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CAPITULO PRIMERO LOS PRESOCRATICOS Enel primer periodo, el periodo helénico que acaba con la muerte de Alejandro (323), la filosofia se desarroll6 en territorio griego yen diversos centros sucesivamente, en funcidn de las vicisitudes politi- cas. La filosofia nacié en el siglo Vi en el pais jénico, en sus ciudades maritimas comerciales, entonces muy ricas. A partir del 546, Jonia fue sometida por los persas y la gran ciudad de Mileto quedé reduci- da a ruinas en el 494. El centro de la vida intelectual se desplaz6; la filosofia se trasladé al sur de Italia y a Sicilia. Finalmente, después de las guerras médicas, en tiempos de Pericles (muerto en el 429), Ate- nas se convirtié en la capital intelectual de Grecia, a la vez que en el centro del nuevo imperio maritimo que debia durar hasta la guerra de Peloponeso. En este desarrollo los jonios desempetaron el papel principal; los primeros fildsofos de 1a Magna Grecia eran emigrados j6nicos y también fueron jonios los primeros propagadores de la filo- sofia en Atenas. Sin embargo, en cada uno de aquellos centros el pen- samiento filos6fico tuvo caracteres diferentes. 1. LA FISICA DE MILETO Es dificil precsar la significacin exacta y el alcance del movimiento de ideas que tuvo lugar en Mileto en el siglo Vt antes de nuestra era, De los tres fildsofos que se sucedieron en Ia ciudad, entonces la més poderosa y floreciente del Asia Menor griega, el primero, Tales, no escribid, siendo conocido por una tradicién que no se remonta mas alld de Aristételes. Los otros dos, Anaximandro y Anaximenes, fue- ron autores de una obra en prosa cada uno, titulada posteriormente Sobre la naturaleza, y s6lo los conocemos por lo. que de ellos dijeron “Aristételes y los escritores de su escuela, Lo que Aristoteles buscaba, ante todo, en sus enseftanzas era una respuesta a esta pregunta: ¢de qué materia estan hechas las cosas? Es Arist6teles quien plantea la pregunta, y lo hace en el lenguaje de su propia doctrina; no tenemos prueba alguna de que los filésofos de Mileto se hubiesen preocupado por si mismos de este problema, cuya T ARSTOTELES, Metafisia, A, 3,983 6 20, 32 HISTORIA DE LA FILOSOFIA solucién se busca en ellos. Andlogamente, si se nos dice que el prizci- pio de todas las cosas es, segiin Tales el agua, segin Anaximandro 1 infinito y segiin Anaximenes el aire, hay que guardarse de ver en estas férmulas una respuesta al problema de la materia, Para comprender su sentido hay que buscar, si es posible, cusles eran los problemas que ellos se planteaban de hecho y, al parecer, eran de dos érdenes: ante todo, problemas de técnica cientifica. En este sentido, Anaximandro pasa por haber sido el inventor del gnomon y haber trazado en él las lineas de los solsticios y del equinoceio; ha- bria dibujado también el primer mapa y descubierto la oblicuidad del zodiaco. Pero sus problemas son fundamentalmente los relacionados Con la naturaleza y las causas de los meteoros 0 de los fenémenos as- tronémicos: terremotos, vientos,lluvias, relampagos, eclipses y tam- bign cucstiones generales de geografia sobre la forma de la tierra y los origenes de la vida terrestr. ‘Acerca de esas técnicas cientificas, los fildsofos de Mileto no cieron, sin duda, mas que propagar en territorio griego lo que las ci- Vilizaciones mesopotamica y egipcia les transmitian. Los babilonios eran observadores del cielo; ademés, levantaban planos de ciudades y de canales, para su catastro, e incluso intentaron dibujar un maza- ‘mundi’. Por lo que se refiere a las artes mecdnicas, ofrecieron, en todos los paises helénicos, del siglo Vit al v, un desarrollo muy rico y variado*, del cual fueron sin duda mas testigas que instigadores los fil6sofos jénicos: testigos muy favorables, que veian la superioridad del hombre en su actividad técnica, y cuya opinién encontré sin duda ‘su mas sotprendente expresion en un jonio del siglo v, Anaxdgoras; segtin él, el hombre es el més inteligente de los animales porque tiene manos, y la mano es el utensilio por excelencia y el modelo de todos los utensilios La originalidad de los fil6sofos de Mileto parece haber consistido en la eleccién de las imagenes con las que representaban el ciel> y Jos meteoros; esas imagenes no conservan nada de lo fantastico delos rmitos; estén tomadas de las artes 0 de la observacién directa. En todas las analogias que constituyen su ciencia, hay gran deseo de compren- der los fenémenos inaccesibles a través de su relacién con los hecios més familiares, y todo ello con la maxima precisién imaginativa, que no admite, como en el caso del mito, ningin trasfondo misterioso. Una de estas observaciones frecuentes era, para un filésofo de Mi- 2 Ibid, A, 3, 983 b 6-1; 984 2 27 2 L. Dataroate, La Mésopotamie, en Bibliotague de symhise historique, Paris 1923, pp. 260-261 «AL Esenoas, Les origines dela technologie, 1897, pp. 75 ss.; B-M, Schuh, Ma- chinisme et philsophe, Pars "1946, ap. SAnisroveLes, De paribus animal, 1V, 10, 687 a7, PERIODO HELENICO “33 leto, preocupado por la navegacién, la de las borrascas y tempesta- des; veia formarse, a partir de la calma, nubes espesas y negras que eran sibitamente desgarradas por un reldmpago, anunciador de la or- menta de viento que venia después. Anaximandro, intentando expli- carlas, ensefiaba que el viento, encerrado en la nube, la rompia con violencia y que el relémpago ¥ el trueno acompafiaban a tan brusca ruptura®. Asi, por analogia con el huracan, concebia él la naturale- zay la formacién de los astros. Para entender la concepcién que Ana- ximandro se hacia del cielo, basta reemplazar el estuche de nubes espesas por un estuche opaco de aire condensado (sin que el aire sig- nifique para él otra cosa que los vapores), el viento interior por fue- g0, los desgarramientos del estuche por una especie de tubos de esca- ppe'o bocas de fuelle, por los que irrumpe el fuego. Si se supone que esos estuches son de forma circular y estén dispuestos alrededor de Ia tierra como las lantas alrededor de las ruedas de un carro, los as- tros no serdn para nosotros sino la parte del fuego interior que sale or es0s tubos. Por la obstruccién momentanea de tales tubos se ex- plicardn los eclipses y las fases de la luna. Anaximandro admitia que hhabia tres de esos estuches circulares, animados de movimiento rota- torio; en el punto més alejado de la tierra, los del sol y la luna, que no tienen més que tin tubo de escape; en el mas bajo, el de las estre- Ilas fijas (sin duda la via lictea), que tiene gran nimero de ellos’. ‘Asimilaciones de este género permiten formular de una manera nueva el problema cosmogonico; la formacién del cielo no es, en el fondo, diferente de la de una tormenta; se trata de saber como el fue- 80, que primitivamente rodeaba a la tierra como la corteza a un ar- bol, se ha roto y repartido en el interior de tres anillos circulares. Ahora bien, la causa fundamental parece ser, para Anaximandro, la que ori- gina las lluvias, las tormentas y los vientos. Y son 4os vapores, que, producidos sobre el mar, por evaporacién, rompen la esfera de fuego y la encajan en anillos El fenémeno fundamental en esta fisica de Mileto es desde luego Ia evaporacién del agua del mar por influencia del calor. Los produc- to de esa evaporacién (vapores, vientos, nubes, etc.) eran considera- dos tradicionalmente en Grecia como poseedores de propiedades vi- tales’. Anaximandro no hace, pues, sino seguir una opinién muy an- tigua al admitir que los seres vivos nacen en la humedad célida eva. T Ave, Placita, 1M, 6, 1 2 Mud, i, 13, 7, 18,6; 20, 1; Hiroe, Refuacion de las hergias, I, 6, +6. © Atcio, Placita, I 6, | (origen del vieato), comparado con ARISTOTiLES, Me ‘eorokégicas, M1, 3536, 5. CJ. BuaNer, Laurore de la philosophie grecque, Pats 1913, p67 9" Buuranco, La decadencia de los ordeules, 18; Antsrovs.ss, De anima, A, 5, 410, 27 34 HISTORIA DE LA FILOSOFIA porada por el sol. Insistia también sobre la anterioridad de las for- mas de vida en el mar, de los peces, seres encerrados en una corteza spinosa, que tuvieron que modificar su género de vida cuando, al es- tallar su corteza, fueron situados en tierra ®, Estas opiniones de Anaximandro nos permiten precisar quizés el sentido de las afirmaciones sobre la sustancia primitiva que Aristéte- les considera como el centro de aquella doctrina. Tales afirmaciones parecen referirse, no.a la materia de los seres, sino a la cosa de la que procede el mundo. Tales, al ensefiar que esa cosa es el agua, no hace més que reproducir un tema cosmogénico extremadamente extendi- do; pero, de acuerdo con el desarrollo del pensamiento de Mileto, sin duda hay que entender por agua algo asi como la extensién marina con toda la vida que de ella se desprende. Enseflaba, ademas, que la tierra es como un disco plano instalado sobre el agua primitiva como tun navio sobre el mar. ;Qué fue lo que impulsé a Anaximandro a sustituir el agua de Tales por eso que llama el infinito? Sobre el senti- do de esta expresiOn existe muy poca concordancia. ;Es una forma specifica de Mileto del mito hesiddico del Caos, anterior a los dio- ses, a la tierra y al cielo, de la misma manera que la tests de Tales se referia a una antigua cosmogonia? El infinito seria, en tal caso, la cosa cualitativamente indcterminada de donde naverfatt las cosas determinadas: fuego, agua, etc., 0, al menos, la mezcla en que se con- funden todas las cosas, que se separan en seguida para formar el mun- do. Parece, sin embargo, que el infinito de Anaximandro es, mas bien, {o ilimitado en extensidn, 10 que existe sin limites, por oposicién al ‘mundo que esta contenido en los limites del cielo, puesto que tal infi- nito contiene a fos mundos " Esta interpretacién cuadra con la tesis dela pluralidad de los mun- dos, una de las tesis de Anaximandro que sera retomada por Anaxi- ‘menes; admite, efectivamente, la existencia simulténea de varios mun- ddos que nacen y mueren en el seno del infinito eterno y sin vejez. Se nos dice que de este infinito nacen los mundos por un «movimiento eterno», es decir, por un movimiento de generacién incesantemente reproducido que tiene por efecto separar a los contrarios: lo calido ¥ lo frio, pues estos contrarios, al actuar uno sobre el otro, producen, como ya vimos, todos los fendmenos césmicos ". ‘Anaximenes, al tomar el aire como principio, és decir, como pri- ‘mer comienzo, no se aparta de Anaximandro, La palabra aire no ha- ce mas que precisar la naturaleza del infinito; porque su principio es HRS, Pct ¥. 