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RAMON LLULL: Arte breve. Coleccién de Pensamiento medieval y renacen- tista. EUNSA, Pamplona, 2004 (127 pigs). El ne 59 de la enunciada coleccién publica una traduccién del Ars brevis de Ramén lull o Raimundo Lutio, como segiin su nombre latinizado es cono- cido en castellano. Va precedido de una interesante introduccién escrita por el profesor titular de filologia catalana de la Universidad de Valencia, Josep-Entic Rubio Albarracin. La Fundacién Francisco Ellas de Tejada, que, de la Coleccién de Pensa- miento Medieval y Renacentista, ya ha publicado en sus Anales la resefia del libro de Jean A. Aertsen, La filosofla medieval y los trascendentales. Un estudio sobre Tomds de Aquino (2003), ha escogido entre los interesantes volimenes que hha dado dando a luz esta prestigiosa colecci6n, este libro de Ramén Llull, entre otros motivos, por haber sido su autor objeto de estudio por su fundador Francisco Elfas de Tejada. Por primera vez, que yo sepa, se ocupé de él en su Historia del pensamien- to politico cataldn, Tomo Il, «Mallorca y Menorca clésicas (1231-1479)», don- de le dedica los capitulos: IV, «La prodigiosa sintesis de Ramén Llully (pégs. 55-107); V, «El pensamiento politico de Ramén Llull» (pégs. 109-146), y VI, ‘La filosofia luliana del derecho» (pags. 147-173). El primero de estos capitulos comienza con el epigrafe 1, «El personaje portentoso», donde F. Elias de Tejada describe a Ramén Lull: «Flijo de un noble conquistador que habla acompafiado a Jaime I a la conquista de ‘Mallorca, paje del Conqueridor a los catorce afios, preceptor del infante Jaime, que al heredar el reino mallorquin le nombrard su senescal y mayordomo. La existencia de Ramén Llull transcurre al principio en la dorada disipa- cién de la galanteria palaciega, de la que no le saca siquiera su enlace con Ia ‘no menos noble Blanca Picany, ni el nacimiento de sus dos hijos». Afios de pasar alegre a los que, embebido en su Vida coeténea, califica de «las follias aquest mon», en los que «derrocha a manos llenas la impaciente ansia de un pecho nacido para el amor. A los treinta afios la primera madurez se nimba en la sazén del arrepentimiento primero. Cinco visiones del dolor de Cristo crucificado preparan el camino a la conversién, que cobrard el ejem- plo de la no menos maravillosa conversién de Francisco de Asls medio siglo antes», 27 ‘Acerca de la obra de este «personaje portentoso» dice, que «tanta es por lo amplia cuanto por lo miltiple la produccién luliana y de tal magnitud la bibliografia que en tomo 2 la obra del beato (fue beatificado por Leén X) se ha acumulado, que acometer la busqueda de sus ideas es perderse en el piela- go sin riberas de la mis florida repetidora y apasionada literatura que conce- birse pueday. «Selva de libros» ha llamado un biégrafo, Lorenzo Riber, al cAimulo ingente de los doscientos cuarenta y tres escritos conservados, catarata de saberes que cae sobre el lector con fa imponente majestad de un Nidgara de logica sentida cuanto apretada, cincelada a martllazos del corazén en la for- ja intelectual del mayor varén 2 lo divino que fue capaz de producir aquella Edad Media cuya aspiracién primordial fue la de engendrar tipos de semejan- te castan, De la vocacién filoséfica de Llull dice que «a comps de su vigorosisima vena poética, no crece segtin la pausada perfeccién con la que adelanta la per- feccién intelectual del estudioso, sino por decirlo con el obispo, Josep Torras y Bages “esclata com un volea”. Cierto que es el primer talento enciclopédico del mundo en seveto juicio de Jerénimo Rossellé» [...] «su vida es un torbe- Iino de polvo de todos los caminos, desde Armenia hasta Santiago de Compostela, desde Parfs a Ttinez, desde Chipre hasta Roma; y su cabeza es un hervidero de ideas repartidas por la totalidad de los rincones del saber, desde la complicada metafisica hasta la medicina o el derecho, desde