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Perspectivas europeas para una

CRIMINOLOGIA

CRITICA

Pe
Perspectivas europeas para una .
CRIMINOLOGÍA
CRÍTICA
RENÉ VAN SWMNINGEN
Profesor de C1iminología Comparada

Universidad de Rotterdam - Holanda

Perspectivas europeas para na


"

CRIMINO LOGIA

CRÍTICA

Traducción directa del inglés por


SILVIA SUSANA FERNANDEZ

Versión revisada por


CARLOS ELBERT

20 1 1
S'ulr'o César Ya/ra- Editor
PRóLOGO .......... .

Colección: Memoria Criminológica, N° 8


Dirigida por: Carlos Alberto Elbert, profesor de Derecho Penal y l. ¿QUÉ ES 1
Criminología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la II. LA CRISIS
Universidad de Buenos Aires. l. Crisi
Coordinada por: Flavia Valgiusti, docente de la Carrera de 2 . Crisi
Especialización en Derecho Penal y del Curso de Actualización en III. PoR QUÉ ,
Derechos del Niño, Universidad de Buenos Aires.
IV. EL CONTEr
l.S.B. N.: 978-9974-676-74-9

EL VA U
l. EL VALOR 1
En Buenos Aires, República Argentina:
:l:) Euros Editores S.R.L.
II. EL VALOR 1

Av. Congreso 4744 (C 1 4 3 1AAP) - Tel./Fax: (0054 1 1 ) 4522- 1 483 III. EL VALOR [
e-mail: eurosedi tores@fibertel. com. ar IV. EL VALOR I
www.euroseditores.com V. LAS CULTU.
VI. LAS CULTUI
En Montevideo, República Oriental del Uruguay:
VII. TIPOS IDEA
•JJ
B de F Ltda.
Buenos Aires 67 1 (CP 1 1 000) - Tel./Fax: (005982) 9 1 6-5238 VIII. LA TOLERA
e-mail: bdef@netgate. com.uy IX. ¿COERC!Ól\
www .editorialbdef.com

Hecho el depósito que establece la ley. Derechos reservados.


CRIM,
Encuadernado por: Encuademación Latino América - Tel.: 4222-8040
Impreso en la Argentina, en el mes de septiembre de 20 1 1 por: l. LA EscuEL,
Mac Tomas, Murguiondo 2 1 60, tel . : 4686-0 1 06 EN EUROPA
( 1 440) Buenos Aires, República Argentina. JI. EL "PROGR,
ÍNDICE

PRóLOGO........................................................................ XI

CAPiTULO I

INTRODUCCI ÓN

l. ¿QUÉ ES LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA? ........................... . 3

lerecho Penal y
I l. LA CRISIS DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA ........................ . 7

3.S Sociales de la
l. Crisis analítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

:arrera de 2. Crisis ideológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Actualización en III. PoR QUÉ VALE LA PENA REVALUAR LA CRIMINOLOGíA ........ . 12

IV. EL CONTENIDO DE ESTA OBRA ... .... ..... .... .................... 16

CAPiTULO II

EL VALOR D E LA CRIMINOLOG ÍA COMPARADA


l. EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA.................... 21

I l. EL VALOR DE LA TEOR!A CRÍTICA.................................. 24

III. EL VALOR DEL DERECHO .......................................... 27

4522- 1 483
IV. EL VALOR DE LAS COMPARACIONES INTERNACIONALES ........ 32

V. LAS CULTURAS NORTEAMERICANA Y EUROPEA COMPARADAS . 34

VI. LAS CULTURAS DEL CONTROL SOCIAL ............................ 38

VIl. TIPOS IDEALES DE JUSTICIA PENAL EN EUROPA................ 42

VIII. LA TOLERANCIA COMO CONTROL SOCIAL: EL CASO HOLANDÉS 47


1 6-5238 IX. ¿COERCIÓN PENAL TOLERANTE? ................................. . 49

Capítulo III

ervados. LAS PRIMERAS C RÍTICAS

CRIMINOL ÓGICAS A LA REFORMA PENAL

l.: 4222-8040
le
l. LA EscuELA MoDERNA DE CIENCIAS PENALES INTEGRADAS
2 0 1 1 por:
EN EuROPA .................... : . . .· . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

JI . EL "PROGRAMA DE MARBURGO" DE FRANZ VON LISZT ...... 58

VI RENÉ VAN S WAANINGE N


VI. LA TEORíA I
III. EL MoDERNA .......

DESARROLLO POL!TICO DE L A EscuELA 64


l. Crisis
l. La ambigüedad de la Escuela Positiva italiana . 64
VII . Los ACADÉ
IV. LA "CIENCIA TOTALIZADORA DEL DERECHO PENAL" ALEMANA
PODER DEL
(GESAMTE STRAI"RECHTSWISSENSCHAFT) .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
67
V. EL "POENAAL POSITIVISME" BELGA .............................. . 70

VI. EL "NIEUWE RICHTlNG" HOLANDÉS .............................. . 72

VII . TENTATIVAS DE INTEGRACION DURANTE LA POSGUERRA ..... . . 77

VIII. DÉFENSE SOCIALE NOUVELLE: UN IMPULSO HUMANISTA ...... 78

IX. CRiTICAS EN IDIOMA ALEMAN AL RACIONALISMO PENAL ..... . . 80


J. LA EMANCJP,
II. Los ANÁLISI:
Capítulo IV
III. EL GARANTJ
IV. LA PERSPEC
LOS PREC URSORES DE LA

CRI MINOLOG ÍA CR ÍTICA


V. EL LLAMAMII
HERMAN B I,
J. Los SOCIALISTAS Y LA JUSTICIA PENAL.......................... . 85
VI. LA PERSPECTI
l. Willem Bonger, socialista y sociólogo . . . . . . . . . . . . 86
VIL LA JUSTICIA
2 . La crítica radical a la punibilidad de
Clar:a Wichmann . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

3 . El fundamento materialista de la penalidad LC


moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . .
94 LA REF
4 . Los aspectos humanitario y autoritario de la
l. THOMAS MA·
Defensa Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

NORUEGA ...
5 . Las advertencias de Bonger respecto del
II. Los GRUPOS
autoritarismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

III. GRUPOS PARJ


6 . Los desarrollos criminológicos de posguerra . . 1 03

IV. M ICHEL Fo u
7 . La criminología y el campo del derecho penal 108

V. E L CASO !TAL
8. Las ciencias penales integradas en Leiden . . . . . 1 10
CLASES .......
9. La Escuela de Utrecht . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 12
VI. LA LUCHA CA
1 0 . Hacia la criminología critica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 14
DEMOCRACIA
VII. Los GRuPOs
Capítulo V
l. La "Co<
EL MOSAICO DE LA
2 . BWO (<=
CRIMINOLOG ÍA CR ÍTICA E UROPEA
3 . VOICE
J. EL IMPERIO BRITÁNICO Y LA CRIMJNOLOG(A CRITICA ......... . 123
VIII. EL ACTIVISMO

II. EL GRuPo EuROPEO PARA EL EsTuDio DE LA DESVIACION IX. L.A. LUCHA CAF

Y EL CoNTROL S oc iAL . .. . .
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
X. LA LUCHA CAF

lii. LA CRIMINOLOG(A CRITICA ALEMANA .............................. 137


CJVILIZATORJO

IV. LA CONEXION BELGA CON EUROPA LATINA ................... . . 1 48


XI . LAS ALTERNA1

V. LA CRIMINOLOGIA POSITIVISTA FRANCESA Y LA TEORIA CRITICA 1 52


LA .o\MPLIACIO
Í NDICE VII

VI. LA TEORÍA ITALIANA DE LA DESVIACIÚN . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

RNA . . . . . . . 64 l. Crisis, ¿qué crisis? . . . . . . . . . . . . . . • . . . . • . . • . . • • . . • • . . • . . . . . 1 64

italiana . 64 VII. Los ACADEMICOS CRÍTICOS ESPAÑOLES: GUARDIANES DEL


ALEMANA PODER DEL EsTADO . . . . . . . . . . • • . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167

· · · · · · · · · · · · ·
67
· · · · · · · · · · · · ·
70 CAPÍTULO VI

· · · · · · · · · · · · ·
72 LA J USTICIA PENAL
;;RRA . . . . .. . 77 COMO PROBLEMA SOCIAL
'liSTA . . . ... 78
l. LA EMANCIPACIÚN DE LA CRIMINOLOGÍA . . ..... . . . . ....... . . ... . . 176

'NAL ....... 80
Il. Los ANÁLISIS DE CLASE DE LA ESCUELA DE GRONINGEN . . . . 18 1

III. E L GARANTISMO LEGAL DE LA NUEVA ESCUELA DE UTRECHT 184

IV. LA PERSPECTIVA ABOLICIONISTA . ... .... . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .... . 1 87

V. EL LLAMAMIENTO ÉTICO A LA DESPENALIZACIÚN DE


HERMAN BIANCHI . . . . . . . . . . . . . ... . . ..... . . . . . . . . . . . . ..... . . . . . . . . . . . 190

· · · · · · · · · · · · ·
85 VI. LA PERSPECTNA DE LA DECRIMINALIZACIÚN DE LoUK HULSMAN. 199

) . . . .. . . . . . . . 86 VII. LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL . . . . . .. . . . . . . ... . . . 209

· · · · · · · · · · · · ·
91 Capítulo V II

:nalidad LOS GRUPOS DE PRESI ÓN PARA


· · · · · · · · · · · · · ·
94 LA REFO RMA PENAL RADICAL EN E UROPA
1rio de la l. THOMAS MATHIESEN Y EL MOVIMIENTO ABOLICIONISTA EN
· · · · · · · · · · · · · · 98 NoRUEGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . • . . . • . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . 2 16

o del Il. Los GRUPOS BRITÁNICOS RADICALES DE PRESIÚN . . . . . . . . . . . . 2 19

· · · · · · · · · · · · · ·
99 Ill. GRUPOS PARA LA REFORMA PENAL RADICAL EN ALEMANIA . . . 225

;guerra . . 103 IV.MICHEL FOUCAULT Y LOS GRUPOS DE PRESIÚN FRANCESES. 231

ho penal 108 V. EL CASO ITALIANO: LA LUCHA CARCELARIA COMO LUCHA DE


eiden . • . . . 110 CLASES . . • . . . . • • . . . . . . . . . . . . . • . • . • • • • • • • • • . • • . . • . • • . . . . . • • . . . . . . . . • . . . . 237

· · · · · · · · · · · · · ·
1 12 VI. LA LUCHA CARCELARIA EN ESPAÑA COMO LUCHA POR LA
· · · · · · · · · · · · · ·
1 14 DEMOCRACIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . 240

VII. Los GRUPOS DE PRESIÚN HOLANDESES. . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . 246

l. La "Coornhert Liga" para la reforma penal . . . 247

2 . BWO (el sindicato de los presidiarios) . • . . . . . . . . . 252

•PEA 3. VOICES: el momento positivo en la crítica penal 256

VI II. EL ACTIVISMO PENAL: ALGUNAS CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . • .


259
!CA . . . . . . . . .. 123
IX. LA LUCHA CARCELARIA COMO LUCHA DE CLASES . . . . . . . . . . . . . . 261

)ESVIACIÚN X. LA LUCHA CARCELARIA COMO EXPONENTE DEL PROCESO


· · · · · · · · · · · · · · ·
1 34
CIVILIZATORIO . . . . ... . . . . . . . . . ..... . .. . . ... . . . . . ... . . ...... . . . . ... . . . . 261

LA S ALTERNATIVAS A LA PRISIÚN, LA REFORMA NEGATIVA Y


· · · · · · · · · · · · · · ·
1 37
Xl.
· · · · · · · · · · · · · · ·
148
LA :\MPLIACIÚN DE LA RED PENAL . . . ... . . . . ... . . . . . ........... . . .. 262

)RÍA CRÍTICA 1 52
VIII RENÉ VAN SWAANINGEN

XIJ. DEL COMPROMISO SOCIAL A LA POLÍTICA DE LOS DERECHOS 263

2. El se
XIII . LA DISPERSIÚN DEL "LOBBY" PENAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 264

esp a
XIV. E L CAMBIO DE POSTURA DE LOS MOVIMIENTOS DE REFORMA
3. ¿Un:
PENAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266

4 . La de
crím
VIII
CAPÍTULO
5 . Los ¡:
E L ANÁ LISIS CR ÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL
ester
l. EL NEOPUNITIVISMO Y EL TEMOR AL DELITO .................. . . 270
se eu
11. Los PRINCIPALES MODELOS DEL NUEVO SISTE.MA DE JUSTICIA 6. "Lo SI
PENAL ................................................................. . 272
el Es
l. Mayor orientación hacia la víctima . . . . . . . . . . . . . . . 273
7. La pr
2. El delito como tema central del debate público 274
8. Respc
3. Del delito al temor del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
9 . A mo
4. Mayor regulación administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 276

5. Intervención más proactiva . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . 276

6. E l rol de las nuevas técnicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277


EL
III . HACIA LA JUSTICIA ACTUARIAL................................... . . 2 79

IV. E L GERENCIALISMO Y LOS PRINCIPIOS JUR[DICOS ............. 286

l.
.

EL FEMINIS
V. EL NEOCONSERVADURISMO, LA "ALTERIDAD" Y EL POPULISMO
11. LA EMANCIF
PENAL ................................................................. . 29 1

III. EL VALOR S
VI. EL COMPAÑERO INSEPARABLE DEL MORALISMO PRAGMÁTICO 296

IV. Los PRINCH


A MODO DE CONCLUSION ........................................ . . 304

V. LAS NARRAT
PARTICIPATI1
Capítulo IX

VI. ¿ Los DEREc


LA CRIMINO LOG ÍA CR ÍTICA Y EL DEBATE

SOBRE LA SEGURIDAD P ÚB LICA

l. Los CRIMINOLOGOS CRÍTICOS Y SUS INTENTOS POR OBTENER


UNA NUEVA RELEVANCIA .......................................... . 307

l. CONCLUSiür
11. LA REAFIRMACION DE LA CRIMINOLOGIA CRITICA ............. . . 311

III. EL REALISMO DE IZQUIERDA Y LA ETIOLOGÍA SOCIAL DEL DELITO. l. Los lír


313

IV. EL NEOABOLICIONISMO Y LA CRíTICA DE LA PENA ............ 2 . La ree


. . 320

V. LA SEGURIDAD PÚBLICA: HACIA UN NUEVO BALANCE DE de la,


RESPONSABILIDADES................................................ .
3 . Las nu
333

VI. HACIA UN DISCURSO SUSTITUTIVO EN MATERIA_DE SEGURIDAD


penalt
PÚBLICA .............................................................. .
4. Los o b
336

l. Delito, riesgo, contravenciones, inseguridad,

Bibliogra fia . . . . . . . .
"ventanas rotas ", privación, conflictos . . . . . . . . . 337

ÍNDICE iX

ERECHOS 263 2 . El sentimiento de inseguridad y la erosión del


· · · · · · · · · · · ·
264 espacio público . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339

REFORMA 3 . ¿Un sistema ilimitado de control del delito? . 340

· · · · · · · · · · · ·
266 4. La decadencia del Estado de bienestar y la
criminalización de la política social . . . . . . . ; . . . . 34 1

5 . Los perfiles de riesgo y el riesgo de los


DAD PENAL estereotipos, la estigmatización y la desviación
270 secundaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343

·
· · · · · · · · · · ·

1E JUSTICIA
6 . "Lo social" : la comunidad, el gobierno lo cal y
272 el Estado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344

· · · · · · · · · · · ·

273 7. La privatización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 345

· · · · · · · · · · · ·

:público 274 8. Responsabilización y "derecho de propiedad" . 346

275 9. A modo de conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347

· · · · · · · · · · · ·

· · · · · · · · · · · ·
276
276 CAPITULO X

· · · · · · · · · · · · ·

277 E L DERECH O Y LA JUSTICIA SOCIAL


· · · · · · · · · · · · ·

· · · · · · · · · · · · ·
279 EN LA SOCIEDAD DEL RIESGO
· · · · · · · · · · · · ·
286 l. EL FEMINISMO Y LA "VICTIMALIZACION" DE LA MORALIDAD... 350

'OPULISMO II. L A EMANCIPACIÚN y EL "VICTIMISMO" . . . .. . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . 355

· · · · · · · · · · ·
· · 29 1 Ill. E L VALOR SOCIOLÚGICO DE LA S GARANTÍAS LEGALES ......... 358

1\GMÁTICO 296 IV. Lo s PRINCIPIOS JUR!DICOS Y L A CRIMINOLOGIA CRITICA . . . . . . 362

· · · · · · · · · · · · ·
304 V. LAS NARRATIVAS, E L DERECHO FEMINISTA Y L A JUSTICIA
PARTICIPATIVA . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365

VI . ¿Los DERECHOS HUMANOS COMO UNA ÉTICA POSMODERNA?. 37 1

EBATE
CA CAPITULO XI

R OBTENER
CONCLUSIONES
· · · · · · · · · · · ·
· 307 l. CONCLUSIONES TEÚRICAS .......................................... 38 1

· · · · · · · · · · · · ·
311 l. Los límites al instrumentalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381

)EL DELITO. 3 13 2 . La reevaluación de las herramientas analíticas


· · · · · · · · · · · · · ·
320 de la criminología crítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 386

C E DE 3 . Las nuevas orientaciones para los reformistas


· · · · · · · · · · · · · ·
333 penales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 39 1

>EGURIDAD 4 . Los objetivos de los criminólogos críticos . . . . . 396

· · · · · · · · · · · · · ·
336
guridad , Bibliografia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . .. .
. 405

tos . . . . . . . . . 337
Evitaré extenc
gar e ste libro, y e
público a René v
Holanda, y profe
ámbito latinoam
mente difundido,
ta de publica cion
España y alguna
y México ) .
El autor es un
teria que dicta en
casi irónica, ya qt
"los chinos de Eu
cia históri ca a rel
del mundo. Tal ve:
para que van Sw<
tilidad en las cor
aus culta, no sin ¡:
puedan tener sus
de Rusia hasta p,
sen cillamente im ¡:
diversidad en cult
mi cas. Sin embar
no sólo es úni ca e
ponsable contenid
opuestas, contradi
nología y el Dere cl
Personalmente,
pensamiento del
1'

PRÓLOGO

Evitaré extenderme sobre lo honroso que me resulta prolo­


gar este libro, y con centraré el esfuerzo en presentar a nuestro
público a René van Swaaningen, profe sor de Criminología en
Holanda, y profesor invitado en diversos otros países. En el
ámbito latinoamericano no ha sido, hasta ahora, suficiente­
mente difu nd ido, pese a su larga traye ctoria, su extensa lis­
ta de publi ca ciones en castellano, sus constantes estadías en
E spaña y algunas visitas a nuestra región (Argentina, Brasil
·

y Méxi co).
El autor es un espe cialista en criminología comparada, ma­
teria que dicta e ri la Universidad de Rotterdam, una referen cia
casi iróni ca, ya que los holandeses gustan llamarse a sí mismos
"los chinos de Europa", por su internacionalismo y su tenden­
cia históri ca a rela cionarse con todas las culturas y mercados
del mundo . Tal vez, esas condi ciones hayan sido fundamentales
para que van Swaaningen pueda in cursionar con tanta versa­
tilidad en las corrientes y autores de los diversos países que
aus culta, no sin plantearse rese rvas sobre las limitaciones que
puedan tener sus análisis. Como él señala, E uropa abarca des­
de Rusia hasta Portugal y desde Turquía hasta Islandia, y es
sen cillamente imposible para una sola persona comprender tal
diversidad en culturas, idiomas y tradi ciones políti cas y acadé ­
micas. Sin embargo, se podrá apre ciar que la tarea realizada
no sólo es única en la materia, sino que además ofre ce un res­
ponsable contenido interpretativo del cúmulo de informaciones
opuestas, contradi ctorias y materia de polémi cas entre la Crimi­
nología y el Dere cho.
Personalmente, me había interiorizado h ace una dé cada del
pen samiento del auto r, a t ravés del libro Critica[ Criminology,
XII CARLOS ELBERT

visions from Europe 1, que no tuvo


traducción al espa ñol, y que
­ entenderse com
lo que en Euro pa acon
me resultó una espe c ie de radiografía de ber, sino tambié
ento de la crisi s final
tecía en nuestra mate ria, en el mism o mom derarse conocirr
más de diez años , me
de la criminología crític a. Tran scurridos un au tor holam
iento s globa les
pre guntaba por la influ encia que los acon tecim del criminólogo
del autor . Afort una­
podr ían haber tenido sobre aque llas ideas de delito con e !:
go belga Ronn ie Lip­
dame nte, un amigo comú n, el crim inólo ponerle limite al
en, quien , entre
pens , me puso en contacto con van Swaa ning interacci on soci
prim er inter cam­
otros idiom as, habla también espa ñol. En este blemente, perde
guid a le prop use
bio, pude plan tearl e mis inquietud es, y ·ense más allá de abs1
, ampliadas en
que hicie ra una reelaboración de aque llas ideas es inútil para c t
Swaa ning en se
el senti do que él juzgase más conv enien te. Van creen que puede
o espe rand o la
inter esó de inme diato, casi como si hubi era estad blica y actúan s ;
y labor iosid ad pode mos
oportunid ad, y a resu ltas de su decis ión Va de suyo, e1
cable ment e tradu­
ofrec er hoy esta nueva obra en espa ñol, impe lores que fatalm
proce so nos ha
cida del inglé s por Silvia Fern ánde z. Todo e ste no sólo como he
el públ ico podr á
llevado más de tres años de trabajo, que , como sino también co1
apreciar, valieron la pena . Cabe aclarar ,
se trata de la
Cabe prevenir sobre el conte nido de este libro: fue una prepara
teorizar sobre lo
obra de un euro peo, que se limi ta a expo ner y que combinó est
ral bien dete rmin ado: Euro pa
que suce de en un espacio cultu minológicos y so
, para no
de la definición }
e star adver tidos
occid ental . En tal senti do, conv iene
de ideas centr ales,
caer rápidamente en la "tend encia copista" al mundo jurídic
rican os, que pa­
antiguo hábito de much os teóri cos latin oame por la lógica y la
su casa , pero
recen sube stima r lo que ocurre en la esqu ina de subraya, certera
lo que se. elabo ra en los paíse s centrales,
repite n prolijamente mostrar la falsed
problemáti­
para ofrecerlo aquí como pana ceas para nuestras jurídica, porque
, más allá de tal adver tencia, las
cas. En este caso, creemos que una estipula Ción
ninge n son tan esenc iales y
inquietudes e ideas de van Swaa tivo, mientras qu
prese nte crimi nológ ico,
profu ndas para la discu sión teórica del empíricos y func
diver sos tema s, ca­
que segu ramente arroj arán lu z sobre muy ría por, qué esta
de la ident idad
racterizados por su unive rsalid ad; la búsq ueda malinterpretaron
de la crimi nolog ía es uno de ellos y, se guram ente,
ep istemológica tal sentido, la pe
no sólo debe
el más impo rtant e. Para el autor, la epistemología rescata, afirmanc
la ctó -en numero:
y los reformadon
instrumento más
VAN SWAANJNGEN, Rene, Criminología
1
crítica, visiones desde Europa, porque hoy existe
'
SAGE Public ations , Londr es, 1997. treinta años atrá
PROLOGO XIII

1 al español, y que entenderse como u na investigación acerca de qué podemos sa­


te en Europa acon ­ ber, sino también de cómo se determina aquello que debe consi­
tto de la crisis final derarse conocimiento válido. En este sentido, rescata a Kempe ,
s de diez años, me un autor holand és poco conocido aquí, quien esbozó el dilema
:cimientos globales del criminólogo ante la definición más adecuada del concepto
el autor. Afortuna­ de delito con estas palabras: "El criminólogo se ve obl igado a
belga Ronnie Lip- ponerle límite al objeto de la criminología. Si quiere incluir toda
[ngen, quien, entre .
interacci on social y conducta humana en su estudio, inevita­
:e primer intercam ­ blemente, .perderá contacto con la realidad y no podrá moverse
seguida le propuse más allá de abstracciones generales sobre "lo antisocial", lo que
jeas, ampliadas en es inútil para cualquiera. Por otra parte, hay criminólogos que
!an Swaaningen se creen que pueden pasar por alto las nociones de moralidad pú­
!stado esperando la blica y. actúan simplemente como contadores, nada más".
)Oriosidad podemos Va de suyo, entonces, que se impone u na discusión sobre va­
ecablemente tradu­ lores que fatalmente debería empujarnos a analizar el derecho,
:ste proceso nos ha no sólo como herramienta política (así se hace habitualmente),
mo el público podrá sino también como estructura axiológica.
Cabe aclarar que la formación holandesa de van Swaaningen
libro: se trata de la fue una preparación bastante inusual en nuestro espacio, por­
r y teorizar sobre lo que combinó estudios de derecho con otros específicamente cri­
:terminado: Europa minológicos y sociológicos. E sto hace que afronte los problemas
advertidos, para no de la definición y el castigo sin la frecuente "alergia sociológica"
de ideas centrales, al mundo jurídico y, por el contrario, con un profu ndo interés
mericanos, que p a­ por la lógica y las posibilidades de esas construcciones. Por ello
na de su casa, pero subraya, certeramente, que la evaluación empírica puede de­
os países centrales, mostrar la falsedad de una teoría sociológica, pero no la de una
.uestras problemáti­ jurídica, porque en el ámbito del derecho una teoría se basa en
: tal advertencia, las una estipulación filosófica y funciona como un estándar norma­
on tan esenciales y tivo, mientras que las teorías sociológicas se basan en análisis
sente criminológico, empíricos y funcionan como marco interpretativo. Ello explica­
diversos temas, ca- ría por, qu é estas dos tradiciones académicas colisionaron y e
leda de la identidad malinterpretaron tantas veces. En el capítulo quinto relata, en
llos y, seguramente, tal sentido, la postura adoptada por los críticos italianos, que
nología no sólo debe rescata, afirmando que el debate sobre la coerción penal se tras­
ladó -en numerosos países- al ámbito de la disciplina jurídica,
y los reformadores penales también encontraron en la ley un
instrumento más útil que los modelos sociológicos del conflicto,
visiones desde Europa, porque hoy ex {ste un sistema de justicia muy distinto al de hace
treinta añós atrás, indicativo de que la lógica de !a justicia penal
XIV CARLOS ELBERT

cambió totalmente, y que muchos de los principios clásicos, nor­


mativos, del derecho penal han sido suplantados por categorías una postura ec
chazando otro
empíricas de e fectividad.
varias cuestio n
En el contexto de la globalización, alarman las observaciones
de van Swaaningen, denunciando que los criminólogos críticos, El autor ad1
al igual que los teóricos posmodernos, son afectos al decons­ cionan sin alg1
truccionismo, especialmente de la gran narrativa del derecho, y parece inútil s •
menor control s
que esa actitud los encierra una y otra vez en la tor re de marfil.
qué clase de c1
Además, se señala que los criminólogos críticos tienen algo en
correctivo, pun
común con los partidarios de la justicia a ctuaria!: juzgar el de­
Las preocu ¡:
recho penal por su función instrumental, ignorando su aspecto
construir una
protector, mientras los procedimientos legales se "simplifican"
cual los "parárr.
para aumentar la "eficiencia" del sistema. Por ello, la teoría nor­
to de referencia
mativa, jurídica, parece necesaria, justamente para salvar a la
O tro aspectc
criminología de un ethos totalmente utilitario. Sostiene nuestro
que recibe el ro l
autor, en suma, que la reevaluación del valor sociológico de las
con el que plan ;
garantías legales y la cultura de los derechos humanos, la jus­
los casos "Blurr
ticia particip q.tiva y las estructuras procedimentales narrativas
algo que se olvi
facilitadoras del discurso moral práctico constituyen intentos
dades de las víc
de formular una visión crítica, plural, de la moralidad , que se
que debe suced1
adecue a la cultura actual.
ferentes reaccio
Otros aspectos que este libro trata con detalle y profu ndidad
No menos rel·
son: el e stado actual de las penas, las prisiones y de los mo­
derechos humar
vimientos activistas para limitarlas o abolirlas. Dentro de tal
esa materia co rr.
relato, los análisis del abolicionismo en general, y del holandés
cercano a la ide:
en particular, son muy amplios, reveladores y novedosos. Eso
bre el tratamien1
sí, desde nuestra perspectiva resulta pesimista, c omo indicador,
especial los espc
que Holanda era, entre 1975 y 2005, el país con mayor creci­
Al finalizar la
miento proporcional de detenidos ¡de toda Europa occidental!
tinoamericanos
El empeoramiento de las condiciones carcelarias a nivel global
local de la crimi
resulta mucho más dramático aún si se toma en .cuenta la co­
un tema fundai
rrecta advertencia de que los reformistas penales se dirigen (con
mucho más coy
su discurso y su resistencia) a un círculo allegado cada vez más
de ideas política
pequeño, problemática similar a la que padecen los juristas crí­
modo dispar, sin
ticos en las universidades.
retazos teóricos 1
La disección de realidades acuciantes para una criminología
crítica de la era global se desplaza también por una categoriza­
ción minuciosa de las políticas criminales de la posmodernidad :2
ELAERT, Carlos
2001/2007, BdeF, l'v
y sus efectos. Ante la posmodernidad, van Swaaningen adopta
PROLOGO XV

ipios clásicos, nor­ una postura ecléctica, asumiendo algunos de sus planteas y re­
dos por categorías chazando otros, para aferrarse a la defensa de lo " Moderno" en
varias cuestiones sustanciales.
t las observaciones El autor admite la fatalidad de que las sociedades no fun ­
ninólogos críticos, cionan sin alguna forma de control social, y que, por l o tanto,
3.fe ctos al decons­ parece inútil seguir debatiendo sobre la necesidad de mayor o
tiva del derecho, y menor control social, sino que la tarea de la hora es preguntarse
la tor re de mar fil. qué clase de control social se prefiere: preventivo, integrativo,
:os tienen algo en correctivq, punitivo, represivo, etcétera.
uial: j u zgar el de­ Las preocupaciones éticas de van Swaaningen apuntan a
)rando su aspecto construir una política de seguridad socialmente justa, para lo
s se "simplifican" cual los "parámetros civilizatorios" de Norbert Elías son su pun­
ello, la teoría nor­ to de referencia constante a lo largo del trabajo.
e para salvar a la Otro aspecto relevante de este libro es el lúcido tratamiento
. Sostiene nuestro que recibe el rol de las víctimas de delitos, en plena coincidencia
sociológico de las con el que planteamos, en referencia a la realidad argentina, en
humanos, la jus­ los casos "Blumberg" y "Cromañón" 2. Van Swaaningen destaca
:ntales narrativas algo que se olvida con mucha ligere za, esto es, que las necesi­
stitu yen intentos dades de las víctimas son insaciables y la pregunta acerca de lo
noralidad, que se que debe sucederle al acusado no puede quedar sujeta a las di­
ferentes reacciones (ni a la manipulación política demagógica) .
Jle y profundidad No menos relevante es el tratamiento dado a la cuestión de los
nes y de los mo­ derechos humanos, por considerarse actualmente los tratados en
:ts. Dentro de tal esa materia como una moral codificada, y por lo tanto, un punto
tl, y del holandés cercano a la idea del Derecho Natural. Se agrega un análisis so­
f novedosos. Eso
bre el tratamiento que dieron al tema los criminólogos críticos, en
, c omo indicador, especial los esposo s Schwendinger y Alessandro Baratta.
con mayor creci­ Al finali zar la lectura de este libro, nos puede quedar a los la­
lropa occidental! tinoamericanos la sensación de que, a diferencia del desarrollo
ias a nivel global local de la criminología crítica, donde la cohesión ideológica era
en .cuenta la co­ un tema fundame ntal, la evolución europea fue una cuestión
s se dirigen (con mucho más coyuntural y académica. No hubo allá un corpus
tdo cada ve z más de ideas políticas fundamentales que luego se desarrollaran de
1 los juristas crí-
modo dispar, sino, lisa y llanamente, abordajes locales, tomando
retazos teóricos que les pudieran ser útiles para cada coyuntura.
1na criminología
· una categoriza­
2 ELFlERT, Carlos y otros, Inseguridad, víctimas y victimarios, Argentina
. posmodernidad
taningen adopta 2001/2007, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2007.
XVI CARLOS ELBERT

La base "marx ista" o "socialista" europea tuvo, en efecto, más de nuestro mu nd c


contenido romántico (totalmente vago e impreciso) que de com­ cia" ha tomado
promiso militante para un cambio social inminente, como acon­ Van Sw aa ni
tecía en la América Latina de los años setenta y ochenta, obli­ nól ogo s crít ico
gando aquí a posturas ideológicas más radicalizadas y compro­ de hac erlo cad
metidas, según la dicotomía dictadura-democracia, o el objetivo real ista par tir
revolución-liberación. Pienso que esta circunstancia impulsó a con sideracione :
algunos europeos, como Baratta, a asumir en nuestra región sent imie ntos , ic
compromisos que en Europa permanecían más encerrados en lo Lamento hal
académico, con mayor o menor nivel de abstracción. Este con­ resistido la ten 1
traste resulta casi una caricatura, cuando aquí se relata que los pero las amplia
participantes de un encuentro crítico en Florencia "se unieron inevitablement e:
a una manifestación contra el golpe de Pinochet, y expresaron estoy convencid
su solidaridad con la resistencia obrera chilena". En realidad , la nivel para la cri
producción de la criminología latinoamericana no ha desperta­
do interés alguno en Europa, y menos aún en España.
Van Swaaningen nos cuenta una historia no contada con an­
terioridad, sobre toda la criminología crítica europea, y procura
conducir al lector hacia una nueva perspectiva, bastante diferen­
te de la que floreció en las décadas de 1960 y 1970. Para ello, se
remonta hasta los orígenes en Inglaterra, mediante una detalla­
da historia del nacimiento de la NDC (Conferencia Nacional de
la Desviación), y aporta elementos sumamente interesantes para
caracterizar aquel momento histórico y teórico en las islas britá­
nicas. Van Swaaningen cree que, en cambio, en el continente la
crisis de la criminología critica no fue tan profunda, porque allí
se mant Uvo mejor el vínculo con el interaccionismo simbólico y el
rol socio-polític o del derecho en la protección de los valores n or­
mativos democráticos y de los grupos más vulnerables.
Y para finalizar, destaco que, tras el objetivo de construir
una política de seguridad socialmente justa desde la criminolo­
gía, van Swaaningen nos entrega también un conjunto de pro­
puestas, encabezadas por la advertencia de que los programas
basados en la obtención de resultados pueden ser fácilmente ab­
sorbidos por políticas totalitarias. La tarea de los criminólogos
resultaría, entonces, insustituible, siempre y cuando reordene
su conformación epistemológica y se concentre en la buena in­
vestigación. La c riminología crítica, por haber enfocado su aná­
lisis en el Estado, perdió de vista -dice- la cuestión central de
PROLOGO
XVII

. en efecto, más de nuest ro mundo globalizado, en el cual el "gobie rno a la distan­


:ciso) que de com­ cia" ha tomado el luga r de la política tradicional.
nente, como acon­ Van Swaaningen sostiene que se ría p refe rible que los c rimi­
a y ochenta, obli­ nólogos c ríticos invita ran al E stado a inte rvenir más, en luga r
.lizadas y compro­ de hacerlo cada vez menos. Y, por cierto, pa rece una actitud
rada, o el objetivo real ista partir de que las decisiones pol íticas no se basan en
stancia impulsó a consideraciones racionales o investigaciones científicas, sino en
en nuestra región sentimientos, ideología partida ria y conveniencias políticas.
s ence rrados en lo Lamento habe rme excedido en esta p resentaci<_)n , y no haber
racción. E ste con­ resistido la tentación de glosa r algunas de su s i deas centrales,
.lÍ se relata que los pero las amplias y ricas reflexiones de la obra lo han impuesto ,
encia "se u nie ron inevitablemente. Sintetizando mis puntos de vista sobre la obra,
:het, y expresaron estoy convencido de que se trata de un aporte teó rico de primer
ta". En realidad , la nivel pa ra la c riminología del siglo XXI.
ta no ha despe rta­
t E spaña.

10 contada con an­


Carlos Elbe rt
!U ropea, y procu ra Buenos A i res, febrero de 2 0 11.
t, bastante diferen-

1970. Para ello, se


iiante una deta lla­
rencia Nacional de
interesantes para
) en las islas britá­
en el continente la
)fu nda, porque allí
Lismo simbólico y el
de los valores n or­
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de esta obra es
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temológica son :
criminología co r
La recuperac
desafiar la disu :
de campo de tra
la criminología <
cosas han caml
tic a y la práctic
resultar insoste
aquellos elemen
salvar, y revisar
debemos analiz:
CAPÍTULO I

INTRODUCCI ÓN

Si bien los presupuestos y fundamentos epistemológicos y po­


líticos de la criminología fueron cuestionados en la década del 70,
los años ochenta se caracterizaron por una tendencia a "volver a
la normalidad", es decir, al positivismo. En la actualidad, la ma­
yoría de los criminólogos europeos se encuentran ocupados en in­
vestigaciones diseñadas por la lógica, el idioma y las prioridades
de la coerción penal, dirigidas a obtener una utilidad práctica a
los fines de la política criminal, encargadas por la administración
de justicia, los gobiernos locales, bancos, compañías de seguros
y otros representantes de empresas privadas. En este contexto,
la pregunta punzante es la siguiente: ¿es todavía necesaria una
perspectiva critica, teórica en la criminología? ¿O es suficiente
que los criminólogos se dediquen a la así llamada investigación
"libre", sin desafiar la ideología del control del delito? La premisa
de esta obra es que no podemos confinarnos a instancias tan
funcionalistas y positivistas, y que la reflexión y la crítica epis­
temológica son indispensables para el desa rrollo científico de la
criminología como disciplina académica.
La recuperación de la criminología crítica es necesaria para
desafiar la disuasiva ética utilitaria y; así, preservar su estatus
de campo de trabajo académico independiente. Desde el auge de
la criminología crítica, a comienzos de la década del 70, muchas
cosas han cambiado tan drásticamente en la sociedad, la polí­
tica y la práctica penal, que algunas de sus posiciones pueden
resultar insostenibles. El propósito de este libro es recuperar
aquellos elementos de la criminología crítka que valen la pena
salvar, y revisar los que ya no pueden ser sostenidos. Para ello ,
debemos analizar, en primer lugar, las raíces históricas la cri­
2 RENE VAN SWAANINGEN

minología crítica. ¿Bajo qué conqiciones pudo desarrollarse un ticia socia l est;
contraparadigma y cómo perdió nuevamente esta posición? El med idas concr·
punto de partida analítico se encuentra, por lo tanto, en la lla­ cond ucida s po
mada crisis de la criminología crítica, situada en la "cumbre en algu nos me
del cambio" de la era de posguerra, signada por la "inclusión , la fesion ales que
riqueza y el conformismo", y el "individualismo, la diversidad y ser hum anitar
la reconstrucción a gran escala de los valores aceptados", predo­ debería ser ac(
minantes en los últimos veinticinco años del siglo XX, durante tido, tanto en e
los cuales "los pilares de la sociedad: la familia, el trabajo, la no podemos in
nación y hasta la riqueza misma, fueron cuestionados y dejaron del delito y del
de ser obvios" (Walton y Young 1966). Debe hacerse también es, al meno s, t
un análisis de los consecuentes cambios en la política criminal una realizaciór
para evaluar cuál podría ser la contribución más relevante de la abstracta de ju
criminología crítica en la era actual. nos, los que pa
En lugar de ceñirse a la crítica negativa de la política estatal comp artid os co
del control del delito -que dominó el proyecto crítico durante fundamento no
los últimos años de la década del 70-, parece un desafío ma­ justicia social y
yor presentar una visión alternativa de la justicia. La visión de en una aprehe1
cómo podría ser una criminología crítica revaluada -hipótesis les" e n las socü
que se desarrolla en ste libro- debería implicar un "discurso de instru ment alisJ
reemplazo", es decir, una perspectiva que "no sea simplemente Retomando
de crítica y oposición, sino que suministre una visión crítica, europea, la bú:
pero alternativa a la vez" (Henry y Milovanovic 1996: 2 05). Este notablemente ir
discurso de reemplazo comienza en las bases normativas y epis­ no existe un lib
temológicas de la criminología crítica: la crítica de la j usticia visiones y debai
penal debe incluir una crítica del contexto socio-político y las nerlos a un p ú
alternativas del control penal deben basarse en visiones de una más profundo e
sociedad más justa respecto de la distribución de las riquezas y peo. Así, este lit
las oportunidades. Dentro de esta premisa, tres temas centrales europea que no
en la política criminal actual, como son la prevención del delito, lector a una nu
la posición de la víctima y el valor d .las garantías legales, se que floreció en 1
encuentran sujetos a la clásica piedra de toque de la crimino­
logía crítica: la demanda de justicia social. Esto implica u na l. ¿QuE ES LA CRI

distribución materialmente equitativa de la seguridad social y Como perspe


la protección legal, entre todos los segmentos de la sociedad. crítica es un pn
Un concepto indefinido como el de justicia social podría li­ época, abarca d
mitarse, meramente, al eslogan "sentirse bien". Al aplicarlo a te en el medio
los tres temas antes mencionados, espero e vitar este riesgo. El esa década acer
objetivo principal de hacer explícito el principio rector de la jus­ nología, porque ,
lNTRODUCCION 3

io desarrollarse un . social está basado en el reconocimiento de que las ideas y


tici a
.e esta p osición? El medidas concretas en la esfera de la justicia penal son siempre
lo tanto, en la Ha­ conducidas por un metadiscurso que parece "flotar en el aire"
ada en la "cumbre en algunos momentos. Es opinión común entre las elites pro­
por la "inclusión, la fesionales que la c oerción penal necesita, en primer término, .
.mo, la diversidad y ser humanitaria, y luego, "uno" siente que el aspecto punitivo
; aceptados", predo­ debería ser acentuado. La "justicia" es un concepto c ontrover­
:1 siglo XX, durante tido, t"anto en el sentido analítico como p olítico, y, sin embargo, ·
no podemos imaginarnos prescindir de él si queremos hablar
del delito y del c ontrol del delito. El concepto de justicia social
milia, el trabaj o, la
stionados y dejaron
1e hacerse también es, al menos, un poco más concreto, porque enfatiza que sólo
la política criminal una realización material puede otorgar credibilidad a la n oción
más relevante de la abstracta de justicia. Lo mismo vale para los derechos huma­
nos, los que parecen ser uno de los p oc os pilares de moralidad
le la p olítica estatal compartidos colectivamente en nuestra era. La búsqueda de un
:cto crítico durante fundamento normativo de la criminología crítica en la noción de
:!Ce un desafío ma­ justicia social y la cultura de los derechos humanos está basada
tsticia. La visión de en una aprehensión de lo criminóg_eno, en tendencias "asocia ­
valuada -hipótesis les" en las sociedades europeas y en u n ilimitado, "inhumanO",
::ar un "discurso de instrumentalis o p olítico de la ideología del control social.
10 sea simplemente
Retomando específicamente la historia de la criminología
europea, la búsqueda de visiones alternativas de justicia está
una visión crítica,
notablemente imbuida de observaciones teórico-legales. Todavía
·vic 1996:205). Este
no existe . un libro que se refiera a las tradiciones intelectuales,
:; normativas y epis­
visiones y debates europeos sobre criminología crítica. Al expo­
rítica de la justicia
nerlos a un público internacional, espero provocar un interés
socio-p olítico y las
más profundo en las criminologías críticas del c ontinente euro­
, en visiones de una
peo. Así, este libro cuenta una historia acerca de la criminología
)n de las riquezas y
europea que no ha sido c ontada con anterioridad, y conduce al
res temas centrales
lector a una nueva perspectiva crítica, bastante diferente de la
revención del delito,
que flo eció en las d écadas del 60 y 70.
arantías legales, se
>que de la crimino­
l. ¿QUÉ ES LA CRIMINOLOG!A CRITICA?
. Esto implica una
seguridad social y Como perspectiva claramente diferenciada, la criminología
s de la sociedad. crítica es un producto de "los sesenta" -una década que, c om o
:ia social p odría li­ ép oca, abarca desde 1963 hasta 1973, destacándose claramen­
'ien". Al aplicarlo a te en el medio el mítico año "1968". Los cambios sociales de
vi· tar este riesgo. El esa década acentuaron particularmente el debate en la crimi­
pi o rector de la jus- n ología, p orque esta disciplina se encuentra, más que cualquier
4 RENE VAN SWAANINGEN

otra ciencia social, en la intersección del orden y el desorden,


ignoran otros ·

de la ley y la moralidad. En más de u n aspecto, la repentina


la c orriente pr
explosión de producción intelectual que tuvo lugar en el período
poca atención
1968- 1975 puede ser vista no tanto como u na serie de "descu­
que varios del
brimientos" producidos dentro del debate académico, sino c om o
violencia sexu.
señal evidente del cambio hacia l a modernidad p ostrera que se
parte del E sta•
desarrollaba en el mundo cercano a la academia, "dado que es
investigación, •

en tiempos de cambio cuando se producen las revisiones funda­


Según los e
mentales de la ortodoxia académica" (Walton y Young, 1996).
problema del e
Una generación más j oven de crimi i1ólogos sostiene que las socioeconómic
tradiciones dominantes en la disciplina reducen el problema lo contrario: re
del delito a un problema de una clase particular de individuos licia se interes;
desagradables y, de ese modo, defienden el orden social c on­ sociales bajas.
vencional. La corriente principal de la criminología describiría sobrerrepresen
el delito como una conducta que deriva del libre albedrío del control social,
delincuente, o bien que es producto de sus defectos patológicos. ducente, porqt:
Las intervenciones penales dirigidas a la retribución o a la c o­ los grupos má
rrección de los malhechores son consecuencia de este enfoque al discurso eti
individualizante. Los críticos c onsideran que ésta es u na visión cionales, los ju
sociológica deformada, y sostienen que el grueso del problema han demostrad
del delito está constituido p or delitos c ontra la propiedad, que y han revelad o
prácticamente no tienen nada que ver c on algún defecto patoló­ curso concerní
gico y son -simplemente- el producto de. una elección racional, nivel sociológic
en tanto formas latentes de resistencia c ontra un orden social Los criminé
injusto. E stos críticos consideran los delitos de escasa gravedad, con la te oría s1
básicamente, c omo u n subproducto del capitalismo, que genera la te oría crític.:
"necesidades" c onsumistas y privación relativa. Ar describir el cho muchas re
delito c omo "desviación", los criminólogos críticos quieren se­ mana de socio]
ñalar la naturaleza p olítica de las causas del delito, del propio trabajado explí
concepto de delito y de las políticas de c ontrol . M ás que estu­ propio c ometid
diar el delito como u n problema que algunos individuos o gru­ p ostulados cen
pos particulares representan para la sociedad, los criminólogos científicas sierr
deberían estudiar la desviación, la normalidad y el desorden la ciencia pued
c omo un problema de la sociedad en un sentido más estructu­ inspiración teó
ral. Un objetivo importante es, en este sentido, estudiar el rol tante- deriva d·
de los medios masivos de comunicación y de las agencias de la reflexiones de l
j usticia penal como amplificadores de la desviación, y analizar intelectual ne01
qué intereses llevan a los "empresarios m orales" a definir de­ ci. Estas oriento
terminados problemas sociales como delincuencia, mientras se dujeron a refte;
F"

lNTRODUCCION 5
::n y el desorden, ignoran otros peligros para la sociedad. En este último sentido,
:cto, la repentina la corriente principal de la criminología es criticada por prestar
lgar en el período poca atención a los delitos de los poderosos. El ímpetu con el
t serie de "descu­ que varios delitos de cuello blanco y de las corporaciones, de
émico, sino como violencia sexual o de violaciones de los derechos humanos por
d postrera que se parte del Estado se han transformado en objetivos comunes de
nia, "dado que es investigación , es atribuible a la criminología crítica.
revisiones funda­ Según los criminólogos críticos, los medios para reducir el
' Young, 1996). problema del delito deben ser una parte implícita d la política
; sostiene que las socioeconómica. Se dice que el sistema de la justicia penal hace
.1cen el problema lo contrario: reproduce la inequidad social. Parece ser que la po­
llar de individuos licía se interesa principalmente por la delincuencia de las clases
orden social con­ sociales bajas. Asimismo, estos grupos están dramáticamente
tología describiría sobrerrepresentados en el sistema carcelario. Como modo de
libre albedrío del control social, la intervención penal sería, entonces, contrapro­
:ectos patológicos. ducente, porque brutaliza y transforma en chivos expiatorios a
ibución o a la co­ los grupos más vulnerables de la sociedad. En contraposición
a de este enfoque al discurso etiológico individualista de los criminólogos tradi­
ésta es una visión cionales, los juristas y los psiquiatras, los criminólogos críticos
1eso del problema han demostrado la selectividad y la ineficacia del sistema penal,
la propiedad, que y han revelado muchos errores judiciales. De este modo, el dis­
ún defecto patoló­ curso concerniente al delito y al control del delito se eleva a un
elección racional, nivel sociológico superior, que excede la etiología positivista.
a un orden social
Los criminólogos críticos relacionan los análisis empíricos
escasa gravedad, con la teoría social. El adjetivo "crítico" así lo indica; deriva de
dismo, que genera la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt. Aunque se han he­
va. Al describir el cho muchas referenCias implícitas a esta famosa escuela ale­
·íticos quieren se- mana de sociología, sólo unos pocos criminólogos críticos han
1 delito, del propio trabajado explícitamente dentro de ese estilo. Sin embargo, el
ol. Más que estu- propio cometido de la criminología crítica tiene su raíz en los
individuos o gru­ postulados centrales de la teoría crítica, de que las preguntas
i, los criminólogos científicas siempre deberían reflejar preguntas sociales, y que
:lad y el desorden la ciencia puede ser un medio para cambiar el statu qua. Una
:ido más estructu­ inspiración teórico-política comparable -implícita pero impor­
do, estudiar el rol tante- deriva del estructuralismo francés, especialmente de las
las agencias de la reflexiones de Louis Althusser sobre el marxismo, y la tradición
viación, y analizar intelectual neomarxista italiana, inspirada por Antonio Grams­
ales" a definir de­ ci. Estas orientaciones relativas a la teoría política y social con­
encía, mientras se dujeron a reflexiones macrosociológicas sobre las perspectivas
6 RENÉ VAN SWAANINGEN

preexistentes del etiquetamiento y de las subculturas, en las da) son menos n


ha transformado
que las cuestiones de poder se elevan a un nivel político. Próxi­
los académicos q
ma a ser una perspectiva criminológica en el sentido empírico
la criminología a
de la palabra, la criminología c rítica es una crítica epistemoló­
combinación de ,
gica del positivismo y del funcionalismo. En Europa occidental,
nación política d
durante los primeros años de la década del 70, emergió, así, un
político explícito
paradigma conflictivo de la justicia penal, como un mecanismo zón de la crimine
servo-asistido de relaciones sociales hegemónicas y de delito y
desviación. En el capítulo quinto se presentará un análisis más li. LA CRISIS DE LA
detallado de las disparidades internacionales, pero ya señala­
mos, desde aquí, una diferencia importante entre Gran Bretaña Tras haber pre
y el continente europeo. tiva y la agenda p•
David Garland ( 1994: 18) dividió las raíces históricas de la cri­ en una crisis aco1
minología británica en un proyecto [ambrosiano (que condujo a el idealismo fue r
una criminología individualista, etiológica y explicativa) y un pro­ los déficits de pn
yecto gubernamental (que llevó a una criminología que busca re­ ralmente altas de
forzar una administración de justicia eficiente y equitativa). Res­ por las de exclus:
pecto a esto último, los criminólogos críticos británicos se han síntomas de la cri
opuesto a la hegemonía de una orientación fabiana ·, administra­ Más aún, la proxi
tiva, de la criminología. Los criminólogos críticos continental-eu­ ha estado anunci:
ropeos, al igual que sus contrapartes británicos, se han opuesto más de cien años
al proyecto lombrosiano, pero en lugar de orientarse al proyecto la abolición de su
gubernamental, su crítica particular se dirige al Derecho, más encontrar explica
que a una ·criminología administrativa, que en muchos países más, la crisis es u
continentales no existía como tal o era insignificante a finales las crisis, estaría1
de la década del 60. Los criminólogos continentales se orientan una y otra vez, inc
todavía más al campo legal que sus colegas británicos -y a esta prueba la falseda<
sobre (las causas)
tradición le prestaremos especial atención-. En Europa continen­
se produce una cr
tal, la expresión "criminología crítica" se utiliza p rincipalmente
Sin embargo, 1
como un paraguas conceptual que alberga a una criminología
particularmente J
que contiene una crítica social, y bajo el cual hallaban cabida .
Un enfoque crític<
tanto la criminología materialista como la interaccionista.
la adopción acríti<
Las diferenciaciones literales entre "radicales" (en referencia a
to", que, después <
las raíces marxistas) y "nuevos" (originados en la nueva izquier­
El término "desvic:
ticas ontológicam
les. Así, se han p
criminología, tale:
· N. del T.: "Fabiana": término británico que se aplica a quien intenta cons­ reveladoras de la
truir el socialismo mediante una reforma gradual: la "sociedad fahiana".
lNTRODUCCION 7

da) son menos relevantes en la práctica. El adjetivo "crítico" se


:ubculturas, en las
ha transformado gradualmente en una línea demarcatoria para
livel político. Próxi­
los académicos que se oponen a la ética utilitaria que subordina
el sentido empírico
la criminología a los intereses de la ley y el orden. Mediante una
crítica epistemoló­
combinación de escepticismo intelectual acerca de la determi­
Europa occidental,
nación política del objeto de la criminología y un compromiso
70, emergió, así, un
político explícito orientado a la justicia social, llegamos al cora­
)mo un mecamsmo
zón de la criminología crítica (Cohen 1990).
' icas y de delito y
m
LA
trá un análisis más JI. LA CRISIS DE CRIMINOLOGÍA CRÍTICA
es, pero ya señala­
=ntre Gran Bretaña Tras haber preparado el camino para la investigación alterna­
tiva y la agenda político-criminal, la criminología crítica se sumió
históricas de la cri­ en una crisis acorde al espíritu de cambio de la época, en la que
ano (que condujo a el idealismo fue reemplazado por el escepticismo, la riqueza por
Kplicativa) y un pro ­ los déficits de presupuesto, el pleno empleo por tasas estructu­
>logía que busca re­ ralmente altas de desempleo, y las políticas sociales de inclusión
e y equitativa). Res ­
por las de exclusión. Por lo tanto, no. podemos sostener que los
> británicos se han
síntomas de la crisis fueran específicos de la criminología crítica.
biana · , administra­ Más aún, la proximidad de la desaparición de la criminología se
ces continental-eu­ ha estado anunciando prácticamente desde sus comienzos, hace
::os, se han opuesto más de cien años atrás: sea porque su éxito completo implicaría
.entarse al proyecto la abolición de su propio objeto de estudio, o porque fracasaría en
se al Derecho, más encontrar explicaciones adecuadas al fenómeno del delito. Ade­
en muchos países más, la crisis es una condición necesaria para su desarrollo. Sin
snificante a finales las crisis, estaríamos destinados a seguir los mismos senderos, '
una y otra vez, incapaces de explorar nuevos caminos. Cuando se
entales se orientan
prueba la falsedad de los estereotipos y de las teorías patológicas
Jritánicos -y a esta
sobre (las causas) del delito a través de la investigación empírica,
n Europa continen­
se produce una crisis en esa teoría en particular.
liza principalmente
Sin embargo, la criminología crítica constituye un proyecto
a una criminología
particularmente paradoja! y, por lo tanto, propenso a las crisis.
al hallaban cabida .
Un enfoque crítico de la desviación y del control social excluiría
eraccionista.
la adopción acrítica de conceptos normativos legales como "deli­
les" (en referencia a
to", que, después de todo, es el objeto natural de la criminología.
:n la nueva izquier-
El término "desviación" sugiere que el delito no tiene caracterís­
ticas ontológicamente diferenciadas de otros problemas socia­
les. Así, se han propuesto nombres alternativos para la nueva
criminología, tales como sociologías emancipatorias, reflexivas,
a a quien intenta con s­
reveladoras de la desviación y del control social, desviologías,
sociedad fahiana".
8 RENE VAN SWAANINGEN

contrologías, estudios éticos empíricos o inclusive micro-pole­


micología (término que señala la idea de que el delito, como las haberse transf<
cuestiones sobre la guerra y la paz, deben estudiarse como un perdió mucho d
conflicto social). Después de intensos aunque limitados debates, rece más a un
el término criminología crítica se mantuvo, porque sólo si uno verdaderos mal•
permanece dentro del terreno de la criminología puede produ­ nas, un expon<
cirse un cambio epistemológico o una revolución científica, para Heinz Steinert (
hablar en términos de Thomas Kuhn. si el socialismo
Asimismo, se hace necesario revelar el problemático esta­ de información
tus académico de la criminología. Se supone que se trata de Collin Sumner
un campo de trabajo con un objeto de estudio autónomamente de la sociología
definido, pero en la práctica se ha desarrollado como una dis­ son engañosas ,
En la décad
ciplina auxiliar de los intereses de la ley y el orden. Los crimi­
nólogos tradicionales no desafían los presupuestos morales y ron duramente
mas reales de J
políticos contenidos en las definiciones legales de su objeto. Los
académicos críticos compensan este descuido, pero, pese a ello, los cuales los e
importante por
la criminología crítica se transformó más en una crítica de la
delito tiende a r
criminología que en un estudio del delito. Al igual que los crimi­
efectos desinte
nólogos tradicionales, a los académicos críticos también se los
nidad, creando
juzga por el modo en que tratan el problema .del delito. La crítica
tervención polic
más abierta al modo en que la sociedad trata sus problemas
como represiva
sociales es considerada moralmente relativista y científicamen­
las clases baja!
te diletante. Este problema conceptual y político es la raíz de la
izquierda" inge1
crisis de la criminología crítica.
cos críticos, qu
una pretendida
l . Crisis analítica
haber sido un :
Una importante razón interna de la crisis de la criminología ahora se descril
crítica es que ni el proyecto empírico ni el desarrollo de una agen­ mo académico e
da alternativa han tenido un comienzo exitoso. Según el criminó­ políticas incons
logo crítico italiano Dario Melossi (1985), el impás es fundamen­ delirantes teorié
talmente teórico: la criminología crítica nunca ha podido acep­ de desviación, l
tar sus raíces interaccionistas. El criminólogo crítico holandés vistas y estadís1
Willem de Haan (1990: 13-4) hizo la observación de que la crimi­ forma penal, né
nología tampoco ha sido consistente con su promesa inicial de in­ una crisis ínter
tegrar las perspectivas materialista e interaccionista. En lugar de
de-reificar la noción etiológica del delito o comprometerse en una '2. Crisis ideoló!
investigación sociológica crítica seria, los criminólogos críticos se
Estas crisis
confinaron a una postura de indignación moral ante la inequidad
amplia. La fe er
y la explotación social, y a la repetición de su propia ideología. Al
y la emancipaci
INTRODUCCION 9
1clusive micro-pale­ haberse transformado en un paradigma, la perspectiva crítica
e el delito, como las perdió mucho de su potencial competitivo inicial y cada vez se pa­
estudiarse como un rece más a un ateneo esotérico en el que se debate acerca de "los
_ e limitados debates, verdaderos males del mundo", de los que el delito común es, ape­
, porque sólo si uno nas, un exponente irrelevante. El criminólogo crítico austríaco
ología puede produ­ Heinz Steinert (1978) ha formulado la pregunta retórica acerca de
tción científica, para si el socialismo sería superado por la retórica radical y por medio
de información poco rigurosa. Según el criminólogo crítico inglés
problemático esta­ Collin Sumner (1994), es hora, inclusive, de escribir el obituario
Jne que se trata de de la sociología de la desviación , porque muchas de sus lecturas
cdio autónomamente son engañosas o superficiales.
Hado como una dis­ En la década del 80, los criminólogos críticos también fue­
el orden. Los crimi­ ron duramente objetados por prestar poca atención a los proble­
mpuestos morales y mas reales de los barrios céntricos pobres de las ciudades, de
_les de su objeto. Los los cuales los delitos relativamente menores son un exponente
do, pero, pese a ello, importante por su carácter masivo. Su crítica del control del
en una crítica de la delito tiende a minimizar las quejas -justificadas- acerca de los
1 igual que los crimi­ efectos desintegradores de esos "pequeños" delitos en la comu­
iticos también se los nidad, creando una atmósfera en la que prácticamente toda in­
t del delito. La crítica tervención policial es tabú, y por reflejo condicionado calificada
trata sus problemas como represiva, racista o portadora de prejuicios respecto de
ista y científicamen­ las clases bajas. Este elemento culpógeno de un "idealismo de
>lítico es la raíz de la izquierda" ingenuo, innecesario, es acentuado por los académi­
cos críticos, que, sobre esta mismísima base, han construido
una pretendida perspectiva "realista de izquierda". Después de
haber sido un símbolo del progresismo durante algunos años,
;is de la criminología ahora se describe a la himinologia critica como mero diletantis­
sarrollo de una agen­ mo académico que testimonia una moralidad confusa mediante
so. Según el criminó­ políticas inconsistentes (de Haan 1990: 17-35). El sectarismo, las
impás es fundamen­ delirantes teorías que describen el delito como simple exponente
nca ha podido acep- de desviación, la escasa disposición para tratar _ asuntos positi­
·l ogo crítico holandés vistas y estadísticos, y el mensaje de que, en lo 'referente a la re­
tción de que la crimi­ forma penal, nada dará resultado, son los factores que marcan
promesa inicial de in­ una crisis interna, analítica en la criminología crítica.
ccionista. En lugar de
Jmpror:neterse en una 2. Crisis ideológica
iminólogos críticos se Estas crisis se inscriben en una transformación cultural más
oral ante la inequidad amplia. La fe en el progreso, la ingeniería social, la civili zación
m propia ideología. A l
y la emancipación comenzó a menguar, a finales de la década
10 RENt: VAN SWAANINGEN

de 1970. La esperanza de poder lograr el cambio social se hizo ridad . Limitar el •


añicos y la fe en la posibilidad de un mundo justo se transformó va de la i nterven<
en una falsa ilusión. El compromiso socialista de la criminología se construye aln
crítica también experimentó dificultades. La implementación de el nacionalismo <
los gulags stalinistas y la revolución cultural china han sido de este contexto, la ,
difícil explicación para los simpatizantes occidentales del mar­ el objeto central ,
xismo-leninismo o del maoísmo. También la renovada esperanza mayoritariament(
surgida de las fuerzas de oposición contra las dictaduras de dere­ cuando esto se m
cha, de las que el "Che" Guevara y Fidel Castro fueron los héroes, Generalmente,
se desvaneció a medida que se arraigaba el modelo cubano -pese de esta complejiC
a una incómoda solidaridad con esta víctima de la política de una era en la qu
aislamiento de los Estados Unidos-. Los experimentos marxistas modernas y las c1
en África no fueron alentadores y, en definitiva, los desarrollos en nizado las cuesti<
los países socialistas de Europa central y del este, que finalmente absoluta, fue ela
llevarían a su colapso total en 1989, hicieron difícil embarcarse Lyotard. Según e:
confiadamente en nuevos experimentos socialistas. proyecto dirigido ¡
Como crítica social, el materialismo histórico todavía tiene como una de las g
relevancia en la mayor parte del mundo, pero como estrategia ser "la naturalez<:
política o como modelo de sociedad, pese a reconocerse el lugar Este campo de ex
que tuvo en el pasado, se estima imposible su retorno. Al mismo punto de inflexión
tiempo, la imagen de los EE.UU. que tienen muchos europeos filosófico de confi
progresistas también ha cambiado. Habiendo estado entre nues­ la humanidad. D<
tros libertadores, tras la Segunda Guerra Mundial fueron vistos, que resignar toda
mayoritariamente, como el país de la libertad y el progreso, pero fi nitivo. El espírit;
la generación de la posguerra pasó a asociarlos principalmente signado por u na é
con las cacerías de brujas anticomunistas y, consecuentemen­ quo y el consecue.
te, con el apoyo a las fuerzas de extrema derecha en América ciológicas. No era <
Latina, con otras demostraciones económica e ideológicamen­ nología crítica. R�:
te tendenciosas de su liderazgo mundial, y con una "comercio­ tristas, carentes d
cracia" igualmente despiadada y paralizante. Para aumentar la buscaremos una r•
anomia política en Europa, la clase trabajadora tradicional se modesta a través e
hizo tan próspera que sus intereses fincaron más en reducir los Entre la teoría .
impuestos que en mantener una buena calidad de los servicios supuesto, el sueño
públicos, por lo que propia idea del Estado de bienestar entró tre "moderno" y "p<
en declive. Debido a que este dañado ideal social-democrático Por un lado, muer
de Jos europeos occidentales, de una sociedad posible, no puede sociedad que, de r
ser reemplazado por otra utopía realizable, una actitud apática el proceso modern<
y desconfiada hacia cualquier política de cambio ocupa el lugar vado al extremo, n
de los compromisos políticos positivos que existían con anterio­ filósofos moderno1:
lNTRODUCCION 11

ridad. Limitar el riesgo y las molestias es la nueva razón negati­


1mbio social se hizo
va de la intervención estatal. Mientras una "Europa fortificada"
justo se transformó
se construye alrededor de los países más ricos del continente
ta de la criminología
el nacionalismo crece dentro y fuera de la Unión Europea. E
t implementación de
este contexto, la democracia liberal capitalista, que una vez fue
ü china han sido de
el objeto central de la crítica de la izquierda, hoy es percibida,
:cidentales del mar­
mayoritariamente, como el sistema político más razonable, aun
renovada esperanza
cuando esto se manifiesta sin entusiasmo.
> dictaduras de dere­
Generalmente, se hace referencia a la contrapa.rte filosófica
.ro fueron los héroes,
de esta complejidad anómica como la condición posmoderna;
nodelo cubano -pese
una era en la que han desaparecido las principales ideologías
na de la política de
modernas y las creencias centrales que habían guiado y sincro­
erimentos marxistas
nizado las cuestiones sociales. Esta visión, en su variante más
;a, los desarrollos en
absoluta, fue elaborada por el filósofo francés Jean Fran ois
este, que finalmente
Lyotard. Según este autor (1986 :27, 38), "la modernidad, como
·n difícil embarcarse
proyecto dirigido a la realización del universalismo" desapareció
alistas.
como una de las grandes narrativas, desde que Auschwitz probó
;tórico todavía tiene
ser "la naturaleza trágicamente incompleta de la modernidad".
•ero como estrategia
Este campo de exterminio nazi se transformó en el símbolo del
reconocerse el lugar
punto de inflexión de la modernidad. Marca el fin de un periodo
;u retorno. Al mismo
filosófico de confianza en la autarquía moral y de la razón de
n muchos europeos
la humanidad. Después de Auschwitz no hay otra opción más
o estado entre nues­
que resignar toda reivindicación de lo absoluto, lo puro y lo de­
undial fueron vistos,
finitivo. El espíritu desencantado de la década de 1980 estuvo
.d y el progreso, pero
signado por una aceptación amarga, cínica o apática del statu
ulos principalmente
qua y el consecuente rechazo de las críticas sociales macroso­
y, consecuentemen­
ciológicas. No era éste el terreno político más fértil para la crimi­
derecha en América
nología crítica. Rechazando las visiones occidentales etnocen­
ca e ideológicamen-
tristas, carentes de compromiso social, frecuentemente frívolas,
con una "comercio­
buscaremos una reconstrucción posmoderna de la realidad más
:e. Para aumentar la
modesta a través de narrativas menos pretenciosas. .
adora tradicional se
Entre la teoría crítica y el posmodernismo se encuentra, p r
n más en reducir los
supuesto, el sueño del socialismo. Sin embargo, la distinción en­
idad de los servicios
tre "moderno" y "posmoderno" no debería considerarse absoluta.
) de bienestar entró
Por un lado, muchas observaciones posmodernas reflejan una
1 social-democrático _
soc1edad que, de hecho, es hipermoderna, en el sentido de que
ad posible, no puede
el proceso moderno de industrialización y racionalización es lle­
una actitud apática
vado al extremo, más que abandonado. Por otra parte, muchos
tmbio ocupa el lugar
filósofos modernos de la ciencia ya cuestionaron radicalmen­
xistian con anterio-
12 RENÉ VAN SwAANINGEN
de elab orar perspe
te el reclamo metodológico de racionalidad, al igual que hace
ra alternativa de 1<
mucho tiempo numerosos sociólogos interaccionistas comenza­
cue stionad as sus
ron a deconstruir la realidad. Los críticos sociales modernos,
cayeron en la des e
como Theodor Adorno, Jürgen Habermas o Herbert Marcuse,
idea de que, prim e
advirtieron acerca de esta misma necesidad ilimitada de poder
y posesión de los seres humanos como factores potenciales del contra el delit o. L<
alternativos de la e
aniquilamiento de la civilización, que describen los académi­
bles, ha hech o qw
cos posmodernos. Adorno ( 1950) se mantiene firmemente en la
metáfora de Auschwitz -después de la cual escribir poesía (tra­ uso estén siendo e
dicional) no sería apropiado- señalando los i ncentivos político­ en general, por lo
económicos que condujeron al autoritarismo. Marcuse ( 1969) y recha zo de "los añ•
Habermas ( 1 973) también hablaron de la crisis de legitimación de las polít icas irr
del Estado de bienestar y de la obscenidad de nuestras socie­ (por ejem plo, la vig
dades, justamente porque, como repetirían cerca de diez años sanc iones no priv::
después los académicos posmodernos, no existe, en definitiva, las perc epcio nes dt
una ideología vinculante más allá del mercado y el consumismo lla "funesta" época
insaciable de la gente. plementadas muy <
orig inal es, pueden
lli . PoR QUÉ VALE LA PENA REVALUAR LA CRIMINOLOGiA creativas y polític
y resig nació n ampl
Existen buenas razones para rescatar la herencia materialis­ rídic o holan dés Au
ta e interaccionista de la criminología critica. Los criminólogos nopo liza la visión "
tienden a saltar demasiado rápido de una moda académica a atrapada en sus e
otra. Al descartar simplemente lo que se hizo antes, se impide la Este mon opol io
acumulación de conocimiento y casi no existe desarrollo cientí­ encuentra un inm
fico. En la actualidad, el criminólogo "realista" debería ocuparse del antiterrorismo
de la policía, la prevención del delito y el crimen organizado. Pocas fecha s en la
¿Pero significa ello que estudiar el sistema penal, · el pánico mo­ pacto como el 9/ 1 1
ral o la privación social ha perdido relevancia? El hecho de que
en el que dos aviOJ
los debates actuales se centran en el control, la oportunidad y
del World Trade Ce
la teoría de la elec.c ión racional ¿implica que las perspectivas
Wash ingto n DC. A
interaccionista y radical, habermasiana o foucaul ana, han pa­
en el mund o occid t
sado de moda? Aunque las condiciones concretas cambiaron,
despu és del 9/ 1 1 . 11
los antiguos problemas de la desocupación y la discriminación
le dio impu lso a d
en razón de la clase, la raza, la edad y el género, o los delitos de
te largo tiempo en
los poderosos siguen teniendo vigencia y, por lo tanto, requieren
étnicas , las polític
análisis criminológicos relativos a cuestiones macrosociales.
violaci ones de las 1
Actualmente, todos los países europeos enfrentan graves cri­
rista ya existían an
sis en sus sistemas de justicia. D ebido al fracaso de los enfoques
dieron una dimens
tradicionales en materia penal, existe una acuciante necesidad
lNTRODUCCION 13

de elaborar perspectivas criminológicas que se ocupen de mane­


, al igual que hace ra alternativa de las cuestiones del delito y del castigo. Una vez
:cionistas comenza- cuestionadas sus creencias centrales, los criminólogos críticos
sociales modernos, cayeron en la desesperación analítica, o bien se adaptaron a la
o Herbert Marcuse, idea de que, primeramente, deberían contribuir a la lucha penal
i ilim itada de poder contra el delito. La idea ahora dominante, de que los enfoques
ores potenciales del alternativos de la década de 1970 fueron ingenuos o irresponsa­
::riben los académi­ bles, ha hecho que las soluciones "duras" que estaban en des­
ne firmemente en la uso estén siendo espeluznantemente aceptadas por el público
escribir poesía (tra­ en general, por los políticos y por muchos criminÓlogos. En su
; incentivos político­ rechazo de "los años setenta", no ven, sin embargo, que muchas
lO. Marcuse ( 1969) y
de las políticas implementadas actualmente en materia penal
risis de legitimación (por ejemplo, la vigilancia comunal, la prevención del delito o las
l de nuestras socie­
sanciones no privativas de la libertad) derivan, en realidad, de
l cerca de diez años
las percepciones de la criminología crítica provenientes de aque­
existe, en definitiva,
lla "funesta" época. Aun cuando las ideas originales fueron im­
1do y el consumismo plementadas muy diversamente de lo que pretendían los críticos
originales, pueden concebirse respuestas intelectualmente más
creativas y políticamente más estratégicas que la desesperación
.OGÍA y resignación ampliamente prevalecientes. Según el analista ju­
herencia materialis­ rídico holandés August 't Hart ( 1993), el ministro de Justicia mo­
ca. Los crim inólogos nopoliza la visión "correcta" de la realidad y mantiene a la gente
L moda académica a atrapada en sus estereotipos.
:o antes, se impide la Este monopolio de la visión "correcta" del "bien" y el "mal"
ste desarrollo cientí­ encuentra un inmejorable ejemplo en el debate actual acerca
:ta" debería ocuparse del antiterrorismo (Zaitch, van Swaaningen y Geelhoed, 2007).
crimen organizado. Pocas fechas en la historia reciente habrán de tener tan alto im­
penal, el pánico ma­ pacto como el 9/ l l : el desastroso 1 1 de septiembre de 200 1 , día
cia? El hecho de que en el que dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas
rol, la oportunidad y del World Trade Center de Nueva York y uno en el Pentágono, en
que las perspectivas Washington D C . A partir de esa fecha, tantas cosas cambiaron
oucault,iana, han pa­ en el mundo occide ntal, que a veces hasta hablamos de antes y
oncretas cambiaron, después del 9/ 1 1 . Más que nada, el 9/ 1 1 fue un catalizador que
1 y la discriminación le dio impulso a desarrollos que habían estado latentes duran­
nero, o los delitos de te largo tiempo en muchos países occidentales. Las tensiones
or lo tanto, requieren étnicas, las políticas migratorias restrictivas y las crecientes
Les macrosociales. violaciones de las libertades civiles bajo la legislación antiterro­
enfrentan graves cri­ rista ya existían antes de 200 1 , pero los eventos de esa fecha les
acaso de los enfoques dieron una dimensión d istinta, reubicando estas cuestiones en
acucia nte necesidad
14 RENÉ VAN SwAANINGEN

de la criminología ,
un marco de referencia muy diferente. En este contexto, una re­
las ciencias social<
orientación de la criminología crítica resulta muy estimulante si
gía o la psicología
vamos a crear un espacio abierto, para escenarios alternativos
y su conocimiento
que compensen el déficit democrático de una cultura "totalita­
les permite a los c1
ria" y de la política instrumenta lista de ley y orden.
En la década del setenta, las grandes teorías eran dominio de sociales se relacio
los académicos críticos, pero a partir de la década del ochenta una construcción
han pasado al dominio de los criminólogos tradicionales de Nor-· y cuáles son los ef.
teamérica, quienes presentan " teorías generales" del delito (Mi­ social. A diferencie
chael Gottfredson y Travis H isrchi, 1990) y del "delito expropia­ (especialmente crí1
do" (Lawrence E. Cohen y Richard Machalek, 1988), o hasta las sideración cuestioJ
que relacionan el delito con la "naturaleza humana" (James Q. los valores de la vi!
Wilson y Richard J. Herrnstein, 1985). En la actualidad, los aca­ también integran
démicos críticos permanece!' en silencio respecto a cuestiones las grandes cuest:
tan importantes, y han bajado sus pretensiones. Probablemen­ también debe ser
te, tienen miedo de ser acusados nuevamente de diletantismo; valores humanos ¡:
sólo unos pocos se atreven a tratar las punzantes cuestiones Por otra parte, i
que exigen los desarrollos políticos cruciales de hoy en el mundo habían estudiado
occidental, tales como la criminógena exclusión de los grupos al positivismo idee
de escasos recursos de la vida social y la creación de nuevos estas políticas se i
desclasados como resultado de la privatización de los servicios competencias de 1
públicos (de los que aquellos que menos pueden pagarlos, de­ previas a la identif
penden más seriamente), el reemplazo de los verdaderos tra­ donaron ese camp
bajos por trabajo " flexible" a pedido, sin perspectivas realistas rio era continuar t
(conocidos como " McJobs"'), la automatización y la globalización Existe una larg
de la mano de obra y las políticas migratorias cada vez más res ción penal, etiqw
trictivas. Tal como puede concluirse de los diferentes "informes pánico moral, sele•
locales" de la Revista Europea de Criminología (European Joumal tes relevantes a le
of Criminology), la situación actual en la criminología europea Requieren sofistic<
adopta, en general, una orientación empírica dispersa e irreflexi­ las realidades actc
va sobre cuestiones concretas relativas a la efectiva aplicación e echar todas estas
la ley. Aunque la creciente atención que se le brinda a la elabora­ cos han sido de lo
ción empírica de temas criminológicos es definitivamente positi­ crimen organizado
va, los criminólogos se arriesgan a hacer desaparecer su discipli­ la obra Organizinf
na si le prestan muy poca atención a sus bases teóricas. El valor 1 9 8 1 ) . En los País<
do (especialmente
fugiados y a las m
transformó en un
' N. del T. : término utilizado t>n alusión a "McDonald's", asimilando el
" trabaj o chatarra" a la "comida chat arra" que comercia liza esta cadena.
criminológica (van
lNTRODUCCION 15

:te contexto, una re­ de la criminología como disciplina científica autónoma, al lado de
. muy estimulante si las ciencias sociales "normales" como la sociología, la antropolo­
enarios alternativos gía o la psicología social, radica en su carácter interdisciplinario
y su conocimiento específico del sistema de justicia penal. Esto
1a cultura " totalita­
les permite a los criminólogos mostrar cómo distintos fenómenos
/ orden.
sociales se relacionan con el delito y la criminalización , cómo
·ías eran dominio de
una construcción legal y su consolidación canaliza el pro blema,
década del ochenta
y cuáles son los efectos de una reacción específicamente penal 0
radicionales de Nor..:
rales" del delito (Mi­ social. A diferencia de la mayoría de los otros científicos sociales
del "delito expropia­ (especialmente críticos), los criminólogos también tóman en con­
sideración cuestiones normativas referentes a la coerción legal;
k, 1988), o hasta las
humana" (James Q. los valores de la vigencia del derecho en un Estado constitucional
también integran las bases de la criminología. El bosquejo de
actualidad, los aca­
:specto a cuestiones las grandes cuestiones morales de la coerción legal occidental
también debe ser relacionado con este postulado normativo de
iones. Probablemen­
valores humanos progresistas.
nte de diletantismo;
Por otra parte, los criminólogos que durante la década del 70
1nzantes cuestiones
habían estudiado las políticas de control del delito retornaron
; de hoy en el mundo
al positivismo ideológico, precisame te en una época en la que
usión de los grupos
estas políticas se intensificaron notablemente: se ampliaron las
creación de nuevos
competencias de la policía y las intervenciones proactivas (las
ción de los servicios
previas a la identificación de sospechosos) . Vale decir que aban­
ueden pagarlos, de-
donaron ese campo de estudio justamente cuando más necesa­
los verdaderos tra­
rio era continuar trabajando en él.
rspectivas realistas
Existe una larga tradición de estudios empíricos sobre coer­
ión y la globalización
ción penal, etiquetamiento, estigmatización, criminalización,
3.S cada vez más res­
pánico moral, selectividad, etc . , que todavía pueden hacer apor­
diferentes "informes
tes relevantes a los desarrollos recientes de la justicia penal.
;ía (European Joumal
Requieren sofisticación, adecuación de los marcos analíticos a
:riminología europea
las realidades actuales, pero no es de ningún modo forzoso des­
1 dispersa e irreflexi­
echar todas estas orientacione críticas. Los criminólogos críti­
::fectiva aplicación de
cos han sido de los primeros en señalar la falta de atención al
! brinda a la elabora­
crimen organizado -como delitos de los poderosos- (por ejemplo,
finitivamente positi­
la obra Organizing Cr ime, de Alan Block y H ill Chambliss, de
;aparecer su discipli­
198 1 ) . En los Países Bajos, todo el campo del crimen organiza­
.ses teóricas. El valor
do (especialmente en referencia al tráfico de drogas, a los re­
fugiados y a las mujeres utilizadas en la industria del sexo) se
transformó en un campo importante de investigación y pericia
)onald's", asimilando el
crimi nológica (van Swaaningen, 2 0 06b) . En la actual idad, se
ercia liza esta cadena.
16 RENÉ VAN SWAANINGEN

aplican métodos policiales de gran alcance (infiltración, estable­ sajona se desarro


cimiento de negocios "pantalla" -de apariencia lícita pero que Mundial, en el árr
encubren negocios ilegales como el lavado de dinero-, provisión los desarrollos leg
"controlada" de drogas, seguimientos intensos, etc.) para luchar de justicia penal 1
contra el crimen organizado. Es hora de que los criminólogos diversas explican
críticos traigan nuevamente el debate al campo del delito de los criminología euro¡
poderosos, se comprometan en la i nvestigación empírica en esta Los próximos 1
área, e implementen el enfoque de la reacción social sobre los de la criminologü:
efectos de la intervención penal en el desarrollo de estos delitos, relacionados con
en el imperio social de la ley, o en las libertades sociales. nario académico.
Es prematuro escribir un obituario para la criminología. S i estado de situació
l a criminología crítica s e va a reconectar con los tiempos que gunda Guerra Mt:
corren, una cuestión central es determinar cuáles de sus con­ principalmente, dt
ceptos requieren revisión, cuáles es mejor olvidar y cuáles man­ desde 1 9 5 0 la dir
tienen su validez. visiones funciona
.
de justicia penal e
IV. EL CONTENIDO DE ESTA OBRA d ial, la criminolo
El Capítulo II analiza algunas cuestiones epistemológicas y pasado que no lo¡
metodológicas en debate, debido a la adopción de la teoría críti­ las escuelas angl<
ca, el enfoque interdisciplinario de la criminología, el derecho, y minólogos contim
por la naturaleza comparativa de este libro. posición más inde
Los siguientes dos capítulos consisten en la búsqueda de im­ lará cómo surgier·
pulsos críticos para la criminología y la reforma penal desde Bretaña, Alemani<
1880 en adelante. Rastrearemos las raíces de la criminología ré demostrar cóm
crítica europea desde la Escuela Moderna Europea de Ciencias criminológicos co:
Penales Integradas, que tuvo su auge alrededor de finales del diferentes realida·
siglo pasado. Sus preguntas medulares serán expuestas y ana­ gadores, que van
lizadas en su contexto socio-político particular. Estos capítulos tas, vía sociedade
mostrarán cómo la criminología, desde sus inicios, ha sido ubi­ transición de dicté
cada en un contexto funcionalista. El Capítulo III se ocupará cómo la criminolo.
principalmente de la situación en Italia, Alemania, Francia, Bél­ la de otros países,
gica y los Países Bajos, en donde esta Escuela Moderna resultó más bien una rad
de mayor influencia. El Capítulo IV analizará el modo en que se res. Se presentará
desarrolló en los Países Bajos una criminología avant la lettre, a táneo de un modt'
comienzos del siglo XX. una perspectiva al
La Criminología, corno área específica, surgió en el continen­ las actividades vin
te europeo en total correspondencia con la disciplina legal. En rad ical europea. E
las primeras fases, los académicos sajones tuvieron un rol prác­ teóricas extraídas
ticamente marginal en su desarrollo. La crimi nología anglo­ de la criminología
INTRODUCCIÓN 17

infiltración, estable­ sajona se desarrolló realmente después de la Segunda Guerra


ncia lícita pero que Mundial, en el ámbito de la sociología empírica. El vínculo con
e dinero-, provisión los desarrollos legales dentro de la esfera de la administración
os, etc.) para luchar de justicia penal no era entonces tan evidente. Estas historias
ue los criminólogos diversas explican muy bien las diferencias posteriores entre la
npo del delito de los criminología europea continental y la anglosajona.
ión empírica en esta Los próximos tres capítulos abordarán el período de auge
ión social sobre los de la criminología crítica y los movimientos de reforma penal
olla de estos delitos, relacionados con ella, hasta su virtual desaparioión .d el esce­
tdes sociales. nario académico. En primer lugar, se delineará un mapa del
t la criminología. Si
estado de situación en varios países europeos. Antes de la Se­
:on los tiempos que gunda Guerra Mu ndial, las corrientes de inspiración corrían ,
cuáles de sus con­ principalmente, del continente europeo al " Nuevo Mundo", pero
vidar y cuáles man- desde 1 9 5 0 la dirección es inversa. Al haber contribuido con
visiones funcionalistas políticamente vulnerables del sistema
de justicia penal en la escalada hacia la Segunda Guerra Mun­
dial, la criminología europea su fre las consecuencias de un
:s epistemológicas y pasado que no logró asimilar. En parte bajo la influencia de
:'m de la teoría críti­ las escuelas angloamericanas de sociología empírica, los cri­
ología, el derecho, y minólogos continentales también comenzaron a observar una
posición más independiente de los juristas. El Capítulo V seña­
la búsqueda de im­ lará cómo surgieron diferentes criminologías críticas en Gran
forma penal desde Bretaña, Alemania, Bélgica, Francia, Italia y E spaña. Intenta­
de la criminología ré demostrar cómo se dan diferentes respuestas a problemas
:uropea de Ciencias criminológicos comparativamente similares, en razón de las
iedor de finales del diferentes realidades socio-políticas que reflejan los investi­
m expuestas y ana­ gadores, que van desde Estados de bienestar socialdemócra­
.lar. Estos capítulos tas, vía sociedades de clase más tradicionales, hasta países en
inicios, ha sido ubi­ transición de dictadura a democracia. El Capítulo VI mostrará
itulo III se ocupará cómo la criminología crítica holandesa, en contraposición con
nania, Francia, Bél­ la de otros países, no implicó una ruptura con el pasado, sino
la Moderna resultó más bien una radicalización de las escuelas penales anterio­
á el modo en que se res. Se presentará un análisis contextua! del desarrollo simul­
gía avant la lettre, a táneo de un modelo sociologizado del debido proceso penal y
una perspectiva abolicionista. En el Capítulo VII, se evaluarán
.rgió en el continen­ las actividades vinculadas a los movimientos de reforma penal
disciplina legal. En radical europea. Este capítulo concluye con algunas lecciones
.1vieron un rol prác­ teóricas extraídas de estas experiencias, con relación af futuro
riminología anglo- de la criminología crítica.
18 RENÉ VAN SWAANINGEN

El resto del libro se ocupa de la rediagramación de la crimi­ sidad pública de le


nología crítica para la era actual. Los desarrollos académicos y establecer límites ;
prácticos precedentes y las cambiantes políticas de ley y orden los principios legal
hacen necesaria la reevaluación de la criminología crítica, mien­ so moral-práctico
tras que su crítica epistemológica central y su orientación hacia humanos. El Capi
la justicia social mantienen su validez. El Capítulo VIII analiza Tras el análisis de
la naturaleza de las campañas de ley y orden de la década de teriores, reevalúa <:
1980 y del 90, que incorporaron un enfoque de gerenciamiento criminología crític<
de la justicia y una visión moralizadora del delito. Se investigan de nuevas visiones
allí las condiciones políticas, económicas y macrosociales que rica de la crimino]
generaron un cambio radical en los valores penales y sociales. trumentalismo car
Este capítulo hace una cesura del enfoque analítico del libro, Estado y la reafin
en el sentido que relaciona los análisis precedentes de lo que justicia social han
ha sucedido, con exploraciones temáticas de lo que se presenta la justicia penal d1
en el futuro inmediato. Ello señala la necesidad de una recon­ se transforman en
ceptualización de la criminología crítica y demuestra por qué gente parece estar
precisamente ahora se torna esencial una orientación hacia la
justicia social. El Capítulo IX comienza con un bosquejo de los
cambios generales producidos dentro de la disciplina criminoló­
gica durante los últimos quince años y acentúa la necesidad de
reafirmar un enfoque de la reacción social de la ley y el orden .
Examina con mayor detalle el surgimiento de las perspectivas
criminológicas más recientes como' el realismo de izquierda y el
neoabolicionismo y cómo pueden, de una manera integral, con­
tribuir en la elaboración de un discurso de reemplazo en el área
de la seguridad de la sociedad. En el Capítulo X se suman las
perspectivas garantista y feminista para construir una visión
alternativa de los valores políticos del Derecho. Esta exploración
teórico-normativa contrasta con el discurso instrumentalista,
gerencialista y actuaria! dominante, orientado a la "eficiencia"
organizacional del sistema de justicia penal y a su "efectividad"
conforme sus "mejores prácticas" basadas en la "evidencia". La
idea de que la justicia se basa en provisiones materiales fun­
ciona como principio-guía en estos dos últimos capítulos, y se
formula de dos modos diferenciados: en el Capítulo IX nos acer­
camos a las políticas primarias de justicia social, orientadas a
una política justa -en términos socioeconómicos- de seguridad
pública; en el Capítulo X nos acercamos a políticas secundarias
de justicia social, centrándonos en el rol de la víctima y la nece­
INTRODUCCIÓN 19

amación de la crimi­ sidad pública de l a afirmación de las normas. L a necesidad de


.rrollos académicos y establecer límites a la intervención penal, el rol sociológico de
líticas de ley y orden los principios legales y la función del Derecho como un discur­
nología crítica, míen- so moral-práctico se orientarán al imperativo de los derechos
su orientación hacia humanos. El Capítulo XI reúne algunas conclusiones finales.
Capítulo VIII analiza Tras el análisis de los desarrollos elaborado en los capítulos an­
·den de la década de teriores , reevalúa algunas hipótesis y conceptos analíticos de la
1e de gerenciamiento criminología crítica. Allí radicará el incentivo para la formación
. delito. Se investigan de nuevas visiones de la reforma penal y de la orientación teó­
y macrosociales que rica de la criminología crítica. Las advertencias contra el ins­
s penales y sociales. trumentalismo caprichoso, la remoralización del rol social del
.e analítico del libro, Estado y la reafirmación de una orientación normativa de la
recedentes de lo que justicia social han sido centrales en las perspectivas críticas de
:ie lo que se presenta la justicia penal durante más de un siglo. Quizás estos valores
sidad de una recon­ se transforman en los más relevantes, en momentos en que la
' demuestra por qué gente parece estar olvidándolos.
orientación hacia la
n un bosquejo de los
disciplina criminoló­
:ntúa la necesidad de
l de la ley y el orden.
) de las perspectivas
smo de izquierda y el
nanera integral, con­
reemplazo en el área
itulo X se suman las
construir una visión
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·so instrumentalista,
.tacto a la "eficiencia"
ll y a su "efectividad"
en la "evidencia". La
ones materiales fun­
timos capítulos, y se
Capítulo IX nos acer­
l social, orientadas a
>micos- de seguridad
políticas secundarias
! la víctima y la nece-
EL VALOR I

l. EL VALOR DE LA CR

La pretenciosa i
logia crítica en Eu
proyecto crítico, en
Primero, el objetivo
crítica puede gener
sis representativo, 1
central. En referen
presentativa posibl·
trando un etnocer
nadas son centrale
elección, mientras ,
otros países no sor
mentará en el próx
producidos en los
forzarlos a entrar e
ración del futuro e
con mayor segurid.
el eje central de ar
de las similitudes. :
mente visible en el
En segundo lug:
rol constitutivo de 1
jetivo final de este 1
la reforma penal n
referencial. Sin ernl
llo de la crimi nolo€
En este punto, la p
CAPÍTULO I I
E L VALOR D E L A CRIMINOLOGÍA C O M PARADA

l. EL VALOR DE LA CRIMINOLOGíA COMPARADA


La pretenciosa idea de presentar un análisis de la crimino­
logía crítica en Europa y la reevaluación sobre esta base del
proyecto crítico, encuentra muchas limitaciones estructurales.
Primero, el objetivo de bosquejar un futuro para la criminología
crítica puede generar conflictos con la meta de ofrecer un análi­
sis representativo, lo que puede distraer respecto de la discusión
central. En referencia al objetivo de dar una imagen lo más re­
presentativa posible, un análisis temático puede terminar mos­
trando un etnocentrismo no buscado: los temas aquí seleccio­
nados son centrales en el contexto nacional de quien efectúa la
elección, mientras que aquellos que podrían ser neurálgicos en
otros países no son analizados. A excepción de lo que se argu­
mentará en el próximo parágrafo, he dejado que los desarrollos
producidos en los diferentes países hablen por sí mismos, sin
forzarlos a entrar en un marco teórico unificador. En la explo­
ración del futuro de la criminología crítica, se puede adoptar
con mayor seguridad un enfoque temático y se puede cambiar
el eje central de análisis de las disparidades nacionales por el
de las si m ilitudes. Esta transición analítica se tornará gradual- .
mente visible en el desarrollo de los Capítulos VIII y IX.
En segundo lugar, dado que reevaluar la estructuración y el
rol constitutivo de la criminología crítica es, en definitiva, el ob­
jetivo final de este libro, los debates precedentes en el ámbito de
la reforma penal reciben un tratamiento más que simplemente
referencial. Sin embargo, atender la reforma penal en el desarro­
llo de la criminología crítica tiene mayores ventajas analíticas.
En este punto, la perspectiva original de cambio de la crimino­
22 RENÉ VAN SWAANINGEN EL v,

logia crítica y su compromiso político se tornan particularmente como los teóricos


visibles, ofreciendo, además, un eje común que respete, por su la subcultura o de
parte, las disparidades nacionales en la orientación teórica y la dedicar muchas F
situación política. En sentido inverso, un análisis de la crimino­ porque mi colega
logía crítica prácticamente no tiene sentido sin un análisis del una excelente eva
activismo penal, dado que esta presión política desde "abajo" En cuarto lugé
constituye un importante incentivo empírico para los estudios generales, sólo pt:
de la criminología crítica sobre los objetivos y efectos de las san­ ses europeos en 1
ciones penales en todos los países descriptos. La reforma penal tica identificable.
es (a diferencia de muchos otros temas) una orientación común un inventario sis1
en todas las criminologías críticas europeas y, por lo tanto, muy chequeado referer
adecuada para un estudio comparativo; más aún, es un tema países, acerca de
con una gran continuidad histórica, y es un punto en el que tante ello, segura
la criminología crítica y el análisis del derecho se encuentran.
debates relevante
Esto es sumamente importante respecto del desarrollo conjunto
desde Turquía ha
de estas dos disciplinas en el continente europeo. En la mayo­
una sola persona
ría de los idiomas europeos, el término "reforma penal" excede
sidad en culturas
la cuestión de la penalidad, no está asociado al reformismo y
En algunos casos
cubre los intentos de revelar los errores de la justicia y apoyar
por ejemplo en Nc
visiones alternativas del control del delito, a través de la influen­
implícita, dado qt
cia sobre la opinión pública, los operadores del sistema penal
para efectuar un '
y los políticos. Este sentido amplio es el que se le dará aquí al
término referido. Si bien es cierto que no todos los involucrado s sos, llegué, sin em
e n l a reforma penal tienen u n a orientación política cercana a la podemos hablar d
criminología crítica, nosotros, siguiendo el objetivo de este libro, La situación polít
sólo nos ocuparemos de aquellos que la poseen. que han estado b
En tercer lugar, la selección de aquellos temas que recibirán culta una campar
mayor o menor atención ha sido guiada por el objetivo de brindar gía estatal oficial,
un relevamiento del panorama actual de la criminología crítica izquierda" no son
europea. Su rasgo más característico, que también es el menos ciales de aquellos
común en la tradición criminológica académica anglosajona, es siones, la ausenci
su reflejo .en el ámbito del Derecho. Los temas que escapen a es resultado direc
este núcleo central, pero que hayan tenido un papel importante empírica en genei
en la criminología crítica europea -como las historias marxistas académicos irlanc
del delito y del control del delito, las teorías del conflicto que ven et al. 1992: 133) se
el delito como resistencia, las elaboraciones metodológicas, los ca acerca del deli1
estudios empíricos como tales (en definitiva, todos esos temas en el campo penal
que también pueden ser hallados en la criminología crítica an­ por cometer un gr
glosajona)- puede que sean tratados de forma incompleta, como En quinto lugé
la .obra de los precursores no europeos de la criminología critica, de páginas. El ar
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 23

nan particularmente como los teóricos norteamericanos del "etiquetamiento", los de


1 que respete, por su la subcultura o del conflicto. Sin embargo, no parece necesario
ientación teórica y la dedicar muchas páginas a estas tradiciones, en buena medida
1álisis de la crimino­ porque mi colega catalana Elena Larrauri ( 1 9 9 1 ) ha realizado
) sin un análisis del una excelente evaluación de la herencia de esa criminología.
olítica desde "abajo" En cuarto lugar, si bien hablamos de "Europa" en términos
co para los estudios generales, sólo puede hacerse un análisis real de aquellos paí­
. y efectos de las san­ ses europeos en los que existe una tradición criminológica crí­
os. La reforma penal tica identificable. Para establecer esta existencia, . he efectuado
a orientación común un inventario sistemático de las revistas críticas europeas, he
s y, por lo tanto, muy chequeado referencias y consultado académicos clave en varios
tás aún, es un tema países, acerca de su visión del panorama en sus países. No obs­
un punto en el que tante ello, seguramente han de faltar en mi desarrollo muchos
·echo se encuentran. debates relevantes. Europa abarca desde Rusia hasta Portugal y
1 desarrollo conjunto
desde Turquía hasta Islandia y es sencillamente imposible para
uropeo. En la mayo­
una sola persona comprender completamente semejante diver­
:forma penal" excede
sidad en culturas, idiomas y tradiciones políticas y académicas.
ado al reformismo y
En algunos casos, existe una escuela crítica significativa, como
: la justicia y apoyar
por ejemplo en Noruega, que sólo puede ser tratada de manera
t través de la influen­
implícita, dado que no domino el idioma con el rigor necesario
es del sistema penal
para efectuar un estudio adecuado. En la mayor parte de los ca­
.1e se le dará aquí al
sos, llegué, sin embargo, a la conclusión de que prácticamente no
ldos los involucrados
podemos hablar de una verdadera tradición criminológica crítica.
política cercana a la
objetivo de este libro, La situación política en los países de Europa Central y del Este
seen. que han estado bajo la influencia de la ex Unión Soviética, difi­
temas que recibirán culta una comparación significativa. Si el marxismo es la ideolo­
el objetivo de brindar gía estatal oficial, las observaciones occidentales "idealistas de
t criminología crítica
izquierda" no son precisamente populares entre los críticos so­
también es el menos ciales de aquellos países (Falandysz 199 1 : 16-7). En algunas oca­
mica anglosajona, es siones, la ausencia de un debate crítico en un país en particular
emas que escapen a es resultado directo de la falta de, una tradición criminológica
un papel importante empírica en general. En este sentido, he advertido que, si bien
s historias marxistas académicos irlandeses (Tomlinson et al. 1988:9) o griegos (Bokos
del conflicto que ven et al. 19 9 2 : 133) sostienen que casi no existe investigación empíri­
:s metodológicas, los ca acerca del delito y la coerción penal u otro contramovimiento
ra, todos esos temas en el campo penal en sus países, un holandés puede ser criticado
minología crítica an­ por cometer un grave error sólo por repetir dicha afirmación.
na incompleta, como En quinto lugar, un libro tiene tan sólo un número limitado
. criminología crítica, de páginas. El análisis sencillamente debe permanecer incom­
EL VAl
24 RENÉ VAN SWAANINGEN
cir cambios. Nunc
pleto si el libro pretende ser accesible. Necesariamente tuve que
puede ofrecernos ;
restringir mi análisis a unas líneas principales, y no pude invo­
que establecen e it
lucrarme en profundidad en cada debate.
Vij ver 1993:27). "C
Escribir un libro como éste implica otros problemas analíti­
cos que requieren alguna elaboración previa al inicio del análi­ da en una ínfima 1
de investigación. S
sis. Éstos son, principalmente, cuestiones epistemológicas ati­
susceptible a las p
nentes al estatus del conocimiento en la teoría crítica, las dife­
rentes tradiciones del pensamiento jurídico y criminológiCo y cualquier otro ám1
los diversos marcos de referencia internacionales que deben ser epistemológicas ac·
tenidos en cuenta cuando se comparan criminologías europeas. logia, como ha sidc
En este sentido, una línea central es la pregunta acerca de qué servir para dismin
puede ser comparado y qué no, y en caso de que la comparación son extremadame1
pueda efectuarse, qué requisitos deberían observarse. Debería­ mantienen alerta
mos responder estas preguntas respecto del rol de la crítica en (Braithwaite 1993é
la construcción del conocimiento, el rol de los estándares nor­ El problema de
mativos y el rol de la cultura. lógica. Los positiv
menos que de aba
I I . EL VALOR DE LA TEORÍA CRÍTICA que "todo vale" a la
científico. Si bien e
"Todo conocimiento humano . . . está, en ú ltima instancia e de la complejidad,
irreversiblemente, manchado e impregnado de intereses, metas, pregunta verdader
valores y suposiciones metafísicas humanas. Por lo tanto, tam­ sin que una teoría
bién lo está la criminología, a pesar de que existe una difundida concreto. Para es·
renuencia a aceptar esta postura epistemológica" (Sack 1994:3). La epistemología r
Este reconocimiento no lleva al rechazo del positivismo empírico ción acerca de qu
-objetivo original de los criminólogos críticos-. Solamente pone determina lo que d
énfasis en la necesidad de una reflexión epistemológica previa. Foucault contestó •
El ideal positivista de la ciencia "pura" nos impide la especu­
lación sin base empírica. La llamada "hard data" (información
gunta "¿qué conoc
ciencia'?". Aun así,
obtenida a través de rigurosos análisis metodológicos) es muy
onus probandi est
adecuada para demostrar las relaciones causales entre diferen­
no siguen todas la
tes fenómenos. También sirve para descartar suposiciones teóri­
Si bien la teorü
cas e incluso puede brindar interesante información, acerca de
medio siglo, el hec•
los efectos reales que pueden esperarse de la implementación de
no siguen el proc(
ciertas políticas. El positivismo, sin embargo, sólo puede ofrecer
en la antigua dist
una "explicación muy parcial, primitiva y defectuosa", porque
basados en la ana
se centra en "políticas a corto plazo, descontextualizadas, que
son intencionalmente desenhebradas de políticas integrales" . sintéticos, en los e
frecuentemente a .

(Braithwaite 1993a:399 -3). "Los resultados de las investigacio­


los fundamentos e
nes empíricas no dicen nada acerca de la posibilidad de produ­
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 25

cir cambios. Nunca, la investigación empírica científico-social


sariamente tuve que
puede ofrecernos algo más que u na [serie de] observación[es]
>ales, y no pude invo-
que establecen e interpretan una situación específica" (van del
)S problemas analíti­ Vijver- 1993:27). "Como disciplina, la criminología está diseña­
·ia al inicio del análi­ da en una ínfima parte por su propio objeto teórico y su lógica
: epistemológicas ati­ de investigación. Su umbral epistemológico es bajo, tornándolo
!oría crítica, las dife­ susceptible a las presiones y los intereses que son generados en
co y criminológico y cualquier otro ámbito" (Garland 1994:28) . Proponer preguntas
onales que deben ser epistemológicas acerca del fundamento ideológico de la crimino­
minologías europeas. logía, como ha sido el objetivo de los académicos críticos, puede
egunta acerca de qué servir para disminuir esta susceptibilidad. Los estudios críticos
e que la comparación son extremadamente importantes a este respecto, ya que "nos
observarse. Debería­ mantienen alerta respecto de nuestros propios presupuestos"
el rol de la crítica en (Braithwaite 1993a: 394-5).
los estándares nor- El problema de la teoría crítica es de naturaleza epistemo­
lógica. Los positivistas acusan a los académicos críticos nada
menos que de abandonar la ciencia, al adoptar la posición de
que "todo vale" a la hora de hacer ob ervaciones al conocimiento
científico. Si bien estoy de acuerdo con que, sin cierta reducción
1. última instancia e de la complej idad, casi ninguna discusión racional es posible, la
) de intereses, metas, pregunta verdadera es cuán lejos pueden ir estas reducciones
3.S. Por lo tanto, tam­
sin que una teoría deje de tener sentido, en un escenario social
existe una difundida concreto. Para esto, necesitamos reflexiones epistemológicas.
lógica" (Sack 1994:3). La epistemología no sólo debe entenderse como una investiga­
positivismo empírico ción acerca de qué podemos saber, sino también de cómo se
:os-. Solamente pone determina lo que debe considerarse conocimiento válido. M ichel
pistemológica previa. Foucault contestó la crítica positivista con su famosa contrapre­
os impide la especu­ gunta "¿qué conocimiento quieres excluir, si me peguntas si 'es
·d data" (información ciencia'?". Aun así, debemos aceptar que en la década de 1990 el
etodológicos) es muy onus probandi está nuevamente del lado de los académicos que
LUsales entre diferen­ no siguen todas las convenciones del positivismp lógico.
H suposiciones teóri­
Si bien la teoría crítica nació recién hace aproximadamente
formación, acerca de medio siglo, el hecho de que se iniciara a partir de premisas que
la implementación de no siguen el proceso evaluatorio empírico puede advertirse ya
?;O, sólo puede ofrecer
en la antigua distinción kantiana entre enunciados sintéticos,
· defectuosa", porque
basados en la anatomía de un fenómeno específico y los juicios
ontextualizadas, que
sintéticos, en los que las diferentes observaciones se combinan
políticas integrales" .
frecuentemente a priori. En 187 1 , Immanuel Kant sostuvo que
s de las investigacio­
los fundamentos de todas las d isciplinas académicas consisten
::losibilidad de produ-
26 RENÉ VAN SWAANINGEN EL VAI

en juicios sintéticos a priori, que no derivan de ningún enun­ punto, pueden obte
ciado analítico. Estas premisas son tomadas como axiomas que a la narrativa pers·
permanecen fuera de la observación científica. La Crítica de la manifiestos, relato
razón pura, de Kant, enfrenta la cuestión de la constitución de presidiarios, novel<
tales conceptos. A ese respecto, Kant enfatiza la importancia de de los movimiento
la crítica como juicio crítico de las fuentes y límites del conoci­ encuentran los de :
miento. La teoría crítica propone sujetar las premisas precientí­ da realidad (penal)
ficas a la crítica de la ideología, y vincularla con las relaciones miento"s sociales se
de poder (económico) en la sociedad. no completamente
Una de las premisas de la teoría crítica es la que sostiene que diferenciada, basac
los científicos sociales no pueden confinarse a adquirir conoci­ de objetivos especí
miento acerca de fenómenos parciales que puedan ser descriptos, el statu quo de su :
y sobre los que se pueda operar de manera precisa y empírica, y y la tendencia a vi1
que sólo confronten al lector con problemas científicos. También social generalizad¡
deberían exponer las estructuras problemáticas de la sociedad e cial, a los movimie
involucrar al lector con los problemas sociales (Adorno 1969 : 142). presión. Si bien la
Por lo tanto, la teoría debería estar basada en la sociedad, y con­ parte, de otros est1
tribuir al cam)Jio de la realidad, en lugar de, simplemente, des­ pos de presión pe1
cribirla. Con sus famosas consideraciones acerca de los intereses dueto de entrevista
dominantes dentro del conocimiento, Jürgen Habermas ( 1968) países europeos, s
hizo una distinción entre el conocimiento para la dominación (He­ lineada, como así t
rrschaftswissen) y el conocimiento emancipador. El conocimiento no de los grupos d
para la dominación está afectado por intereses profesionales, co­ actividad "observa
merciales o políticos hegemónicos, y no cuestiona las relaciones los factores. El uso
sociales tal como son. El conocimiento emancipador desafía estos debates académico
intereses a través de la revelación de los presupuestos sobre los co, cultural y socio
cuales se basan determinados análi is, y pretende cambiar el de la teoría crítica.
statu quo. En este punto, la visión de Habermas se acomoda bas­ criminólogos debe1
tante bien con el argumento de Foucault, acerca de que debería las similitudes y ¿
dejarse al descubierto el llamado conocimiento descalificador, no criminología histór
É ste es el proyecto
discursivo, para así obtener una impresión más proporcionada de ,
los desarrollos históricos. Ambas estipulaciones se basan, en de­
finitiva, en la noción marxista de que el conocimiento profesional
Ill . EL VALOR DEL DE
pertenece a la superestructura, y que tenemos que buscar sus Los marcos de n
fundamentos materiales. logia son, al menos
La palabra "discurso" hace referencia al conocimiento pro­ diferentes. Para un
fesional, estructurado coherentemente. Las fuentes capaces de ba. El sistema prev
proveer una profu ndización analítica del conocimiento no dis­ corte son los límit
cursivo del delito y el castigo son realmente escasas. Hasta cierto mismos . . Más allá •
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGIA COMPARADA 27

an de ningún enun­ punto, pueden obtenerse de los archivos judiciales (en lo atinente
ts como axiomas que a la narrativa personal del delincuente) y también de panfletos,
fica. La Crítica de la manifiestos, relatos autobiográficos y diarios personales de los
je la constitución de presidiarios, novelas contemporáneas, mitos y la tradición oral
za la importancia de de los movimientos sociales -entre los cuales explícitamente se
y límites del conocí­ encuentran los de los presos- que reaccionan a una determina­
> premisas precientí­ da realidad (penal) desde una posición de "sujeción". Los movi­
la con las relaciones miento"s sociales son considerados grupos organizados, aunque
no completamente institucionalizados, con una identidad bien
s la que sostiene que diferenciada, basada en la solidaridad positiva en lá persecución
;e a adqu irir conoci­ de objetivos específicos, una posición de enfrentamiento contra
ledan ser descriptos, el statu quo de su situación, un perfil activista para cambiarla
precisa y empírica, y y la tendencia a vincular reclamos específicos con una reforma
científicos. También social generalizada. E ste ú ltimo elemento diferencia, en espe­
icas de la sociedad e cial, a los movimientos sociales de otros grupos de interés o de
s (Adorno 1969 : 142) . presión. Si bien las observaciones empíricas derivan, en gran
:n la sociedad, y con­ parte, de otros estudios criminológicos, los análisis de los gru­
e, simplemente, des­ pos de presión penal incluidos en e.ste libro también son pro­
:erca de los intereses ducto de entrevistas realizadas con activistas penales en varios
n Habermas ( 1968) países europeos, sin una estructura específica previamente de­
a la dominación (He­ lineada, como así también de mi compromiso personal en algu­
tdor. El conocimiento no de los grupos de presión holandeses, aunque llamar a esta
;es profesionales, co­ actividad "observación participativa" seria alterar el orden de
stiona las relaciones los factores. El uso de conocimiento activista y el análisis de los
cipador desafía estos debates académicos en relación con su propio contexto históri­
supuestos sobre los co, cultural y socioeconómico coloca a este estudio en el ámbito
pretende cambiar el de la teoría critica. Según John Braithwaite ( 1993a: 394-5), los
nas se acomoda bas­ criminólogos deben " fomentar el arte contextua! de identificar
:erca de que debería las similitudes y diferencias de otros contextos . . . , fomentar la
1to descalificador, no criminología histórica y fomentar la criminología transcultural".
É ste es el proyecto que pretendo desarrollar.
tás proporcionada de ,
nes se basan, en de­
>Cimiento profesional
III . EL VALOR DEL DERECHO

mas que buscar sus Los marcos de referencia y la relevancia del derecho y la socio­
logía son, al menos en su versión típica ideal-positivista, bastante
1 conocimiento pro­ diferentes. Para un positivista jurídico, "la verdad" viene de arri­
fuentes capaces de ba. El sistema prevaleciente de reglas y veredictos de la suprema
:mocimiento no dis­ corte son los limites analíticos que los juristas se imponen a sí
scasas. Hasta cierto mismos . . Más allá de esta exégesis de textos, las observaciones
28 RENÉ VAN SWAANINGEN EL VAJ
jurídicas adquieren rápidamente un carácter hipotético. Para u n nal. La criminologí
sociólogo positivista, "la verdad" viene d e abajo y puede ser cons­ por este conocimie
truida en forma diferente si el análisis empírico así lo requiere. Si del delito. Sólo a tr
la información metodológicamente construida se manifestó, en­ gal específico, puec
tonces "los hechos" se tornan evidentes. Todo conocimiento que análisis y el contn
exceda estas reconstrucciones científicas es llamado especula­ de la naturaleza d«
ción. La evaluación empírica puede demostrar la falsedad de u na valores políticos st:
teoría sociológica pero no de una jurídica. En el ámbito del dere­ tende mantener el
cho una teoría se basa en una estipulación filosófica y funciona goza la criminologí
co o un estándar norm tivo, mientras que las teorías socioló­ En tercer lugar,
gicas se basan en análisis empíricos y funcionan como marco cas aplicables a la .
interpretativo. Estas dos tradiciones académicas diferenciadas en la reforma pena
colisionaron frecuentemente y se malinterpretaron. En la historia deraciones proveni
de las ciencias penales europeas, la idea de que el enfoque cri­ intersecciones, tan
minológico empírico sería útil para aumentar la efectividad de la en un estilo empíri
coerción penal ha sido un basso continuo. Aquí, daremos vuelta dicional entre el de:
la perspectiva, preguntándonos: ¿por qué el estudio del derecho logia como discipli1
debería ser útil. para los criminólogos críticos? D urante las últim<
Primero, la relación entre criminología y derecho nos ha sido novedosos afiliado
impuesta. En el continente europeo, la criminología académica tativas en el dered
surgió y se desarrolló en íntima conexión con la disciplina jurídi­ estudios europeos
ca. En la mayoría de los países europeos, la criminología se basa última década pro
en las escuelas de derecho. La criminología sólo ganó un estatus El objetivo de este
académico independiente como ciencia social a mediados de los del derecho y la cri:
60, y en los países mediterráneos aún es principalmente territo­ camino para amba
rio de los juristas. Si bien los juristas y los criminól_ogos se han En cuarto lugar
separado desde 1970 -en parte bajo la influencia de la sociología del derecho podría
angloamericana empírica-, la criminología crítica europea toda­ tivo, que es frecue
vía no puede ser entendida sin lidiar con sus raíces legales. Gran Mientras la sociolo
parte de los desarrollos teóricos que en el mundo de habla inglesa mente existente, el
serían considerados como pertenecientes al campo criminológico,
abrir la puerta a 1«
en el continente europeo serían realizados por juristas. conseguírselo. Las
En segundo lugar, los criminólogos empíricos tienen en la pios legales pueder
actualidad una conciencia bastante limitada sobre los debates nólogos se deslicer
y desarrollos en el ámbito jurídico. Sin embargo, la criminología con mucha frecue1
pierde su dimensión crítica si los conceptos y estructuras jurí­ los análisis empíri
dicas hegemónicas se dan por sentados, y lo mismo ocurre con jurídica ha sido, s:
su legitimidad e independencia como disciplina académica si se historia común, en
descuida el conocimiento concreto del sistema de justicia pe­ impone una reflexi
N
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGiA COMPARADA 29

er hipotético. Para un nal. La criminología se distingue de otras ciencias precisamente


>ajo y puede ser cons­ por este conocimiento de la definición legal y la administración
rico así lo requiere. Si del delito. Sólo a través de la inclusión de este conocimiento le­
ida se manifestó, en­ gal específico, pueden interpretarse en el contexto adecuado los
>do conocimiento que análisis y el control. del delito. Por ello, el conocimiento acerca
es llamado especula­ de la naturaleza de los conceptos y estructuras jurídicas y sus
ar la falsedad de una valores políticos subyacentes, se torna imprescindible si se pre­
n el ámbito del dere- tende mantener el estatus de independencia académica del que
1 filosófica y funciona
goza la criminología.
Le las teorías socioló­ En tercer lugar, especialmente en el desarrolló de las políti­
ncionan como marco cas aplicables a la administración de justicia penal y, por cierto,
émicas diferenciadas en la reforma penal, se han utilizado de forma integrada consi­
etaron. En la historia deraciones provenientes del derecho y la criminología. En estas
le que el enfoque cri­ intersecciones, tanto los criminólogos como los juristas operan
ar la efectividad de la en un estilo empírico y normativo. La distinción positivista tra­
Aquí, daremos vuelta dicional entre el derecho como disciplina normativa y la crimino­
1 estudio del derecho logía como disciplina empírica es, por tanto, demasiado simple.
JS?
Durante las últimas décadas, numerosos movimientos sociales
r derecho nos ha sido novedosos afiliados a la criminología crítica cifraron sus expec­
.minología académica tativas en el derecho como instrumento de lucha. Muchos de los
m la disciphna jurídi­
estudios europeos más críticos acerca de la justicia penal de la
L criminología se basa
ú ltima década provienen de juristas más que de criminólogos.
. sólo ganó un estatus El objetivo de este estudio es evitar un mayor distanciamiento
ial a mediados de los del derecho y la criminología. La reflexión mutua parece el mejor
rincipalmente territo­ camino para ambas disciplinas.
; criminólogos se han En cuarto lugar, la introducción de los principios explicativos
tencia de la sociología del derecho podría demostrar el valor del pensamiento norma­
crítica europea toda­ tivo, que es frecuentemente relegado en las ciencias empíricas.
.s raíces legales. Gran Mientras la sociología observa y analiza una realidad empírica­
undo de habla inglesa mente existente, el derecho puede también visualizar luchas y
campo c;riminológico, abrir la puerta a lo .que "debería ser" y cómo debería tratar de
por juristas. conseguírselo. Las consideraciones normativas sobre los princi­
npíricos tienen en la pios legales pueden tener la virtud de lograr evitar que los crimi­
tda sobre los debates nólogos se deslicen hacia el empirismo acrítico. Por esta razón,
)argo, la criminología con mucha frecuencia los criminólogos críticos han conectado
> S y estructuras jurí­
los análisis empíricos con la teoría social o política. La teoría
lo mismo ocurre con jurídica ha sido, sin embargo, bastante ignorada. Viendo esta
plina académica si se historia común, en un estu d io sobre la criminología europea se
;tema de justicia pe- impone una reflexión sobre la disciplina jurídica.
RENE VAN SWAANINGEN EL VAL
30

En quinto lugar, siguiendo el axioma ortodoxo marxista, los escrito, y se encuen


criminólogos críticos han sostenido -en términos bastante dis­ gado en la crimino
plicentes- el carácter ideológico, anacrónico e ilusorio de la ley y argumentos polític<
el lenguaje de los derechos. Sin embargo, al descartar al derecho los estudios jurídic<
como producto de la superestructura, no tomaron seriamente el · En sexto lugar, e
aspecto protector de la justicia penal y no advirtieron su e stilo el abolicionismo -q1
de argumentación normativo, apriorístico y sintético comparti­ do en el Capítulo C
do. Los principios explicativos del derecho tienen un carácter contrafáctico, juríd
"contrafáctico". Este concepto habermasiano alude a la relación emplazo i nspirado
dialéctica continua entre realidad empírica y presupuestos alternativa del cont
normativos. Jürgen Habermas ( 1981) desarrolló el concepto de los análisis socioló!
"contrafacticidad" para interpretar el rol de las pretensiones de cos se advierten en
validez en la comunicación ideal. Los elementos contrafácticos a la justicia penal e
del derecho personifican una institucionalización de la raciona­ empíricos acerca d<
lidad moral-práctica como el ímpetu necesario para el cambio nista y una polític<:
social. Los principios legales juegan un rol mediador en la prác­ en un nivel práctic
tica interpretativa de la coerción penal. El garantismo penal es actual; ambas disc1
el más claro ejemplo de cómo se utiliza en la criminología crítica y ambas incluyen u
europea la visión contrafáctica. La perspectiva garantista, que abolicionistas taml
se abordará en el Capítulo V y se elaborará en el Capítulo X, se explicativos del de1
basa en el objetivo jurídico clásico de proteger a los ciudadanos legal, ya que frustr;
individuales contra la intervención estatal arbitraria, codifican­ En séptimo luga
do explícitamente cuándo el E stado puede intervenir y cuándo trado ser adecuadc
no. Tanto el actual resurgimiento de la dominación de visiones movim ientos social
puramente instrumentales de los nuevos criminólogos admi­ que el derecho sólo
n istrativistas, como el descuido del valor protector del derecho puede romper el cír
penal por sus críticos, son las razones por las que propongo · a bles en la que han
los criminólogos una reflexión renovada de los principios jurí­ te, un conocimient•
d icos clásicos, y el motivo por el cual podría ser relevante para puede llevar a un e1
la audiencia anglosajona un conocimiento más profundo de las de la coerción pena
tradiciones europeas ·en criminología. En los idiomas de base la­ ·
De estos siete pu
tina, el garantismo implica tanto una orientación hacia el valor recho penal y la cri:
sustancial, político del derecho penal y el valor procedimental cho y la criminolog
de las garantías legales. En los idiomas germánicos, como el tico (en cuanto a tn
holandés, estas dos dimensiones son abarcadas por conceptos nivel epistemológicc
diferentes, haciendo referencia al marco constitucional (rechts­ orientaciones y pri1
statelijk) y el objetivo de protección (rechtsbescherming). Si bien los, respectivament
el garantismo se refleja en el sistema de justicia penal inquisiti­ sobre el derecho pe
vo, típicamente continental, con acento normativo en el derecho nas siguen su prop
N EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 31

>rtodoxo marxista, los escrito, y se encuentra, especialmente en Europa del sur, arrai­
érminos bastante dis­ gado en la criminología crítica (Zaitch y Sagardury 1992), sus
:o e ilusorio de la ley y argumentos políticos y epistemológicos básicos se asemejan a
J descartar al derecho los estudios jurídicos críticos anglosajones.
:amaron seriamente el · En sexto lugar, otra rama de la criminología crítica europea,
) advirtieron su estilo el abolicionismo -que será abordado en el Capítulo VI y elabora­
y sintético comparti­ do en el Capítulo IX-, también halla su raíz en el pensamiento

lo tienen un carácter contrafáctico, jurídico. El abolicionismo es un discurso de re­


no alude a la relación emplazo inspirado normativamente, que defienp.e una visión
rica y presupuestos alternativa del control del delito, que no proviene únicamente de
urolló el concepto de los análisis sociológicos. Algunos de sus ingredientes sociológi­
le las pretensiones de cos se advierten en el hecho de que las objeciones abolicionistas
nentos contrafácticos a !a justicia penal están, en su mayoría, basadas en argumentos
ización de la raciona­ empíricos acerca de su ineficacia. Si bien una política abolicio­
:sario para el cambio nista y una política de los derechos pueden entrar en conflicto
. mediador en la prác­ en un nivel práctico, ambas son críticas a la práctica jurídica
. garantismo penal es actual; ambas discurren por líneas normativas y funcionalistas
:a criminología crítica y ambas incluyen una perspectiva de reforma penal. Es más, los
:ctiva garantista, que abolicionistas también proponen deshacerse de los principios
á en el Capítulo X , se explicativos del derecho penal y el instrumentalismo político­
ger a los ciudadanos legal, ya que frustrarían sus funciones protectoras.
arbitraria, codifican­ En séptimo lugar, el conocimiento técnico jurídico ha demos­
! intervenir y cuándo
trado ser adecuado para la realización de los objetivos de los
minación de visiones movimientos sociales. Por lo tanto, no hay razón para presumir
: criminólogos admi­ que el derecho sólo beneficia a "los poderosos". El activismo legal
protector del derecho puede romper el círculo vicioso de la trampa de opciones imposi­
r las que propongo · a bles en la que han caído los criminólogos críticos. Por otra par­
.e los principios j urí­ te, un conocimiento más co"ncreto del sistema jurídico también
·ía ser relevante para puede llevar a un entendimiento más realista de las limitaciones
más profundo de las de la coerción penal en la resolución de los problemas sociales.
•s idiomas de base la­ De estos siete puntos, surge una relación reflexiva entre el de­
ltación hacia el valor recho penal y la criminología en dos niveles. Por un lado, el dere­
valor procedimental cho y la criminología crítica se tocan en un nivel más vale prác­
germánicos, como el tico (en cuanto a traducción política de ideas) y por el otro, en un
nivel epistemológico (que involucra la mismísima formulación de
·c adas por conceptos
mstitucional (rechts­ orientaciones y principios normativos). A éstos puede llamárse­
los, respectivamente, reflexión funcional y normativa sociológica
Jescherming). Si bien
;ticia penal inquisiti­ sobre el derecho penal. En un nivel más técnico, ambas discipli­
mativo en el derecho nas siguen su propia huella. Aquí, la criminología y la disciplina
EL VAU
32 RENÉ VAN SWAANINGEN
cionales todavía sor
jurídica tienen otros estándares de relevancia, son gobernados
una criminología cr
por otra metodología, y sirven a otros propósitos (Moedikdo 1974;
Suscribiendo a 1:
Lüderssen y Sack 1980). Por lo tanto, no propongo un enfoque
teratura acerca de
integrador del derecho y la criminología tout court. Semejante in­
ejemplo, Hardt y Ne
tento necesariamente conduciría a una de las disciplinas a la
cional, que el nueve
posición auxiliar respecto de la otra, pero una confrontación re­
principales accionis
flexiva puede ser muy útil para el futuro criminológico.
na! y de los mercadc
do sentido efectuar
IV. EL VALOR DE LAS COMPARACIONES INTERNACIONALES
si no a un refugiadc
¿Cuál puede ser el uso de la criminología comparada? Simple­ En algunos tem
mente cotejar reglas y políticas a un mero nivel descriptivo, del rio, y desde luego la
tipo de "¿cómo se define el hurto en el país A?" o "¿cómo deberían el actor principal, :
confeccionarse las cédulas de citación en el país B?". Parece bas­ podemos observar \
tante inútil, dado que es cuestionable lo que uno puede realmen­ varios países euror
te aprender de estos actos tan poco significativos. El argumento histórico-sociales p
categórico de que por qué tal o cual medida que "funciona" en el dos han alentado g
país C debería ser adoptada en el país D tiene la misma e sca­ Algunos ejemplos re
sa relevancia, ya que evalúa erróneamente la interacción de los ropeos como Gran I
desarrollos político-legales con los fenómenos culturales especí­ unieron a E stados l
ficos, las condiciones económicas y las constelaciones políticas. Alemania, Francia ,
Este párrafo nos brinda una imagen global de factores contex­ vó la confianza mt:
tuales que pueden servir como marco interpretativo general. Los las así llamadas "g
vertiginosos cambios durante las últimas décadas en las técni­ punto siguen desan
cas de comunicación, transporte y comercio le han dado un tre­ prueban que, quizá
mendo empuje a la criminología comparada, particularmente en puede concebirse al
el área del narcotráfico, las corrientes de refugiados, la industria do del siglo XIX. Si
del sexo y, por supuesto, el terrorismo internacional (Sheptycki tenemos que entend
y Warda, 2005; Winslow y Zhang, 2006). Más recientemente, los nación continúan te
criminólogos críticos también se han involucrado en un asunto David Nelken (1<
que durante mucho tiempo habían ignorado, y que probablemen­ pregunta acerca del
te excede sus posibilidades: el genocidio y otras groseras viola­ los Estados-nación.
ciones a los derechos humanos (Cohen, 2 0 0 1 ; Morrison, 2006) . "entender mejor nu·
El análisis de estos temas desde un ángulo crítico conecta cues­ cualquier otro. La
tiones teóricas fundamentales. En nuestro mundo globalizado de sus preocupacic
de la última parte de la modernidad, conceptos que alguna vez la consonancia enti
fueron sólidos, como "tiempo" y "espacio", han adquirido un sig­ de un país con otrc
nificado nuevo, "líquido" (Castdls, 1998; Bauman, 2000). Inclu­ comparada revela 1<
so, podríamos preguntarnos hasta qué extremo los Estados na­ na!. Un segundo ob
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 33

cionales todavía son importantes como puntos de orientación en


mcia, son gobernados
una criminología crítica comparada.
ósitos (Moedikdo 1974 ;
Suscribiendo a las principales lecciones aprendidas de la li­
propongo un enfoque
teratura acerca de los flujos globales y la gobernabilidad (por
ut court. Semejante in­
ejemplo, H ardt y Negri, 2 000), y admitiendo, de manera conven­
le las disciplinas a la
cional, que el nuevo (des)orden mundial es configurado por los
una confrontación re­
principales accionistas de los derechos de propiedad internacio­
riminológico.
nal y de los mercados financieros; aun así digo que sigue tenien­
do sentido efectuar comparaciones entre Jos países. Digámosle
:ONALES
si no a un refugiado que los Estados ya no son importantes . . .
a comparada? Simple­ En algunos temas fundamentales, como el sistema carcela­
) nivel descriptivo, del rio, y desde luego las políticas migratorias, el Estado es todavía
A?" o "¿cómo deberían el actor principal, y como veremos en los Capítulos VII y IX,
1 país B?". Parece bas­ podemos observar u n aumento del intervencionismo estatal en
te u no puede realmen­ varios países europeos. También existen importantes razones
cativos. El argumento h istórico-sociales para centrarse en el nivel estatal. Los Esta­
a que "funciona" en el dos han a Íentado guerras, que se libran por el poder estatal.
· tiene la misma esca­ Algunos ejemplos recientes resultan suficientes aquí: países eu­
e la interacción de los ropeos como Gran Bretaña, los Países Bajos, España o Italia se
nos culturales especí­ unieron a Estados Unidos en su intervención en Irak, mientras
nstelaciones políticas. Alemania, Francia o Bélgica la rechazaron. Esta división soca­
•al de factores contex­ vó la confianza mutua entre las naciones europeas. También
pretativo general. Los las así llamadas "guerras de independencia" -que hasta cierto
décadas en las técni­ punto siguen desarrollándose- en la ex Yugoslavia o la ex U RSS
io le han dado un tre­ prueban que, quizás especialmente en el contexto europeo, no
a, particularmente en puede concebirse al Estado-nación como u n remanente supera­
fugiados, la industria do del siglo XIX. Si queremos entender nuestro mundo actual,
ernacional {Sheptycki tenemos que entender su historia, y en ese sentido, los Estados­
tlás recientemente, los nación continúan teniendo un rol protagónico.
lucrado en un asunto David Nelken {1994c:22 1) brinda una respuesta triple a la
o, y que probablemen­ pregunta acerca del propósito de la criminología comparada de
, otras groseras viola- los Estados-nación. En primer lugar, tendría que ver tanto con
001; Morrison, 2006). "entender mejor nuestro propio país como con entender el de
cualquier otro. La investigación comparativa tiene como una
> crítico conecta cues­
de sus preocupaciones principales el esfuerzo por identificar
·o mundo globalizado
la consonancia entre los tipos de delitos y de control del delito
:eptos que alguna vez
de un país con otros aspectos de su cultura". La criminología
han adquirido un sig­
comparada revela la calidad cultural de la criminología nacio­
;auman, 2000). Inclu­
nal. Un segundo objetivo es superar el etnocentrismo, es decir,
tremo los Estados na-
34 RENÉ VAN 8WAANINGEN EL VALO

la idea (generalmente reprimida pero, sin embargo, a menudo penas y reincidencia


percibida implícitamente) de que los extranjeros prácticamente you are out"), o bien
nunca tienen ideas realmente buenas. En tercer lugar, "el tra­ presos encadenados
bajo comparativo puede inyectar nueva vida a la sociología de opciones viables en r
la desviación . . . porque trae a la mesa el problema de cómo en­ Otras dos marcad
tender al otro sin recurrir a estereotipos o negar las diferencias" rra a las drogas" desr
(Nelken 1994c:223). política penal. Si bieJ
UE, se encuentran rr
V. LAS CULTURAS NORTEAMERICANA Y EUROPEA COMPARADAS cho menos agresivo ,
países de la UE, y pa
La mayor parte de la literatura criminológica internacional
ce, en el tema del cor
es "made in USA". Por lo tanto, sería prudente comenzar remar­
cuidado de la salud,
cando que Europa no es Estados Unidos. Es más, existen bue­
de una reacción estr
nas razones para dudar si los análisis anglo americanos de los
Tanto respecto de lo
desarrollos penales recientes contemplan la situación de Europa
discriminación de lE
occidental. Sólo es necesario que nos detengamos a pensar en el
marco en el cual estos cambios se producen; la diferencia entre zación, la situación '
el sistema de common law y el sistema romano europeo-conti­ norteamericana. En
nental. En el primero, los legos y los sentimientos básicos tienen negros y blancos ce
un rol mucho más importante que eh los sistemas legales con­ cuando el tema de h
tinentales, que son, en general, operados por un poder judicial de los casos someti<
políticamente independiente -o si así se lo prefiere, por la elite peos y las minorías <
profesional-. Pero existen otros factores mucho más relevantes, en las cárceles euro]
socioculturales, que pueden poner en perspectiva su aplicabi­ atención que se les b
lidad (como los de Garland, 2001) en el contexto europeo-con­ Una tercera difen
tinental. Por lo tanto, se presenta como un ejercicio bastante se refiere a la cultu;
útil contrastar algunas diferencias socio-culturales relevantes gusta caminar y viví
entre Norteamérica y el resto de O cc idente. Como veremos en ir a pubs, restaurant
el próximo párrafo, también existen grandes diferencias dentro de la ciudad. En la 1
de Europa, pero tan pronto como se las compara con la situa­ nas, el centro está o
ción norteamericana, las similitudes entre los países europeos bastante desolado d•
se tornan más visibles. parte de estas ciuda•
Una de las mayores diferencias entre los Estados Unidos de y los restaurantes y <
Norte américa (EE.UU.) y la Unión Europea (UE) e s el tamaño topistas. Según Adai
y el estilo del sistema de justicia penal. Las tasas de encarce­ clases medias profes
lamiento en la UE son, en promedio, cerca de 1 / 8 de las que se migrado del centro d•
registran en EE.UU., y la pena capital no existe en ningún país do lazo cultural con
europeo. Los regímenes militarizados com9 los campamentos riamente la aplicabil
norteamericanos para la instrucción discipli naria de los delin­ casos de EE.UU. y G
cuentes juveniles (boot-camps), la práctiéa de la política sobre puede decir es que a
EN EL VALOR DE LA CRIMJNOLOGiA COMPARADA 35

n embargo, a menudo penas y reincidencia "tres golpes y afuera" ("three strikes and
anjeros prácticamente you are out"), o bien el folclore sureño nostálgico de las filas de
n tercer lugar, "el tra­ presos encadenados entre sí por los tobillos, no son vistas como
rida a la sociología de opciones viables en ninguna parte de Europa.
problema de cómo en- Otras dos marcadas diferencias son la centralidad de la "gue­
negar las diferencias" rra a las drogas" desplegada por EE.UU. y la cuestión racial en la
política penal. Si bien estos ternas tampoco están ausentes en la
UE, se encuentran menos acentuados y tienen un carácter mu­
:OMPARADAS cho menos agresivo que en EE.UU. En un número creciente de
países de la UE, y particularmente en los Países B ájos, prevale­
:10lógica internacional
ce, en el tema del control de adicciones, un enfoque tendiente al
ente comenzar remar-
cuidado de la salud , orientado a la reducción del daño, en lugar
Es más, existen bue­
de una reacción estrictamente punitiva al consumo de drogas.
glo americanos de los
Tanto respecto de lo políticamente correcto como de la abierta
la situación de Europa
discrim inación de las minorías étnicas y el proceso de gueti­
ngamos a pensar en el
zación, la situación europea es también menos extrema que la
en; la diferencia entre
norteamericana. En Europa no existe una división mental entre
)mano europeo-conti­
negros y blancos como puede observarse en los EE.UU. Aun
nientos básicos tienen
sistemas legales con­ cuando el tema de la droga también forma parte de la mayoría
por un poder judicial de los casos sometidos a los sistemas de justicia penal euro­
o prefiere, por la elite peos y las minorías étnicas también están sobrerrepresentadas
mcho más relevantes, en las cárceles europeas, estos elementos no reciben la misma
rspectiva su aplicabi­ atención que se les brinda en los análisis norteamericanos.
ontexto europeo-con­ Una tercera diferencia importante entre Europa y los EE.UU
un ejercicio bastante se refiere a la cultura urbana. A los europeos, en general, les
-culturales relevantes gusta caminar y vivir en el centro de la ciudad. También suelen
­
te. Como veremos en ir a pubs, restaurantes y cines que se encuentran en el corazón
les diferencias dentro de la ciudad. En la mayor parte de las ciudades norteamerica­
:ompara con la situa­ nas, el centro está ocupado por la comunidad comercial y luce
e los países europeos bastante desolado después del horario de oficina. En la mayor
parte d estas ciudades, la gente prefiere vivir en los suburbios,
)S Estados Unidos de y los restaurantes y cines se concentran en los cruces de las au­
ea (UE) es el tamaño topistas. Según Adam Crawford (2002 :235), el hecho de que "las
.as tasas de encarce­ clases medias profesionales y la elite liberal europeas no hayan
L de 1/8 de las que se
m igrado del centro de las ciudades", sino "mantenido un profun­
xiste en ningún país do lazo cultural con sus centros metropolitanos", "cuestiona se­
no los campamentos riamente la aplicabilidad de la tesis de Garland más allá de los
pli naria de los delin­ casos de EE.U U . y Gran Bretaña". Cierto o no, lo menos que se
l de la política sobre puede decir es que arroja una nueva luz sobre el control social
36 RENÉ VAN SWAANINGEN EL VALOR

y sobre la percepción de la ciudad como un lugar peligroso. Los gran impacto para la
"no-lugares", como los paseos de compras, los cruces de autopis­ tización, el delito reJa
tas con concentración de supermercados y restaurantes de co­ Adam Crawford (200:
midas rápidas, y los aeropuertos, donde mucha gente va y viene, de control del delito s
no cumplen, por otra parte, el mismo rol que en los EE.UU. Por delo de bienestar pen e
esto, parece poco razonable aplicar los análisis de los "no-luga­ integradores del delitc
res", con sus estructuras implícitas y privatizadas de control, al Finalmente, parec1
contexto actual europeo (Shearing y Stenning, 1985). la criminología en Eu
Una cuarta diferencia importante se refiere a la visión de la Si la criminología no
humanidad. En EE.UU. todo lo que le sucede a una persona dominantemente emp
tiende a ser atribuido a sus propios méritos, o cargado a sus mucho más en la ve.
propios defectos. Ambas caras de este individualismo extremo el continente europeo
son mitigadas y puestas en contexto en Europa. En general, los en las escuelas de der
europeos tienden a ser menos "empresarios morales" que los mucho más el estilo e
norteamericanos. Mientras éstos hablan de "vicio" y "maldad" angloamericanos. Est
para referirse a casi todo lo que tenga que ver con el sexo, las muchas consecuenci:
drogas (y el rock and roll), los europeos defendemos, tradicional­ Por un lado, existe u
mente, un enfoque más liberal y pragmático. El fuerte acento institucionalizada en
sobre el castigo al que recurren los norteamericanos también consideraciones norm
puede estar relacionado con ese mismo individualismo rígido y prácticas" construida
moralista (Melossi, 2001). En este tema, prevalecen las tenden­ el control del delito.
cias pragmáticas en política criminal. Si bien el individualismo Los criminólogos e
moralista también está creciendo, este enfoque pragmático pro­ yor frecuencia que su
bablemente aún refleja mejor la realidad europea. donde realmente se d<
Relacionado de algún modo con esta cultura del "propio mé­ se encuentra en decli
rito-propia culpa", se encuentra el rol del Estado en la distribu­ vía es u na idea muy
ción del bienestar. Aun cuando el auge del E stado de bienestar transparente debería
social demócrata quedó en el pasado en la UE, el gobierno cen­ ción científica y no s•
tral todavía tiene un rol social mucho mayor que en EE.UU. Tie­ populismo y a las pr
ne gran relevancia en las políticas de vivienda y trabajo y en la mos elementos son C é
provisión de beneficios por desempleo y toda clase de subsidios. política criminal .en E
En la mayor parte de los países de la UE todavía se invierte en en este artículo. En K
escuela pública de calidad, salud pública y sistemas de trans­ medida que en EE .UU
porte público de acceso masivo, y se ocupan de muchas otras les dependa de ningú1
comodidades de infraestructura, que en EE.UU. son abando­ Si bien las cultun
nadas a las fuerzas del mercado. El hecho de que decisiones de las mismas líneas qu
este último tipo generalmente implican que los pobres no tengan rencias, sea de conter
acceso a un gran número de servicios y sean empujados más establecer hasta qué
allá de los umbrales de una vida decente tiene consecuencias de implican que el "plan
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COM PARADA 37

n lugar peligroso. Los gran impacto para las cuestiones criminológicas como la gue­
los cruces de autopis­ tización, el delito relacionado a la pobreza o la exclusión social.
y restaurantes de co­ Adam Crawford (2002 :235) observó que las políticas europeas
.u cha gente va y viene, de control del delito se han mantenido bastante dentro del mo­
:J.Ue en los EE.UU. Por delo de bienestar penal. Con un marcado acento en los enfoques
. álisis de los "no-luga- integradores del delito, esta visión refleja la realidad europea.
3.tizadas de control, al Finalmente, parece importante remarcar que la posición de
:1ing, 1985). la criminología en Europa es bastante diferente a la de EE.UU.
fiere a la visión de la Si la criminología norteamericana puede caract rizarse como
ucede a una persona dominantemente empirista, los criminólogos europeos trabajan
itos, o cargado a sus mucho más en la verstehende, la tradición interpretativa. En
dividualismo extremo el continente europeo, la criminología está basada, en general,
uropa. En general, los en las e scuelas de derecho, y los criminólogos europeos reflejan
rios morales" que los mucho más el estilo de pensar normativo legal que sus colegas
de "vicio" y "maldad" angloamericanos. Este estilo normativo de razonamiento tiene
te ver con el sexo, las muchas consecuencias, de las cuales quiero mencionar dos:
endemos, tradicional­ Por un lado, existe u na criminología crítica más establecida e
ttico. El fuerte acento institucionalizada en la U E que en .EE.UU. Por otra parte, las
eamericanos también consideraciones normativas frenan con frecuencia las "mejores
tdividualismo rígido y prácticas" construidas empíricamente, de "lo que funciona" en
•revalecen las tenden­ el control del delito.
Jien el individualismo Los criminólogos europeos también trabajan con mucha ma­
oque pragmático pro­ yor frecuencia que sus colegas norteamericanos en los lugares
uropea. donde realmente se. desarrollan las políticas criminales. Si bien
lltura del "propio rué­ se encuentra en declinación, en muchos países europeos toda­
Estado en la distribu­ vía es u na idea muy compartida que una política democrática
:1 Estado de bienestar transparente debería basarse en los resultados de la investiga­
t U E , el gobierno cen­ ción científicá y no sólo -o principalmente- en la sumisión al
or que en EE.UU. Tie­ populismo y a las prioridades político-partidarias. Estos últi­
nda y trabajo y en la mos elementos son casi siempre incluidos en los análisis de la
::la clase de subsidios. política criminal .e n EE.UU. y recibirán mucha menos atención
todavía se invierte en en este artículo. En Europa, el delito es tema electoral en menor
y sistemas de trans­ medida que en EE.UU . , sin que la designación de jueces o fisca­
pan de muchas otras les dependa de ningún resultado electoral.
EE.UU. son abando­ Si bien las culturas europeas están siguiendo, en general,
' de que decisiones de las mismas líneas que EE.UU., aún existen importantes dife­
: los pobres no tengan rencias, sea de contenido o intensidad. La cuestión esencial es
sean empujados más establecer hasta qué pu nto todas estas diferencias culturales
ene consecuencias de implican que el "plan maestro" de los cambios recientes en la
38 RENÉ VAN SWAANINGEN EL VALOF

política criminal y la administración de justicia penal no se Las formas de con


ajustarían al contexto europeo. Con "plan maestro" me refiero rales específic as. Se
al surgimiento simultáneo de un sistema a la vez integrador y sociales y sistemas e
excluyente de control del delito, un conjunto de principios expli­ (199 lb) hace una dis
cativos de !ajusticia penal de carácter gerencial y actuaria!, y la la interpretación crít
atribución de responsabilidad a un Estado diferente, a partes occidenta l de tipo " ¡::
semiprivadas y privadas en la lucha contra el delito. norte, y el tipo "catól
roer modelo, el Estae
VI . LAS CULTURAS DEL CONTROL SOCIAL autocontrol del ciud;
Lo dicho no significa que "Europa" pueda ser considerada un Estado más centrali
bloque compacto. Como hemos visto, existen importantes dife­ como representativo
rencias dentro del "viejo continente". Para lograr un adecuado básicamente externc
entendimiento del pensamiento crítico en Europa, deben tenerse mente determinada •
en cuenta las diferencias en las culturas del control social. Un ticia y razonabilidad
problema preliminar es el propio concepto de control social. S tan­ elemento del control
ley Cohen (1985:2) lo describió como un concepto del tipo "Mic­ Nelken ( 1994c:230-1
key Mouse", es decir que abarca "todos los procesos sociales que como la fe en las ins
inducen a la conformidad, desde la socialización infantil hasta tibilidad de las expe<
la ejecución pública". El uso del concepto "control social" genera es el modo en que fu
muchas sugerencias, pero ninguna claridad. En la criminología de Gran Bretaña e
crítica el control social se ha transformado en "un concepto nega­ tuyen "medios gene:
tivo para abarcar no sólo el evidente aparato coercitivo del Estado, neutralizan la falta
sino también el elemento oculto, putativo, en toda política social Más aún, el nivel de
promovida por el Estado, sea la salud, la educación o el bienestar puede llegar a ser ce
social" (Cohen 1985 :2). En esta tradición, el control social verda­ se tiene en las inst
deramente produce desviación. Esta percepción del control social tuciones específica
como una conspiración orwelliana del Estado y sus cómplices es sistema como un toe
demasiado· negativa para encajar en el nuevo discurso de reem­ sistemas puede ser
plazo propuesto, y su centralismo estatal prácticamente no refleja judicial y el sistemé
las formas de control social actualmente fragmentadas y en gran como sistemas soci.
part+ privatizadas a nivel nacional (y globalmente aún más). El existe una gran de:
poder parece ahora más disperso entre varias instituciones y me­ con la confianz a sol
canismos informales, dominados por el mercado, cuyas mutuas nas del sistema. El
relaciones resultan bastante incomprensibles. Adoptaremos, en do, en definitiva, er
su lugar, la definición bastante neutral del Cohen (185: 1 ) : el con­ funcionar ios. En la
trol social abarca "los modos organizados en que la sociedad res­ permiten importan1
ponde al comportamiento y a la gente que considera desviada, de las política s, mie
problemática, preocupante, amenazante, conflictiva o indeseable semejante sería tier
de una forma u otra". ciales italianos se t
EN EL VALOR DE LA CRI!\1INOLOGÍA COMPARADA 39

ju sticia penal no se Las formas de control social hallan su raíz en tramas cultu­
m maestro" me refiero rales específicas. Se reflejan en historias, tradiciones, códigos
:1 a la vez integrador y sociales y sistemas de justicia penal diferentes. Darío Melossi
1.to de principios expli­ (199lb) hace una distinción entre modelos de control social (en
·encial y actuaria!, y la la interpretación crítica, orientada al Estado) dentro del mundo
:�.do diferente, a partes occidental de tipo "protestante", prevaleciente en el hemisferio
ra el delito. norte, y el tipo "católico" de los países mediterráneos. En el pri­
mer modelo, el Estado, disperso y empresarial, se centra en el
autocontrol del ciudadano individual. En el último modelo, un
:da ser considerada un Estado más centralizado, indiferente, se dirige a Í a gente más
como representativo de un grupo en particular, y el control es
sten importantes dife­
·a lograr un adecuado básicamente externo. La cultura del control social está fuerte­
Europa, deben tenerse mente determinada por el nivel de confianza pública en la jus­
. del control social. Un ticia y razonabilidad de las normas. David Nelken explica este
de control social. Stan­ elemento del control social comparando Gran Bretaña e Italia.
:oncepto del tipo "Mic­ Nelken ( 1994c: 230-1) conceptualiza la confianza de dos modos:
;; procesos sociales que como la fe en las instituciones y las personas, y como la predic­
Llización infantil hasta tibilidad de las expectativas sociales, A pesar de lo diferente que
"control social" genera es el modo en que funciona la confianza en los sistemas sociales
lad. En la criminología de Gran Bretaña e Italia, no contrastan tanto. Ambos consti­
' en "un concepto nega­ tuyen "medios generalizados de intercambio" que "sirven para
:o coercitivo del Estado, neutralizan la falta de certeza y permitir actuar al sistema".
en toda política social Más aún , el nivel de confianza en las relaciones interpersonales
ducación o el bienestar puede llegar a ser completamente diferente de la confianza que
el control social verda­ se tiene en las instituciones, y la confianza en algunas insti­
pción del control social tuciones e specíficas puede coexistir con la desconfianza en el
ado y sus cómplice s es sistema como un todo. También la confianza entre los diferentes
tevo discurso de reem­ sistemas puede ser muy distinta. En Gran Bretaña, el poder
'rácticamente no refleja judicial y el sistema político y administrativo son considerados
ragmentadas y en gran como sistemas sociales que se apoyan mutuamente. En Italia,
balmente aún más). El existe una gran desconfianzft entre los tres. Lo mismo sucede
·ias instituciones y me­ con la confianza sobre la que se construyen las relaciones inter­
lercado, cuyas mutuas nas del sistema. El sistema de justicia penal británico está basa­
.bies. Adoptaremos, en do, en definitiva, en relaciones de confianza entre sus distintos
:1 Cohen (185:1): el con­ funcionarios. En la "red de los viejos muchachos" británica, se
en que la sociedad res­ permiten importantes discrecionalidades en la implementación
le considera desviada, de las políticas, mientras que en el contexto italiano, un sistema
:onftictiva o indeseable semejante sería tierra fértil para la corrupción. Los sistemas so­
ciales italianos se basan en la desconfianza; hay más confianza
40 RENE VAN SWAANINGEN EL VALOF

interpersonal pero menos confianza impersonal. Como genera­ en la reciente literat1.


lización, podríamos decir que en Italia los amigos necesitan y sur y centroeuropeo.
están deseosos de hacer algo por u no, lo que no se esperaría que ha observado una te1
hicieran en Gran Bretaña. Pero la misma búsqueda de la con­ agencias (semi)privati
fianza . . . sólo refuerza la sensación de inseguridad y la falta de y centralización en te
u n respaldo más amplio en el que confiar" (Nelken 1994c:236­ tradiciones administ
7 ) . Los británicos, a su vez, depositarían mayor confianza en juegan un rol signific
"sus" instituciones y menos en sus amigos. supuestas, permanec
La decisión de confiar, los modos de confiar y el nivel de con­ sobre "el Estado" gen1
fianza en una sociedad en particular se encuentran arraiga­ manera abierta; gene:
dos fuertemente en su desarrollo histórico. Cuanto más se en­ del mismo ente, pero
cuentren orientados los mecanismos de control social hacia el En oposición a m
autocontrol, mayor será la confianza en la responsabilidad de de los Países Bajos n
los funcionarios. El nivel de confianza en los sistemas sociales tocrática de poder, s
también aumenta con el nivel de afianzamiento de un Estado el gobierno español
de bienestar social democrático. Si las instituciones, efectiva­ sobre el Estado no he
mente, proveen servicios a los ciudadanos, será más probable tica holandesa ni en
que la gente se identifique con ellas. Cuánto más indiferentes dición en la que el r
sean, menor será la confianza pública. Existe un mayor grado la tarea primordial d
de profesionalización y dependencia de los sistemas sociales en representa un servic
E stados de bienestar afianzados y un mayor grado de clientelis­ pre esperó algo posit
mo y dependencia de los amigos si el Estado, en primer lugar, representantes respc
personifica el poder. toda clase de fuerza:
Las visiones del "Estado" contienen un malentendido común las discusiones y ne;
entre los criminólogos críticos europeos. Para bien de las ideas, que en Gran Bretañ
las reduciré aquí a dos esferas culturales: por un lado, una sur y tuciones holandesas
centroeuropea y, por el otro, una del noroeste -a la que pertene­ Las estructu ras orga
cen los Países Bajos, junto con los países escandinavos y el Reino por la misma cultur
Unido-. Los países sur y centroeuropeos tienen üna imagen pira­ lugar común de Thot
midal del Estado; un cuerpo centralizado en el cual las órdenes las ideas!" es aplicab
se imparten jerárqt,licamente, desde arriba hacia abajo, conforme ( 1994c:228), se hace
a estrictas reglas burocráticas, con el fin de establecer un control nental- "discutir el a
democrático propter hoc (preventivo). En el noroeste, el Estado considera un halago:
funciona más como un sistema gerencial, donde las autoridades la justicia penal briü
operan informalmente y se hallan sujetas al control democrático ticia penal holandés :
post hoc (posterior) . Llevan a cabo su tarea conforme estánda­ ( 1994c:229) sostiene
res generalizados, que se pueden aplicar discrecionalmente. En culturas involucrada
este sentido, el modelo del noroeste está más en línea con el rol cuencia, sólo despué
gerencial y meramente regulador (que se le atribuye al Estado da en una tercera re
1EN EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 41

•ersonal. Como genera­ en la reciente literatura de la gobernabilidad global), que en el


los amigos necesitan y sur y centroeuropeo. Si bien durante los ú ltimos quince años se
1ue no se esperaría que ha observado una tendencia a gobernar "a distancia" mediante
a búsqueda de la con­ agencias (semi)privatizadas, lo que lleva a mayor fragmentación
seguridad y la falta de y centralización en todos los paises de Europa occidental, estas
tr" (Nelken 1994c:236- tradiciones administrativas históricamente diferentes todavía
n mayor confianza en juegan un rol significativo. Dado que estas nociones, dadas por
lS. supuestas, permanecen generalmente implícitas, las discusiones
mfiar y el nivel de con­ sobre "el Estado" generan confusiones pocas veces -ventiladas de
e encuentran arraiga­ manera abierta; generalmente, pensamos que estamos hablando
:o. Cuanto más se en­ del mismo ente, pero en realidad no es así.
control social hacia el En oposición a muchos otros Estados-nación, la formación
la responsabilidad de de los Paises Bajos no es el resultado de una acumulación aris­
1 los sistemas sociales tocrática de poder, sino que se origina en una revuelta contra
imiento de un Estado el gobierno español en 1579. Las consideraciones metafísicas
nstituciones, efectiva­ sobre el Estado no han hallado mayor reflejo en la práctica polí­
Js, será más probable tica holandesa ni en su filosofía estatal. Enraizada en una tra­
ánto más indiferentes dición en la que el mantenimiento ael equilibrio del agua fue
:xiste un mayor grado la tarea primordial de "las autoridades", el Estado básicamente
s sistemas sociales en representa un servicio público. Por otra parte, la gente siem­
tor grado de clientelis­ pre esperó algo positivo de sus representantes y, a su vez, estos
tado, en primer lugar, representantes respondieron a estas expectativas invitando a
toda clase de fuerzas opositoras y disidentes a tomar parte en
. malentendido común las discusiones y negociaciones. Quizás hasta con más fuerza
)ara bien de las ideas, que en Gran Bretaña, la organización-estructura de las insti­
por un do, una sur y tuciones holandesas está ligada a las relaciones de confianza.
:ste -a la que pertene­ Las estructuras organizativas holandesas se hallan gobernadas
>candinavos y el Reino por la misma cultura pragmática que la británica. El famoso
nen una imagen pira­ lugar común de Thomas Ardí " ¡ Nosotros los británicos odiamos
en el cual las órdenes las ideas!" es aplicable también a los holandeses. Según Nelken
hacia abajo, conforme ( 1994c:228), se hace pertinente -desde un punto de vista conti­
establecer un control nental- "discutir el arraigado 'pragmatismo' (término que no se
1 noroeste, el Estado considera un halago) de muchas prácticas y procedimientos de
:londe las autoridades la justicia penal británica y norteamericana". El sistema de jus­
3.l control democrático ticia penal holandés seria merecedor de la misma crítica. N elken
a conforme estánda­ ( 1994c:229) sostiene que es tentador "suponer que los paises o
liscrecionalmente. En culturas involucradas representan opuestos polares . . . Con fre­
.ás en línea con el rol cuencia, sólo después de cambiar hacia una perspectiva ancla­
le atribuye al Estado da en una tercera realidad, emergen claramente los factores que
42 RENE VAN SWAANINGEN EL VALO:

los países tienen en común". Cuando comparamos Gran Bre­ bro de la barra ·, mi e
taña con el continente europeo, la situación holandesa es una parte de la magistrat
tercera realidad excelente. Los Países Bajos tienen estructuras fi scalía es la encarg:
jurídicas continentales (francesas), pero el funcionamiento y los de cargo suficientes
principios explicativos de varios sistemas sociales se hallan go­ contribuir a su propi
bernados por el pragmatismo anglosajón. Estas características En el common law
hacen de la situación holandesa la adecuada para ser utilizada noma, mientras que .
como "puente" entre Gran Bretaña y el continente. (idealmente) inserta ,
controlado por la fis<
VIl . TIPOS IDEALES DE JUSTICIA PENAL EN EUROPA pecto a las culturas :
maravilloso ejemplo e
Dado que la historia de la criminología se halla mucho más miento criminológico
entretejida con el derecho, las diferencias en la cultura jurídi­ accionar de la policíc
ca también pueden constituir factores determinantes para los desaconsejable que (
criminólogos continentales más que para los anglosajones. No perder contacto con ·
puede brindarse aquí una descripción acabada de los diferen­ militares, tecnológicc
tes sistemas de justicia penal. Con el fin de delinear apenas Italia, sin embargo, e
un contexto global para su comprensión, expondré algunos ti­ todavía son parte de
pos ideales de justicia penal. Las dos tradiciones principales del reciente . . . una de ést
pensamiento jurídico europeo no siguen una línea norte- sur. En in stitución en la que
derecho, la distinción entre el sistema del common law (con una preeminencia de un .
estructura de contradicción entre las partes del proceso) y los de los países del suc
sistemas continentales, basados en el principio de legalidad (con debilidades: las fuer:
un procedimiento más inquisitivo), es fundamental. El juicio o mente instrumentos '
debate es medular en el common law, mientras que las etapas dirigida a la represió1
de investigación preliminar son el centro de los sistemas jurí­ desviadas. Por otra p:
dicos continentales. En el common law, el juez sólo actúa como o los seis de Birming
un árbitro entre dos abogados que se enfrentan, confrontando control sobre la palie
testigos tácticamente. Un juez continental tiene, a través del ex­ mocráticas. Como ilt
pediente escrito, un conocimiento previo del caso antes de llegar pueden ser el result
al debate, e interroga activamente a los testigos, mientras no como excesiva, Nelke
existe un verdadero examen cruzado por parte de los abogados.
La atribución de responsabilidades procesales marca una im­
portante diferencia. En el common law, el acusado y la defensa
N. del T.: cuerpo im
tienen un rol activo, por ejemplo, en lo atinente a la búsqueda ·

la profesión.
de pruebas de descargo y a obtener el convencimiento del juez ·· N. del T.: Hace refere1
y el jurado, mientras que en el sistema continental, la falta de se encarceló indebidamen
cooperación del acusado no tiene consecuencias formales para acus<tdo de complicidad c•
su situación procesal. En el common law, el fiscal es un miem­ h<-tsaron f'n la manipu laci•
!GEN EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 43