1954 " AoMnst0, cade po Simplicio . Diss, Dosgrap gree, Beda 293 376,34). CJ. BURNET, oe, Bp. 61-6, neneeemices i rou, Re/uacion dees heela, 1,6, 12, comparado con ARSrOFLs, Fic, Hy 4 358,35 (ado por Bute occ p86 n ome PERIODO HELENICO 35 un aire infinito (sin limite), de donde nacen todas las cosas; esté, co- ‘mo el infinito de Anaximandro, animado por un movimiento eterno. Pero parece que Anaximenes no crey6 que tal movimiento pudiera resolver el problema del origen de las cosas; un movimiento de agita- cidn, como el que se imprime a una criba, puede separar Fécilmente las cosas mezeladas, pero no producirlas. A ese movimiento eterno afiadié Anaximenes otra explicacidn del origen de las cosas: el aire, al enrarecerse, da nacimiento al fuego, y, por condensaciones sucesi- vas, al viento, las nubes, el agua y, Finalmente, la tierra y las piedras, En este tiltimo orden de transformaciones piensa, sin duda, en fend menos muy coneretos y accesibles a la observacidn: la formacion de vientos en el aire tranquilo e invisible; después, la formacion de nu- bes que se resuelven en Iluvias, las cuales dan origen a rios que depo- sitan aluviones. El proceso inverso, el del enrarecimiento, es el que da origen al fuego, es decir, a todos los meteoros igneos y a los as- tos". La fisica de los fil6sofos de Mileto es, pues, una fisica de gedzra- fos y meteordlogos, pero su visién de conjunto del universo no anun- cia en modo algino el progreso de la astronomia que verd el siglo si- guiente, La tierra es, para Tales y Anaximenes, un disco plano que el uno hace flotar sobre el agua y el otro sobre el aire; para Anaxi- ‘mandro es una columna cilindrica cuyo didmetro de base es igual a un tercio de la altura, y cuya parte superior, habitada por nosotros, ‘sta ligeramente hinchada; y se mantiene en equilibrio porque esta a igual distancia ¢e los confines del universo. Anaximenes vuelve inclu- so una imagen mitica decididamente anticuada, si bien es verdad {que cree que el sol, después de ponerse, no pasa por debajo de la tie- rra, sino que va rodeando el horizonte, oculto a nuestra vista pot altas montatas, hasta volver al oriente. En la determinacion que ofrece ‘Anaximenes delas distancias de los anillos celestes ala tierra, apenas se vislumbra algin reflejo de lo que sera la astronomia matemética ". Por otra parte, a esta fisica, en la que no intervienen més que genes sensibles y familiares, se afiade un modo de explicacién de un tipo totalmente diferente: el nacimiento y destruccién de los mundos se regulan de acuerdo con un cierto orden de justicia: «En las cosas de las que proceden es donde Ios seres se destruyen de acuerdo con la necesidad; se administran entre si el castigo y la expiacién de su injusticia, conforme a las exigencias del tiempo.» Aqui aparece la idea de un orden natural de sucesion que ¢s, al mismo tiempo, un orden de Hirousvo, Refutacién, 4, 13. "Tales, pin AnisTOTELES, Metafoce, A 3,983, 21; Anaximenes, en HiPots ‘ro, Refwacion, 1,7, 89 & Anasimandro, eh HIPOLIO, I 6,3, y PLUTARCO, Stroma (Ht Dieis, Dosogrephi graec. 579,13). 56 HISTORIA DE LA FILOSOFIA justicia: imagen social de un orden del mundo, muy extendida entre las civilizaciones orientales y que desempefiara un papel fundamental ena filosofia griega. A esta nocién de justicia se remite, sin duda, el cardcter divino que Ios filésofos de Mileto dan al mundo y alla sus. tancia principal que Anaximenes llama inmortal e imperecedera ". 2. COSMOGONIAS MITICAS ‘A esta sabiduria jénica, de imagenes tan claras, se oponen los de- cididos esfuerzos realizados en la misma época para rehabilitar las anti- guas cosmogonias miticas. Onomacrito, que vivia en Atenas en tiempos de Pisistrato (muerto en el 527), pasa —sin duda equivocadamente— por ser el recolector de esas antiguas leyendas. Indudablemente, son restos de su compilacién 0 de compilaciones andlogas lo que encon- tramos en nuestros mas antiguos documentos, que no se remontan més allé de Platén, Aristételes y su discipulo Eudemo, Cada una de esas cosmogonias presenta, como en Hesiodo, una serie de formas mi- ticas derivadas unas de otras; pero su cardcter fantastico sobrepasa a la de Hes{odo. Estamos ante un caso de verdadera decadencia; no se rrata de introducir un orden, sino de destumbrar a las imaginacio- nes, En Platén vemos que el cielo y la tierra se unen para engendrar al océano y a Tetis, de los que nace la pareja Cronos y Rea, que pro- crean, a sut vez, a Zeus, Hera y sus hermanos ", En Aristételes, los teGlogos toman la noche como principio. Por Eudemo, discipulo de Arist6teles ", conocemos un montén de cosmogonias andlogas que, por otra parte, pueden muy bien ser una simple amalgama de época relativamente reciente, Menos reservado que sus maestros, Eude- ‘mo nos muestra mejor la burda imaginacién de esos tedlogas. Por ejemplo, Helénico, para quien la primera pareja, agua y tierra, en- gendré a Cronos o Heracles, que es un dragén alado, tricéfalo, con ros- tro de dios entre una cabeza de toro y otra de leén; se unié con Anangké o Adrastea para engendrar en Eter, Erebo y Caos, un hue- vo de donde saldra el mundo. De estas elucubraciones, la que Eude- ‘mo atribuye especialmente a la asociacién religiosa de los érficos (rap- sodias érficas), y que muestra a Cronos, ser supremo, fecundando al Eter y al Caos, de donde salen el huevo del mundo y el dios alado Fanes, no ofrece nada que la distinga de las demas. 3 Teaaso, en Simplicio (Dies, Dosograph rac, 476, 8-12), Ct, FM. ‘Consrono, From religion to philosophy, New York 1987, pp. y '6 PLATON Timeo, 40 ¢. ” aeileihiiee © Meafee, 101, 35, "En Banas, Del prim princi, cap. 12, PERIODO HELENICO 7 Pero, tomadas en conjunto, las teogonias de Eudemo presentan tun rasgo notable: el lugar que conceden a formas miticas semiabs- tractas, como Cronos, el tiempo, 0 Adrastea, que designan una ley ‘una regla. Son las que hemos visto intervenir bajo el nombre de jus- ticia en las cosmogonias jénicas. Por otra parte, parece que estas cos- ‘mogonias se instalan poco a poco en los grupos religiosos érficos y forman cuerpo con el conjunto de sus creencias sobre el origen y des- tino de las almas. El propio Platén nos facilita los detalles mas anti- ‘gus y los tinicos dignos de crédito en tales creencias: el alma, prisio- hera en el cuerpo como en una tumba, debe participar después de la ‘muerte en un banguete en el que se embriaga eternamente ®. Las ta- Dletas de oro descubiertas en sepulcros del siglo it en la Magna Gre- cia, en Turios, Petelia, Eleuterna, y sobre las que estan grabadas, co- ‘mo en los libros egipeios de los muertos, recomendaciones sobre el itinerario que debe seguir el alma después de la muerte y las formulas {que debe pronunciar, quiz no pertenezcan a la secta drfica®. En {cualquier caso es al ciclo de los mitos érficos y al ciclo dionisiaco @ Tos que se remite la leyenda, de antigdedad incierta, del origen divino del hombre, a la que alude Platén'. Los Titanes, enemigos de Zeus, son impulsados por Hera a matar a Dionisos, hijo de Zeus; lo destro- zan y se comen sus miembros sangrantes, menos el corazén que es tragado por Zeus y de donde renacera un nuevo Dionisos. Zeus ful- ‘mina entonces a los Titanes; de sus cenizas nace la raza humana, en la que el bien, que procede de Zeus, esta mezclado con el mal, ele- ‘mento titénico. El poeta Pindaro, que florecié en el afio 478, es testi g0 de la extensi6n que alcanzaron desde muy pronto tales creencias. EL cuerpo de todos cede ante la muerte todopoderosa, pero conti- nna viviendo una imagen de nuestro ser, porque sdlo ella procede de los dioses»®. Volveremos a encontrar estas creencias en los filéso- fos, pero sera lejos de Jonia. 3. LOS PITAGORICOS ‘A partir del ao 494 (fecha de la destruccién de Mileto), desapa- rece momenténeamente, con Ia escuela de Mileto, cualquier huella de losofia jonica. La vida intelectual se habia trasladado ya a las flore- cientes colonias de la Magna Grecia y Sicilia. Sin embargo, muchos TW PLATON. Le Republia, 363 c; Fed, 62, 69 % C£-Chr Brean, que ha planteado el problema dela relacion con los misteros. 21 Cf, E Rowoe, Psyche, Seelentul und Unsterblchkeiselaube der Gricchen L, Tubingen "1925, 7. Il, p. 116. 12 Trenos fragmento 2°, edcion y waduccion (rancesas) de A. Puech, Pari 1912 WY, p19. 