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W je Universidad Nacional Auténoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala Carrera de Psicologia LA PERDIDA DEL AKUAO. EL LUGAR DE LAS EMOCIONES EN LA SOCIEDAD MEXICANA ENTRE LOS SIGLOS XIX ¥ XX Oliva Lopez Sanchez coonpiNApoRA AUTORES Oliva Lopez Sanchez Carlos Olivier Toledo Elsa Malvido Miranda + Alicia Llamas Martinez Garza Margarita Gutiérrez Colin ‘Ma. Elena Hernandez Cabrera ecu ea te ‘MC José Jaime Avila Valdivieso Pes rUCnA, UNA 21 Oh Primera edicién: 17 de diciembre de 2011 ©2011 DR. Universidad Nacional Auiénoma de México Ciudad Universitaria, Delegacién Coyoacin, CP M510. Mazico Distrito Federal Facultad de Estudios Superiores [ntacala ‘Aucdelos Barrios NI, Las eyes Iztacala, Tnepantla, CP 5400, Fstado de México, México. ISBN 978-607 -02-2775-2 Probibida bs reproduccidn tnéal © parcial por cualquier medio sil autorizacsin -escrita del tular de las derechos patrimanisles APOVO TECNICO. MC José Jaime Avila Valdivieso “CADADO DE LA EITHER Y CORRECCION DE ESTILGE MC Laura Susana Rusiz Lana. “CORRECTION BE ESTILD LIC. Jonge Arturo Avils Gémara -CORRECCION ESTILO Y REVISION EH APARATO ERIE DG Nael Ramirer HUSTRACIGN DE FORTADA DG Jost Alfimdo Hidalgo Escobedo DERG EOUTORIAL, DIAGEAMACION ¥ FORMACION, DG Elihi Gamboa Mijangos FORMACION EDITCRIAL DG Carlos Domingues Moreno DISERO OF POTADS Libro financiado par el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigacién ¢ in- novacidin ‘Tecnaligica (PAPIIT), registra IN3OL3B “La canstruccién emocio- nal del cuerpo femenino entre los siglos MIX y XX" Impreso y hecho en México 2 LA SUPERI|ORIDAD MORAL DE LAS MUJERES: LOS ARGUMENTOS FILOSOFICOS Y CIENTIFICOS DE LA NATURALEZA EMOCIONAL DE LAS MUJERES Y SU DESTINO DOMESTICO EN EL SIGLO XIX MEXICANO" Oliva Lépez Sanchez ‘Todos aquellos partidarios decidtdas del feminismo que se miran obligadas 4 admitirla diversidad orginica que presentan-ambossexsentre si, una ver pondientes, ‘era, se olvidan y hacen @ un lado de hecho, los datos fundamentales que ssumintsra la blologia, com el fin de sostener que la accion educativa es capar de borrar esas diferencias en la porventt Horacio Barreda Revista Posittva, 1909 Elhombre debe proporcionar su subsistencta la mufer...A falta del esposo a de los partentes, la saciedad debe asegurar su existencta material a la muger, ‘ora sea coma compensacion de una inevitable dependencia temporal, ora en. ‘irtud sobre todo, de su indispensable oficio moral. A. Comte Poittique pasitive Disc. Préll. Introduccién artimos de una premisa, los postulados de la ilustracion, el ‘darwinismo y el positivismo comtiano en torno ala definicion de la mujer y sus funciones sociales impactaron el pensamien- to de los filésofos y hombres de ciencia mexicanos del siglo x1x fini- secular y de las primeras décadas del siglo xx. Como ejemplo tene- mos la produccién filos6fica titulada Estudios sobre “El feminismo” 2 pagico xraes Alvarado, investignaara cet mstiuto oe ‘ec agrederco profuedamente ss conacinientes su senciles Yau generosd que hiciera Horacio Barreda? en 1909 a proposito del feminismo que estaba expresindose, en los umbrales del siglo xx, entre un sector intelectual de la sociedad mexicana, y el cual fue entendido como si- nénimo de emancipacién de las mujeres en su reclame por acceder alos estudios profesionales al servicio de sus capacidades intelectua- les y en pro del desarrollo social y econémico de la nacion.? Es importante sefialar que el estudio de Barreda sobre el femi- nismo resulta fundamental en la comprension de la funcion social asignada a las mujeres porque reconoce él impacto de las reformas cristianas -catdlicas y protestantes- del siglo xv1 que conllevaron a la declaratoria de la superioridad moral de la mujer y la consecuen- te asignacién de lo que nosotros hemos llamado capital emocional, con el cual ella se convertiria en la gestora de la moral de la pobla- cion y a partir de entonces se instauraria, emblematicamente, como el freno del egoismo que conllevaban las luchas de la vida material, causantes, segtin el imaginario social burgués, de dafios perturba- dores en el corazon del hombre.‘ Nos interesa presentar en este capitulo un panorama general de la influencia que ejercid el pensamiento moderno en tornoal proceso cultural de ir asociando una vida afectivo-emocional a la denomi- nada naturaleza femenina que se manifestd, segin distintas voces provenientes de la ciencia, la filosofia y la religion, en su fortaleza y superioridad moral. Afirmamos que dicha superioridad moral fue capitalizada por el discurso feminista de principios del siglo xx para justificar y posteriormente negociar su presencia en la vida publica en igualdad de circunstancias a la de los varones. Por eso consideramos fundamental llevar a cabo un breve pa- norama analitico, a través del cual podamos dar cuenta de cémo se fueron entretejiehndo los postulados filoséficos y cientificos euro- peos con los mexicanas, que trajeron al didlogo las reminiscencias cristianas sobre la condicién femenina, para justificar la sujecién social de las mujeres en el mundo occidental y en México en par- 44 Gram Dist, (tole de parversifad La agen de a mujer en a culture dein de ips, Deete, knee, 204, Lapérdide det part | 60 ticular y Ia fuerte asociacién con la vida afectiva, sinénimo de su prestigio moral. Entre finales del siglo x1x y principios del xx, la prensa mexica- na femenina reclamaba la emaneipacion de las mujeres y ponfa como ejemplo los accesos a Ja educaci6n superior que tenian sus pares en Europa y los Estados Unidos. Las mujeres norteamericanas y europeas ocupaban puestos de ensefianza en las universidades y en los hospita- les; compartian los espacios universitarios con los varones. En México, tal situacion iba mas lenta y, aunque existia un mintisculo grupo de mujeres pertenecientes a una clase media urbana de origen agricola y probablemente protestante¥ que habian accedido a una educacién profesional, de ninguna manera representaba un cambio en la condi- clon social de las mujeres mexicanas de esta naciente clase media® Los argumentos esgrimidos para echar abajo la emancipacion femenina promovida por el feminismo, movimiento reivindicati- vo de la condicién femenina proveniente del mundo anglosajén, tuvieron sus bases en la condicién biolgica de las mujeres, quie- nes segiin las evidencias cientificas, no contaban con la capacidad organica, ni intelectual para desempenar actividades semejantes a las que desarrollaban los varones en los espacios publicos. Entre los argumentos, supuestamente cientificos, sobre los cuales los intelec- tuales conservadores europeos y mexicanos fundamentaron las di- ferencias entre hombres y mujeres, y posteriormente se convirtieron en los antecedentes de las desigualdades entre los sexos, emergen Jos rasgos afectivo-emocionales como Inherentes de la denominada condicién femenina. Asi aparece un mundo dividide entre razon, representada por los varones, el cual es altamente valorado, y el otro representado por la emocion y asociado a la condicion femeni- na y, por tanto, profundamente devaluada. En el siglo x1x, la filosofia positivista de Augusto Comte,’ basa- da en la teoria frenolégica de Gall, senté las bases, presuntamente 3 véece sean fierre sustien, -Moceior ce mujer protectante:ideotogia ralgiara y ecucacién remerina, {AEED-1919", en Carmen Fame: Ezcandin ef al, Precencie y Hansparencie: Le mujer en lo historic de ‘nagies, Colegio se masses, hades, 4952, 2p. 163-400; Ove LBpe, vireuses, emplass y sherrass: Luss prescripciones metogistes rigieistas el cuerpo en México ep los sigies mmx y x" Oct Revista del Contre de Ivertigociones Mistsrcas, 2009-2083, nim18. 