::amparamos Gran Ere­ bro de la barra ·, mientras que en los sistemas continentales es
ación holandesa es una parte de la magistratura (poder judicial) . En ambos sistemas, la
:ajos tienen estructuras fiscalía es la encargada de producir, lícitamente, las pruebas
el funcionamiento y los de cargo suficientes contra el acusado, y éste no tiene por qué
ts sociales se hallan go­ contribuir a su propia condena.
n. Estas características En el common law, la policía actúa de manera bastante autó­
uada para ser utilizada noma, mientras que en los sistemas continentales se encuentra
ontinente. (idealmente) inserta en un sistema jerárquico de competencias,
controlado por la fiscalía y los j ueces de instrucción. Con res­
WPA pecto a las culturas policíacas, Nelken ( 1994c : 2 2 1 -2) brinda un
maravilloso ejemplo de estas diferencias que orientan el conoci­
ía se halla mucho más miento criminológico: " Mucha de la literatura británica sobre el
as en la cultura jurídi­ accionar de la policía da por sentado que nada podría ser más
determinantes para los desaconsejable que el hecho de que la policía se arriesgara a
ra los anglosajones. No perder contacto con la gente, confiando demasiado en métodos
acabada de los diferen­ militares, tecnológicos, impersonales del control del delito . . . En
fin de delinear apenas Italia, sin embargo, dos de las principales fuerzas de seguridad
1., expondré algunos ti­
todavía son parte de las fuerzas armadas, y en una encuesta
.diciones principales del reciente . . . una de éstas -los carabinieri- resultó votada como la
una línea norte-sur. En institución en la que el público depositaba mayor confianza". La
1 common law (con una preeminencia de un estilo más militarizado de policía es típica
artes del proceso) y los de los países del sudeste europeo. Ambos sistemas tienen sus
incipio de legalidad (con debilidades: las fuerzas con matiz m ilitar han sido frecuente­
1ndamental. El juicio o mente instrumentos dóciles de una razón de Estado autoritaria,
1ientras que las etapas dirigida a la represión del activismo político y otras subculturas
-o de los sistemas j urí­ desviadas. Por otra parte, los ejemplos de los cuatro de Guildford
el j uez sólo actúa como o los seis de Birmingham demuestran que también la falta de
..

nfrentan, confrontando control · sobre la policía tiene sus particulares deficiencias de­
3.1 tiene, a través del ex­ mocráticas. Como ilustración del hecho de que los problemas
del caso antes de llegar pueden ser el resultado tanto de una confianza insuficiente
:; testigos, mientras no como excesiva, Nelken ( 1994c:237) sostiene: "En el Reino Unido
· parte de los abogados.
esales marca una im­
::1 acusado y la defensa
· N . del T.: cuerpo institucional que nuclea a los abogados que ejercen
la profesión .
3.tinente a la búsqueda
onvencimiento del juez
·· N . del T.: Hace referencia a dos casos famosos de error judicial, en Jos que
continental, la falta de se encarceló indebidamente a inocentes, durante muchos años, tras haberlos
:uencias formales para acusado de complicidad con el movimiento terrorista IRA. Estas decisiones se
J, el fiscal es un miem- hasaron en la manipulación ilegal de archivos y expedientes policiales.
EL VALO R [
44 RENÉ VAN SWAANINGEN
elemento democrático
la abrumadora mayoría de los casos penales se deciden en la
tiza la participación pt
primera audiencia; sólo debido a una serie de errores judicia­
argumento democráticc
les . . . se ha empezado a pensar en un procedimiento automático
la justicia se desbarre
de revisión. En Italia, por otra parte, muchos casos pasan por
los sentimientos prima
dos mveles de apelación y casi todos los casos penales tienen
· dicos profesionales, m <
dos instancias de juicio, donde pueden debatirse cuestiones fác­
acertada entre el grade
ticas. Pero los beneficios de la confianza y la legitimidad que
o ausencia de un siste¡
se ganan al asegurárseles a todos 'un segund o mordisco a la
España, Alemania y lo
cereza', hallan su contrapartida en la pérdida de confianza en
'jurados en los casos p
el sistema que produce el consecuente retardo en la administra­
utilizan en casos muy
ción de justicia".
recientemente en Italié
El common law otorga al derecho oral un lugar más central
crático del gobierno, la
mientras que la coerción penal en el continente debe ajustars
miten una amplia part
a los lín:ites impuestos por la codificación: el llamado principio
referéndum, consultas
de legalidad. Nelken ( 1994c:228) menciona esta diferencia en la
en Gran Bretaña.
cultura jurídica como una de las principales fuentes de malen­
Entre los sistemas
tendidos entre Gran Bretaña y el continente. "Sorprende a un
marcadas diferencias.
británico o a un norteamericano el 'principio de legalidad' a la
Bajos, son consideradc
hora de decidir la persecución penal, que en su forma extrema,
pragmático. En Españ
como en Italia, impide autorizar cualquier tipo de discrecionali­
filosóficas complejas 11
dad a la hora de decidir la persecución, sea por la policía o por el
que en los Países Bajo
fiscal", El principio de legalidad también implica una diferencia
en cuestiones de políti
entre la idea anglosajona del imperio del derecho y su equiva­
procesales. En sistemc
lente continental: el rechtsstaat. El primer concepto se refiere
ción penal consiste en
a las garantías de que un "sujeto" goza contra la intervención
través de las que se br
estatal, mientras la segunda noción contiene el principio de que
jurídicos y construccit
toda acción estatal que vulnere la libertad del ciudadano debe
te hallan reflejo en la
hall r explícitamente su fundamento y legitimación en la ley
coerción penal se orie
escnta. Al hablar de la situación continental, usamos la palabra
cos. En este enfoque I
rechtsstaat (Estado de derecho), porque la traducción al inglés
mática queda frecuent'
sería demasiado larga.
España, el principio dt
El common law permite la existencia de agistrado s legos
cada etapa del procese
en la decisión de casos penales, mientras que la mayor parte
a actuar como lo pres<
de los sistemas continentales sólo prevén la actuación de jueces
_ de cada una de las eta
profesiOnales. El sistema de jurados, considerado un elemento
mismo principio deten
crucial de la justicia penal en e stos países, no es tan esencial
intervención penal, per
en el continente. Tanto la presencia como la ausencia de sis­
límites de la legalidad,
tema de jurados encuentran argumentos democrátiCos. En los
a una forma de control
países del comrnon law, el sistema de jurados es considerado el
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGíA COMPARADA 45
GEN

enales se deciden en la e 1emento democrático del procedimiento penal, porque garan­


tiza la participación pública en el sistema jurídico. E1 pnncipa
. . 1
;erie de errores judicia­
ocedim iento automático argumento democrático en contr del j rado es el peligro de qu
.
la justicia se desbarranque hacia el hncham1ent P ? ular,
tuchos casos pasan por .
los sentimientos primarios prevalecen por sobre pnncipws JUn­
>s casos penales tienen
dicos profesionales, más racionales. Es difícil trazar una lín a
lebatirse cuestiones fác­
za y la legitimidad que acertada entre el grado de democracia de un país y la presencia
0 ausencia de un sistema de jurados; paises tan diversos como
segundo mordisco a la
España, Alemania y los Países Bajos no conocen el si ten: a de
>érdida de confianza en
tardo en la administra- J·urad os en los casos penales, mientras Bélgica y FráncJa solo lo
.
utilizan en casos muy graves (assize) , un sistema mtro duci"d o
recientemente en Italia. En lo que respecta al carácter demo­
1 un lugar más central,
crático del gobierno, la mayor parte de los países europeos per­
ntinente debe ajustarse
miten una amplia participación pública en política a través del
ón: el llamado principio
referéndum , consultas populares y representación proporcional
•na esta diferencia en la
en Gran Bretaña.
paJes fuentes de malen­
Entre los sistemas continentales de justicia penal, existen
nente. " Sorprende a un
marcadas diferencias. Los dos extrer_nos, España y los Países
ncipio de legalidad ' a la
Bajos, son considerados tipos ideales del sistema doctrin rio Y
te en su forma extrema,
pragmático. En España, los juristas se ocupan de cue twnes
er tipo de discrecionali­
filosóficas complejas llamadas de "dogmática penal", mientras
:ea por la policía o por el
que en los Países Bajos los abogados tienden a centrarse más
t implica una diferencia
en cuestiones de política criminal, casos judiciales y aspectos
el derecho y su equiva­
procesales. En sistemas doctrinarios como el español, la coer­
.mer concepto se refiere
ción penal consiste en deducciones lógicas intrasistemátic s ' a
, contra la intervención _ .
través de las que se brinda una realidad autónoma a pnnclpios
tiene el principio de que
jurídicos y construcciones dogmáticas que no ecesar amen­
tad del ciudadano debe
te hallan reflejo en la práctica social. En los Pa1ses BaJOS, la
· legitimación en la ley
coerción penal se orienta a la obtención de resultados prácti­
ntal, usamos la palabra
cos. En este enfoque pragmático, la consistencia lógica y dog­
la traducción al inglés
mática queda frecuentemente relegada a un segundo plano. En
España, el principio de legalidad es cumplido estricta ente en
3. de magistrados legos .
cada etapa del proceso penal. Obliga a todos los funcwnan s
as que la mayor parte
a actuar como lo prescribe la ley y a impulsar el caso a traves
1 la actuación de jueces
de cada una de las etapas siguientes. En los Países Bajos, este
•nsiderado un elemento
mismo principio determina el máximo nivel e intensidad de la
ses, no es tan esencial
intervención penal, pero no el mínimo. Si un caso, dentro de los
límites de la legalidad, va a ventilarse en un juicio, será der va?o
mo la ausencia de sis­
IS democráticos. En los
a una forma de control social que produzca menores restncc10­
rados es considerado el
46 RENE VAN SWAANINGEN EL VALOR I

nes, o si, directamente, va a ser desestimado, se lo libera a la pletamente distintos. E


discreción de diferentes funcionarios. Prácticamente todo acto ferente cultura para trc
de las autoridades judiciales españolas debe estar regulado por recurrencia al chivo e}
ley, mientras que en el sistema holandés permite grandes dis­ Países Bajos respecto <
creciones legales. La otra cara de la moneda es que en España nalmente diferente del
todo ciudadano (víctimas, asociaciones populares, organizacio­ van Solinge, 2 004). La
nes no gubernamentales, religiosas, etc.) pueden iniciar la per­ cipan de la idea de qw
secución penal, mientras que en Jos Países Bajos es monopolio el comercio, sino el con
absoluto del fiscal decidir si un caso es investigado. En cuanto a que han firmado varic
la imposición de penas, la ley española proporciona un estricta · el gobierno holandés :;:
escala de pena mínima y máxima, y circunstancias agravantes daño es más exitoso re
y atenuantes, que le dejan al juez un muy ajustado margen de y los riesgos de la salu
interpretación, mientras que en el sistema holandés sólo existen el espíritu de esos trat:
penas máximas y la adecuación de la pena a cada caso según la tantes diferencias exi
persona -y las específicas circunstancias del delito- es el prin­ ver que no hay una vi
cipal desafío de la profe sión judicial. varias visiones culture
La mayor diferencia entre los sistemas de justicia penal eu­
ropeos puede no coincidir con la división entre los dos modelos VIII. LA TOLERANCIA co
. principales de control social, pero las diferencias en la orienta­ En la literatura int
ción jurídica entre los sistemas jurídicos continentales sí son trol social se expone f
coincidentes. Une�. interpretación estricta del principio de lega­ templado, de toleranci
lidad reflej a un modelo de tipo piramidal, en el que el Estado contexto socio-cultura
simboliza el centro del poder y el derecho es principalmente un dueto de u n país con
imperativo. Un sistema práctico aplicado reflej a más una es­ de delincuencia. Tantc
tructura gubernamental gerencial, en la que la ley es un me­ la proverbial toleranc
dio, más que un fin. En un sistema de estas características, las mo final, como aquell<
consideraciones políticas, establecidas en principios de política o hasta inmoral hacü
crimiri aJ, recomendaciones, pseudo leyes y regulaciones muni­ describen como una ii
cipales, "adaptan" los ideales legales abstractos a la realidad. El apreciaciones. Los po
ministro de Justicia holandés Winnie Sorgdrager ( 1995:9) sostu­ sobre todo, los contra:;:
vo al respecto : si en Europa del norte el contenido de una norma En su estudio campar
específica ya no se considera ju sto o practicable, e sa norma se -"Los contrastes en la
cambia. "El peligro de esta adaptación de las normas a la prác­ rechazó la idea de ur
tica, es que las normas perderán su vigor en un sentido más marcada por principie
general. Este peligro se conoce como el plano inclinado". En las tes de las políticas he
culturas jurídicas del sudeste, "se prefiere dejar las normas in­ noruego Nils Christie
tactas, no importa cuán injustas o impracticables sean, m ien­ social holandés como
tras sus violaciones se perdonan en total silencio. Esto encierra te más intelectual q
el peligro de qUe la norma y la práctica corran por carriles com­ ( 1993:363) sostiene ql
}EN EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 47

mado, se lo libera a la pletamente distintos. E sto debería llamarse hipocresía". Esta di­
rácticamente todo acto ferente cultura para tratar las reglas explica, en gran medida, la
iebe estar regulado por recurrencia al chivo expiatorio de políticas de tolerancia de los
s permite grandes dis­ Países Bajos respecto del control de las drogas, que es tradicio­
:leda es que en España nalmente diferente del resto de las naciones europeas (Boekhout
Jopulares, organizacio­ van Solinge, 2004). La mayoría de los gobiernos europeos parti­
) pueden iniciar la per­ cipan de la idea de que los Países Bajos deben reprimir no sólo
ses Bajos es monopolio el comercio, sino el consumo de drogas por medios penales, por­
lVestigado. En cuanto a que han firmado varios tratados en ese sentido, J? ientras que
Jroporciona u n estricta el gobierno holandés sostiene que su enfoque de reducción del
:unstancias agravantes daño es más exitoso respecto de la prevención del delito callejero
uy ajustado margen de y los riesgos de la salud, y por lo tanto, está en consonancia con
a holandés sólo existen el espíritu de esos tratados. Sólo cuando entendamos las impor­
1a a cada caso según la tantes diferencias existentes en la cultura jurídica podremos
s del delito- es el prin- ver que no hay una visión "acertada" y otra "equivocada", sino
varias visiones culturalmente matizadas.
ts de justicia penal eu-
1 e ntre los dos modelos VIII . LA TOLERANCIA COMO CONTROL SOCIAL: EL CASO HOLANDES
ferencias en la orienta­ En la literatura internacional, el "modelo holandés" de con­
) S continentales sí son trol social se expone frecuentemente como ejemplo de un clima
3. del principio de lega­ templado, de tolerancia penal. En muchos de estos análisis, el
al, en el que el Estado contexto socio-cultural es ignorado o malinterpretado como pro­
o es principalmente u n ducto de un país con una población homogénea y bajas tasas
i o refleja m á s u n a es- de delincuencia. Tanto los observadores extranjeros que tratan
3. que la ley es u n me­ la proverbial tolerancia holandesa como ejemplo de humani s­
>tas características, las mo final, como aquellos que la ven como u na actitud indiferente
n principios de política o hasta inmoral hacia las anormalid ades perniciosas, o que la
s y regulaciones muni describen como una ingenuidad sin límites, se equivocan en sus
tractos a la realidad. El apreciaciones. Los posibles contrastes en la tolerancia reflejan,
·gdrager ( 1995:9) sostu­ sobre todo, los contrastes socioeconómicos, políticos y culturales.
ontenido de una norma En su estudio comparativo entre Gran Bretaña y los Países Bajos
tcticable, esa norma se -"Los contrastes en la tolerancia"-, David Downes (1988a:69 -74)
e las normas a la prác­ rechazó la idea de u n cultura holandesa general de tolerancia,
sor en un sentido más marcada por principios. Sin embargo, existen resultados toleran­
llano inclinado". En las tes de las políticas holandesas de control social. El criminólogo
re dejar las normas in­ noruego Nils Christie (1993:41-6) describió el modelo de control
·acticables sean, m ien­ social holandés como "tolerancia desde arriba" -desde una eli­
l silencio. Esto encierra te más intelectual que económica-. Así, Erhard Blankenburg
::lrran por carriles com- ( 1993:363) sostiene que el control social holandés tiene u n déficit
EL VALO
48 RENÉ VAN SWAANINGEN

tivo para expresar el


democrático, ya que depende del poder de definición de un grupo
evaluar la j usticia éti
cambiante de profesionales dominantes. Debido a un estilo de
Supone implícitame1
gobierno de corte intelectual hegemónico, y dada la existencia
máximo de convenci
de muchos movimientos sociales altamente institucionalizados
pecto de la razonabi
y profesionalizados, el gerenciamiento actual de los sistemas so­
pequeña variación eJ
ciales está a la sombra de la atención pública. D e este modo, se
no-intervención es s
puede sostener un estilo de administración autoritaria, mientras
que la represión.
que, al mismo tiempo, las políticas implementadas pueden ser
más tolerantes que la propia población. Con la dramática expan­
IX. ¿COERCIÓN PENAL '
sión de la población carcelaria holandesa y con políticas cada
vez más duras de seguridad urbana e inmigración en mente (van La cultura jurídi<
Swaaningen, 2007), se puede concluir que hasta la propia idea tendencia a la impl•
de tolerancia holandesa ha sido superada. Sin embargo, recien­ vación de la liberta<
temente, el reconocido abogado penalista, Ybo Buruma (2007) amplio reconocimie1
sostuvo que, sin un profundo entendimiento del concepto de tole­ también funcionan
rancia, es imposible comprender cómo opera en la actualidad la que el cuidado de la
coerción penal holandesa -especialmente en lo referente al con­ cia juvenil) o los m
trol de drogas ilícitas, eutanasia y prostitución-. un rol al menos tan :
Tanto contemporánea como históricamente, la tolerancia ho­ penal. La existencia
landesa ha sido vista como u n medio, más que como un fi n . tadas hacia el cons

Ello e s consecuencia del pragmatismo político y d e una relación trabajadores sociale

ideológicamente recíproca e históricamente alimentada entre el en el ámbito (parat

Estado y los ciudadanos . A pesar de todos los argumentos nor­ tradicional del siste:

mativos a favor de la tolerancia en la historia holandesa (desde se expresa más acer

Desiderius Erasmus y Baruch Spinoza hasta el requerimiento bies, como la gran e


radares judiciales y
protestante de libertad religiosa durante la revuelta holandesa
contra la ocupación española en el sigloXVI), no puede consi­ de las instituciones
"familiar" que se pe
derarse en la actualidad como un principio per se. E s más bien
juicio; las relacione
un llamado moral al autocontrol y a un modus vivendi pragmá­
en las cárceles, o la
tico, con el fin de mantener las cosas lo más tranquilas posible,
los medios de comu:
mediante las al;>stención de acciones provocadoras que puedan
Una traducción j"
llevar intranqu ilidad a la sociedad. E s una forma benigna de
nalización práctica <
utilitarismo. Sus principios explicativos radican en sostener que
sión de drogas blan
los enfoques de la desviación de naturaleza predominantemente
formalmente del Cé
moralista tienden a ser contraproducentes, ya que sólo produ­
ción estricta entre <
cen un mayor apartamiento y desconfianza de las normas de
un juicio moral en 1
aquellos que ya las habían infringido, y no se dirige a aquellos
a aquellos que no •
que todavía se conducen según ellas. Las respuestas puramente
tratamiento de la r
pragmáticas no ofrecen, sin embargo, ningún estándar norma­
EL VALOR DE LA CRIMINOLOGÍA COMPARADA 49
}EN

tivo para expresar el valor que la norma quiere proteger, o para


! definición de un grupo
evaluar la justicia ética, humana o política de ciertas reacciones.
Debido a un estilo de
Supone implícitamente que el modo intermedio ofrece el grado
), y dada la existencia
máximo de convencimiento que puede obtenerse de la gente res­
nte institucionalizados
pecto de la razonabilidad de u na norma, y que a veces, con una
tual de los sistemas so­
pequeña variación en la propuesta de Edwin Schur, u na relativa
tblica. De este modo, se
no-intervención es socialmente más dañina o desestabilizadora
)n autoritaria, mientras
que la represión.
lementadas pueden ser
:on la dramática expan- IX. ¿CoERCióN PENAL TOLERANTE?
5a y con políticas cada
nigración en mente (van La cultura jurídica holandesa se caracteriza por una fuerte
ue hasta la propia idea tendencia a la implementación de políticas, un u so de la pri­
a. Sin embargo, recien­ vación de la libertad comparablemente menos frecuente, y un
a, Ybo Buruma (2007) amplio reconocimiento de que los recursos sociales accesibles
:1to del concepto de tole­ también funcionan como un medio de prevención del delito y
)era en la actualidad la que el cuidado de la salud (drogas) , el trabajo social (delincuen­
en lo referente al con­ cia juvenil) o los medios administrativos (prostitución) ocupan
ución-. un rol al menos tan importante para. el control social como la ley
nente, la tolerancia ho­ penal. La existencia de una red de agencias de bienestar orien­
más que como un fin. tadas hacia el consumidor del servicio, con cerca de ocho mil
>lítico y de una relación trabajadores sociales entrenados profesionalmente y empleados
nte alimentada entre el en el ámbito (para)judicial, explica claramente la moderación
os los argumentos nor­ tradicional del sistema de justicia holandés. Esta "moderación"
>toria holandesa (desde se expresa más acentuadamente en los fenómenos menos tangi­
hasta el requerimiento bles, como la gran confianza y el respeto por los diferentes ope­
! la revuelta holandesa
radores j udiciales y sus colegas en el control social provenientes
' XVI), no puede consi­ de las instituciones de trabajo social o salud pública; el clima
pio per se. Es más bien "familiar" que se percibe en el desarrollo de las audiencias de
71odus vivendi pragmá­ juicio; las relaciones apacibles entre los guardias y los internos
nás tranquilas posible, en las cárceles, o la modesta cantidad de noticias policiales en
'vocadoras que puedan los medios de comunicación (Hu lsman y Nijboer 1993).
una forma benigna de Una traducción jurídica clara de la tolerancia es la descrimi­
·adican en sostener que nalización práctica de algunos delitos sin víctima (como la pose­
sión de drogas blandas para consumo personal) sin removerlos
·za predominantemente
formalmente del Código Penal. La idea detrás de una separa­
:es, ya que sólo produ­
ción estricta entre derecho y moral es bastante pragmática. Si
mza de las normas de
un juicio moral en particular no se le impone obligatoriamente
no se dirige a aquellos
a aquellos que no comparten dicha moralidad , se percibe el
: respuestas puramente
tratamiento de la policía y de los operadores judiciales como
ngún estándar norma-
50 RENE VAN SwAANINGEN EL VAL

decente, la medida de las sanciones razonable, las condiciones René Foqué ( 1995:6
de detención aceptables, el riesgo de una revuelta o escalada de el derecho y la prác­
violencia disminuye, haciendo que el sistema penal se manten­ cho de la implement
ga manejable. Esta noción implica una intervención restringida también conlleva el ·
en los casos en que no existe una víctima individual que re­ co por el oportunisn
quiera la intervención estatal -como, por ejemplo, la tenencia de Tanto las tradicic
drogas, el aborto, la eutanasia, la pornografía, la prostitución, píos explicativos ju:
etc.-. Estos asuntos cargados de connotaciones morales son notablemente difere
materia de eternos debates públicos y la política de la toleran­ modo, el valor que
cia (gedoogbeleid) adoptada en esos campos se lleva a cabo con normativas o pragm
amplio consenso, al menos entre las "elites intelectuales" que personas o en las in
intervienen en el debate público. Esta política de tolerancia no Bretaña y en el con
implica que las autoridades piensen que estas prácticas están sur de Europa. En 1
libres de problemas, pero muestran una evaluación realista de marcos contextuale
las modestas posibilidades de efectuar ingeniería social con ins­ hería dejar eso en e
trumentos penales y una mirada atenta a los efectos colaterales algún modo, una "te
de la intervención penal, en lo que respecta a un control efecti­ tura "real" del conti
vo. Un enfoque penal relativamente tolerante es el resultado de holandesa" como m·
consideraciones pragmáticas combinadas con una ideología de paradojas de reform
benevolencia y humanismo, y en forma coincidente con otros al caso holandés. El
medios de control social como la protección de la salud, el tra­ co y flexible, mientrc
bajo social, etcétera. talización administr
Si bien el sistema de persecución penal holandés se basa en problema central pé
el principio de oportunidad, existe un control político sobre la halla su raíz en un <
política de persecución y el ejercicio de los poderes discrecionales peas en la segunda :
que se encuentra regulado por líneas directrices escritas de la ces, por el principio
política aplicable y al alcance público (beleid). Estas guías son
intermediarias entre el derecho y la práctica, y tienen estatus de
pseudolegislación. En su opúsculo "Cultura jurídica holandesa",
los sociólogos jurídicos Erhard Blankenburg y Freek Bruinsma
(1991 :39) describen la palabra beleid como "un término jurídico
propiamente holandés". En alemán o francés debería utilizarse
una oración completa para abarcar su significado total, mientras
que en inglés el equivalente "política" abarca sólo parte de su sig­
nificado: "Como término jurídico en el sentido técnico es único".
Blankenburg y Bruinsma sostienen que beleid se ha transforma­
do en una fuente jurídica adicional, trazando un puente entre el
derecho informal o de la costu mbre por un lado, y por el otro, el
derecho formalmente codificado. El filósofo jurídico de Rotterdam
>EN EL VALOR DE LA CRIMINOLOGIA COMPARADA 51

Jnable, las condiciones René Foqué (1995:62), advierte la factibilidad y el modo en que
. revuelta o escalada de el derecho y la práctica puedan armonizarse, para mayor prove­
tema penal se manten­ cho de la implementación de políticas jurídicas. En la actualidad,
:1tervención restringida también conlleva el peligro de ser usado como instrumento políti­
ima individual que re­ co por el oportunismo administrativista.
ejemplo, la tenencia de Tanto las tradiciones intelectuales europeas como los princi­
•grafía, la prostitución, pios explicativos jurídicos y las culturas del control social son
otaciones morales son notablemente diferentes en la situación anglosajona. Del mismo
L política de la toleran­ modo, el valor que la gente les atribuye a las consideraciones
pos se lleva a cabo con normativas o pragmáticas y la confianza que depositan en otras
lites intelectuales" que personas o en las instituciones son bastante diferentes en Gran
:>lítica de tolerancia no Bretaña y en el continente, pero también dentro del norte y el
! estas prácticas están sur de Europa. En un libro de criminología comparativa, estos
evaluación realista de marcos contextuales deben ser enunciados. Este capítulo de­
genieria social con ins- bería dejar eso en claro. D ado que los Países Bajos forman, de
3. los efectos colaterales algún modo, u na "tercera realidad" entre Gran Bretaña y la cul­
cta a un control efecti­ tura "real" del continente, y ya que el análisis de la " tolerancia
ante es el resultado de holandesa" como modelo de control. social genera importantes
s con una ideología de paradojas de reforma penal, se le ha prestado atención especial
coincidente con otros al caso holandés. El dilema de crear un sistema jurídico prácti­
:ión de la salud, el tra- co y flexible, mientras a la vez se le da cabida a una instrumen­
talización administrativa, política del estado de derecho, es un
al holandés se basa en problema central para los reformadores penales. Este dilema
ontrol político sobre la halla su raíz en un debate central en las ciencias penales euro­
. poderes discrecionales peas en la segunda mitad del siglo pasado. Empecemos, enton­
rectrices escritas de la ces, por el principio, en el próximo capítulo.
eleid). Estas guías son
ica, y tienen estatus de
tra jurídica holandesa",
1urg y Freek Bruinsma
to "un término jurídico
ncés debería utilizarse
nificado total, mientras
-ca sólo parte de su sig­
ntido técnico es único".
eleid se ha transforma­
.ndo un puente entre el
m lado, y por el otro, el
J jurídico de Rotterdam
LA
C RIMINOLé

En Europa contim
en un contexto difere
las diferentes tradicic
lidades penales. En e
histórico. En el conti:
aplicado, desde 1880
la jurisprudencia y a
de texto · cirminológieo
Dei delitti e delle per.
generalmente remem<
el que los problemas
sólo reciben un luga1
Michel Foucault ha j1
to de una visión alte1
brindado incentivo pa
criminología como " u
para analizar e l rol d(
las formas modernas
secuenci a, muchas h:
terpretar a la crimine
la ley y el orden. Seg1
marse, sin embargo, <
en cambio, como un
que debe ser acompa
cional, social y cultu
presente capítulo.
CAPÍTULO I I I

LAS PRIMERAS C RÍTICAS

C RI MINOLÓ GICAS A LA REFORMA PENAL

En Europa continental, la criminología crítica se desarrolló


en un contexto diferente al de Gran Bretaña. Ello se refleja en
las diferentes tradiciones en criminología y las diferentes rea­
lidades penales. En este capítulo, se examinará este contexto
histórico. En el continente, las visiqnes criminológicas se han
aplicado desde 1880 en adelante, principalmente al derecho, a
la jurisprudencia y a la reforma penal. La mayoría de los libros
de texto cirminológicos comienzan con el clásico de Beccaria,
Dei delitti e delle pene, de 1764. Las historias convencionales
generalmente rememoran un camino de progreso no lineal, en
el que los problemas epistemológicos y las cuestiones de poder
sólo reciben un lugar marginal, cuando se les otorga alguno.
Michel Foucault ha j ugado un rol crucial en el establecimien­
to de una visión alternativa de la historia criminológica. Él ha ·

brindado incentivo para realizar estudios sobre la historia de la


criminología como "un estudio de las prácticas disciplinarias . . .
para analizar e l rol de las ciencias humanas e n l a operatoria de
las forma.s modernas de poder" (Garland 1992:412). Como con­
secuencia, muchas historias criminológicas ahora tienden a in­
terpretar a la criminología como un discurso de legitimación de
la ley y el orden. Según Garland, estas visiones no deberían to­
marse, sin embargo, como "la" historia de la criminología, "sino,
en cambio, como una genealogía de uno de sus elementos", lo
que debe ser acompañado por una historia intelectual, institu­
cional, social y cultural de la disciplina. Éste es el objetivo del
presente capitulo.
LAS PR
54 RENÉ VAN SWAANINGEN

cuela Clásica del D·


I. LA EscUELA MoDERNA DE CIENCIAS PENALES INTEGRADAS EN EuROPA
presentantes más c '
No resulta tan difícil entender los debates acerca de la justi­ el de un sistema leg.
cia penal que tuvieron lugar un siglo atrás. La ausencia de he­ cipios clásicos se pr
rramientas técnicas como las telecomunicaciones o los medios garantía contra la i
de transporte veloces marcaron concretamente la administra­ de 1880, el sistemc:
ción de justicia, pero, de algún modo, a un nivel mayor de abs­ ajeno a la realidad s
tracción, los debates son comparables con los de la actualidad. tancial. Por lo tanto
En la década de 1880, la gente temía a las revueltas sociales, pusieron un estudi<
paros y otras formas de "matonismo" (socialista) que pudieran Las visiones científi
poner en peligro el orden social hegemónico. Estos temores se la ley y habilitarían
sublimaron al definir actividades conexas como delitos y al in­ lito. La Escuela Me
terpretar la ansiedad pública general como una respuesta racio­ los cuales fueron fa
nal al aumento del delito. Los diarios difundían noticias acerca el alzamiento del so
de las que se decían "blandas" reacciones judiciales y clamaban naturales y sociale
por una expansión e intensificación del control penal represivo un periodo de impo
como única respuesta garantizada y justa. Varios académicos
belle epoque, la Pri:
europeos comenzaron a darse cuenta de que el derecho penal
vique en Rusia, la l
clásico había dejado de ser un medio adecuado de control social,
ca radical de izquie
ya que establecía relaciones respecto de las causas del delito. Los
subsiguiente guerrc
académicos progresistas propusieron medidas sociales como ac­
y, como consecueno
ción referida a las causas del delito. Tanto la visión estrictamen­
varios grupos de e:
te instrumental como la crítica de la criminología quedaron en
ñol, el régimen de S
evidencia desde el comienzo, y prácticamente no había consenso
en Italia y el nacior
político acerca del "propósito" de esta nueva disciplina. (Fijnaut
tras la unión de AL
1984 vs. Baratta 1980). Debido a estas aspiraciones políticas
de la República Che
paradójicas, a varias agencias del sistema judicial penal, y más
Bulgaria, Croacia, l
notoriamente a la policía, se le otorgaron atribuciones repre­
el Régimen de Vich:
sivas y de contenido social y asistencial para salvaguardar el
importantes centro
orden legal. (Fijnaut 1979). Ante el reclamo de una represión
Integradas se estat
penal más severa, también se incorporó legislación de preven­
ción social. Esta amalgama de consideraciones progresistas y escuela tenía ampli:
conservadoras dio como resultado una sutil acción concertada nos académicos mo·
entre recompensa y control, a través de la incorporación de la tenerse tan cerca d<
política social a la lucha contra el delito, lo que Garland (1985) Nadie hubiera in
ha llamado "el complejo pena-bienestar social". último siglo hubier
En Europa continental, este complejo pena-bienestar social Charles Darwin y l
ha sido notoriamente defendido por la Escuela Moderna de Cien­ particulares teoría
cias Penales. El adjetivo "moderno" es utilizado para contrastar Darwin, De los oríg
este nuevo enfoque empírico, científico del derecho, con la Es­ cía del Hombre ( 187
LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 55
JEN

cuela Clásica del D erecho, de la que Beccaria es uno de los re­


INTEGRADAS EN EUROPA
presentantes más conocidos. El postulado clásico del derecho es
)ates acerca de la justi­ el de un sistema legal puro, libre de influencia política. Los prin­
rás. La ausencia de he­ cipios clásicos se proponen ofrecer al ciudadano individual una
ücaciones o los medios garantía contra la intervención estatal arbitraria. En la década
tamente la administra­ de 1880, el sistema legal clásico era criticado por mantenerse
un nivel mayor de abs­ ajeno a la realidad social del delito. Necesitaba una reforma sus­
)n los de la actualidad. tancial. Por lo tanto, los así llamados académicos modernos pro­
las revueltas sociales, pusieron un estudio integrado de la ley penal y la criminología.
ocialista) que pudieran .
Las visiones científicas harían más efectivo el cumplimiento de
mico. Estos temores se la ley y habilitarían acciones en el ámbito de las causas del de­
3.s como delitos y al in­ lito. La Escuela Moderna emergió en tiempos tumultuosos de
no una respuesta racio­ los cuales fueron factores constitutivos la revolución industrial,
:undían noticias acerca el alzamiento del socialismo y el rápido progreso de las ciencias
s judiciales y clamaban
naturales y sociales. Esta escuela se desarrolló a lo largo de
control penal represivo un periodo de importantes cambios políticos: el fin de siecle, la
sta. Varios académicos belle epoque, la Primera Guerra Mundial, la revolución bolche­
e que el derecho penal vique en Rusia, la República de Weimar en Alemania, la políti­
::uado de control social, ca radical de izquierda de la Segunda República española y la
1s causas del delito. Los subsiguiente guerra civil, la crisis económica mundial de 1930
didas sociales como ac­ y, como consecuencia, un acceso generalizado al gobierno de
o la visión estrictamen­
varios grupos de extrema derecha, como el franquismo espa­
minología quedaron en
ñol, el régimen de Salazar en Portugal, el fascismo de Mussolini
ente no había consenso
en Italia y el nacionalsocialismo. de H itler en Alemania, el que,
.eva disciplina. (Fijnaut
tras la unión de Austria, anexó el oeste de la actual Polonia y
aspiraciones políticas
de la República Checa, y fue apoyado por gobiernos pronazis en
a judicial penal, y más
Bulgaria, Croacia, Finlandia, Hungría, Rumania, Eslovaquia y
on atribuciones repre-
el Régimen de Vichy en el sudeste de Francia. El hecho de que
1 para salvaguardar el
importantes centros de la Escuela Moderna de Ciencias Penales
amo de una represión
Integradas se establecieran en Alemania e Italia, dado que la
. legislación de preven­
escuela tenía amplias aspiraci<;mes políticas, explica cómo algu­
·aciones progresistas y
nos académicos modernos pudieron, de forma alarmante, man­
;util acción concertada
tenerse tan cerca del espíritu de la época.
la incorporación de la
Nadie hubiera imaginado que las teorías criminológicas del
. lo que Garland ( 1985)
último siglo hubieran podido surgir en la década de 1880 si
:ocial".
Charles Darwin y Louis Pasteur no hubieran desarrollado sus
, pena-bienestar social
particulares teorías muy poco tiempo antes. Los hallazgos de
:uela Moderna de Cien­
Darwin, De los orígenes de las especies ( 1 859) y La descenden­
ilizado para contrastar
cia del Hombre ( 187 1), les dieron acabados impulsos a las cien­
!el derecho, con la Es-
56 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRI

cias médicas y naturales, de las que surgió una así llamada cultivo de su entorn<
antropología criminal. En 1876, el médico de prisiones Cesare la famosa frase de L:
Lombroso publicó su famoso libro 1tattato antropologico speri­ la delincuencia que
mentale dell'uomo delinquente (El hombre delincuente). Lombro­ na visión reflexiva a
so sostenía que los. delincuentes eran seres inferiores, al margen puede ser usada pa
de la evolución. Debido a este atavismo, los delitos cometidos describir, en 1893, 1
por estas personas no podían considerarse producto del libre de Versailles (cuand
albedrío, ya que esta característica pertenecía a un estadio pos­ proletaria, ya había :
terior en el desarrollo de la humanidad. El libro de Lombroso y detenidos) como u:
promovió el surgimiento de la que fuera conocida como Scuola La Escuela Fran
Positiva, la Escuela Positiva italiana. Lacassagne y Mano1
La oposición más importante que enfrentó esta Escuela par­ importante, fomenté
tió, inicialmente, de la Escuela Francesa del Entorno Social. La más sociológica. En
base intelectual de su enfoque psicológico-social del delito ha­ obra en la que Tan
bía sido desarrollada medio siglo antes por profesionales de las entorno eran el may
estadísticas. En 1883, el francés André Guerry demostró con importancia para el
sus estadísticas sobre moralidad qué influencia tenían sobre cial-psicológica; la 1
la criminalidad factores como la edad, el género, la estación, Sutherland ( 1930), 1
la educación, etc. Guerry desafió la creencia de que el delito trabajo de Tarde. E1
era principalmente un producto de la pobreza y se constituyó, sostuvo que el delit<
también, en el primero en efectuar un quiebre empíricamen­ funcional a la sociec
te fundado en el enfoque dominante en el estudio del delito: el estabilizar e integra
estudio en términos de moralidad. En 1835, el matemático bel­ científicos penalisü
ga Adolphe Quetelet socavó implícitamente la ideología del libre Gabriel Tarde, recb
albedrío, señalando el nivel relativamente constante del delito, Durkheim. Despué
según las estadísticas; la gran regularidad en la frecuencia de no asumirá el lidere
ciertos delitos, independientemente de las diversas reacciones derna. Las ideas de
sociales generadas, y el hecho de que cualquier persona (y no explícita por el cien1
una categoría específica) podía involucrarse en la actividad cri­ A la confrontacic
minal. Quetelet también puede ser visto como el padre de la cesa le siguió una
noción de "privacipn relativa" (relative deprivation), al sostener foques, cuyo eleme
que una gran inequidad entre riqueza y pobreza en el mismo que ambas teorías
lugar es un incentivo fundamental para el delito, ya que exalta identificable, que V(
las pasiones y provoca toda clase de tentaciones. micos más carenci:
En oposición al determinismo biológico de Lombroso e inspira­ de la actualidad hl
do en la bacteriología de Pasteur y otros descubrimientos recien­ vos y de rechazo. j
tes de las ciencias naturales, el médico Alexandre Lacassagne apartheid para la s·
argumentó, en 1885, que él delincuente podría ser la bacteria de burguesa de defen
la sociedad, pero que e sa bacteria no podría crecer sin el caldo de una nueva legitim;
lEN LAS PRIMERAS CRiTICAS CRIMINOLÚGICAS . . . 57

.1rgió una así llamada cultivo de su entorno. Éste es el contexto en el que debería leerse
co de prisiones Cesare la famosa frase de Lacassagne que decía que cada sociedad tiene
1to antropologico speri­ la delincuencia que se merece. Manouvrier muestra una tempra­
? delincuente) . Lombro­ na visión reflexiva al sostener que la etiqueta de "delito" también
s inferiores, al margen puede ser usada para censurar moralmente actos de poder, al
, los delitos cometidos describir, en 1893, la masacre de los comuneros por las fuerzas
trse producto del libre de Versailles (cuando la comuna parisina de 187 1 , democrática y
1ecía a un estadio pos­ proletaria, ya había sido derrotada, y sus defensores, desarmados
. El libro de Lombroso y detenidos) como una conducta delictiva. .
conocida como Scuola La Escuela Francesa del Entorno Social, de la cual, junto a
Lacassagne y Manouvrier, Gabriel Tarde es el representante más
·entó esta Escuela par­ importante, fomentó el estudio del delito desde una perspectiva
del Entorno Social. La más sociológica. En especial, las Leyes de la imitación, de 1890,
o-social del delito ha­ obra en la que Tarde sostuvo que las condiciones directas del
'or profesionales de las entorno eran el mayor incentivo para cometer delitos, fue de gran
Guerry demostró con importancia para el posterior desarrollo de una criminología so­
1fiuencia tenían sobre cial-psicológica; la teoría de la asociación diferencial de Edwin
el género, la estación, Sutherland (1930), por ejemplo, puede encontrar su fuente en el
:encía de que el delito trabajo de Tarde. En 189 5 , el sociólogo francés Emile Durkheim
lbreza y se constituyó, sostuvo que el delito debería considerarse un fenómeno natural,
quiebre empíricamen­ funcional a la sociedad, como indispensable factor negativo para
:-:1 estudio del delito: el estabilizar e integrar una conciencia colectiva. La mayoría de los
35, el matemático bel­ científicos penalistas de su época, entre los cuales se hallaba
te la ideología del libre Gabriel Tarde, rechazaron enérgicamente la tesis "inmoral" de
:e constante del delito, Durkheim. Después de su rol precursor, la Escuela Francesa ya
ad en la frecuencia de no asumirá el liderazgo en el futuro desarrollo de la Escuela Mo­
:ts diversas reacciones derna. Las ideas del Entorno Social serían retomadas de manera
1alquier persona (y no explícita por el científico penalista Adolphe Prins.
rse en la actividad cri­ A la confrontación inicial entre las escuelas italiana y fran­
) como el padre de la cesa le siguió una teoría multicausal, resultado de varios en­
privation), al sostener foques, cuyo elemento de cohesión era el .determinismo. Dado
· pobreza en el mismo que ambas teorías presuponían, a su modo, una clase criminal
el delito, ya que exalta identificable, que venía a encontrarse en los grupos socioeconó­
:tciones. micos más carenciados de la sociedad, los académicos críticos
de Lombroso e inspira­ de la actualidad hablan de estas escuelas en términos negati­
escubrimientos recien­ vos y de rechazo. Las dos escuelas implicarían un modelo de
Alexandre Lacassagne apartheid para la sociedad (Bianchi 1980:47-75) y una ideología
)dría ser la bacteria de burguesa de defensa social que le daría a la represión penal
ia crecer sin el caldo de una nueva legitimación (Baratta, 1982 :35-44). Aunque pueda
58 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PR!fv

ser considerado representante del posterior enfoque francés de drían para la racione
las subculturas, no puede vincularse a Manouvrier con estas mán Franz von Liszt
ideas. Los críticos sostienen, correctamente, que las ideas de minológicos positivis
Lombroso son testimonio de una visión política autoritaria, inaugural en la Uni'
dictatorial y abiertamente racista. En los textos originales, las hablaría de la Zwec
consecuencias políticas -por ejemplo, la necesidad de la pena el derecho penal, o
capital para los incorregibles- se hacen bastante explícitas, sea cia determinados obj
en los prefacios o contratapas. El criminólogo holandés Willem para reformar el der
Bonger señaló en 1905 ( 106) los prejuicios socioeconómicos de un instrumento más
la E scuela Italiana. Las ideas de Lombroso fueron utilizadas po­ idea, conocida como
líticamente como una legitimación política del bajo n ivel de vida tica fundamental de •
en el sur de Italia, que obedecía, según probaba esta teoría, a la penal tendría un obj
inferioridad mental de la gente del mezzogiorno. pectiva, el derecho d
En el campo epistemológico, la historia es más compleja. como un fin. Los elen
Muchos críticos comentaron sin mayor profundidad que un de­ penal debían ser reer
terminismo empíricamente fundamentado también implicaba cas acerca de una co
una crítica radical de los conceptos legales clásicos dominantes naria intrasistémica
acerca de la culpa y la responsabilidad del individuo, que tenían cionamiento del deret
sus orígenes en el iluminismo liberal burgué s. Más aún, parece del castigo era, segú1
no haberse reconocido suficientemente que la hegemonía inicial instintiva e impulsiv;::
del enfoque antropológico fue reemplazada, en una fase más que "no se sustenta ,
bien temprana, por orientaciones provenientes, en su mayoría, Liszt se refirió a lo s (
del entorno social. Solamente unos pocos criminólogos en la ac­ prisión producían a •
tualidad le prestan atención al hecho de que un gran número de su opinión, un enfoq1
representantes de la Escuela Moderna fueron personas bastan­ el conocimiento cien
te críticas del orden social hegemónico y que algunos de ellos importante contribuc
fueron, inclusive, socialistas comprometidos. Bonger (1932:200) que· permitiría a los é
advirtió que la ideología de la D efensa Social de la Escuela Mo­ en las re acciones seg­
derna no era nueva en lo más mínimo. Aunque finalmente el tes clases de delincw
castigo degenera en retribución, siempre sirvió, también, a la Los críticos argun
protección de la sociedad. Sólo en. la última parte del siglo XIX corr,ecto y subestima!
estos argumentos fueron esgrimidos de manera más explícita y dudas acerca de qué ·
muchos juristas llegaron a fomentar la defensa social como una recho penal si se seg1
legitimación oficial del castigo por sobre la retribución, mientras 1907). Vale la pena rr
que antes había sido exactamente al revés. Clásica se encontrab
lítico, y van Liszt y s
II. EL "PROGRAMA DE MARBURGO" DE FRANZ VON LISZT liberal. Si . bien consi
Quien más explícitamente señaló las consecuencias que los las medidas penales,
descubrimientos empíricos deterministas multicausales ten­ lación e·ntre la evoluci
1EN LAS PRIMERAS CRiTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 59

ior enfoque francés de drían para la racionalidad del derecho penal, fue el jurista ale­
Manouvrier con estas mán Franz van Liszt. Él propuso incorporar conocimientos cri­
Lente, que las ideas de minológicos positivistas a la dogmática penal. En su discurso
m política autoritaria, inaugural en la Universidad de Marburgo, en 1882 , en donde
s textos originales, las hablaría de la Zweckgedanke ím Strafrecht (la idea de fin en
L necesidad de la pena el derecho penal, o sea, la orientación del derecho penal ha­
Jastante explícitas, sea cia determinados objetivos), von Liszt hizo algunas propuestas
1ólogo holandés Willem para reformar el derecho penal clásico beccariano en pos de
ios socioeconómicos de un instrumento más eficiente en la lucha contra d delito. E sta
;o fueron utilizadas po­ idea, conocida corno el Programa de Marburgo, implicó una crí­
:a del bajo nivel de vida tica fundamental de la idea dogmática clásica de que el derecho
•robaba esta teoría, a la penal tendría un objetivo teórico en sí mismo. Según su pers­
>gíorno. pectiva, el derecho debía ser tratado corno un medio, más que
aria es más compleja. como un fin. Los elementos éticos y metafísicos de la dogmática
1rofundidad que un de­ penal debían ser reemplazados por consideraciones más prácti­
Ldo también implicaba cas acerca de una coerción legal efectiva. La orientación doctri­
es clásicos dominantes naria intrasistémica tendría que hacer lugar al análisis del fun­
l individuo, que tenían cionamiento del derecho en la práctica empírica. La idea clásica
·gués. Más aún, parece del castigo era, según van Liszt ( 19 0 5 : 1 3 2 ) una "reacción ciega,
ue la hegemonía inicial instintiva e impulsiva", un "placer social para la supervivencia",
ada, en una fase más que "no se sustenta en una sola consideración funcional". Van
lientes, en su mayoría, Liszt se refirió a los efectos criminógenos que las sentencias de
; criminólogos en la ac­ prisión producían a los delincuentes primarios corregibles. En
:J.Ue un gran número de su opinión, un enfoque del derecho penal que tuviera en cuenta
teron personas bastan­ el conocimiento científico del fenómeno social implicaría una
y que algunos de ellos importante contribución a un control del delito más efectivo, ya
dos. Bonger (1932 :200) que· permitiría a los agentes del sistema penal hacer diferencias
Jcial de la Escuela Mo- en las reacciones según los distintos tipos penales y las diferen­
Aunque finalmente el tes clases de delincuentes.
e sirvió, también, a la Los críticos argumentaron que van Listz hacía un juicio in­
ima parte del siglo XIX corr,ecto y subestimaba el significado de retribución. Mostraban
nanera más explícita y dudas acerca de qué quedaría de los postulados clásicos del de­
efensa social como una recho penal si se seguían las ideas de van Liszt. (van Birkmeyer
a retribución, mientras 1907) . Vale la pena mencionar que estas defensas de la Escuela
!s. Clásica se encontraban del lado conservador del espectro po­
lítico, y van Liszt y sus seguidores representaban la izquierda
vON Liszr liberal. Si bien consideraba la política social más efectiva que
consecuencias que los las medidas penales, van Liszt no prestó debida atención a la re­
as rnulticausales ten- lación entre la evolución de las tasas delictivas y las condiciones
LAS PR!M
60 RENE VAN SWAANINGEN

la organización podr:
económicas a nivel macrosocial, como sí lo hizo, por ejemplo, el
delito debía ser enter
estadístico bávaro Georg von Mayr en 1867. Von Liszt mantuvo
delito tenía su raíz er
demasiado su esencia de jurista como para superar los límites
tados de las investiga
de la idea de prevención individual. Por otra parte, su referencia
ser tomados en cuen
a la política social nunca le permitió deshacerse de algunos de
este sentido, la Unión
los principios legales clásicos. Von Liszt describió el principio de
un enfoque diferenci;
legalidad como la Magna Charta del delincuente, y por lo tanto,
ocasionales; 3) iriclui
de todo ciudadano, así como también del rechtsstaat (Estado
general de la coerciór
de Derecho). La ley escrita siguió siendo el umbral más allá del
y 5) el reemplazo de 1
cual la intervención penal nunca debía pasar. La ley penal, sin
ternativas; 6) La dura
embargo, ya no debería estar orientada a la conducta delicti­
ser determinada por
va sino al agente, y debía prevenir el comportamiento criminal
des penitenciarias de
mediante su contribución al mejoramiento de los delincuentes
7) los delincuentes h
susceptibles a este cambio y a la neutralización de aquellos que
neutralizados tanto t
no pudieran ser reformados. Este último concepto representó el
van der Landen, 199(
punto más cuestionado y frecuentemente criticado. El Programa
nalista, hallaron cabi
de Marburgo no contenía criterios conforme a los cuales se pu­
res conservadores y t
diera juzgar el nivel de corregibilidad de un delincuente y, por lo
Inicialmente, se o
tanto, aparecía poco claro a quiénes se les ofrecerían servicios
zando en Bruselas, 1
sociales y a quiénes se les deberían negar. En la práctica, todo
organización se reun
delincuente que haya reincidido dos veces es considerado delin­
una última conferen
cuente habitual incorregible. Estos infractores representan un
Guerra Mundial pus
3 5% de todos los delincuentes (Naucke: 1 982)
internacional. La Un
El apoyo internacional al Programa de Marburgo cimentó las
casi todas partes del
bases de una amplia asociación internacional de científicos pe­
lia, Alemania y el no
nalistas. La cuestión principal sobre la que lograron consenso,
como nota interesan1
fue que el Derecho penal se había distanciado de la realidad so­
bién veníari de Euro]
cial y diluido en la doctrina. En enero de 1889, el jurista alemán
nia. Fueron notables
Franz von Liszt, el belga Adolphe Prins y el holandés Gerard van
Unión. La E scuela M
Hamel establecieron la Unión Internacional de la Justicia Penal
ña porque cuando Sl
(Internationale Kriminalistische Verinigung - u;nion International
sista, este país era g1
de Droit Pénal). Esta unión no tuvo como objetivo hacer elabora­
los reyes Alfonso XII :
ciones teóricas de las escuelas francesa o italiana, sino la aplica­
la ideología de la deft
ción de conocimientos criminológicos positivistas en la práctica
de carácter autoritar
penal. La unión estaba compuesta, en gran medida, por opera­
pública española. En
dores del sistema de justicia de toda Europa, para quienes las
Asuntos Penitenciad
aspiraciones políticas compartidas acerca de la coer ión penal
de medidas de prever
eran el principal motivo de cooperación. El estatuto de la Unión,
legal de los detenido
entonces, se centró en este tema. En segundo lugar, la meta de
LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 61
WEN

la organización podría resumirse así: 1) que la lucha contra el


:;í lo hizo, por ejemplo, el
delito debía ser entendida como un fenómeno social, ya que el
l867. Van Liszt mantuvo
delito tenía su raíz en las condiciones sociales; 2) que los resul­
para superar los límites
tados de las investigaciones antropológicas y sociológicas debían
otra parte, su referencia
ser tomados en cuenta por la ciencia y la legislación penal. En
shacerse de algunos de
este sentido, la Unión apoyó: 1) la prevención del delito; 2) aplicar
describió el principio de
un enfoque diferenciado para los delincuentes habituales y los
incuente, y por lo tanto,
ocasionales; 3) incluir cuestiones penitenciarias en el discurso
del rechtsstaat (Estado
general de la coerción penal; 4) el mejoramiento e las cárceles,
por edidas 1-
) el umbral más allá del
y 5) el reemplazo de las penas cortas de pri i
pasar. La ley penal, sin
ternativas; 6) La duración de las penas de pns10n no solo debena
a a la conducta delicti­
ser determinada por los jueces, sino que además las autorida­
)mportamiento criminal
des penitenciarias deberían estar habilitadas para adaptarlas, y
nto de los delincuentes
7) los delincuentes habituales incorregibles debían mantenerse
.lización de aquellos que
neutralizados tanto tiempo como fuese posible (Groenhuijsen Y
o concepto representó el
van der Landen, 1990:35). Bajo este paraguas ecléctico y funcio­
.e criticado. El Programa
nalista, hallaron cabida tanto los académicos como los operado­
)rme a los cuales se pu-
res conservadores y también aquellos más progresistas.
un delincuente y, por lo
Inicialmente, se organizaron conferencias anuales (comen­
les ofrecerían servicios
zando en Bruselas, en 1889), pero desde 1895 en adelante la
ar. En la práctica, todo
organización se reunió con menor frecuencia, para termi ar en
es es considerado delin­
una última conferencia en Copenhague, en 1 9 1 3 . La Pnmera
·actores representan un
Guerra Mundial puso fin a esta forma abierta de cooperación
1982)
internacional. La Unión llego a contar con 1000 miembros, de
le Marburgo cimentó las
casi todas partes del continente, la mayoría provenientes de Ita­
.cional de científicos pe-
lia, Alemania y el noroeste de Europa, pero merece destacarse,
que lograron consenso,
como nota interesante, que muchos participantes activos tam­
1ciado de la realidad so­
bién veníari de Europa del Este, mayormente de Serbia y Polo­
1889, el jurista alemán
nia. Fueron notables las ausencias de Inglaterra y E spaña en la
· el holandés Gerard van
Unión. La Escuela Moderna tuvo un impacto tan bajo en E spa­
•nal de la Justicia Penal
ña porque cuando surgió en parte como una iniciativa progre­
ng - U,nion International
sista, este país era gobernado por dictadores de derecha, o sea
) objetivo hacer elabora­
los reyes Alfonso XII y XIII y el general Primo de Rivera. Cuand
> italiana, sino la aplica­
la ideología de la defensa social de la Escuela Moderna se torno
>sitivistas en la práctica
de carácter autoritario, la izquierda gobernaba la Segunda Re­
:ran medida, por opera­
pública española. En aquellos tiempos, la director General e
lropa, para quienes las .
Asuntos Penitenciarios, Victoria Kent, propuso la mtroducc10n
ca de la coerción penal
de medidas de prevención social a la vez que reforzó la posición
El estatuto de la Unión,
legal de los detenidos. La crisis económica y la Guerra Civil pu­
slindo lugar, la meta de
62 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRI

sieron fin prematuramente a estas reformas penales radicales ley y J. Bruce Thom:
(Rivera 1995:76-81). lombrosianas respec
Los intelectuales y funcionarios del sistema penal inglés nuino" en la década
también tuvieron un rol marginal en el desarrollo temprano convicto i nglés", este
de la criminología (Garland 1994:2), pero la razón de su au­ credibilidad también
sencia fue bastante diferente. Asimismo, debe destacarse que La crítica inglesa
el complejo penal-asistencial británico es comparable con el de práctica las ideas an1
los Países Bajos y Bélgica. Quienes apoyaban la Unión, como el delito, fue dirigida
Havelock Ellis o William Douglas Morrison, fueron mirados con la Escuela Moderna.
escepticismo por los académicos británicos, ya que sus ideas eclécticas y pragmát
no armonizaban con la tradición científica británica; una tra­ dores del sistema leg
dición "más modesta, más aceptable para las autoridades insti­ británicos, hallaban
tucionales y organizada por profesionales contratados más que en la práctica y sus
por intelectuales críticos". Inicialmente, la criminología tuvo un escritos, los represer
impacto muy bajo en Gran Bretaña (Garland 1988:4-6). León expresaron gran sim
Radzinowicz ( 1966 : 2 1) sugirió que toda la idea de "escuelas" individual y hasta al
sería ajena a la tradición legal británica. En el continente, las acusatorio en Holane
escuelas florecieron, en parte, debido a las posiciones de poder usado hasta entonce
que mantenían los académicos en la Administración de Justi­ y británicos pragmát
cia, lo que no sucedió en Gran Bretaña. El ambiente británico hecho de que los bri
fue gobernado por un avance confuso y pragmático más que corno europeos. La ir
por cualquier doctrina omnicomprensiva. David Garland ad­ amenazaba a Albion
virtió que las tendencias deterministas de la Escuela Moderna clases de morales y e
no encajaban en la cultura voluntarista británica. El Reporte desde los días del lm¡
Gladstone de 1895, en el cual se analizó la posible utilización de servadores euro-ese
••

la criminología en las políticas de gobierno, fue suficientemente na rahída" de los "bu


explícito: se consideró un "simple hecho el que la mayoría de Las diferencias en
los delincuentes, con importantes excepciones, son reformables, tor que contribuyó a
más allá de lo que estas teorías científicas puedan implicar" respecto a la idea de e
(Garland 1985: 174, Garland 1988:3). E sto contrastaba con la Escuela Moderna al :
id a de la E scuela Moderna de que los delincuentes habituales puede tener lugar en
eran incorregibles, y también con la idea positivista de que éstos taña, mucho más qw:
fueran determinados genéticamente deficientes. Este escepticis­ !ación como la admir
mo respecto al determinismo positivista culminó en el rechazo,
por parte de Charles Goring, de la propia existencia de un tipo
criminal antropológico distintivo según bases estadísticas; de
·
todos modos, Goring no negó las posibles diferencias genéticas N. del T.: Nombre po•
entre los delincuentes y quienes no lo eran. Garland ( 1994:42-3) ··
N . del T.: El autor ut
señaló que muchos psiquiatras británicos, como Henry Mauds­ miembros del partido cor
NGEN LAS PRIMERAS CRiTICAS CRIMINOLOGICAS . • •
63

armas penales radicales ley y J. Bruce Thomson, compartían visiones semejantes a las
!ambrosianas respecto de la degeneración y el "delincuente ge­
el sistema penal inglés nuino" en la década de 1860. Para 1 9 1 3 , cuando se publicó "El
el desarrollo temprano convicto inglés", estas ideas habían perdido gran parte de su
Jero la razón de su au­ credibilidad también en el continente.
no, debe destacarse que La crítica inglesa acerca de la imposibilidad de poner en
es comparable con el de práctica las ideas antropológicas y sus dudosas opiniones sobre
Joyaban la Unión, como el delito, fue dirigida principalmente a los pioneros italianos de
tson, fueron mirados con la Escuela Moderna. Fue en los Países Bajos donde estas ideas
nicos, ya que sus ideas eclécticas y pragmáticas se pusieron en práctica · por los opera­
:ífica británica; una tra­ dores del sistema legal, quienes, al igual que sus contrapartes
tra las autoridades insti­ británicos, hallaban una estrecha relación entre el compromiso
les contratados más que en la práctica y sus tareas profesionales. En muchos de sus
, la criminología tuvo un escritos, los representantes holandeses de la Escuela Moderna
}arland 1988:4-6). León expresaron gran simpatía por el respeto británico a la libertad
la la idea de "escuelas" individual y hasta abogaron por la adopción del sistema legal
:a. En el continente, las acusatorio en Holanda, para reemplazar el Código Napoleónico
. las posiciones de poder usado hasta entonces. El falso contraste entre europeos díscolos
dministración de Justi­ y británicos pragm áticos constituye una perfecta ilustración del
a. El ambiente británico hecho de que los británicos nunca se percibieron a sí mismos
· y pragmático más que como europeos. La imagen pública de "Europa" como algo que
.iva. David Garland ad­ amenazaba a Albion ·, virtuosa y superior, con sus diferentes
: de la Escuela Moderna clases de morales y otros peligros, se extendió con variaciones
ta británica. El Reporte desde los días del I mperio Inglés hasta éstos, en los que los con­
> la posible utilización de servadores ·· euro-escépticos luchan por "proteger" a su "ancia­
rno, fue suficientemente na rahída" de los " burócratas de Bruselas".
1.0 el que la mayoría de Las diferencias en la cultura legal pueden constituir un fac­
1ciones, son reformables, tor que contribuyó a la ambivalente actitud de los británicos
:íficas puedan implicar" respecto a la idea de ciencias penales integradas. La crítica de la
sto contrastaba con la Escuela Moderna al sistema de doctrina legal, simplemente no
delincuentes habituales puede tener lugar en el sistema del common law. En Gran Bre­
1 positivista de que éstos taña, mucho más que en el continente, tanto el proceso de legis­
icientes. Este escepticis- lación como la administración de justicia ha estado en manos
1 culminó en el rechazo,
>ia existencia de un tipo
1. bases estadísticas; de
N. del T.: Nombre poético de Inglaterra.
·
les diferencias genéticas
N . del T. : El autor utiliza el término "tory", que en inglés designa a los
··
an. Garland ( 1994:42-3)
:os, como Henry Mauds- miembros del partido conservador británico.
64 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRIMI

de la aristocracia. Su deseo de mantener las relaciones sociales Ocho años después, h


tal como están se percibe claramente en su intolerancia al des­ y socialismo: mientra
orden. Como si dirigieran un internado de estudiantes secunda­ y el delito, el último <
rios, interpretan el desorden principalmente como falta de dis­ en el proceso de civili2
ciplina que debe ser contraatacada con estrictas respuestas pu­ entre el socialismo y l
nitivas. Los jueces continentales tienen formación académica, vimiento democrático
generalmente son más jóvenes y forman parte de diversas clases incorporó a la Unión
sociales, a diferencia de sus colegas británicos. Por esta misma bro Sociología crimina
razón, es posible que muestren mayor inclinación a tomar más desarrolló una teoría
seriamente la investigación científica. Aparte de estas especu­ social, en la que las ¡:
laciones, ha de considerarse también que la criminología y el como una de las caus
sistema legal británico se han desarrollado independientemente En 192 1 , Ferri ten
entre sí y, aun en la actualidad, son mucho más escasas que en italiano, en el que se
Europa continental las transferencias mutuas y las relaciones. morales y no retribuci•
fesional respecto a lo
III. EL DESARROLLO POLITICO DE LA ESCUELA MODERNA era imposible poner e
l . La ambigüedad de la Escuela Positiva italiana jueces no tenían forro;
ros del Estado eran in
El desarrollo político de los positivistas italianos que lidera­
sociales y funcionaric
ban la Escuela e s realmente fascinante (Vervaele, 1990: 2 7 1 ­
ma propuesto por él.
3 17). E n u n principio, Cesare Lombroso albergó una profunda
Mussolini llegó al pod
desconfianza hacia las clases trabajadoras y vio especialmente a
rechazara su proyect<
los anarquistas como criminales natos por excelencia. Sin cam­
socialista y mostró u:
biar sustancialmente esta opinión, llegó a ser miembro del par­
cista. Los fascistas u
tido socialista en 1893, ejerciendo un rol de liderazgo después
principios clásicos de
de abandonar, en 1897, y bajo la influencia de Enrico Ferri, la
se reclamaba un aum<
hipótesis del atavismo. Ferri es el representante más interesante
de la defensa social y
de la Escuela Positiva italiana. Fue elogiado por sus excelentes
delitos en contra del l
condiciones de orador y por su actuación durante los debates, se produjeron cambio
en los que predominantemente se manifestaba en contra de la
se emplearon trabaja(
Escuela Clásica del Derecho Penal. Con cierta ironía, Willem ello, Ferri se manifest
Bonger ( 1932: 96) sostuvo que Ferri no sólo fue lo suficientemen­ go Penal de 1927, cor:
te inteligente como para ver que las suposiciones biologicistas fascista de su proyect
de Lombroso eran insostenibles, sino también para convencer al coinciden con un refot
propio Lombroso de este hecho. Los conceptos biosociales inte­ anarquía que las pre•
grados de Ferri constituyeron la base paradigmática de los mo­ sentado a sí mismo e
delos de pensamiento dominante acerca del delito y del castigo. su vida académica ac
En 1883, Ferri escribió en su libro Socialismo e crimínalíta había partido en 1883
(Socialismo y delincuencia), que el socialismo era una teoría me­ go, siempre defendió
tafísica abstracta que iba en contra de la naturaleza humana. políticas con la mism<:
'IGEN
LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRIMINOLÜGICAS . . . 65
r las relaciones sociales Ocho años después, hizo una clara distinción entre anarquismo
n su intolerancia al des­
soc ialismo: mientras el primero estaría basado en la miseria
de estudiantes secunda­ el delito, el último debería ser considerado un paso adelante
nente como falta de dis­
en el proceso de civilización. De allí que no habría contradicción
estrictas respuestas pu­ entre el socialismo y la defensa social, por lo que se unió al mo­
n formación académica,
vimiento democrático radical en 1890, al mismo tiempo que se
parte de diversas clases incorporó a la Unión Internacional de Justicia Penal. En su li­
tánicos. Por esta misma bro Sociología criminale (Sociología de la delincuencia), de 189 2 ,
nclinación a tomar más desarrolló una teoría penal ecléctica y etiológica e l a defensa
\parte de estas especu­ social, en la que las privaciones socioeconómicas son incluidas
lUe la criminología y el como una de las causas del delito.
:1.do independientemente En 192 1 , Ferri terminó un proyecto de nuevo Código Penal
cho más escasas que en italiano, en el que se refería a la cuestión penal en términos no
mtuas y las relaciones. morales y no retribucionistas. Así, proponía un enfoque más pro­
fesional respecto a los delincuentes. Los críticos señalaron que
MODERNA era imposible poner en práctica el proyecto de Ferri, porque los
.
;a italiana jueces no tenían formación en psicología y los recursos fi ?anCle­
as italianos que lidera­ ros del Estado eran insuficientes para pagar todos los aststentes
sociales y funcionarios que deberían ser empleados en el siste­
e (Vervaele, 1990: 2 7 1 -
ma propuesto por él. Un año más tarde, el líder fascista B nito
> albergó una profunda .
Mussolini llegó al poder. Después de que el Parlamento ttaltano
3.S y vio especialmente a
rechazara su proyecto de ley en 1924, Ferri renunció al partido
'or excelencia. Sin cam­
socialista y mostró una creciente simpatía por el gobierno fas­
a ser miembro del par-
cista. Los fascistas usaron el proyecto de Ferri para socavar los
JI de liderazgo después
principios clásicos de legalidad y culpabilidad. Al mismo tiemJ?o,
1.cia de Enrico Ferri, la
se reclamaba un aumento de la escala penal desde la perspectiva
·ntante más interesante
de la defensa social y se reintroducía la pena de muerte para los
iado por sus excelentes
delitos en contra del Estado, el homicidio, etc. Sin embargo, no
'n durante los debates,
se produjeron cambios en la formación de los jueces y casi no
.estaba en contra de la
se emplearon trabajadores sociales ni otros funcionarios. Pese a
1. cierta ironía, Willem
ello Ferri se manifestó abiertamente partidario del nuevo Códi­
go Penal de 1927, conocido como Codice Ro.cco: una adapt ción
lo fue lo suficientemen­
)OSiciones biologicistas
fascista de su proyecto. Ferri sostuvo que todas las revoluc10nes
t bién para convencer al
coinciden con un reforzamiento natural de la autoridad contra la
:eptos biosocial es inte­
anarquía que las precede (Vervaele 1990:441). Habiéndose pre­
radigmática de los mo­
sentado a sí mismo como socialista durante la mayor parte de
:iel delito y del castigo.
su vida académica activa, Ferri volvió en 1927 al punto del cual
'ocialismo e criminalita
había partido en 1883, también en el sentido polític_o . Sin e bar­
>mo era una teoría me- _
go, siempre defendió y refutó todas sus (irreconclltables) tdeas
3. natural eza human a.
políticas con la misma originalidad y vigor.
66 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRIME

Después de la Primera Guerra Mundial, Ferri trató de volver IV. LA "CIENCIA TOTALIZA
a unir a los académicos de la Escuela Moderna, pero ya no era STRAFRECHTS SSENSCHAF
posible mantener aspiraciones universales acerca de la política Franz von Liszt na<
penal en ese período. se crió en un ambiente
En oposición al propio Ferr.i, · otros académicos de la Unión marck. Con estos ante
Internacional no participaron de la Association Internationa­ adhesión al partido na
le de Droit Pénal en 1924, que se transformaría, después de del canciller Otto von I
la Segunda Guerra Mundial, en - la DéJense sociale nouvelle. emperador Wilhelm II,
E specialmente cuando se refierió a la obra Socialismo e crimi­ ·liberal, desde el cual a
nalitd, B onger ( 1 9 0 5 : 136) se mostró claramente molesto por la lamento prusiano y lu
ignorancia de Ferri acerca de elementos básicos del materia­ la simpatía de von Lis<
lismo histórico, a la vez que se manifestaba en contra de su nace la tentación de ce
pensamiento. "El autor ataca a los socialistas por considerar­ nos comparables a los
los "excesivamente acientíficos y sentimentales", mientras que diferencias entre la sitl
alaba pomposamente el "gran carácter científico de los sociólo­ nismo antropológico de
gos". Sin embargo, a pesar de su gran carácter científico, esto s tamente adoptado por
ú ltimos combatieron u n a doctrina que sólo conocían e n parte más a la E scuela del Er
o que desconocían por completo. Bonger todavía se ocu
Los sistemas penales tienden a reclutar su clientela de los capítulo sobre los bios
grupos más débiles de la sociedad. Para contraatacar la tenden­ edición inglesa de Crim
cia a criminalizar a socialistas y anarquistas, los académicos cuencia y las condicion
. italianos como Turati y el físico siciliano Napoleone Colajanni, ramente, que von Liszt ,

establecieron la así llamada Terza scuola (Tercera E scuela), que 1899 acerca de los factc
se opuso tenazmente a la idea de una ley natural metafísica. rado dentro de los part
Colajani sostuvo que la ley era una construcción humana y que, Los académicos alemar
por lo tanto, el estudio del derecho era necesariamente una par­ recho, fueron tradicior
·
te de la sociología. Se propuso demostrar la falsedad de la hi­ de Hegel y de Kant, en 1
pótesis del atavismo de Lómbroso con el estudio del modo en el de "delincuente nato
que los italianos explotaron la mano de obra barata del sur en instrumentalismo de vo
las provincias del norte. Colajani escribió en su libro Sociología dominante de la metafí
criminale, de 1889, que para Ínimizar los niveles de delito en flÚ n, los intelectuales a
una sociedad en particular deberían asegurarse los medios de en el movimiento social
supervivencia, la estabilidad económica y la distribución equita­ parte, la posición polítit
tiva de los beneficios sociales. Argumentó que, dado que ésta no trabajo y nunca refutó 1
era la situación en Italia, los índices de delincuencia más eleva­ lo hizo Ferri, pero supo
dos en el sur no debían sorprender. Tanto las tesis positivistas al espíritu de la época
acerca de la influencia criminógena del socialismo como las que que el . principio de lega
le opuso la Terza scuola fueron copiad as en versiones más mo­ intervención penal legít
deradas en otros países europeos. seguridad extralegales
GEN LAS PRIMERAS CRiTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 67

ial, Ferri trató de volver IV. LA "CIENCIA TOTALIZADORA DEL DERECHO PENAL" ALEMANA (GESAMTE
1oderna, pero ya no era STRAFRECHTSWISSENSCHAFi'¡
les acerca de la política Franz von Liszt nació en u na familia vienesa acomodada y
se crió en un ambiente de simpatía y afiliación a Prusia y a Bis­
tcadémicos de la Unión marck. Con estos antecedentes familiares, resultó natu ral su
ssociation Internationa­ adhesión al partido nacional conservador. D espués de la caída
¡sformaría, después de del canciller Otto von Bismarck y bajo el reinado autoritario del
fense sociale nouvelle. emperador Wilhelm II, von Liszt se unió al partido progresista
)bra Socialismo e crimi­ liberal, desde el cual accedió, primero, a u na banca en el par­
ramente molesto por la lamento prusiano y luego, al Reichstag. Si se tiene en cuenta
)S básicos del materia­ la simpatía de von Liszt por la estrategia política de Bismarck,
staba en contra de su nace la tentación de considerar su desarrollo político en térmi­
ialistas por considerar- nos comparables a los de Ferri. Sin embargo, existen notables
1entales", mientras que diferencias entre la situación italiana y la alemana. El determi­
:ientífico de los sociólo­ nismo antropológico de la E scuela Positiva nunca fue comple­
arácter científico, estos tamente adoptado por von Liszt, y posteriormente se aproximó
sólo conocían en parte más a la Escuela del Entorno Social que a la biológica. En 1905,
Bonger todavía se ocupó del pensamiento de von Liszt en su
utar su clientela de los capítulo sobre los biosociólogos, pero en una nota al pie de la
contraatacar la tenden­ edición inglesa de Criminality and economic conditions (La delin­
IUistas, los académicos cuencia y las condiciones económicas) (19 16: 189) concluyó, lige­
LO Napoleone Colajanni, ramente, que von Liszt cambió de opinión y, desde su artículo de
cz (Tercera E scuela), que 1 899 acerca de los factores sociales del delito, podía ser conside­
ley natural metafísica. rado dentro de los partidarios de la Escuela del Entorno Social.
trucción humana y que, Los académicos alemanes, especialmente los operadores del de­
ecesariamente una par­ recho, fueron tradicionalmente influenciados por el idealismo
·
ar la falsedad de la hi­ de Hegel y de Kant, en el cual los conceptos deterministas como
el estudio del modo en el de "delincuente nato" no tenían mucha cabida. De hecho, el
obra barata del sur en instrumentalismo de von Liszt marcó la ruptura con la tradición
ió en su libro Sociologia dominante de la metafísica racional en el derecho alemán. Más
los niveles de delito en ¡:¡.ún, los intelectuales alemanes no tuvieron el mismo liderazgo
;egurarse los medios de en el movimiento socialista que su contraparte italiana. Por otra
y la distribución equita­ parte, la posición política de von Liszt es menos explícita en su
:ó que, dado que ésta no trabajo y nunca refutó la esencia de sus ideas iniciales, como sí
ielincuencia más eleva- lo hizo Ferri, pero supo adaptar sus preferencias criminólogicas
1to las tesis positivistas al espíritu de la época. Von Liszt nunca abandonó la idea de
;ocialismo como las que que el . principio de legalidad era la condición absoluta de toda
s en versiones más mo- intervención penal legítima. Siempre se opuso a las medidas de
seguridad extralegales que tanto Bismarck como el emperador
LAS PRI
68 RENÉ VAN SWAANINGEN
cuyo establecimiento
introdujeron como política de coerción penal. Él no elaboró la
el miembro de la IKV
integración teórica de la criminología y el derecho penal; centró
allí en más, un asun
su atención en la política penal (Fijnaut, 1986a:13). En Alema­
También a favor de vo
nia, existían mejores oportunidades de establecer un complejo
que hizo el régimen r
pena-bienestar social que en Italia, y la idea de la ciencia penal
dad, que aquél siemp
total o integrada del derecho penal de von Liszt (gesamte Strafre­
quier hallazgo empíri
chtswissenschaft), que contuviera una aproximación criminoló­
Bajo el gobiern o nazi
gica a la cuestión penal, encontró allí suelos más fértiles.
para regular las relac
Durante la vida de von Liszt, el Estado alemán evolucionó
y sus supuestos ene1
desde su posición de simple gendarme hasta alcanzar un ca­
sentimiento del puebl
rácter profundamente intervencionista en el que los funciona­
operadores del sisterr.
rios públicos, la nobleza Uunkers) y el ejército tuvieron un rol
Y abandonaron la As
central. Una elaborada legislación sobre seguridad social intro­
su equivalente nazi
por Hitler en 1933, 1
ducida dentro de un sistema político militarista y conse vador
sirvió principalmente para detener el desarrollo del socialismo :
transformado radical:
Los críticos sostuvieron que las aspiraciones políticas y el enfo­
estatuto. Siguiendo el
que instrumental del derecho hicieron que las ideas de van Liszt
denes de los funcioné
pudieran ser utilizadas como vía de legitimación de las políticas
el estatus de ley y la
conservadoras y paternalistas implementadas por el gobierno
constituyeron en obje1
(Foqué y ·t Hart 1990 :246) o, inclusive, que la "credulidad en
En la Conferencia :
la idea del Estado Moderno" hicieron de él "un testigo activo
logia realizada en Ber
de las leyes antisociales de Bismarck" (Stangl 1988:88). Duran­
ganda, Joseph Goebb
te los primeros años de la República (socialista) de Weimar de
importancia del derecl
1 9 1 8 (cuando el emperador Guillermo I I , el agresor de la Primera
El presidente de la coJ
G erra Mundial, recibió asilo político en los Países Bajos), el
anunció la abolición e
mmistro de Justicia y filósofo del Derecho, Gustav Radbruch, .
ción del princ ipio de ,

alumno de von Liszt, introdujo alguna de la s propuestas de su


(Gesinnung), que diluí
maestro. Von Liszt murió en 1919, el rriismo año en que fueron
tentativa y consumaci
ejecutados los revolucionarios Karl Liebknecht y Rosa Luxem­
gías de delincuentes
burgo por asesinos a sueldo que integraban el círculo militar
la culpabilidad (Gradü
reaccionario que rodeaba a Guillermo II.
Sociedad Internaciona
El desarrollo autoritario de la Escuela M derna comenzó tras
en Roma en 1938 bajo
la muerte de von Liszt, cuando la situación económica de la Re­
minalbiologische Gesel
pública de Weimar se tornó catastrófica y la situación política
congreso de la ISC, el <
cada vez se inclinaba más hacia el totalitarismo. En este contex­
el carácter inspirador e
to, 1 "escuela sociológica", como empezó a ser llamada la pers­
criminológica", que atJ
pectiva de von Liszt, fue criticada por su falta de rigor frente al
cuatro países diferente
delito y, por lo tanto, por socavar la credibilidad d l rechtsstaat.
go, Pompe fue muy res•
Esta opinión se reflejó en la Kriminalbiologische Gesellschaft, en
LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRI!v1JNOL0GICAS . • .
69
NGEN
cuyo establecimiento en Viena, en 1927, ejerció un rol central
t penal. Él no elaboró la
el miembro de la IKV (UIDP) Franz Exner. Este grupo sería, de
el derecho penal; centró allí en más, un asunto concerniente sólo a Alemania y Austria.
lt, 1986a: 13). En Alema­ También a favor de von Liszt debería mencionarse que lo primero
= establecer un complejo
que hizo el régimen nazi fue dejar de lado el principio de legali­
1 idea de la ciencia penal
dad, que aquél siempre defendió enérgicamente, e ignorar cual­
)n Liszt (gesamte Strafre­
quier hallazgo empírico acerca de las causas sociales del delit? .
aproximación criminoló­
Bajo el gobierno nazi, el Derecho se interpretó como un m d10
melos más fértiles. para regular las relaciones entre los miembros de la comumdad
;tado alemán evolucionó y sus supuestos enemigos, y debía estar inspirado en el sano
= hasta alcanzar un ca-
sentimiento del pueblo (gesundes Volksempfinden). Cuando los
en el que los funciona­ operadores del sistema legal adhirieron en masa a estas ideas,
ejército tuvieron un rol y abandonaron la Asociación Jurídica alemana pa :a unirse a
= seguridad social, intro­
su equivalente nazi, meses después de que fuera maugurada
lilitarista y conservador, por H itler en 1933, el sistema legal estaba en condicion s de ser
lesarrollo del socialismo. transformado radicalmente sin necesidad de alterar m un solo
;iones políticas y el enfo­ estatuto. Siguiendo el principio establecido por el führer, las ór­
{Ue las ideas de von Liszt denes de los funcionarios de alto ra.ngo jerárquico adquirieron
itimación de las políticas · el estatus de ley y la educación pública y la defensa social se
entadas por el gobierno constituyeron en objetivos centrales de la coerción penal.
e , que la "credulidad en
En la Conferencia Internacional sobre derecho penal y peno­
de él "un testigo activo logia realizada en Berlín en 1935, el ministro alemán de Propa­
Stangl 1988:88). Duran­ ganda, Joseph Goebbels, remarcó en su discurso inaugural la
socialista) de Weimar de importancia del derecho penal en la doctrina nacionalsocialista.
, el agresor de la Primera El presidente de la conferencia, el ministro de Justicia Gürtner,
en los Países Bajos), el anunció la abolición del principio de legalidad y la transforma­
echo, Gustav Radbruch, ción del principio de culpabilidad en el de "voluntad criminal"
de las propuestas de su (Gesinnung), que diluía la diferencia entre actos preparat rios, ·
iismo año en que fueron tentativa y consumación de delitos, permitiendo que las tipolo­
:bknecht y Rosa Luxem­ gías de delincuentes se usaran como factores de atribución de
:raban el círculo militar la culpabilid d (Gradisen, 1988). Vale la pena mencionar que la
I. Sociedad Internacional de Criminología (ISC), que se estableció
a M o derna comenzó tras
en Roma en 1938 bajo el régimen de Mussolini, surgió de la Kri­
ción económica de la Re­ minalbiologische Gesellschaft de Exner. En su reporte del primer
:a y la situación política congreso de la ISC, el científico penal Willem Pompe ( 1940) alabó
itarismo. En este contex­ el carácter inspirador de esta primera conferencia "integralmente
ó a ser llamada la pers­ criminológica", que atrajo mil cien participantes de cuarenta Y
;u falta de rigor frente al cuatro países diferentes de Europa y América Latina. Sin embar­
dibilidad del rechtsstaat. go, Pompe fue muy reservado acerca de la posición dominante de
•logische Gesellschaft, en
70 RENÉ VAN SWAANINGEN LAs PRI!

la escuela biologicista y del "nuevo realismo fascista", que rodeó Prins veía el dere1
la conferencia, así como también de la prominencia de "ejercicios y la política penal ce
militares" para los delincuentes como medio de "reeducación to­ en este sentido, pue<
talitaria". Tampoco pudo valorar la fuerte presencia de Roland cha más razón que "
Freisler, el secretario de Justica del Estado alemán, quien más ral individualista del
tarde sería el presidente del infame Tribunal del Pueblo ( Volksge­ no consideró al Dere
richtshoj), que estuvo a cargo de juzgar las actividades en contra rada, aunque criticó
del régimen nazi (llamadas "delitos contra el pueblo alemán") . a la cuestión del libr
Di Tullio, presidente de la conferencia de la ISC, y Freisler, en optando por una po:
forma conjunta, "con vigor marcial", la fundación de la Sociedad a los límites de ciert
Internacional de Criminología, que exploraría el desarrollo poste­ en Tarde. Según Pril
rior de las "ciencias técnicas auxiliares de la justicia penal". Con entre el derecho pen
cierto alivio, Pompe sostuvo que "afortunadamente, la cuestión sistencia en la respo1
judía fue ignorada. En esta compañia y en esta era, un debate im­ el primero en usar 1.
parcial sobre este tema no hubiera sido posible". En la conclusión cual se conocería a l;
de su informe, Pompe se preguntó si esa primera conferencia de La déjense sociale e
criminología, exitosa y en muchos sentidos importante, seria la fensa social y la trw
última debido a la guerra. un sistema de justic:
sultados en el camp
V. EL "POENAAL POSITIVISME" BELGA
una política de pre'
El padre fundador de la Escuela belga moderna, Adolphe que reducirían la m
Prins, puede ser considerado, inicialmente, como el ala liberal de reintegración positiv
izquierda de dicha escuela. Sus opiniones políticas y científicas tanto, el conocimien1
no pueden entenderse por separado. Prins veía la adaptación del les se cometía un de
Derecho penal a los descubrimientos de las ciencias naturales Asimismo, debía incl
como un signo de progreso, en el sentido moral y político (Tulkens, ción de sanciones, p<
1990) . Sin embargo, la postura política de Prins no deja de ser través de su trabajo
ambigua. La base de su carrera se encuentra en la Universidad a la víctima, aun cl
Libre de Bruselas, un bastión de librepensadores y científicos mayor duración. Fe1
sociales. Prins tuvo activa intervención en los círculos políticos tablecimiento de un
liberales, pero también mantuvo estrechas relaciones con los ex víctimas.
militantes de la Primera Internacional. Consideró al proletariado Bélgica fue uno <
como un grupo criminal latente, por su inclinación al vagabun­ ques modernos en el
deo, pero también señaló que sólo los capitalistas industriales aspectos de la práct
sacarían provecho de una libertad ilimitada. Prins consideraba 1888 de la condena •

que el liberalismo era una ideología demasiado racionalista y el ministro de Justicia 1


socialismo se oponía a la naturaleza egoísta del hombre. También Primera Guerra Mur
sostenía que una conciliación entre el liberalismo y el socialismo lista É mile Vanderve
sería la elave para la solución de muchos problemas sociales. formadores. La ley bt
IGEN LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRIMINOLOGJCAS . . •
71

smo fascista", que rodeó Prins veía el derecho como una parte de las ciencias sociales
ominencia de "ejercicios y la política penal como una parte integral de la política social;
edio de "reeducación to­ en este sentido, puede ser considerado un criminólogo, con mu­
rte presencia de Roland cha más razón que von Liszt, quien no superó el postulado libe­
:ado alemán, quien más ral individualista del derecho. En oposición a los italianos, Prins
mal del Pueblo ( Volksge­ no consideró al Derecho Penal clásico como una ideología supe­
as actividades en contra rada, aunque criticó su doctrinarismo abstracto. En referencia
üra el pueblo alemán"). a la cuestión del libre albedrío, rechazó un determinismo total,
ie la ISC, y Freisler, en optando por una posición sociológica, de relativisJ)lo, conforme
undación de la Sociedad a los límites de ciertas condiciones sociales, una idea inspirada
raría el desarrollo poste­ en Tarde. Según Prins, no existía necesariamente contradicción
le la justicia penal". Con entre el derecho penal como un medio de defensa social y la in­
madamente, la cuestión sistencia en la responsabilidad moral del individuo. También fue
n esta era, un debate im­
el primero en usar la expresión "defensa social", nombre por el
'osible". En la conclusión cual se conocería a la escuela. En 19 1 0 escribió un libro titulado
t primera conferencia de
La déjense sociale et les transformations du droit pénal (La de­
dos importante, sería la fensa social y la transformación del derecho penal). Para Prins,
un sistema de justicia penal, como mecanismo para obtener re­
sultados en el campo de la defensa social, debía comenzar por
una política de prevención social. Esto activaría mecanismos
dga moderna, Adolphe que reducirían la miseria socio-económica y establecería una
te, como el ala liberal de reintegración positiva de los delincuentes a la sociedad. Por lo
es políticas y científicas tanto, el conocimiento de las circunstancias sociales en las cua­
1s veía la adaptación del les se cometía un delito debía ser incluido en la política penal.
:: las ciencias naturales Asimismo, debía incluirse un estímulo económico en la imposi­
noral y político (Tulkens, ción de sanciones, para permitirle al delincuente ganar dinero a
·
de Prins no deja de ser través de su trabajo en prisión , con el cual pudiera compensar
tentra en la Universidad a la víctima, aun cuando esto pudiera implicar sentencias de
)ensadores y científicos mayor duración. Ferri, por otra parte, había propuesto el es­
en los círculos políticos tablecimiento de u n fondo estatal para la compensación a las
as relaciones con los ex víctimas.
:onsideró al proletariado Bélgica fue uno de los primeros países que introdujo enfo­
inclinación al vagabun­ ques modernos en el derecho penal, que afectaron importantes
:apitalistas industriales aspectos de la práctica, como, por ejemplo, la introducción en
tada. Prins consideraba 1888 de la condena condicional y de la libertad condicional. El
1asiado racionalista y el ministro de Justicia (católico) Jules Lejeune y, más tarde, tras la
:;ta del hombre. También Primera Guerra Mundial el notable ministro de Justicia socia­
,eralismo y el socialismo lista É mile Vandervelde fueron dos de aquellos importantes re­
• problemas sociales. formadores. La ley belga de defensa social de 1930 es considera­
LAS PRIMEF
72 RENÉ VAN SWAANINGEN
ridad que se ocupaban
da la implementación práctica más consecuente del positivismo penal, que una vez en
penal, por no haber sido afectada por el fascismo. E sta ley ( Wet mismo circuito, de una
op het sociaal verweer) incluyó la regulación de órdenes hospi­ los desarrollos que teni
talarias, en las que el contexto de la defensa social es práctica­ po, van Hamel nunca p
mente dominante, como lo muestran las nociones de "anorma­ clásicos. Por ello, es be
lidad" de los delincuentes habituales y la amenaza general que 1905, como el jurista
representan para la sociedad. Inicialmente, Prins se centró en la los principales obstácu
prevención social y en una reintegración positiva del delincuen­ tres conceptos de culp
te en la comunidad, pero en trabajos posteriores fueron adqui­ fue un representante d
riendo creciente preponderancia los enfoques más paternalistas nis pareció sostener (C.
y represivos que marcaron la necesidad de una defensa social reemplazado la crítica
respecto de los delincuentes incorregibles, llegando a defender los juristas acerca de 1·
la intervención penal ante delictum (Vervaele 1990:378). tores de la vida real", ¡
existencia de una teor
VI . EL "NIEUWE RICHT!Nd' HOLANDÉS Pashukanis, tras la fir
El cofundador del grupo IKV-UIDP, juez penal de Amsterdam el Estado y los principi
y profesor Anton Gerard van Hamel fue el mayor defensor de emplazados por un sis
la Escuela M o derna en los Países Bajos. Van Hamel se formó protector (punto de vi
como abogado según los principios de la escuela clásica, y ejer­ Stalin, al ser calificadc
ció como fiscal. En su discurso inaugural en la Universidad de Tampoco parece jus1
Á msterdam, "De grenzen der heerschappij van het strafrecht" mel y Pashukanis con
lismo y materialismo, e
("Los límites del dominio del derecho penal"), abrazó con entu­
bargo, es verdad que v:
siasmo los principios de la teoría legal clásica y hasta advirtió
Prins, no relacionó lo
acerca de las intenciones paternalistas respecto de la coerción
cambio estructural en
penal: "El Derecho penal no debería buscar todo aquello que
timonio de insinuador
potencialmente puede punir, sino sólo penar lo que legalmente
orden social hegemóni
debe" (van Hamel 1880:7). Van Hamel ( 1 890:534) mencionó dos
dentro de la criminolo
razones principales para el surgimiento de la Escuela Moderna:
Van Hamel temía que
el aumento de la delincuencia y la reincidencia, lo que conmo­
criminología. Especial:
vió las bases del doctrinarismo interno sin referencias al siste­
los antropólogos penal1
ma social de muchos operadores clásicos del sistema legal, y el
legales lo ubicaban en
atractivo de los métodos científicos de investigación naturalistas
penal integrada: "Cuar
para rastrear las causas del delito, más la posibilidad práctica
tropológico-social. . . , m:
de adaptar la coerción penal a estos hallazgos.
gros de la Escuela Clá
Van Hamel era más bien un liberal conservador que aceptó de la libertad individu:
con mayor disposición la etiología lombrosiana que von Lizst o del poder estatal, aun
Prins. Sin embargo, fue bastante crítico del sistema de justicia Lombroso llama desan
penal. Si bien alabó las cualidades humanitarias, la precisión nuestro sentido de just
y la buena educación de los operadores del sistema, vio con cla­
LAS PRIMERAS CRiTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 73
GEN
ridad que se ocupaban de accionar los engranajes del sistema
secuente del positivismo penal, que una vez en marcha reproducía constantemente el
1 fascismo. Esta ley ( Wet mismo circuito, de una manera dogmática, sin consideración de
lación de órdenes hospi­ los desarrollos que tenían lugar en la vida real. Al mismo tiem­
fensa social es práctica­ po, van Hamel nunca puso en tela de juicio los principios legales
ts nociones de "anorma­ clásicos. Por ello, es bastante improbable que hubiera dicho en
la amenaza general que 1905, como el jurista soviético Evgeni Pashukanis sugirió, que
nte, Prins se centró en la los principales obstáculos de la criminología moderna serían los
n positiva del delincuen­ tres conceptos de culpa, delito y castigo. Van Hamel tampoco
osteriores fueron adqui­ fue un representante de la escuela sociológica, como Pashuka­
oques más paternalistas nis pareció sostener (Cohen, 1988:28). Pashukanis puede haber
d de una defensa social reemplazado la crítica liberal de van Hamel al punto ciego de
oles, llegando a defender los juristas acerca de los límites del libre albedrío, "por los fac­
·vaele 1990:378). tores de la vida real", para sostener su argumento acerca de la
existencia de una teoría materialista de la punibilidad. Según
Pashukanis, tras la finalización de la lucha de clases, también
el Estado y los principios clásicos se desvanecerían y serían re­
.1ez penal de Amsterdam
emplazados por u n sistema legal educacional y exclusivamente
1e el mayor defensor de
)S. Van Hamel se formó
protector (punto de vista que le vali:ó la ejecución por orden de
Stalin, al ser calificado como enemigo de la Unión Soviética) .
a escuela clásica, y ejer­
Tampoco parece justificado comparar la disputa entre van Ha­
ral en la Universidad de
mel y Pashukanis con el debate criminológico actual entre idea­
Lppij van het strafrecht"
lismo y materialismo, como hace Stan Cohen (1988:28). Sin em­
enal"), abrazó con entu-
bargo, es verdad que van Hamel, a diferencia de su colega belga
clásica y hasta advirtió
Prins, no relacionó los cambios del sistema penal con ningún
. respecto de la coerción
cambio estructural en la sociedad, ni tampoco su obra da tes­
mscar todo aquello que "
timonio de insinuaciones que pudieran leerse como críticas al
penar lo que legalmente
orden social hegemónico. Tampoco se mezcló en controversias
1890:534) mencionó dos dentro de la criminología -de hecho, sabía muy poco de ella-.
, de la Escuela Moderna: Van Hamel temía que el Derecho penal fuera absorbido por la
cidencia, lo que conmo- criminología. Especialmente, las contundentes afirmaciones de
sin referencias al siste­ los antropólogos penales acerca de las desactualizadas creencias
os del sistema legal, y el legales lo ubicaban en u na posición crítica frente a una ciencia
tvestigación naturalistas penal integrada: "Cuanto más abracemos la nueva dirección an­
s la posibilidad práctica tropológico-social..., mayor debería ser nuestro respeto por los lo­
llazgos. gros de la Escuela Clásica del derecho. Sigue siendo la campeona
conservador que aceptó de la libertad individual, como garantía contra el uso arbitrario
)rosiana que von Lizst o del poder estatal, aun cuando esto sea llamado justicia. Lo que
o del sistema de justicia Lombroso llama desarrollo científico. .. fue lo que Beccaria llamó
manitarias, la precisión nuestro sentido de justicia" (Fijnaut 1984b: 18).
del sistema, vio con cla-
74 RENÉ VAN SwAANINGEN LAS PRIME!

Tanto los penalistas teóricos como los operadores del siste­ Modderman sostuvo qu
ma penal holandeses fueron muy influenciados por la E scuela ca debería ser peor qut:
Moderna. Sin embargo, no hubo intentos de diseñar una legisla­ contrario, ser de un nb
ción completamente nueva, basada en los principios modernos; medidas más directas
si podía hacerse con adaptaciones, ¿para qué generar una revo­ ducidas bastante despl
lución? Según Fijnaut ( 1986c), el proyecto moderno fue un pa­ la ley penal juvenil de ·
radigma en competencia dentro del derecho antes de 1920; tuvo dena condicional en 19
una recepción variada entre 1920 y 1930 y recibió una acepta­ para los delincuentes ir
ción prácticamente u nánime después de 1930. El determinismo van Hamel cambiara, e
de la Escuela Moderna no encajaba en el habitus calvinista ho­ ·banca del partido líber
landés, que se basaba en el principio del libre albedrío. Por ello, nal holandés incluía la
los más feroces opositores a la Escuela Moderna se encontraban casi nunca fue aplicad;
entre los doctrinarios calvinistas. Sin embargo, el voluntarismo mostró una gran infl.ue;
se hallaba tan enraizado en la sociedad holandesa, que el deter­ advirtió un principio ge
minismo nunca fue adoptado, ni siquiera por los adherentes a la muchos sentidos, fue u
escuela. El apoyo socialista al proyecto moderno lo era sólo en opuestas del common l
términos lógicos. "Del mismo modo que nuestra teoría social ca­ acusatorio y del inquisi
tólica se relaciona con la de la democracia social, nuestra teoría La idea moderna dt:
penal católica se relaciona con la de la Escuela Moderna . . . El ca­ hacia la persona del del
rácter puramente ateo-materialista de la teoría penal moderna con el antecesor del pn
hace perfectamente comprensible que tenga una recepción tan Bajos para el mejoram:
favorable y benevolente entre los socialistas. La afinidad mutua de Jonge 199 1 : 16). La 1
es muy evidente" (van Wijnbergen 19 10: 74 - 5 ) . al cambio de orientacié
La · orientación hacia el consenso de los holandeses condujo pasó a focalizarse en 1
a una legislación ecléctica, basada en principios clásicos refi­ instrumento práctico p
nados con elementos modernos. La idea de reacciones penales delito y para darle forr
mínimas, por ejemplo, fue excluida de la ley que e stableció la la rehabilitación. Los i
vigencia del nuevo Código Penal de 1886, cuando casi no se el hecho de no manten1
aceptaban los pensamientos modernos sobre la reacción penal. peligrosos" y la creació
Muchos académicos holandeses, entre los cuales se hallaba ex convictos, fueron in
Modderman, uno de los principales autores del nuevo Código perciqirse la diferencie
Penal y ministro de Justicia, sostuvieron que no era correcto delincuentes así como
criminalizar el vagabundeo. Sin embargo, bajo la presión del el orden y la defensa s
senado, el vagabundeo fue tipificado como summary ojfence •.
asistencia social a las
estatal, ello no ininimi:
bía reblandecido la im
había contribuido a soc
· N. del T. : Se trata de delitos juzgados en proceso sumarísimo, sin for­ como mecanismo de e
malidades procesales. social, la legislación so
GEN LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRIMINOLOGJCAS . • .
75

::>s operadores del siste­ Modderman sostuvo que el remedio de la intervención penal nun­
nciados por la Escuela ca debería ser peor que la enfermedad del delito. Debería, por el
> de diseñar una legisla­ contrario, ser de un nivel moral superior. La mayor parte de las
::>s principios modernos; medidas más directas y prácticas en este sentido fueron intro­
a qué generar una revo­ ducidas bastante después de la nueva legislación de 1 886 (como
:to moderno fue un pa­ la ley penal juvenil de 1905), y la mayoría de ellas (como la con­
cho antes de 1920; tuvo dena condicional en 1 9 1 5 , una ley de multas en 1925 y una ley
:o y recibió una acepta­ para los delincuentes insanos [TBR] en 1928) aún después de que
1930. El determinismo van Hamel cambiara, en 1909, su cátedra universitaria por una
1 habitus calvinista ho­ banca del partido liberal en el parlamento. El nuevo Código Pe­
l libre albedrío. Por ello, nal holandés incluía la posibilidad de libertad condicional, pero
1oderna se encontraban casi nunca fue aplicada. El Código de Procedimientos, de 1926,
nbargo, el voluntarismo mostró una gran influencia de la Escuela Moderna, aunque no se
holandesa, que el deter­ advirtió un principio general que guiara la nueva legislación. En
l por los adherentes a la
muchos sentidos, fue una conciliación pragmática entre visiones
moderno lo era sólo en opuestas del common law, inspiradas en elementos del sistema
1.uestra teoría social ca­ acusatorio y del inquisitivo del Derecho continental.
ía social, nuestra teoría La idea moderna de un sistema d_e justicia penal orientado
:;cuela Moderna . . . El ca- hacia la persona del delincuente ya había sido puesta en práctica
3. teoría penal moderna con el antecesor del probation service: la Sociedad de los Países
nga una recepción tan Bajos para el mejoramiento moral de los presos de 1823 (Janse
;tas. La afinidad mutua de Jonge 199 1 : 16). La Escuela Moderna le dio un gran impulso
74 - 5) . al cambio de orientación: de centrarse en la conducta delictiva,
los holandeses condujo pasó a focalizarse en el autor. La probation fue vista como un
principios clásicos refi­ instrumento práctico para actuar en el ámbito de las causas del
t de reacciones penales delito y para darle forma al concepto ciertamente abstracto de
la ley que estableció la la rehabilitación. Los impulsos modernos a la probation, como
86, cuando casi no se el hecho de no mantener en prisión a "delincuentes que no sean
;obre la reacción penal. peligrosos" y la creación de puestos de trabajo expiatorios para
los cuales se hallaba ex convictos, fueron introducidos en la década de 1890. Podía
tares del nuevo Código perci"Qirse la diferencia entre la represión y el cuidado de los
)n que no era correcto delincuentes así como la orientación del derecho hacia la ley y
·go, bajo la presión del el orden y la defensa social. Si bien se proporcionó abundante
>mo summary offence ·. asistencia social a las masas, desde la perspectiva del control
estatal, ello no minimizó el hecho de que la visión moderna ha­
bía reblandecido la imposición de penas y, hasta cierto punto,
había contribuido a socavar el papel de las sentencias de prisión
como mecanismo de control social. La provisión de bienestar
·oceso sumarísimo, sin for-
social, la legislación social y laboral, el cuidado de la salud y la
76 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRIME

educación también cumplieron funciones útiles en el control de cial, sería una simpli
las masas y en la prevención del delito (de Swaan, 1989). evitado si se hubieran
El éxito de la Escuela Moderna se debió, en gran parte, a la bre la desaparición de
facilidad con la cual sus mensajes podrían traducirse en polí­ penal completamente 1
ticas reales. La alianza entre provisión de bienestar social y re­ se logró- sostenerse q1
presión se hizo especialmente atractiva en términos políticos y -al que también aludí<'
permitió a los diferentes agentes del control social ser severos y te acerca de los valon
considerados al mismo tiempo. La ley penal dejó de ser el único legi slación de tales ca1
instrumento de control, ya que existían diferentes programas De bido a la infección f¡
médicos y educacionales a disposición. La euforia ocasionada · credibilidad después e
por esta dualidad fue muy bien descripta por un seguidor de
van Hamel, el estadístico de Roa s ( 1902 :336-7): VJI. TENTATIVAS DE INTEC
" ... El nuevo enfoque sólo pretende lo mejor. Quiere terminar Los posteriores de:
con la esclavitud penal; ya no acepta que un ser humano, que peas no pueden ser en
ha caído en el delito por una disposición mental o por circuns­ influencia de la Segur
tancias sociales, sea completamente degradado y embrutecido das desilusiones acere
a través del encarcelamiento, para que su aversión a la socie­
la tecnología y u na gn
dad, en la que no encuentra cabida, crezca hasta transformar­
se en un intenso odio, obligándolo a trabajar hasta su muerte, dos europeos. Le sigu
en lugar de tendérsele una mano para ayudarlo. Las nuevas de intentos de integra
ideas trajeron vientos de compasión hacia el ser humano en futuras guerras en el
desgracia; una compasión que, sin embargo, no retrocedía en colonización, pero tan
la imposición de severas medidas a los individuos peligrosos golpe de Estado en Pn
en defensa de la sociedad. . . Las nuevas ideas traen vientos de En este contexto, el
pureza y claridad. Higiene, exterminación de lo insalubre y de­ las palabras clave en
cadente, tal será el espíritu de la futura ley penal . . . " sa social" gozaba de
holandesa, la implemc
En la última parte de esta cita, salta a la vista d peligro po­
que las medidas rriode
tencial del enfoque moderno: su consecuencia final sería un sis­
temporal de las pena:
tema de justicia penal sin límites. A pesar de que en la práctica
la influencia progresiv
penal el pensamiento moderno se implementó de forma mode­
1990, van Ruller 1988
rada y pragmática, muchos académicos progresistas señalaron
es similar a lo que, ex¡:
sus posibles peligros. En la década de 1930, en los Países Bajos,
se compartía la idea de que la coerción penal se había reblan­ " . . . La rigidez de la :
decido demasiado, pero las nuevas medidas alemanas para con­ hizo prácticamente
trarrestar esta tendencia eran rechazadas, generalmente por constructivas e imag
ser consideradas destructivas del rechtsstaat. Nos referiremos ra sido confinado a J¡
pene, prácticamente
nuevamente a esta posición ambigua en el próximo capítulo.
tan orgullosos habrí
Si miramos el dramático contexto económico en el que tuvo en conflicto con el p1
lugar el desarrollo autoritario del movimiento de la defensa so­ nido con precisión de
IN GEN LAS PRIMERAS CRÍTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 77
1es útiles en el control de cial, sería una simplificación sostener que podría haber sido
(de Swaan, 1989) . evitado si se hubieran tomado con seriedad las advertencias so­
iebió, en gran parte, a la bre la desaparición de todo límite al que llevaría una legislación
drían traducirse en polí­ penal completamente moderna, pero sí puede -y frecuentemente
L de bienestar social y re­ se logró- sostenerse que la falta del componente ético-normativo
a en términos políticos y -al que también aludió Pompe ( 1949) implícitamente- y de deba­
mtrol social ser severos y te acerca de los valores básicos que deberían subyacer en una
)enal dejó de ser el único legislación de tales características, facilitó su desarrollo amoral.
an diferentes programas Debido a la infección fascista, la idea de defensa so.cial perdió su
1. La euforia ocasionada credibilidad después de la Segunda Guerra Mundial.
·ipta por un seguidor de
2 : 336-7): Vll . TENTATIVAS DE INTEGRACION DURANTE LA POSGUERRA
mejor. Quiere terminar Los posteriores desarrollos científico -criminológicos euro­
ue un ser humano, que peos no pueden ser entendidos sin tener en cuenta la tremenda
•n mental o por circuns­ influencia de la Segunda Guerra Mundial. Ella produjo profun­
gradado y embrutecido das desilusiones acerca del progreso civilizatorio que facilitaría
su aversión a la socie­
la tecnología y una gran desconfianza entre los diferentes Esta­
zca hasta transformar- '
dos europeos. Le siguió una era de reconstrucción económica,
3.bajar hasta su muerte,
de intentos de integración europea con el objetivo de prevenir
3. ayudarlo. Las nuevas

tacia el ser humano en futuras guerras en el continente, de grandes procesos de des­


.bargo, no retrocedía en colonización, pero también de guerra fría, que comenzó con el
•s individuos peligrosos golpe de Estado en Praga y el sitio de Berlín, en 1948.
s ideas traen vientos de En este contexto, el humanismo y la individualización fueron
.ón de lo insalubre y de- las palabras clave en el ámbito penal. Parecía que la "defen­
3. ley penal . . . " sa social" gozaba de una nueva credibilidad. En la situación
holandesa, la implementación humanística y la insistencia en
a a la vista el peligro po­
que las medidas modernas promovían el retorno de la reducción
uencia final sería un sis­
temporal de las penas de prisión, acentuó la humanización y
sar de que en la práctica
la influencia progresiva de la Escuela Moderna (van Kalmthout
lementó de forma mode­
1990, van Ruller 1988: 102). Esta visión de la herencia moderna
s progresistas señalaron
es similar a lo que, expuso Lean Radzinowicz ( 1966: 123):
930, en los Países Bajos,
1 penal se había reblan­ " ... La rigidez de la Escuela Clásica en el continente europeo
idas alemanas para con­ hizo prácticamente imposible desarrollar medidas penales
:adas, generalmente por constructivas e imaginativas. Si nuestro sistema penal hubie­
ra sido confinado a la estructura diseñada en Dei delitti e delle
.tsstaat. Nos referiremos
pene, prácticamente todas las reformas de las que estamos
1. el próximo capítulo.
tan orgullosos habrían sido excluidas, pues habrían entrado
conómico en el que tuvo en conflicto con el prindpio de que el castigo debe estar defi­
miento de la defensa so- nido con precisión de antemano y debe ser estrictamente pro­
78 RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRIMEF

porcional al delito. No habría existido la posibilidad de retirar chazo al principio clásic


acusaciones, de ajustar las multas a los recursos del penado, lo s científicos penalista
de imponer penas en suspenso, de implementar la probation, mano con los métodos
la libertad condicional, las medidas especiales para los delin­
inaceptable como voce:
cuentes juveniles o para los anormales mentales . . . "
Ancel, un francés más
Aunque sugirió equivocadamente que los sistemas de justicia sucesor, rechazó, en un
criminal del continente no sufrieron la influencia de la Escuela social realizado en Am
Moderna, el dilema que señala Radzinowicz, entre un ·sistema de adaptar al individuo
poco operativo con muchas garantías de procedimiento o uno permanecían viables p<
más práctico pero menos protector, es un problema que siguen cial, pero en la era de 1
enfrentando quienes intentan reformas penales. nes debía e star orienta
individualización (Anc<:
VII I . 0ÉFENSE SOCIALE NOUVELLE : UN IMPULSO HUMANISTA de que las ciencias na
En 1949, el jurista italiano Filippo Gramatica restableció, en conducta antisocial fUt
una conferencia en la ciudad belga de Liege, un movimiento in­ de Gramatica. Ancel, J
ternacional orientado a la defensa social, la Société Internatio­ energía a convencer a le
nale de Déjense Sociale. Gramatica no puede ser considerado de defensa social con
un humanista: fue un funcionario público de alto rango bajo equivocados. Esta "int(
el régimen de Mussolini y sostuvo, en un estilo maquiavélico, una política más huma
que todo ser humano era un potencial dictador. Dado que todos 1964) . En su agenda po
tendríamos el deseo de ejercer poder, se haría necesaria una dagogía de la responsal
disciplina social rígida. Según Gramatica, el concepto clásico de humanización ya h<
de culpa era de escasa relevancia política y el concepto de an­ de la que adoptó los pri
tisocialita (conducta antisocial) debía funcionar como principio lidad, para destacar la ·
alternativo. Era deber del Estado reintegrar las "aberraciones lidad personal de algú1
antisociales" a la sociedad. Con respecto a los delincuentes contra el E stado, y 3) q
"normales", propuso provvedimenti pedagogico emendative (pro­ específicamente definid
visiones pedagógicas) y para los que no podían ser considerados y castigos crueles y art
responsables, misure curative (medidas terapéuticas). Para Gra­ De la E scuela ModeJ
matica, estas transformaciones que implicaban la transferen­ abstracciones clásicas
cia de lo legal al ámbito pedagógico y terapéutico deberían ser ca penal y que, por le
precedidas por cambios socioeconómicos. En su libro Principi di efectiva. Su principal
difesa sociale (Principios de defensa social) de 196 1 , la posición nos fue que el nuevo rr
utilitaria de Gramatica es tan dominante que ignora las cues­ más orientado a la prot'
tiones de naturaleza axiológica, aun las más esenciales, como efectuar un corte resp'
aquella de la legitimidad de la intervención estatal. co" de la Escuela Mode:
G:ramatica puede haber sido "una persona colorida en el som­ albedrío era, según An
brío movimiento de defensa social de la posguerra" ( Machielse, gente interesada en met
1979:72 -3), pero a causa de su dudosa historia política, su re­ zones prácticas de coer
NGEN LAS PRlMERAS CRÍTICAS CR1MINOLÓG1CAS . . . 79

1.a posibilidad de retirar chazo al principio clásico de culpabilidad y su insistencia en que


>S recursos del penado, los científicos penalistas debían estudiar el comportamiento hu­
plementar la probation, mano con los métodos de las ciencias naturales, Gramatica es
peciales para los delin­ inaceptable como vocero principal de este nuevo grupo. Marc
s mentales . . .
"

Ancel, un francés más. moderado que se transformaría en su


.e los sistemas de justicia sucesor, rechazó, en una conferencia del movimiento de defensa
influencia de la E scuela social realizado en Amberes en 1954, el objetivo de Gramatica
towicz, entre un · sistema de adaptar al individuo a la sociedad. Los objetivos políticos aún
de procedimiento o uno permanecían viables para un nuevo movimiento de defensa so­
un problema que siguen cial, pero en la era de la posguerra la efectividad de las sancio­
penales. nes debía estar orientada primariamente a la humanización e
individualización (Ancel, 1954:272). La cuestionable pretensión
SO HUMANISTA de que las ciencias naturales podían determinar qué es una
1ramatica restableció, en conducta antisocial fue una debilidad científica de la postura
L.iege, un movimiento in­ de Gramatica. Ancel, por su parte, dedicó buena parte de su
ial, la Société Internatio­ energía a convencer a los que se asociaban al nuevo movimiento
) puede ser considerado de defensa social con tendencias autoritarias de que estaban
blico de alto rango bajo equivocados. Esta "intolerancia" retardó la implementación de
un estilo maquiavélico, una política más humanizada en la imposición de penas (Ancel,
:iictador. Dado que todos 1964) . En su agenda política humanista, Ancel se basó en la pe­
se haría necesaria una dagogía de la responsabilidad de Prins. Para Ancel, este proceso
tica, el concepto clásico de humanización ya h abía comenzado con la Escuela Clásica,
Lica y el concepto de an­ de la que adoptó los principios de igualdad ante la ley y de lega­
uncionar como principio lidad, para destacar la necesidad de 1) dirigirse a la responsabi­
tegrar las "aberraciones lidad personal de algún sujeto; 2) brindar garantías procesales
•ecto a los delincuentes contra el Estado, y 3) que las sanciones penales se encontraran
agogico emendative (pro­ específicamente definidas para prevenir reacciones desmedidas
podían ser considerados y castigos crueles y arbitrarios.
terapéuticas). Para Gra­ De la Escuela Moderna, Ancel adoptó la crítica general a las
nplicaban la transferen­ abstracciones clásicas que no se correspondían con la prácti­
terapéutico deoerían ser ca penal y que, por lo, tanto, retardaban una coerción penal
)S. En su libro Principi di efectiva. Su principal desacuerdo con los académicos moder­
cial) de 196 1 , la posición nos fue que el nuevo movimiento de defensa social debía estar
nte que ignora las cues­ más orientado a la protección del individuo. Ancel ( 1967:7) quiso
lS más esenciales, como efectuar un corte respecto del "fatalismo biológico o sociológi­
:ión estatal. co" de la Escuela Moderna. La cuestión de determinismo o libre
rsona colorida en el som- albedrío era, según Ancel, una cuestión para los filósofos y la
3. posguerra" (Machielse, gente interesada en metafísica, pero no para los juristas. Por ra­
. historia política , su re- zones prácticas de coerción penal y de pura lógica de la respon­
RENÉ VAN SWAANINGEN LAS PRIME
80

sabilidad penal, para ellos era necesario partir de la afirmación principios legales. Por
de la existencia de un relativo libre albedrío. En los trabajos de ca Federal Alemana dé
Ancel, la centralidad que la Escuela Moderna otorgaba a la pe­ socialista en la Repúbl
ligrosidad que se percibía en el delincuente dejó su lugar a u na te, pero escapa al alea
percepción del delincuente como una persona que, en primer Mientras que la cri
término, necesitaba cuidado y compasión. Por ello, impulsó la pulso en Inglaterra ( 1 9
idea de la resocialización a través de la probation. Para Ancel, tes alemanes con forn
los intentos de rehabilitación siempre debían respetar la digni­ Max Grünhut, una cri
dad y la integridad del individuo, lo que debía ser garantizado ría en Alemania hacia
procesalmente. La rehabilitación también fue presentada como Georg Rusche, de 1932
una estrategia de prevención del delito. del mercado laboral y
Ancel ( 1954) propuso un estudio crítico del sistema de justi­ operación con Otto KiJ
cia penal y sus valores subyacentes, y el desarrollo de un en­ gía Punishment and Se
foque multidisciplinario del delito, en el que todas las ciencias cial), fue mucho más fe
humanas tuvieran un rol. El respeto de los derechos humanos y donde recién lo redesc·
la dignidad del género humano eran el límite que no debía tras­ Gustav Radbruch , '
pasar ninguna intervención penal. Sin embargo, el enfoque del gos por los nazis y n
nuevo movimiento de defensa social implicó un procedimiento sostuvo que la protec
bastante paternalista, que ignoraba el carácter conflictivo y con­ debería ser la ú nica l•
tradictorio del proceso penal ( Machielse, 1979:77). contemplaciones legal
En Bélgica, Léon Cornil puede ser considerado seguidor del nung) como elemento
nuevo movimiento de defensa social. En el período de la pos­ berían ser olvidadas.
guerra, Cornil tuvo un papel importante en el desarrollo de la la obediencia ciega a
probation en su país y en el Congreso Penitenciario celebrado en inmorales, debería ser
La Haya, en donde defendió la abolición de la pena de prisión, respeto a los derechos
ya que constituía, en su visión, un obstáculo insalvable para la del derecho. El fin últ
rehabilitación del convicto (Franke, 1990:663) . cuencia, un código pe
del derecho penal por
IX. CRiTICAS EN IDIOMA ALEMÁN AL RACIONALISMO PENAL A principios del si¡
En una historia social de la reforma penal en Austria de pos­ rrolló una perspectiva
guerra, Wolfgang Stangl ( 1 985) concluyó que los enfoques cri­ es sometido a tratami•
minológicos tuvieron muy escasa presencia en los debates po­ con su contexto socia:
líticos y que la mayor parte de las reformas previas del sistema abolición del sojuzga¡
penal fueron iniciadas y llevadas a cabo sólo por operadores del nechtschaft) el estable
sistema legal. En A lemania, la situación no fue muy diferente. (Bevormundung) que :
El mundo de los penalistas dogmáticos era cerradó y casi no de trabajo comunitari·
recibió influencias del saber criminológico. Por ello, se conside­ La crítica más radi
raba crucial restablecer primero el rechtsstaat clásico que había el período de posguen
resultado pervertido, y reafirmar el estudio doctrinario de los trabajos del psiquiatr.
1EN LAS PRIMERAS CRiTICAS CRIMINOLOGICAS . . . 81

partir de la afirmación principios legales. Por lo menos, ésta era la visión en la Repúbli­
irío. En los trabajos de ca Federal Alemana de Occidente. El desarrollo de una legalidad
ierna otorgaba a la pe- socialista en la República Democrática Alemana es muy diferen­
1te dejó su lugar a una te, pero escapa al alcance de este libro.
ersona que, en primer Mientras que la criminología sociológica recibió un gran im­
1n. Por ello, impulsó la pulso en Inglaterra ( 1949), principalmente por obra de inmigran­
probation. Para Ancel, tes alemanes con formación legal, como Hermann Mann heim o
bían respetar la digni­ Max Grünhut, una criminología empírica comparable sólo surgi­
: debía ser garantizado ría en Alemania hacia finales de la década de 1960. La teoría de
n fue presentada como Georg Rusche, de 1933, acerca de la relación entre lo s desarrollos
del mercado laboral y los del ámbito penal, que en 1939, en co­
::o del sistema de justi­ operación con Otto Kirchheimer, condujo al clásico de la penolo­
!l desarrollo de un en­ gia Punishment and Social Structure (El castigo y la estructura so­
que todas las ciencias cial), fue mucho más famoso en Estados Unidos que en Alemania,
)S derechos humanos y donde recién lo redescubrieron en la década de 1980.
m ite que no debía tras­ Gustav Radbruch , que había sido removido de todos sus car­
mbargo, el enfoque del gos por los nazis y murió cuatro años después de la guerra,
)licó un procedimiento sostuvo que la protección de los bienes jurídicos (Rechtsgüter)
rácter conflictivo y con- debería ser la única legitimación de la intervención penal. Las
1979:77). contemplaciones legales de la moralidad y la convicción (Gesin­
nsiderado seguidor del nung) como elementos constitutivos del delito (Tatbestande) de­
1 el periodo de la pos­ berían ser olvidadas. Según Radbruch, la falacia positivsta de
! en el desarrollo de la la obediencia ciega a la ley, aun cuando se basara en pilares
titenciario celebrado en inmorales, debería ser superada mediante el establecimiento del
de la pena de prisión, respeto a los derechos humanos como parámetro de la legalidad
culo insalvable para la del derecho. El fin último de la reforma penal seria, en conse­
1:663). cuencia, un código penal sin sancione s penales, y el reemplazo
del derecho penal por algo mejor.
MO PENAL A principios del siglo XX, el austriaco Julius Vargha desa­
rrolló una perspectiva abolicionista en la que el delincuente no
enal en Austria de pos­
i que los enfoques cri­ es sometido a tratamiento médico y 1 delito es visto en relación
tcia en los debates po­ con su contexto social. Vargha propuso en su libro acerca de la
las previas del sistema abolición del sojuzgamiento penal (Die abschffung der Strafk­
sólo por operadores del nechtschaft) el establecimiento de una suerte de " tutela social"
. no fue muy diferente. (Bevormundung) que se asemeja notablemente a las sanciones
era cerradó y casi no de trabajo comunitario de la actualidad (Stangl, 1984) .
:o. Por ello, se conside­ La crítica más radical del mundo de habla alemana durante
staat clásico que había el período de posguerra tuvo sus raíces en el psicoanálisis. Los
ldio doctrinario de los trabajos del psiquiatra progresista Otto Gross y, por supuesto,
82 RENÉ VAN SWAAN!NGEN LAS PRIMJ

de Sigmund Freud auspiciaron una larga tradición de críticas de provenir de científi


a la racionalidad punitiva. Ella comenzó en la década de 1920, notablemente . de un ir
con el alegato de Theodor Reik a favor del reemplazo del cas­ tificaran con el rey Sa
tigo por la confesión y posterior absolución (Gestiindniszwang de Shakespeare o con
und Strafbedürfnis) y la crítica incisiva de Franz Alexander y Cervantes, Sancho Pa
Hugo Staub respecto del sistema de justicia penal mediante el Según Reiwald (19
estudio de la relación irracional dominante entre el acusado y ju sticia penal tenían
sus jueces (Der Verbrecher und seine Richter) . Siguió luego con tructor. Se había tran
Escape from Freedom (El miedo a la libertad) , de Erich Fromm, . parte sublimado de ag
en el que realizó observaciones freudiano-marxistas acerca del y primitiva de los asoc
conformismo, el autoritarismo y el destructivismo, como reac­ de la irracionalidad ü
ciones ante la incapacidad humana de conseguir la libertad. La hacer justicia implicat
tradición culminó con Arno Plack (1974) y su incómoda defensa como objetivo la repar.
de la abolición del derecho penal (Pliidoyer für die Abschaffung de la no-violencia y 1
des Strafrechts). En cierto modo, Plack fue un antecesor de los rechazaba las "táctic<
académicos posmodernos antiedípicos y lacanianos. mejoramiento con el ;
Estos estudios significaron una crítica fundamental, a veces posible. Semejante ar¡
cruda, de la agresión y el impulso destructivo como la principal operadores del sistem¡:
causa del delito. El libro del jurista suizo Paul Reiwald, Die Ge­ periencia" y "el poder 1
sellscha.ft und ihre Verbrecher (La sociedad y sus delincuentes), Reiwald acerca de la ir
cambió la dirección de la criminología freudiana, al estudiar el (ir)racionalidad penal ,
psicoanálisis de los que creían en la necesidad de castigar. Con autoritaria y que, por
relación al argumento de la Escuela Moderna, Reiwald ( 1947:3 10) Por estos motivo s, Rei
sostuvo que "el efecto del derecho penal debe ser mejor estudiado, labras del huma nista
no en los efectos que produce en los que tienen que padecerlo, derecho penal yace, er
sino en aquellos que lo imponen". Esta idea estableció los cimien­ su alejam iento de cua
tos de la teoría de la reacción social. Como un verdadero acadé­ Volviendo a Arno I
mico de la posguerra, Reiwald comenzó su análisis problemati­ mente líneas de pens<
zando el concepto de hostilidad hacia la sociedad (Gesellscha.fts­ políticos claros, es de
feindlichkeit), que había dominado la idea de la defensa social en implementación de ter
la década precedente. Según Reiwald, el sistema de justicia penal plazar la interpretacic
era muy vulnerable a la infección de ciertos conceptos, porque la tación a la reparación
propia racionalidad penal estaba basada en emociones irracio­ sulta por demás ínter
nales. El castigo no sería más que una respuesta irracional a un necesidad de la abolic
acto irracional: respondería una emoción con otra emoción, más era suficiente liberaliz.
allá de las-pretensiones de juzgar los motivos de una conducta no era convincente mir
criminal como si fuera una parte normal de la disciplina legal. de la intervención pen.
Para Reiwald ( 1947:221-3), había llegado Ía hora de refutar esos tal, era incorrecta. Sen
conceptos falsos, que no tenían entidad racional por el solo hecho sión en la gente y, fina
m EN LAS PRIMERAS CRíTICAS CRIMINOLOGJCAS . . . 83

rga tradición de críticas de provenir de científicos. El juez penal, en su visión, no difería


:ó en la década de 1920, notablemente de un inquisidor católico. Sería mejor que se iden­
· del reemplazo del cas­ tific aran con el rey Salomón, el personaje de Portia de la pluma
lción ( Gestiindniszwang de Shakespeare o con el asistente y compañero del Don Quijote de
a de Franz Alexander y Cervantes, Sancho Panza.
sticia penal mediante el Según Reiwald (1947:288), no sólo el delito sino también la
tante entre el acusado y ju sticia penal tenían sus raíces en el impulso agresivo y des­
'ichter) . Siguió luego con tructor. Se había transformado en un "medio justo, formal y en
ertad), de Erich Fromm, parte sublimado de agresión contra la agresión injusta, informal
no-marxistas acerca del y primitiva de los asociales". En su parecer, esta racionalización
tructivismo, como reac­ de la irracionalidad tenía poco que ver con la justicia. Para él,
conseguir la libertad. La hacer justicia implicaba una reacción que reflejaba el acto, tenía
· ) y su incómoda defensa como objetivo la reparación y debía ser guiada por los principios
Jyer für die Abschaffung de la no-violencia y la dignidad humana. Reiwald (1947:304)
fue un antecesor de los rechazaba las "tácticas antiguas" de oponerse al cambio y al
r lacanianos. mejoramiento con el argumento de que era luchar por lo im­
ca fundamental, a veces posible. Semejante argumento era "especialmente fácil para los
·uctivo como la principal operadores del sistema penal"; ellos tenían "miles de años de ex­
zo Paul Reiwald , Die Ge­ periencia" y "el poder de la emoción" de su lado. Las visiones de
dad y sus delincuentes) , Reiwald acerca de la imposición de penas eran lo contrario de la
freudiana, al estudiar el (ir)racionalidad penal, que en realidad nutría a la personalidad
cesidad de castigar. Con autoritaria y que, por lo tanto, era enemiga de la democracia.
lerna, Reiwald (1947:310) Por estos motivos, Reiwald (1947:31 1) concluyó, usando las pa­
iebe ser mejor estudiado, labras del humanista suizo Auguste Forel, en que "el futuro del
ue tienen que padecerlo, derecho penal yace, en mi opinión, en su abolición; es decir, en
lea estableció los cimien­ su alejamiento de cualquier derecho a castigar".
,mo un verdadero acadé­ Volviendo a Arno Plack, que, como Reiwald, usaba m ayor­
.
i su análisis problemati­ mente líneas de pensamiento psicoanalíticas y tenía objetivos
. sociedad (Gesellschafts­ políticos claros, es de destacar que abogó explícitamente por la
:a de la defensa social en implementación de terapia, en vez de castigo, y propuso reem­
sistema de justicia penal plazar la interpretación común de retribución por una orien­
rtos conceptos, porque la tación a la reparación. Visto desde una perspectiva actual, re­
la en emociones irracio­ sulta por demás interesante que Plack (1974:6-7 ) motivara la
·espuesta irracional a un necesidad de la abolición de las penas en el hecho de que no
n con otra emoción, más era suficiente liberalizar y humanizar el sistema penal, porque
nativos de una conducta no era convincente minimizar continuamente las consecuencias
tal de la disciplina legal. de la intervención penal, si se sostenía que esa ideología, como
::> ia hora de refutar esos ta l , era incorrecta. Semejante inconsecuencia produciría confu­
racional por el solo hecho sión en la gente y, finalmente, su oposición a la reforma. Según
84 RENÉ VAN SwAANINGEN

Plack, el hecho de que el telón de fondo fueran cada vez más las
legitimaciones retribucionistas del sistema penal, probaba que,
dado que éste era el corazón del derecho penal, el sistema como
tal tenía sus días contados.
La criminología europea se desarrolló en un contexto legal
funcionalista. En Gran Bretaña, casi no tuvo repercusiones en
la práctica del Derecho y se desarrolló en el ámbito psiquiátrico.
La Escuela Moderna Europea de ciencias penales integradas se
basó en consideraciones políticas progresistas y conservadoras LOS PRECURSOR
por igual. Esta base política ambigua produjo una dominación
autoritaria en la década de 1930, y u na tendencia humanitaria
después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora nos aproximare­
l . Los SOCIALISTAS Y LA Jt
mos a la criminología crítica, centrándonos en las ideas de los
críticos del autoritarismo. Dado que la criminología holandesa En 1889, Ferdinanc
ofrece un amplio abanico de tales críticas, nos situaremos en bro socialista del parla
ese contexto específico en el capítulo siguiente. Justicia Ruij s de Beere
sistema penal actual",
a las víctimas de la so<
ma penal se apoyaban
Lombroso y Garófalo (
hipótesis voluntaristas
rrepresentación de la <
Asimismo, se caracteri
recibidos por los ínter
prisión, del mismo tipo
sideraba el sistema ca
da y sin sentido de en
internos, transformán<
para la coexistencia s<
con bases históricas, q
son más qlle "cuestion
1897, la revista sociali
entre los internos, con <
dado a los presos polític
tactos juristas impidier
ditada y tildada de "me
"El hecho de que lo:
a esos caballeros, tan
semejantes crueldades
WEN

fueran cada vez más las


:ma penal, probaba que ,
o penal, el sistema como

lló en un contexto legal


tO tuvo repercusiones en
:n el ámbito psiquiátrico.
3.S penales int egradas se CAPiTULO IV
esistas y conservadoras
LOS PRECURSORES D E LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA
::>rodujo una dominación
1 tendencia humanitaria
.. Ahora nos aproximare­
lonas en las ideas de los l. Los SOCIALISTAS Y LA JUSTICIA PENAL
criminología holandesa En 1889, Ferdinand Domela Nienwenhuis, el primer miem­
icas, nos situaremos en bro socialista del parlamento holandés, reprochó al ministro de
guiente. Justicia Ruijs de Beerenboruck el "desacertado fundamento del
sistema penal actual", que "no encarcela a los culpables, sino
a las víctimas de la sociedad". Los a n álisis marxistas del siste­
ma penal se apoyaban en los hallazgos criminológicos de Ferri,
Lombroso y Garófalo (quienes demostraron la falsedad de las
hipótesis voluntaristas del derecho penal clásico) y en la sobre­
rrepresentación de la clase trabajadora dentro de las cárceles.
Asimismo, se caracterizaba como un robo a los bajos salarios
recibidos por los internos como retribución por su trabajo en
prisión, del mismo tipo de los que se criminalizaba. Domela con­
sideraba el sistema carcelario celular como una forma refina­
da y sin se ntido de crueldad, y afirmaba que "idiotizaba" a los
internos, transformándolos en " hipócritas malvados, no aptos
para la coexistencia social". El socialismo científico demostró,
con bases históricas, que las llamadas "cuestiones sociales" no
son más q1,1e "cuestiones de poder" (Franke, 1990:4887-8) . En
1897, la revista socialista De Jonge Gids realizó una encuesta
entre los internos, con el fin de "revelar el espantoso tratamiento
dado a los presos políticos". Las numerosas reacciones de respe­
tados juristas impidieron que esta investigación fuera desacre­
ditada y tildada de "mera propaganda socialista".
"El hecho de que los internos pudieran acusar exactamente
a e sos caballeros, · tan convencidos de su propia decencia, de
semejantes crueldades bárbaras y sin sentido, debe haberles
Los PRE
86 RENÉ VAN SWAANINGEN
un muro de hierro
producido una gran satisfacción. Los caballeros prácticamente las competencias, :
no pudieron defenderse de las acusaciones sin proporcionar, al más explícita con t
mismo tiempo, nueva munición para atacar sus pareceres. Esta de sociología, más
circunstancia hizo que el rol de los socialistas fuera particular­ desarrollo social e1;
mente influyente" (Franke, 1990:492). En este contexto, surgió, Bonger es esfon
como se verá a continuación, una corriente socialista dentro de piciaba el delito. I
la criminología. económicas como .
de la miseria", qw
l . Willem Bonger, socialista y sociólogo suficientes medios
El criminólogo de Á msterdam Willem Bonger es considerado determinista convt
un precursor de la criminología crítica (Turk, 1969; Taylor et al. , cioeconómicas. Co
1973). Se encuentra entre los primeros criminólogos en realizar tesis imposible ent:
análisis exhaustivos y cuantitativos de las relaciones entre las ción no debe habeJ
condiciones económicas y el delito. Bonger fue un miembro acti­ Gerard van Hamel
vo del partido laborista holandés. Llamarlo "marxista confeso", positivamente el re
como hicieron Taylor, Walton y Young ( 1973:222) es un error. la relación entre la
Bonger fue un auténtico socialdemócrata, un revisionista que A pesar de su e
experimentó aversión tanto por las tendencias autocráticas del como la principal e
marxismo como por su idealismo revolucionario. Puede decirse juzgó satisfactoria
que fue un "socialista en la universidad", pero también siguió posibilitó un conoc
siendo un "profesor en el partido laborista" (Van Heerikhuizen, brindar solucionel;
1987: 168-74). Se inspiró en la obra científica marxista más que orígenes del delito
en las verdaderas políticas de ese carácter. En una nota al pie por "decir en cinc1
que apareció por primera vez en la edición inglesa de "La crimi­ minoso tomo" y tr:
nalidad y las condiciones económicas" 1 de 1916, Bonger sostuvo: ger adoptó numero
"Requerir que un libro como el mío propicie y defienda, una vez pero fue más allá,
más, la teoría marxista in extenso, es tan imposible como pedirle problemas que sus
a un biólogo moderno con base darwiniana que pruebe una y Por otra parte,
otra vez que su fundamento es sólido. Es posible que haya, si se cándola como una
estudia en detalle, algún que otro error, tanto en la teoría marxis­ lización. También 1
ta como en la darwiniana, pero, en general, han resistido, como de quién determin.
sostuvo que, simp
rales sean univers
Lombroso sería un
1 El libro original en francés Criminalité et conditions économique se
publicó en 1905. Se originó en u n concurso iniciado por la Universidad
creía en las leyes
de Ám sterdam en 1900, en el que se debía presentar un análisis crítico y cia física existía er.
sistemático de la naturaleza de la relación entre el delito y las condiciones se debía a que la r
económicas. El trabajo de Bonger no ganó y resultó premiado el libro de (Bonger 1909). En
Joseph van Kan, Les causes économique de la criminalité.
Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA 87
NGEN
un muro de hierro, todos los ataques en la más despiadada de
:aballeros prácticamente las competencias, la de las opiniones". É sta es su identificación
mes sin proporcionar, al más explícita con el marxismo. Como tal, su obra es un ejemplo
acar sus pareceres. E sta de sociología, más que de materialismo histórico, y su visión del
ialistas fuera particular­ desarrollo social es más bien evolucionista que dialéctico.
En este contexto, surgió, Bonger es esforzó en refutar la tesis de que el socialismo pro­
ente socialista dentro de piciaba el delito. Defendió el mejoramiento de las condiciones
económicas como el mejor modo de evitar los llamados "delitos
de la miseria", que son aquellos cometidos por no contar con
'O suficientes medios de vida. Bonger también se autoproclamó un
n Bonger es considerado determinista convencido, aunque más no fuera por razones so­
(Turk, 1969; Taylor et al. , cioeconómicas. Consideró a la Escuela Moderna como una sín­
criminólogos en realizar tesis imposible entre determinismo y voluntarismo. Esta afirma­
las relaciones entre las ción no debe haber complacido al supervisor de su disertación,
.ger fue un miembro acti- Gerard van Hamel (Van Heerikhuizen, 1987:69). Bonger destacó
1arlo "marxista confeso", positivamente el rol pionero de la Escuela Francesa, al señalar
: ( 1973:222) es un error. la relación entre las condiciones económicas y el delito.
·ata, un revisionista que A pesar de su crítica a la teoría. de Tarde sobre la imitación
tdencias autocráticas del como la principal explicación causal del delito, Bonger ( 1905: 161)
ucionario. Puede decirse juzgó satisfactoria la contribución científica de Tarde. Su trabajo
3.d", pero también siguió posibilitó u n conocimiento más profundo, aun cuando no logró
ista" (Van Heerikhuizen, brindar soluciones. Los estudios de Manouvrier acerca de los
1tífica marxista más que orígenes del delito son "los mejores". Bonger (1905 : 175) lo elogió
i.cter. En una nota al pie por "decir en cincuenta páginas más que muchos en un volu­
:ión inglesa de "La crimi- minoso tomo" y tradujo varias de sus obras al holandés. Bon­
de 1916, Bonger sostuvo: ger adoptó numerosos elementos de la escuela medioambiental,
tpicie y defienda, una vez pero fue más allá, al señalar algunas soluciones posibles a los
m imposible como pedirle problemas que sus partidarios advirtieron.
niana que pruebe una y Por otra parte, refutó la teoría atávica de Lombroso, califi­
s posible que haya, si se cándola como una fábula sobre el progreso continuo de la civi­
tanto en la teoría marxis­ lización. También lo criticó por no prestar
, atención al problema
teral, han resistido, como de quién determina las actividades que constituyen "delitos", y
sostuvo que, simplemente, no es cierto que las opiniones mo­
rales sean universales en tiempo y espacio. Según su opinión,
Lombroso sería u na reliquia de una era en que la gente todavía
et conditions économique se
creía en las leyes naturales, acotando que, si alguna diferen­
• iniciado por la Universidad
esentar un análisis critico y
cia física existía entre los "delincuentes" y los "no delincuentes"
tre el delito y las condiciones se debía a que la miseria también causaba degeneración física
resultó premiado el libro d e (Bonger 1909). En su discurso inaugural en la Universidad de
1 crimin alité.
88 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECUF
Á msterdam, Bonger ( 1922) comenzó su análisis de la evolución Bonger analizó en det
de la moralidad, describiendo cómo la gente "primitiva" se las de la criminología (es
arreglaba con la desviación y el control social. Así, sostuvo que, listas y socialistas) y s
frecuentemente, manejaban sus problemas sociales de forma la Terza Scuola social
más pacífica que en las sociedades capitalistas. Asimismo, esta de las observaciones
conclusión refutaba la teoría atávica de Lombroso. Colajanni y Turatí, qu
Con el surgimiento del capitalismo, se gestó un clima social ricos y no tomaban er
que incitaba al egoísmo y que produjo el aumento de las oportuni­ Las estadísticas, q
dades de cometer delitos. Según Bonger (1922), esto desmoralizó judiciales que datos s
a la clase trabajadora. Estos estándares morales menos exigentes a víctimas de delitos,
fueron particularmente propicios para el delito, bajo circunstan­ Bonger. Así, refutó la
cias de privación socio-económica. Los informes del Servicio de misión de delitos, corr
Probation lo demostraban con claridad. Mediante la educación y región) los desarrollos
las políticas sociales se podía recuperar la moralidad de la cla­ socialistas en una mi
se trabajadora y también reducir la cantidad de delitos. Por esta relación generalizable
razón, Bonger sostenía que el Servicio de Probation merecía más "más socialista" (Gran
apoyo del movimiento obrero. Para alcanzar un orden económico tas" (Drenthe y Braba
más justo debían socializarse gradualmente los medios de pro­ delitos graves. Las ta
ducción, indemnizando a quienes eran hasta ese momento sus en la provincia católic
dueños, para evitar disturbios. Con su "optimismo basado en el en la provincia de He
progreso" Bonger fue un claro representante del socialismo uti­ secular y socialista. I
litarista, conocido como "fabianismo" en Gran Bretaña -clase de socio-económicas en
socialismo contra el cual los criminólogos críticos dirigieron sus relación entre delito )
dardos en la década de 1970-. Para este autor, el delito no era significativa que cua
más que un fenómeno social negativo; no compartía la tesis de embargo, no problem
Durkheim, según la cual el delito cumplía una función social tadísticas judiciales :
positiva, al determinar lo "bueno" y lo "malo". nunciados, esclarecic
A través de su tesis sobre el egoísmo psicológico-social, Bonger tes. Asimismo, no le J
se mantuvo muy cerca de la Escuela Francesa. Contrastando lo sistema penal, basad:
sostenido por Taylor, Walton y Young ( 1973:223), no es para nada tolerancia del delito fl
extraño, entonces, que c_omenzara su tesis sobre el delito y las socio-económicas (Fü
condiciones económicas con una exposición de teorías psicoló­ Según sus crítico
gicas, las que no sólo tuvieron un lugar importante en su pro­ delito disminuiría si
pia obra, sino que además dominaban el campo en el momento micas. Sin embargo,
en que apareció su libro. Bonger (1905:98) se dedicó a refutar la tenía que los "delitos
tesis implícita de que las condiciones económicas eran de poca condiciones socio-ecc
influencia en la determinación de los niveles delictivos. Criticó por otra parte, sería
principalmente a la Scuola Positiva por su inexactitud acerca de n aturaleza -relativos
la naturaleza del delito y del proceso de producción capitalista. a la guerra, etc.-. Pm
IN GEN LOS PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGiA CRiTICA 89

1 análisis de la evolución Bon ger analizó en detalle las observaciones de otros precursores
t gente "primitiva" se las de la criminología (estadísticos, medioambientalistas, espiritua­
1 social. Así, sostuvo que, listas y socialistas) y se encontraba ideológicamente muy cerca de

lemas sociales de forma la Terza Scuola socialista italiana. Sin embargo, tomó distancia
>italistas. Asimismo, esta de las observaciones retóricas, rudimentarias y emocionales de
e Lombroso. Colajann i y Turati, que no contaban con el apoyo de datos empí­
se gestó un clima social ricos y no tomaban en cuenta el socialismo científico.
aumento de las oportuni­ Las estadísticas, que en aquella época eran más estadísticas
r (1922), esto desmoralizó jud iciales que datos surgidos de registros policiales o encuestas
. morales menos exigentes a víctim as de delitos, tuvieron un papel importante en la obra de
el delito, bajo circunstan- Bonger. Así, refutó la tesis de que el socialismo propiciaría la co­
informes del Servicio de misión de delitos, comparando estadísticamente (en tiempo y por
. Mediante la educación y región) los desarrollos de la criminalidad y el número de votantes
tr la moralidad de la cla­ socialistas en una misma área. En su análisis no encontró una
ttidad de delitos. Por esta relación generalizable entre ambos extremos: tanto la provincia
le Probation merecía más "más socialista" (Groningen) como las provincias "menos socialis­
nzar un orden económico tas" (Drenthe y Brabant) tenían un gran número de condenas por
nente los medios de pro- . delitos graves. Las tasas de canden más altas fueron halladas
. hasta ese momento sus en la provincia católica (no socialista) de Limburg y las más bajas
"optimismo basado en el en la provincia de Holanda del Norte, de carácter relativamente
ttante del socialismo uti- secular y socialista. Del análisis comparativo de las condiciones
1 Gran Bretaña -clase de socio-económicas en estas provincias, Bonger interpretó que la
:os críticos dirigieron sus relación entre delito y explotación de las clases obreras era más
;te autor, el delito no era significativa que cualquier determinación político-religiosa. Sin
no compartía la tesis de embargo, no problematizó el modo en que se construían las es­
nplía una función social tadísticas judiciales y suponía que el porcentaje de delitos de­
nalo". nunciados , esclarecidos y desestimados permanecían constan­
>sicológico-social, Bonger tes. Asimismo , no le prestó atención a la posible selectividad del
-ancesa. Contrastando lo sistema penal, basada en criterios de clase, ni al hecho de que la
' 73:223), no es para nada tolerancia del delito fuera determinada, también, por condiciones
esis sobre el delito y las socio-económicas (Fiselier, 1976: 168-9).
>ición de teorías psicoló­ Según sus críticos, Bonger parecía sugerir que toda clase de
tr importante en su pro­ delito disminuir ía si se mejoraban las condiciones socio-econ ó­
el campo en el momento micas. Sin embargo, su postura tenía muchos matices. Así, sos­
8) se dedicó a refutar la tenía que los "delitos de la miseria" podían decrecer bajo mejores
conómicas eran de poca condicion es socio-econ ómicas de las clases trabajadoras, lo que,
1iveles delictivos. Criticó por otra parte, sería irrelevante en el caso de los delitos de otra
su inexactitud acerca de naturaleza -relativos a la falta de moral sexual, al alcoholismo,
e producción capitalista. a la guerra, etc.-. Por ejemplo, los llamados "delitos por codicia"
90 RENÉ VAN SWAANINGEN Lo s PRECUF

probablemente aumentarían. "Las estadísticas muestran que se relacionaba con la


el robo es muy sensible a las tendencias económicas, m ientras embargo, al llamar "1
que no podría decirse lo mismo respecto de la malversación de Bonger fue inconsiste
fondos o del fraude. Estos delitos aumentan cuando disminuye y sus observaciones <
la pobreza. Aparentemente, un nivel mayor de bienestar genera y en el tiempo en lo e
codicia y, por lo tanto, aumenta el nivel de delitos relacionados eran criminalizadas.
con esos impulsos" (Bonger, 1932 : 1 1 5) . la definición del con1
Del mismo modo, Bonger s e ocupó de los delitos profesiona­ retomarían después e
les, cometidos por empresarios, banqueros, corredores de bolsa entre el relativismo y
y comerciantes. Podemos decir que la mayoría de los temas bá­
sicos de la teoría del delito de cuello blanco, de Edwin Suther­ 2. La critica radical a

land ( 1949), ya estaban presentes en su tesis ( 1905:599 -607). Clara Wichmann e


Las mayoría de aquellos análisis se ocuparon, sin embargo, de no tan conocida com
los delitos comunes de la clase trabajadora, tal como ocurrió un miembro activo d
con la Escuela Francesa. sentante de la izquie:
Bonger señaló las premisas morales y burguesas sobre las menor de una familü
que se construyó el concepto del delito. Utilizando el ejemplo de Wichmann nació en
la criminalización de las huelgas, este autor ( 1905:379) sostuvo de inmigrantes alero
que "el poder es la condición necesaria para los que quieren modada y, aunque nc
clasificar como delito una conducta determinada". Rechazando con el movimiento ob
definiciones esencialistas, la cuestión acerca de qué es el delito su nombramiento cor
no se encontraba simplemente determinada por intereses de cla­ compañia de su padr
se. El autor no profundizó en la noción de que el derecho penal da defensora hasta s·
también es usado como instrumento de la clase gobernante, y Central de Estadístic:
en su último trabajo este elemento perdió aún más relevancia a su hijo, en 1922 . D1
(Fiselier, 1976: 160-1 ) . Si bien no se criminalizaba la misma con­ Clara Wichmann con
ducta en todas las épocas y lugare s , para él, el concepto del del profesor de filase
delito se componía de algunos elementos comunes. "Se justifica del final del siglo, pn
decir que en los paises modernos casi todas las conductas cri­ jos de las teorías heg
minalizadas son también consideradas inmorales prácticamen­ Ella entró también e
te por todos los ciudadanos, aunque, sea en diferentes grados. serían muy importan
Hasta el ladrón profesional dirá que el robo es una conducta jurista, Clara Wichm
verdaderamente inmoral". Bonger ( 1932 : 2 -3) interpretó el delito la Unión para el Suf1
como una subcategoria de la "conducta inmoral", e s decir, la so con esta institucü
clase de conducta inmoral que es antisocial. La parte inmoral acerca del cual publi1
era presentada como el elemento subjetivo del delito y la antiso­ 1908, bajo la infiuenc
cial como el objetivo. El biógrafo de Bonger, Bart van Heerikhui­ militante del movimit
zen ( 1987: 198) llamó a su definición del delito "sociológicamen­ tiesto contra el servic
te relativista", porque para él el elemento "objetivo" del delito "matrimonio libre" co
GEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 91

Ldística s muestran que se relacionaba con las reacciones sociales que provocaba. Sin
s económicas, m ientras embargo, al llamar "objetivo" al elemento antisocial del delito,
o de la malversación de Bonger fue inconsistente con su rechazo previo del esencialismo
:1tan c uando disminuye y sus observaciones de las grandes disparidades en la cultura
.yor de bienestar genera y en el tiempo en lo que se refería a la clase de conductas que .
de delitos relacionados eran criminalizadas. Bonger libró la misma lucha alrededor de
la definición del concepto de delito que muchos criminólogos
e los delitos profesiona­ retomarían después de él y no encontró una postura aceptable ·
ros, corredores de bolsa entre el relativismo y el esencialismo.
ayoría de los temas bá­
mco, de Edwin Suther­ 2. La crítica radical a la punibilidad de Clara Wichmann
u tesis ( 19 0 5 : 599 -607). Clara Wichmann es una precursora de la criminología crítica
paron, sin embargo, de no tan conocida como Willem Bonger. Mientras que aquél era
.dora, tal como ocurrió un miembro activo del Partido Laborista, Wichmann era repre­
sentante de la izquierda libertaria. Bonger nació en 1876, hijo
y burguesas sobre las menor de una familia de clase media numerosa, mientras que
Jtilizando el ejemplo de Wichmann nació en 1 885 en el seno de una familia pequeña
utor ( 1 9 0 5:379) sostuvo de inmigrantes alemanes pertenecientes a la burguesía aco­
l. para los que quieren modada y, aunque no de manera abierta, estaba comprometida
:rminada". Rechazando con el movimiento obrero. Por otra parte, Bonger trabajó (hasta
:erca de qué es el delito su nombramiento como profesor en 1922) como empleado en la
tda por intereses de cla­ compañía de su padre, mientras que Clara lo hizo como aboga­
ie que el derecho penal da defensora hasta su bancarrota, en 19 14, y luego en el Buró
la clase gobernante, y Central de Estadísticas, hasta su temprana muerte, al dar a luz
lió aún más relevancia a su hijo, en 1 92 2 . Durante sus estudios de derecho en Utrecht,
nalizaba la misma con­ Clara Wichmann comenzó a participar en las clases intensivas
ara él, el concepto del del profesor de filosofía de Á msterdam, Bolland, quien, cerca
: comunes. " Se justifica del final del siglo, promovió el resurgimiento en los Países Ba­
>das las conductas cri­ jos de las teorías hegelianas, con una orientación de izquierda.
nmorales prácticamen- Ella entró también en contacto con socialistas libertarios que
3. en diferentes grados. serían .muy importantes en su futuro. Como mujer, socialista ]
robo es una conducta jurista, Clara Wichmann se sentía obligada a formar parte de
2-3) interpretó el delito la Unión para el Sufragio femenino. A través de su compromi­
L inmoral", es decir, la so con esta institución, tomó contacto con el feminismo ético,
>cial. La parte inmoral acerca del cual publicó varios artículos. En la misma época, en
·o del delito y la antiso­ 1908, bajo la influencia de Bertha von Sutner, se transformó en
r, Bart van Heerikhui­ militante del movimiento pacifista. En 1 9 1 5 coordinó un mani­
delito "sociológicamen­ fiesto contra el servicio militar obligatorio y se comprometió en
to "objetivo" del delito "matrimonio libre" con el objetor de conciencia Jonas Benjamín
RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECI
92

