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Del filosofar a la vivencia religiosa
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Del filosofar a la vivencia religiosa

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El desconocimiento mantiene en la separación a los hombres y a los pueblos. El conocimiento los acerca cada vez más. Para que ese conocimiento sea fecundo en frutos de unidad y solidaridad tiene que estar encaminado al descubrimiento de los valores profundamente arraigados, desde muy remotos tiempos, en otras religiones y en los hombres que las viven. Por eso el Concilio exhorta a los católicos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y la colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de la fe y la vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socioculturales que en ellos existe.
LanguageEspañol
Release dateMar 10, 2023
ISBN9789561710313
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    Del filosofar a la vivencia religiosa - Gonzalo Ulloa Rübke

    Prólogo

    Referirse a la obra académica de Gonzalo Ulloa R. (1936-2021) hace resaltar una verdadera paradoja sobre su personalidad en tanto su bonhomía opacó en mucho su aporte investigativo y la difusión de su pensamiento. En un ambiente en el que abundan los egos que tratan de destacar sus avances investigativos y de publicaciones, él simplemente trató a sus cercanos con la bondad que lo hace recordado por quienes lo conocimos. Para mí, en lo particular, que fui primero su alumno y luego su colega por muchos años, los recuerdos van acompañados de su constante preocupación por el bienestar de los demás, como también por su trato cercano y afectuoso con todos los estamentos. Para muchos y muchas que compartimos algunos momentos de su paso por este mundo, por un motivo u otro, quedó grabada la premisa que él siempre compartía, el de ver la vida con ojos de esperanza y optimismo, a pesar de todas las dificultades que el camino de la vida nos podía presentar. Siempre trató a todos por igual, para él primero era la persona que tenía por delante y después el cargo que podría precederle. Seguramente, con lo que estoy diciendo heriría su modestia, pero es de justicia destacar que incluso ocupando cargos de relevancia en la administración del Instituto de Ciencias Religiosas y en las instituciones colegiadas de la Universidad Católica de Valparaíso nunca usó los cargos para su propio engrandecimiento, es más, en varias ocasiones tuvimos que forzarlo a aceptar dichos cargos.

    La oportunidad que se me brindó de poder compilar sus escritos para que se transformaran en un libro me permitió profundizar en su pensamiento y, abusando tal vez de esta confianza, los estructuré en torno a dos ejes que me parecen son los que alientan sus inquietudes. Un primer eje se estructura en torno a su afán de relacionar la filosofía, que es su profesión propiamente tal, con la vivencia religiosa. En este aspecto su devenir intelectual se acerca en varias ocasiones a la Sociología de la Religión al explorar los efectos que la vivencia religiosa tiene en el diario vivir de las personas. El segundo eje está dado por su profundización en la religiosidad de oriente, sobre la que muestra una gran erudición, con la filosofía propia de la modernidad occidental.

    En lo formal esta compilación adolece, seguramente, de ser incompleta al quedar variados escritos fuera de ella tanto por no saber de su existencia, como también, porque se alejan de lo señalado en el párrafo anterior. La presentación de sus escritos quedó estructurada en dos grandes apartados y en uno menor que no por eso es menos significativo. El primer apartado contiene sus estudios sobre el diálogo interreligioso, dedicando especial atención a las religiones de oriente; hinduismo, budismo y el Islam. Esta primera sección es de especial riqueza, tanto por el propósito de buscar los puntos de encuentro con el cristianismo, como por su explicación pedagógica de los términos usados en ellas; son un verdadero glosario para quienes deseen conocer más en profundidad sus proposiciones. El segundo apartado está compuesto por sus propuestas para un humanismo que no solo responda a la racionalidad occidental sino que acoja, como aporte enriquecedor, las miradas desde las vivencias religiosas de oriente. Al final hay una breve entrevista que, de algún modo, condensa su pensamiento en torno a lo ya dicho.

