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RECURSOS PÚBLICOS.

Teoría de los recursos públicos.


Es el conjunto de conocimientos sobre los recursos públicos y fue evolucionando con el avance de las
concepciones filosóficas.
Alexander Hamilton -Secretario de hacienda Estados Unidos- sostuvo que el dinero es considerado el principio
vital del cuerpo político, sostiene su vida y su acción y le permite llevar a cabo sus más esenciales funciones.
Consecuentemente un completo poder para procurar su suministro regular y adecuado, conforme lo permitan
los recursos de la comunidad, debe ser considerado como un ingrediente indispensable de toda constitución.
Normas deficientes sobre este aspecto, trae aparejado uno de dos males; o el pueblo debe someterse a
continuos despojos, como sustitutos para reemplazar las necesidades públicas; o el gobierno naufraga en una
atrofia fatal y en el corto periodo perece.

Concepto de recursos públicos.


En la actualidad el estado obtiene sus recursos de muy distintas fuentes (de la explotación de sus propios bienes
patrimoniales, empleando su poder de imposición de forma coercitiva, haciendo uso del crédito y contratando
empréstitos, etc.)

Desde muy antiguo se fueron intentando definiciones del recurso público. Al principio se los vinculaba solo a la
satisfacción de las necesidades públicas vía los servicios públicos, sin considerar a los recursos extrafiscales.
Luego el concepto se fue ampliando y modificando.

G. Fonrouge expresa que los recursos públicos son “las entradas que obtiene el estado, preferentemente en
dinero, para la atención de las erogaciones determinadas por exigencias administrativas o de índole económico
social”. Esta definición marca algunos aspectos, como: los recursos públicos no se restringen solo a los servicios
públicos, resultando más amplios; hay que desvincular la idea de que el recurso solo es para financiar gastos,
también tiene fines extrafiscales.

J. M. Martin expresa que los recursos públicos deben ser definidos en forma más amplia, como “toda riqueza
devengada en favor del estado y acreditada como tal por su Tesoro” (se incluye: uso del crédito, recursos fiscales
y extrafiscales, multas, subvenciones de otros estados, etc.)

Evolución del Concepto de Recursos Públicos.

Los clásicos, consideraron en un primer momento a los recursos públicos solamente en función de los gastos que
financiaban, es decir, solo en función de su contribución para financiar a los servicios públicos.

Luego, en la medida en que el estado fue asumiendo más funciones, se comenzó a aceptar una nueva
concepción del recurso público, la de constituir “medios para satisfacer erogaciones públicas”; así se comienza a
aceptar su finalidad extrafiscal.

En la actualidad, se concibe al recurso público en su doble función; fiscal: recaudatoria; y extrafiscal: actuar
como medio interviniente en el ordenamiento de las distintas actividades desarrolladas en el país.

Clasificación de los Recursos

Al igual que en el caso de los gastos públicos, existen numerosas clasificaciones.

Clasificación jurídica. Esta clasificación se basa en cuál es el derecho o los principios aplicables en lo relativo a su
obtención, administración y destino de los mismos.

 De derecho privado: son válidos los mismos comentarios que para los “recursos originarios”.
 De derecho público: son válidos los mismos comentarios que para los “recursos derivados”.
Clasificación económica. Esta clasificación sirve para distinguir los efectos que cada especie de recurso produce
en la actividad económica y para establecer ciertos postulados sobre las relaciones que existen o debieran existir
con los gastos corrientes y de capital.

 Recursos corrientes: son el resultado de la facultad de imposición del estado. Deben tener por destino
financiar los gastos de funcionamiento u operativos.
 Recursos de capital: son los provenientes del uso del crédito público, la venta de bienes patrimoniales del
estado. Deben tener por destino la financiación de los gastos de capital o inversiones patrimoniales.
Clasificación tradicional. Una antigua clasificación.

 Ordinarios: los que son percibidos por el estado en forma regular y continua, destinándolos a cubrir las
erogaciones previstas en el presupuesto financiero normal (es como si: los recursos ordinarios o normales
estuvieran relacionados con los gastos ordinarios o normales).
 Extraordinarios: son los destinados exclusivamente a la cobertura de las denominadas erogaciones
extraordinarias.
Ésta clasificación en la actualidad ha perdido importancia y razón, pues la denominación de “extraordinaria” ha
perdido sentido, porque todos los gastos y recursos del estado deberían ser del tipo “ordinario o común” y
deberían ser previstos en su “regularidad y continuidad”.

J. M. Martin los clasifica en:

 Liberalidades: son aquellas que el estado recibe gratuitamente, sin hacer uso de su poder de imperio.
Pueden provenir desde dos fuentes; de particulares (donaciones, legados, etc.) o de entes públicos
(subvenciones o ayudas de otros gobiernos o entes públicos, ayudas no reintegrables, etc.).

 Originarios: provienen de bienes patrimoniales del mismo estado o de actividades productivas desarrolladas
por éste. Tienen su origen en relaciones establecidas entre el estado y los particulares, sin mediar el poder
de imperio y uso de su facultad coercitiva. Este tipo de relaciones están regidas bajo el derecho
administrativo (como ocurre en las concesiones) o bajo el derecho privado (como ocurre con los servicios
que presta el estado actuando como persona de derecho privado).
 Derivados: son los “derivados” de una actividad principal desarrollada por particulares. Corresponde a una
muy variada gama de ingresos (de distinta importancia cuantitativa y de diversa naturaleza jurídica). Tal es
el caso de: uso del crédito y multas.