6 dace ofa tbpe: since, “El uco ae iz emociones camo un instrumento de tranctormacin soci gem ‘replied de las mujeres en la rence femerina portritavileta:delanghas le mujer mesicang™ En ects smizma oora,p. 283 7 Augusto Comte, “Course de Philasophie Positive”. Tome Tisiéme, La Philasaphic Chisnique et la Pilo- {saphie Sisiogique, Suchelar, mprimeur- Unrate, ari 4035 1 a epeidad moral de os moje. objetivas, sobre la teoria cerebral en la que se fundamento una di- ferencia en las funciones afectivas e intelectuales entre hombres y mujeres? Estos razonamientos coincidian con algunas de las expli- caciones del pensamiento de Rousseau’ sobre la diferencia entre los sexos. La influencia de Comte en la construccién del conocimiento y la denominada ciencia positiva impacté no sélo a Europa, tam- bien a América, incluido México, pues al establecerse un pensa- miento laico sobre el cuerpo se requirié de una fundamentacion cientifica para sostener las explicaciones de su naturaleza y eventual funcionamiento, a fin de justificar su control. La produccion filosé- fica y cientifica europea en el siglo x1x, particularmente la francesa, impacto de manera directa el pensamiento de los mexicanos dedi- cados a estos menesteres. Por lo que también es de nuestro interés analizar el lugar de las, emociones como rasgo naturalizado en las mujeres a través de los argumentos de los discursos filos6ficos de la ilustracién, el positivis- mo y el darwinismo dirigido a seftalar las diferencias entre hombres y mujeres. Sostenemos que los argumentos de la clencia positiva torno ala justificacion, supuestamente objetiva, de la division sexual del trabajo estuvo dirigida a demostrar, segin su logica, la incompa- tibilidad biol6gica de la mujer para acceder a cargos piiblicos consi- derados exclusivos de los varones y de esa manera acallar las voces disidentes que se pronunciaban por la emancipacion femenina en la vieja Europa y en Latinoamérica con el llamado feminismo. En primer lugar, hacemos tn esbozo sobre el pensamiento de la ilustracion y el consecuente producto social llamado Ia mujer, posteriormente continuamos con los aspectos referentes a las emo- ciones, presentes en los postulados roussonianos y darwinistas, las cuales aparecen como un rasgo de identificacion femenina asocia- das con la irracionalidad, la subjetividad y lo ca6tico que concibié a la emocién como peligrosa, confusa y contraria ala razon. Vere- mos como las emociones se asociaron con mayor fuerza ala deno- minada naturaleza femenina, que dio como resultado una imagen reduccionista de la mujer mas cercana a la emocién y el hombre a 2 Vesee Cares Ginier Toledo, "Diagnosis de! arictery conztruccién demacion. lestuciadelazemacionazen fl pencamienso mécico decimonteiea’yene:ta mizma oor, p 5. 2 duan1. Rousseau, Erila ode la Educaciin Editorial Perri, Méxice, 1257. ta perdi det paratse | 62 la raz6n.!° Luego entramos de Ileno en la discusién entablada por Horacio Barreda alo largo de seis estudios sobre el feminismo, a tra- vés de los cuales trata de disuadir con argumentos, presuntamente cientificos, la posibilidad de que las mujeres mexicanas accedan a la emancipacion promovida por el feminismo anglosajon a través de una educacion masculinizada, como él la Ilamo. Por tltimo, ce- rramos este capitulo con el analisis de las reflexiones que los discur- sos conservadores manifestaron en torno a la mujer mexicana de la clase media caracterizada por su condicién afectiva de sumision y gran sentimiento altruista. Exbozande les principios de la racionalidad ilustrada La construccion del mundo moderno tiene como antecedente una cadena de rupturas sociales, politicas y epistemolégicas que tuvie- ron lugar en la Tlustracion, la Revolucion francesa, la Revolucion industrial y la instauracion del modelo protestante burgués, todas ellas ofrecieron elementos de todo tipo que estimularon Ia confor- macion de estilos de vida basados en la distincion binaria del mun- do. La consolidacion de ciertos cambios sociales, que se habian ges- tado por anticipado, conllevo a un reordenamiento de la vida social y ala construccién de representaciones sobre los individuos segun su sexo. Por lo que se impuso un mundo de representaciones den- tro del cual los hombres y las mujeres parecian como diferentes en ciertos aspectos, tomando como basamento la anatomia sexual, la capacidad intelectual y los procesos emocionales. Por la manera en.cémo fueron dialogando las diversas teorias cientificas y politicas con la filosofia ilustrada, las representaciones de lo que era ser mujer surgié como oposicién y en comparacién con lo que se entendia por ser varon. Es por ello que el concepto mujer bien puede entenderse como un producto resultante del ordenamiento social del siglo xvi, es decir, la mujer como imagen y representacién fue un producto del aparato politico, del discurso de la ciencia y la filosofia que la de- finieron a partir de su anatomia genital y le asignaron la funcion 40° Catherine Luts, “Emation, Thought. and Estrangement:Emabign ase Cultural Category”.en Cultural An ‘threpeloay, A956. 3fa), 2. 287-308. bs aspera cl de is ere social de reproductora de la cultura y guardiana de la moral del mundo practico-material, para lo cual enmarcaron sus diferencias intelectuales y mentales con respecto de los varones y exaltaron sus rasgos morales y emocionales, ademas de su capacidad reproductiva. La Ilustracion concebia a la razon como instrumento de trans- formacion social y de reforma de las mentes. El mundo debia pro- gresar y la cultura debia constituirse en el motor de ese progreso. En esta logica, la razon hacia las veces de paradigma desde el que se valoraba y en el cual se cifraba la emancipacion de la humanidad. Solo que en este proyecto emancipatorio, no fue contemplada la mitad de la humanidad."' La sujecion de la mujer desde los postulados de la Ilustracion y lacritica roussoniana tiene sus bases en la razon. Es evidente que este discurso excluyo de la ciudadania a la mitad de la poblacion a pesar de la candente polémica en su época sobre la igualdad de los sexos. Segin Rosa Cobo,'? Rousseau acallé las voces disidentes que proclamaban la igualdad de los sexos, armando un anilisis de a razon, la naturaleza y el contrato social desde una légica con un encadenamiento de dualidades: dos estados de naturaleza (la fe- menina y la masculina), dos espacios (el publico y el privado), dos nociones de naturaleza humana (presocial y social) y dos concep- ciones educativas (una para las