Partiendo del supuesto de que el teatro siempre es construccin de la realidad al igual que
la realidad misma, tal como lo afirma Domingo Adame al decir que
entonces,
Hubo un tiempo en que los ejrcitos de Abadn, el ngel del abismo, invadieron el gran Valle.
Aquella guerra que no se supo cundo empez ni contra quin se peleaba, termin con todo. El Dios
oscuro ceg la luz e imper la noche. Los hombres guilas y los hombres rata, raptaban a las
doncellas de la ciudad. A cambio de oro y poder, las entregaban a Abadn para su sacrificio (De la
Rosa, 2013:2)
Buscbamos una voz, un eje creativo y la ciudad estaba ah, esta bendita y dolorosa ciudad
(tomando una frase del poeta Efran Huerta en Declaracin de odio). La ciudad estaba ah, con sus
temas, con lo indecible y lo invisibilizado por el poder. La ciudad y sus temas nos colocaron contra
la pared (De la Rosa, 2015:13)
Al asistir a la asamblea de teatro que significa este montaje testimonial, recibimos el impacto
sensible del dolor de los otros que en la ritualidad del teatro se transmuta en dolor compartido y
en conciencia crtica. Me parece entonces que el mejor teatro posible en estos tiempos terribles y
en estas geografas de la infamia, es el teatro que abra ecos a las voces ignoradas de las vctimas.
Un teatro en resistencia frente al poder y sus violencias (De la Rosa, 2015:16)