Meijer. Inspirada por la Revolución Rusa, formó parte en 1917 de bre del pueblo" a las ,
la Unión de intelectuales socialistas revolucionarios (Pit 1984). al llamar "delincuen
En 1919, Clara Wichmann relacionó sus ideas políticas con En el pensamien
su área profesional de trabajo, el derecho penal. Junto a otras nal es consecuencic:
almas gemelas del movimiento anarco-socialista, estableció el obligation ni sanctic
Comité van actie tegen de bestaande opvattingen omtrent misda­ fuente importante e
ad en straf(Comité de acción contra las opiniones prevalecientes penal como expresi•
acerca del delito y el castigo, conocida como CMS) 2. En su ma­ entre los anarquist
nifiesto de asociación, se dio por sentada la necesaria interrela­ que el derecho pena
ción entre ciencia y política. Como secretaria general del CMS, del Estado, que debo
Wichmann Señaló que la reforma penal estructural no se logra­ Estado. El CMS no 1
ría sólo a través de la teoría ni de los cambios socioeconómicos. raíz en el movimient
El potencial de la reforma estructural, para ella, residía precisa­ XIX. En el campo p
mente en su conexión indirecta, por lo que la teoría y la práctica y la tortura tambiér:
debían ser siempre recíprocas y el incentivo para la innovación abolicionistas. En r
debía nutrirse de los movimientos sociales. Las reacciones de la licionismo" sólo se
comunidad científica al manifiesto del CMS fueron desde tibias adelante, pero como
hasta muy entusiastas. en la belle époque.
El CMS era una plataforma de política criminal basada en las Próximas al soci
ideas de varios grupos revolucionarios y luchaba por la abolición de Tolstoi y Gandhi
penal. La oposición al derecho del E stado de castigar es tan an­ CMS. Para otros mi
tigua como el propio Estado. Los filósofos y escritores de finales licionismo penal se
del siglo XIX, como el alemán Friedrich Nietzche, el francés Jean riencias en prisión.
Marie Guyau o los rusos Lean Tolstoi y Meter Kropotkin propor­ más tarde cofunda<
cionaron argumentos abolicionistas respecto del ius puniendi, el pagar una multa qu
nifiesto contra el en<
. derecho del Estado a castigar. El abolicionismo de Nietzche es
consecuencia de su Umwertung aller Werte, la revaloración de to­ al que ya se aludió.
dos los valores. Su idea de la autonomía moral del iluminado "su­ presos políticos fue 1
perhombre" ( Obermensch) tornó ilegítimas "las mentiras en nom­ sideraba que existía
y el militar. Ambas
de una crueldad re]
delito con el mal del
2
Los cofundadores fueron Kees Boeke, J. Brommert, Bart de Ligt, H. E .
bral para la respw:
Kaspers, J . W. Kruyt, J o Meijeer, Lode van Mierop y Felix Ortt. El profesor castigo sería una f<
de antropología criminal y novelista de Amsterdam Amold Aletrino ( 1858­ guiendo a Tolstoi, n
1916), quien también fue activista e n los círculos libertarios de izquierda, rehabilitación. Tant
lom r siano y abolicionista penal, falleció demasiado temprano como para cuales surge el deli
partictpar en este movimiento. Hubiera sido interesante ver si personas
necesitarían, según
con 1deas políticas similares pero con visiones científicas opuestas podrían
·

haber cooperado constructivamente. presión . (Wichmanr


lEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGiA CRiTICA 93

for mó pa rte en 1 9 1 7 de bre del pueblo" a las que recurría el Estado. Retrasó la innovación
luc ion ari os ( Pit 198 4). al llamar "delincuentes" a las fuerzas opositoras.
ms ide a s pol ític as con En el pensamiento de Guyau , la abolición del derecho pe­
0 pen al. Ju nto a nal es consecuencia de su ética libertaria de una morale sans
otras
:oc ial ist a, estableció el obligation ni sanction. El pacifismo radical de Tolstoi fue una
ttti ng en o mt ren t misda­ fuente importante de inspiración para el rechazo del derecho
Jin ion es prevalecientes penal como expresión de violencia. Por último, Kropotkin fue,
mo CM S) 2. En su ma­ entre los anarquistas, el más explícito respecto de la idea de
la nec esa ria interrela­ que el derecho penal es uno de los instrumentos más represivos
taria general del CM S del Estado, que debería desaparecer con la abolición del propio
str uc tur al no se logra Estado. El CMS no usó la palabra "abolicionismo", que halla su
tbio s soc ioe con óm ico s. raíz en el movimiento contra la esclavitud de principios del siglo
ra ella , res idía precisa­ XIX. En el campo penal, los luchadores contra la pena capital
e la teo ría y la práctica y la tortura también fueron conocidos, apenas más tarde, como
ivo para la innovación abolicionistas. En relación al sistema penal, el término "abo­
s. La s rea cci on es de la licionismo" sólo se usó desde finales de la década de 1970 en
v1S fueron desde tibias adelante, pero como tal, la idea seguramente "flotaba en el aire"
en la belle époque.
:ri mi na l basada en las Próximas al socialismo libertario , las ideas ético-pacifistas
tchaba por la abolición de Tolstoi y Gandhi constituyeron incentivos centrales para el
de castigar es tan an ­ CMS. Para otros miembros, el compromiso político con el abo­
Y esc rito res de fin ale s licionismo penal se inspiró directamente en sus propias expe­
etz che , el francé s Jea n riencias en prisión. En 1916, Bart de Ligt y Lode van Mierop,
eter Kro pot kin propor­ más tarde cofundadores del CMS, fueron encarcelados por no
cto del ius pu niendi, el pagar una multa que se les había impuesto por redactar el ma­
mismo de Nietzche es nifiesto contra el encarcelamiento de los objetores de conciencia,
, la revalorac ión al que ya se aludió. Su apoyo a las huelgas de hambre de estos
de to­
xal del ilu mi nado "su­ presos políticos fue criminalizado como "agitación". El CMS con­
"la s mentiras en nom- sideraba que existía una conexión directa entre el sistema penal
y el militar. Ambas serían instituciones creadas por el hombre,
de una crueldad repre,siva sin sentido. Al responder al mal del
delito con el mal del castigo, disminuiría constantemente el um­
mmert, Bart de Ligt, H. E
. bral para la respuesta a la violencia, con nueva violencia. El
P Y Felix Ort t. El pro feso r castigo sería una forma de violencia insensible, y el CMS, si­
tm Arn old Ale trin o ( 185 8- guiendo a Tolstoi, rechazaba su legitimidad como retribución y
libe rta rios de izquierda
, rehabilitación. Tanto las condiciones socio-económicas bajo las
1ado temprano como para
:eresante ver si personas cuales surge el delito como el tratamiento de los delincuentes
ntífi cas opu esta s podrían necesitarían, según esta visión , una respuesta mejor que la re­
presión. (Wichmann 1924:92-8, 1930:81-95). Clara Wichmann
94 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECURSC

relacionaba el ius puniendi con el materialismo histórico, la éti­ burguesa que frustraba
ca social y otros desarrollos culturales. "Todo tiene que ver con ginados. En su tesis, tr
todo, dij o Multatuli (un novelista crítico holandés del siglo XIX). con respeto, pero desü
El hecho de que uno simplemente quiera repeler algunos abusos "delincuentes natos" prc
dentro de las fronteras del sistema penal imperante, o sea de la circunstancias sociale
opinión de que el sistema penal es inadecuado en su totalidad . . . mann es tan crítica cor
en realidad, no puede ser sólo cuestión de condena j udicial. Las ses como con los positi'
cuestiones relativas al delito y al castigo no son áreas aisladas; suficiente atención a la
están relacionadas con otros temas sociales y, desde luego, con proveer mejores condici
la filosofía de vida" (Wichmann 1924: 103). Vale la pena destaca¡
fendió la Escuela Moden
3. El fundamento materialista de la penalidad moderna a la Escuela Moderna se
En 19 1 2 , en su disertación Beschouwingen o ver de historis­ tema de justicia penal s
che gründslagen der tegenwoordige omvorming van het strafbe­ prácticamente nadie def
grip ("Reflexiones acerca del fundamento histórico de la trans­ cuencias últimas es la 1
formación actual de la penalidad"), Clara Wichmann defendió ción, ya que la conclusié
la idea de que las manifestaciones del delito de aquel momento Por lo tanto, la soluciór
eran inherentes a la estructura capitalista de la sociedad. E scri­ finales, sino en buscar ¡
bió esta tesis bajo la supervisión de un representante de la Es- · deberían ser utilizadas <
cuela Moderna, procedente de Utrecht, David Simons. En el pre­ en el que deberían bus•
facio, Wichmann agradeció a Simons y al neohegeliano Bolland . justicia social en casos
Wichmann manifestó allí que esperaba que ambos aceptaran su académicos modernos d
gratitud por todo lo que había aprendido de ellos, a pesar de que penal en sus funciones :
había elegido un camino distinto al que éstos hubieran desea­ pero Wichmann criticó !
do. Si bien utilizó (con aprobación) muchas ideas de la Escuela la estructura social cap
Moderna, Wichmann promovió el debate con sus seguidores y blar del movimiento mo<
propuso incorporar una dimensión ética al pragmatismo ins­ unánime , Wichmann d•
trumental de esta escuela. Al respecto, propició la discusión -de lando a aquellos aspect<
los principios fundamentales del derecho penal moderno, cuya Estos elementos pueder.
ausencia era notable en la obra de muchos académicos. a las circunstancias per
Clara '?Jichmann concentró sus críticas al sistema penal en la referente a la necesidad
etapa de ejecución. Proponía la reforma penal con una orienta­ niles, tanto en su alojan
ción educativa. En oposición al abolicionista penal lombrosiano en la llamada prevenció
avant la lettre, proveniente de Á msterdam, Arnold Aletrino, ella control del delito; la rela
no creía que la determinación biológica del delincuente tornara acusado, y la introduce:
al encarcelamiento una opción indefendible, sino que enfatizó lidad, basado en psicolc
los factores socio-económicos que limitaban la libertad de ac­ metafísicas de salón (W
ción. A diferencia del "fabianista" Bonger, Wichmann rechazaba Sin embargo, Wichrr
el sistema de probation por considerarlo una suerte de caridad insuficientes para una
lOEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRITICA 95

·ialismo histórico, la éti­ burguesa que frustraba la lucha política de los proletarios mar­
"Todo tiene que ver con ginados. En su tesis, trataba a las escuelas francesa e italiana
holandés del siglo XIX). con respeto, pero destacando al mismo tiempo que hasta los
t repeler algunos abusos "delincuentes natos" probablemente no cometerían delitos si sus
tl imperante, o sea de la circunstancias sociales fueran mejores. En este tema, Wich­
:cuado en su totalidad . . . mann es tan crítica con los "ambientalistas burgueses" france­
ie condena judicial. Las ses como con los positivistas italianos, por no haberle dedicado
> no son áreas aisladas; suficiente atención a la responsabilidad que tiene el Estado de
tales y, desde luego, con proveer mejores condiciones de vida al proletariado.
3). Vale la pena destacar la forma en la que Clara Wichmann de­
fendió la Escuela Moderna frente a la Clásica. Las críticas clásicas
1.alidad moderna a la Escuela Moderna se dirigían a la consecuencia final de un sis­
")}ingen over de historis­ tema de justicia penal sin límites. En realidad, según esa visión,
•orming van het strafbe­ prácticamente nadie defendió esta postura. Referirse a las conse­
:o histórico de la trans­ cuencias últimas es la mejor estrategia para retardar la innova­
tra Wichmann defendió ción, ya que la conclusión final de cualquier idea sería totalitaria.
elito de aquel momento Por lo tanto, la solución radicaría en no focalizar en soluciones
ta de la sociedad. Escri­ finales, sino en buscar prácticas operativas. Las visiones teóricas
representante de la E s- · deberían ser utilizadas como guías, cÓmo señalización del rumbo
tavid Simons. En el pre- en el que deberían buscarse medidas concretas, a saber, lograr
1 neohegeliano Bolland. justicia social en casos individuales (Wichmann 19 1 2 : 153). Los
ue ambos aceptaran su académicos modernos dieron un paso correcto al juzgar al sistema
de ellos, a pesar de que penal en sus funciones sociales en lugar de su pureza dogmática,
: éstos hubieran desea­ pero Wichmann criticó su ignorancia del carácter criminógeno de
J.as ideas de la Escuela la estructura social capitalista. Si bien evitó cuidadosamente ha­
e con sus seguidores y blar del movimiento moderno de reforma penal como una escuela
a al pragmatismo ins­
unánime, Wichmann describió su valor innovador general, ape­
xopició la discusión · de lando a aquellos aspectos en lo s que difería de la Escuela Clásica.
o penal moderno, cuya Estos elementos pueden resumirse en los siguientes: La atención
os académicos. a las circunstancias personales de los acusados, en especial en lo
ts al sistema penal en la referente a la necesidad de la separ ción de los delincuentes juve­
penal con una orienta­ niles, tanto en su alojamiento como en el proceso penal; el énfasis
.ista penal !ambrosiano en la llamada prevención social, prevención policial y un eficiente
n , Arnold A letrino, ella control del delito; la relación entre castigo y peligrosidad social del
iel delincuente tornara acusado, y la introducción del concepto de culpa como imputabi­
lible, sino que enfatizó lidad, basado en psicología empírica más que en consideraciones
tban la libertad de ac­ metafísicas de salón (Wichmann 1923:261-5, 19 1 2 : 130-1).
Sin embargo, Wichmann consideraba que estos criterios eran
' Wichmann rechazaba
una suerte de caridad insuficientes para una visión fundamentalmente diferente del
96 RENE VAN SWAANINGEN Los PRECURSOI

derecho penal. Dentro del orden económico imperante, el cas­ en el invierno venidero,
tigo todavía era una forma de autodefensa egoísta de las clases con la prevención genera
gobernantes. Ella rechazaba la tendencia moderna a individua­ señalara los problemas
lizar los problemas sociales; con respecto a este terna, los aca­ durante el próximo invie
démicos modernos aprendieron tan poco de las ciencias sociales debería haber alertado <
corno los juristas clásicos. En su importante ensayo sobre el medidas sociales para t
derecho a castigar, Het Recht tot straffen, de 19 19, Clara procla­ retribuyó la culpa del de
mó a Cesare Beccaria verdadero "triunfador del individualismo lizó corno ejemplo para
abstracto" y lo llamó el "Adarn Srnith del derecho penal" (Wich­ mann consideraba que 1
rnann, 1923:248) . Cualquier idea que se preciara de moderna d·o s acríticamente por le
debería ir más allá de este racionalismo liberal. Dado que la Clásica era:n demasiado
critica moderna a los principios clásicos burgueses adoptaba, de la relación causal dir
incoherentemente, una visión individualista liberal de la propia el carácter político de l<
humanidad, la hacia propicia para ser utilizada con fines de presión eran etiquetada
defensa social. (Wichrnann, 1924:257). Wichrnann definió corno cias. En sintonía con la
"defecto ético" el hecho de que la Escuela Moderna no tratara Bonger, clasificó varios
nociones socio-económicas cruciales. Llamó "desarrollo trági­ delitos debidos a necesi
co" a la ceguera de los académicos modernos para ver cómo las contra las disparidades :
consecuencias de sus propias investigaciones deberían haber­ tarniento antisocial. Wi<
los conducido a un ataque radical al sistema capitalista, origen (que, se creía, ocurriría
de muchos de los males sociales que la escuela describía corno la primera causa del del
causas del delito. Por lo tanto, una teoría del castigo debía estar segunda, mientras que J
basada en principios histórico-materialistas. rrollarse otras reacciont
El énfasis que Clara Wichrnann puso en la relación entre el El socialismo utópic1
delito y las condiciones socio-económicas recuerda a Bonger. rechazaba la idea de <
Aquél, sin embargo, nunca se refirió a Clara Wichrnann, mien­ recerian todos los deli1
tras que ella describió la teoría de Bonger corno una variedad seguiría existiendo. Sir
democrática del rnedioarnbientalisrno burgués de la E scuela manifiesto y podía lirni
Francesa. También señaló que Bonger no hizo referencia a la realización del socialis
selectividad de la crirninalización en el proceso de formación turaleza del delito y, p
de las leyes penales y casi nunca se pronunció en contra de delito en general. En es
casos aparentes de justicia de clase. (Wichrnann 1 9 1 2 : 12 1-2). difería fundarnentalmeJ
Clara Wichrnann fue la primera académica penalista que rea­ en la línea de María Me
lizó publicaciones acerca de los intereses de clase que guían el mente pedagógicas no 1
proceso de crirninalización. Wichrnann compartía con Bonger el que debían ofrecer estí:
rechazo del castigo corno prevención general. En 19 17, a propó­ vidual. El intento de er
sito de una sanción especialmente severa impuesta a un robo de sería efectivo solarnent<
leña, fundada en el argumento de que debía sentarse un ejem­ ( W ichrnann, 1930: 103).
plo para disuadir a la gente de robar materiales combustibles ca" verdaderamente crí

1
L
IN GEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA 97

1órnico imperante, el cas­ en el invierno venidero, sostuvo que un verdadero compromiso


ensa egoísta de las clases con la prevención general tendría que haber hecho que este juez
1cia moderna a individua­ señalara los problemas que los pobres tendrían que enfrentar
,ecto a este terna, los aca­ durante el próximo invierno, en tiempos de guerra. El veredicto
•co de las ciencias sociales deb ería haber alertado acerca de la necesidad de implementar
tportante ensayo sobre el medid as sociales para evitar este sufrimiento. Así, el juez no
Fen, de 1 9 1 9 , Clara procla­ retribuyó la culpa del delincuente, sino que simplemente lo uti­
nfador del individualismo lizó corno ejemplo para otros (Wichrnann 1930: 69 -81). Wich­
del derecho penal" (Wich­ rnann consideraba que los conceptos de delito y castigo, torna­
se preciara de moderna dos acríticamente por los académicos modernos de la Escuela
srno liberal. Dado que la Clásica eran demasiado limitados. Con la sugerencia infundada
icos burgueses adoptaba, de la relación causal directa entre delito y castigo, se ocultaba
1alista liberal de la propia el carácter político de la criminalidad; ni la pobreza ni la re­
;er utilizada con fines de presión eran etiquetadas corno delito, pero sí sus consecuen­
1. Wichrnann definió corno cias. En sintonía con la tradición de la Escuela Moderna y con
;uela Moderna no tratara Bonger, clasificó varios tipos de delitos de acuerdo a su causa:
Llamó "desarrollo trági­ delitos debidos a necesidades materiales; delitos de resistencia
>dernos para ver cómo las contra las disparidades socio-econóiT}icas y delito corno compor­
gaciones deberían haber­ tamiento antisocial. Wichrnann consideraba que la revolución
;isterna capitalista, origen (que, se creía, ocurriría en cualquier momento), terminaría con
la escuela describía corno la primera causa del delito, y hasta cierto punto, también con la
,ría del castigo debía estar segunda, mientras que para la tercera categoría deberían desa­
3.listas. rrollarse otras reacciones, con claros fines educativos.
I SO en la relación entre el El socialismo utópico de Clara Wichrnann no era naif. Ella
nicas recuerda a Bonger. rechazaba la idea de que después de la revolución desapa­
1 Clara Wichrnann, rnien­

1
recerían todos los delitos. El delito había existido siempre y
)nger corno u na variedad seguiría existiendo. Sin embargo, su carácter masivo no era
, burgués de la E scuela manifiesto y podía limitarse a través de medidas sociales. La
!r no hizo referencia a la realización del socialismo, antes que nada, cambiaría la na­
el proceso de formación turaleza del delito y, probablemente, disminuiría el nivel del
: pronunció en contra de delito en general. En este sentido, el análisis de ,Wichrnann no
(Wichrnann 19 1 2 : 1 2 1-2). difería fundamentalmente del de Bonger. Wichrnann afirmaba,
lérnica penalista que rea­ en la línea de María Montessori, que las reacciones verdadera­
,ses de clase que guían el mente pedagógicas no podían ser de naturaleza punitiva, sino
1 compartía con B onger el que debían ofrecer estímulos al desarrollo de la persona indi­
:eneral. En 19 17, a propó­ vidual. El intento de enseñarle a alguien habilidades sociales
::ra impuesta a un robo de sería efectivo solamente si se apelaba a la motivación personal
! debía sentarse un ejern­ ( W ichrnann, 1930: 103). Una " teoría penal dialéctico-etnológi­
. materiales combustibles ca" verdaderamente crítica, según Wichrnann, necesitaba irn­
98 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PREC UR

plementar otra concepción del desarrollo histórico del derecho descartó la idea de que
penal, de la definición de delito, de la responsabilidad humana, un medio adecuado en
de la j usticia y de la educación popular. Wichmann no tuvo la tener un sistema aum
oportunidad de continuar la elaboración de estos temas, pero Esto nunca ha tenido é
volveremos a tocar cuestiones comparables a éstas, al analizar !ación a la afilada daga
el surgimiento de una "nueva criminología" a principios de la clara condena del pro¡

'
década del 70. al castigo. Victa vincit
de despedida, en 1928
4. Los aspectos humanitario y autoritario de la Defensa Social justicia tenía que ser t
Clara Wichmann no fue la única en señalar los peligros de · mons en la cátedra de
la defensa social. De Roas {19 1 1), director de estadísticas judi­ ( 1928: 10), manifestó en
ciales, concluyó, tras comparar los desarrollos criminólogicos que "ya la escuela fran
con los de la práctica penal, que era probable que la implemen­ cialmente, aunque pro·
tación de ideas criminológicas modernas en la política penal a otros seres humanos
provocara más bien su endurecimiento que un efecto mitigador. ción francesa del citoy
Aun los supuestamente benévolos representantes de la E scuela penal del abismo italia
medioambientalista, como Lacassagne y Tarde, defendieron la
aplicación rigurosa de la pena de muerte, porque las solucio ­ 5. Las advertencias d«
nes tibias hubieran conducido a u n aumento del delito. David La contribución de ·
Simons ( 19 1 1 :35) señaló los peligros que la Escuela Moderna cas aplicables a la justi
podría implicar para las garantías de los delincuentes frente en la década del 30, cu
al Estado, si prevalecía el interés por un orden social estable. rías. Cuando Taylor, V..
Wichmann ( 1923:260) escribió que "la idea de que esta teoría Bonger podría haber si
llevará al sentimentalismo. . . es completamente equivocada, por­ o con una clase de soci
que la escuela italiana conoce, al lado de una cara humani­ gran injusticia. El bió¡
taria, una contraparte más inescrupulosa. Notablemente, Ga­ ( 1987:259), formuló ser
rófalo pregonó la eliminación del delincuen-te de la sociedad a talmente anacrónicos,
través de la pena capital o del destierro ". E sta misma dureza SOna que o btenga de Sl:
puede apreciarse en las opiniones de van Hamel sobre la inca­ a sí misma como obser
pacitación y el tratamiento médico de los "degenerados" y en su bro Problemen der dem
defensa de la legislación de emergencia contra los anarquistas de 1 934, es UJ1a defens<
y las sanciones de duración indeterminada (Franke 1990:464; ticos y una advertenci:
Vervaele 1990:382). llevarían al totalitarisn
Estas ideas no fueron compartidas unánimemente por todos parte, ha dejado de se
los académicos modernos. David Simons, defensor de la socia­ quinientos millones de
lización del castigo inspirada en el humanismo basado en la viven bajo regímenes al
percepción moderna, siempre rechazó enérgicamente la idea de mocracia finalmente d'
las sentencias indeterminadas (Janse de Jonge 1985:306). Con era predominantement•
la experiencia de su práctica como abogado defensor, Simons industriales modernas
.¡GEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 99

llo histórico del derecho descartó la idea de que las sanciones penales más duras fueran
:sponsabilidad humana, un medio adecuado en la lucha contra el delito. "Se quiere man­
r. Wichmann no tuvo la tener un sistema aumentando continuamente la escala penal.
ón de e stos temas, pero Esto nunca ha tenido éxito y no lo tendrá hoy. La constante ape­
.bies a éstas, al analizar lación a la afilada daga de la justicia penal es, por cierto, la más
logia" a principios de la clara condena del propio sistema. Al final, la libertad vencerá
al castigo. Victa vincit libertas" (Simons 19 18). En su discurso
de despedida, en 1928, Simons sostuvo que nuestro sistema de
-io de la Defensa Social justicia tenía que ser humanitario, o "no ser". El sucesor de Si­
L señalar los peligros de mons en la cátedra de derecho penal de Utrecht, Willem Pompe
tor de estadísticas judi­ (1928: 10), manifestó en su discurso inaugural de ese mismo año
sarrollos criminólogicos que "ya la escuela francesa mostró que el delincuente es poten­
3bable que la implemen­ cialmente, aunque probablemente también en la realidad, igual
las en la política penal a otros seres humanos. Por lo tanto, permaneció fiel a la tradi­
que un efecto mitigador. ción francesa del citoyen y salvó, al mismo tiempo, al derecho
:sentantes de la Escuela penal del abismo italiano".
y Tarde, defendieron la
:rte, porque las solucio­ 5. Las advertencias de Bonger respec;to del autoritarismo
tmento del delito. David La contribución de Willem Bonger al debate sobre las políti­
ue la Escuela Moderna cas aplicables a la justicia penal se tornó abiertamente explícita
los delincuentes frente en la década del 30, cuando imperaban las tendencias autorita­
un orden social estable. rias. Cuando Taylor, Walton y Young ( 1973:235) sugirieron que
idea de que esta teoría Bonger podría haber simpatizado con la guerra contra el delito,
3.mente equivocada, por­ o con una clase de socialismo al estilo soviético, cometieron una
) de una cara humani­ gran injusticia. El biógrafo de Bonger, B art van Heerikhuizen
losa. Notablemente, Ga­ (1987:259), formuló serias objeciones a estos puntos de vista, to­
cuente de la sociedad a talmente anacrónicos, injustos, groseros e incorrectos. " La per­
ro". E sta misma dureza sona que obtenga de su pluma u na afirmación tal se descalifica
3.n Hamel sobre la inca­ a sí misma como observador serio del trabaj o de Bonger". Su li­
>S "degenerados" y en su bro Problemen der democratie (Los problemas de la democracia),
L contra los anarquistas de 1934, es Ur':\a defensa fundamental de los principios democrá­
1ada (Franke 1990:464; ticos y una advertencia contra las tendencias autocráticas que
llevarían al totalitarismo. A pesar de que " Europa, en su mayor
.nánimemente por todos parte, ha dej ado de ser democrática, de sus aproximadamente
1s, defensor de la socia­ quinientos millones de habitantes, más de trescientos millones
lmanismo basado en la viven bajo regímenes autocráticos", B onger insistió en que la de­
:nérgicamente la idea de mocracia finalmente derrotaría a la autocracia. Su argumento
le Jonge 1985:306). Con era predominantemente pragmático: las sociedades capitalistas
ogado defensor, Simons industriales modernas tenían un proceso de producción vulne­
1 00 RENÉ VAN SWAANINGEN Lo s PRECU RS<

rabie. Al ser demasiado sensibles al malestar y a la violencia so­ El tono del artículo de E
cial, sólo podían sobrevivir en un sistema democrático. É ste era el editor de la revista " 1
el único modo a través del cual se podrían controlar cambios personales, según se pt
importantes en el equilibrio del poder, sin recurrir a la violencia. culo. Bonger, sin embar
Esto hacía que la democracia fuera el sistema que mejor se ade­ nión. Abogados muy re<
cuaba a nuestras relaciones socio-económicas modernas. dijeron, en relación a l a
Si bien rechazó su voluntarismo y la celebración del capita­ penal de Berlín de 193
lismo, Bonger siempre sintió una gran simpatía por el enfoque considerarían "inexplic;
práctico y pragmático de los ingleses. Su aversión a la filosofía, vilizada hablaran sobre
a las especulaciones abstractas sin fundamento en la realidad de los campos de conce1
empírica, fue una de las razones por las cuales Bonger fue tan recho penal de Groning<
rotundamente antigermánico. Siempre vio la combinación es­ mayoría cuando respon
pecífica del absolutismo germánico sobre las "grandes ideas" y interpretado como una <
el "espíritu prusiano expansionista y agresivo" como un peligro pesar de la recriminacié
para la democracia (Valkhoff 1946). Cuando el discurso crimi­ semejant es cuestion es e
nológico y la realidad política europea fueron dominados por las que cortesía diplomátic
teorías de la superioridad de la raza nórdica y de los factores cri­ discutieron el nuevo on
minógenos inherentes a las "razas inferiores", Bonger escribió, que sólo fuera para exp
en 1939, un libro sobre raza y delito, en el que mostraba que no La historia de la vic
existía relación empírica significativa entre ambos. En la misma ilustra cuán profundo e
línea de sus anteriores análisis sobre el delito y la religión, expli­ ritarismo (de izquierda
caba las disparidades raciales en las tasas delictivas,. apelando principios democráticos.
a las diferencias en la posición socio-económica. se opuso al nuevo orde
Bonger fue muy explícito acerca de la idea de que u n indi­ sino que además defenc
viduo nunca debía ser sacrificado por un interés comunitario liberalización de la ley <
de defensa social. En un articulo mordaz, muy poco moderado contra de la creciente ex
-estilo inusual en él-, Bonger advirtió acerca de las dóciles ob­ homosexuales (Valkhoff
servaciones de apoyo de los holandeses a las nuevas visiones Comité van wciakzaamh•
alemanas de la justicia penal. Bonger sostuvo ( 1935) que aque­ mo. Cuando el 10 de m
llos que no veían la relación entre este derecho penal moderno y vadieron Holanda, Bong
la dictadura eran simplemente ciegos. También ,advirtió acerca serian arrestados n pril
de la Kriminalbiologische Gesellschaft, cuyo gradual desarro­ los salvajes paises capit•
llo la convirtió en un grupo científico de apoyo al programa de o estalinistas (Unión Se
la agenda nazi. Asimismo, criticó duramente a Nico Muller, u n mismo tiempo, a sus ses·
juez progresista y líder del servicio de probation holandés, que ta respecto a su rol en le
viaj ó por la " Nueva Alemania" para estudiar el nuevo sistema holandesa, el 14 de may<
penal en aquel país, con las siguientes palabras: "¿Qué debe­ Hillesum en el Museum¡
damos pensar de alguien que observó las cárceles pero olvidó conversación, que se hiz·
informarnos sobre la existencia de campos de concentración?". ella le preguntó si aúh ¡
LOS PRECURSORES DE LA CRlM!NOLOGiA CRÍTICA 101
WEN

testar y a la violencia so­ El tono del artículo de Bonger era tan indignado y ofuscado que
na democrático. Éste era el editor de la revista "tuvo" que borrar los ataques demasiado
jrían controlar cambios personales, según se publicó en una nota editorial sobre el artí­
in recurrir a la violencia. culo. Bonger, sin embargo, no era el único que sostenía esta opi­
:stema que mejor se ade­ nión. Abogados muy reconocidos como van Oven y Langemeijer
ómicas modernas. dijeron, en relación a la participación holandesa en el congreso
:t celebración del capita­
penal de Berlín de 1935 -al que antes se hizo referencia- que
simpatía por el enfoque considerarían "inexplicable si representantes de una nación ci­
;u aversión a la filosofía, vilizada hablaran sobre la justicia y el sistema penal en el país
1damento en la realidad de los campos de concentración y la Gestapo". El profesor de de­
lS cuales Bonger fue tan
recho penal de Groningen Simon van der Aa fue el portavoz de la
vio la combinación es­ mayoría cuando respondió que permanecer alejados podría ser
>re las "grandes ideas" y interpretado como una ofensa diplomática al gobierno alemán. A
sresivo" como un peligro pesar de la recriminación de van Oven y Langemijer, de que ante
1ando el discurso crimi­ semejantes cuestiones de principios se necesitaban más agallas
.leron dominados por las que cortesía diplomática, muchos penalistas fueron a Berlín y
dica y de los factores cri­ discutieron el nuevo orden de la coerción penal alemana, aun­
:riores", Bonger escribió, que sólo fuera para expresar su rech9-zo (Gradisen 1988).
L el que mostraba que no
La historia de la vida personal de Bonger es la que mejor
ltre ambos. En la misma ilustra cuán profundo era su rechazo a cualquier tipo de auto­
delito y la religión, expli­ ritarismo (de izquierda o de derecha) y su compromiso con los
tsas delictivas, apelando principios democráticos. En el período previo a la guerra no sólo
:onómica. se opuso al nuevo orden penal alemán y su tendencia racista
la idea de que un indi­ sino que además defendió la descriminalización del aborto y la
un interés comunitario liberalización de la ley de divorcio. Asimismo, tomó posición en
laz, muy poco moderado contra de la creciente exclusión social y la estigmatización de los
:�.cerca de las dóciles ob­
:s a las nuevas visiones
l homosexuales (Válkhoff 1946). Fue un miembro importante del
Comité van wciakzaamheid (Comité de vigilancia) contra el nazis­
;ostuvo ( 1935) que aque­ mo. Cuando el 10 de mayo de 1940 los alemanes finalmente in­
lerecho penal moderno y vadieron Holanda, Bonger sabía que estaba en la lista de los que
También ,advirtió acerca serían arrestados n primer lugar. Consideró una cobardía huir a
cuyo gradual desarro­ los salvajes países capitalistas (Gran Bretaña o Estados Unidos)
le apoyo al programa de o estalinistas (Unión Soviética) que siempre había criticado. Al
mente a Nico Muller, u n mismo tiempo, a sus sesenta y cuatro años, también era pesimis­
probation holandés, que ta respecto a su rol en la resistencia. La noche de la capitulación
tudiar el nuevo sistema holandesa, el 14 de mayo de 1940, se reunió con la novelista Etty
s palabras: "¿Qué debe- Hillesum en el Museumplein de Amsterdam. En el curso de esta
las cárceles pero olvidó conversación, que se hizo famosa a través del diario de Hillesum
1pos de concentración?". ella le preguntó si aúh pensaba que la democracia triunfaría, ;
1 02 RENÉ VAN SWAANINGEN
Los PRECUR :
Bonger constestó: "Con certeza triunfará, pero costará más de
moderno siguió el es¡:
una generación". É stas serían sus últimas palabras. Esa noche,
centró en la educació
Bonger se quitó la vida. En una carta dirigida a su hijo escribió:
chazó la idea del deli
"No veo ningún futuro para mí y no me inclinaré ante la escoria
1908, en la que des<:
que gobierna ahora" (van Heerikhuizen 1987: 157).
psicológica de los del
Resulta realmente interesante observar cómo reaccionaron
propiedad para los qu
los colegas de Bonger frente a su suicidio. Seguramente, el miedo
muy elogiada por B on
al opresor alemán contribuyó para que no se le dedicara ni una
académicas, Muller st
palabra, pero la respuesta de varias revistas académicas es, aun
ca. Fue conocido com
así, reveladora. El último libro de Bonger, Ras en misdaad (Raza
y delito) fue reseñado torpemente por el penalista Taverne. Una
se consideró, durante
parte sustancial del artículo lo dedicó al problema del llamado por el delincuente. En
"delito judío", el que Bonger explicó principalmente como una idea dominante era q1
consecuencia de la exclusión antisemita de la sociedad. Esta económica había desf
opinión fue rechazada por Taverne, quien, a modo de conclusión hacía necesaria la ed
"sólo quiere indicar brevemente que el autor rechaza la supe­ frente a la "filantropíc
rioridad de la raza nórdica". La única observación que Taverne texto socio-político, M
realizó sobre la muerte de Bonger fue que este hecho le impidió educación individual
exponer algunas de sus críticas anteriores a este estudio. Vale sa social (Janse de Jo
la pena destacar que no había censura alemana sobre las re­ bería decirse, como lo
vistas académicas. En otra reseña, el penalista Roling ( 1940), celebración del nuevo
sostuvo que Bonger demostró la falsedad de varias creencias co­ decir, dos años antes
munes, pero incorrectas, sobre la raza y el delito, y esperaba que go, las objeciones de I
los criminólogos más j óvenes recordaran después de la muerte la idea de la prevenci<
de Bonger su "entusiasmo tempestuoso y la honestidad de sus de justicia, porque S<
convicciones". Después de esta reseña, el tono del artículo de mostración de poder (
conmemoración de 1942 resultó bastante llamativo. Debido a la (comunidad) era pelig
extendida práctica de la autocensura en esos días, es compren­
sible que este obituario tardío no hiciera referencia a los motivos 6. Los desarrollos cri
del suicidio de Bonger. Sin embargo, Roling quiso "destacar los Después de la liber
errores e inconsistencias" en la obra de Bonger. Lo consideró ma central a tratar. 1
"prejuicioso, parcial, a veces acrítico, y ciego respecto a deter­ de Ger Kempe sobre
minadas áreas de la vida". Según escribió, fundamentalmente un claro reflejo del e
"trató de ilustrar su odio hacia el capitalismo con cifras que lo y consternación por
presentaban como la raíz de todos los males". En su indignado gar bajo el régimen 1
artículo sobre el apoyo de Nico Muller a la visión de la penali­ het spoor terug (Reto1
dad, Bonger sólo habría rechazado estas ideas porque ya no se ensayística, escrita 1
adecuaban a su era (Roling 1942 : 1 10). originada en sus tien
El desarrollo de Muller es uno de los ejemplos más ilustra­
landesas debieron en
tivos de cómo la consecuente implementación del pensamiento
de resolver cómo trat;
IGEN
LOS PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 1 03
·á, pero costará más de moderno siguió el espíritu de la época. Al principio, Muller se
.as palabras. Esa noche, centró en la educación individual de los delincuentes. Así, re­
rígida a su hijo escribió: chazó la idea del delincuente irreformable. Su disertación en
inclinaré ante la escoria
1908, en la que desarrolló una clasificación con orientación
l987: 157).
psicológica de los delincuentes que cometían actos contra la
·var cómo reaccionaron
propiedad para los que se pretendían medidas alternativas, fue
' · Seguramente, el miedo
muy elogiada por Bonger ( 1932:23). A pesar de su s actividades
no se le dedicara ni una
académicas, Muller se dedicó, predominantemente, a la prácti­
stas académicas es, aun
ca. Fue conocido como un hombre sincero y bonda.doso, al que
r, Ras en misdaad (Raza
se consideró, durante dos décadas, la personificación del interés
penalista Taverne. Una
por el delincuente. En la segunda mitad de la década del 30, la
11 problema del llamado
incipalmente como una idea dominante era que la magnitud del delito durante la crisis
ta de la sociedad. Esta económica había desfasado el enfoque individualista, y que se
n, a modo de conclusión hacía necesaria la educación general de las masas para hacer
autor rechaza la supe- frente a la "filantropía mal orientada del pasado". En este con­
•bservación que Taverne texto socio-político, Muller acomodó sus ideas iniciales sobre la
ue este hecho le impidió educación individual a la noción de prevención general y defen­
Jres a este estudio. Vale sa social (Janse de Jonge 199 1 : 1 5 -61): En defensa de Muller, de­
t alemana sobre las re­
bería decirse, como lo hizo explícitamente Bonger (1935), que su
penalista Roling ( 1940), celebración del nuevo orden penal alemán se produjo en 193 1 , es
:! de varias creencias co­ decir, dos años antes de que H itler llegara al poder. Sin embar­
el delito, y esperaba que go, las objeciones de Bonger son más esenciales: consideró toda
.n después de la muerte la idea de la prevención general incompatible con algún sentido
· y la honestidad de sus de justicia, porque sacrificaba al individuo en pos de una de­
el tono del artículo de mostración de poder estatal. La noción íntegra de Gemeinschaft
:e llamativo. Debido a la (comunidad) era peligrosa y sospechosa, según Bonger.
t esos días, es compren
referencia a los motivos 6. Los desarrollos criminológicos de posguerra
oling quiso "destacar los Después de la liberación, en 1945, el holocausto fue el proble­
.e Bonger. Lo consideró ma central a tratar. En la criminología holandesa, los ensayos
ciego respecto a deter­ de Ger Kempe sobre "delito y comportamiento inhumano" son
ibió, fundamentalmente un claro reflejo del extendido sentimiento de ansiedad, estupor
1lismo con cifras que lo y consternación por la deshumanización que había tenido lu­
nales". En su indignado gar bajo el régimen nazi. La obra de Willem Nagel ( 1953) Volg
:t la visión de la penal i­
het spoor terug (Retomar el sendero) , más bien una contraparte
s ideas porque ya no se ensayística, escrita bajo su seudónimo literario "JB Charles",
originada en sus tiempos en la resistencia. Las autoridades ho­
s ejemplos más ilustra­ landesas debieron enfrentar inmediatamente la difícil cuestión
.tación del pensamiento de resolver cómo tratar a los delincuentes políticos nazis y a su s
Los PRECU R ::C:
1 04 RENE VAN SWAANINGEN

colaboradores, que por aquel entonces superpoblaban las cárce­ lógicas radicales freud
les holandesas y los campos de concentración que aún existían. de las cárceles y su r
Bajo legislación de emergencia y la ley marcial, ciento cincuen­ Otros propiciaron la re
ta y dos personas fueron condenadas a la pena de muerte y alguno del encarcelam
cuarenta de ellas fueron, efectivamente, ejecutadas. Tres meses El 28 de mayo de
después de la liberación, el filólogo Piet Meertens y el penalista quiatra radical Musap
Jacob van Vemmelen fundaron un comité nacional de acción la renovación de opini
contra la pena capital para criminales de guerra (esta pena ya da por la sigla VOM S
había sido abolida de la ley penal común en 1 870) 3 ; es decir que tot vemieuwing van dE
si bien la arbitrariedad nazi produjo una fuerte reafirmación del Ellos se conocían de cí1
Estado de derecho (rechtsstaat) democrático, también se pro­ utópica semanal De Vi
piciaron reformas penales más radicales. A finales de 1945, se que se presentó como
fundó una asociación nacional de ex prisioneros políticos del tra las opiniones domi
régimen nazi, cuyo objetivo era una reforma penal general, hu­ mantener viva la crític
manitaria. Admitiendo que su situación era bastante particular, la punibilidad se origi
estos ex presos políticos advirtieron acerca de las degradantes de que, recién en aqu
condiciones de las cárceles holandesas. Su acción encontró am­ celado a personas de <
plio apoyo entre quienes habían sido miembros de la resistencia, de reformar el sistema
así como también entre los agentes del servicio de probation, época, la VOMS se ori
los penalistas y los operadores judiciales. En 1946, el partido la retribución, por con:
socialista utópico Bellamy ' , a tono con las tradiciones crimino­ VOMS organizó confen
liberación de los nazis :
coerción en u n sentido
3 Después de 1870, la pena de muerte era todavía constitucionalmente
que su recuperación ir
posible bajo legislación extraordinaria y m ilitar. Cuando el comité de Meer­ se desvaneció, y a que :
tens y van Bemmelen finalmente fue recibido en una audiencia por la reina
Guillermina para bregar por una. aplicación más sensible del perdón real,
ella escuchó pero no dijo una .sola palabra e insistió en refrendar las ejecu­
ciones, las que finalizaron recién en 1948, cuando la hija de Guillermina,
Se conoce como "Dutcl
Juliana, subió al trono. Recién en 1984 la pena de muerte se declaró consti­
partido político holandés e
tucionalmente imposible bajo cualquier circunstancia -art. 14 Grw.-.
utópico. El movimiento su1
• N del T: . Edward Bellamy fue un periodista, abogado y escritor nor­
"
Rotterdam la Asociación B
'
teamericano, que ( 1850 - 1 898) alc anzó fam a con su novela "Looking bac­
kward -2000 to 1887" ("El año 2000, una visión retrospectiva") publicada
no se involucró en política
dial, las autoridades alem:
en 1888, que llegó a vender más de 1 .0 00.000 de ejemplares. En la opinión
periodo, una sección del rr
de Erich Fromm , es uno de los libros más notables de los publicados en
a la política partidaria. El
EE .UU. El protagonista, un hombre de clase alta de 1 887, despierta en el
pación, se fu ndó el NBP (N
año 2000, tras un trance hipnótico, encontrándose en una utopía socia­
presentó en las elecciones,
lista. La novela influyó en un gran número de intelectuales, generando un
Poco ti.empo después, com•
movim iento de masas casi inmediato después de su aparición. En EE.UU.
surgieron "Bellamy clubs", en los que se discutían y propag::l.ban las ideas
sus miembros se unieron é
del libro. Esta novela también inspiró varias comunidades utópicas. poco después, el NBP dejó
LOS PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 1 05
}EN
lógicas radicales freudianas ya aludidas, defendió la abolición
perpoblaban las cárce-
de las cárceles y su reemplazo por dispositivos psiquiátricos.
3.ción que aún existían.
Otros propiciaron la reparación, porque nadie obtenía beneficio
1arcial, ciento cincuen­
alguno del encarcelamiento (Franke 1990:633, 662 -3).
i la pena de muerte y
El 28 de mayo de 1949, Meertens creó, junto con el psi­
ejecutadas. Tres meses
quiatra radical Musaph y el médico Sotrm la Asociación para
'v1eertens y el penalista
la renovación de opiniones sobre el delito y el castigo, conoci­
:ité nacional de acción
le guerra (esta pena ya da por la sigla VOMS -por su nombre en holandés Vereniging
en 1870) 3; es decir que tot vernieuwing van de opvattingen omtrent misdaad en straf-.
fuerte reafirmación del Ellos se conocían de círculos en torno a la publicaci6n socialista
ático, también se pro­ utópica semanal De Vlam, surgida de la resistencia. La VOMS,
;. A finales de 1945, se que se presentó como sucesora del CMS (Comité de Acción con­
risioneros políticos del tra las opiniones dominantes sobre el delito y el castigo), quiso
rma penal general, hu­ mantener viva la crítica al sistema penal. Su crítica radical de
:ra bastante particular, la punibilidad se originaba en la disconformidad con el hecho
rca de las degradantes de que, recién en aquellos momentos en que se había encar­
iu acción encontró am­ celado a personas de clases sociales altas, se aceptaba la idea
nbros de la resistencia, de reformar el sistema penal. En sintonía con el espíritu de la
servicio de probation, época, la VOMS se orientó hacia la rehabilitación. Rechazaba
s. En 1946, el partido la retribución, por considerarla una legitimación del castigo. La
ts tradiciones crimino- VOMS organizó conferencias públicas y simposios, en los que la
liberación de los nazis se interpretaba como una liberación de la
coerción en un sentido intelectual mucho más amplio. Debido a
que su recuperación inicial del socialismo utópico rápidamente
•davía constitucionalmente
Cuando el comité de Meer­
se desvaneció, y a que se adoptaron sus propuestas más concre-
una audiencia por la reina
s sensible del perdón real,
stió en refrendar las ejecu­
tdo la hija de Guillermina, Se conoce como "Dutch Bellamy Party" (Partido Bellamy Holandés), al
e muerte se declaró consti- partido político holandés que pregonaba el pensamiento de este socialista
3.ncia -art. 14 Grw.-. utópico. El movimiento surgió en Holanda, en 1927, y en 1933 se fundó en
ta, abogado y escritor nor­ Rotterdam la Asociación Bellamy internacional. Sin embargo, ésta entidad
n su novela "Looking bac­ no se involucró en política partidaria. Durante la Segunda Guerra Mun­
t retrospectiva") publicada dial, las autoridades alemanas de ocupación la prohibieron. Durante este
' ejemplares. En la opinión periodo, u na sección del movimiento decidió llevar los ideales de Bellamy
tbles de los publicados en a la política partidaria. El 30/05/45, semanas después del fin de la ocu­
a de 1 887, despierta en el pación, se fundó el NBP (Nacional Bellamy Party) en Groningen. Si bien se
jose en una utopía socia­ presentó en las elecciones, no logró obtener ninguna banca parlamentaria .
. telectuales, generando un Poco tiempo después, comenzó a declinar. En abril de 1947, la mayoría de
su aparición. En EE.UU. sus miembros se unieron al "Progressive Party for a World Government" y
3.n y propagoban las ideas poco después, el NBP dejó de existir.
mnidades utópicas.
1 06 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECURS<

tas para la reforma penal, tanto la VOMS como De Vlam dejaron manifiesta. El gobierno
de existir en 1952 4 • la reestructuración del
Después del bombardeo alemán del 14 de mayo de 1940 (y ciones de política crimi
de un bombardeo aliado sufrido por error en 1942), la economía radas en 195 1 a la nuev
holandesa se encontraba estancada, la ciudad de Rotterdam y condiciones carcelari
estaba en ruinas, Á msterdam perdió su característico corazón de Utrecht como una in
judío y las huellas de la destrucción eran visibles en muchas mité como en el Poder
ciudades. La esfera de reconstrucción económica y los proble­ la ne cesidad de un sistl
mas del gobierno holandés con el movimiento independentista sentir sobre muchos he
·la guerra arrancó a Ho:
de Sukarno en las Indias Orientales bajo dominio holandés, no
eran un punto de partida alentador para algún tipo de recons­ conclusión de que "el é
trucción cultural. Después de la evidente impotencia del país de Kempe de que el trat
frente a los alemanes y su incapacidad de defender de los japo­ vel de civilización de ur
neses a las colonias en el lejano este, tanto la posición económi­ por el público en genen
ca como el orgullo nacional de los holandeses se vieron seria­ de la experiencia de ur
mente afectados. La guerra colonial que libró Holanda (desde social era u n truco dt
1947 a 1949) en la ahora independiente República de Indonesia porque no tenía límites
fue la última convulsión dolorosa de un enano político que creyó su in genuidad política
que dominaba un imperio. Con el inicio de la guerra fría, toda la tió toda su energía en
euforia inicial se desvaneció y Holanda recurrió a las estructu­ (Franke 1990: 632).
ras empíricas de preguerra. La Escuela de Utred
En el campo penal, tuvieron lugar cambios importantes du­ autoridades legales cor
rante la década del 50. Es difícil señalar "la" causa del cambio. principal, tenían que
El escenario "oficial" aceptado -no sin oposición- era el siguien­ semejantes y no como l
te: bajo condiciones normales, los diseñadores de la política cri­ transformó en la polítil
minal no conocían la vida en las cárceles. Durante la guerra, sin 64-82). En especial, se
embargo, muchos fueron encarcelados por los nazis. Después de educado a muchos jue•
esta experiencia, el mejoramiento de las condiciones carcelarias ·nisterio de Justicia hal
y de las posibilidades con que contaban las personas antes de ción de los convictos p<
cometer un delito y después de ser liberadas, se transformaron pal propósito del encar·
en temas a los que se brindó mayo consideración, inclusive per­ a este desarrollo tambi
sonal. En este contexto, la influencia progresista latente de los que hizo para humani
académicos modernos de varias escuelas penales logró volverse para llevar a la prácticc
ducción de un régimen
presidiario por celda y
organización de varios
4 Hay escasos registros de reuniones posteriores de la VOMS (Tijdschrift
trabajadores sociales; :
voor Strafrecht, vol. LVIII [ 1949], p. 324; Bianchi 195 1 ; Rogier 1979; Franke
de derecho s básicos y ¡
1990:633). Toda otra información deriva de la comunicación personal con
Herman Bianchi, amigo intimo de M eertens. también recomendó el
N IN GEN LOS PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 1 07

1MS como De Vlam dejaron manifiesta. El gobierno designó un comité (Fick) para estudiar
la reestructuración del sistema penitenciario. Las recomenda­
el 14 de mayo de 1940 (y ciones de política criminal que ofreció en 1947 fueron incorpo­
rror en 1942), la economía radas en 1 9 5 1 a la nueva legislación de principios penitenciarios
, la ciudad de Rotterdam y condiciones carcelarias. Entonces se consideró a la Escuela
su característico corazón de Utrecht como una influencia muy importante, tanto en el co­
eran visibles en muchas mité como en el Poder Judicial, en un clima político en el que
n económica y los proble­ la ne c esidad de un sistema carcelario más humanitario se hizo
)Vimiento independentista sentir sobre muchos hombres notables. Ger Kempe sostuvo que
bajo dominio holandés, no la guerra arrancó a Holanda de su indolencia fataL Nos trajo la
>ara algún tipo de recons­ conclusión de que "el delincuente es uno de nosotros". La idea
jente impotencia del país de Kempe de que el tratamiento de los prisioneros reflej aba el ni­
td de defender de los japo­ vel de civilización de una sociedad fue ampliamente compartida
tanto la posición económi­ por el público en general. La sociedad, aparentemente, aprendió
)landeses se vieron seria­ de la experiencia de un sistema autoritario que la peligrosidad
que libró Holanda (desde social era un truco de legitimación de la intervención penal,
.te República de Indonesia porque no tenía límites intrínsecos. Nico Müller se disculpó por
n enano político que creyó su ingenuidad política de principios .de la década del 30 e invir­
io de la guerra fría, toda la tió toda su energía en la humanización del sistema carcelario
la recurrió a las estructu- (Franke 1990: 632).
La Escuela de Utrecht encontró una cálida recepción e ntre las
cambios importantes du­ autoridades legales convencidas de que los convictos, primero y
. lar "la" causa del cambio. principal, tenían que ser entendidos y "experimentados" como
oposición- era el siguien­ semejantes y no como una especie desviada. La coerción legal se
:ñadores de la política cri­ transformó en la política de la mala conciencia (de Haan 1990:
les. Durante la guerra, sin 64-82). En especial, se dijo que el hecho de que la escuela había
: por los nazis. Después de educado a muchos jueces y altos funcionarios públicos del M i­
:ts condiciones carcelarias ·nisterio de Justicia había contribuido a reglamentar la prepara­
'an las personas antes de ción de los convictos para su regreso a la sociedad como princi­
,eradas, se transformaron pal propósito del encarcelamiento. La contribución de la escuela
:-�sideración, inclusive per­ a este desarrollo también se fundó en las propuestas concretas

1
progresista latente de los que hizo para humanizar la detención. Algunos de los medios
:las penales logró volverse para llevar a la práctica el principio rehabilitador fueron la intro­
f ducción de un régimen penitenciario más "comunitario", con un
presidiario por celda y actividades comunitarias fuera de ella; la
organización de varios talleres educativos; las actividades de los
eriores de la VOMS ( Tijdschrift trabajadores sociales; la asistencia psicológica y la formulación
chi 195 1 ; Rogier 1979; Franke
la comunicación personal con
de derechos básicos y garantías de los detenidos. El comité Fick
también recomendó el reemplazo de las comisiones informales
1 08 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECURSO:

de quejas por un sistema legal más formal y confiable de comi­ a la que representaban
tés de supervisión, que les darían a los internos el derecho a te , y Willem Pompe y el
apelar las decisiones del director de la prisión. Estos impulsos Maarten Vrij de Gronin g
para establecer un sistema que permitiera a los presos litigar se tra nsición hacia el desar
frenaron por decisión del director general del área penitenciaria, académica autónoma. [
Lamers, y su introducción se demoró hasta 1977. Gradualmente, cátedras separadas de e
se instaló la idea de que el mejor modo de preparar a un inter­ para finales de la década
no para su reinserción en la sociedad consistiría en restringir de Criminología (Tijdsch
sus libertades y derechos sólo lo estrictamente necesario para Herman Bianchi, la que

!
la ejecución de la pena de prisión. La agencia judicial compartió dón Independiente de C1
la idea de que el encarcelamiento, por sus efectos perjudiciales El criminólogo de Utr
y estigmatizadores, no protegía a la sociedad a la cual el interno sarrollo de la criminologí
se reintegraría. Por eso, la rehabilitación no se basaba solamente que muchos juristas pro

1
en el humanitarismo sino también en un bien entendido inte­ tes y menos optimistas, ;
rés propio; los internos no debían ser devueltos a las calles con de derecho, como orden
demasiado resentimiento y rencor. É ste fue el comienzo de un porque no ofrecía gran p
período ( 1950 a 1975) de reduccionismo y desprisionización. De allí en adelante se de
taat era una construccié
7. La criminología y el campo del derecho pena l los juristas doctrinario
Hasta la Segunda Guerra Mundial, la criminología holandesa Desde la psicología y las
estaba dominada por Willem Bonger. Si bien su visión podía no bio, mayores impulsos p
ser compartida ampliamente, era muy respetada y parcialmente el derecho penal eran v
aceptada, también fuera del círculo social-demócrata (van We._ sin embargo, no podían
ringh 1986: 147). Asimismo, debido a que su introducción a la ética de la Escuela Mode
criminología fue -por mucho tiempo- el único manual en idioma gún Kempe ( 1967:299), l
holandés, hizo que prácticamente todos los estudiantes obtuvie­ calificaciones éticas", ta
ran sus conocimientos criminológicos de Bonger. Su teoría fue , como por su introducci<
al igual que l a de Clara Wichmann, largamente olvidada, hasta humano delincuente, co
ser redescubierta en la década del 70. En la década de 1930, gía estigmatizadora de d
tuvieron lugar varias iniciativas para establecer institutos inde­ excluía a u n grupo de ¡:
pendientes de criminología. En 1934, Willem Pompe inauguró el rregibles". Estos criminé
primer Instituto de Criminología en Utrech, y en 1938 Jacob van bién mostraron su irritac
Bemmelen fundó el primer cuerpo profesional de criminólogos, mundo, enraizada en la
como una sección de la Sociedad Holandesa de Salud Mental. describió con ironía los
La "sección de criminología" estaba integrada, princ ipalmente, ponía incapacitar come
por abogados penalistas y psiquiatras, pero también había psi­ quienes, evidentemente,
cólogos, sociólogos y oficiales de probation. La primera conferen­ criminólogo de Leiden W
cia criminológica nacional, de 1938, con miembros de la comi­ afortunadamente, debe
sión como Willem Bonger y Nico Müller y la nueva generación , nariamente autoritaria
I!NGEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGiA CRiTICA 1 09

rmal y confiable de comí­ a la que representaban Jacob van Bemmelen como presiden­
los internos el derecho a te, y Willem Pompe y el defensor de la ciencia penal integrada
a prisión. Estos impulsos M aarte n Vrij de Groningen como principales oradores, marcó la
:iera a los presos litigar se tra n sición hacia el desarrollo de la criminología como dis ciplin a
ral del área penitenciaria, académica autónoma. Después de la guerra, se establecieron
asta 1977. Gradualmente, cátedras separadas de criminología en varias universidades, y
.o de preparar a un inter­ para finales de la década de 1950 se fundó la Revista Holandesa
l consistiría en restringir de Criminología (Tijdschrift voor Criminologie), por iniciativa de
ictamente necesario para Herman Bianchi, la que rápidamente fue seguida p<;>r la Asocia­
tgencia judicial compartió ción Independiente de Criminología (SICCO) .
· sus efectos perjudiciales El criminólogo de Utrecht Ger Kempe explicó este rápido de­
::iedad a la cual el interno sarrollo de la criminología en la era de posguerra por el hecho de
•n no se basaba solamente que muchos juristas progresistas se habían vuelto más pruden­
t un bien entendido inte­ tes y menos optimistas, al advertir que su creencia en el Estado
devueltos a las calles con de derecho, como orden moral cognitivo, había sido destrozada,
te fue el comienzo de un porque no ofrecía gran protección contra los abusos totalitarios.
o y desprisionización. De allí en adelante se debería reconocer que también el rechtss­
taat era una construcción humana y que el picoteo aséptico de
cho pena l los juristas doctrinarios era una actividad socialmente inútil.
la criminología holandesa Desde la psicología y las ciencias sociales se esperaban, en cam­
)i bien su visión podía no bio, mayores impulsos para la reforma penal. La criminología y
respetada y parcialmente el derecho penal eran vistos como "disciplinas diferentes que,
)Cial-demócrata (van We"­ sin embargo, no podían separarse" (Kempe 1968b). La crítica
que su introducción a la ética de la Escuela Moderna se tornó particularmente clara. Se­
1 único manual en idioma gún Kempe ( 1967: 299), la Escuela Moderna tenía muchas "des­
s los estudiantes obtuvie­ calificaciones éticas", tanto por su instrumentalismo riguroso
de Bonger. Su teoría fue , como por su introducción de la objetivación positivista del ser
rgamente olvidada, hasta humano delincuente, como una especie, a través de una tipolo­
1. En la década de 1930,
gía estigmatizadora de delincuentes y, especialmente, porque se
stablecer institutos inde­ excluía a u n grupo de personas por calificárselas como "inco­
ílillem Pompe inauguró el rregibles". Estos criminólogos del período de la posguerra tam­
·ech, y en 1938 Jacob van bién mostraron su irritación por la visión pequeño-burguesa del
fesional de criminólogos, mundo, enraizada en las ideas de von Liszt. Ger Kempe ( 1968a)
:tndesa de Salud Mental. describió con ironía los grupos parasitarios que von Liszt pro­
tegrada, principalmente, ponía incapacitar como Untermenschen (seres subhumanos),
pero también había psi­ quienes, ·evidentemente, debían ser excluidos de la sociedad. El
ion. La primera conferen­ criminólogo de Leiden Willem Nagel (1981 : 2 1 3) sostuvo que "des­
:m miembros de la comi­ afortunadamente, debe decirse que la ciencia penal extraordi­
r y la nueva generación , nariamente autoritaria que se volvió dominante en Alemania
Los PRECUR:
1 10 RENÉ VAN SWAANINGEN
cripción de las leccion
unos diez años después de la muerte de von Liszt, debería serie
cia del Holocausto y d
atribuida a su escuela". Con la consecuente pérdida de muchos
te, se apoyó en Paul R
principios normativos del proyecto de la Escuela Moderna, lle­
clásicos. Sin embargo
gamos, así, a los límites del instrumentalismo.
todas las teorías crimi
Lo mismo sucedió con
8. Las ciencias penales integradas en Leiden
el fraude y el exhibido
En el I nstituto de Criminología de Leiden, Jacob van Bem­ zis, como la tipología e
melen y, después, Willem Nagel llevaron un paso más adelante de Exner. Su asistente
las ideas modernas sobre la justicia penal. Willem Nagel señaló · que van Bemmelen n"L
la necesidad de estudiar el delito en su contexto empírico so­ aclamadas antes de la
cial. La reciprocidad entre el desarrollo de la delincuencia y la samente. De todos mo·
política criminal constituyen el centro del enfoque pragmático mmelen "citaba con n
de estos académicos de Leiden. Van Bemmelen (1935:2) advirtió si fuera algo común h;
acerca de las consecuencias catastróficas que el desempleo a
él. ¿Qué podía haben
largo plazo tenía sobre los niveles de delito. Se preguntaba con ca de Franz Exner y t
desesperanza: "¿Nos daremos cuenta alguna vez de que cada
y conferencias de la é
crisis produce un aumento del delito y que es inútil responder de científicos académico:;
una única manera punitiva?". Después de la guerra, van Bem­ cuestión! (van Weringl
melen al contrario de muchos de sus colegas contemporáneos,
Jaquelien de Savm
no te ía muchas expectativas de que se produjera una reforma
Ancel la humanizacióJ
penal. Su visión era hacer menos daño que más bien. Dado que
lo anterior que Ancel :
el castigo, en cualquiera de sus formas, era, después de todo, un
la idea de la defensa :
mal, debía economizarse el uso del mal.
la guerra. La infiuenc
Van Bemmelen fue un importante defensor de las ciencias
en los académicos per
penales integradas y sus estudios se desarrollaron tanto en el
embargo, equívoca. Pe
campo legal como en el criminológico. Además de algunos en­
fueron atraídos por su:
sayos y la observación de las consecuencias de la investigación
Moderna, pero, por otr
psicológica en el concepto legal de la culpa (1955), van Bemme­
van Bemmelen y Wille
len separó ambas disciplinas. Desde su punto de vista, la rela­
ternationale. La impor
ción entre el derecho penal y la criminología se parecía al matri­
italianos dudosos" (Gr
monio promedio: se basaba más en buenas intenciones que en el
estándares éticos de e:
amor apasionado. Van Bemmelen sostuvo que los criminólogos
chos otros defendieran
no debían dedicarse a cuestionar la legitimidad (es decir, pro­
casos de inspiración n
poner su reemplazo por modelos terapéuticos) y, viceversa, los
que los escritos de Anc
penalistas debían tener en cuenta la naturaleza empírica del
claros" que "merecen r
delito, aún si esto producía incongruencias en sus teorías.
dente que las ideas de
Van Bemmelen también escribió una segunda Introducción
lugar más prominente
a la Criminología en idioma holandés, que apareció en 1942 . El
formó en su portavoz (
prefacio de la segunda edición de 1 948 comenzaba con una des­
Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 111
a.NINGEN

cripción de las lecciones que debían aprenderse de la experien­


: de von Liszt, debería serie
cia del Holocausto y de la ocupación, en el que, llamativamen­
cuente pérdida de muchos
le la Escuela Moderna, lle­ te se apoyó en Paul Reiwald y el valor de los principios legales
:ntalismo. cll�.
sico s. Sin embargo, también en esta edición de posguerra
to das las teorías criminológicas son resumidas sin comentario.
Lo mismo sucedió con las teorías sobre los delitos "judíos" como
:m Leiden
el fraude y el exhibicionismo, y las ideologías explícitamente na­
.e Leiden, Jacob van Bem ­ zis, c omo la tipología criminal de Stumpfi, o la biología criminal
.ron u n paso más adelante de Exner. Su asistente de aquella época, Willem N gel, sostuvo
penal. Willem Nagel señaló que van Bemmelen nunca defendió esas teorías alema as, tan
1 su contexto empírico so­ .
aclamadas antes de la guerra, y más adelante las rebat10 expre­
)llo de la delincuencia y la samente. De todos modos, resulta un poco extraño que van Be­
ro del enfoque pragmático mmelen "citaba con regularidad a académicos alemanes como
3emmelen (1935:2) advirtió si fuera algo común hacerlo, lo que probablemente era así para
·óficas que el desempleo a él. ¿Qué podía haberse vuelto repentinamente tan malo acer­
: delito. Se preguntaba con ca de Franz Exner y todos los otros conocidos por sus escritos
a alguna vez de que cada
y conferencias de la época anterior a H itler y reputados como
1 que es inútil responder de _ .
científicos académicos respetables? ¡Esa es, evidentemente, la
tés de la guerra, van Bem­ cuestión! (van Weringh 1986 : 152-3).
s colegas contemporáneos, Jaquelien de Savornin Lohman ( 1975) le atribuyó · Marc
: se produjera una reforma Ancel la humanización penal en Holanda. Vimos en el capítu­
io que más bien. Dado que lo anterior que Ancel le agregó una dimensión ético-práctica a
.s, era, después de todo, un la idea de la defensa social, ausente en su variante anterior a
tal.
la guerra. La influencia directa de su DéJense sociale nouvelle
e defensor de las ciencias
en los académicos penalistas holandeses de posguerra es, sin
: desarrollaron tanto en el embargo, equívoca. Por un lado, muchos científicos penalistas
o. Además de algunos en­ fueron atraídos por sus elaboraciones humanistas de la Escuela
Iencias de la investigación Moderna, pero, por otro, sólo deis académicos holandeses, Jacob
culpa ( 1955), van Bemme­ van Bemmelen y Willem Nagel, formaron parte de la Société In­
su punto de vista, la rela­ ternationale. La importancia de "escritos confusos de algunos
tología se parecía al matri­ italianos dudosos" (Gramatica) lev ntó sospechas acerca de los
Lenas intenciones que en el
estándares éticos de este nuevo movimiento y permitió que mu­
;tuvo que los criminólogos chos otros defendieran visiones más deterministas -en algunos
legitimidad (es decir, pro­
casos de inspiración religiosa- sobre las causas del delito. Dado
tpéuticos) y, viceversa, los que los escritos de A ncel se caracterizaron por ser "de los pocos
1 naturaleza empírica del
claros" que "merecen nuestro gran interés", no resulta sorpren­
:ncias en sus teorías.
dente que las ideas de la DéJense sociale nouvelle recibieran un
1na segunda Introducción
lugar más prominente en la agenda, una vez que Ancel se trans­
. que apareció en 1 942 . El
formó en su portavoz (Nagel 1956:27). ·

3 comenzaba con una des­


1 12 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECURS<

9. La Escuela de Utrecht psiquiatras y criminólo¡


Willem Pompe y Pieter l
Para esta escuela, muy asociada con los nombres del juris­
dedor de 1958 y terminé
ta Willem Pompe, el psiqu iatra Pieter Baari y el criminólogo Ger
catalogado como "escue
Kempe, la creación de una experiencia significativa respecto de
los delincuentes es el propósito central del proceso penal. Con para quien el grupo ene
humanismo ético, la Escuela de Utrecht intentó comprender al gica moderna. Quizás G
"otro" desviado y sus motivos, como un prójimo. El "modelo de descripción, pero, come
la experiencia" de Utrecht describió como necesario un diálogo demasiado pretenciosa.
profundo entre el acusado y el juez, más allá del habitual dentro práctico, crítico, a la fas
del proceso penal imperante. Hemos de notar que se pensaba que · de los años, se fue afirn
la psiquiatría y la criminología debían proporcionar el necesario La filosofía optimis1
conocimiento individual y social. Por ser el jurista de la Escuela profundo respeto por 1
Willem Pompe ( 1957) enfatizó que los conceptos legales de imputa puede ser entendida e
bilidad y culpabilidad eran los límites de toda intervención penal. guerra y el período de <
Según Pompe, el nivel general de confianza en los seres humanos humanidad debía ser 1'
y en la sociedad en general, era directamente proporcional a la poder crear su propio 1
intensidad de la intervención penal; la escasa confianza producía enfoque de esta escue
una sociedad- más punitiva y viceversa. La humanización del de­ en la fenomenología, ¡:
recho penal se volvía necesaria para el restablecimiento de su ca­ Simone de Beauvoir y .
rácter legítimo. Este elemento, pervertido por los nazis, consistía concretos que tuvieror
básicamente en la restitución de la confianza (Pompe 1963) rra. Las fuentes filosóf
La Escuela de Utrecht se pronunció rotundamente en contra de se encuentran expres
toda idea de prevención general y de defensa social, ya que impli­ inaugural de Ger Kem
caban una visión instrumentalista que no tomaba en cuenta a la ble influencia sobre la
persona del acusado y, por lo tanto, violaba la dignidad humana. lista. "En la visión clá:
Por esta razón, los académicos de Utrecht también formularon creta; para Lombroso,
sus reservas acerca del nuevo movimiento de defensa social. E s­ sociológico, es sólo un
pe ia mente par Pompe, la retribución de la culpa es el núcleo y desarrollos más recier
el hmlte del cashgo. La retribución se establecía, según su visión, cial en su calidad de :
cuando el juez imponía la pena. Esta conceptualización teórica de darle forma a su
se ubicaba en el contexto de visiones existencialistas de la culpa. sólo descartaba las ic
Se adoptaron conceptos con gran carga moral, como exoneración que además acusaba
de la culpa, perdón o penitencia, para hacer énfasis en el hecho de visión de la humar
de que la rehabilitación era la contrapartida necesaria a la retri­ Otro académico de
bución, después de que el acusado era sentenciado. La retribu­ abierto defensor de 1:
ción ejaba de ser necesaria tan pronto como la persona lograba inaugural de 1955, R
maneJar su culpa. El castigo servía para devolver al hombre a sí do, lo que debía leers
mismo y, consecuentemente, a la sociedad (Pompe 1954a). en la criminología he
No debe interpretarse a la Escuela de Utrecht en un sentido cológicos. En 1958, l
teórico, sino como un equipo de trabajo conformado por abogados, internos, que resulta
NINGEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGIA CRÍTICA 1 13

psiquiatras y criminólogos, originado en la amistad personal de


con los nombres del juris­ Wil lem Pompe y Pieter Baan. Surgió en 1948, tuvo su auge alre­
Baari y el criminólogo Ger dedor de 1958 y terminó cerca de 1963. Este grupo de trabajo fue
ia significativa respecto de catalogado como "escuela" por el francés Ja<;:ques Léauté (1959),
al del proceso penal. Con para quien el grupo encamaba una nueva perspectiva antropoló­
!Cht intentó comprender al gica moderna. Quizás Ger Kempe es quien más se aproxima a esta
un prójimo. E l "modelo de descrípción, pero, como tal, la idea de una teoría unificadora es
amo necesario un diálogo demasiado pretenciosa. La Escuela de Utrecht le puso un acento
tás allá del habitual dentro práctico, crítico, a la fase de ejecución del proceso penal y, a través
e notar que se pensaba que de los años, se fue afirmando en su orientación penológica.
1 proporcionar el necesario
La filosofía optimista de la libertad, la responsabilidad y el
ser el jurista de la E scuela, profundo respeto por la dignidad humana de esta escuela sólo
onceptos legales de imputa­ puede ser entendida como una reacción a la experiencia de la
de toda intervención penal. guerra y el período de crisis precedente. Todo debía renovarse, la
anza en los seres hum anos humanidad debía ser liberada de sus mortificantes cadenas para
tamente proporcional a la poder crear su propio modelo de vida (van Weringh 1986: 165). El
escasa confianza producía enfoque de esta escuela, centrado en el delincuente, se inspiró
3. . La humanización del de­
en la fenomenología, pero también en los existencialistas, como
l restablecimiento de su ca­ Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sastre, y en desarrollos penales
:ido por los nazis, consistía concretos que tuvieron lugar antes, durante y después de la gue­
nfianza (Pompe 1963) rra. Las fuentes filosóficas de inspiración de la Escuela de Utrecht
rotundamente en contra de se encuentran expresadas del modo más explícito en el discurso
efensa social, ya que impli­ inaugural de Ger Kempe, en 1950, y en un artículo suyo de nota­
e no tomaba en cuenta a la ble influencia sobre la criminología según un análisis existencia­
alaba la dignidad humana. lista. "En la visión clásica, el delincuente no es una realidad con­
:recht también formularon creta; para Lombroso, es sólo una especie criminal; en el enfoque
.ento de defensa social. Es­ sociológico, es sólo un miembro de la comunidad, y a la luz de los
n de la culpa es el núcleo y desarrollos más recientes, el delincuente es una realidad existen­
:: stablecía, según su visión, cial en su calidad de ser humano. Su acto es un modo específico
t conceptualización teórica
de darle forma a su humanidad" (Kempe 1952: 178). Kempe no
!Xistencialistas de la culpa. sólo descartaba las ideas de Lombroso como subhumanas, sino
a moral, como exoneración que además acusaba a la Escuela Moderna, en general, de falta
1 hacer énfasis en el hecho de visión de la humanidad y de la sociedad.
1artida necesaria a la retri­ O_tro académico de la Escuela de Utrecht, Rijk Rijksen, fue un
a sentenciado. La retribu­ abierto defensor de la criminología sociológica. En su discurso
to como la persona lograba inaugural de 1955, Rijksen habló de un "impasse" en este senti­
ua devolver al hombre a sí do, lo que debía leerse en el contexto _de la influencia dominante
dad (Pompe 1954a). en la criminología holandesa de los estudios psiquiátricos y psi­
1 de Utrecht en u n sentido cológicos. En 1958, Rijksen publicó un libro de entrevistas con
) conformado por abogados, internos, que resultaron tan críticas sobre el funcionamiento de
1 14 RENE VAN SWAANINGEN Los PRECURSOR!:

la policía, el sistema judicial y carcelario, que el ministro de Jus­ palmente empírico, su dis
ticia, que había propiciado la investigación, impidió su difusión delito y la religión dentro
pública. En primera instancia, se divulgó "confidencialmente" en­ data de 1937, y la carrera
tre aquellos que tenían un "interés profesional". En una carta de después de la Segunda Gt
1959, Kempe y Rijksen estuvieron de acuerdo con el ministro en por esta guerra. Kempe fu
que era aconsejable una primera "evaluación profesional" del libro hasta su encarcelamientc
para preparar los cambios en la política criminal que pudieran so inaugural, Schuldig z
resultar necesarios. Cuando el libro se hizo público, los medios estaban presentes los ele1
le recriminaron su "provocación acientífica del sentimentalismo posteriores trabajos en e:
público". Sólo la reseña de Herman Bianchi (en Trow, el 7 de no­ gratitud al director de la
viembre de 1959) estaba en perfecta sintonía con el libro, aunque libertad durante la ocup
Bianchi no formuló objeciones a la proscripción inicial del debate tigadora sobre el régimer
público, y elogió al ministro de Justicia por su falta de prejuicios, nazis gobernaron. En la d
al apoyar la crítica e iniciar el proyecto de Rijksen. David Dow­ con el trabajo en el sisten
nes (1988:84-5) también señaló la gran influencia que este libro, cionado Comité Fick (Jan
conocido como "el libro verde" (por el color de su tapa), tuvo en la Utilizando en el análisi
estructura judicial. Así, citó al juez holandés que en la década de (1947:23) esbozó el dilem<:
1980 dijo: " Uno de los libros que me impresionó profundamente más adecuada del conce1
fue el "libro verde" del profesor · Rijksen . . . Para la mayoría de la gado a ponerle límite al ol
gente, el único tiempo que cuenta son las primeras semanas, los toda interacción social y ·

primeros meses en la cárcel y la primera vez que están allí, todo tablemente, perderá cont<
otro tiempo no hace ninguna diferencia. Entonces, ¿por qué los más allá de abstraccione
encarcelamos si resulta tan costoso?". En una carta sin fecha, es inútil para cualquiera
que acompañaba la edición pública del libro verde, Rijksen sos­ creen que pueden pasar
tuvo que "en la actualidad, el ministro de Justicia considera que blica y actúan simplemei
es importante enriquecer el debate público sobre los problemas 1951 en adelante, Kempe
penales con una voz que hasta ahora no ha sido escuchada: la de de Bonger. Se propuso m<
los internos". Fijnaut (1986:30, 55) señaló que la censura inicial autor, en cuanto fuera p<
del libro verde pudo haber sido el origen de las difíciles relaciones indicó posteriores investí¡
entre las universidades y el ministerio, que se tornarían mani­ su teoría determinista y e
fiestas en la década de 1970. te, en su determinismo. :
en contra del determinisi
1 O. Hacia la criminología crítica
esta naturaleza habían 1
a) Ger Kempe grupos específicos y con·
Ger Kempe siempre señaló que no era un jurista, lo que im­ res, Kempe ( 1952) tambi
plicaba tanto una línea de demarcación dentro de la Escuela de influencia de la Escuela <
Utrecht como una forma de oponerse a la idea general dentro de su pensamiento se había
la academia holandesa de los años 50 de que los criminólogos do diferente de la de Bon
eran juristas "disfrazados". A pesar de que su trabajo fue princi­ ción a la criminología.
IN GEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA 1 15

io, que el ministro de Jus­ palmente empírico, su disertación acerca de la relación entre el
tción, impidió su difusión delito y la religión dentro de la tradición sociológica weberiana
ó "confidencialmente" en­ data de 1937, y la carrera de Kempe alcanzó su punto máximo
fesional". En una carta de después de la Segunda Guerra Mundial. Su obra estuvo signada
cuerdo con el ministro en por esta guerra. Kempe fue un miembro activo de la Resistencia,
3.ción profesional" del libro hasta su encarcelamiento por los nazis en 1944. En su discur­
::a criminal que pudieran so inaugural, Schuldig zijn (Ser culpable) de 1950, en el que ya
! hizo público, los medios estaban presentes los elementos que luego lo conducirían a sus
:ífica del sentimentalismo posteriores trabajos en el área social y académica, expresó su
.nchi (en Trow, el 7 de no­ gratitud al director de la prisión en la que estuvo privado de su
ttonía con el libro, aunque libertad durante la ocupación alemana, por su influencia mi­
:cripción inicial del debate tigadora sobre el régimen y las condiciones bajo las cuales los
por su falta de prejuicios, nazis gobernaron. En la década de 1950, Kempe se comprometió
o de Rijksen. David Dow­ con el trabajo en el sistema de probation y formó parte del men­
L influencia que este libro, cionado Comité Fick (Janse de Jonge 199 1 :9 1-6).
1lor de su tapa), tuvo en la Utilizando en el análisis sus experiencias en la Guerra, Kempe
mdés que en la década de (1947:23) esbozó el dilema del criminólogo acerca de la definición
npresionó profundamente_ más adecuada del concepto de delito.. "El criminólogo se ve obli­
1. . . Para la mayoría de la gado a ponerle límite al objeto de la criminología. Si quiere incluir
as primeras semanas, los toda interacción social y conducta humana en su estudio, inevi­
ra vez que están allí, todo tablemente, perderá contacto con la realidad y no podrá moverse
a. Entonces, ¿por qué los más allá de abstracciones generales sobre "lo antisocial", lo que
En una carta sin fecha, es inútil para cualquiera. Por otra parte, hay criminólogos que
l libro verde, Rijksen sos­ creen que pueden pasar por alto las nociones de moralidad pú­
de Justicia considera que blica y actúan simplemente como contadores, nada más". Desde
blico sobre los problemas 1951 en adelante, Kempe reeditó la Introducción a la Criminología
:> ha sido escuchada: la de
de B onger. Se propuso mantener el libro fiel al pensamiento de su
aló que la censura inicial autor, en cuanto fuera posible, y se limitó a actualizado. Kempe
t de las difíciles relaciones
indicó posteriores investigaciones que demostraron la falsedad de
'• que se tornarían maní- su teoría determinista y que aquél habría insistido, probablemen­
te, en su determinismo. En su propia obra, Kempe se prol).unció
en contra del determinismo debido a que, en la práctica, ideas de
esta naturaleza habían llevado a la exclusión de la sociedad de
grupos específicos y continuaría haciéndolo. Por razones simila­
:!ra un jurista, lo que im­ res, Kempe ( 1952) también se manifestó en contra de la creciente
n dentro de la Escuela de influencia de la Escuela de Chicago. En 1967, Kempe advirtió que
. la idea general dentro de su pensamiento se había desarrollado en una dirección demasia­
) de que los criminólogos do diferente de la de Bonger y decidió escribir su propia introduc­
que su trabajo fue princi- ción a la criminología.
1 16 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECURSOR

En sus escritos posteriores expuso sus dudas acerca de has­ también llegó a la conclm
ta qué punto el sistema de justicia penal podía ser influenciado de Utre cht se guió dema
por las ciencias sociales -y por el sistema de probation-. Se hizo nidad con las políticas d(
bastante crítico de "esos psiquiatras" (haciendo referencia, im­ (198 1 :225) formuló una ol
plícitamente, a su colega Pieter Baan) que pensaban "dentro de crítica respecto del Estac
su paternalismo estatal" que debían "tomar parte activamente en general, por el contex
en las consideraciones legales desde atrás del escritorio de la Escuela de Utrecht. Biar
estructura judicial". E ste deseo estaba reñido con la ética de la y argumentación anacró
profesión médica (Kempe 1963). La Escuela de Utrecht había gieron inmediatamente e
hecho lo suyo, pero no debía continuarse. Al criticar su carácter completamente arbitraric
paternalista e inquisitivo, Kempe declaró el proceso penal más década de 1970 ( Hoefnag
allá de toda reforma posible, debido a que "estaba estructural­
mente determinado por una naturaleza discriminatoria". Bajo b) Willem Nagel
la influencia de los medios, los estereotipos sobre el delincuente Para este autor, el prc
como un ser subhumano se reproducían continuamente. Estos cho hallaba su raíz en la
estereotipos reforzaban la selectividad del sistema de justicia estamos dispuestos a cec
penal y sometían, de forma estructural, a los grupos más des­ tirle protegernos de la vl
favorecidos de la sociedad. En 1975, Kempe elogió por primera produce el delito? El niv¡
vez a Clara Wichmann por su rol pionero en el estudio de la lar al de los ciudadano
justicia de clases y por su rechazo radical de las respuestas pu­ deberían haber experim
nitivas. Según Kempe ( 19 75 : 19), el arreglo de las disputas debía en realidad la privación
ser la piedra de toque de la justicia. En 1976 propuso abando­ rían tener una posibilid:
nar la idea de una ciencia penal orientada a la política- crimi­ (Nagel 1975) Nagel tamb
nal. En un análisis de los empresarios morales responsables la legislación penal estal
de las leyes contra el vicio de 19 1 1 , concluyó que la principal autoritario y arbitrario.
tarea de los criminólogos era poner en cuestión las relaciones Nagel diferenció los e
de poder políticas y profesionales que rotulaba n los problemas y señaló la relatividad y
sociales (o los no problemas) como problemas penales. Willem Para él, el hecho de que
Nagel (198 1 : 2 15) señaló: "En 1957, sus artículos [los de Kempe] ran el adjetivo peyorati\
se titulaban 'la probation en una sociedad cambiante', al final portamientos humanos
[mediados de la década de 1970], deberíamos caracterizarlos constituía un problema
como 'visiones cambiantes de la sociedad'". Kempe, otrora un cuenta. Aparentemente,
optimista, se convirtió en un pesimista cultural. No tuvo tiempo paba o hasta se negaba E
de elaborar sus últimas ideas, pero su antorcha fue recogida, de realmente constituían "e
algún modo, por Herman Bianchi (1984a) . Bianchi siempre sos­ como los cometidos por
tuvo que la Escuela de Utrecht les dio un importante impulso ríos, (Nagel 1976). Al igu
a las políticas de decarcelización. D el análisis del modo en que to normativo de delito, r
los académicos de Utrecht trataron la censura inicial del libro penal. El núcleo ontoló¡
verde y la ausencia de una visión clara de la sociedad, Bianchi tacto en la tendencia a s

------- ·- · -----
1
.N IN GEN Los PRECURSORES DE LA CRIM!NOLOGIA CRÍTICA 1 17

> sus dudas acerca de has­ también llegó a la conclusión de que, a pesar de todo, la Escuela
:nal podía ser influenciado de Utrecht se guió demasiado por la ley y no experimentó afi­
ema de probation-. Se hizo nidad con las políticas de la criminología radical. Willem Nagel
" (haciendo referencia, im­ (198 1 :225) formuló una observación similar. La actitud tan poco
,) que pensaban "dentro de crítica respecto del E stado de Derecho (rechtsstaat) se explica,
"tomar parte activamente en general, por el contexto de la posguerra, en el que surgió la
: atrás del escritorio de la Escuela de Utrecht. Bianchi fue acusado de moralismo injusto
>a reñido con la ética de la y argumentación anacrónica porque juzgó las ideas que emer­
Escuela de Utrecht había gieron inmediatamente después de la liberación del gobierno
trse. Al criticar su carácter completamente arbitrario de los nazis con los parámetros de la
;laró el proceso penal más década de 1970 (Hoefnagels 1975; Moedikdo 1976).
a que "estaba estructural­
leza discriminatoria". Bajo b) Willem Nagel
otipos sobre el delincuente Para este autor, el problema central de la vigencia del Dere­
:ían continuamente. Estos cho hallaba su raíz en la dialéctica de libertad: ¿cuánta libertad
ad del sistema de justicia estamos dispuestos a ceder para darle poder al E stado y permi­
ral, a los grupos más des- tirle protegernos de la vulneración de las libertades civiles que
Kempe elogió por primera produce el delito? El nivel de la tolerancia estatal debería igua­
·ionero en el estudio de la lar al de los ciudadanos. Para lograr este balance, los jueces
dical de las respuestas pu­ deberían haber experimentado personalmente lo que significa
reglo de las disputas debía en realidad la privación de la libertad y los delincuentes debe­
En 1976 propuso abando­ rían tener una posibilidad cierta de reintegrarse a la sociedad
entada a la política· crimi­ (Nagel 1975) Nagel también advirtió acerca de la tendencia que
rios morales responsables la legislación penal estaba desarrollando, proclive a un modelo
concluyó que la principal autoritario y arbitrario.
en cuestión las relaciones Nagel diferenció los conceptos legal y sociológico del delito
e rotulaban los problemas y señaló la relatividad y selectividad de los principios penales.
Jroblemas penales. Willem Para él, el hecho de que los criminólogos críticos también usa­
1s artículos [los de Kempe] ran el adjetivo peyorativo "criminal" como etiqueta para com­
ciedad cambiante ', al final portamientos humanos no registrados en el código penal, no
leberíamo.s caracterizarlos constituía un problema, pero los abogados sí lo tomarían en
;iedad '". Kempe, otrora un cuenta. Aparentemente, el sistema de justicia penal no se ocu­
ta cultural. No tuvo tiempo paba o hasta se negaba a actuar en contra de males sociales que
J. antorcha fue recogida, de realmente constituían "delitos" graves en el sentido sociológico,
'84a). Bianchi siempre sos­ como los cometidos por los militares en los regímenes totalita­
lio un importante impulso rios, (Nagel 1976). Al igual que Kempe, Nagel adoptó un concep­
:1 análisis del modo en que to normativo de delito, más allá de las definiciones del derecho
la censura inicial del libro penal. El núcleo ontológico del delito se encontraba represen­
Lra de la sociedad, Bianchi tado en la tendencia a someter a los sujetos más débiles. Nagel
1 18 RENÉ VAN SWAANINGEN Los PRECURS

sostenía que el mal estaba dentro de nosotros: "En todo hombre modernos habían "cree=
existe un miserable arrogante, un antiguo Adán, un pequeño tad, moralmente irresp
bastardo. Éste es el fascista en gestación" (Nagel 1962 :300). En la responsabilidad por
este punto, el concepto de delito de Nagel se aproximaba a lo que esencial del ser human
Johan Galtung llamaba "violencia estructural". Con este térmi­ mente, subhumano" (N
no, Galtung se refería al comportamiento socialmente aceptado, Nagel fue un gran ,
inclusive apreciado, que implícitamente sacrificaba a otras per­ ciológica. Una vez que
sonas o les causaba daño. Según Nagel (1975: 176), la coerción implementaron en cier
penal bajo el imperio democrático del Derecho podía orientarse fue el primero en soste
a la reintegración del delincuente a la comunidad, pero en re­ bía degenerar en el cui
gímenes militares o Estados de policía este ideal no podía per­ el número de hijos en
seguirse; allí, sólo podía esperarse la revolución. Nagel sostuvo meses que el padre e
que "las condiciones socio-políticas específicas de un país son rechazaba una crimir
los factores esenciales que determinan qué clase de criminolo­ de B", en la que las nc
gía es la más significativa". Bajo un régimen totalitario, prác­ turales se aplicaban ¡
ticamente no era posible ninguna criminología que valiera la Nagel sostuvo, sin eml
pena, y un criminólogo, en esta situación, en realidad sólo tenía a uno le llamen la ate
dos opciones: abandonar la profesión o abandonar el país. frecuentemente coincio
Según Antonie Peters (1983b), Nagel debería considerarse un ta condiciones ambien
criminólogo crítico avant la letre (de vanguardia) por haber sido una criminología cient
uno de los primeros en aplicar las nociones sociológicas no sólo Nagel expresó su irrita
al delito, sino también a la coerción legal en sí misma. Cyri­ criminológicas de pos
lle Fijnaut ( 1986b:81) sostuvo que Nagel, en su disertación de asuntos triviales que ;
1949, se aproximó a una elaboración empírica de las visiones la misma gente seguíc=
socialistas de Clara Wichmann sobre la punibilidad, al combi­ alemanes, como si naé
nar material etiológico orientado a la persona con análisis so­ que los criminólogos s
cio-etnográficos y el estudio sociológico de la selectividad d el tamente el ámbito de s
sistema penal. En 1956, Nagel caracterizó a Clara Wichmann leza conflictiva del der
como "la campeona de la Escuela Moderna", pero también puso Al igual que Kempe
en duda que ideas radicales como las de ella, que parecían tan de los aportes provenio
humanitarias, tuvieran un efecto humanizador una vez imple­ nología realmente podí
mentadas. La posición subjetivista de Wichmann podía desa fiar se aproximó al pesimi:
la moralidad hegemónica y, por consecuencia, el derecho penal, donó la idea de una cü
pero Nagel dudaba, en un sentido más general, si sería prudente tivas criminológica y
distanciarse de la existencia de una línea claramente marcada Urgió a los criminólog
entre el bien y el mal. En ese sentido, Nagel advirtió sobre "esos derecho porque la cri
extremistas demasiado subjetivistas de la Escuela Moderna", íntima con la sociolo
que condujeron esta "orientación prometedora hacia u na direc­ algún tipo de progrese
ción deshumanizante". Con su determinismo, estos académicos rídicas que no causan
IN GEN Los PRECURSORES DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA 1 19

osotros: "En todo hombre modernos habían "creado un delincuente carente de toda liber­
tiguo Adán, un pequeño tad, moralmente irresponsable, que dejó de ser humano. Asumir
ón" (Nagel 1962 :300). En la responsabilidad por los actos propios es una característica
:el se aproximaba a lo que esencial del ser humano. Un ser humano sin culpa es, decidida­
uctural". Con este térmi­ mente, subhumano" (Nagel 1956:24-5).
tto socialmente aceptado, Nagel fue un gran defensor de la criminología empírico-so­
e sacrificaba a otras per­ ciológica. Una vez que estuvo establecida y que sus estudios se
:el ( 1975: 176), la coerción implementaron en cierta medida en la política criminal, Nagel
Derecho podía orientarse fue el primero en sostener que la información sociológica no de­
. comunidad, pero en re­ bía degenerar en el cuidadoso cálculo de ciertos aspectos, como
t este ideal no podía per­ el número de hijos en las familias delincuentes, el número de
evolución. Nagel sostuvo meses que el padre estuvo desempleado, etc. Nagel ( 1965:230)
;pecíficas de un país son rechazaba una criminología científica del tipo "A es la causa
1 qué clase de criminolo­ de B", en la que las nociones y los métodos de las ciencias na­
·égimen totalitario, prác­ turales se aplicaban a cuestiones sociales. Al mismo tiempo,
minología que valiera la Nagel sostuvo, sin embargo, que "es perfectamente posible que
ón, en realidad sólo tenía a uno _ le llamen la atención los factores sociales y desarrollos
' abandonar el país. frecuentemente coincidentes en el delito o que tome en cuen­
l debería considerarse un ta condiciones ambientales aparentemente fatales, sin adoptar
nguardia) por haber sido una criminología científica clásica". En distintas oportunidades,
.ones sociológicas no sólo Nagel expresó su irritación por el hecho de que las conferencias
legal en sí misma. Cyri­ criminológicas de posguerra, en general, trataran los mismos
sel, en su disertación de asuntos triviales que antes de la guerra y por el hecho de que
empírica de las visiones la misma gente seguía dominando la escena, incluso entre los
la punibilidad, al combi­ alemanes, como si nada hubiera sucedido, mientras tanto, para
persona con análisis so­ que los criminólogos sintieran la necesidad de cambiar comple­
co de la selectividad d el tamente el ámbito de su disciplina. Para Nagel ( 1974) , la natura­
erizó a Clara WiChmann leza conflictiva del derecho penal era el tema central.
:!rna", pero también puso Al igual que Kempe, Nagel también comenzó a dudar acerca
:le ella, que parecían tan de los aportes provenientes de la política criminal que la crimi­
tanizador una vez imple­ nología realmente podía cont ner y su propio desarrollo personal
Vichmann podía des fiar se aproximó al pesimismo cultural. Gradualmente, Nagel aban­
uencia, el derecho penal, donó la idea de una ciencia penal integrada porque las perspec­
general, si sería prudente tivas criminológica y legal eran fundamentalmente diferentes.
nea claramente marcada Urgió a los criminólogos a independizarse de las facultades de
agel advirtió sobre "esos derecho porque la criminología necesitaba una conexión más
je la E scuela Moderna", íntima con la sociología y la psicología social si quería hacer
etedora hacia una direc­ algún tipo de progreso metodológico: "Hay muchas disputas ju­
nismo, estos académicos rídicas que no causan ningún impacto en el criminólogo, mien­
1 20 RENE VAN SWAANINGEN

tras que existen áreas de la sociología y la psicología de las que


el abogado. . . no puede permanecer al margen. . . La visión del
criminólogo de la desviación penalizada debería ser completa­
mente diferente de la de los juristas". Con un enfoque del delito
como violencia estructural y la coerción penal como conflicto
social, Nagel ( 1976:8 -9) rebautizó la criminología como "micro­
polemicología". Al señalar las dimensiones políticas del delito,
refutar la idea de que la criminología debía confinarse al estudio
de conductas que el derecho considera punibles y manifestar su EL MOSAICO D E LA
resistencia a una criminología etiológica de base científica, Na­
gel hizo visible el mosaico de la criminología crítica.
Este capítulo es el preludio de la pregunta acerca de por qué
La criminología crít
la criminología crítica holandesa se desarrollará de un modo tan
la protesta social de la
diferente al que ocurrirá en Gran Bretaña. Próximos a un clima
amanecer de la Edad d<
político menos polarizado, más susceptible al cambio social, los
amor y la paz, el poder
criminólogos críticos holandeses pueden continuar por el sen­
"París del 68", el mod<
dero señalado por Bonger, Wichmann, Kempe y Nagel. Veremos
anunciaba una era má
en el capítulo siguiente cómo los críticos británicos, alemanes,
terizada por una polít:
italianos y de otras nacionalidades, tuvieron que "abrirse cami­
diantil y otros de izqui
no" dentro de la criminología administrativa o del establishment
una nueva instancia d·
del derecho.
activismo estudiantil :
un gran potencial par;
de la sociología, sino t
Un sector de la socied:
mía que sus países se
posible revolución. Ta
coincidir en un punto
Hacia finales de la
surgieron las bases <
criminología empíric
gimiento de la crítica
con el nivel de biem
cada país en partic1
en Portugal o la de 1
de interés para un <
la fase de la "izqui<
subsiguiente " izqui(
- tadura y reacción e
democracia comenz

l
NGEN

y la psicología de las que


_ margen . . . La visión del
:la debería ser complet a­
on un enfoque del delito
ón penal como conflicto
·iminología como "micro­
ones políticas del delito,
:bía confinar se al estudio CAPITULO V
punible s y manifes tar su E L MOSAICO D E LA CRIMIN O LO G ÍA C RÍTICA EUROPEA
a de base científica , Na­
Jlogía crítica.
gunta acerca de por qué La criminología crítica encontró sus raíces en la mística de
arrollará de un modo tan la protesta social de la década del 60, cuando se pregonaba "el
tña. Próximos a un clima amanecer de la Edad de Acuario", una tendencia positiva hacia el
tible al cambio social, los amor y la paz, el poder de las flores y las protestas estudiantiles.
en continuar por el sen­ "París del 68", el modelo ideal de revuelta estudiantil europea,
Kempe y Nagel. Veremos anunciaba una era más militante, la de la década del 70, carac­
:os británicos, alemanes, terizada por una política de oposición, con el movimiento estu­
1ieron que "abrirse cami­ diantil y otros de izquierda pretendiendo imponer en la sociedad
·ativa o del establishment una nueva instancia democrática. Alvin Gouldner (1970) vio en el
activismo estudiantil y los nuevos movimientos sociales no sólo
un gran potencial para un cambio fundamental en la naturaleza
de la sociología, sino también una vanguardia de "la revolución".
Un sector de la sociedad más proclive a la obediencia de la ley te­
mía que sus países se tornaran ingobernables y enfrentasen una
posible revolución. Tanto la izquierda como la derecha parecían
coincidir en un punto: los tiempos estaban cambiando.
Hacia finales de la década del 60, en algunos países europeos
surgieron las bases de la criminología critica, pero en otros la
criminología empírica aún estaba en pañales. El ritmo del sur­
gimiento de la critica social en la academia tuV.o mucho que ver
con el nivel de bienestar y la constelación política concreta de
cada país en particular. Las dictaduras de Salazar y Caetano
en Portugal o la de los coroneles griegos no ofrecieron materias
de interés para un espíritu "acuariano", y como consecuencia,
la fase de la "izquierda eufórica" no afectó_a eso.s países. La
__

_
subsiguiente "izquierda rabiosa" significó liberación de la die­
-- tadura y reacción contra ella. En Portugal, la trans!ción a la
democracia comenzó después de la revolución de los claveles
EL MOSA ICO DE Ll
1 22 RENÉ VAN SWAANINGEN
enc
de 1974, iniciada por el movimiento de las fuerzas armadas del phie Vidali y otros, qui
denes producid os ese añ o,
general conservador De Spinola. De allí en adelante, las fuerzas
diario Epoche, del 23 de di
de la izquierda pudieron operar públicamente. Después de cier­
eles {
ta presión opositora de la derecha, proveniente del movimiento brutales en l as cárc
de De Spinola -quien se negaba a aceptar que los días del im­ sociale s basada s en inve
perio colonial portugués habían llegado a su fin-, se sucedieron 199 2). Dejando de lado a
una serie de gobiernos de izquierda. En Grecia (Atenas 1973), la inglés) sobre criminolo gí:
sangrienta represión de marchas estudiantiies -y el repudio in­ portancia, dentro de los e
ternacional de esta masacre con cientos de muertes, que mostró de los libros de Maria A
el verdadero rostro de la junta- anunciaba el colapso final del Ei Lambropoulou , mayOI
régimen militar, que ocurriría un año después. transición del enfoque dE
En Portugal, los estudios de la "criminología" crítica (obvia­ y sobre la teoría sistémic
mente, sobre la violencia estatal), surgieron a finales de la dé­ Est os dos ejem plos ¡:
cada del 70. El primer académico a mencionar es Boaventu­ nos hec hos históricos b
ra de Sousa Santos, cuyos estudios sobre la justicia popular sobre los desarrollos ac:
como encarnación de la dualidad del poder estatal fueron los ser radical en democrat
más conocidos internacionalmente. Apenas después, Manuel da los Países B ajos , que e1
Costa Andradé, Teresa Pizarra Beleza y Jorge Figueredo D ías
· como Ingl aterra o Alen
realizaron estudios relativos a la democracia, el socialismo y la militares en Portugal e
coerción legal (Beleza 1987). Si bien en las universidades portu­ también han sido muy
guesas prácticamente no se llevaba a cabo investigación crimi­
nológica orientada a la sociología empírica, se discutían todos l . EL IMP ERIO BRITÁNICO .
los temas de crítica típicos, como los costados represivos de la
Sin lugar a dud as, ·

ley y el orden, los delitos de los poderosos, las políticas de clase


ción má s rica en la cri
y, más recientemente, de género y de migración, siempre en rela­
ya han sido analizado
ción con la ley penal. Esta vertiente crítica en las facultades de
fícil decir algo nuevo ¡
derecho es típica de los países en los que la c riminología no se
alg una s líne as rectore
desarrolló realmente como una ciencia social.
ciona el caso inglés co
En Grecia, sólo se puede hablar de un movimiento crítico de
ben mencionarse ant•
criminólogos hacia la década del 9 0 . En 1985, Ilias Daskalakis,
com o la razón por la <
profesor de criminología en Atenas, estableciq los cimientos con
nació en I nglaterra.
su reflexión crítica sobre la teoría del etiquetamiento. Al sostener
En primer lugar, D
que el delito era producto de las agencias de control formal del
cre cim ien to, en genet
delito, postuló una criminología de la reacción social. En 1989, la
ta 196 8, "cri minologí
revista Thesseis le dedicó su no 29 a la criminología marxista. En
xia , en el que estaba1
1990, Charalambos D imopoulos introdujo la perspectiva aboli­
cionista. Para ese entonces, ya había una masa crítica de jóvenes
criminólogos, como Maria Archimandritou, Charalanibos Dimo­
poulos, Nikos Koulouris, Ioannis Panousis, Ioanirtis Tzortzis, So- 1 Debo agradecer a [
\NINGEN
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 23
:ie las fu erza s arm
adas del
lh_ en adelante, las phie Vidali y otros, quienes, luego de una serie de graves desór­
fuerzas denes producidos ese año, publicaron en común un artículo en el
tca m ente. De spu és
de cier­ diario Epoche, del 23 de diciembre de 1990, contra las condiciones
rovenien te del movi
miento brutales en las cárceles griegas. Ellos proponían intervenciones
:eptar que los día s
del i m­ sociales basadas en investigaciones criminológicas (Bokos et al.,
do a su fin-, se suc
edieron 199 2). Dejando de lado algunos artículos o ensayos (algunos en
;n Gre cia (Atenas 197
. 3) 1
1 d lantil es -y el inglés) sobre criminología crítica radical, debe destacarse la im­
.
repudio 'in-a
os de muerte s, que portancia, dentro de los estudios de la criminología crítica griega,
mostró de los libros de Maria Archimandritou, Afroditi Koukoutsaki y
lcia ba el colapso fin
al del Ei Lambropoulou , mayormente sobre alternativas a la prisión, la
des pu és.
i n:inología" crí tic a (ob transición del enfoque del etiquetamiento a la criminología crítica
via­ y sobre la teoría sistémica y el abolicionismo 1 •
gieron a fin ales de la
dé­ Estos dos ejemplos prueban la importancia de incluir algu­
me nc ion ar es Boaven
tu­ nos hechos históricos básicos si se pretende hablar con sensatez
sobre la justicia po pu
lar sobre los desarrollos académicos; sencillamente, no es lo mismo
poder estatal fueron
lo s ser radical en democracias sociales estables de E scandinavia o
en as de sp ué s, Manu
el da los Países Bajos, que en Estados de bienestar más polarizados,
. y Jorge . Fig ueredo
Día s como Inglaterra o Alemania o, desde luego, bajo los regímenes
•cracia, el so cia lis mo
y la­ militares en Portugal o Grecia. Las consecuencias personales
las universi dades por
tu­ también han sido muy diferentes.
:abo investigación cri
mi ­
írica, se discutían tod
Y LA
os l. EL IMPERIO BRITÁNICO CRIMINOLOGIA CRITICA
:ostados represivos de
la
:os , las po lít ica s de cla Sin lugar a dudas, los debates ingleses representan la tradi­
. .. o
se
O'
,raciOn, Siempre en rela
- ción más rica en la criminología crítica europea. Dado que ellos
tica en las fac ultades ya han sido analizados en muchos trabajos excelentes, será di­
de
lle la cri minología no ficil decir algo nuevo al respecto. Esta sección pretende indicar
se
sociaL algunas líneas rectoras de su desarrollo y mostrar cómo se rela­
m mo vimiento crític ciona el caso inglés con el contexto europeo. Por este motivo, de­
o de
19 85 , Ilias Da sk ala kis ben mencionarse antes que nada algunos factores específicos,
bleciq los cim ientos co como la razón por la cual se sostiene que la criminología crítica
¡uetamiento. Al sosten nació en I nglaterra.
er
ts de control formal de En primer lugar, David D ownes ( 1988b:45) señaló el marcado
l
:ción sociaL En 1989 crecimiento, en general, de los criminólogos en Inglaterra. Has­
la
minología marxista. E ta 1968, "criminología" era un término asociado con la ortodo­
n
jo la perspectiva abolí­ xia, en el que estaban interesadas sólo unas pocas de personas.
masa crítica de jóvenes
u, Charalanibos Di mo
­
. Ioa nir tis Tz
ortzis, So - 1 Debo agradecer á. Dimitri Dimoulis por asesorarme al respecto.
RENt VAN SwAANINGEN EL MOSAICO DE L
1 24

Cuando la criminología se transformó en un desafío intelectual mencionar en primer lug:


de mayor importancia, es decir, al liberarse de su ethos utili­ uis Althusser, Antonio Gr
tario y de lucha contra el delito, ampliándose al estudio de la El enfoque del etiquetam
desviación y el desorden en términos sociales, atrajo el interés nos, como Howard Becker
de un grupo mayor de sociólogos. En segundo lugar, había tam­ usuario de marihuana, d<
bién en esa época una crisis empírica en la criminología tradi­ man, ejercieron también
cional, ubicada en el ethos "amateur, pasatista del estilo de vida crítica. La perspectiva del
inglés combinado con el pragmatismo de tipo fabianista" (Cohen la criminología, que se ori
1981 :70) . En la mayoría de los países de Europa continental no dolo hacia los controladm
existió una criminología administrativa. En tercer lugar, los re­ lito. También problematiz
cursos materiales para que las críticas sociales radicales pu­ los intereses que goberna
dieran realmente establecer un paradigma competidor existían, Algunas nociones del '
hasta cierto grado, en los departamentos de las ciencias sociales la teoría de la tensión, d(
inglesas. Es una situación distinta a la de muchas universida­ caron también a la crimil
des del continente europeo, donde la criminología se desarrolla ciadas, generalmente, co:
en las facu ltades de derecho, las que, en aquella época, estaban encajaban muy bien con
gobernadas con más ortodoxia que las facultades de ciencias eso, los académicos ingle
sociales. En cuarto lugar, el partido laborista inglés adoptó, ría del conflicto, tal como
hasta cierto punto, la nueva izquierda, mientras que en los paí­ Dahrendorf a finales de
ses continentales prevaleció la izquierda ortodoxa. E términos Bill Chambliss, a princip
globales, la nueva izquierda tomó una tendencia más libertaria realidad y sociedad, de
-dirigida a las estructuras organizativas y los programas de ac­ desde una perspectiva d
ción- que la izquierda ortodoxa, y esperó mayores impulsos de con datos empíricos. Se
cambio por parte de varios movimientos sociales nuevos que los te en sociología, que sos
partidos políticos y organizaciones sindicales tradicionales. En empírica a la teoría), nu
quinto lugar, las particularidades de la cultura inglesa (ser con­ nunca conseguía la forr.
cretos, relevantes en la práctica y realistas) también facilitó una tas de la sociedad eran
criminología políticamente comprometida con la práctica social. . perspectivas de las sube
En el continente, y bajo el influjo positivista clásico, tales orien­ con el neomarxismo y la
taciones fueron descartadas abiertamente como "no científicas". lismo, consiguieron tene
E sexto lugar, la situación política polarizada de los partidos crítica inglesa. En esta t
laborista y tory fueron un elemento más constitutivo de una cri­ rituales, de Stuart Hall y
minología del conflicto politizado que la constelación política en lar, Políticas de crisis ( 1 S
muchos países continental-europeo s, signados por las políticas es un tour de force intel(
de coalición con un partido demócrata-cristiano omnipotente, lezas y debilidades de la
casi siempre- en el medio. 1988:263). Ofreció un "e:
Si bien la criminología pudo haberse establecido en las pos­ epistemológica del marxi
_ frontación con el desagr:
trimerías de la década del 60, algunas de sus raíces intelectua­
les y conceptuales se remontan a mucho tiempo atrás. Así, cabe (Sumner 1 9 8 1 : 2 77-8). He
HNGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOWGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 25

' en un desafío intelectual mencionar en primer lugar las teorías sociales europeas de Lo­
berarse de su ethos utili­ uis Althusser, Antonio Gramsci, Jürgen Habermas y Karl Marx.
)]iándose al estudio de la El enfoque del etiquetamiento de los académicos norteamerica­
sociales, atrajo el interés nos, como Howard Becker (cuyo ensayo clásico, Convertirse en un
;egundo lugar, había tam­ usuario de marihuana, data de 1953), Ed Lemert o Erving Goff­
L en la criminología tradi­
man, ejercieron también una gran influencia en la criminología
Jasatista del estilo de vida crítica. La perspectiva del etiquetarniento hizo girar el enfoque de
de tipo fabianista" (Cohen la criminología, que se orientaba al delincuente y el delito, lleván­
de Europa continental no dolo hacia los controladores y las reacciones sociales ante el de­
1a. En tercer lugar, los re­ lito. También problematizó la definición legal de delito, al señalar
:as sociales radicales pu­ los intereses que gobernaban el proceso de etiquetamiento.
igma competidor existían, Algunas nociones del enfoque subcultural de David Matza, o
:os de las ciencias sociales la teoría de la tensión, de Richard Cloward y Lloyd Ohlin, mar­
la de muchas universida­ caron también a la criminología crítica. Sin embargo, al ser aso­
::riminología se desarrolla ciadas, generalmente, con el funcionalismo norteamericano, no
en aquella época, estaban encajaban muy bien con la perspectiva reflexiva europea. Por
as facultades de ciencias eso, los académicos ingleses los leyeron en el contexto de la teo­
, laborista inglés adoptó, ría del conflicto, tal como la había desarrollado en Europa Ralph
, mientras que en los paí­ Dahrendorf a finales de la década del 50 y en Estados Unidos
da ortodoxa. En términos Bill Chambliss, a principios de la década del 70. En Desviación,
L tendencia más libertaria
realidad y sociedad, de 197 1 , Steven Box propuso comenzar
ras y los programas de ac­ desde una perspectiva del conflicto y darle mayor elaboración
)eró mayores impulsos de con datos empíricos. Según Box ( 1 9 7 1 ) , la doctrina imperan­
:JS sociales nuevos que los te en sociología, que sostenía el trabajo inverso (de la realidad
1dicales tradicionales. En empírica a la teoría), nunca se mantenía en la realidad o bien
3. cultura inglesa (ser con­ nunca conseguía la formulación teórica. Las visiones implíci­
tstas) también facilitó una tas de la sociedad eran oscuras. Notablemente, cuando estas
:ida con la práctica social. · perspectivas de las subculturas y de la tensión se combinaron
:ivista clásico, tales orien­ con el neomarxismo y las teorías del conflicto y del estructura­
nte como "no científicas". lismo, consiguieron tener un rol importante en la criminología
lOlarizada de los partidos crítica inglesa. En esta tradición, La resistencia a través de los
'ls constitutivo de una cri­ rituales, de Stuart Hall y Tony Jefferson, de 1975, y, en particu­
la constelación política en lar, Políticas de crisis ( 1978, en colaboración con otros autores)
signados por las políticas es un tour de force intelectual que ejemplificó "todas las forta­
ta-cristiano omnipotente, lezas y debilidades de la sociología marxista" (Downes y Rock
1988:263). Ofreció un "espectáculo fascinante" de "la dilución
se establecido en las pos­ epistemológica del marxismo estructuralista a través de su con­
; de sus raíces intelectua­ frontación con el desagradable asunto de la realidad empírica"
ho tiempo atrás. Así, cabe (Sumner 1 9 8 1 :277-8). Hall analizó cómo se construía el pánico
1 26 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOSAICO DE Lt

moral y cómo se usaba para excluir a determinados grupos de no se tome el delito seria
la sociedad, como también para traducir los problemas surgidos es una definición legal de
de las crisis económicas en problemas penales. Además, estudió sos o molestos, otros no t;
cómo los grupos resistían su posición subordinada. to s dañosos son criminal
La teoría de la desviación surgió de la crítica al enfoque del realizados por los grupo
etiquetamiento. Los sostenedores de esta última fueron acusa­ algunos criminólogos crí
dos de una actitud liberal, carente de comprensión de las estruc­ sólo incluyen formas de d
turas de poder y del principal actor en el proceso de definición: bién las intervenciones rr.
el Estado. Jan Taylor, Paul Walton y Jock Young ( 1 9 73: 1 3 9 -7 1 ) trabajo inseguras o la ex¡
basan en esta crítica, conocida como la controversia B ecker­ las ganancias. En este se
Gouldner, su "teoría completamente social de la desviación". Los desde el enfoque del etiq
partidarios del etiquetamiento eran acusados de sobreenfatizar viación fue el cambio en 1
las reacciones sociales ante la desviación y descuidar las cau­ estigmatización a la crin
sas y los motivos. Más aún, se los veía moralmente relativistas a ser el motivo por el cu
y liberales en sus compromisos sociales. Esto es recurrente en criminalizados y otros no
la criminología: Tarde fue acusado por Durkheim de relativismo El trabajo Demonios pe
moral, los juristas clásicos alemanes hicieron lo mismo con van ( 1972), marcó la transició
Liszt y, en la década del 80, los "realistas" etiquetarían del mis­ la de la desviación, al den
mo modo a los llamados criminólogos "idealistas de izquierda". municación creaban "pár
Sin embargo, el padre de la teoría del etiquetamiento, Howard juveniles se etiquetaban '
Becker (1967), fue bastante explícito respecto de su compromiso estudio de Jock Young Le
cuando sostuvo que la sociología debía ser el apoyo académico tema central es la amplif
de los débiles, a quienes define como víctimas del poder. En re­ medios masivos y la palie
trospectiva, es difícil entender por qué entre los teóricos de la ría el comienzo de la Co;
desviación y los académicos del etiquetamiento se produjo una finales de la década del (
polarización tan marcada. Stan Cohen ( 1988:242) describió con ron a la investigación cer
acierto la criminología crítica como un "sucesor más estricto de clase y juventud: Jan Tay
la teoría del etiquetamiento". cífica posición de clase d
Si bien todavía parece justificada la crítica al enfoque del hooliganism); Stuart Hall
etiquetamiento (en tanto explica muy poco acerca de las causas los hippies; Phill Cohen y
o la creación de la desviación primaria), la acusación de que sus culturas juveniles en gen
sostenedores ignoraron " la cuestión del poder" parece ahora un movimientos estudiantil€:
tanto descabellada. En una perspectiva interaccionista, la diná­ ras de los motociclistas r
mica social se analiza a nivel meso y microsocial, mientras que "El nacimiento de la c1
el valor analítico de la teoría marxista y estructuralista yace ma organizada, fue la e
más a nivel macrosocial. Éstas ofrecen diferentes herramientas (NCD, por sus siglas en i:
para distintos análisis de la realidad empírica, lo que puede ser escisión de la Tercera C
perfectamente concordante con un meta-nivel. D efinir el delito e Investigación criminoló
como un comportamiento etiquetado como tal no significa que y, desde luego, del "gue·
ANINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGiA CRiTICA EUROPEA 1 27

a determinados grupos de no se tome el delito seriamente como problema social. El delito


ucir los problemas surgidos es una definición legal de determinados actos. Algunos peligro­
s penales. Además, estudió sos o molestos, otros no tanto; por otra parte, no todos los even­
n subordinada.
tos dañosos son criminalizados (no lo son, particularmente, los
de la crítica al enfoque del real izados por los grupos más poderosos de la sociedad). Para
esta última fueron acusa­ algunos criminólogos críticos, los delitos de los poderosos no
comprensión de las estruc­ sólo incluyen formas de delincuencia de cuello blanco sino tam­
:n el proceso de definición:
bién las intervenciones militares, la creación de condiciones de
Jock Young (1973 : 139-71) trabajo inseguras o la explotación de personas para maximizar
to la controversia Becker­ las ganancias. En este sentido, un paso lógico en la transición
ocial de la desviación". Los desde -el enfoque del etiquetamiento hacia la teoría de la des­
cusados de sobreenfatizar viación fue el cambio en el tema de investigación, que giró de la
.ción Y descuidar las cau­ estigmatización a la criminalización. La cuestión central pasó

:a moralmente relativistas a ser el motivo por el cual determinados comportamientos son

les. Esto es recurrente en criminalizados y otros no lo son.

· Durkheim de relativismo El trabajo Demonios populares y pánico moral, de Stan Cohen


1icieron lo mismo con von (1972), marcó la transición de la teoría del etiquetamiento hacia
tas" etiquetarían del mis­ la de la desviación, al demostrar cómo los medios masivos de co­
"idealistas de izquierda": municación creaban "pánico moral" y cómo ciertas subculturas
. etiquetamiento, Howard juveniles se etiquetaban como enemigas de la moral pública. El
specto de su compromiso estudio de Jock Young Los consumidores de drogas (1971), cuyo
3. ser el apoyo académico
tema central es la amplificación de la desviación a través de los
íctimas del poder. En re­ medios masivos y la policía, surgió de una tradición que marca­
! entre los teóricos de la
ría el comienzo de la Conferencia Nacional sobre Desviación, a
tamiento se produjo una finales de la década del 60. Los criminólogos jóvenes se aboca­
ron a la investigación centrada en la combinación específica de
(1988:242) describió con
clase y juventud: Ian Taylor escribió en 1968 acerca de la espe­
"sucesor más estricto de
cífica posición de clase de los barrabravas en el fútbol (football
hooliganism); Stuart Hall (1970) hizo lo propio con referencia a
a crítica al enfoque del
los hippies; Phill Cohen y Geoff Pearson lo hicieron acerca de las
)CO acerca de las causas
culturas juveniles en general; Paul Walton . ( 1971) se dedicó a los
la acusación de que sus
movimientos estudiantiles y Paul Willes ( 1972) a las subcultu­
poder" parece ahora un
ras de los motociclistas (Taylor 1973).
interaccionista, la diná­
"El nacimiento de la criminología radical en este país, en for­
icrosocial, mientras que
ma organizada, fue la Conferencia Nacional sobre Desviación
Y estructuralista yace
(NCD, por sus siglas en inglés), formada en julio de 1968, como
Eferentes herramientas
escisión de la Tercera Conferencia Nacional sobre Enseñanza
pírica, lo que puede ser
e Investigación criminológica en la Universidad de Cambridge",
l-nivel. D efinir el delito
y, desde luego, del "gueto intelectual del positivismo" (Young
mo tal no significa que
RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOSAICO DE LA <
1 28
racc'
1988 : 16 1 ) . "La criminología oficial fue considerada con actitu­ de contacto con el inte
des que variaron entre la condena ideológica hasta un cierto Después de la déca da del 7
grado de aburrimiento", y para distanciarse de esta clase de cri­ principalmente crítica epi
minología "había que tallar algún tipo de subcultura separada de ley y orde n del Esta do. l
dentro del mundo sociológico. Por lo tanto, ostensiblemente por ciencia libre de valores , er
estas razones . . . , siete de nosotros nos reunimos en 1968, lo que min adas políticamente co1
resultó adecuado en Cambridge, en el medio de una conferencia adquirieron un rol central.
del Instituto de Criminología abíerto por el ministro del Interior" practicar la crim inología c<
(Cohen 1981 :80). Estos siete "rebeldes con causa" eran Kit Car­ ción del dere cho pen al y
son, Stan Cohen, D avid Downes, Mary Mclntosh, Paul Rock, Ian miento del siste ma de just
Taylor y Laurie Taylor. Esta último organizó el primer encuentro tado para mantener sin ca
del grupo y algunos amigos en York, en noviembre de 1968. De destacarse que el sistema •

este "Grupo de York" surgió la Conferencia Nacional sobre Des­ a su rol en la perpetuación
viación (NDC). Sus bases políticas se hallaban en la crítica de de clas e y el embrutecimie
la nueva izquierda a la extensión del Estado a través de sus in­ ba contraproducente en le
tervenciones asistenciales. Junto con movimientos de la antip­ supervivencia psicológica,
siquiatría como "Rata Roja", "Gente, no psiquiatría" y " Humpty fue un estudio esen cial , al
Dumpty", el grupo de presión en el área penal "Alternativas Ra­ del encarcelamiento por le
dicales a la Prisión", el movimiento de detenidos PROP, los "ocu­ Para mediados de la d
pas", the London street Commune y la organización militante ridad dentro de la N D C . L
de trabajadores sociales "Case Con", los criminólogos críticos mientras que los académi•
formaron parte de la nueva izquierda inglesa. escuela part icul ar. Sobre
Laurie Taylor y Stan Cohen, cuyos centros institucionales nología crítica (197 5), de ·
estaban en las universidades de York y Sheffield, fueron los re­ una crim inolo gía neom ar
presentantes del grupo durante los primeros años. El primer vid Dow nes y Pau l Roc k 1
encuentro de la Conferencia Nacional sobre Desviación (NDC) del control soci al, dado q1
convocó a veinte personas, pero para 1973 la NDC ya contaba autores, ya no quedaba g
con cientos de miembros (Taylor 1973:210). Si bien la N D C exis­ Taylor 1975 :22) . Por su I
tió desde 1969 hasta 1979, sus tres primeros años fueron los les Contemporáneos de E
más productivos. Durante este período, se llevaron a cabo diez en las subculturas de la
conferencias, cuyas ponencias colectivas se publicaron en 197 1 . que la idea de "darle sen
como Imágenes de la desviación (editado por Stan Cohen) y en bajo . La sepa raci ón se p
1973 como Las políticas y la desviación (editado por Ian Taylor y ración de crim inólogos n
Laurie Taylor) y Problemas sociales contemporáneos en Inglate­ por las observaciones gr
rra (editado por Roy Bailey y Jock Young). cas y la teoría neo mar x
A pesar de su prominente lugar en la agenda de la inves­ desa fío intelectual de la
tigación de la Nueva Criminología _(Taylor et al. 1973:275), la com o "inte lectu alism o" y
atención real a la investigación de la· política económica de las de la NDC por con sidere
reacciones sociales se hizo cada vez más marginal y la línea teoría marxista de la dt
tAN INGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 29

interacc ionismo se volvió cada vez más laxa.


:ue considerada con actitu- de c ontac to con el
la criminol ogía crítica inglesa era
ideológica hasta un cierto Después de la década del 70,
epistem ológica y crítica de las políticas
nciarse de esta clase de cri­ principalmente crítica
n al ideal positivista de la
ipo de subcultura separada de ley y orden del Estado. La oposició
que concier ne a materias deter­
, tanto, ostensiblemente por ciencia libre de valores , en lo
desviac ión y el control social,
1s reunimos en 1968, lo que minadas políticamente como la
. Los académ icos críticos se negaron a
el medio de una conferencia adquirieron un rol central
ina auxiliar a la coer­
por el ministro del Interior" practic ar la criminología como una discipl
abocar on al estudio del fu nciona­
es con causa" eran Kit Car­ ción del derecho penal y se
como instrum ento del Es­
ry Mclntosh, Paul Rock, Ian miento del sistema de justicia penal
es de poder. Ha de
rganizó el primer encuentro tado para mantener sin cambio s las relacion
do con respect o
, en noviembre de 1968. De destacarse que el sistema carcelario fue estudia
las relacion es
!rencia Nacional sobre Des­ a su rol en la perpetu ación (si no reproducción) de
resulta­
>e hallaban en la critica de de clase y el embrutecimiento de las person as. Por ello,
ba contraproducente en la lucha contra el delito. El trabajo
La
1 Estado a través de sus in­
supervivencia psicológica, de Stan Cohen y Laurie Taylor
( 1972),
n movimientos de la antip­
l, al constitu ir la primera crítica empíric a
, no psiquiatría" y "Humpty fue un estudio esencia
trea penal "Alternativas Ra­ del encarcelamiento por largos período s en Inglate rra.
le detenidos PROP, los "ocu­ Para mediados de la década del 70, había una gran dispa­
y la organización militante ridad dentro de la NDC. Las reunion es eran menos frecuentes,
", los criminólogos críticos mientras que los académicos desarrollaban individualmente su
a inglesa. escuela particu lar. Sobre las huellas de la compilación Crimi­
yos centros institucionales nología crítica (1975), de Taylor, Walton y Young, se estableció
k y Sheffield, fueron los re­ una criminología neomar xista. Laurie Taylor, Stan Cohen, Da­
, primeros años. El primer vid Downes y Paul Rack reevaluaron el enfoque interaccionista
tal sobre Desviación (NDC) del control social, dado que, como sostuvieron los dos primeros
·a 1973 la NDC ya contaba autores , ya no quedaba grupo esotérico por estudia r. (Cohen y
3:210). Si bien la N D C exis­ Taylcir 1975 : 2 2 ) . Por su parte, el Centro de Estudio s Cultura­
> primeros años fueron los les Contemporáneos de Birmin gham, de Stuart Hall, se centró
>do, se llevaron a cabo diez en las subculturas de la imagina ción y la resistencia, en las
:ivas se publicaron en 1 9 7 1 ,que la idea de "darle sentido a la vida" ya no depend íé.J. del tra­
itado por Stan Cohen) y en bajo. La separación se profund izó cuando una segund a gene­
'ón (editado por Ian Taylor y ración de criminólogos radicales se orientó más explícitamente
contemporáneos en Inglate­ por las observaciones gramsc ianas de las culturas hegemó ni­
•ung). cas y la teoría neomar xista del confl icto. Ellos desecharon el
en la agenda de la inves­ desafío intelect ual de la teoria de la desviac ión, calificándola
( aylor et al. 1973:275), la como "intelec tualism o" y también la estruct ura organizacional
:1. política económica de las de la N D C por considerarla "patria rcal". Paul Hirst rechazó la
z más marginal y la línea teoría marxista de la desviación, mientras que Colín Sumne r
1 30 RENÉ VAN SwAANINGEN EL MOSAICO DE l

la defendió. Según Hirst ( 1975), no había lugar para conceptos llevaron a cabo una serü
no especificados de la superestructura como "desviación" en el la representación mediá1
marxismo ortodoxo, mientras que Sumner ( 1976) sostuvo que la "actividad subversiva'
el concepto de desviación tendría que ser reelaborado dentro de humanos a través de los
las categorías básicas del marxismo. Cuando la nueva derecha también sobre el sistemé
comenzó a dominar el escenario político inglés, con la victoria Los análisis sobre la d
electoral de Margaret Thatcher en 1979, se esfumó definitiva­ criminología crítica ingle
mente cualquier clima favorable al advenimiento de una socie­ cionismo prácticamente
dad poscapitalista. Tomó su lugar una gran consternación por en ese clima político hos
el surgimiento de un Estado autoritario, que privatizó u no a uno segunda generación sin
los servicios públicos y empujó a sectores sociales completos que ser confrontado con
(mineros, jóvenes trabajadores, negros, madres solteras, etc.) al modelo de un "criminólo¡
borde de la línea de pobreza. Existía una gran disparidad entre (Scraton 1987), que ya e
la retórica neoliberal sobre la democracia y el contenido mate­ (será elaborado en el Ca¡
rial no democrático de las políticas de Thatcher. La imagen que conflicto en Irlanda del t
se tenía de la intervención estatal en la vida privada reflejaba penal también fue anaL
el rol político del analista: " La percepción del Estado como un reforma no sólo no prod1
proveedor benevolente puede cambiar tras la experiencia de una ba las estructuras heger
investigación invasiva de la vida de quien pretende ser benefi­ tcheriano. Las estrategi.
ciario de la seguridad social. Para algunos, el Estado puede ser derribar el sistema (Sim
el defensor de las libertades civiles, pero tal percepción también Mientras que la "sol
depende de si el observador es un sindicalista que promueve ac­ transformó, de algún n
ciones directas, el dueño de la fábrica objeto de dichas acciones sada carga de refiexion
o un policía antidisturbios responsable de "defender el orden sobre Althusser, Fouca1
público" (Hillyard y Percy- Smith 198: 14). empíricos un anquilos;
Muchos de los estudios críticos sobre las agencias de la jus­ tar. "Uno ya no podía
ticia penal de los 80 reflejaban la imagen · de una democracia diría Ian Taylor con re:
en declive y de intervenciones estátales con un · carácter cada NDC (van den Boogaar
vez más coercitivo. Paul Gilroy, Paul Gordon y Stuart Hall, en­ La segunda genera·
tre otros, estudiaron la policía como institución de represión nos llevó bastante má:
contramovimientos (negros) que enfrentaban al thatcherismo en go tratados por. la crir
Brixton, Liverpool y en otros lugares. Joe si m, Mike Fitzgerald, centivo epistemológico
Mick Ryan y Tony Ward, o Phil Scraton y Kathryn Chadwick, al descubierto el impo
analizaron la política que producía mayor número de senten­ experiencia y conocim:
cias, condenas de cárcel más largas y sobrepoblación de pre­ empírica concreta. La j
sidios en condiciones inhumanas, que fatalmente condujeron ideología, según Collin
a muertes y revueltas en varias cárceles. Estos análisis fueron problemas "reales" de
aún más agudos en el caso de Irlanda del Norte, donde Paddy Estado" adquirió un 1
Hillyard, Dermot Walsh, Bill Rolston, Mike Toinlinson y otros, Sugería una suerte de
.N IN GEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGiA CRiTICA EUROPEA 131

tabía lugar para conceptos llevaron a cabo una serie de estudios sobre la criminalización y
ra como "desviación" en el la representación mediática de los llamados "delitos políticos" y
umner ( 1976) sostuvo que la "actividad subversiva", sobre las violaciones de los derechos
: ser reelaborado dentro de humanos a través de los conocidos como "poderes especiales" y
Cuando la nueva derecha también sobre el sistema carcelario.
ítico inglés, con la victoria Los análisis sobre la disciplina y el poder estatal dominaban la
979, se esfumó definitiva­ criminología crítica inglesa y la perspectiva "liberal" del interac­
dvenimiénto de una sacie­ cionismo prácticamente no recibió más atención. E specialmente
na gran consternación por en ese clima político hostil, los criminólogos críticos radicales de
·io, que privatizó uno a uno segunda generación sintieron que el compromiso político tenía
::ctores sociales completos que ser confrontado con la acción sociaL Hasta cierto punto, el
lS, madres solteras, etc.) al modelo de un "criminólogo de abajo" contra el "Estado autoritario"
una gran disparidad entre (Scraton 1987), que ya existía con respecto al sistema carcelario
racia y el contenido mate­ (será elaborado en el Capítulo VII), se extendió hacia la policía, el
e Thatcher. La imagen que conflicto en Irlanda del Norte, el racismo y el sexismo. La reforma
n la vida privada reflejaba penal también fue analizada en términos de contrarreforma: la
pción del Estado como un reforma no sólo no producía resultados, sino que además reforza­
- tras· la experiencia de una ba las estructuras hegemónicas del autoritarismo del Estado tha­
quien pretende ser benefi­ tcheriano. Las estrategias contrahegemónicas debían dirigirse a
gunos, el Estado puede ser derribar el sistema (Sim 1986).
ero tal percepción también Mientras que la "solidaridad" con los grupos sojuzgados se
dicalista que promueve ac- transformó, de algún modo, en una misión populista, una pe­
3. objeto de dichas acciones sada carga de reflexiones teóricas sobre Gramsci, pero también
:tble de "defender el orden sobre Althusser, Foucault y Habermas, les dieron a los estudios
14) . empíricos un anquilosamiento teórico que no pudieron sopor­
Jbre las agencias de la jus­ tar. "Uno ya no podía ir a ninguna parte sin un diccionario",
nagen de una democracia
· diría Ian Taylor con respecto a las próximas conferencias de la
:�.les con un · carácter cada NDC (van den Boogaart y Seus 199 1 : 66).
Gordon y Stuart Hall, en­ La segunda generación de criminólogos radicales ingleses
o institución de represión nos llevó bastante más lejos de los temas del delito y el casti­
:ntabaq. al thatcherismo en go tratados por la criminología tradicionaL Al extremar el in­
. Joe Sim, Mike Fitzgerald, centivo epistemológico inicial de la criminología crítica, dejaron
üon y Kathryn Chadwick, al descubierto el importante problema analítico de la falta de
mayor número de senten­ experiencia y conocimiento específico basados en investigación
; y sobrepoblación de pre­ empírica concreta. La desviación se había transformado en una
¡ue fatalmente condujeron ideología, según Collin Sumner ( 1994) . El objetivo de revelar los
eles. Estos análisis fueron problemas "reales" de la sociedad y "los verdaderos motivos del
da del Norte, donde Paddy Estado" adquirió uri tono pretencioso, por no decir diletante.
t, Mike Toinlinson y otros, Sugería u na suerte de teoría de la conspiración, en la que hom­
132 RENÉ VAN SWAANJNGEN EL MOSAICO DE LA C

bres malos, atizados por u na mujer muy mala, diseñaban po­ de la N D C y su "grosera in
líticas astutas y cínicas. E sto dio demasiada credibilidad a la cual el delito era tratado coi
nueva derecha, que parecía estar gobernada, principalmente, frutar el tiempo de ocio. Se
por criterios de gerenciamiento como el de la eficiencia. Stuart el h ilo conductor pasó a se1
Hall ( 1988) cambió el centro de atención de la política autorita­ "tomado seriamente", dado
ria de ley y orden hacia el "populismo autoritario" de la sociedad vulnerables de la sociedad.
al que apelaba esta política. Este análisis, que parece plantear la criminología crítica de Yc
un desafío más interesante que centrarse en el E stado como tal, se había vuelto insostenible
será elaborado en el Capítulo VIII, en el que se analizará el de­ del delito y su creación de t
sarrollo, a nivel europeo, de las políticas de ley y orden durante así como también su falta e
las décadas de los 80 y 9 0 . etiología, las estadísticas y
La NDC prácticamente anunció su obituario en 197 1 con una izquierda promovió la reev
conferencia que llevaba un título revelador: "La permisividad y esta cuestión será tratada <
el control: el destino de la legislación de los años 60". Su verda­ La criminología crítica i
dero canto del cisne se produjo en 1979, cuando organizó, junto portante en 1976, con la ;
con la Conferencia de Economistas Sociales, u na conferencia nología, de Carol Smart. J
sobre "El capitalismo y el Estado de derecho". Para la década tendencia en la crítica femi
del 80, con los criminólogos críticos mayormente a la defensiva, dersohn -quien comenzó
el núcleo de reestructuración del proyecto había quedado vacío ya en 1968 y continuó tra·
de significado. El consenso sobre lo negativo bien pudo haber ces- y Mary Mclntosh -qui
facilitado los sentimientos neoconservadores, dado que le fal­ tado dentro de la NDC-. J
taba un concepto sobre lo que "debería ser". E ste "negativismo en la criminología crítica '
ideológico" parece ser un elemento específicamente inglés en la estudios feministas que aJ
crisis de la criminología crítica. inglesa es demasiado im¡::
La compilación de Downes y Rock ( 1979) Interpretaciones de mencionaré algunos tema
la desviación puede ser vista como una respuesta interaccionista profusamente sobre los vic
a la criminología crítica neomarxista crecientemente dominante. mología; Pat Carien sobre <
El criminólogo crítico italiano Dario Melossi ( 1985: 197) sostuvo Edwards sobre las mujeres
que el enfoque microsociológico del interaccionismo y el macro­ sobre sexismo; Sandra Ha:
sociológico del marxismo aún necesitaban una conjunción, si se ne Gregory sobre género y
pretendía superar la crisis dentro de la criminología critica: "Es. . . ladón; Jayne Mooney sob1
con relación a este tema que podemos tratar de entender i la sobre mujeres y justicia pe
criminología crítica ha podido realmente superar la teoría del eti­ de inseguridad; Marcia R
quetamiento". En Inglaterra, esta separación será definitiva, pero Walklate sobre victimologí
en el continente se hicieron varios intentos de revertirla. innovador tanto en la bas(
Las perspectivas de Ian Taylor y Jock Young cambiaron pau­ la conceptualización del p
latinamente, desde la criminología de la clase trabajadora hacia boración empírica (victimc
el realismo de izquierda. Ha de destacarse que Jock Young ( 1975, X. Siguiendo a Carol S ma1
1979) pasó a rechazar fervientemente el "relativismo romántico" nista del Derecho.
<\NIN GEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA EUROPEA 1 33

mu y ma la, diseñaban po­ de la N D C y su "grosera inversión" del utilitarismo, dentro del


emasiada credibilidad a la cual el delito era tratado como si fuera una alternativa para dis­
obe rna da, principalmente, frutar el tiempo de ocio. Se abandonó el término "desviación" y
) el de la efic ienc ia. Stu art el hilo conductor pasó a ser la idea de que todo delito debía ser
ión de la política autorita- "tomado seriamente", dado que tendía a golpear las partes más
autoritario" de la sociedad vulnerables de la sociedad. En la versión realista de la crisis de
álisis, que parece plantear la criminología crítica de Young ( 1 9 8 8 : 174), la posición raqical
arse en el Estado como tal se había vuelto insostenible, por su subestimación del problema
L el que se ana liza
rá el de del delito y su creación de tabúes sobre la intervención policial,
cas de ley y orden durante así como también su falta de interés en tratar el positivismo, la
etiología, las estadísticas y la reforma. Dado que el realismo de
obituario en 197 1 con una izquierda promovió la reevaluación de la criminología crítica,
elador: "La permisividad y esta cuestión será tratada con más detalle en el Capítulo IX.
de los años 60". Su verda- La criminología crítica inglesa recibió un nuevo impulso im­
79, cuando organizó, junto portante en 1976, con la aparición de Mujeres, delito y crimi­
Sociales, una conferencia nología, de Carol Smart. Junto con Smart, también marcaron
derecho". Para la década tendencia en la crítica feminista de la criminología Frances Hei­
1ayormente a la defensiva dersohn -quien comenzó su trabajQ sobre género y desviación
recto había quedado vací ya en 1968 y continuó trabajando en esos temas desde enton­
negativo bien pudo haber ces- y Mary Mclntosh -quien trató el tema de la mujer y el Es­
vadores, dado que le fal­ tado dentro de la N D C-. El feminismo tendría un rol central
ía ser". E ste "negativismo en la criminología crítica de la década del 80. La cantidad de
)ecíficamente inglés en la estudios feministas que aparecieron en la criminología crítica
inglesa es demasiado importante para abarcarlos aquí. Sólo
(1979) Interpretaciones de mencionaré algunos temas centrales: Jill Box-Grainger publicó
respuesta interaccionista profusamente sobre los violadores; Maureen Caín sobre episte­
recientemente dominante. mología; Pat Carien sobre delin cuentes y presas femeninas; Sue
lelossi (1985: 197) sostuvo Edwards sobre las mujeres llevadas a juicio; Loraine Gelsthorpe
:eraccionismo y el macro­ sobre sexismo; Sandra Harding sobre la teoría feminista; Jean­
)an una conjunción, si se ne Gregory sobre género y clase; Sue Lees sobre juicios por vio­
riminología critica: "Es. . . lación; Jayne Mooney sobre _violencia doméstica; Alison Morris
; tratar de entender i la sobre mujeres y justicia penal; Kate Painter sobre el sentimiento
e superar la teoría del eti- de inseguridad; Marcia Rice sobre mujeres negras, y Sandra
3.ción será definitiva, pero Walklate sobre victimología. Dado que el feminismo tuvo un rol
.tos de revertida. innovador tanto en la base teórica de la criminología crítica (en
k Young cambiaron pau­ la conceptualización del poder y la dominación) como en la ela­
i clase trabajadora hacia boración empírica (victimología), será retomado en el Capitulo
se que Jock Young ( 1975, X. Siguiendo a Caro! Smart ( 1990), analizaremos la visión femi­
1 "relativismo romántico" nista del Derecho.
1 34 RENE VAN 8WAANINGEN EL MOSAICO DE L

II. EL GRuPo EuROPEO PARA EL EsTUDIO DE LA DESVIACION v EL CoNTROL raccionistas y neornarxis


SociAL contrapartes italianas, a
de la antipsiquiatría lideJ
En 1973 el Grupo Europeo para el Estudio de la Desviación
organizó una conferenci:
y el Control Social amplió el enfoque y la audiencia de la N D C
cerca de Florencia, con e
al continente europeo. E l grupo quería superar con s u ímpetu
ropa: alcance y perspect
la inercia producida por los límites de los subgrupos, las clases,
las cuestiones étnicas, sexuales y nacionales. El Grupo Euro­ tablecirniento del Grupo
peo contribuyó a que ternas corno el feminismo, los delitos de chi ( 1974b, 1980:302 -7 )
los poderosos, el carácter conflictivo de la ley penal, el rol de corno "criminología del b
los movimientos de presos y pacientes en la reforma penal y York a Florencia". Bianc
psiquiátrica o la violencia policial fueran incorporados a la cri­ sa de dormir y sentadas'
minología europea. En sentido inverso, muchos desarrollos de comparadas con las con
la criminología crítica continental llegaron a un auditorio inter­ de Criminología", con s1.:
nacional a través del Grupo Europeo. Stan Cohen caracterizó al pañantes y sus recintos
grupo corno "el logro institucional más notable" de la criminolo­ la Italia de Mussolini del
gía crítica y "una fuerza influyente para reunir a los sociólogos y robo de bicicletas y, más
activistas de Europa occidental, que tenían mucho en común" nía con los participantes
En 1970, Stari Cohen, el italiano Mario Sirnondi y el alemán otro tanto. El objetivo de
Karl Schurnann compartían una oficina en la renovada E scuela nología de su ideología s<
Crítica de Criminología en Bekerley, California. No se conocían crítico del control social
con anterioridad. En sus países de origen, los tres habían tenido El compromiso del g¡
sus experiencias en el establecimiento de una criminología al­ do, justo antes de la pr
ternativa. Si bien los objetos contra Jos cuales debía postularse Pinochet llevó a cabo el ¡
eran diferentes, la disconformidad con los intereses dominantes social-demócrata del e h
de ley y orden que tendían a determinar la agenda criminológica tes de la conferencia se 1
y un compromiso positivo con la justicia social constituyeron contra este acto terrorü
factores comunes. Resulta paradoja] que los europeos hayan te­ resistencia obrera chiler:
nido que reunirse en EE.UU. , pero la historia específica europea ticipantes fue, más que
Y su gran diversidad cultural e idiomática impidió que una ac­ de una unanimidad táci
ción concertada corno ésta se diera dentro del continente. so político en el objeto <
De vuelta en Europa, los tres investigadores se encontraron Hurnphries 1974; Euro:
en Florencia y escribieron, junto a Laurie Taylor y la italiana quería constituirse en 1
Margherita Ciacci, el bosquejo preliminar de un manifiesto que sistas corno para activis'
circularía entre los colegas de espíritu crítico de toda Europa. El ternas que no se debatía
propósito era organizar la primera conferencia de criminología convencional. Asimismc
crítica que abarcara a toda Europa. Entre los oradores invita­ los nuevos movimientos
dos estaban el holandés Herrnan Bianchi, los noruegos Thornas cia social. En este aspe<
Mathiesen y Tove Stang Dahl, varios movimientos de presos y existiera una adecuada
pacientes, juristas radicales o sociales y, sobre todo, Jos inte­ de la conferencia y el co
AANINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 135

' DE LA DESVIACIÓN Y EL CONTROL raccionistas y neomarxistas jóvenes alemanes e ingleses y sus


contrapartes italianas, así como también el importante grupo
de la antipsiquiatría liderado por Franco Basaglia. En 1973, se
t el Estudio de la Desviación
organizó una conferencia en el pueblo italiano de Impruneta,
ue y la audiencia de la NDC
cerca de Florencia, con el título de "Desviación y control en Eu­
tería superar con su ímpetu
ropa: alcance y perspectivas de la criminología radical". El es­
de los subgrupos, las clases,
tableci miento del Grupo Europeo era un hecho. Herman Bian­
nacionales. El Grupo Euro­
el feminismo, los delitos de chi ( 1974b, 1980:302 -7) caracterizó a e sta nueva criminología
como "criminología del blue jean" por haber sido trasladada "de
vo de la ley penal, el rol de
York a Florencia". Bianchi describió "las conferencias de bol­
!ntes en la reforma penal y
sa de dormir y sentadas", que constituían un "auténtico alivio"
'ueran incorporados a la cri­
comparadas con las conferencias de la Sociedad Internacional
erso, muchos desarrollos de
de Criminología", con sus acartonados programas para acom­
legaron a un auditorio ínter­
o. Stan Cohen caracterizó al pañantes y sus recintos de lujo, en donde los criminólogos de
nás notable" de la criminolo­ la Italia de Mussolini debatían principalmente sobre el nivel del
robo de bicicletas y, más tarde en la E spaña de Franco, en armo­
Jara reunir a los sociólogos y
e tenían mucho en común" nía con los participantes uniformados de Latinoamérica, hacían
> Mario Simondi y el alerríán otro tanto. El objetivo del Grupo Europeo era liberar a la crimi­
icina en la renovada Escuela nología de su ideología sospechosa y reformarla con un discurso
r, California. No se conocían
crítico del control social organizado desde el Estado.
>rigen, los tres habían tenido El compromiso del grupo se manifestó abiertamente cuan­
!nto de una criminología al­ do, justo antes de la primera conferencia, el general Augusto
. los cuales debía postularse Pinochet llevó a cabo el golpe de Estado que derrocó al gobierno
on los intereses dominantes social-demócrata del chileno Salvador Allende. Los participan­
inar la agenda criminológica tes de la conferencia se unieron a la manifestación en Florencia
usticia social constituyeron contra este acto terrorista y expresaron su solidaridad con la
.1 que los europeos hayan te­ resistencia obrera chilena. Esta decisión espontánea de los par­
a historia específica europea ticipantes fue, más que una acción conjunta, la manifestación
>mática impidió que una ac­ de una unanimidad tácita acerca de la necesidad de compromi­
dentro del continente. so político en el objeto de la criminología (Bianchi et al. 1975;
vestigadores se encontraron Humphries 1974; European Group 1975). El Grupo Europeo
. Laurie Taylor y la italiana quería constituirse en un foro, tanto para académicos progre­
minar de un manifiesto que sistas como para activistas, en el que pudieran tratarse aquellos
tu crítico de toda Europa. El temas que no se debatían en las conferencias de la criminología
conferencia de criminología convencional. Asimismo, se proponía mostrar solidaridad con
l . Entre los oradores invita­ los nuevos __moyimientos sociales y su compromiso con la justi­
anchi, los noruegos Thomas cia social. En este aspecto, se consideraba muy importante que
os movimientos de presos y existiera una adecuada correspondencia entre el tema, el lugar
ales y, sobre todo, los inte- de la conferencia y el compromiso con la acción política local.
EL MOSAICO DE LA
1 36 RENÉ VAN SWAANINGEN
tivista hacia los temas poli·
El desarrollo del Grupo Europeo siguió, en general, la misma
la tradición académica reflc
línea observada en Inglaterra, dividiéndose en cuatro períodos:
en Europa del centro y de
hasta 1977; 1977- 198 1 ; 1982 - 1986 y después de 1987. El primer
rnarse "tercera generación"
período, después de la dirección apenas insinuada en Florencia,
niños en 1968 y crecieron
se caracterizó por llenar la agenda radical de temas más con­
esta era, mostrando escas¡
cretos: las acciones de los presos y la reforma penal (Universi­
los eslóganes revolucionar;
dad de E ssex, 1974), delito de cuello blanco (Universidad Libre
La secretaria del grupo,
de Amsterdam, 1975) y economía y delito (Viena, 1976) (Ciacci
y los editores y istribuid<
y Simondi, 1 9 77). En el segundo período, el debate sobre el rol
sociólogos anglmrlandeses
del Estado y el terrorismo fueron los temas centrales. De este
Tornlinson- mantuvieron ¡
modo, comenzó también la tradición de relacionar el tópico de
duros momentos. En el cw
la conferencia con los temas centrales de la escena nacional del
tos de reorientar la crimin<
país anfitrión, puesta de manifiesto en las resoluciones adop­
de la década del 9 0 , hacié
tadas por la Conferencia. Por ello, no fue sorprendente que en
como la internacionalizac
Cataluña -que acababa de entrar en un período de transición
migratorias y el surgimien
después de la dictadura franquista- se debatiera la seguridad vo significado de la ciudad
estatal (Barcelona, 1977), en Alemania -durante el apogeo del este período, las actividad
países de Europa centra: _Y
activismo político m ilitante- se tratara el terrorismo y la violen­
cia política (Bremen, 1978), y en Ulster se combinaran ambos bían tenido representacwn
temas dentro de la situación particular de Irlanda del Norte, en enfrentaba u n nuevo probl
donde durante la conferencia tuvo lugar u na huelga de hambre 80, el grupo fue un foro crí
de los presos del Ejército Republicano Irlandés (Derry, 1981). de entonces surgieron mu
El pedido explícito de solidaridad con aquellos convictos causó estudio e investigación de
una profunda división dentro del contingente inglés, desbordan­ estas iniciativas internaci<
do las emociones de tal forma que constituyó una amenaza para bastante específicos en rel
el futuro del Grupo Europeo como tal. cia penal y en tanto la "luc
El tercer período estuvo signado claramente por la crisis en la un tinte muy d istinto a la
criminología crítica. Era como si los conflictos producidos den­ para el Grupo Europeo ad·
tro de la N D C , después de su desaparición en Inglaterra, hubie­ general y centrarse en la '
ran continuado en el Grupo Europeo. Sin embargo, los relatos de la criminología crítica
sobre el thatcherismo eran menos relevantes para la audiencia abandonar su orientación
internacional, ya que usualmente presuponían un conocimiento
demasiado detallado de la política inglesa. A partir de entonces, Ill. LA CRIMINOLOG!A CRÍTICA .
los debates dentro del Grupo Europeo dejaron de ser representa­
tivos de toda la cri minolo gía crítica europea. Los debates sobre El de sarrollo de la crimi
el interaccionismo y el abolicionismo en el norte de Europa o el te del de la criminología in
realismo de izquierda en Inglaterra constituían temas centrales hubo criminología socioló
que no encontraban un tratamiento de igual intensidad en una nología· soportaba la pesad
conferencia del Grupo Europeo. La orientación fuertemente ac­ lógico y debió luchar para
AANINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA EUROPEA 1 37

siguió, en general, la misma tivista hacia los temas políticos del día dejaba poco espacio para
iiéndose en cuatro período s: la . tradición académica reflexiva, de m ayor corte teórico-jurídico,
;¡ después de 1987. El primer en Eu ropa del centro y del sur. Más aún , los que podrían lla­
nas insinuad a en Florencia' marse "tercera generación" de criminólogos críticos eran apenas
L radical de ternas más con­
niños en 1968 y crecieron baj o la reacción neoconservadora a
. la reforma penal (Universi­ esta era, mostrando escasa afinidad con las palabras difíciles y
lo blanco (Universidad Libre lo s eslóganes revolucionarios de la segunda generación.
r delito (Viena, 1976) (Ciacci
La secretaria del grupo, la criminóloga sueca Karen Leander,
eríodo, el debate sobre el rol y los editores y distribuidores de las ponencias y trabajos -los
.os temas centrales. De este sociólogos angloirlandeses Paddy H illyard, Bill Rolston y Mike
>n de relacionar el tópico de Tomlinson- mantuvieron a flote al Grupo Europeo en aquellos
les de la escena nacional del duros momentos. En el cuarto período, se hicieron varios inten­
:o en las resoluciones adop ­ to s de reorientar la criminología crítica hacia la realidad política
no fue sorprendente que en de la década del 90, haciéndola participar de temas candentes
en un período de transición como la internacionalización del control policial, las políticas
t- se debatiera la seguridad
migratorias y el surgimiento de la "fortaleza" europea, o el nue­
ania -durante el apogeo del vo significado de la ciudadanía en el orden jurídico europeo. En
ara el terrorismo y la violen­ este período, las actividades del grupo también se extendieron a
flster se combinaran ambos países de Europa central y del sudesté , que anteriormente no ha­
bían tenido representación. Al mismo tiempo, el Grupo Europeo
ular de Irlanda del Norte, en
enfrentaba un nuevo problema: hasta mediados de la década del
lugar una huelga de hambre
80, el grupo fue un foro crítico internacional único, pero a partir
:ano Irlandés (Derry, 1981).
de entonces surgieron muchos nuevos programas europeos de
on aquellos convictos causó
estudio e investigación de sesgo más o menos crítico. Dado que
ntingente inglés, desbordan­
estas iniciativas internacionales frecuentemente abarcan temas
)nstituyó una amenaza para
bastante específicos en relación a la política en materia de justi­
:al.
cia penal y en tanto la "lucha social" en la década de los 90 tiene
:lararnente por la crisis en la
un tinte muy distinto a la de los años 70, se volvería prudente
s conflictos producidos den­
para el Grupo Europeo adoptar u na posición programática más
arición en Inglaterra, hubie­
general y centrarse en la debida reevaluación teórica y política
eo. Sin embargo, los relatos
de la criminología crítica y sus objetos centrales como tales, y
elevantes para la audiencia
abandonar su orientación hacia un activisrno démodé. ·
esuponían un conocimiento
1.glesa. A partir de entonce s, III . LA CRIMINOLOGIA CRÍTICA ALEMANA
o dejaron de ser representa-
europea. Los debates sobre El desarrollo de la criminología crítica alemana difiere bastan­
o en el norte de Europa o el te del de la criminología inglesa. En Alemania, prácticamente no
constituían ternas centrales hubo criminología sociológica hasta la década del 60. La crimi­
l de igual intensidad en una nología· soportaba la pesada carga política de su legado biopsico­
orientación fuertemente ac­ lógico y debió luchar para sobrevivir dentro de las facultades de
1 38 RENÉ VAN SwAANINGEN EL MOSAICO DE Li

derecho. La orientación principal dentro de las ciencias sociales lotte Pongratz, Stephen C
se dirigía a cuestiones de doctrina legal, ya que se creía que ellas Este último describió el J
ofrecían la mejor protección contra el renovado uso político de la rrollar un contradiscurso
justicia penal. La mayoría de los profesores de derecho penal in­ la criminalística y el día
cluían algún contenido de criminología en sus cursos, pero adop­ dios empíricos. De este rr
taban posiciones bastante tradicionales: la etiología del ofensor, necesaria tradición de e:
orientada hacia la coerción penal. Se los sospechaba de tratar de trol social en las escuela:
sustituir el enfoque deductivo de la dogmática jurídica por ha­ sistema judicial, en el se:
llazgos empíricos. Fritz Sack ( 1969) bautizó este período como el de estudios sobre problen
del pasado no asimilado y el futuro incierto (en alemán: Unbewii.l­ desestigmatización de las
tigte Vergangenheit und ungewisse Zukunft) . ción-acción para la reforn
El surgimiento de la criminología crítica alemana no puede Los objetivos centrale:
ser considerado como una reacción contra la criminología admi­ agenda de investigación
nistrativa, como en el caso inglés, sino como reacción contra la el dominio de la crimino
dogmática penal y contra la etiología orientada al transgresor. estudios sobre el control
El nacimiento de la criminología crítica en Alemania estuvo sig­ expandir los alcances de 1
nado por el establecimiento, en 1969, de la Arbeitskreis Junger de los delitos tradicionalrr
KriminologenJGrupo de Trabajo de Criminólogos Jóvenes, de ahí ticia penal; cuestionar el
su sigla AJK) . El AJK cumplió una función comparable a la del los valores y resaltar el ce
foro inglés constituido por la NDC. Hoy todavía existe este gru­ nalización. Un punto inte
po y edita el Kriminologisches Journal, que, habiendo empezado la "solidaridad" de los cri
en 1969 como el boletín del AJK, se transformó en la prime­ daba por supuesto, pero ;
ra revista de criminología crítica de Alemania (Sack 1969:405; AJK utilizó u n concepto e
Schumann 1975:60) 2 . No está del todo claro quién estableció idea de práctica judicial
el AJK -su estructura quizás sea demasiado laxa como para e igualmente limitada y e
determinar ese momento-. Todo empezó con las reuniones ca­ mediante el entendimient
suales de algunos jóvenes académicos críticos que discutían, de su estructura histórico-s
forma individual, temas teóricos y los resultados de investiga­ de las prácticas hegemóni
ciones recientes. Cuando estas reuniones se transformaron en cas sociales tornaba indi:
un grupo de trabaj o permanente, nació el AJK . Las figuras cen­ profundo. Sin embargo, n
trales en los primeros años del grupo fueron Ma¡;¡fred Brusten, pretativo sería el más ad<
Marlis Dürkop, Johannes Feest, Hans Haferkamp, Hans-Jürgen se pretendían -se propu
Kerner, Rüdiger Lautmann, Dorothee Peters, Helge Peters, Lise­ lisis socio-lingüísticos, la
marxista-. Tal controven
ello no impidió la realizac
empíricos sobre las práctio
2 Otra revista de criminología critica importante fue la austríaca Krimi­

nalsoziologische Bibliographie -desde 1992 junto con la revista Neue krimi­


sistema de justicia (Kerne
nalpolitik- mientras que la Monatschrift für Kriminologie 1.md Strafrechtsre­ La base teórica de la cr
form publica cada vez más trabajos de criminología critica. a comienzos de la década
NINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 39

ntro de las ciencias sociales lotte Pongratz, Stephen Quensel, Fritz Sack y Karl Schumann.
gal, ya que se creía que ellas Este último describió el AJK como un foro iniciado para desa­
:1 renovado uso político de la rrollar un contradiscurso frente a la criminología dominante de
fesores de derecho penal in­ la criminalística y el diagnóstico psiquiátrico, basada en estu­
ía en sus cursos, pero adop- dios empíricos. De este modo, se creó la base para una larga y
3.les: la etiología del ofensor, necesaria tradición de estudios sobre la selectividad del con­
: los sospechaba de tratar de trol social en las escuelas, en las empresas, en la policía, en el
dogmática jurídica por ha­ sistema judicial, en el servicio social y en la cárcel y, además,
bautizó este período como el de estudios sobre problemas sociales como la estigmatización y
1cierto (en alemán: Unbewal­ desestigmatización de las minorías, así como también investiga­
ukunft.) . ción-acción para la reforma penal (Schumann 1973 : 8 1 -2).
3. crítica alemana no puede Los objetivos centrales formulados con mayor detalle en la
:ontra la criminología admi­ agenda de investigación del AJK en 1973 fueron: acabar con
ino como reacción contra la el dominio de la criminología orientada al ofensor a través de
ia orientada al transgresor. estudios sobre el control social institucional y la "cifra negra";
:ica en Alemania estuvo sig- expandir los alcances de la investigación criminológica más allá
9, de la Arbeitskreis Junger de los delitos tradicionalmente procesados por el sistema de jus­
r iminólogos Jóvenes, de ahí ticia penal; cuestionar el consenso acial sobre las normas y
función comparable a la del los valores y resaltar el contexto histórico y político de la crimi­
ioy todavía existe este gru­ nalización. Un punto interesante fue el compromiso práctico, o
al, que, habiendo empezado la "solidaridad" de los criminólogos críticos. Tal compromiso se
:;e transformó en la prime- daba por supuesto, pero también se sostuvo con énfasis que el
Alemania (Sack 1969:405; AJK utilizó un concepto de "praxis" que debe distinguirse de la
todo claro quién estableció idea de práctica judicial o microsocial, puramente pragmática
jemasiado laxa como para e igualmente limitada y dirigida a mantener el statu quo. Sólo
pezó con las reuniones ca­ mediante el entendimiento del acto individual en el contexto de
)S críticos que discutían, de su estructura histórico-social, el AJK pudo facilitar el cambio
.os resultados de investiga­ de las prácticas hegemónicas. Este entendimiento de las prácti­
dones se transformaron en cas sociales tornaba indispensable un enfoque sociológico más
ció el AJK. Las figuras cen­ profundo. Sin embargo, no resultaba evidente qué marco inter­
•o fueron Ma fred Brusten, pretativo sería el rp.ás adecuado para acelerar los cambios que
s Haferkamp, Hans-Jürgen se pretendían -se propusieron la teoría de la acción, los aná­
e Peters, Helge Peters, Lise- lisis socio-lingüísticos, la teoría del conflicto y la teoría social
marxista-. Tal controversia teórica no pudo ser resuelta, pero
ello no impidió la realización de una gran cantidad de estudios
empíricos sobre las prácticas sociales de varias instituciones del
tportante fue la austríaca Krimi­
sistema de justicia ( Kerner y Schumann 1974 : 1 5 ; AJK 1974b).
junto con la revista Neue krimi­
' Kriminologie und Strafrechtsre­ La base teórica de la criminología crítica alemana se preparó
l: inología critica. a comienzos de la década del 60, cuando un sociólogo durkhei­
RENE VAN SWAANINGEN EL MOSAICO DE LA
140
mismo, el estudio del cont1
miano, René Konig, hizo accesibles a la audiencia de lengua ale­
mana las teorías criminológicas norteamericanas. Konig inspiró chamente con los paradign
a un importante número de sociólogos jóvenes, entre los cua­ de la sociología.
les estaba el fundador de la criminología crítica alemana: Fritz Si se analiza la clase <
Sack. Sack ( 1 972) criticó la percepción selectiva y distorsionada gisches Journal, esta dire•
del enfoque del etiquetamiento, calificándola de grito del alma da. Los editores de la com
liberal. Él sostuvo que debía interpretársela en relación a la teo­ Hans-Jürgen Kerner y Kar
ría marxista, para descubrir cómo se definía el delito. Se necesi­ de paradigma desde el po
taba una orientación hacia la reacción social para compensar la teoría social y del etiqueta!
ideología sospechosa (Ideologieverdacht) de la criminología do­ enfoque del etiquetamient
minante, patologizante y orientada hacia el transgresor, que se sentación, la fuerte contrc
subordinaba a los intereses de la ley y el orden. Esta orientación tica inglesa entre los acad
había llevado a centrarse en delitos clásicos individuales como mente liberales del etiquet
el homicidio, los delitos contra la moral pública y, en primer una división dentro del AJ
lugar, los delitos contra la propiedad, mientras que los delitos los dos paradigmas surgie
contra el medio ambiente, los delitos económicos y los de gue­ nia. El principal defensor
rra se mantenían fuera de la atención central. La teoría social Sack, siempre recalcó la i
marxista podja servir de modelo explicativo al motivo por el cual de etiquetamiento en con
se producía la selectividad y como explicación de las nociones social. Esto hizo que un t
ahistóricas y apolíticas, asumidas como verdaderas, de la crimi­ desigualdad social y el del
nología tradicional (Kerner y Schumann 1974:7). El principal artículo de
Sack sostuvo que dado que los penalistas trataban cuestio­ interaccionista ( 1972) fue
nes y conceptos sociológicos, tales como "norma", "desviación", Opp ( 1972), quien rechazó
"sanción" y "estructura social -y no tanto temas biológicos o criminología. Sostenía qu•
psiquiátricos- una criminología sociológica sería la más apro­ gica no podían contestan
piada. Sack encontraba una rica tradición criminológico-socio­ gida a la reacción social.
lógica particularmente en los análisis de la racionalización y la y críticos) sumaron sus c<
profesionalización de los sistemas sociales de Max Weber, y en dad de la etiología y el re<
los estudios sobre la producción de creencias y valores comunes contrarrestó la crítica de
de Émile Durkheim, como también en su interpretación del de­ el enfoque de la reacción
lito como fenómeno socialmente útil para el mantenimiento del plicaría que la relevancia
orden social. Según su opinión, esto debía desarrollarse en una se interpretaba desde un;
criminología "normativa", de lo que ve como ejemplo La nueva gada por sus propios mér
criminología, de Taylor, Walton y Young (Sack 1969:3 1 2-4) 3. Así­

en Alemania en 1974. El resto


criminológica de igual tipo qw
3 Este libro no fue traducido al alemán . La editorial crítica Juventa
nía un tinte demasiado británi
sostuvo en un comentario del libro que el valor innovador de la obra se
alemán (van den Boogaart y S
encontraba principalmente en el último capítulo, que se había publicado
,ANINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA EUROPEA 141

