Anda di halaman 1dari 13
Tradaccién de Jest ALsoRés COMUNIDAD En busca de seguridad en un mundo hostil por ‘ZycMunT BAUMAN wns QQ) mes siglo veintiuno de espafa editores, s.a. “Tndostos derechos reservados. Prohibida la reproduccidn total ‘parcial de esta obra por euslguier procedimiento (ya sea grifico, cletrdnicn,dpticn, quimien, mecinien, fitocopia, ete) Yelalmacenamienuo a tansmisién de sus contenidos en soportes Imagnéticos, sonores, visuales o de eulquier otra tipo sin permis expreso del editor, espafol, marzo de 2003: ;PANIA EDITORES S.A, 78, 28006 Madrid Primera edicidn e na, julio de 2003: Primera ediciin Arger © SIGLO XX1 DE ARGENTINA EDITORES® Siglo XX Editora Theroamericana S.A, © Zygmune Bauman Primera edi om inglés, Ply Press, 2001 ‘Ticulo original: Community Seeking Safety in an Insecure World Disco de la cubierta: Sebastiin y Alejandro Garcfa Schnerzer ISBN 987-1013-16-7 Preimpresidn: Sarexar, S.L, (Madrid - Espaiia) Queda hecho el depésio que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina / Printed in Argentina {NDICE OBERTURA, O BIENVENIDOS A LA COMUNIDAD ELUSIVA .... 1, LAAGONIA DE TANTALO .. 2. REARRAIGAR LO DESARRAIGADO 3. TIEMPOS DE DESVINCULACION, O LA GRAN TRANSFORMACION, VERSION SE- GUNDA... 4, LASECESION DE LOS TRIUNFADORES 5. DOS FUENTES DE COMUNITARISMO 6. DERECHO AL RECONOCIMIENTO, DERE- CHO ALA REDISTRIBUCION ... 7. DELAIGUALDAD AL MULTICULTURALIS- MO... 7 8 EL GUETO COMO REFERENCIA 9. éMULTIPLES CULTURAS, UNA SOLA HUMA- NIDAD? .. 10. EP{LOGO ... NOTAS INDICE ANALITICO .... 3 29 49 6 n 89 107 131 147 169 17 183, OBERTURA, O BIENVENIDOS ALA COMUNIDAD ELUSIVA Las palabras tienen significados, pero algunas palabras produ- cen ademés una «sensacién». La palabra «comunidad» es una deellas, Produce una buena sensacién: sea cual sea el significa- do de «comunidad», esti bien «tener una comuni lad», «estar ‘en comunidad. Si alguien se descarria, muchas veces explica- remos su teprobable conducta afirmando que «anda con malas compuitiasy. Si alguien se siente fatal, sufre mucho y no se le permite de ninguna manera evar una vida digna, acusariamos sin dudatlo a la sociedud: a la forma en que esta organizada, a la forma en que funciona. La compaiifa o la sociedad pueden ser mal 10 la comunidad. Tenemos el sentimiento de que la co- munidad es siempre algo bueno. {Los significados y sentimientos que comunican las palabras no san, por supuesto, independientes unos de otros. La sensa- cién que transmite «comunidad» es buena por Jos significados que transmite la palabra «comunidad»: todos ellos prometen placeres, y con harta frecuencia los tipos de placeres que a uno le gustaria experimentar peto que parece echar de menos. Para empeza, la ecomunidady es un lugar «edo», un ka {ur acogedot y confortable. Es como un tejado bajo el que co- bijarse cuando Ihueve mucho, como una fogata ante la que ca: Jentar nuestras manos en un dia helado. Abf afuera, en lacalle, acechan todo tipo de peligros: tenemos que estar alerta cuando salimos,vigilar eon quién hablamos y quién nos habla, estar en I 8 Zygmunt Bauman guardia en todo momento. Aqui dentro, en comunidad, pode- ‘mos relajamos; nos sentimos seguros, no hay peligros emboscados en rincones oscuros (y qué duda cabe de que aqui dentro no hay ningiin «tincén» que sea «oscuro»). En una comunided todos nos entendemos bien, podemos confiar en lo que ofmos, estamos seguros la mayor parte del tiempo y rarisima vez sufti. mos perplejidades o sobresaltos. Nunca somos extrafios los unos para los ottos, Podemos discuti, pero son se trata simplemente de que todos intentamos mejorar todavia mas y hacer nuestra convivencia aun mils agradable de lo que lo habia sido hasta ahora y, aunque nos guie