Los seres humanos como el resto de los seres vivos, somos seres
comunicacionales, como decía Smith, protagonista de la novela 1984, el ser humano “es
esencialmente un animal que se comunica; la comunicación es una de sus actividades
más antiguas” (Smith, 1984, p.63).
Cada vez que nos comunicamos, da igual con quien, nuestra familia, amistades,
compañeros de trabajo, gente de la calle, etc. Lo hacemos con una finalidad de poder
intercambiar información significativa para nuestras vidas.
son las formas interpretativas, el contexto de recepción del mensaje y los diferentes
estilos comunicativos que puedan existir.
de sol con una agradable temperatura, parece obvio pues que el día es radiante,
entonces, ¿Qué necesidad tienen de decir algo que parece obvio?
En las investigaciones llevadas a cabo por Hofstede se puede ver cómo por
ejemplo las culturas de carácter colectivista como las orientales poseen un estilo
comunicativo implícito, se valora menos la comunicación verbal y se pone más énfasis
en la comunicación no verbal. En contrapartida, culturas consideradas individualistas
como puede ser EEUU, se perciben de forma más positiva a las personas que son
habladoras (Fernández Sedano, Itziar; Carrera Levillain, Pilar; Sánchez Fernández,
2005). Las culturas individualistas se caracterizan por mantener un estilo de
comunicación directa y explícita. Lo importante en el proceso de comunicación es el
contenido del mensaje, lo que se dice, son culturas que le gustan hablar por hablar, la
argumentaciones.
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En el ámbito de la Psicología Social, la identidad se puede definir como la idea que cada
persona tiene acerca de su individualidad y de su pertenencia o no a ciertos grupos.
La Teoría de la Identidad Social (Tajfel & Turner, 1979) sirve para ordenar estos
elementos mencionados en la construcción de la propia identidad desde un punto de
vista comunicativo y de relaciones interpersonales.
Esta teoría se compone de cuatro elementos (Turner, Oakes, Haslam, & McGarty,
1994):
Categorización: Los seres humanos suelen clasificarse y clasificar a los demás
en función de diferentes categorías (cultura, nacionalidad, ocupación,
habilidades sociales, profesión, etc.)
Identificación: Los seres humanos se asociación a determinados grupos
específico con los que se identifica y reafirman su identidad.
Comparación: Los seres humanos tienden a comparar su grupo de pertenencia
con otros grupos diferentes y suelen calificar el propio con un sesgo que le
favorece.
Distinción Psicosocial: Cada persona suele desear que su identidad sea distinta a
la identidad del resto de las personas y, al compararla, hay una tendencia a
valorar la propia de forma más positiva que el resto.
aspectos de esa idea son aportados por la pertenencia a ciertos grupos o categorías
sociales” (Tajfel, 1981: p 255).
Por ello Tajfel propuso también la Teoría del Auto-concepto del Yo, “el
conocimiento que posee un individuo de que pertenece a determinados grupos sociales
junto a la significación emocional y de valor que tiene para él mismo dicha pertenencia”
(Tajfel, 1981; p255).
Las intenciones se refiere a las órdenes que nos damos a nosotros mismo acerca
de cómo debemos comportarnos comunicacionalmente, son constructos cognitivos que
nos formamos. Estas intenciones dependen en menor o mayor grado de nuestras propias
motivaciones, conocimientos y habilidades sociales que poseemos. A veces incluso,
aunque no tengamos ninguna intención de comunicar, lo estamos haciendo.
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bien, podemos elegir nuestra identidad social y humana, me comunico de la manera que
creo que mis grupos de pertenencia esperan que lo haga.
En cualquier caso, nos posicionemos desde una u otra identidad, éstas siempre influirá
en nuestros estilos comunicacionales.
Volviendo a la idea del papel que juegan las emociones en nuestros estilos
comunicaciones y de cómo éstas dependen de la posible amenaza o beneficio que
intuyamos en nuestros actos comunicativos, vemos como el auto concepto que tenemos
de nosotros mismos también cambia.
Nuestro instinto gregario nos invita, en otras ocasiones casi nos obliga, a
relacionarnos y comunicarnos primero con los que son de nuestra especie (identidad
humana) y con los que son de nuestros grupos, nuestra cultura, ideas, creencias…
(identidad social).
Y todo eso puesto en relación con la propia identidad personal, con la imagen que yo
tengo de mí misma, de cómo me percibo, cómo me siento, qué emociones surgen en
cada contexto comunicativo. Y esa identidad propia comunicativa va a depender mucho
de cómo me sitúe yo como emisora con respecto al receptor o receptores, de cómo los
perciba, entrando en juego aquí la dimensión emocional.
En otras ocasiones, cuando el contexto se presta, puedo ser lo que se suele decir
como “políticamente correcta”, manejo bien mis reacciones a nivel cognitivo y tengo la
gran habilidad de adaptarme de los diferentes receptores que me rodean.
siento amenazada por nada ni nadie, siento la atención empática del receptor, su escucha
activa y afectuosa y rápidamente mi cuerpo, mi mente y mi alma se ablanda y se abre a
dar y recibir desde ese mismo lugar.
Y es que en realidad, como diría Jorge Drexler, “cada uno da lo que recibe y
luego recibe lo que da”.
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