la utopia ilu- sionada hasta el préctico consejo misioneto; y su pecho es un foco de aman- tes sugestiones, que irradia unas veces en desconsolados tramos de desesperan- za, otras en peticiones acuciantes, otras en luminosos cantos de alegria y otros en sinfonfa heroica del deseo de moris por Cristo», El mismo F. Ellas de Tejada, en los dos tinicos tomos le su solamente ini- ciado Tratado de filosfia del derecho, se asoma dos veces en apretadas piginas ala obra de Ramén Llull, tanto en el tomo I («Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1974), como en el Il (ibid, 197). En el tomo I, «Los saberes del derecho» leccién I, «El saber», glosa I, «Cuarenta consideraciones breves sobre la relacién entre los saberes cientifico» ¥ filos6fico en occidentes, 15, El Ars magna de Raimundo Lulio (pags. 140- 150)-, advierte que el «tercer grande intento para ensayar el restablecimiento de la unidad de los saberes fue hazafia intelectual» de Ramén Llull «apelando a una légica simolizante, algebraica o geométtica, cuando no de figuras toma- das de la naturaleza, de clara progenie drabes. Entiende Elias de Tejada que el strasfondo» del pensamiento de Llull es agustiniano; que sus artes exceden al irivinm y el quatrivium y se extien- de a otros saberes, y que su légica ~eLégica es sciencia per la cual ome sapia parlar assuficient a la ment e fer ver els falsos arguments», segiin la define en {a aplicacié de Liart general-, y el manejo del método algebraico esté inspirado 218 en la Idgica del drabe Algecel, pero no es légica formal, sino de conte- nidos. En cuanto al «realismo ncoagustiniano» de Lull, Elias de Tejada asiente, con la opinién de Eusebio Colomer, en que elos principios del Arte luliano no lo son sélo de nuestro pensar, sino también del ser de las cosas». «El apa- rente simbolismo expresado en las Iineas, los puntos, las letras algebraicas, las figuras o los drboles, encubre un realismo pleno de efectividades. Ser y cono- cer se ayuntan como en ningiin otto sistema filoséfico cristiano del me- dievo, a causa de que ambos son reflejos de las dignitates supremas que Dios proyecta sobre el mundo. La légica que ensefia los primeros principios cobra tareas de ontologia; es la primera filosofla que, bajo nuevo nombre y revestido humildemente con el traje de simple arte, sirve de fundamento para las ciencias todas, incluida la teologia en lz buena tradicién neoagusti- nana», Liull diferencia «teologia positivay, revelada por Dios, y «teologia demos- trativay, a la cual escribe Elfas de Tejada «corresponde ocuparse de la cues- tidn de las relaciones entre la fe y la razén, la magna problemdtica siempre dis- cutida dentro de la teologfa lulista del saber, ven la cual la raz6n no suplanta ala fe, sino que razén y fe, intimamente entrelazadas, se apoyan mutuamente para subir al conocimiento de Dioss. En el como II ~«Los saberes juridicos», leccién V, «Los saberes superiores del derecho; cientificos y filoséfico», glosa 13, El primer sistema total de los saberes juridicos, Ramén Lull (pags. 394-411)-, Elias de Tejada, aun cuando se centra en el sistema luliano de los saberes juridicos, oftece claras explicacio- nes generales del arte luliano. Recorre el Ars iuris (1283), el Liber principiorum juris, l Ars juris naturals (inédito que consult6 en la Biblioteca Ambrosiana en Milin), el Avs brevis quae est de inventione mediorum iuris civilis y el Liber de modo applicandi novam logicam ad scentiam iuris et medicinae, pero también observa el Ars magna, el Ars generals ultima, y el Ars brevis, asl como la Doctrina pueril, el Libre d'intencid, el Liber proverbiorum, el Libre de contem- placié, Las maravelles del mom, el Arbre de flosofta del amor, el Ars demosirati- ‘0, el Ars notatoria, cl Ars inveniendi veritatem y otros. ‘Cierto es que la temdtica fundamental en la que Elfas de Tejada se centra, cn este capitulo, consiste en mostrar que, para Llull, eel derecho positive