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LIBRO CUARTO EN QUE SE TRATA DEL BENEFICIO DE TODOS POR FUNDICION CAPITULO I Del uso y necesidad de la fundicion IL MODO mas general, més propio y més conforme a la natura- leza de los metales, para apartarlos de la tierra y piedras con que se crian, y reducirlos a la pureza y perfeccién que a cada uno se les debe segiin su especie, es mediante el fuego en los hornos, que para este efecto se llaman de fundicién. Practicése esto en el mun- do desde que tuvo principio en el conocimiento y uso de metales, has- ta que en este nuevo siglo y mundo nuevo, en ésta, la mas famosa y Tica de ambos, Villa Imperial de Potosi, se descubrié y puso en practica el beneficio de azogue para los metales de su menos nom- prado que rico cerro, que le dio su nombre. Y aunque, como queda dicho en los Tratados antes de éste, todos los metales de oro y pla- ta se pueden beneficiar por azogue, todavia para muchos de ellos es necesaria la fundicién, y para los muy ricos mds a propésito: y asf, nunca se ha interrumpido su uso en esta villa, ni dems minerales de este reino. Los otros metales viles forzosamente se benefician por fuego, y con él se perfeccionan todos: y en vano presumirdé de diestro en el arte de metales, aunque no trate sino de solo los de plata por azogue, el que no supiere fundirlos y refinarlos, a lo me- nos por menor, como ya queda advertido, para que de cierto y no acaso, conozea la ley que tienen y les deba sacar. CAPITULO II De la materia de que se han de hacer los hornos para’ fundir, y otros efectos 1 PIEDRAS 0 adobes de barro, se fabrican los hornos en que los metales se funden, y desde la eleccién de estos materiales, es necesario comience el conocimiento del fundidor, si no quiere per- —1233— Alvaro Alonso Barba der el tiempo y trabajo. No son a propésito para esta obra las pie- dras muy duras y que tienen venas, porque con la fuerza del fuego, saltan y se hacen pedazos. Las que se convierten en cal, tampoco sir- ven, porque se deshacen en polvo y no tienen consistencia. Las pie- dras blandas y que no tienen venas, son las que resisten més al fue- go, y entre éstas son las mejores las que se Ilaman amoladeras. La tierra de que se ha de hacer el barro o los adobes, ni sea arenisca ni salada, porque cualquiera de estas mezclas hace que con Ja violencia del fuego se derrita, por cuya causa no se hacen los hor- nos de ladrillos: sea limpia de cualquier jugo, caparrosa, alumbre, salitre, etc., densa y sutil; y si hubiera en abundancia de la que es buena para crisoles, se har4 una obra muy durable; o por lo me- nos se de con ella la capa con que se embarran y enlucen los hornos) por dentro después de acabados. De la misma, dispuesta como con- viene, se asienten los mazacotes, que son los suelos o fondos de los hornos, y los receptdculos en que se recoge el metal fundido, aunque éstos hacen algunos, de mezcla de tierra y de carbén molido en igua- les partes, y la aman carbonilla. Para los hornos de reverberacién, se haga adobera a propésito, en figura de porcién de circulo, mas jarga y gruesa por la parte exterior que por la de adentro, con que se facilitaré y abreviaré su fabrica. CAPITULO HI De las diferencias que hay de hornos y, primeramente de aquellos en que se queman los metales en harina VARIAS y diferentes formas son los hornos, que los que prac- tican el Arte de los Metales han inventado para disponerlos y perfeccionarlos. En unos, se preparan quemAndolos, los que de estos tienen necesidad, en otros, se cuecen los que por azogue han de dar la ley, fandense en otros: y finalmente, en unos se apartan y divi- den los preciosos de los viles y se refinan en otros. Quémanse [os metales o en piedra o en harina: si en harina, o por reverberacién © por tostadillo. Del suelo del horno arriba, es una misma la fabri- ca que hoy se usa, en que se reverbera o tuesta el metal molido. Le- vantese el suelo de los hornos de reverberacién a altura de poco mas de vara en circunferencia, de la capacidad y grandeza que se hubie- ren de hacer, es macizo y perfectamente Nano, éntrele llama por ven- tana, que tendré en medio de las dos puertas, que luego se diran, con su sabaleta y buitrén, donde arde la lefia y caen y se recogen —1244— Arte de los Metales Jas cenizas. El suelo de los hornos de tostadillo, es fundado sobre arcos: los dos principales, que como didmetros lo cruzan, son de tres cuartas de ancho y poco mds de vara de alto; todos los demas Son pequefios, hechos de adobes angostos y no gruesos como ladri- llos, y de uno a otro hay la distancia que baste para que con otros hechos del mismo barro fuerte, de una tercia o algo més de largo en cuadro y de tres dedos de alto, se ajuste y lene lo que hubiere de arco a arco, de suerte que por encima quede el suelo muy parejo y llano. En el hueco de los arcos grandes, se enciende el fuego por una boca, tapadas las otras, y de alli se comunica por las concavi- dades de los otros pequefios, y se calienta y enciende todo el suelo del horno y se tuesta el metal que sobre él esta hecho harina. Le- vantase sobre estos suelos dichos la capilla o béveda arqueada, no con tanto vuelo que constituya semicirculo; porque no sea menor el calor dilatado en tanto espacio, ni con tan poco, que no dé lugar para que el oficial sentado pueda embarrar y enlucir el horno por dentro, después de igualado el suelo. En lo més alto de la béveda, que corresponde a la mitad del horno, se deja una puerta o agujero . Tedondo de una cuarta de didmetro, por donde se ha de echar en el horno el metal molido; a los lados también se dejan otros dos agu- jeros en forma de chimeneas, por donde salga el humo, asi de la lefia con que se da fuego, como el que despiden con él los metales que se queman. Déjanse también dos puertas de media vara en cua- dro, que comienzan desde el plan del suelo del horno, opuesta la una a la otra por didmetro, por donde se menea la harina con rodillos de hierro y se mira si est bastantemente quemada; y tltimamente se saca cuando ya est4 para ello. Esto es lo que hasta ahora se usa comunmente; pero conforme con lo que yo practico, mucho se aho- rraraé de gasto de lefia y tiempo, si en lugar de Jos adobes de que se hace el suelo en que los metales se tuestan, se pusieren planchas de hierro de grosor doblado de un real de a ocho y del largo que se pu- diere, con que se excusarén también algunos arcos y pueden excu- sarse todos, levantando de adobes una pared que describa un circu- lo redondo, hasta la altura que hubiere de tener el suelo del horno, y sobre ella se atraviesan barretas de hierro, largas o cortas, segén lo fuere la distancia en que se sustentan las planchas dichas; y para que ablandadas con el fuego no se rindan las barretas al peso del metal, se les ayudar con algunos pilares de barro sobre que estribe, que ocupen poco y se pongan donde la distancia fuere mucha. Déjese en la parte mds cémoda, puerta por donde se dé fuego, y en la opues- ta, una chimenea por donde salga el humo. Mas acomodado, y de fabrica ms facil, ser4 este horno, no ha- ciéndolo redondo, sino cuadrado, la mitad més largo que ancho. He- —125— Alvaro Alonso Barba chas las paredes en esta proporcién, son iguales todas las barretas o verjas de hierro que sobre ellas se han de poner para que susten- ten las planchas sobre las que se ha de quemar el metal: en medio de una de las paredes mis cortas, se dejaré puerta por donde se dé fuego, como en los hornos donde se queman largas, y en la opuesta de la banda de arriba, chimenea para que salga el humo; a las ba- rretas y planchas de hierro, se les daré una capa de barro delgada por abajo, para que les daiie menos el fuego, y otra por arriba, para. A) Suelo de horno de reverberacién.— B) Suelo so- bre arcos del horno del tostadillo— C) Puerta por donde se da fuego y saca la ceniza. —126— Arte de los Metales que si en la quema se derritiere algin azufre u otra cosa, no leguen ni haga mal al hierro. Estén estos hornos del todo descubiertos por arriba, sin que la redonda tengan pared ms alta que media vara o menos, para que Ja harina del metal se detenga, porque asi se evapora y ssle més a priesa cualquier maleza que tengan los metales: y en la cumbre de Jos hornos tapados, que son los que al principio se dijeron y se usan, ge vuelve a condensar y caer sobre la harina con mds viveza, para hacer dafio en el beneficio. Tengan sus puertas por donde, en siendo tiempo, se saque la harina con rodillos. D) Verjas de hierro— E) Suelo del horno redon- do.— E?) Suelo del horno cuadrado— F) Horno redondo.— G@) Horno cusdrado-— H) Ohimines. —1277— Alvaro Alonso Barba CAPITULO IV De los hornos y modos de quemar los metales en piedra JUEMANSE en piedra los metales, o para facilitar su molienda, © para quitarles algunas malezas que los acompafian e impiden a su beneficio, asi por fundicién como por azogue, como queda dicho. Puédese quemar en hornos de reverberacién, semejantes en todo a los que poco después se dira, sirven en las fundiciones, También se queman en hornos cuadrados, m4s largos que an- chos, como en los qué se cuece el ladrillo, Henos por todas partes de ventanillas para que se encienda el fuego y tenga el aire entrada. Asiéntanse primero sobre el suelo trozos de lefia gruesa, si la hay, atravesados unos sobre otros, en forma de parrilla, y luego menuda encima, y sobre aquesta el metal, las corpas més gruesas primero, luego las pequefias, y sobre aqueste, el Wampu. Donde no hay lefia, se hace con yareta y estiércol de carneros de la tierra, 0 pedazos gran- des del que se saca de los corrales en que los ganados se encierran, y algunas capas de hichu para que més fAcilmente se comunique el fuego. Otros con la lefia o yareta dicha, queman los metales en un Ju- gar cuadrado, mayor o menor, segim la cantidad de lo que hubiere de quemarse, Cércase por las tres partes de adobes o tierra, sin ven- tanilla ninguna, la otra parte esta descubierta; sobre la lefia se po- ne el metal, en forma de montéa o pirémide. HAcese de los lampus con agua, uno como barro con que el metal se tapa, dejando dos o tres agujeros para que respire el fuego, como cuando se hace carbén. Si el metal que hubiere de quemarse fuere soroche, se disponga el suelo algo pendiente, para que la materia que de él se derritiere y corriere a manera de escoria, salga luego fuera del fuego y del horno. Quémanse también los metales en ollas de barro grandes, agu- jereadas por muchas partes del fondo, asentadas sobre otras en que haya agua, como ya se dijo cuando se traté del beneficio de azogue. Con que se les saca y recoge el azufre o betin que tienen. También se pueden quemar en los hornos en que por cocimiento —128— ‘ Arte de los Metales ge saca a los metales la ley que tienen; en el Captiulo del Tercer Li- bro queda declarada su forma, y asi no se repite en éste, Y adviér- tase, que si hubiera de quemarse metales que tengan caparrosa 0 alumbre, ante todas cosas se les quite, lavandolos en el modo que también queda dicho arriba, en el Segundo Libro del beneficio por azogue. CAPITULO V De los hornos en que se funden los metales, y primera- mente de aquéllos en que se funde con lefia 'UNDENSE los metales 0 con lefia o con carbén; variase esto en cuatro modos, a que se aplican otras tantas diferencias de hor- nos. Si se funden con llama séla de lefia, se hace en hornos de re- verberacién, si no solamente con la llama y si no también con las bra- sas que de la materia de la lefia se encienden, se hace en hoyos. Si con el calor solo del carbén encendido, en muflas o tocochimpos. Y finalmente, si se hace la fundicién pasando el metal por el cuerpo del carbén hecho brasas, en los hornos que aman Castellanos. En lugar abrigado y lo menos sujeto a aires que se puede esco- ger, segim donde conviniere armarse la fundicién, se levanten del suelo hasta cinco cuartas en alto, cuatro paredes en cuadro de ado- bes, que tengan cada una por lado dos