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ma variadsimo, encontramos en el Li-

bro poenjas religiosos a la Virgen y a


Cristo, narraciones fabulsticas y ejem-
plos moralizantes, relatos de origen
latino, oriental y francs, stiras goli-
ardescas, poemas lricos de acento tro-
vadoresco y otros de origen netamente
popular, juegos de palabras, chistes y
cuentos desvergonzados, una parfra-
sis del Pamphilus (obra latina del s.
XII que inspir al autor de La Celes-
tina), pasajes ovidianos, episodios ale-
gricos, etc.
Todo est engastado en la primera
persona que "dice" el texto desde su
comienzo, lo cual da al Libro un acen-
to autobiogrfico antes desconocido en
la literatura del medioevo, el marco de
un Yo que narra, que protagoniza las
aventuras, que canta y se re de s
qiismo y de los dems, y que mezcla
sin problemas lo narrativo con lo l-
rico, lo procaz con lo religioso. Este
marco autobiogrfico se ha atribuido
a influencia hebrea, y la mezcla de lo
chocarrero con lo moralizante y divi-
no, a influjo rabe.
Aunque en numerosos pasajes Juan
Ruiz intenta defender y explicitar las
intenciones moralizadoras y religiosas
de su obra, la mayora de los crticos
cree que toda ella est escrita con sen-
tido satrico e irnico. Mara Rosa Li-
da y Leo Spitzer defienden la intencin
del autor sealando que su didactismo
es autntico, as como que era comn
en la Edad Media extraer consecuen-
cias ticas positivas de textos que na*
rraban aventuras moralmente conde-
nables.
Lo evidente es que el Libro trae a las
letras castellanas una personalidad bu-
llente, brillante, ingeniosa y ricamente
satrica; un hombre sensualmente lan-
zado sobre todas las cosas placenteras
de la vida: el esplendor de la natura-
leza, la variada y cambiante realidad
humana del campo y las ciudades, el
sabor de las comidas y bebidas, el
lujo, los goces de la carne y del amor,
la apetencia indomeable por lo feme- "Historias del mulo enfermo" (del
nino en todas sus formas; y el tono de manuscrito de las Cantigas,/
la obra es el de su autor: burln, des-
enfadado, agudo, alegre, movedizo, tra-
vieso, picaresco. Hasta lo religioso asu-
me en l una nota personal, sentida,
antes no escuchada en la lrica.
Y junto a esta alegra de vivir y amar-
lo todo, los frenos siempre constantes
de lo religioso y un temor desmedido

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