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DOCENTE: SERGIO BERNAL

ALUMNAS: DANIELA CANO S. – MARIA F. GUTIERREZ H.


CURSO: FILOSOFIA
TEMA: JEAN PAUL SARTRE
SECCIÓN: 3 - A

Lima, 2017

1
DEDICATORIA
A mis maestros, aquellos que marcaron cada
etapa de nuestro camino universitario, y que
me enseñaron y absolvieron mis dudas
presentadas en la elaboración de nuestro
trabajo.

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ÍNDICE

Dedicatoria 2
Índice 3
Introducción 4

Jean Paul Sartre 5


Biografía 5
Obras 10
Ideas fundamentales 11
Posible crítica 13
Filosofía de Jean Paul Sartre 13
Periodos de la Filosofía de Sartre 17
El Existencialismo de Sartre 19
Marxismo y Existencialismo 25

Conclusiones 28
Bibliografía 30
Anexos 31

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INTRODUCCION

En el presente trabajo monográfico desarrollamos a un distinguido


escritor conocido como: Jean Paul Sastre.

Jean Paul Sastre objetivo primordial de nuestro estudio, constituye una


peculiar y relevante, que responde a un determinado momento y situación
histórica y que a su vez exige desde el dinamismo intrínseco de su propia
filosofía, ser cuestionada y superada positivamente.

La breve mención específica, de cada uno de sus aportes nos ayudará a


una mejor comprensión de su utilización posterior.

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JEAN PAUL SARTRE

Jean-Paul Charles Aymard Sartre, conocido simplemente como Jean-Paul


Sartre, fue un filósofo existencialista francés y pionero, dramaturgo y guionista,
novelista y crítico.

Fue una figura destacada en la filosofía francesa del siglo XX.

Rechazó la concesión del Premio Nobel de Literatura de 1964 "por su trabajo


que, rico en ideas y lleno del espíritu de libertad y la búsqueda de la verdad, ha
ejercido una influencia de gran alcance en nuestra época".

Sin embargo, en los años posteriores al momento de su muerte, el


existencialismo declinó en la filosofía francesa y fue superado por el
estructuralismo, representado por Lévi-Strauss y, uno de los detractores de
Sartre, Michel Foucault.

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BIOGRAFÍA

El distinguido escritor Jean-Paul Charles Aymard Sartre, conocido por la


reducción de su nombre como Jean-Paul Sartre.

Además de su labor literaria es reconocido en otros aspectos como filósofo,


dramaturgo, biógrafo, crítico y activista político. Aunque fue merecedor del
Premio Nobel de literatura en el año de 1964, lo rechazó por la regla que se
autoimpuso que consistía en negarse a recibir algún tipo reconocimiento,
distinción o premio por alguno de sus trabajos.

Jean Paul Sartre nació en París, el 21 de junio de 1905, hijo de Jean Baptiste
Sartre y Anne Maire Schweitzer. El 17 de septiembre de 1906 muere su padre,
Jean-Baptiste Sartre, que era oficial de marina, a causa de una fiebre contraída
en uno de sus viajes por el sureste asiático.

Durante su infancia y los primeros años de su juventud Sartre será educado en


un medio burgués e intelectual, que marcará buena parte de su formación
intelectual, pero que irá evolucionando hasta terminar por ser considerado un
símbolo del pensador comprometido con los problemas de su tiempo.

En 1915 Jean-Paul inicia sus estudios en el Liceo Henri-IV, de París, donde


conocerá a Paul Nizan, nacido el mismo año que él. Dos años después, en
1917, su madre, que se había vuelto a casar con Joseph Mancy, director de las
fábricas Delaunay-Belleville, se traslada a la Rochelle, con el abuelo de Sartre.
Jean-Paul continuará sus estudios en el Liceo de la Rochelle, hasta 1920, en
que volverá al Liceo Henri-IV, de París.

En 1924 Ingresa en la École Normale Supérieure, donde coincidirá con


Raymond Aron, Paul Nizan, Simone de Beauvoir y Maurice Merleau-Ponty. ("La

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École Normale significó para mí, desde el primer día, el comienzo de la
independencia"). Tras finalizar sus estudios, en 1929 consigue el primer puesto
de su promoción en la "agrégation" de filosofía (concurso para el desempeño
de un puesto de profesor en los Liceos, equivalentes de nuestros Institutos de
Bachillerato). Simone de Beauvoir, segunda de la misma promoción, se
convierte en su compañera.

En 1931 toma posesión de su plaza como profesor de filosofía en el Liceo del


Havre, puesto que ocupará posteriormente de 1936 à 1939, tras un periodo
dedicado a su profundización en los estudios de filosofía. En el verano del 31,
poco después de la proclamación de la República, realiza un viaje a España
con Simone de Beauvoir. Dos años después, en 1933, residirá en Alemania,
donde permanecerá un año como becario en el Instituto francés de Berlín,
completando así sus conocimientos de la fenomenología de Husserl, al tiempo
que asiste a la expansión del nazismo. De nuevo en Francia, regresa a su
puesto de profesor de filosofía. Durante el mes de febrero de 1935, y con el fin
de investigar la percepción, Sartre consumirá mescalina, lo que le conducirá a
una depresión, acompañada de alucinaciones, que le durará seis meses.

En 1936 el "Frente popular" consigue imponerse en las urnas, en Francia, en


una época en la que el avance del nazismo y del fascismo en Europa parece ya
imparable, como se verá pronto con el golpe franquista contra la República
española. Sartre es destinado al Liceo de Laon. ("En Laon tuve como alumnos
a los hijos de los dueños de las grandes explotaciones agrícolas, para quienes
el dinero era dinero, una mesa era una mesa, un toro era un toro..."). Al año
siguiente será destinado al Liceo Pasteur, en Neuilly, al lado de París, donde
comenzará su proyección como literato y filósofo en 1938, con la primera
edición de "La náusea", obra con la que alcanzará un gran éxito. Al año
siguiente, en 1939, publicará "El muro". En ese mismo año empieza a escribir
"La edad de la razón" y "El ser y la nada". En el mes de mayo asiste a la
"Conferencia antifascista internacional".