38 HISTORIA DE LA FILOSOFIA de los hombres que alli se dan a conocer, proceden de Jonia, Pitiigo- as nacié en Samos; Jendfanes, en Colofén. Y cada uno de ellos im- pulsa, en las colonias en Italia, un importante movimiento de ideas: Ia filosofia de los niimeros y el eleatismo. Uno y otro dominaran to- do el ulterior desarrollo de las ideas. El pitagorismo no es solamente un movimiento intelectual sino tam- 0, moral y politico que desemboca en la formacién de una hermandad que procura hacer propaganda y ha- cerse con el poder en las ciudades de la Magna Grecia, Es dificil hacerse una idea exacta de este movimiento tan complejo. Para em- pezar, la vida del propio Pitagoras s6lo es conocida a través de leyen: das que se formaron desde las primeras generaciones de sus discipu- los; ademés, la historia del pitagorismo esta compuesta por dos pperiodos muy distintos, el primero de los cuales duré desde la funda~ cién de la escuela de Crotona (hacia 530), hasta cerca de la muerte de Platén (350), y el segundo, el del neopitagorismo, empezé hacia cl primer siglo de nuestra era. Aun admitiendo que se pudiese hacer ‘una separacién entre las doctrinas del primer periodo y las del segun- do (lo que es bien dificil, ya que, a menudo, hay que utilizar textos del nuevo pitagorismo para conocer el antiguo), las doctrinas atribui- das en bloque a los pitagoricos de la primera época contienen contra- dicciones tan Hagrantes que es imposible atribuirlas todas a Pitdgo- ras y hay que conformarse con clasificarlas, sin poder determinar sus vinculaciones ni sus autores, Pitégoras, nacido en el 570, fundé una asociacién religiosa en Cro- tona hacia el aflo 530. No hay en ello nada de extraordinario; asocia~ cciones de ese tipo, como la de los Srficos, existian ya en Grecia. La misiGn que se proponian era ensefiar métodos de purificacién que tenfan en secreto, reservandolos para los iniciados. Asf era también la asociacion pitagérica; tenia secretos que prohibia revelar alos im- puros, Tradiciones bastante antiguas atribuyen a la enseflanza de Pitdgoras promesas de vida feliz para los iniciados, después de la muer- te, La asociaci6n, abierta a las mujeres y a los extranjeros, desborda- ba los limites de una religién de ciudad, Las famosas prohibiciones contenidas en el catecismo pitagérico (no comer habas, no hablar en la oscuridad, no llevar en una sortija la efigie de un dios, no sacrifi- car gallos blancos, etc.) , son vulgares tabies® en los que no hay que buscar ningin simbolismo moral, como se hizo mas tarde, sino ‘BT, Léoy, Recherches sr lt sources de la légende de Pyihagore Pai 2 Gi, en dinmico, Vida de Piegores, 857, cata Ge Liss pate acca de sear ptr. BS Aaatio, 0c, pp. 83-84 26 1G! Beaz, Lavoma dorada, F.C.E. México 198, p. 284 PERIODO HELENICO 59 signos destinados a distinguir suficientemente a los miembros de la secta de las demas gentes. La doctrina de la transmigracién de las almas a través de los cuer- pos de hombres y animales, que un antiguo documento” atribuye a Pitdgoras, no puede considerarse tampoco como fruto de una refle- xxidn filosofica. Esta creencia, frecuente entre los primitivos, que no ven en el nacimiento sino una reencarnacién , se remite a esos cue tos, tan frecuentes en el folklore, que muestran el alma saliendo del cuerpo y yendo a residir en un animal 0 en un objeto inanimado™; y no es posible atribuirle un origen hist6rico preciso. Por ultimo, el principio de la abstinencia de carne, si realmente lleg6 a formar parte del catecismo primitivo de la escuela, procedia, sin duda, de la misma fe en la unidad de todos los seres vivos que dio otigen a la doctrina de la transmigracién, Qué es lo que distingue pues, a Pitgoras de las sectas érficas, tan incapaces de progreso y tan encasilladas en su ritual y sus mitos fantisticos? Herodoto cuenta que el tracio Zamolxis, que habia sido en Samos esclavo de Pitdgoras, aprendié de él «la manera de vivir de los jonios» ®, Parece también que Pitagoras llevé a la Magna Gre- cia la cosmologia de Mileto: ensefiaba, como Anaximenes, que el mun- do estaba sumergido en el seno de un aire infinito, cuyas partes mas préximas absorbe por una especie de respiraciOn, y, una vez entradas en él, separan y aislan las cosas entre si. El aire ilimitado, llamado también oscuridad, noche o vapor, produce de este modo la multipli- cidad y el mimero en las cosas ¥. Al igual que os fildsofos de Mile- to, PetrOn, un pitagérico de la época més antigua, pasa por haber admitido la pluralidad de los mundos ®, una pluralidad definida, es ‘verdad, y urios mundos colocados en orden geométrico. Nos resulta imposible encontrar la menor afinidad entre la fisica de Pitégoras, con sus origenes en Mileto, y las reglas practicas de la hermandad. ‘Ningiin parentesco visible hay tampoco entre esta cosmologia y la célebre doctrina atribuida por la tradiciOn a Pitagoras y segin la ‘cual todas las cosas son miimeros. Esta doctrina se nos presenta bajo tres aspectos diferentes, cuyo enlace no aparece por ninguna parte. En primer lugar, designa una cierta relacién entre los mimeros y las formas geométricas, Pitagoras representaba los niimeros, no por el 7 Jenoranes, fragmento 7, en H. Diets, Die Frapmente der Vorsokratter, 21 B7. aL Levent, Fonctions mentales dans les socésInfrieres, Pars 1910, p. 398. 2 5, G, Peazet, 0. pp. 570 40 Herodoto, Historia, IV, p. 95. 3 AnteroreLis, Metajiea, M, 3, 1091 a, 17 52 Panias de Eresa en PLUtanco, La decadencia de lo ordeulos, caps. XXII y Xxlll, 60 HISTORIA DE LA FILOSOFIA simbolismo habitual de ls cifras, sino un poco al modo en que spa- fecen en nuestros juegos de domin6: ada nimero representado por tantos puntos como unidades tiene y ordenados segiin médulos geo- métricos; de ahi los niimeros triangulares, es decir, representados por puntos dispuestos en triéngulo, como el 3, 6, 10, ete, 0 cuadratos, Tepresentados por nimeros dispuestos en cuadrado, como el 4, el 7, etc., u oblongos, representados por puntos dispuestos en rectangulo, como el 6, 12, ete.” Segundo aspecto de la doctrina: los tres acordes musicales (cuar- ta, quinta, octava) son representados por relaciones numéricas simples, a saber: 2.+, pudiendo establecerse, ademas, una cierta pro- porcién aiméhica, que contiene a los tres. Es la proporcién 12: &:6, en la que la mediana es inferior ala mayor en un tercio de stay supe. rior a la menor en un tercio de esta menor: = 12—-l-we+ Finalmente, el tercer aspecto estd constituido por un simbolismo absolutamente primitivo, segtin el cual los ndmeros representan la een cia de las cosas: el 7, la ocasin; el 4, la justica; el 3, el matrimozio, siguiendo las mds arbtrarias analogias, Dejando a un lado este tlt ‘mo aspecto, de donde surgird la aritmologia fantéstica, con la que Jos hombres se han divertido durante silos, se observa como Pitego- ras se veia impulsado a deccuhrie y estudiar, por una parte, iertas series numéricas, y por otra, cirtas relaciones nmericas privilegia- das. Si bien es cierto que al principio las estudié menos por si mismas ue por las cosas que representaban (atribuyendo, por ejemplo, un valor singular al nimero triangular 10, la famosa fetracts, suma de los cuatro primeros niimeros, por la cual juraban los miembros de la secta) estaba, sin embargo, obligado a reconocer toda clase de nue vas propiedades aritméticas *. Por otra parte, el descubrimiento del llamado teorema de Pitégoras le llevaba a considerar que habia eatre ciertas lineas (en este caso, entre el lado de un cuadrado y su dizgo- nal, una relacién que no era expresable numéricamente: la ciencia pitag6rica tropezaba, pues, desde el comienzo, con ss propios limites. Organizacién religiosa, cosmologia jOnica, matematiclsmo fico: tres rasgos que atin deben ser completados por otro mas: la actividad politica de su hermandad. Desconocemos por completo las condicio- nes en las que la hermandad se aduen6 del poder en Crotona y cules eran las tendencias politicas de los pitagéricos; lo tnico cierto «sel hecho. Y también es seguro que uno de los personajes mas nobles ¥ ricos dela ciudad, llamado Cilén, dirigié contra los nuevos domina- dores una sublevacién que tuvo éxito: la casa en que estaban redni- 2 GEE Boas, erred a phiosophie req, 12 3 Armonia, segin Sasico, Vide de Pago 13 sable, sain ARSYO Teus, Metafiice, M4, 1078, 2s jutamentoplagorce, Taleo, een 13 PERIODO HELENICO 61 dos los principales pitag6ricos de Crotona fue rodeada ¢ incendiada yy s6lo dos lograron escapar: Arquipo y Lisis, que fue después en Te- ‘bas maestro de Epaminondas. Sin duda, a partir de este desastre, que tuvo lugar hacia mediados del siglo V, fue cuando los pitagéricos se dispersaron en la Grecia continental, donde volveremos a encontrar- los. HERACLITO DE EFESO Herdclito, llamado el Oscuro, y Jen6fanes son los dos primeros pensadores de los que poseemos fragmentos escritos de cierta exten- sién, Ambos nos remiten de nuevo a las ciudades jonias. Herdclito era de Efeso, donde destacé hacia mediados del sigio vi. Toda Jonia estaba sometida a los persas desde el 546, y cabe suponer que Herd- clito fue testigo de la sublevacién de las ciudades jonias, todas las cua- les, menos Efeso, se agruparon en el 498 para combatir la domina- cin persa, y fueron cruelmente castigadas por Dario. Herdclito vivid en medio de esas catastrofes civiles y quizds tales impresiones dieron 1a su pensamiento ese giro pesimista, ese aspecto distante y altivo, tan caracteriatico, que se traduce en un estilo breve y brillante, sentencio- 0, lleno de imagenes suntuosas 0 familiares. Su obra, E! Universo, escrita en prosa, es la primera en que encontramos con claridad una verdadera filosofia, es decir, una concepcién del sentido de la vida ‘humana inserta en una doctrina reflexiva del universo. Quiza él mis- mo dividié su obra en esas tres partes que han llegado a hacerse tradi- cionales: fisica, teologia y politica. Con esos tres patrones podemos ‘ordenar los ciento treinta fragmentos cortos que de él nos quedan. En muchos de sus aspectos, la cosmologia de Herdclito tiene su origen en la filosofia de Mileto. En ella reaparecen sus dos temas prin- cipales: la explicacién de los astros (fuegos brillantes) por una especie de evaporacién seca, emanada de la tierra, y la de las nubes o vientos, por vapores nacidos del mar; y la explicacién de la transformacion del fuego en agua y después en tierra, y transformaciones inversas por condensacion y enrarecimiento, como en Anaximenes ”. También aparece, claramente distinguido, el pensamiento implicado en toda la doctrina de Mileto acerca de la autonomia del mundo, no creado por 15 Narracia de Aristdgenes,comtemporinca de Arettcles, en JAMauico, Vide de Pitégoras, 248-25 B DiGcENES LAER, Vida de los mas lustre lésofesgregos, Orbis, Barcelo- na 1985, 1X, 5 3 Azci6, Placita Il, 17, 4; Teofrasto (H. Diets, Doxographi gras, 475, 15 8); Drocewes LaeRera, IX, 9. a HISTORIA DE LA FILOSOFIA dios ni hombre alguno*. Pero aftade rasgos nuevos, al menos para nosotros: el desprecio por la investigacién minuciosa y exacta y por cel cardcter polifacético que distinguid, a la vez, la erudicién de un He- siodo o de un Hecateo, que recogian todas las tradiciones para escri- bir poemas o historias, y la paciente ciencia de un Pitagoras ®. De es- ta preferencia por la intuicion inmediata («los ojos son mejores testi- 05 que los oidosn) , proceden