DE
GABRIEL
LUIS MANUEL SANCHEZ GARCIA
L.M.S.G.
1974
Todo comenzó una tranquila noche de invierno. Su oscuridad,
reinaba en lo mas alto, la pequeña presencia de diminutas nubes,
cubrían el cielo, la temperatura oscilaba entre los 14º y los 16º
grados, se sentía un frescor muy llevadero, que con un buen abrigo no
seria problema para pasear, las farolas de la ciudad iluminaban las
calles con intensidad, el fluir de gente era constante, algunos
regresaban a sus casas, otros salían de ellas, para disfrutar de la
noche, salir con los amigos, ir de cena, o pasear romanticamente con
sus parejas, los ruidos de la ciudad, retumbaban por todos los
recovecos de la noche.
De repente el cielo empezó a cambiar de color, esas diminutas nubes
empezaron a disiparse, el cielo completamente oscuro, con pinceladas
de estrellas, fue cambiando, pasando del negro intenso a un rojo
anaranjado.
El tenue viento que soplaba se silenció, por segundos parecía que el
tiempo se había detenido, la temperatura en cuestión de segundos,
dio un brusco cambio, de los 15º grados de media, radicalmente paso
a una temperatura veraniega, la temperatura subió a los 42º grados,
los termómetros no recogieron la medición, pero en la calle la
sensación de sequedad fue grandiosa, la gente que caminaba por sus
calles abrigadas por el frío, no tardaron mucho tiempo en despojarse
de aquellos abrigos y chaquetones, que ahora le sobraban, en el
interior de los coches y de las viviendas, la reacción fue la misma,
algunos apagaban la calefacción de sus vehículos, otros bajaban sus
ventanillas, sacando las manos por fuera para notar aquel contraste,
en las viviendas abrían sus ventanas de par en par, para dejar el paso
del aire, que en ese momento era insistente, todo el mundo salio a la
calle para contemplar aquello, en cuestión de una hora la temperatura
tan alta que estaba aguantando la ciudad, volvió a su estado natural,
el frescor volvió a cubrir la noche, dejando paso a un ensordecedor
trueno que provocó la sensación de que el cielo se había partido en
dos.
Fue un ruido seco y muy fuerte, el contraste de la noche, hizo
estremecer a todo el mundo .
Todo el mundo se quedó sorprendido por la magnitud del
estruendo; los meteorólogos no comprendían el motivo de aquella
súbita anomalía atmosférica. Todo fue muy rápido. Todos los sistemas
de predicción meteorológico parecían fallar. Lo cierto es que sí
funcionaban y los datos que daban los ordenadores, los sensores y
todos los demás sistemas de seguridad eran correctos.
Pasada una hora, el cielo regresó a la normalidad, volviendo a su
oscuridad de siempre. Las estrellas lucían como siempre y el leve
viento que soplaba envolvió otra vez la noche, la temperatura volvió a
los 15º grados de media, los transeúntes, volvieron a cubrirse con sus
abrigos, los coches accionaron otra vez sus calefacciones y las
viviendas, cerraron a cal y canto sus ventanas, para que el frió no
penetrase en sus hogares, el invierno regreso a la ciudad, aquel
espejismo de los 42º grados, sólo permaneció durante una hora.
Los científicos llegaron a la conclusión de que todo había sido fruto de
una fuerte tormenta eléctrica.
Boby Carter, es un magnifico estudiante desarraigado de su
familia, durante su niñez fue pasando de hogar en hogar, su madre
biológica lo abandonó cuando era un niño de unos dos años, y viajó
por todos los orfanatos del país buscando una familia que le acogiese,
a la edad de siete años un matrimonio mayor de Filadelfia lo adoptó y
gracias a ellos recibió una educación, comprendió al fin lo que era una
estabilidad familiar, los Dess que así se llamaba su nueva familia,
procuraron que no le faltase nada y con mucho trabajo y esfuerzo, le
convirtieron en lo que era ahora, un joven universitario con unos
valores muy grandes, sentido de la responsabilidad y muy agradecido,
sus padres adoptivos, fallecieron hacia un año de muerte natural, su
padre el señor Peck sufrió un infarto y su madre la señora Sharon no
pudo soportar la perdida de su marido y pasados tres meses murió de
pena, sufría diabetes y su cuerpo no pudo aguantar la muerte de su
amado, la muerte de sus padres le hizo mas fuerte y se volcó en sus
proyectos.
La felicidad le duró poco, a los dieciocho años se volvió a encontrar
solo, pero muy agradecido del amor de sus padres que le entregaron
hacia él. Compartía sus estudios con un trabajo nocturno en una
oficina meteoróloga de la universidad, también se vio sorprendido por
el fenómeno que se estaba produciendo. Estaba sentado delante del
ordenador mirando, como cualquier día, el estúpido monitor con los
mismos gráficos y los mismos baremos. Estaba inmerso en su trabajo
cuando, de repente, una inmensa oscuridad lo envolvió todo.
El despacho era pequeño. Lleno de papeles, ordenadores,
lucecitas de todas las maquinas que necesitaba para su trabajo, y
muchos libros. Tenía una ventana con vistas al patio donde se reunían
los jóvenes universitarios; pero en ese instante estaba vacío, ya que
debido a lo avanzado de la hora los jóvenes estaban en sus casas, o
dentro de sus habitaciones.
La oscuridad que envolvió a Boby, fue de menos a más. Giró la
cabeza pensando que podría ser un problema de las farolas del patio,
pero su sorpresa fue enorme cuando divisó el maravilloso espectáculo
de luces. Se levantó de la silla, y se dirigió hacia la ventana muy
lentamente, la abrió de par en par, enseguida noto como la
temperatura del exterior estaba cambiando, desde su frente unas
gotas de sudor le resbalaban hacia la cara, cogió un pañuelo de su
bolsillo y se secó el constante goteo de sudor, a la vez miró al
termómetro que tenia colgado en el quicio de la ventana, la
temperatura marcaba 16º grados, acercó su mano hacia el
termómetro, dándole varios golpecitos al mercurio, aquel aparato ni
subía ni bajaba, marcaba correctamente 16º grados, una vez allí
escuchó un tremendo estruendo y rápidamente miró hacia los equipos
de medición, todos estaban correctos, ninguno saltó, ni hicieron nada
anormal. Todo era normal, demasiado normal.
ALFA Y OMEGA
1:11: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un
libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a
Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
2007.
Boby Carter, el joven universitario, ya no era tan niño. Habían
pasado treinta y tres años. Se había convertido en un prestigioso
meteorólogo. Trabajaba en la Universidad de New York, fundada el 18
de abril de 1831, constaba con mas de 40.870 alumnos y entre sus
estudiantes salieron 23 premios Novel y 12 premios Pulitzer, sus
conocimientos los entregaba a sus alumnos con tesón, disfrutaba
mucho en la universidad, le encantaba entrar por las mañanas y
respirar el ambiente de sabiduría que flotaba por todos los recovecos
de la universidad, estaba contratado por el canal CNN de televisión
para dar las noticias del tiempo. Su remuneración era excelente y le
dejaba tiempo para dedicarse a sus tareas cotidianas.
Continuaba soltero, siguiendo los mismos pasos de su maestro, el
señor Parker, pero no era tan excéntrico como él. Tenía una gran
planta; un señor serio y muy atractivo.
Como cualquier otro día Boby llegó al estudio de televisión, para
dar las noticias, sus instalaciones eran muy modernas, los estudios se
encuentran en el edificio Trump Building, ubicado en la 36 y 42 de
Wall Street, en 1930 fue el edificio mas alto del
mundo, consta de 70 plantas, su altura es de 283 metros, tanto los
estudios como los despachos ocupan tres plantas, desde la 35 a la 38,
sus vistas son increíbles, divisando toda la magnitud de Manhattan .
Entró dando las buenas noches; se tomó un café de la máquina y
directamente entró a maquillaje. Su comportamiento era mecánico.
Soltó todos sus papales en la mesa de maquillaje y dejó trabajar a sus
compañeros. Unas hábiles y profesionales manos quitaron los brillos
de su cara, para dar bien en pantalla.
El dueño de la cadena entró en maquillaje y, dándole las buenas
noches, le preguntó qué tal sería el parte meteorólogo de esa noche y
de todo el fin de semana, ya que era viernes.
Boby le comentó que en el fin de semana haría buen tiempo, por
el día soleado y por la noche bajarían las temperaturas, pero que
harían unas noches estupendas, perfectas para salir a dar una vuelta
con la familia.
El dueño de la cadena se marchó, dándole las gracias y se dirigió
a su despacho para seguir la emisión de las noticias.
Boby fue hacia el estudio donde se encontraban los
presentadores, como siempre, dando las gracias a los maquilladores,
era muy respetuoso y educado con todo el mundo y la gente lo
respetaba.
Se dirigió hacia la pantalla de plasma donde estaba el mapa del
país; se colocó bien la corbata y se retocó el cabello, era un hombre
muy coqueto y le gustaba dar bien en televisión.
Mientras, Tom Harrys y Jana Still, presentadores del noticiario,
terminaban las noticias dando paso a Boby para que diese el tiempo.
Buenas noches. Esto es todo por hoy se despidió Tom Harrys.
Esperamos que pasen un buen fin de semana. Acontinuación le
dejamos con el tiempo. Adelante señor Carter dijo Jana Still,
introduciendo a Boby.
Con una sonrisa dio las gracias a sus compañeros y explicó a las
espectadores las condiciones meteorólogas del fin de semana. Todas
las predicciones eran buenas y con su incondicional verborrea
comentó las agradables temperaturasque tendría el país.
Se despide Boby Carter. Muchas gracias por su compañía y les
deseo que pasen un estupendo fin de semana.
La emisión terminó como cualquier otra noche.
El meteorólogo se quitó la petaca y el micrófono de la corbata y
se dirigió con sus compañeros del estudio a tomar un café de la
misma máquina de todos los días.
No hablaban de nada importante, cosas del trabajo, otra vez del
tiempo y temas banales. El dueño del canal salió de su despacho, se
acercó a Boby, y le comentó que le tocaba a él pagar las cervezas.
Todos los viernes seguían la misma rutina, terminaban el trabajo y se
marchaban los dos, eran muy buenos amigos.
Se conocieron en la universidad de Filadelfia, cada uno estudiaba
una carrera diferente, uno políticas y el otro meteorología, sus vidas
se cruzaron en un local no muy lejos de la universidad, en la calle
Brooklyn esquina con Constance Rd., situado debajo de una
carnicería, que regentaba una familia marroquí, unos cuatro escalones
por debajo del local, había una puerta verde , con un rotulo luminoso
de neón, al cual la letra “b” de bar, se descolgaba por un lado y se
juntaba con la letra de al lado.
Era una minúscula taberna irlandesa, rodeada de cuadros y pintas de
cervezas por el techo, los dueños eran un matrimonio muy risueños,
de complexión fuerte los dos, vestían trajes típicos, cada día para
ellos era San Patricio y banderas junto con gorros decoraban el local,
al fondo, una diana de madera colocada al lado de un perchero,
destacaba entre los abalorios del bar, ese lugar llego a ser su sitio
preferido, todas las tardes se sentaban alrededor de la diana y con sus
pintas de cerveza charlaban y charlaban, su amistad crecía cada vez
mas, formando fuertes vínculos.
En ese momento el estudio empezó a oscurecerse; fue de menos
a más. Boby se percató en seguida y se dirigió corriendo hacia las
ventanas del estudio, todos, viendo su reacción, le acompañaron
hacia las ventanas, preguntándole qué pasaba.
