de opciones vinculadas al contexto? ~ @Puedo yo como hombre expresar mis sentimientos y emo- ciones sin sentir vergiienza ni que estoy traicionando a mi género y/o poniendo en riesgo mi identidad? 59. - {Tolero que la mujer haya cambiado buscando independen- ‘ia, autonot - zTolero que la mujer se adentre en terrenos que a mi me pro- ‘ducen rechazo? - ;Puedo pensar ese rechazo como producto de mis temores ‘sin descalificar las elecciones femeninas? - ;Considero que la mujer tiene tanto derecho como el hom- ‘bre a manifestar sus sentimientos hostiles? = {Considero que el hombre tiene tanto derecho como la mu- jer a manifestar sus temores e inseguridades? ~ Qué mandatos fundamentales recibi sobre c6mo debia ser hombre/mujer? - {Estin mi profesi6n y la forma en que la desarrollo en paz © ‘en conflicto con esos mandatos? « zTolero que el hombre tenga menos desarrollo laboral- econémico que la mujer en una pareja? - {Puedo como mujer tolerar que el hombre se sienta abruma- do por sus obligaciones? = .Cémo tolero las criticas que pueden hacerse mutuamente dentro de una pareja? - {La opinién que tengo en genetal de mis colegas esté muy vinculada al género? - ;Suelen ser opiniones estereotipadas? Intervenciones con las parejas 1. Que cada miembro de la pareja pueda “ponerse en la piel del otro”, 0 sea ver el mundo como lo ve el otro, sobre todo en su condicién de hombre o mujer. Dentro de ese mundo, focalizar especialmente en cémo vea su pareja y qué espera de él o ell Para lograr esto, les pido a los miembros de la pareja que tercambien sus lugares, y que cada uno de ellos hal do” 0 “como siendo” el otro, especialmente “cémo es ser hombre” y “cémo es ser mujer”. Suelo ayudarlo con pregun- tas. El otro miembro, al escucharlo, va teniendo una idea de lo ‘ques ser hombre y mujer para el otro, y a través de eso, cua- Jes son las expectativas que ese otro tiene sobre el otro género (0 sea sobre el/la que esté escuchando). 60 . Redefinir a cada uno de ellos en fu Escribo, anoto, filmo o grabo esto, y después les pido que lo trabajen en la proxima sesién 0 en la casa; esto depende del grado de simetria, entendida como hostilidad, que exista en la pareja en ese momento. Esta tarea con el cambio de roles pa- ra ponerse en la piel del otro, generalmente, puede hacerse cuando ya existe un nivel de cooperacién dentro de la pareja y.con el terapeuta. Otra alternativa, si hay demasiada dificultad para el ejercicio arlo a través de un didlogo con preguntas hipotéticas: “Si estuvieras en la piel o en los zapatos de él, :c6- mo verias esta situacin?”, “;Cémo crees que ella sintié (0 pens6) eso desde su lugar de mujer?’ jon de romper estos es- tereotipos de género. Por ejemplo: al hombre, como un robot que no debe tener sentimientos para que nadie se asuste, pe- ro que condena a su pareja a la infantilidad o a la permanen- te maternidad en la relacidn; a la mujer, como una madre universal que no puede dejar de cuidar y someterse en pos jienestar del otro, pero al que también condena a ser un malcriado. Y a ambos, como sometidos a mandatos que los mismos eligieron. 3. Reconocimiento de esos mandatos en cuanto a lo familiar y alo cultural o contextual. Esto es muy importante: muchas veces, en especial los hombres, permanecen sometidos a mandatos que sino de determinados contextos, autas culturales determinantes, que pueden ser actua- les o histricos. Si ese 0 es0s contextos son actuales, suele estar cen juego la pertenencia a él, que generalmente se contrapone al de su pareja, y se establece un conflicto de lealtades por las per- tenencias. Aqui es muy importante el trabajo sobre los determi- nantes de la elecci6n de pareja, que aparecen por lo general como intentos de rebeldia. En estos casos coincide mucho el on el cultural, por ejemplo, representado por sobre esta dicotomfa. En cambi iidad es hist co, suelo trabajarlo en principio con una revisién critica de esos “patterns”, la utilidad o inutilidad en la actualidad, y un ritual dedespedida, que incluye un agradecimiento, junto con la bien- venida de la nueva modalidad. 