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CHRISTIAN PLANTIN LA ARGUMENTACION historia, teorias, perspectivas Prologo: ROBERTO MARAFIOTI Traduccién: NORA ISABEL MUNOZ Editorial Biblos “ (Christian Plantin epistemol6gico. La lengua sera asi considerada, si no como “fascista” (Barthes), al menos como torpe, y a veces agresiva. Se debe sin embar- go atemperar estas conelusiones. Las orientaciones de un enunciado, al no ser todas de orden lingifstico, son multiples y contradictorias si hace buen tiempo, voy a pasear o voy a lavar la ropa. No se debe olvidar que todo enunciado se vuelve inestable pro- yeetindose fuera de s{ mismo, bajo el efecto de la orden “/Busque la continuacién!”. El enunciado prove para esta reconstruccién unas indicaciones propiamente lingtifsticas, que ponen sobre la pista, pero se mantienen atin insuficientes; no se puede prescindir de los indicios contextuales para reconstruir la intencién-conclusién. Esta fuerza abductiva, creadora de hipétesis, es un estimulo fundamental del pensamiento hablado. Encuentra su primer control critico en la confrontacién dialogada (ver eap. 1V). Capiruto IT Entimemas, topot y tipologias Uno de los méritos esenciales del Tratado de ia argumentacién (ra) de Perelman y Olbrechts-Tyteca es haber fundado el estudio de la argumentacién sobre las “técnicas argumentativas’. De esta manera, le proveyé a la argumentacién una rica base empirica de esquemas, que hacen la especificidad de esta practica linguifstica. La reflexisn se encuentra reorientada hacia la importante problematica de los topot (esquemas, tipos de argumentos) y la nocién correlativa de entimema, frecuentemente reducido a la de silogismo incompleto. La idea de que algunas formas discursivas identificables con precisién jueguen un rol esencial dentro de la argumentacién conduce a interrogarnos sobre la posibilidad de un inventario organizado de tales formas, es decir, sobre la tipologia de los argumentos. 1. El Tratado de la argumentacién 1. Definicién E] Tratado de la argumentacién define “el objeto de la teoria (de Ja argumentacién]” como “el estudio de las téenicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesién de los espiritus a las tesis presentadas para su asentimiento” (74, 34). Este definicién recibe més adelante un complemento que la relaciona con la accién y la toma de decisiones: “Una argumentacién eficaz es la que consigue aumentar esta intensidad de adhesién de manera que deseneadene en los oyentes la accién prevista (accién positiva 0 abstencién) o, al ‘menos, que cree, en ellos, una predisposicién, que se manifestard en el ‘momento oportuno” (TA, 91). Estas definiciones plantean en principio el problema del estatuto del lenguaje y de la persuasién. tas) 46 Christian Plantin El lenguaje y el auditorio. La mencién de las técnicas discursivas hace de la argumentacién una rama del anélisis del discurso pero, en la préetica, el Tratado se preocupa poco del lenguaje y asimila por ‘momentos la perspectiva argumentativa con la perspectiva psicolégica (74, 649); en la biisqueda de la adhesién de los espiritus, la mediacién del lenguaje muestra una tendencia a desaparecer. Al mismo tiempo, la apelacién al didlogo parece fundamental, en la medida en que el Tratado se propone mostrar “que en todos los niveles aparecen las mismas técnicas de argumentacién, tanto en la discusién en una reunién familiar como en el debate en un medio especializado” (74, 39) pero muy répidamente el encuentro argu- mentativo se encuadra como una conversacién no igualitaria, sin circulacién de a palabra; los otros espfritus no tienen otra posibilidad que la de adherir en mayor o menor medida a las tesis. La discusin es redefinida como la destinacién a un auditorio en la perspectiva de la retérica elocuente. El Tratado deriva de aqu{ una nueva nocién, la de auditorio universal, caracterizada por su unanimidad. Esta idea reguladora, stiperego o dngel guardian que vela por el discurso para asegurar su racionalidad y su conformidad al interés general, no es ‘una nocién dialéetica; la racionalidad perelmiana es universalizan- te y no critica, Este propésito universalizante tiene consecuencias importantes. En primer lugar, se ve mas favorecido por el discurso escrito que por el oral: “No tenemos motivos para limitar este estu- dio a la presentacidn