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Sartre será movilizado en septiembre de 1940, ante la inminente guerra con
Alemania, siendo destinado a la 70ª división, en Essey-lès-Nancy, y luego
trasladado a Brumath y Morsbroon. La ofensiva alemana se inicia el día 1 de
mayo. El 23, Paul Nizan muere en el frente. El 21 de junio Sartre es hecho
prisionero en Padoux, sin haber llegado a pegar un sólo tiro, y llevado al campo
de Trèves. Se fuga del campo de Trèves en marzo de 1941, haciéndose pasar
por un civil. En abril retomará su puesto en el Liceo Pasteur de París. Una vez
consumada la ocupación de París por las tropas nazis, tras el derrumbe
inesperado del ejército francés, la actividad cultural se ve limitada y censurada,
pese a lo cual publicará en 1943 la primera edición de "Las moscas", que será
representada en París, en plena ocupación, y de "El ser y la nada". Simone de
Beauvoir publica, ese mismo año, "La invitada". Sartre se adhiere al "Comité
nacional de escritores" y colabora con los periódicos clandestinos "Combat" y
"Lettres françaises". Conoce a Albert Camus. Sartre vive estos años un periodo
de intensa creatividad, combinada con la actividad política, que continuará con
éxito en los años siguientes.

En 1945 participa, junto con Simone de Beauvoir, entre otros, en la creación de


la revista "Les Temps Modernes". También de ese año es la edición de los dos
primeros volúmenos de "Los caminos de la libertad", a la que seguirán, en los
años siguientes, en 1946, la primera edición de: "Muertos sin sepultar",
"Reflexiones sobre la cuestión judía", "La puta respetuosa", "El existencialismo
es un humanismo".

En 1947, la primera edición de "Baudelaire" y del primer volumen de la serie


"Situaciones". También en 1947 defiende a Nizan, difamado por los
comunistas. Rompe definitivamente con R. Aron. El existencialismo se
encuentra en pleno auge, así como la fama de Sartre. En 1948 se publica la
primera edición de "Las manos sucias". Su obra es puesta en el Índice por el
Vaticano. Colabora con el periódico "La Gauche". Creación del R.D.R.
(Rassemblement Démocratique Révolutionaire), que abandonará al año

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siguiente, en octubre. En 1949 publicará la primera edición de "La muerte en el
alma".

Albert Camus publica, en 1951, "El hombre rebelde", duramente criticado por
los existencialistas y la revista "Les temps Modernes", dirigida por Sartre, crítica
considerada como el preludio de la ruptura entre Camus y Sartre que se
consumará al año siguiente. Por su parte, Sartre publicará la primera edición de
: "Le diable et le Bon Dieu" y, en 1952, la primera edición de "Saint-Genet,
comediante y mártir". Tras anteriores disputas, malentendidos o
confrontaciones entre ambos, se producirá un acercamiento entre Sartre y los
comunistas. Dos años después, en 1954, se producirá la ruptura con Merleau-
Ponty, a quien había conocido en su época de estudios en la Ecole Normale
Supérieure. De ese mismo año es su primer viaje a la URSS. Es nombrado
vicepresidente de la asociación Francia-URRS.

En 1956 participa en los actos que tienen lugar contra la guerra de Argelia, año
en que publica también la primera edición de Nekrassov. En 1957 se produce
la ruptura con el partido comunista francés (a consecuencia de la intervención
soviética en Hungría, en 956). Ese mismo año publica la primera edición de
"Cuestión de método", y trabaja en la "Crítica de la razón dialéctica". En 1960
publica la "Crítica de la razón dialéctica" y "Los secuestrados de Altona".
También firma el manifiesto de los 121 sobre el derecho a la insumisión. En
1963 tiene lugar la primera edición de "Las palabras". Continuando con su
interés por el comunismo realizará una nueva estancia en Moscú, en vistas a
constituir una "Comunidad internacional de escritores".

En 1964 rechaza el premio Nobel de literatura. Ese mismo año participará en la


edición del primer número de la revista "Nouvel Observateur", apadrinada
conjuntamente por Pierre Mendès France y Sartre, y que jugará un papel de
primer orden en la vida política francesa en los años siguientes. En 1968 Sartre
apoya las reivindicaciones de los estudiantes, en las revueltas de mayo, y

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participa en las asambleas de la Sorbonne. Posteriormente acusará al partido
comunista de haber traicionado la revolución de mayo.

En 1971 publicará los dos primeros volúmenes de "El idiota de la familia"


(ensayo sobre Flaubert). Crea, con Maurice Clavel, la agencia de prensa
"Libération", que se constituirá en un medio de expresión alternativo, frente al
monopolio de los pesos pesados de la prensa francesa, y que, pocos años
después, dará paso a periódico diario, que se sigue manteniendo activo en la
actualidad.

En 1972 publicará el tercer tomo de "El idiota de la familia" (ensayo sobre


Flaubert). Un año después, editará "Teatro de las situaciones". También en
1973 se produce la publicación del primer número del diario Libération, el 22 de
mayo, del que será director durante un breve período, al verse obligado a
abandonar la dirección por razones de salud. Muere el 15 de abril de 1980 en
el hospital Broussais. Es enterrado el 20 de abril, rodeado de una inmensa
multitud. Varias decenas de miles de personas le acompañan hasta el
cementerio de Montparnasse.

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OBRAS

La obra de Sartre abarca un amplio espectro de campos, desde la literatura y el


teatro, hasta la política y el trabajo periodístico, además de su actividad más
estrictamente filosófica, a lo largo de un período ininterrumpido desde la
primera de sus publicaciones hasta prácticamente su lecho de muerte.