L la audiencia de lengua ale­ mismo, el estudio del control social debía conectarse más estre­
:eamericanas. Konig inspiró chamente con los paradigmas normativo-teórico e interpretativo
•gos jóvenes, entre los cua­ de la sociología.
•logía crítica alemana: Fritz Si se analiza la clase de estudios publicados en Kriminolo­
ón selectiva y distorsionada gisches Journal, esta dirección incipiente se torna más defini­
ificándola de grito del alma da. Los editores de la compilación Kritische Kriminologie ( 1974),
:társela en relación a la teo­ Hans-Jürgen Kerner y Karl Schum an n , hablaban de un cambio
definía el delito. Se necesi­ de paradigma desde el positivismo hacia una orientación a la
'm social para compensar la teoría social y del etiquetamiento. Si bien el poder explicativo del
lcht) de la criminología do­ enfoque del etiquetamiento fue cuestionado a poco de su pre­
:lacía el transgresor, que se sentación, la fuerte controversia dentro de la criminología crí­
y el orden. Esta orientación tica inglesa entre los académicos neomarxistas y los presunta­
clásicos individuales como mente liberales del etiquetamiento fue tan profunda que causó
noral pública y, en primer una división dentro del AJK. E sto probablemente se debió a que
d, mientras que los delitos los dos paradigmas surgieron de manera simultánea en Alema­
s económicos y los de gue­ nia. El. principal defensor del enfoque del etiquetamiento, Fritz
ón central. La teoría social Sack, siempre recalcó la importancia de estudiar los procesos
licativo al motivo por el Cl..l al de etiquetamiento en conexión con a teoría del materialismo
xplicación de las nociones social. E sto hizo que un tema central de investigación fuera la
•mo verdaderas, de la crimi­ desigualdad social y el delito (Kerner y Schumann 1974:8).
ann 1 974:7). El principal artículo de Sack sobre la criminología marxista­
enalistas trataban cuestio­ interaccionista ( 1972) fue seguido de una crítica de Karl-Dieter
:omo "norma", "desviéi.ción", Opp ( 1972), quien rechazó la polarización entre "nueva" y "vieja"
:-> tanto temas biológicos o criminología. Sostenía que las cuestiones de naturaleza etioló­
iológica sería la más apro­ gica no podían contestarse dentro de una orientación restrin­
dición criminológico-socio­ gida a la reacción social. Muchos criminólogos (convencionales
is de la racionalización y la y crítico s) sumaron sUs contribuciones al debate sobre la utili­
)ciales de Max Weber, y en dad de la etiología y el rechazo de la "vieja" criminología. Sack
reencias y valores comunes contrarrestó la crítica de la falta del componente etiológico en
:n su interpretación del de­ el enfoque de la reacción social, sosteniendo que incluirlo im­
para el mantenimiento del plicaría que la relevancia del enfoque del etiquetamiento aún
debía desarrollarse en una se interpretaba desde una lógica positivista y que no era juz­
ve como ejemplo La nueva gada por sus propios méritos. Esta discusión bien pudo haber
:1g (Sack 1969 : 3 12 - 4) 3. Asi-

en Alemania en 1974. El resto del libro contenía una investigación critica


criminológica de igual tipo que la disponible en alemán. Por otra parte, te­
n . La editorial crítica Juventa
nía un tinte demasiado británico, desaconsejable para el sistema educativo
. valor innovador de la obra se
alemán (van den Boogaart y Seus 1991 :56 -7).
tpitulo, que se había publicado
142 RENE VAN SwAANINGEN EL MOSAICO DE LA

sido el incentivo para un gran número de interesantes intentos litas de los poderosos y los
teóricos de integrar, o al menos armonizar, el enfoque interac­ de resistencia latente cont
cionista con las perspectivas de las subculturas del conflicto y particularmente desarroll.
la marxista. Esto evitó que la criminología crítica alemana se kamp, Rüdiger Lautman r
apartara demasiado de sus orígenes interaccionistas, como su -bastante marginal en el
contraparte inglesa. Si bien en Alemania se considera que el en­ riendo importancia con el ·

foque del etiquetamiento se integró demasiado a la criminología lógica de la teoría crítica y


convencional, el nivel de autorreflexión dentro del paradigma reses dominantes detrás d
crítico fue más amplio que en Inglaterra. La mayor objeción que Una explicación posibl1
recibieron los criminólogos críticos alemanes es haber extendi­ rica de la criminología ct
do el objeto de la criminología más allá de lo aceptable, al hacer, relativa unidad en el com¡
implícitamente, una crítica social general (Kaiser 1976). sible, cuando en la segunc
La enorme oposición externa contra la criminología crítica sobre el terrorismo" divid
en su totalidad impidió controversias ideológicas importantes en la cárcel de la activis1
dentro del AJK. La crítica neomarxista de Falca Werkentin, Mi­ el movimiento idealista es
chael Hofferbert y Michael Baurmann ( 1972) suscitó el debate. ya se había vuelto más m
Su postura de que la criminología se subordinaba a los intere­ der estudiantil Rudi Duts
ses de la polic\a fue formulada bastante categóricamente y sin el 1969, cuando el grupo B2
apoyo de datos empíricos. Su defensa de una sociología marxis­ mando"- adquirió un car
ta de la desviación impidió su desarrollo dentro del A KJ en vez mee Fraktion, Bewegung
de acelerarlo, y sus adherentes permanecieron vacilantes entre criminólogos críticos quer
un liberalismo progresivo y la teoría del conflicto. Fritz Sack y el sistema penal les dab
permaneció fiel a su orientación marxista-interaccionista ini­ ejemplo del modo en que
cial, la que fue desarrollada teóricamente por Gerlinda Smaus trumento estatal para la
diez años después ( 1986b). Otros sostenían que la vi•
El desarrollo de la criminología crítica alemana fue tomando dicales se aplicaban a ell
gradualmente una dirección más epistemológica, dentro de la estatales represivas. Por s
cual el enfoque del etiquetamiento volvió a la dimensión política especialmente interesant<:
explícita del proceso de definición, cosificación y disciplina (Hess que demostraba perfectan
y Steinert 1986) . Si se analiza el contenido del Kriminologische control social muy coerciti
Journal a lo largo de los años, al principio puede encontrarse un errores judiciales. Mostral
número interesante de observaciones participativ s y otros es­ participaban del proceso ·

tudios de calidad sobre grupos de delincuentes juveniles y sobre se fabricaban de modo ta:
la política en materia de drogas, la policía y otras i nstituciones del Ejército Rojo quedaba
del sistema de justicia penal, dentro del marco del etiquetamien­
to. Fueron participantes destacados Stephan Quensel, Erhard
Blankenburg, Johannes Feest y Manfred Brusten. También hay
una cantidad respetable de estudios, inspirados por la teoría del '
Fracción del Ejército Rojc
conflicto, sobre el rol disciplinario del sistema carcelario, los de­ cionarias (N. del T.) .
.ANINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOWGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 43

ero de interesantes intentos litas de los poderosos y los delitos de menor cuantía como forma
nonizar, el enfoque interac- de resistencia latente contra las relaciones sociales desiguales,
subculturas del conflicto y particularmente desarrollados por Heinz Steinert, Ha s Ha r­
inología crítica alemana se kamp, Rüdiger Lautmann y Karl Schumann. Una onentacwn
s interaccionistas, como su -bastante marginal en el mundo anglosajón- y que fue adqui­
ania se considera que el en­ riendo importancia con el tiempo en Alemania, es la crítica ideo­
iemasiado a la criminología lógica de la teoría crítica y el estudio epistemológico de los inte­
xión dentro del paradigma reses dominantes detrás de la criminalización.
erra. La mayor objeción que Una explicación posible de la orientación cada vez más teó­
alemanes es haber extendi­ rica de la criminología crítica alemana es el hecho de que la
llá de lo aceptable, al hacer, relativa unidad en el compromiso político práctico devino impo­
:neral (Kaiser 1976). sible, cuando en la segunda mitad de la década del 70 el "debate
ntra la criminología crítica sobre el terrorismo" dividió las aguas. Después de la muerte
[as ideológicas importantes en la cárcel de la activista militante Ulrike Meinhof en 1977,
sta de Falco Werkentin, Mi­ el movimiento idealista estudiantil del que formaba parte -que
nn (1972) suscitó el debate. ya se había vuelto más militante, después del asesinato del lí­
:e subordinaba a los intere­ der estudiantil Rudi Dutschke por anticomunistas confesos en
nte categóricamente y sin el 1969, cuando el grupo Baader-Meinhof realizaba "acciones co­
a de una sociología marxis­ mando"- adquirió un carácter sombrío y violento en la Rote Ar­
Tollo dentro del A KJ en vez mee Fraktion, Bewegung 2. Juni y Re volutioniire Zellen'. Ciertos
nanecieron vacilantes entre criminólogos críticos querían usar el tratamiento que la policía
ía del conflicto. Fritz Sack y el sistema penal les daban a estos "activistas políticos" como
tarxista-interaccionista ini­ ejemplo del modo en que el derecho penal se usaba como ins­
mente por Gerlinda Smaus trumento estatal para la represión de los enemigos políticos.
Otros sostenían que la violencia excesiva que estos grupos ra­
rítica alemana fue tomando dicales se aplicaban a ellos mismos invitaba a las reacciones
pistemológica, dentro de la estatales represivas. Por supuesto, el ejemplo del terrorismo era
::>lvió a la dimensión política especialmente interesante para los criminólogos críticos, por­
•sificación y disciplina (Hess que demostraba perfectamente cómo se utilizaba un Estado de
ntenido del Kriminologische control social muy coercitivo e intervencionista y cómo producía
tcipio puede encontrarse un errores judiciales. Mostraba, además, qué empresarios morales
:s participativ s y otros es­ participaban del proceso de criminalización; cómo las noticias
lincuentes juveniles y sobre se fabricaban de modo tal que la crítica política de la Fracción
::>olicía y otras instituciones del Ejército Rojo quedaba fuera de foco; cómo se introducía le­
del marco del etiquetamien­
; Stephan Quensel, Erhard
1fred Brusten. También hay
, inspirados por la teoría del •Fracción del Ejército Rojo, Movimiento 2 de Junio y Células Revolu­
:1 sistema carcelario, los de- cionarias (N. del T.).
1 44 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOSAICO DE L

gislación de emergencia, pervirtiendo los principios legales bá­ nexo moderno entre la le
sicos, y cómo, de hecho, toda la izquierda era criminalizada por cidad para defender a la
la política del llamado Berufsverbot (interdicción laboral) -regu­ un "gran bluff", dado qu
laciones que hacían muy difícil para los sectores de izquierda de probarse empíricamer
encontrar trabajo, especialmente en el sector público-. Sin em­ (19 88:94) también se baE
bargo, cuando se trataba de responder la pregunta beckeriana pasó de la esfera privada
acerca de qué lado se estaba, la cuestión era mucho más proble­ mación del ofendido en u
mática. Precisamente en este ultimo punto el conflicto tomaba Con la creciente orier:
un carácter serio y personal, lo que hacía imposible la idea de toria social, de la que st
un proyecto de criminología crítica. y de la génesis de las no
La disputa intelectual llegó a su punto más delicado al acu­ penal concreta. Esto cor
sarse explícitamente a los criminólogos que tomaron parte de lítico. También pueden r
un proyecto de investigación sobre terrorismo, financiado por sis de la criminología CI
el Ministerio del I nterior alemán y el Departamento de Investi­ cuales se hallan la absm
gaciones Criminales (Bundeskriminalamt) de "colaborar con el las dimensiones episterr
Estado" (Behr et al. 1981 hasta Hess et al. 1988). posibilidades de realizar
Los debates académicos sobre las funciones disciplinarias el interaccionismo como
del derecho penal continuaron, o hasta podría decirse que au­ práctica, su impulso inn
mentaron, pero el campo de batalla dejó de ser el tema de los causado por la intervenc
problemas políticos del momento, como el activismo militante, sociedad perdió su fuerz:
para trasladarse a los estudios históricos y teóricos desde la de la desocupación, taml
perspectiva marxista o foucaultiana. En este contexto, también nal empezó a ser excluid
se iniciaron análisis de las famosas tesis de Georg Rusche y En la criminología crític
O tto Kirchheimer de los años 30, sobre las relaciones de pro­ marxismo, la balanza S(
ducción y los modos de castigo. Henner Hess y Johannes Stehr de lo que siempre suced
investigaron las condiciones históricas bajo las cuales surgió la criminología crítica tom(
noción de "delito" como con c epto del derecho público. Stephan Si bien Dietlinde Gip
Quensel relacionó esto c o n el surgimiento del Estado "hipostá­ muy numerosos) sobre
tico", es decir, aquel Estado que es tratado como un actor autó­ ya en 1969, los análisi:
nomo. El académico austríaco Wolfgang Stangl tomó la misma alemana surgieron cerc<
dirección al analizar cómo el Estado amplió su dominio sobre có sobre "terroristas" fe
un número cada vez mayor de conflictos. Stangl interpretó la una crítica feminista de
orientación funcionalista de la Escuela Moderna como un reflejo Smaus -entre sus publ:
del Estado moderno, cuyo poder debía basarse en principios ra­ las visiones femeninas e
cionales más que en los "mandamientos divinos del Derecho na­ el abolicionismo y el fen
tural" premodernos. Según Stangl (1988:88), al reemplazar las Sabine Klein-Schonnefe
especulaciones metafísicas sobre el castigo por la comprobación nologia feminista alema1
empírica del efecto de la sanción, von Liszt estableció las bases to fe rrlinista y la crimine
del "mito de la exactitud y la racionalidad" del derecho penal. El campos más diferencia(
ANINGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 45

.o los principios legales bá­ nexo moderno entre la legitimidad del derecho penal y su capa­
ierda era criminalizada p or cidad para defender a la sociedad del delito terminaría siendo
interdicción laboral) -reg u­ un "gran bluff", dado que la tesis de la defensa social no pue­
a los sectores de izquierda
de probarse empíricamente. La posición abolicionista de Stangl
el sector público-. Sin em­ { 1988:94) también se basa en el cambio de visión del delito, que
jer la pregunta beckeriana pasó de la esfera privada a la pública, y la consecuente trasfor­
tión era muc ho más proble­ mación del ofendido en una víctima pasiva y dependiente.
, punto el confl icto tomaba Con la creciente orientación teórica e histórica hacia la his­
hacía impo sible la idea de toria social, de la que surgió una teoría social de la disciplina
y de la génesis de las normas, declinó la atención en la política
)Unto más delicado al acu­ penal concreta. Esto condujo a un vacío en el compromiso po­
,gos que tomaron parte de lítico. También pueden mencionarse otras razones para la cri­
terrorismo, financiado por sis de la criminología crítica alemana en particular, entre las
1 Departamento de Investi­ cuales se hallan la absorción de los análisis interaccionistas en
zlamt) de "colaborar con el las dimensiones epistemológicas (lo que dificultó aún más las
et al. 1988) . posibilidades de realizar estudios empíricos) y el hecho de que
ts funciones disciplinarias el interaccionismo como tal perdió, tanto en la teoría como en la
sta podría decirse que aú­ práctica, su impulso innovador. El a>gumento de que el estigma
dejó de ser el tema de los causado por la intervención penal excluiría a las personas de la
1mo el activismo militante, sociedad perdió su fuerza, dado que, con el marcado incremento
:óricos y teóricos desde la de la desocupación, también la gente no sometida al sistema pe­
En este contexto, también nal empezó a ser excluida de la sociedad (Hess y Steinert 1986).
; tesis de Georg Rusche y En la criminología crítica inglesa, entre el interaccionismo y el
>bre las relaciones de pro- marxismo, la balanza se inclinó hacia este último, al contrario
1er Hess y Johannes Stehr de lo que siempre sucedió en Alemania. Por ello, la crisis en la
1s bajo las cuales surgió la criminología crítica tomó diferente forma.
derec ho públ ico. Step han Si bien Dietlinde Gipser había comenzado sus e studios (no
tient o del Esta do "hipo stá­ muy numerosos) sobre mujeres transgresoras de la ley penal
atad o como un actor autó­ ya en 1969, los análisis feministas dentro de la criminología
mg Stangl tomó la mism a alemana surgieron cerca de 1978. Marlis Dürkop -quien publi­
, ampl ió su domi nio sobre có sobre "terroristas" femeninas, mujeres en prisióney escribió
ictos. Stangl interpretó la una crítica feminista de la teoría del etiquetamiento, Gerlinda
.a Mode rna como un reflejo Smaus -entre sus publicaciones se encuentran las relativas a
3. basa rse en princ ipios ra­ las visiones femeninas de la justicia, la relación paradoja! entre
os divinos del Derecho na- el abolicionismo y el feminismo y la epistemología feminista- y
988:8 8), al reemplazar las Sabine Klein- Schonnefeld, también fueron pioneras de la crimi­
3.stig o por la comprobación nología feminista alemana. En términos generales, el movimien­
t Liszt estableció las bases to ferriinista y la criminología académica alemana constituyeron
idad" del derecho pena l. El campos más diferenciados que en Inglaterra.
RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOSAICO DE J
1 46

Durante la década de los 80, sin embargo, el debate feminista ex machina de cómo est:
fue llevado por el partido verde (Die Gninen) a un nivel eminen­ la política referida a la j
temente parlamentario. Aunque la criminología feminista ale­ le sigue otra de dos tom<
mana no se desarrolló tanto como en Inglaterra, para finales un jurista y un científicc
de la década puede observarse un número creciente de estudios p enal o una cuestión jUJ
feministas, de los que mencionaré tan sólo algunos. Martina tomo s se llaman Vom 1
Althoff escribió acerca de los conceptos de feminidad e investi­ chaften für das Strafrec
gó cómo el feminismo se relaciona con las teorías de Foucault; de las ciencias sociales 1
Helga Cremer- Schafer le otorgó una dimensión feminista a su de gran valor académic<
trabajo sobre la representación mediática; Sabine Platt escribió sección de dos disciplir
sobre la teoría jurídica feminista y Lydia Seus publicó sobre los sobre la relación entre
prejuicios de género en el control social (Althof 199 1). Hasta la desde el rechazo compl1
década del 90 -con la aparición de trabajos sobre grupos de sandro Baratta y Wolfg
derecha como los skinheads-, son escasos los estudios sobre siempre conduce en la ·
racismo o etnia y delito, en términos más generales. nología a los intereses e
Los académicos alemanes llevaron a cabo varios debates de y, por cierto, instrumen
los años 70, aunque en versión adaptada, sin rechazar de plano mentar la eficiencia de
un debate específico ni confrontarlo con una verdad nueva (y medio, hallamos una "r
obviamente mejor). Para 1983, las discusiones sobre la teoría la socialización del den
del etiquetamiento y la teoría crítica condujeron a un interesan­ semer) (Blankenburg el
te debate sobre el abolicionismo. El intento de desarrollar una La cooperación en t
base teórica dentro de la criminología crítica fue una importan­ 1974 nunca tuvo luga
te contribución alemana al abolicionismo (en el Capítulo IX ex­ relevancia de los juris
tenderemos el análisis de este debate) . Se emprendieron varios ser demasiado diferent<
estudios empíricos inspirados en el abolicionismo, en el área de en solucionar problem<
la prevención del delito (Gerhard Hanak, Wolfgang Stangl, Jo­ servaciones dirigidas e
hannes Stehr y Heinz Steinert) y de la mediación (Hubert Beste, consistentes con la do1
Christa Pelikan y Arno Pilgram). mundo centra da en lo
Los criminólogos críticos alemanes, conscientes de su rai­ capaci dades sociale s, r
gambre jurídica, dieron un paso que sus contrapartes ingleses capaces de diferen ciar
jamás intentaron: reflexionaron sobre temas legales e investiga­ normativos. Los jurist
ron las posibilidades de establecer una renovada ciencia penal consideraban explicac
integrada sobre la base de la igualdad entre el derecho penal y los científicos sociale s
la criminología sociológica. En este debate, los intentos iniciales la tarea específi ca de
pertenecen a Fritz Sack ( 1975), junto al jurista Klaus Lüderssen. creta bajo la presión <
Luego de tres voluminosos tomos de estudios sociológicos ale­ modos , muchos tema:
manes y anglosajones sobre la génesis de las normas sociales y en estructuras legale:
las reacciones sociales frente al delito, un cuarto tomo, Abwei­ entre la coerción legal
chendes Verhalten (Comportamiento desvi ado) contiene el deus y la aplicación doctri r
EN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 47

rgo, el debate feminista ex machina de cómo estas visiones empíricas deben aplicarse a
en) a un nivel eminen­ la política referida a la justicia penal y al derecho. A esta serie,
inología feminista ale­ le sigue otra de dos tomos, en 1980, donde, en forma alternada,
J.glaterra, para finales un jurista y un científico social comentan un tema de dogmática
o creciente de estudios penal o una cuestión jurídica, en forma comparativa. Estos dos
sólo algunos. Martina tomos se llaman Vom Nutzen und Nachteil der Sozialwissens­
ie feminidad e investi­ chaften für das Strafrecht (Acerca de las ventajas y desventajas
ts teorías de Foucault; de las ciencias sociales para el derecho penal). E sta empresa fue
tensión feminista a su de gran valor académico, al examinar minuciosamente la inter­
t; Sabine Platt escribió sección de dos disciplinas diferentes. Las distintas posiciones
Seus publicó sobre los sobre la relación entre el derecho penal y la criminología iban
(Althof 1991). Hasta la desde el rechazo completo a una ciencia penal integrada (Ales­
::>ajos sobre grupos de sandro Baratta y Wolfgang Naucke), dado que la "integración"
sos los estudios sobre siempre conduce en la práctica a la subordinación de la crimi­
: generales . nología a los intereses de ley y orden, hasta el uso "demagógico"
:abo varios debates de y, por cierto, instrumental de la investigación empírica para au­
, sin rechazar de plano mentar la eficiencia de la coerción penal (Richard Lange). En el
t una verdad nueva (y medio, hallamos una "recepción bien- intencionada", orientada a
tsiones sobre la teoría la socialización del derecho penal (Claus Roxin y Winfried Has­
ujeron a un interesan­ semer) (Blankenburg et al. 1980).
J.to de desarrollar una La cooperación en términos iguales que pretendía Sack en
tica fue una importan­ 1974 nunca tuvo lugar. La cultura profesional y el marco de
> (en el Capítulo IX ex­ relevancia de los juristas y los científicos sociales resultaron
e emprendieron varios -ser demasiado diferentes. Los j uristas no mostraron real interés
:::i onismo, en el área de en solucionar problemas sociales e insistieron en formular ob­
, Wolfgang Stangl, Jo­ servaciones dirigidas a descubrir qué reacciones eran las más
:diación ( Hubert Beste, consistentes con la doctrina legal. Mantuvieron una visión del
mundo centrada en lo jurídico, que subestimaba los factores y
:::onscientes de su rai­ capacidades sociales, no legales y, más aún , demostraron ser in­
; contrapartes ingleses capaces de diferenciar las observaciones empíricas de los juicios
rras legales e investiga­ normativ,os. Los juristas no se dej aron impresionar por lo que .
·enovada ciencia penal consideraban explicaciones fragmentadas y teorías frívolas de
ltre el derecho penal y los científicos sociales, los cuales, a su juicio, no comprendían
e, los intentos iniciales la tarea específica de los juristas: adoptar una decisión con­
rista Klaus Lüderssen. creta bajo la presión de los plazos (Lüderssen 1980). De todos
udios sociológicos ale­ modos, muchos temas sociológicos importantes se tradujeron
: las normas sociales y en estructuras legales de relevancia, indicando la disparidad
n cuarto tomo, Abwei­ entre la coerción legal y las decisiones judiciales, por un lado,
ri ado) contiene el deus y la aplicación doctrinariamente correcta de la ley, por el otro.
1 48 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOSAI

Estos estudios también apuntaron a los factores sociales que los sidades belgas. Tr
juristas generalmente descuidaban, es decir, aquellos que pre­ tenía una fuerte e
ceden al momento en que los problemas se vuelven jurídicamen­ en criminalística
te relevantes (estudios sobre la "cifra negra", la criminalización nológicos-, pero e
selectiva, la intervención y el registro policial selectivo, etc.) y ció la tradición se
aquellos que tienen importancia luego de la intervención penal tura de gobierno,
(la estigmatización, el rol escasamente significativo del derecho más un país del
penal en la prevención del delito, etcétera). ejemplo, en sus re
Sack se manifestó pesimista respecto de esta aventura legal, instituciones impc
al distinguir las siguientes etapas: en primer lugar, los crimi­ la confianza, la e
nólogos aceptaban las definiciones y los objetivos del sistema de consecuente clien1
justicia penal. De este modo, la criminología quedaba reducida gobierno. Lo mism
a la sociología del derecho penal. En segundo lugar, se acep­ de la gendarmería
taba la racionalidad del derecho penal, aunque se ampliaba la la izquierda radie
agenda a otros temas relevantes. La criminología se transfor­ los grupos estudi:
maba en sociología del control penal. En tercer lugar, se recha­ tariado, al modo 1
zaban tanto la agenda como la racionalidad del sistema penal y movimientos sacie
la criminología se transformaba en sociología del control formal al campo penal. E
. e informal de los problemas sociales. Esta separación era cau­
o Doorheen Tralie
sada por el reconocimiento de que el derecho penal, por su pro­
través de las rejas
pia naturaleza, nunca se interesaría por los problemas sociales
intentaron transfc
que excedían el nivel individual ni promovería cambios políti­
la lucha de clases
cos importantes (Sack 1988: 23-8). La desilusión provocada por
nales sin vínculos
la imposibilidad de cambiar la agenda de la justicia penal se
otra parte, un gru
convirtió en otro incentivo para el abolicionismo. Sin embargo,
dor de la revista 1
las reflexiones sobre el derecho tuvieron una nueva chance: el
marxista sobre la
incentivo abolicionista para reconceptualizar el derecho puede
el licenciado en ci
verse como una nueva perspectiva al respecto. Volveremos sobre
Weinstock y el so
este tema en el Capítulo X.
puede concluirse ·

fuertemente signa
IV. LA coNEXIóN BELGA coN EuROPA LATINA
se reflejaran en e
Los países del sur de Europa no tienen, en general, una fuer­ del 60. A partir <
te tradición sociológica en criminología. Allí, la teoría crítica no tradición en estuc
pudo cambiar la orientación estadística y etiológica positivista de la esfera psiqu
dominante, lo que sí sucedió en disciplinas como la sociología, Lode van Outrive
la filosofía y la crítica epistemológica del derecho penal. rio belga desde ur
Bélgica constituye una interesante intersección entre la tra­ te de la rehabilite
dición del norte y la del sur. La criminología tuvo un amplio se originó en las
desárrollo como rama independiente de estudio en las univer­ Lovaina en 1976.
:lGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 49

; factores sociales que los sidades belgas. Tradicionalmente, el estudio de la criminología


decir, aquellos que pre­ tenía una fuerte orientación policial -la formación vocacional
; se vuelven jurídicamen­ en criminalística es, por ejemplo, parte de los estudios crimi­
egra", la criminalización nológicos-, pero en lo concerniente a la investigación, prevale­
policial selectivo, etc.) y ció la tradición sociológica independiente. En cuanto a la cul­
de la intervención penal tura de gobierno, vigilancia pública y control social, Bélgica e s
significativo del derecho m á s u n país del sur que del norte d e Europa. Esto s e ve, por
:ra). ejemplo, en sus relaciones sociales formales, jerárquicas y sus
:o de esta aventura legal, instituciones impenetrables, y en la cultura interpersonal de
primer lugar, los crimi­ la confianza, la escasa identificación con las autoridades y el
:; objetivos del sistema de consecuente clientelismo que forma un factor estructural en el
ología quedaba reducida gobierno. Lo mismo puede notarse por su gran tradición militar
segundo lugar, se acep­ de la gendarmería belga (rijkswacht) . Durante la década del 60,
_, aunque se ampliaba la la izquierda radical belga se comprometió principalmente con
:riminología se transfor­ los grupos estudiantiles que defendían los intereses del prole­
n tercer lugar, se recha­ tariado, al modo maoista o trotskista, más que con los nuevos
lidad del sistema penal y movimientos sociales. La izquierda ortodoxa también se orientó
iología del control formal al campo penal. En los 70, las iniciátivas como Passe Muraille
sta separación era cau­ o Doorheen Tralies (lo que significa "a través de la muralla" y "a
recho penal, por su pro­ través de las rejas", en francés y en holandés, respectivamente)
or los problemas sociales intentaron transformar la cuestión de los detenidos en parte de
omovería cambios políti­ la lucha de clases. Sin embargo, no fueron sino grupos margi­
desilusión provocada por nales sin vínculos significativos con la criminología crítica. Por
a de la justicia penal se otra parte, un grupo de juristas de Bruselas, nucleados alrede­
·licionismo. Sin embargo, dor de la revista Pro Justitia, tuvo mayor impacto en el debate
on una nueva chance: el marxista sobre la justicia criminal, como también alcanzaron
ualizar el derecho puede el licenciado en ciencias políticas y militante trotskista Nathan
:specto. Volveremos sobre Weinstock y el sociólogo Severin-Carlos Versele. Sin embargo,
puede concluirse que, en conjunto, la criminología permaneció
fuertemente signada por intereses de contenido policial, sin que
se reflejaran en este campo los cambios sociales de la década
1en, en general, una fuer­ del 60. A partir de esos años, Steven de Batselier inició una
L Allí, la teoría crítica no tradición en estudios sobre la desviación y la disciplina dentro
:a y etiológica positivista de la esfera psiquiátrica. A poco del inicio de la década del 80,
>linas como la sociología, Lode van Outrive ( 1978) realizó un análisis del sistema carcela­
_el derecho penal. rio belga desde una visión foucaultiana sobre el rol disciplinan­
intersección entre la tra te de la rehabilitación y las medidas de corrección. Este libro
linología tuvo un amplio se originó en las revueltas producidas en la prisión central de
ie estudio en las univer- Lovaina en 1976. En ese mis'm o contexto, Chris Eliaerts realizó
EL MO
1 50 RENf: VAN SWAANINGEN
mente inspirada
la supe rvisi ón de
su tesis sobre los derechos de los pres os. Bajo ve ( 1987) realizó
análi sis estru ctura lista
van Outrive, Paul Ponsaers efectu ó un doce sistemas d
contr ol socia l que
de la inspe cción laboral como institución de matizantes y ori
alista, y un es­
se introduce en el corazón de la econo mía capit entre los desarr
rado en la teorí a del confl icto. A
tudio sobre el terrorism o, inspi fueron estudiad:
estud iante s, form ado tam­
comi enzo s de los 80, un grup o de tro de estos aná
por Luc Vanh eeren tals,
bién alred edor de van Outrive y liderado Debuyst sobre la
En 1982 , publ icaron
se constituyó como Radicale criminologen. A lo lq.rgo de J
l y un come nta­
un opús culo sobre alternativas al derecho pena tigaciones empír
. Sin emba rgo,
rio sobre el uso "político" de la prisión preventiva Beyens y Sonja !
gía crític Ena.
no alcan zó a ser una plataform a de la crim inolo políticas de prev
a de lanza de la
1977, la reform a pena l se constituyó en la punt el abordaje polic
Hum anos (Liga voor Mensenre­
Liga Flam enca de los Dere chos ciales y del temo
un pape l centr al John de Wit
chten), en cuya formación tuvieron y Geo -ges Kellen
su revis ta crític a sobre la
y Lode van Outr ive ( 1986 ). A través de minc,logía crítica
parti cipó del de­
coerción y la probation, llamada Fatik, la Liga Mmhieu Defiero
este movi miento
bate público sobre la puni ción. Gradualmente, mas sobre la cale
del aboli cioni smo,
de refor ma penal se comprometió en el debate Lippens sobre la
rada 4 •
que sólo adop tó de forma reduc cioni sta y mode y la "fragmentac
ntos de l a crimi nolog ía crítica en
Uno de los verdaderos cimie ca aplicable al s
sis crític o de la ideolo gía protecto­
Bélgi ca se encuentra en el análi ca tenga en la ac
la segun da mitad de la dé­
ra paternalista del derecho juvenil, en puede ser explicé
Lode Walg rave tuvieron
cada del 70, en el que Eugeen Verhellen y criminología soci
nuad o en la década
un rol central. El trabajo de Walgrave fue conti "eufórica" o de "ic
sobre la vuln erabi­
del 80 por una serie de estudios impactantes cada del 70; que •
s de los jóven es
lidad social en distintos escen arios , los problema bastante influyen
Nicole Vettenburg)
en el mercado laboral (Jaak van Kerckvoorde y circunstancia de
exploratorios de
y, durante la d écada del 90, a travé s de estudios confianza públicE
socia l. Patri ck Hebberecht
los mecanismos informales de control a niveles bajo ce1
prima ria, notoria-
( 1984) presentó una tesis en criminalización ral y a las lucha
(guerre des flics),
no resueltos (la ir
costó la vida de le
4
Uno de los pocos exponentes de grupos belgas de presión prorreforma
penal, que también incluyó algunas iniciativas orientadas hacia la proba­ de la pandilla de
tion, pero que no mencionó a los grupos proletarios, también se puede en­ en los 80; el hom
contrar en la publicación flamenca de ciencias penales integradas Panopti­ André Cools en 1
con (1983:289-96). El caso belga no será retomado en el Capitulo IX, sobre la criminología ac
los grupos de presión prorreforma penal debido a que esas iniciativas no que, por ejemplo, e
encontraron reflejo en la Academia.
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGIA CRÍTICA EUROPEA 151
iEN

Bajo la supervisión de mente inspirada en la teoría del conflicto. Michel van de Kerckho­
málisis estructuralista ve ( 1987) realizó un estudio sobre la despenalización, analizando
n de control social que doc sistemas e control social alternativo, mucho menos estig­
lÍa capitalista, y un es­ matlzantes y onentados a la figura del victimario. Las relaciones
a teoría del conflicto. A entre los desarrollos socio-políticos y el derecho penal también
tdiantes, formado tam­ fueron estudiadas en las universidades de habla francesa. Den­
por Luc Vanheerentals, tro de estos análisis, merece destacarse el trabajo de Christian
n. En 1982 , publicaron
Debuyst sobre la definición de la peligrosidad.
1.0 penal y un comenta­
A lo lq.rgo de los últimos años, aparecieron numerosas inves­
reventiva. Sin embargo, tigaciones empíricas críticas sobre el sistema carcelario (Kristel
::riminología crítica. En B eyens y Sonja Snacken); los sentimientos de inseguridad y las
la punta de lanza de la políticas de prevención del delito (Pedro Colle y Hans Hofman);
os (Liga voor Mensenre- el abordaje policial del consumo de drogas, de los conflictos ra­
3.pel central John de Wit ciales y del temor público al delito {Jan Capelle, Dan Kaminsky
Y Geo ·ges Kellens). Entre los estudios teóricos recientes en cri­
.1 revista crítica sobre la
la Liga participó del de­ minf,logía crítica en Bélgica, podemos mencionar los trabajos de
mente, este movimiento Ma;_hieu Deflem sobre el "uso incorrecto" de la tesis de H aber­
.ebate del abolicionismo, mas sobre la colonización de los "mundos de vida", y de Ronny
y moderada 4• Lippens sobre la influencia que la "globalización" de la economía
Y la "fragmentación" del debate normativo tienen en la políti­
3. criminología crítica en
ca aplicable al sistema de justicia penal nacional. Que Bélgi­
> de la ideología protecto­

segunda mitad de la dé­ ca tenga en la actualidad una criminología de contenido crítico


/ Lode Walgrave tuvieron
puede ser explicado por varios factores: una larga tradición en
continuado en la década criminología sociológica, que prácticamente careció de la fase
'l.ntes sobre la vulnerabi­ "eufórica" o de "idealismo de izquierda" de comienzos de la dé­
problemas de los jóvenes cada del 70; que la criminología crítica no constituyó una rama
orde y Nicole Vettenburg) bastante influyente como para ser descartada durante los 80; la
estudios exploratorios de circunstancia de que exactamente durante la última década la
confianza pública en la policía y las autoridades judiciales cayó
)cial. Patrick Hebberecht
a niveles bajo cero, debido a la mala administración estructu­
;ación primaria, notoria-
ral y a las luchas internas de las diferentes fuerzas de policía
(guerre des flics), y a una larga serie de escándalos y homicidios
no resueltos (la incapacidad de controlar el estadio Heizel, que
·elgas de presión prorreforma costó la vida de los fanáticos del Juventus; el caso no resuelto
1s orientadas hacia la proba­ de la pandilla de Nijvel, que mató a cerca de treinta personas
:tarios, también se puede en­ en los 80; el homicidio no resuelto del político socialista valón
s penales integradas Panopti­ André Cools en 199 1 , etc.), son todas circunstancias que dan a
nado en el Capítulo IX, sobre
la criminología académica belga un perfil más crític o y reflexivo
ido a que esas iniciativas n o
que, por ejemplo, el de la holandesa.
1 52 RENE VAN SWAANINGEN EL MOS

V. LA CRIMINOLOGÍA POSITIVISTA FRANCESA Y LA TEORÍA CRITICA existe un import


tuciones legales,
A diferencia de Bélgica, y a pesar del trabajo pionero y cono­
y el de la defenl
cido internacionalmente de André Guerra, Gabriel Tarde, Émile
cepcional en otn
Durkheim, Marc Ancel y Jean Pinatel, la criminología, en reali­
dad, nunca se "emancipó" para transformarse en una disciplina "lenguaje del der
académica independiente en las universidades francesas. Los colaboradores dt
estudios criminológicos fueron realizados, principalmente, por representación y
instituciones afiliadas al Consejo Nacional de I nvestigaciones ción y el control
(CNRS) . La mayoría de las investigaciones empíricas provenían las exploracione:
del Centre de Recherches Sociologiques sur le Droit et les Insti­ mundos diferent·
tutions Pénales (CESDIP), con base en el Ministerio de Justicia, son usados en la
aunque con demasiada independencia para ser considerada un sis macropolíticc
baluarte de la criminología administrativa (Robert y van Outri­ nuevos campos e
ve 1993 : 1 15 -67 ) . ya mencionadas.
Los desarrollos sociales de l a década del 60 tuvieron eco e n la Si bien la rev:
academia francesa, pero no en la criminología, la que se concen­ una publicación
traba fuera de las universidades. Philippe Robert ( 1973) incluyó al campo, dado
en su obra una importante crítica acerca de la falta de atención tario editorial er;
a la desviación primaria dentro de la teoría del etiquetamien­ habla francesa <:
to, pero no adoptó el paradigma crítico. Las materias propias la desviación , lo:
de la investigación crítica, como las culturas y políticas sobre y el control sacié
drogas, el delito de cuello blanco o los estudios de género, no cen mención el f
fueron prácticamente sometidos a análisis criminológicos. Por Debuyst, tuviere
otra parte, los estudios tradicionales (clínicos, médicos y psico­ crítico en esta re
lógicos) conservaron su rol central en la criminología francesa Varios artícul
hasta 1990. Otra marcada diferencia con lo acontecido en otros té se refieren a j
países fue que los académicos políticamente comprometidos (Gérard Manger)
mantuvieron el perfil positivista. Casi no se evidenciaron de­ penal (Thierry C
bates sobre el límite de los estudios cuantitativos o sobre el po­ llo blanco y el a'
sible valor de los métodos de investigación cualitativos. Claude penal (Monique
Faugeron (1981) sostuvo que, a fin de no hundirse en la especu­ la violencia crim
lación teológica, era necesario mantener la tradición principal­ sidad. Estos tra·
mente estadística. A la luz de la crisis dentro de la criminología La mayor parte
crítica, este último peligro no era inconcebible. Según Fauge­
ron, no había contradicción entre la investigación cuantitativa
aplicada (llamada "fundamental") y el nivel de compromiso po­
5 La mayor parte
lítico. Ilustró esta tesis señaland() la gran cantidad de estudios ción que hice para e
cuantitativos sobre marginalidad y sobre la relación entre los mayo de 1996, en Li
desarrollos socio -económicos y los niveles de delito. Asimismo, referencias a los est
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 53

'EORÍA CRITICA existe un importante número de estudios sobre distintas insti­


tuciones legales, especialmente sobre el ministerio público fiscal
abajo pionero y cono­
Gabriel Tarde, Émile y el de la defensa (este ú ltimo, en particular, es bastante ex­
riminología, en reali­ cepcional en otros países europeos), así como sobre el llamado
Lrse en una disciplina "lenguaje del derecho". Claude Faugeron, Philippe Robert y otros
:lades francesas. Los colaboradores del CESDIP realizaron una serie de estudios de
, principalmente, por representación y actitud sobre el sistema de justicia, la desvia­
al de I nvestigaciones ción y el control social. Sin embargo, parecería que en Francia
empíricas provenían las exploraciones empíricas y los análisis teóricos pertenecen a
r le Droit et les Insti­ mundos diferentes. Los estudios cuantitativos prácticamente no
llinisterio de Justicia, son usados en la formación de las teorías y la teoría o los análi­
·a ser considerada un sis macropolíticos o culturales casi no incitan a la aparición de
L (Robert y van Outri-
nuevos campos de investigación, con las consecuentes lagunas
ya mencionadas .
l 60 tuvieron eco en la Si bien la revista Déviance et Société no era específicamente
lgía, la que se concen­ una publicación de criminología crítica, garantizaba su atención
Robert ( 1973) incluyó al campo, dado que su objetivo -conforme a su primer comen­
ie la falta de atención tario editorial en 1977- fue cubrir el vacío en la criminología de
·ría del etiquetamien­ habla francesa en relación al estudio de las teorías sociales de
Las materias propias la desviación, los mecanismos sociales que crean la desviación
uas y políticas sobre y el control social. Los académicos belgas, entre quienes mere­
tudios de género, no cen mención el flamenco Lode van Outrive y el valón Christian
is criminológicos. Por Debuyst, tuvieron un papel importante en el apoyo al debate
icos, médicos y psico­ crítico en esta revista 5 .
criminología francesa Varios artículos en números anteriores d e Déviance e t Sacié­
lo acontecido en otros té se refieren a los análisis de clase de la marginalidad social
nente comprometidos (Gérard M anger) y a los prejuicios en el ámbito de la coerción
J se evidenciaron de­ pénal (Thierry Godefroy y Bernard Lafargue); al delito de cue­
:itativos o sobre el po­ llo blanco y el activismo legal ( Pierre Lascoumes); a la reforma
n cualitativos. Claude penal (Monique Seyler), y, desde ya, al proceso de definición de
.undirse en la especu­ la violencia criminalizable y la construcción social de la peligro­
la tradición principal­ sidad. Estos trabajos críticos, sin embargo, fueron la minoría.
Ltro de la criminología La mayor parte de los e studios, en especial aquellos sobre la
:ebible. Según Fauge­
stigación cuantitativa
'el de compromiso po­
5 La mayor parte de lo que sigue a continuación se basa en una investiga­
. cantidad de estudios ción que hice para el vigésimo aniversario de la revista Déviance et Société, en
! la relación entre los mayo de 1996, en Li e ge que seria pubicado en el primer número de 1997. Las
,

s de delito. Asimismo, referencias a los estudios mencionados pueden encontrarse en ese artículo.
1 54 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MC

juventud, tenían una orientación fuertemente liberal, de carac­ turalismo o etr


terísticas filantrópicas. Déviance et So.
En los 80, Déviance et Société fue perdiendo su perfil crítico Ocqueteau, en
y comenzó a olvidar a Foucault y Marx, reforzando, en cam­ francesa-. Lo rr
bio, su orientación positivista. En los albores de los 90 sí pudo del pánico mor:
observarse una orientación más crítica, al desaparecer los es­ respecto a ciert
tudios clínicos y el trabaj o asistencial-filantrópico en materia debate sobre la
de protección juvenil, tornándose más ostensibles los enfoques Déviance et
"realistas". Puede afirmarse que el realismo de izquierda no fue académica. La 1
considerado como perspectiva teórica o crítica política en Fran­ tes, en la que el
cia, pero su crítica a la ignorancia de los problemas que causa el un rol central,
delito en la calidad de la vida urbana y su llamado a considerar a un debate m<
nuevamente las cuestiones de etiología social hallaron eco en actividades, cu
bakuniano, los
aquel país. En ese sentido, desde comienzos de la década del 80
tos sociales. Ta
el primer académico destacado, en ese sentido, fue Renée Zau­
dimensión de le
berman, quien realizó investigaciones en el campo de la victimi­
Estado en la p
zación y el temor al delito. En estudios anteriores, las respuestas
recurrente, así ,
de las personas a las preguntas propuestas en las entrevistas
giados políticos
casi no eran encuadradas en algún marco teórico. Su obra pos­
sanitarias y la
terior, en la que relata el discurso político hegemónico sobre la
dos en una cale
inseguridad con la propia definición del problema brindada por
breves- escrito
estas personas, tiene un mayor poder explicativo (Lagrange y
En términos
Zauberman 199 1 :2 3 1 - 4 1 ) . En 1984, Hugues Lagrange puso de jeto de la crim
relieve el hecho de que el sentimiento de inseguridad de la gente una inclinación
se basaba tanto en la soledad y la vulnerabilidad social como en tradición críticé
el temor real a la violencia (callejera). En 1987, René Levy y Fré­ social y la cienc
déric Ocqueteau relacionaron la ansiedad de las personas con la filosofía, que
la decreciente atención policial a los delitos menores contra la La inexistencia
propiedad, que afectaba a los grupos sociales más vulnerables, de la criminolo
quienes, a su vez, son las principales víctimas de una nueva que la inftuenc:
glorificación de la propiedad como mayor ímbolo de estatus so­ insignificante. :E
cial. En 1989, Piere Boitte vinculó el tema de las políticas de la existencialismo
prevención del delito con el debate sobre la pobreza. Tras reali­ el estructuralis
zar una investigación sobre las explicaciones estructurales del huellas en la c1
delito, Boitte sostuvo que las políticas de prevención deberían Lacan, pasandc
alentar más la intervención social que la penal. Levi-Strauss, M
En tiempos recientes, en los que la extrema derecha del Front nistas Luce Irri:
Nacional resaltó especialmente la política de ley y orden del pre­ fas como Jean-f
sidente Jac;ques Chirac, los trabajos sobre racismo, multicul­ dieu, Alain Tou
O': N EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 55

_ente liberal, de carac- turalismo o etnias y delito casi dej aron de tener presencia en
Déviance et Société -a excepción de la publicación de Frédéric
iiendo su perfil crítico Ocqueteau, en 1983, acerca de la actitud xenofóbica de la policía
, reforzando, en caro­ francesa-. Lo mismo sucedió con el tema de las drogas; más allá
ores de los 90 sí pudo del pánico moral creado por el gobierno de derecha francés con
al desaparecer los es­ respecto a cierto "estado narco" dentro de la Unión Europea, el
lantrópico en materia debate sobre las dr gas ha sido relegado a la disciplina médica.
;tensibles los enfoques Déviance et Société debe ser considerada una publicación
no de izquierda no fue académica. La revista Actes es su contraparte más activista. Ac­
ítica política en Fran­ tes, en la que el ya mencionado sociólogo Pierre Lascournes tuvo
,roblemas que causa el un rol central, se fundó en 1974. Su propósito fue dar espacio
1 llamado a considerar
a un debate más militante sobre la justicia penal. Entre otras
actividades, cubrió las del pequeño movimiento abolicionista
;ocial hallaron eco en
bakuniano, los movimientos de los detenidos y otros movimien­
:os de la década del 80
tos sociales. Tal como lo sostuvieron sus editores, "introdujo la
mtido, fue Renée Zau­
dimensión de la lucha social y las reflexiones críticas acerca del
el campo de la victimi­
Estado en la práctica legal y judicial". La cárcel fue un tema
eriores, las respuestas
recurrente, así como también el derecho y la literatura, los refu­
;tas en las entrevistas
giados políticos, el derecho de famiiia, las políticas laborales y
J teórico. Su obra pos­
sanitarias y la posición de la izquierda, los que fueron aborda­
o hegemónico sobre la dos en una colección de gran cantidad de artículos -la mayoría
>roblema brindada por breves- escritos por académicos y activistas.
x:plicativo (Lagrange y En términos generales, puede decirse que en Francia el ob­
ues Lagrange puso de jeto de la criminología fue interpretado restrictivamente, con
nseguridad de la gente una inclinación hacia la justicia penal. Sin embargo, existe una
_bilidad social como en tradición crítica en disciplinas como la sociología, la psicología
1987, René Levy y Fré­ social y la ciencia política, y también en el derecho, la historia y
d de las personas con la filosqfía, que alcanza también algunos temas criminológicos.
tos menores contra la La inexistencia de una base común hace difícil seguir el rastro
iales más vulnerables, de la criminología crítica francesa, pero no puede sostenerse
íctimas de una nueva que la influencia francesa en la criminología crítica haya sido
ímbolo de estatus so­ insignificante. Basta mencionar los debates franceses acerca del
a de las políticas de la existencialismo de inspiración maoista, los análisis marxistas o
la pobreza. Tras reali­ el estructuralismo y el deconstruccionismo, que dejaron claras
ones estructurales del huellas en la criminología. Desde Jean-Paul Sartre y Ja<;:ques
e prevención deberían Lacan, pasando por Louis Althusser, Ja<;:ques Donzelot, Claude
penal. Levi-Strauss, Michel Fou·cault y Gilles Deleuze, hasta las femi­
-ema derecha del Front nistas Luce Irrigaray y Julia Kristeva y los posmodernos filóso­
de ley y orden del pre­ fos como Jean-Franc;ois Lyotard, Jean Baudrillard, Pierre Bour­
)re racismo, multicul- dieu, Alain Touraine o Ja¡;:ques Derrida, los teóricos franceses
1 56 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MO

han sido muy leídos e incluidos en los estudios criminológicos có sensiblement


críticos anglosaj ones. Esto demuestra, en parte, la complejidad Muchos criminó
que implica analizar el desarrollo de la criminología crítica en una ética de la
Francia. Como crítica epistemológica está implícita en la teoría ción d e sus aná:
social y política general y en la modalidad empírica práctica­ y estructuralist;
mente no tiene características distintivas. de la reforma P"
Michel Foucault, quien sistemáticamente se negó a ser eti­ apolítico. Recién
quetado y, probablemente, también a ser asociado a la crimi­ de los detenido
nología crítica, realizó una contribución muy importante a su lenguaje descali
desarrollo también en Francia, en donde la criminología consis­ reforma penal d
tía en un "discurso farragoso" con "repeticiones infinitas". Con Al analizar su V(
estas observaciones, Foucault (1975b) se acercó a las críticas sobre estrategia
que formulaba la teoría de la desviación a la criminología admi­ concepto relacio
nistrativa: "¿Leyó usted alguna vez un texto criminológico? Son usada en el disc
pasmosos. Y digo esto con asombro y no con agresividad, porque capítulos de estt
no alcanzo a comprender cómo el discurso de la criminología ha
podido llegar a este nivel. Uno tiene la impresión de que es de VI . LA TEOR!A !TAl
tanta utilidad, de que se lo necesita con tanta urgencia y se lo
Quizás Italia
considera tan vital para el funcionamiento del sistema, que ni
nología, pero cm
siquiera necesita buscar una justificación teórica de sí mismo o
ha sido insignifi
tan sólo un marco coherente. Es completamente utilitario".
la expresión del
Foucault les dio notable impulso a los estudios históricos del
mos] que reina
sistema carcelario -y en menor medida a la psiquiatría-, que
criminología crít
representan la tradición crítica de la criminología francesa. En
tíorie Crimínale,
oposición al discurso dominante de la continua humanización,
Dei Delitti e Dellt
Fou<:ault demostró en Vigilar y castigar (Surveiller et puní!') el
tradición admin
modo en que el propósito del castigo como tal cambió a lo · largo
sarrolló en otro ,
de la historia. La cárcel, consecuentemente, dejó de ser un mero
Al observar lé
símbolo del poder punitivo para transformarse en una maquina­
Positiva y del me
ria destinada a la producción de cuerpos dóciles, al servicio del
dis�Ciplinamiento de los hombres dentro y fuera de la institución.
A nivel epistemológico, demostró que la producción de conoci­
miento válido tiene lugar bajo la influencia de relaciones de poder. 6 La Questione (
Por lo tanto, Foucault propuso reescribir la historia de la psiquia­ cación sobre invest
tría y la medicin a , del sistema penal y de la sexualidad. Con este social (Rivista di n
cesara, Dei Delitti E
propósito, utilizó un conocimiento descalificado: el conocimiento
libro de Beccaria) e
del lunático y del paciente, del delincuente y del pervertido. cos acerca de la cw
El argumento foucaultiano de que el humanitarismo es una su contenido actua
motivación insuficiente para una reforma penal radical mar­ ne criminale). En 21
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGIA CRiTICA EUROPEA 1 57

udios criminológicos có sensiblemente a todas las criminologías criticas europeas.


parte, la complejidad Muchos criminólogos críticos derivaron de la obra de Foucault
·iminología crítica en una ética de la no participación. A pesar de la gran abstrac­
implícita en la teoría ción de sus análisis, su alejamiento de los marxistas, maoistas
_d empírica práctica- y estructuralistas, y de sus observaciones pesimistas respecto
de la reforma penal, no podemos considerarlo un metateórico
tte se negó a ser eti­ apolítico. Recién tras su participación en el movimiento francés
asociado a la crimi­ de los detenidos abordó sus análisis penológicos. Su idea del
nuy importante a su lenguaj e descalificado de los presos, que guía la política de la
_ criminología consis­ reforma penal desde abajo, será examinada en el Capítulo VII.
;iones infinitas". Con Al analizar su veta activista, abordaremos las ideas de Foucault
acercó a las críticas sobre estrategia política, en la que el poder se percibe como un
a criminología admi­ concepto relacional más que unidimensional. Esta noción será
.o criminológico? Son usada en el discurso de reemplazo que elaboraré en los últimos
1 agresividad, porque
capítulos de este libro.
de la criminología ha
presión de que es de VI . LA TEORIA ITALIANA DE LA DESVJACION
:tnta urgencia y se lo Quizás Italia no tenga una gran traaición empírica en crimi­
) del sistema, que ni nología, pero concluir de ello que la criminología critica italiana
teórica de sí mismo o ha sido insignificante seria, a juicio de Teresa Lapis (1981 : 155),
nente utilitario". la expresión del "imperialismo cultural [anglosajón, agregaría­
studios históricos del mos] que reina en la disciplina". En Italia existió un foro de
la psiquiatría-, que criminología crítica, constituido alrededor de la revista La Ques­
.nología francesa. En tiorie Criminale, fundada en 1975 y rebautizada en 1983 como
tinua humanización, Dei Delitti e Delle Pene6. En el caso italiano, en ausencia de una
3urveiller et punir) el tradición administrativa, la criminología critica también se de­
tal cambió a lo · largo sarrolló en otro contexto.
, dejó de sei un mero Al observar la particular historia de la antropológica Scuola
rse .en una maquina­ Positiva y del movimiento autoritario de la defensa social, se es­
óciles, al servicio del
tera de la institución.
educción de conocí­
e relaciones de poder. 6 La Questione Crimina/e (La Cuestión Penal) es el nombre de una publi­
listoria de la psiquia­ cación sobre investigaciones y debates acerca de la desviación y el control
social (Rivista di ricerca e dibatti su devianza e controllo socia/e). Su su­
sexualidad. Con este cesora, Dei Delitti e delle Pene (De los delitos y de las penas, por el famoso
;ado: el conocimiento libro de Beccaria) es una revista de estudios científicos, históricos y jurídi­
· del pervertido. cos acerca de la cuestión penal cuyo subtítulo se condice mucho mejor con
manitarismo es una su contenido actual (Rivista di studi sociali, storici e giuridici sulla questio­
penal radical mar- ne criminale). En 2006 se restableció La Questione Criminale.
1 58 RENE VAN SWAANINGEN EL MOSA

pera hallar una reacción crítica contra semejante legado. Tamar brica) , de Dario M
Pitch ( 1990:47) señaló que la criminología crítica italiana "se lugar, Gaetano de
topó con dos tradiciones muy arraigadas: el derecho y la crimi­ al surgimiento de
nología clínica. Si el objeto del primero es en mayor proporción socio-psicológica,
el sistema del derecho penal y su procedimiento y no el sistema malidad y desviac
de justicia penal, el objeto de la última es el delincuente". Los de estudios críticc
orígenes políticos de la criminología crítica italiana se encuen­ de una tradición l
tran en el movimiento antipsiquiatría de Franco Basaglia y en Baratta construyé
los movimientos de los estudiantes y los trabajadores de la dé­ rrolló principios ¡:
cada del 60. Reflej ó el proceso de democratización del control de sobre el Estado in
la desviación y del delito. libro Criminología
Franca Faccioli ( 1984) señaló las tres raíces de la crimino­ crítica y crítica de
logía crítica en la sociología italiana de la década del 50, des­ El estado del ce
tacando, en primer lugar, que existen numerosos estudios so­ discurso del conti
ciológicos sobre marginalización, subculturas y pobreza. Una La legislación per
segunda tradición está constituida por los estudios sobre re­ sado fascista. Se
acciones sociales a la desviación, que se originan en la sociolo­ quicas estrictas, 1
gía Uurídica) interaccionista. Se llevó a cabo una gran cantidad . Massimo Pavarini
de investigaciones sobre la selectividad de la administración de criminal, particul
justicia y sobre la construcción social de la delincuencia juvenil. primaria, siempre
Los experimentos antipsiquiátricos de Basaglia alentaron una y administrativas
cantidad interesante de estudios sobre las instituciones totales, mente indulgente
que se llaman instituciones de violencia estructural. La tercera dica a la creación
raíz de la criminología crítica italiana se halla en la tradición sur del país- que
intelectual, que surgió sobre las huellas de Gramsci, teórico po­ modos de control
lítico que fue uno de los fundadores del partido comunista ita­ los implementado:
liano (PCI)" en 192 1 . Un concepto central en el pensamiento de mercado laboral e
Gramsci es la "hegemonía". Aunque las estructuras hegemóni­ personal, más lóg:
cas modelan la realidad, no representan un estado permanente ropa del norte, co
de dominación. Al ser desafiadas constantemente por las con­ Según Pavarini ( 1
tradicciones de clase, se vuelven inestables. El pensamiento de ci y del PCI (más
Gramsci forma un basso continuo en la izquierda italiana. ideología que a e1.:
La criminología crítica comenzó con reflexiones macrosocio­ movió (también d
lógicas, neomarxistas, estructuralistas y gramscianas sobre las cialdemócrata ma
trad ic ion es dominantes en la disciplina. Se constituyó con tres una cultura popu
orientaciones principales (Ianni 1994). En primer lugar, se reali­ conflictivo, que in
zaron análisis de la poca atención a los delitos de los poderosos, minos de domina<
la socialización (femenina) en modelos familiares tradicionales Durante la déc
y, especialmente, el más conocido Carcere e fabbrica (Cárcel y fá­ entre la teoría so·
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRITICA EUROPEA 1 59

nejante legado. Tamar brica), de Dario Melossi y Massimo Pavarini ( 1977). En segundo
ia critica italiana "se lugar, Gaetano de Leo y Alessandro Salvini ( 1978) contribuyeron
el derecho y la crimi­ al surgimiento de una teoría de la desviación con orientación
; en mayor proporción socio-psicológica, de la cual su libro Normalita e devianza (Nor­
niento y no el sistema malidad y desviación) es un claro ejemplo, Una tercera categoría
s el delincuente". Los l. de estudios críticos halla sus raíces en la filosofía jurídica. Des­
:a italiana se encuen­ de una tradición fuertemente antiinstrumentalista, Alessandro
Franco Basaglia y en Baratta construyó el puente hacia la criminología critica. Desa­
trabajadores de la dé­ rrolló principios para el imperio democrático de la ley y teorías
tización del control de sobre el Estado intervencionista, que terminaron dando lugar al
libro Criminología critica e critica del diritto pena le (Criminología
raíces de la crimino­ crítica y crítica del derecho penal).
a década del 50, des­ El estado del control social italiano es bastante particular. El
merosos estudios sa­ discurso del control social ha sido siempre de tipo autoritario.
turas y pobreza. Una La legislación penal italiana aún muestra los trazos de su pa­
os estudios sobre re­ sado fascista. Se supone que funciona a través de líneas jerár­
lriginan en la sociolo­ quicas estrictas, pero en la práctica es mayormente simbólica.
bo una gran cantidad Massimo Pavarini ( 1994:50) sostuvo que "la adopción de política
: la administración de criminal, particularmente dura en el nivel de la criminalización
1 delincuencia juvenil.
primaria, siempre ha sido contradicha por estrategias judiciales
Lsaglia alentaron una y administrativas particularmente blandas, cuando no abierta­
: instituciones totales, mente indulgentes". Gran parte del gasto público italiano se de­
structural. La tercera dica a la creación de proyectos de trabajo -especialmente en el
halla en la tradición sur del país- que a veces resultan completamente inútiles. Los
Gramsci, teórico po­ modos de control social en el norte rico varían notablemente de
tartido comunista ita­ los implementados en el sur "subdesarrollado". La orientación al
en el pensamiento de mercado laboral es, en el contexto italiano de clientelismo ínter­
structuras hegemóni­ personal, más lógica que en los sistemas administrativos de Eu­
m estado permanente ropa del norte, comparativamente más eficientes y autónomos.
1temente por las con­ Según Pavarini ( 1994:52), la gran influencia de Antonio Grams­
s. El pensamiento de ci y del PCI (más comparable al partido laborista en tamaño e
quierda italiana. ideología que a cualquier otro partido comunista europeo) pro­
flexiones macrosocio­ movió (también debido a que la nomenclatura cristiana y so­
ramscianas sobre las cialdemócrata mantuvo al PCI fuera del gobierno hasta 1996),
)e constituyó con tres una cultura popular en la que "persiste un paradigma político
primer lugar, se reali­ conflictivo, que interpreta los problemas de orden social en tér­
litos de los poderosos, minos de dominación, hegemonía; en una palabra, poder".
miliares tradicionales Durante la década del 70, un debate central fue la relación
e fabbrica (Cárcel y fá- entre la teoría social y política marxista y la criminología. De

- ---------- ____ __
__..
1 60 RENE VAN SwAANINGEN EL MOS,

estos teóricos, los más influyentes fueron Pietro Barcellona y al. 1983), se des
Norberto Bobbio. Máximo Pavarini elaboró una economía políti­ Franca Faccioli a
ca del castigo dentro de la criminología. Dario Melossi continuó se interpretaba, <:
con los clásicos marxistas e investigó el significado de la cues­ cial de la muj er, :
tión penal para la criminología. En oposición al teórico marxista asistencialista, s
inglés Paul Hirst ( 1975), Melossi concluyó que los académicos otorgarles derect
marxistas debían continuar con los análisis criminológicos, radas paternalist
porque, de lo contrario, la posición de la izquierda respecto del El interés en 1,
delito y el castigo seguiría siendo el eclecticismo liberal. Ales­ están por introd
sandro Baratta resaltó la tendencia burguesa del movimiento ejemplo, las nue
de la defensa social y la reproducción de la marginalidad social orientación a la ·

mediante el sistema penal . Filippo Sgubbi ( 19 75) contribuyó con tercera fase de la
las teorías de la criminalización, al señalar los intereses difusos tudios cobró fuer
subyacentes en el discurso de los derechos, ya que se limitaba penal común los
a los delitos clásicos. Sgubbi propuso, de modo similar a los cia contra las ac
Schwendinger ( 1975), una redefinición de los intereses que de­ Brigate Rosse (B
bían ser protegidos por el derecho penal. Sgubbi pensaba de la te el quincuagé
misma manera respecto a la salud, la seguridad en los lugares. Codice Rocco. Es
de trabajo y el medio ambiente. rencia fundamer
Los estudios sobre la desviación son algo posteriores y con­ La Questione Cr;
dujeron a una segunda fase en la criminología crítica italiana. redonda sobre el
Originada en la psicología social, la crítica de la desviación se dice Rocco cinqu
orientaba a su uso instrumental como concepto patológico para académicos críti<
marginar gente "dificil". En Normalita e devianza, De Leo y Sal­ abusivo de la pri
vini recurren a términos como delincuentes, menores, pacien­ retributiva de la
tes psiquiátricos, drogadictos y desviados sexuales como cate­ En 1980, Fran
gorías de personas excluidas de la sociedad, fuera por medios mostró cómo en (
de corrección patologizantes o represivos. Tamar Pitch ( 1 9 75) debido proceso y
extendió el concepto de desviación a la esfera del control penal. vés el uso recurn
Vittorio Cotesta analizó la determinación cultural del concepto rehabilitación o 1
de normalidad y Beppe l\1osconi estudió el significado de los penas ejemplare
análisis socio-psicológicos para llevar más lejos el debate cri­ Eligio Resta e
minológico crítico. Cuando se iniciaba la década del 80, estos ticas judiciales i
debates se conectaron con análisis más esctructuralistas del gencia y juicios
control social institucional disperso, de Gianvittorio Pisapia Castellano prese1
( 19 78) . Tamar Pitch ( 1983) criticó la orientación global hacia la en Italia (es decir
marginalización de la teoría de la desviación. Del mismo modo, o <:l cretos y en :
la crítica feminista de la criminología, que se transformó en una dad a la responsé
orientación bastante importante al principio de los 80 (Pitch et Baratta bosquejé

-
N EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA EUROPEA 161

n Pietro Barcellona y al. 1983), se desarrolló principalmente dentro de esta crítica.


:'> una economía políti­ Franca Faccioli analizó el modo en que la delincuencia femenina
>ario Melossi continuó se interpretaba, en primer lugar, como una desviación del rol so­
>ignificado de la cues­ cial de la mujer, y Tamar Pitch criticó el control social "blando" '

ión al teórico marxista asistencialista, sobre las mujeres, enfatizando la necesidad de


ó que los académicos otorgarles derechos para contrarrestar esos enfoques, conside­
tálisis criminológicos, rados paternalistas.
izquierda respecto del El interés en los temas jurídicos siempre aumenta cuando se
cticismo liberal. Ales­ están por introducir importantes reformas legales -como, por
guesa del movimiento ejemplo, las nuevas leyes penitenciarias de 1975 y 198 1-. La
.a marginalidad social orientación a la política penal y a la despenalización marcó la
(1975) contribuyó con tercera fase de la criminología crítica italiana. Esta clase de es­
tr los intereses difusos tudios cobró fuerza entre 1979 y 1 9 8 1 , al penetrar en el derecho
os, ya que se limitaba penal común los elementos autoritarios de las leyes de emergen­
le modo similar a los cia contra las acciones militantes, extraparlamentarias, de las
los intereses que de­ Brigate Rosse (Brigadas Rojas) y al conmemorarse críticamen­
Sgubbi pensaba de la te el quincuagésimo aniversario del Código Penal fascista, el
uridad en los lugares Codice Rocco. Esta orientación jurídi a crítica marcó una dife­
rencia fundamental respecto de la criminología crítica inglesa.
Jgo posteriores y con­ La Questione Criminale cubrió en 1 9 8 1 el debate de una mesa
ología crítica italiana. redonda sobre el legado fascista inserto en el Código Penal (JI Ca ­
::a de la desviación se dice Rocco cinquant 'anni dopo) e incluyó veinte comentarios de
1cepto patológico para académicos críticos en los que los temas centrales fueron el uso
vianza, De Leo y Sal­ abusivo de la prisión preventiva y la naturaleza rigurosamente
ltes, menores, pacien­ retributiva de las leyes penales.
> sexuales como cate­ En 1980, Franco Bricola analizó cierto número de juicios y de­
iad, fuera por medios mostró cómo en ellos se violaban los aspectos fundamentales del
>. Tamar Pitch ( 1975) debido proceso y se ocultaba el uso político de la ley penal a tra­
fera del control penal. vés el uso recurrente de justificaciones ideológicas -tales como la
cultural del concepto rehabilitación o la prevención de la alarma social- para imponer
• el significado de los penas ejemplares y extender los plazos de la prisión .preventiva.
3.s lejos el debate cri­ Eligio Resta estudió la dudosa calidad democrática de las prác­
. década del 80, estos ticas judiciales italianas, regladas por decretos, leyes de emer­
esctructuralistas del gencia y juicios secretos, cada vez en mayor proporción. Lucio
Gianvittorio Pisapia Castellano presentó un informe detallado de la detención política
tación global hacia la en Italia (es decir, la detención basada en las leyes de emergencia
ión. Del mismo modo, o decretos y en la extensión del concepto jurídico de culpabili­
se transformó en una dad a la responsabilidad colectiva). En este contexto, Alessandro
pio de los 80 (Pitch et Baratta bosquejó una serie de principios para un derecho penal
1 62 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOS.

mínimo. Luigi Ferrajoli criticó la naturaleza extremadamente in­ Ferrajoli (1989:2


quisitiva del proceso penal italiano mediante una detallada des­ abolicionismo, afi
cripción del juicio realizado el 7/4/79 contra un profesor de la normativa de tra1
Universidad de Padua, Antonio Negri, quien, pese a haber sido objetivos del cast
liberado de todos los cargos, fue mantenido en prisión, bajo la micos críticos ita
modificación posterior de la imputación a "colaboración con una formalista, basad
organización prohibida" y otros cargos menores. El primer núme­ conceptos sociolé
ro de La Questione Criminale de 1979 fue dediCado completamen­ ningún tipo de 1
te al terrorismo, incluyendo una contribución del propio Negri. legales clásicos o
Ferrajoli ( 1983) sostuvo que toda la idea de la legislación de emer­ peligro de volver <
gencia encarnaba una metáfora de la guerra y que el proceso de Esta orientaci(
considerarla como algo normal debía ser rechazado enérgicamen­ tiva del garantisr
te en un Estado de derecho democrático. nología crítica ité
A mediados de la década del 70, Vittorio Cotesta analizó la rea­ conflictiva de la s
lidad penal italiana desde una perspectiva foucaultiana, mientras conflicto anglosa,
Guido Nappi Modona (1976) y Franco Bricola (1975) examinaban forma latente de :
críticamente los debates parlamentarios que se llevaban a cabo que, dado que la
para discutir la nueva legislación penitenciaria. Una nueva ley. resistencia organ
intentó mejorar los derechos de los detenidos y crear más regíme­ (Ferrajoli y Zolo
nes carcelarios abiertos. Sin embargo, muchos críticos temieron deró y las visione
que la propuesta de expansión de las facultades discrecionales iluminista y dere•
de ciertas autoridades aumentaría la arbitrariedad de la coerción joli 1989). Tambi•
penal. En una serie de comentarios, Bricola criticó el modo espe­ dialéctica entre 1
cial en que se implementó en Italia el sistema de probation, como y los intereses d(
una suerte de favor judicial antes de llevarse a cabo el juicio con el o como se la llan
propósito de evitar la prisión preventiva, lo que, según su opinión, (que pertenece a
no favorecía la reintegración del acusado a la sociedad. El amplio pertenece al "deb
rechazo del criterio de la rehabilitación durante los 80 -principal­ tes que sólo podí
mente por Gaetano de Leo y Massimo Pavarini- debe entenderse externa, respecti'
en ese contexto. Estos desarrollos y el contexto jurídico específico cas y morales só
italiano con una orientación paternalista e instrumentalista hacia traducción qe lo
la defensa social explican también el rechazo al abolicionismo. lación de los vale
Pavarini ( 1985) sostuvo que sus poderosos argumentos en contra adecua a la pers
del sistema penal eran muy útiles para los criminólogos críticos, que causan verde
pero que no existía posibilidad de incluirlo en la agenda política Por lo tanto, los ¡
alternativa, porque su orientación hacia formas no judiciales de penal como medil
resolución de conflictos (diversion) y sus respuestas "sociales" (in­ sonales. La pers¡:
terpretadas como algo similar a las ideas de Gramatica de la déca­ central después e
da del 50), reforzarían una orientación aún.más instrumentalista. Ferrajoli (1989) D
NGEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 63

tleza extremadamente in­ Ferrajoli (1989:234) también señaló la inconsistencia teórica del
liante una detallada des­ abolicionismo, afirmando que los abolicionistas caían en la falacia
contra un profesor de la normativa de tratar de demostrar la falsedad de los principios u
quien, pese a haber sido objetivos del castigo con argumentos funcionalistas. Los acadé­
:enido en prisión, bajo la micos críticos italianos adoptaron una perspectiva estrictamente
t a "colaboración con una
formalista, basada en la definición legal del delito, dado que los
nenores. El primer núme­ conceptos sociológicos o antropológicos flexibles no establecían
e dedicado completamen­ ningún tipo de límites a la intervención estatal. Los principios
ibución del propio Negri. legales clásicos ofrecían -sostuvo- la mejor protección contra el
de la legislación de emer­ peligro de volver a caer en la ley de la selva.
uerra y que el proceso de Esta orientación se desarrolló hasta convertirse en la perspec­
· rechazado enérgicamen­ tiva del garantismo penal, que marca la cuarta fase de la crimi­
,_
nología crítica italiana. Los garantistas partieron de una visión
rio Cotesta analizó la rea­ conflictiva de la sociedad, pero, al contrario de los sociólogos del
va foucaultiana, mientras conflicto anglosajones, no presentaron la desviación como una
ricola ( 1975) examinaban forma latente de resistencia a la sociedad de clases; sostuvieron
s que se llevaban a cabo que, dado que la sociedad es conflictiva a nivel estructural, la
tenciaria. Una nueva ley resistencia organizada es la ú nica lucha políticamente relevante
lidos y crear más regíme­ (Ferrajoli y Zolo 1977 ) . Más tarde, esta visión marxista se mo­
muchos críticos temieron deró y las visiones beccarianas y benthamianas de utilitarismo
facultades discrecionales iluminista y derecho penal clásico cobraron importancia (Ferra­
bitrariedad de la coerción joli 1989). También se indagó la correspondencia de la relación
cola criticó el modo espe­ dialéctica entre las definiciones legales del delito hegemónicas
stema de probation, como y los intereses de la clase trabajadora (Ferrajoli y Zolo, 1977),
=trse a cabo el juicio con el o como se la llamó luego, "grupos sociales vulnerables". La ley
lo que, según su opinión, (que pertenece a la categoría kantiana del "ser") y la moral (que
) a la sociedad. El amplio pertenece al "deber ser") fueron tratadas como campos diferen­
lurante los 80 -principal­ tes que sólo podían cuestionarse desde una posición interna a ·
·avarini- debe entenderse externa, respectivamente, a la razón legal. Las posturas políti­
1ntexto jurídico específico cas y morales sólo cumplieron un rol en el estadio previo a la
. e instrumentalista hacia traducción de los valores en términos legales; así, la reformu­
echazo al abolicionismo. lación de los valores legales de Filippo Sgubbi (Rechtsgüter) se
os argumentos en contra adecua a la perspectiva garantista, en la que sólo los hechos
los criminólogos críticos, que causan verdadero daño social deberían ser criminalizados.
irlo en la agenda política Por lo tanto, los garantistas querían excluir el uso del derecho
t formas no judiciales de
penal como medio para estigmatizar las elecciones morales per­
respuestas "sociales" (in­ sonales. La perspectiva garantista se transformó en un debate
de Gramatica de la déca­ central después de la publicación del voluminoso libro de Luigi
ín más instrumentalista. Ferrajoli ( 1989) Diritto e ragione (Derecho y razón).
1 64 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MOS

El rol de los jueces progresistas -unidos en un foro profesio­ general, fue aún
nal llamado Magistratura democratica- en las discusiones pe­ en declinación, e
nales no debería ser subestimado. A pesar de las altas tasas de mento, sin embE
delitos graves y del viejo Código Penal positivista de origen fas­ señalamos en la
cista, los jueces lograron afianzar la práctica de la decarceriza­ de la crisis teóri•
ción, haciendo amplio uso de su discrecionalidad. E sto llevó a la que el impasse e
virtual abolición de los institutos de menores en la década de los te teórico (y no r
80 y a la reducción de las tasas de encarcelamiento entre 1984 y este contexto. Er
1990. Massimo Pavarini ( 1994: 49) señaló el contexto cultural y el terrorismo fue
político atípico en el que surgió este (efímero) "paraíso peniten­ minología crítica
ciario italiano". Además de una tradición crítica influyente entre tud crítica hacia
los juristas, Pavarini interpretó la práctica italiana de la decar­ controversia polí1
cerización como una indulgencia de la administración, y como de las brigadas r
resultado de la amplia percepción popular del delito como pro­ gislación de emeJ
blema político. La izquierda italiana nunca fue "blanda con el última cuestión J
delito", sino que sostuvo que se encarcelaba a las personas equi­ aguas entre aqw
vocadas, es decir, a los vulnerables. El delito también se percibía lencia y, por lo ta
como parte de la problemática del sur: la superpoblación de la movimientos de 1
cárceles italianas con individuos provenientes del mezzogiorno por esta " izquierc
se asemejaba a la situación de los negros en Estados Unidos. A Franca Facciol
tono con los debates antes mencionados, en cuanto a la dudosa perdió mucha relt
política de las leyes de emergencia y la legislación a través de tas convincentes :
decretos, Pavarini ( 1994:52 -3) sostuvo que el "terrorismo rojo", el debate público
que "en Italia fue interpretado como un fenómeno perfectamente rantismo tambiér
entendible en su raigambre político-cultural", favoreció el for­ juicios masivos s
talecimiento de una cultura de la desconfianza "inclinada a la dencia creciente <
sospecha" y que "estuvo más preocupada por los peligros de las través de la legisl<
agencias represivas que por los peligros de la delincuencia". cretos ad hoc. Se
con garantías leg
l . Crisis, ¿qué crisis? la intervención es
La crisis en la criminología crítica italiana no fue tan evi­ principio de legali
dente. En primer lugar, la credibilidad moral de la criminología de emergencia, ce
crítica italiana no fue muy cuestionada; por ejemplo, no se la de legalidad en to,
acusó de adoptar posiciones relativistas sobre el delito. En se­ y al poder judicia
gundo término, la criminología crítica no constituyó un grupo Sin embargo, exi!
tan identificable como en Inglaterra. En tercer lugar, el idealis-­ lado garantista e1
mo y la euforia iniciales de la criminología italiana fueron me­ aprecia con clarid
nos evidentes. Debido a que las relaciones materiales y políticas en que el legisladc
contrastaban más nítidamente, la posición de la izquierda, en que interprete la

---
EL MOSAICO DE LA CRIMINO LOGÍA CRiTICA EUROPEA 1 65

en un foro profesio­ general, fue aún más evidente que en los Estados de bienestar
las discusiones pe­ en declinación, de Eur pa del no:te (B a ratta 1990). Este argu­
m nto, sm _ emba go, solo aphcable a la crisis externa que
de las altas tasas de
:ivista de origen fas­ senalamos en la mtroduccwn, pero no explica la mayor parte
;a de la decarceriza­ de la crisis teórica interna. El argumento de Melossi ( 1985) de
.lidad. Esto llevó a la que el impasse en la criminología crítica era fundamentalmen­
s en la década de los te teórico (y no político) también se h ace más comprensible en
tmiento entre 1984 y este contexto. En el caso inglés y en el alemán, el debate sobre
1 contexto cultural y el terrorismo fue un elemento importan te de la crisis de la cri­
·o) "paraíso peniten­ minología crítica. En Italia facilitó, en gran medida, una acti­
itica influyente entre tud crítica hacia la ley y el orden, aunque también causó gran
italiana de la decar­ controversia política dentro de la izquierda. La actitud respecto
J.inistración, y como de las brigadas rojas debe diferenciarse de la oposición a la le­
del delito como pra­ gislación de emergencia sobre el terrorismo. Mientras que esta
l fue "blanda con el
última cuestión fortaleció a la izquierd a, la primera dividió las
a las personas equi­ aguas entre aquellos que no querían ser asociados con la vio­
, también se percibía lencia y, por lo tanto, los alejó de su base social potencial, y los
1perpoblación de las movimientos de presos políticos, que S!'! sintieron traicionados
ttes del mezzogiorno por esta "izquierda burguesa".
n Estados Unidos. A Franca Faccioli ( 1984: 637) sostuvo que la criminología crítica
L cuanto a la dudosa
p erdió mucha relevancia por no haber p odido formular respues­
;islación a través de tas convincentes a dos de los mayores problemas que dominaron
el "terrorismo rojo", el debate público: el terrorismo y el cri men organizado . El ga­
meno perfectamente rantismo también sufrió este problema. Surgió, después de los
al", favoreció el for­ juicios masivos sobre terrorismo, como reacción contra la ten­
:�.nza "inclinada a la dencia creciente a socavar el E stado de derecho democrático, a
)r los peligros de las través de la legislación de emergencia y el gobierno mediante de­
la delincuencia". cretos ad hoc. Se pensó que la codificación estricta y detallada,
con garantías legales para el acusado, reduciría la tendencia a
la intervención estatal arbitraria. Se resp ondió a la violación del
s.na no fue tan evi­ principio de legalidad,por la puerta trasera mediante legislación
ll de la criminología de emergencia, con una demanda de apego estricto al principio
or ejemplo, no se la de legalidad en todas las fases del proce so, liberando a la policía
bre el delito. En se­ y al poder judicial la menor cuota de discrecionalidad posible.
:onstituyó un grupo Sin embargo, existe más de una complicación con este postu­
cer lugar, el idealis­ lado garantista en la situación política italiana reciente. No se
italiana fueron me­ aprecia con claridad el motivo por el cu al debería confiarse más
lateriales y políticas en que el legislador haga buenas leyes que en un poder judicial
de la izquie rda, en que interprete la ley. H ay un problema bastante generalizado
1 66 RENÉ VAN SWAANINGEN EL MC

en el mundo occidental respecto de la crisis del sistema político VII. Los ACADÉMJC
parlamentario, pero el caso italiano, de clientelismo político es­
España es u
tructural y retribución de favores , es un claro ejemplo al respec­
del d ictador gE
to. Al colapsar la nomenclatura política tradicional a inicios de
lidad, hasta de
los 9 0 , no fue el parlamento italiano sino el poder j udicial el que
cracia en 1978-
inició la operación maní pulite (manos limpias). También hay
influencias exh
u n elemento bastante perverso en el garantismo: habiendo sido
eran bienvenid<
establecido como reacción para evitar el u so instrumental de la
ciales, las que, :
justicia penal contra la izquierda, son principalmente los ma­
la academia es¡:
fiosos y los causantes de otros fraudes (políticos) quienes más algunas univer
usufructúan la ley y mejor explotan las garantías legales. integrados por
Un segundo elemento de la crisis en la criminología crítica criminología", ¡::
que observó Faccioli ( 1984:637) fue que su base social en el mo­ La criminología
vimiento de democratización se desmoronó; muchas de estas te en España. 1
democratizaciones, en el campo de la desviación, se llevaron a el control estat
cabo hasta cierto punto. El argumento de Tamar Pitch ( 1983:6), España posfrar
de que la teoría de la desviación articuló un importante lenguaje posición establt
de resistencia, iba en esa misma dirección. Este lenguaje se hizo de la ortodoxia
obsoleto debido a su enfoque impreciso y determinista sobre la una crítica de
marginalización. "Los sucesos sociales y políticos de los últimos ca o la filosofía
diez años contribuyeron a socavar esa lectura ideológica y re­ central, la cultt
duccionista de la realidad. Las antiguas dicotomías se revelaron por la mentalid
falsas y de pronto se descubrió que la dinámica social no podía sa preocupació1
leerse suponiendo la centralidad de la clase obrera". instituciones se
La crisis italiana de la criminología crítica de principios la ausencia de n
de los 80 también puso en duda su determinismo económico niveles políticos
inicial. Como consecuencia, los estudios sobre las formas de por parte de la
control social que no podían reducirse a las relaciones econó­ protesta social <
micas -por ejemplo, las de Gaetano de Leo o Tamar Pitch- re­ El legado de
cibieron mayor atención. Este desarrollo acompañó la segunda forzó a la izqui«
tuvo corporizad
fase de la criminología crítica italiana. Tras un tercer período
la policía (guart
de críticas de las prácticas jurídicas, la política criminal y la
garantías legale
despenalización, siguió una cuarta fase, en la que las anterio­
ral, aún puede '
res críticas negativas tomaron una dirección más constructiva
dominante. Mu'
(por ejemplo, Alessandro B aratta o Luigi Ferrajoli) . Sus estu­
debate crítico se
dios sobre el derecho penal mínimo y el garantismo reflexionan contra el franqt
sobre los contenidos que debería poseer un sistema legal so­ sindicalista CN1
cialmente j u sto. Esta perspectiva contrafáctica se desarrollará separatistas va
en el Capítulo X. ·. ("tierra libre" en
GEN EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGIA CRiTICA EUROPEA 1 67

·isis del sistema político VJI. Los ACADÉMICOS CRÍTICOS ESPAÑOLES: GUARDIANES DEL PODER DEL EsTADO
clientelismo político es­
España es un caso particular debido a que hasta la muerte
claro ejemplo al respec­
del dictador generalísimo Francisco Franco en 1 9 75 -en rea­
tradicional a inicios de
lidad, hasta después del período de transición hacia la demo­
> el poder judicial el que
cracia en 1978- el país se mantuvo completamente ajeno a las
limpias) . También hay
influencias extranjeras. Bajo el franquismo las voces críticas no
·antismo: habiendo sido eran bienvenidas. Se impidió el surgimiento de las ciencias so­
uso instrumental de la ciales, las que, hasta el día de hoy, ocupan un lugar marginal en
principalmente los ma­ la academia española. Y más aún respecto de la criminología: en
(políticos) quienes más algunas universidades existen departamentos, en su mayoría
garantías legales. integrados por psiquiatras y abogados, llamados "institutos de
. la criminología crítica criminología", pero casi no producen investigaciones empíricas.
::;u base social en el mo­ La criminología sociológica convencional directamente no exis­
ronó; muchas de estas te en España. Al proponer como temas centrales el desorden y
esviación, se llevaron a el control estatal, la criminología suscitó mucho interés en la
le Tamar Pitch ( 1 9 83:6), España posfranquista, pero no ha logrado establecerse en una
un importante lenguaje posición estable, dado que las universidades son aún bastiones
•n. Este lenguaje se hizo de la ortodoxia. La "criminología" crítica está constituida por
y determinista sobre la una crítica de la justicia penal dentro de la sociología jurídi­
· políticos de los últimos ca o la filosofía. Cercana a la visión jurídica como perspectiva
lectura ideológica y re­ central, la cultura política y académica española se caracteriza
dicotomías se revelaron por la mentalidad provinciana y la desconfianza. La sospecho­
.námica social no podía sa preocupación dominante por el déficit democrático de varias
ase obrera". instituciones se torna especialmente comprensible si se advierte
a crítica de principios la ausencia de mecanismos democráticos de control en distintos
niveles políticos y de organización, y también el encubrimiento,
:terminismo económico
por parte de las autoridades, de flagrantes abusos de poder. La
os sobre las formas de
protesta social debería ser vista en este contexto particular.
a las relaciones econó­
El legado de los últimos cuarenta años de dictadura, que
Leo o Tamar Pitch- re­
forzó a la izquierda a operar clandestinamente y que se man­
) acompañó la segunda
tuvo corporizado en los grados más altos del poder judicial y
Tras un tercer período la policía (guardia civin, explica la orientación defensiva a las
a política criminal y la garantías legales contra el accionar del E stado, al que, en gene­
!, en la que las anterio­ ral, aún puede verse como el (potencial) enemigo, como enfoque
cción más constructiva dominante. Muchos movimientos sociales y participantes del
tgi Ferrajoli) . Sus estu­ debate crítico sobre la reforma penal surgieron de la resistencia
garantismo reflexionan contra el franquismo: abogados, miembros activos del anarco­
!r un sistema legal so­ sindicalista CNT, la guerrilla urbana GRAPO y los movimientos
:tfáctica se desarrollará separatistas vasco y catalán, como Terra Lluire, Herri Batasuna
("tierra libre" en catalán y vasco, respectivamente).

---- - ------ ------


RENÉ VAN SWAANINGEN E L MC
1 68
terialista de la
Los primeros estudios de la "criminología" crítica aparecieron
a finales de los 70. Se referían a temas concernientes al proceso sajona con las r
Según Bergalli,
de democratización, como la seguridad estatal, los abusos del Es­
etiquetamiento
tado, las acciones policíacas contra el terrorismo, la abolición de
la pena de muerte, el establecimiento de los derechos de la mujer te impulso al ct
(por ejemplo, el aborto) y la ley penitenciaria (Miralles y Muñago­ Sin embargo, s1
rri, 1982). El paso crucial hacia la democratización del poder ju­ acerca del moti,
dicial lo dio el juez Perfecto Andrés lbáñez ( 1978), quien tradujo y desviación secu
comentó la obra de los garantistas italianos y fundó, siguiendo el ción podía expl
ejemplo italiano de la magistratura democrática, un foro de jueces materiales en la
progresistas en España: Jueces para la democracia. libro, Ángel de
El profesor de derecho penal Antonio Beristain también con­ mocracia tenía
tribuyó a preparar el terreno para el análisis del sistema penal, cuada y por u n
abordando el estudio del tratamiento de los delincuentes, que, Bajo una polític
durante el franquismo, supo entretejer con ideas políticas más podía transforrr
aceptables sobre la caridad cristiana y la compasión. Beristain lado dogmático
supervisó, además, a académicos críticos vascos, como José Luis liana de Bricola
de la -Cuesta e Ignacio Muñagorri, quienes publicaron profusa­ podía llevarse e
mente trabajos sobre el "terrorismo", las políticas de control de cuidadosamenü
las drogas y la ciudadanía. Sin embargo, la introducción de un dos estrategias •
verdadero debate criminológico en E spaña vino de Latinoamé­ consideraciones
rica, en donde los estudios anglosajones de criminología crítica Junto a Juan B
fueron publicados en español. Paradójicamente, esos trabajos importante coleo
llegaron a E spaña a través de quienes tuvieron que huir de los · llamada El pen
regímenes dictatoriales impuestos en sus países. Para un país continuó con la
que tenía que establecer un sistema democrático, los análisis gía critica, PodE
latinoamericanos de las democracias perdidas, y de las conse­ publicarse al po
cuencias italianas con su pasado fascista de algunas décadas Gradualmen1
anteriores, fueron vistos como los de mayor relevancia. En este nativas a la pri
contexto, el argentino Roberto Bergalli y el chileno Juan Bustos discutieron en e
llegaron a las dos universiqades principales de Barcelona.
En una de las primeras colecciones criminológicas críticas
españolas, la transición a la democracia fue propuesta explíci­
7 La revista se
tamente como argumento para introducir la perspectiva crítica
publicación italian
sobre la justicia criminal en la academia española. Aunque debía tu dios jurídicos cr
facilitar la internacionalización de la academia española en ge- . crítica Kriminologú
neral, una criminología crítica española en especial, para poder el control social (p;
recurrir al análisis comparado, tenía que basarse en el contexto eran de carácter jt:
al sistema penal y
cultural latino (UAB 1980). Bergalli ( 1980) combinó la crítica ma­
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EUROPEA 1 69
:JEN
te ialista de la teoría del etiquetamiento de la literatura anglo­
>gía" crítica aparecieron
saJona con las reflexiones alemana e italiana sobre esos debates.
oncernientes al proceso
S gún Be galli, era aconsejable tomar seriamente el enfoque del
:tatal, los abusos del Es­
etlquetamtento en el contexto español, ya que le dio un importan­
Torismo, la abolición de
te impulso al cuestionamiento de la conducta de las autoridades.
los derechos de la mujer
Sin embargo, se hacía necesario incluir las preguntas ausentes
.ria (Miralles y Muñago­
acerca del motivo de la estigmatización y del rol dominante de la
:ratización del poder ju­
desviación secundaria. Bergalli agregó que la teoría de la desvia­
z ( 1978), quien tradujo y
ción podía explicar algunos aspectos de las relaciones sociales
.os y fundó, siguiendo el
materiales en las que surgía la desviación primaria. En el mismo
:rática, un foro de jueces
libro, Ángel de Sola Dueñas sostuvo que la transición a la de­
emocracia.
mocracia tenía que ser acompañada por una política social ade­
Beristain también con­
cuada y por una diferenciación en las posibilidades de sanción.
tlisis del sistema penal,
Bajo una política socialista de la justicia penal, el derecho penal
! los delincuentes, que,
podía transformarse en el ultimum remedium, dentro del postu­
:on ideas políticas más
lado dogmático del Estado de derecho. Siguiendo la tradición ita­
a compasión. Beristain
liana de Bricola y Sgubbi, de Sola ( 1980) afirmaba que eso sólo
vascos, como José Luis
podía llevarse a cabo dentro de los límites de garantías legales
tes publicaron profusa­
cuidadosamente codificadas. La relación paradójica entre estas
: políticas de control de
dos estrategias hizo que, en el contexto español, la última de las
•, la introducción de un
consideraciones garantistas impidió el desarrollo de la primera.
.ña vino de Latinoamé-
Junto a Juan Bustos y Teresa Miralles, Bergalli ( 1983) editó una
de criminología crítica
importante colección de estudios criminológicos internacionales
::: a mente, esos trabajos
·llamada El pensamiento criminológico. Esta empresa conjunta se
uvieron que huir de los
continuó con la fundación en 1986 de una revista de criminolo­
ts países. Para un país
gía crítica, Poder y Control, la que, desafortunadamente, dejó de
mocrático, los análisis
publicarse al poco tiempo 7.
rdidas, y de las conse­
Gradualmente, los estudios europeos recientes sobre alter­
ta de algunas décadas
nativas a la prisión y la prevención del delito se tradujeron y
.yor relevancia. En este
discutieron en congresos y conferencias organizados con regu­
el chileno Juan Bustos
des de Barcelona. ·
criminológicas críticas
, fue propuesta explíci­
7 La revista se presentó como u n equivalente en idioma español a la
ir la perspectiva crítica publicación italiana Dei Delitti e de/le Pene y de la revista alemana de es­
spañola. Aunque debía tudios jurídicos críticos Kritische Justiz, y no de la revista de criminología
tdemia española en- ge­ crítica Kriminologisches Journal. A pesar de su enfoque sociopolitico sobre
en especial, para poder el c-ontrol social (principalmente estatal), la mayoría de las contribuciones
eran de carácter jurídico y no de tipo sociológico empírico y se orientaban
basarse en el contexto
al sistema penal y no a otros sistemas de control social.
) combinó la crítica ma-
1 70 RENÉ VAN SwAANINGEN EL MO!

laridad. En el departamento de Bustos, Elena Larrauri tuvo un ocupan un luga1


rol importante en el apoyo a la criminología crítica en España, de los grupos de
al escribir en los 80 una serie de investigaciones sobre decar­ mente en la lud
cerización y abolicionismo, el libro La herencia de la criminolo­ Este capítulo
gía critica ( 1 9 9 1 ) , y otro volumen sobre criminología feminista sajona condujo
d ( 1994). Al inicio de los 9 0 , otros discípulos catalanes de Bergalli europea contine
1' se dedicaron a estudios críticos en el tema clásico de la crimino­ control social s•
logía tradicional: la policía (Amadeu Recas ens); otro tema cen­ tica que present
tral desde el período de transición: el sistema carcelario (Iñaki fica oposición ir.
Rivera), y una orientación incipiente en la academia española: el de control socia
'
lj feminismo (Encarna Bodelón). El punto de contacto entre estos criminología adr
estudios era su enfoque jusfilosófico de la raison d 'état y de las guió a la crimin•
nociones críticas de ciudadanía. en general, men<
Al igual que en Barcelona, también en varias universidades se mantuvo un;:
vascas algunos criminólogos jóvenes realizaron estudios críti­ problema social.
cos sobre el sistema carcelario (César Manzanos) y sobre (la mantuvieron m;
normalización de las) drogas (Xavier Arana) . En los 9 0 , el go­ su contraparte
bierno, vasco y el restablecimiento del Instituto I nternacional- de usualmente fue
Sociología del D erecho en O ñati tuvieron un papel central en la muchos críticos
promoción del debate crítico. por ello adoptar•
A nivel general, la ortodoxia jurídica y psiquiátrica todavía poniendo el énfa
domina el objeto criminológico en España, y se llevan a cabo ralmente ignora<
escasas investigaciones empíricas. Los académicos críticos se epistemológico e
inclinan por los debates extranjeros y por los estudios sobre la tos tres element•
teoría jurídica y política. El tema objeto por excelencia de mu­ criminología crít
chos análisis ha sido el sistema carcelario: su desarrollo histó­ desarrollados en
rico como institución disciplinaria, el re c hazo de la ideología de
la rehabilitación en el pensamiento italiano y la vigencia de los
derechos de los detenidos, constituyen las orientaciones centra­
les. El rol de las agencias de bienestar social en el área judicial
(coordinación de servicios sociales) y d las asociaciones pro­
gresistas de juristas como Jueces para la democracia ha sido
muy significativo y las organizaciones profesionales (colegios de
abogados) publican con regularidad declaraciones sobre casos
de errores judiciales y hacen reportes sobre la reforma penal.
La presión que ejercen puede explicarse mediante el hecho de
que en España los Uóvenes) críticos sociales no pueden vivir de
,
sus cargos, con frecuencia marginales, en las universidades.
Por lo tanto, muchos ejercen la abogacía. E stos grupos también

----- - --
EL MOSAICO DE LA CRIMINOLOGíA CRÍTICA EUROPEA 171

lena Larrauri tuvo un ocupan un lugar importante en el desarrollo reciente en España


ía crítica en España, de los grupos de presión en el ámbito penal, originados directa­
gaciones sobre decar­ mente en la lucha por la democracia a finales de los 70.
'encia de la criminolo­ E ste capítulo demuestra cómo la tradición sociológica anglo­
riminología feminista sajona condujo a importantes innovaciones en la criminología
; catalanes de Bergalli europea continental. Sin embargo, no todos estos análisis del
clásico de la crimino­ control social se ajustaron adecuad amente a la realidad polí­
t sens); otro tema cen­ tica que presentaba políticas de coalición más que a la especí­
ema carcelario (Iñaki fica oposición inglesa labour - tory, ni a las diferentes culturas
academia española: el de control social, o a la completa ausencia de una tradición en
e contacto entre estos criminología administrativa. El compromiso activista que distin­
L raison d'état y de las guió a la criminología inglesa de finales de la década del 70 fue,
en general, menos "radical" en el continente, en el sentido de que
t varias universidades se mantuvo una actitud más reflexiva respecto del delito como
!izaron estudios críti- problema social. Los criminólogos críticos europeos también se
1anzanos) y sobre (la mantuvieron más apegados a sus raíces interaccionistas que
na). En los 90, el go­ su contraparte inglesa. Mientras que en Inglaterra el derecho
:ituto Internacional de usualmente fue tratado como un mera instrumento del Estado,
un papel central en la muchos críticos sociales europeos tuvieron formación jurídica y
por ello adoptaron una posición con más matices en este tema,
y psiquiátrica todavía poniendo el énfasis en los aspectos protectores del derecho (gene­
La, y se llevan a cabo ralmente ignorados por los académicos ingleses), y en el umbral
cadémicos críticos se epistemológico eminentemente normativo de la criminología. Es­
r los estudios sobre la tos tres elementos, que también explican por qué la crisis en la
por excelencia de mu­ criminología crítica fue menos profunda que en Inglaterra, serán
o : su desarrollo histó­ desarrollados en la reevaluación de la criminología crítica.
lazo de la ideología de
no y la vigencia de los
; orientaciones centra­
::ial en el área judicial
las asociaciones pro-
·a democracia ha sido
ofesionales (colegios de
araciones sobre casos
•bre la reforma penal.
mediante el hecho de
les no pueden vivir de
en las universidades.
Estos grupos también
LA J US1

La tradición
reforma penal <
sesenta y el con
la amplia recep
En la década de
to calvinista y (
zación, una rev·
y una amplia v;
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la legislatura loca:
1996 representab;;
CAPITULO VI
LA J USTICIA PENAL C O M O PROBLEMA S O CIAL

La tradición crítica dentro de la criminología holandesa y de la


reforma penal de la década del 50, unida al espíritu de los años
sesenta y el consecuente boom de las ciencias sociales, anticipaba
la amplia recepción de la criminología crítica en los Países Bajos.
En la década del 60, los holandeses se libraron del encorsetamien­
to calvinista y el país experimentó un vasto proceso de seculari­
zación, una revolución sexual, un giro político hacia la izquierda
y una amplia variedad de estilos de vida alternativos, orientados
a valores posmateriales. El principal grupo de acción a comienzos
de la década del 60, Pravo, era de naturaleza ágil, anarquista. Se
relacionaba estrechamente con el movimiento estudiantil contra
la intervención norteamericana en Vietnam y con el movimien­
to antibélico, y dirigía sus acciones especialmente contra la poli­
cía y las autoridades locales, quienes, generalmente, respondían
con represión. En 1967, Provo se transformó en el partido político
(ecológico) Kabouter 1 • Este partido ejerció notable influencia, es­
pecialmente a nivel municipal, en la ciudad de Amsterdam, pero
el ímpetu imaginativo y revolucionario de Provo comenzó a lan­
guidecer gradualmente. El movimiento radical de las mujeres Do­
He Mina surgió alrededor de 1968. En sus comienzos, se focalizó

1 KABOUTER significa gnomo. El término . hace referencia a la idea de

que "lo pequeño es hermoso" y a la naturaleza ecológica, dado que los ka­
bouters (gnomos) son pequeños servidores de la madre naturaleza. Una de
las figuras protagónicas de Provo, Roe! van Duyn, fue elegido para integrar
la legislatura local de Amsterdam en representación de este partido, y en
1996 representaba al partido verde.
1 74 RENÉ VAN SWAANINGEN

en asuntos como la elección femenina respecto de temas como los de oposición a


anticonceptivos y el aborto, y luego en la pornografía y la violencia parlamentario e
sexual. Después de una fase de protestas callejeras, el movimien­ cía por las respt
to de las mujeres se volcó a acciones a nivel legislativo, para obte­ complicó el des
ner el reconocimiento a sus demandas. Italia e Inglaten
La década del 70 trajo consigo un tipo de reclamo social dife­ En el campo
rente, y significó un punto de inflexión en la manera de lidiar con académicos crí1
las protestas. Si bien surgieron pequeños movimientos militan­ gratuita alinead
tes de la ortodoxia (marxista, leninista, maoista, trotskista, etc.), "jóvenes" que p
los movimientos sociales más importantes de esa década, como profesional anü
el movimiento de las mujeres y el movimiento pacifista, fueron considerarse ba
exponentes de la Nueva Izquierda. Estos grupos, en general, se signadas direct
abstuvieron de practicar actividades subversivas o elaborar una Hattum ( 1975),
retórica radical, dado que implicaba poner en peligro la amplia soramiento sob1
base de apoyo social de la que gozaban. Asimismo, surgieron tiva, destacaba
movimientos sociales más militantes, como el grupo antimilita­ soletas" canden
rista Onkruit (juego de palabras que significa "hierba" y también anterioridad. Si
"antipólvora") que hacía públicos, robaba y destruía dossiers o gobierno haga t<
equipos militares, o el movimiento de los okupas. A finales de los pena desaparez
70, todos los movimientos sociales descubrieron el activismo le­ 1976 , varias pri:
gislativo como instrumento de apoyo en sus luchas (los okupas, de plazas y a qt
en particular, obtuvieron bastante éxito en ese terreno). to históricamen
A comienzos de los 70, la Nueva Izquierda influenció notable­ habitantes. El a
mente al partido obrero holandés (Partij van de Arbeid) y tam­ cional, estramb(
bién los radicales, socialistas pacifistas y comunistas obtuvieron ción de la prisió
importantes éxitos electorales. Es os desarrollos hicieron que muy cerca de ce
las autoridades se mostraran receptivas al cambio social. La critiCó (en De Gi
policía comenzó a reaccionar a la acción social con un abordaje comité de van f.
más pragmático, tendiente a la negociación. Sólo se recurría a la lógicas reciente
violencia cuando se rechazaba la conciliación (Moerings 1983). las defendidas " <
Moerings (1989) señala como fact_ores importantes para expli­ las órdenes de e
'

car la inexistencia (más allá de episodios aislados) de actividad


terrorista en los Países Bajos 2 , entre otros: la inclusión de u na
etapa de negociación en que las autoridades también ofrecían cialmente del partí<
ceder hasta cierto grado en su postura, invitando a los grupos dificultades para er
más cercanas al "te
Sur (pobladores de
qu ienes, transport
2 Esto no significa que el servicio secreto holandés (BVD) no tuviera un nesia, buscaban pr
interés bastante obsesivo en Jos activistas de Jos grupos de izquierda, espe­ indonesio la indepe

--------- ---
}EN LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 175

pecto de temas como los d e oposición a expresar su opinión; l a representación a nivel


,ornografía y la violencia parlamentario de la izquierda radical y la tradicional preferen­
callejeras, el movimien­ cia por las respuestas no violentas. El asunto del terrorismo, que
·el legislativo, para obte- complicó el desarrollo de la criminología crítica en Alemania,
Italia e Inglaterra, estuvo prácticamente ausente en Holanda.
, de reclamo social dife­ En el campo jurídico se registraron notables cambios. Los
. la manera de lidiar con académicos críticos fundaron espacios de asistencia jurídica
s movimientos militan- gratuita alineados con las universidades, y una colegiación para
1aoísta, trotskista, etc.), "jóvenes" que pretendía llenar el vacío de clase en el ejercicio
es de esa década, como profesional ante los tribunales. Algunas personas que podían
niento pacifista, fueron considerarse bastante críticas, como Hans Tulkens, fueron de­
; grupos, en general, se signadas directores del área de prisiones. Por otra parte, van
versivas o elaborar una Hattum ( 1975), presidente de un comité gubernamental de ase­
ter en peligro la amplia soramiento sobre los fines y las funciones de la prisión preven­
:1 . Asimismo, surgieron tiva, destacaba en sus escritos la necesidad de abolir las "ob­
mo el grupo antimilita­ soletas" condenas a penas de prisión: "Esto ha sido dicho con
ifica "hierba" y también anterioridad. Sin embargo, afirmaría hoy que es hora de que el
a y destruía dossiers o gobierno haga todo lo que esté a su al ance para hacer que esta
okupas. A finales de los pena desaparezca de nuestro sistema de justicia criminal". En
1brieron el activismo le­ 1976, varias prisiones se cerraron, debido a la sobreabundancia
sus luchas (los okupas, de plazas y a que la tasa de encarcelamiento se redujo al pun­
en ese terreno). to históricamente más bajo, de 17 detenidos por cada 100.000
:!rda influenció notable­ habitantes. El abolicionismo fue más que una idea poco conven­
¡ van de Arbeid) y taro- cional, estrambótica: existía una base social a favor de la aboli­
comunistas obtuvieron ción de la prisión en Holanda y durante un buen tiempo estuvo
esarrollos hicieron que muy cerca de convertirse en realidad -aunque Herman Bianchi
.s al cambio social. La criticó (en De Groene Amsterdammer, 1 2 de octubre de 1977) al
· social con un abordaje comité de van Hattum por ignorar las investigaciones crimino­
ón. Sólo se recurría a la lógicas recientes acerca de los efectos de amplificación social de
iación (Moerings 1983). las defendidas "alternativas" como las sanciones comunitarias y
mportantes para expli­ las rdenes de compensación.
s aislados) de actividad
·os: la inclusión de una
iades también ofrecían cialmente del partido comunista, lo que implicó que muchos de ellos tuvieran
dificultades para encontrar trabajo o para conservarlo. Las acciones políticas
invitando a los grupos
más cercanas al "terrorismo" provenían de habitantes de las Islas Malucas del
Sur (pobladores de las Indias Orientales que lucharon en el bando holandés),
quienes, transportados a los Países Bajos después de la independencia indo­
landés (BVD) no tuviera un nesia, buscaban presionar al Estado holandés para negociar con el gobierno
; grupos de izquierda, espe- indonesio la independencia y creación de su propio Estado.
1 76 RENÉ VAN SWAANINGEN L

l. LA EMANCIPACION DE LA CRIMINO LOGIA bate sobre la


Jac;queline de Savornin Lohman (1975: 1 0 1 ) sostenía que, a lo Gramsci o Ha
largo de la década del 60, tuvo lugar una "sociologización" de los logia (Tijdschr
juristas progresistas holandeses. Ellos buscaban nuevas aristas jos jurídicos e
al sistema de justicia penal, que se veía principahnente como la Te Elfder Ure.
personificación de visiones disciplinantes y pasadas de moda de Existe una gr
la sociedad. En los años 50, el ámbito de la justicia penal giró desde comiem
desde una orientación al acto hacia otra basada · en el autor. de la década <
D u rante los años 60, esta perspectiva centrada en el autor se y desarrollado
transformó en un enfoque sistémico, en el que el derecho penal ello, la crítica J
era visto, principalmente, como un servicio público. intervenciones
Durante este período, la criminología se "emancipó" de la dis­ enfoque tradic
ciplina jurídica. Hasta la segunda mitad de la década del 60 La perspec
fue una materia abordada por profesores en forma individual, introducida pe
asistidos por uno o dos colaboradores, pero con el crecimiento colega de Rott
de la universidad a lo largo de la década del 70 florecieron los de la criminal<
departamentos de criminología. Al igual que otras ciencias so­ len ter terecht
ciales, la criminología se transformó en un área de prominente socialdemócra
desarrollo en la academia holandesa. Entre los criminólogos que ningen, en dor
se incorporaban, los que contaban con antecedentes jurídicos ción entre juve
eran la excepción a la regla, ya que la mayoría eran sociólogos Miedema y Ja
o psicólogos sociales. A partir de la segunda mitad de la década estuvieron enf
del 60, los miembros más jóvenes del staffde los siete institutos aquel moment
de criminología holandeses se reunían regularmente a discutir contracultura
los resultados de sus investigaciones y el desarrollo de la cri­ okupas de la e
minología en un sentido más general. Este grupo fue conocido
como "los jóvenes criminólogos". En 1974, estableció una nueva
plataforma profesional, a la que sus miembros llamaron Socie­
dad de Criminología de los Países Bajos (NVK). La NVK no pue­ tigación crimino)
de compararse con la N D C o la AJK, dado que se proponía como importantes así e
tarea apoyar el desarrollo posterior de la crimin<;>logía en sentido El mayor confiic1
Leiden Wouter Bl
general. El cuerpo profesional anterior (SICCO) se disolvió y la
Los periodistas (1
mayor parte de sus miembros se unieron a la NVK. La NVK (Herman Bianchi
nunca tomó parte en el debate acerca de lo que Bianchi (1974c) brosianismo. El 1
llamó criminología gubernamental o no gubernamental 3. El de­ y el proyecto de J
te obligada a tor
muy incómodos;
de Buikhuisen, I
3 La NVK editó una nueva introducción a la criminología, Tegen de Tegels académica. Algu
(contra las reglas), bosquejó las líneas directrices de la ética en la inves­ Buikhuisen fue e
3EN LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 77

bate sobre la relevancia criminológica de Althusser' Foucault'


): 101) sostenía que, a lo Gramsci o Habermas no tuvo lugar en la revista de crimino­
"sociologización" de los logía (Tijdschrift. loor Criminologie), sino en aquellas de traba­
1scaban nuevas aristas jos jurídicos críticos, Recht en kritiek, o de teoría social, como
principalmente como la Te Elfder Ure. El caso holandés es, de hecho, bastante extraño.
s y pasadas de moda de Existe una gran tradición "autóctona" de criminología crítica
le la justicia penal giró desde comienzos del siglo pasado, y todos los temas "nuevos"
ra basada · en el autor. de la década del 60 fueron abordados en una etapa temprana
:entrada en el autor se y desarrollados empíricamente muy poco después. No obstante
el que el derecho penal ello, la crítica política o epistemológica permaneció restringida a
cio público. intervenciones incidentales y en la investigación se mantuvo un
se "emancipó" de la dis­ enfoque tradicional positivista.
Ld de la década del 60 La perspectiva del etiquetamiento y la estigmatización fue
:s en forma individual, introducida por Herman Bianchi en 1968 y desarrollada por su
)ero con el crecimiento colega de Rotterdam Peter Hoefnagels en obras como El otro lado
a del 70 florecieron los de la criminología, de 1969, o Los rituales de la justicia (Ritue­
. que otras ciencias so­ len ter terechtzitting), de 1977. La criminología cuantitativa y
un área de prominente socialdemócrata de Willem Bonger encontró seguidores en Gro­
:re los criminólogos que ningen, en donde existía una tradición de estudios sobre la rela­
antecedentes jurídicos ción entre juventud y clase iniciada por Fokke Dijksterhuis, Siep
1ayoría eran sociólogos Miedema y Jan Nijboer. Sin embargo, al inicio, estos estudios
nda mitad de la década estuvieron enfocados en la delincuencia juvenil tradicional. En
ffde los siete institutos aquel momento, prácticamente no existían estudios sobre las
egularmente a discutir contraculturas, al estilo de la N D C . Si bien el movimiento de los
el desarrollo de la cri­ okupas de la década de los 80 fue tema de numerosas novelas,
ste grupo fue conocido
l , estableció una nueva
mbros llamaron Socie­
(NVK) . La NVK no pue­ tigación criminológica y organizó encuentros para discutir libros y ternas
:> que se proponía como importantes así corno también las conferencias nacionales de criminología.
crimin<;>logía en sentido El mayor conflicto surgió cuando, en 1974, el profesor de criminología de
Leiden Wouter Buikhuisen, anunció un proyecto de investigación bio-social.
SICCO) se disolvió y la
Los periodistas (Piet Grijs), las revistas profesionales (KRI) y los académicos
·on a la NVK. La NVK (Herrnan Bianchi) se manifestaron abiertamente en contra de este neolorn­
• lo que Bianchi (1974c) brosianismo. El departamento de criminología de Leiden se dividió en dos
ubernamental 3. El de- y el proyecto de Buikhuisen no pudo realizarse. La NVK fue prácticamen­
te obligada a tornar posición, lo que hizo que sus m iembros se sintieran
muy incómodos; sólo unos pocos miembros simpatizaban con los planes
de Buikhuisen, pero corno Joro académico tenían que defender la libertad
·irninología, Tegen de Tegels académica. Algunas modestas cartas de protesta contra el modo en que
:es de la étiCa en la inves- Buikhuisen fue contraatacado fueron la solución intermedia adoptada.
1 78 RENE VAN SWAANINGEN

la criminología holandesa se mantuvo girando alrededor de los jmegen Ronnie


temas tradicionales de !ajusticia penal, dejando el estudio de las feministas- y 1:
contraculturas a la sociología general. Si bien los criminólogos dos de la déca<
participaron de Provo (Frenkel 1996), incluyendo análisis desde tema clave de 1
la teoría del conflicto sobre el fenómeno, la investigación empíri­ llevaron a cab•
ca no siguió la perspectiva crítica. Después de su participación ducidos por el
en algunas conferencias de la N D C, Bianchi introdujo la teoría ció una perspe
de la desviación en la criminología holandesa (1973). En su ins­ dad en 1987, e
tituto de la Universidad Libre de Amsterdam incluyó académicos Bajos organizó
críticos como Koos Dalstra y Willem de Haan y surgió un grupo una estructun
de trabajo dentro del centro de estudiantes conocido como Cri­ sentaron algur
me does pay (Por el crimen se paga), que aplicó análisis neomar­ una mayoría d<
xistas anglosajones de la criminalización y del sistema de justi­ ninguna poner
cia penal al contexto holandés. Sin embargo, nunca existió una minológicas. P•
verdadera criminología neomarxista en la academia holandesa. obtuvo represe:
Si bien numerosos criminólogos académicos incorporaron in­ congreso (Brui
dividualmente el cuerpo de pensamiento crítico, prácticamente en tres categor
ninguno adscribió expresamente a la criminología radical. 2) críticas epis
El desarrollo de la criminología feminista repitió la misma (la categoría m
historia. Existen varios precursores académicos (especialmente las pu blicacion
Clara Wichmann, aunque también Cornelis Loosjes a principios prostitutas; el
del siglo XX, o Johanna Hudig dentro de la E scuela de Utrecht), niñas; el análi
y hubo un fuerte movimiento de las mujeres en las décadas del legislación sobJ
60 y el 70, cuyos tópicos fueron objeto de amplia investigación bre prostitució
empírica, pero nunca cobró vigor una vertiente feminista en cri­ !encía doméstic
minología. La segunda ola feminista alcanzó a la criminología de la segunda •
holandesa en 1978, cuando Ivonne Quispel, Noor van Liebergen, feministas de 1
Joke de Vries y algunos otros formaron el grupo de trabajo FRIC temas crimino!
(por su sigla en inglés, Radicales Feministas de la Criminología) cionismo (ver: l
en la Universidad Libre de Amsterdam, junto con mujeres del Heikelien Verri.
Instit;uto de Criminología de O slo. Por espacio de alrededor de de víctima y su
tres años, el FRIC tuvo un importante rol en la criminología ho­ y los trabajos d·
landesa, con publicaciones sobre la imagen de las mujeres en la ning, Riki Holt
criminología, los delitos de las niñas, pornografía, sentimientos sobre jurispruc
de inseguridad, la psiquiatrización de la delincuencia femenina, se encuentran
entre otras. Sin embargo, gradualmente fue perdiendo impulso, atención seria
principalm nte debido a que aquellos estudiantes no lograron promueven un
obtener posic iones importantes dentro de la universidad. Otros penal como est
pioneros de la criminología feminista fueron el académic o de Ni­ esta tradición,
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 79

ando alrededor de los jme e Ronnie Dess u r -quien escribió críticas criminológicas
femm1stas- y la pubhc1sta_ Jeanne D oomen -quien para media­
jando el estudio de las
bien los criminólogos dos de la década del 70 transformó el delito de violación en un
uyendo análisis desde tema clave de la política criminal-. Desde 1980 en adelante, se
L investigación empíri­
llevaron a cabo numerosas investigaciones sobre temas intro­
s de su participación ducidos por el movimiento de las mujeres, pero no se eviden­
chi introdujo la teoría ció una perspectiva feminista. Esto pudo apreciarse con clari­
.esa ( 1973). En su ins­ dad en 1987, cuando la Sociedad de Criminología de los Países
m incluyó académicos Bajos organizó una conferencia sobre mujeres y delito y le dio
tan y surgió un grupo una estructura bastante tradicional y tediosa. Apenas se pre­
es conocido como Cri­ sentaron algunos trabajos sobre delincuentes femeninas, hubo
plicó análisis neomar­ una mayoría de estudios sobre las mujeres víctimas de delitos y
y del sistema de justi­ ninguna ponencia sobre epistemología feminista o críticas cri­
·go, nunca existió una minológicas. Por una razón u otra, la tradición crítica casi no
. academia holandesa. obtuvo representación en el libro publicado con los trabajos del
icos incorporaron in­ congreso (Bruinsma et al. 1987). Esta tradición puede dividirse
crítico, prácticamente en tres categorías: 1) investigación orientada hacia el problema;
ünología radical. 2) críticas epistemológicas, y 3) estudios sobre coerción penal
tista repitió la misma (la categoría más amplia). Algunos ejemplos de la primera son
micos (especia lmente las publicaciones de Margo Andriesen sobre los clientes de las
prostitutas; el trabaj o de Nel Draijer sobre el abuso sexual de
is Loosjes a principi os
a E scuela de Utrecht), niñas; el análisis de Joyce Outshoorn sobre la sanción de la
legislación sobre el aborto; los escritos de Sari van de Piel so­
res en las décadas del
amplia investigación bre prostitución de niños, y los de Renée Romkens sobre vio­
lencia doméstica (ver van Swaaningen et al. 1992 :31-6). Dentro
:iente feminista en cri­
tnzó a la criminología de la segunda categoría, hay un número interesante de críticas
1, Noor van Lieberge n, feministas de las ciencias soCiales o de la filología, que tocan
grupo de trabajo FRIC temas criminológicos; varías reflexiones feministas sobre aboli­
cionismo (ver: Rolston y Tomlinson 199 0 : 2 1 1-84); las críticas de
:as de la Criminología)
Heikelien Verrijn Stuart a la identificación femenina con el rol
junto con mujere s del
de víctima y su defensa de la atribución de poder a las mujeres,
:pacio de alrededor de
y los trabajos de Loes Brünott, Jenny Goldschmidt, Marjet Gun­
en la criminología ho­
ning, Riki Holtmaat, Dorien Pessers, Ria Wolleswinkel y otros
:n de las mujere s en la
sobre jurisprudencia feminista. Dentro de la tercera categoría
nografía, sentim ientos
se encuentran variados estudios que o bien critican la falta de
lelincue ncia femenin a,
atención seria -por parte de la policía y los tribunales, o bien
ue perdiendo impulso ,
promueven un abordaje alternativo, dado que ven al sistema
tudiant es no lograron
penal como estructuralmente inútil, al estilo abolicionista. En
: la universidad. Otros
esta tradición, Roelof Haveman escribió sobre "queer bashing"
on el académico de Ni-
1 80 RENÉ VAN SWAANINGEN LA J:

(golpizas a homosexuales) (los estudios sobre homosexualidad Cualquiera se


se categorizaban generalmente como estudios de género); Joyce holandesa, se en
Hes publicó trabajos sobre las órdenes de restricción imparti­ en materia de ley
das por la justicia civil; Renée Kool escribió sobre las prácticas cional, acerca del
judiciales en referencia al abuso sexual infantil; Ja queline de teorías sociales o
Savornin Lohman realizó estudios sobre victimología y sobre las (cuantitativa y ct:
sentencias a violadores, y Marianne Wostmann lo hizo sobre la nes "especulativa
actitud de la policía en casos de violencia doméstica, especial­ criminología críti
mente en las familias turcas y marroquíes. representación rr;
La criminología crítica de los Paises Bajos no surgió como crimen organizad
oposición a la criminología administrativa dominante. En todo Crhisj e Brants, H
caso, lo hizo como contraste con la hegemonía jurídica y psiquiá­ den Heuvel), las .
trica de la década del 50. A su vez, el surgimiento de la crimino­ Marcel de Kort) y
logia administrativa -con el establecimiento, en 1974 y a través turalismo (Frank
de Wouter Buikhuisen, del D epartamento de I nvestigaciones del Yusel Yesilgoz), o
Ministerio de Justicia WODC- puede explicarse mejor como re­ ogenboom), los a
acción al crecimiento de una criminología académica demasiado lógica y el ámbito
crítica, que se negaba a realizar investigaciones relevantes para ·
mayor nitidez las
el diseño de la política criminal. Los criminólogos holandeses, minemos ahora e
tanto críticos como administrativos, compartieron su enfoque tradición crítica e
casi exclusivo sobre las prácticas penales y produjeron escasas
II. Los ANÁLISIS DE
elaboraciones teóricas (en contraste: van Dijk 1 9 8 1 ) . Este abor­
daje de la policía, el poder judicial, la cárcel o el sistema de pro­ Desde 1996 en
batían desde una orientación práctica y crítica, es consecuencia Buikhuisen y Koc
de una fuerte "cultura de la confianza" (tanto en las institucio­ investigación exp
nes como en los individuos) y de un clima político relativamente dios sobre sus ef
no polarizado, con- contrastes sociales poco significativos y una Jongman, en 197
práctica social que, en los 70, era bastante permeable a las su­ proceso penal, s
gerencias progresistas de cambio. Excepción hecha del período para los siguient
de mitad de la década del 80, en que los institutos académicos otra escuela crim
de criminología fueron cerrados mientras se expandía el WOD C de investigación <
(van Swaaningen e t al. 1992: 10-3), l a controversia entre la cri­ de la década del
minología crítica y la administrativa en los Países Bajos nunca era ampliamente
llegó a ser tan marcada como en Inglaterra. De hecho, ambas se ocupó de la st
se mueven mayormente dentro de los límites del pragmatismo actividades del e
liberal y social-demócrata. Desde mediados de la década del 80, obviedad, con un
los estudios del WODC comenzaron a ser más "fundamentales" Leuw 1978) . Jong
y los de la criminología académica -bajo la presión financiera-, sionante cantida<
más orientados en términos de política crim inal. de clase o "justici;
N LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 181

)bre homosexualidad Cualquiera sea el tema que se tome dentro de la criminología


i ios de género); Joyce holandesa, se encontrará en él un tono marcadamente crítico
restricción imparti­ en materia de ley y orden, una visión bastante restrictiva, tradi­
ió sobre las prácticas cional, acerca del objeto de la criminología, pocas referencias a
1fantil; Ja9queline de teorías sociales o políticas y una actitud metodológica correcta
etimología y sobre las (cuantitativa y cualitativamente) en la que se evitan innovacio­
nann lo hizo sobre la nes "especulativas". En los temas típicos de investigación de la
. doméstica, especial- criminología crítica, como los estudios sobre· clase y género, la
representación mediática (Chrisje Brants, Herman Franke), el
Jajos no surgió como crimen organizado y el delito de cuello blanco (Frank Bovenkerk,
l dominante. En todo Crhisje Brants, Henk van de Bunt, Petrus van Duyne, Grat van
níajurídica y psiquiá­ den Heuvel), las drogas (Peter Cohen, Otto Cansen, Dirk Korf,
miento de la crimino­ Marcel de Kort) y otros temas más recientes, como el multicul­
to, en 1974 y a través turalismo (Frank Bovenkerk, Willem de Haan, Marta Komter,
Yusel Yesilgoz), o la industria de la seguridad privada (Bob Ho­
de Investigaciones del
ogenboom), los análisis empíricos siguen en menor medida la
icarse mejor como re­
lógica y el ámbito del sistema de justicia penal y se dibujan con
:tcadémica demasiado
mayor nitidez las relaciones con el co.ntexto socio-político. Exa­
:iones relevantes para
minemos ahora cuatro centros en los que, alrededor de 1970, la
1inólogos holandeses,
tradición crítica criminológica se estableció con más solidez.
partieron su enfoque
y produjeron escasas
Il. Los ANÁLISIS DE CLASE DE LA EscuELA DE GRONINGEN
Dijk 1981). Este abar­
el o el sistema de pro­ Desde 1996 en adelante, los académicos de Groningen Wouter
ítica, es consecuencia Buikhuisen y Koos van Weringh se involucraron en el campo de
mto en las institucio­ investigación experimental sobre prevención del delito y en estu­
político relativamente d ios sobre sus efectos. Pero en el discurso in¡mgural de Riekent
:o significativos y una Jongman, en 1972 , sobre la desigualdad de. oportunidades en el
.e permeable a las su­ proceso penal, se fijó la agenda de investigación de Groningen
ión hecha del período para los siguientes veinte años. No existe en los Países Bajos
institutos académicos otra escuela criminológica que haya llevado a cabo un programa
se expandía el WOD C de investigación de forma tan consistente. En la segunda mitad
.troversia entre la cri­ de la década del 70, la perspectiva sostenida desde Groningen
•s Países B ajos nunca era ampliamente compartida. En 1978, la conferencia de la NVK
ra. De hecho, ambas se ocupó de la selectividad del sistema de justicia penal y las
Lites del pragmatismo actividades del congreso se iniciaron, lo que resultó casi una
1s de la década del 80, obviedad, con un artículo de Riekent Jongman (Gunther Moor y
más "fundamentales" Leuw 1978). Jongman y su equipo habían producido una impre­
a presión financiera-, sionante cantidad de investigaciones empíricas sobre la justicia
i m inal. de clase o "justicia por prognosis", como la llamaban. Numerosos
j
'1 :

t 1
1 RENE VAN SWAANINGEN
1 82 L

estudios pioneros sobre las funciones ideológica y disciplinaria para anticipar


del sistema carcelario (Buitelaar y Sierksma 1972), los riesgos gos de Gronin¡
de victimización y los problemas relacionados (Smale 1977), las tenía ventajas
relaciones entre el delito y el desempleo (Jongman 1978), y sobre cualitativos y,
los estilos de vida de los consumidores de heroína (Janssen y po, considerab
Swierstra 1980), son hitos de la Escuela de Groningen. cia más sólidc
En su libro sobre las relaciones de poder y el sistema carce­ apropiado pan
lario, Wout Buitelaar y Rypke Sierksma cuestionaban la idea de políticas. N
de resocialización. Sostenían que la propia naturaleza del en­ departamento,
carcelamiento -excluir a los internos de la sociedad- hacía im­ Departamento
posible resocializarlos. E sto implicaba que una reforma penal las conclusion<
orientada a tal objetivo, dej ando intacto el efecto incapacitante de efectos de e:
del encarcelamiento, no tendría efectos, o incluso podría ser datos con técn
' 1 contraproducente. Esta noción, considerada medular en su es­ lisis de divisiór
tudio, mostraba que "hay contradicciones en la organización camer.te todo e
carcelaria que sólo pueden ser resueltas por la efectiva des­ de 1977 fue de
aparición de la cárcel". Sin embargo, los argumentos de corte de la Escuela d
abolicionista como éste fueron atípicos en la E scuela de Gro­ ror1 los autores
ningen. Jongman sostenía que los resultados de la investiga­ hs interpretac:
ción criminológica podían utilizarse como medio para señalar st: transforma
las consecuencias sociales de las desigualdades económicas, un sofisma me1
y como impulso para cambiarlas. E sta premisa, sin embar­ En la décad;
go, no se reflej aba en los métodos de investigación ni en las ron en las crisi
perspectivas teóricas. Los académicos de Groningen adopta­ para el resquel
ron una posición lógica positivista y construyeron una integra­ mente habían 1
ción ecléctica de las perspectivas de la tensión y el control con ran la ley. Otro
un toque socioeconómico definido. Los mismos académicos de Groningen en e
Groningen preferían hablar de un modelo de investigación más y del control, fl
que de una teoría. la delincuencia
Jongman enfatizó en casi todas sus publicaciones que la y las sanciones
desigualdad social no podía justificarse (políticamente) y que el _delito como e
los sentimientos de privación o carencia relativa· inducían una igual se basaba
tendencia a cometer actos criminalizados. Asimismo, sostenía pizca de moder
explícitamente que los resultados científicos podían utilizarse 1985). El mayor
de poder explic
operacionalizar
como la esigu;
• (N. del T.): Traducido frecuentemente del inglés al castellano, de mane­ gaciones muest:
ra literal e incorrecta, como "deprivación". (1994) escribió,
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 83
ológica y disciplinaria para anticipar el cambio social. No obstante ello, los criminólo­
;ma 1972), los riesgos gos de Groningen consideraron que el abordaje positivista con­
:�.dos (Smale 1977), las tenía ventajas metodológicas. Si bien algunos usaron métodos
mgman 1978), y sobre cualitativos y, efectivamente, practicaron investigación de cam­
le heroína (Janssen y po, consideraban que un enfoque cuantitativo producía eviden­
le Groningen. cia más sólida y, por lo tanto, era visto como un medio más
ler y el sistema caree- apropiado para apoyar recomendaciones sobre implementación
cuestionaban la idea de políticas. Numerosos críticos, en especial el anterior jefe de
)ia naturaleza del en­ departamento, Wouter Buikhuisen, que en 1974 estableció el
a sociedad- hacía im­ Departamento de Investigación M inisterial WODC, se opuso a
ue una reforma penal las conclusiones de la E scuela de Groningen sobre la existencia
:1 efecto incapacitante de efectos de clase en la coerción penal. El WOD C reprocesó los
o incluso podría ser datos con técnicas diferentes (la covariación, en vez de los aná­
ida medular en su es­ lisis de división de datos) y llegó a distintas conclusiones. Prácti­
es en la organización camer.te todo el volumen de la revista de criminología holandesa
s por la efectiva des- de 1977 fue dedicado a la crítica y la defensa de estos estudios
argumentos de corte de la Escuela de Groningen sobre justicia de clase. Como indica­
:n la E scuela de Gro­ rorl los autores en una de sus respuestas, cuando los intereses y
tactos de la investiga­ hs interpretaciones políticas chocan, el debate frecuentemente
LO medio para señalar st: transforma en una disputa sobre las técnicas y termina en
1aldades económicas, un sofisma metodológico (Jongman et al. 1977).
premisa, sin embar­ En la década del 80, los académicos de Groningen se centra­
tvestigación ni en las ron en las crisis económicas y las recesiones como aceleradores
le Groningen adopta­ para el resquebrajamiento de los lazos sociales, que anterior­
truyeron una integra­ mente habían servido para impedir que las personas infringie­
:nsión y el control con ran la ley. Otros temas de investigación típico de la Escuela de
lismos académicos de Gr¿ningen en el que se integraban las perspectivas de la tensión
1 de investigación más y del control, fueron la relación entre la desocupación juvenil y
la delincuencia, la posición social y la etnia de los sospechosos
publicaciones que la y las sanciones a la evasión impositiva. Las observaciones sobre
(políticamente) y que eLdelito como expresión de resistencia contra una socieda,d des­
·elativa inducían una
• igual se basaban en estudios empíricos y se sazonaban con una
s. Asimismo, sostenía pizca de moderada democracia social (Jongman y Timmerman
icos podían utilizarse 1985). El mayor problema del enfoque de Groningen fue su falta
de poder explicativo. El positivismo no es suficiente si se debe
operacionalizar en términos cuantitativos un objeto complejo
como la desigualdad social, y sin una teoría clara las investi- .
és al castellano, de mane- gaciones muestran mucho pero explican poco. Peter van Copen
(1994) escribió, en una reseña sobre una colección de estudios

--- - o --- ------


1 84 RENÉ VAN SWAANJNGEN

de Groningen, llamada "el canto del cisne de Groningen"4 , que pocos acadéJ
"explica claramente cómo son las relaciones entre la posición optó por el n
social, la criminalidad y las reacciones penales, pero después la defensa se
de leerla, todavía no sé por qué estas relaciones son así; ¿qué y de bloquea
factores explican los otros factores? mente bien ft
1 ' como un inst
1 Ill . E L GARANTISMO LEGAL DE LA NUEVA ESCUELA DE UTRECHT bía perdido
las garantías
1 En Utrecht, se mantuvo el tradicional vínculo entre la crimi­ que eran obj
nología y el derecho penal. Martín Moerings ( 1977) desarrolló la diferencia
empíricamente la obra de Rijksen, al analizar el efecto real del la segunda,
encarcelamiento sobre los contactos sociales externos dentro de de todo uso
las perspectivas del interaccionismo y la reacción social, según neoescuela d
las ideas de Howard Becker y Erving Goffman. Este análisis ha­ sino solamen
lló como contrapartida un estudio jurídico de Constantijn Kelk tal. Eligió sit
sobre los derechos de los detenidos. Kelk (1978) consideraba la se entendía 1
existencia de un sistema de litigación independiente para los neoescuela d
detenidos, como un medio para disminuir los efectos negati':'OS consecuenci<:
del encarcelamiento y como elemento necesario para un Estado defensista qu
de derecho democrático. Kelk también era miembro del comi­ tiones procec
té van Hattum, establecido después de los motines de Gronin­ En 1974, I
gen en 197 1 , para el estudio del sistema de prisión preventiva. en la perspec
Moerings y Kelk efectuaron una revisión de ediciones posterio­ cer, la sociolc
res de la introducción a la penología de Rijksen y se ocuparon de pautas más r;
que la Escuela de Utrecht mantuviera un fuerte enfoque sobre el tiva sería la r
sistema penitenciario y la penología. miento inicia<
La llamada "Nueva Escuela de Utrecht", fundada por Anto­ legales podía
nie Peters, estuvo marcada por la perspectiva del garantismo mativa, como
legal. Éste se basaba en la idea clásica del derecho penal como de este recon<
un medio protector contra la intervención estatal arbitraria. garantista ob
Reaccionaba contra el dominio del funcionalismo racional del modo, era pm
movimiento de la DéJense social nouvelle. Petérs fue uno de los clásicos sin e;
de la BegriffS;
mediante la e
conceptos y fi
4 Van Koppen usa este título dado que el libro de texto al que hace refe­ intrasistémic
rencia apareció en ocasión del retiro de Jongman (Jongman 1993). Para esa riamente en l
época, el departamento se había reducido sustancialmente y se había integra­
do al departamento de derecho penal. Con la designación de Willem de Haan
así, un garan
como sucesor de Jongman, es posible que la tradición critica se mantenga. ción de críticc

---- --- ---- ---- - - ---- --


LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 85

pocos académicos holandeses que se opuso a esta posición y


de Groningen" 4 , que
optó por el modelo del conflicto. Peters acusó al movimiento de
nes entre la posición
la defensa social de propiciar un instrumentalismo caprichoso
>enales, pero después
y de bloquear la construcción de un discurso legal intelectual­
aciones son así; ¿qué
mente bien fundado. Considerar el derecho penal esencialmente
como un instrumento de defensa social implicaba que aquél ha­
bía perdido su función de proveer a los socialmente débiles de
J. DE UTRECHT
las garantías legales para luchar contra la discriminación de la
rínculo entre la crimi­ que eran objeto (Peters 1986). Según Willem Nagel ( 1 98 1 : 2 14),
:ngs (1977) desarrolló la diferencia entre la primera escuela de Utrecht de Kempe y
lizar el efecto real del la segunda, de Peters, es que la primera fue crítica respecto
les externos dentro de de todo uso instrumental del derecho penal, mientras que la
·eacción social, según neoescuela de Utrecht no se opuso al instrumentalismo per se,
nan. Este análisis ha­ sino solamente al uso del derecho penal como instrumento esta­
o de Constantijn Kelk tal. Eligió situarse del lado de los débiles (sin poder) . Por "débil"
( 1978) consideraba la se entendía tanto a la víctima de un robo como al ladrón. La
tdependiente para los neoescuela de Utrecht casi no se ocupó de las víctimas ni de las
r los efectos negativos consecuencias sociales del delito. Se .mantuvo como un enfoque
sario para un Estado defensista que, además, estuvo prácticamente confinado a cues­
a miembro del comi­ tiones procedimentales.
·s motines de Gronin­ En 1974, Paul Moedikdo analizó la relevancia de la sociología
de prisión preventiva. en la perspectiva garantista a nivel más teórico. Según su pare­
de ediciones posterio­ cer, la sociología funcionalista estaba en condiciones de proveer
ksen y se ocuparon de pautas más racionales para la intervención estatal. E sta perspec­
üerte enfoque sobre el tiva sería la más apropiada para perfeccionar la lí ea de pensa­
miento iniciada por Marc AnceL En segundo lugar, los principios
t", fundada por Anto­ legales podían ser interpretados, dentro de la teoría social nor­
ectiva del garantismo mativa, como una especificación de principios políticos. Dentro
!l derecho penal como de este reconocimiento normativo y empírico, la perspectiva legal
ón estatal arbitraria. garantista obtuvo una base epistemológica más sólida. De este
onalismo racional del modo, era posiQle reafirmar el contenido de los principios legales
Peters fue uno de los clásicos sin caer nuevamente en los juegos jurídicos doctrinarios
de la Begriffsjurisprudenz Uurisprudencia conceptual) alemana,
mediante la cual se creaba una realidad autónoma a través de
conceptos y ficciones que, en realidad, derivaban de deducciones
de texto al que hace refe­ intrasistémicas y de construcciones que no se reflejaban necesa­
(Jongman 1993). Para esa riamente en la práctica sociaL Moedikdo (1974) aseguraba que,
1lmente y se había integra­ así, un garantismo legéÚ con fundamento social favorecía la fun­
nación de Willem de Haan
ción de crítica al poder del derecho penaL
ión crítica se mantenga.
! i

t!
!
• 1

J1' 186 RENÉ VAN SWAANINGEN 1

11
1 Inicialmente, Peters era titular de una cátedra combinada de la investigacié
1
J¡ derecho penal y sociología jurídica. Sus primeros trabajos son
de naturaleza eminentemente dogmática, pero tras su retorno
sociedad mult
ciológicos tuvi
1 1

¡ 1 de B erkeley, donde trabajó con Philip Selznick, su obra comenzó la agenda de

11
a incorporar nociones sociológicas y sus actividades docentes se dios que se lle
concentraron en la sociología jurídica. En su perspectiva, "el de­ jurídicos, esp
1 recho y otras instituciones sociales deberían ofrecer a la gente el se aplicó a la
espacio y la oportunidad de encontrarse, pero también deberían los militares, :
evitar este encuentro, de ser ello necesario. Tener demasiados la­ los delincuen1
zos es malo para la gente, pero también es perjudicial que sean contribuyó de·
l muy pocos. La voz de Durkheim, como las de Weber y Marx, muchos jurist
1 i1 ser una posic
1 resuenan continuamente [en el trabajo de Peter] . . . sólo varía la
l intensidad" (Gunning et al. 1993:7). En su discurso inaugural, rición de otrc
l Peters ( 1972) sostuvo que la calidad legal del derecho penal esta­ tes en delitos
l ba corporizada en su función clásica de proteger a las personas conservadurü
la imaginació
T de la intervención indebida y arbitraria del Estado. Partiendo

1 de la premisa de que ninguna previsión legal sería capaz, por sí Capítulo X ve


reto de nueva:
sola, d proveer adecuada protección a los vulnerables, Pete.rs
1
-+
( 1979) insistía en que las condiciones materiales estructurales
1
1 también tenían que cambiar. Para optimizar la posición legal de
IV. LA PERSPEC
las personas, las reglas de protección debían analizarse desde la La palabra
perspectiva de los clientes y tenían que incluir procedimientos oportunidade:
legales y factores socioeconómicos. De este modo, Peters combi­ tribución hoh
naba las garantías legales clásicas con nociones de la sociología paremos de e:
del conflicto. Los tribunales eran considerados foros para tomar cual será nect
posición en los conflictos sociales. Los procedimientos penales, nerales, "abol
al regular el diálogo y el debate, fijaban las reglas del juego. El a la abolición
nivel real de contribución a la emancipación de los ciudadanos lizados y su n
que puede asignarse al procedimiento penal (especialmente en social. En est1
la delicada posición del acusado) constituía la medida de la ca­ llar académic·
lidap democrática del Estado de Derecho. como fundad<
Si bien los juristas tuvieron un rol preponderante en la neoes­ logia europea
cuela de Utrecht durante la década de los 80, los criminólogos y Thomas Ma
mantendrían una posición bastante autónoma. Deberíamos Hulsman. En
mencionar explícitamente a Chrisje Brants coino una de las cri­ neración sobr
minólogas que, mediante sus análisis del delito de cuello blanco gadas a la cri
y el pánico moral, mantuvo la tradición crítica social científica y el (de)constr
en Utrecht en esa época. Hacia el final de la década, al ser desig­ más radicale
nado profesor de criminología el antropólogo Frank Bovenkerk, manes y holat

..___________________________________________ _____
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 87

::átedra combinada de la investigación empírica -especialmente sobre el delito en la


)rimeros trabajos son sociedad multicultural- recibió nuevo impulso. Los enfoques so­
pero tras su retorno ciológicos tuvieron un papel muy importante en la definición de
lick, su obra comenzó la agenda de investigación del garantismo legal, pero los estu­
::tividades docentes se dios que se llevaron a cabo dentro de esta tradición fueron más
su perspectiva, "el de­ jurídicos, especialmente procesales. La perspectiva garantista
:m ofrecer a la gente el
se aplicó a la posición jurídica de grupos tan diferentes como
lero también deberían los militares, los activistas políticos, los pacientes psiquiátricos,
Tener demasiados la­ los delincuentes juveniles y, sobre todo, los presos. Asimismo,
:¡ perjudicial que sean
contribuyó decididamente al establecimiento del compromiso de
as de Weber y Marx, muchos juristas con la justicia social. Sin embargo, no dejó de
ser una posición defensista que, posiblemente, retrasó la apa­
Peter] . . . sólo varía la
rición de otros abordajes de los problemas sociales resultan­
1 discurso inaugural,
tes en delitos que quizás fueran más efectivos y humanos. Este
el derecho penal esta­
conservadurismo latente puede haberse debido al hecho de que
oteger a las personas
la imaginación sociológica tuvo sólo un papel marginal. En el
iel Estado. Partiendo
Capítulo X veremos que la perspectiva garantista enfrentará el
gal sería capaz, por sí
reto de nuevas reflexiones sociológicas.
,s vulnerables, Peters
teriales estructurales
IV. LA PERSPECTIVA ABOLICIONISTA
ar la posición legal de
m analizarse desde la La palabra "abolicionismo" ha sido utilizada en numerosas
1cluir procedimientos oportunidades. En realidad, se ha convertido en la mayor con­
modo, Peters combi­ tribución holandesa a la criminología crítica. Ahora nos ocu­
::iones de la sociología paremos de esta perspectiva de manera más detallada, para lo
3.dos foros para tomar cual será necesario hacer algunas distinciones. En términos ge­
lcedimientos penales, nerales, "abolicionismo" se re.fiere a una perspectiva orientada
ts reglas del juego. El a la abolición de respuestas punitivas a los problemas crimina­
.ó n de los ciudadanos lizados y su reemplazo por la conciliación, reparación y justicia
1al (especialmente en social. En este sentido, desde finales del siglo XIX podemos ha­
ia la medida de la ca- llar académicos abolicionistas avant la lettre. Debemos señalar
como fundadores de la perspectiva abolicionista en la crimino­
•nderante en la neoes­ logía europea, en la década del 70, a los noruegos Nils Christie
: 80, los criminólogos y Thomas Mathiesen y los holandeses Herman Bianchi y Louk
tónoma. Deberíamos Hulsman. En la década del 80, las visiones de esta primera ge­
; coino una de las cri­ neración sobre políticas criminales alternativas se hallaban li­
lelito de cuello blanco gadas a la criminología crítica, primero con el interaccionismo
rítica social científica y el (de)construccionismo, y luego, también con teorías sociales
3. década, al ser desig­
más radicales, especialmente a través de los criminólogos ale­
·go Frank Bovenkerk, manes y holandeses. Este abolicionismo de segunda generación,
1
' 11 1 88 RENÉ VAN SwAANINGEN L

del que nos ocuparemos en el Capitulo IX, se ha transformado cionistas cues


en una vertiente continental de la criminología crítica. a las persona:
El término "abolicionismo" proviene del movimiento anti­ vez, que, dado
carcelario de Norteamérica. Especialmente los cuáqueros ca­ prevención ger
nadienses continuaron la misión histórica del movimiento an­ píricos, la cred
tiesclavista, considerando la cárcel como una institución que penales son pl
cumplía en la actualidad las mismas funciones sociales que la

1
nal sería probl
esclavitud en el siglo pasado. Fundaron el movimiento abolicio­ sus propios fi r
1 nista penal internacional !COPA, organizando su primera confe­ E l abolicior

¡:
rencia en 1983, en Toronto (van Swaaningen et al. 1989). Pese a Implica una cr
que los académicos europeos utilizan la palabra "abolicionismo" cho penal en le
siguiendo el ejemplo norteamericano, su perspectiva tiene un buir positivam
origen y orientación diferentes. En comparación con la situa­ criminalizado
ción de Europa occidental, el abolicionismo norteamericano se

la despenaliza
basaba más en una inspiración de tipo religioso, que en con­
i
acciones) y la
sideraciones sobre los efectos contraproducentes de la justicia de los problerr
penal, con mayor adhesión entre la gente común que entre los centrales. Star
académ cos y más centrada en la reforma carcelaria que en lo.s desestructura1
modos punitivos de control social, en un sentido más general. derivación al
En la Europa de comienzos de la década del 70, los movimientos ción, deslegali:
sociales abolicionistas estaban formados por agrupaciones de lización (no in1
presos y movimientos de reforma penal radical, que analizare­ distinguirse el
mos en el próximo capitulo. tivo de entend'
Al contrario de lo que sugiere el significado literal del verbo una forma de ;
"abolir", el abolicionismo europeo no puede ser concebido en tér­ el primer sent
minos absolutos . . Los abolicionistas no sostienen que la policía sustitutivo. En
o los tribunales deban desaparecer. La cuestión es que el delito los debates an
no puede ser apartado de otros problemas sociales no crimina­ Richard Quinr
lizados y la exclusión social de los "culpables" casi nunca brinda ría de John Br
solución a los problemas. En cambio, desde esta perspectiva los es más modest
problemas delict,ivos deberían tratarse en el contexto específico mecanismos de
de su surgimiento y las reacciones deberían orientarse hacia la espíritu comur
inclusión social. Los abolicionistas, en términos generales, no sobre la punibi
se pronuncian en contra del control social. Por otra parte, resul­ En sus inte1
ta difícil imaginar la coexistencia social libre de toda forma de taron sus cañc
control social. El problema radica en el carácter vertical (de arri­ Para la década
ba hacia abajo), represivo, punitivo e inflexible del control penal. ventajas de las
Por esta razón, el aboliCionismo incluye entre sus propuestas ban las advert(
una justicia de tipo informal, reflexiva y participativa. Los abolí­ res de tales sa;
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 89

