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LA IRA

DE
GABRIEL
LUIS MANUEL SANCHEZ GARCIA
L.M.S.G.
1974
Todo comenzó una tranquila noche de invierno. Su oscuridad,
reinaba en lo mas alto, la pequeña presencia de diminutas nubes,
cubrían el cielo, la temperatura oscilaba entre los 14º y los 16º
grados, se sentía un frescor muy llevadero, que con un buen abrigo no
seria problema para pasear, las farolas de la ciudad iluminaban las
calles con intensidad, el fluir de gente era constante, algunos
regresaban a sus casas, otros salían de ellas, para disfrutar de la
noche, salir con los amigos, ir de cena, o pasear romanticamente con
sus parejas, los ruidos de la ciudad, retumbaban por todos los
recovecos de la noche.
De repente el cielo empezó a cambiar de color, esas diminutas nubes
empezaron a disiparse, el cielo completamente oscuro, con pinceladas
de estrellas, fue cambiando, pasando del negro intenso a un rojo
anaranjado.
El tenue viento que soplaba se silenció, por segundos parecía que el
tiempo se había detenido, la temperatura en cuestión de segundos,
dio un brusco cambio, de los 15º grados de media, radicalmente paso
a una temperatura veraniega, la temperatura subió a los 42º grados,
los termómetros no recogieron la medición, pero en la calle la
sensación de sequedad fue grandiosa, la gente que caminaba por sus
calles abrigadas por el frío, no tardaron mucho tiempo en despojarse
de aquellos abrigos y chaquetones, que ahora le sobraban, en el
interior de los coches y de las viviendas, la reacción fue la misma,
algunos apagaban la calefacción de sus vehículos, otros bajaban sus
ventanillas, sacando las manos por fuera para notar aquel contraste,
en las viviendas abrían sus ventanas de par en par, para dejar el paso
del aire, que en ese momento era insistente, todo el mundo salio a la
calle para contemplar aquello, en cuestión de una hora la temperatura
tan alta que estaba aguantando la ciudad, volvió a su estado natural,
el frescor volvió a cubrir la noche, dejando paso a un ensordecedor
trueno que provocó la sensación de que el cielo se había partido en
dos.
Fue un ruido seco y muy fuerte, el contraste de la noche, hizo
estremecer a todo el mundo .
Todo el mundo se quedó sorprendido por la magnitud del
estruendo; los meteorólogos no comprendían el motivo de aquella
súbita anomalía atmosférica. Todo fue muy rápido. Todos los sistemas
de predicción meteorológico parecían fallar. Lo cierto es que sí
funcionaban y los datos que daban los ordenadores, los sensores y
todos los demás sistemas de seguridad eran correctos.
Pasada una hora, el cielo regresó a la normalidad, volviendo a su
oscuridad de siempre. Las estrellas lucían como siempre y el leve
viento que soplaba envolvió otra vez la noche, la temperatura volvió a
los 15º grados de media, los transeúntes, volvieron a cubrirse con sus
abrigos, los coches accionaron otra vez sus calefacciones y las
viviendas, cerraron a cal y canto sus ventanas, para que el frió no
penetrase en sus hogares, el invierno regreso a la ciudad, aquel
espejismo de los 42º grados, sólo permaneció durante una hora.
Los científicos llegaron a la conclusión de que todo había sido fruto de
una fuerte tormenta eléctrica.
Boby Carter, es un magnifico estudiante desarraigado de su
familia, durante su niñez fue pasando de hogar en hogar, su madre
biológica lo abandonó cuando era un niño de unos dos años, y viajó
por todos los orfanatos del país buscando una familia que le acogiese,
a la edad de siete años un matrimonio mayor de Filadelfia lo adoptó y
gracias a ellos recibió una educación, comprendió al fin lo que era una
estabilidad familiar, los Dess que así se llamaba su nueva familia,
procuraron que no le faltase nada y con mucho trabajo y esfuerzo, le
convirtieron en lo que era ahora, un joven universitario con unos
valores muy grandes, sentido de la responsabilidad y muy agradecido,
sus padres adoptivos, fallecieron hacia un año de muerte natural, su
padre el señor Peck sufrió un infarto y su madre la señora Sharon no
pudo soportar la perdida de su marido y pasados tres meses murió de
pena, sufría diabetes y su cuerpo no pudo aguantar la muerte de su
amado, la muerte de sus padres le hizo mas fuerte y se volcó en sus
proyectos.
La felicidad le duró poco, a los dieciocho años se volvió a encontrar
solo, pero muy agradecido del amor de sus padres que le entregaron
hacia él. Compartía sus estudios con un trabajo nocturno en una
oficina meteoróloga de la universidad, también se vio sorprendido por
el fenómeno que se estaba produciendo. Estaba sentado delante del
ordenador mirando, como cualquier día, el estúpido monitor con los
mismos gráficos y los mismos baremos. Estaba inmerso en su trabajo
cuando, de repente, una inmensa oscuridad lo envolvió todo.
El despacho era pequeño. Lleno de papeles, ordenadores,
lucecitas de todas las maquinas que necesitaba para su trabajo, y
muchos libros. Tenía una ventana con vistas al patio donde se reunían
los jóvenes universitarios; pero en ese instante estaba vacío, ya que
debido a lo avanzado de la hora los jóvenes estaban en sus casas, o
dentro de sus habitaciones.
La oscuridad que envolvió a Boby, fue de menos a más. Giró la
cabeza pensando que podría ser un problema de las farolas del patio,
pero su sorpresa fue enorme cuando divisó el maravilloso espectáculo
de luces. Se levantó de la silla, y se dirigió hacia la ventana muy
lentamente, la abrió de par en par, enseguida noto como la
temperatura del exterior estaba cambiando, desde su frente unas
gotas de sudor le resbalaban hacia la cara, cogió un pañuelo de su
bolsillo y se secó el constante goteo de sudor, a la vez miró al
termómetro que tenia colgado en el quicio de la ventana, la
temperatura marcaba 16º grados, acercó su mano hacia el
termómetro, dándole varios golpecitos al mercurio, aquel aparato ni
subía ni bajaba, marcaba correctamente 16º grados, una vez allí
escuchó un tremendo estruendo y rápidamente miró hacia los equipos
de medición, todos estaban correctos, ninguno saltó, ni hicieron nada
anormal. Todo era normal, demasiado normal.

Cuando cesó el trueno cogió rápidamente el teléfono que tenía


en su mesa desordenada y llamó a su profesor. Estaba tan nervioso
que no conseguía pulsar los números; lo intentó dos veces y, por fin,
logró la deseada comunicación.
Señor Parker, soy Boby. Imagino que estará viendo lo mismo
que yo. No lo puedo creer.
Boby, quiero que no te muevas de ahí. Llego dentro de una hora
fue la respuesta del señor Parker.
El señor Parker, profesor de meteorología de la universidad, de
unos cincuenta y cinco años, había dedicado toda su vida al estudio
del clima y sus alteraciones. Estaba soltero; con cara de persona
malhumorada y muy despistado. Los alumnos le tomaban por loco y
sus compañeros de trabajo por excéntrico. Lo cierto es que algo tenía
de eso, pero era una persona soñadora y con un corazón enorme.
Contrató a Boby para que trabajase con él, porque vio en sus ojos la
misma mirada ilusionada que él tenía cuando era joven.
Parker conocía la historia de Boby y se sentía identificado con el, los
dos estaban solos en este mundo, el cariño que le faltaba, se lo
entregaba al joven, con su sabiduría.
Emigró desde Inglaterra a Estados Unidos, cuando era un joven de
unos 24 años, se formó en la mejor universidad del país, la
universidad de Cambridge, la segunda universidad mas antigua,
después de Oxford, fundada en 1209 y forma científicos,
escritores y políticos.
Allí conoció todos los entresijos del mundo de la meteorología, cuando
terminó su tesis, la universidad de Filadelfia le contrató para dar
clases y le prometió un futuro mejor.
Nada le retenía en Inglaterra, sus padres habían fallecido y vivía con
su hermana mayor, casada y con dos hijos, su cuñado taxista de
profesión, pasaba horas y horas conduciendo por las calles
londinenses, para poder alimentar a su familia, la casa donde vivían
no era muy grande y se tenían que adaptar todos para poder llevar
una convivencia buena, su cuñado como era lógico aveces se quejaba
por tener que mantener una boca mas, Parker lógicamente se sentía
molesto, su intención, no era la de molestar, pero a veces la tensión
se podía sentir en el ambiente, su cuarto contiguo al de los niños, le
distraía de sus estudios, sin pensarlo lo habló con su hermana y
decidió cruzar el charco hacia una vida mejor, la carga que suponía su
estancia en la familia la radicó, con una vieja maleta repleta de libros
se embarcó dirección el nuevo mundo.
A la edad de cuarenta años su hermana falleció en Inglaterra, el
marido de ella se trasladó al sur de Francia, concretamente a la región
de Aquitania, allí se encontraba un pueblo llamado Lauzun de unos
751 habitantes, sus padres eran originarios del lugar y decidió pasar
el resto de su vida allí, tras el fallecimiento de su esposa, su estado de
salud empezó a decaer, ya no se valía por si mismo y un cáncer
estomacal le estaba arrebatando la salud, los hijos acompañaron a su
padre y rehicieron una nueva vida en otro país, el cambio de un clima
mas cálido, que de la húmeda Inglaterra, le proporcionaría mejor
calidad de vida, lo único que le unía a Inglaterra era su hermana, una
vez desaparecida, tanto el contacto con su cuñado y sus sobrinos se
desvanecieron, nunca supo mas de ellos.
El profesor se encontraba en su casa corrigiendo exámenes,
siempre se llevaba trabajo, le encantaba sentarse en su escritorio de
nogal, a media luz, entre sombras, producidas por una pequeña
lamparita de sobremesa de color verde, en el silencio de su hogar una
música muy bajita envolvía su despacho, le encantaba la música
clásica y Franz Schuber, era su compositor favorito, no dejaba de
escuchar una y otra vez la misma melodía, La bella molinera.
Estaba en pijama, se sentía mucho mas cómodo, era lo primero que
hacia cuando llegaba a su domicilio, se desprendía del traje, de la
corbata y se metía en su pijama de color azul de algodón, lo tenia
hace años, algunos hilos le sobresalían por los bajos del
pantalón y de las mangas, pero eso no era ningún motivo para
cambiarlo, le tenia mucho cariño. Se puso lo primero que vio en el
armario y salió corriendo hacia la universidad. Cogió las llaves del
coche que estaban en la entrada de la puerta y, como alma que lleva
el diablo, intentó arrancarlo. Tardó un poco en hacerlo, pues era un
coche bastante viejo y de aspecto destartalado, pero lo único que le
importaba a Parker es que lo llevaba donde quería ir, aunque a veces
tardase más de la cuenta.
La gente había salido de sus casas para ver la anomalía
meteorológica. Entre sorprendidos y atemorizados, lo observaban con
admiración y temor. Era tan hermoso y siniestro lo que estaba
sucediendo que sensaciones contradictorias de asombro y pánico se
mezclaban entre los curiosos.
Durante el trayecto hacia la universidad Parker observaba, a
través de la ventanilla del coche, a la gente, que en las aceras,
comentaban sorprendidos lo que estaba sucediendo. Pasado un
tiempo llegó a la universidad; aparcó el coche en la puerta de entrada,
y como si tuviese veinte años, abrió la puerta y subió las escaleras
hacia su despacho de dos en dos. Cuando llegó a su destino se sentó
y empezó a coger aire, se sentía abatido.
El despacho estaba en la tercera planta. No eran muchas las
escaleras, pero lo que sí eran muchos, eran sus años.
Boby escuchó un golpe en la puerta y, extrañado, la abrió. Allí
encontró a su profesor, sentado, sin aliento, lo miró y con una voz de
pánico le dijo.
Señor ¿Se encuentra bien?
Ya sé por qué me dediqué a la meteorología y no al fútbol
susurró Parker sin aliento.
Boby ayudó a levantarse al señor Parker y entraron en el despacho.
Pasaron toda la noche revisando datos, comparando previsiones y
preguntándose el uno al otro, qué había sucedido, por qué todo
estaba normal.
No encontraron una respuesta lógica a lo que había sucedido, fue
muy humillante para ellos, y lo único de lo que no les cabía la menor
duda era que lo que estaba ocurriendo no era normal y que algo
desastroso podría pasar.
De repente todo volvió a la normalidad.
La gente volvió a sus casas y las conversaciones de esa noche
fueron las mismas en todos los hogares: el fenómeno que acababan
de contemplar.
Pero todo no era normal. En un plano no terrenal, en otra
dimensión, todo fue muy distinto. Fue justamente donde todo el
mundo miraba aquel espectáculo tan hermoso y tan siniestro, donde
ocurrió todo. Nadie podía imaginar que ese escenario de luces,
cambiaría la vida a mucha gente, tanto para bien como para mal.
En el plano donde se cruzaban los colores anaranjados y rojizos,
legiones de ángeles del infierno se reunieron con los ángeles del cielo.
Eran cientos de miles con sus largas y presuntuosas alas. Sus rostros
se presentaban difuminados; no se podían distinguir con claridad, sólo
se apreciaban unos ojos inyectados en sangre y con una altura
corporal que ningún ser humano podría imaginar. Prácticamente,
llegaban a medir, fácilmente, los tres metros, pero cuando
desplegaban sus alas tenían una longitud de seis metros, desde la
punta de un ala hasta la otra. Eran francamente hermosos.
Todos los ángeles estaban en formación. Alineados
perfectamente; desde la altura, se apreciaba la exactitud de la
formación, daba miedo.
Los ángeles del cielo, eran exactamente iguales a los del infierno.
Tres metros de altura; las mismas dimensiones de las alas, y el mismo
tono de color en sus ojos; la única diferencia, era el color de sus alas.
Las del mal eran negras intensas y las del bien blancas impolutas.
El lugar de la concentración de tantos ángeles era infinito. Se
encontraban en una explanada desértica, de color naranja, donde se
apreciaba una leve brizna de viento que desplazaba sutilmente la
arena del terreno. El silencio era tan sobrecogedor que podía oírse el
crujido de la arena, desplazada por el viento, golpeando las alas de los
ángeles.
Rompiendo la exactitud y belleza de la formación salió un ángel.
Era hermoso. Su enorme altura; sus alas desplegadas; su mirada
intensa, llena de fuerza; sus piernas musculosas con forma de ave;
sus pies con garras afiladas y majestuosas; sus brazos también
musculosos y sus manos con forma de garras, las cuales podían
crecer a voluntad propia.
Recorriendo varios metros, se dirigió hacia una puerta. Era
enorme, dorada, muy luminosa. Podría medir unos cincuenta metros
de altura y veinte metros de ancho, en los lados se apreciaban unas
inscripciones en arameo.
Se encontraba cerrada, el ángel se paró frente a ella. La brisa del aire
acariciaba sus alas. Las garras, clavadas en la arena, hacían surcos en
el suelo.
Pasado algún tiempo la puerta se abrió dejando una apertura de
unos cuatro metros. Cuando llegó a ella, el ángel del mal recogió sus
alas y entró muy despacio. Lo hizo sin temor, sabiendo a quién se
encontraría y qué iba a suceder.
Siguiendo el haz de luz que salía de la puerta, pasó, una intensa
niebla blanca lo envolvió haciéndolo desaparecer; se cerró y todo
quedó en una oscuridad abismal.
En el interior, el ángel del mal, se encontró con otro ángel, igual
de hermoso que él. Su aspecto era sublime, alto, esbelto, fuerte, sus
alas idénticas, de seis metros de longitud, su mirada intensa, su cara
difuminada.
El interior del lugar era completamente blanco; mirases donde
mirases, todo era de ese color.
Los ángeles hablaron brevemente.
El ángel del bien le comunicó sus intenciones.
Pasados treinta y tres años las almas del la luz y de la oscuridad
terminarán su cometido.

ALFA Y OMEGA
1:11: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un
libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a
Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

2007.
Boby Carter, el joven universitario, ya no era tan niño. Habían
pasado treinta y tres años. Se había convertido en un prestigioso
meteorólogo. Trabajaba en la Universidad de New York, fundada el 18
de abril de 1831, constaba con mas de 40.870 alumnos y entre sus
estudiantes salieron 23 premios Novel y 12 premios Pulitzer, sus
conocimientos los entregaba a sus alumnos con tesón, disfrutaba
mucho en la universidad, le encantaba entrar por las mañanas y
respirar el ambiente de sabiduría que flotaba por todos los recovecos
de la universidad, estaba contratado por el canal CNN de televisión
para dar las noticias del tiempo. Su remuneración era excelente y le
dejaba tiempo para dedicarse a sus tareas cotidianas.
Continuaba soltero, siguiendo los mismos pasos de su maestro, el
señor Parker, pero no era tan excéntrico como él. Tenía una gran
planta; un señor serio y muy atractivo.
Como cualquier otro día Boby llegó al estudio de televisión, para
dar las noticias, sus instalaciones eran muy modernas, los estudios se
encuentran en el edificio Trump Building, ubicado en la 36 y 42 de
Wall Street, en 1930 fue el edificio mas alto del
mundo, consta de 70 plantas, su altura es de 283 metros, tanto los
estudios como los despachos ocupan tres plantas, desde la 35 a la 38,
sus vistas son increíbles, divisando toda la magnitud de Manhattan .
Entró dando las buenas noches; se tomó un café de la máquina y
directamente entró a maquillaje. Su comportamiento era mecánico.
Soltó todos sus papales en la mesa de maquillaje y dejó trabajar a sus
compañeros. Unas hábiles y profesionales manos quitaron los brillos
de su cara, para dar bien en pantalla.
El dueño de la cadena entró en maquillaje y, dándole las buenas
noches, le preguntó qué tal sería el parte meteorólogo de esa noche y
de todo el fin de semana, ya que era viernes.
Boby le comentó que en el fin de semana haría buen tiempo, por
el día soleado y por la noche bajarían las temperaturas, pero que
harían unas noches estupendas, perfectas para salir a dar una vuelta
con la familia.
El dueño de la cadena se marchó, dándole las gracias y se dirigió
a su despacho para seguir la emisión de las noticias.
Boby fue hacia el estudio donde se encontraban los
presentadores, como siempre, dando las gracias a los maquilladores,
era muy respetuoso y educado con todo el mundo y la gente lo
respetaba.
Se dirigió hacia la pantalla de plasma donde estaba el mapa del
país; se colocó bien la corbata y se retocó el cabello, era un hombre
muy coqueto y le gustaba dar bien en televisión.
Mientras, Tom Harrys y Jana Still, presentadores del noticiario,
terminaban las noticias dando paso a Boby para que diese el tiempo.
Buenas noches. Esto es todo por hoy se despidió Tom Harrys.
Esperamos que pasen un buen fin de semana. Acontinuación le
dejamos con el tiempo. Adelante señor Carter dijo Jana Still,
introduciendo a Boby.
Con una sonrisa dio las gracias a sus compañeros y explicó a las
espectadores las condiciones meteorólogas del fin de semana. Todas
las predicciones eran buenas y con su incondicional verborrea
comentó las agradables temperaturasque tendría el país.
Se despide Boby Carter. Muchas gracias por su compañía y les
deseo que pasen un estupendo fin de semana.
La emisión terminó como cualquier otra noche.
El meteorólogo se quitó la petaca y el micrófono de la corbata y
se dirigió con sus compañeros del estudio a tomar un café de la
misma máquina de todos los días.
No hablaban de nada importante, cosas del trabajo, otra vez del
tiempo y temas banales. El dueño del canal salió de su despacho, se
acercó a Boby, y le comentó que le tocaba a él pagar las cervezas.
Todos los viernes seguían la misma rutina, terminaban el trabajo y se
marchaban los dos, eran muy buenos amigos.
Se conocieron en la universidad de Filadelfia, cada uno estudiaba
una carrera diferente, uno políticas y el otro meteorología, sus vidas
se cruzaron en un local no muy lejos de la universidad, en la calle
Brooklyn esquina con Constance Rd., situado debajo de una
carnicería, que regentaba una familia marroquí, unos cuatro escalones
por debajo del local, había una puerta verde , con un rotulo luminoso
de neón, al cual la letra “b” de bar, se descolgaba por un lado y se
juntaba con la letra de al lado.
Era una minúscula taberna irlandesa, rodeada de cuadros y pintas de
cervezas por el techo, los dueños eran un matrimonio muy risueños,
de complexión fuerte los dos, vestían trajes típicos, cada día para
ellos era San Patricio y banderas junto con gorros decoraban el local,
al fondo, una diana de madera colocada al lado de un perchero,
destacaba entre los abalorios del bar, ese lugar llego a ser su sitio
preferido, todas las tardes se sentaban alrededor de la diana y con sus
pintas de cerveza charlaban y charlaban, su amistad crecía cada vez
mas, formando fuertes vínculos.
En ese momento el estudio empezó a oscurecerse; fue de menos
a más. Boby se percató en seguida y se dirigió corriendo hacia las
ventanas del estudio, todos, viendo su reacción, le acompañaron
hacia las ventanas, preguntándole qué pasaba.
El espectáculo era precioso; el cielo se transformó de un color
rojo anaranjado y el viento dejó de soplar, la temperatura empezó a
subir, dentro de los estudios la calefacción estaba conectada,
marcando 23º grados, pero la sensación era mas alta,
todo el mundo empezó a quejarse del calor, llamaron a
mantenimiento, por que el calor cada vez era mas insoportable, los
termómetros de la redacción marcaban 23º grados, todo era correcto,
se formó un pequeño revuelo, a la gente le dio por pensar, que el
edificio estaba ardiendo, la sensación de sequedad era altísima, las
chaquetas empezaron a verse colgadas de los percheros, los nudos de
las corbatas, desabrochados, los sudores empezaron a brotar en la
gente, camisas empapadas circulaban por la redacción, las mujeres se
desplazaban a los baños para poder aliviar el calor, con paños
mojados, en las ventanas se apreciaban, gotas cayendo sobre ellas de
humedad, la temperatura en el interior era de 42º grados, en el
exterior igual, Boby acercó su mano a la ventana y con un dedo dibujó
un circulo, la humedad hizo mantenerse aquella figura.

Boby, hablando para sí mismo, no paraba de decir:


Está sucediendo otra vez.

