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RESCRIPCIÓN

SUBASTA JUDICIAL. Auto aprobatorio. Falta de inscripción y posesión por el comprador. Solicitud de prescripción
por parte de la ejecutada. Transcurso de un plazo mayor a diez años. Procedencia de la prescripción

1– En el remate judicial, el vendedor es el Estado y no el ejecutado; esto explica que no sea éste el obligado a transferir al
comprador el dominio del bien subastado. Ello no quita que pese sobre el ejecutado un deber que consiste en sufrir la
transferencia coactiva de su propiedad, en consentir la expropiación de un bien suyo realizada por el Estado con el objeto de
satisfacer el derecho de su acreedor. Y si este deber es exigible por medio de una acción sujeta a prescripción, como es la que
compete al comprador para adquirir el dominio del bien subastado, no se ve por qué el ejecutado no podría liberarse de él una
vez transcurrido el plazo que la ley establece para que se opere la extinción de esa acción por falta de ejercicio.

2– El argumento del fallo apelado según el cual la extinción de los efectos del asiento generado por la comunicación de la
subasta no puede ser alegada por los sujetos que han intervenido en el proceso, para quienes la publicidad registral es
innecesaria, no resulta procedente. La ejecutada no pretende ampararse en la falta de inscripción de la subasta para
desconocerla, sino todo lo contrario. Lo que ella alega no concierne al trámite de la inscripción registral, cuya ausencia podría
reputarse irrelevante en este caso, sino al nacimiento mismo del derecho real que debía ser objeto de esa inscripción. Más que
la publicidad registral, lo que falta es el mismo derecho de propiedad que no llegó a pasar a cabeza del comprador porque no se
le hizo la tradición y no llegó a ser poseedor.

3– En autos, de lo que se trata es de ver si el transcurso de un plazo superior a diez años puede operar la extinción de este
derecho del comprador a obtener la posesión y adquirir el dominio de los lotes de los que fue adjudicatario en el remate.

4– Tampoco se compare el argumento del fallo apelado en cuanto atribuye a la ejecutada una conducta abusiva y de mala fe
por pretender negar los efectos de una subasta que le es conocida sin necesidad de publicidad registral. La prescripción
liberatoria se produce por el solo transcurso del tiempo y con total prescindencia de la buena o mala fe del deudor. Para la ley,
la invocación de la prescripción importa el ejercicio de un derecho, algo que no podría tener connotación antijurídica alguna.

5– Estas conclusiones no resultan modificadas por el hecho de que el comprador haya pagado el precio en su totalidad, si a
pesar de esto no llegó a entrar en posesión, hecho que no está comprobado con las constancias del proceso. Es más, algunos
elementos (v.gr. la rebeldía del comprador, constatación del oficial de justicia, etc.) corroboran la ausencia de esa posesión. No
puede sostenerse que el comprador haya llegado a adquirir el dominio de los lotes subastados, pues, por más que tenga un
título hábil para ello –como es el auto aprobatorio del remate–, ese solo título no acompañado de la posesión es insuficiente
para la adquisición del derecho real (art. 577, CC). Consecuencia de esto es que aun con ese título, el derecho del adquirente a
obtener el dominio es sólo un derecho personal y, como tal, susceptible de perderse por el transcurso del tiempo necesario para
que opere la prescripción liberatoria.

6– Tampoco es relevante que la subasta hubiese transformado en tenencia la posesión de la ejecutada, porque asumiendo que
esta consecuencia fuese exacta, eso no le privaría a la demandante de la legitimación que le confiere su calidad de titular
registral para hacer declarar la extinción de los derechos que terceras personas puedan tener a inscribir un título incompatible
con el suyo. Y esto con abstracción de quién resulte ser el verdadero poseedor, cuestión que no se juzga en esta causa.

7– En consecuencia, corresponde declarar extinguido por la prescripción el derecho del comprador a adquirir e inscribir el
dominio de los bienes de los que resultó adjudicatario en el remate. Ahora bien, una vez que esta sentencia se encuentre firme,
se deberá oficiar al Registro de la Propiedad para que se cancelen los asientos generados por la comunicación de la subasta, por
cuanto, resuelto que el comprador no tiene derecho a inscribir el dominio a su nombre, estos asientos no podrían tener ya
ninguna utilidad práctica.

C3a. CC Cba. 10/12/13. Sentencia Nº 184. Trib. de origen: Juzg. 15a. CC Cba. "Fernández Cervera, Domingo Rafael c/
Cuesta Blanca SA – Ejecutivo – Cobro de honorarios – Cuerpo (civil) – Incidente de prescripción contra Antonio Pablo
Mesquida (Mza. 66 Lote 45 y 46) – (Expte. N°1868691/36)”

PRESCRIPCIÓN LIBERATORIA
CONTRATOS. Boleto de compraventa. ACCIÓN DE NULIDAD. Nulidad de cláusulas contractuales. Fundamento en
la LDC. Ley aplicable. PRESCRIPCIÓN. Plazo. Art.50, ley 24240. Cómputo.Dies a quo

El decisorio que se comenta a continuación dirime cuál es la ley aplicable al caso –Ley de Defensa del Consumidor (LDC)
o Código Civil– en materia de prescripción liberatoria, respecto de una acción de nulidad promovida a los fines de dejar sin
efecto ciertas cláusulas de un contrato privado de compraventa inmobiliaria. Razonan los camaristas que, tratándose de esa
acción promovida con fundamento en la LDC, es esa misma norma la que debe resolver cuál es el plazo de prescripción que
corresponda. El tribunal dice adoptar un método de interpretación literal de la ley, descartando la opinión doctrinaria que
sostiene que el plazo previsto en el art. 50, LDC, de tres años, por su ubicación es únicamente asignable a los
procedimientos administrativos. Entiende, por el contrario, que dicha norma resulta igualmente aplicable cuando se trate
de la prescripción de una acción judicial. Tal interpretación –se expresa– obedece al propósito legislativo de limar la
desigualdad existente entre contratantes, lo que explica que el sistema tienda a la superposición de acciones a favor del
consumidor. Argumenta que la ley 24240 regula todas las relaciones emergentes de los contratos celebrados para consumo
o uso personal que se encuadren en los arts. 1º y 2º, cualquiera sea la acción que intente el consumidor o usuario, y sin
diferenciar obligaciones de naturaleza contractual o extracontractual. Por ello, la pauta interpretativa prevista en el art. 3,
LDC, no podría justificar en el caso una solución normativa contraria a la que se arriba en el fallo. Finalmente, y con
relación al dies a quo para el cómputo del plazo de prescripción (de la acción incoada con fundamento en una infracción a
la LDC), entienden que éste corre desde la celebración del contrato, porque es el momento en que las partes prestaron su
consentimiento y es cuando se habría cometido la infracción.

Relación de causa
En autos, la sentencia Nº 32 del 19/3/09 dictada por el Juzg. 40a. CC Cba. rechazó la demanda de nulidad parcial del contrato
de compraventa entablada por la compradora del inmueble, con costas a su cargo. Asimismo declaró la inconstitucionalidad de
la ley 25561 y modificatorias y del decreto 214/02 y modificatorias, haciendo lugar a la reconvención interpuesta por la
demandada en cuanto solicitaba la reestructuración de las obligaciones aplicando al respecto la teoría del esfuerzo compartido,
con costas a cargo de las reconvenidas. En contra de esa decisión se alza la parte actora y se agravia por cuanto el a
quo resolvió que las acciones que nacen del contrato que vincula a las partes se encuentran prescriptas. Aduce que el contrato
que sirve de base tanto a la acción como a la reconvención, es una promesa de venta en que las partes se obligaron la una a
pagar el precio y aceptar la escritura traslativa del dominio y la otra a recibir el precio y otorgar dicha escritura. Añade que el
acto recién estará perfeccionado al momento de otorgarse la escritura traslativa de dominio, momento a partir del cual
comenzará a contar la prescripción. Por otra parte, sostiene que el fundamento dado por el sentenciante –al hacer lugar a la
prescripción– es contrario a todos los principios que sustentan el andamiaje del derecho del consumidor, que está formulado
para protegerlo en la relación jurídica como parte débil. Expresa que el a quo invierte la protección y coloca al acreedor como
el sujeto jurídicamente protegido, ya que éste tiene diez años para ejercer el cumplimiento de las acciones que se desprenden
de la relación o contrato de consumo, y el deudor sólo cuenta con tres años. Agrega que el iudicante realizó una errónea
interpretación del cuerpo normativo tuitivo del consumidor, ya que el art. 3 prescribe que las disposiciones de la ley se integran
con todas las normas generales y especiales adjudicables a las relaciones de consumo, por lo que debe aplicarse el principio
del favor consumatoris. Indica que nada obsta a que se inicie una acción judicial de reclamo por incumplimiento contractual o
–como en la especie– observancia legal de la parte fuerte de la relación, y se invoque la prescripción decenal prevista en el art.
4023, CC, para el ejercicio de las acciones personales de naturaleza contractual. Manifiesta que el fallo cuestionado obvia el
hecho de que las infracciones a la LDC pueden ser tanto instantáneas como continuas, siendo distinto, según el caso planteado,
el punto de partida para que comience a correr la prescripción. Expone que si el delito es instantáneo, la prescripción comienza
a correr en el momento en que se consumó; en cambio, en el continuo, principia desde el día en que dejó de consumarse. Es
principio del derecho –dice– que lo accesorio siga la suerte de lo principal, de donde los pagos percibidos por la demandada
son manifestaciones de la violación producida en el boleto base de la acción, por lo que la prescripción se interrumpe con cada
cobro efectuado por la empresa en violación de la normativa del consumidor. Señala que la prescripción prevista por la ley
24240 fue establecida para sede administrativa y no en sede judicial, por lo que dicha normativa no ha establecido un plazo de
prescripción para las acciones judiciales emergentes de sus disposiciones. Que el a quo no tuvo en cuenta las publicidades
acompañadas en la demanda, de las que surge que la oferta se realizaba teniendo en cuenta cuotas fijas en pesos sin interés ni
comisión, y la demandada contraría tal normativa, ya que ofrece financiación en pesos y luego hace firmar en dólares con
cuotas superiores a lo acordado e incluyendo intereses en el contrato, que no se encontraban detallados en la publicidad. Por lo
tanto, cae sobre dicha cláusula la nulidad del art. 36, LDC. La parte demandada pide se rechace el recurso de apelación y se
confirme la resolución recurrida.

Doctrina del fallo


1– A través de la acción planteada por la actora se persigue la nulidad de algunas de las cláusulas del contrato de compraventa
que celebró con la demandada, con fundamento en la violación de la ley 24240. Si la actora circunscribió su reclamo a lo
estipulado por la LDC, no puede pretender que a las acciones fundadas en ese ordenamiento legal no se les aplique, en materia
de prescripción, lo establecido en ese mismo cuerpo normativo.

2– Se sostiene la opinión contraria a aquella doctrina que, a partir de la ubicación del art. 50 en la ley (LDC), afirma que dicha
disposición es de aplicación exclusiva a las actuaciones administrativas. Si bien el legislador no se preocupó mucho en la
redacción del artículo en la parte que establece el término de tres años para la prescripción de las acciones civiles emergentes
de la ley, el texto normativo literalmente refiere tanto a la prescripción de los procedimientos administrativos regulados en ese
mismo capítulo como a la prescripción de las acciones judiciales, que constituye el contenido del capítulo siguiente de dicho
régimen legal. La ley en forma clara y categórica se refiere a ambos supuestos.

3– Esta interpretación viene dada, además, en función de que el derecho del consumidor tiene como norte establecer una
situación de cierto equilibrio en la relación entre las partes (como consecuencia de detectarse un vínculo que se plantea en
general impregnado de una profunda disparidad); y, precisamente, con el objeto de limar la desigualdad en las relaciones entre
los contratantes, el sistema tiende a la superposición de las acciones a favor del consumidor con el propósito de permitirle
hacer efectivos sus derechos por la vía que estime más conveniente. Consecuentemente, teniendo presente este propósito
legislativo, la pretensión de limitar la aplicación del art. 50, ley 24240, a los procedimientos administrativos, atenta contra la
idea de la protección jurídica de los consumidores y usuarios a que está orientada la nueva legislación.

4– Resulta incorrecto sostener que la aplicación del plazo de prescripción de tres años establecido por el art. 50, LDC, con
relación a la demanda de nulidad de las cláusulas contractuales, causa un perjuicio o menoscabo a la actora, y que por ello deba
recurrirse al art. 3, LDC, interpretando el caso a favor del consumidor; porque, salvo el supuesto de la acción del consumidor
contra el proveedor para demandar en virtud de un vínculo jurídico cuya prescripción está sujeta al plazo de diez años del art.
4023, CC (lo que puede dar lugar a serias controversias en razón de lo dispuesto en el últ. párr. del art. 3º), en general el plazo
de tres años (art. 50) favorece a los usuarios en la mayor parte de los contratos celebrados habitualmente para consumo o uso
particular, al otorgarle mayor tiempo del que disponían según el Cód.Civil para promover la acción. Tal lo que ocurre con las
acciones por nulidad de los actos jurídicos (art. 4030, CC). Este estatuto regula todas las relaciones emergentes de los contratos
celebrados para consumo o uso personal que se encuadren en los arts. 1º y 2º, cualesquiera sean las acciones que pueda
esgrimir el consumidor o usuario, sin diferenciar los supuestos de obligaciones de naturaleza contractual de las que nacen de la
responsabilidad aquiliana.

5– Resulta improcedente la interpretación (de la actora) en el sentido de que el curso de la prescripción para las acciones que
derivan del contrato se inicia a partir de la escritura traslativa de dominio. Ello así, porque significa restar eficacia y
operatividad al propio acto jurídico impugnado de nulidad, soslayando el cúmulo de derechos y obligaciones que se generan –
para los contratantes– desde el mismo momento de su celebración. Esa oportunidad –en que las partes prestan su
consentimiento– marca el comienzo del plazo de prescripción; desde allí debe computarse el término de la acción de nulidad de
sus cláusulas fundada en la supuesta infracción a la LDC, momento en que se habría cometido la infracción a tenor de los
términos de la demanda. En este punto cabría remitir a los principios establecidos en la ley común (arts. 4030 y 4033, CC),
que, al referir a la prescripción de la acción de nulidad por simulación o fraude, en forma expresa establecen que el plazo
comenzará a correr desde que se tuviere noticia del hecho que causa el perjuicio. Es decir, desde que el acto sujeto a la acción
se celebró, siempre que el vicio hubiera sido conocido por quien deduce la pretensión; de lo contrario, de no haber tenido
conocimiento, corre desde la noticia de éste.

