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UNIVERSIDAD DE CARABOBO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA HUMANA


Y SU INFLUENCIA EN EL MÁS ACÁ

Autor: Gerson Fernández


Tutor: Dr. Miguel Castillo

Bárbula, Agosto 2016

I
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA HUMANA


Y SU INFLUENCIA EN EL MÁS ACÁ

Autor: Gerson Fernández


Tutor: Dr. Miguel Castillo

Trabajo de grado presentado ante la Dirección


de Estudios de Postgrado de la facultad de
Ciencias de la Educación de la Universidad de
Carabobo como requisito para optar al título de
Magister en Educación mención Orientación y
asesoramiento.

Bárbula, Agosto 2016

II
III
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

AUTORIZACIÓN DEL TUTOR

Dando cumplimiento a lo establecido en el Reglamento de Estudios de Postgrado de


la Universidad de Carabobo en el artículo 133, quien suscribe PROF. MIGUEL
CASTILLO titular de la Cédula de identidad Nº 1365055, en mi carácter de Tutor del
Trabajo de Maestría titulado: “EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA HUMANA Y
SU INFLUENCIA EN EL MÁS ACÁ” presentado por el ciudadano GERSON
FERNÁNDEZ titular de la Cédula de identidad Nº 83284055, para optar al título de
Magister en Educación mención Orientación y Asesoramiento, hago constar que
dicho trabajo reúne los requisitos y méritos suficientes para ser sometido a la
presentación pública y evaluación por parte del jurado examinador que se le designe.

En Bárbula, a los cuatro días del mes de agosto del año dos mil dieciséis.

___________________
Dr. Miguel Castillo
C.I.: 1365055

IV
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

VEREDICTO

Nosotros, Miembros del jurado para la evaluación del Trabajo de Grado TITULADO:
“EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA HUMANA Y SU INFLUENCIA EN EL
MÁS ACÁ”, PRESENTADO POR Gerson Fernández, TITULAR DE LA CÉDULA
DE IDENTIDAD 83284055, PARA OPTAR AL TÍTULO DE MAGISTER EN
Orientación y Asesoramiento, ESTIMAMOS QUE ÉL MISMO REÚNE LOS
REQUISITOS PARA SER CONSIDERADO COMO: _______________________

Nombre y Apellido Cédula de Identidad Firma

_______________________ _________________ _________________

_______________________ _________________ _________________

_______________________ _________________ _________________

BÁRBULA, AGOSTO DE 2016

V
Dedicatoria:

A mi Creador y Padre, en Cristo Jesús, Yahveh Dios de la Santísima Trinidad, Quien


desde la concepción hasta el día de hoy me cuida, me fortalece. Cuando fueron
desconectados a la vida terrestre mis padres biológicos, Él tomó la batuta de mi vida,
y, nunca me ha defraudado por el honor de Su Nombre. Como todo ser humano, por
el fenómeno del mal radical en mí, he fallado a veces en mi compromiso de ser
testigo fiel de la Luz, pero la Santísima Trinidad me ayuda a levantar, me perdona y
me consuela.

A Angelina Guzmán, que Dios me la bendiga siempre. Por las circunstancias de la


vida, mis estudios en el exterior no fueron reconocidos en Venezuela, tuve que
presentar examen de sexto grado y cursar el bachillerato completo para poder optar
a estudios superiores en Venezuela, ante esa tremenda sorpresa, Angelina Guzmán
movida por Dios, salió a mi encuentro para apoyarme. Gracias a su apoyo, la piedra
se movió.

A todos los que forman parte de mi vida que con su testimonio me motivan a caminar
en la luz.

Finalmente a ti que lees esto. Si te sientes atraído por el noble sentimiento del
patriotismo y de la elevación del género humano queriendo una Venezuela mejor sin
excluir a nadie y que la honestidad y la hermandad sean una dicotomía de
concientización humana, tienes en la mano un buen instrumento para ayudarte a
encontrar lo que buscas.

VI
Agradecimientos:

A Dios Uno y Trino por iluminarme en este Memoria de Investigación, por darme la salud
física y espiritual, por conseguirme un trabajo de profesor en La Academia Técnica Militar
durante los dos años y medio que duró la Maestría, así pude pagar.

A todos los que me apoyaron en este itinerario, en esta experiencia, con su compromiso,
oración y especialmente a mi profesor Miguel Ángel Castillo por su generosidad y
disponibilidad para asesorar este trabajo.

Al profesor José Tardeo Morales, presidente del jurado y demás miembros quienes tuvieron
que dedicar horas para leer este inmenso trabajo, hacer correcciones. Gracias a sus
recomendaciones, el lector podrá apreciar el carácter científico de este trabajo.

Al Dr. Nelson Dolande, mi compañero de estudios en la carrera de Teología, ilustre


investigador, quien revisó todo el trabajo e hizo correcciones y me ayudó con la presentación
en Power Point.

Han sido para mí guías y maestros.

A la Universidad de Carabobo donde realicé mi Maestría en Educación: Orientación Y


Asesoramiento. ¡Gloria a Dios por los educadores y demás miembros de esta universidad!
En especial a mi amiga, la profesora Hilda Soledad Hernández Páez

A mis compañeros de la Maestría

Sería un gran error e ingratitud no mencionar a la Universidad Católica Santa Rosa donde
realicé mis estudios de filosofía y de teología, disciplinas necesarias para optar por el
sacerdocio. Es una Universidad muy acogedora. Ahí nos enseña a ser realistas con un
espíritu deontológico y un espíritu crítico. Si me preguntas por la mejor universidad de
Venezuela, te diré, La Universidad Católica Santa Rosa.

A mi hermano Jairo Mantilla Cuadro y mi hna. Mery Acosta Ortiz en los momentos más
oscuros de mi vida siempre me apoyan. Son hermanos de mi consuelo.

A mi gran amigo y hermano en la fe, el Dr. Pedro Villalba.

A mi hermana en la fe y amiga de siempre, la Dra. Alecia Rodríguez (Coromoto)

A todos aquellos que me ayudaron en la realización de este trabajo. A todas las personas con
las cuales he compartido a lo largo de mi formación académica y me han ayudado a ser lo
que soy.

Finalmente a Jeannette Amaro, ¡sólo Dios sabe cuánto debo a ella!

¡Demos gracias al Señor porque su amor es eterno!

VII
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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA HUMANA


Y SU INFLUENCIA EN EL MÁS ACÁ

Autor: Gerson U.FERNÁNDEZ


Tutor: Dr. Miguel A. CASTILLO
Año: 2016

Resumen

Lo que se observa en el Más Acá es el crecimiento exponencial de la maldad,


la depravación humana, la autodestrucción del Hombre por el suicidio, por la falta de
solidaridad, por la ciencia sin consciencia: ¿Será que el ser humano pierde el sentido
del bien? En el caso de que la interrogación sea afirmativa, ¿qué se puede hacer? La
respuesta a estas preguntas por el desequilibrio en el Más Acá fue el motivo de esta
investigación con el objetivo general: Generar una reflexión sobre la consciencia del
más acá como fundamento educativo. La cual permite motivar al común de los
mortales acerca de la necesidad de actuar conscientemente para detener la
autodestrucción de su ser, cooperar para dar al otro la alegría de vivir, restablecer el
equilibrio en el más acá por acciones dirigidas hacia el bien común. Para llegar a este
resultado, se ha propuesto la Educación de la Consciencia moral. La metodología
empleada es de tipo documental, llevándose a cabo un análisis crítico de las
diferentes partes de la investigación. La investigación ha sido efectuada bajo el
Paradigma del Reconocimiento mutuo de Axel Honneth, propio para el desarrollo de
las facultades morales del Hombre, y, estimularlo a ser el protagonista de su
emancipación hacia la humanización plena. El carácter de esta investigación ha
suscitado la aplicación del método dialéctico-especulativo. Este método es ideal para
una investigación cualitativa donde las ideas se chocan para llegar a la luz, de ahí el
apelativo dialéctico; la especulación en el sentido de contemplación de la verdad, ver
con los ojos de la inteligencia.
Descriptores: Más Acá, Consciencia Moral, Educación, Reconocimiento mutuo,
Inteligencia

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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

EDUCATION OF THE HUMAN CONSCIENCE


AND ITS INFLUENCE DOWN-HERE

Author: Gerson U.FERNÁNDEZ


Tutor: Dr. Miguel A. CASTILLO
Year: 2016

Summary

What we observe down-here, it is the exponential growth of the wickedness,


human depravation, the self-destruction of man by suicide, by the lack of solidarity,
by the science without consciousness: will it consist in the fact that the human being
loses the sense of right? In case the interrogation would be affirmative: what can we
do? The answer to these questions by the imbalance down-here has been the motive
for this research with the general objective: To generate a reflection on the
consciousness of the down-here as educational foundation. Which helps to motivate
the common one of the mortal ones brings over of the need to act consciously to stop
the self-destruction of his being, cooperate to give the joy to other one of living, to
restore the balance down-here by directed actions to the common well. To get to this,
it was suggested the education of the moral consciousness. The used methodology is
of documentary type, being carried out a critical analysis of different parts of the
research. The research was conducted in the context of the mutual recognition of
Axel Honneth paradigm, appropriate to the development of the moral faculties of man
and to encourage him to be the protagonist of his emancipation towards the full
humanization. The nature of this research has raised the application of the dialectical
method - speculative. This method is ideal for a qualitative research where ideas
shock to reach the light, hence the dialectical nickname; the speculation in the sense
of contemplation over the truth, to see with the eyes of the intelligence.

Descriptors: Down here, Moral Consciousness, Education, mutual Recognition,


Intelligence

IX
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MENCIÓN ORIENTACIÓN Y ASESORAMIENTO

Auteur: Gerson U.FERNÁNDEZ


Tuteur: Dr. Miguel A. CASTILLO
Année: 2016

EDUCATION DE LA CONSCIENCE HUMAINE


ET SON INFLUENCE ICI-BAS

Résumé

Ce qu’on observe ici-bas, c’est la croissance exponentielle de la méchanceté,


la dépravation humaine, l'autodestruction de l'Homme par le suicide, par le manque
de solidarité, par la science sans conscience : consistera-t-il à ce que l'être humain
perd le sens du bien ? Dans le cas où l'interrogation serait affirmative: qu'est-ce qu’on
peut faire ? La réponse à ces questions concernant le déséquilibre ici-bas a été le
motif de cette recherche visé sur l'objectif général : Générer une réflexion sur la
conscience d’ici-bas comme fondement éducatif. Laquelle permet de motiver le
commun des mortels à propos de la nécessité d'agir consciemment pour arrêter
l'autodestruction de son être, coopérer pour donner à l'autre la joie de vivre, rétablir
l'équilibre ici-bas par des actions dirigées vers le bien commun. Pour arriver à ce
résultat, on a proposé l’Education de la Conscience morale. La méthodologie
employée est de type documentaire, étant réalisée une analyse critique de différentes
parties de la recherche. La recherche a été menée dans le cadre du paradigme de la
Reconnaissance mutuelle d'Axel Honneth, propre au développement des facultés
morales de l'Homme et de l’encourager à être le protagoniste de son émancipation
vers la pleine humanisation. Le caractère de cette recherche a suscité l'application de
la méthode dialectique - spéculative. Cette méthode est idéale pour une recherche
qualitative où les idées se choquent pour atteindre la lumière, d’ou le surnom
dialectique; la spéculation dans le sens de contemplation de la vérité, voir avec les
yeux de l'intelligence.

Descripteurs : Ici-bas, Conscience Morale, Education, Reconnaissance mutuelle,


Intelligence

X
ÍNDICE GENERAL

Pp

Dedicatoria…………………………………………………………………………..VI
Agradecimiento……………………………………………………………………..VII
Resumen……………………………………………………………………………VIII
Summary……………………………………………………………………………..IX
Résumé……………………………………………………………………………......X
Índice General…………………………………………………………………….....XI
Introducción…………………………………………………………………………..1
Planteamiento y Desarrollo del Trabajo………………………………………………7

Capítulo I
PROBLEMÁTICA DE LA INVESTIGACIÓN

El planteamiento del problema………………………………......................................8


Los Objetivos de la Investigación……………………………………………………18
Objetivo general y objetivos específico……………………………………………...19
Justificación………………………………………………………………………….19

Capítulo II
MARCO TEÓRICO

Antecedentes…………………………………………………………………………27
Base teórica…………………………………………………………………………..31
Base conceptual……………………………………………………………………...42
Educación……………………………………………………………………………42
a.- Educación: Obra de autoridad y de respeto………………………………………43
b.- Educación: obra de desarrollo y de progreso…………………………………….46
c.- El problema de la Educación…………………………………………………….50
d.- Educación y Facultades morales…………………………………………………53
Consciencia…………………………………………………………………………..54
A.- Consciencia Psicológica y su uso Común……………………………………….54
A1.- Ser consciente, es estar presente en sí mismo y en el mundo………………….55
A2.- Ser consciente, es ser sujeto……………………………………………………56
A2-1. Ser sujeto, es existir para sí mismo…………………………………………...56
A2-2. Ser sujeto, es saber que existen objetos……………………………………….57
B.-Consciencia Filosófica……………………………………………………………57
B1.- Los griegos y el concepto de consciencia………………………………………58

XI
Pp

B2.- La consciencia como "consciencia moral"……………………………………..60


B3.- El surgimiento de la consciencia……………………………………………….61
B4.- La "edad de oro” de la consciencia…………………………………………….63
B5-. Las críticas de la consciencia…………………………………………………...64
B6.- Consciencia y sus manifestaciones……………………………………………..66
B7.- El juicio más necesario acerca de la consciencia……………………………….67
B7-1.-De Sócrates a Gandhi…………………………………………………………67
B7-2.- El error de Nietzsche…………………………………………………………69
C.- Síntesis de la consciencia………………………………………………………. 71
C1.-Tres Funciones de la consciencia………............................................................ 72
C2.- Primera función de la consciencia……………………………………………...73
C3.- Segunda función de la consciencia…………………………………………….73
C4.- Tercera función de la consciencia………………………………………………73
Inteligencia…………………………………………………………………………..74
A.-Definiciones comunes……………………………………………………………75
B.- Definiciones Psicológicas……………………………………………………….77
C.- Definiciones Filosóficas…………………………………………………………82
C1.- La inteligencia como sustancia puramente espiritual…………………………..82
C2. Inteligencia, hábito de los primeros principios especulativos…………………..86
D.- Inteligencia y Potencias Superiores del Alma Humana………………………....91
D1.- Desarrollo de la Inteligencia……………………………………………………92
D2.- Formación del carácter…………………………………………………………92
D3.- Libre albedrío y Voluntad……………………………………………………...93
D4.- La Sindéresis…………………………………………………………………...94
D4-1.- Un habitus natural: La Sindéresis……………………………………………94
Voluntad Humana……………………………………………………………………98
A.-Voluntad en Psicología…………………………………………………………...99
A1.-Utilización de la voluntad en psicología cognitiva…………………………….101
B.- Voluntad en Moral, Política y Derecho………………………………………...102
C.- Voluntad en Pedagogía…………………………………………………………104
D.- Voluntad en Teología y el acto moral………………………………………….105
E.- Ser y valor………………………………………………………………………107
F.- Facultad Espiritual de la Voluntad……………………………………………..110
F1.- El mal, privación del bien y falseamiento interior…………………………….112
G.- El acto humano exige el conocimiento y la libertad……………………………116
H.- Dos clases de libertad: Selección y Actuación…………………………………126

XII
Pp

Educación de la Consciencia……………………………………………………….129
a.-Naturaleza humana y persona humana…………………………………………..131
b.- Dos métodos para educar la consciencia………………………………………..132
c.- Consciencia moral y Educación………………………………………………...135
Razón………………………………………………………………………………135

Capítulo III
APROXIMACIÓN METODOLÓGICA

Tipo de estudios……………………………………………………………………138
Procedimiento………………………………………………………………………138
Naturaleza y Enfoque de la investigación…………………………………………139
La aproximación, la estrategia y el método de la investigación……………………139
Especulativo en griego y en latín; elemento central: el acto de ver………………...142
La especulación, mirar lo que es, lo que se hace…………………………………...143
Para entender el término “dialéctico”………………………………………………145
Método dialéctico-especulativo…………………………………………………….147
Paradigma de la Investigación………………………………………………….......148
a.- Condición humana………………………………………………………………149
b.- Paradigma del reconocimiento mutuo…………………………………………..150
Conclusión General………………………………………………………………...155
Aporte Educativo…………………………………………………………………...162
Referencias Bibliográficas………………………………………………………….172

XIII
INTRODUCCIÓN

La presente investigación se propone realizar un estudio sistemático del tema


“Educación de la Consciencia Humana y su influencia en el más acá”. Un tema que
puede parecer extraño para muchos y sobre todo por el concepto “más acá”, término
utilizado para hablar del planeta tierra, porción de la creación enseñoreada por el
Hombre. El más acá gime y está en dolores de parto por el mal radical en el Hombre
que genera tanta perturbación en su seno. ¿Es justo que no haya un freno perpetuo en
guerras entre naciones y civiles en el mundo? ¿Son admisibles las matanzas diarias y
suicidios en el mundo? ¿Es justo que en una sociedad la riqueza esté en manos de una
fracción y la mayoría del pueblo vive en la miseria? Las discriminaciones raciales, el
nacionalismo, el uso de la ciencia sin consciencia, la depravación humana son otras
plagas en el más acá que llevan al Hombre a la degradación y ponen en ruego su
atributo de ser un ser racional, es decir, capaz de equilibrar su instinto con la razón
para obrar conformemente a la ley natural. En este sentido, Habermas (1989) emite
este juicio, “Una persona racional es aquella que interpreta sus necesidades a la luz de
los estándares de valor aprendidos en su cultura; pero sobre todo, cuando es capaz de
adoptar una actitud reflexiva frente a los estándares de valor con que interpreta sus
necesidades.” (p.39). Para abrir un paréntesis, quisiéramos limitar un poco el
concepto “razón”, término que será desarrollado ampliamente en el cuerpo del
trabajo. Entonces, ¿qué es la razón?
La razón es generalmente considerada como una facultad propia del espíritu
humano cuya aplicación le permite fijar criterios de verdad y error, discernir el bien y
el mal y también poner en ejecución medios con vistas a un fin dado. Permite pues
dirigir (por ejemplo la voluntad). Esta facultad tiene pues varios empleos: científico,
ético y técnico. Como consecuencia, podemos distinguir, desde el punto de vista de
las normas racionales:
• La razón como un conjunto de principios directivos del conocimiento o de la acción;
• La razón como un principio de creación y de postura ordenada de estos principios.

El diccionario enciclopédico “Larousse” la define como:

1
XIV
• Facultad propia del hombre, por la cual puede conocer, juzgar y comportarse según
principios: la razón considerada en oposición al instinto.

• Conjunto de principios, maneras de pensar permitiendo actuar bien y juzgar bien:


una decisión conforme con la razón.

• Conjunto de facultades intelectuales, consideradas en su estado o su funcionamiento


normal: no tener más toda su razón.

• Lo que explica, justifica un hecho, un acto: ¿Conoce la razón de su salida?

Para saber más acerca de la razón, lee en http://www.larousse.fr/dictionnaires/francais/raison.

Las fealdades mencionadas en el primer párrafo, no son productos del


fatalismo, sino de la degradación humana por el abuso de su libertad. Como el
Hombre es sujeto de su historia, puede sensibilizarse para sanar el más acá. Ante esta
posibilidad surge el deseo de hacer algo, lo cual se manifiesta con esta pregunta:
¿Será que existe un remedio en el mercado para frenar las plagas causadas por el
Hombre? Hay que buscar “este remedio” en el “mercado interior del Hombre”. Pues,
si existe un mal radical en el Hombre, fuente de todas estas plagas, existe también en
Él un bien radical. Partiendo de esta proposición condicional, todo ser racional es
invitado a pensar en la educación de la consciencia humana. Pero, ¿qué es la
consciencia humana? ¿Se puede educar la consciencia? Estas preguntas serán
respondidas ampliamente en el marco teórico del trabajo. Para calmar la curiosidad,
es menester saber que la consciencia mencionada aquí, no es la consciencia
psicológica, sino la consciencia moral. Es el poder de decidirse por sí mismo en
función de un deber. Este poder de decisión se llama libertad.
¿Es realmente libre el Hombre? Si la obediencia al deber exige la libertad del
sujeto que prefiere cumplir con su deber en vez de satisfacer sus apetitos, ¿cómo la
educación bastaría con poner de manifiesto esta consciencia moral? Para responder a
esta interrogación es preciso ver en qué la educación puede ayudar a la consciencia
moral. ¿Cuál es su papel en la vida del Hombre? La educación ha nacido para
levantar al Hombre de su estado de marginación. Dice Job en su tribulación,
“Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo allá regresaré.” (Job 1, 21). La

XV
2
desnudez es símbolo de marginación. La educación inicia su papel ahí al salir al
encuentro de todo aquél que está en un proceso de desarrollo para brindarle el apoyo
necesario para alcanzar su fin. Este encuentro es una relación afectiva entre el joven
que todavía no ha hecho pie en la propia existencia, o no suficientemente, y el más
viejo que sí lo ha hecho: padre, madre, cuidadores, educadores, docentes, maestros,
etc. De esta visión de lo que es la educación en sí, nace el grado educativo en
Orientación para acompañar al educando en su proceso de aprendizaje y de
crecimiento en humanidad.
La educación disciplina al Hombre, le ofrece buenos hábitos para el desarrollo
de su consciencia moral. Como la educación es para el Hombre y con el Hombre, lo
que significa que su pretensión no es domesticar al Hombre, sino acompañarlo en el
camino de la vida. Para hacer efectivo este acompañamiento, el Paradigma del
Reconocimiento mutuo de Axel Honneth ha sido adoptado para este trabajo. ¿En qué
consiste este Paradigma? Su nombre mismo nos da una idea de lo que es. El principio
de reconocimiento mutuo es la columna vertebral de harmonía entre los humanos.
Desconocer este principio, engendra violencia entre los sujetos de una misma
comunidad, entre países vecinos. Sin este reconocimiento mutuo, no habrá paz en una
sociedad, paralizará cualquier institución. Reconocer al otro es prueba de amor, de
humildad, prueba de justicia. Se aprenderá más de Axel Honneth en el desarrollo de
este apartado, “Reconocimiento mutuo”.
En cuanto a la metodología, la naturaleza del tema ha sugerido el método
dialéctico-especulativo. Etimológicamente y en el lenguaje común, la dialéctica
designa el arte de la discusión y de la argumentación, es decir, los métodos
empleados para demostrar, refutar, convencer. En filosofía, la dialéctica es un modo
de razonamiento, de interrogatorio y de interpretación que consiste en analizar la
realidad confrontando opiniones, ideas, tesis, aparentemente contradictorias, y tratar
de superarlas. Se apoya en estas contradicciones para mostrar que en realidad están
conectadas por relaciones de complementariedad, de interdependencia o de identidad
y trata de llevar a cabo nuevas proposiciones (o tesis) que permiten resolver o
aclarar las contradicciones iniciales.