De repente sonó un trueno ensordecedor; las ventanas vibraron,


un pequeño temblor se percibió debajo de sus pies, todos los
presentes se asustaron agachándose impresionados como acto reflejo.
Todos menos Boby, él estaba esperando aquel trueno, se encontraba
de pie, sereno, con la mano apoyada en la ventana, percibiendo la
vibración de los cristales, su mirada perdida mirando el cielo, casi ni
parpadeaba.
El dueño del canal le preguntó qué sucedía, estaba asustado, no
paraba de temblar, con los pies fuertemente apoyados sobre el suelo
enmoquetado y las manos agarrando con fuerza una de las columnas
de la redacción, no dejaba de mirar a Boby, y éste le respondió, que
no tenía idea, sólo sabía que todo esto ya había pasado y que era
exactamente igual que en 1974.
Boby se disculpó ante el dueño de la cadena diciéndole que tenía
que marcharse, que después le contaría todo y que le debía una
cerveza.
Su gran amigo agarrado fuertemente a la columna, que seguramente
no soltaría en mucho tiempo, le dijo que no se preocupase, que
hiciese lo que tuviera que hacer, que le esperaría, justamente, donde
se encontraba ahora mismo.
Salió de la cadena de televisión, cogió su coche y condujo
durante horas.
A través del cristal contemplaba la visión tan hermosa del
cambio de colores de la noche, se podía apreciar la sequedad, los
termómetros en la calle marcaban 15º grados, pero no cuadraba con
el tremendo calor, que se hacia casi irrespirable, los transeúntes que
se encontraban paseando por la ciudad, se desprendieron de algunas
ropas que le sobraban, el sofocante calor, hizo que algunos niños que
se encontraban con sus padres, se acercaran a una fuente, se
despojaran de sus camisetas y se lanzaran al agua para refrescarse,
era contradictorio, los relojes marcaban las diez de la noche, el mes
era noviembre, el invierno se apoderó de la ciudad y los niños se
bañaban en una fuente, para poder refrescarse del sofocante calor.
Pasada una hora todo volvió a la calma, la noche siguió siendo
estupenda, aquellos niños que disfrutaban del agua, tuvieron que salir
muertos de frío, sus caras desencajadas, junto con sus frágiles
cuerpos, comenzaron a tiritar, los padres entre sonrisas, se
despojaban de sus abrigos y los cubrían, las madres los abrazaban
fuertemente entre sus brazos, dirigiéndose rápidamente, hacia el
calor de sus casas, la ciudad volvió a sus 15º grados, una temperatura
bastante agradable para ser invierno, las calles volvieron a su estado
normal, tal como había predicho en el noticiario. Condujo hasta el
amanecer.
Detuvo el coche en un lugar paradisíaco rodeado de árboles y
naturaleza. Cerca había un lago, no era muy grande, pero sí muy
tranquilo y acogedor. Junto al lago se alzaba un austero edificio, una
residencia de ancianos.
El lugar estaba situado en el distrito de Newark (Ohio) a unas 509
millas de New york, un letrero de madera presidia el camino de tierra
bordeado de arboles, por la linde del camino, centenares de piedras
color blancas, adornaban la entrada, llegando hasta la misma puerta,
en el se podía leer, residencia el viejo roble, el estilo de la residencia
era colonial, completamente de madera, con unos ventanales
enormes de color blanco, constaba de dos plantas, la planta baja para
los ancianos que residían, la primera planta para el personal medico y
residentes interinos que cuidaban a las personas mayores, en lo mas
alto, en el lado derecho del tejado, una chimenea asomaba,
rezumando un humo grisáceo, que proporcionaba calor al salón de la
residencia, fundada en 1854, tenia un toque rustico, pero adaptada a
las condiciones de sus clientes, el viaje fue largo y cansado, pero el
estado anímico era muy bueno, en unos minutos volvería a ver a su
maestro y mentor.
Entró en la residencia. Nada más atravesar la puerta había una
pequeña recepción, de color blanca con muchas flores y un olor
especial a jazmines y pensamientos; se sentía una paz enorme
acompañada por el piar de los pájaros, era precioso.
Boby dio los buenos días a la recepcionista, la temperatura era
muy cálida y acogedora, los empleados iban con ropas muy ligeras,
de manga corta, todos con unas chapas indicativas con sus nombres
cosidas al uniforme, de color azul claro, le preguntó por el señor
Parker. Una muchacha de tez blanca, con las mejillas rosadas, por el
calor del interior y melena color castaño, amablemente, le indicó que
se encontraba en el lago y que le haría mucha ilusión la visita, ya que
no tenía muchas. Despidiéndose de la chica, con una sonrisa, se
dirigió hacia el lago. Tenía que atravesar un pasillo muy largo,
adornado con cuadros pintados por los pacientes, tapices de ganchillo,
fotos en blanco y negro de antiguos pacientes y de allí cruzar por el
salón de juegos, donde los ancianos se entretenían en todo tipo de
actividades y donde había una televisión enorme donde veían sus
programas, una chimenea de piedra en un lado de la pared,
centenares de libros sobre unas estanterías de aluminio y en un rincón
junto a una ventana, una vieja gramola que todavía funcionaba, uno
de los pacientes no dejaba de poner una y otra vez, discos de Sinatra.
Se detuvo en medio del salón; enfrente había unas cristaleras
muy luminosas con una visión del lago y de una explanada ajardinada
preciosa, llena de rosales, bancos para sentarse y columpios para los
nietos de los residentes. Miró atentamente hacia el lago y vio al señor
Parker.
Estaba sentado, mirando al agua sin ningún punto fijo y sin
preocupaciones. Boby se le acercó y se agachó tocándole la mano. El
señor Parker sentado en su silla de ruedas, mirando al lago, le dijo:
Te estaba esperando.
¿Qué tal te encuentras aquí? ¿Te tratan bien?

Tengo ochenta y ocho años; mis piernas ya no son lo que eran,


pero no me quejo.
Estoy en un sitio idílico y he vivido todo lo que tenía que vivir. Me da
mucha pena por el resto de la gente; no somos nadie.
¿Por qué ese pensamiento, señor Parker?
Llévame hasta el salón y hablaremos.
Boby cogió la silla, atravesaron el jardín, cubierto de flores de
todos los colores y entraron al salón de juegos; se sentaron en la
mesa más alejada y comenzaron a hablar, tomando una humeante y
cálida taza de café.
¿Qué está ocurriendo con el tiempo? No es normal que en el
transcurso de una hora pase lo que hemos visto.
¿Te acuerdas cuando eras mi alumno?, ¿Recuerdas el invierno
de 1974? ¿A qué conclusión llegamos? A ninguna. ¿Cierto? El cielo
enrojecido, el viento inexistente, todos los medidores correctos, la
temperatura altísima y los mercurios no sufrían alteraciones, no
teníamos ninguna idea lógica de lo que ocurría. He tenido mucho
tiempo para pensar en lo ocurrido, aquí lo que mas tengo es tiempo;
cálculos matemáticos, cambio climático, tormentas eléctricas etc. Sólo
puedo pensar una cosa y
como científico, no lo puedo aprobar.
Puede que se deba al calentamiento global.
Muchas gracias por tu visita. Me has hecho muy feliz, Boby.
Cuídate y ten fe.
Parker llamó a la enfermera y le pidió que le llevara a su
habitación.
La enfermera empujó la silla, la cual una de las ruedas no paraba
de chirriar, y lo condujo hacia su cuarto; mientras se alejaba de Boby,
el señor Parker agarró con fuerza un crucifijo que tenía colgado al
cuello, lo apretaba tanto, que sus nudillos se pusieron de color blanco
y, pidiendo a la enfermera que parase, miró a Boby y le dijo:
Siempre supe que serías un buen hombre. Ten fe y sé bueno de
corazón; nuestra hora ha llegado y Dios pone a todo el mundo en su
sitio. Gracias por ser amigo de este anciano; cuídate.
Boby sin saber muy bien que había querido decirle, se dirigió al
coche.

Condujo todo el día de regreso. Durante todo el camino no dejó


de darle vueltas en la cabeza a las palabras del señor Parker, hasta
llegar a New York. Ya era tarde cuando abrió la puerta de casa, un frió
húmedo cubría la ciudad, la escarcha en los coches, impregnaban los
cristales; decidió descansar para estar en condiciones; mañana le
esperaba un día muy duro.
EFESO
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero
de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

LA LLEGADA.
Legiones de ángeles llegaron a la cita fijada treinta y tres años
atrás. Se dispusieron en formación, sus garras clavadas con fuerza en
aquella tierra anaranjada, junto con la brisa que movía la arena que
reposaba a sus pies, junto al leve movimiento de sus alas, esperaron
hasta que la magnífica puerta, de enormes dimensiones se abrió.
El ángel negro, adelantándose de sus tropas, se dirigió hacia la
luz, iba muy seguro, sus pasos firmes dejaban huella en el terreno, las
zancadas eran grandiosas, su majestuoso caminar, era bellísimo, su
gran envergadura con sus alas desplegadas, creaban adoración. De
nuevo le estaban esperando. La reunión fue corta, pero muy tajante,
la hora había llegado.
El ángel blanco, se acercó hacia él, forjándose en un fuerte abrazo,
cuando terminó aquel intenso saludo, le cogió de los hombre con
fuerza, le explicó que tenía que bajar a la tierra, y realizar todo lo que
se había acordado. El ángel negro, arrodillándose ante él, le contestó
que no fallaría en su misión, una lagrima le brotó de sus ojos,
resbalándose por su cara, cayó al suelo, aquella lagrima de color rojo,
se transformó en diminutas piedras, que se iban penetrando en el
interior de la arena.
Atravesó la puerta lentamente y se dirigió hacia sus tropas con
pasos firmes. No hizo comentario alguno; se colocó delante de ellos,
desplegó sus alas, y salió volando hacia la tierra. Las tropas se
arrodillaron y sin variar la formación se convirtieron en piedra, desde
sus pies, poco a poco se fueron transformando, hasta llegar a sus
enormes alas, fue majestuoso y aterrador a la vez el espectáculo.

Desde el cielo se divisó al ángel; su vuelo era majestuoso. Con


sus alas a medio desplegar y volando en caída libre, alcanzó una
velocidad vertiginosa. Conforme se acercaba a la estratosfera una
enorme bola de fuego se formó alrededor de su figura;
desplegó sus alas frenando la caída. El haz de fuego seguía
impregnando su cuerpo y aunque la velocidad disminuyó, seguía
siendo altísima.
En las instalaciones de la NASA, confirmaron la presencia de un
objeto no identificado sobrevolando espacio aéreo americano. Las
alarmas saltaron. En los radares se apreciaba un punto luminoso, que
se movía a gran velocidad, dos controladores siguieron aquel objeto
con expectación, varios de sus compañeros se acercaron para
observar aquella anomalía. El protocolo siguió su rumbo, dando
conocimiento del avistamiento al Pentágono Desde Little Rock Air
Force, base militar de Arkansas, dos F-16 despegaron con la misión de
identificar el misterioso objeto; tardarían en llegar unos doce minutos.
Al ángel le quedaban unos cien metros para posarse; el haz de
fuego desapareció pero, según se acercaba a la tierra, el suelo
empezó a temblar, los árboles se estremecieron, los animales que se
encontraban cerca del lugar huían. Tomó tierra. Al posar sus garras en
el terreno hubo una explosión y una onda expansiva arrasó unos
quinientos metros cuadrados, el suelo se calcinó por completo, la
tierra se empezó a desquebrajar, un color grisáceo cubrió todo el
lugar. Se formó una gran nube de polvo y, de su interior recogiendo
sus alas, salió caminando a la vez que se alejaba del tremendo
agujero que había dejado.
Cuando había recorrido unos diez metros su aspecto empezó a
cambiar. De un ángel majestuoso se transformó en una persona
normal. Su aspecto era de un hombre alto, de 1,93 metros,
complexión fuerte, pero no muy exagerada, pelo corto y oscuro, su tez
rasgada, sus ojos grisáceos con mucha fuerza. Su atuendo era oscuro,
pantalón y camisa negra y una gabardina larga que le llegaba hasta
los tobillos, también negra. Se acercó hacia la carretera donde había
una parada de bus, solitaria, un simple poste oxidado por el tiempo,
con el numero 135 de color verde, se distinguía de la intensa
vegetación que lo rodeaba, y esperó pacientemente hasta poder
montar en uno.
Los F-16 sobrevolaron la zona y, desde el aire, observaron un
gran cráter, con el terreno totalmente calcinado. Seguidamente lo
comunicaron a la base recibiendo orden de regresar.

Cerca de allí, a unos cinco kilómetros, la policía del estado de


Ohio se movilizó y varios coches se dirigieron velozmente al lugar
donde se había producido la explosión.
El lugar era Findlay sede del condado de Hancock, ubicado en el
noroeste de Ohio, se encontraba a 50 millas de Toledo, su población
es de 38.967 habitantes, el lugar de la explosión fue bastante retirada
de la zona urbana, justamente entre una zona de maizales y terreno
salvaje.
Al fondo de la carretera divisó el bus que esperaba; por el otro
lado, seis coches de policía local, con las sirenas y las luces
encendidas, se acercaban a gran velocidad. Subió al bus y se alejó del
lugar de la explosión. Se sentó al fondo y vio cómo los coches se
detenían cerca del lugar de aterrizaje.
Pasadas unas horas, exactamente 2 horas y 49 minutos, el bus
se detuvo en un lugar precioso, era la residencia donde descansaba el
señor Parker. El ángel bajó pausadamente y se dirigió hacia la puerta
de entrada, por el camino de tierra.
Cuando llegó a la recepción divisó al señor Parker que se encontraba
sentado en un rincón del salón, leyendo el periódico. El viejo profesor
levantó la mirada del periódico y vio a una persona, de pie, al fondo
del salón. La estampa del ángel era inmaculada y muy serena. Se
dirigió hacia el viejo profesor; su caminar era pausado, su mirada no
dejaba de observarlo y el ruido de sus zapatos sonaban como el tic
tac de un reloj, a la vez la gabardina se le despegaba del cuerpo,
pareciendo que una corriente de aire penetraba su piel, tanto las
enfermeras como los residentes no dejaban de mirarlo fijamente,
parecía como si algo sobrenatural les obligase a no perderle de vista,
a su paso, los rostros de los allí presentes, se les dibujaba una sonrisa,
cuando llegó a su lado, le puso la mano izquierda en el hombro y con
la mano derecha le dió un trozo de piedra. Era negra, parecida a la
pizarra. Se arrodilló ante él y le dijo:
Mi nombre es Gabriel. Todas las respuestas a tus preguntas se
encuentran en el trozo de piedra que te entrego. No tengas miedo a lo
desconocido.
El ángel se incorporó y abandonó el lugar. Su caminar seguía
siendo pausado, pero esta vez el ruido de sus zapatos desaparecieron,
parecía no tocar el suelo de madera de la residencia. El señor Parker
contemplaba como se alejaba aquella persona tan llena de paz;
mientras lo hacía, miró la piedra y, sin saber cómo, ésta se convirtió
en arena, las enfermeras también le seguían con la mirada, sin poder
retirar sus ojos de él, una sonrisa les dibujó la cara.
El profesor se levantó de su silla de ruedas y se dirigió
caminando hacia el lago; se descalzó, dejando sus zapatos al lado de
la silla y, con los pies desnudos, disfrutando de la sensación del
césped bajo sus pies, empezó a caminar sin rumbo.
El mullido césped le rozaba sus dedos y el rocío le humedecía sus pies
descalzos, mientras caminaba una sonrisa le dibujó su cara y unas
lagrimas le resbalaban por sus mejillas.
En su mano derecha tenía la arena en que se había convertido aquella
piedra y, poco a poco, la dejó caer; cuando el último grano de arena
se depositó en el suelo, Parker cayó fulminado y una luz blanca y muy
luminosa salió de su cuerpo. Por fin comprendió muchas cosas.
Boby se encontraba en su despacho de los estudios de televisión
cuando, en una fría llamada telefónica, le comunicaron la muerte de
su amigo y antiguo profesor el señor Parker. El viejo lobo solitario no
tenía ningún familiar conocido, por lo que la única persona que
figuraba en la residencia como familiar más cercano era él. Se quedó
petrificado con la noticia. Comunicó a la gerencia que él se haría
cargo de todos los gastos del funeral y que estaría allí al día siguiente,
para ocuparse de todo. Cuando
colgó el teléfono una lágrima corrió por su mejilla, el señor Parker era
lo más parecido a un familiar que tenía.
Siempre se habían hecho compañía en su soledad, aturdido por la
noticia, algo le hizo reaccionar. En los televisores de su despacho se
repetía la noticia del impacto de un objeto extraño en Ohio. Las
hipótesis que se barajaban, eran que se trataba de un meteorito, pero
las noticias no daban más detalles.
Abandonó su despacho y se dirigió hacia el del dueño de la cadena.
Abrió la puerta muy alterado y entró. Sentándose frente a su amigo le
comunicó que necesitaba un helicóptero para dirigirse al lugar donde
había impactado el supuesto meteorito.
Algunas veces Boby realizaba reportajes para la cadena, su extensa
carrera como meteorólogo, sus centenares de tesis realizadas por la
universidad y sobre todo la gran amistad que compartían, Boby tenia
carta blanca para todo.
Tom Clen, lo miró pensativo y, sonriéndole, aceptó con la
condición de que tendría que llevarse a un equipo completo para
poder grabar e informar de todo lo que allí ocurría.
Boby abandonó el despacho dándole las gracias y diciéndole que le
debía otra cerveza.
Se dirigió a la redacción y buscó a Elvis, un joven camarógrafo
con muchas ganas de salir del plató de los estudios; siempre había
soñado con acción pero, desde que estaba allí, aún no le habían dado
ninguna oportunidad, por lo que la noticia casi le hace besar a Boby.
Su nombre en realidad era Billy, pero debido a su veneración hacia el
rey, todos lo llamaban con ese mote, cosa que a él, lejos de
molestarle, le encantaba.
Sus padres eran de origen Escoceses, de Dundee situada en las tierras
altas, en la costa este, en la parte norte de la bahía del río Tay, lejos
del mundanal ruido, a unas 477 millas de Londres, sus padres llegaron
a Estados Unidos cuando tenían 18 años, eran unos recién casados
muy jóvenes, con muchos sueños e ilusiones, se pusieron a trabajar
en lo que podían, la madre había estudiado enfermería y se colocó en
una clínica dental, el padre de oficio cerrajero, trabajó muy duro en
una fabrica de acero,
pasado el tiempo, la vida le cambió y montó su propio negocio, el
sueño de su vida, una cerrajería en Manhattan.

Billy a pesar de que naciera en Estados Unidos, no dejaba de pensar


en el país de sus padres, procuraba leer todo aquello referente a
Escocia, escuchaba música escocesa, sus poetas preferidos eran
Allam Ramsay y Thomas Campbell, mantenía contacto mediante
Internet , con jóvenes de su edad, al otro lado del charco.
Todo esto era secundario con la tremenda adoración que tenia hacia
Elvis Presley.
Su aspecto no era como el de su ídolo, vestía ropas muy de segunda
mano, barba de tres días y en el cuello siempre llevaba una bufanda
muy larga que arrastraba por el suelo.
Tenía al camarógrafo, ahora le faltaba la presentadora. Miró a su
alrededor y, cuando empezaba a desesperarse, la vio, era perfecta,
sentada delante de su ordenador recabando todas las noticias para
después dárselas a la presentadora oficial de la cadena, la cual, la
única preocupación que tenía, era asegurarse de que su cabello
estuviera perfecto. Se llamaba Julia y era la becaria de la cadena.

Su aspecto era delicado, una larga melena rubia le acariciaba los


hombros, una nariz respingona y pequeña, se escondía entre sus ojos
azules verdosos, que le iluminaban la cara, sus gafas azules le
realzaba el rostro.
De familia acomodada, estudio en la Universidad privada de Boston,
allí estudio periodismo, licenciándose con matricula de honor.
Ella sabia que gracias a sus padres, pudo conseguir todo, pero ahora
estaba dispuesta a empezar desde cero y valerse por si misma, quería
ser una gran periodista, descubriendo todos los entresijos, para ello
tenia que empezar desde abajo, pero no le
importaba, todo lo contrario, le fascinaba.
Boby con voz enérgica llamó a los dos.
Elvis, coge todo lo que puedas de equipo, sube a la azotea y
espera al helicóptero. Julia, vete con Elvis y esperadme arriba.
Se dirigió al almacén con un carro de supermercado y cogió todo
lo que creía que podrían necesitar.
Julia, sorprendida, seguía a Elvis sin saber qué tenía que hacer.
Cuando tuvieron todo lo necesario, se dirigieron al ascensor para
subir a la azotea. De repente, cuando se estaban cerrando las
puertas, Elvis pulsó el botón de parada, ante el asombro y la
perplejidad de Julia; se dirigió corriendo hacia su mesa y empezó a
rebuscar en los cajones. Tras un momento que a la chica le pareció
eterno el cámara gritó:
Lo encontré.
Sonriente le mostró a la chica un CD del rey, del más grande,
Elvis Presley. Una ocasión como aquella merecía el acompañamiento
adecuado. Se volvió a subir al ascensor y pulso el botón de la última
planta.
Boby los esperaba en el helicóptero que ya estaba en marcha.
Abrió la puerta y gritó a Elvis y a Julia que se apresurasen, el fuerte
viento que soplaba en lo mas alto del edificio y el que desprendía las
hélices, les dificultaba el caminar, Julia se agarró fuertemente a Elvis,
mientras él, con dificultad tenia que soportar el peso del carro con
todo el material y ademas a su compañera. Ya dentro y acomodados
los miró sonriente y con voz pausada les habló:
Vosotros tranquilos, ésta va a ser la noticia del siglo y sé que lo
haréis perfectamente.
Los chicos, emocionados, se dirigieron hacia él diciéndole que no
le fallarían; que le agradecían la oportunidad que les estaba dando y
que no le decepcionarían.
En ese momento el helicóptero se elevó, el fuerte viento desplazo el
carro, chocando contra la cabina de la azotea, desde donde
controlaban los despegues y aterrizajes de los helicópteros, y se alejó
del edificio, perdiéndose entre la majestuosidad de los rascacielos de
la ciudad.
Pasada una hora y treinta minutos, sobrevolaban el lugar donde
había ocurrido el acontecimiento. Un inmenso cráter apareció ante sus
ojos. Todos se quedaron de piedra. Elvis empezó a grabar todo desde
el aire, estaba tan nervioso y emocionado que no paraba de temblar.
Además del tremendo cráter, allí se divisaban cientos de militares. La
zona estaba acordonada, había camiones, tanques y algunos hombres
con trajes que parecían sacados de las películas de ciencia ficción.
De repente dos F-16 pasaron por delante de ellos a gran
velocidad y seguidamente un helicóptero militar, se colocó de frente a
ellos, amenazante, armado hasta los dientes de numerosas
ametralladoras, les comunicó mediante megafonía que lo siguiesen,
que serían conducidos a una zona de seguridad, en caso de que no
acataran sus ordenes, estarían obligados a derribarlos. Era una zona
acordonada vigilada por militares.
Cuando aterrizaron, un coronel de las fuerzas armadas, les invitó a
que le siguiesen; subieron a un vehículo militar y fueron conducidos a
una tienda de campaña que habían habilitado para la prensa.
ESMIRNA
2: 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo
echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y
tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré
la corona de la vida.

EL PODER DEL ÁNGEL.


