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C A P Í T U L O U N O

Una Lección de Anatomía


¡Qué prodigiosa obra es un hombre!
—William Shakespeare, Hamlet, Acto II, Escena 2

Imagíne un luminoso día de verano, un perfecto domingo en


que no tiene nada mejor que hacer que dormir, reflexionar o
pasar unas deliciosas horas con esa persona especial a quien
ama. Mientras prepara la cesta para el almuerzo al aire libre,
­acomoda entre los sandwiches y las frutas el nuevo libro que
acaba de comprar y que tanto le apetece leer. Bien acom­
pañado, toma la carretera hasta su rincón preferido. Allí
extiende el mantel sobre el césped, sirve el almuerzo y lo dis­
fruta plenamente mientras habla de amor. Rindiéndose a la
invitadora serenidad del momento, se recuesta contra el
tronco del manzano cuyas ramas se adueñan cada vez más
del espacio del aire. Cierra los ojos, siente la brisa acaricián­
dole el rostro. Se queda profundamente dormido . . . para des­
pertar asustado por su propia voz. “¡Ay!”, exclama con un
grito de dolor mientras con la mano se frota la frente. Mira
hacia abajo y ve la manzana, ya demasiado madura, que ha
caído del árbol, justo sobre su cabeza.
Si usted fuera Isaac Newton, tal vez esta situación le
hubiese ganado la inmortalidad: usted habría descubierto la
ley de la gravedad. No obstante, esta experiencia también
encierra una importante lección para cualquier simple mortal.
Tal vez no se dé cuenta, pero usted acaba de usar el
­cerebro.
A menudo ni siquiera estamos conscientes de que existe
este  órgano, ni mucho menos de la atención que presta a
absolutamente todo lo que sucede dentro y fuera de nuestro

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

cuerpo cada segundo de cada día—y de cada noche.


Deténgase un momento a considerarlo: en el escenario que
acabamos de presentarle, usted se propuso pasar un día muy
agradable. Organizó y planeó el almuerzo en el campo. Habló
de amor y de la vida y sintió esa alegría, íntima y honda, que
es la verdadera felicidad. Almorzó, bebió, se rindió al sueño.
Y al verse interrumpida su siesta, pudo percibir y entender lo
que había sucedido mientras dormía: la forma en que la man­
zana cayó del árbol golpeándolo y despertándolo. Aprendió
que no siempre es recomendable dormir bajo un manzano.
Almacenó esta información en su memoria y la convirtió en
parte de ella En todos estos casos su cerebro participó en el
proceso entrelazándose entre todos los acontecimientos y
fue parte integral de su día.
El hecho es que, en todos los sentidos, el cerebro es un
asombroso prodigio. Aunque pesa menos de tres libras, ini­
cia, controla, almacena y dilucida cada detalle, cada faceta,
de nuestra vida—permitiéndonos dar automáticamente los
pasos necesarios tanto para lavarnos las manos o cepillarnos
los dientes como para sentir la belleza y la pasión de una
­sinfonía.
En condiciones normales, ni siquiera pensamos en nuestro
cerebro. Sencillamente vivimos la vida, hasta que nos vemos
en medio de la tragedia: ocurre una lesión cerebral y todas
esas funciones que nunca nos habíamos detenido a consid­
erar se alteran completamente. Dependiendo de la local­
ización y de la severidad de la lesión, sentimos sus efectos en
lo cognoscitivo, en el comportamiento, en lo físico, o, más
típicamente, en los tres aspectos.
A menos que usted comprenda cómo funciona normal­
mente el cerebro, cómo se comunican entre sí y con el resto

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Una LeccióN de Anatomía

del cuerpo sus distintas partes, no podrá entender lo que


sucede cuando ocurre una lesión de esta índole. Antes de
descubrir lo que no anda bien, es necesario que usted sepa lo
que es normal . . .