Recursos del Estado como persona del derecho privado.

Cuando el estado actúa como persona de derecho privado, genera recursos de tres especies: rentas o
resultados; tarifas o precios; contribuciones o aportes de Empresas Públicas.

Rentas o resultados, provenientes de la explotación directa o por delegación o de la venta de bienes


patrimoniales:
Los bienes patrimoniales o los denominados “bienes del dominio privado” son distintos de “bienes de dominio
público”. Estos últimos no pueden ser incluidos en el objeto de las finanzas públicas.

Las rentas o resultados bajo estudio, pueden ser de tres subespecies:

 rentas de capitales mobiliarios del estado (dividendos y los intereses percibidos del mercado financiero o de
la posesión de acciones y obligaciones de las empresas privadas).
 rentas provenientes de la explotación (directa o por delegación o por concesión) de bienes del dominio
privado (arrendamiento de tierras públicas o participaciones empresarias, regalías u otro tipo de pago
efectuado por privados que explotan minas, yacimientos, canteras, bosques, etc.)
 producto de la enajenación de bienes de ésta categoría (venta de bienes muebles, inmuebles, valores
mobiliarios, etc.)
Tarifas o precios cobrados por dependencias administrativas del estado que prestan servicios públicos.
Las tarifas o precios a los que se refiere son las percibidas por distintos organismos del estado por la prestación
de servicios divisibles (caso: correo y telecomunicaciones).

Contribuciones o aportes de utilidades que debe realizar al Tesoro Público, por disposición legal, las
denominadas Empresas del Estado.
Corresponde a los porcentajes de utilidad que el mismo estado dispone como aporte obligatorio al Tesoro
(según la Ley 13563 las Empresas del Estado debe contribuir al Tesoro Público con el 20% de sus utilidades).
El tema referido a las ventajas o inconvenientes de la existencia de las Empresas del Estado es una cuestión
compleja.

También en este punto, corresponde incluir el caso de los “monopolios fiscales” en Argentina el caso se
relaciona con la Explotación de Loterías y Juegos de Azar.

Crédito Público.

Nociones Generales. Distintas Concepciones. Límites.

La palabra "crédito" deriva del latín “creditum”, que proviene del verbo “credere”, que significa tener confianza
o fe. El término “público” hace referencia a la persona (Estado) de aquel que hace uso de la confianza en el
depositada, pidiendo se le entreguen bienes ajenos en contra de la promesa de la ulterior restitución.

Es muy importante la conducta que posee el Estado frente a los derechos humanos y en el ámbito de la política
nacional e internacional, como así también la seriedad y el cumplimiento de los compromisos asumidos y el
buen orden de la gestión de la hacienda pública.

El crédito público es la aptitud política, económica, jurídica y moral de un Estado para obtener dinero o bienes
en préstamo; el empréstito es la operación crediticia concreta mediante la cual el Estado obtiene dicho
préstamo y la deuda pública consiste en la obligación que contrae el Estado con los prestamistas como
consecuencia del empréstito.

Evolución Histórica.

El crédito público fue evolucionando, antiguamente los préstamos se hacían a breve plazo y por pequeñas sumas
con garantías reales o personales, ya que era muy frecuente la bancarrota y el repudio por la deuda contraída.

A partir del siglo XIX, adquiere auge el crédito público, como consecuencia de una serie de factores, entre ellos el
nacimiento de la organización jurídica de los Estados, la mejora en la gestión administrativa, el gran desarrollo
de los valores mobiliarios, el nacimiento de bolsas y mercados entre otros.

El uso de este medio, como forma de generar ingresos, trajo la discusión doctrinal si realmente puede
considerárselo como recurso público y en qué caso corresponde utilizarlo racionalmente.

Los hacendistas clásicos distinguen los recursos públicos propiamente dichos, como el impuesto, de aquellos que
tienen como fin distribuir los recursos en el tiempo, para adecuarlos a los gastos, el crédito público.

Hay determinados momentos en que los fondos disponibles en la tesorería no son suficientes para cubrir ciertos
gastos que no admiten espera, en estos casos los fondos pueden obtenerse mediante préstamos a corto plazo,
que luego se van reembolsando al ingresar los recursos y en el transcurso de un ejercicio presupuestario. Si los
gastos necesarios son extraordinarios, es decir aquellos en los cuales se incurre en el caso de guerra, terremotos,
inundaciones, etc., el importe no podrá ser cubierto durante la vigencia de un solo ejercicio presupuestario, por
lo tanto, se recurre al empréstito por medio del cual se reparte la carga financiera entre varios presupuestos.
Económicamente, el crédito público es similar al préstamo privado, ya que el objetivo perseguido es idéntico al
que trata de obtener un particular cuando recurre al crédito para hacer frente a gastos inmediatos, que no
puede solventar con su presupuesto anual o mensual.

Por otra parte, el empréstito nunca puede ser un ingreso en sí mismo, ya que al ser un préstamo debe ser
devuelto posteriormente con sus intereses, y esa devolución sólo podrá ser solventada mediante nuevos
impuestos que deberán pagar las generaciones venideras.

