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Titulo original immagine della citta da Sparta a Las Vegas Versi6n castellana de Montserrat d’Alés-Moner, Licenciada y Josep Quetglas, Arquitecto Revisién bibliogréfica por Joaquim Romaguera i Ramié Alea Sat cot toy eeeelehatiaiaaliaalll oy iii a ‘ g. El fenomeno urbano y las propuestas tedricas del siglo XIX 4. «La historia —afirma Spitzer— de cémo dejé de existir ese campo unitario (armonia de! mundo-tibio equilibrio), no es mas que la historia de la civiliza- cién moderna, de la weberiana, «Entzauberung der Welt», o descristianizacién: nuestra investigacion muestra la necesidad de dar una nueva ordenacion a la historia occidental. Veremos entonces que la destruccién del «campo» homogéneo se inicié durante el XVII y se realizé en el XVIII; precisamente este periodo, y no el Renacimiento, representa la gran cesura de la historia occidental; en realidad, a ambos periodos deberiamos contraponerles la Antigiiedad pagana y el cristia- nismo (...), la época de la descristianizacion (a partir del siglo XVII), en la que nues- tro campo queda completamente destruido.» ! Este parrafo de Spitzer sintetiza el gran cambio de todo un patrimonio de ideas. No hay duda de que, desde el XVIII, podemos captar los signos de un anuncio de nuevos motivos en la vida y en la forma. urbana: la especulacién filos6fica y cientifica aplicada a la gran escala de la ar- quitectura ha precedido el take-off tecnoldgico de la ciudad. Donde son posibles operaciones a gran escala —y podriamos decir, con un Unico ejemplo, Paris y Ver- salles— la concepcidn de la ciudad antigua, que tiende hacia su centro interno, ha sido ya hecha saltar con aberturas prospécticas y multifocales, aunque conteni- das siempre en el dmbito de un marco ordenado, espejo del universo planetario postulado por el racionalismo cientifico, interpretable a través de la razén2 La ideologia burguesa de la revolucidn de 1789 se expresa en un lenquaje geométrico unificado que pretende aludir, con las formas celebrativas convencio- nales de la antigdiedad clasica, a una sociedad idealmente ordenada. También el Periodo napoleénico es portador de nuevos fermentos y se distingue por una con- Ciencia urbana nueva y madura y una mentalidad empresarial moderna de los organismos publicos: intento de realizar la ciudad en un ambito humano y laico, Sobre las premisas del pensamiento cientifico ilustrados Queda en pie el hecho, sin embargo, de que cada vez que queremos valorar_ la formacién de la problematica urbana moderna debemos tener en cuenta el fenémeno de la revolucién industrial. pa Segiin el juicio que se exprese sobre la revolucién industrial, se modifican Naturalmente los juicios sobre las edades precedentes y sobre las fases que, desde ta ciudad paleotécnica, nos llevan hasta la civilizaci6n en la que vivimos. iHasta qué punto la crisis de la ciudad puede ser considerada independiente y pre- £edente al fendémeno industrial? Una vez establecido que desarrollo cientifico e~ ‘industrial y problemas urbanos son, hasta cierto punto, productos independientes y Paralelos en la sociedad mercantil y, después, en la burguesa, épodemos sin em- 890 No reconocer una solucién de continuidad, como fendmeno generalizado, vm “unque variable en intensidad y problematica, en los distintos campos del pensa- ea ee Beas een tetbuesta No puede ser mas que condicional y circuns- ee ome ¢ estar inducido a hacer del fenémeno industrial la causa Sysop ero: alin cuando se Ilegue a admitir mas razonablemente que el desarrollo industrial no es mas que la proyeccién de un sistema de valores sociales y que las razones de la crisis estan en una mala distribucion de las nuevas energias liberadas por la maquina, en la hipertrofia de un Unico sector de la orga- nizacion social junto a una atrofia del resto, no nos sera dificil vislumbrar en el fenémeno industrial el hecho traumatico central de la vida urbana; no nos sera dificil entender cémo se han trasladado sobre el fenémeno industrial la atencién y la critica de los reformadores sociales 0 de la mayor parte de éstos. Ciertamente, como hemos visto, las palabras de Spitzer enmarcan el fendmeno de la pérdida del equilibrio en la gran crisis de los valores del XVII y del XVIII. Desde nuestro punto de vista, parece bastante mas importante entender la velocidad y escala del fenomeno. Y, si no hay dudas de que esta posicién sea dificilmente aceptable por aquellas corrientes de pensamiento que insisten en la continuidad de los hechos ur- ' banos, pensamos, sin embargo, que nuestra actitud respecto a la continuidad his- torica debe ser precisada con mucha claridad: no reconocer el salto estructural | enel momento de la revolucion industrial, en efecto, significa perder de vista el mo- { in mento central del proceso- Si, con el metro de la continuidad, podemos quiza captar | una serie de hechos importantes, el precio pagado para la comprensién global del _ Proceso relativo a la ciudad es demasiado elevado para poder ser equiparado a | aquellos descubrimientos. A través de un mecanismo sdlo légico en teoria, este | equivoco puede provocar una peligrosa cadena de falsos problemas-falsas solucio- | Res que historicamente se ha verificado puntualmente. Viceversa, una vez conscien- | tes de este salto esencial de Ia historia, nuestro approach operativo no puede estar _ fundado mas que en la continuidad del organismo. Por otra parte, estas mismas _ observaciones parecen confirmadas por el andlisis del debate sobre la forma de la ciudad que, ciertamente, no tiene sus origenes en aquella aceleracion de la historia que se verifica a principios del XIX y que, aunque lleva consigo escorias e imagenes arcaicas, precisamente entonces cambia su sustancia, por decirlo de alguna ma- mera, de retorica a dramatica. Un fantasma, parafraseando una imagen bastante conocida, recorre entre Jos tedricos de la ciudad a principios de XIX: la pérdida de la forma, la pérdida de la ‘identidad. Una pérdida que no es mas que la rigurosa consecuencia del libre uso | de las reglas del capital, pero que preocupa al capital como un fondo de mala consciencia sobre el que se perfila una amenaza a su estabilidad. La ciudad, en su iento sin orden, escapa por vez primera a los esquemas mentales y opera- que hasta entonces habian logrado controlarla, al menos parcialmente (0 a per- Ja ilusi6n de un control), y a !a idea antigua, nunca completamente aban- de su naturaleza teleologica, de su presencia auténoma y permanente. , la revoluci6n industrial y social provoca la disolucién de la coherencia tura-forma tradicional, bastante mas alld de las disfuncionalidades episddicas tejido, mas impuestas que internamente generadas, manifestadas en el periodo edente. Bajo este aspecto, la ciudad, expresion hiperbol le las injusti se convierte, como jamas habia ocurrido hasta entonces, en un objeto_ 2 ir culpas de las que no es responsable y misiones que la confusion teérica entre ciudad y sociedad que resulta nta de que e: i 5 npre un espacio vacio, que niega su superposicién, relativo a la especifici- _ mbas disciplinas!S i6n paralela, mientras la protesta entada indudablemente hacia los efectos de la industrializacin en un fisico y social no preparado para una tal transformacion, la maquina y la se ven inmediatamente involucradas