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Ambiente religioso en el que creció María

María de Nazareth, mujer judía, comparte junto a sus coterráneas un contexto religioso
concreto del que se desligan actitudes, acciones y consecuencias particulares al pueblo
de la Alianza, Israel. Entre las características más relevantes de dicho ambiente
religioso podemos destacar:

-El patriarcalismo religioso: María nace y convive con un ambiente religioso


entretejido por el sistema patriarcal en donde la mujer es percibida como propiedad
masculina y con grado de responsabilidad bajo la potestad del varón. Ésta situación
repercute sin duda alguna en el ambiente religioso en el que la mujer es considerada
responsable si está aliada a la figura masculina, tanto al padre cuando aún no está
desposada como al esposo cuando ha contraído matrimonio; de tal manera pues que la
responsabilidad religiosa de la mujer incumbe al polo varonil, eso sí considerando la
observancia no plena de la Torá y si la observancia plena de las penas que ésta impone a
la mujer cuando falta a alguna de las leyes.

-Función femenina dentro del patriarcalismo religioso: Como mujer, María comparte y
vive la visión bipolar de la reflexión teológica sobre el papel de la mujer en la sociedad
israelita patriarcal. De tal modo que la presencia de la mujer en el pueblo, ya en las
reflexiones teológicas anteriores al siglo I y las presentes en dicho siglo apuntan a unas
actitudes claras frente a la mujer; por un lado la mujer es apreciada y valorada porque
influye de manera positiva en la historia de bendición que Yhwh prometió en los
patriarcas, es decir su condición de ser portadora de vida, de ser fecunda apuntan a la
concreción de la bendición y presencia de Yhwh en medio del pueblo, y de manera
específica en el varón esposo de dicha mujer. Con esto la valoración antropológica de
la mujer está fuertemente aliada a la fe del pueblo israelita, ella, la mujer es la que
genera y multiplica los brazos y fuerzas de la familia y del pueblo elegido.
Por otro lado, la presencia de la mujer dentro del ambiente patriarcal religioso judío está
fuertemente matizada a la inversa de lo mencionado arriba; ella es apreciada y enfocada
en la perspectiva seductora, débil y en menor dignidad del varón (creado en primer
lugar). Con tal apreciación teológica la femineidad de la mujer y sus características
corporales son opacadas y denigrantes hasta cierto punto.
-Transmisión familiar de la fe: En cuanto a la asimilación existencial de la Alianza y
transmisión de la fe basada en este hecho salvífico, el papel de la mujer como madre
junto al papel del varón como padre comparte igualdad en el contexto familiar.
La mujer que en su momento vivía la maternidad, cuando fue niña recibió de su madre
la transmisión de la fe junto a sus hermanos varones si los tuviese (estos por ser varones
profundizarían más en la Torá al estudiarla); llegada su condición de madre, ella es
responsable e indispensable en la trasmisión de la fe oral en la que sus hijos se
arraigarán, así como en la vida de oración familiar.
-Organización religiosa: El contexto religioso social en el que la mujer judía nace le
ubica en un papel marginal quedando clara la organización patriarcal donde el varón
tiene plena potestad de alcanzar el papel central en dicha estructura, estando para éstos
reservada la acción en los contextos como el sacerdocio, el templo y culto. Su presencia
en la sinagoga, es decir en la oración comunitaria, se ubica en un lugar separado del de
los varones y su participación es pasiva (no habla); cuando se encuentra en el período
temporal de la menstruación o de post parto le está prohibido asistir a la sinagoga y al
templo, además de regular su circunstancia asumida como impureza frente a Yhwh con
distintos actos de pureza cultual. Con esto se entrevé que en dicha organización
religiosa la relación de la impureza femenina con lo divino está fuertemente matizada.

Al finalizar dichas características apreciamos un contexto religioso fuertemente


entretejido que no sólo es propio a María, mujer nazarena, sino sobre todo que es testigo
de la encarnación de Dios hecho hombre que asumirá dicha organización pero que la
plenificará desde la ley del amor, en el que varón y mujer son destinados a la comunión
con Dios sin límite alguno.

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