Obras de Sartre, por orden cronológico

1938 La Náusea
1939 El muro
1943 Las moscas
El ser y la nada
1944 A puerta cerrada
1945 Los caminos de la libertad - dos primeros volúmenes-
1946 Muertos sin sepultar
Reflexiones sobre la cuestión judía
La puta respetuosa
El existencialismo es un humanismo
1947 Baudelaire
1948 Las manos sucias
1949 La muerte en el alma
1945- 1949 Los caminos de la libertad
1951 El diablo y el buen dios
1952 Saint-Genet, comediante y mártir
1956 Nekrassov
1957 Cuestión de método
1960 Crítica de la razón dialéctica
Los secuestrados de Altona

1963 Las palabras

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1972 El idiota de la familia
1947-1976 Situaciones, I à X
Publicaciones póstumas

1983 Cinco de los carnets de la extraña guerra


Cuadernos por una moral
Carta al Castor y a otros
Carnets de la extraña guerra
Verdad y existencia

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IDEAS FUNDAMENTALES

Tres puntos de vista sobre el ser son los que estructuran el pensamiento de
Sartre: a) el ser en sí;

 el ser para sí;


 el ser para otro.

a. El ser en sí. Se trata de lo que está fuera de nosotros. Al observar la


realidad que nos rodea la sentimos como algo absurdo, ya que no
encontramos nada que fundamente su existencia; no podemos explicar el
porqué de la realidad. Dicho de otro modo: no existe respuesta a la
pregunta por el sentido de la vida. En consecuencia sentimos la náusea.
Lógicamente, este sentimiento perturba y pone trabas a nuestra libertad.
La libertad, sin embargo, existe y es el principal instrumento del hombre.

b. El ser para sí. Se trata de nosotros mismos. Al observarse el hombre a sí


mismo, este siente angustia. Porque el hombre sabe que tiene libertad
para elegir pero, precisamente esa sensación de libertad unida a la
ignorancia sobre qué debe elegir le provoca la angustia. En el hombre hay
libertad pero es una libertad vacía de contenido: nadie nos dice lo que
debemos elegir; el hombre siente soledad frente a su elección. A la vez,
tiene una gran responsabilidad, ya que con su libertad se construye
continuamente. La existencia es un proyecto que continuamente vamos
elaborando.

c. El proyecto del hombre es, en el fondo, ser como dioses, ya que la


angustia intenta ser eliminada rellenando esa soledad en la que se
encuentra el hombre con algo que dé tranquilidad y sentido a su vida.
d. No hay valores morales inmutables (moral heterónoma). Pero tampoco
valen los que el hombre establece por sí mismo (moral autónoma). Un

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valor se convierte en tal cuando lo elegimos. Se trata aquí de una moral de
situación: a cada momento se decide qué es lo más adecuado hacer.
e. El ser para otro. Al ser contemplado por otros, el hombre es convertido en
objeto. La presencia del otro limita mis posibilidades y así, con él siempre
hay una lucha. El sentimiento ante la presencia del otro es la vergüenza.
f. El principio primero es la existencia de una libertad absoluta: esta, sin
embargo, es incompatible con a) la existencia de Dios; b) la existencia de
una moral.

Sus obras responden a los principios literarios-filosóficos del existencialismo


francés.

Expuso buena parte de sus ideas en su producción literaria, de la que merecen


especial mención la trilogía novelística llamada Los caminos de la libertad
(1945-49) y la novela autobiográfica Los palabras (1964), así como sus obras
de teatro Los moscas (1943), A puerta cerrada (1944), Muertos sin sepultura
(1946) y Las manos sucias (1948).

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POSIBLE CRÍTICA

 La libertad según Sartre no tiene orientación alguna. Por ello no puede


llevar al hombre a su plenitud. El ejercicio de tal libertad siempre supone la
frustración. Desperdiciamos la vida construyendo la nada. Si no existe una
guía para el hombre, ¿cómo saber adónde puede ir?
 No es necesario tener una libertad absoluta para construir la propia vida.
Depender de anguine en nuestra vida, puede condicionar nuestra libertad
pero no la anula. Es más, puede enriquecerla. La existencia de Dios no
tiene porqué anular nuestra libertad. Podemos recordar aquí el discurso de
despedida de Jesús a sus discípulos, donde habla de cómo el Espíritu les
guiará hacia la verdad completa.
 La relación con otras personas no tiene porqué impedir mi desarrollo
personal. Es más, una de las dimensiones humanas es la sociabilidad y, si
no se desarrolla esta, tampoco el hombre en su totalidad. Sartre parece no
haber descubierto ninguna riqueza en la relación interpersonal. Es verdad
que esta es un riesgo, porque las relaciones a veces se traicionan, pero la
experiencia de la confianza entre las personas trae también auténtica
satisfacción. Precisamente, la amistad es uno de los caminos para superar
la náusea (podemos recordar aquí a Jesús en el huerto de los olivos:
cuando ya no tenía nada, cuando ya había experimentado, incluso, el
abandono de Dios, ante la angustia por su cercana muerte, acude a una de
sus últimas esperanzas de consuelo: sus amigos. Lo cual nos hace pensar
en la importancia de la amistad.)

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FILOSOFIA DE JEAN PAUL SARTRE

Desarrolló una filosofía de la libertad que extrae sus determinaciones de la


existencia del individual

Según su filosofía, el hombre es originalmente libre; su libertad consiste en la


posibilidad de la «trascendencia», pues puede disponer de sí mismo y de su
situación, puede rebasarla, cambiarla y determinarla en otro sentido. En todo
eso actúa no solamente como individuo solitario, sino que se descubre a sí
mismo como ser social. Pues no está solo con su libertad; se ve alcanzado por
la «mirada del otro».