oral de una argumentacién ni para limitar a una muchedumbre congregada en una plaza el tipo de auditorio al que va dirigida la argumentacién” (37). El auditorio universal es un auditorio de lectores. En consecuencia, nos podemos preguntar si el Tratado de argumentacién es efectivamente una nueva retorica: si, en la medida en que hace referencia continuamente a las retéricas antiguas y clasieas; no, dado que el gesto y Ia voz son excluidos de su campo (37), y que los afectos no reciben ningiin tratamiento especifico (ver eap. VD. Persuadir y convencer. Al poner en primer plano la adhesién de los es- piritus en a definici6n de la argumentacién, el 7A retoma un elemento esencial de la definicién tradicional de la retériea como “obrera” de persuasién. Propone “lamar persuasiva a la argumentacién que s6lo pretende servir para un auditorio particular, y nominar convincente a la que se supone que obtiene la adhesién de todo ente de razén” (TA, 67). Bstas nociones de persuasién y de conviccién, citadas en relacién con la argumentacién, son retomadas frecuentemente como que “van de suyo”. Sin embargo, es necesario recordar que el estudio de estos, Entimemas, opot y tipologias aT pprocesos est a cargo de la psicologia, que cuenta entre sus objetos fundamentales el estudio teérico y experimental de las influencias sociales (la persuasi6n, la sugesti6n, la incitacién...) sobre las acti- tudes, las ideas y las acciones de los individuos 0 de los grupos. El estudio de la persuasion, de origen verbal y no verbal, no puede hacer abstraccién de esos trabajos. 2. Los tipos de argumentos Un aporte esencial del Tratado es su inventario de formas argu- mentativas, Se encuentra allf un contenido de descripeién empfrica incomparable: “Mas de ochenta tipos de argumentos, unas obser- vaciones esclarecedoras sobre la funcién argumentacién de més de sesenta y cinco figuras” opuesta, sin matices, ala “Idgica avergonzada” de Toulmin (Conley, 1984: 180-181). En efecto, toda la problemstica fandamental de los topoi y de los entimemas es introducida de este ‘modo dentro del campo de la argumentacién. El argumento “del des- pilfarro” servird para introducir estos conceptos: El argumento del despilfarro consiste en decir que, puesto que ya se ha comenzado una obra, aceptado sacrificios que serian inttiles en caso de renunciar a la empreso, es preciso ‘proseguir en la misma direccién. Bs la justificaciéa proporcio- ‘nada por el banquero que sigue prestando al deudor insolvente esperando, en resumidas cuentas, sacarlo a flote. (74, 430; ver Ryan, 1984) Elenunciado que hemos puesto en cursiva es un fopos, un esquema argumentativo: los agentes son impersonales (“se”)y las situaciones muy generales (‘comenzar, obra, empresa, sacrificios, direccién”). Este fopos pone en relacién: © unasituacién inicial compleja: el argumento (a) “se ha comenzado ‘una obra’ (6) “esta obra es dificil"; (c) “no se ha obtenido nada’; (d) es imposible detenerse, porque (e) *si se detiene, se pierde todo”, con | + una situacién inferida, la conclusién (f) “es necesario continuar en la misma direccién”. ‘Todas estas condiciones son cruciales, por ejemplo (e): si se trata de una obra cuyos resultados son acumulativos (del tipo de ejercicios musculares), entonces se podria justificar la detencién diciendo “algo 8 Christian Plantin es algo, peor es nada”. Como en el easo de Toulmin, este topos no liga Jos enunciados, sino que “ealea” la argumentacién toda entera. Ciertamente, se lo podrfa formalizar més pero, tal como esté, oftece un excelente soporte para el entimema que usa el banquero, el jugador que continiia el juego después de haber perdido mucho, el estudiante que decide continuar sus estudios a pesar de su malas notas y muchos otros. Este topos es vulnerable a un contradiscurso del tipo de “Hemos perdido ya demasiado tiempo hasta aca”. Esta emparentado con el topos proverbial “No se cambia de caballo en mitad del rio” (versus “0 cambias o te ahogas”). Esta ligado igualmente al argumento del dedo en el engranaje (no se debe comenzar porque, si se comienza, no se podrd detener més), topos que justifica la abstencién, en tanto que el argumento del despilfarro es el de la perseverancia en la accién. I. Entimema Si bien el concepto de sopos ha sido retomado por las teorias mo- deras de la argumentacién, no ocurre lo mismo con el de entimema, lo que resulta paradéjico, ya que, como acabamos de ver, las dos nociones son correlativas: el topos es una forma abstracta, general, que sobreentiende los entimemas correspondientes. El término no es usado mas que en el sentido restringido de “silogismo ineompleto”. Es importante restituir su fortaleza, porque a través del entimema se plantea toda la cuestiGn del estilo argumentativo. 