varas y media, o tres de lar- go © menos, segiin la grandeza de que se hubiere de fabricar el hor- no de reverberacién. Describase en el suelo un circulo que toque a todas cuatro paredes, y lo que entre él y las esquinas quedare, se ene hasta arriba de pedazos de adobes y de barro; lo que queda vacio en medio, se llene de buena tierra algo himeda, bien apretada con pisones, hasta las tres cuartas de alto, y sobre esto se asiente el que laman mazote falso, de la materia que se dijo en el Capitulo II de este libro, rociada con agua en tal proporcién, que apretada con las manos, se junte con pella de nieve, sin que por estar muy seca se divida y desmenuce, ni por estar demasiadamente himeda se convierta en barro. Echese de una vez junta toda la tierra que fue- Se necesaria, y acomédese primero con las manos por todo el suelo del horno, de manera que se haga uno como vaso o pila céncavo, apriétese luego con pisones o piedras grandes fuertemente, y con otras redondas se empareje y ajuste, para que de todas partes ten- —19— Alwaro Alonso Barba gan igual decaida a lo més hondo del medio, por donde después de bien apretado tendré este mazacote, por lo menos, cuatro o cinco dedos de grueso. La capilla o béveda, se hace redonda, como en los hornos ordinarios de cocer pan, aunque no tan alta, a un lado tiene su buitrén y sabalera, en que la lefia arde y se recoge la ceniza, y ventana por donde la llama entra, en todo semejantes a lo que en el Capitulo V., del beneficio por cocimiento queda escrito. En frente de esta ventana, en el lado opuesto por didmetro, dejan en algunas partes otra por donde salga el humo, y para otros efectos, que a veces la tapan y destapan con un adobe, a poco mAs o menos, sin barro, como usan en las fundiciones de las provincias de los Lipez y Chichas. En Oruro fabrican sobre ella una chimenea cuadrada, que sobrepuja mas de una vara a lo mis alto del horno, por donde sale el humo con menos dafio de los que asisten al fundir. A los otros dos Jados se le dejan otras dos ventanas opuestas, en forma de trién- gulos, cuyas bases estén sobre el suelo del horno de una cuarta o poco mas de largo, y los otros dos lados de media vara hacia lo al- to, en la una de éstas se asienta el fuelle, cuando se quiere con él ayudar la fundicién y abatir la llama al baiio, o cuando se refina el oro o la plata que se hace en este modo de hornos, aunque menores. Por la otra ventana se ve la disposicién del metal, se menea cuando es necesario, se saca la escoria cuando esta cocida, se ceba cuando se funde de sobre bafio: y finalmente, se desgreta cuando se refina y se saca la plata u oro en bollos o planchas. La cumbre del horno mo se cierra, déjase una ventana redonda, bastante a que un hom- bre pueda entrar por ella sin aprieto a poner en el otro mazacote, sobre que se ha de fundir, acomodar los metales, asentar la cendra- da, o lo m&s que conviniere hacerse. Fandese también con lefia en hoyos, cAvanse en redondo, mayo- res © menores, como de los hornos se dijo, formanse en el suelo unos como moldes o receptaculos en que el metal fundido se divida y no se haga todo una plancha; asiéntase abajo sobre hichu y paja la le- fia més gruesa, pénese sobre esta otra tanta de menuda, y asi se va alternando hasta arriba, dejando siempre en el medio una concavi- dad o hueco por donde se pueda echar lumbre encendida, para que se emprenda fuego desde lo bajo del horno. Sobre la lefia se pone el. metal que ha de fundirse; y si hay comodidad para cavar estos ho- yos junto a alguna barranca, se hace un agujero por lo bajo, con que mas facilmente se enciende el fuego, y se le puede dar salida al metal como se fuere derritiendo. Es usado en los Chichas este mo- do de fundir, para sacar de los soroches plomo: sirve también para quemar los metales de hierro, en las partes donde se beneficia este metal. — L0— Arte de los Metales CAPITULO VI De los hornos en que se funde con carbén LAMAN en este reino Hornos Castellanos a los que en las otras tres primeras partes del mundo, han sido usados y comunes pa- ra la fundicién de toda suerte de metales, De ellos sélo trata el Agri- cola para este efecto, y es una la fAbrica de todos, y no difieren en —i1i— Alvaro Alonso Barba A) Paredes sobre que se funda el horno.— B) Suelo del horno.— C) Sa- balera o reja de adobes.— D) Ventana por donde entra la Ilama— E) Puerta del horno.— F) Puerta por donde se da fuerza— G) Puerta por donde entra aire.— H) Puerta por donde se saca la ceniza.— J) Chimi- nea.— K) Otra ventana del Horno.— L) Puerta por demas redonda en Je alto del horno. * mas que en ser mayores o menores y tener la boca por donde el me- tal fundido sale, o abierta siempre o cerrada a ratos, como se diré adelante. Levantanse estos hornos a perpendiculo, en forma de un pilar cuadrado, algo mAs largos que anchos por lo hueco. Tienen de alto algunos una vara, otros casi dos, y otros menos, seg(in la gran- deza de los fuelles con que hubiere de fundirse, y la facilidad o du- reza de los metales requiere. Por la parte de atrés en una ventani- * Las referencias comprenden también a la lémina anterior. Arte de los Metales Ila, que para esto se deja en la pared, algo levantada del suelo, se afija el alchrebiz en que han de estar los cafiones del fuelle, puesto con advertencia de que no asome o pase a lo hueco del horno; por- que las escorias que sobre él cayeren, helandose con el aire del so- plo, no lo tapen o impidan. El suelo del horno se hace de dos partes de carbén molido, y una de tierra buena, bien apretada con pisén. Asiéntase pendiente hacia la parte delantera, donde tendr4 un agu- jero por donde corra el metal fundido y salgan las escorias a una hornilla que junto a él estara, bien caliente, con carbones encendi- dos con la Hama del horno y aire del fuelle que sale por el dicho agujero. Otros hacen estos hornos redondos, mfs anchos de arriba que de abajo, y son menores para lo que se pretende; con que se tenga advertencia, que siempre esté a perpendiculo la pared donde se pone el fuelle, porque el metal fundido, o las escorias no caigan sobre la boca del alchrebiz y la tapen. Los naturales de esta tierra, como no alcanzaron el uso de nues- tros fuelles, usaron para sus fundiciones los hornos, que aman Huayras, y hoy los usan todavia en esta Villa Imperial y otras par- tes. Son semejantes a los castellanos dichos: diferéncianse en que por todas partes estén llenos de agujeros, por donde entra el aire cuando el viento sopla, tiempo en que sélo pueden fundir. Salen por la parte de abajo de cada uno de estos agujeros unas como orejas pequefias, en que se sustenta con carbén por la banda de afuera, pa- ra que entre el aire caliente. Ponense en lugares altos, y donde co- rra viento de ordinario. Li4manse en esta provincia Tocochimpos, unos hornos semejan- tes a los que los plateros Ilaman Muflas, y a los en que se hacen los ensayes de las barras. Fiundese en ellos por cebillo, metal rico, en poca cantidad, y los indios los usaban para refinar solamente; es su fabrica de este modo: Hacese un horno redondo, como los de rever- beracién; pero apenas de vara de didmetro. Tiene dos puertas, la una pequefia, adonde se puede acomodar el fuelle si se quisiere, pa- ra abreviar la obra: grande la otra, enfrente de ésta, capaz a que por ella se puede poner dentro del horno la mufla, que es como una media olla grande, partida desde la boca de alto abajo, llena toda de agujeros por donde el fuego del carbén se comunica. El circulo que describe lo redondo de esta mufla, ha de tener ocho o diez de- dos de diémetro menos que lo hueco del horno, para que en el espa- cio, que por. todas partes sobra, haya lugar para el carbén. El cue- llo de la mufla llegue ajustadamente a emparejar con la puerta gran- de del tocochimpo, y si se hubiere de usar de fuelle, ha de tener la dicha mufla dos cuellos que leguen por la una y otra parte a las dos puertas. Por lo alto de la béveda de arriba se deja un agujero —133— | Sk de la Villa Inperia| de este Tico Cerro, 2 (Dibujo andnime del siglo XVIL) Plano del Cerro Rico de Potosi, con las primeras viviendas de trabajadores, grabado por Jodoeus Hondius (1o6%- 1611) publicado en e] famoso ATLAS de Pedro Bertius (1565-1629) con la leyenda; “Descriptio Argentifodinarum Potusi”. AM retAL HPI AGE Cerro Rico de Potosi, con indicacién de a’gung principales vetas de plata “topadas”. Dibujo dot minero don Nieolés Benin. Silo XVI. Arte de los Metales més breve la salida la greta que por ahi se ha de apartar, como se dir& luego. Si en el agua con que la ceniza se amasare se hubiere des- hecho sal quemada hasta que no salte en e) fuego, o alguna sal, que- da ia cendrada més apretada y fuerte. Las que llaman copelas son cendradas pequefias en que se refi- nan ensayes, hfcense en moldes de hierro o bronce redondos, més anchos de abajo que de arriba, de la figura de pesa de marco, sin suelo, para que puedan sacarse ffcilmente; pénese el molde sobre una piedra Ilana y dura, llénase de ceniza de huesos, preparada co- mo queda dicho, apriétase primero con las manos, después con otro molde también de bronce, cuya parte de abajo esté redonda como de mano de almirez, con la cual se forma en la copela la concavidad que ha de tener, apriétese éste con golpes de mazeta o martillo, que se tendrA también para este efecto, sAcase luego la cendrada, gu4r- dase, y mientras ms antiguas fueren y mfs secas, son mejores es- tas copelas. A) Lugar de Ia cendrada.— B) Por donde corre 1 ita. C) Mok copellas o cendradas pequefias.— D) Molde de a E) Le ree tra en el molde de abajo.— F) Mazeta para apretar.— G) Piedra Hene re que se aprieta la copella. * * Las referencias comprenden también a Ia Jéming anterior. Alvaro Alonso Barba CAPITULO II Cémo se refinan los metales de Oro y Plata SENTADA la cendrada se tapan las puertas del horno, como se hace para fundir, disele fuego hasta que se caliente muy bien, y si acaso pareciere en ella alguna resquebrajadura se remediara de esta suerte. HAgase de ceniza y agua una como mazamorra y mé6- jese muy bien en ella un trapo atado a un palo largo o barredero de horno, refriéguese sobre lo que estuviere hendido, y se lenard todo y no dafiaria que se hiciese lo mismo sobre lo restante de la cendra- da. En estando bien caliente, que sera cuando el horno estuviere blanco y hecho ascua por dentro, se pongan en la ventana que esta enfrente de la del buitrén por donde sale la lama, los panes, plan- chas o pedazos de plomo que tienen plata u oro, amontonados unos sobre otros. Derritese y va cayendo a lo céncavo de la cendrada y luego comienza a gastar, en habiendo corrido todo lo que ha de re- finarse, se cierra esta ventana: si hay alguna escoria se limpia, es- tando bien cocida en el modo que se dijo en lo de la fundicién, y no siendo mucha se le echa carbén molido encima, y con un hurgonero de palo se menea para que por todas partes se le pegue, y con el ga- rabato de hierro se trae a la puerta del horno y se saca de él, que- dando limpio el bafio despide mucho humo y con el soplo del fuelle se arroja afuera. Vase consumiendo el plomo, porque parte se em- bebe en la cendrada y parte se convierte en greta, que es la que lla- man almartaga. Es como grasa o aceite, que se da muy bien a cono- cer a la vista, diferenci4ndose del resto del bafio sobre que nada. Empijjala el aire de los fuelles hacia la puerta del horno que est4 enfrente de ellos, y habiendo cantidad junta se abre con mucho tiempo con la hachuela un camino o sangradera muy sutil por don- de vaya saliendo, irése ahondando al paso que por irse apocando el plomo fuere bajando el bafio. Si en la masa que se refina hay mucho cobre por haberlo te- nido los metales que se fundieron, como los tienen todos los negri- llos, se cria por encima otra como grasa, aunque de color més oscu- ro que la greta, que lo mds es cobre mezclado con algin plomo, s- quese de la misma manera que la greta y péngase aparte, porque