La trascendencia ha estallado en mil fragmentos restringido a la manipulación de las imágenes y de
que son como las esquirlas de un espejo donde to- las pantallas. Por tanto tiene todo lo que necesita. davía vemos reflejarse furtivamente nuestra ima- ¿Por qué debería preocuparse por el sexo y el deseo? gen, poco antes de desaparecer. Pendiente de las redes nace el desafecto de los de- Como fragmentos de un holograma, cada es- más, de sí, contemporáneo a la forma desértica del quirla contiene el universo entero. La característi- espacio generado por la velocidad, de aquélla de lo ca del objeto fractal es la que toda la información social generado por la comunicación y por la infor- relativa al objeto está encerrada en el más pequeño mación, de aquélla del cuerpo generado por sus in- de sus detalles. De la misma manera podemos ha- numerables prótesis. Todo lo del ser humano, de su blar hoy en día de un sujeto fractal que se difracta cuerpo biológico, muscular, animal, ha pasado a las en una multitud de egos miniaturizados todos pa- prótesis mecánicas. Nuestro mismo cerebro ya no recidos los unos a los otros, se desmultiplica según está en nosotros, fluctúa alrededor de nosotros en un modelo embrionario como en un cultivo bioló- las innumera bles ondas hertzianas y ramificaciones gico, y satura su medio por escisiparidad hasta el que nos circundan. No es ciencia ficción, es simple- infinito. Como el objeto fractal se asemeja punto mente la generalización de la teoría de McLuhan por punto a sus componentes elementales, el suje- sobre las «extensiones del hombre». Simplemente, a to fractal no desea otra cosa más que asemejarse en fuerza de hablar de la electrónica y de la cibernéti- cada una de sus fracciones. Envuelve más acá de ca como extensiones del cerebro, de alguna manera toda representación, hacia la más pequena fracción es el cerebro mismo el que se ha transformado en molecular de sí mismo. Extraño Narciso resulta: una extensión artificial del cuerpo, y que por tanto no sueña ya con su imagen ideal sino con una fór- ya no forma parte de él. Se ha exorcizado el cerebro mula de reproducción genética hasta el infinito. como modelo, para accionar mejor sus funciones. Semejanza indefinida del individuo a sí mismo ya Se ha formado una prótesis en el interior mismo del que se resuelve en sus elementos simples. Desmul- cuerpo. Así es la espiral del ADN: una verdadera tiplicado por doquier, presente en todas las panta- prótesis en el interior del individuo, de cada una de llas, pero en todas partes fiel a su propia fórmula, sus células. Y esto vale para todo el cuerpo, es el a su propio modelo. La diferencia cambia de senti- cuerpo mismo el que se ha transformado en una ex- do de golpe. Ya no es la diferencia entre un sujeto tensión artificial de sus mismas prótesis. McLuhan y otro, es la diferenciación interna del mismo suje- ve todo esto, de una forma muy optimista, como to hasta el infinito. Y la fatalidad que lo gobierna universalización del hombre a través de sus exten- es del orden del vértigo interior, de la explosión en siones mediatizadoras... En realidad en lugar de lo idén tico, del espejismo no ya de su propia ima- gravitar alrededor de él en un orden concéntríco, gen, sino de su propia fórmula de síntesis. Aliena- todas las partes del cuerpo del hombre, comprendi- dos, nosotros ya no lo estamos a los otros y por los do su cerebro, se han satelizado alrededor de él en otros, lo estamos a nuestros múltiples clones vir- un orden excéntrico, se han puesto en órbita por sí tuales. Es como decir que ya no lo estamos del to- mismas y, de golpe, con relación a esta extroversión do... El sujeto actual ya no está alienado, ni dividi- de sus mismas tecnologías, a esta multiplicación or- do, ni lacerado. bital de sus mismas funciones, es el hombre el que El horizonte sexual y social de los otros ha de- se hace exorbitado, es el hombre el que se hace ex- saparecido virtualmente y el horizonte mental se ha céntrico. Respecto a los satélites que ha creado y ha puesto en órbita es el hombre el que hoy, con su traordinario. Es el único objeto sobre el que con- cuerpo, su pensamiento, su territorio, se ha hecho centrarse, no como fuente de placer o de sexo, sino exorbitante. como objeto de responsabilidad y desolado esmero, Ya no está inscrito en ningún sitio. Está exins- con la obsesión del aflojamiento y de la contra- crito en su propio cuerpo, en sus propias funciones. prestación, signo y anticipación de la muerte, a la Desde hoy, sin hablar de la desmultiplicación cual nadie sabe ya dar otro sentido que el de su pre- genética, existe una desmultiplicación fractal de las vención