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D esde que nuestros padres castigaron a Santiago, la cosa no ha hecho més que empeorar. Yo me chivé, pero ya se lo habja advertido: si me volvfa a asustar una ver mis, se enterarfa, Una noche de hace un par de semanas, como de c tumbre, me habja fabricado mi parapeto: tapado hasta Ja nariz y con Ja almohada colocada en semicfrculo, como si llevaca unos enormes auriculares. Cuando mi hermano ya me creia confiado, empea6 con su ulular y sus voces extraiias. No servia en absoluto decitle que se callara, avisarle de que despertacfa a nuestros padres, y entonces sf que se le iba a caer el pelo. Ideneificaba sus bromas perfectamente, si bien ¢s0 no evitaba que se me etizara el cebello de la nuca. Esa vez me puse frenético, no podfa soporcar esos susurtos que emet- igian de la negrura de la habitacién. Comencé a aullar: “Por favor, por favor...” hasta que el renegar de mi padre me tranquilizé. Santiago ya llevaba rato haciéndose el mado, pero no importaba. No soy un chivato y sin embar- ‘go esta vez confesé. No querfa que le castigaran, slo que cerrara su bocaza, pero no se puede conseguir todo. Santi habia descubierto mis debilidades hace meses, justo en una ocasién en que él hojeaba un cémic que cref 54 JOAN CaKnes Or80 apasionance, por su expresién de gozo. En la portada figuraba una mujer con un vestido negro, brillance y muy apretado, casi un bafiador un poco largo, No consentfa en prestérmelo. Insist: a mi también me gustan los tebeos. Ya, pero estos son tebeos para mayores. Yo ya era casi mayor y deseaba curiosear las vifietas y las fotos en blan- co y negeo, Parecié que Santi iba a pegarme; en cambio dijo que me ensefiarfa la mejor foto, la que més le gusta- ba, Iba a enterarme de lo que era una tia de verdad. —Cieerra los ojos hasta que yo te avise. Asf. Ahora ya puedes mirar. Foto a toda pégina, Ella vestia un tzaje blanco, tipo camisén, Contraste de su cara de nieve con su pelo negro. Sus ojos perforaron mi atrevimiento, Sus colmillos eran cxageradamente puntiagudos. Grité. Seguro que mi hermano se crey6 poseedor de uno de los mejores (y mas ficiles) criunfos al someterme de esa manera. A partir de aquel momento tropecé con el pés- ter de la vampira en los lugares més insospechados. Estoy convencido de que Santiago nunca enconeré un juego mas divertido, La hallabe dentro de la nevera, sujeca con cinta adhesiva, en el suelo de la galeria 0 incluso dentro del libro de mateméticas. Nunca cave tiempo de rasgar el papel para siempre porque, mientras duraba mi shock, Santi la recuperaba con presteza para la prdxima ocasién, Yo sé que los vampiros no existen. De todos modos, lo sé mejor de dia que de noche. Por otta parte, mi her- mano se las apafia para que mis protestas parezcan. absurdas. A la hora de Ja cena le da por mancharse las ‘TERRORES NOCTURNOS Y OTRAS FABULAS PARA JOVENES 55 comisuras de 1a boca con salsa de tomate y trabaja la mancha hacia el cuello, Me toca en la codilla y me giro. ‘Veo su mascarac, pero sobre todo me afecta su mirada, que tiene un aire de familia con el de la vampira, Ya no puedo resistirlo. El castigo que merecié hace dos semanas no le hizo el menor efecto. Debo ser fuerte y estar preparado para que sus sustos no me pillen des- prevenido. Empiczo a madurar y he de saber tomar decisiones. Llevo unos dias encrenindome psicolégica- mente, y creo que mi sacrificio va a dar fruto, Esta noche ya no fabrico mi refugio con la almohada, ni tengo porqué soportar el calor de mayo con la cobija hasta arriba. Pienso en el futuro: Ia libertad debe ser no tener miedo a los otros. A medianoche, Santiago inicia la ceremonia con una aguda carcajada, a la que luego se unen una serie de susurros que acaban en geititos. Estoy preparado, Abandon mi cama de un salto y me abalanzo sobre él Pobre, él si que se ha impresionado, no se lo esperaba. ‘Ahora leva la estaca clavada en su pecho. Nunca jamas volverd a asustarme.

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