XVI
3
La dialéctica es un método de razonamiento que ha tomado muchas formas a
lo largo de los siglos. Ejemplos: En Sócrates (-470 a -399), la dialéctica es el arte de
asistir al parto de los espíritus (la mayéutica), que conduce al interlocutor a descubrir
el verdadero conocimiento que lleva dentro de él. El jugar con la ironía (de falsa
ingenuidad) y hacer preguntas inteligentes, deja a su interlocutor encerrarse en sus
contradicciones, luego lo llevó a darse cuenta de sus errores de juicio. En Platón (-
428 a -347), la dialéctica es el arte de la discusión, del diálogo, como medio para
elevar el conocimiento sensible (que puede ser percibido por los sentidos) a las Ideas
(realidad absoluta del mundo inteligible, modelo, ideal). En la Edad Media, la
dialéctica que es la lógica formal, en oposición a la retórica, es una de las artes
enseñadas en las universidades.
Este trabajo, en su carácter de choque de ideas para llegar a la luz y rehacer la
Educación elevando la consciencia para restablecer el equilibrio en el Más Acá, por
lo tanto, la dialéctica de los Sofistas no será tomada en cuenta en las discusiones
porque nadie tiene el monopolio de la verdad. ¿En qué consiste esta dialéctica? Es la
dialéctica erística, utilizada desde la Antigüedad por los Sofistas, se adjunta en
particular a la eficacia de los argumentos. Es definida y desarrollada por Arthur
Schopenhauer (1788-1860) en su libro “La Dialéctica erística” y presentada como
“el arte de tener razón siempre.” Esta forma de dialéctica no busca el conocimiento,
sino a hacer creerle a un interlocutor o a un público que se tiene razón cualquiera que
sea el que detiene la verdad. Las críticas de la dialéctica se refieren en el hecho de
que desviaría el espíritu de la observación científica y que sería un procedimiento
dogmático.
Para llegar a un acuerdo en las disputas verbales, el método dialéctico es
ideal. ¿En qué consiste una disputa verbal? Consiste en discrepar sobre una cuestión
por manejar un mismo concepto o idea con diferentes significados. Para llegar a un
acuerdo, se debe definir los términos. En la lectura de este trabajo, el lector se
convencerá de que se ha hecho exactamente lo que dice este método.
Dos cosas me han llevado a adherirme a esta Maestría, Orientación y
Asesoramiento, y para coronar mi inquietud, este trabajo es presentado a la

XVII
4
comunidad de los investigadores como una invitación a repensar y rehacer la
educación para la edificación del común de los mortales y para el restablecimiento
del equilibrio en el Más Acá por la elevación de la consciencia. La primera cosa es
experimentar que el fenómeno de la Educación se ha convertido sólo en un desarrollo
de la Inteligencia por el énfasis sobre las facultades intelectuales olvidando las
facultades morales para la formación del carácter. Esta falla en la Educación engendra
la calidad de sociedad actual. Por lo tanto, la primera cosa observada afecta la moral.
La segunda, se pretende desarrollar la inteligencia, pero no hay virtud intelectual en la
inmensidad de los que reciben el pan de la instrucción. Al carecer esta virtud, el
hombre se reduce a su especie como los animales por falta de espíritu crítico.
Por esta carencia de espíritu crítico, lo que hace la masa del común de los
mortales, es repetir vilmente lo que dice el otro sin contemplación. Un ejemplo de
ello: Una vez fui invitado a una reunión de profesores en la Academia Militar de
Maracay, el orador, para animar a los profesores a mejorar la calidad del trabajo dijo:
“Los cadetes tienen voluntad libre y cerebro para pensar. Por lo tanto, debemos
aprovechar de estas herramientas para empujarles al éxito.” Teóricamente el discurso
suena bien, pero las proposiciones no son aplicables en la realidad. El lector
descubrirá en el trabajo, por qué decir voluntad libre y cerebro para pensar no es
aplicable en la vida real. Por lo tanto, la segunda cosa observada afecta el intelecto.
Es posible que sin esta doble motivación el objetivo no se hubiese alcanzado.
Por todo ello, es menester expresar mi mayor satisfacción ante la “obra terminada”.
Tal como se representa en el diagrama elaborado a continuación, el estudio pretende
responder a una cuestión: ¿Cómo restablecer el equilibrio en el Más Acá? Partiendo
de esta sencilla pregunta, el trabajo se ha estructurado en tres capítulos. En el primer
Capítulo, titulado, Problemática de La Investigación, se desarrolla los siguientes
apartados: El Planteamiento del problema, Objetivo general y Objetivos específicos
de la investigación, después viene la Justificación.
En el Capítulo dos, titulado, Marco Teórico o Referencial, se desarrolla los
siguientes apartados: Antecedentes, Base teórica, Teorización, Paradigma de la
Investigación, Condición humana, Paradigma del Conocimiento mutuo, Bases

XVIII
5
conceptuales, el origen de los conceptos, el enfoque filosófico de los conceptos. Los
términos: Educación, Consciencia, Inteligencia, Voluntad humana, Educación de la
Consciencia son considerados como el corazón de la Investigación, razón por la cual
los dividimos en cinco partes para facilitar la comprensión de la lectura.
En el Capítulo tres, titulado, Aproximación Metodológica Tipo de estudio,
se tiene los siguientes apartados: La naturaleza y el enfoque de la investigación, La
aproximación, la estrategia y el método de la investigación, aclaración del concepto
especulativo, la especulación: mirar lo que es, lo que se hace; para entender el
término dialéctico, método dialéctico especulativo.
Finalmente, se elaboran unas conclusiones y se ofrecen algunas claves, como
una propuesta educativa en relación con la familia, la escuela y los medios de
comunicación.
Se sabe que un orientador es llamado a salir al encuentro de todo aquél que se
encuentra en un proceso de desarrollo, para brindarle el apoyo necesario para alcanzar
su fin, y, si se ha desviado del camino correcto, lo encontrará con el acompañamiento
del orientador quien busca a concientizar. La tarea será más fácil si se estudia un poco
la esencia humana para ver las causas de la desviación del hombre. Para ello, se ha
adoptado el método especulativo: contemplación de la verdad, ver con los ojos de la
inteligencia. Luego, para despertar el interés de trabajar para la Educación de la
consciencia, entregarse con entusiasmo a esta noble tarea, es invitado a meditar este
pensamiento de Émile Faguet: “El efecto más bello que pueda tener una educación, es
inspirarle al alumno el deseo de rehacer su educación.” «Le plus bel effet que puisse
avoir une éducation c'est d'inspirer à l'élève le désir de refaire son éducation » Emile
Faguet, Politique et morale du XIX ème siècle, 8ème édition III, page 238. Para el
desarrollo de las facultades intelectuales, el mismo autor escribió un manual titulado,
“L’art de lire”, “El arte de leer”. Se puede escucharlo en youtube.
(Émile Faguet, L’art de lire: https://www.youtube.com/watch?v=26MpwI43Gng
(escuchado el 6 de diciembre 2015)

XIX
6
PLANTEAMIENTO Y DESARROLLO DEL TRABAJO
Artes y Música

Humanidades y sociales

Luz (Verdad) Ingeniería

Química

Conocer Física

Matemáticas Virtud Ética

La Inteligencia

Desarrollo de virtud
Inteligencia intelectual
Ciencia

Educación Consciencia Formación del carácter

Virtud Moral

Sindéresis Bueno Malo

Querer Libre Albedrío Actus Humanus

Conocimiento Libertad

BIEN La Voluntad BIEN

Resultado de las acciones


Belleza Humanas Fealdad

Acciones gloriosas Acciones vergonzosas

Figura de la Esencia humana y otras facultades y desviaciones

Estos son los ingredientes para llegar a la educación (elevación) de la


consciencia. El lector podrá ver que yo conecto la consciencia a la inteligencia y es el
conector principal. En la realidad del mundo espiritual, filosofía abstracta, es así. La
inteligencia manda las informaciones a la consciencia para ser analizadas. Las flechas
sin conceptos muestran que la inteligencia es polifacética. La inteligencia y la
consciencia no pertenecen a la naturaleza humana. Forman parte del bloque del
espíritu y son llamados primeros principios especulativos junto con la sindéresis
llamada primer principio práctico.

XX
7
CAPÍTULO I
PROBLEMÁTICA DE LA INVESTIGACIÓN
Planteamiento del problema
Al contemplar cómo la humanidad aparentemente ha perdido el sentido del
bien: Los Hombres traicionan a su inteligencia, y, su voluntad no converge hacia el
bien, viven en la falsedad y en la maldad, son amigos del dinero y pierden la
sensibilidad humana ante el dolor del otro, tienen apariencia de hombres leales, pero
en el interior reina la fealdad, la autoridad ha perdido su esencia y se ha convertido en
una lucha de poder subjetivo para llenarse de vanidades. Viviendo en una sociedad
así, se siente estar en un estado de nostalgia, lo cual provoca un dolor moral que hace
oír comúnmente en las calles, este refrán: “me siento cansado con esta situación”.
¿Cuál es el problema específicamente? Tienes dinero en las manos y no hay casi nada
que comprar. Si lo hay, eso no está a tu alcance por tu pobre sueldo; si vas a cobrar un
dinero en el banco o salir en tu carro, no tienes esperanza de volver a ver a tu familia
por no saber si un amigo de lo ajeno no va a salir a tu encuentro; la delincuencia
juvenil avanza exponencialmente; mujeres que se recuren a la prostitución para
sobrevivir; crímenes organizados y secuestros; cárceles dejan de ser un lugar de
corrección y regeneración para convertirse en una organización de delitos contra los
ciudadanos; muchachos salen del liceo sin curiosidad intelectual y sin formación en
cívico-moral; escuelas e universidades no enseñan la ciencia del deber, pensando que
están usurpando la noble tarea de los padres; profesionales salen de las universidades
sin virtud intelectual y moral para causar más daño a la sociedad; los productos que
consumimos son de muy mala calidad; negligencias en los servicios públicos;
ausencia del Estado para frenar situaciones deshumanizantes que agobian los más
vulnerables de la nación. Si seguimos citando situaciones que causan descontentos,
no terminaremos. El concepto “descontento” implica que estamos hablando
verdaderamente de un problema social. “Una situación de hecho será considerada
como problema social sólo si la opinión de la colectividad lo considera así; se
distingue pues de otros tipos de problemas por su lazo íntimo con los valores morales

8 XXI
de una sociedad” (Cohen, 1964). Para dar un nombre técnico al dolor que agobia la
nación venezolana casi en toda su totalidad, lo llamamos problema deontológico-
social-político. Este problema engendrado por el comportamiento inadecuado del
hombre desequilibrado, es la consecuencia del desequilibrio en el Más Acá. La gran
pregunta: ¿Qué medidas han sido tomadas para frenar el desequilibrio en el más acá?
¿Son eficaces estas acciones?
Para seguir disertando acerca del problema del Más Acá desequilibrado a
causa del Hombre en su seno, no es una mala idea ver primero al género humano en
su naturaleza sensible, que lo lleva a la satisfacción inmediata de sus necesidades. En
esta naturaleza, cada ser humano tiene los mismos deseos, cada uno quiere poseer lo
que es bueno para sí. Es la tentación que empuja a veces a los humanos a entrar en
conflicto los unos con otros. Ante esta inclinación hacia el mal desde la fundación del
Más Acá, nacen reflexiones pesimistas con respecto a la naturaleza del Hombre. La
reflexión más conocida para caracterizar al hombre por su fealdad hacia su semejante
es la siguiente locución latina: “Homo homini lupus”. Según Wikipedia, la
enciclopedia libre, esta locución fue creada por el comediógrafo latino Plauto (254-
184 a. C.) en su obra Asinaria, donde dice: Lupus est homo homini, non homo, quom
qualis sit non novit (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando
desconoce quién es el otro). Esta locución fue repetida en el tiempo por el común de
los mortales para repugnar las acciones inhumanas del hombre contra su semejante
para causarle dolor y muerte. Esta locución fue retomada por Sigmund Freud (1929:
V, p.39) en su obra, Malaise dans la civilisation (Malestar en la civilización), he aquí
el texto:
“El hombre no es en absoluto este ser manso, sediento de amor en el corazón,
sobre quien se dice que se defiende cuando se lo ataca, pero un ser al contrario
que debe poner en cuenta de sus datos instintivos una buena suma de
agresividad. Para él, por consiguiente, el prójimo no es sólo un auxiliar y un
objeto sexual posible, sino también un objeto de tentación. El hombre, en
efecto, es tentado por satisfacer su necesidad de agresión a costa de su
prójimo, explotar su trabajo sin indemnizaciones, utilizarlo sexualmente sin su
consentimiento, apropiarse de sus bienes, humillarlo, infligirle sufrimientos,
martirizarlo y matarlo. Homo homini lupus (el hombre es un lobo para el
hombre): ¿quién tendría el coraje, frente a todas las enseñanzas de la vida y

9 XXII
de la historia, para oponerse contra este adagio? Esta tendencia a la agresión,
que podemos descubrir en nosotros mismos y cuya existencia suponemos
justamente en otros, constituye el factor principal de perturbación en nuestras
relaciones con nuestro prójimo; es ella que impone a la civilización tantos
esfuerzos. A consecuencia de esta hostilidad primaria que levanta a los
hombres unos contra otros, la sociedad civilizada es constantemente
amenazada de ruina.” (Traducido del francés por el autor de la investigación,
abril 2015)

“El hombre es un lobo para el hombre”. En otras palabras: El hombre es el


peor enemigo de su semejante, o de su propia especie. De acuerdo con el texto de
Sigmund Freud, el Hombre está desprovisto de toda bondad. En el contrato social
para el bienestar común, se ha promulgado muchas leyes para regir la conducta del
Hombre en sociedad para que sus relaciones sociales escapen de la arbitrariedad y de
la violencia de los individuos. Estas reglas indican lo que “hay que hacer”, los
“derechos y los deberes” que incuben a los ciudadanos de una sociedad dada. Sin
embargo, hay muchísima gente que no respeta las leyes establecidas para mejorar la
convivencia en la sociedad humana. ¿Será por no saber frenar los instintos y usar la
razón? Cuando alguien se deja llevar únicamente por su instinto, su naturaleza
sensible, no actúa con libertad, sino por necesidad. Si se dice que el hombre es un ser
racional, sus acciones no deben ser a ciento por ciento por impulso. Los animales
funcionan así, por eso decimos que ellos hacen todo por necesidad por la carencia de
libertad. ¿Qué es la libertad entonces? La libertad es la facultad que tiene el hombre
para seleccionar libremente. Con esta definición es bueno aclarar que el hombre no
tiene libertad de actuación, sino de selección. Al no reconocer este principio, se
protagonizan acciones desequilibradas sin importar los daños que tales acciones
puedan causar a otras personas, a una comunidad entera o al porvenir de otra
generación. Cuando se actúa mal, en este caso, el mal moral, se genera un
desequilibrio en el Más Acá, se escandaliza al género humano por ser parte de él y
conocido como ser racional. Al final, se convierte en un “lobo” para con su
semejante. En este rango entran los asesinos de todos los tiempos.
Por sentimiento moral, es decir, por sensibilidad humana, todo el mundo
puede más o menos ponerse de acuerdo sobre el hecho de que el homicidio es un gran

10XXIII
mal. Razón por la cual, se puede fácilmente asociarle a un asesino a alguien muy
malo. Desgraciadamente, el Más Acá lleva en su seno a muchos asesinos. Por
ejemplo, el presidente de los Estados Unidos que ordenó en 1945 el lanzamiento de la
bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón, no fue condenado como un
asesino aunque provocó la muerte de 110 000 personas y en el futuro, los que
murieron de diversos tipos de canceres. Fue más bien aclamado por haber ganado la
guerra. Se puede leer más sobre esta barbaridad consultando esta página:
http://www.batanga.com/curiosidades/6548/10-cosas-que-no-sabias-sobre-hiroshima-
y-la-bomba-atomica (Tomado el 15/04/2016, a las 17:21)
En el mismo orden de ideas, ¿es posible matar a alguien psicológicamente?
De un cierto ángulo, sería posible creer que sí. En este tiempo, el suicidio es frecuente
y emana a veces de un homicidio psicológico, es decir cuando una persona hiere a
alguien de modo bastante extremo para que el individuo alcanzado sea privado de
todo interés hacia la vida. Se habla aquí de toda forma de discriminaciones, de
racismos, de violaciones y otros. Todos estos crímenes que no son permitidos por la
ley sino que encuentran frecuentemente en su medio de vida, como en la escuela,
luego el trabajo u otros lugares públicos, son actos criminales que muestran que la
mente humana tiene necesitad de una terapia para sanar el mal moral que lleva por
dentro.
¿Es realmente posible una terapia en el hombre? De lobo a oveja, ¿es posible
la conversión? El hombre no nace lobo. El comportamiento de lobo observado en él,
no es el producto de lo que es, sino el efecto de un reactivo no balanceado en la
ecuación de su formación. ¿Cuál es el reactivo? Y ¿cuál es el producto de esta
reacción? La Ley Eterna formuló al ser que va a recibir el apelativo Hombre,
dotándole de dos naturalezas; las cuales, en sentido figurado, las podemos llamar
reactivos para convertirse en un producto llamado “naturaleza humana”. He aquí la
reacción:
Naturaleza sensible + Naturaleza racional Naturaleza humana.
Como se puede ver, el producto de la reacción no es el lobo, sino la naturaleza
humana (Persona humana). Por lo tanto, se puede motivar al hombre para equilibrar

11XXIV
la naturaleza sensible con la naturaleza racional con el fin de modificar su conducta
hacia su semejante y hacia el Más Acá en general. Esta motivación se hace por la
educación de la consciencia humana. ¿Acaso una mejor educación favorecería al
Hombre a que se convirtiera en un ciudadano responsable que respetaría las leyes?
La educación de la consciencia, se denomina también educación moral o
formación del carácter. Esta educación moral es más efectiva si se hace desde la
infancia con la obediencia a los padres; que son más experimentados, y pues disponen
de una razón que les permite juzgar el bien y el mal para sus hijos. Es importante
subrayar lo siguiente: Podemos distinguir dos edades, dos períodos en la infancia, la
primera, que ocurre casi en su totalidad en la familia o en la escuela maternal,
sustituto de la familia, como lo indica su nombre; la segunda, que pasa en la escuela
primaria, donde el niño comienza a salir del círculo familiar, a iniciarse en la vida
ambiente. Es lo que se llama el período de la segunda infancia. Es la educación moral
en este período de la vida, que principalmente tendremos que tratar. Es el instante
crítico para la formación del carácter moral.
Preguntarse cuáles son los elementos de la moralidad, no es proponerse
elaborar una lista completa de todas las virtudes, ni hasta de las más importantes: es
buscar las disposiciones fundamentales, las mentalidades que están en la raíz de la
vida moral; porque, formar moralmente al niño, esto no es despertar en él tal virtud
particular, luego tal otra, y otra más, es desarrollar y hasta constituir toda pieza, por
medios apropiados, estas disposiciones generales, una vez creadas, se diversifican
fácilmente a sí mismas en el detalle de las relaciones humanas.
¿Por dónde debemos comenzar la educación moral del niño? En el primer
período de su infancia, la moral del niño consta sólo dos palabritas: El Sí y el No.
Enseñar al niño a distinguir el Sí del No para que sea una persona bien equilibrada,
que respete el derecho de los demás, que acepte sus limitaciones, que no vea como
enemigos a los que le lleven el contrario en su vida adulta. En el caso contrario, hay
una fuerte probabilidad que sea un mediocre, una persona non grata, un mal padre,
una mala madre y un peligro para la sociedad de su contemporánea.

12XXV
Los padres de familia y las maestras de la escuela maternal deben enseñar al
niño cómo vivir en familia y en sociedad. En familia, el niño debe aprender los
nombres de sus papás, sus hermanos, sus abuelos, tíos, primos; en sociedad, el niño
debe aprender el nombre del alcalde si vive en un Municipio. Sus compañeros del
preescolar forman una sociedad y familia para él, por ende debe saber los nombres de
sus compañeros; debe tratar a cada uno con respeto; la maestra debe estar muy
pendiente del trato que cada niño da a su compañero, enseñarles a trabajar en equipo.
Esta educación moral pretende acercar al hombre de un ideal, librándolo de
sus vicios y mejorando su virtud. Por eso, los padres tienen como papeles de
aprenderles a sus Hijos del uso de la palabra, las buenas costumbres, en total, deben
educarles para que puedan vivir del mejor modo en su sociedad. Los niños no son
todavía aptos para auto-disciplinarse, para juzgar si sus actos son morales o no. Es la
sanción que permite por primera vez, mostrar lo que es bueno o malo.
Poco a poco, la educación debe llevar al niño a su autonomía: se convertirá en
un hombre libre capaz de reconocer los valores y las normas a los cuales someterse.
Esta educación debe tener por objeto conducir a obedecer sólo a sí mismo, no a una
sumisión ciega. Pero, ciertos padres no cumplen con sus papeles infligiéndoles de
maltrato a sus infantes como el abuso sexual, el abuso físico, el abuso emocional y la
negligencia. Todos estos abusos tienen una influencia importante sobre el Niño
cuando sea el hombre del mañana.
Para continuar, el entorno y la sociedad desempeñan un papel importante en
la vida del Hombre. En primer lugar, el Hombre tiene deseos que varían según su
medio de vida. Por ejemplo, los jóvenes de países pobres que deben trabajar duro
para subsistir probablemente no tienen el deseo de poseer un ordenador poderoso para
tener un acceso a Internet. Contrariamente a ciertos jóvenes que, hundidos en la
ilusión de una sociedad moderna, podrían cometer robos para proporcionarse este
placer tan ansiado.
Los deseos que varían de un entorno al otro pueden provocar a veces ciertos
crímenes ya que la sociedad influye inconscientemente sobre la gente que posee más
bienes posibles. Por otra parte, si la sociedad en la cual se vive, no expondría tanta

13XXVI
violencia, sea en los videojuegos o a la televisión, posiblemente el débil no tendría
tendencia a utilizar esta brutalidad para poseer lo que él desea. Y si la sociedad
prohibiría la posesión de toda clase de armas y que no habría ninguna compañía que
lo fabrique, ¿habría menos o ningunos robos en mano armado? Todas estas hipótesis
permiten deducir que el Hombre es pervertido por su entorno que le da a veces un
acceso demasiado fácil para la criminalidad. Pero, ¿de dónde viene el entorno? ¿Es
ajeno al Hombre? ¿No es el hombre quien construye su entorno?
Para intentar responder a las interrogaciones del párrafo anterior, pedimos ayuda
al gran filósofo alemán, Emmanuel Kant (1724-1804), en su concepto de “mal
radical” para explicar las acciones desequilibradas de los humanos. Para Kant, el
hombre es bueno por naturaleza, ya que tiene una disposición para el bien, pero
también es malo por naturaleza, ya que tiene una inclinación por el mal. Según él, hay
3 grados en el mal:
 La fragilidad: está en la desviación entre lo que quiero hacer y lo que
realmente hago: “hago daño que no quiero y no hago el bien que quiero”…
 La impureza: respeto la ley moral para “hacer bien”. Mi moral reposa en una
mentira, lo peor de las mentiras que es mentirme a mí mismo.
 La “maldad”: derribo la jerarquía de los valores; en lugar de someter mi
afectividad a la razón, es mi afectividad que la lleva.
Fuente: http://www.periple.net/blog-jfd/spip.php?article170 (traducido del francés
por el autor de la investigación, el 10 de marzo de 2015 a las 00:00)

La inclinación del hombre para el mal, es pues esta resistencia permanente al


bien que no reenvía al pecado original que Kant rechaza, pero algo insondable. Sin
embargo hay algo bueno en este mal radical, es que depende de nosotros resistirse a
él o no. Por eso, tenemos el libre albedrío. Es nuestra resistencia al mal que funda
nuestro mérito.
El término “mal radical en la naturaleza humana” hace entender que el ser
humano no fue creado perfecto, sino bueno. El libre albedrío y la razón, le fueron
dados para alcanzar la perfección en unión con su Hacedor y en solidaridad con su
semejante. “Homo homini lupus”, el hombre es un lobo para el hombre, no hay que

14XXVII
entender que el hombre fue creado lobo para el hombre, sino el mal radical en él lo ha
llevado a este estado de infelicidad por no resistirse a él. Si se permite esta alusión, yo
diría, el hecho de caracterizar al hombre por la locución, “homo homini lupus”, eso
no es una conversión química, sino física por la cual hay reparación. El hombre, para
volverse a su estado inicial, es decir, de inocencia, se requiere la EDUCACIÓN DE
LA CONSCIENCIA. Pues la consciencia es un hábito de la Inteligencia que capacita
al hombre a inclinarse hacia el bien.
Este proyecto, Educación de la Consciencia Humana y su influencia en el más
acá, es una invitación a cooperar para la humanización del hombre y la paz en el Más
Acá. Humanizar no es domesticar, pues el ser humano no es un objeto ni una bestia,
sino un individuo dotado del espíritu. El sinónimo de “humanizar” aquí es
“concientizar”. Por esta facultad, Consciencia, el ser humano tiene la libertad de
selección. Él puede abusar de esta libertad y causar daño a sí mismo y a su semejante.
Por ejemplo, puedo abusar de mi libertad y decidir si mato a mi tío o no. Pero,
matarlo es seleccionar la peor opción de mi vida. Porque el Hombre es un proyecto
del Creador y ante este plan del Supremo Creador, cada ser racional debe dar su
adhesión. Matar a un hombre es quitarle la posibilidad de decir sí o no a su Creador.
Por consiguiente, la ley moral y la ley civil o escrita prohíben quitar la vida a otro ser
humano. ¿Por qué este argumento? Primero para aclarar en qué consiste la educación
de la consciencia humana y resolver el problema del Más Acá. Segundo para invitar a
reflexionar sobre todo lo que está pasando en el mundo entero por la acción
inadecuada del Hombre quien necesita orientación en su selección.
La Educación de la consciencia humana consiste en crear un ambiente para
obligar la consciencia a optar por el bien. ¿Cómo crear este ambiente? El que tenga la
responsabilidad sobre los demás, que cumpla su tarea con equidad para ser digno de
ser imitado. Así, el ambiente es hacer bien para tener seguidores por la causa del bien.
Eso se llama obligar la consciencia. En cada sociedad, se necesita líderes con esta
visión para que la consciencia se despierte. Además de ser un modelo para los demás
en la tarea de despertar la consciencia, es menester que cada uno se haga a sí mismo
este par de preguntas para sacar una conclusión y despertar la consciencia: ¿Quién