En consecuencia, para los clásicos el crédito público debe ser utilizado en forma excepcional y restringida, y no
para cubrir gastos considerados normales.

Las teorías modernas, disienten en que la deuda pública pueda ser similar a la privada, la diferencia esencial
consiste en que el gobierno dirige la magnitud y composición de su deuda mediante su control sobre la moneda
y la banca, poderes de los cuales carece el prestamista privado, además la magnitud de la deuda no depende
sólo de la necesidad de cubrir apremios extraordinarios o déficit monetarios, sino también de otros objetivos,
como por ejemplo el deseo de iniciar obras públicas para combatir la desocupación.

También se disiente en que la carga de la deuda pública pase a las generaciones futuras; se sostiene que el
empréstito significa una reducción a la renta nacional actual, al disminuir el poder de compra de los particulares
dado que el dinero es empleado para financiar gastos públicos en vez de ser destinado a fines privados.

La conclusión de las teorías modernas es que el empréstito estatal es un verdadero recurso, y que no puede
estar rígidamente limitado a circunstancias excepcionales o déficit circunstanciales.

Con respecto a las argumentaciones anteriores es posible efectuar una evaluación crítica, según lo siguiente:

Los clásicos se caracterizan por cierto rigor científico, imposible de desvirtuar, pero lo cierto es que el uso
habitual que los estados hacen del empréstito obliga a introducir ciertas variaciones.

En cuanto a las diferencias entre deuda pública y deuda privada, es evidente que las funciones de
intervencionismo económico y social que modernamente se asignan al Estado, obligan a considerar al
empréstito como un instrumento financiero fundamentalmente diferente del crédito privado; de allí ya sean
verdaderos recursos o anticipos de recursos futuros, los empréstitos no pueden ser solo utilizados con el alcance
excepcional y restringido que le atribuían los clásicos.

Si la carga del empréstito recae sobre las generaciones presentes o futuras es discutible, si el empréstito ha sido
suscrito con capital nacional, no representa una carga propiamente dicha para la generación futura pero si
significa una redistribución de riqueza, ya que los contribuyentes del futuro serán privados de una parte de sus
bienes en beneficio de los poseedores futuros de los títulos; si el empréstito es externo, es decir que el préstamo
ha sido otorgado por capital extranjero, la carga de la deuda recae sobre las generaciones futuras, debido a que
los capitales foráneos los recibe la generación de la época, pero el servicio de intereses y reembolsos debe ser
cubierto por la generación futura, sin ningún beneficio.

Actualmente la realidad nos demuestra que el empréstito ha perdido el carácter de un recurso extraordinario
para convertirse en una normal fuente de ingresos para los Estados modernos, es por eso que puede ser
considerado como un verdadero recurso del Estado.

El empréstito como cualquier otro recurso estatal, tiene sus limitaciones, el hecho de que se recurra o no a esta
medida depende de razones de política financiera que tengan en cuenta diversos factores, como ser la existencia
de ahorro nacional, la propensión a prestarlo, los efectos sobre la economía de la nación, las distintas clases
sociales que pagan impuestos o suscriben empréstitos, etc.

La capacidad de endeudamiento sería posible a través de establecer una relación entre la deuda pública y el
ingreso nacional.

La ley 24.156 de Administración Financiera y Sistemas de Control, establece en su art. 56, que se entenderá por
crédito público la capacidad que tiene el Estado de endeudarse con el objeto de captar medios de
financiamiento para realizar inversiones reproductivas, para atender casos de necesidad nacional, para
reestructurar su organización o para refinanciar sus pasivos incluyendo los intereses respectivos.

Solamente con el desarrollo de algunas circunstancias de distinto tipo fue posible que se concibiera la idea del
crédito público basado en la fe o confianza. Entre tales circunstancias podemos mencionar:

 El surgimiento de una economía monetaria, lo cual se comenzó a dar orgánicamente a partir del siglo XVII.
 La organización de mercados de capitales bajo el dominio de las bolsas de valores y de grandes bancos, en el
siglo XIX.
 La exacta caracterización del Estado que realizaron las escuelas liberales del siglo XVIII, las cuales lo
concibieron como un ente distinto del gobernante, no identificable ni confundible con dicha persona, de lo
cual se siguió que ambos patrimonios se independizaron en forma total.
 El desarrollo del constitucionalismo, que dio a los acreedores el derecho de sufragio.
 La ampliación de las facultades impositivas, que proporcionó a los Estados la posibilidad de rentas seguras y
periódicas.
Aunque la idea del crédito público era bien conocida desde fines del siglo XVIII, su progreso fue lento merced a la
influencia de los postulados formulados por las teorías liberales clásicas.

Adam Smith, calificó de ruinoso el sistema de deudas consolidadas.

David Ricardo y John Stuart Mill, se manifestaron en contra, con el argumento de que los préstamos tienden a
producir más escasez de capital que los impuestos.

José Martín, sostuvo que fueron dos los factores que dieron impulso al crédito público: el creciente aumento de
los gastos que acompañan a la guerra moderna y los programas gubernamentales destinados a solucionar el
problema de la desocupación.

Además, se deben tener en cuenta las circunstancias inherentes al proceso de globalización. Uno de los factores
básicos del fenómeno globalizador ha estado constituido por las inversiones directas que en el extranjero han
efectuado empresas multinacionales, y el creciente endeudamiento de algunos gobiernos en mercados
internacionales, obteniendo préstamos de bancos, gobiernos y organismos especiales como el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y otros.