el mismo deseo de mejorar nuestre vida en comiin, puede que no estemos ce acuer- do en cual es la mejor forma de hacerlo, Pero nunca nos de- searemos mala suerte y podémos estar segutos de que todos los que nos rodean nos desean lo mejor. Para continuar: en una comunidad podemos contar en la buena voluntad mupus. Si tropezamos y caemos ottos nos ayu- darn a volvernos a levantar. Nadie se burlara de nosotros, na- die ridiculizard nuestra torpeza ni se alegraté de nuestra des- gracia, Si damos un mal paso nos queda dl recurso de confesatlo, explicarlo y pedir disculpas, artepenticnos si es necesario; la gente nos escuchar con simpatia y nos perdonard, asf que na- die nos guardard rencor para siempre. Y siempre habré alguien ue estreche nuestra mano entre las suyas en un momento de tris- ‘eza. Cuando nos lleguen malos tiempos y de verdad tengamos necesidades, la gente no nos pedir garantias antes de decidir- se a avalames para sacarnos del atolladero; no nos preguntara cémo y cuando podremos devolver la ayuda, sino qué necesita- mos. Y raro seria que dijeran que ayudarnos no es su obliga- ci6n, ni se van a negar a ayudarnos porque no hay contrato alguno que obligue a hacerlo, 0 porque no se haya lefdo ade- cuadamente la letra pequefia del contrato. Nuestro deber, pura Obertura,« bienvenidos an comunidad elusiva ° yllanamente, es l de ayudarnos de forma mutua, asf que nues- tro derecho, pura y llanamente, es esperar recibir la ayuda que necesitemos. Es facil, pues, entender por qué la palabra «comunidad» transmite tan buena sensacién. ¢Quién no desearia vivir entre personas amables y de buena voluntad en las que poder confiar y-con cuyas palabras y hechos puede contarse? Para nosotros en particular, que vivimos en tiempos despiadados, en tiempos de rivalidad y competencia sin tregua, cuando la gente que nos ro- dea parece ocultarnos todas sus cattas y pocas personas parecen tener prisa alguna por ayudarnos, cuando en contestacién a nuestros gritos de auxilio escuchamos exhortaciones a aytadamos 4 nosotros mismos, cuando sélo los bancos que codician hipo- tecar nuestras posesiones nos sonrfen y estén dispuestos a de- cirmos «sip (e incluso esto sélo en sus departamentos comerciales, ro en sus oficinas principales), la palabra «comunidad» tiene un dulce sonido. Lo que evoca esa palabra es todo lo que echa- ‘mos de menos y lo que nos falta para tener seguridad, aplomo yconfianza En sums, la «comunidad» representa el tipo de mundo al que, por desgracia, no podemios acceder, pero que deseamos con todas nuestras fuerzas habitar y del que esperamos volver 2 tomar posesién. Raymond Williams, el minucioso analista de nuestra condicién comtin, observé céusticamente que lo nota- ble dela comunidad es que es algo que «siempre ha sido». Po- drfamos afiadir: o que siempre existird en el futuro, El de «o- munidad» es hoy otro nombre para.referirse al paraiso perdido al que deseamos con todas nuestras fuerzas volver, pot lo que bus- camos febrilmente los caminos que puedan llevarnos alli Un parafso perdido o un paraiso que todavia se tiene la es- peranza de encontrar; de uno u otro modo, no cabe duda algu- na de que es un paraiso que no habitamos ni el paratso que co- 10 ‘Zygmunt Bauman nocemos a través de nuestta propia experiencia. Quizé sea un paraiso precisamente por esas razones. La imaginacién, a dife- rencia de las duras realidades de la vida, es un lugar de expan- sién de la libertad sin trabas. Podemos «dar rienda suelta» im- punemente a nuestra imaginacién, y de hecho lo hacemos; pues rno tenemos muchas oportunidades de someter ala prueba dela vida lo que hemos imaginado. Nose trata sdlo de que la «dura realidad, la realidad reco- nocidamente «no-comunab» o