El espectáculo era precioso; el cielo se transformó de un color
rojo anaranjado y el viento dejó de soplar, la temperatura empezó a
subir, dentro de los estudios la calefacción estaba conectada,
marcando 23º grados, pero la sensación era mas alta,
todo el mundo empezó a quejarse del calor, llamaron a
mantenimiento, por que el calor cada vez era mas insoportable, los
termómetros de la redacción marcaban 23º grados, todo era correcto,
se formó un pequeño revuelo, a la gente le dio por pensar, que el
edificio estaba ardiendo, la sensación de sequedad era altísima, las
chaquetas empezaron a verse colgadas de los percheros, los nudos de
las corbatas, desabrochados, los sudores empezaron a brotar en la
gente, camisas empapadas circulaban por la redacción, las mujeres se
desplazaban a los baños para poder aliviar el calor, con paños
mojados, en las ventanas se apreciaban, gotas cayendo sobre ellas de
humedad, la temperatura en el interior era de 42º grados, en el
exterior igual, Boby acercó su mano a la ventana y con un dedo dibujó
un circulo, la humedad hizo mantenerse aquella figura.
LA LLEGADA.
Legiones de ángeles llegaron a la cita fijada treinta y tres años
atrás. Se dispusieron en formación, sus garras clavadas con fuerza en
aquella tierra anaranjada, junto con la brisa que movía la arena que
reposaba a sus pies, junto al leve movimiento de sus alas, esperaron
hasta que la magnífica puerta, de enormes dimensiones se abrió.
El ángel negro, adelantándose de sus tropas, se dirigió hacia la
luz, iba muy seguro, sus pasos firmes dejaban huella en el terreno, las
zancadas eran grandiosas, su majestuoso caminar, era bellísimo, su
gran envergadura con sus alas desplegadas, creaban adoración. De
nuevo le estaban esperando. La reunión fue corta, pero muy tajante,
la hora había llegado.
El ángel blanco, se acercó hacia él, forjándose en un fuerte abrazo,
cuando terminó aquel intenso saludo, le cogió de los hombre con
fuerza, le explicó que tenía que bajar a la tierra, y realizar todo lo que
se había acordado. El ángel negro, arrodillándose ante él, le contestó
que no fallaría en su misión, una lagrima le brotó de sus ojos,
resbalándose por su cara, cayó al suelo, aquella lagrima de color rojo,
se transformó en diminutas piedras, que se iban penetrando en el
interior de la arena.
Atravesó la puerta lentamente y se dirigió hacia sus tropas con
pasos firmes. No hizo comentario alguno; se colocó delante de ellos,
desplegó sus alas, y salió volando hacia la tierra. Las tropas se
arrodillaron y sin variar la formación se convirtieron en piedra, desde
sus pies, poco a poco se fueron transformando, hasta llegar a sus
enormes alas, fue majestuoso y aterrador a la vez el espectáculo.
Cuando abrió la puerta todo el mundo miró hacia él, no por nada
en especial, sino por la claridad que acababa de romper y la oscuridad
del interior. Su gran silueta se realzaba en la puerta, con su altura y
con el atuendo de su gabardina. Cerró la puerta y se dirigió hacia la
barra. En el mostrador un camarero de corpulencia gruesa le dio los
buenos días y le preguntó si quería algo para beber. Gabriel le miró
intensamente y le pidió agua. El camarero, muy gentilmente, le sirvió
un vaso de agua.
Al fondo del local había un billar. Dos hombres jugaban. A su lado
se veía una mesa llena de botellas de cerveza de las que los
jugadores habían dado buena cuenta de su contenido. Apoyada en el
mostrador, a unos metros, se encontraba una joven tomando café
rodeada de libros y papeles, seguramente preparándose para un
examen o prueba de trabajo. La partida de billar terminó. Uno de los
jóvenes se acercó para pedir más cerveza y, según lo iba haciendo,
comenzó a mirar muy atentamente a la muchacha que se encontraba
leyendo. El joven pidió las bebidas y groseramente empezó a meterse
con la chica, no sólo verbalmente, también empezó a tocarla, acercó
su mano sobre su cabello, acariciándole el pelo, su cara se acercó
hacia la suya, desprendiendo desde su boca un olor nauseabundo,
mezcla de cerveza y olor a cigarrillos, cada vez se acercaba mas,
cuando su cara estaba a escasos tres centímetros, sacó su lengua,
dándole un lametón en toda su mejilla. La chica le pedía que la dejase
en paz.
El camarero enfadado le dijo que dejaran de molestarla y les conminó
a que abandonaran el local. Ante los oídos sordos del joven, el
camarero sacó un bate de béisbol de debajo de la barra y le volvió a
pedir que soltase a la chica. El otro joven que estaba sentado en la
mesa sacó una pistola y apuntó al camarero. Gabriel cogió el vaso de
agua apurándolo de un trago y lo dejó sobre la mesa, se dio la vuelta
y se dispuso a salir de allí.
El joven que tenía el arma se dirigió hacia él diciéndole que a dónde
creía que iba, que nadie saldría del bar sin su permiso.
Gabriel se dio la vuelta y le contestó:
Mi trabajo aquí no es necesario ya que vosotros lo haréis por mí.
El joven del arma se rió y le preguntó que si estaba loco, y en ese
momento, martilleo su arma y disparó contra Gabriel. La bala le dio en
el pecho, pero fue como si nada hubiera pasado. Volvió a disparar y
esta vez le dio en la cabeza con el mismo resultado: nada, no le
hacían mella las balas. El joven del arma estaba asustado, realmente
lo estaban todos.
El otro joven que estaba con la chica cogió una botella de cerveza y se
la rompió en la cabeza, pero el resultado fue el mismo, nada. Gabriel,
se fue acercando lentamente, agarró al joven del cuello y lo lanzó
contra la mesa de billar que se encontraba a más de cinco metros, las
bolas del juego salieron disparadas y unos tacos de billar los partió
con la espalda. Mientras lo tuvo cogido por el cuello las manos de
Gabriel cambiaron y se transformaron en garras, de su espalda se
desplegaron sus hermosas alas, su transformación fue completa
dejando a todos los presentes paralizados. Dirigiéndose hacia los
jóvenes los agarró por el cuello levantándolos más de metro y medio
del suelo acercando su cara a las suyas, sus piernas no dejaban de
patalear en el aire. Los jóvenes estaban aterrorizados al ver el aspecto
de aquel demonio.
Cuando los tenía a unos escasos 3 centímetros de su rostro, les dijo:
Habéis sido unos niños muy malos.
Gabriel los soltó y cayeron fulminados. Al hacerlo una luz negra
salió de sus cuerpos, un montículo de arena negra se formo en el
suelo del bar.
Miró hacia el camarero y hacia la joven. El hombre de rodillas
temblaba y le suplicaba que no lo matara y la joven lloraba incrédula
por lo que acababa de presenciar. Después de mirarlos y verlos tan
frágiles e indefensos, se volvió a transformar en una persona normal.
Se acercó a la barra y le dio las gracias al camarero por el agua, y
antes de salir del bar, les dijo:
Barnie, eres una buena persona. No temas al futuro y tú, Sara,
el trabajo será tuyo y pronto tendréis la recompensa.
Gabriel abrió la puerta dejando penetrar la claridad de la calle y
se desvaneció.
Al escuchar las palabras de aquel hombre, tanto el camarero como la
estudiante, de sus caras una sonrisa se dibujo, la sensación de paz se
apoderó de sus cuerpos, respiraron
profundamente y las lagrimas cayeron por si solas desde sus
lagrimales.
Barnie, cogió el teléfono y llamó a la policía, una vez terminado de
hablar, se acercó hacia los jóvenes, se encontraban tumbados boca
arriba, con los ojos en blanco, cuando se encontró a los pies de ellos,
sus ropas empezaron a deshacerse, parecía como si sus prendas
estuvieran impregnadas de algún material corrosivo, a la vez que
desaparecía la ropa, aparecían unas marcas, del brazo izquierdo de
uno de los jóvenes empezaron a dibujarse unas cicatrices; de su
compañero, las señales aparecieron en la pierna izquierda, el recorrido
de las cicatrices del brazo iban desde la muñeca, hasta el bíceps; el
de la pierna, seguía desde el pie hasta la rodilla, los nombres de
Pergamo y Tiatira, se
apreciaban con claridad.
PERGAMO
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros,
donde mora Satanás.
LA PLUMA.
Boby se dirigió hacia la sala que los militares habían habilitado
para los medios de comunicación, era una simple carpa de color
mimetizada, en el interior una extensa moqueta de color azul cubría
todo el suelo, las sillas se formaban en seis filas, haciendo un total de
36, al fondo, en un espacio de tres metros cuadrados, las cámaras se
apretujaban para tomar las imágenes, frente a ellas un atril de
metacrilato con el logo del ejercito, de los Estados Unidos.
Elvis colocó su cámara al final del recinto para poder grabarlo
todo, pegándose con los demás compañeros de prensa para coger el
mejor lugar. Julia se sentó en las sillas acondicionadas por el ejército
para la rueda de prensa y Boby se colocó cerca de la puerta.
El coronel hizo su aparición en la rueda de prensa. Se situó en el
atril, se quitó la gorra, colocándola junto a unos papeles que deposito
en el atril y se dirigió hacia los allí presentes:
Buenos días a todos. Soy el coronel Hathaway, de las fuerzas
armadas de los Estados Unidos de América. Les he convocado para
explicarles lo que está ocurriendo aquí, a setenta millas de la capital
del Estado. Realmente no estamos autorizados para contarles nada,
pero tranquilos, no es por que queramos ocultarlo, solamente es
porque lo desconocemos. Lo único que les podemos decir es que hace
unas horas nuestro satélite de información nacional detectó un objeto
dirigiéndose hacia la tierra y, cuando supimos el lugar del impacto,
varios F-16 salieron a investigar. Les ruego paciencia y que nos dejen
trabajar; cuando sepamos algo más, yo personalmente se lo
comunicaré. Ahora habrá unos turnos de preguntas y si puedo
contestarlas, lo haré gustosamente.
Periodistas de diferentes cadenas comenzaron a hacer
preguntas, casi todos iban por el mismo camino de suposiciones,
refiriéndose a algún tipo de meteorito, exceptuando a uno de una
revista sensacionalista que lo único que tenía en mente era el
aterrizaje de ovnis.
Boby en ese momento miró a Elvis, le guiñó un ojo y
rápidamente salió de la sala de prensa. Nadie notó su ausencia. Se
dirigió hacia la zona acordonada. El trasiego de militares era
grandioso, dentro de las tiendas militares, se podía ver como recogían
restos del terreno y allí mismo realizaban pruebas, Boby caminaba
escondido entre las tiendas y los militares que no cesaban de entrar y
salir, alguna vez se tubo que agachar y esconder tras las ruedas de un
jeep, caminando durante 15 minutos entre los matorrales y las
piedras, llegó al fin al lugar de la explosión.
El paisaje era desolador, una gran explanada quemada y del suelo
imitando a un río sin agua. Una cinta amarilla cubría todo el
perímetro, pero eso no le importaba, pasó por debajo de ella,
penetrando hasta el mismo centro de la explosión, se puso de rodillas
y cogió arena, era muy negra, no parecía quemada, más bien parecía
tierra volcánica, aunque le desconcertaba el no ver ningún trozo de
roca o mineral procedente del espacio, a la vez que recogía pruebas
realizaba fotografías con una cámara digital.
Un soldado le dio el alto y le invitó a abandonar el lugar,
argumentando que no podía estar allí. Sin poner objeción se marchó,
pero cuando había recorrido unos tres metros, observó un árbol,
completamente carbonizado, lo extraño no era el árbol, sino la
enorme pluma negra que encontró, la cogió y la guardó en el bolsillo
interior de su chaqueta. Era de un color negro como el carbón y de
unas dimensiones enormes, su longitud era de unos cuarenta y cinco
centímetros, demasiado grande para las aves autóctonas del lugar.
Tras el descubrimiento, se dirigió hacia sus compañeros y les dio
órdenes muy concretas. Les comunicó que se tendrían que quedar allí
para recabar información; él tenía que acudir a una cita que no podía
eludir y que mañana al mediodía, regresaría.
Boby se dirigió a la residencia de ancianos para encargarse del
funeral del señor Parker.
Cerca de allí alquiló una habitación en el pueblo; se sentó en la
cama del motel y del mueble-bar sacó una cerveza y, mientras se
desprendía el nudo de la corbata, le dio un gran sorbo; se recostó en
la cama y sacó del bolsillo la pluma que había encontrado; la dejó
suavemente en la mesilla de noche, cerca de la cerveza y se durmió.