La deuda del sector público en diversos países ha continuado creciendo sin pausa, lo cual es indeseable porque
la acumulación de deuda pública conduce a volúmenes crecientes de gastos financieros.

El problema no es tan delicado en materia de deuda interna, pero se torna peligroso cuando los elevados
intereses y amortizaciones se deben transferir a economías foráneas.

Evolución histórica y condicionamientos para su aplicación.

La edad antigua como el medioevo se caracterizaron por el hecho de que las instituciones financieras no
formaban parte de un sistema concebido integralmente y aplicado de modo consciente. Antes del siglo XVII, los
institutos financieros, eran puestos en práctica, modificados, conservados o abandonados por razones
circunstanciales, sin responder a teorías financieras sino más bien a postulados jurídicos, religiosos o morales.

Tanto para la concepción de la idea de crédito público como para su ulterior aplicación, era imprescindible que
se dieran determinadas condiciones de índole económica, política y financiera.

Entre las condiciones económicas podemos mencionar el surgimiento del monetarismo y la organización del
mercado de capitales.

Las condiciones políticas, también denominadas jurídicas, derivan de la exacta caracterización del Estado que
efectuaron los liberales, quienes lo conceptuaron como un ente totalmente distinto, nunca identificable ni
confundible con la persona del gobernante.
Las condiciones financieras pueden ser identificadas con la confianza que paulatinamente comenzó a inspirar el
Estado, a partir también del siglo pasado.

Sólo cuando estuvieron presentes estos tres tipos de condiciones surgió la idea del crédito público. El desarrollo
de su materialización, es decir colocación de empréstitos y consecuente evolución de la deuda pública se
produjo lentamente.

El primer factor que dio impulso a los empréstitos y un marcado desarrollo a la deuda pública fue el creciente
aumento de los gastos derivados de la guerra moderna. El segundo factor fueron los programas
gubernamentales destinados a solucionar el problema de la desocupación.

Importancia del Crédito Público como recurso y en las previsiones presupuestarias.

Los clásicos establecían una separación entre los recursos tributarios y el uso del crédito público y las gestiones
de la Tesorería. Los primeros eran considerados genuinos recursos públicos y, por ello, se los denominaba
“recursos ordinarios”. Los empréstitos y las gestiones de la Tesorería no constituían auténticos recursos
públicos, sino ingresos que servían para efectuar una distribución de los recursos en el tiempo y adaptarlos a los
gastos.

Así los recursos provenientes de gestiones de Tesorería, permitían efectuar esa adaptación de los recursos
dentro de un breve período, un año, cuando los recursos disponibles en el Tesoro resultaban insuficientes para
cubrir todos los gastos que debían ser pagados inmediatamente. En tales ocasiones, el Tesoro se valía de
procedimientos (emisión de letras), que le permitían tomar dinero a corto plazo, el cual sería devuelto a medida
que fueran ingresando los recursos públicos.

Con respecto al uso del crédito público, se trataba de una adaptación de los recursos durante plazos mayores,
justificada por circunstancias excepcionales, como la construcción de obras públicas o guerras. Como estos
gastos no podían ser cubiertos con los recursos tributarios previstos durante un año, se consideraba que
mediante el procedimiento de la emisión de empréstitos se podía distribuir, repartir o adaptar esa carga
financiera entre varios presupuestos sucesivos. Para los clásicos el uso del crédito público no era un auténtico
recurso público sino, más bien, un anticipo de recursos futuros.

En contraposición un grupo de destacados financistas contemporáneos, consideran que el uso del crédito
público no implica una anticipación de recursos. Prevalece la idea de que los empréstitos no se diferencian de los
impuestos ni de los demás recursos tributarios; unos y otros constituyen recursos públicos.

Clasificación de la Deuda Pública

Deuda Interna y Externa. Económicamente la deuda es interna cuando el dinero obtenido por el Estado en
préstamo, surge de la propia economía nacional, en cambio es externa si el dinero prestado proviene de
economías foráneas. En el momento de la emisión y negociación, la deuda interna significa una transferencia del
poder de compra privado hacia el sector público, lo cual no ocurre en la deuda externa, ya que, si bien el Estado
incrementa sus disponibilidades, no significa una disminución en las economías nacionales privadas, porque el
dinero proviene del exterior. Jurídicamente, la deuda interna es la que se paga y se emite dentro del país,
rigiéndose por lógica por las leyes nacionales, siendo indiferente que los prestamistas sean nacionales o
extranjeros y que los fondos amortizados queden o no en el país; mientras que la deuda es externa cuando el
pago se efectúa en el exterior, y se aplica la ley extranjera.

Deuda Administrativa y Financiera. Es administrativa si proviene del funcionamiento de las distintas ramas
administrativas del Estado (por ej. la deuda a los proveedores) y es financiera si proviene de los empréstitos
públicos.
Deuda Flotante y Consolidada. La deuda consolidada es aquella deuda pública permanentemente atendida por
un fondo que no requiere el voto anual de los recursos correspondientes, en cambio la deuda flotante es la que
el tesoro del Estado contrae por breve período de tiempo, para proveer a necesidades momentáneas de caja por
gastos imprevistos o retraso en los ingresos ordinarios.

