E n los pueblos donde ejerc mi profesin, t a n t o en las fera-
ces Tierras de Barros como en el frondoso encinar del occidente provincial, tuve la curiosidad de recoger de viva voz giros y mo- dismos de originalidad asombrosa, palabras llenas de g a l a n u r a y donaire, que se hablan desde los lejanos das de Nebrija hasta los que estamos viviendo; herencia entraable de t a n t a s ge- neraciones que, como perlas de oro, debieran g u a r d a r s e en ar- quetas de sabina. Un m u n d o de delicias inditas, prodigiosa- m e n t e autnticas. Palabras que viajan sin s a l v o c o n d u c t o "legal y autorizado", que no se han presentado a juicio ni h a n gozado del aplauso ofi- cial de las deliberaciones de la Academia, que viven ah, con sinfona rica y caudalosa sancionada por el uso de la calle. No estn, pues, prohibidas n rechazadas gozando de un limbo ino- cente. Ya sabemos que la funcin oficial no es de cierto regis- tro a ultranza de todos los vocablos en circulacin; pero deja los que el pueblo crea, fragantes y garbosos, dispuestos a que buenos escritores los empleen, los cojan de la m a n o y arriben entonces a las playas del diccionario, les sirvan de padrinos y los lleven al buen puerto de la Academia. La palabra es un hecho y mal puede desdearse. Los buenos a u t o r e s vierten en su vocabulario los tesoros de su lengua ver- ncula, incorporando el lxico diario, lleno de t e r n u r a y belleza, al t o r r e n t e circulatorio oficial al cual la docta Casa no pone se- mforos, sino tiene la m a n g a ancha para aquellas pal abras con p a t e n t e de uso y necesidad. Horacio, en su " E p s t o l a ad Piso- ne" e n s e a : " Ser lcito usar, escribir y p r o n u n c i a r palabras q u e llevan i m p r e s o el sello del uso c o r r i e n t e , p o r q u e el b u e n uso, el uso f u n d a d o en la razn, es el rbitro, el juez, la n o r m a del len g u a je . " E n la zona r u r a l - - l i b r e de la Babilonia de los neologis- m o s - es a veces d o n d e m e j o r se habla el idioma y t o m a sono- ridad y to n al i dad distinta. La palabra se ha definido como la cscara de la avellana, p a r t e i n t e r n a de las ideologas, prolon- gacin del v e r b o interno. Es la fotografa de la idea y, por lo tanto, el espejo de un alma regional. U n a m u n o dijo que era la " s a n g r e " del espritu, y J u l i n Maras, ha escrito: "E l m u n d o h u m a n o es un m u n d o lingstico." El ilustre limeo R i c a r d o Palma, escri bi endo a lo criollo, m u y castizo, mezcl ar cai s m os que hizo populares. E s t a m o s asistiendo a la agona de n u e s t r a s cast as palabras. Y p a r a q u e no caigan en el abi s m o del olvido, d e b e r a m o s c o n f e c c i o n a r el Diccionario de E x t r e m e i s m o s , que sera un libro til, culto, p o p u lar , para e n t e n d e r una de las part es ms i n t e r e s a n t e s de E s p a a p o r el c a r c t e r de las t i er r as y su historia. E x i s t e un v o c a b u l a r i o n a v a r r o de Jos Mara I r u b a r r e n no vasco, no. E n m u c h a s ocasiones la repeticin de vocablos en voz de batologa, es e x a c t i t u d y claridad. T e n e m o s ledo en C e r v a n t e s que r e m u - d ar p a l a b r a s es limpieza.. No son graciosas y bellas las pala- bras "alball", roco de la m a a n a o alba, " a m o n t a r s e " ? (de irse al monte), que significa hacer "novillos", no ir a la escuela; y " b o c a n " , indiscrecin o simpleza con fieles races castellanas? Su