1. Como discurso que impone lo implicito La Logique (1662) de Arnauld y Nicole definia el entimema como un “verdadero silogismo dentro del espiritu, porque éste repone la pro- posicién que no esté expresada, que est imperfecta en la expresién, y coneluye en virtud de esta proposicién sobreentendida” (Logique, 180). Una premisa esta omitida (‘Los hombres son falibles, ti eres falible”, o bien: “Ti eres un hombre, ti eres falible”),o la conclusion (‘Los hombres son falibles, considera que tt eres hombre!"). El origen de Ia definicién del entimema como silogismo trunco est discutido. Sea como fuere, Aristételes earacteriza el entimema como un silogismo extrafdo de un pequeno mtimero de proposiciones: Siuna de las premisas es conocida, no es necesario enunciar- la; el oyente la repone; por ejemplo, para coneluir que Dorieus ‘Entimemas, topo! y tipologias 49 hha recibido una corona como premio a su vietoria. aleanza con decir: él ha vencido en Olimpia; es instil afadir: en Olimpia el vencedor recibe una corona; es un hecho conocido por todo el mundo. (Ret, 1, 1357810, p. 80) Estamos simplemente frente a un discurso que respeta el principio de economia. En un contexto de consenso, se puede contar legitima- ‘mente con la eooperacién del interlocutor. Pero en una situacién de argumentacién lo que es “conocido por todos” no va de suyo. Aceptar ‘una informacién es constituir un terreno de entendimiento con el interlocutor/adversario, “poner el dedo en el engranaje” que condu- ce a la aceptacién de su proposicién. Todo argumento aspira a ser aceptado como “conocido por todos”, y, como diria Duerot, aceptar el argumento es ya aceptar la conclusidn. El problema se desplaza del entimema propiamente dicho hacia el entimemismo, es decir hacia ‘un golpe estratégico, que se propone imponer un elemento presen- ‘tandolo como que va de suyo. A partir de “él es rico, pero honesto”, ‘al interlocutor debe reconstruir como ley general “los ricos son xgeneralmente deshonestos”. El entimema entonces se define como ‘una co-construceién forzada, y sabemos que contradecir lo implicito es lo més costoso. 2. Como argumentacién concreta En griego antiguo, entimema significa “idea, pensamiento”. Este sentido se mantiene vivo durante toda la ret6rica antigua. Aristételes hace del entimema el medio de prueba deductivo caracteristico de la ret6rica (Ret., 1, 1856b2, p. 78), que se apoya sobre el fondo del debate, en oposicién a los medios de persuadir fundados sobre las emociones 0 la presencia del locutor. El siguiente pasaje define correlativamente, como hemos visto para el argumento del despilfarro, el entimema y el topos fundado sobre los contrarios: Un lugar [topos] de los entimemas demostrativos se extrac de los contrarios: es necesario examinar si el contrario de un sujeto tiene un predicado contrario al del primero; refutar en Ia negacién; confirmar en la afirmacién; sostener por ejemplo que ser folerante es bueno, visto que ser intolerante es dafiino; 0, como en el diseurso en favor de los meenos: “Sila guerra es I causa de nuestros males, es necesario repararlas con la paz’. (Ret. tt, 1897a7-19, p. 115) 50 Christian Plantin La importancia de la manipulacién de los contrarios en el discurso argumentativo es tal que a veces se le da el nombre de entimema a las {6rmulas que juegan sobre los contrarios. En tanto que elemento més destacado, el entimema de los contrarios (cualquiera sea el tipo de contradiecién) se apropia del nombre de la clase de quien es parangén: “Aunque todo pensamiento podria ser denominado entimema, dado que el que resuilta de la oposicién de los contrarios parece ser el mas sutil, se apropia del nombre general. [Por ejemplo:] Aquella a quien no le reprochas nada, ti la condenas; aquella de quien dices que te ‘ha hecho bien, jt le haces mal!” (Cicerén, Top., § 58). El entimema es acé la formula condensada donde se concentra la sustancia de la