Deuda a largo y mediano plazo. 30 años en el primer caso y de 3 a 10 años en el segundo caso, por oposición a la
deuda a corto plazo, 1 año. Las primeras constituyen los empréstitos propiamente dicho, mientras que a las
segundas se las denomina empréstito de tesorería.

Deuda Perpetua y Redimible. Las deudas perpetuas o no redimibles son las que el Estado asume con la sola
obligación del pago de intereses, sin compromiso de reembolso o con reserva de reembolsar cuando quiera. Las
deudas redimibles son aquellas en que el Estado se obliga al reembolso y al pago de intereses.

Empréstito Público.

Noción y Naturaleza Jurídica.

El empréstito es la operación mediante la cual el Estado recurre al mercado interno o externo en demanda de
fondos, con la promesa de reembolsar el capital en diferentes formas y términos, y de pagar determinado
interés.

Con respecto a la naturaleza jurídica del empréstito, autores sostienen que es un contrato porque nace de la
voluntad de las partes (excepto el empréstito forzoso), mientras que otros piensan que es un acto de soberanía
porque son emitidos en virtud del poder soberano del Estado, surgen de una autorización legislativa, el
incumplimiento no da lugar a acciones judiciales y la voluntad de los prestamistas no interviene en el proceso
formativo de la obligación.

Diferentes clases de empréstitos.

Empréstito voluntario: es voluntario cuando el Estado, sin coacción alguna, recurre al mercado de capitales en
demanda de fondos, con promesa de reembolso y pago de intereses.

Empréstito patriótico: son empréstitos cuyas cláusulas contienen ventajas para el Estado deudor, los cuales se
hacen suscribir con propaganda y apelando a los sentimientos patrióticos de la comunidad. No es enteramente
voluntario, pues se configura una especie de coacción. Esta modalidad se utiliza con mayor frecuencia en los
casos de guerra.

Empréstitos forzosos: los ciudadanos están obligados a suscribir los títulos. Tienen carácter de tributo puesto que
nacen como consecuencia del ejercicio del poder de imperio por parte del Estado, con prescindencia de la
voluntad individual, por lo tanto, se discute si esta forma de obtener fondos puede ser considerada como un
empréstito.

El Régimen de Ahorro Obligatorio

Es otro caso de utilización de empréstitos anormales, que se configuran con las leyes 23.526 y 23.549 Las
personas físicas, sucesiones indivisas, sociedades y cooperativas que denotasen capacidad presunta de ahorro
en función a los impuestos a las ganancias, al patrimonio y a los capitales, quedaban obligadas.

Pero no podemos hablar de un ahorro, si el ahorro es una prevención individual, que depende de la libertad de
elección entre el consumo y no consumo, por lo tanto, forzar a ahorrar es ir en contra de la libertad

En realidad, este instituto constituye un tributo: tiene su origen en la coacción, el hecho de que se admita o no
su devolución no modifica su naturaleza jurídica, el órgano de aplicación es la D.G.I., se aplica la ley de
procedimiento tributario, no se restituye lo entregado, ya que de acuerdo a la forma de reintegro prevista no se
admite actualización ni ajuste alguno.

Se trata de un tributo inconstitucional, alcanza materia imponible exenta y grava nuevamente materia que ya
tributó los gravámenes correspondientes.

Garantías de los empréstitos.

Garantías reales: tienen poca utilización y consisten en la afectación especial de bienes determinados, mediante
prenda o hipoteca.

Garantía personal: consiste en el compromiso adoptado por un tercero de pagar las sumas prestadas en caso de
no hacerlo el deudor.

Garantías especiales: afectan determinados recursos del Estado deudor, especialmente derechos aduaneros,
productos de monopolios fiscales, rentas portuarias, etc.

Garantías contra fluctuaciones monetarias: tienden a proteger al prestamista contra la depreciación del dinero.
En los contratos suelen incluirse cláusulas que garantizan la estabilidad del dinero que se reembolsa a los
acreedores, para compensarlo de cualquier desvalorización que afecte sus intereses.

Ventajas.

Tipo de emisión: el título puede ser colocado “a la par”, cuando se vende a su importe nominal, lo cual sucede
en condiciones normales. Si hay dificultades en la colocación los títulos pueden ser colocados “bajo la par”, y
entonces el adquirente paga una cantidad menor que la expresada en el título, por lo tanto, el interés real
resulta superior al interés aparente.

Prima de reembolso y premios: el título se coloca a la par, pero en caso de reembolso de capital se paga al
suscritor una suma mayor a la nominal. Esto puede combinarse con premios adjudicables por sorteo, como
forma de lograr mayores alicientes para los suscritores.

Efecto cancelatorio: puede otorgarse también a los suscritores la facilidad de pagar impuestos y otras deudas
estatales con títulos del empréstito. Como en estos casos el Estado recibe los títulos por su valor nominal, si
estos se cotizan más bajo en la bolsa, el tenedor resultará beneficiado.

Privilegios fiscales y jurídicos: los privilegios fiscales consisten en exenciones tributarias totales o parciales con
relación a los ingresos que pueden derivar de los títulos, en lo que respecta a su interés como a su negociación.

Otros beneficios otorgados a los suscriptores.