suele llevar consigo mucha plata. En las fundiciones de Oruro siem- pre se echaba esto por ahi, hasta que yo fui a aquella villa y com- pré en poco precio estos deshechos 0 escorias, de que saqué no po- cos millares de pesos de plata: pero ya hoy con mi ejemplo se sa- —170— Arte de los Metales en aprovechar de todo. Estén siempre apercibidos de los lados de la sangradera dos pedazos como nueces de cendrada, bien calientes, para taparla si se saliere algin plomo rico con la greta: cosa que fdcilmente conocer4 cualquiera, aunque no sea muy experimentado, por el color vivo como de azogue que el bafio tiene, y ser el de la gre- ta como colorado, cuando va corriendo fuera del horno. El criarse poca o mucha greta consiste en el fuego recio 0 mo- derado con que se hace esta obra, porque el demasiadamente violen- to no sélo da lugar a que se cuaje sino antes derrite y vuelve a con- vertir en plomo la que estaba ya criada. Esta advertencia bastard para el que el que no tuviere mucha experiencia pueda por sf solo rastrear el temple que debe dar al horno. Acdbase finalmente el plomo y da el oro o plata la que llaman vuelta, cubriéndose de una como tela colorada, uniforme, sin pare- cer ni verse mas las motas o pintas de grasa que sobre el metal an- daban. Cese en afiadir mas lefia, y con el calor de la que queda y el horno tiene, se va sutilizando aquella capa colorada, aclarase y hace unos visos azules y tornasoles, y Ultimamente se hiela clara como azogue y se cuaja la plancha. Antes que se enfrie se despega de la cendrada, levantandola por los lados con la punta ancha del espetén hierro largo. Abrense para esto, y para que se enfrie mds a priesa las ventanas, tréese hacia la punta con los hierros y garabatos de la fundicién, y con ayuda de unas tenazas grandes se hace y saca del horno. En tocochimpos se refina de la misma suerte, aunque en menor cantidad. CAPITULO Ill Advertencias acerca de lo dicho de la refinacién del Oro y de fa Plata I ESTANDO la cendrada, y horno bien caliente no estuviere cla~ ro el bafio, sino antes mds oscuro y encrespado, es sefial que tiene mezcla de estafio, y es desesperada cosa aguardar a que se limpie a fuerza de fuego, quitense con un palo largo las telas que ceria por encima, y vayanse arrimando a los bordes de la cendrada todas cuantas veces fuere menester, hasta que aclare, que este es el remedio tnico para ello, y prosigase en la afinacién, como queda dicho. Las mismas muestras dan el oro y la plata juntos, o cada uno de por si, de que estan finos cuando dan la vuelta, que son las que —121— Alvaro Alonso Barba en el captiulo antecedente quedan dichas, y asi por esta parte no se conoce antes de sacar la plancha y tocarla, y ensayarla con agua fuerte, como se dir4 después, si tiene oro o no. Si la plancha qued6 con algin cobre, o mal purificada, facil- mente se manifiesta a la vista de los medianamente experimentados, no vuelve a descubrirse el bafio después de haberse cubierto con aquella como tela colorada que dijimos, ni se adelgaza ni sutiliza, antes oscurece mAs, y a veces al helarse brota de si una como sar- na, y esto sucede de ordinario, cuando después de ya cuajada la plancha le cae algin plomo que corra de los lados de la cendrada, Afiédasele m4s plomo, avivese el fuego, volver4é a andar como an- tes y a dar la vuelta, retirese esto hasta que por las sefiales de arri- ba quede la plancha fina. Si la plancha después de refinada quedare demasiadamente gran- de, seré necesario abrir el horno por Ja puerta delantera de alto abajo para sacarla; pero para excusar este enfado, sera bien sacar parte de ella en bollos, de esta manera. La punta del hierro largo, que dice habia de estar calzada con acero, se moja con agua, métese luego en la plata habiendo ya dado la vuelta antes que se hiele, un dedo o dos cuando mas, pégasele alguna: sAcase luego y enfriese en el agua; vuélvese otra vez a tocar con ella la plata derretida, y pé- gasele otra nueva capa, enfriese en el agua, y de este modo se pro- sigue hasta hacerlo def tamafio y mimero que se quiere. Sactidense con el martillo, y se despegan del hierro, Mucho trabajo y enfado se excusa de esta suerte en refinaciones grandes de metales muy ricos, de que tengo mas de mediana experiencia, pues en afios pasa- dos, en las fundiciones de Chacapa, en los Chichas, para todas cuan- tas planchas saqué (que no fueron pocas) de fos metales del cerro de la Trinidad de los Lipez, que alli fundi, fue necesario abrir los hornos, e intolerable el trabajo de sacarles, as{ por el excesivo calor, como por su mucho peso, pues hubo entre ellas plancha que pesd once arrobas y nueve libras de finisima plata, y otras cinco no fue- Tron muy menores. La ostentacién que con tan grandes pedazos de este precioso metal hice, tuvo contrapeso no pequeiio, en lo que cos- +6 de trabajo el sacarlos de los hornos, cargarlos a esta Villa Im- perial, y cortarlos en ella para hacer barras; desde entonces ac4 uso con mas acierto sacar lo m&s de la plata en bollos, y asi se practica también en las fundiciones de Oruro. En dos o tres refinaciones puede servir una cendrada si salié buena, y se hizo de mucho cuerpo de ceniza, y no fue demasiadamen- te grande la cantidad de plomo que en ella se consumid. Quitese cuando conviniere, y lo que estuviere duro como piedra por el plo- mo que ha embebido, y se llama Molibdena, y entre fundidores cen- —1n— Arte de los Metales drada se ponga aparte y guarde para liga de metales que con ella se funden, la dems ceniza se cierna y guarde, que ésta es la me- jor para cendradas. Si mientras se refina es tan recio el fuego que la cendrada y el bafio tienen un mismo color, se pierde plata; porque con la vehe- mencia del calor se sutiliza demasiado, y la cendrada se esponja y la chupa con el plomo, y asi debe estar siempre mas oscura que el bafio la orilla de la cendrada. Los pedazos de la cendrada 0 molibdena, que solamente tienen plomo, amarillean por dentro como la greta; pero los que muestran color negro tienen también embebida alguna plata, ensdyense para saber cuanta es, y guardese. CAPITULO IV De la refinacién de los demas metales ‘O SALEN siempre de la fundicién los metales viles con la per- feccién que cada uno debe tener, porque el plomo y estafio bron- cos y quebradizos, por tener mezcla de crudios o de otras impuri- dades, quitaseles con ponerles sus planclras o panes sobre lefia, 0 carbones encendidos en lugar que tenga decaida y corriente, para que luego que se derritan salgan del fuego, dejando entre sus car- pones y cenizas lo que tenfan de impuro, hacense luego planchas en moldes que se tienen para ello. Mas necesaria es la refinacién del cobre, por ser més general su uso, y no poderse batir, si no tiene la perfeccién que en la esfe- ra de su ser le pertenece. Quiébrase como vidrio el que esté en for- ma de crudio, y en algunas partes de Espafia llaman confrustano, Es ésta una composicién o junta de plomo y cobre con azufre y otras malezas, ya porque se crian juntos en la mina, o ya porque en la fundicién los acompafiaron. Suelen algunos quemar muchas veces Jos panes que de esta materia se hacen, y después con fuego recio jos derriten y apuran, hasta que se consuma todo el plomo y lo de- més extrafio, y quede en su perfeccién el cobre. Pero yo en muchos quintales que de este género refiné en Oruro excusé la reiteracién de las quemas, y aproveché la plata que tenfan en esta manera. He- cho el horno, que en el lugar que traté de ellos dije llaman Brague- tilla, se llenaba de carbén, y encendia fuego con el fuelle, hasta que se calentaba muy bien; ponia luego encima de las brasas pedazos de este crudio o cobre, derretianse con la violencia del fuego, y con- —1723— Alvaro Alonso Barba * sumiase gran parte de la maleza que tenfan mientras corria el me- tal abajo, por entre los carbones encendidos, afiadia luego crudio nuevo, y carbén cuando era necesario,y de este modo proseguia la fundicién hasta que se llenaba la hornilla; sacfbanse con el gara- bato las escorias, continudbase el fuego y soplo de los fuelles, hasta que finalmente todo el crudio se cocia, y reducfa bafio claro de me- tal fundido en que ya no habia sino plomo y cobre, y alguna plat: sacaba un poco con la cuchara y ensaydbalo, y si tenia plata consi- derable, y le faltaba plomo para apartarla, segtin la proporcién que se diré después, se lo afiadia, dejabala enfriar, y sachbase después. Pero si no habia de apartarse la plata, y el plomo era muy poco, proseguia con el fuego hasta que con él se consumiese y diese la vuelta en cobre, y quedase totalmente fino, cuya sefial es meter en el bafio la punta de un hierro, pégasele el cobre, apagase en agua, y si queda limpio y con lustre como Alatén, esta hecho, y si no, se prosigue hasta que se vea esta muestra. Pero si el plomo era mu- cho, porque al gastarse no consumiese también parte considerable de cobre, lo dejaba enfriar asi o sacéndolo a cucharadas hacia pa- nes en moldes, de que como se dira luego, se apartaban y aprove- chaban ambos metales. Los panes de cobre de que se ha apartado el plomo, con plata o sin ella, quedan esponjosos como piedra pémez, quémanse muy bien, y con martillos de piso se sacuden y se les quita una tetilla o capa cenicienta que tienen por encima, que es cobre, en que tam- bién hay algo de plomo y plata. Limpios se funden y refinan en el horno y modo dicho, También se puede decir que el hierro tiene su modo de refina- cién, cuando de él se hace el acero, que conforme a lo que escriben es en esta manera. Hagase una hornilla redonda de una tercia 0 po- co m&s de didmetro, y una cuarta de hondo en que esté asentado y bien apretado el mazacote ordinario de dos partes de carbén moli- do, y una de buen barro o greta; péngase a la redonda piedras, que ni se derriten ni saltan al fuego, 0 medios adobes, para que deten- gan el carbén y los pedazos de hierro que se pusieren encima, llé- nese de carbén, enciéndase y caliéntese muy bien con el soplo de los fuelles, que se dispondraén de suerte que dé en medio de Ja hornilla. Echanse luego muy pequeiios pedacitos de hierro, mezclados con aquella casta de piedra, que facilmente se derrite al fuego, désele muy violento, hasta que se haga todo agua, y estdndolo, se pongan dentro dos o tres pedazos gruesos de plancha o bergajén, y se cue- zan alli por cinco o seis horas, ablandase como masa, sécanse y es- tiranse sobre el yunque ‘a golpe de martillo, y estando todavia este hierro caliente, se apaga en agua fria; y si quebrandose esté por ee aes Arte de los Metales dentro blanco, y granado con igualdad, esta el acero hecho, y si no se cuece mas, En estando en su perfeccién se alarga o reduce a la forma de varas cuadradas en que de ordinario se trae. El azogue se purifica lavandolo muchas veces con vinagre y sal, hasta que no despida ms negrura, exprimase luego por gamuza, 0 por un lienzo mojado bien tupido, o dandole fuego por debajo al vaso en que estuviere, tapandolo primero, y embarrandolo con otro en que se recoja, todo lo que sube es puro, y cualquier mezcla que tenga se aparta y queda en el fondo. CAPITULO V Cémo se ha de apartar la Plata del Cobre aprovechando todo I EL COBRE que esté mezclado con la plata, es en cantidad con- siderable, sera necesario apartarlo, no sélo para aprovecharse de &, sino también para excusar el excesivo gasto de plomo en con- sumirlo para sacar la plata pura, pues para gastar en la refinacion un quintal de cobre, son menester por lo menos once de plomo; y aunque entra también en esta obra, es muy poco lo que en ella se consume, Fiindese cobre que tiene plata, y afiddesele plomo en tal pro- porcién, que a cada libra de cobre se le mezclan tres de plomo. Ha- ganse panes de esta masa, redondos como quesos, y de tres o cuatro dedos de grueso, en moldes que para ello habra, y aunque pueden hacerse del tamafio que se quisiere, yo siempre los he hecho de quin- tal o poco mas para manejarse