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“El universalismo de la misión española en América”

Unos pequeños apuntes sobre Luciano Pereña Vicente

Unos apuntes rápidos sobre don Luciano. Es calificado en los círculos


académicos de Salamanca, de Madrid, de toda España como uno de los mayores
pensadores y eruditos del siglo XX y… XXI.

Desde luego yo, no soy la persona adecuada para hacer un resumen de su


inmensa y valiosísima obra -baste decir que el mismo Pereña reconoce que su
obra de 1986 “Corpus Hispanorum de Pace: La Escuela de Salamanca” le costó
26 años de su vida: imaginaros la inmensidad de este estudio, y su referente
mundial.

Así pues, me váis a permitir que haga un pequeño adelanto de este ilustre
“aldeavileño”, “reviraño”, aunque seguro que muchos de vosotros, lectores de
este Blog, podríais hacerlo mucho mejor: os animo a ello. Probablemente Don
Javier pudiera hacernos una pequeña semblanza… o cualquiera de los maestros o
profesores de Aldeadávila.

Nace en 1920, en Aldeadávila de la Ribera-Salamanca- en el seno de una


familia acomodada, en la confluencia de las calles José Antonio Caballero-El
Rollo- y la Sierra, componiéndose la familia de otros tres hermanos: Emilio-
sacerdote-, Pilar y María. Posteriormente se trasladan a otra casa de la calle
del Rollo-”por encima del Bar Duero”-, y aproximadamente con 14 años su
familia se traslada a Salamanca, para poder acompañar a los hijos en sus
estudios. La desgracia pronto sacude a esta querida familia, muriendo su
hermana Pilar muy pronto. Sus hermanos eran Emilio y María.

Casa natal de Luciano Pereña Vicente

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Su carrera es continua: Doctor en Ciencias Políticas y Económicas,
Catedrático de la Universidad Pontificia de salamanca, catedrático de la U.
Francisco de Vitoria, investigador del CSIC, Director del Corpus Hispanorum de
Pace… la nómina es interminable, historiador, jurista, investigador, pensador…
es difícil poder encajarle, porque su acción de investigación ha sido amplísima y
de mucho alcance. Suele decirse que con la perspectiva de los años es como
mejor se ve todo el horizonte creador, y su influencia en la corriente filosófica.
Tal es el caso, que no he logrado un resumen, una visión general de su obra…

Para conocer el pensamiento de don Luciano Pereña Vicente, nada mejor


que rescatar uno de sus últimos escritos íntegro, en este caso escrito el 12 de
octubre del año 2000, en “Sumario desde la fe”.

Una breve relación de su extensa bibliografía es la siguiente:

o “Diego de Covarrubias y Leyva, maestro en Salamanca”, Revista de


Derecho Canónico, 1956, vol. XI, 31.

o “Diego de Covarrubias y Leyva, maestro de derecho internacional”.


En “Diego de Covarrubias y Leyva, maestro en Salamanca”, 1957.

o “Francisco de Vitoria y la Unidad de Europa”. En “Derecho de


gentes y organización internacional”, 1957, vol. II.

o “Introducción a la tesis española de la paz”. Revista española de


Derecho internacional, 1963, vol.16.

o Coautor de ”Relectio de Indis” En O.P. Relectio de Indis, Madrid,


1967.

o “La pretensión a la perpetuidad de las encomiendas del Perú”.


Estudios de política indigenista española en América, Madrid, 1976. Vol. II.

o “La escuela de Salamanca y la duda indiana”. La Ética e la conquista


de América, 1984. Vol. 25.

o “La Escuela de Salamanca y la duda indiana”, en V.V.A.A. La Ética


en la conquista de América: CSIC, Madrid, 1984.

o “La Escuela de Salamanca. Proceso a la conquista de América”,


Salamanca, 1.986.

o “Alonso de Veracruz, de bello contra indios. La economía de la


solidaridad”, vol. II: CHP, segunda serie. 1986.

o “Carta magna de los indios”. Madrid, 1987.

