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Ciudades regionales, élites y poder en Jalisco, 1983-1988 Jaime A. Preciado Corenado Universidad de Guadalajara INTRODUCCION;: POR UNA GEOGRAFIA DEL PODER DE LAS “CIUDADES REGIONALES” Las particularidades de una escala socioespacial local consti- tuyen: — Un lugar especifico de conflictos secundarios entre los diversos intereses de la burguesia, donde la separacion entre el centro y la periferia, entre dominante y domina- do, produce un abanico de fuerzas segin las coyunturas y caracteristicas regionales (Mazeres 1979). — Un lugar donde las situaciones varian segin las decisio- nes en curso y las dreas que ellas afectan. — Una suerte de “coagulacién particular” de los grupos sociales, cuya gama de alianzas es extremadamente compleja, entre el nivel local y el extralocal, pero donde se hace posible el ejercicio de un cierto poder de los grupos dominados. Aqui se trata de poderes que no son ni la simple duplica- ci6n, o la duplicidad del poder central del Estado, ni el desdo- blamiento de la contradiccién fundamental del capitalismo: aquélla entre el caracter social de las fuerzas productivas y la naturaleza privada de las relaciones sociales sobre la produc- cién. Por el contrario, se trata de poderes locales que existen teniendo una légica interna que no est siempre, de manera ineluctable, disuelta en la légica unitaria de un poder univoco, ya sea central o extralocal. Contra una concepcién empirista del espacio social Segun Lipietz (1977), entre los gedgrafos y los economistas priva una concepcién empirista del espacio; él afirma que lo que debe ser criticado es justamente la concepcién empirista que hace del espacio y del tiempo realidades neutras, datos donde vienen a confrontarse otras realidades (relaciones, cantidades, acontecimientos) para inscribirse o desarrollarse; es la concep- cién empirista de la historia, de la geografia 0 de la economia espacial, el arte de extraer pedazos escogidos del dato temporal o espacial. Partir de una concepcién que relacione las diferentes ins- tancias de los modos de produccién presentes en la formacién social, es la alternativa de andlisis propuesta por Lipietz. La articulacion. de las espacialidades propias a esas relaciones establece los términos de un anilisis del espacio social que se reclama como marxista. En cuanto al poder, el mencionado autor afirma: Una armadura regional es una regién de articulacién entre rela- ciones sociales que no disponen de un aparato de Estado comple- to, pero donde no obstante se negocian las contradicciones se- cundarias entre las clases dominantes locales. Ya que esas relaciones sociales se expresan en la lucha de clases, la estructuracién del espacio es también el producto de esas luchas y, al mismo tiempo, uno de sus medios y de sus objetivos estratégicos. Ahora bien, esas luchas sociales tienen dos instancias en las que se desarrollan: en la sociedad considerada como totalidad, y en el Estado en cuanto figura como “comunidad ilusoria” representando el interés colectivo. Esta separacin es distingui- da en Lipietz por medio de la naturaleza de las contradicciones sociales: de un lado, las contradicciones “horizontales” (entre ciudad y campo, ramas de la produccién, comunidades socia- les) confieren al Estado su cardcter “separado” de la sociedad; 10 de otro, las contradicciones “verticales” (entre explotadores y explotados; dominantes y dominados) entrafian el cardcter opresivo del Estado. En lo que concierne a la region, hay que situarla, de entrada, en el cuadro del Estado nacional, donde la especificidad del cuadro nacional tinico (con relacién al desigual desarrollo internacional) se debe Precisamente a la unicidad del espacio politico: es sobre el conjunto del territorio que el Estado debe jugar su rol para el sostenimiento de la formacién social... Esta intervencion unificadora no implica, sin embargo, la uni- formizacién de las regiones. Para dar cuenta de esta variedad, Lipietz nos propone el concepto de “sistema de hegemonia” que sirve para encuadrar a las masas populares, sometiéndolas a formas de explotacién variadas segin la implantacién de las clases dominantes en las regiones. Este sistema estaria encarnado en los “bloques hege- ménicos regionales”, los cuales tienen tres funciones: articular los modos de produccién al sistema de explotacién; fundar las alianzas entre las clases dominantes, y constituirse en el relevo de la supremacia ideolégica sobre las clases dominadas, Asi, para explicar el cambio social a nivel regional este autor hace la divisién entre un bloque hegeménico tradicional