Se pueden agrupar en:

 Emisiones bajo la par. Consisten en que los suscriptores paguen por los títulos menos que su valor nominal,
lo que equivale también a una mayor tasa de interés, dado que esta es liquidada sobre el valor nominal.
 Exenciones tributarias. Los intereses o utilidades obtenidas por los suscriptores al vender sus títulos estén
exentas del pago de todo impuesto.

Por otra parte, encontramos las denominadas garantías contra posibles depreciaciones monetarias, que
comprenden tres especies principales:

 La cláusula oro, que consiste en vincular tanto los intereses como la amortización del empréstito con la
cotización del oro durante determinado período inmediatamente anterior al pago de aquellos.
 La garantía de cambio es prácticamente igual a la anterior, con la única diferencia de que está vinculada con
la cotización de una moneda extranjera.
 La garantía de la indexación, consiste en vincular los montos de los intereses y las correspondientes
amortizaciones con determinados índices, por ejemplo, con el del costo de vida, o con el precio de ciertos
productos, etc.

Las tres especies de garantías han reemplazado totalmente a las denominadas garantías reales o garantías
jurídicas, utilizadas en el siglo pasado, por ejemplo, hipotecas sobre tierras fiscales, afectación de recaudaciones
tributarias, etc.

Técnica del empréstito. Emisión y Negociación.

La emisión de los empréstitos a largo y mediano plazo, debe ser expresamente prevista por ley, en cambio en los
empréstitos a corto plazo, debe existir una autorización general de emisión, la cual debe estar limitada por el
tope anual fijado por la ley del presupuesto.

La emisión está representada por títulos, que son los valores en los cuales se fracciona el empréstito a los fines
de su distribución entre los suscriptores, a su vez esos títulos son los instrumentos representativos del crédito
que cada tenedor tiene contra el Estado.

Jurídicamente pueden ser objeto de los derechos reales de dominio, condominio, usufructo y prenda y de los
contratos de compraventa, permuta y donación.

Revisten asimismo el carácter de papeles de comercio, pueden ser títulos nominativos, en cuyo caso se
transmiten por endoso, o títulos al portador, transmitiéndose por simple entrega.

Al efectuarse la emisión, debe determinarse como elemento fundamental del empréstito la tasa de interés, que
es la ganancia que van a obtener los prestamistas como fruto de la colocación de sus capitales. Cuánto más alta
sea ésta, más fácil será la venta de bonos, lo cual se justifica en momentos de más urgencia, ya que un tipo de
empréstito concertado en condiciones desventajosas para el fisco, redundará, en detrimento de la economía
futura.

La negociación, venta o colocación de los títulos puede efectuarse mediante distintos procedimientos:

Suscripción pública: Es el método más conveniente y eficaz. Consiste en el lanzamiento de toda la emisión o de
series sucesivas, que se ofrecen al público, previa campaña de publicidad. Los títulos pueden adquirirse
directamente, o en las instituciones bancarias, actuando los bancos como simple colaboradores del Estado.

Colocación por banqueros: el Estado conviene con una o más entidades bancarias la colocación de los títulos en
el mercado, lo cual puede hacerse de dos formas. Puede suceder que el banco corra con toda la gestión de
colocación mediante el pago de una comisión, o de lo contrario que el banco tome en firme la emisión
entregando al Estado el importe total del título y corriendo con el riesgo de la ulterior colocación.

Venta en bolsas: el Estado emisor vende los títulos en la bolsa o mercado de valores a medida que las
necesidades lo exigen. El lanzamiento de grandes cantidades puede causar perturbaciones en el mercado
bursátil.

Licitación: los títulos se ofrecen en licitación generalmente a las instituciones bancarias y corredores de bolsa,
adjudicándose según las ofertas más convenientes para el Estado.

Amortización.

Pueden distinguirse tres clases de amortizaciones:

Amortización obligatoria: en este caso el reembolso se efectúa en fecha determinada. Puede hacerse
repentinamente, lo cual sucede en general en los empréstitos a corto plazo, o paulatinamente, lo cual se opera
en los préstamos a largo o mediano plazo.
Las amortizaciones paulatinas pueden realizarse a través del método de las anualidades, se va pagando el interés
y una fracción del capital, o bien se puede aplicar el sistema del sorteo, una parte de los títulos al ser sorteada
anualmente, es reembolsada totalmente; también se puede recurrir a la licitación, procedimiento mediante el
cual se efectúa el reembolso a aquellos inversionistas que hagan la oferta más reducida para el rescate.

Amortización facultativa: el Estado se reserva el derecho de amortizar o no el empréstito y en fijar las fechas en
que se hará efectiva tal amortización.

Amortización indirecta: se produce mediante la emisión de monedas, no constituye en realidad un


procedimiento de amortización, sino más bien uno de los tantos efectos del emisionismo.

Conversión

Conversión significa modificar, con posterioridad a la emisión, cualquiera de las condiciones del empréstito.
Existen tres tipos de conversión:

Conversión forzosa: el tenedor se ve obligado a aceptar el nuevo título sin alternativa alguna, ya que si no acepta
el canje pierde el título.

Conversión facultativa: el prestamista puede optar entre conservar el título viejo o convertirlo por el nuevo; para
que adopte esta última actitud es necesario que el nuevo título le reporte ventajas de algún tipo.