mujeres y otra para los hombres) que le sirvieron para justificar la division social y sexual del trabajo y de los espacios en publico y privado. En definitiva, los derechos universales no incluian a las mujeres. Este hecho ha sido leido por muchas académicas feministas como la primera marca de la des- igualdad y la sujecion femenina en el mundo moderno. La valida- cién racional de la desigualdad entre los sexos ha influenciado el contenido de diversos campos del conocimiento y ha impactado el modo en que tienen lugar las relaciones sociales. ¥ si reconoce- mos que uno de los elementos que vertebran las relaciones sociales son las relaciones de género, debemos de tener presente la forma en $2 unm sours conscerego coma ano oes majors mis conrovrstosensones Ge s+ “parses gineoring, ip raséa na ez un tn reser pueeesstree ene cezratrimiats oe yes Rac Fare noureeau, el proniema no er el progres ciensaco 9 mater, sno ei progrez9 m ‘mienta rousseaniana no zico objeto ae muchas yvariagast Ia pote, in educecion ye! feminizma. En el Fundamentse del patriarsode mederns J) Rousseau, cotesrs, Mast, 1258" 32 leider cual esta representacion de la mujer, sustentada en los postulados dela Ilustracion, ha dialogado con los distintos espacios de produc- cién del conocimiento y la cultura en general. El pensamiento rousseatniano apuntd hacia los siguientes “he- chos”: las mujeres no son sujetos de raz6n, por tanto, deben ser ob- jeto de la sujecion de la razon masculina. Por consiguiente, el con- trato social no es posible, si previamente las mujeres no han sido sometidas al contrato sexual." El espacio publico, como espacio de la libertad y de la autonomia moral, no puede existir sin el espacio privado, como lugar de reproduccién de lo publico y de sujecion de las mujeres mediante el contrato del matrimonio." La division sexual del trabajo, aspecto fundante de la moderni- dad, no sélo asigné una organizacion social entre hombres y muje- res, también fund6 una separacion entre la emocidn y la razon; la primera mas cercana ala naturaleza, la segunda ala cultura. De esta manera lo masculino ha sido definido como sinénimo de activo, fuerte, inteligente, mientras que lo femenino se ha asociado con lo débil, pasivo y emocional. Desde entonces, la asociacién entre emaciones y sexo femenino se convirtié en un elemento identitario de lo femenino en la cultura de género" porque se asigno como un aspecto de identificacion de las mujeres, por tanto, las emociones han tenido una clara funcion reguladora en su vida moral, imagi- nario que fue reforzado y validado por los discursos darwinista y comtiano en el siglo x1x. El discurso filoséfico de la ilustracién en tome a la naturaleza femenina Intensas discusiones en torno a la diferencia entre el hombre y la mujer como representantes de la especie humana nos permiten dar cuenta de losaspectos fisicos y morales que se esgrimieron en las argu- mentaciones filoséficas en la encomienda de construir la diferencia Alraspeste puede concumtarzela abea de Carol Pateman, Elcontrats sem, Antnroger-Universigaa Au ‘Sonoma Metropovtan, Ist, Saresions, 1955. ‘Roza Cobo, 6p. cit [eoorer limresigaciones y Estudios Superiores en Antropologia Socio M. AngelPorrin, México, 2008, pp. 25-35. G5 | La siperiovidad moral de tas mujeres. entre los sexos. El cuerpo, ultimo reducto del ejercicio del poder, se convirtié en el espacio mas contundente y eficaz para las inscripcio- nes sociales y culturales destinadas a establecer el contenido simboli- co del cuerpo sexuado en un mundo en el que se sobrevaloraba lo masculino y se denigraba lo femenino. Por ejemplo, la disertacion del libro quinto de Emilio o de ia educacién de Juan J. Rousseau, representante de la Ilustracion y defensor de los derechos humanos, publicado en 1762, nos sirve de inicio para comenzar este apartado. Para Rousseau, la mujer era igual al hombre, menos en lo que se referia al sexo. “En todo cuanto con el sexo no tiene conexién, la mu- jer es un hombre: los mismos son sus Grganos, las mismas sus nece- sidades y facultades, la misma construccion es la de la maquina, son las mismas las piezas, la accién de la una, es la dela otra (...)” *Segun Rousseaw, no eran posibles las comparaciones entre hombre y mujer, pero si habia de indicarlas, entonces su referencia era la anatomia, diferencia que se centraba en el sexo: “(...) todo cuanto es comin ambos, pertenece a la especie, y cuanto es diferente es peculiar del sexo”.” Sefialando que dichas diferencias anatémicas debian te- ner influjo en lo moral, proporcionando una division sexual de las caracteristicas morales: En la unién de los sexos, cada une concurre por igual al objeto comiin, pero no de un mismo modo: de esta diversidad nace la primera diferencia notable ‘entre las relacione: morales de uno y otro. El une debe ser activo-y fuerte, débil 'y pasivo el otro; de precisa necesidad es que el uno quiera y pueda, basta con que el otro ce recista un poco. En le comiin que hay en ellos, son iguales; en lo diferente no son comparables Rousseau postulé que la naturaleza de la mujer era su condi- cion de sujecion frente al hombre porque sus funciones se limita- ban a agradarlo, acompanarlo como madre-esposa y a cuidar desu prole. En cambio la naturaleza del hombre era la razon. Hay pues, un estado relativo de los sexos segtin el orden de la Naturaleza. No hay paridad ninguna entre ambos sevos en cuanto a lo que es consecuen- cia del sexo. El varén en ciertos instantes lo es, [a hembra es toda su vida hem- bra, .a lo menos toda su juventud: todo la llama a cu cexo, y para desempefiar bien cus funciones necesita de una constitucién que a él ce refiera. Nececita 36 Juans mourseau, dp cit, 9.361. 37 bide 2B ibid, p.262. a pérdida del paraiso | GG culdarse durante su prefiez; sosiego cuanda esti parida; una vida muelle y se- dentaria para dar de mamar a cus hijos; para educarlos paciencia, blandura, un celo y un caritio que con nada se fatigue; es el vinculo entre ellos y su padre; ella se los hace amar, y le inspira confianza para que los llame suyos. |Cusnta ternura y solicitudes, necesita para mantener unida toda la familia! Finalmente, nada de esto debe cer en ella virtud, todo ha de ser gusto, sin la cual en breve se extinguiria el linaje humano.”