6– En el caso, la accionante conocía de las cláusulas que establecían el valor de las cuotas, la moneda en que debían ser
pagadas, la fijación de la tasa de interés, la renuncia a invocar la teoría de la imprevisión y las atinentes al pacto comisorio,
desde el momento en que rubricaba el convenio con la contraria. Además, en la propia demanda alude a una publicidad previa
y engañosa, lo cual hace suponer que, al tiempo de la celebración del contrato, la actora tenía conocimiento de la trasgresión
que denuncia y del eventual perjuicio que podría derivarse de aquella (y en el cual sustenta la acción). Así las cosas, el pago de
cada cuota no configura una nueva infracción sino la consecuencia del acto celebrado en violación de la ley; porque el vicio no
se reproduce con cada pago, sino que se tiene por configurado en el acto generador de cada una de las prestaciones.

Resolución
Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la actora, confirmándose la sentencia apelada en todo lo que ha sido materia
de agravio. Las costas de la alzada se imponen a la apelante vencida.

C7a. CC. 12/2/2008. Sentencia N° 2. Trib. de origen: Juzg. 40a. CC Cba. "Manavella Evangelina Elba c/ Gama SA –
Ordinario - Simulación – Fraude - Nulidad - Recurso de Apelación” (Expte. Nº 857907/36). Dres. Jorge Miguel Flores, Rubén
Atilio Remigio y Raúl E. Fernández

Prescripción de los tributos locales y el Código Civil y Comercial

Viñas, Julio

Publicado en: LA LEY 30/09/2015 , 1 • LA LEY 2015-E , 963

Sumario: I. Introducción. — II. La prescripción de tributos en la jurisprudencia de la Corte Suprema. —


III. Áreas críticas de la doctrina "Filcrosa". — IV. El Código Civil y Comercial de la Nación. — V.
Reflexiones finales.

Cita Online: AR/DOC/3277/2015

Voces

Conjurar los riesgos de la atomización de pautas rectoras en un tópico sensible a la seguridad jurídica
como la prescripción, así como de los eventuales o habituales abusos o excesos fiscales, aun ciertos, no
puede hacerse a costa de avasallar las autonomías locales mediante el sometimiento de su derecho
público a las normas del derecho civil, pues estos males deben encontrar remedio en los principios y
garantías de la Constitución Nacional.
I. Introducción

La prescripción de las obligaciones tributarias, en particular de los tributos locales, es un tópico que ha
despertado recurrentes debates en la doctrina y jurisprudencia, quizás por su estrecha vinculación con dos
espinosas cuestiones: la estructura de poder diseñada por la Ley Fundamental, que nos remite a la ardua
tarea de deslindar las competencias de la Nación y las Provincias, por un lado; y la línea divisoria entre el
Derecho Público y Privado, por el otro.

El primero, desde luego que no es un conflicto nuevo, ni exclusivamente nuestro. Alberdi, en los albores
de nuestra organización institucional, anunciaba la dificultad de este asunto: "...Este gobierno, general y
local a su vez, será complicado y difícil, pero no por ello dejará de ser el único gobierno posible para la
República Argentina. Las formas simples y puras son más fáciles, pero todos ven que la República
Argentina es tan incapaz de una pura y simple federación, como de una pura y simple unidad. Ella
necesita, por sus circunstancias, de una federación unitaria o de una unidad federativa. Esta fórmula de
solución no es original. Es la que resolvió la crisis de ocho años de vergüenza, de pobreza y de
desquicio, por la cual pasó la Confederación de Estados Unidos antes de darse la forma mixta que hoy
tiene..." (1). Una prevención importante: las diferentes concepciones existentes en este campo, explican
en parte el dilema que encierra y lo contingente que pueden resultar sus conclusiones: "...La cuestión de
los derechos dependerá, claro está, del criterio con que se encare la anterior sobre la naturaleza y los
propósitos de la organización constitucional, del concepto sobre lo que ha de ser la esfera de acción del
poder federal y también de la manera de comprender los límites que le están impuestos, por la
coexistencia de los gobiernos de Estado con poderes indefinidos. Como dice Cooley, 'las opiniones
extremas por un lado nos llevan a la desintegración, y por otro a la centralización'..." (2).

La división entre el Derecho Público y Privado esconde también una discusión de vieja data. Y aunque
los autores no se han puesto de acuerdo en un criterio clasificador, no puede soslayarse su relevancia,
pues de ello depende la designación del órgano habilitado para reglamentarlo. Con acierto se ha
dicho: "...En realidad, no puede desconocerse la importancia y utilidad de la distinción entre derecho
público y derecho privado, aparte de la significación histórica que ella posee. Que sea difícil establecer
en la práctica el deslinde entre uno y otro derecho, no significa que no exista diferencia entre ellos.
Como observa sabiamente Bunge, 'también es muy difícil advertir con precisión el instante en que acaba
el día y comienza la noche; pero no por esto dejan de diferenciarse el día y la noche'. Por lo demás, la
utilidad didáctica de dicha clasificación es grande y no ha sido desconocida..." (3).

La jurisprudencia, en general, no miró bien los apartamientos de las leyes tributarias locales respecto de
las figuras e institutos del derecho privado, y en materia de prescripción la Corte Suprema de Justicia de
la Nación (CS) a partir del caso "Filcrosa", inauguró una familia de fallos que postula la primacía del
derecho privado en función de los arts. 31 y 75 inc.12, Const. Nac., doctrina que significó una seria
limitación de las autonomías locales.

La sanción del Código Civil y Comercial de la Nación a través de la Ley Nacional 26.994, B.O.
08/10/2014 (CCCN), reflota esta discusión al remitirse a la reglamentación local a través de dos ambiguas
normas, cuya exégesis —con la prevención señalada—, constituye el objeto de este trabajo.

Con ese cometido, se ha entendido útil en primer lugar, describir la evolución de la jurisprudencia,
analizando las tesis antagónicas que precedieron a la doctrina "Filcrosa"; así como los puntos centrales de
ésta última. Luego, se identificarán las áreas críticas o flancos débiles que presenta la mencionada
doctrina. Con esos antecedentes, se examinarán las normas del nuevo Código y se intentará abordar
algunos de los interrogantes que plantea su implementación, como los relativos a su constitucionalidad,
alcance de la remisión y aplicación en el tiempo.

II. La prescripción de tributos en la jurisprudencia de la Corte Suprema

El plazo de prescripción de la acción de cobro de tributos es una cuestión que comenzó a ser discutida
fuertemente a partir del fallo plenario dictado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en el
año 1983 en la causa "Obras Sanitarias de la Nación c. Galvalisi, José y otros" (4), oportunidad en la que
revisara la doctrina plenaria de las Cámaras Civiles en pleno de la Capital Federal sentada en autos "O. S.
N. c. Alvarez y otros" el 10 de octubre de 1922 (Rev. LA LEY, t. 54, p. 178), según la cual prescribían
por el plazo ordinario del art. 4023 del Cód. Civil la acción de cobro de la tasa de servicios que presta
Obras Sanitarias de la Nación. En su lugar, la nueva doctrina plenaria estableció que el plazo de
prescripción de la acción de cobro de los tributos mencionados era el de cinco años contemplado por el
art. 4027, inc. 3° del Cód. Civil.

El voto de la mayoría, tomando como punto de partida la disidencia del doctor Colmo del plenario
anterior, enuncia la tesis jusprivatista argumentando que la tasa de servicios de OSN no refleja una
relación de derecho público; que el fisco no tiene ninguna situación de privilegio en cuanto a la
prescripción de sus derechos civiles (art. 58, Cód. Civil ya no vigente y su nota); que tratándose el
servicio de que se trata de una deuda periódica rige el plazo quinquenal previsto por el art. 4027, Cód.
Civil derogado, que si bien exigirá una mayor diligencia estatal la misma se verá atenuada por los
modernos métodos de trabajo con apoyo en la cibernética y medios de comunicación; que tratándose de
una tasa y no de un impuesto, resulta inaplicable el art. 1, Ley Nacional 11.585 que establece el plazo
decenal de prescripción para las acciones de cobro de impuestos y multas nacionales.

La disidencia, con cita de Jarach y García Belsunce, defiende la tesis juspublicista, aduciendo que las
relaciones entre el contribuyente y el Fisco son eminentemente de derecho público y por tanto no pueden
ser aplicables normas que como las que estatuyen sobre prescripción en el Código de Vélez se referían a
obligaciones de derecho privado, cuyos principios sólo se aplican de manera supletoria cuando el
conflicto no puede ser decidido en manera alguna según el derecho tributario o fiscal; que el art. 3951 del
mencionado Código excluye de dicha normativa los vínculos surgidos con motivo de la aplicación de
tributos; que en esta materia conviene dar primacía al principio de autonomía del derecho tributaria, pues
prescindir de dicha orientación podría provocar el desvío de trasladar criterios privatistas a un
ordenamiento inmerso en una sistemática distinta, a veces incompatible; que resulta aplicable el plazo
decenal de prescripción para las acciones de cobro de impuestos y multas nacionales establecido por la
Ley 11.585, pues en el término "impuestos" debe entenderse incluidos los impuestos propiamente dichos,
las tasas y contribuciones especiales dado la amplia significación adjudicada por el legislador al ingreso
público de mayor relevancia como es el impuesto; aun cuando no resultare aplicable directamente el
referido ordenamiento jurídico, sí lo sería por vía de analogía, interpretación válida en esta materia pues
no se trata de crear un tributo o aumentar su importe, sino de elegir el lapso prescriptivo.

Dos años después, la Corte Suprema en el caso "Obras Sanitarias de la Nación c. Castiglioni y Lissi,
Jorge A. L." (5) deja sin efecto una sentencia de la sala G de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil que con fundamento en la doctrina plenaria antes mencionada declaró aplicable el plazo de
prescripción quinquenal del art. 4027 inc.3° del Cód. Civil derogado a la acción de cobro de la tasa de
OSN, y en su lugar declara aplicable al caso el plazo de prescripción decenal contemplado por el art. 1°,
Ley 11.585 adhiriendo a la tesis publicista. El razonamiento judicial parte de la consideración de que la
vinculación jurídica que se instaura entre el Estado y los contribuyentes con motivo de obligaciones
tributarias corresponde a una relación de derecho público (consid. 5°). En segundo lugar, acentuando el
principio de autonomía del derecho tributario consagrado en el art. 11, Ley 11.683 (t.o. 1978), aplica la
hermenéutica específica de las leyes tributarias, señalando que su exégesis debe efectuarse a través de una
razonable y discreta interpretación de los preceptos propios del régimen impositivo y de las razones que
los informan con miras a determinar la voluntad legislativa debiendo recurrirse a los principios del
derecho común, con carácter supletorio posterior, cuando aquellas fuentes no resulten decisivas (consid.
6°). Luego ante la ausencia de previsión legal expresa, acude por vía de analogía, a la Ley 11.585
integrando el ordenamiento especial con otra disposición propia del ámbito del derecho tributario
adoptando un plazo de prescripción perteneciente a un sistema legal compatible con las características
propias del gravamen en cuestión con el fin de que éste no se vea afectado por las consecuencias
provenientes de una norma que responda a una diversa concepción legislativa acerca del proceso de
extinción de la obligación tributaria (consid. 9° y 10°).

En el año 1989, el Máximo Tribunal de la Nación en el caso "Santos, Ramiro v. Instituto de Seguridad
Social de la Provincia de Tucumán s/ acción contencioso — administrativa" (6), admitió la prevalencia
del derecho público local con relación a las normas del derecho privado en materias no delegadas a la
Nación en función de lo dispuesto por los arts. 104 y 105 Const. Nac., al convalidar la facultad de los
gobiernos locales para establecer plazos de prescripción en materia previsional local, doctrina que en lo
sustancial fuera confirmada en el año 1997 en el caso "Cena, Juan M. v. Provincia de Santa Fe" (7).
En el año 1990 la Corte Suprema en la causa "Obras Sanitarias de la Nación c. Colombo,
Aquilino" (8) mantiene la tesis publicista esbozada en el fallo "Obras Sanitarias de la Nación c.
Castiglioni y Lissi, Jorge A. L." en orden a la aplicación analógica de normas propias del derecho
tributario y la aplicación supletoria del derecho privado (consid. 10°), aunque frente al vacío legal opta
por la prescripción quinquenal de la Ley 11.683 que regula la generalidad de los recursos impositivos, el
que resultaba coincidente con el previsto en el derecho privado para las obligaciones periódicas (art. 4027
inc.3°, Cód. Civil ya no vigente). Añade un argumento práctico que será reiterado en fallos posteriores:
no se advierte la imposibilidad del Estado de obrar con adecuada diligencia dentro de un plazo de 5 años,
puesto que los modernos sistemas de computación pueden ser utilizados en momento oportuno para
detectar la nómina de deudores y promover las acciones legales pertinentes (consid. 13°).

Pero es a partir del caso "Municipalidad de Avellaneda s/inc. de verif. en: Filcrosa S.A. s/quiebra" (9),
cuando la Corte Suprema mediante sentencia de fecha 30/09/2003 fija posición con relación al plazo de
prescripción de los tributos locales asumiendo la tesis privatista. Los argumentos de la mayoría podrían
sintetizarse como sigue: las provincias carecen de facultades para establecer normas que importen
apartarse de la legislación de fondo, incluso en materias de derecho público local; la prescripción no es un
instituto del derecho público local sino un instituto general del derecho lo que ha justificado que el
legislador nacional en función de lo dispuesto por el art. 75 inc.12, C.C., fijara el régimen de prescripción
de la generalidad de las acciones susceptibles de extinguirse por esta vía (consid. 6°); si bien la facultad
de establecer tributos locales es un poder no delegado por la provincias al Gobierno Nacional, dicha
prerrogativa no comprende la de fijar la prescripción de los mismos en virtud de lo dispuesto por el art. 75
inc.12, Const. Nac. (consid. 4° y 5°), delegación que tuvo por finalidad lograr un sistema homogéneo de
leyes que contribuyera a fortalecer los lazos de unidad de los Estados provinciales que se congregaron
mediante la Constitución (consid.10°); del texto expreso del art. 75 inc.12, Const. Nac. deriva la
"implícita" pero inequívoca limitación provincial de regular la prescripción y los demás aspectos que se
vinculan con la extinción de las acciones destinadas a hacer efectivos los derechos generados por las
obligaciones de cualquier naturaleza (consid.12°), garantizando un régimen único de extinción de
obligaciones que evite la atomización de pautas rectoras en esta importante cuestión (consid. 14° y 15°);
la regulación de los aspectos sustanciales de las relaciones entre acreedores y deudores corresponde a la
legislación nacional por lo que no cabe a las provincias dictar leyes incompatibles con lo que los códigos
de fondo establecen al respecto, ya que al haber atribuido a la Nación la facultad de dictarlos han debido
admitir la prevalencia de las leyes del Congreso y la necesaria limitación de no dictar normas que las
contradigan (consid. 9°); si bien la vigencia del derecho privado ha sido limitado a los supuestos donde no
existen normas específicas que regulen la cuestión de derecho público de que se trate, esa situación se
verifica en la especie al carecer la norma local de aptitud para desplazar la aplicación extensiva de la
disposición civil (consid. 17°).

