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24 JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS AVATARES DE LA TORTUGA Hay un concepto que ¢s el corruptor y el desatinador de los otros. No hablo del Mal cuyo limitado imperio es la ética; hablo del infinito, Yo ankelé compilar alguna’ ver su mévil historia, La numer lie (monion pale que ie + sr van pref wuracién 0 un emblema de las progresiones geométricas) daria Gonveniente hocror a su portleo:'In coronartal ls sdediges pe: sadillas de Kafka y sus capitulos centrales no desconocerian {as conjeturas de. ese ‘remoso cardenal alemin —Nicolis de Krebs, Nicolis de Cusa-> que en la circunferencia vio un paligono dé un niimero infinito de Angulos y dej6 escrito que uns linea inf nita serfa una recta, seria un tidngulo, seria un clrculo y seria una esfera (De docta ignorantia, I, 18) . Cinco, siete afios de apren Gizje'metaisico, teoipico, matemitieg, me capactarian. (al ve) para planear decorosamente ese libro.. Initil agregar. que Ja vida me prohibe esa esperanza, y aun ese adverbio. A esa ilusoria Biografia del infinito pertenecen de alguna ma- nera estat paginat. Su propésito es Tegistrar cicrios avatares de Ja segunda paradoja de’ Zenén, Recordemos, ahora, ea paradoja. Aquiles corre diez veces mis ligero que la tortuga y te da una ventaja de diez metros. Aquiles corre esos dice metros, Ia tortuga corre uno; Aquiles corre ese metro, la tortuga corre un’ deei- metro; Aguiles corte ese decimetro, la tortuga corte un centimetto; Aquiles corre ese centimetro, la tortuga un milimetro; Aquiles Piesligeros el milimetro, Ia tortuga tun décimo de milimetro asi infinitamente, sin alcanzarla,.. Tal es la. versién habitual Wilhelm Capelle’ (Die Vorsokratiker, 1985, pig. 178) traduce el texto original de Aristételes: “El segundo argumento de Zenén sel llamado Aquiles, Razona que el mis lento no serd alcanzado por el mids veloz, pues el perseguidor tiene ‘que pasar por el sitio fque el perseguido, acaba de evacuar, de suerte que el més Lento siempre le lleva una determinada ventaja”. El problema no cam: bia, como se ve: pero me gustaria conocer el nombre del pocta que lo doté de un héroe y de una tortuga. A esos competidores Iagicos y a la serie Wl + +t i = S = Discustén 255 debe el argumento su difusién, Casi nadie recuerda el que lo antecede —el de la pista—, aunque su mecanismo es idéntico, El movimiento es imposible (arguye Zenén) pues el mévil debe atravesar el medio para legar al fin, y antes el medio del medio, y antes el medio del medio, del medio y antes...» Debemos a la pluma de Aristételes 1a comunicacién y la pri mera refutacién de esos argumentos. Los refuta con una breve: dad quiza desdefiosa, pero su recuerdo le inspira cl famoso argu. mento del tercer hombre contra Ja doctrina platénica. Fsa doc: tina quiere demostrar que dos individuos que tienen atributos comunes (por ejemplo dos hombres) son metas apariencias tem. porales de un arquetipo eterno, Aristételes interroga si los mu. ‘hos hombres y el Hombre los individuos temporales y el Arque- tipo— tienen atrioutos comunes. Es notorio que si; tienen los atributos generales de la humanidad. En esé caso, afirma Aris t6teles, habri ‘que postular otro arquetipo que los abarque todos y después un cuarto, io de Azcarate, en una nota de su traduccién de la Metalisica, atribuye a tin discipulo de Aristoteles esta _presentacién: “Si lo que se afirma de muchas cosas a la ver es un ser aparte, distinto de las cosas de que afirma (y ésto es lo que pretenden los platonianos), es prec que haya un tercer hombre. Es una denominacién que se aplica a los individuos y a Ia idea, Hay, pues, un tercer houbie distinto de los hombres particulares y de la idea. Hay al mismo tiempo lun cuarto que estard en la misma relacién con éste y con la ide de los hombres particulares; después un quinto y asi hasta el infinito”. Postulamos dos individuos, @ y 6, que integran-el gé nero ¢. Tendremos entonces atbse Pero también, segin Aristételes: atbt+e=a at+btcet+d atbtctat Be En rigor no se requieren dos individuos: bastan el individuo y el género para determinar el tercer hombre que denuncia Aris. fteles. Zenon de Elea recurre a la infinita regresién contra el movimiento y el mimero; su refutador, contra las formas tunic versales.? * Un siglo después, el sotista chino Hul Tr raroné que wn bastén al que ‘cereenan le mitad cada dia, es interminable (H. A, Giles: Chuang Te, 1889, ig. 458). Sen