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OS A OS Sie SO te SO Las presentaciones de enfermos en Lacan = Laura Valcarce a Ps or 2 cS eats PROLOGO ué duda cabe? Seguiré soplando por un buen tiernpo {Qs viento que intenta empujar al dispositivo de la pre- Sentacién de enfermos —médica, psiquidtrica primero, pero transformada luego por Jacques Lacan para ponerla al ser- vicio del discurso analitico— al bauil de las practicas tildedas de autoritarias, vigilantes, mas o menos policiales, aliadas del encierro del loco, de su manicomializacién. El soplo proviene, por cierto, del progresismo de moda que, con sus secuelas sobre las legislaciones, sobre el denominado campo psi, pero antes todavia, de modo generalizado, sobre el sentido comin, sigue y seguira bufando que, asf presentando, se estigmatiza al paciente internado, se exhibe su padecimiento en obsceno proscenio, se lo deshumaniza, en fin, se lo vuelve objeto pa- sivo del saber del presentador que ganaria vaya uno a saber qué autoridad, utilizdndolo para afianzar sus clasificaciones y rétulos, sus diagnésticos cosificantes. Pero ese viento sopla en vano. Es que en verdad, el amo al que se cree impactar hace décadas esté en baja. Hoy ya no nos inclinamos demasiado ante la autoridad, sea paterna, médica, psiquidtrica, o la que fuese. El amo antiguo hace tiempo cedié su lugar a uno mucho més sutil, menos tangible y localizable: el Mercado, claro est4, no se delata con blancos delantales o uniformes lustrosos, y por mas que se le sople y resople no se le vuela charretera o insignia alguna. Es tan velado y ubi- cuo a la vez, que ese mismo progresismo —que afecta inci uso a algunos psicoanalistas que no se privan de cuestionar las 14 LAURA VALCARCE presentaciones de enfermos reeditando una antipsiquiatria perfectamente demodé- no llega a percatarse de que termina orientando su bufido, paraddjicamente, en la direccién del amo actual. Se monta casi sin saberlo en la asociacién inédi- ta que éste produce: la astucia del discurso capitalista aliada con... jlos derechos universales del hombre! De donde se si- gue un historicismo relativista y un nominalismo extremos que, en lo que a nosotros nos concierne ~ya que sus efectos son mucho més bastos-, recusa lo real del tipo de sintoma junto con el diagnéstico, promueve el desmantelamiento de la clinica, reduce el acto del practicante a protocolo estandari- zado y al sujeto a individualidad auténoma pretendidamente protegida por consentimientos informados, sin olvidar que garantiza, con horizonte igualitario e inclusivo -jcomo debe ser!-, el soporte medicamentoso de la llamada salud mental: psicoférmacos para todos. Tal la atmésfera que en verdad le da aire a la critica progresista a la presentacin de enfermos. iVaya progreso! Frente a ello, lector, tiene Ud. en sus manos el libro que comprende lo esencial de la tesis de Maestria en Psicoandlisis de Laura Valcarce. De aquella tesis —que tuve el gusto de diri- gir-a este libro— que hoy me complace prologar-, en Las pre- sentaciones de enfermos en Lacan, la autora afsla la piedra angu- lar que sostuvo su investigaci6n: localiza en la introduccién del deseo del analista en las presentaciones de enfermos, la clave que explica la mutacién radical del dispositivo psiquia- trico clésico en uno que puede subordinarse a la ética del psi- coanilisis. Examina asf, detalladamente, el paso que Jacques Lacan produjo en acto ~ya que se sirvié de este dispositivo por décadas- al transformar la presentacion psiquidtrica de enfermos en un recurso clinico del psicoandlisis, soporténdo- la de un deseo inédito que permite ponerla a resguardo del cuestionamiento progresista recién aludido. Pero claro, esto constituy6 en Lacan menos un progreso que una torsi6n: la que le imprimi6, precisamente, al dispo- sitivo clésico. Que siempre haya advertido respecto de la ilu- sién del progreso, no le impidi6, sin embargo, hacer avanzar LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN 15 -avance en espiral, por regresi6n, o torsionado- la clinica del psicoandlisis a partir de operaciones como ésta, valiéndos= de Io que hay. Pues bien, Lacan reinventé las presentaciones de enfermos. Como fue su costumbre no trat6, tampoco en este caso, de crear de la nada, sino de inventar o reinventar. Es que sélo se inventa a partir de lo que hay, con lo que hay. Y guardandose de embestir contra lo que hay ~ya que nada le da mayor consistencia a algo que Hevarle la contra optd més bien por caerle justo al lado, un poco de costado... con su interpretacin. Puesto que asf reinventé Lacan la presen- tacién de enfermos: la interpret. Dig4moslo de este modo, tomé una partitura clsica y, dejandose a su vez tomar por ella, en -y con- su interpretaci6n la renové reformuléndola. Propiamente, lo que hace un psicoanalista al interpretar: no ofrece resistencia a lo que hay, se deja tomar, le hace el juego alo que hay y, si en el proceso eso deviene obstaculo, se sirve precisamente del obstdculo -como ya ensefiaba Freud- para hacer de él palanca, produciendo esa pequefia pero fecunda torsién que supone la puesta en juego del deseo del analista. Y bien, en este libro se examina cuidadosa y detenidamen- te esta “operacién Lacan” sobre la presentacién de enfermos. Y se lo hace valiéndose, con rigor y creatividad, de dos apara- tos de formalizaci6n clinica construidos por Jacques Lacan en su ensefianza, hacia finales de los afios “50 uno -el grafo del deseo-, sobre fines de los ’60 el otro -los cuatro discursos-. En efecto, la autora no llega desarmada a su argumentacién en favor de la presentacién de enfermos lacaniana. Sirviéncose de la extraordinaria potencia de aquellos dos aparejos clini- cos, logra distinguir con precisién, en una perspectiva ética antes que técnica, la presentaci6n clasica, del nuevo disposi- tivo inventado por Lacan desviando asi, sobre la primera, el bufido de la critica progresista. Si se quiere seguir resoplando, que se lo haga en esa direccin... si es que se encuentra toda- via algun amo de los de