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o “Proceso a la leyenda negra. Testimonio del Emperador Carlos V”.
Madrid, 1.988.

o “Carta magna de los indios, fuentes constitucionales 1534-1609”.


Madrid, 1988.

o “Genocidio en América”. Madrid, 1992.

o “La anexión de América a la luz de la teología”. Historia de la


Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, 1992, Vol. I.

o “La idea de justicia en la conquista de América”. Madrid, 1992.

o “La leyenda negra a debate. ¿Cómo se manipuló a la historia?.”.


Cuaderno nº2, Madrid, 1.999.

Fachada modernista en Aldeadávila, de los años 20 del siglo pasado.

Uno de sus últimos escritos de 12 de octubre del año 2.000, publicado en


la revista cristiana “Sumario desde la fe”:

“La ONU, ante el nuevo milenio

En una sala casi cuadrangular, en el palacio de las Naciones Unidas de


Ginebra, el artista español José Mª Sert logró marcar en seis grandes murales

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lo que separa y une a los hombres: la guerra y la esperanza de la paz. En el
techo cinco colosos (las cinco partes del mundo), unen sus manos en el espacio.
A sus pies, los sabios españoles discuten, rodeados de alumnos, en la famosa
Universidad de Salamanca donde se enseñaban, en el siglo XVI, los rudimentos
del Derecho internacional. Obispos, monjes, guerreros a caballo, estudiantes
que escuchan o leen grandes libros y campesinos con chambergo asisten a la
famosa lección, dirigiendo su mirada hacia Francisco de Vitoria, que con algunos
discípulos se encaraman en la esfera terrestre.

Desde su cátedra de la Universidad de Salamanca, Francisco de Vitoria,


en el siglo XVI, fue el primero que concibió el mundo como una unidad política
que tiene el poder de hacer leyes aplicables a todas las naciones y a todos los
hombres. La XVII Asamblea general de las naciones unidas, en su resolución
1.816, de 7 de diciembre de 1.962, invitaba a los Estados miembros a que
establecieran departamentos científicos sobre las posibilidades de la paz y los
métodos de resolver los conflictos.

“Corpus Hispanorum de Pace” (escrito por D. Luciano)

“Corpus Hispanorum de Pace”, 2ª edición. Portada

Para responder a este llamamiento, y con el propósito de descifrar el


legado de Francisco de Vitoria, en 1963 el CSIC pone en marcha el “Corpus
Hispanorum de Pace”. Una veintena de investigadores y catedráticos, bajo la
dirección del profesor Luciano Pereña Vicente, desarrollaron de una manera
continuada y sistemática durante treinta años toda la doctrina de la paz de la
“Escuela de Salamanca”.

Desde 1963 a 1989 sus resultados han sido publicados en 28 volúmenes,


en los que la coordinación y labor infatigable de D. Luciano han dejado
claramente su impronta.

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La sensibilidad humana y sabiduría filosófica permitieron a Francisco de
Vitoria poner las bases científicas de los derechos fundamentales del hombre.
Muchos de sus principios se han hecho, con el paso de los siglos, realidad, y han
sido aceptados como definitivos, gracias al alto contenido moral y científico que
los inspiraban. Hoy, más que nunca, sus ideas son plenamente válidas, cuando se
trata de rescatar la condición humana frente a una legislación apresurada fruto
de nuestra época de globalización. La dignidad de la persona humana es siempre
un valor superior a todo avance científico, y debe de ser preservado por todos
los medios y a cualquier precio.

A lo largo del trienio 1990-1992, la “Cátedra V Centenario” de la


Universidad Pontificia de Salamanca, y gracias a la ayuda económica de la
denominada “Comisión Nacional del V Centenario del Descubrimiento de
América” hizo público el legado y el mensaje de Francisco de Vitoria: para ello
se coordinaron 43 universidades de Europa y América; se publicaron doce
ensayos de divulgación cultural y fueron emitidos ocho informes y manifiestos
de reconciliación al servicio de la comprensión histórica entre España y
América, en aquella desorbitada y dura poémica sobre la “leyenda negra”.
Paralelamente un equipo de investigadores y profesores americanos se esforzó
por incorporar los principios y postulados del maestro de Salamanca en
sucesivas reuniones y congresos internacionales organizados por las naciones
Unidas. Con sus conclusiones se ha configurado la nueva Carta de Derechos,
inspirada en la doctrina de Vitoria:

“DERECHOS DE LA HUMANIDAD

- Todos los bienes espirituales, naturales y culturales, logrados por la


creación, el trabajo y progreso de las precedentes y actuales generaciones,
constituyen el patrimonio común de la Humanidad.

