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SERGE LATOUCHE

LA APUESTA
POR EL DECRECIMIENTO

¿CÓMO SALIR DEL IMAGINARIO


DOMINANTE?

Icaria :'.!: Antrazyt


ECOLOGÍA
Este libro ha sido impreso en papel 100°/oAmlgo de los bosques, pmver.if''¡te de bosques
sostenibles ycon un proceso de producción de TCF (Total Clorin Free), para colaborar en una
ÍNDICE
gestión de los bosques respetuosa con el medio ambiente y eco;¡ón!carnente sostenible.

Introducción
¿Qué es el decrecimiento? 9
Decrecimiento y bioeconomía 20
Detrecüniento y posdesarrollo 22

PR!MERA PARTE
Título original: Le pari de la décroiss,znce
¿POR QUÉ EL DECRECIMIENTO? 35
© Librairie Arth<:me Fayard, 2006
I. }] infierno del crecimiento 37
'fraducción del francés: Patricia Astorga La sociedad de crecimiento no es sostenible 38
Diseño de la cubierta: Josep Baga
Fotografía de la cubierta: Adriana F3-bregas
La sociedad de crecimiento no es deseable 49
II. ¿Se puede poner vino nuevo en odres viejos?
© De esta edición Descrecimiento, ,,Jisvalor» y medida del bienestar 61
Icaria editorial, s. a.
Felicidad, riqueza, «disvalor»: la impostura
Are de Sant CristOfol, 11-23
08003 Barcelona del P!B/PNB 61
www. icariaeditorial. com Los indicadores alternativos 69
Salir de la economía y entrar en la sociedad
Primera edición: abril de 2008
de decrecimiento 78
Segunda edición: mayo de 2009
lll. Decrecer o retroceder 85
ISBN, 978-84-7426-984-0 Decrecilniento y regresión 87
Depósitot legal: B-22.670-2009 Decrecimiento, austeridad, simplicidad.
Fotocomposición: Text Grafic Reencontrar el sentido del límite 91
IV. Decrecitniento y sostenibilidad. La resiliencia
Impreso a Romanya/Valls, s. a. del desarrollo 103
Verdaguer, l, (~apellades (Barcelona)
El desarrollo sostenible como oxímoron 104
Printed in Spain - Impreso en España_ Prohibida /,a reproducción total oparcial. El desarrollo sostenible como pleonasmo 113
V ¿El decrecimiento tiene que ser demográfico? 123 ¿Quiénes son los enemigos del pueblo? 237
El optimismo demográfico beato 124 ¿Qué hacer' 240
Cuál es la población mundial sostenible ¿Dictadura global o democracia local?
(¿Posible o deseable') 127 La utopía o la muerte 245

Conclusión: ¿Es el decrecimiento una alternativa? 135 Conclusión: La pedagogía de las catástrofes y volver
a la magia del mundo 25 5

SEGUNDA PARTE
Glosario del decrecimiento 261

¿CÓMO LLEVARA CABO EL DECRECIMIENTO? Bibliografía 265


ORGANIZAR UNA SOCIEDAD DE «DECRECIMIENTO,,
SERENA Y CONVIVENC!AL EN EL NORTE
Y EN EL SUR 139
VI. Reevaluar, reconceptua1izar. ¿Cómo salir
del imaginario dominante? 143
¿Cómo ha sido colonizada nuestra mentalidad? 147
¿Cómo liberarse? 153
VIL Reestructurar) redistribuir. Decrecimiento
y capitalismo 167
Ileestructurar/reconvertir 168
Redistribuir 176
VIII. Relocalizar. Por un renacimiento de lo local 183
La apuesta local 184
La relocalización económica en el decrecimiento 187
La utopía política local 189
IX. Reducir, reutilizar, reciclar... 197
Reducir 198
Reutilizar, reciclar y otras «R»: rehabilitar, reinventar,
ralentizar, restituir, reponer, recomprar, reembolsar,
renunciar... 217
X. ¿Tendrá el Sur derecho al decrecimiento? 223
Rerrono al etnocenrrismo del desarrollo 223
La espiral virtuosa 228
XL Ecofascismo o ecodemocracia. Esbozo
de un programa <<político1> para la construcción
de una sociedad de decrecimiento 233
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ, ES EL DECRECIMIENTO?

La ecología es subversiva porque pone en duda el


imaginario capitalista que do1nina el planeta. (~ues­
tiona el motivo central) según el cual nuestro des-
tino es el aun1ento imparable de la producción y
el consumo. ,Muestra el iinpacto catastrófico de la
lógica capitalista sobre el n1edio an1biente y sobre
la vida de los seres humanos.

CüRNEL!US CASTORlAD!S 1

Es probable que estemos viviendo la sexta extinción de las espe-


cies.2 Éstas (vegetales y anin1ales), efectivamente, desaparecen a una
velocidad de cincuenta a doscientas al día, 3 es decir, a un ritmo
comparable de 1.000 a 30.000 veces superior al de las hecatombes
de los tiempos geológicos pasados. 4 Como muy bien señala Jean-
Paul Besset: «En la me1noria de los hielos polares una cadencia
parecida no tiene equivalencÍa». 5 La quinta extinción, que se pro-
dujo en el Cretácico hace 65 millones de años, vio el fin de los
dinosaurios y otras grandes bestias, probablemente tras el choque
de un asteroide, pero se prolongó por un período mucho más lar-
go. Pero, a diferencia de las precedentes, el ser humano es directa-
mente responsable de la «disminución» actual de los seres vivos y

1. C.:ornelius Castordiaris, \(Cécologie conrre les n1archands1>, en Une société


a la dérive, Senil, París, 2005, p. 237.
2. Richard Leakey y Roger Levin, La sixihne .Extinrtion: lvf!!ution et
rat,1strop!~rs,
Flan1n1arion, París, 1997.
3. Edward (). \1Vilson considera que somos responsables cada año de la
dcsap;irición de 27.000 a 63.000 especies. The diversity of life, Bleknap Press,
Harvard, 1992.
4. Frano;:ois Ramade, Le (:r'rand Massarre. L'avcnir des espCces vivantes,
}{achette Littératures, París, 1999.
5. Jcan-Paul Bcsset, Co11r'1n1t ne plus étre progressiste .. sans devenir
réartionnaire, Fayard, Par(s, 2005, p. 83.

9
podría muy bíen ser su víctima ... Sí creemos en el ínforme del pro- crecimiento y de la economía es tal, que hablar de decrecimiento
fesor Belpomme sobre el cáncer y en los análisis realizados por el necesario es literalmente blasfemo, y aquel que se arriesga es tratado
profesor Narbonne, célebre toxicólogo, el fin de la humanidad ten- como r11ínin10 de iconoclasta. ¿Por qué? Sencillamente porque vivi-
dría incluso que llegar antes de lo previsto, hacia 2060, a causa de mos en plena esquizofrenia. Oímos al Presidente Chirac declarar en
la esterílídad generalizada del esperma masculíno bajo los efectos Johannesburgo: «La casa se quema y mientras tanto nosotros mira-
de los pesticidas y otros Pt1P o CMR (para los toxicólogos, los POP mos a otro lado ... ». Añadió que nuestro 1nodo de vida era insosteni-
son los contaminantes orgánicos persistentes, de los que los CMR ble y que nosotros, europeos, consumíamos el equivalente a tres pla-
-proquctos carcinogénicos, mutagénicos o tóxicos para la repro- netas, lo que es rigurosamente exacto. Pero en el inismo mo1nento
ducción- constituyen la especíe más simpátíca). 6 de su díscurso, [os representantes de Francia en Bruselas, siguiendo
Tras algunos decenios de frenético despilfarro, hemos entrado sus instrucciones, conseguían que el Gaucho y el Paraquat, pestici-
en la zona de tempestades, en el sentido literal y figurado ... I~a ace- das terroríficos gue matan a las abejas, provocan cáncer y vuelven
leración de las catástrofes naturales -sequías, inundaciones, ci- estériles a los hombres, no fueran inscritos en la lista de productos
clones- va está en marcha. _El tr;istorno climático irá acompañado prohibidos. Paralelamente, con sus colegas Blair y Schroeder, Chirac
de guerra~ del petróleo, a las que seguirán las guerras por el agua,7 se dedicaba,a vacíar de todo contenido la directíva REACH (Regis-
así como posibles pandemias, sin mencionar las previsibles catás- tration, Evaluation and Au.rhorisation of Chemicals). 9
trofes biogenéticas. ''fodos sabemos que en lo sucesivo vamos direc- La lista de las catástrofes ecológicas presentes y anunciadas ya
tos al precipicio. Lo que queda es determinar a qué velocidad nos está hecha. La conocemos bien, pero no la asu1nitnos. No podemos
precipitaremos y cuándo se producirá ia caída. Según Peter Barrett, imaginar la magnitud del choque hasta que no se haya producido.
director del Centro de Investigación para el Antártico, de la Uni- Sabemos asimismo muy bíen lo que se tendría que hacer, es decir,
versidad de Victoria, Nueva Zelanda, «seguir con la dinámica de cambiar de orientación, pero no hace1nos prácticamente nada más.
crecimiento actual nos enfrenta a la perspectiva de la desaparición «Miramos para otro lado .... >) mientras la casa se acaba de quemar.
de la civilización tal como la conocemos, no en millones de años, Tenemos que decir en nuestra defensa que ios «responsables», tan-
ni tan sólo en milenios, sino desde ahora y hasta el fin de este si- to políticos como económicos, nos invitan a ello -Chirac o el
glo». 8 Cuando nuestros hijos tengan sesenta años, si todavía existe, Medef!º y, por supuesto, el World Business Council for Sustainable
el mundo será muy diferente ... Development (WSCSD), ese grupo de industriales preocupados a la
Sabemos también que la causa de todo esto es nuestro modo vez por mantener sus ganancias y por el planeta, entre los cuales,
de vida basado en un crecimiento económico ilimitado. Y sin em- sin embargo, se encuentran los principales contaminadores, a los
bargo, el término «decrecimiento» suena como un reto o una pro- que un antiguo primer ministro del Medio Ambiente no dudó en
vocación. La ünposición en nuestro imaginario de la religión del calificarlos de «club de criminales de cuello blanco». 11 Y, durante
ese tiempo, esos bomberos-pírómanos ponen más gasolina (los úl-
6. El 5910 de las enfermedades respiratorias agudas, el 85(Yo de las enfenncdades
diarréicas v el 22º/o de los cánceres son atribuibles, scgün d profesor Belpo1nme, a 9. Al principio se trataba de catalogar, evaluar y autorizar las 100.000 1no-
factores a~bientaies. Cf:s m,-;!,--rdif's créécs par J'j_y;711n;t, Albin J'vfichd, París, 2004. léculas químicas de base utilizadas en la industria. Sabemos que al final esta
7. Vandana Shiva, La Guerre de l'eau, Parangon París, 2003 La lJNESCO medida de precaución ele1nental fue retrocediendo hasta su más míniina expre-
considera que entre 2 (hipótesis baja) y 7 (hipotesis alta) nül millones de perso- sión. Reducido en principio a 30.000, el número de sustancias relacionadas tan
nas sufrirán la falta de agua en 2050. El informe Camdessus, elaborado por el sólo serían unas 12.000, con posibles derogaciones.
antiguo director del Fi'vil y un grupo de expertos a solicitud del Consejo n1undial 1O. Mouvement des Entreprises de France (Movimiento de las Empresas
del agua, avanza la cifra a 4.000 niillones. francesas), equivalente en España a la CEOE. [Nota de la Traductora.]
8. 1\usnalian 1\ssociated Press, 18 de noviembre de 2004. 11. Yves Cochet y Agnes Sina'i, Sauver la Terre, Fayard, París, 2003, p. 132.

10 11
timos bidones de petróleo) en el fuego, a la vez que claman a voz en y con justicia, la posibilidad de poseer más margen de maniobra y
cuello que es la única manera de apagarlo. En un libro premonito- de mejorar cierras dimensiones de la vida cotidiana, del empleo,
rio poco conocido, el sociólogo de Québec Jacques Godbout plan- etc. [... ], esquivando el tema sobre su contenido cualitativo (¿qué
teaba en 1987 la pregunta: <~¿Es el crecimiento la única salida a la es lo que se mejora?), o sobre su reparto (el «reparto del valor aña-
crisis del crecimiento?)> 12 dido»), por no hablar de ciertos problemas de medida que son, sin
¡Afirmativo!, responde el director general de nuestra aldea glo- embargo, peligrosos y que debilitarían a la «religión» del índice de
bal, el jefe de los bo1nberos-piró1nanos, George W Bush. Declara- crecimiento si se conocieran>J. 15 S6lo algunas pequeñas voces
ba, en efecto, el 14 de febrero de 2002 en Silver Spring, ante la discordantes (Jean Marie Harribey, Alain I,ipietz y los responsa-
administración norteamericana de Meteorología, que «Por ser la bles de Attac) proponen una «desaceleración del crecimiento». Pro-
clave del progreso ambiental, por ser el proveedor de los recursos posición desafortunada ya que, aunque parte de un buen senti-
que permiten invertir en tecnologías limpias, el crecin1iento es la miento, nos priva a la vez de las ventajas relativas del crecimiento y
solución, no el problema>:>. 13 Al invocar de manera hipnótica «¡Cre- de las ventajas del decrecimiento ... Michel Serres compara la ecología
cimiento, crecimiento, crecim_i_ento!') durante sus deseos para el año reformista «a la figura de una embarcación que navega a 20 nudos
2006, el presidente Chirac no se quedó atrás. Es verdad que esra hacia una b_arrera rocosa contra la cual, invariablemente, colisionará,
posición se encuentra conforme a la más estricta ortodoxia econó- y sobre cuya pasarela el oficial de guardia recomienda reducir la
mica. «Es evidente, seglln el economista Wilfred Beckerrnan, que, velocidad en una décima sin cambiar de dirección». 16 Esto es, de
aunque el crecimiento económico conduzca habitualmente a dete- manera muy exacta, en lo que consiste la desaceleración.
rioros ambientales durante los primeros tiempos, al final, la mejor En 2004, el comentarista político de la revista Politis, tras haber
-y probablemente la única- manera para la mayoría de los paí- cargado las timas contra la débil oposición política, fue forzado a
ses de tener un medio ambiente decente es enriqueciéndose>). 14 dimitir. El debate que siguió es revelador del malestar de la izquier-
Esta posición «procrecirniento» es, en el fondo, largamente da. La verdadera razón del conflicto, escríbe un lector de la revista, es
compartida. El anuncio de aceleración económica americana o china sin duda, «atreverse a ir contra una especie de pensamiento único,
en los diarios siempre reviste un aire triunfalista. Y los planes de común a casi toda la dase política francesa, que afirma que nuestra
recuperación (francoalemán, italiano o europeo) se basan invaria- felicidad debe pasar imperativamente por el aumento del crecimien-
blemente en grandes obras (infi·aestrucruras de transporte), que no to, aumenro de productividad, aumento del poder de compra y en
hacen más que deteriorar la situación, especialmente la climática. consecuencia, aumento del consumo». Como subraya Hervé Kempf,
Frente a ello, nos encontrarnos con el silencio, de la izquierda, de que relata el incidente: «¿Es posible que esta izquierda acepte procla-
los socialistas, de los comunistas, de los verdes, de la extrema iz- mar la necesidad de reducir el consumo material, un imperativo que
quierda ... incluso de los <,a!termundialistas» ..Éstos, además, consi- se encuentra en el centro del enfoque ecologista?)1. 17
deran que el crecimiento, al crear empleos y favorecer un reparto Hay que reconocer que desde hace poco el tema del decreci-
1nás equitativo, es también la solución al problema social. Jean miento se ha convertido en sujeto de debate para los Verdes, 18 evi-
Gadrey resume muy bien esa posición. «Aunque es cierto, escribe,
que el crecimiento no lo arregla todo, éste representa para muchos, 15. Jean Gadreyy Florence Jany-Catrice, Les nourH:11ux índiratnrrs de richesse,
La Découverte, París, 2005, p. 7.
16. Michel Serres, Le C'ontrat naturel, Flammarion, París, 1992, p. 56.
12. Jacques Go<lbout, La Di111ocratie des usagers, Boréal, Monttcal, 1987. 17. Le Monde, 19 de junio de 2003.
13. Le Monde, 16 de febrero. 18. Tras la publicación en Monde Dip!omatique, en noviembre de 2003, de
14. Wilfred Beckennan ((Econo1nic growth and rhe environment: \Vhose mi artículo «Pour une société de décroissance». Véase {(La Décroissance
environment?)) World f)cvf'!u¡rnr11t, vol. 20, n. 4, 1992, p. 482. pourquoi?1); Ven- contact, n. 709, abril de 2004.

12 13
dentemente, en el seno de la Confédération Paysanne 19/ 2º -lo que da de referencias en el Norte han llevado a muchos pensadores a
no es muy sorprendente-, en el del movimiento llamado replantearse la sociedad de consu1no y sus bases imaginarias, el
«altermun(,lialista» 21 y también entre un pú.blico más amplio. El progreso, la ciencia y la técnica. A su vez, la concienciación sobre la
lanzamiento por la asociación Casseurs de pub2 2 de la revista l.a crisis ambiental C¡_ue vivimos aporta una nueva dimensión. La idea
Décroissance también contribuyó en gran medida. 23 Muchas per- de decrecimiento tiene también una doble afiliación, ya que se ha
sonas se 1nanifestaron a favor o en contra, sin informarse antes y formado por una parte en la concienciación sobre la crisis ecológica
deformando los escasos análisis disponibles. Al haber sido puesto y por otra, al hilo de la crítica a la técnica y el desarrollo. 25
en duda bastante a menudo en tanto que «teórico del decrecimien- Sin en1bargo, hasta estos últimos años, la propia palabra ((de-
to» (incluso en el Monde Diplomatique), 24 es mi deber hacer las crecimiento)) no figuraba en ningún diccionario económico o so-
puntualizaciones necesarias para disipar un cierto número de cial, mientras que sí encontramos algunas entradas sobre sus
malentendidos y poner los puntos sobres las «Í». Se trata de demos- correlatos «Crecimiento cero», ((desarrollo sostenible» y por supues-
trar que si un cambio radical es una necesidad absoluta, la elección to «estado estacíonario». 26 El término, no obstante, ya posee una
voluntaria de una sociedad de decrecimiento es una apuesta que historia relativamente compleja y una indudable trascendencia
vale la pena intentar para evitar un retroceso brutal y dramático . analítica y política en economía. Sin embargo, aún hay dudas so-
.Éste es el objetivo de esta obra. bre su significado. Los comentadores y críticos más o rnenos
Así pues, el término «decrecimiento» es usado n1uy reciente- malintencionados subrayan la antigüedad del <<concepto)) para li-
mente en el debate económico, político y social, aunque las ideas quidar más fácilmente la dimensión subversiva de las proposicio-
sobre las que se apoya tengan una historia bastante antigua. Efec- nes avanzadas por los actuales «objetores del crecimiento». 27 Así
tivamente, el proyecto de una sociedad autónoma y ahorrativa no pues, para Franyois Vatin, en Adam Smith ya existiría una teoría
nació ayer. Sin remontarnos a algunas utopías del primer socialis- del decrecitniento ... Cita el primer libro, capítulos VIII y IX, de su
mo, ni a la tradición anarquista renovada por el situacionismo, éste obra La riqueza de las naciones, en el cual Smith evoca el ciclo de
fue formulado en términos parecidos a los nuestros desde finales vida de las sociedades «que pasan del crecimiento acelerado (caso
de los años sesenta por l,y."1.iJl!is:)1, André Gorz, faarn;ois Par.tant y de las colonias de América del Norte) al decrecimiento (caso del
(;_o.~n.ehl!s. Castoriadis. El fracaso del desarrollo en el Sur y la pérdi- Golfo de Bengala) pasando por un estado estacionario (caso de
China)». 28 Esto es confundir regresión con decrecimiento. En efecto,
para nosotros, no se trata ni del estado estacionario de los viejos
19. Segundo sindicato agrícola francés, de donde procede José Bové, en el clásicos, ni de una forma de regresión, de recesión ni de «creci-
que se milita por una agricultura agraria, respetuosa con el medio ambiente, por
el empleo agrícola y por la soberanía alimentaria. Participante en los diferentes miento negativo», ni incluso del crecimiento cero -aunque en-
foros sociales, el sindicato es un importante actor en el seno de los movimientos contremos en él una parte de la problemática.
antiglobalización. [Nota de la trad.]
20. {iObjecrifDécroissance: la croissance en question», Campagnes solidaires
(revista mensual de la Confédération Paysanne), n. i82, febrero de 2004. Véase
Politis, 11 de diciembre de 2003, informe sobre el decreci.miento. 25. Véase el recuadro de las páginas 22 a la 32.
21. Véase Pohtís, 11 de diciembre de 2003, informe sobre el decrecimiento. 26. Véase por ejemplo Alain Beitone et al Lexique de sociologie, Dalloz,
22. Asociación francesa que tiene como objetivo promover la creación ar- París, 2005.
tística basada en una crítica a la sociedad de consun10. [Nota de la trad.] 27. Llamo así a los miembros del ROCAD (Réseau des objecteurs de croissance
23. La Décroiss1v1;;e, Le jou-rnrrl de la joie de vivrc. (Dirección de Casseurs de pour un aprCs-développemenr - Red de objetores de crecimiento para un
pub: 11 place Croix-Páquet, 6900i, Lyon). posdesarrollo), www.apres-developpement.org.
24. Véase jean Marie Harribey, «Développement ne rime pas forcément 28. Frans;ois Vatio, Trois essais sur lagenese de la pensée sociologi-que:po!itique,
avec croissance» Le Monde Diplomatíqu.e, julio 2004. épistémiologie, cosmologie, La Découvene, París, 2005, p. 101.

14 15
A causa de la publicidad, los medíos de comunícacíón llaman sos se mantenían fundamentalmente como bienes comunes (los
«concepto» a los proyectos que son las bases para el lanzamiento de conunons). Esos bienes, o al menos la mayoría de ellos, no eran propie-
cualquier cosa nueva, incluso las culturales. Así pues, no es extra- dad de nadie. Cada persona podía aprovecharlos según los límites de
ño que 1ne hayan preguntado sobre el contenido de ese <{nuevo las reglas de uso de la comunidad. Esto era así para los recursos reno-
concepto» de decrecimiento. A riesgo de decepcionarles, precise- vables: el aire, el agua, la fauna y la flora salvajes, los peces de los océa-
mos en seguida que el decrecimiento no es un concepto, en el sen- nos y los ríos, y, con ciertas restricciones, los pastizales, la madera muerta
tido tradicional del término, en todo caso, y que no se puede ha- y las talas de árboles. Los recursos no renovables, los 1ninerales del
blar exactamente de <<teoría del decrecimiento;> tal como han hecho suelo (entre los cuales el aceite de piedra, el petróleo), para ser someti-
los economistas de las teorías del crecimiento, y todavía menos, de dos a un régimen más reglamentado, eran puestos bajo el control del
modelos «listos para servir». No se trata de la <<simétrica)) del creci- príncipe o del estado para extraer de ellos una renta sobre la escasez.
miento. E_~ un eslogan político con implicaciones teóricas, una Con mayor frecuencia, la ausencia de comercialización siste1nática de
«palabra-obús>>, dice Paul _l\riesj que tiene como ohjetiv)?. romper el los bienes «naturales» y las «costumbres)) limitaban las extracciones a
lenguaje estereotipado de los adícros al productívismo,· Así pues, la un nivel que no comprometía su reproducción. La rapacidad de la
consigna de decrecimiento tíelle como meta, sobre tO~do, insistir economía moderna y la desaparición de las obligaciones comunitarias,
fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por ei creci- lo que Orwcll llama «la decencia común>), han transformado las ex-
miento, objetivo cuyo motor no es otro que la búsqueda de bene- tracciones en depredación sistemática. 31
ficio por los poseedores del capital y cuyas consecuencias son de- El ejemplo de las ballenas es, desde ese punto de vista, muy reve-
sastrosas para el medio ambiente. Con todo rigor, convendría más lador de la dificultad que representa la conservación del medio am-
hablar de «acreQ.miento», tal como hablamos de «ateísmo», que de biente. La invención del Cañón-Harpón explosivo en 1870 por Sven
«dccrecimiento:»:,:.·Es, por otro lado, precisamente, de abandono de Foyn pernlite la industrialización de la caza de ballenas. Los barcos-
una fe o de una teligión de lo.que se trata: de la religión de la eco- f.ibrica se multiplican en los años veinte. En 1938, se alcanza la cifra
nomía, del crecimiento, del progreso y del desarrollo. récord de 54.835 capturas. I~as «existencias>) se encuentran en vías de
El decrecimiento es simplemente un estandarte tras el cual se extinción. Todo el mundo lo sabe. En consecuencia, la industria se
agrupan aquellos que han procedido a una crítica radical del desa- dedica a nuevas especies de talla más pequeña: la ballena azul, el
rrollo29 y que quieren diseñar los contornos de un proyecto alter- rorcual, y, por último, el cachalote. La puesta a punto de materias
nativo para una política del posdesarrollo. 30 Es, en consecuencia, grasas de sustitución llega demasiado tarde. Según la Comisión ba-
una proposición necesaria para reabrir el espacio de la inventiva y llenera internacional, quedaban, antes de las recientes prohibiciones
de la creatividad del imaginario, bloqueado por el totalitarismo de pesca, menos de 1.000 ballenas azules, 2.000 rorcuales comunes
economicista, desarrollista y progresista. y 3.000 cachalotes en la Antártida. Muchas especies de ballenas se
Los límites del crecimiento son definidos a la vez por el volumen extinguieron, cuando a principios del siglo XX existían centenares de
de las existencias disponibles de recursos naturales no renovables y por miles de representantes de cada una de ellas.
la velocidad de regeneración de la biosfera para los recursos renovables. Esencialmente, el medio ambiente se sitúa fuera de la esfera de
Durante mucho tiempo, en la mayoría de las sociedades, estos recur- los intercambios comerciales. Ningún mecanismo se opone a su des-

29. Véase mi artículo «En finir une fo is pour toutes avec le développement», 31. Entre 1700 y 1845, no n1enos de 4.000 leyes fueron pron1ulgadas en
Le Monde Dip!onurri1!fe, mayo 2001. Inglaterra para permitir la clausura de tierras y así impedir cualquier uso colec-
30. Véase Christian Comeliau (dir.), Brouillons pour !'a1:<'11-ir: contributions tivo de éstas. Véase Silvia Pérez-Vitoria, Les paysans sont de retour, Actes Sud,
au débat sur les alternati!ws, IUED/PU.F, Ginebra/Parls, 2003. Ades, 2005, p. 22.

16 17
rrucc1on. La competencia y el mercado, que nos proporcionan la naturaleza, que encontramos en la mayoría de sociedades, se basa en
comida en las mejores condiciones, tienen efectos desastrosos sobre la inclusión del ser humano en el cosmos. En Slberia se va a morir ai
la biosfera. Nada puede limitar el pillaje de las riquezas naturales, bosque para devolver a los animales lo que se ha recibido de ellos.
cuya gratuidad permite bajar los costes. El orden natural no ha sal- Esta actitud implica relaciones de reciprocidad entre los seres
vado ni a los <lodo de las Islas Mauricio, ni a las ballenas azules, humanos y el resto del universo. Los hombres están dispuestos a ofre-
como tampoco lo hiw con los indios fueguinos de Tierra del Fuego. cerse a Gaia (personificación mitológica de la Tierra) tal como Caía
Sólo la incieíble fecundidad natural de los bacalaos podrá tal vez se ofrece a ellos. Al negar la capacidad de regeneración de la natura-
ahorrarles el destino de las ballenas. ¡Y ya veremos! Ya que es posible leza, al reducir los recursos naturales a una materia prima a explotar
que la contaminación de los océanos afecte a esta legendaria fecun- en lugar de considerada como una posibilidad de vuelta a los oríge-
didad. El pillaje de los fondos marinos y de los recursos pesqueros nes, la modernidad ha eliminado esta relación de reciprocidad.
parece irreversible. El despilfurro de los minerales continúa de mane- Volver a esta disposición de espíritu prearistotélico es sin duda
ra irresponsable. Los buscadores de oro individuales, como los la condición de nuestra supervivencia. Mac Millan 1 ecologista
oJarilntciros
¡
del Amazonas, o las ..
grandes sociedades australianas en americano del siglo XIX que quería salvar a los cóndores, decía:
Nueva Guinea no retroceden .ante nada para procurarse el objeto de «Hay que ,salvar a los cóndores, no tanto porque les necesitemos,
su codicia. Y, en nuestro sistema, cualquier capítalista, e incluso cual- sino, sobre todo porgue para salvarlos tenemos que desarrollar 1as
1

quier Homo a:conomicuS, es u.na especie de buscador de oro. cualidades humanas que necesitaremos para salvarnos a nosotros
A la inversa, los indios de la C:olumbia británica, en la costa mismos». Gratuidad y belleza, precisa Jean-Marie Pelt. 03 Sin em-
oeste del Canadá (los Kwakiutl, Baída, Tsimshian, Tlingit, etc.), bargo, tenemos que constatar que, a pesar del gran despliegue rea-
nos ofrecen un buen eje1nplo de relación armoniosa entre el hombre lizado en torno a la ecología y las importantes medidas de protec-
y la biosfera. Pensaban que los salmones eran seres humanos como ción adoptadas, no acabamos de decidirnos a emprender la marcha.
ellos, que vivían en el fondo del mar donde tenían sus tipis, que, Pese al optimismo del filósofo Míchel Serre en su libro Le Contrat
decidiendo en invierno sacrificarse por sus hermanos terrestres, se naturel, los árboles dotados de la capacidad de promover acciones
vestÍaI1 con sus trajes de salmón y partían hacia las desembocaduras judiciales no deben esconder el bosque amenazado. 34 La jurispru-
de los ríos. En la estación de subida de los ríos, los indios acogían al dencia americana más reciente va dirigida a reforzar una apropia-
primer salmón con10 un visitante destacado. Lo comían con cere- ción jurídica mucho más acentuada de los procesos naturales por
monia. Su sacrificio era sólo un préstamo provisional. Devolvían al parte del hombre. 35 A esto se añade el hecho de que, por rutina o
mar la espina central y los restos, que permitirían el renacimiento del por inconsciencia, las instituciones tienden a fomentar toda clase
invitado devorado. Así, la coexistencia y la simbiosis entre los saln10- de contaminación (pesticidas, abonos químicos) por medio de
nes y los hombres se perpetuaba de manera satisfactoria. Con la lle- exoneraciones fiscales y a financiar proyectos destructores del me-
gada de los blancos y la instalación de una conservería en cada estua- dio ambiente en los países del sur bajo la cobertura de la lucha
rio, la búsqueda de un mayor beneficio provocó la substracción contra la pobreza.
abusiva. Los indios dedujeron que los salmones habían desaparecido Hemos llegado, incluso, a pensar que el único remedio a la
porque los blancos no habían respetado el ritual ... ¿Quién les dirá _tragedia de la desaparición de numerosos conunons era su erradica-
que estaban equivocados?32 Ese comportamiento relacionado con la

33. Jean-Marie Pelt, Alliance, enero de 2006, p. 7.


34. Michel Serres, Le Contrat naturef, Fran<yois Bourin/Julliard, París, 1990.
32. Hyde Lewis, The Gifi, Imagination and the Ero tic Life o/Property, Vintage 35. Véase Norbert Rouland, Aux confins du droit. Anthropofogic Juridir¡uc
books, Nueva York, 1983, p. 26. de la mnrlcrnité, Odile Jacob, París, 1991, p. 253.

18 19
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cíón totaL ¡Sólo el ínterés privado y la rapacidad de los individuos, terior para estar seguro de haber sido bien entendido: «Para noso-
piensan los libertarianos, podrá limitar su desmesura! Se tendría tros, en el mundo industrializado, disminuir el nivel material de nues-
que privatizar el agua y el aire (y también los peces de los océanos tra vida es una necesidad. Lo que no significa crecimiento cero, sino
y las bacteiias de los bosques tropicales) para salvarlos de un uso un crecimiento negativo. El crecimiento es sólo un objetivo político
depredador. Es lo que hacen las firmas multinacionales, con el apoyo inmediato que sirve a los intereses de las minorías dominantes». 37
de los estados y de organizaciones internacionales, y contra lo que La intuición de los límites del crecimiento económico re1nonra
se rebela la gente un poco en todos lados. La ges~ión de los límit~s sin duda a Malthus, aunque encuentra su base científica con Sadi
del crecimiento se ha convertido en una apuesta Intelectual Y poh- Carnot y su segunda ley de la termodinámica. En efecto, si las trans·
tica. La investigación teórica sobre el decrecimiento se inscribe, pues, formaciones de la energía y sus diferentes formas (calor, movimien·
en un movimiento más amplio de reflexión sobre la bioeconomía, to, etc.) no son totalmente reversibles, si tropezamos con el fenóme-
el postdesarrollo y el acrecimiento. no de la entropía, no e..<> posible que esto no tenga consecuencias sobre
Ia economía, que se basa en estas transformaciones. Entre los pione-
ros de la aplicación de las leyes de la termodinámica en la economía,
Decrecimiento y bioeconomfa es conveniente situar en un lugar destacado a S~rguei Podolinsky,
La Conferencia de Estocolmo, en 1972, marcó por primera vez el autor de una econornía energética que busca conciliar el socialis1no y
interés «oficiah> de los gobiernos del planeta por el medio ambiente. la ecología. 38 Sin embargo, hasta los años setenta no se desarrolló e1
El misrn.o año, Sicco Mansholt, en ese entolices vicepresidente de la tema ecológico en el seno de la economía, sobre todo gracias al gran
Comisión Europea escribió una carta pública a su presidente, Fran· sabio y economista rumano, Nicbolas Geoxgescu·Roegen. Al adop·
co Maria Malfatti, en la que le recomeodaba reflexionar en un esce· tar el 1nodelo de la 1necánica clásica newtoniana, subr;:iya éL la <'.'CO-
nario de «Crecimiento negativo». Al convertirse en presidente de la n_omía excluye L:~ irreversihi!idad del tiempo. Ignora, pues, la entropía,
Comisión, Sicco Mansholt retomó su alegato e intentó traducir sus e.s decir, la no reversibilidad de las transformaciones de la energía y
convicciones en actos, e incluso encontró una cierta comprensión. de la materia. Así pues, los residuos y la contaminación, que son, sin
Así, fue sin agresividad que Valéry Giscard d'Estaing, en ese mo- embargo, productos de la actividad. económica, no entran en las fun-
mento ministro de economía, replicó que, en cuanto a él, no sería un ciones de producción estándar. Hacia 1880, la tierra es eliminada de
«objetor de crecimientOH. En una entrevista publicada en el Nouvel las funcis111es de producción y el último lazo con la naturaleza se
Observateur, a la pregunta «Se ha dicho incluso que usted estaba por rompe. /Al desaparecer cualquier referencia a cualquier sustrato
el crecimiento cero», Mansholt respondió: «He sido muy mal inter- biofísicO'; la producción económica, tal como la conciben la mayoría
pretado en ese punto. [ .. .] ¿Es posible manr_ener el índice ~e cr;c~­ de los teóricos neoclásicos, parece no enfrentarse a ningún límite
miento sin modificar profundamente la sociedad? Al estudiar luci- ecológico. La consecuencia es un derroche inconsciente de los recur-
damente el problema, vemos bien que la respuesta es no. Entonces sos escasos 4isponibles y una subutilización del abundante flujo de
vemos que no se trata ya de crecimiento cero, sino de cr:cimiento energía solar.-__Tal como lo dice Yves Cochet, «la teoría económica
incluso bajo cero. Digámosio francamente: hay que reducir nuestro neoclásica cohremporánea esconde bajo una elegancia 1natemáti-
crecimiento económico y sustituirlo por la noción de otra cultura, ca su indiferencia por las leyes fundamentales de la biología, de la
de la felicidad, del bienestar,,. 36 Y vuelve a la carga en una obra pos·
37. Sicco Mansholt, La Crise. C:1nversi:;tions avec }anínf! Df/,aunr1J', Stock,
36. «Le chemin du bonheun>, entrevista de JosetteAlia con Sicco Mansholt, París, 1974, pp. 166-167.
Le Ilfouve! Observateur, 12-18 de junio de 1972, pp. 71-88. Véase también 38. Serguei Podo!insky ( l 850-1891), aristócrata ucraniano exiliado en Fran-
L'Écologiste, n. 8, octubre de 2002. cia, que intentó sin éxito sensibilizar a Marx en la crítica ecológica.

20 21
química y de la física, especialmente la de la termodinámica>,. 19 Es crítica, sobre todo a causa de la crisis ambiental, pero también del
un sinsentido ecológico. «Una pepita de oro puro contiene más energía surgimiento de la globalización, ha llevado a profundizar en sus
libre que el mis1no número de átomos de oro diluidos uno a uno en ilnplicaciones para la economía y para Ia sociedad de los países
el agua del man>. 4º 1:;:,n resumen, el proceso económico real, a dife- desarrollados. En efecto, el desarrollo, una vez que ha sido recali-
rencia del modelo teórico, no es un proceso puramente mecánico y ficado de «sosteniblei>, concierne tanto al norte como al sur y el
reversible; es pues de naturaleza entrópica. Se desarrolla al amparo de peligro del crecimiento se vuelve global a partir de ese momento.
una biosfera que funciona en un tiempo delimitado. De ahí se des- Con10 <~eslogan>1, el término decrecimiento es un feliz hallazvo re-
prende, según Nichola.'> Georgescu-Roegen, la imposibilidad de un tórico en las lenguas latinas. Su connotación no es totalmen~e ne-
crecimiento infinito en un mundo con límites y la necesidad de ha- gativa; así pues, el decrecimiento de un río devastador es una bue-
cer una bío~t:,C(tt1Q_lJ1frJ_,_ es decir, de pensar la economía en el seno na cosa. .E,n cambio, la traducción de dicho término en las lenguas
biosfera. l~a palabra ~<decrecimiento» ha sido us<lda en estos térn1i- germánicas plantea un espinoso problema. 43
nos para definir una recopilación de esos ensayos. 41

43. La imposibilidad que encontramos para traducir 1<decrecimiento» al in-


Decrecimiento y posdesarrollo glés es rnuy reveladora de esta dominación menral del economicismo y es simétri-
ca, de alguna manera, al problema de traducir «crecimiento>) o «desarrollo» a len-
Por otro lado, desde hace más de cuarenta años, una pequeña «In- guas africanas (y también naturalmente «decrecüniento)> ... ) El término lL'>ado por
ternacional» anti o posdesarrollista, en filiación con !van lllich, N.icholas Georgesc.u-~oegen, declining no describe verdaderamente lo que enten-
Jacques Ellul y Frarn;ois Partant, analiza y denuncia los perjuicios demos por ((dec~ec1m1entOJ>, no menos que decrease, propuesto por algunas perso-
na~. Los r:eolog1smos 1n1grm;_:th, dcgro:cth, drd<:c!opnH:nt, no son tampoco muy
del desarrollo en los países del Sur." Dicha crítica desembocó, al sansfactonos. Podemos proponer sin embargo equivalentes hon1eoinórficos de
principio, en la alternativa histórica, es decir la autoorganización vd.ecrecimi~nto», .tales c~mo Schrun1pf111g en ale1nán o dou:nshifiing («desplaza-
de las sociedades/economías vernáculas. También se interesaban, 1n1~nto ?~c1a abaJo))) e.r:- u:glés. Este último es elegido por aquellos que prefieren
desde luego, por las iniciativas alternativas del Norte (las micro- la simplicidad voluntana. fraduce bien el lado subjetivo. Counrer-growth, pro-
experiencias de la economía social y solidaria, el tercer sector, etc.), pue~to.por otros, traduciría el lado objetivo. Es verdad que la traducción de (<de-
crecr:n.iento» no :ólo es proble1nática sino que dice mucho sobre una profunda
pero no por una alternativa relacionada con la sociedad, que no duplic1da~ parad1g1nática. «Í"Íc nlirado mi Roget's T'hesaurus, n1e escribe mi amigo
estaba al orden del día. El repentino (y muy relativo) éxito de esta MKhad S1ngleton, pero faltan nombres para expresar aquel cool down, take ít easy,
slackrn off, relax nian que van incluidos en el precio del decrecimiento. Dccrrment
existe pero es.d~masiado exótico y csencialista (producto más que proceso) para
cumplir su objetivo. Me pregunto a veces si [érminos como descreen-vio, din1i1n1n1do,
39. Yves Cochet, Pétrole 11por116pse, Fayard, París, p. 147. modcrato no podrían servir. «"fo gro\v or not ro grow -- that is thc quesrion]))
40. Ibí<l. p. 153. .~.fodenltr!111odcri:1ting growth? Podríamos sin1plc1nente dejar ((décroissance>) en el
41. «No podemos, escribe Nicholas Georgescu-Roegen, producir neveras, t~~to, con una.n~ta explicativa a pie de página. Me pregunto si la mejor rraduc-
automóviles o aviones a reacción «mejores y más grandes)) sin producir residuos c1on de.l decrec1n:1ento no sería dccrClL•i.:rg grm;'th -~esto tiene la ventaja de ser a la
((mejores y más grandes)>. Nicholas Georgescu~Roegen Demain la Décroissanr:f, v~z pasivo (una s1mple constatación) y activo: es necesario decrecer, pero decrecer
Sang.P.~la 'ferre, Fontenay-Le-Fleury, 1995, p. 63. bien (aquí respondería a un proyecto de sociedad o, mejor, a un verda-
& A parte de los tres «líderes>; citados, podernos mencionar: Wolfgang dero proyecto de sociedad). Si se quiere se puede hacer de forma nonlinal: the
SachS, Helen Norberg-Hodge, Frédérique i\ppfel-Marglin, Marie~Dominique decrc,:tsí~1g .ºÍgrowth es sin duda un poco más largo y un poco 111ás pesado que
Perrot, Gustavo Esreva, Arturo Escobar, Ashis Nandy, Vandana Shiva, Claude ((dccreun11ento» pero expresa bastante bien lo que se quiere decir.» Sin insistir
Alvares, Majid Rahnema, Emmanuel Ndione, Gilbert Rist. La mayoría de esos demasiado en la semántica, el holandés \YiHem Floogendijk ha realizado una ver-
autores han contribuido a Th,_e f),evr:!opnu:nt Dictionnary A Guíde to KnDll'lrdgc da~era teoría de,l decrc.cimiento econó.mico al utilizar los términos shrinking y
as Power, Zed Books, Londres, 1992. Véase también mi libro Sobrcvívír al De- shrznk11gc (The fr(inmn1c Rf'voll!tion. 7(n1'111dc: a Su_.-tainahlf' -Futur(' hy the
sarrollo, Traducción al español, Icaria, 2007. Ecom'ii1Y fr·om .~1onry-iVl1king, Intern;:itional Books, Utecht, 1991).

22 23
El decrecimiento provoca dos grandes preguntas: por qué y
cómo. Ciertamente, la razón principal, ya esbozada, es que el cre- Es pues necesario precisar en qué se distfngue una sociedad de
cimiento engendra problemas sin solución (primer capítuh:). Sin decrecirr.iento de esas diferentes posiciones para captar la espe-
embargo, se puede objetar que es suficiente c?n camb1_ar los cíficidad y la relativa novedad,
indicadores y contar de otra manera u otra cosa, sin renunciar, no El carácter duradero o sostenib\e que la expresión (<desarrollo
obstante, a la idea de crecimiento (capítulo 2). sostenible>> (sustainab!e devefoprnenf) ha puesto de rnoda no re-
También podemos preguntarnos si el decreci1niento no nos hace rnite al desa1To\lo <:<:realn1ente ex\stente;; sino a la reproducción. La
volver atrás y nos condena a restricciones .insoportables (capítulo reproducdón sostenible ha regldo en t:I planeta hasta aproxirr1a-
3). El «irrompible» desarrolio sostenible ¿sería una buena solución damente el XVIII; todavía es posible encontrar en ancianos
o por lo menos no sería otro calificativo más simpático para desig- del tercer niundo «expertos)> en reproducóón sostenible. Los ar··
nar el mismo objetivo? (capítulo 4). Y, por último, se plantea la tesanos y ios que han conservado una parte
pregunta sobre si no será el crecimiento geo1nétrico, d.e la pobla- de !a herencia de las forn1as ancestrales de hace1· y de pensar viven
ción la verdadera fuente de todos los problemas (capitulo 5). r·nuy a menudo en arrnonía con su entorno; no son depredadores
Tras refutar todas estas ()Djeciones y admitir la necesidad del de \a naturaleza. 10davfa en el xvm, al redactar los edictos
decrecimiento, queda lo más- difícil: cómo construir una sociedad sobre los a! regiarnentar las taias para asegurar \a re-
sostenible, tan1bién en el Sur. Hay que explicitar las diferentes eta- constitución de los al que aun adn1'ira~
pas: cambiar de valores y de conceptos (capítulo 6), cambiar de 111os, para provt::erse de rr1ásti!es y nav0:s trescientos años rnás tar-
estructuras, es decir de sistema (capítulo 7), relocalizar la econo- Colbert se rnmriortari;i corno un é<expe1·to)> en su5tamr;bt/1ty
mía y la vida (capítulo 8), revisar nuestros mo~os de uso de ,los Estas n·1edidas iban en contra de la lógica n1ercantiiista. Se trataba
productos (capítulo 9), responder al reto especifico de los ~a~s,es ele 1-r1antener un patrirYionio, no de sacarle nrcwPnhn
del Sur (capítulo 10). Y, por último, hay que asegurar la tr~ns1c1on
de nuestra sociedad de crecimiento a la sociedad de decrecimiento habrá que decirlo tarnbién de todos los carnpesinos que, corno
por medio de medidas apropiadas (capítulo 11). e\ abuelo de Corneiius Castoriadis, plantaban olívares y higueras
cuyos -frutos verían, pero lo hacfan pensando en las gene-
r·acion(:.S futuras, _y eso sin estar ob!igados por req!an1e11 ..
REPRODUCCIÓN SOSTENIBLE,
ESTADO ESTACIONARIO Y CRECIMIENTO CERO les habían habían hecho lo rr\isn-10. Esta obsE.1rvación
del filósofo reúne la sabiduría n-1i!enaria evocada en Cicerón en
S1 (0fflO io VE.'rf'rnos rrltJS adelante con detaii-e, el desan-olic sos,
De senectutt\ E¡ rnodelo dt~ «desarrollo sostentble» al poner en
;e,n1f;!e o duradero es una nristilicación, el estado estacionario y
ry¡archa el de y?J se cita en un verso de
ei cr0c\rr11ento cero aparecer cor-no íespuestas sensata~•
nnwc<rhn de otra edad-.,_ Cicerón
oara (e:-ned1ar la S!tLElción y poner u:i ténr1ino a la destrucción
de La biosfera y de nuestro medio arnbiente. Se trata, en efecto,
mcim:so ya ant1quas que intentan ccn·
, ·14. \1ás ,~¡\!;\ :ld csn,1cro con el que se discute );¡ sabidurfo d~· los
"nlitll{h >alv·,11cs ', es1J se nas:t en fa Los !dJUC·
de ia don>ti ac\ón -t'conón1ica. El hecho de que tod,::;s \as socieda· no han su ''cosisrcnF1 han ;1 !o
desde Lts dvJ\l¡,;icionc.s de f-Lurapa y l)aro
des hurnanas qUP duraron hasta el XVIII funcionado
h;:isrn los pascucn~cs, por los n1ayas. , ,
sostenible pa:·ece reafirrnar ese punto de vista

24 25
lo con1enta así: «De ai por rnuy que sea, el dt~sarrol!o de !os capi~
cuando ie pre-guntarr,os para quién planta, no duda en respon- tales l\eva a un crecirniento su competencia lo que hace baja1'
der: «Para !os dioses lnrnortales, que desean que no sólo esté el índice de ganancia hasta el cese de toda acun1ulaclón neta.
de reobir esos bienes de mis ¿mcestros, sino que los Para y \os rendimientos decrecientes en la
transmita. también a ffiis descendientes»,1.'.; Esta reproducción cultura comportan un aumento de la renta territorial y un des-
sosteníble no es necesariamente un inrnovilisrno conservador. La censo ineludible del indíct-'. de ganancia, lo que también desem"
evolución y e! <.reclmlento lentos de las sociedades antiguas se boca en un estado estacionario, Ambos autores lo consideran
integraban en una reproducción prolongada bren atemperada, un período sombrío, en el cual la masa de trabajadores está con,
siernpre adaptada a las imposiciones naturales. «La razón por la den21da a la estricta supervivencia,
cua! !a sociedad vernácu!a es duradera es porque ha adaptado aunque extendiendo la tesis de los rendimien-
su tnodo de vida a su entorno, concluye Edward Gofds1nith, y, al tos decrecientes a !a industria, presenta este estado 1;:stacionario
contrario, la razón por la et)al !a sociedad industria! no puede de manera un poco más amable, Al estar asegurada la supervi-
esperar sobrevivir es porque :rt:- ha esforzado en adaptar el entor- vencia, material, e! cese de la acurnulación neta pondría fin a la
no a su modo de vida>) .4¡:; Esta sabiduría de los ancianos ya no obsesión .Por un carnbio radical, al estrés y a las desgradas que
nos e.stá permitida_ Ya no es posib\e una reproducción ldénf1ca a engendra. La sociedad podria consagrarse a la educación de las
nuestro siste1na productivo, un estado estacionario, en cierto masas y el ocio permitiría a los ciudadanos cultivarse. «No hace
modo. La situación actual implica un verdadero cambio de civiii· fa\ta recalcar qut' e\ estado estacionario de la pob!adón y de la
zación p.::ira volver a encontrar un -fundonamiento sostenible y íiqueza no irrrplica in1novilidad de! producto huinano. Habria más
espacio que nunca para todo tipo de cultura rnoral y de pro9resos
rnorales y sociales; rnás espacio para mejorar el arte de vivir y rr1ás
Estado estacionario y rendímíentos decrecientes probabilidad de verlo me¡orado desde el momento en que los se~

¿Es verdaderarnente necesario sa!ir de la econo1T!Ía para volver a res hutnanos cesarían de estar ocupados en adquírir rnás rlquezct
encontrar una vla sostenible? .eco- las. artes---industriales podrían ser. también. cultivadas.. .con
nórnico de si con~ seriedµd y éxito, .con ia úqica diferencia de qr¡e en vev;le. tener
qrferen'1os p !os_ econoinlstas clásicos. no corrro único ob¡etivo aumentar la riqueza, los perfeccionamientos
infinito del sisten1a a/i:anzqrí_an su meta, que- _E¡s__ Ja dis_m_in_u<;Í.ÓJ1-.dfÜ trabajo)>, Y añade:
penscibtm que- un
01Ciqcieo ineJuctable.de ia acu~ «Es incierto que cualquiera de las invenciones rnecanicas realiza-
Qe un estado estacjonario, Esto das hasta ahora hayan disminuido la fatiga cotidiana de un solo
David Ricardo ser humano [, .. ] han aumentado el desahogo de las clases me-
dias; pero todavía no han en1pezado a operar hacia los grandes
y
cambios en el destíno de la hurnan!dad que por su naturaleza ten~
drlan qué cumplir»."' Eucontr9.[!JQ.s...en. i9,bO ~tufüLMilJ,ªJraygs
!¡ 5. (~)cerón, (f¡f{!n !'rnrrio1. l)e !tt vieillesse f[)t 5-'o1f'tt11te ), 1,cs Bel !es
de ..ese.escrito•.uoa,r;J'.;.ti.ca.deJ..estado. .estaciaoado.n. .qoeha..P!Id.i.d.o
Lenrcs, París, 1)96, \nl«2/i, p. 96.
A6. E(hvard C!odsinith, Lt l)é/i tlu X>):tne sitcle. {]nt uision lw.io)iqur 47. John Stuart lv1il!, Principes d'éconornlt poíitiquc ( 1848), en Sttuut
du inonde, Editions du Rocbct, P;ti:;, 1994, p. 350. Mil!, Dalloz, París, 1953, pp, 300·30!.

26 27
part1ciarJos cie.. ~n.oríncipio... exó.ge.no:Ja.es(ilsez.. c;lgJaJJeriil.. Q,pa.ra.ll!i.S .
q,ug_ $,U <;Qncept,()_ sigue siendo el de un pe_ro J(;iy_qn_s,J_ tª _
_,g_~ls_g.rb.ón. 52
sin «:Esto no pasará__ has,t,:i __ qu,e, añade éL Ja,burna~ Para los clásícos, excepto para Malthus, el organismo econó·
mdad, con buenas instituciones, sea guiada con juicioso preví· mico cesa de crecer en un momento dado, pero sígue funcionan·
do y viviendo sin problemas, bajo el juego de sus fuerzas internas.
irrt_e_ligencia y_Ja,,ener9ía de. Al alcanzar la madurez, su corazón continúa latiendo. La compe~
propiedad co1nlJn de la,' "·'Y' ·:.•c.. , tenda asegura siempre el buen funcionamiento de sus fuerzas vi~
una la suerte_ de todos)', , en esta teoria tales, sín necesidad de intervención. El bloqueo del crecírniento,
una postura que no se a!eja n1ucho de la <cfeliz austeridad>) pro- de cíerta manera, le viene impuesto desde el exterior, pero la diná·
puesta por autores corno lvan lliich o André Gorzm, es d&ci:, un mica de! funcionamiento es automática, Para nosotros, !a repro-
modelo de sociedad en el cual las necesidades v el tlernpo de ducción de forma idéntica al sistema ya es problemática, ya que la
son reducidos, pero _ en el que la vida social c:s inas economía no es ni un organismo ni un mecanismo. Sólo puede
«Sea corno sea esta teoría del 1 sobrellev.ar su entropía huyendo hacía delante. Es la fuente de
estado estacionario la idea de qu0: al poco a nuestra adicción al crecirniento. Las intervenciones «exógenas)),
poco, el por su propia dinárnica, dará paso a un particularmente las pollticas, son requeridas periódicamente para
tipo de sociedad cuyos valores serán 1nás respetuosos con el evitar crisis o remediarlas y volver a poner en marcha la máquina
hombre y la natura!eza)> 5º, que, como un cíclístil que sólo se mantiene en equilibrio peda·
En todos los casos, el carácter indefinidan1ente progres'1vo leando continuarnente, se mantiene en marcha quemando car~
del mecanisrno econón1ico no parece sostenerse, La m''º""" burantE:> no renovable, reserva del patrímonio natural.
está condenada, si no a pararse, sí a funcionar a un régirnen E11los.1=l~sjg¡.:¡,,~ocambio,lo.quees.de..naturaleza.ei1.óQ.ena.es..el.
de crucero, lNO es ese punto una visión entrópica de la eco~ gjogu,eo deLcre.cirniento c!<ll.organisrno .ec0né>rníco,, ¡¡¡:¡. efe.eta". el
nomia, es decir, lo que hact: de ésta un sistema irreversible dinarni~rn9 . sle.1.a. Yida . e.rnnórnícaJropieza...con..eLpriocíp.io.deJos
marcado pot !a degradación de la energía? No es seguro. J:lpy r.el1<:lirnienl9,s,Qfüierienle$,,que.. no.son.atracosa 0uelalinítud.deJa
natuco Ie.Zil.: .lo. ínsufíciencia. d.<¡.suelos.lértiles, . eL agotarnie11to d¡¡¡. Ja:;
punto. devistªde Ja..e.ntrnPíiL Jn. efocto, . elestado estaciona- minas, ,19,¡,.l(mites .del planeta.... Los neGdásicos,·akontrario;"insisten
rio rio es !a consec:-ue-ncJa,directa,,_de,la--!ógic:a-,econórníca,,,,qu.e en Ja.. ;<susfüul:lílidil(Ü> del .capital artiíidal.y..del.capítai.natural, Al
~_i,g_u,e, ?,\end9 _f LJJl,da tn_e n_~,9}_1]1~(1 t~,,t!1 ~s9_o,Lc_?l ,.Y,,,5',PX9.9f~?J?Ja)L0Q apoyarse, por otro lado, en la evidencia histórica de la invalidez de
que hemos llamado en otro lado «autodinámíca»l," .:i.iQQ.Ja la ley de los rendimientos decrecientes, al menos en la industria y
durante largo tiempo (dos o tres siglos), harán saltar esa cerradura
contraría al PE29E~?ÍSfílQ(v,i¡,¡Jisrnf/ c:l~.9a.s.e de la economía profesa·
48. 1búl, p. 297' da ya entonces por los clásicos. Según la hipótesis de la "sustitu-
49. Lahsen Abddn'.lalki y Patrick Mundler, citados por Franck~
[)n1üinique Vlvlen, <iJalons pour une h!stoire de la notion de dévelop~
pement durab!t>, /vlmufes en n. 12L 2003/1, p. 3.
)0. lbíd. 52. Williatn Stanley Jevons, The Coa! Question. An lnquiry
5!. Latouchc, F~tut~i! refúsrr le dévcloppnncnt? t:,_frJi sur L'r1nti~ conterning the progress o..f the Nation and the Probable Exhausu"on ofour
ticrs--1nm-1t:!t:, ruF, P:irís, 1986. Coal~Mines, M'acmillan and Co. Londres, 1865,

28 29
billdad» de los factrn,es, una cantidad creciente de equipamíentos, se podría ¡nterpretar como una fonna de estancacionismo. Sin
de conod1nientos y d0 competencias debe poc:lc::-1 tornar el relevo de embargo, para él, si el capitalismo tiende al estancarniento E>$
cant!dades menores de capital natural para asegurar el rnanteni- porque el estado moderno aplasta y paraliza sus fuerzas motrices,
miento, en el tiempo, de las capaodades de y de satis" en cambio para l:;g\'.'.QgíJa intervención del estado es el ciníco
facción del bienestar de l,os individuos< De pronto, la econornfa no rnedio de volver a dinamizar un sisten1a que tiende naturalmen-
reconoce iírnítes a su crecirniento ni a su desarrolío, te hacia el estancamiento_ En la concepción keynesiana, éste es,
por consiguíente, sólo una amenaza a corto plazo~····}
El estancacionísmo Si todos los espíritus superficiales y «cornucopi<Í~os>J (literal-
fras la crisis de 1929, se vieron resurgir teorfas co1nparab1es a las mente: quien cree en el cuerno de !a abundancia) pudieran poner
de"! los clásicos; !as calificaron de e_stancacionistas. E1 princi·· en ei misrno saco a todos !os «pesimistas>), es decir, aquellos que
pa! répresentante de esta corriente fue el profesor A!vin H. han analizado íos <dímiteS>l del creci1niento, se vería claro que los
Hansen, que desarrolló la la cual el capitalismo había partidarios del deci·ecimiento tienen una visión profundan1ente
Hegado a la madurez.s 3 tesis la plantean tarnbién Paui diferente, ya que, pard eHos, sl los lirnites del creciffliento se
Swee;rv'' y Benjarnin .Higgins. El propío Keynes fue considerado drcunscribc~n tarnbién a !a finitud dei poner en duda el
en un cíerto sentido corno €:5"tancacianista, En ef conjunto de sus crecin1iento sólo puede ser benéfico para la hurnanidad.
obras, evoca efectivamente séQOn Schumpeter «la respuesta de~
creciente de la natura!eza cil esfuefzo hurnanox·."'5 El crecimiento cero
Para todos esos autores, las ocasiones de invertir irán disrni~ Ei éxito di:: ¡Alto al crecirnientor, el prirner inforrne del Club de
nuyendo en et futuro. Asistiremos, o bien a una desaceleración Rorna, fundado por iniciativa de r='\ure\io Peccei, por
progres!va de! crecimiento (stagnanting economics, según un la idea de un cese del crecirniento a causa del
Higgins), o bien a un cese rotundo de cualquier dinámica (stagnant ble de los recursos. Jnciuso se denorninó <\Zt:gistr.is>)
'econo1nícs/ El orlgen de este estancarniento no es el agotan1íento (dt: zero growth) a los partidarios del crecirniento cero.''/
de !a naturafeza, sino la disminución de! crecimiento demográfi~ Hennan Daiy, antiguo responsable dimisionario del Banco
coy el envejecimiento de la población, la desaparición de las «!ron" Mundial y discípulo rebelde de Nicholas Georgescu-Roegen, in-
teras de ínversiómr (Hansen), es decir, de las zonas vírgenes en el tentó rr1odeiar una econornía sin credmíento pero aun Inscrita
p!ane;ta, o más a(1n, la insuficiencia de innovaciones tecnológi- en el paradigrna de un desarroi!o visto y correg!do. <<El desarrollo
cas/Áunque hostil a los estancacionístas, el propio S<;ll~.'1!.8~!!''. sostenible, escdbe, una expresión que tiene connotaciones casi
en Capitalisme, socialísme et démocratie, 56 sostiene una tesis que mágicas, es, de hecho, contradictoria, La expres·1ón es utilizada
en nuestros días corno sinón!mo de 'crecirniento sostenible', un
53. Alvin l·L l:lansen, Full recovery or \'\(\\!, Nonon. concepto que, cuando se aplica a nuestra vida económica, pue~
Nueva York, 1938. de llevar a los responsables políticos en materia de medio am-
54. Paul Swcezy, «Secular srn.gnatio:n;' en Seyni.our E. 1-Iarrís, .Postu;ar
~Economú-.1 Problnns, Mc(;ra\v :¡,;¡_¡¡¡ (:01npany, Nueva York, 1943,
55. Joseph Schtunpeter, !:listoire de l'ant1~yse économir¡ue, 'T.III: 57. Se puede encontrar una extensa bibliografía de los trabajos y
de /¡¡ science: de 1870 af M. KeJ'nt:s, , (;aUirn:nd, París, 1983, p. libros aparecidos sohre e$e terna tras el famoso informe del Club de Roma
56, Joseph Schurnpeter, Cftpitalúnte, H,cifdisnie et dhnocratit, Payot:, en Andrea MasuHo, .lf pti1n.eta di tutti. Viven' nei limiti ptrch<) la terra
abbia un futuro, EM!, Bolonia, 1998.
París, I 990.

30 31
biente y de desarrollo a una via sin sa.lida, En dos paianras, no que podría pasar por una desaceier.::ición, esconde, de he-
podernos corrtinuar- cn::ciendo indefinidarnente; ei crecirniento cho, en el plano rnicroeconón1lco, re9resione<s rnás o rnenos fuer--
sosten!bie es una y las que se basan en tes de actividades nocivas e incluso autornovi
ese son írreales, rnciuso pelígrosas. un mantenimiento cero), de lade ias acti-
Por la exr¡rerrión 'desarroUo sostenible' es vidades nlateria!es «útiles>> (al!'rnentacíón, vivienda, textil) y un
COITE'Cta SI se a !a econotnia, pero (¡nica111ente si se la inter- aurnen to de !a producción de biE>nes relacionales rYH':.'rcantiles y
preta corno 'desarroHo sin crecirnlento', es decir, corno una rne~ sobre todo no mercantiles. el peso de la parte corner~
cuaHtatlva de una base econórnica que es mantenída clal de los bienes ínmateria¡es, el PIB podrfa contínuar creciendo
en un estado estable definido por los lfrnites físícos del ecosisterna. durante dr·rto t\en1po, paralcr!arnerntc a la reducción dE! la hueild
Es dedr, crecimiento cero? Cada dia tornarnos coriscien- ecológica. Estdrian1os en una fase transitoria excepdonal de ca·
cia del irnpacto negativo de !a econon1la sobre eí ecosisten1a, pita!isrno ecoco1npatible, pero fuera de una lógica y de un in1a~
que prueba que incluso el ,;i,t1no actual no pueds durar. El actual de crecimlento,
aumento del uso de !os recursos naturales parece aurnentar ios Algunos consideran que, de este n1odo, la tesis del estado
costes rn,~s que ias ventajas de Ja pro- estacionario pasa por una segunda juventud. los autores del pri-
ducción, lo que nos hace rnas pobres en lugar de más ricos, El mer in·fonne del Club de Rorna (rvieadO\NS et aL) seña!¿:in que,
desarrollo sostenible debe ser un desarrollo sin crecirniento~> .'<s corno lo hacia John Stuart l\~i!I: {<La población y el caplta! son los
Esta casufstica subestin1a la desn1esura propia dt~ únicos incrernentos que deben ser constantes en un rnundo en
nuestro sistema, No renunciamos ni a! n1odo de producción, ni Todas las actividades hu111anas que no comportan un
al de consun10, ni al estilo de vida engendrado por el crecirn':en~ consur-no irracional de rnateriales irren1plazables ni degradan ei
to ante1'ior. Nos resignarnos 1·azonabiernente a un inrnovi\isrno rned\o arnbiente de 1nanera írreversible podrían desarrollarse in~
conservador, pero sin los valores y las lógicas del definidamente. En particular, esas actividades que rnuchos con~
desarrol!istno y el t.)conotYlicisrno. En consecuencia, nos 01ivamcJs sideran corno las n1ás deseables y n1ás satisfactorias: se podrían
de los aportes positivos de un decrecin1iento convivencia] en tér" desarrollar la educación, el arte, la religión, Ja investigación fun~
rninos de fe!icidad colectiva. darnentaL los deportes y las relaciones humanas'> ,'i0 Para Frank-
La prc,pc1s1c1ón de desaceferación del crecimiento lanzada por la diferencia con ei análisis de f'v1iH reside en el
Jean~1\~a1T Harribey y reto1,r1ada por /\ttac su auspicio con~ carácter voluntarista de !a po!ftlca que se tendrla que desarrollar
tra el decrecirniento se lü Sin einbargo, ésta es rrids bien Porque la intención de !os autores de ese in"forrne --~ese <dibro
rnenos pertinente ya que su (<rea!lsmo>i aparente oculta en el de los lírnites11, según \a expreslón de Armand Petitjean- va rnás
fondo una incoherencia. Así. una poiftica de decrecimiento se allá del crecin1iento cero y ya anticipa. un poco las propuestas del
traducida en un mon1ento, indudablen1ente, por una sen .. decrecin1iento, como lo confi'nna Ja correspondencia entre Dennos
ciHa disrnlnución de! crecilniento de! PlB y no necesarian1errte en Meadovvs y Nicholas Georgescu-Roegen, Su análisis pretendía crear
un retroceso, es decir, una tasa porque se tratn. de un alarma «Tenemos la conv\cción, escriben, que tornar consclencia
Indice purarnente cuantitativo y macroeconórníco. Ese resulta-
59. I:»L. Jdcado\YS, J',Randcrs, \\!. Bchcrens, 77Jt: Litnits to (;rowth.
5fL t-lerW.<10 L)a!y. The E~co1u1n1!ts A Rr:port.fár the Club oj·'.Ro1nf''s Projr;,,-t pn t/;e Predícttrtli:tlt oj'/1..Jankind,
lJrucú>pn>mt, Hostot1, BcJcon Press, !996, pp< 10-l L Univcrsc I!.ooks, Nueva Y(1rk, 1972,

32 33
PRIMERA PARTE
sobre íos límites materiales de! medio ambiente mundial y sobre
las trágicas consecuencias de una explotaclón irracional de los re~ ¿POR QUÉ EL DECRECIMIENTO?
cursos terrestres, es indispensable en el resurgír de nuevos tT1odos
de pensamíenío que conducírán a una revisión fundamental del
cornportarniento humano y, en consecuencia, de la estructura de
la sociedad actual en su conjuntan, u) En esa época !as reacdones tiabía algo siniestramente grotesco en esa carrera
de rechazo fueron casí uncinlmes. En Francia, el representante de desenfrenada hacia el lucro en el mismo momen-
ia CNPF" declaró que un crecimiento sólído era indispensable. Por to en que el mundo se moría.
su el secretario general dei Partldo Comunista francés de-
RICHARD MATHESON 1
nunció e! ,<programa monstruoso)) de los dirigentes de la CEE.u
Rav1T1or1d Barre, entonces miembro de la Comisión Europea¡ ex~
púbncamente su des?cverdo con el presidente de ésta, SJcco
Para entender lo que podría ser una sociedad de decrecimiento, es
que avalaba dich0s tesis, Af fina! se convino en que era
conveniente, primero, definir lo que es la sociedad de crecimiento.
necesario hacer e1 crecirniento <nr1<:1s humano y equi!íbradOll. Ya
«l~a idea moderna de crecimiento, escribe Henry ~reune, fue for-
sabernos en qué ese proyecto ..
mulada hace aproximadamente cuatro siglos en Europa, cuando la
la concepción de una sociedad de decrecí~
economía y la sociedad comenzaban a separarse)). 2 Pero, añade jus-
rniento recuerda tarnbién a la del estado estacionario de iv1ill o a
tamente Takis Fotopulos, «la economía de crecimiento propiamente
las de ciertos partidarios de! desart"oilo sostenible.
(definida como el sistema de organización económica orientado,
Sin m1b;iroo. para ~,.~il!, !a teoría dei estado estacionario traduce
sea objetivamente, sea deliberadamente, hacia la maximización del
la idea de que ai enve1eo'r. dinámíca, el rv'""'"'"
crecimiento económico) apareció bastante después del nacimiento
rno poco a poco dará a un de sociedad cuyos valores
de la economía de mercado de principios del siglo XIX y no se desa-
serf1n rnás 1·espetuosos con ei ser hurnano y la naturaieza, Por
rrolló basta después de la Segunda Guerra Mundiah. 1 Es decir, en
nuestro lado, pensarnos que eso no ocurrir<:'i y que llnicarnente ia
el momento en que Occidente (a través del presidente Truman ... )
e! sisterna con su consurnisrno y su
lanzaba la consigna y emprendía el desarrollo.
evitar la catéstrofe.
La sociedad de crecimiento puede ser definida como una socie-
dad dominada por una economía de crecirniento y que tiende a
dejarse absorber por ella. El crecímiento por el crecimiento se con-
vierte así en el objetivo primordial, y en tal vez el único, de la vida.
Recordemos por otro lado que, según la definición de Joseph
Schumacher, '<el crecimiento es producir más, sin tener en cuenta
la naturaleza de las producciones)).
60. !bid. pp. 273-274"
GL Conseil Nacional du Patronat Frani;ais: Consejo Nacional de l. Richard Matheson, je suis une légende (1954), Galliinard, París, 2001,
los En1pres~:irios Franc~:scs, (1'/ de ÚJ TJ p. 151.
62, V-éase Franck-l)on1¡nigue Vivien, Le L)évelopperncntSoutenab!e, 2. tienry Teune, Growth, Sage Publications, Londres, 1988, p. 13.
La [)écrouverte, París, 2005, p. 10, 3. Takis Fotopoulos, Vers une dln1ont1iic générale. Une dé?nocratie directe
écon01niqur, écologique et sociafe, Seuil, París, 2002, p. 31.

34 35
Podemos decir que la «globalízación», que marca el pasaje de I. EL INFIERt~O DEL CRECIMIENTO
una economía n1undíal con 1nercado a una economía y a una so-
ciedad de rr,erc;;i_do sin fronteras, constituye el triunfo absoluto de
la religión del crecimiento. Una sociedad así no es sosteni ble: p~r­
1
qne supera la capacidad de carga del planeta, porque se esueha contra Sólo tenemos una cantidad limitada de bosques,
los límites de la finitud de la biosfera y porque todos los argun1en- de agua, de tierra. Si los transfOrman todos en ai·-
tos y artificios para remediarlo son insuficientes o falaces. res acondicionados, en Datatas fritas, en coches,
llegará el mo1nento en q'ue no tendrán nada.

