Pedro Iniesta Medina

El llamado Asunto Arroyo fue el terreno donde los distintos grupos de la sociedad mexicana se

enfrentaron, en cuyo seno se inici el proceso del fin de la legitimidad del rgimen antidemocrtico

porfirista. No es casual que haya sucedido justo antes del cambio de siglo, coincidiendo con nuevas

caractersticas en las representaciones sociales y la forma en que se difunda la informacin en la

poca. El asesinato de Arnulfo Arroyo tuvo mltiples interpretaciones por parte de la sociedad

mexicana, y la prensa cumpli el papel de difusor.

Los sujetos participantes del melodrama fueron el agente de alto rango apellidado Velzquez,

que representaba a la clase poltica, Arnulfo Arroyo, como significante de el pueblo en abstracto y,

discursivamente secundario, pero central en trminos de representacin social, Porfirio Daz, que

encarnaba la figura del Estado. En el imaginario social, estos personajes representaban papeles

completamente antagnicos y, en el discurso, eran mutuamente excluyentes. Por un lado, si se

reivindicaba la figura del presidente Porfirio Daz, se demeritaba la del borrachn Arnulfo o la del

corrupto Velzquez; por otro, si se reivindicaba la figura de Arnulfo, necesariamente tenan que

mancharse las imgenes de Velzquez o de Daz.

La prensa mostraba paralelamente a Arnulfo Arroyo como smbolo de los peores temores del

pueblo, representante del vicio o de la represin potencial proveniente de la clase poltica o el Estado;

a Velzquez como vctima de su locura o como agente de la corrupcin moral y poltica; y a Daz, en

mucho menor proporcin debida al peligro que implicaba hablar negativamente de l, como un hroe

defensor del pueblo o como orquestador de un conspirativo evento que le permitira legitimar acciones

futuras contra el pueblo.

Haba, adems, un cuarto y oscuro personaje en este melodrama, que haba diseado un plan

para pasar por asesino al pueblo y como chivo expiatorio a Velzquez, pudiendo as ejecutar una

orden perversa, sin necesidad de cuestionar la legitimidad del presidente Daz, ni expandir la culpa al

resto de la clase poltica: Villavicencio.