antes. Mientras tanto, el paso del primer al segundo piso del 3ra- fo del deseo, tanto como los giros que conducen del discurso del amo al del analista -no sin aquel que va del universita- 10 LAURA VALCARCE deseo del analista desaloja de la pract ‘ ictica |, sentacién, la sugestion solidaria de meee mirada y en la palabra imperativa del m, rena y aest 2 tendia constatar su saber con fines educativos Slo pre. allfsu audiencia-, reduciendo al paciente presenter °° 54 ejemplo de lo ya sabido y a ese pablico a pasivo recast PIe su lugar, a partir de la intervencion de Lacen: ee el dis Fenuieva quebrandose temporalmente en dos tiemros 0 vuelven nitidos en el planteo de la autora de este Ing Se leerd, asf, que si el paciente alcanza en el primer tea Po de la presentacién lacaniana ~cuando es entrevistado- la dignidad de lo que se llama sujeto, ello se debe a que quien entrevista lo hace a titulo de psicoanalista ~tinico objeto per. mitido para la ocasién-. zY qué ha de esperarse en el lugar del saber ya sabido, del cual el entrevistador se despoja en tanto que analista? La novedad, que en este primer tiempo, no puede provenir més que de la palabra que, en la reinvencién de Lacan, es devuelta al entrevistado. Luego, puede pasarse ya al precipitado de ello, que s6lo puede ser recogido por los asistentes a la presentaci6n. En efecto, si es un analista quien conduce la entrevista, la responsabilidad por labrar acta de lo que acontezea -registro que se retomaré en un segundo momento- no puede quedar en sus manos. El silencio de la escritura de una audiencia que toma notas enmarca la escena asf renovada. Luego, en el segundo tiempo de la presentacién, tanto el paciente como el psicoanalista dejan la escena: para el en- trevistado concluyé la presentacién, para el psicoanalista, su funci6n en ella. Se destaca entonces que, en este segundo momento, el entrevistador deviene un sujeto mas en la discu- si6n clinica que se abre, aun cuando sea é1 quien la coordine o conduzca, incluso si su palabra tiene un peso especial -era el \N 7 RESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACA? Y LAS PRESE -. Es que lo nuevo pro- de la de Jace rte la entrevista, del entrevis- ‘ay de quien ofici6 de entrevistador ior. Es que no hay clinica psicoanal:tca en el momerencia del andlisis o la de estas entrevistas de las =no la experiencia €* “rrictamente el saldo de saber que de presentacione®, Or je no se cargue en los hombros de un su- ellas se preci vano de un analista en funci6n de tal: como jeto. Espero ee ra a él -a un psicoanalista~ no le toca cavilar Freud lo ene ’as analiza. ;Pero que no se prive de hacerlo Ti Pensa ieee. clinico! Pues bien, es como sujeto clinico cuando devrstador se incluye en este segundo tiempo, en que el entrev'tgn con la audiencia ~palabrera ahora— que, en tuna conversae\tjar un saber enmohecido, procura més bien lugar de to con la novedad que arroja la singularidad de cada agui presentacion. CapituLo 2 La ética del psicoanilisis | propésito de este segundo capitulo es introducir algunas Enccrnes esenciales relativas al discurso psicoanalitico que permitirén diferenciar el dispositivo de las presentaciones de enfermos del psicoanilisis respecto de aquel de la psiquiatria. Hemos adelantado que el dispositivo que implementa Lacan modifica radicalmente la presentacién clésica al intro- ducir en las presentaciones un nuevo elemento: el deseo del analista.! Desde esta perspectiva, la posicién del entrevista- dor a titulo de psicoanalista altera la estructura misma del dispositivo, produciendo efectos tanto en la posicién del en- trevistado como en la de la asistencia. Como mencionamos en la introducci6n, esta transformacién no se debe a un simple cambio de técnica, sino que responde a un fundamento ma- yor vinculado estrechamente con la ética del psicoandlisis. 1 Eneste recorrido nos orientamos con la definicién de deseo del analista tal como lo explicita Javier Aramburu: “es una x, una incdgnita, es la enunciacién. Por la via de la afirmaci6n, la cura conduciria a un Ideal, pero el deseo del analista esté mds alld de los ideales de una colectividad, incluso la analftica, mds alld de las identificaciones” (Aramburu, 2000: p. 93). “El deseo del analista es causa de un deseo més amplio que el deseo capturado por el Ideal” (2000: p. 94). LAURA VALCARCE 1. El psicoandlisis y su ética ica su Seminario 7, correspondiente a los arog aerial ate de psconnisis. En la clase del 18 de ng viembre de 1959 introduce el tema de este modo: “Bajo el ter. mmino de ética del psicoandlisis se agrupa lo que nos permitirg, mas que cualquier otro Ambito, poner a prueba las categorfas oe clés de las cuales creo darles, en lo que les ensefo, el ins. Aumont mas adecuado para destacar qué aporta de nuevo la Sora de Freud y la experiencia del psicoandlisis que de ella se we desprende’ «cio establece la diferencia entre la eleccién del “ética”’ y su distanciamiento de la palabra “mo- tii’. “Al hablar de ética del psicoandlisis, me parece, no es- cogf al azar una palabra. Moral, habria podido decir también. Si digo ética, ya verén por qué, no es por el placer de usar un término més raro”? En su posicién de retorno a Freud, Lacan acentiia que para “delimitar la originalidad de la posi. én freudiana en materia de ética, es indispensable destacar un deslizamiento, un cambio de actitud en la cuesti6n moral como tal” .* Miller® subraya el carécter inédito que representa hablar de ética, en la medida en que la experiencia analitica implica una suspensi6n de los valores. Destaca asi que no se trata de una ética tal como sostiene la filosoffa, no es una ética para todos, sino una ética del psicoandlisis: “é6tica del psicoandlisis quiere decir ética relativa al discurso del analista, que debe entenderse igual que en deseo del analista, o sea de ninguna persona”.