ARUND.ATHY RoY1

1'{µ5~s,_tr.ª _$O_ciedad. ha unido su destino a una organización basada


en la acumulación iEmitada, sistema está condenado al creci-
rp_iento. Cuando el crecimiento disminuye o se para, hay crisis,
incluso pánico. Esta necesidad hace del creci1niento un círculo vi-
cios.o. El empleo, eJ pago de las jubilaciones, la renovación del gas-
to público (educación, seguridad, justicia, cultura, transportes, sa-
lud, etc.) suponen el aumento constante del producto interior. Por
otro lado, el uso de la moneda y sobre rodo del crédito, que per1ni-
te consumir a aquellos cuyos ingresos no son suficientes e invertir
sin disponer del capital requerido, son poderosos «dictadores)) de
crecimiento, en particular para el Sur. «La relación de crédiro, se-
ñala pertinentemente RolfSreppacher, crea la obligación de devol-
ver la deuda con interés, y así producir más de lo que se ha recibi-
do. La devolución con interés introduce la necesidad del crecimiento
así como toda una serie de obligaciones correspondientes. Es con-
veniente primero ser solvente para devolver el crédito según una
temporalidad definida; es necesario luego producir, en principio
de manera exponencial, para pagar los intereses de la deuda y así
evaluar necesariamenre todas las actividades correspondientes ha-
ciendo un análisis del tipo coste-beneficios [... ]. Lo que «obliga)) a
crecer indefinidamente es esta combinación de exigen cías. 2 Willem
Hoogendijk, no sin fundamento, ve en ese mecanismo el origen de

1. Arundathy Roy, «Défoire le développcment, sauver !e din1at», L'Écologiste,


n. 6, invíerno de 2001, p. 7.
2. Rolf Stcppacher, in Christian Con1diau (dir.) Brouillons pour !'avenir:
contributions au d!bat sur les alternativrs, op. cit., pp. 184-185.

37
36
Ja compul<ió;1 por el crecimiento. Colonizada por la lógica finan- de la energía no son reversibles (segunda ley de la termodinámica)
ciera, la economía es como un gigante desequilibrado que sólo si- y, en la práctica, pasa lo misn10 con la materia; a diferencia de la
gue en pie gracias a una carrera perpetua que lo arrasa rodo a su energía, ésta es reciclable, pero nunca integralmente: «Podernos re-
paso. 3 ((La única solución para un grupo corno el nuestro, declaran ciclar las monedas metálicas usadas, escribe Nicholas Georgescu-
los responsables de Procter and Gamble, es lanzar nuevos produc- Roegen, pero no las moléculas de cobre disipadas por el uso». 4 Este
tos cada año». Los gobiernos y los estados tienen también necesi- fenómeno que él ha bautizado como «la cuarta ley de la termodi-
dad del crecimiento para realizar la cuadratura del círculo fiscal: námica)), puede ser discutible en teoría, pero no desde el punto de
cubrir los gastos necesarios sin hacer uso de impuestos ilnpopula- vista de la economía concreta. No sabemos coagular los flujos de
res. Este imperativo es todavía 1nás categórico con el «delirio» átomos dispersos en el cosmos pata hacer nuevos yacimientos mi-
neoliberal que con la regulación keynesiano-fordista. Como el cre- neros explotables, trabajo que se ha realizado en la naturaleza en el
cimiento beneficia sobre todo a los ricos, las recaídas «positivas» espacio de miles de millones de años de evolución. La consecuen-
sólo se producen (cuando se producen ... ) con índices cada vez más cia, según éL de la imposibilidad de un crecimiento ilimitado no es
elevados. Respecto al empleo, .sabemos ahora que hace falta un cre- un programa de crecimiento cero, sino de decrecimiento necesa-
cimiento anual de más del, 2.0/o para que se traduzca, no en un rio. El desarrollo económico, lejos de ser el remedio a los proble-
crecimiento, sino en un descenso del paro. Esta dictadura del índi- n1as sociales y ecológicos que desgarran el planeta, es el origen del
ce deI crecimiento fuerza a las sociedades desarrolladas a vivir en mal. Debe ser analizado y denunciado como tal. Incluso la repro-
régimen de «sobrecrecimiento», es decir, a producir y a consumir ducción duradera de nuestro sistema depredador no es ya posible.
fuera de toda necesidad «razonable>>. Las contradicciones sociales Si todos los ciudadanos del mundo consumieran como los norte-
que engendra el crecirrtiento y los límites del planeta hacen nuestro americanos, o los europeos medios, los lúnites físicos del planeta se
modo de vida insostenible, tanto ecológica co1110 socialmente. Sin habrían sobrepasado ampliamente.
embargo, incluso si pudiera perdurar indefinidamente, éste no se-
ría menos insoportable y seguiría siendo deseable un cambio. Los hechos
Si tomamos como indicador del «peso» a1nbiental de nuestro modo
de vida la «huella» ecológica de éste en superficie terrestre, o en
La sociedad de crecimiento no es sostenible espacio bioproductivo necesario, obtenemos resultados insostenibles
(Ñuestro sobrecrecilniento económico se estrella contra la finitud de tanto desde el punto de vista de la equidad en los derechos de emi-
la biosfera. Sobrepasa largamente la capacidad de carga de la tierra. sión sobre la naturaleza como desde el punto de vista de la capaci-
Un crecimiento infinito es incompatible con un planeta finit~s dad de regeneración de la biosfera. El espacio disponible sobre el
verdad que la primera ley de la termodinárnica nos enseña que n{da planera Tierra es limitado: 51.000 millones de hectáreas. Sin em-
se pierde, nada se crea. Sin embargo, el extraordinario proceso de bargo, el espacio «bioproductivo», es decir, útil para nuestra repro-
regeneración espontáneo de la biosfera, incluso asistido por el hom- ducción, sólo representa una fracción de aproximadamente 12.000
bre, no puede funci_onar a un ritmo forzado. De ninguna manera millones de hectáreas. 5 Dividido por la población mundial actual,
puede restituir idénticamente la totalidad de los productos degra- da como resultado unas 1,8 hectáreas por persona. Teniendo en
dados por Ia actividad industrial. Los procesos de transformación

4. Citado en Mauro Bonaiuti, La teoría binrc0110111ira. La «nuova f'r011on1la"

3. Willem Hoogendjik, The economic Revolution, op. cit., y Let's Stop


di Nicholas Gcorgescu-Rotgcn, Carocci, Roma, 2001, p. 140.
5. Mathis Wackernagel, <dl nostro pianeta si sta esaurendo¡;, in .Andrea Masullo
l
Tsunamis, Earth Foundation, Utrecht, 2005. (dir.), E""ro11on;i,1 e Ambiente. la sfida del terzo millenio, Ei\11, Bolonia, 2005.
1
1

38 39
¡
j
cuenta las necesidades en materiales y energía, lo necesario para ción. 9 En 1992, el ciudadano del Norte consumía de media 3
absorber residuos y vertidos de los productos y del consumo (¡cada veces más cereales y agua potable, 5 veces más abono, 1O veces
vez que quemarnos un litro de gasolina, necesitamos 5 m 2 de bos- más madera y energía, 14 veces más papel, 19 veces rnás a!un1i-
que para absorber el CC) 2!) y añadiendo el impacto del hábitat y de nio que el ciudadano del Sur. Las comparaciones sobre consumo
las infraestructuras, los investigadores que trabajan para el institu- de energía y residuos de gas de efecto invernadero son todavía
to californiano Redefining Progress y para el World Wild Fund más flagrantes. 10 El planeta ya no es suficiente para nosotros,
(WWF) han calculado que el espacio bioproductivo que consume harían falta de 3 a 6 más para generalizar nuesrro n1odo de vida
Ja humanidad por habitante es de 2,2 hectáreas de media. Los seres occidental. «Si hacemos los cálculos, señala Fran~ois Schneider,
humanos, por consiguiente, han abandonado el camino hacia un esto significa que nos harían falta doce planetas sí los queremos
modo de civilización sostenible que exigiría limitarse a 1,8 hectá- viables a largo plazO>l 11 y ¡más de treinta en el horizonte de 2050
reas, admitiendo que la población actual pern1aneciera estable. Por si continuamos con un índice de crecüniento del 2o/o teniendo en
otro lado, esta huella media esconde grandes disparidades. Un ciu- cuenta el previsible crecimiento de la población! «La mítad de los
dadano de Estados Unidos consume 9,6 hectáreas, un canadiense, recursos del planeta han sido necesarios a Gran Bretaña para ser
7,2; un europeo, 4,5; un francés, 5,26; un italiano, 3,8. Aunque lo que es actualmente. ¿Cuántos planetas serían necesarios para
existan importantes diferencias en el espacio bioproductivo dispo- la India?» se interrogaba Ghandi con su gran sabiduría. Nosotros
nible en cada país, estamos muy lejos de la igualdad planetaria. 6 tenemos la respuesta.
Se pueden discutir las cifras, pero son desgraciadamente con- ¿Qué ha pasado? Al abrazar la raz6n geométrica que preside el
firmadas por un número considerable de indicadores (que tam- crecimiento económico, el hombre occidental ha renunciado a roda
bién han servido para establecerios). 7 Así pues, para que la gana- mesura. Con un alza del 3,5 o/o anual (progresión medía para Francia
dería intensiva funcione en Europa, hace falta que una superficie entre l 949 y 1959), el PIB por cabeza se multiplica por 31 en un
equivalente a 7 veces el continente sea empleada en otros países siglo y por 961 en dos siglos. Con un índice de crecimiento del
para producir la alimentaci6n que reclaman los animales criados 10% -el de China hoy-, ¡se multiplica por 736 en un siglo!1 2
de este modo industrial; es lo que se llama «c¿ultivo e12<:;_ ubit:t:E-Q» 8• ¿Cree1nos verdaderamente que un crecimiento infinito es posible
Según Will.iam Rees, los Países Bajos utilizan o importan un te- sobre un planeta finito? El hubris, la desmedida del dueño y señor
rritorio de aproximadamente 100.000 km 2 en el mundo, princi- de la naturaleza, ha substituid.o a la antigua sabiduría que consistía
palmente procedente del Sur, es decir de 5 a 7 veces la superficie en establecerse en un entorno explotado de manera racional. FJ
de las tierras productivas del país, y eso sólo para la alimenta-

9. Citado por Jean Gadreyy Floren ce Jany-Catrice, Les ,,-¡r;ui-·c,::;;x inrlia!tcurs


6. Gianfranco Bologna (die), Italia rapare di futuro, WWF-EJ\llI, Bolonia, de richcsse, op. cit., p. 72.
2000, pp. 86-88. l O. La cantidad media de C0 1 e1nirida por cada habitante de! planeta es
7. Para Yves Cachet y Agnés SinaY, "el 1nétodo de la huella ecológica subesti- actualmente de 4 toneladas por año, pero es de 1 L5 rondadas para la quinta
tna el impacto ecológico de la humanidad sobre la biosfera, exduyendo de sus parre de la población 1nundial que vive en los países industrializados (con una
cálculos, por ejernplo, la toxicidad de los residuos (sólo toma en cuenta el volu- punta de 20,5 para los Estados Unidos), contra 2 toneladas para las cuatro quin-
1nen), el agotamiento de los recursos no renovables, los riesgos de la energía nu- tas partes (con justo una décima de tonelada para once estados, en su mayoría
clear y de los organistnos n1odificados genéricamente (Sauvcr la Iérre, op. ciL, p. africanos). Véase Hervé-René Martin, La Mondia/;.ration nu:ont!c a ceux qui la
35). Para Franck-Don1inique Vivicn, al contrario, la huella ecológica sobrestima subissent, vol. 2, La Fabrique du diable, (]in1ats, París, 2003, p. 131.
este in1pacro al privilegiar el reciclaje del CO 1 en ei cálculo de las superficies. l l. Frans:ois Schncider, citado en ibíd., p. 225.
8. Vandana Shiva, Le Terrori_c111c alimentaire. Crnnnrnt les multinationales 12. Bertrand de Jouvenel, Arcadie. Essaí sur le micux vi;)rc, Futuribles, Pa-
ajfament le tiers-múnrif, Fayard, París, 2001, p. 97. rís, 1968.

40 41
delirio cuantitativo ha hecho bascular de golpe la situación, con- nada.(Para conciliar los dos imperativos contradictorios del creci-
forme a lo que yo llamo el teorema del alga verde, variante de la _míenr'o y del respeto por el medio ambiente, y rechazar la necesí-
paradoja del-nenúfar de Albert Jacquard. 1 ·~ dad del decrecimiento, los expertos y los ind\l_strialcs han puesro en
Un día, una pequeña alga se implanta en un estanque muy marcha una argumentación de tres pw1tos:
grande. Aunque su crecimiento anual es rápido, siguiendo la pro-
!. La substitubilidad de los factores.
gresión geométrica a razón de dos, nadie se preocupa, hasta que no
2. Lo inrnaterial
ha colonizado la mitad de la superficie, provocando desde ese mo-
3. La ecoeficiencia.
mento la a1nenaza de eutrofización, es decir, de asfixia de la vida
subacuática. Además, si el alga ha tardado muchas décadas en ile- Todo basado en la certeza de que el futuro progreso de la cien-
gar a ese punto, tan sólo hará falta un año para provocar la muerte cia resolverá todos los problemas.
irremediable del ecosistema lacustre. «Predomina, sin embargo, la "13-1 como hemos mencionado (véase la p.14), la hipótesis de la
idea de continuar en el mismo camino, señala Jean-Paul Besset. sgJ?.~S(~llbiHclad deJo.s.Jactores significa que una cantidad creciente
Para asegurar el bienestar del conjunto de la población, el Banco de equipamientos, conocimientos y competencias debe poder to-
mundial ha calculado que la producción de riquezas sea cuatro veces mar el relevo ,de cantidades menores de capital natural para asegu-
más importante en 2050. Con un crecimiento medio de 3o/o anual, rar el mantcnilníento, en el tiempo, de las capacidades de produc-
es posible, afirma. Sería suficiente reunir las condiciones políticas ción y satisfacción del bienestar de los individuos. En efecto, hasta
-buen gobierno, ayuda al desarrollo, cooperación técnica, inter- ciertos límites, está permítido reemplazar al ser hun1ano por la
cambios comerciales- para que todo vaya de la mejor manera en máquina (es decir el factor trabajo por el factor capital), pero no el
el mejor de los mundos. Afirmación rigurosamente exacta desde el flujo de materias primas (ínputs) por un aumento de las reservas.
punto de vista del razonamiento económico. Perspectiva totalmente tiace falta roda la fe de los economistas ortodoxos para pensar que
irreal desde el punto de vista de las capacidades del ser vivo. Por es concebible la ilimitada substirubilidad de la naturaleza por el
consiguiente, estafa intelectual. ¿Cómo se puede imaginar que el artificio. Tal como señala Mauro Bonaiuti, no se podrá jamás ob-
P!B mundial, que era de 6.000 millones de dólares en 1950, que tener el mismo nú.mero de pizzas disminuyendo la cantidad de
pasó a 43.000 millones en 2000, pueda aumentar, en 2050, a harina, aunque se aumenten los hornos o los cocineros. 15
172.000 millones de dólares sin trastornar aún más los equilibrios Es, desde luego, el segundo argumento, la «nueva economía»,
naturales, corno si esto fuera una mecánica virtuosa?i 4 I-Iemos lle- basada en los servicios y la virtualidad, relativamente inrrzf1Hrif1f.
gado al momento en el que el alga verde ha colonizado la mitad de «Casi dos individuos sobre tres han dejado de usar sus músculos
nuestro estanque. Si no actuamos rápido y contundentemente, para participar en la intendencia de los signos y de los seres [... ],
pronto nos espera la muerte por asfixia. una megamáquina de la comunicación cuyos servidores se llaman
empleados». 16 Es así como en Francia el sector terciario, sin incluir
El debate transportes, sólo consume el 16º/o de la energía utilizada, sólo emi-
F,sta situación es bien conocida, al menos por los responsables po- te el 11°/o del gas carbónico, aunque representa el 70º/o del em-
líticos y econó1nicos. Y sin embargo, todo se hace para no hacer

15. Mauro Bonaluti, Nícholas Gcorgcscu-Roegen. Biocronm;?fa. Ve1'.í"O un'altra


13. Al~crt Jacquard, L'Équatíon du n!nuphar. Les plaísirs de la scíence, 1Yonon1ir1 f'rofogi.canv:nte e sociabncnte ,<ostn1iblc, Bollati Boringhieri, Turin, 2003,
Calmann-Lévy, París, 1998. p. 38-40.
14, Jean~Paul Besset, Connnrnt ne plus étre progressíste .. sans devenír 16. Alain Cotta, citado por Alain Gras, Fragilité de la puissance, Fayard,
riartionn,:rire, op. cit., p. 147. París, 2003, p. 64.

42 43
pleo. 17 «El mundo tiene delante una fabulosa agenda de crecimien- consume 1,5 TEP (tonelada equivalente a petróleo) por año, es decir,
to>:>, 18 se exulta Jacques Attali, uno de los profetas de esta «econo- un tercio del consumo de un francés medío para su uso personaL Y
1nía del conocimiento)). f] digiworld está hecho de un cóctel de ese n1ismo empleado consun1e inás energía que un can1pesino en
high-tech, informática, electrónica, digitalización, telecomunicacio- 1945 ». 2' LD
G d ennrnva,
e , .
to d.os los 1na1c1os
. " . d,emues(ran que 1as
>
extrac-
nes, banda ancha, redes, biotecnologías, nanotecnologías, investi- ciones siguen creciendo, en particular, a nivel mundial. Al mismo
gadores, ingenieros, técnicos, informáticos que reemplazan a los tie1npo, en efecto, jla produ.cción industrial ha au1nentado un 250o/o
monos azules, el ordenador expulsa a la máquina-herramienta. 22
en China! «En total, afirn1a Yves Cochet, el traspaso de las activi-
Sin e.rn.barg9 1 es~a nueva econo.mía, más que ren1plazar a_Jµ dades energívoras de los países del Norte hacia países emergentes se
vieja, la- ¿ompl;ta. La actividad industrial ha retrocedido en tér!l:li- añade a un aumento del tráfico mundial de mercancías para elevar
nos relativos, pero no en términos absolutos. En los veinte últimos finalmente el consumo de energía. La.pr_e._t_e~_udida <!econ_9_mla delco-
;ños, ésta aún ha crecido un 170.lo en Europa y un 35°/o en Estados 0gci_1_n_i_;_p.:\Q>>__ po_six1dus_rrial .d~Ja_Q(~_llf<,.s.c. "basa _cn el traslado_ _r;~-sivo
Unidos. Esto tampoco es el caso en todos los países: «En España, de su bas_e material y energética hacia l_as economías emergentes.
según Joan Martínez Alier, la m(lterial jlour accounting, es decir} la Globalmente, la_ sociedad mundial jamás h;;ibía esr;:i_do tan_ industria-
contabilidad de los flujos de materias, demuestra que no hay lizada como hon. 23
desn1arerialización, ni relativa, ni absoluta.[ ... ] F,l PfB ha crecido No obstante, 'Ia industria píensa haber encontrado la poción
un 74º/o v los innuts de materiales un 85º/o». 19 n1ágica en la ecoeflcíenc~f!, pieza central y, a decir verdad, úni~a base
Las pérdidas' de empleos industriales -un milión y medio en seria del «desarrollo sostenible». Se trata de reducir progresivan1ente
Francia entre 1978 y 2002- son debidas en buena parte a la el impacto ecoiógico y la intensidad de las extracciones naturales para
externalización de los servicios (cuidado, mantenimiento, seguridad, aicanzar un nivel compatible con la capacidad reconocida de carga
restauración ... ) que, anteriormente, estaban integrados en el seno del planeta. 24 A<>í, la intensidad energética para producir un euro de
de las en1presas y contabilizados como e1npleos secundarios. Ade- PlB disminuye de media un 0,7% por año en Europa desde 1991.
1nás, ese capitalismo cognitivo necesita a menudo más inputs o en- Ahorrar de un 30 a 40% de inputs (materias primas y productos
tradas de materiales de lo que parece. Aunque los softwares incorpo- intermediarios) es totalmente posible aumentado la eficiencia y lu-
ran sobre todo materia gris, sólo su fabricación consume, por ejemplo, chando contra el despilfarro. ¡Las nuevas tecnologías permitirían
1,8 toneladas de materiales, es decir, 240 kilos de energía fósil, y un ahorrar hasta un 90%! Nos podríamos inspirar en el ejemplo de las
inicrochip de 2 gra.mos necesita 11 7 kilos de energía, así como una gallinas. Según Ernie Roberrson, del Biomass Institure, para trans-
enorme cantidad de agua. 20 «Un empleado terciario, señala PaulAries, forn1ar el producto calcáreo en caí necesitarnos calentarlo a l 500
grados, n1ientras que !as gallinas lo transforman en una cáscara de
huevo de resistencia más alta a tan sólo 37 grados. Las ostras y las
17. Jean (~adrey y Florence Jany-Catrice, Les f'louvcaux lndicateurs de arañas lo hacen todavía más sólido. Las primeras producen a menos
richcsse, op. cit., p. 76. de 4 grados una concha más resistente que el Kevlar, que udiizamos
18. Le Afonr!::, 4 de enero de 2004-.
19. Joan Martínez Alier, Che cos'e l'Frr,_r;o;1;a r:rf!/ogiot, en Andrea Masullo,
Ero110111/ra e A"".'1Jhic11-te, op. cit., p. 114.
20. Véase infonne de la ONU, Ordinateur et' cnvirDJ1!7C!!lf'JJt, Kluv»cr Acade- 21. Paul Aries, Décroíssance ou barbarie, Golia.s, Villeurbanne, 2005, p. 82.
n.üa, 2004, citado por AJain Gras, Ltl Décroissance, n. 2, mayo de 2004. La 22. Jean Paul Besset, Co;nmnu ne plus étre progressiste... sans devenir
producción de un nlicrochip de 32 1negaocretos necesita 72 gra1nos de sustan- réactionnaire, op. cit., p.207.
~ia química, 700 gramos de gas elen1ental, 32 litros de agua, 1.200 gramos de 23. Yves Cachet, Pétrole apocalypse, op. cit., p. 117
con1bustible fósil, es decir, en total, ¡una masa de materiales que sobrepasa 17 .000 24. (<l"hc business case for sustainable develop1nent», documento del World
veces su peso! Según el World Watch Institute. Business Council for Sustainable Development para Johannesburgo.

44 45
para los chalecos antibalas y que producimos con costes energéticos tricidad, las dejamos encendidas. Internet desmaterializa el acceso a
enormes con una gran cantidad de residuos tóxicos. 25 la información, imprimimos más papel. Hay más autopistas, el trá-
Es excelente que la eficiencia ecológica pueda aumentar. Po- fico aumenta ...
dría facilitar el paso a una sociedad de decrecimiento. Es indudable Por otro lado, una buena parte de la eficacia ecológica que cons-
que se ha acrecentado, pero al mismo tiempo la persistencia de un tatamos estadísticamente en los países del Norte viene del hecbo
crecimiento desequilibrado provoca una degradación global. La que nuestra base industrial ha sido ampliamente deslocalizada a
disminución del impacto y de la contaminación se encuentran los países del Sur. Así pues, la carga de bienes de producción ávidos
sistemáticamente anuladas por la multiplicación del número de de energía no ha desaparecido, sino que se ha trasladado a las im-
unidades vendidas y consumidas. Washington anuncia triunfal- portaciones. Según la consultora Enerdata, en 2004, el PIB mun-
mente que en el 2012 la cantidad de gas de efecto invernadero dial creció un 3,9% y el consumo energético un 3,6%. Por consi-
emitido por cada dólar producido por la economía americana se guiente, ¡la desaceleración está todavía lejos de la reducción
reducirá a un 18%. ¡Pero el PIB habrá aumentado de 35 a 40%! necesaria! Además, según el informe 2005 de la agencia francesa
A este fenómeno se le llama -~<~_fi:~_c_tQJO:.~b_Q_T_~:> o, en la literatura eru- Ademe (agencia para el medio ambiente y el control de la energía),
dita, <paracJ()i.a cieJeyoJ1S"· Efectivamente, a finales del siglo XIX, el las mejoras .tecnoiógicas están llegando al límite. «Desde 200 l, re-
economista neoclásico William Stanley Jevons había notado que cuerda Jean-Paul Veste, la nledia de las emisiones de gas carbónico
las calderas a vapor iban consumiendo cada vez menos carbón gra- de los vehículos vendidos en Francia ha pasado de 156 gramos por
cias a los perfeccionamientos técnicos, pero que el consumo global kilómetro a 154 gramos, es decir, una ganancia extremadamente
iba aumentado por el aumento del número de éstas. Podemos de- modesta de 2 gramos, aunque los constructores se comprometie-
finir el efecto rebote como «el aumento del consumo relacionado ron «voluntariamente» a un objetivo de 140 gramos». 27
con la reducción de los límites al uso de una tecnología. Límites 10da esta argum.entación se basa en una creencia sin fisuras en
que pueden ser monetarios,-- temporales, sociales, físicos, relaciona- el progreso. El informe de la National Science Foundarion de 2002,
dos con el esfuerzo, el peligro, la organización ... ». 26 Las tecnolo- titulado Converging Techno!ogies far In1proving Human Performances)
gías eficaces incitan al aumento del consumo; la ganancia se ve ilustra perfectamente el «delirio» de la solución científica. Promete
sobrecompensada por un crecimiento de las cantidades consumi- nada menos que el bienestar material y espiritual universal, Ja paz
das. Franc;:ois Schneider, uno de los especialistas en ese tema, seña- mundial, la interacción pacífica y mutuamente ventajosa entre los
la incluso la base psicológica de ese fenómeno: una vez satisfechos humanos y las máquinas inteligentes, la completa desaparición de
por haber reducido nuestro consumo de energía, por ejemplo, utili- los obstáculos a la comunicación generalizada-·en particular aque-
zando bombillas de bajo consumo, nos ofrecemos un extra en forma llos que son el resultado de la diversidad de las lenguas-, el acceso
de viaje a las Antillas, lo que representará un consumo de energía a fuentes inagotables de energía, el fin de los problemas relaciona-
muy superior a lo que hemos economizado ... El Tren de Aita Velo- dos con la degradación del medio ambiente. Y, finalmente, «la
cidad va más rápido, por lo tanto nos desplazamos más a menudo. marcha hacia un grado superior de altruismo y de respeto». '"fodo
La casa está mejor aislada, ahorramos dinero por ello, compramos esto gracias al acoplamiento de las nanotecnologías, las biotecno-
un segundo coche. Las lámparas fluocompactas gastan menos elec- logías, las tecnologías de la información y las ciencias cognitivas. 28

25. Gesualdi Francesco, SobrietZl, Dallo spreco di pochi ai diritti per tutti, 27. Jean-Paul Besset, Connncnt ne plus étre progressist'e .. Sans devenir
Fdtrinelli, Milán, 2005, p. 89. réactionnafre, op. cit., p. 199.
26. Frani;ois Schneider, citado por Yves Cochet, Pétrole apoca/ypse, op. cit., 28. Jean-Pierre Dupuy, ((Quand les 1echnologies convergeront», Revue du
p. 132. llfAUSS, n. 23, 1° semestre de 2004.

46 47
Se trata aquí de una vieja antífona puesta al día. Ya en el diario Autoceguera o cínica lucidez, los nuevos amos del mundo no
Le Monde del 3 de septiembre de 1996, Yves Coppens, profesor en dejarán a los pueblos elegir su propio destino. La supervivencia del
el College de _France, exclarr1aba: «¡Que cesen de pintar el futuro de business, de las ganancias y privilegios es más importante que la del
negro! El futuro es estupendo. La generación que viene aprenderá planeta o, en todo caso, que la de la 1nayoría de su población. La
a descifrar su código genético, a aumentar la eficacia de su sistema apuesta por el decrecimiento es otra. Consiste en apostar por el
nervioso, a tener los hijos de sus sueños, a controlar la tectónica de cambio voluntario de dirección por el interés de todos.
las placas, a programar el clirna, a pasearse por las estrellas y a colo-
nizar los planetas que quiera. Aprenderá a mover la 1~ierra para
La sociedad de crecimiento no es deseable
ponerla en órbita alrededor de un Sol más joven. [ ... ] Conducirá a
la bumanidad, no lo dudemos, hacia una mejor capacidad de re- Si seguimos el planteamiento de !van lllich, la desaparición pro-
flexión, una libertad mayor todavía y a una mayor conciencia de gramada de la sociedad de crecimiento no es necesariamente una
las responsabilidades que aco1npañan a esta libertad>>. No sorpren- 1nala noticia. «l,a buena noticia es que no hace falta, en primer
de que sea a este sabio y «filósofo c9rnucopiano mediático» (según lugar, renunciar a nuestro modo de vida para poder evitar los efec-
los criterios de Yves Cochet) a quien Jacques Chirac confió la pre- tos secundarios negativos de algo que podría ser bueno en sí mis-
sidencia de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible y el medio mo ----como si, rliviésemos que arbitrar entre el placer de un manjar
ambiente ... exquisito y los riesgos que comporta-, al contrario; lo que pasa es
Tener una fe ciega en la ciencia y el futuro para resolver los que el manjar es intrínsecamente malo, y que seríamos mucho más
problemas del presente no sólo va contra el principio de precau- felices evitándolo. Vivir de otra manera, para vivir mejor». 31
ción, sino sencillamente contra la sensatez. Incluso si pudiésemos La sociedad de crecimiento no es deseable por lo menos por
captar nuevas energías, ¿sería razonable construir "rascacielos sin tres razones: engendra una buena cantidad de desigualdades e in-
escaleras ni ascensores, basándonos en la única esperanza de que justicias, crea un bienestar considerablemente ilusorio, no suscita
algún día triunfaremos sobre la ley de la gravedad»? 29 Esto es, sin para los privilegiados una sociedad convivencia! sino una antisocie-
embargo, lo que hacemos con la energía nuclear, al acumular resi- dad enferma de su riqueza.
duos potencialmente peligrosos para los siglos futuros, sin solu-
ción ni perspectiva. Engendra una buena cantidad de desigualdades e injusticias
Señalen1os, no obstante) que no todos los «amos del mundo» Generahnente, los economistas silencian este tema, pero pocos tie-
participan de ese delirio «cornucopi.ano», ni se regodean con uto- nen el atrevimiento de sostener que el orden ecológico y económi-
pías euforizantes. En su visión geopolítica, parecería necesario, para co mundial engendrado por la econo1nía liberal es equitativo. En
algunos devolver a la población mundial a los 600 millones de efecto, a principios de los años noventa, Lawrence Summers, vice-
habitantes, tamaño compatible a la vez con la supervivencia de la presidente del Banco Mundial y luego, secretario del Tesoro bajo la
biosfera y el mantenimiento de sus privilegios. 1t:ma del que se presidencia de Clinton, afirmaba que «los recursos de la Tierra no
habla de lo más seriamente en el seno de la organización tienen límites que puedan ser apremiantes en un futuro previsible.
Bilderberger, sociedad s'emisecreta de la élite planetaria. 30 No hay riesgo de apocalipsis debido al recalentamiento global, ni
nada parecido. La idea de que el mundo está al borde del precipicio
es un error fundamental; la idea que deberíamos limitar el creci-
29. Mauro Bonaiuti, La teoria bicccDnonJica, op. cit., pp. 109 y 141.
30. Véase Witliam Sranton, The Rapid (;rowth ofHuman Popu!ation 1750-
2000. Histories, C'onscquentes, frsues, Nation by iVation, Multi-Science Publishing, 31. Citado por Jean-Pierre Dupuy, {(Ivan Illich ou la bonne nouvelle1),
Brenn.vood, 2003. Le Monde, 27 de diciembre de 2002.

48 49
miento a causa de algún límite natural es un grave error que, si un francés con un salario mínimo de inserción. 35 Lo que no signi-
tuviera alguna influencia, tendría inmensos costes sociales». Por lo fica. que, entre pequeño trabajo precario y paro, los «trabajos forza-
menos no fue hasta el límite de pretender que el uso de recursos dos de duración indeterminadaw36 sean una suerte envidiable.
naturales era justo. En cambio, el ministro de trabajo de Clinton, Por ejemplo, entre 1972 y 1992, en los países de la OCDE, el
Roben Reicb, era más pertinente al denunciar da cara escondida número de encarcelamientos se ha duplicado, pasando aproximada-
del éxito americano»: «Más inseguridad, muchos empleos pagados mente de 44 a 88 por cada cíen mil habitantes. La cantidad de cerea-
miserablemerite y desigualdades que se entrelazan con una masa les destinados al ganado y a la ganadería en los países del Norte es
32
de asalariados que se pauperiza y una minoría que se enriquece>>. superior en un 25º/o a los consumidos por las poblaciones del Sur.
El l % más rico gana tanto como el 40% de los más pobres. Nuestras vacas reciben 2 euros por día de subvenciones, es decir ¡más
En cuanto a las desigualdades, la polarización de las situacio- de lo que ganan 2. 700 millones de seres humanos! Como subraya
nes sie.mpre ha sido constatada a escala planetaria y, tras el fin de Majid Rahnema, no es aumentando el poder de la máquina de crear
los «Treinta gloriosos años>,, se confirma también en cada país, in- bienes y productos materiales que ese escándalo (el de la miseria y de
ciuso en los países del Norte. Es~.e punto se encuentra abundante- la indigencia) se acabará, porque la máquina puesta en marcha para
mente ilustrado en los célebres informes del PNUD (Programa de ese fin es la misma que fabrica sistemáticamente la miseria». 37
las Naciones Unidas para el Desarrollo). En 2004, el PIB mundial .En cuanto al desarrollo de las injusticias, éste es inherente no
superó los 40.000 millones de dólares, es decir una riqueza siete sólo al sistema capitalista, sino a cualquier sociedad de crecimien-
_veces más importante que hace cincuenta años. La relación de ri- to. Una sociedad incapaz de permitir a la mayoría de sus miembros
queza entre la quinta parte más pobre y la quinta parte más rica era ganarse la vida mediante un trabajo honesto y que les condena,
de 1a30 en 1970, pero aumentó de 1 a 74 en 2004. En 1960, el para sobrevivir, a actuar contra su conciencia haciéndose cómpli-
70o/o de los ingresos globales beneficiaban al 20°/o de los habitantes ces de la banalidad del mal, está profundamente en crisis. l\.sí es,
más ricos; treinta años más tarde, esta parte ha aun1entado al 83o/o, sin embargo, nuestra modernidad tardía, desde los pescadores que
mientras que la del 20% más pobre ha retrocedido del 2,3 al 1,4%. sólo pueden salir adelante arrasando los fondos marinos basta los
Por otro lado, el 5% de los habitantes del planeta tienen un ingreso ganaderos que torturan a sus animales, pasando por los agriculto-
114 veces superior al del 5°/o más pobres. 33 «L_a___cs::uuonú~J_o......,, res que destruyen el suelo que les abastece y por los ejecutivos di-
üi.xnaterial,.sefiala T-hierry--Paquot 1 acentúa las dc;-s-i gual.dades_s.o_c;.L~: námicos que se convierten en «asesinos», etc. 38
les, agrav:dafractura social. El 2% de los medíos de producción
tangibles y el 37,7% de los activos financieros están en manos de Crea nn bienestar considerablemente ilusorio
menos del 0,5% de la población norteamericana (es decir 843.000 En este punto nos topamos con la paradoja ecológica del creci-
familias), [... ] tienen unos ingresos equivalentes a los del 51 % de miento. La obsesión por el PNB bace que contemos como positivos
34
los asalariados peor remunerados (es decir 49,2 míllones)». El in-
greso anual medio de un africano es inferior al ingreso mensual de
35. Jean-Paul Besset, Comment ne plus itre progressiste ... sans devenir
réactio11naire, op. cit., p. 271.
36. Siguiendo la fórmula de Michel Rocard y Pierre Larrouturou, Diario
32. Citado por Jean-Paul Besset, Con11ncnt ne plus étre progressiste .. sans Libération, 8 de febrero de 2002.
devenir ré,1rtion1111irc, op. cit., p. 272. 37. Majid Rahnema, Qy,1a11d la núsCre chasse la ptru11rité, Fayard/Actes Sud,
33 Fuente: PNUD, Rapport Mondial sur /.e Dlveloppr:incnt humain 2004. La París/Arles, 2003, p. 14.
liberté culturel!e dans un monde diversifié, Economica, París, 2004. 38. Véase mi libro }ustice sans limites. Le défi de l'éthique dans une éco110111ie
34. Thierry Paquot, É!oge du luxe. De l'uti!ité dr l'inutik, Bourin Édireur, mondialisée, Fayard, París, 2003, en particular el capítulo IV, ,,La banalité
París, 2005, p. 38. économique du mah.

50 51
cualquier producción y cualquier gasto, incluidos los que son per- tal natural bajo la óptica del desarrollo sostenible. Así, para
judiciales y los que sirven para neutralizar los efectos negativos de Indonesia, señala que el índice de crecimiento entre 1971 y 1984
los pri1neros. -«C=onsiderarnos cualquier actividad remunerada, se- ha pasado del 7, 1 al 4o/ti de n1edia anual, integrando sólo tres ele-
ñal~ Jacques Ellul, coni.o un valor añadido, generador del bienes- mentos: la destrucción de los bosques, las extracciones de las reser-
tar, aunque la inversión en la industria de la anticontaminación no vas de petróleo y gas natural, y la erosión del suelo. El economista
au1nenta en nada el bienestar; como mucho, permite conservarlo. alemán W Schultz ha calculado, para 1985, a partir de un inven-
A veces pasa, i,ndudablemente, que el aun1entÁo del valor a deducir tario no exhaustivo de !as contaminaciones, que tomar en cuenta
sea superior al crecimiento del valor añadido». 39 Para Hcrvé-René los perjuicios causados en la RF1\ equivaldría al Go/o del PIB. 43
Martin, no hay duda de esto: «La verdad nos hace afirmar que la ¿Podemos afirmar, por lo tanro, que se han compensado todas
desoroanización
b
social 'y arnbíental provocada 'por el sistema de las pérdidas del «Capital natural»? Según las informaciones dadas por
producción industrial (materias plásticas a la cabeza) y los modos la Academia de Ciencias china, si «los costes 'ocultos' del desarrollo
de vida gue inspira matan infinita1n.ente a más gente que la que económico relacionados con la contaminación y la reducción de re-
podrán salvar todos los filtros y_prótesis de plástico)), 40 Es cada vez cursos naturales fueran contabilízados, el crecimiento medio del PIB
más probable que, más allá de un cierto límite, el crecimiento del chino entre í9.85 y 2000 tendría que reducirse de 8,7 a 6,5 puntos».
PNB se traduzca en una disminución del bienestar. Leemos igualmente en el infor1ne del Millenium 1'~cosyste1n
i\sí, en 1991, los :Estados Unidos gastaron 115.000 millones Assess1nenr (ONU) de marzo de 2005 que <<!Duchos países que han
de dólares de su PNB para proteger el medio ambiente, y todavía se presentado un crecimiento positivo aparecerían, de hecho, con una
gastarán más. Se estima que el Clean Air Act aumentaría esta cifra riqueza en retroceso si se incluyera en las cuentas la degradación de
de 45.000 a 55.000 millones de dólares más al año-4 1 Es verdad los recursos naturalesl>.44 F~n 2003, los atascos costaron a los Estados
que las evaluaciones sobre el coste de la containinación o del precio Unidos 63.000 millones de dólares en tiempo perdido y
de coste de la descontaminación son eminenten1ente delicadas, sobreconsumo, según el informe 2005 de la Universidad de Texas.
problemáticas y, desde luego, controvertidas, Los debates y los La contaminación y la congestión automovilística en Dakar reducen
mercadeos sobre la factura de Chernóbil durante la reunión del G7 el PIB en 5 puntos en Senegal, según el Banco Mundial. 45
en Nápoles, en 1995, nos ofrecieron una ilustración caricaturesca. Anunciados con triunfalismo, los índices de crecimiento de la
Se calculó que el efecto invernadero podría costar entre 600.000 y productividad, que demostrarían de manera irrefutable el progreso
un billón de dólares anuales en los años venideros, es decir, entre el del bienestar, resultan ser, a menudo, artificios contables. Así pues,
3 y el 5% del PNB mundiaL Los médicos laborales estiman el coste nuestra alimentación, gracias al productivismo de la agricultura,
del estrés en un 3º/o del PIB en Francia. 42 El World Resources incorpora cien veces n1enos trabajo directo que la de nuestros abue-
Institute, por su lado, ha intentado evaluar la reducción del índice los, y nuestros preciosos automóviles) veinte veces menos que los
de crecimiento si se tomasen en cuenta las extracciones en el capi- de nuestros padres, 46 pero un balance completo inregrando la tora-

39. Jacqucs Ellul, Le BlujJ'technologique, Hachette Littérarures, París, 1998. 43. I1ervé Kempof, LÉL·ono111Íf a l'éprcuve de l'écologie, Hatier, París, l. 991,
40. Hervé-René Martin, La Afondialisation racontée a ceux qui la subissent', p. 52.
vol. 2, op. cit., p. 79. 44. Jean-Paul Besset, G0nn77cnt ne plus étre progrcssiste .. sans devenir
41. Le Monde, 22 de noviembre 1991. réactionn,1ire, op. cit., p. 193-194.
42. Según Margot Wallstr6n1, vice-presidenta de la Comisión Europea, «cada
45. !bid. p. 283.
año los estados miembros de la Unión Europea pierden 600 nüllones de días de
trabajo a causa de las enfermedades relacionadas con el estrés)>, Le flgaro, 24 de 46. Mientras que en 1951 hacían falta 145 horas de trabajo aproximada1nente
para construir un coche, en 1979 hadan falta 98, y en la actualidad menos de 12.
marzo de 2006.

52 53
lidad de los costes del sistema agroalimentario o del sistema auto- «compensación" y de reparación que se han vuelto necesarios por
movilístico haría aparecer resultados menos espectaculares" Si en la la vida moderna (medican1entos, transportes, ocio), aumento de
industria agroalimentaria se ton1ara en cuenta la multiplicación de los precios de productos que se han vuelto escasos, (agua embote-
los ernpleos anexos (consultoría, investigación, conservación, trans- llada, energía, espacios verdes ... ). 50 ({Nuestras sociedades occiden-
formación, industria agroquímica, agro biológica, etc.) se reduciría tales, subraya Denis Bayon, se encuentran desde hace algunos años
considerablemente la fa1nosa productividad. Hace cincuenta años, en una situación comparable a la de un individuo que para ganar
los agricultores recibían entre el 45 y el 60°/o de lo que los consu- 3.000 euros tiene que adoptar un modo de vida tan a contranatura
1nidores gastaban en alimentación; hoy en día, en Francia sólo re- que está obligado a gastar 2.000 euros para intentar (sin esperan-
ciben el 18%, el 7% en el Reino Unido, e incluso el 3,5% en Esta- za) compensar los efectos catastróficos sobre su salud física y men-
47 51
dos U nidos. La diferencia sirve para financiar actividades anexas. tal)), Esta «paradoja» es corroborada, por otro lado, por roda una
Resultado: ei consumidor no nota una bajada total en el precio de serie de indicadores «alternativos)>: índice de salud social, producto
los productos alimentarios, pero en ca1nbio, su calidad deja mu- verde, producto interior ecológico del Quebec, etc. 52 El triste ré-
cho que desear. 48 Por otro lado,.la integración de los daños colate- cord francés en mareria de consumo de antidepresivos ilustra ese
rales (extracción de agua, contaminación de las capas freáticas, con- círculo vicioso al que nos lleva el crecimiento. Para soportar el au-
t.aininación de los ríos y d_e los océanos, la vaca loca, laf1ebre porcina mento del estrés engendrado por la vida 1noderna (condiciones de
y otras pandemias) 49 llevaría sin duda a pronunciarse por una(!!!!.- trabajo, transportes, entorno, etc.), nuestros conciudadanos nece-
n:a-produrfivirú;uf comparable a la que !van lllich ponía en eviden- sitan drogas, lo que les permite crecer todavía más ... ¡Podemos
cia para el coche, hace años. afirmar que el crecimiento es un mito que se encuentra en el pro-
En esas condiciones, el aumento del nivel de vida del que pien- pio interior del imaginario de la economía del bienestar, e incluso
sa beneficiarse I:a mayoría de los ciudadanos del Norte es cada vez de la sociedad de consumo!
más ilusorio. Así pues, gastan más en términos de compra de bie-
nes y servicios comerciales, pero olvidan deducir el aumento supe-
rior de los costes. Dicho aumento toma diversas for1nasi co1nercia- 50. Le Monde del 22 de diciembre de 1998, ya escribía: «En Francia, en
les y no comerciales; degradación de la calidad de vida no veinte años, el cáncer ha progresado un 25% entre los hombres, el 1nás extendi-
cuantificada pero sufrid.a (aire, agua, medio ambiente, gastos de do es el cáncer de próstata, que ha experin1entado un rápido aumento en los
países industrializados, y un 20o/o para las mujeres, con un salto de un 60% para
d cáncer de mama: una mujer sobre seis lo sufrirá (después de la guerra era una
sobre cuarenta). Si la probabilidad para un ho1nbre de contraer un cáncer du-
47. n. 82, otofio 2002, citado por fiervé-Réné Martin, rante su vida es, en la actualidad, dd 46,9º/o, la de morir, gracias al progreso de
La Mondialisation racontée a ceux qui la subíssent; vol. 2, op. cit.,, p. 142. la medicina, sólo es del 27,6o/ol>. Hoy en día, gracias al informe del Dr.
48. <(En diez años, los precios alimentarios en Francia (lo que paga el consu- Belopommc, sabe1nos de qué se trata. <(Me he dado cuenta de que el cáncer era
midor) han aumentado el 11 o/o mientras que los precios agrícolas a la producción una enfermedad que nuestra sociedad fabricaba en su totalidad y que estaba en
(lo que se paga al agricultor) caían otro tanto. ·1Y algunos afirman que eso be1~efi­ gran parte inducido por la contaminación de nuestro entorno)>. En Francia mue-
cia al consu1nidor!» (ibíd., p. 25). El sabor, por ejemplo, sólo ostenta d séptimo ren 150.000 personas al año de cáncer, y del 80 al 90% de los cánceres son
puesto en los criterios de investigación sobre las variedades actuales, después de la debidos a la degradación ambiental. Durante estos veinre últin1os años, el au-
productividad, la clasificación, el color, la conservación, e.re. (ibíd: p. 28). mento ha sido del 35% (Le Monde, 14 de febrero de 2004).
49. Un estudio titulado (d..os costes ocultos de la agnculrura 1ntens1va)) para 51. Denis Bayon, «Décroissance économique: vers une société de sobriété
Gran Bretaña nos informa que «en ] 996 las compafíías de distribución de agua écologique)), ww.ladecroissance.org, p. 9.
gastaron 330 millones de euros para eliminar los pesticidas, lo~ nitratos Y los 52. Informe de Jean Gadrey y Florerice Jany-Catrice sobre los indicadores
agentes patógenos de origen agrícola contenidos en el agua desnnada al consu- de riqueza y desarrollo, que se puede consultar en www.travail.gouv.fr/UvfG/pdf/
mo» (ibíd., p. 25). ra ppo rt -ind i careurs-ri ch esse~develo pperneo t. pdf:

54 55
El crecimiento no suscita ni para los propios «pudientes» Clinton, Robert Reich, realiza un lúcido análisis a partir de su ex-
una sociedad. convivencia!, sino una «antisociedad» periencia personal: «El problema es que este equilibrio entre ganarse
enferma de su riqueza la vida y ganarse una vida más equilibrada es cada vez más difícil
Jean-Bap~Say afirmaba que la felicidad es proporcional al volu- de alcanzar, porque la lógica de la nueva economía hace que nos
men de consumo. Se trata aquí de la impostura economicista y atemos cada vez más al trabajo y cada vez menos a la vida indivi-
modernista por excelencia, cuyos fundamentos podemos encon- dual. [ ... ]Todos sacamos grandes ventajas de la nueva economía.
trar en Thomas Hobbes. Efectivamente, éste anuncia coq deleite [ ... ] Disfrutamos de las extraordinarias oportunidades que nos
esta hubris, esta desmedida propia del hombre occidemal:f«La feli- ofrece como consumidores y, siempre más, co1no inversores/
cidad de esta vida no consiste en el reposo de uo espíritu sa~sfecho. especuladores. Sacamos adelante la nueva economía. Y sin embar-
Ya que, en realidad, no existen ni ese finis uftímus (o meta final) ni go, hay un «pero». Por 1nuy maravillosa que sea la nueva econo-
ese su11unun1 bonum (o bien supremo) del que se habla en las obras mía, sacrificamos ante su altar partes significativas de nuestra vida:
de los antiguos moralistas.[ ... ] La felicidad es una continua mar- trozos enteros de nuestra vida familiar, de nuestras amistades, de la
cha hacia adelante en el deseo de un objeto a otro, cuya posesión es vida colectiva, de nosotros mismos. Estas pérdidas van a la par que
sólo el camino que lleva al siguiente.[ ... ] Así, pongo en primera nuestros beneficios. Eso constituye, en cierra medida, las dos caras
fila, a título de inclinación general de toda la humanidad, \lD.,deseo, de una misma moneda». 56
p~_i:-p_~J;,gp .y_ -~i11. treg,a-d~--adquirir--poder- tras poder, __d~:;_eo_ q.ue~.s.QJ9__ De hecho, si se mira de cerca, la riqueza tiene una característica
ce~~.?- con_ la muer~e.>~ 53 Einile Durkheim denuncia esta suposición mucho más patológica que la pobreza. La extrema riqueza constitu-
utilitarista de la felieidad como una suma de placeres relacionados ye la principal plaga de la sociedad moderna. Más que aumentarla
con el consumo egoísta. Para él, una felicidad parecida sólo puede pretendiendo solucionar el problema de la pobreza, se la tendría que
llevar a la anomia, es decir a la disfunción social y al suicidio. 54 atacar como una enfermedad pelígrosa oculta por la representación
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) el número anual instituida del crecimiento. Mahjid Rahnema señala pertinentemen-
de muertes por suicidio asciende a aproximadamente un millón a te: «Curiosamente, la miseria moral de los ricos y poderosos -suje-
escala mundial, lejos de los homicidios (500.000) y las víctimas de to tabú en la literatura especializada sobre la pobreza- ha atraído
guerras (250.000) .55 La OCDE estima que en el curso de los treinta más la atención de novelistas, poetas y, claro está, de los propios po-
últimos años la tasa de suicidios ha progresado un 10% de media bres, que la de sociólogos y economistas que la consideran como
en los países miembros. ajena al tema en cuestión. El estudio en profundidad de las verdade-
Algunos estadistas han intentado definir la felicidad. Ésta iría ras causas de la miseria bien podría, sin e~bargo, demostrar que ésta
en función de un creciente ingreso monetario y de los bienes se encuentra muy en el centro -si no en el mismo corazón- del
relacionales. En este punto, notamos que la disponibilidad de bie- tema)) Y continúa: «L,a miseria moral de los poderosos, «envuelta»
nes relacionales tiende a disminuir cuando aumentan los ingresos. por sus más bellos trajes, y por ello mismo menos visible desde el
Más allá de un cierto equilibrio, la felicidad tendería a disminuir. exterior, es, paradójicamente, más perjudicial que la que golpea a los
El economista de Harvard y antiguo ininistro de trabajo de Bill indigentes: a la obsesión propiamente patológica de poseer más, al
deseo incesante de acumular para sí mismo y de quitarle a los otros

53. Thomas Hobbes, Léviathan, Sirey, París, 1971, capírulo XI, pp. 95-96.
54. Véase Christian Lava!, L'an1bit:·cn sociologiquf'. Saint-Sin!i'!1!, Comte, 56. Robcrt Reich, The future ofSucccss, Alfred A. Knopf, Nueva York, 2000.
Tocqueville, Marx, Durkhchn, Yf{-bcr, La Découverte, París, 2002, p. 255. (~irado por Luigino Bruni, «Lecononüa el paradossi della felicita)), en Pier Luigi
55. Véase Jean-Paul Besset, C011nno1:: ne plus §tre progressiste... sans drvoúr Sacco y Stefano Zamaghni (dir.), COmplessita' relaciónale e comportaml'nto
réartionnaire, op. cit., p. 258. economico, Il Mulino, Bolonia, 2002, p. 242.

56 57
por el único placer de ejercer sobre ellos algún poder, se añaden fac- Los más acaudalados están condenados a morir de «una terri-
tores exteriores como los nunierosos criterios de éxito social, la ble tristeza del alma»." Algunos potentados llegan incluso al col-
despiadada dinámica de la con1petición, la regla de oro del beneficio mo de la soledad. I~n Estados (]nidos, !a proporción de perso:;.as
a cualquier precio o la comercialización de todas las relaciones hu- solas ha pasado del 17% en el conjunto de hogares al 26%( La
manas.))57 Es notable que el lenguaje moderno, que estigmatiza al miseria psíquica y espiritual de los pudientes produce, en el ,';¡ro
pobre, «no utiliza nunca la palabra falta cuando se trata de ricos y extremo, la miseria material de los excluidos, ya que, en una socie-
poderosos: ni nadie piensa en definir ciertas categorías de ricos por dad que hace de la vida un combate y de la muerte un fracaso, el
falta de clarividencia, falta de virtud, o de solidaridad, falta de senti- rernedio a la depresión psíquica es la excitación; un eje1nplo de ello
do de la justicia social o falta de compasión)). 58 es la especulación bursátil. La depresión cultural denunciada por
La felicidad prometida a los ganadores se traduce en una acu- Keynes engendra esta doble miseria, alimentada y exacerbada por
mulación frenética de consumo con crecimiento del estrés, del in- la publicidad -un medio estudiado para hacernos sentir insat.~[e­
somnio, de los problemas psicosomáticos, de las enfermedades de chos por lo que tenemos y hacernos desear lo que no tene1nos.,.,.)
todo tipo (cáncer, crisis cardiaca~,,;llergias diversas, obesidad, cirrosis En estas condiciones, sería urgente volver a encontrar la sabi-
de hígado, diabetes ... ) «A medida que el crecimiento progresa so- duría del caracol. Tal vez tenemos que aprender más de él que de
bre el conjunto de frentes de la sociedad, señalaJean-Paul Besset, el las gallina~stras o las arañas, de las que ya he1nos hablado. I<:n
malestar individual aumenta: estados depresivos, síndromes de fa- efecto, éste no nos enseña solamente la necesaria lentitud: «El cara-
tiga crónica, tentativas de suicidio, problemas psíquicos, actos de col, cuenta !van lllich, construye la delicada arquitectura de su
demencia, internamientos, consumo de antidepresivos, de tranqui- concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias;
lizantes, de somníferos, de antipsicóticos, de estimulantes, adic- después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en de-
ciones de todo tipo, absentismo en el trabajo, en la escuela, ansie- crecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una di-
dad, conductas de riesgo ... >>. 59 mensión dieciséis veces rnás grande, lo que en lugar de contribuir
En Francia, según Patrick Viveret, «la angustia, el miedo de al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cual-
vivir, y no solamente de morir, pesa mucho; de hecho, más o me- quier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las di-
nos unos 315.000 millones de euros [... ] que los franceses dedican ficultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los
a su seguridad social. Los ingresos generados por el dolor de vivir límites fijados por su finalidad. P..as.a.do"elpumo límite de la.am-
podrían así constituir un depósito con el que se podrían proyectar plia,c;ión de l<!S.espiras, los problemas deLsobrecrecimientose mul-
progra1nas ambiciosos de educación en el arte de vivir. El tiempo tiplican en progresiQp geométrica, mientras que _b1 capacidad bio-
ganado a la co1npetitividad y la lógica de la guerra económica, el lógica del caracol sólo puede,- en- Cl mejor de los casos, segujr una
tiempo ganado al trabajo, ese tiempo es precioso para la participa- progresión aritmética. 62 Al apartarse de la razón geométrica, a la
ción cívica y la capacidad para dedicarse al más bello oficio: hacer que se unió por un tiempo, el caracol nos muestra el sendero para
de nuestra vida una obra». 60 reflexionar sobre una sociedad de «decrecimiento», si es posible,
serena y convivencial.

57. ~lajid Rahnema, Qua-11d la misen~ chasse la op. cit., p. 231


58. !bid .• p. 134.
59. Paul Besset, C01nrno1t ne plus étre progrcs;iste .. sans devenirré.Jrtionn'iire, 61. Hervé-Réné Martin, La mondinfisation racontée a ceux qui !.a subiss212t,
op. cir., p. 258. vol.2, op. cit., p. 20.
60. Patrick Viveret, Pourr¡uoi ¡:a ne va pas plus mal?, Fayard, París, 2005, 62. lvan Illich, Le G'enre VernacuJaire, in Oet1t-'res Cornp!ktes, t. 2, Fayard,
p. 115. París, pp. 291-292.

58 59
IL ¿SE PUEDE PONER VINO NUEVO
EN ODRES VIEJOS? DESCRECIMIENTO,
«DISVALQR,, Y MEDIDA DEL BIENESTAR

El nivel, la composición y la exrren1a importancia


del PIB se encuentran en el origen de una de las
formas 1nás extendidas de mentira social.
]OHN KENNETH GALBRAJTH'

La construcciün de una sociedad de decrecimiento pasa ciertamen-


te por la desmitificación del índice fetiche del bienestar 1noderno,
el PNB/PIB (Producto Nacional o Interior Bruto). Es importante,
pues, volver sobre el significado de este indicador. ¿Es necesario
que nos quedemos donde estamos y no nos pregunten1os sobre el
alcance y los límites de las proposiciones alternativas? Algunos pa-
recen pensar que sería suficiente con calcular de otra manera la
riqueza para salir del infierno del crecimiento. ¿Existe un «buen»
índice, capaz de trascender los siste1nas sociales que en sí mismos
definan el sentido y el contenido de la riqueza?

Felicidad, riqueza, «disvalor»: la impostura del PIB/PNB


En coherencia con Jean-Baptiste Say, que definía la felicidad por el
consumo, Jan 1~inbergen, pura y simplemente, propuso rebautizar
el PNB como FNB: felicidad nacional bruta. 2 Como anécdota, se-
ñalen1os que la idea fue asumida con un cierto humor por el rey de
Bután, que inscribió como objetivo en la Constitución, el creci-
miento de la FNB.

L John Kenneth Galbraith, Les 111nFonges de l'éconmnir. Vérités pour notre


temps. Grasset, París, 2004.
2. Jan Tinbergen, Politique é<(ll1(1!11Í']llC et opth11u111 social, Economica, Pa-
rís, 1972.

61
La arrogante pretensión del economista holandés es, de hecho, cuentra fuertemenre relacionado, en el imaginario y en los hechos,
un retorno a los orígenes. La felicidad, esta «idea novedosa en Eu- con los niveles de vida y de salario. Hemos sido «formateados" para
ropa» en el siglo XV"!H, según el célebre dicho de Saint-Just, se ma- ver la medida de nuestro bienestar en relación estrictamente pro-
terializa en bienestar, versión eufemística del «bientenen), <<La ideo- porcional a nuestro consumo n1ercantil. '<El nivel de vida, escribe
logía de la felicidad, escribe Jacques Ellul, exige un crecimiento del de manera significativa Jean Fourastié, se mide por la cantidad de
consumo del bienestar, al establecer el terreno favorable para la bienes y servicios que el ingreso nacional medio permite compran1. 5
eclosión de nuevas necesidades. [ ... ] Pero mientras más aumenta Es fácil justificar esta pretensión y demostrar que el producto
el consumo, más tiene que ser poderosa la ideología de la felicidad interior o nacional no mide,n1ás que la «riqueza>> comercial y Io
para colmar el vacío del absurdo del ciclo emprendido. Sin bienes- que se le pueda asimilar. «El~es pues, punto esencial, un flujo
tar, la felicidad parece ilusoria y vana, está desposeída de todos los de riqueza puramente comercial y monetaria, vuelven a señalar Jean
medios de realización. I~a vía para acceder a la felicidad es la del Gadrey y Florence Jany-Catrice. ~l.~f;:JJ9-JLto___al~cLe.cirnien.ro,,.._es,.la
bienestar, y sólo esa. Por otro lado, a medida que el bienestar ha P. r_ogs$'.sióg __dGl PII?., _es__clec_ir:,Ja.p.rogresión . deLvoJumen- de--todasJas
ido cobrando esta importancia;_ nos hemos ido sintiendo tentados prod4cciones de bien_es_ y servícios.que se venden.,. o.que cuestan-en
a minimizar la felicidad, noción imprecisa, incierta, compleja, que moneda, produridas por_ un trabajo rernunerado)>. 6 Es decir, <itodo
conlleva una supervivencia de subjetividades lamenta bies y de sen- lo que puede venderse y con el cual un valor añadido monetario
ti1nentalismo romántico. Sociólogos y economistas actuales pre- servirá para inflar el PIB y el creciiniento, independientemente del
fieren hablar de bienestar (nivel de vida, estilo de vida, etc.), por· hecho que esto añada algo a nuestro bienestar individual o colecti-
que éste puede ser acotado, analizado y en última instancia, vo [ ... ]. Hay numerosas actividades y recursos que contribuyen al
cifrado,,. 3 Esta es, sin duda, una de las razones principales por las bienestar que no se tienen en cuenta simplemente porque no son
cuales la sugerencia de Tinbergen no fue mantenida, mucho más come,,r,:cialcs o no tienen un coste de producción n1onetario direc-
que por la impostura de identificar «bien tener» con bienestar. to».7 _?e dice también que el PIB"mide los outpouts o la producción,
Es verdad, como lo recuerda juiciosamente Jean Gadrey, que no los outcomes o los resultados.)
los contables nacionales, cuando se les ataca, replican que «el PIB y «El PlB, según Gadrey, no ccJhsidera que la progresión del tiempo
el crecimiento no miden el bienestar, no están hechos para eso>r. 4 libre sea una riqueza digna de ser contada. [ ... ] En los Estados
Pero esto no impide que si la gente se equivoca es que todo está Unidos, desde 1980, el tiempo de trabajo anual medio por persona
hecho con ese fin. En los juegos olímpicos del crecimiento, el pre- ha progresado al equivalente a cinco semanas de trabajo anuales
mio de Jos PIB por cabeza es presentado, tanto por los políticos (204 horas), contrariamente a lo que ha pasado en casi todos los
como por los medios de comunicación, como el resultado de la países europeos. Tenemos aquí un bello ejemplo de contribución
carrera mundial hacia el bienestar, o incluso hacia la felicidad. La esencial al bienestar, el tiempo libre, que no aparece en las cuentas
confusión es tanto más fácil cuanto que el PIB por cabeza se en· de la riqueza». 8 «Nuestro PIB [ ... ], declaraba Roben Kennedy,

3. Jacques Ellul, Mét,1morphcsc~ du bourgrnis, La Table ronde, París, 1998,


p. 93. Para estar bien seguro de ser comprendido, añade además: "La felicidad 5. Jean fourastié, artículo ((Niveau de vie11 en Jean Romoeuf, Dictionnaire
es el valor ideológico del bienestar. Es la forma, la gloria y la legitimación. Pero des sciences éconon!iqurs, PUF, París, 1958, p. 800.
sin bienestar, la felicidad, para el ho1nbre realista, no es más que n1entira y bur- 6. En Jean Gadrey y Florence Jany-Cai:rice, Les nou11c11ux indirateurs de
la)> (ibíd, p. 94). richcsse, op. cit., p. 17.
4. Jean Gadrey, <,De la critique de la croisssance a l'hyporhese de la 7. !bid, p. 18.
décroissance. Croissance et innovation)), Ci;.hicrs fiw-11(:'1-Ú, n. 323, retomado en 8. Jean Gadrey, ((De la critique de la croissance a l'hyporhese de la
Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, Les nouveau.Y indirateurs de richcsse, op. décroissance. Croissance et innovation», art. Citado, p. 23.
cit.

62 63
engloba también la contaminación del aire, la publicidad de cigarri- esta noción polisémica de riqueza, de la que los economistas no
llos y los trayectos de las ambulancias que recogen a los heridos en la han podido desembarazarse, lo que está en el banquillo. «Una cosa
carretera. Abarca la destrucción de nuestros bosques y la destrucción que encuentro muy ínteresante en el debate en curso, señala Elaine
de la naturaleza. Abarca el napalm y el coste del ahnacen<uniento de Bernard, en la película rfhe C:orporation, es ese concepto de quien
residuos radiactivos. Y, al contrario, el PIB no tiene en cuenta la salud crea la riqueza, que esta riqueza sea creada sólo cuando se posee en
de nuestros hijos, la calidad de su educación, la alegría de sus juegos, privado. ¿Cómo llamamos entonces al agua pura, al aire fresco, al
la belleza de nuestra poesía o la solidez de nuestros matriinonios. No medio ambiente sin peligro? ¿No es esto una forma de riqueza?
toma en consideración nuestra valentía, nuestra integridad, nuestra ¿Por qué razón esto sólo se convertirá en riqueza si una entidad lo
inteligencia, nuestra sabiduría. Lo mide todo, salvo lo que hace que rodea de alambradas y lo declara propiedad privada? Pues bien,
la vida valga la pena de ser vivida». 9 ¡sepan que eso no es crear riqueza, eso es usurpar la riqueza!». 10
Nos sentimos fácilmente agraviados por una evaluación q_ue Así pues, el asunto se entiende de esta forma: el PIB/PNB sólo
cliente en positivo los sufrimientos causados por accidentes.tLa inide lo que el sistema capitalista considera co1no riqt~~ y b~stan­
tormenta de diciembre de 1999 en Francia, por ej~mplo, habría te mal, o más bien, nada en absoluto, el bienestar vivido y las «ver-
contribuido a un aumento del! ,2% del índice de crecimiento./ ' daderas» riquezas. Las razones propiamente técnicas de dicha
Derek Rasmussen señala: «f\1iientras más vehículos han sid~ disfunción han sido bastante bien identificadas por los propios es-
remolcados, más reparaciones ha habido, más sangre de transfu- tadistas, y esto desde el principio, particularmente con la paradoja
sión se ha vendido y comprado, más 1nédicos, enfermeras y conse- de la cocir1era que hace disminuir el producto desde que se casa
jeros jurídicos han encontrado empleo. Así pues, efectivamente, con su patrón. n Sin embargo, ¿qué cambia con eso?
¡los accidentes auto.movilísticos aumentan el PIB! El PIB nos enseña Desde 1893, Émile Durkheim al estudiar la anomia, es decir,
que la economía va bien. Más au.menta el PIE, mejor vamos, según las disfunciones sociales, observó que «el número de esos fenóme-
los economistas convencional~s. ¿Y las familias relacionadas con nos mórbidos (suicidios y crímenes) parece crecer a medida que
los accidentes automovilísticos, se sienten bien? ¿Se sentirán mejor progresan las artes, las ciencias y la industrian De esta manera,
si un economista les dice que, gracias a su dolor, la situación eco- Durkheim ponía en duda «la relación que se supone evidente entre
nómica ha mejorado?« Y en consecuencia, Rasmussen concluye: la riqueza econó1nica y la felicidad social, que parece invalidar el
«¿Qué es lo que falla en este esquema?» crecimiento advertido del índice de suicidios en las sociedades de-
Nos encontramos enfrentados al sofismo de la fórmula perio- sarrolladas».13 Con este hecho corroboraba una crítica a la moder-
dística provocadora seguida por la mayoría de los países en creci- nidad inaugurada por la economía social, el cuestionamiento re-
miento en un momento u otro: «I-a econo1nía va bien, pero los formista y moral de la naciente industrialización. Para Alban de
ciudadanos van n1al)). «Japón va mejor, los japoneses menos bien)), Villeneuve-Bargemont, uno de sus representantes, ¡<la verdadera
era el título de Le Monde Économie el 18 de noviembre de 2003.
Esto está especialmente de actualidad con la globalización, desde el
momento en que el famoso trickle-down del desarrollo (es decir, el 10. Citado en ibíd., p. 10.
efecto de difusión o de recaída) se convirtió en trickle-up (creci- 11. La riqueza evaluada por el PIB demuestra también su insignificancia al
miento de las desigualdades). Es, evidentemente, el contenido de reflexionar sobre el delirio vertiginoso del crecimiento sin calidad. Entre 1900 y
2000 el PIB real de Francia, es decir nuestro poder de compra, se ha multiplica~
do por 12. ¿Qué significa un bienestar doce veces superior?
9. Citado por Derek Rasmussen, «Valeurs monetisées et va!eurs non 12. Énüle l)urkheim, La División del trabajo social, Akal. (Trad. Español)
monétisables)) (título original «The priced versus thc priceles~»), lnterculture l 3. Franc;ois Vatin, Trois 1;,Ssais sur la genese de la pensée sociologique, op.
(Montreal), n. 147, octubre de 2004. cit., p. 125.

64 65
pauperización, es decir, la miseria general, permanente y progresi- de los productos «desaparecidos». «Es así como, escribe Jacques Ellul,
va de las poblaciones obreras, tuvo su origen en Inglaterra y a tra- cuando evaluamos la progresión del consumo de materias textiles,
vés de ella fue inoculada al resto de Europa» 14 Eugene Bureo, el sólo situamos en las estadísticas las materias utilizadas actualmen-
mayor teórico de esta escuela e inspirador de Marx, distinguía para te, lana, algodón y materías textiles artificiales, pero no tenemos
ello la pobreza objetiva de la miseria moral. «La miseria es la po- nunca en cuenta las materias cuyo uso ha desaparecido (lino, fibra
breza moralmente percibida[ ... J La miseria es un fenómeno de la de cáñamo), un uso mucho mayor de lo que pensamos y que pro-
civilización; supone en el hombre el despertar e incluso un desa- ducía tejidos infinitamente más duraderos» Y añade: ((Esto no es
rrollo avanzado de la conciencia». 15 para negar el crecimiento del consumo, pero éste es mucho menos
El dominio del economicismo ha sido tal que fue prácticamente importante de lo que se cree; sería necesario valorar los productos
necesario esperar a 1968 i¡ara oír hablar, particularmente a l van cuya producción ha sido eliminada». 17
1
Illich con su concepto de <4disval~~», de la recuperación y prolon- .l;§I~--~lJ.hsritucióR--de---prod:-uctos...v:iej-0.'»--por--p-r..oductns...nue.vos
gación de esta crítica. El disvalor significa «la pérdida[ ... ] que no tl~_n__e_~fu.~JQ§. ne:;g;,ttiYQ,§.__~:,y___c;!j§.y_qj.nxJUúlciples-y. -divexsos. U na· sola
[podría] estimarse en términos económicos». Así, el econo1nista ~mpresa holandesa de fabricación de fibras sintéticas remplazó la
«no tiene ningún medio de valorar qué es lo que le pasa a una per~ totalidad del cultivo de sisal en Indonesia, que era, sin embargo,
sona que pierde el \l.eQSft;Crivo de sus¡;tks porque el a.1JlQ!!1.9vil muy impo;tante. El descubrimiento de la anilina hizo pura y sim-
ejerce un monopolio radical sobre la locomoción. De lo que se pri- plemente desaparecer el cultivo del índigo, esa planta herbácea que
va a esta persona no es una cosa escasa. Sin embargo, en la actuali- daba color azul a los vestidos de los Tuaregs. La fabricación de pro-
dad, para ir de aquí a allá tiene que comprar kilometraje. El medio ductos químicos paró la cosecha de resina en Las Landas.(!odo
geográfico le paraliza los pies. El espacio ha sido convertido en una esto tiene consecuencias increíbles -la ruina de niiles de personas,
infraestructura destinada a los vehículos. ¿Eso quiere decir que los la muerte de regl~nes enteras, etc.- que no se toman en cuenta al
pies están obsoletos? En absoluto. Los pies no son í<medios rudi- calcular la riquez~ 18
mentarios de transporte personal» como quisieran hacernos creer (Én el S!:~E.,~~Jlme;I}~,?--~-~' el precio a pagar por el «creci-
algunos responsables de las redes viarias. Pero sucede que al estar mieñto» abarca también una degradación de la caJidad de los pro-
actuahnente engullidos por la economía (por no decir anestesiados), ductos -calidad gustativa, nutririva y sanitaria--.\¡Ya no se puede
la gente se ha vuelto ciega e indiferente a la pérdida inducida por el co1ner sin peligro fruta con su piel o utilizar los gr~nos con su en-
disvalor. 16 voltorio. Se nos ha olvidado el gusto del vacuno natural. Incluso la
Un aspecto sünilar a esta forma de disvalor, raramente tomada miel se ha vuelto tóxica ... A este fenómeno se le llama actualmente
en cuenta en la evaluación del bienestar, es el reemplazo de anti- por el término genérico de (<comida basura» (junk/Vod;. Y, por úl-
guos productos por productos nuevos. Al ser más seductores los tin10, la clase rural ha desaparecido en los países industriales y se
nuevos productos, nos apresuramos a olvidar las cualidades de los encuentra en vías de desaparición acelerada en los países del Sur,
viejos y los despreciamos. Al hacerlo, sobrestimamos considerable-
mente eJ aspecto positivo del progreso y subestimamos el peso real
17. Jacqucs Ellul, Le B!ujftechn,-ofn¡jqrtf', op. cit., p. 60, Pierre Jakez Hélias,
en su libro Le C'heval de l'orgueil, recordaba como en Pays Bigouden (Bretaña
14. Ibíd., p. 102. francesa), uno se casaba con la ropa de toda la vida ~52 camisas de lino, una
15. Ibíd., p. 103, «Si el campo es pobre, decía en el mismo sentido Michelet, para cada semana, guardadas en cofres y lavadas una vez a! afio con cenizas, y
la ciudad, con todo su esplendor, es tal vez más miserable (ibíd., p. 104). algunos pares de sólidas sábanas (Le Cheval de l'orgcuíl. lvf!,n"hY's d'rrn Breton du
16. Ivan lllich, ~<Daos le miroir du passéi>, en Ocuvrcs completes, op. cit., t. 2, pays bigouden, Plon, París, 1975).
pp. 744-745. 18. Jacques Ellul, Le Blujftrcfno!cgi]ttt, op. cit., p. 60.