* La cita anterior pone en evidencia que la fundamentacién de Ia desigualdad entre los sexos se justificé por la Jey natural, con- siderada una ley incuestionable ¢ inamovible para la razén. Los postulados de Rousseau sobre la mujer abarcaron la justificacién natural, no sélo de la diferencia entre los sexos, también justificé la desigualdad entre ellos teniendo como fundamento ala raz6n. La condicién moral de la mujer se asocié a un comportamiento apa- sionado y una vida emocional altamente impresionable. Por ello, Rousseau propuso que la educacién de las nifias debia estar enca- minada a formarles un pudor y una obediencia, de modo tal que en a juventud se aseguraria el cumplimiento de su verdadera funcién social como madres-esposas. Eldiscurso roussoniano promovié una imagen femenina, la cual se terminaba de construir en el momento en que la mujer cumplia su mandato bioldgico y social: casarse y tener hijos. En otras palabras, la mujer se constituye come tal hasta que pone en funcién la repro- duccién de la especie y la de cuidadora-educadora de los hijos a quienes les ha de trasmitir la cultura y los valores de una sociedad profundamente androcéntrica. Por tanto, la maternidad se torné en. un elemento constitutive de la identidad femenina, y se le conside- ré como su unica tarea en la vida. El discurso cientifico del darwinisma en tomo a la naturaleza femenina La representacién de la desigualdad entre los sexos promovido por el discurso de la Iustracién, la cual fundamenté la inferioridad de la mujer, se vio reforzada con el trabajo de Carlos Darwin, quien 35) ibid, p 368, nmsis muestra G7 | tasepesioriad moral de lss mujer. en su publicacién de 1871 sobre la seleccién sexual” sefalé una distancia evolutiva entre el macho y la hembra de todas las especies. Seguin sus observaciones y las de otros colegas suyos, el macho ha- bia mostrado un mayor desarrollo evolutivo trasmitido a los hijos de su mismo sexo. La alta variabilidad entre los caracteres sexua- les secundarios en el hombre, tanto de la misma raza como la de distintas razas, era la prueba de que su evolucién era mayor a la de las mujeres, quienes diferian menos entre si. El fundamento de la teo- riadarwiniana sobre la seleccién sexual estuvo apoyado en la demos- tracién de que la variabilidad entre las razas y la evolucién misma se debia ala transmisién y modificacién de caracteres y habitos en- tre las especies y razas humanas, en los cuales se incluian los rasgos intelectuales y emocionales de estas tiltimas, como respuesta a las exigencias del medio que promovia entre los machos mayor fuer- za, valentia y agresividad comparativamente con las hembras para poder subsistir. La lucha constante por el habitat y por las hembras habia gene- rado en los machos una fuerza fisica mayor con respecto de las hem- bras de la misma especie, por tanto, los machos poseian una heren- cia distinta proveniente de sus antecesores machos. En el caso de las razas civilizadas, aun cuando los varones ya no se vefan obligados a luchar por conseguir a las mejores mujeres, los hombres seguian requiriendo una mayor fortaleza para mantener a su familia, a su mujer y asi mismos. Ademés, requerian desarrollar a la par de su fuerza fisica, la inteligencia y otras facultades mentuales, las cuales se desarrollaban notoriamente de distinta manera entre los hombres y las mujeres. “La mujer parece diferir del hombre en su condicién mental, principalmente en su mayor ternura y menor egoismo; cosa es ésta que se observa aun entre los salvajes “(...)La mujer, siguien- do sus instintos maternales, despliega estas cualidades en sus hijos en un grado eminente; por consiguiente, es verosimil que pueda extenderlos a sus semejantes"”! Darwin acepté, en consonancia con 22a arin Cope lhe elie on alain zen, tn Dina, Minn 78 a oor, pumiceas “L275, comin con un pedsoga evar por nl "izma Barwin y 221m recpureste ‘ning cic: hema por sur deranore, qulenesconsceraran gue era n afar scxpter que toga Is mena otros contempordneos suyos, la existia de una diferencia inherente entre el hombre y la mujer, considerando a la herencia como un factor determinante en la diferenciacién entre los sexos. “Esta ge- neralmente admitido que en la mujer las facultades de intuici6n, de rapida percepcién y quizés también las de imitacién, son mucho mas vivas que en el hombre; mas algunas de estas facultades, al me- nos, son propias y caracteristicas de las razas inferiores y, por tanto, corresponden a un estado de cultura pasado y mas bajo" El papel de la seleccién sexual en la teoria del origen del hombre marcé permanentemente la denominada inferioridad constitutiva en las hembras de todas las especies, incluida la humana. Segin la teoria darwinista, la mujer es el antecedente inmediato del hombre desarrollado, por consiguiente, es menos evolucionada que el hom- bre: “Los hombres difieren mucho mas entre si que las mujeres. Este hecho indica que, porlo que a estos caracteres concierne, el hombre es el que principalmente se ha modificado desde el punto que las razas distintas se separaron del tronco comin. Darwin, apoyado en John Stuart Mill, aseguré que la energia y la perseverancia eran dos rasgos exclusives del hombre que mar- caba la diferencia entre él y la mujer “La principal distincién en las facultades intelectuales de los dos sexos se manifiesta en que el hombre llega en todo lo que acomete a punto mas alto que la mujer, asi se trate de cosas en que se requiera pensamiento profundo, o ra- z6n, imaginacién o simplemente el uso de los sentidos y las manos’. “Los hombres estan en decidida superioridad sobre las mujeres en muchos respectos, el término medio de las facultades mentales del hombre estar por encima del de la mujer" Darwin sostuvo que la ley de la igual transmisi6n de caracteres alos dos sexos entre los ma- miferos habia controlado que la superioridad de las facultades men- tales del hombre no excediera ala de la mujer, tanto como el plumaje decorative del pavo real macho en relacién con el de la hembra. Darwin consideré que la inferioridad de las hembras de todas las especies, incluida la humana, se debia, por un lado, a su parti- cipacién por la sobrevivencia, cuya lucha habia sido menor a la del cd ep. 713 \vénge | Stuart Mil, Te Subjeent of Women, 185, p. 27 taco en Charves Darwin. dp. cit p72. idem BEER 69) | ts sepesioriad moral de tas mujeres. macho, por otra lado, porque en las especies inferiores y en las ra zas salvajes, los machos ejercen un estado de sujecién mas abyecto que el macho de ningun otro animal. No obstante que en las razas superiores la mujer no experimenta dicha sujecién y puede elegir mis libremente a su marido, ésta siempre dependera del hombre, quien se ve obligado a desarrollar ciertas facultades fisicas, menta- les e intelectuales, ausentes en la mujer como parte de su herencia y el proceso evolutivo, segin la teoria evolutiva* La ternura de la mujer, propuesta por Rousseau, coincide con la ternura de la hembra propuesta por Darwin. Para Rousseau, los cuidados de la mujer hacia su prole formaban parte importante de su funcién social, mientras que para Darwin esa entrega incondi- cional de cuidados y ternura era considerado un rasgo natural pro- pio de las razas poco evolucionadas. Se hace evidente que los postulados roussonianos y darwinia- nos ofrecieron los fundamentos filoséficos, morales y bioldgicos, respectivamente, de la diferencia sexual, diferencia que se torné en. desigualdad al concebir a la mujer como un ser inferior por sus caracteristicas fisicas, morales, mentales y emocionales. Estas ca- racteristicas han sido el punto de partida y llegada para concluir cualquier explicacién referente a la diferencia entre el hombre y la mujer. Las evidencias biolégicas y morales han sustentado racional- mente, entre el gremio masculino cientifico, la supuesta inferiori- dad biolégica e intelectual de la mujer can respecto del vardn. La separacién de la mujer del espacio publico no es una mera coincidencia o consecuencia de la constitucién del mundo moderno burgués industrial, sino la condicion necesaria de su posibilidad.” El discurso filoséfico y cientifico pramovid una imagen feme- nina que se terminaba de construir en el momento en que cumplia su mandato biolégico y social, procrear la especie, y desempefiaba su papel de madre-esposa respectivamente. Es esta divisién sexual del trabajo, basado en la funcién reproductiva de las mujeres, y su consecuente tarea de cuidar de su prole, lo que se constituira en un 26 Im expresign de mz emocione: ce Carwin. véaoe Nowa Taser, ames Amelnng, Accientes del alma. Lar -emociones en ig Edad waodema, azaca ecizores, Meatia, 2095, p. 13 passim. 