las imagenes de su cosmologia que ‘no superan en mucho al mito: los astros son producidos por la acumu- lacién de evaporaciones secas en una especie de barcas celestes cu- yas aberturas estn vueltas hacia nosotros; los eclipses tienen lugar cuando esas barcas se dan la vuelta; el brillo y el calor del sol se expli can por la proximidad de la barca solar a la tierra, aunque esté por encima de la region brumosa en que la luna pierde claridad y calor; lacreacién diaria de un nuevo sol y, quiza, la negacién del hemisferio sur: todo esto no indica un progreso, sino un desprecio singular por Jas investigaciones razonadas y una regresién hacia formas primitivas de pensamiento “ La meditacién personal de Herdclito gira en torno a cuatro temas diferentes cuya unidad es dificil de entender: ante todo, la guerra (Po- lemos) es ¢l padre de todas las cosas; el nacimiento y conservacién, de los seres se deben a un conflicto de contrarias que se oponen y man tienen entre si. Desear, con Homero, que «termine la discordia entre los dioses y los hombres», equivale a pedir la destruccién del univer- so, Este fecundo conflicto es, al mismo tiempo, armonia, no en el sen- tido de relacién numérica simple como entre los pitagéricos, sino en el de un ajuste de fuerzas que actian en diseccién opuesta, como las que mantienen tensa la cuerda de un arco. Asi se limitan y acoplan, armoniosos y discordantes, el dia yla noche, el invierno y el verano, la vida y la muerte. Cualquier exceso de un contrario, que sobrepase la medida asignada, es castigado con la muerte y la corrupcion; si el sol desborda sus limites y no se acuesta a la hora marcada por el des- tino, su fuego lo quemars todo. Se observa que el tema de los contra- Hios Se aplica a la vez a los contrarios simultdneos que se limitan en el espacio y a los contrarios sucesivos (continuacién regulada de exce- 80 y escasez, de saciedad y hambre), que se limitan en el tiempo. Su unién solidaria es mantenida por Diké, la Justicia, a cuyo servicio es- ‘an las Erinies vengadoras; asi, en Hesiodo y Pindaro, las Horas, 5 Fenicuo, Fragmento 20 (sean et orden de J. BrwaveR, Heat Fragmenta, Oxford 1877). (os den de 5 nd! Fragnentor 169 1. © Fragments 15 S Diccents LAERCO, IX, 9; ACI, Plata 22, srreoves misty nol 28,3; Fragmento 32; J. Bur. PERIODO HELENICO 6B jas de Temis, eran las diosas de la norma, de la justcia y de la paz (Eunomia, Diké, Eirené)* El segundo tema heraclteano es la unidad de todas las cosas. Ahi reside la verdad por excelencia, que el vulgo, incapaz de comprender Jas cosas que encuentra, no reconoce; como el oro que no se encuen- {ra sino removiendo mucha tierra y que la naturaleza gusta de escon- der; como el Apolo de Delfos, que revela el porvenir a la vez que lo oculta bajo palabras enigméticas. Es la sabiduria, que no consiste, fen modo alguno, en la vana erudicin de un Hesiodo o un Pitdgoras, acogedora de todas las leyendas, sino en esta sola cosa, separada de todo, que se entrega a los ojos mas que a los oidos, a la intuicién més aque ala tradicin, y que consiste en reconocer el pensamientotnico que dirige todas las cosas. :Que es, pues, esta unidad? (Es la unidad de Ja sustancia primordial, como defendian los filésofos de Mileto? En cierto sentido, s: la sustancia primordial es el fuego, en el cual pue- den trasmutarse todas las cosas, de la misma manera que cualquier mercancia se cambia por oro; todo nace y evoluciona segiin que el fuego, eternamente vivo, se vaya avivando o apagando. Pero el fue- g0 No es ya uno de esos grandes medios fisicos, como la extensién marina o la atmésfera generadora de tempestades que obsesionaban Ja imaginacién de los filsofos de Mileto; es mas bien una fuerza in- cesantemente activa, un fuego siempre vivon. La opcién de Heracli- to centra la atencién menos en la sustancia de las cosas y mas en la norma, el pensamiento, la razén, el /ogos que determina las medidas cexactas de sus transformaciones El tercer tema heracliteano es ei dela perpetua fluencia de las co- sas. «No puedes baftarte dos veces en el mismo rio, porque nuevas aguas corren siempre sobre tiv. El ser es inseparable de este continuo movimiento; la cerveza se descompone si no se la remueve; s6lo se reposa cambiando; el tiempo desplaza las cosas como un nino que jue- 4842 las damas;el joven se hace viejo; la vida cede su puesto a la miuer- te, la vigilia al suefo; las cosas frias se van calentando; 10 hiimedo El cuarto tema es una especie de visin irdnica de los contrastes, un trastrueque que nos revela en las cosas lo opuesto de lo que en un principio veiamos en ellas. Para los cerdos, el fango vale mas que el agua limpia y, para los burros, la paja es superior al oro. El hombre ‘mis sabio no es mAs que un mono, en comparacién con Dios; el agua "© Gf, sicesivamente los Fragmentos 44,43, 45, 36, $9 y 29; y H, GoMPEnz, Re enfolgeeniger iruchaticke des Heracits Hermes (1933) pp. 20-3. Sobre la jute, Fragmentos 60, 61 2. ‘S°CE.sucesvamente los frags. 1, § al 11, 16 al 18, 22, 20 y 2. Fragmentos 41, 84, 83,79, 78 39, os HISTORIA DE LA FILOSOFIA , Revita de Pos, 18 Madrid 1359) Bivez, J La biagraphie d’Empédoce, Gante, 189. Biowokt, E Empedocle. Sno crifico, Boees, Torin, 1936 Botiack, J: Empedocle, Pars, 1965 BRUN, J: Empédocte, Paris, 196. Diets, Hh: «Studia empedoclean, Hermes (Berlin, 1880). Dientnae, Me! tka “demonologie” d'Empedocies, Revue des Btudes Greeques, 72 11959), Bp. I-17 vu ‘Curve, F. Me: The Philosophy af Anaxagoras, Univ. de Colombia, New York, 1949. 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Testimont STERSTEINGR, M. [50 Festimoninceeframment, La Nowa il Firenze, re, Ws Laraton fundbre de Gorgias, Leyten, 1952. CAPITULO IE SOCRATES El siglo que precedio a la muerte de Alejandro (323) fue el siglo de oro de la filosofia griega, y fue, al mismo tiempo, muy especial- mente, el siglo de Atenas: con Sécrates y Platén, con Demécrito y ‘Aristdteles, culmina el periodo de apogeo en que la filosofia, segura de si'y de sus métodos, pretende apoyar sobre la razén misma su de- recho a ser Ia conductora universal de los hombres: fue la época de fundacién de las primeras instituciones filosoficas, la Academia y el Liceo. Las ciencias mateméticas y Ia astronomia alcanzaron también. cen el mismo siglo una difusin extraordinaria. Finalmente, el brillan- te desarrollo de los sistemas de Plat6n y Aristételes no debe ocultar nos la existencia de escuelas derivadas de Sdcrates, extrafas u hosti- [es al movimiento platénico-aristotélico; ellas preparan las doctrinas que serdn dominantes a partir de la muerte de Alejandro y que oscu- fecerdn durante bastante tiempo a Platén y Aristoteles. En febrero del ato 339, morfa Sécrates, condenado por sus con- \dadanos, a la edad de 71 afios. Habia sido acusado ante el tribunal democratico de ser un impio que no honraba a los dioses de la ciu- ddad, introducfa nuevas divinidades y corrompia a la juventud con sus ensefianzas', Aquel hombre extraordinario no era, como los sabios de que hemos hablado anteriormente, un jefe de escuela; las escuelas ‘que se califican a si mismas de socraticas son numerosas y, en mu- chos puntos, opuestas entre sf; no tienen ninguna tradicién doctrinal ‘comin, No podemos llegar a Sécrates directamente, puesto que él nada tseribi6, ni por una tradicién tinica, sino a través de tradiciones mil- tiples que nos ofrecen de él otros tantos perfiles diferentes. Aftada- ‘mos que esos perfiles no tienen, en modo alguno, la intencién de ser fieles; el mas antiguo de todos, el de Las nubes se AristOfanes (del 423, cuando Sécrates tenia 47 afos), donde Socrates es escenificado, fe una sétira, Después de su muerte aparece toda la literatura de los. Discursos socrdticos, diélogos en los que sus discipulos adjudican al maestro el papel principal. Esos didlogos constituyen un género Tite- rario que no se precia, ni mucho menos, de exactitud: en primer lugar Tobie ta fecha del proces, ef. aticulo de K. PraccsTen, en Hermes (1908) 'p.473 sobre los cargos de acusacin, PLATON, Apolog, 24 be; Eutifrn, 2,3; Jiorovre, Memorables, 1, 90 HISTORIA DE LA FILOSOFIA estin las obras socraticas de Platén; después, los dilogos apologéti- cos escritos inmediatamente y bajo los efectos de la indignacién pro- ducida por la muerte del maestro (la Apologéa, el Critdn); después los retratos idealizados (el Fedén, el Banquete, el Teeteto, el Parmé- nnides) y, finalmente, las obras en las que Sdcrates no es mas que el ortavoz de la doctrina de la Academia. En segundo término, las Me- ‘morables de Jenofonte, escritas bastante tardiamente (hacia d 370), especie de apologia en la que el autor, que es todo menos un fildsofo, s0 pretexto de reproducir las conversaciones del maestro, ofrece una imitacién bastante vulgar de los discursos socraticos anteriores. En- tre los trabajos publicadas sobre Sécrates, el de E. Wolf, que discute la historicidad de la Apologia de Platén ¥, sobre todo, el de 0. Gi- gon, siguen siendo muy escépticos respecto ala posibilidad de recons- ‘rnir la doctrina 4e Sécrates. Hay que afadir a éstos os titulos ¥ esca- 0s fragmentos que subsisten de los didlogos de Fedén y de Esquines y algunos datos proporcionados por Aristételes; y, por wltimo, una tradicién hostil a Sécrates que persiste hasta el finai de la antistledad ‘en Porfirio (siglo ITI), en el ret6rico Libanio (siglo IV), se abre paso a través de los epicureos y reaparece en el libelo escrito por Policrates cen el afo 3907; el epiciieo Filodemo de Gadara, por ejemplo, recha- za la ironia socrética, consideréndola una forma de orgullo’. Ciertamente, todos coindicen en proclamar el cardcter excepcio- nal y la originalidad de este sabio, hijo de un picapedrero y de la co- madrona Fenareta que, vestido con burda tunica, recorria descalzo las calles; que se abstenia de beber vino y de los manjares delicados: de complexién extraordinariamente robusta y aspecto vulgar: de ni riz chata y cara de demonio ‘tan poco parecido a los sofistas, rica- mente vestidos, que seducian alos atenienses, ni a los sabios antiguos que eran, en general, hombres importantes de su ciudad, Sécrates re- Presenta un nuevo tipo, que sera en el futuro modelo constante de luna sabiduria personalisima, nada esclava de las circunstancias, Tam- poco es un politico, sino solamente un excelente ciudadano dispuesto siempre a obedecer las leyes, ya se trate de defender su puesto en el combate de Potidea, o de luchar en la magistratura —adonde le llevd la suerte— contra las fantasias ilegales del tirano Cricias, o de recha- ¥ Sobre Potcrates, iocees LAER, I 38; hosilidad en Epicuro(Cicexo, Bru ‘us, 65), Ponrinio, Historia de ios flsofos, frags. 