no es mas que la aplicacién del concepto filosdfico de Ia justicia a las relaciones sociales»; wes decir, del derecho natural, que ~como resulta de Doctrina pueri, LXVIII, 2- “la razén descubre en el orden universal en fancién del fin asig- nado por Dios a la creacién’»; 0 sea, es «el conocimiento por la razén huma- na del orden del universo establecido por la ley eternas exactamente igual que fen Santo Tomés de Aquino, es saber juridico filoséfico cefiido a la naturaleza racional de scr humano». Por lo cual: «La ciencia juridica existe en funcién del 219 saber filoséfico del derecho natural o teorfa de la justicia en el orden de los sexes». Pero, como en. estos puntos el método de Ramén Llull es el mismo que en todas sus artes, en las que Dios se proyecta en todas sus criaturas y en su obra, no puede dejar de contemplar sus instrumentos mer6dicos, con sus aporeacio- nes, entre ellas, ea novedad del hallazgo del termino medio, como instrumen- to para resolver el problema de encontrar la toralidad de los predicados posi- bles, para cada sujeto dado, y todos los sujetos predicables, para cada predicado determinado», consistente en dla atribucién de letras simbélicas a los sujetos o predicados respectivos y en la forja de combinaciones binarias o terciarias, cuya cefectividad resulta de lo que representan al poner en contacto aquellas reglas simbélicas, agrupaciones I6gicas de letras, que Ramén Llull designa como ‘camerae, con los que espera dar cima a los problemas planteados por la logi- cca», Por eso, se refiere a su esendero del simbolismo légico» y a «su afin com- Dinatorio», a sus tablas, figuras en movimiento giratorio y a su érbol —de los ‘que copia las imagenes principales. Volviendo al libro que resefiamas, el profesor Josep Enric Rubio, en su inte resantisima introduccién, se cifie a la explicacién de la finalidad y la génesis del Ars brevis, El giro radical en la vida de Liull producido por las cinco interrupciones de la cancién amorosa que trataba de compones, producidas por la apa- ricién de Cristo crucificado, le llevaron a plantearse cémo servir a Dios: «Tres propésitos vienen a su mente para cumplir este objetivo: dedicar la vida a la predicacién hacia los infieles, legando hasta el martirio si es nece- satio; escribir un libro (que afirma ha de ser “el mejor del mundo”) contra el error de. estos infieles; y solicitar al Papa y a los reyes y principes cris- tianos la creacién de escuclas y monasterios para formar misioneros, con especial atenci6n 2 la ensefianza del Stabe y de otras lenguas orien- talese, Dimensiones misional-politica, misional académica y misional di- recta. Vende sus posesiones y abandona su familia y la corte de Mallorca. Su pri- mer impulso para instruirse suficientemente para su cometido es el de ir a la Universidad de Paris. Pero Ramén de Penyafort le convence de que se prepa- re por su cuenta en Mallorca. A ello dedica un periodo de nueve afios hasta el 1274 aproximadamente, durante el cual se dedica al estudio de la gramti- ca, la légica, la Bilosofla, la teologia y la lengua ardbe. En la dimensién politica, pretendia el apoyo de los poderes ficticos para lle- var adelante su proyecto misional, para lo cual se entrevist6 con papas y prin= cipes y redacté varios memonanda. Sélo obtuvo algunos limitados éxitos como Ja fundacién, a expensas def rey Jaume Ul, del monasterio de Miramar, ‘en Mallorca, para !a formaci6n de misioneros de acuerdo con su programa, 0 220 Ja consideracién por el Concilio Ecuménico de Viena de 1311-1312 de algu- na de sus peticiones acerca de la cruzada. En el Ambito académico leyé hacia 1288-1289 un «Commentum» al Ars que no obtuvo la adhesién esperada de los estudiantes, extrafiados ante un sis- tema tan complejo; pero triunfé con la aprobacién en 1310 del Ars brevis por cuarenta bachilleres y magistri de Parls. En la esfera misionera directa, finalidad ultima de todos sus esfuerzos, en sus viajes