61 62 5. Lo mismo para el trabajo sobre la femineidad, donde se jue- gan més cuestiones de culpa que de deslealtad, como en el hombre. Propongo rituales de desculpabilizaci6n y de bien- venida de las nuevas formas. . Uso del género al que pertenece el terapeuta: como varén, muchas veces le “explico” a la mujer cémo se siente o piensa el hombre de acuerdo con sus mandatos, a los que esté some- tido como un esclavo. Y con el hombre hago una alianza ha- blando de aquello a lo que estamos sometidos y no nos damos cuenta 0 lo seguimos repitiendo més alld de nosotros mismos. Estas construcciones intentan que el hombre pueda recono- cerse como perteneciente a un género a través de otro hom- bre, y en sus aspectos més desconocidos o desvalorizados, pero sin ser culpado, como suele sucederle cuando esto viene desde una mujer. Los hombres no tenemos por costumbre ha- blar de nosotros mismos como hombres y con los hombres; més bien somos hablados por las mujeres. Por mi condicién de terapeuta o especialista en cuestiones del alma humana, también le “explico” al hombre cémo ve, siente o piensa una mujer una determinada situacisn; esta explicacién es mejor aceptada si la hace la mujer misma. O sea que realizo alianzas de género alternantes con ambos. Tengamos en cuenta que, por homologacién, siempre las parejas tienden a pensar que Voy a estar més del lado del hombre que del lado de la mujer. Por esto suelo comenzar haciendo alianza con la mujer, que puede sentir que hay un hombre que puede entender su gé- nero, su manera de pensar y vivir el mundo, Muchas veces es- te didlogo reemplaza el trabajo de ponerse en Ia piel del otro. tras veces lo facilita. Intento y promuevo activamente que esta técnica vaya sirviendo de modelo para que esta modali- dad metacomunicativa pase a estar incorporada en Ia pareja Describo la retroalimentacién mutua para desarmar viejas reacciones que contribuyen a la retroalimentacién. Por ejem- plo: si el hombre ataca los intentos de independencia de la ‘mujer, redefino esto como “tiro por la culata”, ya que la mu- jet, por rebeldia 0 autodeterminacién, refuerza sus intentos 0 sus logros. Casi se lo prescribo al hombre para que siga ayu- dando a la mujer a realizar lo que hace y sin culpas, al mismo tiempo que favorezco la expresién de los “‘sentimientos” que suibyacen en las acciones prohibidas: "Tengo miedo a que me dejes, a que no te interese mas, a que te aburras de mi, a per- derte.” Confronto esto con el temor a ser menos hombre y ser despreciado por eso (“Ya no soy Humphrey Bogart”), y gene- ralmente se empieza a construir entre hombre y mujer un nuevo ideal masculino, mucho més tierno y sensible. Este acompaiia también mejor el nuevo ideal femenino, més atrac- tivo y simétrico del hombre. En cuanto a la mujer en esta re- troalimentacién, aliento las conductas firmes pero agresivas 0 desvalorizantes hacia el hombre, que son necesarias cuando tiene que reafirmar su independencia, su individualidad, sus derechos. A partir de esto, Ja mujer percibe que no por tener en cuenta al hombre tiene que quedar sometida a su poder. ‘Tenerlo en cuenta no es malcriarlo ni infantilizarlo ni obede cerlo ciegamente. Los hombres suelen sentirse muy satisfe- chos de s{ mismos cuando empiezan a descubrir que pueden “tolerar” mas de lo que siempre han creido de ellos mismos. 6, Uso de metéforas que se van deslizando a lo largo de las con- versaciones terapéuticas, como las de malcriado, o malcriado- ra, 0 acorazado a la fuerza, o construccién de nuevos puentes por desgaste de los pilares de los anteriores. Incluyo aqui la natraci6n de cuentos e historias con las que muchas veces cie- To una sesi6n, 0 la prescribo como un ritual para ser cumpli- do fuera de sesién, Acontinuacién, repasaremos las funciones que puede tener el re- curso de ponerse en la piel del otro, tanto para la pareja como pa- ra el terapeuta. Funciones en la pareja + Facilitar el clima de mutua colaboracién. * Evitar 0 disolver escaladas simétricas. * Ampliar la percepcidn de s{ mismo/a a través de ineluir Ia variable de la percepcién del otro. + Ampliar la percepcisn del otro a través de incluir los efectos de las acciones de uno desde la perspectiva del otro. * Conocer la influencia de los determinantes de género en Ja mutua percepeién. 