* Sefiala que Lacan, al elaborar los primeros linea- mientos sobre la ética, formul6: “una ética se anuncia, conver- tida al silencio por la avenida no del espanto, sino del deseo”” Lacan, 1959-60: p. 9. Dbid.: p. 10, bid : p. 20, Miller, 1987a, Ibid.: p. 125, destacado Ibid.: p. 125. Extraido Nowsen en el original. del escrito “Observacién sobre el informe de Da- LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOs g s 533 firmeza: “si . jpraya entonces con : “si hay éti a ray podria ser mds que la del bien devig" Aa et Psicoanai- cir no tiene nada que ver con la elocuencia pene ben dena palabra ert tanto que ella funda un hee AG el decir ; ho [...].O a i 1 decir bello, TO se2 que I bien decir no es el dec » sea cual fuere La ten Sempre renovada, del psicoanalista que desfalleas e800" Se hacer literatura” En Introduccion al método psicoanalitico, Miller re vel bien-decir, para Lacan, es la llave de a ética del aoe ai tie, una ética del dicho y del decir’."" Se trata, justamente, del a carécter fundacional, ca e supuesta realid ijeti que responde a una idea dominante resp; ad objetiva ecto digente. La palabra funda un hecho, y es cone mismo que tl psicoanalista sabe hacer en una presentacion, ane En la primera clase del seminario mencionado, dica que “toda verdad tiene una estructura de ficcon define que lo ficticio no es lo engafioso, sino precisamente Lo simbélico. Si, como afirma Miller, “lo esencial es lo que el paciente dice”,? es porque ello implica una separacién de la dimension del hecho para introducirse en la dimensi6n del dicho. Enton- ces, es a partir de los dichos que se podré localizar el decir de un sujeto. Desde esta perspectiva, “es imperativo para el analista distinguir siempre el enunciado de la enunciacién y, paralelamente, el dicho del decir. Una cosa es el dicho, e! di- cho como hecho, y otra lo que el sujeto hace de lo que dice”. Esta dimensién que separa el dicho del decir se observa con claridad en los dispositivos de las presentaciones de enfer- ce en su acto, Lacan in- nicl Lagache: “Psicoandlisis y estructura de la personalidad” 1960: p. 663). 8 Ibid. p. 125, destacado en el original. 9 bid.: p. 126. 10 Miller, 1997: p. 60. M1 Lacan, 1959-60: p. 22. 12 Miller, 1997: p. 38. 13. Ibid: p. 44 54 LAURA VALCARCE mos psiquidtricas y el dispositivo implementado por Lacan. Este punto seré retomado en las presentaciones de Charcot, a proposito de que la aproximacién entre dicho y hecho le per- mite al maestro considerar la palabra del enfermo como tal, asi como también la de un familiar 0 acompajiante. En las presentaciones de Lacan, esta practica queda abso- lutamente abolida, y solo se cuenta con la presencia del “en- fermo” en las presentaciones, donde se otorga valor a su pa- labra. Nada de acompafiantes ni familiares que participen de la entrevista. Se observa que esta modificacién no responde aun cambio en la técnica, sino que en ella est4n en juego los fundamentos mismos del psicoandlisis. En esta linea, retomamos las palabras de Miller: Decir que el sujeto en la clfnica no es un sujeto de hecho sino un sujeto de derecho, equivale a decir que no se pue- de separar la clfnica analitica de la ética, de la ética del psicoandlisis. Es la ética del psicoanédlisis la que constitu- ye, en la experiencia analitica, al sujeto. [...] La primera incidencia clinica de la ética del psicoandlisis es el propio sujeto.* Como recuerda Bercherie, “se puede entonces hablar de clfnica psicoanalitica con la condicién de no olvidar que, en esta expresién compuesta, el adjetivo es més importante que el sustantivo y que los dos términos son inseparables”.* En el dispositivo de presentaciones implementado por Lacan, la apertura a la dimensién subjetiva del lado del en- trevistado marca otra de las modificaciones fundamentales del dispositivo. La localizacién de un sujeto esté fntimamente vinculada a la posicion del analista, cuya orientaci6n esta co- mandada por la ética del psicoanilisis. Es asf que Miller se- fiala que “el analista no recibe casos clinicos; somos nosotros los que los transformamos, por nuestra elaboracién de saber, en casos clinicos; si el psicoanalista recibe casos, no son més 14 Bbid.: p. 37. 15. Bercherie, 1986: p. 9. LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN 55 que casos éticos”."° Por un lado, se destaca la importancia de la singularidad: no se trata de un caso clinico, si no de la lo- calizacién subjetiva que hace de cada “enfermo” un uno por uno; por otro lado, se afsla con precisi6n la clinica como un se- gundo momento légico, es decir, a partir de la elaboracion de saber. Se subraya asf la distancia existente entre el encuentro de un analista con un paciente y la posterior elaboracién de saber que puede producirse. Resaltamos entonces que el caso clinico es un punto de llegada, se arriba a él por una transfor- maci6n, una construcci6n que hace el analista en su funcién de al menos dos. En la clase del 10 de diciembre de 1974, de su Seminario 22, RSI, Lacan destaca que “es indispensable que el analista sea al menos dos. El analista para tener efectos y el analista que, a esos efectos, los teoriza”.”” No se trata de aquel que se encuentra en posicion de objeto causando la dimensién sub- jetiva del lado del entrevistado, sino de aquel que elabora lo que acontecié en otra instancia. Entonces, retomando a Miller, si un analista no se encuentra con un caso clinico, por ende, se puede decir que en el dispositivo de la presentacion de enfer- mos no se presenta “un caso”. Es justamente la posicién ética en juego lo que permite diferenciar el caso que se presenta en la enseflanza médica. Recordamos las palabras de Charcot en una de sus presenta- ciones de enfermos cuando, dirigiéndose a sus alumnos, ex- presa: “les presento a mi enfermo de hoy, quien represenia el mutismo histérico en toda su pureza”."* Si la introduccién del deseo del analista es el elemento que posibilita la modificacién del dispositivo, en definitiva ello se produce porque “el deseo del analista es sin duda una cate- goria ética”.!” 16 Miller, 1987a: p. 129. Destacado en el original. 17 Lacan, 1974-75: inédito. 18. Charcot, 1887-88: p. 268. 