66 67
en provecho de una nueva «no clase)) cuya vida nos preguntamos si no Unido. El instituto de investigación social Eurispes, en su in-
es más sana o más feliz: los parados y los sin hogar aquí, los vaga- forme de 2005, evalúa en 4,7 millones el número de familias italia-
bundos de los barrios de chabolas, allá ... Esta situación provoca nas pobres o casi pobres, es decir 14 millones de ciudadanos o el
todo tipo de daños colaterales en el inedio ambiente, el paisaje y el 22o/o de la población (en 2003, el Ministerio de Trabajo los evalua-
equilibrio social. . ba en 7 millones, es decir un 12% de la población). Sean objetivos
Sin embargo, es en los países del Sur donde la «moderniza- o relativos, específicos del Norte o del Sur, «esos criterios de eva-
ción>> se traduce hoy en día por la desvalorización más intensiva, luación de la riqueza y de la pobreza, comenta Mauricío Pallante,
con la aparicjón de productos con1erciales contabilizados y la de- son íntrínsecos a la cultura de un sistema económico y productivo
saparición de producciones no comerciales, en su mayoría no con- basado en la mercantilización total y en el crecimiento del produc-
tabilizadas: regresi6n de la agricultura de subsistencia a favor de la to interior bruto, porque miden tanto la pobreza relativa como la
agricultura intensiva, cerveza contra vino de palma, discoteca con- pobreza absoluta con parámetros monetarios>>. 2 º
tra danza tradicional, informal contra formal ... 1> Sostengo, escribe La miseria en el Norte es a menudo más insoportable que la
!van lllich, que el valor económico sólo se acumula devastando pobreza en el Sur, en el que los procesos objetivos, extraños al me-
previamente la cultura -lo que también puede ser considerado dio, wn experimentados y vividos como una fatalidad. Algunas
como creación de disvalon» 19 Por este hecho, las estadísticas regis- poblaciones se ven desarmadas ante ese destino artificialmente crea-
tran crecimientos puramente contables que pueden esconder, y que do por la occídentalización del mundo y se encuentran desconcer-
esconden a menudo, degradaciones reales de la calidad de vida a tadas ante el déficit de sentido sobrevenido de esta forma. Evidente
causa de esta puesta en disvalor de lá cultura tradicional. ante los ojos del experto exterior e invisible, o casi, en el interior de
La contraprueba consistiría en demostrar que el PIB no mide la sociedad concernida, la pobreza en el Sur es, con mayor frecuen-
tampoco la <;verdadera» pobreza. ¿(_:::uál es el número de margina- cia, <<no pensada)>, y aunque es igualmente escandalosa, no condu-
dos, víctimas de la econon1ía- mundial? ¿Se trata de los 1,2 o 2,8 ce necesariamente a la misma desesperanza que la miseria moder-
mil millones (según se utilice cifra5 del Banco Mundial o de las nizada. A la inversa, el espectáculo televisivo de la abundancia fáctica
ONG) que viven con menos de uno o dos dólares diarios? Proba- del Norte empuja a las masas desarraigadas del Sur a estrellarse
biemente no de todos, pero sin duda de muchos más en toral, si contra los muros fronterizos de la vergüenza, al intentar desespera-
incluimos a los nuevos pobres de ()ccidente y aquellos de Europa damente alcanzar el espejismo de la riqueza.
del Este, más desfavorecídos, incluso con algunos dólares de más ....
Desde la 6ptica del desarrollo humano y bajo la influencia de
Los indicadores alternativos
A.martya Kumar Sen, el PNlJI) realiza estimaciones del nivel de
pobreza en los países del Sur basándose solamente en la débil espe- ¿Sería posible otro tipo de medida para escapar a estas imper-
ranza de vida, la ausencia de educación de base y la falta de acceso fecciones? Esta reivindicaci6n está lejos de ser original y
a los recursos públicos y privados. En 1997, los niveles de pobreza novedosa. La preocupación por tener en cuenta los múltiples
son de 4,1 % en Trinidad y Tobago, de 10,9 en México, de 11,9% aspectos de la realidad ya estaba presente en el pensamiento de
en Tailandia. Pero las evaluaciones realizadas entre 1993 y 1996 los estadistas en el origen de las primeras contabilidades nacio-
con otras bases por los países concernidos dan un 17,8% para el nales. El informe de las Naciones Unidas de 1954 sobre la defi-
Canadá, un 13,7% para los Estados Unidos y un 20% para el Rei-

20. Mauricio Pallante, La descrecita fo/ice. La qualita Della vita no dependf'


19. Ivan Illich, [)ans le núroir du passé, en Ocui;rcs completes, t. 2, op.
da! FIL, Editori Riuniti, Roma, 2005, p. 34.
cit., p. 780.

68 69
nición y la medida de los standards y de los levels ofliving inclu- zonas húmedas y de recursos no renovables), y toma en cuenta el
ye doce componentes del nivel de vida que tendrían que servir trabajo doméstico no remunerado. 24
para comparaciones int:ernacionales: salud, alin1enración, edu- (<_Ejen1plo imaginario: si un país pagara a un l 0°/o de sus habi-
cación, condiciones de trabajo, hábitat, vestirnenta, ocio, segu- tantes para destruir los bienes, hacer agujeros en las carreteras, es-
ridad social y derechos humanos, 21 ¿Quién da más? ¿Qué más tropear vehículos, etc, y a otro l 0% para reparar, tapar los aguje-
se puede decir? ros, etc., éste tendría el mismo PIB que un país en el que ese 20o/o
Los indicador~s a)t_ernaúvos llamados de __~<bi_e_nes.tan,_ ----ID:t-I o de empleos (en los que se anulan los efectos sobre el bienestar) fue-
i_ndicado;d~-~-arrollo humano, Genu.ine Progress Indicator (G"Df22 ran dedicados a aumentar la esperanza de vida en buena salud, los
o indicador de progre~~-;:uténtico, indicador d.e salud social (ISS) 23 niveles educativos y la participación en actividades culturales y de
de Robert Putnam, cálculo de PIB verde, PlD (Producto Interno ocio». 25 En consecuencia, {(si los hogares cada vez compran más
Suave de Quebec) -consisten en ampliar la evaluación hacia as- equipos y servicios de protección contra el robo o dispositivos con-
pectos «olvidados» o en corregír por inedio de otros índices el peso tra la contaminación, y si los estados gastan miles de millones para
del PIB a un índice sintético que representaría el bienestar. El pri- prevenir los crecientes riesgos terroristas, los gastos correspondien-
mer IBED (Índice de Bienestar Permanente) se debió a John Cobb tes tienen que ser restados del PIB (o del nivel de vida) si querernos
y Herman Daly en 1989, y fue retomado en 1994 por Clifford evaluar mejor las variaciones del bienestar». 26
Cobb y John Cobb. La fórmula es la siguiente: Por otro lado, en 1981, el valor de la actividad doméstica en
Francia representaba, según las hipótesis, entre un 32 y un 77%
Consumo co1nercial doméstico
del PIB, 27 Si seguirnos las gráficas de la evolución del PIB y del GPI
+ servicios de trabajo doméstico
(Genuine Progress Indicator), vemos que a partir de los años
+ gastos públicos no defensivos
setenta para los Estados Unidos, las tendencias divergen. Mientras
gastos privados defensivos
que el PIB continúa su tendencia al crecimiento, el GPI empieza un
gastos de degradación del medio ambiente
declive cada vez más pronunciado, El bienestar disminuye, mien-
desvalorizac' ~n del capital natural
tras que el «bien tener» aumenta. Dos investigadores del Stockholm
+ formación de capital prod.uctivo
Environment Institute, Jim Jackson y Susanna Stymne, han obte-
nido resultados similares a los de Herman Daly para Alemania,
El ocio y el capital humano están ausentes. El indicador de
Reino Unido, Austria, Países Bajos y Suecia,
progreso auténtico de Redefining Progress, establecido a partir de
Es una lástima que nadie en Francia haya empezado a realizar
1995, se le aproxima. Integra correcciones referentes a los gastos
estos cálculos. Creemos razonablemente que el resultado sería con1pa-
<~defensivos» relacionados con la degradación de la calidad de vida
rable. El indicador de salud social confirma a su manera las conclusio-
(contaminación del agua y del aire, perjuicios acústicos, tráfico
nes precedentes, Esre índice fue puesto en marcha, en el marco del
pendular, accidentes de tráfico, criminalidad urbana, pérdida de
Fordham Institute for Innovation in Social Policy, por Marc y Mar-

21. Naciones Unidas, Report in lnternationa! Dejinition and Mcasurnncnt


of StanJ4,J, and Levels of Living, doe E. CN. 51229 (1954), 24. El pensa1niento ecologista llama (<gastos defensivos>) a aquellos que sir-
22. Calculado desde 1995 por el instituto californiano Redefining Progress. ven para reparar los daños del crecimiento ..
Éste consiste en la adición de una estimación 1nonetaria para el trabajo volunta- 25. Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, Les Jl/ouvcaux Jndicateurs de
rio y do1néstico y en la sustracción de una esti1nación monetaria para las degra- richesse, op. cit., p. 21.
daciones ecológicas y sociales, 26, lbíd.
23. Elaborado en 1996 por Marc y Marque-Luisa Miringoff 27. Según Fouquet y Chadeau, citados ibíd., p. 24.

70 71
que-Luisa Miringoff en los años ochenta; comprende 16 variables ele- rosos estudios. Las encuestas de opinión sobre el bienestar subjeti-
mentales agrupadas en cinco componentes a..i;;ociadas a categorías de vo opuesto al tener-mucho del PIB permiten hacerse una idea al
edad (mortalidad infantil, maltrato infantil, pobreza infantil, suicidio respecto. «C:uando se le preguntó a los canadienses en 1998 sobre
de los jóvenes, uso de drogas, abandono de los estudios universitarios, si consideraban que la situación económica global de su genera-
niños nacidos de madres adolescentes, desempleo, salario semanal ción era mejor que la de sus padres cuando tenían su misma edad,
medio, cobertura de seguro médico, pobreza en mayores de 65 años, menos de la mitad (44%) consider6 que ese era el caso, a pesar de
esperanza de vida a los 65 años, delitos violentos, accidentes mortales un crecimiento del 60o/o del PIB por cabeza durante los 25 años
de tráfico relacionados con el alcohol, acceso a una vivienda de precio precedentes)). 32 l,os sondeos realizados en Estados Unidos en 2005
asequible, desigualdad de los ingresos familiares). 28 por Gallup para el Financia! Times van en el mismo sentido. Si da
Los otros índices -el PIB 40, el bar6metro de las desigualdades riqueza media se ba más que triplicado tras la última guerra, pa-
y de la pobreza en Francia, o su pariente belga sobre el índice de sando de 15.000 a 35.000 dólares constantes anuales [... ],la pro-
seguridad social (puesto a punto por el Instituto para un Desarrollo porción de gente muy feliz va declinando desde 1960)),.-n
Sostenible), o bien, el índice sobre seguridad personal canadiense- Ya en el siglo XIX, Pellegrino Rossi, liberal-social, pensaba que
van n1uy a 1nenudo en esta inisma'-dirección. «La pretendida econo- la economía polfrica no podía ser la ciencia de la felicidad social, ya
n1ía del bienestar es en realidad una economía del tener-mucho», 29 que según él, no tanto para las sociedades corno para los indivi-
escribe Patrick Viveret citando a Jean Gadrey. «El día en el que con- duos, la felicidad no se identifica con la riqueza: «La riqueza no
te1nos nuestras destrucciones en nuestro famoso PIB, concluye Bernard tiene por qué ser causa necesaria de felicidad; podemos concebir la
Maris, ¡corrernos el riesgo de vernos bien pobres!>> 3º felicidad material con poca riqneza y una infelicidad ampliamente
Si, dando un paso más, vamos del bienestar a la felicidad, las distribuida junto a una gran masa de riquezas. Lo que es ver-
distancias, si se pudieran medir, serían despiadadas. En un notable dad para cada uno de nosotros es verdad para todos y puede ser
libro, The Loss ofHappiness in Market Democracies, Roben E. Lane verdad para la sociedad entera. En resumen, la riqueza y la felici-
enumera todos los rodeos posibles de la contabilidad para intentar dad material pueden muy bien ser causas indirectas, auxiliares, se-
medir, a pesar de todo, la evoluci6n de la felicidad (subjective we!l- cundarias, pero no son causas necesarias del desarrollo moraL>. 34
!eavíng) en las sociedades liberales. En resumen, la progresión del En esas condiciones, parece necesarío cambiar los indicadores de
nivel material de vida en los Estados Unidos va acompañada de un crecimiento y evaluar de ma11era diferente. i<Hoy en día, afirma Patrick
descenso indiscntible de la felicidad real de la mayoría de los norte- Viveret, las nociones de prodncción, de actividad, de riqueza y de
americanos. Este descenso sería esencialmente debido a la degra-
dación efectiva de las relaciones humanas fundamentales (lo que
Lane llama co111panionship), 51 constatación confirmada por nume- 32. Lars Osberg y Andrew Sharpe, 2003, citados por Jean Gadrey y Florcnce
Jany-Catrice, Les 11(!1tt1r11u.\- indirat"t'urs de richcsse, op. cit., p. 24.
33. Según un informe de Eric Le Boucher, Le Monde, 16-17 de junio de
28. Este indicador, con10 todos, tiene también sus límites: por construc- 2005. Ya en 1968, según Franc;:ois de Closets, dos ciudadanos de ocho grandes
ción, no puede descender bajo O ni sobrepasar los 100. países industrializados fueron interrogados[ ... ] por El lnstituro francés de la opi-
29. Patrick Vivcret, Reconsidérer la richesse, Éditions de l'Aube, La nión pública. El 49º/o de los norteamericanos consideraban que la felicidad retro-
10urd'aigües, 2003. cede, el 26º/o que progresa. El 69o/o consideraron que su inquietud aumenta, el
30. Bernard Maris, Antirnan11el d'ft1!!7tnnir, Bréal, Rosny-sous-Bois, 21003, 15% que disminuye [... ] el 79o/o de los holandeses dicen que su serenidad dis1ni-
p. 290. nuyc, el 4o/o que aumenta. En todos los países estudiados, los ciudadanos sienten
31. Robert E. Lane, The Loss of ffappiness in Market Democracies, Yale que su inquietud aumenta)) (E-n d,111gcr de progrCs, Denod, París, 1970, p. 43).
University Press, Ne\v Haven, 200. Véase también Jean Claude Michéa, Orwell 34. Cours (1835-1836), en Cours, t. 1, pp. 22-23, citado por Franc;:ois Vatin,
éducateui·, Climats, París, 2003, p. 162. Trois Essais sur la pensée sociologique, op. cit., p. 33.

72 73
valor tienen que ser imperativamente reevaluadas si pretendemos tener tado mucho más interesante, estarían excluidos del número de pro-
plenamente en cuenta las apuestas ecológicas y sociales arnpliamente ducciones actuales? ¿Por qué razón no engloba los esfuerzos que
ignoradas en la época en la que se construyeron los sistemas de con- necesitarnos hacer para controlar nuestras pasiones y ser obedien-
tabilidad nacional y los indicadores como el PIB». 55 Por consiguien- tes con todas las leyes divinas y humanas, que son, indiscutible-
te, los índices de desarrollo humanos y otras sofisticaciones estadísti- mente, los más preciosos bienes? ¡Por qué, en una palabra, exclui-
cas están de actualidad. Sin embargo, ¿permite esto resolver los ríamos cualquier acción cuyo objetivo es obtener placer o evitar el
problemas? Es cierto que sí el termómetro está estropeado, vale más dolor, ahora o en el futuro? E,s verdad que, de esta 1nancra, podría-
cambiarlo para seguir la evolución de la enfermedad; pero si ésta es mos abarcar todas las actividades de la especie humana durante
grave, ni el mejor termómetro del mundo será capaz de curarla. ¿Exis- todos los instantes de ia vida». 37
te, pues, un buen indicador del bienestar? /En efecto, ¿por qué no se considera trabajo la danza de la lluvia
Las convenciones sobre las que se basa el cálculo del PIB con- destl_.nada a traer a los espíritus propicios a la cosecha? ¿Por qué no
tienen una parte indudable de arbitrariedad. Puede que se inclu- sería producción de servicios de ocio el tambor gue se toca al calor
yan o no ciertos bienes y servicio? .no comerciales. Por otro lado, la de la hoguera? ¿Por qué no sería consumo nacional las caricias ob-
contabilidad nacional es, en su origen, de inspir~ión más keyne- tenidas de nuestro compañero sexual? ¿No es el uso de un vehículo
siana, es decir macroeconómica, que neoclásica. \Sin embargo, di- personal producción de servicios de transporte y, consecuentemen-
chos indicadores reflejan bastante bien los valore~ dominantes del te, su co1npra, inversión? El trabajo realiz~_?o en la fábrica ¿no es
capitalismo contemporáneo, evitando, indudablemente, los valo- un consumo de la energía acumulada?, etc)
res de uso cuando éstos no son en forma de mercancías o de servi- Sabemos que todas las barreras pueden'derrumbarse, todas las
cios no mercantiles validados socialmente por su financiación pú- referencias pueden saltar a la mínima emancipación de los tabúes
blica (las retenciones fiscales), aunque, en una socie9ad de mercado, de la tríbu de los económetros sobre los que se apoyan. J~~~~.-G.?_tlr~y
no nos interesamos en el valor de uso propiamentej Es_<lecir:_dtlll/ /reitera, dos siglos después de Malthus, esta perspectiva relativista
PNB traduce una cierta «realidad.». Esencialmente! las convencio- («Desde el momento en que ponemos el dedo en el engranaje que
qes en las que se basa, se apoyan a su vez en una «tradición.»- cultu- °también tiene en cuenta la producción doméstica, el voluntariado
r<:1.l sólida, construida en Occidente a lo largo de tres_ siglos d_e__ CC-9:: o los activos natural.es, ya no sabemos donde conviene detenerse en
n_omía política, siete siglos de capitalismo y veinte de práctisa la extensión de las fronteras de la riqueza (re)definida de esta ma-
comercial. En la base del edificio se encuentra el problema de las nera: el tiempo libre, el sueño reparador, los retozos amorosos ... » Y
fronteras de lo económico, de lo que de_fi;ie las categorías funda- concluye sabiamente, en la misma dirección que su ilustre prede-
cionales (producción, consumo, trabajo){. 36 Los primeros econo- ceso~: «¡No podemos hacer una contabilidad nacional de la felici-
mistas que buscaban descubrir, tras las apal-iencias mercantiles, una dad!»\8 «Y por otro lado, añade él, nadie lo pide,,, ¡De esto último,
problemática «esencia)) del acto económico encontraron esta difi- yo nó. estaría tan seguro!
cultad. Thomas Roben~ nos expresa así su perplejidad: «Si Malthus y los primeros economistas, desamparados, apelaron al
el esfuerzo que realizamos para cantar una canción es un trabajo sentido común, es decir a los prejuicios de la práctica burguesa de la
productivo, ¿por qué los esfuerzos que hacemos para hacer diverti- época, para conjurar el vértigo del sin sentido. Claro que hay que
da e instructiva una conversación, y que da seguramente un resul-
37. 'fhomas Robert Malthus, Principcs d'ó:anmnie politiquf, Arthaud, Pa-
3,2..; Parrick Vivcret, Reconsidérer la riche.sse, op. cit., p. 68. rís, 1820, p. 28.
1~ Véase sobre este punto mi libro L'invention de l'éronmnie, Albin Michel, 38. Jean Gadreyy Florence Jany-Catrice, Les 1\Tou11c,nn: indicateurs df' rirhcsse,
París, 2005. op. cit., p. 48.

74 75
añadir que ese «sentido comúo» puede variar eo el tiempo y en el Los indicadores calificados de bienestar, que hemos evocado
espacio, y, a menudo, segúo el sexo y en el seno de la misma tribu. antes, son muy útiles por su papel crítico. Podemos estar de acuer-
L;\siJ.2ueb.l_a definición.deJaxiquez.a es _convencional. 1,os. indica.dures do con la fórmula de Patrick Viveret: «El derecho a calcular de otra
cqrrespqnd~n_siempre a los objetivos propuestos (la reconstrucción, manera tiene corno meta defender el derecho a no calcular)), pero a
el poder, el crecimiento del consumo mercantil, etc.). 39 Se puede io- condición, si se hace así, de acordar que a lo que nos opooemos es
cluir en ella el armamento y el presupuesto militar. Los contables a la sociedad de mercado o a la economía.
nacionales americanos ven en ello una inversión que suministra un ¿Pueden servir esos indicadores para "construir» una «buena))
servicio al siste1na defensivo nacional, mientras que los europeos economía, un «buen)> crecimiento o un «verdadero>) desarrollo, es
consideran ese gasto improductivo y estéril por excelencia. «La cohe- decir, otra sociedad? Primero, incluso admitieodo que esas expresio-
rencia y la teoría tienen bastante menos influencia en las opciones nes no sean en absoluto un oxúnoron, tenemos sólidas razones para
contables que las representaciones dominantes del orden sociah> 4º dudar que la felicidad auténtica, es decir, el hecho que la gente se
reconoce Gadrey. Christine Delphy denuncia el machismo de nues- sienta razonablemente contenta y bien tal como está, tenga relación
tra visión: «Si cultivar un peral e~_ producción, cocinar también lo con el imaginario de progreso, de crecimiento y de desarrollo. Y se-
es». 41 Es sólo _e:LirrrnginariQ occidental el que funda este sistema.da- gundo, oo es dd todo seguro que la felicidad se pueda medir.
sificatorio,_No hay trabajo, en el sentido moderno del término_,_sin la Por ejemplo, la impotencia del ll)H para acotar la «verdadera»
ética «prot~_s_ta,n~_e_>>,__11,()_ hay pro_dtJ-cción mercantil sin los rn_!_tos __d~_la" riqueza, así como la «verdadera» pobreza es bastante evidente. Para
naturaleza, de la necesidad~ de La escasez y de una concepción.Jua_tG.-:- construido, se buscaron criterios, evaluaciones de situaciones for-
rial sacada del~iglo XVJH; no hay consumo sín la utopía del mercado zosamente objetivas, universales y transculturalesJ pero sin aban-
generalizado,ÍLo que separa, en la infinita variedad de la actividad donar, no obstante, el ámbito de la representación económica occi-
hu1nana, el g2sto lúdico del gesto laborioso, y, en sus resultados, el dental. Por consiguiente, al calificar de necesidades a elementos de
objeto producido del objeto consumido o del residuo, está comple- un modo de vida «ideal» según el modelo de los países desarrolla-
tamente basado en valores culturales. La cría de un mismo animal dos, lo que se permite es que se impongan simbólicameote en el
(perro o buey) será inversión, producción o consumo según el lugar, in1aginario de otras sociedades. La investigación sobre la pobreza o
si está destinado a la caza o a la agricultura, al matadero, a la exposi- la riqueza no escapa ni al imperialismo cultural ni al etnocentrismo.
ción o al afect0Las categorías contables son una forma radical de En referencia a otros índices relativos a las sociedades occidentales,
imperialismo cultural. Cuaodo la globalizacióo impone este despe- el problema es más complejo. Vamos errados si, basándonos en
dazamiento estadístico en los países no occidentales, no sólo es la éstos, pensa1nos definir una «verdadera>' riqueza que permita, no
felicidad y la alegría de vivir del habitante del país del Sur lo que se sólo subvertir la sociedad de mercado, sino construir ese o~ro mun-
reduce a un irrisorío nivel de PIB por cabeza, sino que es su propia do posible que desean los altermundialistas. Es cjerto, corno nos
manera de ser, con sus «verdaderas» riquezas y virtualidades, las que recuerda oportunamente Franc;:ois Flahaut, que el pensamiento
se ven pisoteadas y anuladas. moderno se ha centrado «en la circulación de los bienes comercia-
les (los bienes que tenemos o los que no tenemos) y ha subestima-
do la importancia de los bienes que hacen que seamos», 42 pero «lo
39. Fran<;ois Fourquet (dir.), Les comptes de la puissance. Histoire po!itique que cuenta no se cuenta», según se dice. Los bienes «relacionales))
de la cmnptabilitl nationafp et du Plan, Recherches, París, 1980.
40. Jean Gadreyy Florence Jany-Catrice, Les l\Touvcavx indicateurs de rirhcsse,
op. cit., p. 53.
41. Christine Ddphy, L'Ennfmi principal, t. 1: L'Écononúe politique du 42. Fran-;:ois Flahaut, Pourquoi lhniter l'expansion du cnpítalisme? Descar-
patriarcat, Syllepse, París, 1998. tes et cie, París, 2003, p. 151.

76 77
sólo son «bienes)) de manera metafórica en el plano económico. particulares del aumento de la producción material, dicho de otra
Castoriadis decía siempre: prefiero adquirir un nuevo amigo que manera, hacer decrecer el «bien-tenen) estadístico para mejorar el
un nuevo coche. Si, pero un nuevo amigo, ¿cuánto vale? bienestar vivido. Para la alquimia mercantíl, la economía se ha
«Para ei hombre, decía Spinoza, nada es más útil que el propio demostrado capaz de engendrar un crecimiento de los valores sin
hombre» 43 Arnaud Berthoud comenta: «Vivimos principalmente crecimiento de la satisfacción, o incluso con un decrecimiento de
por el hecho de usar la imagen, la palabra, la inteligencia, el saber, ésta.[ncorporando tran_sporte, embalaje, publicidad, marca, pode-
los gestos y el cuerpo sexuado del otro. Somos pobres o ricos según mos mull!J?l!~ªr"~Lprec10_ del yogur, del agua, de todos los alimen-
la cantidad, la calidad y la variedad de los servicios de los que dis- tos, o de la producción farmacéutica, ~in m,e,Jorar, l,a.s pr,e.stac:i,Qnes.
ponemos en nuestra vida conyugal, familiar y social. En el lengua- Y, por otro lado, este aumento de valor es increíblemente consumi-
je común, nuestra propiedad se puede expresar por medio de todos dor de energía (trans¡iwte) y de materiales diversos (embalaje, con-
los posesivos con los que describimos el círculo de nuestras relacio- ~ervas, publicidad ... ).! «En Estados Unidos, señala Bertrand de
nes ordinarias -ini mujer o mi marido, mis hijos o mis padres, Jouvenel, el consumcf'alimentario por cabeza medido en precios
mis amigos, mis vecinos, mi médi,co, mi profesor y todos aquellos constantes ha progresado un 75% de 1909 a 1957. En cambio,
que están a mi servicio y bajo ffii mando»-.44 La observación, según los cálculos del Department of Agriculture, el crecimiento
pertinente, pone en duda el concepto moderno de consumo. Sin del consumo fisiológico ha sido como mucho del 12 al 15%. Es
embargo, todo esto, que es 'la <(verdaderat> riqueza, ¿forma todavía decir, según el análisis de Sirnon Kuzncts, que las cuatro quintas
parte de la economía? La idea de Stéphane Breton de una (<econo- partes, al menos, del progreso aparente del consumo reflejan, de
mía de las personas», siguiendo las investigaciones de Arnaud becho, el crecimiento de los servicios de transporte y de distribu-
Berthoud, es interesante si se trata de una metáfora para denunciar ción relacionados con los alimentos». 45 Las tentativas actuales, casi
la impostura de los indicadores oficiales, pero peligrosa si se trata desesperadas, para aumentar aún más los valores en un planeta
de ~(salvar a la economía» a pesar de todo. agotado (acuicultura, OGM, energía nuclear, por ejemplo) son
netamente catastróficas por su impacto ecológico. Es verdad que
mediante esto se crean empleos (a menudo mal pagados), pero esta
Salir de la economía y entrar en la sociedad misma satisfacción final se podría conseguir mediante una reduc-
de decrecimiento ción drástica de los horarios de trabajo, como veremos en el capí-
Partiendo de las gráficas de divergencia de la evolución del PIB y tulo 9. Y, a la inversa, al redescubrir la calidad fuera de las lógicas
del !SS (Indicador de Salud Sociai de Roben Purnam) o del GP! mercantiles, se hacen decrecer los valores económicos. Está com-
(Genuine Progre§.? Indicaror de Daly), se puede concebir una <(tíje- probado, por ejemplo, que produciendo uno mismo, fuera del
ra» a la inversa/El PIB dis1ninuiría mientras que el ISS y el GPI ámbito mercantil, se reduce la huella ecológica y el PIB y, a la vez,
aumentarían o pifmanecerían estables)-"PIT~cisamente_de.allLque se consigue una cierta forma de satisfacción personal.
parr,e la_.intuición de,la--construcción 'tÍe una, sociedad de decceci- Evaluar la riqueza de otra manera sólo tiene interés si se trata
n:iiento: organizar e_! descenso del PIR y la mejora del ISS/GPJ. Se de provocar otro tipo de riqueza. Es cuestión de, como escribe el
trata de desacoplar o desconectar la mejoría de la situación de los psicoanalista Geotges Didier, «decrecer por el lado de la tiranía del
que todo lo puede, para crecer por el lado de la calidad telacional.46

43. Un proverbio wolof dice de n1anera análoga que el hombre es la solu-


ción para el ho1nbre. 45. Bertrand de Jouvenel, Arcadie. ESsai sur le mieux-vivre, op. cit., p. 178.
44. A.rnaud Berthout ('La richesse et ses deux types)), Revista de lv!AUSS, 46. Geroges Didier, '<Moins consommer demande un renoncement et un _pont
n. 21, 1er semestre 2003, p. 279. entre psychologie et écologíe», Silcnce, n. 302, noviembre de 2003, p. 11.

78 79
Por eso, reevaluar, es decir, revisar los valores en los que creemos, voluntariado, es decir el don, y su contribución social, mediante un
sobre los que organizamos nuestra vida, y cambiar los que tienen valor monetario, es decir, lo queramos o no, mediante una referencia
un efecto negativo en la supervivencia feliz de la humanidad, cons- al mercado, ¡es revelarnos impotentes ante la imposibilidad de hacer
tituye la primera etapa de la construcción de una sociedad de de- prevaler otros valores que no sean la economía mercantil!» 49 El peligro,
creciJlliCnto. 47 en efecto, es ir en la dirección de la omnimercantilización. Sería sufi-
QEs necesario, por lo ranto, cuantificar lo que no es mercantil, ciente con definir los derechos de propiedad sobre todo y de dejar co-
poner un precio a lo que no lo tiene, desde la naturaleza al merciar a la gentS::oe ahí esos cálculos «absurdos» para determinar,
voluntariado? ¿No es lo que pretende hacer la eco!ogíca! economy? por ejemplo, el precio de la biodivcrsi<lad en Canadá (60.000 millones
¿Pero no es también lo que sugieren los ultraliberales? Cierras formas de dólares), el precio de una buena vida sexual (72 mil dólares según
de internalización de los costes externos de la economía son trampas. Gwhe and Maib, el precio del cuerpo humano (20.000 dólares), etc.
Es lo que pasa con el Fulf-cost accounting preconizado por Lester R. Incluso se ha propuesto seriamente vender el aire. ~~,~~D!~L,_ P-ª-rª J_q_s,
Brovvn, fundador del World Watch Institute. «La solución para rees- 4_-[larquistas ul~_ra_-!_iQ.erale_s, _ de remediar_ la tragedia ..de-1os- corrnnons
tructurar la economía, escribe, reside en la creación de un mercado (bienes comunes), provocada por el individualismo de la economía
honesto [... J [El mercado J no inc9rpora los costes indirectos de los moderna capitalista y mercantil, mediante su supresión pura y sim-
bienes y servicios, no evalúa adecuadainente los servicios de la natu- ple, sin constataf que la verdadera _tragedia ha residido en su supre-
raleza [... J. Desgraciadamente, tenemos un sistema de contabilidad sJ9_n p_rogramada, a partir del siglo XVI, con el drama de las enclosures.
defectuoso a escala global [ ... ] . La prosperidad económica proviene «La proposición de prescribir un valor mercantil a todos los valores
en parte de la acumulación de déficits ecológicos: costes que no apa- naturales con el objetivo de solucionar la crisis ecológica se parece a
recen en los libros contables, pero que alguien tendrá que pagar a fin administrar una enfermedad con el objetivo de curar)) 50 señala justa-
de cuentas[ ... ]. Cada vez que calculamos el conjunto de los costes mente Vandana Shiva.
de un producto o de un servicio, _podríamos incorporarlos en el pre- De cierta manera, siempre va1nos en la dirección del imperia-
cio de venta al reestructurar las tasas. Si ponemos en marcha un lismo económico. Siempre deploramos que el trabajo no haya ex-
mercado que refleje la realidad, podremos evitar ser cogidos por sor- tendido suficientemente su imperio y su influencia sobre la vida, y
pres~ a causa de un sistema de contabilidad defectuosoi8 [ ..• )». que el «trabajo>> de la casa o el voluntariado no sean tenidos en
~e trata de fijar un precio para cada cosa. «Por nuestra_ parte, escri- cuenta, es decir, retribuidos. Siguiendo la advertencia de Ivan Illich,
ben Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, no nos entusiasma la idea de las feministas también se equivocan cuando reivindican salarios
que para hacernos entender cuando defendemos una visión no estric- para las tareas domésticas. «Lo mejor que pueden esperar [para las
tamente económica de la riqueza y del progreso, tengamos que pasar tareas domésticas], no es un precio fantasma (shadow príce), sino
obligatoriamente por la valorización económica de todas las variables un pre.mio de consolación)). 51 Reevaluar, sí, por supuesto, pero no
no económicas. Podemos ver una contradicción en los términos, lo forzosamente basándonos en factores cuantitativos. Hay otros ín-
que significaría la victoria definitiva de la economía como valor supre-
mo, y como única justificación creíble de las acciones a favor de la 49. Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, Les f'o./011rc,1usx lndicateurs de
justicia, de las relaciones sociales y del medio ambiente. Justificar el richcssc_, op. cit. p. 49 .
.5Ó) Vandana Shiva, (/fhe world on rhe edge)) in Will Hutton y Anthony
GiddC~s (dir.), On the Edge: Living with Global Ca_pita!ism, Nev. Press, Nueva
1

47. Véase capítulo 6. York, 2000, p. 128, citado por Derek Rasmussen, «Valeurs monétisées et valeurs
48. Lester R. Brown, Blueprint for a Better Planet, Morher Heart News, 11011 monétisables», art. citado, p. 17.
Hendersonville, 2004. pp. 92-95, citado por Derek Rasmussen, «Valeurs 51. Jvan Illich, Le Genre Venuu:ulaire, en Oeuvres conrp!Ctes, t. 2, op. cit.,
monétisées et valeurs non monétisables», art. citado, p. 16. p. 279.

80 81
dices por inventar. Volver a encontrar el sentido de la medida, ¿no la economía en su totalidad con vistas al mejor-estar, decía !van
sería primero salir de la obsesión de medirlo todo y decir adiós a la Illich en ¡973,,_ 54 Para dar dignidad a la pobreza materia!, elimi-
economía para volver a lo social? Nns_e_JJ~nQRtr~amos,'frente,ala,para:: nar la miseria y volver a encontrar el sentido de las «Verdaderas»
' d e __ la __ econorn1a
doja de p_ensar en_s al1r , en_term1nQs_
, . , .
ec_onom.tcos. "
riquezas, hay que limitar el enriquecimiento económico, y en
Desde la óptica de la construcción de una sociedad de decre- consecuencia, la acumulación de capital. No se trata de reducir al
cimiento, el problema no es cambiar el patrón de medida para ámbito econon1icista las diversas satisfacciones de !os económi-
transformar la sociedad, sino empezar por cambiar los valores y camente pobres para enriquecerlos estadísticamente, ni tampoco
sacar consecuencias para los conceptos. La reevaluación precede de empobrecer a los ricos descontando de su riqueza los costes de
a la reconceptualización. La razón por la que los indicadores de su obesidad o de su malestar. La reevaluación de los ingresos de
riqueza (o de pobreza) ya no son los adecuados es porque se ha los <(pobres» no tiene en absoluto como objetivo intentar demos-
producido un cambio de mentalidad. Modificarlos conservando trar que se equivocan si se quejan, sino al contrario, darles un
intactos, el marco económico y social, es como poner vino nuevo mínimo de dignidad y de amor propio para poder llevar a cabo el
en odres viejos. La descolonización del imaginario engendra un combate. Se trata de poner fin al acaparamiento sin freno para
nuevo encaje de lo económico enlo social (y al hacerlo, en la sacar a los misera,bles de la pobreza económica y reinserrarlos en
biosfera) que remueve los propios' términos del problema. Pero, una sociedad más convivencia! y más sostenible.
antes de redefinir la economía, hay que entenderla ... Al centrarse
en la riqueza econó1nica en una sociedad mercantil, se opta por
considerar la pobreza como un problema y una injusticia contra
la cual hay que luchar. Esta lucha está, por otro lado, destinada a
fracasar ya que, por definición en cierta 1nedida, la meta retroce-
de a medida que se avanza. «En 2003, según la CGIL (la confede-
ración sindical italiana Confederazione Generale Italiana del
Lavoro), en Italia se era pobre con unos ingresos mensuales de
800 euros. En 2005, según el Instítuto de investigación econó-
mica ISIAE, según la percepción de los italianos, la esperanza y
los deseos añadidos a las necesidades, requieren unos ingresos
mínimos de 1.250 euros». 53 Así, el umbral de pobreza relativo
siempre de desplaza hacia arriba con el crecimiento. Desde ese
punto de vista, la pobreza se objetiviza (con las definiciones so-
bre umbral de pobreza: menos de 1 o 2 dólares, menos de la mi-
rad del ingreso medio, o del ingreso mínimo, etc.). Nos olvida-
mos de que, en una sociedad democrática el problema es la riqueza
mercantil. «El mayor obstáculo al bienestar es la organización de

52. El peligro sería perpetuar la religión del crecimiento al definir como PIB
una serie de bienes y servicios reales y virtuales, mercantiles y no mercantiles, e
impedir la necesaria salida de la economía por medio de un economicismo total.
53. Citado por Fabrizio Pallante, La decrescita felice, op. cit., p. 38. 54. lvan Illich, La Co11ri:" 1..lit!, In Ocurres cpco!.,'w t.1, op. cit., p. 572.

82 83
III. DECRECER O RETROCEDER

Si pudiéramos efectivamente imaginar una forma de


producción menos destructora del inedia, esto sería
una «vuelta atrás» ampliamente deseable, ya que, en
realidad, lo que sería una vuelta atrás para nosotros
sería, de hecho, un gran avance para los pueblos del
tercer mundo. Este hecho pondría en tela de juicio
la vida de tan sólo una pequeña minoría de la pobla-
ción mundial que ha vivido hasta este momento de
una manera toralmente fuera de lo normal.

FRAN<;OJS PAR1ANT 1

«Quiere devolvernos a la edad de piedra», protestan a menudo


los periodistas cuando evocamos ante ellos el decrecimiento. ¿Es
el decrecimiento, efectivamente, una vuelta atrás? Para los «terro-
ristas de la modernidad, señala Fran¡;ois Brune, es la peor afren-
ta: ¡están llevando a cabo un combate de retaguardia!; es verdad,
por otro lado: llevamos a cabo un combate de retaguardia, pero,
paradójicamente, este combate es, de hecho ... un combate defú-
turo, ya que cuando un ejército se encuentra en un callejón sin
salida, es necesario que tarde o temprano dé media vuelta, y en-
tonces, ¡la retaguardia se encuentra en la vanguardiaf Los retró-
grados se convierten a fin de cuentas en los «verdaderos» progre-
sistas ... «¡Siempre es progresista ir rezagado por el mal camino!
Esto es lo que implica la idea de decreciniiento tranquilo»;7 Los
objetores del crecimiento podrían ciertamente, por provocación,
definirse, a instancias del anarquista americano Paul Goodman,
como «Conservadores neolíticos». 4 De hecho, la edad de piedra,
tal como lo analiza l')!!;¡r~h,~ll_S_<Jchlins en su famoso libro Áge de,

l. Entrevista en France Culture, 18 de mayo de 1995.


2. Fran<;ois Brune, Cttsseur de pub, n.18, noviembre 2003, retomado en
Frani;:ois Brune, De l'idéo!Dgie, t1ujourd'hui, Parangon, Pads, 2005, p. 165.
3. !bid., p. 163.
4. Jean (]aud Michéa, Orwell ldurateur, op. cit., p. 67.

85
pierre,Jiged'abondanee, 1
¡no estaba tan mal! «Los Papous Kapauku importante responder a estas dos preguntas.sobre el plano teórico,
de Nueva Guinea, subraya Yves Cochet en el mismo sentido, no antes de ver hasta qué punto es necesario reducir concreta1nente
dedican 1nás de dos horas cotidianas a la agricultura de subsistencia. nuestro consun10 de los recursos naturales del planeta.
l.o mismo pasa con los indios I<uikuru de la cuenca del Amazonas o
con los campesinos rusos antes de la Revolución de octubre. Los ad-
ministradores color¡.iales se sorprendían de esta subproducción insti- Decrecimiento y regresión
tuida, como si las poblaciones que vivían así prefirieran el arte, la <'Juguemos e _intentemos ver lo que significa 'volver a la edad de las
pelea y el reposo a la intensificación de la producciónº ¿N'o ocurría velas' [. .. ] en el caso de la agricultura, escribe Silvia Pérez-Vitoria.
más bien que esos grupos tenían la intuición de que un aumento del Esta expresión se refiere a una vuelta atrás tecnológica. Señalemos
trabajo agrícola sólo implicaría una producción suplementaria mar- primero que la mayoría de los campesinos del mundo están todavía
ginal? Dicho de otra manera, ¿no tenían el conocim.iento innato de 'en la edad de las velas' (o al menos, en la de la lámpara de petróleo).
que la intensificación agrícola hubiera ciertamente au.mentado el En muchos países del Sur (o incluso de Europa del Este), hasta un
rendimiento de cada hectárea, pero al precio de una productividad 50%, y a veces basta el 90%, de los habitantes viven de la agricultu-
horaria decrecieute? Y, a la inversa, otras sociedades, bajo el efecto ra. En su gran mayoría, esos agricultores se encuentran excluidos del
del crecimiento demográfico sobre todo, se decidieron por la inten- modelo dominante, aunque sufran sus efectos: dificultades de su-
sificación agrícola, al precio de u.na creciente complejidad (escardar, pervivencia, miseria, desaparición. Esta mitad de la humanidad vive
girar, abonar, irrigar, sembrar, cosechar, comercializar, transformar, según «valores campesinos» [ ... J Son campesinos que preservan la
distribuir, vender...) y un considerable déficit energético.» 6 Pero, aún biodiversidad, el suelo, el agua; son ellos los que mantienen relacio-
a riesgo de provocar, me gustaría ir más lejos, hasta el tiempo de la nes sociales diversificadas. Si volviéramos a la 'edad de las velas', la
civilización de los bonobos, nuestros simpáticos primos cuya cultura gran mayoría de la humanidad seguiría viviendo como lo ha hecho
consiste en hacer el amor y no la guerra ... hasta ahora con una presión mucho menos fuerte sobre sus recursos
Aparte de la cuestión «técnica» sobre una necesaria reducción y culturas. En cuanto a los otros, es decir, a la minoría mecanizada y
que nos lievaría, a todos por igual, por otro lado, «atrás» (¿Al motorizada, progresivamente tendría que ir utilizando las rotaciones
Neolítico?, ¿A la sociedad preindustrial?, ¿~A_ los años sesenta?), se y abonos naturales en sustitución de los fertilizantes químicos, in-
plantean dos problemas filosóficos. El primero, con resonancias cluso la tracción animal o útiles ligeros de producción antes que una
políticas, está bien expresado en el tírulo de la obra de Jean-Paul fuerte mecanización. Se necesitaría más mano de obra en el campo.
Besset, Conzrnent ne plus étre progressiste... sans devenir réactionnaire En Francia, se tendrían 3.600 variedades de manzanas en lugar de
(«Como dejar de se~r progresista ... sin volverse reaccionario»). :El las 12 actuales. Los transportes de productos se reducirían por la fal-
segundo, con resonancias éticas: ¿en qué medida la opción volun- ta de medios. Se consumiría mucho más localmente, y se comerían
taría de sobriedad responde a la exigencia del decrecimíento? Como productos de mejor calidad>>. 8
muy bien lo resume el propio Besset: «Salir de la autopista del pro- El final del petróleo barato corre el peligro de llevarnos a esta
greso no implica meterse en el callejón sin salida del pasado». 7 Es situación. La agricultura industrial productivista, en efecto, depende
estrechamente de los hidrocarburos, tanto si se trata de máquinas,
como de abonos y fertilizantes (son necesarias 23 toneladas de pe-
5. Marshall Sahlins, Áge de pirrre, áge d'abond,anre. L'éro1101nie des sociétés
prinlitircs (1972), Galli1nard, París, 1976. tróleo para producir una tonelada de abono nitrogenado), como
6. Yves Cochet, Pétrole apocalypse, op. cit., pp. 166-167.
7. Jean-Paul Besset, ConPncnt ne plus étre progressiste .. sans devenir
réactionnaire, op. cit., p. 326. 8. Silvia Pérez-Vitoria, Les pa;1sans sont de retour, op. cit., p. 192.

86 87
de irrigación, o de transporte. Esta «vuelta a la edad de las velas, técnica -una mínima reivindicación para el ejercicio de la ciuda-
señala de nuevo Silvia Pérez-Vitoria) no sería absoluta, evidente- danía. La puesta a punto de nuevas herramientas de convivencia y
1nente, ya que ha transcurrido el tiempo: las especies plantadas en de tecnologías suaves fácihnente controlables y reproducibles sería
nuestras regiones se quedarán y no se volverá a la propiedad feu- bienvenida para recuperar un mínimo de autonomía.
dal». Y concluye: «en resumen, no se estaría tan rnal». 9 Es el mismo planteamiento para los países del Sur, corno vere-
Nosotros nos adherimos totalmente a este análisis. El decreci- mos. Las acciones preconizadas, que toman la for1na de un progra-
miento no es recesión, tal como nos lo intentan hacer creer los que ma de 5 «R)) (romper, renovar, reencontrar, reintroducir, recupe-
no quieren ni oír hablar de replantearse nuestros modos de vida. rar), son el remedio a Ja destrucción de la identidad, de los
La recesión es incluso su «imitación negativa)). 10 La neo lengua subs- conocimientos y de las habilidades.
tituyó la expresión «decrecimiento» por «crecimiento negativo)). Está <dmaginemos 1nañana, escribe Philippe Saint-Marc, una Fran-
claro gue, aunque quisiéramos, no se volverá atrás, pero hay se- cia en la que no haya más que 200.000 parados, en la que la criini-
cuencias que deben ser invertidas, ciclos recorridos en el otro sen- nalidad se haya reducido en cuatro quintas partes, y las hospitali-
tido. Hay «pérdidas» que es legítimo deplorar y deseable recuperar. zaciones por problemas psiquiátricos en dos tercios; en la que los
El conjunto de nuestras «añoranzas>> es proporcional al exceso de suicidios de jóyenes disminuyan a la mitad, en la que la droga des-
progreso. Hace 1nucho tiempo que escribitnos que no nos aver- apareciese: ¿no tendríamos Ja impresión de un maravilloso embe-
gonzamos, nosotros los occidentales, de compartir el sueño de pro- llecin1iento humano[ ... ]? fsta era, sin embargo, la Francia de los
greso occidental. años sesenta». 11 No obstante, dejando de lado la desmedida diná-
Sin embargo, tras baber tornado conciencia de los perjuicios mica de crecimiento contenida en los Treinta Gloriosos años, la
del desarrollo, se trata ahora de aspirar a mejorar la calidad de vida vuelta a los años sesenta de Philippe Saint-Marc, que se encuentra
y no a un crecimiento ilimitado del PIB. Creemos que hay que re- bastante alejada de la edad de piedra, a pesar de estar de acuerdo a
clamar el progreso de la belleza de las ciudades y del paisaje, el pro- la equidad ecológica y a la sostenibilidad, sería un primer paso hacia
greso de la pureza de las capas freáticas que nos abastecen de agua el decrecimiento sereno. Este razonable «retroceso» no tiene nada
potable, el progreso de la transparencia de los ríos y de la salud de de nostálgico, ya que tiene gue ir aco1npañado de los cambios cua-
los océanos, exigir una 1nejora del aire que respiramos y del sabor litativos que son posibles gracias a las técnicas más recientes y que
de los alin1enros que comernos. Hay todavía muchas perfecciones son deseables para una equidad ecológica y social. Así, aunque hoy
que imaginar para luchar contra la invasión del ruido, aumentar en día vivimos cada vez más virtualmente, viajamos realmente, lo
los espacios verdes, preservar la fauna y la flora salvajes, salvar el que es catastrófico para nuestros ecosistemas. l.a relocalízación ten-
patrimonio natural y cultural de la humanidad, por no hablar de dría, pues, que llevarnos a vívir realmente en el sitio donde esta-
los necesarios avances en materia de democracia. La realización de mos y a viajar mucho más virtualmente, lo que las nuevas tecnolo-
este programa de regres -si se me permite este neologismo- su- gías nos permiten hacer.
pone el recurso a técnicas sofisticadas, algunas de las cuales aún se
tienen que inventar. Sería injusto calificar a los partidarios del de-
crecimiento de tecnófobos y reaccionaríos bajo el único pretexto 11. Philippe Sainr-Marc, L'économie barbare, Frison-Roche, París, 1994,
de que reclaman un «derecho de inventario» del progreso y de la citado por Pierre Drouin, ((Pathologie sociale)>, Le Monde des Livres, junio de
1994. Y sin en1bargo, en una encuesta de finales de los años sesenta, los fran-
ceses fueron los únicos que declararon que creían que la felicidad progresaba:
9. lbíd. p. 193. el 35o/o era de esa opinión, el 22o/o de la opinión contraria, el 27o/o considera-
10. Según la acertada expresión de lv1adeleine Nutchey, de la redacción de ba que ésta era estacionaria (FratH;:ois de Closet, E'n d,111gcr de progres, op. cit.,
la revista Siff'¡¡({', p. 43).

88 89
Retroceder, en el sentido apropiado, se impone en ciertos ám- -como la de llevar ropa o sombreros del siglo XVII con zapatillas
bitos en los que las extracciones superan la reproducción sosteni- de deporte. Sin embargo, el funcionamiento democrático de las
ble. l-Iernos evocado el caso de la agricultura. Pero es todavía más comunidades y la toma de decisiones deliberativas sobre las opcio-
evidente en el caso de las riquezas pesqueras. «La actividad nes tecnológicas prueban que es posible someter la esfera técnico-
pesquera se estanca, escribe Jean-Paul Besset. La producción económíca a lo político. t.l No podemos contentarnos con deslegiti-
mundial de pesca, que aumentaba de media anua.! un 7% desde mar rápidamente esta forma de autogestión microlocal, resultado
los aüos cincuenta, ha llegado al límite desde los años noventa. de una heteronimia que no comparti1nos, bajo el único pretexto
Entre las diez especies de peces más pescados, siete son conside- de «la opresión de las aspiraciones individuales)), que son sobre todo
rados como 'ampliamente explotados o sobreexplotados'. La mi- «individualistas». Después de todo, los Amish que no soportan las
rad de las principales zonas de pesca ha alcanzado sus capacida- opciones colectivas pueden salir de la comunidad e irse a otro lado
des naturales de renovación, la cuarta parte las ha superado. La a divertirse. Y algunos no se privan de ello ...
acuicultura no alcanzará a paliar el déficit, aunque se destruya lo Sabemos, tras la experiencia de Atenas, que los resultados de
que queda de los manglares par~ remplazarlos por piscifactorías una deliberación popular no son necesariamente coherentes, ni
de peces y gambas. Sobre todo cuando sabemos que hay que trans- «Correctos» (pei:semos en la condena de Sócrates), pero, en todo
formar cuatro kilos de peces marinos en harina para que un sal- caso, no son el resultado de una fuerza exterior (mano invisible o
món de piscifactoría alcance el kilo.» 12 Al contrario, la acuícultura tirano que promulga decisiones arbitrarias). Seguramente nuestros
alentada por el Banco Mundial que la considera un substituto filósofos mediáticos, que no bacen más que hablar de democracia
de la depredación (nombre que los economistas dan a los dones y derechos humanos, no habrían soportado vivir en la democracia
de la naturaleza ... ) por la explotación racional, sólo puede agra- directa de Atenas, no porque ésta excluyera a los esclavos, las mu-
var el problema. jeres y los extranjeros, sino porque sometía al ciudadano al juicio
No se trata aquí de examinar todas las reducciones necesarias del demos (el pueblo) y de la ecrlesia (la asamblea).
para construir un futuro sostenible -esto lo haremos en la segun- Hans Jonas, que quiere prepararnos a una reorientación de las
da parte del libro- sino de imaginar como, en principio, éstas opciones para el futuro situándonos en un «tiempo parcialmente
pueden ser pensadas de manera positiva. reversible», insiste, por su lado, en «la necesidad de considerar, no
El ejemplo de los Amish es interesante de considerar, no evi- un retroceso sino un avance hacia una mayor sobriedad consciente
dentemente para realizar una servil imitación literal, sino para re- y voluntaria, que participe plenamente del «decrecimiento». 14
chazar las objeciones que se refieren a la «irrealidad» del proyecto
de decrecimiento. El rechazo por parte de los miembros de esta
Decrecimiento, austeridad, simplicidad.
secta a un gran número de técnicas por motivos religiosos, les ha
Reencontrarel sentido del límite
llevado a adaptarse al mundo moderno conservando aspectos in-
creíblemente «arcaicos>>, como el uso de caballos para trabajar la El decrecimiento es a menudo asimilado a la «simplicidad volunta-
tierra y transportar hombres y mercancías, o la ausencia de la elec- ria» ..En efecto, hace algunos años, en Estados Unidos o en Cana-
tricidad de red. La motivación religiosa y en absoluto ecológica de dá, existe un movimiento de «<!esconsumg» o d,owndlifii!!.!: Según
sus actitudes conlleva acciones que nos parecen cómicas o aberrantes el Concise Oxfard Dictionnary. to downshifi significa «cambiar un

13. Stéphane lavignotte, <iPour une stratégie post-amish», docu1nento no


12. Fuente: Informe bienal de la FAO, marw de 2005, citado por Jean-Paul publicado.
Besset, C1111ment ne plus étre progressiste... sans drvolir ráu-tionndire, op. cit., p. 59. 14. Alain Gras, Fragilité de la puissa11ce, op. cit., p. 92.

90 91
estilo de vida por otro, menos estresante». Se trata, en otros térmi- La versión americana de la simplicidad voluntaria (simple li-
nos, de trabajar, de producir, de gastar y de consumir menos en ving, downshifting, simplicity v_;ith styfe) encuentra una parte im-
reacción contra el ultraconsumisn10. La palabra downshifting se portante de su inspiración en la filosofía de Herny David Thoreau. 19
habría usado por primera vez en 1986 en un artículo publicado en La tradición europea puede reivindicarse de l,eón Tolsto_i, aunque
el Arkansas Democratic Gazette a propósito de la experiencia de un también de Ghandi y de sus discípulos, como Lanza de Vasto, fun-
hombre que había decidido dividir por dos su tiempo de trabajo dador de las comunidades del Arca. «La cumbre de la civilización,
renunciando a un puesto importante en una empresa, aunque el para <;e,ndhi, siguiendo con la larga tradición de aparigrapha (no
auge del movimiento «por una sirnplicidad voluntaria>) sólo data posesión), no es poseer, o acumular cada día m.ás, sino de reducir y
de mediados de la siguiente década. 15 limitar las necesidades». 2 º
En 1995, el 2% de las personas activas en Estados Unidos ha- En La CDnvivialité, fvan Illich exalta «la sobria embriaguez de
brían reducido voluntariamente su nivel de vida y sus horarios de la vida». 21 Denuncia, por otro lado, «la condición «humana» ac-
trabajo. 16 En Australia serían casi un cuarto, entre los 35 y 39 años. tual, en la que todas las tecnologías se vuelven tan invasoras que
Y en Europa se encontrarían aproximadamente unos 12 millones sólo podemos disfrutar con lo que yo llamaría un tecno-ayuno»n
de «decrecientes». 17 Algunas enCuestas revelan que el número de La limitación necesaria de nuestro consumo y de la producción, el
personas interesadas por un cambio de ese tipo sería ampliamente fin de la explotación de la naturaleza y del trabajo po'r el capital no
mayoritario. 18 significan, para él, un «retorno» a una vida de privación y labor,
Una larga tradición filosófica preconiza una forma de limita- sino todo lo contrario -si somos capaces de renunciar al confort
ción de las necesidades para encontrar la felicidad. Según EJ?iC\lli), material- una liberación de la creatividad, una renovación de la
«el hombre que no se contenta con poco, no se contenta con nada». convivencia y de la posibilidad de llevar una vida digna. 23
La búsqueda infinita termina, según l"ians Jonas, en el <<fracaso Para el objetor de crecimiento Franyois Brune, «la búsqueda
infinito». Lucrecio desarrolla esta idea: <íPero si tu deseas siempre de la simplicidad voluntaria, o, si se prefiere, de una vida sobria,
lo que no tienes, y desprecias lo que tienes, tu vida se ha desarrolla- no tiene nada que ver con una postura de frustración masoquista.
do, en consecuencia, sin plenitud y sin encanto; y de repente la Es la opción de vivir de otra manera, de vivir mejor, de hecho, y
muerte se halla a los pies de tu cama sin que puedas sentirte listo más en armonía con nuestras convicciones, reemplazando la carre-
para partir, contento y satisfecho». El mito del suplicio de las ra hacia los bienes materiales por una búsqueda de valores más sa-
Danaidas, esas jóvenes condenadas, por haber matado a su esposo tisfactorios. No sentimos lástima de-las raras familias que escogen
durante la noche de bodas, a llenar un tonel sin fondo en el Tárta- vivir sin televisión, ya que prefieren otras satisfacciones a las que
ro, ilustra muy bien esta insaciabilidad. podría ofrecerles la linterna mágica, como la vida familiar o social,
la lectura, los juegos, las actividades artísticas, o el tiempo libre

15. Serge Mongeau lanzó el término en francés en Canadá en 1985 (La


Símplicité volontaíre, plus que j11m11is, .. Écosociété, Montreal, 1998) basándose 19. Robert Vachon, (<Le tcrrorisme de l'argent (U)» lntcrculturc (!\1ontreal),
en Duane Elgin de los Estados Unidos ( Voluntary Simplicity: Tcnr·ard a \%y that n. 149, octubre de 2005.
is ()utward61 Simple, Inu:,1rdly Rích, Morrow, Nueva York, 1981). 20. Citado en lbíd., p. 29.
16. Polly Ghazy y Judy Jones, l)ownshifting. A Guide to Happier Simpler 21. Ivan Illich, La Co11:·h·i,1!ité, In Ocurres Completes, r. L, París, Fayard,
living, Hodder et Sroughton, Londres, 2004. 2003, p. 476.
17. Libération, 27 de junio de 2005. 22. Ivan Illch, «Loriginc chrétienne des services», en La Perte des sens, Fayard,
18. Véase Mahjid Rahnema, Q.µand la misere chasse la pdur:rété, op. cit., París, 2004, p. 43.
última parte: "Sobre los senderos de la simplicidad voluntaria: hacia una pobre- 23. Comentario de Camille Madelain in Christian Comeliau (dir.), Brouillmu
za reinvenrada.)) pour lávrnir: contributions au dlbat sur les alterntt.tive.>, op. cit., p. 242.

92 93
para soñar y, simplemente, disfrutar de la vida ... » Y añade con ra- consumista, según Marco Deriu, sería renunciar a cualquier control
zón: «Está claro que este camino es en general progresivo y nada del consumo, porque la autolimitación reforzaría la dependencia a
evidente, debido a las extraordinarias presiones contrarias de la causa de su propio racionalismo. La sostenibilidad no. puede venir
sociedad. Es un camino que nos exige dominar nuestros iniedos, el de nuestra decisión racional precisamente porque la racionalidad nos
miedo al vacío, a cometer errores, al futuro, v también a no vivir h.a,c_e perder el sentido del límire. Ciertamente, la observación no
conforme a los modelos establecidos, y, en fin, 'miedo a desmarcarse adolece de pertinencia, pero a la vez no hay que olvidar la importan-
de las normas en vigor. Es la opción de vivir al día, en lugar de cia de la manipulación de la que somos víctimas y que se resistirá a
sacrificar nuestra vida presente al consumo o a la acu1nulación de desaparecer. El objetivo necesario de reducción pasa por un carnbío
valores sin valor, a la construcción de un proyecto de carrera que se de imaginario que hará que este comportamiento deseado sea «natu-
supone que hará nuestro futuro satisfactorio, o a la realización de ral». No se trata de reemplazar un imperativo compulsivo de consu-
un plan de pensiones que se encargue de contrarrestar el miedo a mo por otro i.mperativo no menos compulsivo de austeridad, sino de
no tener suficiente)}.24 Así, Bruno Clémentin y Vinvent Cheynet realizar una verdadera «catarsis».
proponen un programa: «La never~ sería ree1nplazada por una cá- La ética es una dimensión fundamental de la vida personal, y
mara fría, el viaje a las Antillas por. una excursión en bicicleta por el ninguna sociedad bumana puede sobrevivir sin una moral interio-
parque nacional de Cévennes, el aspirador por la escoba y la frego- rizada, al menos en parte, por sus miembros. Sabemos también
na, la alimentación a base d-e carne por una vegetariana, etc.» Al- que ninguna colectividad en la historia ha vivido según la moral
gunos incluso de ponen líricos: «La simplicidad es luminosa, des- que profesaba. Sea cual sea el nombre que se le dé a la ética desea-
preocupada, limpia y cariñosa -no es un viaje ascético de ble (frugalidad, sobriedad, austeridad, simplicidad, renuncia ... ),
autocastigo>t. 25 Para Paul Aries, «no se trata en absoluto de oponer ésta plantea un cierto número de problemas que limitan su alcan-
un modelo heroico basado en el placer y un modelo de sacrificio ce. Topa, primero, con la tóxicodependencia de la droga consumista.
basado en la renuncia. No juga1nos nunca impunemente con esas Después, corre el riesgo, en cierto modo por reacción, de trans-
imágenes arcaicas. [ ... J Hay pues, tanta felicid;d al renunciar al cre- formarse en un integrismo ascético con resonancias místicas que
cimiento por el decrecimiento como al pasar de practicar el amor no está ausente en las filas de los «decrecientes)). Y por último, ésta
'con tarifa' a un encuentro amoroso de otro estilo». 26 Esta.lhu::nada-a. sólo puede aportar un elemento de respuesta al reto del decreci-
la simplicidad voluntaria,_ a la frugalidad, a la economía ahorrativa miento, ya que se encuentra confrontada a las trampas de un efec-
es bastante simpática, pero tiene todas las posibilidades de quedarse to rebote y a la generalización indebida. La ruptura con el ambien-
en un voto piadoso, sabiendo que haría faha que se generalizara.este te consumista dominante constituye una opción heroica que,
comporta1niento a toda la sociedad para que fuera realmente efic;:iz. aunque sea razonable, es susceptible de adquirir un aura de ascesis.
~9r otro l.ado, es verda_d que el in1perarivo externo de austeridad, Sin embargo, puede ser más fácil si se hace de manera colectiva.
vivido como una oblígaci6n moral (por ejemplo: «Conduzco a 130, Reagruparse a través de redes o grupos, como el movimiento «Bilanci
no está bien, tengo que bajar a 100») es a la vez ineficaz y a menudo di Giustizia)) del Venero italiano -cuyos partidarios intentan re-
contraproducente< l,a única manera de escapara ht róxicodependencia ducir su consumo a un nivel de huella ecológica sostenible y equi-
tativo-,27 o a través de comunidades-ecopueblos tales como Torri
Superiore en Italia, cerca de Vinrimille-, permite superar parcial-
24. Franyois Brune, entrevista radiofónica. Véase también De f'jdéologie mente los obstáculos de la marginación social.
op. cit., p. 175.
25. Gary Zinder, The Old Ways, C:iry Lights Books, San Francisco, 1977,
P- 98.
26. Paul AriCs, Silfnrf, n. 302, p. 5. 27. Campagna bilanci di giustizia, informe 2004, www.bilancidigiustizia.it.

94 95
(És importante conocer la dimensión de nuestra adicción al ere- abejas de Bernard de Mandeville, que las virtudes privadas no ne-
'
cimiento. .
El demonio del consumismo que creemos expu1sar por cesariamente hacen la fortuna p_ública, en forma de sociedad de
la puerta, vuelve aún con más fuerza por la ventana. Podemos en- decrecimiento convivencia!. .. ( La austeridad, la frugalidad o la
contrar en este sentido, trampas subjetivas y objetivas del efecto siinplicidad voluntarias corno illiciativas individuales corren muy
rebote. Pensamos salvar al planeta yendo a vivir al campo para co- a menudo el riesgo de no ser suficientes para salvar el plane~a. La
mer productos ecológicos, pero multiplicamos los recorridos en lógica global es más fuerte que nuestro voluntarismo persona!JUna
coche para ir a Ia ciudad con todo tipo . ~ 28 ;M'iche l
. d e b uenos motivos~ reflexión más acentuada sobre la huella ecológica permite, en efec-
Bernard evoca el calvario del «decreciente» concienciado' que desea to, comprender el carácter sistémico del «Sobreconsumo» y los lí-
realmente reducir globalmente la huella ecológica. Nuestro candi- mites de la simplicidad voluntaria individual. En 1961, la ~a
dato decide comprar productos biológicos. Tendrá que pagar más e['.S'lógi_c:;l_g~_l.'.r;inci;i todavía correspondía a un sólo planeta, con-
caro y en consecuencia le quedará menos dinero, por ejemplo, para tra los tres que ocupa hoy en día. ¿Esto quiere decir que los hogares
viajar, viajes que consumen más o menos petróleo según la lejanía. franceses comían tres veces menos carne, que bebían tres veces menos
Hasta ahora todo va bien. Pero son muchos los que han hecho el agua y vino, o que quemaban tres veces menos electricidad o gaso-
mismo razonamiento, «nuestro p.roductor de productos biológicos lina? Claro que no. Lo único que pasa es que el pequeño yogur de
de aqu.í al lado empezó a hacer negocio, y es él el que empezó a fresa que comíaffios ¡todavía no incorporaba los 8.000 km, ni tam-
tener rnás dinero. Y de repente, paf, compra un ca1nión más gran- poco los traj'es que vestíamos! Y el bistec devoraba menos abonos
de para traernos las verduras, y por lo tanto, contamina más. Bue- químicos, pesticidas, soja importada y petróleo(No es nuestro modo
no, pues, tampoco es tan grave. Es más útil tener un gran camión de vida en sí mismo el que se h<J\uelto perverso, sino la lógica que
cargado de verduras biológicas en la carretera que un montón de lo engendra y le permite existir-/
coches saliendo los fines de semana. Sí, pero como el 1novimiento Los el~1IL~PJQ~ __Qs:JJ}J.f;t~~Qpg_rpía _c_q_mplej,;,i_,i:;:o,mo la nuestra s_o_n
es nacional, la producción biológica aumenta en las estadísticas y igterdependientes. Productores,.consumidores, dinero, mercancías
los agricultores aprovechan para cambiar de vehículos y todo acaba y medio ambiente interactúan. Como a la naturaleza no le gusta el
en el bolsillo del comerciante de utilitarios que con ese dinero que vacío, lo que ahorramos por un lado crea necesidad de aire por
recibe de los productores biológicos puede pagarse un buen viaje otro, para más gastos. Comprar productos biológicos está bien.
en avión al otro lado del mundo, contaminando tanto como todos Podemos esperar que, a diferencia del ejemplo de l\íichel Bernard,
nuestros coches abandonados». 21"Nuestro héroe prueba entonces el responsable de la Biocoop sea un militante convencido del de-
otras estrategias: trabajar menos;producir menos. Pero, siempre crecimiento y que aproveche la ampliación de su increado para re-
ocurre que lo que reduce Pierre, está libr"para Paul, y al final, el ducir los márgenes, aumentar el salario de los empleados a tiempo
planeta es el que siempre sale perjudicado) parcial y utilizar triciclos de reparto o motocarros en vez de camio-
Michel Bernard plantea buenas preguntas, porque vuelven nes para transportar los productos. Y por último, que el dinero
a demostrar, algunos siglos más tarde de la célebre fábula de las ahorrado del gasro depredador del medio ambiente estimule la pro-
ducción de ({bienes relacionales», si es posible, sin mercadeo. En
cualquier caso, haremos más por el decrecimiento produciendo no-
28. La simpática guía de downshifting para uso de progres burgueses de sotros mismos nuestros productos biológicos o recurriendo a un
Chrisrilla Pellé-I)ouel, Voulez-vous changer de vie? Consonnnation, Travai!,
sistema de circuito tipo .fü'yfAP (Association pour le maintíen d'une
á1vironncn1['nt, a.ogr:nt, . (Le Cherche Midi Éditeur, París, 2005), da algunos
ejemplos. agrícu!ture paysanne) (Asociación para el mantenimiento de una
29. Michel Bernard, «Sortir des pieges de l'effet rebond», Silence, n. 322, agricuitura campesina). Las AMAP fueron inventadas en Japón bajo
abril 2002. el nombre Seikatsu Club en 1965, y cuentan en ese país con 21

96 97
millones de miembros agrupados en más de 600 cooperativas de Producto Interior Bruto no sólo del valor de esta mercancía}ino de
consumo. 30 Después se desarrollaron en Estados Unidos, donde los inputs asociados.(embalajes, transportes, residuos ... ).(';in em-
están presentes con el nombre Community Supported Agriculture b;argp,___:;~J() n_o,,_basta. Si esta substitución provoca un ahorro mone-
(Agricultura mantenida por la comunidad), y luego han llegado a tario, a menos que se la esterilice tontamente, el gasto hará crecer
Europa. Esta forma de circuito corto permite una fuerte el PIB en proporciones similares a la baja conseguida. l,a_única
relocalización de la producción y del consumo con efectos ecológicos, 11.osibilid_ad .de evilacesteefector.ebote es reducir el ~a~ajo remu-
ambientales y' sociales positivos. n~~<:i,4_,9 __para ..dedxcarse_ a_otras,,act1v1dad-es---g-ratificanteS) ·'
En la rnedida de lo posible, la vuelta a la qJ/toproducción es -·- Existen, sin duda, otros medios concretos de disthinuir la de-
deseable. J\l fabricar uno mismo su pequeño yogur, como lo preco- pendencia de la lógica global. Una política de decrecimiento debe-
niza Maurizio Pallante, se supri.men los envases de plástico o car- ría llevar a cabo investigaciones para encontrarlas y promoverlas.
tón, los conservantes, el transporte (es decir, ahorro de petróleo, de ¿Podemos escapar, sin embargo, al efecto rebote? No, puesto
co 2 yde residuos) y se ganan bacterias preciosas para la salud. Sin que el agua ahorrada, el aire no contaminado, el petróleo y la ener-
contar que, por supuesto, se hace disminuir considerablemente el gía no consumidas, etc., están, teóricamente, a disposición de los
0

PIB, los impuestos (!VA, impues tos de carburantes), lo que provoca «cochinos)) qu_e, en su imaginario de crecimiento, quieren produ-
una cascada de efecros recesivos sobre las instituciones como tam- cir aún más para sacar más provecho, y empujan a consumir siem-
bién sobre la den1anda (menos plástico, por lo tanto, menos petró- pre n1ás y mal. Mientras no pongamos un fondo al tonel de las
leo, por lo tanto, menos tasas, efectos positivos sobre la salud, por Danaidas del consumismo, será imposible afirmar que el depósito
lo tanto, menos medicamentos, y médicos, menos transporte por está lleno ... Sin embargo; esta recesión consumista es también una
carretera, por lo tanto, menos accidentes, por lo tanto, menos cui- recesión de la producción. A medida que se ban ido encajando los
dados sanitarios, etc.). El mismo análisis puede hacerse en relación círculos virtuosos, en los que las esferas alternativas están bien vi-
al abandono del agua en botellas de plástico venidas de otros lados vas y van desarrollándose, se ha ido reduciendo e1 espacio de desa-
y la vuelta al agua del grifo procedente de una capa freática de proxi- rrollo de la lógica sistémica del productivismo. Aunque todavía no
midad saneada. Lo mismo para los servicios. «El cuidado de tus ha sido totalmente bloqueada, la fuga se encuentra seriamente obs-
propios hijos y la asistencia a los ancianos realizados con amor, truida. A pesar de que no se ha parado del todo esta «máquina))
señala Pallante, son cualitativamente superiores a todo lo que pue- infernal, se ha conseguido frenar el motor. ¡Algo se ha ido consi-
de hacer una persona asalariada, pero esta actividad realizada a gui'"i,Ldo para la supervivencia del planeta!
sueldo hace aumentar el PIB, la otra, hecha por a1nor, no». 31 Tene- \El cambio de imaginario que permitiría asegurarse el triunfo
mos aquí una virtuosa espiral de decrecimiento. 32 de ~ila sociedad de decrecimiento, si no se acaba de decidir, se de-
Confrontado a objeciones del tipo de las de Michel Bernard en duce, en cualquier caso, de los múltiples cambios de mentalidad
su cruzada por un decrecimiento feliz, Maurizio Pallante tiene ten- que serían, por una parte, fruto de la propaganda y, por otra, del
dencia a ver en la autoproducción la solución al problema. La subs- ejemplo. Es necesario que las mentalidades «basculen:» para que el
titució_n de una mercancía por un bien no m_ercantil dismi;;_~e_~~l__ síste1na cambie. Salir del círculo del tipo del huevo y la gallina
implica ir encadenando dinámicas virtuosas. Permite también im-
poner otras reglas, como la reducción drástica del tiempo de traba-
30. Silvia Pérez-Vitoria, Les paysans sont de retour, op. cit., P- 212. jo, la interiorización de los efectos externos, la incitación al uso de
31. Maurizio Pallante, La descrecita fe/ice, op. cit., p. 24.
32. Mauricio Pallante, «Il rnanifesto perla descrecita felice» y «Care, loscbe
e triste acque in bottighie di plastica)J, Il Consavepole, o. 2, marzo-abril, 2005.
(Véase también www.descrecita.it), y La descrecita fe/ice, op. cit. 33. Maurizio Pallan re, La dcscrccita feLice, op. cit., p 88.