- La Humanidad es la única beneficiaria de los progresos científicos y


tecnológicos, por lo cual se reconoce, explícitamente, el libre acceso de todos
los pueblos al conocimiento científico y a la tecnología.

- La Humanidad tiene el derecho de disponer siempre de los recursos


necesarios para una existencia digna para todos los seres humanos y para todos
los pueblos sin excepción.

- La persona humana es responsable de su propio crecimiento, basado en


su libertad y capacidad, que le permitan enriquecer sus condiciones humanas.

- Como derecho fundamental de la persona humana y de la necesidad


social universal, el derecho a comunicarse es la base del conocimiento recíproco.

- El patrimonio común de la Humanidad está inserto en un orden que es,


a la vez, moral; por esta razón el progreso está necesariamente destinado al
bien común de la Humanidad.

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- El derecho de la Humanidad a la supervivencia no se limita a
sobrellevar dificultades económicas, de salud y ambientales; sobrevivir es tener
la facultad de superar los obstáculos y, además, de gozar de una vida sin
sobresaltos, sana, digna, prolongada y feliz.

- La libertad , reconocida a la Humanidad, de explotar y utilizar para su


beneficio las nuevas regiones descubiertas y visitadas del espacio
ultraterrestre, incluye el derecho de explotación de los recursos que allí
encuentre, en servicio del hombre.

- El derecho fundamental de la persona humana a elegir y cambiar de


residencia en cualquier lugar del orbe, es reconocida a la Humanidad para su
ejercicio también en el espacio ultraterrestre.

- La integración social y cultural es `producto de la cooperación y de la


comunicación.

- La solidaridad es hoy un deber social universal y también una


necesidad que surge de la interdependencia de los pueblos.

- El género humano es uno y único; los hombres integran ese todo,


diferente de sus individualidades. La unidad se fortalece en el sentido común de
ser parte necesaria, y en la conciencia de unidad de todos los hombres.

Las “XII Tablas de los Derechos de la Humanidad” son la nueva versión de


la Carta de Derechos Humanos elaborada por Francisco de Vitoria en 1539 en la
Universidad de Salamanca.

Luciano Pereña también publicaba en las primeras páginas de los


periódicos de mayor tirada en los primeros años 50, como este artículo
publicado en el diario ABC, el 17 de agosto de 1954, en su p.3:

“Un documento revolucionario de Melchor Cano en la Biblioteca Vaticana”

“En 1546 proclamó en Alcalá la carta de los derechos humanos en


defensa de los indios:

El descubrimiento de América fue también una revolución para el Derecho


Internacional. En los primeros momentos dominó el imperialismo y el
maquiavelismo en las relaciones con los nuevos pueblos descubiertos. Se
conquistaba y se esclavizaba. Aquella política común a todas las naciones
europeas produjo la gran crisis ideológica.

En su lucha por la verdad y la cultura, una falange de maestros españoles


proclamaron en salamanca y Alcalá la tesis de la libertad. Contra la razón de
Estado que dominaba en Europa, España descubrió un nuevo destino de

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convivencia entre los pueblos; dio origen al pensamiento moderno. En esta
revolución de ideas se destacó un ilustre dominico.

Melchor cano significa una de las figuras más representativas en la


historia de la cultura española. Creador de la teología positiva, fue maestro en
Valladolid, Alcalá y Salamanca. En el Concilio de Trento elevó el prestigio de
España. Consejero de Felipe II, fue decisivo su criterio en los momentos más
difíciles de política exterior.

