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Aplicaciones clínicas de la hipnosis y la TCC:

Héctor González Ordi

Uno de los ámbitos de aplicación más importantes del uso de la hipnosis es el


relativo a los trastornos de ansiedad. Esto es debido, principalmente, a la
especial importancia que la ansiedad, en sus diversas formas, juega en los
trastornos emocionales. El modo en que la hipnosis contribuye a mejorar las
opciones terapéuticas, principalmente las técnicas de exposición en la
imaginación, justifica su presencia. Hay, no obstante, un elemento adicional de
carácter teórico. Históricamente la hipnosis, concretamente la hipnotizabilidad,
ha tenido una relación entre este constructo y la psicopatología relacionada
con los trastornos emocionales. Es por ello que antes de comenzar con los
aspectos más instrumentales del uso de la hipnosis en el ámbito clínico de la
terapia de conducta, se haga una consideración sobre la referida relación entre
hipnotizabilidad y psicopatología.

Relaciones entre psicopatología e hipnotizabilidad: evidencia empírica

Diversos informes clínicos han evidenciado la existencia de correlaciones


positivas entre hipnotizabilidad, trastornos de ansiedad y otros trastornos
psicopatológicos. Así, Frankel (1974) planteó hace tiempo que los pacientes
fóbicos eran más sugestionables que la población normal. Estudios posteriores
han puesto de manifiesto que los pacientes fóbicos puntúan consistentemente
más alto en sugestionabilidad que los controles (Frankel y Orne, 1976;
Gerschman, 2001; Gerschman, Burrows, Reade y Foenander, 1979;
Foenander, Burrows, Gerschman y Horne, 1980; John, Hollander y Perry,
1983; Kelly, 1984; Gerschman, Burrows y Reade, 1987; Crawford y Barabasz,
1993). Igualmente, se han encontrado similares resultados referidos a otros
trastornos psicopatológicos.

Por otro lado, los estudios realizados con población normal, con sujetos sin
diagnóstico clínico previo, y fuera del contexto de la hipnosis, también han
informado de la existencia de correlaciones positivas entre grado o nivel de
sugestionabilidad, el rasgo y el estado de ansiedad (Gudjonsson. 1988;
González Ordi y Miguel-Tobal, 2001; Wolfradt y Meyer, 1998).

En cuanto al rasgo de ansiedad se refiere, González Ordi (1994) encontró


que los sujetos altamente sugestionables manifestaban significativamente un
mayor rasgo de ansiedad, mayor ansiedad fisiológica autoinformada, mayor
ansiedad de evaluación y mayores puntuaciones en ansiedad ante la vida
cotidiana que los sujetos que presentaban un nivel bajo de sugestionabilidad.
Posteriormente, esta tendencia fue confirmada en dos estudios correlacionales.

En relación con el estado de ansiedad se refiere, González Ordi y Miguel-


Tobal (2001) encontraron que ante una situación de evaluación (imaginarse
diversas escenas), los individuos más sugestionables manifestaron mayores
niveles de ansiedad estado que los individuos menos sugestionables antes de
la realización de la tarea.

En general, la evidencia empírica apunta a la existencia de una relación


sugestionabilidad-ansiedad, en el sentido en que los individuos más
sugestionables tienden a manifestar mayores niveles de ansiedad tanto de
rasgo como de estado. Recientemente, se ha encontrado evidencia de que esta
relación sugestionabilidad-ansiedad podría ser bidireccional. González Ordi,
Miguel-Tobal y López Ortega (2001) aportan evidencia preliminar de que el
rasgo de ansiedad puede actuar como variable moduladora del nivel de
sugestionabilidad, ya que los individuos con mayor rasgo de ansiedad
muestran mayores puntuaciones en sugestionabilidad y presentan una mayor
propensión a implicarse emocionalmente en las la mayoría de las situaciones
de su vida cotidiana.

Finalmente, en cuanto a la experiencia de ansiedad se refiere, existe evidencia


que los individuos más sugestionables tienden a imaginar con mayor realismo
e implicarse emocionalmente con mayor intensidad cuando se les pide que
recuerden experiencias ansiógenas pasadas que los individuos menos
sugestionables (González Ordi y Miguel-Tobal, 2001).

Tomando todos estos datos en su conjunto, vemos que la ansiedad y la


sugestionabilidad son constructos estrechamente relacionados.
Consecuentemente, es probable que muchos de los pacientes con ansiedad
clínica que acuden a consulta puedan ser lo suficientemente sugestionables
para beneficiarse de intervenciones psicológicas que incluyan en su
programación de tratamientos las técnicas de sugestión.

Hipnosis y terapia de conducta

La hipnosis aplicada al ámbito clínico es definida actualmente como "el uso de


las técnicas de sugestión como coadyuvantes de los sistemas terapéuticos
establecidos" (Kirsch, Lynn y Rhue, 1993, pág. 4).
En las ultimas décadas diversos autores han puesto de manifiesto el uso
efectivo de las técnicas de hipnosis como coadyuvantes, potenciadoras y/o
facilitadoras de otras estrategias terapéuticas (Smith, Glass y Miller, 1980); y
más en concreto, las de orientación cognitivo-conductual (Wolpe, 1958; Wolpe
y Lazarus, 1966; Dengrove, 1973; Lazarus, 1973; Cautela, 1975; Golfried y
Davison, 1976; Kroger y Fezler, 1976; Spanos y Barber, 1976; Kroger, 1978 y
1988; Lazarus y Karlin, 1978; Bowers y Kelly, 1979; Kanfer y Golstein, 1986;
Ellis, 1986; Spinhoven, 1987; Wickramasekera, 1988; Mallet, 1989; Dowd,
1993; Ellis, 1993; González Ordi y Miguel-Tobal, 1993; Ellis, 1995; Kirsch,
Montgomery y Sapirstein, 1995; Kirsch, 1996; Schoenberger, Kirsch, Gearan,
Montgomery y Pastyrnak, 1997; Capafons, 1998; Kirsch, Capafons, Cardeña y
Amigó, 1999; Lazarus, 1999; Orne y Whitehouse, 2000).