LA ANATOMÍA DEL CEREBRO


Su aspecto es el de una esponja húmeda, de esas que usamos
todos los días, pero no se deje llevar por las apariencias. En
este  caso son muy engañosas, pues el cerebro consiste en
una compleja red de miles de millones de células nerviosas
llamadas neuronas. Sus funciones están divididas en forma
muy específica entre las distintas partes, cada una de las
cuales ocupa un lugar específico y realiza una función partic­
ular. El cerebro es capaz de almacenar una increíble cantidad
de información y, cuando su funcionamiento es normal, no
hay nada en el mundo hecho por el hombre que pueda com­
parársele, ni siquiera la más sofisticada de las computadoras.
El pobre espantapájaros de El Mago de Oz, el famoso
clásico  de Hollywood, se lamentaba sin consuelo: “Si yo
­tuviera cerebro”. Pues bien, si lo tuviera (y, como todos sabe­
mos, sólo pensaba que no lo tenía), estaría estructurado de la
forma siguiente:

1. El Sistema Nervioso Periférico


¿Recuerda los muñecos de la serie Hombre Visible y Mujer
Visible, aquellos que eran de plástico transparente con todas
las venas y arterias a la vista, como las fotos que actualmente
podemos sacar de la Internet? Pues bien, los nervios per­
iféricos  están diseminados por todo el cuerpo de la misma
manera que las venas y arterias, formando una intrincada red
que recorre en todas direcciones. Desde los terminales

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

­ erviosos que tenemos en las yemas de los dedos hasta los


n
nervios de los músculos; desde los nervios que atraviesan
todos nuestros órganos hasta los que salen de la médula
­espinal, todos realizan una función y llevan mensajes al cere­
bro. La estufa caliente que usted toca, la bebida helada que
prueba, el pequeño clavito que acaba de pisar—todas estas
sensaciones y estímulos viajan al cerebro para producir una
respuesta. El cerebro, a su vez, envía un mensaje a los
nervios, y usted retira inmediatamente el pie herido. Si el
cerebro no pudiera interpretar estas sensaciones, el dolor o
la sed que usted siente no tendría ningún significado, pues
usted no sentiría nada ni pensaría jamás en estas sensa­
ciones. Los nervios periféricos funcionan como un servicio
de mensajería, viajando a través de esa espectacular ciudad
que es nuestro cuerpo para recibir y entregar una acción, un
pensamiento o una sensación específica.

2. El Sistema Nervioso Central


Para ser más exactos, digamos que el sistema nervioso cen­
tral está formado por la médula espinal y el cerebro. Este es
el control maestro, el centro de comando de todos los ner­
vios. La médula espinal es la primera parada en el camino, y
sirve a manera de intermediario o disyuntor que conecta el
sistema nervioso periférico con el cerebro. Los mensajes via­
jan arriba y abajo por la médula espinal, llevando al cerebro
los estímulos que este debe interpretar, y llevando entonces
la respuesta del cerebro al resto del cuerpo—es decir, las res­
puestas que nos permiten hablar, movernos, escuchar, hacer
distintos gestos, expresar nuestras emociones, o realizar
cualquiera de estas acciones en combinación con otras.

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Una LeccióN de Anatomía

3. El Tallo Encefálico
Si subimos por la médula espinal, la próxima parada, el piso
de la alta gerencia, digamos, es el tallo encefálico, el cual con­
sta de tres áreas:
La médula, que es su parte más básica. Aquí se encuentran
los controles que nos mantienen vivos al regular nuestra pre­
sión arterial, el pulso y la respiración—las funciones de
inhalar y exhalar el aire.
El pons, un puente que úne la médula con las áreas más
altas y evolucionadas del cerebro. Aquí también se encuentra
la formación reticular, un conglomerado de fibras nerviosas
que ayudan a controlar la tonicidad muscular, los reflejos, la
capacidad de mantenernos despiertos y los mecanismos que
nos mantienen alertas y listos para reaccionar a cualquier
cambio.
El cerebro medio, que nos permite a los humanos y tam­
bién a los animales de especies menos evolucionadas
­controlar el movimiento de los ojos y otras acciones corre­
spondientes a la “formación reticular”, desde mantenernos
más alertas hasta mantener los reflejos bien agudizados. Es
también un puente entre el tallo encefálico y el cerebelo (al
que veremos próximamente).
El tallo encefálico completo está adherido a la médula
espinal por medio de fibras nerviosas gruesas.

4. El Cerebelo
Subiendo por detrás del tallo encefálico encontraremos el
­cerebelo, el área del cerebro que regula todos nuestros
­movimientos, así como el equilibrio, y ajusta cada paso y
cada situación. Es también un excelente “policía de tránsito”
que suaviza y coordina nuestros músculos para que podamos

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

movernos y articular el lenguaje. Los ganglios basales, ubica­


dos algo más arriba en el cerebrum (vea la página 20) son sus
asistentes y ayudan al cerebelo a modular y modificar todos
nuestros movimientos.