en la acusaci6n, hasta establecer un sastante dificil de superar por los reformadores, y que luego sera co y nicamente por puntos 0, por el contrario, sobrepasado por donde se expresan ii a desde los ti 2 so ore on Ideologias y valores parclates (los Estados socioralee 5 investigaciones de la arquitectura, CLE ees , donde puede pro- ie de realizaciones urbanisticas concretas, ta clase Du Seinent Vgtarse mas facilmente y resol 5 "3 Es i i verse el ansia del hecho individual. necesario valorar aqui plenam Jas formas del pasado, que alcanzara iedoet ica pivelae del penCaereH lesrupeceeesn | actuacion humana, se realiza con sensibles escalas tem Pee y dela de conscienciacion y con una dinamica distinta en el inter a6 St ed artes esta ol humana que pueden Racor = cada uno de los sn a forma urbana. Esta observacién nos permitira evitar el otto a aes desde ahora e producto urbano como una respuesta total —es| ot See zada— al conjunto de las fuerzas en acto. Y, por otra part a tanga oer cada U easton metodolégicas y de pcbvecto denivagas'aeliacuaiy™ sobre la a de la ciudad —tal como se desarrolla en el XIX— en aig real sectorial, en lugar de juzgarlas severamente en razén de su multiple eatin ne [NEW-BABYLON O°) ‘Tos means Pa SELLE tHe city oF. ‘W BABYLON, TEE ES Tea Jeeeeaae a ea ol wale) eed) New Babylon en el territotio izada: plano de promocién de la ciudad de ciudades —en una homologia 6n a la novedad de la mayoria de las teorias olucionismo bioldgico,* ya sea que sir- ica de una parte del paisaje humano, ya ecimiento y de una mejora continua debi- ha hecho después Simmel,’ relacionar acontecimientos se desviaban bolos—, con su asimilacion a en la ciudad nuevos quier punto de observacién, las una confirmaci r lugar, a las del ev ir la degradacion fi la certeza de un cr . Era posible, como 1a de valores —en el que los y se transformaban en siml le la moneda y, ‘al mismo tiempo, leer i aa abl _— Oe ne &, Como Spengler, ver en el pore Son de eater. ver en el atlojamiento de los vinculos Beat set ta realizacion de un ciclo vital que Su término, volvia a llevar al hom- Beem 2 Oxtincion Ultima do ta civilizacién, a un nueco tipo de nomadismo, quB HOMAdISMO intelectual (on | $¥ lSgica forma urban, Sine de ta au ta cludad se convidrte en un nudo antipodas del nomadismo primitivo) que (a reticula ampliada al infinito, de-formada, encia det almass de contradicciones: esta sometida a la BEE ee ees centrifuges, pero el centro se mantiene compacto y se refuerza, Be MOG Ge, Mientras que en las grande: ciudades se derriban las murallas —y en Sasos ta demolicion tiene incluso valor SimbOlico, es sentida como libera- Bama BOF SI progreso, de la vieja crisilida —otros sistemas de limitacion, a sido advertido,® se sustituyen a elias dando inicio a:la dominante para- ereewoad actual. La especializacién de las zonas funclonales lleva también Beeps poe una clasificacisn de los barrios residenciales en barrios ricos y podres. Los valores de la propiedad Inmobiliaria crean barreras espaciales te_Superables, aunque amortas. ¥'se podria seguir: to que importa advertir, sin embargo, es que, mien- tras ef principio de! evolucionismo es quizé la unica etiqueta filosdfica aplicable a aun tipo de crecimiento urbano que presenta casi exclusivamente las connotacio- ide UhA AcuMUlacION, por lo demas atomizada, de sus componentes entendidos Aivel minimo no divisible ulteriormente: la parcela edificable y la calle, Metrdpoli del XIX se entrevé la presencia de un principio dinémico nuevo que ‘al horizonte estitico y cerrado y que representa el punto de cambio de la civilizacion urbana, De la contraposicion de los hechos podriamos Hicilmente envueltos en una neta contraposicidn de los juicios de valor. Slertas fuerzas auténticas de los desarrollos concretos no quiere los ojos ni a la constatacion de la crisis y de las descompensaciones de la propia maduracion industrial, nia las enormes contradicciones desarrollos no guiados generan y acumulan. Absteniéndose Bylot ‘un facil juicio moralista, también sera necesario ver en la ciudad del XIX, ja @ menudo a una insensata e informe expresi6n topografica, el producto que tarde o temprano tendremos que reconocer en lugar de negar. veremos, la sensacion de que el orden de los eng Raine, i ser considerado bajo una nueva perspectiva, ‘ Rergcttciones del ambiente Unicamente puede ser afrontada a ve de las mismas fuerzas que la provocan, tardara atin en abrirse camino. ~ La misma neces’ uicio calibrado sirve en este caso para el largo 5 tr Me rtencs eet Sr ce aes eae n de la crisis es captada a diferentes r ea on wes hipotesis de conte oe Pee . al met iy . captar el valor metodologico i una parte, Pe aucan une irma Dorner—" transformaron al indiv' va Seen Be as cyenontica con su juicio sobre la obra de Morris: ejemplo de la mentalidad disociada de los romanticos— fue Cone sin tiempo, madurado en cierto periodo, como intimo del hombre.» ” Pero la definicién general del De in [SS ee .y se siti ‘nos llega precisamente Oe supo proponer. Las formas ae preparan —con el fracaso de sus propias — feilantecion de los fines— el avance de las generaciones si- ulterior disponi- Idades, que permiten una mea juego) son una de las doble filo, aa DP ieuiearque ciccuns- Es enjrernos ir ofreeiendo interpretaciones signi- 113 jncipios del XX por una fuga hacia atrés que | princi ; @ hacia atrés que —por muy justificabl i | Wamemermettemetivas— ests también en el origen de la esterilidad ae eet ee el le aquellos a Hemos dicho, y examinaremos, que las teori corms que una serie de indicaciones parciales, unto serene mee (eon 8 ote le los fendmenos, llegan incluso a parecernos ciegas, Para enri itido Socio-psicoldgico— e! marco de fermentos y reaccio- nes que S@ mueven alrededor del trauma de la ciudad ochocentista, sivven de apoyo vilido las observaciones que nos ofrece la arquitectura, puesta en crisis sobre el propio frente tecnoldgico, asi como en su relacién con la ciudad. ____ El trabajo de minuciosa busqueda, los exasperados contrastes o la angustia de ciertas Investigaciones que animan la arquitectura de aquel periodo delinean ecorrido espasmédico, hecho de una serie de lineas cortadas, oscilaciones atrés, donde cada edificio refleja una propuesta de orden destinada al fracaso, derivado del relativismo de lé opcién estilistica, de la equiva- donde la historicidad del hacer arquitectonico queda siempre mpre histéricamente desilusionada. Abandonada una interpretacién revival estilistico, las ms recientes historias de la arquitectura han gudeza este conflicto-relacion entre el producto arquitecténico y ta’ quitectura es interpretada como vehiculo a través del cual se ponen sto las ideas y las criticas sobre ella misma. Como un delicadisimo la arquitectura es capaz de registrar el mas leve resquebrajamiento de unitaria del mundo, al nivel ya de las ideas, mientras que la teoria 6lo se vera envuelta en la fractura cuando estas ideas se conviertan sociales y realizaciones técnicas. fa paradoja reveladora consiste en que, mientras el pensamiento » reflejarse en el producto arquitecténico, éste es sentido, al mismo ontenedor inadecuado, al que solo se puede creer por su valor resolutivo, en el mismo momento en que el objeto del proyecto se as cargas. Hay, en primer lugar, una brutal colisién entre el