Eso parece suponer en principio una restricción de su libertad, que en realidad


resulta ser, sin embargo, una reduplicación de ésta: pues la mirada del otro,
bajo la cual el sujeto se transforma transitoriamente en objeto, se devuelve, y
así surge una dialéctica de reconocimiento recíproco. Sartre dio al
existencialismo cierta popularidad. El mismo, que no daba importancia a las
etiquetas, vio que la existencia humana, que vive de la libertad, no está definida
desde el principio: el hombre no escoge de una vez la opción que tiene ante sí,
sino que es un proceso que dura toda la vida y que se ha de renovar día a día.

La consciencia de esta situación puede ser experimentada como una condena,


pues el hombre tiene la sensación de «cargar sobre los hombros el peso del
mundo entero» y «es responsable del mundo y de sí mismo como modo de
ser». Sartre halló un constante placer en guardar cierta flexibilidad en su propia
existencia; no vacilaba en cuestionar sus propias posiciones ni en subordinar
repentinamente su filosofía a otra.

Así, por ejemplo, se declaró seguidor de Marx, lo que irritó, más que a algunos
de sus adeptos, a los marxistas ortodoxos, que no se fiaban del filósofo de la
libertad. Pero éste permaneció imperturbable y siguió defendiendo una visión

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del mundo que hoy ya no tiene muchos defensores, a pesar de que las ideas
de esta visión del mundo son seguramente mejores que los sistemas
fracasados que hasta hace poco se remitían a ellas: «El marxismo, lejos de
estar agotado, es muy joven todavía… Apenas acaba de iniciar su evolución. El
marxismo sigue siendo la filosofía de nuestro tiempo; es insuperable porque no
se han superado todavía las condiciones que lo hicieron surgir.»

Como otros filósofos franceses anteriores, Sartre toma el cogito ergo sum
(pienso, luego existo) de Descartes como punto de partida filosófico. Pero
mientras que Descartes tomó su conciencia como garantía de su propia
realidad, Sartre creyó que la conciencia presenta la realidad de las cosas
externas; es decir, prueba la existencia de los objetos de conciencia. Sin
embargo, para los demás, uno mismo sólo es un objeto.

Este punto se explica con relación a la «mirada» externa: se es el objeto de la


mirada del otro. Y esto produce un sentido C; alienación y separación de los
demás que a uno le gustaría poder superar, lo que no es posible. Cada
individuo está definitivamente solo en el mundo. Esto también significa que no
es posible reconocer la libertad de los otros; el principio kantiano de que los
demás deber ser tratados con respeto y como fines en sí mismos no se puede
llevar a cabo, y debe vivirse con el conflicto resultante. Como dice uno de los
personajes de la obra de Sartre Huís dos: «El infierno son los otros».

Si la propia perspectiva de los demás es limitada restringida, en cambio, el


concepto del yo queda absolutamente libre de trabas. Sartre atribuye al sujeto
conciente una ilimitada libertad de la autocreación. En contraste con la visión
aristotélica de que, por ejemplo, antes de que exista realmente un cuchillo
alguien tiene que tener en su mente la misma idea del cuchillo , lo opuesto se
convierte en certeza en el caso del hombre. : De ahí la famosa frase de Sartre:
«La existencia precede a la esencia». En otras palabras, el ser humano
individual no cuenta con un modelo o una maqueta inicial.

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Ciertamente, hay constantes que no es posible cambiar sexo, edad, raza, etc.,
pero, aparte de éstas se puede tomar el propio contexto social y hacer con él
lo que se quiera.

En lo tocante a la moralidad, es una equivocación, según Sartre, no hacer uso


de esta libertad y limitarse a seguir a la multitud, conformarse. Tal conformidad,
junto con la creencia en la coherencia —se vive ten un universo ordenado en el
que las cosas acaban por tener sentido— era lo que él denominó «mala fe» ,
cuyo reverso es la autenticidad. El reconocimiento de la incoherencia de la
realidad, llamada por Sartre «el absurdo», produce disgusto o «náusea». Es la
fuente de Angst, ansiedad o culpabilidad existencial, frente a la elección. Según
él, «no tenemos excusas detrás de nosotros ni justificaciones ante nosotros».
Se está condenado a ser libre».

Estas ideas pertenecen a lo que suele considerarse el período «clásico» de


Sartre: los años transcurridos entre mediados de la década de 1930 y finales
de la década de 1940 en los que reflexionó sobre las emociones y la
imaginación y se ocupó de cuestiones relativas a la ética personal. A partir de
la década de 1950, Sartre inició en una fase más centrada en la política, en la
que dio más peso a la tesis marxista de que las condiciones sociales y
económicas, junto con las fuerzas históricas, afectan a la elección de individuos
y grupos.

En esta fase Sartre escribió Crítica de la razón dialéctica (1960), en la que


trataba de reconciliar el marxismo con el existencialismo.

Los ataques al existencialismo caricaturizan su afirmación de que la vida no


tiene sentido y de que el mundo es un lío nauseabundo e imprevisible en el que
los burgueses adoptan el papel de villanos. Sartre trató de defenderse de estos
ataques, aunque una evaluación desapasionada puede detectar que tenían
algún fundamento.

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Por otra parte, sus admiradores proyectaron una imagen tremendamente
ensalzada de él como defensor de la libertad política y moral, un intrépido
antinazi y héroe de la resistencia francesa, aunque tampoco hay muchas
pruebas de ello. Sin embargo, no cabe duda de que Sartre fue un gran escritor
y pensador, y una de las influencias esenciales para su generación

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PERIODOS DE FILOSOFÍA DE SARTRE

PERIODOS

La obra filosófica de Sartre se puede dividir en tres períodos.

 El primero, marcado por la influencia de la fenomenología de Husserl.