El voto de la minoría —integrada por los vocales Petracchi y Maqueda—, entendió que dado que la Ln
11.585 aplicable en materia de tasas nacionales fija en diez años la prescripción para esa clase de
obligaciones modificando el plazo común fijado en el Código Civil no cabe admitir que son inválidas las
leyes provinciales que fijan un plazo de prescripción igual para la extinción de obligaciones de la misma
índole —tasa municipal—, pues la provincia no ha violentado el deber de adecuarse a la legislación
nacional uniforme que le impone el art. 75 inc.12, Const. Nac., añadiendo que razones elementales de
igualdad impiden exigir a los Estados provinciales un comportamiento distinto (consid. 14, 15° y 16°).

La doctrina del caso "Filcrosa" fue extendida en el año 2004 al ámbito del derecho administrativo local en
la causa "Verdini, Edgardo U. v. Instituto de Seguridad Social del Neuquén" (10), aplicando las normas
del Cód. Civil recientemente derogado al plazo de prescripción de una acción de indemnización de daños
derivados de la nulidad de un acto administrativo de carácter sancionatorio, pretensión que según el
dictamen del Procurador General de la Nación revestía una inequívoca naturaleza administrativa. El fallo
se remite por razones de brevedad al precedente "Filcrosa", reiterando frente al señalamiento del dictamen
del Procurador General en orden a la naturaleza administrativa de la pretensión deducida que "...las
provincias carecen de facultades para establecer normas que importen apartarse de la legislación de
fondo, incluso en materias de derecho público local...".

En el caso "Recurso de hecho deducido por Casa Casmma S.R.L. en la causa Casa Casmma S.R.L. s/
concurso preventivo s/ incidente de verificación tardía (promovido por Municipalidad de La Matanza)"
del año 2009 (11), donde se juzgaba la validez de normas locales que regulan el efecto interruptivo de las
actuaciones administrativas con relación al plazo de prescripción de tasas municipales, la Corte Suprema
compartiendo el dictamen del Procurador Fiscal, se remite a los fundamentos expresados en la causa
"Filcrosa", resultando esclarecedor transcribir los conceptos vertidos en el voto de la Dra. Carmen
Argibay: "...Con relación a este aspecto, entiendo oportuno señalar que la línea de decisiones que viene
siguiendo el Tribunal a partir del caso "Filcrosa" no ha merecido respuesta alguna del Congreso
Nacional, en el que están representados los estados provinciales y cuenta con la posibilidad de introducir
precisiones en los textos legislativos para derribar así las interpretaciones judiciales de las leyes, si de
alguna manera se hubiera otorgado a éstas un significado erróneo. Tal circunstancia confiere
plausibilidad a la interpretación de la legislación nacional que sirvió de fundamento a la decisión
adoptada en dicho precedente, pese a las dificultades que encuentro para extraer del Código Civil, a
partir de la argumentación utilizada en el fallo, el claro propósito legislativo de limitar el ejercicio de los
poderes provinciales en el ámbito de sus materias reservadas. A ello debe agregarse que en la causa no
se ha promovido seriamente la inconstitucionalidad de los artículos del Código Civil ni se ha articulado
una crítica orientada a revisar esa interpretación que, mientras siga en pie, cuenta con la autoridad para
gobernar la solución de casos similares o análogos a aquéllos en los que ha operado como ratio
decidendi..."

La doctrina "Filcrosa" fue reiterada en "Fisco de la Provincia c. Ullate, Alicia Inés— Ejecutivo —
apelación— recurso directo" (12) y más recientemente en "Municipalidad de la Ciudad de Corrientes c.
Herrmann, Alejandro Enrique s/ apremio" (13), estableciendo que la doctrina fijada con relación a los
plazos de prescripción, resultaba trasladable al momento de su inicio y a las causales de suspensión e
interrupción, en virtud de lo dispuesto por el art. 75, inc. 12, de la Constitución Nacional.

III. Áreas críticas de la doctrina "Filcrosa"

Quizás la réplica más dura que ha recibido la doctrina "Filcrosa" es el fallo dictado por el Tribunal
Superior de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el caso: "Sociedad Italiana de Beneficencia en
Buenos Aires c. Dirección Gral. de Catastro" (2003) (14), entre cuyos argumentos, merecen destacarse los
siguientes: —cuando en el art. 75 inc.12, Const. Nac. se establece que es atribución del Congreso
Nacional la de dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y del Trabajo y Seguridad Social,
en cuerpos unificados o separados, se agrega sin que tales códigos alteren las jurisdicciones locales,
expresión que no deja lugar a dudas respecto de los alcances de las disposiciones contenidas en la
legislación común y que permite afirmar que, desde el punto de vista del diseño constitucional argentino,
la jurisdicción tributaria local no se encuentra regulada por las disposiciones de los cuerpos normativos
enunciados en el precepto citado (cfr. voto Dra. Conde); —que el art. 75 inc. 12, C.N., no sólo menciona
al Cód. de Vélez, sino también al Código Penal con lo cual, en el criterio de la CS, debería interpretarse
en paralelo, que en el país sólo debe existir un régimen de prescripción penal y sus plazos. Ello impediría
que, como sucede en la realidad, los plazos de prescripción de los deberes emergentes de un código de
faltas, o de contravenciones, o del Derecho administrativo sancionatorio puedan ser regulados por las
leyes locales por el mismo argumento de la inconstitucionalidad aquí examinado, ejemplo que basta para
advertir cómo el criterio de la CS avanza peligrosamente por sobre las autonomías provinciales, en un
sentido centralizador, impropio de nuestro orden jurídico básico —régimen federal— (cfr. voto Dr.
Maier). Y no se puede dejar de citar el estudiado voto del Dr. Casás, quien aporta con maestría las
definiciones doctrinarias y jurisprudenciales de la autonomía dogmática del derecho tributario y su
vinculación con la cláusula de los códigos (art. 75 inc.12, C.N.), marcando como punto de inflexión, el
célebre voto en minoría del Dr. Orgaz, en el caso: "Atilio César Liberti — sucesión" (Fallos 235:571),
sentencia del 10 de agosto de 1956, donde inaugura la tesis "iuspublicista-autonomista" que luego se
afianzara como doctrina unánime del tribunal "in re" "Lorenzo Larralde y Otros" (Fallos 243:98),
sentencia del 2 de marzo de 1959, donde se expresara: "...Que en atención a lo antes señalado, el tribunal
estima por lo menos excesiva la afirmación contenida en sus pronunciamientos anteriores, según la cual
el Código Civil, en razón de haber sido dictado por el Congreso, constituye una ley limitativa de la
facultad de las provincias para establecer impuestos dentro de los límites de su jurisdicción. Esta
facultad es amplia, como ya se ha dicho, y no tiene más limitaciones que las que provienen de la misma
Constitución, pues no otra cosa quiere decir, de acuerdo con el sistema federal y con los antecedentes de
nuestra historia, que 'Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al
Gobierno Federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su
incorporación' (art. 104). Pretender que, además, las provincias, en el ejercicio de sus facultades
privativas en cuanto a la imposición de contribuciones y a la manera de percibirlas, deben atenerse a las
limitaciones que puedan surgir del Código Civil, importa hacer de este último código, sólo concerniente
a las relaciones privadas, un Derecho supletorio del Derecho público, en este caso, del Derecho
financiero; importa, asimismo, querer limitar el federalismo de la Constitución con el unitarismo del
Código Civil, lo que es, desde luego, inaceptable, como doctrina general, habida cuenta de la
preeminencia que tiene la Carta Fundamental sobre toda otra ley; sólo excepcionalmente, en la medida
en que el Código Civil contiene principios o normas generales de Derecho rige también en el campo del
Derecho público. La delegación que han hecho las provincias en la Nación para dictar los códigos de
fondo, sólo significa que aquellas, en lo que respecta a los Códigos Civil, y de Comercio, han querido un
régimen uniforme en materia de Derecho privado; y es seguramente excesivo interpretar que, además,
han tenido la voluntad de limitar también las facultades de Derecho público de que no se desprendieron
en beneficio de la Nación...". Finalmente el Dr. Casás expone los argumentos con base en los cuales
sostiene la prevalencia de la legislación tributaria local respecto del derecho privado, entre los que cabe
destacar: "...a) la autonomía dogmática del Derecho tributario —dentro de la unidad general del
Derecho— es predicable respecto de tal rama jurídica tanto en el orden federal como local; b) la unidad
de legislación común, consagrada por el Congreso Constituyente de 1853, quedó ceñida a las materias
específicas a que se alude en la Cláusula de los Códigos, no pudiendo trasvasarse dichas disposiciones,
sin más, al ámbito del Derecho público local; c) la "sumisión esclavizante" del Derecho tributario local
al Derecho privado, podría conducir a consecuencias impensadas, reproduciendo desconceptos como los
que se observan en el voto de la mayoría recaído en la causa: "Doña Tomasa Vélez Sarsfield" —ya
citada—, ...; d) se afectaría el principio de igualdad esencial entre el Estado Nacional y las provincias
como entes gubernativos, en cuanto la potestad tributaria normativa —atributo iure imperii—, sufriría
menoscabo en el segundo de los supuestos, a diferencia del primero; e) se quebraría la actual unidad y
uniformidad de legislación sobre prescripción en el ámbito específicamente tributario, a tenor de las
disposiciones análogas contenidas en la ley 11.683; ...g) también en subsidio, se convertiría en Ley
Suprema una interpretación sólo posible y no pacífica de un artículo del Código Civil para menoscabar
la autonomía de los Estados locales, con lesión palmaria al federalismo que sustenta la Carta Política de
1853...".
De lo expresado se puede colegir que la doctrina "Filcrosa" presenta en su razonamiento dos áreas críticas
o flancos débiles:

a) La primera se vincula con la interpretación extensiva que la Corte Suprema ha acordado a la cláusula
de los códigos (art. 75 inc.12, Const. Nac.). En ese orden, el voto de la mayoría sostiene que del texto
expreso del art. 75 inc.12, C.N. deriva la "implícita" pero inequívoca limitación provincial de regular la
prescripción y los demás aspectos que se vinculan con la extinción de las acciones destinadas a hacer
efectivos los derechos generados por las obligaciones de cualquier naturaleza (consid.12°), garantizando
un régimen único de extinción de obligaciones que evite la atomización de pautas rectoras en esta
importante cuestión (consid. 14° y 15°). Esta inteligencia choca con dos firmes líneas jurisprudenciales
que la CS Suprema ha sostenido en su actual integración, a saber: 1) la inteligencia acordada al principio
de supremacía normativaconsagrado en el art. 31, C.N., desde el caso "Domingo Mendoza y Hno. c. Pcia.
de San Luis" y mantenido en la causa "Camuzzi Gas del Sur S.A. c. Provincia de Río Negro" (2008) (15),
y que se enuncia como sigue:"los actos de las legislaturas provinciales no pueden ser invalidados sino en
casos en que la Constitución concede al Congreso Nacional, en términos expresos, un poder exclusivo o
en que el ejercicio de idénticos poderes ha sido expresamente prohibido a las provincias o cuando hay
una absoluta y directa incompatibilidad en el ejercicio de ellas por éstas últimas (Fallos: 302:1181;
320:619, entre otros)...Por estas razones, la atribución que tiene el Tribunal de declarar inaplicables
leyes o actos emanados de otros poderes del Estado Nacional o provincial, a título de contrarios a la
Constitución o a las leyes nacionales, debe ejercerse con suma prudencia (Fallos: 286:76)...que el diseño
del sistema federal en la Constitución Nacional reconoce la preexistencia de las provincias y la reserva
de todos los poderes que éstas no hubiesen expresamente delegado en el gobierno central, a la vez que
exige aplicar estrictamente la preeminencia de los poderes federales en las áreas en que la Ley
Fundamental así lo estableció (Fallos: 324:3048)..." Entonces, la "implícita" limitación de las provincias
para regular la prescripción de las obligaciones tributarias que la CS extrae de la cláusula de los códigos
(art. 75 inc.12, C.N.), luce insuficiente para sustentar la regla jurisprudencial anotada relativa a la
existencia de una delegación "en términos expresos de un poder exclusivo" a la Nación, máxime cuando
la atribución judicial para declarar la invalidez o inaplicabilidad de un acto legislativo provincial es la
última ratio del orden jurídico y por lo tanto debe ser ejercida con "suma prudencia", lo que revela que el
criterio de interpretación en este campo debe ser restrictivo, no extensivo. No se desconoce que la
interpretación constitucional de los poderes delegados a la Nación admite un criterio estricto y otro liberal
—poderes implícitos—, reconociendo en este último caso que dicha delegación comprende no sólo las
facultades expresamente delegadas en la Constitución sino también aquellas que derivan de su
necesaria implicancia; sucede que si la facultad de dictar los códigos de fondo que las Provincias
delegaron expresamente a la Nación "implicara" necesariamente una limitación correlativa al derecho
público local, fuerza sería concluir que las Provincias carecerían de facultades para establecer plazos de
prescripción en materia previsional, administrativa o contravencional local, pero está claro que ésta no es
la solución que abona la jurisprudencia ni el ordenamiento jurídico vigente. En este punto, Alberdi
expresaba: "...La soberanía provincial, acordada por base, quedará subsistente y respetada en todo
aquello que no pertenezca a los objetos sometidos a la acción exclusiva del gobierno general, que serán
por regla fundamental de derecho público: —todos aquellos que expresamente no atribuya la
constitución al poder del gobierno federativo ó central..." (16); 2) el significado acordado a la
expresión "causa civil" a los fines de establecer su competencia originaria, a partir de la causa "Barreto"
(2006) (17) donde expusiera: "...10) Que se trata, pues, de un daño que los actores atribuyen a la
actuación del Estado provincial en el ámbito del derecho público, como consecuencia del ejercicio
imperativo del "poder de policía de seguridad" entendido como una "potestad pública" propia del
Estado, quien la ejerce cuando lo estima conveniente para satisfacer exigencias de bien público o de
interés general; materia cuya regulación corresponde al campo del derecho administrativo y de resorte
exclusivo, por ende, de los gobiernos locales, de conformidad con lo dispuesto por el art. 121 y
concordantes de la Constitución Nacional; y que encuentra su fundamento en principios extraños a los
propios del derecho privado ... (confr. Marienhoff, Miguel S., "Tratado de Derecho, Administrativo",
Abeledo Perrot, Buenos Aires, segunda edición actualizada, T. IV, nros. 1527, 1601, 1625, 1648, 1686,
1687 y 1688; Fiorini, Bartolomé A., "Manual de Derecho Administrativo", La Ley S.A., Buenos Aires,
1968, Primera Parte, Capítulo IV, págs. 82, 83, Segunda Parte, Capítulo I, págs. 1103, 1112, 1113,
1131; Forsthoff, Ernst, "Tratado de Derecho Administrativo", Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
1958, págs. 427)...12) Que no obsta a tal conclusión la circunstancia de que para resolver el sub lite se
invoquen eventualmente disposiciones contenidas en el Código Civil, pues todos los principios jurídicos
—entre los que se encuentra el de la responsabilidad y el resarcimiento por daños ocasionados— aunque
contenidos en aquel cuerpo legal no son patrimonio exclusivo de ninguna disciplina jurídica y menos aún
del derecho privado, pues constituyen principios generales del derecho aplicables a cualquiera de ellas,
aunque interpretándolos teniendo en cuenta el origen y naturaleza de la relación jurídica de que se trate
(Fiorini, op. cit., primera parte, págs. 90 y sgtes.).Tampoco obsta a lo expuesto la circunstancia de que,
ante la ausencia de normas propias del derecho público local se apliquen subsidiariamente disposiciones
de derecho común, toda vez que ellas pasan a integrarse en el plexo de principios de derecho
administrativo en el que, prima facie, se encuadra el presente caso (Fiorini, op. cit., primera parte, pág.
92 y sgtes.; Fallos: 187:436; 306:2030; 307:1942; 312:1297; 314:620; 315:1231)...". El razonamiento
del Máximo Tribunal —con cita de Fiorini—, en orden a que los principios jurídicos contenidos en el
Código Civil no constituyen patrimonio exclusivo del derecho privado y pueden ser utilizados por otras
disciplinas jurídicas con un significado particularizado, encuentra fundamento en una razón cronológica,
como bien lo explica Villegas: "...el derecho privado es el tronco común del cual se fueron disgregando
las restantes ramas del derecho. Con el avanzar de los siglos algunas materias fueron escapando de los
moldes del derecho privado (derecho agrario, laboral, industrial, etc.). Pero esta separación no fue total:
aquellas ramas no tienen una completa independencia porque no resuelven todos los problemas jurídicos
que se presentan a las personas dentro de su incumbencia. Ante esto, cuando las nuevas ramas jurídicas
no prevén un caso dado, es necesario recurrir al derecho privado. Ello sucede porque las figuras e
instituciones contenidas en el Código Civil no sólo tienen prelación en el tiempo, sino que además
reflejan criterios de validez universal referidos al derecho indistinto o a sus ramas, que expresan reglas
de justicia, de lógica y de equidad con base permanente de todo el orden jurídico..." (18) Idéntico criterio
siguió el Máximo Tribunal en la causa "Dow Agrosciences Argentina S.A. c. Provincia de Misiones"
(2010) (19), relativa a tributos provinciales: "...2°) Que no cabe asignarle carácter civil a la materia de
este pleito en el que se persigue la devolución de las sumas que le fueron retenidas a la actora en
concepto de impuesto sobre los ingresos brutos, desde que —como tiene dicho este Tribunal desde
antiguo—, el cobro de impuestos y por consiguiente su repetición, no constituyen una causa civil, por ser
una carga impuesta a personas o cosas con un fin de interés público, y su percepción, un acto
administrativo... 3°) Que no empece a lo expuesto que la actora sostenga que en el caso deberán
aplicarse exclusivamente las disposiciones del Código Civil en la medida en que no impugna la validez ni
la razonabilidad del régimen de retención local, ya que, en su caso, la procedencia de la acción supone
el ineludible examen y revisión de los actos de la provincia dictados dentro de facultades propias
reconocidas por los artículos 121 y siguientes de la Constitución Nacional (Fallos: 314:810)...". Es decir
que la CS asume en lo que aquí concierne, que el régimen de retención en la fuente de impuestos
provinciales, modalidad de percepción típica que se inscribe dentro de los modos de extinción de las
obligaciones tributarias, es una materia que se ubica en el ámbito de los poderes no delegados de las
Provincias (art. 121, C.N.).
b) La segunda debilidad de la doctrina "Filcrosa" consiste en poner de manifiesto un doble estándar en el
reconocimiento de la autonomía del derecho tributario, según se trate de un tributo nacional o local, con
límite en la Constitución Nacional en el primer caso, y en el derecho privado en el segundo, lo cual como
tesis general no resulta aceptable conforme nuestro diseño constitucional. Numerosos ejemplos atestiguan
este aserto. En la causa "Moiso y Cía., S. R. L." (1981) (20) y más recientemente en "Angarola, Alfredo
Eduardo c. A.F.I.P. - D.G.I. y/o E.N." (2004) (21), la CS ha conferido carácter contractual al pago de
tributos nacionales condicionando su efecto liberatorio a la expresa aceptación del fisco o el otorgamiento
de un recibo de pago con efecto cancelatorio, solución que puede ser diferente en el derecho privado en
atención a las presunciones de pago previstas por la ley (cfr. arts. 746, Cód. Civil; 899, inc. b, CCyC). En
materia de compensación de tributos, la CS en el caso "Celulosa S.A. c. Dirección Gral. Impositiva"
(2005) (22), confirió preminencia a la resolución general (DGI) 2542 frente a los principios generales que
rigen en el derecho civil, respecto al momento en que opera el efecto extintivo de la compensación
tributaria en el IVA —desde la solicitud del contribuyente y no desde que ambas deudas comenzaron a
coexistir de acuerdo al principio establecido por el art. 818, Cód. Civil derogado, hoy art. 921, CCyC—,
con el consiguiente incremento en la carga de intereses tributarios: "...5. Que en el derecho tributario ha
sido consagrada la primacía de los textos que le son propios, de su espíritu y de los principios de la
legislación especial, y con carácter supletorio o secundario los que pertenecen al derecho privado (art.
1° de la ley 11.683 —texto ordenado según el decreto 821/98— y Fallos: 237:452; 249:189; 280:82;
290:97, entre otros). Al respecto ha señalado el Tribunal que el concepto de "leyes impositivas"
empleado en la norma citada no excluye a las disposiciones reglamentarias emanadas de los órganos
competentes, pues ellas, en la medida que respeten su espíritu, son parte integrante de la ley
reglamentada y tienen la misma validez y eficacia que la propia ley (Fallos: 308:682, considerando 6° y
sus citas)...". El mismo criterio empleó en el caso "AFIP DGI (autos Sol Naciente Seguros Personas) TF
24.683-I" (2011) (23), donde citando el conocido precedente "Pirolo de Capurro" justificó la aplicación
supletoria del derecho privado frente al vacío legal del ordenamiento tributario en torno al significado de
la expresión "seguros de vida". En el caso "Chevron Argentina SRL c. EN - AFIP - DGI - resol. 98/09 s/
Dirección General Impositiva" (2015) (24), se hizo prevalecer el plazo quinquenal de prescripción fijado
por el art. 56 último párrafo, Ln. 11.683 —referido a las acciones de repetición y devolución de tributos—
, reafirmando el carácter supletorio de las normas de derecho privado, mientras que en materia de
repetición de tributos provinciales en el caso: "Bruno, Juan Carlos c. Provincia de Buenos Aires"
(2009) (25) —entre muchos otros— se acude sin mediaciones a la prescripción decenal del art. 4023,
Cód. Civil, en lugar de recurrir a las normas tributarias nacionales análogas (art. 56, Ln. 11683), aspecto
que la disidencia de los ministros Petracchi y Maqueda se encarga de apuntar con apoyo en elementales
razones de igualdad. Asimismo, en el caso "Alzaga de Lanusse, María Josefina y otros c. Provincia de
Buenos Aires s/daños y perjuicios" (2012) (26), ante el vacío legal del ordenamiento tributario, aplica por
analogía el plazo decenal del art. 4023, Cód.Civil ya no vigente, en lugar de aplicar el plazo quinquenal
fijado por la norma nacional que regula la generalidad de los recursos impositivos (Ln. 11.683), tal como
se resolviera con otras tasas nacionales ("Obras Sanitarias de la Nación c. Colombo, Aquilino" antes
citado). Asimismo, la CS ha convalidado las causales de suspensión previstas en la Ln. 11683, en
particular la del art. 68, inc. a, hoy art. 65, inc. a—, con relación a las facultades del fisco para determinar
y exigir el pago a los responsables solidarios en la causa "Brutti" (2004) (27), mientras que en "Casa
Cassma" y "Municipalidad de la Ciudad de Corrientes c. Herrmann" antes citados, ha privado de toda
virtualidad suspensiva e interruptiva a las causales contenidas en las leyes tributarias locales. Si bien el
Tribunal Cimero ha declarado inaplicables a los tributos provinciales las disposiciones de la Ln. 11.683
ya que reviste naturaleza federal o local nacional, con arreglo a la naturaleza de los gravámenes a que se
refiere (28), lo cierto es que ello sólo explica su inaplicabilidad directa, pero no da respuesta sobre su
inaplicabilidad analógica. Cuanto menos no responde porqué las obligaciones tributarias locales y
algunos tributos nacionales —v.gr. tasa de justicia—, guardan mayor analogía con las obligaciones del
derecho privado, que con las nacionales de la misma índole —tributaria—, cuando se trata en todos los
casos de juzgar obligaciones enmarcadas en una relación de derecho público que reconocen la misma
causa —poder de imperio estatal—, objeto —prestación tributaria—, y fin —interés público—. Es
doctrina pacífica del Máximo Tribunal que entre los criterios de interpretación posibles no debe
prescindirse de las consecuencias que derivan de la adopción de cada uno, pues ellas constituyen uno de
los índices más seguros para verificar su razonabilidad y su coherencia con el sistema en que está
engarzada la norma (29). Una de las consecuencias que emerge del doble estándar tributario, según se
trate de la Nación o los gobiernos locales, es el grave perjuicio fiscal que irroga a éstos últimos, desde que
ante la disyuntiva de cumplir sus obligaciones tributarias nacionales o locales, el contribuyente optará por
las primeras, ante la lógica expectativa de que prescriban las segundas merced la ineficacia de las causales
de suspensión previstas por las leyes locales (v.gr. el eventual procedimiento de determinación de oficio
del tributo seguido en su contra, que en el orden nacional sí reviste efecto suspensivo del curso de la
prescripción conforme lo dispuesto por el art. 65.1, Ln. 11683, modif. por Ln. 26044). Ello, a su vez,
podría desencadenar el inconveniente fiscalismo de los Estados provinciales, que en su afán de combatir
la evasión o incrementar la recaudación, acuden a la utilización evasiva de instrumentos fiscales, tal como
sucede en la actualidad con la proliferación de regímenes de retención y percepción en el impuesto sobre
los ingresos brutos generando saldos a favor del contribuyente de manera indefinida, como lo señala la
doctrina (30), y con el uso indiscriminado del instituto del pago provisorio de impuestos vencidos como
modo habitual de determinación tributaria, cuando se trata de un mecanismo excepcional de
interpretación restrictiva por las limitaciones que importa al derecho de defensa del contribuyente (31).
De allí que se haya juzgado conveniente, con base en el principio de igualdad consagrado por el art. 16
C.N., que las normas impositivas nacionales y locales relativas a la prescripción de los tributos sean
acordes y compatibles, lo que descartaría que en éstas últimas se consagren plazos exorbitantes o
injustificados en perjuicio de los derechos del contribuyente (32).

Esta dualidad en el reconocimiento de la autonomía del derecho tributario, según se trate de tributos
nacionales o locales en desmedro de éstos últimos, no sólo que constituye un avance sobre el
federalismo (33), sino que desconoce elementales razones de igualdad basadas en la afinidad del interés
público comprometido en la precepción de la renta pública —nacional, provincial o municipal—, a la vez
que desatiende los imperativos de armonización y coordinación tributarias que las distintas esferas de
gobierno a través de instrumentos propios del federalismo de concertación, se comprometieron alcanzar a
través del "Acuerdo Nación-Provincias sobre Relación Financiera y Bases de un Régimen de
Coparticipación Federal de Impuestos" celebrado entre el Estado Nacional, los Estados Provinciales y la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 27 de febrero de 2002, ratificado a través de la Ln. 25.570, a saber:
"Artículo 7: Las partes se comprometen a sancionar un régimen integral de coparticipación federal de
impuestos antes del 31 de diciembre de 2002 que, sobre la base de lo establecido precedentemente,
incorpore los siguientes componentes:...g) La definición de pautas que permitan alcanzar una
simplificación y armonización del sistema impositivo de todos los niveles de gobierno. h) La
coordinación y colaboración recíproca de los organismos de recaudación nacionales, provinciales, de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de los municipios...j) La descentralización de la recaudación y la
administración de tributos nacionales a las Provincias que así lo soliciten, y sea aceptado por la
Nación..." Por lo tanto, si la Nación y las Provincias han asumido a través del mencionado Pacto Fiscal,
con jerarquía normativa intrafederal, el compromiso de armonizar el sistema impositivo de todos los
niveles de gobierno, previendo incluso la eventual descentralización de la recaudación y administración
de tributos nacionales en favor de las Provincias, no se concibe porqué resultaría inconstitucional una
norma tributaria local que resuelve una determinada situación jurídica de la misma forma que lo hace la
norma tributaria nacional —v.gr. Ln. 11.585 y 11.683—, con el único argumento de ser contrario al Cód.
Civil derogado. La CS ha enfatizado el rango normativo que revisten los pactos o acuerdos celebrados
entre la Nación y las Provincias en el caso "Estado Nacional — Estado Mayor General del Ejército c.
Córdoba, Provincia de s/acción de inconstitucionalidad" (2012) (34), ratificando la doctrina sentada en el
caso "Agueera" (1999), al señalar: "...11) Que en esa línea de pensamiento, cabe recordar que el
Convenio de Transferencia da cuenta del compromiso asumido por la Provincia de Córdoba y el Estado
Nacional a su respecto, y, como las demás creaciones legales del federalismo de concertación, configura
el derecho intrafederal (Fallos 314:862) y se incorpora una vez ratificado por la legislatura al derecho
público interno de cada Estado provincial aunque con la diversa jerarquía que le otorga su condición de
ser expresión de la voluntad común de los órganos superiores de nuestra organización constitucional:
Nación y provincias. Esa gestación institucional ubica a los tratados o leyes convenios celebrados entre
las provincias y el Gobierno Nacional con un rango normativo específico dentro del derecho federal.
Prueba de su categoría singular es que no es posible su derogación unilateral por cualquiera de las
partes (Horacio Zorraquín Becú, "El Federalismo Argentino", Ed. Perrot, 1958, p. 194; ver causa
"Agueera", Fallos 322:1781 y 331:1262, ya citado)...". La doctrina "Filcrosa" no resulta compatible con
la jerarquía normativa que la CS ha reconocido a las leyes-convenio celebradas entre Nación y Provincias
que impide su derogación unilateral por ninguna de las partes, contingencia que acaecería de otorgarse
preminencia al derecho común sobre aquellos, con la consiguiente frustración de su legítimo cometido
intrafederal.