y otro modernista; este Ultimo tiende a sustituir al primero en funcién del control en el que se procesa la articulacién de los modos de produccién bajo el dominio del sistema hegeménico. El control de ese proceso entrafia tanto la transformacién de los explotados de manera tradicional en ejército de reserva, como el cuestionamiento de los compromisos realizados entre las clases dominantes locales de corte tradicional y su reempla- Zo por “clases-apoyo” de corte modernizante. La estabilidad de la formacién social, local y nacionalmente, depende de las decisiones tomadas en las coyunturas econémicas y politicas Sobre el ritmo en el que las regiones se integran al capital 11 monopolista. Aceleracién a ultranza 0 compensacién-negocia- cién son los ritmos alternativos que este autor propone. Dependiendo del ritmo de integracién, podemos caracteri- zar las contradicciones entre los sistemas hegemonicos regio- nales y el Estado, asi como al interior de aquéllos. De aqui que la oposicién entre el Estado central y algiin sistema hegemonico regional esconda, muy seguido, el caracter pluriclasista de las luchas regionales. Sin embargo, cualquiera de los dos ritmos de integracion sefialados puede ocasionar que se forme un bloque social anticapitalista. Emergencia que no es automatica ni sim- ple. No es clara la legitimidad ni la unanimidad que estas luchas regionales presentan: por un lado, plantean reivindicaciones elaboradas en el cuadro de las condiciones objetivas de las regiones y, por otro, se unifican en contra de un enemigo que esta en otro sitio, lejos, extrafio y, a veces, abstracto; nos enfrentamos entonces a la dificultad de identificar los verdade- ros objetivos estratégicos perseguidos por el bloque social an- ticapitalista..No obstante, llegar a comprender los espacios tradicionales y su articulacién con los modernos implica anali- zar las relaciones que conforman la armadura social regional y su bloque hegeménico correspondiente, para descubrir asi la legitimidad expresada en ese bloque social alternativo, sus actores y las proposiciones encerradas en la politica de inter- venci6n territorial del Estado. En todo caso puede haber confusién entre reformismo y modernismo. Cuando los organismos sociales regionales repre- sentan los intereses de los grupos de presi6n, utilizando para ello la fuerza de las masas, es muy probable que se obtengan reacomodos en el orden existente en un sentido mas moderno; se pone al dia el desarrollo capitalista. Esta confusion contribu- ye con la ideologia, segin la cual los espacios tradicionales gozan de la unanimidad, haciendo posible que la direccién de los organismos sociales regionales quede en manos de los anti- guos nofables, por lo general aliados con el capital monopolista 12 y el Estado. De esta manera, los antiguos notables pueden redefinir su rol en las nuevas armaduras sociales regionales, articulando con un nuevo tipo de mediaciones la base popular de apoyo en el reciente sistema de hegemonia. El enfoque neoestructuralista Sobre la base del estructural-funcionalismo y de la escuela procesual, este enfoque pone el acento en Ia politica en cuanto concatenacién de hechos sociales, sin reducir el poder a las instituciones (Fabregas 1983). Con el cuestionamiento de las for- mas que deciden la politica local, esta tendencia trata de identificar los procesos institucionales y los mecanismos informales que per- miten obtener el control de Ja produccién y distribucién de los bienes puiblicos. Las practicas del poder politico, asi como su natu- raleza, plantean una cuestién central: {quién gobierna? Segiin los: analistas que suscriben este enfoque, la oligarquia local en estrecha colaboracién con el Estado nacional. Sin embargo, esta alianza no se da sin conflictos, Por una parte, la delimitacién de dreas de influencia entre diferentes grupos dominantes suscita un conflicto intraoligarquico en toro al poder local. Por otra, hay un espacio de tensi6n entre las oligarquias locales y el Estado nacional con respec- to a las formas de control de la politica local. La unidad de anlisis utilizada para mostrar la articulacién politica de esos conflictos es el proceso de la toma de decisio- nes sobre los bienes publicos. Las variables empleadas son de dos érdenes: administrativas y socioculturales. Los mecanis- mos formales e informales resultantes de esta matriz de anélisis se realizan por medio de intercambios politicos entre actores sociales, que son definidos con criterios de pertenencia geogra- fica: la comunidad, la regién, la nacion. El primer nivel de la escala de poder puede ser la comuni- dad o su