Conversión obligatoria: el prestamista podrá optar por el nuevo título o ser reembolsado. Se suele incluir una
cláusula según la cual la falta de expresión de voluntad del inversionista dentro de un plazo determinado,
supone la aceptación tácita del nuevo título.

Incumplimiento de la Deuda Pública.

Repudio de la deuda: el Estado niega la obligación derivada del empréstito. Es una actitud deliberada que
importa una lesión al principio de buena fe de los actos jurídicos.

Moratoria y bancarrota: el incumplimiento se produce por la carencia o insuficiencia de fondos para atender
debidamente las obligaciones contraídas por medio del empréstito. Si se trata de un mero atraso transitorio y el
pago de reanuda a breve plazo, tal situación se denomina mora, por el contrario, si el atraso es a largo plazo,
recibe el nombre de moratoria y se produce la bancarrota cuando el Estado suspende los pagos en forma
indefinida y sus finanzas no permiten prever el cumplimiento en un plazo previsible.

Crédito y Deuda Pública comparados con los Créditos y Deudas Privadas.

No existe diferencia sustancial entre el concepto de crédito público con la noción de crédito privado. Ambos se
fundamentan en la aptitud particular y en la capacidad económica. Si estos factores no existen no podremos
referirnos a crédito privado, como tampoco a crédito público.

El Estado deberá emitir empréstitos con cláusulas de garantía que algunos consideran lesivas a la soberanía,
pero que en definitiva sirven para poner de manifiesto que se carece de crédito público, lo mismo ocurre cuando
una empresa privada sólo puede obtener préstamos otorgando derechos hipotecarios o prendarios sobre sus
bienes de uso; esto significa que ni el Estado, ni la empresa privada, no inspiran confianza y en consecuencia no
tienen crédito.

Los autores de la escuela moderna señalan que la deuda pública se distingue primordialmente de las deudas
privadas por tres elementos: en primer lugar, la deuda pública reconoce como único prestatario al Estado, un
sujeto político que se diferencia de todas las demás personas, incluso de los otros entes jurídicamente
denominados “personas de derecho público”. En segundo término, los empréstitos que atañen a la deuda
pública se los presupone contraídos con la necesidad de satisfacer necesidades públicas. En tercero y último
lugar, la deuda pública presenta como nota distintiva y propia el hecho de que será pagada con medios o
recursos que el prestatario obtendrá en su mayor parte utilizando su exclusivo poder de imperio.

Elementos legales para la utilización del Crédito Público.

El crédito público puede ser utilizado por el Estado en dos términos distintos: 1) a plazo intermedio o largo,
mediante empréstitos, y 2) a plazo corto, o menos de un año, mediante letras de Tesorería.

El crédito público a plazo intermedio o largo, únicamente puede ser dispuesto por ley, la cual no sólo se limitará
a disponer su emisión, sino también su tipo de interés y su forma de cancelación, o modalidades de
amortización.

En cambio, en los casos en que se hace uso del crédito público a corto plazo, basta una autorización general del
Poder Legislativo, hasta el monto que fije anualmente la respectiva ley de presupuesto.

Régimen legal de los títulos. Títulos al portador y nominativo.

Las obligaciones asumidas por el Estado en virtud de un empréstito público son documentadas en los
denominados títulos, bonos, obligaciones o valores. Estos documentos, jurídicamente considerados, son cosa u
objetos corporales “susceptibles de tener un valor”. Pueden ser objeto de los derechos reales de dominio, de
condominio, de usufructo y de prenda, como también de los contratos de compraventa, de permuta y de
donación, o materia de legados.

Son también papeles de comercio, deben estar redactados, numerados e impresos con arreglo a la ley que
autorice su emisión; deben transcribir al dorso la parte del texto legal que establezca las condiciones de pago,
etc... La acción para su cobro prescribe en el término de tres años a partir del día del vencimiento de la
obligación.

Los títulos de un empréstito público pueden ser emitidos al portador o nominativo. En el primer caso la
transferencia de los títulos queda formalizada con la simple entrega de ellos. Tratándose de títulos nominativos,
su transmisión debe ser efectuada mediante un endoso, salvo que la propia ley que autoriza su emisión exija
cumplir con otro tipo de formalidades.

Tasa de interés.

El principal beneficio que los suscritores obtienen de un empréstito público es el interés o renta del capital
prestado al Estado. La tasa de interés es determinada en relación con el tipo de interés vigente en el mercado de
capitales al momento de la emisión del empréstito.

Un empréstito público con una tasa de interés elevada estimula a los bancos y compañías financieras a mantener
en sus carteras los títulos de dicho empréstito, a no venderlos y esperar su vencimiento, restringiendo de ese
modo su respectiva capacidad de préstamo. Al mismo tiempo, las mejores tasas de interés del mercado
desalentarán ciertas inversiones privadas, mientras que alentarán a los ahorristas a comprar títulos del
empréstito. De todo ello resultaría una disminución en la liquidez, lo cual produciría efectos antiinflacionarios.

La emisión de un empréstito con tasa de interés mayores que las vigentes sólo traerá aparejado un mayor
estímulo de la especulación y, junto con ella, una menor producción y la consecuente alza de los precios.