IV. El Código Civil y Comercial de la Nación

El CCyC innova en este tópico estableciendo un nuevo paradigma o modelo que reafirma la
aplicación supletoria del derecho privado a las relaciones de derecho público ante la ausencia de una
norma específica que regule la situación.

Para comprender cabalmente el alcance de este cambio, es primordial dar revista al procedimiento que
antecedió la aprobación del CCyC. El Poder Ejecutivo Nacional dispuso mediante el Decreto N° 191 del
23 de febrero de 2011 (B.O., 28/2/11), la creación de la Comisión para la Elaboración del Proyecto de
Ley de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, con el
objeto de efectuar el estudio de las reformas al Código Civil y al Código de Comercio de la Nación a fin
de producir un texto homogéneo del referido cuerpo normativo. La nombrada Comisión integrada por los
Dres. Ricardo Luis Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci, elevó el
Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación —acompañado por sus fundamentos y un
índice—, a consideración del Poder Ejecutivo Nacional el 27 de marzo del 2012. El Anteproyecto fue
analizado en el ámbito del Poder Ejecutivo, por una comisión de estudio conformada en el Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, lo que se concretó en la introducción de algunas modificaciones. Mediante
el Mensaje N° 884 del 7 de junio de 2012, el PEN remitió al Congreso el proyecto de ley por el cual se
propone la aprobación del CCCN, que se integra con dos Anexos, así como los fundamentos y el índice
elaborados originariamente por la Comisión redactora del Anteproyecto. El PEN propuso, en el Título II
del proyecto de ley remitido al Congreso, una tramitación especial en atención a la naturaleza y
dimensión de la obra de codificación, a cuyo efecto previó la creación de una Comisión Bicameral en el
ámbito del Congreso Nacional, cuya función consistiría en el análisis del referido proyecto y la
elaboración del despacho previo a su tratamiento legislativo. La Comisión Bicameral introdujo numerosas
modificaciones al proyecto, el que luego de ser debatido por ambas Cámaras del Congreso —que incluyó
nuevas modificaciones—, fue aprobado mediante Ln. 26.994 (B.O. 08/10/2014), con vigencia a partir del
1° de agosto de 2015 conforme a lo dispuesto por el art.7 de la misma, modificada por Ln. 27.077 (B.O.
19/12/2014) . Como dato adicional es útil señalar que la Comisión Arbitral del Convenio Multilateral del
18-8-1977, la Comisión Federal de Impuestos, y las administraciones tributarias provinciales o
municipales, manifestaron ante la Comisión Bicameral su inquietud y preocupación por la posible
afectación de las autonomías normativas locales ante las graves consecuencias financieras que acarrearía
la reducción de los plazos de la prescripción liberatoria, así como la necesidad de quedar apartados de las
disposiciones del CCyC (35).

El CCyC, regula el instituto de la prescripción en el Libro Sexto "Disposiciones comunes a los derechos
reales y personales", Título I "Prescripción y Caducidad", que contiene cuatro Capítulos. Las normas que
se vinculan con la cuestión analizada en este trabajo son los arts. 2532, 2537 y 2560, ubicados en el
Capítulo 1 —Disposiciones comunes a la prescripción liberatoria y adquisitiva—, y 2 —Prescripción
liberatoria—, respectivamente, y disponen:

"ARTICULO 2532.- Ámbito de aplicación. En ausencia de disposiciones específicas, las normas de este
Capítulo son aplicables a la prescripción adquisitiva y liberatoria. Las legislaciones locales podrán regular
esta última en cuanto al plazo de tributos.

ARTICULO 2537.- Modificación de los plazos por ley posterior. Los plazos de prescripción en curso al
momento de entrada en vigencia de una nueva ley se rigen por la ley anterior. Sin embargo, si por esa ley
se requiere mayor tiempo que el que fijan las nuevas, quedan cumplidos una vez que transcurra el tiempo
designado por las nuevas leyes, contado desde el día de su vigencia, excepto que el plazo fijado por la ley
antigua finalice antes que el nuevo plazo contado a partir de la vigencia de la nueva ley, en cuyo caso se
mantiene el de la ley anterior.

ARTICULO 2560.- Plazo genérico. El plazo de la prescripción es de cinco años, excepto que esté
previsto uno diferente en la legislación local."

Los dispositivos transcriptos han generado en la doctrina los siguientes interrogantes:

¿Es constitucional la delegación efectuada a las legislaturas locales —Provincias, Municipalidades,


Ciudad Autónoma de Buenos Aires—, de la facultad de regular la prescripción de tributos que conforme
al art. 75 inc. 12, C.N. corresponde al Estado Nacional?

¿La remisión a la legislación local se refiere sólo al plazo de prescripción de los tributos, o comprende
también las causales de suspensión, interrupción y el comienzo del cómputo?

¿El nuevo régimen instaurado por el CCyC es aplicable a los plazos de prescripción en curso al
momento de su entrada en vigencia, o éstos se rigen por la ley antigua, es decir el art. 4027, inc.3,
Cód.Civil acorde a la doctrina "Filcrosa"?

En cuanto al primer cuestionamiento, cabe recordar que ha sido admitida desde antiguo la facultad que
asiste al Congreso Nacional de dictar leyes aclaratorias o interpretativas de otras anteriores con el objeto
de despejar dudas sobre conceptos oscuros, equívocos o dudosos (36), o frente a la existencia de
interpretaciones judiciales contradictorias (37), o aun existiendo ya pronunciamiento de la CS en sentido
contrario al establecido por la ley aclaratoria (38). Por otra parte las normas citadas, en puridad, no
consagran una delegación legislativa, supuesto que tiene lugar cuando el Congreso delega facultades
propias al Poder Ejecutivo —art. 76, C.N.—, sino que tienen el propósito de precisar o delimitar
el ámbito de actuación de un instituto del Derecho Civil, aspecto que, desde luego, se inscribe dentro de
la esfera de sus atribuciones exclusivas, a la vez que importa un reconocimiento auténtico de las
potestades locales para legislar las materias que integran su derecho público. En otras palabras, no se trata
de alterar la distribución de potestades entre la Nación y las Provincias establecida por la CN, sino de
circunscribir su propio ámbito de actuación, deslindando de su régimen las relaciones de derecho público
que de tal modo quedan reservadas a la reglamentación nacional o local según corresponda. Si así no
fuere, debería afirmarse el mismo vicio de inconstitucionalidad de todas las remisiones a la legislación
especial u ordenanzas locales que efectúa el Código de Vélez en los arts. 2340 y su nota, 2341, 2344,
2345, 1502, 2542, 2549, 2611 y su nota, desenlace que claro está, no ha sido refrendado por la
jurisprudencia. El codificador marca una clara divisoria entre el Derecho Público y Privado, limitando el
ámbito de actuación de éste último a las relaciones entabladas entre particulares, tal como lo expresara en
su nota al art. 2611: "...Las restricciones impuestas al dominio por sólo el interés público, por la
salubridad o seguridad del pueblo, o en consideración a la religión, aunque se ven en casi todos los
códigos, son extrañas al derecho civil...Las leyes u ordenanzas sobre la alineación de los edificios,
establecimientos de fábricas, bosques propios para la marina, cultivo de tabaco por el estanco de ese
ramo de comercio, etc., no crean relaciones de derecho entre los particulares, y no pueden por lo tanto,
entrar en un Código Civil...". Entonces, la pretensión de someter las relaciones de derecho público —
como indudablemente son las relaciones jurídicas tributarias—, a las previsiones del Derecho Privado,
nunca estuvo en miras del codificador, y por tanto carece de sustento jurídico. No desconozco la posición
de calificada doctrina que afirma —no sin serios argumentos—, la inconstitucionalidad de la "delegación"
efectuada por el CCyC a las legislaturas locales en razón de que el Congreso de la Nación carece de
facultades para modificar el reparto de competencias establecido en la Ley Fundamental (39). Sucede que
este temperamento parte de la premisa de que quien delega es el titular de la facultad o potestad, sin
reparar en que dicha proposición no se funda en un expreso mandato legal, sino en una interpretación
judicial, que como tal, es susceptible de ser "derribada" mediante leyes que introduzcan precisiones sobre
el punto (cfr. voto Dra. Argibay desde la causa "Casa Cassma" en adelante); máxime cuando el CCCN ha
eliminado a lajurisprudencia como pauta de interpretación, a la par que jerarquiza la ley como fuente del
derecho y la finalidad de la norma como regla hermenéutica. El art. 1°, CCyC, en lo que aquí interesa,
expresa: "ARTICULO 1°.- Fuentes y aplicación. Los casos que este Código rige deben ser resueltos
según las leyes que resulten aplicables, conforme con la Constitución Nacional y los tratados de derechos
humanos en los que la República sea parte. A tal efecto, se tendrá en cuenta la finalidad de la norma..."
Nótese que la redacción original de la norma en el Anteproyecto elaborado por la Comisión Redactora
erigía a la jurisprudencia como criterio de interpretación: "ARTÍCULO 1°.- Fuentes y aplicación. Los
casos que este Código rige deben ser resueltos según las leyes que resulten aplicables. La interpretación
debe ser conforme con la Constitución Nacional y los tratados en los que la República sea parte. A tal fin,
se tendrá en cuenta la jurisprudencia en consonancia con las circunstancias del caso..."; no obstante, la
Comisión Bicameral del Congreso, guiada quizás por el propósito de evitar una improbable transgresión
al principio de división de poderes (40), introduce la finalidad de la norma y suprime la jurisprudencia, lo
que revela la preeminencia acordada a aquélla sobre ésta en el campo de la exégesis de las leyes. De todas
maneras, y más allá de los matices que encierra esta importante cuestión, no puede soslayarse que el
Congreso Nacional en el que están representadas todas las Provincias, ha efectuado una
interpretación auténtica en orden a que la prescripción de los tributos locales no es materia alcanzada por
el principio de unidad normativa contemplado en la cláusula de los códigos (art. 75 inc.12, C.N.) y se
ubica en la órbita de los poderes no delegados por los gobiernos provinciales (art. 121, C.N.). Y aun
cuando se entendiera que se trata de una delegación de facultades constitucionales —lo que se descarta en
función de lo expresado anteriormente—, lo cierto es que la CS ha legitimado la autolimitación o
restricción de poderes constitucionales materializados a través de acuerdos o leyes-convenio: "...el
ordenamiento vigente en el país admite que las provincias, puedan restringir condicionalmente el
ejercicio de sus poderes impositivos, mediante acuerdos entre sí y con la Nación; y la peculiaridad
esencial de esos acuerdos, en lo que al caso interesa, es que no afectan derechos individuales (Fallos:
185:140; 183:160),..." (41). Un caso paradigmático en nuestro país es el Impuesto a las Ganancias,
legislado y recaudado por la Nación tras indefinidas prórrogas consentidas por las Provincias, que de tal
modo han renunciado a sus potestades tributarias relativas a contribuciones directas de carácter
permanente (art. 75, inc.2, y 121, C.N.). Si bien el precedente aludido se vincula a una autolimitación o
restricción de poderes provinciales, no se advierte qué reparo podría argüirse si la restricción que afecta
prerrogativas nacionales ha sido establecida mediante una ley nacional.