 El segundo, marcado por la adopción de una postura atea y la asimilación
de los presupuestos del existencialismo, siguiendo en este último aspecto
las reflexiones de Heidegger respecto a la ontología de la filosofía de la
existencia.
 Y el tercero, marcado por el intento de sintetizar el existencialismo con una
visión crítica y alejada de las ortodoxias dominantes del marxismo. Por lo
demás, hay que tener en cuenta de forma general la actividad literaria de
Sartre, continuada a lo largo de toda su vida, así como la actividad
periodística y su constante preocupación por las cuestiones sociales y
políticas, que hicieron de él un modelo de referencia para los intelectuales
comprometidos con la lucha contra la injusticia y las contradicciones
sociales de su tiempo.

a) El periodo fenomenológico

Tras su estancia en Berlín como becario del Instituto Francés, habiendo


estudiado sobre todo la filosofía de Husserl, los primeros escritos de Sartre,
escritos entre los años 1936-1940, tienen una orientación claramente
fenomenológica. Así ocurre, por ejemplo, con su primera obra, "La
trascendencia del Ego", en la que se discute la naturaleza de la conciencia,
distinguiéndose de la posición adoptada por Husserl pero en clara dependencia
con los planteamientos fenomenológicos. Lo mismo ocurre con sus otras obras,
filosóficas o literarias, de la época, centradas las primeras en el interés por la
psicología, adoptando una postura crítica respecto a las escuelas psicológicas

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de su tiempo, y que llevan los significativos títulos de "La imaginación" y "Lo
imaginario". Y respecto a las segundas, baste citar "La náusea".

b) El período existencialista

En los años posteriores, hasta 1952, la actividad filosófica de Sartre se vuelve


hacia el existencialismo que, a partir de la publicación de "El ser y la nada", le
van a convertir en el principal, o al menos en el más popular y conocido,
representante del existencialismo. El conocimiento de los principales elementos
de su pensamiento existencialista, que se desarrollan posteriormente,
constituyen el objeto de esta exposición, lo que se advierte explícitamente para
dejar constancia de las deliberadas limitiaciones de este trabajo.

c) El período marxista

Sin que se pueda decir que abandona las tesis más radicales del
existencialismo, Sartre, a partir de los años 60 y hasta el final de su vida,
orientará su actividad hacia el marxismo. No, ciertamente, hacia las formas
más ortodoxas de marxismo, pero mostrará públicamente su interés hacia los
países en los que el marxismo se constituyó en una forma de poder político,
aunque sin escatimar las críticas, especialmente en aquellos aspectos en que
un regimen totalitario choca con su concepción existencialista del ser humano
como libertad. De esta época datan obras tan importantes como la "Crítica de
la razón dialéctica", considerada por algunos como la declaración de su ruptura
con el existencialismo, apreciación probablemente exagerada.

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EL EXISTENCIALISMO DE SARTRE

El existencialismo es un movimiento filosófico que se desarrolla a partir de


1927, con la publicación de "El ser y el tiempo", de Martín Heidegger, y que
alcanzó su máximo esplendor en los años 40 del presente siglo, para decaer
hacia la década de los 60. Su fundamental principio filosófico es el análisis de
la existencia humana como punto de partida para cualquier ulterior reflexión
sobre lo real. Como precursores de este movimiento hay que citar a
Kierkegaard, quien influye poderosamente en el ambiente intelectual pre-
existencialista, aportando numerosos temas de reflexión, y a Husserl, no tanto
por el contenido de sus doctrinas como por el uso que harán algunos
existencialistas (como Heidegger) de su método fenomenológico. Como
lugares comunes del existencialismo podemos reseñar los siguientes puntos:

a. Todas las filosofías de la existencia arrancan de una llamada "vivencia


existencial", que es entendida de diversos modos por los existencialistas:
como fragilidad del ser", como "marcha anticipada hacia la muerte", o como
"repugnancia o náusea general".
b. Su tema principal de investigación es la existencia, entendida como '`un
modo de ser particularmente humano". El ser humano es, pues, el único
animal que tiene existencia, en ese preciso sentido.
c. La existencia es concebida como una actualidad absoluta, no como algo
estático, de lo que se pueda decir que es, sino como algo que se crea a sí
misma en libertad, que deviene, que es un proyecto. La existencia, por lo
tanto, es algo que pertenece sólo a los seres que pueden vivir en libertad.
d. En consecuencia, el ser humano es pura subjetividad, es decir, puro
despliegue de su capacidad creadora, de su capacidad de ser para sí
mismo, de su propio hacerse, de su "existir ". El ser humano se crea
libremente a sí mismo, es su libertad.
e. Pero pese a su subjetividad el ser humano no queda cerrado en si mismo,
sino que se halla esencial e íntimamente vinculado al mundo y, en especial,

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a los demás seres humanos. En su real y efectivo hacerse, la existencia
deviene "co--existencia".
f. La distinción entre sujeto y objeto, tal como es planteada por la metafísica
tradicional, es también rechazada por los existencialistas, entre quienes
prevalece la vivencia de la realidad sobre el conocimiento de la realidad. Y
en esa vivencia la oposición sujeto/obieto queda anulada.

La realidad es vivida fundamentalmente mediante la angustia, es decir, por


medio de aquello por lo que el ser humano se da cuenta de su finitud y de la
fragilidad de su posición en el mundo. La angustia se presenta como el modo
en que el ser humano accede al fondo último de la realidad. No olvidemos las
condiciones históricas que acompañan el surgimiento del existencialismo: entre
la primera y la segunda guerra mundial.

Entre los más destacados representantes del existencialismo podemos


destacar a los alemanes Heidegger (que es indiferente al tema de Dios) y Karl
Jaspers (que admite la trascendencia del ser humano después de la muerte)
dentro de la corriente que se ha dado en el llamado existencialismo negativo, y
en la que también se suele encuadrar al francés Sartre (existencialismo ateo
declarado y consecuente); y el también francés Gabriel Marcel, como
representante del existencialismo teológico o espiritualista.