98 99
técnicas más convivenciales, la penalización de los gastos perjudi- Una forma de retrogradación «progresista» que resulta de una
ciales como la publicidad, etc. Podemos imaginar que la esfera de opción de simplicidad voluntaria es ciertamente la «dfsmercqQ;-
la sociedad convivenci~L?-cabará por absorber y acabar con la de la -.!ili_za~ión:> propuesta en particular por Mª-1=!1.-.i'.?,i_9J?,_ªll.a-1JJ;:~~-Se trata de
economía productivista. ¡ procurarse las inismas satisfacciones pero sin recurrir al siSterna mer-
Los economistas obsesivos que quieren reciclarse en el decreci- cantilista. El impacto es un retroceso del PIB y en consecuencia de la
miento podrían. tener tentaciones de proponernos bellos m.~-'4.c;:!,Q_? huella ecológica para mayor felicidad de todos (salvo tal vez para los
de artiC:_L1,1_3:C:i~n entre la economía capitalista I prod.uctivista en re- co1nerciantes ... ). Dos vías individuales para decrecer: la primera es
gresión_ ·y~Iá"'a-ntieconomía convivencia! en expansión. ¿Hasta qué CQllS.\-J.mi.r,,m.enos, la sobriedad; l~a segunda, autoproducir e i ntercam,-
nivel reducir la producción? Se pregunta Michel Bernard. En rea- biar según la lógica deLdonativo) Sólo aquel que no sabe hacer nada
lidad, si hemos seguido lo que precede, vemos que volver a la hue- está condenado a convertirse é'.:ri un consumidor obstinado y esta
lla ecológica de 1960 no implica tanto producir menos valores de incapacidad es señal de empobrecin1iento cultural. Para volver a en-
uso (agua, alimentación, vestido, vivienda) como producirlos de contrar el sentido de la medida, es importante articular esta ética del
otra manera. Se trata de reducir eLsobreconsumo, evidentemente, decrecimiento voluntario con el proyecto polú:ico que exploraremos
pero sobre todo la depredación ye! despilfarro. Y, más que cerrar en la segunda parte de este libro. .
fábricas de cocbes y llevar a los obreros al desempleo, se trata de
pensar en reconvertirlas en fábricas de cogeneradores domésticos
(cuya tecnología es similar) para poner en marcha los negaWatt
para dividir por cuatro nuestro consumo de energía. El objetor de
crecimiento Willem Hoogendijk presenta un pequeño esquema
bastante verosÍlnil de reducción del PIB en un 60o/o pero que se
traduce en una disminución del ·consumo útil de tan sólo un 25%.

PIB Gastos de Resultado neto


compensación,
despilfarro

Situación actual 100 60 40


Situación futura 40 10 30
--
Reducción 60°/o Reducción 25°/o

fQ.ueda la gran pregunta: ¿Cómo proceder? De todas las mane-


y
ras donde sea posible. Sólo se puede, indudablemente, empezar
de manera modesta, y al principio, a nuestro nivel, a nivel local.
Sin embargo, lo importante es no perder de vista el ambicioso ob-
jetivo final. De momento, el decrecimiento es asumido porque tam-
bién es deseable par~_ vivir mejor, todo eso se ha ganado para los
que se ban implicado:)
/

100 101
IV. DECRECIMIENTO Y SOSTENIBILIDAD.
LA RESILIENCIA DEL DESARROLLO

El médico 1nás itnportante de nuestro tiempo no


es un C:hristian Barnard, sino un José Bové, que
sabe que todo el mundo está enferrno de
globalización y que el mundo sólo se salvará tras
el fin del desarrollo.

!
La impostura del desarrollo sostenible como intento de conjurar el
espectro del deC:recimíento procede ante todo de lo que encontra-
mos bajo ,<fos vestidos nuevos del desarrollo)), el crecimiento en
toda su desnudez. No volveremos a los debates escolásticos que
oponen crecimiento y desarrollo, largamente abordados en nues-
tros trabajos precedentes, 2 si no es para cjenu"nci"é!r&.9-~~~1Jr9_lJQ},()_S­
t~nible c:9r,n_Q_J;_e_n_t:-_;ttiva. emhaucadora de _salvar..eL crcci m_ien. to, Esto
es así no porque el desarrollo sostenible sea un oxímoron sino por-
que es un pleonasmo. Así, tras aparentes convergencias entre todos
los adversarios de la globalizaci6n liberal (productivistas y antipro-
ductivisras) sobre inedidas concretas (y claro está, la feliz posibili-
dad de compron1isos políticos provisionales), se esconden profun-
das divergencias) cuya n1áxima confusión se alcanza cuando el
decrecimiento se presenta como una variedad de desarrollo. «No es
sorprendente, pues, señala Edwin Zacea!, codirector del Centro de
Estudios del desarrollo sostenible en la Universidad Libre de Bru-
selas, el (volver a) ver surgir un modelo de desarrollo competencia!,
y sobre todo más radical: el «decrecirniento». 3 Es cierto que existe

l. Michael Singleton, "De la inission de la science a la science co1n1ne mission,


parole d'un démissionaire!» en Bernadette Bensaude-Vincent, Ahn1ed Djebbar,
Michd Gourinet, et aL, Figures de la Srirnrr, ParenthCscs, Marsella, 2005, p. 152.
2. Véase especialmente Sobrevivir al desarrollo, Ed. Icaria y por supuesto
Faut~íi refaser le déveh¡pnnn1t?, op. cit.
3. Edwin ZaccaI, Politique, Revue des débats (Bruselas), n. 35, junio de
2004, p, 52,

103
competencia radical, pero ésta se sitúa precisamente entre creci- Harribey, en un informe de la DEA sobre el concepto de desarrollo
miento/ desarrollo sostenible, «recalificado» o no, y decrecimiento sostenible (Bordeaux !, 1993), incluso propone «desarrollo sosteni-
o posdesarrollo. El desarrollo sostenible, incluso cuando es denun- ble duraderamente)). Maurice Srrong, responsable de la PNUE, fue el
ciado como oxímoron o reconocido como pleonasmo, sigue sien- inventor de la expresión en 1973. Se trata otra vez de una chapuza
do inoxidable. Nos falta, en consecuencia, deconstruir incansable- conceptual destinada a cambiar las palabras en lugar de cambiar las
mente la hipóstasis del desarrollo. La fidelidad irracional al concepto cosas. Sin embargo, con la expresión «desarrollo duradero)) y su an-
fetiche de «desarrollo», a pesar de todos sus fracasos, tinomia mistificadora, nos enfrentarnos a una monstruosidad ver-
vaciándolo de todo contenido y recalificándolo de mil 1naneras, bal, que a la vez, debido su éxito universal, confirma el hecho de que
traduce esta imposibilidad de romper con el economicismo y, el tema del desarrollo no sólo concierne, o sobre todo ya no sólo
finalmente, con el propio crecimiento. concierne, a los países del Sur, sino también a los del Norte.
Los documentos de la Conferencia de Johannesburgo detnues-
í
J
1)
tran que, actualmente, el desarrollo sostenible como mito reúne '
El desarrollo sostenible como oxímoron todas las esperanzas de los desarrollos «en partículas,,, Según las
Se llama oxímoron (o antinomia) a una figura de retórica que con- ONG, se trata efectivamente de un desarrollo «económicamente !I
eficaz, ecológi~amente sostenible, socialmente equitativo, demo-
11
siste en yuxtaponer dos palabras contradictorias, como «la oscura
claridad». 4 Este procedimiento poético que sirve para expresar lo
inexpresable es cada vez más usado por los recnócraras para persua-
cráticamente instituido, geopolíticamente aceptable, culturalmente
diversificado», En resumen, una joya. Para los organizadores ofi-
!
:l
l
dir de lo imposible: hablan así de «guerra limpia», de «globalización ciales, al anteponer el bienestar social y el tema de la pobreza, los il
de cara humana)), de «economía solidaria», o «sana>,, etc. El desa-
rrollo sostenible, por ejemplo, es una antinomia.
El feliz hallazgo denominado «ecodesarrollo» -término emplea-
compromisos de Río han sido prácticamente liquidados. Las 2.500
recomendaciones de la Agenda 21 han sido abandonadas a las bue-
nas intenciones de las ONG y a los esponsorings (eventualmente
l
do por primera vez en la conferencia sobre el medio ambiente de la subvencionados) de las empresas transnacionales, y la resolución
ONU que tuvo lugar en Estocolmo en 1972 y retomado en la declara- de los problemas de contaminación (cambio climático y otros) ha
ción de Cocoyoc por el PNUM_A (Programa de las Naciones Unidas sido confiada a las fuerzas del mercado. 6
para el Medio Ambiente) y la CNUCED (Conferencia de Naciones Así pues, el contenido de ese concepto estilo «cajón de sastre»
Unidas para el Comercio y el Desarrollo) en ¡971,__ no fue retenido y fluctúa entre la aproximación «realista>> del mundo de los negocios
se sustituyó por sustainab!e drve/opment, que finalmente se impuso y aquella, «humanista», de los soñadores, los ingenuos o fos
por la presión de los lobbies. Si creemos lo que cuenta lgnacy Sachs, el ideólogos. J?ara lo§~~~~i~~~,~~>, lo iinportante es que el desarrollo tal
propio Kissinger presionó para sustituir «ecodesarrollo» por «desarro- como se lleva a cabo actualmente pueda durar indefinidamente7
llo sostenible,,. El desarrollo sostenible, duradero o sustentable fue «pues- -posición de los industriales, de la mayoría de los políticos y de la
to en escena" en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992.
13-mbién encontramos los adjetivos «fiable», «viable» o incluso «habi-
table» como traducción al término inglés sustainable. 5 Jean-Marie 6. Catherine Aubertin, «Johannesburg: retour au réalismc comn1ercial»,
Écologíe et politique, n. 26, 2002.

4. « ..• que cae de las estrellas>1 (Corneille, Le Cid, acto lV, escena 3).
7. (<Hay, en efecto, otro sentido -peligroso- que se le puede dar a soste-
nible. Este sentido no se refiere a la durabilidad de la naturaleza, sino a la durabi-
1
5. 1\l ser la economía una religión cuya lengua sagrada es el anglosajón, la lidad del desarrollo en sí mismo». Se trata «de una desviación desastrosa del
traducción de los términos económicos es una tortura para los expertos. Véase sentido de sustainabílity)> (Vandana Shiva, ((Resources)) en The Develop1ncnt 1
también Franck-l)ominique Vivien, Le D/z1tfopp:1no1t so1rtcn1hlt, op. cit., p. 13. dictio11nary, op. cit., p. 217).

104 105
casi totalidad de los economistas. 8 Michel de Fabián, presidente de ,¡E¡ funcionamiento de la ecología industrial se basa en el estu-
British Pctroleurn Francc, nos ofrece la fórmula: «El desarrollo soste- dio \del metabolismo industrial de los sistemas socioeconómicos.
nible, es producir más energía, más petróleo, más gas, tal vez más Esto permite asignar a las empresas C!Jat.t:O.."o.bj,e.tivo.s que pueden
carbón y energía nuclear, y evidentemente, n1ás energías renovables. ser realizados gracias a la in_gbr1iería ecológica: 1) La optimización
Y, al mismo tiempo, asegurarnos de que no se hace en detrimento del del uso de la energía y de las materias primas (ecoeficiencia en el
9
medio ambiente. Nos encontramos, en el centro de esta aproxima- sentido más estricto); 2) la minimización de las emisíones de con-
ción al desarrollo capitalista calificado de ccocompatible o bautizado taminantes y el reciclaje de fluidos que circulan~en el interior de los
como ecocapitalismo, con la ecoeficiencia y el principio de la doble sistemas productivos (ecoeficiencia an1pliada) ~~~) la desmaterializa-
ventaja (win-win opportwiity) mantenidos por la asociación Empre- ción de las actividades económicas; 4) la reducción de la depen-
sas por~~ Medio i\mbiente, cuyo eslogan es: «¡La ecología, no la ideo- dencia de las fuentes energéticas no renovables, y en particular, de
logía!)).¡La corriente de la «ecologíaindu.s_tr.lªI» se ha esforzado en teo- las energías fósiles, para luchar contra el cambio climático)
rizar cSt'a visión, que consiste en la modernización ecológica del El ejemplo propuesto es el de la zona industrial de Kalundorg, en
capitalismo. Ei optimismo de los expertos se basa en la b.ip<)t_e5j,5,_g~ Dinamarca, que constimye, según sus partidarios, «un ecosisterna in-
una curva de Simon Kuznets (o en U invertida) de la función pro- dustrial modélico». «Al igual que los descomponedores que, en los
ducción/conraminacíón. Tras una fase de expansión, gran consun1i- ecosistemas, se alimentan de los desechos y los despojos de otras espe-
dora de recursos naturales y productora de una fuerte conta1nina- cies, los subproductos y los residuos de las empresas sirven de materia
ción, vendría una fa5e en la que la tecnología permitiría seguir creciendo prima para la producción de otras empresa..°'>), 11 Una refinería utiliza el
aunque reduciendo cada vez más el í.mpacto negativo del crecimiento calor perdido de una central térmica y revende el azufre extraído del
industrial . .E,?_~.c;qgcepto, que.es el de. la mayo.ría de los cconomisn1s, petróleo a una f.íbrica química. Provee también de sulfato de calcio a
es transmitido por los lobbies industriaics v justifica.la oolítica a.mer_i- un productor de placas murales, mientras que el vapor sobrante de la
cana. Así pues} el desarrolio sostenible serÍa, una sexta ~tapa del creci- central calienta el agua de una sociedad acuícola y los invernaderos de
miento en la visión desarrollada por Walt Withman Rostow. Para es- las viviend"''· El resultado es un ahorro de los recursos y una notable
tablecer esta tesis, Rostov se basaba en el descenso, entre 1970 y 1974, reducción de los residuos finales. Y todo esto, evidentemente, respe-
en los Estados Unidos, de las e1nisiones de dióxido de azufre (SO,) y tando la ley del mercado. Incluso si estrategias de este tipo pueden a
las partículas en suspensión. El problema es que existen contamin8.n- veces ser puestas en marcha por las empresas, ¿es generalizable esta
tes para los cuales no es posible establecer esta correlación: las emisio- succes story? Hablar de «mano invisible verde» es ciertamente abusivo.
nes de gas carbónico (CC) 2) y .la producción de residuos domésticos La razón por la que se pueden registrar resultados alentadores en el
_,
continúan creciendo. Añ_adainos que una relación así, cuando existe, ámbito de la lucha contra las contaminaciones es porque se llevan a
es rarainente espontánea\ 10 cabo políticas públicas. Sin un mínimo de incitaciones, fiscaj.i;::s u otras,
las evoluciones positivas permanecen más que marginales{I,,a reivin-
dicación de una actitud autorreguladora por parte del m;Jndo de la
empresa para resolver el problema ambiental tiene sobre todo el obje-
8. El presidente de la \,(:aisse de dépóts et consignationsJ>, que es también
el presidente del Consejo internacional para el desarrollo sostenible, definía d tivo de evitar que les impongan obligaciones a causa de su responsabi-
desarrollo sostenible en la radio France In ter, en febrero de 2002, como el «de- lidad en la destrucción del ecosistema planetari~ 12
sarrollo de los intercambios de cualquier tipo a escala rnundiah. ¡Esta definición J
no difiere demasiado del liberalis1no puro y duro!
9. Declaración del 11 de noviembre de 2001. 11. !bid., p. 77.
10. Véase Franck-D1niniquc Vivien, Le ])éveloppement soutenah/r, op. 12. Las raras (<victorias» obtenidas en el frente de la crisis del ser vivo, señala
cit., p. 43. justamente Jean-Paul Veste, han sido gracias a opciones políticas determinadas acom-

106 107
Es un mito creer que llegaremos sin esfuerzo, sin dolor y ade- significa, según una concepción mítica, bienestar y calidad de vida
1nás ganando dinero, a establecer una compatibilidad entre el sis- satisfactoria, pero no nos planteamos realmente la compatibilidad
rerna industrial producrivista y los equilibrios naturales, contando de ambos objetivos, continuación del desarrollo y conservación del
sólo con las innovaciones tecnológicas o recurriendo a simples medio ambiente. 16 Esta actitud está bastante bien representada por
13
correctivos en las inversiones. militantes de ONG e intelectuales altermundialistas (René Passet,
.En la práctica cotidiana de las empresas, el desarrollo sostenible Ignacio Ramonet, Bernard Cassen, Dominique Pilón, Daniel
se ha convertido en una simple rnarca publicitaria sin contenido, Cohn-Bendit. .. ). Tomar en cuenta los grandes equilibrios ecológi-
hasta el punto gue la Oficina francesa de verificación de la publici- cos puede llevar, en ese caso, a cuestionar ciertos aspectos de nues-
dad (BVP), organismo autorregulador no vinculante creado por los tro modelo económico de crecimiento, es decir, de nuestro modo
profesionales, tuvo que elaborar en diciembre de 2003 una recomen- de vida. Incluso tendría que llevar a replanteamos la necesidad de
dación sobre la utilización de la expresión «:desarrollo sostenible)) en inventar otro paradigma de desarrollo 17 (¡Otro más!, ¿Cuál? Per-
las comunicaciones comerciales. c:onsidera que la asimilación de ese plejidad ... ).
concepto a un «cajón de sastre>t, «induce al consumidor al error por- El desarrollo sostenible sintió, casi inmediatamente, la necesi-
que utiliza argumentos tendenciosos y no comprobables». El ejem- dad de cambiar de look. Una de las formas que luce su nuevo traje
plo proviene de lo más alto. Gao Feng, el jefe de la delegación china es otro oxímoron, el del «Crecimiento verde», posición en cierto
en las negociaciones cliffiáticas internacionales, declaró que su país modo intermedia entre (<realistas» y «humanistas». Esta concepción
aceptaría hablar «Únican1ente en el marco del desarrollo sostenible:») de una economía de crecimiento ecocompatible es defendida por
que definió como el de «Un crecimiento y un desarrollo sin impedi- Lester Brown y, en Francia, por Alain Lipietz. Este último, antes
mentos>1. Por fin alguien que habla claro. 14 de unirse a un «desarrollo sin crecimiento», pensaba que era posi-
Después de la posición de los «realistas», veamos la de los «_hu_:- ble «crecer sin destruir)). En 2003 presentó un escenario de creci-
t}la_1~~~-~3_s_>;_; Para ellos, el desarrollo sostenible/ duradero es ante ~~~í'~ miento anual del PIB del 2o/o y un crecimiento de la ecoeficiencia
un desarrollo respetuoso con el medio arnbiente. }~n consecuencia, multiplicado por tres en cuarenta años. Este último aspecto se basa
el acento se pone en la preservación de los ecosistemas. «Y cuando en la hipótesis de un crecimiento de la productividad del trabajo
alguien l.e pregunte qué es el desarrollo sosteníble, usted podrá res- comparable a la del período 1950-1970. El esfuerzo de prospectiva
ponder: «Es hacer de 1nanera que cada uno de nosotros pueda te- es meritorio, al esquema propuesto no le falta interés para alimen-
ner una vida espléndida recurriendo sólo a los recursos que nos tar la discusión, y los objetores de crecimiento tendrán que elabo-
proporcionen 1,8 hectáreas de tierra)). 1'> Se supone que desarrollo rar también escenarios prospectivos de transición. Sin embargo, al
jugar con números abstractos se liegan a olvidar las realidades. I.,a
prolongación del trend de los años considerados como los Treinta
pañadas de n1edidas \<coercitivas)) del ripo prohibición de los CFC (dorofluocarbonos) gloriosos en los que se basa el ejercicio es poco realista en lo que
en los aerosoles y cadenas de frío, o la puesta en marcha de normas obli¡;:atorias en la
industria para evitar la lluvia ácida. La degradación de la calidad del aire en las aglo-
meraciones europeas sóio fue incorporada después de que la Unión europea hubiern 16. \<Hablamos de desarrollo sostenible, dice Jean-Marie Pelt, hay que dar-
fijado norn1as que obligaran a los constructores auto1novilísticos a adaptarse ( C1m111tnt le contenido a ese concepto. Y el contenido que yo veo al desarrollo sostenible,
ne plus étre progrc;sÍ\tf' .. sans dn:cnir r/11-rtionni!h-c, op. cit., p. 196). es la solidaridad>) (Allianre, enero de 2006, p. 7).
13. lbid., p. 197. 17. Es también la conclusión de Alain Ruellan: «Son numerosos hoy en día los
14. lbid .. p. 202. científicos, los filósofos y los políticos que consideran que hay incmnpatibilifú1d [en-
15. Marhís Wackernagel, dl nostro planeta si sta esaurendo», in A.ndrea tre desarrollo y medio ambiente] y que hay que buscar otros modelos de desarrollo.
Masullo, Da! mito Della crescíta al ;¡;1m'o unf(rnesi_mo, Verso un nurvo modtl!o di ¿Cuáles? Son deberes por cumplir>). (Tiers-},fonr!.r:, n. 137, p. 197). Tras más de se-
sostcnibde, Delta 3 Edizioni, Grottaminarda, 2004, p. 95. senta años de investigaciones y tres siglos de experiencias, ¡es desesperante!

108 109
atañe a la productividad. Su crecimiento durante este período fue abundante literatura en ciencias sociales. Ahora bien, sorprendente-
excepcional en relación con la historia del capitalismo. Éste se de- mente, la noción de desarrollo sostenible se ha propagado de ma-
bió a la reconstrucción y al consumo de masas en un contexto de nera autónoma, sin que la disposición junto al sustantivo siempre
petróleo barato, condiciones no reproducibles y del cual precisa- se realice. Parece existir una relación más fuerte con el mundo del
mente hay qne alejarse. Incluso con esas hipótesis optimistas y medio ambiente que con el del desarrollo». 23
heroicas, la emisión de gas de efecto invernadero sería todavía de Uno de los orígenes de la idea de sostenibilidad se encuentra,
4,4 toneladas por año y habitante, es decir, una cifra muy superior como hemos visto, en los modelos de <(silvicultura» elaborados a par-
a la norma deseable. 18 tir del siglo XVIII. «El recurso biológico, señala Franck-Dominigue
En consecuencia, muchos partidarios del desarrollo sostenible Vivien, es considerado como una especie de capital natural cuya ges-
renuncian ahora a vincularse desesperadamente al crecimiento. «El tión hay que optimizar a largo plazo. Uno de los objetivos a alcanzar
desarrollo sostenible, dice Enzo Tiezzi, es un concepto completa- es el de «r~dirl)j~§Q§t~Jtil?J~Jlt'ili!W...Q>> (ma:x:inzu;n sustainable )'ield)
mente diferente del crecimiento sostenible, que es un sinsentido». 19 es decir, la cantidad máxima de recursos susceptible de ser explotada
La posición «desarrollo sin crecimiento» ha congregado un cierto en cada periodo sin perjudicar su capacidad de regeneración; dicho
número de adeptos, desde Herman Daly hace un tiempo hasta de otro modo, el consumo máximo de recursos que puede ser reali-
Michel Mouse en la actualidad. «Crecínzíento sostenible son térmi- zado indefinidamente a partir de las reservas existentes)). 24 Es evi-
nos contradictorios, desarrollo no lo es», declaraba la Unión inter- dente que esta conducta prudente no tiene nada que ver con el desa-
nacional para la conservación de la naturaleza (UICN) en 1991. rrollo que realmente exisre. Al hacer esto, incluso considerando que
Ésta es también la posición del informe Meadows de 2002, 20 sería «rendimiento sostenible máximo)), estas medidas contradicen
(Í,o «sostenible)) es tan chic que se pone en todas las salsas: la lógica mercantil. «El tiempo de regeneración del recurso maderero,
sostenibilidad social, sostenibilidad financiera, ciudades sostenibles, señala otra vez Vivien, corre el riesgo de entrar en contradicción con
gestión sostenible, organización sostenible, consu1no sostenible, la gestión financiera a corto plazo que obedece a la lógica de la acu-
etc. 21 Hasta el punto que sólo haría falta hablar de u¡sostenibilidad mulación capitalista)), 25 e incluso simplemente al imperativo de cre-
sostenible!». 22 Es la fascinación por la sostenibilidad lo que permi- cimiento, que, sin embargo, es lo que preside el desarrollo.
te <'salvar)) el desarrollo y explica en parte la sorprendente resiliencia El problema es igual para la gestión, ya evocada, de la riqueza
d~l concept0«~n la ex~r~s~ón, señalan Corinne Gendron y Jean- pesquera. A pesar de la convención de 1949 sobre la pesca en el
P1erre Reverte, la sosten1b1hdad no parece ser más que un califica- Atlántico noroeste, que estipulaba que el objetivo era alcanzar el
tivo ligado a un sustantivo que ha sido, es y será objeto de una rendimiento máximo sostenible, la enfermedad del crecimiento y
del desarrollo provocó una «sobrepesca». L.a FAO (Organización de
las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura) conside-
18. l)enis Bayon, «L)ecroissance économique>1, art. cit. ra que el 70% de las existencias pescadas comercialmente están en
19. Enzo Ticzzi, prólogo a Nicola Russo, Fílosofia ed ecología, Guida Editori, situación de sobreexplotación. En este caso sería necesario un ver-
Nápoles, 1998, y Enzo Tiezzi y Nadia Marchettini, Che cos'e lo sviluppo
dadero «crecimiento negativo» antes de pensar en un «a-crecimien-
sosteníbíle?, Donzeili, Ro1na, 1999.
20. \léase sobre este punto franck-i)ominique Vivien, Le lJ1'w!e;;ooT!nct to» sostenible ... Este esquema de «sostenibilidad)) es el que se im-
soutfn11hle, op. cit., p. 22.
21. \léase Isabelle Roben, «La diffusion du concept de dévcloppe1nent du-
rable au sein des familles: une étude exploraroire», Rt:chcr;;hcs f11ni/:aft,, n. 3, 23. Corinne Gendron y Jean-Pierre Reverte, (<Le développernent durable>)
«La fanlilie>1, 2006. É('onomies et sociétés, serie F, n. 37, 2000, p. 111.
22. Hennan Daiy, Beyond Growth, op. cit., p. 9 citado por Franck- 24. Franck-Dominique Vivien, Le Développc1nent soutenable, op. cit., p. 65.
Don1inique Vivien, Le Dévr:!nj'lj:Onent soutenahle, op. cit., p. 4. 25. Ibíd., p. 64.

11 o 111
pone para una gestión prudente de los recursos naturales renova- ya no sería¡i de crecimiento, sino de viabilidad ecológica y de jus-
bles, y este, más o menos, era el que reinaba en las sociedades «tra- ticia sociaL;}. 29
¿
dicionales». En lo que atañe a los recursos no renovables, la gestión
tendría que ser infinitamente más prudente. Sin embargo, lo que
realmente eleva nuestra economía moderna es la utilización masi- El desarrollo sostenible como pleonasmo
va de fuentes de energía fósil, el carbón durante la época del capi- Podemos decir que desde sus orígenes implícitos como proceso
talismo <<carbonífero» (Lewis Mumford) y el petróleo, ese «regalo histórico hacia 1750 con el take ~ff'(dcspegue) de la industrializa-
provisional del pasado geológico de la Tierra»,26 en el sistema «ter- ción británica, o desde sus orígenes explícitos como política deli-
mo-industrial» contemporáneo. «El modelo productivista contem- berada lanzada por Harry Truman en 1949, el desarrollo ha sido
poráneo, señala Yves Cochet, intrínsecamente ligado al intercam- repensado y vestido con traje nuevo. Por el socialisn10 utópico y
bio desigual de energía por medio de la extracción de hidrocarburos, después científico, en el primer caso, y por la estrategia de eufemi-
no podrá sobrevivir sin el petróleo, materia irremplazable de la zación por medio de un adjetivo en el segundo.
perennidad del sisrema27 », salvo para los «filósofos cornucopianos Este segundo caso, al que nos limitaremos, nos ha hecho entrar
mediáticos». , en la era de Jos «desarrollos en partículas,,. 10 Hemos vistos desarrollos
Así, el objetivo de la sosrenibilidad puede definirse como el no «autocentrado~», <<endógenos», «participativos», <<comunítarios», «au-
decrecimiento a través del tiempo de las existencias de capital na- ténticos», «autónomos y populares», «equitativos», e incluso un de-
tural. EJ «capital natural crítico}> sería entonces el conjunto de los sarrollo «sostenible regulado» (Transversales), un desarrollo <<huma-
elementos proporcionados por la naturaleza del cual las generacio- no sostenible» Qean Gadrey) y un desarrollo «humano, sostenible y !,!
nes futuras no pueden prescindir. equitativo» Qacques Généreux). ¡Se llega incluso a triplicar la partí-
::

lwa prudente «reproducción>> de los ecosistemas sociales tradi-
cionales no iinplicaba necesariamente el estancamiento, y toda-
cula! Y esro sin hablar del desarrollo local, del microdesarrollo, del
ecodesarrollo, e incluso del ecodesarrollo sostenible (WWF),
i
vía menos, la regresión, sino una evolución mesurada fuera del del endosarrollo o incluso del etnodesarrollo. Con el desarrollo «eco-
obsesivo culto al crecimiento. El problema es que «el modelo de ecuo-auro-sostenibb ¡Alberto Tarozzi se lleva la palma en el arre de
desarrollo seguido hoy en día es fundamentalmente insostenible, ensartar calificativos!3 1
más allá de las falacias que rodean al concepto de desarrollo sos- Se trata de una tentativa mágica para conjurar la maldición de
tenible», declara Michel Petit, experto del GIEC (Grupo francés la empresa desarrollista. Sin embargo, al añadir uno, dos, tres o
lntergubemamenral de Estudio del Clima), miembro del Conse- cuatro epítetos al concepto de desarrollo, no se pone realmente en
jo General de las Tecnologías,_.de la Información francés. 28 Es lo duda la acumulación capitalista. Como mucho se le añade un com-
menos que podemos decir./Si considerásemos seriamente la ponente ecológico o un aspecto social, como hace tiempo se le aña-
«sostenibilidad,,, esto supondfía llevar a cabo una transformación dió una dimensión cultural. 32
cuyo trasfondo sería <<Un proceso de decrecimiento material y de
reconsideración de la riqueza basado en nuevos indicadores que 29. Yves Cachet y AgnCs Sinal, Sauvcr la Terre, op. cit., p. 113.
30. Marc Poncelet, Une utopie post-tíers-mondiste. La diinrn;ion culturelle
du divr!oppn11cnt, LHarmattan, París, 1994, p. 76.
26. Richard Heinberg, The Party's over, Clairview Books, 2005, citado por 31. Alberto "farozzi, Ambiente, lVfigrazioni, Fiduáa, CHarmattan Italia,
Yves Cochet, Pétrole apocalypse, op. cit., p. 81. Turín, 1998.
27. Yves Cachet, Pétrole aporaf:¡psc, op. cit., p. 163. 32. La dimensión cultural, señala Marc Poncelet, parece conferirle una di-
28. (~itado por Jean- Pierre Dupuy, Pour un catastrophismc éclairé, Quand mensión humana a una problemática demasiado secamente ambienralista. Le
l'impossible est certain, Seuil, París, 2002, p. 30. añade un suplemento de alma, un don de gentes, una profundidad filosófica

Il2 Il3
Según Attac, «el desarrollo sostenible es un pleonasmo, si el desa- crecimiento no son sostenibles ni en la teoría, ni en la práctica. 36
rrollo se define por los cambios cualitativos sinónimos de mejora del Tal como señala Nicholas Georgescu-Roegen «El desarrollo soste-
bienestarl>. 3·3 Lo que no es del todo exacto porque la mejora del bienes- nible no puede en ningú.n_ caso ser separado del crecimiento econó-
tar no es necesarian1ente compatible con la regeneración de la biosfera, mico. [ ... ] De verdad, ¿alguien ha podido jamás pensar que el de-
pero, por el contrario, esto sería verdad si la definición de desarrollo sarrollo no implique necesariamente algún crecimiento? 37 «En todo
precisara que tiene que ser «respetuoso con el medio ambiente». De caso, para los autores del informe Brundtland que lanzaron la ex-
hecho, esto es así; se trata claramente de una tautología si adoptamos presión, no hay ninguna duda. Proponen una cifra de crecímiento
la definición corriente del desarrollo de Rostov como self-sustaining anual del 5 a 6o/o para los países en desarrollo y de 3 a 4% para Jos
growth, es decir, crecimiento autosostenido (duradero). Si, efectiva- países industrializados. 38 ¿Por qué? Una publicación del «Forum
mente, el desarrollo es un crecimiento autosostenible, adjuntarle el de la Haute Route», Objectif 10% de croissance, lo explica, 39 así
ca1ificativo «duradero» o <'sostenible}) es redundante. como los informes de la CNUCYf) para luchar contra la pobreza.
El diccionario de ciencias económicas dirigido por Claude Mientras estemos en un mundo que se haya encantado con la eco-
Jessua, Christian Labrousse, Daniel Vitto y Damien Gaumon se nomía, contaremos con el crecimiento para remediar los daños
refiere claramente a esto. 34 Define de esta manera el concepto de ecológicos y sociales que ésta engendra.
desarrollo: <'En un primer sentido tradicional, el desarrollo econó- Para concluir con este punto, apelemos sólo como refuerzo, al
mico es un crecimiento del ingreso por cabeza, duradero o testimonio, nada sospechoso de simpatía con nuestras tesis, del
autosostenido, y ampliamente difundido entre las diferentes capas director de asuntos económicos de la OTAN. «Fuera de cualquier
de la población. En un segundo sentido, el desarrollo es el acceso prejuicio ideológico, es evidente que sólo existe un tipo de modelo
progresivo de la población a la satisfacción de sus necesidades fun- de desarrollo. Es el que permite realizar el crecimiento económico.
damentales o más sencillamente, una reducción progresiva y dura- No hay alternativa al crecimiento cconómico». 4º De cierta mane-
dera de la pobreza. En un tercer sentido, se trata de la mejora de las ra, Ignacy Sachs también llega a la conclusión lógica en cuanto a la
capacidades humanas, lo que fue claramente puesto en relieve por inutilidad o a la redundancia del epíteto «sostenible»: «Tal vez haya
Amartya Sen (premio Nobel de Economía, 1998), y anteriormen- llegado el momento de proponer una revolución semántica y de
te en Francia, sobre todo por F. Perroux>).
El pleonasmo es todavía más flagrante con la definición dada
por Mihajlo Mesarovic y Eduard Peste!. 35 Para ellos, es el creci-
miento homogéneo, mecánico y cuantitativo lo que es insosteni- 36. Un aumento del ingreso (en el sentido hicksiano) sin dañar el capital
ble, pero un crecimiento «orgánico» definido por la interacción de natural pern1itiría afirmar que un crecimiento sostenible es una contradicción
en sus ténninos, no un desarrollo sostenible. Véase (--;ianfranco Bologna (<lir.),
los elementos sobre la totalidad es un objetivo soportable. Ahora Italia rr1.parf dí fitturo, op. cit., p. 32, sq.
bien, esta definición biológica, ¡es precisamente la del desarrolio! 37. Nicholas Georgescu-Roegen, An Enúgru1zt J~·un¡ a Devc/oping
Las sutilezas de Hermann Daly al intentar definir un desarrollo sin Aut.7hic¡;,."!j~l?ir'1l 1Votn l, en J.A. Kregd (dir.), Rero!lertions ofFnii 101t Er,;rm,:_;,t;,
0

Jvfaunillan, Londres, 1990. p. 14 citado por l\1auro Bonaiuti, La teoría bioeco-


;;,;;nii::a, op. cit., p. 54.
con indicadores humanos)) (Une utopie post-tiers-mondiste. La diinension cu!turelle 38. Franck I)on1iniquc Vivicn, "I-lisroire d'un mot, hístoire d'une idée: le
du dh:e!oppen!f'nt, op. cit., p. 21). dévdoppement durable al' épreuve du temps)), en Marceljoliver, Le dh;rf(![;tr"zn::
33. Attac, Le déve!oppenunt a-t-il un avenir?, Mille et une nuits, París, 2004, dNrah(f', de l'utopie au cc1;;cpt. De ,,,..,:,rr,111x chc;1tfcrs pour la rcchcrchc, Editions
p. 78. sientifiques et ~1édicaks. F'.lsevicr, Tssy-Les-l\1oulineaux, 2001, p. 58.
34. Dictionnaire des sciences éconoJniques, PUF, París, 2001. 39. tdouard Parker (dir.), Obja·tif10% de croiss1111ce, Critérion, París, 1993.
35. Mihajlo Mesarovic y Eduard Pestel, Strategie per sopravívvcre, Mon- 40. Citado en Yves-Marie Laulan, Le tíers-monde et la crise de l'c;n·irm:-
dad.orí, Milán, 1974. 1u·7o:n1t, PlJF, París, 1974, p. 107.

114 115
volver al término «desarrollo» sin ningún calificativo, a condición, aquí, leemos en el opúsculo de Attac, es pues de rechazo al desarro-
claro está, de redefinido en tanto que concepto pluridimensional».41 llo actual, que se encuentra totalmente descalificado y de opción a
Es el mismo desarrollo «sin cualidad» que Attac propone «recali- favor de un desarrollo radicahnente recalificado». 44 Naturalmente,
ficar» humanizando y reverdeciendo su contenido o por lo menos el la razón que explica y autoriza este resurgimiento y permite, contra
vocabulario. lgnacy Sachs nos revela el fondo de su pensamiento cualquier evidencia, pretender que el desarrollo sostenible, es fi-
contraatacando. las tesis de los objetores de crecin1iento: «Los nalmente lo mísmo ¡que la sociedad de decrecimiento!, aunque con
posdesarrollistas [... ] empiezan también a poner en duda el concep- otro non1brc, es la persistente creencia en la naturalidad/universa-
to de desarrollo, como si fuera malo querer dar un contenido social lidad de la economía y la fe en el progreso. Decimos contra cual-
al proceso de crecimiento y transformación, o al pretender respetar quier evidencia, porque si hubiera (y ya sería afortunado que así
también los condicionamientos ambientales; como si fuera repro- fuera) convergencia sobre ciertas 1nedidas concretas a tener en cuen-
chable, en otras palabras, oponer a un crecimiento gobernado por ta, existe una total diferencia de análisis entre los que, desde los
las fuerzas del mercado, la idea de un proceso basado en un años sesenta, denuncian la impostura del desarrollo y los «huma-
voluntarismo responsable, capaz de sobrepasar la miopía y la ausen- nistas» que desde siempre han sido sus cómplices.
cia total de sensibilidad social que'caracterizan al mercado. Por mi Es sorprepdente ver este punto de vista retomado por un au-
parte, pienso que .mds que nunca, el desarrollo es un concepto clave». 42 tor, que sin e1nbargo parece instruido, Alain Caillé, que intenta,
Efectivamente, volvemos a encontramos ante la misma resi- caricaturizando nuestras posiciones, encerrarnos en la siguiente
!iencia del desarrollo y del desarrollismo que en el caso de la paradoja: desarrollo sostenible = PNB verde = decrecimiento
sostenibilidad explícita, y ante una verdadera alergia al decrecimien- convivencia!= rechazo del desarrollo sostenible. Un esquema así se
to en los espíritus progresistas y alterrnundialistas. Aunque parecía basa en reducir la construcción de una sociedad de decrecimiento a
que la globalización había golpeado mortalmente a la ideología del una internalización de los efectos externos. Ésta, como veremos,
desarrollo, podemos observar, desde hace poco, su retorno con fuer- no tiene otro objetivo que el de demostrar la absurdidad del desa-
za, tanto en el Sur como en el Norte_ y tanto en el pensamiento rrollo sostenible. De hecbo, Caillé se esfuerza eu «salvar ia posibi-
dominante como en el «altermundialista1>. En el Sur, en el ámbito lidad teórica de un desarrollo)). De la aspiración, absolutamente
oficial, es la agenda de Doha para el desarrollo; en el ámbito alter- legítima, de todo eÍ inundo a la plenitud de su ser y a la igualdad
nativo, es la denuncia de Martin Khor, en forma de agenda democrática (algo idealizada desde la modernidad occidental), lle-
antidesarrollo, así como la acción de la red GlobeNet3 y la del ga a la demasiado rápida conclusión de la legitimidad de aspirar al
filipino Nicanor Perlas a favor del desarrollo sostenible. En el Nor- crecimiento y al desarrollo. Únicarnente el crecimiento permitiría
te, las declaraciones suscitadas por Ignacy Sachs son un eco, me aliviar la miseria en los países pobres. 45 Y todo esto aunque él no
parece, de las presentadas en el Foro Social Europeo por Jean-Marie ignore que es precisamente este crecimiento eí que engendra la
Harribey como representante de la posición de Atrae, que se aña- miseria, ni se rebele contra el hubris, la desmedida del desarrollo.
den a las defendidas por René Passet. 43 «La orientación adoptada El rechazo a poner en duda un sistema profundamente injusto y
destructor le lleva a denunciar el «pesimismo inherente al espectro

41. Ignacy Sachs, Tiers-Monde, n. 137, p. 54. Añade: ((Es la ocasión de


pr9fundizar en el concepto 'desarrollo'» (ibíd., p. 60). 44. Sobre el contenido de esta recalificación, véase nota 2, p. 254, Attac,
42. En Christian Comeliau (dit.) Brouit!ons pour !'avenir: contributions au Le dé-i:cicptn11cnt a-t-il un ,1vcnir? op. cit., p. 205-206.
débat sur les alternatives, op. cit., p. 169. 45. «El objetivo de crecüniento sin el cual no vemos cómo se podría superar
43. Véase también el debate con Christian Comeliau en el número de ju- la miseria en los países pobres» («Sur l'idéal du développement durable)1, en Dé-
nio de 2002 de f!ouJ1e,1ux Cahicrs de /'!UED. penser ro11tre le fot<J!ismt, La Découverte, París, 2005, p. 239).

116 117
del decrecimiento)) en lugar de ver el optimismo de una apuesta Attac en la obra citada. 48 ¡Algunos se pretenden incluso favorables
sobre la alegría de vivir para contrarrestar la tendencia al suicidio a la vez al decrecimiento y al desarrollo sostenible!
de la sociedad de decrecimiento. I,a Conzission écologie des Alternatifi va todavía 1nás lejos. 'T'ras
El calificativo «sostenible}) aparece entonces como una hi- haber rechazado explícitamente el desarrollo sostenible-esta «en-
pótesis ad-hoc para intentar salvar lo que se pueda del paradig- cantadora canción de cuna» según los términos empleados por
ma del desarro)lo, que se ha quedado bien deslucido tras sus Nicholas Georgescu-Roegen desde 1992- y adoptado el decreci-
repetidos fracasos y que, en el ambiente de los negocios y las miento, se agarran a la última tabla de salvación del desarrollo, el
instituciones de Bretton Woods, ha sido reemplazado por la desarroHo humano. 1<Por nuestra parte, no rechazamos el término
globalización. La resiliencia del desarrollo se basa en la no me- «desarrollo» desde el momento en que se trata de un proceso que
nos sorprendente resiliencia del progreso. Tal como lo expresa contribuya al florecimiento del ser humano. El desarrollo alterna-
admirablemente Cornelius Castoriadis: «Ya nadie cree realmente tivo, o «alterdesarrollo», engloba todas las actividades que contri-
en el progreso. Todo el mundo quiere tener algo más para el año buyan a su emancipación: la creatividad, la ciudadanía, la educa-
siguiente, pero nadie cree que la.Jelicidad de la humanidad se ción, la cultura, el ocio físico, las relaciones sociales ... 49 « I)e hecho,
encuentra en el aumento del 3%anual del nivel de consumo. El estamos claram~nte en la misma línea de 1\ttac, que escribe: (<Deci-
imaginario del crecimiento siempre existe: es incluso el único n1os, pues, claramente que no hay ninguna razón para no seguir
que subsiste en el mundo occidental. El hombre occidental ya 1lan1ando desarrollo a la posibilidad de todos los habitantes de la
no cree en nada, excepto en que pronto podrá tener un televisor Tierra de acceder al agua potable y a una alimentación equilibrada,
de alta definición)). 46 Y es esto lo que le impide adherirse al de- a la salud y a la educación.» 50
crecimiento. Esta posición, que se esfuerza en sacar el máximo partido de
«Si cuando hay daños sociales y ecológicos demasiado impor- la separación conceptual entre creci1niento y desarrollo, es difí-
tantes, protestan los autores del opúsculo de Attac, no podemos cilmente sostenible en la teoría y en la práctica. El desarrollo eco-
hablar de desarrollo, no deberíamos volver a considerar a los países nómico ha estado siempre ligado al crecimiento. No se les pide,
llamados desarrollados como desarrollados.)) Nada más apropiado, es cíerto, a los movimientos ni a los partidos políticos hacer de
efectivamente. Y, nosotros añadiríamos, no deberíamos volver a sus programas tratados teóricos, pero la increíble confusión man-
considerar a los países subdesarrollados como subdesarrollados. Este tenida en ese punto repercute en la cabeza de sus miiítantes.
olvido es claramente una marca de etnocentrísmo. Y el autor no La insistencia en el cualitativo provocará que deje de ser un tér-
puede evitar añadir con pertinencia: «Esto es como mínimo curio- mino económico debido a su desligarniento del aspecto cuantita-
so». 47 Es cierto. Constatamos la misni.a paradoja con la definición tivo. Es lo que nos proponen, en apariencia, con el desarrollo
papal del desarrollo en la encíclica Populorum progressio: sEl desa- «humano». Pero entonces, ¡dejemos sobre todo a los expertos,
rrollo sólo puede ser el de rodo el hombre y de todos los hombres». teólogos y filósofos, y no a los economistas, glosar sobre el pro-
Ningún país, en ese sentido, ha sido jamás desarrollado. F.s sin greso, que nos ha hecho pasar de Sócrates a Bush junior! Pero de
embargo ese «proyecto de desarrollo humano del cual se podrían lo que se trata en todos los debates es del desarrollo económico (y
beneficiar todos los seres humanos presentes y futuros» el que retoma es un antiecono1nista quien lo dice ... ) «¡Es cuando menos iróni-

46. Cornelius Castoriadis,' [Jne g1ciété a la dirive, op. cir., p. 220. Véase 48. lbíd .. p. 171.
también mi obra: La Méga-machinc: raíson technoscicntijiquc, raison écononúque 49. Roland Merieux, documento para el lanza1niento de los estados gene-
et mythe du progr?:s, La Découverte, París, 1995, tercera parte. rales del decrcciiniento, Lyon, octubre de 2005.
47. Attac, Le dévc!oppcrncnt a-t-il un avenir?, op. cit. p. 79. 50. !bid., p. 183.

118 119
coque sean los que siguen el modelo de destrucción consumista planeta para intentar resolver el reto de una «buena» vida o de
los que hablan de desarrollo sostenible!, declara el responsable de una sociedad feliz. 54
Ekta Parishad, una ONG india. Son ellos los que han desencade- Podemos decir que al seguir propagando el eslogan del desa-
nado las fuerzas del mercado, responsables de la destrucción de rrollo sostenible nos hace1nos conciente, o inconscientemente, pro-
nuestro modelo sostenible>>. 51 Finalmente, concluye justamente pagadores del virus desarrollista. «La estrategia de integración de la
Jean Aubin, «se llama desarrollo al acceso de una franja ínfima de variable ecológica en el sistema productivista, señala pertinente-
población al coche individual y a la casa climatizada. Se llama mente Jean-Paul Besset, lleve el nombre que lleve-«desarrollo sos-
desarrollo al aumento de la fractura social entre esta ínfima mi- tenible)), «crecimiento suave)), «inrernalización))' «rnatrimonio en-
noría que accede a una riqueza insolente y la masa de la pobla- tre la economía y la ecología»-, no tiene otra función que la de
ción confinada en la miseria». 52 confortar la preeminencia de lo económico. Nos quedamos en el
El problema con el concepto de desarrollo es que se trata de tratamiento de los efectos sin jamás analizar sus causas. Ahora bien,
una palabra «plástica» (o «ameba))), en el sentido que le da el lin- al co111batir el efecto, se refuerza la causa. Mantenemos el daño. El
güista Uwe Pürsken, discípulo de !van lllich. «Lo que caracteriza sistema productivista, jamás falto de dinamismo, siempre con ca-
a una palabra «plástica», es el haber pertenecido antes a la lengua pacidad de re_cuperación, encuentra allí una segunda juventud: tie-
corriente, en la que posee un sentido claro y preciso (el desarrollo ne el campo abierto para nuevos mercados suplementarios y sigue
de una ecuación), de haber sido luego usada por la lengua cuita así manteniendo el reflejo.del espejo de las ilusiones)). 55 Lo más
(el desarrollo de las especies de Darwin) y de ser hoy en día recu- grave en este asunto, es que nos hacemos cómplices de la infección
perada por la lengua de los tecnócratas en un sentido tan extenso de las poblaciones no todavía (o no demasiado) contaminadas por
que no significa nada más que lo que quiere hacerle decir el locu- el virus y que no desean el desarrollo. Podemos decir que, al empu-
tor individual que la emplea. 55 El desarrollo es además un con- jar a todo el mundo a hacer co1no los americanos y a contar con
cepto genéticamente occidentalo-centrado, contiene el hubris, por se.is planetas, la ideología desarrollista ha sido «la mayor arma de
el sólo hecho que implica una ausencia de límites. No se dice destrucción masiva,,5 6 imaginada por el ingenio humano. Como lo
nunca desarrollo de qué, para qué o por qué, ni tampoco hasta demuestra la catástrofe ecológica y social planetaria que China nos
dónde. Un desarrollo infinito en un mundo finito no tiene más prepara, lo que se tendría que hacer es lo contrario: intentar
sentido que un crecimiento infinito. Al menos en biología, el descontaminarse y circunscribir la plaga.
desarrollo y el crecimiento encuentran sus límites con el declive y
la muerte que siguen a la madurez. La ideología del progreso hace
entrar a la inmortalidad en el corazón de la mitología económica.
El crecimiento infinito y artificial de las necesidades y aquel de
los medios para satisfacer una parte de éstas, impiden afrontar los
límites de la condición humana y afrontar la finitud de nuestro
54. «Si no quiere llevar a cabo una ruptura definitiva con el sistema al que
pertenece, la ambición humana se encuentra confrontada al reto de imponerse
límites, de redefinir su ca1npo de acción, de reorientar sus técnicas, sus econo-
51. Citado por Jean Aubin, Croissanre: L'impossible nlrcs.:aire, PlanCte bleue, mías, sus intercambios, de reevaluar sus deseos, de cambiar de imaginario y de
Le Theil, 2003, p. l 42. representación del mundo» Uean-Paul Besset, Connncnt ne plus étre progrcssiste..
52, !bid., p. 144. sans devenir réactionnaire, op. cit., p. 25).
53. lJwe POrsken, Piastikworter. Die sprachc eincr inten1ation,1/-f'n Diktat-ur, 55. !bid., p. 195.
Klett~Cotta, Stuttgart, 1988. citado por Gilbert Rist, Le Dévr-!o¡pc1nr11t. Histoire 56. Mathis Wackernagel, <di nostro pianera si sta esaurendo)), art. citado,
d'une croyance occidentalr, Presses de Sciences-Po, París, 1996, p. 23. p. 103.

120 121
V. ¿EL CRECIMIENTO TIENE QUE SER
DEMOGRÁFICO?

Procreare e oggi un delitro ecologico.


PlER PAOLO PASSOLINI 1

Si la insuficiencia de recursos naturales y los límites de la capacidad


de regeneración de la biosfera nos condenan a replantearnos nues-
tro modo de vida, la solución perezosa consistiría en reducir el
número de sucesores/ derechohabientes con el fin de restablecer una
situación sostenible. Esta solución le conviene bastante a los pode-
rosos de este mundo porque no perjudica las relaciones sociales ni
las lógicas de funcionamiento del sistema. Para resolver el proble-
ma ecológico, sería suficiente con ajustar la talla de la humanidad
en relación a las potencialidades del planeta. Y aunque casi todos
los autores de referencia del decrecimiento, los que pusieron en
evidencia los límites del crecimiento (Jacques Ellul, Nicholas
Georgescu-Roegen, Ivan Illich, René Dumont, entre otros), han
alertado de la sobrepoblación, no son, sin embargo, en su mayoría,
defensores del sistema ... Incluso para Castoriadis, da relación en-
tre la explosión demográfica y los problemas del medio ambiente
es evidente». 2 Por consiguiente, el problema demográfico constitu-
ye un elemento indudable del debate sobre el decrecimiento. No
obstante, se trata de un problema particularmente delicado. Las
posturas adoptadas sobre el tema son siempre pasionales, porque
al tener relación a la vez con las creencias religiosas, con el proble-

l. «Procrear es hoy un delito ecológico>) Carta abierta a Alberto Moravia en


el Corriere Della Sera, 30 de enero de 1975, retomado en Scritti corsari, Garzanti
Libri, Milán, 2005, p. 107.
2, Cornelius Castodiaris, Une société a la dérive, op. cit., p. 243.

123
ma del derecho a la vida, con el optimismo de la modernidad y con gración. El demógrafo Alfred Sauvy es un buen representante de
su culto a la ciencia y al progreso, corren el riesgo de deslizarse esta aspiración al crecimiento demográfico. Francia, según él, po-
velozmente hacia el eugenismo, e incluso hacia el racis1no, en nom- dría fácilmente soportar una población de 100 millones de habi-
bre de un darwinis1no racionalizado ..La amenaza demográfica, real tantes, y la Tierra, de 50.000 millones. Una población abundante
o imaginaría, puede ser fácilmente instrumentalizada para llevar a sería favorable a un fuerte crecimiento, que sería, asimismo, fuente
cabo formas de ecotota!itarismo. F,s iinportantc, en consecuencia, de bienestar para todos. Este optimismo encajaba perfectamente
estudiar las diferentes dimensiones del problema y considerar los con la filosofía «COrnucopiana» dominante en ese período. Jacques
argun1entos presentes, antes de pronunciarse sobre el tan1año de Ellul, poco sospechoso de maltusianismo o de ecofascismo, fue una
una humanidad {{sostenible». de las raras personalidades en denunciar en ese momento la irres·
ponsabi!idad y la absurdidad del crecimiento demográfico en con·
sonancia con el crecimiento de la producción.
El optimismo demográfico beato En el tercer mundo, señala él, la esperanza de vida es superior
Es en el mon1ento en que occi~lc_nte entra; con el descubrimiento hoy en día a lo que era en Francia cuando nació el presidente
de Cristóbal Colón, en el tiempo de un mundo delimitado, que Mitterrand .... Alegrémonos por ello. Sin embargo, esta «buena
empieza a basar su econ?mÍa en la perspectiva de unos recursos noticia» plantea un problema que se presenta de esta manera: «la
infinitos. Paradójica1nente, la econo1nía inventa la escasez, y se re- sociedad está cargada de una masa considerable de ancianos que
vela a la vez optimista y pesimista. Optimista, porque el ho1nbre) hay que mantener y cuidar. Empieza entonces la gran carrera: para
al convertirse en dueño y señor de la naturaleza, lo ve todo posible. compensar el gran número de ancianos, hacen falta aún más ni-
Pesimista, porque la desaparición de los bienes comunes, tras la ños, ¡para que la pirámide de edad no se apoye en la punta! ¡Pero
clausura de los terrenos comunales, engendra una insoportable esto me parece de una imprevisión increíble! Porque, a fin de cuen-
miseria para el conjunto de los campesinos proletarios. 'Iodos íos tas, doblar o triplicar el número de niños producirá efectivamente
econo1nistas clásicos creían que el crecimiento se iba a encontrar el doble de trabajadores de aquí a veinte años, ¡asegurando la pro·
bloqueado por el estado estacionario. Al acabar con el factor ducción necesaria para el mantenin1iento de ancianos! Pero en se-
limitativo (la naturaleza) por un golpe de fuerza teórico, gracias al senta años tendremos dos o tres veces más ancianos ... ¿Es necesa-
subterfugio de la sustitubilidad de los f.:1.ctores_, los economistas rio seguir? ¡Esto querría decir que en cincuenta años la población
n1odernos han abierto la vía al optin1ismo descarríado que señalá- de un país se multiplicaría por diez, aproximadamente! ¡Esto es .
barrLos antes: la ciencia podrá resolver todos los problemas y el fi- simplemente absurdo! 3 Nos encontramos aquí con la paradoja de
nal del petróleo barato no es más que una crisis pasajera. «Esos la razón geométrica. Albert Jacquard, en L'Equation du nénuphar,
((negacionistas», que se agrupan en el seno de la Global Climate se limita a señalar que con un índice de crecimiento del 0,5°/o anual,
Coalition, apoyada por las firmas multinacionales y por su béroe la población humana, que era de aproximadamente 250 millones
Bjorn Lomborg, nos prometen una energía casi gratuita y casi ili- hace dos mil años, sería en la actualidad de 5.000 millardos. 4
mitada para mañana, e incluso un superho1nbrc capaz de resistir Ellul tampoco ignora las posibilidades de la técnica, pero se
todas las contaminacjones. pregunta sobre los peligros que comporta esta solución. La
Durante los «Treinta Gloriosos Años», las necesidades reales de sobrepoblación provocada por el progreso de la medicina engendra
.mano de obra de la economía capitalista de crecimiento y la bús-
queda permanente de un <<ejército industrial de reserva» por parte
del capital llevaron a los países desarrollados a la vía de la incita· 3. Jacques Ellul, Le Blufftcchnologique, op. cit., p. 643.
ción a la natalidad (incluso en las colonias) y al recurso de la inmi· 4. Albert Jacquard, L'ti_uation du nénuphar, op. cit.

124 125
un riesgo de hambruna, que puede ser resuelto mediante técnicas ba siempre más rápido que el crecimiento demográfico, según el
biológicas y químicas milagrosas, pero es a costa de la necesidad de departamento nortea1nericano de Agricultura, desde los años ochen-
enseñar a la gente a comer cualquier cosa. «Se trata, escribe Ellul, ta baja continuamente: -11 ºlo los cereales, - l So/o el buey y el corde-
de desestructurar los grupos y las personalidades: otra vez se logra- ro, -17º/o el pescado y crustáceos. Y no es con los recursos pesqueros
rá alimentar materialmente a la gente a costa de su destrucción naturales, ya casi agotados, con los que podremos contar para pa-
interna, física, y social. El precio que se tendrá que pagar es, una liar la escasez.
vez más, considerable, cualitativamente inmenso e inconmensura- Por lo de1nás, el cambio climático no arreglará las cosas. Dos
ble con la buena acción de la alimentación química». 5 Los especia- estudios llevados a cabo en Filipinas han demostrado que cada grado
listas piensan, efectivamente, en mutaciones genéticas para alimen- de temperatura suplementario se traducía en un descenso del 10%
tar a los desposeídos. En la actualidad, es técnicamente posible de los rendimientos agrícolas, Según Lesrer Brown, entre mediados
implantar en los colibacilos intestinales un gen especial, que per- de julio y mediados de agosto de 2003, la ola de calor que provocó la
mitiría a los estómagos de los pobres asimilar hojas de los árboles y muerte de 35.000 personas en ocho países europeos (aproximada-
alimentarse de la hierba del campo ... Así quedaría resuelto técni- mente la mitad en Francia) también redujo la cosecha de cereales en
camente el problema lancinante del hambre en el mundo, por lo Europa, desde.el este de Francia hasta Ucrania. Así pues, según las
menos mientras que se disponga de petróleo o de una energía bara- estirnaciones globales sobre los cereales del departamento norteame-
ta ilimitada. ricano de Agricultura, el resultado de la cosecha de trigo en Europa
Una vez más, la fe en la ciencia y la técnica resuelve todos los habría disminuido unos 32 millones de toneladas. «Para dar una idea
problemas del futuro, a falta de resolver los de hov, .. , El ambiente de la gravedad del hecho, es necesario señalar que eso corresponde a
optimista se basa ampliamente en extrapolacione~ estadísticas. Un la mitad de la cosecha norteamericana. En consecuencia, se trata de
campesino francés que alimentaba a siete personas en 1960, ali- un descenso nada despreciable». 7
menta a 80 cuarenta años más tarde -una hazaña que Malthus Si un crecimiento infinito es incompatible con un mundo li-
no había previsto. ¡La cantidad de maíz producida hoy en día por mitado, esto concierne también al crecimiento demográfico. La
cada hora de trabajo de un former nortea1nericano es 3 50 veces la población no puede, tampoco, crecer indefinidamente, La reduc-
obtenida por los Indios (:11.erokees! Esas cifras provocan vértigo, ción brutal del número de consumidores no cambiaría la naturale-
pero es conveniente conservar la prudencia «Nos vuelven a asegu- za del sistema, pero una sociedad de decrecimiento no puede elu-
rar, señala Jean-Paul Besset, que no hay nada que temer por la lle- dir el tema del régimen demográfico sostenible.
gada de 3.000 millones de nuevos habitantes sobre el planeta de
aquí a 2050, en la medida en que otras revoluciones verdes son
posibles, que nuevas variedades n1ás resistentes sal.en de los labora-
Cuál es la población mundial sostenible
torios, que la biotecnología mejora el rendimiento, que la
(¿Posible o deseable?)
acuicultura hace 1nilagros. F,sto es mucho 1nenos cierro [que la l,a amenaza del crecimiento demográfico
primera revolución verde, se sobreentiende]. E incluso, es tal vez El tema es saber, pues, cuál es la cifra de población «sostenible)).
completamente falso.>> 6 Mientras que la cantidad de cereales, de Para Nicholas Georgescu-Roegen, en 1975 no había duda de que,
carne y de productos del mar disponibles por habitantes aumenta- ya en ese entonces, la Tierra estaba superpoblada y que era necesa-

5. Jacques Ellul, Le Blujfted~i~~!og:'71;(', op. cir., p. 74.


6. Jcan-Paul Bes.ser, Co11nncnt ne plus étre sans der:enir 7. Lester Brown, ((Plan B: Com1ne afrontare la crisi alimentare incipien-
rfortinn11aire, op. cit., p. 57. tCtl, en Andrea Masullo (dir.) «EConmnia e ambiente», op. cit., p. 77.

126 127
río organizar una seria reducción de la población. Proponía enton- fuente no renovable nos condenaría a volver a una cifra de pobla-
ces, un programa cuyo punto 3 estipulaba una «disminución pro- ción compatible con las capacidades de carga sostenible del plane-
gresiva de la población hasta un nivel en el que una agricultura ta, es decir, a más o menos el número de población anterior a la
orgánica sería suficiente para alimentarla adecuadamente1>. 8 En la industrialización. ésta es la tesis sostenida, especialmente, por
misma época, René Dumont, en su programa L'Utopie ou la Mort9 William Stanton en su libro The Rapid Growth of Human Popu-
declaraba por su lado, <<¡No, un crecimiento infinito es imposible>), lationrn Es también debatida de la forma más seria en el seno de la
y preconizaba también un decrecimiento demográfico. Arne Naess, ASPO (Asociación para el estudio del peak oiÍ), al igual que las pers-
filósofo noruego, considerado como uno de los teóricos de la ecología pectivas eco totalitarias del citado autor. 1 t (<El escenario de reduc-
«profunda» (deep ecology), tras haber demostrado la amenaza que ción de la población con mayor probabilidad de éxito, según
representaba el ser humano para la biosfera, proponía en 1973 una Stanton, debe ser darwiniano en todos los aspectos, sin ninguna de
tesis programática en ocho puntos, cuyo quinto punto es el sigui_en- las sensiblerías que han mantenido a la segunda parte del siglo XX
te: «El esplendor de la vida y de las culturas humanas es co1npanble en la espesa niebla de lo políticamente correcto».
con la disminución substancial de la población humana. El esplen- Ese escenario, presentado como una programación voluntaria
dor de la vida no humana nec_esita esta disminución». equitativa y apacible, tiene como objetivo una reducción progresi-
Muy pronto, los filósofos cornu.copianos encontraron que esa va de la población en ciento cincuenta años hasta un índice similar
postura era maltusiana, ·e incluso sectaria, que significaba un re- al de la disminución del petróleo, para evitar la pesadilla de una
torno recurrente al pesimismo timorato y al oscurantismo de baja reducción brutal mediante guerras (incluida la guerra nuclear),
estofa. No obstante, es sin duda doblemente impropio calificar de matanzas, hambrunas, etc. Sus ingredientes son los siguientes: ,<J.,a
maltusiana esa postura. Por lado, porque Malthus se refería a la inmigración está prohibida. L-os que llegan sin autorización son
particular situación de la Inglaterra de principios del capitalismo, tratados como criminales. El aborto o infanticidio son obligatorios
en la que los trabajadores de la tierra habían sido expropiados por si el fero o el bebé se presentan muy incapacitados (la selección
la violencia, y, a raíz de ese hecho,_ artificialmente convertidos en darviniana elimina a los no apros). Cuando, por la edad avanzada,
supernumerarios. Por otro lado, porque, por muy sicofanta (Marx por un accidente o enfermedad, un individuo se vuelve más un
dixit) que haya sido, el «Siniestro pastor» demostraba un increíble peso que un beneficio para la sociedad, su vida es cesada de forma
optimismo al pensar que los recursos alin1entarios podían crecer humana. El encarcelamiento es raro y se reemplaza por castigos
indefinidamente según una progresión aritmética. corporales para los pequeños delitos y por el castigo capital sin dolor
Un análisis mecanicista de inspiración similar consiste en ha- para los casos más graves.» El autor es conciente de las oposiciones
cer notar que la población n1undial aumentó espectacularmen~e que pueden surgir al poner en marcha su esquema: «El mayor obs-
en la era del crecimiento econón1ico, es decir en la época del capi- táculo en el escenario que puede tener más posibilidad de éxito es,
talismo termoindustrial. El hecho de disponer de una fuente de probablemenre (en mi opinión), la devoción ininteligente del mun-
eneraía abundante y barata, el petróleo, permitió un salio prodi- do occidental por lo políticamente correcto, los derechos hu1nanos
gios~, pasando la población mundial de aproximadamente 600 y el carácter sagrado de la vida humana.» La respuesta es tan despia-
millones a 6.000 millones de individuos. La desaparición de esta dada como el diagnóstico: «A los sentimentalistas que no pueden
comprender la necesidad de reducir la población de la Gran Breta-

8. {<Lénergie et les n1ythes économiques)), retomado en La Décmi.csance, cita- 1O. William Stanton, Tñe Rapíd Grmcth o[ Human Popu!ation, op. cit.
do por Franck-Dominique Vivien, Le Dévcloppr:n1cnt soutcnahfe, op. cit. p. 1O1. l l. Newsletter de la ASPO, abril-mayo-junio-julio 2005. Véase
9. René Dumont, L'(Jtopie ou la Mort, Seuil, París, 1978. W\V\V.peakoil.net.