15XXVIII
soy? Y ¿Hacia dónde voy? Soy un ser humano y por tener un alma que me hace
mover, en el lenguaje de las ciencias naturales, soy un animal. Las ciencias naturales
definen así el animal: todo ser vivo organizado, dotado de sensibilidad que tiene la
característica de ser heterótrofo. Heterótrofo viene del griego (heteros) (otro) y
(trophê) (alimento) e indica la necesidad para un organismo de alimentarse de
sustancias exteriores a sí mismo. La heterotrofia implica para el animal una
dependencia afuera, en medio de lo cual vive. Se requiere interacciones entre el
animal y los elementos, otros seres vivos que lo rodean y mantener relaciones
estables con su entorno para sobrevivir. Esta definición de las ciencias naturales nos
hace ver cuánto dependemos del Más Acá y de todo lo que hay en él para sobrevivir.
Así, debemos cambiar nuestro comportamiento hacia el Más Acá; parar las guerras de
contaminación ambiental y las guerras entre los humanos; plantar árboles para
purificar el aire; no echar desechos tóxicos en los ríos y los mares para no acabar con
los animales acuáticos; ser solidarios con los demás para dar sentido a nuestra
existencia humana. Hay una nueva lección a aprender: Todo lo que existe en el Más
Acá para acompañarnos, tiene una razón de ser y fue hecho para nuestro bien. Por lo
tanto, es importante conservarlo.
Para mejorar la convivencia en el Más Acá, nuestras conductas no pueden ser
ajenas a los deberes y a la ética deontológica. En las proposiciones que siguen, se
hablará ampliamente de nuestros deberes convergiendo nuestras ideas a las del
filósofo alemán Samual Pufendorf (1632-1694). Para ayudar con la educación de la
consciencia, comenzamos a limitar el concepto “deber” ¿Qué es un deber? Un deber
es una obligación moral que un agente tiene hacia otra persona, como el deber de no
mentir. Etimológicamente, los deberes son acciones que son debidas a alguien más,
como pagar dinero que se debe a un acreedor. En sentido más amplio, los deberes son
simplemente acciones que son moralmente obligatorias. Los filósofos medievales
como, Tomás de Aquino argumentó que tenemos deberes específicos u obligaciones
para evitar de cometer pecados específicos. Ya que los pecados tal que el ladronicio
son absolutos, por consiguiente nuestro deber de evitar de robar es también absoluto,
sin consideración a cualquier consecuencia buena que pudiera emanar de actos

16XXIX
particulares de robo. Del siglo XVII al siglo XIX, muchos filósofos sostenían la
teoría normativa, esa conducta moral es la que sigue a una lista específica de deberes.
Estas teorías se llaman también teorías deontológicas, del griego deon, o deber, desde
entonces se ponen de relieve los deberes fundamentales u obligaciones. Encontramos
una de las primeras indicaciones de esta visión en La Ley de Guerra y Paz (1625) por
el filósofo holandés Hugo Grotius (1583-1645). Para Grotius, nuestros deberes
últimos son facciones fijas del universo, los cuales hasta Dios no los puede cambiar, y
contienen las principales obligaciones de la ley natural. De esta reflexión surge la
teoría del deber tradicional.
TEORÍA DEL DEBER TRADICIONAL. En la obra titulada, Ley de La
Naturaleza y de Las Naciones (1672), el filósofo alemán Samual Pufendorf (1632-
1694) clarificó tres componentes particulares de la teoría del deber. En primer lugar,
Pufendorf adopta una posición que los humanistas ahora llaman “la correlatividad de
derechos y deberes”. En esta visión, cada derecho que tengo implica un deber de tu
parte de respetar mi derecho. Por ejemplo, si tengo un derecho de poseer un coche,
entonces tú tienes un deber de no robar mi coche. Desde un punto de vista moral,
Pufendorf creía que los deberes fueron más importantes que los derechos. En segundo
lugar, Pufendorf distinguía entre los deberes perfectos e imperfectos. Los deberes
perfectos son obligaciones que son definidas con precisión, y dictan nuestra propia
conducta en todo lugar en todo tiempo, como el deber de no robar. Los deberes
imperfectos, por el contrario, el deber de ser caritativo, no son fijos, pero abiertos
además cuándo y cómo ejecutamos este deber. En tercer lugar, Pufendorf estipuló una
categorización detallada de todos los deberes en tres grupos principales: deberes hacia
Dios, deberes consigo mismo, y deberes hacia otros. Del escrito, El Deber del
Hombre y Ciudadanos (1673), Pufendorf argumenta que el deber hacia otros es el
más fundamental de los tres. Ya que éste sigue muy inmediatamente el mandato de la
ley natural que debemos ser sociables. Con respecto a nuestros deberes hacia Dios, él
argumenta que hay dos clases: (1) un deber teorético de conocer la existencia y
naturaleza de Dios, y (2) un deber práctico de honrar a Dios interior y exteriormente.
Con respecto a nuestros deberes hacia nosotros mismos, éstos también son de dos

17XXX
clases: (1) el deber del alma, lo cual implica el desarrollo de sus habilidades y
talentos, y (2) el deber del cuerpo, lo cual implica no dañar nuestros cuerpos en la
glotonería o en la beodez, y no suicidarse. Con respecto a nuestros deberes hacia
otros, Pufendorf divide éstos entre deberes absolutos, los cuales unen universalmente
a las personas, y deberes condicionales, los cuales son el resultado de los contactos
entre las personas. Los deberes absolutos son de tres clases: (1) No hacer daño a
otros; (2) tratar a las personas como iguales, y (3) promover el bien de otros. Los
deberes condicionales son lejos de alcanzar e involucran en cada aspecto de los
contactos y convenios sociales. El primero de éstos es guardar tus promesas. Para
profundizar el tema, se puede visitar esta página para bajar por la Internet la
Enciclopedia de Filosofía en inglés bajo el nombre Encyclopedia of Philosophy, un
libro de 3898 páginas:
http://www.utm.edu/research/iep/d/duties.htm (1 of 3) [4/21/2000 8:40:36 AM]
Duties and Deontological Ethics (Internet Encyclopedia of Philosophy)

Los Objetivos de la Investigación


La mayoría de los humanos en el más acá no se siente en casa por este
ambiente de terror que se vive: La maldad se multiplica en todos los ámbitos de la
sociedad, ¿hay alguien que puede argumentar lo contrario? Los valores morales se
han perdido, los niños no están preparados para vivir en familia y en sociedad; en su
mayoría, crecen como plantas salvajes, pues la mayoría de los padres no son aptos
para hacerles distinguir el Sí del No, esta dualidad exclusiva que forma la moralidad
del niño. Ante el dolor del otro, parece que no hay sensibilidad humana para
proporcionarle el calor humano y aliviar su dolor. Ser honesto, hoy en día, en el más
acá desequilibrado, es un milagro. Porque reina la deshonestidad, la mediocridad y la
iniquidad en todas sus formas. Los hechos observados y vividos mueven a muchas
personas al pesimismo diciendo que la humanidad ha perdido el sentido del bien, y,
es imposible reparar los daños causados por el Hombre. Si la humanidad ha perdido
realmente el sentido del bien, con la educación de la consciencia, se puede
recuperarlo. Hay una proposición muy conocida acerca del actuar humano, la

18XXXI
considero como un postulado: No hay proyecto sin deseo de actuar; no hay deseo de
actuar sin imagen positiva de sí. Basándose en este postulado, se siente motivado de
hacer algo siendo un elemento activo del conjunto Más Acá . Para hacer algo por la
humanidad, por ende restablecer el equilibrio en el más acá, se busca encontrar una
posible solución a las situaciones problemáticas del más acá: Educación de la
consciencia. Esta solución lleva los siguientes objetivos: General y específicos. Para
reforzar estos objetivos, se ha construido una teoría basada en una tricotomía que se
origina en el objetivo general.
Objetivo General
Generar una reflexión sobre la consciencia del más acá como fundamento educativo.
Objetivos Específicos
 Analizar los efectos de las acciones inadecuadas del hombre en el más acá.
 Crear un ambiente para despertar consciencia y reparar juntos el más acá.
 Proponer al Ministerio de Educación Venezolano, incluir en el Pensum
Académico el curso de Educación Cívica y Moral en todas las etapas de la
Enseñanza Primaria y Segundaria; y a Nivel Superior el curso de Deontología
y de Antropología Filosófica, formar agentes de orientación parar humanizar
al Hombre.

Justificación
En el mundo de la investigación científica, hay escasez sobre el problema que
se quiere debatir: Educación de la consciencia humana y su influencia en el más acá.
Un investigador puede añadir cualquier epíteto al concepto consciencia tales como
consciencia social, consciencia laboral entre otros, al final todo se refiere a la
consciencia psicológica. Esta consciencia psicológica es lo común a todo ser racional
y carece de obligación. En cuanto a la consciencia moral, el hombre se siente
interpelado y obligado por el bien. Es sumamente importante trabajar con esta
consciencia para frenar el desequilibrio en el más acá obligando la consciencia
humana a optar por el bien. El que tiene una responsabilidad sobre los demás, debe

19XXXII
dar ejemplos del buen vivir, así obligará la consciencia a ir por este camino. Asumir
su responsabilidad, es consciencia moral.
Cuando se escucha las noticias nacionales e internacionales, cuando se quiere
dar una vuelta por las calles del barrio donde se vive, lo que se oye y lo que se
observa, se pregunta: “Finalmente, ¿qué es el hombre? ¿Es realmente un ser racional
o una bestia? Para reflexionar acerca de la desviación humana y el desequilibrio en el
más acá generado por el hombre mismo, basta con leer la experiencia de la doctora
Alecia Rodriguez (Coromoto) en el Barrio del Carmen, Maracay. Cada Semana Santa
y en otras ocasiones, ella tiene la virtud de ir a los barrios más marginados de
Maracay para ofrecer ayuda en medicina a los más necesitados. En estos barrios,
siempre salen a su encuentro niños y niñas maltratados y violados sexualmente por
sus propios padres. Ella registró muchos casos de hombres y mujeres alcohólicos y
drogadictos. El que, por curiosidad, quiere visitar estos barrios, verá que son barrios
de gente joven. Es difícil encontrar a un anciano, pues las bandas de delincuentes no
dejan llegar a la gente a la ancianidad y se matan también entre sí. Vivir estas
situaciones, es muy desagradable. La solidaridad humana nos obliga a hacer nuestra
esta situación; la doctora Alecia hizo su parte llevando la medicina para la salud
física. Ahora les toca a los educadores llevar el pan de la instrucción cívica y moral
para la salud espiritual de los que viven en esta triste condición. Sin la educación de
la consciencia, jamás el hombre será libre.
Contemplamos otro caso de concientización: El profesor Carlos Padrón de la
Universidad Católica Santa Rosa. En primer año de filosofía, tuvimos la dicha de
conocer a ese profesor. Él nos comentó que estudiaba Educación Matemática en la
Universidad Católica Andrés Bello y llegó hasta el tercer año, pero cuando comenzó
a visitar unos barrios de Caracas: Petare, Horizonte y Bella Vista en los cuales se
pueden reducirte al infinitivo por un par de zapatos, por una botella de cerveza,
bandas de delincuentes que se matan entre sí, comenzó a preguntarse, ¿por qué
estudiar matemática si el problema de su país es otro? Carlos Padrón decidió
abandonar la carrera de Matemática para estudiar filosofía en la misma Universidad.
En la carrera de Filosofía, descubrió que el problema de su país seguía siendo un

20XXXIII
problema de moral. Así comenzó a dar charlas a los jóvenes en los barrios para
orientarles. La historia del profesor Carlos Padrón nos muestra cuánto es importante y
necesario la educación de la consciencia para restablecer el equilibrio en el más acá y
mejorar la convivencia entre los humanos.
Estas situaciones alarmantes provocan la sed de preguntar, ¿por qué el
Hombre en su mayoría camina hacia la degradación y autodestrucción? Las guerras y
ruido de guerras en el mundo, la aparente pérdida del sentido del bien, el hambre
causada por el egoísmo, la corrupción y la delincuencia testimonian la degradación
del género humano. ¿Se puede hacer algo para impedir esta degradación humana? Si
este fenómeno fuera extrínseco al hombre, sería imposible tratar de frenarlo por no
ser un accidente del más acá. Afortunadamente, esta degradación es intrínseca al
hombre y es causada por el mal uso del libre albedrío. Por lo tanto, hay una
posibilidad de redimir al hombre y restablecer el equilibrio en el más acá:
EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA. Este tema es también una invitación a
repensar la Educación. ¿Qué hacen los educadores? Los maestros de escuela, los
profesores de liceo y los catedráticos han fallado en su papel de educadores. Cuando
se dice “Educación”, deberíamos pensar en un camino de belleza que conduce hacia
la totalidad del existir (Dios) para encontrar el sentido pleno de nuestra existencia.
Esto consiste en la deidad (perfección) del hombre. Para llegar a este nivel y resolver
nuestro problema deontológico-social-político, tenemos que repensar la educación. Es
decir, superar el viejo sentido común pensando que el rol principal de la educación es
el desarrollo de la inteligencia. Con esta concepción, se trabaja sólo con las facultades
intelectuales del hombre para llevarlo a la ciencia y se olvida de las facultades
morales del hombre para llevarlo a la humanización. Ser científico y dotar de virtud
intelectual, no significa ser humanizado. ¿Cuántos médicos usando la ciencia médica,
son responsables de la muerte de millones de individuos en la especie humana, en su
estado más débil de la vida por la práctica del aborto? ¿Cuántos físicos y químicos
son responsables de la muerte de millones de seres vivos con la fabricación de bomba
atómica y a neutrón? Ciencia sin consciencia no es más que la arruina del alma, dice
Jean-François Rabelais, pensador francés del siglo XVI. Además de las facultades

21XXXIV
intelectuales, el hombre necesita desarrollar sus facultades morales para llegar a la
humanización. Eso se hace por la formación del carácter, el segundo y principal rol
de la educación. Para repetir mi postulado, No hay proyecto sin deseo de actuar; no
hay deseo de actuar sin imagen positiva de sí. Así, viendo todo lo que está pasando a
la humanidad, por ende a la sociedad venezolana por el triple problema mencionado,
usando la inteligencia para criticar todo desequilibrio que ello conlleva, me siento
motivado a actuar presentando a todo ser racional mi proyecto para restablecer el
equilibrio en el Más Acá: Educación de la Consciencia Humana y su Influencia en
el Más Acá.
Esta investigación es de interés para los padres y madres de familia, pues ellos
son los primeros educadores y orientadores en el Más Acá con esta responsabilidad:
“Enseña al niño el buen camino, y aun cuando sea viejo no se apartará de él.”
(Proverbios 22, 6). Como el árbol se reconoce por sus frutos, el comportamiento de
jóvenes y sobre todo la delincuencia, hace creer que la mayoría de los padres no han
llevado a cabo la misión educativa que les ha sido encomendada.
De interés para el Estado, pues consciente de tanta fealdad en el Más Acá,
podrá invertir para mejorar el sistema educativo formando agentes de instrucción
cívico-moral, promulgar leyes que prohíben películas y actividades que llevan al
Hombre a la degradación. Además, todo tema relacionado con la consciencia moral
es ideal para fortalecer al Estado. Sin educación de la consciencia, no habrá paz en la
humanidad, lo que dificulta al Estado a cumplir su función de garantizar la paz y la
seguridad en su territorio.
De interés para el autor contribuir a la formación ético-moral del ciudadano.
Se ha observado, que cada vez que se presente una ocasión para hablar de Ética y
Moral, alguien que ha sido víctima de una irregularidad de un funcionario público,
dice: “eso hace falta”. Ciertamente, eso hace falta. Pues la carencia de ética y moral,
engendra un Estado desequilibrado:

 En lo político, la preocupación deja de ser, organizar el Estado para el bien


común, sino llegar al poder para llenarse de vanidades. No hay virtud política

22XXXV
en muchos que llegan al poder. Hay virtud política cuando existe capacidad
para poner las leyes en sana convivencia, es decir por encima del ser humano
para garantizar la paz y la seguridad. En caso contrario, las leyes no serán
respetas y cumplidas. Ésta es una realidad que actualmente enfrenta
Venezuela en el desenvolvimiento de vida, y deja ver demandas de vida desde
el plano político. Hay crisis de virtud política que evidencia un proceso de
riesgo donde todo puede perderse o ganarse, dependiendo la orientación de las
acciones políticas que se emprendan. Estimo que desde la formación
educativa se puede orientar caminos en este sentido, a propósito de promover
acciones educativas en Venezuela que engloban lo deontológico, lo social y lo
político para el surgimiento de un mejor país.

 En lo social, La realidad social es un producto humano y como tal, desde allí


se pueden enfocar las problemáticas globalmente como un todo, desde su
dinámica y vínculos que marcan el acontecer de vida. Venezuela, vive
actualmente un momento que está condicionado por complejas situaciones
que denotan una crisis innegable, que atañe directamente a lo social, lo cual
demanda a la cultura del conocimiento transformarla desde varias acciones,
siendo una de las más importantes la creación del conocimiento en estima del
sujeto que es capaz de emprender acciones significativas en solución a
problemas que generan crisis en la sociedad y que inicia con la revisión del
ser humano.

 En lo religioso, en vez de acompañar a los que tienen hambre y sed de las


cosas de Dios, se hacen simonía con lo sagrado, es decir, comercio con la
Palabra de Dios. Hay también jóvenes en busca de comodidades y status
social, engañan a obispos y superiores religiosos entran en el seminario sin
vocación para ser sacerdotes.

23XXXVI
Todas estas irregularidades, carencia de ética y moral, llevan al ser humano a la
degradación y desequilibran el más acá. Con la intención de hacer algo y animar a
otros a optar por el vía del bien, ha sido el motivo de este tema.

De interés para futuras investigaciones en esta temática. Pues cada trabajo de


investigación nace bajo una necesidad o una curiosidad. Hay temáticas más comunes
que otras. Todo depende de la formación de cada cual y el interés que tiene. A los que
se inclinan hacia la psicología, pueden hablar de la consciencia como lo interpreta la
psicología, para ellos es imposible educarla. A los que se apoyan en la filosofía
práctica, ellos hablan de la consciencia moral, que es un hábito de la Inteligencia, por
lo tanto, se puede educarla para mejorar la convivencia humana.
De interés para la universidad por su compromiso con la sociedad. Se define
comúnmente la universidad como establecimiento de enseñanza superior destinado a
la transmisión de conocimientos entre los profesores y los estudiantes.
Establecimiento escolar que federa la producción (investigación), la transmisión
(estudios superiores) y la conservación del saber (publicaciones y bibliotecas). De
acuerdo con esta definición, se ve que la universidad tiene un compromiso científico
y un compromiso social.

 Para el desarrollo de la Ciencia, la universidad tiene el deber de orientar a los


estudiantes hacia la virtud intelectual por el desarrollo de la Inteligencia. El
estudiante tiene que alejarse del sentido común para abrazar el espíritu crítico.
Pues el sentido común es sinónimo del dogmatismo, es decir, ausencia total
del espíritu crítico. He aquí un resultado nefasto del sentido común: En el
siglo XIX, los maestros pensaban que, para ayudar con el aprendizaje de sus
alumnos, es menester utilizar el látigo. Los niños fueron amenazados así: “Si
no lo haces bien, te voy a pegar.” Por los maltratos físicos y psicológicos,
muchos de ellos prefirieron hacer novillos, es decir, faltar a clases. Era el
tiempo de “Magister dixit”, “el Maestro lo ha dicho”. Ahora, un profesor no
debe estar molesto, si uno de sus estudiantes está en desacuerdo con él. No al
dogmatismo, sí al espíritu crítico, pues el sentido común es ajeno a la ciencia.

24
XXXVII
La Universidad para cumplir con su compromiso científico, debe estar abierta
a la verdad. La verdad mencionada aquí, no es la verdad lógica, sino la verdad
epistemológica, fuente del espíritu crítico. En este sentido, se exige a todo
profesor universitario y estudiante, tener como arma, el espíritu
epistemológico: buscar la verdad y luchar por ella.

 La universidad, para cumplir con su compromiso social, tiene como misión,


orientar a los estudiantes hacia la virtud moral. Si la virtud intelectual se
adquiere por la educación, la virtud moral se adquiere por la costumbre de
obrar de manera virtuosa, es decir hacer siempre el bien, no por pasión, ni por
potencia, sino por costumbre, lo que es virtud. La palabra “virtud” en griego
es “arètè”, que significa “excelencia”. La virtud sería la excelencia de una
cualidad propia, es decir, la excelencia específica de cada ser. El contrario
sería entonces la mediocridad. Para motivar a los estudiantes hacia la virtud
moral, es menester que la universidad introduzca en el pensum de cada
carrera, materias humanísticas como Antropología Filosófica y sobre todo la
DEONTOLOGÍA. Estas materias deben ser enseñadas por especialistas, no
por el amigo para enchufarlo. Por experiencia, se sabe que no siempre los
puestos se dan por mérito. La sociedad, casi siempre, está de “luto” por la
falta de espíritu deontológico en sus profesionales. ¿Será justo penalizar la
universidad por la calidad de profesionales que ha casado para el mercado? Si
la Deontología y las materias profesionales han sido enseñadas como debe
ser, la condena es injusta. En el caso contrario, la universidad tiene que revisar
su compromiso con la sociedad.

En el mundo moderno más que nunca, la universidad y los universitarios


deben testimoniar una consciencia ética, es decir una sensibilidad a los valores. Esta
preocupación moral debe ahora formar parte integrante de la enseñanza de los
profesores, de sus investigaciones científicas, de la influencia política, social y
cultural que ejercen. Es allí donde toma todo su sentido lo que se llama la función
crítica de la universidad, más a menudo evocada que practicada. Testimoniar una

25
XXXVIII
consciencia ética que descansa en una sensibilidad a los valores, es reconocer que
estos conceptos – moral, ética, valor y deber – forman parte de la vida humana. Por lo
tanto, hay que saber definir estos conceptos y llevarlos a la práctica para resolver
conflictos morales y problema deontológico-social-político que agobian nuestra
nación. Para despertar el interés en esta tarea, usaremos los apartados que siguen para
disertar un poco sobre cada uno de estos conceptos.

26XXXIX
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO O REFERENCIAL
Antecedentes
Como parte del Marco Teórico, los antecedentes de la investigación se
refieren a la revisión de trabajos previos sobre el tema en estudio, realizados por
instituciones de educación superior. Se basan en crear un análisis crítico de
investigaciones previas para determinar su enfoque metodológico, especificando su
relevancia y diferencias con el trabajo propuesto y las circunstancias que lo justifican.
Basándose en esta definición, en esta investigación, se ubicaron los siguientes
antecedentes:
Brassat, E. (2012), en su tesis doctoral titulada “Educación, Aprendizaje y
Conocimiento, La formación de las ideas pedagógicas”, en la primera parte de su
tesis, presenta los problemas de la Educación apoyándose en Emmanuel Kant quien
escribió que el rol de la Educación es humanizar al hombre. El tema central de
Brassat es la Educación, pero abrió un espacio de diálogo entre la pedagogía, el
aprendizaje y el conocimiento para centrar sus ideas sobre la Educación.
Para la Filosofía, desde Platón el problema de la educación corresponde por lo
menos a cuatro ámbitos, según Brassat: la definición de las circunstancias educativas,
la de los métodos de la formación del espíritu, la elección de los contenidos de la
instrucción general de los niños y de los jóvenes, la elaboración de una instrucción
moral relativa a los actos y las conductas. El último de éstos pertenece a la razón
práctica. Pues la educación, como proyecto de alimentar todas las facultades del alma
humana, sale más allá de la formación de la inteligencia y de la sensibilidad, del
dominio de sí y de su cuerpo, de la instrucción general, del ámbito de los fines y de la
acción. De este punto de vista, la educación debe también asegurar la madurez del
carácter individual, un conocimiento suficiente para comportarse de manera adecuada
y permitir que se establezcan, en la persona educada, principios de conducta
conectados con leyes universales, dotados de un valor práctico permitiendo que se
oriente a propósito en la vida individual y Social. Con esta misma idea, será analizado

27 XL
el fenómeno educativo en su papel de humanizar al Hombre por medio de la
Educación de la consciencia, habitus de la Inteligencia.
En este mismo orden está el trabajo de Pouget, P-M. (2002) titulado “Science
et Conscience”, cuyo objetivo principal fue presentar estos dos conceptos como una
dicotomía en la cual “ciencia” designa las actividades de conocimiento tal cual se
desarrollan en los laboratorios y los centros de investigación. Cuanto a la palabra
“consciencia”, ésta toma en este contexto el sentido de la instancia moral que emite
juicios de valor, llama al libre discernimiento (albedrío) entre lo que ha de hacer y lo
que ha de evitar, dar pruebas de responsabilidad en nuestras actividades. El problema
puede formularse así: ¿cómo están ligadas ciencia y consciencia? Es frecuente oír que
la ciencia en sí es neutra, que solo el uso que se hace de ella compete a la consciencia
y a sus juicios de valor. A esta reflexión se une la de François Rabelais: “Ciencia sin
consciencia arruina el alma.” (http://philovive.fr/?2006/10/04/15-science-sans-
conscience-nest-que-ruine-de-lame).

