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COMPASIN

Uno de los discpulos fue sorprendido en el acto


de robar. Lo apresaron, denunciaron, acusaron
y esperaron el castigo ejemplar del Maestro.
Pero el Maestro no hizo nada. El descontento se
intensific entre los dems discpulos que murmuraron,
protestaron, amenazaron. Por fin, al
ver que no se castigaba al culpable, todos los
dems discpulos se reunieron y declararon ante
el Maestro que, si el ladrn no era expulsado, se
iran todos ellos.
El Maestro contest: "Podis iros. Vosotros
tenis ya buenas costumbres y buen juicio.
Sabis discernir el bien y el mal y actuar segn
el dictamen de vuestra conciencia. Pero este
pobre hermano no distingue el bien del mal.
Quin le va a ensear si yo no lo hago? Yo
seguir ensendole a l, aunque todos los
dems os marchis".
El ladrn se ech a llorar. Sinti que todo deseo
de robar haba desaparecido de sus entraas.
Hasta entonces se haba mostrado arrogante,
confiado al verse protegido, impenitente en
busca de la prxima ocasin para practicar
impunemente sus artes. Pero, ante la bondad
del Maestro, se le deshizo el orgullo, se le abrieron
los ojos, se le enterneci el corazn. Y vio lo
que nunca haba visto y entendi lo que ninguna
leccin le podra haber hecho aprender.
El ladrn no fue el nico que llor. Hubo tambin
lgrimas escondidas en ojos de muchachos que
se saban culpables de faltas encubiertas que al
no ser vistas iban quedando en su conciencia
apagada como no cometidas.
La compasin del Maestro es la gran virtud que
inspira la mejor conducta en el discpulo. Ya no
hubo ms robos.
Carlos G. Valls
Vida Nueva 2189 del 12 de junio de 1999

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