8 9, e8. A. Navck, CH. Hum beri, Poiyraes, Haccusation de Socrae ele Gorgas, Pais 1930, * Fiuooeo, De iis, col. X, 23, ed. Jansen, 9 col. XXI, 36 XXII, 37. Sobre las distnias formas del iron, cf. Arstteler, ica @ Nicdmato, IV, cap. Vl. Mos irario, deca: «Sécrates manifestaba su alma dé modo atral eo- tengo pzo oes ton as les don ayes UL, Orbis, Barcelona 1985, p. 209. 2 '« Diocenes Laskcro, Ti, 18; el oémico Ameipsias en Drocenes Lazkci, I, 28 ‘AnistOFaNes, Las nubes, 410-417; PLATON, £1 banguete, 215 3 CH, PERIODO HELENICO 91 sar, finalmente, por respeto a las leyes desu pais, la fuga que le pro- aine Crton para escapar a la muerte despues de su condena Wi ost n politico, Sécrates no dene efecivamente, ninguna doctrina, ninguna leislacién que proponer en las coaversaciones fo. devas que mantiene lo mismo en las tiendas del mercado*, que en el Mtadko, 0 en las casas de los rcos, Tiene en cambio, por encima de ", purficarse, vivir en contacto con realdades que el sofis: ta o€l politico ignoran; por otra parte, debe construir la cluded just, cuyas relaciones sociales reflejen las elaciones exactas igurosas que constituyen el objeto de la ciencia, El fildsofo es, por una parte, elsabio retirado del mundo y, por otra, el sabio y justo, el verdadero Politico que da leyes a la ciudad. El propio Platon jn Tue, ala vee, fundador de la Academia, amigo de los matemdticos y ast:Snomos ¥, por otra parte, consejero de Disn y de Dionisio, el tiraro? Ade- és, si como fldsofo fue el inventor 6 promotor de una liga rigu rosa, también fue el insprado cuyo espiritu permancceria etl sin lL impntcn de Fras, y que ne podria engendrar sino en lo ball a Aiscusin razonada se desdobla en una dialética del amor que se tra duce en efusiones lircas y contemplaciones miticas™, Sabo y mis ico il6sofo y politico, son rasgos generalmente separados y que no volveremos a encontrar unidos, a través de esta historia, sino algu nos grandes reformadores del siglo XIX. Por eso es importantisimo comprender bien lo que constituye su vinculo de unin. 4. DIALECTICA SOCRATICA Y MATEMATICAS En ptimer ugar, cauées I ciencla patna? Se caractina por la union fatima entre el objeto del condcimiento y el procedimicnto titan por a que se acuen, Hay gu o cn piace pomtancia sobre eval ances insta bastante: nomos ge Paton fare de lo que ovdinraments se laga et soncpte roe, tee ued porss cuenta, lamaya ide (eldaso ae) tomes pot saps Vator awd, peda es doce como fermae eel Eee (Gael carat nico pr el eval ota cosa padosn 2 pndoee 7 sol tual nos savinos wana de Un lato Re eae T Teeter, 176 2. 1 Bonguete, 203 y 8. 206. Bid, 210 «. PERIODO HELENICO 107 declarar que todo lo que es semejante a él, es for tanto, un carécter que reside en Jas cosas mismas, pero que no poposible individualizar si no es mediante el andlisis socratico. En Sfeeto, s6lo estamos seguros de que la férmula elaborada por el per- Sonaje que responde expresa realmente la idea cuando tal férmula ha ido ese examen y ha salido triunfante de la prueba. No hay ni {evelacién ni intuicién inmediata que puedan dispensarla de ello. Aqut, El método es, desde luego, mucho mds importante que el objeto; de hecho, Sécrates no llegd jamas a la idea, pero, en eambio, disciplina- ba el espiritu y lo desprendia de sus fantasias. [La investigacién socratica se limitaba a las cosgs morales. Segtin 1 testimonio de Aristételes “, se admite que Platén no hizo mas que Extender el método a ideas que no pertenecian al mbito de la accién, y que «separ6» estas ideas, es decir, les confirié una realidad distinta, Pero, ide qué manera se produjo esa transformacién? tiene el ca~ rdclet meramente arbitrario que Arist6teles le atribuye? No lo pare- ce: la separacidn de las ideas, que hace de ellas realidades superiores a las cosas sensibles, parecia coincidir con el lugar que Platén asigna a los matematicos. ‘Las mateméticas, al emplear un método riguroso, son eapaces de tegat, al contrativ que Séevates, a conclusiones positivas. ,Cémo ¥ por qué? Gracias a un procedimiento que Platén denomina hipétesis, que define muy claramente en el Mendn (87 a): «Cuando se le pre junta a un ge6metra acerca de una superficie, por ejemplo, si tal trian jgulo puede inscribirse en tal circulo, responderd: “Yo todavia no sé siesta superficie lo permite; pero, para determinarlo, me parece opor~ tuno razonar por hipdtesis, de la siguiente forma: si la superficie ¢s tal que, un paralelogramo de la misma superficie aplicado a una recta dada no llega a cubrir aquélla, cl resultado sera éste; de lo contrario, el resultado sera aquel otro""». Este método es el andlisis que consiste cen elevarse de lo condicionado a la condicién, procurando establecer ante todo una relacién de consecuencia légica entre dos proposicio- nes y dejando provisionalmente de lado la cuesti6n de saber sila con dicién misma se ha realizado 0 no. Esa condicién podra ser objeto dde una investigaciOn andloga y quedar ella misma sometida a otra con- dici6n que se suponga. Enel Mendn, pues, el andlisis matematico sustituye a la discusién. socratica. Ahora bien, 1a existencia y separacién de las ideas nos son presentadas en el Fed6n con perfecta claridad, como resultado de la aplicacién del método de analisis al problema de la explicacién de las, ‘cosas, tal como lo habia planteado la fisica. Platén cuenta cémo Sé- crates, después de comprobar que los fisicos no podian llegar a la ex- CE infra, p 136. 108 HISTORIA DE LA FILOSOFIA plicacin de los heshos mas elementales, fue seducido por un tibro Ge Anaxagoras donde se lela que ala intligencia era la ordenador y causa de todas las cosas» (97 ¢); pero que, cuando avanzé en su lec- tura, se dio cuenta de quelainteligencia no incrviene para nada ch fa txplicacion de detalle de los fendmenos, por ejemplo la forma de Tatierrao los movimients de los asros,y Anaxagoras recurta a av alétero al agua, Por ese camino acabaré expicando que Socrates pes, manezca en la creel, no poraue se haya negado a ecapar, sino pox: fue su organism posee tal o cual propiedad, En vista de ello Soe tesdecidié dejar aun lado, en la resolucion de los problemas fsios, las realidades dadas por la vista o por otras sensaciones y ensayar en una especie de «segunda travesian el método inicado ya en el Me. nn os decir, «plantear como hipotesis la formula que yo considers se mis sélida, omando despues Como verdadero lo que etuviess de acuerdo con esa férmula ycomo no verdadero lo que no concordase con ella». Enel problema de la explicacion dels cosas, esa formula es la que afirma las ideas; «se supondra que existe To bello cn To bueno en si To grande en si ete.ny, si na cosa es bell, si er Io Bello en si, todo quedaré expiicado aciendo que ela wpartcipa de to bello en's La intencion de PlatGn resulta muy clara cuande com: para su modo de explicacin con el de in fiscns Para explicar, pov Ejemplo, como dos cosas forman tna parcia el isico nos dra, 0 bien ‘ue dos cosas primitivamente apartadas se han reunigo, 0 que ura misma cosa se ha dividido en dos; nos da, por tanto, dos exlicasi es contador dl mim hecho, manu: no expen na operacionfisica puede explicr a genesis dela dada, por Ia diada existe ens, independientemente de todas las operaciones sicas, como objeto dela matemtica,y cualquier pareja de cosas su Br por partum den din ns $C ebserva como la teoria de las ideas va unida al método analit teoria de las ideas, que no es mas que una aplicacion particular de quel, En eso radicaelesplrtu del platonismo, al que se opondrn tan abiertamente los dogmatismos postriore, £1 impulso del pensa. ino sein pre lat, como para Serta importa 5. DIALECTICA PLATONICA Pero el método analitico plantea un grave problema, presentido en el Fedén y ampliamente tratado en la Republica. Efectivamente, TS Fed 99 100 4: f. 101 € PERIODO HELENICO 109 en este método, la hiptesis, después de haber servido para la demos- ncign, debe ser remitida, a su vez, a una hipétesis superior; pero (ere vetroceso hacia los condicionantes, hard falta detenerse en un unto que «se baste» a si mismo (Fedén, 101 d) y que no sea ya un Pipuesto (Repiblica, 551 b). Pero qui las matematicas nos abando- suppor completo: para resolver sus problemas suponen rectas y cur~ Aas mmeros pares 0 impares, pero esas suposiciones siguen siendo ‘SGposiciones, ¥de ella sdlo podrd dar razén una ciencia superior, una Gialéetica que llegue hasta lo incondicionado. Cuando Platén desig- aitese termino mediante las expresiones Bien 0 idea del Bien (508 e), Bi intencién resulta bastante clara: quiere decir que la tinica explica- Sion definitiva que puede darse de una cosa es que es buena 0 que farticipa del Bien. Segin los didlogos posteriores, se puede suponer ie, desde la época en que escribia la Republica, razonaba de la mis- ha manera que en el Timeo. En el Timeo (29 30 a), las relaciones Jaternaticas 0 las formas geométricas, que son supuestos con los que Grastrénomo explica los movimientos de los astros, sélo son explica- fos, asu vez, Porque realizan un plan del demiurgo, plan que deriva de su bondad. La bondad lo presupone todo, sin que necesite ser pre~ Supuesta por nada, Lo que Aristoteles denominara causa final es la causa vetdadera y absoluta que da la explicaci6n iltima. Las virtudes mnismas, la justicia y la belleza, no valen nada si no se sabe «por dén- de son buenas» (506 a). El Bien es como un sol a cuya luz se conocen fas demas cosas en su razén de ser, y por cuyo calor existen. «E! bien, ‘pues, n0 es Un ser; esta