planteaba toda su estrategia en la disputa con tedlogos musulmanes como medio de acceso a la conversin del principe y, como consecuencia, de la poblacién anteta a él sometida. ‘A esta finalidad se ditigié el arte luliano, orientado como método universal de conocimiento destinado a ser el punto de encuentro de las creencias de cristianos, judios y musulmanes enfrentados 2 la winica verdad de la fe cristina». Tdeado para el didlogo interconfesional y como método para Iegar a la verdad partiendo de unas premisas comunes, aceptables para cual- quicr sabio judo, musulmdn 0 cristiano, y avanzando a través del uso de «razo- nes necesarias». El objetivo secreto del Ars consistié cen demostrar que la cosmovisi6n aceptada implica la visin ctistiana de Dios, de manera que no se puedan negar la Trinidad ni la Encarnacién sin contradecir el orden eésmico». Explica Josep E. Rubio que, ademds del referido «sustrato colectivo de los lugares comunes en que se fundamenta el Ars y de su «dimensién apologéti- ew, «no hay que olvidar otra dimensién importante como es la epistemolégi- ca, construida «como respuesta a los problemas planteados, en el seno de la filosofia cristiana por la ceorfa escoldstica de la ciencia. Los estudios més recientes de Josep M.* Ruiz Simén sobre el Ars luliano apuntan en esta I{nea, demostrando que sus contenidos remiten a cuestiones ‘como la fundamentaci6n de las ciencias particulares, la posibilidad de una ars inventiva que no relegue la inventio al terreno de la opinién (0 sea, la posibi- lidad de una ciencia con inventis) o la solucién a la defectividad del ars demos- trandi escolistico a la hora de sistematizar la busqueda de los términos medios para elaborar silogismos demostrativos. Esta es fa doble fundamentacién del Ar: «el sustrato, colectivo de los luga- res comunes como punto de partida en el encuentro con los infieles, y su cons- titucién como ciencia universal que superase los problemas epistemol6gicos no resueltos por la escolésticar. Lull, antes de llegar al Ars brevis recorre un trayecto del que éste es su pun- to final, Nos lo narra minuciosamente Josep E. Rubio. Ese trayecto se inicia hacia 1274 con la redacci6n del Ars compendiosa inveniendi verisatem, sigue ol ‘Ars demostrativa (1283), el Ars inventiva veritatem (1290), en el cual Llull da tun paso decisive en el proceso de simplificacién de su método ¢ introduce un 221 cambio en el mecanismo de su funcionamiento, de unas caracteristicas nove- dosas, el Ars generals ultima o Ars magna (1305-1307), y el Ars brevis (1308) que resume el anterior Ars El Ars brevis se divide en trece partes, que tratan respectivamente det L. El alfabeto que significa los principios y reglas del Ars. Consta de nueve letras: B, C, D, E, BG, H, ly K y facilita su combinacién, Cada letra representa sus términos diferentes, que forman parte de scis «lugares» del Ars: Estos son: 1 Las nueve dignidades divinas. 2.° Los nueve principios. 3.9 Las nueve reglas que pueden formularse a propésito de cualquier cosa: gsi algo cs? (strum?) zqué ex? (guid? y zede qué ess? (de quod; gpor qué es? (quared; zeudnto es? (quamtum?; zcusl es? (quale’); zeuindo «? (quando?) idénde es? (wbi9, jcbmo es? (quo modo) ;con qué cs? (cum quo). 4.2 los nueve sujetos representativos de toda realidad: Dios, angel, cielo, hombre, imaginative, sensitiva, vegetativa, clementativa e instrumentativa. 5.2 Las virtudes (que amplia a nueve): justicia, prudencia, fortaleza, tem- planza, fe, esperanza, catidad, paciencia y piedad. 