A la mañana siguiente se levantó y tomó un taxi hacia la
residencia. El funeral fue muy íntimo, con una asistencia muy
reducida. El cura que oficiaba la misa, la recepcionista de la residencia
junto a la directora y Boby, en total cuatro personas, pero a él, no le
sorprendió, ya que el señor Parker sólo lo tenía a él como amigo. El
entierro se celebró cerca del lago, donde la residencia disponía de un
lugar tranquilo y precioso para estos acontecimientos, el olor de aquel
lugar era increíble, a jazmín y pensamientos, se podía escuchar el leve
cantar de los canarios y el suave viento que se posaba en la cara.
Una vez finalizado el responso del cura, el ataúd fue bajado al fondo
de la fosa y, tras arrojar unos ramilletes de jazmín sobre el ataúd, se
dirigieron a la residencia donde había preparado un pequeño
almuerzo para despedir al señor Parker. Tras compartir impresiones
con los asistentes, Boby se dirigió a la directora y le preguntó dónde lo
habían encontrado muerto.
La directora, muy amablemente, le narró como uno de sus
celadores lo había descubierto en la orilla del lago; todo le parecía
muy extraño; había pasado el día muy bien e incluso había tenido
fuerzas para recibir la visita de un familiar.
Boby se sorprendió al oír lo del extraño familiar, él siempre se había
considerado su única familia y si hubiera tenido algún familiar, lo
habría sabido. Boby sabia que no tenia familiares en América, su
hermana falleció hacia años en Inglaterra, perdiendo todo contacto
con sus sobrinos y ademas residían en Francia.
Desconcertado se dirigió al lugar donde encontraron el cuerpo, se
agachó para coger unas piedras y lanzarlas al lago; según lo hacía se
preguntaba en voz alta:
¿Por qué? ¿Por qué, y quién es ese familiar que te visitó? ¿Por
qué nunca había oído hablar de él?.
Mecánicamente se agachó de nuevo para coger más piedras y
lanzarlas al lago cuando algo le alertó, soltó las piedras que tenía en
la mano y descubrió algo que lo desconcertó. Un pequeño montículo
de arena negra, de igual color y tacto, que la que había visto el día
anterior en el cráter, esta vez el montículo parecía que tenia forma,
cogió su cámara y la fotografió, la arena formaba una letra,
claramente se distinga la letra A. Depositó la arena en un sobre y, tras
despedirse de los asistentes al funeral, se marchó. Destino la base
militar.
Antes de marcharse, hablo con una de las enfermeras, quería saber el
aspecto de aquella persona que había visto por ultima vez a su amigo.
La enfermera le comentó que aquella persona no le dijo su nombre y
si lo hizo no lo recordaba, lo que si sabia es que era muy alto, guapo y
llevaba una gabardina negra, durante unos segundos la enfermera se
quedó callada, recordando, llegó a la conclusión que no le podía decir
cual era su aspecto, era muy raro, todas las compañeras le estuvieron
observando, pero no le pudo describir como era físicamente, la
muchacha llamó a una compañera y le dijo:
– Lourdes, ¿ Te acuerdas del caballero que visitó al señor Parker?
– Como me iba a olvidar de el, era guapísimo, alto, bien vestido.-
hubo un silencio-
– Te puedes creer, que no podría decirte como era físicamente.
Boby agradeció a todo el mundo el trato que recibió el señor Parker, y
se dirigió hacia el taxi que le estaba esperando.
Durante todo el viaje de regreso no dejaba de darle vueltas al
hallazgo. Nada más llegar se reunió con Elvis y con Julia. Les preguntó
si tenían lo necesario para poder realizar la narración de lo que allí
había ocurrido. Los dos jóvenes asintieron comunicándole que todo
estaba preparado, lo único que les quedaba por hacer era montar las
imágenes con el sonido y que lo terminarían en el estudio. Boby
asintió y los tres se dirigieron hacia el helicóptero. Allí ya no había
noticia.
De regreso a los estudios, se dirigieron a su despacho, miró a los
chicos y empezó a hablarles con aspecto serio.
Tengo que contaros algo. Cuando vosotros estábais en la rueda
de prensa, salí a fisgonear cerca del cráter. Buscaba cualquier indicio
que nos diera una idea de lo que allí había ocurrido. Recogí una
cantidad pequeña de arena, me resultó extraña, pero cuando me
alejaba de allí, a unos tres metros, encontré esto.
Sacó de su chaqueta la pluma y la puso encima de la mesa, junto
al montón de arena. Sus compañeros no veían nada extraño. La arena
podía ser del terreno y la pluma de cualquier buitre de la zona.
Recordáis que me tuve que marchar porque tenía cosas que
hacer continuó Boby pues bien, a unos kilómetros mi amigo, el
señor Parker, falleció y tuve que encargarme del funeral. Allí encontré
esto.
Sacó el sobre de la chaqueta y volcó el contenido en su mesa,
junto a la pluma y al montón de arena. Era la arena que había
recogido en el lago, en el lugar donde su amigo había fallecido. Los
dos montones eran exactamente iguales, el mismo color y la misma
textura. Lo que le resultaba extraño no era la arena en sí, sino los
lugares tan opuestos de donde procedían: el primero de un suelo
muerto y el segundo de un frondoso y mullido césped. Elvis no
acertaba a entender a dónde quería llegar su jefe con esas pruebas,
pero le resultaba excitante.
Boby pidió a Julia que buscara en el ordenador y recabara
información de todo lo ocurrido en las últimas setenta y dos horas, de
cualquier cosa extraña, aunque le pareciese estúpido. La chica, sin
pensarlo, se dirigió a su mesa y empezó a trabajar. Elvis, por su parte,
ayudaría en todo a Julia, entregándole imágenes de hemerotecas y de
cualquier cosa que le resultase sospechoso.
Boby se recostó en su sillón y, jugando con la pluma, pensaba en
voz alta:
¿Qué relación guardas en todo esto? ¿Qué significas?¿Qué eres?
o, mejor dicho, ¿quién eres?.
Con las pruebas de la pluma y de la arena en la mesa, cogió su
cámara mirando con atención, el montículo de arena que encontró en
la residencia con la letra A, fotograma a fotograma, repaso las fotos
que realizo en la explanada de la explosión, lo miraba despreocupado,
cuando algo le llamó la atención, se fijó en que realizó una fotografiá
al árbol, que se encontraba en el cráter completamente calcinado,
acercó la imagen, cada vez mas y mas, allí descubrió que tenia una
marca, centró la imagen, la volvió acercar, descubriendo que en el
tronco había algo dibujado, se percibía claramente un símbolo, se
levantó de la silla, se dirigió a un estante donde había centenares de
libros y cogió uno de simbologia, sabia cual era perfectamente, pero
lo miró igual, descubrió que aquello que se encontraba en el árbol era
el símbolo de Omega.
De repente se levantó de un salto de su sillón, abrió la puerta de
su despacho y se dirigió hacia la mesa de Julia.
Julia quiero que busques en Internet sucesos extraños que
hayan ocurrido en Ohio en un radio de cincuenta kilómetros del cráter,
no preguntes y hazlo, sé que es una locura pero tengo una intuición.
Ya era tarde; la gente de la redacción se habían marchado. Eran
las diez de la noche.
Boby estaba agotado, salió del despacho y les dijo a los chicos
que se marcharan, tenían que descansar, ya que presentía que
mañana iba a ser un día muy duro. Ante la insistencia de su jefe los
chicos aceptaron a regañadientes, intentarían descansar para llegar al
día siguiente con las pilas cargadas aunque sabían que no lo iban a
conseguir. Estaban muy excitados por todos losacontecimientos.
Elvis, caballerosamente, se ofreció llevar a Julia a casa
argumentando que era tarde y que a esas horas las calles eran muy
peligrosas. Ella aceptó agradecida, recogió su bolso y se marcharon
juntos. Bajaron a la calle. El coche de Elvis se encontraba dando la
vuelta a la manzana; un viejo “Mustang”, color rojo y unas franjas
azules horizontales, cubrían los laterales del vehículo, destartalado
por fuera, pero en su interior tenía lo último en equipo de sonido;
pulsaba un botón del CD y una pequeña pantalla de plasma salía del
equipo, etapas de potencia en el maletero y cientos de vatios de
sonido, parecía una discoteca. Elvis pidió a Julia que eligiese un CD de
la guantera, pero lo gracioso es que no había donde elegir, todos los
CD eran de Elvis Presley. Por fin pusieron uno y con la música del
“Rock de la cárcel” se marcharon.
Boby se fue el último, apagó las luces de su despacho, se dirigió
hacia los ascensores, cuando se paró en la planta baja, le dio las
buenas noches a los guardas que vigilaban el edificio, decidió dejar el
coche en el trabajo e irse paseando. La noche era preciosa, las luces
de la ciudad iluminaban su cara, andaba con las manos metidas en los
bolsillos y sin prisa, iba distraído, disfrutando del paseo. A unos
metros de donde se encontraba, vio una tienda, donde vendían
tabaco, licores, prensa, etcétera. Entró en ella.
La puerta se abrió con una musiquita de campanillas, siempre que se
abría sonaba, como aviso de entrada y salida de clientes al
establecimiento. Se dirigió al dependiente y le pidió un paquete de
cigarrillos, mientras aguardaba, se dio una vuelta por la tienda; era
pequeña pero muy larga; los productos estaban colocados de tal
manera que los clientes daban una vuelta en círculo y al final llegaban
a la caja. La recorrió muy despacio y tranquilo; pasó primero por los
licores, después por los refrescos y, pasando las bebidas, al fondo,
tenían prensa. Se detuvo para echar un vistazo, sin buscar nada en
concreto, solamente mirar por mirar.
Tenían prensa financiera, la prensa diaria, deportes, revistas,
pasatiempos, cuentos, etcétera. Se fijó en un periódico en especial, no
era la típica prensa que él solía leer, se llamaba UFO, los temas que
trataba eran de ovnis, marcianos, hombres lobo y todas las historias
atípicas imaginables. En primera pagina había un titular que le llamó
la atención: “Monstruo alado mata a dos jóvenes en un bar.” Cogió el
periódico y empezó a hojearlo. En la portada, junto al titular, había un
dibujo, parecía un águila enorme con forma humana; mirándolo
detenidamente observó algo que le llamó la atención, las plumas de
sus alas eran muy largas. Rápidamente su mente lo asoció con la
pluma que había encontrado, pero no quería creerlo, él era una
persona muy racional y no daba crédito a esas tonterías. Volvió a
dejar el periódico en su sitio y se dirigió a la caja para pagar sus
cigarrillos.
Finalmente dio la vuelta, cogió el periódico, el tabaco y salió de la
tienda, dejando atrás el tintineo de campanillas que producía el
avisador de la puerta.
A unas manzanas de distancia se encontraba una boca de metro.
Decidió dar por concluído su paseo por la ciudad y marcharse a casa
en tren. Bajó las escaleras y sacó un billete en la taquilla. El metro
estaba solitario, no había nadie, solamente se cruzaba de vez en
cuando con algún viajero despistado. Los pasillos eran largísimos;
subió a una escalera mecánica, metió la mano en su bolsillo derecho y
sacó el paquete de tabaco; se encendió un cigarrillo. En el brazo
izquierdo, apretándolo con la axila, llevaba el periódico enrollado.
De repente sintió un escalofrío, los pelos de los brazos se le erizaron,
sentía que alguien le seguía, miró hacia atrás en un acto reflejo y no
vio a nadie; estaba nervioso. En ese instante una sombra pasó delante
de él, pero no se percató de ello. Por fin llegó al andén. La estación
estaba completamente vacía, solamente se encontraba él. El tren no
había llegado aún, pero tardaría en hacerlo.
Podía escuchar cómo se acercaba; se quedó de pie sin moverse y
esperó a que el tren parase. Antes de que lo hiciera vio, en el andén
de enfrente, a un hombre vestido con gabardina negra, andaba muy
despacio y tenía la mirada fija en él. El tren se detuvo frente a él y
perdió de vista a aquella persona.