mas alla del ser en dignidad y en poder» (506 b) 'No se puede aspirar a comprender este enigmidtico pasaje de la Re- uiblica sobre la idea del Bien si no se entiende bien el problema que pretende resolver. En el Feddn, Platén habia denominado con el hombre general de reflexidn (dianoia) al pensamiento que acttia por descubrimiento de hipétesis; pero, zen qué se puede reconocer que la ondicion a la que se ha llegado yendo de hipotesis en hipétesis no es también ella misma una hipétesis? No, desde luego, por la vincula~ Gidn logica que el resto tiene con ella, pues esto no la distinguiria de otra hipétesis cualquiera. Sélo podré ser reconocido por una intui- cin intelectual directa (noesis) y una especie de visién. No tiene nin- sun otra manera de justficarse (Republica, 511d). ‘De ahi se deduce el status del filésofo, tal como queda descrito enc libro VII de la Republica. Como fundamento de su formacién intelectual estan las cuatro ciencias que emplean el «método de la hi- potesisn: aritmética, geometria, astronomia y musica. Platén pone buen cuidado en aclarar que sdio admite estas ciencias en la medida en que emplean aquel método; elimina de ellas todo lo que pudiera haber de observacién sensible, todo lo que no es demostrativo. La arit~ mética, por ejemplo, no es el arte de contar que sirve al comerciante o alestratega, sino la ciencia que se ocupa de los numeros en si mismos, vv 10 HISTORIA DE LA FILOSOFIA independientemente de las cosas sensibles (525 «). Anilogamente la geometria noes, en modo alguno, la arimensura (S26 d)y Phang, encuentra una prueba real de ello en una nueva parte de esa ciencia, ala que cada vez concede més importancia: la estereometria o ciencig, de los sélidos regulares, que no es, en absoluto, mera medicion de superficies, sino intermediaria entre Ia geometria propiamente dicha y la astronomia (528 a) La astronomia, que no admite més que com, binanciones de movimientos uniformes para explicar el movimiento de los astros y los planetas, est4, por tanto, muy lejos de la observa. in de los astros, que sdlo ofrece directamente ala vista movimnien. tos irregulares (530 ad). Por iltimo, el misico que afina sus instru. ‘mentos por tanteo, no es desde luego el sabio que descubre las rela. ciones numéricas simples que constituyen los acordes (531 ab). Por consiguiente, estas cuatro ciencias, al obligarnos a elevarnos alas hi Pétesis mediante el solo pensamiemto, al margen de las cosas sen. sibles, nos conducen hacia el ser, hacia las realidades verdaderas (633 ab) Pero todo esto no es mas que una preparaciOn; a estas ciencias se les superpone la dialética. El verdadero dialéotco es el esprit «sh népticon, el que no considera las ciencias en su desconexi8n, sino que comprende el parentesco de éstas entre si ¥ con el ser (537 ¢)j en ut palabra, el que enlaza la dversidad de las hipdtesis con su ratz nica, el Bien, mediante la ciencia del Bien, que es la mayor de todas, las ilumina y muestra su realidad, 6. EL ORIGEN DE LA CIENCIA. REMINISCENCIA Y MITO Para entender bien al Platén de la madure, interesa grandemente tener siempre muy presentes estos dos planos del conocimiento inte: Iectual. De su distincién depende toda una serie de problemas. En pri ‘mer lugar, el Plat6n puramente socratico que se contentaba con s0- meter a prueba las formulas o soluciones dadas por el interlocutor dejaba completamente en el vacio el origen de tales formulas en si puesto que, si eran totelmente arbitrarias, ;qué posibilidad tenfan de , Este sel programa ue pone ent marcha el Parmenides. Supone relaciones entre 10 uno Maiden deduce de elo todas ls consecuencias posbles, permane- Sendo eel terreno puramente intelectual ysin hacer la menor alt= Sina las cosas sensles, cuyos modelos puedan ser ests ideas. No sr trata ya, como en el Feddn, de explicar les fendmenos mediante ideas sino de pasar de una region en la que no es posible la ciencia, Yr 120 HISTORIA DE LA FILOSOFIA en Ia que las hipétesis quedan sin fuerza, a una regién en lt que l ciencia es posible. Lo que muestra el Parménides es hasta qué punts son fecundas las hipétesis acerca de las relaciones entre las ideas 10, LA COMUNICACION DE LAS IDEAS. A su vez, el Sofista va.a mostrar que la hipdtesis es absolutamente necesaria. Este dilogo tiene como objeto las dificultades planteadas por la definicion de sofista, Si decimos que es sofista el que solo tieng luna apariencia de ciencia (233 c), se nos escabulliré diciendo que ef error es imposible, ya que equivaldria a pensar en el no-ser; cierto acaso que el no-ser no es? (236 e - 237 a; 241 d). Para resolver esta cuesti6n, Platdn revisa criticamente las opinio. res de los fildsofos sobre la definicién del ser. Pero esa critica condu. ce a un resultado sorprendente: la imposibilidad de definir el ser en si mismo, aparte de cualquier cdsa. La razén es la siguiente: cuando Parménides y los j6nicos intentan definir el ser, aquél lo defite como luno y éstos como mulltiple; pero al hacerlo asi le atribuyen caracteris. ticas que no le convienen en tanto que ser. En qué sentido, ante to- do. es el ser de los jénicos una pareja de dos téminos? $i 20 es 1 cl uno ni el otro, en particular, resulta que hay tres términos en ver de dos; y, si es a la vez uno y'otro, no hay dos términos, sino uno solo. Y, Parménides, por su parte, jen qué sentido plantea el ser co- ‘mo uno? Puesto que no es idéntico a la unidad, resulta que hay un todo que estd hecho del ser y de lo uno, y entonces, o bien ese todo 5, en cuyo caso el ser no es sino una parte del ser, 0 bien no es, entonces el ser no es todo. Los jénicos y Parménides mezclaban el ser con algo distinto, al no separarlo de tales caracteristicas euantita- tivas (243 e - 245 e). Como contrapartida, esos hombres «terribles» que s6lo creen en la existencia de lo que tocan y «que identifican el ser con el cuerpon, ¥ los partidarios de las ideas, que no ven en las cosas sensibies sino flujo y devenir incesante y que sdlo encuentran el ser en «ciertas ideas inteligibles e incorpéreas», cometen unos y otros el error de restringit demasiado el sentido del ser. ,Acaso es posible reducirlo al cuerpo? No; es obligado admitir realidades como la justicia que son e"ectiva- ‘mente, puesto que aparecen y desaparecen en el alma. :Se pretende, como hacen los «partidarios de las ideas», restringir el ser a esas rea idades fijas e inméviles que son las ideas? Tampoco, ya que no po- drian captar el «ser total». El «ser total contiene necesariamente la inteligencia y, en consecuencia, el alma y la vida; y, siendo inteligen- te, animado y vivo, no puede ser inmévil» (246 a - 249 a). Esta doble polémica contra los materialistas y los idealistas iba dirigida a fildso- fos contempordneos que no es posible identificar satisfactoriamente. m0 es PERIODO HELENICO 120 rimeros figura Antistenes, que aparecia ya en el Teeteto. En cng a ees cuamfos dela ideas que conocemos de aquella época son el propio Pla- ‘on 2 deas que Baia sido la suya propia, a misma que analiza al é Menzo del Parménides y que, a estas alturas, habia superado ya? Rta ulipiidad de ideas asadasy fia, que vimos aparece yaen | Fedan, opondria anor el ser ttal (248), término mistrioso ae {i parece abarca no sdo aide u objeto conocido, sino tambien a fut aue 10 conoce, la intelgenci,y alana eh cual reside, ue el Timeo precisara muy pronto. - antec al Tig Sd MH, age eorocha, tanto a los materialistas como alos partiarios de las keas, Gin haber visto en el ser esa potencia de accion y de pasién, esa vida i él introduce. Pero ese reprocke le hace caer a él mismo en la difi- AMitad que habia observado en Parménides y en los jSnicos. «;No es justo, dc el extranjero de Elea que sostiene la disusion, que se nos planten ahora ls cuestiones que nosotros mismos plantesbamos a Ios decian que el todo eral eid yl fig?» 230). Oscilamo Scesariamente entre una nocign del ser demasiado restringida y otra serene ies cae can Se ino resulta demasiado pobre; al encontrarlo demasiado pobre, 3 jndcames atrbutos, movimiento, via, inteligenca, que lo desbordan. sea imposibilidad de pensar al ser en sf y sin telacién con otros tér- asinosditntos, nos reyela una necesidad: a deta comuicacion y fBmezcia entre térmios como ser, movimiento, reposo, etc. El pen- suniento no alcanza jams elementos aslads, sino mixtos. El abje- to del pensamiento ext hecho de conceptos que se nen entre sh de Inimisma manera que la palabra etd compuesta de vocales y cons aantes, ola misica de sonidos agudos y graves. Intentardefiir los Conceptos al margen de esta unign ha sido, quza la causa del res fado siempre negatvo de ls idlogos de Séerates, Un concepto s6lo s= puede captar con ls relaciones que mantiene con otros. ¥ de aaut Surge una manera nueva de afrontar la dialéctica; la dialéctica es arte que da las reglas de la mezcla de los conceptos, como la musica Ga las reglas de la unién de los sonidos (253 ad). = Esta concepcion de la dialétca esta proxima, sin duda, a fo que ser lalogica de Arstteles, aunque sea muy diferente, En primer Iu: fat, no se trata de mezclar conceptos previamente defnidos. Plats foindica con especial ahinco: cualquier atributo que se pudiese dar una nocién, ésta lo posee, no por si misma, sino por participacion enotra idea distinta: «separar todo de todo equivale a hacer desapa- recer completamente todos los discursos, pues nada se puede formu- lar sino mediante ia unig deas ideas entre sv (259). El pensamiento pasa, pues, de lo indeterminado a lo determinado, no limitandose 122 HISTORIA DE LA FILOSOFIA aclarar las relaciones entre nociones ya determinadas. En segundo Iu. gar, y por la misma razén, el arte dela dialéctica no actia por aplica, ‘cidn de reglas generales a casos particulares, sino por andlisis directo de cada nocién que nos remite desde ella misma a las nociones con las que debe unirse. Asi, el reposo y el movimiento se mezclan con ¢ ser, pero son incapaces de mezclarse entre si (254 d); pero si el movi ‘miento es ser en cuanto que participa del ser, es no-ser en cuanto que es algo distinto del ser, es