5. El Diencéfalo
Justo encima del tallo encefálico y justo debajo del majestu­
oso cerebrum, que controla todas las altas funciones, se
encuentra el diencéfalo. Este es el verdadero pasaje al pen­
samiento complejo y a las emociones profundas, y no sólo
debido a su ubicación. ¿El motivo? Pues porque aquí residen
el hipotálamo y el tálamo, dos de las áreas clave del cerebro.
Toda la información sensorial, desde lo más ridículo hasta lo
más sublime, debe pasar a través del tálamo, que funciona
como un conmutador de líneas ferroviarias. Aquí la receta de
arroz con pollo de la abuela se relegará al tanque de almace­
naje de la memoria situado en el lóbulo temporal. Al mismo
tiempo, el tallo encefálico será el responsable de que se le
haga agua la boca sólo de pensar en el apetitoso plato que
cenará más tarde. Un poema de Pablo Neruda podría encon­
trar su lugar en el archivo justo al lado de la receta de arroz
con pollo, pero sus versos también viajarán al sistema lím­
bico (del que hablaremos a continuación), el cual controla las
emociones. Tal vez esos versos lo hagan elevarse, o, a medida
que el poema alterne del sistema límbico emocional a las
áreas del cerebro que albergan el intelecto, tal vez se encuen­
tre de pronto contemplando las ironías de la vida.
En conclusión, el tálamo es una colmena de actividad y
una especie de centro de distribución que clasifica los men­
sajes y decide a cuál área del cerebro debe enviar cada uno
de ellos.

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Una LeccióN de Anatomía

Como seguramente ya ha adivinado, el hipotálamo es


primo hermano del tálamo. Apenas del tamaño de un
­guisante, descansa justo debajo del tálamo. Pero no se deje
engañar por su pequeñez; su influencia es muy vasta. Desde
el control del apetito hasta la excitación sexual, desde la sed
hasta el sueño, desde equilibrar la temperatura del cuerpo
hasta mantener intactas las secreciones de cada hormona, el
hipotálamo es un órgano sumamente ocupado que hace todo
esto y más. Debido a su proximidad al sistema límbico emo­
cional y al intelectual cerebrum, también desempeña un
papel importante a la hora de regular nuestras emociones,
motivaciones y estados de ánimo.

6. El Sistema Límbico
Ansiedad. Alegría. Ira. Felicidad. Ninguna de estas emo­
ciones existe en el vacío. Gracias al sistema límbico, las
estructuras entrelazadas de las células nerviosas que vincu­
lan el diencéfalo y el cerebrum, podemos—literalmente—
sentir y expresar nuestras emociones. Puesto que el sistema
límbico está tan próximo al cerebrum, nuestros sentimientos
están muy estrechamente relacionados con nuestros pen­
samientos, percepciones y actitudes. Sin el sistema límbico,
tal vez lloraríamos o reiríamos, pero no entenderíamos la
diferencia ni el significado de estas acciones. Si el sistema
límbico está intacto, podemos sentir realmente las emo­
ciones, en todos sus sutiles matices y profundidad. Podemos
sentirnos llenos de gratitud por ese día de verano en el
campo y por los manzanos cuajados de frutas maduras.
Podemos sentirnos avergonzados a la caídade la manzana en
la cabeza. Y debido al vínculo que existe entre el sistema lím­
bico y el cerebrum, podemos recordar ese día no solamente

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

como una serie de acontecimientos que nos sucedieron, sino


con la perspectiva de quien mira, en retrospectiva, al pasado.

7. El Cerebrum
Es el área del pensamiento complejo, de la memoria y de
la  percepción. Como podríamos suponer, es la parte
más  grande del cerebro y tiene, a su vez, diversas áreas
­interrelacionadas.
El hipocampo y la amígdala son los responsables de las
emociones, la memoria y el pensamiento. El hipocampo se
encuentra directamente en el lóbulo temporal del cerebro y
está conectado a todos los sentidos y al sistema límbico. Su
hermana, la amígdala, se encuentra dentro del sistema lím­
bico en sí. Conjuntamente, ambos pueden disparar un río de
emociones y pensamientos simultáneos. Volvamos de nuevo
al escenario del paseo al campo.
Ha llegado el invierno. Tiene deseos de comer algo, pero
no hay nada en la despensa excepto unas cuantas manzanas
que ya están pasadas de tiempo—demasiado maduras para
comerlas. Usted las mira; huele su olor pungente. Gracias al
hipocampo estas sensaciones lo transportan, en un instante,
a aquel día de verano en el campo, un recuerdo que tenía
archivado en su memoria. Estos vívidos recuerdos que inun­
dan el hipocampo disparan al sistema límbico a la acción.
Entra en acción la amígdala desatando el río de la memoria y
haciéndolo correr a través de toda la red límbica junto con
sus propias imágenes emocionales de ese día de verano en el
campo guardado en la nostalgia.
Usted recuerda. Sus pensamientos regresan a ese día y ya
siente la emoción que entonces sintió.