Las puertas se abrieron y pasó al interior pero, antes de hacerlo, el
periódico que llevaba sujeto en el brazo izquierdo, se le cayó fuera del
vagón. Se agachó para cogerlo, y en ese instante vio al extraño
hombre frente a él con el periódico en la mano. Gabriel
levantó la mano muy despacio y se lo entregó.
Muy interesante lo que cuentan. El señor Parker también se
interesaba por este tipo de lectura.
En ese momento las puertas del vagón se cerraron y el tren se
puso en marcha. Boby estaba aterrorizado, no dejaba de mirarlo ni un
instante. Las luces del tren se apagaron y se encendieron; fue todo
muy rápido, no duró más de un segundo y, en ese instante, el ser
desapareció. El tren se adentró en el interior del túnel y Boby perdió
de vista la estación.
Gabriel paseaba por los pasillos del tren, a su paso, una mujer con su
bebe en un carrito, se dirigía a la estación, su cara denotaba
preocupación por lo tarde de la noche, a esas horas no era muy
seguro caminar sola, justamente detrás de ella dos jóvenes la seguían
los pasos, sus intenciones no eran muy buenas, ya en la estación, la
mujer se encontraba impaciente por que el tren llegase, en ese
instante uno de los jóvenes se acercó lentamente hacia ella, de su
bolsillo sacó una navaja, la pobre muchacha vio las intenciones de
aquel individuo y se puso a gritar, por detrás de ella se acercó el otro
joven y la agarró fuertemente tapándola la boca, el de la navaja se
acercó a ella colocando su arma en el cuello, la fue bajando poco a
poco por su camisa, a la vez que le iba rajando los botones, la pobre
mujer solo pensaba en su hija que se encontraba durmiendo en el
carro, cuando la mujer se encontraba medio desnuda, con el sujetador
a la vista, a lo lejos se apreciaba el ruido de unos zapatos, Gabriel se
encontraba delante de ellos, los dos atracadores tiraron a la mujer
hacia la pared de la estación, mientra uno de ellos amenazaba a
Gabriel con la navaja, diciéndole que se marchase, que no pintaba
nada allí, cada vez el ángel se acercaba más al ladrón, cuando se
colocó a dos metros de el, Gabriel le habló.
– Dejar a la mujer tranquila.-El atracador soltó una carcajada.-
– ¿Quien eres tu para mandarme algo?, el de la navaja soy yo, yo
doy las ordenes, yo digo que se hace o se deja de hacer, marchate o
te haremos mucho daño, solo queremos pasar un buen rato con esta
preciosa mujer.
La mujer estaba muy nerviosa, no paraba de temblar, el otro
atracador sacó un revolver del bolsillo y acercándose a Gabriel le
apuntaba amenazante, la imagen del ángel cambió, transformándose
por completo, al ver su imagen, uno de los atracadores salió
corriendo, mientras huía se le escuchaba rezar el padre nuestro, el
otro ladrón, temblando de miedo cogió la navaja que llevaba
empuñada en su mano e intentó clavársela, los esfuerzos fueron
inútiles, Gabriel lo cogió del cuello, sus garras crecieron, mientras
apretaba con fuerza la garganta, se escuchó un chasquido seco, la
soledad de la estación hizo retumbar aquel sonido, le seccionó por
completo la traquea, después lo arrojó a las vías del tren, el ángel se
acercó hacia la mujer ofreciéndole su mano, a la vez que se
transformaba en humano, ella la aceptó y con fuerza la apretó, le
rodeó con sus brazos dándole las gracias, Gabriel se marchó por el
pasillo, dejando atrás a la mujer, cogió a su bebe, se acercó a las vías
y vio a su atracador allí tirado, desde el interior del túnel, la luz cada
vez se hacia mas intensa, el tren se paró en la estación, sin
que el conductor se percatase del cuerpo que yacía en las vías y la
mujer se montó en el vagón, su cara dibujó una sonrisa y unas
lagrimas le brotaban de los ojos.
A la mañana siguiente, Elvis y Julia entraron en el despacho de
Boby. Él ya llevaba un par de horas en el trabajo. Les indicó que se
sentasen y les preguntó si deseaban algo para tomar, un café o
cualquier otra bebida. Julia pidió un café y Elvis una Coca-cola. Llamó
a su secretaria y le pidió que, por favor, les trajese doscafés y una
Coca-cola y que no le pasase ninguna llamada, que nadie les
molestara.
Julia empezó a hablar.
Señor Carter.
Por favor llámame Boby.
Muy bien Señor Carter…, digo Boby. He buscado en Internet lo
que me pidió, pero no he encontrado nada relacionado con
meteoritos ni con pruebas militares, nada. Bueno, realmente sí he
encontrado algo, aunque es estúpido lo que le voy a contar, es lo
único que se sale de lo normal, perdóneme por no haberle sido de
más utilidad.
LA CASA DE DIOS.
Gabriel paseaba tranquilamente por la Quinta Avenida. A la
altura de la calle Queen había una iglesia; su arquitectura era de
piedra, una enorme puerta de madera, con remaches negros a los
lados y dos cruces a cada lado de los portones, destacaban y
realzaban la majestuosidad de aquel lugar, se detuvo delante de ella y
subió las escaleras que llegaban a la puerta, la abrió de par en par,
golpeando fuertemente con una pila bautismal, la cual se partió por la
mitad, cayendo todo su contenido, por el suelo, siguió caminando y
entró. Al fondo se veía una imagen de Jesús crucificado, de madera,
majestuosa; rodeando el crucifijo había muchos cuadros de imágenes
religiosas, debajo de él, una enorme mesa con todos los utensilios que
se utilizan para cualquier ceremonia religiosa, y el salón lleno de
bancos para la oración. Gabriel caminaba despacio hacia el Cristo. En
los bancos había unos pocos feligreses y, al fondo, se hallaba el
párroco.
Mientras Gabriel se dirigía hacia él, los bancos de la sala se iban
partiendo por la mitad, a medida que avanzaba, un ruido seco los iba
seccionando. Los feligreses se levantaban asustados. Un hombre se
dirigió hacia Gabriel para que no llegase hasta el párroco. Éste lo asió
del cuello y lo lanzó encima de la mesa de ceremonias. Él seguía
avanzando y los bancos seguían rompiéndose. A medida que
proseguía su inexorable acercamiento, el ángel se iba trasformando.
Desplegó sus enormes alas y en ese instante todos los presentes se
quedaron petrificados. Al llegar a la altura del párroco le cogió la
mano, éste enmudeció al sentir como aquellas garras agarraban su
mano, le colocó una piedra en la mano derecha y le dijo:
Cuando caiga el último grano de arena, serás juzgado. No eres
digno de hablar en nombre de Dios.
Gabriel se dio la vuelta dirigiéndose hacia la salida.
El párroco arrodillado entre sollozos pedía perdón a Dios. De
repente las velas de la mesa se encendieron. Los cuadros empezaron
a arder. Los cristales de las vitrinas estallaron en mil pedazos; todo el
interior de la iglesia comenzó a inflamarse. Mientras Gabriel andaba
muy despacio, todo se convirtió en un mar de fuego; abrió la puerta y
miró hacia el párroco. Éste abrió la mano donde le depositó la piedra y
vio como caía el último grano de arena, en ese instante miró a
Gabriel, el ángel, transformado ya en persona, cerró la puerta; al
hacerlo, la iglesia saltó por los aires. Una inmensa bola de fuego
ocupaba el lugar donde estaba el edificio, el caos era tremendo, los
cristales llegaron a la carretera y el tráfico tuvo que ser cortado.
Gabriel, mientras tanto, bajaba las escaleras muy tranquilo. Un
coche de policía, que pasaba por allí, divisó en primera persona
aquella explosión, se detuvo frente a él. Dos policías, apuntándole con
sus armas, le dieron el alto, conminándole a que levantara los brazos,
se pusiera de rodillas y colocase las manos en la nuca. Gabriel, con
una sonrisa en su cara, obedeció en silencio y se puso de rodillas.
Mientras un policía le seguía apuntando con su arma, el otro le colocó
las esposas, lo puso de pie y se lo llevó al coche. Mientras lo hacía el
policía que apuntaba a Gabriel llamaba a los bomberos y pedía
refuerzos.
SARDIS.
3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras,
que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
ITALIA.
Al otro extremo del planeta quinientos ángeles se posaban en la
Plaza de San Pedro en el Vaticano. Todos los turistas, peregrinos y
visitantes, se sorprendieron con temor, con la masiva llegada de
aquellos seres, un mar de gente corrían sin rumbo; desperdigándose
por todos los recovecos de la plaza, los ángeles se posaron con fuerza,
provocando enormes agujeros bajos sus poderosas garras.
Los visitantes que se encontraban en el recinto intentaban entrar en
la basílica, pero las puertas estaban cerradas, la Guardia suiza, al ver
que el cielo se cubría de demonios y se posaban en la plaza,
bloquearon todas las puertas, prohibiendo el paso a todo el mundo,
por lo que no les quedaba otro remedio que intentar resguardarse en
la plaza como podían. Los ángeles formaron impecablemente y
permanecieron inmóviles; entonces llegó Gabriel, y se situó al frente
de ellos. La multitud rezaba asustada. Un niño, de unos cuatro años,
soltándose de su madre se acercó a Gabriel, ante la mirada
aterrorizada de la mujer.
La descomunal envergadura del ángel con sus alas desplegadas
contrastaba con la fragilidad del pequeño. Gabriel se arrodilló ante el
niño y, ocultando sus garras, le acarició la cabeza mientras le decía:
No tengas miedo Franchesco. Ve con tu madre y cuídala mucho.
El niño se alejó corriendo hacia su madre abrazándola con fuerza.
Gabriel, incorporándose, se dirigió a la puerta de la basílica. Un
sacerdote, corriendo hacia él, lo exorcizaba con un crucifijo en la
mano sin dejar de repetir:
Aléjate de aquí, Satanás. En el nombre de Cristo.
Gabriel se detuvo y, mirándolo fijamente, le dijo:
¿Satanás? ¿A qué te refieres, Piero. Piensas que soy el
anticristo? ¿Que vengo a destrozar la fe cristiana?
En nombre de Dios te ordeno que te marches prosiguió el
sacerdote.
Vengo en nombre de Dios, y me parece que me quedo. Sólo
sabéis hablar y hablar. Te haré una pregunta Piero. ¿Por qué la gente
pobre y necesitada vive en las calles, pasando frío y penalidades? Mi
nombre es Gabriel y, ahora, vais a ser juzgados.
Levantó su brazo y señalando con un dedo hacia Piero, le lanzó
un rayo azul que le alcanzó el pecho y lo hizo retroceder hasta la
multitud. No le dañó pero lo dejó más aterrorizado de lo que ya
estaba.
En el interior del Vaticano los cardenales y obispos contemplaban
todo lo que sucedía en el exterior, por unos ventanales. Estaban
atónitos, algunos rezaban, otros corrían sin saber hacia donde; la
Guardia Suiza protegía los aposentos del pontífice. Éste, en el interior,
rezaba arrodillado con un crucifijo entre sus manos. Los guardias, con
sus armas dispuestas, aguardaban la llegada del ser. Algunos
temblaban sin poder ocultar el miedo que le invadían, sin dar crédito a
lo que estaba sucediendo.
De repente, los ángeles rompieron la formación y comenzaron a
volar sobre las cabezas de los pobres incrédulos, con sus garras iban
cogiendo a la gente y se las llevaban volando, a otros los cogían de
los brazos, de las piernas, del cuello, de todas las partes y los
atravesaban con sus poderosas garras, la policía intentaba detener a
los ángeles, pero todos sus intentos eran imposibles, a la vez que los
disparaban, ellos reaccionaban con mas agresividad, clavaban sus
garras en los techos de los coche patrulla y los lanzaban con
virulencia contra las personas y los edificios colindantes. Gabriel se
dirigió hacia las puertas del Vaticano que se encontraban cerradas; se
detuvo delante de ellas , puso su mano y, en un instante, las puertas
se deshicieron como si fuesen de papel.