128 129
ña de 60 miilones a aproximadamente 2 millones en ciento cin- Sin embargo, el crecimiento demográfico es menos cuestionable
cuenta años, y que se sienten ultrajados por la propuesta de reem- que la adopción de la religi6n del crecimiento industrial. «En un
plazar los derechos humanos por una fría lógica, les podría respon- viaje que realizó a principios del siglo pasado por A<>ia, el americano
der: «Ustedes tuvieron su tiempo». Para de1nostrar de lo que es F.H. King informaba de «sistemas no industriales que permitían ali-
capaz, precisa: «Los actos violentos de protesta, como los que rea- mentar a 500 millones de seres humanos sobre una superficie más
lizan activist.as por ios derechos de los animales o los antiabortistas, pequeña que la totalidad del área agrícola de los Estados Unidos y
podrían, en un inundo darviniano, sufrir un castigo capiral». 12 sobre suelos que habían sído utilizados durante casi cuatro mil años». 15
Esta referencia casi obsesiva a un mundo darviniano es un eco f,sos sistemas se caracterizaban por el hecho que usaban principal-
a las cínicas declaraciones del pastor Malthus en su tiempo. Es, por mente trabajo humano y pocos inpnts externos. En particular, la
otro lado, la lectura de su ensayo sobre el principio de poblaci6n lo energía era mayoritariamente renovable y autoproducida». 16 El cálcu-
que inspiró en Dar\vin la tesis de la competencia de las especies. lo de la huella ecológica demuestra que tan sólo se sobrepasó la capaci-
Encontramos el mismo supuesto en muchos análisis de la geopolítica dad de sostenibilidad del planeta a partir de ! 960 17 • Ahora bien, en esa
americana, y esta visión tiene una cierta resonancia en la tesis deI época la Tierra tenía 3.000 millones de habitantes (contra mil millo-
choque de civilizaciones de Sarnuel Hunttington. Estas tesis neo- nes de 1860, es decir, antes de la era industrial). Dicho de otra manera,
maltusianas responden a la reproducción de un contexto de incluso si suponernos un cese-poco probable- de los beneficios de
«neorevolución» industiial: lo que se produce con la industrializa- la eficacia energética, la cifra 3.000 nlillones parece del todo realista.
ción de China y de la India es similar, a escala planetaria, a lo que Porque, por lo demás, desde el punto de vista estrictamente cuantita-
se produjo en Gran Bretaña en el siglo XVIII. El éxodo rural chino tivo, el potencial de utilización de los suelos estaría muy lejos de esrar
es colosal. De doce a quince millones de campesinos chinos aban- agotado. 18
donan la tierra cada año. Cada semana, en China, un millón de En cuanto a la demografía, ¿la evolución «natural» puede adap-
agricultores emigran hacia las ciudades del Sur, es decir, 150 millo- tarse a esas perspectivas económicas/ecológicas? «El índice de cre-
nes en estos últimos años y un número parecido en los próximos. cimiento demográfico mundial ha pasado del 2 al 1,3%, señala
Se trata de la mayor catástrofe humana de toda la bisroria. «El sue- Jean-Paul Besset, y es sin duda la mejor noticia que la humanidad
ño americano en China podría convertirse en la pesadilla del mun- haya tenido estos últünos años. Pero ese índice se aplica en la ac-
do», 13 según Lester Brown. Pero la sociedad de consumo y de co- tualidad a una población mucho n1ás numerosa y mucho más }o-
municación, absorbida por intensas frivolidades, prefiere mirar para ven. Es suficiente con medio niño más por mujer, 3 en lugar del
otro lado. China cuenta cada año aproximadamente 280.000 sui- 2,6 en la actualidad, para que en dos generaciones la poblaci6n
cidios, de los cuales, 150.000 son de mujeres. «Un(a) chino(a) se
provoca la muerte cada dos minutos. 14 Las rasas son tres veces más
elevadas en el campo que en la ciudad: el 58% de los suicidios han 15. L'Écologiste, n. 14, octubre de 2004.
utilizado un pesticida. 16. Silvia Pérez-Viroria, Les paysans sont de retou1; op. cir., p. 91.
17. Jean BriCre, presidente de Di111ngraf'hic et /!,cologie, basándose en las
energías renovables disponibles (esencialmente la biomasa), considera que un
modo de vida sostenible es posible para una población co1nprendida entre 1.000
12. Willia1n Stanton, The Rapid Gro1oth of HumrU'I Popu!ation, op. cit., y 3.000 niillones , teniendo en cuenta el grado de austeridad material aceptado
citado en ibíd. («El drama palestino y la crisis ecológica)), documento de trabajo).
13. Citado por Jean-Paul Besset, Cannncnt ne plus étre progrcssiste .. sans 18. Si creen1os la versión de Silvia Pérez-Vitoria, «a escala planetaria, el
devenir rf,1f'tion11,úre, op. cit., p. 153. 38o/o de las tierras son agrícolas y menos de un tercio de ese porcentaje está
14. Fuente: Le Qu()tidien du peuple, 24 de novien1bre de 2003, retornado cultivado, lo que representa 0,83 hectáreas de tierra agrícola y 0,25 hectáreas de
en Silvia Pérez-\'itoria, Les paysans sont de retour, op. cit., p. 116. tierra cultivada por habüante)) (Les paysans sont de retour, op. cit., p. 39).

130 131
.
·1·.·
... ·
mundial suba, no a 9, sino a 11.000 millones de habitantes. La tiva. Es evidente que si el nivel de vida norteamericano no es nego-
línea de cresta es extremadamente fina. La bomba P no ha sido ciable, será necesario eliminar a mucha gente ... Pero si acepta1nos
desact:ivada, sólo hace que la interrupci6n de la crisis del ser vivo se plantearnos el problerna llanan1ente, la situación no es tan dramá-
vuelva más urgente». 19 tica. La humanidad tendrá que dominar la situación imperati-
El decrecimiento demográfico suave es posible, tal como lo vamente.
demuestran d ejemplo italiano y el de gran parte de los países En resumen, nos equivocamos si sólo tratamos la cuestión des-
sobredesarrollados. Más allá de la estabilización en 9.000 o 10.000 de el punto de vista cuantitativo. Incluso si es posible sin violencia,
rnillones prevista por los demógrafos, ¿es posible imaginar una nueva el decrecimiento demográfico, aunque deseable, plantea también
transición, que llevara a un estado estacionario óptimo (de LOOO a temibles problemas (ver el drama del niño único en China y en
3.000 millones)? Evocando la tesis del fin de la humanidad de otros lados) en materia de educación, de costumbres y de relación
Christian Godin, Paul Aries pasa al otro extremo: <(Es muy proba- entre generaciones (sin entrar en el debate sobre la financiación de
ble que los índices de natalidad dd Norte que ya no pueden asegu- las jubilaciones ... ). La construcción de una sociedad de decreci-
rar la producción, se globalicen muy rápidamente en los países del miento tendrá que afrontar estos desafíos, pero las respuestas satis-
Sur. La humanidad se encamfoa pues, lentamente, hacia la muer- factorias no s9n· ni impensables, ni irrealistas.
te, simplemente porque ya no tendrá la voluntad de continuar»2º
¿Estamos ya superpoblad"os? Sí, indudablemente, si todo el mundo
consumiera como un norteamericano medio. Pero, a la inversa, la
práctica de la dieta por un burkinabés de base puede todavía ofre-
cer un amplio margen de maniobra. Mientras que en el primer
caso, la población tendría que decrecer para alcanzar aproximada-
mente mil millones de individuos, en el segundo, ¡todavía podría
aumentar hasta los 23.000 millones!
Aries demuestra un bello optimismo cuando escribe: «Seamos
serios: las producciones de base actuales sobrepasan ampliamente
las necesidades de toda la población mundial existente: se conside-
ra incluso que se podría producir un 23% más de productos ali-
menticios en relación con las necesidades nutricionales de la hu-
manidad)). 2 i Si la energía cotidiana necesaria para mantener a un
hombre normal es de 3.500 kilocalorías, el consumo francés en los
años setenta era 80 veces superior, es decir ¡el equivalente a 80 es-
clavos a nuestra disposición! Sea cual sea la arbitrariedad de esas
cifras, la noción de población mundial sostenible es del todo rela-

19. Jean~Paul Besset, Connnn1t ne plus ftre progressiste ... sans devenir
réaction11aire, op. cit., p. 110.
20. Christian Godin, La Fin de l'humanité, Chan1p-Vallon, Seyssel, 2003,
citado por Paul Aries, Décroíssance ou barbarie, op. cit., p. 85.
21. Paul Aries, Décr(Jirsanre ou barbarie, op. cit., p. 89.

U2 133
CONCLUSIÓN
¿ES EL DECRECIMIENTO
UNA AITERNATIVA?

En su cruzada a favor de una sociedad de decrecimiento, los «ob-


jetores de crecimiento» se ven confrontados a la exigencia de una
alternativa. Como lo señala de manera sintomática Christian
Comeliau, «la búsqueda de alternativas es hoy deseada por todos
los insatísfechos del desarrollo, y éstos son numerosos: constitu-
ye también la prolongación indispensable de cualquier crítica
radical de Jas concepciones y prácticas actuahnenre do1ninantes.
Pero esta búsqueda es de las que provocan vértigo, cuando el in-
vestigador, el responsable político, o el ciudadano descubren a la
vez la urgencia de nuevas soluciones y el vacío o la pequeñez de
las propuestas que les presentan». 1 La~ dirigida a las posi-
ciones de los defensores del posdesarrollo y del decrecimiento se
articula mayoritariamente en torno a dos puntos: la ~~s-~_\l_~_Í_<:t:__51!:
Rropuesras consqg_s:_r:ixas (¿qué pondrían en lugar del desarrollo
para remediar los verdadPros problemas?) y la _ex9-geració_µ e_n __ ~J_
rechazo al d.esauo1lo ( usredes rechazan lo esencial de la buena
economía junto a aspectos poco importantes del malliberalismo/
capiralismo). Por ejemplo, lgnacy Sacbs: «Negar hoy en día la
noción misma de desarrollo, ¿implica sustituirlo por qué cosa?
No he encontrado una mínima respuesta a esta pregunta en los
artículos que los posdesarrollistas publican desde hace unos años». 2

1. Christian Comeliau (dir.) Brouillons pour !'avenir: contributians au rllbt!t


sur les alternatives, op. cit., p. 27.

135
Es verdad que, en 2003, el movimiento del decrecimiento estaba eraras. No es, por otro lado, ni simple su presentación, ni fácil de
todavía en el limbo. Sin embargo, todos los proyectos que implica- poner en marcha. l,a crítica radical exige soluciones no menos ra-
ba estaban ya muy presentes. dicales y no es porque su audacia plantee propuestas difícilmente
De hecho, es evidente que si nuestras proposiciones no pare- realizables que éstas no son necesarias, ni que haya que renunciar a
cen constructivas a los ojos de los «desarrollistas» de buena fe, y, todo para tomar las medidas concretas que éstas implican. Lo que
sobre todo, crédulos, es precisamente porque éstos salen de un marco pasa es que no constituyen un modelo <dlave en mano)) comparable
en el cual gob,ierna lo esencial del desarrollismo: el universalismo a las demasiado famosas «estrategias de desarrollo>). Se trata muy
de los valores y de la econon1ía. Además, nuestras propuestas im- precisamente de utopías, utopías motoras y creadoras, susceptibles
plican un replanteamiento de las sociedades de mercado. de reabrir espacios cerrados y perspectivas sin salida. Por otro lado,
Entonces, ¿es necesario disponer de algunas «alternativas» en la la construcción de una sociedad de decrecimiento será necesaria-
recámara? Gilbert Rist responde: «Esto es olvidar que la pregunta mente plural. Se trata de buscar modos de realización colectiva que
tiene trampa, porgue obliga, para emprender el debate, a aceptar los no primen un bienestar material destructor del medio ambiente ni
supuestos del objetante. Para ser t_omados en serio, y no pasar inme- de ~ relaciones sociales.
diatamente por un soñador o un,peligroso utopista, hay que 'seguir LJO:l decrecimiento, como tal, no es verdaderamente una alterna-
el juego' del otro, y en consecuencia, conformarse con las reglas de su tiva concreta; sería, más bien, la matriz que daría lugar a la eclo-
juego. Ahora bien, porque son precisamente las reglas del juego las sión de múltiples alternativas. Evidentemente, cualquier propues-
que se cuestionan, ¡el combate está perdido por adelantado! Pode- ta concreta o contrapropuesta es a la vez necesaria y problemátíc9
mos seriamente preguntarnos si vale la pena emprender esta vía, so-
bre todo porque [... ] las propuestas de recambio exisren, pero no
interesan a nadie)). 3 Podemos citar también, por ejemplo, el infor1ne
de 1975 de la fundación Dag Hammarskjold, ¿Qué hacer?, en el que
figura ya una buena parte de la agenda del decrecimiento.
Efectivamente, una alternativa realista es una expresión casi
antinómica. Una verdadera alternativa que cuestione el estado de
las cosas, y, en consecuencia, la relación de fuerzas, se enfrentará
siempre a coaliciones de intereses y resistencia, incluso, y tal vez
sobre todo, por parte de las víctimas cuyas costumbres vitales y
maneras de pensar se verían alteradas por el cambio. _El decreci-
miento será, pues, un poco utopista mientras las circunstancias no
hayan hecbo ineludible su realización. 4
Es verdad que un programa de decrecimiento y de posdesarrollo
no se puede formular en el lenguaje de los expertos y de los tecnó-

2. Christian Comdiau (dir.) Brouil!ons pour l'avenir: contributions au débat


sur les alter1dti!Ys, op. cit., p. 171.
3. Citado en ibíd., p. 150.
4. ((El realisn10 es la buena conciencia de los seres despreciables» decía
Georges Bernanos con su legendaria impertinencia.

136 137
SEGUNDA PARTE
¿CÓMO LLEVAR A CABO
EL DECRECIMIENTO?

ORGANIZAR UNA SOCIEDAD


DE «DECRECIMIENTO» SERENA
Y CONVIVENClAL EN EL NORTE Y EN EL SUR

Creo que durante un período como este, el papel


de aquellos que piensan la política y que tienen una
pasión política (una pasión por la cosa pública)
consiste en decir en voz alta, aunque se les oiga
poco, lo que piensan a la población. Criticar lo
necesario, recordar también al pueblo que ha ha-
bido fases en su historia en el que él mismo ha sido
de otra manera, en el que ha actuado de manera
históricamente creativa, en el que ha actuado corno
instituyente.
CORNELIUS CASTORIAD!S 1

El decrecimiento tiene sobre todo como objeto resaltar fuertemente


la necesidad del abandono del insensato objetivo del crecimiento por
el crecimiento, objetivo cuyo motor no es más que la búsqueda des-
enfrenada de ganancias por parte de los poseedores del capital. Es
evidente que no pretende una subversión caricatura!, que consistiría
en proclamar el decrecimiento por el decrecimiento. Especialmente,
porque el decrecimiento no es el crecimiento negativo, expresión
antinómica y absurda que traduce bien el dominio del imaginario
del crecimiento. 2 Sabemos que la simple ralentización del crecimien-
to sume a nuestras sociedades en el desasosíego, a causa del desem-

1. Cornelius Castoriadis, Une société a la dérive, op. cit., p. 172.


2. Esto querría decir literalmente: «avanzar retrocediendo)).

139
pleo y del abandono de los programas sociales, culturales y ambien- reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir, reutilizar,
tales que aseguran un mínimo de calidad de vida. ¡Podemos imagi- reciclar. F.,stos ocho objetivos interdependientes son susceptibles de
nar la catástrofe que representaría un indice de crecimiento negati- desencadenar un círculo virtuoso de decreci!niento sereno, convivencial
vo! Por la misma razón que no hay nada peor que una sociedad y sostenible. Podríamos alargar aun más la lista de las í<R» con radicalizar,
laborista/obrera sin trabajo, no hay nada peor que una sociedad de reconvertir, redefinir, redimensionar, remodelar, repensar, etc, pero
crecimiento sin crecimiento. Es lo que condena a la izquierda todo está más o menos incluido en las ocho primeras. No faltará quien
institucional al social-liberalis1no, en lugar de atreverse a descolonizar considere que ese recurso sistemático al prefijo «re>> es señal de una
el in1aginario. En consecuencia, el decrecimiento sólo puede ser pre- mentalidad reaccionaria, o de la voluntad romántica o nostálgica de
visible en una «sociedad de decrecimiento>" El proyecto del decreci- una vuelta al pasado, Ya dedicamos el capítulo 3 a debatir esta obje-
miento es un proyecto político, que consiste en la construcción, tan- ción y a rebatirla, Afirmemos, sencillamenre, que, a parte de una ligera
to en el Norte co1no en el Sur, de sociedades convivenciales autónomas coquetería de autor por esta manera de presentar las etapas con el sig-
y ahorrativas. A nivel teórico, la palabra «acrecimiento» sería la más no de la letra í<R», las acciones en cuestión participan tanto de la revo-
apropiada, al indicar un abandono del culto irracional y casi religio- lución como de la vuelta atrás, tanto del cambio radical de dirección
so del crecimiento por el crecimien'.to. y de la innovación como de la repetición, Si tiene que haber
Entendámonos bien, el decrecimiento de la huella ecol6gica reacción, ésta tiene que ser frente a la desmesura, al hubris del sistema,
en el Norte (y en consecuencia, del PIB) es una necesidad. No es, lo que se traduce, en Jean-Paul Besset por tantos «sobre» o «súper»
para empezar, ni un ideal, ni la única finalidad de una sociedad del como yo vería en <ífe»: «superactividad», «superdesarrollo», «sobre-
posdesarrollo y del otro mundo posible, Pero hagamos de la nece- producciónt>, «superabundancia)), «sobrebombeo)>, «sobrepesca»,
sidad virtud, y consideremos el decrecimiento como un objetivo «sobrepastoreo», í<Sobreconsumo>l, «sobree1nba!ajc», ííSuperren-
del cual podremos sacar ventajas. Reducir mayoritariamente nues- dimientos)), «supercomunicación», <ísobrccirculación)>, <ísobremc-
tras extracciones de la biosfera sólo puede provocar, efectivamente, dicación>l, «sobreendeudamiento)), ííSObreequipamiento ... t>. 3
un mayor bienestar. En lo que se refiere a las sociedades del Sur, el objetivo del de-
Como primera aproximación, para el Norte, podemos conce- crecimiento no está verdaderamente en el orden del día en los mis-
bir una política de decrecimiento poniéndonos como objerivo in- mos términos, ya que, si éstas se encuentran influidas por la ideo-
vertir la «tijera» entre la producción del bienestar y el PlB. Se trata logía del crecimiento, la mayoría no son realmente í<sociedades de
de desacoplar o desconectar la mejora de la situación de los parti- crecimiento». Atreverse al decreci1niento en el Sur es intentar un
culares con el aumento estadístico de la producción material; di- «desdesarrollo>t, es decir, quitar los obstáculos para la verdadera
cho de otra manera, hacer decrecer el «bien-tener>> estadístico para expansión de las sociedades autóno1nas y desencadenar un movi-
mejorar el bienestar vitaL Esto podría realizarse de manera sencilla miento en espiral para ponerse en la órbita del círculo virtuoso de
por medio de la aplicación integral del principio «quien contami- las 8 «R1> del decrecimiento sereno, convivencial y sostenible.
na, paga,>. Sin embargo, conseguiríamos probable1nentc un blo- Este esquema teórico común designa el objetivo deseable, pero,
queo del sistema, ya que el crecimiento de hoy sólo constituye un por otra parte, no excluye, en sus diferentes modalidades de puesta
negocio rentable a condición de que quienes carguen con el peso y en marcha, etapas, compromisos y transiciones que evocaremos más
paguen el precio sean la naturaleza, las generaciones futuras, lasa- adelante,
lud de los consumidores y las condiciones laborales de los asalaria-
dos. l~sta es la razón por la cual una ruptura es necesaria.
3. Jean Pau! Besset, Cornment ne plus étre progrc.ssiste .. sans de1Jenir
Podemos resu1nir este cambio de dirección en el programa más r/,1ctio111111ire »., op. cit., p.182 y añade: <(La sobredosis se opera en el déficit del
radical, más sistemático y más ambicioso de las ocho í<R»: reevaluar, ser vivo. La sobrestima ron1pe al individuo>) (ibíd.).

140 141
VI. REEVAlUAR, RECONCEPTUALIZAR
¿CÓMO SALIR DEL IMAGINARIO
DOMINANTE?

No somos objetores de crecimiento a falta de algo


mejor o por despecho; lo so;nos porque no sería
posible continuar como antes. Incluso y sobre todo
si un crecimiento infinito fuera posible, ésta sería
a nuestros ojos otra razón de rechazo con el fin de
poder seguir-siendo simplemente humanos.[ ... ]
Nuestro combate es ante todo un combate de va-
lores. Rechazamos esta sociedad de trabajo y con-
sumo en la monstruosidad cotidiana, y no sola-
mente en sus excesos.
PAUL ARlES 1

En su libro La (,'u!tura df' la recíprocidad, Paolo Coluccia cuenta la


siguiente fábula: en una vieja iglesia románica, un fresco medieval
representa el paraíso y el infierno de manera totalmente idéntica.
En ambos lugares reina una gran abunclancia de vituallas de las
que los elegidos y los condenados sólo pueden disfrutar por medio
de grandes tenedores desmesuradamente largos. Pero mientras que
en el infierno los condenados famélicos intentan vanamente llevar
a su boca los deseados manjares, en el paraíso, los elegidos radian-
tes se alimentan los unos a los otros. 2 En nuestro tiempo de largos
tenedores, el recurso a la solidaridad, otro nombre del altruismo, es
más que nunca necesario. Modificando ligeramente el fresco, tene-
mos una perfecta ilustración del decrecimiento. Podríamos pintar
el infierno como un sitio de abundancia inaccesible y el paraíso un
lugar de frugalidad compartida. En el infierno reina la más increí-
ble «riqueza», pero todo o casi todo se pierde por no poder ser con-

1. Paul Aries, Décroisssance ou barbarie, op. cit., p. 31.


2. Paolo Coluccia, La cultura Della reciprocitk Il JÚtema di sc,nnbio locale
non 11101utari, Arianna Editrice, Casalecchio di Reno, 2002.

143
escribe: «En la actualidad se han convertido en valores positivos y
principales la agresividad y el cinismo del 'luchador', la seducci6n
manipuladora, la capacidad de dar golpes cada vez más bajos, la
indiferencia ante el sufrimiento ajeno, cercano o lejano, sin hablar
de la complacencia del consumidor irresponsable ... »4 (Á partir de
esto, vemos enseguJda los valores que hay que antepoier) que de-
berían reemplazar a los valores do1ninantes actuales: el altruismo
tendría que sustituir al egoísmo, la cooperación a la competencia
desenfrenada, el placer del ocio y la costumbre del juego a la obse-
sión por el trabajo, la importancia de la vida social al consumo
ilímitado, lo local a lo global, la autonomía a la heteronomía, el
gusto por una bella obra a la eficiencia procluctívista, lo razonable
a lo racional, lo relacional a lo material, etc. 'l
La dificultad de esta necesaria reevalu<.é{ón proviene de mane-
ra muy clara del hecho que el in1aginario dominante es sistémico.
sumido; en el paraíso, las vituallas son mucho menos numerosas, Esto significa que los valores actuales son suscitados y estimulados
pero cada uno tiene finalmente suficiente, es la alegre ebriedad de por el sistema (especialmente por el sistema económico) y, como
la austeridad compartida. retorno, éstos contribuyen a reforzarlo. En consecuencia, es nece-
Pasar del infierno del crecimiento insostenible al paraíso del sario ir más allá y poner en duda lo que se encuentra detrás de ese
s~stema portador de valores como el concepto del tiempo, del espa-
decrecimiento convivencia! supone un cambio profundo de los
valores en los cuales creemos·y sobre los que organizamos nuestra cio, de la vida, de la muerte, etc. «El discurso del crecimiento, se-
vida. «Toda la humanidad comulga en la misma creencia, señala ñala Paul Aries, se basa en una ampliación del espacio como condi-
Jean-Paul Besset. Los ricos la celebran, los pobres aspiran a ella. Un ción/requisito de su trivialización comercíal)). 5 El discurso del
solo dios, el Progreso, un solo dogma, la economía política, un decrecimiento supone pues, según la fórmula de Jacqucs Ellul, «Un
solo edén, la opulencia, un solo rito, el consumo, una sola plega- estrechamiento del espacio como preludio a su intensificación hu-
ria: Nuestro ci·ccimiento que estds en los cielos ... En todos lados, la mana)).6 Es necesaria una descentralización cognitiva. Es indispen-
religión del exceso reverencia los mismos santos -desarrollo, tec- sable deconstruir el progreso y el progresismo. Se trata de valorar la
nología, mercancía, velocidad, frenesí-, persigue a los mismos «lamentación/arrepentimiento» y la regresión; dicho de otra ma-
heréticos -los que están fuera de la lógica del rendimiento y del nera, se trata de proceder a lo que Raimon Panikkar llama una
producrivismo-, dispensa una misma moral-tener, nunca sufi- «metanoia» (retorno/arrepentimiento/remordimiento, «superación
ciente, abusar, nunca demasiado, tirar, sin moderación, luego vol- de lo mental más que cambio de mentalidad»/ según Robert
ver a empezar, otra vez y siempre. Un espectro puebla sus noches:
la depresión del consumo. Una pesadilla le obsesiona: los sobresal-
tos del producto interior bruto>>. 3 Por su parte, Ingmar Granstedt 4. lngmar Granstedt, Peut-on sortir de la falle concurrence? Petit manifúte a
tintention de ceux qui en ont assez, La Ligne d'}forizon, París, 2006, p. 96.
5. Paul Aries, (\La décroissancc est-elle soluble dans la n1odcrnité?» Silence,
n. 302, octubre 2003, p. 9.
3. Jean Paul Besset, Connnnzt ne plus étre progressiste .. sans devenir 6. Jacques Ellul, Mét,1morphosc du bourgeois, op. cit., p. 9.
riartionn,1irc, op. cit., p. 134-135. 7. Robert Vachon, <tle terrori1111c de !Argent (IJ}¡1, art. citado.

144 145
Vachon), qne precede a ese necesario «desarme» 8 cultural de Occi- necesario que el imaginario capitalista de un pseudodominio pseudo-
dente que Pannikar preconiza. «Para juzgar al progreso, no es sufi- racional de una expansión ilimitada sea abandonado. Esto, única-
ciente conocer lo que éste nos añade, sino también tener en cuenta mente los hombres y las mujeres lo pueden hacer. lJn individuo,
de lo que nos priva».'.! En resumen, reevaluar supone reencajar y o una organización, sólo puede, en el mejor de los casos, preparar,
reconceptualizar a la vez que repensar la educación. 10 Reconceprua- criticar, incitar, esbozar las posibles orientaciones.»u
lizar o redefinir/redimensionar se impone, por ejemplo, para los Para intentar salir del imaginario dominante, hace falta prime-
conceptos de riqueza y pobreza, 11 pero tan1bién para la pareja in- ro analizar la forn1a en que hemos entrado en éste. Dicho de otro
fernal, fundadora del imaginario económico, escasez/abundancia, n1odo, si queremos saber cómo sacarnos el n1artillo de la cabeza,
que es urgente deconstruir. Tal como kul.e.m.osrraroo mny bien tenemos que saber cómo llegó hasta allí y de qué está hecho, ¿De
lYag_lUicbyJe:;iriJ'iexre.Dupuy, . la.economí.a..transfonru.la a.b.un- qué está hecho? Tenernos dudas. Esencialmente, hoy, el martillo es
º--ªns;i:;1_ natu,r_al..e11 __es_cas.cz,,p.or_medin _ de Ja crt::<i,S::~Ó.D- -ªr,t;i_B_~igl _rl~IB económico, econo1nista o econo1nicista. Es la ideología del creci-
falta, y la necesidad a través de la apropiación de la naturale_z_a__ y:Ja miento, del desarrollo, del consumisn10, del pensamiento único.
mercantilizaciá,n. 11"los orgapisrnos genéticamente manipulados Queda saber cómo hemos llegado hasta aquí y cómo podríamos
(OGM) constituyen'la última, ilustración del fenómeno de despo- salir de esta situación ...
seimiento de los campesinos de la fecundidad natural de las plan-
tas c~1 provecho de las firm.as agroalimentaria;;>
Es necesaria, pues, una revolución cultural en el verdadero sen- ¿Cómo ha sido colonizada nuestra mentalidad?
tido del término. «Pero, como lo señala muy bien Castoriadis, para Me parece que la colonización de nuestra razón tiene tres formas
que haya tal revolución, hace falta que haya cambios profundos en la principales: la educación, la inanipulación mediática, y el consu-
organización psicosocial del hombre occidental, en su actitud frente n10 cotidiano o el modo de vida concreto.
a la vida; en resumen, en su imaginario. Es necesario que la idea de
que la única finalidad de la vida es producir y consumir cada vez más l,a educación
--idea que es a la vez absurda y degradante- sea abandonada; es La educación (la paideia, como decía Aristóteles) es lo que permite
al niño convertirse en un adulto, en un ciudadano, en una perso-
na. I,o que nos da los medios de reafirmarnos y de resistir a las
8. Raimon Panikkar, Le plurivers¡;¡/isn1t, Parangon, París, 2006. tentativas de colonización mental. En lo esencial, en las sociedades
9. Baudoin de Bodinat, La vt·e su,_r terre. Rljkxicns sur le peu d;1;;enir que modernas, la educación pasa por una institución, la escuela. Esta
contient le temps oU nous so1nn1cs, r. l, Editions de l'Encyclopédie des nuisances,
París, 1996, p. 71. {Ütiina fue objeto de una crítica feroz, la de l~f.!Jllich que sigue de
1O. <(Reencajar, según Paul Watzlav,rick, John H. Weakland y Richard Fis~ actualidad, <da_,__rpayorÍ;J,.,_ ~scribe, aprende en la e.5c_uela no sólo a
co, significa 1nodificar el contexto conceptual y/o emocional de una situación o ªs:,e::ptar stLsuerte, sino_ ram_hié1i,a ser servih>. 14 En cuanto al fracaso
el punto de vista según d cual se vive, desplazándolo a otro escenario que corres- escolar, inscrito en la lógica de la institución, éste representa «el
ponde tanto, o incluso 1nejor, a los 'hechos' de esra situación concreta, cuyo
aprendizaje de la insatisfacción>). 15 «Las__ ~.s_i;:;_x,1elas0--señala_de_,nueyo
sentido, por consiguiente, cambia con1pletan1ente>1 ( c:f,,r1r:gn11c11ts, paradoxes et
psycl cthérapie, Seuil, París, l 975, pp. l 16-117).
1 !Jlich, formanpane de una .sociedadrn laqueunaminorfase,es.tá
11. Véase Patrick Viveret, Récon.<irlfrer La richcsse, op. cit.; Majid Rahnema,
Quand la 111isl!:n: chasse la pauvrété, op. cit.; Arnaud Berthoud, ((La Richesse et
ses d5-~,z types)" art. citado.
i}'~/ Paul f)u1nochel y Jean-Pierre Dupuy, LEnfar des choses. René Girard et 13. Cornelius Castoriadis, Une société a la dirivc, op. cit., p. 244.
la logl(¡ue de l'ércnm11ir, Seuil, París, 1979; Jean Pierre L)upuy y Jean -Robcrt, 14. !van lllich, Lihérer !'avenir, en Oeuvrcs Cornplf'tes, t. 1, op. cit., p. 135.
La Trahison de l'opulence, PUF, París, 1976. 15. lbíd., p. 157.

146 147
vdvkndo !an productiva q.ue.seti<;(le que formar a una mayoría Sin embargo, también tenemos que tener confianza en nues-
p.;;ra consumir disciplinadament,,,;JYPara lllich, la conclusión se tros niños. Pienso que es imposible colonizar totalmente las mentali-
impone: hay que «desescolarizar» a la sociedad. ¿Pero cómo lograr- dades; un poco de sentido crítico sie1npre resiste. Creemos que la
lo si los mismos educadores han sido mal educados? gente está co1npletamente alienada y dominada (hablamos incluso
Hannah Arendt, en sus ensayos sobre la educación y la forma- de lavado de cerebro ... ) pero, en realidad, nunca lo está totalmen-
ción, demuestra la enorme responsabilidad de los adultos en la te. Lo hemos visto con la experiencia del socialismo en Rusia. In-
educación y fa formación. Ella dice que tenemos que ser lo sufi- cluso bajo un régimen totalitario, siempre hay disidencia. Cuando
cientemente tradicionales en la educación para pern1itir a nuestros el momento es favorable, logra finalmente triunfar. No existe ins-
niños ser revolucionarios. Es evidente que si quiero impedir trumento especial para entrar en el universo mental de la gente.
autoritariamente a mi hijo ir a un McDonalds, él irá corriendo y No debemos entrar en el cerebro de los niños; debemos tener con-
¡tendrá razón! Nuestro sistema educativo humanista era, a fin de fianza en ellos para que encuentren su propio camino, al poner
cuentas, un modo de formación bastante bueno. No tendría1nos nosotros mismos nuestras convicciones en práctica.
que avergonzarnos de él. Salvo al constatar una contradicción en- Repensar la «fabricación» de ciudadanos sobrepasa el proble-
tre esta formación y el ejemplo, ,que damos a nuestros niños, a sa- ma de la educación, sobre todo reducida a la escolaridad. Lo que es
ber, la bulimia de consumo en un mundo totalmente colonizado importante, decía Sartre, no es tanto lo que nos han hecho, como
por la telebasura. No nos puede sorprender, en estas condiciones, lo que hacemos de lo que nos han hecho. 18 l,a fabricación ciudada-
que estén tan impregnados por la ideología de la uniformización y na se hace también o se rehace con la práctica. '<El sindicato y la
del consumismo. cooperativa socialista, escrihía Marce! Mauss, son los fundamen-
El mnndo que legamos a nuestros hijos y por el cual están «fa- tos de la sociedad futura.» Michéa comenta: «En la óptica de un
bricados>) se encuentra desgarrado por la violencia, las guerras, una socialismo decente (expresión que para Mauss, como más tarde
competencia económica sin piedad; en resumen, es un mundo pro- para Orwell, no sería más que un pleonasmo), esas dos formas de
fundamente «desequilibrado». La mayoría de nuestros contempo- organización constituyen, efectivamente, dos de los lugares privi-
ráneos están ellos mismos desequilibrados, así que ¿cómo podrían legiados en los cuales los trabajadores -porque encuentran allí la
«fabrican) hijos sanos y <'normales>)? ¿Cómo puede coexistir la ética ocasión de desplegar a un nivel superior sus cualidades morales
de la guerra económica a destajo con la ética de la solidaridad, de la originales-, pueden aprender 'desde el primer momento' (dicho
gratuidad y del don, que debería fortalecer a un mundo fraternal? de otra manera, sin tener que esperar a que el radiante Futuro se
¿Con el rigor ciudadano y la igualdad que implica el Estado demo- encargue de su reeducación) a romper metódicamente con el ima-
crático? ¿Cómo, por ejemplo, vamos a educar a nuestros niños y a ginario utilitarista del mundo capítalista, al poner en marcha for-
<<fabricar» los futuros agentes de la sociedad del mañana? ¿Cuál de mas de lucha y de vida en común, que son ya enteramente compa-
estas dos morales -la de los valores dominantes o la de ia alterna- tibles con los valores de desinterés, de generosidad y de ayuda mutua
tiva decreciente- veremos, oiremos y someteremos a la votación que implica una sociedad socialistal>. 19 La construcción de una so-
de las audiencias televisiva y radiofónica? «A los tres años, señala ciedad de decrecimiento se encuentra esencialmente enfrentada al
Franyois Brune, consu1nimos el producto como un mundo, a los mismo problema y comparte con el socialismo esos valores.
treinta años, consumimos el mundo como un producto». 17

18. Citado por (-;eorges Didier «Moins conson1mer den1ande un rcnon-


16. !bid .• p. 137. ccment et un pont entre psychologie et écologie}), art. cit., p. 1 l.
17. Frans:ois Brune, De l'idlo!o;jt» aujourd'hui, op. cit., p. l. 19. Jean Claude Michéa, Orwel! éducateur, op. cit., p. 117.

148 149
El REPAS (Réseau d'Échanges et de Pratiques Alternatives et la superchería ya se ha desvelado, es demasiado tarde: la desinfor-
Solidaires -Red de Intercambios y de Prácticas Alternativas y So- mación ha cumplido su objetivo. L,a manipulación publicitaria,
lidarias, del que forman parte los colectivos Ainbiance Bois y propiarnentc, es aún 1nás difícíl de desenmascarar, y los efectos de
Ardelaine), y también el conjunto de experiencias alternativas su denuncia son todavía 1nás limitados. c:on algunos medios de
(AMAP, SEL, Jardins de Cocagne, etc.) son actualmente, comunicación, la manipulación consciente y sistemática alcanza
conciente.menre o sin saberlo, escuelas de decrecimiento sereno. un grado de cinismo difícíhnente superable, con10 J9
señalan las
tristemente célebres declaraciones de J~_eJ;Xif.!s"_LS'..~Lª-Y-=.l<<Hay n1.uchas
La manipulación mediática maneras de hablar de la televisión. Pero en una pers'p'ectiva 'busi-
Si, para Platón, los muros de la ciudad educan al ciudadano, ¿so- ness', seamos reaiistas: básicamente, el trahajo de TFl es, por ejem-
bre qué pueden educar los muros de nuestras ciudades y de nues- plo, ayudar a la Coca-Cola a vender su producto. Ahora bien, para
tros suburbios? ¿Pueden formar otra_cosa que no sean consumido- que un mensaje publicitario sea percibido, es necesario que el cere-
res y usuarios frustrados, en el mejor de los casos, y en el peor, bro del telespectador esté disponible. Nuestras emisiones tienen
«insociables» rebeldes? Un urbanismo feo y sin alma, el más fre- como vocación volverlo disponible: es decir, divertirle, relajarlo para
cuente, y una publicidad agresiva y omnipresente no contribuyen prepararlo enue dos mensajes. Lo qu~yen.dnnm> ..aCo\:ª:C:gla.e§
a forjar personalidades fuertes e independientes, capaces de resistir ÜfI!1J?5Ld~_s:s:.rel1rrt~hll_m.a..119__siis.p.cu1ihl.e>\. 2 i
a la manipulación mediáÍ:ica y a la propaganda política que se ha ("Sin embargo, a fin de cuentas, IOS manipuladores son ellos
convertido en un subproducto de ésta. miilnos manipulados y, como en la novela de John Le Carré, Ami-
Siguiendo el análisis de Jacques Ellul, la información, por su gos absolutos, no se sabe quién manipula a quién. 22 Sobre todo por-
mismo exceso, la «sobreinformación)), se vuelve desinformación y se que hay una manipulación más insidiosa e invisible, engendrada
combina con la publicidad comercial y política para hacerse defor- por «el signo de los tiempos», producida por nadie y por todo el
mación, propaganda y manipulación. Es una verdadera empresa de mundo a la vez, que está en estrecha relación con nuestra manera
intoxicación. !van. !Uich analizaba la creación de necesidades por de vivii\
i:µedio de ~publicidad como una forma de «conversión en objeto)) /
,_alienante.j</fcncr sed, escribe, ¡es necesitar Coca Cola! Esta especie El consumo de lo cotidiano
de converSión en objetos es el resultado de la manipulación de las Para infiltrarnos en los espacios vernáculos, señala Majid
necesidades humanas por parte de amplias organizaciones que h.'ln Rahnema, el primer Horno 1Economicus había adoptado dos mé-
logrado dominar la imaginación de los consu1nidores en potencia»\20 todos que evocan, el primero, la acción del retrovirus VIH y el
t-Iay inanipuladores claros, las firmas transnacionales y TOs otro, los medios empleados por los traficantes de droga». 23 Se tra-
lobbies económicos (Monsanto, Novarris, Bayer, Dow Chemicals ta de la destrucción de las defensas inmunitariasfde lacr.eaci.ón.
y compañía), los estados y sus servicios especializados (la CIA, el d.eJll!e.vas necesidades. La primera se realiza muy bien por medio
KGB y sus homólogos.,.). Los ejemplos de n1anipulaciones flagran- de la.esn¡e);¡; la segunda, por la pgbfü:idad. Sin embargo, es so-
tes y sus logros forman legión: todavía nos acordamos de las falsas bre todo la_cpst_U_J:Ilb.I~ la que crea la tóxicodependencia. En efec-
matanzas de 1~imisoara en Rumania, propagadas por la KGB, o más
aún de las armas de destrucción masiva que sirvieron de pretexto al
clan Bush para declarar la guerra a Iraq. En ambos casos, incluso si 21. Declaración de Patrick Le Lay, director de ·rp 1, en el libro colectivo,
Les Dirigeants fa-ce au ch.-111gc1JJn1t, Éditions du huitiCme jour, París, 2004, cita-
do por Patrick Viverer, Réconsiderer la richuse, op. cit., p. 32.
22. John Le c:arré, Ainigos absolutos, Plaza & Janés, 2004.
20. Ivan Illich, Libércr !~1vc11ii; en Oeuvrcs Completes, t. l., op. cit., p. 180. 23. Majid Rahnen1a, Qur1nd la misfre chasse la JY!1!!'rité, op. cit., p. 214.

150 151
to, el crecimiento, con el consumismo, ha sido a !a vez, un virus opinión pública, e incluso en los jueces. Los sondeos recientes nos
perverso y una droga. demuestran que la resistencia a los transgénicos disminuye en la
Un antiguo 1ninistro de Medio Ambiente, buen conocedor del opinión pública, y un tribunal condenó a la Confédération Paysanne
sistema, nos aporta una ilustración relevante que nos excusamos a pagar una fuerte indemnización a Monsanto.
de citar en su integridad: «i\:!onsanmaspira en realidad a lo que, en !van Illich va más lejos: para él, la escuela en sí misma es una
el lenguaje interno, se llamaría la b~ff~J!.tance, la aceptación droga. «Es cierto, señala, que el engaño del que son culpables los
de los OGM por la sociedad. La firma confió a Wirthlin Worldwide, promotores de la escuela es menos evidente que la de los represen-
especialista mundial de la comunicación de empresa, la labor de tantes de Coca-Cola, o de Ford, pero es 1nás peligrosa. Empujan al
'encontrar los mecanismos y las herramientas que ayudasen a consumo de una droga más perniciosa. Seguir las clases de la es-
Monsanto a persuadir a los consumidores por medio de la razón, y cuela primaria representa un lujo que está lejos de ser inofensivo:
a 1notivarlos por medio de la e1noción'. F,sta iniciativa -oportu- me evoca a aquellos indios de los Andes que mascan coca y que se
namente bautizada con el nombre de Proye<:tQ _Yis:t_;:i- estaba ba- encuentran esclavizados por sus dueños. Y cuando más se prueba
sada en 'la detección de sistemas de valor de los consumidores'. Se esta droga de la escolaridad, más se sufre cuando se tiene que re-
trataba de establecer a partir de estos datos 'una c;J.rtografía dcJa~ nunciar a ella. En efecto, el que la abandona tras siete años percibe
maneras cie__ p_ens_;ii;:, con cuatro niveles [... ]:las ideas preconcebi- más cruelmente su inferioridad que el que la abandona a los tres
das, los hechos, los sentimientos y los valores. En los Estados Uni- años. El opio de las escuelas tiene más fuerza que el de las iglesias
dos, los resultados de este estudio condujeron a establecer los men- en otros tiempos)). 23
sajes que repercuten en el gran público estadounidense, a saber, la El problema, señala Robín Norwood, es que un toxicómano
importancia del argumento a favor de los transgénícos: menos pesti- no busca a quien le ayude a liberarse de la dependencia, sino a
cidas en sus platos' .» 24 <<Desde entonces, los mensajes se concen- quien le garantiza poder seguir drogándose tranquilamente>l. 29 La
tran en tres temas principale-s: los transgénicos permitirían supri- estrategia totalitaria del productivismo se revela en el hecho de que
mir los pesticidas y nos dotarían de alimentos sanos. Los ha logrado «colonizar el futuro por anticipado, hasta el punto que
transgénicos preservarían la calidad de los suelos y la biodiversidad. una sociedad que desde hoy decidiera liberarse tendría que gestio-
Los transgénicos estarían concebidos para adaptarse a zonas salinas nar todavía durante siglos los sarcófagos de centrales nucleares, los
o áridas: responderían a la sequía en el tercer mundo y se adapta- toneles de desechos radiactivos y los flujos genéticos, en paisajes
rían a los cambios climáticos. En Francia, esos eslóganes los difun- quiméricos,,, 31' sin hablar de la gestión de los desgastes físicos.
de la asociación Deba por medio de folletos en las escuelas y salas
de espera de los médicos». 25 Para la campaña publicitaria de ¿Cómo liberarse?
Monsanto en 200 l, el resultado es, en el argot inimitable de los
profesionales, este eslogan simplón: Plus pour d'écologie gie gie, la Es una cuestión muy dificil de resolver, ya que no podemos decidir
biotechnologie gie gie. 2G-27 Desgraciadamente, tenemos que consta- cambiar nuestro in1aginario, y todavía menos el de los otros, sobre
tar que esto funciona. No sólo en los niños, sino también en la todo si están «enganchados» a la droga del crecimiento. Se hizo a
Cornelius Castoriadis una pregunta similar: «Usted dijo anteriormen-

24. Yves Cachet y Agnes Sinai": Sauver la Terre, op. cit., pp. 205-206.
25. !bid. p. 207. 28. Ivan Illich, Libércr !'avenir, en Ocuvrcs Compltus, t. 1. op. cit., p. 182.
26. !bid. 29. Robin Nonvood, 1Y7cnnr'n who !ove too much, Simon&chuster, Nueva
. 27. El eslogan vendría a decir: <(para una mejor ecología, gía, gía, la York, 1985.
b1otecnología, gía, gía>). [N de la trad.] 30. Yves Cochet y 1\gnes SinaI, Sauvcr la Terre, op. cit., p. 211.

152 153
te que tenemos que tener la voluntad de trabajar sobre nuestras almas, Tal como lo subraya Bauman, existe efectivamente un «mundo
que hay que querer pensar: ¿sería entonces la voluntad la que se en- común» en la sociedad globalizada, que es el pensamiento único.
cuentra a la cabeza de esr.a búsqueda de libertad?» Podemos hacer nuestra En ese context:o, la opinión común puede volverse loca y acomo-
su respuesta: {(Es evidente, pero esta voluntad también está motivada darse a la banalidad del mal. La propia democracia puede ver que
por la reflexión, y por el deseo. Hay que desear ser libre; si no deseamos mayorías manipuladas por los lobbies se lanzan con entusiasmo a
ser libres nq pode1nos serlo. Pero no es suficiente con desearlo, hay que las cruzadas, desafiando toda prudencia. Achille Rossi habla de un
hacerlo, es decir llevar a cabo una voluntad, y poner en marcha una «mito», ent:endido como algo en lo que creemos sin ser concientes,
praxis; una praxis reflexiva y deliberada que permita realizar esta liber- y que define para nosotros los límites de la realidad. 34 La coloniza-
tad en cuanto a posibilidad encarnada en todo el deseo»." ción del imaginario por lo económico es también el hecho que
Hemos identificado los cambios necesarios. Sin embargo, éstos consideremos la economía como una función fundamental que
sólo pueden intervenir tras una decisión x:._oluntarista del tipo: «Hoy asegura la humanidad del hombre. Para la élite planetaria, la fe en
pensamos así, mañana tenemos que pensar de otra forma»\r;<No trans- la ideología liberal constituye incluso una verdadera religión. Más
formamos nada, vuelve a subrayar Catoriadis, mediante'teyes y de- allá de la élite, la suma de los valores y de las creencias compartidas
cretos, y aún menos mediante el terror, la familia, el lenguaje, la re~ es considerable.
Jigión de la gente)). 32 Esto se hace por medio de la autotransformación) No obstant'e, intuimos que la reevaluacíón corre el riesgo de
ífodos los intentos de cambiar radicalmente 1naneras de pensar y ser limitada sin un replanteamiento radical del sistema/faltan, para
ffiodos de vida, siempre más o menos impuestos por la fuerza, han hacer avanzar las cosas en el buen sentido, el trabajo de deslegitimar
renido resultados terroríficos, como lo demuestra la experiencia de los valores y las ideologías dominantes, la contrainformación o la
los Jémeres Rojos en Camboya. Es la razón por la que, por otro lado, contramanipulación práctica -ambas obedecen al «deber de
nuestros adversarios, cuando quieren deslegitiman10,~, caricaturizan iconoclastia», 35 para recuperar la bella fórmula de Franyois Brune-
nu~~_Jras posiciones y nos tratan de «Jémeres verdes)>./ y la educación para el decrecimiento o la cura de desintoxicación)
¡Como nuestro imaginario ha sido colonizado'~ el enemigo se
escÓllde en lo más profundo de nosotros mismos. Sin embargo, El trabajo para deslegitimar los valores dominantes
por el hecho del carácter sistémico de los valores dominantes, na- y la manipulación
die es responsable, ya que el proceso es anónimo. El adversario es, Salir del imperialismo de la econon1ía y construir una sociedad de
en C011SCCUC11Cia, los «OtIOS», y ns~ sentimos muy impotentes para decrecimiento comporta una vertiente teórica que consiste en salir
transformarnos nosotros mismos.:· de la economía política como discurso dominante. Aunque parte de
Incluso en una sociedad comü'la nuestra, que ha experimenta- una posición esencialista que no es la nuestra, Afnayd !?_~-t~9JJ9.,, en
do la lucha de clases, los valores dominantes son más o menos com- un trabajo notable, esboza precisamente una alternativa teórica bajo
partidos por todos. «La cultura del pobre no es diferente de la del el nombre de «filosofía del consumo,,. Se trata, de hecbo, de un aná-
rico, tienen que compartir el mismo mundo, ese mundo que ha lisis subversivo que, al vincularse con el xcononzico de Ai:i$tÓ::teles,
sido edificado para el mayor beneficio de los que tienen dinero». 33 deslegitirna radicalmente la ciencia económica. Ésta no sería más que
una «crematística>1 (ciencia de la acumulación de riqueza por sí mis-
ma). El «verdadero>> consumo consiste en el uso ahorratívo de un
31. Cornelius Castoriadis, Une société a la dérive, op. cit., p. 275.
32. Ibíd .. p. 178.
33. 'fal como lo indica Jeremy Seabrook, recuperado por Zygmunt Bar~
man en Le Coút huma in de la mondialisation, Hachette Littératures, París, 1999, 34. Achille Rossi, Le Nfythe du Marché, Climats, París, 2005, p. 31.
p. 146. 35. Frans:ois Brune, De l'idéologic, aujol{rd'hui, op. cit., p. 49.

154 155
conjunto de riquezas que constituyen la propiedad del sujeto para giruk_Robinson, esta figura mítica de la siniestra ciencia de los clásicos
conseguir la felicidad de manera consecuente consigo mismo. Arnaud ingleses. «Su trabajo se vive como una desgracia que le permite huir de
Berthoud pone de esta manera en duda la dictadura de la produc- una desgracia todavía peor. La felicidad no es sino la distancia cada vez
ción, del valor de intercambio y en consecuencia, del crecimiento, y mayor de la infelicidad-una acumulación infinita de productos que
rehabilita el don primordial y las relaciones no mercantiles en el seno no son sino op obstáculo cada vez mayor al posible retorno del naufra-
del arte del uso de las cosas y de las personas, que podría constituir gio grimitiv':~'- 40
una guía teórica para la constitución de una sociedad de decreci- \B!~thoud funda así un nuevo concepto de la riqueza. La pri-
miento «Frente a cualquier producción y a adquisición hecha por el mera riqueza en la vida de un hoinbre es el seno maternal, y la
hombre, señala, existe un don hecho por la naturaleza». 36 última, la mano de la enfermera sobre su lecho de muerte. «ser
Este don, que es don de su lugar y de su tiempo de vida, el hombre rico, dice, es ante todo el hecbo que un individuo disponga de lo
tiene que aprender a acogerlo. F..sta acogida es la acogida del otro, planta, necesario para vivir y disfrutar de su vida>), mientras que «el bien-
animal u hombre, en primer lugar. Luego sigue la reintroducción de estar producido no es sino un poder para volver producir».41 El
las relaciones personales en el arte de consumir «Consumir o pasarse la buen uso de la vida supone (re)encontrar el sentido de los límites y
vida haciendo uso de los semefantes y de todos los bienes materiales, del «justo» valor de las cosas. Los bienes «relacionales» tienen un
escribe Arnaud Berthoud, es, ante todo, recibirlos en una cultura y en papel central en "esta economía de la felicidad. «Cuando el consu-
un mundo. En esto, el don precede al tomar. La aquiescencia es ante- midor, contrariamente, encuentra su felicidad tanto en el uso de
rior a la toma de posesión». 37 «En la economía de Aristóteles, prosigue, sus semejantes como en el uso de las cosas, su goce se refracta como
el uso del semejante precede al uso de las cosas, y el cuidado relativo a un rayo de luz, de espejo en espejo, y la felicidad se multiplica al ser
'la excele_~ia de las personas' tiene en cuenta funciones, estatus e his- compartida)>. 42 El «verdadero)> consumo es, ante_ todo, el uso de
torias». 38 !1...a economía política y la ciencia económica ulterior recibi- LQdQ.$_ por C?-d,a l!_np. «Cuando el individuo se vuelve un buen aho-
rán de Adam Smith y de su_ teoría del conswno una noción de felici- rrador, su propiedad cumple entonces perfectamente con su labor,
dad mezquina y triste, que excluye, precisamente, el uso feliz del que es permitirle disfrutar de su vida propia en el seno de su exis-
semejante. «Todo lo relacionado con el goce de vivir juntos, y todos los tencia pública o en el ámbito privado de su vida. [... ] Somos po-
placeres del espectáculo social en el que cada uno se muestra a los de- bres o ricos según la cantidad, calidad y variedad de servicios de los
más en todos los lugares del mundo -mercados, talleres, escuelas, que disponemos en nuestra vida conyugal, familiar y social». 43 Esta
administraciones, calles o plazas pública, vida doméstica, lugares de calidad se expresa por los posesivos: (<mi» mujer, «mi>> marido, «mis»
ocio ... - son retirados de la esfera económica y ubicados en las esferas hijos, «mi» amigo, «mi» médico, «mi» fontanero, etc. «El uso de los
de la moral, de la psicología o de la política. La única felicidad que 4_C:.!!!<kJ2ª-Lª-.la____kº---.ilS~etYación.-del ser encuenxra .en...el _ consumo. sµ
todavía se puede esperar del conswno se en~Y,-el)Ua separada de la feli- momento principal y ejemplar. La.colaboración en el proceso de
09
cidad de los demás y de la alegría en común,,¡ (No existe ni el primer producción y la relación mutua en el intercambio mercantil presu-
deleite del don, ni el placer del uso del orfo, 'ni incluso de nuestro RQJ1en, tanto en el uno como en el otro, ese prímer. momento. de
propio gasto de energía en el cumpli1niento de las tareas. Es el _g2-1Jfra- cgnsumo- .deL semejante .p.or el. semejante». 44 A la inversa, en la

-,Já(;;. Arnaud Berthoud, Une phílosophie de la rorHcnnnatinn, Agentiro11nnique 40. lbíd., p. 39.
et sujet _more[ Presscs universitaires du Septentrion, Villeneuve-d'Ascq, 2005,
p. 35. 41. !bid., pp. 39 y 41.
37. lbíd., p. 54. 42. !bíd., p. 91.
38. Ibíd., p. 37. 43. !bíd., p. 43.
39. Ibíd., p. 38. 44. lbíd., p. 44.

156 157
crenzatistÍra; es decir en nuestra economía mercantil, <iel hombre coy cultural marcado por la dependencia común de la necesidad; es,
rico es pues el que siempre lo es más, o el que riosee el poder de ala inversa, lo que desliga a unos de otros al integrarlos juntos en
serlo, pronto, todavía más. Riqueza es poden>. 45 /A- partir de esto, u_na sociedad mercantil en eí que cada uno es__li_bre de todos los de-
Berthoud. nos demuestra P,?r__ qué raz_ón los ~~.r._yic_i_o_s in_marcri;:ile~ IJ,!.~,";>_.48 Nos encontramos en medio del desierto de hielo del ünagi-
comerciales es~;in pervertidos por la lógica del sistema y, sin bus- nario de la economía clásica formulado por Hobbes, y que Berrhoud
carlo explícitamente, nos indica en qué no pueden ser convenien- recuerda: «¡Que nadie se relacione nunca inmediatamente con otros,
tes para un·a sociedad de decrecimiento. «l,os servicios consumidos y que cada uno sólo haga de su vida de consumidor un asunto emi-
son, en cierto modo, sacados de otra persona y arrancados de todo nentemente privado o solitario que sólo le tnantenga unido a las cosas
lo que constituye su afectividad e individualidad. El uso del seme- de la naturaleza!,,. 49 ¡1\sí, la noción de riqueza se ve encaminada ex-
jante por el semejante como relación de instrumentación se divide clusivamente hacia el modelo del bien materialJTodo esto confirma
en dos operaciones, que se enfrentan de manera sünétrica a cada las dudas que habíamos señalado sobre la ecocompatibilidad del ca-
lado del intercambio: por un lado, el gasto de un ingreso como pitalismo y de una sociedad de decrecimiento.
compra; por el otro, el ejercicio de una fuerza de trabajo como ven- (sin embargo, para que el uso del otro no caiga tampoco en el
ta. El servicio inmaterial prop,famente dicho es considerado, al igual vasallaje abusivo, es conveniente introducir el parapeto kantiano.
que el bien material, como una cosa natural, silenciosa, delimitada «El consumo q·ue ignora a las 'personas' y que no sabe que el seme-
y anónima que se interpone entre los agentes y los aísla. Así, el jante se podría encontrar, en ese sentido, fuera de la inoral y de las
mantenimiento de la vida ya no es ante todo un gozo reflejadQ__fle libertades». Éste es el aporte de Kant. «El consumidor usa a sus
los demás, sino sólo una apropiación y una ingestión de cosas».\46 semejantes como medios según su deseo -y aquí se encuentra su
El sistema mercantil transforma el goce sensual de un cuidaáo servidumbre- pero tiene que hacer de su deseo una voluntad, tra-
personal en un acto frío y mecánico. Vuelve triste la piel. «El servi- tándose a sí mismo con10 sujeto moral o como «persona» --la ser-
cio del semejante, precisa A_rnaud Berthoud, difiere profundamen- vidumbre se convierte entonces en un estado libremente asumido
te del servicio inmaterial que la ciencia económica coloca hoy en en \;),,horizonte de la moral y de la polític;;\50
día al lado de los bienes materiales agrícolas e industriales. Este '¡Puede parecer extraño, así abordado, c{iie el rechazo al consu-
servicio inmaterial no es ni una cosa cuyo carácter simbólico v cul- misTuo to1ne la forn1a de una rehabilitación del consumo. Es por-
tural haría su contorno relativa.mente indistinto, ni un objeto' cuyo que la adhesión de Berthoud a un concepto sustancial lo lleva a
consumo evocaría la común servidumbre de la condición humana. razonar sobre las esencias: la esencia del consumo, del trabajo, de
[ ... ] El servicio inmaterial no es una forma bajo la cual se ofrece, a la economía. Distingue, en consecuencia, una «buena» o una «mala>l
antojo del consumidor, alguna cosa del semejante; es más bien lo economía, un "buen» o un «mal» consumo, en ese contexro habla-
que en el estado presente del consu1nidor se encuentra transforma- mos de la necesidad de salir de la economía y tendríamos tendencia
do anticipadamente por la actividad específica del productor. El a denunciar la trampa de las palabras y a buscar otros conceptos.
servicio inmaterial es el efecto de la actividad productíva designada «La economía dominada por el dinero no es la única economía
como actividad 'terciaria',>. 47 ~~~l-~~~-~j-~j_Q __ c:o~~!-:~i-ªl_, ___ ~<~.L.p.te.cio concebible, y no constituye la verdadera economía humana. l~a
d_;:! _ s_ervicio_ lib~ra la_ relación _m_utua_d.e.cualquier -~enr.idumb.re.-G(k­ verdadera economía, que una teoría pura no constructivista puede
mú11. [ ... J- Ya no es lo que.liga a uno de otro en un medio simbó\i- proponer, bajo la inspiración de Aristóteles, es la ~~ia d<:i_~()l1:

45. Ibíd., p. 112. 48. Ibíd., p. 51.


46. !bid., p. 35. 49. !bid .• p. 46.
47. !bid., p. 50. 50. Ibíd., p. 48.

158 159
sµmo»." «La [buena] ciencia económica es en primer lugar una chas veces a ese «extravío>>. «El deseo, señala, puede ignorarse como
ciencia del vivir, y del vivir bien, cuyo soporte es el consumidor voluntad y tomarse solamente como pulsión, hambre o necesidad
[ ... ] No confµndamos la economía del consumo, que es un arte y ilimitada de vida cuya satisfacción, bienestar o lo que él [el consu-
una ética sobre el uso de las riquezas, y la econon1ía de la produc- midor] llarna todavía la felicidad, sólo puede obtenerse a través de
ción y de la reproducción, que responde a la duda de saber cómo una acumulación de riquezas producidas con arte. Este arte de la
enriquecerse o cómo quedarse al menos tan rico corno antes». 52 acumulación encuentra su expresión en la crematística y el deseo
«En resumen, fa noción de consumo se pierde cuando el uso de las de dinero. [ ... ] I,.,as riquezas se prestan a error y confusión. El deseo
riquezas sólo es usura del objeto y habilidad instrumental; ésta es, <<se extravía)) a causa de la confusión entre necesidad y voluntad. 57
al contrario, conservada y comprendida cuando se basa en ia con- Berthoud no lo dice pero este «extravío», lo sabemos, es producido
formidad del sujeto al objeto~. 53 y mantenido por el sistema a través de las tentaciones de la publi-
(,El consumo en la cienci'á económica moderna no es en reali- cidad y del márketing.
dad más que una operación de producción de bienestar dirigida En esas condiciones, «¿Cómo· puede el co_nsumidor salir de
racionalmente y llevada a cabo sin_ inteligencia práctica o sin virtud su extravío y convertirse en un consumidor feliz? ¿Cómo puede
-o sin otra virtud que la habilidad técnica del productor». 54 La apartarse del deseo de dinero y encontrar el acceso a su propio
exclusión de !o razonable explica lo que Berthoud llama la «patolo- deseo? ¿Cómo puede ser a la vez racional o razonable, y mantener
gía de la econo1nía» (ahí donde nosotros denunciamos la econo- al 1nismo tie1npo el rechazo a los malos medios y una crítica a la
mía como patología de lo social, político y ético) y el extravío del finalidad ilusoria?,,. 58 Aquí se plamsa, en su totalidad, el tema de
consumidor. «La razón práctica del agente econó1nico toma así la la descolonizaci\ÍJJ~~deLimaginario(Berthoud no responde verda-
forma de una crítica de la mala economía en relación a la buena deramente, ya que se prohíbe a sí mismo salir del ámbito estricto
econon1ía. [.. . ] La única alternativa verdadera a una econo1nía del consumo. No se interroga sobre las causas de este extravío,
n1atemárica es una economía ética». 55 Sea como sea, la corrupción porque necesitaría cuestionarse las relaciones de la producción.
del buen uso por el consumo obsesivo, base o soporte de la dege- Esboza, sin embargo, caminos que se unen a los nuestros) como
neración mercantil, se explica por el extravío del deseo. <<El consu- el redescubrimiento del buen sentido, que él llama «Sentido co-
midor desea ser feliz y escoge, en consecuencia, las riquezas que mún», o el «trabajo sobre sí misrno:)«El sentido común es, sobre
convienen más a su deseo. Pero el propio deseo es frágil. Se extravía todo, ei sentido que tiene cada uno'S'obre su propia humanidad o
y coge como marca de su felicidad lo que, de hecho, sólo le procu- sobre su pertenencia como un miembro cualquiera a la propia
rará infelicidad. Esto proviene del hecho que el consumidor no tie- comunidad de seres vivos. Ahora bien, esta idea de comunidad es
ne un conocimiento innato de su felicidad)). 56 De ahí la necesidad una idea moral y, en ese sentido, es una tarea y una regla para la
tanto de tener ti_t,:JPp~oJibre, como de volver a encontrar el sentido voluntad. En conclusión, el sentido común es un signo de volun-
del mediolocal y habitacional, ambas cosas esenciales en la socie- tad o de razón práctica». 59 «Es necesario que el consumidor tra-
dad de decrecimiento, para consun1ir bien ....El autor vuelve mu- baje consigo mis1no para poner ante sí sus propiedades y rique-
zas, y poder acogerlas con su alteridad)). 60 «Hay que partir desde
el mundo dado al ser humano. Por consiguiente, el límite se en-
51. lbíd., p. 192.
52. Ibíd., p. 78.
53. !bid., p. 61. 57. !bid., p. 286.
54. lbíd., p. 131. 58. !bid., p. 127.
55. !bid., p. 163. 59. !bid., p. 292.
56. lbfd., p. 127. 60. !bid., p. 72.

160 161
cuentra en el cielo, la tierra y el tiempo, es decir, en el don. Es necesidad!» Como la violación, sin duda, que responde al «deseo
especialmente importante el Ei_e~q!P.~ El hombre tiene tiempo. de set violadoia» 65 se burla Fran~ois Brune. Incluso han encon·
H.ecíbe el tiempo de su vida o el tiernpo de los días de su vida. Al trado a un filósofo, Roben Redeker, para elogiar la publicidad en
tiempo le corresponde el trabajo. El trabajo es sin duda producti- el diario Le Monde. 66 «En consecuencia, escribe Frani;:ois Brune,
vo, pero es sobre todo la pasión o el sufrimiento por el tiempo, uno de los principales aspectos de la lucha contra la sociedad de
que es una de las formas más primitiva y más profunda del deseo; consumo consistirá, para los militantes, en destruir ese siste1na
es el punto eri el cuerpo y en el alrna en el cuai los días astronómicos de imágenes en cualquier lugar en que lo vea causando estragos,
se convierten, para cada uno, en los días de su vida». 61 Si el reme- y en desmitificar las seducciones y, para empezar, en acabar con
dio no se ha desarrollado, más allá de lo que deja entrever la ca· su absorción».
tarsis del sujeto alienado y la exigencia ética, el diagnóstico del Sin duda, demasiada manipulación mata la manipulación. Se-
mal rara vez ha sido llevado ran leJos. Se han sentado las bases gún el famoso adagio, atribuido en general al presidente Lincoln, se
para una filosofía del decrecimiento. puede mentir todo el tiempo a algunos, se puede mentir un momen-
to a todo el mundo, pero no se puede mentir a todo el mundo inde-
la contrainformación o la contramanipulación finidamente. Es reconfortante, en efecto, comprobar como ciertas
y el deber de iconodastia ·' manipulaciones fracasan. Recientes oráculos de la propaganda
Denunciar la agresión publicitaria, vehículo de la ideología hoy en mediática, por ejemplo, fueron un fiasco: las elecciones españolas y
día, es el punto de partida de la contraofensiva62 para salir de lo las elecciones indias en 2004, y en cierta medida, el referéndum francés
que Cornelius Castoriadis llama «el onanismo consumicionista y sobre la Constitución Europea en 2005. A pesar de los lobbies, el
televisivo». 63 «Todo lo que ocurre, señala, no ocurre en la sociedad papel cancerígeno del amianto, la nocividad del insecticida «Gau-
por contumacia: la gente quiere ese modo de consumo, ese tipo de cho» para las abejas o la existencia de una amenaza sobre el clima
vida, quiere pasar horas al dfa delante de la tele, y jugar con sus han sido finalmente reconocidos. Indudablemente, la contramani- ~~---~---

ordenadores personales. Es más que una simple «manipulación» ¡¡gJgción incluye en su programa el @llIL'lp.eritaj.e o la co.ntrainves·
por parte del sistema y las industrias que se aprovechan. Hay un .ligación, de la cual Illich nos dice que es necesaria «Si queremos tener
enorme movimiento ~deslizamiento- en el que todo esto se man- alguna posibilidad de encontrar soluciones de recambio frente al au-
tiene: la gente se despolitiza, se privatiza, se vuelca hacia su peque- tomóvil, hospital, escuela, y a todo ese equipamiento que se preten-
ña esfera «privada» -y el sistema le da los medios para ello. Y lo de indispensable para la vida moderna». 67 En todos los ejemplos
que encuentran en esta esfera «privada» les aleja aún más de la res- citados de fracaso de la propaganda, el contraperitaje y la contramani·
ponsabilidad y de la participación política>). 64 pulación han tenido un papel importante, tanto como la fuerza de la
Según algunos publicistas, «al hombre normal le gusta ser realidad («los hechos son tozudos))), sin que sea posible distinguir la
manipulado, la manipulación es legítima porque ¡responde a una parte de ambos factores. Sin embargo, no nos engañemos, el proceso
tiene sus límites. Manipular, manipular, que siempre queda algo. Se
ganan batallas, pero corremos el riesgo de perder la guerra.
61. Ibíd., p. 192.
62. Es lo que se h<1ce a diferentes niveles, más o 1nenos abstractos o más o
menos teóricos, tanto en La Ligne d'horizcn como en los Casseurs de pub, en el
E"'cologiste o en Silf'nf'P; y es la razón de ser de la red de objetores de crecimiento
para un posdesarrollo (ROCAD). 65. Fran<;:ois Brune, De l'idiologfr, t1uJourd'hui, op. cit.
63. Corndius Castoriadis, Une société a la dérivc, op. cit., p. 194. 66. Le Monde, 11-12 de abril de 2004.
64. lbíd., p. 189. 67. lvan lllich, Libérer !~1venir, en OeurTcs Completes, t.1., op. cic, p. 186.

162 163
La educación para el decrecimiento o la cura de desintoxicación La sociedad de decrecimiento72 descoloniza el imaginario, pero
«Nos será imposible vivir en otro sisrema, según Fran~ois Brune, la descolonización que engendra está antes obligada a construirla.
[ ... ] sin abandonar las conductas reflejas creadas por el sistema La ruptura de las cadenas de la droga será tanto más difícil porque
actual, es decir, los esquen1as mentales y actitudes compulsivas de a los traficantes (y en especial a la nebulosa de finnas transnacionalcs)
la 'bestia de consumir' que la publicidad nos ha anclado en lo más les interesa mantener la esclavitud. No obstante, hay muchas posi-
profundo de nuestro sern. 68 {5in embargo, según Jean-Marie bilidades de que nos veamos inducidos a ella por el saludable golpe
Harribey, «Se puede plantear la hipótesis de que la ¡fumiw;.d.ón..del de la necesidad. Una catástrofe «práctíca)) puede ayudar a abrir los
tÍ~-Q1!2QÁe,,,trahaj-o contribuya a desembarazar a nuestro imaginario ojos de los adeptos fascinados, porque el progreso, el crecimiento,
del fantasma del poseer para estar mejor, y de que la extensión de el consumo no son ya una opción de la conciencia, sino una droga
los servicios colectivos, de la protección social y de la cultura sus- a la que estamos acostumbrados y a la que es imposible renunciar
traídos al apetito del capital es fuente de una riqueza inco1nparable volunrarian1ente. Únicamente un fracaso histórico de la civiliza-
a la de la procedente de la mercantilización del mundo>). Es pues cíón basada en la utilidad y en el progreso puede, probablemente,
urgente disminuir los horarios de trabajo ...) hacer redescubrir que la felicidad del ser humano no es vivir mu-
Es verdad, aunque el cambio tenga que ser sistémico, que la cho, sino vivir bien.
opción de una ética personal diferente, como la simplicidad volunta-
ria, puede cambiar la tendencia, y esto no es nada despreciable. Tie-
ne que ser, incluso, estimulada, en la medida que contribuye a soca-
var las bases imaginarias del sistema. «El revolucionario de la cultura,
dice !van Illich, apuesta por el fi,¡turo creyendo en la posibilidad de
educar a la persona humana». 69 ~1 problema no es tanto convencer a
la gente que el «siempre 1nás>; rto comporta un bienestar superior,
sino que ese mismo bienestar puede a menudo ser alcanzado con
menos, ya que, como lo señala Maurizio Pallai1te, en nuestra tradi-
ción, «menos no ha sido jamás sinónimo de mejor». 7º En este punto,
el trabajo de los intelectuales ocupa un lugar importante, en el cual
el ejemplo y la disidencia tienen un papel irremplazable. Alain Grass
sugiere «aprovechar nuestro «avance» en relación al resto del planeta
para dar ejemplo de una con_fienciación sobre el mal funcionamien-
to de nuestro modo de vida»)71
No hay, pues, recetas rrí'ilagrosas, y tal vez sea mejor así, sino
líneas de reflexión y de acción.