63 64 ‘+ Redefinir las caracteristicas propias y del otro, asi como las intencionalidades asignadas a los comportamientos. Funciones en el terapeuta + Ampliar la comprensién sobre la percepci6n que tiene cada miembro de la pareja, tanto de sf mismo como del otro. + Ampliar la comprensién sobre la percepcién que tiene cada miembro de la pareja sobre el terapeut: + Ampliar la comprensién sobre la percepcisn que cada miembro de la pareja tiene sobre el tema por el que consultan. «* Enriquecer, en base a lo anterior, la construccién relacional del problema. + Tomar contacto con las creencias que dificultan y con las que facilitan la capacidad para ponerse en la piel del otro. ‘+ Reconocer, en esas creencias, los determinantes del género. Capiruio 4 _ €POR QUE MOTIVOS CONSULTAN MAS FRECUENTEMENTE LAS PAREJAS? Feel Como dije antes, las parejas ya consultan como tales, dada la di- fusién que alcanzé este abordaje 0, en otros casos, la consulta la construye el terapeuta junto con el cliente, proponiéndole realizar entrevistas en conjunto, si es que su pareja esté de acuerdo en man- tenerlas. Sea de una manera o de otra, siempre hay un motivo que origina la demanda, que est muy ligado al contexto y al momento Jo vital de la pareja. ‘comienzos del siglo XX1 y en el contexto de Buenos Aires en el nivel de la consulta privada, de sistemas prepagos u hospita- les puiblicos, los motivos que més frecuentemente encontramos co- * Desajustes en la convivencia frente a una crisis vital. « Frecuentes discusiones por diversos temas. Ejemplo ‘Terapeuta: Quisiera que me expliquen cual es el problema que Jos trae a la consul Esposa: Yo me siento muy desilusionada, muy abatida porque nuestro matrimonio est muy mal. Yo lo notoa él muy indiferente, po- co interesado en mis cosas y en mi. Cuando le hablo, ni me escucha. Lega tarde a casa y se refugia en el televisor.. Y cuando le pregunto qué le pasa, se enoja. Yo no aguanto més sentirme tan sola... (llora). TT: ZY cémo reacciona usted cuando sucede esto? Esposa: ... yo también me enojo, y comenzamos a discutir. 65 Esposo: Yo me enojo porque no me deja en paz. Llego a mi casa, quiero estar un rato tranquilo porque vengo muy cansado del tra- bajo, y ella me acosa a preguntas y preguntas... y después empiezan las quejas... Si yo no le hago faltar nada, no sé por qué se queja. Esposa: Pero eso no es todo. Yo me quejo porque no comparti- ‘mos nada. Esposo: {Pero vos qué querés? ;Querés que después de 20 afios de ‘matrimonio estemos juntos todo el dia como cuando éramos novios? Esposa: Y... :por qué no?, si ahora estamos solitos de nuevo. ‘+ Un miembro de la pareja con alguna enfermedad definida como psi- quidtrica, psicosomtica u organica. ** Derivacién de alguna consulta previa por otro miembro de la fami- Tia, por ejemplo, un hijo. Ejemplo Esposa: Bueno... nosotros estamos acé por Pablito, nuestro hijo de? afios. Nos pidieron en la escuela que le hiciéramos un diagnos- tico con una psicopedagoga porque esté muy distraido, no termina las tareas... hay dfas en que trabaja bien y otros en que no hace na- da. Lo llevamos a una psicopedagoga, le hizo todo un estudio y lo que sacé en conclusién es que Pablito esté preocupado por noso- tos, por como nos llevamos nosotros, y nos pidié que consult ‘mos y charléramos un poco sobre nuestras cosas. Esposo: Nos dijo que parte del problema tiene que ver con la for- ma en que él ve cémo nos tratamos. Y bueno... nosotros lo estuy ‘mos pensando y en realidad hace un afio mas o menos estuvimos a punto de separarnos. Tuvimos una crisis muy grande en nuestra Pareja y justamente era cuando Pablito comenzaba