ado y el presupuesto ilustrado de hacer de él el objeto de una ifica, descomponiéndolo en sus determinaciones especificas: en que quizé se justifique ideolégicamente por una especie de co, también en sus implicaciones secretas—* los resultados se /no soportan jamés el valor de lo absoluto (si la condicién no bio lo es su «frecuencia»). El segundo punto de fractura se mani- e entre el orden al que tiende el edificio y el desorden de la el edificio no logra controlar el contexto, ni a través de sus nia través de su carga simbdlica. El panorama global, ion de los simbolos —mas alla de la estabilizacién personal ¢ soluciones estilisticas especificas— sugiere ya espiritual, ala que no seran ajenas, objetivamente, \ ‘opciones del art pour /°, ticidad propia de la nature aunque aisladas y minorit, some verificacion de ta civ storia dell’erchiterturs. Si a reOUp: ‘cldn en UN estilo de ¥ ado de una Pero son sobre todo al aun ne Res advierton de un uso de la arquitecture N el sentido desarrollado bor Taturi en Teorle & ctura no sirve para regular el ambiente, puede emerger sus contradicciones, cual a fest, ' primero en sugerir esta hipdtesis in Contenido en «Heavenly Mansions», bu "ess de la arquitectura de Butterfiels ontratendencias ido Quiz terpretativa cuando, on un ens. explicacion a la deliberate vo Por ultimo, una palabra sobre } ere sobre te ad (de la obra) d id. Aparece GoMO absolutamente delidberada, inclose Stare Noe hoe ae ) perceptivas latentes en las tormac ‘itica: un caloulado asalto a las cualidades pe mas ines Constructivas mas elementales, Bu id experimenta _ @elideradamente dualismos; deli As clementales, Buttertield experiment: beradamente hace que un triso, I encuentro det lextradss de un arco: deliberadamente rome eee, i80 vaya al encuentro del a rompe fa inclinacion de una cubierta o la curva de un contra! e dbs Posible, pregunto, encontrar otro eiemplo de sadismo intencionado en toda la historia de la arquitectura> Na he sugerido que ta causa deberd encontrarse on Ee irensigente rechazo de la sensibilidad de la tradicion clasica y de la primera fase Fevivel GStico... Si el valor de una obra de arte Para nosotros, inseparable de su Temporal, la fealded se convierte para Buttertield on parte esencial de una Salaue debe ser valorada on su conjunto, Cuando apenas se habian construido las de Butterfield, —Y estimulante- Perecibir la tues de estos martillazos Sincuenta afios después era imposible, la situacton eetebe ve demasiado Nuelve a ser posible, porque podemos mirar al mundo de le epoca desde nuestro mundo y a través de la lente de nuestro juicio critic,’ una Hemos dedicado esta cita al ensayo de Summerson porque su intuicion gran parte de los descubrimientos Critlcos mas recientes. Las mismas ob: Podrian repetirse para otras obras Y otros autores, de este y de! otro Atlantico (por ejemplo la obra de Furness en Filadeltia). La diferencia, con estancamiento de las propyestas urbanisticas, viene dada por la dife: B entre contextos creadores: en comparacidn con la mayor \inealidad y conti- légica, incontestada por no verificada, de las Propuestas de ciudades a prin: } del XIX, la posibilidad de una experimentacion concreta permite, es ma: ta arquitectura a superarse, hegarse y replantearse continuamente —pero cie de cogitatio caeca—, no solo a nivel interindividual sino al mismo CJ 2 Queremos verificar brevemente las precedentes observaciones en dos sectores de! pensamiento urbanistico, las propuestas utdpicas y la tra: toric todoldgica, o se ha dicho con exactitud, . al transformarse las condiciones histéricas, . BE i ciecnion toromscrs se instituye un desvio, una tension que se resuelve con la construccién de un quevo tipo a partir de un A de la misma realidad, de la que torma parte la esquematizacién tipoldgica. que esta tension se haya resuelto positivamente sdlo Gare, la propuesta de una organizacion social distinta) ) otros. Propuestas para una nueva forma urbana se ies Le botit cone SUMTER CHIU ok or nas urales respecto a los nuevos fendmenos, moviéndose ea de fuga hacia atras que parece contradistinguir en par- se volcé sobre el campo y, por decirl | 2 ate come un armel savclorresee°"2 3 s19una manera, se echaba sobre a wotmjaterra fueron mas populosas de cuanto lo habian cide aeeyein® tiempo las aldeas de Win segufan creciendo con rapidez. Na Mp te aD i hidez. Naturalmente esta invasién del campo no fue el pueblo hubiese sido ain es- la diferencia entre la ciudad y el arte, el ambiente del campo resulté te de ciudad, lo que ha dado origen is tenido un primer encuentro” ipo fue disminuyendo cada vez més; y, por otra pi aiycado por el pensamiento y la agudeza de la gent Mte modo de vida fellz pero activa, con la que hab wi a *Hemos mencionado ya el cambio en la légica de los i an I acontecimientos que a ira, por ejemplo, en la Politica de Platén (los hombres de la edad de Cronos avanzan de la vejez a la infancia). Pero, con el particular artificio literario lorris intenta colocar su utopia contemporaneamente en el pasado y La paradoja légica de su narracion —que da la medida de su despego de ptado por Marx y Engels en las esperanzas del socialismo utdpico— inmotivada inversion de las leyes de la dindmica social (la gente que po) en presencia de un hecho real contradictorio (la diferencia entre a favor de la ciudad). El mecanismo revolucionario se activa irrealmente intelectual. La profecia de Morris sera reevocada, en idénticos, en la conviccién de Howard de que Londres must die y de a revivir reconvirtiéndose a su vez en naturaleza. o de Morris da idea del grado de realismo y de abstraccién del ntista. Hemos visto que, colocada la industria como factor diferen- Ja mutaci6n historica ochocentista, derivan dos tendencias _ . @ la teoria 0 de la imaginacién: por una parte, el rechazo parcial 0 glo- istrial, por otra, en la imposibilidad de sustraerse a éste, se llega resolutivo y carismatico. Sin embargo, se puede afirmar que la ja, bien observada, se muestra mas incisiva y constructiva que la se- 9, est muy lejos, en principio, de la actitud puramente evasiva de es: lleva consigo una dimension especulativa que acoge, es 9, aunque por puntos, la problematica levantada por la revolucion ginan organizaciones sociales y fragmentos urbanos estaticos, sin embargo, sobre la base de las nuevas condiciones productivas. Jos modelos disefiados por los utopistas ochocentistas sin con- ;, sus teorias. Si una mirada a los modelos urbanos permite n en una doble negacidn de la historia, es decir del proceso, mo antitesis urbanas, entidades colocadas al exterior de la ciudad luble), en segundo lugar en su aspecto de microcosmos cerra- les funcionalmente autosuficientes e indefinidamente esta- c 0 aquellos modelos, en oposicién al desarrollo industrial endmeno del crecimiento— quieren negar la necesidad se lo y de la nocidn de progreso teorizada por un cierto utilita- zada por el realismo de la clase empresarial burguesa. se tiende es de cardcter netamente conservador sdlo al nivel coloca mas acd 0 mas alld del sufrimiento industrial. el contrario, abrir el discurso sobre la nueva necesario instituir para neutralizar las descompen- industrializaciOn. El individuo es liberado de las Ree eS esto una clara oposicion a la pre- eeorpanen ol meek Debemos Considerar pues que. Nigh cets