municipio; éstos al estar desprovistos de recursos deben establecer un régimen de competencia en torno a la distribucién de los mismos. Esa competencia genera relaciones asimétricas, ya que los actores que controlen esos recursos podran establecer una relacién de poder que les es favorable. Se constituyen asi las oligarquias locales, las cuales pueden estar divididas en fracciones internas 0 en grupos con antagonismos secundarios dependiendo de su caracter moderno o tradicional. En todo caso, esto se define a partir de sus alianzas con el Estado nacional, siempre con la finalidad de lograr el control en la produccién y la distribucién de los bienes publicos. Ya que los recursos disponibles a la escala municipal son escasos, su distribucién en la sociedad local seré un hecho de poder. Ello incluye la distribucién del status social y de la informacién; conjunto con el que se puede legitimar el uso de la coercién y el ejercicio de la autoridad. Esta ultima puede ser formal (por medio del Gobierno municipal) 0 informal (me- diante aquella fraccién de la oligarquia que logre la hegemo- nia). Objetivo en el que también contribuye la habilidad de tal fraccién para volver eficientes los débiles recursos disponibles. Si la oligarquia es definida como “grupo solidario con capacidad de determinar los modos de produccién” (Del Casti- llo 1979), la sociedad sera producida mediante la permanencia en la dominacién ejercida por aquélla. Es decir, el régimen politico determina los modos de produccién y por esa via crea una sociedad dual: la moderna (correspondiente al modo de produccién capitalista) y la tradicional (perteneciente al modo de produccién campesino). Cada una con una oligarquia propia que la dirige. Mientras que la primera se puede inscribir en un proceso de industrializacion modernizante, podra tejer una red de alianzas con agentes extralocales, la segunda representara, dada la dominaci6n tradicional que ejerce, el obstaculo a vencer para que el cambio social se produzca a partir de la escala local. En cuanto a la concepcién de los vinculos entre la sociedad mexicana y las particularidades regionales, este enfoque afirma que “la pluralidad del proceso de poblacién sobre el territorio 14 Bia. es sobre todo mds que nada una funcién de interdependencia registrada dentro de un proceso de consolidacién nacional que est4 organizado de una manera vertical” (De la Pefia 1981:8). Esta afirmacién presenta un matiz dentro del enfoque general que venimos describiendo, ya que algunos de sus autores con- ciben la comunidad como centro de analisis, mientras que otros sostienen que es la heterogeneidad y la interconexién entre diferentes escalas socioespaciales las que caracterizan el proce- so de formacién nacional. El Estado y la organizacién local del poder son componentes de un todo que es interdependiente. Para lograr esta perspectiva totalizadora, los neoestructura- listas criticos nos proponen un andlisis multidimensional, que parte de la accién social sostenida por actores cambiantes, en funcién de las alianzas entre ellos. No se trata de una estructura Unica ni de un conjunto de estructuras distintas interconectadas; por el contrario, la complejidad de este acercamiento multidi- mensional supone el estudio simultaneo del campo social y del campo del poder. El campo de lo social hace referencia al conjunto de rela- ciones sociales que emergen en un contexto caracterizado por la heterogeneidad, mientras que el poder es inherente a los intercambios sociales desiguales, y aun desequilibrados, entre los diferentes actores que los encarnan. El objetivo de estos Ultimos es, una vez mas, la utilizacién y control de los recursos lamados estratégicos, que varian en funcién de las particulari- dades regionales. Las estrategias empleadas por esos actores son cambiantes, ya que de ellas depende el control del poder local. Los dominios del poder de aqui resultantes estan sujetos a dinamicas sociales de competencia, las cuales son, en ultima instancia, controladas por medio del Estado. El Estado expresa una tendencia hacia la implantacién de un poder sobre el territorio que es unitario, independiente, y a la vez intensivo y extensivo. Sus manifestaciones concretas, ligadas con unidades politico-administrativas, entrafian milti- 15 ples oposiciones que estan en la base del proceso de consolida- cién del Estado nacional, que es llevado a cabo por agentes sociales que actuan desde la escala local hasta la nacional o la extralocal. En este mismo sentido, la explicacién del cambio social depende de un procedimiento de ruptura del equilibrio entre lo moderno y lo