P. dominico Fray Melchor Cano

Cuando la tesis imperialista de Juan Ginés de Sepúlveda agravaba la crisis


del problema indiano, Melchor cano se levantó en la Universidad complutense
para defender los derechos de los pueblos de América. En aquel momento
histórico cumplía un destino universal. Llegó a ser uno de los creadores de la
tesis de la hispanidad. Hemos descubierto aquel documento importante en la
biblioteca de la Ciudad del vaticano. ¿Cuáles fueron las directrices de aquel
discurso trascendental?

Contra el maquiavelismo y todas las formas de tiranía, Melchor Cano


proclamó los derechos de la persona humana. Todos los hombres eran iguales.
Españoles o indios, todos tenían derecho a la libertad independientemente de
su raza y su religión. El derecho a la libertad de conciencia era inviolable y
ningún poder político, social o religioso podía coaccionar al hombre a tomar una
religión determinada, aunque ésta fuera la religión católica.

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El hombre era libre para determinarse políticamente; podía pertenecer al
estado que quisiera; tenía derecho a emigrar y a domiciliarse en cualquier parte
del mundo. El derecho a la vida era inalienable. Y la persona, porque tenía
dominio sobre sí misma, tenía también derecho a la propiedad privada en
función del bien común. Fundamentalmente, los indios tenían los mismos
derechos que los españoles. Eran igualmente personas.

Sobre la igualdad jurídica de todas las razas y la libertad natural de


todos los hombres, defendió Melchor cano los derechos de los pueblos indios.
Tenían derecho a su libertad, a su independencia, a su soberanía. Podían
lícitamente defender su integridad nacional contra todo invasor injusto,
cristiano o bárbaro, español o indio. América tenía derecho a declarar la guerra
a España en propia defensa. Libremente podía escoger la forma de gobierno que
quisiera sin que ningún Estado pudiera obligarles a aceptar un régimen
determinado. Tenían derecho a la paz, el comercio internacional, a toda clase de
alianzas y a confederarse mutuamente contra el peligro común . América era
una comunidad de pueblos libres.

Precisamente para defender esa libertad y garantizar esa comunidad,


Melchor Cano defendió la intervención de España en América. Los Reyes
intervenían únicamente para defender y garantizar los derechos de la persona
humana contra la opresión y tiranía en un régimen de libertad: para
salvaguardar las libertades de los pueblos; para hacer posible la civilización.
Todos los pueblos tenían derecho a la cultura.

En función de esta misión ecuménica, España ocupaba las tierras de las


Indias y sólo en cuanto era necesario para cumplir su destino: sacar de la
barbarie y educar a las tribus errantes que vivían como fieras; garantizar la
libertad contra la tiranía; asegurar la paz contra la agresión. Debía hacer
posible en América la civilización cristiana.

Este era el significado de la empresa española. Intervenía para defender,


no para atacar; ocupaba territorios en cuanto era necesario para la defensa y
no era lícito retener lo ocupado contra la voluntad de los súbditos. Los pueblos
indios elegían libremente al rey de España para que los dirigiera hacia el
progreso. No destruía, sino colonizaba. No esclavizaba, sino regeneraba. No
explotaba, sino que organizaba económicamente. Fomentaba la cultura, la
civilización; hacía historia. Melchor Cano protestaba contra los abusos de los
conquistadores; condenaba a la esclavitud y abogaba por la moderación de los
impuestos.

Estos eran los derechos y los deberes de España en América, y en función


de ellos, el maestro de Alcalá acarcterizaba el imperio español en Indias: un
protectorado político al servicio de la civilización cristiana.

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Melchor Cano había definido la tesis de la hispanidad. Se proyectó en sus
discípulos Juan de la Peña, Pedro de Sotomayor, Alonso Velázquez, Juan Ruiz,
Gaspar Cardillo de Villalpando, Domingo Báñez, Bartolomé de Medina, Juan de
Ribera y fray Luis de León. Hacía escuela. El nuevo documento es un testimonio
más de la lucha de España por la verdad y la justicia”-

LUCIANO PEREÑA VICENTE

Del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Luciano Pereña fallece en Madrid el 14 de enero de 2007, siendo


enterrado en la iglesia del Espíritu Santo.

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