a Ratieas hs 0 (al contrario que en las utopias renacentistas) no tiene de por el contrario —al nivel de la re- preparacion técnica es natural el recurso exigencia universalmente valida, que apu urbano regenerado y desarrolla un valor demostrativo afiadido respecto al valoi litico de una declaracion de principios. De este modo, las uto} iad de Owen ra Jos socialistas de la primera mitad del XIX salen del circulo cerrado © ifrproductlvo : al: el compromiso es directo, !lega al intento comunitario y a la solicitacion politica,” aunque la fuerza politica se basa abstractamente en una sobrevaloraci6n del capital precisamente en la medida en que la propuesta opera- __ tiva estaba basada en una desvalorizacién de las posibilidades Potenciales del fend- _ meno industrial. El ejemplo de las personas ilustradas en las que Fourier cree, el _ eyolucionismo ideolégico que Cabet espera poner en movimiento con la fundacion _ de las colonias comunitarias, los nicleos de Owen, hardn sonreir también a Prou- hon antes que a Marx. Precisamente de Proudhon, al que Marx acusar a su vez de utopista, nace ica a las propuestas del reformismo urbanistico de principios del XIX, asi- lo sic et simpliciter a \a tradicional linea de la ciudad ideal, desde Platén a ella Es la critica de un politico, de todo politico, hacia quien piense refor- ociedad empezando por la revolucién del espacio. Proudhon tiene en el raz6n sobre un punto: porque si no es verdad que los utopistas ochocentistas in toda la historia, si es verdad que la Unica dimensién politica, aunque ne- que queda en sus propuestas consiste, en tiltimo andlisis, en uresquema que se niega a la historia. Sobre aquel plano es facil resbalar hasta proyectar el objeto ideoldgico a toda relacion fenoménica. Frangoise Choay ** considera poder establecer i6n entre modelo progresista (desde Fourier a Le Corbusier) y modelo (Morris, Sitte, Ciudad Jardin), distincién que se vuelve a encontrar idad més sintéticamente indicada por Rasmussen (Ville Radieuse y rdin): 5 por un lado ruptura y discontinuidad con el vocabulario formal- del pasado, por el otro defensa y refuerzo de aquellos principios com- Pero en ambos casos, advierte el autor, esta ausente por completo en los Ja formulacién el sentido del desarrollo: «En todos los casos, la ciudad, ser pensada como proceso 0 problema, esta planteada siempre como ymo un objeto reproductible»,** fuera del proceso temporal y en un 6rico y a-geografico. Casi es un lugar comin la nocion de la fascina- por el espacio libre de América del Norte (espacio doblemente libre 0 por el tiempo histérico) sobre los intentos de realizacién de ciuda- utdpicas, empezando por el de Robert Owen —que tras los fra- ¢ América como gran laboratorio social—,” para seguir con de Brook Farm, la Sylvania de Horace Greely, la Nashoba : decenas y decenas de comunidades utopicas del mismo tipo. ‘s6lo sea en este sentido) podrian repetirse casi exacta- fiere al mecanismo légico y psicoldgico con el que se origi- formuladas ya a propésito de las utopias renacentistas. Bajo vista no existe ninguna diferencia entre estas utopias a een Sete sl, a idea de Ruskin de que tambie: de murallas y el antiurda vehiculo, contacto, corrupe gPreguntdis Qué pienso del recurso qudage que escuchar SOl0 a mis teorias pe st no practicasen ni comercio ni ne s segiin el ejemplo de China.” Alcontrario de la utopia renacentis moral de la ciudad contradistin el rechazo En la nocion antigua la unidad Esta nocidn ha dado un giro y la clus que la naturaleza se ha convertido en ¢ — dejar de advertir aqui que. z ‘como cultura, escapan del problema colocando el nueve modelo o sin signos, Jefferson, ligado a las corrientes tisiocraticas en Virginia, intenta fundar programaticamente una America ‘sin embargo, queda sustraido de su naturalidad primor- artificial de una reticula construida por el hombre. puede tener lugar no mediante la insereidn de un dad, sino por condensacidn y rarefaccidn de la misma reticula instrumento ilimitado, Jetferson se propone evitar la cludad jusura autoritaria, ademas de —convirtiendo en horizontal y Ja oferta del suelo— como monopolio, El terreno agricola se integridad, de valor segiin lo que produce. Paraddjicamente al encontrarse con el dinamismo de procesos ideoldgicamente con su elasticidad precisamente a acumulaciones adicio- York de 1811). por el contrario, el rechazo del crecimiento se itado, Advertiremos también, para no omitir tos de ideas corrientes incluso on Londres: Go irse 8 piquo.” ¥ mAs 0 menos en esta misma époc reconoceré la influencia en su per problemas del urbanismo inglés la form: eeeAN RTT ERENT MAM cto at revive ain alrededor do 1884 ©, , que de ante modo sostiono la No impedir a lon individuos esteblocors ol standard medio de la vida como ta regia de que, cuando un ba Fa, aUNqUE Ia9 PErsonaD estuvies la palabras det Ili donde su presen ‘ario al principio ha do negarse in de los Commissioners de 1811 no pr ‘creacion posterior. onomista inglés Alfred #i8 de poner un limite a la inmigracion contribuya a \omlco, exacta- la entrada a sen dispuestas a asumir ellas mismas el riesgo Edward Gibbon Wakefield (del que eveia el Central Park on’ inte, €xit0 al tipologizar la arq Migzar la cluded, aunque limitada Todo el esfuerzo de a teoria urbanisti ; trueei6n de un tipo funcional ejemplar: se Pence ee eae tsmourbenoy se trata de reducirla a principios normatives va one core deme. Midas por englobar de forma adecuada a su uso. Peroal reconocimicnte dela. recida complejidad funcional solo raramente le corresponde ls conectenia de | 7 7 BERSERK eae eg 6 Ol {Aes Ala forma de! nuevo modo de produccién —escribe Benjamin— que, en sus sba adn dominado por el viejo modo (Marx), le corresponden, en la consciencia es donde lo nuevo se compenetra con lo viejo. Estas imagenes son fel deseo con el que la colectividad trata de eliminar o embellecer la im- roducto social, asi como los defectos de la ordenacién social de la produo- ce, en estas proyecciones, la enérgica tendencia a distanciarse de 43 decir, del pasado més reciente—. Estas tendencias llevan a la fantasia, pulso de lo nuevo, hacia el antiquisimo pasado.” bargo, como hemos dicho, precisamente la diferenciacién y la ‘iples niveles de necesidades y de situaciones, de terrenos de in- especializacién, hace que las aportaciones de los técnicos y significativas y, a veces, decisivas, al menos para algunos de los rados, a través de sus efectos colaterales. Cuando Fourier repre- ‘ideal con los cuatro cercos de murallas «a una distancia de cinco ellas», su contribucién queda arrinconada en la retorica del r el contrario, desarrolla ciertos elementos tipoldgicos o los ales de unas ordenanzas de edificacién, su aportacién es 1 para el campo especifico del urbanista. En pleno siglo XIX, la por Lord Caridall, es circular y est atravesada por un rio ose, encierra una isla también de forma redonda (casi de la fisica). También aqui se trata de una quin- | nombre de una de las sesenta principales ciudades mundo, antiguas y modernas, de |, etal modo que Icaria es realmente u el contrario, la ciudad presenta una clara tintos sistemas de transporte, una reper * que Ia arquitectura repite sus caracteriat ncentracion del universo torre Organizacion funcional a trave Particion entre actividades put 1 , dotaciones