19 Miller, 1987a: p. 127. CapiTuLo 6 Las presentaciones de enfermos de Jacques Lacan y la modificacién del dispositivo: las dos instancias de la presentacién cre hemos indicado en los capitulos anteriores, las pre- sentaciones de enfermos constituyen un dispositivo que ha sido implementado por la medicina con el fin de la ense- fianza. Se trata de una practica que el psicoandlisis hereda del campo médico, y, desde esta perspectiva, “es la apuesta de un encuentro imposible entre la clinica heredada de la medicina y el psicoandlisis”.' Tal como se desarrollaba en la época de los psiquiatras cla- sicos, la presentacién gira en torno de la entrevista entre un médico y un paciente, ante un publico de personas que, inte- resadas en el aprendizaje de lo que allf acontece, se constituye en la audiencia que observa. Jacques Lacan retoma el dispo- sitivo de las presentaciones de enfermos de la psiquiatria, en el cual ha participado tempranamente debido a su formacién médica, reconociendo —como sefialamos anteriormente— a De Clérambault como su maestro en psiquiatria. Si bien Lacan se sirve de las presentaciones de enfermos y las implementa a lo largo de toda su ensefianza y su practica, consideramos que su inclusién como psicoanalista produjo una modificacion en la estructura del dispositivo en cuanto tal, tanto en el desarrollo de la entrevista como en la presentaci6n en su totalidad. En este capitulo nos centraremos en la descripci6n del dis- positivo de las presentaciones de enfermos implementado por Lacan. Tal como hemos realizado en el caso de las presen- 1 Leguil, 1991: p. 50. 12 LAURA VALCARCE taciones médicas, aquf también despejaremos 1a fing entrevistado, del entrevistador y de la asistencia, fea dey las modificaciones producidas en el dispositivg. Consante mos que la introduccién del deseo del analista Provoca ung re idera. cin estructural al servicio de la ética del psicoandlisis: Por — ta produccién de un sujetoen el lugar del entrevistado, y pot a division de la presentacién en las dos instancias que Io COnforme la La ética que orientaba las intervenciones de Lacey 7 mitié convertir la presentacién en una entrevista, excluter do el sesgo de mostracién que caracterizaba a la ensefianza médica. Recordando las presentaciones de Lacan, Francois Leguil destaca que se trataba del encuentro entre un sano y alguien que no estaba en andlisis, lo cual no impedfa Bro ducci6n de efectos propiamente analiticos que se siguen ey encuentro de un sujeto con un psicoanalista, El dispositivo implementado por Lacan ~al igual sentaciones médicas- se constituye a partir de Rentes: el entrevistador, el entrevistado y la asistencia, pers « diferencia de ellas, se divide en dos momentos precisos que impri- men funciones especificas para cada uno de los componentes men. cionados. que las pre- tres compo- Es preciso sefialar que denominamos fermos” al dispositivo en su totalidad Por las dos instancias— cién del paciente, dado tuye la entrevista, la presentacién. Ast, la divisién de la presentacién en dos instancias afecta la funcién que el entrevistador, el entrevistado y la asistencia desempefian en cada una de ellas. En este sentido, la funcién ¥ la posicién del entrevistador no serdn las mismas en el pri- mero y el segundo momento. La asistencia tendré también funciones especificas en ambas instancias y el paciente, pre- Soe ef un solo momento del dispositivo, ocupard una posi- ion inédita respecto de las presentaciones de In psiquiatria. “presentacin de en- ~vale decir, compuesto ¥ no solo al momento de la presenta- que el didlogo con el enfermo consti- que comporta solo la primera instancia de 2 tt i . 113 N _ACIONES DE ENFERMOS EN LACA! INT LAS PRESE! 7 i istador es' 1a primera instancia, e entrevista oxen alt gntonces, nM frista,? el entrevistado se sittia en Hn Igar atitulo de Pore que la asistencia permanecerdsilencions aan ia, el paciente se b ea segunda instanca, ¢| PPeahora en una posiciGn de suje- erglogo ent venstituida por analizantes de Lacan, y con : ps ae, stencia, ja hacia el Pe ae al ra senta la divisién del a ney Se aaenes del entrevistador, entrevista- Jas dos instancias y las i te en cada una de ellas. jstencia, respectivament doy asistenci 1" instancia 2" instancia Analista Sujeto Envevistador svistado shasta etnaaeaaeaaae — a Terceridad Sujeto (analizantes de = Extimidad Lacan) GRAFICO 4: DISPOSITIVO DE PRESENTACION DE ENFERMOS EN LACAN. 1. La primera instancia de la presentaci6n: la entrevista Esta primera instancia que constituye la presentacin se desarrolla en el marco de una entrevista entre el entrevistador y el paciente, ante la asistencia. La posicin del entrevistador resulta un elemento central, ya que es a partir de ella que se producirén todas las modificaciones que imprimen en el dis- Positivo un sello particular. El lugar estratégico del entrevista- dor crea las condiciones para habilitar la funci6n de los otros dos componentes del dispositivo: el lugar del entrevistado y de la asistencia. Como indicamos anteriormente, la especifici- dad de su funcign esté vinculada a la introduccién del deseo del analista, pieza clave que permite la modificacién de! Positivo heredado de la ensefianza médica. m4 > Lana vateance ° 11E vist ‘A PRIMERA INST; ENTREVISTADOR EN LA PRIMERA INSTANCIA py ELA PR ESE) NTACIG, 7 Ast, esta primera instancia se desay logo que se establece entre el paciente y cr algunas de sus intervencion ates es deja en evidencis Mien con esté del lado del sujeto No se trata dee wen? sabe ide dado del sujoto No se trata de la figura dae Saber s ; Suijeto 4 Este punt. unto es desarrolladi ta _ lo en el capitulo 7: “Las presentaciones de La- i Rov Por ejemplo, se recorta que en ia presentacin an afirma: “Us us sted quien oes ce guien Puede decir de que seta Primeau, diré: “Hableme de usted, 7 Chamorro, 1985: p. 46, 2001: p, 280, (05 EN LACAN ae CONES DE ENFERM as FRESENTIX posicin en el escrito “De una orjodo tratamiento posible de la psicosis votia a una de sus presentaciones Su- “Ja sumision completa a las posiciones rmo”.