Gabriel se encontraba en New York. En la Quinta Avenida veía a
la gente deambular delante de él. Seguía caminando y de vez en
cuando levantaba la mano muy lentamente a la altura de la cintura y
con suavidad, tocaba a la gente, no la elegía al azar, él sabía a quien
tenía que tocar.
Por su derecha se acercó un ejecutivo con su maletín negro, su
traje de seda, perfectamente planchado, y con una corbata que
seguramente valdría más de trescientos dólares, unos zapatos de
Valentino y, a juego, su reloj y sus gemelos. Gabriel
levantó su mano derecha y sin mirarlo lo tocó, el toque fue muy sutil y
una brisa de aire le movió la gabardina. El ejecutivo no se percató de
nada y, en un segundo se detuvo, puso la mano en su boca y empezó
a toser, la mano se cubrió de sangre. La tos era cada vez más intensa.
Entró en la recepción de un hotel, pidiendo auxilio y nada más cruzar
la puerta, cayó redondo, encima de una mesa de cristal que presidia
la entrada, el golpe fue fortísimo, los cristales salieron despedidos por
toda las direcciones, llegando a cubrir aquel lugar de diminutos
cristales, que se esparcieron por todos los rincones del Hall.
La gente que se encontraba en el hall se acercó a socorrerle, pero no
pudieron hacer nada, empezó a tener fuertes convulsiones y falleció.
Del cuerpo salió una luz negra, nadie podía percibirla, solamente
Gabriel. Continuó andando y vio otra víctima.
Era una persona totalmente diferente a la anterior. Se trataba de un
pobre borracho que se pasaba las horas muertas en la avenida
pregonando el fin del mundo. Estaba sobre un cajón de madera y, a su
derecha, un carro de aeropuerto guardaba sus enseres más queridos:
ropa, botellas de licor, un paraguas, etcétera. Encima de todas ellas
había un perro que no paraba de ladrar, no era de raza, era una
mezcla de labrador y chucho.
Gabriel se detuvo delante de él. El borracho no paraba de decir
que el fin de los tiempos estaba cerca y que Dios mandaría a sus
legiones para exterminar el planeta. El ángel lo miró detenidamente.
El perro dejó de ladrar, agachó las orejas y se escondió entre los
enseres con un miedo atroz. Gabriel, levantando la mano, se dirigió al
borracho y le dijo:
Jimmy, no estoy aquí para destruir el mundo. Vosotros lo habéis
destruido, yo sólo estoy aquí para salvarlo. La tierra no os pertenece,
es de vuestros hijos.
El borracho se quedó petrificado. Aquel desconocido que le
hablaba sabía su nombre. Durante los cinco largos años que estaba en
esa calle, nadie le había hecho caso, sólo lo importunaban la policía o
los de asuntos sociales.
Gabriel levantó su mano y le tocó. El borracho bajó del cajón, le
dio las gracias y se alejó hacia un callejón, llevándose todas sus
pertenencias, mientras caminaba, una sonrisa dibujó su cara y en sus
mejillas unas lagrimas se resbalaban hacia la comisura de sus labios.
El ángel lo seguía con la mirada y vio como al final del callejón el
hombre cayó al suelo fulminado. En ese momento una luz blanca
abandonó su cuerpo y el perro, muy calmado, empezó a lamer a su
dueño. A la vez que el perro le demostraba su cariño, la frente del
borracho empezó a sangrar, las gotas se le resbalaban por la cara,
cubriéndole los ojos y la boca, se formó un charco en la acera, de su
frente empezaron a marcarse una cicatrices, las cuales dibujaban un
nombre. Esmirna. Gabriel, como si nada hubiese ocurrido, continuó su
paseo contemplando la grandeza de la ciudad, escuchando a lo lejos
el sonido de unas sirenas de ambulancias.
Esas mismas, se dirigían hacia el aviso que los empleados del
hotel realizaron a urgencias, los sanitarios se pararon en la puerta
principal, corrieron rápidamente para auxiliarle, mientras, uno de ellos
abrió la parte de atrás para bajar la camilla, otros dos entraron al
hotel y se ocuparon del herido, cuando se colocaron al lado de él, le
tomaron el pulso, le desabrocharon la corbata y le remangaron un
manga del brazo, para poderle inyectar una vía, no tenia constantes
vitales, lo que realizaron rápidamente fue un masaje cardíaco, pero no
daba resultado, cuando dejaron de bombear el pecho, uno de los
enfermeros miró hacia su reloj y confirmó la hora del fallecimiento, en
ese instante, del brazo derecho fueron apareciendo unas cicatrices,
empezaban desde la muñeca hasta el bíceps, resurgían desde el
interior de la piel, los médicos se asustaron, complejos no dejaban de
mirar las cicatrices y con curiosidad miraban atentamente lo que
dibujaban esas heridas, uno de ellos, señaló con el dedo las marcas,
pudiendo apreciar una palabra, se apreciaba claramente un nombre:
Efeso.
Gabriel se detuvo ante un bar.
En el numero 798 de la 5a. avenida, esquina al Central Park Zoo, la
calle E 62nd. st, comunicaba hacia un bar, la fachada era negra, unos
ribetes blancos realzaban las ventanas, en lo mas alto, un letrero de
madera anunciaba el nombre del bar, era ilegible, apenas se
apreciaba, solamente se podía leer: taberna.
El local era oscuro, cientos de trastos adornaban el bar, una radio de
los años 50, molinillos de café antiguos, fotos en blanco y negro de
New York y destacando de todo, un enorme cartel de cine antiguo,
cuyos artistas eran, Marilyn Monroe, Tony Curtis y
Jack Lemmon, su titulo, “Con Faldas Y A Lo Loco”. El contraste de la
claridad de la calle con la tenue luz del establecimiento, resultaba
chocante.

Cuando abrió la puerta todo el mundo miró hacia él, no por nada
en especial, sino por la claridad que acababa de romper y la oscuridad
del interior. Su gran silueta se realzaba en la puerta, con su altura y
con el atuendo de su gabardina. Cerró la puerta y se dirigió hacia la
barra. En el mostrador un camarero de corpulencia gruesa le dio los
buenos días y le preguntó si quería algo para beber. Gabriel le miró
intensamente y le pidió agua. El camarero, muy gentilmente, le sirvió
un vaso de agua.
Al fondo del local había un billar. Dos hombres jugaban. A su lado
se veía una mesa llena de botellas de cerveza de las que los
jugadores habían dado buena cuenta de su contenido. Apoyada en el
mostrador, a unos metros, se encontraba una joven tomando café
rodeada de libros y papeles, seguramente preparándose para un
examen o prueba de trabajo. La partida de billar terminó. Uno de los
jóvenes se acercó para pedir más cerveza y, según lo iba haciendo,
comenzó a mirar muy atentamente a la muchacha que se encontraba
leyendo. El joven pidió las bebidas y groseramente empezó a meterse
con la chica, no sólo verbalmente, también empezó a tocarla, acercó
su mano sobre su cabello, acariciándole el pelo, su cara se acercó
hacia la suya, desprendiendo desde su boca un olor nauseabundo,
mezcla de cerveza y olor a cigarrillos, cada vez se acercaba mas,
cuando su cara estaba a escasos tres centímetros, sacó su lengua,
dándole un lametón en toda su mejilla. La chica le pedía que la dejase
en paz.
El camarero enfadado le dijo que dejaran de molestarla y les conminó
a que abandonaran el local. Ante los oídos sordos del joven, el
camarero sacó un bate de béisbol de debajo de la barra y le volvió a
pedir que soltase a la chica. El otro joven que estaba sentado en la
mesa sacó una pistola y apuntó al camarero. Gabriel cogió el vaso de
agua apurándolo de un trago y lo dejó sobre la mesa, se dio la vuelta
y se dispuso a salir de allí.
El joven que tenía el arma se dirigió hacia él diciéndole que a dónde
creía que iba, que nadie saldría del bar sin su permiso.
Gabriel se dio la vuelta y le contestó:
Mi trabajo aquí no es necesario ya que vosotros lo haréis por mí.
El joven del arma se rió y le preguntó que si estaba loco, y en ese
momento, martilleo su arma y disparó contra Gabriel. La bala le dio en
el pecho, pero fue como si nada hubiera pasado. Volvió a disparar y
esta vez le dio en la cabeza con el mismo resultado: nada, no le
hacían mella las balas. El joven del arma estaba asustado, realmente
lo estaban todos.
El otro joven que estaba con la chica cogió una botella de cerveza y se
la rompió en la cabeza, pero el resultado fue el mismo, nada. Gabriel,
se fue acercando lentamente, agarró al joven del cuello y lo lanzó
contra la mesa de billar que se encontraba a más de cinco metros, las
bolas del juego salieron disparadas y unos tacos de billar los partió
con la espalda. Mientras lo tuvo cogido por el cuello las manos de
Gabriel cambiaron y se transformaron en garras, de su espalda se
desplegaron sus hermosas alas, su transformación fue completa
dejando a todos los presentes paralizados. Dirigiéndose hacia los
jóvenes los agarró por el cuello levantándolos más de metro y medio
del suelo acercando su cara a las suyas, sus piernas no dejaban de
patalear en el aire. Los jóvenes estaban aterrorizados al ver el aspecto
de aquel demonio.
Cuando los tenía a unos escasos 3 centímetros de su rostro, les dijo:
Habéis sido unos niños muy malos.
Gabriel los soltó y cayeron fulminados. Al hacerlo una luz negra
salió de sus cuerpos, un montículo de arena negra se formo en el
suelo del bar.
Miró hacia el camarero y hacia la joven. El hombre de rodillas
temblaba y le suplicaba que no lo matara y la joven lloraba incrédula
por lo que acababa de presenciar. Después de mirarlos y verlos tan
frágiles e indefensos, se volvió a transformar en una persona normal.
Se acercó a la barra y le dio las gracias al camarero por el agua, y
antes de salir del bar, les dijo:
Barnie, eres una buena persona. No temas al futuro y tú, Sara,
el trabajo será tuyo y pronto tendréis la recompensa.
Gabriel abrió la puerta dejando penetrar la claridad de la calle y
se desvaneció.
Al escuchar las palabras de aquel hombre, tanto el camarero como la
estudiante, de sus caras una sonrisa se dibujo, la sensación de paz se
apoderó de sus cuerpos, respiraron
profundamente y las lagrimas cayeron por si solas desde sus
lagrimales.
Barnie, cogió el teléfono y llamó a la policía, una vez terminado de
hablar, se acercó hacia los jóvenes, se encontraban tumbados boca
arriba, con los ojos en blanco, cuando se encontró a los pies de ellos,
sus ropas empezaron a deshacerse, parecía como si sus prendas
estuvieran impregnadas de algún material corrosivo, a la vez que
desaparecía la ropa, aparecían unas marcas, del brazo izquierdo de
uno de los jóvenes empezaron a dibujarse unas cicatrices; de su
compañero, las señales aparecieron en la pierna izquierda, el recorrido
de las cicatrices del brazo iban desde la muñeca, hasta el bíceps; el
de la pierna, seguía desde el pie hasta la rodilla, los nombres de
Pergamo y Tiatira, se
apreciaban con claridad.
PERGAMO
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros,
donde mora Satanás.

LA PLUMA.
Boby se dirigió hacia la sala que los militares habían habilitado
para los medios de comunicación, era una simple carpa de color
mimetizada, en el interior una extensa moqueta de color azul cubría
todo el suelo, las sillas se formaban en seis filas, haciendo un total de
36, al fondo, en un espacio de tres metros cuadrados, las cámaras se
apretujaban para tomar las imágenes, frente a ellas un atril de
metacrilato con el logo del ejercito, de los Estados Unidos.
Elvis colocó su cámara al final del recinto para poder grabarlo
todo, pegándose con los demás compañeros de prensa para coger el
mejor lugar. Julia se sentó en las sillas acondicionadas por el ejército
para la rueda de prensa y Boby se colocó cerca de la puerta.
El coronel hizo su aparición en la rueda de prensa. Se situó en el
atril, se quitó la gorra, colocándola junto a unos papeles que deposito
en el atril y se dirigió hacia los allí presentes:
Buenos días a todos. Soy el coronel Hathaway, de las fuerzas
armadas de los Estados Unidos de América. Les he convocado para
explicarles lo que está ocurriendo aquí, a setenta millas de la capital
del Estado. Realmente no estamos autorizados para contarles nada,
pero tranquilos, no es por que queramos ocultarlo, solamente es
porque lo desconocemos. Lo único que les podemos decir es que hace
unas horas nuestro satélite de información nacional detectó un objeto
dirigiéndose hacia la tierra y, cuando supimos el lugar del impacto,
varios F-16 salieron a investigar. Les ruego paciencia y que nos dejen
trabajar; cuando sepamos algo más, yo personalmente se lo
comunicaré. Ahora habrá unos turnos de preguntas y si puedo
contestarlas, lo haré gustosamente.
Periodistas de diferentes cadenas comenzaron a hacer
preguntas, casi todos iban por el mismo camino de suposiciones,
refiriéndose a algún tipo de meteorito, exceptuando a uno de una
revista sensacionalista que lo único que tenía en mente era el
aterrizaje de ovnis.
Boby en ese momento miró a Elvis, le guiñó un ojo y
rápidamente salió de la sala de prensa. Nadie notó su ausencia. Se
dirigió hacia la zona acordonada. El trasiego de militares era
grandioso, dentro de las tiendas militares, se podía ver como recogían
restos del terreno y allí mismo realizaban pruebas, Boby caminaba
escondido entre las tiendas y los militares que no cesaban de entrar y
salir, alguna vez se tubo que agachar y esconder tras las ruedas de un
jeep, caminando durante 15 minutos entre los matorrales y las
piedras, llegó al fin al lugar de la explosión.
El paisaje era desolador, una gran explanada quemada y del suelo
imitando a un río sin agua. Una cinta amarilla cubría todo el
perímetro, pero eso no le importaba, pasó por debajo de ella,
penetrando hasta el mismo centro de la explosión, se puso de rodillas
y cogió arena, era muy negra, no parecía quemada, más bien parecía
tierra volcánica, aunque le desconcertaba el no ver ningún trozo de
roca o mineral procedente del espacio, a la vez que recogía pruebas
realizaba fotografías con una cámara digital.
Un soldado le dio el alto y le invitó a abandonar el lugar,
argumentando que no podía estar allí. Sin poner objeción se marchó,
pero cuando había recorrido unos tres metros, observó un árbol,
completamente carbonizado, lo extraño no era el árbol, sino la
enorme pluma negra que encontró, la cogió y la guardó en el bolsillo
interior de su chaqueta. Era de un color negro como el carbón y de
unas dimensiones enormes, su longitud era de unos cuarenta y cinco
centímetros, demasiado grande para las aves autóctonas del lugar.
Tras el descubrimiento, se dirigió hacia sus compañeros y les dio
órdenes muy concretas. Les comunicó que se tendrían que quedar allí
para recabar información; él tenía que acudir a una cita que no podía
eludir y que mañana al mediodía, regresaría.
Boby se dirigió a la residencia de ancianos para encargarse del
funeral del señor Parker.
Cerca de allí alquiló una habitación en el pueblo; se sentó en la
cama del motel y del mueble-bar sacó una cerveza y, mientras se
desprendía el nudo de la corbata, le dio un gran sorbo; se recostó en
la cama y sacó del bolsillo la pluma que había encontrado; la dejó
suavemente en la mesilla de noche, cerca de la cerveza y se durmió.
A la mañana siguiente se levantó y tomó un taxi hacia la
residencia. El funeral fue muy íntimo, con una asistencia muy
reducida. El cura que oficiaba la misa, la recepcionista de la residencia
junto a la directora y Boby, en total cuatro personas, pero a él, no le
sorprendió, ya que el señor Parker sólo lo tenía a él como amigo. El
entierro se celebró cerca del lago, donde la residencia disponía de un
lugar tranquilo y precioso para estos acontecimientos, el olor de aquel
lugar era increíble, a jazmín y pensamientos, se podía escuchar el leve
cantar de los canarios y el suave viento que se posaba en la cara.
Una vez finalizado el responso del cura, el ataúd fue bajado al fondo
de la fosa y, tras arrojar unos ramilletes de jazmín sobre el ataúd, se
dirigieron a la residencia donde había preparado un pequeño
almuerzo para despedir al señor Parker. Tras compartir impresiones
con los asistentes, Boby se dirigió a la directora y le preguntó dónde lo
habían encontrado muerto.
La directora, muy amablemente, le narró como uno de sus
celadores lo había descubierto en la orilla del lago; todo le parecía
muy extraño; había pasado el día muy bien e incluso había tenido
fuerzas para recibir la visita de un familiar.
Boby se sorprendió al oír lo del extraño familiar, él siempre se había
considerado su única familia y si hubiera tenido algún familiar, lo
habría sabido. Boby sabia que no tenia familiares en América, su
hermana falleció hacia años en Inglaterra, perdiendo todo contacto
con sus sobrinos y ademas residían en Francia.
Desconcertado se dirigió al lugar donde encontraron el cuerpo, se
agachó para coger unas piedras y lanzarlas al lago; según lo hacía se
preguntaba en voz alta:

¿Por qué? ¿Por qué, y quién es ese familiar que te visitó? ¿Por
qué nunca había oído hablar de él?.
Mecánicamente se agachó de nuevo para coger más piedras y
lanzarlas al lago cuando algo le alertó, soltó las piedras que tenía en
la mano y descubrió algo que lo desconcertó. Un pequeño montículo
de arena negra, de igual color y tacto, que la que había visto el día
anterior en el cráter, esta vez el montículo parecía que tenia forma,
cogió su cámara y la fotografió, la arena formaba una letra,
claramente se distinga la letra A. Depositó la arena en un sobre y, tras
despedirse de los asistentes al funeral, se marchó. Destino la base
militar.
Antes de marcharse, hablo con una de las enfermeras, quería saber el
aspecto de aquella persona que había visto por ultima vez a su amigo.
La enfermera le comentó que aquella persona no le dijo su nombre y
si lo hizo no lo recordaba, lo que si sabia es que era muy alto, guapo y
llevaba una gabardina negra, durante unos segundos la enfermera se
quedó callada, recordando, llegó a la conclusión que no le podía decir
cual era su aspecto, era muy raro, todas las compañeras le estuvieron
observando, pero no le pudo describir como era físicamente, la
muchacha llamó a una compañera y le dijo:
– Lourdes, ¿ Te acuerdas del caballero que visitó al señor Parker?
– Como me iba a olvidar de el, era guapísimo, alto, bien vestido.-
hubo un silencio-
– Te puedes creer, que no podría decirte como era físicamente.
Boby agradeció a todo el mundo el trato que recibió el señor Parker, y
se dirigió hacia el taxi que le estaba esperando.
Durante todo el viaje de regreso no dejaba de darle vueltas al
hallazgo. Nada más llegar se reunió con Elvis y con Julia. Les preguntó
si tenían lo necesario para poder realizar la narración de lo que allí
había ocurrido. Los dos jóvenes asintieron comunicándole que todo
estaba preparado, lo único que les quedaba por hacer era montar las
imágenes con el sonido y que lo terminarían en el estudio. Boby
asintió y los tres se dirigieron hacia el helicóptero. Allí ya no había
noticia.
De regreso a los estudios, se dirigieron a su despacho, miró a los
chicos y empezó a hablarles con aspecto serio.
Tengo que contaros algo. Cuando vosotros estábais en la rueda
de prensa, salí a fisgonear cerca del cráter. Buscaba cualquier indicio
que nos diera una idea de lo que allí había ocurrido. Recogí una
cantidad pequeña de arena, me resultó extraña, pero cuando me
alejaba de allí, a unos tres metros, encontré esto.
Sacó de su chaqueta la pluma y la puso encima de la mesa, junto
al montón de arena. Sus compañeros no veían nada extraño. La arena
podía ser del terreno y la pluma de cualquier buitre de la zona.
Recordáis que me tuve que marchar porque tenía cosas que
hacer continuó Boby pues bien, a unos kilómetros mi amigo, el
señor Parker, falleció y tuve que encargarme del funeral. Allí encontré
esto.
Sacó el sobre de la chaqueta y volcó el contenido en su mesa,
junto a la pluma y al montón de arena. Era la arena que había
recogido en el lago, en el lugar donde su amigo había fallecido. Los
dos montones eran exactamente iguales, el mismo color y la misma
textura. Lo que le resultaba extraño no era la arena en sí, sino los
lugares tan opuestos de donde procedían: el primero de un suelo
muerto y el segundo de un frondoso y mullido césped. Elvis no
acertaba a entender a dónde quería llegar su jefe con esas pruebas,
pero le resultaba excitante.
Boby pidió a Julia que buscara en el ordenador y recabara
información de todo lo ocurrido en las últimas setenta y dos horas, de
cualquier cosa extraña, aunque le pareciese estúpido. La chica, sin
pensarlo, se dirigió a su mesa y empezó a trabajar. Elvis, por su parte,
ayudaría en todo a Julia, entregándole imágenes de hemerotecas y de
cualquier cosa que le resultase sospechoso.
Boby se recostó en su sillón y, jugando con la pluma, pensaba en
voz alta:
¿Qué relación guardas en todo esto? ¿Qué significas?¿Qué eres?
o, mejor dicho, ¿quién eres?.
Con las pruebas de la pluma y de la arena en la mesa, cogió su
cámara mirando con atención, el montículo de arena que encontró en
la residencia con la letra A, fotograma a fotograma, repaso las fotos
que realizo en la explanada de la explosión, lo miraba despreocupado,
cuando algo le llamó la atención, se fijó en que realizó una fotografiá
al árbol, que se encontraba en el cráter completamente calcinado,
acercó la imagen, cada vez mas y mas, allí descubrió que tenia una
marca, centró la imagen, la volvió acercar, descubriendo que en el
tronco había algo dibujado, se percibía claramente un símbolo, se
levantó de la silla, se dirigió a un estante donde había centenares de
libros y cogió uno de simbologia, sabia cual era perfectamente, pero
lo miró igual, descubrió que aquello que se encontraba en el árbol era
el símbolo de Omega.
De repente se levantó de un salto de su sillón, abrió la puerta de
su despacho y se dirigió hacia la mesa de Julia.
Julia quiero que busques en Internet sucesos extraños que
hayan ocurrido en Ohio en un radio de cincuenta kilómetros del cráter,
no preguntes y hazlo, sé que es una locura pero tengo una intuición.
Ya era tarde; la gente de la redacción se habían marchado. Eran
las diez de la noche.