27 Genesidve Fricse, Musa de ig rand, Ctaara, Meer, 1591. La péndida dl paraico | 70) elemento fundamental con el que se justificé la denominada natu- raleza emocional de las mujeres de la que habla Lutz” y de la cual hemos tratado en el capitulo uno de este libro. El positivismo mexicano y las bases cientificas en contra de la emancipacién de la mujer En México, Horacio Barreda presenté en 1909 seis articulas en la Revista Positiva Orden y Progreso, en los que discutié las diferencias entre el hombre y la mujer. Para fundamentar sus postulados en- caminados a evidenciar cientificamente tales diferencias empleé la teoria cerebral de Augusto Comte con la que intenté disuadir alos defensores del feminismo, con argumentos presuntamente cientifi- cos, de la imposibilidad real de sus intenciones de emancipar ala mitad de la humanidad. (..)€on el fin de averiguar cudl e¢ el valor real de la soluci6n feminista, exami- nada en relaci6n con las conclusiones de la biologia y con los prineipios fun- damentales de la zociologia positiva; esto comparativamente en ambos cexos, y 4 las condiciones eststicas 6 de existencia social. Una vez hecho esto ya no 2214 posible mostrar 2i el destino futuro de la mujer admite otra solucién que le sea superior, que se halle en completa consonancia con las necesidades reales del progreso doméstico y civil, y que sea verdaderamente positiva.” El primer aspecto sefialado por Barreda es afin con los postula- dos de la teoria darwinista sobre la supuesta inferioridad biolégica de la mujer. Barreda destacé las diferencias fisicas, intelectuales y morales de la mujer, aspectos miltiples y variados que fundamen- taron la distincidn entre los sexos, de la misma manera que lo hicie- ra Rousseau coma lo hemos visto, Barreda argumenté que dicha di- ferencia no era exclusiva del animal humano, lo mismo ocurria con otras especies; las diferencias se iban perdiendo con el descenso de a jerarquia animal, de tal suerte que existian especies en las que el macho se confundia con las hembras. Es decir, el concepto de evo- lucién estaba dado por la diferencia entre los sexos y, sobre todo, por la asignacién de atributos fisicos, intelectuales y morales para cada uno de ellos, tal y como Darwin lo habia sostenido en 1871. 2E catering wit, dp. et, 25 Horacio Barreda, “Estudio sobre el feminisme. Advertencia prefiminar"en Revista Farliva, Ondeay Pro: geso, 1. deenerode 1803, rum 108, pp La 71 | ta mperira moral das meres. Durante la primera infancia, las diferencias entre los sexos, apun- taba Barreda, son minimas. En la primera infancia, sus diferencias, pueden decirse que son insignificantes Y Pequnlas, pues sto algunos detalles de conoanaién, ues pan cx inadvertidas bajo apariencias exteriores que se presentan como [2s mismas para uno y otro sexe. Su capacidad craneana, la direceién y dimenciones de sus hue- 20%, la amplitud de la pelvis, cut diversos tejidos, el volumnen de sus gldndulas, cu sistema muscular, su sencibilidad nervigsa, ete. no aftecen en efecto, etos aspec- tos peculiares que vienen més tarde 4 diferenciarlos notablemente."” Se trataba de una confusi6n primitiva, la cual desaparecia con- forme el crecimiento mutuo se acentuaba, el hombre en la niftez era juna mujer? Y posteriormente jevolucionaba al hombre desarrolla- do que debia ser? Todo apunta a que el varén en la infancia era tan imperfeta como la mujer, o bien, era una mujer en transicién, pues- to que éste evolucionaba y alcanzaba la perfeccién en la adultez, mientras que en la mujer se acentuaban sus rasgos de inferioridad: mas emocional, pasiva, amorosa y dispuesta a ser subordinada, ademis de controlada por su fisiologia sexual. Barreda sefialaba: solo si la observacién era aguda, entonces se podian apreciar ciertas diferencias entre las parvulos: La constante obsesién del nifio es aparecer fuerte y valeraso. En cambio la ni- fia, por inquieta y turbulenta que-ce muestre, no puede disimular la poca con- fianza que tiene en si misma, y parece sentir su debilidad nativa; se advierte en ella cierta sagacidad al través de cu timidez; es més observadora y astuta que temeraria y resuelta; rara vez hace alarde de valor, y nunca se avergiienza de dejar ver sus ligrimas. Naturalmente atenta 4 los pequefios detalles, 4 la mi- nucinzidad de las cocas, siempre pendiente de las impresiones que provoca, ya deja entrever el germen de esa graciosa coqueteria instintiva, peculiar de su ‘seo, que procura agradar con sus atenciones delicadas, con sus movimientos y actitudes, con sus sonrisas y con el arte de la conversacién que de un modo insensible empieza ya 4 ejercitar; cosas todas estas, que son casi desconacidas para el nifio, y 4 las que no parece dar importancia."" Barreda retomé los postulades de Rousseau y los de Darwin, al describir las caracteristicas prapias de la mujer, tales como: la sensibilidad, la ternura espontanea, la ingenuidad, naturalmente 0 aarrece, “Emusia spare clterinizms i, Orgunizecién tree, intesestus| y moral que a: carscte- Eoteaoie mayer arvana rancn Oraony feopasn tea tearero ue ue Lamesa pas ‘SA biden intass nuestro} La perdida del paraisa [72 dispuesta al cuidado y la proteccién de los mas débiles que ella, 0 sea, alos nifios, enfermos y ancianos. Naturalizando de esta manera la abnegacién y el sacrificio, rasgos enaltecedores de su sexo. No obstante, Barreda apunté que las verdaderas diferencias yacian en el cambio de los rasgos fisicos, intelectuales y morales, los cuales se desarrollaban entre la pubertad y la edad madura. Un argumento por destacar para los fines de nuestro andlisis es la relacién entre la debilidad muscular (fisica), la actividad nerviosa y la natura- leza moral sefialada por Barreda. Segun este pensador mexicano, aseguré que la alta sensibilidad femenina provenia de su debilidad muscular, por tanto era mas impresionable, por consecuencia mas imaginativa, emocional y menos racional: (0 la serie de impresiones que recibe del mundo externe por medio de sus diversos sentidos, son mds vivas y mis rdpidas que en el hombre, y almace- ra por Io mismo, con mayor prontitud en su cerebro, las observaciones que provoca la contemplacién de los hechot exteriores; pero esa misma viveza, y la rapidez con que suceden las sensaciones respectivas, acasionan que #sa5 obvervaciones sean muy fugaces, poco profundas y duraderas. Lo intenso y variable de sus sensaciones excita