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MÚSICA AFRICANA

LA MÚSICA AFRICANA

Para introducirnos en el estudio de esta música, debemos comprender su

concepción, su origen, su finalidad. Se trata de una música que forma parte de la

vida misma, acompaña todos los actos de los hombres, está integrada a la sociedad

y cumple un rol vital en las labores y quehaceres diarios. No es una música

destinada al “disfrute estético” como en nuestra cultura occidental, en la cual la

música se ejecuta en ámbitos especialmente preparados para ello.

En África, la música se hace

en todo lugar y momento, en

ella participa todo el grupo

social, incluso el visitante.

El africano no acude a

escuchar música sino a

hacerla y a disfrutarla.

No es un fenómeno

estético, sino ético: importa

más el cómo se participe. La

música no constituye un fin

en sí mismo. No existe el sentimiento de vergüenza por ser un músico malo o

mediocre. Para hacer música no hace falta ser músico, ni subirse a un escenario, ni

sobresalir en la ejecución de un sofisticado instrumento.

Socialidad:

La socialidad es un rasgo distintivo, sobresaliente de esta cultura. El arte refleja

la integración comunitaria del hombre africano. Todos los integrantes de la

comunidad participan del hecho artístico. Lo construyen, lo viven cotidianamente.

Las funciones que cumple cada actor social se reflejan en las producciones, en las

que cada uno realiza su aporte musical a través de timbres, sonidos y ritmos
distintivos. Cada tambor, cada instrumento se siente como una persona y posee su

sonido y función individual.

La sociedad tradicional africana está hecha de intercambios que crean una

corriente de simpatía, la solidaridad es un flujo vital que circula en todas las

aldeas.

La música, necesidad vital del ser

humano, naturalmente expresa

esta unión de la comunidad. No es

una expresión individual, aislada,

“solista”. La práctica comunitaria

de la música, la participación de la

totalidad del grupo social, causa

un gran efecto integrador entre quienes participan, creando lazos indefectibles y

en ocasiones, utilizando a la música como disuasor de cualquier elemento negativo

que altere el equilibrio vital de la sociedad, como sequías, guerras, enfermedades,

etc.

Oralidad

La palabra posee para la cultura africana un significado mágico. Es el dominio sobre

la palabra, lo que diferencia a las fuerzas pensantes (hombres vivos, difuntos,

espíritus, deidades, dios creador) del resto de las fuerzas (cosas, lugar-tiempo,

modalidad).

“La palabra es acto. Procede desde lo más profundo de uno mismo. Compromete,

vale su peso en oro” En este poder de la palabra hablada se fundamenta la

utilización de la tradición oral para la transmisión y conservación de la historias y

conocimientos de cada grupo social. La palabra hablada posee un significado, un

poder tal, que excede las posibilidades de cualquier tipo de notación en la que se

utilice un medio “no-sonoro” -como un papel-, ya que éste es considerado

simplemente como una “cosa”


Naturalidad

La búsqueda sonora, originada en la relación orgánica hombre-naturaleza, se

orienta hacia la expresividad de cada sonido y no hacia su pureza, abundando

diferentes tipos de emisión de voces y sonidos.

El hombre no puede separarse de su entorno natural y social, existe en cuanto se

relaciona con sus pares y con su medio ambiente. Esta comunión da como resultado

una música cuyos sonidos se emparentan directamente con la naturaleza.

De la misma manera, esta

relación genera una música que

refleja la complejidad del

entorno sonoro natural de la

selva y la sabana africana:

Vientos que mueven la espesa y

diversa vegetación, animales

que emiten todo tipo de

sonidos, tierra, agua, piedras... todo ello funcionando en ciclos vitales de variada

intensidad y duración. Todo un concierto de la naturaleza del cual cual el hombre

forma parte y en el cual no puede participar aisladamente. Por ello, este punto

sirve de análisis para la comprensión del carácter polirrítmico y polifónico de la

música africana.

Sacralidad

La vida de la sociedad tradicional africana es esencialmente religiosa. Poseen una

concepción del mundo en la que cada grupo social esta conformado por hombres

vivos, hombres muertos, hombres divinizados, deidades y el Dios creador. Es decir,


una concepción orgánica en la

cual los vivos y los muertos

constituyen un todo, una unidad.

La música, como ya hemos

mencionado, es funcional a las

prácticas religiosas en las que el

hombre invoca dioses o

antepasados divinizados. Los ritmos, los cantos y los movimientos, actúan como

vehiculizadores de esta relación entre el hombre vivo y su complejo cosmogónico.

La comunidad entera participa de estas prácticas en las que el poder místico-

religioso (“ashé”) se transmite, se conserva, se desarrolla a través de la vivencia,

de la experiencia directa y cotidiana.

Repetición

La funcionalidad de esta música determina su carácter cíclico-repetitivo ligado a

los ciclos vitales de la naturaleza, al trabajo, al lenguaje y a todas las actividades

diarias. La repetición se constituye en un medio para el logro del objetivo de esta

música: la acción. Cuando se trabaja en la cosecha, cuando se invoca un Dios, cuando

se intenta dormir a un niño, se hace música. No se obtienen grandes sinfonías con

diversidad instrumental y actoral, simplemente se repiten frases, melodías y

ritmos que le son imprescindibles al accionar del que se trate.

Su múltiple funcionalidad, su propósito, impide una cabal comprensión por quien

esté acostumbrado a considerar la música solo en su aspecto artístico. La música

es acción, no distracción. Es la repetición, la característica que lleva muchas veces

al oyente a opinar peyorativamente sobre esta música, ya que la repetición es para

el oído occidental un símbolo de “pobreza imaginativa”.


Polirritmia y Polifonía

A partir de la comprensión del carácter socio/comunitario de esta música,

podremos enunciar como otra de las características más trascendentes la

polirritmia y polifonía, ya que en su música el pueblo africano vuelca las funciones

de todos los integrantes de la tribu. Existen diferentes voces, instrumentos,

danzas y roles musicales para cada uno de ellos. Los ensambles de percusión son

como una familia cuyas voces fusionadas reflejan, en una unidad, el tono de su

lenguaje. Esto produce en el oyente lo que denominaremos una múltiple perspectiva

rítmica, es decir que al existir numerosos ritmos y superposiciones de éstos,

existe la posibilidad de ser escuchados en más de una forma, dependiendo

exclusivamente de la percepción de los distintos puntos de inicio.

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