El Hombre como ser racional, desde siempre busca, inventa, piensa y


desarrolla. Este genio creativo más o menos intensificado es el propio del Hombre.
Lo permite distinguirse de otros seres vivos, hace que cada individuo sea único por su
pensamiento. De esta fantástica capacidad de imaginar las cosas, de querer entender
todo, es nacida la más bella cosa que el hombre jamás haya inventado: La ciencia.
Utilizando la ciencia como su instrumento favorito, el investigador ha logrado poco a
poco hazañas que nadie se habría atrevido a imaginar en sus sueños los más
increíbles. Si se sustrae al Hombre su conocimiento, pues, su ciencia, nos queda una
consciencia, esencia misma del alma de cada individuo. Una consciencia que debería
permitir al genio creativo de pesar el pro o contra de sus descubrimientos. Si se
permite esta analogía, en química se conoce como tampón, una solución
amortiguadora o solución reguladora a concentraciones relativamente elevadas de un
ácido débil y su base conjugada. Esta solución tiene como propiedad, mantener
estable el pH de una disolución. Lo que el tampón es para el pH, es lo que la

28 XLI
consciencia es para la ciencia, un amortiguador para mantener firme la ciencia con el
fin de no llevar al hombre a la destrucción.
La historia relata que Cuando Albert Einstein (1879-1955), en su teoría de la
relatividad, descubrió que se podía obtener de la fisión de los átomos una energía
inigualable, sin pensar divulgó en seguida la información al común de los mortales.
Descubrimiento que fue utilizado con fines militares. Cuando algunos años más tarde
Einstein descubrió con horror que su invención, que su ciencia había matado millones
de seres humanos, entró en una profunda tristeza lamentando su error. Él había
divulgado informaciones que el pueblo no estaba listo a recibir. Él había hecho un
descubrimiento que tenía en realidad más peligro que beneficio. Por sus
declaraciones, voz de su consciencia, el mundo descubrió que él había hecho ciencia
con consciencia: “Todo aquél que está seriamente comprometido con el cultivo de la
ciencia, llega a convencerse de que en todas las leyes del universo está manifiesto un
espíritu infinitamente superior al Hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros
poderes debemos sentirnos humildes”. (Albert Einstein). (Ver el video: referencias
bibliográficas, p.167)
Cuando Rabelais afirmó que “ciencia sin consciencia era ruina del alma”, él
tenía razón. Este enunciado debería hacerse ver como una regla que bebería dominar
el imperio científico. Las ciencias, es de saber, pueden ser peores enemigos del
Hombre si las utiliza a fines indignos. El investigador como el descubridor debería
utilizar su genio creativo para la utilidad pública y no para su único placer. Es el
egoísmo que lleva a muchos investigadores a ir por la dirección contraria a la virtud.
Es importante utilizar la ciencia y orientarla hacia fines benéficos para la sociedad.
Sería un error no tomar en cuenta el trabajo de grado de Charnay, D. (2012)
titulado, “Habla con Ellos”. En el marco conceptual de su investigación, ella trata de
delimitar el concepto “consciencia humana”: etimológicamente, este término viene
del latín conscientia (cum: con y scientia, yo sé), haciendo referencia a un saber que
se comparte con otra persona. La consciencia humana sería
“la organización dinámica y personal de la vida psíquica. Ella es esta
modalidad del ser psíquico por el que se instituye como sujeto de su
conocimiento y autor de su propio mundo. Ser consciente en el sentido

29XLII
más generalmente admitido es ser consciente de una experiencia
actualmente vivida.” (p.4). (traducido del francés por el autor de la
investigación).

Según la autora, la consciencia humana se desarrolla en diferentes etapas del


desarrollo psicomotor. El término desarrollo psicomotor designa la adquisición de
habilidades que se observa en el niño de forma continua durante toda la infancia.
Corresponde tanto a la madurez de las estructuras nerviosas (cerebro, médula, nervios
y músculos…) como al aprendizaje que el bebé –luego niño- hace descubriéndose a sí
mismo y al mundo que le rodea. En efecto, hacia la edad de 15 meses, él toma
“consciencia de sí”. A la edad de 4 años emerge “la consciencia de la consciencia de
sí” o el conocimiento de sí como nadie en un medio ambiente. La consciencia
presenta dos componentes fundamentales, lo necesario para el clínico: la percepción
consciente del medio ambiente y el despertar (vigilancia). La consciencia no es un
solo fenómeno, reúne un continuum de estados:
 estado normal: despertar y consciencia
 Sueño / anestesia / coma: ausencia de despertar y de consciencia
 Estado vegetativo: despertar con ausencia de consciencia
 Estado de consciencia mínimo: despertar con una vuelta pasajera de la
consciencia
 Locked-in síndrome: despertar y consciencia
(Traducido del francés por el autor de la investigación, p.13 (ver referencias bibliográficas)

Las fronteras entre estos diferentes estados son todavía vagas en la actualidad.
El funcionamiento de la consciencia es complejo, parecería que ella descansa en la
conexión de vastas redes de neuronas pero esto todavía se queda al punto de
hipótesis.
El lector puede apreciar que en la tesis de Charnay, se refiere únicamente a la
consciencia conocida como consciencia psicológica, un conocimiento de sí mismo sin
la mínima participación del individuo. Esta investigación será inclinada hacia una

30XLIII
consciencia comprometedora para la humanización del Hombre: CONCIENCIA
MORAL, hábito de la inteligencia.
Base Teórica
Se define una teoría como conjunto de conceptos, de definiciones y de
propuestas, en relación unos con otros, que propone una vista sistemática de un
fenómeno especificando las relaciones existentes entre las variables. La teoría tiene
por objeto explicar y predecir el fenómeno. Para no confundir teoría con base teórica,
Laramee y Valle (1991) indica que el marco teórico es un poco diferente de una teoría
porque se basa únicamente en un problema o una pregunta precisa de la
investigación. Mientras que una teoría está destinada a generalizar la explicación de
ciertas creaciones a varios hechos y acontecimientos. El marco teórico es construido
con el fin de explicar un solo problema preciso. Este argumento epistemológico
significa que el marco teórico puede ser constituido de una o varias teorías con vistas
a insertar un estudio en los científicos. El marco teórico sirve principalmente para
presentar un marco de análisis y para generalizar relaciones de hipótesis ya probadas
en otros contextos para intentar aplicarlas sobre el problema. “La documentación
científica destaca tres elementos constitutivos del marco teórico; son las teorías y los
modelos que inspiran la investigación, las investigaciones semejantes ya efectuadas y
los conceptos pivotes que sirven de matriz a la investigación” Gohier (2000, p.110).
Como la visión de este trabajo es humanizar al hombre por medio de la educación de
la consciencia para estar en armonía consigo mismo, con su semejante y con el Más
Acá en general, se retuvo la teoría del reconocimiento recíproco fundada por Axel
Honneth de la Universidad de Fráncfort.
En una de las bibliografías consultadas referente a la presente investigación,
“Educación de la Consciencia humana y su influencia en el Más Acá”, una encíclica
del Papa Pío XII, titulado “Fundamentos y principios de la educación de la
consciencia”, da unos pasos para llegar a la humanización del hombre. He aquí un
trozo de su declaración traducida del italiano, y, del francés al español por el autor de
la investigación:

31XLIV
[8] Pero ¿dónde el educador y el que debe formar encontrarán
concretamente, fácilmente y con certeza, la ley moral cristiana? En la ley
que el Creador ha impreso en el corazón de cada uno (cf. Rom.2, 14-16) y
en la Revelación, es decir en el conjunto de las verdades y de los preceptos
enseñados por el Divino Maestro. Todo este conjunto - la ley escrita en el
corazón o la ley natural, y las verdades y los preceptos de la revelación
sobrenatural - Jesús, nuestro Redentor, la ha puesto como el tesoro moral
de la humanidad en las manos de su Iglesia, para que la predicara a todas
las criaturas, intacta y preservada de todo contagio y error, de una
generación a otra.
(Pío XII, Éducation de la Conscience, p. 2, Numéral. 8)
file:///C:/Users/Admin/Google%20Drive/philosophie-_Pie-XII
Radiomessage-Sur-la-conscience-chretienne.pdf

Para entender mejor este trozo de la encíclica, hay que leerlo con el texto
bíblico mencionado en Romanos 2, 14-16: “14En verdad, cuando los gentiles, guiados
por la razón natural, sin Ley, cumplen los preceptos de la Ley, ellos mismos sin
15
tenerla, son para sí mismos Ley. Y con esto muestran que los preceptos de la Ley
están escritos en sus corazones, siendo testigo su conciencia y las sentencias con que
16
entre sí unos y otros se acusan o se excusan. Así se verá el día en que Dios por
Jesucristo, según mi evangelio, juzgará las acciones secretas de los hombres.”
No se puede exigir al hombre lo que no tiene, por eso si nuestra preocupación
es la humanización, sólo se quiere despertar la consciencia del hombre para superar el
mal radical en él y comprometerse para todo lo que edifica, lo que engrandece su
naturaleza. Según este trozo bíblico, la consciencia es un testigo colocado en el
interior del hombre de que tiene los preceptos de la Ley escritos en su corazón. Estos
preceptos escritos en el corazón del hombre se llaman ley natural.
Desde los Padres de la Iglesia, se define la ley natural como “la participación
de la ley eterna en la criatura racional”. Y así la recoge Santo Tomás (Sum. Teol.,I-II,
q. 91, a. 2). Esta definición ofrece una primera luz para interpretar correctamente la
ley natural, pues, referida al hombre, se sitúa dentro de la grandeza del orden divino”.
En efecto, si la sabiduría divina ha puesto orden en el cosmos, evitando el caos, el
hombre no puede estar al margen de ese orden divino; más aun, debió de ordenarle
con mayor cuidado para que su existencia no acabase en el caos.
Hay como dos accesos para la comprensión de la ley natural:

32 XLV
Primera: Si la ley eterna es la “misma inteligencia divina, la ley natural hay
que situarla en la línea de una participación en ese conocer de Dios. Y, en efecto, ese
carácter “cognoscitivo” lo expresa Tomás de Aquino al afirmar que la ley natural “es
la misma luz de la razón la que discierne lo que el hombre hace, de forma que es recto
lo que está de acuerdo con su naturaleza y esa misma luz advierte que es malo lo que
va contra ella” (In II Sent., 42, 1, 4 ad 3). En este sentido, la ley natural es la gloria
del ser humano: por ella se distancia de todo el orden creado, incluido la ley biológica
de los animales, pues es un signo cualificado de su condición racional, participación
de la inteligencia divina para conocer el bien y el mal en el orden moral.
Segunda: El otro polo para interpretar la ley natural, es el ser mismo de la
persona humana. Es decir, el hombre tiene una naturaleza al modo como cada ser la
suya: eso que hace que la piedra sea piedra, la culebra sea culebra, el león, león. O,
¿es qué el hombre no tiene su ser específico? Si, pues, el hombre tiene naturaleza
propia, ha de ser un todo ordenado. Y lo es en el cuerpo, de lo contrario surge la
enfermedad y la muerte; como lo es también en su ser psíquico, si no se originan las
anormalidades psíquicas o la locura. Pues bien, la existencia humana, su actuar,
tampoco puede ser caótico, sino que debe ser regido por una ley: esa es la ley natural.
Hay otro texto que nos pueda servir de base para centrar nuestras ideas y
llegar a buen fin en lo que aspiramos, cambiar la figura del Más Acá educando la
consciencia humana. Se trata de un artículo publicado en la revista, “Apprendre et
enseigner aujourd´hui”, Revue du conseil Pédagogique, Volume 2, Nº1 automne
2012, Québec. El artículo dentro de la revista, titulado, «Le principe d’éducabilité:
Les dimensions éthiques de l’éducation. » Por Michel-Rémi Lafond, p.12. He aquí un
trozo de este artículo:

Le Siècle des Lumières, dans son projet, propose l’extension de


l’éducation à tous les citoyens et ce, en accord avec Kant qui pense que
cette perspective amènerait les êtres humains à devenir plus rationnels,
en conséquence, la paix et la fraternité pourraient régner puisque l’être
humain se servirait de sa propre intelligence sans être sous la tutelle de
médecins, de prêtres et d’autres clercs qui conservent et consacrent un
statut de mineur à ceux et celles qui n’utilisent pas leur raison.

33XLVI
El Siglo de las Luces, en su proyecto, propone la extensión de la
educación a todos los ciudadanos y esto, de acuerdo con Kant que
piensa que esta perspectiva llevaría a los seres humanos a ser más
racionales, en consecuencia, la paz y la fraternidad podrían reinar ya
que el ser humano se serviría de su propia inteligencia sin depender de
médicos, de sacerdotes y de otros clérigos que conservan y dedican un
estatuto de menor a los y las que no utilizan su razón. (Michel-Rémi
Lafond, page 12, Les dimension étiques de l’éducation). Para leer el
artículo completo, he aquí la dirección:
(file:///C:/Users/Admin/Google%20Drive/philosophie-ethique%20et%20education.pdf

Este trozo del Profesor Michel-Rémi está en perfecta conformidad con el


pensamiento de Paulo Freire, gran pedagogo. He aquí, un trozo de su declaración:
«Nadie libera a nadie, nadie se libera solo; los
hombres se liberan en comunión, mediatizados
por el mundo» (Freire, 1972, p. 54). «El problema
fundamental, de naturaleza política, está
coloreado por tintes ideológicos, a saber, quién
elige los contenidos, a favor de quién y de qué
estará su enseñanza, contra quién, a favor de qué,
contra qué. Qué papel les corresponde a los
educandos en la organización programática de los
contenidos; cuál es el papel, en otro nivel, de los y
las en las bases […] están involucrados en la
práctica educativa de la escuela» (Freire, 2005b,
p. 105). «[…] es indispensable la reflexión crítica
sobre los condicionamientos que el contexto
cultural ejerce sobre nosotros, sobre nuestro modo de actuar, sobre nuestros valores» (Freire,
2005a, p. 118). Para leer el artículo en su totalidad, pero en el idioma francés, consulta esta
página:
file:///C:/Users/Admin/Google%20Drive/Philosophie-education-Freire_Lenoir_Ornelas.pdf

“Nadie libera a nadie, nadie se librera solo; los hombres se liberan en


comunión.” Por intuición, sabemos que es así porque el hombre es un ser social. Las
obras buenas edifican, las obras malas destruyen. Cuando se vive en una sociedad
donde la ley no se respeta, donde los políticos no tienen virtud política, donde la
deontología no existe en las prácticas profesionales, donde la paz y la fraternidad no
reinan en el corazón del ser humano, ¿qué se espera? Es el caos. Cualquier
venezolano consciente sabe que es así, pues lo estamos viviendo en carne propia. Para

34XLVII
alcanzar la liberación, tenemos que cambiar la manera de actuar y de pensar. La
mente humana necesita una terapia para despertar la consciencia. En uno de los
objetivos específicos de esta investigación, la voluntad que se manifiesta es, crear un
ambiente para despertar consciencia y reparar juntos el Más Acá. ¿Cómo crear este
ambiente? La mejor forma de engendrar este ambiente, es la veracidad primero en los
que desempeñan un papel importante en la sociedad, en segundo lugar en los súbditos
influenciados por los que tienen la responsabilidad sobre sus personas. Hay veracidad
cuando hay conformidad entre el actuar y el pensar, entre el decir y el hacer. Como
funcionario público, tengo que cumplir con mis deberes para el bienestar de la
sociedad y para obligar la consciencia del otro a inclinarse hacia el bien; como
gerente de una empresa, tengo que hacer bien mi trabajo para dar buen ejemplo a mis
súbditos para que ellos me imiten a mí, así la empresa crecerá; como padre de familia,
¿tengo una buena relación con mi esposa e hijos? ¿He enseñado el respeto, el amor y
demás valores? Como madre de familia, ¿he enseñado a mis párvulos cómo vivir en
familia y en sociedad? ¿Mi ejemplo ante mi esposo y mis hijos es un ejemplo
adecuado como señora de la casa? Tenemos que construir juntos un ambiente que
tendrá influencia en lo deontológico, lo social y lo político.
Retomamos los postulados de Freire (1972) para construir una teoría y
resolver el problema de la humanidad tomando como base la educación de la
consciencia. Postulado de Freire: Nadie libera a nadie, nadie se libera solo; los
hombres se liberan en comunión.
Detener
Detenerlalaautodestrucción
Autodestruccióndeldel
H Hombre

LIBERACIÓN
EN Provocar en el Otro el Deseo de vivir su Existencia
COMUNIÓN

Restablecer el Equilibrio en el Más Acá

35XLVIII
Según el esquema, el tercer postulado implica tres actividades de liberación en
común. Ahora analizamos cada actividad separadamente:
1.- Detener la autodestrucción del Hombre
El físico Stephen Hawking (2015), nos ofrece una solución para detener la
autodestrucción del ser humano:

Después de varias salidas populares en 2015 en el que advertía el peligro que


representa el Hombre para sí mismo, Stephen Hawking ha vuelto a expresar sus
preocupaciones en una conferencia dada en Inglaterra.
En el mes de septiembre, el célebre físico Stephen Hawking afirmaba que el
Hombre debería emigrar hacia otros planetas en adelante si quiere sobrevivir. En una
reciente conferencia en Inglaterra, el hombre volvió a reportar sus temores, y advirtió
que la humanidad misma podría desaparecer antes de que tuviera una posibilidad de
establecer colonias espaciales lejanas.
“Hacemos frente a un gran número de amenazas: La guerra nuclear, el
calentamiento climático, virus genéticamente modificados, etc. Este desastre
planetario no llegará en seguida, sino estará seguro dentro de mil o diez mil años”,
declaró. Pero para el físico, si el Hombre persigue sus ambiciones de vida sobre otros
planetas, entonces el desastre podrá ser evitado. “Dentro de mil o diez mil años, ya

36 XLIX
viviremos en el espacio y sobre otras estrellas y la humanidad se salvará. Pero no
estableceremos colonias humanas autónomas en los siglos próximos y es por eso que,
debemos ser muy prudentes”.
Las causas que son puestas por delante por Stephen Hawking, ¿lo incitan al
pesimismo? La agresividad del hombre, el advenimiento de la inteligencia artificial y
de la tecnología en un marco más global, podría poner de manifiesto en un futuro
próximo las armas mortales autónomas bajo la forma de robots. Fuente:
http://sciencepost.fr/2016/01/stephen-hawking-craint-que-lhumanite-sauto-detruise/
Stephen Hawking, el físico, ofreció una solución para que la especie humana
no regresara a la nada. Con esta solución, ¿se revolverá el problema de la humanidad?
Ante la ciencia sin consciencia, una bestialidad para la autodestrucción del género
humano, hay dos actitudes a evitar: Ser optimista o Ser pesimista. Porque estas dos
actitudes son dos extremos de la vida para huirse de una realidad de forma positiva o
negativa. El optimista, sin poner su parte, piensa que Dios va a ser un milagro para
acomodar la situación, pues Él es bueno. El pesimista, sin poner su parte, piensa que
la situación no tiene arreglo, tampoco cree en milagros. Todo lo que estamos viviendo
es una profecía que se está cumpliendo y que nadie la pueda detener, dice el
pesimista. Ante los problemas de la vida, seamos inteligentes, es decir, no refugiemos
en el pesimismo ni en el optimismo. Seamos más bien realistas, es la actitud a tomar.
El realismo exige tres cosas para llegar a buen fin: Tenemos los ojos para ver, ver; la
inteligencia para criticar, criticar y la voluntad para actuar, actuar. Hay un proverbio
que dice: “Ayúdate, el cielo te ayudará”. No debemos dejarnos por vencidos, tenemos
que hacer siempre algo para tratar de mover la piedra y si me falta fuerza, la
Providencia lo completará. “Aide-toi, le ciel t’aidera” (“ayúdate, el cielo te ayudará”),
Fábula de Jean de La Fontaine (1621-1695), en “Le Chartier embourbé” (“El
carretero encenagado”), Libro VI, fábula 18. Seamos realistas, el problema de la
autodestrucción del Hombre será detenido sólo por la educación de la consciencia
humana, un llamamiento a inclinarse hacia el bien creando un modelo de vida que
tendrá influencia sobre la vida de los demás. El mundo entero encabezado por los
jefes de los Estados debería hacer una campaña de resurrección de la proposición de

37 L
Jean François Rabelais, humanista francés del siglo XVI, “Ciencia sin consciencia
arruina el alma.” Así, la luz brillará en el Hombre y su voluntad se moverá hacia la
virtud.
2.- Provocar en el otro, el deseo de vivir su existencia
En Ciencias Humanas y Sociales, siempre se hace referencia a un bello
principio en la existencia humana que nos podrá ayudar a entender mejor la
importancia de la existencia del otro. Es que la existencia del otro confirma mi
propia existencia. Así, todos necesitamos ser reconocidos por otros para existir. El
niño necesita la mirada de sus padres, el profesor existe gracias a sus alumnos, los
amigos se comparan unos con otros. Sin embargo, no siempre pasa así por la
complejidad del ser humano. Existe el odio y el desprecio. El odio a alguien, es su
rechazo: puede pues reforzar su sentimiento de existencia. Pero ridiculizar a alguien,
no tomarlo en serio, condenarlo al silencio y a la soledad, es ir mucho más lejos: se ve
amenazado de la nada.
En muchas ocasiones, se han escuchado este refrán: “No tengo ganas de
vivir”. El problema puede ser familiar: marido borracho y no trae lo suficiente para
sostener la familia, falta diálogo en el hogar, la mujer no cumple con su rol de ama
de casa, los niños no cumplen con sus deberes de niños. Una familia como tal parece
a una colección de humanos, pero no es una comunidad. El más afectado exclama:
¡No tengo ganas de vivir! El problema familiar planteado aquí es un problema ético
por carencia de preocupaciones mutuas. Pues toda acción ética ha de basarse en esta
tricotomía: Preocupación por sí mismo, preocupación por el otro y preocupación por
la institución. Es la tricotomía del buen vivir para rescatar cualquier institución que
está a punto de quebrarse.
¿Cómo se entiende el tercer postulado de Freire? “Los hombres se liberan en
comunión, mediatizados por el mundo”. Una posible respuesta a la interrogación es
pensar en la dimensión social del hombre. Respiramos el mismo aire, bebemos de la
misma agua, si hay una contaminación ambiental eso nos afectará a todos directa o
indirectamente, hablamos el mismo idioma, somos un solo pueblo y una sola nación,
etc. Por lo tanto, vivimos juntos. Si no vale la pena vivir en esta sociedad es que algo

38 LI
anda mal. Necesitamos liberarnos. ¿Cómo llegar a esta liberación? Para llegar a esta
liberación, tenemos que mejor la convivencia. Analizamos la locución “vivir juntos”.

Para vivir juntos, sin duda debemos respetar un código de buena conducta, las
reglas del juego social, pero esto no es suficiente. La respuesta para Alain Touraine
va mucho más lejos. Consiste en desarrollar en cada uno la capacidad de asumirse
como actor de su propia historia, de desarrollar un proyecto personal de vida y al
mismo tiempo participar en un movimiento social. Es a partir de este principio no
social: esfuerzo de un individuo para hacerse un Sujeto que debe ser reconstruido un
diseño de vida social. Esto pasa en dos tiempos:
 Transformación del individuo en Sujeto, lo que es posible sólo a través del
reconocimiento del Otro.
 Transformación de las instituciones. “No podremos vivir juntos, es decir,
combinar la unidad de una sociedad con la diversidad de las personalidades
y de las culturas que colocando la idea de Sujeto personal en el centro de
nuestra reflexión y en el centro de nuestra acción”. Touraine (1997, p.261)

En esta misma idea, Edgar Morin (2014, p.49) habla de una crisis de los
fundamentos éticos. “En las sociedades arcaicas y tradicionales, los individuos
fueron penetrados de deber, del Entredicho, de lo que hay que hacer o no hacer”.
Observa hoy, en la civilización occidental, un fortalecimiento del individualismo y un
debilitamiento del lazo social. Pleitea por una ética de la comprensión del otro, sólo
capaz de permitirnos vivir juntos. Persigue, explicando la paradoja con la cual los
actores de esta ética están confrontados: “para cambiar la sociedad, hay que primero
cambiar a los individuos, pero para cambiar a los individuos, hay que cambiar las
instituciones. La solución es pues ayudarse unos a otros, ciertos actores de la
sociedad que dirigen sus acciones hacia los individuos, otras, hacia las
instituciones”. (Idem)

39 LII
3.- Restablecer el equilibrio en el más acá
Para no disertar tanto sobre esta tercera actividad para alcanzar la liberación
en común, se puede interpretar dicha tricotomía como una proposición condicional en
donde las frases 1 y 2 llegan a ser las premisas del razonamiento y son llamadas el
antecedente del argumento, término utilizado en lógica proposicional condicional,
conocida como lógica de Aristóteles. La tercera frase (3) de la tricotomía, llega a ser
la conclusión o consecuente. Si las premisas se cumplen, la conclusión no puede ser
falsa, es decir, debe cumplirse también para que el razonamiento sea una tautología y
conocido como razonamiento válido. Si en la tabla de la verdad, resulta en la
conclusión, unas proposiciones verdaderas y otras falsas, estamos en presencia de una
contingencia que es también un razonamiento válido. El razonamiento no-válido sería
la contradicción, es decir, las premisas son verdaderas y la conclusión es falsa. Se
puede representar esta situación simbólicamente en función del tercer postulado de
Freire, s: Los hombres se liberan en comunión:
p: Detener la autodestrucción del hombre.
q: Provocar en el otro, deseos de vivir su existencia.
r: Restablecer el equilibrio en el más acá.
1. ps
2. qs
3. rs

En forma condicional, se tiene lo siguiente: (ps) ˄ (q s) →(rs), que se lee de
la siguiente manera, si p entonces s y si q, entonces s, implica si r entonces s.
Representamos esta situación en una tabla que se llama tabla de la verdad para
estudiar el tipo de razonamiento en cuestión.
Se puede apreciar la tabla de la verdad a continuación titulada, tabla para
resolver el problema de la humanidad. No es necesario ser un experto en lógica
formal para poder interpretar esta tabla. Sólo hay que echar un vistazo en la última
columna que es la columna de la conclusión. ¿Qué observas? El único valor que se
observa en la última columna es el numeral 1, el uno (1) se encuentra en todos los
renglones de la última columna. Entonces estamos en presencia de una Tautología.