mejor. Pénense levantados en el hor- no que hay propio para este efecto, cuya fabrica se descubrié en el Capitulo VII, del Tratado cuarto, sobre dos cuadrados de hierro o pedazos de ladrillos altos de tres dedos a cada lado el suyo, del ca- nal que va por medio, para que por ninguna parte toquen en el sue- lo, 0 lados de él. Acomédanse asi los que caben, dejando entre uno y otro espacio de cinco o seis dedos, en que se echa carbén, repar- tese por todas partes alguno encendido, y sobre éste se eche del otro, hasta que se cubren los panes, y a breve rato, como se va comuni- cando el fuego, comienza a destilar el plomo que lleva consigo la pla- ta que tienen, queddndose por derretir el cobre. Corre por la canal que est& en medio del horno, y por ella sale fuera y se junta y re- coge en la hornilla de donde se saca a cucharadas, y se echa en mol- des, y guarda en panes o planchas, para refinar después en el modo —175— Alvaro Alonso Barba que ya queda dicho, y reducido a greta y molibdena, se vuelve a apro- vechar lo més del plomo. Algin poco de cobre se va también mezclando con el plomo; pe- ro junto a la puerta del horno, donde el calor es menos, se cuaja y endurece algo. Lidmase esto espinas entre apartadores, y es nece- sario de cuando en cuando levantarlas con un punzén de hierro, para que no estorben ni detengan el paso al plomo que va corriendo; si alguno de los panes tuviere demasiado fuego, y quisiere derretirse, apartensele las brasas, y al contrario se le apliquen al que no tu- viere el calor que ha menester. Si se quisiere apartar el cobre de la plata por reverberacién, co- mo yo he usado muchas veces, y su modo de horno quedé descrito en el lugar que he pasado, acomoden los panes dichos, no atravesa- dos como en el otro horno, sino a la larga, por entrambos lados, so- bre sus dados de hierro y pedazos de ladrillo, algo juntos a las pa- redes, de suerte que por en medio tenga libre lugar la llama por donde pase. Tapese luego con adobes y barro este horno o canal por arriba, y a lo ultimo de ella en la parte alta, se deja un bramadero por donde respire el fuego y salga el humo, En dejando de correr el plomo, serd sefial de que no tienen mds qué dar los panes, y hard que no se derritan, se quitan los adobes de arriba, y se dejen enfriar. Si el cobre tiene mucha plata, no se la puede sacar toda de una vez el plomo. EnsAyese pues el cobre ya experimentado, y si le hu- biere quedado mas plata, se vuelva a mezclar con plomo, hasta que se le saque toda. Muy poca plata queda en las espinas, y para sa- cArsela, se iran echando en otros panes de cobre y plomo, cuando se hicieren para apartar la plata. Aunque estos panes se pudieran hacer en callanas o crasadas, se hacen mejor en hornos castellanos, de esta manera. Estando bien caliente el horno, se le ponen encima los pedazos del cobre que ha de entrar en un pan, derritese y sale a la hornilla, que también es- tard muy caliente, e inmediatamente se pone en el horno el plomo que ha de Ievar el pan, y se funde y mezcla con el cobre. Pénense luego sobre los carbones otros pedazos de planchas para el pan se- gundo, y mientras éstos se derriten, se sacan de la hornilla el cobre y plomo juntos, y se echan en el molde en que se hacen los panes, y asi se prosigue hasta que se hagan todos. Si en lugar de plomo por excusar el sacarlo, se quisiere echar greta, podra hacerse, advirtiendo para la cuenta que lo ordinario sale un quintal de plomo de ciento y treinta libras de ella. De los panes, después de exprimidos, hard el cobre fino, en el modo que queda dicho. —176— Arte de los Metales CAPITULO VI Cémo se ha de apartar el Oro del Cobre UNQUE son diferentes los modos que hay de apartar el Oro del Cobre, todos se fundan en un principio, que es la perfeccién y fortaleza del oro, a que ni azufre ni otros materiales ofenden, y la facilidad que estos tienen en alterar al cobre, y casi desunirlo. De aqui es, que si el cobre que tiene oro se quema con azufre, 0 ya sea echéndoselo cuando esté derretido, 0 menedndolo hasta que se con- vierta todo en tierra, o ya poniéndolo hecho planchas delgadas o granalla, en una olla de barro, o tandas o lechos con azufre molido, y tapada la boca dandole fuego, hasta que el azufre lo penetre todo, y queden las planchuelas quebradizas, y que se muelan facilmente. Si en esta harina se echase azogue, abraza y recoge todo el oro, re- pasindolo como se usa en los ensayes ordinarios. ‘También se fundan en esto Jas otras maneras que hay de apar- tar el oro del cobre, por el fuego y la fuerza, que para esto tiene en particular la sal que llaman artificiosa, hacese de partes iguales, de caparrosa, salitre, alumbre y azufre, que no haya probado el fuego, una libra de cada uno, y media de almojatre o sal amoniaco. Estas cosas, después de bien molidas, se cuecen en lejia fuerte, hecha de una parte de llipta o ceniza de tintoreros, otra de cal viva, y otras cuatro de ceniza comin, hasta que se seque muy bien. Vuélvense des- pués a moler, y mézclaseles una libra de greta molida o plomo cal- cinado, y sobre cada libra de cobre que tiene oro, estando derretido en el crisol, se le va echando poco a poco una onza y media de estos polvos, y se le menea mucho y a priesa, con un hilo de hierro; déjase enfriar el crisol, quiébrase, y en el fondo se halla el panecito de oro, el cobre se queda arriba, en figura de crudio. Volverase a reducir a su ser, del modo que en su lugar se dijo. F&cil ser& a quien estuviere en el principio dicho hallar otras composiciones para este efecto; porque el azufre es el todo, con al- guna mezcla de plomo, para alterar el cobre, sin que reciba detri- mento el oro, y asi excuso el escribir otros modos que usan algunos, de que los dichos, no séJo son suficientes sino los m4s generales y mejores. Algunos escriben, que también se puede apartar el oro del co- bre, como se aparta la plata con mezcla de plomo, haciendo panes en Ja proporcién dicha en el Capitulo pasado, y exprimiéndolos de la manera que all{ se dijo. Pienso que no lo experimentaron: Yo dudé —177— Alvaro Alonso Barba siempre su verdad, porque la dificultad con que el oro se derrite, pues la causa de apartarse la plata del cobre, con Ja ayuda del plo- mo, es por la facilidad con que se derriten ambos metales, con me- nos fuego que el que ha menester para correr el cobre lo cual cesa en el oro. ¥Y no me engafié mucho mi discurso en experiencias que hice. Si se quisiere quitar el oro del cobre que estuviere dorado, se haré de esta manera. Méjase la pieza, y pongase al fuego, en que se caliente muy bien, en estando hecha ascua se apaga en agua fria, y con una escobilla de hilos delgados de alambre se limpie, y se caeré el oro. CAPITULO VIL Del agua fuerte con que se aparta el Oro de la Plata L ORO que, o la naturaleza o el artificio, mezelé con la plata, se laparta de ella con el agua que Haman fuerte. Es su actividad admirable, y entre las experiencias humanas una de las més curio- Sas, y su noticia, y uso muy necesarios en este reino, pues el més propio ejercicio de él, es el trato de metales de plata, en cuya com- paiiia se cria el oro muy de ordinario, y apartarlo, ni hay que fiar- se de la vista en negocio de tanta importancia, pues no se podré dis- cernir con ella la mezcla, si la hay o no, de estos preciosos metales, si la parte del oro no fuese mucha, y aunque no sea tanta, Buede ser de grandisimo interés si se apartare, Los simples que tienen virtud natural, para que destilada de ellos agua, se deshaga en ella la plata, son caparrosa, alumbre, sali- tre, voloarmeno, oropimiente y cinabrio. Haécense de ellos composi- ciones varias para este efecto, pero la que comunmente se usa es va- lentisima de partes iguales de alumbre y de salitre, o de dos par- tes de alumbre, y de salitre una, 0 de caparrosa y salitre, en las pro- porciones dichas y a una libra de salitre y otra de caparrosa, se le pueden echar de cinco a seis onzas de agua de la ordinaria que se bebe, y sale muy buena, y ésta es de la que yo he usado de ordina- rio, para que estuviesen los vasos con qué humedecerse, ya que en ellos se hubiere de embeber alguna, por no haber tenido siempre co- pia de los necesarios de vidrio en qué destilarla. Prepéranse primero de esta suerte los materiales dichos. P6- nese al fuego la caparrosa en una olla vidriada, y en ella se derrite — i178 — Arte de los Metales con e] calor, menéase con un hilo de alambre grueso, sdcase, enfria~ se y mézclase sutilmente. El salitre también se derrite con la fuer- za del fuego, y luego se enfria y hace polvo. El alumbre se prepara como la caparrosa, aunque algunos Io queman sobre una plancha de hierro, y asi lo muelen. El vaso de vidrio en que estos metales se echan, que por la se- mejanza llaman orizal, se embarra primero desde el suelo, hasta la mitad por lo menos, de esta suerte: hAcese barro liquido como ma- zamorra, de buena greda amasada si la hay, con barro de pafios cuando se tunden, y en su falta, de lana 0 pelos cortados con tije- ra, y con mezcla de alguna sal quemada, para que no se abrao hien- . da; dasele al vidrio una capa de este barro, no mas gruesa que el canto de un real sencillo, y seca ésta se le da, y otras por el mismo orden, hasta que se tenga un dedo de grueso. Si en el horno en que se ha de sacar el agua fuerte, no ha de ponerse mAs que un alambique, se har4 de adobes, de una tercia en cuadro por lo hueco; y en la parte que hubiere de estar por delan- te, se dejaré en el medio de abajo una portezuela de seis u ocho de- dos de ancho, proporcionalmente larga, por donde entre el aire, y se saquen las cenizas. A la altura de una tercia del suelo se pondra una como reja de hierro, o abierta en plancha, o hecha de verjas su- tiles, sobre que estén los carbones encendidos, y tenga la ceniza por donde poder caer. Déjese sobre esta reja otra puerta por donde se eche y encienda el carbén o lefia, stbanse las paredes casi otra tercia de alto, y tépese el horno por arriba con otra plancha de hierro, que por e] medio estribe sobre dos barretoncillos del mismo metal, que estén de pared a pared. Tenga esta plancha a las cuatro esquinas. otros tantos agujeros redondos, por donde el fuego respire, y en el medio uno grande en que entre un vaso de barro, capaz de recibir en si el orinal de vidrio, y alguna arena o ceniza que lo ha de ro- dear por debajo y por los lados. Molidos y mezclados Ios polvos de que se ha de hacer el agua fuerte, segtin las proporciones dichas, se echarén en la vacia, u ori- nal los que cupieren hasta el tercio, y cuando mucho la mitad de él, y no més, péngasele el capelo o alambique bien ajustado, y para qu> por las junturas no respire, tApense con cuidado con unas tiras de lienzo, empapadas en claras de huevos muy batidas con flor de ha- rina de trigo. El pico del alambique entre en el que Maman recipien- te, que es una redoma grande en que se recoge el agua que destile, y tépese también de suerte que no respire. Enciéndase fuego en el horno, y sea el principio Jento, hasta que comience a destilar, y si se ponen los vidrios colorados, auméntese el fuego; pero con cuidado de que entre el caer de una gota a otra haya cuando menos cinco —1799— Alvaro Alonso Barba minutos de reloj, o el espacio en que da cinco golpes de campana, y cuando mAs diez, porque si caen més a priesa, corren peligro los va- sos de quebrarse, y si m4s despacio, se dilata esta obra mas de lo que conviene. Remédiase lo primero con quitar del horno con las muelles algunas brasas; y io segundo con aumentar el fuego ha- ciéndolo de lamas, con algunos palillos de lefia seca, y cerrando, si conviniere, los agujeros por donde respira, Serd bien que al reci- piente se le pongan pafios mojados con agua fria, para que se reba- tan mejor los espiritus o humos de que esta lleno. Cuando la parte alta del orinal comienza a blanquear, es sefial que ya han dado los materiales el humor que tenian. Apriétase por un rato el fuego; has- ta