Boby estaba agotado, salió del despacho y les dijo a los chicos
que se marcharan, tenían que descansar, ya que presentía que
mañana iba a ser un día muy duro. Ante la insistencia de su jefe los
chicos aceptaron a regañadientes, intentarían descansar para llegar al
día siguiente con las pilas cargadas aunque sabían que no lo iban a
conseguir. Estaban muy excitados por todos losacontecimientos.
Elvis, caballerosamente, se ofreció llevar a Julia a casa
argumentando que era tarde y que a esas horas las calles eran muy
peligrosas. Ella aceptó agradecida, recogió su bolso y se marcharon
juntos. Bajaron a la calle. El coche de Elvis se encontraba dando la
vuelta a la manzana; un viejo “Mustang”, color rojo y unas franjas
azules horizontales, cubrían los laterales del vehículo, destartalado
por fuera, pero en su interior tenía lo último en equipo de sonido;
pulsaba un botón del CD y una pequeña pantalla de plasma salía del
equipo, etapas de potencia en el maletero y cientos de vatios de
sonido, parecía una discoteca. Elvis pidió a Julia que eligiese un CD de
la guantera, pero lo gracioso es que no había donde elegir, todos los
CD eran de Elvis Presley. Por fin pusieron uno y con la música del
“Rock de la cárcel” se marcharon.
Boby se fue el último, apagó las luces de su despacho, se dirigió
hacia los ascensores, cuando se paró en la planta baja, le dio las
buenas noches a los guardas que vigilaban el edificio, decidió dejar el
coche en el trabajo e irse paseando. La noche era preciosa, las luces
de la ciudad iluminaban su cara, andaba con las manos metidas en los
bolsillos y sin prisa, iba distraído, disfrutando del paseo. A unos
metros de donde se encontraba, vio una tienda, donde vendían
tabaco, licores, prensa, etcétera. Entró en ella.
La puerta se abrió con una musiquita de campanillas, siempre que se
abría sonaba, como aviso de entrada y salida de clientes al
establecimiento. Se dirigió al dependiente y le pidió un paquete de
cigarrillos, mientras aguardaba, se dio una vuelta por la tienda; era
pequeña pero muy larga; los productos estaban colocados de tal
manera que los clientes daban una vuelta en círculo y al final llegaban
a la caja. La recorrió muy despacio y tranquilo; pasó primero por los
licores, después por los refrescos y, pasando las bebidas, al fondo,
tenían prensa. Se detuvo para echar un vistazo, sin buscar nada en
concreto, solamente mirar por mirar.
Tenían prensa financiera, la prensa diaria, deportes, revistas,
pasatiempos, cuentos, etcétera. Se fijó en un periódico en especial, no
era la típica prensa que él solía leer, se llamaba UFO, los temas que
trataba eran de ovnis, marcianos, hombres lobo y todas las historias
atípicas imaginables. En primera pagina había un titular que le llamó
la atención: “Monstruo alado mata a dos jóvenes en un bar.” Cogió el
periódico y empezó a hojearlo. En la portada, junto al titular, había un
dibujo, parecía un águila enorme con forma humana; mirándolo
detenidamente observó algo que le llamó la atención, las plumas de
sus alas eran muy largas. Rápidamente su mente lo asoció con la
pluma que había encontrado, pero no quería creerlo, él era una
persona muy racional y no daba crédito a esas tonterías. Volvió a
dejar el periódico en su sitio y se dirigió a la caja para pagar sus
cigarrillos.
Finalmente dio la vuelta, cogió el periódico, el tabaco y salió de la
tienda, dejando atrás el tintineo de campanillas que producía el
avisador de la puerta.
A unas manzanas de distancia se encontraba una boca de metro.
Decidió dar por concluído su paseo por la ciudad y marcharse a casa
en tren. Bajó las escaleras y sacó un billete en la taquilla. El metro
estaba solitario, no había nadie, solamente se cruzaba de vez en
cuando con algún viajero despistado. Los pasillos eran largísimos;
subió a una escalera mecánica, metió la mano en su bolsillo derecho y
sacó el paquete de tabaco; se encendió un cigarrillo. En el brazo
izquierdo, apretándolo con la axila, llevaba el periódico enrollado.
De repente sintió un escalofrío, los pelos de los brazos se le erizaron,
sentía que alguien le seguía, miró hacia atrás en un acto reflejo y no
vio a nadie; estaba nervioso. En ese instante una sombra pasó delante
de él, pero no se percató de ello. Por fin llegó al andén. La estación
estaba completamente vacía, solamente se encontraba él. El tren no
había llegado aún, pero tardaría en hacerlo.
Podía escuchar cómo se acercaba; se quedó de pie sin moverse y
esperó a que el tren parase. Antes de que lo hiciera vio, en el andén
de enfrente, a un hombre vestido con gabardina negra, andaba muy
despacio y tenía la mirada fija en él. El tren se detuvo frente a él y
perdió de vista a aquella persona.
Las puertas se abrieron y pasó al interior pero, antes de hacerlo, el
periódico que llevaba sujeto en el brazo izquierdo, se le cayó fuera del
vagón. Se agachó para cogerlo, y en ese instante vio al extraño
hombre frente a él con el periódico en la mano. Gabriel
levantó la mano muy despacio y se lo entregó.
Muy interesante lo que cuentan. El señor Parker también se
interesaba por este tipo de lectura.
En ese momento las puertas del vagón se cerraron y el tren se
puso en marcha. Boby estaba aterrorizado, no dejaba de mirarlo ni un
instante. Las luces del tren se apagaron y se encendieron; fue todo
muy rápido, no duró más de un segundo y, en ese instante, el ser
desapareció. El tren se adentró en el interior del túnel y Boby perdió
de vista la estación.
Gabriel paseaba por los pasillos del tren, a su paso, una mujer con su
bebe en un carrito, se dirigía a la estación, su cara denotaba
preocupación por lo tarde de la noche, a esas horas no era muy
seguro caminar sola, justamente detrás de ella dos jóvenes la seguían
los pasos, sus intenciones no eran muy buenas, ya en la estación, la
mujer se encontraba impaciente por que el tren llegase, en ese
instante uno de los jóvenes se acercó lentamente hacia ella, de su
bolsillo sacó una navaja, la pobre muchacha vio las intenciones de
aquel individuo y se puso a gritar, por detrás de ella se acercó el otro
joven y la agarró fuertemente tapándola la boca, el de la navaja se
acercó a ella colocando su arma en el cuello, la fue bajando poco a
poco por su camisa, a la vez que le iba rajando los botones, la pobre
mujer solo pensaba en su hija que se encontraba durmiendo en el
carro, cuando la mujer se encontraba medio desnuda, con el sujetador
a la vista, a lo lejos se apreciaba el ruido de unos zapatos, Gabriel se
encontraba delante de ellos, los dos atracadores tiraron a la mujer
hacia la pared de la estación, mientra uno de ellos amenazaba a
Gabriel con la navaja, diciéndole que se marchase, que no pintaba
nada allí, cada vez el ángel se acercaba más al ladrón, cuando se
colocó a dos metros de el, Gabriel le habló.
– Dejar a la mujer tranquila.-El atracador soltó una carcajada.-
– ¿Quien eres tu para mandarme algo?, el de la navaja soy yo, yo
doy las ordenes, yo digo que se hace o se deja de hacer, marchate o
te haremos mucho daño, solo queremos pasar un buen rato con esta
preciosa mujer.
La mujer estaba muy nerviosa, no paraba de temblar, el otro
atracador sacó un revolver del bolsillo y acercándose a Gabriel le
apuntaba amenazante, la imagen del ángel cambió, transformándose
por completo, al ver su imagen, uno de los atracadores salió
corriendo, mientras huía se le escuchaba rezar el padre nuestro, el
otro ladrón, temblando de miedo cogió la navaja que llevaba
empuñada en su mano e intentó clavársela, los esfuerzos fueron
inútiles, Gabriel lo cogió del cuello, sus garras crecieron, mientras
apretaba con fuerza la garganta, se escuchó un chasquido seco, la
soledad de la estación hizo retumbar aquel sonido, le seccionó por
completo la traquea, después lo arrojó a las vías del tren, el ángel se
acercó hacia la mujer ofreciéndole su mano, a la vez que se
transformaba en humano, ella la aceptó y con fuerza la apretó, le
rodeó con sus brazos dándole las gracias, Gabriel se marchó por el
pasillo, dejando atrás a la mujer, cogió a su bebe, se acercó a las vías
y vio a su atracador allí tirado, desde el interior del túnel, la luz cada
vez se hacia mas intensa, el tren se paró en la estación, sin
que el conductor se percatase del cuerpo que yacía en las vías y la
mujer se montó en el vagón, su cara dibujó una sonrisa y unas
lagrimas le brotaban de los ojos.
A la mañana siguiente, Elvis y Julia entraron en el despacho de
Boby. Él ya llevaba un par de horas en el trabajo. Les indicó que se
sentasen y les preguntó si deseaban algo para tomar, un café o
cualquier otra bebida. Julia pidió un café y Elvis una Coca-cola. Llamó
a su secretaria y le pidió que, por favor, les trajese doscafés y una
Coca-cola y que no le pasase ninguna llamada, que nadie les
molestara.
Julia empezó a hablar.
Señor Carter.
Por favor llámame Boby.
Muy bien Señor Carter…, digo Boby. He buscado en Internet lo
que me pidió, pero no he encontrado nada relacionado con
meteoritos ni con pruebas militares, nada. Bueno, realmente sí he
encontrado algo, aunque es estúpido lo que le voy a contar, es lo
único que se sale de lo normal, perdóneme por no haberle sido de
más utilidad.

Tranquila. Realmente no sabemos lo que buscamos, por eso


creo que cualquier cosa nos valdrá. Continúa sin miedo ¿Qué
encontraste?
Todo ha ocurrido aquí, en New York, no muy lejos de la Quinta
Avenida. Dos hombres fueron asesinados en un bar; según los
testigos, un hombre entró en el bar, los dos hombres asesinados
estaban borrachos y ese ser misterioso, se transformó en una especie
de demonio; los agarró con una especie de garras y los mató.
Cuenta el dueño del bar que le dispararon sin que le hicieran ni el más
mínimo rasguño las balas, lo que me llamó la atención, es el montón
de arena que encontraron junto a los cadáveres, me pareció estar
relacionado, con nuestras muestras.
– Hace tiempo, estuve saliendo con un chico, la cosa no salió
bien, pero quedamos como amigos, el trabaja en el anatómico forense
de New York, al ver que mi búsqueda no daba resultados, le llamé, le
pregunté si había pasado algo anormal en la ciudad, su respuesta me
sobrecogió, en estos días a recibido cuatro cadáveres que están
relacionados entre si, no por su estatus social, ya que uno, era un
hombre de negocios, de unos 35 años, otro un borracho de 50 años y
los otros dos, unos jóvenes de 22 y 23, delincuentes habituales de la
policía, lo asombroso es que cada uno de ellos tenían unas cicatrices
muy extrañas en su cuerpo, cada uno en diferentes partes del cuerpo,
esas cicatrices eran palabras, Efeso, Esmirna, Pergamo y Tiatira.
En ese instante Julia recibió una llamada de teléfono, interrumpiendo
la reunión, su amigo del anatómico, le comunicó que otro cadáver
acababa de entrar en el deposito, tenia los mismos síntomas que los
demás, esta vez la cicatriz ponía, Sardis, justo en la pierna izquierda,
Julia colgó el teléfono agradeciéndole la información.- Continuo con su
explicación- Pidiendo disculpas.
– Me informé de esos nombres, la conclusión es que, Efeso, fue
en la antigüedad una localidad de Asia menor, en la actualidad,
Turquia, Esmirna fue fundada hace 3000 años a. C. Es una ciudad de
Turquia, Pergamo fue fundada en el año 560 años a. C. situada al
noroeste de Asia mayor ( Turquia), Tiatira era una ciudad de Turquia,
ahora conocida como Akhisan, lo que no comprendo es que hacen los
nombres de ciudades Turcas, cicatrizadas en el cuerpo de personas
que han fallecido, Ahora mismo, la llamada era referente al caso, otro
cadáver a entrado al deposito, con la palabra, Sardis , en la pierna
izquierda.
Boby abrió el cajón de su mesa y sacó el periódico que compró la
noche anterior, lo puso encima de su mesa y les dijo:
Tenemos que ir a ese bar.
Se levantó de su silla, cogió su chaqueta y se dirigió hacia
lapuerta del despacho. Elvis y Julia lo siguieron. Seguidamente
subieron al ascensor y bajaron hasta el garaje para coger el coche de
Boby. Sin decir una palabra, se dirigieron al lugar donde ocurrió todo.
Al llegar vieron la puerta del local precintada; la cinta estaba colocada
en los marcos de la puerta, pero no estaba cerrada, dentro se veía luz.
Boby se agachó por debajo de la cinta y abrió lentamente la puerta.
Elvis y Julia le seguían mientras, con voz contundente, comunicó que
iba a entrar. Del fondo surgió una voz autorizándoles la entrada y
diciéndoles que en unos segundos les atendería.
Se acercaron a la barra. Al fondo se apreciaba una silueta que se
acercaba hacia ellos, era Barnie; tenía en sus manos una escoba y
estaba recogiendo los restos de la pequeña batalla que allí se había
producido. Por fin llegó hacia ellos y les preguntó qué deseaban.
Buenos días, en qué puedo ayudarles.
Buenos días. Mi nombre es Boby Carter, y éstos son mis
compañeros, Elvis y Julia, somos periodistas de la CNN.
No son los primeros periodistas que se interesan por lo
sucedido. Un par de ellos ya han estado aquí, preguntando lo que
pasó, lo que me extraña es que la CNN se ocupe de estos temas.
¿Qué es lo que paso aquí? Sabemos que hubo una pelea y que
dos jóvenes fueron asesinados. ¿Usted vio lo que pasó?.
¿Que si lo vi? Nunca se me olvidará aquella cara. Pero, por
favor, siéntense. Siento el desorden. He pensado mucho en lo
sucedido y he decidido venderlo todo y marcharme al campo a vivir,
por eso estoy limpiándolo todo. Hoy precisamente he quedado con un
grupo inversor que están interesados en el local, y con ese dinero y
con lo que tengo ahorrado, pienso pasar lo poco que me quede de
vida, disfrutando y lejos de aquí. Compraré una pequeña embarcación
y pasaré el tiempo pescando. Pensaba que eran ustedes de la
agencia.
Cuéntenos qué pasó.
Todo sucedió muy rápido. No puedo recordar como empezó la
pelea, pero lo que se quedó grabado en mi memoria fue el aspecto de
aquella cosa. Se me ponen los pelos de punta cada vez que lo
recuerdo.
Continúe, por favor. ¿Cómo era?
Al principio su aspecto era el de una persona normal, vestía de
negro y con gabardina, pero cuando agarró a los jóvenes del cuello, su
aspecto cambió. Sus manos se convirtieron en unas garras brutales,
sus brazos y sus piernas eran musculosas y de su espalda salieron dos
alas enormes, podrían medir cinco, seis, ocho metros no lo sé. Lo que
sí sé, es que eran gigantescas. Uno de los chicos le disparó y ni se
inmutó, como si las balas fuesen de papel para él; los agarró del
cuello y los levantó dos metros del suelo, los chicos podrían pesar
entre ochenta y cien kilos, pero él los levantó como levanto esta taza
de café.
Su cara, ¿cómo era su cara? ¿Qué aspecto tenía?
No lo sé, sólo vi dos ojos rojos que destacaban en ella.
-Lo único que les puedo decir con certeza es algo que me llamó
la atención, cada vez que lo recuerdo se me ponen los pelos de punta,
cuando aquel individuo se marchó, me acerqué para ver a los
cadáveres, vi algo muy raro, sus ropas desaparecieron, parecía
brujería, sus pantalones, sus camisas, todas su ropa desapareció,
mientras eso ocurría de sus cuerpos empezaron a salir una cicatrices,
lo más macabro es que eso parecía significar algo, si no recuerdo mal,
en uno de ellos se
podía leer la palabra Pergamo y en el otro joven la palabra Tiatira.
Mientras Boby seguía charlando con Barnie, Gabriel continuaba
con su misión.
TIATIRA
2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que
tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido.

LA CASA DE DIOS.
Gabriel paseaba tranquilamente por la Quinta Avenida. A la
altura de la calle Queen había una iglesia; su arquitectura era de
piedra, una enorme puerta de madera, con remaches negros a los
lados y dos cruces a cada lado de los portones, destacaban y
realzaban la majestuosidad de aquel lugar, se detuvo delante de ella y
subió las escaleras que llegaban a la puerta, la abrió de par en par,
golpeando fuertemente con una pila bautismal, la cual se partió por la
mitad, cayendo todo su contenido, por el suelo, siguió caminando y
entró. Al fondo se veía una imagen de Jesús crucificado, de madera,
majestuosa; rodeando el crucifijo había muchos cuadros de imágenes
religiosas, debajo de él, una enorme mesa con todos los utensilios que
se utilizan para cualquier ceremonia religiosa, y el salón lleno de
bancos para la oración. Gabriel caminaba despacio hacia el Cristo. En
los bancos había unos pocos feligreses y, al fondo, se hallaba el
párroco.
Mientras Gabriel se dirigía hacia él, los bancos de la sala se iban
partiendo por la mitad, a medida que avanzaba, un ruido seco los iba
seccionando. Los feligreses se levantaban asustados. Un hombre se
dirigió hacia Gabriel para que no llegase hasta el párroco. Éste lo asió
del cuello y lo lanzó encima de la mesa de ceremonias. Él seguía
avanzando y los bancos seguían rompiéndose. A medida que
proseguía su inexorable acercamiento, el ángel se iba trasformando.
Desplegó sus enormes alas y en ese instante todos los presentes se
quedaron petrificados. Al llegar a la altura del párroco le cogió la
mano, éste enmudeció al sentir como aquellas garras agarraban su
mano, le colocó una piedra en la mano derecha y le dijo:
Cuando caiga el último grano de arena, serás juzgado. No eres
digno de hablar en nombre de Dios.
Gabriel se dio la vuelta dirigiéndose hacia la salida.
El párroco arrodillado entre sollozos pedía perdón a Dios. De
repente las velas de la mesa se encendieron. Los cuadros empezaron
a arder. Los cristales de las vitrinas estallaron en mil pedazos; todo el
interior de la iglesia comenzó a inflamarse. Mientras Gabriel andaba
muy despacio, todo se convirtió en un mar de fuego; abrió la puerta y
miró hacia el párroco. Éste abrió la mano donde le depositó la piedra y
vio como caía el último grano de arena, en ese instante miró a
Gabriel, el ángel, transformado ya en persona, cerró la puerta; al
hacerlo, la iglesia saltó por los aires. Una inmensa bola de fuego
ocupaba el lugar donde estaba el edificio, el caos era tremendo, los
cristales llegaron a la carretera y el tráfico tuvo que ser cortado.
Gabriel, mientras tanto, bajaba las escaleras muy tranquilo. Un
coche de policía, que pasaba por allí, divisó en primera persona
aquella explosión, se detuvo frente a él. Dos policías, apuntándole con
sus armas, le dieron el alto, conminándole a que levantara los brazos,
se pusiera de rodillas y colocase las manos en la nuca. Gabriel, con
una sonrisa en su cara, obedeció en silencio y se puso de rodillas.
Mientras un policía le seguía apuntando con su arma, el otro le colocó
las esposas, lo puso de pie y se lo llevó al coche. Mientras lo hacía el
policía que apuntaba a Gabriel llamaba a los bomberos y pedía
refuerzos.

El estruendo de la explosión fue enorme; el ruido se escuchó a varias


manzanas de allí; el estruendo llegó al bar donde se encontraba Boby.
Todos los presentes en el bar se asustaron por el ruido ensordecedor.
Rápidamente el periodista reaccionó ordenándole a Elvis que cogiese
la cámara y se dirigieran al lugar de la explosión. Como un rayo
fueron hacia la puerta; la abrió y miró en todas direcciones, repitió el
gesto, pero no podía apreciar nada hasta que, al fondo, divisó una
enorme columna de humo.
Salieron corriendo en esa dirección, sorteando los coches y la gente
que pasaba por allí. Al llegar al lugar de la explosión, se quedaron
petrificados. El destrozo era enorme. La iglesia había quedado hecha
añicos; el lugar que ocupaba era un amasijo de escombros; lo único
que había quedado intacto era la imagen del Cristo de madera que no
tenía ni un arañazo, ni tan siquiera estaba quemado. Era sorprendente
ver aquella imagen de pie, intacta, impoluta, en medio de aquel
destrozo, parecía como si alguien hubiese destrozado el edificio y
seguidamente, colocada la imagen.
Elvis empezó a grabar todo lo que estaba pasando; la calle
cortada por la policía; los bomberos sofocando el incendio y
ambulancias esperando para recoger heridos o cadáveres. Nadie sabía
aún la magnitud de lo que allí había ocurrido. Una multitud de
curiosos se acercaban a mirar; la policía acordonaba la calle y daban
paso a más coches de bomberos, la magnitud del incendio era
espectacular.
Los bomberos empezaron a sofocar el incendio, los cascotes cubrían
todo el lugar, un bombero se percato que al lado de la cruz había un
cuerpo, rápidamente se dirigió con valor hacia el, sorteando el fuego,
amasijos de hierro y demás desperfectos, al llegar junto al cuerpo,
comprobó que se trataba del párroco, yacía muerto, a los pies del
cristo, el bombero lo cogió en sus brazos, lo llevó a la carretera ,
colocándole una bolsa negra, cubriéndole el cuerpo.
Boby miró a los coches patrulla que se encontraban cerca del
incendio y descubrió algo que le hizo estremecerse: dentro de uno de
ellos se encontraba Gabriel. Rápidamente ordenó a Elvis que dejara
de grabar el incendio y que dirigiera la cámara hacia la persona que
tenía retenida la policía en el coche. El chico sin pensarlo se puso a
grabar todo lo que ocurría en el interior del coche patrulla.
Jefe, qué ocurre. ¿Por qué quiere que grabe al individuo que
está dentro del coche? ¿Cree que pudo ser él el que quemó la iglesia?.
No lo sé, puede ser. No dejes de grabar. Lo que más me llama la
atención es que estoy seguro de haber visto a esa persona antes. Su
rostro me es muy familiar.
En ese momento el coche patrulla arrancó y se dirigió
lentamente a comisaria. Elvis seguía grabando y Boby no dejaba de
mirar a la persona que se encontraba dentro del vehículo. Cuando el
coche llegó a la altura de los periodistas, Gabriel levantó la cabeza,
que la llevaba un poco reclinada y miró a Boby directamente a los
ojos, en una décima de segundo la imagen de Gabriel se transfiguró
en el ángel que era, la visión de sus ojos era aterradora. Boby, al
verlo, se quedó petrificado. Reaccionó a los pocos segundos. Tenía la
cara pálida y de su frente manaba un sudor frío.
Boby, ¿se encuentra bien? Está pálido, parece que haya visto un
fantasma se interesó Elvis.
Sí estoy bien. ¿Lo has grabado todo? ¿Has grabado el interior
del coche patrulla? ¿Has visto lo que ha ocurrido dentro del coche?
No se preocupe jefe, todo lo tengo grabado.
Boby se acercó al escenario de la catástrofe, el caos era grandioso,
con mucho sigilo atravesó el cordón policial, escondido entre los
coches de policía y de bomberos, consiguió acercarse al cuerpo que
se encontraba tapado con una lona negra, se agachó ante él y muy
despacio fue descubriendo el cuerpo, aparentemente no tenia
ninguna herida visible, sus ropas estaban quemadas, pero su cuerpo
no sufría ninguna quemadura, la ropa la tenia desgarrada, una herida
cerca del pecho le llamo la atención, en el costado derecho tenia una
cicatriz, la cual se percibía el nombre de Laodicea, Boby se quedó
petrificado.
El coche patrulla tardó diez minutos en llegar a comisaría. Con
Gabriel esposado entraron en el interior por la puerta de atrás y lo
encerraron en una pequeña celda, donde lo encerraron junto a un
violador, que esperaba el traslado a los juzgados.
No tengo mucho tiempo caballeros, debo irme lo antes posible
dijo Gabriel muy tranquilo.
Calla la boca pirómano, o te la tendré que cerrar yo le
amenazó uno de los policias.
Muy bien señor agente, o puedo llamarle Scott. Por cierto, ¿qué
tal están Mandy, su esposa, y su pequeño Eliot?
Cállate chalado, jodido loco. ¿Cómo sabes mi nombre y el de mi
familia?
Todo a su debido tiempo.
El policía, fuera de sí, sacó su porra y con rabia golpeo en los
barrotes, ordenándole que se sentara. Gabriel muy despacio caminó
hacia el banco que tenía la celda y se sentó. El violador se acercó
hacia él, pidiéndole que le entregase sus zapatos y su gabardina, que
le gustaban mucho, en ese instante Gabriel se levantó, se acercó
lentamente hacia él, colocándole la mano sobre su cabeza, sus garras
comenzaron a crecer, giró bruscamente su mano, su cabeza sonó
fuertemente, lo recostó sobre un banco de madera y le colocó la
chaqueta en el cuello que llevaba puesta aquel individuo, pareciendo
que se encontraba durmiendo.
El inspector-jefe ordenó que le tomasen las huellas, y que le hiciesen
las fotos de rigor. Scott se encargó de llevarle a la toma de huellas.
Pon las manos donde las pueda ver. Tengo que quitarte las
esposas y no quiero problemas, o te las verás conmigo le conminó el
policia.
Tú mandas, Scott; pero dentro de muy poco me tengo que
marchar.
Deja de llamarme por mi nombre. Creo que estás muy
equivocado, aquí te quedarás una larga temporada, amigo.
Creo que tienes que llamar a tu mujer.
Cállate.
Eliot, te necesita.
Te he dicho que te calles, jodido loco y a la vez que le
insultaba, le propinó un puñetazo en la cara. Gabriel ni se inmutó.
Scott llamó a un compañero y le pidió que si podía llevar a
Gabriel para tomarle las huellas, que tenía que llamar urgentemente a
su mujer; que ya no se fiaba de aquel loco. Scott llamó a Mandy. El
pequeño Eliot se había tragado una pieza de un juguete y tenía que
llevarlo a urgencias, su esposa estaba muy asustada. Gabriel tenía
razón. Scott salió corriendo para su casa, pero antes de irse, le dijo al
ángel que cuando volviese arreglarían cuentas. Éste lo miró y le dijo:
No te preocupes, son cosas de niños. Para cuando vuelvas,
Scott, yo me habré marchado.
El compañero de Scott empujó a Gabriel y lo llevó a tomarle las
huellas. Entraron en un despacho, le colocaron en una pared blanca,
con distintas medidas de altura y le tomaron varias fotos. Después le
acercaron a una mesa y le tomaron las huellas. Todo fue muy extraño,
cuando le untaron la tinta en los dedos y los presionaron en el papel,
no dejaron ninguna huella, lo intentaron una y otra vez con el mismo
resultado. Todos se extrañaron.
De repente las manos de Gabriel empezaron a transformarse en
garras. El policía que le sujetaba soltó la mano sobresaltado y se
quedó boquiabierto. Los presentes retrocedían asustados no dando
crédito a lo que estaba sucediendo. Gabriel se transformó
completamente en ángel y se dirigió hacia los que se encontraban en
la sala.
Ahora me marcharé y no quiero que nadie me lo impida; no por
mí, sino por vosotros. Más tarde me ocuparé de todos.
Se colocó frente a la pared y la golpeó abriendo un gran agujero.
Salió a un callejón y, desplegando sus alas, miró hacia el cielo y se
alejó volando. Mientras lo hacía, sus garras arañaban las paredes de
los edificios haciendo brotar chispas de ellas, como si estuviera
cortando hierro.
Los policías se quedaron petrificados. El aire que provocó el
movimiento de sus alas hizo que la foto que le habían tomado cayera
a los pies de éstos. Un policía con las manos temblorosas, cogió la
foto y vio que no aparecía ninguna imagen y, mirando a
sus compañeros, les dijo:
Creo que me cogeré unos días libres.
Boby, que se encontraba en la iglesia, ordenó a Elvis que fuera a
por el coche, dejando la cámara en el suelo se dirigió hacia el bar
donde tuvieron la entrevista con Barnie, sorteando a la gente, corría
como loco, cuando llegó a él, no acertaba a introducir las llaves en la
cerradura, se encontraba muy nervioso, cuando lo logró, se introdujo
en él, arrancó el motor, metió primera y haciendo ruedas, salió
volando, dejando un surco de neumáticos sobre la carretera, dejando
un olor a goma quemada en el ambiente, conducía a gran velocidad,
sorteando los coches, subiéndose sobre las aceras, cuando se acercó
a Boby, cogió el freno de mano y realizo un trompo delante de él,
Boby levantó la mano derecha con el pulgar hacia arriba,
seguidamente Elvis salió del coche, dejando el asiento libre a su jefe,
cogió la cámara del suelo y se sentó en el asiento del copiloto, Boby
ordenó a Julia que se subiesen al coche, tenían que ir a la comisaría.
Mientras conducía, Boby le pidió al chico que le enseñase la
grabación, éste cogió su cámara, rebobinó la cinta y le mostró el
contenido, el incendio, la explosión, todo. Lo sorprendente es que
cuando llegaron a la imagen del coche patrulla que llevaba detenido a
Gabriel, dentro del vehículo no se veía a nadie. Sólo aparecía la
imagen de los dos policías y ningún rastro del extraño ser.