Si el Estado, atrae los pocos capitales disponibles con tasa mayores que las vigentes, el resultado será una falta
casi total de ahorros para las inversiones de las empresas. Por lo tanto, estas no podrán aumentar su producción
ni incrementar sus utilidades, tampoco se incrementarán en la medida necesaria para satisfacer los mayores
gastos que representan esas elevadas tasas de interés de sus empréstitos públicos. El Estado, deberá recurrir al
emisionismo monetario, lo cual produce un proceso inflacionario.
Consolidación de la Deuda Pública.

Es una variante del procedimiento de conversión. Se entiende que hay consolidación cuando la deuda flotante, o
sea obligaciones del Estado a corto plazo, resulta transformada en deuda consolidada, es decir, en deuda a largo
plazo o plazo superior a un año.

Ese cambio es efectuado con la finalidad de modificar el plazo de las obligaciones, aunque también pueda traer
aparejada una variación de la tasa de interés.

Límites de la Deuda Pública.

Tratándose de la deuda pública externa, la principal circunstancia indicativa estará constituida por los resultados
esperados de la balanza de pagos durante los años o períodos en que se deba efectuar la amortización y el pago
de intereses de aquélla.

La deuda pública interna trae aparejadas algunas consecuencias que deberían servir de límites para el
crecimiento de su volumen. Estas consecuencias pueden ser resumidas en tres grupos:

1. La deuda pública origina una carga financiera en conceptos de intereses.


2. En períodos de pleno empleo, la existencia de la deuda tiende a agravar las presiones inflacionarias. Por otra
parte, una gran deuda pública torna reacio al gobierno de cualquier estado al empleo de un apolítica
monetaria anti inflacionaria. Sin embargo, el consecuente incremento en las tasas de interés a causa de la
inflación conduce, a su vez, a una mayor carga por intereses de la deuda pública cuando vencen los
empréstitos existentes y son rescatados con el producto de nuevos empréstitos.
3. La deuda puede crecer más allá de las posibilidades financieras que tiene el estado para hacer frente a sus
obligaciones, haciéndole perder a éste el crédito público y, posiblemente, comprometiendo toda su
estructura financiera.
Estas distintas limitaciones sugieren, pues, que el crédito público, como fuente de ingresos, debe ser utilizado
sólo cuando existe una verdadera justificación.

Aspectos Legales Atinentes al Crédito Público y La Deuda Pública. Ley 24156.

La legislación argentina concede destacada importancia al régimen crediticio del sector público, al incluirlo en la
ley 24.156 de Administración Financiera.

Régimen legal del crédito público en general:

El art.56 establece que el crédito público se rige por las disposiciones de la ley, su reglamento y por las leyes que
aprueban las operaciones específicas, además en este mismo artículo lo define como la capacidad que tiene el
Estado de endeudarse con el objeto de captar medios de financiamiento, con la finalidad de:

 Realizar inversiones reproductivas;


 Atender casos de evidente necesidad nacional;
 Reestructurar la organización del estado;
 Refinanciar los pasivos del estado, incluidos los intereses respectivos.
El último párrafo del art.56 de la ley convierte en norma jurídica un principio de finanzas públicas reconocido
universalmente, cual es el de no utilizar ingresos procedentes de esta fuente financiera para destinarlos a gastos
corrientes. Para quienes transgrediesen esa prohibición nada prevé la propia ley, en cuanto a la sanción que
pudiese ser aplicable.

Régimen legal de deuda pública:


El art. 57 de la ley 24.156 denomina deuda pública al endeudamiento resultante de las operaciones de crédito
público, excluyendo de la calificación de la deuda pública tanto a la contraída por el Tesoro, como a la derivada
de la emisión de letras por la Tesorería General de la Nación, para cubrir deficiencias estacionales de caja, hasta
el monto que fije anualmente la ley de presupuesto general (art. 82). El mismo art. 82 prevé que tales letras
deben ser reembolsadas durante el mismo ejercicio financiero en que se emiten, y que, si tal reembolso no
acontece en ese lapso, se transformarán en deuda pública.

Las fuentes operativas sobre las cuales se puede originar la deuda pública, enunciadas en el art. 57 son:

 La emisión y colocación de títulos, bonos u obligaciones de largo y mediano plazo, constitutivo de un


empréstito;
 La emisión y colocación de letras del tesoro, cuyo vencimiento supere el ejercicio financiero;
 La contratación de préstamos con instituciones financieras;
 La contratación de obras, servicios o adquisiciones cuyo pago total o parcial se estipule realizar en el
transcurso de más de un ejercicio financiero posterior a aquel durante el cual se celebre esa contratación;
 El otorgamiento de avales, fianzas y garantías, cuyo vencimiento supere el período del ejercicio financiero;
 La consolidación, conservación y renegociación de otras deudas.

Clasificación legal de la deuda pública:

El art. 58 clasifica la deuda en interna y externa, por un lado y en directa e indirecta, por el otro.

Es deuda interna la contraída con personas físicas o jurídicas residentes o domiciliadas en la República Argentina
y cuyo pago puede ser exigible dentro del territorio nacional.

Es deuda externa la contraída con otro Estado u organismo internacional, o con cualquier otra persona física o
jurídica sin residencia o domicilio en la República Argentina y cuyo pago puede ser exigible fuera de su territorio.

Para las operaciones que comportasen la constitución de este tipo de deuda pública, el art. 61 de la ley exige que
antes de formalizar el acto respectivo, debe ser recabada la opinión del Banco Central de la República Argentina
sobre el impacto de la operación en la balanza de pagos.

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