en alto grado su imaginacién, orilléndola 4 dejarse iniluir por todo aquello que se le presenta con ciertos visos ma- ravillosos; y asi se deja impresionar facilmente por todas aquellas creencias surceptibles de halagar sus esperanzas, de dar abrigo 4 esa nececidad de ideal que e: inseparable del alma de la mujer, y siempre prefiere abandonarse las emociones del corazén que 4 las demostraciones de una raz6n fia y severa. Una impresién que afectaria apenas la enérgica constitucién masculina, es capaz de herir vivamente el sistema nerviovo de la mujer.” Barreda es mucho mis enfatico en establecer la relacién entre la debilidad muscular, la suavidad de las fibras nerviosas y sus pro- piedades desfavorecedares de la fuerza y la inteligencia, pero indis- pensables para la concepcién, asi como para proteger el embarazo, favorecer sus alumbramientos y para garantizar los cuidados que exigia el recién nacido. Precisemos un aspecto conveniente para nuestro anilisis re- lacionado con la argumentacién de Barreda, retomada de la teo- via cerebral de Augusto Comte, la cual estaba fundamentada en la 32 tp 0 tase nuestra} 733 | ts soperioridad moral ets mujeres. teoria frenalégica® de Gall, y a la cual reconacié como la base de Ja verdadera psicologia positiva por sus bases fisiolégicas. Recono- ciendo la falta de conocimientos respecto de un andlisis detallado cde la estructura del cerebro humano carentes de informacidn sobre Ja localizacién precisa del conjunte de érganos que dieran origen a las facultades mentales distinguibles unas de otras en cada sexo en términos fisiolégicos, Barreda se propuso estudiar las diferen- cias cerebrales a partir del analisis de sus funciones, amparado en el axioma bioldgico: ao existe funcién sin Grgano, afirmé que el vigor de éstas se hallaba en relacién directa con la estructura y el desarro- llo de la organizaciGn respectiva. Dividia las facultades cerebrales en afectivas, intelectuales y practicas o relativas a la actividad. La primera categoria comprendia ese conjunto de sentimientos que constituyen lo que se designaba con los nombres de inclinaciones, instintos y pasiones; la segunda, incluyé a todas aquellas funciones que se referian ala concepcién mental, propiamente dicha; y la tercera, abarcaba las cualidades que se relacionaban directamente con los actos, tales como el valor, la firmeza y la prudencia. Segiin la teoria cerebral comtiana, de estas tres divisiones cerebrales se desprendia un fenémeno psicolégico llamado voluntad. Seguin Barreda, en toda la jerarquia biolégica, las inclinaciones afectivas tienen un marcado predominio sobre las facultades inte- lectuales —este es un postulado darwiniano proveniente de la obra ‘La expresién de las emociones en 1872 y aun cuando en la especie humana esa preponderancia es menos exagerada, siempre existe cierto dominio, siendo mas perceptible en la mujer que en el hom- bre. Este dato bialdgico es de la mayor relevancia porque de ahi provenia, segtin las teorias roussoniana, comtiana y darwiniana, la superioridad ¢ inferioridad de un sexo respecto del otra Divididas las inclinaciones afectivas en egaistas o personales y en altruistas o sociales, Barreda sefalé que las primeras ejercian menor influjo en la mujer, en tanto que las segundas se manifestaban con ae Horacio Barreda, “Estudiossobre El feminizma IL" dp cl p. BE Laperdida del para [74 mayor fuerza en ella. “Y asi se mira, que las solicitudes del instinto de la propia conservacién, del nutritivo, del sexual, son mucho menos enérgicas en ella que en el hombre” La mujer presenta naturalmen- te, segiin los argumentos comtianos, un instinto constructor que la impulsaa conservar y aembellecer lo que le rodea mas que a destruir. Segiin Barreda, el sentimiento de la vanidad mis que el del orgullo es el que se agita en el pecho de la mujer y el sentimiento de la materni- dad es en ella caracteristico. La diferenciacién del tipo de emociones experimentadas entre los sexos, de acuerdo con los argumentos de Barreda y los sustentos filoséficos y biolgicos en los cuales fundamenta su disertacion, co- rresponde a lo que Lutz” llama la jerarquizacién de las emociones y ladistincién segiin el sexo, que en definitiva termina siendo parte de las significaciones y de los elementos discursivos de la cultura de género sefialados por Muiiiz* Existe una explicacién naturalizada del tipo ¢ intensidad de emociones que experimentaba cada sexo, con la cual se justifica el comportamiento de hombres y mujeres y su asignacién en los espacios publico y privado, Los sentimientos altruistas mayormente experimentados por las mujeres constituye- ron la evidencia inexorable de su funcién materna, mientras que el egoismo experimentado entre los varones Io colocaba con mayor disposicién a la faena de la vida material. Pero lo que mds distingue La naturaleza femenina de la masculina, #s sin duda alguna, esa admirable espontaneidad con que se manifiestan en la mujer las inclinaciones morales mis elevadas, las que tienen por fin el amor, la adhe- si6n, la veneracién, la bondad, la abnegacién y el sactificio. EI ejereicio casi instintivo de esos nobles atributos de la especie humana, en nadie se dectaca como en [a mujer. Esta preponderancia del altruisma sobre el egoismo, base de una moralidad verdaderamente superior, oftece, pues, su mejor realizacién en el cexo femenino. Atendiéndonos, por tanto, 4 ecto: data: capitale: que la experiencia y la observacién confirman, podemos estar ciertos de que la orga- nizacién afectiva de la mujer presenta en su estructura cerebral, caracteres superiores 4 los del hombre, ora en lo que se refiere al vigor de sus érganos altruistas, ora en lo relative 4 la menor energia de aquellas que son asiento de las inclinaciones egoistas.”” catering, Lut , Lite ADu-Lugned, Language and the Poles of Emotion, University Press, Mew Week, 3. isa Matiz, dpc ‘idem, p= peas: nuestro] Be Se 75 | tasuperioridad moral de lax jones. Los supuestos frenolégicos en los que la identificacién dela z0- naen el cerebro en el que presumiblemente se ubicaban los afectos, los sentimientos y la inteligencia sirvieron de soporte tedrico so- bre la indiscutible superioridad moral del sexo femenino sobre el masculino; identificada la intensidad reactiva de la zona organica del cerebro en relacién con los afectos y la inteligencia se pensé en la posibilidad de distinguir objetivamente la diferencia cerebral entre hombres y mujeres. Ciertamente, Barreda reconocié que la humanidad en general tenia la capacidad altruista, aunque en la mu- jer, aseguré, era mds marcada. Cuando se referia al pensamiento abstracto y el pensamiento sintético, aseguré que la mujer presenta mayores dificultades en el primero y una disposicién natural al se- gundo, pero por su alta sensibilidad, las observaciones de los obje- tos concretos, elemento fundamental del pensamiento sintético es mis superficial porque, seguin estos argumentos, la mujercarecia de la capacidad analitica. Por tanto, Barreda consideré a la inteligencia femenina despravista de los atributos mentales indispensables en la faena intelectual de