Llegaron a la comisaría al tiempo que se escuchó un ruido


tremendo. Estaban en la entrada, Boby se dirigió hacia la parte
trasera; llegó al callejón, bordeado de unos edificios, los cuales en sus
laterales, unas escaleras de incendios, medio oxidadas, se elevaban
hasta lo mas alto de sus paredes y, frenando bruscamente, se
detuvieron, al lado de unos cubos de basura, frente a Gabriel. Elvis
bajó del coche, abriendo la puerta con mucho sigilo, con la cámara
entre sus manos, Boby lo hizo muy lentamente, seguido de Julia y
observaron como el ser, en ese instante, salía volando, levantando
una gran ventolera, restos de periódicos y papeles que se
encontraban en el suelo, flotaban por el estrecho callejón, los
periodistas se quedaron petrificados al ver aquel ser, sobrevolando
sobre sus cabezas, a la vez que sus bocas se abrieron de asombro.
Gabriel, sobrevoló toda la ciudad, toda la gente pudo divisar aquel
ángel surcando los cielos, se posó en lo más alto del puente de
Manhatann y se arrodilló. Se convirtió en piedra.
El cielo empezó a cambiar, su color cambió a un rojo anaranjado, de
repente se escuchó un ruido seco y tremendo. El movimiento del mar
se detuvo, los marineros que faenaban en sus barcos, se quedaron
perplejos, al ver estancado el agua, en el casco de sus botes.
Una gran bola de fuego, con una estela anaranjada, procedente del
cielo impactó contra el fondo marino. Se hizo un vacío tremendo. Visto
desde el aire se observaba un enorme agujero; se podía distinguir
perfectamente el lecho marino. Una gran ola empezó a aumentar de
tamaño velozmente y se acercó en dirección a la ciudad. En unos
instantes, la ola que medía más de cincuenta metros, destruyó el
puente de Manhatann. Los vehículos que se encontraban sobre él,
fueron arrasados y arrollados por la fuerza del agua. El puente se
derrumbó, quedando ante la vista de los absortos espectadores sólo
una columna en la que, en lo más alto, se encontraba Gabriel. Estaba
de pie con las alas desplegadas, su aspecto era el de una persona
normal.
Desde su atalaya podía ver como los vehículos caían al mar. El ejército
y la policía se vieron desbordados; nadie había detectado la enorme
bola que se dirigía a la tierra, por lo que la población no pudo ser
alertada. Las alarmas de la ciudad se activaron. Los habitantes de la
ciudad sólo pudieron ver impotentes como la enorme masa de agua
se dirigía hacia ellos.
Todo era un caos; la gente corría sin sentido, la policía era incapaz de
controlar a la muchedumbre aterrada; el atasco en las calles era
tremendo, los conductores abandonaban sus vehículos y huían
despavoridos. Los barcos, que se encontraban en el
puerto amarrados, cayeron al fondo; los tripulantes saltaban de ellos
para intentar llegar al puerto, los que se encontraban en los muelles,
corrían aterrorizados sin rumbo. Todos corrían hacia los edificios más
altos para intentar ponerse a salvo.
Boby, Elvis y Julia, al ver el impacto de la inmensa bola de fuego,
corrieron hacia un lugar seguro. Cerca de la comisaria donde se
encontraban, estaba la universidad donde él impartía clases; era muy
antigua y podrían resguardarse en la torre, encima de su despacho, la
cual se unía, por una escalera de caracol; su construcción era sólida,
de materiales muy resistentes y pensó que si algún edificio quedaba
en pie cuando pasase todo, ése sería uno de ellos.
Avanzaban con mucha dificultad porque el caos que reinaba en la
ciudad había alcanzado grados de locura colectiva; la gente, aterrada,
corría sin saber dónde dirigirse.
Tom Clem, el dueño de la cadena de televisión, amigo y jefe de
Boby, lo telefoneó, estaba muy asustado, en las noticias pudo ver
como aquel ángel volaba por la ciudad, como el puente se destruía y
no comprendía que pasaba. Boby le dijo que ordenara a todos los
empleados que subieran a lo más alto del edificio, que una enorme ola
se acercaba velozmente a la ciudad; para intentar tranquilizarlo,
bromeó diciéndole que si salían de ésta, las cervezas correrían por su
cuenta. Cuando llegaron a la universidad, se dirigieron velozmente a
la torre.
Allí se encontraba su lugar de trabajo y sus aparatos de medida.
Encendió todos los monitores y varios televisores. Las noticias eran
aterradoras; aquel caos era mundial, no sólo afectaba a Estados
Unidos. Enormes bolas de fuego estaban cayendo en todas las
ciudades del mundo.
La gran ola seguía su inexorable avance hacia la ciudad. Gabriel,
transformado en ángel, parecía cabalgar sobre ella.
La masa de agua había alcanzado los cien metros de altura. El
extraño ser sobrevoló la ciudad, a escasos metros de las cabezas de
los aterrados y perplejos habitantes. Lo que en un principio parecía
una catástrofe natural, ante la visión de ese enorme pájaro ya no
quedaba tan claro. Gabriel aminoró su vuelo y se posó en lo más alto
de la torre de la universidad, donde se encontraban los periodistas.
Boby, desde la ventana, vio como la enorme ola arrasaba la ciudad a
su paso y pensó que dentro de muy poco les tocaría a ellos.
Gabriel se acercó a la ventana; su imagen era hermosa levitando
con las alas desplegadas. Boby, al verlo, retrocedió asustado. El ángel
entró por ella haciendo retroceder hasta la pared aterrados a los allí
presentes. Gabriel cambió su imagen y se transformó en humano.
Creo que así estaréis más cómodos con esta imagen.
¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué quieres de nosotros? ¿Porqué
está pasando esto? preguntaba Boby incrédulo ante lo que veía.
Tranquilo, Boby, todo a su debido tiempo.
En ese preciso instante, el rector de la universidad irrumpió en la
habitación preguntando qué estaba sucediendo.
Quiero que os sentéis y no os preocupéis dijo pausadamente
Gabriel.
¿Quién es usted y por qué dice que nos sentemos? ¿Es que no
ve lo que está sucediendo? balbuceaba el rector con nerviosismo.
Siéntate y obedécele. Si salimos de ésta te lo explicaré le dijo
Boby.
Todos tomaron asiento como Gabriel les había pedido y, en ese
preciso instante, la enorme ola avanzó delante de ellos cubriendo todo
el edificio. Los periodistas se tiraron al suelo con las manos en la
cabeza, Boby se agarró fuertemente a una de las
columnas que había en el campanario, Julia tumbada en el suelo,
deslizó su mano por la tarima, agarrando a la mano temblorosa de
Elvis, se apretaron fuertemente las manos y cerraron los ojos. Gabriel
se mantenía de pie, delante de ellos, inmóvil, sus pensamientos, eran
de la vulnerabilidad de los seres humanos.
Una fuerte explosión se escuchó a lo lejos; otra enorme bola de fuego
había caído en el interior de la ciudad, creando una enorme onda
expansiva que, ante la sorpresa de todos, no arrasaba
indiscriminadamente edificios y personas, sino que lo hacía de una
manera muy selectiva.
Cuando la enorme ola pasó, pudieron comprobar que la universidad
apenas había sufrido daños; pero la onda expansiva de la segunda
bola de fuego removió los cimientos del antiguo edificio, haciendo
estallar todos los cristales que tan heróicamente habían resistido el
empuje del agua.
Seguidamente se pudo percibir un crujir grandioso, todos alzaron su
mirada a lo mas alto, se trataba de la viga de madera que sujetaba la
campana de la torre, se astilló por completo, dejando caer la inmensa
campana de una tonelada, que durante un siglo permanecía impoluta
en aquel lugar, su peso destrozó la escalera de caracol, cuando se
precipitó al despacho, lo atravesó, dejando un socavón enorme, su
gran peso, fue destrozando planta por planta, cuando llegó a la planta
baja, se detuvo, creando una fuerte polvareda y con ella, un ruido
estridente que la acompañaba.
Una intensa luz blanca iluminó la habitación donde se encontraban y,
en un instante, el rector desapareció.
Fue como si su cuerpo se convirtiese en arena, sus moléculas se
desvanecieron de repente.
¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el rector? preguntó Boby.
Hace dos mil años se os dio una oportunidad y no supísteis
aprovecharla, ahora es tiempo de un cambio. Sólo la gente de buen
corazón tendrá la oportunidad de volver a empezar. Es la última
oportunidad que tendréis sentenció Gabriel.
El ángel pidió a Boby que encendiese la televisión y que
sintonizase cualquier programa de noticias. Tras varios intentos por
encontrar un canal que continuara emitiendo, lo logró; la señal no era
muy buena pero se distinguía bien. Las noticias no eran muy
alentadoras. Comentaban que todo el país había sido arrasado por
numerosas bolas de fuego caídas del cielo, y que Estados Unidos no
era el único país que había sufrido tal daño, se hablaba de que la
catástrofe era planetaria, cientos de bolas de fuego habían caído en
Europa, Japón, África, Asia etcétera. Ninguna parte del mundo se
había salvado.
Boby, con una voz entrecortada, preguntó a Gabriel qué estaba
sucediendo.
Tranquilos, esto que ha pasado no es obra nuestra, sino vuestra.
Se os dio una oportunidad para vivir en este planeta; se os dieron
recursos naturales, se os otorgó inteligencia, amén de muchas otras
cualidades, pero siempre escogíais las opciones equivocadas. Vuestra
historia está repleta de guerras civiles, mundiales, muertes, odio,
exterminio de especies. Todo esto terminó. Hoy comienza una nueva
vida para la especie humana. Boby , quiero que me hagas un favor,
quiero a través de la televisión dirijas un mensaje a la población. Se
han habilitado unos hangares distribuidos por todo el país, todas las
personas tendrán que dirigirse a ellos, aunque siempre han estado
allí,
vosotros no podíais verlos. En esta tierra que vosotros llamáis
América, han sobrevivido sólo doscientos cuarenta y tres millones de
personas, el resto ha fallecido.
Pensarás que no es justo, pero una gran parte de la gente que
falleció están en un lugar mejor que éste, mientras que el resto lo
están en un lugar donde vivirán una pesadilla eterna.
Cuando Gabriel finalizó de hablar, se volvió a transformar y salió
volando por la ventana. Boby estaba perplejo ante los
acontecimientos que acababa de vivir, el mundo que conocía ya no
existía y ante ellos se abría ahora un futuro incierto.
Pasado un tiempo, cuando estuvieron más tranquilos, pensaron lo que
estaba pasando y resoplaron a la vez, el despacho estaba destrozado,
cientos de libros tirados por los suelos, cuadros, trofeos, papeles y
demás mobiliario se encontraban esparcidos por todos los lugares,
ademas del tremendo agujero que la campana hizo en el suelo. Boby
empezó hablar.
– Quiero que nos sentemos, donde podamos, nos relajemos si
podemos y empecemos a pensar, lo que estamos viviendo es algo
anormal, ilógico, en nuestra investigación queríamos saber, que era
aquel cráter, quien o que lo había producido, pues bien, ahora lo
sabemos, lo que tenemos que descubrir, es ¿por que?.
Juntaron todas las pistas que tenían, la pluma, la arena, los nombres
de Efeso, Esmirna, Pergamo, Tiatira y Sardis, Boby comentó que en el
incendio de la iglesia, el hombre que sacaron de los escombros, tenia
grabada la palabra Laodicea, en el lugar donde encontraron a su
amigo, había escrita la palabra A, en un montón de arena, igual a la
encontrada en el cráter, donde en un árbol, se encontraba grabado el
símbolo de Omega.
Se pusieron todos manos a la obra, entre todos los libros que había en
el despacho, rebuscaron datos, probabilidades, buscaban algo que
tuviera sentido.
Pasadas unas horas, las pistas se hacían cada vez mas claras, las
pistas obviamente iban dirigidas a estudiar e investigar cosas bíblicas,
lo que sus ojo habían visto, no les dejaba ninguna duda, que, normal
no lo era.
1- La pluma, claramente era del ángel.
2- la letra A, significa Alfa.
3- El símbolo encontrado en el árbol, Omega.
Alfa y Omega se relacionan, en hebreo significa Alef y Tau.
Apocalipsis 1:8, Yo soy el Alfa y la Omega--dice el Señor Dios-- el que
es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
4- Efeso Apocalipsis 2:1-7 El que tiene las siete estrellas en su diestra,
el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto . “y
arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti,
y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero
tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo
también aborrezco”.
Nicolaitas, Secta herética, pre-gnóstica, señalada en el Apocalipsis
como activa en algunas Iglesias del Asia Menor.
5- Esmirna, Apocalipsis 2:8-11 El primero y el postrero, el que estuvo
muerto y vivió, dice esto. Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu
pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser
judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”.
6- Pergamo, Apocalipsis 2:12-17 “El que tiene la espada aguda de dos
filos dice esto:”. En Hebreos 4:12 la espada de doble filo se utiliza
para describir la Palabra de Dios que es la fuente de la Verdad.
7- Tiatira, Apocalipsis 2:18-29 “El Hijo de Dios, el que tiene ojos como
llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:”. No
podría ser más claro. Aunque nacido de una virgen, Quien habla con
fuego en los ojos debe de ser tratado como el Hijo de Dios, no de
María.
8- Sardis, Apocalipsis 3:1-6 El que tiene los siete espíritus de Dios, y
las siete estrellas, dice esto:” El Señor le recuerda a la Iglesia en
Sardis Quién es el que les escribe. Él es el Dador del Espíritu Santo, y
del Guardián del ángel que los pastorea.
9- Laodicea, Apocalipsis 3:14-22 He aquí el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco
tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna
cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo.
10- La arena, Apocalipsis 13:1 Y yo me paré sobre la arena del mar, y
vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y
sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre
de blasfemia.
Querían saber si el cambio de color del cielo significaba algo, el color
rojo anaranjado que todos contemplaron con estupor, el significado
seria este: Apocalipsis 12:3 “Entonces apareció otra señal en el cielo:
he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y
sobre sus cabezas había siete diademas”.
Sabían el nombre del ángel, Gabriel, ángel mensajero, es definido de
muchas formas, entre ellas como el ángel de la anunciación,
resurrección, misericordia, venganza y muerte.

Siempre se repetía el numero siete, una de las conclusiones, no les


cuadraban, los nombres que aparecieron en los cuerpos de los
cadáveres, eran los siete sellos, pero solo tenían 6, esosignificaba que
cuando apareciese el séptimo, seria el fin de la humanidad, la profecía
del apocalipsis se realizaría, el ultimo nombre era Filadelfia.
Filadelfia- Apocalipsis 3:7-13 Esto dice el Santo, el Verdadero, el que
tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y
ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti
una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes
poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser
judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se
postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Al que venciere,
yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de
allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de
mi Dios, y mi nombre nuevo.” Gabriel el mensajero, anunciará,
vengará la muerte del todo poderoso, el séptimo sello, resurgirá desde
los muertos, agua, fuego, la tierra llorará ríos de sangre, la oscuridad
reinará el universo.
Las siete iglesias de Asia Menor, representan siete periodos de la
historia de la iglesia.
1. Efeso Iglesia Apostólica 30 - 100 d.C
2. Esmirna Iglesia Perseguida 100 - 313 d.C.
3. Pérgamo Iglesia Estatal 313 - 590 d.C.
4. Tiatira Iglesia Papal 590 - 1517 d.C.
5. Sardis Iglesia Reformada 1517 - 1790 d.C.
6. Filadelfia Iglesia Misionera 1590 - 1900 d.C.
7. Laodicea Iglesia Apóstata 1900 presente
Bili se quedo con la mirada perdida, tardo un tiempo en reaccionar,
cuando lo hizo, se dirigió a Julia.
– Quiero que me digas exactamente, donde estaban las cicatrices
de los fallecidos.- Julia cogió su libreta y muy despacio las fue
nombrando, con voz temblorosa.-
– La primera, es Efeso las cicatrices salieron del brazo derecho,
desde la muñeca hacia el bíceps, la segunda fue Esmirna, en la frente,
la tercera, Pérgamo, en el brazo izquierdo, desde la muñeca hacia el
bíceps, la cuarta, Tiatira, en la pierna derecha, desde los pies hacia la
rodilla, la quinta Sardis, en la pierna izquierda.
Boby interrumpió a Julia, comentando:
– La sexta, Laudicea, en un costado, fue la cicatriz que vi en la
iglesia que salio ardiendo, ¿sabéis que significa esto?, No solo son los
brazos, las piernas y el resto.
Son las muñecas. Los pies, la frente y el costado, son las heridas de
Cristo en la Cruz, esas señales marcan los clavos de sus muñecas, los
de sus pies, la corona de espinos sobre su cabeza y la lanzada de un
romano en el costado produciéndolo la muerte, en 1974, el cielo
también cambió de color, pero no pasó nada, han pasado 33 años y
todo es diferente, 33 años, la edad en la que Jesucristo murió.
– Lo que se me escapa a mi mente es, si cada nombre es una señal
del sufrimiento de Cristo, que significa Filadelfia, el séptimo sello,
según todos los libros bíblicos, Cristo tubo solo 6 heridas,
significativas. - Elvis respondió a Boby-
– Jefe, referente a lo que nos a comentado de las señales de Cristo,
pienso que se equivoca, a Cristo lo crucificaron de los pies y de las
manos, de las palmas, en todas las iglesias, su figura esta crucificado
por las palmas de sus manos. - Rápidamente le contesto.-
– Si sus manos hubieran sido clavadas por las palmas de las
manos, se abrían desgarrado, al clavarle en las muñecas, seria
diferente, La muñeca está formada por numerosos huesos, y es el
lugar donde se articulan la extremidad distal de los dos huesos que
forman el antebrazo el cubito y el radio con el carpo.
El carpo esta formado por 8 huesos pequeños que se disponen en dos
filas una proximal (la más cercana al cuerpo) que se articula con el
cubito y el radio y una fila distal que se articula con los metacarpianos
(huesos que forman la mano), gracias a esos huesos, nunca se
desprendería de la cruz, de ahí las cicatrices desde las muñecas.
Absorto en estos pensamientos cogió el coche y se dirigió a la cadena
para cumplir las órdenes de Gabriel; junto a él, en el coche, Elvis y
Julia no eran capaces de articular palabra. Mientras se acercaban a su
destino pudieron observar la devastación de la ciudad: casas
derruidas, coches destrozados, todo era un caos, pero no se veía ni un
solo cadáver, sólo había gente caminando sin rumbo, aún sin dar
crédito a lo que había sucedido.
Dentro del caos, Boby, pudo observar mientras conducía, como
cientos de ángeles sobrevolaban sus cabezas.
A la vez que conducía, no dejaba de mirar las notas que habían
realizado, dando vueltas a la cabeza, una especie de frases le parecía
que tenia algo de sentido, paro rápidamente en la calzada, los jóvenes
se asustaron un poco, rápidamente miro hacia los chicos y les explicó,
lo que significaban aquellos datos que tantas vueltas habían dado.
– Juntando las palabras Alfa, Omega, Efeso, Esmirna, Pergamo,
Tiatita, Sardis, Laudicea y Filadelfia, tenemos las palabras y frases,
Gabriel, las 7 señales, el no vivo, con sus espadas de dos filos, el hijo
de Dios con los ojos de fuego, el ángel guardián, la humanidad,
riquezas, pobres, la luz se convertirá en oscuridad.
– Si todo lo unimos, la frase sera esta:
– El Angel guardián, Gabriel, el no vivo, el hijo de Dios, con sus ojos
de Fuego, con su espada de dos filos, creará las siete señales, la
humanidad que solo piensa en riquezas, morirá, la luz se convertirá en
oscuridad.
– Señores, el fin del mundo a comenzado.