incluso explicitamente hostil a la comunidad difiera de aquella imaginada comunidad del «sen- timiento célidow. Esa diferencia, como mucho, no hace sino es- [polar nuestra imaginacin y cel comand imaginal to | davia més seductora. De esta diferencia se nutre ya partir de ella | Morece la comunidad imaginada (postulada, objeto de nuestros suefios). Pero lo que pone en cuestién esta imagen sin macula ¢s otra diferencia: la que hay entre la comunidad de nuestros, suefios yla «comunidad realmente existente»: una colectividad | ave pretende ser la comunidad encarnada, el suefo cumplido y que (en nombre de todas las bondades que se supone que ofiece la comunidad) exige lealtad incondicional y trata todo lo que no esté ala altura de tal lealtad como un acto de traicién im- perdonable. La «comunidad realmente existente», de encon- trarnos en su poder, nos exigitia obediencia estricta a cambio de los servicios que nos ofrece o que promete ofrecernos. ¢Quie- tes seguridad? Dame tu libertad, 0 al menos un buen trozo de ella, Quieres confianza? No confies en nadie fuera de nuestra comunidad, o meramente imaginada, tenga mu- chas oportunidades de caer en esa contradicci6n. Robert Red- dicld? estarfa de acuerdo con Ténnies en que en una auténtica ‘comnidad no hay motivacién alguna para la reflexién, la criti- cao la experimentacién; pero, se apresuratia a explicar, es0 es asi porque la comunidad es fiel a su naturaleza (0 a su modelo ideal) solo enla medida en que sea distntva respecto a otros gru- pos humanos (es evidente «dénde empieza y dénde acaba la co- munidad>), pequeria (tan pequefia como para que todos sus miembros estén a la vista unos de otros) y autosuficiente (de tal modo que, segiin subraya Redfield, «provea todas las activida- des y necesidades de las personas gue incluya, 0 més de lo que necesitan. La pequefia comunidad cuida de sus miembros des- de la cuna hasta la rumba»). La seleccién de attibutos que lleva a cabo Redfield no es en absoluto arbitraria. «Distintivay quiere decir: la divisién entre ‘enosotros» y «ellos» es tan exhaustiva como disyuntiva, no que- dan casos «intermedios», estd clarisimo quién es «de los nues- 1s 1t10S'y quién no, no hay desorden ni motivo para la confusién; no hay ambigiiedad cognitiva ni conductual. «Pequefig» signi- fica: la comunicacién entre sus miembros es omniabarcante y densa, y las sefiales que esporidicamentellegan «de fuera» se pre sentan ast a una luz desfavorable debido a su rareza, superti cialidad y negligencia comparativas. Y «autosuficiente> signifi- ca: el aislamiento de «ellos» es punto menos que completo, las ‘ocasiones para romperlo son escasas y alejadas en el tiempo. Es- tas tres catacterfsticas combinan sus fuerzas para proteger efi- cazmente a los miembros de la comunidad de los desafios a sus uasos habituales. En tanto que todos y cada uno de es0s rasgos trinitarios se mantengan intactos, es en efecto sumamente im- probable que se dé la motivacién para la reflexién, la critica y Ja experimentacién, Ex tanto que... efectivamente, la unidad pristina de la «pe- quefia comunidad» de Redfield depende de que se bloqueen los canales de comunicacién con el resto del mundo habitado. La unidad de comunidad, como dirfa Redfield, o la. «naturali- dad» del entendimiento comunal, como preferitia denominar- la Tannies, estén constituidas ambas de la misma materi homogeneidad, de mismidad [sameness]. La mismidad se ve en peligro en el momento en que sus con- diciones empiezan a desmoronarse: cuando el equilibrio entre Ja comunicacién «interna» y «externa», que en tiempos se in- clinaba drésticamente hacia el interior, se va igualando, difumi- nindose asi la distinei6n entre el «nosotros» y el «ellos». La