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&| Canadian apres sale dlariamente de Mon- treal, para efectuar un viaje transcontinental de tres diag de duraci6n, por la tinea de ferrocarrt! pancrénica mas larga del mundo. En Sudbury se ung con oira tren que sale de Torento. Proviste de vagones cor mirador panordmico, de coches-cama y vagén-restaurante, se dirige ha- via el oeste, @ través de lus ricas terras de cultivo de Ontario, airavesundo enormes Manu ras y bordeando jas inpresionantes Montaftas Raeosas de Canadé, coronadas de nieve. en direccion « Vaneuver, en Ta costa del Pacifico. Ba total, ef viaje, ke 4.633 kilometres, duera setenta ¥ una horas 4 treinta y cinco minutos. Al mismo tiempo, otro Canadian Express sale twdos los dias de Vanciiver ex dtreccion al este. Danrno eat paquete, alge hacia tic-tac. Una bombn. Si, ‘Tom estaba segura de que se trataba de una bormba. Observ6 el envol- tarin de papel en ef que no habia nada escrito, y acercé su cabeza. Tie-tac. tic-tac. Asustado, Tom dirigié su vista a la abarro- tada estacidn de ferrocarril. 2Qué hacer? St gtitaba «una bombal», podia cundir el pani- co y fa gente saldria corriendo hacia las puertas, donde las mujeres y los nifas morl- rian pisoteados y aplastadas, Tom observé de nuevo el paquete que habia apacecida misteriosamente junto asa maleta, unos minutos antes. cuando fuc al servicio. Su aspecty era inctensivo, pero aquel te-tac indicaba qne podria ser mortal. ‘Tom vio un hombre. con uniforme de re- 7 visor, que cruraba la estaclén. Coreié hacta éL. abriéndose paso entre la gemle que aguar- daba para subir altren. y le sujet por elbrazo, —1Por favor, sefiar —dijo jadeando—, ven- ga enseguidal i hombre miré a Tom con unos grandes ojos azules, aumentadas por el grosor de las gatas. ~-2Qué? —dijo, levandose una prano al oido. —iQue me ayudel —dijo Tom, temeroso de gritar que se trataba de una bomba. El hombre movié la cabeza. —No te oigo, hijo. La estaciéa es demasia- do ruldosa. BY revisor parecié perder todo interés por Tom y se puso a escribir en una bbreta de notas. Durante un segundo, Tamm pensé mar- charse y ponerse a salvo, peta, de repente, le arrebati Ja Ioreta y salié corziendo. = iablos! —grité el hombre. Muchas caras se alvieron al verlos pasar camo una flecha. Tom con ut pelo rojo, ¥ el ravisor tras él. Aquel hombre era buent corre dor i habia dado aleance a Tam cnan- Hl paquete habia desaparecido. imposible! Tom levanté la maleta, buscan- do la bomba pendida. y en aquel momento Regé el revisor y sujet a Tom. —iMocoso! Se produjo una enorme confusion, El revi- sor arrancé la librete de notas de la raane de Tom y Jos curlosos se agolpacon mirando. Un perra comenzé a tadrar y Tom, de pron- to, encontré la bomba... En las manos de Dietmar Oban. Si, e! rival de Tom sujetaba ef paquete con una mirada 9 irénica en su rostro, al tiempo que se abria paso etre las mlrones, Tom habia sido engafiado y comprendis que la . —2Qué ha dicho? —pregunté Dietmar en voz baja. cuando el camarera se hubeo ido. 1 iQue aproverhels Bi Iraneés en of original (A071 42 Tom se encogié de hambros. Miré los objetos plateados y de porcelana que Lintinea- ban por el movimlenta del tren y {uego abrlé la carta. —1Ob, no! —dijo—. Esté en francés. —Jus de fruits * —leyé Dietmar, luchando con las palabras—. ¢Quiere decir que sdte hay zumos de frutos para desayunar? ~-Aqui esta en inglés —dijo Tom, sefialan- do otra parte de la carta—. Yo voy a tomar cereales con leche, wostadas y café. —A mii no me gusta el calé. —A mi tampoco, pero parece mejor cuan- do lo ves escrito en la carta. —Repardé en un block pequeio y un |épiz que habia dejado sobre Ix mesa el souriente camarero—. Creo que tenemos que escribir aqui lo que quere- mos tomar. Cuando se inelinaba sabre el black, Tom percibié e) olur de un perfume. Levanté la vista, con el curazdn Latiéndole de emocidn, y viv que se acercaba la mujer guapa. Obser- ¥6, con gran sorpresa, que e! camarero la Ilevaba divectamente hasla su mesa, que apactaba una stla para ella, y colocaba al marido frente a Dietmar. Después tomo ta orden de Tom y se marché. » ealimos de trutese, 4s La mujer mird a Tar, que se puso rojo. Furioso consigo mismo. baj lando leer Ja carta. Toat levanté Ta vista, nA? ES borbre sonris. que leia la parte de la francés. --IOht -dijo Tom. roja. sintienda las La verdad es que trdavia Love puiales. La aiitjar 0 115 de 2q fa broma y Tum Ie arreé un puntapié a Dietmar por deb: mosa, pero erré el gelpe. KE b alargé Sa mane a Tom —Me tInme Richard Saks -—dljo--. Esta es rai mujer, Catherine. Tom estreché la mane del horabre, dando- se cuenta, por su aspectu. de que no estaba behido. Se 86 ca su pelo casiafio ascuro y en + aqktabha usted trancesie 4a su bigote, y se volvié timidamente a la oiujer. —Me Ilareo Tam Austen --dljo—. y éste es Dietmar Oban. -—Fncantada —la mujer bostexd y abrid su bolso, de donde saci una pitillera de aro y una boyullla. Colocé en ella an eigarrilla y se lewd Ia larga y elegante boquilla a los labios. Qué vas 4 tomur, princesa? —pregunté Richard Saks a su mujer. Café. Tom sonrié para si. eucantade do baber pedido también café. Coundo fa mujer se volvié para mirar la ventanilla, pudo obser- var los diamantee refulgentes que levaba on los dedos, el collur de perlus sobre el jersey negro, y ef maquillale alrededer de sus ojos maravillosos, —

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