® a ee enterminario 3, desde su lugar no como lo acer ms bien es la posici6n de una ignoran- oe ‘un no saber, lo que orienta al entrevistador. Miller’ nos recuerda que mientras la asistencia establece cierta Milsivencia con el enfermo, el entrevistador pregunta una y conga, evitando los lugares compartidos del sentido contin ot ina supuesta significaci6n universal. El analista no com- Yrende, y no olvida que el saber esta del lado del entrevista- ae Esta posicién se manifiesta explicitamente, por ejemplo, nla presentacién del Sr. Primeau, cuando al comenzar la en- trevista Lacan lo invita a hablar haciendo referencia a que él mismo sabe lo que le acontece. Asf, dado el puntapié inicial, cada entrevista transcurre marcada por la singularidad de quien testimonia de su modo de hacer con lo real. La posicion del analista es la de acompafiar al sujeto en el despliegue de su testimonio, y sus preguntas se dirigen a la extraccién cela maxima singularidad de lo que allf se presenta. Otra de las variables presentes, el tiempo en juego en la entrevista, est regido por la temporalidad del sujeto. Se trata de la biisqueda y ia extraccién de un detalle que permita cir- cunscribir la singularidad de quien es invitado a hablar.” Ast, el didlogo avanza sobre un aspecto, se detiene, vuelve a avan- zar trazando un recorrido que es producto de ese encuentro Sinico entre el paciente que consintié a la presentacién y el analista all{ presente. g1eja claramente est? Jiminar aciendo refey Lacan, 1958: p. 516. "19876. (0 Entendemos por “extraccgn de un detalle” que permita reunecri singularidad de ese paciente la localizacién de un fenémenc oc 3) recurso que posibilite dar cuenta de su modo singulat O° SNe ta ‘con el goce. En este sentido, es preciso subrayar ave mostracin de un sintoma universal eer eee iva en cada recorrido tint Leena. tay rae ero Sorpresa y e] aq las Bsc ge lo nuevo: nunca se sabe de antersar Gué es ge ‘curr, La posibilidad de alojar la produccién de lo nuevaee una delascarateristica propias del dispositive paneer puede presentarse bajo diversas versiones, nivel de la estructura misma del dispositivo, 1p nuey, esté dado por la introdueci6n del deseo del analisa: yn SX° mento inédito que modifica radicalmente la Presentacién, por ‘un lado creando un lazo nuevo entre el entrevi tador y el en. trevistado, y por otro lado, como ya hemos mencionade vie -diendo la presentacién en sus dos instancias. Por otra Parte, lo zuevo se introduce de la mano de lo contingentey de iggy arantias” sobre la presentacién." Asi, atin cuando ae tra- ismo paciente la presentaci6n no se constituye nunca “en una repeticién, ni para el enfermo ni para el entrevistadse Cada encuentro, irrepetible, esta marcado por las coordenainn ingular y la posicién del entrevistador queda afectads . Eric Laurent destaca el caracter de apuesta que tiene cada vez, una presentacién, cuando dice que “nunca ‘Se sabe cOmo va a quedar colocado uno en ese encuentro con lguien. Uno se dice siempre: ‘jUf! Pasé bien’” 2 ___ La dimensién de lo inesperado se encuentra claramente _Plasmada en las palabras de un paciente que consintié ala _Bresentacion, quien dirigiéndose al entrevistador exclama: Seflor, sefior, una entrevista de este tipo solo puede llegar ‘un resultado si se tiene entera confianza en el interlocutor esta enfrente, No es su caso y no es mi caso. No es lo que aquf y ahora. No confio en usted”. Lafalta de garanttas sobre la presentacion se hace evidente, clando que el entrevistador debe poder maniobrar en cada CO Se cre, La contingencia y “f das en el grafo de deseo al disposi ‘a de garantfas” de una presentacién serén loca- deseo en el capitulo 9: “Aplicacién del grafo del ‘© de la presentaci6n de enfermos en psiquiatrfa y en LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN 17 star ala altura de las circunstancias. Asf, “el analis- caso pare tar atento durante la entrevista al consentimiento ta deberd est spetar si es el caso, su decision de no efectuarlao del sujet ¥ sla” " Bl analista se pone en juego ofreciémcicce de interrumP to tinico y con la apuesta por que allfla palabra en ese ne un valor inédito. Este valor que toma la del suiete ana consecuencia de la posicién del entrevistedos palabra es una « profundo interés por saber. Entonces, la in. marcada Po! de la sorpresa presenta una doble vertiente, tanto Seen cvisiida cous para lenraruase via ce e | mami por la mafiana a Henri Rousselle (...] sin temer saan allf se desarrollara”, nos recuerda Miller: roger esta misma direccién, Lazarus-Matet y Leguil recuer- dan: las arreglaba para hacer de su presentacién la paras eee de un trabajo y de una investigacién inesperada en el asilo. Después de haberle hablado del caso, después de haber respondido a dos o tres preguntas gue él planteaba en retorno, lo acompafiébamos junto al paciente, que siempre saludaba con mucha diligencia. En el momento de entrar en la sala donde esperaba el puibli- co, un pellizco recordaba que no se sabfa cémo eso iba a “tomar forma’ ni cuales exploraciones imprevistas iban a hacernos perder.* El didlogo que se establece durante la entrevista no se trata de una recoleccién de datos para ilustrar y satisfacer las expectativas de aprendizaje que pudieran presentar los miembros que conforman la asistencia. La posicién médica tradicional tendiente a encuadrar las cosas queda invertida, ya que el paciente al hablar ensefia algo.” La extraccién de detalles no pretende resultar demostrativa ni ilustrativa para 14 Belaga et al, 2003, 15 Miller, 1987b: p. 155. 16 Lazarus-Matet y Leguil: 2010. 17 Clastres et al., 1985: p. 49. 