perpetua. El cuerpo se mima con la certe- imágenes y de las apariencias del cuerpo. za perversa de su inutilidad, con la certeza total de Vistos muy de cerca, todos los cuerpos, todos su no-resurrección. Ahora el placer es un efecto de los rostros, se asemejan. El primer plano de un ros- resurrección del cuerpo, algo por lo cual el cuerpo tro es tan obsceno como un sexo visto desde cerca. sobrepasa este equilibrio hormonal, vascular y die- Es un sexo. Cada imagen, cada forma, cada parte tético obsesivo en el cual se le quiere encerrar, este del cuerpo vista desde cerca es un sexo. La promis- exorcismo de la forma y de la higiene. Por tanto cuidad del detalle, el aumento del zoom toman un hay que hacer olvidar al cuerpo el placer como gra- valor sexual. La exorbitancia de cada detalle o aun cia actual, su metamorfosis posible en otras apa- la ramificación, la multiplicación serial del mismo riencias y consagrarlo a la conservación de una ju- deta lle nos atraen. ventud utópica y, de cualquier modo, perdida; por- Promiscuidad extrema de la pornografía, que que el cuerpo que se plantea la cuestión de su exis- descompone los cuerpos en sus mínimos elemen- tencia ya está medio muerto, y su culto actual, mi- tos, los gestos en sus mínimos movimientos. Y tad yoga y mitad éxtasis, es una preocupación fúne- nuestro deseo se dirige a estas nuevas imágenes ci- bre. El cuidado que se toma con él mientras está vi- néticas, numéricas, fractales, artificiales, de síntesis, vo prefigura el maquillage de las «funeral homes», la porque todas son de mínima definición. Casi se po- sonrisa insertada sobre la muerte. dría decir que son asexuadas como las imágenes Porque está todo ahí, en la inserción. No se tra- porno, por exceso de verdad y de precisión. Pero de ta de ser y ni siquiera de tener un cuerpo, sino de cualquier forma ya no buscamos en estas imágenes estar insertados sobre su propio cuerpo. Insertados una riqueza imaginaria, buscamos el vértigo de su sobre el sexo, sobre su propio deseo. Conectados superficialidad, el artificio de su detalle, la intimi- con vuestras funciones como sobre diferenciales de dad de su técnica. Nuestro verdadero deseo es el de energía o pantallas de video. Hedonismo insertado: su artificialidad técnica y de nada más. el cuerpo es un escenario cuya curiosa melopea hi- Lo mismo para el sexo. Exaltamos el detalle de gienista circula entre los innumerables gimnasios la actividad sexual como, sobre una pantalla o bajo de reeducación, de crecimiento muscular, de esti- un microscopio, el de una operación química o mulación y simula ción que describen una obsesión biológica. Buscamos la desmultiplicación en obje- colectiva asexuada. tos parciales, y la satisfacción del deseo en la sofis- A la que hace eco la otra obsesión: la de estar in- ticación técnica del cuerpo. Así como ha cambiado sertados sobre el propio cerebro. Lo que la gente en sí mismo por la liberación sexual, éste ya no es contempla o cree contemplar en la pantalla de su más que una diversibilidad de las superficies, un word-processor o de su ordenador es la acción de su pulular de objetos múltiples, donde su finitud, su propio cerebro. Hoy ya no es en el hígado o en las representación deseable, su seducción, se pierden. vísceras y ni siquiera en el corazón o en la mirada Cuerpo metastásico, cuerpo fractal sin esperanza de donde se trata de leer, sino simplemente en el cere- ninguna resurrección. bro, del cual se quisieran hacer visibles sus millones El que se desliza sobre el skateboard con su de conexiones, y asistir a su actividad como en un walkman, el intelectual que trabaja con su word- video-juego. Todo este esnobismo cerebral y elec- processor, el «rapper» del Bronx que gira frenética- trónico es de una gran afectación. Lejos de ser el mente en el Roxy o en otro lugar, el «jogger», el signo de una antropología superior no es más que «body builder»: en todas partes la misma blanca so- el síntoma de una antropología simplificada, redu- ledad, la misma refracción narcisista, ya sea que se cida a excrecencia terminal de la médula espinal. dirija al cuerpo o a las facultades mentales. Pero asegurémosnos: todo esto es menos científico En todas partes el espejismo del cuerpo es ex- y operativo de lo que se piensa. Todo lo que nos