argumentacién. La nocién anuda el estudio de la argumentacién al del eslogan, de la formula y del estilo, Se nos conduce a repensar Ia relacién prueba-ornamento del discurso no como polos antinémicos sino como ensamblados. Ornar es “equipar”; el entimema orna el dis- curso como la vela orna el navio, haciéndolo funcionar eficazmente. ILL Topos La nocién de fopos permite expresar la especificidad de los enca- denamientos argumentativos, pero no alcanza evidentemente para rendir cuenta de la totalidad de las relaciones dentro de un discurso argumentativo: las conexiones en las fronteras de este discurso es- capan a los topo y son operadas por organizadores discursivos; por ejemplo, el anuncio "Yo propondré tres argumentos”, un argumento extraido de la observacién, que le sucede a un argumento extraido de un libro santo y un argumento por los contrarios. Los encadena- mientos t6picos se encuentran dentro de esas secuencias, y no en sus fronteras La palabra topos es de origen griego, corresponde al latin locus com- munis, de donde proviene el espafiol /ugar comin [fr. liew commun]. Fundamentalmente un fopos es (a) un elemento de una topica, una t6pica es una heuristica, un arte de colectar informaciones y de hacer merger los argumentos; (b) por especificacién de (a), un esquema discursivo caracteristico de un tipo de argumento. La teoria de la argumentacién en la lengua redefinis los topot como unos prineipios generales, comunes, “presentados como aceptados por la colectividad” (Duerot, 1990: 102-104), que ponen en relacién gradual propiedades o predicados que son también gradualles (fdem: 102; 106- 115). Este concepto es comparable al de estereotipo en seméntica y al de conjunto [f. faisceau] en logica natural. Entimemas, topo! y tipologias 51 1. Bl topos sustancial y las preguntas tépicas Una t6pica es un sistema empirico de recoleccién, produccién y tratamiento de la informacién con finalidades multiples (narrativa, descriptiva, argumentativa) esencialmente préetieas, que funcionan dentro de una comunidad relativamente homogénea en cuanto a sus representaciones y sus normas. Las t6picas expresan una ontologia popular que oscila entre lo cognitivo y lo lingiiistico. Posen diferen- tes grados de generalidad, cuya expresién mas habitual es “quién ha hecho qué, cudndo, dénde, e6mo, por qué...”. En este sentido, se habla de topos (0 de lugar) de la persona, del objeto, eteétera, Cada una de estas preguntas se divide en subpreguntas, De esta ‘manera, el examen de la persona se hace bajo la pregunta “iquién?” yadmite las subpreguntas sobre el nacimiento, el nombre, la familia, la nacién, la patria, el sexo, la edad, la educaciér, la formacién, la constitucién psiquica, las disposiciones de cardcter, los estados emo- cionales, el género de vida, la profesion, las pretensions e ideales, las actividades generales y profesionales, los discursos que ha sostenido. Estas subeategorias corresponden a las lineas de estructuracién de una doxa, conglomerado que constituye una teoria esponténea de la persona. E] conjunto de respuestas a esta gama de preguntas permite construir retratos argumentativos. Es un sistema que genera discurso: el ejemplo de Toulmin (ver cap. 1!) apela a un argumento extraido del lugar de nacimiento. Se podria argumentar también a partir de los habitos de Harry (“Toma el té a las cinco, debe ser de nacionalidad briténica’”). tras t6picas corresponden a dominios espectficos. Por ejemplo, la topica de la deliberacién politica esta constituida por el conjunto de las preguntas que conviene plantearse antes de tomar la deci- sign de adoptar o de rechazar una medida de interés general. “Esta ‘medida jes legal, justa, honorable?, goportuna?, gutil?, snecesaria?, aposible?, sfécil?, gagradable? ;Cudles son las consecuencias previsi bles?” (Nadeau, 1958: 62). El examen de ejemplos concretos muestra que la fortaleza y la simplicidad de este sistema t6pico lo vuelven un instrumento particularmente eficaz, Las t6picas pueden recibir muchas formas: afirmativa, interro- gativa o imperativa; por ejemplo, la t6pica deliberativa puede ser puesta bajo la forma: ‘+ Interrogativa: “Si usted quiere saber si tal medida es 0 no reco- mendable, entonces pregtintese si es justa, necesaria, realizable, gloriosa, rentable.” La t6piea se utiliza como ura heuristica. 