la escuela pri- maria. Posiblemente esto lo haya resentido en ese cambio, porque no pudimos estar muy atentos a él en esa situacién. Entonces que- remos hacer esta consulta... los dos estuvimos de acuerdo en hacer- la porque no queremos que nuestro hijo sufra por culpa nuestra. * Dificultad para la toma de una decisién vital « Adiccién de algiin tipo en ambos o uno de los miembros de la pareja. Ejemplo Esposa: Doctor... nosotros venimos aqui porque yo estoy deses- perada. Yo ya le dije a Roberto que ésta era la ultima oportunidad que le daba para que siguiéramos juntos... ; Esposo: jPero es una exageracidn! Doctor... jella exagera much: Esposa: Miré, Roberto, hace 10 aftos que estamos casados, y yo ya te he pedido de todas las maneras posibles que dejes de tomar y.. Esposo: jY yo he dejado varias veces! | Esposa: Si, varias veces... spero pot cuanto tiempo? Por una se- mana. Esposo: No... una vez dejé por un mes. Esposa: Si, un mes... pero no es cuestién de que lo dejes por una semana o un mes y en cuanto me ves tranquila empieces de nuevo. Esposo: Lo que pasa es que, cuando yo dejo de tomar, vos me es tas controlando a ver si dejé o no dejé. ;Vivis acoséndome y contro- lindome! jVivis exigiéndome! Esposa: ¥ claro que te exijo... Te exijo, Roberto, porque no puede ser {que nosotros tengamos que estar siempre tan pendientes de vos... yo y tushijos siempre pendientes de vos, de cémo vasa llegar, sivasa lle- gar bien, si vas a llegar tambaledndote o de mal humor o violento.. {Como no te voy a controlar! ¥ asi estamos, doctor, desde hace 10 aftos yo no soporto mas. Le dije que no quiero saber més nada con él, que ‘me separo... Esta es la tiltima oportunidad que le doy... y que me doy. Por eso vinimos acé, para ver si lo pocemos solucionar. Si no, yo no tolero mas vivir con él + Episodios de violencia doméstica + Dificultades ante nuevas organizaciones familiares. Ejemplo 1 Un didlogo telefénico: 67 ‘Terapeuta: Hola, si... gquién habla? Consultante: Buenos dias, doctora. La llamo para pedirle una "ra primero explicarle cudl es el problema, para sa- {G0 que ir yo solo o con mi esposa. favor, podria usted primero decirme su nombre? Jaro... Mi nombre es Francisco, Francisco Fernandez. Bue- no, yo estoy divorciado.. T: gCunto hace que esté divorciado, Francisco? CC: Hace 6 afios. Tengo 2 hijos, uno de 17 y otro de 14 afios, de mi primer matrimonio, Hace 2 aftos que estoy viviendo nuevamente en Pareja, con Adriana, mi actual esposa. Adriana era soltera cuando nos unimos; estuvimos dos aitos de novios y otros dos que vivimos juntos. Estamos casados. Nosotros nos llevamos bien, nos entende- mos muy bien, incluso estamos pensando en tener un hijo nuestro. Pero hay muchas dificultades cuando mis hijos vienen a casa... ‘T: Ah... sus hijos no estén siempre con ustedes.. C: No... Cuando empezamos nosotros a salir, nos tomamos un tiempo para que jos y ella se conocieran. Siempre fui muy cui- dadoso en esto, no queria hacer las cosas con apuro. En esa época ha- bia algunas observaciones que ella me hacia con respecto a mis hijos, incluso algunas me ayudaron para ponerles algu- limites a Tos chicos, Pero desde que vivimos juntos esto se are- cent6 mucho més, y yo estoy en una situacién que me resu incémoda. Me siento como entrampado entre ios ymi aa a T: Bueno, por lo que usted me explica, Francisco, me parece que seria més conveniente que viniera con Adriana para tratar este te- ‘ma, porque yo comprendo que no es f ‘c6mo relacionarse con estos dos adol periencia previ ccrianza de los hijos. Entonces me gustaria es- cuchar tanto este planteo que usted me hace como saber qué le esté pasando a Adriana en relacién con ellos. __C:Nohay ningiin problema, doctora, porque yo le dije aella que | i= @ @# ~—=—e apa ind vidual, y mi terapeuta me recomend que hiciera esta consul Adriana también est de acuerdo en hacerla. T: Bueno, entonces fijemos la fecha y la hora para tener una pri- mera entrevista, 68 Ejemplo 2 ‘Veamos una entrevista que realicé