40 LIII
Se coloca los ceros para las proposiciones falsas (0= falso) y se coloca los unos para
las proposiciones verdaderas (1= verdadero).
De todo lo que precede, si se logra detener la autodestrucción del hombre por
el camino de la educación de la consciencia; provocar en el otro, deseos de vivir su
existencia devolviéndole con entusiasmo sus derechos pisoteados, entonces el
equilibrio se restablece automáticamente en el Más Acá. Es la gran liberación que
esperamos lograr en común. Como dice el postulado de Freire (1972), “Los hombres
se liberan en comunión, mediatizados por el mundo.” No será necesario inventar alas
para ir a vivir en otros planetas para evitar la autodestrucción de la especie humana
ante las amenazas de la ciencia sin consciencia.
Tabla para resolver el problema de la humanidad.

p q r s ps qs rs (ps)˄ (qs) (ps) ˄ (q s) (rs)


1 1 1 1 1 1 1 1 1
1 1 1 0 0 0 0 0 1
1 1 0 1 1 1 1 1 1
1 1 0 0 0 0 1 0 1
1 0 1 1 1 1 1 1 1
1 0 1 0 0 1 0 0 1
1 0 0 1 1 1 1 1 1
1 0 0 0 0 1 1 0 1
0 1 1 1 1 1 1 1 1
0 1 1 0 1 0 0 0 1
0 1 0 1 1 1 1 1 1
0 1 0 0 1 0 1 0 1
0 0 1 1 1 1 1 1 1
0 0 1 0 1 1 0 0 1
0 0 0 1 1 1 1 1 1
0 0 0 0 1 1 1 1 1
Tabla para resolver el problema de la humanidad.
41

LIV
Bases Conceptuales
“Nada es difícil, mientras no nos toque definirlo”, reza un dicho popular y
encierra una gran verdad. Sin embargo, es inevitable partir de definiciones. Los
conceptos son las herramientas de entrada para comprender y actuar sobre la realidad.
No es costumbre delimitar la palabra “concepto” en el apartado, titulado bases
conceptuales, la costumbre es definir los conceptos claves del documento ya que es el
fin mismo de este apartado. Para (Mace y Pétry, 2000, p.51), “El marco conceptual
presenta el arreglo de los conceptos y los subconceptos construidos en el momento
de la formulación del problema para sentar teóricamente el análisis posterior del
objeto de estudio”. De acuerdo con este juicio de Mace y Pétry, será delimitado los
conceptos claves y subconceptos de esta investigación titulada, Educación De La
Consciencia Humana Y Su Influencia En El Más Acá.
Educación
La Educación es un sujeto de gran actualidad. Es una disciplina que es tratada
a partir de varios puntos de vista, sea la sociología, la pedagogía, la filosofía, la
economía y muchas otras. Las sociedades modernas la hacen más que nunca la
promoción. Ciertas organizaciones hasta la inscriben como principio fundador al cual
hay que referirse. Por la Educación y las tendencias que propone, se construyen a
individuos y sociedades. Ernest Renan decía, en el siglo 19, que la historia de la
humanidad, de la sociedad o de la comunidad estaba siempre en la imagen de la
historia de su educación. Delimitar la Educación por una simple definición, no es
muy edificante, por lo que es en la vida del ser humano. Para entender mejor este
fenómeno, es menester buscar su origen y lo que hace realmente en la vida humana.
El origen de la Educación está alrededor del recién nacido, por ende alrededor
del género humano por nacer todos en la misma condición, la desnudez que simboliza
la marginación. El justo perseguido, se acordó de esta condición primera después de
haber perdido toda su fortuna, y razonó así: “Desnudo salí del vientre de mi madre y
desnudo tornaré allá.” (Job 1, 21ª). El hecho de la Educación se funda en que el ser
humano viene a la vida en situación de desamparo, y por tanto está referido a otro. La

42 LV
Educación viene a ser, un salir al encuentro de todo aquél que está en un proceso de
desarrollo para brindarlo el apoyo necesario para alcanzar su fin.
Hay seres que desde el primer instante son autónomos, en la medida en que
aquí pueda hablarse de autonomía, y no más bien de un estar predestinado activo en
el mundo. De estos seres, se puede hablar de las bacterias, los insectos, los cangrejos,
entre otros. Ninguno de estos seres necesita al otro para sobrevivir. No es así para la
raza humana. El niño recién nacido necesita de cuidados para poder existir; necesita
de ayuda para poder llevar adelante su propia organización y para poder encontrar el
camino en su entorno. Surge así la relación entre el ser joven que todavía no ha hecho
pie en la propia existencia, o no suficiente, y el más viejo que sí lo ha hecho: padre,
madre, cuidadores, educadores, docentes, maestros, etc.
a.- Educación: Obra de autoridad y de respeto
La relación entre el joven y el viejo hace de la Educación una obra de
autoridad y de respeto. Los verbos que caracterizan su más alta idea y al mismo
tiempo la más profunda son los siguientes: Cultivar, ejercer, desarrollar, fortalecer y
pulir todas las facultades físicas, intelectuales, morales y religiosas que constituyen en
el niño la naturaleza y la dignidad humana; dar a estas facultades su perfecta
integridad; establecerlas en la plenitud de su potencia y de su acción; Por allí formar
al hombre y prepararlo para servir a su patria en distintas funciones sociales que
deberá ejercer un día, durante su vida en la tierra; Y así, en un pensamiento más alto,
preparar la eterna vida, la elevación de la vida presente: Tal es la obra, tal es el
objetivo de la Educación. Tal es el deber de un padre, de una madre. Tal es el deber
de los hombres que una opción honorable, una vocación superior, una dedicación
generosa, asociada a la autoridad, a la solicitud paternal y maternal; tal es la santa
misión de los maestros de la juventud.
La Educación privada como la Educación pública, la Educación más vulgar,
así como la Educación más alta; La Educación de las niñas como la de los niños en
una palabra, la educación humana sólo es a estas condiciones y a este precio. De lo
contrario, no lo es. Tal es la ley de la naturaleza y el orden impuesto por la propia
Divina Providencia. ¿De qué es, en efecto, cuestión? Es importante en primer lugar

43 LVI
entenderlo bien. He aquí un niño: es necesario elevarlo; pero, ¿cuál es este niño? Este
niño es el género humano; es la humanidad en su totalidad; es el hombre: nada más y
nada menos. Él tiene derecho a la solicitud de todas las autoridades, a la acción y a
los beneficios de todos los poderes de la tierra. Él tiene derecho a todos los respetos y
los debe, a su vez. Todas las autoridades divinas y humanas: El Príncipe, el
Sacerdote, el Padre, el Maestro, el Magistrado, la Familia, la Sociedad, la Iglesia, se
establecen para él. La Disciplina Moral, la Enseñanza, las Letras, las Ciencia, la
Religión, todos los precios de la mano de obra y la virtud, Providencia, finalmente
todo lo que está en el más acá es para él, porque él mismo está en el más acá de Dios
y él es para Dios. Por esta razón, todo en este mundo debe trabajar en su educación,
todo debe contribuir para elevarlo, todos deben hacer o promover esta gran obra.
Es en este sentido que la Educación intelectual y moral es la máxima obra
humana que se puede hacer. Es la continuación de la obra de Dios en lo que tiene de
más noble y de más elevado: la creación de las almas. Y por esta razón es también la
obra de la más alta autoridad.
La Educación acepta el fondo, la materia que la primera creación le confía,
luego se encarga de formarla; se imprime la belleza, la elevación, la cortesía, la
grandeza: es como una inspiración de vida, de fuerza, de gracia y de luz. La
educación es elevar la juventud. Por la potencia de esta palabra, elevar el alma, elevar
el espíritu, elevar los sentimientos y los pensamientos, elevar el carácter, son las
ideas naturales, los deberes y el propósito de la Educación.
La Educación forma, eleva, crea hasta cierto punto; y es para lograrlo que
CULTIVA y que EJERCE, que actúa y hace actuar; por esta razón, al mismo tiempo
que es la obra de una alta autoridad, reclama de aquél que eleva la cooperación de una
docilidad respetuosa. Ella cultiva por los cuidados físicos, por la enseñanza
intelectual, por la disciplina moral, por las lecciones religiosas. Como un jardinero
inteligente, coloca la planta que se le confía en buena tierra, la riega con agua pura, la
rodea con un fermento generoso, y así alimenta con los jugos que ayudan al trabajo
interno de la naturaleza, favorecen una vegetación activa, la hacen crecer para dar, al

44 LVII
tiempo conveniente, flores y frutas. Por lo tanto, La Educación cultiva, y esto es
especialmente el trabajo del maestro.
La ley del trabajo es la gran ley de la Educación humana, pues el trabajo fue
inventado desde la fundación del mundo para mejorar la condición humana. Se puede
leer esta afirmación en Génesis 2, 15: <Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le puso
en el jardín de Edén para que lo cultivase y guardase.> Así, nadie ha sido hecho en el
más acá para no hacer nada. Toda criatura inteligente y libre está esencialmente
destinada a la acción. La actividad alimenta, ejerce, hace la fuerza y la vida. La
ociosidad, como madre de todos los vicios, lleva a la destrucción, esto es la muerte.
El talento principal del educador consiste en introducir valientemente a sus alumnos
en la vía del trabajo y de la aplicación personal: trabajo o ejercicio del cuerpo, que les
da vigor a sus miembros; trabajo del espíritu, que forma en él el juicio, el gusto, el
raciocinio, la memoria, la imaginación; trabajo del corazón, de la voluntad, de la
consciencia, que forma el carácter, origina las inclinaciones honradas, las costumbres
virtuosas. Obra del maestro y trabajo del alumno, la Educación es pues a la vez
cultura y ejercicio, enseñanza y estudio: el maestro cultiva, instruye, trabaja fuera,
pero hace falta esencialmente que haya ejercicio, aplicación, trabajo dentro.
La Educación, pues, es esencialmente una acción y una acción creativa: el
maestro y el alumno tienen allí cada uno su parte: el maestro con autoridad y
devoción, el alumno con docilidad y respeto. Al primero le pertenece esta acción
poderosa y fecunda sobre el niño, esta autoridad real que le da el derecho y que le
impone el deber de actuar en maestro. En la Educación como en otra parte, sin
autoridad real, no acción legítima. Pero esta acción es una acción totalmente benéfica;
porque la Educación es un servicio esencialmente paternal; este maestro reemplaza y
representa a un padre; pues, en el maestro, devoción que sea la inspiración y el coraje
de su acción; bondad, afección, ternura, que sean el fondo y el alma de su devoción;
y, en el alumno, docilidad profunda, valientes esfuerzos, respeto agradecido e
inviolable a una acción que es un beneficio.
Nombramos a Dios, al padre, a la madre, al maestro de escuela, al niño: ¿Y el
condiscípulo? ¡El condiscípulo! Es decir la sociedad que comienza: la vida social, sus

45LVIII
deberes y sus derechos; la emulación noble, la potencia del ejemplo; el reparto de las
alegrías y de los dolores, trabajos y de los éxitos; la ingenua amistad, el apoyo, el
socorro mutuo, la fraternidad misma; es un hermano cuando la Educación es lo que
debe ser, la familia. ¡Con el condiscípulo se encuentran también los arrugamientos
recíprocos, y a consecuencia útil enseñanza del soporte mutuo y la paciencia, la
igualdad verdadera y juiciosa, el respeto de otro, cosas tan preciosas!
Tales son los derechos y los deberes de una orden superior que revelan estas primeras
palabras: CULTIVAR Y EJERCER.
b.- Educación: obra de desarrollo y de progreso
La Educación es esencialmente activa pues, actúa y hace actuar, ejerce, cultiva
sólo para DESARROLLAR. Es menester insistir sobre este punto: no ha sido negado
en teoría, pero cada día de manera extraña es desconocido en la práctica. La
Educación consiste esencialmente en el desarrollo de las facultades humanas. Si los
cuidados del maestro y los esfuerzos del alumno no llegaran a desarrollar, a extender,
a elevar, a afirmar las facultades; si ellos se limitaran, por ejemplo, a llenar el espíritu
de ciertos conocimientos, y almacenarlos allí, sin aumentar su extensión, su fuerza y
su actividad natural, la Educación no sería hecha; habría allí sólo « instrucción. »
¡El niño podría a toda fuerza ser instruido, no sería elevado! La educación
misma del espíritu estaría en defecto. A lo sumo, habría allí sólo una instrucción
vulgar y en cierto modo pasiva, tal que un ser débil e incompleto puede recibirla. Es
preciso que, bajo la fuerte y feliz influencia de la Educación, las facultades del niño
se desarrollen para su propia edificación y la de la sociedad de su contemporánea,
pues al ser bien educada no será una piedra de tropiezo para la sociedad, sino una
piedra angular.
Aquí, hay una coherencia entre el lenguaje y la naturaleza de las cosas: una
Educación feliz y un desarrollo feliz, en un joven, son expresiones sinónimas, si y
sólo si la Educación consiste esencialmente en desarrollar las facultades, es decir,
todo debe orientarse al desarrollo físico, intelectual y moral del niño. De otro modo
no hay Educación. La Educación, a decir bien, es el desarrollo de la naturaleza misma
en todo lo que ella tiene de bueno: también, según la sencilla y profunda palabra de

46 LIX
Fénelon, ella debe seguir la naturaleza y ayudarla: su marcha nunca debe ser violenta
ni su progreso precipitado. La Educación vela sobre el hombre y se aplica
constantemente a formarlo, a desarrollarlo, a educarlo durante los veinte primeros
años de su vida; así como la naturaleza misma trabaja en eso en silencio más o menos
por el mismo espacio de tiempo.
No es que a veinte años la Educación, como tampoco la naturaleza, hayan
acabado totalmente su obra: no, el hombre inteligente y moral durante todo el
transcurso de su vida adquiere, se forma y se eleva siempre hasta esta edad, incluso
avanzada. La Educación no debe pues tener nada ni de limitado ni de restringido: ella
abraza al hombre en su totalidad y lo sigue hasta el final de su carrera. La perfección,
es el verdadero fin que se propone: y ella nunca debe tener la pretensión de haber
alcanzado su meta. Ella trata de dar a las facultades humanas toda la cultura, todo el
desarrollo del que ellas son susceptibles: se esfuerza por hacer el hombre tan perfecto
como posible para el mundo presente y para el mundo futuro; pero, con el fin de
alcanzarlo, ella trabaja en eso constantemente hasta la consumación del tiempo, lo
que no depende de ella.
No obstante, hay que repetirlo, por lo general, lo que se entiende por
Educación, es que eso se acaba comúnmente a los veinte años: a esa edad el hombre
físico ha adquirido todo su crecimiento. Es como una planta o un animal que se para
de crecer a una cantidad de años determinados. Todo lo que es orgánico corre la
misma suerte, pero el hombre no es solamente orgánico, sino también un ser
espiritual; por esta dimensión, más allá de los veinte años mencionados, el hombre
sigue creciendo y desarrollándose por medio de sus facultades intelectual y moral,
una Educación bien hecha, lleva al hombre a un crecimiento que se puede llamar,
crecimiento en humanidad.
Pero, para elevar al hombre hasta ahí, la Educación sigue y debe seguir, como
lo hemos dicho, la marcha de la naturaleza, y no prevenirla. Muestra primero al niño
débil, sin palabra y sin voz: ¡infans! A pesar de la sublimidad de su ser, a pesar de la
grandeza de sus destinos, ¿qué de más miserable que un niño al nacer? Pero la
naturaleza es paciente: ella lo hace pasar sucesivamente por todos los grados de edad:

47 LX
consolida poco a poco todas sus debilidades; y, con el tiempo, ella le hace alcanzar
todo su crecimiento, todo su desarrollo, y finalmente toda su fuerza. Así debe
proceder la Educación intelectual y moral del hombre, con la misma constancia, con
la misma dulzura: ella sigue la naturaleza paso a paso; y, como ella, hace pasar al
hombre por grados diversos donde acomoda sus enseñanzas y sus lecciones, su
cultura y sus ejercicios, el progreso de la edad, las fuerzas del niño y su desarrollo
natural.
Se inicia desde su nacimiento. El apaciguamiento de sus primeros gritos, una
resistencia paciente a sus primeros caprichos, he aquí el comienzo de su Educación.
Desde la primera caricia dada a este niño por su madre, desde la primera palabra que
deposita con un beso sobre sus labios, desde el primer pensamiento que el sonido de
su voz, la ternura y la luz de su mirada, la inspiración y el soplo de su alma, van a
despertar en el fondo de esta inteligencia, hasta la última lección dada por un padre o
por un maestro de escuela digno de este nombre a este joven, en el momento de su
entrada al mundo: todo lo que se dice, todo lo que se hace, todo lo que se domina,
todo lo que se defiende, bajo el tejado paternal como en el colegio, debe decirse y
hacerse, dominarse o defenderse, con el fin de cultivar, de ejercer, de desarrollar en él
los dones de la naturaleza; en la esperanza de educar sus facultades a la fuerza de su
integridad natural, y de establecerlas en la plenitud de su potencia y de su acción.
Pero todas estas enseñanzas tan multiplicadas, tan variadas, todas estas
lecciones tan importantes, deben ser proporcionadas hábilmente en el estado, en las
fuerzas, en la inteligencia y en el mismo corazón del niño. Es por esto que esta
Educación, cuya marcha debe ser esencialmente graduada y sucesiva, ha sido
compartida en tres períodos diversos según el progreso de la edad y el desarrollo
natural de las facultades humanas. Hay pues: 1) La Educación maternal, que vela más
particularmente sobre el hombre desde su nacimiento hasta la edad de siete u ocho
años;
2) La Educación primaria, que lo sigue desde siete u ocho años hasta diez o doce;
3) la Educación secundaria, que se extiende desde diez o doce hasta dieciocho o
veinte.

48 LXI
Es justo decir que, si el niño crece y crece sin interrupción hasta su vigésimo
año, allí el desarrollo físico se acaba y se para, mientras que el hombre intelectual y
moral, que se forma algunas veces con más irregularidad y lentitud, va creciendo y
mejorando siempre hasta los últimos límites de la vida, si tiene la voluntad fuerte y
valiente. Después de la Educación secundaria, bien o mal hecha, viene esta última
Educación y sin término, donde, afortunadamente para el hombre, él puede, aunque al
precio de grandes esfuerzos, reparar los defectos e incluso los vicios de una
Educación enturbiada e interrumpida en su curso.
Después de las escuelas clásicas, hay la gran escuela de la vida, donde los
hombres, el tiempo y las cosas, las pasiones, los intereses y los asuntos, y las pruebas
de toda naturaleza, reservan para él en sus corrientes contrarias, enseñanzas y una
Educación tardía, sin duda, pero profundamente útil. Es lo que nombraríamos de
buena gana la gran y última Institución del hombre; o sea la Educación social, porque
se hace en la sociedad y por la sociedad misma. El hombre se inscribe en esta escuela
a su entrada al mundo, y, afortunadamente, el progreso es interminable en esta gran
Institución.
Esta Educación es necesaria para todos: es sólo ella la que da un remojo
decisivo al carácter, al espíritu, al alma muy entera; sólo ella la que determina la
fuerza real de resistencia y también la fuerza conquistadora de una naturaleza
cualquiera: así como lo dice la Escritura: El que no ha sido probado, ¿qué sabe? ¿Y
qué se podrá esperar de él?
Pero hay que reconocer también, esta Educación siempre es provechosa sólo
a los que han sido preparados fuertemente por las Educaciones precedentes: ella
supone, en efecto, facultades ya formadas, un discernimiento adquirido, un corazón
firme, una consciencia alumbrada, un espíritu y un carácter capaz de resistencia.
Entonces esta gran Educación, dada por la humanidad misma, sólo corona la
inteligencia de una sabiduría más elevada, el carácter de una fuerza más enérgica, la
consciencia de luces más ciertas.

49 LXII
c.- El problema de la Educación
El hombre difiere esencialmente del animal, en lo que, capaz de un desarrollo
continuo y de un progreso indefinido, puede aplicar sus facultades a la conquista
sucesiva de fines a los cuales la naturaleza lo ha destinado. Mucho tiempo se queda
en un estado vecino de la animalidad, o más exactamente en el estado de candidato a
la humanidad. Es por la Educación que se atraviesa en el hombre el intervalo largo
que separa la animalidad de la humanidad verdadera.
Pero, junto a esta educación que el individuo lleva por encima más o menos
inconscientemente, hay una educación consciente y personal, que continúa hasta la
perfección humana y que debe ser como una respuesta a la acción exterior, como
nuestra reacción personal, nuestra contribución al vasto dominio de la vida; tiene por
resultado no sólo de poner al individuo al nivel de la humanidad misma y de darle
como punto de partida lo que fue para la generación precedente el punto de llegada,
sino de hacerlo capaz de aumentar a esta herencia y de mejorarla. En esta óptica dice
John Stuart Mill en un video hablando de su educación recibida de su padre:

“La Educación incluye todo lo que hacemos nosotros mismos y todo lo que
otros hacen para nosotros con el fin de acercarnos a la perfección de nuestra
naturaleza. En su sentido más amplio, incluye hasta los efectos indirectos
producidos sobre el carácter y sobre las facultades del hombre por cosas de las
que el fin directo es muy diferente: por las leyes, las formas de gobierno, las
artes industriales, las diferentes formas de la vida social, e incluso por hechos
físicos independientes de la voluntad del hombre, tales como el clima, el suelo
y la posición local”. - " el gran fin de la educación, dice Guizot, (meditaciones
y estudios morales I. IV) es aprenderle al hombre a elevar a sí mismo, cuando
otros hayan dejado de elevarlo. "

Así, la educación no es sólo para dirigir el desarrollo del individuo, además debe
asegurar el progreso regular de la sociedad, el perfeccionamiento del género humano.
Individuo y colectividad son los dos factores del problema de la educación. Durante
mucho tiempo los derechos del individuo han sido desconocidos en provecho de la
colectividad.