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fascina, es el espectáculo del cerebro y de su funcio- No es un imaginario narcisista el que se desarro- namiento. Quisiéramos que nos fuese permitido lla alrededor del video o de la estéreo-cultura, es un contemplar el proceder de nuestros pensamientos efecto de autoreferencia desolada, es un cortocircui- —y esto es una superstición. to que inserta inmediatamente el idéntico en el Así el universitario trabajando con su ordena- idéntico y por tanto subraya, al mismo tiempo, su dor, corrigiendo, retocando, adulterando sin pausa, superficial intensidad y su profunda insignificancia. haciendo de este ejercicio una especie de psicoaná- Es el efecto especial de nuestro tiempo. Seme- lisis interminable, memorizándolo todo para huir jante es también el éxtasis de la polaroid: tener ca- del resultado final, para rechazar la fecha de la si simultáneamente el objeto y su imagen, como si muerte y, la fatal, de la escritura, gracias a un eter- se realizara esta vieja física, o metafísica de la luz, en no feedback, a una eterna interacción con la máqui- la cual cada objeto segrega copias, clichés de sí mis- na, cuyo funcionamiento se identifica con el del mos que captamos a través de la vista. Es un sueño. mismo cerebro. Maravilloso instrumento de magia Es la materialización óptica de un pro ceso mágico. esotérica: efectivamente, cada interacción se reduce La fotografía polaroid es como una película estáti- siempre a un diálogo sin fin con una máquina. Mi- ca desprendida del objeto real. rad al nino y su ordenador en la escuela: ¿creéis que En el corazón de esta videocultura siempre hay lo hemos hecho interactivo, que lo hemos abierto al una pantalla, pero no hay forzosamente una mira- mundo? Sólo se ha logrado crear un circuito inte- da. La lectura táctil de una pantalla es completa- grado niño-máquina. El intelectual ha encontrado mente diferente de aquélla de la mirada. Es una ex- finalmente el equivalente de lo que el teenager ha- ploración digital, donde el ojo circula como una bía encontrado en la cadena musical y en el walk- mano que avanza según una línea discontinua ince- man: ¡una desublimación espectacular del pensa- sante. La relación con el interlocutor en la comuni- miento, la videografía de sus pensamientos! cación, con el saber en la información, es del mis- En el Palace, el video domina la pista como las mo orden: táctil y exploratoria. La voz por ejem- pantallas dominan una sala de radiocomando o co- plo, en la nueva informática, o también por teléfo- mo la cabina de los técnicos domina el estudio te- no, es una voz táctil, una voz nula y funcional. Ya levisivo o radiofónico. Y la misma sala es un am- no es exactamente una voz, así como para la panta- biente fluorescente con una iluminación puntifor- lla ya no se trata exactamente de una mirada. Todo me, efectos estroboscópicos, danzantes barridos por el paradigma de la sensibilidad ha cambiado; por- los haces de luz —los mismos efectos de una pan- que esta tactilidad no es el sentido orgánico del tac- talla—. Y todos son conscientes de ello. to. Esta significa simplemente la contiguidad epi- Hoy en día en ninguna dramaturgia del cuerpo, dérmica del ojo y de la imagen, el final de la distan- en ninguna performance puede faltar una pantalla cia estética de la mirada. Nos acercamos infinita- de control; no para verse o reflejarse con la distan- mente a la superficie de la pantalla, nuestros ojos cia y la magia del espejo, sino como refracción ins están como diseminados dentro de la imagen. Ya tantánea y sin profundidad. En todas partes el no tenemos la distancia del espectador con relación video no sirve más que para esto: pantalla de refrac- a la escena, ya no hay convención escénica. ción estática que ya no tiene nada de la imagen, de Y si caemos tan fácilmente en esta especie de la escena o de la teatralidad tradicional, que no se coma imaginario de la pantalla, es porque ésta de- utiliza de ninguna manera para interpretar o con- linea un vacío perpetuo que estamos prontos a col- templarse, pero que empieza a ser útil por doquier mar. Prosemia de las imágenes, promiscuidad de —a un grupo, a una acción, a un acon tecimiento, las imágenes, pornografía táctil de las imágenes. a un placer— a estar insertados sobre sí mismos. Sin No obstante, paradójicamente, la imagen que esta inserción circular, esta red breve e instantánea aquélla presenta está siempre a años luz de distan- que un cerebro, un objeto, un acontecimiento, un cia. Siempre es una tele-imagen. Está situada a una razonamiento crean insertándose sobre sí mismos, distancia muy especial que no se puede definir más sin este video perpetuo, nada tiene sentido hoy. El que como ínsuperable para el cuerpo. La distancia estadio video ha reemplazado al estadio del espejo. del lenguaje, de la escena, del espejo, es superable No es narcisismo y se yerra abusando de este térmi- para el cuerpo: y es en esto en lo que permanece no para describir este efecto. humana y se presta al cambio.
