Ani Bustamante
Psicoanalista
Esa tan inquietante y humana experiencia de perder las referencias, de levantarse por la
maana y encontrar que por la ventana no entran ni los aromas conocidos ni la voz del
panadero del barrio, que la temperatura no se ajusta a la piel y, de pronto, lo que
empezaba como el sueo de la vida nueva se torna desnudez y desasosiego; esa
inquietante experiencia llamada migracin es sobre lo que vamos a pensar un poco en
este artculo.
Por ms cosas en comn que se tengan, cada uno debe asumir la particularidad de su
deseo al decidir vivir en otro pas; interrogarse sobre los mviles inconscientes que le
llevaron a esto sin colocar todo la responsabilidad afuera, ya sea en la pareja o en la
situacin del pas de origen (que sin duda es importante pero no excluye que quin
decide viajar pone en juego fantasmas, ilusiones y expectativas propias)
Por otro lado, la figura del extranjero moviliza (tanto en el que viaja como en el que
recibe) la angustia de saber que, en el fondo, todos somos un poco extraos a nosotros
mismos, que de pronto nos encontramos haciendo algo que no imaginbamos hacer o
que hablamos una lengua extranjera -aquella del inconsciente-. El inmigrante pone en
juego radicalmente la extraeza del sujeto, hace visible que todos hemos perdido la
patria materna original y que el viaje -tanto interno como externo- es siempre en soledad
y trae consigo enriquecedores encuentros tanto como angustia frente a lo desconocido.
Lo que empez como un proyecto, idealizando el pas de acogida, termina en la
pesadilla de la denigracin al caerse los ideales y los referentes. Al sentir que el otro no
responde a mis cdigos, al no saber qu lugar ocupo en lo social. Hay que tener
cuidado, pues, con esta oscilacin que nos lleva de la ilusin a la cada. Saber que no
hay tierra prometida, ni garantas (tampoco en el hecho de viajar en pareja). Tenemos
que saber tambin que contamos, sin embargo, con la posibilidad de sostener un deseo
que nos lleve a construir un lugar, desde la diferencia. Y digo un deseo, pues este se
caracteriza por la capacidad de aceptar las frustraciones y no entrar en la lgica
impulsiva de la demanda y la obtencin inmediata de la satisfaccin.
Si cada miembro de la pareja puede asumir esta condicin existencial y darle la cara a
sus propios fantasmas, angustias e ilusiones, las posibilidades de xito, tanto en el
proyecto compartido, como en la construccin de un buen lugar subjetivo, sern
importantes.