En la entrada algunos guardias comenzaron a disparar hacia el ángel,
descargando sus cargadores. Gabriel, sin inmutarse, continuó
caminando hacia los aposentos del Papa, lentamente andaba por los
pasillos del Vaticano, subiendo por las escaleras de mármol, se
acercaba hacia su destino. El Santo Padre y su escolta sentían cómo
se acercaba aquel ser. Escuchaban aterrorizados como los pasos se
oían con más nitidez; de repente dejaron de sonar, todo daba a
entender que se encontraba frente a la puerta.
En ese instante la guardia comenzó a disparar. Cientos de balas se
dirigieron hacia ella, las molduras empezaron a saltar, restos de
astillas se desconchaban de la puerta, decenas de impactos de bala
dibujaban la majestuosa puerta, hasta que los cargadores quedaron
vacíos. Todo quedó en silencio por unos instantes, los guardias
estaban seguros que ningún ser podía haber soportado tal cantidad de
disparos. La puerta de la
estancia papal, de repente, saltó de sus bisagras cayendo
estruendosamente. Allí, frente a ellos, se encontraba Gabriel mirando
a los guardias y al Papa.
Los policías, volviendo a colocar los cargadores en sus armas,
reanudaron la lluvia de fuego con el mismo resultado. Algunos de ellos
cayeron al suelo convertidos en arena mientras que los restantes, al
ver eso, corrían despavoridos.
Gabriel se quedó solo con el Papa. Se dirigió hacia él, su santidad
empezó a retroceder, llegando hasta una esquina de su aposento, allí,
cerró los ojos y comenzó a rezar, Gabriel lo cogió del cuello con sus
garras, lo levantó del suelo y acercándose a su rostro le dijo:
Nuestro Señor nunca tuvo riquezas. Habéis profanado la palabra
de Dios.
El Papa no pudo pronunciar palabra de lo asustado que estaba,
pero tubo fuerzas para poder sacarse de su cuello, un cristo que tenia
colgado, aquel cristo era de oro macizo y terminaba en punta, lo
agarró con fuerza, levantando el brazo, le clavó el cristo en el cuello,
en ese momento, parecía que aquel crucifijo había penetrado en la
piel de Gabriel, la sorpresa fue, que cuando impactó en su cuello,
aquel abalorio de oro, se partió por la mitad, Gabriel, apretó con
fuerzas su mano, partiendo el cuello. El Papa se convirtió en arena.
Caminando por los pasillos del Vaticano, se dirigió hacia las
catacumbas, el lugar era muy oscuro y húmedo, los escalones
estaban desgastados por la humedad, en los lados un canalón
bordeaba toda la escalera, el agua de las lluvias se filtraban por las
paredes y las ratas corrían a sus anchas por el lugar, bajando las
escaleras de piedra en forma de espiral, llegó a una puerta de madera
maciza, con unos cerrojos de forja negra, la abrió con facilidad, siguió
caminando, a los lados del pasillos centenares de huesos, reposaban
en paz, decenas de cuerpos se formaban en unos habitáculos de unos
cincuenta centímetros, inscripciones en latín, decoraban el lugar, las
ratas jugaban con los huesos, la humedad se palpaba en el ambiente,
el frió penetraba por las grietas de las paredes, a unos doce metros
una puerta blindada, parecida a la de una caja fuerte de cualquier
banco, destacaba en aquel lugar, se colocó frente a ella, la puerta
empezó a derretirse, todo aquel acero se fue deshaciendo, a los pies
de Gabriel, sus pasos lentos, entraron en la habitación, aquel lugar
estaba completamente reformado, las paredes acolchadas, un sistema
de ventilación, purificaba el aire, sistemas de alarma protegía la
habitación, el lugar estaba repleto de libros, en el fondo dos atriles de
cristal, encima de ellos, la sabana santa, enmarcada en un cristal de
unos cinco centímetros de grosor, la iglesia realizó una copia,
mandándola a la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en
Turín, también conocido como la Síndone de Turín, la Sábana Santa o
el Santo Sudario: debajo de él, un atril, dentro un libro corroído por el
tiempo, en sus hojas se podía leer:
En otro atril, solo se veía una pagina desgastada por el tiempo, en ella
se leía:
NEW YORK.
En el otro lado del mundo Boby llegó a la cadena de televisión
donde trabajaba. Entró al despacho de su jefe y amigo y le dijo:
Tom , quiero que salgamos en antena. Tengo algo que contar al
mundo.
¿Qué sabes? ¿Qué has descubierto?
Lo sabrás al mismo tiempo que el resto de la gente.
Tom se puso manos a la obra y, en cuestión de minutos, preparó
un set para que Boby diese la noticia de lo que estaba ocurriendo.
El profesor, delante de las cámaras, con el rostro sereno, estaba
preparado para informar a la población.
Boby, conectamos en 5, 4, 3, 2, 1. Estamos dentro.
Estimados conciudadanos, soy Boby Carter, normalmente me
dirijo a ustedes para comunicarles las noticias meteorológicas. Hoy
eso pasará a un segundo plano. Os estaréis preguntando, como yo,
qué está sucediendo. Realmente no lo sé, lo único que puedo decirles
es que en Estados Unidos hemos sobrevivido algo más de doscientos
millones de personas. Todos nosotros tenemos que desplazarnos a
unos hangares que han sido habilitados; la ubicación exacta la
desconozco, pero según me han informado, los veremos con nitidez y
sabremos dónde nos tendremos que dirigir, lo que voy a contar os
parecerá una locura, pero creo que todos hemos visto, centenares de
ángeles
volando por la ciudad, así que pienso, que no se tratará de algo tan
descabellado.
Lo que esta sucediendo, es el fin de la raza humana, hace unas horas
mantuve una conversación con aquel ser que durante este tiempo
aterrorizó la ciudad, su nombres es Gabriel, el arcángel Gabriel, el
mensaje que trae, es que el ser humano no ha comprendido el
mensaje de Dios, la iglesia oculto su mensaje y construyeron algo que
nunca quiso el señor, la fe se encuentra en nosotros.
Muchas gracias por su atención y que Dios nos ayude.
Corten. Estamos fuera de antena. ¿Qué hacemos? ¿Qué significa
esto? preguntó Tom francamente preocupado.
No lo sé Tom. Creo que deberíamos hacer lo que nos digan.
En ese momento, la redacción se iluminó por completo.
Rápidamente se dirigieron a las ventanas para descubrir el origen de
esa extraña luz. Al fondo de la calle vislumbraron una especie de bola
brillante; de ella salían unos haces de luz en forma de estrella
señalando varias direcciones. Eran los indicadores que la gente debía
de seguir para llegar a sus lugares de destino.
Todos comenzaron a hacerlo en silencio, familias enteras con sus
hijos, gente en solitario... Lo hacían sin preguntar, unos con miedo,
otros ilusionados, nadie se quedaba en casa. Era como si una fuerza
sobrenatural los obligase a dirigirse hacia el lugar que tenían
predestinado. La imagen era de todas las calles llenas de gente, todos
en una misma dirección, ricos, pobres, blancos, negros, todos iguales,
ahora nadie era diferente al resto de la población.
En el lugar de donde provenía la luz, se alzaba una enorme estructura
de cristal de dimensiones iguales a la de una gran ciudad.
Era majestuoso; su altura podría rondar los treinta kilómetros. Esa
megalítica estructura había surgido de repente de las entrañas de la
tierra.
Boby, al igual que el resto de personas, se dirigió hacia la luz,
acompañado por sus compañeros de trabajo. Según iban caminando
pudieron observar la devastación de la ciudad: calles destrozadas,
coches ardiendo, tiendas derruidas, viviendas arrasadas…El caos era
absoluto y había sido a nivel planetario.
Caminando por la ciudad, veían la devastación del lugar, lagunas de
agua se formaban en calles céntricas, producidas por las olas,
edificios derruidos o apunto de derrumbarse, los gases del
alcantarillado flotaba por la ciudad, la gente que había sobrevivido se
dirigía hacia la estructura, desde el aire se podía observar miles de
personas, unas detrás de otras, caminando juntas.
Algunas tiendas eran saqueadas por vándalos, decena de personas
entraban a los locales, saliendo con ropa, televisores y artículos de
gran valor, la policía estaba desbordada, tenían que controlar a la
masa histérica, pero también se dirigían hacia la estructura, el caos se
apoderó de la ciudad, los ángeles poco a poco tomaron el control de la
ciudad, la gente que no se dirigía hacia la luz, eran conducidos por
ellos, sobrevolaban los cielos, cogían de sus garras a las personas y se
las llevaban volando, los que intentaban resistirse, eran atacados y
destruidos, cientos de ángeles surcaban los cielos, otros se dirigían
caminando por las calles.
Mientras los ángeles caminaban por la ciudad, un joven de unos 30
años, se dirigió hacia una vivienda para esconderse, entró en un
portal, con una pistola entre sus manos, de una patada entró en una
vivienda, entrando en un cuarto se encontró a un niño de unos 12
años, le apuntó con su arma, obligandole a decir donde escondía el
dinero, el niño estaba muy asustado, le comentó que había perdido a
su madre, que el no sabia nada, que tenía mucho miedo y que solo
quería encontrar a su madre, el ladrón le dio una bofetada, tirándole
al suelo, se puso a rebuscar entre los cajones, tirando todo,
descolocando la casa, un ruido de crujir, se escuchó desde la
habitación, alguien subía por las escaleras, rápidamente, el ladrón
agarró al niño del cuello apuntándole con su arma, se cubrió en uno
de los rincones de la habitación, esperando que alguien entrase, aquel
niño esperaba que fuese su madre, que volvía a recogerle, en ese
instante la puerta se abrió, uno de los ángeles que andaba por las
calles, entró a la casa, se dirigió hacia la habitación, colocándose de
frente a ellos, desplegó sus alas y velozmente arrebató el arma al
ladrón, lo cogió del cuello y lo lanzó hacia una de las paredes, chocó
su cabeza sobre ella, partiéndose el cuello, luego se acercó al niño, lo
cogió de la mano y le comentó que no tuviera miedo, su madre estaba
en un sitio seguro, que no se preocupase, que dentro de unos
minutos, podría abrazarla, que su madre no se había olvidado de el,
su madre le estaba esperando con los brazos abiertos.
En ese mismo edificio, en la tercera planta, cinco jóvenes se
encontraban en el salón, sus edades comprendían desde los 18 hasta
los 23, tres mujeres y dos hombres, la vivienda no era de ninguno,
gracias al caos, irrumpieron en la casa para poder realizar una sesión
de espiritismo; aquellos jóvenes estaban encantados de lo que estaba
sucediendo, vestidos con ropas negras, maquillados con la tez pálida,
habían dibujado un pentagrama en el suelo del salón, con pintura
blanca dibujaron una estrella de cinco puntas, invertidas hacia abajo,
para adorar al diablo, rodeados de velas negras, con las ventanas
tapadas, para que la claridad no penetrase, empezaron a realizar
rezos, invocando al diablo, alrededor del pentagrama unieron sus
manos, cerraron los ojos y siguieron con sus oraciones.
En ese instante entre la oscuridad del salón se pudo apreciar el ruido
de unas pezuñas que se dirigía hacia ellos, un escalofrió les invadió el
cuerpo a todos, cada vez el ruido se sentía mas, sus miradas se
dirigieron al fondo del salón, de allí poco a poco se fue materializando
la imagen de Gabriel, completamente transformado en ángel, se
acercó a ellos, los jóvenes se soltaron de las manos, una de las
muchachas, se levantó y se dirigió hacia Gabriel, diciéndole:
– Somos tus siervos, queremos recibir tu poder.-Gabriel, les
respondió.-
– Queridos, niños, con estas cosas no se juega, puede que lo que
veáis no os guste, esta sociedad piensa en el bien y en el mal,
vosotros adoráis el mal , ¿que significa para vosotros el mal?, todo
esta relacionado, ¿queréis ver al mal?, pues dejarme que os lo
enseñe.