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La pantalla misma es virtual, y por tanto intras- voluntad, que cancela toda intencionalidad, y no pasable porque no se presta más que a esta forma deja traslucir más que el puro reflejo del hacer foto- abstracta, definitivamente abstracta, que es la co- grafías. Borra también la mirada, porque le sustitu- municación. ye el objetivo, que es cómplice del objeto y, por En el espacio de la comunicación, las cosas, los tanto, de una inversión de la visión. hombres, las miradas están en estado de contacto La ciudad que han fotografiado durante una virtual incesante, y no obstante esto no se tocan ja- jornada, ya no la ven. Y es esta cancelación, esta in- más. Porque en aquél ni la distancia, ni la proximi- volución del sujeto en la caja negra, esta devolución dad son las del cuerpo en relación a lo que lo rodea. de su visión a aquella otra, impersonal, del aparato, La imagen virtual está demasiado cercana y dema- las que son mágicas. En el espejo, es el sujeto el que siado lejana al mismo tiempo; demasiado cercana juega su real y su imaginario. En el objetivo, y en para ser verdadera (por tener la proximidad verda- todas las pantallas en general, y con la ayuda de to- dera de la escena), demasiado lejana para ser falsa das las técnicas «mass-mediáticas», es el mundo el (por tener la fascinación del artificio). De ello resul- que se hace virtual, es el objeto el que se libera «en ta que no es ni verdadera ni falsa y que crea una di- potencia» y el que se da en espectáculo. Porque, en mensión que no es ya exactamente humana. La la fotografía, todas las imágenes son posibles. Y a la pantalla del ordenador y la pantalla mental de inversa, no hay acto ni acontecimiento que no se nuestro cerebro están en una relación moebiana, refracte en una imagen técnica, ni una acción que tomadas en la misma espiral entrelazada de un ani- no desee ser fotografiada, filmada, grabada, virtua - llo de Moebius. Porque la información, la comuni- lizada, que no desee confluir en esta memoria y ha- cación vuelven siempre sobre sí mismas, en una es- cerse en ésta eternamente reproducible. La compul- pecie de circunvalación incestuosa: funcionan en sión virtual es la de existir en potencia, en todas las una continuidad superficial del sujeto y del objeto, pantallas y en el centro de todos los programas, y se del interior y del exterior (del acontecimiento y de transforma en una exigencia mágica. la imagen, etc.) que no puede resolverse más que en ¿Dónde está la libertad en todo esto? Es nula. un anillo, simulando la figura matemática del infi- No hay elección fotográfica ni decisión final. Toda nito. decisión es serial, parcial, fragmentaria y fractal. Só- Así, tomen al Hombre Virtual con su aparato lo la sucesión de las decisiones parciales, la serie mi- fotográfico: no es esclavo de ello como lo sería de croscópica de las secuencias y de los objetos parcia- una máquina. Ni libre, por otra parte; es un servi- les constituye el recorrido fotográfico (como el del dor objetivo, asignado al aparato como el aparato le ordenador y de las máquinas análogas). La estruc- es asignado, por una involución del uno en el otro, tura del gesto fotográfico es «cuántica», un conjun- una refracción virtual del uno por el otro. El apara- to aleatorio de decisiones puntiformes. to hace lo que el fotógrafo quiere que haga, pero es- Y cada fotografía no será nunca más que una de te último no realiza de nuevo más que lo que la má- las virtualidades del programa entero, respecto al quina está programada para hacer. Es un operador cual todas las fotografías son posibles e iguales en- de virtualidad, y su función no es más que, en apa- tre ellas. riencia, la de captar el mundo, en realidad es la de Este es el vértigo de la caja negra. Y es este vér- explorar todas las virtualidades de un programa, co- tigo, esta incertidumbre de la caja negra, lo que po- mo el jugador aspira a agotar todas las virtualidades ne término a nuestra voluntad. del juego. Está ahí, por otra parte, la diferencia en- ¿Soy un hombre, soy una máquina? Hoy ya no tre un uso «subjetivo» de la fotografía donde el su- hay respuesta para esta pregunta. Real y subjetiva- jeto permanece armado de una visión reflexiva y es- mente yo soy un