Se han apuntado diversas razones por las cuales la hipnosis puede servir como
facilitador para la puesta en marcha de las técnicas cognitivo-conductuales,
entre ellas destacamos:
1. la economía de tiempo empleado en el tratamiento (Dengrove, 1973;
Ellis, 1986),
2. las expectativas positivas de los pacientes hacía los potenciales logros
producidos por la hipnosis (Lazarus, 1973),
3. el efecto placebo (Lazarus y Karlin, 1978),
4. el empleo de la imaginería vívida y realista (Cautela, 1975; Kroger,
1978, 1988; Kroger y Fezler, 1976),
5. la versatilidad en su adaptación a diversas situaciones clínicas (Karlin y
McKeon, 1976),
6. el uso de sugestiones específicas dirigidas a una meta (Spanos y Barber,
1976),
7. la inclusión de instrucciones más o menos explícitas de relajación
(Dengrove, 1973; Wickramasekera, 1988).

En general, los estudios sobre eficacia clínica revelan que:

1. La hipnosis como técnica utilizada aisladamente no tiene más eficacia


terapéutica que otras técnicas convencionales conocidas y, si la tiene,
ésta es esporádica y poco duradera en el tiempo.
2. Sin embargo, la hipnosis utilizada combinadamente con otras técnicas
médicas y psicológicas permite obtener resultados terapéuticos exitosos
en menos tiempo y con un menor esfuerzo por parte de los pacientes.
3. La hipnosis facilita y potencia la efectividad terapéutica de las
orientaciones clínicas establecidas debido a que:
a. las sugestiones hipnóticas ponen énfasis en favorecer actitudes
positivas hacia el afrontamiento y superación de los problemas; así
mismo, incrementan las expectativas positivas en el paciente hacia
éxito de un determinado procedimiento terapéutico.
b. las técnicas de hipnosis facilitan la posibilidad de cambio
terapéutico, ya que inciden en que el paciente sea especialmente
receptivo y flexible a modificar su conducta.
c. mejoran las habilidades de imaginación e implicación emocional en
los pacientes, habilidades necesarias en muchos de los
procedimientos psicológicos utilizados para el afrontamiento y
solución de problemas.
d. las técnicas de hipnosis en su mayoría favorecen la respuesta de
relajación en los pacientes, que puede ser utilizada como una
eficaz estrategia antagonista a las reacciones de ansiedad, que
comúnmente se aprecian en una amplia gama de problemas
psicológicos.
e. la hipnosis favorece cambios rápidos en la conducta del paciente
que incrementan considerablemente la motivación y adherencia al
tratamiento, al no necesitar mucho tiempo (número de sesiones
clínicas) para obtener mejorías significativas.
Siempre considerando que la hipnosis actúa más eficazmente como técnica
coadyuvante y no como técnica única o aislada, el uso de la hipnosis en la
programación de tratamientos cognitivo-conductual puede ejemplificarse en
forma esquemática en tres apartados tal y como aparece en la siguiente figura
(González Ordi, 2001):
Aplicación de las técnicas de sugestión dirigidas a la modificación y/o extinción
de conductas y/o síntomas.

El uso de las técnicas de hipnosis como procedimientos dirigidos a la


modificación y/o extinción de conductas es uno de los aspectos más antiguos y
extendidos en la hipnosis clínica (Wolberg, 1948). Parece claro que el empleo
efectivo de sugestiones específicas dirigidas a modificar tanto aspectos
psicofisiológicos como subjetivos (reducción del ritmo cardíaco, aumento de la
temperatura periférica de la piel, aumento de la sensación subjetiva de
relajación, etc), convierte, a este nivel, a la hipnosis en una técnica rápida y
efectiva, especialmente en el ámbito de los trastornos psicofisiológicos como
los problemas dermatológicos, hipertensión, cefaleas, asma, úlceras
duodenales, colon irritable, síndrome de Raynaud (Gibson y Heap, 1991).
Aunque, como ya advirtieron De Piano y Salzberg (1979) y Wadden y Anderton
(1982), muchos de los estudios a favor de la efectividad de la hipnosis clínica a
este nivel tengan serias deficiencias metodológicas y persistan algunas dudas
sobre la generalización de los efectos obtenidos mediante la manipulación
directa de síntomas a través de la sugestión hipnótica. En cualquier caso,
aunque la evidencia es prometedora sigue sin ser concluyente.

Gibson y Heap (1991) describen las principales estrategias de sugestión a este


nivel:

(a) El empleo de sugestiones dirigidas a la mejoría del área u


órgano afectado: típicamente utilizadas en problemas dermatológicos
como eczemas, quemaduras o ampollas. Básicamente se utilizan
sugestiones generales como "imagínese tumbado en la playa mientras
siente en [zona afectada] la sensación de frescor de la brisa marina que
va reduciendo progresivamente ese desagradable picor..."

(b) El empleo de sugestiones dirigidas a modificar los procesos


psicofisiológicos que mantienen la sintomatología y favorecer la
mejoría del trastorno: utilizadas habitualmente en cefaleas, síndrome
de Raynaud, colón irritable, etc. Básicamente se trata de administrar
sugestiones para provocar modificaciones en los procesos de carácter
psicofisiológico subyacentes al trastorno. Por ejemplo, en el caso de las
cefaleas tensionales, las sugestiones deben ir encaminadas a reducir el
tono muscular en las zonas afectadas; en le caso de síndrome de
Raynaud, las sugestiones se centran en provocar vasodilatación
periférica; en el caso de dolores de etiología muscular, las sugestiones se
centran en provocar sensaciones de acorchamiento, entumecimiento,
relajación muscular etc; en los casos de dolor de etiología vascular, las
sugestiones pretenden provocar sensaciones de frescor, etc.

(c) Sugestiones posthipnóticas de autocontrol dirigidas a


prevenir conductas que exacerben los síntomas: se utilizan para
prevenir conductas como el excesivo rascado de un eczema, un
adecuado control de la ventilación pulmonar en asma, el control motor
en casos de tricotilomanía, etc. Por ejemplo, en el caso del excesivo
rascado de un eczema, podría sugerirse algo como "en el preciso
momento en que note el contacto de sus dedos con la piel, usted será
inmediatamente consciente de ello y podrá realizar el suficiente esfuerzo
de autocontrol antes de que pueda dañar más la zona afectada".