tradicional, cuya contraparte es el restableci- miento del nuevo orden social. Procedimiento que es controla- do por aquel grupo social capaz de establecer el control de los recursos estratégicos en un régimen de competencia. La tensién entre ruptura y restablecimiento del orden social es reglamen- tada por el Estado a partir de un cuadro normativo capaz de construir sus alianzas con las minorias locales. El sistema politico mantiene, entonces, un poder local frag- mentado que permite el ejercicio de un poder miltiple, segan regiones y sectores de la produccién, el cual tiende a consoli- darse en la dominacién unitaria buscada por el Estado nacional. Sin embargo, entre esas dos instancias del poder surge una oposicién entre el centralismo demandado por el Estado y la configuracion heterogénea de los poderes locales, comandados por la clase privilegiada propia a esa escala. El desarrollo desigual entre la ciudad y el campo, entre proceso de indus- trializacion y estructura agropecuaria es explicado, una vez mas, dentro del cuadro contradictorio resultante entre las élites modernas y las tradicionales, dependiendo de su arraigo y legitimidad local y de sus alianzas extralocales. De cualquier manera, el triunfo de las élites modernas tiene un ingrediente decisivo en el dominio sobre los ritmos y los contenidos del cambio tecnolégico, ya que de ello depende el control sobre los recursos estratégicos mas dindmicos y rentables de la region. 16 Baa na El enfoque ecolégico-cultural Han sido sobre todo los antropélogos quienes han explorado la indisociable relacién entre el contexto ambiental y el sistema politico. La influencia de la etnohistoria sobre los estudios inspirados en esta tendencia son innegables. De ahi que la autoridad del evolucionismo, en su versi6n lineal o multilineal, sea una constante en sus explicaciones. La definicién de oligarquia que este enfoque nos propone €s como un grupo reducido de familias ligadas entre si mediante vinculos de parentesco, 0 socialmente adquiridos; dicho grupo tiene como objetivo el control de la riqueza y de los recursos componentes del medio ambiente, el cual se ejerce de una manera auténoma basada en el monopolio. A la cabeza de esta oligarquia se situa la élite que es su conciencia organizada. La especificidad del contexto social y ambiental puede propiciar el surgimiento de diferentes tipos de clases privilegiadas: la estra- tégica, que por su cohesién interna puede controlar los princi- pales recursos socioambientales; la fragmentaria, que esta dispersa y sin vinculos estables entre los grupos que la compo- nen. El poder sera comprendido, entonces, como capacidad de dominacién sobre los recursos naturales y los hombres, Las estrategias del poder estén basadas en un régimen competitivo y en la utilizacion diferenciada de ciertas recompensas. Quien sepa manejar estas ultimas tendré la capacidad para controlar a los otros o para evitar ser controlado; para defender y mantener la posesién de los recursos. Las caracteristicas que permitirian una definicion mas pre- cisa de oligarquia se vinculan, preferentemente, con el medio tural, en virtud de que los partidarios de este enfoque han tenido como antecedente de su formacién los estudios de la comuni- dad, ya clasicos para la antropologia social. Por ello, las oli- garquias rurales y su influencia regional dependen de una base de poder en las actividades agropecuarias; de la capacidad de 17 conjuntar las relaciones de parentesco; de la fuerza predomi- nante en las relaciones institucionales, y de la capacidad de establecer relaciones clientelares con las fuerzas vivas de la sociedad. Sobre la base de estas caracterizaciones, la ecologia cultu- ral utiliza métodos genealdgicos en el estudio de las familias oligarquicas, combinandolos con los métodos tradicionales de la historia social. El cardcter discontinuo de esta ultima es evidenciado, sin embargo, por la combinaci6n analitica de los hechos nacionales y los locales en su estrecha interpenetracion, sin que ninguna de las dos escalas pueda ser mecanicamente asimilada la una a la otra. Frente a la incoincidencia de los ritmos sociales locales y nacionales, las oligarquias crean “respuestas adaptativas” por medio de cambios internos y de estrategias de alianzas con actores extralocales. El Estado sera, por consiguiente, la unidad coordinadora del proceso de adaptacion social. Croquis de una geopolitica jalisciense En otro estudio (Preciado y Camarena 1986), se hizo un recuen- to sobre el debate que anima la geografia del poder. Sus propo- siciones metodoldégicas se fundamentan en una doble critica: por un lado, de la geografia politica clasica, al superar los conceptos que buscaban reducir la politica a un “asunto de Estado” y, posteriormente, reducir el problema del poder a la esfera politica (Raffestin 1980). Es decir, se politizan los térmi- nos tradicionales de este pensamiento geografico: la poblacién, el territorio y el gobierno no son términos neutros, sino que estan cargados de relaciones sociales de poder. Ademas, aun- que la politica es la condicién mas elaborada para el ejercicio del poder, ésta no se agota en las formas estatales porque se encuentra mediada por un conjunto de instituciones y actores que construyen todo un sistema de poder. 