calidad y v i r t u d e x p r e s i v a las hace correctas. Sin em bargo, h a y otras que se a p r e n d e n por haber las ledo en un peridico u odo en la televisin, como " s p r a y " p u l v e r i z a d o r . El lxico p r o p io se s o m e t e a c u a r e n t e n a y loa aires de un e x t r a n j e r i s m o d e s b o r d a d o , por magia de unos pocos, p e n e t r a n en el diccio- nario. A veces nos t o p a m o s con palabras de su v i r g i n i d a d pristina " m e s m o " en habla de viejos y labriegos, que la h e m o s ledo en Quevedo. La "i", c o n s o n a n t e en " m e y o d a " . E n Barrancos, pue- APUNTES DE NUESTRO CASTUO HABLAR
blecito fronterizo que pas al reino p o r t u g u s hace ms de siglo
y medio, hemos odo entre la gente culta "yo vide", propio de un castellano antiguo que no ha sufrido el pulimento de la ero- sin histrica. A l g u n o s se ruborizan al p r o n u n c i a r l a s c u a n d o no son n i n g u n a deshonra, sino reminiscencia, herencia de siglos, que nuestros clsicos emplearon. " R e d e " y "sede" las coloca Teresa de Jess en sus elevadas obras. " D e x a m i n a r " por exa- m i n a r la hemos visto en Rinconete y Cortadillo, usada nada menos que por el Prncipe de los Ingenios. E n el libro abierto de la toponimia, leemos nombres de noble ascendencia latina: " a n g a r i l l a " (minas romanas); la calzada, Ardila, moriscote (cota de la muerte) y otras de ilustre prosa- pia mozrabe; mogea, alcicera, Geraldo, m o n t u r q u e , magea, castillo, Cid, zaos, durano, zumacal, etc. Se ven los matices de las mezclas raciales, cuyos sedimentos sealan subtracto roma- no-mozrabe al que se sobreponen las capas de invasin ya del sur africano, ya del norte conquistador. Segn Caba, el dismi- nutivo e x t r e m e o - - i n o , i t o - - e s una expresiva supervivencia sur africano, ya del norte conquistador. Segn Caba, el dimi- nucin del t a m a o "cortijito", " j a q u i t a " , sino a u m e n t o inten- sivo de la efectividad o t e r n u r a . F o n t i c a m e n t e se caracteriza Oliva, como toda E x t r e m a d u r a , en la casi supresin de la "j" y de la "s" final, los d i s m i n u t i v o s a n t e s citados, el cambio de la "ll" en " y e " para darles a las palabras ms sonoridad. C u a n d o la "r" del verbo va al final, se convierte en " i " ; barajarlo, "ba- rajaillo"; quitarle, "quitailo". A los pronombres posesivos le procede un artculo "la" mi hija, "el" mi caballo, "les" tus nios. Para darle ms fuerza hiperblica, m a y o r energa y vigor a las ideas y afectos, se alargan las palabras p u r a m e n t e castelta- nas " a r r e m p u j a r " , por e m p u j a r ; " e n f r o n t i l a r " , por e n f r e n t a r ; " e n t r e n c a j a r " , por encajar, o se s u s t i t u y e n por otras ms resta- llantes : "ardiloso", por vivo. Al lado de estas detonaciones ver- bales, propias de la vida de relacin, emplea el extremeo en la intimidad y amistad decires, melfluos y delicados. Es bien conocida la tendencia del espaol de intercalar ex- presiones de cario al s a l u d a r entre personas que bien se quie- ren. As, en Aragn, "mao"; en Len "bobn"; en Fuente del Maestre, "ino"; "querido", en Valencia del Mombuey; "parien- te o amante", en Villanueva del Fresno; "jiu", "jeu" y "jito", en Oliva. En las dos primeras, llega casi a desaparecer la "j", slo se insina y casi suena el diptongo. "Jito" es afresis de hijito. "Jiu" y "jeu", son expresiones m u y oliveras. En grandes aglomeraciones de