Llegan por primera vez a España las narraciones del autor de «Vida y
destino», seleccionadas por el filósofo Tzvetan Todorov
ABC
El autor soviético Vasili Grossman, en el frente
Las historias, seleccionadas por el filósofo Tzvetan Todorov (Sofía, 1939), fueron
escritas entre 1953 y 1963 y muestran a un Grossman sin ataduras ni restricciones. Ya
no tiene ningún tipo de reservas, no intenta imitar la línea oficial. Según explica Tzvetan
Todorov en conversación telefónica, «sus historias se dirigen a sus contemporáneos,
españoles, alemanes, británicos... y también a los lectores rusos cuando ellos estuvieran
listos para recibirlas. Durante el último periodo de su vida, escribió como un hombre
perfectamente libre».
Así, por ejemplo, en «La Madonna Sixtina» (tercer cuento del volumen, que está
editado cronológicamente) el autor soviético habla sin tapujos de la religión, un tema
que durante años fue tabú en Rusia. En «Abel (6 de agosto)», cuento que data de 1953,
Grossman aborda la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima. Para él, esa violencia
está al mismo nivel que otros crímenes mucho más obvios cometidos por los
totalitarismos nazi y soviético. Narra, por tanto, la sumisión del destino individual a
los proyectos políticos. Su propia experiencia, en definitiva. Pero el relato más triste de
todos es, según Todorov, «En Kislovodsk». En él, el autor soviético cuenta la historia
del médico Nikolái Víktorovich y su mujer, Yelena Petrovna, que deciden suicidarse
ante el destino fatal de los soldados soviéticos ingresados en su hospital. Antes de
ingerir el veneno mortal, bailaron más abrazados que nunca y bebieron champán.
A Todorov le hace «muy feliz que estos cuentos lleguen, por fin, al lector español,
porque realmente merecen ser conocidos». Su principal criterio de selección fue «que
todos pertenecieran al último periodo de su vida». Vasili Grossman había escrito
muchos cuentos desde el principio y «siempre intentó publicarlos, para lo que tuvo que
aceptar las restricciones de la censura». Pero, después de 1953, año en el que fallece
Stalin y Kruschev da paso a una tímida apertura, «decidió que no aceptaría ningún tipo
de compromiso, por mucho que las editoriales o los medios se lo exigieran».
El papel de la violencia
A juicio de Todorov, todos los cuentos «abordan los mismos problemas, la vida
enfrentada a la violencia del Estado, pero también la percepción del mundo a través de
los ojos de la gente corriente». Una de las características esenciales de la obra de
Grossman (que aquí se refleja particularmente) es que «nunca describe la vida de los
héroes, sino la de la gente que se comporta de forma normal». Para Grossman, el
universo humano no es el de los héroes o los santos, sino el de la gente corriente. Gente
tan ordinaria como la que murió en el campo de concentración de Treblinka, de cuyo
exterminio dio cuenta el autor soviético en un documento que fue utilizado como prueba
en los juicios de Núremberg.
Pero también como su madre, a la que el autor soviético adoraba y cuya muerte (fue
asesinada, junto a más de 30.000 judíos, en Berdíchev, su ciudad natal) fue, junto a su
experiencia en la guerra, el golpe definitivo que cambió su vida y su destino. Como
cuenta Tarrida, «hasta la guerra, Grossman es un escritor convencido de que el
comunismo es un sistema político válido, incluso tiene novelas que cantan al régimen
soviético». Es apreciado por el régimen (de hecho, aunque sus obras sí fueron
requisadas y prohibidas, él nunca llegó a ser deportado a los campos de trabajos
forzados) y lo mandan como corresponsal al frente junto al Ejército Rojo, pero lo que
escribe es tan bueno que es devorado por los soldados soviéticos. Y la guerra lo cambia
todo.
http://www.abc.es/cultura/libros/20131116/abci-cuentos-ineditos-grossman-
201311160920.html