50LXIII
“La falta capital de nuestra Educación actual, dice un personaje, es haber
puesto todo el peso sobre lo que se sabe en lugar de ponerlo sobre lo que se es. Lo
vemos por el ejemplo de centenas de hombres capaces que carecen de equilibrio y se
muestran cualquier otro en sus sentimientos y sus disposiciones que en sus actos”. En
efecto, la energía y la voluntad son relegadas a un segundo plano. Desarrollamos la
inteligencia, pero descuidamos la educación del carácter. Esta laguna se deja ver
hasta en las ciencias filosóficas donde todo lo que se remite a la inteligencia ha sido
hecho mucho más profundo que lo que se remite a la voluntad.
Vemos claramente que la instrucción, generalizada puede aumentar la
capacidad productiva. ¿Pero de qué sirve la capacidad, si no es aplicada por una
voluntad firme y perseverante? No es la instrucción propiamente dicha, que puede dar
el coraje a la pena y a la privación, sino la voluntad firme y perseverante de trabajar y
de ahorrar, la costumbre de sacrificar el placer presente al interés futuro, en una
palabra estas tres virtudes cardinales que elevan a los individuos, las clases y los
pueblos: la prudencia, la templanza y la fuerza. No es la instrucción propiamente
dicha que ajusta los sentimientos y la voluntad. Quien quiera profundizar las cosas, se
convencerá que el problema social es sobre todo un problema moral; Por lo tanto, la
ciencia es incapaz de resolverlo y la instrucción no basta para curar el mal social, por
no tener acción alguna sobre el corazón y la conciencia; hay que ante todo
preocuparse de la educación moral.
El papel de la enseñanza es doble. En primer lugar, es una obra de instrucción:
durante los años que el niño o el adolescente pasa en la escuela o en el colegio, hay
que desarrollar su inteligencia, hacerle adquirir una serie de conocimientos útiles,
ponerlo, por buenos métodos, en estado de completar más tarde lo que no pudo serle
enseñado. Es allí la parte de la inteligencia. Pero si, en la escuela o en el colegio, nos
limitamos a la inteligencia, hicimos sólo la mitad de la tarea, incluso no hicimos la
mitad principal. El hombre, en efecto, es destinado a actuar; debe desempeñar un
papel en la vida, y el modo del cual se comporta, bien o mal, depende muy a menudo
de su carácter que conocimientos de los que se pudo proveerlo. No se trata más aquí
de instrucción, se trata de Educación. Si la Educación es obra de toda la vida, si se

51 LXIV
hace bajo la influencia de varios factores de los cuales el principal debe ser la familia,
sin embargo todos los verdaderos pedagogos creen que la escuela también, tiene una
misión educativa.
Esta segunda tarea singularmente es más difícil que la primera. Mientras que
en la instrucción se tiene que luchar sólo contra la ignorancia, la pereza, o rectificar
los errores del juicio, en materia de Educación el problema es mucho más complejo.
El carácter es un resultante de muchas cosas físicas y morales, y cada niño aporta el
suyo, hecho a la vez de defectos y de cualidades estrechamente atados. Si se deja
actuar la naturaleza sin tratar de dirigirla, se le permite desarrollar la energía
instintiva e individual que se va tan fácilmente al mal como al bien, y que puede tener
para el individuo y la sociedad, los efectos más desastrosos. Si, al contrario, se quiere
dirigir demasiado la naturaleza, no se llagará a un buen resultado; se arriesgará más
bien en formar: seres nacidos robustos y enérgicos, que el yugo no puede amaestrar,
se corre peligro de hacer a rebeldes y amotinados; otros, con los cuales la disciplina
habrá triunfado, se tiene muchas posibilidades de hacer sólo seres mediocres, en los
que se tendrá como aflojado todos los muelles de la voluntad. De ahí, la importancia
del problema de la Educación.
¿De qué sirven el espíritu, la inteligencia, cuando este regulador que se llama
voluntad está ausente? ¿Es prudente hacer tanto para adornar la inteligencia y muy
poco para formar los caracteres, para despertar las consciencias, para fundar las
costumbres de los que del mañana van a ser los motores de la sociedad? Para cerrar
este apartado, es justo recordar que una Educación buena y completa es la que trabaja
en función de todas las facultades humanas: intelectuales y morales. Pero en la
práctica se cae muy a menudo en tentación elevando sólo las facultades intelectuales
y dejando a la merced las facultades morales, fuentes para humanizar al hombre.
Hoy en día no es necesario pelear con los colegas por un tal paradigma
educativo, a saber: soy de la corriente del Conductivismo, soy de la corriente del
Positivismo, soy de la corriente del Cognitivismo, ¡soy de la corriente del
Constructivismo y es lo mejor!; soy de la corriente del Socioconstructivismo. Para
volver a la esencia de la Educación es aconsejable unir estos paradigmas citados a un

52 LXV
paradigma que se inclina hacia la moral. En virtud de lo sugerido, en esta
investigación se ha tomado en cuenta el Paradigma de Reconocimiento mutuo de
Axel Honneth de la Universidad de Frankfort. Para invitar a reflexionar acerca de la
importancia de la Educación del carácter en la enseñanza, se cierra con abrir un
paréntesis con las facultades morales.
d.- Educación y Facultades morales
La educación no es sólo desarrollo de la Inteligencia por medio de las
facultades intelectuales para llegar a la ciencia por medio de la virtud intelectual, sino
también formación del carácter del individuo por medio de las facultades morales
para llegar a la virtud moral. (Ver el esquema, planteamiento y desarrollo del trabajo,
p.15). Las facultades morales se distinguen de las facultades intelectuales en lo que
tienden a la acción, y no al conocimiento. Son facultades prácticas, no facultades
especulativas. Las facultades morales forman el carácter; las facultades intelectuales
forman el espíritu. Las facultades morales nos conducen a la virtud; otras conducen a
la ciencia. Hay por otra parte a distinguir en conjunto de las facultades morales, que
de una sola palabra se llama vulgarmente la consciencia, tres series diferentes de
hechos:
1 ° Los hechos de la sensibilidad, no de la sensibilidad general que se difunde
en las afecciones de toda clase, sino de la que nos hace inclinar hacia el bien, que nos
hace amar el deber, que nos lleva a la emoción ante todo lo que es bueno;
2 ° Los hechos de la inteligencia, la razón práctica que nos sugiere las ideas
del bien y del mal, del mérito y del demérito, las nociones morales en una palabra;
3 ° Los hechos de la voluntad, la energía que nos lleva a la acción que
sabemos que es buena, la buena voluntad que nos inclina a la virtud.
En otros términos, hay que a la vez amar, conocer, y querer el bien. No basta que
nuestra inteligencia alumbrada nos permita discernir lo que es bueno de lo que es
malo; todavía hace falta y sobre todo que una voluntad fuerte nos da los medios de
ejecutar las decisiones de nuestro juicio moral; y hace falta también, para que el
esfuerzo moral sea menos penoso, que el sentimiento acuda a nuestra ayuda, que las
órdenes imperiosas de la razón se conviertan en dulces solicitaciones del corazón.

53LXVI
CONSCIENCIA
¿Qué es la consciencia?
En el mundo intelectual, uno de los temas más discutido es la consciencia.
Muchos, basados en el mal moral que afecta cada sociedad, argumentan la no-
existencia de la consciencia mientras otros la levantan considerándola como esencia
del hombre. Para procesar un buen juicio acerca de este concepto, es necesario
presentarlo en tres apartados: Consciencia psicológica y su uso común, Consciencia
filosófica y Manifestaciones de la Consciencia.
A.- Consciencia Psicológica y su uso Común
Desde el punto de vista del uso, la palabra consciencia se encuentra en un gran
número de frases y de expresiones en las cuales recibe un número muy grande de
sentidos diferentes. No obstante, es posible, en el seno de este conjunto, distinguir
tres grupos distintos:

 La consciencia desde un punto de vista estrictamente psicológico: Perder


consciencia, ser inconsciente en el sentido de haber perdido conocimiento.
Estas expresiones reenvían la consciencia como una cosa que se posee y que
se puede perder.
 La consciencia como el conocimiento de algo: Tomar consciencia de algo,
ser consciente de una cosa, tener consciencia de tal o tal cosa, ya sea en sí
mismo o fuera de sí mismo. En estas expresiones, tener consciencia significa
conocer o pensar.
 La consciencia como consciencia moral: Tener mala consciencia, tener
algún problema o un caso de consciencia, actuar en su alma y consciencia, ser
consciente, tener la consciencia tranquila. Y en el mismo orden de ideas, ser
inconsciente, es decir actuar al desprecio de la prudencia, en la ignorancia de
los riesgos que se corre o hacer correr a los demás...

¿Qué se entiende por ser consciente?


Se dice que nosotros los humanos, somos conscientes, pero que las piedras, los
objetos inanimados no lo son, o que no lo somos nosotros mismos cuando dormimos,

54LXVII
o que nos quedamos sin conocimiento (desvanecimiento, coma, anestesia). En este
caso, se habla de una pérdida, de una desaparición. ¿Pero de qué? ¿Qué se pierde
cuando se pierde consciencia o conocimiento? ¿Y qué se recoge, retomando
consciencia?
A1.- Ser consciente, es estar presente en sí mismo y en el mundo.
Lo que se pierde y se reanuda con la consciencia, es el sentimiento de una
presencia inmediata en sí mismo y en el mundo, el sentimiento confuso pero fuerte
que somos, que existimos y que estamos en el mundo, rodeado de cosas
independientes de nosotros y ordenadas. Tal es la consciencia en su forma más
humilde y más elemental: el sentimiento de una presencia en sí mismo y en el mundo.
Sin embargo, hay que reconocer: tener el sentimiento de existir en el mundo no es
exactamente lo mismo que tener la consciencia de existir en el mundo: la consciencia
no es un sentimiento, es a la vez más y otra cosa que un sentimiento. En el
sentimiento de existir en el mundo, esta doble presencia, la de sí mismo y la del
mundo, se experimenta, se siente, se vive, pero no es todavía consciente en el sentido
estricto.
Un ser dotado de consciencia, es más bien un ser que se sabe existir en el
mundo. ¿Qué significa eso? Un ser dotado de consciencia es consciente de su propia
existencia y la existencia del mundo en el sentido de que se sabe que existe en el
mundo. O, a la inversa, que saber que se existe así como saber que existe un mundo,
es tener consciencia de sí mismo y consciencia de objetos fuera de sí mismo. Pero,
¿cuál es la diferencia entre sentirse existir en el mundo y saberse existir en el mundo?
¿Se puede distinguir el sentimiento del saber?
- La sensación de estar en el mundo se refiere únicamente a mi existencia y la
del mundo: Siento que existo y que estoy en el mundo, pero como tal este sentimiento
no me dice nada de lo que soy y de lo que es el mundo. Sentir que se existe en el
mundo no tiene nada que ver con saber lo que se es y lo que es el mundo, es decir con
conocimiento de sí mismo y del mundo, de sus determinaciones. Sin embargo, tener
consciencia de existir en el mundo, es saber inmediatamente quién eres tú y en qué
mundo estás, incluso si es confuso.

55LXVIII
- En el sentimiento, coincido totalmente con mi sentimiento, mientras que la
consciencia introduce una distancia entre yo quien tengo consciencia y aquel de lo
que tengo consciencia. ¿Qué distancia? La de la representación precisamente: la
consciencia me permite imaginar que existo en el mundo en lugar de sólo sentirlo. La
consciencia introduce en nosotros la diferencia que hay, por ejemplo, entre sentirse
bien y representarse que se está bien, decírselo a sí mismo, darse cuenta bien de
eso, capaz de expresarlo en una forma verbal. Un sentimiento es todo lo que puede
ser cuando se siente, mientras que un saber cualquiera es posible y efectivo sólo si es
dicho, verbalizado. Un sentimiento, esto se siente mientras que un saber, esto se
expresa. Ahora bien, para experimentar un sentimiento, no es necesario hablar ni ser
capaz de eso incluso. Por el contrario, la expresión de un saber lo implica: no se
puede poseer un conocimiento (saber) fuera de las palabras que lo dicen. Y, cuando
se trata del saber según el cual se existe, por el empleo de la palabra "Yo". Lo que
significa que existe un vínculo esencial entre la consciencia y el uso de la palabra.
A2.- Ser consciente, es ser sujeto.
Porque ser dotado de consciencia, es saberse existir en el mundo, ser dotado
de consciencia, es ser sujeto. Más exactamente: el ser que por un lado se sabe existir
y por otro lado sabe que hay en torno a él un mundo independiente de él, es un sujeto.
Es sujeto tanto por el informe a sí mismo como por el informe en el mundo. Esta
proposición molecular puede ser formulada bajo estas dos locuciones:
A2-1. Ser sujeto, es existir para sí mismo.
El ser dotado de consciencia existe doblemente: en sí mismo como una cosa y
para sí mismo; en esto que se sabe existir, que existe en sus propios ojos para decirlo
así. En lugar de existir y de ignorarlo, ser dotado de consciencia existe y lo sabe. Es
lo que lo distingue de seres que no tienen facultad de consciencia, como las cosas, y
de los que no son capaces de sentirse existir, como los animales. Pero, esta doble
existencia, podemos perderla: la perdemos cada vez que perdemos consciencia. No
somos más, entonces, que cosas entre las cosas, objetos que existen, pero sólo en sí
mismos y más para sí mismos.

56LXIX
Pero, ser dotado de consciencia, no es sólo hacer la experiencia de su
existencia, es también saberse dotado de consciencia, es hacer la experiencia de su
propia consciencia: saberse existir y saber que se lo sabe. Es este regreso sobre sí
mismo de la consciencia, imposible con el simple sentimiento de sí, que hace del ser
dotado de consciencia un sujeto. Un sujeto, es, pues de este punto de vista, un ser que
se sabe existir y que sabe que lo sabe. Pero no es todo.
A2-2. Ser sujeto, es saber que existen objetos.
Un ser dotado de consciencia sabe que existe en el mundo, es capaz de tomar
consciencia de las cosas que lo rodean, de representárselas. En este sentido también,
es un sujeto. ¿Por qué?
- Es dotado de consciencia sabe que existe en el mundo.
-Tener consciencia de que hay cosas alrededor de él que existen y se distinguen
de sí mismo, es posarlas o afirmarlas como objetos. ¿Qué es un objeto? Es un algo
que no es nosotros, sino del que se tiene consciencia. Como un cuerpo físico o una
idea. Cualquier cosa de la que hago uso de consciencia y porque tomo consciencia, es
un objeto. Lo que significa que una mesa es un objeto para mí, pero no es un objeto
para una silla, porque una silla no sabe que la mesa existe independientemente de
ella.
En el apartado que sigue, Consciencia Filosófica, se ampliará más la
concepción que se tiene acerca de consciencia partiendo de su definición etimológica,
se verá que la consciencia no es un concepto unívoco por enfrentamiento de diversas
teorías. Es importante anotar que cuando se habla de teoría en un trabajo científico,
no hay que referirse al sentido peyorativo de la palabra como un simple opuesto a lo
práctico para mover al mundo. Teoría aquí en griego, quiere decir contemplación de
la verdad, no la verdad lógica, sino la verdad epistemológica u ontológica.
B.-Consciencia Filosófica
Comenzando con un poco de etimología. El término castellano consciencia
viene del latín conscientia que se compone de cum que significa "con”, y scientia
para "Ciencia”. Ser consciente cuando actuamos, sentimos algo, reflexionamos, etc.
Es así poseer simultáneamente un conocimiento de estos actos, sensaciones,

57 LXX
reflexiones. Este conocimiento puede tener todos los grados de claridad, desde el
sentimiento más vago hasta el saber, el más evidente. La consciencia es por tanto
como una repetición en el interior de nosotros mismos de lo que hacemos o
pensamos.
Así queda claro que la distinción que hacemos comúnmente entre una
consciencia del mundo, como atención o sensibilidad a lo que sucede al exterior de
nosotros, y una consciencia de sí mismo o consciencia reflexiva, como estado interior
o sentimiento de nuestra existencia, no es realmente pertinente ya que la filosofía nos
enseña que la consciencia que tenemos de nosotros mismos es siempre consciencia de
nuestras relaciones en el mundo, de nuestras relaciones con otros seres, otras
personas, etc. Esto no significa que la consciencia sea un concepto unívoco que
habría tenido un núcleo de significado compartido por todos los filósofos. Por el
contrario, hay una clara distinción (que se encuentran en nuestro lenguaje ordinario)
en la historia de la filosofía entre la consciencia concebida como "consciencia moral”,
que permite distinguir el bien del mal y con un fin principalmente práctico, y la
consciencia como fuente de conocimiento de sí mismo y del mundo y con una
finalidad principalmente teórica.
B1.- Los griegos y el concepto de consciencia
« Nada más miserable que el hombre que gira alrededor de todo, que escruta,
como se dice, "las profundidades de la tierra", que intenta adivinar lo que ocurre en
las almas de los demás, y que no siente que le basta con estar al frente del único
genio que reside en él, y de honorarlo con un culto sincero. » Marcus Aurelius,
pensamientos para mí mismo.
La Filosofía, como se sabe, nació en Grecia. Los griegos han planteado
problemas fundamentales del pensamiento que, más de 2000 años después, son aún
objeto de ardientes debates. Se podría esperar que hubieran formado, al menos en
líneas generales, lo que ha sido uno de los conceptos básicos de la Filosofía (y
especialmente de la filosofía moderna), el concepto de consciencia. Ahora bien, no se
encuentra en la lengua griega de término, que abarca lo que el latín, el español,
francés o alemán designe como consciencia. Cabe añadir que sería totalmente

58LXXI
ilegítima de considerar el alma (psychè) de los griegos como un equivalente de la
consciencia. Los griegos no han experimentado una necesidad de pensar lo que para
nosotros parece ser una dimensión esencial de nuestra existencia. La gran
importancia, en la antigua Grecia, de la vida pública, las actividades políticas y el
desinterés en el sentido del repliegue sobre sí mismo, de la vida privada puede
proporcionar una razón de esta ausencia (aunque sea una razón histórica o
antropológica y no filosófica).
Si no hay ningún concepto de consciencia entre los griegos, éstos han
desarrollado diversas consideraciones que prefiguran los pensamientos que tomarán
explícitamente la consciencia por objeto. Mencionando la noción de suneidèsis que
significa en su origen el hecho de tomarse como testigo de sí mismo. Este término
evoluciona en la Filosofía griega y se refiere al saber que se tiene de sí mismo en el
sentido de que se conoce al evaluar la moralidad de sus actos. Por lo tanto, hay aquí
las premisas para un vuelco en sí mismo, de un retorno a la intimidad de la persona.
Son los estoicos quienes los primeros subrayarán la importancia de la interioridad.
Los pensamientos para mí mismo del emperador Marcus Aurelius son una ilustración
perfecta de esta « ciudadela interior » que puede construir el hombre de acción. Esta
tendencia a la preocupación de sí mismo (autocuidado) pasa a ser entonces
predominante como lo demuestra, en particular la reinterpretación de la definición
platónica del pensamiento como "diálogo del alma consigo mismo” en el sentido de
un internamiento en sí mismo.
Esta revisión de grandes figuras de la Filosofía griega continúa en el
pensamiento cristiano. Es así como San Agustín interpreta la revelación que había
sido formulada a Sócrates por el oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo" como la
exigencia de la introspección. El sí mismo es objeto de examen, de investigación,
porque es en sí que reside Dios. Se entiende que este movimiento es solidario, ya ha
preconizado por los estoicos, de desprenderse de las cosas exteriores, las pasiones y
deseos que generan, de la lejanía de la verdad que suscitan irremediablemente. Se
asiste hoy a la creación de la "voz de la consciencia”, es decir a la consciencia
entendida como consciencia moral.

59LXXII
B2.- La consciencia como "consciencia moral"
«Consciencia! Consciencia! Instinto divino, inmortal y celeste voz; guía
asegurado, de un ser ignorante y limitado, pero inteligente y libre; juez infalible del
bien y del mal, que hace al hombre similar a Dios, eres tú que hace la excelencia de
su naturaleza y la moralidad de sus acciones. » Rousseau, Emile o de la educación.

La consciencia moral es una voz que habla en nosotros y nos permite, en


nuestro fuero interior, distinguir el bien del mal, proporcionar normas, medir el valor
de las acciones, juzgar de nuestra conducta y de la de los demás. Rousseau ha
pensado con urgencia el estatuto de la consciencia moral. La define como un juez que
no puede ser engañado por los prejuicios, que sigue siendo él mismo, inflexible,
cualesquiera que sean las vicisitudes de la vida. Es un juez al que se puede siempre
referirse con seguro. Rousseau precisa que la consciencia moral no puede ser el
privilegio de algunos hombres mientras que los demás serían como señalados por
naturaleza a la inmoralidad, sujetos irremediablemente al vicio. La voz moral que es
puramente interna, privada, no deja de ser común y la misma para todos los hombres.
Es universal. Las diferencias de moralidad entre los hombres dependen sólo de su
decisión de escuchar esta voz o no, de prestarle atención o no. La consciencia moral
es un instinto que, esto es muy importante, no nos conduce ciegamente sino que es el
signo de nuestra libertad. No es, pues, de ningún modo obra de la razón y de sus ideas
que para Rousseau proceden de las cosas exteriores, sino del sentimiento que es
"dentro de nosotros”.
Kant prosigue las reflexiones de Rousseau, en las cuales ha asestado un gran
interés, pero se separa radicalmente. En efecto, si para Rousseau la consciencia moral
es sentimiento, para Kant es una expresión de la razón práctica. Si bien se manifiesta
por un sentimiento que es el respeto. Pero ese sentimiento es totalmente diferente de
los que engendran el deseo porque, por el contrario, revela la sumisión del hombre a
la ley moral, sumisión que es también su libertad porque testimonia el ejercicio
perfecto de la razón práctica. Tenga en cuenta, además, que el hombre para Kant es
un ser finito, porque no crea en sí las cosas exteriores que lo afectan, él podría en

60LXXIII
cualquier momento desviarse de la ley moral por sus inclinaciones. Por ello esta ley
debe presentarse a él como una exigencia, como un imperativo categórico. La ley
moral tiene para Kant un valor absoluto, es decir que, a semejanza de Rousseau,
concibe la consciencia moral como universal, independiente de las variaciones de las
condiciones de vida, del desarrollo cultural, etc.
Cabe citar, finalmente, Alain quien en la Filosofía del siglo 20 es uno de los
que más hizo hincapié en la importancia de la consciencia moral. Se concibe ésta
como un regreso sobre sí mismo, una repetición, que es indispensable para el
pensamiento pues pensar sin aceptar de pensar que se piensa sería para él signo de
inmoralidad. Por ello, afirma que la consciencia siempre tiene un valor moral ya que
implica necesariamente la deliberación, el cuestionamiento de sí mismo. Alain se
opone aquí a las filosofías que planteen que la naturaleza de la consciencia puede
resumirse en su función de conocimiento, en su función teórica.
B3.- El surgimiento de la consciencia
« Por la palabra a pensar, me refiero a todo lo que se hace en nosotros de tal
manera que nos percatamos inmediatamente por nosotros mismos; por ello no sólo
oír, querer, imaginar, sino también sentir, es la misma cosa aquí que pensar. »
Descartes, principios de la Filosofía.
La Filosofía clásica, sin abandonar la idea de la consciencia moral, ha
introducido una concepción de la consciencia que se distingue claramente. Esta nueva
Concepción de la consciencia se establecerá en base del pensamiento filosófico,
fuente de todo conocimiento. Se presenta a menudo a Descartes como el iniciador de
esta revolución filosófica. Sin embargo, Descartes no emplea que muy raramente el
término de "consciencia” y cuando lo hace, es en el sentido moral. Sin embargo, el
cogito (« yo pienso ») cartesiano es considerado como el equivalente de lo que más
tarde se denominará "consciencia". Lo que nos enteramos de Descartes, es que quien
piensa (en un sentido amplio a la percepción, la voluntad, etc.) siempre tiene la
certeza de existir, de ser una cosa pensante. Es el sentido del célebre "creo por lo que
estoy o pienso, luego existo”. Nuestras representaciones e ideas de las cosas
exteriores son siempre inciertas, siempre son susceptibles de sucumbir a la prueba de

61LXXIV
la duda que es una cuestión radical de la existencia de las cosas que en la vida
cotidiana suponemos existir, porque todo esto podría no ser que ilusión, obra de un
genio maligno. El cogito es la única cosa que resiste a la duda porque tan pronto
como pienso no puedo dejar de recordar que es Yo quien piensa y por tanto que el Yo
no puede ser una ilusión. La verdad sobre la cual descansa todo el edificio de la
Filosofía es el fruto de la experiencia que el sujeto pensante tiene de sí mismo.
Si Descartes ha proporcionado los elementos esenciales en la Filosofía de la
consciencia, no se puede pensar siempre que se ha dado una formulación completa.
Ya que el cogito señala sólo que el sujeto se refiera a sí mismo, considerando como
suyas estas diversas actividades del pensamiento que son el hecho de diseñar, de
querer, de imaginar, de sentir, etc. Descartes no ha emprendido en modo alguno este
programa esencial a toda la Filosofía de la consciencia y que consiste en una
investigación reflexiva de propiedades o de las facultades del sujeto, del Yo. Es
Locke quien el primero se entregó a esa tarea y no es inútil de mencionar que ha
tenido para ello necesidad de formar en inglés un neologismo, consciousness,
distinguiéndolo del término consciencia que tenía una connotación moral (esta
distinción no existe en la lengua francesa, tampoco en la lengua española). Esto es
para Locke a examinar en profundidad la actividad mental; la consciencia no es, pues,
un mero informe a sí misma (como el cogito cartesiano), sino una reflexión sobre sí
misma, un conocimiento de los mecanismos de la interioridad que, hoy en día, la
psicología emprende de revelar.
En la fundación del concepto de consciencia, una última figura es esencial, es
la de Kant. Se observaba una tendencia que ponía en peligro el status de la realidad
mediante la presentación de sí misma como un idealismo. Así, Hume afirmaba que
aun cuando deseábamos conocer las cosas más alejadas de nosotros, necesariamente
quedábamos sin embargo en el seno de nuestra consciencia. Kant temía que así se
limitara la realidad a la sola consciencia que teníamos de ella, a nuestras
representaciones, como si nada objetivamente existiera aparte de nosotros. Kant pide
que se distinga la consciencia empírica, que resulta de las experiencias propias a cada
uno y es, por tanto, diferente de un hombre a otro de la consciencia en el sentido más

62LXXV
literal. Esta consciencia, que él también llama "yo pienso” es lo que acompaña todas
mis representaciones de cosas particulares. Más concretamente, la consciencia es una
función que permite sintetizar las múltiples sensaciones de cosas exteriores y de hacer
que no haya un caos de impresiones, sino una representación separada de las cosas.
La consciencia es en este sentido universal, común a todos los hombres. Es anotar,
además, que el "Yo” o sujeto de Kant se distingue radicalmente del de Descartes,
porque para este segundo el "Yo” es una cosa mientras que para el primero es una
función o más bien un poder. Para terminar, cabe señalar que el problema que va a
ocupar el más fuertemente a los sucesores de Kant, será el problema extremadamente
delicado de la articulación de la consciencia empírica y de la consciencia en sentido
propio. ¿Son dos cosas distintas o bien las dos caras de una sola y misma cosa?