(, se ha transformado cionistas cuestionan el calibre ético del E stado que inflige dolor
>logia crítica. a las personas intencional y sistemáticamente, y señala, a la
del movimiento anti- vez, que, dado que los objetivos mayoritariamente aceptados de
1te los cuáqueros ca­ prevención general y especial no pueden avalarse con datos e m­
:a del movimiento an­ píricos, la credibilidad del funcionamiento lógico y los principios
> una institución que penales son puestos en juego. Por ello, el sistema de justicia pe­
ciones sociales que la nal sería problemático en el sentido moral, y disfuncional según
l movimiento abolicio­ sus propios fines.
ndo su primera confe­ El abolicionismo tiene un momento negativo y otro positivo.
:en et al. 1989). Pese a Implica una crítica negativa de los escasos resultados del dere­
3.labra "abolicionismo" cho penal en la realización de la justicia social, e intenta contri­
perspectiva tiene un buir positivamente a la prevención y el control de los problemas
'aración con la situa­ criminalizados a través de medios sociales. En la fase negativa,
no norteamericano se la despenalización (remoción del carácter punitivo de las re­
religioso, que en con­ acciones) y la decriminalización (remoción del etiquetamiento
ucentes de la justicia de los problemas sociales como delitos) constituyen los temas
: común que entre los centrales. Stan Cohen ( 1986a: 1 2 7-8) clasificó los "movimientos
carcelaria que en los desestructurantes" del abolicionismo como: descarcerización,
sentido más general. derivación al ámbito no institucional (diversion); decategoriza­
el 70, los movimientos ción, deslegalización (fuera del ámbito estatal) y desprofesiona­
por agrupaciones de lización (no intervención de expertos). En la fase positiva, debe
3.dical, que analizare- distinguirse el modo de pensar abolicionista (un modo alterna­
tivo de entender el delito y el castigo) de aquel que constituye
icado literal del verbo una forma de actuar (abordaje radical de la reforma penal). En
ser concebido en tér­ el primer sentido, el abolicionismo es un ejemplo de discurso
stienen que la policía sustitutivo. En el segundo, relacionando el abolicionismo con
estión es que el delito los debates anglosajones, incluye la visión de Hal Pepinsky y
; sociales no crimina­ Richard Quinney sobre la "criminoiogía pacificadora" y la teo­
.es" casi nunca brinda ría de John Braithwaite sobre la vergüenza reintegrativa. É sta
le esta perspectiva los es más modesta que la primera, dado que está orientada a los
el contexto específico mecanismos de control social más que la reconstrucción del
m orientarse hacia la espíritu comunitario, y arraigada en una posición más radical
rminos generales, no sobre la punibilidad.
Por otra parte, resul­ En sus intentos de despenalización, los abolicionistas apun­
ibre de toda forma de taron sus cañones, en primer término, al sistema carcelario.
ácter vertical (de arri­ Para la década del 80, la atención gira hacia las ventajas y des­
.ible del control penal. ventajas de las alternativas a la prisión. Los análisis contrasta­
entre sus propuestas ban las advertencias acerca de los posibles efectos amplificado­
.rticipativa. Los abolí- res de tales sanciones, con su valor potencial en la atenuación
1 90 RENÉ VAN SWAANINGEN LA JUST

del sistema penal. El reconocimiento de que las modalidades su propio objeto de


sancionatorias al final de la cadena penal no cambiaban su ca­ como acto punible (
rácter punitivo, excluyente, hizo que el tema central fuera la de­ más normativa de ac
rivación a sistemas informales en las fases preliminares (diver­ piado para los crimi
sion). El objetivo era la prevención de los efectos estigmatizantes no implicaba que el
del juicio y del castigo. Este enfoque se complementaba con la penal tuviera que es
tendencia a implementar una lógica procesal alternativa, que también. Bianchi (1
debía conducir a respuestas no punitivas de los problemas so­ de las bondades de 1
ciales y, por cierto, a la decriminalización de ciertas conductas, como los académico
lo que significaba sacarlas del ámbito del derecho penal. era señalar los facto
A pesar de la posición central que los académicos holandeses delincuente a la soc
ocuparon en el debate abolicionista, esa postura es bastante igual que Kempe- se
marginal dentro de la criminología. Si bien a principios de la Bianchi ( 1956:20<
década del 70 las ideas abolicionistas pueden haber sido más inadecuado para ur
ampliamente compartidas, como escuela sólo representa una vo era abordar el pl
pequeña rama, únicamente consid_erada interlocutor serio por Para emprender an
algunos grupos periféricos y vista por el resto como indispen­ necesitaba del conoc
sables ornamentos radicales del folclore nacional. De todas for­ riesgo que implica e
mas, es un logro destacable que un pequeño grupo haya sido criminólogo debe se
capaz de convencer a numerosos lectores extranjeros y hasta a Por lo tanto, el crimi
algunos holandeses (van Kij k 1989) de que eran una mayoría. sófico, señalando la
Por último, el abolicionismo no surgió como contraparadigma, relevantes para el ol
sino que derivó de las tradiciones críticas ya existentes en la en todas. La sociolo
criminología holandesa. ciales o unidimensic
la antropología soci:
V. EL LLAMAMIENTO ÉTICO A LA DESPENALIZACION DE HERMAN BIANCHI y moral y, por cierto
La línea fenomenológica de la primera E scuela de Utrecht de de justicia era norm
Gerd Kempe fue continuada, hasta cierto punto, por Herman de los actos problem
Bianchi. En su discurso inaugural en la Universidad Libre de normativo. Los prot
Amsterdam, Bianchi ( 1958: 18) mencionó explícitamente el apo­ querían un abordaje
yo recibido de la E scuela de Utrecht. Siguiendo a Kempe en su ·. pecto, Bianchi adop
oposición a una criminología empírica reduccionista y en su pro­ 1956 sostuvo que 1
puesta de desarrollo de una criminología independiente, en su antisocial era "parcj
disertación "Posición y objeto de la criminología" Bianchi ( 1 9 56) fico ( 1 2 3 ) . En trabaj•
defendió el "abandono por parte de la criminología del regazo la contribución de B
del derecho penal", dado que la mayoría de los intentos de in­ crítica dentro de la e
tegrar ambas ciencias penales habían terminado siempre en la Adherirse al siste
reducción de la criminología a una dencia auxiliar del derecho seriamente sobre la
penal. Según Bianchi, los criminólogos tenían que determinar para Bianchi ( 19 5 :4)
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 191

que las modalidades su propio objeto de estudio. El concepto legal formal de delito
no cambiaban su ca­ como acto punible (strafbaar feit) -en lugar de la descripción
a central fuera la de- más normativa de acto inmoral- era un punto de partida inapro­
3 preliminares (diver­ piado para los criminólogos. La discusión teórica, sin embargo,
ctos estigmatizantes no implicaba que el estudio de la criminología y del derecho
>mplementaba con la penal tuviera que estar separado en sus orientaciones prácticas
esal alternativa, que también. Bianchi (1958: 16) era, en suma, tan optimista acerca
de los problemas sa­ de las bondades de la intervención penal para la rehabilitación,
je ciertas conductas, como los académicos de Utrecht. La tarea de los criminólogos
lerecho penal. era señalar los factores que obstaculizaban la reintegración del
adémicos holandeses delincuente a la sociedad. En la década de 1950, Bianchi -al
postura es bastante igual que Kempe- se dedicó al trabajo de probation.
n a principios de la Bianchi ( 1956:209) sostuvo que "criminología" era un nombre
den haber sido más inadecuado para una "ciencia enorme e híbrida" cuyo objeti­
sólo representa una vo era abordar el problema del delito en toda su complejidad.
nterlocutor serio por Para emprender análisis menos reduccionistas, el criminólogo
esto como indispen­ necesitaba del conocimiento de variados campos científicos. "El
Lcional. De todas for­ riesgo que implica esta demanda esencial es bastante obvio: el
eño grupo haya sido criminólogo debe ser consciente o deviene en un chapucero".
xtranjeros y hasta a Por lo tanto, el criminólogo debía centrarse en un nivel metafilo­
e eran una mayoría. sófico, señalando las relaciones entre las diferentes disciplinas
r10 contraparadigma, relevantes para el objeto criminológico, más que incursionando
; ya existentes en la en todas. La sociología o la psicología llevaban a visiones par­
ciales o u nidimensionales del delito. Bianchi esperaba más de
la antropología social y cultural, de la filosofía fenomenológica
DE HERMAN BIANCHI y moral y, por cierto, de la teología. Dado que el propio concepto
:scuela de Utrecht de de justicia era normativo, las preguntas acerca del juzgamiento
punto, por Herman de los actos problemáticos también debían responderse al estilo
Universidad Libre de normativo. Los problemas de la culpa y la responsabilidad re­
<plícitamente el apo­ querían un abordaje fenomenológico (Bianchi 1956:7 1). Al res­
endo a Kempe en su • pecto, Bianchi adoptó la postura de Kempe ( 1950, 1Q52}, y en
::cionista y en su pro­ 1956 sostuvo que la definición de Bonger del delito como acto
.ndependiente, en su antisocial era "parcial" ( 104) y criticó su falta de interés filosó­
logia" Bianchi (1956) fico (123). En trabajos posteriores, Bianchi (1975a, 1976) elogia
ninología del regazo la contribución de Bonger al establecimiento de una perspectiva
.e los intentos de in­ crítica dentro de la criminología .
linado siempre en la Adherirse al sistema penal de modo empírico, sin reflexionar
auxiliar del derecho seriamente sobre las bases filosóficas de la disciplina, implicaba
:l ian que determinar para Bianchi (195:4) la eutanasia de la criminología como · disci­
1 92 RENÉ VAN SwAANINGEN

plina independiente. La orientación dominante a nivel descriptivo Willem Pom1


no problematizaba las definiciones de delito determinadas en el positiva del libn
contexto cultural y espacial y por lo tanto retrasó la innovación. que le producía
En la década del 50, Bianchi era uno de los pocos académicos tenía. Kempe ( 1'
1
1 que no compartía la visión de que la criminología podía contri­ señaló la injusti

1
buir a la reducción del delito. Él formuló advertencias contra los culpa propuesü;
estudios predictivos, afirmando que no sólo eran mera especula­ reducción del si
ción metafísica, sino que también eran éticamente insostenibles, a intervencione1
1 porque reducían la dignidad humana a categorías científicas. En reseña de Louk
• 1 resante ( 1965b),
consecuencia, Bianchi ( 1960) rechazaba las ideologías de la pre­
¡ vención general y la defensa social, por ser suposiciones improba­ al ejercicio del I
bles y carentes de comprobación y constituir objetivos peligrosos, penal clásico, ce
ya que abrían la puerta a la utilización política del derecho penal. Según Hulsmar
Según su postura, la intervención penal no podía ser legitimada cado, porque, er
por consideraciones funcionalistas, sino únicamente por su con­ de separar el de
tribución a realizar la justicia, en el sentido legal clásico. En un especulativa y rr
estilo polémico, similar al de Willem Nagel, Bianchi se ocupó de idea prácticameJ
los delitos cometidos por los regímenes autoritarios que frecuen­ y en la lógica de
temente encontraron apoyo en las ideas de la defensa social. la crítica de Hu
Bianchi delineó la consecuencia última, abolicionista, del mo­ supuestas alten
delo del encuentro de Utrecht de la década de los 50. En 1964 se los aspectos má
publicó su libro La Ética del castigo (Ethiek van het straffen}, en fundadores del e:
el que criticaba las bases morales del sistema penal y proponía, Las reaccione
en cambio, un modelo de justicia reconciliatoria, que incluía las ran la paradoja e
consideraciones éticas de Utrecht del perdón y el arrepentimien­ ferirse al ejercic
to como medios de despejar la culpa. sin producir efe<
Si bien la Revolución Francesa repelió los peores aspectos de les? A pesar de
la inquisición, es en ella donde tienen · su origen los principios recibió, Bianchi
fundamentales del derecho penal continental. La piedra de to­ rechazada por a<
que del Viejo Testamento de una justicia igualitaria, (tsedeka) importantes (Po
debía reemplazar esas estructuras inquisittvas, y la anomia ge­ se presentar a c'
nerada por la represión penal debía ser sustituida por la euno­ de la Escuela de
mia, socialmente reintegradora, y por orientaciones normativas, son una versión
lo que podía incentivarse mediante intervenciones orientadas escuela. Bianch:
a la reparación (Bianchi 1964). Por otra parte, el derecho civil fenomenológico e
constituía un medio más adecuado _que el derecho penal para dad no podía ser
lograr dicha eunomia y Bianchi reconceptualizó la noción de las diferencias d
"culpa" como indicador del grado hasta el cual un acusado po­ ban tanto como
día aceptar su castigo. importante de lá
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 93

mte a nivel descriptivo Willem Pompe ( 1965) escribió una reseña moderadamente
to determinadas en el positiva del libro de Bianchi, aunque sólo fuera por la atracción
retrasó la innovación. que le producía el mensaje reconciliador y empático que con­
los pocos académicos tenía. Kempe ( 1964), sin embargo, fue abiertamente negativo y
tinología podía contri­ señaló la injusticia a la que podía conducir la oscura noción de
dvertencias contra los culpa propuesta por Bianchi. A pesar de que éste pretendía la
o eran mera especula­
reducción del sistema penal, su enfoque también podía llevar
amente insostenibles, a intervenciones que traspasaran el límite de la legalidad. La
:egorías científicas. En reseña de Louk Hulsman puso de manifiesto otra reflexión inte­
.s ideologías de la pre­ resante (1965b), porque, si bien compartía con Bianchi la crítica
suposiciones ímproba­ al ejercicio del poder punitivo, defendía el estatuto del derecho
ir objetivos peligrosos, penal clásico, como había hecho el primero cuatro años antes.
tica del derecho penal. Según Hulsman, Bianchi dirigía sus flechas al blanco equivo­
o podía ser legitimada cado, porque, en lugar de llegar a la conclusión de la necesidad
1.icamente por su con­ de separar el derecho de la moral, introducía una nueva visión
lo legal clásico. En un especulativa y metafísica de la justicia como reconciliación. Esa
., Bianchi se ocupó de idea prácticamente no tenía cabida en una sociedad urbanizada
:oritarios que frecuen­ y en la lógica del sistema de justicia penal.
. En lo fundamental,
la defensa social. la crítica de Hulsman -su rechazo a los juicios morales y las
abolicionista, del mo­ supuestas alternativas ligadas a la especulación- fue uno de
de los 50. En 1964 se los aspectos más importantes de diferenciación entre estos dos
k van het straffen), en fundadores del abolicionismo holandés.
:ma penal y proponía, Las reacciones que produjo Ethiek van het straffen rememo­
atoria, que incluía las ran la paradoja de la defensa social: ¿hasta dónde pueden trans­
)n y el arrepentimien- ferirse al ejercicio del poder punitivo las intenciones humanas
sin producir efectos secundarios en orden a las garantías lega­
os peores aspectos de les? A pesar de las numerosas críticas positivas que también
origen los principios recibió, Bianchi sufrió la gran decepción de que su obra fuera
ntal. La piedra de te­ rechazada por aquellos a quienes consideraba sus ejemplos más
igualitaria, (tsedeka) importantes (Pompe y Kempe) . Si bien algún tiempo después
tlvas, y la anomia ge­ se presentaria como un seguidor de Clara Wichmann más que
.lstituida por la euno­ de la Escuela de Utrecht, sus ideas sobre la justicia reparadora
J.taciones normativas, son una versión elaborada del modelo del encuentro de aquella
venciones orientadas escuela. Bianchi (1974a) sostuvo que el encuentro meramente
)arte, el derecho civil fenomenológico que la Escuela de Utrecht pretendía hacer reali­
:1 derecho penal para
dad no podía ser sincero si, en primer término, no se reconocían
)tualizó la noción de las diferencias de poder y, en segundo lugar, no se neutraliza­
cual un acusado po- ban tanto como fuera posible, lo que consideraba una omisión
importante de lá Escuela de Utrecht. Hemos visto antes que la
1 '
1'
11 11
1 94 RENÉ VAN SWAANINGEN

crítica de Bianchi fue rechazada por anacrónica (Hoefnagels apoyo entre v


1975; Moedikdo 1976). tambié n vica
1
1
t
1
En la década del 70, Bianchi llegó a la conclusión de que la -tsedeka- de:
anomia era causada, en parte, por la falsa pretensión del dere­ sinago gas de
cho penal de reflejar opiniones consensuadas sobre las normas desapareció e
1 1 y los valores, y por el hecho de que las decisiones eran impues­
tas a las personas sin considerar si aquéllas se correspondían
práctica polit:
ser presentad
realmente con su propia y particular visión del problema Para miento okupa
superar esta definición tan hegemónica, Bianchi propuso en busca ban asil
1
1 '
1979 el modelo del asentimiento: una reunión donde las propias dición (Steem
partes en conflicto definen la naturaleza del problema durante tentos de hace
el procedimiento, en vez de hacerlo mediante categorías penales median te el de
y el principio de la averiguación objetiva de la verdad. Dado que reform a negat
este último fin no puede lograrse, no debería ser el objeto de un La obra de
juicio, concepto que también remite a los principios fundamen­ que comenzó .
tales de la inquisición. Encontrar una solución que satisfaga a sistema de pr
todas las partes es un objetivo más realista y más provechoso mista, orientac
que na audiencia judicial. El asentimiento es una modali ad ello, continuó
intermedia entre el modelo del consenso del derecho penal y propuestos en
el del disenso propuesto por los modelos del conflicto. Ambas plícitamente r
perspectivas implican una lucha por la representación de los un libro de en
hechos en lugar de centrarse en las consecuencias. Con estos y el orden, y 1
argumentos, Bianchi rechazaba tanto el funcionalismo como la Aun sin much.
sociología del conflicto. Por su parte, adoptó una posición nor­ la turbulencia
mativista, orientada hacia la justicia informal, y defendía, en
términos similares a los de Nils Christie (1981), un modelo de
justicia participativa. Asimismo, proponía el cambio dé rol del
fiscal, transformándolo en un praetor del derecho romano an­ • N. del T. : El
tiguo: una persona que acercaba a las partes a la justicia y primera y más cc
actuaba como árbitro, ocupándose de equiparar las d iferencias considera un clá1
qe poder. Con el fin de crear un espacio abierto para 1 arre­ esta obra, que e
avión que transp
glo de las disputas, sugería el restablecimiento de santuarios periodo de guern
(vrijplaatsen), que no podían ser alcanzados por el brazo de la sobrevivientes lm
ley. E stos lugares hallaban su fundamento legal en el derecho ningún adulto. L1
de asilo otorgado por las iglesias y las embajadas. Si las par­ fiera que vaga po1
tes en conflicto encontraban una solución satisfactoria, el fiscal puesta criatura. 1
este miedo para ce
perdía _el derecho a ejercer la acción (Bianchi 1985, 1994). Sus
adeptos caza un e
ideas sobre el santuario no se mantuvieron solamente en el pla ofrenda a la "best
no teórico. En 1974 se llevó a cabo un experimento qu e encontró moscas", pues prc
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 95

1acrónica (Hoefnagels apoyo entre varios académicos, juristas, fiscales y jueces, como
también vicarios y rabinos, atraídos por la noción de justicia
l conclusión de que la -tsedeka- del Viejo Testamento y el derecho de las iglesias y
.a pretensión del dere­ sinagogas de ofrecer asilo. La simpatía popular por estas ideas
tdas sobre las normas desapareció cuando se hicieron más radicales, en el sentido de
cisiones eran impues­ práctica política. En la prensa, la idea del santuario empezó a
:llas se correspondían ser presentada como apoyo ideológico a los baluartes del movi­
ón del problema. Para m iento okupa y a los reclamos de los inmigrantes ilegales que
, Bianchi propuso en buscaban asilo en la Iglesia de Amsterdam para evitar la extra­
1ión donde las propias dición (Steenstra 1988:86-9). Luego de que fracasaran sus in­
del problema durante tentos de hacer posible un sistema alternativo a la justicia penal
nte categorías penales mediante el derecho de asilo, Bianchi adoptó la distinción entre
le la verdad. Dado que reforma negativa y positiva, sugerida por Thomas Mathiesen.
:ría ser el objeto de un La obra de Bianchi es una gran invectiva contra la cárcel,
principios fundamen­ que comenzó en la década del 50 con una reforma gradual del
lución que satisfaga a sistema de probation y terminó en un abolicionismo no-refor­
sta y más provechoso mista, orientado a las estructuras procedimentales. No obstante
nto es una modalidad ello, continuó trabajando en temas crir:ninológicos más teóricos,
, del derecho penal y propuestos en su disertación de 1956, aunque en un estilo ex­
del conflicto. Ambas plícitamente radical. Estos análisis comenzaron en 1967, con
representación de los un libro de ensayos sobre la relación entre la autoridad, la ley
3ecuencias. Con estos y el orden, y la adoración ciega a este "Señor de las Moscas"·.
uncionalismo como la Aun sin muchas referencias teóricas y claramente inspirado en
ptó una posición nor­ la turbulencia social reinante en Ámsterdam por aquella épo­
ormal, y defendía, en
( 1981), un modelo de
3. el cambio de rol del
l derecho romano an­ • N. del T. : El señor de las moscas (Lord of the Flies, en inglés) es la
partes a la justicia y primera y más célebre novela de Williarn Golding. Publicada en 1954, se
considera u n clásico de la literatura inglesa de posguerra. En la trama de
t iparar las diferencias
esta obra, que es una auténtica fábula sobre la naturaleza humana, un
abierto para ,el arre­ avión que transporta sólo a unos estudiantes británicos es derribado en
miento de santuarios periodo de guerra y se estrella contra una isla desierta, sie ndo los únicos
ios por el brazo de la sobrevivientes los niños pasajeros, que se ven obligados a sobrevivir sin
to legal en el derecho ningún adulto. Los más pequeños comienzan a tener pesadillas con una
mbajadas. Si las par- fiera que vaga por la isla. Pronto todos comienzan a tener miedo de la su­
puesta criatura. Uno de los jóvenes que disputa el rol de líder aprovecha
satisfactoria, el fiscal este miedo para controlar a los pequeños, por lo que pronto el grupo de sus
1.chi 1985, 1994). Sus adeptos caza un cerdo, le cortan la cabeza y la clavan en una estaca corno
n solamente en el pla ofrenda a la "bestia". Este símbolo es luego referido como "el señor de las
rimento que encontró moscas", pues pronto las moscas rodeaban la cabeza.
196 RENÉ VAN SWAANINGEN LA JUSTIC

ca, Bianchi advertía sobre la naturaleza insaciable del sistema Basismodellen es u no


penal en su tendencia a excluir de la sociedad a ciertos grupos chi, pero sus análisis
desviados. Así, introdujo el concepto de desviación sin hacer re­ nomenológicas, y no te
ferencia a ningún académico anglosajón. Bianchi (1971) elaboró convincentes. En part
estas ideas teóricamente en un libro sobre la estigmatización, en su modelo de e str
en el que combinaba la noción de desviación secundaria de Ed calificadas como " toq
Lemert y los análisis de las ceremonias de degradación de Ha­ llamado el Isaías de 1
rold Garfinkel, con los ejemplos derivados de la obra del escritor gado muy severament
francés Jean Genet y el de los holandeses Jan Foudraine y Kees cular, que, por cierto,
Trimbos, defensores de la antipsiquiatría. tos. Sin embargo, aur
De allí en adelante, Bianchi se involucró preferentemente en entre el plan general
los debates internacionales y fue alejándose cada vez más de la criminológicos con dt
práctica penal holandesa. En varias publicaciones aparecidas la sociedad) y su des1
entre 1976 y 1978 siguió muy de cerca las tendencias académi­ algún otro manual dt
cas radicales. Se pronunció en contra del término "terrorismo" obra expresionista. A
como un producto del conocimiento del poder y se sumió en los fue capaz de anticipa
debates franceses sobre el estructuralismo. Sin embargo, la fe­ titud. En un sentido
nomenología siguió siendo el hilo conductor en su teoría, conec­ Weringh, pero probal
tando todas sus observaciones. Su crítica de la E scuela de Utre­ Haan -siguiendo la id
cht se redujo a la idea de que estuvo demasiado limitada a la Bianchi como un "crÍI
microfenomenología de la década del 50. Durante la década del Richard Quinney. La
60 se hizo visible una mesofenomenología en el interaccionismo tes y sus estrategias 1
simbólico y en la perspectiva del etiquetamiento. En la década cierto, una especie d1
del 70, los análisis estructuralistas hicieron posible una macro­ minología component
fenomenología de la desviación (Bianchi 1975b, 1979). Sin em­ se lo criticaba por se
bargo, estas modas no fueron analizadas detenidamente. Mien­ Bianchi no se conside
tras los estructuralistas redujeron la influencia del individuo en ca del dubito ergo sur
las transformaciones de la sociedad a un mínimo absoluto, las Descartes. En 1958
orientaciones fenomenológicas -y las de la Escuela de Utrecht contestar las pregun1
en particular- se centraron en el individuo. Bianchi nunca se través de los años s•
ocupó de esta aparente contradicción filosófica. En su imagina­ premisa irracional. A
tiva introducción alternativa a la criminología Basismodellen, conservar algunas d1
aplicó los análisis de Foucault sobre el conocimiento del poder des científicamente pi
a la historia de •la disciplina criminológica; adoptó los análisis de una naturaleza p1
de Mathiesen sobre la reforma penal y, siguiendo a los filóso­ los impulsos progresi
fos franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, concluyó en una más aún, que el-profe
criminología antiedípica en la que escritores como el Marqués lo podían comparar ('
de Sade y Jean Genet, pintores como El Bosco y actores como Bianchi probablerr
Charles Chaplin eran retratados como los mayores criminólogos. la imaginación llega1
E.N LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 1 97

insaciable del sistema Basismodellen es u no de los trabajos más fascinantes de Bian­


iedad a ciertos grupos chi, pero sus análisis políticos no concuerdan con sus ideas fe­
:!sviación sin hacer re­ nomenológicas, y no todas sus posturas teóricas son igualmente
Bianchi ( 1 9 7 1) elaboró convincentes. En particular sus teorías conspirativas, incluidas
>re la estigmatización, en su modelo de estrategia emancipatoria, fueron duramente
ión secundaria de Ed calificadas como " torpezas de boy-scout". El propio Bianchi fue
ie degradación de Ha­ llamado el Isaías de la criminología (van Weringh 1981), y juz­
: de la obra del escritor gado muy severamente (y desacreditado) por este libro en parti­
Jan Foudraine y Kees cular, que, por cierto, contiene numerosos errores y cabos suel­
tos. Sin embargo, aunque más no sea porque el vacío generado
:ró preferentemente en entre el plan general de Basismodellen (relacionar paradigmas
)Se cada vez más de la criminológicos con desarrollos histórico-sociales y visiones de
)licaciones aparecidas la sociedad) y su descuidado desarrollo nunca fue llenado por
s tendencias académi­ algún otro manual de criminología, rescato positivamente esta
·1 término "terrorismo" obra expresionista. Aunque fuera por pura intuición, Bianchi
oder y se sumió en los fue capaz de anticipar algunos desarrollos con destacable ap­
10. Sin embargo, la fe­ titud. En un sentido más positivo que el manifestado por van
:or en su teoría, canee- Weringh, pero probablemente con el mismo ánimo, Willem de
de la Escuela de Utre­ Haan -siguiendo la idea de la teología de la liberación- calificó a
masiado limitada a la Bianchi como un "criminólogo de la liberación" y lo comparó con
Durante la década del Richard Quinney. La sospecha que le inspiraban los gobernan­
t en el interaccionismo tes y sus estrategias represivas hacia los desviados incluía, por
1miento. En la década cierto, una especie de autoliberación que le otorgaba a su cri­
on posible una macro- minología componentes pararreligiosos (Kelk 1988:34) . Cuando
1975b, 1979). Sin em­ se lo criticaba por ser más un predicador que un académico,
detenidamente. Mien- Bianchi no se consideraba ofendido, y admitió sentirse más cer­
lencia del individuo en ca del dubito ergo sum de Agustines, que del cogito ergo sum de
L mínimo absoluto, las Descartes. En 1958 sostuvo que la humanidad era incapaz de
la Escuela de Utrecht contestar las preguntas fundamentales de la criminología, y a
luo. Bianchi nunca se través de los años se mantuvo sorprendentemente fiel a esta
sófica. En su imagina­ premisa irracional. Asimismo, consideraba bastante saludable
tología Basismodellen, conservar algunas dudas religiosas acerca de todas las verda­
onocimiento del poder des científicamente probadas. Cuando le decíán que su obra era
a; adoptó los análisis de una naturaleza profundamente protestante, contestaba que
siguiendo a los filóso­ los impulsos progresistas provenían mayormente de vicarios y,
tari, concluyó en una más aún, que el profeta Isaías no era la peor persona con la que
ores como el Marqués lo podían comparar (van Swaaningen 1988a:9 -19).
Bosco y actores como Bianchi probablemente tomó el credo de la década del 60 -que
mayores criminólogos. la imaginación llegaría al poder- más seriamente que ningún
LA JUST!I
198 RENÉ VAN SWAANINGEN

otro académico holandés. Él es uno de los pocos que se balanceó otra parte, requerirí;
elementos de justicia
en el borde artístico de la razón y la no-razón. Hasta 1964, su
bas categorías.
obra era de carácter balanceado y relativamente preciso, pero
Bianchi siempre t1
luego adoptó un estilo más expresionista. Aparentemente, Bian­
. tencias de prisión tar
chi nunca se tentó de volver al naturalismo, tras haber sido defi­
alternativas no puni1
nido como un militante, una figura extremadamente controver­
tado a la despenalizc
tida y un agitador. En las décadas del 70 y del 80 fue uno de los
a diferencia de much
escasos académicos holandeses que asumió posturas políticas
de Bianchi e s -clara
explícitas (algunas radicales, pero también algunas observacio­
concepto de delito ca
nes teológicas que no causaron ningún agrado a su electorado
sos en el comienzo de
de izquierda), y realmente investigó la relevancia de las nuevas
tas hacia el final); m
teorías críticas. Sus incursiones radicales de mediados de la
delito porque hubier
década del 70 estimularon el surgimiento de los mencionados
principios- de la defe
grupos de trabajo neomarxista y feminista en su instituto. El
nada, Bianchi se opc
enfoque histórico de la década del 80 fue un impulso para la
trataban estos delito:
investigación criminológica histórica sobre la abolición de la tor­
tura (Sjoerd Faber) y la pena de muerte (Sibo van Ruller), los
VI. LA PERSPECTIVA DE
santuarios (Marij ke Gijswijt), el arreglo de disputas mediante
consejos de iglesia (Herman Roodenburg) y la persecución de Louk Hulsman de
homosexuales (Tjeo van der Meer). Sin embargo, resulta curioso influencia que tuvo
que Bianchi casi no tuviera afinidad con las iniciativas neomar­ nal. Como ex funcio
xista y feminista y que los estudios históricos practicamente no de justicia y de la d
apoyaran sus ideas abolicionistas. interna del sistema :
La elaborada edición inglesa del último libro de Bianchi, La raciones meramente
Justicia como santuario (19 94), recuperó el estilo mas preciso llevó a comprometer:
en la escritura. Contenía un sistema de notas y referencias muy sobre la cuestión del
apreciadas en el ambito académico, y otras huellas de caracter realista está bien re¡
naturalista. Sus reflexiones macroteóricas y político-radicales Universidad Erasmu:
de la década del 70 no fueron incluidas en sus ideas sobre el cht (Coerción penal, r
santuario y el asentimiento; no concordaban con su abolicio­ penal no era la persc
nismo, muy centrado en el individuo. En el nuevo capítulo sobre un medio de control
las estrategias de cambio, faltan las consideraciones esctructu­ derecho administrati
ralistas y macropolíticas sobre la viabilidad de un sistema alter­ Según su postura, e
nativo de control del delito. Para bien o para mal, este capítulo ciales en lo atinente é
esta dedicado a conceptos opuestos a su modelo de estrategia El estudio de la coe
emancipatoria de 1980. Un agregado interesante de esta edición analisis de otros inst
inglesa es la inclusión de un párrafo sobre los deberes huma­ si se_ pretendía que a<
nos como correlato de los derechos ·hu manos. Éstos requerirían consideraba que la Sé
renunciar a determinadas acciones. Los deberes humanos, por y adhirió a las ideas
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 199

otra parte, requerirían un compromiso personal activo. Estos


'ocos que se balanceó
elementos de justicia social son la necesaria contracara de am­
tzón. Hasta 1964, su
bas categorías.
3.mente preciso, pero
Bianchi siempre tuvo como interés principal reducir las sen­
parentemente, Bian­
. tencias de prisión tanto como fuera posible, sustituyéndolas por
' tras haber sido defi­ alternativas no punitivas, encarnando un abolicionismo orien­
tadamente controver­
tado a la despenalización. Su crítica es eminentemente ética, y
del 80 fue uno de los
a diferencia de muchos otros penalistas holandeses, el enfoque
.ió posturas políticas
de Bianchi es -claramente- no funcionalista. No rechazaba el
. algunas observacio­
concepto de delito como condena moral (como actos pecamino­
rado a su electorado
sos en el comienzo de su carrera y como actos malvados y egoís­
vancia de las nuevas
tas hacia el final); nunca señaló ningún aspecto antisocial del
s de mediados de la
delito porque hubiera sido inconsistente con su rechazo -por
de los mencionados
principios- de la defensa social y la disuasión general. Antes que
a en su instituto. El
nada, Bianchi se oponía al modo represivo, punitivo, en que se
un impulso para la
trataban estos delitos en el sistema penal.
la abolición de la tor­
Sibo van Ruller) , los VI . LA PERSPECTIVA DE LA DECRIMINALIZACI9N DE LoUK HULSMAN
e disputas mediante
y la persecución de Louk Hulsman debe su reputación, más que a su obra, a la
'argo, resulta curioso influencia que tuvo en el debate político sobre la justicia pe­
s iniciativas neomar­ nal. Como ex funcionario público dentro de la administración
:os prácticamente no de justicia y de la defensa, desafió de modo radical la lógica
interna del sistema y la frecuente preponderancia de conside­
libro de Bianchi, La raciones meramente burocráticas. Esta orientación práctica lo
1 estilo más preciso llevó a comprometerse con la actividad de numerosos comités
:as y referencias muy sobre la cuestión del delito (Blad et al. 1987b). Su visión crítica,
;; huellas de carácter realista está bien representada en su discurso inaugural en la
> y político-radicales
Universidad Erasmus en Rotterdam, 1964, Handhaving van re­
n sus ideas sobre el cht (Coerción penal, Hulsman 1965a). Allí sostuvo que el derecho
Jan con su abolicio­ penal no era la personificación de un código socio-político, sino
nuevo capítulo sobre un medio de control social entre muchos otros -de los cuales el
eraciones esctructu- derecho administrativo y el civil eran los más emp rentados-.
de un sistema alter­ Según su postura, el delito sólo difería de otros problemas so­
ciales en lo atinente a su definición técnica y sus consecuencias.
ra mal, este capítulo
El estudio de la coerción penal, por lo tanto, debía incluir el
modelo de estrategia
análisis de otros instrumentos de control social, especialmente
sante de esta-edición
si se pretendía que aquéllos fueran más efectivos. Así, Hulsman
e los deberes huma­ _
consideraba que la sanción óptima debía ser la mínima. Analizó
JS. Éstos requerirían
y adhirió a las ideas de Jacob van Bemmelen y Willem Nagel,
:beres humanos, por
200 RENÉ VAN SWAANINGEN

con quienes trabajó y estudió. Hulsman tuvo muy en cuenta penalización, Sl


la regla de oro de Bemmelen, de economizar el uso del derecho ciones morales;
penal. Radicalizó esta visión relacionando la legitimidad de la facilitar la inter
intervención penal con su contribución al bienestar público y ba la intervenc:
al arreglo de las disputas (Janse de Jonge 199 1 : 149). Por otra tornaba imposi1
parte, rechazó las legitimaciones metafísicas del castigo, como o 4) cuando no
la retribución. Ésta podía ser un medio, pero nunca un fin en de disputas o r·
sí mismo. El propósito de la sanción era· la posibilidad de in­ debía extremar
fluir sobre los comportamientos indeseables. Los límites de la penal, mencion
intervención, según esta perspectiva, estaban dados tanto por debía enfocarse
su justificación ética cuanto por sus posibilidades prácticas. La privaciones soci
función correctiva de la sanción no era dominio exclusivo del temente en cont
sistema penal; existía un amplio espectro de sanciones informa­ tion, mediante 1
les y más formales dentro de la sociedad, que servían al mismo coerción penal 1
propósito (Hulsman 1969). En un trabajo posterior, Hulsman que el servicio e
reservó el término "castigo" para las formas no institucionali­ liaba" en señal<
zadas de corrección, dado que consideraba que las reacciones penal, en relaci
penales, por ser anónimas, no se basaban en la relación afectiva esto lo llamaba
.
que se hacía necesaria para influir realmente en el comporta­ La función <
miento de una persona mediante el castigo. sentencias conc
Hulsman recibió una notable influencia de Marc Ancel y de sarrollos socio­
su colega de Rotterdam Jack ter Heide, quien desarrolló una concepto jurídic
perspectiva funcionalista dentro de la filosofía jurídica. Según dencia posible
ter Heide ( 1995), la protección de la sociedad y la libertad del de­ seable y, junto e
lincuente eran dos caras de la misma moneda; el objetivo central disputas, el bü
de ias sentencias penales era el retorno más seguro posible del prevención de 1
delincuente a la sociedad. El enfoque de Hulsman fue más nor­ a la coerción pt
mativo y con mayor compromiso político que el de ter Heide. Su mentarse el niv
pensamiento estaba gobernado por el imperativo de contribuir al centes de desvi.
bienestar social. La influencia del nuevo movimiento de defensa real de las norr
social, del que Hulsman participó, se puso de manifiesto en su ocuparse de lol;
discurso inaugural, al optar por una crítica humanitaria y racio­ visión como "co:
nal al sistema de justicia penal. Su enfoque de la política penal aún, los conflic1
halla su raíz en esta fuente de inspiración. En un libro de home­ la aplicación de
naje para Marc Ancel, Hulsman ( 1975) sostuvo que el próximo detenidamente.
paso en el camino de la defensa social era delinear los criterios que esto rara v
según los cuales la intervención penal era legítima, y delimitar orientación má!
en qué casos el Estado debía abstenerse de a tuar. El desarro­ que en la legisl1
llo de estos criterios fue parte central de la obra de Hulsman a penal en comp
principios de la década del 70. Como criterios absolutos contra la (Hulsman 1967

-
EN LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 201

t tuvo muy en cuenta penalización, señaló ( 1972) las tendencias a : 1 ) imponer convic­
.zar el uso del derecho ciones morales; 2) utilizar el derecho penal como amenaza para
lo la legitimidad de la facilitar la intervención de asistentes sociales. También rechaza­
al bienestar público y ba la intervención penal 3) cuando la frecuencia de los hechos
ge 199 1 : 149). Por otra tornaba imposible su control por exceder la capacidad del sistema
.icas del castigo, como o 4) cuando no contribuía a ninguna forma de bienestar, areglo
pero nunca un fin en de disputas o reparación. Como criterio relativo, señalando que
t· la posibilidad de in­ debía extremarse la cautela cuando se aplicaba la intervención
bles. Los límites de la penal, mencionó, entre otros factores, que la coerción penal no
aban dados tanto por debía enfocarse en actos que se concentraran en escenarios con
::>ilidades prácticas. La privaciones socio-económicas. Hulsman (197 1) se manifestó fuer­
dominio exclusivo del temente en contra de la "profesionalización" del servicio de proba­
de sanciones informa­ tion, mediante la cual se lo transformaba en un instrumento de
que servían al mismo coerción penal más que en una institución de bienestar. Mientras
jo posterior, Hulsman que el servicio de probation negociaba sus propios principios, "fa­
nas no institucionali­ llaba" en señalar el rol aparentemente disfuncional del derecho
ba que las reacciones penal, en relación al arreglo de disputas y el bienestar social. A
en la relación afectiva esto lo llamaba "la traición de los burócratas".
nente en el comporta- La función de la justicia penal no podía reducirse a dictar
:o. sentencias condenatorias. La coerción penal debía seguir los de­
.a de Marc Ancel y de sarrollos socio-culturales mediante innovaciones legislativas; el
quien desarrolló una concepto jurídico de ilegalidad debía tener la mayor correspon­
Jsofía jurídica. Según dencia posible con aquello que la sociedad consideraba inde­
3.d y la libertad del de­ seable y, junto con las sanciones que contribuían a arreglar las
eda; el objetivo central disputas, el bienestar también podía promoverse mediante la
1ás seguro posible del prevención de los conflictos disfuncionales. En lo concerniente
fulsman fue más nor­ a la coerción penal, este argumento implicaba que debía incre­
[Ue el de ter Heide. Su mentarse el nivel de tolerancia a las formas relativamente ino­
:rativo de contribuir al centes de desviación, posibilitando el debate sobre el contenido
novimiento de defensa real de las normas y los valores; también, que el derecho debía
o de manifiesto en su ocuparse de los conflictos normativos en lugar de decretar una
3. humanitaria y racio­ visión como "correcta" y descalificar otra como "incorrecta". Más
.le de la política penal aún, los conflictos sociales de la década del 60 demostraron que
En un libro de home­ la aplicación de medidas de coerción debía ser regulada más
>stuvo que el próximo detenidamente. Hulsman calificó como "frustrante" el hecho de
t delinear los criterios que esto rara vez sucediera, y sostuvo que era necesaria una
1 legítima, y delimitar orientación más decididamente enfocada en la política criminal
ie ac.tuar. El desarro­ que en la legislación, si se quería superar el rezago del derecho
la obra de Hulsman a penal en compa ración con muchos otros desarrollos sociales
LOS absolutos contra la (Hulsman 1967).
202 RENÉ VAN SWAANINGEN LA JUSTIC

Si se mira el contexto del clima progresista en términos polí­ de justicia penal preo
ticos en el que Hulsman escribió este artículo, puede compren­ le producía cierto opti
derse su postura y también que en la subsiguiente época de completa decadencia,
restauración muchos progresistas desearan que los desarrollos implicaba que los pro
en el derecho penal se hubieran rezagado más que los que se efectiva mediante me1
produjeron en la sociedad. Paul Moedikdo (1974:43, nota 54) control social en la o
contestó las aspiraciones políticas de Hulsman, al sostener que control del delito, el de
sú visión "técnico-política" del derecho "tiende a sobreestímar el no demasiado import:
significado de la racionalidad y las técnicas sociales" como me­ de amplias disparida
dio de promover la coexistencia humana. Por otra parte, agregó nal y sus representa<
que una reflexión teórica más sólida podía atemperar el opti­ estaban legitimadas 1
mismo con respecto a las posibilidades de hacer ingeniería so­ el derecho penal debí:
cial mediante la coerción social. Hulsman agregó un elemento tigación empírica den
normativo a su visión funcionalista del derecho: lo veía como un el control social y, cm
instrumento del cambio social, pero sostenía explícitamente que funcionales de sus ot
no todos los fines ni todos los medios eran aceptables. Todos te­ reconsideración de la
nían que pasar independientemente una prueba ética, antes de La orientación de H
que se les diera una dinámica interna en la legislación. Después intermedio hacia el al
de esto, la cuestión de la legitimidad tenía que resolverse en tér­ via de Hulsman hacic
minos de legalidad solamente (Hulsman 1968). influencia en el Infon
Al igual que Bianchi, Hulsman también se volvió más radical Europa, no implicaba
bajo "el espíritu del 68". En su argumento de que los instrumen­ una completa decrimi
tos de control social no debían crear conflictos innecesarios e Hulsman también pr1
inadecuados en relación a las normas y valores, podía percibir­ que significaba que e
se una influencia implícita del enfoque del etiquetamiento. Debe gal en lo formal, perc
destacarse que, a pesar del creciente desarrollo criminológico de posición se basaba e
su pensamiento en aquella época, Hulsman continuó su trabajo con anterioridad, abo
típicamente jurídico: escribir comentarios sobre jurisprudencia. de discrecionalidad d·
Mientras tanto, participaba en varios comités gubernamentales; del Consejo de Europa
lo hacía, por ejemplo, en el de decriminalización de algunos deli­ tales detrás de la dec1
,tos contra la moral pública, en el que pretendía el estable imiento "tipo A", ya no se cor
de una política liberal respecto del consumo de drogas blandas. nado implicara algo n
Hacia finales de la década del 60 surgió una nueva fuente de compartidas por gran
inspiración intelectual en su obra: el interaccionismo simbólico. ba que fuera tarea del
Los estudios interaccionistas de su colega próximo, Peter Hoef­ que estaba mal al res¡
nagel, lo llevaron a enfocarse en lo que luego llamaría "el mundo casos aún considerad
de la vida". Un primer ejemplo de este abordaje microsociológico nos, pero respecto a le
se relacionaba con la cuestión de la "cifra negra". Si bien el he más efectivos y meno!:
cho: de que la mayoría de los delitos nunca llegaran al sistema merosos estudios sob1
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 203

sista en términos polí­ de justicia penal preocupaba a numerosos juristas, a Hulsman


ículo, puede compren­ le producía cierto optimismo: dado que la sociedad no estaba en
mbsiguiente época de completa decadencia, el predominio de una elevada cifra negra
an que los desarrollos implicaba que los problemas eran tratados de manera bastante
lo más que los que se efectiva mediante mecanismos informales, autorreguladores de
do (1974:43, nota 54) control social en la comunidad. Por lo tanto, en lo referente al
sman, al sostener que control del delito, el derecho penal resultaba ser un instrumento
ende a sobreestímar el no demasiado importante, lo que además probaba la existencia
as sociales" como me­ de amplias disparidades entre las prácticas de la justicia pe­
Por otra parte, agregó nal y sus representaciones discursivas. E stas disparidades no
día atemperar el opti­ estaban legitimadas por alguna elección o análisis racional. Si
.e hacer ingeniería so­ el derecho penal debía juzgarse por sus efectos reales, la inves­
.n agregó un elemento tigación empírica demostraba que no tenía un rol relevante en
recho: lo veía como un el control social y, con frecuencia, originaba consecuencias dis­
nía explícitamente que funcionales de sus objetivos proclamados, lo que forzaba a una
1 aceptables. Todos te­ reconsideración de la legitimidad del sistema como tal.
prueba ética, antes de La orientación de Hulsman a la decriminalización era un paso
la legislación. Después intermedio hacia el abolicionismo. Este paso desde la obra pre­
l que resolverse en tér- via de Hulsman hacia su perspectiva abolicionista final, vía su
1968). influencia en el Informe sobre decriminalización del Consejo de
n se volvió más radical Europa, no implicaba una posición claramente diferente. Junto a
de que los instrumen­ una completa decriminalización de iure de determinados delitos,
:lftictos innecesarios e Hulsman también proponía una decriminalización de Jacto, lo
•alores, podía percibir­ que significaba que ciertos actos conservarian su carácter ile­
¡ etiquetamiento. Debe gal en lo formal, pero no serían perseguidos penalmente. Esta
.rrollo criminológico de posición se basaba en los argumentos que ya había expuesto
3.n continuó su trabajo con anterioridad, abogando por una expansión de los criterios
: sobre jurisprudencia. de discrecionalidad del Ministerio Público Fiscal. En el informe
tités gubernamentales; del Consejo de Europa podían advertirse tres razones fundamen­
?;ación de algunos deli­ tales detrás de la decriminalización: en la decriminalización del
ndía el estable imiento "tipo A", ya no se consid,eraba que el comportamiento seleccio­
mo de drogas blandas. nado implicara algo malo; en el "tipo B", ciertas normas ya eran
, una nueva fuente de compartidas por gran parte de la población, pero no se considera­
raccionismo simbólico. ba que fuera tarea del Estado determinar lo que estaba bien y lo
3. próximo, Pet"er Hoef­ que estaba mal al respecto; finalmente, en el "tipo C" se incluían
:go llamaría "el mundo casos aún considerados malos, indeseables o socialmente dañi­
lrdaje microsociológi o nos, pero respecto a los cuales existían medios de control social
1 negra". Si bien el he más efectivos y menos estigmatizantes que el derecho penal. Nu­
ca llegaran al sistema merosos estudios sobre la "civilización" de la justicia -esto es, la
LA JUST!C
204 RENÉ VAN SWMNINGEN
cado que él les atribu
transferencia de los problemas criminalizados a tribunales civi­
sistema de j usticia pe
les- llevados a cabo por Joyce Hes (miembro del equipo de Huls­
sistema que se organ
man) y Job Knap (abogado en ejercicio) tomaron como base este
principios, sobre los ,
aspecto del abolicionismo de Hulsman. Dentro de su estrategia
lograr un cambio fur:
de decriminalización, la "normalización" de las drogas, estudiada
de incrementar el bieJ
por Tom Blom, Hugo Durieux y Hans van Mastrigt (miembros del
la perspectiva interna
staff de Hulsman), se convirtió en un tema central. _ mantenido aferrado a
Según Hulsman, no era necesario esperar una reforma políti­
en que la política crirr.
ca radical o análisis estructurales sobre la criminalización para
hubiera incurrido en
comenzar a descriminalizar: la coerción necesitaba legitimación,
había acusado a los b
su abandono no la requería. A través del tiempo, esta anticipa­
su visión, el principal
ción práctica de la abolición formal ha sido una estrategia de re­
perspectiva de la refc
forma típicamente holandesa. E ste enfoque pragmático, político,
dentro de los límites e
transformaba la perspectiva de Hulsman en un interesante desa­
desde abajo, en el qu
fío para los "escépticos intelectuales" que defendían una reforma
la vida". Ésta es, tam
penal radical pero se paralizaban ante las configuraciones que
abolicionista y la red1
implicaba, lo que los llevaba a la idea de que nada daría resul­
no era tanto el objeti
tado. Por otra parte, esto hacía que el fundamento de las ideas
los fundamentos pen
de Hulsman fuera muy dependiente de un clima de cooperación
políticas, que se mov:
política. La decriminalización también podía ser utilizada como
endurecimiento del e
una etiqueta atractiva para que el E stado redujera drásticamen­
una crítica 'más fund
te la cantidad de casos sometidos al sistema de justicia penal
orientaciones represi>
y transfiriera los delitos menores a modos de control que ofre­
minal ya no se orienté
cían a la persona involucrada menos protección contra las medi­
que existían, en el si1;
das arbitrarias que las brindadas en un tribunal penal (Politoff
no eran racionales, y
1987). Las soluciones masivas a los delitos a través de medios
Hulsman rechazat
administrativos o financieros se presentaban como formas de de­
tituido por algún tipo
criminalización, mientras que su carácter punitivo no era, por
el delito era simplem(
cierto, menor (Hartmann y van Russen Groen 1994). La visión de
vamente a algunos p1
Hulsman sobre la decriminalización fue objeto de investigación
fundamentalmente d
teór:ico-crítica y empírica por parte de John Blas (1996). ,
C on los años, Hulsman perdió su fe en que una reforma fun­ criminalizados, argur
mienzo. Esto también
damental pudiera realizarse dentro de las estructuras legales
último no censuraba 1
del momento. John Blas ( 1996) sostuvo que había un continuum
ción primaria y secm
en la transición de Hulsman de jurista a antij urista, al cam­
minados actos; el as¡
biar, entre 1977 y 1979 su perspectiva del derecho penal, que
inmoral que compartí
pasó de ser "solución de problemas" a convertirse en un "pro­
dos. Para Hulsman, 1
blema social". No se trataba tanto de que las observaciones de
búsqueda de soluciono
Hulsman hubieran cambiado, sino que era diferente el signifi­
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 205
GEN
cado que él les atribuía a esas observaciones. Comenzó a ver al
zados a tribunales civi­
sistema de justicia penal como más cerrado y autopoiético (un
tbro del equipo de Huls­
sistema que se organizaba básicamente conforme sus propios
:omaron como base este
principios, sobre los que también se reflejaba). Su objetivo de
Dentro de su estrategia
lograr un cambio fundamental del sistema penal como medio
de las drogas, estudiada
de incrementar el bienestar social necesitaba un cambio desde
l Mastrigt (miembros del
la perspectiva interna hacia la externa. Si Hulsman se hubiera
1a central.
mantenido aferrado a un enfoque intrasistémico en momentos
·erar una reforma pofíti­ en que la política criminal ya no seguía un curso reduccionista,
la criminalización para hubiera incurrido en la misma traición a sus ideales de la que
necesitaba legitimación, había acusado a los burócratas del servicio de probation. Según
!l tiempo, esta anticipa­ su visión, el principal cambio yacía en la trasformación de una
do una estrategia de re­ perspectiva de la reforma, orientada desde arriba hacia abajo
[Ue pragmático, político, dentro de los límites de los fundamentos penales a un enfoque
en un interesante desa­ desde abajo, en el que se adoptara el lenguaje del "mundo de
: defendían una reforma la vida". Ésta es, también, la mayor diferencia entre la agenda
las configuraciones que abolicionista y la reduccionista. El punto crucial de distinción
que nada daría resul­ no era tanto el objetivo práctico sino el rechazo ideológico de
lndamento de las ideas los fundamentos penales como tales, con sus inherentes olas
m clima de cooperación
políticas, que se movían entre la reducción y la expansión. El
odia ser utilizada como endurecimiento del clima penal de la década del 80 requería
J redujera drásticamen­
una crítica 'más fundamental. En momentos en que prevalecían
stema de justicia penal orientaciones represivas y expansionistas y que la política cri­
los de control que ofre­ minal ya no se orientaba al bienestar social, Hulsman concluía
tección contra las medí- que existían, en el sistema de justicia penal, otras razones que
tribunal penal (Politoff no eran racionales, y que, por lo tanto, debía abolírselo.
itos a través de medios Hulsman rechazaba la idea de que el delito estuviera cons­
ban como formas de de­ tituido por algún tipo de elemento ontológico. Según su visión,
:er punitivo no era, por el delito era simplemente una etiqueta que se aplicaba selecti­
roen 1994). La visión de vamente a algunos problemas sociales. Estos "delitos" no eran
objeto de investigación fundamentalmente distintos . de otros problemas sociales no
hn Blas (1996). criminalizados, argumento sostenido por Hulsman desde el co­
n que una reforma fun­
mienzo. E sto también diferenciaba a Hulsman de Bianchi. Este
las estructuras legales último no censuraba la crítica de la criminalización y la desvia­
[Ue había un continuum ción primaria y secundaria, pero le atribuía "maldad" a deter­
a antij urista, al cam­ minados actos; el aspecto ontológico del delito era el carácter
del derecho penal, que inmoral que compartía con muchos otros actos no criminaliza­
:onvertirse en un "pro­ dos. Para Hulsman, la racionalidad punitiva que bloqueaba la
le las observaciones de búsqueda de soluciones ya comenzaba al llamar "delito" a lo que
era diferente el signifi-
206 RENÉ VAN SwMNINGEN LA JUSTJC

era, simplemente, un problema. El hilo conductor en el abolicio­ términos estándar, co1


nsimo de Hulsman, formulado en Peines perdues de 1982 , es la parecer, la reconstruc
idea de que el delito es una construcción social inadecuada 5 • tos centrales de delito,
En este sentido, Hulsman hizo una contribución importante a te, frente a los intente
la criminología reflexiva y, desde luego, a la d ecriminalización para compensar a la ·
de la criminología (Nelken 1994b: 7, 13). cunstancias sociales
El abolicionismo de Hulsman comenzó a nivel definitorio. No La aplicación de un
se centraba en "alternativas abstractas al final del embudo pe­ blemáticas, desde un<
nal". En primer lugar, criticaba la visión de la realidad formulada caba el reconocimient
por el derecho penal, la que impedía el abordaje de los problemas sociales informales y
sociales de otro modo que no fuera individualizante y punitivo. tro de una estructure:
Esto ponía de manifiesto la contundente primacía lingüística del cía el derecho de dañ<
abolicionismo de Hulsman: otras definiciones, otras categoriza­ su opinión, la policía,
ciones conducían a soluciones diferentes. Esta visión no implica­ podrían cumplir un r•
ba una perspectiva esencialmente diferente de la anterior, pero, dado que -libres de la
incuestionablemente, los matices eran otros y las expectativas contribuir a encontrar
sobre la factibilidad de una reforma sustancial se redujeron drás­ de la vida" de las perse
ticamente. Con mucha más determinación que antes, Hulsman del control social, tan
interpretaba el derecho penal como un instrumento estatal de elemento del abolicion
control social. En su visión, su estructura anónima y "tubular" miembros de su staff
creaba mayores problemas de los que resolvía; en tanto organi­ un consejero de las fl
zación social, el derecho penal era hijo de la escolástica, dado Denkers. Van Ransbe
que compartían la misma visión maniquea de la moralidad y un cial informal en ambi·
punto de orientación monolítico y absolutista (que antes venía zó el modo en que la 1
de Dios y ahora del legislador) que conducían a un juicio final. de disputas, mientras
Hulsman describía el sistema de justicia penal a veces como "un investigar cómo podía
caballo desbocado" y otras como "un coloso con los pies de barro". para el arreglo de dis:
Así, consideraba que ún juicio tenía una estructura fundamen­ respecto de la policía e
talmente no comunicativa, porque no registraba lo que realmente para la resolución de 1
había sucedido, sino que categorizaba experiencias concretas en las historias personal(
cución penal y el casti
El abolicionismo de
conceptualización y c<
5 Este libro fue elaborado en base a u na amplia entrevista mantenida con ción de dolor como ese
la periodista francesa Ja<;queline Bernat de Celis. El titulo "Peines Perdues"
de los valores sociales:
es un juego de palabras: se refiere a los sufrimientos, penas o problemas
padecidos en vano y, al mismo tiempo, implica una invitación a olvidar esos a las personas como u:
conceptos. No existe una traducción · al inglés del libro, pero las nociones sión del tiempo como 1
fundamentales que desarrolla están delineadas en Hulsman ( 1986). En cas­ nes . Según Hulsman,
tellano fue publicada la versión por Editorial Ariel, Barcelona, 1984. te hacia el delincuente
EN LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 207

nductor en el abolicio­ términos estándar, conforme a la ideología del sistema. Según su


perdues de 1982, es la parecer, la reconstrucción penal de la realidad -con sus concep­
n social inadecuada 5. tos centrales de delito, culpa y castigo- tenía un efecto paralizan­
ribución importante a te, frente a los intentos de encontrar la solución más adecuada
3. la decriminalización para compensar a la víctima, o para tratar los problemas y cir­
cunstancias sociales subyacentes.
' a nivel definitorio. No La aplicación de una visión más amplia de las situaciones pro­
1 final del embudo pe­ blemáticas, desde una perspectiva del mundo de la vida, impli­
la realidad formulada caba el reconocimiento de todas las variantes de las reacciones
)rdaje de los problemas sociales informales y semiinstitucionalizadas ya existentes. Den­
idualizante y punitivo. tro de una estructura de derecho civil adaptada, orientada ha­
)rimacía lingüística del cia el derecho de daños, las partes podían expresarse mejor. En
ones, otras categoriza­ su opinión, la policía, el poder judicial y el servicio de probation
Esta visión no implica­ podrían cumplir un rol mucho más útil en un nuevo escenario,
tte de la anterior, pero, dado que -libres de la presión de futuras persecuciones- podrían
:ros y las expectativas contribuir a encontrar soluciones creativas orientadas al "mundo
1cial se redujeron drás­ de la vida" de las personas. Abocados al bienestar social en lugar
•n que antes, Hulsman del control social, también serían menos obstaculizadores. Este
nstrumento estatal de elemento del abolicionismo de Hulsman fue desarrollado por los
a anónima y "tubular" miembros de su staff Hilde van Ransbeek y Stij n Hogenhuis y
;olvía; en tanto organi­ un consejero de las fuerzas de seguridad de Ámsterdam, Frans
je la escolástica, dado Denkers. Van Ransbeek estudió los mecanismos de control so­
:a de la moralidad y un cial informal en ambientes urbanos y rurales; Hogenhuis anali­
Itista (que antes venía zó el modo en que la policía contribuía informalmente al arreglo
1cían a un juicio final. de disputas, mientras que Denkers se dedicó, principalmente, a
)enal a veces como "un investigar cómo podían estimularse las capacidades personales
o con los pies de barro". para el arreglo de disputas. Sostenían que la sati sfacción cívica
estructura fundamen­ respecto de la policía dependía más de su capacidad de asistencia
straba lo que realmente para la resolución de problemas concretos o de tornar seriamente
)eriencias concretas en las historias personales, que de sus esfuerzos por lograr la perse­
cución penal y el castigo de los culpables.
El abolicionismo de Hulsman implica, básicamente, abolir la
conceptualización y categorización del delito; o sea, de la imposi­
a entrevista mantenida con ción de dolor como esquema adecuado de medida de la jerarquía
;. El título "Peines Perdues" de los valores sociales; de la proyección de los daños ocasionados
.ientos, penas o problemas
a las personas como un conflicto con la sociedad, y la de la dimen­
na invitación a olvidar esos
le! libro, pero las nociones
sión del tiempo como representación cuasi-racional de las sancio­
:n Hulsman ( 1986). En cas­ ne s . Según Hulsman, debía abandonarse la orientación dominan­
e!, Barcelona, 1984. te hacia el delincuente, para enfocarla en los medios de prevención
208 RENÉ VAN SWAANINGEN LA JUST!I

del delito, para que no quedasen atrapados en el discurso penal VII. LA JUSTICIA PENAL
estereotipado. Hulsman era un abolicionista pragmático, ya que
tanto las valoraciones morales como los desarrollos teóricos sólo Si bien los enfoqt
tenían un rol limitado en su obra, y utilizó eclécticamente diferen­ de Hulsman -funcior
tes visiones teóricas en forma aplicada, orientándose a temas de ambas "ovejas negra:
política criminal. El filósofo de Rotterdam Rolf de Folter ubicaba el puntos en común qu
abolicionismo de Hulsman dentro de la tradición fenomenológica, digno de observar el
debido a su abordaje complejo (no reduccionista). man -así como Kem1
Para comprender la realidad del problema del "delito", Huls­ el paso de los años.
man volvió al tuétano del asunto, como rezaba el lema de Ed­ Nagel se debió, en p
mund Husserl: zu den Sachen selbst. De Folter ( 1987): 188, 204) misma experiencia f1
también encontraba vínculos con las teorías post-estructuralis­ Bianchi y Hulsman
tas sobre la normalización, en las que la obra de Michel Foucault la década del 60 sign
tuvo una posición central. En consonancia con esta corriente período llegara al fir
particular de pensam iento, Hulsman proponía una revitaliza­ y Nagel- o al comien
ción de la red social y el objetivo de volver a tratar los problemas cabe destacar que du
sociales dentro del marco de las experiencias concretas vividas. tiva participación en
La discrepancia epistemológica entre el enfoque del "mundo de Bianchi y Hulsman
la vida" de Hulsman y su relación · con el post-estructuralismo pos de concentración
de Foucault no fue zanjada. consecuencia de la d(
También existía una gran relación entre el abordaje de Huls­ sistémicos de llevar
man y el construccionismo social de Peter Berger y Thomas abolicionismo coincic
Luckmann. Del m ismo modo, Hulsman se había inspirado no­ penal en Holanda, a
tablemente en las ideas de Joseph Gusfield sobre la cultura de Ni Bianchi ni Hul
los problemas sociales y la distinción de Johan Galtung entre el trol social al estilo cr
desarrollo social azul (capitalista liberal), el rojo (socialista) y el control social como d
verde (medio ambiental postmaterialista), ubicando su abolicio­ ban el' carácter repre
nismo dentro de esta última categoría. Su enfoque se basaba en también su estructu:
el nivel orgánico, en pequeña escala, de la sociedad (mundo de nían formas de contn
la vida), y le daba una interpretación bastante libre a la idea de abajo hacia arriba, ic
Habermas de la colonización del mundo de la vida mediante una del d bate sobre la ju
racionalidad sistémica. A diferencia de aquél, Hulsman hablaba completamente dese
de dos mundos diferentes: el mundo de los sistemas, dominado y hasta siniestras. A
por el discurso hegemónico, y el mundo de la vida, estructura­ que la traducción de
do informalmente, que funcionaba en forma prácticamente in­ salidad natural entn
dependiente de las elaboraciones discursivas. El potencial del lógica penal y tambü
mundo de la vida como red para la solución de problemas au­ miento podía llegar a
mentaría, según su visión, si se lo "liberaba" de las regulaciones las libertades civiles
burocráticas del mundo de los sistemas. tizados por algún or§
lEN LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 209

os en el discurso penal VII. LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL


.sta pragmático, ya que
Si bien los enfoques de Bianchi -ético y despenalizador- y
iesarrollos teóricos sólo
, eclécticamente diferen­ de Hulsman -funcionalista y descriminalizador- son diferentes,
ambas "ovejas negras" de la criminología holandesa tienen más
rientándose a temas de
Rolf de Folter ubicaba el puntos en común que líneas divisorias. Constituye un fenómeno
adición fenomenológica, digno de observar el hecho de que tanto Bianchi como Huls­
mista). man -así como Kempe y Nagel- se volvieron más radicales con
lema del "delito", Huls­ el paso de los años. La radicalización de las ideas de Kempe y
rezaba el lema de Ed­ Nagel se debió, en parte, a la Segunda Guerra Mundial. E sta
Folter (1987): 188, 204) misma experiencia fue el punto de partida del pensamiento de
rías post-estructuralis- Bianchi y Hulsman sobre el delito y el castigo. Para los cuatro,
>bra de Michel Foucault la década del 60 significó otro momento de cesura, sea que este
1cia con esta corriente período llegara al final de sus carreras -en el caso de Kempe
·oponía una revitaliza­ y Nagel- b al comienzo -para Bianchi y Hulsman-. Asimismo,
a tratar los problemas cabe destacar que durante la ocupación alemana Nagel tuvo ac­
1cias concretas vividas. tiva participación en el movimiento de resistencia, y que Kempe,
enfoque del "mundo de Bianchi y Hulsman fueron encarcel¡;¡.dos y deportados a cam­
:1 post-estructuralismo pos de concentración. Para los cuatro, la radicalización fue una
consecuencia de la decepción ante los fracasados intentos intra­
:re el abordaje de Huls­ sistémicos de llevar a cabo una reforma penal. La transición al
'eter Berger y Thomas abolicionismo coincidió con el fin de la política de reduccionismo
se había inspirado no­ penal en Holanda, a finales de la década del 70.
eld sobre la cultura de Ni Bianchi ni Hulsman se pronunciaron en contra del con­
Johan Galtung entre el trol social al estilo criminológico crítico tradicional. No veían el
, el rojo (socialista) y el control social como dominio exclusivo del Estado, pero rechaza­
1 , ubicando su abolido­ ban er carácter represivo, punitivo, del control social, como a sí
ti enfoque se basaba en también su estructura vertical (de arriba hacia abajo) y propo­
la sociedad (mundo de nían formas de control social integradoras, estructuradas desde
;tante libre a la idea de abajo hacia arriba, ideas que si bien eran acordes al desarrollo
le la vida mediante una del debate sobre la justicia informal de la década del 80, fueron
::¡uél, Hulsman hablaba comp'tetamente desestimadas, considerándoselas poco realistas
.os sistemas, dominado y hasta siniestras. Ambos criminólogos compartían la idea de
de la vida, estructura­ que la traducción de los problemas sociales a términos de cau­
•rma prácticamente in­ salidad natural entre delito y castigo era el mayor déficit de la
·sivas. El potencial del lógica penal y también coincidían en señalar que el encarcela­
tción de problemas au­ miento podía llegar a ser indispensable en algunos casos y que
"
.ba de las regulaciones las libertades civiles y los derechos humanos debían ser garan­
tizados por algún organismo público.
210 RENE VAN SwAANINGEN LA JUSTICI

Con el propósito de hacer avanzar a la criminología crítica, es Se ha dicho con fr


necesario plantear algunas cuestiones críticas a la perspectiva perspectiva posrnoder:
abolicionista. Tanto Bianchi corno Hulsrnan, en sus particulares relativo a su rechazo
estilos, aportaron críticas fundamentales a la lógica y el funcio­ "discurso de reernpla2
namiento real del sistema de j usticia penal. . Su crítica negativa disputas en el mundo
es estimulante, poderosa y bastante convincente. Sin embargo, mente, una variante d•
resulta bastante incómodo observar que de todas las aprecia­ Hulsrnan también pue
ciones sobre el estructuralisrno, la rnacrofenoinenología y hasta concierne a su eclectic
sobre las estrategias ernancipatorias de la reforma penal de la el concepto de delito,
década del 70 apenas si quedan evidencias en la perspectiva críticas racionales al
abolicionista de los 80. También es de lamentar que las referen­ que más intuitivo de J
cias a las limitaciones estructurales del proyecto abolicionista calificación no resulte
están marcadamente ausentes. orientación normativa
La idea central detrás del pensamiento de Hulsrnan es la nas" son bastantes ca
de que los fenómenos cotidianos debían ser más reales que las mas que el delito no t
construcciones teóricas de segundo orden. E sta idea, tornada ontológica, sigue sien
de Peter Berger y Thornas Luckrnann, sería rechazada por su Mientras los problema
determinación estructural parcial del denominado conocimien­ continúa siendo una e
to del mundo de la vida, que quedaba demasiado fuera de foco. específica. Si el enfoq1
John Blad (1996) sostuvo, sin embargo, que también dentro del ca, se puede correr el
paradigma del construccionisrno social se hacía necesario dis­ pero en lo relativo a
tinguir el significado social de los fenómenos del significado me­ pasado, esta perspect
ramente autobiográfico en el que Hulsrnan confiaba. Lode van minos negativos, ya '
Outrive ( 1987) afirmó que un abordaje fundamentalmente fe­ introduce reajustes a•
nomenológico hacía imposible ver la determinación económica crosociológico de la cr
y política estructural del modo particular al que se daba trata­ Existen, por: cierto,
miento a los problemas sociales. El hecho de que los conflictos sobre el control estatc
sean expropiados de sus dueños (Christíe 1977) es un fenómeno nal, pero ambas pers
que no pertenece exclusivamente al ámbito de la coerción penal. desaparición del Esta1
Sin embargo, debería ser visto corno un exponente del desarrollo licionistas, porque ha
rnacrosociológico de la expropiación del trabajo, la seguridad so­ anarquismo, Peter Kn
cial, la educación, el cuidado de la salud, etc. Consecuentemen­ la abolición del sisterr.
te, el reemplazo por el derecho civil o los mecanismos informa­ quistas no apuntan s1
les de arreglo de disputa sólo pueden ser percibidos, según van corno Hulsrnan propo
Outrive ( 1987:56), corno un exponente de la descentralización para castigar y la imr
general del poder estatal. E sto implica que el enfoque central de mecanismos inforr.
debería ser la reducción del sistema actual. De lo contrario, las dado que confiaban n
alternativas están destinadas a ser agregados a la sombra oscu­ carne y hueso que en
ra e incontrolable del Leviatán. burocráticos . Bianchi
EN LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 211

criminología crítica, es Se ha dicho con frecuencia que el abolicionismo sería una


ríticas a la perspectiva perspectiva posmoderna y anarquista de la criminología. En lo
an, en sus particulares relativo a su rechazo de la "gran narrativa" del derecho y su
; a la lógica y el funcio- "discurso de reemplazo" de pequeñas narrativas de arreglo de
1al. . Su crítica negativa disputas en el mundo de la vida, el abolicionismo es, verdadera­
vincente. Sin embargo, mente, una variante de criminología posmoderna avant la lettre.
! de todas las aprecia­ Hulsman también puede ser considerado posmoderno en lo que
)fenoinenología y hasta concierne a su eclecticismo teórico y sus juegos idiomáticos con
la reforma penal de la el concepto de delito, pero su insistencia en la formulación de
tcias en la perspectiva críticas racionales al sistema penal es muy moderna. Si el enfo­
nentar que las referen­ que más intuitivo de Bianchi es considerado posmoderno, esta
. proyecto abolicionista calificación no resulta acorde con su compromiso político y su
orientación normativa. Algunas de estas tendencias "posmoder­
nto de Hulsman es la nas" son bastantes confusas y problemáticas: aun si aceptára­
ser más reales que las mos que el delito no es una categoría que refleja una realidad
.en. Esta idea, tomada ontológica, sigue siendo una realidad histórica y sociológica .
;ería rechazada por su Mientras los problemas sociales sean criminalizados, el "delito"
nominado conocimien­ continúa siendo una construcción que merece una investigación
:masiado fuera de foco. específica. Si el enfoque es intuitivo y la postura teórica eclécti­
que también dentro del ca, se puede correr el riesgo de construir sobre bases endebles,
se hacía necesario dis­ pero en lo relativo a la superación del purismo ideológico del
:nos del significado me­ pasado, esta perspectiva no debe juzgarse únicamente en tér­
tan confiaba. Lode van minos negativos, ya que la inclusión de pequeñas narrativas
fundamentalmente fe- introduce reajustes adecuados al enfoque eminentemente ma­
:erminación económica crosociológico de la criminología crítica.
tr al que se daba trata­ Existen, po cierto, vínculos entre el pensamiento anárquico
lO de que los conflictos sobre el control estatal y la crítica abolicionista del sistema pe­
:: 1977) es un fenómeno nal, pero ambas perspectivas no coinciden necesariamente. La
[to de la coerción penal. desaparición del Estado no constituye uno de los objetivos abo­
xponente del desarrollo licionistas, porque ha de facilitar el bienestar social. Desde el
rabajo, la seguridad so­ anarquismo, Peter Kropotkin es uno de los pocos que defienden
' etc. Consecuentemen­ la abolición del sistema penal. En términos generales, los anar­
; mecanismos informa­ quistas no apuntan sus flechas al derecho penal. Tanto Bianchi
r percibidos, según van como Hulsman proponían una reducción del poder del Estado
je la descentralización para castigar. y la implementación de una variedad más amplia
que el enfoque central de mecanismos informales, menos represivos, de control social,
1al. De lo contrario, las dado que confiaban :m ás en la racionalidad de las personas de
:ados a la sombra oscu- carne y hueso que en los funcionarios anónimos y los sistemas
burocráticos. Bia:nchi apelaba a la descentralización basándose
212 RENÉ VAN SwAANINGEN LA Jus·

en la idea fuerza de que, teniendo la humanidad una inclinación len mal. No obstant
hacia el mal, siendo incapaz de hacer el bien, debían restringirse de Clara Wichmanr
las concentraciones de poder, para que los abusos tuvieran efec­ cuencias últimas, e
tos menos dramáticos. Hulsman, por su parte, desconfiaba de los de su implementad
sistemas burocráticos, principalmente por su lógica ingoberna sustitutivo, el mom1
ble. Según su visión, una vez puesta en marcha la maquinaria, siderable valor, aur.
resultaba muy difícil cambiar su dirección. En cambio, las per­ desesperanzador de
sonas ind ividualmente consideradas tenían mayor capacidad de penal, sin caer nue•
cambiar su orientación cuando las circunstancias lo requerían. go, quedan aún an
La crítica abolicionista positiva al arreglo de disputas se basa­ Si se toman en e'
ba en cimientos más débiles que la crítica negativa al sistema pe­ mente seculares, ce
nal. Tanto en el modelo del asentimiento de Bianchi o en los me­ tante apropiado el •
canismos de autorregulación del mundo de la vida de Hulsman, de juicio final del d
se confía en gran medida en la "capacidad de la gente" de seguir debería ser el rol (e
estructuras ideales de comunicación, a través de las cuales los un conflict o. La sa
conflictos pueden dirimirse de modo racional. Los abolicionistas Hulsman es, en est
acentúan la importancia del aporte humano a los procedimientos el sistema de justici
legales y desafían el enfoque dominante de la legalidad técnica, lista y su simbolis1
que excluye a quienes no son expertos del proceso para la solu­ demasiada facilidac
ción de los problemas, todo lo cual sigue pareciendo un conjunto mas. Parece resulté
de frases a las que les faltan algunas partes. mente vulnerables e
Para hacer justicia a este carácter social, las personas, pri­ sistema penal, perc
mero y principal, debían estar en condiciones de contar su his­ tionable si las mujt
toria, ser escuchadas, tener participación en el modo de solu­ realmente algo cons
ción y poder cuestionar la universalidad de las normas antes de blemas concretos, p
que cualquier elemento formal adquiera relevancia . de reconocim iento 1
e una aparente neces
. Sin mbargo, en lo concreto, parece realista suponer que ra
gente no siempre logra acordar soluciones (aun cuando esto !oración desde el E:
pueda, desde ya, ser más sencillo que ponerse de acuerdo sobre colectivos. Puede n
la verdadera naturaleza de los hechos) y que alguien tendrá que primario, en el que
ponerle_ fin a una discusión interminable. Esto hace surgir pre­ hitos más allá del P'
guntas aún no contestadas: ¿quién lo hará?, ¿conforme a qué nitivas pueden ser r
estándares?, ¿cómo s puede intentar una solución sin coer­ pero todavía debe é
ción? Los abolicionistas todavía no se han dedicado a establecer Kees van der Vijver
límites a la perspectiva ideal de la justicia restaurativa. En este penal a los ojos del 1

sentido, la alternativa de Bianchi, al introducir la figura de un de estas funciones


mediador al estilo de un praetor parece más coherente. Sin em­ kheim) como tal, la
bargo, este modelo evidencia básicamente las mismas falencias una opción tan inac
que el de Hulsman: no resulta claro qué pasaría si las cosas sa­ reacciones tan viole
LA JUSTICIA PENAL COMO PROBLEMA SOCIAL 213

len mal. N obstante ello, conviene tener presente el argumento


midad una inclinación
de Clara W1chmann de que, por centrarse siempre en las conse­
en, debían restringirse
cuencias últimas, casi todas las innovaciones se abortan antes
: abusos tuvieran efec­
de su implementación. Como concepto sensibilizador y discurso
Lrte, desconfiaba de los
sustitutivo, el momento positivo del abolicionismo tiene un con­
r su lógica ingoberna
siderable valor, aunque más no sea por desafiar el preconcepto
1archa la maquinaria,
desesperanzador de que "nada funciona" respecto de la reforma
n. En cambio, las per­
penal, sin caer nuevamente en modelos neoclásicos. Sin embar­
.n mayor capacidad de
go, quedan aún análisis pendientes dentro de este enfoque.
3tancias lo requerían.
Si se toman en consideración sociedades pluriformes, mayor­
lo de disputas se basa­
mente seculares, con una moralidad fragmentada, parece bas­
negativa al sistema pe­
tante apropiado el rechazo de Hulsman y Bianchi del carácter
.e Bianchi o en los me­
de juicio final del derecho penal. No siempre resulta claro cuál
le la vida de Hulsman,
debería ser el rol (central) del Estado como parte autónoma en
l de la gente" de seguir
un conflicto. La salida que ofrecen Bianchi y, especialmente,
·avés de las cuales los
Hulsman es, en este sentido, demasiado frívola. Si bien atacan
nal. Los abolicionistas
el sistema de justicia penal, precisamente por su carácter ritua­
LO a los procedimientos
lista y su simbolismo punitivo, los abolicionistas ignoran con
le la legalidad técnica,
demasiada facilidad el deseo de afirmación pública de las nor­
l proceso para la solu­
mas. Parece resultarles dificil aceptar que los grupos especial­
areciendo un conjunto
mente vulnerables de la sociedad piden el apoyo "simbólico" del
es.
sistema penal, pero deberían abordar este problema. Es cues­
:ial, las personas, pri­
tionable si las mujeres o las minorías étnicas pueden esperar
::mes de contar su his­
realmente algo constructivo de las soluciones penales a sus pro­
n en el modo de solu­
blemas concretos, pero esta cuestión deja la necesidad subjetiva
le las normas antes de
de reconocimiento público de sus reclamos sin resolver. Existe
elevancia.
una aparente necesidad de apoyo moral o solidaridad, una va­
alista suponer que ra
loración desde el Estado como personificación de los intereses
1es (aun cuando esto
colectivos. Puede resultar falso y superado, pero es el cuerpo
terse de acuerdo sobre
primario, en el que las personas aún pueden pensar. Otros ám­
[Ue alguien tendrá que
b t s más allá del penal y otras reacciones diferentes de las pu­
Esto hace surgir pre­
mtlvas pueden ser más apropiados para cumplir estos rituales,
lrá?, ¿conforme a qué
pero todavía debe abordarse esta temática. En el análisis de
na solución sin coer­
Kees van der Vijver ( 1983: 183) sobre el significado del derecho
t dedicado a establecer
penal a los ojos del público general, es precisamente la negación
t restaurativa. En este
de estas funciones simbólicas y de la conciencia colectiva (Dur­
oduciT la figura de un
kheim) como tal, la razón por la cual el abolicionismo resulta
Lás coherente. Sin em­
una opción tan inaceptable y el motivo por el cual ha provocado
: las mismas falencias
reacciones tan violentas.
•asaría si las cosas sa-
214 RENÉ VAN SWAANINGEN

Otro problema que presentan Bianchi y Hulsman es su abor­


daje a través de formas bastante tradicionales de delito, con au­
tores y víctimas identificables. Así, reducen los problemas socia­
les a intereses individuales, dándole mayor entidad a uno de los
principales problemas analíticos del derecho penal en lugar de
ofrecer una alternativa a él. Si se acepta la coerción como ultima
ratio (lo que, en definitiva, ambos consienten), ¿quién controla
su uso y cuáles son los estándares de una intervención pro­
porcionada y subsidiaria? Ni Bianchi ni Hulsman rechazan el LOS
significado de las garantías, pero tampoco le otorgan una im­ LA REFOI
portancia particular en sus últimos trabajos. Así, especialmen­
te en Italia, la tendencia al garantismo penal se ha establecido
como opuesta al abolicionismo. El argumento garantista general En este capitule
contra el abolicionismo es que, con la abolición del sistema pe­ presión para la refo
nal, las garantías legales contra el Estado también disminuirán, la criminología crít
abriendo camino a una creciente arbitrariedad, dado que aún penal era visto -er
no se ha diseñado ningún otro sistema (legal) que pueda ofrecer cmnpromiso políti<
potencialmente una protección igual o mejor. En este sentido, razón de ser en la <
la crítica abolicionista todavía precisa ser desarrollada. Muchas oedida, la campar
de estas preguntas pueden responderse si el debate abolicionis­ tl...lo s hemos visto <
ta cambia su enfoque, centrado exclusivamente en "soluciones" ron un lugar centr
prácticas, para abordar elaboraciones teóricas más profundas. Como representan
Estos problemas se desarrollarán en los Capítulos IX y X. sociales incentivar
En los Países Bajos encontramos una recepción amplia Willem de Haan (1 S
-aunque moderada y ecléctica- de la criminología crítica. Sin cial de los movimi(;
embargo, las "escuelas" holandesas típicas, como las de clase y sin diagnóstico pr(;
tensión, de garantismo socio-legal y de abolicionismo, son con­ sus posibilidades iJ
secuencia de las tradiciones académicas nacionales, que datan logro de proyectos
de varias décadas. Dado que los abolicionistas en especial pue­ para la estimulaci<
den ofrecer algunas respuestas a cuestiones medulares de la mientas sociales tc::
crisis analítica interna de la criminología crítica, se reevaluará tudio de los crimim
esta perspectiva en relación con la realidad penal de hoy. los empresarios me
tección penal de "l;
también los "empn
el movimiento femi
ta, que utilizan la
emancipatorios (S<
otorgó un rol prota
en su "criminología
1GEN

.i y Hulsman es su abor­
Jnales de delito, con au­
::en los problemas socia­
yor entidad a uno de los
recho penal en lugar de
la coerción como ultima
ienten), ¿quién controla
: una intervención pro­ CAPITULO V I I
ti Hulsman rechazan el L O S GRUPOS D E PRES I Ó N PARA
•oco le otorgan una im­ LA REFORMA PENAL RADI CA L E N E UROPA
bajos. Así, especialmen­
penal se ha establecido
nento garantista general En este capítulo se analizará el desarrollo de los grupos de
bolición del sistema pe­ presión para la reforma penal radical en Europa y su relación con
lo también disminuirán, la criminología crítica. En el Capítulo II, el objetivo de la reforma
ariedad, dado que aún pennl era visto -entre otras cosas- como una consecuen cia del
legal) que pueda ofrecer comprom iso político de los criminólo gos críticos, y hallaba su
mejor. En este sentido, razón de ser en la circunsta ncia de que hacía posible, en buena
r desarrollada. Muchas oedida, la comparación internacional. En los dos últimos capí­
si el debate abolicionis­ tt..l o s hemos visto que los análisis del sistema carcelario tuvie­
lamente en "soluciones" ron un lugar central dentro de la criminología crítica europea.
eóricas más profundas. Como representantes de la Nueva Izquierda, los movimientos
: Capítulos IX y X. sociales incentivaron el surgimiento de la criminología crítica.
una recepción amplia Willem de Haan ( 1990:32) sostuvo que "el dinamismo y el poten­
r i minología crítica. Sin cial de los movimientos sociales para identificar características
:as, como las de clase y sin diagnóstico previo de_ un determinado orden institucional y
abolicionismo, son con­ sus posibilidades internas . . . así como también su orientación al
s nacionales, que datan logro de proyectos nuevos siempre ha sido de vital importanc ia
mistas en especial pue­ para la estimulación de la imaginación sociológica". Los movi­
tiones medulares de la mientos sociales también constituyen el principal objeto de es­
ía crítica, se reevaluará tudio de los criminólogos críticos: las contraculturas Uuveniles);
:iad penal de hoy. los empresarios morales que exigen prisión para obtener la pro­
tección penal de "las normas y valores" hegemónicos, así como
también los "empresarios morales atípicos", como, por ej emplo,
el movimiento feminista, el medioambientalista o el antirracis­
ta, que utilizan la criminalización como estrategia para fines
emancipatorios (Scheerer 1986b). John Braithwaite ( 1995) les
otorgó un rol protagónico a esto s nuevos movimientos sociales
en su "criminología republicana", debido a que sensibilizaban a
216 RENE VAN SWAANINGEN Los GRUPOS DI

la opinión pública respecto al delito, al hacer sentir vergüenza como instrumento de •

a los ciudadanos por las conductas dañinas (de los poderosos), convictos, familiares <
que antes permanecían fuera del ámbito del sistema de justicia Mathiesen ( 1974) man
penal. Los grupos de presión penal y los movimientos de presos eran: influenciar a la 1
demostraron las consecuencias no deseadas de la estigmatiza­ tal que, a largo plazo,
ción y la exclusión social. Esto incentivó la investigación cri­ rio por medidas más n
minológica y, hasta cierto punto, sensibilizó la visión pública, las paredes que no fue
política y científica de la cuestión penal. Hasta la perspectiva Un punto central df
abolicionista encuentra sus orígenes en el activismo penal. Otro es el principio de la m
motivo para dedicar un capítulo especial a los grupos de presión la prisión. Así, diferen
penal radicales es que estos constituyen el fundamento social zaban el sistema pena
de la política desde abajo, propuesta por la criminología crítica tipo abolicionista. De1
respecto de la cuestión penal. En especial, las narrativas perso­ era necesario operar e
nales de los presos revelaron, al respecto, un conocimiento no ser atrapado -en térrr
discursivo y emancipatorio. Asimismo, existen vínculos perso­ turas y del discurso r:
nales muy interesantes entre los foros de criminología crítica y ría la pérdida de la n:
los grupos radicales de presión penal. Sin embargo, la relación prisión. Debían desan
entre la teoría y la acción no ha sido muy frecuentemente un ob­ porque, dentro de la ló
jeto de estudio explícito. Abordaremos, en primer lugar, la obra reestructurante: "La :
de Thomas Mathiesen, dado que ha sido pionero en este tema. el doble sentido de la
también formuló adve
l. THOMAS MATHIESEN Y EL MOVIMIENTO ABOLICIONISTA EN NORUEGA por definición: uno po1
la crítica no podía apc
La investigación-acción, según Thomas Mathiesen, debía vaciones macropolític
orientarse a la praxis y debían explicitarse los objetivos políticos. penales concretas. El
La construcción teórica tenía que producirse como consecuen­ intermedia "contradic
cia de un proceso de retroalimentación surgido de la actividad tra la cooptación de le:
política práctica. Como este autor demostró en Las defensas de tra las alternativas a
los débiles (1965), la solidaridad entre los presos no era eviden­ alternativo del abolici
te. Por lo tanto, la lucha por los derechos de los presos tenía las circunstancias ca
que organizarse colectivamente. Con este propósito, Mathiesen rotativa hacia lo inca
cofundó, en 1968,' el grupo de presión penal noruego KROM y su misma" (Mathiesen 1 S
compromiso con este movimiento lo condujo al abolicionismo 1 • la revolución y el refo
El grupo KROM cuestionó el funcionamiento del sistema penal continua. La síntesis
En 1968, el grupo
celario en cooperació
bargo, éstas se negar
1 Mathiesen también hace referencia al grupo sueco KRUM , fundado
y mucho menos cons
en 1966, y al danés KRIM, fundado en 1 967, pero en este trabaj o sólo nos
ocuparemos del grupo noruego KROM. seos. Según Mathiese
Los GRUPOS DE PRESIÓN PARA LA REFORMA PENAL . • .
217
}EN

hacer sentir vergüenza como instrumento de control estatal. Estaba compuesto por ex
inas (de los poderosos), convictos, familiares de aquéllos e intelectuales de izquierda.
' del sistema de justicia Mathiesen ( 1974) manifestó que los objetivos del grupo KROM
movimientos de presos eran: influenciar a la opinión pública sobre el castigo, de modo
3.das de la estigmatiza­ tal que, a largo plazo, se pudiera reemplazar el sistema carcela­
vó la investigación cri­ rio por medidas más modernas y a corto plazo, y derribar todas
las paredes que no fueran estrictamente necesarias.
Jilizó la visión pública,
l. Hasta la perspectiva Un punto central de la teoría de la acción penal de Mathiesen
:1 activismo penal. Otro es el principio de la naturaleza no taxativa de las alternativas a
a los grupos de presión la prisión. Así, diferenciaba las "reformas positivas" -que refor­
:1 el fundamento social
zaban el sistema penal- de las "reformas negativas", que eran de
· la criminología crítica tipo abolicionista. Dentro de una política de reforma negativa,
tl, las narrativas perso­ era necesario operar en una estructura ajena al sistema para no
:o, un conocimiento no ser atrapado -en términos de definición- dentro de las estruc­
:xisten vínculos perso­ turas y del discurso político hegemónicos, ya que ello importa­
e criminología crítica y ría la pérdida de la naturaleza alternativa de las opciones a la
in embargo, la relación prisión. Debían desarrollarse proyectos sumamente elaborados,
frecuentemente un ob­ porque, dentro de la lógica penal exi tente, éstos perderían valor
n primer lugar, la obra
reestructurante: "La alternativa abolicionista está acabada en
pionero en este tema. el doble sentido de la palabra" (Mathiesen 1974: 1 3) . Mathiesen
también formuló advertencias acerca del peligro de ser excluido
por definición: uno podía ser ignorado como contrincante serio si
CIONISTA EN NORUEGA
la crítica no podía apoyarse en hechos empíricos o si las obser- .
mas Mathiesen, debía vaciones macropolíticas no podían relacionarse con cuestiones
e los objetivos políticos. penales concretas. El criminólogo noruego denominó la posición
crrse como consecuen­ intermedia "contradicción competitiva", única salvaguarda con­
surgido de la actividad tra la cooptación de las iniciativas radicales y, por lo tanto, con­
.tró en Las defensas de tra las alternativas ampliatorias del control social. El carácter
s presos no era eviden­ alternativo del abolicionismo yacía en su continua adaptación a
tos de los presos tenía las circunstancias cambiantes; era una "transición continua y
.e propósito, Mathiesen rotativa hacia lo incompleto", como lo es el proceso de la vida
1al noruego KROM y su misma" (Mathiesen 1974:28). Esta idea de la reforma penal entre
::lujo al abolicionismo 1 • la revolución y el reformismo implicaba una relación dialéctica
[ento del sistema penal continua. La síntesis final significaría el estancamiento.
En 1968, el grupo KROM se propuso reformar el sistema car­
celario en cooperación y diálogo COIL sus autoridades; sin em­
bargo, éstas se negaron a debatir con el movimiento de presos,
tpo sueco KRUM, fundado
y mucho menos considerarían seriamente sus demandas o de­
'ro en este trabqjo sólo nos
seos. Según Mathiesen, esta negativa politizó al grupo KROM. Al
2 18 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS

polemizar con el discurso de las autoridades, el grupo optó por de menores), porque
un modelo dialéctico del conflicto. En retrospectiva, Mathiesen para el mejoramient
sostuvo que el propio concepto de lo no acabado (incompleto) era ciones totales (Math
muy peligroso y amenazante para las autoridades carcelarias te, dado que el punt·
'

porque no podían definir con precisión al grupo KROM; ¿eran omisión de indicar e
revolucionarios o reformistas? El carácter incompleto fue , preci­ esta razón, muchos
samente, la tentativa de superar esta dicotomía; el grupo KROM gia fueron forzados
era ambas cosas. Así, organizaba reuniones y clases públicas conclusión de que r
como seminarios abiertos sobre política criminal; los activistas ra más defensiva, ir
abogados llevaban al ombudsman algunos de los reclamos de carcelario en lugar
los condenados y seleccionaban los más significativos desde el su abolición, el gruJ
punto de vista político (casos de censura y otras vulneraciones justicia penal de ma
a derechos constitucionales, arbitrariedades de los guardiacár­ de la cárcel. Con el
celes y autoridades, del reglamento interno y de las condiciones ante la Corte Euro:
de trabajo, etc.), para darlos a conocer a los medios de la prensa. rechos humanos co
Con ello, el grupo pretendía revelar al público en general la rea­ 1990b). En la visiór
lidad penal, oculta en el interior de las cárceles. Uno de los pun­ KROM en la dismim
tos más fu rtes del grupo era que los intelectuales y los presos no había razón par.
cooperaban en iguales términos, luchaban por los mismos obje­ la comparaba con 1
cleares: los grupos
tivos y delineaban juntos la posición estratégica del movimiento.
mantener la sensib
El grupo KROM nunca utilizó información que no pudiera che­
ta por ciento de los
quear y sólo confiaba en sus propias fuentes. En lo referente a
El grupo sigue orgé
los reclamos individuales de los presos, trataba de coordinar las
( Synnseter-kongres
acciones para aumentar el efecto político de cada paso (Mathie­
y seminarios. Asimi
sen y Reine 1975). Junto al abolicionismo penal, los derechos de
Nytt, publica su pr•
los presos eran un tema crucial en la agenda del grupo KRO M .
mente con comenta
L o s conflictos originados e n e l "academicismo" del grupo, sin
· desarrollos dentro e
embargo, desembocaron en la fundación de una sección para
los presidiarios: SON (Straffedes Organisasjon i Norge).
II. Los GRUPOS BRITÁt
Según Mathiesen, el surgimiento del grupo KROM estuvo
muy ligado a la creencia común .de que se avecinaban vientos .Como represente
positivos de cambio. Este autor ( 1986) reevaluó la noción de re­ de los criminólogo
forma negativa y concluyó que la lucha por obstaculizar la cons­ prácticamente obvi<
trucción de cárceles merecía un lugar de mayor preeminencia RAP, por sus sigla
en la agenda. En 1990 mostró más concretamente los cambios sión) en octubre d
que se habían operado en la política del grupo KROM, que ahora académico NDC. E
se mostraba más abierto a reformas positivas. Ya no se las re­ amplio de personas
chazaba por amplificadoras de los efectos no deseados (en mu­ ciales: incluía (ex)c<
chos casos no lo eran, especialmenté en el campo de la justicia de la CND (grupo e
GEN Los GRUPOS DE PRESIÓN PARA LA REFORMA PENAL • • ,
2 19

lades, el grupo optó por de menores), porque algunas veces se tornaban indispensables
etrospectiva, Mathiesen para el mejoramiento de las condiciones de vida en las institu­
.cabado (incompleto) era ciones totales (Mathiesen 1990b) . Éste fue un cambio importan­
mtoridades carcelarias, te, dado que el punto más débil de la teoría de Mathiesen fue su
al grupo KROM; ¿eran omisión de indicar cómo se podía lograr la reforma negativa. Por
!r incompleto fue, preci­ esta razón, muchos grupos de presión que seguían su estrate­
:otomía; el grupo KROM gia fueron forzados a tomar posturas defensivas, llegando a la
iones y clases públicas conclusión de que nada daría resultado. Al asumir una postu­
criminal; los activistas ra más defensiva, intentando impedir la expansión del sistema
nos de los reclamos de carcelario en lugar de insistir con la política ofensiva inicial de
s significativos desde el su abolición, el grupo KROM abordó la cuestión del sistema de
a y otras vulneraciones justicia penal de manera integral, sin limitar su enfoque al tema
ades de los guardiacár­ de la cárcel. Con el desarrollo del derecho a litigar de los presos
·no y de las condiciones ante la Corte Europea de Estrasburgo, la temática de los de­
los medios de la prensa. rechos humanos cobró creciente importancia (Mathiesen 1986,
íblico en general la rea­ 1990b) . En la visión de Mathiesen, aun si la influencia real del
irceles. Uno de los pun­ KROM en la disminución de las sentencias de prisión era menor,
telectuales y los presos no había razón para considerar que la lucha era inútil, ya que
an por los mismos obje­ la comparaba con la lucha contra e Í fascismo o las armas nu­
·atégica del movimiento. cleares: los grupos de presión servían fundamentalmente para
mantener la sensibilidad respecto de ciertos temas. El noven­
ón que no pudiera che­
ta por ciento de los presos noruegos son miembros del KROM.
entes. En lo referente a
El grupo sigue organizando conferencias anuales de tres días
:rataba de coordinar las
(Synnseter-kongress), reuniones informativas locales regulares
) de cada paso (Mathie­
y seminarios. Asimismo, produce un boletín informativo, KROM­
::> penal, los derechos de
Nytt, publica su propia serie de libros y participa sistemática­
enda del grupo KRO M .
mertte con comentarios en diarios de tirada nacional sobre los
licismo" del grupo, sin
· desarrollos dentro del campo de la justicia penal.
n de una sección para
>asjon i Norge).
Il. Los GRUPOS BRITÁNICOS RADICALES DE PRESIÓN
!l grupo KROM estuvo
: se avecinaban vientos .Como representantes de la nueva izquierda, la participación
!evaluó la noción de re­ de los criminólogos críticos británicos en la acción social era
or obstaculizar la cons­ prácticamente obvia. El surgimiento del grupo de presión penal
:ie mayor preeminencia RAP, por sus siglas en inglés, (Alternativas radicales a la pri­
;retamente los cambios sión) en octubre de 1970, es la consecuencia lógica del grupo
;rupo KROM, que ahora académico NDC. El RAP estaba integrado por un grupo más
>itivas. Ya no se las re­ amplio de personas y no sólo por académicos y trabajadores so­
)S no deseados (en mu- ciales: incluía (ex)convictos y sus parientes, activistas miembros
el campo de la justicia de la CND (grupo de campaña a favor del desarme nuclear), el
220 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS

Consejo de Reforma Carcelaria y varios grupos cristianos. Mien­ Newham (por su sig:
tras que la NDC tenía como objetivo contrarrestar la orientación ner en tela de juicio
administrativa dominante en criminología, el RAP buscaba de­ trabajo comunitario
safiar la orientación reformista de la Liga Howard de Reforma temente orientadas ;
Penal y la Asociación Nacional para el Cuidado y Reubicación de tarea que debían re
los Delincuentes (NACRO, por su sigla en inglés). posibilidad de mejor:
La Liga Howard se originó en la lucha contra la pena de Ryan 1978; Sim 199
muerte desde 1866 en adelante y, tras su abolición, se centró buyó a u na drástica
principalmente en asuntos correctivos y de rehabilitación. Para en la justicia de mer
1970, la Liga pareció confinarse a sí misma a temas reformistas Si bien la Liga He
menores. El NACRO, fundado en 1966 como plataforma para pos de presión pen:
los operadores del servicio social y de probation, parecía ignorar pero al mismo tiem¡
también el significado social más amplio de la reforma penal, y atrajo a un número '
adoptó una postura más pragmática que de principios respecto Tras la creciente op
de las relaciones políticas de poder hegemónicas (Downes y Mar­ alternativas a la prü
gan 1994: 2 0 7 ) . El RAP pretendía asumir una posición política te un curso de accic
más radical, y afirmaba que las cárceles no podían rehabilitar 269), este abolicioni
y no albergaban principalmente a personas peligrosas que de­ campañas autorita1
bían ser encerradas para proteger a la sociedad, sino que, en por el partido tory,
su mayoría, estaban llenas de condenados por delitos de menor errores judiciales ar
cuantía contra la propiedad, a quienes se les podía brindar so­ glesa (como los cua
luciones más razonables que el encarcelamiento (Ryan 1978). provocaron una crít
El RAP se inició en mayo de 197 1 como un grupo de trabajo Si bien muchos
dentro de la Acción Cristiana. Su participación en el desarrollo RAP eran compartic
de alternativas a la libertad baj o fianza y al encarcelamiento de sucedía lo mismo c<
mujeres durante 1971 y 1972 constituye un hito importante en la diferenciación pn
las acciones del RAP. Con la campaña contra el restablecimiento va y negativa, e inic
de la cárcel de mujeres Holloway y la consecu ente publicación Abolicionista. Para (
del panfleto Alternativas a Holloway, el RAP contribuyó en gran oficiales de probatú
medida a hacer visible la problemática de las mujeres detenidas había entrado en co
(la maternidad, la dependencia económica, el qui bre y la re­ (Ryan 1978; Ryan y
producción de roles de género, etc.). Junto con la Liga Howard ticipaban en el RAP
y el NACRO, RAP llevó a cabo, en 1975, una exitosa campaña nistas, o la idea de
a favor de la abolición de las unidades de control psiquiátrico. Cohen, respecto de
En la última parte de la década del 70, las campañas se diri­ Newham (NAP): " E:
gieron a la suspensión de las sentencias cortas y a la creación son . . . positivas y p<
de posibilidades para que los agresores repararan el daño cau­ tradicciones del si
sado y delinearan ellos mismos un plan para su rehabilitac ión. misma contestar es
Este último proyecto, conocido como el Proyecto de Alternativas posibilidades de lo¡
Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL . . . 221

upos cristianos. M ien­ Newham (por su sigla en inglés, NAP), también se propuso po­
lrrestar la orientación ner en tela de juicio la práctica prevaleciente de las órdenes de
1, el RAP buscaba de­ trabajo comunitario en Inglaterra. Éstas no estaban suficien­
l Howard de Reforma temente orientadas a la situación concreta del delincuente y la
dado y Reubicación de tarea que debían realizar no les ofrecía prácticamente ninguna
inglés). posibilidad de mejorar sus habilidades sociales (Dronfield 1980;
1a contra la pena de Ryan 1978; Sim 1994). Durante la década del 80, el RAP contri­
u abolición, se centró buyó a una drástica reducción en el u so de condenas de prisión
le rehabilitación. Para en la justicia de menores (Rutherford 1994b: 287 -8).
La a temas reformistas Si bien la Liga Howard y el NACRO siguieron siendo los gru­
amo plataforma para pos de presión penal más poderosos, la postura más radical,
>ation, parecía ignorar pero al mismo tiempo más orientada al cliente del grupo RAP,
de la reforma penal, y atrajo a un número importante de oficiales de probation críticos.
de principios respecto Tras la creciente oposición de las autoridades judiciales a sus
:micas (Downes y Mor- alternativas a la prisión de base local, RAP adoptó gradualmen­
una posición política te un curso de acción más abolicionista. Según Joe Sim ( 1994:
no podían rehabilitar 269), este abolicionismo fue una reacción al surgimiento de las
tas peligrosas que de­ campañas autoritarias y populistas. de ley y orden, iniciadas
ociedad, sino que, en por el partido tory, y a la crisis penal. Por otra parte, algunos
s por delitos de menor errores judiciales aparentemente estructurales de la justicia in­
les podía brindar so­ glesa (como los cuatro de Guildford o los seis de Birmingham)
amiento (Ryan 1978). provocaron una crítica más radical.
un grupo de trabajo Si bien muchos de los objetivos a mediano plazo del grupo
>ación en el desarrollo RAP eran compartidos por todos los grupos de presión penal, no
al encarcelamiento de sucedía lo mismo con su postura política. El grupo RAP adoptó
un hito importante en la diferenciación propuesta por Mathiesen entre reforma positi­
tra el restablecimiento va y negativa, e inició · la publicación de una revista llamada El
1sec uénte publicación Abolicionista. Para este momento, la posición del grupo entre los
!\P contribuyó en gran oficiales de probation (NAPO) se había tornado más marginal y
las mujeres detenidas había entrado en conflicto con su financista, la Acción Cristiana
a, el quic:;bre y la re­ (Ryan 1978; Ryan y Ward 1992:322). Sin embargo, quienes par­
:o con la Liga Howard ticipaban en el RAP no abrazaron ciegamente posturas abolicio­
una exitosa campaña nistas; o la idea de la reforma negativa. Tal como sostuvo Stan
e control psiquiátrico. Cohen, respecto de la evaluación del proyecto del grupo RAP en
las campañas se diri­ Newham (NAP): "Es difícil decidir de antemano qué reformas
cortas y a la creación son . . positivas y por lo tanto indeseables, por exponer las con­
.

pararan el daño cau­ tradicciones del sistema. La historia del NAP no puede por sí
>ara su rehabilitac ión. misma contestar esta pregu nta. Sin embargo, puede mostrar las
oyecto de Alternativas posibilidades de lograr reformas, genuinamente humanitarias
222 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS r:

y potencialmente negadoras con los recursos más limitados" zones meramente opo:
(Dronfield 1980:6). 1983:47; Downes y Mo
"El 1 1 de mayo de 1972, los medios nacionales se reunieron té de investigación se
en una pequeña taberna . . . enfrente de la prisión de Pentonville Unido, establecido de
y escucharon a Dick Pooley describir las demandas del sindica­ reclamo de que se abr
to de los presos, recientemente constituido, Preservación de los las cárceles, de que se
Derechos de los Presos (PROP, por su sigla en inglés)" (Fitzgerald temporalmente la con:
1977: 136) . Según Mike Fitzgerald ( 1977: 157) -quien no solo for­ mayores posibilidades
maba parte del PROP sino que además fue, durante los últimos en movimientos y fac\
años de la década del 70, secretario de la NDC-, el estableci­ sentadas como deman
miento de este grupo fue visto principalmente como una reacción tensiones en las cárce
contra las condiciones brutales de las prisiones inglesas, sobre No obstante la orie
las cuales se tenía muy poca información de fuentes internas, y po PROP, su infiuenci
como efecto secundario de la huelga masiva de presos de 1972 y líticas adoptadas fue
la consecuente destrucción de varias cárceles durante la década éxito de ambos grupo
del 70. Con estos antecedentes, PROP lanzó, en 1979, un Esta­ gica. Sirvieron para é
tuto de Demandas suscripto por alrededor de diez mil internos campaña, para reché
de treinta y cinco instituciones. Este Estatuto incluía el derecho patológico individuali
a formar sindicatos; la demanda de negociar con el Ministerio ciencia de que la just
del Interior, el pago por el trabajo carcelario y el mejoramiento poder más amplias (I
de las condiciones carcelarias; el derecho de los presos a litigar dejó su huella dentn
libremente, sin aprobación previa del Ministerio del Interior; el re­ brindado apoyo a las
querimiento de que las decisiones sobre medidas disciplinarias y sejo Nacional para la:
libertad condicional fueran motivadas, y la introducción del dere­ inglés) comenzó a ha
cho a recurrir las decisiones, a las libertades civiles de comunica­ los presos -como herr.
ción con el mundo exterior, a la no censura de la correspondencia los criminólogos radi<
·y a la elección libre de médicos. En estatutos posteriores', PROP gua-. Dentro del RAF
también propuso la reducción sustancial de la poblaCión carcela­ de posibilidades pan
ria y el derecho de recibir castigo sin la interferencia de posibles principalmente un ir:
abordajes psiquiátricos o del servicio social. más que un fin en sí
Para la década del 80 surgieron nuevos grupos de, presión la adopción de un sü
reformistas, como la fundación Grupo de Campaña en pos de como Stan Cohen y M
la reforma de la justicia penal ( 1978) y de la cárcel ( 1982), del un programa originac
partido laborista. Si bien fueron exitosos a nivel legislativo, no Los grupos de pre
recibieron demasiado apoyo ni confianza de los presos, porque larizados lucían ahor
consideraban que no defendían suficientemente los reclamos de cooperación, con mat
los con:rictos frente a los altos círculos del establishment a los jantes divisiones entr•
que tenían acceso (lo que no sucedía con el PROP). Asimismo, 70, la diferencia entre:
consideraban que el Ministerio del Interior respondía sólo pcir ra­ de presión hoy parece
N Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL . . . 223

1rsos más limitados" zones meramente oportunistas: evitar futuros desórdenes (Ryan
1983:47; Downes y Margan 1994). En su informe para el Comi­
cionales se reunieron té de investigación sobre los servicios penitenciarios del Reino
prisión de Pentonville Unido, establecido después de los desórdenes, el PROP reiteró su
emandas del sindica­ reclamo de que se abriera al control público la administración de
), Preservación de los las cárceles, de que se redujera el número de internos, se aplazara
en inglés)" (Fitzgerald temporalmente la construcción de cárceles y de que se brindaran
7) -quien no solo for­ mayores posibilidades de educación, comunicación, participación
:, durante los últimos en movimientos y facultades de litigar, las que ya no fueron pre­
3. NDC-, el estableci­ sentadas como demandas per se, sino como medios de reducir las
tte como una reacción tensiones en las cárceles inglesas (Taylor 1981: 142-3).
>iones inglesas, sobre No obstante la orientación más reformista y jurídica del gru­
ie fuentes internas, y po PROP, su influencia directa en la opinión pública y en las po­
3. de presos de 1972 y líticas adoptadas fue de tan poca incidencia como la de RAP. El
les durante la década éxito de ambos grupos fue de naturaleza más indirecta e ideoló­
:ó, en 1979, un Esta­ gica. Sirvieron para dar el impulso necesario a otros grupos de
. de diez mil internos campaña, para rechazar enfoques que acentuaban el carácter
uto incluía el derecho patológico individualizador del delito y para hacerlos tomar con­
:iar con el Ministerio ciencia de que la justicia penal también reflejaba relaciones de
io y el mejoramiento poder más amplias (Ryan y Ward 1992:327). La crítica de RAP
ie los presos a litigar dejó su huella dentro de la Liga Howard. El NACRO continuó
erío del Interior; el re­ brindado apoyo a las alternativas al encarcelamiento, y el Con­
dictas disciplinarias y sejo Nacional para las Libertades Civiles (NCCL, por su sigla en
ntroducción del dere­ inglés) comenzó a hacer campañas en favor de los derechos de
civiles de comunica­ los presos -como hemos visto con anterioridad, la relación entre
ie la correspondencia los criminólogos radicales ingleses y el activismo legal fue ambi­
:os posteriores, PROP gua-. Dentro del RAP y del PROP, el argumento de la expansión
la poblaCión carcela­ de posibilidades para que los presos litigaran libremente fue
rferencia de posibles principalmente un instrumento para lograr la decarcerización
más que un fin en sí mismo. Tony Ward ( 1986:76) sostuvo que
tS grupos de.. presión la adopción de un sisteii?-a de justicia por criminólogos críticos
Campaña en pos de como Stan Cohen y Mick Ryan fue "una noble mentira en pos de
la cárcel ( 1982), del un programa originado en Mathiesen".
1 nivel legislativo, no Los grupos de presión penal que alguna vez estuvieron po­
le los presos, porque larizados lucían ahora como un espectro variado de grupos en
tente los reclamos de cooperación, con matices diversos. "En comparación con las ta­
1 establishment a los jantes divisiones entre el RAP y la Liga Howard en la década del
el PROP). Asimismo, 70, la diferencia entre el ala radical y el ala liberal de los grupos
·e spondía sólo por ra- de presión hoy parece más sutil. El grado de consenso entre todos
Los GRUPOS
224 RENÉ VAN SWAANINGEN
última, como las relc
ellos se advierte en el hecho de que la Fundación para la Reforma
plo de ello el poder ,
Carcelaria, la Liga Howard, Mujeres Encarceladas e Inquest tra­
Por lo tanto, Mick R
bajaron en colaboración -junto a otras tantas organizaciones- en
portante al rnovimie:
el Consorcio de A suntos Penales, fundado en 1989, al cual brindó
los grupos de presió1
sus servicios NACRO, y que ejerció presión para un programa
un análisis más sut
consensuado de reformas" (Ryan y Ward 1992:328) E ste consor­ constitución de factc
cio de veinticuatro grupos diferentes fue "una combinación pre­ como el grupo de tr
viamente impensable" (Downes y Margan, 1994:209) . en contra del delito
Si bien Mick Ryan y Tony Ward sostuvieron que tanto el RAP organizaron y articu
como el PROP prácticamente habían desaparecido para finales de sin necesidad de ref
la década del 80, no lo señalaron con nostalgia. De hecho, formu­ E sta fractura dentro
laron un interesante análisis de las razones por las cuales grupos al surgimiento de ur
como éstos se disolvieron, incorporándose a factores de presión de los derechos de la
más fragmentados y menos polarizados. RAP y PROP formaron jó las realidades y ce
parte de la contracultura británica de principios de la década del la década del 80, tar
70, época en la que un amplio espectro de grupos marginados se radicales, especialm•
concentraron en la transformación revolucionaria de la sociedad.
Este momento político pasó y el análisis que les otorgaba prima­ III. GRUPOS PARA LA RE
cía a estos grupos ya no fue sostenido en los círculos radicales.
El RAP, con su rechazo de la ideología de la rehabilitación, podría El desarrollo de lo
haber sido funcional a la versión de "mano dura" del modelo de manía no puede vin
justicia del partido tory. La distinción inicial entre reforma positiva contraparte británic:
y negativa ya no se consideraba "tan útil como habíamos supues­ presión penal alema
to" (Ryan y Ward 1992:324). La diferenciación positiva y negativa -hay escasa continu
no tenía en cuenta las sutilezas y ramificaciones de las reformas su mayor parte, a n
en particular. "La reforma, por su propia naturaleza, contiene primera agrupación
tanto posibilidades positivas como negativas" (Fitzgerald y Sim nen Gewerkschaft (D
1982: 164). Por lo tanto, la idea final de que nada daría resultado de un año, antes de j
debía rechazarse: era demasiado global y había sido la principal debido a diferencias i
causa de la espiral descendente de desesperación analítica. Tony ciera (Schumann 19í
por algunos internos
Ward ( 1991) sost;uvo que las luchas y resistencias en relación al
cipantes del movimie
poder penal eran mejor entendidas mediante el "modelo del judo"
Gewerkschaft der Ge_
de acción de Foucault (1975c) -una táctica en la que se utiliza un
(GGVU) . El Consejo d
mínimo de energía para la defensa o polarización, a la vez que se
como un movimientc
tuercen constructivamente las acciones de los oponentes hacia
de su serie de panfle1
una dirección alternativa)- que a través del modelo dialéctico de
( Engelhardt 1975). E
Mathiesen de la "contradicción en competencia".
ción del encarcelamü
Los activistas del RAP se dieron cuenta de que no todas las
miento jurídico y pn
diferencias en la sociedad podían rastrearse hasta una fuente
Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 225
:N
última, como las relaciones de producción, siendo un claro ejem­
ación para la Reforma
plo de ello el poder que los hombres ejercen sobre las mujeres.
·celadas e Inquest tra­
Por lo tanto, Mick Ryan y Tony Ward le atribuyeron un rol im­
:as organizaciones- en
portante al movimiento de las mujeres en la reestructuración de
:n 1989, al cual brindó
los grupos de presión penal en la década de1 80. Dentro del RAP,
)n para un programa un análisis más sutil del poder y la dominación se reflejó en la
992:328) Este consor­ constitución de factores de presión más fracturados y diversos,
una combinación pre- como el grupo de trabaj o RAP sobre delitos sexuales, Mujeres
1994:209). en contra del delito de violación y mujeres en prisión, los que
eron que tanto el RAP organizaron y articularon esta postura de forma independiente
1recido para finales de sin necesidad de referencias obligatorias a fuerzas materiales.
lgia. De hecho, formu­ E sta fractura dentro del factor de presión, que también condujo
: por las cuales grupos al surgimiento de un importante número de grupos de defensa
a factores de presión de los derechos de la gente negra, no fue negativo, sino que refle­
AP y PROP formaron jó las realidades y complejidades del poder y la dominación. En
::ipios de la década del la década del 80, también la Liga Howard adoptó posturas más
grupos marginados se radicales, especialmente en el debate sobre las privatizaciones.
onaria de la sociedad.
1e les otorgaba prima­ IIL GRUPOS PARA LA REFORMA PENAL RADICAL EN ALEMANIA
los círculos radicales.
rehabilitación, podría El desarrollo de los grupos de presión penal radicales en Ale­
:> dura" del modelo de
mania no puede vincularse tan fácilmente a la AJK como su
contraparte británica a la NDC. En primer lugar, los grupos de
entre reforma positiva
presión penal alemanes se encuentran mucho más dispersos
mo habíamos supues­
-hay escasa continuidad y las iniciativas son organizadas, en
ión positiva y negativa
su mayor parte, a nivel estadual (Lander) más que federal. La
::iones de las reformas
primera agrupación alemana de presos, la Deutsche Gefange­
naturaleza, contiene
nen Gewerkschaft (DGG), fundada en 1968, se disolvió después
•as" (Fitzgerald y Sim
de un año, antes de haber puesto en práctica alguna iniciativa,
nada daría resultado
debido a diferencias internas y a su mala administración finan­
1abía sido la principal
ciera (Schumann 1975 :66-7 ) , En 1969, el proyecto fue retomado
ración analítica. Tony
por algunos internos y simpatizantes de l.a sociedad civil, parti­
;tencias en relación al
cipantes del movimiento estudiantil en Berlín, bajo el nombre de
te el "modelo del judo"
Gewerkschaft der Gefangenen, Verwahrten und Untergebrachten
n la que se utiliza un
(GGVU) . El Consejo de Presos (Gefangenenrat) se veía a sí mismo
?:ación, a la vez que se
como un movimiento proletario -como lo demostraba el título
! los oponentes hacia
de su serie de panfletos Stimme der Lumpen (la voz del lumpen)
1 modelo dialéctico de
(Engelhardt 1975). Estos dos grupos perseguían la humaniza­
tcia". ción del encarcelamiento, demandaban la provisión de asesora­
1 de que no todas las
miento jurídico y programas educacionales · para los internos,
rse hasta una fuente
226 RENÉ VAN SWAAN!NGEN Los GRUP<

así como también posibilidades de inserción laboral después del que la asociación e
encarcelamiento, una mejor calidad de contactos con el mundo los objetivos gener:
exterior y salarios justos por el trabajo carcelario. La GGVU se en futura s instanc
disolvió antes de transcurrir dos años, principalmente por la educación profesio
falta de colaboradores idóneos para su organización, escasez de primeras iniciativa
recursos financieros y un continuo hostigamiento de las autori­ reforma penal aler
dades -se la acusó de fraude, de distraer a los niños del cuida­ conclusiones: las <
do paterno y ponerlos en contacto con delincuentes, y de tener cárcel para no ser
relación con organizaciones terroristas-. Algo similar sucedió ser estrictamente 1·
con el grupo de antipsiquiatría SPK {Colectivo de Pacientes S o­ que pudieran dañe
cialistas), ligado a un grupo de psiquiatras de Heidelberg, que los presos debía co
si bien había logrado cierta influencia, se disolvió en 197 1 , tras general, para afirm
ser acusado de contactos con el Baader-Meinhof Gruppe {Schu­ les y evitar el secta
mann 1975a: 67-9; Engelhardt 1975). En la segunda r
Karl Schumann {1975a:70-1) afirmó acerca de las primeras al AG SPAK, una o
etapas de los grupos de presión para la reforma penal en Ale­ pos borderline, fin:
mania: "Uno tras otro se disolvían. Si quisiéramos determinar el de bienestar juven
fracaso de estos experimentos dentro del enfoque de los activistas ción de sus activic
estudiantiles, deberíamos señalar, al menos, dos defectos típi­ miembros se most
cos de los grupos marxistas en Alemania occidental en relación mista, de trabajo
a asuntos de desviación y delito: proponían análisis dogmáticos grupo de reforma p
que excluían cualquier referencia significativa a las condiciones locales y regionale:
de vida reales de la gente y preferían las discusiones teóricas en de acción del parti
lugar de ocuparse de las necesidades inmediatas de los grupos ve Liste Berlín), qu
vulnerables". En 1974, algunos académicos de Bielefeld organiza­ cárceles; otras inic
ron una reunión con los sindicatos generales {DGB y OTV) para (Initiative für eine .

averiguar si estaban interesádos en defender los intereses de los te-Westfalia (Krimi;


presos. El grupo Bielefeld sostuvo, como argumento de la razón de presos como el .
por la cual estos organismos debían asumir esta tarea como parte 1980, el grupo pan
de su trabajo, la circunstancia de que la mayor parte de los inter­ tische Arbeitskreis
nos y ex convictos pertenecían a la clase trabajadora; que las cár­ grupo noruego KRC
celes reproducían las condiciones inhumanas de trabajo y que las genenrat Frank.furt
condiciones laborales de los empleados del servicio penitenciario, La respuesta te<
en su mayor parte miembros del sindicato, también mejorarían KROM, prácticame
si las condiciones de vida de los intemos mejoraban. Los sindi­ interna de KROM )
catos dudaron acerca de la conveniencia de tomar una posición sellschaft ohne Gitl
explícita respecto de la reforma penal. Algunos oficiales no veían mente descriptiva
la relación que esto podía tener con las actividades propias de la analíticas. En su
organización y otros directamente lo rechazaban, pues temían libro de Mathiesen
1EN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 227

:ión laboral después del que la asociación con "delincuentes" fuera contraproducente para
:ontactos con el mundo los objetivos generales de los sindicatos. Tampoco pudo llegarse
:arcelario. La GGVU se en futuras instancias de diálogo a algún acuerdo para impartir
principalmente por la educación profesional a los internos. Tras la experiencia de estas
rganización, escasez de primeras iniciativas dentro de la acción de presión para lograr la
gamiento de las autori­ reforma penal alemana, el grupo Bielefeld llegó a las siguientes
r a los niños del cuida­ conclusiones: las actividades debían concentrarse dentro de la
elincuentes, y de tener cárcel para no ser absorbidas por la lucha macropolítica; debían
- . Algo similar sucedió ser estrictamente legales, para no provocar reacciones judiciales
ectivo de Pacientes So­ que pudieran dañar la iniciativa, y la lucha por los derechos de
:ras de Heidelberg, que los presos debía conectarse con la reforma penal a un nivel más
e disolvió en 197 1 , tras general, para afirmar el valor colectivo de los esfuerzos individua­
Meinhof Gruppe (Schu- les y evitar el sectarismo (Schumann 1975b).
En la segunda mitad de la década del 70 este grupo se acercó
:�.cerca de las primeras al AG SPAK, una organización que cobijaba proyectos para gru­
reforma penal en Ale­ pos borderline, financiados en gran parte por el departamento
siéramos determinar el de bienestar juvenil. AG SPAK, a su vez, buscaba la reorienta­
:nfoque de los activistas ción de sus actividades asistenciales en las cárceles. Muchos
nos, dos defectos típi­ miembros se mostraron disconformes con la orientación refor­
t occidental en relación mista, de trabajo de caridad. AG SPAK deseaba impulsar un
an análisis dogmáticos grupo de reforma penal y quería concentrar algunas actividades
:ativa a las condiciones locales y regionales ya existentes en ese campo -como el grupo
discusiones teóricas en de acción del partido ambientalista de Berlín (Grüne Alternati­
nediatas de los grupos ve Liste Berlín), que perseguía obstaculizar la construcción de
>s de Bielefeld organiza­ cárceles; otras iniciativas comparables en los estados de Hessen
ales (DGB y OTV) para (Initiative für eine bessere kriminalpolitik), de Renania del Nor­
tder los intereses de los te-Westfalia (Kriminalreform Nordrhein Westfalen), y los grupos
argumento de la razón de presos como el Arbeitskreis Kritischer Strafvollzug. Cerca de
ir esta tarea como parte 1980, el grupo para la reforma penal del AG SPAK, Kriminalpoli­
1ayor parte de los inter­ tische Arbeitskreis (en lo sucesivo, KRAK), tomó como modelo al
rabajadora; que las cár­ grupo noruego KROM (Papendorf 1985: 142 ) . El proletario Gefan­
nas de trabajo y que las genenrat Frankfurt se mantuvo fuera del marco reformista.
l servicio penitenciario, La respuesta teórica a estos desarrollos, como en el caso de
to, también mejorarían KROM, prácticamente no tuvo lugar en Alemania. La historia
: mejoraban. Los sindi­ interna de KROM y KRAK relatada por Knut Papendorf en Ge­
de tomar una posición sellschaft ohne Gitter (sociedad sin rejas) de 1985, es principal­
:unos oficiales no veían mente descriptiva y declaratoria, ofreciendo unas pocas pistas
tividades propias de la analíticas. En su introducción a la traducción alemana del
hazaban, pues temían libro de Mathiesen La política de la abolición, Überwindet die
228 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS ;

Mauern! (¡Saltad los muros!), Karl Schumann relacionó algunas La Bundesarbeits!


lecciones prácticas de los intentos alemanes recientes dentro pen in der Strafféillige
del activismo carcelario con la obra de Thomas Mathiesen y Mi­ de organizaciones de
chel Foucault. Dadas las similitudes de ambos en la filosofía metió con la reforma
subyacente sobre las funciones sociales . del sistema carcelario, meras iniciativas al :
predominantemente al servicio del disciplinamiento de las cla­ populares sobre el d
ses trabajadoras, los dos autores deberían leerse en conexión. la materia en las ese
Schumann ( 1979: 16) puso de manifiesto que las posibilidades tancia de la tendenci:
de éxito del activismo carcelario político se incrementarían, si: rehabilitación, se pm
a) no se utilizaran exclusivamente medios de izquierda para tó una orientación ra
la propaganda y se incluyera a la prensa "burguesa"; b) sólo estaba ligada a los ir
se publicara información correcta y debidamente fundada (no se utilizaban como e.
exagerada o ideologizada) sobre los errores judiciales, y e) se neral. De este modo, 1
previeran, contestaran y desdramatizaran las reacciones más transformara simple1
probables de los funcionarios del sistema, para no quedarse de objetivo central fue l
brazos cruzados después de las respuestas oficiales. ner en perspectiva la
El KRAK no vivió "feliz para siempre"; de hecho, dejó de exis­ al delito. La BAG de
tir a mediados de la década del 80. Papendorf (1993:80-81) sos­ nativa y, gradualmen
tuvo que se disolvió porque no hubo forma de conciliar la ten­ mándose en un telón
sión entre la orientación tradicional hacia la rehabilitación y la La BAG dejó de inv
corrección de la AG SPAK y la crítica radical abolicionista de los un marco de referenc:
grupos de base, lo que tampoco pudo lograrse entre los parti­ ciales y otros operado
darios de las estrategias inspiradas en consideraciones teóricas te práctica de la may·
sobre la descriminalización y aquellos seguidores de la defensa implementar propues·
práctica de intereses según un modelo sindical. Esto condujo manifestó ampliamen
a un cisma entre los académicos "burgueses" y los activistas timación de la lógica
"revolucionarios". La prueba ideológica de la pureza abolicionis­ los medios de los err
ta tuvo un efecto perturbador en los activistas, que operaban , constitucionales de lo
tradicionalmente, en forma regional y autónoma. E l "comité cen­ problemas criminaliz
tral" del KRAK operaba en forma totalitaria, boicoteando las pu­ mayor energía a la di:
blicaciones de activistas individuales que se presentaban bajo el ma de la reforma pm
nombre de KRAK. Papendorf (1993:80-81) arribó a la siguiente red, una matriz de I
conclusión: "Hemos definido el problema -que acecharía a la orientación la BAG lle
organización a lo largo de toda su existencia- esto es, la incapa­ comité Elke Bahl fon
cidad de entender a KRAK como un medio autónomo o etique­ nado hace lo incomplt
ta para usar en la discusión federal sobre políticas penales. El desarrollo de una act:
KRAK ha sido siempre demasiado teórico. Se multiplicaron las tion. Además, pudo tr
discusiones sobre el abolicionismo, en vez de ocuparse un poco je político. Con este I
más en concreto de la praxis en política criminal". ambientalista Die Gn
EN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL • • •
229

ann relacionó algunas La Bundesarbeitsgemeinschaft der freien Initiativen - Grup­


anes recientes dentro pen in der Straffálligenarbeit (por su sigla, BAG), una plataforma
tomas Mathiesen y M i- de organizaciones de trabajo social independientes, se compro­
ambos en la filosofía metió con la reforma penal en la década del 80. Una de sus pri­
jel sistema carcelario, meras iniciativas al respecto fue la lucha contra los prejuicios
tlinamiento de las da­ populares sobre el delito, para lo cual impartieron clases sobre
m leerse en conexión. la materia en las escuelas. D ado que la BAG quería tomar dis­
que las posibilidades tancia de la tendencia tradicional individual a la corrección y la
se incrementarían, si: rehabilitación, se puso en contacto con el KRAK. En 1983, adop­
ios de izquierda para tó una orientación radical en trabajo social, en la cual la ayuda
;;a "burguesa"; b) sólo estaba ligada a los intereses colectivos y los casos individuales
idamente fundada (no se utilizaban como ejemplos para publicidad e información ge­
•res judiciales, y e) se neral. De este modo, la BAG quería evitar que el trabajo social se
m las reacciones más transformara simplemente en otra forma de control social. Otro
., para no quedarse de objetivo central fue la creación de contrapropaganda, para po­
1s oficiales. ner en perspectiva la explotación política y mediática del temor
de hecho, dejó de exis­ al delito. La BAG desarrolló propuestas de política penal alter­
tdorf (1993:80-81) sos­ nativa y, gradualmente, el aporte del trabaj o social fue transfor­
na de conciliar la ten- mándose en un telón de fondo (Bahl 1993: 167-70).
3. la rehabilitación y la La BAG dejó de involucrarse en acciones prácticas para ofrecer
::al abolicionista de los un marco de referencia ideológico y político a los trabajadores so­
?;rarse entre los parti­ ciales y otros operadores. A pesar de la orientación eminentemen­
nsideraciones teóricas te práctica de la mayoría de sus miembros, encontró muy difícil
guidores de la defensa implementar propuestas alternativas. Su enfoque abolicionista se
;;indical. Esto condujo manifestó ampliamente en forma discursiva, tal como la deslegi­
1eses" y los activistas timación de la lógica del castigo, la divulgación escandalosa por
la pureza abolicionis­ los medios de los errores judiciales, la defensa de los derechos
ivistas, que operaban, constitucionales de los detenidos y las posibilidades de tratar los
m
' oma. El "comité cen­ problemas criminalizados dentro del derecho privado. Dedicó la
ia, boicoteando las pu­ mayor energía a la discusión acerca de cómo escapar del fantas­
se presentaban bajo el ma de la reforma positiva. Su objetivo principal fue ofrecer una
) arribó a la siguiente red, una matriz de pensamiento y un vademécum, y con esta
l -que acecharía a la orientación la BAG llegó a un callejón sin salida. La miembro del
::ia- esto es, la incapa­ comité Elke Bahl formuló la pregunta retórica: ¿cómo lo termi­
io autónomo o etique­ nado hace lo incompleto? Según su criterio, la BAG contribuyó al
e políticas penales. El desarrollo de una actitud más crítica entre los oficiales de proba­
'· Se multiplicaron las
tion. Además, pudo traducir las propuestas de reforma al lengua­
de ocuparse un poco je político. Con e ste propósito, hicieron contactos con el partido
riminal". ambientalista Die Grünen (los verdes). La idea era lograr influir
230 RENÉ VAN SwAANINGEN Los GRUPO

en la política nacional en un sentido abolicionista a través del llevaron, gradualm<


contacto intensivo con la fracción parlamentaria de los verdes. prueba sobre ejecu
Este partido político demostró compromiso con la política penal orientación legal in<
inspirada en el abolicionismo, pero el vínculo con los verdes con­ debido a la jurispru
dujo a debates estériles y conflictivos sobre la seguridad pública o solidarización", Ma1
la violencia sexual, que se veían contradictorios con la opinión de ción" de cuestiones
los verdes sobre el encarcelamiento. Por otra parte, la traducción que litigar por dem
de toda propuesta en términos de posibilidad política fue debili­ nes carcelarias espt
tando gradualmente la presión política siempre en competencia y cerca posible de la
contradicción. En retrospectiva, tanto Papendorf (1993:81) como estrategia pragmáti
Bahl ( 1993: 177) sostuvieron que el contacto cercano con los ver­ lítica de derechos w
des consumió demasiada energía, a juzgar por sus resultados. De El problema . cen
a poco, el BAG fue desapareciendo. Dado que la población carce­ sido su carácter di
laria disminuyó de todas formas, la necesidad de hacer campaña rismo político. Si b
al respecto dejó de ser tan urgente. Los problemas y las ansieda­ introducido perspe<
des surgidos de la unificación alemana en 1990 también conduje­ tentos de conectar
ron a la inercia. Tras esta falta de motivación, la BAG finalmente iniciativas inspirad:
se disolvió por razones financieras en 1991 2 • to en el que las ba
Una serie de iniciativas orientadas a l o jurídico siguieron a reforma penal radie
un período de activismo más directamente político. A princi­ impresión de que lo:
pios de la década del 80, un grupo anónimo de estudiantes y inventa la misma n
"detenidos políticos" en Frankfurt diseñó un manual práctico mente los mismos •

para detenidos, con información para comprender su situación jurídico parecen no


jurídica y médica (Ratgeber für Gefangenen mit medizinischen sores, pero su base
und juristischen Hinweisen), que también contenía ejemplos de
cartas de queja. Un grupo de trabajadores sociales radicales de IV. MICHEL FOUCAUL1
Berlín publicó una segunda y tercera ediCión de este Ratgeber Michel Foucault
y pidió a Joliannes Feest y Elke Wegrier, de la Universidad de Domenach y Pierre
Bremen, que corrigieran y actualizaran la información jurídica. bre cárceles (Group.
Los sorprendió el hecho de que este libro fuera prohibido por GIP). En la conferen
una cárcel tras otra y, aún más, por un j}lzgado tras otro. Por el 8 de febrero de 1
lo tanto, publicaron folletos separados (Merkblii.tter) sobre algu­ bajo la estación de
nas preguntas específicas de los detenidos 3. Estas actividades sostuvo: "Ninguno (
cárcel. Hoy menos <
vida diaria se está
2 N. del A . : información obtenida por comunicación personal con Elke juzgados están aba
Bahl . ría si fuera la policí
3 N . del A . : información obtenida por comunicación personal con Jo­ dicen que las cárcel
hannes Feest. si la población fuer:
JEN Los GRUPOS DE PRESIÚN PARA LA REFORMA PENAL • • •
231

>olicionista a través del llevaron, gradualmente, a un proyecto d e apoyo para casos de


mentaria de los verdes. prueba sobre ejecución penal y litigación de los detenidos. La
[so con la política penal orientación legal individual adquirió un valor político colectivo,
culo con los verdes con­ debido a la jurisprudencia surgida de ella. Dado este "efecto de
:e la seguridad pública o solidarización", Mathiesen temía que se produjera la "juridiza­
:torios con la opinión de ción" de cuestiones políticas. Feest y Wegner (1993) sostuvieron
>tra parte, la traducción que litigar por demandas concretas para normalizar condicio­
lidad política fue debili­ nes carcelariás específicas, vale decir, para ver que estén lo más
empre en competencia y cerca posible de las condiciones en sociedad, podría ser una
tpendorf (1993:81) como estrategia pragmática abolicionista. Según esta postura, la po­
cto cercano con los ver­ lítica de derechos va de la mano con la política abolicionista.
r por sus resultados. De El problema central de los grupos de presión alemanes ha
que la población carce­ sido su carácter disperso, su dogmatismo teórico y su secta­
;idad de hacer campaña rismo político. Si bien los criminólogos críticos alemanes han
,roblemas y las ansieda­ introducido perspectivas interesantes, no hicieron muchos in­
t 1990 también conduje­ tentos de conectar estos enfoques con el activismo penal. Las
ción, la BAG finalmente iniciativas inspiradas en lo académico surgieron en un momen­
) 1 2. to en el que las bases sociales y políticas para los grupos de
lo jurídico siguieron a reforma penal radical habían desaparecido. A veces se tiene la
ente político. A princi­ impresión de que los activistas no conocen su propia historia; se
inimo de estudiantes y inventa la misma rueda una y otra vez y se cometen continua­
ió un manual práctico mente los mismos errores. Los últimos proyectos con enfoque
>mprender su situación jurídico parecen no haber sufrido los problemas de sus precur­
men mit medizinischen sores, pero su base social es más débil.
n contenía ejemplos de
es sociales radicales de IV. MICHEL FOUCAULT Y LOS GRUPOS DE PRESIÚN FRANCESES
jieión de este Ratgeber Michel Foucault estableció, conjuntamente con Jean-Marie
r, de la Universidad de Domenach y Pierre Vidal-Naquet, un grupo de información so..:
la información jurídica. bre cárceles (Groupe d'informations sur les Prisons, por su sigla
1ro fuera prohibido por GIP). En la conferencia de prensa en la que se presentó el grupo,
t j11zgado tras otro. Por el 8 de febrero de 197 1 , llevada a cabo en una lúgubre capilla
'v.ferkbliitter) sobre algu­ bajo la estación de tren de Montparnasse, en París, Foucault
ios 3. Estas actividades sostuvo: "Ninguno de nosotros puede estar seguro de evitar la
cárcel. Hoy menos que nunca. El control policial sobre nuestra
vida diaria se está haciendo más estricto . . . Nos dicen que los
:J.icación personal con Elke
juzgados están abarrotados. Podemos verlo. Pero ¿qué sucede­
ría si fuera la policía la que estuviera agobiada de trabajo? Nos
micación personal con Jo- dicen que las cárceles están sobrepobladas. Pero ¿qué sucedería
si la población fuera la que está siendo sobreencarcelada?. . . Se
232 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS [

publica muy poca información sobre las cárceles; es una de las era una institución ir
regiones ocultas de nuestro sistema social, una de las áreas encuesta realizada e1
oscuras de nuestras vidas. É sta es la razón por la cual, junto explícitamente: "No n
con un número de magistrados, abogados, periodistas, doctores para la reforma. No s
y psicólogos hemos fundado el Groupe d'informations sur les Pri­ mos que la realidad
sons" (Macey 1993:258). despertarse y permar
La creación de GIP fue incitada por la huelga de hambre de narios tenían que er
doce maoístas en la cárcel parisina Santé, que querían llamar porque en Francia est
la atención del público sobre su encarcelamiento por razones po­ ción. Los activistas d(
líticas. Estos maoístas unieron a los radicales de izquierda y a simpatía de las larga:
los detenidos. La mayor parte del apoyo a esta acción maoista sólo querían ver a su
provino de los estudiantes, Secours rouge (ayuda roja) -en la cual partir los cuestionari•
se hallaba involucrado Jean-Paul Sartre- y Gauche prolétarien­ Una segunda encues
ne (izquierda proletaria). Cuando las revueltas se extendieron a internos con el sisten
varias cárceles francesas, estos grupos formaron una red junto se, pero la iniciativa J
a los detenidos comunes, sus parientes y trabajadores (Donze­ los entre el GIP y lo:>
lot 1975; Lambrechts 1982 :96). El fin último de Secours Rouge y Derecho. Foucault ce
gauche prol tarienne era unir el movimiento de los detenidos y un adecuado contact
el de los trabajadores en una fuerza revolucionaria. Para GIP, el asociación de jueces 1
objetivo era mostrar la intolerable práctica del sistema carcelario cesas de mayo del 68
en sí misma. Si esto, al final, conducía a "la revolución", era otro Gracias al compro
tema. A veces, estas dos formas diferentes de compromiso político GIP pudo publicar los
chocaban. Cuando qauche prolétarienne argumentaba que tal o masivos -Magazine L
cual acción era políticamente incorrecta, que los trabajadores de Modemes, Esprit, o 1
Renault no entendían el apoyo a los motines en las cárceles (la públicos, llamados Ce
piedra de toque final para los maoístas) o que los voceros del GIP penales específicos c<
eran "tan insuficientemente proletarios", Foucault insistía en que tiones, se trató la ne:
"éste es el GIP, no Secours rouge o Gauche prolétarienne» (Macey a dos convictos sente
1993:264). Nunca se situó como un intelectual ajeno a un mo- · psiquiatra de Toul. C
vimiento social, sino que fue el verdadero motor del GIP. En su carar la cárcel deján
biografía de Foucault, David Macey describió vívidamente cómo intolerable, ganó mue
este aclamado profesor del prestigioso College de France enviaba Toul, Edith Rose, des•
cartas, hacía numerosas llamadas telefónicas, repartía volantes, infantiles a los que lo!
escribía panfletos, organizaba oscuras reuniones en su domicilio buena conducta, obs
particular y era arrestado, mientras su carrera académica con­ variadas formas de te
tinuaba con el ritmo habitual. Nada en su vida anterior lo había te sobre los débiles m

preparado para los años que estaban por venir. suicidios. Por otra pa:
La principal estrategia de GIP fue recolectar y publicar infor­ de aislamiento y de ce
mación sobre las condiciones carcelarias descriptas por los de­ mediante correas; cor
tenidos. Sus horripilantes relatos hablarían por ellos: la cárcel propios excrementos <
:N Los GRUPOS DE PRES!ON PARA LA REFORMA PENAL. . . 233

árceles; es una de las era una institución intolerable. En la introducción a la primera


ial, una de las áreas encuesta realizada en 1971 en veinte cárceles, el GIP sostuvo
ón por la cual, j unto explícitamente: "No nos concierne la formulación de propuestas
, periodistas, doctores para la reforma. No soñamos con una cárcel ideal. Sólo quere­
formations sur les Pri- mos que la realidad se conozca. La opinión pública tiene que
despertarse y permanecer alerta" (Vingtras 1972). Los cuestio­
huelga de hambre de narios tenían que entrar y salir de la cárcel de contrabando
. que querían llamar porque en Francia estaba prohibido recoger ese tipo de informa­
niento por razones po­ ción. Los activistas del GIP fueron ganando, muy lentamente, la
:ales de izquierda y a simpatía de las largas colas de visitantes, quienes, al principio,
3. esta acción maoista
sólo querían ver a sus familiares, pero que luego ayudaron a re­
:tyuda roja) -en la cual partir los cuestionarios cuando al GIP se le prohibía la entrada.
y Gauche prolétarien­ Una segunda encuesta, esta vez sobre las experiencias de los
eltas se extendieron a internos con el sistema legal y el judicial, no llegó a efectivizar­
rmaron una red junto se, pero la iniciativa fue útil para alentar y cimentar los víncu­
trabajadores (Donze­ los entre el GIP y los operadores judiciales y profesionales del
no de Secours Rouge y Derecho. Foucault consideraba de vital importancia mantener
1to de los detenidos y un adecuado contacto con el Syndicat de la Magistrature, una
1cionaria. Para GIP, el asociación de j ueces progresistas establecida después de los su­
del sistema carcelario cesos de mayo del 68 (Macey 1993:262).
la revolución", era otro Gracias al compromiso de Foucault y otros intelectuales, el
le compromiso político GIP pudo publicar los resultados de las encuestas en los medios
.rgumentaba que tal o masivos -Magazine Littéraire, Le Nouvel Observateur, Les Temps
ue los trabajadores de Modemes, Esprit, o Le Monde-. Asimismo, organizó tribunales
1es en las cárceles (la públicos, llamados Comités-Venté, en los que se discutían temas
¡ue los voceros del GIP penales específicos con el público en general. Entre otras cues­
mcault insistía en que tiones, se trató la negación del presidente Pompidou a indultar
prolétarienne" (Macey a dos convictos sentenciados a muerte y las revelaciones de la
:ctual ajeno a un roo- psiquiatra de Toul. Con esto último, la estrategia de desenmas­
motor del GIP. En su carar la cárcel dejándola al descubierto como una institución
bió vívidamente cómo intolerable, ganó mucha fuerza. Una psiquiatra de la cárcel de
ege de France enviaba Toul, Edith Rose, describió muchos de los "juegos" denigrantes e
cas, repartía volantes, infantiles a los que los internos recurrían para ganar méritos por
niones en su domicilio buena conducta, observados desde su práctica, como también
trrera académica con­ variadas formas de tortura psicológica, aplicada preferentemen­
vida anterior lo había te sobre los débiles mentales, que con frecuencia terminaban en
enir. suicidios. Por otra parte, advirtió sobre el uso habitual de celdas
ectar y publicar infor­ de aislamiento y de camas a las que los internos eran amarrados
descriptas por los de- mediante correas; contó sobre los internos que yacían sobre sus
3.n por ellos: la cárcel propios excrementos o a quienes no se les permitía ver a sus hijos
234 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS D

sólo porque no e staban casados con las madres. Así, concluyó recho a un adecuado !
en que los llamados "reincidentes peligrosos" eran prácticamen­ de apelación y de defe
te creados por el propio sistema (Macey 1993:275). Edith Rose Gauche prolétarienne
reveló estos "secretos" en una carta abierta al inspector general lucha, pero Foucault
de la administración carcel ria, al presidente de la República, al considerarlos política!
ministro de justicia y al presidente de la orden de los médicos. mandas y la batalla ce
Su carta fue ampliamente citada por la prensa, publicada en La a los internos no tien<
cause du peuple -j'accuse (la publicación de Gauche prolétarien­ mente el reconocimier
ne) y reeditada como solicitada en un periódico nacional de gran movimientos políticos
tirada, Le Monde, el 26 y 27 de diciembre de 197 1 . Foucault in­ tidianos de la vida -la
mediatamente recogió su mensaje, no sólo porque convalidaba el trabaj ador y su jefe,
los relatos de los internos, sino también porque veía su informe reprime la sexualidaé
como el compromiso político par excellence de los intelectuales: familia, la penalizacic
la persona que habló en contra de lo intolerable en base a su que todos ellos confor
conocimiento personal. De este modo, Foucault se manifestó im­ en este momento, acci
plícitamente en contra de que los que hablaban en nombre de Luego de moviliza
otros -como Sartre o Gauche prolétarienne-. Asimismo, enfatizó demandas, el GIP y e
la importancia de ser concreto e hizo un paralelo con la guerra prisión era el símbolo
de Argelia: "Una cosa era decir que el ejército empleaba la tortura justicia de clase. Al en
y otra muy distinta decir que el Capitán X había torturado a Y dos y minorías étnica
o que se habían sacado muchos cadáveres de una comisaría en el CAP, "las cadenas e
particular. La doctora Edith Rose fue lo suficientemente valiente que no tienen poder s
para hacer esto último" (Macey 1993:277). Rose fue obligada a sibles. Los detenidos,
dejar su trabajo en la cárcel. Dentro del sistema, su denuncia fue aislarlos en sus lucha
recibida con un silencio total. Su ira es la tuya" (Dor
Más tarde, el GIP demandó el derecho a la información y a de Foucault, el derecl
la correspondencia irrestrictas y libres de censura, el derecho a una "economía de ilef
agremiarse y asociarse y á la admisión de visitas de familiares el proletario inútil es •
y de adherentes políticos. Esta tarea fue continuada enseguida entre los trabajadores
por la rama de los detenidos del GIP, el Comité d'Action des Pri­ expiatorios, a los qw
sonniers (por su sigla, CAP), fundada en 1972 por Serge Livrozet. explota el temor públ
Su fundador no quería diferenciar al CAP de la línea impuesta público general un a¡:
por el GIP, pero sostuvo que era cuestión de los propios deteni­ del GIP demuestra cu;
dos agremiarse y continuar las revueltas que habían comenza­ cisma entre las masa
do detrás de las paredes y en los techos (Macey 1993:288). El do se intentaba inclu
CAP tenía otras demandas, como la abolición de los anteceden­ más amplio, la difen
tes penales, la expulsión y las sentencias perpetuas y a pena demasiado fuerte. La
de muerte, y en última instancia, la abolición de las cárceles con los trabajadores f
y de la prisión preventiva. Asimismo, formuló demandas más proletaria dudaba del
modestas, como la reorganización del trabajo carcelario, el de­ munista ortodoxo y le
!GEN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. • •
235

s madres. Así, concluyó recho a un adecuado servicio médico y odontológico y el derecho


osos" eran prácticamen- de apelación y de defensa ante la administración penitenciaria.
'1 1993:275). Edith Rose Gauche prolétarienne cuestionó la relevancia política de esta
erta al inspector general lucha, pero Foucault compartía estos reclamos parciales, por
dente de la República, al considerarlos políticas concretas. "Se podría decir que estas de­
a orden de los médicos. mandas y la batalla contra las futilidades por las que se castiga
prensa, publicada en La a los internos no tienen contenido político, pero ¿no es precisa­
n de Gauche prolétarien­ mente el reconocimiento crucial, el descubrimiento de todos los
riódico nacional de gran movimientos políticos contemporáneos, que los asuntos más co­
re de 197 1 . Foucault in­ tidianos de la vida -la forma en que uno come, la relación entre
;;ólo porque convalidaba el trabajador y su jefe, el modo en el que uno ama y en el que se
porque veía su informe reprime la sexualidad, la coerción que tiene lugar dentro de la
nce de los intelectuales: familia, la penalización del aborto- son todos políticos? Hacer
ntolerable en base a su que todos ellos conformen un objeto de acción colectiva implica,
mcault se manifestó im­ en este momento, acción política" ( Lambrechts 1982: 100).
hablaban en nombre de Luego de movilizar a la opinión pública respecto de estas
·me-. Asimismo, enfatizó demandas, el GIP y el CAP también intentaron mostrar que la
n paralelo con la guerra . prisión era el símbolo por excelencia de la sociedad de clase y la
rcito empleaba la tortura justicia de clase. Al encarcelar mayormente a jóvenes, desocupa­
:1 X había torturado a Y
dos y minorías étnicas, se reproducía la inequidad social. Para
res de una comisaría en el CAP, "las cadenas de los detenidos son las de todos aquellos
suficientemente valiente que no tienen poder sobre sus vidas. Simplemente, son más vi­
?7). Rose fue obligada a sibles. Los detenidos, frente a los intentos de las autoridades de
;istema, su denuncia fue aislarlos en sus luchas, necesitan el apoyo de todos los rebeldes.
Su ira es la tuya" (Donzelot 1975 : 1 13). En los siguientes análisis
ha a la información y a de Foucault, el derecho penal es un sistema de producción de
je censura, el derecho a una "economía de ilegalidades" despolitizada, mediante el cual
de visitas de familiares el proletario inútil es criminalizado para quebrar la solidaridad
e continuada enseguida entre los trabajadores. Los "delincuentes" son excelentes chivos
Comité d'Action des Pri- expiatorios, a los que se culpa de los problemas sociales. Se
1972 por Serge Livrozet. explota el temor público al delito para hacer aceptable para el
A.P de la línea impuesta público general un aparato de control omnipotente La historia
•n de los propios deteni­ del GIP demuestra cuán profundamente internalizado estaba el
ts que habían comenza­ cisma entre las masas proletarias y las no proletarias. Cuan­
lS (Macey 1993:288). El do se intentaba incluir detenidos en un movimiento proletario
•lición de los anteceden­ más amplio, la diferenciación con los trabajadores resultaba
ias perpetuas y a pena demasiado fuerte. La idea de agremiar a los detenidos junto
bolición de las cárceles con los trabajadores fracasó también en Francia. La izquierda
nrmuló demandas más proletaria dudaba del acierto de estos intentos y el partidó co­
rabajo carcelario, el de- munista ortodoxo y los sindicatos los rechazaron, igual que en
Los GRUPOS O
236 RENÉ VAN SWAANINGEN
prisión, las medidas
Alemania. Foucault llegó a la conclusión de que era un error
el reconocimiento del
ver a los detenidos como una suerte de proletarios sustitutos.
apoyo de sanciones a.
Asimismo, negó que su trabajo académico persiguiera fines po­
denas a privación de
líticos, pero no tenía inconveniente en que los activistas que
de la Magistrature, C<
sintieran que sus análisis eran de algún modo útiles, los usaran
gremios o la izquierd<
libremente como cajas de herramientas. En algunas oportuni­
ocializadores del ene;
dades, Foucault trató la cuestión de las estrategias políticas de
democrática formal. E
un modo más explícito. Otras veces, lo hizo de manera muy
siderado el enemigo.
abstracta, por ejemplo, al enfatizar el rol central de la libido en
ciertas reformas exito
la acción revolucionaria; dado que ambas están más allá del
te y de las unidades d
control, son las reales enemigas del fascismo (prefacio a Deleuze
las condiciones caree!
y Guattari 1972) . Sus observaciones sobre la "lúdica ciencia del
radares como los oficü
judo" surgieron de las discusiones con la izquierda proletaria.
jadores sociales. Los :
Según Foucault ( 1975c), su política de confrontación no sólo es
sus acciones hacia es
cansadora sino que además sería de escaso éxito en el caso de
definió a sí mismo cor
que un en mo (el GIP) tuviera que luchar con un gigante (el Es­
tura sólo podía ser ur
tado). En la estrategia del judo, las acciones del oponente no son
respondid8: s- frontalmente sino que, al dar un paso al costado, V. EL CASO ITALIANO : LA
su movimiento es utilizado como largada para la próxima fase
de la acción. Stuart Henry y Dragan Milovanovic ( 1996:220-1) Con la presentacióJ
también utilizan la metáfora de Foucault en su idea del "judo crítica La Questione e
social", según el cual se crea un discurso de reemplazo sobre originó un debate sob:
el control del delito; la energía destructiva se canaliza en una miento de la clase tral
dirección más constructiva. El GIP se disolvió en 1973, como del partido comunist<
consecuencia del agotamiento político y personal. Resulta im­ ocasión que, probable
posible decir exactamente cuántas personas participaron en el lucha carcelaria por p
GIP, pero se estima que entre cientos y miles (Macey 1993:264). acompañar- la revista
El CAP retomó los objetivos y continuó h a sta 1980. D espués, los dentro del PCI. "Si se <
movimientos de detenidos siguieron existiendo en varias cárce­ lle una elaboración te
les, siendo el mejor establecido el parisino Syndicate Autonome llegar a las masas. En
de Prisionners de la Santé. tido como el que pretc
En mayo de 1981 se fundó un nuevo ,grupo de presión para de brindar una visiór
la reforma penal: Coordination Syndicale Pénale (por sus siglas, relación dialéctica cor
COSYPE). Su nacimiento se debió al endurecimiento del clima antes se había forma(
de ley y orden reinante en Francia y al decreciente reconoci­ aquella época, ya exist
miento de metas penológicas como la rehabilitación o la educa­ los auspicios del grup•
ción, que se frustraban por las deficiencias altamente patológi­ periódico de izquierda
cas generadas por el encarcelamiento. Los objetivos de COSYPE La lucha carcelaric:
no diferían fundamentalmente de los del GIP y el CAP. Las áreas interpretada por los J
de mayor interés eran la abolición de las sentencias largas de como el reflej o de la e
474

Los GRUPOS DE PRESJON PARA LA REFORMA PENAL • . •


237
}EN
prisión, la s edidas de seguridad y los regímenes especiales;
>n de que era un error _
el reconocimiento del derecho de reunión para los detenidos el
: proletarios sustitutos.
apoyo de sanciones alternativas y la reducción del uso de c n­
denas a p:ivación de la libertad. Relacionado con el Syndicat
::o persiguiera fines po-
que los activistas que
de la Magistrature, COSYPE dejó de orientarse a las masas, los
modo útiles, los usaran
gremios o la izquierda radical. La lucha contra los efectos des­
. En algunas oportuni­
ocializadores del encarcelamiento se libró dentro de la arena
estrategias políticas de
democrática formal. El Departamento de Prisión ya no era con­
) hizo de manera muy
s derado el enemig?. El CO SYPE enfatizó que el hecho de que
·1 central de la libido en
ciertas reformas exitosas, como la abolición de la pena de muer­
)as están más allá del te y de las unidades de máxima seguridad o el mejoramiento de
smo (prefacio a D eleuze las condiciones carcelarias se lograron en cooperación con ope­
·re la "lúdica ciencia del radores como los oficiales de policía, los magistrados y los traba­
la izquierda proletaria. jadores sociales. Los nuevos grupos de presión debían orientar
onfrontación no sólo es sus acCiones hacia estas personas. El COSYPE ( 1983, 1985) se
aso éxito en el caso de definió a si mismo como abolicionista, pero sostuvo que tal pos­
r con un gigante (el Es­ tura sólo podía ser una dirección provisoria.
nes del oponente no son
lar un paso al costado, V. EL CASO ITALIANO : LA LUCHA CARCELARIA COMO LUCHA DE CLASES
la para la próxima fase
ilovanovic ( 1996:220-1) Con la presentación en Bologna de la revista de criminología
llt en su idea del "judo crítica La Questione Criminale, el 1 1 de diciembre de 1975, se
rso de reemplazo sobre originó un debate sobre la idea de "la política criminal del movi­
iva se canaliza en una miento de la clase trabajadora". El director del centro de estudios
disolvió en 1973, como del partido comunista (PCI), Pietro Ingrao, expresó en aquella
' personal. Resulta im­ ocasión que, probablemente, la clase trabajadora no apoyaría la
anas participaron en el lucha carcelaria por propia iniciativa. Por lo tanto, era necesario
niles (Macey 1993:264) . acompañar- la revista con algún grupo de presión a establecerse
asta 1980. Después, los dentro del PCI. "Si se quiere que La Questione Criminale desarro­
;tiendo · en varias cárce­ lle una elaboración teórica fértil, también tiene que ser posible
no Syndicate Autonome llegar a las masas. Entonces, se necesita la mediación de un par­
tido como el que pretendemos, un nuevo partido masivo, capaz
. grupo de presión para de brindar · una visión completa de la sociedad y de crear una
Pénale (por sus siglas, relación dialéctica con la cultura" (Bricola y otros, 1975). Nunca
.durecimiento del clima antes se había formado un grupo de presión dentro del PCI. Por
tl decreciente reconocí­ aquella época, ya existían acciones por parte de los detenidos bajo
habilitación o la educa­ los auspicios del grupo maoista Lotta continua, impulsado por el
:ias altamente patológi­ periódico de izquierda Il Manifesto (Guerini y Tagliarini 1975).
La lucha carcelaria había comenzado alrededor de 1968 y fue
)S objetivos de COSYPE
interpretada por los protagonistas y observadores de la época
GIP y el CAP. Las áreas
como el reflejo de la creciente conciencia de clase y de nuevas
:ts sentencias largas de
/

238 RENÉ VAN SwAANINGEN Los GRUPOS [

luchas sociales, dentro de las cuales el sistema penal era visto , informazione practicó
principalmente, como u n instrumento de dominación clasista. acción en las cárceles
Las revueltas que se sucedieron en varias cárceles italianas fue­ tadas en un llano estil
ron, al principio, pura rebelión, violencia y destrucción. Sirvie­ consecuentemente, de
ron para atraer la atención del público hacia problemas penales toridades carcelarias
como la sobrepoblación, los errores judiciales y las deficientes o, directamente, como
condiciones sanitarias de las cárceles. E stas protestas espon­ este fenómeno como re
táneas y descoordinadas de los detenidos marcaron la primera · atrapada entre el imp1
fase en la lucha carcelaria italiana. Hacia finales de 1969, con la de vincularla con un
participación de los militantes de la izquierda extraparlamenta­ de la sociedad. La carr
ria -originada en el movimiento estudiantil- se inició la segunda reformas de 1975 aisl:
fase. Muchos de esos militantes fueron, a su vez, detenidos bajo vínculo con la lucha d
leyes de emergencia antiterroristas, y sus camaradas apoyaron ció muy poco después
las acciones llevadas a cabo desde la sociedad. E sto motivó al­ En busca de mayo:
gunas declaraciones públicas de las autoridades responsables, cenzo Ruggiero sostu
respecto de los serios problemas existentes en las cárceles ita­ lianas veían su lucha
lianas y, también, sobre las frecuentemente dudosas políticas te como una lucha e
con tendencias clasistas de la administración de justicia penal. disciplinada: dado qu
En su tercera fase, alrededor de 1973, "la reforma se convirtió de las clases sociales
en la clave" (Rauty 1976, 1975 : 120). Los detenidos comenzaron a una metáfora del rol !
formular demandas más concretas sobre las condiciones carce­ ral. La cárcel no esta
larias. En primera instancia, lucharon por una amplia amnistía, sino para las masas
mientras esperaban la reforma penal sustancial, que incluiría la eslabón en la cadena
abolición de la prisión preventiva y la reincidencia como circuns­ disciplinada 4• Ruggie
tancia agravante de la condena; el derecho a trabajar fuera de la sobre estas iniciativa
cárcel obre la misma base contractual y por los mismos salarios lación antiterrorista,
que los trabajadores en libertad; el derecho a la educación, á la más adecuado para S•
libertad de reunión, a la libertad de comunicación epistolar y algu­ carcere imperialista, r
nos otros derechos constitucionales y a la abolición de ciertas prác­ y otras publicaciones
ticas inhumanas, como el confinamiento en soledad y los chalecos fletas de los comités <
de fuerza (Invemizzi 1975). Los grupos de presión se orientaron poco material disponi
más al individuo e intentaron crear posibilidades de reintegración Si bien la idea de lc:
social para los detenidos, que, básicamente, consistían en ayuda bres jóvenes, desocup
material como alojamiento, trabajo, contactos, etcétera.
Algunas de las demandas fueron satisfechas por las reformas
penales de 1975, pero ello no terminó con la rebelión. Para los
4 La información sobr
activistas carcelarios fue prueba de que el problema principal presentación de Vincenz<
no estaba dentro del sistema penal, sino en el sistema social de en Haarlem, Países Bajo
marginalización y exclusión que representaba. En 1979, Contra­ d a con este autor.
/