construir ciencia, filosofia y estética; en cambio, las observaciones de su organizacién cerebral la disponian a una superioridad afectiva, que la calocaba apta para la maternidad y el cuidado de la familia. En sintesis, la fuerza intrinseca de los drga- nos del cerebro de la mujer la colocaban por debajo del hombre en cuanto ala vida intelectual, mientras que en lo relativo ala moral y la vida afectiva, la ubicaban por encima de él. La explicacién orgdnica de Barreda sobre las emociones feme- ninas y masculinas, definitivamente estin jerarquizadas y subordi- nadas a las dimensiones orgnicas, lo cual naturalizaba los roles y funciones sociales de hombres y mujeres. Es decir, en la base de la divisin sexual del trabajo, las emociones en su dimensién organi- ca aparecen como un aspecto central. Ademés, aun cuando Barre- da consideré la diferencia emocional por sexo como un hecho de Ia organizacién orgénica de acuerdo al sexo, en realidad es notoria la manipulacién social de tal diferenciacién; por un lado, coloca a las mujeres como seres mas emocionales que a los hombres, y con ello se justificé el control social teniendo como nucleo alas emociones, tal como lo sostiene Hochschild”. 40 Arie Hzenzeni, The Managed Heart: Commerciaitanon of Human Faxing, University of calteenis razz, eeraaley, 4923. Laperdida del parasa | 76 Asi, [a naturaleza fisica del sexo femenino, su debilidad muscular, su viva sensibilidad, la movilidad de cu imaginacién, la répida sucesin de sus sensa- cones, sur tendencias 4 la ebvervacién minuciosa de datalla, la preponderancia de sue sentiientos del amos, de adhesion, de bonda, de abnegacion y sactificio, son atributos que se hallan en con los teristicos que presenta el cardcter de la mujer. Ni el valor, til mera ni la verdadera energis, con cualidade: que puedan dictinguir 4 la mujer; y en ella lo que ve nota e¢ la timidez, la indectsidn, la vatiabilidad y la debilidad de sus actos.** Las conclusiones a las que legé Barreda fueron las siguientes: An cuando la nobleza de sus sentimientos y la intensidad de sus pasiones, la orillaban a manifestar actos de verdadera energia, valor ¥ arrojo, cualidades viriles del cardcter, siempre eran inferiores alos del varén. (..) en el sexo femenine predomina mis que en el masculine, la vida afectiva sobre la intelectual; pera de su admirable apttud espontinea para poder subor- dinar el egoiimo al trulsmo, la sociabilidad 4 la personalidad, lo eleva muy por encima del segundo. La mujer sera siempre, biolégicamente considerada, el tipo moral de la especie humana, asi como sociolégicamente apreciada, es el mas digno representante de la Humanidad. En cambio, la inferioridad de su inteligencia y de su caricter la colocard por necesidad, en una posicién subalterna respecto del sexo masculina, De aqui resulta, que impropia para las funciones de direccigin y mando, su gran fuerza de voluntad consiste, como pudo apreciario ya el gran Aristételes, en sobre ponerse d la dficultad de obedecer Con este parrafo, Barreda cierra el segundo capitulo de los seis que dedicé a explicar las inconveniencias del feminismo en la cultura mexicana y al cual concibié como una amenaza en perjuicio de la condicién femenina que, segiin su dicho, provenia de los discursos revelucionarios y anarquistas anglosajones, entre los que seitalaba al protestantismo como el mas pernicioso, por lo que a la educacién fe- menina incitaba. La argumentacién de Barreda, apoyado en los pos- tulados de Rousseau, Darwin y Comte, nos ha permitido dar cuenta de cémo se fue conformando discursivamente el producto mujer. Condenada por su cuerpo y definida su funcién social y cultural por su anatomia sexual, la mujer ha vivide condenada ala liminalidad con 4s oradio garrece, “Eucie cobre ei teminisma mL, dp cit. 03. féntare nuestra) 42 taldem, 935. (Entacis muestra) 77 | a saperioriad moral de as rere. Io pecaminoso, lo voluptuoso, lo patolégico, lo irracional y lo inferior. Profundamente moral y con una superioridad afectiva, la mujer es- taba, segiin el discursa esgrimido por los intelectuales citados, hecha para habitar el espacio doméstico y desplegar sus bondades altruistas y amorosas con las que la naturaleza la habia dotado para bien de los hombres, fuesen sus hijos, marido, padre o hermanos. En tanto que la domesticidad era el lugar asignado a la mujer, el vardn debia ofrecerle el sustento para vivir: “Augusto Comte [que] prescribe en nombre del orden y del progreso, como condicién del perfeccionamiento mutuo de ambos sexos, y como una obligacién tanto personal como social, que el hombre debe alimentar d la mujer’. Esta cita sintetiza el pro- blema de la condicién social de las mujeres, representacién que ha estado presente en los discursos promotores de la desigualdad entre los sexos. La influencia de la educacién sobre la naturaleza de la mujer vs su destino biolégico sustentado en la afectividad Los pensadares liberales mexicanos de finales del siglo xIx y princi- pios del xx consideraron, en homologacién con sus pares ewropeos y norteamericanos, que la educacién era la nica via segura a través de la cual se daria la tan anhelada regeneracién social en lo que se consideré un mundo caético y en particular un México diversa y Tleno de desigualdades y miseria. La educacién como herramien- ta coadyuvante del progreso material y social también se convirtid en la maxima del feminismo promulgado entre un pequefio sector de la sociedad mexicana. Este pensamiento liberal impregnado en algunos casos de los principios de la teologia protestante en torno ala educacién de la mujer presente en el mundo anglosajén sirvié de plataforma para fundamentar el derecho de las mujeres a la edu- cacién." De esta manera, la educacién también se convirtié en la esperanza social de reivindicacién para las mujeres de la naciente 43, Horio Berreda, “Estudio sobre El feminizma IV. Cerncteres dein sitncid social que ly evatuciée hur ‘rans he verica preparanca ia mujer Conformicaa de exe stuecon con lazdutnz pacologicosque oro porciora Isexploraton Ssaligice. Solucn positive del aobleme soca Ge ln mujer er Revita Par!00. Lapésdide del paraio |'78, clase media. El feminismo de principios del siglo xx reclamé la emancipacién de la mujer a través de su acceso a la educacién, con la intencién de conseguir una vida social mas igualitaria con res- pecto del varén. Entendiendo al feminismo como la masculinizacién de la mu- jer, en el sentido mas peyorativo, algunos conservadores, como Horacio Barreda, aseguraron que la emancipacién de la mujer sus- tentada en una educacién fuera de la logica positiva era verdadera- mente contra natura. Apegado a los planteamientos de la biologia en torng ala organizacién del cuerpo y la llamada naturaleza feme- nina, Barreda se opuso a que las mujeres mexicanas recibieran una educacién igual a la recibida por los varones. Pues negé rotunda- mente que la educacién modificara las leyes de la naturaleza. Todos aquellos partidarios decididos del ferinismo que se miran obligados & admitir la diversidad orgénica que presentan ambos sexos entre si, una vez que no les es posible