B4.- La "edad de oro” de la consciencia


« La consciencia, absolutamente hablando, es la relación del Yo a un objeto,
sea interior, bien sea exterior. Nuestro saber contiene, por una parte, objetos que
conocemos por las percepciones sensibles, pero, por otra parte, objetos que tienen su
fundamento en el mismo espíritu. Los primeros constituyen el mundo sensible, los
demás el mundo inteligible. » Hegel, Propédeutique philosophique.
Después de Kant, el concepto de consciencia va a dominar la escena
filosófica. Fichte crítica lo que él llama el Yo especular de la Filosofía que hace del
Yo un objeto de percepción. Entonces, él afirma, el Yo puede reconocerse en este
espejo sólo con la condición de que se conozca ya por otro medio. Esto es decir que
el Yo se conoce en primer lugar como actividad o fuerza productora de la realidad. El
Yo se plantea él mismo y se distingue del no-Yo. Tal es la consciencia de sí mismo.
Hegel en cuanto a él, procede a una crítica de las filosofías de la consciencia, de
Descartes a Fichte, que han deseado pensar la consciencia pura y no han sabido
reconocer que la consciencia es siempre en primer lugar en relación con algo que no
es ella misma y que es sólo por un desbordamiento de esta alteridad que llega a la
verdadera consciencia de sí, que se hace espíritu.

63LXXVI
Una « reanudación » de la Filosofía de la consciencia es inaugurada a
principios del siglo XX por Husserl, fundador la Fenomenología. Husserl se propone
retomar el planteamiento de Descartes para empujarlo más lejos aunque éste lo había
hecho. A la duda cartesiana él sustituye el método del épochè que significa la
suspensión o entre paréntesis de cualquier juicio sobre el mundo. Lo que él encuentra
en el origen de todas las cosas, es la actividad de la consciencia como componente el
sentido del mundo y de sus objetos. La consciencia, dice, es siempre consciencia de
algo, es decir que se refiere siempre a un objeto; es lo que se llama la intencionalidad
de la consciencia. Tenga en cuenta que el objeto al que se refiere la consciencia,
podrá ser ella misma o más precisamente algunas de las otras contempladas (como en
el recuerdo que Husserl llama retención). La Fenomenología de Husserl va a influir
profundamente sobre el pensamiento alemán luego la filosofía francesa y en
particular el Existencialismo. Así Sartre define la consciencia como para sí; la
consciencia se proyecta o estalla en el mundo; se dirige hacia el futuro, hacia un
proyecto y en este sentido que se distingue de la en sí de las cosas exteriores, fijas e
incapaces de cambiar.
B5-. Las críticas de la consciencia
“El modo de producción de la vida material domina en general el desarrollo de la
vida social, política e intelectual. No es la consciencia de los hombres que determina
su existencia, es por el contrario, su existencia social que determina su consciencia.”
Marx, Contribución a la crítica de la economía política.
Se comenzará aquí por las críticas que se han dirigido a la consciencia moral.
Para Montaigne, ésta no consiste en nada más que en las normas cuasi arbitrarias,
dependiendo de opiniones o de prejuicios e inculcadas desde la más tierna infancia al
niño que se hace adulto y no recuerda cómo se ha adquirido estas concepciones y
supone pues que siempre los posee y forman parte de su naturaleza. Locke se opone
a un argumento similar a los neoplatónicos de Cambridge que creen que los
principios y los sentimientos morales son innatos. Más cerca de nosotros, Bergson
concibe la consciencia moral como el efecto de un condicionamiento social.
Entonces, se puede citar algunos pensamientos que vacilan entre el amoralismo

64
LXXVII
(indiferencia a las cuestiones morales) y el inmoralismo (oposición a los valores
morales). Así Maquiavelo pretende que un tratamiento adecuado de las cuestiones
políticas exige que se sustraiga a toda consideración de orden moral. Sade en cuanto
a él demuestra que lo que la naturaleza nos enseña, son los vicios, los
desbordamientos de la sexualidad y de la violencia. Nietzsche, por último, se propone
establecer una genealogía de la moral, mostrando que nuestras concepciones del bien
y el mal son las interpretaciones y valoraciones de un hombre-esclavo que teme la
potencia de la vida. Finalmente hay una tercera vía de la crítica de la consciencia
moral: Freud demuestra que no es otra cosa que la interiorización (introyección) por
el hombre de autoridad. Es el superyó quien realiza una función de censura
devolviendo la agresividad del individuo contra sí mismo.
Ahora tenga en cuenta las críticas de la consciencia como informe de
conocimiento que mantiene la vida psíquica con ella misma. Esta crítica aparece
desde el surgimiento de la consciencia con Spinoza. Para éste, sufrimos
necesariamente la acción de las cosas exteriores, lo que provoca en nosotros los
afectos. Ahora bien, la consciencia es sólo una repetición de éstos; no permite en
ningún caso comprenderlos o influir en ellos porque ella capta sólo los efectos y
jamás las causas, lo que sólo la razón es capaz de realizar. Para comprenderlo,
Spinoza nos invita a reflexionar acerca de una piedra en caída libre; eso no cambiaría
nada si esta piedra tuviera consciencia de su caída. Nietzsche también va a desarrollar
una crítica profunda de la consciencia y del Yo. La unidad del Yo es sólo ilusión. En
realidad, el Yo es el efecto, el resultante de una multiplicidad de fuerzas o de instintos
que están en lucha en el cuerpo. En cuanto a la consciencia que se tiene de las cosas
exteriores, es consciencia de una apariencia que llamamos la esencia de las cosas,
son sólo las propiedades que nos afectaron más fuertemente. Es en el siglo 20 que la
denuncia de la consciencia se hace más radical.
Heidegger, alumno de Husserl, emite una crítica sin apelación de su maestro
y más generalmente de todas las filosofías de la subjetividad. El estructuralismo
francés (Lévi-Strauss, Foucault, etc.), en reacción particularmente al existencialismo
trata en cuanto a él de demostrar que la autonomía de la consciencia es una ilusión

65
LXXVIII
porque ésta siempre es determinada por sistemas o estructuras quiénes la preceden y
la dominan. Pero el pensamiento estructuralista va más lejos aunque Marx quien
afirmaba que no es la consciencia que determina al ser social sino a la inversa, este
último que determina la consciencia. Porque ahora, es la idea misma de la existencia
de la consciencia que se revela ilusoria. No evocamos aquí los trastornos que indujo
el concepto de inconsciente desarrollado por Freud porque será el objeto de otra
investigación. Para concluir, podemos citar una palabra célebre de Rimbaud que
demuestra bien una cierta mentalidad de las críticas de la consciencia: " yo es otro”.

B6.- Consciencia y sus manifestaciones

Vivo mejor con la consciencia tranquila que con una buena cuenta corriente. (Tom
Cruise).

Es mucho menos pesado tener a un niño en brazos que cargarlo sobre la consciencia.
(Dr. Lejeune)
La consciencia se manifiesta, como toma de consciencia o poder mental, sólo
en circunstancias particulares. Fuera de esto, es sólo una fuerza que reside más allá de
este tipo de manifestación, dispuesta a expresarse cada vez que las condiciones
requeridas se presentan. Las condiciones requeridas para la expresión de la
consciencia son la conexión entre los elementos que son el alma, el cuerpo y la fuerza
vital. El poder mental puede ejercerse en cuanto el elemento de toma de consciencia
se produce. Esta toma de consciencia, propiamente dicho, el hecho de tener
consciencia, focaliza las cosas de este mundo y proporcionará así un objeto o una
dirección sobre los cuales lo mental puede actuar. La consciencia del hombre reviste
una dualidad de control. Dirige sus actos externos, así como sus acciones internas,
como el funcionamiento de sus órganos. Podemos comparar la consciencia a una
gama de energía vibratoria. A cada extremo de la gama graduada de consciencia,
encontramos los niveles extremos de los aspectos de la consciencia: el subjetivo y el
objetivo. Diderot tenía razón al decir: "Ve donde quieras, encontrarás allí tu
consciencia." En cuanto a Petit-Senn, podía escribir con humor: "La consciencia
habla, pero el interés grita". Así, el interés de la sensación puede venir a prevalecer
sobre el de la consciencia.

66LXXIX
B7.- El juicio más necesario acerca de la consciencia
Kant, al final de su larga vida, confesó que las dos cosas que más le habían
asombrado eran la contemplación de la noche estrellada y la consciencia humana: "El
cielo estrellado fuera de mí, y el orden moral dentro de mí". ¿A qué se refería Kant
al hablar del orden moral? Se refería a la consciencia moral. Porque "consciencia"
tiene dos acepciones: una psicológica y otra moral. Consciencia psicológica es el
conocimiento reflejo, el conocimiento de uno mismo, la autoconciencia. Consciencia
moral, en cambio, es la capacidad de juzgar la moralidad de la conducta humana
(propia o ajena). Es, por tanto, una capacidad de la inteligencia humana. De una
inteligencia que tiene diversas capacidades, que es polifacética, porque hay -entre
otras- una inteligencia estética, una inteligencia matemática, una inteligencia
emocional, una inteligencia moral o ética.
Los animales no tienen consciencia. El ser humano tiene consciencia por ser
un ser racional, pues la razón es la facultad de juzgar. Consciencia moral es
precisamente la razón que juzga la moralidad: el bien moral o el mal moral: el que
afecta a la persona en profundidad. Hay acciones que afectan al sujeto
superficialmente, y acciones que lo afectan en profundidad. Por ejemplo, lavarse el
rostro afecta a la exterioridad del rostro; en cambio, mentir afecta a la interioridad del
sujeto. Un periodista preguntaba a la modelo VALERIA MAZZA: ¿Has rechazado
algún trabajo? Y la respuesta es: Sí. Nunca hice un desnudo o pasé ropa transparente.
Al principio me costaba mucho negarme, porque lo que quieres es trabajar, pero me
daba cuenta de que eso afecta a tu personalidad. Esas acciones que afectan al núcleo
de la persona son las que sopesa la consciencia moral. ¿Qué importancia tiene la
consciencia? La misma que un STOP, un "ceda el paso" o un semáforo. La
importancia de lo que nos permite vivir como seres humanos.
B7-1.-De Sócrates a Gandhi
El Criton es una obra en la cual Platón aborda una problemática ética: ¿qué se
debe hacer? ¿Cuál es el criterio de la moral? ¿Qué se debe examinar para juzgar la
moralidad de una acción? El Criton transcribiera un diálogo entre el personaje del
mismo nombre y Sócrates. El primero visita al filósofo a pocas horas de su asesinato,

67LXXX
proponiendo de escapar. Es en estas circunstancias que Sócrates va a exponer y
demostrar con hechos qué es una acción moral, según diferentes perspectivas:
especialmente ajena, la ciudad (las leyes), la verdad y el más allá. Sócrates con la
consciencia tranquila, se mostró muy dispuesto a afrontar la muerte: ¿“No consiste la
filosofía en aprender a morir, es decir purificar el alma de la carga que representa el
cuerpo durante la vida?” La actitud de Sócrates muestra, una vez más, que la
consciencia es una curiosa exigencia de nosotros a nosotros mismos. No es una
imposición externa que provenga de la fuerza de la ley, ni del peso de la opinión
pública, ni del consejo de los más cercanos. Sócrates dice a Critón que las razones
que le impiden huir "resuenan dentro de mi alma haciéndome insensible a otras". Los
que, a lo largo de la historia, han actuado en consciencia contra la autoridad
establecida, no lo han hecho por afán de rebeldía, sino por el pacífico convencimiento
de que hay cosas que no se pueden hacer. Gandhi, acusado de sedición, se defiende
en el más grave de sus procesos con estas palabras: "He desobedecido a la ley, no por
querer faltar a la autoridad británica, sino por obedecer a la ley más importante de
nuestra vida: la voz de la consciencia".
La consciencia juzga con criterios absolutos porque puede juzgar desde el más
allá de la muerte. Un "más allá" que es precisamente lo que está en juego. Por la
presencia de ese criterio absoluto, intuye el hombre su responsabilidad absoluta y su
dignidad absoluta. Por eso entendemos a Tomás Moro cuando escribía a su hija
Margaret, antes de ser decapitado: "Ésta es de ese tipo de situaciones en las que un
hombre puede perder su cabeza y aun así no ser dañado".
Y entendemos que el abogado Átticus Finch, en un país racista, se enfrente a
la opinión pública de toda su ciudad, por defender a un muchacho negro: “Antes que
vivir con los demás tengo que vivir conmigo mismo y la única cosa que no se rige por
la regla de la mayoría es la propia consciencia.”
Y entendemos también a Platón, cuando nos dice que la verdadera
salvaguarda de la justicia está en el más allá: en un juicio de los muertos seguido de
premios y castigos. Por eso, la República, ese inmortal ensayo de Filosofía política,

68LXXXI
concluye con el mito de Er, una narración escatológica para poner de manifiesto que
la última garantía de la justicia está después de la muerte.
Confucio define la consciencia con palabras sencillas y exactas: luz de la
inteligencia para distinguir el bien y el mal. Y las grandes tradiciones culturales de la
humanidad, desde Confucio y Sócrates, han llamado consciencia moral a ese muro de
contención del mal, y le han otorgado el máximo rango entre las cualidades humanas.
Un repaso a la historia revela que ese sexto sentido del bien y del mal, de lo
justo y de lo injusto, se encuentra en todos los individuos y en todas las sociedades
(porque todo individuo, desde niño, es capaz de protestar y decir: ¡No hay derecho!).
La consciencia es un juicio de la razón, no una decisión de la voluntad. Por eso, la
consciencia puede funcionar bien y, sin embargo, el hombre puede obrar mal. Con
otras palabras: la conciencia es condición necesaria, pero no suficiente, del recto
obrar.
B7-2.- El error de Nietzsche
La realidad de la mala consciencia ha llevado a algunos filósofos a pensar que
la solución es cortar por lo sano y eliminar la consciencia. Es la pretensión del
superhombre de Nietzsche: "Existe un feroz dragón llamado tú debes, pero contra él
arroja el superhombre las palabras yo quiero". Nietzsche también afirma: Hasta ahora
no se ha experimentado la más mínima duda o vacilación al establecer que lo bueno
tiene un valor superior a lo malo. ¿Y si fuera verdad lo contrario? Durante demasiado
tiempo, el hombre ha contemplado con malos ojos sus inclinaciones naturales, de
modo que han acabado por asociarse con la mala consciencia. Habría que intentar lo
contrario, es decir, asociar con la mala consciencia todo lo que se oponga a los
instintos, a nuestra animalidad natural.
En el fondo de estas palabras hay una suposición falsa: sin consciencia no
habría sentimiento de culpa, y sin sentimiento de culpa viviríamos felices. Si como
hombres nos es negada la felicidad, quizá como superhombres podamos alcanzarla. Y
seremos superhombres si nos atrevemos a levantar la máscara del deber moral, esa
artimaña del débil para dominar al fuerte. La importancia de Nietzsche en la
configuración cultural del siglo XX es enorme. Lo sepamos o no, nos guste o no nos

69LXXXII
guste, el actual pensamiento occidental en gran medida nietzscheano. Nietzsche
predicó la inversión de todos los valores, y evaluaba las consecuencias de su
pretensión con enorme clarividencia:
Mi nombre estará un día ligado al recuerdo de una crisis como jamás hubo
sobre la tierra, al más hondo conflicto de consciencia, a una voluntad que se proclama
contraria a todo lo que hasta ahora se había creído, pedido y consagrado. No soy un
hombre, soy una carga de dinamita. Para lograr la inversión de los valores, Nietzsche
debe arrancarlos de su raíz fundamental. Así se entiende su obsesión por decretar la
muerte de Dios: "Ahora es cuando la montaña del acontecer humano se agita con
dolores de parto. ¡Dios ha muerto: viva el superhombre!".
Vemos en nuestros días que la psicología del superhombre ha triunfado. Al
menos, en el sentido que MacIntyre denuncia cuando escribe que "los ácidos del
individualismo han corroído nuestras estructuras morales". Desde la Revolución
Francesa, el deber moral fue definitivamente aligerado de su fundamento divino, y
sólo quedó apoyado en un fundamento civil. Hoy estamos más empeñados que nunca
en la vieja pretensión del superhombre: acabar con el mismo deber y sustituirlo por el
individualismo, conquistar una autonomía moral casi absoluta, implantar sobre la
tumba del deber el reinado de la real gana. A los ojos de los actuales herederos de
Voltaire, toda ética basada en el deber aparece como imposición rigorista e
intransigente, dogmática, fanática y fundamentalista, saturada por el imperativo
desgarrador de la obligación moral. Ahora, como dice Lipovetsky en El crepúsculo
del deber, hemos entrado en la época del posdeber, en una sociedad que desprecia la
abnegación y estimula sistemáticamente los deseos inmediatos.
En este Nuevo Mundo sólo se otorga crédito a las normas indoloras, a la
moral sin obligación ni sanción. "La obligación ha sido reemplazada por la
seducción; el bienestar se ha convertido en Dios y la publicidad en su profeta". Como
se aprecia, Nietzsche goza ahora de una salud que no tuvo en vida. Sus ideas han
dado lugar, después de Hitler, a millones de pequeños superhombres domesticados.
Pero tampoco nos salen las cuentas. Lipovetsky reconoce que la anestesia del deber
contribuye a disolver el necesario autocontrol de los comportamientos, y a promover

70
LXXXIII
un individualismo conflictivo. Cita como ejemplos elocuentes la durísima
competencia profesional y social, la proliferación de suburbios donde se multiplican
las familias sin padre, los analfabetos, los miserables atrapados por la gangrena de la
droga, las violencias de los jóvenes, el aumento de las violaciones y los asesinatos.
Son efectos de una cultura -dice- que celebra el presente puro estimulando el ego, la
vida libre, el cumplimiento inmediato de los deseos.
C.- Síntesis de la consciencia
Sólo el hombre de todas las criaturas sobre la tierra es capaz de una acción
moral. Sólo él realiza lo que es indicado por la palabra debería (…) La relación de la
sensibilidad de consciencia a la percepción de la verdad moral, es como la de la
sensibilidad de gusto a la percepción de la verdad estética. La consciencia acelera el
espíritu racional para discernir entre el bien y el mal, como la sensibilidad de gusto lo
acelera para discernir entre la belleza y la deformidad. Nuestras únicas percepciones
intuitivas con las que la sensibilidad de consciencia se asocia, son las que se
relacionan con las verdades morales. Otro sentimiento asiste otras percepciones; he
aquí el dominio exclusivo de la consciencia. Consciencia incluye tanto el poder de la
percepción, como una sensibilidad a un sentimiento peculiar. Pero el poder de la
percepción es siempre lo mismo, puede ser dirigido a cualquiera de las verdades. Así
la consciencia implica dos elementos psicológicos, el cognoscitivo y el motivo,
afirmados en el rescate mismo del conocimiento personal.
La palabra latina conscientia y la del griego , utilizada en la
Biblia, denota una sensibilidad hacia adentro o realización de las percepciones de la
mente. Así el intelecto de un hombre percibe la belleza de un objeto, y su sensibilidad
para las cosas bellas lo hace darse cuenta de ello. Por lo tanto no sólo lo sabe, sino
también lo siente. El primero es el conocimiento especulativo; este último es
experimental. Como ambos actos mentales son en realidad del mismo objetivo, el
primero es la scientia de ello, este último la conscientia de ello. El uno confirma el
otro. Precisamente por lo tanto el intelecto de un hombre percibe, y su consciencia le
hace sentir, es decir, esto le hace experimentalmente saber, la distinción entre el bien
y el mal.

71
LXXXIV
La consciencia, entonces, incluyendo el poder de la percepción, es la
sensibilidad del hombre a las distinciones morales. Es una facultad implantada en
nuestra constitución mental expresamente para hacernos sentir la distinción entre la
verdad moral y la falsedad, y entre la acción buena y la acción mala, y así incitarnos
al deber. No fue diseñada para ir antes de la razón, ni actuar independientemente de
ella, sino para enseñarnos lo que es verdadero y justo, para ser siempre estrictamente
al servicio de la razón.
Lo que distingue la sensibilidad de la consciencia de todos otros sentimientos,
es su interés exclusivo en lo que toca a la propia conducta de la persona como
moralmente correcta o incorrecta. Esto no tiene nada que ver con las acciones de
otros, ni siquiera las de uno mismo, con la excepción, ya que son relacionadas con su
deber personal. Además de esto, el sentimiento de obligación, y el sentimiento de
placer y de dolor, que esto imparte, se diferencia de cualquier otro. Ningún otro
sentimiento se parece al de la obligación moral; ningún otro dolor es como el que
surge de una consciencia de haber hecho mal; ningún otro placer es como el que
surge de una consciencia de haber obrado bien. No es una diferencia en mero grado,
sino en especie. Nuestra llamada aquí está en la experiencia de cada hombre.
C1.- Tres Funciones de la consciencia
Considerada como un poder de motivo, la consciencia es tanto pasiva como
activa; una sensibilidad y un impulso. Además de la incitación del espíritu racional
para discernir entre el bien y el mal, tiene tres funciones, o, en otras palabras, hay tres
caminos de los cuales nos incita para obrar bien. Nos hace sentir que deberíamos
hacer así; nos permite un sentimiento de fatuidad (auto-aprobación), cuando hemos
hecho así; inflige sobre nosotros un sentimiento doloroso de auto-reproche, cuando
no hemos hecho así. El primer sentimiento es anticipado (prospectivo). Es el que
tenemos en vista de algo para ser hecho. Los últimos dos son retrospectivos. Son los
sentimientos que realizamos en vista de algo que hemos hecho. El momento presente
es sólo un punto; de ahí, todas las acciones sobre las que deliberamos, deben preceder
o seguir la deliberación.

