PSICOLOGÍA
y EDUCACIÓN
ISSN 1665-756X Vol. 14, núm. 2 | JULIO-DICIEMBRE 2012 | Tercera época
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PSICOLOGÍA y EDUCACIÓN
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de este número consta de un tiraje de 300 ejemplares, que se
terminaron de imprimir en julio de 2012.
Índice
5 Presentación
Miguel Ángel Campos Hernández
Investigación
33
¿Qué pasa con los jóvenes que se quedan?
Recursos psicológicos, sintomatología depresiva y
migración familiar
María Elena Rivera-Heredia, Ericka I. Cervantes-
Pacheco, Tamara Martínez-Ruiz y Nydia Obregón-
Velasco
53
Consumo de drogas y alcohol en la Universidad
Intercontinental: Resultados de la encuesta 2011
Marco Antonio Pulido Rull y Mauricio Coronel
Villalobos
73
Validación de la versión en español del
Cuestionario de Sobreingesta Alimentaria (oq) en
una muestra de mujeres mexicanas
Cecilia Meza Peña y José Moral de la Rubia
Índice
97
Violencia de pareja en tres universidades
particulares de la Ciudad de México
Marco Antonio Pulido Rull, Daniela Salas García
y Tanya Serrano Reynoso
Resumen Abstracts
José Manuel Bezanilla Sánchez Hidalgo. Docente-Investigador de Tiempo Completo uvm Hispano. Director de
pei A.C.
Oscar Pérez Corona y José Manuel Cárdenas Delgado. Docentes de Asignatura uvm Hispano.
José Arturo Martínez Villarreal. Director Académico de Preparatoria de la uvm Hispano, y Líder de Investigación
del Campus.
Revista Intercontinental de Psicología y Educación, vol. 14, núm. 2, julio-diciembre 2012, pp. 11-31.
Fecha de recepción: 5 de julio de 2010 | Fecha de aceptación: 28 de junio de 2011
L
a formación de los futuros psicólogos es una cuestión que debemos
discutir en nuestros días.El problema que nosotros vemos cons-
tituye un desfase entre los tiempos de la formación profesional
dentro del aula y los sucesos psicológicos fuera de ella;1 los discursos
teóricos y las propuestas de intervención han puesto argumentos viejos
en bocas jóvenes que plasman una realidad psicológica, la cual no incor-
pora los matices de lo actual.2 Las propuestas para abordar esta cuestión
pueden ser diversas; podemos hablar desde un rediseño curricular hasta
una redefinición de la psicología (López, 2007 y 2008); nosotros aporta-
mos otra arista a la discusión. Creemos que el conocimiento psicológico
puede entenderse como una práctica social fruto de una época y geografía
específicas constituidas por acciones, lenguajes, normas, ritos, etcétera,
que un grupo de investigación o comunidad psicológica elabora para dar
cuenta de los sucesos en la medida de su noción de la realidad y de lo
1
Para nadie es ajeno que se ha vertido demasiada tinta para tratar el tema de la crisis del modelo de conocimiento
y la forma de vida que estructuran las sociedades contemporáneas. Desde Kuhn (1971), pasando por Prigogine
(1991) y Capra (2003), hasta llegar a Bauman (2003), se hace necesario un cambio de rumbo en las maneras de
entender la vida, la existencia y convivencia humana.
2
La escena se complica más si realizamos un análisis del modelo de competencias, que permea la formación de
los futuros profesionistas. La capacidad técnica es eficaz sólo si las exigencias pueden encuadrarse en el manual
de procedimientos; fuera de eso la falta de innovación y propuestas en los diversos campos del saber es evidente.
3
Por el momento, no se hará referencia a la fenomenología de la percepción de Merleau-Ponty, en particular, al
desarrollo fenomenológico de las nociones de cuerpo vivido y cuerpo objeto que enunciará Husserl, pues creemos
que éstas son desarrolladas dentro de la propuesta de la psicología gestáltica, reflexión de un trabajo posterior.