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Una LeccióN de Anatomía

LAS OTRAS “C” DEL CEREBRUM


La corteza es el revestimiento de color gris que recubre el
­cerebrum, adhiriéndose al mismo. Considérela una especie
de frazada arrugada y elástica compuesta por miles de mil­
lones de células nerviosas que cubren . . . pues . . . el cere­
brum mismo, la masa gris y blanca del cerebro. Entre ellos
dos se encuentran sus pensamientos, movimientos, recuer­
dos y todo lo que usted aprende, comprende y comunica. Es
lo que mejor lo define como ser humano y, al mismo tiempo,
su parte más vulnerable si le llegara a ocurrir una lesión en la
cabeza.
El corpus callosum es similar, en muchos sentidos, a una
autopista nacional. Rico en células y fibras nerviosas,
conecta el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo del
cerebro. Imagine una línea que divide su cerebro en dos per­
fectas imágenes de espejo, un lado izquierdo y un lado dere­
cho. Aunque algunos sicólogos actualmente insisten en una
especie de “fórmula mágica” según la cual el pensamiento
creativo del hemisferio “derecho” y la lógica del hemisferio
“izquierdo” le permitirán encontrar a su “yo” más verdadero,
la realidad es que ambos hemisferios trabajan al unísono,
comunicándose a través del corpus callosum. Un ejemplo de
cómo funcionan los dos hemisferios:
Usted ve a alguien a quien le interesaría conocer mejor. Se
aproxima a la persona e inicia una conversación. Ese es su
hemisferio izquierdo en acción. Tal vez, muy lentamente, le
irá saliendo el “hola, ¿cómo le va?”. Tal vez mirará a esa per­
sona en los ojos para crear más “efecto” o tal vez dirá algo
chistoso como “qué casualidad encontrarnos aquí”. Sean
cuales sean sus palabras, es su hemisferio izquierdo el que le
da la capacidad de hablar y utilizar el lenguaje y decir

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

cualquier cosa que se le ocurra en ese momento, pero es el


hemisferio derecho el que aporta lo gracioso o colorido a lo
que usted diga.
Su hemisferio izquierdo es también el más responsable de
controlar las otras capacidades lingüísticas—desde leer
hasta hacer cálculos y escribir.
Su hemisferio derecho controla la memoria visual, su
capacidad para dibujar o copiar, tocar un instrumento o
­bailar. Es también su hemisferio derecho el que le permite

VISTA LATERAL DEL CEREBRO

Lóbulo Frontal
(Funciones Ejecutivas, Emociones,
Movimientos Motores) Lóbulo Parietal
(Sensaciones)

Lóbulo Occipital
(Visión)
Brain Illustration

Cerebelo
(Coordinación)
Lóbulo Temporal Pons
(Memoria, Emociones)
Médula

Médula Espinal

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Una LeccióN de Anatomía

TITULARES

Un estudio publicado en el New England Journal of


Medicine probó, sin lugar a dudas, que el uso de cas­
cos protectores al montar bicicleta salva vidas.
Durante un año completo el Dr. Robert S. Thompson
y sus colegas estudiaron los casos de ciclistas que
habían sufrido lesiones en la cabeza como conse­
cuencia de accidentes de bicicleta. ¿Los resultados
de su investigación? Sólo el 4% de los noventa y
nueve ciclistas que tenían lesiones severas en la
cabeza llevaban puesto un casco protector. Los que
llevaban el casco redujeron el riesgo de sufrir una
lesión en un ¡85%! Puesto que la mayoría de los
ciclistas son niños, los cascos protectores se
pueden considerar una valiosa y sabia inversión en el
futuro de toda la familia.
¿Cómo lograr que sus hijos usen los cascos y se
protejan? La evaluación de una campaña de edu­
cación pública lanzada en una comunidad de Seattle
en Estados Unidos comprobó que dicha campaña
logró aumentar el uso de los cascos en un 14%. Sin
embargo, en la ciudad de Portland, donde no se llevó
a cabo ninguna campaña, el uso de los cascos sólo
se incrementó de un 1% a un 3,6%. Diríjase a las
escuelas, a todas las organizaciones de la comu­
nidad y a los gobiernos locales para que actúen y
transmitan activamente este mensaje. ¡Las cam­
pañas de educación pública funcionan!

ver el contexto más amplio de las cosas, el panorama total de


una situación, las consecuencias que pueden tener sus
­acciones para el futuro de su vida.