(d) Sugestiones dirigidas a demostrar la existencia de cierto


control cognitivo sobre las funciones psicofisiológicas: utilizadas
de forma general en el control y reducción de las reacciones de ansiedad,
o simplemente para generar expectativas de éxito terapéutico. Por
ejemplo, si queremos demostrarle a un paciente con cefalea cómo
nuestras cogniciones influyen en el aumento o reducción del tono
muscular, podemos realizar una catalepsia parcial de brazo, insistiendo
en cómo a través de simples sugestiones podemos lograr que exista una
tensión muscular diferencial en diversas partes del cuerpo: rigidez en el
brazo derecho mientras que el izquierdo se encuentra totalmente
distendido. Las sugestiones generales de relajación, como las que
veremos posteriormente, ayudan a que el paciente comprenda que
puede llegar a controlarse el nivel de activación psicofisiológica en un
momento determinado.

El empleo de la hipnosis como elemento integrante de un determinado


procedimiento cognitivo conductual.

Desde los comienzos de la terapia de conducta, la hipnosis ha sido utilizada


como elemento integrante de los procedimientos cognitivo-conductuales
(Wolpe y Lazarus, 1966). Wolpe (1958) expuso inicialmente el protocolo de la
desensibilización sistemática combinando el entrenamiento en relajación, la
relajación inducida por hipnosis y la presentación de la jerarquía estimular.
Posteriormente, Wolpe (1973) modificó este protocolo concediendo mayor
importancia al entrenamiento en relajación muscular progresiva como
estrategia antagonista a la respuesta de ansiedad ante la presentación de la
jerarquía estimular, tal y como generalmente se conoce hoy en día. Sin
embargo, siempre admitió la utilidad de la hipnosis para realzar los efectos del
contracondicionamiento.

Otro buen ejemplo del uso de la hipnosis como parte integrante de las técnicas
de terapia de conducta es su combinación con el condicionamiento encubierto.
Cautela (1975) ha sugerido que la hipnosis y el condicionamiento encubierto
pueden beneficiarse mutuamente si se utilizan de forma combinada.

Finalmente, el propio Albert Ellis ha empleado en varias ocasiones la terapia


racional-emotiva (TRE) bajo condiciones de hipnosis (Ellis, 1986 y 1993). El
creador de la terapia racional-emotiva insiste en que esta combinación es poco
habitual en la práctica de la TRE pero eficaz en pacientes muy resistentes al
cambio cognitivo (Ellis, 1995). Ellis (1993) sugiere el empleo de su conocido
sistema ABC durante la hipnosis con el fin de flexibilizar al paciente hacia el
cambio cognitivo y discutir con éste las sesiones grabadas bajo hipnosis
posteriormente para obtener una mejor generalización, bien escuchando las
sugestiones del terapeuta grabadas durante la sesión repetidas veces, bien
autoaplicándoselas en forma de autosugestión. Ellis (1993):

La TRE combinada con hipnosis puede ayudar significativamente a


muchos pacientes, particularmente a aquellos que se resisten a
utilizar las técnicas cognitivas, emotivas y comportamentales para
ayudarse a si mismos (Ellis, 1993, pág. 183).

El uso de la hipnosis como marco flexible de trabajo en terapia de conducta.

La concepción actual de la hipnosis está bien lejos de la idea de que "estar


hipnotizado" signifique "estar en otro estado de consciencia"; bien al contrario,
la investigación básica revela que la hipnosis se trata de una suerte de
procedimientos que provocan que el paciente sea más receptivo a las
sugestiones y, por extensión, al cambio psicológico (González Ordi, 2001).
Consecuentemente, al no haber diferencias significativas entre hipnosis y
vigilia, todo lo que hagamos en hipnosis puede reproducirse igualmente fuera
de hipnosis, y podemos utilizar el proceso hipnótico como un marco flexible de
trabajo en el que se pueden introducir, de forma combinada, distintas
estrategias cognitivo-conductuales en función de las características del
trastorno en curso y de la evaluación psicológica realizada previamente.

Debido al carácter eminentemente flexible del contexto hipnótico, podemos


aplicar diversas técnicas cognitivo-conductuales prácticamente de forma
simultánea o paralela (v.g. relajación, exposición imaginada y reestructuración
cognitiva en la misma sesión), lo que reduce considerablemente el número de
sesiones necesario para alcanzar los objetivos terapéuticos propuestos.

Una de las características que, como terapeutas, nos parece más sobresaliente
a la hora de abordar una intervención en la ansiedad es la pérdida del control
de la situación por parte del paciente, bien sea en un trastorno por agorafobia,
estrés postraumático, fobia específica, fobia social, etc., independientemente
de otras características psicopatológicas asociadas a cada caso. Esto es, desde
el punto de vista subjetivo del cliente, la situación ansiógena (salir a la calle,
relacionarse con alguien del otro sexo, hablar en público, etc) es la que
provoca que la persona tenga una crisis de angustia o unas reacciones de
ansiedad excesivamente intensas, no pudiendo hacer nada o casi nada para
controlarlas, excepto poner en marcha toda una serie de conductas de
evitación. De alguna manera, el paciente siente y/o cree que la situación-
problema "le controla a él" y él no puede o no sabe hacer nada para
controlarla.

Consecuentemente, nuestra experiencia clínica nos indica que si abordamos


directamente la cuestión del control sobre la situación, proporcionando al
paciente estrategias válidas para llevarlo a cabo ante la situación-problema,
bien sea mediante imaginación o in vivo, podremos resolver uno de los
factores de mayor peso en el mantenimiento del trastorno clínico. La hipnosis,
por su rapidez y porque favorece la implicación emocional y el realismo de las
situaciones imaginadas, constituye una valiosa herramienta de trabajo en este
sentido (Burrows, 1978; Crawford y Barabasz, 1993; Frankel, 1988; Kroger y
Fezler, 1976; Mallet, 1989; Spiegel y Spiegel, 1988).

Siguiendo con esta línea de pensamiento, parte del proceso de intervención


sobre el control y reducción de las reacciones de ansiedad se dedica a
enseñar al paciente a enfrentarse activamente con la situación
problema. Dicho enfrentamiento puede hacerse de forma gradual (en varias
sesiones) o intrasesión, y básicamente se basa en reproducir imaginativamente
las situaciones ansiógenas para que el paciente experimente las reacciones de
ansiedad que experimentaría en una situación real y aprenda a reducirlas y
controlarlas progresivamente a través de estrategias de afrontamiento
adecuadas a su caso.