6. Los vicios (que también amplia a nueve): avaticia, gula, Iujuria, sober- bia, acidia (en su sentido de flojedad), envidia, ira, mentira e inconstancia, Todo ello se resume en el siguiente cuadro: ricura | ficuraT | Rectas | sujeros | viRTUDES | _vicios B Bondad | Diferencia | SP Dios Justicia | Avaricia C) Grandexa | Concordancis | Qué? | Angel Prudencia | Gula D| teemided | Conerriadad | {De qué? | Ciclo Foralesa | Lajuria © Duracidn E| Poder | Principio | Por que? | Hombre TTemplanea | Soberbia F | Sabidusta | Medio Grino? | Imaginativa | Fe Acicia G|Voluatad | Fin Cuate | Sensiiva Esperanza | Envidia Hi Virwd | Mayoritad | Cuindo? | Vegertiva. | Caridad | tra 1 | verdad | igualdad | {Dénde? | Elementatia | Paciencia | Mentira K| Gloria | Minoridad | sComo? | Inseumentatva | Piedad | Inconsancia Con quet IL Las figuras, en mimero de cuatro que recogen: 1.2 Las nueve dignidades divinas enunciadas en la letra A. 222 3. Las treinta y seis cmaras binarias u ocupaciones que ponen en combi- nacién los principios de las dos figuras anteriores, actuaindo las dos lecras (A y T) que las conforman como sujeto y predicado del juicio resultante 3 [co [ne [er [rs [on] re | Bp [ce [pF | ec! FH Gt HK! se [cr |pe| en] rr [cK] pr |ca | al et | FK BG jou | Dr | Bx BH cL [DK ars [ax | 4.° Que es la mis general, pues genera argumentos dando un paso més, con combinaciones ternarias, al obtener un sujeto, un predicado y un término medio, gracias al cual se podré construir un silogismo. Esta figura tiene tres clrculos, de los cuales el superior es inmévil y los dos infetiores méviles que giran del modo que explica el propio Llull. 223 IIL. Las definiciones de los principios. Define, en esta parte, los dieciocho principios bésicos del Ars: los nueve de Ja figura A més los nueve de la figura T, distribuidos y combinados en las cuz wo figuras. Estas definiciones son tanto ldgicas (ast la bondad se define «el ser en razén del cual lo bueno hace el biem»), debido a que trata de oftecer unas definicio- nes de tipo funcional, en las que importa mostrar su potencia y su acto, su esencia y su agencia como nota Josep A. Rubio-, teniendo por fin que, sien el ulterior proceso inquisitivo encontramos una respuesta que contra- diga alguna de las definiciones de los principios, esta respuesta deberé recha- masse, IV. Las reglas. Se trata ~dice Llull- de «las diez cuestiones generales que son: gsi es?, zqué est, zde qué es? zpor qué es?, zcudnto es? zcudl est, jcuindo es?, zdénde es, godmo es?, zcon qué es? A las que se reducen todas las otras cuestiones que pueden plantearses, «Cada una de ellas ~explica Rubio se divide en varias “especies” que representan los diversos significados que se pueden atribuir a cada pregunta. Ast la primera regla tiene tres especies o posibles sentidos de la cuestién general: afirmativo, negativo o dubitativo. La segunda regla tiene cua- tro especies, la tercera tres, etc.» Advierte el mismo Rubio que para «adquirir la ciencia, las cuestiones que se plantean al entendimiento debe considerirselas de acuerdo con estas nueve reglas y sus especies, condicién imprescindible para operar una biisqueda orde- nada, que conduzca a Ia afirmacién de la verdad y a la negacién de la fal- sedad. Las reglas se afiaden asi a los principios con sus definiciones presentadas anteriormente como “lugares” del Ars donde operar la buisqueda de la verdad. Esa figura, que dibuja Llull, esté formada por tres circulos de los cuales el superior también es inmévil y los dos infetiores méviles. 224 El propio Llull explica: «El circulo medio se gira bajo el cfrculo superior inmévil, y ast se coloca, por ejemplo, la C bajo la B. El clrculo inferios, por su parte, se gira bajo el clrculo del medio, y asf se pone la D bajo la C, y entonces, se forman nueve cimaras: BCD es una, CDE es otra, etc. A conti- nuacién péngase la E del circulo menor bajo la C del circulo mediano, y entonces se forman otras nucve cdmaras: BCE es una cémara, CDE otra. Y cuando todas las letras del efrculo menor hayan discurrido con la B del cftcu- lo mayor y con la C del eitculo mediano, entonces C serd medio entre B y D, ya que By D participan mutuamente por los significados de C; y lo mismo ‘con las otras cdmaras. Y as{, por medio de las cémaras, el hombre busca las conclusiones necesarias y las encuentra De nuevo héganse discurrir las