SARDIS.
3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras,
que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

ITALIA.
Al otro extremo del planeta quinientos ángeles se posaban en la
Plaza de San Pedro en el Vaticano. Todos los turistas, peregrinos y
visitantes, se sorprendieron con temor, con la masiva llegada de
aquellos seres, un mar de gente corrían sin rumbo; desperdigándose
por todos los recovecos de la plaza, los ángeles se posaron con fuerza,
provocando enormes agujeros bajos sus poderosas garras.
Los visitantes que se encontraban en el recinto intentaban entrar en
la basílica, pero las puertas estaban cerradas, la Guardia suiza, al ver
que el cielo se cubría de demonios y se posaban en la plaza,
bloquearon todas las puertas, prohibiendo el paso a todo el mundo,
por lo que no les quedaba otro remedio que intentar resguardarse en
la plaza como podían. Los ángeles formaron impecablemente y
permanecieron inmóviles; entonces llegó Gabriel, y se situó al frente
de ellos. La multitud rezaba asustada. Un niño, de unos cuatro años,
soltándose de su madre se acercó a Gabriel, ante la mirada
aterrorizada de la mujer.
La descomunal envergadura del ángel con sus alas desplegadas
contrastaba con la fragilidad del pequeño. Gabriel se arrodilló ante el
niño y, ocultando sus garras, le acarició la cabeza mientras le decía:
No tengas miedo Franchesco. Ve con tu madre y cuídala mucho.
El niño se alejó corriendo hacia su madre abrazándola con fuerza.
Gabriel, incorporándose, se dirigió a la puerta de la basílica. Un
sacerdote, corriendo hacia él, lo exorcizaba con un crucifijo en la
mano sin dejar de repetir:
Aléjate de aquí, Satanás. En el nombre de Cristo.
Gabriel se detuvo y, mirándolo fijamente, le dijo:
¿Satanás? ¿A qué te refieres, Piero. Piensas que soy el
anticristo? ¿Que vengo a destrozar la fe cristiana?
En nombre de Dios te ordeno que te marches prosiguió el
sacerdote.
Vengo en nombre de Dios, y me parece que me quedo. Sólo
sabéis hablar y hablar. Te haré una pregunta Piero. ¿Por qué la gente
pobre y necesitada vive en las calles, pasando frío y penalidades? Mi
nombre es Gabriel y, ahora, vais a ser juzgados.
Levantó su brazo y señalando con un dedo hacia Piero, le lanzó
un rayo azul que le alcanzó el pecho y lo hizo retroceder hasta la
multitud. No le dañó pero lo dejó más aterrorizado de lo que ya
estaba.
En el interior del Vaticano los cardenales y obispos contemplaban
todo lo que sucedía en el exterior, por unos ventanales. Estaban
atónitos, algunos rezaban, otros corrían sin saber hacia donde; la
Guardia Suiza protegía los aposentos del pontífice. Éste, en el interior,
rezaba arrodillado con un crucifijo entre sus manos. Los guardias, con
sus armas dispuestas, aguardaban la llegada del ser. Algunos
temblaban sin poder ocultar el miedo que le invadían, sin dar crédito a
lo que estaba sucediendo.
De repente, los ángeles rompieron la formación y comenzaron a
volar sobre las cabezas de los pobres incrédulos, con sus garras iban
cogiendo a la gente y se las llevaban volando, a otros los cogían de
los brazos, de las piernas, del cuello, de todas las partes y los
atravesaban con sus poderosas garras, la policía intentaba detener a
los ángeles, pero todos sus intentos eran imposibles, a la vez que los
disparaban, ellos reaccionaban con mas agresividad, clavaban sus
garras en los techos de los coche patrulla y los lanzaban con
virulencia contra las personas y los edificios colindantes. Gabriel se
dirigió hacia las puertas del Vaticano que se encontraban cerradas; se
detuvo delante de ellas , puso su mano y, en un instante, las puertas
se deshicieron como si fuesen de papel.
En la entrada algunos guardias comenzaron a disparar hacia el ángel,
descargando sus cargadores. Gabriel, sin inmutarse, continuó
caminando hacia los aposentos del Papa, lentamente andaba por los
pasillos del Vaticano, subiendo por las escaleras de mármol, se
acercaba hacia su destino. El Santo Padre y su escolta sentían cómo
se acercaba aquel ser. Escuchaban aterrorizados como los pasos se
oían con más nitidez; de repente dejaron de sonar, todo daba a
entender que se encontraba frente a la puerta.
En ese instante la guardia comenzó a disparar. Cientos de balas se
dirigieron hacia ella, las molduras empezaron a saltar, restos de
astillas se desconchaban de la puerta, decenas de impactos de bala
dibujaban la majestuosa puerta, hasta que los cargadores quedaron
vacíos. Todo quedó en silencio por unos instantes, los guardias
estaban seguros que ningún ser podía haber soportado tal cantidad de
disparos. La puerta de la
estancia papal, de repente, saltó de sus bisagras cayendo
estruendosamente. Allí, frente a ellos, se encontraba Gabriel mirando
a los guardias y al Papa.
Los policías, volviendo a colocar los cargadores en sus armas,
reanudaron la lluvia de fuego con el mismo resultado. Algunos de ellos
cayeron al suelo convertidos en arena mientras que los restantes, al
ver eso, corrían despavoridos.
Gabriel se quedó solo con el Papa. Se dirigió hacia él, su santidad
empezó a retroceder, llegando hasta una esquina de su aposento, allí,
cerró los ojos y comenzó a rezar, Gabriel lo cogió del cuello con sus
garras, lo levantó del suelo y acercándose a su rostro le dijo:
Nuestro Señor nunca tuvo riquezas. Habéis profanado la palabra
de Dios.
El Papa no pudo pronunciar palabra de lo asustado que estaba,
pero tubo fuerzas para poder sacarse de su cuello, un cristo que tenia
colgado, aquel cristo era de oro macizo y terminaba en punta, lo
agarró con fuerza, levantando el brazo, le clavó el cristo en el cuello,
en ese momento, parecía que aquel crucifijo había penetrado en la
piel de Gabriel, la sorpresa fue, que cuando impactó en su cuello,
aquel abalorio de oro, se partió por la mitad, Gabriel, apretó con
fuerzas su mano, partiendo el cuello. El Papa se convirtió en arena.
Caminando por los pasillos del Vaticano, se dirigió hacia las
catacumbas, el lugar era muy oscuro y húmedo, los escalones
estaban desgastados por la humedad, en los lados un canalón
bordeaba toda la escalera, el agua de las lluvias se filtraban por las
paredes y las ratas corrían a sus anchas por el lugar, bajando las
escaleras de piedra en forma de espiral, llegó a una puerta de madera
maciza, con unos cerrojos de forja negra, la abrió con facilidad, siguió
caminando, a los lados del pasillos centenares de huesos, reposaban
en paz, decenas de cuerpos se formaban en unos habitáculos de unos
cincuenta centímetros, inscripciones en latín, decoraban el lugar, las
ratas jugaban con los huesos, la humedad se palpaba en el ambiente,
el frió penetraba por las grietas de las paredes, a unos doce metros
una puerta blindada, parecida a la de una caja fuerte de cualquier
banco, destacaba en aquel lugar, se colocó frente a ella, la puerta
empezó a derretirse, todo aquel acero se fue deshaciendo, a los pies
de Gabriel, sus pasos lentos, entraron en la habitación, aquel lugar
estaba completamente reformado, las paredes acolchadas, un sistema
de ventilación, purificaba el aire, sistemas de alarma protegía la
habitación, el lugar estaba repleto de libros, en el fondo dos atriles de
cristal, encima de ellos, la sabana santa, enmarcada en un cristal de
unos cinco centímetros de grosor, la iglesia realizó una copia,
mandándola a la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en
Turín, también conocido como la Síndone de Turín, la Sábana Santa o
el Santo Sudario: debajo de él, un atril, dentro un libro corroído por el
tiempo, en sus hojas se podía leer:

El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas.


El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano.
El tercero, santificarás las fiestas.
El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.
El quinto, no matarás.
El sexto, no cometerás actos impuros.
El séptimo, no robarás.
El octavo, no dirás falso testimonio ni mentirás.
El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.
El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.
Los diez mandamientos, tenían un lugar apropiado en esa habitación.

En otro atril, solo se veía una pagina desgastada por el tiempo, en ella
se leía:

El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y


allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi palabra será tu
palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen mi voz, el Alfa y
Omega, regresará, Filadelfia será el último, siete trompetas sonarán,
la luz se convertirá en oscuridad.
Gabriel acercó su mano derecha hacia el atril, señalando con un dedo,
de él una de sus garras, empezó a crecer, la acercó al cristal y
empezó a rajarlo, se fue partiendo por la mitad, parecía mantequilla,
cogió las dos partes del cristal, las lanzó hacia las paredes repletas de
libros, recogió el contenido del interior y se marchó lentamente; a la
vez que salía por la puerta, el sudario empezó a arder desde su
interior, poco a poco, toda la habitación, se cubrió de llamas.
Antes de salir, el sistema, de seguridad se puso en marcha; desde la
paredes unos cristales blindados iban cubriendo por completo la
habitación, los aspersores comenzaron a desprender agua , el
cometido de la seguridad: proteger todo el contenido que el Vaticano,
guardaba con tanto recelo, mientras todo esto sucedía, desde las
escaleras de caracol, un sacerdote bajaba con mucho sigilo,
acompañado de una biblia y un crucifijo en sus manos, agazapado
entre los escalones y las paredes, se acercó a Gabriel, extendió el
crucifijo y con la biblia acercándola al pecho empezó a increparle
oraciones y rezos en latín, Gabriel se acercó a él, extendió su mano
hacia su cabeza, posandola con las palmas abiertas, el sacerdote dejó
que aquel ser le tocase la cabeza, durante diez segundos, Gabriel
mantuvo su mano en aquella posición, varios flash de imágenes,
penetraron en la cabeza de Gabriel, las imágenes no eran del agrado
del ángel, podía ver con claridad, como aquel sacerdote que con la
biblia en la mano, el
crucifijo en la otra, le increpaba que se marchase en el nombre de
Dios, abusaba de niños, en aquella visión, veía al sacerdote realizando
tocamientos, a los monaguillos de su iglesia, aquel personaje de unos
55 años abusaba de niños, diciéndoles que el señor quería que nos
amasemos los unos a los otros, los pobres niños lloraban, pero
aceptaban las condiciones de aquel párroco, cuando las imágenes
terminaron, Gabriel giró bruscamente su cabeza, partiendole el cuello,
el sonido del crujido retumbó en la habitación, los aspersores se
pararon, los cristales de seguridad se rajaron y todo volvió arder.
La gente, aterrorizada en el exterior, esperaba una respuesta a lo
que estaba sucediendo, cuando una fuerte explosión hizo volar por los
aires el monasterio. Gabriel apareció majestuoso de entre las ruinas y,
extendiendo sus alas, caminando lentamente sus pies apenas rozaban
el empedrado suelo, colocado en el centro de la plaza, los demás
ángeles le rodearon en formación, el suelo empezó a vibrar, trozos de
arena rebotaban en el empedrado, decenas de grietas salieron sin
rumbo desde sus pies, las dimensiones iban en aumento, a la vez que
los transeúntes caían sin cesar, la gente corría aterrada, pero las
enormes grietas iban sucumbiendo ante ellos, las columnatas de la
plaza hicieron un efecto domino, caían sin cesar, aplastando a todos
que se encontraban a su alrededor, la plaza se convirtió en una
enorme escombrera, las tuberías de agua estallaban, las alcantarillas
se elevaban por encima de sus cabezas, el fuego se hizo eco de todo
el lugar, la plaza de San Pedro desapareció ante sus pies, una enorme
bola de energía se formó alrededor de las grietas, debajo de sus pies,
un sonido seco y grave retumbo en la inexistente plaza, tanto Gabriel
como sus ángeles desaparecieron en el cielo.
LAODICEA
3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete.

NEW YORK.
En el otro lado del mundo Boby llegó a la cadena de televisión
donde trabajaba. Entró al despacho de su jefe y amigo y le dijo:
Tom , quiero que salgamos en antena. Tengo algo que contar al
mundo.
¿Qué sabes? ¿Qué has descubierto?
Lo sabrás al mismo tiempo que el resto de la gente.
Tom se puso manos a la obra y, en cuestión de minutos, preparó
un set para que Boby diese la noticia de lo que estaba ocurriendo.
El profesor, delante de las cámaras, con el rostro sereno, estaba
preparado para informar a la población.
Boby, conectamos en 5, 4, 3, 2, 1. Estamos dentro.
Estimados conciudadanos, soy Boby Carter, normalmente me
dirijo a ustedes para comunicarles las noticias meteorológicas. Hoy
eso pasará a un segundo plano. Os estaréis preguntando, como yo,
qué está sucediendo. Realmente no lo sé, lo único que puedo decirles
es que en Estados Unidos hemos sobrevivido algo más de doscientos
millones de personas. Todos nosotros tenemos que desplazarnos a
unos hangares que han sido habilitados; la ubicación exacta la
desconozco, pero según me han informado, los veremos con nitidez y
sabremos dónde nos tendremos que dirigir, lo que voy a contar os
parecerá una locura, pero creo que todos hemos visto, centenares de
ángeles
volando por la ciudad, así que pienso, que no se tratará de algo tan
descabellado.
Lo que esta sucediendo, es el fin de la raza humana, hace unas horas
mantuve una conversación con aquel ser que durante este tiempo
aterrorizó la ciudad, su nombres es Gabriel, el arcángel Gabriel, el
mensaje que trae, es que el ser humano no ha comprendido el
mensaje de Dios, la iglesia oculto su mensaje y construyeron algo que
nunca quiso el señor, la fe se encuentra en nosotros.
Muchas gracias por su atención y que Dios nos ayude.
Corten. Estamos fuera de antena. ¿Qué hacemos? ¿Qué significa
esto? preguntó Tom francamente preocupado.
No lo sé Tom. Creo que deberíamos hacer lo que nos digan.
En ese momento, la redacción se iluminó por completo.
Rápidamente se dirigieron a las ventanas para descubrir el origen de
esa extraña luz. Al fondo de la calle vislumbraron una especie de bola
brillante; de ella salían unos haces de luz en forma de estrella
señalando varias direcciones. Eran los indicadores que la gente debía
de seguir para llegar a sus lugares de destino.
Todos comenzaron a hacerlo en silencio, familias enteras con sus
hijos, gente en solitario... Lo hacían sin preguntar, unos con miedo,
otros ilusionados, nadie se quedaba en casa. Era como si una fuerza
sobrenatural los obligase a dirigirse hacia el lugar que tenían
predestinado. La imagen era de todas las calles llenas de gente, todos
en una misma dirección, ricos, pobres, blancos, negros, todos iguales,
ahora nadie era diferente al resto de la población.
En el lugar de donde provenía la luz, se alzaba una enorme estructura
de cristal de dimensiones iguales a la de una gran ciudad.
Era majestuoso; su altura podría rondar los treinta kilómetros. Esa
megalítica estructura había surgido de repente de las entrañas de la
tierra.
Boby, al igual que el resto de personas, se dirigió hacia la luz,
acompañado por sus compañeros de trabajo. Según iban caminando
pudieron observar la devastación de la ciudad: calles destrozadas,
coches ardiendo, tiendas derruidas, viviendas arrasadas…El caos era
absoluto y había sido a nivel planetario.
Caminando por la ciudad, veían la devastación del lugar, lagunas de
agua se formaban en calles céntricas, producidas por las olas,
edificios derruidos o apunto de derrumbarse, los gases del
alcantarillado flotaba por la ciudad, la gente que había sobrevivido se
dirigía hacia la estructura, desde el aire se podía observar miles de
personas, unas detrás de otras, caminando juntas.
Algunas tiendas eran saqueadas por vándalos, decena de personas
entraban a los locales, saliendo con ropa, televisores y artículos de
gran valor, la policía estaba desbordada, tenían que controlar a la
masa histérica, pero también se dirigían hacia la estructura, el caos se
apoderó de la ciudad, los ángeles poco a poco tomaron el control de la
ciudad, la gente que no se dirigía hacia la luz, eran conducidos por
ellos, sobrevolaban los cielos, cogían de sus garras a las personas y se
las llevaban volando, los que intentaban resistirse, eran atacados y
destruidos, cientos de ángeles surcaban los cielos, otros se dirigían
caminando por las calles.
Mientras los ángeles caminaban por la ciudad, un joven de unos 30
años, se dirigió hacia una vivienda para esconderse, entró en un
portal, con una pistola entre sus manos, de una patada entró en una
vivienda, entrando en un cuarto se encontró a un niño de unos 12
años, le apuntó con su arma, obligandole a decir donde escondía el
dinero, el niño estaba muy asustado, le comentó que había perdido a
su madre, que el no sabia nada, que tenía mucho miedo y que solo
quería encontrar a su madre, el ladrón le dio una bofetada, tirándole
al suelo, se puso a rebuscar entre los cajones, tirando todo,
descolocando la casa, un ruido de crujir, se escuchó desde la
habitación, alguien subía por las escaleras, rápidamente, el ladrón
agarró al niño del cuello apuntándole con su arma, se cubrió en uno
de los rincones de la habitación, esperando que alguien entrase, aquel
niño esperaba que fuese su madre, que volvía a recogerle, en ese
instante la puerta se abrió, uno de los ángeles que andaba por las
calles, entró a la casa, se dirigió hacia la habitación, colocándose de
frente a ellos, desplegó sus alas y velozmente arrebató el arma al
ladrón, lo cogió del cuello y lo lanzó hacia una de las paredes, chocó
su cabeza sobre ella, partiéndose el cuello, luego se acercó al niño, lo
cogió de la mano y le comentó que no tuviera miedo, su madre estaba
en un sitio seguro, que no se preocupase, que dentro de unos
minutos, podría abrazarla, que su madre no se había olvidado de el,
su madre le estaba esperando con los brazos abiertos.
En ese mismo edificio, en la tercera planta, cinco jóvenes se
encontraban en el salón, sus edades comprendían desde los 18 hasta
los 23, tres mujeres y dos hombres, la vivienda no era de ninguno,
gracias al caos, irrumpieron en la casa para poder realizar una sesión
de espiritismo; aquellos jóvenes estaban encantados de lo que estaba
sucediendo, vestidos con ropas negras, maquillados con la tez pálida,
habían dibujado un pentagrama en el suelo del salón, con pintura
blanca dibujaron una estrella de cinco puntas, invertidas hacia abajo,
para adorar al diablo, rodeados de velas negras, con las ventanas
tapadas, para que la claridad no penetrase, empezaron a realizar
rezos, invocando al diablo, alrededor del pentagrama unieron sus
manos, cerraron los ojos y siguieron con sus oraciones.
En ese instante entre la oscuridad del salón se pudo apreciar el ruido
de unas pezuñas que se dirigía hacia ellos, un escalofrió les invadió el
cuerpo a todos, cada vez el ruido se sentía mas, sus miradas se
dirigieron al fondo del salón, de allí poco a poco se fue materializando
la imagen de Gabriel, completamente transformado en ángel, se
acercó a ellos, los jóvenes se soltaron de las manos, una de las
muchachas, se levantó y se dirigió hacia Gabriel, diciéndole:
– Somos tus siervos, queremos recibir tu poder.-Gabriel, les
respondió.-
– Queridos, niños, con estas cosas no se juega, puede que lo que
veáis no os guste, esta sociedad piensa en el bien y en el mal,
vosotros adoráis el mal , ¿que significa para vosotros el mal?, todo
esta relacionado, ¿queréis ver al mal?, pues dejarme que os lo
enseñe.
En ese instante Gabriel desapareció, un ruido de aleteo se escuchaba
cada vez mas fuerte, los jóvenes lo escuchaban, cuando aquel ruido
se hizo mas intenso, las ventanas del salón, saltaron por los aires, tres
ángeles entraron por las ventanas, esparciendo cristales por toda la
casa, los jóvenes se asustaron, se fueron arrastrando hacia las
paredes de la habitación, mientras temblaban de miedo, aquellos
ángeles los agarraron
con sus garras y se los llevaron volando.
En la calle 216E con la 46 th. st., a seis manzanas de Central Park, se
encuentra la iglesia Bautista, el Sagrado corazón, allí centenares de
feligreses, la mayoría de habla hispana, se reunieron para rezar,
cuando la iglesia estaba al completo, varios feligreses fueron cerrando
las puertas, el párroco se colocó en el púlpito, empezando su responso
diario, la iglesia estaba abarrotada, los bancos de oración llenos, los
pasillo repletos de gente, apenas cabía un alfiler, desde los laterales,
unos feligreses empezaron a rociar la iglesia con gasolina, a la vez el
párroco, comentaba desde megafonía, que el diablo nunca atraparían
sus almas, estaban dispuestos a morir consumidos por las llamas,
antes de ser arrebatados por los ángeles demoníacos, que habían
llegado para derrotar la fe, del señor.
Todos los feligreses se abrazaban entre ellos, estaban dispuestos a
morir, hombres, mujeres con sus hijos, hermanos, vecinos, familiares,
todos querían que las llamas se llevasen sus almas, que Dios bajaría
desde los cielos para recogerlas.
Cuando terminaron de vaciar los bidones de gasolina que esparcieron
por toda la iglesia, el párroco cogió una vela, la acercó hacia un tapiz
con la figura de cristo, mientras comenzaba arder, se santiguo,
pidiendo al señor que protegiese a todas las almas que se
encontraban en el interior, rápidamente el fuego se fue esparciendo
por las paredes, el techo se trasformó en un manto de llamas, los
humos empezaron a cubrir toda la iglesia, los feligreses aguantaban
con fuerza, rezando y agarrándose entre ellos, algunos de ellos
perdieron la fe, e intentaron sin éxito salir de aquel infierno, cuando el
humo se hacia cada vez mas intenso, las vidrieras con imágenes
religiosas, estallaron, a la vez que salían por los aires, decenas de
ángeles entraron en el interior, sobrevolando por encima de la gran
condensación de humo, los allí presentes, miraban con temor el vuelo
de aquellos ángeles, una luz blanca penetró desde una ventana que
se encontraba en lo mas alto del techo, su forma de cruz, dejo la
imagen de la ventana reflejada en el suelo, a los pies del cristo que
presidia la iglesia, desde lo alto, Gabriel se apareció ante todos los allí
congregados, transformado en ángel, desplegó sus alas, se acercó
hacia el cristo, arrancándolo de la base que le sujetaba, aquel cristo
mediría unos seis metros de alto y pesaría alrededor de unos 300
kilos, una vez desencajado de su base, lo lanzó con virulencia, hacia
las puertas de la iglesia, abriéndolas, dejando que el humo que se
concentraba en el interior, saliese hacia la calle, todos los que se
habían encerrados, comenzaron a salir hacia el exterior, el fuego
empezó a desaparecer, mientras los ángeles volaban por encima de
sus cabezas, fueron seleccionando a los niños mas pequeños, se
lanzaban sobre ellos y con sus garras los atrapaban, llevándoselos
lejos de allí.
Una vez que la iglesia estuvo completamente sola, Gabriel se dirigió
hacia la puerta, se acercó al cristo, acariciándole la cara, a la vez que
decía:

No se por que la gente adora a una madera, tu estas en nuestro


interior.