La filosofía de la existencia se presenta como una filosofía pesimista, cuya


conclusión es la de que la existencia humana carece de sentido, es un absurdo
(el ser humano, como dice Sartre, es "una pasión inútil "),ya que no hay
ninguna esencia, ninguna dirección fija en la que deba desarrollarse. Pero es a
partir del reconocimiento de la existencia de donde, precisamente, al no haber
ninguna esencia prefijada, al no ser el ser humano esto o aquello, sino pura
libertad, como es posible re-construir el ser de esa existencia y, con ello, la
realidad toda y el ser humano, como un fruto de su libertad.

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Jean Paul Sartre fue el filósofo existencialista más comentado y el que alcanzó
mayor notoriedad en los círculos culturales de la Europa de la primera mitad del
siglo XX, incluidos los no existencialistas y los no estrictamente filosóficos. Esto
se debe no sólo a su obra filosófica sino, y principalmente, a su amplia
producción novelística y a sus piezas de teatro. Entre sus novelas figuran
titulos tan conocidos como "El muro" o "La náusea"; y entre sus obras teatrales,
"Las rnanos sucias", "La puta respetuosa', etc.

La noción de existencia en el pensamiento de Sartre

La afirmación de que "la existencia precede a la esencia" es considerada como


la característica fundamental del existencialismo. Ahora bien, la distinción entre
esencia y existencia llega a la filosofía occidental de la mano de Tomás de
Aquino, quien la había tomado de Avicena, y fue utilizada por él en el contexto
de su teología para fundamentar la distinción entre los seres contingentes y el
ser necesario, a fin de poder conciliar sus planteamientos aristotélicos con las
exigencias de la revelación y los fundamentales dogmas del cristianismo.
Según tal posición, Dios, el ser necesario, es el único ser en el que la esencia
se identifica con la existencia, es decir, el único ser cuya esencia consiste en
existir.

Todos los demás seres, sin embargo, poseen la existencia de un modo


secundario, no forma parte de su esencia, por lo que son seres contingentes,
que pueden existir o no existir. Fueron muchos los filósofos occidentales que
consideraron tal distinción innecesaria, por cuanto la noción de existir no añade
nada a la noción de la esencia de algo real, como en el caso de la posición
adoptada por Kant, o por otras razones más o menos fundamentadas,
rechazando así los planteamientos metafísicos del tomismo.

Según tal distinción entre la esencia y la existencia, la posición de la metafísica


tradicional respecto a la relación Dios/seres humanos podría reducirse a una
sencilla explicación del tipo: Dios piensa el ser humano (su esencia) y

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posteriormente lo crea, es decir, le da existencia a la esencia pensada, del
mismo modo que un artesano piensa primero el objeto y luego lo construye
según lo pensado. Ahora bien, ¿qué ocurre si suprimimos a Dios de esa
relación? ¿cómo explicamos la existencia de los seres humanos, de la
realidad?

Sartre al partir de la negación de la existencia de Dios, y no desde una posición


agnóstica sino desde un ateísmo radical, (que no es ninguna novedad en la
filosofía, por lo demás, y menos en la de finales del siglo XIX y principios del
XX), formulará una explicación distinta de lo que debemos entender por
existencia, y de lo que la existencia significa en el caso de los seres humanos.
Suprimido Dios, el esquema tradicional carece de sentido. No hay una esencia
eterna a la que un ser supremo dota de existencia. La existencia de los seres
humanos no se puede ya reducir a la realización de una esencia pensada por
Dios.

Los seres humanos "están ahí", existen como realidades que carecen de una
esencia predefinida; y en ese "estar ahí", lo que sean dependerá
exclusivamente de su modo de existir. Dado que ese existir no es algo
"añadido" a una esencia predefinida, el existir de los seres humanos es anterior
a lo que son en cuanto tales, su existir es anterior a su esencia. Y en la medida
en que su ser esto o aquello depende de su propia realización como seres
humanos, su hacerse, su existir, es un hacer libre. Los seres humanos no están
sometidos a la necesidad de corresponderse a una esencia, por lo que la
existencia debe ser asimilada a la contingencia, no a la necesidad. Los seres
humanos son libres.

"Lo esencial es la contingencia", dice Sartre en La Náusea. "Quiero decir que,


por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí,
simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero jamás se les
puede deducir. Hay quienes, creo, han comprendido esto. Aunque han
intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí.

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Ahora bien, ningún ser necesario puede explicar la existencia: la contingencia
no es una máscara, una apariencia que se puede disipar; es lo absoluto y, en
consecuencia, la perfecta gratuidad. Todo es gratuito, este jardín, esta ciudad y
yo mismo".

El ser humano y la libertad en el pensamiento de Sartre


Distingue Sartre en el mundo dos tipos de realidades o entes, los que son "en-
sí", y los que son "para-sí". Entre estos últimos se encuentran los seres
humanos, en cuanto son conscientes de su propio ser, en cuanto existen, en el
sentido anteriormente señalado. Los demás seres simplemente son. El ser
humano, siendo consciente de su propio ser, y precisamente por ello, existe,
¿Cuál es, pues, el ser del ser humano, el ser del para-sí? E'l ser del ser
humano es la nada, tomada en su sentido más literal.

¿Cómo llega Sartre a alcanzar esta respuesta? El análisis de la conducta


humana, basado en cierto modo en la filosofía de Heidegger, le lleva a Sartre a
descubrir en el ser humano la posibilidad que éste tiene, frente a los demás
seres, de contestar con un no, es decir: le lleva a descubrir al ser humano
como posibilidad de negar. La interrogación nos descubre un nuevo
componente de lo real, la negatividad. Pero ¿dónde está el origen de esta
nada? No puede originarse en el ser en-sí, puesto que la noción de ser en-sí no
contiene en su estructura la nada: el ser en-.sí es pura positividad. La idea de
la nada tiene que venir, en consecuencia, del otro único tipo de ser, del ser
para-sí, única realidad que queda, excluido en ser en-sí. Dice Sartre:

Debe, por tanto, existir un ser - que no puede ser el para-sí - y que tenga como
propiedad el níhilizar (negar) la nada, soportarla en su ser y construirla
contínuamente de su existencia, un ser por el cual la nada venga a las cosas.