letras con la B del mismo circulo mayor y ‘con la D del cfrculo mediano; y lo mismo con las otras letras del cfrculo mediano y del circulo inferior, cambidndolas mientras la B del circulo mayor permanece inmévil, hasta que se legue con la B del circulo mayor a la I del Grculo mediano y a la K del cfrculo inferior; y ast habré doscientas cincuenta y dos cémaras. Esta figura es mds general que la tercera, ya que en cualquier chmara de esta figura hay tres letras, mientras que en cualquier cdmara de la tercera figura no hay sino dos letras, Por ello el intelecto es més general por la cuarta figura que por la tercera. Es propio de la condicién de la cuarta figura que el entendimiento aplique 1a su propésito aquellas letras que parecen més aplicables al mismo. Una vez gue ha hecho la cfmara de tres letras, debe recibir los significados de las mis- mas, considerando la conveniencia que existe entre'el sujeto y el predicado y evitando la inconveniencia. Y, con esta condicién, el entendimiento hace cien- cia mediante la cuarta figura, y dispone de muchas razones para una misma condusién. V. La Tabla es —dice Rubio la representacién més completa del mecanis- ‘mo combinatorio del Ars. Esté formada por siete columnas, cada una con vein- te cdmaras, que son combinaciones ternarias de los principios de las figuras A yT. Por Jo cual Ia tabla se forma a partir de los clrculos méviles de la figura anterior, por lo cual implica una ordenacién de las combinaciones extraidas de ella. ¢Mediante esta tabla ~explica Llull-, el entendimiento es ascensivo y des- censivo, Es ascensivo, pues asciende a las cosas primeras y més generales; es decensivo pues desciende a las sltimas particularidades. Ademis es copulativo, ya que une las columnas, asi, por ejemplo, la columna BCD se une con la ‘columna CDE e igual las restantes. 225 TABLA BCDT CDEr DEFT EFGT FGHT GHIT HIKT BCTB CDTC DETD EFTE FGIF GHTG HITH BCTC CDTD DETE EFIF FGTG GHTH HIM BCTD CDTE DEIF EFIG FGTH GHTI HITK BDTB CETC DFID EGTE FHTF GITG HKTH BDTC CETD DFTE EGTF FHTG GITH HT! BDTD CETE DFIF EGIG FHTH GITI HKTK BIBC CTCD DTDE ETEF FTRG GIGH HTH BTBD CTCE IDF ETEG FIFH GIGI HTHK BICD CIDE DTEF ETFG FIGH GTHI HTIK CDTB DETC EFTD FGTE GHTF HITG —IKTH DTC DETD EFTE FGIF GHTG HITH = IKIT DTD DETE EFTF FGTG GHTH HITT IKTK crBC DTCD ETDE FIEF GIFG HIGH ITHI crep DICE ETDF FTEG GIFH HIG! ITHK crcD DTDE ETEF FIFG GTGH HTHI ITIK DTBC ETCD FIDE GTEF HTFG ITGH — KTH DTBD ETCE FTDF GTEG HTFH Gl KTHK DTCD ETDE FIEF GTFG HIGH [THI KTIK TRCD TCDE YDEF TEFG TEGH TGHI THIK Josep A. Rubio afiade: «Ast, de acuerdo con el uso proposicional, de cada ccimara se extrae una proposicién. A partir de la primera, por ejemplo, se pue- de enunciar: “la bondad es grande y eterna”. De acuerdo con el segundo uso (¢l racionativo), se generan silogismos a partir de la premisa mayor representa- da por esta misma proposicién, segiin se considere universal afirmativa (“todo lo bueno es grande y eterno”), universal negativa ("nada que no es bueno no es grande ni eterno”), particular afirmativa (“algo bueno es grande y cterno”) y particular negativa (“algo que no es bueno no es grande ni eterno”). En su uso iaventivo, la tabla sirve para generar cuestiones; en el caso de la primera chmata, servirfa para enunciar la siguiente: “zes la bondad tan grande como eterna?” Como indica Eusebi Colomer, la tabla se convierce asf en un “inmen- 30 cuestionario, cuyas 1680 cuestiones llevan ya implicitas sus soluciones”. Inmenso, sobre todo, porque las letras de cada cémara pueden referisse tam- bién a los otros principios que se les adscriben en el alfaheto, y no exclusiva- mente a los de las dos primeras figuras, con lo que se incide de nuevo en la gran ambicién del Ars luliano: ser un método de conocimiento apto para cual- quier ciencia, ya sea general 0 particular». 226 VI. La evacuacién de la tercera figura. La palabra

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