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¿Existe un Estado en Estados Unidos?

Elementos que lo integran

Dudar de la existencia del Estado norteamericano se presenta como una práctica


recurrente en tanto que existe una contradicción evidente entre pragmatismo y Estado.
Cabe mencionar que el pragmatismo defiende que las ideas verdaderas son las que se
pueden asimilar, corroborar, verificar y las ideas falsas son las que no. “Es útil porque es
verdadera” o “es verdadera porque es útil”. En Estado Unidos el pragmatismo encuentra
sus antecedentes en la colonización corporativa a través de unidades empresariales
políticas y eclesiásticas de base inglesa; corporativismo que más tarde va a dar origen a la
Primera Estatalidad económica moderna.

El Estado estadounidense representa un Estado inédito y teóricamente elusivo que


se denomina pragmático que implica sus juegos informales entre lo público y lo privado, lo
empresarial y lo militar, lo corporativo y lo maquiavélico, lo nacional y lo transnacional. En
el Estado pragmático las unidades reales de poder son las corporativo-privadas, mismas
que operan más allá del nivel mesopolítico, es decir tanto en las agencias de gobierno, las
zonas de la cultura, la tradición y la religión. Éste es producto del empirismo y de positivismo
europeo, y encuentra sus raíces desde los padres fundadores como en Bejamin Franklin y
Thomas Jefferson y termina por cuajar precisamente en Estados Unidos dadas las
características que componen al excepcionalísimo estadounidense.

Así, el pragmatismo invoca la flexibilidad operativa a la que solo puede servir una
inteligencia plural y fragmentaria, donde se ocupan espacios empíricos en donde se
entreteje una realidad mayor sobre la cual no caben juicios totales. Se le denomina
pragmático al Estado que logra conciliar el mercado con la política, a la religión, la teología,
lo nacional y transnacional, llegando a trastocar cada una de sus esferas bien definidas;
incluso en esta translocación no cabe lugar para la contradicción. Ello es posible a través
de la corporación que aparece aquí como un aglutinante a la par económico y religioso que
une a individuos cuyas actas constitutivas jamás definen un proyecto nacional, laico,
secular.

Pero este pragmatismo que hoy ondea la bandera del mercado, no es más que el
resultado de un reacomodo de las relaciones de poder y consenso al interior y exterior de
Estado Unidos. El Estado pragmático encuentra su concreción mejor acabada con la
universalización de la democracia de los negocios iniciada por Wilson. El nuevo

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pensamiento político global se declara libre de la teoría económica y la ideología política
que activaron un consenso internacional deformado a causa de las nociones de la iniciativa
democrática, la planificación y redistribución economías y la autonomía y la soberanía
nacionales.

La filosofía del pragmatismo se visualiza como la única válidamente universalizable


en su enorme capacidad de modificarse y adaptarse todos los días a los flujos del mercado
neutral de las ideas sin caer en el totalitarismo. La política de poder que reprime al mismo
tiempo insurgencias y disonancias hacia dentro y, hacia afuera, define ante Europa los
intereses nacionales estadounidenses. El proyecto del Siglo del Pragmatismo Político, se
trata de la universalización de esta forma de gobierno; la exportación del Estado pragmático
que se traduce en la empresarialización estadounidense al resto del mundo. Esto es parte
de la consolidación de la hegemonía.

No obstante, la espontaneidad voluntarista y pluralista del primer pragmatismo


parece diluirse en la tiranez tecnocrática, disciplinaria y militarista del segundo. Del Estado
plural y plástico se pasa al Estado estratégicamente monista de la Guerra Fría. Pero, no
cabe lugar para fraccionar el pragmatismo, pues desfigura el contorno ideológico de un
orden dominante que está sujeto a los cambios derivados de la absorción de las
contradicciones del capitalismo. El pragmatismo actúa como el integrador y reconciliador
ideológico de una constelación de poder; es decir entre el poder político y religión, entre
mercado e ideología.

A diferencia del Estado de derecho de la modernidad europea organizado bajo la


primacía de una constitución dominado por principios y dogmas que se conocen con el
nombre de liberalismo; el pragmatismo significa la remoción de las costras racionalistas
asociadas al Estado liberal y la adaptación y recomposición de las prácticas estatales
funcionales a la nueva condición capitalista. Dentro de éstas se encuentran que las
instituciones estatales dejan de ser funcionales, y operan mejor bajo el mando de las
corporaciones, es por tanto que se da una ola de privatización. Al universalizar el
empresarialismo las corporaciones subordinan a la nación y la vuelven su agencia auxiliar
a la salvaguardia, la extensión y el favorecimiento de sus operaciones al interior y al exterior
del país. El pragmatismo lleva a la privatización de la teoría política, más aun a la
privatización del propio Estado nación.