mis- midad se evapora una vez que la comunicacién entre sus miembros y el mundo extemno se hace més intensa y mas im- portante que los intercambios mutuos entre sus miembros. Precisamente, semejante ruptura de los muros protectores de a comunidad se hizo inevitable con la aparicién de los medios mecénicos de transporte; portadores de informa es Yb4e bes tases fea tote timet oLE apeee 20 Zygmunt Bauman va (o gente cuya misma ajenidad era informacién distinta de y «en contraste con el conocimiento disponible internamente) po- dian ahora, en principio, viajar tan répidamente o més ripida- mente que los mensajes orales que se originaban y citculaban den- tro del perimetto de la movilidad humana «natural». La distancia, «en tiempos la mas formidable de las defensas comunales, perdié gran parte de su importancia. La aparicién de la informatica fue, sin embargo, lo que asesté el golpe moral a la «naturali- dad» del entendimiento comunal: la « cipacién del flujo de informacién respecto al transporte de los cuerpos. Una vez que la informacién pudo viajar con independencia de sus portado- res, ya una velocidad muy superior a la de los mas avanzados medios de transporte (como en el tipo de sociedad en la que to- dos vivimos hoy en dia), ya no podia trazarse, y mucho menos sostenerse, la frontera entre cl «interior» y el «extetiom. A partir de ahora, toda homogeneidad tenia que ser «esco- gida a mano» entre una enmarafiada masa de variedad median- tela Gelecei6n, la separaci6h y la exclusién; toda unidad requiere ser becha; la concordia «producida de forma artificial» es la aini- ca forma de unidad disponible. El entendimiento comin solo puede ser un ogro, que se alcanza (si es que se alcanza) al final de un prolongado y tortuoso trabajo de discusién y persuasién en una agotadora competencia con un néimero indefinido de potencialidades distintas, todas las cuales rivalizan por la aten- cién y todas las cuales prometen una mejor (més correcta, mis eficaz o mas placentera) distribuci6n de las tareas de la vida y mejores soluciones a los problemas de la vida. Y en el caso de que se alcance, el acuerdo comiin nunca estari libre de la me- 1 moria de tales luchas pasadas y de las elecciones que se hicieron |} en su curso, Por firmemente que se mantenga, por tanto, nin- iin acuerdo pareceré tan «naturab» ni tan «obvio» como el de las comunidades de Ténnies o Redfield, por mucho que sus por- Lasgonia de Téntalo 2 tavoces y promotores lo presenten como tal. Nunca ser in mune ala reflexi6n, critica y discusin ulteriores: en cualquier caso, pue- de alcanzar el estatus de «contrato.continuado», un acuerdo para ponerse de acuerdo que necesita renovacién periédica, sin ‘que ninguna dé esas renovaciones conlleve la garantfa de la si guiente, La comunidad del entendimiento comin, incluso aunque se alcance, seguira por tanto siendo fragil y vulnerable, siempre necesitada de vigilancia, fortificacién y defensa. La gente que suefie con una comunidad con la esperanza de encontrar la se- guridad a largo plazo que tan dolorosamente echan de menos en sus afanes cotidienos, y con liberarse de la gravosa carga de elec- ciones siempre nuevas y siempre arriesgadas, quedars amarga- mente desilusionads. La tranquilidad de énimo, si la encuen- tra, serd del tipo «basta nuevo avison, En vez de una isla de «entendimiento naturab», de un acirculo célido» en el que pue- dan bajar la guardia y dejar de pelear, la comunidad realmente existente se sentiré como una fortaleza asediada que es conti- nuamente bombardeada por enemigos externos (muchas veces invisibles) mientras que, una y otra vez, es desparrada por la discordia interna; quienes busquen el calor comunal, el senti- miento de hogar y la