que totalmente no gotee, y déjanse después enfriar los vasos, sa- cando del horno los carbones encendidos. CAPITULO VIII Prosigue la materia del Capitulo pasado, con algunas advertencias acerca de ella IN LUGAR de los vasos u orinales de vidrios en que se echa la materia de que se ha de destilar el agua fuerte, se puede usar de otros de su forma, hechos de muy bueno y fuerte barro y vidria- dos, y se haré muy bien; y bastard que el capelo o recipiente sean de vidrios. Podrénse poner muchos de estos alambiques a la par en un horno hecho de adobes o ladrillos, largo a manera de bail, como en los que se queman lamas, y se les daraé a todos fuego por una boca, con que se sacaré abundancia de agua fuerte, donde de propé- sito se hubiere de tratar de apartar el oro de la plata. Es de tanta importancia el saber si la plata tiene oro o ne, ma- yormente a los que trabajan en minerales nuevos y distantes de lo poblado, que aunque del todo falten vidrios para capelos, o recipien- tes de los alambiques, convendra sepan sacar o saquen en ocasiones alguna agua fuerte, aunque sea poca, para probar la plata de sus ensayes, pues los materiales para ella los hay en todas partes: bas- tard para esto, que el recipiente sea de barro vidriado, como boti- juela, cantarillo o limeta, cuando no le sea el vaso en que los mate- riales se ponen, jintense estos dos boca con boca, embarrense y ta- pense muy bien, que aunque por embeberse se pierde mucha agua, — 180— Arte de los Metales sale alguna, bastante para ensayar y saber lo que se pretende. Asi lo usé yo en los Lipez al principio, cuando por estar poco poblada de espafioles aquella provincia, sobraba en ella todo género de in- comodidades. Déjase entre el recipiente y el otro vaso que en él entrare, un agujero pequefio, del tamafio de una aguja gruesa de hierro, que se tapa con una clavijuela de madera, de suerte que se pueda quitar cuando se quisiere, y convendr4 hacerlo cuando se levantaren en de- masia los humos potentisimos de las compésiciones que se destilan, para que se refresque el aire que esté encerrado, y se condensen en agua mds a priesa y con menor riesgo de los vasos. Después de sacada el agua fuerte, échese wna poca en una re- doma y en ella un adarme de plata, para que se deshaga, en que si estaba turbia se pondré clara, échese esta agua sobre las demas, en breve rato se aclararaé toda, asenténdose en el fondo unas heces blancas, aprtese de ellas y gudrdese en otro frasco o limeta bien cerrada. Frios los vasos, séquese del fondo de los orinales o de donde los materiales se pusieron, la tierra quemada y ‘sin jugo, que de la des- tilacién qued6, y si estuviere dura, para excusar el riesgo de que- barlos, se les echa agua comin, y dé un hervor con ella, con que se deshar4 y saldré mas facilmente. Un género de vaso inventé yo para sacar agua fuerte, que por ser a propésito lo he usado y comunicado a mis amigos. Los més acomodados para estas destilaciones son las cornamusas de vidrio, porque en ellas tienen menos que subir los espiritus pesados, que de los materiales se levantan; pero tienen de inconveniente la difi- cultad con que se les echan y sacan, por ser largas y angostas de cuello. H&galas a su imitacién, de muy buen barro, y en la mitad de la parte de arriba, antes que el barro se seque, se le abre a compas una boca redonda, del grandor de una corona, por donde holgada- mente pueda entrar la mano, afiddansele cuatro como botones de barro, que sobresalen en igual distancia, a la redonda de su circun- ferencia. Cuécese y vidriase, asi la cornamusa como el bocado que de ella se sacé, para que le vuelva después a servir de tapadera, échanse por aqui los materiales, tapase con los que se ha dicho, y con un hilo de alambre, que cruza de botén a botén, se aprieta y ajusta de manera que la fuerza de los vapores no pueden levantar- la; emb4rranse las junturas como se usa, de suerte que no respire, ponesele su recipiente, y acabada la destilacién se sacan con mayor facilidad los materiales por esta boca. —181— ‘Alvaro Alonso Barba A) Horno.— B) Puerta por donde se da fuego.— C) Puerta por donde se sacan las cenizas—-D) A- gujero grande en la plancha de hierro con que se tapa el horno.— E) Agujeros pequefios por donde respira el fuego.— F) Reja de hierro sobre que se enciende el carbén.— G@) Orinal de vidrio 0 baiio.— H) Capelo de alambique.— I) Cornamusa de barro vidriado.— K) Agujero en la parte alta, de tamafio de una corona.— L) Tapadera del agujero. * ‘* Las referencias comprenden también a la ldmina siguiente. — 182— Arte de los Metales CAPITULO Ix Cémo se ha de ensayar la Plata para saber si tiene Oro UNQUE por el toque por las puntas de Oro y Plata, hechas con diligencia, se aleanza alguna noticia de la cantidad de la mez- cla de estos dos metales, ni es puntual como conviene, ni tan facil de observar la diferencia con la vista, que se deba fiar de ella en negocio tan importante, si tiene la plata medio quilate, 0 dos gra- nos de oro, apenas habré ojos que la distingan de la que no tiene ninguno, y van a decir en veinte y cuatro pifias de a cuarenta mar- — 183 — Alvaro Alonso Barba cos, como se usan, diez libras de puro oro, que valen lo que sabemos todos, y asi es precisamente necesario el ensaye por agua fuerte, para que se sepa puntualmente si hay mezcla de oro 0 no, y en qué eantidad, para saber si puede apartarse con provecho; hecha el agua fuerte, es lo dems facil; 6brase de esta manera: P&sese por copela con plomo la plata que se quiera ensayar, pa- ra que si tuviera alguna mezcla de cobre u otra cosa, se la quite y quede pura, de suerte que no haya en ella cosa extrafia, sino es el oro, si acaso lo tuviere; tiénese apercibido un vaso de vidrio si lo hay, o una eScudilla pequefia de la China, o lo que es mejor, ha afios que yo uso, de oro de 24 quilates, porque dura siempre, y ni el fue- go, ni el agua fuerte ordinaria le hacen dafio, y se puede poner sin cuidado sobre las mismas brasas, y el vidrio no, sino sobre cenizas. B&tese en laminas sutiles de plata dicha, cértese en pedazos como una ufia, déblase en forma de canutillos, y bien limpia se pesa la cantidad que ha de ensayarse, con el peso sutil de los ensayes, igual a su mayor pesa. Pénese en el vaso dicho, y échase encima agua fuer- te que la cubra, asiéntase en el fuego, y con calor moderado hierve el agua y si fuere necesario mientras se cuece se le afiade mds ca- liente, si se trabajare en vidrio, y si en oro no es menester este cui- dado. Mientras hay plata en que el agua fuerte obre, salen de ella unos como humos o borbollones, que causan el hervor dicho, en ce- sando se aparta del fuego. Si hay oro se queda, y ve en el fondo en polvo de color negro, o como raspaduras de ladrillo; échasele el agua en otro vaso, y con ella va la plata. Lavase el oro que qued6 con tres © cuatro aguas dulces calientes y guardense también, porque todas Ievan alguna plata. Esto se hace hasta que el agua con que se lava, no se ponga blanca, enjiigase luego, y en una escudilleja de plata se recuece al fuego, sicase de él, y frio se pesa y sabe la parte que de oro tiene la plata, segin la tabla del Capitulo VIII, del Libro 3, y el valor del oro que cada quintal de plata tiene, contando a 18 rea- les por cada castellano de a 24 quilates. Cuando la plata tiene mucho oro, o cuando el oro tiene alguna plata, se ensaya, y aparta de esta suerte. Quitasele ante todas co- sas el cobre que tuviere con plomo en la cendrada, técase después con las puntas de oro y plata, y mfrase los quilates que muestra; y porque si la parte del oro es mucha, desciende la piata, para que el agua fuerte no obre en ella como convendria, seré fuerza reducir- Ja a proporeién de dos partes de plata y de oro una, que es lo pro- pio que decir, que se reduzca el oro de ms ley 0 s6lo ocho quilates, afiadiéndole la plata que fuere necesaria para ello, mezcla que se ha experimentado por la mas a propésito, para que ni el oro quede muy deshecho, ni haya dificultad en que se convierta en agua la plata. — 184 — Arte de los Metales Sea ensayada la que se afiadiere, para que se tenga satisfaccién de que no lleva oro ninguno; porque a tenerlo, no sera cierto el ensa- ye. Hagase lo demas como arriba queda advertido. Quilates Pesos Tomines Si el oro es subido, y se ha de 24 2 0 bajar con plata pura a los ocho qui- 23 He 7 lates, se vera por esta tabla lo que 22 io 6 a cada peso se le ha de afiadir de 21 i 5 plata, por el niimero de pesos y to- 20 bf 4 mines que en frente de su ley se 19 oe 8 hallare, como si quiero reducir a 18 1 2 ‘ocho quilates oro de 20, veo que a 17 1 1 esta ley le corresponde en la tabla 16 1 0 primera, peso 4 tomines, y esto es 15 0 7 lo que se le ha de afiadir de plata 14 0 6 a cada peso de la ley dicha. De 13 0 5 suerte que fundido todo junto el 12 0 4 peso de oro de 20 quilates, se ha- uu 0 3 br4 convertido en dos pesos y me- 10 0 2 dio de 8 quilates, y asi de los 9 0 1 demas. 8 0 0 Pero porque suele suceder, que oro de mas ley se haya de re- ducir a 8 quilates, con plata que tenga algunos de oro, se hard la cuenta de la manera que se vera en el ejemplo que sigue. Quiero re- ducir oro de 20 quilates, a 8 con plata que tiene dos quilates de oro, pongo los referidos niimeros por su mismo orden, 20, 8, 2, la dife- rencia que hay de 20 a 8 son doce, péngolos encima. La que hay de 8 a 2, son seis, escribolos encima también, y queda esta figura: 12, 6. 20 8. 2. Parto siempre la primera diferencia por la se- gunda, que son 12 por 6, cabales a dos, y tan- tos son los pesos de plata u oro de dos quilates, que se han de afia- dir a cada peso de 20 quilates para bajarla a 8, y si al contrario quie- ro subir oro de 2 quilates a 8 con oro subido de 20 quilates, pongo por este mismo orden los nimeros. 6. 12. 2 8. 20. saco las diferencias, parto la primera por la se- gunda, cabele ¥ que es decir, que a cada peso de oro de dos quilates, se le afiade medio peso de 20 quilates, lo que de esta mezcla resulta sera oro de 8 quilates, y asi de los demas. — 185 — Alvaro Alonso Barba CAPITULO X Como se aparta el Oro de la Plata PARTASE el Oro de la Plata de la misma manera que en el Ca- Ppitulo pasado se dijo que se ensayaba, sdlo esta la diferencia en que para hacerlo por mayor, han de ser los vasos mayores y to- do lo dem4s proporcionalmente. Obrase en vidrios, aunque quien pu- diere tener los vasos de oro fino ahorraré mucho, a mi me obligé a hacerlo para este efecto la falta, carestia y riesgo de los vidrios, que por ser tan rigurosos los frios de estos minerales, se quiebarn muy a menudo, aunque se tenga con ellos mucho cuidado. La plata mezcla- da con oro en la proporcién dicha, se hace muy menuda granalla, y mientras menos redonda fuere, seré m4s a propésito para este in- tento, o se bate en plancha sutil, que después se corta en pedazos pequefios y se recuecen y hacen canutillos, échasele agua fuerte en- cima, que le sobrepuje dos o tres dedos, hierva hasta que se haya deshecho la plata toda, que se conocer con la sefial que se dijo, tratando del ensaye; afiddesele si fuere menester m4s agua. Ultima- mente, la que tuviere en si deshecha la plata, o se eche en un perol de cobre con otra tanta agua dulce, y la plata se pegara luego, o en tinajas u otra vasija de barro vidriado, en que se pongan algunos rieles del cobre a que también se llegard la plata, y sera sefial de haberse recogido toda en los dos modos dichos si no muda color, po- niéndose negro 0 pardisco el cabete de cinta que en ella se metiere, © finalmente se mezcle con agua en que se haya deshecho cantidad de sal comtn, con que luego soltard la plata y se asentara en el fon- do, De cualquiera de estos modos se recobraré la plata, sAquese y séquese muy bien antes de fundirla, es sefial de tener alguna hume- dad cuando la superficie negrea, y si se funde asi, se quema y pier- de alguna plata. Pero porque de cualquiera manera de éstas el agua fuerte se Pierde, quien