2 Christian Plantin © Preseriptiva: “Si usted desea recomendar una medida, muestre que es justa...”. © Asertiva; bajo esta forma, la t6pica sirve al andlisis y la critica de tun diseurso: “El discurso muestra que la medida es justa, necesaria, sloriosa; (pero) no dice nada sobre sus consecuencias y sobre las modalidades précticas de su realizacién”. 2. El topos como forma de argumentos En palabras de Aristételes, un topos es aquello bajo lo cual “se ordenan varios entimemas” (Ret., Il, 1408815-16, p. 134), como ya hemos visto. Es un esquema discursivo, capaz de formalizar y ge- nerar argumentaciones coneretas. Estos topoi no se constituyen en t6picas bajo el modelo precedente. Se corresponden muy bien con los tipos formales de argumentaciones. Se pueden representar de una manera mas 0 menos abstracta; por ejemplo, el topos “con mas razén” (a fortiori) * El fopos: si *P es O” es mas verosimil (mas recomendable...) que “B es 0”, y si “P es O” es falso / no es verosimil (recomendable), entonces “E es O” es falso / no verosimil (recomendable) * Unentimema: “Silos profesores no saben nada, con més razén los alunos”. Estos esquemas pueden ser incluidos dentro de un tema o dominio discursivo, Por ejemplo, el topos precedente puede especificarse para el género “discurso de consuelo” segtin la forma abstracta: “El hecho de que «la muerte no debe aleanzar a la gente joven» es mas aceptable (més normal...) que «la muerte no debe aleanzar a la gente anciana»; usted sabe que a su alrededor muere gente joven; jentonces acepte la muerte, dado que usted es anciano!”. Esta forma es subyacente al enunciado “Otros se han muerto mas jévenes”, que supone invitar a Ja resignacidn a los ancianos moribundos y consolar a los vivos de Ja pérdida de un familiar anciano. El topos corresponde asi a una argumentacién completa, que se trata de enunciar en una instancia Judicial: “Ti dices que has sido condenado por error (que lo que te sucede es doloroso ¢ injusto...) y yo te creo. Cristo es El Inocente por excelencia. Ahora bien, Cristo ha aceptado una muerte injusta. Tii debes entonces aceptar esta injusticia”. Una vez encontrado y adaptado correctamente al caso, queda toda- via por simplificar el fopos. Eventualmente, el discurso se despegard Entimemas, topo! y tipologias 53 de su contexto de produccién argumentativo para devenir descriptivo y literario, Reencontramos aqui el concepto de topos utilizado por Curtius (1956: 180) para designar un dato sustancial (tema, materia, “argumento”), permanente, amplificable y adaptable, en el limite con el arquetipo. 3. Conelusiones Globalmente, constatamos que, en todos los casos, las definiciones de los “opo! van de un polo formal hasta un polo sustancial. Se carac- terizan siempre por su plausibilidad inherente, que se comunica a los, discursos en los cuales intervienen, sea que el topos esté expresamente citado, que se mencione por una alusién o que constituya el esquema profundo que otorga coherencia al discurso. IV. Tipologia de los argumentos La tipologia de las formas t6picas corresponde a una tipologia de Jos argumentos. Se podrian oponer los modelos de la argumentacién donde la cuestién de la tipologia no se plantea (Ducrot, Grrize) a los ‘modelos con tipologia, o més simplemente con listado de argumen- tos. La enumeracién de Aristoteles en Ia Retérica (11, 189727 88. p. 115) puede ser considerada como la madre de todas las tipologias; es necesario, de todos modos, engrosarla eon cientos de topot derivados de las tres formas fundamentales de predicacién (eccidente, género propio, definicién) de los Tépicos, que orientaron toda la reflexién medieval sobre la argumentacién. Entre las tipologias modernas, seialaremos la de Perelman y Olbrechts-Tyteca 11976), Toulmin, Rieke y Janik (1979) o incluso ia de Kienpointner (1992) y de Walton (1996). Nos limitaremos aqui a recordar dos tipologias menos conoci- das, que introducen, ambas, una dimensién eritica: lade John Locke, fandadora de una argumentacién que toma la ciencia como modelo, y la de Jeremy Bentham que se orienta al eampo particular de los *sofismas politicos”. 