tranquilidad comunitarias tendrén que pa- sar la mayor parte de su tiempo en murallas y baluartes. Parece una observacién cortiente hasta el punto de ser tri vial: una vez «deshecha», una comunidad no puede volver a re- \ ‘componerse, a diferencia del fénix, con su capacidad magica de clevarse sobre sus cenizas. Si surge, no serd en la forma que se preserva en la memoria (0, expresindolo de modo més preciso, en Ia forma que conjura una imaginacién espoleada cotidiana- mente por la inseguridad perpetua), la.tinica forma que a hace tan deseable como una inmejorable solucién de conjunto a to- das las preocupaciones terrenales. Todo esto parece bastante peak dao ae Wheat be mms he ch \ 2 ‘Zygmunt Bauman ‘obvio, pero la légica y os suefios humanos raras veces recorren los mismos caminos, si es que lo hacen alguna vez. Y existen buenas tzones, como veremos mas adelante, para que sus ¢a- ‘minos nunca converjen durante demasiado tiempo. Como ha observado recientemente Eric Hobsbawm, «la pa- labra “comunidad” nunca se ha usado de forma mis indiscri- minada y vacia que en las décadas en que las comunidades en sentido sociolégico se hicieron dificiles de encontrar en la vida real»?; Hobsbawm afiade: ehombres y mujeres buscan grupos alos que puedan pertenecer, de forma cierta y para siempre, en tun mundo en que todo lo demas cambia y se desplaza, en el que nada mis es seguro»*, Jack Young aporté una glosa sucinta y pe- netrante ala observacién y comentario de Hobsbawm: «La iden- tidad se inventa justo cuando se colapsa la comunidad»’. La «identidad», la palabra y el juego de moda, debe la atencién que atrae y las pasiones que despierta a que es un sucedineo de la comunidad: de ese supuesto «hogar natural» o de ese cfrculo que se mantiene célido por frios que sean los vientos del exterior. No se puede acceder a ninguna de ambas en nuestro mundo répidamente privatizado e individualizado, en répido proceso de globalizacién, y por esa razén uno pue- de imaginarse tranquilamente a ambas, sin miedo a la con- trastacién prictica, como un acogedor refugio de segutidad y confianza, y por esa razén son ardientemente deseadas. La paradoja, sin embargo, es que para ofrecer siquiera sea una can- tidad médica de seguridad y para poder ast curar o calmar de algtin modo el dolor, la identidad tiene que negar su origen; tiene que negar que es tin «mero sucedineom: tiene que con- i! jurar un fantasma de la misma comunidad que ha venido a \) sustituir. La identidad brota en el cerpenterio de las comuni- dades, pero florece gracias ala promesa dela resurreccién de| os muertos. Laagonia de Témtalo B Una vida dedicada a la bisqueda de la identidad esté lena de ruido y de furia. «ldentidad» significa destacar: ser diferen- tey.Ginico en virtud de esa diferencia, por le que la bisaueda de la identidad no puede sino dividit.y separar. Y, sin embargo, la vulnerabilidad de las identidades individuales y la precariedad de lu consiruccién de identidades en solitario mueven a los cons- tructores de identidad@s a buscar perchas de las que poder col- gar conjuntamente los temores y ansiedades que experimentan de forma individual y, una vez hecho esto, a ejecutar los ritos de exorcismo en compajifa de otros individuos parecidamente te- merosos y ansiosos. El que tales. kcomunidades percha» pro- porcionen 0 no lo que se espera de ellas —seguridad colectiva frente a incertidumbres que se afrontan de forma individual— ¢s discutible; pero no cabe duda de que matchar hombro con hombro a lo largo de una o dos calles, levantar una barricada en compaiiia de otros o el roce en trincheras abarrotadas puede proporcionar un momentineo alivio.de.la soledad. Con resul- tados buenos o malds, o sin ningtin