Pero, para ser el creador de la nada, el ser humano debe albergar en si mismo
la nada: el ser del ser humano, en definitiva, es la nada. No hay que entender
esta nada como si el ser humano en si mismo fuera absolutamente nada: en el

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ser humano hay un en-sí, es decir, su cuerpo, su "ego", sus costumbres... Pero
lo específicamente humano es su no determinación, su libertad, su nada.
Sartre nos dice, además, que el para-sí (el ser humano) se caracteriza por tres
tendencias:

1. Tendencia a la nada
2. Tendencia al otro
3. Tendencia al ser

La tendencia del ser humano a la nada se descubre en la conciencia y en la


libertad. Esta no es una propiedad del ser humano sino que es su propia
esencia. Con ello nos quiere decir que no es cierto que exista primero el ser
humano y luego se diga de él que es libre, sino que no hay, estrictamente
hablando, diferencia alguna entre el ser del ser humano y el ser libre del ser
humano: el ser humano es su propia libertad.

De la identificación del ser del ser humano y su propia libertad se deducen dos
consecuencias importantes para la concepción del ser humano en Sartre, En
primer lugar, el ser humano, como tal, no posee naturaleza alguna
predeterminada, no se identifica con una esencia determinada: su esencia es
su libertad, es decir, la indeterminación, la ausencia de toda determinación
trascendente. En segundo lugar, la existencia precede necesariamente a la
esencia, hasta el punto de que la esencia del ser humano (del para-sí) es su
propia existencia.

¿Cómo llegamos a la conciencia de la libertad? La libertad se revela en la


angustia:En la angustia adquiere el ser humano conciencia de su libertad o, si
se prefiere, la angustia es el modo de ser de la libertad como conciencia del
ser. La angustia es la forma que tiene el ser humano de darse cuenta de lo que
es, es decir, la forma de darse cuenta de que no es nada. El ser humano huye
de la angustia y de este modo trata también de sustraerse de su libertad. Pero
el ser humano no puede liberarse de la angustia, puesto que es su angustia, y

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por eso tampoco puede escapar de su libertad. El ser humano está, por ello,
condenado a ser libre.
MARXISMO Y EXISTENCIALISMO

En su última obra, Critica de la Razón Dialéctica, Sartre imparte a su filosofía


una orientación que difiere en algunos aspectos de lo que hemos expuesto
hasta ahora. Sartre ha llegado a la conclusión, dada la gran agudeza crítica
que lo distingue, de que e! contenido ideológico de una época lo da una
determinada filosofía, que se vincula, esencialmente, con determinados grupos
sociales en ascenso. La filosofía cartesiana llena todo un período porque
representa mejor que ninguna otra, la ideología e intereses de un grupo social
en desarrollo. El marxismo, a su vez, constituye "El Saber" actual por
excelencia, dada su vinculación con la clase obrera que constituye la clase
social ascendente. Dice Sartre: "el marxismo, lejos de estar agotado, es aún
muy joven, casi está en la infancia, apenas si ha empezado a desarrollarse.
Sigue siendo, pues, la. filosofía de nuestro tiempo; es insuperable porque aún
no han sido supe radas las circunstancias que 10 engendraron. Cualesquiera
que sean, nuestros pensamientos no pueden formarse más que sobre este
humus, tienen que mantenerse en el marco que les procura, d se pierden en el
vacío o retroceden."

Sin embargo, la dialéctica histórica conoce un hecho que ha determinado la


detención momentánea del marxismo: el triunfo del socialismo en la U.R.S.S.
Las necesidades y condiciones imperantes en e! mundo con el advenimiento
de un régimen social nuevo, planteó la premisa material concreta de la
paralización del marxismo. Y tal paralización representa, a los ojos de Sartre,
una violación de! método marxista, pues no se trata de investigar verdades
concretas sino de acoplar la realidad a esquemas ideales establecidos a priori,
con lo que el materialismo histórico ha dejado de ser tal para convertirse en
una nueva versión del idealismo.

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Sartre no es simplemente marxista, sino que es representante de un
existencialismo nacido y desarrollado al margen de! mismo: "¿Qué es lo que
hace que no seamos simplemente marxistas? Es que para nosotros las
afirmaciones de Enge!s y de Garaudy son principios directores, indicaciones de
tareas, problemas, y no verdades concretas; es que nos parecen
insuficientemente indeterminadas, y por lo tanto susceptibles de numerosas
interpretaciones; en una palabra, para nosotros son ideas reguladoras. Por el
contrario, e! marxismo contemporáneo encuentra que son claras, precisas,
unívocas; para él, constituyen ya un saber. A nosotros por el contrario, nos
parece que todo está aún por hacerse: hay que encontrar el método y constituir
la ciencia."

Sartre propone una unión del marxismo con e! existencialismo, que considera
sería la solución que permitiría al marxismo salir de la inercia en que se
encuentra. Pretende llevar ese individualismo radical que lo caracteriza, a la
concepción materialista de la historia que centra su atención en las condiciones
materiales de producción, cambio y consumo, como las determinantes de los
cambios sustanciales en la sociedad y la historia. Sartre admite que el
marxismo permite situar todo tipo de producción individual y colectiva, desde la
economía hasta la estética, siempre y cuando se sintetice con agilidad
dialéctica, el materialismo histórico, el psicoanálisis y la técnica y logros de la
sociología, para poder tener así -y con los agregados nuevos que sea de! caso
hacer- una metodología capaz de situar en todos sus alcances las diversas
manifestaciones de la realidad. Nos dice Sartre: "El día en que la búsqueda
marxista tome la dimensión humana (es decir, el proyecto existencial) como el
fundamento del Saber antropológico, el existencialismo ya no tendrá más razón
de ser: absorbido, superado y conservado por el movimiento totalizador de la
filosofía, dejará de ser una investigación particular para convertirse en el
fundamento de toda investigación."

