NOCTURNO
A Rosario Bien sabe Dios que ese era mi ms hermoso sueo,
Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro, mi afn y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
decirte que te quiero con todo el corazn; bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeo,
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, sino en amarte mucho en el hogar risueo
que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro, que me envolvi en sus besos cuando me vio nacer!
te imploro y te hablo en nombre de mi ltima ilusin.
Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
Yo quiero que t sepas que ya hace muchos das se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
estoy enfermo y plido de tanto no dormir; adis por la vez ltima, amor de mis amores;
que estn mis noches negras, tan negras y sombras, la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
que ya se han muerto todas las esperanzas mas, mi lira de poeta,mi juventud, adis!
que ya no s ni dnde se alzaba el porvenir.
Y luego que ya estaba concluido el santuario, Quin me diera robar un solo rayo
tu lmpara encendida, tu velo en el altar, de aquella luz de tu mirar en calma,
el sol de la maana detrs del campanario, para tener al separarnos luego
chispeando las antorchas, humeando el incensario, con qu alumbrar la soledad del alma!
y abierta all a lo lejos la puerta del hogar...
Oh! quin me diera ser tu misma sombra
Qu hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo, el mismo ambiente que tu rostro baa,
los dos unidos siempre y amndonos los dos; y, por besar tus ojos celestiales,
t siempre enamorada, yo siempre satisfecho, la lgrima que tiembla en tu pestaa.
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios! Y ser un corazn todo alegra,
nido de luz y de divinas flores,
Figrate qu hermosas las horas de esa vida! en que durmiese tu alma de paloma
Qu dulce y bello el viaje por una tierra as! el sueo virginal de sus amores.
Y yo soaba en eso, mi santa prometida;
y al delirar en eso con alma estremecida, Pero en su triste soledad el alma
es sombra y nada mas, sombra y enojos... Ni una esperanza descubrir podra
cundo esta noche de la negra ausencia En esta hora de huracn sangriento.
disipar la aurora de tus ojos?...
Tal vez te miro el postrimero da,
LA FORTUNA Y el alma que devoran los pesares
A Rosario P. Su adis eterno, desde aqu te enva.