68. Fran¡;:ois Brune, De l'id!ologie, aufourd'hui, op. cit., p. 1.


69. lvan Illich, Libérer !'avenir, en Oeuvres Completes, t. l, op. cit., p. 193.
70. Maurizio Pallante, Un futuro senza luce?, Editori Riuniti, Rorna, 2004,
p. 100. t¡j.Que no es sino la sociedad de ,(~1:!,.~!1c!-.a<l de nuestro anügo Franyois
71. Alain Gras, Fragilité de la puissanre, op. cit., p. 289. Brune. Véase Casseurs de Pub, n. 18, noviembre de 2003.

164 165
VII. REESTRUCTURAR, REDISTRIBUIR.
DECRECIMIENTO Y CAPITALISMO

A los nuevos signos de negación, incomprendidos y


falsificados por el crecimiento espectacular, que se
multiplican en los países más avanzados económica-
mente, podetnos sacar la conclusión que una nueva
época se ha abierto: tras la primera tentativa de sub-
versión obrera, es ahora la abundancia capitalista la
que ha ftacarado [, .. ] Son los signos precursores del
segundo asalto proletario contra la sociedad de cla-
ses, Cuando los niños perdidos de este ejército toda-
vía inmóvil reaparecen sobre el terreno, que parece
otro aunque permanezca igual, siguen a un nuevo
<~general Ludd)) que esta vez les lanzará a destruir las
máquinas del consumo pernzitido.
GlTY DEBORD 1

La descolonización del imaginario produce un cambio de los va-


lores, de las creencias, de las mentalidades, de los hábitos de vida,
que se traduce por otros conjuntos de representación para com-
prender el mundo y vivirlo, dicho de otro modo, para afrontar la
vida práctica a través de otros conceptos, Esto da como resultado
un cambio radical de las relaciones sociales de producción, de
reparto y de distribución. Evidentemente, se trata aquí de revisar
únicamente las etapas lógicas del proceso de transformación, no
las fases concretas. En la práctica, esas etapas se atropellan e
interactúan continuamente. Felizmente. Esto permite realizar el
cambio de manera progresiva ordenando diferentes transiciones
no mencionadas por el esquema teóríco.

l. Guy Debord, La Société du Spectaclr, Gallitnard, París, 1996, p. 115.

167
Reestructurar! reconvertir escribe justamente Takis Fotopoulos, no hay que confundir los dos
Reestructurar significa adaptar el aparato de producción y las rela- conceptos: no puede haber una economía de crecimiento que no
ciones sociales en función del cambio de valores. Esta reestructura- sea una economía de mercado, y esto es sobre todo el caso del 'So-
ción será tanto más radical cuanto más se haya tambaleado el ca- cialismo real'». 3 Jl.si_p_lJ-~J~P9JJg_r_g_l)_ <;l_uc,l,ª-- _lq §Q~j_edad de crec.i.mien-
rácter sistémico de los valores dominantes. Es la orientación hacía t.o implica poner en duda el capitalismo, mientras que, a la inversa,
una sociedad de decrecimiento la que se plantea aquí. e§O no es evidenteJfoEl capitalismo y el .so.:.ialismo, señala Jean-
Paul Besset, compa~n el mismo va1Qr_J2!Qc:j.,1,1.;:tiY.iSJ!!, y [ ... ] si el
Reestructurar las relaciones sociales de producción segundo hubiera triunfado y no el primero, habríamos alcanzado
Una pregunta vuelve en prácticamente cada debate público sobre probablemente un resultado idéntirn. ¿No comparten ambos siste-
el decrecimiento: ¿es éste posible sin salir del capitalismo? Algu- mas la misma visión operacional de la naturaleza como un instru-
nos, co1no René Passet, basándose en aventuradas declaraciones de mento manejable a merced para responder a la demanda? 1'anto el
nuestro amigo Edward Goldsmith y practicando prematuramente un~ como el o~ro se proponen satisfacer la exigencia de bienestar
la amalgama, nos reprochan el querer volver a la sociedad primiti- soCial por med10 del aumento indefinido de la potencia producti-
va y a los buenos salvajes (es deéir, mucho antes del capitalismo). va: lógica de desarrollo de las fuerzas productivas para el marxis-
Sin embargo, la mayoría de los críticos (especialmente en el entor- mo, liberadas de 'la propiedad privada y puestas al servicio del pro-
no de Attac) nos acusan de acomodarnos a la explotación capitalis- lera.na?o; o d~n~mica de los mecanismos del mercado para el
ta, bajo el pretexto de que denunciamos la globalización y el creci- cap1tahsmo, eliminando los obstáculos para su funcionamiento~4
miento sin calificarlos explícitamente, ni a cada momento, de . Capitalismo más o menos liberal y socialismo productivo sdn
ultraliberales y de capitalistas. «Jean-Marie Harribey, señala justa- dos vanantes de un mismo proyecto de sociedad_ _ de _crecimiento,
mente Paul Aries, nos reprocha fundamentalmente cuatro cosas: ba~a~a en el desarrollo de las_fu_erLas_ productivas, que tendrían como
decrecer sin salir del capitalismo, decrecer sin límites, no conside- obJ_errvo favorecer la marcha de la humanidad haci;i elp_rogre_sq. «El
rar que es posible otra economía que no sea el capitalismo y renun- petróleo socialista, ironiza Paul Ar~Ji, no es más ecologista que el
ciar a la perspectiva del pleno empleo.» 2 En realidad, el reproche petróleo capitalista; la energía nuclear socialista no es más
apunta al hecho de que, a la vez que criticamos los trapos sucios autoadministrable. En consecuencia, salir del capitalismo es necesa-
del capitalismo y del liberalismo, también incluimos el desarrollo, rio pero insuficiente. Hay: que.acabar con la sociedad productivista y
el crecimiento y la economía. Dicho de otra manera, hemos re- d.eºconsumo. En resumen, hay que destruir la sociedad industrial El
nunciado a «salvar» el fantasma de otra econo1nía, otro crecimien- balance humano y ecológico _del «socialismo realmente.existente>1 es
to, otro desarrollo (en el. ámbito keynesiano, públicos, socialistas, p,or lo menos tan terrible com.o el del capitalismo, incl_uso
bm¡,¡'"nos, sostenibles ... ). ultraliberal.)) 5 El decrecimiento sólo puede ser un decrecimiento de
i Si no insisto en la crítica específica al capitalismo, es porque la ~cumulación, del capitalismo, de la explotación y de la depreda-
me parece inútil derribar una puerta abierta. Esta crítica, esencial- c~o~, porque el crec1m1ento y el desarrollo son, respectivamente, cre-
mente, fue realizada, y muy bien realizada, por Marx. Sin embar- c1m1e~to de la ac.~mulación del capital y desarrollo del capitalismo,
go, no es suficiente con poner en duda el capitalismo, hay que re- es decir, explotacton de la fuerza de trabajo y destrucción sin límites
plantear toda la sociedad de crecimienro. Y aquí, Marx falla. «Incluso
si la economía de crecimiento es hija de la dinámica del mercado, 3. Takis Fotopoulos, []ne din1orr,1tie généra!e, op. cit., p. 39
, ¿. Je~n Paul Besset, Conznzcnt ne plus étre progressiste .. sans devenir
rratt:oi111a1re, op. cit., p. 169.
2. Paul Aries, Décroissance ou barbarie, op. cit., p. 87. 5. Paul Aries, Décroiss11nre ou barb,1rfr, op. cit., p. 277.

168 169
de la naturaleza. Se trata no sólo de desacelerar la acumulación, sj¡;i,o . (Á falta de integrar las obligaciones ecológicas, la '2:.í.tlc:'l:.1.1;'.1!-
de BQner en duda el concepto para invertir el proceso destructor'~~_,/ x_t~t':!..c!.eJa.Jllndex11idad se ha visto golpeada por una terrible
\Es una lástima, y tal vez una tragedia, que la relación deS,k[gµJ;;I ambigüedad. La economía capitalista es criticada y denuncia-
l~9~<ÍQli1¡_s_l~y ( 18 50-1891), ese aristócrata y científico ucraniano exi- da, pero el crecimiento de las fuerzas que desencadena es califi-
liado en Francia, con Karl Marx no haya dado sus frutos. En efec- cado de «productivo» (aunque sea, en cambio, igual de destruc-
to, ese genial precursor de la economía ecológica intentaba conci- tivo). Al final, este crecimiento, considerado bajo el prisma
liar el pensamiento socialista y la segunda ley de la termodinámica producción/empleo/consumo, goza de todas las prerrogativas
y hacer una síntesis entre Marx, Darwin y Carnot7 • Desbordado y aunque, desde el ángulo de la acumulación de capital, se le juz-
poco dado a las cuestiones científicas, Marx cometió el error, sin gue responsable de todas las plagas: la proletarización de los tra-
duda, de confiar a su amigo Engels la evaluación del informe. Im- bajadores, su explotación, su pauperización, sin hablar del impe-
buido por la concepción positivista y mecanicista de la ciencia, este rialismo, de las guerras, las crisis (incluidas, claro, las ecológicas),
último sencilla1nente no comprendió los obj.~tivos de la investiga- etc. Por este hecho, el cambio de las relaciones de producción
ción y concluyó que no tenía ningún interés.!El tímido seguimien- (en lo que consiste la revolución necesaria y deseada) se encuentra
to de esta tendencia después de la revolución de octubre por Vladimir reducido a un trastorno más o menos violento del estatus de los
Ivanovich Vernadsky tuvo un destino todavía más dramático, y la que poseen el derecho al reparto de los frutos del crecimiento.
ecología rusa fue limpiamente liquidada por Stalin en los campos Desde entonces, siempre se puede discutir sobre su contenído,
siberianos. Los intentos posteríores para fundar un «Y_S~E!!~E!!~!Jl~ pero no poner en duda su principio~
fueron a menudo ejercicios sutiles d'-irehabilitación y de exégesis Indudablemente, no se puede confar con la izquierda no mar-
poco convincentes y sin gran impacto\ 8 xista para levantar la liebre, ya que hace mucho tiempo que se aco-
No es absurdo pensar que el enclientro podría haber sido fe- modó al sistema ...
cundo. Después de todo, en ia misma época, Victor I-Iugo, en su Por otro lado, es verdad que existe una crítica de derechas a la
obra «Los Miserables», tomaba conóencia de lo trágico de la con- modernización, tanto como existe un antiutilítarismo de derechas
dición obrera así como de la amenaza del capitalismo sobre los y un anticapitalismo de derechas. No nos extrañaría que hubiera
ecosistemas. 9 En todo caso, si el diálogo hubiera sido instaurado, un antilaborismo y un antiproductivismo de derechas que se ali-
se habrían evitado muchos estancamientos del socialismo y, menten de los mismos argumentos que nosotros. Incluso hay que
accesoriamente, algunas polémicas sobre el carácter de derechas o reconocer que, a pesar del bello libro del yerno de Marx, Paul
de izquierdas del decrecimiento ... Lafargue, El Derecho a la pereza, --que sigue siendo uno de los
más fuertes ataques contra el laborismo y el productivismo-, a
pesar ta.glbién de una tradición anarquista en el seno del marxismo-
,,{:..""-;
f6JPara Florence Aubenas y Miguel Benasayag, esto pasa por proyectos más reactualizado por la Escuela de Francfort -el consejismo y el
qué)(or programas. El (<único proyecto posible pasa por la creación y el desarro- situacionismo-, la crítica radical a la modernidad ha sido más
llo de zonas y tendencias no capitalistas, en donde no se tratará de encontrar extremada en la derecha que en la izquierda. Aunque haya conoci-
planes macroeconómicos de liberación, sino de liberarnos de la economía» (Ci-
do bellos desarrollos con Hannah Arendt o Cornelius Castoriadis,
tado por Camille Maddain, en Christian Con1diuau, Brouíllons pour l'a::enir:
contributions au débat sur les aüernatives, op. cit., p. 240). quienes emplearon argumentos similares a los de pensadores contra-
7. Véase ManínezAlier, Joan y Naredo, J.S., (~ marxist Precursor to Energy rrevolucionarios como Burke, De Bonnald o De Maistre, esta crí-
Economics: Podolinsky», Peasant studifs, 9, 1982. tica se ha mantenido políticamente marginal.0os maoísmos,
8. Jan1es O'Connor, L'ecom,1rxis1no. Introduzione ad una teoria, Data News, trostkismos, y otros izquierdismos son todos tan productivistas
Ro1na, 1989.
9. Véase Cornelius Castoriadis, Une société a la dlríve, op. cir., p. 194. como los comunismos ortodoxos\
.1

170 171
No obstante, no se puede co,nfundir el antiproductivismo de caigamos en la trampa realista I esencialisra/ sustancialisra! kQl1é es.
derechas con el antiproductivismo de izquierdas. No más que en el l.".'J_µ~s:e..designa con.la palabra "capitalismo,,? El capitalismo como
caso del anticapitalismo o en el del antiutilitarismo. Nuestro con- sistema, como «modo de producción» (en el sentido deAlthusser),
cepto de la sociedad de decrecimiento no es ni una imposible vuel- es una creación de la mente, útil para comprender una realidad
ta atrás, ni un acomodamiento con el capitalismo, sino una «supe- compleja, pero peligrosa si consideramos el concepto de manera
raci6n» (ordenadamente si es posible) de la modernidad. El fetichista. Actualmente, el conjunto de las empresas, las adminis-
decrecimiento está forzosamente contra el capitalismo. No tanto traciones y los hogares participan de la lóg.ica ca.pitali"'ta, porque
porque denuncia sus contradicciones y límites ecológicos y socia- ésta es la de los actores don1inantes de la _sociedad moderna v. ha
les, sino sobre todo porque pone en duda su «espíritu». colonizado las mentalidades. Ni las ONG, ni el sector terciari~, ni
La limitación drástica de los daños al medio ambiente y, en conse- la economía social y solidaria escapan de ella totalmente. Es la ra-
cuencia, de la producción de los valores de intercambio incorporados zón por la cual una sociedad de decrecirrlÍento no puede concebirse
en soportes materiales fi'sicos, no implica necesariamente una limita- sin salir del capitalismo. Sin embargo, la cómoda fórmula «salir del
ción de la producción de valores de uso a través de productos capitalismo» designa un proceso histórico que es todo salvo senci-
inmateriales. Éstos, al menos en ,parte, podrían conservar una forma llo ... La eliminación de los capitalistas, la prohibición de la pro-
mercantil. Cuidándose de no alterar a las almas sensibles, Mauro piedad privada de ios bienes de producción, la abolición de las re-
Bonaiuti plantea la refQrID.a.p.osibles paulatina del siste.!lli!.a.parrir.de laciones salariales o de la moneda abocarían a la sociedad al caos, y
un desarrollo de los .bieneuelaÓQJ:Jales. 10 Patrick Viveret, al proponer sólo serían posibles a costa de un terrorismo masivo. Y, ~or otro
una «reconsideración de la riqueza» y-contabilizar de otra manera, va lado, esto no bastaría para abolir el imaginario capitalista.¡
en el mismo sentido. Sin embargo, ese comprn_rr!iso s(\l()_pµede ser Por lo demás, ¿por qué seguimos bablando de econoñ\.ía y de
provisiQnal,__ ya .que, aunque sea. posible de..manera -~bs.tract<!-__ concebi[.~ «mercados» para construir una sociedad del posdesarrollo? 12 Por-
una economía ecocompatible con. la permanencia___de _ un___q.piralisrno. que esas «instituciones», identificadas un poco precipitadamente
de lo inmaterial, esta perspectiva esirrealista,enfo,,referentea las bases. por algunos con el capitalismo, no son un obstáculo. Un gran nú-
imaginarias de la sociedad de mercado, a saber: la desmesura y eLd.o.- mero de sociedades humanas conocen los mercados (especialmen-
minio sin límite. El capitalismo generalizado no puede dejar de.des- te África), las monedas, y evidentemente, el beneficio co1nercial,
truir el planeta tal como destruye la sociedad y todo lo que es cQJec,t_iyp~ financiero, es decir en cierta tnedida industrial (que valdría más
Por el contrario, la duda sobre el impacto de la abolición del calificar de «industrioso» al tratarse de artesanado). Conocen tam-
capitalismo (papel de la moneda, del mercado, del salario, del be- bién la remuneración del trabajo a destajo que nosotros llamamos
neficio) y el de la revolución se mantiene abierta. Si el mercado y el salario. Sin embargo, esas relaciones «económicas» no son domi-
beneficio no pudieran ya ser los fundamentos del sistema, podrían nantes ni en la producción, ni en la circulación de los «bienes y
persistir como incitadores. ({En consecuencia, deducen nuestros crí- servicios». Sobre todo, no están articulados entre ellos hasta el punto
ticos, el capitalismo todavía existiría>i. 11 Entendámonos bien. ¡No de <,hacer un sistema». Esas socíedades· no son ni sociedades de
rnercado, ni sociedades salariales, ni sociedades industriales, ni
1O. Véase su contribución en la obra colectiva ()bjectif Décrois_<.1nce, véase menos sociedades capitalistas, aunque podamos encontrar capital
Une sorilté harrnonintse, Parangon, París, 2003, y en la revista Silence.
11. En este caso, Michel Bernard, <iSortir des piCges del' effet rebondl>, art.
citado, pero también diferentes corrientes anarquistas (véase por ejemplo, Jean-
Pierre Tertrais, [Ju dlvP!oppnncnt 2t la décroissancf'. De la nécessité de sortír de 12. Ya me expliqué ampliamente sobre ello en la última parte de mi último
l'irr1-passe suicidaíre du capitafir111c, Éditions du Monde Libertaire, París, 2004, libro Justice sans limitfs. Le défl de l'éthique dans une éconrnnie mondia!irée, Fayard,
y la página web: www.lariposte.com). París, 2003.

172 173
y capitalistas. El imaginario de esas sociedades está tan poco colo- res beneficios -lo que es absurdo-, sino también porque los pre-
nizado por la economía que éstas viven su economía sin saberlo. cios no tienen, por así decirlo, nada que ver con los costes. En una
rSalir del desarrollo, de la economía y del crecimiento no implica sociedad autóno1na, en cambio, ustedes tendrán un auténtico n1er-
'Pues renunciar a todas las instituciones sociales que la economía se cado en el sentido de que habrá tanto supresión de todas las posicio-
ha anexado, c¡9mo la moneda y los mercados, sino rcin1mduárhs. nes de monopolio y oligopolio como correspondencia entre los pre-
!.<~;.
en..i1tri~c_a_/
'
,.. . .,<~. 7~ cios de los bienes y los costes sociales reales.,, 14
_'º'"'"' En ese punto, comparto el anahs1s de Cornehus ·Q_st.Q.i;J,adll'J ., @-~ es.toy seg~;o de estar del todo de acuerdo. Me parece que
!«En el rr1arxismo, escribe, existe la absurda idea de que el increado Castor1ad1s tamb1en cae en la trampa de la economía pura. Pienso
\Como tal, la mercancía como tal, (<personifican» la alienación; esto que es importante distinguir entre el mercado y los mercados. Los
es absurdo porque las relaciones entre los hombres, en una socie- segundos jamás obedecen a una pura ley de la competencia ideal, y
dad extendida, no pueden ser «persünales¡1 como en una familia. tanto mejor. Éstos incorporan siempre algo del espíritu de don que
Son siempre, y sie1npre lo serán, socialmente inediatizadas. En el una sociedad de decrecüniento tendría que incoq;zorar. Por contra,
ámbito de una economía, por poco desarrollada que sea, esta me- n1e adhiero totalmente a su concepto de revoluciót;J<,Revolución no
diación se denomina el mercado {el intercambio). Si se crean cier- significa ni guerra civil ni efusión de sangre. La1'e;olución es un
tas presuposiciones [ ... J, el mercado puede convertirse en una es- cambio de ciertas instituciones centrales de la sociedad por medio de
pecie de referéndum permanente, que ratifique o invalide las la actividad de la propia sociedad: la autotransformación explícita de /
decisiones en materia de producción. Es lo que el discurso liberal la sociedad condensada en un breve tiempo. [ ... ] La revolución sig-
afirma que el}percado hace en la actualidad -y es lo que no pasa nifica la entrada de lo esencial de la comunidad en una fase de acti-
en la realidad»:." vidad política, es decir Ín5tÍtuyente. El imaginario social se poné ma-
«Para mí, -Vuelve a afirmar, es del todo evidente: no puede haber nos a la obra y acom~te explícitarnente la transformación de''-Ias
una sociedad compleja sin) p,ar ejemplo, medios impersonales de instituciones existentes.» 15 El proyecto de la sociedad de decrecimien·-
intercambio. La !!!Eneda cumple esta función y, en este sentido, es to, en ese sentido, es eminentemente revolucionario.
muy importante. Que se le retire a la moneda una de sus funciones La transición entre el sistema capitalista y la sociedad de decre-
en las economías capitalista y precapitalista: la de instrumento de cimiento planteará indudablemente enormes problemas de
acumulación individual de riquezas y de adquisición de medio reconversión del aparato productivo. Sin embargo, el decrecimien-
de producción es otra cosa pero, como unidad de valor y como me- to es también una apuesta sobre el ingenio humano para, llegado
dio de intercambio, la moneda es una gran invención, una gran crea- el momento, encontrar soluciones. Por ejemplo, se puede proyec-
ción de la humanidad. [ ... ] Pero, claro está, hay que tener mucho tar Ja transformación de las fábricas automovilísticas en fábricas de
cuidado al bablar de «mercado». [... ] La sociedad socialista será la aparatos de cogeneración energética. Efectivamente, para construir
primera sociedad donde habrá un verdadero mercado, porque el un microgenerador es suficiente un 1notor de coche acoplado a un
mercado capitalista no es un mercado. No sólo no es un mercado alternador e instalado en un cofre metálico. I.as competencias, las
porque al compararlo al mercado de los mai-iuales de economía polí- tecnologías e incluso las instalaciones necesarias son prácticamente
tica, éste es transparente y el capital es una especie de fluido que pasa idénticas. Ahora bien, la cogcneración difusa, que permite que el
inmediatamente de un sector de producción a otro para sacar mayo- rendimiento energético pase de aproximadamente un 40º/o a un

14. !bid .• p. 198.


13. Cornelius Castoriadis, Une sorilté a la dérive, op. cit., p. 190. 15. !bid .• p. 177.

174 !75
94%, ¡ecoJJ,omiza a la vez el consumo de energía fósil y la emisión za y la del ecosistema van a menudo a la par. Con sus muretes de
de co/ 6 ~ay tal vez en los archivos científicos de la humanidad retención, sus senderos encaminados sobre las curvas de nivel, su
un yaci1niento casi inagotable de soluciones ingeniosas para los hábitat que se funde en el paisaje, el hombre había transformado el
incontables problen1as técnicos que, se encontrarían; bastaría con campo baldío en un jardín. I~l matrin1onio entre la viña y el olivar,
' en el momento oportuno)
extraerlas \ así como los pinos piñoneros, los higos chumbos, los boneteros,
Jos cedros, los naranjos y los limoneros aromatizaban las tierras, a
menudo áridas y rodeadas de rocas salvajes. Y luego, un día, un
Redistribuir turista se construyó una villa de recreo, y a ésta le siguieron mu-
L;l__r.e_e)itJ:J,lC:tJ.u:ación _ de. ..las ..relaciones sociales es-- i¡0so facto una chas más. Las viñas y el olivo cedieron su lugar al hormigón. La
red,i_Stii_~_y~i_Qg. Redistribuir se entiende como el reparto de las ri- especulación inmobiliaria se inmiscuyó rápidamente. Grandes con-
quezas y del acceso al patri111onio natural, tanto entre el. Norte y el juntos se construyeron al borde de las playas, las autopistas destri-
Sur corno en el interior de cada sociedad. La redistribución con- paron las colinas y la música tecno de las discotec.-ts nocturnas re-
cierne al conjunto de los ele.mentes_ del siste1na: la tierra, los dere- emplazó el canto de las cigarras.
chos de extracción sobte la naturaleza, e! empleo, los ingresos, las Reconsiderar el uso de la tierra, zócalo de toda cultura huma-
jubilaciones, etc. Como veremos, en lo que se refiere a las relacio- na, será la consecuencia de la revolución mental y estructural. El
nes de redistribución Norte/Sur, que plantean enormes problemas, problema del reparto del suelo se plantea en el Sur con los campe-
se trata más de extraer menos que de_ dar más. sinos sin tierra, pero también se plantea en el Norte, sobre todo en
el plano cualitativo. Se trata de sustraer siempre más tierra a la agri-
Redistribuir la tierra cultura productivista, a la especulación territorial, a la empresa
«El desierto crece, escribía Nietzsche a finales del siglo XIX. jDes- contaminante del asfalto __ y del cen1ento, a la desertificación, y de
graciado aquél que defiende el desierto1>> 17 Desde esa época, como ofrecerle mucho más a la agricultura campesina, biológica, respe-
sabemos, el desierto, tanto en el sentido literal como en el figura- tuosa de los ecosistemas. Esto contribuirá además a resolver el pro-
do, ha sido demasiado bien protegido y progresa rápidamente. blema del desempleo al parar el éxodo rural (especialmente en el
Muchos millones de hectáreas de bosque desaparecen cada año. La Sur), e incluso a invertir la tendencia en ciertos casos (especial-
erosión, la laterización de los suelos, la sequía y las inundaciones, mente en el Norte). 18
la pulverización de las tierras agotadas por el uso conjunto de pes-
ticidas y abonos químicos, el envenenamiento continuado de las Redistribuir el trabajo
superficies abandonadas por la industria, el honnigón, el asfalto y Abordaremos en el capítulo 9 la necesidad de una fuerte reducción
la cementación, todo participa en el avance del desierto. del tiempo de trabajo para, entre otros, resolver el problema del
Al ohservar lo que ha pasado en las costas, y en particular en el empleo. Se trata aquí de indicar el impacto de los cambios de es-
entorno mediterráneo, tenemos un bello ejemplo del doble movi- tructuras sobre las orientaciones productivas. Esta redistribución
miento creativo y destructivo de la acción humana sin hacer inter- de las actividades forma parte de la reconversión y de la supresión
venir directamente al cáncer industrial. 1,a destrucción de la belle- del desempleo. Existen ya 350.000 empleos verdes en Italia y cua-
tro millones en toda Europa. Imaginemos el número de empleos

16. Véase Maurizio Pallante, lln faturo senza luce? op. cit.
17. Cita de Martin I-Ieidegger, Qu'appelle-t-on penser?, PUF, París, 1973, 18. Guy Kastler, Ensemf7!c saurons notre planf:te, Propos rcruci/fis par Marie-
p. 36. France Beaulieu, Guy "[fédaniel Éditeur, París, 2005.

176 177
creados si pas:í,stmos de una economía de depredación a un sistema No se trata, pues, de que el sistema funcione tal como está, lo
ecosostenible.iEn su libro Écoéconomie, Lester Brown enumera nue- que nos condenaría, en el mejor de los casos, a un social-liberalis-
'~
ve sectores prOductivos que tendrían que ser desarrollados en una mo ala manera de Blair, Schroder, o anteriormente Jospin o d'Alema
economía «solar>1, es decir, basada en energía renovable: la construc- y, hoy, l,ula. A largo plazo, la solución propuesta es el ca1nbio de la
ción de eólicas, de las turbinas correspondientes, la producción de sociedad y de sus formas de riqueza.
células fotovoltaicas, la industria de la bicicleta, la producción de Evidentemente, estas pocas anotaciones sobre la redistribución
hidrógeno, la de los motores cor.respondientes, la construcción de están lejos de acabar con ese problema central de la economía políti-
metros ligeros, la agricultura biológica y la reforestación. Toda una ca tradicional, que desde siempre se interesa casi exclusivamente por
serie de nuevos oficios y profesio!,les podrían desarrollarse, desde ex- el reparto único del producto entre los salarios, las ganancias y las
c
perros 1orest al es a ecoarqu1tectos.¡
. fs·in proseguir
. por nuestra cuenta rentas. Incluso si la cuestión del reparto no se limita a eso, ese pro-
los análisis y el programa de ese ~pionero de la economía ecológica, blema es central con toda razón. La puesta en duda del espíritu de
tenemos aquí, en este campo particular, un ejepplo de las posibili- capitalismo por parre del decrecimiento tiene consecuencias sobre el
dades ofrecidas para desplegar el ingenio.(A diferencia de los nivel de los ingresos. J;¡;rmite reintroducir el tema de la justicia en la
antiliberales de la izquierda traqicional, que proponen para crear retribución laboral. 22 jvolver a la «descomercialización» del trabajo es
empleos la construcción de hospitales y escuelas, los ecologistas pre- un imperativo. El acr\:ial juego de los que intentan rebajar las expec-
conizan i:nedidas que se basan en una tasación de las máquinas, en tativas sociales es igual de inaceptable que el de los que intentan re-
una desgravación del trabajo, de las reformas territoriales (volver a bajar las expectativas ecológicas. 1:--a co~::~~nci_a Jl()_Jl~b~f:t.Í::l- _in~:µir
crear agricultores) y de los trabajos que fj:vorezcan los al1orros de e11_ los pres¡ios ..d.eürnhajo .y,. en co;:;s~c;;encia, en la vida de los séres
energía y el consumo de recursos naturales}1 9 .h!1111<.lnos.fNo es aceptable reducir los costes poniendo a los trabaja-
J
dores a cOfnpetir para obligarlos a aceptar salarios siempre inferiores
Redistribuir los ingresos ent_re las generaciones: ¿cómo arreglar a un nivel de vida decente. Si se reconoce, incluso por parte de los
el problema de las jubilaciones? liberales, que algunos mercados de bienes y servicios tienen que estar
Hoy en día, el crecimiento es una necesidad política para resolver regulados, es todavía más importante organizar que los trabajadores
ese problema en una sociedad de crecimiento, aunque se sepa, como dejen de competir. La reducción drástica de los Q9_ra_rios d~- trabajo,
ha demostrado Jean-Maric Harribcy, 20 que el centro del problema ya proyectada, constituye una primera protección contra la flexibili-
de las jubilaciones reside en el reparto y no en la producción. Es dad y la precariedad. Tal como se reconoce que la teoría de los econo-
más fácil, efectivamente, redistribuir las migajas del pastel si su mistas sobre el desempleo voluntario es una impostura, hay que de-
tamaño au1nenta. Sin en1bargo, ¿no sería conveniente preguntarse fender también los límites mínimos de salarios decentes. Un paso
primero si el pastel no estará envenenado? En este caso sería muy suplementario consistiría en hacer evolucionar la renta inínima de
conveniente dis1ninuir la dosis. 21 inserción o sus equivalentes hacia una verdadera r~9:!~1J2ási¡;;,a. de ciu-
dadanía, desconectando así esa renta de la obligación de trabajar.
19. Fabrice Flipo, Pour l'altern1011di,1!i.P.'JC. Une reponse a Isaac .foshua, do-
Aunque utópica en el contexto actual, esta medida sería una verda-
cumento de Internet, 2004. dera revolución cultural, así como sus consecuencias, tanto a nivel
20. Jean-Marie 1-Iarribey, \{Reparto o capitalización, no financiamos jamás regional, nacional y europeo como mundial.
nuestra propia jubilación)), Le Monde, 3 de novie1nbre de 1998.
21 Es ta1nbién lo que dice Jean-Pierre Dupuy: "Aunque sea bello querer
co1nparrir equitativamente un pastel tan grande co1no sea posible, sería tal vez
conveniente preguntarse pri1nero si éste no estará envenenado)) (Pour un 22. En este punto, re1nitimos al lector a los desarrollos gue hemos dedica-
mt.Htropl>irn" !r:&iré, op. cit., p. 80). do a este tema en .fusticr sans linútes, op. cit., en particular al capítulo 6.

178 179
Simétricamente, con esa RMA (rrnta_mú:Üm~..de..actividaá, dores). Es importante enunciar el divorcio entre el proceso mate-
-un contrato de inserción destinado a las personas desempleadas rial de reproducción de la sociedad y esta razón geométrica que se
que reciben el RMI, renta m.ínirna de inserción, para que reanuden encuentra en el corazón de la adicción al crecimiento. La eutanasia
su actividadJaboral-), sería necesario otra R.\1A (rsn1a-In4*ima-au- del rentista, reclamada hace tiempo por un Keynes que se encon-
tqrizadal.2\Esta medida tiene como objetivo fijar simbólica y con- traba, sin embargo, muy lejos de la revolución del decrecimiento,
., una democracia restaurada, los lí.mites del hubris (la
cretamente,"-en sería una medida de salubridad pública. Más fundamentalmente,
desmesura).\Extraña para nuestro imaginario económico, esta me- hay que trabajar por una «reapropiación» del dinero. 25 La limita-
dida estaría r'elacionada con el ostracisrno en la de1nocracia ateniense. ción de la dimensión de los bancos y el peso de los inter1nediarios
Un particnlar que gana en una noche mil millones de dólares, es financieros, como por otro lado, el desmantelamiento de las firmas
decir aproximadamente diez millones de años de salario de una per- gigantes, acompañarán a la necesaria desglobalizaci6n y participa-
sona que recibe en _Francia el salario mínimo, que en un año gana rán en la relocalización.
más que el PIB de 42 países y tanto como los 170.000 asalariados del
gigante McDonald's (es el caso extremo del financiero «filántropo»
George Soros, que reconoció la obscenidad de la cosa ... ), ¿puede ser
conciudadano de los que reciben el salario mínimo o de los asalaria-
dos? ¿Puede haber democracia sin un mínimo de igualdad de condi-
ciones, incluidas las económicas? 24 Si el muy rico no siente estar en
deuda con el muy pobre, ya no existe la sociedad. Era, por otro lado,
la paradójica conclusi6n de Margaret Thatcher ...
A fin de cuentas, redistribuir las cartas y redefinir las reglas del
juego económico y social forma parte de la reestructuración y del
cambio de imaginario. Se trata nada menos que de romper la lógi-
ca infernal que hace necesario sacar siempre más dinero por medio
de una producción I destrucción/ depredación creciente para pagar
los dividendos, los intereses, las rentas y las ganancias exigidas por
el capital (aparezca éste bajo la forma de fondo de pensiones, de
bancos, de compañ.ías aseguradoras, de accionarios o de especula-

23. Tal como lo propone Fran¡;:ois Plassard en su programa Horizon 2007,


que! vrai dfhat? (pendiente de publicación).
24. En su «Décalogue éthico-politique a l'usage des modernes>) (Revue du
llfAUSS, n. 20, 2° semestre 2002, p. 167), Alain Caillé retoma esta idea de igual-
dad mínima, pero poniendo muy alto el listón: «Rechazarás ganar más de cien
veces la renta mínima individual media de tu comunidad>). ¡Nuestros responsa-
bles económicos tienen, sin embargo, mucho esfuerzo por hacer! A los que reci-
ben el salario mínimo les haría falta trabajar 554 años para alcanzar la renta
inedia de 2001 de los patrones de las sociedades de la Bolsa de París (Le Monde, 25. Véase sobre este punto el último capítulo de mi libro justfre sans limi-
29 de noviembre de 2002). tes, op. cit.

180 181
VIII. RELOCALIZAR. POR UN
RENACIMIENTO DE LO LOCAL

Si, por ejemplo, nosotros en Varanasi dejásemos


de creer que estamos en el centro del n1undo y que
vosotros sois periféricos, para nosotros esto repre-
sentaría el suicidio.
RAIMON PANIKKAR 1

De las ocho «R» que forman el círculo virtuoso de la construcción


de una sociedad .de decrecimiento serena (reevaluar, reconceptua-
lizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir, reutilizar, reci-
clar), la reevaluación constituye, lógicamente, la primera acción y
la base del proceso. Sin embargo, la relocalización representa a la
vez el medio estratégico más importante y uno de los principales
objetivos de éste último. Esto traduce, en cierto modo, la aplica-
ción del viejo principio de la ecología política: pensar globalmente,
actuar localmente.
La «relocalización>1 es un tema recurrente en los discursos polí-
ticos y en los medios de comunicación. Se trata indudablemente
de una aspiración ampliamente compartida. Están primero aque-
llos que quieren «vivir y trabajar en el país)), y luego, más sencilla-
mente, todos aquellos que preferirían no ver su empresa deslo-
calizada en el sureste asiático o su empleo suprimido a causa de la
privatización de los servicios públicos, con el cierre programado de
las oficinas de correo, de los ambulatorios, de los transportes ferro-
viarios secundarios, etc. Económicamente hablando, lo «local)) es
ambiguo por el hecho de su extensión geográfica de geometría va-
riable-de la localidad a la región transnacional, del micro al macro,
pasando por el «meso))-, pero lo local sugiere de manera inequí-
voca el territorio, incluso el terreno) y aún más los patrimonios

1. Raimon Panikkar, <(Alternative a la culture moderne>l, lnterculture


(Montreal) n. 77, octubre~diciembre 1982, p. 15.

183
instalados (materiales, culturales, relacionales) y, eo consecuencia, económicas eventuales de ese movimiento son problemáticas. Ade-
los límites, las fronteras y el arraigamiento. Definir la apuesta local más de los autoempleos, éste crea sobre todo empleos de servicios
es, en primer 1-ugar, denunciar la impostura de lo local cuando va (administrativos o servicios a las empresas), de subcontratación o de
añadido al término desarrollo para poder reflexionar sobre su rena- servicios de proximidad para los residentes, que no son el resultado
cimiento dentro de un «posdesarrollo». En este caso, la reconstruc- de una dinámica integrada. Al vincularse al desarrollo económico y
ción social del r.erritorio ya no es únicamente económica sino ta1n- al mercado mundial (con los subsidios del Estado o de Bruselas ... ),
bién política y cultural. Fonna parte plenamente del objetivo de esas empresas están condenadas, tarde o temprano, a desaparecer o a
una sociedad de decrecimiento. fundirse en el sistema dominante. Pierden entonces literalmente su
alma y acaban por ser «insrrumentalizadas» por los poderes públicos,
La apuesta local por los usuarios, por sus direcciones o incluso por sus «militantes»
~olunrarios (que buscan una experiencia o una formación valorizable).
La relativa retirada en el Norte de lo nacional y de sus tutelas en- A falta de una descolonización profunda del imaginario, en lugar de
gendrada por la globalización, rrartiva do regional» y lo docah. inventar un arte del uso y del buen consumo del otro, éstas recaen en
Incluso se ha creado una nueva denominación '<glocah> para desig- los criterios del mundo del mercantilismo, incluso cuando están al
nar esta nueva articulación entre lo global y lo local. Al aflojar los margen del mercado.
frenos del dinamismo en la base, ese proceso impulsa a veces un l.o «local» en1erge pero se encuentra generalmente añadido al
reflorecimiento cultural, que puede provocar sinergias económi- concepto <<desarrollo>1. Se trata en este caso de una impostura que
cas. El ocio, la salud, la educación, el medio ambiente, la vivienda, designa en el mejor de los casos un «localismo heterodirigido», y,
los servicios a las personas son ad1ninistrados necesariamente, en en el peor, un taparrabos a un proceso de desertificación y degrada-
efecto, a nivel rnicroterritorial, desde la cuenca de la vida. Esta ges- ción de los territorios, puesto que se puede decir que estamos fren-
tióri de lo cotidiano conduce a una fracción de la población exclui- te a territorios sin poder a la merced de poderes sin territorios.
da, contestataria o solidaria, a iniciativas ciudadanas ricas y loables Sobre todo si la economía local depende de la implantaci6n de un
para intentar encontrar una influencia sobre lo vívido. En Europa, establecimiento que es propiedad de una gran empresa. ,J\I facili-
pero también en :t~stados U'nidos, Canadá, Australia, asistirnos a tar una gestión a distancia, escribe Jean-Pierre c;arnier, descentra-
un nuevo fenómeno, el nacimiento de los llamados neoagricultores, lizada y unificada a la vez, de unidades dispersas en el espacio, las
neorrurales, o neoartesanos. nuevas tecnologías de la comunicación permiten a las grandes fir-
Hemos visto florecer, en estos últímos años, una gran canridad mas sobreponer un espacio organizacional faera de los territorios,
de asociaciones sin ánimo de lucro (o por lo menos no exclusiva- cuya estructura y funcionamiento obedecen a estrategias de em-
mente lucrativas): empresas cooperativas en autogestión, comuni- presa cada vez más autónomas en relación a actividades y políticas
dades agrícolas, AMAP (en Francia, asociaciones para el manteni- autocentradas en territorios determinadosi>. 2
miento de la cultura campesina), LE.Ts (Local Exchange lrade La verdad del pretendido '<glocalismo» es poner a competir a
Svstem, redes de intercambio) y SEL (sistemas de intercambio loca- los territorios invitándoles a ofrecer condiciones cada vez más fa-
l~s), bancos del tiempo, asociaciones de ocio, servicios de barrio, vorables a las empresas transnacionales: ventajas fiscales, flexibili-
guarderías dirigidas por padres y madres, tiendas de gestión, agru- dad del trabajo y de la regulación (o más bien de la desregulación)
paciones de artesanos, agricultura campesina, bancas éticas o mu-
tuas de crédito riesgo, movimientos de con1ercío justo y solidario,
asociaciones de consumidores, empresas de inserción, en resumen,
2. Jean-Pierre (-;arnier, Le Cap/t.'alísme hígh-tech, Amis de Spartacus, París,
toda la nebulosa de la economía social y solidaria. Las «recaídas» 1988, p. 55.

184 185
ambiental. Es el juego del menor postor fiscal, social y ambiental y De este modo, el mercado ha marginado progresivamente im-
del n1ejor postor económico (en términos de subvenciones), ¡una portantes áreas tanto del Sur como del Norte. En esas zonas depri-
verdadera :invitación a la prostitución! 3 Las iniciativas y la creativi- midas, que sobreviven gracias a los subsidios, subvenciones, asisten-
dad local evocadas anteriormente son desviadas, recuperadas y mar- cias, casi todo el dinero ganado en ese lugar o fuera de al1i es acaparado
ginadas siguiendo la lógica de la economía y del desarrollo. Los pa- por los supermercados y absorbido fuera de la región. De esta mane-
trimonios subsistentes son puestos bajo el dominio, por ejemplo, de ra, llegamos al caso límite de las reservas indias norteamericanas en
un «turisrno depredador». 4 El colmo se alcanza sin duda en las zonas las que «no hacen falta más que 48 horas para que el 75º/o de los
francas urbanas (ZFU) creadas en Francia en 1996 y que conciernen dólares concedidos por el gobierno federal desaparc.lca en Ias ciuda-
a 84 periferias de grandes ciudades con problemas. Se trata de nue- des limítrofes.»6 En Francia, el desarrollo local, como eslogan de los
vos paraísos fiscales en los que las empresas de menos de 50 trabaja- tecnócratas, nació en las regiones rurales (y a propósito), en particu-
dores son totalmente exoneradas de cargas sociales, iinpuestos sobre lar en las zonas de agricultura de montaña, víctimas del productivismo.
beneficios, cargas profesionales e impuestos sobre la propiedad. El discurso del desarrollo local era la pantalla de la «gran transfurma-
Pegado a {<desarrollo)>, lo,«local» es, ciertamente, un poco como ción del territorio)), y su puesta en marcha pretendía hacer pasar sua-
lo social o lo sostenible, es déCír, lo que permite al desarrollo sobre- vemente esta destrucción poniendo un bálsamo sobre las heridas y
vivir a su propia muerte. El concepto de <<desarrollo local)} no esca- reutilizando lo mejor posible sus escombros ... esperando la apoteosis
pa más que el de {(desarrollo sostenible)) a la colonización del ima- de la globalización sin suelo. Ya en los años setenta se decía que las
ginario por parte de la economía. El desarrollo ba destruido y carreteras construidas con grandes partidas presupuestarias departa-
destruye lo local al ir concentrando gradualmente los poderes in- mentales agrícolas, destinadas al bienestar de los campesinos, bajo el
dustriales y financieros. l,o que pasó con los bancos es revelador. pretexto de desenclavar las wnas rurales, servían al último agricultor
En el siglo XIX, existían n1uchos pequeños bancos locales y regio- para mudarse a la ciudad y al primer parisino para instalar su casa de
nales, fuertemente enraizados en la economía de proximidad. La campo en la granja.
expansión de las bancas nacionales los ha hecho desaparecer para Suprimir una escuela rural, una estación ferroviaria secundaria,
reemplazarlos por agencias que absorben el ahorro local y finan- un ambulatorio médico rural o una oficina de correos en una aldea
cian la gran industria nacional. Hoy en día, son las bancas rural en nombre del desarrollo, de la modernización o de la raciona-
transnacionales las que, a su vez, hacen desaparecer a las bancas lidad, sean cuales sean las críticas que podamos --o que debamos-
nacionales en beneficio de las firmas multinacionales. Si el dinero hacer al sistema escolar, al sistema sanitario o a los servicios públicos,
es el nervio de la economía, la desaparición de los bancos locales es contribuir a la muerte de lo local y sabotear los esfuerzos de los
significó el fin de la economía local. Tal como lo escriben los teóri- que resisten y luchan para volver a dar un sentido a esos lugares. Es
cos de Time Dollars de lthaca, la economía asegura el crecimiento también, claro está, obstaculizar la construcción de una sociedad de
«alimentándose de la carne y de los músculos que mantienen uni- decrecimiento y volverse cómplice de la banalidad del mal.
da a la sociedad». 5
La relocalización económica en el decrecimiento
Utilizar la creatividad popular y local y los recursos diversos del
3. Las compañías aéreas Low cost, por ejemplo, sacan los mayores benefi-
cios. territorio para intentar {(redesarrollarlo)>, como hacen algunas aso-
4. Citado por Luisa Bonesio, «Paysages et sens du liettJ>, Éléments, n. 100,
marzo de 2001: '<Une réponse a la mondialisation: le localisme>l.
5. E.Caney J. Rawe, Time dollars, Emmanus, Pensilvania, Rodak Press, 6. Perry Walker y Ed\vard Glodsmith, {<Une monnaie pour chaque commu-
1992. nauté», Revista Silence, n. 246-247, agosto 1999, p. 19.

186 187
ciaciones más o menos bien intencionadas, significa de cierta ma- localmente. Un principio como éste se basa en el buen sentido y no
nera ir contra la historia y condenarse a un callejón sin salida. Es en la racionalidad económica. «Que importa ganar algunos fran-
sobre todo en el marco de un «posdesarrollo» o de un «rnás allá del cos por un objeto, precisan los autores, cuando hace falta contri-
desarrollo», y en la construcción de una sociedad de decrecimien- buir con muchos miles de francos, por cargas diversas, a la supervi-
to, que lo local puede tomar todo su sentido, el de un verdadero y vencia de una fracción de la población que no puede ya, justamente,
necesario renacimiento. participar en la producci6n de este objeto». 9 Si las ideas deben ig-
Poner en ro.archa alternativas concretas para salir del callejón norar las fronteras, los movimientos de mercancías y de capitales
s.in salida del desarrollo se produce, al principio, localmente. Es deben ser reducidos a lo indispensable. Hoy en día, «las actividades
necesario revitalizar el terreno local, tanto en el Norte como en el productivas locales conciernen ante todo al proceso de autopro-
Sur, primero porque, incluso en un planeta virtual, hasta que se ducción: mantenimiento urbano, servicios de base y de socorro
demuestre lo contrario, se vive localmente, pero sobre todo para recíproco, huertos urbanos y mercados locales, mantenimiento del
salir del desarrollo, de la economía y luchar contra la globalización. medio, actividades culturales y lúdicas, actividades de autocons-
La apuesta consiste en evitar _que lo «glocah>, esta instrumentalíza- uucción, artesanado local. Esas actividades de proximidad favore-
ción de lo local por lo global, sirva de coartada para seguir con la cen los inrercambios no mercantiles, las relaciones de reciprocidad
desertificación del tejido social y en evitar que no sea más que un y confianza: en-'atros términos, permiten la creación de un espacio
esparadrapo pegado a una herida muy abierta: dicho de otro modo, público basado en el reconocimiento y la valoración de un patri-
un discurso de ilusión y distracción. monio común, y la emergencia de nuevas relaciones que evitan
Relocalizar es, evidentemente, producir de manera local, esen- encerrarse_ en uno mismo)}. 10 Pero para evitar su desaparición y fa-
cialmente productos que sirvan para satisfacer las necesidades de la vorecer su renacimiento, hay que impulsar una realización más com-
población a partir de empresas locales financiadas por el ahorro pleta. l,o que debe ser «reterritorializado» es lo esencial de la activi-
generado localmente. Pero eso va mucho más allá. Frente a la dad económica y de la vida.
«topofagia» de la «cosmópolis», e.s decir, a la bulimia de un modelo ¿Cómo conseguirlo? Al internalizar los costes externos del rrans-
urbano centralizado devorador de espacio, es importante trabajar porte (infraestructura, contaminación, es decir efecto invernadero
por un «renacimiento de los lugares)> y por una reterritorialización. 7 y can1bio cliinático), se relocalizaría probablemente un gran nú-
Hay que reaccionar frente a esta «lobotomía del espíritu locah> 8 que 1nero de actividades. Con un coste por kilómetro como mínimo
marca la brecha con el entorno vital. multiplicado por diez, las empresas productoras redescubrirían las
El «principio de subsidiaridad del trabajo y de la producción» virtudes de los productos y de los mercados de proximidad.
formulado por Yvonne y Michel Lefebvre, es decir, el principio de La relocalización, desde la óptica de un renacimiento, com-
prioridad en el escalafón descentralizado, tendría que ser adoptado prende ciertamente el paso de «reencerrar/recompartimentan>. En
por roda la sociedad consciente de la insostenibilidad de la econo- la medida de lo posible, es incluso deseable, tal como se ha visro,
mía globalizada actual. Cualquier producción que pueda hacerse a volver a la autoproducción. La autoproducción energética es tam-
escala local para las necesidades locales tendría que ser realizada bién un argumento sólido de la relocalización. Las energías reno-
vables como la solar o las eólicas se adaptan a implantaciones y a
usos locales. Se evitan las pérdidas debidas al transporte y a la sus-
7. Aunque haya caído en la trampa conceprual del desarrollo local al inten-
tar neutralizarlo por medio de una sobrecarga de cualificación (autosostenible),
Alberto fv1agn;;ghi, en su libro Le Projr:t local (I\1ardaga, Sprimont, 2003) abor- 9. Yvonne Mignot y Michel Lefevbre, Les Patri111oi11cs du fatur. Les soriétés
da pertinentemente y de manera competente reinas muy reales. av.x prises avec la mondia(isatíon, L'Harmattan, París, 1995, p. 235.
8. Denunciada por Franco La Ceda, Le lvfrrltntl'ndu, Balland, París, 2002. 10. Alberto Magnaghi, Le projct local, op. cit., p. 92.

188 189
tracción de tierras de uso agrícola. Con el final del petróleo, produ- nomía en la sociedad local. En la situación actual, según Zygmunt
cir y consumir energía lo más cercana posible se convertirá en una Bauman, (<existir localrnente en un universo globalizado es un sig-
necesidad. No sería inútil hacer de este terna un asunto crucial ... no de degradación y desposesión social. A las molestias de la exis-
Existen, por supuesto, toda una serie de medidas para promo- tencia local se añade el hecho de que los espacios públicos se sitúan
ver la relocalización, que son a su vez instrumentos y objetivos, y ahora fuera de la esfera local: de manera que las localidades pierden
que se fortalecen recíprocamente en su totalidad. Se puede pensar poco a poco su capacidad de producir y procesar significados, de-
en la reapropiación de la moneda a través del uso de monedas loca- penden cada vez más de operaciones que se les escapan totalmente
les, ni.onedas que se funden o que no son convertibles (como los y que se encuentran en el centro de la producción e interpretación
tíquern-restauraote, los bonos de vacaciones, etc.)n del sentido». 13 Es exactamente lo que pasa con el «glocalismo». Para
Finalmente, suscribimos totalmente las conclusiones de Alber- Raimon Panikkar, al contrario, la creencia de que mi lugar de resi-
to Magnaghi: «La reterritorialización empieza cuando el territorio dencia es el centro del mundo es esencial para dar un sentido a mi
se ve restituido a la dimensión de ser vivo altamente complejo. Esto vida. Es, pues, ini_portante provocar un giro radical, empezando,
supone una fase complicada y larga (¿tal vez 50 o 100 años?) de antes que nada, por la relocalización de la política, al inventar 0
~•saneamiento>>, en el curso·-de la cual ya no se tratará de crear nue- reinventar, por ejemplo, una democracia de proximidad. La demo-
vas zonas cultivables y de construir nuevas vías de comunicación, cracia ecológica se realizará dentro del «localismo». En la obra de
arrancándolas a los campos baldíos o a los pantanos, sino más bien Takis Fotopoulos, que desarrolló esta idea, el localísmo se presenta
de sanear y reconstruir sistemas ambientales y territoriales devasta- casi exclusivamente bajo esta dimensión política, al ser también la
dos y contaminados por la presencia humana y, por lo mismo, crear solución a las contradicciones económicas. La democracia genera-
una nueva geografía. Ese proceso, que no podría ser promovido lizada que preconiza este autor supone una «Confederación de
por instancias tecnócratas, necesita de nuevas formas de democra- demoi>), es decir de pequeñas unidades homogéneas de 30.000 ha-
cia que favorezcan el autogobierno de las comunidades estableci- bitantes aproximadamente. Esta cifra permite, según él, satisfa-
das. La posibilidad de rehabilitar y de rehabitar los lugares sólo se cer localmente la mayoría de las necesidades esenciales. Contraria-
realizará cuando los individuos que viven en esos lugares puedan mente a las ideas recibidas, el tamaño no sería un íídeterminante
de nuevo cuidarlos cotidianamente, secundados por una nueva exclusivo, ni ta1npoco decisivo, de la viabilidad económica>r. 14 «Pro-
sabiduría ambiental, técnica y gubernamental». 12 bablemente sea necesario, precisa él, parcelar en muchos demoi
numerosas ciudades modernas debido a su gigantismo,,. 15 Se ob-
tendrían de alguna manera pequeñas repúblicas de barrio, espe-
La utopía política local rando esta reordenación del territorio propuesta por Magnaghi. «La
Así pues, relocalizar se entiende también en el plano político. El nueva organización política podría ser, por ejemplo, una confede-
renacimiento político y cultural de lo local es a la vez un objetivo ración de grupos autónomos (a nivel regional, conrinenral o mun-
en sí mismo para «volver a apreciar» la vida y un medio para reali- dial) que trabajaran para la mutación democrátíca de sus comuni-
zar una reiocalización de la economía, entendida menos como or- dades respectivasr), 16
denación económica del territorio que como reinserción de la eco-

13. Zygmunt Bau1nan, Le C'oút humain de la nwndiali~ation, op. cit., p. 9.


11. Véase sobre este ptu1to el último capítulo de rni libro }ustice sans limi- 14. T'akis Fcnopoulos, Vers une dén1rrr,1tir: générale, op. cit., p. 115.
tes, op. cit. 15. !bid., p. 215.
12. Alberto lviagnaghi, Le projct local, op. cit., p. 38. 16. !bid., p. 243.

190 191
Esta utopía democrática local se une a las ideas de la mayoría exterior (heterodirección) de la mano invisible del mercado plane-
de pensadores en favor de una democracia ecológica, como el anar- tario>>.19 En la perspectiva ofrecida, lo local no es un microcosmos
quista Murray Bookchin. «No es totalmente abst1rdo, escribe él, cerrado, sino un núcleo en una red de relaciones transversales vir-
pensar que una sociedad ecológica pueda ser constituida desde una tuosas y solidarias, con el objetivo de experimentar prácticas de
municipalidad de pequeñas municipalidades, cada una de las cua- refuerzo democrático capaces de resistir a la dominación liberal.
les estar.ia formada por una «comuna de comunas» inás pequeñas Dicho de otra manera, se trata de laboratorios de análisis crítico y
[ ... ] en perfecta armonía con su ecosistema». 17 F,sro enlaza con el de autogobierno para la defensa del bien común.
camino trazado por el rnovimiento «ciudades lentas>) (S!ow city), Numerosos autores procedentes de horizontes diversos se
creado tras el movimiento Slow faod. Se trata de una red mundial reúnen de este modo en torno a la idea de «biorregiones» o países.
de ciudades medias que limitan voluntariamente su creciiniento Para Paul Aries, «esta relocalización pasará probablemente por la
demográfico a 60.000 habitantes. Más allá, sería imposible hablar potenciación de la noción de «país)> entendido como unidades hu-
de «local» o de <<lentitud)). Volvemos a encontrar la idea de la «ciu- manas, sociales y económicamente próximas relativamente, homo-
dad urbana» del urbanista L. Lyon, que tiende a reterritorial izar la géneas y solidarias». Y añade: <íNo sólo debe1nos preservar la varie-
ciudad en su espacio ambienql, repensando de arriba a abajo las dad de las semillas agrarias, sino también las diversas maneras de
lógicas de la ocupación de los suelos. is La misma preocupación estar en el n1undo». 2º
anima a Ja red de co1nunas nuevas (Rete del Nuovo Municipio) de Entendida de esta manera, la política ya no sería sólo una téc-
Italia, una asociación que propone ideas alternativas de prosperi- nica para mantener el poder y ejercerlo, sino que volvería a ser la
dad local y buenas prácticas participativas, desde la base, como son autogestión de la sociedad por parte de sus miembros. 21 Actuar
los presupuestos participativos. La red abarca a investigadores, mo- localmente constituye incluso una vía de soluci6n para los proble-
vimientos sociales, numerosos responsables locales procedentes de mas globales.
pequeñas con1unas, y también a entidades rnás importantes como ¿Dirán que esto es una utopía? Es verdad. Sin embargo, la uto-
la provincia de Milán y la regi6n de la Toscana. Durante la última pía local es tal vez más realista de lo que se piensa, más realista que,
reuni6n de la red, en Bari, en octubre de 2005, se contaban 500 por ejemplo, la perspectiva de una democracia mundial. Como se
participantes -lo que daba testimonio de una realidad que em- excluye la posibilidad de acabar frontalmente con la dominación
pieza a reunir a todos aquellos que, a nivel local, quieren resolver del capital y de las potencias económicas, sólo queda la posibilidad
de una manera honesta los problemas engendrados por la desme- de ser disidente. L.a reconquista o la reinvención de los conznzons
sura de la sociedad de crecimiento. La originalidad de la red consis- (comunales, bienes comunes, espacio comunitario) y la autoorga-
te en optar por una estrategia que se basa en el territorio, es decir, nización de <íbioregiones» constituyen una probable ilustración de
en el hecho de concebir lo local como un campo de interacciones esre paso. 22 Es, efectivamente, en el nivel de lo vivido de forma
entre actores sociales, entorno físico y patrin1onios territoriales. concreta por los ciudadanos donde se manifiestan las esperanzas y
Como dice la carta, se trata de un «proyecto poiítico que valoriza las posibilidades. «Presentarse a las elecciones locales, afirma Takis
los recursos y las especificidades locales, al fomentar procesos de
autonomía conciente y responsable, y al rechazar la conducción
19. Véase Carta del Nuovo Municipio en !a web www.nuovomunicipio.org.
20. Paul Aries, Decroissance ou Barbarie, op. cit., p. 111.
21. Takis Fotopoulos, Vers une dln10c 1;1cfr générale, op. cit., p. 15.
17. Citado por Alberto Magnaghi, Le projct local, op. cit., p. 1OO. 22. Gustavo Esteva, Celebratíon ofZapr::rtisnJ(J. Multivcrsity and Citizens In-
18. Clément Homs, «Le localisme et la ville: 1' exemple du village urbain)> ternacional, Penang, 2004; Gustavo Esteva y Madhu Suri Prakash, Grassr(!(JtS
(artículo pendiente de publicación). Postrnodcr11isin. Remaking the Soil of Cultures, Zed Books, Londres, 1998.

192 193
Fotopoulos, da la posibilidad de comenzar a cambiar la sociedad Ver en la democracia radical y local o en la democracia partici-
desde abajo, lo que constituye la única estrategia democrática pativa la solución a todos los problemas es sin duda excesivo, y
~contrariamente a los métodos estatales (que se proponen cam- buscar un <~nuevo sujeto de la historía)) parece bastante discutible,
biar la sociedad desde lo alto, apropiándose del poder del Estado) y pero la revitalización de la den1ocracia local constituye, seguramente,
a las aproximaciones llamadas de la «sociedad civil» (que no pre- una dimensión del decrecimiento sereno.
tenden en absoluto cambíar el sistema). La razón por la que tene- La estrategia del renacimiento local no consiste pues en cons-
mos que partir del nivel local para cambiar la sociedad es porque el truir y en preservar un oasis en el desierto del mercado mundial,
demos es la unidad social y económica básica de la futura sociedad sino en multiplicar las experiencias de reterritorialización y exten-
democrática.)> 23 «Desde hoy, concluye Yves Cachet, tenemos _que der progresivamente la red de «organismos» sanos para hacer retro-
implicarnos en la vida municipal participando en las elecciones, ceder el desierto o fecundarlo. Se trata de coordinar la protesta so-
asistiendo a las reuniones del municipio, haciéndonos miernbros cial con la protesta ecológica, con la solidaridad hacia los excluidos
de una asociación de ciudadanos que tengan como objetivo cual- del Norte y del Sur, con todas las iniciativas asociativas que van en
quier aspecto de la sobriedad: n1ás lugares para caminar o para ca- el sentido de una revitalización de lo local, para articular resisten-
rriles bici, menos para los coches; más comercios de proximidad cia y disidencia y para desembocar, a largo plazo, en una sociedad
variados, menos grandes superhcies; más edificios peque.ños, me- autónoma, que participa en el decrecimiento convivencíal. 26 Y es
nos rascacielos; más servicios cercanos, 1nenos divisiones en zonas así con10, al contrario que Penélope, retejemos por la noche el teji-
urbanas, etc.)> 24 do social gue la globalización y el desarrollo destejen de día.
En esas condiciones, según Fotopoulos, «el gran problema de
una política de emancipación es encontrar la forma de unir a todos
los grupos sociales que forman la base potencial del nuevo sujeto
de la liberación: cómo juntarlos en torno a una visión común del
mundo, de un paradigma común que designa claramente las es-
trucruras acruales gue no cesan de concentrar el poder a todos los
niveles, y los sistemas de valor que les corresponden, co1no la causa
última de la crisis multidimensional en cursO>l. Es necesario que
das diversas categorías que constituyen el nuevo sujeto de la libe-
ración puedan convertírse juntas en el catalizador de una nueva
organización social, que reintegrará a la sociedad en la política, en
la economía y en la naturaleza». 25 Tomar conciencia de las contra-
dicciones globales suscita de esta manera una acción local gue in-
troduce el proceso de cambio.

23. ·rakis Fotopoulos, Vers une démnrrarie générlde, op. cit., p. 241.
24. Yves Cachet, Pétrole aporalypse, op. cit., p. 200.
25. 'fakis Fotopoulos, Vers une dln1otr,1de générale, op. cit., p. 244. Puede
que la fórmula no esté inuy conseguida. Se trata evidcnten1ente de encontrar la 26. Y para en1pezar, siguiendo la sugerencia de Yves Cachet, reemplazar a
unidad de lo social, pero sería conveniente más bien de reinsertar la economía, la OMC por la OML (Organización Mundial para la Localización), con el eslogan
la política y la naturaleza en la sociedad. {\Proteger lo local de manera giobal». Yves Cachet, Pr!trole ,1p(!ra6¡se, op. cit.

194 195
IX. REDUCIR, REUTILIZAR, RECICLAR. ..

Y alin1entar sin cesar los apetitos de un alma ingra-


ta, colmarla de bienes sin llegar a saciarla jainás,
como hacen con nosotros en su retorno anual las
estaciones que nos aportan sus productos y tantos
placeres, sin que tengamos jamás bastante de esos
frutos de la vida. Es exactamente eso, pienso, lo que
cuentan de esas jóvenes condenadas en la flor de su
vida a verter agua en un jarrón sin fondo, un jarrón
que ninguna voluntad sabrá nunca llenar.

LucRECI0 1

La necesaria reducción de la huella ecológica implica «redimen-


sionar» nuestro modo de vida, lo que no pasa solamente por una
cura de adelgazamiento a causa de nuestra reconocida obesidad,
sino también por un cambio de nuestras necesidades. Es evidente
que en la actualidad, para nuestros conciudadanos, el teléfono móvil,
el automóvil, la lavadora, la televisión e incluso el lector de DVD y
el ordenador son necesidades indudables, a pesar de que es imposi-
ble que todo el mundo los disfrute y que, un siglo atrás, estas pró-
tesis técnicas parecían del todo superfluas en la concepción del bien-
estar del pueblo, aunque sólo fuera porque la mayoría de esos objetos
no existían. Ya nos hemos referido, de pasada, a esas nociones so-
bre «lo necesario» y lo «superfluo>>, invocando al sentido común, es
decir a un reparto razonable.
Evidentemente, este argumento es muy frágil porque las «ne-
cesidades» se construyen cultural e históricamente. El buen senti-
do de hoy ya no es el de ayer. Sería contrario al buen sentido de hoy
en día ir a lavar la ropa a los lavaderos municipales de nuestras
abuelas y no usar las lavadoras o ir a una lavandería. Es pues nece-

l. Lucrecio, De la nrJturaff'z.a de las cosas.

197
sario construir el buen sentido de mañana orientándose en la bue- culturales, religiosas» -incluso a mirar pasar las nubes, «las ma-
na dirección. Es una nueva cultura la que tenemos que inventar, ravillosas nubes», como el «extranjero>1 de Baudelaire. 4
uno de cuyos -pilares será la sobriedad. ¿Es necesario reducir o incluso supri1nir la publicidad? Es muy
«Si queremos esquematizar, señala Francesco Gesualdi, pode- importante la reducción «sistémica», especialmente en este caso,
mos resumir el objetivo de sobriedad en cinco consignas que co- ya que la publicidad tiene un presupuesto increíblemente voraz:
mienzan toda_s por R: Ileducir, Reutilizar, Reparar, Reciclar, 500.000 millones de euros de gastos en 2003, de los cuales 103
Ralentizan>. 2 Esta aproximación se une perfectamente a la nuestra en Estados Unidos y 15 en Francia, una cifra colosal cuyo nefasto
(de la que se inspira, probablemente) y puede ser puesta al servicio papel ya ha sido subrayado. Al final, son los consumidores los
de la construcción de una sociedad de decrecimiento. que pagan la publicidad: 500 euros por año y por persona. El
sistema publicitario «se adueña de la calle, invade el espacio co-
lectivo -desfigurándolo-------.--, se apropia de todo lo que tiene voca-
Reducir
ción pública, las carreteras, las ciudades, los medios de transpor-
Podemos pensar que la reducción es la esencia misma del decreci- te, las estaciones, los estadios, las playas, las fiestas. Inunda la
miento, al ser ambas palabras casi sinónimas. Para responder a la noche tanto corno acapara el día, canibaliza Internet, coloniza
exigencia de una huella ecológica «Correcta», se impone una re- -los diarios, imponiendo su dependencia financiera y llevando a
ducción drástica-de un factor 3 a 9 según nos situemos en Euro- algunos de ellos a reducirse a lamentables soportes. Con la televi-
pa o Estados Unidos. Sin embargo, Paul Aries nos pon.e en guar- sión posee su arma de destrucción masiva, instaurando la dicta-
dia; el decrecimiento no es seguramente «hacer lo m1s1no pero dura de los medidores de audiencia sobre el principal vector cul-
cada vez menos». 3 La reducción buscada es también un crecimiento tural de la época. Pero no es suficiente. La publicidad toma
de la salud, del bienestar, de la alegría de vivir. Por esas razones, también por asalto el universo privado, los buzones, las mensajerías
se impone la reducción de la producción y del consun10 de pro- electrónicas, los teléfonos, los juegos de video, las radios de los
ductos tóxicos. Es evidente que la .toxicidad va desde el riesgo baños. E, incluso, se introduce ahora en las conversaciones per-
sanitario hasta la contaminación mental. Esta noción es, asimis- sonales. La agresión ocurre en todas las direcciones, la persecu-
mo, siempre relativa, y las decisiones de restringirla sólo son legí- ción es permanente. Contaminación mental, contaminación vi-
tín1as si son el resultado de un debate abierto y con las máximas sual, contaminación sonora». 5 ¿Existe una buena publicidad?
informaciones técnicas y <(científicas 1> posibles. Lo mismo ocurre Los publicitarios, como es l6gico, defienden su oficio con uñas y
en relación a la energía nuclear, las drogas (cocaína, hachís, opio, dientes. Algunos se denominan «de izquierda», e incluso ecologistas
tabaco, alcohol, etc.), incluso para la publicidad y las armas. Esto o contestatarios. No hay que negar que la publicidad a menudo da
no quiere decir que haga falta, en nombre de una moral particu- prueba de creatividad y a veces de virtudes estéticas. Incluso puede
lar o de una rigurosidad dogmática, prohibir totalmente la pro- animar nuestras ciudades, metros, periferias y obras, ahorrándonos
ducción y el consumo de los productos citados, pero sí que se su aspecto siniestro. 10do eso, que es mucho, ¿sirve para compensar
tiene que plantear una estricta limitación. Reduci~ su c?nsurn.o los daños inflíngidos? «La publicidad aplica de esta manera sus men-
«para trabajar menos y dedicar más tiempo a las ex1genc1as esp1- tiras a sí misma, señala Jean-Paul Besset, haciendo alarde de empresa
rftuales, a las relaciones humanas, familiares, sociales, eróticas,

4. Charles Baudelaire, Le Spleen de París. Petits pof:mes en prose, citado por


Maurizio Pallante, La descrecita felice, op. cit., p. 88.
2. Francesco Gesualdi, Sobríetti, op. cit., p. 54. 5. Jean~Paul Besset, Com1ncnt ne plus étre progressíste ... sans devenir
3. Paul Aries, Dccroissanre ou B,zrbi!rÚ', op. cit., p. 99. réactionnaire, op. cit., p. 251.