quisiere aprovecharse, eche la que estuviere cargada de plata en un alambique, péngale su recipiente y déle fuego, desti- lara el agua toda, con aventajadas fuerzas para servir otras veces, y la plata seca se quedara en el fondo, y se fundiré con la adverten- cia dicha. El oro que qued6 en el suelo de la limeta se lavaré tres o cuatro veces con agua dulce, hasta que nose vea en él la sefial de color blanco, s&quese y después de recocido findase con un poco de atin- car, o échesele solimén para que salga dulce como lo usan los plate- — 186 — Arte de los Metales ros. Las aguas con que se lavé guardense, porque también llevan pla- ta, sera bien destilarla; la que primero sale es a propésito para vol- yer alavar oro, y la que gotea después que los vasos colorean es fuerte y podré servir para apartar. CAPITULO XI De otros modos con que se aparta el Oro de Ia Plata UNQUE el mas puntual y cierto modo de apartar el Oro de la Plata es mediante el agua fuerte, como queda dicho, ni todos se aplicaran a su destilacién, ni en todas ocasiones habrd comodidad para ejercitarla por mayor, aunque se facilité su obra tanto en los capitulos pasados, y serd en todo caso necesario su uso por lo me- nos, para ensayar la plata y saber si tiene algin oro, como también queda advertido. Hanse por esto inventado varios modos para el mismo efecto, fundados en la esencién del oro, cuya nobleza y lus- tre apenas hay cosa que altere e inficione, viéndose lo contrario en los demas metales, hasta en la plata mas pura, que el azufre la en- negrese y contamina, reduciéndola a un ser tan oscuro y quebradizo, que apenas la sabré diferenciar de las escorias el que no tuviere co- nocimiento y experiencia muy grande de estas materias. Hace lo mis- mo el antimonio, porque como en su lugar ge dijo, abunda en su com- Posicién de azufre. Con estos dos minerales se aparta de la plata el oro de la manera que sigue. Hacese granalla la plata que tuviere oro, y por cada doce onzas de ella se toman dos onzas y cuarto de azufre que no haya probado fuego, muélese muy bien y mezclado con Ia granalla dicha, se pone todo en una olla nueva de barro, tapese y emb4rrese la boca, dasele fuego a la redonda, algo apartado para que con el calor sélo el azu- fre se mezcle con Ia plata, sin que arda, sdcase la plata negra de la olla, apercibese de granalla de cobre tres onzas y media por cada doce onzas de las que pesaba la plata antes de mezelarse con el azu- fre. La mitad de este cobre se echa con la plata al principio en el crisol, tapasele la boca, dAsele fuego hasta que se derrita, y en es- tando se destapa el crisol, échasele una cucharada de granalla de cobre, y otra de una composicién que se hace de iguales partes de greta, granalla de plomo, sal quemada y espuma de vidrio, cibrese el crisol, y en estando derretido esto, se le afiade por el orden dicho lo que resta de la granalla de cobre y composicién dicha hasta que se acabe. Bajase con esto el oro al fondo y la plata se queda arriba —187— Alvaro Alonso Barba mezclada con el plomo, cobre y humo de azufre, en forma de lo que laman riel, o de los crudios o confrustafios de las fundiciones de co- bre y plata, de que se trat6 arriba. Para saber que tan grueso es el panecillo de oro que esta en el suelo del crisol, se metera en él un hilo de hierro embarrado, sAquese luego y lo que saliere blanco es lo que tiene de grosor el oro, sale lo demas negro de la composicién que nada encima. En estando bastamente cocido se vacia el riel o lugar limpio, y se apartara el oro de la composicién que se quiebra facilmente. : Antes de quitar el crisol del fuego se saca un poco de la mixtu- ra de arriba, y con plomo sobre cendrada se refina, y la plata que saliere deshagase al punto en agua fuerte, y se vera si esté o no bas- tantemente apartado el oro, prosiguese en el fuego si no lo estu- viere. La plata y cobre se apartan y aprovechan después en el modo que arriba queda dicho. También el azufre solo aparta el oro de la plata, aunque la pre- paracién que para esto ha de tener es algo prolija, tomase lejia fuer- te en que se sustente un huevo de aquella con que se dijo se hace la sal artificiosa; cuécese el azufre en ella hecho sutil, hasta tanto que puesto un poco sobre carbén encendido, se derrita como cera sin arder. Echando este azufre sobre la plata que tiene oro derretido lo aparta de ella. CAPITULO XII Como se aparta el Oro de Ia Plata con Antimonio, y de otras composiciones para ello IN UN crisol de barro a cada ocho onzas de Antimonio se mez- cla media onza de cobre, porque sin él recibiré detrimento el oro al apartarlo, y en estando derretido en su crisol, se le echa enci- ma un poco de antimonio dicho, que en fundiéndose andara en cer- co a la redonda; échesele luego oro poco mas, y después que también haga sus cercos, se le eche junto todo el antimonio dicho restante, de que debieren prevenirse tres partes para cada una de oro; ctibra- se el crisol luego y déjese cocer la mixtura el tiempo en que se po- drén andar treinta y cinco o cuarenta pasos; téngase entretanto ca- liente y untado de sebo, un crisol de hierro angosto por abajo y an- cho por arriba, puesto sobre un tronco o pie de hierro 0 palo, va- ciése en él la mixtura, sacidase el pie o tronco dicho, para que baje — 188 — Arte de los Metales mejor el oro al fondo, sAquese en estando frio y repitase esta obra hasta que quede totalmente fino, aunque a las ultimas veces no ser& necesario cocerlo con tanto antimonio como la primera. Refinese il- timamente en cendrada de ceniza el oro, y a la mixtura de antimo- nio se le afiada casi otro tanto de rasuras, y la mitad de ella de es- puma de vidrio. Derritase en una teja o crisol de barro, dos o tres veces, y toda se asentara en el fondo otro panecillo o lenteja de oro, que se fundira y refinaraé con lo primero. Mézclese al fin plomo con la mixtura de antimonio en que est4 la plata, refinese en cendrada, y se aprovecharé la que hubiere, y si antes de llegar a hacer esto no se cuece con las rasuras y espuma de vidrio como se ha dicho, con- sume el antimonio parte de la plata, y come y roba la cendrada. Hacense también otras composiciones de azufre, antimonio y otras cosas, para apartar el oro de la plata, preparase el azufre que en ellas ha de entrar, de esta manera. Molido muy bien se cuece en vinagre fuerte por espacio de seis horas, sAquese y echado en un vaso, se lava con agua caliente. La primera composicién sea la que se hace de una libra de amufre dicho, y dos de sal muy bien purifica- da. Hacese otra de doce onzas de azufre, seis de sal artificiosa, tres de almojatre y una de azarcén. Otra de media onza de caparrosa muy bien seca al fuego, dos onzas de sal artificiosa, cuatro de antimonio y seis de azufre, cuatro adarmes de vidrio, otros cuatro de salitre y dos adarmes de almojatre. La cuarta, de sal artificiosa, de azufre preparado y rasura, doce onzas de cada cosa, y seis de atincar. Otra se hace dos partes iguales de azufre dicho, de almojatre, de salitre y cardenillo. Sobre doce onzas de plata que tiene el oro, estando bien derre- tido, se echan dos onzas de cualquiera de los dichos polvos, menéase muy bien, échese todo en otro crisol caliente y untado con cebo, sa- ctidese para que el oro baje mejor al fondo, y en lo demas se proce- de como queda dicho. Apartese el oro de las piezas de la plata dorada, sin su detri- mento de esta suerte. De una parte de almojatre y media de azufre se hacen polvos, iintase la pieza con aceite, polvoréese con los pol- vos dichos, pénese con unos muelles sobre carbones encendidos, y bien caliente se sacude sobre un lebrillo de agua, cae en él oro, de donde se recoge y aprovecha, Con azogue caliente se puede conseguir el mismo efecto, me- tiendo en él la pieza dorada hasta que se azogue, y luego en agua fria, en que se caeré el oro mezclado con el azogue. Repitase las ve- ces que fuere necesario, hasta que no se vea en la pieza sefial de oro. Exprimese y desazégase en el modo ordinario de la plata. — 189 — Alvaro Alonso Barba CAPITULO XII Del modo de apartar del Oro la Plata 0 cualquiera mezcla que tenga por el que Ilaman Cimiento ANOS DE grandisima importancia y sin remedio hasta hoy ha causado la eficacia del que Ilaman cimiento, cosa entre otras, que se tocan en materia de metales, maravillosa, que algunos saben y en que ninguno ha reparado para el beneficio de los de plata, de que se ha perdido una gran suma por la ignorancia de su conocimien- to y reparo, como queda advertido en los Capitulos VIII y IX del Segundo Libro. Es el cimiento una quema de metales ya reducido a cuerpo, con mezcla de algunas, que a todos los demas atraen a si y los calcinan, quedando de su fuerza solamente asentada la nobleza sin igual del oro. Varios son los materiales que en esta composicién entran, y las proporciones de ellos segin las experiencias, que para afinar el oro refieren diferentes autores; pero todos son minerales, y que de or- dinario acompafian a los metales que se queman para beneficiarlos Por azogue, por donde se convence la verdad de la pérdida, e incon- venientes dichos; pues calcinada la plata, se convierte facilmente en agua, y como no se recoge, lo atribuyen los beneficiadores a haberse quemado en los hornos, que dicen pasarse de punto el metal. En el Cielo Filoséfico de Ulphstadio, y en el Agricola y otros, se hallan composiciones varias para este intento, déjolas por no necesarias; pues basta la més ordinaria y facil que se hace de polvo de ladrillo molido y sal comin, aunque es mejor la que Ilaman de compas o mi- na, en esta forma. Con nueve onzas de polvo ladrillo molido y cernido se mezclan tres de sal, y en esta proporcién se haré para mayor o me- nor cantidad, segiin lo fuere la del oro que hubiere de cimentarse. Batese en planchuelas delgadas, como escudos o més sutiles. Rocia- se la mixtura dicha con un poco de vinagre fuerte, en que se haya desecho media onza de almojatre, o sal amoniaco; y en una olla de barro nueva se pone en el fondo un lecho de los polvos dichos, y so- bre 6) otro de planchuelas de oro, de suerte que no se toquen ni cai- gan unas sobre otras; siganse sobre el oro mfs polvos, y asi Se con- tiniia alternando hasta que la orilla se llene, o se acaben las plan- chuelas, que también se suelen poner mojadaa en vinagre, que ten- ga almojatre deshecho; tapese y embdrrese muy bien la olla; aco- médase en un hornillo redondo o cuadrado, que por la parte baja tenga un apartamiento en donde caigan las cenizas por una teja de — 190 — Arte de los Metates hierro, sobre que se encendera el fuego; en unas trébedes, o sobre barretones de hierro que atraviesan de pared a pared, se asientan en debida distancia la olla u ollas en que esta el oro, llénase todo de carbén y enciéndese; estén las ollas siempre hechas ascua por todas partes, como Jo estén las caperuzas cuando se desazogan las pifias. Contintese con igualdad este fuego, el tiempo que fuere necesario, segin la mezcla que tuviere el oro. Asentado esta entre plateros, que en cada doce horas se sube'un quilate; pero no es esto infalible ni siempre se requiere tanto tiempo. Sécase y déjase enfriar la olla cuando pareciere estard ya para ello; técase y ensdyase el oro, y si no estuviere totalmente fino, 0 de los quilates en que se quisiere po- nerlo, se vuelva por el orden mismo a cimentar otra vez. La plata que tenia el oro la trajeron asi los materiales o poivos; sacarase de ellos en el modo que se dijo en el beneficio de los metales por azogue. CAPITULO XIV De las aguas fuertes que deshacen y convierten en agua el Oro OS SIMPLES, que resueltos en agua por destilacién tienen vir- tud para deshacer el oro, son el vitriolo, salitre, almojatre, an- timonio y soliman; hacense de ellos composiciones varias. La prime- ra de dos libras de vitriolo, y otras tantas de almojatre, destilanse por el modo de las dems aguas fuertes: témese una libra de agua fuerte, en que se haya deshecho