resultado en absoluto, al menos se ha hecho algo; uno puede extraer cierta tranquilidad del hecho de haberse negado @ ofrecer un blanco fijo y de ha- ber levantado las manos contra los golpes, Poco puede extratiar, pues, que, como advierteJonathan Friedmah, en nuestro mun- do en ripido proceso de globalizacién «lo.que no esta ocu- rriendo es que las fronteras estén desapareciendo. Antes bien, parecen levantarse en cada nueva esquina de cada barrio en de- cadencia de nuestro mundo», ‘A pesar de las pretensiones de los guardias de fronteras, las fronteras que protegen no han sido trazadas para confinar y de- fender el caricter distintivo de identidades ya existentes. Como explicé el gran antropélogo noruego Frederick Barth, lo cierto es lo contrario: las identidades, «comunales éstensiblemente | compartidas son los efectos secundarios o subproductos de un 24 Zygmunt Bauman trazado de fronteras inacabable, y por esa misma raz6n tanto mis febril y Feroz. Sélo cuando se clavan los postes fronterizos \, ¥seapuntan los cafiones a los intrusos se forjan los mitos de la 0 —————— diante las «historias de génesis», los recientes origenes cultura- les y politicos de la identidad. Esta estratagema intenta negar el hecho de que (por citar a Stuart Hall)’ algo que la idea de iden- tidad no denota es «un niicleo estable del yo que se despliega in- mutable de principio a final a través de todas las vicisitudes de Ja historian, Los buscadores contemporiineos de la comunidad estén condenados a compartir la suerte de Tntalo; estén abocados @ que su propésito les eluda, y es su propio esfuerzo por al- Vj canzarlo, ferviente y fanatico, lo que hace que este retroceda. La esperanza de descanso y tranquilidad que hace tan seduc- tora ala comunidad de sus suefios se desvanecerd cada vex que declaren o se les diga que han hallado el hogar comunal que bus- caban. A las agonias de Téntalo se afadirén las de Sisifo, que aumentarin su intensidad ag6nica. «La comunidad realmente } existente» serd distinta a Ia de sus suefios; més bien su opues- | t9; intensificard sus temores e insegutidad en vez de anularlos o enterrarlos. Exigiré una vigilancia de 24 horas y reafilar dia- riamente las espadas; luchar, dia tras dia, pot mantener a los cextranjeros fuera de sus puertas y espiar y dar caza a los rene- gados entre las propias filas. Y para afiadir un toque final de iro- nia, s6lo mediante toda esa belicosidad, vigilia y blandir de es- padas se puede evitar que se desvanezca y proteger de la evaporaci6n el sentimiento de estar en una comunidad, de ser sua comunidad, Dia tras dia hay que buscar en el frente la tran- guilidad del hogar. Es como sila espada clavada al este del Edén todavia siguie- +a alli, amenazadora. Puede que ganes el pan con el sudor de tu Laagonia de Téotalo 25 frente... pero no habri sudor que reabra la puerta cerrada de la inocencia comunal, la mismidad y tranquilidad pristinas. Y noes probable que vayamos a dejar de llamar a esa puer~ ta con la esperanza de abritla a la fuerza, No mientras seamos como somos ahora y m‘entras que el mundo que habitamos sea ‘como es ahora, ston ; Inspirindose en un cuadro de Paul Klee) Walter-Benjamin ofrecia la siguiente descripcién del «Angel de la Historia»: Su faz esté vuelta al pasaco. Lo que a nosotros nos parece una cadena de acontecimientos, é! lo ve como una tinica catéstrofe que amonto- na incesantemente ruina scbte ruina,arrojéndosela ante los pies. El que- ria detenerse, despertar a Jos muertos y tecomponer lo despedaza- do, Pero desde el Paraiso sopla una tempestad que atrapa sus alas y que es tan fuerte que ya no le deja cerrarlas, Esta tempestad le arfastra cconstantemente hacia el futuro, al que da la espalda, mientras