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El Estado pragmático se distinguirá por una concepción más líquida y móvil de la
soberanía propiciada porque en él las formas predominantes de la propiedad se vuelven
anónimas, se desdoblan o desplazan al interior y el exterior. Por ello, ningún otro Estado de
la historia se define tanto como el norteamericano fuera de sí mismo, por más que sus
núcleos esenciales radiquen en Nueva York y Washington. Siendo así, movilizar
contractualmente la propiedad privada permite movilizar contractualmente la soberanía. En
este sentido se hace posible la democracia de la propiedad, la única forma posible.

El liberalismo norteamericano dejas atrás tanto los excesos racionalistas del


constitucionalismo y sus derivaciones románticas y socialistas y crea la única síntesis
política posible y liberalmente permisible, la del poder y la inteligencia. Teoría de la acción,
el pragmatismo devine con una masa que amalgama y reconcilia una serie de premisas,
teorías y realidades para ser puesta en marcha, en tanto resulte útil es verdadera, sin
considerar incluso las repercusiones que ello traiga consigo. Es por tanto eficaz e inmediata.

En este sentido se puede hacer una división entre los niveles horizontales
micropolítico, mesopolítico, macropolítico y metapolítico; mismos que guardan entre sí una
conexión circular y su ordenamiento de lo concreto a lo abstracto no representa en sí el
consenso entre sí de los actores que lo integran. Casi al término de la primera mitad
del siglo XX ya se sedimentan estos niveles y se externan en los grandes debates
metapolíticos sobre el intervencionismo del Estado. Lo micropolítico responde al espacio
de interés del ciudadano individual; es el interés de consumidor político. Destacable en el
momento de las opciones electorales y la opinión pública, siendo de importancia en la
competencia política cuantitativa. Más adelante se encuentra el nivel mesopolítico en donde
confluyen los intereses corporativos, locales, nacionales y transnacionales y a la vez se
enfrentan las lógicas de la industria y las finanzas.

Aquí la administración científica proporciona los mecanismos de coordinación,


negociación y decisión neutrales, apolíticos o postpolíticos. Se trata de los tomadores de
decisiones, la clase política cuya finalidad ulterior es mantener el funcionamiento armónico
del mercado; siendo ellos el rostro del gobierno, pero no son los que en realidad gobiernan.
Este nivel se presenta a sí mismo como salvaguardia de la democracia en tanto se apresta
mejor a la defensa de sus valores esenciales.

Más adelante el nivel macropolítico expresamente como gobierno. En este nivel,


bajo los parámetros del Estado de derecho se generalizan y adoptan autoritariamente las

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combinaciones privilegiadas de intereses en una dimensión públicamente muy neutra.
Donde los intereses particulares de desmercabilizan y descorporativizan y se expresan
ahora cualitativamente a la forma de mandatos universales. Se trata de las grandes
corporaciones cuyo dictado se sigue sin cuestionamientos y apoyados por el nivel
mesopolítico; por ejemplo el FMI, Banco Mundial, etc.

El nivel macropolítico se presta para descifrar las grandes directrices estratégicas


coercitivamente validadas cuya unidad estatal trasciende el conjunto asimétrico de políticas
sectoriales y regionales. Mientras que el nivel metapolítico, se trata de la zona ideológica
especializada, dura, históricamente estacionaria en relación con el resto de los niveles.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la metapolítico se plasma en la realkultur que
extiende los valores occidentales alrededor del mundo. Es decir, se trata de la ideología
para lo cual se sirve de discursos como el “fin de la historia” el “choque de civilizaciones” el
“nuevo orden mundial”, etc.

El pragmatismo es un simple método, una simple (des)organización del discurso y


no como la expresión de un estrategia económica, política y cultural que crea para los
Estados Unidos las condiciones estrictamente estatales de su expansión y dominación
mundiales. El Estado corporativo se dibuja para expresar el entramado de las soberanías
privadas y sus nuevos y viejos instrumentos políticos de concertación y jerarquización de
intereses. El pragmatismo no plantea la ruptura radical del orden existente sino que
secciona, sectorializa y rejerarquiza los dispositivos de dominación.

Por tanto, la pretendida a-estatidad de pluralismo pragmático no se debe entender


como una invitación a la anarquía sino es una invitación a la conciencia combinatoria
funcional de los diferentes centros de poder. Lo anterior en relación al federalismo, al poder
que ejercen las grandes corporaciones, las institucionales supraestatales, etc. No obstante,
ello no significa que la racionalidad corporativa sustituya a la razón de Estado en una suerte
de privatización de los instrumentos de policy-marketing internacional.

Que en la actualidad se hable de distención, multipolaridad, pragmatismo o


posthegemonía no significa que se desmantele una política exterior que desde 1898
mantiene una continuidad básica en la protección a la expansión de los negocios, en la
formación de los cuadros burocráticos, militares e intelectuales consonantes con esa
expansión.