plata; échensele tres onzas de al- mojatre, y después que se convierta en agua, se destile por alambi- que de vidrio, y comera el oro; o de una libra de salitre, o de anti/ monio otra; o de partes iguales de salitre y sal de orina o de almo- jatre. Raimundo deshace el oro en la quinta esencia del vino, suma~ mente rectificada con ayuda de la sal hecha de lo mismo, para la composicién de su oro potable, y piedra tan celebrada de los filéso- fos; pero el mas facil modo, y que yo hallé acaso para convertir el oro en agua, es echar en la suerte ordinaria, una onza de sal de la comin, que usamos en los mismos manjares, bien molida, para que se deshaga mds a priesa a cada cuatro o cinco onzas de la dicha agua con que se pierde totalmente la fuerza que antes tenia para deshacer la plata, y Ja tiene violentisima para convertir en agua ru- bia el oro contra quien primero no ten{a eficacia; con justa admira- cién de los que mas consideraren el fundamento de tan contrarios efectos, He usado de muchos afios a esta parte de vasos de finisimo —191— Alvaro Alonso Barba oro para apartarlo de la plata, por la falta y riesgo de los vidrios, como en su lugar dije; y teniendo en una ocasién menos fuerza el agua fuerte con que estaba haciendo un ensaye, para deshacer la plata de la que yo quisiera, le eché estando hirviendo un poco de sal, que acaso hallé a mano, pareciéndome le daria mayor penetracién y ayuda, no se deshizo ms plata ninguna, y el agua fué tomando un color amarillo; reparé en la novedad, pensando, lo que fue cier- to, que se iba deshaciendo el oro. Hélo usado muchas veces después en vasos de vidrio, y es cosa muy curiosa y facil. Conviértese en her- mosisima agua todo el oro; y si la plata que tenfa era poca, se asien- ta en el fondo del vaso, hecha muy sutil polvo, y si mucha, se queda en forma de planchuelas 0 cafoncillos en que se eché esponjada y quebradiza. Ap&rtase el agua, y en ella va el oro. Lavase la plata tres 0 cuatro veces can agua caliente hasta que no amarillee y guar- dense, porque todos llevan oro. Fiindese después la plata, estando bien seca, Destilase por alambique el agua en que esta el oro si se quiere aprovecharla, y si no se evapora a fuego lento hasta que se seque muy bien, queda en el fondo el oro mezclado con sal, dasele fuego recio en crisol, hasta que se funda o tome por lo menos cuerpo con que se aparta de ella. Pero una de las experiencias propias mfas, y que entre otras muchas no he hecho menor estimacidn, por los secretos mayores que de ella pueden rastrearse, es el apartar el oro de la sal con que esté mezclado, en Ja manera que sigue. La masa amarilla de oro y sal que en el asiento queda, se muele en estando bien seca, sobre una piedra, sutilisimamente; pénense en un vaso de vidrio estos polvos; échase sobre ella agua de la vida, tan bien rectificada que no tenga humedad alguna, en cantidad que sobrepuje dos dedos a los polvos, y en muy breve rato atrae a si todo el oro esta quinta esencia, to- mando su color amarillo, y dejando la sal blanca sin mezclarse en ningun modo con ella. Pénese en vaso aparte esta agua, y échese otra, una o dos veces sobre sal, hasta que quede como la nieve blan- ca, y el agua no reciba color alguno. Queda austera al gusto esta quinta esencia con oro, por los espiritus de la caparrosa de que se hizo el agua fuerte que con él atrajo. Es sujeto muy a propésito pa- ra operaciones quimicas, que con cuidado no escribo, y en otras oca- siones que antes de ésta se han ofrecido, también ha pasado en si- lencio por no pasar a ocupacién o estudio de arte, que aunque posi- ble y cierta, ha causado y causa grandisimos dafios en los que de ordinario la ejercitan sin fundamento, siendo rarisimos en el mun- do los que de ella se sabe hayan tenido algin provecho. —192— INDICES. Indice Analitico NOTICIA DE LOS PRINCIPALES AUTORES Agricola Jorge Alberto Magne CITADOS EN LA OBRA (Pag. 8, 40, 44, 69, 107, 181, 142, 145, 150, 161, 190). Nacié en Glauchau (Sajonia) en 1494. Fallecié en 1555. Su nombre verdadero fue el de Georg Bauer (otros lo conocieron por Landmann), Médico y Qui mico, El afio 1528 publicé el primer Tratado de Mi- neralogia con el titulo de Bermannus sive de re me- tallica dialogus. Como historiador escribié Dominatori Saxonici a prima origine ad hanc oetatem. Clasificé los minerales en simples y compuestos. Establecié sus caracterfsticas fisicas. Al afio de su muerte, en 1556 aparecié la edicién en 12 volimenes de su libro “DE RE METALLICA”. La edicién dltima de esta obra ha sido hecha el afio 1928 por la Agricola Gesellschaft del Deutsche Museum de Munich. Otras obras suyas son: De ortu et causis subterrancorum; De natura fossilium; De natura rerum quae eflunt « terra; De veteribus et novis metallis; De bello Turcis inferendo; De traditio- nibus apostolicis y De lépida philosophica. Hizo su primera’ educacién en la Escuela de La- tinidad de su ciudad y luego en Leipzig. Estudié Fi- lologia antigua. En 1518 fue designado co-Rector y dos afios después Profesor de Lengua Griega, donde demostré su extraordinaria capacidad y erudicién. (Pag. 17, 21, 22, 80, 35, 86). Ha sido considerado como “Ferviente discfpulo de Rogerio Bacon”. Se le atribuyen algunos tratados sobre afinidad de Jos cuer- pos, la accién del azufre en tos metales y la trans- mutacién de los metales, Consider6 el oro como el metal perfecto, coineidiendo con Calisthenes, que in- fluyé mucho en el Padre Barba. — 273 — Alejandro VI! Aristételes Asis Francisco de Avicena io o Baccius Andrés Beguino Juan Brascesco Juan Caligula (Pig, 17). Nacié en Jétiva en 1431. Murié en Roma, en 1503. Su nombre de pila era el de Rodrigo de Borja o Borgia. Sobrino de Calixto III. Entre los hechos notables de este Papa, se sefiala que fue él quien fij6 los limites de los dominios de espafioles y portugueses en América, en su calidad de Sumo Pon- tifice. (Pag. 7, 81). Nacié en Estagira (Macedonia) en 384 a, de C. y fallecié en 422. Filésofo griego. Discfpulo de Platén, fue un genio en ciencias filoséficas. Su “Politica” ha sido traducida a todos los idiomas. Se lo conocia con el sobrenombre de “Peripatético”, por- que solia dictar sus lecciones caminando. Se ha escrito mucho sobre su vida, sus ideas y su filosofia. (Pag, 117). Nacié el 26 de setiembre de 1182. Pri- sionero de los perusinos en 1204, En 1206 le “habla en San Damian el Crucifijo” por lo que este afio se denomina “afio de la conversién”. Después de sus peregrinaciones y la fundacién de la Orden de Padres Menores, el sébado 3 de octubre de 1226, fallece en Asis, después de una vida edificante y santa, La bi- bliografia sobre la obra franciscana y el estudio del Santo, son abundantisimos. Es recomendable la Vida escrita por P. Victorino Faccinetti, 0. F. M. traducida al espafiol en 1925. (Pag. 22, 30, y 99). Nacié en 980, Murid en 1036 d. de C. Médico y Filésofo musulmén de Persia. Por sus conocimientos extraordinarios se lo conocia como “Principe de los Médicos”. Su libro el “Canon de la Medicina”, traducido al latin, sirvié de libro de con- sulta en Europa y Asia, Como filésofo escribié la obra “Ach - chafa”. También se lo conoce como comentador neopla- ténico del aristotelismo y fuertemente “ocasionalista”. (Pg. 99). Natural de San Elpidio, en la Marca de Ancona, Doméstico del Cardenal Ascanio Colona. Sus obras principales son: “De Thermis”, en 7 vol. edita- dos en Venecia en 1577 y 1588 y en Roma en 1622. ”, lib. VIII; “De Veni ac Lapidibus pietofis”. Fallecié posiblemente en 1587. (Pag. 16, 20). Alude el autor a un libro: “T Quimico”. (Pag. 83). Fue tenido como alquimista. Mayor- mente con la publicacién de su obra especial “Al- quimia”, editada en Venecia en 1544 y posteriormente en Basilea en 1561. Barba alude a “Libros de Getro”. (Pag. 21). Nacié 12 afios a. de C. y murié 41 a, de C. Cayo Cuyo Julio César Augusto Germénico. Tercer Emperador Romano. Hijo de Germdnico y Agripina, —274— Calisthenes Cardano Diedoro Euchiente Dioskorides sucedié en el trono a Tiberio. Su conducta lamentable dio a su vida fama poco envidiable. Murié en su pa- lacio atacado a pufialadas. (Pg. 36, 86). Nacié en 365 y murié en 328 a, de C. Autor griego acompafié a Alejandro en la conquista del Asia, Envié a Aristételes los cdleulos y estudios astronémicos de los sabios y saverdotes caldeos. Es- cribié Ia Historia de Alejandro citada por Strabon y no la supuesta que investigé Scalfgero. Otras obras suyas son “Historia de Grecia”, ete, Cicerén mencioné en carta la Historia de la Guerra de Troya. También la obra “Periplo”, segin referencia de Apolonio. Después de siete meses de prisién lo juzgaron a denuncia de otros comprometidos en una conspiracién contra la vida de Alejandro, preparada por Hermolao y otros. Se dice que Alejandro hizo grabar sobre el se- pulero de este filésofo un epitafio que consta de un solo verso. “Odi Sophistam qui sibi non sapit”. (Pag. 7, 12, 80, y 37). Nacid en Pavia el 24 de se- tiembre de 1501. Fallecié el 21 de setiembre de 1576. Conocido como Jerénimo Cardan. Médico, filésofo y matemético. Pasé su juventud en Milén, donde su padre desempefiaba funciones de Doctor en Medicina y Derecho Civil Canénico. Estudié a los 20 afios en Pavia, donde explicé a Euclides. Siguié algunas ideas filos6ficas de Averroes. En Bolonia se gradué de doc- tor en Medicina en 1525. Casé en 1531. Residié en Roma después de viajar por Dinamarea y Escocia. Es conocido por sus obras “De la sutileza” y “De la va- iedad de las cosas”. En dichos escritos ya se insinéa la idea de la existencia del oxigeno. (Pag. 20). Posiblemente se trata de Diodoro de Sicilia, natural de Agirum, que vivid en tiempos de Julio César y Augusto. Empleé més de 30 afios en compo- ner su biblioteca histérica en Roma. Hizo viajes @ Europa y Asia y escribié sobre todo lo que habia visto, Su obra comprendia més de 40 libros, de los que sélo han quedado 17. Poggio Florentino los tra- dujo en latin por orden del Papa Nicolas V. Plinio dijo que Diodoro fue “el primer griego que se abstuvo de referir bagatelas”, © Dioscérides (Pég. 11, 13, 14, 19, 21). Autor def “Redacia”, segin el Dice. Histérico de Luis Moreri, tom. IIE, afio 1753. Médico de Anazarbe, ciudad de Sicilia. Cénsul en 46 d. de C. Entre varios escritos compuso una obra de “De materia médica” en 7 volt menes. Se le atribuyen otros Tratados en citas de Ga- leno, Photio, Pedro Castellano y otros que estudiaron — 275 — Empedocles Ferrariense Icontrarij Conde Hércules de Galeno Claudio Juan Bautista Justine Luerecio a Plinio. E) Profesor Modesto Bargallé en su cele- brada obra “La Mineria y Ia Metalurgia en la Amé- rica espafiola durante Ia época colonial” citando a Hoover que se refiere al libro “Minerales’ y Rocas” ediciones griega y latina, expresa que “fue el primero que describié la extraccién de mercurio por destila- cién del ammion o cinabrio en un bol de hierro tapado por una vasija que se sometié a calentamiento”. Al- guien ha escrito que Dioskorides Pedani, griego del siglo I repitié en Medicina lo que dijo dos siglos an- tes el griego Crateres. Barba cita el estudio “Rabrica Sinéptica”. Hermolao Barbaro hizo un estudio sobre Dioskorides. (Pég. 98). Filésofo griego del siglo V a, de C, Fa- moso por su concepcién de la tierra y por las defini- ciones que de ella tuvo. Parece debérsele la teoria de los cuatro elementos. Se ha escrito que podria ser conceptuado como precursor de las teorias de Darwin en la seleccién natural y la supervivencia de los mas fuertes y mejor dotados. Fue celebrado por su am- plia obra de cientifico, retérico y poeta. Murié deste- rrado en el Peloponeso. (Pag. 19). Citado por Mariolo en su estudio sobre Dioskorides. Posiblemente se trata de un pariente muy cercano de Renata de Francia, Duquesa de Ferrara, nacida en Blois en 1510, que easé con Héreules de Est, II del nombre, Duque de Ferrara y de Modena en 1527. Entre los Ferrara han habido muchos emi- nentes médicos, filésofos y