En ese instante Gabriel desapareció, un ruido de aleteo se escuchaba
cada vez mas fuerte, los jóvenes lo escuchaban, cuando aquel ruido
se hizo mas intenso, las ventanas del salón, saltaron por los aires, tres
ángeles entraron por las ventanas, esparciendo cristales por toda la
casa, los jóvenes se asustaron, se fueron arrastrando hacia las
paredes de la habitación, mientras temblaban de miedo, aquellos
ángeles los agarraron
con sus garras y se los llevaron volando.
En la calle 216E con la 46 th. st., a seis manzanas de Central Park, se
encuentra la iglesia Bautista, el Sagrado corazón, allí centenares de
feligreses, la mayoría de habla hispana, se reunieron para rezar,
cuando la iglesia estaba al completo, varios feligreses fueron cerrando
las puertas, el párroco se colocó en el púlpito, empezando su responso
diario, la iglesia estaba abarrotada, los bancos de oración llenos, los
pasillo repletos de gente, apenas cabía un alfiler, desde los laterales,
unos feligreses empezaron a rociar la iglesia con gasolina, a la vez el
párroco, comentaba desde megafonía, que el diablo nunca atraparían
sus almas, estaban dispuestos a morir consumidos por las llamas,
antes de ser arrebatados por los ángeles demoníacos, que habían
llegado para derrotar la fe, del señor.
Todos los feligreses se abrazaban entre ellos, estaban dispuestos a
morir, hombres, mujeres con sus hijos, hermanos, vecinos, familiares,
todos querían que las llamas se llevasen sus almas, que Dios bajaría
desde los cielos para recogerlas.
Cuando terminaron de vaciar los bidones de gasolina que esparcieron
por toda la iglesia, el párroco cogió una vela, la acercó hacia un tapiz
con la figura de cristo, mientras comenzaba arder, se santiguo,
pidiendo al señor que protegiese a todas las almas que se
encontraban en el interior, rápidamente el fuego se fue esparciendo
por las paredes, el techo se trasformó en un manto de llamas, los
humos empezaron a cubrir toda la iglesia, los feligreses aguantaban
con fuerza, rezando y agarrándose entre ellos, algunos de ellos
perdieron la fe, e intentaron sin éxito salir de aquel infierno, cuando el
humo se hacia cada vez mas intenso, las vidrieras con imágenes
religiosas, estallaron, a la vez que salían por los aires, decenas de
ángeles entraron en el interior, sobrevolando por encima de la gran
condensación de humo, los allí presentes, miraban con temor el vuelo
de aquellos ángeles, una luz blanca penetró desde una ventana que
se encontraba en lo mas alto del techo, su forma de cruz, dejo la
imagen de la ventana reflejada en el suelo, a los pies del cristo que
presidia la iglesia, desde lo alto, Gabriel se apareció ante todos los allí
congregados, transformado en ángel, desplegó sus alas, se acercó
hacia el cristo, arrancándolo de la base que le sujetaba, aquel cristo
mediría unos seis metros de alto y pesaría alrededor de unos 300
kilos, una vez desencajado de su base, lo lanzó con virulencia, hacia
las puertas de la iglesia, abriéndolas, dejando que el humo que se
concentraba en el interior, saliese hacia la calle, todos los que se
habían encerrados, comenzaron a salir hacia el exterior, el fuego
empezó a desaparecer, mientras los ángeles volaban por encima de
sus cabezas, fueron seleccionando a los niños mas pequeños, se
lanzaban sobre ellos y con sus garras los atrapaban, llevándoselos
lejos de allí.
Una vez que la iglesia estuvo completamente sola, Gabriel se dirigió
hacia la puerta, se acercó al cristo, acariciándole la cara, a la vez que
decía:
FILADELFIA.
3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y
nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y
el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
LA DECISION.
El Presidente de los Estados Unidos se reunió con los demás jefes
de estado comunicándoles que todo el potencial militar que poseían,
tendrían que dirigirlos hacia los hangares y comenzar una ofensiva
definitiva contra los invasores. Todas las bases militares del país se
movilizaron; en las de la Fuerza Aérea los aviones se abastecieron con
su mortífera carga y se prepararon para la gran ofensiva; las del
Ejército de Tierra también estaban preparadas y en posición para el
ataque; miles de soldados, cientos de tanques, armamento pesado y
grupos de operaciones especiales, estaban a la espera de recibir la
orden directa del presidente.
La Marina había desplegado todos sus efectivos; barcos de combate,
fragatas y portaaviones se encontraban en alerta, preparados para la
gran batalla.
En la Casa Blanca todo estaba dispuesto para la evacuación del
Presidente. En el salón presidencial, los generales, ministros y jefes de
gabinete abandonaron el despacho dejando solo al mandatario por
petición expresa. Cogió una Biblia que tenía en el cajón y,
asomándose a la ventana, pronunció unas palabras para sí mismo:
Que Dios nos ayude.
La puerta se abrió y su secretario personal le indicó que el Air Force
One estaba preparado para llevarle a un lugar seguro; debía de
abandonar ya la Casa Blanca. Tomó asiento junto a su esposa y a sus
dos hijas en el avión y aguardó el despegue. Éste fue tranquilo,
rutinario, nada fuera de lo normal. Desde el avión, el Presidente,
telefoneando a cada uno de los generales, les dio luz verde para
comenzar el ataque, mientras contemplaba la dantesca panorama de
la ciudad.
En ese instante el radar del Air Force One detectó un objeto
acercándose a gran velocidad, era Gabriel. Cuando llegó a la altura
del avión, se colocó en una de las puertas de emergencia y la
atravesó incorpóreamente. Se materializó dentro del avión y
se dirigió hacia donde estaba el presidente. Dos escoltas le cortaron el
paso disparando sobre él sus armas, vaciando varias veces sus
cargadores, pero sin éxito. Gabriel, cuando llegó a su altura, puso las
manos sobre sus cabezas haciendo que éstos se desplomaran
convertidos en arena.
El Presidente, aterrado, corrió junto a su familia, que se encontraba en
otro camarote al otro extremo del pasillo. Encontró a su esposa e hijas
arrodilladas y abrazadas en un rincón. Se acercó a ellas y quedaron
unidos enlazando sus manos.
Al otro lado de la puerta unos pasos se acercabaninexorablemente
hacia ellos. De repente el pomo de la puerta giró, pero no se abrió;
estaba cerrada con llave. Como hizo para acceder al avión, el ángel
atravesó la entrada como si fuera mantequilla, materializándose
majestuosamente ante los aterrados ojos de los presentes, quedando
frente a ellos con aspecto sereno. Se acercó a una silla y tomó
asiento.
No tengáis miedo, pequeñas; y tú tampoco Milarefiriéndose
primera dama. Sólo estaré un momento; tengo mucho trabajo que
hacer, sólo quiero decir a vuestro padre una cosa: Presidente, todo
depende de vosotros, sólo reaccionáis, si veis, pues aquí tenéis la
respuesta.
Se incorporó de la silla y, transformándose en ángel, desplegó
sus alas y atravesó las paredes del avión.
Cuando Gabriel se marchó, dos ángeles se posicionaron en las alas del
Air Force One, sus garras se incrustaron en los motores, seguidamente
los pilotos perdieron todo control del aparato, ahora estaban siendo
dirigidos por aquellos seres, dos F-16 que escoltaban al presidente
intentaron deshacerse de los monstruos alados, no sabían como, tanto
los misiles como las ametralladoras del calibre 50, destrozaría por
completo el avión, los pilotos hablaron con la base, ellos le
comunicaron que abriesen fuego a su señal, los militares armaron sus
ametralladoras, apuntaron hacia los ángeles, con las manos colocadas
en el botón de fuego, esperaban el Ok de la base, su acción de fuego
seria devastadora, 1200 disparos por minuto impactarían sobre los
ángeles, o lo que es peor, sobre el Air Force One. Cuando los F-16 se
colocaron en posición, con el blanco en sus radares, del cielo
surgieron otros dos ángeles, se colocaron siguiendo su estela y como
si fuesen de papel los partieron por la mitad, una enorme explosión se
formó en el cielo.
El Avión Presidencial fue conducido al aeropuerto Ronald Reagan, en
Washington, las terminales A y C estaban destruidas, decenas de
aviones ardían, junto a ellos se apreciaba gente caminando hacia la
estructura, el Air Force One aterrizó en la terminal B, una vez en tierra
los dos ángeles entraron en el interior, cogieron a la familia
presidencial y a los pilotos, y volando los llevaron hacia la estructura.
Una multitud enorme de gente que no sabía donde ir, vio como el
avión presidencial tomó tierra, vieron como aquellos ángeles se
llevaban a su presidente, el aeropuerto estaba destruido, al ver que
en una de las pistas se encontraba el Air Force One, se dirigieron
hacia el, sus intenciones eran de huir de allí, no sabían donde, pues el
planeta estaba completamente bajo el mando de los ángeles, lo único
que querían era huir, decenas de personas se dirigieron al avión, uno
de los pilotos del Ronald Reagan, que se encontraba con varios
compañeros, tomó la decisión de coger aquel aparato y marcharse
muy lejos, sus compañeros le siguieron, una vez sorteado a la gente,
entró en el interior del aparato, se colocó en la cabina, comprobó si
tenia algún desperfecto o fallo, las condiciones eran casi perfectas,
tenia combustible, todo parecía perfecto, los sistemas de seguridad,
detectaron un fallo en las alas, justo al lado de los motores, esos
fallos eran unos desgarros que tenían las alas, a consecuencia de los
desgarros de los ángeles, pero eso no era ningún problema para
despegar, encendió los motores y se puso en marcha para tomar
pista, la gente corría alrededor del avión para subirse a él, con las
puertas abiertas se podía ver gente intentando trepar al avión, el
piloto accionó el botón de cierre de puertas, mientras el avión
circulaba por una de las pistas, la gente se iba cayendo desde el, una
vez cerradas, pudo divisar un trozo de pista que le daba margen para
coger velocidad y poder despegar, aquel avión estaba repleto de
gente, llevaba demasiado peso, pero eso daba igual, lo único que
querían era marcharse de aquel infierno.
Con todos los motores funcionando a todo rendimiento, el avión fue
acelerando cada vez mas, la velocidad era cada vez mas alta, el
pensamiento de los allí dentro era de libertad, que pronto estarían a
salvo, desde el cielo se divisó a Gabriel, se colocó al fondo de la pista,
desde la cabina del avión podían ver aquel ser delante de ellos, pero
el piloto estaba convencido que podría elevarse, dejándolo atrás.
Gabriel veía como el avión se acercaba hacia él, desplegó sus alas y
se colocó de rodillas, el avión empezó a temblar, cada vez era más
intenso, el piloto cogió con fuerza los mandos y empezó a elevarlos,
sus brazos vibraban junto a los mandos, antes que las ruedas
despegasen del suelo, toda la pista empezó a desquebrajarse,
inmensas grietas se fueron formando, por todos los lados, de frente a
Gabriel, un enorme cráter se formó a sus pies, una de las ruedas del
avión penetró en una de las grietas, el piloto perdió el control, el
aparato empezó a escorarse hacia un lado, una de las alas chocó
brutalmente contra el asfalto, los depósitos estallaron y en una gran
bola de fuego cubrió el avión, en el interior los gritos se impregnaron
junto al olor de queroseno, cada vez se hacia menos soportable el
olor, el calor empezó a aumentar, el fuego penetró en todos los
recovecos del avión, sin control ninguno, se dirigía hacia Gabriel,
cuando quedaban escasos 100 metros, el cráter se partió por la mitad,
decenas de grietas, partieron la pista, el avión fue tragado por la
tierra, una inmensa bola de fuego cubrió la pista de aterrizaje.
LA ESTRUCTURA
EL ATAQUE.
El primer ataque fue el de la Marina. Toda la flota desplegó sus
misiles y con una asombrosa coordinación los lanzaron al unísono
contra la enorme estructura surgida de las profundidades de la tierra.
Las mortíferas armas silbaban surcando el cielo hacia su objetivo. De
repente y, sin saber de donde, cientos de ángeles aparecieron de la
nada y, a una velocidad vertiginosa, chocaron contra los cohetes
destruyéndolos todos, sin sufrir ellos ni un solo rasguño.