    El primer eje de su pensamiento aborda, desde la perspectiva del creyente, el diálogo interreligioso haciendo énfasis en distintos cuestionamientos al término mismo de religión, o más bien, de la vivencia de lo religioso en diferentes culturas, su mutua interacción y enriquecimiento. Se trata de un interés por los valores y normas, tanto personales como de convivencia, muchas veces distintos de la propia experiencia y creencia que, además tienen una incidencia en el diario convivir y en la forma de estructurar las relaciones sociales en diferentes ámbitos. Esta última aseveración está presente en varios de sus escritos; pero la pregunta de fondo que se plantea es respecto de la consistencia misma del concepto de religión en tanto si esta debe ser considerada un cuerpo compacto de ortodoxia, verdades inmutables o solo como una fe que no tiene más contenidos que sí misma o si finalmente se trata solo de una praxis que tranquiliza al practicante. En sus escritos queda en evidencia que la religión cumple un rol social al responder a las preguntas esenciales de la vida, a través de ella cada ser humano trata de resolver la complejidad misteriosa de la relación del hombre con el mundo recurriendo a una explicación de carácter teológica que sacie el apetito de infinito.

    En esta misma línea de investigación nuestro académico llega al diálogo interreligioso al constatar que no pocas de las aseveraciones desde el cristianismo son coincidentes con las de otras religiones, incluso anteriores cronológicamente a la era cristiana. El sentimiento religioso es una constante universal en todas las culturas y obviamente las respuestas a las preguntas fundamentales del hombre suelen tener aspectos comunes entre ellas. En este diálogo interreligioso destaca que se deben tener en cuenta consideraciones como las que se están dando a través de la razón con otras personas tan razonables como uno mismo y que ello supone la propia identidad, autoafirmación y el reconocimiento del otro como persona, como un . Desde estas condiciones es que nuestro autor cree que es posible el encuentro respetuoso que permite la intercomunicación. La máxima sobre este punto es que cada religión, y esto aplica también al cristianismo, en su pretensión de universalidad no puede ser planteada ya en el sentido de exclusividad (la afirmación es del Cardenal Franz Köning. Citado en el artículo La afectividad y el amor a Dios en el hinduismo contemporáneo: la Bhakti. Prólogo al libro de Raimundo Paniker, Religión y religiones, pág. 7, editorial Gredos, Madrid, 1965).

    Otros temas tratados en este ámbito y que no es el caso desarrollar en este prólogo, son el indiferentismo religioso y el sincretismo. El primero relacionado con un cuestionamiento crítico de temas que no tienen respuesta desde la racionalidad moderna a lo que se suma el que la sociedad contemporánea se pregunta de todo menos por Dios, y el segundo, como resultado de unir acríticamente doctrinas, rituales, praxis cotidianas de credos religiosos diferentes y en algunos casos, irreconciliables entre sí. A esto agrega la reflexión sobre los deseos humanos que son colmados por el mundo exterior y que solo cuando estemos hartos de la exterioridad volveremos a una fuente interior que nos llevará al conocimiento y aceptación de Dios.

    Es en este marco conceptual —que no desarrolla en la forma lineal que aquí expongo— que se aboca a las vertientes religiosas orientales: budismo, hinduismo, judaísmo e Islam —estos dos últimos más bien como referencias comparativas, sin profundizar en sus características—. La primera vertiente que desarrolla es la relación entre el hinduismo y el budismo, destacando que el segundo aparece en la cultura hinduista. El hinduismo, a diferencia de otras religiones, no tiene un fundador identificable históricamente sino que se formó a lo largo de cinco milenios absorbiendo y asimilando diversos movimientos religiosos y culturales de la India. Tampoco tiene libros sagrados y en lo doctrinal, se acerca más al monoteísmo que al politeísmo, aunque este dios absoluto no necesita eliminar a los demás dioses en favor de uno solo. Este es el primer indicio de lo que posteriormente destaca en torno a la aceptación de las diversas formas religiosas y de la tolerancia como rasgo a rescatar.