18 eee j Por otro lado, la critica del andlisis geopolitico, tal como lo formularon sus fundadores, busca relativizar la escala suprana- cional y de relaciones entre los estados, como matriz fundamen- tal del andlisis geografico, proponiendo en contrapartida el estudio de la imbricacién del poder mediante la sobreposicién de escalas territoriales y socioespaciales (Giblin 1986). Asi- mismo, la sobremilitarizacién del pensamiento geopolitico in- tenta ser criticada. Para ello se busca vincular el poder militar con el estatal y el civil desde una perspectiva de reflexién donde el Estado y la sociedad son un par de conceptos indisociables para el método de andlisis (Lacoste 1986). Con el fin de establecer una tematica socialmente relevante, la geografia politica intenta una renovacién, o si se prefiere, una reformulacién en una geografia del poder (Méndez 1986). Son varias las vertientes experimentadas por estas nuevas pro- posiciones metodolégicas; vale la pena resaltar algunas de ellas (Méndez 1986: 342-347). a) La geografia electoral (cfr. inf. y Preciado 1989), que busca establecer las vinculaciones entre los procesos electora- les y el territorio en los regimenes con democracia parlamenta- tia. Esta proposicién metodoldgica transita del andlisis del comportamiento del elector y de la influencia espacial del voto en las circunscripciones electorales, hacia un intento de sintesis con las ciencias politicas y sociales. De esta manera, el estudio de la cultura politica que integra normas, valores, expectativas y actitudes del elector vis-a-vis el sistema y el régimen politico, asi como la caracterizacién de los diversos actores del poder que confluyen en la relacién entre Estado y sociedad, son objeto de un andlisis interdisciplinario donde el geografo encuentra su aportacién especifica. b) La politica y la planificacién territoriales han venido siendo también un novedoso objeto de estudio. Algo que po- driamos denominar geografia de la accién regional, o geografia de las intervenciones territoriales, propone incorporar las viejas Preocupaciones de la geografia regional (principalmente, los desequilibrios sectoriales econémicos y su impacto en el espa- cio social) a la investigacién de la relacién poder-espacio so- cial. Los ejes tematicos a los que se ha recurrido en esta linea son variados: los polos de crecimiento; las politicas de coloni- zacion y apertura de la frontera agropecuaria; la reestructura- cién politico-administrativa del Estado (el municipio, la localizacién de la inversion publica, etcétera); la reestructura- cién productiva en el territorio y el rol del Estado; la crisis urbana y metropolitana. Todos ellos son nuevos campos de aportacion de este enfoque. En cualquier caso, las estrategias de los planificadores y el impacto sobre la poblacién afectada son estudiados con una 6ptica Seografica y social, que pone en relacién a los actores provenientes de la empresa, del Estado y de la llamada sociedad civil (Revel-Mouriz passim). c) Los estudios sobre la organizaci6n del territorio y las relaciones entre estados, regiones, han incorporado la teoria sobre la divisién del trabajo y del modelo centro-periferia tanto en la comprensién de las relaciones internacionales desde un punto de vista geopolitico, como en la interpretacién de los sistemas internos de cada Estado nacional. Los que han hecho aportaciones sustantivas en este campo han sido, quizas, el marxismo y la llamada nueva historia, cuyos principales au- tores son franceses. Ideas como la economia mundo, que sinte- tiza la ineludible internacionalizacién del mercado (Braudel 1980; Wallerstein 1979), o la interpenetracién de escalas resi- tuando los hechos locales dentro de la dinamica mundial (cfr. bibliografia del Centre de Recherche et Documentation de l’A- mérique Latine, CREDAL), son paradigmas imprescindibles Para repensar esa nueva geografia. 20 oeaaaeaeeet

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