En lo tocante al segundo interrogante referido al alcance de la remisión efectuada por el CCyC, el


temperamento amplio propone que la misma comprende no sólo los plazos de prescripción sino también
las causales de suspensión, interrupción y comienzo del cómputo, siendo el que mejor se ajusta a una
hermenéutica sistemática y teleológica de las normas involucradas. Una visión literal o gramatical de los
arts. 2532 y 2560, CCyC, pareciera abonar la tesis restrictiva suscripta por un sector de la doctrina (42),
que postula que ambos dispositivos se refieren a una misma cuestión: plazo de prescripción; lo que a mi
ver, significaría dejar de lado el tradicional principio hermenéutico que excluye la posibilidad de aceptar
la inconsecuencia o imprevisión del legislador. En esa línea, se ha sostenido que el legislador no utiliza
términos superfluos o redundantes, sino que todos ellos son empleados con algún propósito (43). Por otra
parte la interpretación gramatical pierde preponderancia cuando la expresión literal presenta
imperfecciones técnicas, dudas o ambigüedades caso en el cual cabe recurrir a la ratio legis, ya que no es
ésta la que debe subordinarse a las palabras de la norma, sino éstas a aquella (44). Y justamente ésa es la
situación que plantean las normas examinadas, desde que si el art. 2560 deja en claro las facultades
locales para fijar plazos de prescripción diferentes, resultaba a todas luces innecesaria la salvedad
efectuada en el segundo párrafo del art. 2532. La lógica indica que si el agregado estaba inserto en la
norma que establece el ámbito de aplicación del Capítulo 1 —que incluye las normas generales,
suspensión, interrupción, dispensa y disposiciones procesales—, la remisión está referida a todas las
secciones que lo integran. La perplejidad o vaguedad que dimana del examen sistémico de los
dispositivos, conduce a relativizar el criterio estrictamente gramatical para otorgar preminencia a
la finalidad o espíritu de la ley, pues es fin primordial del intérprete dar pleno efecto a la voluntad del
legislador (45) para superar las posibles imperfecciones técnicas de la instrumentación legal con el objeto
de rastrear el espíritu que anima la norma antes que atenerse estrictamente a sus palabras (46); con mayor
razón cuando la finalidad de la ley ha sido robustecida como criterio de interpretación de las leyes en el
art. 1° del CCyC, conforme observáramos antes. Como métodos para averiguar la voluntad del legislador
la Corte ha recurrido a los antecedentes parlamentarios (47), debates habidos en el recinto (48), despachos
de comisión y exposición de su miembro informante (49). Con ese cometido, destacamos en primer
término que el proyecto original enviado por el PEN al Congreso preveía como causal de interrupción el
reclamo administrativo si era exigido por la ley como requisito previo para deducir la acción judicial (art.
2548), no obstante lo cual la Comisión Bicameral suprime la norma bajo el argumento de que la materia
no es propia del derecho privado sino del derecho púbico, lo que revela que la intención del legislador no
se ciñe a la facultad para fijar el plazo de prescripción. A lo dicho, cabe añadir que el agregado del
segundo párrafo al art. 2532 CCyC respondió a una moción de la senadora por la Provincia de Misiones
Sandra Giménez, quien expresara: "...Como se viene explicando, dado el actual criterio de la Corte
Suprema, asimismo es importante volver a remarcar que, de no producirse esta modificación, se
lesionarían las autonomías provinciales. Este mencionado problema exige una urgente modificación en
el Código Civil. Para ir cerrando lo expresado por el presidente de la Legislatura de la Provincia de
Misiones, se solicita que en el artculo 2.532 del Código presentado en el anteproyecto, donde dice:
'Ámbito de aplicación: en ausencia de disposición específica, las normas de este capítulo son aplicables
a la prescripción adquisitiva y liberatoria' —está redactado así en el Código actual—, se le agregue:
'Las obligaciones nacidas al amparo de normas del derecho público local se rigen por las disposiciones
especiales contenidas en las mismas, y a falta de estas son aplicables las normas de este capítulo'..." El
Senado receptó la inquietud de la legisladora aunque no con la amplitud pretendida, acotándola al ámbito
de los plazos de prescripción de los tributos, expresión que más allá de su significación literal, persiguió
enfatizar que la aclaración estaba referida a las obligaciones tributarias locales, no a todas las
obligaciones del derecho público local como se proponía. La exégesis literal que asigna una inteligencia
restringida a la expresión "plazos de los tributos", no se condice con la ubicación de la norma —Capítulo
1—, pues el tópico atinente a los plazos de prescripción está ubicado en el Capítulo 2, máxime cuando
esta polémica —si la remisión del segundo párrafo del art. 2532 incluye o no las causales de suspensión e
interrupción y modo de cómputo— no fue introducida en el debate parlamentario por ningún legislador.
De otro costado, desanclar la facultad de fijar los plazos de prescripción de aquella para establecer las
causales de suspensión, interrupción y modo de cómputo, además de quebrar la unidad lógico-jurídica del
instituto desmembrando aspectos inseparables, no responde al razonamiento formulado por la CS en los
casos "Fisco de la Provincia c. Ullate" y "Municipalidad de la Ciudad de Corrientes c. Herrmann" antes
mencionados, merced al cual la potestad para regular los plazos de prescripción comprende la de fijar las
causales de suspensión, interrupción y su modo de cómputo. Con relación al art. 2560, que en la
redacción original del proyecto del PEN instituía en su segundo párrafo un plazo de prescripción de cinco
años para los tributos nacionales, provinciales y municipales, la mencionada senadora propició su
exclusión bajo el siguiente argumento:"...Pero en el segundo párrafo del artículo 2.560, dice: "Este plazo
de cinco años se aplica a la prescripción de impuestos, tasas, contribuciones y otro tributos nacionales y
provinciales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipales". Por lo cual solicito que ese párrafo
sea eliminado del artículo 2.560, porque justamente se contrapone con todo lo que, con mucho
fundamento, había expresado el senador Guinle respecto de lo que son las autonomías provinciales y
municipales, en cuanto al dictado de normas sobre todo de origen tributario..." El párrafo objetado por la
senadora fue suprimido y el dispositivo quedó redactado de la manera en que se aprobó en definitiva. El
senador Guinle, al que se remite el discurso de la senadora Giménez, se refirió a las autonomías locales al
fundamentar la inaplicabilidad del régimen del derecho privado a la responsabilidad del Estado y sus
funcionarios públicos (arts. 1764, 1765 y 1766, CCCN):"...Para entender la cuestión, el tema central en
discusión debe ser comprender si la regulación de la responsabilidad del Estado cuando actúa en el
ámbito del derecho público y la del funcionario público es materia del derecho civil o del derecho
administrativo. Si tomamos partido por una o por otra postura estamos definiendo cuál es el órgano
competente para legislar. De modo tal que si es materia de derecho civil, está incluida en lo dispuesto en
el artículo 75, inciso 12), de la Constitución Nacional en virtud de lo cual corresponde al Congreso
Nacional dictar el Código Civil y, por ende, regular de manera uniforme esa materia, tanto para el
Estado Nacional, los estados provinciales, los estados municipales y la propia Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. En cambio, si es materia del derecho administrativo, la regulación es de carácter local de
las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por no estar incluida en las competencias que
las provincias delegaron a la Nación a través de la Constitución, de modo que la conservan en los
términos de los artículos 121 y siguientes de la Constitución Nacional...". En suma, y más allá del tenor
literal de los arts. 2532 y 2560, CCCN, lo cierto es que la voluntad del legislador nos brinda una pauta
clara acerca de la inteligencia que cabe atribuir a los mismos, en orden a que las facultades reglamentarias
vinculadas a materias concernientes al derecho público local —como el derecho tributario provincial y
municipal—, pertenecen a las Provincias, Municipalidades y Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ya que
constituyen poderes no delegados a la Nación en los términos del art. 121, C.N., sin que resulte posible
extraer el inequívoco propósito del legislador de limitar dichas prerrogativas constitucionales a la facultad
de establecer el plazo de prescripción de los tributos, solución que, por otra parte, cuenta con respaldo
doctrinario (50).
Finalmente, en lo que atañe al tercer dilema, un sector de la doctrina postula que en virtud de la regla
contenida en el art. 2537, CCyC, el nuevo régimen no sería de aplicación a los plazos de prescripción en
curso al momento de su entrada en vigencia (01/08/2015), los que seguirían gobernados por la ley
anterior, es decir el art. 4027, Cód. Civil derogado con ajuste a la doctrina "Filcrosa" (51). No se
comparte este enfoque. El art. 2537, CCyC, de similar factura que el art. 4051 del mencionado Código, es
una regla de derecho transitorio que resuelve un conflicto de leyes en el tiempo, es decir el conflicto
suscitado entre la nueva ley y la antiguaque regulan distintos plazos de prescripción para
una misma relación jurídica. La sanción del CCyC no plantea un conflicto de ese estilo, sencillamente
porque no es una "nueva ley" que regule un plazo de prescripción diferente para las obligaciones
tributarias locales. Por el contrario, al remitirse a las legislaciones locales no hace más que reafirmar la
vigencia de los códigos tributarios provinciales y municipales, los que desde luego, son preexistentes al
CCyC y por ende, no son "leyes nuevas". En paralelo, el art. 4027, inc.3, del Código de Vélez, no es la
"ley antigua" que regulaba el plazo de prescripción de las obligaciones tributarias locales, pues esta
conclusión responde, como vimos, a una interpretación judicial que ante la ausencia de una norma local
válida, aplicó analógicamente la norma del derecho común. El verdadero conflicto que subyace en esta
cuestión consiste en establecer si la ley vigente para los plazos de prescripción en curso es el Código de
Vélez o los códigos tributarios locales. Y como ambos regímenes son anteriores a la sanción del CCyC,
no cabe más que concluir que la situación descripta no engasta en la previsión contenida en el art. 2537.
Por lo tanto, salvo el caso de jurisdicciones que no hayan regulado la materia, procede la aplicación del
régimen tributario local vigente al momento del nacimiento del gravamen, sin que pueda alegarse
irretroactividad indebida con afectación de derechos amparados por garantías constitucionales (art. 7,
CCyC; art. 17, C.N.), desde que la doctrina "Filcrosa", —coexistente al momento de devengarse el
gravamen—, es una interpretación judicial, que como todo pronunciamiento y más allá de la jerarquía del
Tribunal que lo emita, carece de efectos erga omnes y no deroga norma alguna. La delicada relación entre
la interpretación judicial y el principio de división de poderes ha sido enfatizada por la CS en el caso "P.,
A. c. Comisión Nacional Asesora para la Integración de las Personas Discapacitadas y otro s/ amparo"
(2015) (52): "...6°) Que de modo concorde se ha subrayado que es principio del ordenamiento jurídico
que rige en la República que tanto la organización social como la política y económica del país reposan
en la ley, y si bien la exégesis de esta expresión no ha de caracterizarla como un concepto
exclusivamente formal, debe estimarse excluyente de la creación ex nihilo de la norma legal por parte de
los órganos específicos de su aplicación (Fallos: 308:1848; 314:1849; 316:2732). En ese sentido, cabe
recordar que el ingente papel que en la interpretación y sistematización de las normas
infraconstitucionales incumbe a los jueces, no llega hasta la facultad de instituir la ley misma (Fallos:
308:1848; 317:1505), siendo entonces la misión más delicada de la justicia la de saberse mantener
dentro del ámbito de su jurisdicción, sin menoscabar las funciones que le incumben a los otros poderes
(Fallos: 308:2268; 311:2553; 316:2732)...". No se me oculta que un sector de la jurisprudencia postula la
revisión de las sentencias conforme el régimen bajo el cual fueron dictadas (53), e inclusive la
inaplicabilidad del CCyC a las relaciones jurídicas procesales en curso de ejecución (54). Sin embargo, el
inicio de un proceso judicial así como la etapa procesal en que se encuentra, son situaciones que no
resultan dirimentes a la hora de establecer si existe una situación jurídica agotada, consumida o un
derecho adquirido, pues esta definición es de índole sustancial, no procesal. Por su parte, la CS se ha
expedido recientemente en la causa "D. l. P., V. G. y otro c. Registro del Estado Civil y Capacidad de las
Personas s/ Amparo" (55), sobre la aplicación inmediata del CCyC, bajo los siguientes argumentos:
"...4°) Que según conocida jurisprudencia del Tribunal sus sentencias deben atender a las circunstancias
existentes al momento de la decisión, aunque ellas sean sobrevinientes a la interposición del recurso
extraordinario, y si en el transcurso del proceso han sido dictadas nuevas normas sobre la materia
objeto de la litis, la decisión de la Corte deberá atender también a las modificaciones introducidas por
esos preceptos en tanto configuran circunstancias sobrevinientes de las que no es posible prescindir
(conf. Fallos: 306:1160; 318:2438; 325:28 y 2275; 327:2476; 331:2628; 333:1474; 335:905; causa CSJ
118/2013 (49-V)/CS1 "V., C. G. c. I.A.P.O.S. y otros s/ amparo", sentencia del 27 de mayo de 2014, entre
otros). 5°) Que en ese razonamiento, corresponde señalar que encontrándose la causa a estudio del
Tribunal, el 1° de agosto de 2015 entró en vigencia el Código Civil y Comercial de la Nación aprobado
por la ley 26.994, norma esta última que derogó, entre muchas otras, la ley citada 18.248, cuya legalidad
y validez constitucional defiende el recurrente mediante su remedio federal y en la que sostiene su
oposición a la inscripción del niño en el sentido pretendido por los actores (conf. decreto 1795/2014;
arts. 1° de la ley 27.077, y 1° y 3°, inciso a, de la ley 26.994; fs. 241/249 del expediente principal). 6°)
Que en tales condiciones, deviene inoficioso en el sub lite que esta Corte se pronuncie sobre los agravios
vinculados con la constitucionalidad de la mencionada ley 18.248, cuya vigencia ha fenecido por
imperativo legal, pues no se advierte interés económico o jurídico actual que justifique un
pronunciamiento sobre el punto al haber desaparecido uno de los requisitos que condicionan la
jurisdicción del Tribunal (conf. Fallos: 318:2438; 327:4905 y 329:4717)... 10) Que dada la particular
situación que se presentó en autos, no cabe pensar que la inscripción del menor ante el registro
pertinente según las pautas establecidas por la norma hoy derogada, configure una situación jurídica
agotada o consumida bajo el anterior régimen que, por el principio de la irretroactividad, obste a la
aplicación de las nuevas disposiciones. Las constancias de autos dan cuenta de que dicha inscripción
obedeció a motivos de orden público, fuerza mayor y ajenos a la voluntad de los demandantes que
siempre mantuvieron vigente su pretensión con el alcance receptado en el citado código (conf. fs. 32,
38/39, 43, 54/63 y 79/80, 182/196 del expte. principal)...".

V. Reflexiones finales

La unión nacional, objetivo preambular tan caro a nuestra organización institucional, llevó a consagrar en
la Ley Fundamental el principio de unidad de la legislación de fondo —no del derecho público—, lo que
sin dudas contribuyó a afianzar la seguridad jurídica en un momento histórico de nuestro país signado por
la anarquía y el caos. Este alto propósito constitucional, tiene en nuestros días su correlato, en materia
tributaria, en los imperativos de armonización y coordinación que las distintas esferas de gobierno se
comprometieron alcanzar a través de instrumentos propios del federalismo de concertación como el Pacto
Fiscal aludido en el punto III.

Frías sostiene con acierto, que el Federalismo como sistema es aquel que "...no aísla las competencias
pero tampoco las funde: las coordina..."; a lo que añade: "...el federalismo es hoy tanto normativo —la
Constitución Nacional y las provinciales—, como contractual. La asociación y coordinación se han
hecho intensos, no ya sólo en la Ley de Coparticipación Impositiva —demorada en cuatro años—, sino
en pactos fiscales y pactos federales,..." (56).

La armonización del sistema impositivo argentino en todos sus niveles, con ser una materia pendiente, no
consiente ignorar los esforzados consensos alcanzados a través de las leyes-convenio o pactos fiscales,
pues ese derrotero conduciría a profundizar la anomia, socavando los fundamentos del Estado de
Derecho.