    En este contexto cultural y religioso es que surge el budismo que tiene como principal afirmación sostener que Buda decide abandonar todo auxilio exterior y confiar solo en sí mismo hasta alcanzar la iluminación —Buda significa el Iluminado—. Siguiendo lo señalado anteriormente en torno a la satisfacción de los deseos por el mundo exterior llama a la práctica de la meditación para alcanzar la paz interior, la liberación y la perfección personal. Se trata de descubrir la propia interioridad, cuestión que destaca en su propuesta de humanismo para occidente. La meditación debe considerar que todo en el universo es sufrimiento, todo es impermanente y vano. Obviamente no está lejos en sus afirmaciones de varios de los pensadores de la cultura cristiana, ya que para Buda la meditación a partir de estas afirmaciones debe llevar al estado de Nirvana que es un estado incondicionado de paz y de dicha y, en este sentido, no puede ser calificado ni de optimista ni de pesimista sino de un reconocimiento de la realidad humana. Otra afirmación que resulta destacada es la referida al Yo en cuanto es una suma de agregados que incluye a los demás. De esta breve síntesis se llega a una propuesta ética que habla de renuncia, autocontrol, autodominio y de buscar los aspectos positivos escondidos en los mandamientos religiosos.

    Dos temas cercanos a la visión cristiana destacan en este ámbito: el amor y el perdón. En lo que respecta al primero se sitúa en el hinduismo contemporáneo para desarrollar la idea de la Bhakti que consiste, en términos simples, en la declaración de amor de la divinidad hacia el devoto y la reciprocidad de este hacia ella. En este entendido de la Bhakti es que cabe la pregunta del por qué el hombre debería amar a Dios. Una de las consecuencias es que el devoto se reconoce contento con los bienes materiales que Dios le ha concedido, y la segunda está referida a la sexualidad que en su forma auténtica es la entrega autoamorosa a la pareja, reconociendo de paso que ella ha estado relacionada con la experiencia religiosa en diversas culturas. Cabe recordar que Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas est se refiere al amor erótico en términos similares (N° 5-6). En una apretada síntesis se trata que el sendero devocional aventaja al conocimiento y a la acción, en cuanto implica una renuncia; retirar el alma humana de las cosas del mundo, que le permite al hombre la mística unión del alma con Dios ya que el fin y propósito de la vida es llegar a identificarse con el eterno Yo.

    En cuanto al tema del perdón lo desarrolla en torno al budismo y su afirmación que este ayuda al crecimiento personal de quien lo otorga, ya que es entendido como una manera de prevenir pensamientos negativos y en consecuencia, perjudiciales para la paz, la tranquilidad y la salud mental del individuo por lo que su práctica debe ir acompañada del amor-compasión y no por la búsqueda de admiración. En este sentido es que cada persona se va erigiendo en su propio salvador o destructor. En el ámbito de las relaciones interpersonales muestra la interdependencia de todas las cosas y de ahí, la responsabilidad individual respecto del mundo. Un concepto que siempre aparece en el budismo es el de Karma, entendido como la compensación de los actos de los seres sintientes y que solo es posible en una mente amorosa, compasiva y dispuesta a perdonar. El Karma en términos de nuestra concepción occidental y cristiana, viene a ser la consecuencia en esta vida de nuestras decisiones y actos hechos con responsabilidad.

    Un tema que introduce el aporte de las religiones orientales al pensamiento occidental es el desafío que en nuestra cultura crea el avance de la ciencia, la técnica y de su preeminencia en la definición de la concepción del ser humano. El primer aspecto, que luego retoma en su propuesta humanista, es el descubrimiento del sí mismo como punto de encuentro entre la psicología y la biología, la exploración del sistema nervioso y la naturaleza de la mente respecto a sus relaciones con el cuerpo. Para este nudo toma tanto la tradición hebrea-cristiana de una unidad intrínseca y substancial de alma y cuerpo, como también del budismo que afirma que la naturaleza humana implica que la persona posee un yo substancial y que permanece igual a sí misma a pesar del constante fluir. Este yo no es estrictamente equivalente a nuestro concepto de alma, ya que sería una ilusión de la conciencia como resultado de una agregación y combinación de fuerzas o energías psicofísicas caracterizadas por la impermanencia. En el budismo lo único permanente es el Nirvana, ya mencionado con anterioridad. En este contexto es que plantea los desafíos de las ciencias de la mente para la visión cristiana del ser humano.

