La arrogancia es distinta a la autoconfianza y a la autoestima.
Demuestro autoconfianza y autoestima cuando estoy dispuesto a afrontar las dificultades y escollos, a persistir en mi meta, modificando y afinando mi accin de cara a alcanzar el resultado que busco, aprendiendo de mis errores, a la vez que entiendo que todo premio tiene un precio y que no hay esfuerzo sin recompensa. En la autoconfianza y en la autoestima sanas hay humildad, porque aceptamos que no siempre tenemos la mejor idea de algo, ni procedemos de la mejor manera, ni tenemos la habilidad debida, pero sabemos que si corregimos nuestra accin, aprendemos de nuestros fallos, somos constantes en el esfuerzo y abiertos y flexibles para ensayar nuevas maneras de alcanzar nuestros objetivos, indefectiblemente vamos a alcanzar resultados satisfactorios. No esperamos que la vida sea ms suave para nosotros que lo que lo fue para los dems. Entendemos que existe la Ley del Proceso: que todo toma un tiempo y un esfuerzo, y estamos dispuestos a pagar el precio para alcanzar el premio. El arrogante quiere festinar los procesos, saltarse a la torera el precio y recibir el premio porque siente que l lo merece porque s, porque es l, porque es un privilegiado. Nada mejor para morigerar nuestra proclividad a la arrogancia que reflexionar sobre la frase: Si te crees en derecho a juzgarme, antes debes andar con mis zapatos, que se origina en la sentencia de los indgenas norteamericanos: Antes de juzgar a una persona camina tres lunas con sus mocasines.