En consecuencia, más que técnicas de hipnosis específicas para cada trastorno


de ansiedad o trastorno donde la ansiedad juega en papel relevante, lo que
presentamos aquí es un modelo de intervención genérico y flexible dirigido a
que el paciente aprenda a manejar su ansiedad clínica (reacciones
excesivamente intensas e incapacitantes de ansiedad) ante diversas
situaciones. Las fases de este modelo de intervención son las siguientes:
(1) entrenamiento en relajación
(2) exposición imaginada con manejo de ansiedad en hipnosis
(3) mantenimiento y generalización: aplicación de sugestiones posthipnóticas y
autohipnosis.

Antes de pasar a exponer cada una de dichas fases, es necesario advertir que,
al igual que ocurre en otros ámbitos de intervención clínica, los pacientes más
hipnotizables se verán más beneficiados por este tipo de actuación que los
pacientes menos hipnotizables (González Ordi y Miguel-Tobal, 1993).

Control y manejo de las reacciones de ansiedad

Como es bien sabido, dentro del marco de la terapia cognitivo-conductual, las


técnicas de relajación constituyen una pieza fundamental del arsenal
terapéutico, hasta el punto que algunos autores han llegado a calificarlas como
"la aspirina de la terapia" por su frecuencia y amplio rango de aplicación a
multitud de problemas psicológicos, especialmente donde la ansiedad juega un
papel relevante (Russo, Bird y Masek, 1980).

Entrenamiento en relajación formal

Antes de comenzar con el proceso hipnótico, el paciente es entrenado en


relajación, lo que permite que: (1) aprenda una estrategia efectiva de
reducción de la respuesta de ansiedad, que luego utilizará en la exposición
imaginada en hipnosis y en la práctica real; y, (2) el entrenamiento en
relajación favorece la inducción hipnótica posterior (Edmonston, 1981; Wolpe,
1958 y 1973). El entrenamiento en relajación a utilizar es preceptivo del
terapeuta pero existen básicamente tres grandes estrategias utilizadas en el
ámbito clínico:
1. tensión-distensión, característica del entrenamiento en relajación
muscular progresiva y sus variantes;
2. control de la respiración, característica de las técnicas de carácter
meditacional como la respiración condicionada de Benson; y
3. sugestión, característica de métodos como el entrenamiento autógeno de
Schultz o la hipnosis (si el lector desea profundizar en las ventajas e
inconvenientes de cada una de estas técnicas, véase Fernández-Abascal,
1997; González Ordi, 1997; Lehrer y Woolfolk, 1993).

La inducción de la relajación por sugestión

Indudablemente, las técnicas de relajación pueden servirnos como eficaces


estrategias de inducción hipnótica. Sin embargo, debido a que la mayoría de
los entrenamientos en relajación son algo prolongados, en el ámbito de la
hipnosis se han desarrollado diversas técnicas de relajación, apoyadas en la
sugestión directiva, que reducen su aplicación a una sesión terapéutica como
máximo (efectos intrasesión). Estas técnicas no pretenden facilitar estrategias
específicas al paciente (de la forma en que lo hacen el entrenamiento en
relajación progresiva o el entrenamiento autógeno, por ejemplo), sino servir
como procedimientos de inducción hipnótica, mediante la reducción progresiva
del nivel de activación psicofisiológica del paciente. En cualquier caso y como
ya se ha mencionado, cualquier entrenamiento en relajación prolongado puede
ser utilizado posteriormente como una técnica de inducción hipnótica si fuera
necesario.

Entre los diversos métodos de relajación basados en la sugestión existentes


(véase Hammond, 1990), incluimos el desarrollado por Milton J. Marmer
(1959), debido a su sencillez y a que refleja claramente el efecto de la
reducción gradual del nivel de activación, paso a paso.

Diversos estudios han comprobado que la hipnosis, como procedimiento de


desactivación, influye especialmente a nivel cognitivo-subjetivo, favoreciendo
las sensaciones de bienestar y autocontrol, y no tanto en términos de
porcentaje de reducción de la activación psicofisiológica tónica de los
individuos. Merece la pena detenernos unos momentos en precisar los efectos
diferenciales de la hipnosis respecto a otras técnicas de relajación. Por
ejemplo, los trabajos comparativos existentes entre hipnosis y relajación
progresiva revelan que no existe tal superioridad de la hipnosis sobre la
relajación progresiva (ver Spinhoven, 1987) o, al menos, los resultados son
equivalentes (Fernández-Abascal, 1979). Es más, Edmonston (1981) afirma
que los métodos de relajación hipnóticos y no hipnóticos son igualmente
efectivos y producen similares efectos, y Paul (1969) encontró que el
entrenamiento en relajación progresiva producía mejores efectos en cuanto a
reducción de la activación psicofisiológica (tasa cardiaca y tono muscular) que
la hipnosis. Resultado este corroborado por otros trabajos posteriores que se
detallarán más adelante.
Bien es cierto que, la mayoría de los estudios comparativos existentes de
carácter experimental basan sus conclusiones en la evaluación de diversos
indicadores psicofisiológicos como variable dependiente. Sin embargo, ¿qué
ocurre cuando evaluamos más de un sistema de respuesta al mismo tiempo?

Morse, Martin, Furst y Dubin (1977), llevaron a cabo un estudio en el que 48


sujetos fueron asignados a diversas situaciones experimentales, que incluían:
vigilia, relajación-hipnosis, heterohipnosis, autohipnosis, meditación y
relajación. En cada condición experimental se realizaron mediciones de
diversos índices psicofisiológicos, así como evaluaciones subjetivas sobre el
grado de relajación obtenido. Los resultados indicaban que se obtuvieron
mayores reducciones psicofisiológicas en todas las condiciones excepto en
vigilia. Sin embargo, no hubo diferencias significativas entre las diversas
condiciones de relajación, hipnosis y meditación. En cuanto a la evaluación
subjetiva se refiere; en general, los grupos de meditación e hipnosis
obtuvieron valores más altos en profundidad de relajación que el resto de las
condiciones experimentales.

En esta línea, Fernández-Abascal y Miguel Tobal (1979) y Miguel Tobal y


Fernández-Abascal (1980), trabajando con 32 sujetos distribuidos en las
categorías de entrenamiento autógeno, relajación progresiva, hipnosis y grupo
control, encontraron que los dos primeros métodos, en cuanto a medidas de
respiración y conductancia electrodérmica se refiere, se mostraron más
eficaces en la producción de relajación que la hipnosis y el grupo control. Sin
embargo, los resultados encontrados a partir de una escala subjetiva en la que
los sujetos evaluaban el grado de relajación alcanzado, mostraron que el grupo
de hipnosis era el que más altamente evaluaba el grado de relajación obtenido
(Fernández-Abascal y Miguel Tobal, sin publicar).