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

Cuando la lesión cerebral afecta solamente un hemisferio


del cerebro el resultado, se manifiesta en el lado opuesto del
cuerpo. Un daño al hemisferio izquierdo puede traer como
resultado la parálisis del lado derecho del cuerpo, y vice­
versa. También se observarán diferencias en lo emocional. La
lesión al hemisferio izquierdo comúnmente causa depresión,
pero la misma lesión al hemisferio derecho podría impedir a
la persona reconocer los déficits que tiene.

LOS LÓBULOS Y SUS FUNCIONES


No sólo está el cerebro dividido en dos mitades, sino que
cada una de estas mitades tiene cuatro lóbulos. Cada uno de
ellos desempeña una función diferente:
Los lóbulos frontales se encuentran, como su nombre
indica, hacia el frente. En muchos sentidos, desempeñan la
función de un comandante en jefe del cerebro. Aquí hallamos
los controles que regulan los impulsos, la motivación, las
habilidades sociales, la expresión lingüística y el movimiento
voluntario. Los lóbulos frontales también controlan la capaci­
dad de recordar. Igualmente, controlan lo que podemos lla­
mar las “funciones ejecutivas”, las cuales nos permiten
planificar y organizar, mantener la concentración, tomar
decisiones y establecer metas.
Lamentablemente, los lóbulos frontales son muy vulnera­
bles a la lesión. ¿Los resultados del trauma? Es posible que
usted no pueda enunciar en palabras lo que piensa, o que no
pueda generar nuevas ideas. Es posible que no pueda con­
centrar su atención en nada específico y pierda el control
sobre sus impulsos, se vuelva una persona agresiva, abusiva
y grosera.

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Una LeccióN de Anatomía

Los lóbulos temporales, situados justamente detrás y


debajo de los lóbulos frontales, sobre las orejas, son tan vul­
nerables a la lesión como los lóbulos frontales. Aquí se alma­
cenan casi todos los recuerdos, tanto los más recientes como
los que pertenecen a un pasado ya distante. Aquí también se
encuentra el hipocampo del cual emanan los pensamientos
cargados de emoción. Los lóbulos temporales controlan,
igualmente, la capacidad de comprender el lenguaje y apre­
ciar la música. Ellos son el centro de procesamiento de nues­
tras percepciones y clasifican y ordenan toda la información
que nos llega, organizándola en secuencias y extrayendo un
significado de lo que oímos.
El daño a los lóbulos temporales podría conllevar dificul­
tad para recordar lo que hicimos hace apenas una hora. Es
posible que no podamos percibir lo que alguien nos quiere
decir. La sinfonía de Mozart que escuchamos podría sonar
como una cadena de cacofonías.
Los lóbulos parietales se encuentran encima de las orejas,
hacia la parte posterior del cerebro. Podríamos llamarles los
lóbulos “sensibles”, puesto que controlan el sentido del tacto
y  desempeñan un papel fundamental en las habilidades
­académicas, incluyendo la comprensión de la lectura y la
capacidad para descifrar las relaciones espaciales.
El daño a estos lóbulos podría afectar nuestra capacidad
para sentir físicamente, así como la capacidad de reconocer
un objeto. Posiblemente no podríamos leer ni siquiera una
oración sencilla y tal vez seríamos hasta incapaces de distin­
guir una manzana de una naranja, porque ambas frutas nos
resultarían igualmente ajenas y extrañas.
Los lóbulos occipitales son, literalmente, “los ojos detrás
de la cabeza”. Simple y llanamente, son los responsables de

