La autoaceptación se refiere como la propia palabra indica a "aceptarse a uno mismo" y aunque
parece algo tan sencillo, la realidad nos enseña que no lo es tanto...
En el artículo sobre la imagen corporal ya hicimos referencia a este concepto debido a que la falta
de estima y aceptación hacia uno mismo produce, como más de un sabemos, excesivos daños
colaterales. Un ejemplo de ello son los sentimientos de inseguridad que nos invaden a la hora de
tomar decisiones, en las relaciones sociales con los demás o a la hora de coger un micrófono y emitir
un discurso. Esta falta de seguridad nos lleva a pensar que todas las acciones que podemos llevar a
cabo están constantemente expuestas a la crítica por parte de los demás, y no sólo eso sino que, en
los casos más extremos, incluso podemos llegar a pensar que lo que es objeto de crítica son los
rasgos de nuestra personalidad. Así pues, el principal componente que dificulta la aceptación de las
propias condiciones y capacidades es el miedo a la crítica o al rechazo por parte de los demás. Las
personas nos auto-limitamos debido a que constantemente nos dejamos llevar por esos miedos que
nos rodean y la mayoría de veces no los afrontamos, dejándolos pasar (pensando que ya
desaparecerán) o volteando la cabeza para no verlos. De ahí que a veces cuando una persona que
no tiene un buen nivel de autoaceptación tiene un fracaso sentimental, problemas en el trabajo o
simplemente escucha un comentario sin importancia de otra persona, puede llegar a pensar que no
cae bien a los demás, que su pareja le ha abandonado porque no le gustaba algo de su manera de
ser, que los compañeros del trabajo piensan que es una persona "rara", que con la expresión de sus
ojos la gente se da cuenta de que sufre ansiedad, etc. Todo un conjunto de miedos que en definitiva
condicionan las conductas de estas personas y que consiguen incrementar el nivel de malestar hacia
las actitudes de la propia persona.
Albert Ellis, Terapeuta Cognitivo Norteamericano del siglo XX y creador de la Terapia Racional
Emotiva (TRE), definía así este constructo: "Autoaceptación
significa que la persona se acepta a sí misma plenamente y sin
condiciones, tanto si se comporta como si no se comporta de
forma inteligente, correcta o competentemente, y tanto si los
demás le conceden o no su aprobación, el respeto y su amor
".
En el caso de que la evaluación hacia nosotros mismos sea positiva y ésta no dependa
mayoritariamente de la opinión de los demás, podremos decir que tenemos un buen nivel de
autoaceptación, aunque esto no quiere decir que no haya aspectos de nosotros mismos que no
cambiaríamos. El hecho de saber aceptarnos tal como somos implica conocer lo que nos gusta de
nosotros mismos, tener claro lo que no nos gusta y ser plenamente conscientes de cómo podemos
cambiarlo. La persona que se acepta a sí misma es capaz de reconocer sus capacidades, no se castiga
por sus errores o sus debilidades y no cree en la aprobación o la desaprobación de los demás, del
mismo modo acepta sus sentimientos más nocivos para poder reconocerlos, entenderlos,
resolverlos y convertirlos en sentimientos más constructivos. Así la persona que se enfada es capaz
de reconocer el enojo, entender el motivo de este malestar e intentar cambiar el estado de esta
emoción negativa. Debemos tener en cuenta que la persona que es capaz de aceptar sus debilidades
y dificultades no busca culpables a su alrededor sino que reconoce lo que le está pasando en su
interior, intenta captar cuáles son sus necesidades y buscar soluciones. Esta es la manera de aceptar
las propias frustraciones, miedos, envidias, rencores y en definitiva todo un conjunto de
sentimientos que socialmente son tan rechazados.
Así que le recomiendo a usted que se relaje e intente encontrar esa emoción negativa que no le
resulta fácil de aceptar a día de hoy, intente pensar en ello y visualícela claramente, intente aislarla
de cualquier otro sentimiento y sobretodo tenga en cuenta que no se ha de culpar por el hecho de
sentirla dentro, simplemente hay que observarla con detenimiento. Puede ser de ayuda intentar
imaginar una situación en la que suele aparecer esta emoción, por ejemplo, si lo que sentimos es
rechazo hacia una persona de nuestra familia nos podemos imaginar alguna situación concreta
donde haya experimentado ese rechazo.
Una vez identificada esta emoción lo que tiene que hacer es repetir en voz alta "me siento de esta
manera y lo acepto por completo", hay que describir todas las situaciones que le provocan ese
rechazo y aceptarlas y repetirlas tantas veces como sea necesario. A medida que vaya exteriorizando
estos pensamientos y las emociones sean materializadas podrá sentir como la sensación de rechazo,
frustración o enojo hacia esa persona cada vez se convierte más real e incluso puede llegar a sentir
la tensión que le provoca esa situación. Al principio puede resultar muy complicado y seguramente
lo que usted deseará es que desaparezca por completo este sentimiento tan dañino y destructivo,
pero el secreto del ejercicio reside en la capacidad
de afrontamiento de este sentimiento, el hacer
consciente este sentimiento y dejar que esté
presente supone que finalmente lo podamos
aceptar y por lo tanto cambiar. También podremos
ver que en muchos casos en cuanto hacemos
consciente un sentimiento negativo nos damos
cuenta de que no es tan terrible como en un
principio pensábamos.