decir, en cuanto que participa en lo distinta (55 e). Parece que en el conocimiento directo e inmediato de estas relaciones, el papel principal lo desempefia aquella intuicién intelec tual que Platén habia puesto, en la Repuiblica, en la cima de la jerar quia de los conocimientos. Porque el método consiste en captar lo que «quiere» la idea que se analiza, en obedecer lo que se ve en las nocio. nes (252 €). Y, por esto, la dialectica plat6nica difiere tanto del pen- samiento discursivo como el método cartesiano difiere de la légica 11, EL PROBLEMA DE'LOS MIXTOS, LA DIVISION A partir de este momento, todo el esfuerzo de Platén se centra en el arte de captar las reglas de los mixtos o mezclas: esfuerzo espe- cialmente variado que va desde los ejercicios escolares de division hasta la majestuosa sintesis del Timeo; esfuerz0 que condujo fundamental- ‘mente a ofrecer orientaciones al pensamiento y favorecer sus impul- sos, mas que a crear una doctrina. Ya en el Fedro (265 4) habia defi- nido la di or dos movimientos sucesivos: primero, «se ven las cosas dispersas en una sola idea, después, por un movimiento in- verso, se dividen, idea por idea, segtin las articulaciones naturales» Hay que subrayar que el anilisis o divisién sigue aqui a la sintesis, y.que ésta, lejos de ser el término del pensamiento y de seguir al andli- Sis, esta, por el contrario, destinada a servir de punto de partida a la divisién, que es asi lo esencial de la dialéctica. Los ejercicios de di- visién que se encuentran al comienzo del Politico (258 c - 267) y el Sofista (218 4 - 231 c) muestran, sin duda, cémo Platén hacia practi- car la dialéctica a sus discipulos de la Academia, La vision es presen- tada en ellos como el procedimiento que sirve para determinar cada vez con més precisién un concepto, y desemboca, finalmente, en una definicién. Por ejemplo: la politica es una ciencia; pero las cienci se dividen en ciencias que tienen como objeto el conacimiento, y cien- cias que tienen como objeto la practica; la politica pertenece a la prime- ra clase. Las ciencias del conocimiento se dividen, a su vez, en ciencias que prescriben y ciencias que juzgan; la politica esta entre las pri- meras. Asi, de division en division, se llega a determinar cada vez mas el concepto. Es claro que la divisién platOnica no es un procedimien- to puramente mecénico, de lo contrario no se escaparfa a la critica PERIODO HELENICO 123 istteles, seg el cual es totalmente arbitrario colocar en un de Aitro de la division, ¥ no en el otf, el término sobre el cual se sient En eect, fo que puede servir de guia en este cas0 10 & int un proetimiento gc, sino laintleién, Ademds, ange ex aa rea cas general que dice que a dviin debe sr bina, la ean pa eallza exta division es poco prewsay ssi grandes dif rede tenicas que Plton conoce muy bien, pero que no resuelte aatade las mayores consist en saber cOmo se pueden distingir las a cs arbtrarias, como la de los hombres en gFiegos y barbar0s, divisioriysiones legtimas, como la division en varones ¥ hembras. eas Caso, el primer grupo (ls griegos) ese nico determinado, ¥ Ea do foe sblo por excision del primero. Enel segundo, fene- aston caracteres opuestosigualmente postivos (262 e; 263). ero, caus felacion tienen entre s estas des concepciones de la dala‘ dialect como at ea ompoiin de os miso tsa) y ta dialetica como arte de la division? Esta cuestion s¢ iSehve ene Flebo, ddiogo que nos muestra como el até de com- eee fos mints tle por resultado la clasfcacon y ta division en sone ee i aproximacton de 10s dos apectos de la dialéctica, antes paradox, modifica un poco elconeept. Lo mixtoapatee bajo unt ‘era nueva: todo misto digno de este nombre noes una fusion arbi- tia, Sno uns combunaion bien estbletda de dos elementos, uno taf nado lmitado y un limite o determinacion fia, El inde- saad es una pareja de opuestos tal que cada uno de eles no se \Gfina sino en elacion con el otro, es deer, que seaen si mismo to- tment indtnio, Tale soe més grande ys pequeno, mds ag oy mds grave, mis caentey mas ri én purament rat Goeyron constants fsj, puesto que aquello que et més grande que ee oeas puede ser, al mismo tiempo, més pequeno que otra. El i ite determinaciOn es una relacidn numérica fija, como por ejem- Migdgole, tiple El misto, como se puede ver facimente, resulta pes SS nolo de nares fj en una pareja de Opuets. A ce incon demuestran que una retaion de uno a dos, introducida to rind iatada de To agudoy lo grave crea la octava. De La mis- Sumnanera se puede pensar que una rlacinfja entre lo lento y 10 ido crea unimovicvento regular, o extract la formas de una rea- Cai fia de magnitud y pequeiez®. Esta concepcion del misto per- tite —y aun implica la dvision de los conepios. a dvson pare Jeraigo fmt, ome la vor con sus mates nfinits de agudo Seas cintroduce wn rto numero de intervalosfijos, que som los waves, carncerzados por telaciones numércasfijas tales como 1/2, ~W Primeros Anatics, 1, 31 2 Filebo, 23 ¢-77 ; sobre todo, 23 d; 26 a. 124 HISTORIA DE LA FILOSOFIA 1/3, ete. La chencia consstré en conocer el mimer de a lactones ae C8) me concepéion del misto y de la division no es exact del Sofisa. Ante todo, no se trata ya de una division uniformemens binara; en el caso mas perfecto por lo menos, el de la meas cn, mrode érminos et dteminado por ede reasons sues pe bles, que son los acordes, Tenemes oro ejemplo decloen Ty (S4a ys), donde la divisin en cuatro elementos depen del nine. ro de solidos reglaresposibles, Aun hay mas la mevela den gen com otro, en el Sista, procede desu naturaleza misma: else, para seriegt en ate pues enumerate g0 asi como el rudimento de una relacion de necesidad sic ug contrario, to imiadoyelimite nos araen nse implica ara os hace faltauna euarta espace de ser, diferente de clos dela mes ela: la causa de la mezcla Qe). Es decir, que la union logieamecy necesaria hacia a cual se inclinaba el Sofste, es sustitulda shora he consieracones de armonia deconvvenia, de balay de bonded idea del Bien, que dominaba ia daletica cn la Republicey oer 8 bia desaparecdo en fos ddtogos intermedi, viche a adgun sau, 2 iempo que las matemdticas, una importancia primovdioy Y, al no poder defini Bin en su unidad, Lossy af menos pe sn equivalente compuesto de tres termes; belleza smetrin, worded (63.2) No hae con ello masque planta las es condiciones pimor ales als que debe responder toda mada; cada no deers ‘Ermine expres, bajo th apt din, lo que Hamada cna publica to iaconcionado, el Bien, con io al acababa Ia exp y la naturaleog 12. BL PROBLEMA COSMOLOGICO La notion de misto que poseebelleza, proporcién y ve el xerdadero etimulante de los ums eta de Plan, ke po mits volver al problema de ln explicacin de as oss Senter las das, problema que, indudablements habia abandonado ants lificutades que expone el Parménides a proposito de la partsiaion, Tal es el objeto del Timeo. Pero, para comprender bien cia vuelta del interés hacia la ica, ay que entender que ls cosas semibes no see apaecen ya (omo en el Teetto)comorunMijo ae we denvae ée continuament, sin como partes de un cosmos due pot alae mo el mas bello de los mixtos sensbles, es decir, una mezcla ordena. da segin reaciones jas’ Ses a problems de la cvpincon del Se f-30 bel mundo es un ser vivo dotado de alma e inteligencs PERIODO HELENICO 1s mundo fisico no oftece ya dificultad alguna que le sea inherente; no ‘Binds que un caso particular del problema dialéctico general que con- Site, sentin el Filebo, en determinar cémo se forman los mixtos. Por int, el problema de la participacién esta resuelto. El mundo ha nacido mediante un paso del desorden al orden bajo taaccién de un demiurgo (30 a). El estado de desorden anterior a e58 ‘sion es esencialmente el terreno de la «necesidad», de una neces Gad brutal, causa errante, que no esta sujeta a ninguna consideracion Gein (47 ¢- 48 a). Pero ese desorden y esta necesidad no significan, $ modo alguno, una radical ininteligibilidad; es una especie de nece- Glued mecénica andloga a la que aceptaba Demécrito, pero en Ia que piston introduce, sino la bondad del demiurgo, al menos una cierta farce de inteligibilidad geométrica. Ahi aparecen la doctrina de los Fromos y la de los elementos, peto empapadas de espiritu geométr- go: los elementos estan compuestos por corpasculos, y los corptiseu- fos de un elemento dado son distintos unos de otros, no por sus cuali- fades, sino por su forma geométrica. Los corpaisculos elementales de cada clase tienen la forma de uno de los cuatro poliedros regulares: fubo, icosaedro, octaedro o tetraedro, que corresponden respectiva- shente ala tierra, al agua, al sire y al fuego. El ingenio matemético de Platén, guiado por los recientes descubrimientos de Teeteto sobre ‘stereometria, no encuentra ninguna dificultad para demostrar que fas caras del cubo pueden componerse de cuatro tridngulos recténgu- Ios eisésceles, y que las caras de otros poliedros que sean triéngulos cquildteros pueden estar compuestas de seis triéngulos rectangulos, ttya hipotenusa es doble del lado menor del Angulo recto. Las trans- mutaciones de unos elementos en otros llegardn a ser perfectamente inteligibles (dejando a un lado la tierra) cuando se haya demostrado {que un corptisculo de agua contiene tantos triangulos como dos co piisculos de aire, més uno de fuego; y que un corpisculo de aire con- {iene tantos como dos corpuisculos de fuego (53 c - $7 ¢). Hallamos larazon en el seno mismo de la necesidad. La necesidad bruta apare- een la dsposicion de esos corpuisculos, que depende de fa manera en que reaccionan a las sacudidas desordenadas del receptéculo 0 ¢s- pacio en el que estan; igual que las sustancias agitadas en una eriba, Tienden a reunirse segin sus semejanzas y afinidades (57 be). El 0 zen de la necesidad no esta, por tanto, en los elementos, sino en esa Taturaleza ambigua, «ese concepto bastardo, apenas crefble» del ceptaculo (52 b). Ese receptaculo parecia ser uno de aquellos térmi- nos indeterminados de los que el Filebo ofrece varios ejemplos; de manera precisa, esa la ver el indeterminado