Desplegó sus alas y se perdió entre las nubes.

FILADELFIA.
3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y
nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y
el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.

LA DECISION.
El Presidente de los Estados Unidos se reunió con los demás jefes
de estado comunicándoles que todo el potencial militar que poseían,
tendrían que dirigirlos hacia los hangares y comenzar una ofensiva
definitiva contra los invasores. Todas las bases militares del país se
movilizaron; en las de la Fuerza Aérea los aviones se abastecieron con
su mortífera carga y se prepararon para la gran ofensiva; las del
Ejército de Tierra también estaban preparadas y en posición para el
ataque; miles de soldados, cientos de tanques, armamento pesado y
grupos de operaciones especiales, estaban a la espera de recibir la
orden directa del presidente.
La Marina había desplegado todos sus efectivos; barcos de combate,
fragatas y portaaviones se encontraban en alerta, preparados para la
gran batalla.
En la Casa Blanca todo estaba dispuesto para la evacuación del
Presidente. En el salón presidencial, los generales, ministros y jefes de
gabinete abandonaron el despacho dejando solo al mandatario por
petición expresa. Cogió una Biblia que tenía en el cajón y,
asomándose a la ventana, pronunció unas palabras para sí mismo:
Que Dios nos ayude.
La puerta se abrió y su secretario personal le indicó que el Air Force
One estaba preparado para llevarle a un lugar seguro; debía de
abandonar ya la Casa Blanca. Tomó asiento junto a su esposa y a sus
dos hijas en el avión y aguardó el despegue. Éste fue tranquilo,
rutinario, nada fuera de lo normal. Desde el avión, el Presidente,
telefoneando a cada uno de los generales, les dio luz verde para
comenzar el ataque, mientras contemplaba la dantesca panorama de
la ciudad.
En ese instante el radar del Air Force One detectó un objeto
acercándose a gran velocidad, era Gabriel. Cuando llegó a la altura
del avión, se colocó en una de las puertas de emergencia y la
atravesó incorpóreamente. Se materializó dentro del avión y
se dirigió hacia donde estaba el presidente. Dos escoltas le cortaron el
paso disparando sobre él sus armas, vaciando varias veces sus
cargadores, pero sin éxito. Gabriel, cuando llegó a su altura, puso las
manos sobre sus cabezas haciendo que éstos se desplomaran
convertidos en arena.
El Presidente, aterrado, corrió junto a su familia, que se encontraba en
otro camarote al otro extremo del pasillo. Encontró a su esposa e hijas
arrodilladas y abrazadas en un rincón. Se acercó a ellas y quedaron
unidos enlazando sus manos.
Al otro lado de la puerta unos pasos se acercabaninexorablemente
hacia ellos. De repente el pomo de la puerta giró, pero no se abrió;
estaba cerrada con llave. Como hizo para acceder al avión, el ángel
atravesó la entrada como si fuera mantequilla, materializándose
majestuosamente ante los aterrados ojos de los presentes, quedando
frente a ellos con aspecto sereno. Se acercó a una silla y tomó
asiento.
No tengáis miedo, pequeñas; y tú tampoco Milarefiriéndose
primera dama. Sólo estaré un momento; tengo mucho trabajo que
hacer, sólo quiero decir a vuestro padre una cosa: Presidente, todo
depende de vosotros, sólo reaccionáis, si veis, pues aquí tenéis la
respuesta.
Se incorporó de la silla y, transformándose en ángel, desplegó
sus alas y atravesó las paredes del avión.
Cuando Gabriel se marchó, dos ángeles se posicionaron en las alas del
Air Force One, sus garras se incrustaron en los motores, seguidamente
los pilotos perdieron todo control del aparato, ahora estaban siendo
dirigidos por aquellos seres, dos F-16 que escoltaban al presidente
intentaron deshacerse de los monstruos alados, no sabían como, tanto
los misiles como las ametralladoras del calibre 50, destrozaría por
completo el avión, los pilotos hablaron con la base, ellos le
comunicaron que abriesen fuego a su señal, los militares armaron sus
ametralladoras, apuntaron hacia los ángeles, con las manos colocadas
en el botón de fuego, esperaban el Ok de la base, su acción de fuego
seria devastadora, 1200 disparos por minuto impactarían sobre los
ángeles, o lo que es peor, sobre el Air Force One. Cuando los F-16 se
colocaron en posición, con el blanco en sus radares, del cielo
surgieron otros dos ángeles, se colocaron siguiendo su estela y como
si fuesen de papel los partieron por la mitad, una enorme explosión se
formó en el cielo.
El Avión Presidencial fue conducido al aeropuerto Ronald Reagan, en
Washington, las terminales A y C estaban destruidas, decenas de
aviones ardían, junto a ellos se apreciaba gente caminando hacia la
estructura, el Air Force One aterrizó en la terminal B, una vez en tierra
los dos ángeles entraron en el interior, cogieron a la familia
presidencial y a los pilotos, y volando los llevaron hacia la estructura.
Una multitud enorme de gente que no sabía donde ir, vio como el
avión presidencial tomó tierra, vieron como aquellos ángeles se
llevaban a su presidente, el aeropuerto estaba destruido, al ver que
en una de las pistas se encontraba el Air Force One, se dirigieron
hacia el, sus intenciones eran de huir de allí, no sabían donde, pues el
planeta estaba completamente bajo el mando de los ángeles, lo único
que querían era huir, decenas de personas se dirigieron al avión, uno
de los pilotos del Ronald Reagan, que se encontraba con varios
compañeros, tomó la decisión de coger aquel aparato y marcharse
muy lejos, sus compañeros le siguieron, una vez sorteado a la gente,
entró en el interior del aparato, se colocó en la cabina, comprobó si
tenia algún desperfecto o fallo, las condiciones eran casi perfectas,
tenia combustible, todo parecía perfecto, los sistemas de seguridad,
detectaron un fallo en las alas, justo al lado de los motores, esos
fallos eran unos desgarros que tenían las alas, a consecuencia de los
desgarros de los ángeles, pero eso no era ningún problema para
despegar, encendió los motores y se puso en marcha para tomar
pista, la gente corría alrededor del avión para subirse a él, con las
puertas abiertas se podía ver gente intentando trepar al avión, el
piloto accionó el botón de cierre de puertas, mientras el avión
circulaba por una de las pistas, la gente se iba cayendo desde el, una
vez cerradas, pudo divisar un trozo de pista que le daba margen para
coger velocidad y poder despegar, aquel avión estaba repleto de
gente, llevaba demasiado peso, pero eso daba igual, lo único que
querían era marcharse de aquel infierno.
Con todos los motores funcionando a todo rendimiento, el avión fue
acelerando cada vez mas, la velocidad era cada vez mas alta, el
pensamiento de los allí dentro era de libertad, que pronto estarían a
salvo, desde el cielo se divisó a Gabriel, se colocó al fondo de la pista,
desde la cabina del avión podían ver aquel ser delante de ellos, pero
el piloto estaba convencido que podría elevarse, dejándolo atrás.
Gabriel veía como el avión se acercaba hacia él, desplegó sus alas y
se colocó de rodillas, el avión empezó a temblar, cada vez era más
intenso, el piloto cogió con fuerza los mandos y empezó a elevarlos,
sus brazos vibraban junto a los mandos, antes que las ruedas
despegasen del suelo, toda la pista empezó a desquebrajarse,
inmensas grietas se fueron formando, por todos los lados, de frente a
Gabriel, un enorme cráter se formó a sus pies, una de las ruedas del
avión penetró en una de las grietas, el piloto perdió el control, el
aparato empezó a escorarse hacia un lado, una de las alas chocó
brutalmente contra el asfalto, los depósitos estallaron y en una gran
bola de fuego cubrió el avión, en el interior los gritos se impregnaron
junto al olor de queroseno, cada vez se hacia menos soportable el
olor, el calor empezó a aumentar, el fuego penetró en todos los
recovecos del avión, sin control ninguno, se dirigía hacia Gabriel,
cuando quedaban escasos 100 metros, el cráter se partió por la mitad,
decenas de grietas, partieron la pista, el avión fue tragado por la
tierra, una inmensa bola de fuego cubrió la pista de aterrizaje.
LA ESTRUCTURA

EL ATAQUE.
El primer ataque fue el de la Marina. Toda la flota desplegó sus
misiles y con una asombrosa coordinación los lanzaron al unísono
contra la enorme estructura surgida de las profundidades de la tierra.
Las mortíferas armas silbaban surcando el cielo hacia su objetivo. De
repente y, sin saber de donde, cientos de ángeles aparecieron de la
nada y, a una velocidad vertiginosa, chocaron contra los cohetes
destruyéndolos todos, sin sufrir ellos ni un solo rasguño.
Los generales, atónitos, sin dar crédito a lo que sucedía dieron la
orden de ataque a la Fuerza Aérea. Desde todas las bases del país,
cientos de aviones despegaron rumbo al objetivo marcado. A medida
que se acercaban a su objetivo rearmaron los misiles y se prepararon
para el ataque. Cuando todo parecía preparado para ello, cientos de
ángeles levitando se situaron frente a ellos. Los aviones dispararon su
carga de muerte y, en ese instante, los ángeles en formación,
desplegaron sus alas y crearon una especie de bola de energía,
brillante y de color rojizo que, tras un seco estruendo, destruyeron
todos los misiles. El haz de luz siguió su camino destruyendo además
a los aviones que los habían lanzado, llenando el cielo de bolas de
fuego provocadas por las explosiones. En tierra la gente observaba el
desastre y se concienciaban de que cualquier acción por impedir lo
que tenía que suceder estaba abocada al fracaso.
La última oportunidad de los militares era el Ejército Terrestre.
Tras una orden ejecutoria cientos de tanques, vehículos y personal
militar se dirigieron a su destino. Los ángeles desde el cielo
observaban el despliegue militar y se disponían a atacar. En formación
realizaron un picado sobre los atacantes y los rodearon. Comenzó el
fuego; los ángeles desplegaron sus garras y, como si de mantequilla
se tratase, los seccionaban por la mitad. Como era de esperar los
disparos no hicieron ninguna mella en el ejército alado. El espectáculo
era dantesco, miles de cadáveres se esparcían por el campo de
batalla. Gabriel se posó suavemente en el suelo frente a las tropas;
elevando su vista al cielo abrió los brazos desplegando sus alas. De
repente una luz brillante de color azul, lo cubrió totalmente, formando
a su alrededor una enorme bola de energía.
Tenía los ojos cerrados en absoluta concentración. Abrió los ojos y,
desplegando sus alas hacia delante, lanzó la enorme bola de energía
contra los atacantes. Todo lo que había a su alrededor fue destruido,
incluidos máquinas y personas.
A varias millas de la estructura, 12 bombarderos Northrop Grumman
B-2 Spirit, cargados cada uno con, 6 bombas, 2 de Uranio, 2 de
Plutonio y 2 de Neutrones, se dirigían velozmente, hacia una de las
estructuras,era su ultima carta, la velocidad de crucero que llevaban
era de 720 km/h, su formación alineada daba miedo, apenas se
escuchaban sus motores, eran invisibles para todo el mundo, uno de
los pilotos, salió de formación, le siguieron dos mas, aceleraron la
velocidad, activaron sus radares y fijaron su ataque a la estructura de
cristal, que resurgió desde las entrañas de la tierra, si funcionaba,
irían por todo el país destruyendo aquellas estructuras que
aterrorizaban a todo el mundo, a escasos seis kilómetros, sus radares
se activaron, se colocaron en formación y se situaron encima de la
mega estructura, los tres aviones sobrevolaban sin ver a ningún
ángel, les parecía muy extraño, pero eso no les iban a detener, con la
estructura a sus pies, abrieron las escotillas de las bombas y
comenzaron a soltarlas, 18 bombas empezaron a caer desde el cielo,
a los militares no les importaba que dentro de la estructura y de sus
alrededores, civiles estuviesen allí, para ellos lo mas importante era
acabar con aquellos seres.
Detrás de los 8 bombarderos, se encontraban una decenas de
ángeles, se aproximaron hacia ellos y con sus garras, de los pies y de
las manos, penetraron la coraza de los aviones, cuando los pilotos
perdieron el control de sus naves, los ángeles desplegaron sus alas y
se dirigieron hacia el espacio, velozmente fueron tomando altura,
fueron atravesando cada capa de la atmósfera, a los 18 km pasaron la
Troposfera, continuando la velocidad pasaron a la Estratosfera, los
pilotos perdieron el control, cayendo desmallados, a unos 50 Km de
altitud, la velocidad cada vez era mas alta, los aviones empezaron a
temblar, la pintura que recubrían los aparatos, se fue desconchando
rápidamente, cuando llegaron a la Mesosfera la temperatura bajo a
-70º C, superando los 80 km, los ángeles volaban a mas de 1900
km/h, sus alas se cubrieron con una fina capa de hielo, atravesaron la
Termosfera a unos 690 Km, dentro de los aviones solamente
quedaban trapos, el vació que se produjo dentro de la cabina, junto
las fuertes presiones, hizo que los pilotos, reventasen por dentro,
cuando llegaron a alcanzar los 3.500 Km/h, llegaron a la Exosfera, las
bombas estaban apunto de estallar, por los cambios de temperatura y
de presión, cuando superaron los 800Km, de altitud, soltaron a los
aviones y explosionaron, por la cantidad de bombas que almacenaban
en su interior, se pudo observar desde la tierra, como se iluminaba el
cielo, dejando una explosión de colores, parecía el cuadro de un
pintor, el ruido también se pudo percibir, cientos de Kilotones
explotaban en el inmenso mar de estrellas.
La gente que se encontraba en los alrededores de la estructura, veían
caer aquellas bombas, un silbido se escuchaba en el aire, con una
precisión absoluta, una a una fueron explosionando en la estructura,
inmensos hongos de humo y fuego se formaron en lo más alto, a su
alrededor se formó una intensa concentración de humo, en el suelo se
pudo percibir, un temblor, la muchedumbre, se arrojó al suelo, se
cubrió la cabeza con las manos, esperando que todo pasase, cuando
aquella condensación se disipó, tanto desde el aire, como desde la
tierra, pudieron comprobar que la magnifica estructura, no había
sufrido ningún daño, permanecía intacta, los pilotos se sentían
conmocionados por el resultado, dieron media vuelta, marchándose a
toda velocidad, descargados de sus potentes bombas, remontaron el
vuelo hasta llegar a 3.985 Km/h, prácticamente casi superando los 4G,
los ángeles que desde el espacio veían a los aviones huir, retomaron
el vuelo en caída libre, sus cuerpos formaron una bola de fuego, se
dirigieron hacia ellos, e impactaron sobre sus aparatos,
desintegrándose en la majestuosidad del cielo, las opciones del ser
humano había desaparecido, nadie ni nada, podía acabar con aquella
presencia que estaba dispuesta a terminar con la raza humana.
GABRIEL REGRESA A LA TIERRA.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.
Sí, amén.

LA ESTRUCTURA.
El grueso de la batalla había tenido lugar cerca del edificio al que
se dirigían miles de personas, entre las que se encontraba Boby;
milagrosamente nadie resultó herido.
Gabriel, transformado en humano, se acercó a Boby y,
rodeándolo con el brazo, lo tranquilizó; todo iba transcurriendo según
los planes establecidos. Lo acompañó hacía la entrada de la
majestuosa estructura. Era cristalina de un color azul intenso, su
forma era piramidal, sobresalían, por los bordes, partes de cristal en
forma de diamante; era simplemente majestuosa. Cuando penetró en
el interior, tomó conciencia de lo gigantesca que era. Mirase donde
mirase, la inmensidad de la estructura era brutal, no había pasillos ni
recovecos, todo era diáfano. Las paredes estaban cubiertas de
pequeños habitáculos muy parecidos a ataúdes, con forma de
diamante; su color era igual que el exterior: azul intenso. Lo que más
le sorprendió fue que en el interior de los cristales se encontraban
seres humanos. Había todo tipo de personas, niños, mujeres,
ancianos... En la inmensidad de la estructura se podía ver a la gente
en fila.
Los ángeles volaban libremente y de vez en cuando realizaban
un picado y con sus garras segaban la vida, sin ningún miramiento, a
aquellos que estaban esperando temerosos la muerte. Las personas
estaban inmóviles; parecían muertos, pero no lo estaban, tenían
conciencia.
Mientras Gabriel continuaba hablando con Boby, los ángeles que
se encontraban en el interior de la estructura, introducían a las
personas en sus habitáculos correspondientes; seguidamente, les tocó
el turno a Elvis y a Julia, que fueron acompañados por dos ángeles y
encerrados en sus cámaras. Tras un laborioso proceso de acomodo,
todo concluyó, sólo quedaba Boby por ocupar su lugar.
Gabriel le cogió del hombro y lo acompañó al lugar que le
correspondía.
No tengas miedo; todo terminó; te prometo que nadie sufrirá.
Creo que te equivocas. Aquí dentro hay gente que no se merece
esto comentó Boby.
Hay tantas cosas que el ser humano no merece.
En ese momento Boby entró en su habitáculo; el cristal se cerró
quedando completamente inmóvil. Gabriel, frente a él, colocando la
palma de su mano en el cristal, le dijo:
Espero que podáis pensar bien lo que habéis hecho.
Todo el planeta, se encontraba en silencio, el trafico, las fabricas, el
trasiego de gente, había desaparecido, el único sonido era el de los
animales caminando libremente ajenos a lo que pasaba, el viento
penetraba por las copas de los arboles, los ríos fluían libremente por
su caudal, las olas rompían contra los espigones, la naturaleza había
tomado el mando de la vida.
Dentro de las estructuras que resurgieron desde las entrañas de la
tierra, que se habían alzado por todos los rincones del mundo , se
empezó a escuchar un murmullo, iba en aumento, las palabras se
escuchaban en arameo.
PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.
Cuando se escuchó esa frase, todos los que se encontraban en el
interior de los habitáculos, comenzaron a sangrar desde sus espaldas,
decenas de cicatrices se dibujaban en sus cuerpos, eran muy
profundas, las caras de los encerrados, gesticulaban, arrugando sus
facciones, el dolor que percibían era muy intenso, brotándoles desde
su cuerpo, ríos de sangre les iba resbalándo por sus piernas. - El
arameo siguió sonando.-
DE CIERTO TE DIGO, QUE HOY ESTARAS CONMIGO EN EL PARAISO.
En esta segunda frase, los brazos por si solos se colocaron en forma
de cruz, los hombros crujieron, desencajándose de los omóplatos, la
acción del gesto fue muy rápido, un ruido martilleante se escuchó en
todo el recinto, fue seco, retumbando el lugar, todos los presentes
empezaron a sangrar por la muñeca derecha, un gran agujero, se
formó en su piel, atravesándola totalmente. - Otra frase retumbo, la
estructura.-
MUJER, HE AHI TU HIJO, HE AHI TU MADRE.
La muñeca izquierda, recibió el mismo castigo, comenzó a sangrar,
salpicando el habitáculo donde se encontraban atrapados, por los
antebrazos un reguero de sangre, fluía por todo el costado, la
cantidad de sangre que perdían se acumulaba en el suelo.
DIOS MIO, DIOS MIO, ¿PORQUE ME HAS DESAMPARADO?.
Otro golpe martilleante se escuchó, retumbando la estructura, los pies
comenzaron a sangrar, los dos pies fueron atravesados por algo que
no se podía ver, pero unas enormes heridas, se hicieron visibles, las
sangre volvía a presidir, en aquel abitaculo. TENGO SED.
Desde sus frentes, gotas de sangre se dirigían hacia sus caras,
cubriendo los ojos y el rostro, fue bajando hasta sus pechos,
impregnando la ropa por completo.
CONSUMADO ES.
Desde el costado derecho, empezó a brotar sangre, cayendo hacia el
suelo, toda la sangre se estancaba en el mismo sitio, la imagen era
dantesca, los cuerpos de todas las personas, llenas de sangre, daba
una visión horrible, el sufrimiento cada vez era mayor y se retorcían
de dolor, dentro de sus compartimentos.
PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.
Todos los encerrados en sus habitáculos, dieron una bocanada de aire,
sentían como la boca se les llenaba de sangre, un sabor a óxido corría
por sus gargantas, el pecho empezó a contraerse, buscando un poco
de oxígeno, sentían como el alma se les iba arrebatando poco a poco,
a continuación, cerraron sus ojos, y entraron en un sueño eterno.
Las heridas de cristo se plasmaron en todos los habitantes del
planeta, comprobaron por si mismos, aquel sufrimiento.

Los ángeles se colocaron en formación en el centro de la


estructura. Rodearon a Gabriel que aún tenía su forma humana; en
cuestión de segundos se transformó en ángel. Todos desplegaron sus
alas y se arrodillaron, después cubrieron todo su cuerpo con ellas y su
piel comenzó a convertirse en piedra.
La imagen de aquellos ángeles, convertidos en piedra, y la de miles
de personas a su alrededor, crucificadas, era tremenda.

Bajo los pies de Gabriel fue formándose una bola de luz color rojizo
que aumentaba su tamaño rápidamente, hasta llegar a cubrir toda la
impresionante estructura; la luz cambiaba de color, del rojo al azul y
en su interior se podían apreciar destellos de rayos.
La esfera hizo explosión y su onda expansiva iba destrozando todo lo
que tocaba. En el resto de los países sucedía lo mismo.
Desde el espacio se podían observar cientos de explosiones; el
planeta estaba condenado.
De repente una descomunal explosión seccionó el planeta en dos; el
mundo tal como lo conocíamos había desaparecido.

Desde ese instante en el sistema solar faltaba un planeta. La Tierra.

El sufrir de cristo.