De otro lado, conjurar los riesgos de la atomización de pautas rectoras en un tópico sensible a la seguridad
jurídica como la prescripción —loable propósito de la doctrina "Filcrosa"—, así como de los eventuales o
habituales abusos o excesos fiscales, aún ciertos, no puede hacerse a costa de avasallar las autonomías
locales mediante el sometimiento de su derecho público a las normas del derecho civil, pues estos males
deben encontrar remedio en los principios y garantías de la C.N.
Los principios de razonabilidad y de la lógica no consienten, vista la autonomía y la preeminencia del
régimen impositivo nacional sobre el derecho privado reconocidas por la Corte Suprema, invalidan los
actos legislativos locales que regulan del mismo modo institutos análogos para los gravámenes de sus
jurisdicciones. Tampoco debe verse en la autonomía del derecho tributario el peligro del cercenamiento
de los derechos y garantías del contribuyente, pues aquella lejos está de ser ilimitada o independiente de
la unidad general del derecho. García Belsunce explica con claridad este tema: "...La autonomía del
derecho tributario no puede ser jamás el medio para legitimar el fiscalismo. Esto es para mí una honda
preocupación. El fiscalismo es una desviación o exceso de la política fiscal, caracterizado por su
voracidad recaudatoria y por sus interpretaciones 'pro fiscum' y el derecho tributario, que antes que
derecho tributario es derecho en su unidad integral, no puede justificar desviaciones que lo negarían en
su esencia. Las garantías individuales están por encima de los intereses fiscales. Los habitantes o
ciudadanos como tales, antes que contribuyentes, tienen el legítimo derecho a la protección de su
libertad, de su honra y de su patrimonio. Como tributarista pido a los hombres de derecho que me
escuchan, que consideren el derecho tributario —prescindiendo de los regímenes fiscales positivos—, no
como un arma al servicio del Estado para atentar contra los derechos patrimoniales del individuo, sino
como un medio de regulación entre el interés fiscal, que atiende a la satisfacción de las necesidades
públicas, y los derechos de los contribuyentes, en un pie de igualdad y de equidad, bases incuestionables
para lograr que la fe en el derecho sea una realidad entre los hombres..." (57).

La homogeneidad tributaria, como legítima aspiración ciudadana, no puede buscarse sino dentro del
ámbito propio de la disciplina y los mencionados instrumentos del federalismo de concertación sirven de
adecuado marco para su reclamada consecución.

(1) (1) "Bases para la Organización Política y Económica de la Confederación Argentina", T. 1, El


Ateneo, Madrid, 1913, p. 133.

(2) (2) GONZÁLEZ CALDERÓN, Juan A. "Derecho Constitucional Argentino", T.I, J. Lajouane & Cia.
Editores, Bs. As., 1923, p. 409.

(3) (3) LINARES QUINTANA, Segundo V., "Gobierno y Administración de la República Argentina",
Ed. TEA, Bs. As., 1946, p.10.

(4) (4) CNCiv, En Pleno, 30/03/1983, LA LEY1983-B, 615, Cita Online: AR/JUR/476/1983.

(5) (5) CSJN, 02/04/1985, LA LEY 1985-C, 35, con nota de Arístides H. M. Corti; Cita Online:
AR/JUR/1720/1985.

(6) (6) CSJN, 15/08/1989, Fallos: 312:1340.

(7) (7) CSJN, 18/11/1999, Fallos: 322:2817.

(8) (8) CSJN, 11/12/1990, LA LEY1991-A, 414 - DJ1991-1, 609; Cita Online: AR/JUR/256/1990.

(9) (9) CSJN, 30/09/2003, Fallos: 326:3899, LA LEY 2004-D, 267 con nota de Juan F. Dogliani, IMP
2003-B, 2112 - DJ 2003-3, 605 - PET 2003 (noviembre-288), 5 con nota de Silvina Coronello - JA 2003-
IV, 727 - LA LEY 2004-A, 42; Cita online: AR/JUR/1976/2003.

(10) (10) CSJN, 19/08/2004, Cita online: 35001203.


(11) (11) CSJN, 26/03/2009, Casa Casmma S.R.L., DJ13/05/2009, 1252 - LA LEY 03/06/2009, 8, con
nota de Rodolfo R. Spisso; LA LEY 2009-C, 581, con nota de Rodolfo R. Spisso; IMP2009-15 (agosto),
1160 - PET 2009 (setiembre-426), 10; Cita Online: AR/JUR/3141/2009.

(12) (12) CSJN, 01/11/2011, IMP 2012-3, 211; Cita online: AR/JUR/70680/2011.

(13) (13) CSJN, 11/02/2014, DJ25/06/2014, 31; Cita Online: AR/JUR/4254/2014.

(14) (14) TSCABA, 17/11/2003, LA LEY2004-D, 270 - PET 2004 (mayo-300), 2, con nota de Gladys V.
Vidal; Cita Online: AR/JUR/5193/2003.

(15) (15) CSJN, 07/10/2008, Fallos 331:2178; Sup. Adm. 2008 (diciembre), 62 - LA LEY 2009-A, 134;
Cita online: AR/JUR/9451/2008.

(16) (16) Ob. Cit., p. 133.

(17) (17) CSJN, 21/03/2006, "Barreto, Alberto D. y otra c. Provincia de Buenos Aires y otro", Publicado
en: LA LEY 2006-C, 172, con nota de Silvia B. Palacio de Caeiro; DJ 12/04/2006, 956, con nota de
Marcela I. Basterra; RCyS2006, 789 - LA LEY 07/04/2006, 6, con nota de Augusto M. Morello; LA LEY
2006-B, 598, con nota de Augusto M. Morello; LA LEY 28/03/2006, 3, con nota de Calogero Pizzolo;
LA LEY 2006-B, 391, con nota de Calogero Pizzolo; LA LEY 2006-E, 266, con nota de Alejandro Pérez
Hualde; Ernesto N. Bustelo; Cita Online: AR/JUR/153/2006.

(18) (18) "Curso de finanzas, derecho financiero y tributario", 8va. ed. act. y ampl., Ed. Astrea, Bs.As.,
2002, p.223.

(19) (19) CSJN, 09/03/2010, "Dow Agrosciences Argentina S.A. c. Provincia de Misiones", Cita Online:
AR/JUR/7793/2010; id. CSJN, 10/04/2012, "Insumos S.A. c. A.R.B.A. (Agencia de Recaudación
Bonaerense) s/medida autosatisfactiva", Cita Online: AR/JUR/21296/2012.

(20) (20) CSJN, 24/11/1981, LA LEY1982-B, 465 - IMP1982, 731.

(21) (21) CSJN, 19/10/2004, DJ2005-1, 788 - IMP2005-A, 1038; Cita Online: AR/JUR/4557/2004.

(22) (22) CSJN, 28/07/2005, LLLitoral 2005 (diciembre), 1308 - LA LEY 15/11/2005, 15/11/2005, 11 -
DJ2005-3, 711 - IMP2005-21, 2757-; Cita Online: AR/JUR/2739/2005.

(23) (23) CSJN, 23/08/2011, Cita Online: AR/JUR/58715/2011.

(24) (24) CSJN, 19/05/2015, Cita Online: AR/JUR/13006/2015.

(25) (25) CSJN, 06/10/2009, Fallos: 332:2250, DJ 13/01/2010, 61 - IMP 2010-4, 232; Cita online:
AR/JUR/42783/2009.

(26) (26) CSJN, 26/09/2012, Cita Online: AR/JUR/51941/2012.

(27) (27) CSJN, 30/03/2004, LA LEY2004-D, 736 - IMP2004-B, 1994; Cita Online: AR/JUR/451/2004.

(28) (28) CSJN, Fallos: 256:248, entre otros.


(29) (29) CSJN, Fallos: 234:482; 302:1284; 311:1925; 319:2594, entre otros.

(30) (30) ALMADA, Lorena, "Las potestades impositivas provinciales y municipales: revisión crítica
para su reformulación", PET 2015 (julio-567), 1; trabajo presentado por la autora en el Vigésimo
Congreso Nacional de Profesionales en Ciencias Económicas, celebrado en la ciudad de Salta los días 29
a 31 de octubre de 2014.

(31) (31) CSJN, Fallos: 298:626, entre otros.

(32) (32) Palacio de Caeiro, Silvia B., "El Código Civil y Comercial y el federalismo", LA LEY
06/05/2015, 06/05/2015, 1; Cita Online: AR/DOC/1207/2015.

(33) (33) FLORES, Jorge Miguel, "Prescripción tributaria en el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación. Una vuelta al federalismo", Sem. Jur. N° 2008, 10/06/2015, Cuadernillo 21, Tomo 111, Año
2015-A, pg. 913; Salas, Luis, "El Proyecto de unificación de los Códigos Civil y Comercial y la
prescripción de tributos provinciales y municipales", Cita Online: AR/DOC/4338/2013.

(34) (34) CSJN, 10/07/2012, Cita online: AR/JUR/61213/2012.

(35) (35) Salas, Luis, op.cit.

(36) (36) CSJN, Fallos: 134:57, 71; 141:78; 166:133, entre otros.

(37) (37) CSJN, Fallos: 187:352, 187:360, 188:115.

(38) (38) CSJN, Fallos: 267:297, cons. 5° y 6°).

(39) (39) SPISSO, Rodolfo R., "Prescripción liberatoria de tributos provinciales en el Código Civil y
Comercial", LA LEY 01/12/2014, 1; Revilla, Pablo: "La cláusula de los códigos y la autonomía del
Derecho Tributario Provincial" - Práctica Profesional - N° 158 - enero/2012 - LL.

(40) (40) Es claro que el Poder Judicial no gobierna ni legisla.

(41) (41) CSJN, 21/11/1958, "Madariaga Anchorena, Carlos Juan s. demanda de inconstitucionalidad",
Fallos: 242:280, Cita online: AR/JUR/3/1958.

(42) (42) SPISSO, Rodolfo R., op.cit.; FERNÁNDEZ SABELLA, María F. Laiun, Fernanda, "Nuevo
Código Civil y Comercial unificado: ¿Prescripción tributaria sin límites para los fiscos provinciales?",
Cita Online: AR/DOC/3651/2014; Yolis, Lisandro, "La prescripción liberatoria respecto de los tributos
provinciales en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación", Sup. Const. 2014 (noviembre), 55 - LA
LEY 2014-F, 1065, Cita Online: AR/DOC/3911/2014;

(43) (43) CSJN, Fallos: 324:2153; 324:2780; 319:3243.

(44) (44) CSJN, Fallos: 322:1699.

(45) (45) CSJN, Fallos: 324:1481.

(46) (46) CSJN, Fallos: 311:2187.


(47) (47) CSJN, Fallos: 323:3386.

(48) (48) CSJN, Fallos: 211:168; 313:1333.

(49) (49) CSJN, Fallos: 33:248; 100:337.

(50) (50) PADULO, Adriana María A., "El Código Civil y Comercial y la facultad de las provincias y de
la Ciudad Autónoma para regular la prescripción en el derecho tributario", LA LEY 09/01/2015,
09/01/2015, 1 - LA LEY2015-A, 463, Cita Online: AR/DOC/4375/2014; Abalos, María Gabriela"¿El fin
de la doctrina "Filcrosa"? A propósito de la sanción del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación",
Sup. Const. 2015 (marzo), 31/03/2015, 6 - LA LEY2015-B, 804, Cita Online: AR/DOC/637/2015.

(51) (51) MENNA, Juan P.-Brandt, Germán, "Aplicación anticipada del Código Civil y Comercial.
Prescripción en materia de tributos locales", LA LEY 09/06/2015, 6; comentando el fallo de la Cámara de
Apelaciones en lo Contenciosoadministrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala
III ~ 2015-03-09 ~ (Reservado) GCBA c. A. G. M. Argentina SA.

(52) (52) CSJN, 16/06/2015, LA LEY 15/07/2015, 15/07/2015, 10; Cita Online: AR/JUR/24252/2015.

(53) (53) Cám. Ap. Trelew, En Pleno, 15/04/2015, LA LEY, 2015-B, 486, ED 18/05/2015, 8, RCCyC
2015 (julio), 91, DJ 05/08/2015, 79, AR/JUR/3918/2015.

(54) (54) Cám. Ap.CC Trenque Lauquen, "Portela, Marcelo y otro c. Ustarroz, Abel María y otro s/
daños y perj. por uso automot.", 10/08/2015, La Ley online, AR/JUR/26094/2015.

(55) (55) CSJN, 06/08/2015, Cita Online: AR/JUR/25383/2015.

(56) (56) Frías-Zarza Mensaque-Cordeiro Pinto-Iturrez-Mayor-Vergara, "Derecho Público Provincial",


Coord. por Antonio María Hernández y Guillermo E.Barrera Buteler, Ed. Abeledo-Perrot, Bs. As., 2011,
ps. 128 y 135.

(57) (57) "Derecho Tributario-Doctrinas Esenciales", Dir. Susana Camila Navarrine, TI, "La autonomía
del derecho tributario", p. 239.

TRIBUTOS

INGRESOS BRUTOS. Incumplimiento de los deberes formales. Contravenciones tributarias. MULTA. Carácter no
penal de la sanción. PRESCRIPCIÓN quinquenal

1- En virtud del examen de procedencia del recurso de apelación, la Sra. jueza a quo estimó que por la naturaleza
administrativa de la obligación que aquí se ejecuta es de aplicación el 108, CTP. El recurrente insiste en esta Sede con
su defensa hecha valer en primera instancia al oponer la excepción de prescripción, refiriendo que la multa que le
impuso el Fisco es de naturaleza penal y que debe declararse prescripta a tenor de lo ordenado por el art. 65 inc. 4,
Código Penal, que establece que las penas de multa prescriben a los dos años.

2- No obstante la orientación jurisprudencial que pregona el recurrente, no ha justificado que la multa impuesta por el
Fisco sea caracterizada como una multa penal y no administrativa. Para ello debió indicar por qué la judicante se
equivocó al determinar la naturaleza administrativa de la multa, distinta a la penal. Sin perjuicio de ese déficit
apuntado, se estima que la multa aplicada a la sociedad ejecutada es netamente administrativa-fiscal y no penal, razón
por la cual no resulta de aplicación el plazo de prescripción del Código Penal.

3- Habiéndose dispuesto la multa a la sociedad demandada por infracciones o contravenciones tributarias derivadas de
la aplicación de la legislación local, la cuestión se ubica dentro del ámbito del derecho público provincial, materia que
no ha sido delegada a la Nación por las Provincias (arts. 5, 75 y 121, CN). Por ende, más allá de que la recurrente
reconozca, desde su punto de vista, que el derecho sancionador tributario tenga naturaleza penal, no por ello debe
derivarse necesariamente que tenga que aplicarse la norma contenida en el art. 65 inc. 4, CP, que regula la
prescripción de la pena prevista ante la comisión de delitos establecidos en la ley penal de fondo.