198 199
«cívica)), y consigue hacerlas creer». 6 Tanto y tan bien, que «en lugar el tercio del total de los alimentos producidos, distribuidos y com-
de aparecer tal como es, es decir, como un escándalo intolerable, esra prados en el Reino Unido acababa directamente en la basura. 8 :En
actividad industrial de violación del imaginario humano se conside- Estados Unidos, 23 1nillones de ordenadores se tiran anualmente.
ra un adorno de la existencia, una especie de acompañamiento vi- Se calcula que, en el mundo, entre 2001y2007, 1.000 millones de
sual y sonoro inevitable que, a fin de cuentas, divierte.» 7 Sin embar- ordenadores se han llevado al desguace.
go, se mantiene la frontera con la información legítima y necesaria. Incluso si consideramos que nuestro consumo no tiene nada
Lo ideal será evitar, tanto aquí como en otro sitio, una regulación de excesivo (por ejemplo para la carne o los transportes), la reduc-
demasiado puntillosa y pesada, cuyo efecto es a menudo contrapro- ción es también un imperativo ético) tanto por razones de justicia
ducente, en provecho de unos tributos sensatos, pesados para las social como de justicia ecológica. Comer menos alimentos a base
marcas, n1ás ligeros para los producto_s. de carne -sabiendo que hace falta aproximadamente de 8 a l O
El sobreconsumo, por otro lado, funciona como una droga, no calorías vegetales para producir una caloría animal~ y desplazar-
a causa de la calidad de los productos consumidos, sino por su can- nos menos corresponde a la regla de Ghandi: vivir más simple-
tidad. Invadidos por los objerns, ¡poseemos de media unos 10.000 mente para que los otros puedan simplemente vivir.
contra los 236 de los Indios Navajo! En Francia, 15.000 artículos Reducir es un imperativo evidentemente relacionado con la
están disponibles en las estanterías de las grandes superficies. Es así reevaluación y la relocalización. El cambio de actitud en la manera
como Wal-Mart, con sus 8.000 tiendas, sus 259.000 millones de de afrontar la enfermedad) la vejez y la muerte tendrá un impacto
dólares de cifra de negocios (más que el PIB de Suecia) y sus 1,3 enorme sobre nuestro consumo médico y farmacéutico. El ensaña-
millones de trabajadores (con salaúos medios en Estados Unidos miento terapéutico es un síntoma del exceso actual. Nuestros prejui-
inferiores al umbral de la pobreza), se ha convertido en la primera cios en lo que concierne lo puro y lo impuro, lo limpio y lo sucio) lo
empresa mundial. Los 3.000 mensajes publicitarios diarios están sano y lo ma1sano, reforzados por los condicionamientos del siste-
hechos para empujarnos a comprarlo todo y cualquier cosa. L,a re- ma, detern1inan nuestro comportamiento frente a los residuos y se
ducción de la bulimia individual sólo puede provocar la disminu- oponen a menudo a la reutilización, a la recuperación y al reciclaje.
ción de la obesidad colectiva y, en consecuencia, la de la huella La relocalización, por su lado, tiene un papel esencial, por ejemplo
ecológica. en los transportes. Es iinportante también reducir la potencia mecá-
La lucha contra el despilfarro concierne también a nuestros nica para reemplazar la heteronimia de los esclavos energéticos por la
desperdicios. Los consumidores del Norte tiran cantidades increí- autonomía de la libertad. La reducción se inserta así en el proceso de
bles de productos en todas las etapas del ciclo, desde desechos de «desarme>' cultural a través del cual Occidente podría reconciliarse
gran distribución hasta objetos inservibles. En Italia, el 15% de la con la humanidad, incluso con el resto de la creación.
carne y el 10% del pan y de las pastas terminan en la basura, lo que
representa 1.400 toneladas diarias de pan y 5 millones de tonela- Reducir los transportes y el eonsumo de energía
das anuales, y 1.500 millones de toneladas de pastas. Pasa lo mis- La reducción de los transportes, del consumo de energía y de las
mo con la vestimenta y los electrodomésticos. Una reciente encuesta emisiones de gas con efecto invernadero y de partículas patógenas
en Gran Bretaña sobre la totalidad de la cadena alimentaria, del están correlacionadas: la primera induce naturalmente las dos otras.
productor al consumidor, pasando por el distribuidor, concluía que Los transportes, sobre todo los internacionales, son una ilustración
de la aberración de nuestra lógica actual de funcionamiento.

6. Ibíd., p. 252.
7. !bid., p. 250. 8. lhe Guardian, 15 de abril de 2005.

200 201
Se trata de una de las actividades más contaminantes y más consu- toneladas en lugar de las seis actuales dosis de carbono razonable a
midoras de energía, especialmente de esta energía no renovable que emitir, lo gue da unos 500 kilos por persona y año, en lugar de una
es el petróleo. Constituyen, en consecuencia, el terreno ejemplar tonelada de media por habitante terrestre, cuatro por europeo y ocho
de lo que podría ser una política diferente. por norteamericano. Esta cuota corresponde a una ida y vuelta Pa-
El problema es especialmente crucial para la energía, base del rís-Nueva York en avión, a un trayecto de 5.000 kilómetros en co-
transporte barato y fuente de emisiones de CO,. En la actualidad, un cbe, al tercio de la fabricación de un coche pequeño, a 180 kilos de
norteamericano medio consume cada afio 9 tÜneladas de su equiva- buey con hueso, a 2.000 litros de leche, etc. 11 Todo esto nos devuel-
lente en petróleo y un francés, 4 toneladas, es decir respectivamente ve a la primera ~<R»: pasar del «cada uno para sí 1nismo» al «cada uno
430 y 200 veces más que un maliense, que sólo uriliza 21 kilos. Este para todos».
sobreconsumo es responsable de una pérdi_da masiva de carbono acu- Esta reducción es del todo posible sin volver, como algunos
mulada en los archivos del planeta y fuente del crecimiento del efec- pretenden, a la edad de las cavernas y la vela (la lámpara de petró-
to invernadero. Desde 1957, los estudios de Charles King señalaban leo corre el riesgo de apagarse rápidamente a causa de la falta de
el peligro de la emisión excesiva de C02 • Una tonelada de carbono carburante). Nuestra capacidad de dividir por cuatro el consumo
representa 3,66 toneladas de C0 2 • Actualmente, el mundo emite de energía-materia, preservando nuestra calidad de vida 12 ha sido
aproximadamente 6 GT (gigatoneladas) de carbono por año, es de- demostrada en efámbito de los transportes por medio de múltiples
cir, 22 de C02 • Como la cantidad gue la biosfera puede absorber es estudios científicos. Esta disminución, que los expertos esperan ante
de 11 GT de C02 (o 3 GT de carbono), nuestros derechos de emisión todo por un crecimiento de la ecoeficiencia, es decir de un uso más
por habitante no tendrían que sobrepasar las 1,8 toneladas de C0 2 (o eficaz del carburante, sólo será efectiva y duradera si va acompaña-
0,5 de carbono). En el horizonte 2050, sí admitimos las previsiones da de una reducción de los desplazamientos. «La alternativa radical
de los demógrafos, que calculan una estabilización de la población a los transportes actuales, señala con razón Jean-Pierre I)upuy, no
en 9.000 millones de habitantes, se tendría que orientar hacia una son los transportes menos contaminantes, menos productores de
cuota individual de 1,2 tonelada anual (o 0,33 tonelada de carbo- gas invernadero, menos ruidosos y más rápidos, sino la drástica
no).9 «La Tierra, nos dice Paul Aries, no puede absorber más de tres reducción de su influencia sobre nuestra vida cotidíana.))· 13
mil millones de toneladas de su equivalente en carbono, pero en 1990 Al abrazar el razonamiento geométrico, la economía ilustra trá-
ya emitíamos seis. Si tomamos en serio nuestros propios valores de gicamente la absurdidad del evangelio del productivismo, que po-
igualdad, sabiendo que seremos nueve mil millones de humanos hacia dría resumirse de esta manera: «Podrías la vida los unos a los otros
2050, esto nos da una cuota de equivalente a carbono por persona lo máximo y lo más rápidamente posible hasta la extinción de la
de quinientos kilos anuales, es decir, menos del 1 Oo/o de las emisio- especie». Cada doce segundos un camión pasa de Francia a España
nes americanas. En consecuencia, se tendría que dividir por doce el atravesando los Pirineos y en veinte años, según las previsiones,
consumo de un americano, por seis el de un europeo, etc. Esta pre-
ocupación igualitaria permitiría, por el contrario, a un indio consu- 11. "Si consideramos que cada habitante del planeta tiene el mismo 'dere-
mir ~l ~20o/o de lo que consume actualmente, un pakistaní podría cho al co2 ', deduce Jean Aubin, nosotros, franceses, tendríamos que dividir
multiplicar por dos su consumo, y un nepalés podría consumir vein- nuestras emisiones por cuatro o cinco, y los a1nericanos por die:t.l> ( CroisSttiH'f''
te veces más». 10 Los dimatólogos han fijado en 2.000 millones de l'ir11.possible nécessaire, op. cit., p. 42). Y añade: ((Esto quiere decir que el pobre
protocolo de Kyoto se encuentra lejos de la realidad)>.
12. Proposición de la asociación néga\'X!att, que reúne a una veintena de
expertos y estudiosos implicados en el control de la demanda de energía y el
9. Denis Bayon, ((Décroissance écono1nique)) art. citado. desarrollo de las energías renovables. Véase www.negawatt.org/index.htm.
10. Paul Aries, Dccroissance ou barbarie, op. cit., p. 39. 13. Jean-Pierre Dupuy, Pour un artastrophisnu: éclairé, op. cit., p. 59.

202 203
¡será cada diez segundos! El caso de los valles alpinos, cuyos habi- hacia los Países Bajos. 16 En 1996, el Reino Unido importó 434.000
tantes sigtien el flujo de los ca1niones que transportan de Italia a toneladas de manzanas, de la que casi la mitad al exterior de Euro-
Francia botellas de agua San Pellegrino mientras que flujos no 1nenos pa, 1nicntras que se han dejado perder 1nás del 60°/o de los manza-
iJnportantes ilevan de Francia a Italia botellas de agua Badoit o nos británicos desde 1960. El cálculo en términos de kilómetros
Evian, es caricaturesco. jNO hace falta recordar que, en el accidente por alimento, que mide lo que abarcan las distancias desde la horca
que se produjo en el túnel de lvlontblanc, uno de los camiones al tenedor, da unos resultados asombrosos. El cordero congelado
iinplicados llevaba hacia el norte de Europa una carga de patatas neozelandés recorre 18.835 km. en avión refrigerado hasta llegar a
que habían sido transfonnadas en chips en Italia, mientras que en Gran Bretaña. «La lechuga del valle de Salinas (California), vuelve
ambos sentidos se transportaba papel higiénico! O esos camiones a señalar Yves Cochet, llega a los mercados de Washington tras 5.000
pasean lo mismo y esto es fundamentalmente absurdo, o bien éstos km de carretera y, sólo ese transporte consume 36 veces más ener-
transportan productos diferentes que pueden ser fabricados local- gía (petróleo) que lo que contiene de calorías. Cuando la lechuga
mente a costes directos ligeramente superiores, y que son perjudi- llega finahnente a Londres por avión, ha consumido 127 veces la
ciales para las regiones abando11adas, víctimas de las deslocaliza- energía (petróleo) que contiene>), ¡y el volumen de estos productos
ciones salvajes. «perecederos» que cruzan el mar y el aire crece un 4% anual!
La globalización ha llevado hasta el paroxismo esta lógica del ¡El ketchup-que acaba en las mesas suecas recorre una odisea
juego de la masacre. Hace ya algunos años, nuestros bienes de con- de 52 etapas de transformaciones y de transporteP 7 Todo esto pro- J
sumo incorporaban, de media, no menos de 5.000 km de trans- vocaría risa si no fuera porque nuestros pulmones, nuestra salud, 1
1
porte. «Por término medio, según Bill McKibben, los bocados de la existencia de generaciones futuras y la supervivencia del planeta ¡
¡
una comida han viajado 2.400 km antes de ser llevados a nuestros pagan la factura. Esos transportes no sólo agotan un precioso re-
labios». 14 Dado que los yogures incorporan hoy en día 3.000 km, curso no renovable, sino que también emiten gases tóxicos como el
1
~
la cifra citada debe haber sido superada. Incluso se ha calculado monóxido de carbono y gases de efecto invernadero como el CO 2 ,
que un pote de yogur de fresa de 125 gramos vendido en Stuttgart que provocan el cambio climático, y metales pesados cancerígenos
en 1992 ha recorrido 9 .115 km si se acumula el recorrido de la como el plomo o el cadmio.
leche, el de las fresas cultivadas en Polonia, el del aluminio de la En consecuencia, se impone una reducción de los transportes
etiqueta, la distancia en la distribución, etc. 15 y una desconexión del gran mercado, y la comida local se vuelve
Los ejemplos cómicos de tales absurdidades son muchos. Los un iinperativo. Pero, desgraciadamente, lo programado es lo con-
americanos, ricos en madera, importan sus cerillas de Japón, que trario. Se prevé un crecimiento considerable del tráfico transfron-
se tiene que procurar madera saqueando los bosques indonesios, terizo en los años venideros. "IOdos los planes de relanzamiento a
mientras que importa sus palillos de Estados Unidos. l.,os británi- nivel europeo tienen en cuenta el desarrollo de las infraestructuras
cos importaban 6 I .400 toneladas de pollo procedente de los Países del transporte. Las obras de excavación de túneles -Lotschberg
Bajos y en el mismo año exportaban 33. 100 toneladas de pollo ... (previsto para 2007), Gothard (para el 2015), Brenner (2017),
Lyón-Turín (2020)- se encuentran entre las más gigantescas obras
europeas desde el siglo XIX. Por otro lado, las autovías y las vías
14. Bill McKibben, ((Small Wor}d. \Xlhy on small town stays unplugged))'
Harper's, 2003, p. 47, citado por L'E'co!ogiste, o. 17, enero de 2006, p. 40.
15. Según la resis de Stéphanie Büge publicada en 1993 por el Wupperta! 16. Caroline Lucas, Stopping the Great fOod Swap. R,~foralfring E1tropc'.> FOod
Institut (véase Sílence, n. 167, juiio de 1993). Se encontrará el detalle del cálcu- Supp!y, informe publicado por The Greens/European Free AHiancc, Parlamento
lo en Ing1nar Granstedt, Peut-on sortir de la folle con:urr<:nce?, op. cit., también Europeo, marw de 2001, citado por Yves Cod1et, Pétrole apo<11!ypsc, op. cit., p. 66.
disponible gratuitamente en www.lalignedhorizon.org. 17. Véase Yves Cochet, Pétrole 11poa1frpsc,. op. cit., pp. 69-70.

204 205
rápidas transeuropeas estragan los paisajes, destruyen los territorios, sición hacia la reorganización y, antes de penalizar fuertemente a
arruinan las economías locales y los equilibrios humanos. No fue sin los coches privados, crear rransportes públicos satisfactorios o pre-
razón que toda la población de Val de Susa -con los alcaldes tanto ver dispositivos ad-hoc (deducción fiscal selectiva de las cargas de
de derechas co1no de izquierdas, a la cabeza- se movilizó durante el desplazamiento, por ejemplo).
invierno de 2005-2006 contra el proyecto de un nuevo túnel para el Anticipando el contenido de una política de decrecimiento,
tren de alta velocidad Lyón-Turín con el eslogan «No TAV no TIR» podemos hacer nuestro el programa de control de los desplazamien-
(ni tren de alta velocidad ni camiones de transporte internacional). tos de las personas y bienes de Jean-Paul Bcsset: «reorientación del
Un 1nedio bastante sencillo, en teoría, de invertir esta tenden- transporte viario hacia el fCrroviario y c1 cabotaje, dar prioridad a
cia desastrosa consistiría en hacer pagar el transporte a su precio de las instalaciones de transportes colectivos urbanos, crear aglomera-
coste real, interiorizando sus costes externos. Esto no es más apli- ciones alrededor de los centros de las pequeñas ciudades que ofrez-
car el principio de quien contamina paga. Se trataría de repercutir can lo esencial de los servicios de proximidad, limitar la extensión
sobre los transportistas la suma de los gastos directos e indirectos periférica, disminuir el ta1naño de los centros comerciales, realizar
engendrados por su actividad, gastos que hacen sufragar a los con- programas de rehabilitación energética de las viviendas ... » 19 Y añade
tribuyentes y a las generacionéS futuras: infraestructuras, contami- Jean-Pierre Dupuy: «Para esto, hay que romper el círculo vicioso
nación (efecto invernadero y cambio climático), etc. «Aunque las mediante el cual' una industria contribuye a reforzar las condicio-
actuales tasas sobre el carburante multipliquen por cuatro o por nes que la hacen necesaria; o mediante el cual los transportes crean
cinco el precio de extracción y de refinado, aunque no nos prive- distancias y obstáculos para la comunicación que sólo ellos pueden
mos de protestar en cada aumento por el precio del carburante, superar». 2º «La gente, escribía entonces Ivan Illich, [ ... ] romperá
estamos todavía muy lejos de pagar el petróleo al precio correspon- sus relaciones con el transporte sobreeficaz cuando sepa apreciar el
diente, a su valor como material irremplazable y a sus costes indu- horizonte de sus islotes de circulación y tenga miedo de alejarse de
cidos por el despilfarro, en términos de contaminación y de todo ellos)). 21 Así desaparecerá la necesidad obsesiva de lr sien1pre más
tipo de perjuicios,,. 18 lejos, siempre más rápido y cada vez con mayor frecuencia.
¿Qué precio tendría el kilometraje de los camiones en Francia Y sin embargo, según la Agencia internacional de la Energía
si se les imputara el precio de las víctimas de la canícula de 2003, (AIE), el consumo de energía final tendría que aumentar en un 60º/o
por ejemplo, según la i::arifa de los americanos muertos en el aten- en 2030 en relación a 2000. Los países del Norte mantendrían un
tado de Lockerbie? Con un coste de transporte multiplicado por crecimiento energético sostenido: +42% para los Estados Unidos,
diez, lo que parece razonable, ¡estamos seguros que Danone y otros + 39% para la Unión Europea. El del Sur explotaría: + 119% para
productores de yogur redescubrirían las virtudes de la leche, del China, + 188o/o para la India. ¡Estamos en pleno delirio! l,a reduc-
cartón y del aroma local! Así se llevaría a cabo más o menos com- ción del consurno de energía no sólo es indispensable, es también
pletamente el programa de relocalización de las actividades, con ineluctable, porque el petróleo, fuente principal de carburante del
vistas a la construcción de una sociedad sostenible. motor consumista, se volverá escaso dentro de poco. Por otro lado,
Así pues, la solución, llegado el momento, consiste en relocalizar esto es deseable para evitar las emisiones de gas de efecto inverna-
la vida. Pero mientras tanto, me dirán, ¿cómo arreglar el problema dero, así como el ca1nbio climático, pero ta1nbién otras contami-
de transporte de los habitantes pobres de las afueras que tienen que
coger su coche para ir aI trabajo? Sería necesario coordinar la tran-
19. Jean-Paul Besset, Connnnu ne plus étre progressiste ... sans Je¡;cnír
réactionnaire, op. cit., pp. 236-237.
20. Jean-Pierre Dupuy, Pour un catr:ntrophf.'liu: éclrúré, op. cit., p. 59.
18. Jean Aubin, Croíssanrc m7/'0SSill!cnécessaire, op. cit., p. 57. 21. Ivan Illich, ltncrgic et Équité, en Ocuvrcs t.1, op. cit., P: 431.

206 207
.
1
naciones, corno las contaminaciones atmosféricas debidas a la com- Humer Lovins, del Wuppertal lnstitut, propone también dividir
bustión del petróleo, del gas y del carbón que dañan nuestros pul- por cuatro la energía, así como las materias primas. 25 Sería conve-
mones. Los peligros propios del uranio no justifican tampoco su niente actuar de inmediato para no tener que arrepentirnos, lo que,
desarrollo. «Sólo dos opciones podrían ser «realistas1> llegado el caso, tal como lo explica el filósofo ]can-Pierre Dupuy, nos ahorrará te-
estima Aries: la explotación de hidratos de metano bloqueados en ner que decir: «Podríamos haber escogido otra vía».
e! fondo de los océanos (US Geology Survey estima que hay alma- El primer paso es cambiar nuestro punto de vista sobre la ener-
cenados el doble de las reservas iniciales de gas, petróleo y carbón) gía: «más sobrios en nuestro co1nportamiento, más eficaces en nues-
y la creación de energía inagotable gracias a las nanotecnologías. tros usos, más renovables en nuestra producción)>; 26 ésta es la consig-
Los riesgos serían, no obstante, en ambos casos) peores que los na. Esta aproximación da prioridad a la reducción en origen de
beneficios: aceleración del recalentamiento global y amenaza tec- nuestras necesidades de energía, a la calidad de vida sin cambios:
nológica para la existencia misma de la hun1anidad». 22 consumír mejor en lugar de producir más. La sobriedad, en ese caso,
l:] replanteamiento del considerable volumen de desplazamien- no es ni la austeridad ni tampoco el racionamiento: responde al i1n-
tos de hornbres y mercancías en el planeta, con el impacto negativo perativo de basar nuestro futuro en necesidades energéticas menos
correspondiente, tiene que se( organizado. Lo que implica una bulímicas, más controladas, más equitativas. El escenario se basa en
relocalización de las actividades y de la vida, todo ello ligado, evi- la rcsponsabilizacion de todos los actores, desde el que decide hasta
denten1ente, a un ca1nbio progresivo de cultura. Esperando este el consumidor-ciudadano. A nivel de producción, hay que au1nen-
n1ornento, sabiendo que de rodas maneras es imposible tener la tar la eficiencia. Únicamente un tercio del petróleo que entra en las
mantequilla y el dinero de la mantequilla -es decir un aire respi- centrales termoeléctrícas se convierte en electricidad. Dos tercios se
rable y un coche que contamina-, para construir una sociedad pierden en el entorno en forma de calor inutilizado. Pero la condi-
sostenible hay que dejar de impulsar los transportes nocivos para el ción imperativa para realízar el escenario es aplicar desde ahora una
entorno (cambio climático), perjudiciales para las relaciones socia- fuerte reducción de la demanda: sin esto, los efectos positivos de una
les (deslocalización), destructores de la diversidad cultural fuerte producción de energías renovables (+266 TWh) serían como
(uniformización planetaria) y contrarios a la dignidad de los hom- mínimo totalmente anulados por el crecimiento de la demanda (+438
bres (invasión turística). Felizmente, el fin del petróleo barato ten- TWh). 27 La rehabilítación de edificios puede permitir dividir el con-
dría que incitarnos a ello. «El eslogan que resume la filosofía de los sumo residencial por tres. «El escenario NegaWatt permite estabili-
transportes actual es: 'Más rápido, más lejos, más frecuente y me- zar y luego reducir, nuestro consumo primario de energía en 2050 al
nos caro'. En menos de quince años, éste será necesariamente: 'Me- 54°/ci de su valor actual. Limita nuestras emisiones de gas de efecto
nos rápido, menos lejos, menos frecuente, y más caro' ,)/ 3 invernadero debidas a la producción y el consumo de energía a dos
Al ser la energía que no se produce ni se consume, la menos toneladas del equivalente de co2 por persona) contra los 6,7 actua-
cara y la menos contaminante, el escenario NegaWatt propuesto les, es decir, una reducción del 67%».28
por las asociaciones ecologistas, intenta poner en marcha esta re- En consecuencia, esto no es ni el retorno a las velas ni a la estu-
ducción de manera progresiva e indolora. 24 El informe Facteur 4, fa de carbón. Simplemente, con un consumo reducido al nivel de
publicado por Ernst Ulrich von Wiesacker, Amory B. Lovins y L.

25. Ernst Ulrich von Wiesacker, Amory B. Lovins y L. Hunter Lovins,


22. Paul Arits, Dec;·oi.'."";;ce ou barbarie, op. cit., p. 81. Facteur 4, Terre Vivan te, Me ns, 1997.
23. Yves Cochet, Pétrole aporalypse, op. cit., p. 59. 26. Silence, n. 309, abril de 2004.
24. Jcan-Paul Besset, C~onnncnt ne plus étre progrcssiste .. sans devenir 27. Ibíd., p. 7.
rlartionnaire, op. cit., p. 234. 28. Ibíd., p. 9.

208 209
1994, el servicio prestado sería el doble del actual. Sin embargo, basta ternos hacia un decrecimiento de la producción de desperdicios, no
al1ora, todas las proposiciones hechas para intentar orientarnos ha- habrá solución. Sin limitación, el problema es indisoluble, y otra vez
cia esta sobriedad razonable en Francia han sido rechazadas por la el jarrón de las Danaidas. «Cuando su sala de baños está inundada,
presión de los lobbies. Las e1npresas que producen, distribuyen y ven- ¿se contenta usted con secar el suelo? Pregunta Miklos Persanyi, nü-
den la energía no tienen ningún interés en ampliar la eficiencia ni en nistro húngaro del Medio Ambiente. Personalmente, yo empiezo por
el uso, ni reducir el despilfarro, porque esto significaría una reduc- cerrar el grifo.» 33 La eliminación y el reciclaje tienen un coste consi-
ción de ia deman'da, y en consecuencia, de sus beneficios. 29 Cambiar derable, y la contaminación residual sigue siendo insoportable. Por
las reglas del juego y reducir el consumo de energía implica un cam- otra parte, la exportación de residuos es escandalosa. Hace algunos
bio radical de las actitudes cuyas dimensiones individual y colectiva años, el California Waste Management Board, Oficina californiana
están muy relacionadas. La sobriedad de los ciudadanos es a la vez encargada de la gestión de los res~duos, pagó un millón de dólares a
un ejemplo y una incitación para la colectividad. Pero el cambio de una sociedad consultora de Los Angeles, Cerrel Associates, para lo-
lógica del sistema es indispensable. Entonces, la opción individual calizar a la población del planeta que, mediante alguna indemniza-
entra en coherencia con la opción colectiva. La sobriedad energética ción financiera, «Se opondría menos a1 uso indeseado de la tierra»,
forma parte de la opción de aume(\tar la autonomía. fórmula «políticamente correcta» para designar un depósito de resi-
duos tóxicos. 34 Se tráta de una forma salvaje de mercado de derechos
Reducir los residuos y los desperdicios: el ejemplo de la de contaminación. La reducción dei consumo, por el contrario, sólo
agricultura puede tener un impacto positivo, reforzado por el retorno a una agri-
Si hay una cosa que la sociedad de crecimiento ha permitido aumen- cultura agraria preocupada por el reciclaje; por su lado, la relocaliw.ción
tar, es claramente el volumen de los residuos; n1ucho más, segura- reducirá la producción de embalajes, y la reducción de la obsolescencia
1nente, que el volumen de bienestar. Se ha acrecentado la produc- tendrá un efecto benéfico.
ción de detritus de m.anera exponencial. En Francia, en los años Vemos como todo concuerda, y el círculo virtuoso del decreci-
setenta, se producían JO millones de toneladas anuales; en 2000, ¡28 miento funciona también a ese niveL Tal como subraya Silvia Pérez-
millones! En 2004, los franceses llenaron sus cubos de basura con Vitoria, «es sin duda en el sector agrícola donde [el decrecimiento]
550 k de basuras don1ésticas por habitante, de las que 40 k es publi- puede realizarse más fácilmente>), 35 La agricultura productivista es una
30
cidad y 100.000 millones embalaje diverso, contra 217 k en 1975. fuente increíble de derroche de los recursos naturales y de contamina-
El crecimiento de los residuos es superior al de la economía. Entre ción a la vez. Al ser intensiva, es a menudo causa de que los suelos
2000 y 2003, la producción de residuos en Italia aumentó un 3,8%, pierdan materias orgánicas y reduzcan su capacidad de retención del
mientras que el PIB sólo progresaba un 2,4o/o. 31 La selección de des- agua. Por esta razón, éstos se han de compensar recurriendo con ma-
perdicios, a 1nenu<lo presentada como una panacea, es una solución yor frecuencia a la irrigación y a los abonos químicos, de los que una
muy limitada, cuando no una superchería. 32 Mientras no nos orien- parte importante se transporta bacia los ríos y las capas freáticas, lo
que, a su vez, provoca fenómenos de eutrofización --entre los cuales,
la proliferación de algas verdes-y agrava la falta de agua útiL Al mis-
29. Véase Maurizio Pallante, La dcscrcscitafelíce, op. cít., p. 62.
30. fuente: fco-emballages.
31. Fuente: Informe Eurispes 2005, citado por La Repubblica, 29 de enero 33. Citado por Jean-Paul Besset, Connrtnt ne plus étre progrcssiste... sans
de 2005. drvenir rir1-<tionn11ire, op. cit., p. 200.
32. \léase Pierre-Emtnanuel Neurohr (director del Centre national 34. C:ontado por Alain de Benoist, C'mnv11it/J e Dtscrrscita. Critica Della Ragion
d'informarion indépendante sur les déchets), (( Sorrir dn tout-jetable >), ;11crcf!nti!e, Arianna Editrice, Casalecchio di Reno, 2006, p. 156, nota 18.
Liblratirl11, 10-11 enero de 2004. 35. Silvia Pérez-Vitoria, Les paysans sont de retour, op. cit., p. 230.

210 211
mo tiempo, las sustancias orgánicas contenidas en los productos agrí- Jacques Ellul, uno de los primeros pensadores de la sociedad de de-
colas consumidos en la ciudad se convierten en residuos problemáti- crecimiento, fijaba un objetivo máximo de dos horas de trabajo al
cos que no vuelven al suelo que las produjo, aunque éstos las necesi- día. I,a reducción drástica del tie1npo de trabajo. ¿Las 35 horas? No,
ten. «Bastaría, señalaAndrea Mzsullo, con cerrar este importante ciclo «esto está co1npletamente anticuado>). l,a meta a aJcanzar: dos horas
del carbono, gracias a una recogida selectiva de los residuos de alta diarias. Ellu! se inspira en dos obras, el famoso Travailler deux heures
calidad, con transformarlos en compostaje y devolverlos al campo, para par jour, firmado por Adrct, y La Révo!ution du ten1ps choisi. 39 Es
obtener múltiples beneficios: reducción de casi un cuarto de la canti- cierto, reconoce Ellul, que esto no es nada fácil ni sin riesgos: «Sé
dad de residuos urbanos sin tratar, reducción drástica de la necesidad n1uy bien lo que se puede objetar: el aburrimiento, el vacío, el desa-
de irrigar y de añadir abonos necesarios para el cultivo, y, en conse- rrollo del individualismo, la explosión de las comunidades naturales,
cuencia, ahorro de la energía gastada en esas operaciones));36 Se estima el debilitamiento, la regresión económica o, finalmente, la recupera-
que, cada año, se pierden 25.000 millones de toneladas de suelo, que ción del tiempo libre por parte de la sociedad comercial y la industria
100.000 km 2 de tierra se vuelven impropios para el cultivo a causa de del ocio, que harán del tiempo urÍa nueva mercancía)). 40 Pero, aun-
la salinización (un total de 9 millones de km es decir un 6,5% de las
2, que se imagina fácílmente a dos que vívirán pegados a la pantalla de
tierras del globo, son salinizadas actualmente). 37 Sin embargo, contra- 1V o a los que pasarán su vida en el bant, etc.) se considera conven-
riamente al obrero o al empleado, el agricultor tiene todavía un cierto cido de que, de este modo, «estaremos obligados a plantearnos pre-
control sobre el proceso de producción. Puede decidir «desinvertir>1, guntas fundamentales: sobre el sentido de la vida y de una nueva
reduciendo sus compras de material agrícola por ejemplo. Es la políti- cultura, sobre una organización que no sea ni rígida ni anárquica) ]L
ca practicada en Brasil por el Movimiento de los Sin Tierra en algunas
de sus cooperativas; esto puede llevar a emplear más mano de obra o
sobre la apertura de nuevos campos de creatividad ... No sueño, esto
es posible [... ] El ser humano necesita interesarse por cualquier cosa,
1
a aumentar la parte del trabajo manual. «El agricultor puede rarnbién y es por culpa de la falta de interés por la que nos morimos hoy en
invertir en producciones menos consumistas de insumos, adoptando día». Con tiempo libre y posibilidades múltiples de expresión, «sé
otras técnicas,> ..En resumen, «puede decidir convertirse en «menos em- que este hombre, «en general», encontrará su forma de expresión y la
presario agrícola>1 y «1nás campesino». Para los otros, es decir, para la materialización de sus deseos. Tal vez no sea bello, tal vez no sea
gran mayoría de la población que trabaja en la agricultura en nuestro elevado ni eficaz; pero será él mismo. Es lo que hemos perdido». 41
planeta, es suficiente con no impedirles seguir siendo o hacerse cam- Ellul recoge así la visión de las utopías más antiguas. «Los traba-
pesinos». 38 Se trata más de un retorno ala razón que de un retroceso en jadores voluntarios que existían todavía, escribía Tarde, pasaban ape-
el tiempo. La corrección de errores causados por el productivismo pro- nas tres horas en los talleres internacionales, grandiosos falansterios
voca, es cierto, un aparente retroceso de la productividad, pero en be- en los que la potencia de producción del trabajo humano, decuplicado,
neficio de w1a organización más sana y duradera. centuplicado, ulrrapasaba todas las esperanzas de sus fundadores». 42 I''

Reducción de la jornada laboraí


Una condición necesaria para asegurarnos a todos un empleo satis-
39. Adret, Tri-:rr,1i!ler drux heurcs parjo11r, Seuil, París, 1977; Club Échanges
et Projets, La Révo!ution du temps choisí, Albin Michel, París, 1980.
1
factorío es reducir radicalmente el tiempo de trabajo. Ya en 1981, 40. Jacques Ellul, Changer de rh·cl116or,. L'inélurtaó!c prolétariat, Seuil, Pa-
rís, 1982, citado por Jean-Luc_Porquet,}acqufs Ellul, l'honnnr qui avait presque
tout prévu, Le C:herche Midi Editeur, 2003, p. 251.
36. Andrea Masullo, Da! rilito Della crescita al nuovo u111111u·simo, op. 41. lbid., p. 253 y pp. 212-213.
cit., p. 23. 42. Gabriel Tarde, Fragn1cnt d!Jistoire future, Slatkine, Ginebra, 1980. p.
37. Silvia Pérez-Vitoria, Les paysans sont de retou1; op. cit., pp. 40 y 122. J 5. Citado por Franyois Vatin, 71-ois essais sur la genese de la pensée .>ociokgiqur-,
38. !bid., p. 230. op. cíe, p. 222.

212 213
Esta utopía de los primeros socialistas recuerda viejas aspiraciones parado de hacerlo, de manera a poder, por un lado, absorber el
obreras, como la de los ludistas, o n1ás sencillan1ente, de los «subli- desempleo y aumentar los salarios, y por otro, reducir el horario
mes» parisinos, que eran objetores de crecimiento adelantados a su laboral. 'TC)do será más fácil luego, en un período de cuatro años:
tiempo. Lo que era denunciado por el empresariado de la época como pasar a 32 horas semanales, reabsorber la mayor parte del desem-
inmoral --esos proletarios que prefieren la fiesta al trabajo y que son pleo residnal, acelerar la reestructuración ecológica que permita vivir
incapaces de someterse a la disciplina del taller- era nada menos mejor consumiendo, produciendo y trabajando menos pero me-
que el punto de vista popular sobre la vida. 43 Sin embargo, en los jor. .. ». 46 Poden1os, efectivamente, pensar en una transición más o
socialistas (e incluso en Ellul), esta reducción del trabajo va ligada al menos larga, durante la cual los beneficios de productividad son
progreso técnico y al maquinismo. Las reducciones inevitables y de" transformados en reducción del tiempo de trabajo y en creación de
seables del consumo de energía, sin dejar de lado la eficiencia mecá- empleos, no para perjudicar el nivel de los salarios, ni el de la pro-
nica, corren el riesgo de disminuirlo considerablemente, debido a ducción, sino para ir transformando su contenido.
ello, el pleno empleo puede ser garantizado más cómoda1nente si A la inversa, ciertos objetores del crecimiento, al referirse a
existe un nivel de producción material reducido. «nuestros ancestros que para sobrevivir trabajaban desenfrenada-
Hay que saludar el esfuerzo de,André Gorz por construir esce- mente y sobre todo penosamenre», piensan que el decrecimiento
narios «realistas» de decrecimiento, de la producción con reduc- c-reará sobreempleo. 47 El abandono del productivismo y de la ex-
ción del tiempo laboral y pleno empleo. 44 «La RDT (Reducción de plotación de los trabajad.ores del Sur necesitará 1nás trabajo pa~a
la Duración del Trabajo, o reducción del horario laboral), señala, satisfacer un mismo nivel de consumo. No obstante, la referencia
es a la ve:z. deseable y necesaria. Es deseable en la medida que per- planrea un problema. Todo depende de a qué ancestros se refieren.
mite a cada persona una organización menos apremiante de su tiem- Los de la edad de piedra, tal como los describe Marsball Sahlins en
po, ocupaciones más variadas y, en consecuencia, una vida más su libro Ale de l)ierre, áge d'abondance, 48 sólo «trabajan)) 3 o 4 ho-
rica. Es necesaria en la medida que el progreso de la productividad ras diarias para asegurar la vida del grupo (como todavía lo bacen
permiten producir más con menos trabajo. Todo el mundo debe los últimos cazadores-recolectores del desierto de Kalahari, de los
poder enconrrar su trabajo y la cantidad de trabajo realizado por que se habla en la película Los dioses deben estar locos). 49
cada uno debe disminuir progresivamente; en este punto el acuer- Estamos, pues, en presencia de cuatro factores que actúan. e?
do es prácticamente generah>. 45 Lo era tal vez en 1991, pero ya no diferenres direcciones: 1) el descenso indudable de la productivi-
lo es actualmenre. De todas formas, la preocupación de este autor dad debido al abandono del modelo termo-industrial; 2) la
es encontrar un escenario en el que todos ganen, o por lo menos relocalización de las actividades y el cese de la explotación del Sur;
una transición indolora, desde la óptica de la política contemporá- 3) la creación de empleos para todos los que lo deseen; 4) un cam-
nea. «Si queremos, prosigue, que la RJ)~f responda al interés y a las bio del modo de vida y la supresión de necesidades inútiles. Los dos
aspiraciones tamo de las élites laborales como de los desempleados primeros favorecen un crecimiento de la cantidad de trabajo, los
o de los trabajadores precarios, entonces vale más que, en un pri- dos últimos lo desfavorecen. Mi sentimiento es que la satisfacción
mer tiempo, la economía siga creciendo levemente, como no ha de las necesidades que implica un modo de vida convivencial para

43. Denis Poulot, Le S1rf?/i1nc ou le tr,1v1:il!cu.r c01n111c il est en 1870, et ce 46. !bid., p. 197
qu'il peut étre, La Découverte, París, 1980. 47. Vicent y Denis C:heynet, <(La Décroissance pour l'emploi>>, La
44. André Gorz, Capitalisme, socialisme, écologie. Désorientatíons, Décroissance, n. 3, julio de ~004. .
orientations, Galilée, París, 199 l, en particular, pp. 188-197. 48. Marshall Sahlins, Age de Pierre, dge d'abond4nce, op. cit.
45. lbíd. 49. Película de Jamie Uys, 1980,

214 215
todos puede ser obtenida al orientarnos hacia una sensible dismi- tica, peto también en el juego y en la contemplación, es la condi-
nución de los horarios de trabajo obligatorio, mientras las «reser- ción de una nueva riqueza. En 1962, el sociólogo Joffre Dumazedier
vas» sean in1portantes, si consideramos que, durante siglos, los publicaba un estudio pionero, Vers une civi!isation de !oisír?, 51 en el
beneficios de la productividad han sido sistemáticamente transfor- que examinaba detalladamente las tres funciones del ocio: el repo-
mados en crecimiento del producto, en lugar de decrecimiento del so, la diversión y el desarrollo (personal). Sin embargo, toda la cons-
esfuerzo. No olvidemos, tampoco, que se sobrestiman sistemática- trucción se apoyaba en la hipótesis de un «sujeto autónomo)). Al10-
mente los beneficios de productividad de las innovaciones técnicas ra bien, en la 1nisma época, Henri Lefebvre den1ostraba claramente
omitiendo una deducción de los costes iu.enos visibles. Subestima- que, si «ya no es por, en y con el trabajo que nos realizamos» en la
mos el potencial de los beneficios de productividad de las herra- «sociedad burocratizada de consumo dirigido», «el sentido de la
mientas que facilitan la convivencia. 50 vida es la vida desposeída de sentido». 52
Todo esto se puede debatir y se podrían llevar a cabo diversos Como lo demuestra Daniel Mothé, en las condiciones actua-
modelos de simulación. les, el tiempo liberado del trabajo no está, sin embargo, libre de la
No obstante, la cuestión fundamental no es el número exacto economía. La mayor patte del tiempo libre no lleva a una reapropia-
de horas necesarias, sino el lug'ar del trabajo como «valen> en la ción de la existencia, ni permite escapar al modelo mercantil domi-
sociedad. La salida del sistema productivista y laboral actual supo- nante. Es a menudo empleado para actividades igualmente mer-
ne una organización diferente, en la que el ocio y el juego estarían cantiles. En lugar de tomar el camino de la auroproduccíón, el
valorados junto al trabajo, las relaéiones sociales primarían sobre la consumidor se encarrila por un camino paralelo. Se produce en-
producción y el consumo de productos desechables inútiles o per- tonces una profesionalización y una industrialización mucho más
judiciales. «Fundamentalmente, escribe Frani;:ois Brune, nos en- aguda del tiempo libre. 53
contramos confrontados a una reconquista del tiernpo personal. Volvemos a encontrar la preocupación de Ellul. Sin ~<volver a
Un tiempo cualitativo. Un tiempo que cultiva la lentitud y la con- disfrutar» de la vida. el decrecimiento estaría también en este caso,
templación, al ser liberado del pensamiento sobre el producto.» En abocado al fracaso.
palabras de Hannah Arendt, no sólo los dos componentes rechaza-
dos de la vita activa, la obra del artesano y del artista y la acción
propiamenre política, volverían a contar con la aprobación gene-
Reutilizar, reciclar y otras «R»: rehabilitar, reinventar,
ral, junto al trabajo, sino que la propia vita contemp!ntiva sería re-
ralentizar, restituir, reponer, recomprar, reembolsar,
habilitada. Esta reconquista del tiempo «libre» es una condición renunciar...
necesaria para la descolonización del imaginario. FJ respeto a la biosfera y a los den1ás puede y debe incitarnos a
Sin embargo, la reducción del tiempo de trabajo es, ante todo, modificar nuestra actitud en relación a las cosas. A la inversa de la
una opción social. Es la consecuencia de la revolución cultural in- sociedad de consumo, que nos ha acostumbrado a deshacernos de
vocada por el decrecimiento. Se trata, de manera evidente, de una productos aún perfectamente utilizables bajo el pretexto de que
reducción positiva: aumentar el tiempo no obligatorio para permi- están «pasados de moda)), hay que consumir con respeto, tratando
tir a los ciudadanos desarrollarse en la vida política, privada, artís-

51. foffrc Dumazedier, Vers une civiJi,Ation de loísir?, Seuil, París, 1972.
50. Así, «al ajustar convenientemente un rodamiento con bolas entre dos 52. li:enri Lefevbre, La vie quotidirnnc dans le mDndr: mndr:r11c, c;allimard,
muelas neolíticas, un indio puede moler en la actualidad tanto grano en un día París, 1968, citado por "fhierry Paquot, Éloge du luxe, op. cit., p. 29.
como sus ancestros en una semana» (Ivan Illich, Énergú: et Équité, en Oeuvrcs 53. Daniel Mo~thé, L'Utopie du temps libre, Esprit, París, 1977, tras la edi-
corapli'tes, t. 1, op. cit., p. 419). ción italiana L'utopia del tempo libro, Boliati Bolinghieri, Turín, 1998.

216 217
bien los objetos para hacerlos durar más tiempo -renunciar por El reciclaje se distingue de la reutilización en el sentido de que,
ejemplo, a la carrera para obtener el último grito en tecnología, lo al no ser posible el uso de un objeto a causa de su desgaste, en lugar
que contribuye a la obsolescencia acelerada de los aparatos. Así, la de transformarlo en desecho inútil, es decir, conta1ninante, proce-
marca Nike ha concebido su último modelo de zapatillas, la Mayfly, demos a la recuperación de sus componentes. Se convierte así en
para que la suela ya esté gastada al cabo de 100 km de marcha. Se una verdadera fuente de materias primas disponibles para un nue-
deberá, a la inversa, poner en marcha regulaciones que garanticen vo ciclo de producción. En la actualidad, a pesar de los esfuerzos
la duración de los productos puestos en venra, y ofrecer las posibi- reales, el reciclaje se mantiene bastante limitado. A menudo es objeto
lidades de reparación. Aprender a reparar, a adquirir productos de de anuncios más simbólicos que serios, como es el caso de la reco-
ocasión, sin tener el sentimiento de desvalorización de uno mis- lecta selectiva de basuras en Francia, y las soluciones adoptadas son
mo, porque este comportamiento ya no será el resultado de la ne- mínimas. Otro tanto con el vidrio: bajo la presión de los producto-
cesidad sino una opción de sobriedad valorizadora, un nuevo arte res (BSN/Saint Gobain), la vuelta a los envases retornables, que es
de consumir. - más ecológico, fue rechazada en beneficio de la recuperación del
La cultura de la reutilización debe repercutir, sobre todo, en las vidrio pulverizado con10 materia prima.
empresas, que tendrán que renunciar a fabricar sistemáticamente Y, sin embargo, las ventajas de reciclaje sistemático son evi-
objetos desechables, fuente de despilfarro y de inflación de resi- dentes. En la agricultura, con el compostaje de desechos
duos. Las sugerencias ingeniosas no faltan, tras los aparatos cons- biodegradables, podría evitarse el desastroso recurso a los abonos
truidos con piezas estandarizadas indefinidamente reciclables, bas- químicos. El fósforo y los otros elementos nutritivos exportados en
ta la sencilla vuelta a los embalajes consignados. Hasta abara, faltan los productos alimentarios tendrían que ser recuperados y recicla-
las persuasiones, en ausencia de una voluntad política valiente que dos como abono. Se podría ahorrar miles de hectáreas de bosque,
el sistema parece incapaz de suscitar, y que los ciudadanos, que se cvii::ar los conflictos por el acaparamiento de 1netalcs en vías de ago-
han vuelto indiferentes a ca-usa de las costumbres consumistas, no tarse. El reciclaje permitiría ahorrar un 95(Vo de la energía en el
han exigido. De alguna manera, esta cultura de la reutilización evoca caso del aluminio, un 75% en el caso del cobre, y un 60% en el del
las prácticas de nuestros padres y abuelos y de las civilizaciones acero en relación a la nueva producción. Para ilustrar la importan-
agrarias, abandonadas durante la expansión económica de los Treinta cia del despilfarro relacionado con el hecho de no reciclar, Francesco
Gloriosos, que consistían en remendar los objetos hasta su com- Gesualdi cita el caso de íos 7 miliones de latas de bebidas desecha-
pleto desgaste. Hoy en día, aunque lo quisiéramos, sería muy difi- das en Estados Unidos entre 1990 y 2000. Éstas representan una
cil reparar la mayoría de bienes llamados «duraderos» pero conce- cantidad de aluminio suficiente para la construcción de 316.000
bidos para no durar, sean estos zapatos o neveras. ¿Quién no se ha boeings 737, es decir ¡:inás de 25 veces la flota aérea comercial mun-
encontrado alguna vez con la imposibilidad de hacer reparar pro- dial!51 Aunque se podrían hacer mejores cosas con ese aluminio.
ductos -lavadoras, calculadoras, radios, televisores, e incluso ga- Así, podemos considerar que en Francia los «Traperos de E1naús))
fas, ¡que en la actualidad se programan para que sólo duren diez han evitado el despilfarro de 10.000 árboles anuales, recogiendo,
años!- que se han vuelto inutilizables por el fallo de un elemento seleccionando y acondicionando papeles y cartones que sin ellos se
a menudo secundario? 1Cndríamos, en este ámbito, un formidable habría podrido y quemado, contarriinando el ambiente. 55
filón de oficios por inventar o reinventar. Y, en consecuencia, una
fuente de empleos calificados que podrían ejercerse artesanalmente,
54. Informe del World Watch Institute, State ofthe World 2004, citado por
o, si optamos por nuestro propio aprendizaje, una fuente de creci- Francesco Gesualdi, Sobrieta, op. cit., p. 59.
miento de nuestra autonomía y de ocupación manual para nuestro 55. Fabrice Liegard, JT,11"r1il et éc017m11ie dans les co1nn1:01t?11tés d'En711u1iis,
tiempo libre cada vez más largo. informe del Ministerio de Cultura, 2003.

218 219
A menudo, es suficiente con algunas incitaciones juiciosas para comercialización del tiempo ha comportado una delirante acelera-
obtener resultados sorprendentes. Un ejemplo de reciclaje intere- ción que comprime nuestras vidas. La velocidad destruye ciuda-
sante en la industria: e.l de algunas acerías nortea1nericanas en las des, paisajes, sociedades. Los análisis de Paul Virilio sobre ese tema
cuales el agua es depurada y reutilizada hasta 16 veces. De esta son particularmente contundentes. 60 'fene1nos que aprender a «reha-
manera, la necesidad cotídiana de 200 miliones de litros se cubre bitan> el tiempo. «Debemos desmantelar las prótesis de la veloci-
con sólo 13 millones. 56 dad, escribe Paul Aries y, según los casos, imponer prótesis (técni-
Reciclar los residuos de nuestra actividad es también una forma cas y sociales) de la lcntitud». 6 i Hay que estimular la invención de
de comprar de nuevo nuestra deuda con la naturaleza. Es la razón máquinas para ralentizar el tiempo.
por la que los costes del reciclaje tendrían que estar a cargo de su
responsable. Esta ética del retorno es una condición de la sosteni-
bili.dad. Hay una deuda ecológica del Norte respecto al Sur, y más
fundamentalmente, una deuda de la humanidad con la naturaleza.
Sin llegar a personificar la ecosfera con el nombre mítico de Gaia,
podemos considerar que esta última deuda es la de los hombres del
sistema termoindustrial con la humanidad, con sus muertos y sus
niños por nacer, como se decía antaño para la nacíón. A riesgo de
flirtear con un asomo de animismo, podemos decir que simplemen-
te se trata de lo que el ser humano se debe a sí mismo, incluyendo en
este término el respeto a las plantas, a los animales, los ríos, los bos-
ques y las montañas a los que se debe ya que han contribuido a hacer
de él lo que es. Devolver esta deuda es, ante todo, restituir a la natu-
raleza lo que hemos cogido de ella.
Todo esto requiere una cierta forma de renuncia. Renunciar es
un principio de «desarme unilaterahi, 57 según la afortunada fór-
mula de Jean-Paul Besset. No hacer todo lo que es posible hacer,
«consentir en abstenerse si se presenta un riesgo de alteración de las
condiciones de la vida o de la condición humana». 58 Rehabilitar
usos antiguos o, más sencillamente, co1no propone Mahjid
Rahnema, reinventar las grandes tradiciones de simplicidad y con-
vivencia, adaptándolas a las exigencias de la vida moderna. 59 Re-
ducir la velocidad, es decir, ralentizar es también, indudablemente,
un elemento de la ética del decrecimiento. Sabemos que la

56. Francesco Gesualdi, Sobrietlt, op. cit., p. 87.


57. Jean Paul Resset, Connncnt ne plus étre progrcssiste ... sans devenir
réactíon.n,1ire, op. cit., p. 322. 60. Véase por eje1nplo, Paul Virilio, L'e.pace critique. hSsai sur !'urb,11ún11r
58. lbíd., p. 326. et les noul!c/!es TCchnologirs, Christian Bourgois, París, 1984.
59. Mahjid Rahnema, Q_uand la niis(re chasse la pauvrété, op. cit. 61. Paul Aries, Décroiss,1nce ou barbarie, op. cit., p. 135.

220 221
X. ¿TENDRÁ SUR DERECHO
AL DECRECIMIENTO?

Et11peza1nos a padecer el deseo de ser gigantes.


Crefarnos que hacer grandes cosas estaba bien. Es
una enfermedad, Tenemos que pensar en peque-
ños proyectos, en pequeñas cosas.
]AIX1AHARLt\L NEHRU 1

¿Qué proponen para ei Sur los «partidarios del decrecimiento»? Es


conveniente abo-rdar este importante tema que, con frecuencia, ha sido
dejado de lado. Tal como le pasa a la ecología, de la que procede, el
decrecimiento es a menudo acusado de ser un lujo para uso de los
«ricos>,, obesos de sobreconsumo. ¿Cómo se puede generalizar en los
países subdesarrollados esta proposición, cuando ignoran los benefi-
cios, sino los perjuicios, del crecimiento? L,os objetores del crecimien-
to, al repetir que su proyecto sólo ataJie al Norte, han alimentado el
malentendido, muy a su pesar. «El decrecimiento equitativo, escribe
Paul Aries, no es el decrecimiento de todo para todos: éste se aplica a
los sobredesarrollados, al excrecimiento, a sociedades y clases sociales
cuya bulimia es responsable de esta captación de riquezas que conduce
a la destrucci6n del planeta y de lo humano en el hombre». 2 Es impor-
tante, por consiguiente, volver sobre el etnocentrismo del crecimiento
y ver qué hacer para que en el Sur se ponga en marcha el círculo vir-
tuoso del decrecimiento a partir de un movímiento «en espírah>.

Retrono al etnocentrismo del desarrollo


Atribuirnos el proyecto de un <ídecrecimiento ciego», es decir, de
un crecimiento negativo sin poner en duda el sistema, y sospechar

l. En un discurso de novien1bre de 1958, citado por Jean Paul Besset,


Cc:rn:o1t ne plv..s .. sans rl.cvcnir réactionnaire, op. cit., p. 137.
2. Paul AriCs, ou barbrtrie, op. cit., p. 163.

223
de nosotros, corno hacen algunos «altereconornistas» (economistas El proyecto de una sociedad autónoma y ahorrativa no nació
partidarios de otra globalización, otro crecimiento, otro desarrollo ayer, sino que se fue formando de manera conjunta a la crítica del
u otra economía ... ), pretender impedir a los países del Sur resolver desarrollo. Desde hace más de cuarenta años, analizamos y denun-
sus problemas, forma parte de la sordera, cuando no de la mala fe. cian1os los perjuicios del desarrollo, y en el Sur precisamente.·?
' Nuestro proyecto de construcción de sociedades convivenciales Y ese desarrollo, desde la Argelia de Bournédienne hasta la Tanzania
autónomas Y. ahorrativas, tanto en el Norte coro.o en el Sur, impli- de Nyerere, no era sólo capitalista o ultraliberal, sino oficialmente
ca, ciertamente, hablar de un «a-crecimiento», tal con10 se habla de «socialista», «participativo>>, "endógeno», «se/frelíant!autocentrado»,
a-teís1no, n1ás que de un de-crecimiento. Sin embargo, se trata, en «_popular y soiidario», a menudo puesto en ni.archa o apoyado por
cualquier caso, de salir del crecimiento y, en consecuencia, del las ONG humanitarias. A pesar de algunas microrrealizaciones
desarrollo. Al afirn1ar que el Sur tendría que tener derecho a i<Un destacables, el descalabro ha sido masivo, y la empresa de lo que
tiempo» de este maldt'to crecimiento, a falta de haber conocido el tenía que llegar a ser la «plenitud para todo el hombre y para todos
desarrollo, nuestros adversarios se encuentran atrapados en el ca- los hombres)) (segün los términos de la encíclica Populorum
llejón sin salida de un «ni crecimiento, ni decrecilniento». Se resig- Progressío) se hundió en la corrupción, la incoherencia y los planes
nan entonces a una problemátic:a de «desaceleración del crecimien- de ajuste estrucrural que han ido transformando la pobreza en
to)) que debería, según la práctica probada de los concílios, poner miseria. _Estos· fracasos nos han llevado también a comprender la
a todo el mundo de acuerdo sobre un 1nalentendido. No obstante, «verdadera» naturaleza del desarrollo económico y de la industria-
un crecimiento desacelerado condena a prohibirse disfrutar de los lización occidental. Como bien dice Yves Cochet: ~<La revolución
beneficios de una socíedad de convivencia autónoma y ahorrativa, industrial no fue tanto un desgarramiento prometeico de los
fuera del crecimiento, sin por ello preservar la única ventaja que condicionantes naturales como una capacidad local de exportar
presenta un crecimiento vigoroso injusto y destructor del medio estos condicionantes hacia las periferias del planeta. [ ... ] Los sec-
ambiente, es decir, el empleo. tores desarrollados de nuestras sociedades industriales no lo son
Hablemos con total franqueza ..Replantearse la sociedad de cre- tanto por el ingenio tecnológico y el espíritu de empresa corno por
cimiento implica el despido de trabajadores, tal corno afirman al- la esclavitud y la devastación ambiental». 4
gunos responsables de Atrae, pero no es la recalificación de un de- A la inversa, mantener o, peor aún, introducir la lógica del
sarrollo vaciado de sustancia económica c~<lll1 desarrollo sin crecimiento en el Sur con el pretexto de sacarlo de la miseria creada
crecimiento») lo que dará de nuevo esperanza y alegría de vivir por este mismo crecimiento sólo lo occidentalizará un poco más.
a los adictos al crecimiento mortífero. Por otro lado, ¿no es prueba La propuesta de los altermundialistas de Attac, que parte de un
de un singular desprecio a los trabajadores considerarlos inmaduros buen sentimiento, de «construir escuelas, centros de salud, redes
hasta el punto de no percibir ni comprender que la sociedad de de agua potable y de (volver) a encontrar una autonomía alímen-
consumo es tóxica, aunque no sea fácil, tanto para ellos como para taria}>5 revela un etnocentrismo común, que es precisamente el del
cualquiera, renunciar a ésta? desarrollo. Una de dos: o bien se pregunta a los países interesados
Es cierto que, en el Sur, el decrecimiento de la huella ecológica (e
incluso del PIB) no es ni necesario, ni deseable, pero no por eso hemos
de concluir que es necesario construir una sociedad de crecimiento, o 3. Este \<nosotros» ren1ite a la pequeña «lnternacionah anti o posdesarrollista
que no se tiene que salir de ella, si ya se está dentro. Para comprender que publicó The Devc!opn1t11t Dictionnary (op. cit). Véase nota 42 de la intro-
la razón por la que la construcción de una sociedad fuera del creci- ducción.
4. Yves (~ochet, Pétrole apocalypse, op. cit., pp. 161-162.
miento es necesaria y deseable, tanto en el Sur como en el Norte, hay 5. Jean-Marie riarribey, ((Développement durable: le grand écart»,
que volver al itinerario de los «objetores de crecimiento)). L'J{umaniti, 15 de junio de 2004.

224 225
lo que quieren a través de sus gobiernos, o mediante encuestas a miseria. Por el contrarío, las víctimas expoliadas de sus verdaderos
través de una opinión manipulad.a por los medios de co_rnunica- bienes no son ayudadas jamás desde el momento en que intentan
ción - y _más que esas «necesidades fundan1entales» que el desmarcarse del sistema productivo globalizado para encontrar al-
paternalismo occidental les atribuye, las poblaciones reclamarán ternativas conformes a sus propias aspiraciones.» 8
aire acondicionado, teléfonos móviles, neveras y sobre todo coches El decrecimiento concierne a las sociedades del Sur que, com-
(Volkswagen y General Motors prevén fabricar 3 millones de vehí- prornetidas en la construcción de economías de crecimiento, qui-
culos anuales en China durante los próximos años, y Peugeot, para sieran evitar adentrarse en el callejón sin salida al que les condena
no ser menos, pone en marcha inversiones gigantescas ... ), sin ol- esta aventura. Y que aspiran, si aún están a tien1po, a acabar con
vidar, evidentemente, para alegría de sus responsables, las centrales los obstáculos que ies impiden desarrollarse de otra manera. La pro-
nucleares, los caza Rafale y los tanques AMX-; o bien escuchamos blemática del decrecimiento ofrece la posibilidad de no pasar por la
el grito del corazón del líder campeSino guatemalteco: ~<l)ejen a los época industrial y acceder directamente a un «equilibrio
pobres tranquilos» y no les hablen más de desarrollo)>. 6 1.'odos los posindustrial» dentro de un poscapitalismo. 9
animadores de los movimientos populares, desde Vandana Shiva Desde 1986, en mi libro Faut-il réfuser le développement?, se
en la India a Emmanuel Ndione en Senegal, lo dicen a sn manera. esbozaba el proyecto de construcción de una sociedad alternativa
En definitiva, la razón para que un país del Sur considere de indu- autóno1na. Ell La otra Áftica, 10 nos interesamos por las formas de
dable ímportancia «volver a encontrar su autonomía alimentaria» auto-organización de los náufragos del desarrollo como expresión
es que ésta se perdió. En África, hasta los años sesenta, antes de la embrionaria de la citada sociedad, pero pretender que «:elogiarnos
gran ofensiva del desarrollo, ésta existía aún. ¿No es el imperialis- claramente la economía informal» forma parte de la desintOrmación.
mo de la colonización, del desarrollo y de la globalízación lo que ha El estudio de la auto-organización de los excluidos en el banquete
destruido esta autosuficiencia y lo que cada día agrava un poco del sobreconsumo en el Sur es interesante para comprender que se
más su dependencia? :En ese mismo continente, antes de ser rnasi- puede sobrevivir al desarrollo y fuera de él, en una gran precarie-
vamente contaminada por ,los re?iduos industriales, el agua, con dad, pero gracias a la riqueza de las relaciones sociales. Es evidente,
grifo o sin él, era potable. En cuanto a las escuelas y centros de no obstante, que el decrecimiento en el Norte es una condición
salud, ¿son éstas las instituciones adecuadas para introducir y de- para el ílorccimiento de cualquier forma de alternativa en el Sur.
fender la cultura y la salud? Ivan Illich emitió serias dudas en cuan- Mientras Etiopía y Son1alia estén condenadas, en el mon1ento más
to a su eficacia en el Norte.7 Estas reservas se ven infinita1nente terrible de la hambruna, a exportar alimentos para nuestros ani-
reforzadas en relación al Sur. Y ciertos intelectuales de esos países males domésticos, mientras engordemos a nuestro ganado con soja
(demasiado pocos, probablemente ... ) intentan que así sea. La sen1brada en zonas calcinadas del bosque amazónico, asfixiaren1os
amabilidad del Blanco que se muestra inquieto por el decreci1nien- cualquier tentativa de verdadera autono1nía para el Sur. Sin contar
to en el Sur con el loable deseo de ayudarle es sospechosa. «Lo que que esos «traslados1> planetarios contribuyen a desarreglar un poco
se sigue llamando ayuda, subraya justamente Majid Rahnema, es más el clima, que esos cultivos especulativos latifundistas privan a
sólo un gasto destinado a reforzar las estructuras generadoras de la

8 Majad Rahneina, Quand la ;nisCrc chasse la p,-1urrlté, op. cit., p. 267.


9. Es la vía preconizada desde 1991 por André Gorz, que hablaba de «de-
6. ;\Jain Gras, _f:-<Yagilité de la puissanc(', op. cit., p. 249. crecimiento de la econon1ía)> para una ((sociedad de subsistencia moderna» (Ca-
7. La publicación de sus Obras con1pletas en dos volú1nenes en la editorial pitrdi_<mo, sor"iali<mf/ y ecología, op. cit.)
Fayard (op. cit.) es la ocasión de releer especialmente Une société sans écoles y 1O. La otra África: autogestión y apaño frente al n1rrr.-1do global, A.sociación
/1/émei;i<: ''7!'dir,1!(', que siguen estando de plena actualidad. Cultural OOZEBAP, Barcelona, 2007.

226 227
los pobres de Brasil de las legumbres y que además nos arriesgamos gal comodidad a la que aspiran- es el resultado de la escasez de un
a tener catástrofes biogenéticas del estilo de las vacas locas ... dinero que viene de fuera, que no es suficiente para pagar a los fi1ncio-
narios y que alimenta un circuito perverso de importaciones y corrup-
ción. f,n esas condiciones, los objetores de crecimiento no tienen
La espiral virtuosa ninguna razón para no hacer suyos los programas de delinking (desco-
Es conveniente precisar los contornos de lo que podría ser una socie- nexión) preconizados hace tiempo por los tercermundistas, como Samir
dad de «no crecüniento». r\treverse con el decrecimiento en el Sur es Arnin. Sin embargo, esto no basta, y no puede, por otro lado, tener
intentar poner en marcha un movimiento en espiral para situarse en éxito si no va acompañado de una perspectiva más ambiciosa.
la órbita del círculo virtuoso de las ocho «R», 11 Esta espiral
introductoria del decrecimiento en el Sur podría organizarse con otras
«R», a la vez alternativas y complementarias, como ro1nper, renovar, NORTE
reencontrar, reintroducir, recuperar, etc. (véa.<;e el gráfico).
Redistribuir Reducir
La primera etapa consiste en _romper con la dependencia econó-
~RestituJ
SUR
mica y cultural en relación con el Norte, La ruptura de la dependencia
es, fundamentalmente, 1nás cultural que económica. Es cierto que una

~
RUPTURA
política económica autónoma es indispensable. La ruptura con la ex-
portación sistemática de cultivos especulativos a favor de la autosufi-
Reestructurar ~
ciencia alimentaria es tanto más necesaria cuanto lo que también se
trata es de la autosuficiencia del agua. «A la vez que parten, proceden- / \ Renov\
Reconceptualizar
tes de esos países hambrientos y sedientos, hacia el norte del mundo,
Relocalizar Reencontrar
productos agrícolas tales como el cacao, el café, el algodón, la soja, el
cacahuete, etc, señalaAndrea Masullo, parte también un flujo escon-
\ j
Reeva!uar
dido de agua: el agua que ha servido para producir esas cosecbas,,n Reintroducir
Para muchos países del África negra, sería suficiente con la «desco- ~ Recuperar~
nexión» para eliminar rápidamente la misería y para engendrar el bien-
estar al abrigo del consumismo, Hemos visto en África Central el de-
solador espectáculo de los campesinos esperando en vano jornadas Aunque la descolonización polírica se ba llevado a cabo, falta
enteras, al borde del camino, un comprador eventual para sus exce- descolonizar el imagiríario. Es esencial denunciar la impostura del
dentes agrícolas, La imposibilidad para los campesinos de procurarse crecimiento para el Sur, porque ésta es sinónimo} tal como lo es
las monedas necesarias para comprar jabón, sal, petróleo para la lám- para el Norte, de una guerra económica (con sus vencedores, y peor
para--elementos irrisorios pero que, sin embargo, constituyen la fru- aún, sus vencidos), así como de un pillaje sin límites de la natura-
leza, de la occidentalización del inundo y de la uniformización
mundial, y por último, del genocidio, o por lo menos del etnocidio
11. Recordemos esos ocho objetivos interdependicntes susceptibles de po- de todas las minorías indígenas. Sin entrar en el debate, que no
ner en marcha un círculo virtuoso de decrecinüento sereno, convivencial, y sos- obstante, es esencial, sobre la desculturización, podemos decir que
tenible: reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, redu-
se trata de una «máquina>> de hacer padecer hambre a los pueblos.
cir, reutilizar, recídar.
12. Andrea Masullo, Da! mito Della crescita al nuovo umanf'simo, op. Antes de los años setenta, en Áfríca, las poblaciones eran «pobres))
cit., p. 25. según los crircrios occidentales, en el sentido que disponían de pocos

228 229
bienes manufacturados, pero nadie, en tiempos normales, se mo- tradición perdida y la modernidad inaccesible -fórmula paradóji-
ría de hambre. Tras cincuenta años de desarrollo, eso está hecho. Y ca que bien resume el doble desafío que aceptaremos tras apostar
aun más, en Argentina, país tradicionalrnenre ganadero, antes de por toda la riqueza de la invención social, una vez que la creativi-
la ofensiva desarrollisra de los años ochenta, se despilfarraba de forma dad y la ingeniosidad hayan sido liberadas del corsé economicisra y
poco considerada la carne de vacuno, abandonando sus despojos. desarrollista. El posdesarrollo, por otro lado, debe ser necesaria-
Hoy en día, la gente saquea los supermercados para sobrevivir, y mente plural. En esta búsqueda de modos de prosperidad colectiva
sus fondos marinos, que fueron explotados sin ninguna vergüenza no podría verse favorecido un bienestar material destructor del
por flotas extranjeras entre 1985 y 1995 con el objetivo de aumen- medioambiente y de las relaciones sociales. El objetivo de la buena
tar exporraciones que generaron pocos beneficios para su pobla- vida se declina de múltiples maneras, según los contextos. En otras
ción, ya no constituyen recurso alguno. 13 Tal como dice Vandana palabras, se trata de reconstruir/reencontrar nuevas culturas. Si es
Shiva: «Bajo la máscara del crecimiento se disimula, de hecho, la absolutamente necesario darle un nombre, se le puede llamar unzran
creación de la penuria». 14 (prosperidad) como lbn Khaldum, swadeshi-sarvodaya (mejora de
Renovar el hilo de la hist9tia interrumpida por la coloniza- las condiciones sociales) como Ghandi, bamtaare (estar bien jun-
ción, el desarrollo y la globalización es importante para volver a tos), como los Toucouleurs o Halpulaaren del oeste de África, o bien,
encontrar y reapropiarse de una identidad cultural propia. Para jidnaa!gabbina (resplandor de una persona bien alimentada y libe-
convertirse en actor de su propio destino, hace falta primero ser rada de cualquier problema), como en los Borana de Etiopía. 15 Lo
uno mismo y no el reflejo cautívo del otro. Aunque las raíces no importante es designar la ruptura con la empresa de destrucción
pueden cultivarse por sí n1is.mas a través de la reflexión nostálgica que se perpetúa bajo el estandarte del desarrollo, o en la actuali-
sobre la grandiosidad perdida, son un elemento indispensable en la dad, de la globalización. Esas creaciones originales, que están e1n-
perspectiva de un nuevo comienzo. Reintroducir los productos es- pezando a realizarse en diversos lugares, abren la esperanza a un
pecíficos olvidados o abandoüados y los valores «antieconómicosl> posdesarrollo.
ligados a la historia propia forma parte de ese programa, así como Sin duda alguna, para poner en marcha estas políticas de «de-
la recuperación de técnicas y habilidades tradicionales. Si en el Norte crecirr1iento», será necesaria anteriormente, tanto en el Sur como
queremos realmente manifestar un deseo de justicia más amplio en el Norte, una verdadera cura de desintoxicación colectiva; por-
que la única y necesaria reducción de la «huella ecológica», tal vez que el crecimiento ha sido a la vez un virus perverso y una droga.
sería necesario reivindicar otra «deuda>) cuya «devolución1> es a ve-
ces reclamada por los pueblos indígenas: restituir. La restitución
del honor perdido (la de! patrimonio robado es mucho más pro-
blemática) podría consistir en cooperar con el Sur para introducir
el decrecimiento.
Mientras tanto, en el Sur como en el Norte, la alternativa al
desarrollo no reside en un imposible retorno hacia atrás, ni en la
imposición de un «acrecimiento». Para los excluidos, los náufragos
del desarrollo, sólo puede tratarse de una especie de síntesis entre la

13. }1:ervé I<empf, «La péche argentine victime, dle aussi, d'une politique 15. Gudrun Dahl y Genuchu Megerssa, (<The spiral of the Ram's Horn:
trop libérale», Le Afonde, 5 de enero de 2002. Boran concepts of devclopmenD>, en Majid Rahnema y Victoria Bawtree, The
14. Vandana Shiva, Le Terrori_PJJC alimrnt,1irc, op. cit., p. 8. Post-Devc!opn1cnt Reader, Zed books, Londres, 1997, p. 52 sq.

230 231
XI. ECOFASCISMO O ECODEMOCRACIA.
ESBOZO DE UN PROGRAMA «POLÍTICO»
PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA
SOCIEDAD DE DECRECIMIENTO

En los últimos dos siglos, el jacobinismo ha sido


el modelo do1nioante para todos los revoluciona-
rios o reforn1istas sociales. Su buena voluntad no
puede ser puesta en duda. Pero haciendo el papel
de maestros de escuela, que saben a priori y por
ciencia infusa lo que es bueno para todos, además
de las aberraciones que abundan en la Historia,
han permitido que, poco a poco, la opinión pú-
blica deje de sentirse concernida por la vida en la
ciudad. Algunos dirán que ésta es una idea sim-
plista; sin embargo, explica que, para la gran 1na-
yoría, la palabra democracia significa, por antí-
frasis, ¡el poder de unos pocos!
MICllEL MAFFESOLl 1

La elección, la «democracia)) son celebradas otra


vez, ritualizadas potque han dejado de tener obje-
to. La izguierda puede n1uy bien llegar al poder;
ningún golpe de estado la amenaza, porque ésta
no a1nenaza a nada ni a nadie.