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

la visión. Si la lesión afecta los lóbulos occipitales, es posible


que el daño produzca ceguera.
Estas son las partes del cerebro en sí. Pero el cerebro no
está solo en la cabeza, sino que “flota” en lo que llamamos el
fluido cerebrospinal, un líquido transparente que rodea el
cerebro, lo nutre y protege en forma algo similar a las bolsas
de aire que protegen al pasajero en el automóvil. Este fluido
también llena los ventrículos o espacios abiertos del cerebro.
Seis veces al día el líquido se renueva con nuevo fluido que
reemplaza el viejo.
El cráneo está formado por los huesos de la cabeza, los
cuales contienen y protegen el cerebro. Y eso no es todo. Aún
debemos considerar las membranas que el neurólogo
Stephen  Goldberg, autor de La Neuroanatomía Clínica en
Términos Ridículamente Simples, ha llamado “P.A.D.”,
­haciendo referencia a la palabra “pad” cuyo significado en
inglés es cojín o amortiguador.1 Estas membranas o
­meninges son:
1. La pia, un revestimiento de poco grosor que literal­
mente “abraza” el cerebro.
2. La aracnoide, que, como indica su nombre, es una
membrana semejante a una tela de araña y se
­encuentra entre la pia y . . .
3. La dura, la cual descansa justamente contra los hue­
sos del cráneo. Esta es una membrana fuerte y
duradera.

El título original de la obra en inglés es Clinical Neuroanatomy Made


1

Ridiculously Simple.

22
Una LeccióN de Anatomía

Estas membranas que rodean el sistema nervioso central


completo proporcionan más protección al cerebro. Cuando
ocurre una lesión en la cabeza, estas membranas también
pueden sufrir daño, y es posible que se produzca una hemor­
ragia o que la sangre se acumule entre las mismas, compli­
cando severamente la lesión inicial.
Conocer las distintas áreas del cerebro y sus funciones es
una cosa, pero entender la forma en que estas se comunican
entre sí y con el resto del organismo es otra. Veamos,
­entonces, el sistema de transmisión de mensajes de nuestro
cuerpo.

LAS LÍNEAS DE COMUNICACIÓN


¿Recuerda el día de verano en el campo? La fresca brisa, el
­delicioso almuerzo al aire libre, el dolor que sintió cuando la
manzana le golpeó la cabeza . . . Todos estos acontecimientos
fueron enviados a su cerebro para que este los descodificara,
descifrara, almacenara y respondiera. Los mensajes tuvieron
que transmitirse en diversas direcciones, del sistema límbico
al lóbulo frontal, del hemisferio derecho al izquierdo, para no
mencionar los mensajes continuos de inhalar y exhalar del
tallo encefálico para que usted no olvidara respirar.
Los científicos ya saben que estos mensajes se transmiten
de célula nerviosa (neurona) a célula nerviosa por medio de
conductores eléctricos y químicos. Por fortuna, el proceso no
es tan complicado como podría parecer. Veamos:
Un impulso eléctrico que lleva, digamos, el “¡Ay!” de dolor
producido por el golpe de la manzana, viaja a través de una
­neurona desde los tentáculos externos de la dendrita hasta
el cuerpo de la célula central y sale de nuevo recorriendo un
estrecho pasaje llamado axón. Cuando este grito de dolor

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

CÉLULA NERVIOSA, AXÓN Y SINAPSIS

Neurona

Dendrita
Axón
Axón Mielinado
Nerve Illustration

Vesículos Presinápticos

Sinapsis
Superficie Receptora

Sinapsis Axón

Axón
Sinapsis

llega  al final del axón, se encuentra en un espacio llamado


sinapsis. La próxima neurona aguarda, pero la carga eléc­
trica no puede cruzar la sinapsis. El grito de dolor se
­detendría en su recorrido en este momento si no fuera
porque el impulso eléctrico dispara entonces la secreción de
una sustancia química llamada neurotransmisor, la cual cruza
la sinapsis hasta llegar a un receptor en la próxima célula.
Aquí comienza la conducción eléctrica a lo largo del próximo

24
Una LeccióN de Anatomía

TITULARES

Los axones están recubiertos por un aislamiento lla­


mado mielina cuyo propósito es casi igual al del ais­
lamiento de los cables eléctricos que usted tiene en
su casa. Este aislamiento protege los axones y tam­
bién ayuda a conducir la electricidad a una velocidad
mucho más rápida, enviando los mensajes eléctricos
en forma vertiginosa. Cuando los axones se estiran,
la conducción de la electricidad ya no puede fun­
cionar tan rápida y eficientemente. Como resultado,
pueden producirse muchos de los problemas físicos,
cognoscitivos y del comportamiento que encon­
tramos en los casos de lesión cerebral. Si el axón
sana, tal vez todo vuelva, con el tiempo, a la normal­
idad, Pero si el axón sufre una ruptura o rasgadura,
es posible que no logre repararse y los síntomas de
incapacidad sean permanentes.