En general, de estos estudios parece derivarse que existe una escasa


concordancia entre los distintos sistemas de respuesta (cognitivo-subjetivo y
fisiológico) y/o entre los distintos métodos de medida (autoinforme y registro
fisiológico); ya que, aunque la hipnosis es subjetivamente evaluada como
método que produce un buen nivel de relajación, fisiológicamente, la evidencia
experimental no concuerda con los informes subjetivos.

No obstante, es posible que variables anteriormente mencionadas como la


sugestionabilidad también puedan jugar un papel importante en este asunto.
Así parecen evidenciarlo estudios como el de Rickard, Crist y Barker (1985),
donde se relacionaba el nivel de sugestionabilidad con el efecto de la
administración del entrenamiento en relajación progresiva, por un lado y de
sugestiones de relajación, por otro. Los resultados apuntaban a que los sujetos
altamente sugestionables obtenían un mejor entrenamiento en relajación,
evaluado mediante autoinforme, que los sujetos bajos en sugestionabilidad,
respondiendo igualmente bien al entrenamiento en relajación progresiva y a
las sugestiones de relajación. Sin embargo, los sujetos bajos en
sugestionabilidad respondían mejor al entrenamiento en relajación progresiva
que a las sugestiones de relajación.

Finalmente, de los datos expuestos anteriormente pueden plantearse algunas


conclusiones tentativas que pueden tener cierto valor a la hora de realizar la
selección de la técnicas de relajación más adecuada para una intervención
terapéutica de carácter cognitivo-conductual. Por supuesto, se trata de
conclusiones que aún debe ser empírica y experimentalmente comprobadas;
no obstante, suponen a su vez líneas de investigación prometedoras:

1. La hipnosis no parece presentar mejoras respecto a otras técnicas


clásicas de relajación en cuanto a producir reducciones significativas de
la actividad psicofisiológica de los individuos. En el mejor de los casos, la
balanza estaría equilibrada.
2. Sin embargo, a juzgar por la evaluación mediante autoinforme, los
sujetos hipnotizados realizan valoraciones más elevadas de su grado de
relajación obtenido. Por consiguiente, la hipnosis puede ser una buena
estrategia para obtener resultados satisfactorios en cuanto a la relajación
subjetiva se refiere, aunque no lo sean tanto a nivel fisiológico.
3. La sugestionabilidad podría ser una variable moduladora en los efectos
obtenidos por distintos métodos de relajación. En este sentido, los
sujetos altamente sugestionables obtendrían buenos resultados
prácticamente con la mayoría de las técnicas de relajación, pero sin
embargo, los bajos en sugestionabilidad se verían favorecidos por
procedimientos donde se incidiera en aspectos físicos y fisiológicos, como
la relajación progresiva, más que en aspectos sugestivos e imaginativos,
como en la sugestión hipnótica.
4. Aunque la hipnosis es equivalente a otros métodos de relajación, al ser
utilizada dentro de un paquete terapéutico combinado, proporciona
algunas ventajas que pueden determinar su elección en un momento
determinado: (1) la rapidez con que se obtienen resultados satisfactorios
intrasesión, especialmente si se utilizan sugestiones posthipnóticas; y (2)
no implica la necesidad de un entrenamiento previo por parte del
paciente.
5. Debemos destacar que aunque la hipnosis puede dar lugar a un buen
nivel puntual de relajación, no sustituye la eficacia de un entrenamiento
en relajación cuyo objetivo se centra en el desarrollo y aprendizaje de
estrategias para maximizar la capacidad de relajarse del paciente.

Como hemos visto, la hipnosis parece particularmente útil en la modificación


de los aspectos cognitivo-subjetivos, especialmente si se trata de individuos
altamente sugestionables, al favorecer las sensaciones subjetivas de relajación
y autocontrol, la focalización de la atención y el incremento de habilidades
imaginativas e implicación emocional, así como las expectativas de éxito
terapéutico y adherencia al tratamiento y la percepción del control cognitivo
sobre diversos indicadores psicofisiológicos (González Ordi, 1997).

Exposición imaginada con manejo de ansiedad en hipnosis

Una vez que el paciente ha aprendido a relajarse y se le han aplicado técnicas


de inducción hipnótica con éxito, se procede a la exposición imaginada gradual,
donde el paciente se expondrá a la respuestas de ansiedad de forma
controlada con el fin de que aprenda a manejarlas, controlarlas y reducirlas.

Se trata básicamente de establecer una jerarquía de situaciones ansiógenas,


de menor a mayor intensidad, y lo más realistas posible. Pero, a diferencia de
las jerarquías características de la desensibilización sistemática:

1. No son situaciones altamente estructuradas y jerarquizadas; por


ejemplo, no es necesario estructurarlas en una escala de cero a cien
unidades subjetivas de ansiedad, como se hace habitualmente en la DS,
sino que es suficiente con crear una "secuencia-guión realista" de
aproximaciones sucesivas desde situaciones que provoquen una mínima
respuesta de ansiedad hasta situaciones donde esta respuesta sea muy
intensa. Esta "secuencia-guión realista" puede realizarse en colaboración
con el paciente antes de iniciar las sesiones de hipnosis propiamente
dichas.
2. El paciente debe experimentar ansiedad ante dichas situaciones y
aprender a controlarla y reducirla durante la exposición imaginada.
3. El número secuencias del guión empleadas en una sesión terapéutica (1
hora aproximadamente) dependerá de la capacidad del paciente de
reducir y controlar sus reacciones de ansiedad a través de las
sugestiones, teniendo en cuenta que, al igual que en la DS, debe
siempre concluirse la sesión con una secuencia superada con éxito.
En todo caso, las secuencias-guión deben incluir los siguientes aspectos, que
pueden elicitarse a través de sugestiones específicas:

1. Aspectos de carácter cognitivo:


 inducir una situación lo más realista, detallada e individualizada
posible
 insistir en la idea de que el paciente podrá enfrentarse con la
situación y dominarla
 hacer hincapié en la idea de que el paciente podrá controlar sus
reacciones de ansiedad
 proporcionarle feedback positivo de otros protagonistas de la
situación inducida
 reforzar positivamente los progresos en el afrontamiento de la
situación
 reducir los pensamientos catastrofistas y cogniciones negativas
distorsionadas
 favorecer los pensamientos de autoconfianza y autoeficacia
2. Aspectos de carácter fisiológico:
 insistir en el uso de estrategias de relajación previamente
aprendidas a la hora de enfrentarse con la situación problema
 describir pormenorizadamente las reacciones fisiológicas de
ansiedad y cómo se reducen a medida que el paciente se enfrenta
con la situación
3. Aspectos de carácter motor:
 describir las actividades y conductas correctas y concretas que el
paciente debe llevar a cabo a lo largo de la situación ansiógena
 feedback positivo por parte de otros protagonistas de la situación
problema
 feedback positivo por parte del terapeuta
Cada secuencia del guión es una exposición imaginada en sí misma. Durante
dicha exposición debemos utilizar sugestiones para que la persona aprenda a
controlar y reducir sus respuestas de ansiedad. En las primeras secuencias, el
terapeuta suele ser muy directivo y es quién administra la mayoría de las
sugestiones; pero, a medida que avanza el guión, el paciente va tomando
protagonismo en el proceso, siendo él mismo el que aplica y desarrolla las
estrategias propuestas por el terapeuta.

La secuencia es superada cuando el paciente no experimenta ninguna reacción


de ansiedad significativa durante la exposición a dicha secuencia, exposición
que siempre se mantiene y se refuerza durante el proceso de reducción de la
ansiedad; entonces, se pasa a la siguiente secuencia del guión y así,
sucesivamente.

Mantenimiento y generalización

Al finalizar la secuencia-guión el paciente debe aprender a mantener y


generalizar los logros obtenidos en consulta. Para ello, suelen utilizarse dos
procedimientos (1) la sugestión posthipnótica y (2) la autohipnosis. Como
afirma Mallet (1989) "a través de la sugestión posthipnótica el paciente puede
ser condicionado a experimentar relajación o algún otro tipo de estrategia de
afrontamiento durante los episodios estresantes. La autohipnosis puede
utilizarse para estabilizar los logros obtenidos durante la sesión terapéutica en
relación al control del estrés" (Mallet, 1989, pág. 220).

1. Sugestiones posthipnóticas. La sugestión posthipnótica puede


considerarse como una forma de condicionamiento de orden superior que
se produce en un sólo ensayo y es elicitado verbalmente (Barrios, 1973;
Zimbardo, LaBerge y Butler, 1993). Sobre respuestas que ya han sido
previamente condicionadas durante la sesión de hipnosis, el terapeuta
describe un nuevo condicionamiento basado en un estímulo inicialmente
neutro (cerrar el puño, una imagen representativa para el paciente, un
sonido, etc), que pasará a elicitar las respuestas condicionadas de
control y reducción de la ansiedad ya establecidas durante la hipnosis,
convirtiéndose en el nuevo estímulo condicionado. El procedimiento
incluye instrucciones específicas antes de finalizar la sesión de hipnosis.
Tras finalizar la sesión de hipnosis completamente, debe realizarse una nueva
prueba para comprobar que el condicionamiento esté bien establecido y pueda
practicarse eficazmente fuera de la consulta. Si no fuera así, debe reinducirse
al paciente nuevamente a hipnosis y volver a establecer el condicionamiento.
2. Auto hipnosis. Ninguna intervención clínica con hipnosis se completa
definitivamente si no se le enseña al paciente ha utilizarla por su propios
medios, permitiendo soslayar la dependencia respecto del terapeuta,
favoreciendo la atribución interna de los éxitos terapéuticos obtenidos y
la generalización de los resultados fuera de la consulta.
En nuestro caso además, facilita que el paciente siga exponiéndose por sí
mismo a las situaciones ansiógenas de forma imaginaria en su domicilio,
consolidando los aprendizajes propuestos en consulta. El formato de práctica
en casa puede seguir el siguiente esquema:
1. aplicación de la técnica de autohipnosis entrenada previamente en
consulta;
2. exposición imaginada a las escenas ansiógenas tal y como se
realizó en consulta. Con el fin de prevenir recaídas, si por cualquier
motivo la jerarquía aun no ha sido completada en consulta, debe
insistirse en que sólo se reproduzcan las escenas tratadas con el
terapeuta;
3. aplicar las sugestiones posthipnóticas para obtener una reducción
de la ansiedad significativa.
Finalmente, la práctica real deberá ser la que determine si la intervención con
hipnosis ha sido exitosa o no. Lo ideal es que ésta se produzca por
aproximaciones sucesivas pero no siempre puede ser así. En ese caso, la
práctica imaginada en casa funciona como aproximaciones sucesivas a la
práctica real.

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Woody, E.Z., Bowers, K.S., y Oakman, J.M. (1992). A conceptual analysis of
hypnotic responsiveness: Experience, individual differences, and context.
En E. Fromm y M.R. Nash (Eds.), Contemporary hypnosis research (pp.
3-33). New York: The Guilford Press.

Yapko, M.D. (1992). Hypnosis in the treatment of depression. Strategies for


change. New York: Brunner/Mazel.
Zimbardo, P.G., LaBerge, S. y Butler, L. (1993). Psychophysiological
consequences of unexplained arousal: A posthypnotic suggestion
paradigm. Journal of Abnormal Psychology, 102, 466-473.
ANEXOS

otros trastornos psicopatológicos.

FUENTE TRASTORNO HIPNOTIZABILIDAD


Frankel (1974); Frankel Mayor que los
& Orne (1976); Crawford Fobia sujetos controles
y Barabasz (1993);
Gerschman, Burrows & Específica
Reade (1987);
Gerschman (2001).
Stutman & Bliss (1985); Estrés
Spiegel (1983, 1993); Postraumático Mayor que los
Maldonado y Spiegel sujetos
(1998); Spiegel (2001); controles
Cardeña, Maldonado,
van der Hart y Spiegel
(2003).
Spiegel y Cardeña
(1991); Horewitz Trastornos Mayor que los
(1993); Putnam (1993); Disociativos sujetos controles
Putnam y Carlson
(1998); Vermetten,
Bremner y Spiegel
(1998); Spiegel &
Maldonado (2000); Kluft
(2001); Merckelbach &
Muris (2001).
Bakal, (1999); Mayor que los
Wickramasekera (1988 y Trastornos sujetos controles
1993); Hoodgduin y Somatomo
Roelofs (2001); Roelofs, rfos
Hoogduin, et al. (2002). (conversivo
s)
Vanderlinden (1993); Mayor que los
Barabasz (1991); Torem Trastornos sujetos controles
(2001); Vanderlinden Alimentarios
(2001).

correlacionales.