El proyecto de construcción de una sociedad autónoma y ahorrativa


tiene muchos adeptos, aunque sus seguidores se encuentran en
diferentes campos: decrecimiento, antiproductivismo, desarrollo

l. Michel Maffesoli, La T'ransfiguration du pofitiquf'. La tribalúation du


mrnrdl! postmodf'n1e, La Table ronde, París, 2002, pp. 73-74.
2. Serge ~Ialimi, Le Gran bond en arriere. Co11rmcnt l'ordre líbéral s'est
au numdc, Fayard, París, 2006, pp. 246-247.

233
recalifirado, e incluso desarrollo sostenible. Por ejemplo, el eslogan «opción de valores que pueden ser evocados aquí bajo la forma de
antiproducrivista de los Verdes corresponde exactamente a lo que alternativas simplificadas, del tipo individualismo/comunitarismo,
los objetores de crecüniento entienden por decreciiniento, que pa- rivalidad/solidaridad, competitividad/equidad, consumisrno/fruga-
rece confirmarse especialmente en relación a la agricultura no lidad, investigación/rechazo del poder, etc. 5 Añade una opción al-
productivista. Así, el programa de la agricultura campesina de la ternativa en lo referente a las «actitudes relacionadas con la natura-
Confederación agraria francesa (y más ampliarn.ente, el de Vía leza, con sus recursos y con el proceso de entropía que les afecta:
Campesina) se inscribe perfectamente en nuestro concepto de una opción que se traduce de manera muy práctica en las actitudes hacia
sociedad de decrecimiento. 3 La misma convergencia se encuentra los bosques, el agua, la tierra, los minerales, etc.» 6 De la misma
en la posición de Attac, que, en uno de sus opúsculos, apela a la manera, ya en 1975 enconuamos en las propuestas de la Funda-
«evolución hacia una desaceleración progresiva y razonable del cre- ción Dag Hammarskjóld de <<desarrollo endógeno y selfrelianl>>,
cimiento material, bajo condiciones sociales precisas, como prime- recomendaciones de autolimitación, las 1nismas preconizadas por
ra etapa hacia el decreci1niento de todas las formas de producción los partidarios del decrecimiento; en particular, las versiones de sim-
devastadoras y depredadoras».~ Habría mucho que hablar, induda- plicidad voluntaria: «Limitar el consumo de carne, delimitar el
blemente, sobre esta formulacíón; el caso es que un número cre- consumo de ¡ietróleo, utilizar los edificios de manera más ahorrativa,
ciente de militantes del _movimiento «altermundialista)) aceptan, producir bienes de consumo más duraderos, suprimir los coches
tal vez, en parte, gracias a nosotros, que el crecimiento que hemos particulares, etc.)). 7
conocido no es ni sostenible) ni deseable, ni duradero, tanto social Esta convergencia es reivindicada explícitamente, con algunos
como ecológicamente. Y, de hecho, el acuerdo sobre los valores, es matices, por Alain Caillé, Jean-Marie Harribey, René Passet, Alain
decir, aquellos que se han vuelto deseables por la necesaria Lipietz y muchos otros. Estamos de acuerdo con vuestro programa
«reevaluación», va n1ucho más allá de los partidarios del decreci- concreto, señalan sustancialmente, únicamente nos separan las
miento, ya que encontramos casi las ·mis1nas propuestas en algu- palabras. Lo que llamáis decrecimiento conduce, de hecho, exacta-
nos partidarios del desarrollo sostenible o del desarrollo alternati- mente a las medidas que preconizamos para realizar un desarrollo
vo, como Christian Comeliau. Para este último) la oposición al sostenible o recalificado. «Constato, señJla René Passet, que cuan-
pensa1niento único y a la globalización liberal se traduce por una do llegamos a los temas concretos, jilOS encontramos más fácilmente!
Sí, la deslocalización provocada por los sistemas de transporte
actuales es un verdadero proble1na>). 8 Finalmente, todos están de
3. José Bové y Franc;ois de Ravignan están completamente de acuerdo en acuerdo con la necesidad de una reducción consecuente de la hue-
ese punto (lo que confirman el prefacio de José y mi epílogo al libro de Franc;:ois Ila ecológica y, por otro lado, suscribirían con agrado lo que escri-
Partant, Que la crise s'aggrt1-t:e!, reeditado con ocasión del coloquio Défa-ire le
développement, refaire le monde, Parangon, París, 2002). Véase también
Campagnes solidaires (revista mensual de la Confederación campesina), n. 182,
febrer de 2004, y Guy Kastler, Ensanhlc sau1·011s notre planCte, op. cit. 5. Christian Comeliau (dir.), Broui/fon: pour l:n)núr: contributíons au rffhat
4. Atrae, Le Dévc!oppnnrnt a-t-il un avenir?, op. cit., pp. 205-206. El pasa- sur les alternativl'S, op. cit., p. 33.
je completo relativiza sin embargo, esta convergencia: «la orientación adoptada 6. Ibíd., p. 35. No precisa si se trata de volver al anirnismo y a la posición
aquí es, pues, la del rechazo al desarrollo actual tota11nente descalificado y la de del jefe indio Seattle, para el cual el ho1nbre pertenece a la tierra y no la tierra al
una opción a favor de un desarrollo radicalmente recalificado en torno a: 1) la hon1bre ... Efectivamente, lo importante es no volver a considerar a la naturale-
prioridad dada a las necesidades esenciales y al respeto a los derechos universales za y al mundo cotno objetos, sino como sujetos, o colaboradores, sin necesaria-
indivisibles; 2) la evolución hacia una desaceleración progresiva y razonada del mente convertirlos en tótems o fetiches.
crecimiento material, bajo condiciones sociales precisas, con10 primera etapa 7. Citado por Camille l\t1adelain en c:hristian C:omeliau (dir.), Brcui!lons
hacia el decrecimiento de todas las formas de producción devastadoras y pour !'avenir: contributions au débat sur les alternaúves, op. cit., p. 215.
depredadoras; 3) un nuevo concepto de la riqueza». 8. Politis, 11 de dicien1bre de 2003, dossier sobre el decrecimiento.

234 235
bían los autores dei famoso informe del Club de Roma, haciendo señala nn antiguo ministro de Medio Ambiente, suscita una difusa
suyo el pensamiento de John Stuart Milla inediados del siglo XIX: aprehensión, poco apremiante cognitivamente, políticamente mar-
«Todas las activicL1des humanas que no provocan un consurno irra- ginal, electoralmente insignificante>>. 11 Y añade: «En ningún sitio·
cional de materias irre1nplazables, o que no degradan de rn.anera y nunca en el 1nundo hemos visto manifestaciones masivas contra
irreversible el medioambiente, podrían desarrollarse indefinidamen- el efecto invernadero, contra la pérdida de la biodiversidad, contra
te. En parti~ular, aquellas actividades que muchos consideran como la acumulación de moléculas de síntesis en el medio ambiente)). 12
las más deseables y satisfactorias: educación, arte, religión, investi- En cuanto a lJubert Védrine, éste evoca «la resistencia feroz de la
gación básica, deportes y relaciones humanas, podrían florecer». 9 mayoría de la población a replantearse su sistema de vida, conside-
A diferencia de los bienes económicos escasos, todos los «bienes rado como logro en el marco de un progreso en sentido único, per-
relacionales», cuando no están comercializados, tienen la propie- cibido como un derecho». 13 De hecho, la megamáquina de
dad de crecer cuando se cotnparten, como el saber y la amistad. No deslocalizar, desterritorializar, desculturlzar y destruir el ecosistema
se agotan por el hecho de hacer que otros los aprovechen. continúa inexorablemente su trabajo, ayudada por las institucio-
Vayamos más lejos. En el fondo, ¿quién está en contra de sal- nes internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC), así como por
vaguardar el planeta, de preservar el medioambiente, de conservar Bruselas y los estados que desmantelan los servicios públicos, pri-
la fauna y la flora? ¿Quién celebra el cambio climático y la destruc- vatizan los b-ienes comunes y desregulan con roda sus fuerzas todo
ción de la capa de ozono? En todo caso, ningún responsable políti- lo que es todavía posible.
co. Incluso podemos encontrar a directores de empresa, altos car- .Es necesario, pues, identificar de manera más precisa a los ad-
gos y responsables económicos, que se muestran favorables a un versarios de un programa político de decrecimiento, los obstáculos
cambio radical de orientación para salvar a nuestra especie de las para su puesta en marcha y, finalmente, la forma política que to-
crisis ecológica y social. maría una sociedad ecoconzpatible.
En su bello artículo «Superar lo insuperable», Hubert Védrine
evoca un sondeo de la empresa IPSOS realizado en agosto de 2004
para el National Geographic de Francia, «CS decir, sin campaña previa ¿Quiénes son los enemigos del pueblo?
de sensibilización}), precisa Védrine, en el cual <~el 58o/o de los fran- La pregunta ya era embarazosa cuando se trataba de los totali-
ceses considera que todos tienen que actuar en su vida cotidiana; el tarismos nazi y soviético, que instrumentalízaban los procesos de-
75% está dispuesto a no dejar encendidos sus aparatos eléctricos; mocráticos (plebiscitos, elecciones, etc.), se apoyaban en bases po-
el 62% a conducir a 120 km/hora por las autopistas; el 47% a no pulares indudables, y se reivindicaban explícitamente, en los ex
usar aire acondicionado; el 44°/o a usar exclusivamente el transpor- países del Este, democráticos. i 4 Sin embargo, aún podíamos iden-
te público; el 45o/o a comprar un coche no contaminante 1 eléctrico tificar a los poseedores del poder: el partido, el jefe que lo había
o híbrido y el 43% a equiparse con calefacción de energía solan. 10
Y, sin embargo, en el preciso instante en que se manifiesta la
unanimidad para salvar al planeta, una casi-unanimidad se expresa 1 L Yves Cachet y AgnCs Sina·i, Sauvcr la li:rre, op. cit., p. 3 L
también a favor de retomar el crecimiento. \{La crisis ambiental, 12. !bid., p. 42.
13. Hubert Védrine, ((Surmonter l'insurmontable», art. cit., p. 173.
14. «El totalitarismo pretendía justamente encarnar la realización, por fin,
9. D.L. l\t:feadows, J.Randers y W. Behrens, The limits to Growth, op. cit. de la den1ocracia, la superación de la inestabilidad a la vez creadora y desencan-
Véase también John Stuart Mill, Prinápcs de l'ér011on1ie politiqílt, op. cit., p. 297. tada de las relaciones sociales nacidas de la modernidad» (Dick Howard, ((La
10. Hubert Védrine, \<Surmonter l'insurmontable)), Le Débat, n. 133, ene- démoctatie n'est pas une politique)), en (<Malaise dans la démocratie)>, Revue du
ro-febrero de 2005, p. 175. il1AUSS, n. 25, ler semestre de 2005, p. 244).

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confiscado, la nomenclatura. Con la megamáquina actual, es mu- la participación de toda la población, y toda la población puede ser
cho más difícil. Es importante saber quién tiene verdaderamente el sensibilizada sobre esta exigencia--salvo, tal vez, de un 3 a un 5 %
poder de hacer y de dejar_ de hacer en la sociedad globalizada. Se de individuos inconvertibles.» 17
evocan ampliamente las leyes de la ciencia y la técnica, unánime- ¿Quiere decir esto que no hay nada que hacer? ¿Que la
mente consideradas co1no incontestables, para reforzar una «ma- autotransformación de la sociedad se llevará a cabo sin dolor y para
nera de gobernar)) que casi logra reemplazar al «gobierno de los beneficio de todos? _Al leer a ciertos ecologistas, como 1.,ester Brown,
hombres por la adn1inistración de las cosas1>. Los politólogos se ven nos lo podemos plantear. Así, el Wuppertal Institut se las ingenia
despojados y desarn1ados, y sus análisis, incluso .los n1ás sofisticados, para proponer múltiples juegos en el que ganen todos, capital y
dejan insatisfecho. La impotencia de la oposición es proporcional a naturaleza. Igual que el escenario NégaWatt, ya citado, que tiene
este desposeimiento. como objetivo reducir el consumo de energía de factor 4 con la
Identificar al adversario es hoy en día problemático porque tanto n1isma satisfacción. Tasas, nonnas, bonos, incitaciones, subven-
las entidades económicas como las firmas transnacionales quepo- ciones razonables podrían hacer atractivos ciertos comportamien-
seen la realidad del poder son; por su misma naturaleza, incapaces de tos virtuosos y evitar importantes despilfarros. Por ejemplo, en
ejercerlo directamente. Tal com.o señala Susan Strange, «algunas Ale1n.ania se han experimentado con éxito unos sistemas de remu-
de las principales responsabilidades del Estado en una economía de neración para- la renovación de construcciones, basados más en su
mercado [ ... ] no las asume nadie hoy en día.» 15 Por una parte, el eficacia energética que en el precio de los trabajos efectuados. Para
Big Brother permanece anónimo, y por otra, la servidumbre de los toda una serie de bienes (fotocopiadoras, neveras, coches, etc.), el
sujetos es más voluntaria que nunca, ya que la manipulación de la alquiler podría reemplazar a la propiedad, y evitar, de esta manera,
publicidad con1ercial es infinitamente más insidiosa que la de la la carrera desenfrenada hacia la nueva producción, favoreciendo el
propaganda política ... f,n tales condiciones, ¿cómo afrontar (<polí- reciclaje permanente. ¿Se evitaría, sin embargo, el efecto rebote o
ticamente» la megan1áquina? la paradoja de Jevons, es decir, un crecimiento final del consumo
La respuesta tradicional de una. cierta extrema izquierda con- material? Eso no es tan seguro.
siste en hacer de una entidad, «el capitalismo»} el origen de todos El sistema de economía de mercado generalizado, dominado por
los bloqueos, de todas nuestras impotencias, y por esta misma ra- gigantescas firmas transnacionales, no se orientará espontáneamen-
zón, ta1nbién consiste en definir el Jugar donde se tiene que abatir te hacia la vía «virtuosa» del ecocapitalismo. El decrecimiento, lo
la todopoderosa potencia. Esto conduce a un debate que ya ha sido hemos comprobado, está forzosamente contra el capitalismo. Un
tratado. 16 A la pregunta: «¿Qué fuerzas sociales representan actual- ecocapitalismo implica, en efecto, una fuerte regulación, aunque sólo
mente una alternativa? ¿O es la propia idea de una relación entre sea para imponer la reducción de la huella ecológiccL Las máquinas
una alternativa y unas fuerzas sociales precisas lo que es falso?», de dividendos} anónimas y funcionales, no renunciarán a la depre-
Cornelius Castoriadis responde: «Esta idea es efectivamente falsa, dación sin fuertes imposiciones. Incluso si los responsables de algu-
en todo caso, para Ias sociedades modernas. Ya no se trata de decir nas de estas firmas son partidarios de una autorregulación, no tienen
que eJ 'proletariado' tiene la misión histórica de transformar la so-
ciedad[ ... ] La transformación de la sociedad exige en la actualidad
17. Cornelius Castoriadis, Une sociétf li la dérive, op. cit., p. 187. Y añade:
«Hay que insistir sobre otra idea falsa, profundamente andada en el movimien-
15. Strange, Susan, La retfr.-1r!'7 dfl estado: la di;fusián del poder en fa econo- to 'ízquierdista': la idea de un privilegio político-histórico de los pobres. Es una
1nía mundir!l, Icaria, Barcelona, 200 l. herencia cristiana. La lógica y la experiencia histórica demuestran que la idea de
16. Véase La Décrois_<,111-,hE, n. 4, septie1nbre de 2004, y d capítulo 7 de la tal privilegio es absurda, que los verdaderos 'pobres' estarían más bien indina-
presente obra. dos a doblar la espalda ante los poderosos.>)

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medios para imponérselo a los free riders (pasajeros clandestinos), es 2. lnternalizar los costes del transporte.
decir a una gran mayoría obsesionada por la maximizacíón del valor 3. Relocalizar las actividades.
para el accionariado a corto plazo. Si existiera una instancia que tu- 4. Restaurar la agricultura agraria.
viera ese poder de regulación (Estado, pueblo, sindicato, ONC, ONU, 5. Transformar los beneficios de productividad en reducción
o cualquiera ... ), ésta tendría simplemente el poder. Sería el lugar del del tiempo laboral y en creación de empleos, en tanto exista
político y podría redefinir las reglas del juego social. En otras pala- el desempleo.
bras, podría restablecer la sociedad. 6. Impulsar la «producción» de bienes relacionales.
_El nücleo del problema es, efectivarnente, el te1na del poder. Cier- 7. Reducir el despilfarro de energía a un factor 4.
tamente, podemos concebir y desear una cierta limitación del poder 8. Penalizar fuertemente los gastos en publicidad.
por el poder, como se ha producido durante la era de las regulaciones 9. Decretar una moratoría sobre la innovación tecnológica,
keyneso-fordianas y socialdemócratas. El problema es que la lucha de hacer un balance serio y reorientar la investigación científi-
clases se acabó y que el capital salló vencedor, arramblando práctica- ca y técnica en función de las nuevas aspiraciones.
mente con todo lo apostado. Y nosotros hemos asistido, impotentes, o
incluso indíferentes) a los últimos días de la clase obrera occidental. Este último punto se une a una preocupación de Cornelius
Viviinos el apogeo de la ornninzcrrt1ntiJizt1ríán del mundo. No sólo la Castoriadis: ¿COmo trazar el límite? Por primera vez, en una socie-
economía se ha emancipado de lo político y lo moral, sino que ésta, dad no religiosa, tenemos que enfrentarnos a la pregunta: ¿hay que
literalmente, los ha fagocitado. Ahora ocupa todo el sitio. Pasa lo mis- controlar la expansión del propio saber? ¿Y cómo hacerlo sin desem-
mo en la esfera de la representación. Un pensamiento único monopo- bocar en una dictadura sobre las mentalidades' Pienso que podemos
liza el espacio de la creatividad y coloniza las mentalidades. La raciona- plantear algunos sencillos principios: 1) No queremos una expan-
lidad triunfa por todos lados, y el cálculo coste-beneficio se insinúa en sión ilimitada e irreflexiva de la producción, quere1nos una econo-
los rincones más escondidos del imaginario, mientras que las relacio- mía que sea un medio y no un fin de la vida humana; 2) Quercn1os
nes comerciales se apoderan de. la vida privada y de la intimidad. una expansión libre del saber pero [... ] [por medio de la] frónesis. 19
En el núcleo de ese programa se encuentra la internalización
de las deseconomías externas (daños engendrados por la actividad
¿Qué hacer? de un agente que hace recaer el coste sobre la colectividad). Esta
Medida.s muy sencillas, y casi anodinas en apariencia, son susceptibles medida, en principio conforme a la teoría económica ortodoxa,
de poner en marcha círculos virtuosos del decrecimiento. i 8 El progra- permitiría, si fuera empleada hasta sus últimas consecuencias, rea-
ma de transición puede cumplirse en algunos puntos, extrayendo las lizar casi todo el programa de una sociedad de decrecimiento. 20
consecuencias «sensatas» del diagnóstico formulado. Por ejemplo: Todas las disfunciones ecológicas y sociales podrían y deberían ser
puestas a cargo de los agentes que son responsables de éstas.
1. Reencontrar una huella ecológica igual o inferior a un planeta,
es decir, una produccíón equivalente a la de los años sesenta y
setenta. 19. Corndius Castoriadis, Une socilté a la déri¡;c, op. cit., p. 238.
20. j/feóricamente, en la economía de mercado, las 'externalidades' deben
ser internalizadas, sea por medio de una tasa, sea por la creación de derechos de
18. Sin perjuicio, por otro lado, de otras medidas de salubridad públicas propiedad, para que de esa 1nanera, los mecanismos del mercado lleven a una
con10 la tasación de las transacciones financieras, propuesta por Attac, la impo~ situación socialmente preferible>) (Catherine Aubcrtin y Franck-Dominique
sición de un ingreso máximo, propuesta por l\1AUSS, o la abolición, pura y sim- Vivien (dir.), Le Déve!oppnnent drtT11h!e . .E'njcux po!itiqurs, lcm1o'niqucs et soáau.JC,
ple, de todas las patentes médicas, propuesta por Jean-Pierre Berlan. La I)ocumentation frani;:aise, París, p. 64).

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¡Imaginemos el impacto de la internalización de los costes de trans- el sistema sería, simplemente, obligando a las firmas a asegurar
porte sobre el medioambicnte y la salud! ¡Y el impacto en el funcio- totaln1ente todos los riesgos y perjuicios que causan a toda la socie-
namiento de nuestras sociedades si las empresas toman a su cargo dad. Sabemos ya que ninguna con1pañía de seguros aceptaría res-
la educación, la seguridad, el desempleo, etc.! Estas 111edidas ponsabilizarse del riesgo nuclear, ni del riesgo cliinático, ni del riesgo
«reformistas» -cuyo principio fue formulado a comienzos del si- transgénico. Podemos imaginar la parálisis que provocaría la obli-
glo XX por el economista liberal, Arthur Cecil Pigou- provoca- gación de cobertura del riesgo sanitario, de riesgo social (desem-
rían una verdadera revolución, porque las empresas que obedecen pleo), incluso de! riesgo estético.
a la lógica capitalista se sentirían muy desalentadas. En un primer Reconociendo el hecho, de cierta n1anera, los economistas ten-
momento, un gran número de actividades dejarían de ser í<renta- drían tendencia a concluir, contrariamente, que es urgente no ha-
bles», y el sistema se vería bloqueado. El carburante costaba aproxi- cer nada. ¿Y en relación a hacer pagar contribuciones?, se pregunta
madamente un dólar el galón (equivalente a 3,78 litros) en Esta- Alain Caillé. Sí, claro, aunque a menudo éstas son de un in1porte
dos Unidos en 2002. Según el Intern?~tional Center forTechnology ínfimo en comparación a los daños ocasionados. Y, de todas mane-
Assessn1ent, «Si se incluyeran los costes invisibles [ ... ]-los acci- ras, si una e1npresa no es rentable a inenos que contamine o ponga
dentes de coche, la contaminación del aire, las bases militares (para en peligro a sus vecinos, no sirve para nada pretender hacerle pagar
impedir a Íos pueblos de los países productores controlar su propio el importe de- los perjuicios ocasionados o probables porque,
petróleo), las subvenciones a las cornpañ.ías petroleras- si, pues, hipotéticamente, ésta no tiene los medios. Sin contar que los inter-
se incluyera todo esto, el precio del carburante treparía a los 14 ventores son escasos, que los controles son caros y que la informa-
dólares el galón>l. 21 A ese nivel, no habría probablemente más avia- ción objetiva es tan rara que, con rnucha frecuencia, sólo la puede
ción civil y, sin duda, muchos menos coches en las carreteras. proporcionar la empresa incriininada>l. 24 I__..os economistas Philippe
I"a internalización de los costes nucleares, por su lado, haría Bontems y Pilles Rotillon concluyen: «En el mundo real, en el que
evidente su falta de rentabilidad. Con el modelo de la C!PR (Comi- la informición se co1nparte de manera desigual y en el que cada
sión Internacional de protección radiológica) y las cifras cedidas solución de internalización implica sus propios costes de funciona-
por las Nacionales Unidas, se estima en 1.173.600 el número de miento, es muy posible que cada una de las soluciones presentadas
1nuerros por cáncer debido a la radioactividad. Si utilizarnos el sea más costosa que una política de 'dejar hacer' consistente en no
modelo del CERI (Con1íté europeo sobre el riesgo de irradiación), buscar la eliminación de la extcrnalidadl>. 25 I)icho de otra manera,
¡obtenemos 61 millones de muertos! 22 Yves Cachet comenta: «Cam- el sistema no es verdaderamente reformable. Sólo se puede mejorar
bio climático, energía nuclear, OGM ... encontramos aquí una de cambiándolo.
las contradicciones del liberal-productivis1no: las empresas, que no Por consiguiente, el programa de una política de decrecimien-
cesan de proclamar su amor por la estabilidad política y la previsi- to es paradójico. La perspectiva de poner en 1narcha proposiciones
bilidad económica, es decir por un medio ambiente sin riesgos, realistas y razonables tiene pocas posibilidades de ser adoptada, y,
han creado ellas mismas una incertidumbre política y económica n1enos todavía, de lograrse sin una rotal subversión. l~sta pasa por
en el mundo al generar otros nuevos1>. 23 Otra manera de proceder la realización de una utopía: la construcción de una sociedad alter-
a la internalización de las externalidades negativas engendradas por nativa. Se puede realizar una transposición para llevar a cabo la
sociedad de decrecimiento, lo que Roger Guesnerie decía antaño

21. SierraJ\.fagazine, abril de 2002, citado por [)erek Ras1nussen, «Valeurs


1nonetisés et valeurs non monétisables,,, art. citado, p. 19. 24. Alain Caillé, Dé-penser f'(t('11m,1fq:1t, op. cit., p. 242.
22. Yves Cochet y AgnCs SinaI, S,1!!;'('r la 7Crre, op. cit., p. 226. 25. Philippe Bonte1ns y Gilles Rotillon, L'Éco11011 :ir de l'enuironnc:mtnt,
23. lbíd., p. 255. La Découverte, París, 1998, citado en ibíd., p. 242.

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del espíritu de planificación francés, que pretendía «obtener, por las sociedades de cazadores-recolectores. En todo caso, se plantea-
medio de la concertación y el estudio, una imagen de futuro sufi- rían delicados problemas de transición. Sería necesaria una evalua-
cientemente optimista como para ser deseable y suficientemente ción alternativa para llevar a cabo un giganresco progran1a de
creíble como para desencadenar las acciones que engendrarían su reconversión.
propia realización». 26 Esta última, por su lado, implica medidas de En resumidas cuentas, no son ni las perspectivas ni las solucio-
detalle infinitas, es decir, lo que .Marx, precisamente, se negaba a nes las que faltan, sino las condiciones para ponerlas en marcha.
hacer: elaborar recetas en las cocinas de un antro del futuro. Pon- ¿Qué estrategia y qué táctica usar para pasar a la acción?
gamos, por ejen1plo, el necesario desmantelan1iento de las firrnas
gigantes. Inmediatamente surgen múltiples preguntas: ¿Hasta qué
tamaño? ¿Cómo se valora su dimensión, en nú1nero de cifra de
¿Dictadura global o democracia local?
negocios o en número de empleados?, ¿Cómo asegurar los La utopía o la muerte
rnicrosistemas técnicos con unidades de pequeña dimensión?, ¿Hay El crecimiento es necesario para las democracias consumistas mo-
que excluir, de entrada, ciertos tipos de actividades, cíertas moda- dernas por una razón n1ucho más profunda aún que las necesida-
lidades' Para !van Illich, ciertos útiles eran convivenciales, otros des económicas ya expuestas. Sin la perspectiva del consumo de
no lo serían jamás. Éstos últimos «Son siempre destructores, escri- masa, las desig~aldades serían insoportables, que es, de hecho, en
bía, sean cuales sean las manos que los usan, sean la Mafia, los lo que se están convirtiendo como consecuencia de la crisis de la
capitalistas 1 una firma multinacional, el Estado o incluso un colec- economía de crecimiento. Tocqueville estaba ciego cuando veía en
tivo de trabajadores. Esto es así, por ejemplo, para las redes de au- los Estados Unidos de 1830 una sociedad donde se realizaría da
topistas con múltiples vías, los sistemas de comunicación de gran igualdad casi completa de las condiciones»."
distancia que utilizan una banda amplia de frecuencia, y también Por el contrario, daba prueba de lucidez al observar, en la ten-
la explotación minera a cielo abierto, o incluso la escuela. El útil dencia a nivelar las condiciones, el fundamento ímaginario de las
destructor aumenta la uniformización, la dependencia, la explota- sociedades modernas. Las desigualdades sólo se aceptan provisio-
ción y la impotencia; quita al pobre su parte de convivencialidad nalmente, porque el acceso a los bienes de los privilegiados de ayer
para mejor privar al rico de la suya.» 27 se vuelve general hoy y lo que actualmente constituye un lujo será
Tal vez, en lo referente al tamaño, se pueda aplicar a las firmas accesible para todos, el día de mañana. 29 Las democracias antiguas,
capitalistas lo que la propia lógica liberal consideraba como la con-
dición para una verdadera competencia: ¡que la producción de cada
28. El historiador Ho\vard Zinn, por su lado, da cuenta de la realidad de la
firma no sea más que una gota de agua en el océano de la oferta! época, relarzndo que, en ese entonces, en Filadelfia, había, de medía, «cincuenta
To1nernos un criterio más humano en relación al número de em- y cinco familias obreras por in1nueble, y, con inayor frecuencia, en una sola habi-
pleados: tal vez sería más conveniente que el colectivo laboral, para tación, sin recolect8. de basuras, sin lavabos, sin aeración y sin punto de agua (Une
conservar todavía un cierto control sobre la gestión de la obra co- histoire popufaire des États Unis, de 1492 a nos jours, Agone, Marsella, 2002, p.
253, citado por Serge Halimi, Le Grand Bond en arriCrc, op. cit., p. 71).
mún, no sobrepasara el tamaño de la interrelación entre sus miem- 29. Alain Caillé hace el mismo análisis, pero descontextualiza el fenómeno
bros, es decir, entre 300 y 500 personas, a imagen y semejanza de y se resigna: «Es necesario, sin embargo, ser conciente dd hecho que la dinárni~
ca del crecimiento econó1nico no sólo se anima por ansias de lucro de villanos
mercantes, ni por la única lógica de satisfacer las necesidades. Todo es mucho
26. Citado por Jean-Pierre I)upuy, Pour un éclairé, op. cit., más profundo, ya que se inspira en la dinánüca de la propia democracia, que
p. 197. rechaza por principio que los más desfavorecidos no tengan derecho a obtener
lo que poseen los n1ás ricos» (((La question du développement durable comme
27. Ivan Illich, La ("(!1n·i:·i:ditr! en Ocuvrcs Compll!tes, t.l, op. cit., pp. 489-
question politique)> en Dé~penser l'!ronmJ?iqut, op. cit., p. 249).
490.

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menos corroídas por la economía, ignoraban ampliamente esta cer una «descolonización del imaginario» y suscitar suficientes com-
forma devastadora de apetencia. Frente a esta forma de imposi- portamientos «virtuosos)) a favor de una solución razonable: la de-
ción, mucho-S dudan de la capacidad de las sociedades llan1adas 1nocracia ecológica. Era también el análisis de Cornelius Castoria-
((democráticas'> para poner en marcha las medidas que se tendrían dis: <íY si no hay un nuevo 1novimíento, un despertar del proyecto
que imponer, Éstos no ven más salida que una u otra forma de democrático, la 'ecología' puede ser muy bien integrada en una ideo-
ecocracia autoritaria: ecofascismo o ecototalitaris1no. 30 Hans Jonas logía neofascista, Frente a una catástrofe ecológica mundial, por
evoca la hipótesis de la necesidad de una «:dictadura benévola». ((I'\Jo ejemplo, nos podemos muy bien imaginar a regímenes totalitarios
podemos ignorar esta pregunta, vuelve a señalar Jean-Paul Besset. imponiendo restricciones draconianas a una población enloqueci-
Grandes conflictos en la historia han impuesto restriccionesi coar- da y apática, La inserción del componente ecológico en un proyec-
tando la libertad, imponiendo economía de guerra, La humanidad to político democrático radical es indispensable. Y es tanto lnás
ha recurrido a tiranías en nombre del orden público. A menudo imperativo cuanto que el replanteamiento de los valores y de las
era por su bien. Con todo lo que está en juego actualrnente ¿no orientaciones de la sociedad actual, implicado en este proyecto, es
valdría más que nos resignásemos a métodos de ese tipo para pro- indisociable con la crítica al imaginario del 'desarrollo' en el cual
vocar el cambio?» 31 Si hay razones de principio y de eficacia que los vivimos>>. 34
llevan a excluir esa perspectiva, algunos pensadores de las más altas «I...a instalación de un fascismo tecnoburocrático, anunciaba por
esferas del. Imperio lo empiezan a considerar para salvar el siste- su lado Ivan Illich, no está inscrita en los astros. Hay otra posibili-
1na. 32 Las masas no dudarían en abandonarse a un demagogo que dad: un proceso político que permita a la población determinar lo
les prometiera la preservación de su nivel de vida a cambio de su máximo que cada uno puede exigir en un mundo con los recursos
libertad, incluso a riesgo de agravar las injusticias planetarias, y; manifiestamente limitados; un proceso de reconocimiento que es-
evidentemente, de liquidar a la especie a largo plazo, si vieran que tipule y mantenga límites al crecimiento de los objetos; un proceso
éste corre peligro. 33 I)e todas maneras, solamente un poder totali- de apoyo a la investigación radical, de manera que un número cre-
tario se vería capaz de imponer las reducciones drásticas de consu- ciente de personas pueda hacer sie1npre mds con sienzpre menos.» Y
mo para asegurar la supervivencia, La película Soylent Green, de añadía; «Un programa así puede parecer todavía utópico [¡1973!,
Richard Fleicher (1973), basada en la novela de ciencia ficción de el mismo año que Soylent Green): si dejamos que la crisis se agrave,
Harry Harrison, ilustra muy bien ese escenario. pronto veremos que es extremadamente realista». 35
La apuesta por el decrecimiento es radicalmente distinta, Con- Reflexionar sobre la democracia en la actualidad sin replantearse
siste en pensar que la atracción por la utopía convivencial, combi- previamente el funcionamiento de un sistema en el que el poder (es
nada con el peso de las ilnposiciones para el cambio, puede favore- decir, el ámbito político) lo poseen los «nuevos dueños del mundo))
es, en el mejor de los casos, un puro parloteo, y en el peor, una forma
de complicidad con el totalitarismo rampante de la globalizaci6n
30. Es más o menos d caso de Hubert Vidrien en su artículo <(Sunnonter
económica. ¿Quién no sabe que, tras los decorados de la escena po-
l'insurn1ontable)) (art. citado) que basa una parte de sus esperanzas en el «despo- lítica y la farsa electoral, los lobbys son los que rnandan?36 Esto no
tis1no tecnócrata ilustrado)) de la Comisión europea. ¡Esta esperanza desespera-
ría a más de uno!
3 L Jean Paul Besset, Ccrrrnou ne plus étre progrcssiste.. sans devenir 34. Cornelius Castoriadis, Une société a la dérive, op. cit., p. 246
r!artio11naire, op. cit., pp. 330-331. 35. Ivan lllich, La CO'll'Íria!iti, en OcutTcs C"ompll:tes, t.l, op. cit., p. 570.
32. Se habla de ello de la manera más sería del mundo en el seno de la Véase .también Manine Dardenne y Georges Trussart (dir.), Penser et agir avec
organización Bilderberger, esta sociedad se1nisecreta de la élite planetaria. Jllich. Balises pour l'apres~déve!opptmrnt, Couleur livres, Bruselas, 2005.
33. Véase William Stanton, The Rapid Grmc:h ofHurnan Popu&t.ion, op. cit. 36. Véase Crouch, Colin, Po. drmocr,1da, Tá.urus Ediciones, Madrid, 2004.
0

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quiere decir que ya no existan los intereses electorales; pero, en el vidumbre, la anulación de las deudas hipotecarias y la prohibición
mejor de los casos, si quieren ir a contracorriente, lo único que pue- de la esclavitud para los ciudadanos endeudados- introducida por
den hacer los gobiernos es frenar, ralentizar, suavizar los procesos Solón en el 594 a.C. La Revolución Francesa, por otro lado, inau-
que ya no controlan. í<Y durante ese tiempo, señala Cornelius guró la democracia moderna suprimiendo la servidu1nbre y la es-
Castoriadis, el funcionamiento autónomo de la tecnociencia sigue clavitud en Francia e inclnso, en principio, en las colonias. A la
destruyendo el medio ambiente terrestre y creando riesgos inmensos inversa, la globalización, al favorecer la explotación sin fronteras y
para un futuro cada vez más cercano>). 37 La opción de una política de al multiplicar las migraciones de mano de obra no protegida, res-
decrecimiento es especialmente impensable e imposible en un con- taura el estatus de semiservidumbre y esclavitud disfrazados. El
texto parecido. Ningún gobierno podría ponerla en marcha, aunque capitalismo financiero y las oligarquías del dinero representan cla-
lo haya puesto en su programa. «¿Qué gobierno, se interroga Cachet, ramente a las fuerzas antidemocráticas. «Mientras más se banalice
se atrevería a prohibir los vuelos a una distancia inferior a los 500 la imagen atroz de miles de millones de inocentes abocados a la
kln, lo que los disniinuiria en un 40o/o, ofreciendo a su vez una red desgracia inevítable, con su espectáculo de seres agonizantes, de
ferroviaria alternativa de buena calidad, o bien a imponer una tasa muertos, de mujeres y niños hambrientos, de paramilitares que
de 50 euros por cada billete paí-a un fondo destinado a luchar contra masacran y de huracanes asesinos, señala Alain Joxe, más parecerá
el ca1nbio cl.imático?» 38 no sólo una- utopía de lujo reivindicar la democracia social, sino
Se podría objetar diciendo que haría falta que el pueblo votara una insolencia frente a las aristocracias reinantes que hacen lo po-
una iniciativa parecida. Es verdad. Sin embargo, se trata más de un sible para regular la muerte.» 40
obstáculo coartada que del núcleo del asunto. Curiosamente, no ¿La democracia ecológica será, tendrá que serlo, directa, tal como
encontramos una verdadera oposición de principio a un programa lo piensan y desean Cornelius Castoriadis y Takis Fotopoulos?
que iinplique la opción de una «Sociedad de decrecimiento>). Es Aunque me considero, más o menos, uno de los herederos del pri-
verdad, señala otra vez Castoriadis, que la gente, hoy, no cree en la mer autor, y desarrollo ideas bastante próximas a las del segundo,
posibilidad de una sociedad aurogobernada, y esto hace que, en la confieso que, a pesar de toda mi simpatía por la democracia direc-
actualidad, una sociedad parecida sea imposible. No creen porque ta, no estoy seguro que corresponda a una aspiración largamente
no quieren creerlo, no quieren creerlo porque no lo creenº Pero si compartida (y seguramente no universal), ni que constituya una
algún día se imponen quererla, lo creerán y podrán». 59 La propues- panacea. Hay, ciertamente, una ingenuidad refrescante en los pro-
ta siguiente supone una previa importante: que las condiciones de pósitos de Fotopoulos cuando escribe: «Cuando los ciudadanos
su realización sean posibles. Sin embargo, el hecho mismo de enun- hayan dísfrutado de una verdadera democracia, ninguna violencía
ciarlo puede contribuir a ese cambio necesario de imaginario que física o económica les persuadirá de volver a las formas de organi-
permita intentar su puesta en rn.archa. Se trata, nada 1nenos, que zación pseudodemocráticas». 41 No obstante, la experiencia de Ate-
de refundar la democracia. nas, donde, al fin y al cabo, las decisiones eran tomadas por menos
No es inocente señalar que la primera democracia, la democra- de 400 individuos frente a los 200.000 que conformaban el Ática
cia ateniense, nació de una victoria popular contra la desmesura en la época clásica, no va en ese sentido. Ya Aristóteles señalaba
económica: fue la seisajteia ~a saber, el quebrantamiento de la ser- que ((los pobres, incluso sin participar en los honores, sólo quieren

37. Une société a la dérive, op. cit., p. 175.


C~ornelius (~astoriadis,
40. Alain Joxe, ((Démocratie et globalisation1>, Revue du !v/AUSS, n. 25, 2005,
38. Yves Cochet, Pétrole op. cit., p. 62. p. 53.
39. Cornelius Castoriadis, Une sor:i!té a la dérive, op. cit., p. 257. 41. Takis Fotopoulos, Vers une din1ooy¡tfe généra!e, op. cit., p. 242.

248 249
estar tranquilos, a condición de que no les violenten ni les priven de ciudadanas, pueden constituir compromisos satisfactorios,46 por
ninguno de sus bienes. Todos encuentran más agradable cultivar la ejen1plo, en relación con los dos puntos considerados esenciales
tierra que ocuparse de la política y ser magistrados». 42 (<¿Cómo coor- para Castoriadis. <(Faltan decisiones de orden general sobre como
dinar el deseo de la democracia tomando en cuenta las rutinas, las mínimo dos puntos, señala: la distribución del producto nacional,
41
intermitencias de la implicación o las atenciones transversales?» se o del ingreso nacional, entre consumo e inversión, y la parte res-
pregunta Philippe Corcuff. No podemos vivir todo el tiempo la «efer- pectiva en el consumo global del consumo privado y del consumo
vescencia democrática», hay que dejar sitio a otros intereses (el de- público -en resumen, la p.irte que la sociedad quiere consagrar a
porte, la diversión, el juego, el amor, ia convivencia, la lectura, la la educación, los transportes, la construcción de monumentos o
música, la pereza, etc.). En Atenas, las nueve décimas de los ciuda- cualquier otra empresa pública, y la parte que decide dedicar al
danos estaban, la mayor parte del tiempo, ausentes de las delibera- consumo de los individuos, que harán de ésta lo que quieran. So-
ciones, a pesar de que se pagaba su presencia; los magistrados tenían bre esto hace falta una decisión colectiva. I--Iacen falta propuestas y
muchas dificultades en atraer a la gente del ágora a las asambleas. debates, y que las consecuencias de las decisiones sean claras a los
¿Quiere decir esto que el pueblo desea un sistema antidemo- ojos de todo el mundo,, 47 Sea cual sea la fórmula escogida, el pro-
crático? En absoluto. lndudab·lemente, hay que convenir con blema clave de nuestro tiempo, el de la igualdad del poder econó-
Tocquevílle que ,<eJ principio de soberanía del pueblo reside en la mico, permanece en su totalidad, y es un poco ilusorio pensar que
base de todos los gobiernos y se esconde bajo las instituciones me- se resolverá ni.ediante un golpe de varita mágica con la fórmula de
nos libres)). 44 En esas condiciones, el rechazo radical a la «democra- la democracia directa.
cia>) representativa tiene algo de excesivo. Lo queramos o no, en la Sea como sea, la democratización se realizará, muy probablemen-
actualidad, al forn1ar parte de nuestra tradición, ésta no es necesa- te, en el «localismo». La revitalización de la democracia local constitu-
riamente la encarnación del mal. Si nos dan a escoger, ¿es menos ye de una forma 1nucho más segura, una dimensión del decrecimiento
democrático ser representado -por personas elegidas que dejar, por sereno que la utopía de una democracia universal. Desconfío de cual-
pereza o indiferencia, a los notables o demagogos arreglar los asun- quier proyecto universalista, aunque sea radical o subversivo. Tengo
tos de la ciudad? En ese punto, hay que admitir que los análisis de tendencia a notarles un tufo de etnocentrismo occidental. 48 «¿Por qué
Paul Veyne, por muy desengañados que sean, son bastante convin- Dios, se pregunta Raimon Pannikar, al destruir el sueño de Babel, no
centes.45 Reajustar los asuntos relativos a la representación, como quiso saber nada de un gobierno mundial, de un mercado mundial,
el derecho de revocación de las personas elegidas, la organización de una banca mundial, ni de una democracia mundial? ¿Por qué pre-
de comisiones, los referéndums de iniciativa popular, el recurso a firió, para permitir la comunicación del ser humano, pequeñas chozas
la participación directa en algunos casos (los presupuestos participa- a escala humana, con ventanas y calles, y no autopistas de la informa-
tivos de Porto Alegre, por eíemplo) o el buen uso de las asambleas ción?[ ... ] Para el filósofo, [la respuesta] es para que las relaciones hu-
manas sigan siendo personales». 49

42. Aristóteles, Politique, Les Belles Lettres, Patfs, 1968, IV, 13, 1297, B5.
Y añade: «La masa del pueblo no está descontenta por ser excluida del ejercicio
dd poder (incluso está satisfecha de que les dejen tiempo de ocio para ocuparse 46. Véase Jacqucs TCstart, Le Vélo, le Mur et le Citoyen. Que reste-t-il de la
de sus asuntos))) (Ibíd., VS, 1308, B30). srienrf'?, Belin, París, 2006.
43. Philippe Corcuff, «Le pari démocratique a 1' epreuve de l'individuaiisme 47. Corndius Castoriadis, Une soriété a la dérive, op. cit., p. 201.
conte1nporain)), Revue du MAUSS, n. 25, 1er se1nestre de 2005, p. 77. 48. En este punto he disentido de Castoriadis. La lectura de Takis Fotopoulos
44. TOcqueville, Scrn:cnirs, Galliinard, París, 1942, p. 220. refuerza mis dudas.
45. Paul Veyne, Le I'ain et le Clrque. Soá(!logie historique d'un ;h,·q/;m;c 49. Raimon Panikkar, «Qui a peur de perdre son identité I'a déja perdue)1
politique, Seuii, París, 1976. entrevista con Henri 1'incq, Le Monde, 2 de abril de 1996.

250 251
Tal como demostró magistralmente Louis Dumont, el imagina- dimensión y está fuertemente anclada en sus valores propios. En
rio holista de la mayoría de las sociedades humanas, para no ser ex- una visión «pluriversalista», las relaciones entre las diversas po!itis
tranjero a la exigencia de respeto a la dignidad de las personas ni a la en el interior de la aldea global podrían ser determinadas, hemos
consideración de su voluntad, es al contrario, muy extranjero a nuestro escrito anteriormente, por medio de una «democracia de las cul-
imaginario igualitarista/identitario. La idea de que una humanidad turas,,.52 Claro está que no hablamos aquí de un gobierno mun-
unificada es l;:i condición de un funcionamiento armonioso del pla- dial, sino de una instancia de arbitraje mínimo entre politis sobe-
neta, forma parte de la panoplia de falsas ideas vehiculadas por el ranas de estatus muy diversos. ((Cuando me opongo a un gobierno
etnocentrismo occidental común. 50 I~a diversidad de las culturas es, mundial, vuelve a subrayar Panikkar, no quiere decir que no de-
sin duda, la condición de un comercio social pacifico. seo una armonía universal o una forma de comunicación entre
En efecto, cada cultura se caracteriza por la especificidad de sus los hombres. Reconozco que la idea de gobierno mundial es fan-
valores. Aunque reinaran un lenguaje y una moneda co1nunes en el tástica, y comprendo que el que la apoya no quiere ser el presi-
mundo, cada cultura les daría sus significados propios y parcialmente dente supremo de la humanidad, sino que desea la armonía, la
diferentes. Podemos verificarlo en el plano económico. Si los lugares paz, la comprensión entre los pueblos y quisiera tal vez, suprimir,
de mercado han sido durante siglos, en casi todos los continentes, lu- como yo, el estado soberano. La alternativa que busco ofrecer sería
gares de intercambio pacífico, de arreglo de los conflictos, de circula- la biorregiórl, es decir las regiones naturales en las que los reba-
ción matrimon.ial entre vecinos e, incluso, entre enemigos, es porque ños, las plantas, los animales, las aguas y los hombres forn1cn un
las transacciones entre extranjeros permitidas por intermediación ino- conjunto único y armonioso.[ ... ] Sería necesario alcanzar un n1ito
netaria conservaban, a pesar del anonimato relativo, las cualidades del que permita la república universal sin implicar ni gobierno, ni
don conseguido entre los prójimos. Por laB diferencias en las escalas de control, ni policía mundial. Esto requiere otro tipo de relaciones
valor, cada cual salía convencido de haber hecho un buen negocio (¡in- entre las biorregiones». 53 Es evidente que la propía opción de la
cluso de haber engañado a su compañero, quien también estaba con- expresión que hemos utilizado para designar la institución exigi-
vencido de lo mismo!). Los mercados africanos ilustran perfectamente da por la dimensión global de ciertos problemas es, todavía, una
esta artimaña del comercio pacífico entre culturas diversas. «al atri- manera muy occidental de ver las cosas. Un colega camerunés,.el
buirle un valor moral diferente a los productos intercambiados, escri- filósofo Jean-Christophe Bidin1a, enfrentado al mismo proble-
be el antropólogo Marco Aime, cada protagonista se sentirá como el ma, hablaba de j«palabrería interculturaL>!
vencedor según sus propios parámetros.» 51 Así, el malentendido Sea como seai la realización de iniciativas locales «democráticas>'
intercultural, al hacer regir la convicción compartida por todos de ha- es más «realista» que la de una democracia n1undial. Se excluye de-
ber obtenido lo debido (incluso un poco más ... ), es el «facilitador» de rribar frontal.mente el dominio del capital y de las potencias econó-
armonía en el intercambío social. micas. Sólo queda la posibilidad de hacerse disidente. Es precisa-
Pasa igual en el plano político. La democracia, en particular, mente la estrategia adoptada por los Zapatistas y el subcomandante
probablemente sólo puede funcionar si la politi es de pequeña Marcos. La reconquista o la reinvención de los connnons y la auto-
organización de la biorregión de Chiapas, según el análisis realizado

50. Lo que Denis Duelos califica muy acertadamente de <(delirios de uni-


versalidad)) a propósito del (ádeal de una ciudadanía universal y de su futuro
Estado planetario, fantasma especialmente presente en los intelectuales france- 52. Véase «Le retour de l'ethnocentrisme1¡, Revue du MAUSS, n. 13, 1er se-
mestre.
ses» (Société-monde, le temps des ruptures, La Découverte, París, 2002, p. 217).
51. Marco Aiine, La casa di nessuno, Bollati Borighieri, rfurín, 2002, p. 53. Raimon Panikkar, i<Politica e interculturalit3-)), en Rcinrcntare la po!itica,
114. Véase también el último capítulo de mi libro, .fusti.ce sans limites, op. cit. L'Altrapagina, Citta di Castelo, 1995, pp. 22-23.

252 253
por Gustavo Esteva, constituye una ilustración posible de la estrate- CONCLUSIÓN
gia localista disidente. 54
No niego que aquí haya una inmensa cantera, especialmente LA PEDAGOGÍA DE LAS CATÁSTROFES
por el hecho que todos somos «tóxicodcpcndicntes1> del crecimiento. Y VOLVER A LA MAGIA DEL MUNDO
Razón de más para combatirlo con decisión. En cuanto a pensar,
como lo hacen muchos de los responsables sindicales o políticos de
izquierda, que los trabajadores están más intoxicados que sus repre-
sentantes y que son incapaces de replantearse la idea del crecimiento, El hecho que los hebreos vivieran para adorar a
en este caso, se da un singular desprecio respecto a unas personas Dios y que nosotros vivamos para aumentar el
cuya cansa dicen defender. La mejor manera de saberlo signe siendo producto nacional no depende de la naturaleza, ni
preguntarlo. Es notable que en Francia, los responsables políticos, de la econo1nía, ni de la sexualidad ... Son postu-
tanto de derechas como de izquierdas, hayan rechazado siempre or- ras i111aginarias básicas, fundamen cales, que dan
ganizar un referéndum sobre la e!lergía nuclear, como también son sentido a la vida.
hostiles a la idea de organizar consultas populares sobre los OGM o CORNEUL'S CASTOIUAD!S 1
las nanotecnologías. Aunque las élites han fallado a sn deber de trans-
parencia y de información, aunque la manipulación mediática es
masiva hasta la indecencia, el resultado está lejos de ser seguro. Has- Para llevar a cabo la necesaria descolonización del imaginario y ganar
ta el momento, el resultado de todos los referéndums organizados la apuesta por el decrecimiento, podemos contar ampliamente con
sobre la energía nuclear en estados occidentales han sido de rechazo, la «pedagogía de las catástrofes». Parece que esta expresión se debe
a pesar de las presiones. Pasó lo mismo en Suiza con los OGM. I.a a Denis de Rougemont: «Siento que llegan una serie de catástrofes
población de Bogotá incluso se pronunció mediante referéndum a organizadas con nuestro diligente, aunque inconsciente, cuidado.
favor de nna ciudad sin coches. individuales en las horas punta para Si éstas son lo suficientemente grandes como para despertar al
2015. 55 No hay razón para desconfiar de la clase trabajadora más mundo, aunque no del todo para destruirlo, yo las llamaría peda-
que de nosotros mismos ... gógicas, las únicas capaces de superar nuestra inercia y la invenci-
ble propensión de los cronistas a tachar de «psicosis de Apocalip-
sis» cualquier denuncia de un factor de peligro bien probado, pero
que algo reporta. Frans:ois Partant retomó la expresión y contaba,
el también, con el sobresalto engendrado por las a1nenazas para
salir del delirio de la sociedad productivista. Estoy todavía conven-
cido de que la inquietante canícula de 2003 hizo mucho más gne
todos nuestros argumentos para convencer de la necesidad de orien-
tarnos hacia una sociedad de decrecimiento y popularizar el tema. 2

l. Corndius Castoriadis, l!ne S(lri!té a la dériz.:c, op. cit., p. 193


2. ·ral como lo atestiguan los anículos de Jean-Paul Bes.set <(Faire f'ace a
l'~gression dimatique» (Le lvlond,,, 2 de agosto de 2003) y de C:orinne Lepage,
«Ecologie: la révolution ou la n1ort» (Le 1\1onde, 15 de agosto de 2003), que s~n
55. \vww.ecoplan.org/votebogota2000. verdaderas llamadas al decrecimicnro.

254 255
Las disfunciones ineluctables de la megamáquina (contradic- no era posible que se produjera; y aquí la vemos, integrada sin orra
ciones, crisis, riesgos mayúsculos, averías), fuentes de insoporta- forma de proceso en el «mobiliario ontológico» del inundo, para
bles sufrimientos, son desgracias que sólo podemos deplorar. Sin hablar en el lenguaje de los filósofos. [ __ . J _Es esta merafísica espon-
embargo, son también ocasiones para ton1ar conciencia, para re- tánea del tie1npo de las catástrofes, el mayor obstáculo a la defini-
plantear, para rechazar e incluso para sublevarse. Es cierto que no ción de una prudencia adaptada a los tiempos actuales.»' En otras
faltan los ejemplos de catástrofes que no inducen a ningún cambio palabras, concluye, lo que puede salvarnos es lo mismo que nos
o que, peor aún, provocan repliegues que pueden llegar a reaccio- a1ncnaza». 6 Bernard Charbonneau tenía índudablen1entc razón: «La
nes de tipo «fascista». La misma canícula de 2003, que despertó la verdadera catástrofe es el desarrollo. No hay que olvidar que conti-
concien¿ia de algunos, llevó a muchos otros a equiparse con aire núa. Más ... siempre más.>) 7
acondicionado, cuyo iinpacto, es bien sabído, es desastroso para el Y eso que, si tenemos en cuenta los «datos objetivos)>, como se
medio ambiente. Sin embargo, hay n1uchos ejemplos contrarios. dice, esto podría ser peor. El mundo tendría que estar, ahora mismo,
Un caso entre otros: en diciembre de 1952, el smog londinense a sangre y fuego. Si no va peor, señala Patrick Viveret, es que, frente
mató a 4.000 personas en cinco d_ías lo que provocó tal reacción a la 1necánica mortífera de la megamáquina, existe la reacción subte-
que se decidió votar el Clean AirAct de 1956. La historia de las mínea de Eros contra Tanatos. 8 Los «cooperadores lúdicos» y los
vacas locas es, al tie1npo que un testimonio del desatino de los ((creativos culturales» que somos, contrarrestamos, incluso sin dar-
hombres, una ilnportante señal que, esperemos, contribuirá a fre- nos cuenta, la acción catastrófica de los <<guerreros puritanos» y de
nar el desbocamiento de esta máquina insensata y, si es posible, a los «precarizadores». 9 La resistencia y la disidencia, las estrategias de
destruirla. «aflojar las riendas», van en el sentido de las fuerzas de la vida. La fe
Esta pedagogía de las carástrofes se une a la «heurística del en el futuro inquietante en el cual tendremos que vivir tal vez cons-
miedo» del filósofo Hans Jonas. «Vale más, señala, prestar oídos a tituya, pese a todo, una forma de espiritualidad.
la profecía de la desgracia que a la de la felicidad». 3 Y esto, no por Es cierto que la construcción de una sociedad de decrecimien-
un deseo masoquista de Apocalipsis, sino precisamente para con- to no se realizará sin una cíerta dosis de nueva ilusión por el mun-
jurarlo, al ser, en todo caso, la política del avestruz una forma de do.10 ¿Tenemos que volver a desear un retorno de los dioses? «Lo
optimismo suicida. De todas .maneras, no preconiza1nos para nada que realmente necesitamos es un movirniento por un ateísmo eco-
un catastrofismo imbécil, sino, como mucho, un «catastrofismo nómico, un mar de fondo de no creyentes», 11 escribe Derek
ilustrado», siguiendo la expresión de Jean- Pierre Dupuy ... El ver- Rasmussen, militante canadiense por la paz y defensor de los Inuit.
dadero problema, tal como subraya este último, es que «no acaba- Lo que se propone es exactamente provocar el movimiento por el
mos de darle suficiente peso real al futuro y, especialmente, a un decrecimiento. Constatamos que se trata, hablando rigurosamen-
futuro catastrófico». 4 «La catástrofe, vuelve a señalar, tiene de terri-
ble que no sólo no creemos que vaya a producirse, aunque tenga-
mos todas las razones para saber que se producirá, sino que una vez 5. Jean~Pierre Dupuy, Pour un a1tr1stro]Jl~i.r111c éclairé, op. cit., pp. 84-85.
6. lbíd, p. 215.
que se ha producido, aparece como parte del orden normal de las
7. Bernard Charbonneau, Le Feu vert. Autocritique du "''""''"'''mku!r.ciq"''
cosas. Su misma realidad la hace banal. Antes de que tuviera lugar, Khartala, París, 1980, p. 109
8. Patrick Viveret, Pourqrwi ra ne va. pas plus mal?, op. cit.
9. Mahjid Rahnema, Qur1nd la misl:re chasse la p1-:r.11rrit!, op. cit.
3. Hans Jonas, Le Príncipe responsabilité. Une éthique pour la civilisation 1O. Véase Jean-Claude Besson Girard, Descresrendn r1111tr1bi!e. Petit Manu('l
tcchno!ogiqu(', Éditions du Cerf, París, 1990, p. 54. pour une décroissance hartnonique, Parangon, París, 2005.
4. Cahier de l'IUED, junio de 2003, p. 161. Véase también Jean-Pierre 11. Derek Rasmussen, <1Valeurs monétisées et valeurs non monétisables>),
Dupuy, Pour un ('f1.f.dstr0¡~his111r éclairé, op. cit. art. cit., p. 25.

256 257
te, de un ííJ-crecimientol;, es decir de un a-teís.mo económico. La iHay que sorprenderse de esas connivencias entre nuevas «he-
labor de descolonización del imaginario que permita aicanzar ese rejías>) milenarisras y uropías sociales laicas, o sentirse impactados
objetivo ¿implica una u otra fonna de espiritualidad? f,s posible. por ellas:? Si, con el sociólogo francés Éinile Durkheiin, definimos
Muchos se inclinan por ello. Aunque sería necesario ponerse de la religión, de manera laica y amplia, como el conjunto de creen-
acuerdo sobre lo que hay detrás de esa etiqueta, que puede ofender cias compartidas que unen a una determinada colectividad, es poco
fácilmente a los laicos y los ateos, entre los cuales me encuentro. dudoso que la economía, en el mundo contemporáneo, encaje bien
Algunos días antes de su asesinato, el poeta y director de cine, Picr en la casilla de las creencias o «religiones» anteriores: incluso las
Paolo Passolini conjuraba a la iglesia católica a ser «la guía admira- sustituye y constituye una nueva «Catolicidad>' («católico» en el sen-
ble y no autoritaria de todos los que rechazan el nuevo poder tido de «universa],,). Esta sustitución puede explicarse principal-
consumista, que es totaln1enre antirreligioso, totalitario, violento, mente por dos circunstancias: la existencia de un culto casi univer-
falsarnenre tolerante, incluso más represivo que nunca, corruptor y sal y transhistórico por el valor representado (oro, plata, bienes
degradante)). 12 preciosos ... la <~Diosa pasta>), tal como dice Zanotelli); 15 el adveni-
Existe, indudablemente, lo que se podría llan1ar una «teología miento, con el surgimiento de la modernidad, de una nueva fe en
del decrecimiento». Especialista.del desarrollo y de la problemática el progreso y sus corolarios (la técnica, la ciencia, el crecimiento).
de la diversidad cultural, a menudo he sido comparado con í<Curas>1 Es la articulación de ambos fenómenos lo que permite realmente
y ex curas católicos o protestantes, teólogos o pastores de la iglesia hablar de una religión de la economía.
reformada, como Jacques Ellul y Gilbert Rist, Arnaud Berthoud, l,a sociedad moderna, que tenía que autoinstituirse sin recurrir
ex padres blancos como Michad Singleton, predicadores más o a una garantía metasocial, y romper así con la heterominia tradicio-
menos insumisos como Ivan lllich, Robert Vachon, Alex Zanotelli, nal, que tenía que desembocar en una verdadera democracia autó-
Marc Luycks, Raimon Panikkar y varios otros. Al haber sido pre- noma de hombres libres, se inventa las peores restricciones y las pro-
sentado como un <~pagano con fe», u tal vez, después de todo, estoy yecta en una inverosímil «naturaleza de las cosas>): la mano invisible
predispuesto a transmitir a los míos, de forma profana, mensajes del mercado y la ley del progreso. Esta paradoja es, claro está, inhe-
producidos en otras capillas ... La vía del «pluriversalismo» trazada rente al propio siglo de las Luces. Éste pretendía desmitificar a los
por Panikkar, por ejernplo, es la única, a mis ojos, que ofrece una ídolos, y, efectivamente, destruyó la tradición, los antiguos prejui-
esperanza para evitar la caída en la barbarie, incluso el suicidio de cios y los antiguos dioses, en nombre de nuevas divinidades aun más
la humanidad; la de un nuevo arte de consumo, preconizada por poderosas y tiránicas; la Racionalidad, el Progreso, la Ciencia, la
Berthoud, abre un retorno a la alegría de vivir. La relectura del Técnica, el Desarrollo económico. A esos ídolos, objetos de culto, de
Evangelio por Alex Zanotelli establece la no violencia activa como devoción y de sacralización inauditos, se les ofrece en sacrificio una
forma de «resistencia de una parte de la sociedad civil organizada serie innumerable de víctimas.
contra el imperio del dinero". 14 Únicamente si la fe en el progreso y la economía no es ya una
opción de la conciencia sino una droga a la que estamos todos acos-
tumbrados y a la cual es imposible renunciar voluntariamente; si el
12. Pier Paolo Passolini, (<Il dile1nrni di un Papa oggi1>, Corriere Della Sera, progresismo y el economicismo están de esta manera incorporados
22 de septieinbre de 1974, retornado en Scritti corsari, op. cit.,, p. 80. Véase a nuestro consumo cotidiano hasta el punto de que los respiramos
tan1bién Cecconi Andrea, Pri;~1,1 e oltre di 11,1r:;;:·lr1_ _fºrnesto Raldurri e Pier Paolo con el aire contaminado del tiempo actual, los bebemos con el agua
flassolini, Fondazione Ernesro Balducci, 2005.
13. {{Scrgc Latouche, un «pagano con la FEDE», Qualr'11ita, n. 79, junio
de 1997.
14. Alex Zanotdli, Avec ceux qui n'ont ríen, FLunn1arion, París, 2006, p. 42. 15. Ibíd., p. 268

258 259
contaminada de pesticidas, los comemos con la comida basura, nos
GLOSARIO
vestimos con ellos a través de la ropa fabricada en los presidios del
sudeste asiático; si, finalmente, éstos nos transportan en nuestros
sacrosantos coches con aires acondicionados de cambio climático,
el relativo «volver a ilusionarse» por el mundo engendrado por la
ciencia, el progreso y el desarrollo se encuentra actualmente de capa
caída. «El tranvía funciona, ciertas causas provocan ciertos efectos,
pero ya no sabe~os cuál es nuestro deber, por qué vivimos, por
qué morimos1>. Esta es la razón, más que nunca, por la que nos
sentimos desencantados del mundo, tal como lo analizó tan bien
Max Weber. 16
Sin embargo, si «lo sagrado es el simulacro instituido del Abis- Altereconomistas: economistas partidarios de otra globalización,
mo», siguiendo la fónnula de Castoriadis, los poetas, los pintores, de otro crecimiento, de otro desarrollo o de otra economía.
los esteras de toda clase, en resumen, los especialistas de lo inútil, Bienes relacionales: servicios comerciales (y sobre todo no comer-
de lo gratuito, del sueño, de las partes sacrificadas de nosotros mis- ciales) de fuerte contenido interpersonal, que van desde el ser-
mos, tendrían que bastar para la labor de volvernos a ilusionar. vicio de canguros al de acompañamiento en la muerte, pasan-
«Los más grandes escritores y artistas, señala Jean-Paul Besset, han do por la amistad y el amor, aunque también el masaje o el
indagado en la dirección de esta otra vida que, para los románticos psicoanálisis.
y surrealistas, se encuentra en la propia vida.» 17 ¿Es realmente ne- Bioeconomía: nombre dado a la disciplina que se esfuerza, tras los
cesario acudir en la actualidad a teólogos, a ayatolás, incluso a gran- planteamientos de Nicholas Georgescu-Roegen, pensar la eco-
des predicadoras ecofe1ninistas de cultos neopaganos sincréticos o nomía en el seno de la biosfera, es decir, abierta a la lógica del
a gurús new age que surgen por todos lados para amueblar el vacío ser VIVO.
que deja en nuestras almas esta sociedad a la deriva? 18 Biorregiones: regiones naturales en las que los rebaños, las plan-
tas, los animales, las aguas, la tierra y los hombres forman un
conjunto único y armonioso.
Contra-productividad: efecto negativo engendrado por el creci-
miento de un sistema o de una institución (coche, escuela, me-
dicina ... ) más allá de un determinado umbral.
Convivencia: la convivencia, que en el origen era el hecho de vivir
y, sobre todo, de comer juntos, ha llegado a designar, tras !van
Illich, la capacidad de una colectividad humana de desarrollar
intercambios armónicos entre los individuos y los grupos que
la componen, así corno de acoger lo que les es extranjero.
Cornucopiano (espíritu): literalmente, quien cree en el cuerno de
16. Véase Christian Lava!, L'Ambítíon rocio!ogique, op. cit., p. 427.
17. Jean Paul Besset, Co1111n('nt ne plus étre progressíste .. sans devenir
la abundancia. Por extensión, fe ciega en la ciencia, el progreso
réactionnaire, op. cit., p. 163. y la técnica.
18. Véase Vittorio Lanternari, E'coantropo!ogia- Dall'ingcren::a eco!ogica al& Crecimiento: <'es la progresión del PIB, es decir, la progresión del
svolta etico-cu!turale, Edizioni Dedalo, Bari, 2003. volumen de todas las producciones de bienes y servicios que se

260 261
venden, o que cuestan dinero, producidas por el trabajo remu- Ecoeficiencia: ahorro de insumos (materias primas, energía y pro-
nerado,, Oean Gadrey). ductos intermediarios) que entran en la producción de los pro-
Desarrollo sostenible: según el informe Brundtland, i se trata de ductos consumidos, gracias al progreso técnico y que es sus-
un «modo de desarrollo que permite la satisfacción de las nece- ceptible de reducir progresivamente el impacto ecológico y la
sidades presentes sin comprometer la capacidad de las genera- intensidad de la extracción de los recursos naturales. Así pues,
ciones futuras de satisfacer las suyas». Dicho de otra manera, la intensidad energética para producir un euro disn1ínuye de
un «proceso de can1bio mediante el cual la explotación de los media un 0,7°/o anual en Europa desde 1991.
recursos, la orientación de las inversiones, los cambios técnicos Ecorregiones (I. Sachs): ver Biorregiones.
e institucionales se encuentran en armonía». Ecosocialísmo: soci.alismo ecológico, es decir, compatible con las
Desconsumo (o downshifting): según el Concíse Oxford Dictionnary, capacidades de regeneración de la biosfera.
to downshift significa «modificar el estilo de vida por otro, me- Efecto rebote: «aumento del consumo unido a la reducción de los
nos estresante». Se trata en otras palabras, de trabajar, producir, límites en el uso de la tecnología, pudiendo ser esos lí1nires
gastar y consumir menos corr10 reacción al consumismo. monetarios, temporales, sociales, físicos, relacionados con el
Disvalor: palabra introducida por Ivan lllich que indica da pérdida esfuerzo,. el peligro, la organización [... J. El 1ren de Alta Velo-
que no puede estiinarse en términos económicos)). Una pérdida cidad va más rápido, así pues, nos desplazarnos más lejos y 1nás
que el economista no puede realmente evaluar. Por ejemplo, «no a menudo. La casa está más aislada, ahorramos dinero, com-
hay ningún medio para valorar lo que le pasa a una persona que pramos un segundo coche. Las bombillas fluocompactas gas-
pierde el uso efectivo de sus pies porque el automóvil ejerce un tan menos electricidad, las dejamos encendidas. Internet
monopolio radical sobre la locomoción. De lo que se priva a la des1naterializa el acceso a la información, imprimimos más
persona no forma parte de los objetos escasos». papel. }Iay más autopistas, el tráfico aumenta ... _Las tecnolo-
Eco balance: también llamado análisis del ciclo de vida (ACV): «Un gías eficaces incitan al aumento del consumo, las ganancias se
balance cuantificado de los flujos de materia y energía que en- sobrecompensan por un crecimiento de las cantidades consu-
tran y salen de las fronteras de un sistema representativo del midas» (Fran.;:ois Schneider),
ciclo de vida de un producto o de un servicio>1 (Yves Cochet). F,ntropía: designa el proceso irreversible de la degradación de la
Ecocapitalismo: concepto que designa un capitalismo respetuoso energía. l,a energía mecánica utilizada por la industria se trans-
con el ecosistema terrestre. Encontramos en el centro de la forma principalmenre en calori esta energía calórica, una vez
aproximación al desarrollo capitalista ecocompatible, la disipada, no puede volver a convertirse en energía mecánica
ecoeficicncia y las estrategias 1vin-win (en que todas las partes sin un nuevo aporte de energía. Ese principio, descubierto por
salen ganando) sostenidas por Entrepríses pour l'envíronnc1nent Sadi Carnot en 1824, fue aplicado a la economía por Nicholas
(Asociación francesa, «Empresas por el medioambiente>}, EPE, Georgescu-Roegen.
que agrupa a unas cuarenta grandes empresas preocupadas por Estancacionista: adepto del estado estacionario.
el medio ambiente), cuyo eslogan es: «¡La ecología no la ideo- Externalidad: relación entre agentes económicos (más frecuente-
logía!». La corriente de la «ecología industrial» se ha esforzado mente del productor al consumidor) que tiene una influencia
en teorizar esta aproximación basándose en la curva de Kuznets. positiva o negativa sobre su bienestar, sin ser mediatizada por
el sistema de precios. Ese tipo de relación fonna parte de los
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«local». Se forjó el vocablo «glocab para designar esta nueva BIBLIOGRAFÍA
articulación de lo global y lo local. Con frecuencia, esta
instrumentalízacíón de lo local por lo global sirve de coartada
para seguir desertificando el tejido social y no es más que un
esparadrapo sobre una herida abierta, dicho de otra manera, es
sólo un discurso de ilusión y distracción.
Huella ecológica: «la huella ecológica de una población representa la
superficie terrestre productiva de suelos y de océanos necesaria
para proporcionar los recursos consumidos por esta población y
asimilar sus desechos y otros residuos» (Mathis Wackernagel).
Máximo rendimiento sostenible (mll-xinzuni sustainable yie/dJ: can-
tidad máxima de recursos susceptible de ser explotada en cada
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