Los GRUPOS DE PRES!ON PARA LA REFORMA PENAL • • •


239

stema penal era visto, informazione practicó el inventario de los numerosos comites de
! dominación clasista. acción en las cárceles italianas y diseñó ,tesis estratégicas, redac­
cárceles italianas fue­ tadas en un llano estilo "trabajador", en las que los detenidos son,
y destrucción. Sirvie­ consecuentemente, descriptos como lumpenproletarios, y las au­
cia problemas penales toridades carcelarias como agentes de la represión institucional
:iales y las deficientes o, directamente, como fascistas. Giuseppe Mosconi (1978) analizó
:stas protestas espon- este fenómeno como resultado de una estrategia de cambio social,
> marcaron la primera ·
atrapada entre el impulso racional a la reforma y la imposibilidad
finales de 1969, con la de vincularla con un cambio mayor de la composición de clases
::rda extraparlamenta­ de la sociedad. La cambiante situación de las detenciones tras las
il- se inició la segunda reformas de 1975 aislaron a la lucha carcelaria de su pretendido
su vez, detenidos bajo vínculo con la lucha de clases. El movimiento carcelario despare­
; camaradas apoyaron ció muy poco después de estas reformas.
iedad. Esto motivó al­ En busca de mayores explicaciones sobre su desarrollo, Vin­
>ridades responsables, cenzo Ruggiero sostuvo que, en 1970, los grupos de presión ita­
:es en las cárceles ita­ lianos veían su lucha contra el sistema penal fundamentalmen­
mte dudosas políticas te como una lucha contra la metáfora central de la sociedad
ción de justicia penal. disciplinada: dado que las cárceles estaban llenas de personas
'la reforma se convirtió de las clases sociales más bajas, el encarcelamiento constituía
etenidos comenzaron a una metáfora del rol social del proletariado en el mercado labo­
las condiciones caree­ ral. La cárcel no estaba pensada ante todo para los detenidos,
. una amplia amnistía, sino para las masas del exterior: la cárcel era solamente un
ancial, que incluiría la eslabón en la cadena a través de la cual la clase trabajadora era
::idencia como circuns­ disciplinada 4• Ruggiero afirmó que el escaso acceso al material
> a trabajar fuera de la sobre estas iniciativas se debía a su destrucción: bajo la legis­
>or los mismos salarios lación antiterrorista, los registros de tales acciones no eran lo
10 a la educación, a la más adecuado para ser encontrado. Tras la aparición del libro Il
cación epistolar y algu­ carcere imperialista, revistas como Assemblea, Critica del Diritto
JOlición de ciertas prác- y otras publicaciones no académicas, publicaron algunos pan­
1 soledad y los chalecos fletos de los comités de detenidos, pero, en general, existe muy
! presión se orientaron poco material disponible (Gallo y Ruggiero 1989).
idades de reintegración Si bien la idea de la cárcel siguió asociada a la figura de hom­
:e, consistían en ayuda bres jóvenes, desocupados y de la clase trabajadora, para 1980
tos, etcétera.
echas por las reformas
n la rebelión. Para los 4 sobre la que no se brindan referencias proviene de la
La i nformación
el problema principal presentación de Vincenzo Ruggiero en la Conferencia del Grupo Europeo
en el sistema social de en Haarlem, Países Bajos, en 1990, y en comunicación personal manteni·
taba. En 1979, Contra- da con e ste autor.
240 RENE VAN SWAANINGEN Los GRUPOS

había dejado de ser vista como un aparato disciplinante, aun por cárceles españolas. I
quienes originalmente apoyaron esta noción. En la actualidad, las blica, para no ser olv:
cárceles sólo son una metáfora de sí mismas, privadas de su co­ los únicos medios a
nexión con la sociedad. La composición de la población carcelaria cía. Al principio, las
italiana también cambió sustancialmente. Ya no puede sostenerse por brigadas militan
la idea de los detenidos "políticamente conscientes". La población grupos clandestinos
carcelaria italiana no sólo se duplicó en el período 1991- 1992 -tras paratistas vascos y e;
la aplicación de criterios de decarcerización-, sino que la cifra de Lliur) tuvieron un rol
drogadictos aumentó en el mismo período del veinte al sesenta por En el área de Madri•
ciento. La tradicional resistencia pública a las duras campañas movimientos sociale:
de ley y orden fue resquebrajada por la crisis de la izquierda y la franquismo, como lo
glorificación del Poder Judicial en la lucha contra la mafia (Pa­ las mujeres, los hom
varini 1994:57). La creencia pública en la posibilidad de cambio tos grupos publican
social (y, por lo tanto, de la reforma penal) colapsó y, aunque más letín titulado "¡Quier
no fuera con alcance simbólico, algunos "grandes delincuentes" palabra(s) la(s) tomar
fueron puestos tras las rejas, lo que también volvió más aceptable En octubre de 19
políticamente a la administración de justicia. que perdonaba a lo
En este contexto, el principal recurso disponible para redu­ esta ley, varios acadc
cir la población carcelaria fue la intervención en el campo de sin embargo, que la
las adicciones. En Italia los grupos de presión penal tienden, comunes era bastan
actualmente, a superponerse con aquellos que despliegan ac­ muchos de esos pre
ciones en esa área. Por lo tanto, a pesar de la profunda crisis movimientos de trab
política, no puede decirse, con injustificada nostalgia, que Italia debido a la gran co¡
experimenta un debilitamiento de su compromiso con el asunto típica de las cárceles
carcelario. Los grupos de presión tuvieron un rol especial en afirmaban que debid
el desarrollo histórico, y en la actualidad puede observarse un vanecería la atenciór
cambio ta to en el enfoque como en la lógica de los derechos de 1977, formaron COF
·

los detenidos y de la reforma penal. en Lucha), cuyo obje1


total (Marti 1977; Be
VI. LA LUCHA CARCELARIA EN ESPAÑA COMO LUCHA POR LA DEMOCRACIA 5 El parlamento es¡
de amnistía general
Los orlgenes de los grupos de presión penal en España se '
trucción de las instit
encuentran en la transición hacia la democracia. Después de la
tilaciones continuar•
dictadura de 1975, estallaron numerosas revueltas en muchas
Brigadas antidisturt
como antes, el aislar
los grupos de apoyo ;
5 El desarrollo de los grupos de presión españoles
es muy bien anali­ daridad con los pres<
zado por Iñaki Rivera ( 1993). La información sin referencias tiene como de 1977, una conferc:
fuente esta obra. (Complutense), en la
Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 24 1

disciplinante, aun por cárceles españolas. Los detenidos querían atraer la atención pú­
n. En la actualidad, las blica, para no ser olvidados en el proceso de democratización, con
tas, privadas de su co­ los únicos medios a su alcance: la destrucción y la desobedien­
la población carcelaria cia. Al principio, las revueltas fueron reprimidas violentamente
Ya no puede sostenerse por brigadas militares especiales -Brigadas antidisturbios-. Los
scientes". La población grupos clandestinos anarco-sindicalistas (CNT, GRAPO) y los se­
1eríodo 1991-1992 -tras paratistas vascos y catalanes de izquierda (Herri Batasuna, Terra
n-, sino que la cifra de Lliur) tuvieron un rol central en la coordinación de tales acciones.
lel veinte al sesenta por En el área de Madrid, el movimiento de los detenidos se unió a
a las duras campañas movimientos sociales de otros grupos "marginalizados" bajo el
sis de la izquierda y la franquismo, como los movimientos de los derechos humanos de
.a contra la mafia (Pa- las mujeres, los homosexuales y los pacientes psiquiátricos. E s­
posibilidad de cambio tos grupos publicaron en conjunto, entre 1976 y 1978, un bo­
colapsó y, aunque más letín titulado "¡Quienes no han tenido jamás el 'derecho' a la(s)
"grandes delincuentes" palabra(s) la(s) toman ya!" (Rivera 1995:95-6).
!n volvió más aceptable En octubre de 1977, se sancionó la Ley de amnistía política,
:ia. que perdonaba a los presos políticos. Durante el desarrollo de
d isponible para redu­ esta ley, varios académicos y movimientos sociales sostuvieron,
:nción en el campo de sin embargo, que la distinción entre presos políticos y presos
Jresión penal tienden, comunes era bastante artificial en el contexto español, porque
os que despliegan ac­ muchos de esos presos comunes también eran activistas de los
. de la profunda crisis movimientos de trabajadores y estaban encarcelados realmente
ia nostalg ia, que Italia debido a la gran conciencia social y la solidaridad mecánica,
tpromiso con el asunto típica de las cárceles españolas. Los presos "comunes", a su vez,
·on un rol especial en afirmaban que debido a estas amnistías limitadas pronto se des­
l puede observarse un vanecería la atención pública sobre su situación. En febrero de
:tica de los derecho. s. de 1977, formaron COPEL (Coordinadora de los Presos Españoles
en Lucha), cuyo objetivo esencial era la lucha por una amnistía
total (Marti 1977; Bergalli 1995: 150).
CHA POR LA DEMOCRACIA 5 El parlamento español (Cortes) no hizo lugar a los reclamos
de amnistía general, e ignoró el problema carcelario. La des­
n penal en España se · '

trucción de las instituciones penales, las huelgas y las automu­


.acracia. Después de la
tilaciones continuaron, fueron igualmente reprimidas por las
:; revueltas en muchas
Brigadas antidisturbios y la reacción institucional común fue,
como antes, el aislamiento y la tortura. Dentro de la sociedad,
los grupos de apoyo afiliados promovieron una "semana de soli­
añoles es muy bien anali­ daridad con los presos comunes" y organizaron, el 23 de febrero
:;in referencias tiene como de 1977, una conferencia en la Facultad de Derecho de Madrid
(Complutense}, en la que intelectuales como Fernando Savater,
242 REN"E: VAN SWAANINGEN Los GRUPO:

Ignacio Berdugo y Carlos García Valdés apoyaron la presenta­ españoles no pedía1


ción del manifiesto de COPEL. Éste contenía, entre sus justas una lucha por la de
demandas, el derecho a la integridad humana y al respeto de tiembre de 1979, la
los derechos humanos (lo que significaba el derecho a no ser ley penitenciaria (LE
golpeado y denigrado en celdas de aislamiento); una adecuada menos en lo relativo
reforma penitenciaria; el fin de la explotación del trabajo de los tenidos y a la admin
detenidos y el pago de salarios normales; comida más sana y las más progresista:
autorización para recibir regalos de los familiares; servicios mé­ implementación de
dicos prestados por médicos en vez de veterinarios; mejoramien­ Más allá del prog
to de las condiciones higiénicas, etc. Como no hubo respuesta gulaciones resultan
de las autoridades, las revueltas carcelarias se intensificaron en cebidas en los docu
todas las cárceles españolas, en cuyo transcurso las fugas de la manifestó: "Tenemo!
cárcel madrileña de Carabanchel, el 18 de j ulio de 1977, le die­ están en una posici
ron mayor notoriedad. En esa misma cárcel, un convicto miem­ sistema y el respeto
bro de CNT y activista de COPEL llamado Agustín Rueda Sierra escandinavo". Los g1
falleció el 14 de marzo de 1978 tras una golpiza propinada por 80 tenían una natu
funcionarios penitenciarios. Diez años después (¡!), el director, se inclinaban a la re
los funcionarios involucrados y el cuerpo médico de la cárcel ramiento de las conl
fueron hallados culpables del hecho. Una semana después de maron varias organi
aquel suceso, el director general de las instituciones peniten­ familiares en las dü
ciarias, Jesús Haddad Blanco, fue asesinado en un ataque del activo fue el grupo
GRAPO en Madrid (Rivera 1995: 10 0 - 1 ) . a "denuncia". Salha
Después de este "año d e muertes" quedó claro que la situación tiva de familiares d•
no podía prolongarse y que debía hacerse algo con el problema abogados y psicólogc
carcelario. El rol de los medios fue importante, ya que brindaron continua de los dere
una completa cobertura de las acciones de los detenidos y sus de la vigilancia peni
razones. Carlos García Valdés, quien un año antes había apo­ y al sistema penal e
yado los reclamos de COPEL, fue nombrado director general de un objetivo implícitc
las instituciones penitenciarias, lo que generó grandes expecta­ fue la masiva sobre¡
tivas en COPEL. Éste comenzó su nuevo trabaj o con una serie condena (procesado:
de visitas a las cárceles más problemáticas, para experimentar drogadicto s, detenid
personalmente la realidad penal y para hacer un inventario de se obstaculizaba el :
las demandas de los presos, con miras a incluirlas en una nueva sos (frecuentemente
ley penitenciaria. García Valdez quedó muy impresionado por las de que inducían a le
deplorables condiciones sanitarias, el gran número de suicidios y y a la rebelión) .
la inmensa sobrepoblación, que consideró factores criminógenos El debate sobre el
de primera categoría. Asimismo, subrayó que sólo unos pocos que tratar de forma
países dentro de Europa habían dado pasos significativos para Irlanda del Norte e
crear regímenes carcelarios 'decentes, agregando que los presos sistema de justicia
EN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 243

apoyaron la presenta­ españoles no pedían jaulas de oro sino que habían emprendido
:enía, entre sus justas una lucha por la democracia (COPEL 1978:69-70). El 26 de sep­
¡mana y al respeto de tiembre de 1979, las Cortes aceptaron unánimemente la nueva
>a el derecho a no ser ley penitenciaria (Ley orgánica general penitenciaria), la que -al
niento); una adecuada menos en lo relativo al reconocimiento de los derechos de los de­
tción del trabajo de los tenidos y a la administración democrática de las cárceles- fue de
s; comida más sana y las más progresistas en Europa. Muy poco tiempo después de la
miliares; servicios mé­ implementación de esta ley, COPEL dejó de existir.
erinarios; mejoramien­ Más allá del progreso experimentado en 1979, no todas las re­
mo no hubo respuesta gulaciones resultan en la práctica del mismo modo que son con­
ias se intensificaron en cebidas en los docume tos. Esther Giménez-Salinas ( 1991 :568)
nscurso las fugas de la manifestó: "Tenemos presos que, desde el punto de vista material,
le julio de 1977, le d ie­ están en una posición típica de un país latino, mientras que el
cel, un convicto miem­ sistema y el respeto por sus derechos humanos refleja a un país
> Agustín Rueda Sierra escandinavo". Los grupos para la reforma penal de la década del
golpiza propinada por 80 tenían una naturaleza muy distinta de COPEL; mayormente,
lespués (¡!), el director, se inclinaban a la realización de las garantías legales y el mejo­
)O médico de la cárcel ramiento de las condiciones carcelarias. En primer lugar, se for­
1a semana después de maron varias organizaciones de autoayuda de los detenidos y sus
instituciones peniten­ familiares en las distintas regiones del país. El movimiento más
nado en un ataque del activo fue el grupo vasco Salhaketa, palabra vasca equivalente
a "denuncia". Salhaketa surgió de la iniciativa de una coopera­
.ó claro que la situación tiva de familiares de presos comunes de la cárcel de Bassauri,
.e algo con el problema abogados y psicólogos, en 1981 . Salhaketa denunció la violación
:ante, ya que brindaron continua de los derechos de los detenidos; el mal funcionamiento
de los detenidos y sus de la vigilancia penitenciaria; la falta de alternativas a la prisión
t año antes había apo­ y al sistema penal en su conjunto. La abolición de la cárcel fue
ado director general de un objetivo implícito en un meta nivel, pero su punta de lanza
eneró grandes expecta­ fue la masiva sobrepoblación, la gran cantidad de detenidos sin
> trabajo con una serie condena (procesados); la formación de grupos de apoyo para los
::as, para experimentar d rogadictos, detenidos H IV-positivo y con s Ída, y el modo en que
hacer un inventario de se obstaculizaba el servicio de asesoramiento jurídico a los pre­
incluirlas en una nueva sos (frecuentemente se les negaba la admisión, con el argumento
1y impresionado por las de que inducían a los detenidos a comportamientos subversivos
n número de suicidios y y a la rebelión).
) factores criminógenos El debate sobre el terrorismo fue un tema que Salhaketa tuvo
ó que sólo unos pocos que tratar de forma implícita, porque, al igual que en Alemania,
:�.sos significativos para Irlanda del Norte e Italia, pervirtió el carácter democrático del
:regando que Jos presos sistema de justicia penal, mediante la implementación de las
Los GRUPOS
244 RENÉ VAN SWAANINGEN
reforma penal se m<
llamadas leyes antiterroristas, que si bien surgieron como legis­ por la defensa legal,
lación de emergencia contra el ala militante del partido separa­ ganizada, a cargo de
tista vasco de izquierd a Herri Batasun a, Euskadi ta Askatas una de abogados de Bar
(Liberación del País Vasco, de allí ETA), fueron incorporadas al Defensa. Asimismo,
Código Penal (común) nacional . Desde entonces , pudieron apli­ nacional, igualment
carse regulaciones más inquisitivas, concebidas para terroris­ Servicios de Orienta
tas, a todo tipo de delitos. La incorporación al Código Penal de primer paso en la i
las leyes y decretos de emergencia les daba una fa lsa imagen de regionales que, al of¡
normalidad, como una legislación democráticamente sanciona­ tituyeron un grupo <
da (Balmace da y Carrera 1990) 6. En la actualidad, las activida­ hubo intentos de in
des de Salhaketa incluyen publicaciones como un manual legal dentro del campo pe
para los presos, Defenderse en la cárcel, de 1989. a nivel nacional en 1
Hasta finales de 1990, la probation no tenía estatus legal sociales de apoyo a _

en España. Sin embargo, existían organizaciones sin fines de la coordinación y or


lucro, como el Institut de Reinserció Social (IRES) catalán, que estos movimientos e
desde 1969 proveía asistencia social a los detenidos y perseguí a desarrollo las experi
su reintegración social. En cooperación con magistra dos vee­ se tradujeron en cue
dores en Barcelona, también buscaron alternativas a la inter­ Las recomendacic
nación de delincuentes juveniles , lo que, para otras categorías geridas por varios g1
de procesados sería imposible en las fa ses prelimina res, según sidios que implicara¡
una interpretación dogmátic a estricta. Por ello, la reforma del les debían ser recha:
Código Penal en 1983 para introducir la probation, a instancia s estatales a proyecto
de la actividad desplegad a por el IRES, fue muy complicada y rabies condiciones C;
se la rechazó, por considerársela demasiado costosa. Además, de pedidos de medid
los académic os progresistas tampoco fueron muy entusiast as pedidos para el mejc
respecto de la iniciativa, por las mismas razones que se dieron de otro · tipo dentro d
en el caso italiano (Bergalli 1992). En E spaña, la lucha por la de los presos con el
administración peni
al Poder Judicial s1.:
de vigilancia) y a los
6 La "guerra sucia" de las autoridades socialdemócratas contra ETA pea; que debían inic
llevó al surgimiento de Grupos Antiterroristas de Liberación dentro de las la construcción de n
fuerzas policiales, responsables de la muerte de al menos veintiséis etarras
macrocárceles) , y qu
(probablemente) con el consenso de altos funcionarios. Al mismo tiempo,
au mentó el número de víctimas de ETA ajenas al conflicto vasco, lo que drogadictos (casi el
culminó con el asesinato del presidente progresista de la Corte Suprema infectados de sida (e
española, Francisco Tomás y Valiente, en febrero de 1996 . Al igual que en españolas, por su co
otros casos, en el español, el número de personas que. lucha por la defensa este hecho le d ába a
de las garantías del E stado de Derecho democrático y contra las leyes anti­
ferente (Salhaketa 1S
terroristas es mucho mayor que el grupo de personas que apoyan a ETA.
Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 245
:JEN
reforma penal se mantuvo, en gran medida, dentro de la lucha
n surgieron como legis­
por la defensa legal, que desde 1989 se encuentra muy bien or­
mte del partido Separa­
ganizada, a cargo de un grupo penitenciario especial del cuerpo
Euskadi ta Askatasuna
de abogados de Barcelona, Grup de Presons de la Comissió de
fueron incorporadas al
Defensa. Asimismo, se ha intentado establecer una plataforma
ntonces, pudieron apli­
nacional, igualmente especializada, a través de los llamados
ncebidas para terroris­
Servicios de Orientación Jurídico Penitenciario. Salhaketa dio el
:ión al Código Penal de
primer paso en la iniciativa de algunos colegios de abogados
ba una falsa imagen de
regionales que, al ofrecer asesoramiento jurídico gratuito, cons­
cráticamente sanciona­ tituyeron un grupo de presión adicional. En Cataluña, también
tctualidad, las activida­ hubo intentos de integrar varios movimientos sociales legales
; como un manual legal dentro del campo penal. Así, en 1993 esta iniciativa fue llevada
de 1989. a nivel nacional en la Plataforma de integración de movimientos
no tenía estatus legal sociales de apoyo a presos/as (Rivera 1994). Salhaketa asumió
nizaciones sin fines de la coordinación y organizó la primera conferencia nacional de
:ial (IRES) catalán, que estos movimientos en el área penal, en mayo de 1993, en cuyo
s detenidos y perseguía desarrollo las experiencias de los grupos de trabajo regionales
1 con magistrados vee­ se tradujeron en cuestiones generales· de estrategia.
alternativas a la ínter­ Las recomendaciones sobre las políticas a implementar, su­
!, para otras categorías geridas por varios grupos, incluyeron la noción de que los sub­
;es preliminares, según sidios que implicaran demandas profesionales u organizaciona­
Por ello, la reforma del les debían ser rechazados; que sólo debían aplicarse los fondos
probation, a instancias estatales a proyectos concretos; que las quejas sobre las deplo­
fue muy complicada y rables condiciones carcelarias no tenían que ser acompañadas
siado costosa. Además, de pedidos de medidas alternativas al encarcelamiento sino de
ueron muy entusiastas pedidos para el mejoramiento de las instalaciones educativas y
3 razones que se dieron de otro . tipo dentro de las cárceles; que el sabotaje del contacto
spaña, la lucha por la de lo s presos con el mundo exterior por los funcionarios de la
administración penitenciaria debía originar reclamos oficiales
al Poder Judicial supervisor del sistema carcelario Uuzgados
de vigilancia) y a los diferentes foros (para)legales a nivel euro;­
:ialdemócratas contra ETA peo; que debían iniciarse acciones mediáticas para oponerse a
de Liberación dentro de las la construcción de nuevas cárceles de gran tamaño (llamadas
: al menos veintiséis etarras
macrocárceles), y que debía remarcarse el enorme porcentaje de
ionarios. Al mismo tiempo,
s al conflicto vasco, lo que drogadictos (casi el setenta por ciento) y portadores de HIV o
esista de la Corte Suprema infectados de sida (cerca del treinta por ciento) en las cárceles
-ro de 1996. Al igual que en españolas, por su condición especialmente deplorable y porque
.as que. lucha por la defensa este hecho le d aba a toda la cuestión penal una perspectiva di­
3.tico y contra las leyes anti­
ferente (Salhaketa 1994; Bergalli 1995: 164) .
rsonas que apoyan a ETA.

·-- -·---·---------
Los GRUPO!
246 RENÉ VAN SWAANINGEN

diciales y cumpliera
En España, el temor a los abusos de poder por parte de las
las actividades de le
autoridades estatales era demasiado grande como para permitir
El lobby penal 1
una estructura legal más flexible, con facultades más discrecio­
quierda. Varios gn
nales y con la consiguiente posibilidad de aplicar el criterio de
ganizaciones de tn:
oportunidad. La opción era, en realidad, ampliar las posibilida­
(BM), los "locos" (P;
des de introducir reformas humanitarias o impedir legalmente
cas, los homosexua
desarrollos autoritarios, tanto como fuera posible. Al mirar la
(VVDM) y, en especi
historía española reciente, no resulta sorprendente que los acti­
su situación. Con l
vistas penales eligieran la segunda opción.
tas, los centros de a
de profesionales co
VII . Los GRUPOS DE PRESIÓN HOLANDESES por los Derechos Ht
El lobby penal holandés consistía de unas cien organizacio­ lograron, exitosam
nes voluntarias 7 . Los grupos radicales de trabajadores sociales emancipación (Jan
como Sosjale Joenit, Release Work y JAC provocaron numerosos
cambios legales durante los años 70. Quienes participaban en l . La "Coamhert Li!
trabajo de campo, grupos de iglesia, servicios de probation y pro­ n este contexto,
yectos de voluntarios para asistir a las víctimas, también llevaron bajo sobre la justic
a cabo importantes acciones en el ámbito jurídico. Los grupos sas. En 1969, una
que participaron de las campañas penitenciarias, como los gru­ diJ lugar al establ
pos de (ex) convictos, familiares de presos, de mujeres convictas, estudiantes sobre j1
proyectos de visitantes o grupos que brindaban ayuda material Nederlandse Vereen
y alojamiento a quienes recuperaban su libertad, se unieron en · Volckertsz Coomher
BONJO (Belangen Overleg Niet Justitiegebonden Organisaties forma eran organiz<
-Plataforma de intereses de las organizaciones no gubernamenta­ en cooperación con
les-). Algunos recibían pequeños subsidios de las autoridades lo­ penal. Siguiendo el ,
cales y del servicio de probation, mientras que las organizaciones desarrolló, en casa <
de base eran sostenidas por las iglesias. Otro importante grupo ideas sobre las tare
de campaña de la década del 70 estaba formado por periodistas nacional de reforma
unidos en la agencia de prensa específicamente judicial Argos y estaba formado por
por la revista crítica del servicio de probation KRI. Llevaron a cabo ter Herman Bakker
profundas investigaciones que pusieron en evidencia errores ju­ Hulsman y Constan
bros de este comité
que invitaron a los r
7 Si se incluyeran otros grupos de protesta no gubernamentales en el
al movimiento de de
área semipenal, como los sindicatos de adictos y otros grupos de presión la Coomhert Liga.
en el ámbito de las drogas, los grupos de interés de pacientes psiquiátricos, En su primera rr
los sindicatos de prostitutas, los proyectos de voluntarios para asistencia a Liga estableció com<
las víctimas, los grupos étnicos, los comités carcelarios de detenidos, etc.,
Todos aquellos que t
se superaría el número de 150 grupos de presión penal.
Los GRUPOS DE PRESJON PARA LA REFORMA PENAL. . . 24 7
}EN
diciales y cumplieron un importante rol en la difusión pública de
poder por parte de las
las actividades de los grupos de presión penal.
nde como para permitir
El lobby penal holandés surgió en el seno de la nueva iz­
::ultades más discrecio­ quierda. Varios grupos olvidados, con escaso apoyo de las or­
:le aplicar el criterio de ganizaciones de trabajadores tradicionales, como los menores
ampliar las posibilida­ (BM), los "locos" (Pandora), los presos (K69), las minorías étni­
.s o impedir legalmente cas, los homosexuales y las lesbianas, los okupas, los soldados
:ra posible. Al mirar la (VVDM) y, en especial, las mujúes, se organizaron para mejorar
prendente que los adi­ su situación. Con la ayuda de grupos de abogados progresis­
)n. tas, los centros de asistencia jurídica gratuita y las plataformas
de profesionales como la NJCM (Comité Holandés de Juristas
por los Derechos Humanos), estos movimientos emancipatorios
unas cien organizacio­ lograron, exitosamente, movilizar el derecho para sus fines de
ie trabajadores sociales emancipación (Janse de Jonge et al. 1983).
provocaron numerosos
uienes participaban en l. La "Coomhert Liga" para la reforma penal
icios de probation y pro­ Sn este contexto, los estudiantes organizaron grupos de tra­
:timas, también llevaron bajo sobre la justicia penal en varias universidades holande­
[to jurídico. Los grupos sas. En 1969, una conferencia sobre el proceso sancionatorio
!nciarias, como los gru­ di J lugar al establecimiento de la plataforma nacional de los
s, de mujeres convictas, estudiantes sobre justicia penal y criminología, conocida como
ndaban ayuda material Nederlandse Vereeniging voor straafrecht en criminologie Dirck
libertad, se unieron en · Volckertsz Coomhert (Drogt 1990). Los objetivos de esta plata­
gebonden Organisaties forma eran organizar una conferencia anual y comprometerse,
[ones no gubernamenta­ en cooperación con el movimiento de detenidos, en la reforma
)S de las autoridades lo­ penal. Siguiendo el espíritu de estas conferencias, una noche se
:; que las organizaciones desarrolló, en casa de Louk fiulsman, un activo intercambio de
Otro importante grupo ideas sobre las tareas y las posibilidades que tendría una liga
formado por periodistas nacional de reforma penal. Además de los estudiantes, el grupo
amente judicial Argos y estaba formado por académicos y los abogados en ejercicio Pie­
ion KRI. Llevaron a cabo ter Herman Bakker Schut, Pe,ter Baauw, Herman Bianchi, Louk
en evidencia errores ju- Hulsman y Constantijn Kelk. El 3 de junio de 197 1 , los miem­
bros de este comité se reunieron en un café de Amsterdam, al
que invitaron a los miembros de la plataforma de estudiantes y
al movimiento de detenidos. Todos estos grupos se asociaron en
no gubernamentales en el
s y otros grupos de presión la Coornhert Liga.
; de pacientes psiquiátricos, En su primera manifestación pública masiva, la Coornhert
)luntarios para asistencia a Liga estableció como objetivo centra1 la reforma penal radical.
rcelarios de detenidos, etc., Todos aquellos que tuvieran una actitu d critica hacia el sistema
)n penal.
Los GRUPOS
248 RENÉ VAN SwAANINGEN
minólogos más o me¡
de justicia penal fueron invitados a participar. La liga quería
Coornhert Liga en es
continuar el trabajo de la CMS de Clara Wichmann y tomaba
eran excelentes y la
la Liga Howard (inglesa) como su principal ejemplo organizati­
sobre el delito fue m
vo, pero se sentía ideológicamente más cerca del grupo n ruego
bada" por los todos :
KROM, por el compromiso de los presos en sus estrateg1as re­
a la ley de litigación
formistas. Asimismo, querían concentrar la insatisfacción exis­
litigación más compl
tente, latente y difusa, causada por el sistema de justicia penal y
Sin embargo, este
transformarla en acciones efectivas (Bakker Schut et al. 197 1 :2).
Liga era vista como 1:
La defensa de los derechos constitucionales y las libertades civi­
mediáticas. Los ex 1
les eran las principales metas de la Liga. La intervención penal
rían en "esa clase de
debía limitarse a aquellas áreas en las que pudieran justificarse
había transformado
racionalmente como socialmente indispensables y la coerción
ninguna acción con<
penal debía orientarse al arreglo de las disputas, ocasionando el
ex convictos se cent
menor daño posible para todas las partes involucradas. La Liga
ner papel membreta•
se propuso presentar cada año un presupuesto altern tivo l del
_ Liga, en vez de invol
Ministerio de Justicia. Otros objetivos eran la orgamzac10n de
7 ) . Finalmente, los
conferencias y reuniones de estudio; la publicación, en los me­
contacto. La Liga ac
dios de comentarios sobre errores judiciales; la defensa de los
inte;eses de las personas sujetas a control penal o victimizadas
se separaron en 197
por las actitudes negativas de la sociedad -en áreas don e to? o
tro de BWO -el "sine
ironía, Gerard de Jm
ello no estuviera suficientemente hecho por otras orgamzaclO­
ahora en adelante, 1<
nes- y la introducción de cambios en la formación en ciencias
mente decente, la q1
sociales en las universidades.
sistema de justicia ¡:
La liga consideraba el sistema de justicia penal como uno de
y el BWO siempre si¡
los grandes problemas sociales, por su tendencia a castigar a los
A mediados de 1
sectores más vulnerables de la sociedad. La descriminalización,
bastante tranquilid<
la despena:lización, la deslegitimación, la reducción de las con- ·
ca iniciativas maym
denas a prisión, los pedidos de litigación independiente de los
de burós de reclame
detenidos y la mejora cualitativa y cuantitativa del sistema de
instancias de los es
asesoramiento jurídico constituían la orientación central de la
principales iniciativ<
Liga. Sus primeras actividades fueron, tras una serie de presu­
tivo, que ahora estal:
puestos de la administración de justicia alternativos (Alternatie­
lidad, siguiendo exp
vejustitiebegrotingen) , la publicación de un contrainforme sobre
y Kneepkens 1975);
el análisis oficial de las revueltas carcelarias de 197 1 en Gro­
vas gubernamentale
ningen y la organización de una conferencia sobre la legitimi­
1978, y la conferenc
dad del sistema de justicia penal en 1972 . Asimismo, distribuyó
se analizaron sus pl
un boletín de noticias, Plakkaat, para informar a sus miembros
relativa inmediatez e
sobre sus actividades y otros temas y eventos relevantes en el
para el arreglo de la
campo de la justicia penal. En realidad, todos los juristas o cri­
Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 249
NGEN

minólogos más o menos progresistas se hicieron miembros de la


>articipar. La liga quería
Coornhert Liga en estos primeros años. Sus contactos de prensa
1ra Wichmann y tomaba
eran excelentes y la influencia de la Liga en el debate público
cipal ejemplo organizati­
sobre el delito fue muy importante. La liga fue "aclamada y ala­
. cerca del grupo noruego
bada" por los todos los miembros del parlamento por su crítica
os en sus estrategias re­
a la ley de litigación de los detenidos en favor de un sistema de
·ar la insatisfacción exis­
litigación más completo (Franke 1990:686).
istema de justicia penal y
Sin embargo, este éxito también anunció la primera crisis: la
tkker Schut et al. 197 1 :2 ) .
Liga era vista como un grupo de intelectuales, políticos y figuras
1ales y las libertades civi­
mediáticas. Los ex convictos y los trabaj adores nunca confia­
a. La intervención penal
rían en "esa clase de gente". Los primeros sentían que la Liga se
que pudieran justificarse
había transformado en un club de debate que no llevaba a cabo
spensables y la coerción
ninguna acción concreta. Por otra parte, se consideraba que los
disputas, ocasionando el
ex convictos se centraban solamente en frivolidades, como te­
tes involucradas. La Liga
ner papel membretado, o se embarcaban en luchas dentro de la
upuesto alternativo al del
Liga, en vez de involucrarse en acción concreta (Drogt 1990: 1 2­
. eran la organización de
7). Finalmente, los intelectuales y los ex convictos perdieron
3. publicación, en los me­
contacto. La Liga actuó mediante la palabras. Los "hacedores"
liciales; la defensa de los
se separaron en 1972 y continuaron por la senda activista den­
ttrol penal o victimizadas
tro de BWO -el "sindicato de los transgresores de la ley". No sin
iad -en áreas donde todo
ironía, Gerard de Jonge (1990:249) continuó diciendo que "desde
10 por otras organizado­
ahora en adelante, la Liga estará formada por gente extremada­
la formación en ciencias
mente decente, la que, en su mayoría, hace carrera dentro del
sistema de justicia penal o la defensa". No obstante ello, la Liga
sticia penal como uno de
y el BWO siempre siguieron trabajando juntos.
tendencia a castigar a los
A mediados de la década del 70, comenzó un período de
d. La descriminalización, .
bastante tranquilidad, durante el cual se pusieron en prácti­
la reducción de las con- ·
ca iniciativas mayormente regionales, como el establecimiento
:ión independiente de los
de burós de reclamos judiciales (Justitiele Klachten bureaus) a
antitativa del sistema de
instancias de los estudiantes de derecho. A nivel nacional, las
orientación central de la
. supuesto de justicia alterna­
principales iniciativas fueron el pre
, tras una serie de presu­ tivo, que ahora estaba orientado al bienestar en vez de a la pena­
a alternativos (Alternatie­
lidad, siguiendo explícitamente el estilo de Hulsman (Moerlan
e un contrainforme sobre
y Kneepkens 1975); contra-memorandos respecto de las directi­
celarías de 197 1 en Gro­
vas gubernamentales en materia de política criminal de 1976 Y
erencia sobre la legitimi-
1978, y la conferencia sobre diversion, en 1979. En esta última
172 . Asimismo, distribuyó
se analizaron sus pros y contras. Las mayores ventajas eran la
informar a sus miembros
relativa inmediatez de la respuesta, el espacio abierto que ofrece
· eventos relevantes en el
para el arreglo de las disputas y la prevención de los efectos es-
j, todos los juristas o cri-

L
250 RENÉ VAN SWAANJNGEN Los GRUPC

tigmatizantes del proceso y el encarcelamiento. Las principales que un punto débi


desventajas del modelo analizado y, en general, de la introduc­ un enfoque legal re
ción de alternativas como tales, fueron el posible aumento del centrado en acci01
control social y las limitadas garantías legales para el acusado. presupuesto de ju
Los enfoques de la Liga respecto de la reforma penal habían sido dramática restaur:
alcanzados ahora, claramente, por las ideas de Stanley Cohen, teniendo lugar en
Michel Foucault y Thomas Mathiesen (Coornhert Liga 1980). encarcelamiento y
La Liga sólo volvió a comprometerse con nuevas acciones en zación le llevó seis ,
la segunda mitad de la década del 80, cuando prácticamente colección. En 198S
todo el espectro político acordaba que la respuesta a la cuestión criminales (Crimin
penal había sido demasiado blanda durante la década del 70 y nueva legislación )
se reclamaban duras campañas de ley y orden para contrarres­ bién medidas de :¡:
tar esta filantropía "mal orientada". Según su presidente por hizo necesario por
entonces, Gerard de Jonge ( 1990:247), la Liga había perdido la tivos parecía desg
fe en posibles cambios internos dentro del sistema de justicia conocidos, demasil
penal y adoptó una orientación más explícitamente abolicionis­ plegaria alternativ
ta. Sin embargo, el plan político interno de la organización decía tarias, era cada ve
que "el abolicionismo, como vocación, implica solamente una Detrás de esta tra1
posición moral, que no puede ser el objetivo de la Liga, dado que los comentarios cr
sus estrategias deben seguir estándares racionales" (Coornhert piares que de los a
Liga 1986:43). La clase de abolicionismo que defendía de Jonge político, que iba dt
incluía un especial énfasis en las garantías legales y la crítica posibles cambios ¡:
de hecho de las nuevas regulaciones, legislación e instruccio­ En sus primen
nes de política criminal, el momento negativo del abolicionismo. clara postura de e
En relación a -esto, el documento sobre políticas a implementar retrospectiva, Ger.
de la Liga establecía que "existe el peligro de que un enfoque temerse que la Lig:
específicamente judiciaL . . contribuya a la relegitimación de la va sanción princi:¡:
privación de la libertad" (Coornhert Liga 1986:34). El miembro munerados de int•
de la comisión Willem de Haan defendió un "abolicionismo prag­ La introducción d
mático", basado en el concepto de pragmatismo moral de Stan expansión de la re
Cohen, como política futura, dentro de la cual la "política de la servicio de probat
mala conciencia" tenía un papel importante. el Ministerio Públ
Este documento es un buen ejemplo de la ambigüedad de la como un caso típ
Liga. Una parte de su comisión directiva se concentraba en el dado que no logró
activismo legal concreto y adoptaba una perspectiva garantista, que pretendía reer
mientras que la otra se enfocaba en estrategias abolicionistas promoverse- la in<
estructurales, a largo plazo. De Jonge describía esta diferencia escenario penal. I
como la tensión entre las escuelas de neo-Utrecht y la de Rotter­ contradictoria del
dam. Sin embargo, esto podía verse como un punto fuerte más ternativas. Si bien
EN Los GRUPOS DE PRESJON PARA LA REFORMA PENAL. . •
251

liento. Las principales que u n punto débil, porque la Liga probó ser capaz de combinar
neral, de la introduc­ un enfoque legal realista con otro abolicionista más utópico, con­
1 posible aumento del centrado en acciones concretas. En 1984, se publicó el último
gales para el acusado. presupuesto de justicia alternativo, que incluyó una crítica de la
rma penal habían sido dramática restauración del discurso de ley y orden que estaba
as de Stanley Cohen, teniendo lugar en el ámbito de las políticas implementadas, el
ornhert Liga 1980). encarcelamiento y la probation (de Jonge et al., 1983). A la organi­
)TI nuevas acciones en zación le llevó seis años lograr un reemplazo viable de esta ilustre
:uando prácticamente colección. En 1989 comenzó a publicarse una serie de anuarios
espuesta a la cuestión criminales (Crimineel Jaarboeken) en los que se analizaban la
nte la década del 70 y nueva legislación y jurisprudencia en la materia, así como tam­
>rden para contrarres­ bién medidas de política penal implementadas. Este cambio se
:ún su presidente por hizo necesario porque "la fórmula de los presupuestos alterna­
Liga había perdido la tivos parecía desgastada, los puntos de vista ya eran demasiado
lel sistema de justicia conocidos, demasiado predecibles y el rito anual de recurrir a la
citamente abolicionis­ plegaria alternativa tras la apertura de las sesiones parlamen­
la organización decía tarias, era cada vez menos funcional" (de Jonge et al. 1989 :3).
nplica solamente una Detrás de esta transición de los presupuestos alternativos hacia
1 0 de la Liga, dado que
los comentarios críticos -de los cuales se publicaron más ejem­
·acionales" (Coornhert plares que de los antiguos presupuestos- podía verse un 1cambio
que defendía de Jonge político, que iba de un tono optimista (cuando todavía se creían
ías legales y la critica . posibles cambios para mejor) a otro mucho más pesimista.
islación e instruccio­ En sus primeras propuestas de cambio, la liga adoptó una
tivo del abolicionismo. clara postura de defensa de las alternativas a la detención. En
)líticas a implementar retrospectiva, Gerard de Jonge ( 1990:250) sostuvo que "era de
ro de que un enfoque temerse que la Liga contribuyera a la incorporación de una nue­
a relegitimación de la va sanción principal, por ejemplo la de realizar trabajos no re­
1986:34). El miembro munerados de interés público (orden de servicio comunitario) .
n "abolicionismo prag­ La introducción de este producto importado no sólo llevó a la
atismo moral de Stan expansión de la red judicial sino también a una perversión del
cual la " política de la servicio de probation, que se transformó en controlador para
tte. el Ministerio Público Fiscal". El servicio comunitario era visto
la ambigüedad de la como un caso típico de cooptación y amplificación de la red,
se concentraba en el dado que no logró hacer retroceder las penas cortas de prisión
)erspectiva garantista, que pretendía reemplazar. Por lo tanto, debía evitarse -más que
rategias abolicionistas promoverse- la incorporación de medidas alternativas en aquel
scribía esta diferencia escenario penal. El diagnóstico parecía conducir a una visión
Utrecht y la de Rotter­ contradictoria del reclamo de la liga respecto de las medidas al­
, un punto fuerte más ternativas. Si bien en 1993 se intentó reevaluar las propuestas
252 RENE vAN SwAANINGEN Los GRUF

autónomas de política de la Liga mediante una serie de artículos faltaron la fuerza .


específicos (sobre drogas, migración y medidas alternativas a para apoyar a los
la detención), en la actualidad ha adoptado una postura más cubrieron el bach(
defensiva. Sus comentarios acerca de los desarrollos recientes des carcelarias ao
en materia de justicia penal permanecen confinados a la crítica sos, como, por eje¡
jurídica, mientras que casi no produce análisis criminológicos. agremiarse y reur
cuando la emisor;:
2. B WO {el sindicato de los presidiarios) pacio aéreo de la <
El objetivo principal del BWO (Bond van Wetsovertreders ­ en lenguaje popul
Sindicato de Transgresores de la Ley-) es la reducción radical sobre los derecho
del daño material e inmaterial infligido por el sistema de j us­ permitirles expre
ticia penal a miembros individuales y grupos particulares de radio. El Ministeri
la sociedad. El BWO visitaba a los presos para ofrecerles una el VPRO para ave
asistencia lo más práctica posible y para proveer a los medios detenidos pudiera
y otros movimientos sociales de información brindada desde el El BWO tuvo s1.:
interior de las cárceles. El BWO se proponía disminuir el poder de acciones exitos
de los que castigaban , siendo la abolición del sistema penal el amarraba median
objetivo fina,l. La posición abolicionista hallaba su razón de ser y coordinó acciom
en la incapacidad del sistema penal de lograr algún tipo de efec­ Scheveningen (el .
to resocializador y en el enfoque e structuralmente clasista de la demostraron las iJ
administración de justicia. Una de las actividades centrales del en las autodefinid
BWO era la distribución de la revista BWO-Nieuws, en la que se la revuelta del 12
publicaban relatos sobre diferentes cárceles, quejas, preguntas excepcionalmente
y poemas de los presidiarios. Asimismo, se incluían algunas das las ventanas
decisiones de los comités de quejas penitenciarios o se explica­ eran el pedido de
ban las nuevas regulaciones penitenciarias en varios idiomas (obligatorio), la op•
-holandés, inglés, español, turco y árabe-. de los negocios e:>�
Hacia finales de la década del 70, el BWO recibió gran cobertu­ cadenas de supen
ra publicitaria por sus "can-manifestations" 8 -audiencias públi­ en el exterior, y pe
cas sobre el sistema carcelario-. En el verano de 1979, la coope­ dentro de las cán
ración de la emisora,VPRO le dio al BWO la posibilidad de emitir el mundo exterior.
en radio, a nivel nacional, "can-reports" semanales (informes so­ cantidad de visita
bre las condiciones carcelarias). Estos programas dieron lugar a riamente la rehab
la formación de comités de detenidos en varias cárceles holande­ Alrededor de 1
sas. La sindicalización de los presidiarios fue considerablemen­ al BWO a partici
te exitosa, pero, según Gerard de Jonge (1994:261 -2), al BWO le sistema carcelari
cumento que est¡
- White paper de
8 N. del T.: el prefij o "can» en idioma inglés indica "cárcel» (argot). incluyó ninguno •
;EN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 253

! una serie de artículos faltaron la fuerza organizativa y el conocimiento legal necesarios


nedidas alternativas a para apoyar a los presos en su lugar de reclusión. Los abogados
:ado una postura más cubrieron el bache: lograron, en muchos casos, que las autorida­
s desarrollos recientes des carcelarias acogieran positivamente las demandas de los pre­
confinados a la crítica sos, como, por ejemplo, en lo relativo al derecho constitucional de
1.álisis criminológicos. agremiarse y reunirse. El BWO alcanzó su pico de popularidad
cuando la emisora VPRO instaló un brazo hidráulico sobre el es­
pacio aéreo de la cárcel Overamstel, en Amsterd am (Bilmejbajes,
van Wetsovertreders - en lenguaje popular) para transmitir una publicación del BWO
:s la reducción radical sobre los derechos de los detenidos entre los presidiarios y para
por el sistema de jus­ permitirles expresar sus puntos de vista en vivo, a través de la
:rupos particulares de radio. El Ministerio Público Fiscal inició una investigación contra
)S para ofrecerles una el VPRO para averiguar si había existido riesgo de que algunos
1 proveer a los medios detenidos pudieran escapar, pero nadie fue procesado.
::ión brindada desde el El BWO tuvo su apogeo cerca de los 80, cuando inició una serie
nía disminuir el poder de acciones exitosas en contra del uso de las camas a las que se
n del sistema penal el amarraba mediante correas a los presos considerados agresivos,
aliaba su razón de ser y coordinó acciones en el ala de máxima seguridad de la cárcel de
rar algún tipo de efec­ Scheveningen (el bunker, en lenguaje popular). E stas campañas
ralmente clasista de la demostraron las intolerables prácticas de tortura llevadas a cabo
tividades centrales del en las autodefinidas "decentes" cárceles holandesas. En especial,
0-Nieuws, en la que se la revuelta del 12 de julio de 1983 en el bunker fue de carácter
:les, quejas, preguntas excepcionalmente destructivo (prácticamente se destrozaron to­
, se incluían algunas das las ventanas y lavatorios). Las acciones más típicas del BWO
enciarios o se explica­ eran el pedido de salarios adecuados para el trabajo carcelario
·ias en varios idiomas (obligatorio), la oposición a los altos precios que se fijaban dentro
de los negocios existentes en las cárceles (operados por grandes
O recibió gran cobertu­ cadenas de supermercados, que tenían precios mucho más bajos
ts" 8 -audiencias públi­ en el exterior, y por lo tanto abusaban de su posición monopólica
ano de 1979, la coope­ dentro de las cárceles) y la batalla por lograr más contacto con
.a posibilidad de emitir el mundo exterior. Con cierta ayuda judicial, la ampliación de la
:manales (informes so­ cantidad de visitas se presentó como un medio para intentar se­
'gramas dieron lugar a riamente la rehabilitación de los internos.
trias cárceles holande­ Alrededor de 1980, la Secretaría E statal de Justicia invitó
: fue considerablemen­ al BWO a participar en las negociaciones sobre el futuro del
l994:261-2), al BWO le sistema carcelario, lo que fue aceptado. Sin embargo, el do­
cumento que estableció las instrucciones de política criminal
- White paper de 1982-, Taak en toekomst (Tareas y futuro), no
:lica "cárcel" (argot). incluyó ninguno de los puntos de vista del BWO - quizás sólo
254 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPO!

la deformación de su postura acerca de la inviabilidad de la que podía significa:


resocialización. La BWO ya no era considerada representativa los operadores y de
de los detenidos, como para otorgarle el derecho de visita, cuya que la estrategia d
efectivización dependía del arbitrio de los administradores de acciones de los dete
las cárceles. Cuando a mediados de los 80 comenzó, finalmente, Además, agregó qc
a ejecutarse el proyecto de construcción masiva de cárceles, el pre era favorable; 1<
BWO fue excluido nuevamente de las discusiones. La institución procedimiento indh
aún organizaba "can-manifestations", generalmente junto con en particular, pero
la Coornhert Liga, pero casi no recibían cobertura periodística, jas que se podía tr.
a excepción de la realizada en 1986. La celebración de centésimo parece sobreestima
aniversario del Código Penal holandés fue acompañada de una de los detenidos, a
gran publicidad de todo lo relacionado al delito y al castigo. El administración caro
BWO organizó en octubre de 1986, en Vrankryk (Á msterdam) con un fu ncionam
-bastión de los squatters (okupas)-, una reunión solidaria sobre canaliza las tensior
cárcel y el trabajo forzado, en apoyo a una huelga nacional de La decisión de a
presidiarios. É sta recibió considerable cobertura mediática -no porque el objetivo
así la huelga, que resultó poco exitosa. los derechos son u1
La lucha . carcelaria se transformó, principalmente, en una encarcelamiento (e:
batalla jurídica. La iniciativa original del BWO de 1982 , de pu­ sostiene que no es
blicar un "can-book" (Bajesboek), es decir, un manual jurídico sos sostener que se
accesible sobre los derechos de los detenidos, se desarrolló y talerable su vida de
reeditó en cooperación con la Coomrnert Liga en 1988 (de Jonge sidente del BWO -E
y Verpalen 1992). En vista de las experiencias alemana y france­ contradicción real e
sa, vale la pena mencionar que no resultó complicado distribuir y el de corto plazo e
estos libros, que utilizaban un lenguaje sin tecnicismos legales Con la expansió
y contenían ejemplos de cartas de queja y prptesta (pueden en­ de los regímenes c<
contrarse hoy en las bibliotecas de las cárceles). Gradualmente, gran número de cá1
el BWO fue abandonando su distinción entre reforma positiva y el staff reducido y
negativa. Su orientación hacia las garantías legales parecía aho­ visitas, que se torne
ra más realista que su rigurosa insistencia abolicionista. E ste condiciones labora
proceso fue facilitado por un sistema bien establecido de activis­ principales temas <
. mo legislativo. Gerard de Jonge ( 1994: 269 -70) llegó a decir que, del 80 y principios
debido a que los más grandes éxitos del BWO fueron logrados sufrió una dramát
en los tribunales , no valía la pena gastar tanta energía en la personales entre le
sindicalización corno tal (también esto hallaba explicación en el irregularidades fin.
hecho de que los talentos organizativos de la _institución fueron dejara de existir pa
bastante escasos). Las observaciones de de Jonge encerraban
una tendenciosidad jurídica y una visión instrumental del éxi­
to, que subestimaba el éxito de tipo indirecto -por ejemplo, el 9 N.del A.: según ce
1EN Los GRUPOS DE PRESIÓN PARA LA REFORMA PENAL. • •
255

e la inviabilidad de la que podía significar la sensibilización de la opinión pública, de


;iderada representativa los operadores y de los políticos-. De Jonge ( 1994:271) sostuvo
derecho de visita, cuya que la estrategia de seguir casos judiciales podía apoyar las
os administradores de acciones de los detenidos, pero no era determinante en su éxito.
O comenzó, finalmente, Además, agregó que la jurisprudencia penitenciaria no siem­
masiva de cárceles, el pre era favorable; la litigación de los internos seguía siendo un
:usiones. La institución procedimiento individualista, que podía favorecer a un detenido
e neralmente junto con en particular, pero perjudicar a otros; además, el tipo de que­
cobertura periodística, jas que se podía tratar era limitado. En la actualidad, el BWO
!lebración de centésimo parece sobreestimar el significado emancipador de los derechos
1e acompañada de una de los detenidos, al no tomar en cuenta el interés que tiene la
.l delito y al castigo. El administración carcelaria en mantener un sistema de litigación
Vrankryk (Á msterdam) con un fu ncionamiento razonablemente adecuado, porque así
reunión solidaria sobre canaliza las tensiones de modo controlable y legal.
ma huelga nacional de La decisión de adoptar una estrategia legal fue pragmática,
)bertura mediática -no porque el objetivo de defender los intereses de los internos y
los derechos son un medio para sus fines. El BWO se opone al
,rincipalmente, en una encarcelamiento (especialmente si e:;; por tiempo prolongado) , y
1 BWO de 1982 , de pu­ sostiene que no es el papel asignado a los movimientos de pre­
:ir, un manual jurídico sos sostener que se abstengan de cosas que podrían hacer más
nidos, se desarrolló y tolerable su vida dentro de las cárceles. Más aún, según el pre­
Liga en 1988 (de Jonge sidente del BWO -Erik van der Maal- es dudoso que exista una
tcias alemana y france­ contradicción real entre el objetivo a largo plazo de la abolición
:) complicado distribuir y el de corto plazo de la defensa legal 9.
sin tecnicismos legales Con la expansión del sistema penal y la decreciente calidad
y protesta (pueden en­ de los regí enes carcelarios, después de la construcción de un
Lrceles). Gradualmente, gran número de cárceles surgieron gran cantidad de problemas: ·

:ntre reforma positiva y el staff reducido y con menor experiencia; la regulación dé las
ías legales parecía aho­ visitas, que se tornó más problemática; el empeoramiento de las
lcia abolicionista. E ste condiciones laborales, etc. Estos problemas constituyeron los
1 establecido de activis­
principales temas de interés en la segunda mitad de la década
,9 -70) llegó a decir que, del 80 y principios de los 90. Durante este período el sindicato
l BWO fueron logrados sufrió una dramática reducción de miembros. Los problemas
ar tanta energía en la personales entre los miembros de la comisión directiva y las
illaba explicación en el irregularidades financieras hicieron que el BWO prácticamente
ie la institución fueron dej ara de existir para 1993, y el B ONJO asumió sus actividades.
'

! de Jonge encerraban
1 instrumental del éxi­
9 N.del A.: según comunicación personal con Erik van der Maal.
iirecto -por ejemplo, el
Los GRUPOS
256 RENÉ VAN SWAANINGEN
por parte de la sociec
Mientras que el BWO quebraba debido a las acciones fraudu­ cooperación con el s:
lentas de su tesorero, irónicamente, el BONJO afirmaba: " BWO funcionarios, se pen
logró al fin alcanzar u no de sus objetivos: amplia cobertura me­ una "tercera" tarea,
diática. Los miembros de la comisión de directiva se insultan parar informes sobr·
mutuamente y mientras tanto, la caja queda vacía" (BONJO-Bu­ reo de las órdenes de
lletin vol. 8, 1994, no 5 , pp. 7 y 8) Un comité de investigación diversion. Al mismo
analizó las irregularidades, con apoyo de sus miembros . Por entre los beneficiaric
aquel entonces, el servicio de probation dejó de subsidiar las ac­ oficiales en "parte de
tividades del BWO hasta que se aclarasen las irregularidades. cuando salían de la '
La disparidad en1
3. VOICES: el momento positivo en la crítica penal
dentro del servicio
El término VOICES es la abreviatura que, en holandés, se­ incentivo para form
ñala la asociación para el apoyo de iniciativas en el campo del gonista central en la
delito y la sociedad. Intentaba servir de apoyo a alternativas que sabían poco del
"reales" al abordaj e penal de los problemas sociales. VOICES voluntarios y operad
se formó cuando la Coornhert Liga asumió una posición más ficas. La idea de Wie1
inclinada a la defensa legal y comenzó a cuestionar si las alter­ alternativo, orientad•
nativas eran-verdaderamente deseables. VOICES se originó en el cía de Ja queline de
servicio de probation . Tradicionalmente, a pesar de su financia­ sarrolló este objetivo
miento gubernamental, estos servicios tenían en Holanda una cer algo que excedie1
posición bastante autónoma respecto del sistema de justicia pe­ tion, como la mediac
nal. Estaban integrados por voluntarios y, generalmente, eran grupo de trabajo est
monitoreados por juristas progresistas o vicarios. A finales de miembros de la comí
la década del 60, la mayor parte de las iniciativas privadas se jo carcelario parroq1
profesionalizaron y fusionaron dentro de un marco nacional, el tar Humanitas (que
ARV, que no conformó un servicio completamente estatal, sino nacional de apoyo
una asociación independiente de servicios privados, integrada autoridades carcela1
por alrededor de m il cien miembros. Además del Ministerio de académicos y polítiCI
Justicia, contó con muchas otras fuentes de financiamiento, oficialmente. Parafn
como, por ejemplo, la Iglesia y ciertas organizaciones humanis­ ción anuales, los ob:
tas, y una colecta nacional para los servicios de probation, lle­ la víctima y el acus.
vada a cabo entre la población. Un rasgo único de los servicios conflictivas criminal
de probation holandeses fue el objetivo de que la reinserción so­ unir a todas las org:
cial de los delincuentes fuera llevada a cabo por la comunidad. nal; restablecer la b:
En la década del 80, varios funcionarios públicos de distintos la creación de una 1
órganos administrativos relacionados con la justicia señalaron la necesidad profesic
que la sociedad e staba menos comprometida con las políticas del bienestar y la fe
penales progresi stas y que los servicios de probation habían per­ mostrando que el de
dido su credibilidad. Así, hablaban de una pérdida de confianza
Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 257
NGEN
por parte de la sociedad, que debía recomponerse ampliando su
J a las acciones fraudu­ cooperación con el sistema de justicia penal. Según los citados
BONJO afirmaba: " BWO funcionarios, se pensaba que los servicios de probation tenían
)S: amplia cobertura me­
u na " tercera" tarea, después de brindar asistencia social y pre­
de directiva se insultan parar informes sobre encuestas sociales, que sería el manito­
1ueda vacía" (BONJO-Bu- reo de las órdenes de trabajo comunitario y otros programas de
comité de investigación diversion. Al mismo tiempo, se había socavado su credibilidad
J de sus miembros. Por
entre los beneficiarios del servicio al haberse transformado sus
dejó de subsidiar las ac­ oficiales en "parte del sistema" y al no tener nada para ofrecer
;en las irregularidades. cuando salían de la cárcel.
La disparidad entre los que ostentaban puestos gerenciales
ritica penal dentro del servicio y los trabajadores de campo fue el mayor
ra que, en holandés, se­ incentivo para formar VOICES. Gradus Wiersma fue un prota­
ciativas en el campo del gonista central en la crítica a los nuevos "yuppies" del servicio,
de apoyo a alternativas que sabían poco del trabajo y apartaron deliberadamente a los
lemas sociales. VOICES voluntarios y operadores que llevaban a cabo las tareas especí­
.umió una posición más ficas. La idea de Wiersma era establecer un servicio de probation
a cuestionar si las alter- alternativo, orientado al trabajo social general. Bajo la presiden­
. VOICES se originó en el ·
cia de Ja queline de Savornin Lohmiln, un grupo de trabajo de­
a pesar de su financia­
,
sarrolló este objetivo y sostuvo que VOICES también debía ofre­
tenían en Holanda una cer algo que excediera el ámbito típico de los servicios de proba­
:!l sistema de justicia pe­ tion, como la mediación entre las víctimas y los acusados. Este
> S y, generalmente, eran grupo de trabajo estaba constituido por oficiales de probation y
o vicarios. A finales de miembros de la comisión directiva del BWO, de BONJO, el traba­
s iniciativas privadas se jo carcelario parroquial, la organización humanista de bienes­
le un marco nacional, el tar Humanitas (que ofrecía importantes recursos), el programa
pletamente estatal, sino nacional de apoyo a las víctimas LOS, así como también por
cios privados, integrada autoridades carcelarias, abogados defensores, fiscales, jueces,
demás del Ministerio de académicos y políticos. En mayo de 1988, VOICES se constituyó
ntes de financiamiento, oficialmente. Parafraseando lo expresado en sus planes de ac­
rganizaciones humanis­ ción anuales, los objetivos de VOICES eran: la mediación entre
rvicios de probation, lle­ la víctima y el acusado, para lograr la solución de situaciones
o único de los servicios conflictivas criminalizables antes que llegasen a los tribunales;
ie que la reinserción so­ unir a todas las organizaciones de voluntarios en el campo pe­
cabo por la comunidad. nal; restablecer la base social del trabajo de probation mediante
os públicos de distintos la creación de una red de voluntarios activos, que no tuvieran
on la justicia señalaron la necesidad profesional de crear urgencias dentro del "mercado
netida con las políticas ·
del bienestar y la felicidad", y cambiar la opinión pública, de­
je probation habían per­ mostrando que el delito podía tratarse mejor de una forma com­
na pérdida de confianza
258 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS

pensatoria, en vez de punitiva. VOICES pretendía realizar sus VOICES no logró


objetivos mediante la acción práctica. Dado que se consideraba nas se comprometier
que ambos luchaban por los mismos objetivos, se creía que los bién ofrecieron su tr
trabajadores sociales profesionales debían facilitar las tareas bases ad hoc, pero •
de los voluntarios. La palabra abolicionismo fue rechazada por iniciar proyectos y <
cuestiones estratégicas. El objetivo de VOICES se describió con las actividades desct:
mayor precisión como el momento positivo en la crítica penal, dentro del marco de :
mediante la creación de nuevas realidades (proyectos prácticos), continuaron organiz
más que comentar las realidades existentes. Sus proyectos cen­ VOICES no llegó a e
trales fueron el programa de mediación dading (acuerdos fuera propuso ser. Los des;
de los tribunales) y la lucha por la admisión de las organizacio­ cio de probation fuer
nes de voluntarios dentro de las cárceles. mitir a los trabaj adc
La idea de dading era que el fiscal retirara los cargos cuando sus trabaj os) compre
la víctima y el acusado llegaran a un acuerdo, cuyo contenido mantener el compor.
determinaban. El proyecto se basaba en la noción de que las de probation. El apor
víctimas serían más favorecidas por un acuerdo privado que marginal después de
por la adopción de medidas contra el acusado. Dading funcio­ luntarios se unieran
nó en varias .ciudades con frecuentes altibajos. Individualmente público fue una de la
considerados, los fiscales querían cooperar, pero el proyecto fue lógico, pero tuvo su r
boicoteado por el Ministerio de Justicia, que sólo se mostraba
interesado en aceptar formas de mediación dentro del ámbito VIII. EL ACTIVJSMO PEN,
penal. También se logró, tras vencer muchas dificultades, el e s­
Se pueden disting1
tablecimiento de un "código de los visitantes" para las cárceles.
dicales: los movimien
Los directores de las cárceles apoyaban personalmente la ini­
base, y los movimient
ciativa, pero el D epartamento de Asuntos Penitenciarios temía
comprometidos y otro
perder control y boicoteó el código. Luego de la implementación
tos como el tipo de a<
de estas iniciativas (y algunos otros proyectos que casi no vieron
situación política de t
la luz), VOICES comenzó una serie de talleres de trabaj o para
son más brutales, los
operadores, en las áreas del sistema de justicia penal, bienestar
sus acciones adquiere
y educación, con el propósito de lograr un escenario alternativo
formación de grupos e
para tratar los problemas sociales. Los grupos de trabajo prepa­ coincide, en su mayor
raron informes sobre juventud y empleo, la sociedad multicultu­ crático y sensible. Um
ral, y políticas alternativas sobre drogas y probation. Dado que prevención del sufrim
se consideraba que la reforma verdadera se produciría desde gunos intentan llevar:
abajo, debían conformarse con pasos cortos y éxitos pequeños. a través de pedidos -r
Al contrario de lo que sucedía con las conferencias de la Coorn­ terminados institutos
hert Liga -que tendían a atraer a una mayoría de académicos y de los menores), mie1
abogados-, los congresos de VOICES también captaban la aten­ mente las sanciones <
ción de los oficiales de probation y otros trabajadores sociales. medidas van de la m<
:lEN Los GRUPOS DE PRESJON PARA LA REFORMA PENAL. . . 259
pretendía realizar sus­ VOICES no logró alcanzar todos sus objetivos. Muchas perso­
ado que se consideraba nas se comprometieron a contribuir financieramente, otros tam­
jetivos, se creía que los bién ofrecieron su trabajo dentro de proyectos concretos sobre
ían facilitar las tareas bases ad hoc, pero muy pocos pudieron ser movilizados para
smo fue rechazada por iniciar proyectos y asegurar su continuidad. Se mantuvieron
OICES se describió con las actividades descentralizadas, la comisión directiva funcionó
:ivo en la crítica penal, dentro del marco de la organización de bienestar Humanitas, se
s (proyectos prácticos), continuaron organizando los talleres de trabajo anuales, pero
ttes. Sus proyectos cen­ VOICES no llegó a constituir la plataforma que alguna vez se
dading (acuerdos fuera propuso ser. Los desarrollos que se sucedieron dentro del servi­
sión de las organizado- cio de probation fueron demasiado dramáticos como para per­
mitir a los trabajadores de campo (que tenían que luchar por
írara los ·cargos cuando sus trabajos) comprometerse muy activamente en el intento de
cuerdo, cuyo contenido mantener el componente de trabajo social dentro del servicio
n la noción de que las de probation. El aporte del movimiento de las víctimas se volvió
n acuerdo privado que marginal después de que las organizaciones autónomas de vo­
:::u sado. Dading funcio­ luntarios se unieran en LOS. La idea de apoyar el compromiso
ibajos. Individualmente público fue una de las fortalezas de VOICES, en el sentido ideo­
rar, pero el proyecto fue lógico, pero tuvo su punto débil en el sentido práctico.
, que sólo se mostraba
ción dentro del ámbito VIII. EL ACTIVISMO PENAL: ALGUNAS CONCLUSIONES
chas dificultades, el es­ Se pueden distinguir dos tipos de grupos de presión penal ra­
ntes" para las cárceles. dicales: los movimientos de presidiarios y sus organizaciones de
1 personalmente la ini­
base, y los movimientos de reforma penal, iniciados por abogados
os Penitenciarios temía comprometidos y otros intelectuales. Tanto la clase de movimien­
;o de la implementación tos como el tipo de acciones están relacionados con la específica
ectos que casi no vieron situación política de un país. Cuando las condiciones carcelarias
:alleres de trabajo para son más brutales, los movimientos de presidiarios se fortalecen y
usticia penal, bienestar sus acciones adquieren un carácter más militante. En cambio, la
m escenario alternativo formación de grupos de presión penal compuestos por académicos
:rupos de trabajo prepa­ coincide, en su mayoría, con un clima penal relativamente demo­
la sociedad multicultu- crático y sensible. Una meta compartida por todos los grupos es la
> y probation. Dado que prevención del sufrimiento y el daño causado por la detención. Al­
ra se produciría desde gunos intentan llevarla a cabo mediante acciones directas, otros,
1rtos y éxitos pequeños. a través de pedidos -racionalmente fundados- de abolición de de­
,nferencias de la Coorn­ terminados institutos del sistema penal (por ejemplo, la detención
tayoría de académicos y de los menores), mientras que un tercer grupo apoya especial­
·
nbién captaban la aten­ mente las sanciones alternativas. En general, estas· dos últimas
trabajadores sociales. medidas van de la mano: generalmente, primero se pretende re­
260 RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUF

ducir el sistema carcelario y luego se apoyan otras medidas. Otro de justicia penal, ¡,
fenómeno generalizable es que este último paso normalmente no fensistas como pa1
se da, porque los activistas temen ampliar la red penal.
Se pueden distinguir cuatro etapas dentro del activismo pe­ IX. LA LUCHA CARCE
nal: la primera consiste, simplemente; en dirigir la atención ha­ ·
Una noción fur
cia las deplorables condiciones carcelarias; por ejemplo, en las
la forma y el propo
fases iniciales de los movimientos de presidiarios del sur de Eu­
la formación del I
ropa. La segunda está conformada por las luchas por la eman­
de presión penal <
cipación y por los derechos de los detenidos. É sta puede apre­
tamente estas teo:
ciarse prácticamente en todos los grupos de presión penales de
alrededor del trae
Europa, aunque no al mismo tiempo. La tercera se caracteriza
por la consolidación de los logros previos . Esto sucede cuando de que la lucha p(
se lograron importantes objetivos (como en Italia y España, des­ clases. Ni en el co
pués de la introducción de nuevas leyes penitenciarias) o cuan­ vilizar a los trabaj
do la situación en el frente penal empeora (como en el noroeste con conciencia poi
de Europa durante la década del 80) . La cuarta consiste en apo­ rialista ya no exis
yar medidas alternativas a la privación de la libertad. É ste ha su mayor parte, er
sido el cas_o en los países del norte de Europa entre 1975 y 1979. tes. La adquisiciór
Después, se puede observar un retroceso a la tercera etapa. de conciencia pen
Dado que las campañas de ley y orden de la década del 80 ya no Después de 1980,
ofrecen una base común sólida para la introducción de medidas dejaron de dirigir::
alternativas, este retroceso también puede hallar su explicación vínculos con la izc
en el hecho de que las medidas que alguna vez se apoyaron fueron sos" a los grupos d
implementadas de forma diferente a la que pretendían los reforma­ ja adecuadamente
dores. En estos períodos, la batalla penal se profesionaliza -espe­ otras fuerzas socic
cialmente mediante los abogados-. Mick Ryan y Tony Ward obser­ implícito. Desde es
varon que, en Inglaterra, las feminista s independientes, los negros en un período deü
y el debate sobre las privatizaciones cambiaron al lobby penal. Este momento. Por lo te
desarrollo prácticamente no se observa en otros países. La mayoría nostalgia. La impo1
de los grupos de presión penal continentales casi no reflejaron és­ sión también pued(
tos ni otros "nuevos" fenómenos del ámbito penal, como el cambio sus reclamos son i:
victimológico, la prevención del delito o el crimen organizado. Este
"descuido" puede deberse a la posición dominante de los juristas: X. LA LUCHA CARCELI
tales temas están fuera de su incumbencia profesional. Esta tesis Después de las
encuentra apoyo en el hecho de que los comentarios críticos sobre ciones centrales de
los desarrollos legales son ad hoc y orientados a la jurisprudencia. dalidades sanciona
El impulso proveniente de la ciencia social de llevar estos temas a cu lturales. El libro
un nivel macropolítico permanece llamativamente ausente. Debido nitenciarios de los
a su enfoque dominante, basado en el análisis crítico del sistema una perspectiva acc

- -
NGEN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL. . . 26 1

•oyan otras medidas. Otro de justicia penal, los grupos de presión se volvieron demasiado de­
mo paso normalmente no fensistas como para ser verdadera mente innovadores.
iar la red penal.
dentro del activismo pe­ IX. LA LUCHA CARCELARIA COMO LUC HA DE CLASES
en dirigir la atención ha­ Una noción fundamental de las teorías penale s radicales es
trias; por ejemplo, en las
la fo rma y el propósito del cambio en las sanciones, conforme
esidiarios del sur de Eu- a
. -las luchas por la eman­ la formación del Estado y el desarrollo económ ico. Los grupos
de presión penal del centro y sur de Europa reflejaban implíci­
nidos. É sta puede apre­ tamente estas teorías. Los intento s de sindicalizar a los presos
•OS de presión penales de
alreded or del trabajo ofrecían esc aso apoyo empíric o a la idea
La tercera se caracteriza de que la lucha penal podía libra rse como parte de la lucha de
ios. Esto sucede cuando clases. Ni en el contexto latino ni en Aleman ia fue posible mo­
J en Italia y E spaña, des­
vilizar a los trabajadores para lograr la reforma penal. El preso
s penitenciarias) o cuan­
con conciencia política, a quien se dirigía la lucha penal mate­
'ora (como en el noroeste
rialista ya no existe, y el proble ma del delito se transfor mó, en
:t cuarta consiste en apo­
su mayor parte, en el problema de las drogas y de los inmigra n­
:1 de la libertad. É ste ha
tes. La adquisición de concienc ia política entre los detenidos y
uropa entre 1975 y 1979. ·
de conciencia penal entre los sindicatos no tuvo mucho éxito.
so a la tercera etapa . Después de 1980, las acciones de los grupos de presión penal
. de la década del 80 ya no
dejaron de dirigirse a las masas, y, además, los debilitaron los
introducción de medidas
vínculos con la izquierda radical. Puede definirse como "exito­
de hallar su explicación
sos" a los grupos de presión penal radicales si su crítica se refle­
1a vez se apoyaron fueron
ja adecuadamente en una situación política penal concreta , y si
te pretendían los reforma-
otras fuerzas sociales hubieran recibido su influenc ia de modo
1 se profesionaliza -espe­
implícito. Desde esta perspectiva, un movimie nto social exitoso
Ryan y Tony Ward obser­
en un período determinado puede volverse inadecuado en otro
:ldependientes, los negros
momento. Por lo tanto, no deberíamos ver su desaparición con
1iaron al lobby penal. Este
nostalgia. La importancia de un tipo específico de grupo de pre­
1 otros países. La mayoría
sión también puede disminu ir cuando una parte significativa de
ales casi no reflejaron és­
sus reclamos son incluidos dentro de la política implementada.
ito penal, como el cambio
. crimen organizado. Este
X. LA LUCHA CARCELARIA COMO EXPONENTE DEL PROCESO CIVILIZATORIO
ominante de los juristas:
ja profesional. Esta tesis Después de las teorías materialistas, una de las interpreta­
omentario s críticos sobre ciones centrales de la reforma penal es que el cambio de las mo­
ados a la jurisprudencia. dalidades sancionatorias resulta del cambio de las estructuras
::tl de llevar estos temas a culturales. El libro de Herman Franke sobre los desarrollos pe­
vamente ausente. Debido nitenciarios de los últimos dos siglos en Holanda, escrito desde
1álisis crítico del sistema una perspectiva acorde con el pensamiento de Elias, muestra un
262 RENÉ VAN SWAANINGEN
Los GRUPO
marcado contraste con los análisis de la línea de Foucault y de
distintas del sistema
Mathiesen. Desde su punto de vista, no es la sindicalización de
las alternativas, unc:
los detenidos la que promovió los cambios penales, sino más bien
tras, incontrolables,
una llamada "ofensiva de la civilización penológica" de parte de la
ras del entramado s
burguesía. El aumento del respeto por los derechos (civiles) de los
peor aú n, dispersare
detenidos llevó a su gradual emancipación (Franke 1990). Esta
medidas alternativa
visión es apoyada por el argumento de Gerard de Jonge, acerca
significativo cuando
de que es mejor poner la energía en la defensa legal de lós recla­
estas sanciones com
mos concretos, que en la sindicalización. Si el surgimiento de los
ma penal y cuando :
grupos de presión penal es un elemento de la ofensi':'a e la civi­
de bienestar, comen
lización penal, su declive, en la década del 80 es un md1cador de
la estrategia de la r•
que el proceso de civilización se ha invertido. Sin embargo, parece
aconsejable. Esto lle·
justo decir que los grupos de presión penal contribuyeron a au­
. nada daría resultad
presión. En la fase i
mentar la sensibilidad hacia la cuestión penal entre los liberales
civilizados. Desde este punto de vista, su virtual desaparición en
fueron advertencias
la década del 80 se debería, parcialmente, a sus estrategias más
demasiado entusias
modestas, realistas y pragmáticas, dado que éstas son menos
inicios, la obra de M•
apropiadas para llegar a los problemas normativos y emocionales
mente compartida d
de la pena Íidad. El etiquetamiento de la Coornhert Liga en los
hay ejemplo concret
medios masivos como "organización respetable" (Drogt 1990:30)
que pueda competir
no resulta, precisamente, un cumplido.
penales se quedaror
El aumento de la sensibilidad hacia el sistema legal aflictivo
Maeve McMahon
y el cuestionamiento de su legitimidad normativa son elementos
gumento sobre la a1
fundamentales de la estrategia abolicionista. Numerosos grupos
tenciarios lo utiliza!
de presión penal se han presentado a sí mismos como abolicio­
discontinuar progra
nistas. Su desarrollo -en prácticamente todos los países- de­
excusa para recorta:
muestra que el abolicionismo puede no haber tenido una in­
go es el precio justo,
fluencia directa en la política criminal, pero si la tuvo entre los
decentes. Si, de todo
habilitación de los e
operadores del sistema penal. Sus enfoques alternativos sobre
la justicia restaurativa y las sanciones indemnizatorias dieron
operar de alguna fo
un primer impulso al desarrollo de sanciones no privativas de
·. la libertad y de programas de prevención del delito en muchos fase del debate crític.
la reafirmación pruc
paises, aunque su desarrollo práctico haya hecho que muchos
man en buenos "pra
abolicionistas hayan querido olvidar este parentesco.
tos deben reconocer
los valores y principi
XI . LAS ALTERNATIVAS A LA PRISION, LA REFORMA NEGATIVA Y LA AMPLIACJON
DE LA RED PENAL
XII. D E L COMPROMISO
Tras una fase idealista, en la que los criminólogos críticos apo­
Después de la dé·
yaron varias iniciativas para derivar los casos a otras instancias
les adoptaron la poli
;EN
Los GRUPOS DE PRESIÓN PARA LA REFORMA PENAL. . . 263
línea de Foucault y de
distintas del sistema penal, tuvo lugar u na fase pesimista en que
s la sindicalización de
las alternativas, una vez implementadas, se consideraron sinies­
penales, sino más bien
tras, incontrolables, amplificadoras de la red penal y debilitado­
:nológica" de parte de la
ras del entramado social, que no redujeron el uso de la cárcel y,
derechos (civiles) de los
peor aún, dispersaron el control social dentro de la sociedad. Las
)n (Franke 1990) . Esta
medidas alternativas a la prisión sólo se implementaron a nivel
erard de Jonge, acerca
significativo cuando la crisis penal y fiscal hicieron necesarias
fensa legal de los recia­
estas sanciones como medio más económico de expandir el siste­
Si el surgimiento de los
ma penal y cuando la "ética del cuidado", originada en el Estado
le la ofensiva de la civi­
de bienestar, comenzó a declinar. En estas tierras poco fértiles,
:1 80 es un indicador de la estrategia de la reforma negativa de Mathiesen se volvió des­
io. Sin embargo, parece aconsejable. Esto llevó a los reformadores penales a la idea de que
tal contribuyeron a au­
nada daría resultado, lo que, de hecho, paralizó a los grupos de
>enal entre los liberales
presión. En la fase idealista, las recomendaciones de Mathiesen
virtual desaparición en
fueron advertencias bien recibidas para los reformadores penale s
, a sus estrategias más
demasiado entusiasmados, pero los tiempos cambiaron. En sus
. que éstas son menos inicios, la obra de Mathiesen respondía a la problemática amplia­
rmativos y emocionales mente compartida de la reforma penal, pero no ahora, porque no
Coornhert Liga en los hay ejemplo concreto de reforma que sea solamente negativa y
O!table" (Drogt 1990:30) que pueda competir con el sistema, por lo que los reformadores
penales se quedaron con las manos vacías.
l sistema legal aflictivo Maeve McMahon (1992 :222) señaló otro efecto perverso del ar­
•rmativa son elementos gu mento sobre la ampliación de la red penal: los oficiales peni­
sta. Numerosos grupos tenciarios lo utilizaban, no pocas veces, como argu mento para
mismos como abolicio- discontinuar programas potencialmente reduccionistas o como
todos los países- de ­ excusa para recortar los recursos dentro de la cárcel. Si el casti­
haber tenido una in­ go es el precio justo, no hay necesidad de mantener instalaciones
· ero sí la tuvo entre los decentes . Si, de todos modos, el sistema penal contribuye a la re­
ues alternativos sobre habilitación de los condenados, en un sistema racional ello debe
ndemnizatorias dieron operar de alguna forma. Este reconocimiento augura la tercera
:iones no privativas de fase del debate crítico sobre las alternativas a la prisión: la fase de
1 del delito eri muchos
la reafirmación prudente, en la que los reformadores se trans or­
Lya hecho que muchos man en buenos "practicantes de judo", conforme a Foucault. Es­
parentesco. tos deben reconocer que, a pesar de todo, se deberían reevaluar
los valores y principios que fundan la justicia informal.
NEGATIVA Y LA AMPLIACION
XII . DEL COMPROMISO SOCIAL A LA POLITICA DE LOS DERECHOS
minólogos críticos apo­ Después de la década del 80, numerosos movimientos socia­
:tsos a otras instancias les adoptaron la política de los derechos . La influencia de los ju­
RENÉ VAN SWAANINGEN Los GRUPOS
264
tambié n es las mujeres sólo repr
ristas en los grupos de presión para la reform a penal
país en particu lar. En este ción carcelaria, la n
producto de la cultura legal de cada
el discurs o de la ley y los explícitamente es de
sentido, Inglaterra es la excepc ión. Allí,
hacia tas fueron las prime:
derechos sólo encontr ó eco entre los académ icos críticos
del 80. En el contine nte europeo , los crimi­ Dentro del lobby :
finales de la década
discurs o el desarrollo de una
nólogos críticos fueron menos despect ivos respect o del
abogad os intenta ron anticip ar tes grupos y una dis¡
jurídico y los fo ros críticos de los
s en más de un sentido . prácticas dentro del
el signific ado colectiv o de los derecho
enfatizó repetida mente la importa ncia son Refonn 'Irust y e1
Michel Foucault también
ria. dentro de NACRO. En
de incluir al sindica to de la magistratura en la lucha carcela
ercicio tuvieron drogas. Esta cuestión
Así, por ej emplo, en E spaña los abogad os en ej
reforma penal en la a
un papel central dentro de los grupos de presión penal.
sociales ligados al co1
Una de las primeras organizaciones de este tipo, la Penal Re­
de la política de prohi
fonn Intemational, fundada en noviembre de 1989 por el ya aludido crisis de legitimidad e
director general del D epartamento de Asuntos Penitenciaras ho­
principalmente, por e
landés de la era del reduccionismo, Hans Tulkens, y la presidenta
las consecuencias ca1
de NACRO, Vivien Stern, mantuvo un enfoque fu ertemente legal. drogas tiene en sus co
En sentido práctico, el activismo legal tiene un rol importante
su legalización parece
en el lobby penal. Los abogados son conocidos por su campo prác­
tura política internaci
tico de acción; si bien pueden resultar menos "profundos" en el mitación de la perturt
pensamiento que los sociólogos, son mucho más inteligentes para la principal razón par.
encontrar soluciones y lograr acuerdo s. En este aspecto, pueden de la menor infl.uenci
ser eficaces para superar la desesperación analítica y política. Sin la política sobre droga
embargo, la inclinación a la defensa de los logros del pasado puede en términos más gen(
llevar fácilmente a otro anquilosamiento, vale decir, a la pérdida, se encuentren, finaln
por parte de los grupos de presión, de su rol innovador, de su capa­ que llegaron respecto .
cidad de proponer nuevos temas a nivel analítico y político. después de haber esta
implementadas, se trc
XIII. LA DISPERSION DEL " LOBBY" PENAL sobre drogas librada <
Pocos grupos de presión penal en el continente se ocuparon es igual a una política
de dos temas centrales en el debate académico crítico en In­ recursos sanitarios ad
glaterra: género y etnia. Probablemente esta afirmación no sea de marcar estas difere
correcta, ya que también puede argumentarse que enfrentamos la agenda de reducció1
una dispersión generalizada del lobby penal en movimientos zando que una visión
que se ocupan de un único tema. Los movimientos de mujeres mente la multiplicacióJ
e inmigrantes surgieron en todos los países europeos, pero casi mente vegetativos tiene
no se ocuparon de la cuestión penal. Sin tener en consideración tener de la justicia soc

quiénes lo hagan, la problemática étnica debe ser desarrollada argumento también es


con más profundidad en cuanto a la cuestión penal. Dado que mu chos aspectos, un ¡
3EN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL . . . 265

forma penal también es 1 mujeres s lo representan u n pequeño porcentaje d e la pobla­


s en particular. En este Clon carcelana, la relevancia de tratar el tema del género más
1 discurso de la ley y los explícitamente es de otra naturaleza. No obstante, las feminis­
:t.démicos críticos hacia tas fueron las primeras en visualizar la persona de la víctima.
:nte europeo, los crimi­ Dentro del lobby penal se puede observar, simultáneamente,
>S respecto del discurso el desarrollo de una cooperación más estrecha entre los diferen­
los intentaron anticipar tes grupos y una dispersión del lobby. En Inglaterra, las acciones
en más de un sentido. prácticas dentro del sistema carcelario se concentraron en el Fri­
lamente la importancia san Reform Trust y en las sanciones no privativas de la libertad,
t en la lucha carcelaria.
dentro de NACRO. En Italia, el lobby penal se pasó al campo de las
drogas. Esta cuestión parece ser la principal en lo que respecta a la
os en ejercicio tuvieron
reforma penal en la actualidad, porque muchos de los problemas
: presión penal.
sociales ligados al consumo de drogas son, en realidad, producto
e este tipo, la Penal Re­
de la política de prohibición. Al mismo tiempo, la crisis penal y la
je 1989 por el ya aludido
crisis de legitimidad dentro de la policía son generadas también,
untos Penitenciaras ho­
principalmente, por el problema de la droga. Teniendo en cuenta
Tulkens, y la presidenta
las consecuencias catastróficas que la guerra perdida contra las
>que fuertemente legal.
drogas tiene en sus consumidores, la corp.unidad y el sistema legal,
tiene un rol importante
su legalización parece ser sólo cuestión de tiempo. Si la nomencla­
idos por su campo prác­
tura política internacional no llega a un acuerdo al respecto, la li­
J.enos "profundos" en el
mitación de la perturbación del orden público será, probablemente,
10 más inteligentes para
la principal razón para la legalización. Como resultado combinado
n este aspecto, pueden
de la menor influencia de las agencias sanitarias encargadas de
t analítica y política. Sin
la política sobre drogas y de la declinación del E stado de bienestar
logros del pasado puede
en términos más generales, podría ser que los grupos de presión
vale decir, a la pérdida, se encuentren, finalmente, en la misma incómoda posición a la
)1 innovador, de su capa- que llegaron respecto de las sanciones no privativas de la libertad:
1alítico y político. después de haber estado entre su s más férreos defensores, una vez
implementadas, se transformaron en sus opositores. Una política
sobre drogas librada a las fuerzas de la economía de mercado no
::: ontinente se ocuparon es igual a una política controlada de normalización sostenida con
:adémico crítico en In­ recursos sanitarios adecuados. Puede ser que haya llegado la hora
esta afirmación no sea de marcar estas diferencias claramente; por ejemplo, reafirmando
1tarse que enfrentamos la agenda de reducción del daño de las agencias de salud y enfati­
penal en movimientos zando que una visión de la sociedad en la que se estimule activa­
10vimientos de mujeres mente la multiplicación de contingentes de marginados inofensiva­

ses europeos, pero casi mente vegetativos tiene muy poco que ver con la idea que se puede

tener en consideración tener de la justicia social o, inclusive, de la civilización; este último

1 debe ser desarrollada


argumento también es aplicable al alcoholismo, que representa, en

estión penal. Dado que muchos aspectos, un problema aún mayor.


266 RENÉ VAN SWAANJNGEN Los GRUPOS

En .1 campo de la posición de las víctimas de delitos, otro una actitud de simp


asunto lave en el debate de los 80 y 9 0 , apenas unos pocos gru­ tos sociales no sólo
pos de resión han adoptado una postura explícita. Los que par­ sino también visual

í
ticipar del debate en Holanda se pronunciaron en contra de la estas visiones es el e
profesionalización predominante y de la cooptación judicial del La Fracción del E
lobby a avor de la víctima, y defendieron una postura más au­ o RAF), también cor:
tónom de la víctima de delito en el marco del derecho civil. La apellido de sus dos 1

orienta , ión a las víctimas parece exclusiva del caso holandés y se las organizaciones 1

present como una posibilidad de modificar el efecto negativo que vas de la República
suscita los movimientos reformistas al ser considerados simples
grupos de interés de los convictos. El reemplazo del compromiso
soci la_ redominantemente materialista por una solidaridad con
· 1 .
las v1c mas nos confronta, s1n embargo, con nuevos problemas,
de los ue nos ocuparemos en el Capítulo X.

XIV. E u CAMBIO DE POSTURA DE LOS MOVIMIENTOS DE REFORMA PENAL

Tho as Mathiesen comparó el rol de los grupos de presión de


la actualidad con la lucha contra el fascismo o las armas nuclea- ·

y
res: sir en para mantener viva la sensibilidad ante esos temas y
son est mulos importantes para "recargar las baterías críticas".
La cue tión es saber si esto es suficiente, especialmente si tene­
¡
mos en cuenta que la base social del lobby penal se ha reducido
consid rablemente. ¿Cuál es el valor agregado de un grupo de
presió penal en comparación con la agitación individual? Los

t
observ torios institucionalizados que monitorean los derechos de
los detenidos, como el comité de apelaciones de la litigación de los
presid i · ríos a nivel nacional , la Corte Europea de Derechos Hu­
manos, el Comité para la prevención de la tortura y otros tratos

r
y casti : os degradantes del Consejo de Europa, el Observatoire
Internafional des Grisons e, incluso, Amnistía Internacional a ni­
vel glo l , cumplen, e n la actualidad , el rol que antes ejercían los
grupo s de presión penal. Aquéllos fueron esenciales en el esta­
blecim nto de estos custodios institucionales. Su tarea actual
es observar lo que sucede, efectuando críticas y recomendaciones
'
a n ivel nacional y sensibilizar a la opinión y a los operadores
l
respec b de "nuevos" temas como el control policial internacio ­
nal y las políticas inmigratorias (como ya hace State Watch), o
la d isp rsión del control social med iante la privatización de las
agenciJs de justicia penal. Así, no resulta aconsejable apegarse a
3EN Los GRUPOS DE PRESION PARA LA REFORMA PENAL . • .
267

íctimas de delitos, otro una actitud de simple defensa. Como vanguardia, los movimien­
apenas unos pocos gru­ tos sociales no sólo deben analizar los nuevos acontecimientos,
a explícita. Los que par­ sino también visualizar realidades alternativas. El desarrollo de
mciaron en contra de la estas visiones es el objetivo del resto de este libro.
cooptación judicial del La Fracción del Ejército Rojo (en alemán Rote Armee Fraktion,
n una postura más au­ o RAF), también conocida como la banda Baa d er Meinhof(por el
-

To del derecho civil. La apellido de sus dos componentes más significativos), fue una de
a del caso holandés y se las organizaciones terroristas radicales de izquierda más acti­
ar el efecto negativo que vas de la República Federal de Alemania en la posguerra.
er considerados simples
mplazo del compromiso
>or una solidaridad con
con nuevos problemas,
l X.

'i'TOS DE REFORMA PENAL


os grupos de presión de
;roo o las armas nuclea­
lidad ante esos temas y
tr las baterías críticas".
, especialmente si tene­
)y penal se ha reducido
regado de un grupo de
;itación individual? Los
ütorean los derechos de
.es de la litigación de los
ropea de Derechos Hu­
a tortura y otros tratos
uropa, el Observatoire
istía Internacional a ni­
>1 que antes ejercían los
1 esenciales en el esta­
nales. Su tarea actual
icas y recomendaciones
ión y a los operadores
trol policial internado­
a hace State Watch), o
la privatización de las
aconsejable apegarse a
E L ANÁLISIS C RÍTI

La crisis en la crimil
dió con otras crisis: la f
estar, la de la adminis1
pública en los gobierne
tramos distintas evalu:
analítica, dentro de la
que el clima penal de
lagos críticos a la dese
penales a un estado de
etiológico de la nueva a
quedara subdesarrolla
de especial urgencia, eJ
tra la propiedad se inc
crecimiento económicc
necesitaba cierta sofist
criminología en este se
conservadoras de la el
se volvieron cada vez 1

varios problemas "nw


cional, la crisis de la
del control social o el
que prácticamente no
críticos tradicionales,
como protagonista prii
secundaria más que e
mo ideológico conc!uc
Puede que, como con:
la coerción penal se t1
CAPITULO VIII
E L ANÁ LISIS C RÍTICO Y LA N UEVA REALIDAD PENAL

La crisis en la criminología crítica de la década del 80 coinci­


dió con otras crisis: la fiscal , la ideológica, la del E stado de bien­
estar, la de la administración de justicia y la de la credibilidad
pública en los gobiernos. En los últimos tres capítulos, encon­
tramos distintas evaluaciones y variedades de la crisis interna,
analítica, dentro de la criminología crítica. Un factor común es
que el clima penal de la década del 80 condujo a los criminó­
logos críticos a la desesperación analítica y a los reformadores
penales a un estado de paralización. El hecho de que el costado
etiológico de la nueva agenda socioeconómica de la criminología
quedara subdesarrollado se convirtió en un problema analítico
de especial urgencia, en momentos en que la tasa de delitos con­
tra la propiedad se incrementaba marcadamente en una era de
crecimiento económico. Aparentemente, la tesis de la privación
necesitaba cierta sofisticación, pero dado que la respuesta de la
criminología en este sentido aún se hacía e sperar, las visiones
conservadoras de la elección racional y la falta de autocontrol
se volvieron cada vez más populares. Asimismo, mencionamos
varios problemas "nuevos", como el delito organizado trasna­
cional, la crisis de la sociedad multicultural, la privatización
del control social o el sentimiento de inseguridad ciudadana,
que prácticamente no podrían ser abordados desde los análisis
críticos tradicionales, ya que éstos se centraban en el E stado
como protagonista principal del control social y en la desviación
secundaria más que en la primaria. Frecuentemente, el puris­
mo ideológico conducía a opciones políticamente imposibles .
Puede que, como co nsecuencia d e ello, el debate crítico sobre
la coerción penal se trasladó -en numerosos países- al ámbito
270 RENÉ VAN 8WAANINGEN EL ANÁLIS

de la disciplina jurídica, y los reformadores penales también Ese término, acuñe


encontraron en la ley un instrumento m á s útil que los modelos la estrategia urban•
sociológicos del conflicto como forma de lucha. Si bien los aca­ y para las clases n
démicos críticos no "escaparon" a los temas históricos, huyeron -entre ellos, mucho
hacia la teorización hiperabstracta o adoptaron posturas defen­ social a tal punto q
sivas, frenéticas. Para restablecer la relación de la criminología huir a los suburbio1
crítica con la práctica socio-política y penal actual, es preciso han hecho menos
examinar prirriero lo que sucedió con la ley y el orden. vulnerables y recun
reorganizar la ciudc:
l. E L NEOPUNITNISMO Y EL TEMOR AL DELITO medias -compromet

Desde mediados de 1980, el leitmotiv de las campañas de ley nos-. El temor al "o·

y orden dominaba todos los países de Europa occidental. Así, se los (potenciales) ten

afirmaba que el delito se estaba yendo de las manos y que la los musulmanes od

sociedad necesitaba protección. Los "remedios blandos" de la dé­ de vida "decadente"


cada del 70 debían ser removidos y se necesitaba una respuesta también nuestro dm
dura para el delito -lo que en realidad significaba dureza con los mentada por numer
"delincuentes"-. Mientras la creencia en la punibilidad crecía a ataques a las Torre
nivel retórico, el sistema de justicia penal estaba en crisis. Los musulmanes radica:
medios redescubrieron que el delito vende y los políticos usan el de Bali, embajadas <
problema del delito con propósitos electorales, generando grandes en Turquía y Egiptc
expectativas respecto de la "seguridad realizable". El sistema no locales en y alreded1
puede soportar la presión mediática y política, comete errores tivos en Londres. E 1
y resulta desacreditado. Con la unificación europea, el sistema conmoción, y e n est
económico cambia el modelo corporativo de Renania por el an­ respuestas draconia:
glosajón, competitivo y caracterizado por la creencia asegurada los principios de las
en las capacidades regulatorias del mercado. La imagen pública cieron -prácticamen
de la "sociedad" parece haber cambiado; mientras alguna vez "lo bajo un equivocado '

social" fue visto como la indispensable corporización de los valo­ (Zaitch, van Swaanir
res colectivos que impedían la desintegración social, ahora sólo En la actualidad,
reflejaba un obstáculo molesto al desarrollo individual. El temor pero las condiciones
creciente al delito callejero y la preocupación por las víctimas ron las nuevas políü
fueron los principales argumentos para anunciar programas el caso italiano, el d(
de prevención del delito, para imponer penas más duras y para sión de la legislación
"ampliar la red" de controles policiales. En su libro Inventando no, a la vieja usanzé
el temor al delito (Inventíng Jear of crime), Murray Lee (2007) pre­ una década después
senta un excelente relato de cómo la "política de la angustia" se ha fortalecido por lo
convierte en un factor determinante en el desarrollo de la justicia pulite, que tuvo com1
penal. El temor a "los que no son como uno" y que tienen el há­ corruptas, objetivo v:
bito de cometer delitos callejeros dio pie al revanchismo urbano. italiana (Faccioli 198
GEN EL ANÁLISIS CRITICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 27 1

Ldores penales también Ese término, acuñado por Neil Smith ( 1996), hace referencia a
1 á s útil que los modelos la estrategia urbana de "reconquistar" la ciudad para el capital
lucha. Si bien los aca­ y para las clases medias, desplazando a los "pobres urbanos"
mas h istóricos, huyeron -entre ellos, muchos inmigrantes- que han deteriorado la vida
optaron po sturas defen­ social a tal punto que las clases medias (blancas) tuvieron que
ación de la criminología huir a los suburbios . En ese contexto, las autoridades locales se
Jenal actual, es preciso han hecho menos sensibles a las demandas de sus habitantes
ley y el orden. vulnerables y recurren cada vez más a e strategias punitivas para
reorganizar la ciudad según los gustos e intereses de las clases
medias -comprometiéndose en la lucha contra los pobres urba­
nos-. El temor al "otro" terminó, después de 2 0 0 1 , en el temor a
de las campañas de ley
los (potenciales) terroristas islámicos. Así, surgió la idea de que
uropa occidental. Así, se
los musulmanes odian a los occidentales; odian nuestro estilo
de las manos y que la
de vida "decadente", nuestra sociedad abierta y, por supuesto,
1edios blandos" de la dé­
también nuestro dominio económico y político. Esta idea fue ali­
.ecesitaba una respuesta
mentada por numerosos ataques en el nombre de Alá. Tras los
gnificaba dureza con los
1 la punibilidad crecía a
ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, los
musulmanes radicales volaron una discoteca en la isla indonesia
1al estaba en crisis. Los
de Bali, embajadas occidentales en Estambul, centros turísticos
je y los políticos usan el
en Turquía y Egipto, centros culturales en Casablanca, trenes
rales, generando grandes
locales en y alrededor de Madrid, líneas de subterráneo y colec­
·ealizable". El sistema no
política, comete errores tivos en Londres. Estos espantosos acontecimientos provocaron

::: ión europea, el sistema conmoción, y en estado de shock no resulta difícil implementar
o de Renania por el an­ respuestas draconianas -que frecuentemente no se condicen con
>r la creencia asegurada los principios de las sociedades liberales y abiertas-. Se descono­
cado. La imagen pública cieron -prácticamente, derogaron - numerosos derechos civiles
; mientras alguna vez "lo bajo un equivocado "derecho de protección" contra los terroristas
:orporización de los valo­ (Zaitch, van Swaaningen y Geelhoéd, 2007).
ración social, ahora sólo En l a actualidad, el escenario general e n Europa es similar,
ollo individu al. El temor pero las condiciones sociales específicas bajo las cuales surgie­
tpación por las víctimas ron las nuevas políticas de ley y orden varían de país en país. En
ra anunciar programas el caso italiano, el debido proceso ha tenido que soportar la pre­
penas más duras y para sión de la legislación de emergencia contra el "terrorismo" (inter­
En su libro Inventando no, a la vieja usanza de izquierda) de la década del 70. Más de
, Murray Lee (2007) pre­ una década después, la creencia pública en la ley y el orden se
olítica de la angustia" se ha fortalecido por lo s ju icios contra la mafia, y la operación maní
!l desarrollo de la justici a pulite, que tuvo como objetivo acabar con todo tipo de prácticas
uno" y que tienen el há- corruptas, objetivo vital para el funcionamiento de la burocracia
al revanchismo urbano. italiana (Faccioli 1984; Pavarini 1994). El delito organizado tras­
272 RENÉ VAN SwAANINGEN EL ANÁLIS

nacional, el fraude y la corrupción se convirtieron en problemas Si bien tradicion


importantes para, virtualmente, todos los países europeos, pero a la esfera pública , ,
el caso italiano es el mejor ejemplo en la materia. En España, el técnicas de investig
desconocimiento de libertades civiles mediante u na ley de segu­ llamadas telefónica
ridad urbana (Ley de seguridad ciudadana) fue la primera pre­ · acce sible , o escu ch
ocupación por el Estado de Derecho de los académicos críticos. das med iant e la im
La creencia en la democracia española estaba socavada, a prin­ a larga dista ncia , :r
cipios de los 90, por las operaciones de monitoreo ilegales del · ser un lugar en el
q
servicio secreto CESID, el conocimiento público de la existencia en nuestra intimida
de grupos de choque dentro de las fuerzas de policía (GAL) y como la violencia do
los burdos y continuos intentos de ocultar los escándalos de da polí tica de quiene
corrupción generalizada. Muchos países europeos expresaron la polic ía interviene
similar preocupación por las tendencias autoritarias de reforza­ tes se negaba a part
miento de la ley y el orden, pero, en retrospectiva, sólo fueron el observar el surgimit
preludio de lo que experimentaríamos baj o la nueva legislación espe cífic os de contrc
antiterrorista en el nuevo milenio. en principio, abiertc
por pers ona l de se
11. Los PRINCIPALES MODELOS DEL NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL Son ejem plos de ello
Tal como sostuvo D avid G arland (200 1 : 1 ) en la primera pá­ parques indu stria le
gina de su libro La cultura del control " H ace tan sólo treinta libre acce so al públ i

años, cada uno de estos fenómenos habría parecido altamen­ son comu nes en Eur
te improbable, aun para el observador mejor informado y más Un fenómeno bas1
actualizado". H oy, tenemos u n sistema de justicia penal muy de las autoridades d•
diferente del de hace unos treinta años atrás, y hasta podemos cumple un rol margi
afirmar que la lógica completa de la justicia penal ha cambia­ muchos otros mecar
do. D esde los análisis del control social, podemos derivar cinco consecuente con la r•
distinciones analíticas que pueden ayudarnos a explicar qué ha zación neoliberal, el e
pasado. Generalmente, se distingue entre: 1 ) control social for­ no a la empresa privé
mal e informal; 2) control organizado desde el Estado y control nueva visión de la jt
privado; 3) control posterior a los hechos y proactivo; 4) control delito, en el nuevo m
coercitivo y persuasivo, y S),control en la esfera pública y en la colaboración entre le¡
esfera privada (Scheerer y Hess, 1 9 9 7 ) . El "buen y viejo" enfo ­ es capaz de reasumí
que punitivo del Estado n o h a perdido terreno en Europa: aún control. ¿Cuáles han
se puede hablar de un "neopunitivismo" en muchas partes del cambio en el control :
mundo occidental (Pratt et al., 2 005), pero, aun cuando el nivel
general de punitivismo ha aumentado, en realidad la balanza l . Mayor orientación
en el control del delito se ha inclinado hacia formas de control Un primer factor e
más informales, privadas, proactivas y persuasivas y hacia una se encuentra en lo qu·
mayor intervención en la esfera privada. tima". En el derecho I
EN EL ANÁLISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 273

virtieron en problemas Si bien tradicionalmente el control del delito estaba limitado


; países europeos, pero a la esfera pública, este límite hoy está más borroso. Las nuevas
nateria. En España, el técnicas de investigación, que permiten intervenir masivamente
liante una ley de segu­ llamadas telefónicas y ordenarlas en CD -RO M , de forma muy
rw) fue la primera pre­ accesible, o e scuchar clandestinamente conversaciones priva­
>s académicos críticos . das mediante la instalación de micrófonos de alta sensibilidad
.taba socavada, a prin­ a larga distancia, han hecho que el domicilio privado deje de
·
monitoreo ilegales del ser un lugar en el que podamos sentirnos seguros y protegidos
>Úblico de la existencia en nuestra intimidad. A e sto, se suma el hecho de que asuntos
zas de policía (GAL) y como la violencia doméstica y el incesto formen parte de la agen­
ltar los escándalos de da política de quienes ejercen la coerción penal, por lo que ahora
: europeos expresaron la policía interviene en "cuestiones domésticas" en las que an­
mtoritarias de reforza­ tes se negaba a participar ( Larrauri, 2007). Asimismo, se puede
;;pectiva, sólo fueron el observar el surgimiento de una esfera semiprivada, con modos
o la nueva legislación e specíficos de control. Esta esfera está compuesta por lugares,
en principio, abiertos al público en general, pero controlados
por personal de seguridad privada (Jones y Newburn , 1999).
MA DE JUSTICIA PENAL Son ejemplos de ello los "no-lugares"; como los shoppings o los
parques industriales, pero también otros sitios que no son de
1 1 : 1) en la primera pá­
libre acceso al público, como los barrios privados, que aún no
' H ace tan sólo treinta
son comunes en Europa.
'ría parecido altamen­
Un fenómeno bastante nuevo es el reconocimiento, por parte
lejor informado y más
de las autoridades de la justicia penal, de que el derecho penal
de justicia penal muy
cumple un rol marginal en el control del delito y de que existen
trás, y hasta podemos
muchos otros mecanismos de control más efectivos . De forma
:icia penal ha cambia­
consecuente con la retirada del Estado en el proceso de globali­
podemos derivar cinco
zación neoliberal, el derecho penal ha cedido considerable terre­
rnos a explicar qué ha
: 1 ) control social for­ no a la empresa privada y a la sociedad civil. El leitmotiv de e sta
nueva visión de la justicia penal es que el efectivo control del
;de el Estado y control
delito, en el nuevo mundo globalizado, sólo es posible si existe
y proactivo; 4) control
colaboración entre legos y agencias especializadas y si el Estado
esfera pública y en la
!:1 "buen y viejo" enfo­
es capaz de reasumir su función de coordinación central y de
control. ¿Cuáles han sido, entonces, las fuerzas impulsoras del
:rreno en Europa: aún
cambio en el control social durante las dos últimas décadas?
en muchas partes del
·o , aun cuando el nivel
n realidad la balanza
l . Mayor orientación hacia la víctima
3.cia formas de control Un primer factor detrás de los cambios en la justicia penal
:rsuasivas y hacia una se enc uentra en lo que podría llamarse "emancipación de la víc­
tima". En el derecho penal tradicional, la víctima tiene una po­
274 RENÉ VAN SWAANINGEN E L ANALIS

sición incómoda. No es infrecuente leer manuales de derecho más. Por lo tanto, :


penal en los que la palabra "víctima" prácticamente no aparece . se vive en la socied:
El único rol real asignado a la víctima en el procedimiento penal visto también com<
es el de testigo. El papel de portador de reclamos al acusado o que los medios ded
al Estado concierne más al derecho privado. El derecho penal pectiva, se conside:
se ocupa, ante todo, de discernir la culpa del acusado. Una vez la mayor competen
que está establecida, la dogmática penal no ofrece ninguna he­ muchos más medí<
rramienta para resarcir a la víctima y reparar el daño. Con la posible para sobre'
emancipación de la víctima en la década del 70 y los cientos de nuestras sociedade
estudios sobre los efectos de la victimización y el temor al deli­ entretenimientos, 1<
to realizados en la década del 80, se consideró que éste era un las, los que atraen
defecto inaceptable de la justicia penal (Boutellier, 1993). D esde gramas sobre "delit
entonces, se han establecido una amplia gama de estipulaciones delito se amplifica 1

en apoyo de la víctima y para la reparación del daño. Además delictivas, aprovech


de estos cambios institucionales, la emancipación de la víctima electorale s -lo que
también tuvo consecuencias dentro de la propia lógica de la jus­ nota populista a la
ticia penal: la lógica interna del sistema -asignación del castigo
basada únicamente en el j uicio sobre la culpabilidad del acu­ 3. Del delito al tem
sado individualmente considerado- es "afectada" por elementos El tercer cambio
externos y subjetivos, como "el temor al delito" o los sentimien­ amplió hacia el de s•
tos de "inseguridad" o de venganza. da gama de iniciativ
tural, situacional e
2. El delito como tema central del debate público más precisión en el
En relación a e sto, puede observarse una interacción entre tante enfatizar que '
un creciente interés por el aumento en los índices delictivos y los propio plan de segu
cambios en la atención mediática respecto de e ste tema. Hasta tancia. Muchos de e
la década del 80,
los medios -al menos en Holanda- dedicaban al delito en el sentid
una escasa atención al tema y el torio utilizado era modesto. A una va riedad de act
partir de entonces, los medios comenzaron a informar cada vez y a encarar el prob
con más frecuencia sobre hechos delictivos: tanto sobre delito (callejero) en términ
callejero como sobre los delitos de cuello blanco. Se creó una ción del delito son r
categoría completamente nueva de programas televisivos sobre colaboración con el
el delito, bajo el rótulo de "periodismo de investigación", "rea­ y comunales y con f1
lity TV" e "infoentretenimiento". Asimismo, se afirma que este en el área de vivien
crecimiento de la atención de los medios fue simplemente una la iluminación públ
reacción frente al aumento de la preocupación pública por la en el reconocimient
cuestión del delito. En esta línea, se sostiene que hasta finales en la prevención y ll
"
de la década del 80 las tasas delictivas aumentaron, los delitos acuñó el término 1

cometidos son más graves y el temor por el delito ha crecido aún activa que incluye
GEN EL ANÁLISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 275

r manuales de derecho m á s . Por l o tanto, los medios simplemente informarían l o que


i.cticamente no aparece. se vive en la sociedad. Sin embargo, el mayor temor al delito es
L el procedimiento penal visto también como consecuencia del aumento de la atención
· reclamos al acusado o que los medios dedican al tema y ésta, a su vez, en esta pers­
ivado. El derecho penal pectiva, se considera fundamentalmente u na consecuencia de
>a del acusado. Una vez la mayor competencia entre los distintos medios: hoy existen
1 no ofrece ninguna he­ muchos más medios en pugna por atraer la mayor audiencia
eparar el daño. Con la posible pará sobrevivir en la corte suprema por excelencia de
1 del 70 y los cientos de nuestras sociedades: el mercado. Después de los programas de
ación y el temor al deli­ entretenimientos, los de deportes, el "porno- soft" y las telenove­
nsideró que éste era un las, los que atraen la mayor audiencia son los suculentos pro­
Boutellier, 1 9 9 3 ) . Desde gramas sobre "delito real". Como consecuencia, el problema del
gama de estipulaciones delito se amplifica tremendamente. E sta sobredosis de noticias
tción del daño. Además delictivas, aprovechada por los políticos para obtener beneficios
.ncipación de la víctima electorales -lo que es relativamente nuevo en Europa- le da una
t propia lógica de la j us­ nota populista a la política de la justicia penal.
-asignación del castigo
a culpabilidad del acu­ 3. Del delito al temor del delito
:�Jectada" por elementos El tercer cambio de importancia es que el concepto de delito se
delito" o los sentimien- amplió hacia el de seguridad. Se ha puesto en marcha una varia­
da gama de iniciativas para la prevención del delito a nivel estruc­
tural, situacional e individual. Desarrollaremos este tema con
e público más precisión en el próximo capítulo. Por ahora, resulta impor­
! una interacción entre tante enfatizar que cada gobiemo local tiene, en la actualidad, su
s índices delictivos y los propio plan de seguridad y que el Estado sólo gobiema a la dis­
:to de este tema. Hasta tancia. Muchos de estos planes no están precisamente orientados
:!n Holanda- dedicaban al delito en el sentido legal de la palabra, sino a una lucha contra
.tilizado era modesto. A una vá riedad de actos llamados "problemáticos" o "incivilidades"
·on a informar cada vez y a encarar el problema de la inseguridad y del temor al delito
ivos: tanto sobre delito (callejero) en términos muy generales. Los programas de preven­
lo blanco. Se creó una ción del delito son mayormente implementados por la policía, en
ramas televisivos sobre colaboración con el trabaj o de organizaciones juveniles, barriales
de investigación", "rea­ y comunales y con funcionarios de diversos servicios municipales
mo, se afirma que este en el área de vivienda, salud, mantenimiento de las calles y de
s fue simplemente una la iluminación pública y otros por el estilo. Esta política se basa
upación pública por la en el reconocimiento de que todos estos servicios tienen un rol
:tiene que hasta finales en la prevención y la lucha contra el delito. David Garland (2001)
1umentaron, los delitos acuñó el término "responsabilización" para definir esta política
el delito ha crecido aún activa que incluye una amplia gama de individuos, agencias y
276 RENÉ VAN SWAANINGEN EL ANA

asociaciones en el control del delito. Una de las primeras oracio­ decisiones más ii
nes del White Paper (Ministerio de Justicia, 2001:3) holandés de en las dependenc
2001 (instrucciones del Ministerio de Justicia) reza: "El control justicia penal m,
del delito es una tarea que deben llevar a cabo la Administración, de que realmenü
la sociedad, la comunidad de los negocios, los ciudadanos, .la po­ trol proactivo" st:
licía y el poder judicial por igual". La política de la prevención del control ex post fa
delito es un excelente ejemplo de la estrategia de la responsabili­ bien conocidos de
zadón. El aumento de la industria de la seguridad privada, desde reciente y probab
la vigilancia hasta la producción y venta de cerraduras y disposi­ vancia de los llarr
tivos electrónicos también puede explicarse mediante la enorme mapas de situaci
popularidad del discurso de la seguridad. con gran concent
riesgo y de posibl
4. Mayor regulación administrativa
La cuarta tendencia es que las autoridades de la justicia pe­ 6. El rol de las n
nal han advertido que, en muchos casos, las medidas adminis­ Las técnicas e
trativas resultan mucho más eficaces como medio de control del delito son realmt:
delito que la intervención penal. Gradual pero inexorablemente, merosas técnicas
la primacía del Estado de Derecho está haciendo lugar a la pri­ · pulsaras más im¡
macia del Poder Ejecutivo. En el campo del orden público es descriptos en el te
donde las medidas administrativas son más utilizadas que las como una caractc
penales para controlar situaciones potencialmente criminóge­ Puede observarsf
nas. Asimismo, se ha generalizado la práctica administrativa de co, de nuestros a
condicionar ciertas actividades al otorgamiento de licencias que delito. Todas nw
pueden ser retiradas después de una infracción a las normas. webs que visitam
Las infracciones de tránsito, como conducir con exceso de velo­ den, en principio,
cidad, prácticamente se han autonomizado y se tratan en juz­ vimientos más an
gados administrativos. También se ha generalizado la c o erción movimientos físic
administrativa en el control del delito corporativo: si una empre­ cos, e scolares, la
sa viola las leyes impositivas o las leyes de protección del medio ciertas condicione
ambiente, pueden imponerse astreintes hasta que la compañía El rol de las té
c:tdecue su conducta a lo dispuesto por las normas. En casos no puede subesti
extremos, por ejemplo, una empresa que contamina el medio
grandes memoria
ambiente o se niega a tratar sus efluentes, puede ser clausura­ que ocurren en d
da. Esta práctica ha demostrado ser mucho más eficaz que el perfil promedio de
procesamiento de algunos empleados o del director de la firma. cálculo de la corre
"zonas calientes" :
5. Intervención más proactiva volcarse en un m;

La qu inta tendencia es que la coerción penal se está tras­ cargados del cumJ
ladando a las fases preliminares del procedimiento penal. Las blica -y privada, d
GEN EL ANÁLISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 277

de las primeras oracio­ decisiones más importantes ya no se toman en el tribunal, sino


:ia, 2001:3) holandés de en las dependencias policiales. El desarrollo en la política de la
1sticia) reza: "El control justicia penal muestra un creciente deseo de intervenir antes
cabo la Administración, de que realmente se haya cometido un delito. El llamado "con­
s, los ciudadanos, la po­ trol proactivo" se ha vuelto más importante que el tradicional
tica de la prevención del control ex post Jacto. La vigilancia y la infiltración son ejemplos
tegia de la responsabili ­ bien conocidos de esta práctica. Sin embargo, la tendencia más
eguridad privada, desde reciente y probablemente la más importante es la creciente rele­
de cerraduras y disposi­ vancia de los llamados "perfiladores de riesgo", que confeccionan
.rse mediante la enorme mapas de situaciones sospechosas y "zonas calientes" (lugares
l. con gran concentración de delito callejero) y diseñan perfiles de
riesgo y de posibles delincuentes para determinados delitos.

idades d e l a justicia pe-


6. El rol de las nuevas técnicas
3, las medidas adminis­ Las técnicas con las que actualmente cuenta el control del
mo medio de control del delito son realmente novedosas. La rápida introducción de nu­
.1 pero inexorablemente, merosas técnicas podría ser vista como u na de las fuerzas im­
haciendo lugar a la pri­ pulsoras más importantes tras los cambios de la justicia penal
>o del orden público es descriptos en el tercer párrafo. Aquí , sin embargo, la trataremos
más utilizadas que las como u na característica de la nueva lógica de la justicia penal.
encialmente criminóge­ Puede observarse un generalizado control científico, tecnológi­
ictica administrativa de co, de nuestros actos, dentro y fuera del ámbito del control del
Lmiento de licencias que delito. Todas nuestras transacciones financieras, las páginas
1fracción a las normas. webs que visitamos y los mails que enviamos y recibimos pue­
ucir con exceso de velo­ den, en principio, ser rastreados. Los satélites observan los mo­
:ado y se tratan en juz­ vimientos más amplios , las cámaras siguen muchos de nuestros
eneralizado la coerción movimientos físicos con gran detalle y nuestros registros médi­
rporativo: si una empre­ cos, e scolares, labora les , impositivos y policiales pueden, bajo
de protección del medio ciertas condiciones, ser puestos a disposición de terceros.
hasta que la compañía El rol de las técnicas avanzadas en la coerción penal actual
· las normas. En casos no puede subestimarse. Hoy existen computadoras veloces con
ue contamina el medio grandes memorias que hacen posible registrar todos los delitos
:es, puede ser clausura­ que ocurren en determinado lugar y hora del día, junto con el
ucho más eficaz que el perfil promedio del victimario y de la víctima, y hacer una hoja de
del director de la firma. cálculo de la correlación entre estas variables. De este modo, las
"zonas calientes" y los perfiles de víctimas y victimarios pueden
volcarse en un mapa integral y ponerse a disposición de los en­
:ión penal se está tras­ cargados del cumplimiento de la ley. Los policías de la fuerza pú­
·ocedimiento penal. Las blica -y privada, debería acotarse- se han transformado en agen­
EL ANÁLISIS e
278 RENÉ VAN SWAANINGEN

un delito, y aún más,


tes especialistas en comunicación del riesgo (Ericson y Haggerty,
pechoso para poder ce
1997). Saben mucho mejor que antes dónde tienen que patrullar,
en la escena del delito.
en qué horario y qué equipos especializados necesitan establecer
pectativas respecto de
en cada área. La policía suele usar una metáfora surgida de la
los académicos -en rel
pesca: en los "viejo s tiempos", los pescadores navegaban y atra­
ristas -respecto de las
paban los peces que nadaban al lado de su bote. Ahora, primero
les)- quienes los ponen
estudian qué clase de peces nadan en cada lugar, proyectan en
Un ejemplo diferenü
un mapa sus movimientos y luego, van allí con equipo especiali­
los delictivos lo constit1
zado para pescar ejemplares de una especie en particular.
efectivo en los negocio:
Otro ejemplo de la influencia de las nuevas técnicas es el au­
dinero se transfiere au
mento de los sistemas de circuitos cerrados de televisión (CCTV)
puede ser abierta por e
para observar cada uno de nuestros movimientos. El proceso
ría de las transaccione
comenzó con las cámaras .en las autopistas y en los negocios y
medios electrónicos de
supermercados . Muy poco después, se instalaron en las estacio­
tificac'ón personal o t.
nes de subte y de trenes; luego, en las plazas centrales de las
impFca la protección d
ciudades (en las que se realizan marchas y concentraciones) y
habido un giro de los n
más tarde, en zonas donde se concentran gran cantidad de bares
a r .Jbos a pequeños ne¡
y discotecas. La elección de los lugares donde se instalan estas
nológicos sofisticados.
cámaras es muy cuidadosa. Se afirma que se prefieren las "zonas
calientes" pero se contesta críticamente que la selectividad tradi­
III. HACIA LA JUSTICIA ACT
cional de la coerción penal hacia los grupos sociales vulnerables
-cuyos delitos menores son los más visibles lisa y llanamente El conjunto de e stas
se amplifica por el uso de estas cámaras. Asimismo, se sostiene ticia actuaria!": una m
que la presencia de cámaras tiene un efecto disuasivo, pero no evolución del riesgo má
hay demostración empírica que avale esta presunción y tampoco nales. Junto con la coe
que haya disminuido el temor al delito. O bien la gente no nota trategia política de las :
las cámaras o se acostumbró tanto a ellas que ya no influencian dad que ya no está orie1
su comportamiento. Aun suponiendo que la policía efectivamente negativa de limitar el ri•
mirara todas esas cámara , es altamente improbable que pudiera solidaridad ya no se ba:
llegar al lugar a tiempo para efectuar un arresto (Ditton, 1999). sino que se expresa en
Sin embargo, a nivel probatorio, es más fácil establecer la partici­ que puede hacerse alg<

pación de un sospechoso si su imagen quedó registrada. en los análisis de costo


Algo similar puede decirse sobre la "revolución" de los perfiles gerencia de la sociedac

de A D N . Se ha vuelto verdaderamente inútil para u n sospechoso del idealismo al realis1


negar su presencia en el locus delicti cuando un cabello o una mada por principios no
La visión subyacente d<
partícula de piel pueden probar que miente. No obstante ello, no
se resuelven todos los problemas que rodean la utilización de la responsable al objeto ir
legales ya no son juzga
evidencia criminal. El hecho de haber estado en determinado
lugar no significa que alguien necesariamente haya cometido términos de riesgo pote

.,
EL ANÁLISIS CRiTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 279
}EN

u n delito, y aún más, primero, es necesario encontrar un sos­


;go (Ericson y Haggerty,
pechoso para poder comparar su ADN con los restos hallados
de tienen que patrullar,
en la escena del delito. El público general tiene demasiadas ex­
los necesitan establecer
pectativas respecto de los perfiles de A D N . Son principalmente
metáfora surgida de la
los académicos -en relación a las cuestiones técnicas- y los ju­
lores navegaban y atra­
ristas -respecto de las cuestiones normativas (políticas y lega­
su bote. Ahora, primero
les)- quienes los ponen en perspectiva.
=tda lugar, proyectan en
Un ejemplo diferente de cómo las técnicas cambian los mode­
llí con equipo especiali­
los delictivos lo constituye la desaparición gradual del dinero en
cie en particular.
efectivo en los negocios. En las cadenas y negocios grandes, el
.1evas técnicas es el au­
dinero se transfiere automáticamente a una caja fuerte que no
los de televisión (CCTV)
puede ser abierta por el personal del establecimiento. La mayo ­
ovirnientos. El proceso
ría de las transacciones en efectivo han sido reemplazadas por
;tas y en los negocios y
medios electrónicos de pago: el "chip-cash", números de iden­
stalaron en las estado­
tificac'ón personal o tarjetas de crédito. Sin embargo, esto no
plazas centrales de las
irnpFca la protección del cliente. En Holanda se observa que ha
3.S y concentraciones) y
habido un giro de los robos a las estaciones de servicio y bancos
gran cantidad de bares
a r .:>bos a pequeños negocios y bares que no tienen equipos tec­
ionde se instalan estas
nológicos sofisticados.
e se prefieren las "zonas
ue la selectividad tradi­ Ill . HACIA LA JUSTICIA ACTUARIAL
lOS sociales vulnerables
bles lisa y llanamente El conjunto de e stas tendencias ha sido tipificado corno "jus­
. Asimismo, se sostiene ticia actuaria!": una nueva clase de control penal basado en la
ecto disuasivo, pero no evolución del riesgo más que en los principios penales tradicio­

t presunción y tampoco nales. Junto con la coerción penal se ha convertido en u na es­


trategia política de las sociedades de riesgo, es decir, u na socie­
) bien la gente no nota
s que ya no influencian dad que ya no está orientada hacia ideales pOsitivos sin la lógica

la policía efectivamente
negativa de limitar el riesgo (Beck1986). En una sociedad ta , la
-
solidaridad ya no se basa en el sentimiento positivo de conex10n,
improbable que pudiera
sino que se expresa en un temor común; se abandona la idea de
. arresto (Ditton, 1999) .
que puede hacerse algo bueno y la toma de decis ones e basa
.cil establecer la partici­
en los análisis de costo-beneficio sobre el modo mas eficiente de
:
edó registrada.
gerencia de la sociedad, proceso que se describe como mbio
volución" de los perfiles
del idealismo al realismo. La acción estatal ya no esta mfor­
ttil para un sospechoso
mada por principios normativos sino por números estadísticos.
ando un cabello o u na
La visión subyacente de la humanidad ha girado del ciudadano
tte. No obstante ello, no
responsable al objeto irresponsable de control. La nfrac iones
ean la utilización de la
legales ya no son j uzgadas en términos de culpab1hdad smo en
!stado en determinado
términos de riesgo potencial para el orden social.
:�.mente haya cometido
280 RENÉ VAN SwAANINGEN E L ANÁLISIS CRi'

· Esta tendencia se anunciaba bastante tiempo atrás. H ace colrn Feeley y Jonathan :
veinte años, el teórico jurídico Filipo Sgubbi ( 1990) sostuvo que en caracterizar estos de:
una proporción creciente de delitos de la sociedad moderna se la que acuñaron el térmi
trataba como una cuestión de simple trasgresión, en la que los El adjetivo "actuaria!'
intentos de responsabilizar al acusado moralmente cedieron actuarios son quienes ca
su lugar a la pura regulación administrativa. Por su parte, el me a ellos, determinan 1<
criminólogo alemán Sebastian Scheerer ( 1986a: 105-6) sostuvo, penología "halla su raíz
aún mucho antes, que er derecho penal estaba perdiendo su y por conceptos como c1
identidad en la medida en que se c aracterizaba cada vez más como también diagnóstic
por la política simbólica a nivel retórico y por el apoyo adminis­ gresor individual". La " n
trativo en el plano práctico. Diez años después, Scheerer ( 1 996) actuaria!. El delito es U J
concluiría que la cárcel se transformó en un "depósito" para tral e s gerenciarlo de la
los que son demasiado pobres para ser castigados financiera­ esta cuestión es el cálcul
mente y demasiado marginales para ser integrados (refugiados, de identificación, clasific
europeos del este, solicitantes de asilo político, etc . ) , pero, al tegorizados en orden a
mismo tiempo, comenzó a perder su lugar corno reacción cen­ personifica el centro nel
tral frente a los delitos comunes de la población autóctona, para empresa privada se ha tr
cuyos miembros · Se estableció una amplia red de mecanismos penología. Los "antiguos
de control dentro de la sociedad, presidida por la lógica de la coerción penal, mientra
seguridad, de carácter cada vez más invasivo. Los criminólo­ justicia son actuarios de
gos holandeses Hans Noutellier y Bas van Stokkom ( 1995) lo "La j usticia actuaria!
interpretaron como el surgimiento de una política orientada a la ticia actuaria! involucra
seguridad comunitaria en el marco de una sociedad de riesgo, so sobre la política crim:
cuyo orden moral real se basa en el deseo cívico de seguridad y en el sentido estricto de·
reducción del riesgo. En 1995, la publicación francesa Déviance constriñen a la acción . I1
et Société dedicó un número completo (vol. XIX, n° 2) al creci­ a u n a tecnología específi
miento de la industria de la seguridad dentro de la política de tos. D e tod o s modos, es :¡:
prevención de las soCiedades de riesgo. de una ideología bien a1
Stan Cohen afirmó en 1994 que "la nueva partida del juego tecnología específica" (F
'el fin de las ideologías' dejó su impronta en los sistemas de con­ actuaria! consiste en nu
trol social y las ideologías . . . en el negocio del control, se observa prácticas y nuevas funcio
el predominio del estilo gerencial, administrativo y tecnocrático. yace en las combinacior
Las antiguas ideologías liberales (tratamiento, rehabilitación , corporadas en las nueva
reforma social) están desacreditadas. El objetivo es mantener rnon 1 9 94 : 1 74 ) . La idea d
el sistema de j usticia penal razonablemente en forma. Los di­ presente en la orientació1
rectores de las cárceles ya no son los 'arquitectos morales' de Moderna en la década de
principios del siglo diecinueve, como tampoco lo son los profe­ da el enfoque de la defer
sionales de la época de auge de la ideología del tratamiento; es En la actualidad, ya no s
posible que ahora sólo sean· contadores" (Cohen 1994:72). Mal­ plícita del castigo, sino q·
INGEN EL ANÁLISIS CRlTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 281

ante tiempo atrás. H ace colm Feeley y Jonathan Simon ( 1 9 9 2 , 1 994) fueron los primeros
.gubbi ( 19 9 0) sostuvo que en caracterizar estos desarrollos como "nueva penología", para
: la sociedad moderna se la que acuñaron el término "justicia actuaria!".
trasgresión, en la que los El adjetivo "actuarial" deriva del negocio de los seguros. Los
do moralmente cedieron actuarios son quienes calculan los riesgos potenciales y, confor­
strativa. Por su parte, el me a ellos, determinan los premios de los seguros. La "antigua"
er ( 1986a: 105-6) sostuvo, penología " halla su raíz en la preocupación por los individuos
nal estaba perdiendo su y por conceptos como culpa, responsabilidad y obligación, así
acterizaba cada vez más como también diagnósticos, intervención y tratamiento del tras­
o y por el apoyo adminis­ gresor individual". La " nueva" penología tiene una orientación
después, Scheerer ( 1 996) actuaria!. El delito es un fenómeno normal y la cuestión cen­
LÓ en un "depósito" para tral es gerenciarlo de la manera más eficiente. La respuesta a
er castigados financiera­ esta cuestión es el cálculo del riesgo "interesado en las técnicas
::r integrados (refugiados, de identificación, clasificación y gerenciamiento de grupos ca­
lo político, etc.), pero, al tegorizados en orden a su peligrosidad". El Estado de derecho
ugar como reacción cen­ personifica el centro neurálgico de la "antigua" penología y la
>oblación autóctona, para empresa privada se ha transformado en la metáfora de la nueva
1plia red de mecanismos penología. Los "antiguos" juristas estaban preocupados por la
:;idida por la lógica de la coerción penal, mientras que los "nuevos" administradores de
invasivo. Los criminólo ­ justicia son actuarios de la sociedad de riesgo.
s van Stokkom ( 1995) lo "La j usticia actuaria! es nebulosa pero significativa. La jus­
ma política orientada a la ticia actuaria! involucra nuestra concepción y nuestro discur­
: u na sociedad de riesgo, so sobre la política criminal, pero no constituye una ideología
seo cívico de seguridad y en el sentido estricto de- un conj u nto de creencias e ideas que
cación francesa Déviance constriñen a la acción . Implica prácticas pero no es reductible
, (vol. XIX, n° 2) al creci­ a u n a tecnología específica o a un conj u nto de comportamien­
i dentro de la política de tos . D e todos modos, es poderosa y significativa, porque carece
de una ideología bien articulada y de identificación con una
t nueva partida del juego tecnología específica" (Feeley y Simon 1 9 9 4 : 174 ) . La j u sticia
:a en los sistemas de con­ actuaria! consiste en nuevos modelos de racionalidad,nuevas
:io del control, se observa prácticas y nuevas funciones para viejas formas,. "Su novedad
inistrativo y tecnocrático . yace en las combinaciones y microprácticas particulares in­
tamiento, rehabilitación, corporadas en las nuevas funciones que ejecutan" (Feeley y Si­
El objetivo es mantener mon 1 9 9 4 : 1 74). La idea del gerenciamiento del riesgo ya estaba
:mente en forma. Los di- presente en la orientación hacia la defensa social de la E scuela
'arquitectos morales' de Moderna en la década del 80. Sin embargo, durante esta déca­
ampoco lo son los profe­ da el enfoque de la defensa social tenía otras características.
)logía del tratamiento; es En la actualidad, ya no se presenta como una legitimación ex­
s" (Cohen 1994:72). Mal- plícita del castigo, sino que es o scurecido mediante un d iscur­
EL ANÁLISI
282 RENÉ VAN SwAANINGEN
en los alrededores. L<
so pragmático, gerencial, que no aborda las cuestiones de legi­
iluminación de las ce:
timidad. El riesgo, las molestias, la eficiencia y la credibilidad
cios de departament<
son las claves de e ste discurso.
tal modo que la gent
Richard Ericson y Kevin Carriere ( 1994: 102 -3) distinguen
minada y visible, co1
tres lógicas del riesgo que marcan el discurso y la práctica de la
oscuros" y con rutas
justicia actuaria!: en primer lugar, se halla la lógica de la crea­
los criminólogos sean
ción de temor a las amenazas y peligros mediante la construc­
· nuevos. Se ve aquí el;
ción de enemigos adecuados. En segundo término, se encuentra
lo que Shearing y Ste
la idea de que lo irracional puede ser controlado por medios
de control social "Di:
racionales. Ahora, que se ha abandonado el ideal de una socie­
implícita y relativame
dad posible de construir, "el miedo se transforma en la base de
taculizar las posibilid
la acción racional". Finalmente, existe la lógica del seguro, que
Con el objetivo de
es central en la racionalización del riesgo. Estas nuevas lógicas
les de riesgo se utiliza
del riesgo también implican nuevas formas de interferencia en la
duro" de los delincue
vida privada de la gente. Mientras los mecanismos de control so­
una vez que tienen res
cial informal, interpersonal, se debilitaron durante las décadas
delitos más graves. La
del 60 y el 70, se intensificó el control institucional mediante
carreras delictivas ge1
los registros de datos personales almacenados en los sistemas
factores como familia
computarizados de las dependencias municipales, organismos
ciente intelectual bajo,
públicos destinados a la vivienda, servicios sociales, servicios
de salud, policía, etc. Los análisis de rie sgo se utilizan, en la conductas intimidator
área en la que se utili:
actualidad, en todo el sistema de justicia penal, desde la policía
El perfil del abusador 1
hasta el sistema carcelario y desde programas de prevención de
acusado cuando come
delitos menores hasta en la lucha contra el lavado de dinero.
ciones que tuvo con lé
Dentro del sistema carcelario, los perfiles de riesgo se usan
etc. Si existe un númer
para determinar el tipo de cárcel más conveniente para alojar a
un detenido. Los celadores mantienen Un registro del comporta­ alguna forma de inten

miento de cada interno -peleas, inte ntos de fuga, colaboración Un último ejemplo
bancaria y la comuni
con el personal penitenciario, relación con los compañeros, etc.-.
Junto al expediente penal, este dossier penitenciario determina, de dinero, los bancos

por ejemplo, si un interno puede ser transferido a un régimen toda transacción "inu

abierto o si es necesario enviarlo a una prisión de máxima segu­ incluyen supuestos n

ridad. Asimismo, sirve para decidir el otorgamiento de salidas banco cien mil euros

transitorias o la concesión de libertad condicionaL ción que supere los d

En la prevención del delito, los perfiles de riesgo se utilizan negocios son una más
para determinar dónde debería iniciarse algún tipo de programa comer al paso son fre

en particular, a quien debería dirigirse, y también para ver cómo el lavado de dinero prc

podrían limitarse las oportunidades de cometer delitos específi­ transporte es frecuen

cos. Esto último, generalmente, implica cambios arquitectónicos industria del' tratamie
1EN EL ANÁLISIS CRiTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 283

las cuestiones de legi­ en los alrededores. Los arbustos espesos se podan y se mejora la
encia y la credibilidad iluminación de las calles para aumentar la visibilidad. Los edifi­
cios de departamentos y las sendas de acceso se construyen de
994: 102 -3) distinguen tal modo que la gente se vea obligada a seguir una ruta deter­

urso y la práctica de la minada y visible, con la menor cantidad posible de "callejones


lla la lógica de la crea­ oscuros" y con rutas alternativas (de escape). Hoy, es usual que
mediante la construc­ los criminólogos sean incluidos en la planificación de los barrios
.
término, se encuentra nuevos. Se ve aquí claramente uno de los elementos centrales de
:ontrolado por medios lo que Shearing y Stenning ( 1985) han dado en llamar el modelo
l el ideal de una socie ­ de control social "Disney", haciendo referencia a la naturaleza
nsforma en la base de implícita y relativamente no coercitiva del control dirigido a obs­
lógica del seguro, que taculizar las posibilidades efectivas de cometer delitos.
. Estas nuevas lógicas Con el objetivo de frustrar las carreras criminales, los perfi­
s de interferencia en la les de riesgo se utilizan con frecuencia para seleccionar el "núcleo
3.nismos de control so ­ duro" de los delincuentes juveniles que no prescinden del delito
n durante las décadas una vez que tienen responsabilidades de adultos, sino que cometen
nstitucional mediante delitos más graves. La investigación etiológica demuestra que estas
1.ados en los sistemas carreras delictivas generalmente hallan correlato significativo en
nicipales, organismos factores como familias desestructuradas, deserción escolar, coefi­
ios sociales, servicios ciente intelectual bajo, hiperactividad {A. D. D .), escaso autocontrol,
sgo se utilizan, en la conductas intimidatorias de los compañeros (bullying), etc. Otra
Jenal, desde la policía área en la que se utilizan los perfiles es la de los delitos sexuales.
mas de prevención de El perfil del abusador típico se elabora sobre la base de la edad del
:1 lavado de dinero. acusado cuando cometió su primer delito sexual, la clase de rela­
le s de riesgo se usan ciones que tuvo con las mujeres, su estructura de personalidad,
veniente para alojar a etc. Si existe un número significativo de factores de riesgo, se inicia
·egistro del comporta­ alguna forma de intervención temprana.
je fuga, colaboración Un último ejemplo de perfiles de riesgo deriva de la industria
.os compañeros, etc.-. bancaria y la comunidad de los negocios. Para evitar el lavado
itenciario determina, de dinero, los bancos están obligados a informar a la policía de
É stas no sólo
sferido a un régimen toda transacción "inusual" antes de efectivizarla.
ión de máxima segu­ incluyen supuestos realmente poco frecuentes, como llevar al
rgamiento de salidas banco cien mil euros en un bolso deportivo, sino toda transac­
licional. ción que supere los dos mil euros. Las diferentes áreas de los
de riesgo se utilizan negocios son una más criminógena que la otra. Los locales para
ún tipo de programa comer al paso son frecuentemente usados como pantalla para
.mbién para ver cómo el lavado de dinero proveniente del narcotráfico. En el sector del
e
neter delitos específi­ transporte es fr cuente el comercio de la migración ilegal. La
lbios arquitectónicos industria del tratamiento de efluentes se ve muchas veces invo­
284 RENÉ VAN SwAANINGEN EL ANÁLISIS

lucrada en casos de disposición ilegal de residuos tóxicos. Por mayor parte de los ni!
ello, estas ramas son controladas preventivamente. En e special, tienen problemas con
si una empresa obtiene réditos inusuales o está por quebrar, es cometen fraude hubie1
signo de alarma para la policía, como también lo son la contabi­ la mayor parte de las <
lidad poco clara o la cultura de prácticas poco honestas de las ganan simplemente qt:
firmas come ciales. Dentro de la comunidad de los negocios, se delictivas que puedan
ha establecido un sistema completo y novedoso de inteligencia lo tanto, ¿qué es lo qw
interna corporativa, con departamentos para el cumplimiento Un claro punto dél
de las imposiciones legales, seguridad en la tecnología de la in­ nal es el discutible ve
formación y las comunicaciones y auditorías forenses . creemos demasiado en
Todos estos perfiles, basados en investigaciones indudable­ penal -su selectividad
mente sólidas y mayoritariamente etiológicas, en registros poli­ clusión- pueden adqui
ciales y estudios de probabilidades (estadísticas) son utilizado s determinista. Durante
para desarrollar sistemas d e intervención temprana. S e quiere la selectividad y la est
intervenir antes que algo salga mal. Con respecto a la legitimi­ efectos colaterales ind
dad de estas intervenciones, la primera pregunta es cuán con­ de la nueva lógica actu
fiables son realmente estos perfiles de riesgo. Sin embargo, esta "verdadero villano" sor
cuestión no es tan fácil de resolver. Para llegar a u na respuesta tíficos. Esto hace que
apropiada, debería analizarse la investigación en la que se basa: efectos colaterales ind
¿qué relaciones causales son sobreestimadas y qué factores re­ riesgo son relacionado:
ciben menor atención en estas investigaciones eminentemente neralmente, su elabora
etiológicas? Esto excede las posibilidades de este libro. Sin em­ grosos. En un contextc
bargo, debe tenerse presente que las expectativas cifradas por ción escolar, los barrio
los operadores encargados de la coerción legal en las ciencias fo ­ sociedad convencional
renses parecen sobreestimadas. Aun cuando los científicos son rían enfrentarse desde
bastante modestos, los j ueces, políticos y el público en general ción sino simplemente
-
tienden a tomarlas demasiado en serio. En su deseo de u na "rá­ riesgo para la segurida
pida solución" para el problema del delito y debido su falta de Durante los último
conocimiento sobre las nuevas técnicas forenses, se abrazan a cia al modo en que lo
ellas y no quieren ser molestados con preguntas acerca de lo que confían en los progra1
realmente nos dice un perfil de A D N o sobre las posibilidades ción (por ejemplo, Ha1
·

reales de toparse con falsos positivos. minólogos críticos se


Supongamos por un momento que la investigación etiológica predicción y los perfile
hubiera demostrado tantas relaciones causales como para consi­ pueda, en principio, s
derar confiables los perfiles de riesgo elaborados. En retrospecti­ turales -en el caso de
va, podríamos ver bastante bien qué salió mal, ¿pero eso implica factores como tales, m:
que realmente podemos predecir el delito? Aun si fuera un hecho gran riesgo de que la
innegáble que los niños agresivos sufren con mayor frecuencia transforme en mera le{
de A . D . D . que aquellos que no lo son, debemos admitir que la y de intervenciones sel
;EN EL ANALISIS CRiTICO Y LA N UEVA REALIDAD PENAL 285

e residuos tóxicos . Por mayor parte d e los niños a l o s que s e diagnostica A . D . D. nunca
:ivamente . En especial, tienen problemas con la policía, y aun si todas las empresas que
: o está por quebrar, es cometen fraude hubieran tenido extraordinarias pérdidas antes,
1bién lo son la contabi­ la mayor parte de las compañías que pierden más dinero del que
s poco honestas de las ganan simplemente quiebran y no caen presas de organizaciones
:iad de los negocios, se delictivas que puedan resolver temporalmente su problema. Por
>Vedoso de inteligencia lo tanto, ¿qué es lo que verdaderamente sabemos?
para el cumplimiento Un claro punto débil de la lógica actuaria! de la justicia pe­
L la tecnología de la in­ nal es el discutible valor predictivo de los perfiles de riesgo. Si
ías forenses . creemos demasiado en ellos, los antiguos problemas de la justicia
stigaciones indudable­ penal -su selectividad y estigmatización, sus tendencias a la ex­
;icas, en registros poli­ clusión- pueden adquirir un carácter aún más estructural y más
i ísticas) son utilizados determinista. Durante la década del 70, los antiguos problemas de
n temprana. Se quiere la selectividad y la estigmatización se consideraban mayormente
respecto a la legitimi­ efectos colaterales indeseables de la intervención penal. Dentro
Jregunta es cuán con­ de la nueva lógica actuaria!, muchos de los viejos estereotipos del
sgo. Sin embargo, esta "verdadero villano" son "racionalizados" mediante hallazgos cien­
llegar a una respuesta tíficos. E sto hace que resulte bastaq.te difícil descartarlos como
.ción en la que se basa: efectos colaterales indeseables. Especialmente si los perfiles de
l.das y qué factores re­ riesgo son relacionados con clase social y etnia, como sucede ge­
ciones eminentemente neralmente, su elaboración y desarrollo parecen sumamente peli­
: de este libro. Sin em­ grosos. En un contexto así, las familias monoparentales, la deser­
Jectativas cifradas por ción escolar, los barrios carenciados o la ausencia de lazos con la
egal en las ciencias fo­ sociedad convencional ya no son vistos como problemas que debe­
ndo los científicos son rían enfrentarse desde la perspectiva del bienestar y la emancipa­
r el público en general ción sino simplemente hay que abordarlos porque representan un
n su deseo de una "rá­ riesgo para la seguridad de la sociedad "convencional".
o y debido su falta de Durante los ú ltimos años; ha habido una creciente resisten­
orenses, se abrazan a cia al modo en que los operadores del sistema de justicia penal
:u ntas acerca de lo que confían en los programas actuariales y los estudios de predic­
:obre las posibilidades ción (por ejemplo, Har ourt, 2 0 0 7 ) . Es importante que los cri­
minólogos críticos se pronuncien en contra de los estudios de
nvestigación etiológica predicción y los perfiles, aun cuando el señalamiento de riesgos
sales como para consi­ pueda, en principio, ser el comienzo de enfoques más estruc­
)rados. En retrospecti­ turales -en el caso de que se intente hacer algo acerca de los
mal, ¿pero eso implica factores como tales, más allá del contexto delictivo-. Se corre un
Aun si fuera un hecho gran riesgo de que la elaboración de perfiles y predicciones se
con mayor frecuencia transforme en mera legitimación científica de la estigmatización
:bemos admitir que la y de intervenciones selectivas. Por lo tanto, sería más fructífero
286 RENÉ VAN SwAANINGEN EL ANÁLISIS

adaptar la perspectiva de la reacción social dentro de la crimi­ Casi todas las no c


nología crítica -con su atención sobre los problemas de la selec­ nal ya pertenecen al 1
tividad y la estigmatización- a la realidad actuaria! de hoy día. penal definitivamente
cha individual, en rel
IV. E L GERENCIALISMO Y LOS PRINCIPIOS JURÍDICOS perdiendo su lugar ce
derecho romano de q;
Muchos de los principios clásicos, normativos , del derecho
casos descriptos en le
penal, se dejaron de lado en la nueva práctica del control del
prescriben) ya no cor
delito, siendo suplantados por categorías empíriCas de efectivi­
tipo de coerción pena:
dad. La popularidad del criterio de "lo que funciona", es decir,
renciamiento del ries{
la estimulación de aquellas " mejores prácticas" evaluadas como
disturbios, incivilidad
contribuciones exitosas en el control del delito, puede observar­
nalista como von Lis:
se con claridad en este aspecto (Sherman, 1997). El postulado
clásico formulado por Beccaria del derecho penal como garantía
derecho penal como u
En la actualidad, da<
contra la intervención penal arbitraria, ha sido reemplazado por
delito se incluye la inc
el discurso de la protección estatal de la sociedad.
En realidad, esto no es nuevo. Como vimos en el Capítulo civil y organizaciones

III, Franz von Liszt y su E scuela Moderna de Ciencias Penales donado su "monopoli<

también habían propuesto, a finales del siglo XIX, una orienta­ la igualdad ante la le:
ción funcionalista similar, en lo que llamaron la defensa social. que la culpabilidad e
Sin embargo, el modo en que ahora se habla de j usticia penal es determinan la reacci<
sustancialmente diferente del que era común en aquellos días. el efecto que determir
En lugar de ser considerada la magna charta de los derechos habilidades sociales e
civiles que alguna vez fue, en la actualidad se la percibe como causa de que una pet
u na empresa que debe producir orden y sanciones con la me­ dad policial, este acu
jor relación costo-beneficio. La cita del plan de política criminal mejorar estas habilid
del ministro de Justicia holandés (2001 :5) resulta muy ilustrati­ delitos equiparables 1
va de este cambio semántico: "La cadena pe ri al es una unidad ; problemática, recibirá
mayor vigilancia e investigación conducen automáticamente a El nuevo sistema e

mayor cantidad de casos penale s. . . Por lo tanto, la inversión nado por nuevos prir
en vigilancia e investigación debería llevar a inversiones en los control y racionalizac
próximos eslabones de la cadena penal (fiscalías, tribunale s , guían una amplia gar
cárceles , probation, centros d e j usticia barrial, protección d e la lo que se conoce come
infancia y asistencia jurídica) para poder procesar el esperable 1996) . Este proceso e
aumento de casos". En los Países B ajos, las instrucciones de del proceso de racione
política criminal para cada "rama" del sistema de justicia penal
tienen en cuenta, en primer término, la organización interna de
la "compañía". La relación de las reformas con las cuestiones 1 De la sigla en inglés e
constitucionales o con las funciones sociales y los efe ctos de la organizaciones semipriv¡
justicia penal quedan, en gran medida, fuera de su atención. al E stado.
EL ANALISIS CRITICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 287

al dentro de la crimi­ Casi todas las nociones clásicas beccarianas del derecho pe­
Jroblemas de la selec­ nal ya pertenecen al pasado. El carácter posdelictual del derecho
actuarial de hoy día. penal definitivamente está menguando. El principio de la sospe­
cha individual, en relación con el de culpabilidad también están
)S perdiendo su lugar central. El principio de legalidad (la noción del
derecho romano de que la intervención penal sólo tiene lugar en
mativos, del derecho
casos descriptos en los códigos penales y sólo del modo que éstos
:ictica del control del
prescriben) ya nó constituye el límite más allá del cual ningún
empíriCas de efectivi­
tipo de coerción penal puede llegar. Se amplía así su objeto al ge­
e funciona", es decir,
renciamiento del riesgo ante delictum y al control de todo tipo de
icas" evaluadas como
disturbios, incivilidades y, desde luego, temores. Hasta un funcio­
lito, puede observar­
nalista como von Liszt consideraba estos principios clásicos del
' 1997). El postulado
derecho penal como u mbrales absolutos de la intervención penal.
penal como garantía
En la actualidad, dado que entre los operadores del control del
sido reemplazado por
delito se incluye la industria de la seguridad privada, la sociedad
1ciedad.
civil y organizaciones quango 1 , el Estado prácticamente ha aban­
rimos en el Capítulo
donado su "monopolio de la violencia". Asimismo, el principio de
de Ciencias Penales
la igualdad ante la ley perdió gran par_te de su significado ahora
lo XIX, una orienta­
que la culpabilidad del acusado y la gravedad del delito ya no
:on la defensa social.
determinan la reacción que seguirá, sino que lo que cuenta es
a de justicia penal es
el efecto que determinada reacción puede producir. Si la falta de
ún en aquellos días.
habilidades sociales o el escaso autocontrol se perciben como la
arta de los derechos
j se la percibe como
causa de que una persona haya tenido problemas con la autori­

anciones con la me­ dad policial, este acusado tendrá que participar de cursos para

l de política criminal mejorar estas habilidades. Otros, que también hayan cometido

esulta muy ilustrati­ delitos equiparables pero a los que se haya diagnosticado otra
e ri al es una unidad; problemática, recibirán otro tipo de pena.
automáticamente a El nuevo sistema de justicia penal gerencial se halla gober­
1 tanto, la inversión nado por nuevos principios: eficiencia, cálculo, predictibilidad,
a inversiones en los control y racionalización. Estos principios, que en la actualidad
iscalías, tribunales, guían una amplia gama de instituciones sociales, han originado
·ial, protección de la lo que se conoce como "Me D onaldización" de la sociedad (Ritzer
rocesar el esperable 1996). Este proceso es el sucesor de las postrimerías modernas
as instrucciones de del proceso de racionalización weberiano, adaptado a la realidad
ma de justicia penal
mización interna de
con las cuestiones I De la sigla en inglés quasi-autonomous non-gouernmental organizations:

:s y los efe ctos de la organizaciones semiprivadas que realizan actividades que corresponden
·a de su atención . al Estado.

______..._._________________ _ .._
RENÉ VAN SwAANINGEN EL ANALIS IS
288

actual en la que numerosas fu nciones estatales se han privati­ soramiento gerencial

zado o transformado ideológicamente en negocios. Se basa en la discurso sea aplicablt

suposición de que los servicios público s pueden y deben geren­ la escasa comprensió:

ciarse como una cadena de hamburgueserías. El tratamiento gico de los valores púl
individual de cada acusado es reemplazado por un proceso de lógica de la j u sticia p(O
producción penal altamente estandarizado, elaborado según di­ En la actualidad, n
rectrices que, además de la jurisprudencia y de las prioridades que escape a la nueva
políticas, hallan su origen en e studios de probabilidad e stadís­ al mercado, de la mf
tica. La pregunta fundamental en la política criminal actual es los negocios vino a r
"si una determinada medida logrará reducir la tasa delictiva". habían informado a le
En este contexto politizado, los operadores de la justicia pe­ que la mayoría de este
nal apoyaron estas directrices e standarizadas para establecer tes caros, que saben ¡:
prioridades racionales y uniformes respecto a qué delitos serán gerencian, y dejaron c'
perseguidos y cuáles podrán dejar de serlo (baj o ciertas condi­ nor para la gente que
ciones), dado que el aumento de casos hizo imposible tratarlos que todas estas reorg
a todos del mismo modo. Según el filósofo del derecho holandés penal" -como la llamé
August't Hart, el desarrollo de esta orientación en la década del penal D ato Steenhuü
80 la acercó a la eisernen Kii.fig de Weber, la j aula de hierro de justicia penal sea, en
la burocracia, en la que el fiscal transformó la mayor parte de mer lugar, la cadena p
su rol magisterial en puro gerenciamiento. La nueva metáfora débil, en segundo térn
de la j usticia penal es constituir una empresa con cierto núme­ socios "responsabiliza
ro de sucursales -policía, fiscalías, Poder Judicial, servicio de laborar, sin embargo, •
probation, sistema carcelario. D entro de la "remodelación" de la finalmente, es un erro
justicia penal, estas sucursales deben conectarse más e strecha­ penal saben qué es lo
mente para que la compañía funcione con mayor eficiencia. E ste El servicio de proba
proceso e stá imbuido de un lenguaje completamente nuevo. ber perdido el paso de 1
En una época c aracterizada por la celebración del "libre penal. E ste servicio, ce
mercado" deben esperarse términos y metáforas derivados de de 1993, debía transfo
la empresa privada. Aumentar la eficiencia de la policía y de flexible, orientada a l1
las fiscalías para evitar la futura expansión de su capacidad y amplia delegación de J
para aumentar los elementos, retributivos de las sanciones no perfiles y la priorizac
privativas de libertad para hacerlas más adecuadas con miras damente las demanda
a reemplazar las sentencias a penas de prisión, no constituye 2000: 100). Con todos '
un razonamiento estúpido. Sin embargo, comparar la "unidad aclarar en dónde se or
de producción" Justicia con cualquier otra empresa implica una del servicio de probat1
visión completamente instrumentalista de la justicia penal, en cado o quiénes son su
la que dimensión de crítica al poder del debido proceso no tiene organización de traba:
lugar. El glosario del discurso controlador de esta "empresa" de zación a un órgano del
ju sticia penal parece derivar dire'ctamente del manual de "ase­ monitorea sanciones r
EN EL ANÁLISIS CRITICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 289

tatales se han privati- soramiento gerencial para principiantes". El hecho de que este

1egocios. Se basa en la discurso sea aplicable a cualquier empresa privada demuestra

Jueden y deben geren­ la escasa comprensión del significado específicamente socioló­

serías. El tratamiento gico de los valores públicos que se consideran encarnados en la

ido por un proceso de lógica de la j usticia penal.