1. La tipologta normativa de Locke En el capitulo “De la razén” del Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), después de haber mostrado que “el silogismo no es el 54 Christian Plantin gran instrumento de la raz6n (Ensayo, 659), Locke distingue cuatro tipos de argumentos “de los cuales se han servido los hombres cuando razonan con los otros hombres, para arrastrarlos hacia sus propios sentimientos, o al menos para mantenerlos dentro de una especie de respeto que les impide contradecirlos” (17). Esta tipologia reviste una importancia particular por su rechazo tajante de todas las formas de argumentacién que no estén ligadas al juicio: * el argumento de autoridad o, literalmente, de modestia (ad ve- recundiam). Est apoyado sobre la autoridad del locutor y sobre la dificultad de contradecirlo, Corresponde a la prueba ética (ver cap. WDs © el argumento sobre la ignorancia (ad ignorantiam): no se prueba que P; entonces no -P; * la puesta en contradieciones de una persona con ella misma (ad hominem); * clargumento sobre el fondo (ad judicium) 0 sobre las cosas mismas; “es el tinico de los cuatro que esté acompafiado por una instruccién verdadera y que nos hace avanzar por el camino del conocimiento” (idem). Estamos frente a una tipologia normativa. Es comentada por Leib- niz en los Nuevos ensayos (437); asi, a propésito de la dificultad de «afirmar una opinién: “Es necesario sin duda hacer diferencia entre lo que es agradable de decir ylo que es verdadero de creer. Sin embargo, como la mayoria de las verdades pueden ser sostenidas abiertamente, en publico, hay agin prejuicio contra una opinién que debe ser ocul- tada’; es decir que pesa sobre ella la carga de la prueba. Igualmente, el argumento ad ignorantiam “es bueno en el easo de la presuncién, donde es razonable mantener una opinién hasta que se pruebe lo con- trario”, Bl comentario tiende a validar como argumento, en funcién de consideraciones que llamariamos pragmaticas, lo que Locke considera absolutamente un sofisma. Es un “entredés” que se trabaja dentro de Ja tradicién anglosajona del estudio de las falacias 2, Bentham y los sofismas politicos The Book of Fallacies de Bentham es una de las raras obras que no toma como base la situacién judicial; se interesa por un conjunto de estrategias argumentativas utilizadas en el dominio de la aceién politica (Hirschman, 1991). Cuando esas maniobras apuntan a re- Entimemas, opot y tipologias 55 primir una proposicién o una discusién legitimas, y tal es el caso que considera Bentham, las maniobras devienen falaces. Distingue cuatro grandes orientaciones estratégicas: 1) Estrategias de autoridad (fallacies of authority). Invocan la sabi- duria de los ancestros, la ausencia de precedentes, fetichizan las instituciones, imponen por maniobras de autoglorificacién una autoridad usurpada. 2) Estrategias alarmistas (fallacies of danger). Apuntan a reprimir la discusién disparando la alarma y suscitando la desconfianza (“iQué esta escondiendo esto?”, “jNo juegue a aprendiz de brujo!”) Atribuyen intenciones ocultas al proponente. 8) Estrategias de temporalizacién (fallacies of delay). Su objetivo es aplazar Ia discusién en vista de impedirla: “jDéjennos en paz! iNadie se queja! {No hay apuro! {Una cosa después de la otra!”, como también diversas estrategias sutiles de distraccién. 4) Estrategias que provocan perturbaciones ¥ confusién (fallacies of confusion): discursos sesgados, impostura terminolégica, gene- ralidades vagas, clasificaciones apresuradas, scudodistinciones, irracionalismo, paradojas, errores sobre la causa, visiones parcia- les y parcializadas de la situacién, rechazo del principio de una proposicién, La preocupacién de Bentham no es por la forma logica de estos argumentos. Bi se interesa en la sustancia del discurso. Para él, se trata de identificar unas formas discursivas, lo que es posible de hacer simplemente por la mencién del eslogan que le esta asociado y que Jas resume (se puede comparar con Hirschman, 1991). V. Conclusién Para todas estas tipologias las formas basicas de argumentacién son de naturaleza discursiva. Pero la argumentacién puede ser gramaticalizada; es el fenémeno de la “enunciacién mediatizada” 0 de evidencialidad (evidentiality): “Ciertas lenguas estén dotadas de sistemas morfosintédcticos que obligan al locutor a especificar el modo de acceso a la informacién de la cual dan cuenta” (Guentchéva, 1996: 11), En términos toulminianos, diriamos que el enunciado contiene a la vez suclaim y su backing. Los principales modos de