capitales, al llamarse por su nombre y no contestar, se ha recurrido a estas exclamaciones tpicas y rpi- da e instantneamente ha vuelto la cabeza el aludido. Pero la expresin ms corriente es "jito", que sirve para declarar cual- quier estado de nimo, sorpresa, pesar o gozo: " J i t o ! " , cun- do has venido?", "Jito!", me han dicho que vas a la "mili". Tenemos recogidos cerca de un millar de vocablos en vigor que no podemos intercalar en honor a la brevedad, tal vez fal- tos de correccin literaria, pero de innegable representacin co- lorista. "Archiperros" (Oliva y Guarea), brtulos de labranza; "acormaja" (Arroyo de la Luz); "acormao" (Oliva), llano que excede de la medida; "tomar a tranquijo" (Oliva y Arroyo); "arcio", habilidad o arte; "arrocinar", engordar como un rocn; "apopar", amimar; "alejines", cosa balad e intranscendente; "ausmarse", presentir una cosa; "bacalano", hablador; "bro- cho", lleno hasta rebozar; "cerendengue", miedo; "canguero", persona de la clase media, ni es jornalero ni acomodado propie- tario; "cinga", que no es campesino, de la ciudad, artesano; "camata", aduln, falso; "debrochicar", vomitar, deshogar, revelar secretos; encebicarse", enviciarse; "escambrizo", es- quivo, salvaje, huidizo; "escrucar", escudriar; "fastio", ano- rexia ; "faroto", delgado, caqutico; "faltucn", insultn; "gra- nillear", buscarse la vida; "indilgo", ocupacin u oficio; "ja- chear", m u r m u r a r ; "jocicuo", ridculo; "lambicar", arreba- ar; "magua", sospecha, corazonada; mantela", holgazn, pe- rezoso; "manina", intil; "mencal", pequeez; "pular", pro- gresar; "pirlarse", desvivirse, enamorarse de una persona o cosa; "puelme", pasto; "escuso", paraje fragoso y deshabi- tado; "rescoco", rencoroso, resentido; "raico", rooso, mi- serable; "repiar", danzar, girar sobre s; "rcano", reservado, taimado; "secana", pedigeo; "tntigo", pertinaz, constante; A P U N T E S DE N U E S T R O CASTUO HABLAR
"usio", al acecho; "zaleo", fama o prestigio; "zorondona, d-
cese del estado intermedio entre tenso y flojo, v e r d e y maduro, crudo y cocido. Cabra incluir ms vocablos de esta regin, pero alarga- ramos el trabajo y el espacio avaro se nos ha echado encima.
Rogelio Triviño Forte en El Panorama de Los Escritores en Habla Popular Extremeña Por Miguel Becerra Pérez en Actas de Las II Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros, 2011 P. 213-232
VOCES EXTREMEÑAS RECOGIDAS DEL HABLA VULGAR DE ALBURQUERQUE Y SU COMARCA POR AURELIO CABRERA Por José Alemany (1916) en Boletín de La Real Academia Española, III, P. 653-666 y IV, 1917, P. 81-96.
Seis Mil Extremeños en La Conquista de América. Un Cura Ciego Escribió Su Historia Por G. Rubio Revista Región Extremeña Nº 5/1979 P. 37-39 Del Hogar Extremeño de Madrid
Retablo Folklórico de La Alta Extremadura: Zorita, Miajadas, Serradilla, La Vera, Jaraíz... Por Valeriano Gutiérrez Macías en Diario ABC de 2/enero/1960 P. 31-35
Teixidó Gómez, Francisco (2000) Iván de Sorapán de Rieros, Médico, Humanista y Divulgador en Llull: Revista de La Sociedad Española de Historia de Las Ciencias y de Las Técnicas, Nº 23/46, P. 173-196
Rodrigo Dosma Delgado y La Muralla de Badajoz Por Julián García Blanco en ARTE PODER Y SOCIEDAD y Otros Estudios Sobre Extremadura P. 71-80 VII Jornadas de Historia de Llerena
Los Dólmenes de Valencia de Alcántara Por Elías Dieguez Luengo. V Congreso de Estudios Extremeños. Ponencias VII y VIII. Arqueología y Arte Antiguo. Diputación Provincial de Badajoz 1976. P. 25-39)