8 ino que se preserva el méxi, a Pile oe Francois Leguil™ sefiala aici "9petg Fagen pce cast mee se ocupa del ptiblico, centrdndose solamente en | Paciente® Otra de las caractersticas localizadas es la extimigent® analista respecto del lugar del paciente y de la audiencia, ae bemos que el entrevistador no es el analista del syjcn® St se presentar4. Léger destaca que esta condicién de exif es importante en tanto quien realiza la Presentacién cong’ “destinatario de una pregunta sobre el paciente” y, 4 g"4 desde su lugar deberé permitirle al paciente ez, “formular respuesta”. Este lugar queda reflejado en las palabras de Lazary, Matet y Leguil cuando recuerdan: s- El [Lacan] no cesaba de interrogarse sobre el alcane, venida, cuestionando sin aflojar a los médicos trata, bre los enfermos que le eran presentados; que tenfa con nosotros antes, reclamaba que se le aclararan Jas razones de la elecci6n de tal o cual [enfermo], que no ae tuviera ningtin misterio respecto de lo que esperabamies de su encuentro con él, que se le contara lo que habfamos hecho, lo que querfamos hacer.” edesu INtes so- en la entrevista Se destaca, entonces, que el lugar del analiista en la entre. vista ctea las condiciones para la produccién de un sujeto, subvirtiendo asf la clasica posicién de objeto que caracter!, zaba el lugar del entrevistado en las presentaciones de enfer. mos. : Pasamos ahora a ocuparnos de la posicién del entrevista: 0. mba ie Ver capitulo 7: “Las presentaciones de Lacan en Henti Gu Presentacion del viernes 26 de enero de 1976, Lacan le comenta a la Sra. § jue hab] 2 Lazarus Matty Lop Sora on Se Psulata LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN ns BL ENTREVISTADO EN LA PRIMERA INSTANCTA DE LA PRESETACiON 12 La introduccién de la dimension subjetiva del lado det Vistado crea una diferencia cualitativa respecto de set entrwiitaciones de enfermos de la psiquiatrfa. Se produce asf Presaje de una posicin de objeto del enfermo a la catego- el ae sujeto, lo que le permite la apertura hacia un espacio ria df alojar su testimonio. Si se habia indicado que el saber doncde su lado, se tratara entonces de crear las coipa su despliegue:" el saber estd del lado del sujetoy es ce al Revquien se aprende; mejor dicho, él nos ensefia alg. En sees sentido, y en pos de enfatizar esta perspectiva, en el articulo Bnsefianzas de la presentacién de enfermos”, Miller subvier. te los términos del titulo indicando que esta practica habria que llamarla “Ia ensefianza de los enfermos ena presentacion de Lacan”. Por otra parte, hay que subrayar que la presentacién puede comportar un beneficio para el paciente. Este beneficio esta li- gado ala transferencia del profesional que propone presentar al paciente con quien dirige la presentacién. Es una ocasién privilegiada para renovar un interés en el testimonio del pa- ciente, en la direccién de la cura, en la evaluacién diagnéstica, etc.; en suma, se trata de la puesta en juego del deseo de quien conduce el tratamiento del sujeto en cuestién. Otro de los aspectos que promueve un beneficio para el paciente es el efecto de verdad que se produce en la presenta- ci6n, ya que encuentra una nueva ocasi6n para ser escuchado, lo cual suele producir consecuencias en la continuacién de su tratamiento. Es asf como la participacion del enfermo en el dispositivo redunda en su propio beneficio, constituyéndose en un espacio privilegiado para localizar sus respuestas ¢ in- venciones subjetivas. ‘ondiciones 21 Ver capitulo 7: “Las presentaciones de Lacan en Henri Rousselle” 22 Miller, 1987b: p. 164. 120 LAURA VALCARCE, 1.3 La ASISTENCIA EN LA PRIMERA INSTANCIA DE LA PRESENTACION En la “Exposicién en lo de Daumezon”, Lacan destaca la importancia de la asistencia en sus presentaciones y mencio- na que en su mayoria est4 compuesta por analizantes. Sus in- tegrantes estén presentes en los dos tiempos que componen el dispositivo; sin embargo las funciones difieren en uno y en otro. En el primer tiempo, la asistencia permanece en si- lencio, no interviene ni participa activamente; esté allf, pero se encuentra en una posicién “éxtima”, podria deci entrevista misma. Jacques-Alain Miller subraya que si existe ninguna barrera fisica en la sala que separe a la asis- tencia del entrevistado y el entrevistador, “es como si una cépsula transparente aislara a Lacan y su enfermo [ vuelto, sostenido por una tensi6n invariable, perceptible en la inmovilidad casi completa de quien pregunta”, lo que marca una suerte de intimidad en el didlogo que se establece entre ambos. Francois Leguil y Catherine Lazarus-Matet, quienes asistieron a las presentaciones de Lacan, relatan: Inmediatamente sentado, Lacan estaba solo con él (el pa- ciente), nosotros no contabamos més. Con el ptiblico, adi- vinabamos que no estébamos més que en la margen de lo que iba a pasar, que no aprehenderiamos mas que miga- jas, cada uno las suyas, que la transmisién no se efectuaba igual para uno y para el otro. Lacan no dictaba allf un cur- s0, no exponfa nada més que a sf mismo al pie del muro, no tomaba a nadie como testigo, ni pedia auxilio.* La apuesta a un sujeto deja por fuera la mostracién, alte- rando de este modo la participacion de la asistencia. No se trata de la funcién de un piiblico espectador, de la mirada que se sostiene en la coyuntura de un espectaculo, sino que la asistencia, en funcién de tercero, es una parte constitutiva del dispositivo, que desempefia en él una funcion particular. 2B bid: p. 156. 24 Lazarus-Matet y Leguil: 2010. LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN, 121 La posicién que le conviene en esta primera instancia es la de vextimidad”, en la medida en que es parte constituyente del dispositivo, esta allf presente, pero en silencio, por fuera de la capsula transparente que afsla a Lacan y al paciente. En este primer momento, la asistencia toma nota y sigue atenta el desarrollo de la entrevista. Es relevante en esta pri- mera instancia la escritura de la asistencia: el encuentro con la experiencia dejar4 marcas en cada uno de sus integrantes, las cuales seran lefdas junto con las notas tomadas en la segunda instancia de la presentacién y al servicio de una elaboraci6n colectiva.