Los generales, atónitos, sin dar crédito a lo que sucedía dieron la
orden de ataque a la Fuerza Aérea. Desde todas las bases del país,
cientos de aviones despegaron rumbo al objetivo marcado. A medida
que se acercaban a su objetivo rearmaron los misiles y se prepararon
para el ataque. Cuando todo parecía preparado para ello, cientos de
ángeles levitando se situaron frente a ellos. Los aviones dispararon su
carga de muerte y, en ese instante, los ángeles en formación,
desplegaron sus alas y crearon una especie de bola de energía,
brillante y de color rojizo que, tras un seco estruendo, destruyeron
todos los misiles. El haz de luz siguió su camino destruyendo además
a los aviones que los habían lanzado, llenando el cielo de bolas de
fuego provocadas por las explosiones. En tierra la gente observaba el
desastre y se concienciaban de que cualquier acción por impedir lo
que tenía que suceder estaba abocada al fracaso.
La última oportunidad de los militares era el Ejército Terrestre.
Tras una orden ejecutoria cientos de tanques, vehículos y personal
militar se dirigieron a su destino. Los ángeles desde el cielo
observaban el despliegue militar y se disponían a atacar. En formación
realizaron un picado sobre los atacantes y los rodearon. Comenzó el
fuego; los ángeles desplegaron sus garras y, como si de mantequilla
se tratase, los seccionaban por la mitad. Como era de esperar los
disparos no hicieron ninguna mella en el ejército alado. El espectáculo
era dantesco, miles de cadáveres se esparcían por el campo de
batalla. Gabriel se posó suavemente en el suelo frente a las tropas;
elevando su vista al cielo abrió los brazos desplegando sus alas. De
repente una luz brillante de color azul, lo cubrió totalmente, formando
a su alrededor una enorme bola de energía.
Tenía los ojos cerrados en absoluta concentración. Abrió los ojos y,
desplegando sus alas hacia delante, lanzó la enorme bola de energía
contra los atacantes. Todo lo que había a su alrededor fue destruido,
incluidos máquinas y personas.
A varias millas de la estructura, 12 bombarderos Northrop Grumman
B-2 Spirit, cargados cada uno con, 6 bombas, 2 de Uranio, 2 de
Plutonio y 2 de Neutrones, se dirigían velozmente, hacia una de las
estructuras,era su ultima carta, la velocidad de crucero que llevaban
era de 720 km/h, su formación alineada daba miedo, apenas se
escuchaban sus motores, eran invisibles para todo el mundo, uno de
los pilotos, salió de formación, le siguieron dos mas, aceleraron la
velocidad, activaron sus radares y fijaron su ataque a la estructura de
cristal, que resurgió desde las entrañas de la tierra, si funcionaba,
irían por todo el país destruyendo aquellas estructuras que
aterrorizaban a todo el mundo, a escasos seis kilómetros, sus radares
se activaron, se colocaron en formación y se situaron encima de la
mega estructura, los tres aviones sobrevolaban sin ver a ningún
ángel, les parecía muy extraño, pero eso no les iban a detener, con la
estructura a sus pies, abrieron las escotillas de las bombas y
comenzaron a soltarlas, 18 bombas empezaron a caer desde el cielo,
a los militares no les importaba que dentro de la estructura y de sus
alrededores, civiles estuviesen allí, para ellos lo mas importante era
acabar con aquellos seres.
Detrás de los 8 bombarderos, se encontraban una decenas de
ángeles, se aproximaron hacia ellos y con sus garras, de los pies y de
las manos, penetraron la coraza de los aviones, cuando los pilotos
perdieron el control de sus naves, los ángeles desplegaron sus alas y
se dirigieron hacia el espacio, velozmente fueron tomando altura,
fueron atravesando cada capa de la atmósfera, a los 18 km pasaron la
Troposfera, continuando la velocidad pasaron a la Estratosfera, los
pilotos perdieron el control, cayendo desmallados, a unos 50 Km de
altitud, la velocidad cada vez era mas alta, los aviones empezaron a
temblar, la pintura que recubrían los aparatos, se fue desconchando
rápidamente, cuando llegaron a la Mesosfera la temperatura bajo a
-70º C, superando los 80 km, los ángeles volaban a mas de 1900
km/h, sus alas se cubrieron con una fina capa de hielo, atravesaron la
Termosfera a unos 690 Km, dentro de los aviones solamente
quedaban trapos, el vació que se produjo dentro de la cabina, junto
las fuertes presiones, hizo que los pilotos, reventasen por dentro,
cuando llegaron a alcanzar los 3.500 Km/h, llegaron a la Exosfera, las
bombas estaban apunto de estallar, por los cambios de temperatura y
de presión, cuando superaron los 800Km, de altitud, soltaron a los
aviones y explosionaron, por la cantidad de bombas que almacenaban
en su interior, se pudo observar desde la tierra, como se iluminaba el
cielo, dejando una explosión de colores, parecía el cuadro de un
pintor, el ruido también se pudo percibir, cientos de Kilotones
explotaban en el inmenso mar de estrellas.
La gente que se encontraba en los alrededores de la estructura, veían
caer aquellas bombas, un silbido se escuchaba en el aire, con una
precisión absoluta, una a una fueron explosionando en la estructura,
inmensos hongos de humo y fuego se formaron en lo más alto, a su
alrededor se formó una intensa concentración de humo, en el suelo se
pudo percibir, un temblor, la muchedumbre, se arrojó al suelo, se
cubrió la cabeza con las manos, esperando que todo pasase, cuando
aquella condensación se disipó, tanto desde el aire, como desde la
tierra, pudieron comprobar que la magnifica estructura, no había
sufrido ningún daño, permanecía intacta, los pilotos se sentían
conmocionados por el resultado, dieron media vuelta, marchándose a
toda velocidad, descargados de sus potentes bombas, remontaron el
vuelo hasta llegar a 3.985 Km/h, prácticamente casi superando los 4G,
los ángeles que desde el espacio veían a los aviones huir, retomaron
el vuelo en caída libre, sus cuerpos formaron una bola de fuego, se
dirigieron hacia ellos, e impactaron sobre sus aparatos,
desintegrándose en la majestuosidad del cielo, las opciones del ser
humano había desaparecido, nadie ni nada, podía acabar con aquella
presencia que estaba dispuesta a terminar con la raza humana.
GABRIEL REGRESA A LA TIERRA.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.
Sí, amén.
LA ESTRUCTURA.
El grueso de la batalla había tenido lugar cerca del edificio al que
se dirigían miles de personas, entre las que se encontraba Boby;
milagrosamente nadie resultó herido.
Gabriel, transformado en humano, se acercó a Boby y,
rodeándolo con el brazo, lo tranquilizó; todo iba transcurriendo según
los planes establecidos. Lo acompañó hacía la entrada de la
majestuosa estructura. Era cristalina de un color azul intenso, su
forma era piramidal, sobresalían, por los bordes, partes de cristal en
forma de diamante; era simplemente majestuosa. Cuando penetró en
el interior, tomó conciencia de lo gigantesca que era. Mirase donde
mirase, la inmensidad de la estructura era brutal, no había pasillos ni
recovecos, todo era diáfano. Las paredes estaban cubiertas de
pequeños habitáculos muy parecidos a ataúdes, con forma de
diamante; su color era igual que el exterior: azul intenso. Lo que más
le sorprendió fue que en el interior de los cristales se encontraban
seres humanos. Había todo tipo de personas, niños, mujeres,
ancianos... En la inmensidad de la estructura se podía ver a la gente
en fila.
Los ángeles volaban libremente y de vez en cuando realizaban
un picado y con sus garras segaban la vida, sin ningún miramiento, a
aquellos que estaban esperando temerosos la muerte. Las personas
estaban inmóviles; parecían muertos, pero no lo estaban, tenían
conciencia.
Mientras Gabriel continuaba hablando con Boby, los ángeles que
se encontraban en el interior de la estructura, introducían a las
personas en sus habitáculos correspondientes; seguidamente, les tocó
el turno a Elvis y a Julia, que fueron acompañados por dos ángeles y
encerrados en sus cámaras. Tras un laborioso proceso de acomodo,
todo concluyó, sólo quedaba Boby por ocupar su lugar.
Gabriel le cogió del hombro y lo acompañó al lugar que le
correspondía.
No tengas miedo; todo terminó; te prometo que nadie sufrirá.
Creo que te equivocas. Aquí dentro hay gente que no se merece
esto comentó Boby.
Hay tantas cosas que el ser humano no merece.
En ese momento Boby entró en su habitáculo; el cristal se cerró
quedando completamente inmóvil. Gabriel, frente a él, colocando la
palma de su mano en el cristal, le dijo:
Espero que podáis pensar bien lo que habéis hecho.
Todo el planeta, se encontraba en silencio, el trafico, las fabricas, el
trasiego de gente, había desaparecido, el único sonido era el de los
animales caminando libremente ajenos a lo que pasaba, el viento
penetraba por las copas de los arboles, los ríos fluían libremente por
su caudal, las olas rompían contra los espigones, la naturaleza había
tomado el mando de la vida.
Dentro de las estructuras que resurgieron desde las entrañas de la
tierra, que se habían alzado por todos los rincones del mundo , se
empezó a escuchar un murmullo, iba en aumento, las palabras se
escuchaban en arameo.
PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.
Cuando se escuchó esa frase, todos los que se encontraban en el
interior de los habitáculos, comenzaron a sangrar desde sus espaldas,
decenas de cicatrices se dibujaban en sus cuerpos, eran muy
profundas, las caras de los encerrados, gesticulaban, arrugando sus
facciones, el dolor que percibían era muy intenso, brotándoles desde
su cuerpo, ríos de sangre les iba resbalándo por sus piernas. - El
arameo siguió sonando.-
DE CIERTO TE DIGO, QUE HOY ESTARAS CONMIGO EN EL PARAISO.
En esta segunda frase, los brazos por si solos se colocaron en forma
de cruz, los hombros crujieron, desencajándose de los omóplatos, la
acción del gesto fue muy rápido, un ruido martilleante se escuchó en
todo el recinto, fue seco, retumbando el lugar, todos los presentes
empezaron a sangrar por la muñeca derecha, un gran agujero, se
formó en su piel, atravesándola totalmente. - Otra frase retumbo, la
estructura.-
MUJER, HE AHI TU HIJO, HE AHI TU MADRE.
La muñeca izquierda, recibió el mismo castigo, comenzó a sangrar,
salpicando el habitáculo donde se encontraban atrapados, por los
antebrazos un reguero de sangre, fluía por todo el costado, la
cantidad de sangre que perdían se acumulaba en el suelo.
DIOS MIO, DIOS MIO, ¿PORQUE ME HAS DESAMPARADO?.
Otro golpe martilleante se escuchó, retumbando la estructura, los pies
comenzaron a sangrar, los dos pies fueron atravesados por algo que
no se podía ver, pero unas enormes heridas, se hicieron visibles, las
sangre volvía a presidir, en aquel abitaculo. TENGO SED.
Desde sus frentes, gotas de sangre se dirigían hacia sus caras,
cubriendo los ojos y el rostro, fue bajando hasta sus pechos,
impregnando la ropa por completo.
CONSUMADO ES.
Desde el costado derecho, empezó a brotar sangre, cayendo hacia el
suelo, toda la sangre se estancaba en el mismo sitio, la imagen era
dantesca, los cuerpos de todas las personas, llenas de sangre, daba
una visión horrible, el sufrimiento cada vez era mayor y se retorcían
de dolor, dentro de sus compartimentos.
PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.
Todos los encerrados en sus habitáculos, dieron una bocanada de aire,
sentían como la boca se les llenaba de sangre, un sabor a óxido corría
por sus gargantas, el pecho empezó a contraerse, buscando un poco
de oxígeno, sentían como el alma se les iba arrebatando poco a poco,
a continuación, cerraron sus ojos, y entraron en un sueño eterno.
Las heridas de cristo se plasmaron en todos los habitantes del
planeta, comprobaron por si mismos, aquel sufrimiento.
Bajo los pies de Gabriel fue formándose una bola de luz color rojizo
que aumentaba su tamaño rápidamente, hasta llegar a cubrir toda la
impresionante estructura; la luz cambiaba de color, del rojo al azul y
en su interior se podían apreciar destellos de rayos.