que el montén de ruinas que tiene ante él crece hasta el cielo*, EL Angel de la Historia avanza dando la espalda al futuro, por Jo que sus ojos estan jos en el pasado. Avanza porque desde que dejé el Paraiso no puede detenerse; no ha visto nada lo sufi- cientemente agradable como para desear detenerse y admirar- Jo pausadamente. Lo.que le mantiene en movimiento es el di gusto y Ja repulsién por Jo, que ve: los horrores demasiado evidentes del pasado, no la atraceién del futuro que no puede ver con claridad ni apreciar con plenitud. Walter Benjamin da } a entender quejel progreso ho es una persecucién de los paja- 08 del cielo, sino una necesidad frenética de huir de los cadé- veres esparcidos por los campos de batalla del pasad Sies correcta Ja lectura de Welter Benjamin del significado del «progreson, y yo.creo que lo es, entonces —en lo que res- pect a la felicidad humana—Ia historia no es ni una linea rec- % ~ Zygmunt Bauman ta ni un proceso acumulativo, como.quersfa hacemos creer la afamada «versign, progresiste» de la historia. Siendo la repul- sip, no la atcacci6n, le principal fuerza motciz-de la historia, el cambio histérico se produce porque los humanos se ven motti ficados ¢ irvitados por lo que perciben como doloroso y desa- gradable en su condicién, porque no desean que persistan esas condiciones y porque buscan el modo de mitigar o remediar su. suftimiento. El libramos de lo que de momento més nos mor- tifica nos produce alivio, pero ese respiro es, por lo general, eff mero, puesto quella condicién «nueva y mejorada» répidamen- te desvela sus propios aspectos displacenteros, previamente invisibles e imprevistos, y produce nuevos mativos de preocu- pacién. Ademés, nunca Ilueve a gusto de todos y la gente que huye raras veces es unénime al seleccionar las realidades que te- quieren atencién y reforma. Unos contemplarén con entusias- ‘mo y otros con aprensi6i cada paso que se aleja del presente. El dessprogreson.es.un destacado.miembro de }a familia de «con- ceptos acaloradamente debatidos». El balance del pasado, la in del presente y la apreciacién de los futuros estén eri- Hay buenos motives para congebir el curso de la historia como pendulas, incluso aunque en otros aspectos pueda des- Gribirse como linear: sucede que la libertad y a segurided, am- bus iguelmente aeuciantes indispensables, son diffelmente r- conciliables sin fricciones: y la mayoria de las veces, fricciones considerables. Ambas cualidades son, simultineamente, com- plementarias ¢ incompatibles; la probabilidad de que entren en flicto sie hasida.y.siempre sera tan alta como la nece- sidad de gue se reconeilien. Aunque se han intentado miiltiples formas de convivencia humana en el cutso de a historia, ninguna ha logrado encontrar una solucién impecable a esta tarea, que equivale @ una auténtica «cuadratura del circulo». Laagonia de Témtalo a Promaver.la segutidad siempre exige.el sactficio.de la i- bertad, én tanto que la libertad sélo puede ampliarse a expen- sas de Ja seguridad. Pero seguridad sin libertad equivale a es- clavinud (y, ademés, sin una inyeccién de libertad, afin de cuentas emuestra ser un tipo de seguridad sumamente inseguro); mien- tras que la Jibectad sin seguridad equivale a estar abandonado y perdido (y, a fin de cuentas, sin una inyeccién de seguridad, demuestra ser un tipo de libertad sumamente esclava). Esta cir~ cunstancia ha procurado alos fil6sofos una jaqueca sin cura co- nocida. También determina.que.convivit sea tan canflictivo, puesto que a seguridad sacrificad en aras dela libertad tiene «ser la seguridad de otra gente; y la libertad gacrificada en aras de la seguridad tiende a ser la libertad de otra gente.

Anda mungkin juga menyukai