La afirmacin del concilio de Trento no considera solamente la materia grave del pecado
mortal, sino que recuerda tambin, como una condicin necesaria suya, el pleno conocimiento
y consentimiento deliberado. Por lo dems, tanto en la teologa moral como en la prctica
pastoral, son bien conocidos los casos en los que un acto grave, por su materia, no constituye
un pecado mortal por razn del conocimiento no pleno o del consentimiento no deliberado de
quien lo comete. Por otra parte, se deber evitar reducir el pecado mortal a un acto
de "opcin fundamental" como hoy se suele decir contra Dios, concebido ya sea como
explcito y formal desprecio de Dios y del prjimo, ya sea como implcito y no reflexivo rechazo
del amor. Se comete, en efecto, un pecado mortal tambin cuando el hombre, sabindolo y
querindolo, elige, por el motivo que sea, algo gravemente desordenado. En efecto, en esta
eleccin est ya incluido un desprecio del precepto divino, un rechazo del amor de Dios hacia
la humanidad y hacia toda la creacin: el hombre se aleja de Dios y pierde la caridad. La
orientacin fundamental puede, pues, ser radicalmente modificada por actos particulares. Sin
duda pueden darse situaciones muy complejas y oscuras bajo el aspecto psicolgico, que
influyen en la imputabilidad subjetiva del pecador. Pero de la consideracin de la esfera
psicolgica no se puede pasar a la constitucin de una categora teolgica, como es
concretamente la "opcin fundamental" entendida de tal modo que, en el plano objetivo,
cambie o ponga en duda la concepcin tradicional de pecado mortal 117.