geométrico, en el sentido de que no tiene ninguna determinacién de magnitud y de pequefiez ¥, al mismo tiempo, las tiene todas (50 ed), y el indeterminado mecé- nico, en el sentido de que su movimiento, su lentitud y su velocidad, no tienen ninguna uniformidad (52 e. Primero, los tridngulos elemen- vr 126 HISTORIA DE LA FILOSOFIA tales y, después, los poliedras surgidos de ellos, son los que empiezan 4 determinar ese receptéculo, introduciendo en él relactones fia, magnitud y de pequenez (53 c). La intligencia del demiurgo, inte ducird ademds en él otras determinaciones y, en especial, las deters, naciones mecdnicas. Porque el creador o demiurgo es, ante todo, el creador del alma del mundo (34 cd), y el alma es principio de movimiento (Fedro, 245.5 Leyes, 894 d), no en el sentido de fuerza mecénica brutal, como teeepticulo, sino como principio de lo que hay de regular y de fie enel movimiento, El alma del mundo es anterior al cugtpa ai que an ma y que esté como alojado en ella; pero ella es, de por si, un mixto donde se dibujan de alguna manera todas las relaciones aritmetins © geométricas que se materializaran en el mundo. Todo mixto ests compuesto de un limite y un ilimitado, y no se diferencia de cualg ‘tro mixto mas que por el aspecto que presentan esos dos termine ite ¥ Io ilimitado que componen el alma son la esencia indivis bley la esencia divisible en los cuerpos (35 a); toda determinacion nu. mérica y geométrica exige, en efecto, dos términos de ese tipo: por Arist6teles sabemos que, segin la enseftanza oral de Plat6n, los ni ‘eros nacen de la aecién de lo Uno sobre la diada indefinida de lo grande y lo pequeiio®; todo mimero y toda forma son el reaultady de una determinacion de lo que antes era indeterminado. Una vez pro. ducido el mixto de esas dos esencias, el demiurgo mezcla, ademés, lo mismo y lo distinto, es decir, dos términos que son también entre si como el limite y lo ilimitado del Filebo. Platon se preocupa de de, cimnos que lo distinto no entra en la mezcla sino por fuerza: sigue sien 0, como veremos, principio de indeterminacion. El alma esta, por tanto, formada de tres cosas: primero una mezcia de las dos sustan cias — divisible individisible—, después lo mismo y por fin lo dstinto, El alma es dividida entonces por el demiurgo segun eiertos nimeros determinados que son los términos de dos progresiones geométricas: 1, 2,4, 8... 1,3, 9, 27... entre las cuales se insertan medias propor. cionates. Después es dividida en dos ramas que se cruzan en angulo agudo, en forma de X, y se curvan en dos circulos que tienen el mis mo centro, y uno de 10s cuales estéinclinado sobre el otro como la ecliptica sobre el ecuador. El cireulo de lo mismo, animado de un mo. vimiento hacia la derecha, es decir, de oriente a ovcidente, permanece Linico; el cireulo de lo distinto, animado de un movimiento hacia la izquierda, es decir, de occidente a oriente, est dividido en siete. Se observa con claridad que, bajo el nombre de alma del mundo, Platon se esfuerza en mostrar cémo se llega a una especie de construccién racional del sistema astronémico tal como él lo cancebia J cuyos prin, cipios eran: que no hay més que movimientos cireulares, que los mo. Metafsica, M, 7, 1081 4 14-15, PERIODO HELENICO a egulaidad aparente del movimien- ots son uniformesy que la ireguaridad aparnt el movi de! fos site planetas se explica porque estan animados, seeds to imiento diurno, de un movimiento propio en senti a i I aa ib sg sea "ma, Dues, pico (5 236d). : ores {6n, un mito. El pitagérico Timeo cuenta feo es una nerracién, un mito Xa Fe al ie ‘corplisculos elementales, sin pretender llegar mas ee a con os 2 yerosimiles (29 ¢ - e); todo ello en un tono cuya modestia, Tea al Parménides, rompe con el dogmatismo jénico. Ademas, ee JBto que, en el empleo fisico de los esquemas matematicos, Patéa spin po conseraciones de armoniay elec la ica razén de fe formacion del mundo es que el demiurgo «era bueno 29); e Binge stedodoinconiciondo al que se remite oda pros 8 ea férica del mundo y el hecho de que sea tnico, proces par iar la prfeeton del modelo (02 31 ab). El tem osc en perodosregulres das, meses, aos, yealazado con nl de evluones else, iy no poser nidad del modelo pe su incesante seme taal dels obs aren dela fislologia que nos expone al final de is 2 seca tan apron iain como mls adelante Tos soo Fito X das Layer arma ambien con fuera que a prowcencla ving no es solamente general, sino ue penetra hasta Tos menor ‘Eales dea esructur dl universo (08 be) La eri del mundo comer su carder arbitraio enti porque s, ante odo, la na rracdn dela obra provdenca. Expy humano no puede més que Scopecar ls intencones del deming, sin leper nunca 2 ear sate Todecllas (29 = 30 4), Por lo demi, el demirgo, al doblega! la seed aa intlgencia (4 €- 89)yesfozarse equ a ede Ge encentrarestencias recientes sel primer mix, el cuerpo del tmundo,esté hecho tan femnioament gue es mperecedrn, 8 peat {haber sido engendrado (41 ab), los mixtos parcales, de vanes, tos por os dass adres el deirg et sue torala muerte (1 ed 43 a); lnserie de mints ene por tanto una Det fein dccreciente,y su conservacion esta cada vez menos asegurada. Por una paradoja aparente, lo arbitrario se intro es oo ita Tas cosas isicas en la medida en fa que se introducen también servacon gue, apartando del epinty as slones de a observ aion a, le pemite un ean juegode hipstss, Gracias, por sem da, la explicacién del movimiento diurno por la rotacién de la alrededor de su ee”. WTal era, desde la aniguead, ta interpretacion conseryada por PLuTaRco (Ci v 128 HISTORIA DE LA FILOSOFIA 13, LA ENSERANZA ORAL DE PLATON Los dialogos no nos permiten conocer por completo a Plat, Afortunadamente, Aristételes* nos ha transmitido algo de su ence, fanza oral, aunque, a menudo, resulta dificil aislar et pensamiem de Platén en esa exposicidn, hecha con intencidn critica y mezelads frecuentemente con las tesis de los sucesores de Platon en la Acade, ‘mia. De ahi se deduce, sin embargo, que al final de su vida Platén concebia las ideas como mimeros, pero como nimeros. diferentes de los que emplea ef matemético. Qué son los mimeros ideales? Pos qué Plat6n los puso en lugar de las ideas, 0, al menos, los superuse a ellas? Y, ante todo, cémo se distinguen de los niimeros matemat cos? Los mimeros matematicos son los que estan formados de unida des iguales entre si y resultan de la suma de esas unidades. Pero, ey el Filebo y en el Timeo, observamos que Platén tenia una clara pred leccién por la generacidn de niimeros hecha de otra forma dstinia de la suma y, especialmente, por la que se realiza mediante progresio. nes 0 mediante la insercidn de tres clases de medidas proporcionales aritmética, geométrica y arménica, Su atencién tiende a centrarse en las elaciones numéricas mas que en los niimeros mismos. La mi. sica pitagdrica le hizo ver la esencia de las cosas en las relacionss numeéricas, mas atin que en los numeros. La teoria de los mimerst ideales parece ser un intento de encontrar los tipos mis generales de relacién, Esos mimeros, nos dice Arist6teles, no resultan de la adi. cidn, ya que sus unidades no pueden sumarse, sino dea union de dos principios: el Uno y la diada indefinida de lo grande y lo pequetio™ Esta diada no es otra cosa que la relacidn plenamente indeterminada y fluyente de la que el Filebo nos ofrece varios ejemplos (24 c - 28 4). En cuanto a Jo Uno, sabemos por una tradicién célebre que Pla t6n lo identificaba con el Bien. Ahora bien, la funcién del Bien, se- iin el Filebo, consiste en introducir relaciones fijas entre las cosas, Jo que es posible mediante ia medida. Lo Uno de AristSteles y el Bien de la ensefianza de Plat parecen idénticos ala medida quella Polit- ca (284 d) considera como punto de partida de la dialéctica. Lo Uno ¢ 10 que permite medir, y es el término incondicionado més alld de cual no se puede llegar. Seguin Aristoteles, es asi como lo grande y lo pequefo, siendo desiguales, pueden ser igualados mediante la apli- ‘tones platdnicas, Vit) dea palabra cdondrny; per esta inerpretaciém no es segura yl semido puede también admitc la inmovilidad dele tetra, 2 Metaisiea, My 8 2 Timeo, 31 07's. % M, 7, 1081 a 1 7 ‘Sean AnisTOcE¥ES (contemporineo de Arsotels), en sus Elementos de armo- ‘ia, Ul, B30, ed. Meibor, PERIODO HELENICO 129 i Uno y asi se obtendra la diada ideal, compuesta por dos ‘Aisladas, las dos son malas; pera su mercla hien proporcionada pro- duce la buena constitucién (693 d). 1Qué es lo que impide la decadencia (puesto que, como siempre, también aqui se trata del freno que detiene y no del progreso positi- vo)? Lo que la impide es la armonia entre la sensibilidad y la inteli gencia que juzga (689 a). La causa de la decadencia es que se toma justo a lo que se considera malo ¢ injusto y se ve con pesar lo que secomsidera justo. Por culpa de esta disposicién del espirtu, que cons- tituye la peor de las ignorancias, la ciudad no es ya, como deberia ser, «amiga de si misma» (701 d). Platon se da cuenta de que no basta la pura inteligencia, y es nece- saria también la inelinacién, una inclinacién libre y voluntaria. Por tanto, el legislador debe obtener el asentimiento, no por la violencia, sino por la persuasién (887 a). De ahi el uso de prélogos que explican fos motivos por los que hay que obedecer a las leyes (719 ¢-723 b). Esa exposicion de motives, que es también una predicacién moral, constituia una novedad en'Ia legistaci6n. Los resultados de esta manera de asegurar la estabilidad social me- diante una fe arraigada en los espiritus resultan especialmente claros en el libro X, referente a las creencias religiosas. La impiedad ¢s tra~ tada en él, ante todo, como un peligro social. El ateismo que Platén combate es el de los sofistas, que consideraban a los dioses como in- venciones humanas (891 b-899 a). Los negadores de la providencia, quienes él refuta, no son teéricos, sino gentes que dan libre curso @ sus pasiones porque no creen que la justicia divina intervenga en

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