* ‘Como destaca Miller, “Ia asistencia est ahf silenciosa, pero se adivina que si hablase, hablarfa como un coro antiguo” »* Ella representa la doxa, la opinién media, estableciendo una especie de connivencia con el enfermo. Laasistencia en cuanto tercera est allf para escuchar ~como decfa Lacan- aun lo que el propio presentador podria no es- cuchar al estar implicado en la entrevista misma. “Como en el chiste —dice Meraz-Arriola-, no hay en un didlogo palabra aca- bada sin un tercero que desvie hacia el lugar del Otro el circulo significante del decir. Tal era, para Lacan, la funcién que tenia en la presentacion la silenciosa presencia del ptiblico”.” 2. La segunda instancia: reflexion, intercambio y elaboraci6n de saber Esta segunda instancia comienza cuando el paciente se re- tira, marcando un punto conclusivo respecto de la primera instancia. El momento se inaugura con el diélogo y el inter- cambio que se produce entre el entrevistador y los miembros 25. Schejtman, 2013a: p. 39. 26 Miller, 1987b: p. 156. 27 Meraz-Arriola, 2009. La analogia entre el chiste y el dispositivo de la presentacién de enfermos seré desarrollado en el capitulo 12: “El lugar de la asistencia en las presentaciones de enfermos de Lacan: su relacién con el witz freudiano y el dispositivo del pase”. LAURA VALCARCE 122 __ 4 Blentrevistador tendré aqui una dela asisten ae jinstancia. Ya no oeupard a pa tna a Ta de ahora su posicin ser la de cujeto, Agim” os integrantes de la asistencia rompern el silencio on mie isar con detalle us observaciones. En este momento <° Pregee Ia méxima articulaci6n entre la clinica y la ética gee Produc aepostve: allen palabras de Léger, “clingy ética se articulan” 2:1 BL ENTREVISTADOR EN LA SEGUNDA INSTANCIA DE LA PRESENTACION La partida del entrevistado y la consecuente concly. sion de la primera instancia provocan en la posicién del en. ae niaiador la mutacién de un lugar de analista en un lugar tevjeto, Desde este nuevo lugar comienza el intercambio, E] ec revistador ahora se deja sorprender por la asistencia; sus Scmentarios, los detalles extrafdos y los aportes novedosos de sus observaciones. El entrevistador, ahora como sujeto, trabaja en fun- j6n de formalizar la experiencia que ha tenido lugar durante Ja entrevista misma, y este trabajo no lo hace sino con la cola- boraci6n de los integrantes de la asistencia. Desde esta pers- pectiva, por las vias de la conceptualizacién de la experiencia __ yde la construccién del caso, el entrevistador deviene clinico. "_ Yno solo clinico, sino eventualmente ensefiante.” En ocasion de la clausura del Congreso de la Escuela Freu- diana de Paris de 1970, dedicado a la ensefianza, Lacan des- taca: “es donde esta el $ barrado donde se encuentra el ense- _ fiante, se encuentra cuando hay ensefiante, lo que no implica que lo haya siempre en el $ barrado”.” La aplicacién de los cuatro discursos conceptualizados por Lacan al lugar del sujeto-ensefiante definird diversas posibili- 28 Léger, 1999: p. 34. ‘Schejtman, 2013a. Lacan, 1970¢: p. 320. LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN, 123 i6n,7! obteniénd. i “i des para su func ose, diré Fabian dagttos bien distintos en el nivel de la ensefanza se # ahora pir pujeto-ensefante] se ponga aa altura de lo que ements lel sngenante en el discurso analitico se ubica en el lugar del trabajo. : paeordemos que Miller destaca que, en las presentaci nes de enfermos, Lacan no profesa ninguna ensefianza y = Io que se aprende “se capta al vuelo”.™ No obstante, en aS Franto es preciso distinguir las diferencias existentes entre un Profesor ¥ un ensefiante. En el Seminario 10, Lacan define al profesor como aquel que ensefia sobre las ensefianzas 0 como aquel que ae en las ensefianzas.* Preocupado por el empalme que reali: sh su supuesto collage, se esfuerza por no dejar fisturas, ni im. passes, ni agujeros en la teoria que transmite, es decir, recorta fin saber cerrado y lo transmite como completo y consistente. Lacan dice que allf donde la cuestién del deseo del ensefante no se plantea, hay profesor.* Desde esta perspectiva, el ense- fiante ensefia no a partir de su saber, sino de su no saber, lo cual conduce a Miller a afirmar un ideal de ensefiar en calidad de ignorantes.” Un saber no-todo y la presencia viva del ensefante se ubi- can alo largo de toda la ensefianza de Lacan, quien “insistiaen la presencia viva del ensefiante en la transmisi6n oriental”, ijeto localizado en el lugar de la verdad en el discurso del amo, el igat del agente en el discurso histérico, el sujeto como pro- sujeto en el lugar del trabajo en el 32. Schejtman, 2013a: p. 40. 33. Ibid p. : Mi 36 Ibid. ed erspectiva seré retomada en la tercera parte de este libro: “Aplica- ion de dos instrumentos conceptuales al presentacion le enfermos en psiquiatrfa y en psicoan: 1 grafo del deseo y los cuatro discursos”. 38 Laurent, 2001: p. 269. 124 LAURA VALCARCE y, segtin comenta Eric Laurent, inaugura su primer semina. rio, ~que se constituird en un espacio de ensefianza alo largo de tres décadas~ con una referencia al maestro budista en Ig técnica zen.” En esta instancia puede ensefiar desde una Posi- cién particular que no encarna un saber todo. Si bien en la presentacién Lacan no profesa ninguna ensefianza,“” ponemos de relieve la figura del clinico, que sf in. tenta formalizar la experiencia."' Por lo tanto, es preciso sefalar que el ensefiante, como psicoanalizante (sujeto en el lugar del __ trabajo) también es clinico. El lugar de ensefiante, entonces, im- plica el pasaje por el lugar del clinico, aunque no a la inversa 2.2 La ASISTENCIA EN LA SEGUNDA INSTANCIA DE LA PRESENTACION, Una vez finalizada la entrevista, la apertura del segundo tiempo habilita la intervencién activa de la asistencia en el didlogo que propicia con el entrevistador, quien, como hemos sefialado, abandona la posicién de analista para ocupar un lugar como sujeto. La asistencia funciona como una instancia tercera que presenta aportes novedosos constituyendo un es- pacio privilegiado del dispositivo en la medida en que, segtin Lacan, realiza “observaciones extremadamente ricas desde el punto de vista semiolégico”.