en Colombia, invitado por el Centro Persona y Familia que dirige la doctora Luz Marina de Yar- ce, de Medellin, en el marco de un seminario de terapia de parejas. Se trata de una pareja cercana a los 30 aftos, formada por Juan y No- 1a, que habia consultado en dicho centro por frecuentes disputas que llevaban a separaciones temporarias, con episodios de violen- cia e infidelidad. ‘Terapeuta: Creo que la doctora les explic6, cuando les ofrecié ha~ cer esta consulta, que yo vengo de Buenos Aires, trabajo desde ha- ce varios afios all con parejas, vine acé a dar unas charlas y me han invitado a que hiciera algunas entrevistas con parejas a las que les interesaba ver si podiamos abrir algiin espacio para ayudarlas, en este caso a ustedes. Para eso vamos a estar charlando un rato, una hora, mas o menos. (A la doctora.) {Habitualmente ése es el tiempo? Doctora: Si. Ratifico la informacién que se le habia transmitido a la pareja anterior- ‘mente como una forma de caldear el ambiente, dado que no nos conocta- ‘mos, que yo venia desde otro pats y que la pareja aceptaba mantener una entrevista que se estaba filmando y proyectandio en el seminar. ‘T: Fantastico. Bueno, yo tengo algunas informaciones que la doc- tora me ha pasado, de la situacién que atraviesan ustedes. Me gus~ taria partir de saber qué quisieran ustedes ahora, qué les preocupa ahora, en este momento. Yo sé que han trabajado con la doctora du- ante 3 6 4 entrevistas, entonces quisiera saber ahora qué les preo- ‘cupa, dicho por ustedes mismos: qué quisieran lograr de acuerdo con cémo esté la situacién en este momento. Disctilpenme la inte~ rrupcién un segundito: a mi me surgi6 tutearlos, ;no hay problema? Ustedes son jévenes.. Especifico que la entrevista va a estar centrada en el tema 0 los temas que les interesen a ellos, como una forma de corroborar que el fin es ayu- darlos. Otro fin de una consulta de este tipo es ayudar ala ferapeuta en el tratamiento que esté lleoando adelante, abriendo caminos para trabajar. Ent 69 esto es sumamente parecido a una supervis con la diferencia de que en este caso mo trabaja el terapeuta sino el consultor, Nora y Juan: Si, sf, esta todo bien T: Bueno, entonces continuemos. N: Ami me gustaria lograr otra vez tener confianza en él, porque en este momento no la tengo. T: gConfianza en qué nivel? iempre, y ms atin en contextos no conocidos, como era en este caso, evo los sustantioos abstractos a definiciones mds especificas, més concre- tas: ¢De qué tipo de confianza estaba hablando Nora? N: Confianza en el sentido de la infidelidad. Porque, como ya me loha hecho, de pronto yo estoy pendiente de si me va a volver a ha- cer esto... Asi que en este momento para mi seria importante recu- erar esa confianza. T: A vos te preocupa eso? N: Si, porque para él el matrimonio es que le esté encima: gJuan, qué ests haciendo? Juan, para dénde vas? jJuan, con quién hablas? ora ofrece desde ella una definicién de un juego relacional de la pare- le se presenta como un juego fuertemente complementario, del tipo “cuidadora/cuidado”, que desea cambiar. Pongo en palabras el alcance de ese cambio: T: Entonces vos quisieras no tener que estar controléndolo a Juan para que sea fel. Vos decis: “Yo quiero saber que Juan pueda ser fiel por si mismo.” N: Eso. T: Te dices: “No porque yo lo esté controlando logro tener con- fianza.” Y ti todavia no sabes si Juan puede ser fiel por si mismo. N: Eso. Una vez definida Ia expectativa de cambio desde ella, exploro lade él TY a vos, Juan, qué te preocupa? J: Primero te digo lo que me gustaria y después lo que me preo- cupa. T: Bueno, dale. 70 Esta entrevista tiene la particularidad de combinar, de mi parte, expresio- nes tipicamente portefias como esta iiltima, con el uso del como lo tusaba la pareja, en un intento de acercarme a su lenguaje, mezclado con el “gos” de Buenos Aires. i r te de se J: Lo que me gustaria es formar esa part ella también me ha ayudado un poquito a ser asi T: Ella colaboré a que vos seas més