axón. El “¡Ay!” continúa así su recorrido hasta llegar a la


nueva sinapsis, momento en que se produce de nuevo el pro­
ceso electroquímico. (Vea la ilustración en la página 26.) De
hecho, en la sinapsis esperan latentes innumerables neuro­
transmisores químicos que aguardan el momento de acti­
varse al recibir la “chispa” eléctrica de la fuente correcta. En
otras palabras, solamente un impulso eléctrico específico
activará un determinado neurotransmisor, el cual saltará a
través de la sinapsis para a su vez activar la electricidad que
aguarda en la nueva célula.
Imagíne toda esta actividad ocurriendo en todo su cerebro
a un ritmo vertiginoso, transmitiendo mensaje tras mensaje a
sus diferentes áreas, descifrando, almacenando y disparando

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LA VIDA DESPUéS DE UNA LESIóN CEREBRAL

simultáneamente las más diversas órdenes. Aun para la


mente más imaginativa resulta asombroso pensar lo exacto,
afinado y preciso que es el cerebro al realizar estas funciones
día tras día tras día, ¡sin siquiera necesitar reparaciones de
rutina!
Desde un bostezo después del almuerzo que disfrutó en el
campo hasta el deseo de respirar profundo y relajarse al sen­
tir en el rostro la cálida brisa del verano, desde el “¡Ay!” del
golpe hasta el “Uhmmmm” de un beso, los mensajes que se
transportan a través del cerebro son tan variados y únicos, tan
individuales, como usted mismo. No obstante, hay un tema
esencial y básico en cada mensaje químico que cruza una
sinapsis, una regla tan fundamental como el proverbial “dos
y dos son cuatro”, la cual debemos tener siempre presente:

LOS NEUROTRANSMISORES PUEDEN INHIBIR O PROVOCAR LA


ACCIÓN, PERO LA MAYORÍA DE ELLOS LA INHIBEN
Es del todo cierto. Por lo regular, los neurotransmisores apla­
can a la “bestia salvaje”. Sin ellos, usted podría responder al
dolor del golpe lanzando la manzana con toda su fuerza con­
tra la ventana de la casa cercana—o contra la cabeza de la
persona sentada a su lado. Podría incluso verse tentado a
proferir unos cuantos insultos bien sazonados, seguidos de
una buena rabieta durante la cual usted pisotearía sin piedad
la manzana, haciéndola una pulpa contra el piso.
En lugar de hacer todo esto, el mensaje que usted recibe
de su cerebro es “calma”, “no pierdas los estribos”, o hasta
“olvídate de esa inoportuna manzana, regresa a casa, piensa
en lo sucedido y descubre la ley de la gravedad”. Podríamos
aventurar que algo así le sucedió a Newton.

26
Una LeccióN de Anatomía

Lamentablemente, la mayoría de estos mensajes inhibito­


rios tienen su origen en los lóbulos frontales, los cuales,
como ya hemos visto, son particularmente propensos a sufrir
daño en caso de lesión.
Hemos llegado casi al final de la lección de anatomía, pero,
antes de terminar, queremos subrayar otro punto que es
­necesario recordar acerca del cerebro: el total es mucho más
importante que todas sus partes. Cada uno de los compo­
nentes, desde los lóbulos hasta los hemisferios, desde los
neurotransmisores hasta el fluido cerebrospinal, funciona
conjunta y coordinadamente con los demás para crear a un
ser humano único: usted; es decir, su personalidad que es
única, sus actitudes, su inteligencia y sus emociones, que
también son únicas. Esta singular “individualidad” que le car­
acteriza a usted como persona es lo que convierte la lesión
cerebral en algo tan devastador. Al entender la forma en que
funciona normalmente el cerebro, no sólo entenderá lo que
sucede cuando algo anda mal, sino que también podrá estar
consciente de lo variados e individuales que pueden ser los
síntomas.
Y, sin embargo, a pesar de lo especial y singular que es
cada caso, la lesión cerebral ocurre solamente de unas cuan­
tas formas básicas. En el próximo capítulo veremos más
detalladamente este tema.

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