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Introduccién: regionalismos del tercer milenio Desde una aproximacién geogrdfica, al regionalismo se le entiende como una accién de afirmacién identitaria de un grupo social apegado aun territorio, que se sitta generalmente en la escala subnacional. A diferencia de una concepcién que proviene de la economia, en la que se trata de la uni6n de paises para proteger sus intereses, o del proceso de acercamiento geografico forzado de diversas economias nacionales que genera la mundializacién, el regionalismo en su sentido més co- rrientemente utilizado por los estudios geograficos es, al mismo tiem- po, reivindicacién de una identidad socioespacial y afirmacién de lazos con distinto cardcter —que van del deseo subjetivo de comunidad, hasta la defensa de una base territorial econémica, politica o cultural comtin— entre una poblacién y un territorio. Los procesos regionalistas tienen origenes tan diversos como mani- festaciones de demandas localistas se puedan registrar en las historias sobre la formacién de los Estados nacionales, incluidos los desajustes entre naciones y territorios identificados con un sustrato social o étni- co. Por ello, las consecuencias de los regionalismos activos pueden derivar hacia la constitucion de racionalidades colectivas referidas a un territorio, que se quieren salvaguardar o hacerse reconocer dentro de un orden u otra racionalidad que los abarca, generalmente correspon- diente a una escala socioespacial “mayor”: la nacién, los espacios supranacionales, la globalizacién homogeneizante. El auge de los regionalismos en el decenio de 1960 fue registrado por estudios de corte geogrdfico, que se apoyaron en metodologias de inspiraci6n antropolgico-cultural, destinada al registro de los espacios vividos; o de inspiraci6n politolégica —particularmente analizando las 10 Introducci6n instituciones del Estado y el sistema politico, las politicas pablicas descentralizadoras; 0 en anilisis sociolégicos vinculados con la emer- gencia de movimientos sociales regionalistas; 0 bajo la influencia de las discusiones entre la economia neoclasica y una economia politica preo- cupadas por el papel de los actores frente a los mercados nacionales y regionales. La cuestién se plantea diferente al inicio del tercer milenio, pues los regionalismos se nos presentan como un desafio para el cono- cimiento producido por las ciencias sociales, interesadas en dar cuenta del caracter multidimensional complejo de un fenémeno social con antecedentes en la larga duraci6n histérica y con una actualidad que trae consigo novedades inquietantes. Tr&tese de las antiguas reivindicaciones autonémicas de las comu- nidades catalana o vasca, de las luchas independentistas de corzos, bretones u occitanos, de los intentos calificados de separatistas de regiones subnacionales en diversos paises latinoamericanos, de las demandas de reconocimiento de las autonomias de base étnica, 0 de la guerra originada por estrategias perversas de “limpieza étnica”, como sucede en la region de Bosnia Herzegovina, lo inquietante reside en la proyeccién hacia el futuro de esos conflictos de base regionalista, respecto de su potencial social incluyente o excluyente; respecto de sus efectos integradores o desintegradores de la unidad politica que recla- ma su influencia sobre ellos, o en cuanto al fortalecimiento de una ciudadania que abarca derechos humanos respetuosos de las diferencias. Si bien hoy se tiende a reconocer el cardcter multicultural del Estado-nacién y las diferencias étnicas y nacionales que configuran su mosaico regional interno, es gracias en parte a reivindicaciones de base territorial que se van logrando esos cambios en las instituciones y gracias a ciertos avances en la aceptaci6n del otro, del diferente, que se enriquece la idea de ciudadanfa. Resulta sin embargo paraddjico que la universalizacion de estos derechos provenga de la dimensién local y regional, donde colectividades territorialmente identificadas con de- mandas particularistas aporten creaciones sociales ¢ institucionales de cardcter general, Ello muestra una de las potencialidades positivas del regionalismo. No obstante, algunos regionalismos son portadores de efectos negativos que terminan por ahogar sus potencialidades positi- vas: es el caso de las demandas particularistas que no tienen proyeccio- nes universales —como los fundamentalismos religiosos, que tienen una base territorial—, pues ellas suponen la negacion del principio de otredad, o de alteridad, sin que consideren la coexistencia de diferentes. Regionalismos del tercer milenio " Regionalismos comunitarios y contractuales Alas tensiones entre lo global y lo local, entre lo particular y lo general, hay que afadir otra