infiel me ha colaborado, no a ser infiel, pero ella incita a... aIncita a qué? ; Tn infidelidad. ;Te doy un poco cuenta de cémo ella incita a idelidad? lad, enla cual citado y : nar este contenido, sino e pringuno de los dos y apuntando a desarrolar Ia respon a ina ste concepto, en esta pareja en particular, estd directamente relacio- it cn os mandatory ef garde cada uno ens fia ‘i conmigo Y ella es: “Juan, vos serias feliz con otra persona, no. Hace muchos afos que viene conexto Dea forms, yore cuenta anoche de que yo, toda la vida, de antes de que nacieran los ninos, yo cometi una equivocacién, y fue el arrepentimiento més grande que yo tuve. i "T: {Ti cometiste una equivocacion’ J: Si, fue mi primera equivocacién. 7 ZV fue una infidelidad eso que tuviste? J: No fue una infidelidad. T: ZY qué fue entonces? J: Fue una locura entre tragos, y una persona que hizo algo; yo tengo una cufiada que estuvo con otra persona; yo no participé en ese acto sexual y a ella le comentaron es. "T zEstuviste observando, entonces? : sin momento ni toqué a esa persona, ni toqué a la n ‘T: Juan, aunque Nora te incite... vos creés que podrias vencer la incitacién de Nora y controlarte igual? Porque yo no sé si Nora vaa poder controlarse, lo que yo quiero saber es si vos podés aunque te incite, si vos podés igualmente controlarte. Me parece que todavia no lo sabés. J: Si, no lo sé. Lo que pasa es que muchas veces yo he entrado en esa duda: no ser mejor conseguir otra persona? ‘T:jAb! Bueno, entonces vos tenés tus dudas también, J:Si, yo también he pensado eso; pero cuando yo lo intenté hacer, que fue hace ya tres afios y vi que la otra persona era muy especial, que era muy entregada, la paré. Con el temor de perderla a ella, a Nora. Siempre me ha ocurrido lo mismo, trato deno conseguir ana- die, cuando veo que alguien esta siendo muy especial conmigo la freno, gpor qué? Por el miedo a perderla a ella. T: O sea que ti no la quieres perder a ella. J: Para nada. Por eso estoy acé. Porque quiero luchar. Porque quiero que ella tenga la seguridad en mi, porque yo quiero tener la seguridad en mi. Como Juan pensaba que Nora debia estar segura de él por sé misma, 0 sea primero estando segura de ella para no “incitarlo” a Ia infidelidad con sus dudas, le pregunto sobre su responsabilidad en la seguridad de Nora sobre él, contribuyendo asi a desplegar el juego relacional de la pareja: T: {Qué tenés que hacer vos para lograr que Nora tenga la segu- tidad en vos? J: gQué tengo que hacer yo? Parece que la pregunta lo sorprende a Juan: una buena sefial de que es- tamos construyendo una nueva visién, TSt. J: Cambiar muchas cosas. T: gCuél seria la primera? J: La actitud hacia el matrimonio. T: gCémo seria eso? J: Porque yo soy muy... muchas veces no le pongo las cosas que le deberia poner... 72 T: Al matrimonio... J: Al matrimonio. No es el hecho de echarle la culpa a ella. T: No, no, si ests hablando de vos... |: Pero es como que cuando a las cosas como que se le ponen “pe- rezas” yo también le pongo pereza. ‘Cuando un integrante de la pareja habla en forma impersonal, trato de personalizar el discurso: ‘T: Ajé, cuando ves que Nora le pone pereza, zvos también le ponés pereza? ES ; N: Yo veo que él, por ejemplo..., ahora no tiene trabajo y, aunque consigue trabajo, empieza a decaer y deja el trabajo; entonces yo lo ‘veo y empiezo a decaer con él. Descuido la casa, descuido a los ni- fos, lo descuido a él. T: Cuando ves que él deja un trabajo... N:Si, yo empiezo a decaer con él : T: {Cémo influye esto en vos? Por qué pensds que vos también ‘empezés a decaer? N: Porque yo lo veo a él muy preocupado, muy triste, sin ganas de nada. T: 2¥ cémo influye en vos cuando lo ves asi decaido? NN: Yo lo veo a él incapacitado de poder con el matrimonio, de asumir la responsabilidad... Eso a mi T: Ah... a ver si entiendo. Vos decis: “Esto es demasiado para Juan, no va a poder: N: Si, y entonces empiezo yo a decaer. T:

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