    Su propuesta humanista tiene como un claro referente a Ismael Quiles, S. J., que a su vez tiene como núcleo central lo que denomina in-sistencialismo y que consiste básicamente en un rescate del ego como un ordenado equilibrio del ser para su propia conservación y perfeccionamiento. Es un redireccionar la mirada hacia dentro, un ensimismamiento que no significa aislarse del mundo exterior, ya que la experiencia del mundo nos muestra la evidencia de otros seres que están frente a mí y que me rodean. Se trata de reconocer y relacionarnos con otros yoes en un amor de benevolencia, no de subordinación.

    Ligado claramente al pensamiento de Ismael Quiles, hace su propia propuesta para definir a la persona humana en un mundo moderno que deja al hombre perplejo, extraviado y en una constante búsqueda de sí mismo para diferenciarse del hombre-masa. Para ello retoma el concepto de interioridad, o ensimismamiento, para tratar de responder por la propia identidad. Es desde este centro interior que el hombre conecta todas sus complejas realidades para darles sentido y coherencia frente a las experiencias contradictorias que lo llevan a la perplejidad y a la angustia interior.

    Así su pensamiento lo vuelve a la tarea originaria del filósofo: defender al hombre contra sí mismo, contra los positivismos y existencialismos que terminan por degradarlo. El hombre no es solo subjetividad, sino un ser en búsqueda de la verdad en compañía de los demás, es decir, en comunidad. Se trata de la vida y la experiencia concreta como fundamento del filosofar y no solo la abstracción y la sistematización propias del pensamiento científico y particularmente de la mentalidad tecnócrata que hace descrédito de la subjetividad, por su afán generalizador y uniformador, generando un materialismo práctico y pagano que lleva al absurdo y a la pérdida de la esperanza. El hombre se esfuerza por parecerse a la máquina, sin interioridad y solo eficaz en su función social, descartando la reflexión, la introspección y la autoconciencia.

    Ante este panorama rescata la importancia de la mística en tanto vida consciente y profundamente interior que no evita lo misterioso, la experiencia de lo sagrado que abarca y sobrepasa al hombre y que resulta difícil de definir. El lenguaje místico parece entonces irreductible a un pensar lógico y conceptual porque su origen es más bien intuitivo. La sabiduría, no la mera erudición, nos deja en la perplejidad, no como confusión, sino como la profunda experiencia de lo Otro que resulta imposible si se trata de entender desde nuestro lenguaje habitual: lineal, lógico y conceptual que no se aviene con la experiencia mística propia de la religión y sus respuestas a los interrogantes del hombre. Este es el tema central tanto del filosofar como de la vivencia religiosa que ocupó el trabajo académico de nuestro autor.

    Solo me resta agradecer a quienes hicieron posible este empeño; en primer lugar a Yuri Contreras —ex alumno de la PUCV— que motivó esta empresa, a la esposa e hijos de Gonzalo que accedieron generosa y entusiastamente con la búsqueda de buena parte del material que aquí se publica y también a Ivonne Vera San Martín, ex secretaria del Instituto de Ciencias Religiosas de la PUCV, que colaboró desinteresadamente en la edición de algunos de los archivos.

    JORGE MENDOZA VALDEBENITO

    Compilador

    Valparaíso, abril de 2022.

    Imagen

    1. El diálogo interreligioso. Religiones orientales

    El diálogo interreligioso: pasado, presente y futuro

    Resumen

    En el presente texto el autor expone la necesidad dramática de llevar a cabo instancias de diálogo interreligioso en la pluralista y conflictiva sociedad actual. Se señalan las condiciones para el diálogo y se presenta un panorama de los encuentros entre las culturas de occidente y de oriente en el pasado, en la era moderna y en la actualidad; mostrando ejemplos concretos de encuentros interreligiosos que han enriquecido a las partes.

    Palabras clave: Pluralismo religioso, espiritualidad, mística, diálogo.

    Abstract

    In this text the author describes the dramatic need to carry out the requests of interreligious dialogue in this conflictual and pluralistic society. The author identifies the conditions for dialogue and presents an overview of the encounters between western and

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