tensién, que es bastante sutil: la que se establece entre los regionalismos de origen comunitario y los de origen contrac- tual, que esta presente en la vida cotidiana de las colectividades terri- toriales de cualquier pais. No es el dramatismo que representan los regionalismos de origen politico, ya sea en su versién de resistencia frente al adversario extra-regional, ya sea en su versiOn de legitimacin cultural, sino identidades regionales que actéian a favor de propésitos comunes en la vida cotidiana. Aqui, en este sentido, se pueden distinguir dos vias: el regionalismo comunitario, en que existe una identidad de las formas mds elementa- les —sin sentido peyorativo— de la comunidad con el territorio, en la que no esta especificado un encuadre institucional. Es el caso de grupos étnicos o campesinos o de creaciones hist6rico-culturales, que Hegan a identificarse con una regién, en la que unifican 0 hacen coincidir sus raices étnicas y culturales con un territorio y una forma de relacionarse colectivamente con ély en él, de manera espontanea. El otro regionalismo, de contrato, depende de un nivel de pacto institu- cional; éste es el que ha existido para formar pueblos, ciudades, muni- cipios, estados, pero es también un regionalismo que puede vincular esferas no formales propias del regionalismo comunitario, con las dimensiones politico-administrativas. Ambos términos no son exclu- yentes uno del otro, pues coexisten convenciones, normas 0 contratos para vincular a un grupo social con un lugar, y ciertos imaginarios comunitarios, no contractuales, que terminan por operar un regionalis- mo fout-court. El caso mexicano Hay regionalismos hist6ricos contractuales que han coexistido en la formacién del Estado mexicano: al Norte del pais, las tentaciones separatistas para integrarse a Estados Unidos; al Centro, la demanda federalista para contrarrestar la influencia perniciosa de la capital nacional; al Sur, los regionalismos separatistas con tendencias autér- quicas. Ms alld de las apariencias autondmicas, esos regionalismos han encerrado un proyecto de poder politico de los grupos dominantes, 12 Introduccion que han sabido subordinar las demandas propias de identidades comu- nitarias a un pacto, a un contrato social de cuotas de poder negociadas entre el centro y las regiones. Es cierto que la Colonia espafiola mareé los deseos de autonomia en las que se constituirfan como oligarquias regionales; la Nueva Gali- tia, en el Occidente del pais, fue el proyecto de poder de Nufo de Guzman frente a la Metrépolis, tanto como la demanda por convertirse en la sede de la Capitania de Guatemala en el Soconusco, fue un proyecto de la oligarquia del sur de Chiapas que se sintié. amenazada por la integracién de América Central, 0 tanto como el “espiritu” regionalista de Yucatén, intent6 ser instrumentalizado por una oligar- quia regional que percibié deseos autonémicos precoces en la Guerra de Castas. La Independencia abrié las puertas para la formacién del Estado nacional en el siglo XIX, en el marco de amplios debates regionalistas. Ala revolucion independentista que encabezaron los criollos del Bajfo central mexicano, se fueron uniendo con dificultades los nortefios, que estaban mds preocupados por construir su poderio econémico a partir de sus relaciones con Estados Unidos, o las oligarquias constituidas en torno de los cultivos de plantacién del Sur del pais, que conectaban al Golfo-Caribe y al Pacifico con el mercado mundial. Asimismo, la Revolucién mexicana fue el producto de tres movimientos sociales de base regional que combinaron tradiciones comunitarias ¢ innovaciones contractuales demandantes de ciudadania: los campesinos zapatistas del Centro, los villistas del Norte fronterizo y los politicos y militares sonorenses, que se sublevaron contra el poder central. Aunque la hegemonfa quedé en manos de los diltimos, las oligarquias centrales aglutinarian las fuerzas regionales que se fueron constituyendo en opositoras del antiguo régimen. 1.Cémo explicarse la formacién del régimen de partido de Estado, sin el ingrediente regional que aportaron los més de dos mil partidos politicos locales que logré aglutinar Plutarco Elias Calles en 1929? Fue, tdemés, la reunion de cacicazgos marcados por su arraigo regional, lo que permitié la supervivencia de un particular régimen politico por mas de setenta afios. Parte de tal longevidad se explicaen funcién de la articulacién subordinada de los regionalismos al proyecto politico cen- tralizador ejercido por k stitucién presidencial mexicana. Gracias a ello, las bases territoriales del poder priista impidieron que las suble- vaciones militares de los decenios de 1940 y 1950 tuvieran éxito, o que

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