LA CUENTA ATRAS.
Seis de la mañana. Un despertador suena. Boby se despierta
sobresaltado y, a continuación, desconecta el insistente zumbido. Se
sentía aturdido; no comprendía qué
pasaba; se sentó en la cama y, pasados unos segundos, llegó a la
conclusión de que todo había sido un sueño. Comenzó a reír y dio
gracias a Dios; todo le había parecido tan real que aún temblaba. Se
acercó a la ventana, la levantó dejándola a media altura, sacando la
cabeza, observó que todo estaba en su sitio, cerró los ojos, respiró
fuertemente, inhalando el aire de la madrugada, sintió como la
frescura le penetraban los pulmones y respiró aliviado. Más calmado,
fue a la cocina para prepararse un café. Con la taza en la mano se
dirigió al salón. Se acomodó en su sillón favorito y al tomar un sorbo
de café, vio algo que no debía de estar allí. En una silla sentado se
encontraba Gabriel; no se le apreciaba bien el rostro. El salón estaba
en penumbra, la madrugada era muy cerrada y solamente una
lamparita alumbraba la sala.
¿Cómo estás Boby?
Confundido. Yo presencié todo lo que pasó; todo acabó
destruido. Vosotros nos encerrásteis, acabásteis con la raza humana.
Todo lo que pasó podría ser real, ningún ser humano puede
derrotar al Señor, quiero entregarte esto.
Gabriel, se levantó de la silla, extendió su mano, entregándole una
hoja, el manuscrito que cogió del Vaticano, se lo entregó a Boby.
Con las manos temblorosas, cogió aquel papel, y comenzó a leerlo.
El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y
allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi palabra sera tu
palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen mi voz, el Alfa y
Omega, regresará, Filadelfia será el último, siete trompetas sonarán,
la luz se convertirá en oscuridad.
Al terminar de leer, Boby quiso saber todas las dudas, que tenía.
– Tengo muchas preguntas que hacerte, ¿lo que pasó, es real?,
¿tenemos tiempo para cambiar, la historia?, ¿que significa, Filadelfia?.-
Gabriel, le respondió.-
– En 1974, se abrió el quinto sello, Tiatira, pasados 33 años, se
abrió el sexto, Sardis, cuando se abra el séptimo, no habrá marcha
atrás.- Boby, le respondió-.
– Si: Efeso, Pergamo, son las heridas de cristo en las muñecas,
Tiatira, Sardis las heridas de los pies, Esmirna, la herida de la frente,
por la corona de espinos, Laodicea, la lanza que recibió en el costado,
¿ Filadelfia, no tiene sentido?.

– Los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente


durante el trayecto que había entre el lugar donde se dictaba la
sentencia y el del suplicio. El instrumento utilizado para la flagelación,
fue el flagrum taxillatum, que se componía de un mango corto de
madera, al que estaban fijos tres correas de cuero de unos 50 cms.,
en cuyas puntas tenían dos bolas de plomo alargadas, unidas por una
estrechez entre ellas; Jesús fue flagelado por los romanos, recibió 39
latigazos,
Filadelfia, es la señal de aquellas heridas, Las bolas de plomo, caídas
con fuerza sobre el cuerpo de Jesús, hicieron toda clase de heridas:
contusiones, irritaciones cutáneas, escoriaciones y llagas.
– ¿Cuando veremos, la séptima señal?
– Si nada cambia, la séptima señal, la veréis muy pronto, el eje de la
Tierra al Polo Norte apunta a la estrella Polaris, la cual vosotros la
llamáis estrella polar, Pero hace 5,000 años, el polo norte celestial se
alineaba a la estrella llamada Alfa, creo que te suena ese nombre, la
tierra y la mayoría de los planetas de vuestro sistema se alinearán con
un agujero negro en el centro de la vía láctea, si el cambio no sucede,
el séptimo sello se abrirá. Todo depende de vosotros.

Quiero que me acompañes, tengo algo que enseñarte.


Boby cogió el coche y se dirigieron hacia el centro de la ciudad.
El día era como otro cualquiera. La gente se dirigía hacia sus
trabajos; en las calles se producían los atascos de siempre, todo era
cotidiano y rutinario, el mundo no sabía lo que había pasado.
Cuando llegaron a la altura de Central Park, Gabriel le pidió que se
detuviera. Bajaron del auto y comenzaron a pasear conversando
animadamente. La gente, amontonada, comentaba algo mirando
hacia un lugar específico. El ángel pidió a Boby que atendiera a lo que
le iba a decir y que después no volvería a verlo más.
Boby, quiero que cuentes todo, quiero que seas el nuevo
Mesías; quiero que hagas comprender a la gente que la vida sólo se
vive una vez y que hay que ser bueno y tener el corazón limpio. Si nos
volvemos a ver, todo lo que has vivido y que sólo tú recuerdas,
sucederá y esta vez no habrá una segunda oportunidad. El tiempo
corre inexorablemente; cuando el reloj se detenga, volveremos y
terminaremos lo que empezamos, mucha suerte. Lo que tarde en
detenerse ese reloj depende de vosotros.
Gabriel, extendió su mano, entregándole una caja de madera, dentro
de ella, había una pequeña bola de cristal, en su interior un árbol,
Boby removió la bola, comenzando a caer copos de nieve, cuando se
depositaron en la base, un nombre había en su interior, Filadelfia.

En ese momento Gabriel desapareció.


Boby se dirigió hacia donde la gente miraba, mezclándose con
ellos. El objeto de las curiosas miradas de los paseantes era una
estatua de piedra con forma de ángel; su imagen era bellísima, de pie,
con las alas desplegadas, alcanzando una altura similar a la de cuatro
pisos.
Boby se quedó paralizado y empezó a comprendedlo todo. En los
pies del ángel había una especie de reloj digital, con los números en
rojo. Los dígitos del reloj estaban formados por unos extraños
símbolos ininteligibles, en total había siete y cada uno se movía de
forma diferente y sin sentido.
Para los curiosos observadores aquello no tenía sentido.
No comprendían que al ser humano se le había dado otra
oportunidad.
¿Volveremos a estropearlo todo? ¿Comprenderemos al fin por qué
estamos aquí? ¿Conseguiremos aprender de nuestros errores?
¿Aprovecharemos el tiempo que se nos dio para cambiar?
Nadie puede saberlo.
Sólo Dios tiene las respuestas a esas preguntas.
Fin del planeta.

APOCALIPSIS
Capítulo 1
La revelación de Jesucristo.

1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus


siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola
por medio de su ángel a su siervo Juan,
1:2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de
Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está
cerca.

Salutaciones a las siete iglesias.

1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono;
1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de
nuestros pecados con su sangre,
1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e
imperio por los siglos de los siglos. Amén.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.
Sí, amén.
1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y
que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

Una visión del Hijo del Hombre

1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación,


en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada
Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una
gran voz como de trompeta,
1:11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.
Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están
en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea.
1:12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi
siete candeleros de oro,
1:13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del
Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por
el pecho con un cinto de oro.
1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como
nieve; sus ojos como llama de fuego;
1:15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un
horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada
aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en
su fuerza.
1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
1:18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los
siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de
ser después de estas.
1:20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de
los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las
siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete
iglesias.

Capítulo 2
Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso

2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete


estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros
de oro, dice esto:
2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no
puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser
apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente
por amor de mi nombre, y no has desmayado.
2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero
de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las
cuales yo también aborrezco.
2:7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio
del paraíso de Dios.

El mensaje a Esmirna

2:8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el


postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:
2:9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres
rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino
sinagoga de Satanás.
2:10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará
a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y
tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré
la corona de la vida.
2:11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que
venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

El mensaje a Pérgamo

2:12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la


espada aguda de dos filos dice esto:
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros,
donde mora Satanás.
2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balaca poner tropiezo
ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a
cometer fornicación.
2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas,
la que yo aborrezco.
2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé
contra ellos con la espada de mi boca.
2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita
blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno
conoce sino aquel que lo recibe.

El mensaje a Tiatira.

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que


tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido,
dice esto:
2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y
que tus obras postreras son más que las primeras.
2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer
Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a
fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.
2:21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación.
2:22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con
ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.
2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo
soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno
según vuestras obras.
2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no
tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las
profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga;
2:25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
2:26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré
autoridad sobre las naciones,
2:27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de
alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
2:28 y le daré la estrella de la mañana.
2:29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Capítulo 3
El mensaje a Sardis

3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete


espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras,
que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
3:2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque
no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3:3 Acuérdate,
pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si
no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré
sobre ti.
3:4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado
sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son
dignas.
3:5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré
su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi
Padre, y delante de sus ángeles.
3:6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Filadelfia

3:7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el


Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra,
y cierra y ninguno abre:
3:8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza,
has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
3:9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen
ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan
y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
3:10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también
te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo
entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno
tome tu corona.
3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y
nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y
el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
3:13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Laodicea

3:14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el


testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente!
3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca.
3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna
cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo.
3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en
fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no
se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio,
para que veas.
3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete.
3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así
como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
3:22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Capítulo 4
La adoración celestial

4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y


la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo:
Sube acá, y yo te mostraré las cosas que
sucederán después de estas.
4:2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono
establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.
4:3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de
jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris,
semejante en aspecto a la esmeralda.
4:4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en
los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con
coronas de oro en sus cabezas.
4:5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del
trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus
de Dios.
4:6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al
cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes
llenos de ojos delante y detrás.
4:7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era
semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el
cuarto era semejante a un águila volando.
4:8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor
y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de
decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era,
el que es, y el que ha de venir.
4:9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción
de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos
de los siglos,
4:10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado
en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan
sus coronas delante del trono, diciendo:
4:11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder;
porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron
creadas.

Capítulo 5
El rollo y el Cordero

5:1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un


libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
5:2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno
de abrir el libro y desatar sus sellos?
5:3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía
abrir el libro, ni aun mirarlo.
5:4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno
de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5:5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la
tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar
sus siete sellos.
5:6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes,
y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado,
que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus
de Dios enviados por toda la tierra.
5:7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado
en el trono.
5:8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los
veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían
arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los
santos;
5:9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el
libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre
nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
5:10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra.
5:11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de
los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de
millones,
5:12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de
tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la
gloria y la alabanza.
5:13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo
de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir:
Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la
honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
5:14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro
ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los
siglos de los siglos.

Capítulo 6
Los sellos

6:1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los


cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
6:2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un
arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.
6:3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que
decía: Ven y mira.
6:4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado
poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se
le dio una gran espada.
6:5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía:
Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba
tenía una balanza en la mano.
6:6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía:
Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un
denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
6:7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que
decía: Ven y mira.
6:8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por
nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la
cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con
mortandad, y con las fieras de la tierra.
6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que
habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el
testimonio que tenían.
6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la
tierra?
6:11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen
todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus
consiervos y sus hermanos, que
también habían de ser muertos como ellos.
6:12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran
terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se
volvió toda como sangre;
6:13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera
deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
6:14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y
todo monte y toda isla se removió de su lugar.
6:15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los
poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y
entre las peñas de los montes;
6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondernos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de
la ira del Cordero;
6:17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
sostenerse en pie?

Capítulo 7
Los 144,000 sellados.

7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro


ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para
que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre
ningún árbol.
7:2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el
sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes
se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
7:3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles,
hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro
Dios.
7:4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil
sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
7:5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce
mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.
7:6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce
mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.
7:7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce
mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.
7:8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce
mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
La multitud vestida de ropas blancas
7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie
podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que
estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de
ropas blancas, y con palmas en las manos;
7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a
nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
7:11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los
ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus
rostros delante del trono, y adoraron a Dios,
7:12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción
de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por
los siglos de los siglos. Amén.
7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están
vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han
salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y lashan
emblanquecido en la sangre del Cordero.
7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche
en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su
tabernáculo sobre ellos.
7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni
calor alguno;
7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y
los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de
los ojos de ellos.

Capítulo 8
El séptimo sello

8:1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por
media hora.
8:2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les
dieron siete trompetas.
8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario
de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de
todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
8:4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del
incienso con las oraciones de los santos.
8:5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo
arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un
terremoto.

Las trompetas

8:6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a
tocarlas.
8:7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y
fuegomezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la
tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba
verde.
8:8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña
ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del
mar se convirtió en sangre.
8:9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el
mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.
8:10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran
estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la terceraparte de
los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.
8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las
aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de
esas aguas, porque se hicieron amargas.
8:12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera arte del
sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas,
para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en
la tercera parte del día, y asimismo de la noche.
8:13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a
gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los
otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!

Capítulo 9

9:1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del
cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.
9:2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de
un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.
9:3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder,
como tienen poder los escorpiones de la tierra.
9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa
verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no
tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
9:5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen
cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando
hiere al hombre.
9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la
hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.
9:7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados
para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras
eran como caras humanas;
9:8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de
leones;
9:9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era
como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la
batalla;
9:10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus
colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses.
9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en
hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.
9:12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.
9:13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro
cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,
9:14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los
cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.
9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados
para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los
hombres.
9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos
millones. Yo oí su número.
9:17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían
corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos
eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y
azufre.
9:18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres;
por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.
9:19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas;
porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas
dañaban.
9:20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni
aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de
adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce,
de piedra y de madera, las cuales no pueden
ver, ni oír, ni andar;
9:21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni
de su fornicación, ni de sus hurtos.

Capítulo 10
El ángel con el librito

10:1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube,
con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies
como columnas de fuego.
10:2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre
el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
10:3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado,
siete truenos emitieron sus voces.
10:4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a
escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los
siete truenos han dicho, y no las escribas.
10:5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su
mano al cielo,
10:6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo
y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y
el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,
10:7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él
comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como
él lo anunció a sus siervos los profetas.
10:8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma
el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre
el mar y sobre la tierra.
10:9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo:
Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce
como la miel.
10:10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era
dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó
mi vientre.
10:11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos
pueblos, naciones, lenguas y reyes.

Capítulo 11
Los dos testigos
11:1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir,
y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los
que adoran en él.
11:2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo
midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la
ciudad santa cuarenta y dos meses.
11:3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos
sesenta días, vestidos de cilicio.
11:4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están
en pie delante del Dios de la tierra.
11:5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y
devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir
él de la misma manera.
11:6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en
los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para
convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas
veces quieran.
11:7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del
abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.
11:8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en
sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro
Señor fue crucificado.
11:9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus
cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.
11:10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se
alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos
profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
11:11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de
vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran
temor sobre los que los vieron.
11:12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y
subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
11:13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la
ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete
mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del
cielo.
11:14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

La séptima trompeta

11:15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el


cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro
Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.
11:16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de
Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
11:17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que
eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder,
y has reinado.
11:18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de
juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a
los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los
grandes, y de destruir a los que destruyen la
tierra.
11:19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto
se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un
terremoto y grande granizo.

Capítulo 12
La mujer y el dragón

12:1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol,
con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce
estrellas.
12:2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia
del alumbramiento.
12:3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón
escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas
siete diademas;
12:4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y
las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que
estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como
naciese.
12:5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a
todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
12:6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por
Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.
12:7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguely sus ángeles
luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;
12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se
llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a
la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
12:10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad
de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de
la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la
muerte.
12:12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a
vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
12:13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra,
persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
12:14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que
volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es
sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
12:15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un
río, para que fuese arrastrada por el río.
12:16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y
tragó el río que el dragón había echado de su boca.
12:17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a
hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesucristo.

Capítulo 13
Las dos bestias

13:1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que
tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y
sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.
13:2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como
de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su
trono, y grande autoridad.
13:3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida
mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,
13:4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá
luchar contra ella?
13:5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias;
y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.
13:6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su
nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos.
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no
estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado
desde el principio del mundo.
13:9 Si alguno tiene oído, oiga.
13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a
espada, a espada debe ser muerto.

Aquí está la paciencia y la fe de los santos.


13:11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos
cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón.
13:12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de
ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera
bestia, cuya herida mortal fue sanada.
13:13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace
descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.
13:14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le
ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los
moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la
herida de espada, y vivió.
13:15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para
que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.
13:16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres
y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la
frente;
13:17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la
marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.
13:18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el
número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es
seiscientos sesenta y seis.

Capítulo 14
El cántico de los 144,000

14:1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte


de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre
de él y el de su Padre escrito en la frente.
14:2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como
sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que
tocaban sus arpas.
14:3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los
cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el
cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
redimidos de entre los de la tierra.
14:4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son
vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va.
Estos fueron redimidos de entre los
hombres como primicias para Dios y para el Cordero;
14:5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha
delante del trono de Dios.

El mensaje de los tres ángeles

14:6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda
nación, tribu, lengua y pueblo,
14:7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora
de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el
mar y las fuentes de las aguas.
14:8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia,
la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del
vino del furor de su fornicación.
14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora
a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su
mano,
14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y
azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no
tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su
imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
14:13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el
Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus
obras con ellos siguen.

La tierra es segada
14:14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado
semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de
oro, y en la mano una hoz aguda.
14:15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que
estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de
segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
14:16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra,
y la tierra fue segada.
14:17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo
también una hoz aguda.
14:18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y
llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz
aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están
maduras.
14:19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre
hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.

Capítulo 15
Los ángeles con las siete postreras plagas

15:1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que


tenían las siete plagas postreras; porque en ellas seconsumaba la ira
de Dios.
15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los
que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su
marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con
las arpas de Dios.
15:3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del
Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios
Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues
sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te
adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el
templo del tabernáculo del testimonio;
15:6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete
plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor
del pecho con cintos de oro.
15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete
copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los
siglos.
15:8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su
poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen
cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Capítulo 16
Las copas de ira

16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id
y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.
16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una
úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de
la bestia, y que adoraban su imagen.
16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se
convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había
en el mar.
16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el
que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas,
también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.
16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor
Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado
quemar a los hombres con fuego.
16:9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el
nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria.
16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su
reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,
16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus
úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el
agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los
reyes del oriente.
16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la
boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;
16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los
reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de
aquel gran día del Dios Todopoderoso.
16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y
guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
16:16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran
voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran
temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás
desde que los hombres han estado sobre la tierra.
16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de
las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de
Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.
16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del
peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la
plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.

Capítulo 17
Condenación de la gran ramera

17:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la
sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas
aguas;
17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores
de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.
17:3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada
sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía
siete cabezas y diez cuernos.
17:4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de
oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de
oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación;
17:5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE
LA TIERRA.
17:6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de
los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran
asombro.
17:7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio
de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y
los diez cuernos.
17:8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo
e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres
no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida,
se asombrarán viendo la bestia que era y
no es, y será.
17:9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas
son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,
17:10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún
no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
17:11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre
los siete, y va a la perdición.
17:12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han
recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes
juntamente con la bestia.
17:13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su
autoridad a la bestia.
17:14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él
es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son
llamados y elegidos y fieles.
17:15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se
sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.
17:16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la
ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la
quemarán con fuego;
17:17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él
quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se
cumplan las palabras de Dios.
17:18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los
reyes de la tierra.

Capítulo 18
La caída de Babilonia

18:1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran
poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
18:2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran
Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo
espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
18:3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los
mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus
deleites.
18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para
que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus
plagas;
18:5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha
acordado de sus maldades.
18:6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus
obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el
doble.
18:7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle
de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada
como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;
18:8 por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y
hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el
Señor, que la juzga.
18:9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han
vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando
vean el humo de su incendio,
18:10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay,
de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora
vino tu juicio!
18:11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre
ella, porque ninguno compra más sus mercaderías;
18:12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de
lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa,
de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre,
de hierro y de mármol;
18:13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino,
aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y
esclavos, almas de hombres.
18:14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las
cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las
hallarás.
18:15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa
de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y
lamentando,
18:16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de
lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de
piedras preciosas y de perlas!
18:17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y
todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los
que trabajan en el mar, se pararon lejos;
18:18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo:¿Qué
ciudad era semejante a esta gran ciudad?
18:19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y
lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los
que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas;
pues en una hora ha sido desolada!
18:20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y
profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
18:21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de
molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será
derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.
18:22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no
se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en
ti, ni ruido de molino se oirá más en ti.
18:23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de
esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de
la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las
naciones.
18:24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de
todos los que han sido muertos en la tierra.

Capítulo 19
Alabanzas en el cielo

19:1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo,


que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor
Dios nuestro;
19:2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la
gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha
vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.
19:3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos
de los siglos.
19:4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se
postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono,
y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
19:5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos
sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.
19:6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de
muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya,
porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado
las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos.

La cena de las bodas del Cordero

19:9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son


llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son
palabras verdaderas de Dios.
19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo
hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el
testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el
espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el


que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y
pelea.
19:12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza
muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía
sino él mismo.
19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es:
EL VERBO DE DIOS.
19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y
limpio, le seguían en caballos blancos.
19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las
naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino
del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
19:16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY
DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
19:17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz,
diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y
congregaos a la gran cena de Dios,
19:18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de
fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y
esclavos, pequeños y grandes.
19:19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos,
reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su
ejército.
19:20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había
hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los
que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen.
Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde
con azufre.
19:21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca
del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes
de ellos.

Capítulo 20
Los mil años

20:1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y
una gran cadena en la mano.
20:2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y
Satanás, y lo ató por mil años;
20:3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para
que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil
años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad
de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio
de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni
en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino
que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
20:7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su
prisión,
20:8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro
ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la
batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.
20:9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió
fuego del cielo, y los consumió.
20:10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y
azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
El juicio ante el gran trono blanco

20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de


delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró
para ellos.
20:12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los
libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la
vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas
en los libros, según sus obras.
20:13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el
Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados
cada uno según sus obras.
20:14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es
la muerte segunda.
20:15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
lago de fuego.

Capítulo 21
Cielo nuevo y tierra nueva

21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la


primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de
Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y
Dios mismo estará con ellos como su Dios.
21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras
cosas pasaron.
21:5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas
todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y
verdaderas.
21:6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el
fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua
de la vida.
21:7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él
será mi hijo.
21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los
fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán
su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
segunda.

La nueva Jerusalén

21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo:
Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró
la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una
piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
21:12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas,
doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de
los hijos de Israel;
21:13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas;
al occidente tres puertas.
21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los
doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro.
21:16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual
a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la
longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de
hombre, la cual es de ángel.
21:18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro
puro, semejante al vidrio limpio;
21:19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con
toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro;
el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el
octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo,
jacinto; el duodécimo, amatista.
21:21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era
una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como
vidrio.
21:22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero.
21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en
ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
21:24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella;
y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá
noche.
21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace
abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el
libro de la vida del Cordero.
Capítulo 22
22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero.
22:2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río,
estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes
su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará
en ella, y sus siervos le servirán,
22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
22:5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de
lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y
reinarán por los siglos de los siglos.

La venida de Cristo está cerca

22:6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el


Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para
mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro.
22:8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube
oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me
mostraba estas cosas.
22:9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo,
de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de
este libro. Adora a Dios.
22:10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro,
porque el tiempo está cerca.
22:11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea
inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el
que es santo, santifíquese todavía.
22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra.
22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el
último.
22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al
árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.
22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios,
los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
22:16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas
cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella
resplandeciente de la mañana.
22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el
que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente.
22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de
este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las
plagas que están escritas en este libro.
22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía,
Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las
cosas que están escritas en este libro.
22:20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en
breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
22:21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.
Amén.
Apocalíptico

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