hombre; virtualmente soy una tética del mundo, y la fotografía virtual, la fotogra- máquina. Estado original de duda antropológica, fía como máquina virtual, cuya responsabilidad completamente comparable al de duda sexual en frente al mundo es nula, pero las posibilidades de otra esfera, y a la duda radical relativa al estatuto juego innumerables. Éstas ya no son las del sujeto del sujeto y del objeto en las microciencias. En la que capta al objeto, son las del objeto que explota relación entre el trabajador y los objetos técnicos y la virtualidad del objetivo. En esta perspectiva, el las máquinas, no hay ninguna duda: el trabajador aparato fotográfico es una máquina que altera toda siempre es de algún modo extraño a la máquina y
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consecuentemente está alienado por ella . Con- camente, la problemática del loisir, que hizo los serva su cualidad de hombre alienado. Mientras mejores días de la pre y post guerra mundial, ha que las máquinas virtuales, las nuevas tecnologías, desaparecido por completo. Porque ya no hay po- no me alienan en absoluto. Forman conmigo un sibilidad, y tampoco razón, de arrebatar al tiempo circuito integrado (es el principio del interfaz). algún fragmento, de abrir allí algún paréntesis, de Ordenadores, calculadoras, televisiones, videos, y apartar al tiempo mismo de su actuación. El con- también el aparato fotográfico son como lentes de sumo gozoso (o tedioso, poco importa) del tiempo contacto, prótesis transparentes, como integradas libre era aún el disfrute de un tiempo alienado por en el cuerpo, hasta formar parte de él casi genéti- los apremios, que tenía un valor de cambio como camente, como los estimuladores cardiacos (o el dinero, según el célebre adagio, y que por tanto también aquella famosa «pápula» de Philip K. se podía economizar para fines útiles. El tiempo li- Dick, pequeño implante publicitario insertado en bre, el loisir, acariciaba aún el sueño de la desalie- el cuerpo humano en el nacimiento, que sirve co- nación, la utopía de una «vacación» del tiempo, mo señal de alarma casi biológica). Voluntario o donde también el vacío de las actividades tenía su no el lazo con un terminal «inteligente» es del aspecto maravilloso. En la interacción o en el in- mismo orden: estructura sometida (no alienada), terfaz, no se trata ya de alienación, ni de ruptura: circuito integrado. La cualidad de hombre o de ¿como queréis separar las dos caras de una mem- máquina es indecidible. Generalmente lo virtual brana invisible? no es ni real ni irreal, ni inmanente ni trascenden- Ya no creemos en una esencia propia del tiem- te, ni interior ni exterior, borra todas estas deter- po. Ya no creemos en la libertad de un sujeto que minaciones. El fantástico éxito de esta videocultu- gozaría de su propio vacío, de su ausencia, aun efí- ra, como el de la inteligencia artificial, ¿no se de- mera, en el loisir. Ya no creemos en la propiedad riva quizá de esta función de exorcismo, del hecho del tiempo, ni por tanto en la apropiación, feliz o de que, en último término, el eterno problema de infeliz, del tiempo vacío. Ya ni siquiera conoce- la libertad ya no se plantea? ¿Soy un objeto, soy mos, en teoría, tiempos muertos en el flujo de la un sujeto? ¿Soy libre, soy un alienado? ¡Con las comunicación. La circulación pura, la interacción máquinas virtuales ya no hay problemas! Ya no pura ponen fin a los tiempos muertos y al mismo sois ni sujetos ni objetos, ni libres ni alienados. La tiempo ponen fin al tiempo mismo. cuestión de la libertad ya no se puede plantear en El ente comunicativo, el ente interactivo ya no un espacio interactivo. En el interfaz de la comu- toma vacaciones. Es absolutamente contradictorio nicación desaparecen acción y pasión. Libertad, con su actividad, porque ya no puede abstraerse, acción, pasión, y generalmente todas las categorías ni siquiera mentalmente, de la red operacional en de la voluntad y de la representación, suponen la cual actúa. Como máximo puede hacer una es- una trascendencia, un traslado proyectivo en una tancia en el Club Méditerranée o un crucero por temporalidad que no sea inmediatamente recu- las Antillas: no demasiado larga, a riesgo de ser rrente. La libertad es precisamente la posibilidad