La esfera hizo explosión y su onda expansiva iba destrozando todo lo
que tocaba. En el resto de los países sucedía lo mismo.
Desde el espacio se podían observar cientos de explosiones; el
planeta estaba condenado.
De repente una descomunal explosión seccionó el planeta en dos; el
mundo tal como lo conocíamos había desaparecido.
El sufrir de cristo.
LA CUENTA ATRAS.
Seis de la mañana. Un despertador suena. Boby se despierta
sobresaltado y, a continuación, desconecta el insistente zumbido. Se
sentía aturdido; no comprendía qué
pasaba; se sentó en la cama y, pasados unos segundos, llegó a la
conclusión de que todo había sido un sueño. Comenzó a reír y dio
gracias a Dios; todo le había parecido tan real que aún temblaba. Se
acercó a la ventana, la levantó dejándola a media altura, sacando la
cabeza, observó que todo estaba en su sitio, cerró los ojos, respiró
fuertemente, inhalando el aire de la madrugada, sintió como la
frescura le penetraban los pulmones y respiró aliviado. Más calmado,
fue a la cocina para prepararse un café. Con la taza en la mano se
dirigió al salón. Se acomodó en su sillón favorito y al tomar un sorbo
de café, vio algo que no debía de estar allí. En una silla sentado se
encontraba Gabriel; no se le apreciaba bien el rostro. El salón estaba
en penumbra, la madrugada era muy cerrada y solamente una
lamparita alumbraba la sala.
¿Cómo estás Boby?
Confundido. Yo presencié todo lo que pasó; todo acabó
destruido. Vosotros nos encerrásteis, acabásteis con la raza humana.
Todo lo que pasó podría ser real, ningún ser humano puede
derrotar al Señor, quiero entregarte esto.
Gabriel, se levantó de la silla, extendió su mano, entregándole una
hoja, el manuscrito que cogió del Vaticano, se lo entregó a Boby.
Con las manos temblorosas, cogió aquel papel, y comenzó a leerlo.
El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y
allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi palabra sera tu
palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen mi voz, el Alfa y
Omega, regresará, Filadelfia será el último, siete trompetas sonarán,
la luz se convertirá en oscuridad.
Al terminar de leer, Boby quiso saber todas las dudas, que tenía.
– Tengo muchas preguntas que hacerte, ¿lo que pasó, es real?,
¿tenemos tiempo para cambiar, la historia?, ¿que significa, Filadelfia?.-
Gabriel, le respondió.-
– En 1974, se abrió el quinto sello, Tiatira, pasados 33 años, se
abrió el sexto, Sardis, cuando se abra el séptimo, no habrá marcha
atrás.- Boby, le respondió-.
– Si: Efeso, Pergamo, son las heridas de cristo en las muñecas,
Tiatira, Sardis las heridas de los pies, Esmirna, la herida de la frente,
por la corona de espinos, Laodicea, la lanza que recibió en el costado,
¿ Filadelfia, no tiene sentido?.
APOCALIPSIS
Capítulo 1
La revelación de Jesucristo.
1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono;
1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de
nuestros pecados con su sangre,
1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e
imperio por los siglos de los siglos. Amén.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.
Sí, amén.
1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y
que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Capítulo 2
Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso
El mensaje a Esmirna
El mensaje a Pérgamo
El mensaje a Tiatira.
Capítulo 3
El mensaje a Sardis
El mensaje a Filadelfia
El mensaje a Laodicea
Capítulo 4
La adoración celestial
Capítulo 5
El rollo y el Cordero
Capítulo 6
Los sellos
Capítulo 7
Los 144,000 sellados.
Capítulo 8
El séptimo sello
8:1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por
media hora.
8:2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les
dieron siete trompetas.
8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario
de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de
todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
8:4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del
incienso con las oraciones de los santos.
8:5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo
arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un
terremoto.
Las trompetas
8:6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a
tocarlas.
8:7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y
fuegomezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la
tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba
verde.
8:8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña
ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del
mar se convirtió en sangre.
8:9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el
mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.
8:10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran
estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la terceraparte de
los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.
8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las
aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de
esas aguas, porque se hicieron amargas.
8:12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera arte del
sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas,
para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en
la tercera parte del día, y asimismo de la noche.
8:13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a
gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los
otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!
Capítulo 9
9:1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del
cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.
9:2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de
un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.
9:3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder,
como tienen poder los escorpiones de la tierra.
9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa
verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no
tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
9:5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen
cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando
hiere al hombre.
9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la
hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.
9:7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados
para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras
eran como caras humanas;
9:8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de
leones;
9:9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era
como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la
batalla;
9:10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus
colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses.
9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en
hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.
9:12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.
9:13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro
cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,
9:14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los
cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.
9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados
para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los
hombres.
9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos
millones. Yo oí su número.
9:17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían
corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos
eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y
azufre.
9:18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres;
por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.
9:19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas;
porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas
dañaban.
9:20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni
aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de
adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce,
de piedra y de madera, las cuales no pueden
ver, ni oír, ni andar;
9:21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni
de su fornicación, ni de sus hurtos.
Capítulo 10
El ángel con el librito
10:1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube,
con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies
como columnas de fuego.
10:2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre
el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
10:3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado,
siete truenos emitieron sus voces.
10:4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a
escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los
siete truenos han dicho, y no las escribas.
10:5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su
mano al cielo,
10:6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo
y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y
el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,
10:7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él
comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como
él lo anunció a sus siervos los profetas.
10:8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma
el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre
el mar y sobre la tierra.
10:9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo:
Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce
como la miel.
10:10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era
dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó
mi vientre.
10:11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos
pueblos, naciones, lenguas y reyes.
Capítulo 11
Los dos testigos
11:1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir,
y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los
que adoran en él.
11:2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo
midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la
ciudad santa cuarenta y dos meses.
11:3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos
sesenta días, vestidos de cilicio.
11:4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están
en pie delante del Dios de la tierra.
11:5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y
devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir
él de la misma manera.
11:6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en
los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para
convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas
veces quieran.
11:7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del
abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.
11:8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en
sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro
Señor fue crucificado.
11:9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus
cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.
11:10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se
alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos
profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
11:11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de
vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran
temor sobre los que los vieron.
11:12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y
subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
11:13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la
ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete
mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del
cielo.
11:14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.
La séptima trompeta
Capítulo 12
La mujer y el dragón
12:1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol,
con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce
estrellas.
12:2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia
del alumbramiento.
12:3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón
escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas
siete diademas;
12:4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y
las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que
estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como
naciese.
12:5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a
todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
12:6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por
Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.
12:7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguely sus ángeles
luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;
12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se
llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a
la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
12:10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad
de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de
la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la
muerte.
12:12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a
vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
12:13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra,
persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
12:14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que
volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es
sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
12:15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un
río, para que fuese arrastrada por el río.
12:16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y
tragó el río que el dragón había echado de su boca.
12:17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a
hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesucristo.
Capítulo 13
Las dos bestias
13:1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que
tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y
sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.
13:2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como
de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su
trono, y grande autoridad.
13:3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida
mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,
13:4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá
luchar contra ella?
13:5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias;
y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.
13:6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su
nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos.
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no
estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado
desde el principio del mundo.
13:9 Si alguno tiene oído, oiga.
13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a
espada, a espada debe ser muerto.
Capítulo 14
El cántico de los 144,000
14:6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda
nación, tribu, lengua y pueblo,
14:7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora
de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el
mar y las fuentes de las aguas.
14:8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia,
la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del
vino del furor de su fornicación.
14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora
a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su
mano,
14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y
azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no
tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su
imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
14:13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el
Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus
obras con ellos siguen.
La tierra es segada
14:14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado
semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de
oro, y en la mano una hoz aguda.
14:15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que
estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de
segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
14:16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra,
y la tierra fue segada.
14:17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo
también una hoz aguda.
14:18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y
llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz
aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están
maduras.
14:19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre
hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.
Capítulo 15
Los ángeles con las siete postreras plagas
16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id
y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.
16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una
úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de
la bestia, y que adoraban su imagen.
16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se
convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había
en el mar.
16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el
que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas,
también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.
16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor
Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado
quemar a los hombres con fuego.
16:9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el
nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria.
16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su
reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,
16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus
úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el
agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los
reyes del oriente.
16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la
boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;
16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los
reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de
aquel gran día del Dios Todopoderoso.
16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y
guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
16:16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran
voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran
temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás
desde que los hombres han estado sobre la tierra.
16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de
las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de
Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.
16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del
peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la
plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
Capítulo 17
Condenación de la gran ramera
17:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la
sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas
aguas;
17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores
de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.
17:3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada
sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía
siete cabezas y diez cuernos.
17:4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de
oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de
oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación;
17:5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE
LA TIERRA.
17:6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de
los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran
asombro.
17:7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio
de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y
los diez cuernos.
17:8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo
e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres
no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida,
se asombrarán viendo la bestia que era y
no es, y será.
17:9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas
son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,
17:10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún
no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
17:11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre
los siete, y va a la perdición.
17:12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han
recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes
juntamente con la bestia.
17:13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su
autoridad a la bestia.
17:14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él
es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son
llamados y elegidos y fieles.
17:15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se
sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.
17:16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la
ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la
quemarán con fuego;
17:17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él
quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se
cumplan las palabras de Dios.
17:18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los
reyes de la tierra.
Capítulo 18
La caída de Babilonia
18:1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran
poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
18:2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran
Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo
espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
18:3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los
mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus
deleites.
18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para
que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus
plagas;
18:5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha
acordado de sus maldades.
18:6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus
obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el
doble.
18:7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle
de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada
como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;
18:8 por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y
hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el
Señor, que la juzga.
18:9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han
vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando
vean el humo de su incendio,
18:10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay,
de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora
vino tu juicio!
18:11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre
ella, porque ninguno compra más sus mercaderías;
18:12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de
lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa,
de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre,
de hierro y de mármol;
18:13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino,
aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y
esclavos, almas de hombres.
18:14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las
cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las
hallarás.
18:15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa
de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y
lamentando,
18:16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de
lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de
piedras preciosas y de perlas!
18:17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y
todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los
que trabajan en el mar, se pararon lejos;
18:18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo:¿Qué
ciudad era semejante a esta gran ciudad?
18:19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y
lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los
que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas;
pues en una hora ha sido desolada!
18:20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y
profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
18:21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de
molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será
derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.
18:22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no
se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en
ti, ni ruido de molino se oirá más en ti.
18:23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de
esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de
la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las
naciones.
18:24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de
todos los que han sido muertos en la tierra.
Capítulo 19
Alabanzas en el cielo
Capítulo 20
Los mil años
20:1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y
una gran cadena en la mano.
20:2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y
Satanás, y lo ató por mil años;
20:3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para
que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil
años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad
de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio
de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni
en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino
que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
20:7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su
prisión,
20:8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro
ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la
batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.
20:9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió
fuego del cielo, y los consumió.
20:10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y
azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
El juicio ante el gran trono blanco
Capítulo 21
Cielo nuevo y tierra nueva
La nueva Jerusalén
21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo:
Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró
la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una
piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
21:12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas,
doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de
los hijos de Israel;
21:13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas;
al occidente tres puertas.
21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los
doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro.
21:16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual
a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la
longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de
hombre, la cual es de ángel.
21:18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro
puro, semejante al vidrio limpio;
21:19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con
toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro;
el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el
octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo,
jacinto; el duodécimo, amatista.
21:21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era
una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como
vidrio.
21:22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero.
21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en
ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
21:24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella;
y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá
noche.
21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace
abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el
libro de la vida del Cordero.
Capítulo 22
22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero.
22:2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río,
estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes
su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará
en ella, y sus siervos le servirán,
22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
22:5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de
lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y
reinarán por los siglos de los siglos.