de equipamient slog noe da: Viclos en sentido moderno una tipologia uni y ficada de las viviendas en las que a cada plan ol Jardin colgante colocado en la cubiert ind de Hertzka (1889)." Pre A le corresponden funciones pre 4, Otro tanto podria decirse p Fret amente a tra ) 4 través de esta pluralidad de elementos, que no pueden quedar durante mucho tiempo indiferentes a ciertas capacidades r golutivas de! desarrollo técnic realiza ly 8 Ff hasta la posicion opuesta de la utopia baritnae CAPRA aT cas antiguo patrimonio formal, la civilizacion industr combina nuevo ; Mfiloa it 8 Para demostrar la posibilidad de realizacion do su proyecto de cladad kdost Vieke Considerant recurre a la Imagen de la nave, pero compone el viejo mito de ta isla con la clencla ficcién, dejéndose arrastrar por una mistica exhaltacion hacia el progreso tecnoldgico: so . (Pues qué! {Es esto locura y dolirlo? Decis: cis: @8 inaudito, extravagante, irreall . precisamente mientras tendis bajo vuestros ojos, ha : cons me sescen mil ochoclentas personas, y ni siquiera con cimientos sobre el lps en la roca, sino que se muaven, que avanzan por los acéanos a diez nudos por y transportan a sus habitantes desde Tolén al Cabo, desde el Cabo a Calcutta, desde utta al Brasil y al Canada.” llegar a cegaros!, cons. Volvemos a encontrar en estas palabras la misma fe que animard a Soria ta cuando hable de una «ciudad lineal» que se extienda, si os ni rio, de iz a Petersburgo, desde Pekin a Bruselas. Soria y Mata, a su vez, e: movimientos de la Ciudad Jardin, como Howard esta fuertemente influido por ny?” al que no le faltan componentes de ciencia ficcidn. Si reflexionamos un mos que la Gran Exposicién —orgullo de la nueva burguesia emp! ‘se sittia en el punto de encuentro entre la utopia clasica (0 la utopia del @s Su versién actualizada) y la tecnoldgica; resume una cosmologia de la y quiere acelerar y universalizar el producto técnico del manana. Pero ido ya una ambigiledad entre el producto y la sociedad: el verdadero ciuda- sta ciudad ideal, el habitante permanente de la exposicidn es la herra- accesoria) que ha destronado al hombre, antes en el centro.’ ~ Cuando la componente mecdnica se libera de los esquemas inmoviles de la : joldgica, huye por la tangente hacia un futuro distinto. La idea de una de la mecanica urbana precede a la revolucién industrial. En el XIX, sin progreso clentifico y la llegada de la maquina hacen vislumbrar la id de volver a empezar por vez primera desde los origenes, haciendo en el limite utdpico, de las formas adquiridas y echando los fundamen- vo orden sobre las bases de la energia desprendida por la materia y concebida mas como revolucién que como evolucidn, es decir, intuida estadio final terminado en si mismo. Esta evocada aqui una compo- itopia tradicional (a partir de la Nueva Atlantida baconiana) a la que. desarrollo tecnoldgico da repentinamente una nueva sustancia. ‘or otra via, la cludad es considerada como creacién nueva, todo posicidn o yuxtaposicion, no por crecimiento. El descubrimiento de , por lo tanto, para el pensamiento, un significado revolucionario, la técnica como modificadora de la realidad, (Para comprender 9 un cierto tipo de {lustracion optimista, que sustituye el paraiso de ciencia ficcién, habia penetrado en la sociedad de aquella ar las modificaciones del viejo filén de la utopia literaria que, de la representacién de posibles mundos cla: plaza hasta convertirse en ilustracion confeccionada, con maquinas perfectas, casi humani- embargo, hay que reconocer que, @ pesar de la ade- critica social a sree metodolégicas, quizds a causa de la Werias realizeciones concrotas ae oociem ambigua e improductiva, on le su desvinculacién de posiciones, no sociales, sino tambié oe ratiraed Benoa umes metéforas casi religiosas, que con los fenen una relacién emotiva. A la abstraccién Jos resultados obtenidos en sede cienti como coro- ientifica, se hace seguir como , una «abstraccion practica» de la maquina como mundo en si mismo ntre soci nto el Sociedad y naturaleza, sino sociedad-naturaleza ella misma: a ibilide e construye un indo las posibilidades del binomio maquina-movimiento s [ t quina-movimienté categor roi donde las categorias cientificas son entendidas como una nueva rjenaciOn, el mas alto orden de representacién de la realidad. Mientras que en las sialista se pone en duda el orden social y se mantiene rigida la ja urbana se anima, mientras que el sistema es asumido como or todo ello, la herencia mas valida de las utopias mecanicas y de los dades nacidos del trafico y del movimiento esta en los primeros gicos de posibles sistemas —no distintos de los antecedente: s graficas sobre la descomposicion de los traficos que anticipan resolutivas de la perfeccién mecanica, sefalando, incluso antes in los términos, el conflicto entre las distintas fuerzas. Si, por el nivel del fragmento tipolégico, pasa entonces a primer la imagen como propuesta global del nuevo orden futuro. ‘caso limite de Sant’Elia, cuya vision aparece como la reduc- al de la maquina y revela con ello su origen de expresion tal, mas que verdaderamente pensada sobre una serie s concretos: el enfatico acento emotivo de la tecnologia olatria de los futuristas, resulta al final completamente se construcciones mecanicas «por si mismas». La red ‘en su conjunto tridimensional es el médulo-forma de la -horizontales parecen entrelazarse sin contacto (el de See esté nunca representado, ni Sant'Elia ha dejado ninguna fees Enis rapidos flashes de Sant Elia, la técnica esté esta vez © Geshistorizada a través de la mitificacicn, perdiendo todo valor moral En un andlisis de los paisajes utdpicos de los cartoons, Manfredi Nicolett pa mostrado la distancia entre la imaginacién tecnolégica lecorbusieriana (instru- de un nuevo orden social) y la de los futuristas, expresionistas 0 constructi- , donde la arquitectura se convierte —a través de las potencialidades ilimi de la tecnologia— en reflejo de mitos e ideales humanos desvinculados de toda referencia escalar. Se ha perdido aqui toda direccién formativa y ética cerca de la absoluta inmoralidad de los fondos de Flash Gordon («La arqui- tectura no muestra relatividad de standards morales; ya sea que pertenezcan al ‘enemigo, ya Sea que pertenezcan a los amigos del héroe, todas las ciudades de ‘Mongo se parecen=).