Se dice que éste es extramental, dando por sentado que el objeto existe
tal como se nos aparece: lo representado es una huella que se imprime
en la conciencia. Si adoptamos esta “actitud natural” al estudiar los fe-
nómenos naturales y psíquicos, corremos el riesgo de quedarnos sólo con
el contenido de la representación como si fuésemos meros receptores de
sensaciones, sin advertir que todo objeto es dado para una conciencia y sin
ella no puede haber objeto.
La conciencia co-constituye sus objetos, tiene una actividad intencio-
nal que decanta el contenido representacional del mundo, los objetos se
nos aparecen como fenómenos dados para la conciencia. Entender tal es-
tructura eidética es tarea de la fenomenología como ciencia de esencias.
A decir de Husserl (1949), una ciencia “que quiere llegar exclusivamente
a conocimientos ‘esenciales’ y no fijar en absoluto a los ‘hechos’”. La feno-
menología no describe hechos en el mundo ni siquiera objetos representa-
dos en la conciencia, sino la esencia de los actos de conciencia que no se
muestran al estar inmerso dentro de nuestro mundo circundante.
Vivir los procesos externos quiere decir tener ciertos actos de perci-
bir, de saber (como quiera que se determinen), etc., dirigidos a esos
procesos. Este tener ofrece a su vez un ejemplo del vivir en sentido
fenomenológico […] Este tener no dice sino que ciertos contenidos son
componentes de una unidad de conciencia, en la corriente fenomeno-
lógica unitaria de la conciencia, de un yo empírico. Este yo es un todo
real, que se compone realmente de múltiples partes, y cada una de
estas partes se llama “vivida”. En este sentido, lo que vive el yo o la
conciencia es justamente su vivencia. No hay ninguna diferencia entre
el contenido vivido o consciente y la vivencia misma (Husserl, 1967).
4
A decir de Gibu (2004): “La ‘constitución’ está ligada al acto de síntesis por el cual la conciencia se representa
un objeto a partir de un conjunto de datos diversos”.
Veo una cosa; por ejemplo, esta caja; pero no veo mis sensaciones. Veo
siempre esta caja, una y la misma, como quiera que se la vea y ponga.
Tengo siempre el mismo “contenido de conciencia”, si se me acomoda
llamar al objeto percibido contenido de conciencia. Tengo, en cambio,
un nuevo contenido de conciencia a cada movimiento, si llamo así a
los contenidos vividos, en un sentido mucho más justo. Son vividos,
pues contenidos muy diversos, y es percibido, sin embargo, el mismo
objeto. Luego el contenido vivido, para hablar en general, no es el
objeto percibido (Husserl, 1967).
para manejar en forma constructiva todos los aspectos de su vida que po-
tencialmente pueden ser reconocidos en la conciencia” (Rogers, 1981).
El mundo vivido se constituye por vivencias que enmarcan el campo
fenomenológico del cliente. Dentro de esta corriente vivencial, emerge el
self, estructura fenomenológica que vive las vivencias. Hay una intencio-
nalidad en el cliente; al dirigirse hacia sus objetos, el self puede dejar
fuera datos “irrelevantes” que literalmente desaparecen de la conciencia
sin vivirse. Podemos decir que el trabajo psicoterapéutico no se encamina
hacia el análisis de las vivencias, sino cómo el self las vive. Se busca una
reestructuración del self y un reordenamiento del campo fenomenológico
del cliente; de ahí el papel del consejero como su acompañante, que lo
guía hacia el descubrimiento de su self y la organización de su campo
fenoménico que, hasta ese momento, ha dotado de significado-sentido su
mundo vivido. Estamos hablando de un movimiento fenomenológico en la
perspectiva vivencial del cliente que permite una apertura en su concien-
cia para aceptar las experiencias que han sido negadas o distorsionadas.