Se han obtenido los siguientes resultados, con instrumentos de evaluación de


ansiedad diferentes (González Ordi, 2000):
1. en el primero se encontraron correlaciones positivas y significativas entre
nivel o grado de sugestionabilidad y las puntuaciones obtenidas en el
STAI-Rasgo (Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970 y 1988) de 0,36 para
el total de la muestra, 0,51 para los varones y 0,30 para las mujeres;
2. en el segundo estudio, realizado solamente con mujeres, se encontraron
correlaciones positivas y significativas entre grado o nivel de
sugestionabilidad y las diferentes subescalas del ISRA (Miguel-Tobal y
Cano Vindel, 1994), siendo de 0,51 para el rasgo de ansiedad, 0,54 para
la ansiedad cognitiva, 0,43 para la ansiedad fisiológica, 0,42 para la
ansiedad motora, 0,44 para la ansiedad de evaluación, 0,42 para la
ansiedad interpersonal, 0,47 para la ansiedad fóbica y 0,39 para la
ansiedad ante situaciones de la vida cotidiana.

protocolo

En la primera sesión de desensibilización, el paciente, ya entrenado en la


relajación, es hipnotizado, y, una vez en trance, se le hace relajar tan
profundamente como se pueda. Entonces se le dice que se le va a pedir que
imagine un cierto número de escenas y que éstas se le presentarán muy
vívidamente. Si se siente perturbado por alguna escena, debe alzar la mano
como señal. A continuación se le presentan, una detrás de otra, las escenas
más débiles de la serie jerárquica, ordinariamente durante dos o tres segundos
cada una al comienzo. El hecho de levantar la mano izquierda o cualquier otra
manifestación de creciente tensión corporal, hacen que se acabe
inmediatamente con la escena en cuestión. Cuando el terapeuta estima que el
paciente ha imaginado suficientes escenas, hace que éste despierte del trance
y le pide que diga cómo eran de claras las escenas y si alguna de ellas le llegó
a alterar

(Wolpe, 1958, pág. 166 de la versión en castellano).

utilidad de la hipnosis

Pueden obtenerse efectos evidentes incluso al dar simplemente las


instrucciones de relajarse; pero se incrementan significativamente
si las instrucciones se dan en un ambiente hipnótico, y aún más
significativamente si hay antes un entrenamiento en relajación.

(Wolpe, 1973, pág. 115 de la versión en castellano).

beneficiarse mutuamente

El condicionamiento encubierto puede ser más efectivo mediante el empleo de


las técnicas de inducción hipnótica. ¿Qué variables de la inducción hipnótica
contribuyen a la efectividad del condicionamiento encubierto?. La investigación
nos dice que la inducción hipnótica puede ser utilizada para producir una
imaginería más vívida y realista. La viveza y el realismo en la imaginación es
una variable muy importante en la efectividad del condicionamiento encubierto
y la intensidad de la estimulación es una variable relevante tanto para el
condicionamiento encubierto como manifiesto. [...] Algunos investigadores
también plantean que la inducción hipnótica facilita el rapport. Si esto es así,
entonces probablemente el condicionamiento encubierto puede ser más
efectivo con el uso de la hipnosis porque el terapeuta se convierte en un
poderoso agente reforzador.

(Cautela, 1975, págs. 197-198).

reduce considerablemente

El formato de trabajo que propondremos a continuación queda bien reflejado


en los planteamientos de Frankel (1988), cuando afirma que

se puede demostrar a los pacientes hipnotizables, en el ambiente seguro de la


consulta, que pueden, mediante hipnosis, alterar sus percepciones y crear o
incrementar sus síntomas, o bien, relajarse y aliviar dichos síntomas. Ellos no
sólo convierten sus experiencias de ansiedad en algo más familiar y menos
temible, sino que además, pueden ejercer cierto control sobre los mecanismos
que crean o distorsionan esas experiencias. Esta estrategia de actuación
permite a los pacientes enfrentarse a situaciones que antes eran evitadas,
facilitando la extinción de la probabilidad de ocurrencia de las respuestas de
ansiedad, lo que nos conduce a la resolución del problema.

(Frankel, 1988, pág. 181).

Milton J. Marmer (1959),

El paciente deberá estar en una posición confortable (sentado o tumbado). El


terapeuta comenzará diciendo:

Por favor, présteme mucha atención y trate de concentrarse totalmente en lo


que yo le vaya diciendo. Permanezca con una actitud receptiva y pasiva. Trate
de imaginarse lo más intensamente todo lo que le vaya diciendo. No intente
analizar sus sensaciones y deje que mi voz absorba toda su atención. Déjese
llevar a partir de este momento:

Bien, por favor cierre sus ojos. Esto hará que se encuentre mucho más
cómodo/a, sereno/a y relajado/a. Hará que se encuentre mucho más
tranquilo/a y en paz. La mayor parte de la tensión que usted puede sentir en
este momento es de carácter muscular; de forma que, si usted relaja todos los
músculos de su cuerpo, podrá sentir que descansa más confortable y
profundamente. Vamos a comenzar relajando las piernas. Relaje los músculos
de las piernas, desde los dedos de los pies hasta las caderas. Empiece
relajando los pies. Deje los músculos sueltos. Relaje cada uno de los dedos de
los pies. Tal vez pueda resultar algo difícil y extraño al principio, pero pronto
verá que es muy fácil. Usted será capaz de hacerlo porque usted quiere
hacerlo. Ahora relaje el resto de los pies y de los talones. Es agradable
¿verdad? Parece como si acabara de quitarse unos zapatos muy ajustados.
Está bien. Ahora, relaje las pantorrillas, rodillas y muslos. Relaje totalmente
los músculos desde las rodillas hasta las caderas. Lo está haciendo muy bien.
Sus piernas se encuentran ahora completamente relajadas. Toda la tensión
acumulada en sus extremidades inferiores ha desaparecido. Ahora, usted será
capaz de hacer lo mismo con sus extremidades superiores. Comenzará
relajando sus brazos desde los dedos hasta los hombros. A medida que relaja
cada uno de sus dedos y cada mano, usted comenzará a sentir una agradable
sensación de calor en sus manos que se mantendrá a medida que vaya
relajando más y más sus brazos. Está bien, muy bien. Ahora, relaje los
músculos de su abdomen y su diafragma. Respire lenta y profundamente...
lenta y profundamente... inspire... expire... inspire... expire... sienta como el
aire llega hasta la boca del estómago. Ahora está respirando muy
profundamente... muy profundamente... inspirando... expirando...
inspirando... expirando... y con cada respiración, usted se va sintiendo más
profunda y completamente relajado/a. Se siente muy bien, muy bien. Continúe
respirando profunda y regularmente. Ahora intente relajar los músculos del
cuello. Los músculos del cuello suelen estar normalmente muy tensos. Parece
como si uno tuviera la sensación de tenerlos tan rígidos como si fueran los
nudos de una cuerda. Usted quiere relajar los músculos de su cuello. Si lo
hace, verá como se libera toda la tensión del cuello proporcionándole una
agradable sensación de alivio y bienestar. Piense que los nudos de la cuerda se
deshacen progresivamente. Ahora, relaje todos los músculos de su cara.
Procure eliminar las arrugas de la frente. Relaje un poco más los músculos de
la cara, dejando caer la mandíbula de forma que la boca quede entreabierta.
Ahora usted está consiguiendo que todo su cuerpo quede completamente
relajado. Ahora usted está consiguiendo sentirse mucho mejor. Lo está
haciendo realmente bien y está consiguiendo un buen nivel de relajación. Se
encuentra agradablemente relajado/a y se siente muy bien. A partir de ahora,
usted será capaz de relajarse de esta manera cada vez que se lo proponga.
Ahora, quisiera que se mantuviese en este estado de relajación profunda en el
que se encuentra y disfrutara de él durante unos momentos. Después, le daré
una serie de instrucciones que le ayudarán a dormir mejor, mantenerse
tranquilo/a y en paz, relajado/a y a gusto, y le ayudarán a mejorarse muy
rápidamente... (al llegar a este punto, hacer hincapié sobre los objetivos
terapéuticos propuestos).

sugestionabilidad

En relación con este aspecto de la sugestionabilidad pero en otra área de


intervención, algunos autores han obtenido resultados satisfactorios
manipulando la temperatura periférica de la piel mediante hipnosis en el
tratamiento de la migraña (Friedman y Taub, 1982). Sin embargo, este control
cognitivo de funciones autonómicas sólo se ha conseguido, sin aplicar hipnosis,
cuando se han utilizado técnicas de biofeedback apropiadas (Roberts et al.,
1973). No obstante, como señalan Frischholz y Tryon (1980), considerando las
técnicas de hipnosis y biofeedback termal como opciones terapéuticas más
efectivas para el entrenamiento en modificación de la temperatura periférica
de la piel, se recomienda el uso de la hipnosis en sujetos muy sugestionables y
el entrenamiento en biofeedback termal para sujetos poco sugestionables;
aunque, bien es cierto que, tanto los sujetos altos como bajos en
sugestionabilidad aprenden igualmente a modificar su temperatura de la piel
mediante biofeedback termal, la aplicación de las técnicas de hipnosis
disminuye considerablemente el tiempo empleado en dicho aprendizaje.

"secuencia-guión realista"

Por ejemplo, si tenemos un paciente con ansiedad a hablar en público que


debe impartir una conferencia dentro de dos semanas, podríamos elegir una
secuencia-guión como la siguiente:

(a) se encuentra usted preparando la documentación que utilizará en su


conferencia dentro de dos semanas. ¿Cómo se siente? [el paciente hipnotizado
debe autoinformar sus respuestas de ansiedad tan detalladamente como sea
posible].

(b) se encuentra usted en su casa, pensando en la conferencia que debe


impartir dentro de una semana. ¿Cómo se siente? [el paciente hipnotizado
debe autoinformar sus respuestas de ansiedad tan detalladamente como sea
posible].

(c) es el día de su conferencia y va de camino a la universidad mientras repasa


mentalmente los aspectos que tratará en su conferencia. ¿Cómo se siente? [el
paciente hipnotizado debe autoinformar sus respuestas de ansiedad tan
detalladamente como sea posible].

(d) entra usted en el salón de actos donde impartirá su conferencia; el público


está empezando a llenar el anfiteatro. ¿Cómo se siente? [el paciente
hipnotizado debe autoinformar sus respuestas de ansiedad tan detalladamente
como sea posible].

(e) se encuentra usted en la mesa de conferencias frente al público; está


escuchando cómo le presentan y en breves segundo empezará a hablar.
¿Cómo se siente? [el paciente hipnotizado debe autoinformar sus respuestas
de ansiedad tan detalladamente como sea posible].

(f) está usted impartiendo su conferencia mientras el público le escucha


atentamente. ¿Cómo se siente? [el paciente hipnotizado debe autoinformar sus
respuestas de ansiedad tan detalladamente como sea posible].

instrucciones específicas

Como ha podido ir comprobando, a medida que avanzábamos en la sesión,


usted ha podido ir controlando sus reacciones de ansiedad físicas y mentales.
Cada vez que éstas aparecían, a través de mi voz y su voluntad, iba
aprendiendo a reducirlas más y más eficazmente. Ahora vamos a hacer que
este proceso sea aún más fácil de producir. A partir de este momento, cada
vez que usted cierre con fuerza su puño izquierdo, desencadenará toda una
serie de procesos en su organismo que producirán que su ansiedad de reduzca
rápidamente, en cuestión de segundos. Cada vez que cierre el puño, su
ansiedad comenzará a reducirse. Debe mantener el puño cerrado hasta que
compruebe que usted controla su ansiedad y no la revés. Sólo entonces dejará
de apretar el puño. Compruébelo usted mismo en este momento: piense en
algo que le angustie o atemorice, sienta la ansiedad y compruebe la
efectividad de su nueva “arma psicológica”.

[Se permite que el paciente compruebe el efecto de las instrucciones; si el


efecto no es el deseado se vuelven a repetir las instrucciones previas; si el
efecto es el deseado, se continúa diciendo].

Ahora usted posee una poderosa arma para combatir su ansiedad que debe
emplear en cualquier momento que considere necesario. Recuerde que cada
vez que sienta ansiedad, cerrando el puño conseguirá automáticamente los
logros que hemos producido a lo largo de esta sesión.

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