Esta posición de Sartre ha dado lugar a encontradas opiniones, siendo


necesario destacar el debate sostenido con Roger Garaudy, Pierre Vigier y

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otros que ha tenido enorme repercusión en todos los círculos literarios y
filosóficos de Europa y que ha llegado hasta nosotros en la obra titulada
Marxismo y Existencialismo, Es inn.egable el hecho de que para comprender el
desarrollo actual de la filosofía, es necesario conocer y profundizar el estudio
de estas dos tendencias, tan importantes, del pensamiento contemporáneo. E'S
claro que habrá partes de esa concepción que suscitarán reacciones emotivas
y racionales definitivamente opuestas, pero ello no debe hacemos caer en la
actitud errada de ignorar un diálogo, que sin lugar a dudas constituiría un paso
importante en el camino que conduce a desvelar el ser.

Es interesante, desde e! punto de vista de nuestro estudio, el hecho de que ese


individualismo libertario feroz de Sartre se intente sintetizarlo en una filosofía
nueva, que implicaría la más amplia socialización del ser humano dentro de la
más estricta individualidad. Esta nueva filosofía proporcionaría al hombre, no
sólo e! logro de una libertad exclusivamente personal, sino y sobre todo de una
libertad social común a todo e! género humano.

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CONCLUSIONES

La originalidad creadora del genio de Sartre no puede menos que cautivar a


todo aquel que con objetividad se acerque a su obra. Como filósofo, Sartre
aborda, con seriedad, agudeza, y estricto rigor lógico, los problemas
fundamentales de la filosofía, contribuyendo a enriquecer en gran forma el no
siempre fecundo pensamiento contemporáneo. Se puede o no estar de
acuerdo con él, pero es innegable el hecho de que no debe ser ignorado.

Sería imposible dejar de admirar en el escritor, la presentación siempre bien


lograda de los temas y su increíble versatilidad, el alto sentido estilística y un
vocabulario que golpea en la. conciencia y los sentimientos del hombre.

El rescate de la individualidad es sin duda e! aporte más valioso que nos da


Sartre, individualidad que parecía destinada a desaparecer en manos de un
determinismo cada vez más absorbente y de una sociedad de masas que
sustituye cada hombre con un número.

Sartre nos enseña a enfrentamos con nosotros mismos. Son brillantes sus
análisis de los sentimientos, estados de ánimo y sensaciones de! individuo: "ha
abierto a muchos la mirada para divisar ciertas realidades que nunca perderá
ya la moderna conciencia humana. Hay en él declaraciones sobre el
resentimiento, la ironía, el cinismo, la mentira y la falsedad íntima, que
constituyen su propiedad personal y su permanente contribución al espíritu¡ de
la época."

La filosofía sartreana es ante todo una exaltación de lo humano. El hombre es


lo único que importa; de aquí que toda su obra tenga como finalidad el logro de
la liberación del individuo y su reintegración al sitio primario que lógicamente

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debe tener. Se nos presenta entonces la paradoja de cómo encontrar la
salvación del hombre en una libertad "para nada", en una libertad que es exilio
y en una libertad que es ante todo una condena. Recordemos la expresión de
Marce!a en La Edad de la Razón:

El problema consiste básicamente en que Sartre admite que la enajenación del


individuo proviene en su mayor parte de la sociedad -forma errónea en que
está estructurada política, económica y socialmente- pero a la hora de buscar
la solución al problema no trata de modificar la realidad que es causa del
mismo, sino que se refugia en un individualismo que desborda los límites de lo
racional y llega a ser completamente inconducente a los fines que se proponía.
Una libertad lograda en esta forma lleva irremediablemente al fatalismo
característico de la filosofía de Sartre.

La labor crítica de Sartre tiene gran valor en cuanto refleja con toda objetividad
problemas que requieren pronta solución, pero sobre las ruinas es preciso
construir y ésta y no otra, debe ser la meta de los hombres libres. Creemos que
necesariamente han de seguirse otros caminos, que salvando la individualidad
que Sartre tanto defiende, conduzcan a una efectiva realización de la libertad.

El existencialismo de Sartre lleva a un marcado pesimismo que se refleja


básicamente en la exaltación de "la nada", "la angustia", "la náusea", etc. El
mundo de Sartre carece totalmente de atractivos y en sus obras encontramos
destacados los aspectos más duros y desagradables del mismo: los personajes
son en su mayoría gentes anormales -locos, prostitutas, pederastas-, que se
mueven en lugares mal olientes y sucios.

Todo aquello que pueda ofrecer algún atractivo, Sartre lo elimina para destacar
sus aspectos repugnantes: los otros seres son nuestros enemigos, el amor no
es sino el intento de destruir nuestra libertad o el instinto sexual llevado a sus
aspectos más bajos, la maternidad no es otra cosa que una descomposición de

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los órganos internos de la mujer, y así sucesivamente, hasta dejar al mundo
despojado de belleza o alegría

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BIBLIOGRAFIA

Jean-Paul Sartre, Actualidad de un Pensamiento. Helene Vedrine; Ediciones


Colihue.2006. Argentina

Jean-Paul Sartre. El Existencialismo es Humanismo. Bolívar Echevarría.


Universidad Nacional Autónoma de México. 2006.

Jean-Paul Sartre. Un compromiso Histórico. Antonio Gorri Goñi. Editorial Del


Hombre. Barcelona. 1986.

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ANEXOS

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