* Hemos reconstruido, en sintesis, el trenzado de directrices del pensamien- 0 utpico en la confusa fase de transicién de civilizacién que tiene lugar en el XIX. de 1850, la utopia social queda virtualmente agotada. En el impulso de jiderant hay |a debilidad de la impaciencia. E! signo de este declive es clara- imente visible ademas en el combinarse y diluirse de aquella tension que Owen ia concebido como revolucion espacial, en el mesianismo tecnolégico, por un y, por el otro, en la consolidacién del sentido de un orden exterior. En ambos ‘s6lo queda una cascara externa alusiva como residuo del compromiso smo realista y realismo utépico —afirma Tefuri— se cabalgan y compensan; el de la utopia social sanciona la rendicion de la ideologia a la politica de les cosas por las leyes del beneficio: a la ideologia arquitecténica, artistica y urbana Ja utopia de la forma como proyecto de recuperacion de la totalidad humana en ideal, como posesion del Desorden a través del Orden.” Incluso en los recursos estructurales del pensamiento utépico, la revolu- jal ha de colocarse en el origen de esta involucion en sentido opuesto ario. En particular, en las propuestas de revolucién tecnologica. XIX el espejismo de la via de salida a través de la vanguardia. Solo os en condiciones de extraer un balance de esta ultima linea: «Cubismo, no, Dada, De Stijl. Las vanguardias historicas nacen y se suceden siguiendo tipicas de fa produccién industrial: !a continua revoluci6n tecnica es su 3. # Frente a terdencias que, segtin este diagnéstico, estan destinadas e a irse replanteando porque tienen su raiz no solo en una homologia de con el sistema, sino en el mismo sistema, este balance no puede ser i6n. Pero el juicio se da por descontado desde un principio. Hasta principios de! 1900, la historiografia y el andlisis urbano no disciplinas autonomas. Los istoriadores (Thierry, Michelet, Mommsen) jiosos insights en la historia de la ciudad, pero como contribucion que los fildsofos (Comte, Fourier, Fichte, Hegel, Marx) 0 los socio- heim, Simmel, etc.): es la ciudad en transparencia background de fuer- e fendmenos, médium revelador de lo patolégico social. Pero en al- ones el papel de Ia ciudad en la histor incluso como fondo, es tal n verdadero modelo interpretativo (por ejemplo, en la obra de Fustel ges y, mas tarde, en la de Weber). Estas luces, sin embargo, son proyec- ‘ciudad antigua, atin por descubrir y documentar. Al mismo tiempo ‘de que un analisis comparado que tuviese en cuenta las e las filosofias y las ideologias (sobre todo en 2| y Marx) ofreceria unas ideas nada en los que Se acompafan Ia investigacis igacién sobre la his: a tier nivel, de las descompensaciones de la cluded oe eed Yl diagnos joderna y la indicacior saunas posibles soluciones. La obra de los primeros historiado: ‘Lac DI es puros de | - anos asada por efandes pardmetros, representa, en efecto, el nivel mis lorsde eons, Wépoién dela cludad actual, independientemente de la import Se enaeee mans portancia de sus con El caso limite, en el fondo, es el de nso leanne cl cn te perm jinismos, —o una curva— ie alidad de deter iy las que habia partido, y la leccién de Ber oeun ae weerlee deh UU Onan e misas ambientales y la energia del élan vital, Seria posible eng on sneha Pigica de la obra de Poste * poner de relieve el uso de un vocabelarte valonien ampliamente tomado en préstamo de la biologia) que llega a Senate analégico menos a componer por vez primera en un amplio cuadro, una Seeder 4 gja de los estudios urbanos. El recurso a la ciudad como or even fastante frecuente de imagenes anatémicas, la desc be Orda ie eee oe del crecimiento, hasta el titulo ostensiblemente bergsoniano de su sittin liege fparis et son évolution créatice) hacen uso-de un principio dindmico que deteria mitir superar el conflicto entre la estructura urbana como Sate total a una época y su continuidad histérica. Y, sin embargo, a pesar de poser oie mento critico tan importante para la comprensién de Ia ciudad de hoy, Poste i eh que otros historiadores de la Escuela francesa, queda en ultima instancia nee de sus limites. Esta relativa idealizacion de la ciudad antigua que se ha de leer en Poste mas allé de los limites provocados por la especializacién profesional de la inves- ; esta en relacién con aquellos estudios de historia urbana que nacen ideolé- snte orientados como soporte directo 0 indirecto de la actividad practica. particular, con un gran desfase, los resultados tedricos parecen dejarse es- implicaciones mas profundas de los fendmenos, cuando no dirigen mora- in proceso contra el presente, la técnica y el pragmatismo del siglo. comprensién de los fendmenos existe al menos en parte (Geddes}, igual claridad disciplinar al indicar una revolucién de! método lidad practica de Sitte (sus propuestas para la ordenacién del Ring s de barrios) ha sido comparada a menudo con las premisas teoricas snto, para extraer con ello juicios dificilmente contestables sobre 2 y la aproximacién de los resultados de los proyectos. Interesa con- también en relacion con la importancia de la posicién que Sitte tuvo breza y limitacién de su visién urbanistica, también bajo el perfil evidente filiacion de sus teorias de las albertianas, y, a través de de Vitrubio y Aristételes. Las citas vitrubianas no se limitan en Sitte s sobre las plantas de las ciudades, 0 a las diferencias entre la y la ciudad romana, 0 a la anécdota de Dindcrates, sino que llegan rtencia sobre la necesidad de considerar los vientos al fijar la les, En la eleccién vitrubiana se repite la misma seleccion de ciona como fuente directa, ademas por Alberti, que a su vez fun ‘estética de la calle curva. También la probable influencia de s —sobre la relacién entre edifi- pordneos de Hermann Maerten ‘ inte en relacion directa con el angulo visual, segun el tipo (detalle-masa-ambiente)—* lleva a Sitte una vez mas sobre concepto de simetria neoclasica es rechazado, refiriéndose en el mundo grecorromano.” Aparte de estas dicion clasica de tipo manualistico, asumidas en su “mayor parte con escasa inte! mee de la fuente, todo e! | gmnbiente cerrado. tanto es as Jencia. describien ye su obra sefecto arquitectinico ce: gma con su esfuerzo por asimilar ¢ zoning. trafico, densidad cons: tética formal. Las mismas preocupac ‘en los demés historisdores-arg experiencias es constante Ia preo, equellos valores del pasado y de la _ respuesta al peligro de la pérdida de __ yde Triggs.* queda uno indeciso 2 gos entendides pare madurar una metodo _ dologias que. fe ciolificar, nos remiten 2 una e092, con una cierta libertad tipica del empirismo inglés, algunes elementos de SUP UiGiiy Beautiful, de la Garden City y deine estudios de Sitte (del que no com- Ja posibilidad de una teoria cientifica de la proporcién espontanea), pero su Eupacion dominante sigue siendo el tamafio limitado de la unidad urbana Un lugar —afirme—, en el sentido con que queremos usar esta palabra, Espacio cerrado. El sentido de clausura es esencial para el conceste. Y sigue: __ No tenemos ocasién, y por lo tanto seria pura afectacién, intentar fortificar des con murallas... Sin embargo... es posible poner un limite 2 la dimension una ciudad deba extenderse sin interrupcién... la linea de limite podra toma! ... estes cinturones podran definir nuestros distritos y nuestros barrios ir de este modo a reforzar el sentido de la unidad de lugar en aquella area. respirar, serian preciosos: como refugio para pajaros y flores, y como alrededor de las ciudades. libres del ruido y del peligro de la moderna 'serian fuentes de un ininterrumpido placer y llevarian realmente y con algunas de las amenidades de! campo a las ciudades.* cita se adecua perfectamente al clima cultural dominante a prin- ‘en el mundo anglo-sajon. aunque lo capte en su nivel socio-cultural aquel del que partira una entusiasta respuesta, aunque indirecta, Howard. La fuente prestigiosa de esta tradicion, en el ambiente de Morris y Ruskin: s han de ser armoniosas, cristalizadas en una forma, sin super- ‘en sus dimensiones, que no echen fuera a oleadas su espuma en una fealdades. sino adornadas cada una con su sagrado pome! y con de Arboles en flor y de canales dulcemente guiados.’ te, la transposi a la concrecidén histérica de la re- clos formulaciones Utépicas. Esta linea de fondo modos, hasta las mas recientes contribuciones anglosajo- gidas a la ordenacion de algunas «leyes» de ornamen- les a escala reducida (Cullen), y hasta las denun- An (| ; 126 directa ere la estrecha unién entre arquitectura y plan urbano: ity Beautiful, que Burnham plantea en Chicago * coneluye con la absurda hipotesis de aquel «Centro mundial de comuni ee de Andersen y Hébrard,” donde hay de todo, excepto la expresion del eiients evidentemente exorcisado en el sortilegio del «decoro urbano». Otro urbanista de la City Beautiful escribia en 1910 que «los émnibus deberian tener formas y colores especiales que armonizaran con el ambiente» .* La directriz técnico-operativa de la City Beautiful seguira actuando, mas recientemente, bajo diversos habitos, en la re- cuperacion de las gray areas en una cierta gestion de la renovacién urbana. - tos autores hasta ahora considerados estan vinculados al Ambito urbano tradicional: la misma eleccion del campo restringe su método critico y su praxis. _ Pero es verdad también, sin embargo, que aquellos investigadores a los que se deben algunas de las contribuciones mas importantes y originales de la naciente disciplina urbanistica moderna no estan exentos de tales limitaciones culturales. El pensamiento de Geddes esta inspirado en la idea del evolucionismo bioldgico fundido con apeee lamarkianas sobre el papel activo del organismo en la formacién del ambiente.® En el plano del analisis historico, el método sirve para dar luz por vez primera sobre el desarrollo de la ciudad y de sus partes constitutivas, por acumulacién, desde la acropolis a la periferia contempordnea. Pero en el reconoci- miento de la continuidad de la ciudad como creacién permanente, Geddes, aunque consciente de la novedad de la situacién presente —caracterizada por la coagula- ‘cién del asentamiento humano alrededor de las lineas de comunicacién— no capta plenamente los aspectos de ruptura insertos cualitativamente en la fase industrial y -prefiere descartar el diagndstico de la discontinuidad del desarrollo a favor de una _ sintesis global de su esquema historico. El mismo uso del término conurbacién para describir el fendmeno urbano, parece contener un toque positivista, la insinua- ‘cién de una armonia global no alejada de algunas de las abstractas categorias bio- légicas de la simbiosis y de la mutua cooperaci6n caras a Kropotkin.” Por ello, ‘mientras la claridad del esquema interpretativo fundado en los estadios de la civili- C le habrian permitido a Geddes un diagnéstico dramatico y dialéctico de los cimientos, la sobrevaloracion de la positividad natural de la ciencia y de la del progreso en un desarrollo cientifico difuso, dan a su obra el sabor cauta serenidad. Teniendo presentes estas observaciones, quedaremos desilusionados pero no sorprendidos al no encontrar ninguna aportacién sig- de Geddes, ya sea practica, ya sea, en el fondo, tedrica, sobre la forma de moderna, ni siquiera en clave con las propuestas corrientes (ciudad neighborhood, unit, etc.). Al contrario de Geddes, Mumford dara una inter- bastante mas rica y dinamica de los fenémenos urbanos. Al recoger de Geddes, es mas al enriquecerla con ulteriores estadios (apocalipti- le contrapone una curva ascendente de posibilidad. embargo, donde salen mas claramente problemas del filén tedrico de la urbanistica biolégica derivada de que reconocer a Mumford el mérito de ser el primero en haber enlaza- grafia urbana, con nuevas dimensiones de método y escala, el go entre pasado y presente."' Frente a los preciosos analisis de un pa- © civil visto con cientifico despego por otros contempordneos, Mumford Jos hechos tonalidades enfaticas de luces y sombras, doblando ‘en una deformacién intencional. Los numerosos forzamientos de la a dotar los hechos de significacion propia atin en el Ambito ‘decir de la historia presente. Antes atin que en la recuperacion para una vida mas civil, a continuidad histérica se persigue busqueda de las disarmonias latentes en la ciudad antigua. La rup- ‘ c queda aceptada plenamente y sus rasgos son incluso s de una verdadera utopia invertida (Coketown). Reconstruyendo ) on paciencia, a través de la jungla ochocen- Treen se la reactivacién, desde los inicios casi __ Es precisamente en Mumford, sin ‘as ideas positivas ai: ™ nicos hasta su afirmacién en las consciencias, la continuidad tedrics ataeeatablectda en una «continuidad de la razén=, un hilo de Ariadna al que ancler est Mnente una nueva sociedad civil, en el papel que las nioseaas sli eandiciones d jugar. Toda una generacién de urbanistes ha sentido cor esta edique por vez primera la historia volvia a ensefiar algo, en primer lugar \2 sjunfors ibilidad de ensefiar. El regionalismo era una de las soluciones 0, si tuna premisa a las soluciones. ‘ ierem0S> pero si nos dirigimos a las indicaciones concretas que Mumford quiere ra los arquitectos y urbanistas, la pars construens se revela bastante mas isa y abstracte. Quizé sea la falta de un diagndstico politica conereto, que uel inf olocar el proceso en sus términos biolégicos ylleve a clasificar impli 2@ een sentido negativo cualquier forma de concentracién, la nueva escola espa cial, los sistemas de transporte, etc., en una palabra muchos de los factores cal dates de [a ciudad moderna, La propuesta pasa, por lo tanto, por un rechazo seliminar —relacionado con las premisas ideoldgicas de una oposicién inconcili Bip entre [a polis y la metrépoli— que peca de abstraccién y es fuente de ulteriores impedimentos- En la unidad de vecindario, y sélo ahi, es necesario recuperar el sentido de inimidad y recogimiento destruido por la escala agigantada de la cludad y por la velocida ioips transportes. Aqui, el cul de sac, el patio, incluso el claustro, han de ser replan- por el arquitecto moderno en términos nuevos y recuperados en proyectos origi- teados: ips, agaptados a nuestras necesidades presentes.” Desde este baluarte filosdfico se despliegan las criticas a Roadtown ((éase el modelo tipoldgico de la ciudad lineal) y a Broadacre City, cargados, segin Mumford, de funestas consecuencias: a despecho de su afirmacién de liberacién social y espacial y de su esfuerzo por calocar los asentamientos urbanos mas cerca de las areas agricolas y del tiempo live, de hteeho s6lo han introducido en una nueva forma los tipicos vicios de la metrépoli nerdesarrollada y no regulada. Y esto porque, ante todo, ambos conceptos rivalizan ‘mas fundamental de todas las limitaciones orgénicas: los limites funcione- ito.” ‘citas pueden parecer, como de hecho son, una indebida extraccion s5 extremas, pero representan bastante eficazmente el limite cons- sourso mumfordiano, La incomprensi6n del autor deriva por lo santo, ansigente exclusién, desde su origen, de componentes culturales n su visién organica —se alude aqui a la postura, mitigada en tes, hacia Le Corbusier, anticristo y cismatico en la historia e 1a consciencia urbana; * pero también al hecho de que en defi- icidn ajena a la matriz ideal de la ciudad Jardin (vista como tunica ondenada sobre de la ciudad autogestionada y comunitaria) es c los cuales aquellas contribuciones ya no son mas respon- is teorfas howardianas. Ultimamente, con mucha cautela, en stérico-critica, Mumford ha vuelto sobre algunas de sus afirma- le no ha llegado nunca a poner