Siguiendo a Rogers (1954), en la medida en que el cliente deje que
estas experiencias entren en su conciencia, la imagen de sí mismo (self ) va
adquiriendo y descubriendo nuevas facetas. Esto es posible sólo “cuando
el concepto de sí mismo ha sido revisado lo suficiente como para poder
aceptarlas […] El cambio del sí mismo precede, en vez de seguir, a la re-
cuperación del material negado o reprimido” (Rogers, 1981). El problema
psicoterapéutico no se soluciona trabajando con las experiencias, pues no
son quienes configuran las vivencias del cliente, sino que sucede todo lo
contrario, el self acepta dentro de su campo fenomenológico aquellas ex-
periencias congruentes con él y rechaza aquellas que no lo son. El mundo
vivido en la conciencia del cliente no adquiere sentido por las experien-
cias que haya tenido, sino por medio de las vivencias que el self constituye
dentro del campo fenomenológico al vivirlas.
rés se desplaza cada vez más hacia el sí-mismo […] No sólo hay un
movimiento desde los síntomas, sino también desde el ambiente y los
otros hacia el sí-mismo. Es decir, el cliente maneja verbalmente su
situación, dedicando una parte considerable de su tiempo a la consi-
deración tanto de elementos impersonales como a los suyos propios.
Pero gradualmente se explora a sí mismo hasta el punto de excluir
casi lo impersonal (Rogers, 1981).
5
Vale la pena citar el siguiente fragmento: “El recuerdo de una alegría es originario en cuanto acto de la presenti-
ficación que ahora se cumple, pero su contenido —la alegría— es no-originario; tiene el carácter de la alegría, de
manera que yo podría estudiarlo en su lugar, pero ella no existe como originario y en propio, sino como habiendo
estado viva una vez (donde esta ‘una vez’, el punto temporal de la vivencia pasada, puede estar determinada o no
estarlo). La no originariedad de ahora remite a la originariedad de entonces, el entonces tiene el carácter de un an-
tiguo ahora, por tanto, el recuerdo tiene el carácter de posición y lo recordado tiene carácter de ser” (Stein, 2004).
Conclusiones
del cliente, lo cual sólo es posible si éste, guiado por el consejero, puede
diferenciar entre la actividad intencional de su conciencia y los hechos a
los que ella se dirige.
Para terminar, más que coincidencias, en la propuesta rogeriana en-
contramos una mirada psicológica que sólo pudo ser factible gracias a la
fenomenología husserliana. El estudio de la conciencia como acto inten-
cional permitió acceder al proceso subjetivo que constituye la realidad.
No hay realidad si no hay conciencia que la viva; entonces, la respuesta
no está en los objetos de experiencia, sino en la conciencia que dota de
significado. A fin de cuentas, el mundo humano no son los hechos, sino un
mundo intersubjetivo.
Junto con la psicología fenomenológica, podemos decir que los proble-
mas emocionales y psicológicos de nuestro tiempo son la expresión de una
inadecuada o carente simbolización de la realidad tan cambiante en la
que vivimos: es demasiada realidad para una conciencia. Una opción para
desenredar esta madeja subjetiva es trabajar con la conciencia de quien
los vive: crear nuevos significados con lo vivido.
Referencias
Campos, J.; Rodríguez, M.; Cárdenas, J.: Corona, O., Martínez y J. (2012). Aproxi-
mación epistemológica a la psicología. En prensa.
Corres, P. (1997). Alteridad y tiempo en el sujeto y la historia. México: Fonta-
mara.
——— (2001). La memoria del olvido. México: Fontamara.
Duque, J. (2001). Carl Rogers reflexiones teórico-prácticas. Psicología desde el
Caribe, 7, 118-129.
Gendlin, E. (1999). El focusing en psicoterapia. Barcelona: Paidós.
Gibu, R. (2004). La empatía como problema de constitución en la obra filosófica
de Edith Stein. La Lámpara de Diógenes, 5(8 y 9). Puebla: Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla, 43-56.
Hernández, W. (2002). Consideraciones sobre el objeto desde la perspectiva de
la vivencia intencional en la fenomenología husserliana. A Parte Rei. Revista
de Filosofía, 19, 1-42. Recuperado de http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/
vivencia.pdf