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William James

Psicólogo y filósofo norteamericano. Hermano mayor del novelista Henry James e hijo de
otro Henry, notable filósofo seguidor de Swedenborg, es el pensador norteamericano
moderno más apreciado y admirado. Sus antepasados fueron inmigrantes irlandeses,
enriquecidos en su nueva patria. De su padre había heredado William James no solamente
la tendencia a las especulaciones no ortodoxas, sino también un profundo interés por los
valores morales y espirituales, la necesidad de una fe religiosa y una acusada propensión
al misticismo, que su obra científica, y más particularmente la lectura de Darwin, pusieron
en grave aprieto. A lo largo de toda su vida se sintió preocupado por el problema de la
conciliación de la tendencia interior a la fe con el pensamiento científico que parecía minarla;
ello constituyó uno de los principales móviles de su obra.

El resultado inmediato de este clásico dilema del siglo XIX, unido en tal caso a un drama
psicológico personal, fue, a su regreso a América en 1868, un período de torturadas
vacilaciones, aguda melancolía y grave crisis nerviosa que le llevó al borde de la locura y
dio lugar más tarde a un casi místico "juicio" cuya formulación filosófica, expresada con
crudeza, es la siguiente: aun cuando la mente, según afirma Darwin, sea en verdad un
producto de la evolución biológica, un instrumento elaborado para que el organismo
humano pueda afrontar el medio ambiente, la voluntad del hombre permanece, a pesar de
ello, "libre" bajo cualquier aspecto; la fe, siquiera privada de su contenido teológico,
mantiene, sea como fuere, sus propios derechos de íntima función al mismo tiempo
inextirpable e indispensable para el mantenimiento de la existencia; la vida merece, por sí
misma, ser vivida.

El "optimismo" Intencional con que la mentalidad sensitivamente equilibrada de William


James logró superar de esta suerte su propio desequilibrio fundamental, dio lugar a un
complicado sistema de pensamiento especulativo. En 1872 el filósofo inició en Harvard la
profesión docente, que desempeñó a lo largo de toda su existencia; sus cursos de Fisiología
fueron ampliándose gradualmente, y llegaron a incluir la Biología, la Filosofía, la Psicología
y sus relaciones mutuas. Al matrimonio (1878), del cual tuvo cinco hijos, siguieron los años
de ardua investigación intelectual, que dieron lugar, en 1890, a los monumentales Principios
de psicología, obra que por primera vez en América hizo de esta materia una disciplina
científica independiente y, quizá por última vez, la reveló susceptible de ser también una
forma de literatura humanística.

Echados los fundamentos psicológicos de su pensamiento, William James se aprestó a


elaborar sus derivaciones filosóficas. En 1897 La voluntad de creer ofreció una justificación
"interior" (o sea psicológica) del fenómeno de la "fe". Largas investigaciones en el campo
de la Psicología y de la Filosofía de las religiones le llevaron en 1902 al texto Las varias
formas de la experiencia religiosa, en el que culminaba una tradición ideológica

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norteamericana iniciada un siglo y medio antes por Jonathan Edwards con su Treatise
Concerning Religious Affections.

En la citada obra, William James examinó la fe a la luz no de la "exactitud científica" de las


religiones particulares, sino de la validez psicológica -y, por consiguiente, "pragmática"- de
la misma experiencia religiosa, y se preguntó si era o no favorable a la supervivencia
humana, a la perpetuación de la vida y al bienestar espiritual y social. En realidad. este
experto de la dolencia y la locura se había transformado en el gran rapsoda norteamericano
de la salud física, el vigor, la alegría, la energía, la iniciativa, la animación, la exaltación y la
aventura; al emerger de las sombras de la muerte, el perito de la desesperación se convertía
en un poeta filósofo que entonaba alabanzas a las infinitas variedad, y abundancia de la
vida, y en un apóstol de la sólida "confianza en sí mismo" de Emerson, de la "disponibilité"
intelectual de Gide, del espíritu libre y de la mente y el mundo abiertos.

El criterio pragmático, ampliado al campo de las ideas, apareció plenamente descrito como
una confirmación de "verdad" filosófica en Pragmatismo (1907); tal doctrina quedó
ulteriormente elaborada, como respuesta a las críticas, en El sentido de la verdad (1909).
El que amaba la ilógica abundancia y la infinita y centelleante variedad de la vida y odiaba
cuanto redujera la existencia a una engañosa unidad sistemática cualquiera, se vio alentado
por las páginas de su amigo Bergson referentes a la "continuidad de la experiencia viva" a
llevar a cabo en Un universo pluralista (1909) una exposición de las implicaciones del
pragmatismo y del temperamento "jamesiano".

A lo largo de toda su vida mantuvo estrechas relaciones con filósofos y psicólogos de


Europa, donde estuvo con frecuencia. En los últimos años se vio abrumado por una serie
de honores oficiales, recibidos tanto en su patria como en el extranjero. Después de su
muerte aparecieron diversos tomos con sus textos dispersos: artículos, comunicaciones,
etc. Entre estas obras cabe citar Memories and Studies (1911), Ensayos sobre el empirismo
radical (1912), y la más humana de todas, las Letters, publicadas en 1920 por su hijo Henry.

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