el Perménider —euyo caricter zenoniano es lnrecusable— Platon dl 256 JORGE LUIS BORGES—ORRAS COMPLETAS EI préximo avatar de Zendn que mis desordenadas notas re- gistran es Agripa, el escéptico. Fste niega que algo pueda pro- arse, pues toda prueba requiere una prucba anterior (Hypoty- I, 166). Sexto Empirico arguye parejamente que las defi- ilones son vanes, pues abn qu deffar cada una Is voces {que se usan y, luego, definir la definicién (Hypotyposes, II, 207) . Mil seiscientos afios después, Byron, en la dedicatoria de Don, Juan, escribird de Coleridge: “I he would explain His Exphanation.” Hasta aquf, el regressus in infinitum ha servido para negars Santo Tomis de Aquino recurre a él (Suma Teolégica, 1, 2, 3) para afirmar que hay Dios. Advierte que no hay cosa en el uni- vyerso que no tenga tina causa eficiente y que esa causa claro esté, fs el efecto de otra causa antérior. Fl mundo es un interminable encadenamiento de causas y cada causa es un efecto. Cada estado proviene del anterior y determina el subsiguiente, pero Ia serie general pudo no haber sido, pues los términos que la forman son condicionales, es decir, aleatorios. Sin embargo, el mundo es; de ellos podemos inferir una no contingente causa primera que ser4 la divinidad, Tal es la prueba cosmolégica; 1a prefiguran Aristteles y Platén; Leibniz la redescubre. Hermann Lotze apela al regressus para no comprender que una alteracién del objeto A pueda producir una alteracién del objeto B. Razona que si A y B son independientes, postular un influjo de A sobre B es postular un tercer elemento C, un ele- ‘mento que para operar sobre B requerirt un cuarto elemento D, que no podra operar sin E, que no podra operar sin F... ‘ire wo argumento muy parccido para demostrr que el uno es realmente fiches Stet uno existe, patcpa del sr; por comsigulente, hay dos partes él, que son el ser el uno, pero cada una de eta partes ena y es de odo que enlerra ous dos, que encerran también ots dos finitamente. tell Untvoduction to Mathematical Philosophy, 191, pig. 18). susituye rogreson geométrica de Platin wna. progresién artmetica, Si el uno exit, el uno participa dl ser; pero como’ on diferentes el ser y el uno, xine’ el dos; pero como son diferentes el set ye) dos, eaite el ues et. Chang Tau (Wale: Three Ways of Thought in Ancient Chin, pi. 28) ve ‘Sire St mismo Inerminable regres contra los monfnes que’ dedarthan te las Diet Mil Cows el Universo) son una sla Por lo pronto ~arguye 1a kad cami. y Ia Seclaracin de em unidad ya son don coms: ens dos i declaracion de su dualidad ya son tees es Ger ¥ a dedaraion de so Trinidad ya. son chatro,.. Russell opion que Ia Yaguedad del término ser Insta para invaliar el aapeamiento.-Agrege que Tor nimeros no exten, que tom mera fecones Wigs * Un eco de esa prucba, ahora mucrta, retumba en el primer verso det eralse: "La gloria de Cobiche tutto move" amnesia mundo hay un solo objeto: una infinita y absoluta sustancia oa SEE (€l terero es Ia Spula) que no acabaremos de uni. Transtor conclusitn Relieve un didlogo sin un, cuyos interlocutores 4on Estudian este claro razonamiento: " ¥ ‘ 8) Lo dos ladon de exe tring ton guns MIN hipotetica, fee ise i te " Sigo la expsiion de James (A. Pluratitie Universe, 1900, pgs 5-0 , ere, 190, pg. 58-40) CE Wentscher: Fechner und Lotze, 1924, paginas 166-171. Be 258 JORGE LUIS RORGES—OMRAS, COMPLETAS Un ejemplo final, quizd el més clegante de todos, pero tam bign el que menos difiere de Zenén. William James (Some Pro- blems of Philosophy, 1911,, pag. 182) ‘niega que puedan transcu- rir catorce minutos, porqile. antes es obligatorio que hayan pa- sado siete, y antes de siete, tres minutos y medio, y antes de tres y medio, un minuto y tres cuartos, y as{ hasta el fin, hasta el invisible fin, por tenues laberintos de tiempo. Descartes, Hobbes, Leibniz, Mill, Renowvier, Georg Cantor, Gomperz, Russell y Bergson han formulado explicaciones —no siempre inexplicables y vanas— de la paradoja de la tortuga. (Yo he registrado algunas) Abundan asimismo, como ha verificado el lector, sus aplicaciones, Las histéricas no Ta agotan: el verti- ginoso regressus in infinitum es acaso aplicable a todos Tos temas. ‘A la estética: tal verso nos conmueve por tal motivo, tal motivo por tal otro motivo... Al problema del conocimiento: conocer 6 reconoce, pero es precio haber conocido para reconacn, pero conocer es Feconocer...

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