despiadadamente desconectado, equivaliendo esta de actuar de una forma evenemencial, siempre fu- breve interrupción más a un síncope, a un infarto, tura, rival del tiempo mismo, y la posibilidad de que a las vacaciones. desafiar al tiempo y anticipar sus resultados. Toda En el loisir el tiempo está como puesto en un forma de recurrencia inmediata, de feedback, de marco y colgado a la pared; la gente pasa su tiem- control y de autocontrol, de retroacción inmanen- po contemplando su tiempo vacío. Y sabemos que te, como es la de la información y la comunica- la fatalidad del loisir, por detrás de cualquier acti- ción, mata la acción, aniquila la dimensión de li- vidad lúdica, es la imposibilidad de perder su pro - bertad de la acción. pio tiempo. Del mismo modo la retroacción, el interfaz de Se renueva constantemente allí el tiempo como todos los momentos del tiempo, obligados tam- tiempo inútil, algo que es profundamente enervan- bién ellos, como los individuos, como todos los te. Pero, en conjunto, se tiene en todo caso la im- puntos del espacio, como todos los segmentos de presión de estar alienados, y esto ya es algo. una red, a comunicar, a permanecer en contacto, Una cosa diferente es un campo interactivo, aniquila la posibilidad del tiempo libre. Sintomáti- donde la cuestión del tedio, de la pasividad forza-
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da, de la inutilidad del tiempo no puede ser ya ni la involución en un microuniverso dotado de to- siquiera planteada. En la interactividad, ya no nos das las informaciones, del cual ya no hay ninguna aburrimos, ya no hay pausa, no hay más que me- necesidad de salir. Nicho carcelario con sus pare- tástasis, nuestro tiempo transcurre pendiente de las des-video. redes, en ramificaciones potencialmente infinitas. El viejo temor es el de ser expropiados porque El tiempo ya no es apremio o lujo: es nuestro part - se sabe todo sobre vosotros (Big Brother y la obse- ner, que siempre nos recibe. Prohibido desligarnos, sión policíaca del control). Pero hoy el medio más en la vida social activa, interactiva, informativa. Y seguro para neutralizar a alguien no es el de saber- también en nuestro lecho de muerte: prohibición lo todo sobre él, sino el de darle los medios para de arrancar los tubos aunque tengamos gana. El es- saber todo sobre todo. Ya no lo neutralizaremos cándalo no está tanto en la desobediencia a nues- con la represión y el control, sino con la infor- tra vida como en la desobediencia a la red, a la co- mación y la comunicación, porque lo encadena- ne xión, a la medicina, a las tecnologías modernas. remos a la única necesidad de la pantalla. Lo para- El mismo principio de la red y de la comunicación lizaremos de forma mucho más segura con el exce- implican la obligación moral absoluta de permane- so de información sobre todo (y sobre sí mismo) cer conectados. que privándolo de información (o reteniéndola sin Las consecuencias de este paso a la video-ética su conocimiento). Así, las estrategias del sistema se de la conexión continua son graves. han invertido, pero también las de la resistencia. Lo que se puede temer en un primer tiempo es Después de las antiguas resistencias al control, ve- que la videosfera llegue a ser un sistema de control mos llegar las nue vas resistencias a la información (sobre nosotros y nuestra intimidad) Pero lo que forzada, a la hipercodificación de las relaciones a hay que temer mucho más en un segundo tiempo, través de la información y la comunicación. es el control que se nos da sobre el mundo exter- no. El primer peligro es evidente y banal: es el tra- dicional de la alienación. El. segundo es más sutil y perverso: es el que, a través de la presencia-pan- [“Videosfera y sujeto fractal”, Jean Baudrillard, en talla en todas sus formas (hasta el amor por teléfo- Videoculturas de fin de siglo, varios autores, Cátedra, Ma- no), concursa a la inutilidad potencial del mundo drid, 1996. Edición original en lengua italiana: Videocul - externo. El interfaz video sustituye toda presencia ture di fine secolo, Liguori editori, 1989.] real, hace superflua toda presencia, toda palabra, todo contacto, solamente en favor de una comuni- cación-pantalla cerebro-visual: acentúa por tanto [SUPERVISÓ: GUADALUPE NEVES, 1998]