® La posibilidad de resaltar al- gunos aspectos no destacados durante la presentacién, tanto como la introduccién de perspectivas nuevas, constituye la riqueza de la funcién de la asistencia. Y allf reside, para Lacan, el nudo de la presentaci6n. El aporte a la semiologya psiquié- trica puede realizarse desde un lugar de terceridad: son los in- tegrantes de la asistencia quienes hacen un recorte, producen una escansi6n, registran lo acontecido al mismo tiempo que permiten cierta inscripcién de lo que ha sucedido. “Apertura del Seminario”, el 18 de noviembre de 1953, Lacan afir- ma: “El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa, un sarcasmo, una patada” (Lacan, 1953-54, p. 11). 40 Miller, 1987. 41 Schejtman, 2013a, 42 Lacan, 1970b: inédito. LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN 125 Frangois Leguil subraya que “el ptiblico que asiste a las presentaciones de enfermos es seleccionado en su deseo |...]. [vJan allf porque se interrogan por una ética de la verdad”.® Lo que estd en juego no es el aprendizaje de nociones 0 la cla- sificacion de las enfermedades mentales; esta perspectiva se ubica del lado de una técnica que podria ensefiarse. Miller se- fala que la asistencia espera la palabra autorizada del maes- tro y “en su espera resulta siempre decepcionada: es que, en esta presentacion, el que pregunta, el experto, responde més a menudo de lo esperado con una patada; quiero decir, le gusta elefecto zen”. El “efecto zen” y la decepcién que experimen- ta la asistencia se enmarcan en un saber que no puede decirse todo. La dimensién de la tyché interviene en cada encuentro permitiendo que lo que se transmite allf no se constituya en una mera repeticién de saberes establecidos, sino que esté en consonancia con un deseo. Como hemos dicho anterior- mente, la inclusién del elemento “sorpresa” en el dispositivo atraviesa sus tres componentes, afectando asf la posicién de la audiencia. Al respecto, Miller recuerda como miembro de la asistencia: “nunca acudo por la mafiana a Henri Rousselle para seguir la presentacién de enfermos de Lacan sin temer lo que alli se desarrollara” © Guy Clastres dice que hay una ensefanza en la presenta- cién, no solo para la asistencia, sino también para el entrevis- tador, y que se produce retroactivamente, es decir, una vez finalizada la entrevista, cuando la gente que asistié comienza a hablar de lo que ha sucedido.* Se trata de la elaboracién de un saber, y el aporte del psicoandlisis a la semiologia psi- quidtrica que Lacan pone de relieve requiere de la colabora- ci6n, de la presencia de un personaje tercero que esté alli” La experiencia comtin del andlisis, ligada a cierta transferencia respecto de quien dirige la entrevista, es una ocasién apro- 43 Leguil, 1991: p. 51. 44 Miller, 1987b: p. 156. 45 Ibid.: p. 155 46 Clastres et al: 1985. 47 Lacan, 1970b: inédito. LAURA VALCARCE inscribir Io que allf acontece. Esta | Tacan, nos remite ala transferencia de qat’® eta en juego enel dispositive. ajo ae en la primera instancia es el paciente quien ensep, ce ‘undo momento el trabajo auedara del lado de as ha dirigido la entrevista y, fundament mente, enmanosdetn asistencia. En cuanto ala ensefianza, volvemos a citar a Mille: asistenno profesa ninguna en ese lugar. Lo que se aprend, © ciota al vuelo, de la boca de uno o de otro”, y hay en i capes de transferencia, ya que 10 que se dice en la presents cin tendré consecuencias en el hospital en el que se realise cn ios asistentes, en el tratamiento mismo. Ast, como destacy Millaw: "Cada encuentro es una provocacién a elaborar, con Ips instrumentos conceptuales que disponemos, la diversidag de las manifestaciones clinicas. [...] Es también una oportunj. Gad para cada uno de verificar que la ensefianza de Lacan no se presta a un saber de manual y que no se accede a ella sin un trabajo sostenido”.° En esta linea, Leguil y Lazarus-Matet recuerdan que Lacan “no aprobaba jams que utilizéramos un saber general para legitimizar una decision de cura que no tuviera en cuenta la particularidad del caso”."' Y contindan: “No permitia que su presentacién se prestara a la constitucién de un cuadro ni que una mirada se imponga, encuentre su refugio y pre- tenda poner al sujeto en reposo. Ninguna puesta en serie del caso era crefble a partir de ese ejercicio riguroso pero conti- - nuamente aventurado. Una entrevista se acababa, la historia comenzaba’’.= Perspegy 48 El lugar de terceridad de la asistencia y la posibilidad de inscripci6n que le otorga su lugar son desarrollados en el capitulo 12: “El lugar de la asistencia en las presentaciones de enfermos de Lacan: su relacion con el witz freudiano y el dispositivo del pase”. 49 Miller 19876: p. 155. [ 50. Millas, D, 1995: p. 10. 51 Lazarus-Matet y Le 7 y Leguil, 2010. LAS PRESENTACIONES DE ENFERMOS EN LACAN: WZ Localizamos asf una relaci6n estrecha entre la asistencia y ta funcion del pasador en el dispositivo del pase. En la se 7 : stancia de la presentaci6n se trata de la i Bon le de lo acontecido en la primera, No pienes iz — colectiyeacion que se produce est4 dada a partir de las mareas ngulares de cada uno de los integrantes. Asimismo, en el sins tivo del pase, “10s pasadores toman notas al recibir el testimonio [del pasante] y portan, ademés, las marcas de su tesfuentro con el pasante... que esperan a ser lefdas adecua- cnemente, a su Vez, por el jurado del pase”. Tyeade esta perspectiva, sefialamos una resonancia con el pase. En cada oportunidad se asiste a lo singular que past de past presentaciOn. En 1972, Lacan se refiere a su précti¢a en el \gpositive de las presentaciones de enfermos bajo los té:mi- oP ie “pasar la presentaciGn”.™ Se trata justamente de acue- lo que pasa y se inscribe. Eada presentacién, entonces, se inscribe como un encuen- tro unico. Es cada vez una apuesta en la que se pone en juego un deseo y en la que se exige demostrar que se trata de una practica que da cuenta de la ética del psicoandlisis, 53 Schejtman, 2013a: p. 44. 54 Lacan, 1972: p.a73, OOSRAVALCARCE = instancia Entrevistador Analista Entrevistado | Sujeto a Asistencia Terceridad Suj ujeto (anal Extimidad Be (alien de Lacy GR

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