en discusi6n ciertos limites ica» en el control de la dimension metropolitana. De tal su obra de historiador est bastante mas cercana al aposto- el regionalismo que emerge de sus indicaciones tedricas a en terreno utépico— es mas ansia por un «paisaje mora- liferentemente articulada, la oposicién a las corrientes d que en Europa, después de. Ja primera guerra o. En Francia, por ejemplo, se expresa del modo reaccianaria hacia las direcciones de rup- Mi todensccte polémic " alultimo de los Beaux Arts, de las soluciones tipologicas de la ci ~ penard y gran pregonero internacio 1. L Spitzer, op. cit. p. "2, «Aunque pueda parece: que ss y la de un edificio, un darrio resid : de nuestros dias exista un abismo, en re. por come experiri actual dentro ce la semantica e continuita storica dell'arc e Bettini advierte: «EI espacio-tiempo de la actua! las coordenades cartesianas 0 cel numere correspondia, entre Ste tame sociedad de ties ‘cosmico” y jerarquico: a esa especie que era el mundo de Luis XIV.» 3, Faltan estudios exhaustives sobre la idealogia urbanisticn oe ‘sélo ha rozado el tema y de manera ins lente lo son ciertamente fines en si mismos —el arte por & ‘sino funcionales, al servicio de un ideal etico de igualdad. de p ad derechos publices. La Republica romana, que era Seneca SOND Tea EA ,S@ convirtio en un modelo ideologico para uN CompErtaMiant 9 el clasicismo express valores tanto concretos come esterices, Mientras ah XVII estaba al servicio del absolutismo y se convirtig © UtOpa Femeee jiente puso el acento en las necesidades de la sociedad y pude as! server . aunque los artistas como tales se opusieran a tendencias politicas violentas 'a gran escala esta basada en estos principios, porque Unicamente la ee ‘se consideraba adecuada a los ideales implicadass (H. Rasenau, 89S cit.) De la misma Rosenau son algunas referencias a la actividad vrbonistieg : Dal de Ravina revolucionarios del estilo. La obra de E. Kautmann (Car .. 1955; ed. de 1968; versidn castetlana Barroco y posdarroco en Inglaterra. Italie y France. ESOS! se muestra de todas formas de Sen tuoda sse dell architettura ri ilustraciones Eee Por su Iconogratia, wease tambien SE aae taipexyentos de-Goiee, Ledoux y Lequeu, University of 1968 (también con extensa didliogratia). anilisis en clave parsoniana de la mutacidn estructural de la soos: . industral esta en N. J. Smelser, Social Change a the Press, 1959. (Vease del autor: SQOe SE , La importancia del darwi 4 sobre, el eer yel imperialion a is de la actividad de H. Spencer. Ww neta al clima ideologico de las Toecus nism in American Thought, Beacen or Soci On amplia bibliografia: vease cs cs dotadt | paidds, SA.C.F., Buenos Aires, 1933, forman, Editorial Seix Baral, SA. a byes Norteamericana, Editorial Tecnos, S. A. vide fen Currents In American Thought, Brace & 7. G. Simmel, The Sociology of Georg Simm 1 nigo escrito de Simmel traducido al italiano que un'isis sociologica. | classici della sociolog. crass o,aitto, Padua, 1968 («Metropoli e personales. ers und Autsdtze 2ur Stadteaustellung, Dresden, 1803, pp 8. 0. Spengler, The Decline of the yersién castellana: La decadencia de Occidente. & Wiiversal, 2 vols., Editorial Espasa-Calpe, S. A.. Ma: 9, Véase C. Aymonino, «Le origi fisbiantStch ctl ce iginii dell'urbenistica mode: 40, Es necesario remitir el lector a los innumerad) nerales sobre las transformaciones provocades por la Revs faimes eldsicas: F. Engels, The Condition of the Working 4992; version castellana: La situacion de la clase obrere en ing quez Editor, Madrid, 1976 (valido también como testimonio ambiental) Labour in London, Londres, 1892: H. Barnes, The Slum> its Story en 4931; R. De Forest/L. Veiller, The Tenement House Problem, Nueva York. Modern Housing, Riverside Press, Cambridge (Massachussetts), 1834: J ‘and Housing with Special Reference to New York City: History. Coneit ross, Cambridge (Massachusetts), 1836. Fundamental fa comm-bocien oe © por el conjunto de la obra de Mumford y también por la de Senevaio en ins eS eritos 11. A. Dorner, op. cit., p. 31. Ibidem, p. 127. _sEllos [los urbanistas utdpicos] no eran capaces de ver... ni Ia tnewmabiliciad ‘triunfo capitalista, ni la potencialidad positive implicita, en el caso de BS social del capital... Por esto mismo, a medida que el caracter etanies i6n era continuamente rebatido y reafirmado, iba descubriendase © Hime posicion.» E. Salzano, op. cit., pp. 78 y 80. fafuri, Teorie e storia dell'architettura, cit. la tendenci restituir la esfera de la produccién y la ciudad, can sus ;, al Ambito de lo «naturals, el darwinismo social juega uA pads! .. Véase también la nota siguiente. demos la aguda observacién de Adorno sobre el Jugendstil COMO =) finida por el cambio de proyestarse en la imagen de una delieza inte. de una belleza —por decirlo de algun modo— vegetal». Th. W. Adon audi, Turin, 1.’ ed., 1944-1947; ed, de 1954, p. 183; version caste 2, Monte Avila Editores, C. A., Caracas, 1978. densa de tales espias psicolégicas hasta la wtapie ochocentista es donee simayer sobre la populariad del este io (k. * La perdita del centro, Borka, Turin, 1° 8. TORS: Gedimayer. dateodo, Editorial Labor, S es] anti El arte descentraee tard: sLa miriahara €s une de estas palabras de Benjamin “gieginidad ideal del odj2to (ye verdadero inquiline del» frebajo de Sisito que consiste en mercancia. Pero el solo ie El coleccionista se transtie-e el tiempo, sino tambien 3 un de lo necesario come o: fa esclavitud de ser utiles (4 19. V. Gregotti, #! terr sién castellana: El territocio ge lo ane en parte en italiano e: con prologo de Mario Manier citado esta ya implicita la teo industrial et sociétaire. Paris, 1829 (Ve 10 Mundo, Taurus Ediciones, S.A. Madrid. actuaron a favor de sus llamadas utopias. . Fevolucionarias y reformistas, particigarde ee Os Mow ¥y politicos, fueron maestros con muchos gisspuies y Heres Wea. a oo > (de la introduccion de GM. Brave al votumen 23. Referimos la satira de Proudhon a las propuestas ce Ws Urtens La vivienda es comin, la familia comun. las ComCas Bo CoML ; el matrimonic es facultative. exoueste a tades les acoentes ‘inconstancia. Otros utopistas destruyer las cucades. aslun 2 Bs fam os ‘vomo los ascetas de Tebaida, asignan a cada tamiha uns SeQeehs Ow : 'y de la que debe rendir cuentas. Otres. aun. preheree HAEE a NS capitales... Todo ello. mas 0 menos raTONAGO MAS O MOOS QML STE nada que ver... Al principio al trabalo, at Dacerse mas agrAene 1. S@ra una fiesta perpetua COM MUSICA CAM. CME SRO division. Jecturas, corta duracién de las sesiones, Dalles y YOWWES. Tal 8s eee" la learia de Cabet. que esta de acuerdo en este Con WOES WS graPee’s Campanella, Mably, Morelly, Fourier, ete. El soasima, Que Comooe Hee tias, les ofrece toda clase de satistacnianes..+ F economiche e filosofia della miserias, an Hf SQOWISM awe gS More SW DSA + Utopies et réalités. Une antdatagia. Editions de Seo castellana: E/ Urdanisma. URS ¥ PaRleNTeS TONS sina est retin pre mans oT RECS and Cities», Brazitter, Nuewa York, 18S. : J, M. Holloway. Heavens on Earth 12lignet Dry Publishers, Nueva York, 1951. 2. Ci en L. Marx, The Machine in york, 1967. P. 134. Véase el capitulo « Nueva ocién Je las ideas jeffersonianas. Chins. una relerropess 8 SUS puertos. 90, En

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