apuntalamiento susceptibles de gramaticalizacién distinguen el caso en que el locutor ha tenido un conocimiento sensorial directo del hecho que reporta Cristian Plantin (por la vista, el ofdo, el olfato, el tacto); el caso en que lo infiere de un indicio, y el easo en que reporta el propésito de alguin otro. Se pueden ‘comparar estas distinciones con las formas fundamentales de argu- mentacién que son la autoridad del locutor, la de la palabra de otro y la argumentacién indicial ‘Sea como fuere, toda propuesta de sintesis de las tipologias exis- tentes termina a fin de cuentas por afladir simplemente una nueva tipologia. Sin embargo, no resulta demasiado riesgoso afirmar que ‘todas integran una reflexién sobre el lenguaje y su légica (términos y relaciones entre enunciados), sobre los objetos (su naturaleza y relacio- nes), asi como también sobre las relaciones con el oponente (Plantin, 1998, cap. 7-16). Se desprenden de aqui las lineas directrices de una ‘metodologia para el andlisis argumentativo, que podré examinar su objeto segtin tres ejes diferentes. El examen de las tipologias invita a retomar la oposicién tradi- cional entre una retérica de los tropos, que seria una retérica a la ‘vez seméntica y de ornamento, y una retérica de los argumentos. Sin embargo, los mecanismos lingusticos en juego en los dos casos son los ‘mismos. Un tropo se define como “[una figura por la cual] se le hace tomar a una palabra una significacién que no es precisamente la signi- ficacién propia de esa palabra” (Dumarsais, 1988: 69); paralelamente, Ja definici6n de la argumentacién podria ser reformulada como una “figura” por la cual se le hace tomar a un enunciado (la conelusién) el valorde ereencia acordado a otro enunciado (el argumento), un simple “tropo” referido a la verdad o la adhesin acordada al argumento. Se relacionaria asf el modelo de la argumentacién con el del contagio de Jos discursos y sus ideas. ‘La introduccién de una dimensién propiamente discursiva permite ‘compensar esta marcha a la deriva, sin rumbo, del campo argu- mentativo, En primer lugar, la identificacién de algunas decenas de esquemas permite cireunseribir, como acabamos de ver, un conjunto de estrategias prototipicas. Acontinuacién, desarrollaremos la intro- duceién de una dimensién dialogal, que no se focaliza sobre lo que el argumento hace “en si”, sino sobre lo que el argumento hace en relacién con una cuestién, es decir, en la confrontacién organizada de dos discursos. CapiTuLo IV Un modelo dialogal El modelo dialogal renuncia a ver en la argumentacién algo ele- mental, en todos los sentidos del término, y se propone repensar Ia actividad argumentativa dentro de un marco ampliado, donde la enunciacién esta situada sobre un fondo de didlogo. Los modelos dialogales han sido desarrollados a partir de Ham- lin (1970) en una perspectiva de légica del didlogo. Frans van Eo- meren y Rob Grootendorst han propuesto una sintesis de modelos pragmatico-conversacionales dentro de un modelo normativo de Ia argumentacién, la pragmadialéctica. Globalmente, esta perspectiva, profundamente influenciada por los trabajos sobre las interacciones, se deja aprehender a partir de la nocién de cuestidn argumentativa, que articula unos puntos de vista contradictorios. I. La argumentacién dialogada 1. Duda y eontradiceién El desencadenante de la actividad argumentativa es la puesta en duda de un punto de vista. Sobre el plano epistémieo, dudar es estar enunestadode “suspensién del asentimiento” frentea una proposicién (sea que se la rechace o que se la considere como hipétesis). Desde el punto de vista lingiistico, esta suspensién del asentimiento se ma- nifiesta a través de un locutor que no se hace cargo de la proposicién que enuncia, es decir, que no se identifica con el enunciador. Desde el punto de vista psicolégico, la duda puede estar acompafiada de un estado de incomodidad psicolégica del tipo de la inquietud, El didlogo externaliza estas operaciones d4ndoles una forma lin- gitistica y una configuracién microsocial. La puestaen duda se define ‘como un acto reactivo de un interlocutor que se niega a ratificar un turno de habla, Esta situacién interaccional obliga al interlocutor a argumentar, es decir, a desarrollar un discurso de justificacién. La (71

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