.o, elaborado según di­ En la actualidad, no hay institución en toda la j usticia penal

ia y de las prioridades que escape a la nueva lógica de la flexibilidad, de la orientación

: probabilidad estadís­ al mercado, de la medición de la productividad. La vi s ión de

:ica criminal actual es los negocios vino a reemplazar a las teorías sociológicas que
cir la tasa delictiva". habían informado a la política criminal con anterioridad . Dado
lores de la justicia pe­ que la mayoría de estas reformas produjeron demasiados geren­

zadas para establecer tes caros, que saben poco del contenido de lo que se supone que

:to a qué delitos serán gerencian, y dejaron como resultado un presupuesto mucho me­
-lo (bajo ciertas condi­ nor para la gente que realmente hace el trabajo, es dable temer
izo imposible tratarlos que todas estas reorganizaciones de los actores de la "cadena

> del derecho holandés


penal" -como la llamó el arquitecto holandés del gerencialismo

ación en la década del penal D ato Steenhuis (1986) - hayan hecho que el sistema de

. la jaula de hierro de justicia penal sea, en realidad, muchq más ineficiente . En pri­

·mó la mayor parte de mer lugar, la cadena penal no es más fuerte que su eslabón más

to. La nueva metáfora débil, en segundo término, se supone que muchos de los nuevos

•resa con cierto núme­ socios "responsabilizados" en la lucha contra el delito deben co­

r Judicial, servicio de laborar, sin embargo, hay escasa evidencia de que eso suceda y,

a "remodelación" de la finalmente, es un error creer que todos los actores de la cadena

tectarse más estrecha- penal saben qué es lo que el otro está haciendo.

mayor eficiencia. E ste El servicio de probation holandés es una clara víctima por h a­

pletamente nuevo. ber perdido el paso de la revolución gerencial dentro de la justicia

celebración del "libre ·


penal. E ste servicio, conforme al anteproyecto de reorganización

tetáforas derivados de de 1993, debía transformarse en una "organización empresarial

cia de la policía y de flexible , orientada a los resultados, que pueda, mediante u na

ión de su capacidad y amplia delegación de facultades y a través de la elaboración de

s de las sanciones no perfiles y la priorización de sus actividades, capitalizar rápi­

adecuadas con miras damente las demandas del mercado" (cita de van Swaaningen

prisión, no constituye 2000: 100). Con todos estos clichés del gerenciamiento, se olvida

comparar la "unidad aclarar en dónde se origina " la demanda del mercado" respecto

1 empresa implica u na
del servicio de probation, quién es el superintendente del mer­
e la justicia penal, en cado o quiénes son sus clientes. Su reciente transformación de
organización de trabajadores sociales dedicados a la resociali­
ebido proceso no tiene
r de esta "empresa" de z¡:¡.ción a un órgano del ámbito ejecutivo que predominantemente

e del manual de "ase- monitorea sanciones no privativas de la libertad, lo ha llevado


290 RENÉ VAN S WAANINGEN EL ANÁLISIS CR

prácticamente a la extinción. Debido a la lógica dominante de bablemente sea más rae


que todo aquello que no puede ser medido ya no se justifica, se el derecho penal clásico
le quitaron los recursos asignados a al menos dos de las tareas personales del oficial de
clásicas del servicio de probation: la asistencia a los presidiario s portantes ahora que si¡
en su confinamiento y una vez que recuperan su libertad. en el abordaje gerencia
D e algún modo, la evolución hacia concepciones meramente menor posibilidad de eJi
instrumentales del derecho penal como medio de llevar a cabo la gamos a un punto difíci
política gubernamental es la continuación lógica del proceso de gica de la justicia penal
racionalización de Weber. En este desarrollo, la burocratización y el debate sobre la se
se ha convertido -según David Garland ( 1990 : 1 84)- en un "com­ penal nuevos elemento
ponente de la justicia imparcial y medida". Al mismo tiempo, "la llos actuariales y gerenc
profesionalización del proceso punitivo ha . . . alcanzado un punto del sistema. Esta situac
en el que los profesionales han sido capaces de redefinir el sig­ la creciente influencia
nificado social del castigo". Como consecuencia de este proceso, han alejado al sistema e

la lógica interna del sistema ha determinado el modo en que el de e stablecer ejemplos :


sistema reacciona. Ese desarrollo hizo que los argumentos fun­ bueno o malo. Así, llega
cionalistas superaran las consideraciones y los principios norma­ lista pragmático de "lo e
tivos. Garland (1990: 186) señaló que la declinación del principio "empresa eficiente" sim
de rehabilitación es un ejemplo de este modo de pensar. Ya no se por Justicia, con mayi
considera que la rehabilitación haya fracasado por haber dejado solamente establece sir
de ser un principio válido, sino porque no "funcionó". Así, se llegó en algunos casos marg
a la falacia normativa mediante la falsificación de principios con mente porque no ayud<
argumentos empíricos. Estos principios contrafácticos son cru­ penal habría desaparee
ciales porque mantienen una dialéctica continua entre el "ser" y el en términos de su efect
"deber ser"; impiden el círculo vicioso de una permanente reduc­ juego; quizás el hecho
penal parece cada vez r.
ción de los puntos de orientación normativa. Sin embargo, el estilo
gerencial de los mecanismos de coerción perial torna mucho más pueda ser interpretado
sencilla la práctica de una política de defensa social en el contexto factor de estímulo y re
del credo tradicionalmente humanitario de los operadores del sis­ esto nos lleva nuevame1
tema penal. En un ambiente de gerenciamiento, la gente, sean fis­ cho penal encarna nue:
cales, alcaides de prisión u oficiales de probatjon, tienden a actuar
correctamente como funcionarios del sistema. Su rol personal, su V. EL NEOCONSERVADURIS

compromiso y responsabilidad en hacer justicia queda fuera de Alrededor de 1980,


los criterios de relevancia de su comportamiento. En un ambiente Margaret Thatcher, lan:
de tales características, el impulso humano podría ser visto como torianos. Muy poco de
una actitud poco profesional. El poder del gerencialismo se vuelve m anifestó que Holanda
así de intenso cuando ya no se articula la ideología. de la mano de Dios, cuy
La actual "empresa" de la justicia penal, con todós sus méto­ de las normas y los val
dos de investigación científicos y su elaboración de perfiles, pro­ tar la política del Minis
N EL ANALISIS CRITICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 29 1

lógica dominante de bablemente sea más racional -en el sentido de Max Weber- que
• ya no se justifica, se el derecho penal clásico. Las prioridades , simpatías o aversiones
:nos dos de las tareas personales del oficial de policía, el fiscal o el juez son menos im­
1.cia a los presidiarios portantes ahora que siguen directrices precisas. Sin embargo,
ran su libertad. en el abordaje gerencial, altamente estandarizado, existe una
cepciones meramente menor posibilidad de expresar el sentimiento público. Aquí, lle­
dio de llevar a cabo la gamos a un punto difícil, ambiguo en el análisis de la nueva ló ­
lógica del proceso de gica de la justicia penal: la creciente participación de la víctima
llo, la burocratización y el debate sobre la seguridad urbana agregaron a la coerción
190: 184)- en un "cam- penal nuevos elementos irracionales, mientras que los desarro­
Al mismo tiempo, "la llos actuariales y gerenciales buscan una mayor racionalización
. . alcanzado un punto del sistema. Esta situación parece paradoja!. Podría decirse que
:es de redefinir el sig­ la creciente influencia de los hallazgos científicos y empíricos
ncia de este proceso, han alej ado al sistema de j u sticia penal de su función simbólica
tdo el modo en que el de e stablecer ejemplos morales de lo que la sociedad considera
: los argumentos fun­ bueno o malo. Así, llegamos a los límites del discurso funciona­
. los principios norma­ lista pragmático de "lo que da resultados" (Sherman, 1 9 9 7 ) . Una
:linación del principio "empresa eficiente" simplemente no es lo que la gente entiende
lo de pensar. Ya no se por Justicia, con mayúscula. Por otra parte, un sistema que
;ado por haber dejado solamente establece símbolos al dictar sentencias draconianas
funcionó". Así, se llegó en algunos casos marginales , tampoco es muy creíble, simple­
ción de principios con mente porque no ayuda a reducir la tasa delictiva. El derecho
mtrafácticos son cru­ penal habría desaparecido hace tiempo si hubiera sido j uzgado
tinua entre el "ser" y el en términos de su efectividad. Evidentemente, hay algo más en
1a permanente reduc­ juego; quizás el hecho de que la "credibilidad" de la coerción

. Sin embargo, el estilo penal parece cada vez más ser j uzgada por su mensaj e punitivo

:rial torna mucho más pueda ser interpretado como la consecuencia de ambos, como
factor de estímulo y reacción dialéctica. En última instancia,
>a social en el contexto
esto nos lleva nuevamente a la idea de Durkheim de que el dere­
los operadores del sis­
cho penal encarna nuestra conciencia colectiva.
:nto, la gente, sean fis­
J.tion, tienden a actuar
V. EL NEOCONSERVADURISMO, LA "ALTERIDAD" Y EL POPULISMO PENAL
la. Su rol personal, su
.sticia queda fuera de Alrededor de 1980, la primera ministra de Gran Bretaña,
iento. En un ambiente M argaret Thatcher, lanzó un pedido de retorno a los valores vic­
podría ser visto como torianos . Muy poco después, el primer ministro Ruud Lubbers
rencialismo se vuelve m anifestó que Holanda se había transformado en un país dejado
ieología. de la mano de Dios, cuyos ciudadanos habían perdido el sentido
, con todós sus méto­ de las normas y los valores morale s . Se hacía necesario orien­
:tción de perfiles, pro- tar la política del Ministerio de Justicia hacia un resurgimiento
292 RENE VAN SwAANINGEN EL ANÁLISIS CRIT

ético de la ley y el orden para compensar el vacío moral entre la , punitivas, más prevenció
población que había crecido a partir de la década del 60. Se in­ los límites del debido proc
vitó a los ciudadanos a asumir sus propias responsabilidades en En el siglo XX no hul
el control del delito y a condenar moralmente las anomalías de dora en la política holan
· la sociedad. Con esta "estrategia de la responsabilización" (Gar­ presentante del populism1
land 1995:2001) se esperaba reforzar el consenso moral acerca en nuevos pedidos neocor
de un orden social convencional. El hecho de que otras "nuevas" vencionista, que rebatiera
morales, con respecto a la conciencia ambiental, las relaciones desde la década del ·90. <
de género, el derecho de autodeterminación, el respeto de los es­ proclamaba ser el partida
tilos de vida diferentes de las estructuras familiares tradiciona­ "vivible" (leefbaarheid), qu
les, las responsabilidades sociales y la integridad (financiera) de agenda política. Bajo esta
las autoridades y empresarios, y la protección de las personas interpretó, casi exclusivar
vulnerables en relación de dependencia, cobraron importancia llos que amenazaban los
dentro de este mismo período pero no recibieron mayor atención Además de la gente que r
desde esta visión, centrada en la declinación de las normas y incluye entre los indeseab
' "adictos que rechazan tra
valores morales. stuart M ay (1988) llamó "victoria del populis­
mo autoritario" a la consecuente, renovada, hegemonía de las que el ciudadano respetw
crudas diferencias marcadas por la clase media entre los que tisociales" (van Swaaning
están dentro de la sociedad (la clase conformista) y los que es­ ridad y la necesidad de b
tán fuera de ella (desocupados, delincuentes y extranjeros) . Sus define cada vez más en ti
resultados son una creciente xenofobia y la menor tolerancia de blancos- contra "ellos" -lo
los estilos de vida no convencionales. cada vez más desagradab
En los Países Bajos, puede verse esta tendencia populista implícitamente como un ¡:
autoritaria desde principios de la década del '90. Con la orienta­ más que como un proble
ción política introducida por el White Paper "La ley en marcha", económicas, una visión ce
se le dio un tono más moralista al discurso gerencialista, im­ de Jock Young ( 1999)- u n
d inclusión hacia otra d e ex
plementado cinco años antes. Tradicionalmente, los ocumen­
tos holandeses sobre implementación de políticas describían el En el debate político E
delito de forma bastante neutral, pero desde allí en adelante no se distingue entre el d1
sería condenado explícitamente. La idea de un Estado neutral, códigos penales) de las rr
racional, que generaba y promovía respeto en la década del 60, sólo las molestias, incivili
comenzó a perder apoyo y los políticos empezaron a demandar dos como delitos, sino qu
el rol de empresario moral por parte del Estado. La apelación las actividades de inteligE
a la "mano dura contra el delito" se convirtió, gradualmente, e stán volviendo borrosos -
en una cuestión clave en las campañas electorales. Para 2002, "guerra al terrorismo (mu,
todos los partidos políticos, desde l a derecha hasta l a izquierda Garland (2 001), quien di:;
radical, tenían en sus plataformas electorales un párrafo bas­ por una parte, se "define
tante elaborado respecto del delito y la inseguridad. Más aÚ n, hacia abajo", conforme al •

estos párrafos tenían una orientación similar: más respuestas que en Holanda el proces•
:N EL ANÁLISIS CRITICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 293

!l vacío moral entre la punitivas , más prevención e intervención temprana, dentro de


década del 60. Se in­ los límites del debido proceso.
. responsabilidades en En el siglo XX no hubo una verdadera tradición conserva­
!nte las anomalías de dora en la política holandesa. El cambio provocado por el re­
)Onsabilización" (Gar­ presentante del populismo de derecha, Pim Fortuyn, desembocó
)nsenso moral acerca en nuevos pedidos neoconservadores de un E stado fuerte, inter­

de que otras "nuevas" vencionista, que rebatiera las ideas neoliberales que gobernaban
biental, las relaciones desde la década del '90. Cuando en 2002 el partido de Fortuyn
n, el respeto de los es­ proclamaba ser el partido de la ley y el orden, acuñó el término
familiares tradiciona­ "vivible" (leefbaarheid), que se transformó en el nuevo cliché de la
:gridad (financiera) de agenda política. Bajo esta consigna, la política de la seguridad se
::ción de las personas interpretó, casi exclusivamente , en forma de acción contra aque­
::obraron importancia llos que amenazaban los sentimientos de seguridad ciudadana.
)ieron mayor atención Además de la gente que realmente amenaza o roba, también se
ción de las normas y incluye entre los indeseables a los mendigos, las prostitutas y los

"victoria del populis- "adictos que rechazan tratamiento": en definitiva, todos aquellos

da, hegemonía de las que el ciudadano respetuoso de la ley consideraría factores "an­
: media entre los que tisociales" (van Swaaningen 2005). El debate actual sobre segu­

ormista) y los que es­ ridad y la necesidad de brindar condiciones de vida "vivible" se

es y extranjeros). Sus define cada vez más en términos de "nosotros" -los holandeses

a menor tolerancia de blancos- contra "ellos" -los extranjeros que hacen nuestras vidas
cada vez más desagradables-. Por lo tanto, se describe el delito

L tendencia populista
implícitamente como un problema externo a " nuestra" sociedad,

.el '90. Con l a orienta­ más que como un problema ligado a las relaciones sociales y

r La ley en marcha",
..
económicas, una visión común . Se puede observar -en términos

rso gerencialista, im­ de Jock Young ( 1999)- un cambio que va desde una sociedad de
inclusión hacia otra de exclusión.
lmente, los documen­
En el debate político actual sobre el "delito", prácticamente
)Olíticas describían el
no se distingue entre el delito real (tal como está definido en los
esde allí en adelante
códigos penales) de las meras molestias o contravenciones. No
le un Estado neutral,
sólo las molestias, incivilidades y el desorden general son trata­
) en la década del 60,
dos como delitos, sino que los límites entre el control policial y
1pezaron a demandar
las actividades de inteligencia en relación a actos de guerra se
Estado. La apelación
están volviendo borrosos -especialmente en lo concerniente a la
virtió, gradualmente,
"guerra al terrorismo (musulmán)"-. En comparación con David
ectorales. Para 2 0 0 2 ,
Garland (2 0 0 1 ) , quien discierne un proceso en el que el delito,
:ha hasta l a izquierda
por una parte, se "define hacia arriba" y, por la otra, se "define
rales un párrafo bas­
hacia abajo", conforme al contexto político, nosotros sostenemos
tseguridad. Más aú n,
que en Holanda el proceso de definir el delito hacia abajo, aun­
1ilar: más respuestas
294 RENÉ VAN SWAANINGEN EL ANÁLISis e

que sin uniformidad, tuvo lugar en la década del 80 (en e special, no se integraron a la s
respecto de la delincuencia de poca monta), pero en los 90 y en la cohesión social y el
los primeros años de la década de 2000 se observó una tenden­ san problemas". Tres s
cia continua a definirlos hacia arriba. La criminalización de los llamar un clima social
mendigos, del consumo de alcohol y marihuana, y la reunión de las Torres Gemelas en J
grupos de personas sin techo o jóvenes en determinadas áreas populista de derecha,
urbanas, son ejemplos de e sta tendencia en el dominio público. cal en 2002, y el asesi
Definitiva mente, en Holanda existe una tendencia a "gobernar -un hombre provocad<
a través del delito" (Simon 2006; van Swaaningen 2 005). Este naturaleza misógina d·
desarrollo, en el que - el delito y la inseguridad constituyen los sulmán fundamentalis
temas centrales del debate político, fue acompañado por un giro y Geelhoed, 2007). El e
desde un descreimiento bastante generalizado en la efectividad jeron a u na islamofobi
de las sentencias privativas de la libertad hacia una renovada a las mujeres que usa:
creencia en la cárcel como reacción lógica y firme al delito. "La u n "freno a la inmigra·
cárcel da resultado". . . , aunque sea principalmente como símbolo diferente para los jóveJ
de la condena colectiva y no tanto por sus efectos reales sobre ves, y hasta incluyen 1
el delito. El enorme crecimiento del sistema carcelario holandés de iglesias, mezquitas
es un símbolo importante de este nuevo vigor. En Holanda, en vez más estrictas para
2006, existían 135 detenidos por cada 100.000 habitantes. Con inmigrantes, y la nue\
cifras de 33 en 1987 y 18 en 1973, Holanda es hoy el país con el un importante grado d<
aumento más marcado en el número de detenidos de Europa oc­ Hasta la década del
cidental . Las principales causas de esta escalada las constituyen problemas sociales cor
las sentencias más largas, el castigo extra para los reincidentes, principios. E ste tabú e

la intensificada "guerra a las drogas", la mayor cantidad de inci­ columnas en los perió
dentes violentos y la aplicación extendida a mayores casos de la la vía pública, patotas
calificación "delito con violencia grave", el encarcelamiento de la cen referencia al origer
·
gente de la calle que no puede pagar las multas que se les impo- ·
criminológicos de un
nen, por constituir una "contravención" en el dominio público." respecto de las minorí¡
"Gobernar a través del delito" coincide con la tendencia a ubi­ pués de 1990 y, de proj
car el problema del delito en el á mbito de los "otros"; es decir, demuestran la mayor
gente que no son como "nosotros". Mediante este proceso de "al­ rías étnicas, aun cuan
teridad", las respuestas punitivas resultan mucho más obvias diferencias demográfic
que si se ve al acusado como u na persona que es, básicamente, blico, las altas tasas d•
como uno mismo. Dado que las minorías étnicas son las más número de inmigrante
proclives a sufrir e sta "alteridad", se torna necesario prestarle 90 los políticos se u nie:
debida atención al cambio de actitud hacia los inmigrantes en son los responsables de
Holanda. A comienzos del nuevo milenio, se consideró que el porque "ellos" nunca q1
ideal multicultura l había desembocado en u n drama multicul­ blemente, el cambio mÉ
tural, en el que se decía que la mayoría de las minorías étnicas cad a del 80, la sobrerre
EL ANÁLISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 295

da del 80 (en especial, no se integraron a la sociedad holandesa para nada, socavando


'1), pero en los 90 y en la cohesión social y el control social aún más, y que "sólo cau­
observó una tenden­ san problemas". Tres sucesos contribuyeron a lo que podríamos
criminalización de los llamar un clima social de temor y rencor. Éstos son el ataque a
mana, y la reunión de las Torres Gemelas en Nueva York, en 2 0 0 1 ; el asesinato del líder
n determinadas áreas populista de derecha, Pim Fortuyn, por un ambientalista radi­
!n el dominio público. cal en 2002, y el asesinato del director de cine Theo van Gogh
tendencia a "gobernar -un hombre provocador, que hizo un film sobre la pretendida
aaningen 2 005). Este naturaleza misógina del I slam- por un holandés-marroquí mu­
Lridad constituyen los sulmán fundamentalista en 2004 (ver: Zaitch, van Swaaningen
)mpañado por un giro y Geelhoed , 2007). El consecuente temor y pánico moral condu­
zado en la efectividad jeron a una islamofobia que va desde los intentos de rechazar
i hacia una renovada a las mujeres que usan pañuelo en la cabeza, la propuesta de
1 y firme al delito. "La un "freno a la inmigración" en Rotterdam, el pedido de castigo
almente como símbolo diferente para los jóvenes inmigrantes que cometan delitos le­
lS efectos reales sobre ves, y hasta incluyen (oscuros) procesos terroristas, incendios
ta carcelario holandés de iglesias, mezquitas y escuelas islámicas; regulaciones cada
vigor. En Holanda, en vez más estrictas para los solicitantes de asilo político y otros
).000 habitantes. Con · inmigrantes, y la nueva legislación antiterrorista que permite
a es hoy el país con el un importante grado de vulneración de los derechos civiles.
:tenidos de Europa oc­ Hasta la década del 90, no se vinculaban abiertamente los
calada las constituyen problemas sociales con la cuestión étnica por una cuestión de
para los reincidentes, principios. Este tabú desapareció gradualmente, y ahora las
.ayor cantidad de inci­ columnas en los periódicos que dan cuenta de disturbios en
a mayores casos de la la vía pública, patotas juveniles y terrorismo casi siempre ha­
encarcelamiento de la cen referencia al origen cultural de los acusados. Los análisis
.ultas que se les impo- · criminológicos de un sistema de justicia penal con prejuicios
el dominio público. respecto de las minorías étnicas comenzaron a menguar des­
:on la tendencia a ubi­ pués de 1990 y, de pronto, surgieron por doquier estudios que
e los "otros"; es decir, demuestran la mayor participación delictiva de varias mino­
te este proceso de "al­ rías étnicas, aun cuando eso deba ser corregido en razón de
tn mucho más obvias diferencias demográficas y socio-económicas. En el debate pú­
. que es, básicamente, blico, las altas tasas de delincuencia ya se asociaban al gran
; étnicas son las más número de inmigrantes, pero recién a finales de la década del
ta necesario prestarle 90 los políticos se unieron a la "opinión pública" de que "ellos"
:ia los inmigrantes en son los responsables de la mayor-parte de los delitos callejeros,
•, se consideró que el porque "ellos" nunca quisieron adaptarse a "nosotros". Proba­
:1 un drama multicul­ blemente, el cambio más significativo haya sido que, en la dé­
e las minorías étnicas cada del 80, la sobrerrepresentación de las minorías étnicas en
EL ANÁLJSJ
296 RENE VAN SWAANINGEN

punitivo o excluyent·
el sistema penal podría haberse explicado como el resultado de
políticos. Las cruza
una justicia penal selectiva junto a la p osición vulnerable de
existe una mano du
muchos grupos de inmigrantes mientras que, en la actualidad,
un rol de vital impo1
se acepta sin cuestionamientos que e sto es un auténtico reflejo
de justicia penal y el
de la sobrerrepresentación real en el comportamiento delictivo
por parte de estos grupos. land (1990: 187): " La
sivo está constituidc:
VI. EL CO PAÑERO INSEPARABLE DEL MORALISMO PRAGMÁTICO involucrado en el cor
social. Mientras que
Entre las dimensiones simbólica y pragmática de la justicia do los sentimientos
penal puede observarse una bifurcación tan amplia que, prác­ penales conforme a e
ticamente, podríamos hablar de dos sistemas diferenciados, sable del mismo mo.
con funciones diferentes, dirigidas a diferentes audiencias, con sentimiento público
clientelas diferentes y hasta con un lenguaje distinto. La idea recursos del modo qt
de que pasamos de un sistema de control social "inclusivo" a En segundo térmi
otro "excluyente" es solamente un aspecto de la cuestión (Young, La clientela del sister:
1999). Ciertamente, existe u na tendencia creciente a excluir a gar, de un número C•
ciertos grupos -especialmente quienes no son ciudadanos de haber cometido un h
la Comunidad Europea- de la sociedad, pero, al mismo tiempo, necesita, como respu•
se ha intentado la integración a la sociedad convencional. En Estos casos, sirven ce
otras palabras: la "sociedad inclusiva" no ha desaparecido sino grave", "esto no puec
que adoptó otra forma. Godfried Engbersen, Eric Snel y Afke
pensar en primer tén
Weltevrede (2005) introdujeron el término "reconquista social"
narios, banqueros o {
(sociale herovering) para definir esta nueva política de inclusión
de, pero especialment
social cuyos objetivos son: 1) aumentar la condición de "vivible"
de las drogas, del ab
y la seguridad del espacio público; 2) la realización de una es­
_ delitos extremamente
tructura comunal balanceada, y 3) la formulación de reglas de
del sistema simbólico
conducta cívica. E ste nuevo enfoque de la seguridad pública se
dos" (outsiders) de la
basa en el "redescubrimiento" de los problemas urbanos y con­
yen a la sociedad de
siste en: a) más elementos represivos que antes; b) u na esencia
o buscadores de asilo
más moralista, y e) mayor determinación a interferir en la pri­
minorías étnicas "no
vacidad de las personas. Por. lo tanto, la inclusión y la exclusión
problemáticos consurr
social coinciden y la comparación de Jock Young ( 1999) de la
y speed). La clientela
interrelación entre ambas con la bulimia parece una metáfora
por todos los demás; J
muy adecuada a nivel socio-cultural. Para entender cómo fun­
ciona este mecanismo al nivel más práctico de la justicia penal, tenciales delincuentes
y, por lo tanto, son coi
debemos hacer algunas distinciones y relaciones.
los funcionarios, banc
En primer lugar, es necesario reconocer que el discurso in­
clusivo y el excluyente están dirigidos a diferentes audiencias. tos o estafadores acm:
La audiencia de lo que podríamos llamar el sistema simbólico, como ejemplos para l;
EL ANÁLISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 297

punitivo o excluyente está compuesta por el público general y los


1 como el resultado de
políticos. Las cruzadas simbólicas deben convencerlos de que
J sición vulnerable de
existe una mano dura con el delito. Los medios masivos tienen
que, en la actualidad,
un rol de vital importancia en la comunicación entre el sistema
!S un auténtico reflejo
de justicia penal y el mundo exterior. En palabras de David Gar­
portamiento delictivo
land (1990: 187): " La audiencia del sistema pragmático o inclu­
sivo está constituida por todo aquel que está profesionalmente
involucrado en el control del delito; sea policía, juez o trabajador
) PRAGMÁTICO
social. Mientras que los legisladores . . . reclaman estar expresan­
gmática de la justicia do los sentimientos de la comunidad y ajustan sus reacciones
tan amplia que, prác­ penales conforme a ellos, la administración penal no es respon­
;;temas diferenciados, sable del mismo modo. Su interés principal no es expresar el
·entes audiencias, con sentimiento público sino operar el sistema penal y utilizar sus
uaje distinto. La idea recursos del modo que considere más racional y eficiente".
ol social "inclusivo" a En segundo término, la clientela difiere en ambos sistemas.
de la cuestión (Young, La clientela del sistema simbólico está compuesta, en primer lu­
t creciente a excluir a
gar, de un número comparativamente pequeño de acusados de
to son ciudadanos de haber cometido un hecho particularmente dañino o atroz y que
1ero, al mismo tiempo, necesita, como respuesta, un símbolo público de fuerte rechazo.
dad convencional. En Estos casos, sirven como ejemplo para la sociedad: "Esto es muy
ha desaparecido sino grave", "esto no puede tolerarse". En este sentido, deberíamos
sen, Eric Snel y Afke pensar en primer término en una pequeña selección de funcio­
o "reconquista social" narios, banqueros o empresarios corruptos o acusados de frau­
a política de inclusión
de, pero especialmente en los nuevos millonarios de la economía
. condición de "vivible" de las drogas, del abuso sexual infantil o en los acusados de
·ealización de una es­ delitos extremamente violentos. En segundo lugar, la clientela
mulación de reglas de .
del sistema simbólico incluye lo que se conoce como "margina­
t seguridad pública se
dos" (outsiders) de la sociedad. Éstos son los que no contribu­
•lemas urbanos y con-
yen a la sociedad de consumo, conocidos como nuevos pobres
antes; b) una esencia
o buscadores de asilo político desclasados y sin utilidad y otras
. a interferir en la pri-
minorías étnicas "no integradas", los alcohólicos errantes y los
1clusión y la exclusión
problemáticos consumidores de drogas múltiples (crack, heroína
::k Young (1999) de la
y speed). La clientela del sistema pragmático está compuesta
. parece una metáfora
por todos los demás; la vasta mayoría de delincuentes o de po­
a entender cómo fun­
tenciales delincuentes que sí aportan a la sociedad de consumo
:o de la justicia penal,
y, por lo tanto, son considerados útiles. Esta categoría incluye a
aciones.
los funcionarios, banqueros y funcionarios de gobierno corrup­
:er que el discurso in­
tos o estafadores acusados, pero cuyos casos no son utilizados
diferentes audiencias.
como ejemplos para la sociedad. Respecto de toda esta gente,
el sistema simbólico,
298 RENÉ VAN SWAANINGEN EL ANALISIS

existe la esperanza de que cambiarán su comportamiento po­ Uno de los princi¡


sitivamente, transformándose en ciudadanos respetuosos de la que no tiene límites
ley. En su mayoría, se los castiga financieramente y se los inclu­ un "marco sin marco
ye en algún tipo de acuerdo del modelo de bienestar o su caso se un colchón de agua"
resuelve administrativamente. un sombrío retrato d1
El discurso del sistema simbólico es excluyente. Se propone cías cripta-religiosas
resolver problemas sociales expulsando gente de la sociedad. El gerencialismo juridic
discurso del sistema pragmático es incluyente y pretende resolver zación con orientacio
problemas sociales integrando a las personas a la sociedad conven­ control del delito se v
cional. La palabra clave en el sistema simbólico es "delito", mien­ tie- el potencial de le
tras que en el sistema pragmático lo son los términos "seguridad" ad limitum y surgirá1
y "riesgo". El presupuesto subyacente en una lógica del control del de riesgo, temor y st
delito basada en el riesgo y de criterio actuaria! es que los riesgos por lo tanto, la demo
pueden mapearse, calcularse, reubicarse e, inclusive, removerse. sar estos sentimientc
Por lo tanto, a pesar de que, a primera vista, las orientaciones dominio de objetivos
moralizadora y gerencial parecen contradictorias, la realidad es va a una coerción pe
que necesitan mucho una de la otra. Con un discurso exclu­ eficiencia. Si pueden
sivamente funcionalista llegamos a lo que Garland ( 1990: 190) y puede dotarse a la
denomina los límites del proceso de racionalización. Por ello, equipamiento técnico
una postura moralista sobre el delito es un agregado bien reci­ cantidad de delitos, y
bido por los sostenedores del abordaje gerencial de la coerción ria depende, principal
penal. Al adoptar un estilo de gerenciamiento, los operadores de las tendencias, la nec
la administración de justicia pueden reducir complejos dilemas la eternidad. Segurar
morales a cuestiones técnicas y financieras. Las cuestiones de ne sentido? ¿Realmer
efectividad pueden descartarse como problemas de eficiencia. sobre las condicione¡
De este modo, la noción durkheimiana de que el castigo es, prin­ ¿Es beneficioso para
cipalmente, una "reacción apasionada, vengativa, motivada en temor al delito? ¿Dón1
indignados sentimientos morales" puede transmitírsele al públi­ nientalismo? ¿Por qu¿
co general, mientras que los eventuales problemas de conciencia no es puesto en cons
por "arrojar la primera piedra" pueden descartarse de un modo para otras previsione
seguro mediante una simple referencia a la lógica interna del Éstas son las verdad<
sistema. Si se va a ver al sistema de justicia penal como una juego en la política de
parte eficiente del control del delito, las normas y valores en los guntas que los crimir
que se basa el sistema no deberían discutirse demasiado. Así, En especial, dado
el gerencialismo necesita estar acompañado de una cu ltura ho­ (por medios penales l
mogeneizante de moralidad (Foqué y Zijderveld 1994:3 1 1 ) . En la nómicos, existe una n
práctica penal, un abordaje moralista y gerencial de la justicia llos que no tienen cE
penal puede ser perfectamente compatible, porque ambos tocan ( 1995b:212) analiza cé
diferentes partes y funciones del sistema. de ser el ejercicio de e
N EL ANALISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 299

comportamiento po­ Uno de los principales problemas de la justicia actuaria! es


:lOS respetuosos de la que no tiene límites intrínsecos. Su lógica instrumentalista es
amente y se los inclu­ un "marco sin marco" (Peters 1996) que tiene la "flexibilidad de
bienestar o su caso se un colchón de agua" (Rutherford 1986). Nils Christie ( 1993) hizo
un sombrío retrato de lo que podría suceder si coinciden creen­
<cluyente. Se propone cias cripta-religiosas sobre la justicia penal, consideraciones de
nte de la sociedad. El gerencialismo jurídico y mecanismos burocráticos de anonimi­
1te y pretende resolver zación con orientaciones lucrativas de la empresa privada. Si d
s a la sociedad conven­ control del delito se vuelve un negocio rentable -sostiene Chris­
úlico es "delito", mien­ tie- el potencial de los transgresores legales puede expandirse
:; términos "seguridad" ad limitum y surgirán gulags al estilo occidental. Las nociones
a lógica del control del de riesgo, temor y sufrimiento no tienen límites intrínsecos y,
1rial es que los riesgos por lo tanto, la demostración simbólica de poder para compen­
inclusive, removerse. sar estos sentimientos puede ser igualmente ilimitada. El pre­
ista, las orientaciones dominio de objetivos políticos en la justicia penal también lle­
ctorias, la realidad es va a una coerción penal ilimitada, como lo hace la lógica de la
n un discurso exclu­ eficiencia. Si pueden violarse los principios del debido proceso
.e Garland ( 1990: 190) y puede dotarse a la policía, las fiscalías y los jueces de mayor
.onalización. Por ello, equipamiento técnico, ciertamente podrá procesarse una mayor
m agregado bien reci­ cantidad de delitos, y si la planificación de la capacidad carcela­
rencial de la coerción ria depende, principalmente, de extrapolaciones matemáticas de
nto, los operadores de las tendencias, la necesidad de más cárceles continuará hasta
cir complejos dilemas la eternidad. Seguramente se podrá hacer todo esto, pero, ¿tie­
as. Las cuestiones de ne sentido? ¿Realmente el castigo disuade? ¿Tiene algún efecto
>blemas de eficiencia. sobre las condiciones bajo las cuales se cometen los delitos?
:¡ue el castigo es, prin­ ¿Es beneficioso para las víctimas o, al menos, puede reducir el
ngativa, motivada en temor al delito? ¿Dónde están los límites normativos del instru­
ransmitírsele al públi­ m.entalismo? ¿Por qué el costo enorme del expansionismo penal
:lblemas de conciencia no es puesto en consideración, mientras que los presupuestos
scartarse de un modo para otras previsiones sociales son constantemente reducidos?
L la lógica interna del
Éstas son las verdaderas preguntas que e stán actualmente ,en
ticia penal como una juego en la política de la justicia penal, y son, también, las pre­
)rmas y valores en los guntas que los criminólogos críticos deberían formu larse.
ltirse demasiado. Así, En especial, dado que los mecanismos de exclusión social
do de una cultura ho­ (por medios penales u otros) también siguen lineamientos eco­
:rveld 1994:31 1). En la nómicos, existe una nueva "clase peligrosa" integrada por aque­
;erencial de la justicia llos que no tienen capacidad de consumo. Zygmunt Bauman
:, porque ambos tocan (1995b: 2 1 2) analiza cómo "las prestaciones de bienestar dejaron
de ser el ejercicio de derechos de los ciudadanos para transfor­
300 RENÉ VAN SWAANINGEN EL ANÁLIS

marse en el estigma de los impotentes y los imprevisores". Los y calculador parece


beneficiarios de estas prestaciones están sujetos "a evaluaciones utilita rista, conse c1
cada vez más estrictas y humillantes, vilipendiados por consti­ econ ómic a neoliber.
tuir u n drenaje de los recursos generados por los "contribuyen­ útil y lo inúti l en té¡
tes", asociados en el imaginario público con la vida parasitaria, parece cons tituir el
la negligencia reprensible, la laxitud sexual o el abuso de las evalú a, princ ipalm t
drogas". E stos fraudes potenciales "necesitan" nuevas técnicas prod ucirá esto? ", c1
de control, cuya introducción, por otra parte, puede costar al to y mucho". La ger
"contribuyente" más que el ahorro que producirán todos los social" son ciuda d<
fraudes de la seguridad social recientemente descubiertos. Al respe cta a los valon
mismo tiempo, en los EE.UU. , entre otras medidas, se les está visiva. La creación d
negando a las madres solteras los beneficios sociales y tienen blicitarios hace que
que enviar sus hijos a orfanatos; se han introducido reformas dos biene s para ser
legales que dejan sin vigencia "las últimas restricciones impues­ presión para camp e
tas a las actividades bancarias"; "flexibilizan" la leyes antipolu­ -cons tante mente re
ción e "instan a no hacer más difíciles las acciones de las com­ gente muy pront o se
pañías". Si bien en Europa el "nacimiento del 'Mundo Feliz' de la aparta dos inescr up1
desregulación, la privatización y la elección del consumidor -y eficiencia y reestruc
de la criminalización de aquellos que no pueden elegir-" (Bau­ presas aume ntan. E
man 1995b:2 18) todavía encuentra freno en su fuerte tradición a las empre sas priv
social-demócrata y comunitaria, parecemos muy deseosos de apto". Las compa ñía
seguir a los Estados Unidos en este sentido. mínim o riesgo para •
Las nuevas campañas de ley y orden de la década del 80 son y socialm ente acept<
interpretadas, generalmente, como la necesaria corrección del bir su pago sólo cua
período precedente de permisividad irresponsable, en el que na­ fica que la gente roa
die se atrevió a exigir cuentas a otro de su comportamiento. Sin probablemente tamb
· embargo, la revolución neoconservadora lleva en sí el gérmen de las mujer es (espec ia
un aumento en el delito. Desde la década del 80, el aumento de minad o por los hom
la opulencia más que la privación relativa es visto como la causa neració n más joven 1
principal del aumento en el delito común. El abordaje orientado fuerza de trabaj o "fl<
.a las políticas de bienestar no impidió el marcado aumento de como "Mctrabajos".
este tipo de delito en las décadas del 60 y el 70. Sin embargo, las tension es entre •
es dudoso que puedan relacionarse fácilmente estos dos fenó­ posibil idades de real
menos. Estas décadas constituyen la época en que las personas delitos . La tesis clás
nacidas en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial aumento de la prosp
eran adolescentes. Este hecho demográfico determina el auge litas de la miseria" y
de la delincuencia juvenil y de las instituciones de bienestar todavía parece tener
social destinadas a los jóvenes. Dentro del discurso neoconse r­ dad (entre pobres y
vador del control del delito, el tan criticado ciudadano in moral lleva al aumento de 1
EL ANÁLISIS CRiTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 30 1

Y lcu ador parece mucho más el producto del individualismo


los imprevisores". Los
utlht n ta, cor· secuencia de la ampliamente celebrada lógica
mjetos "a evaluaciones
econom1ca neohberal. El juzgamiento de lo bueno y lo malo lo
i
ipendiados por consti­
útil y lo inútil en términos de ganancia, eficiencia y producc ón
; por los "contribuyen­
parece constituir el núcleo central del problema. La calidad se
en la vida parasitaria,
evalúa, principalmente, según la lógica de "¿qué beneficio me
:ual o el abuso de las
;itan" nuevas técnicas
:
producirá e to?", cuyo valor más importante es "rápido, bara­
to Y mucho . La gente que comete "delitos contra la seguridad
)arte, puede costar al
social" son ciudadanos muy respetuosos de la ley en lo que
producirán todos los
respecta a los valores promovidos a través de la publicidad tele­
1ente descubiertos. Al
vi i:a. a creación de necesidades en función de los fetiches pu­
s medidas, se les está
bhcltanos hace que la gente sienta que debe tener determina­
icios sociales y tienen
dos bienes para ser un miembro pleno de la sociedad. La gran
introducido reformas
presión para competir y obtener logros en el mercado laboral
: restricciones impues­
-constantemente reducido por la automatización- hace que la
zan" la leyes antipolu­
s acciones de las coro­
gente muy pronto se sienta fracasad a . Los empleados leales son
apartados inescrupulosamente mediante ingeniosos planes de
del 'Mundo Feliz' de la
eficiencia y reestructuración mientras las ganancias de las em­
ión del consumidor -y
presas aumentan. El decreciente control y apoyo del gobierno
pueden elegir-" (Bau­
a las empresas privadas conduce a la "supervivencia del más
:
en su fuerte tradición
a to . La compañías sólo atraerán personal que constituya un
nos muy deseosos de
mm1mo nesgo para los negocios (los empleados más saludables
io.
y socialmente aceptables) y que esté deseoso de trabajar y reci­
e la década del 80 son
bir su pago sólo cuando el jefe necesita de su labor. Esto signi­
cesaría corrección del
fica que la gente mayor, los enfermos, los discapacitados, pero
lOnsable , en el que na­
probablemente también los negros en un ambiente de blancos y
l comportamiento. Sin
las mujeres (especialmente si tienen h ijos) en un ambiente do­
leva en sí el germen de
minado por los ho m bres, sean despedidos, mientras que la ge­
del 80, el aumento de
neración más joven tiene que aceptar u n puesto inseguro como
es visto como la causa
fuerza de trabaj o "flexible" y mal paga, generalmente conocida
El abordaje orientado
como " Mctrabajos". Según la teoría de la tensión de Merton
marcado aumento de
las tensiones entre los niveles de aspiración y las verdadera
y el 70. Sin embargo,
posibilidades de realizarlas, reducen la inhibición para cometer
mente estos dos fenó­
delitos . La tesis clásica de Willem Bonger ( 1932 : 1 13) de que el
:a en que las personas
aumento de la prosperidad causaría la disminución de los "de­
1nda Guerra Mundial
litos de la miseria" y el crecimiento de los "delitos de la codicia"
lco determina el auge
todavía parece tener validez. La creciente división de la socie
tuciones de bienestar
r dad (entre pobres y ricos, negros y blancos, jóvenes y viejos)
!l discurso neoconse ­
lleva al aumento de los "delitos de la miseria".
jo ciudadano inmoral

1
302 RENÉ VAN SWAANINGEN EL ANÁLISH

No sólo desde un punto de vista etiológico, sino también res­ por la oficina a la qu
pecto del control social, la creencia ilimitada en la capacidad de los carteles y monitc
autorregulación del mercado es criminogéna. Para aumentar las cas se establecen en
ganancias, los locales comerciales han despedido parte de su los administrados pl
personal y adoptado medidas de eficiencia aumentando el tama­ rosas ciudades occic
ño de los locales y a través de la automatización. Esta desperso­ empalmes de tránsi
nalización llevó a la disminución del control social. E sta pérdida en estacionamiento
se compensó mediante la contratación de seguridad privada, la colonizado por el tn
prevención técnica y con el consumo, gratuito, del producto "se­ "otro" deviene un e_¡.
guridad" estatal, por el cual le pasan los costos de sus ganancias Las principales caus
privadas a la comunidad. La falta de control sobre los dueños de activamente por la ol
los negocios ha permitido a las reglas del mercado cambiar los Es una gran para·
centros históricos de las ciudades por una gran cartelera, una apela al fortalecimiei
sucesión de cadenas de comidas rápidas, salones de juego, casas pedido en una época
de cambio, negocios de venta de productos de segunda mano, tras otro. La estimul
regalerías y porno-shops. Esto creó una masiva canalización del por el establecimient
ambiente urbano con el que se hizo imposible identificarse, por maximización de su
lo que no re-sultan sorprendentes fenómenos como el graffiti y el Kees Schuyt (1991) so
vandalismo. Los negocios bancarizados y a través de internet tie­ no sólo se ha retirad<
nen total libertad para seducir a la gente, que contrae así deudas tiempo, ha pisoteado
que nunca podrá pagar. La especulación inmobiliaria retrasó la logros del Estado de 1
renovación urbana. Dado que muchas casas viejas y en mal esta­ más indiferente al bi
do permanecieron vacías por largo tiempo, facilitaron situaciones intereses personales,
delictivas y el rápido cambio de la composición de los barrios, de que el individuo t
cada vez más pobres (Uit Beijerse y van Swaaningen 1993). social con lo colectivc
Según el filósofo del derecho belga Koen Raes ( 1995:82), la volverá en contra del ,
primacía económica en la organización de la sociedad es tam­ Tanto la idea de ur
bién la principal c au sa del sentimiento subjetivo de inseguridad. · gente como objetos ir
Un elemento central en esta cuestión es "la erosión del espacio del Estado severo de <
público anónimo". Para sentirnos seguros, debemos poder per­ paso atrás en el proc(
cibir la calle, como un territorio natural, donde continuamen­ de la "punibilidad pu
te encontramos extraños, en escenarios anónimos. El modo en debería ser interpreté
que la sociedad está actualmente organizada hace que ya no y de autoridad inade<
tengamos que encontrar extraños. Dado que nos movernos casi "la estrategia de la r
exclusivamente en auto, nos apartamos de toda vida social; los te deshacerse de las :
supermercados han alejado el contacto personal en los-comer­ una nueva forma de !
cios y los restaurants de córnida rápida en los que se puede or­ menos en este campo
denar sin bajarse del auto tampoco son lugares sociales ideales; land 1995). Según lo:
en los edificios públicos ya no se le pregunta a un ser humano ring y Philip Stennin¡
}EN EL ANÁLISIS CRITICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 303

)gico, sino también res- , por la oficina a la que queremos llegar sino que basta con mirar
tada en la capacidad de los carteles y monitores que lo indican; las instituciones públi­
;éna. Para aumentar las cas se establecen en las afueras de las ciudades de manera que
despedido parte de su los administrados puedan llegar fácilmente en auto, etc. Nume­
a aumentando el tama­ rosas ciudades occidentales se han convertido en gigantescos
tización. Esta desperso­ empalmes de tránsito y las calles y plazas se transformaron
trol social. Esta pérdida en estacionamientos muertos. Así, el espacio público ha sido
.e seguridad privada, la colonizado por el tránsito motorizado. Como consecuencia, el
üuito, del producto "se­ "otro" deviene un extraño, y la ciudad, un lugar inquietante.
costos de sus ganancias Las principales causas de la inseguridad subjetiva son creadas
trol sobre los dueños de activamente por la obsesión de la eficiencia.
el mercado cambiar los Es una gran paradoja de la política de ley y orden actual que
ma gran cartelera, una apela al fortalecimiento del espíritu comunitario, que lance este
salones de juego, casas pedido en una época en la que se privatiza un servicio público
:tos de segunda mano, tras otro. La estimulación de este espíritu requeriría comenzar
masiva canalización del por el establecimiento de servicios públicos que no persigan la
lOSible identificarse, por maximización de sus propios beneficios. El sociólogo jurídico
:nos como el graffiti y el Kees Schuyt (1991) sostiene que, desde la década del 80, el Estado
' a través de internet tie­ no sólo se ha retirado como servicio público, sino que, al mismo
, que contrae así deudas tiempo, ha pisoteado enérgicamente muchos de los importantes
1 inmobiliaria retrasó la logros del Estado de bienestar. El gobierno se ha vuelto cada vez
sas viejas y en mal esta­ más indiferente al bienestar de sus ciudadanos, cuyos propios
J, facilitaron situaciones intereses personales, por otra parte, los han alejado de la idea
posición de los barrios, de que el individuo tiene, necesariamente, una responsabilidad
3waaningen 1993). social con lo colectivo. La declinación del Estado de bienestar se
<:oen Raes (1995:82), la volverá en contra del compromiso con el Estado como tal.
de la sociedad es tam­ Tanto la idea de u na sociedad de rie sgo, en la que se trata a la
ubjetivo de inseguridad. · gente como objetos irresponsables de control, como la metáfora
; "la erosión del espacio del Estado severo de control social externo punitivo implican un
·os , debemos poder per­ paso atrás en el proceso de civilización según Elías. El aumento
ll, donde continuamen­ de la "punibilidad puede representar un símbolo de fuerza pero
: anónimos. El modo en debería ser interpretado como un síntoma de controles débiles
nizada hace que ya no y de autoridad inadecuada". Asimismo, debería enfatizarse que
) que nos movemos casi "la estrategia de la responsabilización no implica simplemen­
de toda vida social; los te deshacerse de las funciones estatales . . . Más vale, constituye
personal en los comer­ una nueva forma de gobernar a distancia, lo que representa, al
en los que se puede or­ menos en este campo, un modo nuevo de ejercer el poder" (Gar­
lugares sociales ideales; land 1995). Según los criminólogos canadienses Clifford Shea­
?;Unta a un ser humano ring y Philip Stenning ( 1987:322), el futuro del control social es
304 RENÉ VAN SWAANINGEN

"preventivo, sutil y aparentemente no coercitvo y consensual. Se públicos. Si no es ,


centra en categorías, no requiere conocimiento del individuo y taciones colectivas
se vale de la vigilancia generalizada . . . Su orden es instrumen­ vada, las posibilid
tal y determinado por los intereses de las producciones Disney disminuyen. Con lé
más que moral y absoluto. Cualquiera que haya visitado Dis­ crecimiento de la in
ney world sabe que es extraordinariamente efectivo". El temor formulada por la cr
que los criminólogos críticos en la década del 70 manifestaban a los controladores
acerca de la creación, por parte de los aparatos autoritarios del Otro riesgo de lé
Estado, de un proletariado dócil, disciplinado, puede ser reem­ normativo. Las con.
plazado por la noción de la sociedad de consumo de hoy día, pueden ser medios
en la que los medios comerciales crean clases medias dóciles, bargo, el Estado err
atontándolas con entretenimientos, juegos, porno soft, ropa y El fundamento non
adminículos de moda. Este "orden Disney del control social", políticas se ve así <
como Shearing y Steaning definen el control social ejercido me­ peligros tecnológico
diante la infantilización -con un guiño a Stan Cohen-, no tiene bierno, que vacía de
nada de "Mickey Mouse". sociales, pone en ev
tica". Se torna cruci
A MODO DE C,ONCLUSION autoritario en el qut
Durante las últimas dos décadas, la naturaleza de la justicia la justicia penal den
penal y del control social, cambió sustancialmente. Si la crimi­ cuenta los problema.
nología crítica pretende reconectarse a los tiempos que corren, pítulo, la demanda d
debe reflejar la "nueva" realidad penal de la sociedad de riesgo normativa verdaden
-donde el control estatal es operado, principalmente, a través Este tradicional con<
de la "responsabilización" de los terceros- y también la nueva tema central de los f
"flexibilidad" de la economía con nuevas "clases peligrosas". El
postulado normativo de la justicia social sostenido por la cri­
minología crítica ofrece un excelente punto de partida para la
crítica de los principales riesgos socio-políticos que entraña la
justicia actuárial. En relación a que ésta anida en la sociedad de
riesgo, pueden señalarse varios defectos democráticos. El hecho
de que "el mercado" determine gran parte de las acciones del
Estado, en realidad, implica que a los pobres se les quita su de­
recho al voto de modo similar al practicado durante el siglo XIX,
cuando sólo aquellos que pagaban ciertos impuestos tenían el
derecho de votar. Aquellos que puedan participar activamente
en la sociedad de consumo verán sus intereses suficientemente
protegidos, pero ¿quién se preocupará por los intereses de los
que tienen muy poco para gastar? Un segundo déficit democrá­
tico surge como consecuencia de la privatización de los servicios

-- -
------- -
EL ANÁLISIS CRÍTICO Y LA NUEVA REALIDAD PENAL 305
EN

rcitvo y consensual. Se públicos. Si no es el propio Estado el responsable de las pres­


miento del individuo y taciones colectivas, sino sus representantes de la empresa pri­
u orden es instrumen­ vada, las posibilidades de control democrático, parlamentario,
s producciones Disney disminuyen. Con la privatización de los servicios jurídicos y el
}Ue haya visitado Dis­ crecimiento de la industria de la seguridad privada, la pregunta
nte efectivo". El temor formulada por la criminología crítica respecto de quién controla
a del 70 manifestaban a los controladores se vuelve realmente urgente.
·aratos autoritarios del Otro riesgo de la justicia actuaria! es la erosión del debate
nado, puede ser reem- normativo. Las consideraciones pragmáticas y actuariales sólo
consumo de hoy día, pueden ser medios para un fin previamente definido. Sin em­
clases medias dóciles, bargo, el Estado empresarial las con sidera fines en sí mismas.
os, porno soft, ropa y El fundamento normativo de determinadas reglas o elecciones
.ey del control social", políticas se ve así oscurecido por la pantalla de humo de los
trol social ejercido me­ peligros tecnológicos de tipo organizacional. Esta forma de go­
Stan Cohen-, no tiene bierno, que vacía de significado a los principios democráticos y
sociales, pone en evidencia "la insoportable levedad de la polí­
tica". Se torna crucial revelar el populismo cínico, xenofóbico y
autoritario en el que se basa la polítka y ubicar a la política de
la justicia penal dentro del marco socio-económico. Teniendo en
:�.turaleza de la justicia
cuenta los problemas a los que se hicieron referencia en este ca­
cialmente. Si la crimi­
pítulo, la demanda de justicia social parece una piedra de toque
I S tiempos que corren,
normativa verdaderamente importante en la política criminal.
: la sociedad de riesgo
Este tradicional concepto clave de la criminología crítica será el
'ncipalmente, a través
tema central de los próximos dos capítulos.
>- y también la nueva
"clases peligrosas". El
1 sostenido por la cri­
l: to de partida para la
>líticos que entraña la
mida en la sociedad de
lemocráticos. El hecho
te de las acciones del
1res se les quita su de­
o durante el siglo XIX,
•S impuestos tenían el
>articipar activamente
reses suficientemente
Jr los intereses de los
;undo déficit democrá­
.zación de los servicios
LA CRIMII'
SOBR

l . Los CRIMINOLOGOS C
NUEVA RELEVANCIA
El objeto del est1
conforme al clima p
del 60, la orientación
inspirada en el agres
ta medida, debido a <
dividuales y ambien
los criminólogos cor
criminógenos del prc
la estigmatización y
las funciones y los e
tribunales y la cárce
cambio de enfoque.
blemas sociales (de !
y corporativo, corru¡:
integración de la com
de partida. Al mismc
adoptó un carácter rr
gía crítica -como pro:
Desde ya, el análi1:
tampoco ofrecía "la"
cesaría que los estudi
yor atención. La dese;
(principalmente el enf
da moralmente relativ
CAPiTULO IX
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL D EBATE

SOBRE LA SEGURIDAD PÚBLICA

l . Los CRIMINÓLOGOS CR!TICOS Y SUS INTENTOS POR OBTENER UNA


NUEVA RELEVANCIA
El objeto del estudio criminológico frecuentemente cambia
conforme al clima penal y las modas científicas. En la década
del 60, la orientación general pasó de ·u na perspectiva etiológica,
inspirada en el agresor, al enfoque de la reacción social. En cier­
ta medida, debido a que los modelos enfocados en las causas in­
dividuales y ambientales sólo ofrecían explicaciones limitadas,
los criminólogos comenzaron a analizar los posibles factores
criminógenos del propio sistema de justicia penal -tales como
la estigmatización y la desviación secundaria-. Así, estudiaron
las funciones y los efectos de instituciones como la policía, los
tribunales y la cárcel. En la década del 80, se produjo un nuevo
cambio de enfoque. En esta oportunidad, se tomaron los pro­
blemas sociales (de género y étnicos, drogas, delito organizado
y corporativo, corrupción, deterioro de las áreas urbanas, des­
integración de la comunidad, seguridad social, etc.) como punto
de partida. Al mismo tiempo, la aplicación de modelos teóricos
adoptó un carácter menos rígido y más ecléctico y la criminolo­
gía crítica -como proyecto teórico diferenciado- perdió nitidez
Desde ya, el análisis de las reacciones sociales a la desviación
tampoco ofrecía "la" explicación al delito. Sin embargo, era ne­
cesario que los estudios etiológicos recibieran, nuevamente, ma­
yor atención. La descalificación de la teoría de la reacción social
(principalmente el enfoque del etiqÚetamiento) por ser considera­
da moralmente relativista al minimizar el problema del delito pa­
308 RENE VAN SWAANINGEN
LA CRI MIN
rece, no obstante, injustificada. En estas descripciones, los aná­ contradis cur so bas:
lisis macro y mesosociológicos son confrontados con una micro­ dad? Est o también
situación concreta, a la que no se ajustan. Más aún, una postura min olog ía critica d·
sociológicamente relativista es tomada como relativismo moral, esto, resulta difí cil
con lo que los análisis empíricos y los juicios morales se confun­ desplazados por su:
den. Sostener, a nivel analítico, que el delito es una construcción queda de me rca do .
social, una etiqueta definida para ser aplicada a determinada ca­
derecha, que los h l
tegoría de problema social en una época y lugar determinados, no
las universidades , :¡::
implica, de ningún modo, que no se lo tome en serio.
de fina nciamiento d
Resulta discutible afirmar que los criminólogos críticos algu­
eso , pero no es tod ¡
na vez "minimizaron" la seriedad del delito. Esta visión parece
luchas ide ológ ica s i
estar basada en la globalización de algunas ideas "revoluciona­
das , entre los llam a
rias" -probablemente sobreacentuadas- de un puñado de teóri­
dos como "ide alis tas
cos británicos neomarxistas del conflicto. Es interesante resal­
tar que este estereotipo de la criminología crítica como "idealis­ debe destacarse que
mo de izquierda" comenzó como un autocastigo de los académi­ com pro mis o político
cos críticos británicos (Young 1979) y sólo después fue recibida "grandes narrativas"
calurosamente y repetida por los criminólogos conservadores cionalidad y la em a:
(van Dij k 1989; Boutellier 1993). Sin embargo, la situación es es una pluralidad de
bastante más compleja. En la mayoría de los estudios crimino­ su propia lógica de v.
lógicos no se encuentran glorificaciones de los transgresores de num ero sos académic
la ley como "héroes de la clase trabajadora" o como "rebeldes con derrotismo político, ]
causa". Asimismo, debe recordarse que la distancia intelectual neo pos itivismo. Un :¡::
que existía en el continente europeo respecto de las subculturas menéutica moderna 1
desviadas era mayor que en la criminología británica neomar­ Los partidarios de:
xista. Considerar la desviación como un fenómeno protorrevolu­ can al posmodernism
cionario implica una visión individualista de la lucha de clases, de ind iferencia. Se 1c
mientras que ésta, en el contexto europeo (mayormente en el ta a la racionalidad·
sur) está siempre relacionada con una acción organizada, co­ mod a arquitectónic
lectiva, proletaria. Los criminólogos críticos no son, en modo posmoderno a la dife
alguno, relativistas en términos valorativos, pero han señalado beral, que osc ure ce J
males sociales que fueron ampliamente ignorados por el sistema escepticismo radical e
de justicia penal, como la "violencia masculina sexualizada y el lítica económica neo <
acoso, otras formas de violencia familiar, delitos corporativos y imp osibilismo de la e
de los negocios, delitos ambientales y delitos del Estado o viola­ en la condición posrr
ciones de los derechos humanos" (Cohen 1994:7 1). sostiene que el pas mo
Si tenemos presente el reviva[ moralista gubernamental des­ criminología, en tanto
cripto en el capítulo anterior, una pregunta se torna acuciante: lección poco precisa d·
¿por qué los criminólogos críticos -igualmente moralistas- tu­ Al igual que los acadé
vieron en la década del 80 tantas dificultades en formular u n ticos también son afee
EN LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 309

:iescripciones, los aná­ contradiscurso basado en u na visión alternativa de la morali­


ntados con una micro­ dad? Esto también tiene que ver con la crisis dentro de la cri­
Más aún, una postura minología crítica de aquella época. Si bien muchos afirman
>mo relativismo moral, esto, resulta difícil sostener que los criminólogos críticos fueron
ios morales se confun­ desplazados por sus (desagradables) competidores en su bú s­
to es una construcción queda de mercado, como tampoco fueron víctimas de la nueva
:ada a determinada ca­ derecha, que los habría arrojado fuera de la arena política y de
lugar determinados, no las universidades, principalmente por el cambio en los modos
1e en serio. de financiamiento de las investigaciones. Algo hay de cierto en
tinólogos críticos algu­ e so, pero no es toda la verdad (van Swaaningen, 2 0 06a). Las
ito. E sta visión parece luchas ideológicas internas, frecuentemente muy personaliza­
tas ideas "revoluciona­ das, entre los llamados "realistas" y los académicos etiqueta­
le un puñado de teóri­ dos como "idealistas" fueron muy poco productivas. Asimismo,
. Es interesante resal­ debe destacarse que muchos criminólogos críticos perdieron su
l. crítica como "idealis­
compromiso político en la llamada "condición posmoderna". Las
:astigo de los académi­
"grandes narrativas" de la modernidad, como el progreso, la ra­
o después fue recibida
cionalidad y la emancipación, desaparecieron, y lo que quedó
1.ólogos conservadores
es una pluralidad de pequeñas narrativas, que se hacen eco de
tbargo, la situación e s
su propia lógica de verdad. Esta "nueva confusión" ha llevado a
: los estudios crimino­
numerosos académicos críticos a la desesperación analítica y al
le los transgresores de
t" o como "rebeldes con derrotismo político, y a muchos otros a "unirse al rebaño" del
a distancia intelectual
neopositivismo. Un pequeño tercer grupo ha sustituido la her­
:cto de las subculturas menéutica moderna por la semiótica posmoderna.
•gía británica neomar­ Los partidarios de la teoría crítica frecuentemente descalifi­
enómeno protorrevolu­ can al posmodernismo como una forma frívola, autoconformista
t de la lucha de clases, de indiferencia. Se lo ve como un peligroso ataque iconoclas­
•eo (mayormente en el ta a la racionalidad; como un juego idiomático nihilista y una
tcción organizada, ca­ moda arquitectónica sociológicamente no digerida. El llamado
icos no son , en modo posmoderno a la diferencia sería solamente un cri de coeur li­
-os, pero han señalado beral, que oscurece los intereses del poder (Smaus 1993). Su
;norados por el sistema escepticismo radical constituiría una mera capitulación a la po­
:ulina sexualizada y el lítica económica neoconservadora hipermoderna y flexible. El
, delitos corporativos y imposibilismo de la criminología crítica también se originaría
itas del Estado o viola- en la condición posmoderna (Lippens 1995). John Lea ( 1994)
1994: 7 1). sostiene que el posmodernismo también "se parece un poco a la
:a gubernamental des­ criminología, en tanto es mejor descripta como un área, una co­
Ita se torna acuciante: lección poco precisa de temas, más que una filosofía coherente".
mente moralistas- tu­ Al igual que los académicos posmodernos, los cri inólogos crí­
ltades en formular un ticos también son afectos al deconstruccionismo, especialmente
LA CRIMINOL
310 RENÉ VAN SWAANINGEN
se me ocurren. Dado
de la gran narrativa par excellence: el derecho. En este sentido,
del delito están muy n
Lea señala como reconstructores al abolicionismo, el feminis­
nes interpersonales, lé
mo y el enfoque del etiquetarniento. El intento de Stuart Henry
-tanto dentro de las :
y Dragan Milovanovic ( 1996:ix) de trasponer el posmodernismo
bal-, las "antiguas" cr
también parece estar basado en esta crítica. Su llamado a una
cionísmo, al material:
criminología constitutiva comienza con el rechazo posmoder­
cen más actuales. En
no escéptico de la "obsesión con el deconstruccionismo". Stan
posmodernos tienen e
Cohen (1990:31) sostiene que el principal problema del posmo­
deseosos de abrirse e
dernismo es "no tanto que sea políticamente irrealista sino que
impenetrable. Aun así
sus eslóganes (tales como el fin de la Historia o la muerte de la
la política posmodern
razón) son intelectualmente naif Para la mayor parte del mun­
curso de reemplazo" r
do, las antiguas verdades del racismo, la injusticia manifiesta,
la hambruna generalizada y la represión física brutal, todavía
II. LA REAFIRMACION DE
están vigentes. En estas partes del mundo, sólo ser u n sociólo­
go, y afirmar estas viejas verdades abierta y honestamente, e s En el Capítulo V, 1
u n acto de coraj e y consecuencia". su validez el principio
Sin embargo, mi valoración del rechazo escéptico por par­ no debía evadirse la e
te del posmodernismo de los discursos de dominación omni­ que debían ser incluic
comprensivos y, principalmente, de su llamado a narrativas sociales. El reconocirr
modestas, más pequeñas, es menos negativa. No voy a adoptar lito y el control del del
u na postura posmoderna, especialmente porque creo que vale políticas (por ejemplo,
la pena salvar el proyecto crítico inherentemente moderno (cfr. y vivienda, la descomJ
Lea, 2 002). En referencia a la postura espistemológica escéptica dictas de eficiencia, la
y la causalidad, el posmodernismo no parece ser tan novedoso. pánico moral por el "
Las críticas radicales de Paul Fayerabend o de Imre Lakatos a la de cualquier esquina
metodología se remontan a una época en que la palabra posmo­ armas, la obsesión ce
dernismo probablemente sólo era conocida entre los arquitectos valor. Asimismo, conc
y los interaccionistas simbólicos, que ya decoristruían la reali­ tica no fue tan profur
dad mucho tiempo antes. No hace falta recurrir al lamento bíbli­ se mantuvo mejor el ·

co de Eclesiastés de que todo es en vano, como intentar atrapar el rol socio-político d


al viento, para demostrar que la llamada condición posmoderna normativos democrát
es tan antigua como la condición humana y alcanza con decir claramente reconocid
que el modo presu ntuoso en el que numerosos académicos pos­ Volvamos entonce
modernos descartan todo lo que se hizo en el pasado resulta la reafirmación de le
halló su motivación e:
bastante irritante. En una época caracterizada por la "teología
del libre mercado" y la glorificación de su santísima trinidad de cias de moda dentro
rrollo académ ico. Es i
fl.exibilización, automatización y globalización, las observacio­
intereses gobiernan
nes sin demasiado sustrato ni compromiso de la "diversidad" v
constituye un medio
la "complejidad" no son, por ello, las críticas más poderosas qu
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 311
EN

·echo. En este sentido, se me ocurren. Dado que las cuestiones del delito y del control
del delito están muy relacionadas a las cuestiones de las relacio­
licionismo, el feminis­
nes interpersonales, la hegemonía y la distribución de la riqueza
tento de Stuart Henry
-tanto dentro de las sociedades occidentales como a nivel glo­
ner el posmodernismo
bal-, las "antiguas" críticas de la criminología crítica al interac­
ica. Su llamado a una
cionismo, al materialismo histórico y a la justicia social pare­
el rechazo posmoder­
cen más actuales. En cuanto a su lado positivo, los académicos
Jstruccionismo". Stan posmodernos tienen cosas interesantes que decir para aquellos
problema del posmo­
deseosos de abrirse camino a través de su lenguaje pomposo e
nte irrealista sino que impenetrable. Aun así, la defensa del proyecto crítico moderno y
:oria o la muerte de la la política posmoderna de la "reconstrucció n mediante un dis­
mayor parte del mun- curso de reemplazo" no son necesariamente contradictorias.
injusticia manifiesta,
física brutal, todavía 11. LA REAFlRMACION DE LA CRlMINOLOG!A CRiTICA
o, sólo ser un sociólo­
:a y honestamente, es En el Capítulo V, llegamos a la conclusión de que mantenía
su validez el principio de la criminología crítica que sostenía que
zo escéptico por par­ no debía evadirse la cuestión moral, la política y la social, sino
de dominación omni­ que debían ser incluidas en la crítica y el análisis de las ciencias
llamado a narrativas sociales. El reconocimiento de que ciertos problemas como el de­
:iva. No voy a adoptar lito y el control del delito están ligados a prioridades y elecciones
porque creo que vale políticas (por ejemplo, las políticas sobre pobreza, salud pública
temente moderno (cfr. y vivienda, la descomposición del control informal mediante me­
istemológica escéptica didas de eficiencia, la alimentación de la xenofobia a través del
·ece ser tan novedoso. pánico moral por el " fundamentalismo musulmán" a la vuelta
) de I mre Lakatos a la de cualquier esquina, la actitud ambivalente ante el tráfico de
1ue la palabra posmo­ armas, la obsesión con ciertas drogas, etc.), también es de gran
l entre los arquitectos
valor. Asimismo, concluimos que la crisis de la criminología crí­
tica no fue tan profunda en el continente europeo, dado que allí
iecoristruían la reali­
se mantuvo mejor el vínculo con el interaccionismo simbólico y
urrir al lamento bíbli­
:omo intentar atrapar el rol socio-político del derecho en la protección de los valores
normativos democráticos y de los grupos más vulnerables fue
ond ición . posmodern a
claramente reconocido.
3. y alcanza con decir
Volvamos entonces a lo que sostuvimos en el primer capítulo:
osos académicos pos­
la reafirmación de los enfoques materialista e interaccionista
en el pasado resulta
halló su motivación en la necesidad de contrarrestar las tenden­
izada por la " teología
cias de moda dentro de la criminología que bloquean su desa­
santísima trinidad de
rrollo académico. Es igualmente importante poner de relieve qué
lCión, las observacio­
intereses gobiernan los procesos de criminalización. Todavía
o de la "diversidad" y constituye un medio poderoso para cuestionar la idea cada vez
ts más poderosas que
312 RENE VAN SWAANINGEN LA CRIMI

más dominante (nuevamente) de que el delito se diferencia de de la reacción soci


modo sustancial de otros problemas sociales y, por lo tanto, que para cuestionar la lt
los delincuentes son un tipo especifico de personas -idea ésta actuaria!. En cuart
que está ganando terreno otra vez con el actual resurgimiento criminología crítica
de las perspectivas bio-sociales y ciertos estudios o perfiles de que conduce a la cri
riesgo-. El segundo argumento se relaciona con esto: el contexto Y, finalmente, en qu
socioeconómico en el que la justicia actuaria} se inserta vuelve necesaria y urgente
a las ideologías capitalistas pasadas de moda, anteriores al Es­ nativa del delito y de
tado de bienestar, para las cuales varias teorías sociales todavía Dos corrientes ¿
pueden servir como herramientas analíticas. La exclusión social quierda y el neoabc
sigue siendo un basso continuo dentro de las causas sociales del la línea materialist<
delito. ¿Por qué sería imposible usar el marco analítico del pá­ tro de la nueva re1:
nico moral en relación a los mods y los rockers 1 (Cohen 1972), a minologías críticas
los muggers (asaltantes) (Hall et al. 1978), a la construcción de ¿Cuál podría ser s
los junkies (drogadictos) como "enemigos adecuados" (Christie política criminal y
1986), a la "nueva clase peligrosa" de no consumidores (Bauman ser su contribución
1995b) o, ciertamente, a los terroristas islámicos?
III. EL REALJSMO DE ¡¿
El tercer argumento para reafirmar la criminología crítica es
la necesidad de contrarrestar las tendencias "totalitarias" de las · El realismo de izc
políticas criminales actualmente instrumentalistas, "que son de la década del 80
consecuencia de la osificación de una visión en particular, que promover la investi
monopoliza la realidad" (Hart 1993). Especialmente ahora, que la resultados inmedia
coerción penal se ha extendido más allá de sus límites clásicos sente. "La orientaciC
de la legalidad, resulta crucial hacer un seguimiento crítico de experto. El punto d(
la expansión del sistema de justicia penal, así como también la discurso político pé:
derivación simultánea de tareas de control al sector privado. El se volvieron menos e
desarrollo de proyectos de prevención del delito (que no se orien­ de base y más invol
tan necesariamente al delito en el sentido jurídico de la palabra y 1992 : 1 23). De este
que someten a control penal a personas contra quienes no existe cha entre la crítica
una sospecha legal) es un ejemplo clave en este sentido. Las con­ el empirismo que st
secuencias para el Estado de Derecho y el rol social del Estado y, padres fundadores
ciertamente, para las ideas de gobierno democrático en general, Young, también esh
deben ser acompañadas de un examen empírico serio. El enfoque va criminología de
hasta qué punto ca:
Según Ian Taylo
las tensiones y revt
1 "Mods & rockers" eran grupos de jóvenes rebeldes en Inglaterra en los
de Inglaterra a final
60s, que l uchaban contra la mentalidad pequeño burguesa. Se caracteri­
zaban por usar un estilo de vestimenta diferente, otra música, etc. y por incentivos para el 1
ello, también se enfrentaban entre ellos. garet Thatcher y la
EN LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 3 13

delito se diferencia de de la reacción social también ofrece una herramienta analítica


.les y, por lo tanto, que para cuestionar la lógica instrumentalista ilimitada de la justicia
e personas -idea ésta actuaria!. En cuarto lugar, el impulso normativo y teórico de la
actual resurgimiento criminología crítica debería compensar el desarrollo empirista,
estudios o perfiles de que conduce a la criminología académica a un callejón sin salida.
1a con esto: el contexto Y, finalmente, en quinto lugar, la crisis de la justicia penal torna
uial se inserta vuelve necesaria y urgente una perspectiva que ofrezca una visión alter­
toda, anteriores al Es­ nativa del delito y del castigo.
orías sociales todavía Dos corrientes de la criminología crítica, el realismo de iz­
as. La exclusión social quierda y el neoabolicionismo, reevaluaron en la década del 80
!as causas sociales del la línea materialista y la int raccionista -respectivamente- den­
tarco analítico del pá­ tro de la nueva realidad política. ¿Hasta qué punto estas cri­
kers 1 (Cohen 1972), a minologías críticas "renovadas" reflejan la nueva lógica penal?
, a la construcción de ¿Cuál podría ser su contribución al debate sobre el delito, la
adecuados" (Christie política criminal y la punibilidad? y, desde luego, ¿cuál podría
msumidores (Bauman ser su contribución para el futuro de la criminología?
ámicos?
JII . EL REALISMO DE IZQUIERDA Y LA ETIOI,OGÍA SOCIAL DEL DELITO
criminología crítica es
as "totalitarias" de las · El realismo de izquierda es producto de su época. A comienzos
nentalistas, "que son de la década del 80, algunos criminólogos críticos empezaron a
ión en particular, que promover la investigación con fines de utilidad política directa y
ialmente ahora, que la resultados inmediatamente tangibles en la realidad social pre­
le sus límites clásicos sente. "La orientación 'vanguardista' original se tradujo en la del
>eguimiento crítico de experto. El punto de referencia se trasladó de la sociedad civil al
, así como también la discurso político partidario. En este contexto, los intelectuales
·1 al sector privado. El se volvieron menos comprometidos con los movimientos sociales
lelito (que no se orien­ de base y más involucrados con los logros electorales" (Ruggiero
urídico de la palabra y 1992 : 1 23) . De este modo, los realistas quisieron zanjar la bre­
ntra quienes no existe cha entre la crítica epistemológica de la criminología radical y
este sentido. Las con­ el empirismo que sustentaba las políticas diseñadas. Dos de los
ol social del Estado y, padres fundadores del realismo de izquierda, lan Taylor y Jock
mocrático en general, Young, también estuvieron presentes en el nacimiento de la nue­
>írico serio. El enfoque va criminología de comienzos de la década del 70. ¿Por qué y
hasta qué punto cambiaron su postura en la década del 80?
Según lan Taylor (1981), el surgimiento del thatcherismo y
las tensiones y revueltas de origen racial en distintas ciudades
eldes en Inglaterra en los
de Inglaterra a finales de la década del 70 fueron los principales
> burguesa. Se caracteri­
otra música, etc. y por
.
incentivos para el nacimiento del realismo de izquierda. Mar­
garet Thatcher y la nueva derecha le recordaron a la izquierda
314 RENÉ VAN SWAANINGEN LA CR!M

la importancia de la ley y el orden. Existían problemas reales y Los realistas de


debía hacerse algo al respecto. Los realistas de izquierda inten­ la criminología crí
taron recuperar la cuestión de la ley y el orden y despojarla de penales entre el p
sus connotaciones conservadoras, mediante el señalamiento de Basándose en sus
las causas socio-económicas del delito y la defensa de un orden vieron que tambié
social genuino, factible y humano para hacer frente al conti­ sociales no genen
nuo deterioro de la vida urbana. Si bien una gran proporción mucho, las reafirr
de los delitos callejeros comunes se originarían en la privación, pero, a la vez, ha1
también -según los realistas de izquierda- tienen un contenido Hood de nuestros
egoísta, sexista, racista, en definitiva: antisocial. El delito no que para los pobre:
sería la mera expresión del conflicto de clase; también es cues­ timiento de insegu
tión de pobres contra pobres y negros contra negros. Los delitos positivistas sobre 1
callejeros comunes causarían irritación y ansiedad en todas las criminólogos crítio
clases sociales y un impacto notablemente mayor en los gru­ cia del enfoque dOJ
pos vulnerables. Si la policía interviene en estas situaciones, no vestigaciones empí
puede sostenerse que sólo lo haga en defensa de los intereses de una "victimología r
la clase gobernante -como sugería el reflejo condicionado de los ca del realismo de
criminólogos "idealistas de izquierda". Para diferenciarse de es­ nacionales sobre \
tas posturas relativistas, los realistas recurrieron a títulos mi­ estadísticas oficial(
litantes para sus libros, como ¿Qué hacer con la ley y el orden?, sexo masculino era
Enfrentando al delito o Perdiendo la batalla contra el delito. (Lea zados, mientras qw
y Young 1984; Matthews y Young 1986; Kinsey et al. 1 986) Des­ vista cualitativo a 1
de el punto de vista de los realistas de izquierda era una torpeza Más aún, una gran
que los socialistas reclamaran una intervención importante del de las víctimas o er
Estado en extensas áreas de la vida social, como la educación, la policía y, por lo t;:
el control de las relaciones laborales, las políticas de bienestar, imagen distorsiona<
etc., pero no tenían una postura tan tajante en lo referido al psicológicas de la vi
rol estatal en el control del delito. Sin embargo, parece igual de a la noche, el sentí
torpe que sea exactamente al revés para los neoconservadores. después de un robo
Según los realistas de izquierda, existirían buenas razones, dis­ en la propia casa,
tintas de las de Thatcher, para criticar las orientaciones mun­ médico y psicológic<
danas del sistema educativo británico. En la educación de la tas oficiales sobre v
clase obrera se puso un marcado énfasis en el mejoramiento de En lugar de ado¡:
su posición en el mercado de trabajo. La fijación implícita con una actividad esenc
los valores materiales individuales y la consecuente formación presentaron a la pol
intelectual marginal no fueron muy estimulantes en el sentido vulnerables. Se le a
normativo, especialmente tras el aniquilamiento de las perspec­ contra las consecw
tivas laborales. E stas cuestiones habrían promovido situaciones Dado que la policía,
proclives al delito (Taylor 198 1 : 1 23 -4). de los cargos que se

------- - - -- -
-----
- --------
-
N LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 315

m problemas reales y Los realistas de izquierda pusieron en duda la suposición de


:ts de izquierda inten­ la criminología crítica de que el consenso acerca de los valores
)rden y despojarla de penales entre el público general era simplemente u na ilusión.
te el señalamiento de Basándose en sus propias investigaciones, los realistas sostu­
L defensa de un orden vieron que también contenía elementos reales. Las reacciones
1acer frente al conti­ sociales no generarían conductas desviadas, sino que, como
una gran proporción mucho, las reafirmarían. El perpetrador estaría determinado,
:trian en la privación, pero, a la vez, haría elecciones racionales. No sería un Robín
· tienen un contenido Hood de nuestros días, dado que más bien roba a los pobres
tisocial. El delito no que para los pobres. En su campo de investigación sobre el sen­
tse; también es cues­ timiento de inseguridad, los realistas retomaron las preguntas
ra negros. Los delitos positivistas sobre la etiología y la causalidad, ignoradas por los
msiedad en todas las criminólogos críticos. Tras la crisis etiológica, como consecuen­
:e mayor en los gru­ cia del enfoque dominante de la reacción social, realizaron in­
estas situaciones, no vestigaciones empíricas sobre el delito e intentaron desarrollar
sa de los intereses de una " victimología radical". É sta fue la mayor contribución teóri­
) condicionado de los ca del realismo de izquierda para demostrar que las encuestas
:1. diferenciarse de es­ nacionales sobre victimización erari demasiado globales. Las
trrieron a títulos mi­ estadísticas oficiales sugerían, por ejemplo, que los jóvenes de
on la ley y el orden?, sexo masculino eran los más expuestos al riesgo de ser victimi­
: contra el delito. (Lea zados, mientras que no era así si se lo miraba desde un punto de
1sey et al. 1986) Des­ vista cualitativo a nivel barrial en las áreas urbanas centrales.
erda era una torpeza Más aún, u na gran cantidad de delitos cometidos por conocidos
nción importante del de las víctimas o en la esfera doméstica no eran denunciados a
, como la educación, la policía y, por lo tanto, las estadísticas oficiales brindaban una
olíticas de bienestar, imagen distorsionada de esa clase de delitos. Las consecuencias
nte en lo referido al psicológicas de la victimización, como el miedo de salir a la calle
ugo, parece igual de a la noche, el sentido de impotencia al hallar la casa revuelta
1s neoconservadores. después de un robo y el consecuente sentimiento de inseguridad
buenas razones, dis­ en la propia casa, los problemas en el trabajo, el tratamiento
. orientaciones mun­ médico y psicológico, etc., tampoco se reflej aban en las encues­
l la educación de la tas oficiales sobre victimización.
1. el mejoramiento de En lugar de adoptar una perspectiva del control penal como
ijación implícita con una actividad esencialmente represiva del Estado, los realistas
1.secuente formación presentaron a la policía como un aliado potencial de los grupos
tlantes en el sentido vulnerables. Se le asigna un rol central a la policía en la lucha
iento de las perspec­ contra las consecuencias desintegradoras del delito callejero.
·omovido situaciones Dado que la policía, por sus tasas de esclarecimiento, depende
de los cargos que se efectúan y de las propinas, tendría gran in­
316 RENE VAN SWAANINGEN LA CRI MJ

terés en mantener buenas relaciones con el público general, las materia de segurid;
que habrían empeorado debido a que la policía se habría centra­ Patrick Hebberecht
do demasiado en la represión y, por lo tanto, especialmente en quierda más explíc
las áreas en que el patrullaj e comunitario sería más necesario, inseguridad y la pr•
es visualizada como el opresor. La democratización de la policía Las. reacciones ,
y su abstención de ejercer control arbitrario y practicar opera­ mente negativas. E
ciones encubiertas son vistas como la principal condición para por ser, intelectual
mejorar esas relaciones. Las investigaciones que demostraban anteriores y por cor
que la policía, con frecuencia, no hace mucho para solucionar atraer fondo s para :
problemas sociales, lo que constituye tanto un incentivo como neoliberales de la
una consecuencia del delito, llevaron gradualmente a los realis­ Steinert ( 1986:7 ), 1<
tas de izquierda de u n enfoque centrado en la policía a otro mul­ visión pobre de la
tiagencial. El entusiasmo inicial por los esquemas de vigilancia democrático y la p
vecinal se atenuó tras su evaluación empírica, dado que ésta les, despu és de que
reveló que sólo funcionaría en los barrios de clase media, que el rol normalizadm
ya tienen una cohesión social relativamente importante y que carcel ario. Media n
genera más bien temor al delito que la disminución del mismo. ción que formula D<
Por otra parte, no tendría un efecto práctico en la cuestión del pública en las insti1
delito (Lea et al. 1987:30). seo de someterla a :
En Holanda, los criminólogos críticos aplaudieron al realismo europ eo, por un lad
de izquierda como intento de reformular los compromisos políti­ miento de una may
cos en una nueva era (Durieux 1984), y lo descalificaron como de los britán icos. E
sumisión a la ortodoxia conservadora (Hulsman 1986). A finales peculi aridades de 1<
de la década del 80, Willem de H aan y yo recibimos con bene­ Similar argumer
plácito la incentivación por parte de los realistas de la investiga­ acrítica del realism
ción empírica acerca de las consecuencias sociales del delito y ción. Según John L(
la recuperación de las cuestiones socio-económicas etiológicas. delito sería simplem
Sin embargo, rechazamos la adopción del discurso penal popu­ un Estado autoritar
lista de "mano dura" que proponían, el uso acrítico del concepto vasta proporción de
de delito, la sobreestimación de las posibilidades de la policía y corno "divaliosas", y
el descuido de la cuestión penal. Estas críticas explícitas de la occidentales, la crin
perspectiva realista son, no obstante, bastante excepcionales: era Heinz Steinert ( 1985
muy común que los criminólogos holandeses adoptaran de ma­ ca del alto nivel dem•
nera ecléctica algunas perspectivas realistas sobre victimología, que las leyes laboral
inseguridad y prevención del delito, sin tomar en cuenta el marco y la legislación antit<
socio-económico dentro del cual los realistas ubicaban explícita­ cia por los socialdem
mente sus estudios. En Francia también se puede observar un la gente realiza los j
enfoque similar, implícito, aunque más conséiente de la raíz so­ ción menos concreta
cio-económica del sentimiento de inseguridad y de la política en un problema determ
LA CRIMINOLOGIA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 317

público general, las mat ria de seguridad (Lagrange y Zauberman 1 9 9 1 ) . En Bélgica,


ía se habría centra­ Patnck Hebberecht (1991) adoptó una perspectiva realista de iz­
o, especialmente en quierda más explícita en sus investigaciones sobre el delito la
'
;ería más necesario, inseguridad y la prevención social, enfocadas en los barrios.
:ización de la policía Las reacciones en Alemania, Austria e Italia fueron mayor­
o y practicar opera­ mente negativas. En esos países, el realismo fue descalificado
:ipal condición para por s r, intelectualmente, una venta al por mayor de abordajes
:s que demostraban antenores y por constituir u n intento meramente oportunista de
::ho para solucionar atraer fondos para investigaciones, tras el triunfo de las visiones
• un incentivo como
neoliberales de la ley y el orden. Según Henner Hess y Heinz
=tlmente a los realis­ Steinert ( 1986:7), los realistas de izquierda adolecieron de una
a policía a otro mul­ visión pobre de las relaciones políticas al proponer el control
uemas de vigilancia democrático y la participación cívica en las actividades policia­
rica, dado que ésta les, después de que se hubiera demostrado tan elaboradamente
ie clase media, que el rol normalizador y disciplinador de la policía y del sistema
:e importante y que carcelario. Mediante esta crítica, debemos recordar la distin­
linución del mismo. ción que formula David Nelken ( 1994c) entre la escasa confianza
o en la cuestión del pública en las instituciones como la p9licía y el subsecuente de­
seo de someterla a un orden jerárquico estricto en el continente
mdieron al realismo europeo, por un lado, y la confianza pública que avala el otorga­
compromisos políti­ miento de una mayor discrecionalidad a "su" policía, por parte
descalificaron como de los británicos. En este sentido, el realismo reflej a "algunas
nan 1986). A finales peculiaridades de los británicos" (Ryan y Ward 1989).
·ecibimos con bene­ Similar argumento puede esgrimirse respecto de la actitud
stas de la investiga­ acrítica del realismo de izquierda en relación a la criminaliza­
sociales del delito y ción. Según John Lea ( 1987:36), el poder estatal de definición del
nómicas etiológicas. delito sería simplemente un problema académico: no vivimos en
iscurso penal popu- un Estado autoritario. La mayoría de la gente consideraría una
1crítico del concepto vasta proporción de las conductas incluidas en el código penal
lades de la policía y como "divaliosas", y en caso de duda, en nuestras democracias
icas explícitas de la occidentales, la criminalización dependerá del respaldo público.
:e excepcionales: era Heinz Steinert ( 1985:328) no comparte el optimismo de Lea acer­
s adoptaran de ma­ ca del alto nivel democrático de los Estados occidentales, y señala
; sobre victimología, que las leyes laborales anticomunistas alemanas (Berufsverbote)
en cuenta el marco y la legislación antiterrorista autoritaria ha sido puesta en vigen­
ubicaban explícita­ cia por los socialdemócratas. Las investigaciones demuestran que
puede observar un la gente realiza J os juicios más severos cuando tiene la informa­
ciente de la raíz so­ ción menos concreta y cuando no debe enfrentar personalmente
d y de la política en un problema determinado. Numerosos autores también critican
3 18 RENÉ VAN SWAANINGEN LA CRJrvm

el enfoque casi exclusivo de los realistas en los delitos callejeros denominó -provoca
comunes de las clases bajas, dado que no tratan los delitos de una nueva gran na¡
los poderosos. Según el criminólogo crítico italiano Gaetano de El incentivo real
Leo ( 1986:457), los realistas confirman la noción proveniente del análisis empíricos e
sentido común de que sólo las clases bajas cometerían delitos. cindarios concretos
Por lo tanto, el control policial no puede considerarse como una sultó desafortunade
solución a ciertos problemas como la violencia sexual, en tanto problema del castig
sucede, la mayor parte de las veces, en situaciones de la vida do­ enfocarse en el com
méstica y no en la calle. Los realistas afirman que gran parte de delito y la policía),
las causas de los delitos callejeros son problemas estructurales, esta cadena finalm
socioeconómicos, respecto de los cuales el control policial tampo­ nas reafirmaciones
co constituye una solución (Pitch 1 986:473), Steinert 1989 : 1 73 -9). alternativas a la pri
Sin embargo, la idea de que el realismo de izquierda implica una gún liberal bienint•
ruptura dramática con el pasado (Scraton 1987; Smaus 1993:87) adscribían a la pos1
no parece correcta. Existe u n desarrollo bastante lógico. Al igual al rechazo de la en
que los realistas, los teóricos de la desviación aceptaron el delito to para casos bord.
como concepto viable (al menos, no lo rechazaron) . Taylor y Young aceptación más so:
ya defendían una etiología social del delito en La Nueva Crimi­
sin víctimas y "no-1
nología, de 1973. El próximo paso, mediante el artículo de Jock
dado que los realist
Young sobre la criminología de la clase trabajadora, de 1975, en
mún para la disua!::
el que tomó partido contra el relativismo moral respecto del delito
mento de la punitiv:
y la presunta idolatría de la desviación -hasta su conversión al
típicamente ignorac
realismo alrededor de 1979-, no marcó una brecha significativa.
De hecho, el realismo de izquierda se remonta a algunas de las Tras su indiscuti
raíces teóricas de la misma criminología crítica: algunas veces, el de la criminología e
paralelismo entre los análisis del realismo de izquierda y la teo­ cada de los 80, pan
ría de la tensión de Richard Cloward y Lloyd Ohlin de la década momento de gloria e
del 60 resulta particularmente sorprendente. A principios de la libremente, sin may
década del 80 existían buenos motivos para aceptar la invitación en serio el delito y '
de los realistas de izquierda a ocuparse de realizar estudios sobre No había necesidac
las causas y el impacto del delito en las comunidades de la clase sido repetidas por te
trabajadora. Asimismo, existía una necesidad real de salir del da y media. Las exp
gueto de las opciones imposibles -como sugerían los realistas-, penal ya se habían
pero si debíamos por eso traducir nuestra lucha en términos de tación de un abord
políticas sigue siendo una pregunta sin respuesta. Existían, tam­ del delito. Por lo tar
bién, buenas razones para utilizar el concepto de delito nueva­ explorar, nuevamen
mente, dado que representaba u na relevante categoría histórica den de un modo má
y sociológica de comportamiento. Sin embargo, no es de ningún la construcción de l
modo seguro que por eso la noción de desviación fuera u na· reduc­ podríamos agregar­
tio ad absurdum, como sostenía Jock Young. Caro! Smart ( 1990) el gobierno global (L
lEN LA CRIMINOLOGÍA CRITICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 3 19

en los delitos callejeros denominó -provocativamente- como "atávica" esta búsqueda de


10 tratan los delitos de una nueva gran narrativa explicativa por parte de los realistas.
co italiano Gaetano de El incentivo realista para comprometer a los criminólogos en
noción proveniente del análisis empíricos del delito y de la victimización a nivel de ve­
jas cometerían delitos. cindarios concretos fue, por cierto, bienvenido. Sin embargo, re­
onsiderarse como una sultó desafortunado que esto coincidiera con la desatención del
lencia sexual , en tanto problema del castigo. É ste es el punto más débil del realismo: a l
uaciones de la vida do­ enfocarse en e l comienzo d e la "cadena penal" (la prevención del
man que gran parte de delito y la policía). los realistas casi olvidaron aquello a lo que
oblemas estructurales, esta cadena finalmente conduce: el castigo. Formularon algu­
control policial tampo­ nas reafirmaciones globales de la rehabilitación y las sanciones
l), Steinert 1989: 173-9). alternativas a la prisión (Matthews 1987:594). a las que casi nin­
: izquierda implica una gún liberal bienintencionado podría oponerse. Implícitamente,
1987; Smaus 1993:87) adscribían a la post u ]ación de una agenda penal reduccionista,
astante lógico. Al igual al rechazo de la creciente utilización de la cárcel como depósi­
:ión aceptaron el delito to para casos borderline (límite) (Lea y Young 1984:266) y a la
azaron). Taylor y Young aceptación más sofisticada de la decríminalización de delitos
to en La Nueva Crimi­ sin víctimas y "no-problemáticos" (L a 1987:362). Sin embargo,
nte el arÜculo de Jock dado que los realistas retornaron implícitamente "al sentido co­
abajadora, de 1975, en mún para la disuasión del delito" mediante el castigo, "el incre­
toral respecto del delito mento de la punitividad como consecuencia de su programa fue
1asta su conversión al típicamente ignorado" (de Haan 1990:29-30).
1a brecha significativa. Tras su indiscutida contribución a la reevaluación del debate
wnta a algunas de las de la criminología crítica conforme a la realidad social de la dé­
·ítica: algunas veces, el cada de los 80, para finales de esta misma década terminaba e l
> de izquierda y la teo­
momento d e gloria d e l realismo d e izquierda, que podía moverse
>yd Ohlin de la década libremente, sin mayores obstáculos. ¿Quién se opondría a tomar
nte. A principios de la en serio el delito y quién no querría hacer más por la víctima?
·a aceptar la invitación No había necesidad de reiterar burdamente cosas que habían
realizar estudios sobre
sido repetidas por todos, sin excepción, durante la última déca­
•munidades de la clase
da y media. Las expectativas de la policía y el sistema de justicia
;idad real de salir del
penal ya se habían tornado más realistas, desde la implemen­
ugerían los realistas-,
tación de un abordaje de agencias múltiples en la prevención
. lucha en términos de
del delito. Por lo tanto, los realistas de izquierda comenzaron a
puesta. Existían, tam­
explorar, nuevamente, el contexto socio-cultural de la ley y e l or­
cepto de delito nueva­
nte categoría histórica den de un modo más reflexivo y se comprometieron aún más en
argo, no es de ningún la construcción de una gran teoría -por cierto muy interesante,
ación fuera una reduc­ podríamos agregar- sobre las postrimerías de la modernidad y
lg. Carol Smart ( 1990)
el gobierno global (Lea, 2002; Taylor, 1999; You ng, 1999; 2007).
3 20 RENÉ VAN SWAANINGEN LA CRIMINe

IV. EL NEOABOLICIONISMO Y LA CRITICA DE LA PENA tes, a la par que su


mayor base empírica
En 1994, el criminólogo crítico escocés Joe Sim (263) afirmó:
Sus posturas teórica
"Los abolicionistas son ahora considerados como dinosaurios so­
menos liberales que
ciológicos, vestigios recalcitrantes de las profundidades y cisma
licionistas aceptan q
funesto de finales de la década del 60, al margen de las cuestiones
histórica, ponen ma)
intelectuales "reales" de la década del 90." Es cierto que el aboli­
cionismo no encaja igual de bien con el espíritu de los 80 que el y no lo ven simpleme
realismo de izquierda. Sin embargo, no puede ser visto como una viduales y agresores
reliquia de la década del 60. Como crítica a la pena, el abolicionis­ cía informal, dado q
mo es tan antiguo como el propio derecho penal moderno, mien­ sanciones alternativc:
tras que dentro de la criminología la perspectiva abolicionista sólo legales en escenario
alcanzó su apogeo a mediados de la década del 80. Siguiendo los diente a la búsqueda
pasos de Steven Spielberg, que convirtió los dinosaurios en un las agencias de just
éxito comercial, reevaluaremos la perspectiva abolicionista res­ románticas de la just
pecto de los temas centrales del debate criminológico. pectiva aún puede 1
En varias ocasiones, Stan Cohen consideró que el debate entre concepto de delito co1
los relistas y los abolicionistas fue el más fructífero en la historia concreto respecto de
de la criminología crítica. Sin embargo, desde el punto de vis­ rechaza la pena com<
ta realista el abolicionismo fue descartado, principalmente, por que el concepto de 1:
constituir una variedad posmoderna del idealismo de izquierda. otorga demasiada im:
Por su parte, los abolicionistas descalificaron el realismo por ser trarresta la sensació1
un simplismo criminológico guiado por el oportunismo político. de finales de la décad
Así y todo, existen buenas razones para estar de acuerdo con Co­ so hegemónico del co
hen. "Mientras centren su atención en los tres lados del triángulo En especial, el re•
del delito (victimario, víctima y reacción social/Estado), tanto los tal -en lugar de la 1
abolicionistas coll)o los realistas son alternativas viables a la cri­ u na forma partícula
minología tradicional. Cada una de estas corrientes lucha contra allá de las visiones do
un viejo enem igo: los realistas aceptan la existencia del terreno presentan como refieJ
tradicional del delito (y allí luchan por objetivos como la justicia al complejo del delitc
social y el control democrático de la policía), mientras que, simul­ que olvidemos los co1
táneamente, abren un frente contra los nuevos delitos; los aboli­ el académico alemán
cionistas intentan encontrar un terreno y una forma de batalla resolvieron la antigu<
realmente diferentes" (Cohen 1988:27 1). delito como una con:
Dado que las principales críticas y falencias del abolicionis­ mismo tiempo, como •

mo ya fueron examinadas en el Capítulo VI, nos centraremos introducción de u n n


ahora en las potencialidades de esta perspectiva. Llamaré "neo­ interdisciplinario en •
abolicionismo" a esta continuación del aspecto utópico, interac­ control social. É sta e
cionista, de la criminoiogía crítica, porque se diferencia de la pero, lamentablemen1
subcultura tradicional abolicionista de los misioneros y creyen­ sido, hasta ahora, el
LA CRIMINOLOG!A CRITICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 321

A tes, a la par que su rechazo de las instituciones penales tiene


mayor base empírica que moral y, también , es menos absoluto_
Joe Sim (263) afirmó:
Sus posturas teóricas son más reflexivas y sus visiones políticas
como dinosaurios so­
menos liberales que las de la primera generación. Los neoabo­
·ofundidades y cisma
licionistas aceptan que el "delito" es una realidad sociológica e
rgen de las cuestiones
histórica, ponen mayor énfasis en sus causas socioeconómicas
s cierto que el aboli­
y no lo ven simplemente como un conflicto entre víctimas indi­
'íritu de los 80 que el
viduales y agresores. Desmitifica la imagen idílica de la justi­
:le ser visto como una
cia informal, dado que las investigaciones empíricas sobre las
a pena, el abolicionis­
sanciones alternativas, los análisis de las deficientes garantías
>enal moderno, mien­
legales en escenarios informales y no menos el desarrollo ten­
tiva abolicionista sólo
del 80. Siguiendo los diente a la búsqueda de eficiencia mediante la privatización de
>S dinosaurios en un
las agencias de justicia ya no permiten visiones simplemente
iva abolicionista res­ románticas de la justicia más allá del control estatal. Esta pers­
inológico. pectiva aún puede llamarse abolicionista, porque rechaza el
ró que el debate entre concepto de delito como punto de partida viable para hacer algo
uctífero en la historia concreto respecto de conflictos y problemas sociales, y porque
:sde el punto de vis­ rechaza la pena como metáfora final de la justicia. Así, sostiene
, principalmente, por que el concepto de la criminología crítica del control social le
alismo de izquierda. otorga demasiada importancia al rol represivo del Estado y con­
m el realismo por ser
trarresta la sensación de desesperación del "nada da resultado"
)portunismo político. de finales de la década del 70 y la resignación realista al discur­
tr de acuerdo con Co­ so hegemónico del control del delito.
s lados del triángulo En especial, el rechazo principista de la lógica penal como
ial/Estado), tanto los tal -en lugar de la mera oposición a la amplia aplicación de
ttivas viables a la cri­ u na forma particular de castigo- y el incentivo a pensar más
rrientes lucha contra allá de las visiones del control social centradas en el Estado, se
:xistencia del terreno presentan como reflexiones muy actuales. Con su crítica directa
tivos como la justicia al complejo del delito y el castigo, el abolicionismo necesitaría
mientras que, simul­ que olvidemos los conceptos básicos de la criminología. Según
vos delitos; los aboli­ el académico alemán Stephan Quensel ( 1989), los abolicionistas
lna forma de batalla resolvieron la antigua paradoja de la criminología (considerar el
delito como una construcción social tendenciosa, usándolo, al
1cias del abolicionis­ m ismo tiempo, como concepto clave de sus análisis) mediante la
VI, nos centraremos introducción de un nuevo cambio, una suerte de renacimiento
:ctiva. Llamaré "neo­ interdisciplinario en el estudio de la formación de la norma y el
:cto utópico, interac­ control social. É sta es una postura epistemológica provocativa,
se diferencia de la pero, lamentablemente, la elaboración teórica y empírica no ha
misioneros y creyen- sido, hasta ahora, el punto más fuerte del abolicionismo. Sigue
322 RENE: VAN SWAANINGEN LA CR !Ml

siendo una p erspectiva sensibilizadora, que demuestra que es a algo más . Sin n
posible pensar las cuestiones del delito y el castigo sin adoptar poder, algu ien p ue
un vocabulario penal, y que la justicia penal no tiene un rol de pode r en otra.
central dentro del control social, dejando ver que la crimino­ abolicionistas sigue
logía puede moverse más allá de las críticas funcionalistas, y logia crítica, que P<
que pueden introducirse cambios en el campo penal sin esperar neomarxistas de fi:
que se produzca la revolución . Más que anticriminología, como es una anom alía:
lo ha llamado Stan Cohen (1988:8), el abolicionismo es una cri­ nista origi nal, no r
minología de la liberación (de Haan 1 988) , por analogía con la lejos de ser nihi list;
teología de la liberación latinoamericana. como curio sament(
· Junto con estos elementos, la importancia teórica del aboli­ que la orientación i
cionismo se halla en su reflexión radical sobre aspectos del en­ tica haya perm anec
foque del etiquetamiento y el constructivismo social. "Asume el Gran Bret aña o Ita
relativismo de la teoría del etiquetamiento y su insistencia acerca fue más popu lar eJ
del estatus problemático de las etiquetas de la desviación, pero una fuer te trad iciór
va más allá de las cuestiones interaccionistas del estigma y la tas, se adop tó la fa
identidad, hacia un sentido históricamente informado de delito positiva fue ampliar
como forma única de control social. Asume el ataque de la escue­ expa ndir el alcance
la crítica a la criminología convencional y su teoría alternativa principalmente al "
del derecho y el Estado, pero en lugar de buscar una criminolo­ ción marxista de M
gía y una política criminal socialista . . . , prevé el abandono final del abolicionismo, r
del delito y la criminología como construcciones viables" (Cohen nistas de Christie er
1986b:3). El abolicionismo ayuda a "ver los límites del derecho, A mediados de la
para tratar el delito de forma consistente con los ideales de justi­ manes desarrollarOJ
cia social" (Hudson 1993: 14). Según Bárbara Hudson ( 1993: 1 3), nismo, como perspe
los abolicionistas marxistas afirmarían que "la justicia legal en miento y la teoría rr:
una sociedad socialmente injusta" es imposible. Desde mi punto nivel teórico su pen
de vista, los abolicionistas sostienen, sin embargo, lo opuesto a nista con una politic.
los marxistas, esto es, que la justicia social puede ser facilitada si (1989), el mensaj e li
nos avenimos a abandonar la lógica penal. La primera generación podría llevar a los e
de abolicionistas, en especial, mantuvo silencio respecto de las especial, en una épc
condiciones estructurales para el cambio. cos (realistas de izqt
¿Cómo encaj a el abolicionismo dentro de la criminología crí­ en el derecho penal,
tica? Lo primero que viene a la mente es el "cambio foucaultia­ lograr más que peq1
no" en la perspectiva crítica. La crítica abolicionista no encaja hubiera resultado pe
muy bien con el concepto unidimensional marxista del poder, de la criminología cr
pero se adapta muy bien a la noción foucaultiana de la micro­ abolicionista del sist
física multidimensional del poder, que no se encuentra en un para impedir una f1
grupo o capa social específica, sino que sólo existe en relación vida y para desarroll
EN LA CRIMINOLOGiA CRITICA Y EL DEBATE S OBRE . . . 323

g_ue demuestra que es a algo más . Sin negar las macroestructura s hegemónicas del
.
el castigo sin adoptar poder, algUlen puede ser poderoso en una situación y carecer
penal no tiene un rol de poder en otra. Un segundo elemento fac ilitad or es que los
o ver que la crimino­ abolicionistas siguen la tradición interaccion ista de la crimino­
ticas funcionalistas, y logía crítica, que podría contrarrestar las tendencias distópicas
mpo penal sin esperar neomarxistas de finales de la década del 70. "El abolicionismo
mticriminología, como es una anomalía: si bien comparte el impul so deconstruccio­
)licionismo es una cri­ nista original, no puede ser acusado de escepticismo negativo;
), por analogía con la lejos de ser nihilista, la mayoría de los abolicionistas son vistos
como curiosamente optimistas" (Cohen 1990: 18) . El hecho de
mcia teórica del abolí­ que la orientación interaccionista dentro de l a criminología crí­
sobre aspectos del en­ tica haya permanecido más viva en Alemania y Holanda que en
ismo social. "Asume el Gran Bretaña o Italia también explica por qué el abolicionismo
y su insistencia acerca fue más popular en estos dos primeros países. En Italia, con
de la desviación, pero u na fuerte tradición marxista entre los intele ctuales progresis­
listas del estigma y la tas, se adoptó la fase negativa del abolicionismo, pero su crítica
te informado de delito positiva fue ampliamente rechazada por engendrar el peligro de
= el ataque de la escue­ expandir el alcance del sistema penal y cond ucir, en la práctica,
y su teoría alternativa principalmente al "sustitucionalismo" . En Noruega, la orienta­
buscar una criminolo­ ción marxista de Mathiesen se centró en el momento negativo
revé el abandono final del abolicionismo, mientras que las reconstrucciones abolicio­
ciones viables" (Cohen nistas de Christie eran más comunitarias que marxistas.
os límites del derecho, A mediados de la década del 80, los criminólogos críticos ale­
:on los ideales de justi­ manes desarrollaron un interesante discurso sobre el abolicio­
•ara Hudson (1993: 13), nismo, como perspectiva de acción entre la teoría del etiqueta­
ue "la justicia legal en miento y la teoría marxista. Gerlinda Smaus ( 1986b) conectó a
)Sible. Desde mi punto nivel teórico su perspectiva combinada materialista-interaccio­
embargo, lo opuesto a n ista con una política criminal abolicionista. Para Heinz Steinert
l puede ser facilitada si ( 1989), el mensaje libertario del pensamiento marxista original
La primera generación podría llevar a los criminólogos a la postura abolicionista. En
ilencio respecto de las especial, en una época en la que también los académicos críti­
cos (realistas de izquierda) parecían tener grandes expectativas
de la criminología crí­ en el derecho penal, a la vez que era prácticamente imposible
e! "cambio foucaultia­ lograr más que pequeñas reformas, una postura abolicionista
bolicionista no encaja hubiera resultado por sí misma evidente. Respecto del futuro
11 marxista del poder, de la criminología crítica, Steinert ( 1984) sostuvo que la crítica
;aultiana de la micro­ abolicionista del sistema de justicia penal es la mejor garantía
o se encuentra en un para impedir una futura colonización penal del mundo de la
3ólo existe en relación vida y para desarrollar formas autónomas de arreglo de dispu­
RENÉ VAN SWAANINGEN LA CRIMINe
324
La crítica principa
tas que hagan retroceder a la lógica penal desde abajo. Según
foque casi exclusivo
Karl Schum ann ( 1985), el abolicionismo debería ser la agenda
te desviación secund
política lógica del enfoqu e del etiquetamiento. Mientras los aca­
causas como de las e
démico s del etiquet amient o sólo se preocup an por entender la
decir, la perspectiva
realida d y quieren hacer visibles las subcul turas desviad as, los
esta crítica muy en se
abolicionistas formulan las conclus iones políticas que surgen
nición del problema p
de esos análisi s. Si la intervención penal sólo estigmatiza y, por
nueva lógica procedil
lo tanto, incita a la reincid encia, sería una conclusión lógica
emanciparse de su r
rechazar el rol del sistema de justicia penal y pronun ciarse a
los neoabolicionistas
favor de mecan ismos de control social menos estigm atizant es.
desviación formuló a
"En la primera página de todo libro de texto sobre la desviac ión
enfoque del etiquetar
y el delito está la verdad que sólo el movimi ento abolicio nista
marginalización y la
ha tomado en serio: el sistema de justicia penal no es la única
posibilidades de los m
forma de control social " (Cohen 1988:2 28).
delito, fuera como act
Desde la perspec tiva del etiquetamiento, los abolicionistas
les iniciales sobre las .
también adoptaron la centralidad del lenguaj e como mecani s­
de la vida y sobre la "e
mo de exclusión social, o inclusive hasta como mecani smo de
gún los neoabolicioni
construcción de la realidad. Al igual que el enfoque del etiqueta­
y el delito coincidan f
miento, el abolicionismo es consid erado idealista. Dario Meloss i
que poner énfasis en •
( 1985 : 198) señala que "para caracterizar como idealist a a un
y aceptar, implícitame
teoría centrada en el lenguaj e, es necesa rio pensar al lengua ­
ma individual, es una
je como algo que es recibido pasivamente, como un no-acto ".
resultaría inútil desar
Louk Hulsma n sostení a la postura más radical en relación a
riamente a qué proble1
esta primacía semánt ica. En lugar de "delito", él hablaba de .
¿Cuáles serían las
"suceso s problemáticos", evitando así el concepto de desviación
sea considerado una
que, según algunos críticos (Summe r 1994), era insostenible.
cuestión penal, la críti
En Alemania, todo el debate sobre idealismo versus realismo fue
y elaborada. Según est
llevado a cabo dentro de la perspec tiva abolicionista. Los abo­
formales tanto como :
licionistas "idealis tas" eran más absolutos en su rechazo a las
los mecanismos de co;
sanciones (penale s), mientras que los abolicionistas "realist as"
la implementación de
estaban más orienta dos a la práctic a de la derivación a otras
aplicarse sanciones, é
instancias no judicia les (diversion) y sanciones alternativas a
de exclusión social y e
la privación de la libertad (Haferkamp 1984) . Los acusad os de
tima y la integración s
convertirse en "idiotas útiles" por contribuir al endurecimiento
la idea de haber hechc
del clima penal rechazaron esta visión por considerarla un con­
el ritual del castigo, s
traste ficticio. Haferkamp sugirió una influencia política directa
(Bianchi 1994; Christü
que los criminólogos críticos no tenían y, aún más, corrió el ries­
Willem de Haan hi
go de reafirmar el rol de la cárcel como institución terapéutica
cesaría liberación de l
válida (Feest 1984).
LA CRIMINOLOGiA CRiTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 325

1 desde abajo. Según La crítica principal del abordaje del etiquetamiento fue su en­
.ebería ser la agenda foque casi exclusivo en las reacciones penales y la consiguien­
tto. Mientras los aca­ te desviación secundaria. Esto impidió el análisis tanto de las
!pan por entender la causas como de las consecuencias de la desviación primaria, es
lturas desviadas, los decir, la perspectiva de la víctima. Los abolicionistas tomaron
políticas que surgen esta crítica muy en serio y acentuaron la importancia de la defi­
>lo estigmatiza y, por nición del problema por parte de la víctima. Así, propusieron una
1a conclusión lógica nueva lógica procedimental, en la que la parte agraviada podía
al y pronunciarse a emanciparse de su rol pasivo de víctima. De la misma forma,
:-tos estigmatizantes. los neoabolicionistas hicieron suya la crítica que la teoría de la
J sobre la desviación desviación formuló a los déficits estructurales y materiales del
miento abolicionista enfoque del etiquetamiento. Consintieron que el desempleo, la
Jenal no es la única marginalización y la pauperización incidían fuertemente en las
posibilidades de los más vulnerables de entrar en contacto con el
J, los abolicionistas delito, fuera como actores o como víctimas. Las nociones libera­
:1aje como mecanis­ les iniciales sobre las capacidades de autorregulación del mundo
:omo mecanismo de de la vida y sobre la "diversidad" son puestas en perspectiva. Se­
nfoque del etiqueta­ gún los neoabolicionistas, el hecho de que el deterioro económico
dista. Dario Melossi y el delito coincidan frecuentemente llevaría a la conclusión de
amo idealista a un que poner énfasis en la criminalidad como núcleo del problema
J pensar al lengua- y aceptar, implícitamente, el castigo como solución para la vícti­
como un no-acto". ma individual, es una postura reduccionista. Del mismo modo,
tdical en relación a resultaría inútil desarrollar alternativas sin tomar en cuenta se­
lito", él hablaba de riamente a qué problemas responden estas alternativas.
cepto de desviación ¿Cuáles serían las vías posibles para que el abolicionismo
), era insostenible. sea considerado una perspectiva criminológica? Acerca de la
versus realismo fue cuestión penal, la crítica abolicionista es la más clara, poderosa
licionista. Los abo­ y elaborada. Según esta visión, es necesario evitar las sanciones
:n su rechazo a las formales tanto como sea posible, mediante la estimulación de
:ionistas "realistas" los mecanismos de control social existentes en la comunidad y
derivación a otras la implementación de políticas sociales adecuadas. En caso de
mes alternativas a aplicarse sanciones, éstas deberían implicar un nivel mínimo
) . Los acusados de de exclusión social y estar orientadas a la reparación de la víc­
al endurecimiento tima y la integración social del agresor. Asimismo, sostiene que
1nsiderarla un con­ la idea de haber hecho justicia no debe simbolizarse mediante
tcia política directa el ritual del castigo, sino por el mismo procedimiento público
más, corrió el ries­ (Bianchi 1994; Christie 1 9 8 1 ) .
tución terapéutica Willem de Haan hizo u n a contribución im p o rtante a l a ne­
cesaria liberación de la lógica pun itiva de exclu sión, al intro­
326 RENÉ VAN SWAANINGEN
LA CRJIV!

ducir el concepto de reparación. De Haan ( 1990 : 1 02 -29) adoptó En relación a lo


el principio filosófico de la consistencia genérica, como piedra cap ítul o, el arg um <
de toque para la justificación racional del castigo. D esde esta Por un lado, se ap :
perspectiva, los derechos que pueden justificarse por necesi­ vaderas sobre la ce
dad lógica son moralmente superiores. Dado el potencial (lógi­ des arrollos macro
co y empírico) de otras formas de tratar más racionalmente las individualización, :
conductas disvaliosas, no puede considerarse -prima facie- el cio público, etc. Cl
castigo como justificado racionalmente. Más aún, el delito es que alg uno s de lo
un concepto analítico problemático y su conexión directa con del delito presente
el castigo es empíricamente dudosa. Por lo tanto, de Haan pro­ pecto ( White Pape¡
ponía reemplazar ambos conceptos por la noción compuesta de basadas en con cep
"reparación". Al usar este término, pueden resolverse algunos fun cion es del sist e1
de los principales problemas respecto de la conceptualización dos párrafos sobre
de las reacciones sociales a lo que solía llamarse desviación. El sign ifica do reestrU<
concepto de "reparación" incluye prácticamente toda reacción va etiqueta para tr;;
concebible respecto de un suceso; implica que se hace nece­ penal y, poco desp
saria una respuesta sin predefinir el suceso; invita al análisis nostálgico que ana
del acontecimiento antes de decidir acerca de la respuesta más acerca de cómo res1
adecuada y propone la consideración de formas de respuesta sis en cua nto a la ¡:
reparadoras y racionales (de Haan, 1990: 157-8). últi ma sección de e
El abolicionismo también es un poderoso discurso sustitutivo positivo de la críti cé
que posibilita mirar la realidad penal de modo diferente de aquel po, una postura es<
propuesto por el sistema de justicia penal tradicional. Por esto, nitarios en la estr at
"tiene una gran ventaja en relación a otras escuelas críticas de Los abolicion ista
pensamiento, dado que se negó consistentemente a que "la otra Hab erm as a la dese
parte" sea quien establezca los límites del debate" (Brants y Silvis tema de justicia per
1987: 146). Sin embargo, esto lleva implícito el riesgo de "ignorar mental (Smaus 198
las estructuras más profundas y más generales de la sociedad", Hab erm as entre los
que lo hará "caer presa de las dos falacias de un moralismo fuera al rechazo del sisten
de lugar. La primera es el error teórico de suponer que la crítica se pronuncia en cm
moral de la justicia penal puede reemplazarse por un análisis ticia, que se convier
científico. La segunda es el error práctico de suponer que demos­ delito en el que se i
trar que el abolicionismo es una postura correcta sería suficiente más del rechazo de
para lograr sus objetivos" (ídem). Para evitar estos riesgos sería el mundo real, las
útil desarrollar los fundamentos teóricos del abolicionismo. El una visió n altern ati•
debate comunitario puede ayudar a reflexionar sobre los roles de dispu tas gara ntí :
cambiantes del Estado y la comunidad en el llamado abolicionis­ comu nicativa dentro
ta, para la realización de una justicia participativa y formas de 1 988:2 8-9). Este ap<
control social informal en el mundo real. recho será reasu mid

·-··· .. ------- -- ----


GEN LA CRllvllNOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 327
m (1990: 102-29) adoptó En relación a los desarrollos políticos delineados en el último
L genérica, como piedra capítulo, el argumento comunitario result a bastante paradójico.
del castigo. Desde e sta Por un lado, se aproxima a las reconforta ntes ideas neoconser­
justificarse por necesi­ vadoras sobre la comunidad protectora, pero por otro, critica los
Dado el potencial (lógi­ desarrollos macrosociales coincidentes como la acumulación, la
. más racionalmente las individualización, la comercialización, la expropiación del espa­
lerarse -pn'ma facie- el cio público, etc. Chisje Brants y J o s Silvis ( 1987: 140) sostienen
. Más aún, el delito es que algunos de los elementos de las polít icas sobre prevención
u conexión directa con del delito presentes en las directivas del Estado holandés al res­
lo tanto, de Haan pro­ pecto ( White Paper de 1985, Delito y Sociedad) parecen estar
la noción compuesta de basadas en conceptos abolicionistas y en análisis sobre las dis­
:den resolverse algunos funciones del sistema de ju sticia penal. Sin embargo, estos lin­
:ie la conceptualización dos párrafos sobre la comunidad serían pronto vaciados de su
llamarse desviación. El significado reestructurador, al ser utilizados como una atracti­
icamente toda reacción va etiqueta para tratar el paquete de la bifurcación de !a justicia
·lica que se hace nece­ penal y, poco después, al ser llevados al centro del moralismo
lceso; invita al análisis nostálgico que analizamos en el capítulo anterior. La cuestión
-ca de la respuesta más acerca de cómo responderán los neoabolic ionistas a estos análi­
le formas de respuesta sis en cuanto a la prevención del delito, será desarrollada en la
) : 1 57-8). ú ltima sección de este capítulo. La clave es adoptar el mensaje
·oso discurso sustitutivo positivo de la crítica comunitaria, mante n iendo, al mismo tiem­
modo diferente de aquel po, una postura escéptica respecto del uso de eslóganes comu­
.al tradicional. Por esto, nitarios en la estrategia de responsabilización del Estado .
ras escuelas críticas de Los abolicionistas buscaron apoyo teórico en el llamado de
ntemente a que "la otra H abermas a la descolonización del mundo real respecto del sis­
l debate" (Brants y Silvis tema de justicia penal, que se transformó en un medio instru­
:ito el riesgo de "ignorar mental (Smaus 1986a). Sin embargo, la tensión observada por
:nerales de la sociedad", Habermas entre los sistemas y los mundos de la vida no lo lleva
s de un moralismo fuera al rechazo del sistema de justicia penal, aunque, efectivamente,
.e suponer que la crítica se pronuncia en contra de la degeneración del sistema de jus­
lazarse por un análisis ticia, que se convierte en u n instrumento estatal de control del
, de suponer que demos­ delito en el que se ignora su dimensión crítica del poder. Ade­
correcta sería suficiente más del rechazo de este medio legal prescriptivo que coloniza
vitar estos riesgos sería el mundo real, las teorías de H abermas también conducen a
>S del abolicionismo. El una visión alternativa del derecho, como institución de arreglo
lexionar sobre los roles de disputas garantizado procesalmente, fomentando la acción
1 el llamado abolicionis- comunicativa dentro de la realidad (van der Burg y van Reijen,
3.rticipativa y formas de 1988:28-9 ) . Este apoyo teórico del discurso su stitutivo del de­
recho será reasumido en el próximo capitulo. Aqu í, trataremos
328 RENÉ VAN SWMNINGEN LA CRIMINOLC

su crítica comunitaria. Habermas le asigna al Estado (y a sus que los logros más imp
sistemas) un rol más central y social que los comunitaristas consecuencia de estas
(angloamericanos). Sin embargo, la crítica comunitaria del hi­ ción al delito, más que
perliberalismo muestra numerosas similitudes con la crítica de errores) a ser sometida
Habermas al instrumentalismo (legal) político (van der Brink, cionistas". En especial
1993; 1\veedy y Hunt, 1994:305). El individualismo liberal y el sostenido por Nils Chrü
instrumentalismo político tienen en común la percepción del in­ la comunidad parecen,
dividuo como ser aislado, autista, más que como una entidad Braithwaite. Sin embar
social; un zoon politikon, que le da forma a su individualidad "en su creencia de que ,
conforme su entorno. Zygmunt Bauman ( 1995a:276-7) sostiene conductas por ser deli
que la noción de "comunidad", que "alguna vez fue rechazada y Mugford 1994: 139).
por restrictiva", ya no puede simplemente ser "proclamada como thwaite, en la reintegra•
la capacidad facilitadora". Resulta así una "clara contradicción ésta debería ser una d
entre la 'narrativa comunitaria' y el verdadero estado de cosas centralidad podría ha!
que narra". Adoptar una postura moral a este respecto signifi­ el castigo como "herraJ
ca, según Bauman (1995a:267), "asumir responsabilidad por el institucional. Esto tam
Otro; actuar sobre la suposición de que el bienestar del O tro es a preguntas como quiét
algo precioso, que necesita del propio esfuerzo para preservarlo es avergonzante y cuál
y reforzarlo". Esta crítica encuentra su contraparte criminológi­ En Europa, las visio
ca en la visión de John Braithwaite (1995:279) de la concepción putas han sido declar:
liberal de la libertad. Este autor la llama " libertad negativa", de moda: ya no vivimc
porque consiste, simplemente, en el derecho de alguien a ser de­ la gente trata informal!
jado solo. La libertad positiva "se define socialmente y en térmi­ thwaite contesta esta <
nos de relación". Esta libertad, que Braithwaite llama "dominio", es una forma de centre
requiere "un mundo social que provea al individuo de una serie la modernidad, con el e
de reaseguros intersubjetivos de libertad". Por lo tanto, el ba­ obsta nte ello, el nivel e
lance de responsabilidades sociales del E stado hiperliberal, em­ familia y los vecinos h
presariaJ y sus ciudadanos individualistas, indiferentes, al qu e nales. Las personas sie:
hicimos referencia en el capítulo anterior, debe ser reevaluado. llos que consideran rea
Las teorías de Braithwaite sobre la vergüenza reintegradora y también la función de
una criminología "republicana", que encuentra su punto de parti­ de las audiencias de r
da en el concepto de ciudadano surgido de la Revolución Francesa, estos grupos de apoyo ¡
tiene mucho para ofrecer en cuanto a la elaboración de la crítica amigos, colegas respete
"comunitaria" del abolicionismo. El enfoque penal estigmatiza al pública. Braithwaite ta
autor como una mala persona, mientras que la idea de Braithwai­ este sentido, al "activisr
te (1989) del esquema de la vergüenza, practicado por los grupos los grupos de presión 1
allegados a la víctima y al ofensor, contribuye a la reintegración las autoridades por ma
comunitaria del victimario, dado que sólo se desaprueba el acto, En las ú ltimas décadas
pero no a la persona. El "prejuicio teórico -de Braithwaite- es o Am nesty lnternatiom
N LA CRlMlNOLOG!A CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 329

1a al Estado (y a sus que los logros más importantes de las estrategias integradas son
e los comunitaristas consecuencia de estas partes de las estrategias que son reac­
l. comunitaria del hi­ ción al delito, más que cuestiones (problemas de vida, conflictos,
udes con la crítica de errores) a ser sometidas al diálogo, como pretenderían los aboli­
lítico (van der Brink, cionistas". En especial el enfoque moralizante del control social
idualismo liberal y el sostenido por Nlls Christie y su apelación a las potencialidades de
1 la percepción del in­ la comunidad parecen, en este sentido, haber signado la obra de
le como una entidad Braithwaite. Sin embargo, éste afirma d iferir de los abolicionistas
l a su individualidad
"en su creencia de que es correcto avergonzarse de determinadas
L995a:276-7) sostiene conductas por ser delictivas en ciertos contextos" (Braithwaite
1.a vez fue rechazada y Mugford 1994:139). Si u no se detiene en el enfoque de Brai­
:er "proclamada como thwaite, en la reintegración, no resulta claro el motivo por el cual
l "clara contradicción
ésta debería ser una diferencia crucial. Una cuestión de mayor
_dero estado de cosas centralidad podría hallarse en su aceptación final del delito y
este respecto signifi- el castigo como "herramientas" viables, y del statu qua social e
esponsabilidad por el institucional. Esto también podría llevar a diferentes respuestas
bienestar del Otro es a preguntas como quién determina qué clase de comportamiento
erzo para preservarlo es avergonzante y cuál es el rol del E st.a do.
ttraparte criminológi- En Europa, las visiones abolicionistas sobre el arreglo de dis­
279) de la concepción putas han sido declaradas románticas, nostálgicas y pasadas
a "libertad negativa", de moda: ya no vivimos en pequeñas comunidades en las que
.o de alguien a ser de­ la gente trata informalmente sus problemas. Sin embargo, Brai­
cialmente y en térmi­ thwaite contesta esta crítica: el esquema del avergonzamiento
vaite llama "dominio", es u na forma de control social que se ha incrementado durante
ndividuo de u na serie la modernidad, con el crecimiento de las interdependencias. No
' . Por lo tanto, el ba­ obstante ello, el nivel de dependencias varió desde aquel de la
tado hiperliberal, em­ familia y los vecinos hacia foros más institucionales y profesio­
s, indiferentes, al que
nales. Las personas siempre odiarán fracasar a los ojos de aque­
debe ser reevaluado. llos que consideran realmente importantes en sus vidas; ésta es
üenza reintegradora y también la función de los grupos de allegados que participan
ttra su punto de partí­ de las audiencias de reintegración. Según las circunstancias,
- Revolución Francesa, estos grupos de apoyo pueden e star constituidos por la familia,
l.boración de la crítica amigos, colegas respetados, un movimiento político o la opinión
penal estigmatiza al pública. Braithwaite también asigna un rol muy importante, en
e la idea de Braithwai­
este sentido, al "activismo social". En el Capítulo Vli vimos cómo
:ticado por los grupos los grupos de presión penal radicales han hecho avergonzar a
uye a la reintegración las autoridades por mantener condiciones carcelarias indignas.
;;e desaprueba el acto, En las últimas décadas, los grupos de presión como Greenpeace
) -de Braith,>.;aite- es o Amnesty lnternational han logrado con bastante éxito hacer
330 RENE VAN SWAANINGEN LA CRIM!t

avergonzar a las multinacionales y a los gobiernos -con el indis­ una actitud indifere:
pensable protagonismo de los medios masivos de comunicación-. y Mugford 1994). E
Asimismo, debe tenerse en cuenta que también han cambiado a modelo de justicia ac
través del tiempo los asuntos que la gente encuentra vergonzan­ la misma linea, And:
tes. Hoy día, son pocos los que se refieren en términos morales que el cambio desde
a la homosexualidad, al aborto, al sexo fuera del matrimonio, hacia un "credo gen
al divorcio o al consu mo de marihuana (al menos en Holanda), a una menor obedie
mientras que la sensibilidad moral hacia el abuso marital, la ford esperaban efect
violencia sexual, la discriminación racial o de género, el fraude o Por otra parte, el
la contaminación ambiental parece haber aumentado. Cuando los defectos del abo
a aquellos que tienen algo que perder en la sociedad (empleo, a casos en los que
pareja, amigos, familia, etc.) se les hace sentir vergüenza por que las víctimas y 1
asuntos vinculados a estos temas, tratan de presentarse a sí poseen dominio del
mismos como eljl a mejor de la clase du rante algún tiempo. de hacerlo- confiar t
El reforzamiento del autocontrol a través del esquema del aver­ ofrece pocas garantí
gonzamiento trae a la memoria la teoría general del delito de Mi­ y puede ampliar fác:
chael Gottfredson y Travis Hirschi, pero a diferencia de estos dos casos más difíciles ;
criminólogos tradicionales, la "teoría general" de Braithwaite no suficientemente en e
es prescriptiva sino explicativa: analiza el modo en que las cere­ cos y simbólicos que
monias de reintegración pueden reforzar los lazos sociales. Dado der de castigar; ignc
que el esquema de avergonzamiento se produce a través de los la indiferencia cívica
"grupos de allegados" que se interesan por el ofensor, se restauran delitos y de temer 1<
los lazos sociales en lugar de quebrarse. Braithwaite contrasta miento y ha dismim
estas audiencias con los análisis de Harold Garfinkel sobre las nías de reintegraciór
ceremonias de degradación encarnadas en los rituales penales. que alientan la comí
Estos últimos etiquetan al autor como un extraño y transforman ambiguas o el racisr
la identidad total del individuo rebajándolo a una posición inferior que las personas, e1
dentro del esquem-a grupal de tipos sociales. Las ceremonias de (como la coexistenci
reintegración exitosas deberían ser la antítesis de esto. La des­ sociedad multicultu
aprobación no se dirige a la persona sino al acto. En referencia mente se le niega el :
a las experiencias de Australia y Nueva Zelanda, Braithwaite de­ Para los sostene
mostró que el enfoque reintegrativo lleva a una mayor obediencia integrativo, esta cr
a la ley y a una mayor satisfacción de los participantes de las au­ para quienes defien
diencias de las que produce el escenario policial o de tribunales.
Un segundo criterio para una reintegración exitosa es el va­
lor de lo que -con términos algo anticuados- podríamos llamar N.del T.: Estos "ere·
compasión, compromiso o empatía. Si se pretende que el esquema tor comenta en su s obs
del avergonzamiento sea exitoso, las personas involucradas en la libro Rutherjord clisting¡
desaprobación del acto deben demostrar su interés genuino y no sistema penal: 'gpn:n cic
LA CRIMINOLOGiA CRITICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 33 1

>iernos -con el i ndis­ una actitud indiferente o simplemente administrativa (Braithwaite


)S de comunicación-. y Mugford 1994). Este reconocimiento implica un gran desafío al
Jién han cambiado a modelo de justicia actuaria! y a la nueva lógica de "mano dura". En
ncuentra vergonzan­ la misma línea, Andrew Rutherford (1994a) llegó a la conclusión de
en términos morales que el cambio desde un "credo laboral" protector en la esfera penal
tera del matrimonio, hacia un "credo gerencial" llevaría a una mayor exclusión social y
menos en Holanda), a una menor obediencia a la ley. Tanto Braithwaite como Ruther­
el abuso marital, la ford esperaban efectos más positivos del "credo protector"·.
]e género, el fraude o Por otra parte, el enfoque de Braithwaite reproduce algunos de
aumentado. Cuando los defectos del abolicionismo y de la justicia informal: se limita
la sociedad (empleo, a casos en los que no se discute la cuestión de la culpa, en los
:entir vergüenza por que las víctimas y los ofensores individuales colaboran entre sí
de presentarse a sí poseen dominio del lenguaje, y desean -además de ser capace
te algún tiempo. de hacerlo- confiar en este tipo de arreglo de disputas. Asimismo,
:lel esquema del aver­ ofrece pocas garantías al agresor respecto de reacciones excesivas
teral del delito de Mi­ y puede ampliar fácilmente la red del control social, relegando los
.ferencia de estos dos casos más difíciles a la justicia penal. En igual sentido, no toma
ti" de Braithwaite no suficientemente en consideración los intereses económicos, políti­
wdo en que las cere- cos y simbólicos que existen detrás de la ériminalización y del po­
lazos sociales. Dado der de castigar; ignora los desarrollos sociales, que muestran que
duce a través de los la indiferencia cívica ha aumentado las oportunidades de cometer
ofensor, se restauran delitos y de temer la participación en el esquema del avergonza­
lraithwaite contrasta miento y ha disminuido el potencial social para realizar ceremo­
l Garfinkel sobre las nias de reintegración. Además, ignora los incentivos estructurales
los rituales penales. que alientan la comisión de delitos, como el desempleo, las normas
:traño y transforman ambiguas o el racismo; implica una visión de la comunidad en la
una posición inferior que las personas, en última instancia, tienen intereses comunes
;. Las ceremonias de (como la coexistencia pacífica), lo que desconoce la realidad de la
esis de esto. La des­ sociedad multicultural, en la que a un amplio segmento simple­
. 1 acto. En referencia mente se le niega el acceso a la participación cívica .
.nda, Braithwaite de­ Para los sostenedores del esquema de avergonzamiento re­
na mayor obediencia integrativo, esta critica puede resultar menos sustancial que
rticipantes de las au­ para quienes defienden la perspectiva abolicionista, porque, en
cial o de tribunales.
ión exitosa es el va­
;;- podríamos llamar N.del T.: Estos "credos" tienen que ver con la obra de Rutherford . El au­
:ende que el esquema tor comenta en sus observaciones a nuestras dudas: working credos: en su
1.s involucradas en la libro Rutherford distingue tres 'credos laborales' para gente que traboja en el
interés genuino y no sistema penal: ·gerencial' y 'p rotector/de cuidado' son dos de estos credos.
332 RENÉ VAN SWAANINGEN LA CRIMIN OLO

definitiva, Braithwaite acepta la lógica penal mientras que los El análisis de Summer
abolicionistas, en realidad, pretenden sustituir todas las inter­ por los abolicionistas , !
venciones excluyentes y punitivas por formas de control social mo social. La dimensió:
·
tendientes a la reintegración. Según Braithwaite, el concepto bién torna necesaria l¡
de delito puede resultar útil para reforzar el esquema del aver­ mediante el cual se co
gonzamiento si fracasa el acuerdo que los participantes bus­ enfrenta el abolicionisJ
can. Al permitirse decir: "Caballeros, estamos hablando de un Braithwaite y combina
delito", se acentúa la necesidad de avanzar en la negociación. es una tarea sencilla, 1
En segundo lugar, el concepto de delito establece un límite (le­ acabar con la idea obv
galidad) más allá del cual la conducta no puede ser sujeta a través del castigo. La e
ceremonias de avergonzamiento. En tercer término, la amena­ normas será retomada
za penal garantiza el carácter voluntario de las ceremonias de
reintegración, dado que los ofensores siempre pueden apartar­ V. LA. SEGURIDAD PÚBLICA: !-'
se de este esquema y elegir un proceso penal "normal". Todos En la era moderna,
estos elementos ponen en perspectiva el momento positivo del han desarrollado en ínt:
abolicionismo: sus estrategias de avergonzamiento han estado glo, podemos hablar del
orientadas principalmente a la intolerable práctica de la justi­ Conforme a la penologíc:
cia penal, y por lo tanto, al momento negativo, mientras que la orientaban al ofensor iJ
teoría de Braithwaite se dirige al delito, como también lo hace el década del 70, cuando 1
realismo de izquierda. Si se pretende dar una base más sólida al cieron mayor hincapié e
momento positivo del abolicionismo, será necesario desarrollar Tras la bifurcación de 1<
este enfoque en el delito, en los sucesos problemáticos (de este década del 80, el enfoqt;
punto nos ocuparemos en el párrafo sobre la seguridad social). superficial" del sistema
El avergonzamiento constituye, además, un concepto útil en a la pena de prisión-. E
la crítica del abolicionismo al sistema penal, pero en este sen­ a observarse una nuev
tido debe agregársele una nueva dimensión a la idea. El con­ penal, aunque ya no mi
cepto de "censura" formulado por Colín Su mmer (1983) podría sino a la intervención se
cumplir esta función: se refiere al valor social productivo (en nal. Esto se denomina
el sentido de Foucault) del etiquetamiento y la estigmatización, del delito". La priorizacié
que los criminólogos críticos han descripto generalmente sólo surge de muchos estudi
en términos negativos. Así, dado que el estigma penal bloquea , Dentro de la perspec
la reintegración social del detenido que recupera su libertad, re­ delito ha sido impulsad
sulta contraproducente respecto de la prevención del delito. Por izquierda, mientras que
otra parte, la censura de la desviación sirve a la creación de una menos institucionalizad
conciencia colectiva en el sentido propuesto por Durkheim, esto comunitarios, como el e
es, implica una expresión ritual de lo que la sociedad considera da tuvieron un rol pian
malo, antisocial o problemático. En este punto, la censu ra so­ ción de (in)seguridad, <
cial expresa a nivel sociológico un valor moral comparable con el tos y víctimas. Estos e s
que produce el esquema del avergonzamiento a nivel individual. el sentimiento de inseg-
<EN LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA Y EL DEBATE SOBRE • . .
333

>enal mientras que los El análisis de Summer demuestra, al igual que los propuestos
tstituir todas las inter­ por los abolicionistas, grandes similitudes con el constructivis­
rmas de control social mo social. La dimensión política de las cuestiones morales tam­
·aithwaite, el concepto bién torna necesaria la permanente reflexión sobre el proceso
Lr el esquema del aver­ mediante el cual se construye la "normalidad". El desafío que
los participantes bus­ enfrenta el abolicionismo es mantener el enfoque idealista de
tamos hablando de u n Braithwaite y combinarlo con el escepticismo de Summer. No
.zar e n l a negociación. es una tarea sencilla, pero la clave para la solución podría ser
::stablece u n límite (le­ acabar con la idea obvia de que el reproche debe alcanzarse a
no puede ser sujeta a través del castigo. La cuestión de la afirmación pública de las
:er término, la amena­ normas será retomada en el próximo capítulo.
> de las ceremonias de
:mpre pueden apartar­ V. LA. SEGURJDAD PúBLICA: HACIA UN NUEVO BALANCE DE RESPONSABILIDADES
penal "normal". Todos En la era moderna, el derecho penal y el bienestar social se
. momento positivo del han desarrollado en íntima conexión. Desde hace cerca de un si­
nzamiento han estado glo, podemos hablar del complejo penal/bienestar (Garland 1985).
le práctica de la justi­ Conforme a la penología moderna, los programas de bienestar se
sativo, mientras que la orientaban al ofensor individual. Este desarrollo culminó en la
omo también lo hace el década del 70, cuando los enfoques centrados en el bienestar hi­
una base más sólida al cieron mayor hincapié en el discurso integral de la justicia penal.
i. necesario desarrollar Tras la bifurcación de la pol ítica relativa a la justicia penal en la
problemáticos (de este década del 80, el enfoque penal/de bienestar se limitó a la "parte
·e la seguridad social) . superficial" del sistema -especialmente, las medidas alternativas
i.s, un concepto útil en a la pena de prisión-. En sintonía con la nueva penología, volvió
nal, pero en este sen­ a observarse una nueva intervención de bienestar en la esfera
:;ión a la idea. El con­ penal, aunque ya no más orientada a los ofensores individuales,
Summer ( 1983) podría sino a la intervención social previa a la coerción del derecho pe­
· social productivo (en nal. Esto se denomina "enfoque multiagencial de la prevención
o y la estigmatización, del delito". La priorización de la intervención social sobre la penal
.pto generalmente sólo surge de muchos estudios criminológicos .
estigma penal bloquea . Dentro de la perspectiva crítica, la política de prevención del
:cupera su libertad , re­ delito ha sido impulsada con mayor fuerza por los realistas de
vención del delito. Por izquierda, mientras que los abolicionistas propusieron -de modo
ve a la creación de una menos institucionalizado- soluciones comunitarias a problemas
;to por Durkheim, esto comunitarios, como el delito callejero. Los realistas de izquier­
: la sociedad considera da tuvieron un rol pionero en la elaboración empírica de la no­
punto, la censura so­ ción de (in)seguridad, al realizar varias encuestas sobre deli­
oral comparable con el tos y víctimas. Estos estudios se centraron en la relación entre
::nto a nivel individual. el sentimiento de insegu ridad de la gente y el verdadero riesgo

l
334 RENÉ VAN SWAANINGEN LA CRIMIN

de victimización, y diferenciaron los análisis segú n el perfil de entonc es perseg uid<


vecindario, clase social, género y etnia, por lo que en realidad yera el núme ro tota
constituyen encuestas sobre las víctimas más que sobre el deli­ social hubiera aumo
to. Los estudios abolicionistas sobre los determinantes sociales limitan a un lugar e
de la seguridad, llevados a cabo en áreas rurales, pueblos me­ a lugares sin cámar
dianos y (distritos de la clase trabajadora dentro de las) ciuda­ privada, en los que
des como Frankfurt, Rotterdam y Ámsterdam, no parten de la menos sólidos. Aqu'
perspectiva del delito pero se centran en problemas generales, y tico de la tesis de le
en aquellos a los que espontáneamente relataban los entrevista­ en barrios con los
dos, analizando en mayor medida las acciones implementadas bienestar. En este S(
por los propios involucrados, y las de la policía. moral" de la prevenc
Es posible que los proyectos de prevención del delito en sí !estado en tomar m ·
mismos hayan sido sujetos a mayor investigación (y evaluación) una menor probabil
que la propia inseguridad a la que respondían. No existen mu­ hayan sido demasía
chos análisis internacionales comparados, pero los distintos es­ castigados" (Willem
tudios nacionales muestran disparidad en las visiones políticas aún, la relación entJ
y la organización práctica. En algunos países, se le otorga un rol mor al delito es bast
central a la policía en la prevención del delito (Alemania), mien­ La seguridad pú
tras que en otros se organiza mediante consejos especiales de mantienen entre sí
prevención del delito, locales o regionales, orientados al bienes­ Las persianas metál
tar (Francia, Italia, España) . En Gran Bretaña, el desarrollo de nada protección con
la política de "ciudades más seguras" es centralizado, mientras imponen dentro de 1
que las autoridades locales son quienes las llevan adelante. En bríos pueblos fantas
Bélgica o los Países Bajos, las autoridades locales y Jos traba­ sión de persianas m
jadores sociales son quienes, idealmente, se ocupan del tema, de operación de cám
trabajando en colaboración con la policía y las fi scalías y en aumenta el sentimieJ
coordinación a nivel nacional. No es el propósito de este capítu­ crear una verdadera
lo describir esos proyectos en concreto, sino seguir un enfoque ( 1992), existen, por 1.:
teórico normativo, en el que la idea de la política de seguridad nes negros desemple
social sea analizada como tal desde la perspectiva de la justicia ra, y, por el otro, zor
social, a la que se integrarán la propuesta socio-económica del clases medias proteg
realismo de izquierda y la desestigmatizante del abolicionismo. El famoso blanco cri
Numerosas políticas de prevención del delito consisten en es­ reformateado según
trategias situacionales y orientadas al autor del delito, y aplican la combinación explc
nociones extraídas de las teorías de la oportunidad y del con­ generacionales. La te
trol (uit Beijerse y van Swaaningen 1993). Este enfoque enfrenta de la guerra: el delito
ciertas limitaciones: si se intenta prevenir el delito en determi­ del desarrollo social,
nados lugares (por ejemplo, en las estaciones de tren o de subte) Se ha trazado u na lír
limitando las oport unidades, los eventuales infractores serán obedientes de la Jev-
LA CRIMINOLOGÍA CRiTICA Y EL DEBATE SOBRE. . . 333

El análisis de Summer demuestra, al igual que los propuestos


por los abolicionistas, grandes similitudes con el constructivis­
mo social. La dimensión política de las cuestiones morales tam­
bién torna necesaria la permanente reflexión sobre el proceso
mediante el cual se construye la "normalidad". El desafío que
enfrenta el abolicionismo es mantener el enfoque idealista de
Braithwaite y combinarlo con el escepticismo de Summer. No
es una tarea sencilla, pero la clave para la solución podría. ser
acabar con la idea obvia de que el reproche debe alcanzarse a
través del castigo. La cuestión de la afirmación pública de las
normas será retomada en el próximo capitulo.

V. LA SEGURIDAD PÚBLICA: HAClA UN NUEVO BALANCE DE RESPONSABILIDADES

En la era moderna, el derecho penal y el bienestar social se


han desarrollado en íntima conexión. Desde hace cerca de un si­
glo, podemos hablar del complejo penal/bienestar (Garland 1985).
Conforme a la penologia moderna, los programas de bienestar se
orientaban al ofensor individual. Este desarrollo culminó en la
década del 70, cuando los enfoques centrados en el bienestar hi­
cieron mayor hincapié en el discurso integral de la justicia penal.
Tras la bifurcación de la política relativa a la justicia penal en la
década del 80, el enfoque penal/de bienestar se limitó a la "parte
superficial" del sistema -especialmente, las medidas alternativas
a la pena de prisión-. En sintonía con la nueva penología, volvió
a observarse una nueva intervención de bienestar en la esfera
penal, aunque ya no más orientada a los ofensores individuales,
sino a la intervención social previa a la coerción del derecho pe­
nal. Esto se denomina "enfoque multiagencial de la prevención
del delito". La priorización de la intervención social sobre la penal
surge de muchos estudios criminológicos.
, Dentro de la perspectiva crítica, la política de prevención del
delito ha sido impulsada con mayor fuerza por los realistas de
izquierda, mientras que los abolicionistas propusieron -de modo
menos institucionalizado- soluciones comunitarias a problemas
comunitarios, como el delito callejero. Los realistas de izquier­
da tuvieron un rol pionero en la elaboración empírica de la no­
ción de (in)seguridad, al realizar varias encuestas sobre deli­
tos y victimas. Estos estudios se centraron en la relación entre
el sentimiento de inseguridad de la gente y el verdadero riesgo
334 RENE VAN SWAANINGEN

de victimización, y diferenciaron los análisis según el perfil de


vecindario, clase social, género y etnia, por lo que en realidad
constituyen encuestas sobre las víctimas más que sobre el deli­
to. Los estudios abolicionistas sobre los determinantes sociales
de la seguridad, llevados a cabo en áreas rurales, pueblos me­
dianos y (distritos de la clase trabajadora dentro de las) ciuda­
des como Frankfurt, Rotterdam y Ámsterdam, no parten de la
perspectiva del delito pero se centran en problemas generales, y
en aquellos a los que espontáneamente relataban los entrevista­
dos, analizando en mayor medida las acciones implementadas
por los propios involucrados, y las de la policía.
Es posible que los proyectos de prevención del delito en sí
mismos hayan sido sujetos a mayor investigación (y evaluación)
que la propia inseguridad a la que respondían. No existen mu­
chos análisis internacionales comparados, pero Jos distintos es­
tudios nacionales muestran disparidad en las visiones políticas
y la organización práctica. En algunos países, se le otorga un rol
central a Ja policía en la prevención del delito (Alemania), mien­
tras que en otros se organiza mediante consejos especiales de
prevención del delito, locales o regionales, orientados al bienes­
tar (Francia, Italia, España) . En Gran Bretaña, el desarrollo de
la política de "ciudades más seguras" es centralizado, mientras
que las autoridades locales son quienes las llevan adelante. En
Bélgica o los Países Bajos, las autoridades locales y los traba­
jadores sociales son quienes, idealmente, se ocupan del tema,
trabajando en colaboración con la policía y las fiscalías y en
coordinación a nivel nacional. No es el propósito de este capítu­
lo describir esos proyectos en concreto, sino seguir un enfoque
teórico normativo, en el que la idea de la política de seguridad
social sea analizada como tal desde la perspectiva de la justicia
social, a la que se integrarán la propuesta socio-e_c onómica del
realismo de izquierda y la desestigmatizante del abolicionismo.
Numerosas políticas de prevención del delito consisten en es­
trategias situacionales y orientadas al autor del delito, y aplican
nociones extraídas de las teorías de la oportunidad y del con­
trol (uit Beijerse y van Swaaningen 1993). Este enfoque enfrenta
ciertas lim itaciones: si se intenta prevenir. el delito en determi­
nados lugares (por ejemplo, en las estaciones de tren o de subte)
limitando las oportunidades, los eventuales infractores serán
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE. . . 335

entonces perseguidos por toda la ciudad. Au n si esto disminu­


yera el número total de delitos, no significaría que la seguridad
social hubiera aumentado. Si las oportunidades para robar se
limitan a un lugar en particular, los "ladrones" irán a otro lado;
a lugares sin cámaras, sin persianas metálicas y sin seguridad
privada, en los que las puertas y ventanas serán de materiales
menos sólidos. Aquí nos enfrentarnos con un punto problemá­
tico de la tesis de la oportunidad: la reubicación de problemas
en barrios con los niveles más bajos de cohesión social y de
bienestar. En este sentido, la observación de que seria un "éxito
moral" de la prevención del delito que "aquellos que se han mo­
lestado en tomar medidas preventivas son recompensados con
una menor probabilidad de victimización, mientras que los que
hayan sido demasiado laxos en tomarlas son quienes resultan
castigados" (Willemse 1995:46) , es , directamente, cínica. Más
aún , la relación entre el riesgo objetivo de victimización y el te­
mor al delito es bastante contradictoria.
La seguridad pública y la prevención situacional también
mantienen entre sí una relación problemática en otro sentido.
Las persianas metálicas les brindan a los comerciantes determi­
nada protección contra los robos, pero la cortina de hierro que
imponen dentro de las ciudades hace que éstas parezcan som­
bríos pueblos fantasmas después de la hora de cierre. La profu­
sión de persianas metálicas, detectores, señales de advertencia
de operación de cámaras como defensa contra "carteristas", etc.,
aumenta el sentimiento de un "nosotros contra ellos" en lugar de
crear una verdadera sensación de seguridad . Según Mike Davis
(1992), existen, por un lado, "terceros mundos urbanos" de jóve­
nes negros desempleados, controlados policialmente desde afue­
ra, y, por el otro, zonas igualmente militarizadas en las que las
clases medias protegen sus "paisajes escaneados" residenciales.
El famoso blanco criminográfico de la Escuela de Chicago se ha
reformateado según la "ecología del temor", como resultado de
la combinación explosiva de contradicciones de clase, étnicas y
generacionales. La tesis de la oportunidad implica una metáfora
de la guerra: el delito ya no es interpretado como un subproducto
del desarrollo social, sino como una amenaza a "el" orden social.
Se ha trazado una linea muy precisa entre nosotros -ciudadanos
obedientes de Ja ley- y ellos -malhechores calculadores-. Esto
336 RENE VAN SWAANINGEN

hace que la política de la prevención del delito se halle sujeta a


la lógica actuaria} de la defensa social, mientras que, desde la
perspectiva de la justicia social debería ocuparse de fortalecer los
lazos sociales de las personas con la sociedad.

VI. HACIA UN DISCURSO SUSTITUTIVO EN MATERIA DE SEGURIDAD PÚBLICA

A pesar de la abundante investigación sobre el tema, los con­


ceptos de "prevención del delito" y "seguridad comunitaria" casi
nunca son definidos muy claramente. Las definiciones son, o bien
tautológicas, o simplemente descriptivas de las medidas que im­
plementan (Crawford, 1998:6-1 1 ; Hughes, 1998 :18). En este pun­
to, entiendo como política de prevención y seguridad a todas las
medidas y políticas que buscan aumentar la seguridad pública,
orientadas al contexto social en que el delito surge y no al castigo
o a los ofensores. Estas medidas y políticas pueden ser de tipo
individual, situacional o estructural y son llevadas a cabo por
una multitud de distintas agencias sociales, administrativas y
de la justicia penal. La diferencia entre "prevención del delito" y
"seguridad comunitaria" radica en que la primera tiene como fin.
reducir la tasa de delincuencia, mientras que la segunda tiende a
aumentar la (sensación de) seguridad pública.
En la mayoría de los trabajos de investigación, las cuestiones
centrales sobre las políticas de seguridad no son expuestas con
suficiente entidad. Uno de esos temas neurálgicos es la clara
paradoja entre la visión de las políticas de seguridad como me­
dio de ha.cer algo respecto de los problemas sociales asociados
al delito, y el riesgo de "criminalizar" las políticas sociales nor­
males, creando así una "ciudad punitiva". Como criminólogos
críticos deberíamos atrevernos al compromiso con ese primer
potencial y adoptar una postura escéptica respecto del ú ltimo
punto. Aunque sólo sea porque la crítica respecto de la amplia-:
ción de la red en la década del 8 0 llevó al derrotismo del "nada
da resultado" que puso fin a cualquier potencial reestructura­
dor que hubiera podido tener la criminología crítica, prefiero
mantener el optimismo y creer que existe algún aspecto poten­
cialmente bueno de la prevención del delito y de la seguridad
comunal si logran liberarse del contexto actuaria}, gerencial y
populista -descripto en el Capítulo VIII- en el que se encuentran
cautivas. En palabras de Habermas, sin utopías posibles nues­
LA CRIMINOLOG!A CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE... 337

tra sociedad se convierte en un desierto de banalidad y sinsen­


tido. Aún más, Adam C rawford ( 19 9 8 : 260-261) sostiene que si
el paradigma de la prevención se eclipsa, la "intolerancia adicta
a la punibilidad" (penaholic intolerance) tendrá todavía menos
competencia ideológica, y la industria del castigo crecerá. Para
evitar que ello suceda, se hace necesario desarrollar una visión
alternativa de la seguridad.
Así, el "discurso sustitutivo" cumple la misma función que los
"conceptos sensibilizadores" de la sociología, utilizados cuando
se quiere generar conciencia sobre un tema en particular, que no
ha recibido atención en los trabajos de investigación, pero que no
tienen un desarrollo suficiente como para constituir propiamen­
te una teoría. Un discurso sustitutivo contiene elementos tanto
empíricos como normativos; sigue desarrollos empíricos, pero no
considera que estos "hechos" no puedan ser modificados. Mi vi­
sión alternativa de la seguridad comunitaria toma a la justicia
como piedra de toque. Asimismo, implica un llamado a una justa
distribuciqn de las provisiones social s y de la calidad de vida en
todos los segmentos de la sociedad. Las visiones actuariales de
la prevención del delito aceptan y hasta promueven una crecien­
te separación social, lo que representa una falacia etiológica y
normativa, que tiene que ser contestada dentro de una perspec­
tiva crítica de la seguridad social. Aunque el discurso sustitutivo
evidentemente contiene componentes utópicos, no es solamente
idealista, en el sentido de que haría sugerencias sin relación con
la práctica material de la seguridad comunitaria. Para promover
una política de seguridad socialmente justa, se torna necesario
tomar en consideración los siguientes datos:

1. Delito, riesgo, contravenciones, inseguridad, "ventanas

rotas", privación, conflictos...