4- Sobre la potestad tributaria que posee el Estado Provincial, cabe precisar que la tipificación y sanción de los delitos
es una atribución propia del Congreso de la Nación (art. 75 inc. 12, CN) y, sin perjuicio de ello, también
unánimemente se ha reconocido a los estados locales las prerrogativas para tipificar y sancionar contravenciones,
infracciones y faltas en los más variados ámbitos, y específicamente en materia tributaria, como también la facultad
para su cobro. En esa dirección se ha expresado que: “…Cabe recordar que el “derecho penal tributario delictual” es
regulado exclusivamente por el Congreso de la Nación en ejercicio de su atribución de dictar las legislaciones de
fondo (art. 75 inc. 12, CN); mientras que el “derecho penal tributario contravencional” es reglamentado por leyes
nacionales, provinciales o incluso municipales en relación con tributos nacionales, provinciales y municipales
respectivamente; y en caso de que se trate de una contravención local, la provincia respectiva en ejercicio de su
autonomía posee amplias facultades para reglamentarla y construir sus institutos con total independencia de los
Códigos Civil y Penal.

5- Debe rechazarse la solicitud de aplicación del plazo de prescripción establecido en el Código Penal para la pena de
multa, atento que tal no es el supuesto de autos. Por lo demás, las Provincias están legitimadas para establecer
sanciones (no penas) y no está en juego la materia delictiva propiamente dicha delegada a la Nación (arts. 5, 75 y 121,
CN).

6- Impuesta la multa, firme y consentida, emplazado fehacientemente el deudor, ante su incumplimiento se generó el
título ejecutivo base de la presente acción; además, siendo coincidente el plazo previsto por la norma tributaria de
aplicación al caso (art. 108, CTP) con el plazo genérico establecido por el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación en su art. 2560, el recurso debe ser desechado en este tramo. Cabe remarcar que esta última norma establece el
plazo general de prescripción en cinco años y además remite también a las legislaciones locales, lo que reafirma la
vigencia de los códigos tributarios provinciales y municipales, que han sido dictados en ejercicio de facultades no
delegadas, y por ende preexistentes al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.

C1a. CC Cba. 29/10/15. Sentencia Nº 138. Trib. de origen: Juzg. 2a Ejec.Fiscal (ex 25 CC).”Dirección General de
Rentas de Córdoba c/ Medifé SA - Ejecutivo Fiscal - Recurso de Apelación” N° 2386470/36

Córdoba, 29 de octubre de 2015

¿Procede el recurso de apelación deducido por la Dirección General de Rentas?

El doctor Leonardo González Zamar dijo:

I. La parte demandada Medifé SA, mediante apoderado, dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia N° 29
del 9/2/15, dictada por la Sra. Jueza del Juzgado de Primera Instancia con Competencia en Ejecuciones Fiscales (ex 25
CC), que resolvía: “… I. No hacer lugar por improcedente a la excepción de prescripción articulada por la firma
ejecutada, en virtud de las razones expuestas en los considerandos precedentes. II. Hacer lugar a la demanda ejecutiva
fiscal promovida por el Fisco de la Provincia y, en consecuencia, mandar a llevar adelante la ejecución en contra de la
firma Medifé Sociedad Anónima, condenándola al pago de la suma de Pesos tres mil ciento setenta y seis con
veinticuatro centavos ($ 3.176,24), con más los recargos e intereses calculados conforme a lo dispuesto en el
considerando pertinente. III. Imponer las costas a la parte demandada, (...)”, que fue concedido por decreto del
19/2/15. Radicada la causa en esta Sede e impreso el trámite de ley, se agravia la recurrente, en primer lugar, porque
la Sra. jueza a quo rechazó la excepción de prescripción que interpuso contra la multa que se le ejecuta, al disponer
que no resultan de aplicación las disposiciones del Código Penal atento la naturaleza de la obligación reclamada
(sanción administrativa) y por existir una norma específica en la legislación provincial. Advierte que la a quo omitió
efectuar todo análisis sobre los fundados argumentos dados al oponer la excepción, por lo que la sentencia resulta
descalificable. Agrega que la judicante omitió refutar la doctrina sentada por la Corte, habiendo argumentado
dogmáticamente que por la naturaleza administrativa de la sanción reclamada debe estarse a las normas del Código
Tributario que regulan la materia (cita jurisprudencia). Luego refiere que el desarrollo efectuado por la Sra. jueza a
quocarece de fundamento válido, pues incurrió en una insalvable incompatibilidad de argumentos lesionando el
principio básico de no contradicción, ya que se contrapone la conclusión a la que arriba respecto de la prescripción de
la acción para hacer efectiva la multa con la normativa relativa a los tributos. Indica que a la fecha de la interposición
de la demanda había prescripto conforme las disposiciones del Código Penal de aplicación en materia de multas
provinciales. Dice que la fecha para el vencimiento para el pago de la sanción operó el 6/6/07 y que aun cuando se
considere la hipótesis relativa a que el 30/8/07 se suspendió por un año el curso de la prescripción, el cómputo habría
iniciado nuevamente el 1/9/08, por lo que a la fecha de la interposición de la demanda (28/12/12) se ha cumplido
holgadamente el plazo de dos años fijado por el Código Penal. Asevera que atento el carácter penal de las sanciones
tributarias, debe aplicarse el Código Penal. Por último refiere que la misma suerte deb

TRIBUTOS

PRESCRIPCIÓN LIBERATORIA. Plazo. Apartamiento de “Filcrosa” - CSJN. Regulación tributaria: Facultades no


delegadas. CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN. Art. 2532. Nuevo paradigma. Relación jurídico-
tributaria: Derecho público. Remisión a la norma tributaria

1- El Código Civil y Comercial de la Nación, dispone en su art. 2532: “Ámbito de aplicación. En ausencia de disposiciones
específicas, las normas de este Capítulo son aplicables a la prescripción adquisitiva y liberatoria. Las legislaciones locales
podrán regular esta última en cuanto al plazo de tributos”. Resulta relevante señalar que el proyecto enviado por el Poder
Ejecutivo no contenía la segunda cláusula, quedando acotado a expresar que “En ausencia de disposición específica, las
normas de este Capítulo son aplicables a la prescripción adquisitiva y liberatoria”. El agregado fue producto del proceso de
elaboración y discusión abierto por la Comisión Bicameral de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y
Comercial de la Nación en el que se expresaron numerosos aportes para tratar de evitar el riesgo de someter la prescripción de
los tributos locales al plazo de prescripción de dos años que el artículo 2562 del proyecto (y ahora del Código Civil y
Comercial) establece para “c) el reclamo de todo lo que se devenga por años o plazos periódicos más cortos, excepto que se
trate del reintegro de un capital en cuotas”. (Voto, Dr. Casás)

2- El CCCN sancionado por el órgano competente para fijar el alcance y contenido del derecho común ha venido a validar la
tesis referida a la autonomía local para reglar el plazo de prescripción de los tributos de la jurisdicción; y existen suficientes
razones para apartarse de la jurisprudencia anterior sentada por la CSJN sobre esta materia (caso “Filcrosa”). (Voto, Dr.
Casás).

3- “En el Derecho Tributario la prescripción sólo puede encontrar su fundamento en criterios objetivos y uniformes que den
satisfacción al principio de seguridad jurídica. Ello se evidencia claramente en el hecho de que el legislador haya querido
tomar un parámetro uniforme para determinar el dies a quo del plazo prescriptivo, teniendo en cuenta la naturaleza de la
relación jurídica tributaria: relación de derecho público que no nace por voluntad de las partes en ella implicadas, sino por la
ocurrencia fáctica del presupuesto legal previsto. Para reforzar esta idea de la necesidad de uniformidad en el cómputo del
plazo, frente a obligaciones de masa como las tributarias –por estar referidas a universos más o menos vastos de
contribuyentes– en que debe facilitarse la gestión recaudatoria del Fisco, es corriente que en el derecho comparado se adopten
soluciones semejantes a aquella a la que adscribe la legislación local y federal de la Argentina”. (Voto, Dr. Casás).

4- ‘La prescripción es una estricta prescripción de calendario. No comienza ya con el nacimiento de la pretensión, sino a partir
del momento en que expira el año en que la pretensión ha nacido, o con el transcurso del año en que el sujeto pasivo realiza la
declaración del impuesto. El resultado es que todos los plazos de la prescripción terminan unitariamente, lo que exime a las
Oficinas de Hacienda de un control permanente de los plazos de prescripción transcurridos’ (Voto, Dr. Casás).

5- La regulación de la prescripción tributaria corresponde a las Provincias o a la Nación según cuál sea la índole del tributo a
que se refiera. Ello encuentra fundamento en que la Nación ha decidido regular, fuera del Código Civil, la prescripción de los
tributos. En ese marco, si hubiera regulado acciones de igual naturaleza cuando corresponden a tributos provinciales habría
venido a violar la regla constitucional según la cual la facultad del art. 75 inc. 12, CN, debe ser ejercida de modo uniforme en
todo el país. De ello se desprende que si el Congreso decidió regular separadamente la prescripción para los tributos nacionales
es porque entendió que la materia está fuera de los códigos de fondo dejando así librado a cada estado provincial hacerlo del
modo que estime más conveniente, respetando las garantías constitucionales. (Voto, Dr. Lozano).

6- La interpretación de la CN que el Congreso ha hecho atiende no sólo al texto de la CN, sino también y muy razonablemente,
a las particularidades de la materia tributaria. Que las jurisdicciones locales puedan legislar la materia posibilita: a) establecer
válidamente un plazo de prescripción distinto para los supuestos de contribuyente no inscripto, cosa que la Nación hace, pero
no en el artículo del Código Civil, en el que la CSJN entendió tratada la materia, sino en la ley 11683 (cf. su art. 56, inc. b); b)
prorrogar, en supuestos excepcionales, las prescripciones en curso (tal como lo ha hecho el Estado Nacional con relación a sus
tributos en diversas oportunidades; por ejemplo, el art. 44 de la ley 26476); c) armonizar, con la tributaria, la prescripción de la
acción de repetición, que con arreglo a lo previsto en el Código Civil sería de diez años, en lugar de los cinco que tiene el
contribuyente de tributos nacionales; d) adoptar plazos, tanto para los tributos como para las multas, similares a los de los
tributos y multas nacionales, que ya no lo son, puesto que el Código Civil no los regula; e) comenzar el cómputo de las
prescripciones junto con el inicio del ejercicio presupuestario, al igual que lo hace la Nación, facilitando la aplicación e
igualando a los contribuyentes; f) evitar que tributos como el impuesto de sellos a los cuales no se aplicaría el art. 4023, por no
ser de los llamados “repetitivos”, tengan, por imperio del Código Civil, prescripciones distintas de los impuestos como el de
ingresos brutos, cosa en general opuesta al interés del contribuyente; g) que la Provincia que prefiere adoptar el Código de
fondo respectivo lo haga; y h) que los tribunales locales sean intérpretes finales del régimen, no ya con base en la reserva del
art. 75 inc. 12 sino por la naturaleza local de la normativa aplicable. (Voto, Dr. Lozano).

7- El Congreso ha entendido que no forma parte de las facultades delegadas por las Provincias a la Nación regular el plazo de
prescripción de las acciones de los fiscos locales para perseguir el cobro de los tributos locales; interpretación a la que
corresponde estarse. Esa interpretación de la CN opera, como tal, con prescindencia de la fecha de entrada en vigencia de la ley
26994. (Voto, Dr. Lozano).

8- La concepción de la delegación de facultades legislativas desarrollada por el Congreso, tendiente a resguardar el régimen
federal de competencias, resulta en todo conteste con el principio autonómico de los entes locales —provincias, CABA y
municipios—, en cuanto poseen, dentro de las atribuciones reservadas para sí (art. 121, CN), la potestad de establecer tributos
en sus respectivas jurisdicciones. Se deriva de ello que el derecho público local se encuentra facultado no sólo para establecer
el modo de nacimiento de obligaciones tributarias dentro de su territorio, sino también de disponer los medios para tornarlas
efectivas, definiendo sus respectivas formas de extinción. Lo contrario significaría reconocer limitaciones a la potestad
impositiva de los fiscos locales a partir de los preceptos del Código Civil, restringiendo de ese modo la relación jurídica
tributaria entablada con los contribuyentes de su jurisdicción, propia del derecho público local. (Voto, Dra. Weinberg).

TSJ CABA. 23/10/15. Trib. de origen: Juzg. 14ª Cont. Adm. y Trib. “Fornaguera Sempe, Sara Stella y otros c/ GCBA s/ otras
demandas contra la Aut. Administrativa s/ recurso de inconstitucionalidad concedido” Expte. Nº 11148/14

Buenos Aires, 23 de octubre de 2015

Vistos:

Las actuaciones caratuladas… de las que resulta: 1. Llegan las presentes actuaciones al Tribunal para resolver el recurso de
inconstitucionalidad interpuesto por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires concedido por el titular del juzgado de primera
instancia N° 14 del fuero Contencioso Administrativo y Tributario. 2. En autos, Sara Stella Fornaguera Sempe de Ferrari y
Oscar Martín Ferrari iniciaron demanda contra el GCBA, a efectos de obtener la declaración de prescripción de los períodos
1990 (cuotas 20, 01, 02, 03, 04, 05, 06, 07), 1991 (cuotas 01, 02, 03, 04, 05, 06, 07, 08, 09), 1992 (cuotas 10, 20, 30, 02, 04) y
1995 (cuota 02), en concepto de Alumbrado, Barrido y Limpieza respecto del inmueble de su propiedad ubicado en la calle
(…). También solicitaron que se les abonaran los daños y perjuicios, daño moral inclusive, en concepto de resarcimiento,
acción ésta que luego fue desistida por los actores. Contestada la demanda, y en lo que interesa ahora destacar, el juez resolvió
declarar: i) abstracta la pretensión de que se declarasen prescriptos los períodos 20, 01 a 07 de 1990; 10, 20, 30, 02 y 04 de
1992 y 02 de 1995; y ii) la prescripción de la deuda de alumbrado, barrido y limpieza del inmueble de propiedad de la
accionante, por las cuotas 01 a 09 de 1991. 3. Contra ese decisorio, el GCBA dedujo el recurso de inconstitucionalidad referido
en el punto 1, concedido. Requerido su dictamen, el Sr.

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