escritores. (Pag. 18, 100). Célebre médico de Pérgamo. Hijo de Nicén, conocido arquitecto de la misma ciudad. Vivi6 en el siglo segundo imperando Marco Antonio, Des- pués de haber estudiado la dialéctica y demas ramas de la Filosofia, se dedicé a la Medicina, Estudié con los hdbiles médicos Satyron y Pelops. Pasé a Alejan- dria, luego a Roma cuando tenfa 34 afios. Viajé tam- bién al Asia, retornando a Roma al llamado de los Emperadores Vero y Antonio, Murié a la edad de 70 afios, en el lugar de su nacimiento, Cardano Jo co- loca entre los 12 “entendimientos” mas célebres de su tiempo, Autor de “Facultad de los simples”. Se conservan varios de sus Tratados. Se han hecho ediciones en Basilea en 1538, en 5 voltimenes y en Venecia en 1625 en 7 tomos, Muchas otras obras se quemaron en el incendio del “Templo de la paz”. (Pag. 30). Santo, Herodes le hizo cortar el cuello a pedido de Salomé. Figura muy conocida. (Pag. 39, 43). Historiador latino que florecié en la época de los Antoninos, en el siglo II. (Pag. 10). Tito Caro. Poeta latino y filésofo epicureo. — 276 — Lulio o Lall Manilio + Matiolo Paracelso Pirro Platon Plinio 95-53 a, de C. Expuso sus ideas materialistas en el poema “La Naturaleza de las cosas”, recogido y pu- blicado por Cicerén. Murié suiciddndose en un acceso de nervios. (Pag, 18, 14, 15, 25, 55). Sabio catalan, Nacido en Mallorca, Autor del Tratado sobre “Transmutacién de los metales”, que dedicé al Rey Roberto de Inglaterra. También es conocida su obra “Disquisicién Helian: Ensefié e| arte de fabricar piedras preciosas. Se han hecho muchos estudios biograficos y se lo ha presen- tado siempre al lado de dos eminentes cientificos: Ar- naldo de Vilanova y Juan de Rupescissa. (Pag. 98). Cayo, Nacié en Roma en 68 a. de C. Tri- buno y autor de la proposieién que conferia plenos po- deres a Pompeyo en la guerra contra Mitridates, y que fue apoyada por Cicerén, en uno de sus famosos dis- -eursos. (Pag. 19, 20). Matthiolus o Matioli. Naturalista y Mé- dico oriundo de Sienne. Nacié en 1600 y fallecié en 1577. Estuvo en Roma. Es autor de comentarios sobre Dioskorides. (P4g. 20). Llamado Teofrasto Bonmbast de Hohenhein. Médico y filésofo nacido en Suiza en 1493, Estudié las propiedades de los metales. Dio impulso al tratamiento empirico de enfermedades mediante remedios minerales formando la farmacopea quimica. Denunciado por ni- gromante (también alquimista) huyé a Basilea, y des- pués de muchos episodios borrascosos en su vida, fa- llecié en Salzburgo en 1541. Hasta ahora se estudian sus doctrinas médicas. Negé toda influencia de la luna sobre el cerebro humano, Sus Obras Completas se han editado en Buenos Aires, 1945. El afio 1947 hizo un estudio del personaje, Honorio Delgado, en la capital argentina. (P&g. 30). Rey de Epiro. 318-272. a. de C. Sucedié en el trono a su padre en 306, En 281 los habitantes de Tarento que estaban en guerra contra los romanos, pidieron su ayuda. Pirro los derroté en Heraclea y Asculum. También socorrié a los griegos en Sicilia contra el ataque de los cartagineses. Al entrar en Argos, tiempo después, una mujer le arrojé una teja desde una ventana causdndole la muerte. Se conoce como obra suya “Apolo y las nueve mu: (Pag. 31). Célebre fil6sofo griego nacido en Egina en 430 a, de C. Murié en 347. Discipulo de Sécrates en Atenas. Dedicése a la politica y escribié entre muchas obras la “Repiblica’; conocida por las muchas edi- ciones que se han hecho en espafiol. (Pag. 21, 84). Cayo, Llamado “El Viejo”. Nacié en 23 y murié en 79 d. de C. Comand6 un cuerpo de caba- —277— Porta Juan Bautista Rascis o Rasis Rupecica o Rupecisa Juan de Salomén Straton de Lampaco Teofrasto llerfa en la guerra de Germania en 67 y fue enviado a Espafia como Procurador. Fallecié en Misena, a raiz de Ja erupcién del voledn El Vesubio. De su vasta produccién lo més interesante que ha legado a no- otros es su “Historia Natural”, trabajo enciclopédico admirable para su tiempo. (Pag: 20). Nacié en Napoles en 1540. Murié en 1615. A los 17 afios publicé un Tratado de Magia. Hizo estudios de Fisica y Metalurgia. Descubrié la cémara oscura, Dejé también un Tratado de Phisiognomorica, Napoles 1583. (Pag. 99). También se lo conocia por Rhazes. Lla- mado Almanzor 0 Abubecre Arazi, hijo de Zacharias, médico nacido en Arabia. Vivid en el siglo X, hacia 950. Practices 1a Medicina. Se educé en la Maurita- nia y por esto le llamaban Arabe o Moro. Dejé mu- chos escritos, entre ellos “Continens”. También una Historia de Espaiia que compuso a pedido del Emir Balharabi. Sus escritos traducidos al latin se impri- mieron primero en Venecia y después en Basilea en 1544, (Pag. 18, 15). También Francisco. Llamado Pera- tallada o Petra Scisa, nacido en dicho lugar de Catalufia. Menéndez y Pelayo, en el tercer tomo de Historia de los Heterodoxos Espaiioles dice: “For- ma Juan de Rupescissa, con Arnaldo de Vinanova y Ramén Lull, el triunvirato de la ciencia catalana en el siglo XIV”. De la Orden Franciseana, su vida fue aventurera y agitada. Predicé en Viena y Mos- cf, Volvié a su patria a los 90 afios. Escribié mucho sobre Profecias. Estuvo encareelado en Avignén en 1349. (Pég. 30). Rey de Israel, Nacié en 1082 a. de C. Murié en 975. Hijo de David. Conservé la heredad de su imperio entre la frontera de Egipto, el mar Rojo y el Etifrates. Se le atribuyen Los Proverbios, el E- clesiastés, El Cantar de los Cantares y el Libro de la Sabidui (Pag. 7). Vivid en ef siglo III a. de C. Se ha dicho que adulteré las teorias de Aristételes, inclinandose hacia ciertos puntos de vista que pudieran considerarse como anticipo de ideas de Giordano Bruno y de Baruch Spinoza. (Pag. 10). Filésofo y botdnico de Grecia. Naciéd en la Isla de Lesbos en 371 a. de C. Murié en 264. Se Vamaba Tirtamo y fue un orador prodigioso. En Ate- nas tuvo de maestro a Platén. En 322 sucedié a Aris- tételes en la direccién de su Escuela, Merecié ayuda de Séfocles para hacer vida tranquila concluido su destierro de Atenas. Es autor de 229 Tratados sobre — 278 — Vilanova Arnaldo de Volaterrano Raphael las mAs diversas materias. Se conservan su Tratado de los Caracteres, Historia de las plantas, etc. En su estudio de las piedras ya lamé al mereurio Chytos argyros. Dos centurias después Dioskorides denominaba Hydrargyros. Hermolao Barbaro, Patriarea de Aquilea se refirié en sus estudios a ambos. (Pag. 20). Célebre alquimista nacido posiblemente en Eufurt, en 1394. Fue uno de los fundadores de la Quimica y de la Farmacia. Se ocupé con especialidad del antimonio, dando a conocer sus cualidades medi- cinales. Pertenecié como monje a la Orden de Bene- dictinos hacia 1413, Su obra conocida tiene el titulo de “Carro triunfal del antimonio”. Su obra més im- portante data del afio 1604, que Barba Ja conoci6 cuando ya vivia en América. (P4g. 16). Nacié en Catalufia en 1240 y murié en 1311. Considerado como sabio. “Varén de los mas sefialados en nuestra historia cientifica” dice don Marcelino Me- néndez y Pelayo, al dedicarle un extenso estudio en su “Historie de los Heterodoxos Espaiioles”. Con Raimun- do Lull y Rupeseissa, forma el trio de altas mentali- dades espafiolas, oriundas de Catalufia. Muchas son sus obras y muchos estudios se han hecho sobre Ar- naldo de Vilanova. Sus escritos son sobre materias médicas y de alquimia, Algunos de sus libros se edi- taron primeramente en Basilea en 1565, (Pag. 17). Algunos le Namaron Maffei, apellido de su familia. Nacié en Volterra, villa de Toscana. Compuso comentarios que ¢] mismo lama “Urbani” © de Villa, porque los compuso en la Corte de Roma. “Urbani at in urbi conscripti”; es una obra que de- dicé al S. Papa Julio II en $8 libros, dividida en tres partes: 1° Geograffa antigua; 2° Hombres ilustres y se intitula “Antropologia’; y 3° Filologia o de los 8 de las Artes. Compuso otras obras y mu- rié en 23 de Enero de 1521 a los 70 afios de edad, en Volterra. Esté enterrado en Ia Iglesia de San Lino. Indice Abitanis Achocalla Agua - caliente Ancoraimes Andacaba Atacama Avicaya Avilcha Berenguela Bonete Calacoto Callapa ‘Camata Caquingora Carabaya Carabuco Centeno Colcha Colquiri Corcico de Lugares y Sitios de Bolivia citados en el Libro (Pag. 46). Regién mineral de la Provincia Lfpez. Departamento de Potosi. de San Cristobal (Pag. 40, 44), De la Provincia Nor Lipez, D. de Potosi. (Pag. 14, 27), Sitio entre el camino de Chayanta a Oruro y los Lfpez. D. de Potosi. (Pag. 52). Cantén de la primera seccién de la Pro- vineia Omasuyos. D, de La Paz, (Pg. 47, 58). Importante regién mineral de la Pro- vineia Linares. D. de Potosi. (Pag. 14, 26, 27, 28, 29, 46, 50). En la época del Virreinato fue un Partido de la Provincia de Poto: En la Repiablica era parte integrante del D. de Cobi, (Pég. 48). Cantén de la Provincia Poopé. D. de Oruro. (Pag. 48). Mineral de la cireunscripeién de Atacama, antiguo Partido de Potosf y luego territorio del De- partamento del Litoral (Atacama). (Pag. 9, 28, 29, 48, 51, 76). De Pacajes, Provincia del D, de La Paz, (Pag. 48). Cerro en Nor Lipez. D. de Potosi. (Pg. 51). Cantén de la Provincia Pacajes. D. de La Paz. (Pag. 27, 51). Cantén de [a Provincia Pacajes. D. de La Paz. (Pag. 27). Cantén de la 1" Seecién de la Provincia Mufiecas. D. de La Paz. (Pag. 16, 49, 51). Cantén de la Provincia Pacajes, D. de La Paz. (Pag. 45). Provincia Larecaja. D. de La Paz. (Pag. 50, 54). Cantén de la 1* Seccién de la Pro- vincia Camacho. D. de La Paz. La Deseubridora. (Pag. 43). Cerro de Potosi. (Pag. 13, 46, 50, 115). Capital de la 1* Seccién de la Provineia Nor Lipez. D. de Potosi. (Pag. D. de La Paz. (Pag. 45). Capital de la Provincia Nor Yungas. D. de La Paz. —281— Mina la primera en el 48, 54, 138). Capital de la Provincia Inquisivi. Coylla Carshuara Chacapa Challatiri Charcas Chayanta Chichas Chilco Chiriguanos Chocaya Choa Choquiyapu Chorolque Chaica Chuqui-chuqui Chuquisaca Escapi Esmoraca Esmoruco Flamenca Garci-Mendoza Guari - guari De San Felipe de Austria en Oruro. (Pag. 54). Mine- ral en las inmediaciones de Colquiri, Provincia Inqui- sivi. D. de La Paz. (Pag. 16, 40, 51, 112), De Carangas. Canton de la Provincia Sajama. D. de Oruro. (Pag. 151, 172). Cantén en la Provincia Larecaja. D. de La Paz. (Pag. 34, 56), Mineral cerea del Cerro Rico. D. de Potosi. (Pag. 48, 50, 56, 112). Cantén de la Provincia “Gral. Bilbao Rioja”. D. de Potosi.— Nonibre de la Provin- cia, con capital San Pedro de Buena Vista. D. de Potosi. (Pag. 14, 41, 46, 48, 50, 54). Capital de la Segunda Seceién de la Provincia Bustillo. D. de PotostiNom- bre de la Provincia en el mismo Departamento, con capital Colquechaca. (Pég. 50, 53, 91, 109, 112, 180, 138, 152, 153). Pro- vineias Nor y Sur Chichas. D. de Potosi. (Pag. 46). Caserio en la 1* Seccién de la Provincia Sud Chichas. D. de Potosi. (Pég. 18). Zona ocupada por los “chiriguanaes”, en la Cordillera fronteriza de Tomina. D. de Chuqui- saca. (Pég. 43, 47, 48). Existen dos poblaciones: vieja y nueva. Cantén de la Provincia Quijarro. D. de Po- tosi. (Pég. 47, 48, 61). Mineral de plata y oro en la Pro- vineia Larecaja. D, de La Paz, © Chuquiabu. (Pag. 45). Rio de oro de la ciudad de La Paz, (Pag. 48). Celebrado Cerro mineralégico en la Pro- vincia Sud Chichas, D. de Potosi. (Pg. 50). En el Cerro de Escapi, de la Provincia de Lipez, D. de Potost. (Pg. 46). Cant6n, 1* Seccién de la Provincia Orope- za. D. de Chuquisaca, (Pag. 39, 48, 56). Departamento de la Repiblica de Bolivia. Capital Sucre, que es también de la Nacién. (Pég. 50). Cerro cerea de Chuica. Provincia de Sud Lipez, D. de Potosi. (P4g. 46, 48, 50). Cerro mineral en la cordillera de ese nombre. Provineia Sud Lipez. D. de Potosi. (Pég. 26, 48). San Antonio de Esmoruco. Provincia Sud Lipez. D. de Potosf. (Pag. 48). Cant6n Pazfia. D. de Oruro. (Pag. 15). Solinas de. Capital de la Provincia. D. de Oruro. (Pag. 48). Cantén Chullchucani, Provincia Frias, D. de Potost. — 282 —

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