En general, el valor de la "seguridad comunitaria" se da por


supuesto y casi nunca es cuestionado. Pero, ¿sabemos realmente
a qué responde? Cuando a principios de la década del 80 se lanzó
la política de prevención administrativa del delito como punta de
lanza de la política criminal, la vaguedad conceptual de Ja nueva
política se hizo evidente de inmediato. Así, para los socialdemó­
cratas, la prevención del delito significaba la lucha contra la pri­
vación; para los demócrata-cristianos implicaba una nueva ape­
338 RENE VAN SwAANINGEN

!ación al comunitarismo, y para los conservadores se traducía en


medidas tecnológicas y situacionales (van Swaaningen, 1995:66).
En el caso de Bélgica, Jean-Marc Piret (2 000:32) demostró cómo
esta vaguedad conceptual permitió a la extrema derecha apro­
piarse del término "seguridad comunitaria" para reclamar una
política de tolerancia cero. En lugar de implicar una clara elección
política, sigue siendo una política pragmática del "todo vale".
Tampoco resulta claro a qué tipo de conductas o problemas
han de responder las medidas de seguridad comunitaria. En la
práctica, se aplican a diferentes formas de delitos callejeros me­
nores y simples contravenciones, pero no resulta claro el motivo
de elección de estas conductas. Por ejemplo, no se mencionan
los disturbios del orden público de grandes dimensiones (terro­
rismo, revueltas étnicas, etc.), los delitos graves, organizados o
políticos o los problemas domésticos. Tampoco resulta claro por
qué se incluyen cuestiones generales, como la calidad de "vivi­
ble" del espacio público, que no constituyen una puesta en ries­
go objetiva qe la seguridad (por ejemplo, el mal estacionamiento,
los graffti, los ruidos molestos) .
Supongamos que el objetivo principal de la política de se­
guridad comunitaria fuera el mejoramiento de la calidad de
vida, en lugar de la prevención del delito o la minimización de
los riesgos objetivos que pueden afectar la seguridad: en este
caso, seguramente, existirían buenas razones para evitar el
término "delito". Frecuentemente se utiliza la palabra "delito"
como etiqueta para un se_ n timiento bastante generalizado de
ansiedad, insatisfacción e irritación (Fijnaut et al. , 1 9 9 1 ) . El
"delito", en la acepción legal de la palabra, es, innegablemente,
parte del problema, pero dado que luchar contra el problema
del delito tiene un lugar tan importante en la agenda política,
toda miseria social tiende a ser traducida a términos de delito.
Sin embargo, esto origina expectativas desmedidas de la justi­
cia criminal, impidiendo que las responsabilidades se asignen
a quienes corresponda. Si el problema es el delito, la policía es
una de las agencias responsables que deberá intervenir, pero
si el problema es la basura, las casas tomadas o la violencia
en las escuelas, serán otras las agencias responsables. Estos
problemas deberían conducir a ia inversión en salud pública,
mantenimiento y ecuación, más que en la policía.
LA CRIMINOLOGiA CRiTICA Y EL D EBATE SOBRE... 339

2. El sentimiento de inseguridad y la erosión del espacio público


La política de seguridad comunitaria se apoya en encuestas
sobre el sentimiento de inseguridad. En el contexto de este ca­
pitulo, sólo puedo limitarme a señalar el problema de la escasa
confiabilidad de tales encuestas en general y de aquellas relati­
vas a delitos menos visibles en particular; por ejemplo, los que se
producen en la esfera doméstica o económica. Por otra parte, es
sabido que las cifras nacionales revelan muy poco sobre los pro­
blemas de seguridad en un barrio específico (con privaciones) .
Sin embargo, el problema se origina ya a nivel conceptual: ¿en
qué se basa realmente el sentimiento de inseguridad? Willem
de Haan ( 1989) distinguió factores objetivos y subjetivos. Así, la
inseguridad objetiva estaría compuesta por factores como bajos
niveles de empleo y beneficios sociales, privación relativa, fuer­
te prevalencia de subculturas violentas y escasa cohesión so­
cial. A su vez, la inseguridad subjetiva estaría determinada por
el pánico moral, las victimizaciones previas, la vulnerabilidad
social percibida y el deterioro de las condiciones de vida. Esta
primera distinción indica, de por sí, lá. amplitud del espectro del
problema de la seguridad. La pregunta que debemos formular­
nos es qué significado tiene esto en una política de seguridad
comunitaria justa. Un enfoque demasiado l imitado puede ser
insuficiente, pero uno demasiado amplio puede conducir a una
política construida sobre arena movediza.
El primer paso en el desarrollo de una visión alternativa re­
quiere la deconstrucción del discurso dominante sobre la se­
guridad. En este sentido, los análisis macrosociológicos de "la
muerte de lo social", la "sociedad de riesgo" y "la erosión del
espacio público" pueden resultar útiles. Estos estudios podrían,
inclusive, ayudarnos a identificar algunas causas básicas de
nuestro temor (frecuentemente, obsesión), riesgo y seguridad.
Koen Raes (1997) sostuvo que, para sentirnos seguros, debemos
percibir la calle como nuestro territorio natural. La estructura
social actual, en la que sólo dejamos nuestra casa o nuestra
oficina cuando tenemos un objetivo preciso, hace que nos exclu­
yamos de la vida social. En la era de la información, cada vez
existen menos cosas que nos obliguen a salir a la calle. Como
consecuencia, rara vez nos encontramos con alguien en un es­
cenario anónimo, por lo tanto, "el otro" se convierte en un extra­
ño, y la ciudad, en un lugar inquietante.
340 RENÉ VAN SWAANINGEN

La reconstrucción del debate de la seguridad bien puede ba­


sarse en los intentos de contrarrestar estas tendencias. Sin em­
bargo, parece aconsejable ser tan concretos como sea posible.
Existen modos relativamente sencillos de demostrar que los de­
sarrollos más profundos que señala Raes o las decisiones sobre
la implementación de políticas en otras áreas, pueden tener con­
secuencias en la seguridad comunitaria. En tal sentido, pode­
mos citar al ex jefe de la policía de Ámsterdam Jelle Kuiper: "En
este país, hemos eliminado prácticamente todo medio de control
social informal. Ahora, los estamos reemplazando por vigilan­
cia a través de cámaras: ¡la peor solución! No hay nada más
preventivo que la presencia de gente en las calles, sin embargo,
¿qué hacemos? Ponemos un policía detrás de un monitor" (en :
de Groene Amsterdammer, 26/1/00, p. 16). La política imple­
mentada en las principales ciudades de Holanda está dirigida
a recuperar el espacio público. Esto, significa, en gran medida,
que las calles y las plazas deberían volverse tan seguras que
todos se atrevan a volver allí, pero también implicará que otros
lugares sean reclamados por el sector privado. Se necesitan lu­
gares donde las personas puedan caminar libremente, sentarse
y conversar con otra gente sin sentirse "forzados" a comprar una
bebida; sin ser tratados como sospechosos porque el personal
de seguridad privada piensa que no tienen dinero para gastar.
Éste es u n ejemplo. El próximo paso en la reconstrucción
del debate sobre la seguridad consiste en elaborar un inven­
tario preciso de las diferentes clases de temores y problemas a
abordar, aspecto en el que serán inevitables los juicios normati­
vos. En algún punto, debe determinarse cuáles son problemas
"reales" para tratar y diferenciarlos de la simple intolerancia
burguesa que las personas deberían aprender a sobrellevar. La
cuestión acerca de quién debería hacer esto, sobre qué base y
qué agencia debería intervenir aún no. tiene respuesta. No obs­
tante ello, podemos continuar diciendo que tras formular res­
puestas concretas a problemas concretos, el discurso sustituti­
vo sirve, primordialmente, para ofrecer u na visión alternativa de
la seguridad que prepara el terreno para un enfoque diferente.

3. ¿Un sistema ilimitado de control del delito?


Podría sostenerse que los abolicion istas finalmente obtuvie­
ron lo que siempre pretendieron: en la política de Ja seguridad
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 341

comunitaria, el discurso sobre el delito finalmente se descrimi­


naliza. Sin embargo, es un logro bastante ambivalente. Sin du­
das, hablar de problemas concretos más que de construcciones
sociales como el delito -que abarca u na variedad muy amplia de
acciones- ofrece ventajas analíticas y prácticas, pero el hecho
de que se haya demarcado cuidadosamente a qué prácticas y
problemas responderá la política de seguridad comunitaria ha
conducido, también, a un control del delito bastante ilimitado.
Así, au n cuando no resulta claro por qué algunos jóvenes que se
encuentran en un shopping pueden representar un riesgo para
la seguridad comunitaria, de todos modos son ahuyentados bajo
la bandera de la prevención del delito. De esta manera, se crimi­
nalizan varios tipos de comportamiento no descripto, y se abre
la puerta al control arbitrario, sin límites intrínsecos. Justa­
mente, por estos peligros se estableció, hace aproximadamente
doscientos años (Priet, 2 000) , el derecho penal clásico, con sus
definiciones precisas de las conductas delictivas, de la sospecha
necesaria para una incriminación pe_nal y de los medios legales
de intervención. Se hace necesario, entonces, definir y controlar
con mayor precisión el alcance de la política de seguridad comu­
nitaria. Por otra parte, las medidas punitivas incluidas en esta
política deberían estar sometidas al Estado de Derecho clásico
y los elementos preventivos deberían juzgarse según su propio
mérito. Estos elementos pueden hallarse fundamentalmente en
una distribución justa de la preocupación por la seguridad, en
todos los segmentos de la sociedad, y en la redistribución de los
riesgos de resultar victimizados.

4. La decadencia del Estado de bienestar y la criminalización


de la política social
Mientras que muchos ciudadanos europeos son cada vez más
ricos y el sector privado florece, prácticamente todo el sector pú­
blico -salud, educación, beneficios sociales, arte- se empobrece
notablemente. Sin embargo, la justicia penal es uno de los pocos
servicios que crece en la mayoría de los países y, entonces, no
resulta casual que la miseria social se traduzca en términos de
delito, y que la política social sólo pueda llevarse a cabo bajo la
bandera de la prevención del delito. No podemos dejar de seña­
lar que el hecho de que la política social ya no pueda ser juzgada
342 RENÉ VAN SWAANINGEN

según su propio mérito -como su potencial emancipatorio y el


bienestar para todos- significa un retroceso en el proceso de ci­
vilización. La asociación con la noción estigmatizante de delito
también es contraproducente para la realización de los objetivos
autónomos de la política social. La primacía de los intereses eco­
nómicos ha relegado la preocupación por las responsabilidades
colectivas y la cohesión social. La preocupación por el delito es
fuertemente moralizada, mientras la preocupación por el bien­
estar sufre el proceso i nverso. Uno puede contratar un seguro
contra prácticamente toda contingencia, pero aquellos que no lo
hagan sólo pueden culparse a sí mismos. El parámetro actual
por el cual literalmente todo y todos son juzgados por su utili­
dad constituye la mayor amenaza a la justicia social.
Puede considerarse un verdadero éxito ideológico, tras veinte
años de políticas neoliberales, que las respuestas a la ansiedad
pública motivada en el delito callejero hayan sido formuladas de
tal forma que las causas relacionadas con los puntos preferidos
del neoliberalismo, como el individualismo, la diferenciación se­
gún el ingreso y la eficiencia, permanecieron fuera de foco. Sin
embargo, el "ciudadano calculador", el "Estado calculador e indi­
ferente" y el deterioro del control social, tan frecuentemente seña­
lados como causas del delito, se originan en estos factores. Existe,
también, una relación entre la exclusión del mercado de trabajo
y de las agencias de servicios sociales de diferentes grupos vul­
nerables, el surgimiento de marginalidad urbana, de "margina­
dos" estigmatizados y el delito callejero. La bulimia social (Young,
1999) del modelo neoliberal del "cuidado y control" mediante el
cual, en primer lugar, los nuevos "descastados" son "fagocitados"
(es decir, integrados al orden hegemónico) y luego "vomitados" (ex­
cluidos de la sociedad), acentúa la división social entre las clases
sociales satisfechas y los nuevos "excluidos", principalmente los
"sin techo", desempleados de larga data, jóvenes pertenecientes a
minorías étnicas, refugiados y consumidores de drogas. El con­
trol del delito seguirá estas líneas y el escenario catastrófico de
Los Ángeles pintado por Mike Davis (1998) puede cobrar realismo
también en Europa. La actual política de seguridad comunitaria
es ambivalente: conlleva los elementos que acentuarán los con­
trastes sociales y aquellos que los mitigarán. Las advertencias
realistas acerca de la sociedad "bulímica" parecen constitu ir el
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE... 343

único medio a nuestro alcance para sentar las bases morales de


un discurso sustitutivo referido a este aspecto de la seguridad
comunitaria. Es preciso que efectuemos elecciones normativas
en lugar de hacer cálculos económicos.

5. Los perfiles de riesgo y el riesgo de los estereotipos,


la estigmatización y la desviación secundaria
Como hemos visto en el capítulo anterior, en la actualidad no
es posible imaginar el trabajo de la policía sin contar con perfiles
de riesgo. Consecuencia de esa lógica, la policía debería hacer su
trabajo de la manera más eficiente posible. Por cierto, existen nu­
merosos delitos que nunca serían detectados sin la elaboración de
perfiles de riesgo e intervención proactiva (pensemos en el tráfico
internacional de drogas o el crimen organizado). Sin embargo, si
este método se extiende indiscriminadamente a la elaboración de
perfiles de grupos ya considerados vulnerables, como los "des­
castados" que hemos mencionado antes, o las minorías étnicas
(Harcourt, 2 007) , estaremos en problemas: la asociación estereo­
típica de estas personas con la actividad delictiva se amplificará
y todo lo que ya conocemos sobre el proceso de etiquetamiento, la
consecuente desviación secundaria sistemática y la selectividad
del sistema de justicia penal resultará aplicable a las medidas
de seguridad comunitaria. Todavía más problemático resultaría
que, en ese caso, la gente no sólo entra en contacto con la policía
cuando es sospechosa de haber cometido un delito, sino hasta
por haber sido señalada por causar "desorden".
En la elaboración de los perfiles de riesgo, los barrios mar­
ginales, vulnerables, también cuentan. Catalogar determinado
distrito como "barrio peligroso" puede agravar fácilmente el pro­
blema: dado que nadie quiere vivir en un barrio peligroso, los
que tienen medios económicos para hacerlo se mudan, y sólo se
quedarán los "verdaderamente desfavorecidos", como los llamó
William Julius Wilson (1987). Así, nace el gueto. Debemos acla­
rar, sin embargo, que este peligro no reside en los programas
de seguridad como tales, sino en Ja lógica actuaria! del control
social, en el que estamos inmersos en la actualidad. Relevar
las áreas en las que se concentran ciertos problemas puede ser
u na forma de solución, pero usar este conocimiento de modo
estigmatizante está lejos de serlo. Éste es otro argumento para
344 RENÉ VAN SWAANINGEN

priorizar la intervención social y juzgarla según su propio méri­


to, más que en el contexto del control del delito.

6. "Lo social": la comunidad, el gobierno local y el Estado


A nivel práctico, la falta de autonomía sigue siendo uno de
los puntos débiles de la mayoría de las políticas de seguridad
comunitaria. Ello se debe, en parte, a las i nflexibles estructuras
burocráticas y a la imprecisa demarcación de tareas, respon­
sabilidades y competencias, pero existen otros problemas más
sustanciales. A nivel nacional, la política de seguridad comu­
nitaria tiene, generalmente, una naturaleza más estructural,
desde que la lucha contra la privación relativa tiene lugar en
la agenda. Sin embargo, este objetivo no puede alcanzarse tan
fácilmente a nivel local. Existen variados argumentos a favor de
la elección de asignar a las autoridades locales la coordinación
en materia de seguridad comunitaria. En este sentido, la crea­
ción de un sistema más ejecutivo y sensible a las demandas es
un punto importante. No obstante ello, las autoridades locales
son , al mismo tiempo, bastante impotentes cuando se trata de
los factores determinantes de la inseguridad de carácter más
estructural. Existe el peligro de que se deslicen hacia n iveles de
gobierno más bajos problemas que no pueden solucionarse. Así,
las autoridades locales son invitadas a hacer más con menos di­
nero. La cooperación , en última instancia, se reduce a recursos
financieros y personal. Tomemos como ejemplo las escuelas, que
tienen un rol decisivo en la prevención del delito. En muchos ca­
sos, cuentan con escasos recursos para mantener funcionando
todos los grados y, a veces, tienen que enviar a los alumnos a su
casa si la maestra se enferma y no asiste a clase. Por otra parte,
no cuentan con personal destinado a atender los problemas per­
sonales o psicopedagógicos que puedan presentarse. Las otras
agencias que antes se ocupaban del cuidado de los niños con
problemas son ahora muy pocas -algunas se suprimieron por
razones económicas- para dar respuesta. Como consecuencia,
todo se delega en la policía. No resulta extraño, por lo tanto, que
sea la policía, básicamente, la que determine la agenda de las
iniciativas relativas a la seguridad comunitaria a nivel local. En
primer lugar, determinan sus propias prioridades, y luego hacen
que las otras agencias queden en una posición de dependencia
LA C RIMINOLOGiA CRÍTICA Y EL DEBATE SOBRE. .. 345

(Goris, 2000:91-9). Podría considerarse a la policía como "agente


de información de la sociedad de riesgo", según el término acu­
ñado por Richard Ericson y Kevin Haggerty (1997), dado que su
capacidad crecía m ientras que muchas agencias del área social
con las que compartían tareas en la implementación de políticas
de seguridad comunitaria fueron suprimidas por razones econó­
micas. Nuevamente, podemos echar mano al mismo argumento,
desde un ángulo diferente: para que las políticas de seguridad
comunitaria funcionen , es necesario, en primer lugar, invertir
más en el trabajo con los jóvenes, con la comunidad, con los
chicos de la esquina y con las escuelas. A largo plazo, el control
social implícito da mejores resultados que una política directa, a
corto plazo, centrada en la tasa delictiva y de reincidencia.

7. La privatización
Resulta paradoja! que el llamado a profundizar el espíritu co­
munitario se lance en u na época en la que los servicios son pri­
vatizados u no tras otro. Para estimu- l ar el espíritu comunitario
sería necesario establecer servicios públicos que estén concebi­
dos, en primer término, para maximizar sus propios beneficios.
La privatización fue impuesta con el argumento -prácticamente
irrefutable para la gente común- de que de esta forma se re­
ducían los gastos del Estado. Desde mediados de los 90, este
argumento ha empezado a ser criticado por altos funcionarios y
políticos -incluso por aquellos que inicialmente la apoyaron-. Si
bien esto pudo haber tenido algún efecto mitigante, la privatiza­
ción de las provisiones colectivas ha llegado demasiado lejos. El
Estado que hoy tenemos es muy distinto del que conocimos y el
"gobierno a distancia" y la "sociedad en red" se han convertido
en eslóganes políticos establecidos. Si bien las consecuencias
en el control del delito no pueden analizarse aquí (Crawford,
1998:252-5), hay u n ejemplo concreto: existe un claro problema
de seguridad en las estaciones de tren. En su esfuerzo por hacer
que los costos de la "compañía" sean más eficaces, la privati­
zada " Dutch Rail" (ferrocarriles holandeses) sustituye al per­
sonal por máquinas expendedoras de boletos en las estaciones
más pequeñas, y así se prescinde, por razones económicas, de
un importante medio de control social informal. A los nuevos
problemas de seguridad que se originan como consecuencia de
346 RENÉ VAN SwAANINGEN

esta medida, se responde con más cámaras y más personal de


seguridad. Supongo que resulta evidente que esto no mejora la
preocupación social por la seguridad comunitaria.
A la par de esta operatoria, también debemos referirnos a
la privatización de las propias agencias de la justicia penal. Ya
hemos comentado antes que en los Países Bajos el control del
espacio público ha permanecido en la esfera colectiva en mayor
medida que en Gran Bretaña. Así, se introdujo no sólo la figura
del guardia municipal, sino también la del llamado "asistente de
policía" -un miembro de la fuerza con menos educación y salario
más bajo, con menos competencias que un oficial "normal"- para
contrarrestar la tendencia de los ciudadanos acomodados de con­
tratar seguridad privada porque sienten que la vigilancia poli­
cial es insuficiente. No es necesario manifestarse en contra de
la industria de la seguridad privada per se. Sin embargo, no se
debería depender de ella en el dominio público. En ese caso, la
preocupación por la seguridad debería ser una responsabilidad
colectiva y debería ser de tal calidad que no sólo aquellos que
puedan pagar por protección se sientan seguros. La cuestión es
encontrar un balance entre las áreas que requieren el cuidado
público de la seguridad y aquellas en las que se puede permitir
el control privado. La presencia visible de la policía se encuentra
demasiado concentrada en los centros comerciales de las ciuda­
des, mientras que las áreas más marginadas económicamente
también resultan marginadas de la protección (policial y de otras
agencias) de la seguridad social. Puestas a elegir en la esfera pú­
blica, las autoridades deberían concentrarse en los problemas de
aquellos que no pueden protegerse a sí mismos adecuadamente.

8. Responsabilización y "derecho de propiedad"


No tiene nada qe malo señalarle a las personas sus responsa­
bilidades en relación a la seguridad comunal, pero esta responsa­
bilización no funciona si la gente tiene que operar dentro de una
estructura predeterminada, no cuenta con medios suficientes y
tiene que obedecer una lógica de control (cf. Garland, 2 001). Por
otra_parte, no deberían profesionalizarse las iniciativas cívicas
exitosas institucionalizándolas en proyectos, lo que, en gran me­
dida, contribuye a la expansión del mercado de la seguridad. Tan­
to las autoridades que ofrecen escaso apoyo como las que se apro­
LA CRIMINOLOGÍA C RÍTICA Y EL DEBATE SOBRE . . . 347

pian de las iniciativas cívicas, lejos de involucrar a los habitantes


y comprometerlos con la seguridad comunal, los alejan (Zoomer,
1993). La participación cívica activa y la confianza en autorida­
des receptivas son precondiciones para realizar la justicia social.
La responsabilización puede contribuir a lograr una verdadera
seguridad comunal siempre que no constituya una simple excusa
para retirar el cuidado que debe brindar el Estado.
Para implementar una política de seguridad socialmente jus­
ta, deben realizarse investigaciones para determinar hasta qué
punto el nivel de participación social incide sobre el sentimiento
de inseguridad y qué otros componentes estructurales ejercen in­
fluencia en su configuración. La responsabilización debe dirigirse
a devolverle a quienes están en situación de privación algún grado
de confianza en el orden social la falacia de la teoría del control
es dar por sentada esta creencia mientras que -como vimos en
el capítulo anterior- la creciente división de la sociedad no contri­
buye en nada. En cambio, resulta fundamental la idea de que las
autoridades se ocupen de que todos tengan oportunidades justas
en el mercado laboral, puedan acceder a una vivienda decente por
un precio justo y reduzcan las posibilidades de que los "podero­
sos" exploten a los "débiles". "El dominio requiere un alto grado de
intervencionismo estatal para asegurar las perspectivas de igual­
dad de libertad. ( . . . ) Eso puede exigir minimalismo en la política
de la justicia penal junto al mismo tiempo que intervencionismo
en la política económica." (Braithwaite 1995:279 -80) Además de
este elemento socioeconómico, la justicia social también implica la
oportunidad de que la gente participe y asuma responsabilidades
reales en la organización de su mundo de la vida. En este sentido,
pueden compartirse las premisas de las políticas de prevención del
delito -y la teoría del control. Ahora bien, si la participación social
apunta realmente a incrementar el sentimiento de seguridad, este
nuevo interés del gobierno en la responsabÍlidad cívica tiene que
superar su articulación como mera excusa para habilitar la re­
tirada del Estado y debe establecerse un nuevo balance entre las
responsabilidades de los ciudadanos y las del Estado.

9. A modo de conclusión
Durante la década del 80, las corrientes materialista e in­
teraccionista de la criminología crítica han sido reevaluadas

..
348 RENÉ VAN SWAANINGEN

por el realismo y el abolicionismo, respectivamente. En lugar de


contrastar ambas perspectivas, el mejor camino para encarar
el futuro parece ser un abordaje integrado, dirigido a un tema
específico en el campo criminológico. La prevención del delito
es un ejemplo de esos temas que hoy ocupan un lugar central
en la agenda de la política criminal, donde esta integración es
perfectamente posible. En lugar de limitarnos a criticar la polí­
tica existente, parece más provechoso demostrar que hay otras
políticas posibles. Si sometemos estas políticas a la demanda
de justicia social, contrastaremos el discurso actuaria! de la
"eficiencia" y la "credibilidad" con un importante contra-valor.
Adoptaremos este mismo "lenguaj e de las posibilidades" en el
próximo capítulo, en el que se desarrollará una visión alternati­
va del apoyo a la víctima y las garantías legales.
CAPITULO X

E L D ERECHO Y LA J USTI CIA SOCIAL

EN LA SOCIEDAD DEL RIE SGO

Los defensores de la justicia actuarial y los criminólogos crí­


ticos tienen, al menos, algo en común: juzgan el derecho penal
principalmente por su función instrumental, e ignoran su as­
pecto protectivo. Mientras los primeros adoptan una postura
simplemente gerencial, los segundos critican el derecho por su
instrumentalismo político. Los procedimientos legales se "sim­
plifican" con el propósito de aumentar la eficiencia del sistema.
Este descuido de los aspectos normativos del derecho merece
una reflexión explícita sobre el valor de las garantías legales
en relación con la justicia social. Dado que la justicia actuaria!
no se ocupa de las cuestiones de legitimación, carece de una
ideología bien articulada y no está constituida por u n conjunto
específico de técnicas, la crítica funcionalista sería desacertada.
En lugar de ese abordaje tradicional de la criminología crítica,
adoptaremos una visión normativa alternativa, orientada hacia
la teoría jurídica. Si bien resulta frecuente en la criminología
crítica anglosajona la conexión entre los análisis empíricos y la
teoría social, política y hasta moral, la teoría jurídica, en cam­
bio, permaneció velada. En el contexto europeo continental, esta
orientación es aún más evidente.
Este capítulo pretende clarificar el punto a partir del cual las
consideraciones pragmáticas dejan de tener sentido y cuál es el
valor de la crítica contrafáctica.
El argumento que normalmente se esgrime para justificar la
eventual restricción de las garantías legales de todo acusado es
el de las necesidades de la víctima, pero ¿están estos dos aspec­
tos necesariamente e n conflicto? ¿Qué tipo d e intervención seria
350 RENÉ VAN SWAANINGEN

la más beneficiosa para el bienestar de las víctimas? ¿Cuáles


deberían ser los procedimientos legales adecuados si el impu lso
victimológico se ubica en el centro mismo de la justicia social?
Bajo la inspiración de los debates sobre las narrativas, la racio­
nalidad procesal y los derechos humanos se propone, entonces,
la exploración sobre los límites de la coerción penal, la función
del derecho como discurso moral-práctico y como moralización
del rol social del Estado. Los aportes a estos temas de las "más
recientes" criminologías, como el neoabolicionismo, el feminismo
y el garantismo legal, son detenidamente reconsiderados e inte­
grados dentro de una visión constructiva alternativa. Mientras
que en el capitulo anterior la justicia social fue operacionalizada
como una distribución justa de la preocupación por la seguri­
dad social, ahora será reelaborada como la posibilidad de darle
"a las personas" una oportunidad justa de expresar su propia
visión específica del problema con el que se los confronta, y de
participar en el proceso social de formación de las normas.

l. EL FEMINISMO Y I:.A "VICTIMALIZACióN" DE LA MORALIDAD

Tras el cuestionamiento, en la década del 70, del reclamo de


u niversalidad de la criminología por parte de los académicos
críticos, las feministas señalaron también su ceguera respecto
a los asuntos de género. Asimismo, tuvieron un rol central en la
creciente atención que comenzó a brindarse a un actor olvida­
do en el campo de la desviación y el control social: la víctima.
Cuando los criminólogos críticos de la década del 70 hablaban
de las víctimas, en general se referían a las de la sociedad: los
desvalidos, los vulnerables. Éstos constituían principalmente
las víctimas de la estigmatizaCÍón y de la criminalización estatal
-aquellos que las personas "normales" llamaban delincuentes-.
Este análisis resulta lógico si los temas de investigación predo­
minantes se centraban en la desviación secundaria (formas de
desviación causadas por las reacciones sociales frente al delito).
Del mismo modo, resulta comprensible que la atención prestada
a las víctimas de la desviación primaria (del delito) fuera más
bien marginal. Por otra parte, tampoco cuadraba con lo que
los realistas de izquierda llamaron la visión del delito de Robin
Hood. El feminismo y el movimiento de las mujeres tuvieron un
rol crucial en la asignación a la víctima del delito de u n lugar en
la agenda de la investigación criminológica.
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 351

En el concepto original de "delitos de los poderosos", las victi­


mas son " las personas como nosotros", los que no tenemos me­
dios de producción. Los delitos no criminalizados (o, al menos,
no efectivamente) eran cometidos por otras personas: aquellas
que efectivamente poseen medios de producción. Antes de que
algunos de esos gerentes, banqueros y políticos fueran repen­
tinamente procesados en la década del 80 por delitos califica­
dos como "crimen organizado", lavado de dinero o corrupción,
y se desdibujara la clara imagen marxista del derecho penal
como simple elemento de la superestructura de una sociedad
injusta, el problema de la violencia sexual ya la había puesto en
problemas desde otra perspectiva: en una sociedad patriarcal,
las victimas de violencia sexual son, estructuralmente hablan­
do, menos poderosas que sus agresores, pero esta diferencia
de poder no puede remontarse a las discrepancias económicas
como fuente última de dominación. Junto a la crítica de Michel
Foucault acerca de la microfísica del poder, la crítica feminista
ha sido un factor determinante en la_reconceptualización de las
ideas de la criminología crítica sobre el control social y las nece­
sidades de las víctimas, especialmente en el caso de las víctimas
de violencia sexual. En numerosos países , las víctimas comen­
zaron a recibir mejor atención en las comisarías y a ser mejor
informadas acerca del curso de acción seguido contra el agresor
en sus "casos"; se reformularon parcialmente las expresiones
más sexistas del derecho, se diseñaron procedimientos menos
agraviantes y dolorosos para realizar denuncias e instar accio­
nes penales, así como también aquellos en los que las víctimas
constituyen órganos de prueba en las audiencias judiciales y
se estableció una r d de programas de asistencia a la víctima.
El impulso empírico de la victimología fue de gran importan­
cia dentro de la criminología. Así, .se conoce ahora mucho más
acerca de la incidencia y el contexto de la violencia sexual, las
estadísticas delictivas se han vuelto más refinadas, mediante la
introducción de encuestas de víctimas llevadas a cabo regular­
mente, y se perfeccionaron las técnicas de investigación crimi­
nológica, así como también las perspectivas teóricas.
En su estudio Solidaridad y victimización, el criminólogo ho­
landés Hans Boutellier ( 1993) criticó la completa "victimaliza­
ción" de nuestras ideas sobre moralidad. Así, sostuvo que el es­
352 RENÉ VAN SWAANINGEN

tándar normativo tradicional de la dogmática penal ya no puede


estar, en la cultura posmoderna, basado u niformemente en las
creencias religiosas o sociales, porque éstas ya no son compar­
tidas mayoritariamente. Según este autor, ahora que la idea de
moralidad colectiva se ha fragmentado, se hace necesario que
el sistema de justicia penal se base en una moralidad "victi­
malizada" y, por lo tanto, sólo puede legitimarse a través de los
servicios prestados a las víctimas del delito. Boutellier sigue a
Richard Rorty al afirmar que la cuestión moral de "qué es una
buena vida" ha perdido su significado, y la única orientación
normativa razonable, que todavía es compartida, se relaciona
con la pregunta "¿estás sufriendo?". Ésta es una interpretación
provocativa de lo que ha sucedido durante la última década,
pero es necesario efectuarle algunos ajustes.
El primer llamado de atención sobre la posición marginal de
las víctimas del delito fue realizado por el movimiento de las
mujeres y -al menos en el caso holandés- por los abolicionistas
y los criminólogos del conflicto de la Escuela de Groningen, a
los que hicimos referencia en el Capítulo VI. Como vimos en el
Capítulo VII, la Liga Coornhert de la Reforma Penal ya luchaba
a principios de la década del 70 por un fondo nacional de seguro
para los daños ocasionados por las acciones delictivas. Recién
una década después (sic!), los intereses de las víctimas son ins­
titucionalizados en programas de asistencia a la víctima basa­
dos en el derecho penal . É ste es un reconocimiento importan­
te, dado que en sus escritos Boutellier repitió todos los clichés
sobre el relativismo de valores de los abolicionistas y de otros
idealistas de izquierda.
Más aún , parece razonable plantear el interrogante empírico
acerca de qué beneficio podría obtener realmente una víctima
del proceso penal; después de todo, Boutellier (1993:31) presentó
su estudio como un "análisis principalmente de sociología jurí­
dica". Como criminólogos, sabemos demasiado bien que sólo un
cuarto del número estimado de delitos se denuncia a la policía;
de esta cifra, tan sólo un quinto se esclarece. Asimismo, es sa­
bido que los desarrollos socio-culturales, económicos, demográ­
ficos y urbanos ejercen mayor influencia en las tasas delictivas
que la intervención penal y, e ri lo central, el Derecho penal no
permite a la víctima otro rol que el de denunciante y testigo en la
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD. . . 353

producción de prueba. La conclusión empírica más lógica de la


tesis de Boutellier sería el reclamo de u n modelo procesal orien­
tado a la víctima en u n tribunal civil . Sin embargo, él excluye
esta opción , por considerar que la ju sticia criminal sería más
adecuada para lograr la expiación moral.
No obstante ello, resulta un argumento bastante dudoso su­
poner la "victimalización" de la moralidad en la era posmoderna.
En términos psicológicos, la mayoría de la gente parece proclive a
alejarse de las víctimas más que a asistirlas: su inmerecido sufri­
miento destruye la ilusión ampliamente compartida de que, al fi­
nal, el Bien triunfará sobre el Mal. La idea de una "moralidad vic­
timalizada" no cuadra con la cultura posmoderna, como sugiere
Boutellier, porque su moralidad hiperliberal produjo una división
material y mental entre ganadores y perdedores. La compasión
con los drogadictos, los vagabundos, los alcohólicos, los desem­
pleados, los discapacitados por la industria, las madres solteras
dependientes de beneficios sociales, los enfermos psiquiátricos,
los inmigrantes ilegales o los presos es mínima. Como hemos vis­
to en el Capítulo VIII , esto ha producido un revanchismo urbano.
La pregunta "¿estás sufriendo?" no se plantea respecto de los eco­
nómicamente "superfluos" y mucho menos aún informa nuestra
moralidad. Tales preguntas sólo se dirigen a aquellos con quienes
la clase satisfecha puede identificarse.
Boutellier explica las razones por las que las personas se
habrían vuelto tan sensibles al sufrimiento en forma paralela al
proceso de civilización sugerido por Norbert Elias'. Sin embargo,
a pesar de esta aparente civilización, el hecho de que el sufri­
m iento originado en el "dolor" del castigo · haya dejado de ser
foco de interés del público general es ignorado en el análisis de
Boutellier. Sin ánimo de minimizar el sufrimiento concreto de
las víctimas de delitos, la tesis de este autor refleja maY.ormente
el espíritu de una época en que la gente busca ansiosamente
víctimas en toda situación imaginable, para poder demostrar en
todo talkshow televisivo que aún "se preocupan" por los pobres

•N. del T. En idioma inglés, tanto pain (dolor) como punishment (castigo)
encuentran su origen en la palabra poena.
354 RENÉ VAN SWAANINGEN

y los marginados, mientras que las prestaciones sociales para


que realmente pueda hacerse algo por ellos colapsan. En es­
tas nuevas producciones indulgentes, las causas estructurales
de la victimización son cuidadosamente evadidas. Tanto si una
persona es violada como si la habitación de hotel en Costa del
Sol no tiene vista al mar como prometía el folleto de la agencia
de viajes contratada, la etiqueta que se emplea para reclamar la
indemnización de los daños sufridos es la misma: victima. Los
realities televisivos y la prensa amarilla propagan el mensaje
de que tenemos "derecho" a una vida sin sufrimiento, sin que
semejante postura origine algún tipo de problema o paradoja
intrínseca. En ese sentido, vivimos, ciertamente, en u na era de
victimización universal, pero entonces el concepto de victimi­
zación también ha perdido sentido. Desde la perspectiva de la
justicia social, sería más útil ubicar el concepto de victimización
· dentro del contexto más amplio de vulnerabilidad social.
Mientras que la tesis de Boutellier sobre la "victimalización"
de la moralidad deriva de un análisis empírico, la visión de la
moralidad posmodema de Zygmunt Baurnan (1995a), que ve en­
carnada en la responsabilidad y el cuidado más que en el su­
frimiento del "otro", es de naturaleza sensibilizadora, creadora
de oportunidades. Al afirmar que, dado que en nuestra cultura
posmoderna los ideales sociales positivos ya no existen, tenemos
que inclinarnos a una moralidad que se relaciona negativamente
con la prevención del sufrimiento, Boutellier adopta, en realidad,
la filosofía de la sociedad de riesgo. Mediante la idea de una mo­
ralidad victimalizada, se abandona la noción del "autónomo so­
cial" (Donzelot 1984). Así, Boutellier se centra en la solidaridad
negativa ante los miedos compartidos. La moralidad posmoderna
de Bauman es, en cambio, más abarcativa: fomenta u n lenguaje
de la posibilidad en lo relativo a u n necesario reforzamiento de "lo
social" para lograr la responsabilidad por el otro y su cuidado.
La tesis de la "victimalización" de Boutellier también origi­
na problemas considerables, en referencia a la naturaleza de la
justicia penal. El derecho penal europeo continental es Dere­
cho Público, dado que intenta proteger intereses públicos que
exceden los intereses individuales, incluso los de la víctima. El
sujeto legal es el agresor. É l debe dar cuenta de sus actos al Mi­
nisterio Público Fiscal, que personifica al orden jurídico. Lo que
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 355

le corresponde decidir al juez penal es si el acusado es culpable


y, en su caso, la pena que debería imponérsele en consecuencia.
Si a las víctimas se les da realmente voz en el proceso penal, la
naturaleza de la decisión judicial será muy distinta, lo que es
particularmente problemático cuando se refiere a la evaluación
de la responsabilidad del ofensor. Al ubicar la tesis de la "victi­
malización" dentro del ámbito del derecho penal, se reproduce
una visión funcionalista e individualista de la justicia penal, en
la que la dimensión de la capacidad de crítica al poder del debi­
do proceso se torna marginal.
La práctica de "mano dura" con los delincuentes se presenta
como "mano dura" con el delito y, desde luego, como solidaridad
con las víctimas. De esta forma, y al presentar una imagen horro­
rosa del sufrimiento de la victima sin hacer referencia a la también
generalmente desgraciada historia del acusado ni a la pregun­
ta "¿qué puede hacerse?", la defensa de los intereses del agresor
prácticamente deviene algo indecente y la justicia penal es sepa­
rada de su naturaleza garantista. Si el interés de la víctima fuera
realmente la principal legitimación del derecho penal, las ideas
de proporcionalidad e igualdad ante la ley estarían en problemas.
En principio, las necesidades de las víctimas son insaciables y la
pregunta acerca de lo que debe sucederie al acusado no puede
quedar sujeta a las diferentes reacciones al respecto. Semejante
conclusión conduciría a que las personas halladas culpables de
delitos similares pudieran terminar recibiendo sentencias muy
diferentes. El sufrimiento humano no tiene límite, precisamente,
porque es una cuestión emocional. Si quieren establecerse lími
tes racionales al sufrimiento experimentado subjetivamente, los
estándares normativos deben exceder la perspectiva de la vícti­
ma. La "victimalización" de la justicia penal no da respuesta a
ninguna de estas cuestiones axiológicas.

II. LA EMANCIPACIÓN y EL "VICTIMISMO"

Parte del movimiento de mujeres lanzó campañas a favor de


la penalización de la violación dentro del matrimonio, la porno­
grafía (violenta) , la búsqueda de prostitutas desde el auto y otras
conductas por el estilo. Por ello, el criminólogo crítico Sebastian
Scheerer ( 1986b) las llamó "empresarias morales atípicas". En
forma opuesta a los empresarios morales clásicos, defendían la
356 RENÉ VAN SWAANINGEN

criminalización para desafiar los valores convencionales. Esta


presión para lograr la censura social de delitos contra las mu­
jeres -hasta el momento escasamente reconocidos- resulta bas­
tante comprensible. El hecho de que parte del movimiento de
mujeres pueda "no haber entendido cabalmente la diferencia en­
tre la humillación restaurativa y la estigmatización" (Braithwai­
te 199 5 : 295) parece obedecer, principalmente, a que la sociedad
le atribuye un rol central a la justicia penal en lo que respecta
al establecimiento de normas.
Sin embargo, el derecho penal no ha sido un asunto de impor­
tancia central para los movimientos feministas europeos. Los
principales temas que trataron fueron el control de la natalidad
y el aborto, el empleo y el cuidado de los niños, las estructuras
familiares tradicionales y los diseños de roles, etc. Así, tuvieron
mayor centralidad que los reclamos de criminalización, las re­
. ferencias al derecho de familia, al derecho laboral , al derecho
de la seguridad social, al derecho constitucional en sus disposi­
ciones antid,iscriminatorias y los pedidos de intervención social
temprana, para evitar la escalada de conflictos. Las feministas
tenían razones bastante concretas para oponerse al modo en
que los funcionarios de la justicia penal habían tomado "en se­
rio" los reclamos feministas. La forma real en la que se diseñó la
atención a la víctima olvidó el significado inicialmente feminista
y, por cierto, cualquier otro sentido crítico del poder. Las vícti­
mas que se resisten a ser objeto de lástima (mujeres que no quie­
ren ser etiquetadas como "débiles"), que sostienen la existencia
de causas más estructurales de victimización (la violación como
consecuencia última de la hegemonía masculina) o que llevan
una vida "sospechosa" (mujeres solteras que salen solas de no­
che) no pueden esperar mucha compasión. Si se quiere obtener
"beneficio" de la propia victimización, es necesario presentarse
como la víctima ideal, es decir: inocente, vulnerable, indefensa,
pasiva y dócil. Esta asunción de rol es denominada "victimismo".
Salirse de este rol, bien por ser demasiado activa, apasionada u
obstinada, alienta sospechas sobre la credibilidad de su testi­
monio (Verrijn Stuart 1994). Este cambio victimológico en el dis­
curso del derecho penal parece estar inspirado, principalmente,
por el interés político de encontrar una nueva legitimación para
la justicia penal, ahora que la creencia en sus capacidades para
solucionar conflictos o controlar el delito se ha debilitado.
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 357

Por otra parte, la víctima también ha sido utilizada como u na


nueva legitimación de las intervenciones de los trabajadores so­
ciales, más que constituir servicios para las victimas. ¿Estarán
tan felices las feministas con la profesionalización de la asisten­
cia a la víctima que se originó en el trabajo voluntario feminista?
Tanto el trabajo social tradicional como la lógica penal están
basados en la lógica "usted tiene un problema, yo estoy educado
profesionalmente para resolver problemas, por lo tanto usted
depende de mí si quiere superar su problema". El análisis del
profesionalismo creador de dependencia en el proceso de moder­
nización se dio a conocer con amplitud en los trabajos de Michel
Foucault o Ivan Illich. Los sistemas cobran vida propia, los inte­
reses de mercado y las estrategias de legitimación de los traba­
jadores sociales y los abogados generan una dinámica interna
y, al final, ya no importa si uno está vendiendo jabón, justicia
o asistencia: los profesionales necesitan clientes para satisfacer
sus necesidades, más de lo que los clientes necesitan de los pro­
fesionales. El último eslabón de la ca.dena del victimismo se da
cuando la propia identidad de la gente deriva del reconocimien­
to profesional de su sufrimiento. Si queremos considerar a las
muj eres personas corporalmente capaces, que pueden defender
sus propios derechos, parece más apropiado concentrarse en la
liberación, más que en la creación de dependencias.
En la década del 80, muchas feministas europeas se pronun­
ciaron en contra de la identificación de las mujeres con las vic­
timas. La focalización _de las mujeres como victimas refuerza la
imagen pasiva y débil de las mujeres, que necesitarían la ayuda
del hombre -más fuerte- para su emancipación. Por esta razón, y
dado que los casos judiciales reales marcan una serie de aparien­
cias engañosas, las académicas feministas consideran al derecho
penal como un aliado.del que se debe desconfiar en la lucha para
la emancipación (por ejemplo, Pitch 1990; uit Beijerse y Kool 1990;
Bodelón 1993; Verrijn Stuart 1994; Larrauri 2007). Alisan Young
y Peter Rush (1994: 169) sostienen que los realistas de izquierda
ignoraron esta crítica y que usaron a la "víctima ideal" de un
modo unidimensional y retórico, incluyendo su visión específica y
sus necesidades en sus políticas de ley y orden. Por estas razones,
cierto número de feministas simpatizan más con la perspectiva
abolicionista: el derecho penal está diseñado por valores mascu­
358 RENÉ VAN SwAAN INGEN

linos como la violencia y la opresión, y para representar la voz


femenina debe adoptarse un abordaje más participativo. Sin em­
bargo, su relación con el abolicionismo ha sido tan problemática
como con el realismo. La desconfianza abolicionista respecto de
la justicia penal puede estar justificada y los valores feministas
mejor representados, pero se les presta escasa atención a necesi­
dades más prácticas de las mujeres. Antes de ingresar en la fase
de los valores feministas posmodernos, sería realista permitirles
primero a las mujeres compartir su modernidad (Smaus 1989).
Ahora que se prestó atención a la victimización, debe darse un
paso más allá de la mera reiteración de indignación moral. Con
respecto a la pregunta ¿qué debe hacerse?", deberíamos poner
énfasis en la victimización secundaria, producida por la coer­
ción penal (al infligir un sufrimiento extra, por ejemplo, durante
el proceso de producción de la prueba). La intervención penal
también resulta dolorosa para la víctima. Así, ciertas emociones
que se habían puesto cuidadosamente de lado, son nuevamente
reactivadas,_ a la par que sólo se ofrecen pobres remedios -o nin­
guno- a los problemas más básicos: recuperar la dignidad, lograr
un entendimiento satisfactorio de lo que pasó para recuperar la
paz mental y, posiblemente, cierta reparación. Es una pregunta
importante y abierta si siempre resulta prudente aconsejarles a
· las víctimas denunciar a la policía hechos emocionalmente do­
lorosos. En muchos casos, sería mej or ocuparse de que se pro­
duzca una adecuada recepción, independientemente de lo que
deba pasarle al agresor. Al momento de tomar esta decisión, la
víctima debería recibir información completa y honesta sobre lo
que puede esperar en caso de instar la acción penal. La cuestión
central es cómo puede tomarse seriamente a las víctimas, tenien­
do en cuenta su posición estructuralmente débil, sin quebrar las
garantías legales del acusado. La preocupación por las víctimas
debería, ·en conclusión, llevar a la consideración de u n procedí- '
miento independiente liderado por los intereses de las víctimas,
antes que a contestar la pregunta de lo que debería pasar con el
agresor. Retomaremos este punto en los próximos párrafos.

JII. EL VALOR SOCIOLÓGICO DE LAS GARANTIAS LEGALES

En el Capítulo VII vimos que los grupos de presión europeos


adoptaron de manera creciente una política de derechos. Lo
EL D ERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 359

mismo se aplica a otros movimientos sociales de finales de la


década del 80, como el movimiento de mujeres, el movimiento
ambientalista, el movimiento pacifista y el de los okupas. Por
otra parte, mientras numerosos criminólogos críticos se sumie­
ron en la resignación neopositivista, la crítica normativa de las
visiones instrumental y actuaria] de la coerción penal es asu­
mida por los juristas. Este contexto torna particularmente apro­
piadas algunas reflexiones más profundas sobre la perspectiva,
principalmente sudeuropea, del "garantismo legal".
El garantismo es, sustancialmente, una teoría política del de­
recho, en la que resulta central la noción de que el Estado de Dere­
cho tiene una función de crítica al poder y no debe estar sujeto a la
conveniencia política. En el Capítulo VI vimos cómo, a principios
de la década del 70, Antonie Peters desarrolló un garantismo so­
ciológico como contraparadigma respecto del funcionalismo legal
dominante en Holanda. En el Capítulo V, vimos cómo surgió u n
garantismo estrictamente penal e n e l contexto italiano de finales
de la década del 70, dominado por la ·inestabilidad democrática.
En ese sentido, se consideraba u na defensa central contra las ten­
dencias autocráticas del Estado a gobernar mediante decretos y
leyes de emergencia, la ley escrita basada en la constitución, la
que recibió principal atención. Las revaloraciones criminológicas
del concepto de delito o las ideas de justicia informal fueron recha­
zadas, dado que su carácter flexible abría la puerta a la arbitrarie­
dad estatal. Por lo tanto, los garantistas penales se ciñeron a una
definición legal estricta del delito y a procedimientos igualmente
estrictos y formales. En consonancia con el postulado clásico del
derecho penal, la función de las garantías legales es: 1) proteger
al ciudadano individual de la intervención estatal arbitraria; 2)
asegurar que la víctima sea resarcida · (mediante la reparación o
la retribución) de los daños, y 3) proteger al acusado de la retribu­
ción personal de la víctima o de la sociedad.
En la magnum opus del garantismo italiano, Diritto e Ragione
(Derecho y Razón), Luigi Ferrajoli ( 1989) discrepa del frecuente­
mente celebrado pragmatismo noreuropeo. Según Ferrajoli, el
pragmatismo jurídico halla su origen en el utilitarismo econó­
mico liberal. Las conductas que se consideran peligrosas para
la sociedad son, principalmente, aquellas que constituyen una
amenaza para la hegemonía burguesa. La defensa social es la
360 RENÉ VAN SWAANINGEN

respuesta lógica ·a eso. Ferrajoli no discute las consideraciones


pragmáticas como tales, sino que remarca que deben estar pre­
cedidas por y dirigidas a una orientación normativa explícita.
El pragmatismo como tal es una caja vacía: puede conducirnos
a cualquier parte y, por lo tanto, no puede constituir un fin en
sí mismo. El autor distingue dos formas principales que puede
adoptar esta primacía: puede llevar a una maximización de la
utilidad para las masas, conduciendo a garantías mínimas para
unos pocos, pero también al mínimo sufrimiento de los menos,
con un máximo de garantías contra las masas. La primera op­
ción es el funcionalismo dominante de las ideologías de la de­
fensa social, mientras que la última estaría más a tono con la
idea de Beccaria y Bentham de la mayor felicidad para el mayor
número, que adoptan los garantistas.
Dario Melossi (199 l a) advirtió que, al abrazar el garantismo
penal, se corría el riesgo de "volver a caer en la vieja trampa del
jurista naif", porque los problemas socio-políticos se individuali­
zan y los conflictos políticos se reducen a conflictos entre el Es­
tado y el individuo. Más aún, resultaba dudoso si el instrumen­
talismo jurídico, (contra el que los garantistas apuntaban sus
flechas), era verdaderamente tan efectivo en la práctica. No sólo
los garantistas, sino numerosos criminólogos críticos se subordi­
naron también al mito de un sistema de justicia penal eficiente.
Avanzando un paso más, Melossi sostuvo que el garantismo no
sigue su propia senda, sino que constituye sólo una polémica en
el sendero marcado por el legislador y por los administradores de
justicia. Otros académicos italianos también han criticado las
tendencias positivistas jurídicas del garantismo penal de Ferra­
joli. (Gianformaggio 1993). A pesar de que una postura positi­
vista parecía inconciliable con el modelo del conflicto social del
garantismo, en el que el derecho es visto como un medio para
proteger a las clases menos favorecidas de las leyes del mercado,
el positivismo jurídico específico no es sólo corto de vista en tér­
minos políticos, como Melossi (199 1a) parece sugerir: toda visión
interna del sistema encarna, por ejemplo, el valor político de que
el derecho ofrece protección, justamente, porque no puede estar
sujeto al funcionalismo político. Las advertencias de Ferrajoli en
contra del pragmatismo jurídico son especialmente apropiadas
en relación a la actual cultura jurídica actuarial.
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 36 1

Como discurso normativo, el garantismo abre la posibilidad


de reflejar una realidad empírica con estándares contrafácti­
cos. Los teóricos jurídicos holandeses René Foqué y August't
Hart (1990: 2 1 5 - 40) criticaron a los sociólogos por su afirmación
de ser capaces de revelar "los hechos" mediante herramientas
metodológicas empíricas, y sus pretensiones de hacer visible y
controlable la realidad y por elevar " lo social" a u na nueva au­
toridad. Al subordinar el derecho a la regularidad de "lo social",
pierde su rol normativo de establecer límites al instrumentalis­
mo. A pesar del hecho de que la crítica teórica de Foqué y 't Hart
se refiere principalmente a la sociología positivista, existen bue­
nas razones para tomar en serio su argumento en favor de un
pensamiento jurídico contrafáctico. "La dimensión contrafáctica
del pensamiento político moderno, y del pensamiento jurídico
en particular, como una condición para facilitar la posibilidad
de la emancipación, sólo puede cumplir esta función si el 'ima­
ginario social' no es monopolizado por la ideología de un código
rígido de interpretación. Debería conducir al reconocimiento de
la posibilidad de lo otro, lo inesperado o lo no previsto aún: lo
utópico" (Foqué y 't Hart 1990: 146) . Cuando el derecho sirve ma­
yormente a propósitos instrumentalistas, pierde, además de su
carácter contrafáctico, también su potencial crítico.
Antonie Peters (1976) advirtió claramente este peligro. Sin
embargo, nunca sostuvo que el derecho podría por esto ser un
mejor modo de interpretación de la realidad, de reconstrucción
de hechos o de anticipar el cambio social. Peters ( 1976) llegó a
describir el derecho como una conciencia falsa debido a: 1) la
preocupación jurídica por problemas relativamente marginales;
2) la despolitización de los conflictos, en la que los asuntos pú­
blicos se reducen a problemas privados; 3) la individualización
de los problemas sociales, mediante la cual las acciones colec­
tivas se frustran; 4) la marginalizad .ón del propio derecho, por
su visión de la sociedad necesariamente desactualizada, y 5)
la cosificación causada por el hecho de que el derecho se ha
transformado en un asunto profesional para juristas, en el que
la participación pública es limitada. Desde la óptica feminista,
se agrega la crítica de 6) la naturaleza de género del derecho y 7)
su aplicación para la reproducción del statu qua, especialmente
en lo que respecta a u na política de igualdad de derechos, en la
362 RENÉ VAN SWAANINGEN

que 8) las garantías para los desvalidos son contrarrestadas por


una movilización más fuerte de los derechos de los poderosos;
así como también 9) las consecuencias socialmente negativas
de la juridización del mundo de la vida real, ejecutada por una
casta profesional de abogados ( Smart 1989). Del trabajo de Mi­
chel Foucault surge que 10) el pensamiento jurídico moderno se
inicia con un antiguo entendimiento del poder, como institución
central a la que u no puede dirigirse "personalmente". Una polí­
tica de derechos puede, más aún, 1 1) ser u na estrategia atrac­
tiva para que grupos subordinados o descalificados obtengan
una posición más igualitaria, pero puede llevar al con servadu­
rismo una vez que estos derechos estén establecidos. En último
lugar, 1 2 ) el proceso de juridización del contacto humano tam­
bién priva a las personas de su propia capacidad de arreglar sus
disputas. Finalmente, conducirá a una cultura más proclive al
reclamo y el litigio, en la que nadie se atreverá a actuar autóno­
mamente por temor a las demandas judiciales.

IV. Los PRINCIPIOS JURÍDICOS y LA CRIMINOLOGÍA CRITICA

En la visión de Stan Cohen (1990 : 2 1), la perspectiva garan­


tista es más ambivalente -aunque también más realista- que
el realismo de izquierda o el abolicionismo. Los garantistas "re­
conocen que la justicia, la legalidad, el Estado de Derecho y los
derechos son símbolos taquigráficos, que representan valores
deseados que ocultan posibilidades utópicas latentes". Cohen
también señaló ( 1994:77) "la posición metateórica acerca de los
derechos formales y la legalidad". Así, el derecho es "un medio
plástico de discurso". En el régimen sudafricano del apartheid,
el derecho había "legalizado la injusticia", por un lado, pero, por
otro, era lo "suficientemente elástico como para permitir limita­
das victorias a los oprimidos. El derecho podía ser un escudo,
si no una espada". El penalista chileno Sergio Politoff ( 1987: 1 67)
sostuvo al respecto: "Yo presencié la destrucción de un Estado
de Derecho democrático por un régimen dictatorial muy de cer­
ca. He l legado a l a conclusión de que los grupos que alguna vez
mostraron un profundo desprecio por la 'legalidad burguesa',
han recuperado ahora el significado de esas garantías legales".
Según Cohen (1994:77), "no puede ofrecer dudas a todo aquel
que participe del movimiento de derechos humanos . . . que el len­
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD. . . 363

guaje de Jos estándares formales universales debe ser defendi­


do". Para ello, se torna necesaria la reflexión sobre el fundamen­
to axiológico del derecho. "A pesar de mi profundo escepticismo
teórico acerca del discurso de la legalidad pura (el modelo apolí­
tico de los derechos civiles), Jo acepto como la única arma 'rea­
lista' para asegurar la responsabilidad moral" (Cohen 1990:29).
Su trabajo posterior sobre el genocidio y las violaciones a Jos de­
rechos humanos demuestra los numerosos defectos del derecho
y de varios tribunales, pero, al menos, constituye un medio para
desafiar la "política de negación" practicada a menudo por los ex
d ictadores y para impedir el olvido.
Con el propósito de desarrollar la contribución del garantismo
a Ja justicia social, John Blad ( 1994) realizó una investigación
sobre estructuras jurídicas alternativas. A sí, concluyó que las
visiones derivadas de la criminología crítica y de los principios
clásicos del derecho penal pueden llevar a un aumento cualita­
tivo de la justicia. Todas las garantías clásicas del derecho penal
continental merecen ser defendidas -legalidad, proporcionali­
dad, subsidiariedad, culpabilidad, hábeas corpus (derecho a la
jurisdicción), nemo tenetur se ipsum prodere (el derecho a no au­
toinculparse) , igualdad ante la ley, ne bis in idem (imposibilidad
de persecución penal múltiple), etc.-. En lo concerniente a su
realización, estos principios deben someterse a comprobación
empírica. D istintas teorías psicoanalíticas, marxistas y de las
subculturas han puesto el concepto jurídico de culpabilidad en
perspectiva y el enfoque del etiquetamiento y otros estudios so­
bre la selectividad han puesto en duda e l principio de igualdad.
Más aún : como estándares contrafácticos es necesario acom­
pañarlos de principios con mayor contenido social, económico y
cultural, así como a los derechos clásicos se les han agregado los
de segunda y tercera generación (sociales y culturales) . Prol?a­
blemente, la agencia judicial también haya llegado a la conclu ­
sión de que los principios jurídicos clásicos resultan insuficien­
tes, ya que, gradualmente, se han ido desarrollando dentro de
la ju risprudencia numerosos principios nuevos, no codificados,
relativos al debido proceso -cuidado, generación de confianza,
j uicio rápido, etc.- (Clerien 1989). Blad ( 1994:371) propuso dar
un paso más y formuló un conjunto adicional de principios "que
pueden ser entendidos como una reacción normativa a la infor­
364 RENÉ VAN SWAANINGEN

mac1on crítica derivada de la investigación desde las ciencias


sociales sobre el fu ncionamiento real de la justicia penal". Sin
embargo, A lessandro Baratta ( 1985) sostuvo que el desarrollo de
escenarios alternativos para la j usticia penal fue la consecuen­
cia de la perspectiva de cambio de la criminología crítica. Blad
comenzó su búsqueda de principios de justicia social adoptando
los principios del derecho penal mínimo de Baratta ( 1 988), que
se hallan informados explícitamente por las percepciones de la
criminología crítica. Estos principios son los de la autonomía
cultural y la diversidad, la primacía de los intereses de la vícti­
ma y la autonomía en relación a la articulación de los problemas
y los conflictos. Así, se propone traducir a un marco normativo
de principios jurídicos ciertas observaciones de la criminología
crítica sobre la racionalidad procesal y la punibilidad .
El famoso artículo de Nils Christie ( 1977: 1) "Conflicts as Pro­
perty" ("Los conflictos como propiedad") ya contenía un modelo
procesal útil, compuesto de cuatro fases. En la primera, se in­
vestigan lo.s hechos (en términos generales, esta fase coincide
con la investigación preliminar llevada a cabo por el "juez de
instrucción" en el derecho penal continental). En la segunda
-mayormente ausente en todos los sistemas de j usticia penal- se
protegen las necesidades e intereses de las víctimas y se inves­
tigan las posibles formas de reparación. En una tercera fase, se
decide el modo en que debe responder el ofensor y se resuelve
si, tras los intentos de reparación, aún es necesario imponer
sanciones adicionales. En la cuarta, se toman en cuenta las ne­
cesidades e intereses del ofensor. Este último principio procesal,
junto con la idea de assensus (asentimiento) de Herman Bianchi
(1985, 1994) -en la que al fiscal se le asigna un rol más cercano
al del mediador, con posibilidades de equilibrar el poder entre
las partes-, podría ser verdaderamente útil. El gran porcentaje
de ofensores con más de una víctima ya acentúa, de por sí, la
necesidad de ocuparse, en primer término, de los intereses de
la víctima, independientemente de la pregunta acerca de qué
debería pasarle al ofensor. Este nuevo orden procesal sería más
adecuado para satisfacer las necesidades de la victima y, por
otra parte, tiene el potencial para exceder el nivel i ndividual y,
al darle forma a la idea del derecho como foro público, facilitaría
ciertas formas de "vergüenza restaurativa". La idea de Willem
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 365

de Haan de la reparación se toma como principio guía en lo


concerniente a la reacción social. Blad (1994:374), consciente de
las limitaciones prácticas de la reparación, afirmó que "lo que
debe repararse, fundamentalmente, es la ruptura activa de las
expectativas normativas". Esta dimensión normativa es la que
d iferencia el modelo de Blad de las ideas abolicionistas tradicio­
nales sobre el arreglo de disputas. Este modelo de negociación
es, de hecho, el aplicado mayormente a casos de delito de cuello
blanco. Dado que el efecto disuasivo del castigo estará relacio­
nado con los lazos que el individuo tenga con la sociedad, se­
ría más probable amenazar a quienes tienen mucho que perder
y adoptar un enfoque integrativo con los más desfavorecidos.
Como estos grupos vulnerables constituyen todavía el grueso
de la clientela de la justicia penal, desde la perspectiva de la
j usticia social resulta más urgente cambiar -precisamente allí­
la lógica del castigo. Así, los procedimientos legales deberían,
primero y principalmente, facilitar y regular un discurso de la
reparación y la reintegración libre de poder. Estas nociones de­
berían conducir al reclamo de u n lugar más preeminente para
los elementos narrativos del derecho.

V. LAS NARRATIVAS, EL D ERECHO FEMINISTA Y LA JUSTICIA PART!CIPATNA

Tamar Pitch (1990: 176) sostuvo que el pensamiento normativo


sobre el derecho comienza al atribuirle valor a · las experiencias
personales. Michel Foucault afirmó (respecto a los presos) que el
hablar en representación de alguien, le quitaba a esa persona la
mayor parte de su dignidad. La atribución de mayor espacio a las
narrativas personales como elementos constitutivos del derecho
conduce a un modelo más participativo de justicia. La cuestión
que se plantea es cómo puede facilitarse esto sin perder de vista los
elementos protectores del derecho. Teniendo en cuenta el limitado
número de casos que realmente llegan a los tribunales, resulta
aún más evidente que incluir en el derecho narrativas personales,
no discursivas, no ofrece "la" respuesta al delito ni a las necesida­
des concretas de las víctimas, sino que constituye, principalmente,
una reevaluación del rol sociológico del derecho en el proceso de
afirmación de la norma. La forma en la que se tratan los conflictos
cumple un rol ejemplificador en el establecimiento de un conjunto
pluriforme de puntos de orientación morales, que reemplazan a
366 RENÉ VAN SWAANINGEN

la consciencia colectiva homogénea de Durkheim. Desde un estilo


argumentativo foucaultiano, las narrativas personales hacen del
derecho una estructura menos discursiva; lo adaptan a la micro­
fisica del poder y visualizan el conocimiento descalificado. La fun­
ción de un sistema legal así informado por narrativas es otorgar
un significado público a las realidades vividas subjetivamente. Su
carácter no discursivo confronta con los distintos discursos profe­
sionales y científicos de la verdad (producidos por el gerencialismo
penal), mientras que la noción plural de las narrativas contrarres­
ta los modelos de consenso hegemónicos (como el de la "moralidad
homogeneizada" de la justicia actuaria!).
Dado que el derecho corporiza valores políticos importantes,
debe promoverse un debate axiológico. En tanto los valores jurí­
dicos sustanciales no son u nívocos, el derecho no es -desde la
perspectiva feminista- simplemente una herramienta útil, sino
también un instrumento de cambio bastante problemático. El de­
recho refleja también las relaciones de poder hegemónicas, en el
derecho laboral, de familia y penal. Por lo tanto, no puede adop­
tarse una política de derechos sin enfrentar problemas: primero,
debe reconstruirse. Es preciso darles lugar a las diferentes histo­
rias que reflejan las realidades vividas por las mujeres. Barbara
Hudson (2003), en su libro Justice in the risk society (La justicia
en la sociedad de riesgo), hace hincapié en la necesidad de que el
Derecho le haga justicia a la diversidad y, al mismo tiempo, argu­
menta a favor de una idea más colectiva, comunitaria, de "dere­
chos". Si el derecho permanece focalizado en estándares preten­
didamente "universales" y en los derechos individuales, no será
capaz de desafiar las tendencias actuariales que enfrentamos.
Las feministas fueron precursoras en proponer debates fun­
damentales acerca del concepto de derechos y justicia, especial­
mente en relación al problema de derechos iguales y especiales
para las mujeres. Las feministas no sólo pusieron en duda el
contenido y la forma del derecho, sino su lugar en la sociedad,
como parte de la microfísica del poder para definir la verdad y el
conocimiento. Carol Smart ( 1 9 89 : 138) so stuvo que es "casi tan
dificil estar en contra de los derechos como estar en contra de
la virtud". El hecho de que "los derechos de las mujeres puedan
ser contrarrestados por lo s derechos de los grupos dominantes,
probablemente más fuertes", no l leva a Smart a rechazar la idea
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 367

de los derechos. "Los derechos . . . son descriptos como una pro ­


tección de los débiles contra los fuertes o del individuo frente al
Estado. Independientemente de lo (poco) efectivos que sean para
lograr tal protección , prácticamente no h ay duda de que una
reducción de derechos se equipara a la pérdida de poder o pro­
tección" (Smart 1989 : 143). En especial, la noción de " igualdad"
de derechos ha sido desechada por ser acrítica de los conceptos
-con tendencia de género- de igualdad y de derechos. La in­
clusión de la cuestión del poder reintrodujo la idea de igualdad
de derechos en la agenda feminista. El reclamo de igualdad de
derechos se interpreta ahora como u n medio para eliminar di­
ferencias de poder estructurales entre hombres y mujeres: aún
son las mujeres quienes se ocupan, principalmente, de tareas
de cuidado no remuneradas. Por lo tanto, la idea de igualdad de
derechos sólo se vuelve interesante si se armonizan las diferen­
cias biológicas y culturales en los modelos de vida y de trabajo
entre hombres y mujeres (Wentholt 1 9 9 1 ) .
Sin embargo, e l problema d e e sta .política es que las muje­
res son implícitamente retratadas como personas que necesitan
asistencia extra. Dado que el "victi m ismo" refuerza las relacio­
nes de dependencia, las feministas no pueden limitarse exclusi­
vamente a cambios legales o la acción afirmativa. Por lo tanto,
el derecho tiene que estar contenido en u n a ética del cu idado
más abarcadora, para limitar el riesgo de llevar a la discrimina­
ción de las mujeres. Este reconocimiento nos l leva a la filosofía
feminista del sujeto. Un punto central e s , al respecto, la idea de
que en el establecimiento del discurso moral hegemónico, los
valores como el cuidado y la empatía son delegados a la e sfera
privada y, por lo tanto, excluidos de la ética pública o política.
E sta ú ltima se encuentra dominada por nocione s abstrac tas Y
"masculinas" como "derechos", "deberes" y "re speto". Así, exclu­
ye nociones más subjetivas, "femeninas", determinadas contex­
tualmente, de cuidado y empatía. El predomi n io de los enfoques
abstractos sobre los derechos produce una moralidad dirigida
a un "otro" generalizado, mientras que un e nfoque fem i n ista se
dirige a "otro" concreto (Galenkamp 1 9 9 3 : 3 0 2 ) .
Según Tamar Pitch ( 1990 : 1 8 8 - 9 1 ) , l a s m ujere s no e speran
sólo lástima, sino el reconocimiento como personas completas,
no como seres parciales: una víctima, un m enor, u n enfermo
368 RENÉ VAN SWAANINGEN

mental. Por lo tanto, defiende una política de la diferencia como


estrategia social para el movimiento italiano de mujeres, con
una política de soberanía como contraparte jurídica. El postu­
lado jurídico pretende la uniformidad de reglas y casi no se re­
flejan las diferencias. "La diferencia sólo puede ser problemática
para la teoría jurídica. La existencia de las reglas depende de
que haya clases de casos a los que se les apliquen esas reglas:
el discurso jurídico debe deconstruirse para que las instancias
individuales puedan ser subsumidas dentro de categorías gene­
rales" (Hudson 1993: 194). Entonces -según Pitch-, podría es­
tablecerse mejor una política de derechos feminista dentro del
marco de la racionalidad procedimental, que en una lucha por
valores sustanciales. De este modo, las normas no se declaran
de antemano, sino que son establecidas a través del procedi­
miento. Con esta orientación procesal, los prejuicios de clase,
género y etnia, así como también las contradicciones de intere­
ses y valores son sometidos al debate público. D entro del enfo­
que penal, son homogeneizados por la ficción de que los "diez
mandamientos" del derecho penal sustantivo son inequívocos,
de que todos tienen los mismos intereses y comparten los mis­
mos valores y que un abordaje técnico formal es la mejor forma
de solucionar los problemas. Estos axiomas hacen del derecho
una ideología (Kerruish 1991). En un debate normativo proce­
salmente garantizado, se torna más evidente con cuáles normas
están más comprometidas las personas, y cuáles no son para
nada u nívocas. E sta claridad respeta el pluralismo normativo y,
por lo tanto, se adecua mejor a la sociedad actual que el modelo
penal del consenso no declarado. Por ello, un sistema jurídico
narrativo resulta, actualmente, más adecuado para cumplir el
rol simbólico de la justicia penal como afirmación de la norma.
El rol sociológico del derecho deja de ser el control de un consen­
so presupuesto para transformarse en el gerenciamiento proce­
salmente garantizado del disenso.
Esta orientación incluye la sustitución del enfoque en la le­
galidad formal (el postulado sistémico-interno de Luhmann de
la autorreproducción legal) por el de la legitimidad sustancial
de las normas procesales. Jürgen Habermas utiliza este último
concepto para argumentar en contra de la desconexión de las
reglas procesales con su fundamento axiológico, como propone
EL D ERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 369

Niklas Luhmann. En el párrafo sobre el neoabolicionismo ya


señalamos la relevancia de la obra de Habermas en este sentido.
En su trabajo Tanner lectures on human values (1988), este au­
tor realiza u na distinción entre el derecho como institución, que
constituye un puente entre el mundo real y los diferentes siste­
mas sociales mediante la institucionalización de una racionali­
dad moral -práctica- y el derecho como medio, que, en realidad,
produce y legitima las bases morales de los diferentes sistemas
sociales y, por lo tanto, coloniza el mundo real. Según Habermas,
la legitimación del derecho no puede garantizarse solamente a
través de una lógica procesal formal, pero el aspecto procesal
es un medio importante para racionalizar e institucionalizar el
discurso jurídico. Sin reglas o costumbres procesales no puede
siquiera hablarse de algún tipo de legalidad sustancial, dado
que no se puede percibir el mundo real sin sistemas. La legiti­
mación estrictamente formal del derecho conlleva el riesgo de
erosionar los presupuestos axiológicos del derecho sustantivo y
la coerción penal. Entonces, las noc ones de "comportamiento
decente" se vinculan ú nicamente a la norma: "¿está de acuerdo
con el derecho?" y, por lo tanto, el Derecho se transforma en un
medio de colonización , en e l cual e l compromiso personal con
las cuestiones normativas se vuelve irrelevante y se ignoran los
reclamos comunicativos de la vida real. En este sentido, la obra
citada de Habermas { 1988) desarrolla su anterior crítica del ins­
trumentalismo {legal) {Habermas 1 9 8 1 ) , y sirve como preludio de
los conceptos alternativos del derecho.
La utilización de elementos narrativos (que quedan fuera
de lo que Foucault llama "el régimen profesional de la verdad")
contrarresta la idea implícita de que el lenguaje sería neutral.
Para constituir una visión del derecho desde abajo, debe ree­
valuarse el estatus epistemológico de los diferentes regímenes
de la verdad y el conocimiento {jurídico, psiquiátrico, personal) .
Los filósofos del sujeto feministas sostienen, en este sentido, que
los conceptos profesionales con tendencia de género como los
derechos formales y el establecimiento de una verdad objetiva
{conforme a los estándares jurídicos) deben ser reemplazados
por una búsqueda consciente de soluciones realizables. Por ello,
esta filosofía nos conduce a una conceptualización diferente de
Jos valores, Jos procedimientos y las sanciones penales. La justi­
370 RENÉ VAN SWAANINGEN

cia feminista requeriría u n abordaje de cuidado, comprometido,


cooperativo y creativo, orientado hacia un otro concreto. En una
publicación anterior, propuse un inventario de visiones alterna­
tivas, feministas, de la ju sticia y la punibilidad (van Swaaningen
1989); muchas de ellas están basadas en la metáfora de la mas­
culinidad y la femineidad en el derecho -de Luce I rigaray- como
la mecánica de lo estático versus la mecánica de lo fluido. Pen­
sar en esquemas estrictos, que deban ser seguidos (lo estático),
se considera la encarnación de los valores masculinos. D esde
el enfoque feminista, las estrategias se adaptan continuamente
a circunstancias cambiantes (lo fluido). El proceso penal está
plagado de condiciones estáticas de necesidad. El derecho femi­
nista contrarresta estas características masculinas del Derecho
penal y, por otra parte, la crítica feminista muestra paralelos
con las visiones abolicionistas de la justicia. Los principios del
cambio permanente y recíproco (Mathiesen), del asentimiento
(Bianchi) y de la reparación (de Haan), el enfoque de abajo hacia
arriba del cqntrol social en el mundo real (Hulsman) o el de la
reducción del dolor (Christie) se reflejan en el Derecho feminista
(van Swaaningen 1989:297-8).
Este enfoque tiene, por su parte, variadas consecuencias en
la idea de la punibilidad. Las feministas han delineado valores
alternativos contrafácticos, basados en la ética del cuidado más
que en la lógica primaria del castigo. Sin embargo, la relación
entre los valores feministas y la cuestión penal es compleja. El
análisis feminista del trato que reciben las mujeres delincuentes
difiere sustancialmente de las ideas de lo que debería ser una
adecuada reacción frente a los violadores de mujeres. Desafor­
tunadamente, Adrian Howe (1994) no aborda este problema en
su análisis feminista de la punibilidad. Por lo tanto, no formula
una visión feminista autónoma de las sanciones y se limita a
una crítica feminista del tema. Por otra parte, sostiene que las
medidas punitivas son resultado lógico de los procesos coerciti­
vos y de las formas de socialización. La construcción de roles de
las mujeres tiene lugar a lo largo del proceso de normalización ,
mediante metáforas masculinas, militares. Sobre las huellas
de Foucault, analiza el modo en que el encarcelamiento de las
mujeres, en especial, tiende a la creación de cuerpos dóciles.
El libro nada dice sobre lo que debe hacerse al respecto. El in­
EL D ERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 37 1

trigante hecho de que haya muy pocas mujeres encarceladas


en todo el mundo podría llevar a la hipótesis de que los valores
femeninos detienen el delito.
La criminóloga feminista noruega Liv Finstad ( 1990) aborda
la temática de la posibilidad de defender la decarcerización de
los agresores sexuales desde la perspectiva feminista. Así, en los
casos extremos utilizados para demostrar la imposibilidad de
otras reacciones más allá de la retribución y la incapacitación,
propone el desarrollo de una "re-ritualización" menos punitiva
del modo en que una victima tiene que sobrellevar su sentimien­
to de venganza, el dolor y las heridas como el paso más impor­
tante en este sentido. La postura de Thamar Pitch ( 19 9 0 : 1 82 -3)
acerca de la legislación italiana sobre violación parece señalar
el mismo rumbo: dado que la violación debe ser respondida le­
galmente "al menos por su valor simbólico", y dado que la le­
gislación sobre sexualidad es "un acto de censura más que un
acto de o para l a libertad" -que, además, deriva de la hegemonía
masculina sobre la cultura jurídica-:- "podemos concluir que . . .
estaríamos mejor con un derecho tan light como fuera posible . . .
Cuando menos detallado sea el Derecho, mejor. Cuanto más es­
pacio deje para las iniciativas de las mujeres, mejor, incluyendo,
obviamente, la facultad de la víctima de iniciar el proceso, en
todos los casos. Este enfoque se ajusta bastante bien al nuevo
orden procesal delineado anteriormente.
El próximo problema lo con stituye decidir qué debería ha­
cerse con el agresor (terapia, educación, intentos de reparación,
ceremonia reintegrativa de avergonzamiento). Esta pregunta no
debería impedir ocuparse en primer lugar del cuidado de la víc­
tima y de la defensa de sus intereses.

VI . ¿Los DERECHOS HUMANOS COMO UNA ÉTICA POSMODERNA?

Junto al aumento de la participación de la gente en la forma­


ción de normas sociales, la protección del ciudadano del (de los
abusos del) Estado constituye otro elemento crucial de la justicia
social. Este elemento de garantismo define la calidad democráti­
ca de un sistema juridico. La protección de los derechos huma­
nos conforma la prueba más poderosa de ello. Los garantistas
h a n desarrollado lo s valores políticos sustanciales del Estado
de Derecho, y una vez que estos valores son codificados, se des­
372 RENE VAN SWAANINGEN

lindan los campos del derecho y la moral y el enfoque se vuelve


interno a la disciplina jurídica. Sin embargo, en el mundo occi­
dental los derechos humanos son vistos como una relación indi­
soluble entre el derecho y la moral. Los tratados sobre derechos
humanos son, en consecuencia, considerados como una moral
codificada, y por lo tanto, un punto cercano a la idea del derecho
Natural. En la arena política, la violación de los derechos hu­
manos es utilizada como legitimación de la intervención militar.
Estas intervenciones son más probables cuando los argumentos
económicos son acompañados de indignación moral. A la luz de
las innumerables atrocidades que hemos enfrentado a lo largo
del siglo XX, comenzando por el genocidio armenio, el Holocausto
judío en el medio, y las diferentes dictaduras latinoamericanas,
así como también las masacres de Yugoslavia y Rwanda al final,
sólo dejan escribir con profunda incomodidad algunas líneas so­
bre la defensa de los derechos humanos en el mundo occidental.
En analogía con la visión sartreana del proceso de descoloniza­
ción, puede decirse que esta situación constituye el strip-tease del
humanismo europeo, del que tanto se ha hablado. Sin embargo,
aún así. . . el respeto por los derechos humanos es también uno de
los escasos estándares morales que no ha perdido su significado,
tras la declinación de otras grandes narrativas.
Los grupos de presión, como Amnistía Internacional, utili­
zan los derechos humanos como un medio para avergonzar a
los gobiernos que no los respetan. La organización State Watch
observa críticamente las tendencias "totalitarias" en la " Fortale­
za Europa" respecto del tratamiento de la gente proveniente de
los llamados " terceros países", la presión de la extrema derecha
sobre la política nacional o la amenaza de un control policial
profundamente intervencionista, no democrático, basado en la
lucha contra el terrorismo y la droga. El Comité .del Consejo de
Europa para la Prevención de la Tortura y otros Tratos Crue­
les, Inhumanos o Degradantes, se ha hecho conocer por sus
descripciones críticas de varios sistemas carcelarios europeos.
Esto es muy importante, porque demuestra que las violaciones
a los derechos humanos no son algo que sólo puede suceder
en ciertos países primitivos, dictatoriales, no desarrollados, le­
jos de nuestros hogares civilizados, sino que puede pro ducirse
también en Europa occidental. "Es muy fácil señalar los abusos
EL D ERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 373

y atrocidades en otros países, pero esta crítica sólo pone de ma­


nifiesto ceguera moral e hipocresía, si no incluye las prácticas
inhumanas dentro de los propios márgenes y si uno no advierte
cómo la injusticia en cualquier otra parte se relaciona con la
injusticia que se comete aquí. La condición real de los derechos
humanos sólo puede volverse clara si miramos esos derechos
a la luz de las grandes causas estructurales de la injusticia y
la negación de la dignidad humana" (Peters 1983a:307). Por lo
tanto, el discurso de los derechos humanos sirve a dos propósi­
tos: relaciona "nuestros" problemas con los problemas globales
y controla nuestros sistemas jurídicos.
Los derechos humanos son parte de nociones más amplias
sobre la dignidad humana. Si bien sus violaciones deberían es­
tar siempre relacionadas con el estándar general de vida, este
principio se aplica a todas las situaciones: si uno trata a otras
personas como si fueran de una especie inferior, uno se rebaja a
sí mismo e incita también a los demás a rebajar sus estándares
morales. Esto se corresponde con la -represión brutal en las dic­
taduras militares, pero también con las matanzas judicialmente
legitimadas en un creciente número de Estados de la así llamada
"tierra de la libertad". El gobierno de Alabama parece estar tan
orgulloso de su historia de esclavitud, que ha vuelto a introducir
las cadenas en u na de sus cárceles. La tremenda humillación de
los detenidos iraquíes a disposición del gobierno norteamericano
en la infame prisión de Abu Graib es u na nueva reducción abso­
luta del estado de "nuestra" civilización. É stas no son "simples"
circunstancias extremas. No obstante que el grado de compor­
tamientos estatales vergonzosos difiere mucho, la creación de
cárceles de extrema seguridad en numerosos Estados europeos
"civilizados", donde los internos son privados de contactos hu­
manos básicos, marca un movimiento de retrogradación similar
en el proceso de civilización: la implícita falta de respeto por la
dignidad humana, la lógica instrumental de la defensa social y
los modos sistemáticos, distantes e insensibles de implementa­
ción, son iguales. El desconocimiento de la dignidad humana
generalmente encuentra motivación en el argumento de que los
remedios blandos no dan resultado. El abordaje de los derechos
humanos lleva a la conclusión de que semejante primacía prag­
mática no puede ser la principal consideración en un Estado
374 RENÉ VAN SWAANINGEN

social de Derecho. La "credibilidad" ampliamente publicitada del


sistema de justicia penal tiene que cumplir, ante todo, con la re­
ciprocidad de los modales decentes. El "capital moral" necesario
para condenar el delito debe reflejarse en los estándares morales
que se aplican en la coerción penal (Liseenberg, 1989).
La defensa de los derechos humanos ha sido parte de la em­
presa de la criminología critica desde su surgimiento. Herman
y Julia Schwendinger ( 1975) sostuvieron que la violación de los
derechos humanos debía ser el punto de partida para la rede­
finición del delito dentro de la justicia social. Ellos pretendían
que el derecho fuera el guardián de los derechos humanos. Éste
es un interesante ejercicio de pensamiento contrafáctico, pero
el verdadero propósito de considerar las violaciones de los de­
rechos humanos como delitos no aparece claro. En el curso de
las décadas pasadas, varios autores se plantearon profundos
interrogantes sobre las expectativas de los Schwendinger res­
pecto de la defensa penal de los derechos humanos. Los críticos
señalaron la relación contradictoria que media entre la historia
y la práctica específicas del derecho penal y un redirecciona­
miento tan radical del concepto de delito. Las violaciones más
flagrantes de los derechos humanos, o la complicidad con estas
prácticas, permanecerán fuera del alcance de la justicia penal,
también porque los intereses económicos detrás de la tolerancia
de estas violaciones son más fuertes que las cuestiones de mo­
ralidad. La vasta provisión de tecnología militar a los paises con
gobiernos dictatoriales constituye un claro ejemplo de ello.
Alessandro Baratta conectó estas ideas sobre los derechos
humarios en las sociedades occidentales con la teoría de la vio­
lencia estructural de Johan Galtung, según la cual numerosos
delitos de los poderosos son, también, casos típicos de violencia
estructural. Esto significa que, precisamente porque reflejan la
moralidad hegemónica, son opresivos con quienes están en una
posición estructuralmente débil. Baratta desarrolló la postura
de los Schwendinger, pero dejó planteadas su s dudas respecto
de la posibilidad de garantizar los derechos humanos dentro del
sistema de justicia penal. La política de los derechos humanos
en los juicios penales demuestra una aguda confrontación entre
su aspecto protectivo y el instrumental. Dado que el respeto por
los derechos humanos encarna un valor político central del Es­
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 37 5

tado de Derecho, no sólo deberían ser objeto de protección penal


sino que, además, el grado hasta el cual el Estado puede infrin­
girlos constituye la piedra de toque normativa de la intervención
penal legítima (Baratta 1988:536). Esta última perspectiva es la
principal línea de pensamiento adoptada por los criminólogos
críticos en la actualidad.
El discurso de los derechos humanos formula la pregunta
"¿estás sufriendo?" de un modo más profundo y mucho más es­
tructural que la "victimalización de la moralidad" propuesta por
Boutellier. Estos derechos también nos informan de que no toda
intervención "efectiva" es legítima. Algunos criminólogos críticos,
como Stan Cohen ( 1993:200 1 ) y Wayne Morrison (2006), se ba­
saron frecuentemente en los derechos humanos en las últimas
décadas. En la actualidad, se ha avanzado en ese sentido: como
consecuencia del aumento de la atención de los investigadores a
temas como el tráfico de personas y otros "delitos internaciona­
les", los criminólogos comenzaron a trabajar en las violaciones
de los derechos humanos, a tal pu nto que sólo el listado de in­
vestigaciones empíricas ocupa varias páginas. La página web de
un grupo de trabajo internacional de académicos -"Criminología
Supranacional"- que investigan el genocidio y las violaciones de
los derechos humanos ofrece un panorama tan elaborado que
merece destacarse aquí: www.supranationalcriminology.org.
Además de las razones políticas y empírico-científicas, tam­
bién existe una razón teórica para comprometerse con los dere­
chos humanos, ya que aún tienen una importancia neurálgica,
lo que no sucede con muchos otros valores sociales. Por otro
lado, "ofenden la preferencia posmoderna por la pluralidad, la
contingencia y la diferencia", porque todavía pretenden expresar
un estándar normativo significativo y bastante universal (Spar­
ks 1994). Sin embargo, Zygmunt Bauman ( 1995:253) interpreta
los derechos humanos en la sintonía de las visiones posmoder­
nas del pluralismo. " El pluralismo cultural como condición per­
manente de la humanidad" llevaría a u na "nueva interpretación
de los 'derechos humanos' modernos". Esto significaría "la es­
peranza de que uno pudiera salir airoso de cruzadas cultura­
les y otros actos de opresión que alguna vez fueron normales y
adecuados pero que hoy son inmediatamente denunciados como
delictivos". Tanto en la versión de Sparks como la de Bauman,
376 RENÉ VAN SWAANINGEN

los derechos humanos pueden funcionar corno piedra de toque


de una ética estatal normativa. Según Richard Sparks (1994:6),
éstos sensibilizan y otorgan significado a conceptos generales
corno justicia, derechos, discriminación, convencionalidad, etc.
El fundacionalisrno filosófico de los derechos humanos corno
derechos naturales puede haber perdido la importancia en la
condición posrnoderna, pero la cultura de los derechos huma­
nos continúa siendo muy importante. En la política actual, las
cuestiones de ernpatía y comprensión son de mayor importancia
que cualquier propuesta teórica o hecho empírico.
Sin embargo, los derechos humanos arnbién tienen valor
corno reglas concretas: corno estándares jurídicos y derechos
coercitivos que pueden ser utilizados corno instrumentos para
litigar (Sparks 1994: 1 2) . Con respecto a su valor corno reglas, el
criminólogo holandés Peter Bal sostuvo que es necesaria su in­
clusión en el derecho penal para la legitimación moralmente justa
del sistema de justicia penal. En última instancia, el garantismo
termina protegiendo los derechos humanos. La práctica actual de
una legitimación casi exclusivamente procedimental del derecho
hizo a un lado la pregunta acerca de la legitimidad sustancial del
derecho mediante los derechos humanos. En el postulado jurídi­
co positivista, el derecho y la moral constituyen áreas diferentes.
Sin embargo, siguiendo a Jürgen Habermas, Bal ( 1994) prefirió
interpretar el derecho corno un discurso moral-práctico. Así, con­
cluyó que un sistema jurídico justo necesita reflejar continua­
mente su base normativa. La alienación del derecho de estos valo­
res y la consecuente adopción de u n discurso jurídico solamente
funcionalista -la noción de Zweckrationales Handeln en la obra
de Habermas- allanó el camino al instrumentalisrno jurídico. Bal
sostuvo que los derechos humanos podrían otorgar significado
a los reclamos procedimentales de Habermas, originados en su
idea de un discurso libre de poder -inteligencia, representación
verdadera de los hechos, sinceridad en el compromiso y en la
intencionalidad y legitimidad de procedimiento-. Corno reglas
concretas, los derechos humanos también funcionan corno con­
diciones procesales restrictivas para una racionalización comu­
nicativa del procedimiento penal. Nunca puede decirse que los
derechos humanos se " han logrado", en el sentido de que se haya
alcanzado un punto e n el que "ya esté todo hecho". Esto es así no
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 377

sólo porque los intereses en conflicto y las diferencias de poder


harán siempre que algunas personas se hallen mejor capacitadas
para ejercer sus propios derechos y para violar los de los grupos
vulnerables , sino también por una razón jurídica interna. Para
proteger los derechos humanos a nivel colectivo, algunas veces
será necesario violar los derechos humanos de algunos indivi­
duos. Al igual que Pitch respecto de los derechos de las mujeres,
Bal (1990) propone una orientación procesal centrada en los de­
rechos humanos para resolver esta paradoja.
Los derechos humanos tienen una naturaleza contrafáctica
y no permiten demasiada acomodación política si se pretende
que no pierdan su significado (Raes 1994). La práctica jurídica
y política demuestra que este último peligro no es simplemen­
te hipotético. Los derechos humanos oficialmente reconocidos,
como los codificados en la Convención Europea de 1950, pueden
erosionar, en ciertas ocasiones, el valor de los principios garan­
tistas nacionales. Hans de Doelder ( 1 9 9 1 ) relaciona la creciente
importancia de las reglas procesales de la Corte Europea de De­
rechos Humanos de Estrasburgo con las "simplificaciones" del
derecho procesal holandés y la menor calidad de las motivacio­
nes que refleja la jurisprudencia. "Terminó Ja época en que éra­
mos más papistas que el Papa. Los valores o principios jurídicos
nacionales ya casi no se aplican: 'si los métodos de investigación
no entran en conflicto con la Convención Europea, se aceptan'".
Por lo tanto, la función de los derechos humanos codificados
es tanto la de constituir un estándar mínimo al que debemos
adecuar nuestra vida, como la de ser la garantía máxima real­
mente necesaria. Si la legislación nacional es más "protectora",
este plus queda abolido por nuevas declaraciones. Antonie Pe­
ters ( 1983a: 307) señala lo perturbador que resulta ver, preci­
samente en la era del desempleo estructural, que el "derecho"
al empleo es reconocido constitucionalmente en Holanda. ¿Qué
significa este derecho? "Es un insulto a los desempleados . . . los
derechos humanos nunca deberían . . . inducir a la complacen­
cia". El significado de la codificación de los derechos humanos
no puede hallarse en semejante uso inflacionario.
. La Declaración Universal, de 1948, que también contiene de­
re chos económicos, sociales y culturales, tiene un estatus di­
ferente al de la Convención Europea de 1950. Mientrás que los
378 RENE VAN SWAANINGEN

tratados internacionales y las constituciones nacionales contie­


nen derechos humanos como reglas, la Declaración Universal es
un estándar moral que refleja una cultura de los derechos hu­
manos. La pretendida universalidad de estos derechos es criti­
cada desde varios ángulos. Las principales críticas subrayan su
eurocentrismo, que no abordan las cuestiones de poder y brin­
dan escasas indicaciones para hacerlos efectivos. La interpre­
tación posmoderna de los derechos humanos, como el derecho
al pluralismo cultural de Zygmunt Bauman ( 1995a), podría ser
la consecuencia de estos análisis. Richard Sparks ( 1994: 1 3) se
apega a la visión moderna del universalismo: "Mientras la felici­
dad humana se destaca por su diversidad, la miseria se caracte­
riza por su unidad". Por lo tanto, el reclamo de un discurso de la
j usticia social y los derechos humanos más normativo se opone
diametralmente a la condición posmoderna, como también el
reclamo de cierta validez universal. Ya Aristóteles había soste­
nido en su Ética a Nicómaco que las cuestiones de la moralidad
no permiten demasiada precisión. Esto hace que debamos ver
la "racionalización" moderna de los derechos humanos en pers­
pectiva. Siguiendo a Aristóteles, seria mejor no refinar demasia­
do su significado. El bosquejo demasiado detallado constituye la
principal causa de la interpretación inflacionaria de los tratados
sobre derechos humanos. De carácter más general, el abordaje
contrafáctico hace de la cultura narrativa de estos derechos u n
discurso d e reemplazo más adecuado. Aquellos que defienden
un bosquejo detallado que resulte en artículos concretos de ca­
rácter legal, sobreestiman la importancia funcional del derecho
y demandan más allá de las posibilidades de una política de
los derechos humanos. Tras una larga serie de intervenciones
"para mantener la paz" de la Naciones Unidas y la OTAN, parece
realista sostener que, en última instancia, el respeto por los de­
rechos humanos depende de la buena voluntad; en especial, de
la buena voluntad de las1clases satisfechas respecto a las menos
favorecidas, que puede ser facilitada por la política del "avergon­
zamiento" basada en la cultura de los derechos humanos.
D e hecho, "es intelectual y retóricamente mucho más cómodo
delinear una historia drásticamente libertaria o reclamar el es­
pectro más amplio posible de derechos, que señalar tímidamen­
te el hecho de que numerosos derechos seguirían siendo letra
EL DERECHO Y LA JUSTICIA SOCIAL EN LA SOCIEDAD . . . 379

muerta si no incluyeran deberes (de los otros, pero también de


uno mismo)" (Raes 1992). Existen numerosas buenas razones
para relacionar el debate sobre los derechos humanos con el
discurso de las responsabilidades humanas. Los derechos sólo
pueden ser realizados si la gente se siente comprometida moral­
mente con ellos. Koen Raes denomina este compromiso interde­
p endencia de los derechos humanos y la responsabilidad moral,
lo que, necesariamente, implica el compromiso con los intereses
colectivos, así como la idea del "dominio" de John Braithwaite
( 1995) conlleva una política que asegure los prospectos de igual­
dad de libertad. El compromiso con los valores colectivos y la
aceptación de la idea de un "autónomo social" (Donzelot 1984) se
tornan recíprocamente necesarios a la reclamación de derechos.
E ste compromiso cívico presupone un Estado que provea cui­
dados, que sea responsable de buenos servicios públicos: edu­
cación, bienestar, vivienda, transporte, etc. La empresa privada
puede perfectamente llevar a cabo algunas de estas tareas, sin
embargo, el Estado tiene el deber de controlar que las provisio­
nes públicas no estén exentas de ganancias, que los ricos y los
pobres puedan acceder a ellas en igual proporción, y que los em­
pleadores respetert las reglas sociales que el mercado de trabajo
debe obedecer. Es en estas áreas donde el prepotente Estado
posbienestar falla, y por lo tanto, pierde su legitimidad. En este
sentido, la materialización de los derechos humanos constituye
u na medida positiva para la intervención. Raes ( 1992) también
formula la pregunta acerca del límite de nuestra responsabili­
dad: ¿termina en la puerta del vecino o también Occidente tiene
responsabilidad por el tercer mundo, por la gente que sufre re­
gímenes represivos, por nuestro ambiente natural, por las ge­
neraciones futuras . . . ? ¿Hasta dónde se extienden nuestras res­
ponsabilidades antes de convertirse en letra muerta, basada en
principios rebuscados y artificiales?
Los derechos humanos sólo pueden considerarse universales
en lo relativo a su valor contrafáctico para establecer límites al
dolor, al sufrimiento creado por el hombre. El principal valor
teórico-para la-criminología critica radica en entender la cultura
política de los derechos humanos como concepto sensibilizador.
Su aplicaC Íón concreta como incentivo para asumir responsabi­
lidades sociales depende en gran parte del contexto socio-eco­
380 RENÉ VAN SWAANINGEN

nómico especifico en el que han de implementarse. Así, contra­


rrestan un mal entendido relativismo respecto de los valores co­
lectivos. Como reglas, contrarrestan la legitimación meramente
procedimental del derecho y brindan un estándar normativo,
sustancial, para medir la legitimidad de distintas reacciones
sociales. En la visión de Antonie Peters (1983a:319), la mayor
importancia de los derechos humanos consiste en devolvernos
su significado original en la Revolución Francesa: expresan la
lucha por la emancipación. Si esta lucha "permanece limitada
a las esferas política y jurídica, puede sustituir fácilmente a la
emancipación real. . . La justicia social se encuentra sujeta al
desarrollo económico o a la restauración económica, con la su­
gerencia de que si se mejoran las condiciones económicas, ha­
brá mayor justicia para distribuir. Mientras tanto, en O ccidente
-aún relativamente rico y políticamente estable- todos obtienen
más derechos en la esfera expresiva -política y económicamen­
te inocua- de la charlatanería no comprometida y del placer
sexual. Mientras los derechos humanos tuvieron inicialmente
el propósito de habilitar a la gente para participar de lleno en el
diseño de la vida social, ahora se han deteriorado, transformán­
dose en el derecho a consumir los productos de la sociedad. D e
este modo fatal, la dignidad humana se encuentra amenazada.
Por lo tanto, creo que deberíamos luchar por los derechos hu­
manos en su significado original" ( Peters 1983:32 1).
El garantismo puede deslizarse fácilmente hacia un mero con­
servadurismo, al estilo defensista, una vez que los derechos ha­
yan sido establecidos. En la visión actuaria! de la justicia, su
discurso procedimental queda fuera del marco hegemónico de
relevancia. Para salvaguardar el incentivo del garantismo respec­
to de la reforma penal, se torna indispensable reflexionar sobre
cuestiones sustanciales, axiológicas. Mientras que las garantías
procesales penales presuponen un conjunto de normas y valores
homogéneo, una orientación procedimental alternativa, informa­
da por las visiones feminista y abolicionista de la justicia, resulta
útil para el establecimiento real de estándares más diversificados
de moralidad. De este modo, el garantismo ofrece un contradis­
curso normativo, actualizado a la monopolización por parte de la
justicia actuarial de las visiones de la práctica jurídica.
CAPÍTULO X I
CONCLUSIONES

l. CONCLUSIONES TEÓRICAS

1. Los límites al instrumentalismo


A lo largo de este libro, desde la Escuela Moderna de ciencias
penales integradas de principios del siglo pasado hasta el enfo­
que de la justicia actuaria! al final, el leitmotiv han sido las ad­
vertencias sobre los peligros de un discurso jurídico instrumen­
talista, carente de nítidos límites normativos. Sin una formula­
ción explícita de principios intrínsecos, los programas basados
en la obtención de resultados pueden ser fácilmente absorbidos
por políticas totalitarias. Uno de los argumentos centrales de
los académicos que durante la década anterior y la posterior a
la Segunda Guerra Mundial alertaron sobre la posibilidad de
desarrollos totalitarios es el de que, en una sociedad democráti­
ca, los individuos no deben ser utilizados para propósitos políti­
cos y sólo deberían ser castigados en caso de que violen alguna
norma específica. Si bien la situación política de la década del
30 no puede compararse con la de los años 90, existen ciertos
paralelos en lo que respecta a las visiones de la justicia.
John Braithwaite ( 1995:282) realizó una comparación entre el
creciente autoritarismo de los años 30 y el hiperliberalismo ac­
tual y, tomando en cuenta los análisis de Nils Christie ( 1975) de
la relación entre lo ceñido que se vuelve el entramado social y el
nivel de violencia de esa sociedad, observó, también, un peligro
común: "Tanto las sociedades en las que el grupo lo es todo (el
individuo resulta fagocitado) como las que promueven un indi­
vidualismo rampante (el individuo está aislado) corren el riesgo
de producir violencia". En la primera situación, el control social
382 RENÉ VAN SWAANINGEN

se basa en la amenaza permanente de la violencia; en la últi­


ma, el control al estilo "Mickey Mouse" toma de la mano alegre­
mente a los incluidos para controlar sus pasos, al mismo tiempo
que construye "gulags" para los excluidos (Shearing y Stenning
1987; Christie 1993; Scheerer 1996) . Asimi smo, pueden trazarse
algunos paralelismos entre la cultura de las políticas actuariales
del presente (marcadas por los perfiles de riesgo, la vigilancia
policial y técnica, el criterio práctico-funcional derivado de las
"mejores prácticas" de la investigación evaluativa y una amplia
gama de políticas sancionatorias bifurcadas, que van desde los
cursos educativos hasta la incapacitación selectiva), y el abor­
daje de la Escuela Moderna, con la aplicación de medidas fuera
de los límites del principio de legalidad, la categorización de los
delincuentes según su aparente reformabilidad y el desarrollo de
una prevención general convertida en una suerte de reeducación
pública. O tros datos preocupantes de esta comparación son el
rumbo común hacia la defensa social, la supuesta necesidad de
corregir la filantropía desarrollada en una dirección equivocada
en las décadas anteriores, el populismo autoritario en relación a
la ley y el orden en los medios masivos de comunicación y en la
política y el éxito de los nacionalistas de derecha en varios países
de Europa, al alimentar la intolerancia respecto a los extranjeros
entre la población y presionar a las autoridades para que pongan
en práctica políticas (anti)inmigratorias.
Por otra parte, es oportuno considerar que preguntarnos si la
motivación de las políticas instrumentalistas se halla en las nocio­
nes de eficiencia o en un funcionalismo más benigno, orientado al
bienestar social, quizás no sea tan importante: hastá las iniciativas
concebidas con las mejores intenciones pueden resultar desastro­
sas en la práctica (Cohen 1985). En lo central, el proyecto abolicio­
nista, con su enfoque informal, sufre la misma falta de moderación
e ingenuidad política que el de la Escuela Moderna. Sin u na base
normativa explícita de sus puntos de partida, n i garantías legales
claras que puedan limitar el control social, ambas perspectivas
corren el riesgo de ser utilizadas para cualquier fin político.
Igual dilema enfrentamos al considerar las medidas imple­
mentadas con el espíritu de la Escuela Moderna entre 1886 y
19 2 1 , las propuestas de alternativas al encarcela m iento de las
décadas del 70 y 80, y las relativas a la prevención del delito de
CONCLUSIONES 383

los años 80 y 90. Por otra parte, si bien abren la puerta a prác­
ticas incontrolables, también ofrecen incentivos de carácter
potencialmente progresista para la reforma penal. La inclusión
en este libro de las visiones modernas sobre el sistema penal
se juzga -con la debida prudencia- positiva. En la misma línea,
las ideas basadas en sanciones no privativas de la libertad y la
prevención del delito -con el mismo recaudo- también son com­
partidas. Lo m ismo puede decirse en relación al dilema entre
la justicia formal o la informal: las visiones románticas de la
justicia informal y el Derecho reflexivo no se justifican, porque
dejan demasiado espacio librado a incontrolables cuestiones
de poder, pero el peligro de (sobre)enfatizar "de este modo" los
aspectos formales del Derecho lleva a situaciones indeseables
e insolubles, al estancamiento y a una completa dependencia
de los profesionales y las burocracias. Así, se crea un sistema
en el que la responsabilidad personal y la ética profesional son
puestas al margen, y quedan sujetas a la lógica burocrática,
dentro de la cual u no es sólo un fu cionario anónimo del siste­
ma, bajo las órdenes de sus superiores. Esto amerita una nue­
va reflexión acerca de la justicia informal. Por mi parte, intenté
en el Capítulo X, poner de manifiesto las ventajas de este tipo
de justicia, sin reproducir sus desventajas. En cuanto a los
derechos hu manos, éstos pueden servir de estándar ético que
establezca lo s límítes a un instrumentalismo absoluto, asegu­
rando suficiente espacio para el pluralismo normativo de las
sociedades democráticas. Las cuestiones de moralidad no pue­
den resolverse en detalle sin imponer u n falso consenso. Los
derechos humanos resultan lo suficientemente globales como
para evitar este peligro. Como reglas concretas, encarnan un
u mbral ético formalizado, m á s allá de l cual no puede avan­
zar una intervención estatal legítima. Si el Estado reduce su
estándar de moralidad y lo somete a la lógica de la eficiencia,
nos introducimos en u na espiral descendente de desesperación
violenta, en una carrera armamentista sin fin entre los "delin­
cuentes" y los que los combaten. Además, una cultura de los
derechos humanos también promueve la intervención estatal
positiva , señalando lo que el Estado debe proveer para mate­
rializar esos derechos. Cuanto más detalladas se vuelven las
cuestiones morales, más procedimental debe ser la orientación:
384 RENÉ VAN SWAANINGEN

El derecho como discurso moral- práctico es en mayor medida


el gerenciamiento procesalmente garantizado del disenso que
el control de un consenso ficticio. Está posición le hace justicia
al pluralismo cultural y moral de la sociedad del presente, sin
deslizarse dentro del m inimalismo moral de la justicia actua­
rial. La cuestión es no rechazar las consideraciones funcio­
nalistas en bloque, sino someterlas a u n programa de acción
motivado en las norm as. No pueden tratarse los argumentos
funcionalistas como principios con valor intrínseco, pero pue­
den ser un medio para lograr algunos obj etivos previamente
formulados. Esta postura se acerca al pragmatismo moral que
Stan Cohen propuso como respuesta a la pregunta sobre "qué
se debe hacer" (what is to be done) . El elemento "moral" reafir­
ma valores, como hacer el bien y hacer justicia. "El elemento
'pragmático' se alza contra toda forma de conclusión teórica y
política prematura, y a toda búsqueda de certeza cognitiva que
deje afuera determinadas soluciones por ser conceptualmente
impuras o p9líticamente inadmisibles". El garantismo refleja
una postura moral pragmática acerca del funcionalismo jurí­
dico. El desarrollo de este ideal, tradicionalmente crítico res­
pecto a la seguridad social y los derechos humanos, demuestra
la necesidad de una orientación más fuerte hacia el rol social,
facilitador del Estado, que también es, en última instancia, su
legitimación. Este reconocimiento va en sentido contrario a la
elección actual de los políticos, de dejar que la propia disponi­
bil_idad de los servicios públicos esté cada vez más determ_i nada
por los intereses del sector privado. El desarrollo de la j usticia
social en lo que respecta a las necesidades de las víctimas y el
carácter participativo del derecho como institución democráti­
ca de afirmación de las normas muestra un marcado contraste
con los enfoques actuariales, puramente tecnocráticos, de la
coerción penal actual.
Es necesario defender las garantías legales, dado que cons­
tituyen el barómetro de la democracia de un Estado. Uno de los
principales méritos del Estado de Derecho es el de establecer
limites normativos a la orientación instrumental hacia la de­
fensa social. Así, se demuestra la importancia de los principios
contrafácticos, sensibilizadores, en el proceso de cambio social.
Sin embargo, como perspectiva exclusivamente defensiva, el
CONCLUSIONES 385

garantismo contribuye escasamente a la reforma penal. Si se


pretende aumentar la seguridad social -y se toman en cuenta
las conclusiones criminológicas de las causas sociales del delito
común en u na política estructural de prevención del delito- no
pueden juzgarse estos desarrollos en términos negativos sólo
porque dichas intervenciones excederían el principio de legali­
dad: las políticas sociales normales no están delimitadas por el
principio de legalidad, pero cuando las intervenciones implican
el control de ciertos individuos en particular, las garantías se
vuelven imprescindibles. No puede obviarse esta distinción. La
reevaluación de la perspectiva de la reacción social se vuelve
útil para seguir críticamente las intervenciones sociales. Este
abordaje es más poderoso si está guiado por los valores sociales
subyacentes a los principios jurídicos.
Por otra parte, la tolerancia puede ser reafirmada, prudente­
mente, como medio de control social. Hemos visto en el Capítulo
II que esta forma de control social presenta varios defectos: pa­
ternalismo, merchandising, acuerdos transaccionales, elitismo,
falta de contundencia, etc. Sin embargo, también vimos que en
el caso holandés ha funcionado como contrapeso de equilibrio,
de carácter pragmático, entre las situaciones extremas de es­
tancamiento o polarización del gobierno y de la reforma social.
Además, permite desviaciones de espectro relativamente am­
plias, en relación al estándar de normalidad. En ese sentido,
está en sintonía con la lógica del derecho penal mínimo y con la
idea de que no se necesita una legislación demasiado detallada
para dejar lugar a los elementos narrativos (Baratta 1988; Pitch
1995: 183). Del mismo modo, refleja el argumento de John Brai­
thwaite de que la persuasión es más barata; respeta más a las
personas y su libertad, al basarse en el diálogo más que en la
coerción; y es más probable generar reacciones 'desafiantes' que
exacerban el delito si las amenazas disuasivas son el "punto de
partida". Para evitar el tratamiento de los conflictos sociales con
u n enfoque puramente pragmático, los principios normativos en
los que se basa la política de la tolerancia (respeto de la diver­
sidad, autonomía cultural, protección de la salud pública, etc.)
deberían complementar el discurso estrictamente funcionalista.
En este aspecto, "los criterios de tolerancia" resultan comple­
mentarios a los de criminalización (Hulsman 1972).
386 RENÉ VAN SwAANINGEN

2. La reevaluación de las herramientas analíticas de la


criminología critica
La primera parte de este libro muestra que la idea amplia­
mente compartida de que hasta antes de la década del 60 todos
los criminólogos sostenían un enfoque patológico, psicológico o
administrativo sobre la corrección del delincuente resulta inco­
rrecta. Esta imagen no les hace justicia a los precursores de la
criminología crítica de esa época. La imagen globalizadora de
la criminología como una disciplina que (implícitamente) servía
a los intereses de la ley y el orden brindó, sin embargo, base
suficiente a los criminólogos de la década del 60 y del 70 para
anunciar un nuevo comienzo: el objetivo de deshacerse del rol de
auxiliar de la coerción legal y el establecimiento de una agenda
autónoma. D el mismo modo, en los Capítulos V a VIII mostra­
mos cómo la visión de que los criminólogos eran ingenuos e
idealistas en lo que respecta a la reforma penal, e irresponsa­
bles en lo relativo a las consecuencias sociales negativas del
delito, también era incorrecta. En la década del 60, el enfoque
"tenía" que cambiarse de una etiología individualizadora al rol
de las instituciones sociales en la amplificación de la desvia­
ción porque nunca se había hecho antes, y las viejas teorías
etiológicas habían perdido valor como modelos explicativos. Las
ideas sobre el delito como resistencia latente contra las relacio­
nes sociales desiguales, no tuvieron un lugar tan prominente
en la criminología crítica como se sugiere con frecuencia, y los
académicos críticos sostenían posturas con diferentes matices,
y eran realistas acerca de las posibilidades de la reforma penal.
Sin embargo, las simplificaciones retrospectivas de esos lapsos
de juventud le dieron a la generación idealista de la década del
60 una base común ideológica para ser más "realistas" al al­
canzar cierta edad y para anunciar, en la década del 80, otro
nuevo comienzo para la criminología: el objetivo de deshacerse
del relativismo moral y el establecimiento de una agenda en la
cual el delito "se toma en serio".
Las voces críticas contribuyeron, en la década del 60, a la
concientización de valores sociales como la igualdad en la dis­
tribución de la riqueza, el respeto por los diferentes estilos de
vida, la emancipación de las mujeres y el derecho de autodeter­
minación. En éste contexto, los criminólogos críticos lograron
CONCLUSIONES 387

mediante la concientización, incorporar temas criminológicos:


desde la violencia sexual y familiar hasta el delito organizado y
del medio ambiente, pasando por las violaciones a los derechos
humanos y otros delitos de Estado. Estos temas tuvieron desa­
rrollo empírico desde la década del 80. En ese sentido, gran par­
te del proyecto crítico fue incorporado a la criminología general,
y es importante destacar el rol innovador de la criminología crí­
tica al respecto. El hecho de que la mayor parte de los estudios
empíricos en esas áreas no brindara apoyo a enfoques penales
duros confirma el disenso básico de la criminología crítica y
reafirma sus postulados. Las consecuencias políticas concre­
tas como resultado de los debates sobre la violación, el abuso
infantil o el crimen organizado trasnacional son otra historia.
Sin embargo, lograr la atención pública sobre estos temas cons­
tituye el objetivo de la crítica política y no el rol estimulador que
corresponde a la criminología crítica.
La mayor parte de los conceptos de esta criminología no han
sido superados, pero debe dárseles un nuevo contenido. Median­
te la utilización de la palabra "desviación", quizás los criminólo­
gos críticos contribuyeron al lugar común de que no se tomaba
al delito como problema real. Sin embargo, esto está más rela­
cionado con la interpretación de la desviación desde la teoría del
conflicto y con la conclusión política con la que el lector quiera
relacionarlo, que con el concepto analítico como tal. No obstan­
te ello, existen otros problemas relacionados con el concepto de
desviación. Así, los académicos posmodernos han introducido
importantes interrogantes al respecto: si no hay más ideologías
ni creencias, ¿puede seguir hablándose de desviación del modo
en que se hacía? ¿"desviado" respecto a qué? Los estudios em­
píricos sobre el delito organizado y de las personas jurídicas, el
fraude y la corrupción han demostrado, empíricamente, la im­
posibilidad de sostener la existencia de una marcada distinción
entre el desagradable inframundo y el decente mundo superior
(upper world) (especialmente: Ruggiero, 1996). Más aún, nume­
rosos delitos contra la propiedad son extrapolaciones más que
desvi¡:i.ciones de-las normas sociales hegemónicas de las socie­
dades occidentales actuales (hedonismo individualista, produc­
ción de dinero rápido, maximización de l a explotación de los
recursos, etc.). Los delitos de odio, como la violación, el ataque a
388 RENÉ VAN SwAANINGEN

homosexuales o el racismo, constituyen, en primer lugar, reafir­


maciones simbólicas de la supremacía blanca masculina, más
que quiebres del orden social hegemónico. Por otra parte, la con­
clusión de todo debate sobre la desviación (Sumner 1994) parece
prematura, porque el postmodernismo, y especialmente las teo­
rías feministas relacionadas, le otorgan una nueva perspectiva a
la desviación, al abrir el debate sobre la "alteridad" y el pluralis­
mo cultural. Los criminólogos críticos han i ntentado completar
los análisis del etiquetamiento con una dimensión macrosocio­
lógica del poder. Por lo tanto, debería brindarse mayor atención
y desarrollo al estándar de "normalidad", políticamente determi­
nado, respecto del cual se mide la desviación. Esta noción se en­
cuentra correctamente expresada en el concepto de la censura
(Sumner 1983), y permite una serie de estándares alternativos
de lo que sería una censura justificada del comportamiento y la
de aquella que no reuniría este requisito. Lo mismo podría de­
cirse de la idea dominantemente negativa que los criminólogos
críticos tienen del control social. Sin embargo, cabe resaltar que
la sociedad no funciona sin alguna forma de control social. Por
lo tanto, parece inútil seguir debatiendo sobre la necesidad de
mayor o menor control social. Sería más fructífero preguntar­
se qué clase de control social queremos: preventivo, integrativo,
correctivo, punitivo, represivo, etc. También, en este sentido, pa­
rece más estimulante diseñar estándares alternativos, en lugar
de limitarse a ofrecer una crítica negativa. El concepto de repa­
ración (Willem de Haan 1990) puede funcionar como principio
que condense la tradicional relación de doble vía entre el delito
y el castigo. Las preguntas acerca de qué puede hacerse por las
víctimas del delito o cómo puede incrementarse la seguridad de
la sociedad muestran que enfocarse demasiado en el delito pue­
de resultar bastante decepcionante en relación a las posibles
soluciones a diseñar. Los delitos pueden surgir de problemas
socio-económicos estructurales, de problemas o conflictos so­
ciales menores, o de la pura superioridad de poder. Por lo tanto,
las reacciones deberán diferenciarse convenientemente. En la
práctica, la buena política social o la buena asistencia socio­
psicológica, independientemente de cualquier medida a tomar
respecto de los agresores en particular, puede ser, a veces, lo
único realísticamente posible, pero estas medidas también pue­
CONCLUSIONES 3 89

den restaurar las expectativas normativas. Si el delito se basa


en un conflicto entre (grupos de) personas identificables, el pri­
mer paso debería ser la mediación. Sólo en el caso de que los
intentos serios en este campo hayan fracasado, deberían im­
plementarse abordajes más coercitivos. D entro de esta escala
de reacciones, deben preferirse las sanciones que persiguen la
reparación sobre las de carácter más punitivo, porque son más
beneficiosas para las víctimas y causan el menor daño posible a
los agresores, ya que los invitan a asumir su responsabilidad.
Al haber enfocado su análisis en el Estado, la criminología crí­
tica perdió de vista la cuestión central de nuestro mundo globali­
zado, en que el "gobierno" a la distancia ha tomado el lugar de la
política tradicional como arquitecto de la sociedad. La visión del
Estado como un aparato represivo omnipresente ha sido totalmen­
te superada. Al respecto, Johan Lea (2002: 180) sostuvo: "La globa­
lización y la movilidad socavaron el propio proyecto de regulación
desde el comienzo, al debilitar la capacidad de gerenciamiento y de
coerción del Estado. Demasiada regul ción socavaría el funciona­
miento del mercado". "La globalización ha producido el 'gobierno a
mayor distancia' en el que numerosas formas de gobierno privado
tienen mayor autonomía respecto del Estado nacional o, directa­
mente, lo ignoran" (Lea 2002: 183). En el nuevo modelo empresa­
rial del "gobierno", el control social -que ya fue descentralizado a
principios de la década del 80- se va cediendo cada vez más a la
empresa privada, a las autoridades locales y al ciudadano. Por lo
tanto, el control social también adquiere u n carácter sustancial­
mente diferente. Las tecnologías de la información facilitaron una
industria del control cada vez más invisible y dispersa, pero firme
y profundamente intervencionista (Christie 1993).
La reducción de funciones estatales y la privatización del con­
trol social arrojan nueva luz a las cuestiones de la responsabili­
dad y del lugar de las consideraciones normativas en la coerción
legal. Sin proponer un retorno al Estado de bienestar, tan critica­
do en sus comienzos, paternalista e intervencionista, sería pre­
ferible que los criminólogos críticos invitaran al Estado a inter­
venir más, en lugar de intervenir cada vez menos. Nuevamente,
la pregunta es "cómo" se hace y no "si debe hacerse". El párrafo
que le dedicamos en el Capítulo IX a la seguridad de la sociedad
concluyó en la remoralización del rol de Estado respecto del bien­
390 RENE VAN SWAANINGEN

estar social. La crítica de los aspectos represivo y paternalista


del Estado mantiene su vigencia, pero no es lo único que cuenta.
Criticar al Estado empresarial mientras, al mismo tiempo, se de­
fiende un Estado facilitador que represente los valores colectivos
y los servicios sociales puede parecer una paradoja. Sin embargo,
los análisis empíricos dan sustento a una posición dual como
la descripta. Debe destacarse que tanto el Estado que incorpora
iniciatiyas civicas y las reformula según su propia lógica, como
el Estado que ofrece un apoyo demasiado escaso, distancia a las
personas de los intereses colectivos (Zoomer 1993) .
El concepto de ampliación de la red ha brindado una contribu­
ción bastante pobre a la reforma penal. ¿Debemos olvidarlo? Nue­
vamente, la respuesta es negativa. Todavía es importante resaltar
que las reacciones no punitivas frente al delito deben seguirse en
lugar de y no por encima del encarcelamiento, pero, un.a vez más,
el argumento no acaba aquí. Las sanciones no privativas de la li­
bertad actuales no son "reales" alternativas al encarcelamiento y,
por cierto, contribuyen a ampliar la red. Pero, dado que son am­
pliamente utilizadas en la práctica penal, no puede seguir soste­
niéndose aquel argumento para rechazarlas. Debería remarcarse
que las verdaderas alternativas a la prisión comienzan con un
modo alternativo de abordaje de los problemas, desde el princi­
pio. El proceso penal premoldea resultados punitivos, sea cual
fuese la forma que adopten. En la misma línea del argumento
que sostiene la amplificación de la red, Michel Foucault ( 1975a) se
propuso explicar el modo en que la introducción de las sentencias
privativas de la libertad conducía a un "gran encarcelamiento".
Sin embargo, éste no parece un argumento para apoyar el casti­
go corporal. Las sanciones no privativas de la libertad existentes
deberían juzgarse según sus propios méritos.
A esta altura, no podemos comprometernos en una discusión
equilibrada a favor o en contra de las sanciones no privativas de
la libertad. Sin embargo, deberíamos brindarle mucha atención
al contexto político en el que los reformistas penales tienen que
operar. En la actualidad, el desarrollo de estas sanciones es la
única parte del debate penal que aún no está orientada a la
represión y que ha ganado un amplio apoyo público. Si ahora
argumentamos en contra de estas sanciones y nos ajustamos a
una política de reforma negativa, dejamos libre el espacio políti­
CONCLUSJONES 39 1

co a fuerzas que quieren incrementar los elementos retributivos


en las tareas que un sentenciado a sanción no privativa de la
libertad debe cumplir, y aleja a un grupo de presión de relativa
importancia que se opone a la expansión del sistema carcelario:
los oficiales de probation. Es importante retener el compromi­
so con la reforma penal estimulando las pocas fuerzas idealis­
tas que aún quedan dentro de la práctica penal. La principal
preocupación es el particular desarrollo que están teniendo las
sanciones no privativas de la libertad en la actualidad. Así , se
corre el riesgo de que evolucionen en u na dirección retributiva,
que probablemente limitará su potencial reintegrativo. Su im­
plementación, cada vez más burocrática y orientada hacia los
resultados, puede reducir sus efectos pedagógicos, que son más
posibles en el marco de un abordaje personal y del contacto hu­
mano . Por otra parte, su control sin garantías legales exigibles
no brinda prácticamente ninguna protección contra posibles
abusos (uit Beijerse y van Swaaningen 1994, 2007). Estos pro­
blemas forman parte del contexto en. el que actualmente debe
ubicarse el argumento de la ampliación de la red.

3. Las nuevas orientaciones para los reformistas penales


Las observaciones formuladas acerca de los posibles efectos
amplificadores de la red que pueden proveer las alternativas a la
prisión nos llevan a la relación entre las visiones de la criminolo­
gía crítica y la reforma penal . Tras una etapa de imposibilismo,
en la que el argumento de la ampliación de la red se transformó
prácticamente en u n dogma, la preocupación criminológica por
la reforma penal se volvió bastante marginal. Los juristas crí­
ticos permanecieron más leales al asunto, pero se limitaron a
reaccionar desde posturas defensistas. La recurrencia a la polí­
tica de los derechos es u n exponente de esta tendencia. En este
contexto de ataques a los valores democráticos del Estado social
de Derecho en la era de la justicia actuaria!, los reformistas
penales intentan salvar tanto como sea posible de los logros
alcanzados en las décadas previas. Si no quieren agotar su rol
concientizador dentro del debate público, los reformistas debe­
rían fijarse algunos objetivos más integrales.
En primer lugar, el discurso de los derechos humanos debería
ser objeto de su atención primaria. La revelación de violaciones a
392 RENr: VAN SwAANINGEN

los derechos humanos en nuestros propios países (en las comisa­


rías, las cárceles, etc.) -que posiblemente recibirán cobertura de
los medios masivos- es una estrategia adecuada para avergonzar
al Estado empresarial, y los tratados sobre derechos humanos
ofrecen a los juristas críticos nuevas herramientas tanto nacio­
nales como internacionales. Sin embargo, estos derechos no sólo
pueden utilizarse de modo puramente instrumental. La inflación
de derechos humanos como reglas jurídicas concretas les ha
otorgado una apariencia engañosa. Es más, deberíamos ser cons­
cientes de que el derecho también puede polarizar los conflictos.
Si las autoridades penales son relativamente cooperativas, el mo­
delo de negociación entre-nous puede resultar una opción más
pragmática (de Jonge 1994:269-72). El uso de los derechos hu­
manos como estrategia de avergonzamiento y el conocimiento pú­
blico del descuido al que el Estado somete a su rol social, proba­
blemente sean más efectivos dentro de una cultura política que
reacciona con menos interés. A su vez, también podría ser una
forma de propiciar una nueva toma de conciencia de la cuestión
penal. En segundo lugar, el rol de la criminología crítica en la
lucha por la reforma penal sería el de relacionar el abordaje ca­
suístico de los juristas con mayores desarrollos políticos. Median­
te la búsqueda de las fallas en las políticas de ley y orden, las
iniciativas estatales pueden moldearse hacia una dirección pro­
gresiva. Barbara Hudson ( 1993: 179) demostró cómo la primacía
del castigo puede ser puesta en duda, de acuerdo a los mismos
intereses administrativos. Las opciones de políticas como la pre­
vención del delito, el reduccionismo, el abolicionismo selectivo y
una nueva agenda de rehabilitación son recursos relevantes a la
luz de "la persistencia de sobrepoblación y serias revueltas en las
cárceles" y de el reconocimiento gradual del gran costo de seguir
con "más de lo mismo", que no contrarresta el aumento de las
tasas delictivas y refuerza la división étnica y socio-económica de
la sociedad. En tercer término, las actividades de reforma penal
también deben adaptarse a los cambios en la propia lógica penal.
Así, el encarcelamiento se basa en la filosofía penal de la culpa
individual. Primero, debe retribuirse esta culpa, y luego debe pre­
pararse al autor para su retorno a la sociedad. Esta orientación
hacia el individuo podría responderse con críticas éticas y funcio­
nalistas: retribuir un dolor con otro no demuestra mucha respon­
CONCLUSIONES 393

sabilidad cívica, y las cárceles no rehabilitan. En la actualidad, el


control del delito está más orientado a la sociedad, y dentro del
enfoque actuaria! la persona del agresor se ha vuelto bastante
irrelevante. La cuestión central en este proceso es el cálculo de
riesgos y el gerenciamiento de la seguridad. Como consecuencia,
los reformistas penales también deberían virar el ángulo de su
encuadre. Su principal argumento sobre la rehabilitación de los
infractores legales -de la que debería surgir implícitamente una
sociedad más segura- encuentra menor eco en el público general.
Por lo tanto, este argumento debe orientarse hacia el modo en que
los impulsos reformistas podrían aumentar la seguridad pública.
El encarcelamiento no resulta muy beneficioso para este propósi­
to, debido a su lógica de exclusión social mediante la estigmatiza­
ción y la inutilización del interno, y por su carácter temporal;
cualquiera que sea la tasa de encarcelamiento, siempre habrá
más "malhechores" en las calles que tras las rejas. Los reformis­
tas penales deben repetir continuamente este hecho evidente. La
adopción del discurso hegemónico de la "protección de la socie­
dad" es equiparable a la anterior utilización del discurso de los
derechos de los presos como "mentira noble" para avanzar hacia
una reforma más radical (Ward 1986). Un cuarto cambio signifi­
cativo dentro de la justicia penal es la retirada del Estado como
servicio social y la creciente influencia del sector privado. En este
sentido, no sólo deberíamos pensar en la privatización de las cár­
celes, sino también en la policía privada y toda la industria de la
seguridad que ha surgido dentro del marco de las técnicas actua­
riales y de la prevención del delito. Aún más relevante que la pre­
gunta acerca de si los presos reciben mejor o peor trato dentro del
sector privado del que reciben por parte del Estado, es el interro­
gante acerca de quién resulta responsable por el control del delito.
La privatización de las agencias de justicia penal impone pregun­
tas acerca de la legitimación del castigo que recién estamos em­
pezando a formularnos. ¿Qué fuerzas dirigirán el control del de­
lito si el encarcelamiento, tal como lo conocemos, es superado
como mecanismo central de la justicia penal y si, por cierto, el
control estatal sobre los desarrollos penales va disminuyendo
lentamente? Un quinto asunto, al que se le ha dado escasa aten­
ción, es el aspecto irracional del castigo. Dado que los intelectua­
les están entrenados para el debate racional, realista y cortés,
394 RENE VAN SWAANINGEN

sus argumentos también pueden ser demasiado racionales y fun­


cionalistas. Quizás los argumentos de los reformistas ya no con­
vencen al público general, porque ellos también olvidaron que el
castigo es esencialmente una reacción emocional, vengativa, un
símbolo público de rechazo más allá de cualquier efecto concreto
que se le pueda asignar. Al hablar del descarrilamiento del Esta­
do de derecho y de las garantías legales, o al expresar consterna­
ción por el empeoramiento de las condiciones carcelarias, los re­
formistas penales se dirigen cada vez más a un pequeño círculo
allegado. Por lo tanto, deben darse cuenta de esto y hablar en
otros términos. El deseo popular de símbolos punitivos enérgicos
se ha vuelto especialmente fuerte. El encarcelamiento constituye
una metáfora poderosa de vigor dentro de la cultura actual del
control -que reemplazó al modelo penal de bienestar-. Si se pre­
tende hacer retroceder a la cárcel, deben darse respuestas acep­
tables a estos elementos simbólicos, irracionales. Probablemente,
ésta sea la tarea más difícil. Parece más crucial, al respecto, de­
safiar a la opinión pública y la arena política en temas generales
como la ética del Estado, que tratar de influenciar a los operado­
res. Puede que ello resulte más efectivo a corto plazo y a nivel
práctico, pero si el público general permanece ignorante respecto
de la lógica de una práctica determinada, en última instancia
disminuirá su confianza en la justicia. El llamado al reforzamien­
to de los elementos narrativos del derecho {para darle un carácter
menos tecnocrático y para reflejar el pluralismo cultural y moral
de la sociedad) es un intento por aumentar el entendimiento pú­
blico y su preocupación por los problemas del delito. Tanto los
temas concretos mencionados en las conclusiones del Capítulo
VII (el problema de la droga, la posición de la víctima, el rol de los
medios, los juristas a vant garde), como los desarrollos macro- so­
ciológicos en el área penal (la justicia actuaria!, el retiro del Esta­
do, el reflorecimiento del castigo como símbolo de vigor) analiza­
dos en el Capítulo VIII, deberían estimular acciones. Los grupos
de presión para la reforma penal no deberían convertirse en me­
ras organizaciones de abogados. La orientación predominante­
mente jurídica se centra en el nivel de los casos concretos y las
decisiones parlamentarias o judiciales, más que en los análisis
sociológicos de todos estos desarrollos en conjunto. Esto último
es fundamental si queremos tener alguna idea de la dirección
CONCLUSIONES 395

hacia la que marchará la reforma penal. Probablemente, resulta­


ría más convincente para el público general si a toda la critica
básica detallada pudiera dársele una forma integral, que permita
verla en una imagen general. Entonces, todos esos casos y deci­
siones ya no estarían aislados, sino que representarían una nue­
va visión de la justicia penal. Una vez formulados estos princi­
pios-guía y orientaciones generales, ha llegado el momento de
desarrollar un orden de actividades en varios niveles del sistema
penal. Así, los derechos de los presos son muy importantes, pero
su realización depende de la habilidad para hacer algo con los
problemas de sobrepoblación y de expansionismo que se han
vuelto endémicos en numerosos países europeos. Por lo tanto,
deben enfocarse en primer término estos asuntos. La experiencia
de los Estados Unidos en donde la población carcelaria es ocho
veces mayor que el promedio europeo y donde, la política de "a
la tercera vez, afuera" ha demostrado con perfección la lógica
rampante de la pretendida función incapacitante de la cárcel, lo
que reafirma la idea de que no tiene rrl:ayor sentido seguir cons­
truyendo más cárceles si el objetivo es crear una sociedad más
segura (Zimring, Hawkins y Kamin 2001). El fracaso moral y fun­
cional de la política de "mano du ra" de los Estados Unidos es el
mejor ejemplo para demostrar que debemos pensar en otras di­
recciones. Por lo tanto, la mayor parte de la atención de los refor­
mistas penales debería concentrarse en las tendencias y políticas
relativas a las sentencias judiciales y en una política que, me­
diante sanciones no privativas de la libertad y la articulación de
programas de prevención, logre disminuir el número de senten­
cias a penas de prisión. Por ello, el potencial de ref9rma en la
actualidad yace más en la comunidad que en el campo carcela­
rio. El debate político al respecto es todavía más abierto. Bien
podría ser posible influenciar en este sentido a la opinión pública
y a los diseñadores de las políticas más que en el área penal tra­
dicional. El debate sobre la reforma penal se centró durante de­
masiado tiempo en la rehabilitación y las sanciones no privativas
de la libertad (a favor y en contra), mientras que los reformistas
penales aún no se han sumado a debates más recientes sobre la
prevención del delito, la seguridad pública y las consecuencias
sociales de la privatización del control social. Por lo tanto, si bien
no deberían olvidar los temas clásicos, en el clima político actual
396 RENÉ VAN SWAANINGEN

deberían defender, en primer lugar, un nuevo equilibrio de res­


ponsabilidades entre el individuo y la sociedad. El individuo debe
ser considerado responsable del sufrimiento que cause a otras
personas, pero es una responsabilidad social hacer el mayor es­
fuerzo para cuidar que las personas no sean reducidas a una
posición en la que les resulte menos posible contenerse de hacer
daño. É sa es una cuestión de justicia social.

4. Los objetivos de los criminólogos críticos


Los temas a los que nos referimos en los párrafos anteriores
también se dirigen al compromiso político de la criminología crí­
tica. Así, pueden formularse algunas observaciones acerca del
futuro del "criminólogo como partisano" -parafraseando el ar­
gumento clásico de Al Gouldner ( 1968) sobre la tarea de los so­
ciólogos- como perspectiva teórica. Una primera cuestión es
quebrar el poder del discurso hegemónico sobre el delito de tal
modo que no sólo se logre dentro de la comunidad crítica sino
también entre aquellos que aún no están convencidos. Dado que
la crítica ideológica sigue siendo una tarea importante, las pro­
pias posiciones ideológicas no deberían presentarse como análi­
sis empíricos. Antes que nada, los criminólogos críticos debe­
rían ser buenos investigadores. En este sentido, realmente no
me entristece la desaparición de las "grandes verdades" de la
década del 70 ni la adopción ecléctica de narrativas menos pre­
tenciosas, ya que esto ha hecho que tanto los criminólogos críti­
cos como los realistas de izquierda y los neoabolicionistas se
ocupen de temas más concretos y que vuelvan a comprometerse
en estudios empíric o s de mayor seriedad. Por otra parte, tam­
bién puede demostrar los límites de las políticas de ley y orden
para controlar el delito, al señalar, por ejemplo, sus causas es­
tructurales o el escaso porcentaje de delitos de los que se ocupa
realmente el sistema de justicia penal, o bien al demostrar con
datos empíricos sobre el aumento de los delitos de la pobreza,
que determinados desarrollos socio-económicos son criminóge­
nos. Asimismo, deberían señalar el modo en que podrían tratar­
se alternativamente problemas y conflictos criminalizados. Si
bien no se deben rechazar los proyectos concretos de políticas
preventivas, lógicas procesales o sanciones alternativas, el ma­
yor valor de este lenguaje de las posibilidades radica en que el
CONCLUSIONES 397

ro equilibrio de res­ desafío prevalezca sobre las perogrulladas respecto del delito y
d. El individuo debe su control. D e todos modos, no puede sobreestimarse la influen­
· que cause a otras cia directa de la investigación criminológica sobre la política pe­
l hacer el mayor es­ nal: especialmente si los análisis criminológicos señalan en una
m reducidas a una dirección distinta a la querida por las orientaciones de las polí­
;ontenerse de hacer ticas prevalecientes, "el discurso opositor es tan constitutivo de
la realidad existente como el discurso de apoyo" ( H en ry y Milo­
vanovic 1996:204). En lugar de intentar convencer a quienes
diseñan las políticas con argumentos racionales, parece más
párrafos anteriores realista comenzar desde la postura de que las decisiones políti­
la criminología crí­ cas no se basan en consideraciones racionales o investigaciones
raciones acerca del científicas sino en sentimientos, ideología partidaria y conve­
trafraseando el ar­ niencias políticas. Por lo tanto, sería mejor que los criminólogos
' la tarea de los so­ críticos se centraran en visualizar realidades alternativas, en
·imera cuestión es destruir los e stereotipos hegemónicos e, implícitamente, en con­
lbre el delito de tal cientizar a la opinión pública. Los dos capítulos previos son un
1nidad crítica sino intento de contribuir en ese sentido. En segundo lugar, resulta
1encidos. Dado que crucial una relación más estrecha entre los criminólogos y los
nportante, las pro­ juristas académicos, tanto en lo referente al aspecto normativo
ntarse como análi­ como al idealista de la criminología crítica. E specialmente du­
)gos críticos debe­ rante el último cuarto de siglo, las herramientas jurídicas se
tido, realmente no han utilizado para traducir compromisos políticos. Después de
::s verdades" de la que numerosos movimientos sociales adoptaran una política de
rativas menos pre­ derechos, los criminólogos críticos también abandonaron su ac­
criminólogos críti­ titud tradicionalmente despectiva hacia el lenguaje de los dere­
:oabolicionistas se chos -como algo perteneciente a una superestructura elitista,
1 a comprometerse anacrónica, ideológica y hasta irrelevante-. La criminología sur­
r otra parte, tam­ gió en la segunda mitad del siglo XIX para salvar al derecho
cas de ley y orden penal de una muerte segura como doctrina que ha perdido con­
•lo, sus causas es­ tacto con la realidad social. En la actualidad, la teoría normati­
e los que se ocupa va, jurídica, parece, a cambio, necesaria para salvar a la crimi­
al demostrar con nología de un ethos enteramente utilitario. En sentido puramen­
tos de la pobreza, te técnico, ambas disciplinas tienen su propia metodología y
os son criminóge­ marcos de relevancia, pero en lo que respecta a las cuestiones
ue podrían tratar­ fundamentales (y a las propias cuestiones prácticas de imple­
:riminalizados. Si mentación) el derecho penal y la criminología cada vez más son
:retos de políticas estudiadas de modo integrado. Los precursores de la criminolo­
ternativas, el ma­ g ia no pudieron prever los drásticos cambios de las relaciones
; rad ica en que el entre el derecho penal y la criminología durante el transcurso
398 RENÉ VAN SWAANINGEN
ment as react ivos ,
de un siglo. Debe destacarse especialmente la actual atención
crim inolo gía críti
-más positiva- que se le brinda al aspecto protectivo del derecho
sobre los problem<:
entre los criminólogos críticos anglosajones, dado que la orien­
teoría parti cular y
tación jurídica les es, históricamente, bastante ajena. Los rea­
super ada. Por ello .
listas de izquierda descubrieron -siguiendo las huellas de los
de refere ncia par
nuevos movimientos sociales- que tomar los derechos en serio
más apropiados. r
es la ú nica alternativa que le queda a la izquierda ahora que ya
realizan investiga<
no puede esperarse una acción política apasionada desde las
mayor variedad d
bases (Donzelot 1984). Si bien la política de los derechos huma­
distint os problema
nos de los Schwendinger prácticamente no evidenció una visión
más importa nte p
específicamente jurídica, sí creó una base común para una pos­
A este nivel, se tm
terior influencia de las observaciones jurídicas críticas de los
para destruir las
derechos humanos dentro de la criminología crítica (Cohen
para remarc ar qu
2 0 0 1 ; Morrison 2 006). A través de este redescubrimiento del de­
delito están basad:
recho, se va cerrando gradualmente la brecha entre la crimino­
política de valores
logía crítica anglosajona y la europea-continental. Sin embargo,
ve necesario hacer
aún deben hacerse más explícitas las lecciones epistemológicas
porque la desespe r
de este desarrollo. Un modo de pensar contrafáctico, utilizando
tendido relativismc
principios como piedras de toque normativas, puede poner en
para la crimino lo
evidencia los límites de los valores como el pragmatismo, la efi­
idea general era q1
ciencia o la utilidad. Si tales consideraciones hubieran determi­
tenecía al dominio
nado nuestra historia, no se hubieran construido catedrales o
fendía una visión r
majestuosas ciudades, no se hubieran hecho pinturas o escul­
digma de cambio <
turas, no se hubiera escrito música o poesía ni se hubiera esta­
blecido alguna democracia. Deberíamos estar felices de que birse sin hacer ex¡:
gas críticos no ten
nuestros ancestros se hayan guiado por consideraciones menos
utilitarias. Al tomar los medios como fines, los políticos actuales justicia actuaria!,
mente lo que los c1
ignoran los aspectos "inútiles" (en el sentido de no cuantifica­
sistema de justicif
bles) que determinan la satisfacción de la gente con su mundo
real. Esto nos recuerda la preocupación de los positivistas por posible. Sin embar.
la burocratización
las cuestiones metodológicas, mientras excluían las teorías
reproductivas de iC
axiomáticas construidas según su modelo. Al formular explíci­
no halla respuesta
tamente un marco de trabajo normativo -como la justicia so­
"El moralismo, den
cial- los académicos críticos evitaron que la agenda fuera deter­
minada por el discurso hegemónico en materia de políticas. Para
nos años, una acü
poder idear nuevos caminos y una-estructu ra alternativa de re­ tagonistas de la le
mientras que sus ,
levancia, parece más beneficioso adoptar un enfoque más pro­
activo, concientizador, que segu ir intentando desafiar los e ste­ suerte de vacío libl
reotipos hegemónicos relativos al delito -y el castigo con arcru­
mente claro que yo
b
CONCLUSIONES 399

mentas reactivos y defensivos. En tercer lugar, el futuro de la


e la actual atención
criminología crítica, en sentido teórico, se halla en su reflexión
rotectivo del derecho
sobre los problemas sociales concretos. La idea de ser fiel a una
, dado que la orien­
teoría particular y analizar todo desde esa perspectiva ha sido
ante ajena. Los rea­
superada. Por ello, pueden utilizarse diferentes marcos teóricos
o las huellas de los
de referencia para tratar las cuestiones para las que resulten
)S derechos en serio
más apropiados. No obstante, debe tenerse presente que si se
uierda ahora que ya
realizan investigaciones de un modo más ecléctico y se utiliza
)asionada desde las
mayor variedad de perspectivas criminológicas para analizar
los derechos huma­
distintos problemas, el aspecto epistemológico se vuelve mucho
evidenció una visión
más importante para evitar la fragmentación total del discurso.
omún para una pos­
A este nivel, se torna necesario el impulso de la justicia social
jicas críticas de los
para destruir las nociones indiscutidas de justicia actuaria! y
ogía crítica (Cohen
para remarcar que las diferentes visiones sobre el control el
scubrimiento del de­
delito están basadas, en última instancia, en una confrontac10n
ha entre la crimino-
política de valores y de visiones de la sociedad. También se uel­
1ental. Sin embargo,
ve necesario hacer más explícitas las orientaciones normativas,
mes epistemológicas
porque la desesperación analítica, el errotismo político el pre­
rafáctico, utilizando
tendido relativismo moral han probado ser un golpe casi mortal
ras, puede poner en
para la criminología. Hasta mediados de la década del 80, la
pragmatismo, la efi­
idea general era que la defensa de las normas y los valores per­
:s hubieran determi­
tenecía al dominio de la derecha, mientras que la izquierda de­
struido catedrales o
fendía una visión relativista de la moral. Sin embargo, un para­
10 pinturas o escul-
digma de cambio como la criminología crítica no pued co ce­
3. ni se hubiera esta­ .
birse sin hacer explícitos los impulsos directivos. Los cnmmolo­
:star felices de que
gos críticos no tenían mucho para decir a los partidarios de la
1sideraciones menos
justicia actuaria!, quienes sostenían que habían hecho exacta­
os políticos actuales mente lo que los críticos les habían pedido: vale decir, crear un
io de no cuantifica­
sistema de justicia tan objetivo (digamos, técnico) como fuera
ente con su mundo
posible. Sin embargo, la cuestión de por qué la automatización Y
· los positivistas por .
la burocratización no son respuestas adecuadas a las func10nes
xcluían las teorías
reproductivas de ideologías y a la selectividad del derecho penal
Al formular explíci­
no halla respuesta satisfactoria. Nils Christie (1981: 10) sostuvo:
como la justicia so-
" El moralismo, dentro de nuestras áreas, ha sido, durante algu­
agenda fuera deter­
nos años, una actitud y hasta un término asociado con los pro­
ria de políticas. Para
tagonistas de la ley y el orden y de duras sanciones penales,
ra alternativa de re­
mientras que sus oponentes eran vistos como flotando en una
n enfoque m ás pro­
suerte de vacío libre de valores. Por lo tanto, dejemos perfecta­
lo desafiar los este­
mente claro que yo también soy un moralista. Peor aún : Soy un
:1 castigo con argu-
400 RENÉ VAN SWAANJNGEN

imperialista moral". Con el advenimiento de la llamada frag­ desarrollo de las


mentación de la moralidad en la cultura posmoderna, cada vez evitarlas, lo que,
se hace más dificil saber en qué se basa nuestra ética, pero esta su significado. Si
demanda se vuelve más insistente. Así, consideramos que una lógicas, y se bas
moralidad "victimizada" (Boutellier 1993) es demasiado mínima fraude y al engañ
porque contiene tantos elementos de solidaridad negativa de los la criminología e
miedos compartidos que también es característica de la socie­ control punitivo:
dad del riesgo. Una moralidad basada en el cuidado y la respon­ reintegración soc
sabilidad por "el otro en concreto" (Bauman 1995a) brinda más llar vínculos que
potencial para el discurso de reemplazo basado en la justicia penal en si misrr.
social. La reevaluacion del valor sociológico de las garantías le­ tas delictivas. En
gales y la cultura de los derechos humanos, la ju sticia partici­ ta muy útil a los <
pativa y las estructuras procedimentales narrativas facilitado­ mero instrumen1
ras del discurso moral práctico constituyen intentos de formular este aspecto, dar
una visión critica, plural, de la mora·lidad que se adecue a la la sospecha en
cultura actual. Esta exploración también demuestra cómo el condiciones refle
discurso tecnocrático evade las cuestiones reales de la justicia tan globalizadon
penal y el control del delito y cómo refuerza, implícitamente, un serio. Habría qw
consenso social y moral basado en valores y visiones de una macrosocial (aun
sociedad que ya no existe. La recurrencia a la moral, especial­ fructífera. Este d
mente cuando estos llamamientos no están orientados a las au­ lisis micro y me1
toridades sino a los individuos, se asocian frecuentemente a comunidades de
connotaciones reaccionarias o cripta-religiosas -deber, vergüen­ teorías posmode1
za o pecado-. Sin embargo, no pueden rechazarse estos concep­ reciclo por compl1
tos morales, porque son parte de la mitología popular del delito justicia tanto a :
y el castigo. Stan Cohen ( 1979) también señaló el intento pro­ globalizado, el en
fundamente moralista de la propia teoría de la desviación. Así, sigue siendo iguc
¡
¡.
1
para enfatizar la responsabilidad individual defendió la reintro­ rosas políticas d
ti ducción de "viejos conceptos" como culpa, justicia y tolerancia. comunidad y, ce
Las ideas de John Braithwaite ( 1989) sobre el avergonzamiento posible darle u n
reintegrativo les otorgan una nueva relevancia sociológica a esas Una comunidad
nociones. Por cierto, podemos utilizar palabras que suenen más nal o de estudiaJ
progresistas, como solidaridad, compromiso y sensibilidad, pero un vecindario, u
Braithwaite tocó un tema muy importante: Junto a su enfoque se comunica por
positivo respecto de las opciones posibles, sus análisis también reintegrativo, jm
demostraron que las normas no son estáticas sino flexibles. El llan su raíz en pe
desarrollo de las normas depende de si su contenido sustancial ideas de comuni
es puesto en duda o no. La orientación puramente técnic á diri­ por estos princip
gida a la legitimidad procedimental no fomentará por sí sola un misma fuerza qu

1
CONCLUSIONES 40 1

e la llamada frag­ desarrollo de las normas, sino que llevará -por vía procesal- a
moderna, cada vez evitarlas, lo que, en última instancia, erosiona completamente
:tra ética, peró esta su significado. Si el derecho no se orienta hacia cuestiones axio­
;ideramos que una lógicas, y se basa en análisis de costos y beneficios, incita al
jemasiado mínima fraude y al engaño. Braithwaite también reforzó el argumento de
jad negativa de los la criminología crítica que resalta los principales defectos del
rística de la socie­ control punitivo: la estigmatización y la exclusión impiden la
lidado y la respon­ reintegración social de los penados y su posibilidad de desarro­
l995a) brinda más llar vínculos que prevengan el delito. En ese sentido, el derecho
mdo en la justicia penal en sí mismo es un incentivo para la comisión de conduc­
le las garantías le­ tas delictivas. En cuarto lugar, ya se ha sostenido que no resul­
la ju sticia partici­ ta muy útil a los criminólogos críticos considerar al Estado como
rrativas facilitado­ mero instrumento de represión o de cuidado paternalista. En
tentos de formular este aspecto, daremos un paso más: dado que el negativismo y
ue se adecue a la la sospecha en e sta materia se habían vuelto prácticamente
emuestra cómo el condiciones reflejas, la crítica de la criminología crítica se tornó
:ales de la justicia tan globalizadora y predecible que ya casi no podía tomarse en
mplícitamente, un serio. Habría que analizar si la orientación fundamentalmente
y visiones de una macrosocial (aunque nacional) de la criminología crítica fue tan
a moral, especial­ fructífera. E ste disenso no implica un simple retorno a los aná­
·ientados a las au­ lisis micro y mesosociales, ni a modelos de sociedad como las
frecuentemente a comunidades de familiares y vecinos protectores y tampoco a
s -deber, vergüen- teorías posmodernas globales en las que el 'Estado' ha desapa­
3.rse estos concep­ recido por completo. Sin embargo, se hace necesario estudiar la
popular del delito justicia tanto a nivel comunitario como global. En un mundo
lló el intento pro­ globalizado, el enfoque a nivel supranacional resulta obvio, pero
.a desviación. Así, sigue siendo igualmente importante a nivel comunitario. Nume­
efendió la reintro­ rosas políticas de prevención del delito están orientadas a la
:ticia y tolerancia. comunidad y, con cierta imaginación sociológica, hasta sería
avergonzamiento posible darle un nuevo significado a la noción de "comunidad".
sociológica a esas Una comunidad puede ser una organización política, profesio­
s que suenen más nal o de estudiantes, un movimiento social, un grupo étnico o
sensibilidad, pero u n vecindario, un club deportivo o un círculo de personas que
mto a su enfoque se comunica por I nternet. Todas las ideas de avergonzamiento
análisis también reintegratlvo, justicia participativa y moral pluralista que ha­
sino flexibles. El llan su raíz en pequeñas narrativas se originan en e stas nuevas
tenido sustancial ideas de comunidad. Los foros alternativos Uurídicos) guiados
ente técnica diri­ por estos principios deberían tener funciones si m bólic a s con la
uá por sí sola un misma fuerza que el derecho penal, sin reproducir los aspectos
402 RENÉ VAN SWAANINGEN

negativos del abordaje penal (desintegración, tecnocratización, ral. La criminolog


estigmatización, exclusión). Estas posturas comunitarias sobre irreflexiva correcc
el control social merecen ser prudentemente reafirmadas. Debe tual. Los tabúes
obrarse con cuidado porque, a diferencia de las filosofías comu­ ya prácticamente
nitarias, la criminología crítica no está confinada al pedido de grupos vulnerabl
mayor control comunitario, sino que, además, enfatiza la tarea pasado. En la act1
social del Estado. No obstante ello, las ideas comunitarias pue­ blema de los crític
den reafirmarse porque "aún tiene sentido buscar alternativas trativistas, guben
más humanas, justas y posibles que los mecanismos de apre­ formalidad acadér
hensión, j uzgamiento y castigo del sistema de justicia penal. To­ lucha respecto de
davía tiene sentido decir que el auxilio mutuo, la buena vecin­ libre de valores, le
dad y la verdadera comunidad son preferibles a las soluciones las definiciones d•
de las burocracias, de los profesionales y del Estado centraliza­ po, como si fuen
do" (Cohen 1988:223). En quinto término, debería apelarse a la creencias comunc
credibilidad e integridad académica. En este escenario de pesa­ vuelve a tildarse
dilla de desarrollos penales en el mundo occidental, Nils Chris­ su adopción o la f.
tie ( 1993 : 1 59 -73) señaló la importancia histórica de la ciencia te es considerada
como legitimación racional de la política de defensa social más cos críticos no de
temible: la del nazismo. Aquélla fue intelectualmente terrorífica, chazar el positivü
porque a través de leyes de eficiencia perfectamente racionales cipalmente metod
se llevó a cabo una filosofía absolutamente inhumana de mane­ las cuestiones epi
ra extremadamente sistemática. No es u na coincidencia que el continúan girand
final de la modernidad se haya situado en Auschwitz. Stephan nuevas visiones. 1
Quensel intentó extraer algunas lecciones de la "complicidad" riamente del posi
de la criminología crítica en el desarrollo de la política de ley y análisis libres deJ
orden del Derecho nazi. En su discurso de apertura del Congre­ deados de, al mer
so de Hamburgo de 1988, Quensel ( 1989:2) recordó a la audien­ 1 ) la elección del
cia la dudosa historia política de la Sociedad Internacional de una "sociedad pn
Criminología. Así, siguiendo este desarrollo concluyó que, dado delo elegido (mucl
que la criminología es una disciplina muy bien provista de datos idea de que son 1
y con orie11tación política, que siempre ha tenido u na responsa­ toda conducta hu
bilidad parcial por las visiones tradicionales de los mitos sobre de esos análisis (
el "problema del delito", la "inocencia positivista" con la que los los mismos análi
criminólogos creen que pueden retirarse a la "ciencia pura" re­ timo punto se vu
sulta insostenible. La pregunta de Becker "¿de qué lado esta­ con las recomend
mos?" sigue siendo tan válida hoy como hace setenta años, y los cuentan con el a
criminólogos deberían continuar repitiendo lo obvio: lo qu e para actual, orientado
ellos son perogruliadas en relación al delito y al control del deli­ puedan surgir est
to, todavía puede ofrecer un marco explicativo al público gene­ gresar científicarr

------ --- -
CONCLUSIONES 403

. tecnocratización, ral. La criminología crítica puede haber sufrido una -a veces­


omunitarias sobre irreflexiva corrección política, pero éste no es su problema ac­
eafirmadas. Debe tual. Los tabúes sobre temas relacionados a la raza o el género
ts filosofías comu­ ya prácticamente no existen y la solidaridad genuina con los
nada al pedido de grupos vulnerables es descripta como una reliquia patética del
:, enfatiza la tarea pasado. En la actualidad, el eventual ideologismo no es un pro­
:omunitarias pue­ blema de los críticos sociales sino de los criminólogos adminis­
uscar alternativas trativistas, gubernamentales, de hoy. En vista de la actual in­
:anismos de apre­ formalidad académica, parecería que nunca hubiera habido una
justicia penal. To­ lucha respecto del positivismo. Bajo la noción de investigación
o, la buena vecin­ libre de valores, los conceptos hegemónicos, los presupuestos y
s a las soluciones las definiciones de los problemas se adoptan, desde hace tiem­
stado centraliza­ po, como si fueran hechos dados. El cuestionamiento de las
>ería apelarse a la creencias comunes y de las conceptualizaciones dominantes
scenario de pesa­ vuelve a tildarse de "ideológico" mientras que, implícitamente,
lenta!, Nils Chris­ su adopción o la focalización en variables derivadas nuevamen­
rica de la ciencia te es considerada como ciencia pura. Sin embargo, los académi­
efensa social más cos críticos no deberían cometer otra vez el mismo error de re­
lmente terrorífica, chazar el positivismo en su conjunto. É ste tiene su valor -prin­
tmente racionales cipalmente metodológico- pero su poder explicativo es limitado;
1umana de mane­ las cuestiones epistemológicas centrales siguen sin respuesta y
)incidencia que el continúan girando en torno al statu qua en lugar de explorar
tschwitz. Stephan nuevas visiones. Los académicos críticos deberían ocuparse se­
la "complicidad" riamente del positivismo, a la par de remarcar que todos esos
a política de ley y análisis libres de

valores, metodológicamente sólidos, están ro­
:rtura del Congre­ deados de, al menos, cuatro momentos valorativos o subjetivos:
:ordó a la audien- 1) la elección del sujeto (¿se estudian "grupos problemáticos" o
Internacional de una "sociedad problemática"?); 2) la ideología implícita del mo­
mcluyó que, dado delo elegido (muchas teorías convencionales dan por sentada la
provista de datos idea de que son motivos personales, utilitarios, los que guían
do una responsa­ toda conducta humana), y 4) las conclusiones que se obtienen
le los mitos sobre de esos análisis (¿son ésas las únicas conclusiones posibles o
ta" con la que los los mismos análisis pueden permitir otras diferentes?). E ste úl­
"ciencia pura" re­ timo punto se vuelve particularmente tramposo si se lo coteja
fe qué lado esta­ con las recomendaciones (sobre políticas a implementar), si no
etenta años, y los cuentan con el apoyo -de los datos colectados. En el contexto
::>bvio: lo que para actual, orientado a los resultados, no parece muy probable que
tl control del deli­ puedan surgir estudios realmente innovadores. Si se quiere pro­
> al público gene- gresar científicamente, se deberán desafiar los límites existen­
404 RENÉ VAN SWAANINGEN

tes y explorar nuevos caminos. Sin embargo, no todos estos


nuevos caminos alcanzarán el éxito y, por lo tanto, los investi­
gadores prudentes que deban producir un determinado resulta­
do en un tiempo limitado evitarán ese riesgo y permanecerán a
resguardo. Ahora bien, debe tenerse claro que, sin e scepticismo
intelectual, sin emprender investigaciones cuyo resultado no
esté garantizado desde el inicio y sin llevar los estudios empíri­
cos concretos a un nivel más alto de abstracción, la criminología
no puede hacer ningún progreso teórico. Por lo tanto, fracasará
en crear modelos explicativos y marcos de referencia innovado ­
ADORNO, Theodor
res y, consecuentemente, devendrá superflua. Stan Cohen
Frankfurt a/ M:
( 1990:28-9) describió la triple lealtad de la criminología como: - ( 1 969) "Zur Log
"Primero, la obligación primordial de asumir un cuestionamien­ Der Positivism1
to intelectual honesto (independientemente de lo escéptico, pro­ Luchterhand.
visional, irrelevante o irrealista que pueda ser); segundo, el AJK (Arbeitskreis
compromiso político con la justicia social pero también (aunque Kriminologie; Po.
pueda potencialmente entrar en conflicto con ambos) la insis­ Juventa.
- (1974b) "Zu ein
tente e inmediata demanda de ayuda humanitaria a corto plazo. Ergebnisse der
Debemos aplacar a estos tres dioses voraces". El futuro de la Kriminologische:
criminología crítica radica en su habilidad para ofrecer nuevos ALTHOFF, Martina
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