doszientos con él, que todos çiñen espada; no son en cuenta, sabet, las peonadas. Quando vio mio Cid asomar a Minaya, el caballo corriendo valo abraçar sin falla, besóle la boca e los ojos de la cara. Todo gelo dize, que nol´encubre nada. El Campeador fermoso sonrrisava: “Grado a Dios e a las sus vertudes santas; mientras vos visquiéredes, bien me irá a mí, Minaya.”
Recursos literarios.
Comienzo comentando la variedad de tiempos verbales utilizados, combinando
con flexibilidad pasado (“ovo”, “vio” ,“sonrissava”) con presente (“ciñen”, “encubre”, “grado”) y futuro (“ira”). Esta flexibilidad, típica de todo el texto, forma parte de una intención de hacer el texto variado expresivamente para su difusión oral y viene dictada por lo vivencial de la escena. Al hilo de esta difusión oral se observa la presencia del narrador, del juglar, con la apelación que le hace al auditorio mediante una segunda persona del plural (“sabet”), llamando su atención sobre las huestes que vienen con Minaya, y hacer un efecto mayor sobre su llegada y feliz encuentro con el Cid. Este efecto emotivo que se pretende del público se acentúa aún más con el pleonasmo “ojos de la cara”, que ayuda a remarcar el sincero afecto que tiene el héroe por Alvar Fáñez Minaya. De hecho, Minaya es un título de origen vasco (mi anai “mi hermano”). Este afecto queda también patente con las frases, que en estilo directo, le dedica al final del fragmento. Estos cambios a estilo directo que llenan el poema , aparte de dar relieve al personaje que habla en ellos, le daban pie al juglar a hacer la narración más amena, proporcionándole probablemente cambios de ritmos y juegos con la voz. También contribuían a la amenidad y teatralidad del texto el hecho de introducir acciones que se podían mimar o interpretar, o al menos, permitían al público visualizarlas, como en el caso de beso y la sonrisa en este fragmento. Por otra parte, también aumentaban esa teatralidad las indicaciones de movimiento (“el caballo corriendo”, “valo abraçar sin falla”, “bésole la boca”) Se ve también reflejado en el fragmento un formulismo típico de la épica medieval: el epíteto épico (“El campeador”). Estos epítetos están normalmente atribuidos al protagonista de la historia pero también en menor medida a otros personajes, nunca a los antagonistas. Sirven para destacar cualidades y, de manera formular, para rellenar un hemistiquio. En este caso se ha elidido el sustantivo (mio Cid) y está formado únicamente por un adjetivo (también puede ser un sintagma preposicional u oración de relativo). Es uno de los más utilizados a lo largo del poema para referirse al héroe. Observamos, por otra parte, un tipo de fórmula de gracias a la divinidad (“Agradezco a dios…”) que son muy frecuentes de encontrar en boca del Cid, poniendo de manifiesto su carácter religioso. También se hace patente la esticomitia, esto es, que cada verso contenga un pensamiento u acción completo y dos bimembraciones (“….la boca e los ojos….”, “….a Dios….e a las sus vertudes….”) que proporcionan un efecto rítmico, riqueza a la expresión y acentúan la anteriormente comentada afectividad del Cid. Para finalizar el comentario de los recursos literarios utilizados se observa el hipérbaton producido en los dos primeros versos que remarcan la impaciencia del Cid por la tardanza y la importancia del viaje del que vuelve Alvar Fáñez, y la ausencia de adjetivos y utilización de nombres concretos que observamos en todo el poema. Me parece importante reseñar, porque se muestra claramente en el fragmento y algunos recursos contribuyen a ello, que el El Cid es presentado en toda la obra como un personaje ejemplar, humano, afectuoso, preocupado y justo con los suyos.
Comentario métrico.
En cuanto a la fórmula rítmica del fragmento se observa la misma irregularidad
y anisosilabismo que presenta todo el poema. Esta irregularidad ha sido muy estudiada, algunos lo han atribuido a fallos a los sucesivos copistas o a las variaciones orales en la transmisión entre juglares. Otros, como Colin Smith, afirma que la métrica estaba más fundada en el esquema acentual, al modo latino o germánico, que en la rima, y también hay quien la atribuido a la difusión con música que se hacía del poema, pudiendo considerar esa irregularidad métrica como una simple variabilidad melódica. En este caso los versos oscilan entre las diez sílabas del segundo hasta las catorce del sexto o el último. Los versos están divididos en dos hemistiquios, separados por una cesura. De estos dos hemistiquios, como es habitual en todo el poema, presentan el menor número de sílabas el primero. La cesura, en cuatro casos (versos tercero, cuarto, sexto y octavo) está marcada por una coma, lo que puede indicar un mayor detenimiento del juglar en esa pausa verbal para subrayar las acciones que se narran o para, en el caso del cuarto verso, en el que tras la cesura se hace una apelación al auditorio (“sabet”), para darle fuerza a esa misma apelación. En cuanto a la fórmula rimática , la rima es asonante (a-a) y se mantiene la misma todo el fragmento (AAAAAAAAAAA). El fragmento se incluye dentro una tirada, que son las estrofas de número irregular de versos en las que se agrupa el Cantar del Mio Cid, y, como es habitual, se mantiene la misma rima en toda la tirada cambiando en la siguiente. Por la ya comentada irregularidad métrica de todo el poema es difícil determinar categóricamente tanto sinalefas como hiatos en el cómputo de sílabas. Señalo como sinalefas las siguientes: quan-do es-to, ve-ni-do es-Mi-na-ya, va-lo a-bra-zar, e a-las- vir-tu-des, bien-me i-rá. Como hiatos señalo dos: me-i-rá-a-mí y gra-do-a-Dios.