negar 6 descanocer las conclusiones biolégicas comespon- dienes, recurren al cémodo expediente de la educacién... De esta manera, se olvidan y hacen 4 un lado de hecho, los dates fundamentales que suministra la biologia, con el fin de sostener que la accién educativa es capaz de borrar esas diferencias en lo porvenir. Mas semejante precuncién, mal que pece 4 los supuasios defencores de la. mujer, e¢ tan absurda en principio come iluso- fia en sus resultados, desde el momento en que desdenando la observacién fisiolégica y sociolégica, se conforma para hacer triunfar su utopfa, con otorgar gratuitamente 4 la accién secundaria de la educacién, la influencia preponde- rante que debe conservar las condiciones orgdnicas del ser que se trata de mo- dificar. Si es la estructura interior de nuestro organismo, y no por cierto las influencias exteriores, la que nas impidié ser monos, elefantes 6 perras, ella serd también la que habrd de predominar en toda tentativa que se proponga el perfeccionamiento sistemstica de nuestras facultades En el apartado tres del Estudio sobre el feminismo, Barreda expuso los riesgos que significarian a la mujer, y a la sociedad en su totalidad, el que ésta recibiese una educacion que, a su decir, la masculinizaria, porque una educacién igual a la recibida por los varones alteraria con toda seguridad su funcién maral y afectiva para la cual habia sido encausada a lo largo de la historia de la hu- manidad y cuya disposicién biolégica la hacia para cumplir tales fines. Barreda estaba de acuerdo en que la mujer se educara, pero 43) ince OliraLipes Sirona, fi uso ce ac emaones. "jena mins core, 9 273. 45 oracio garrega, “Estucio conre 5 teminizma mp ci [Entacis musstrs} 79 | ta soperiridad moral de is mujeres. siguiendo las leyes positivas de la sociologia, Iéanse naturales e in- quebrantables, las cuales apuntaban a un desarrollo civilizatorio al estilo positivo. Es decir, la educacién dirigida alas mujeres debia estar fundamentada en una logica de perfeccionamiento progresivo y de acuerdo con su capacidad biolégica.” Esta nocién positivista de progreso seguia colocando ala mujer por debajo de la condicién masculina y justificaba una educacién femenina acorde con el de- sarrollo de su naturaleza afectiva. Si bien es verdad, repite, que ls falta de cultura mental en la mujeres un hecho ‘en extreme lamentable, y que justifica por completo, el marcado ahineo que se revela en la civilizacién moderna por elevar en ese sentido la condicién del ‘sexo femenino, importa mucho averiguar la forma y manera que conviene & ‘esa tarea reparadora, 4 fin de que pueda dar resultados estables y duraderos, y sea bendfica al ser que se quiere favorecer* Barreda defend a la idea de ofrecer una educaci6n positivaa las mujeres, es decir, una educacién acorde con sus posibilidades orga- nicas y sociales femeninas, cuyos rasgos, segiin sus demostraciones, eran verdaderamente inferiores con respecto del varén, justifican- do como su tinico lugar el espacio de la domesticidad. Barreda de- fend {a la idea de un desarrollo social que habia llevado a las muje- res a conquistar espacios antes negados para ellas, permitiéndoles dignificar su vida. Un ejemplo de ello eran los cambios sociales de las mujeres renacentistas con respecto de las grecorromanas. Seguin Barreda, la mujer habia conseguido una conquista sin precedentes en el momento en cual el catolicismo® reconocié la superioridad afectiva y la colocé como la guardiana del alma del hogar, a pesar de que el dogma religioso la habia colocado por su arigen y proceder muy lejos de un reconocimiento moral, par ocupar el lugar central del fundamento biblico del pecado original. El cual la mostraba co- mo la fuente de toda mal y, por tanto, desde su origen, le habia sido negada la superioridad moral, lo que incluso llevé a los teélogos a cuestionarse si la mujer pertenecia de verdad al género humano.* 47 Item, “Estasis zobre el feminizme ¥. Las tansencins feminists zon el nacesurio rezuiteds det erercen in- ‘weemub j moral gus erprosi sels stuscsnreesuconars par que eracanen ncosiezages MSGerray fr feted Poota. Oras yorogresa, 24 Semnyo oe S202 nm 08, pp. 225 238. en, “Estudio sobre Elteminiseo Il” dp. cit, p. 14 fénfasis nuestro] as 2 seatbiea Aomans dai ipo, que segin sigunceSenerus origenes Fue precica la revolucién aiectiva operada por Ia influencia social del catoli- cismo, para que la superioridad moral se viera pablicamente apreciada, y comenzara & prevalecer cobre la fuerza fitica y la capacidad intelectual." Desde ese momento, la timiente de reforma moral que propagaban las doctrinas catélicas, al hallar un éértil terreno en el alma de la mujer, hizo resal- tar mis y més la superioridad de un sexo considerado inferior bajo todos a- pectos. Y si bien es verdad que la nueva religién, preocupada anicamente de la regeneracién del sentimiento, no podia fomentar la educacién femenina desde el punto de vista intelectual y practico, par ser hostil ella misma en el fondo tanto al desarrollo de la inteligencia coma al ejereicio de la actividad, si pudo instituir en cambio una cultura moral sistematica, de la que participd ampliamente el sexo femenino. De e:ta manera, la mujer, sostén del mas fine y seguro de la nueva reforma religiosa, disfruté al igual del hombre de una clase especial de eultura; y aun cuando eve cultive era parcial y no abrazaba todos los aspectos de la naturaleza humana, no por ello dejaba de acusar un inmenso progreso realizado en la elevacién del sexo femenino, tanto por sus resultados propies cuanto por haber sentado el importante precedente del que la mujer era capaz de cultura, y debia recibir educacién; y asi mostraba lo injustificado del abandono en que la habian mantenido los falzos prejuicios de la antigdedad La cita anterior es fundamental para el andllisis que venimos ha- ciendo de la asociacién de las emociones con la denominada natu- raleza moral y afectiva de las mujeres, pues al decir de Barreda, la iglesia catdlica renacentista reconocié la moralidad en la mujer y ésta se asocié a su vez con su capacidad afectiva y la expresién de sus sentimientos y emociones. Es evidente que lo que otorgaba la supe- rioridad moral eran los afectos y sentimientos emanados del alma femenina, seguin el dogma catdlico. La iglesia catélica, por tanto, im- pulsé un régimen afectivo asociada a la condici6n femenina, que se reforzé con la reforma protestante luterana. Barreda responsabilizé a la teologia protestante de promover una educacién femenina fue- ra de las normas morales soterradas en el llamado feminismo, que segiin él violentaban la armonia doméstica, pues ponia en franca competencia a los sexos en el espacio pablico y, consecuentemente, en el doméstico, en perjuicio de las mujeres. La mayor muestra de Ja laxitud de la moral protestante, sostuvo Barreda, era la disolucién del vinculo matrimonial; la practica libre del divorcio representd 31 Morea earreaa, “Eatucio soore Eifeninizma m, p.cm, p28 asic muestra) [2 sem tEntess muestra} 81 J taseperiordat moral de x meres.

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