72LXXXV
C2.- Primera función de la consciencia
La consciencia nos hace sentir que deberíamos hacer lo que creemos que es
correcto. En la misma conexión podemos decir, que nos hace sentir que no
deberíamos hacer lo que creemos que es incorrecto. Ambas cantidades a la misma
cosa; por, fallar en obrar bien, hace mal. Un muchacho ve la fruta de tentación en el
jardín de un vecino. Él sabe que sería un error de robarlo. Ahora, si decimos, su
consciencia lo amonesta que es correcto de dejarlo solo, o que se equivoca en
robarlo, lo que queremos decir es por supuesto lo mismo. Al regresar del banco, un
hombre encuentra que el cajero por casualidad le ha contado un billete de diez dólares
en exceso. Pensamos en lo mismo, si decimos, su consciencia lo recuerda que él
debería devolverlo, o, que sería un error no hacerlo. La consciencia no presiona a
nadie, sino orienta hacia el camino correcto. Su dictamen es una invitación, una
sugestión. Razón por la cual el verbo “deber” es utilizado en modo del condicional
simple: Debería.
C3.- Segunda función de la consciencia
La segunda función de la consciencia es, permitirnos un sentimiento
encantador de auto-aprobación cuando hemos hecho lo que creemos que es correcto.
Este sentimiento es sobre todo vivo, después de un encuentro acertado (exitoso) con
una tentación fuerte y peligrosa para hacer el mal. Cuando una lucha severa ha sido
tenida, y un triunfo ha sido ganado por el lado de la virtud, el sentimiento de
satisfacción es particularmente rico y encantador. Es innecesario intentar analizar o
definir este sentimiento. Para saberlo, debemos experimentarlo. Claramente fue
diseñado para ser una señal de aprobación del Ser quien nos hizo; una recompensa
presente de virtud, o más bien un anticipo de la recompensa más rica que lo espera en
el futuro. Esto es una especie de primera fruta de calidad. Se propuso para animarnos
a perseverar en el conflicto con la tentación, y así reforzar y establecer todo principio
justo.
C4.- Tercera función de la consciencia
La tercera función de la consciencia es, infligir sobre nosotros un sentimiento
de dolor peculiar, cuando hemos hecho lo que creemos que es incorrecto. Cuando la

73LXXXVI
consciencia no es endurecida, al reflexionar sobre la conducta incorrecta de que
hemos sido culpables es invariablemente acompañada de este sentimiento. Esto es el
remordimiento. Es diseñado, en parte, como un castigo presente para el error, o más
bien como una advertencia de culpa, y de las consecuencias temerosas últimas a las
cuales esto tiende. Por tanto, es evidente la intención de advertirnos en contra de
repetir el acto. Es inútil intentar una definición de remordimiento. Los diccionarios lo
definen, el dolor penetrante o la angustia excitada por el sentimiento de culpa. Pero
como tenemos el dolor penetrante y la angustia de otras fuentes, esta definición sólo
nos manda a su causa; así dejando a cada persona para aprender, de su propia
experiencia, lo que el dolor y la angustia son en realidad. Como no puede ser
definido, al igual que todos los demás sentimientos primitivos, que sólo puede ser
conocido tal como es experimentado. Incluso el pequeño niño que desobedece a su
madre, o hace otras cosas que él sabe que es incorrecta, tiene el sentimiento de dolor
de una consciencia desequilibrada.
INTELIGENCIA
La Inteligencia es un término muy discutido en ciencias humanas. Cada
investigador trata de delimitarla según su propia experiencia con el género humano y
sus habilidades en la investigación. Para no pasar por alto el pensamiento de los
demás, se presentará en esta sección unas definiciones que han sido propuestas por
grupos u organizaciones. En muchos casos las definiciones de la inteligencia dadas en
enciclopedias han sido contribuidas por un psicólogo individual o citar una
definición anterior dada por un psicólogo. En estos casos, se ha optado por atribuir la
cita al psicólogo, y la ha puesto en la siguiente sección. En esta sección sólo listamos
esas definiciones que no pueden ser atribuidas a individuos específicos, o
representamos una definición colectiva acordada por muchos individuos. Como
muchos diccionarios abastecen sus definiciones de otros diccionarios, hemos
procurado siempre listar la fuente original. Para informar al lector, se tratará de hacer
una síntesis para llegar a una definición más o menos general y concentrarnos en la
filosofía transcendental para entender mejor lo que es la inteligencia humana y la

74
LXXXVII
razón de porqué no es suficiente para catalizar las acciones humanas hacia el sumo
bien.
A.- Definiciones comunes
1.- La Inteligencia es "la capacidad de usar la memoria, el conocimiento, la
experiencia, la comprensión, el razonamiento, la imaginación y el juicio para
solucionar problemas y adaptarse a nuevas situaciones." All Words Dictionary, 2006
2.- Es “la capacidad para adquirir y aplicar los conocimientos." The American
Heritage Dictionary, fourth edition, 2000
3.- Por la Inteligencia, “los individuos difieren el uno del otro en su capacidad
de comprender ideas complejas, adaptarse eficazmente al entorno, aprender de las
experiencias, participar en diversas formas de razonamiento, vencer obstáculos por el
pensamiento." American Psychological Association [28]
4.- Es "La capacidad de aprender, comprender y hacer juicios de valor o tener
opiniones que se basan en la razón". Cambridge Advance Learner’s Dictionary, 2006
5.- " La Inteligencia es una capacidad mental muy general que, entre otras
cosas, implica la habilidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera
abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la
experiencia." Common statement with 52 expert signatories [13]
6.- Es "la capacidad para aprender hechos y conocimientos y aplicarlos,
especialmente cuando esta capacidad está sumamente desarrollada.” Encarta World
English Dictionary, 2006
7.- ”. . . Capacidad de adaptarse eficazmente al entorno, ya sea haciendo un
cambio en sí mismo o por cambiar el entorno o encontrar uno nuevo. La Inteligencia
no es un simple proceso mental, sino más bien una combinación de muchos procesos
mentales dirigidos hacia una efectiva adaptación al entorno." Encyclopedia
Britannica, 2006
8.- Es "la habilidad mental general que participa en el cálculo, el
razonamiento, relaciones de percepción y analogías, aprendizaje rápido,
almacenamiento y recuperación de información, el uso de idioma con fluidez,

75
LXXXVIII
clasificación, generalización, y adaptación a nuevas situaciones." Columbia
Encyclopedia, sixth edition, 2006
9.- La Inteligencia es "la capacidad de aprendizaje, razonamiento,
comprensión, y a las formas similares de actividad mental; aptitud para captar
verdades, de relaciones, hechos, significados, etc. " Random House Unabridged
Dictionary, 2006
10. Es "la capacidad de aprender, entender y pensar en las cosas." Longman
Dictionary or Contemporary English, 2006
11.- "(1): La capacidad para aprender o entender o para hacer frente a
situaciones nuevas o difíciles:... el uso de la razón (2): la capacidad de aplicar
conocimientos para manipular el medio ambiente o para pensar abstractamente como
medida por criterios objetivos (como pruebas)” Merriam-Webster Online Dictionary,
2006
12.- "La capacidad de adquirir y aplicar conocimientos y habilidades."
Compact Oxford English Dictionary, 2006
13.- “. . . La capacidad de adaptarse al medio ambiente.” World Book
Encyclopedia, 2006
14.- "la inteligencia es una propiedad de la mente que abarca muchas
habilidades mentales relacionadas, tales como las capacidades para razonar,
planificar, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas y el
lenguaje y aprender." Wikipedia, 04 de octubre de 2006
15.- "capacidad de la mente, especialmente para comprender principios,
verdades, hechos o significados, adquirir conocimiento y llevarlo a la práctica; la
capacidad de aprender y comprender". Wiktionary, 04 de octubre de 2006
16.- "La capacidad para aprender y comprender o para hacer frente a los
problemas." Word Central Student Dictionary, 2006
17.- "La capacidad para comprender, entender y aprovechar la experiencia."
Wordnet 2.1, 2006
18.- "la capacidad para aprender, razonar y comprender." Wordsmyth
Dictionary, 2006

76LXXXIX
B.- Definiciones Psicológicas
La palabra inteligencia fue introducida por Cicerón para significar el concepto
de capacidad intelectual (Platón, Aristóteles). Su espectro semántico es amplísimo,
reflejando la idea clásica según la cual, por la inteligencia el hombre es, en cierto
modo, todas las cosas (Aristóteles, De anim. III,8). En filosofía ha significado
principalmente: 1) nivel o facultad, diferente de otras facultades (vegetativas,
sensitivas, apetitivas); 2) función intelectual simple (aprehensión, abstracción,
intelección de ideas y esencias), a diferencia de otras funciones compositivas (juicio,
raciocinio); 3) nota esencial y diferencia específica del hombre, denotativa del acceso
al ser y a la verdad; 4) principio espiritual; y 5) ente inmaterial y separado (coristos,
gr., neoplatónico y escolástico). Es un concepto capital en metafísica, epistemología y
antropología, que divide a los sistemas filosóficos.
El estudio filosófico ya se ha hecho en Inteligencia, donde se pone de relieve
el carácter de la inteligencia como conocimiento espiritual y, por tanto, como facultad
trascendente a la materia, irreductible a lo orgánico. Aquí, en cambio, vamos a hablar
de la inteligencia en el sentido que lo hace la Psicología empírica contemporánea que
la considera en cuanto capacidad de estructuración de datos, medibles mediante
procedimientos empíricos o bajo perspectivas análogas, lo que obviamente no agota
toda la riqueza de la inteligencia, sino que solamente nos habla de uno de sus niveles
y, por cierto, no el más radical. Se puede señalar que en parte de la terminología
científica de la época se tiende a referirse a los aspectos más hondos con los términos
razón, conocimiento, etc., reservando el de inteligencia para el nivel psicológico
mencionado. Los psicólogos han delimitados la inteligencia con las proposiciones
que siguen:
1. "La inteligencia no es una capacidad única, unitaria, sino más bien un
compuesto de varias funciones. El término denota esa combinación de capacidades
requeridas para la supervivencia y el avance dentro de una cultura particular." A.
Anastasi [2]

77 XC
2. "... esa faceta de la mente subraya nuestra capacidad de pensar, de
solucionar problemas nuevos, de decidir y tener conocimiento del mundo.” M.
Anderson [3]
3. "Nos parece que en la inteligencia hay una facultad fundamental, la
alteración o la falta de esta facultad, es de suma importancia para la vida práctica.
Esta facultad es el juicio, la sensatez llamada buen sentido, el sentido práctico,
iniciativo, la facultad de adaptarse a circunstancias." A. Binet [5]
4. "Usaremos el término 'inteligencia' para significar la capacidad de un
organismo para solucionar nuevos problemas...". W. V. Bingham [6]
5. "La inteligencia es lo que se mide por pruebas de inteligencia."
E. Aburrido [7]
6. "... una calidad que es intelectual y no emocional o moral: en la medición
de ello tratamos de excluir los efectos del celo del niño, el interés, la industria, y otros
por el estilo. En segundo lugar, esto denota una capacidad general, una capacidad que
entra en cada cosa que el niño dice o hace o piensa; cualquier falta de inteligencia se
revela en cierto grado en casi todo lo que él intenta;" C. L. Burt [8]
7. "Una persona posee inteligencia en la medida en que él ha aprendido, o
puede aprender, ajustarse a su entorno." S. S. Colvin citado en [35]
8. “... la capacidad de planificar y estructurar su comportamiento con un fin."
J. P. Das
9. "La capacidad de aprender o aprovecharse de la experiencia." W. F.
Dearborn citado en [35]
10. ". . . en sus términos más bajos, la inteligencia está presente allí donde el
animal individual o un ser humano está consciente, sin embargo débilmente, de la
pertinencia de su comportamiento a un objetivo. Muchas definiciones de lo que es
indefinible han sido intentadas por los psicólogos, que la menor insatisfactoria 1. La
capacidad de responder a situaciones nuevas, o aprender de ello, por nuevas
respuestas adaptativas y 2. La capacidad de realizar pruebas o tareas, implicando el
agarro de relaciones, el grado de inteligencia siendo proporcional a la complejidad, o
la abstracción, o ambas, de la relación."J. Drever [9]
11. "Inteligencia A: el sustrato biológico de capacidad mental, la
neuroanatomía y fisiología de los cerebros; Inteligencia B: la manifestación de la
inteligencia A, y todo lo que influencia su expresión en el comportamiento de la vida
real; Inteligencia C: el nivel de rendimiento en las pruebas psicométricas de
capacidad cognoscitiva." H. J. Eysenck.
12. "Capacidad sensorial, la capacidad de reconocimiento sensorial, rapidez,
variedad y flexibilidad o asociación, instalaciones y de la imaginación, la atención, la
rapidez de respuesta o estado de alerta." F. N. Freeman citado en [35]

78 XCI
13. "... el ajuste o la adaptación del individuo a su entorno total, o aspectos
limitados de eso... la capacidad de reorganizar unos patrones de conducta de manera
que pueda actuar con más eficacia y más adecuadamente en situaciones nuevas… la
capacidad de aprender... el grado al cual una persona es educable… la capacidad de
llevar el pensamiento abstracto… el uso eficaz de conceptos y símbolos en relación
con un problema para ser solucionado..." W. Freeman.
14. "Una inteligencia es la capacidad de solucionar problemas, o crear
productos, que son valorados dentro de uno o varios ajustes culturales." H. Gardner
[11]
15. “... realizar una operación sobre un tipo específico de contenido para
producir un producto particular." J. P. Guilford
16. "Sensación, percepción, asociación, memoria, imaginación,
discriminación, juicio y razonamiento." N. E. Haggerty citado en [35]
17. " La capacidad para el conocimiento, y conocimiento poseído." V. A. C.
Henmon [16]
18. “... capacidad cognitiva. " R. J. Herrnstein y C. Murray [17]
19. “... el resultado del proceso de adquisición, almacenaje en memoria, la
recuperación, la combinación, la comparación, y utilizando la información y las
habilidades conceptuales en nuevos contextos" Humphreys
20. "La inteligencia es la capacidad de aprender, de ejercer juicio, y ser
imaginativo." J. Huarte
21. "La inteligencia es un factor general que traspasa todos los tipos de
funcionamiento." A. Jensen
22. "La inteligencia es la asimilación en la medida en que incorpora los datos
de la experiencia dentro de su marco… No cabe duda que la vida mental es también
alojamiento al medio ambiente. La asimilación nunca puede ser pura, porque por
medio de la incorporación de nuevos elementos en sus esquemas anteriores, la
inteligencia modifica constantemente estos últimos, a fin de ajustarlos a los nuevos
elementos." J. Piaget [30]
23. “Capacidad de adaptarse adecuadamente a situaciones relativamente nueva en la
vida.” R. Pinter citado en [35]
24. “Algo unificado dado un mecanismo biológico por el cual los efectos de
una complejidad de estímulos son juntados y en el comportamiento.” J.Peterson
citado en [35]
25. “... cierto conjunto de capacidades cognitivas que permiten a un individuo
adaptarse y prosperar en cualquier entorno dado en el que se encuentren, y aquellas
capacidades cognitivas incluyen cosas como la memoria y la recuperación, la
resolución de problemas y así sucesivamente. Hay un conjunto de capacidades

79 XCII
cognitivas que conducen a una adaptación acertada a una amplia gama de ambientes.”
D. K. Simonton [33]
26. "La inteligencia es parte del entorno interno que muestra a través de la
interfaz entre la persona y el entorno externo en función de demandas de tarea
cognitiva." R. E. Nieve (citada) en [34]
27. "... Prefiero referirme a ella como 'inteligencia acertada'. Y la razón es que
el énfasis está sobre el empleo de su inteligencia para alcanzar el éxito en su vida.
Entonces lo defino como su habilidad para lograr lo que se desea alcanzar en su vida
dentro de su contexto sociocultural, lo que significa que la gente tiene objetivos
diferentes para sí misma, y para algunos, es para obtener muy buenas notas en la
escuela y salir bien en las pruebas, y para otros, podría ser el de convertirse en un
buen jugador de baloncesto o actriz o un músico." R. J. Sternberg [36]
28. "... la capacidad de emprender actividades que son caracterizadas por (1)
la dificultad, (2) la complejidad, (3) la abstracción, (4) la economía, (5) la adaptación
al objetivo, (6) el valor social, y (7) la aparición de originales, y de mantener tales
actividades y en condiciones que exigen una concentración de energía y una
resistencia a fuerzas emocionales." Stoddard
29. "La capacidad de llevar el pensamiento abstracto." L. M. Terman citado en
[35]
30. "La inteligencia, considerada como un rasgo mental, es la capacidad para
hacer impulsos focales en su etapa temprana, inacabada de formación. La inteligencia
es por lo tanto la capacidad para la abstracción, que es un proceso inhibitorio." L.L.
Thurstone [37]
32. "Un concepto global que implica la capacidad de un individuo para actuar
decididamente, pensar racionalmente y hacer frente de forma efectiva con el medio
ambiente." D. Wechsler [40]
33. "La capacidad para adquirir capacidad." H. Woodrow (citado) en [35]
34."...El término inteligencia designa una compleja colección de funciones
interrelacionadas, ninguna de las cuales es completamente o conocida con exactitud
en el hombre. . ." R. M. Yerkes y A. W. Yerkes National Primate Research Center
[41]
35. “... esa facultad de la mente por la cual la orden es percibida en una
situación antes considerada desordenada." R. W. Young (citado) en [20]

Partiendo de estas definiciones, se puede avanzar los siguientes datos: La


inteligencia ha sido estudiada en tres perspectivas principales: a) la psicología
experimental del pensamiento y de la solución de problemas, interesada en las leyes

80 XCIII
generales cognoscitivas y del comportamiento inteligente; b) la psicología diferencial,
de matiz psicométrico, que trata de medir y explicar las diferencias entre los hombres
y de fundamentar en ellas diagnósticos y pronósticos; y c) la psicología genética,
ocupada en estudiar los procesos de constitución y desarrollo. Las tres han
permanecido casi aisladas y sólo en los últimos años se insinúa una convergencia que
intenta integrar asimismo la faceta neurofisiológica y los modelos cibernéticos y de
cálculo electrónico (Hunt, Sears, Butcher, Miller, Galanter y Pribram).
Las definiciones que ofrecen estos trabajos pueden clasificarse en tres grupos:
biológicas, psicológicas y operativas. Las biológicas consideran a la inteligencia
como la «capacidad de adaptación» a situaciones nuevas (Spencer, Hall, Stern,
Claparéde). La inteligencia se presenta así como índice filogenético y ontogenético de
progresiva autonomía y dominio del medio; caracterización fundamental, pero
incompleta, pues no toda adaptación es inteligente (homeostasis, instintos,
acomodaciones sensomotoras, y otras).
Las definiciones psicológicas son innumerables. Muchas, de tipo conductista
y reflexológico, se refieren a la «capacidad de aprendizaje» (Pavlov, Thorndike, Hull,
Skinner, Ferguson, Luria). Otras, más abundantes todavía, acentúan los «procesos
cognoscitivos»: riqueza de la población de elementos cognoscitivos, de la que son
muestras aleatorias las actividades inteligentes (Thomson); inhibición de la acción, y
ensayo y error mental (Thurstone, Tolman); capacidad cognoscitiva general innata
(Burt); reorganización perceptiva de la situación, generadora de una comprensión
súbita (Gestalttheorie); jerarquía sucesiva de estructuras de creciente reversibilidad,
desde los esquemas sensomotores al pensamiento lógico (Piaget). Otras muchas, en
fin, designan algún proceso o atributo distintivo: capacidad de buena respuesta desde
el punto de vista de la verdad y los hechos (Thorndike); comprensión, invención,
dirección y crítica (Binet); abstracción (Terman); neogénesis o capacidad abstractiva
y relacionante (Spearman).

81XCIV
C.- Definiciones Filosóficas
Etimológicamente procede de intelligere, lo mismo que entendimiento
(intellectus), y por eso en el lenguaje usual, y muchas veces también en el filosófico,
se toman como sinónimos. El entendimiento es la facultad del conocimiento
intelectual. Según su etimología, entender (intelligere) viene de inter-elegere, y
significa, por tanto, seleccionar o elegir entre varios hechos o datos. Y esto es lo que
hace, sin duda, el entendimiento: captar lo nuclear o esencial de cada cosa o asunto
que se le presenta, discerniéndolo o separándolo del conjunto de aspectos o datos
accesorios con los que se da involucrado. Pero puede tener otras acepciones.
El nombre de inteligencia es utilizado por la filosofía clásica para designar la
sustancia puramente espiritual (la que en Teología se llama ángel). Y dentro de los
dominios de lo humano puede significar, ya el hábito de los primeros principios
especulativos (como la sindéresis lo es de los primeros principios prácticos), ya cierta
función del entendimiento contrapuesta al discurso, es decir, el conocimiento
intelectual de lo que es evidente. Por último, cabe la acepción en que la toma la
moderna Psicología experimental, cuando habla de medidas de la inteligencia y
descubre, incluso, comportamientos inteligentes en algunos animales. Aquí,
inteligencia resulta sinónimo de conocimiento superior o racional, ya esencialmente,
ya por cierta participación. Esta última acepción de la inteligencia es propia de la
Psicología positiva. En este trabajo, nos limitaremos, pues, a las tres acepciones
señaladas.

C1.- La inteligencia como sustancia puramente espiritual.


Cuando se da el nombre de inteligencia a la sustancia puramente espiritual, se
toma, como es obvio, la parte por el todo. Más concretamente se toma la operación
principal y más propia para designar la sustancia que realiza esa operación. Porque la
sustancia puramente espiritual tiene como operación principal el entender (también
realiza la operación de amar, pero ésta sigue al entender), y además dicha operación
la lleva a cabo de un modo que puede decirse puramente intelectual (en cuanto el
entender se contrapone al razonar). Como veremos después, la razón se diferencia del

82XCV
entendimiento en estos dos puntos: primero, la razón se halla en potencia respecto a
todos sus objetos, mientras que el entendimiento se encuentra en acto (o a lo menos
en hábito); segundo, la razón llega al conocimiento discurriendo, pasando de unas
verdades a otras, mientras que el entendimiento conoce de un modo súbito e
inmediato. Pues bien, la operación intelectual de las sustancias puramente espirituales
es la propia del entendimiento; no de la razón; y por eso se les debe llamar
intelectuales y no racionales, o simplemente, como lo hace la filosofía clásica,
intelectos o inteligencias.
En efecto, las sustancias puramente espirituales tienen un entendimiento que
está «lleno de formas», esto es, que nunca está completamente en potencia. Puede
suceder que no consideren actualmente un determinado objeto, pero siempre están en
posesión de las ideas que les permiten considerar ése y cualquier otro objeto.
Igualmente, el entendimiento de las sustancias puramente espirituales no necesita
discurrir o razonar, pues tales sustancias conocen intuitivamente todo lo que conocen;
la fuerza penetrativa de su entendimiento es tal que de un solo golpe abarcan los
principios y todas sus conclusiones, las esencias y todas sus propiedades .
Que el entendimiento del ángel no está nunca completamente en potencia lo
explica así S. Tomás: «El entendimiento puede estar en potencia de dos maneras:
primera, antes de aprender o de inventar, o sea, antes de adquirir el hábito de la
ciencia; segunda, cuando ya posee el hábito de la ciencia, pero no considera
actualmente sus verdades. Pues bien, de la primera manera el entendimiento del ángel
nunca está en potencia respecto de los objetos a que se extiende su conocimiento
natural... El ángel no tiene una potencia intelectiva que no esté totalmente completada
por las especies inteligibles que le son connaturales. En cambio, de la segunda
manera, el entendimiento del ángel puede estar en potencia respecto a lo que conoce
naturalmente, pues no todo lo que conoce con conocimiento natural lo considera
siempre en acto» (Sum. Th. 1, q58, al, c). En cuanto al carácter intuitivo o no
discursivo del conocimiento angélico escribe, asimismo, S. Tomás:

«Los entendimientos inferiores, es decir, los humanos, alcanzan el


conocimiento de la verdad por cierto movimiento o discurso de la operación

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intelectual, pues proceden del conocimiento de una cosa al conocimiento de
otra; pero si en el conocimiento de los principios descubrieran
inmediatamente todas las conclusiones que se derivan de los mismos, no
habría en aquéllos lugar para el discurso. Y esto es lo que ocurre en los
ángeles, pues ellos, en los principios que habitualmente conocen, descubren
al instante todo lo que tales principios contienen. Por eso se llaman
sustancias intelectuales, pues también nosotros decimos que se entienden
las cosas que se conocen de un modo súbito y natural, y llamamos
entendimiento (o inteligencia) al hábito de los primeros principios. Pero las
almas humanas, que adquieren el conocimiento de la verdad por cierto
discurso, se llaman racionales» (Summa Theol. 1 q58 a3 e).

Actualmente, algunos ponen en duda que la inteligencia sea inmaterial. Se


trata del debatido y divulgado problema de las relaciones mente-cerebro. Sobre este
asunto, la mayor parte de pensadores de la filosofía griega y medieval admiten la
inmaterialidad de esta potencia. En la moderna y contemporánea, en cambio, ha
habido de todo. Para Husserl, por ejemplo, la verdad es irreductible a lo psíquico.
Popper –no ha sido el único (González, 1988) – también arremetió contra las tesis
materialistas que identificaban el pensamiento con la actividad cerebral. Por su parte,
Eccles (1985) sostuvo que la mente no es orgánica, pero que interactúa con el
cerebro. Por su parte, Polo (1997) dirime rigurosamente ese problema.
La inteligencia no es la totalidad del alma, sino una potencia suya, aunque,
junto con la voluntad, la más elevada. La inteligencia tampoco es la persona humana.
Si lo propio de esta facultad es pensar, razonar, es evidente que la persona humana no
se reduce a razonar. Además, inicialmente la inteligencia ni conoce nada ni sabe que
tiene que conocer. Ni siquiera tiene noción de sí misma. Sin embargo, todo ello es
susceptible de conocerlo cuando se activa. Además, esta potencia, más que ninguna
otra, se entiende por su capacidad de crecimiento. Siempre se puede pensar más y
mejor. Conviene ahora demostrar su inmaterialidad de una manera necesaria (porque
se trata de una verdad necesaria). ¿Cómo? Por los siguientes argumentos:
C1-1. La inmaterialidad de la inteligencia se comprueba demostrando la
inmaterialidad de sus actos, y la de éstos, por la inmaterialidad y universalidad de
sus objetos. El primer acto de la inteligencia, el más básico, es abstraer, y lo

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abstraído por ella se llama tradicionalmente abstracto. Atender a ese acto permite
darnos cuenta de que el objeto conocido al abstraer no sólo es inmaterial, sino
también al margen de las condiciones particulares de la materia. Abstraer es
presentar algo conocido con cierta universalidad. Al abstraer separamos una forma
de lo material singular, concreto (ej. el abstracto de “silla” no se refiere sólo a ésta o a
la otra silla reales, o sólo a las de metal o madera, a las de tres o cuatro patas, a las
funcionales o barrocas, sino a todas las sillas habidas y por haber). El objeto conocido
por la inteligencia es en universal. Nada hay, en cambio, en lo real material que sea
de ese género. Si pensamos lo universal, nuestra inteligencia no es material. El objeto
es ideal y enteramente intencional; lo ideal e intencional no es material en modo
alguno.
C1-2. También se comprueba la inmaterialidad de la inteligencia porque esta
potencia puede conocerlo todo, es decir, no tiene límite. Para que una potencia sea
enteramente cognoscitiva, es decir, que toda su naturaleza sea explicable en vistas a
conocer, requiere, obviamente, no ser otra cosa que pura capacidad de conocimiento,
sin otras tareas, como por ejemplo, la de vivificar algún órgano, como les sucede a los
sentidos. Así es la inteligencia. Si fuera por naturaleza otra cosa que cognoscitiva, esa
otra cosa no la podría conocer. Los sentidos conocen sus objetos siempre dentro de
unos límites, de un marco al que la psicología denomina umbral. El intento de
traspasar esos límites perjudica al órgano y a la facultad sensible (ej. la luz del sol
excede la capacidad del umbral de la vista cuando se le mira de frente y daña el
órgano; por eso cerramos los ojos). La inteligencia se salta el umbral, el límite. Sólo
se conoce el límite trascendiéndolo. En efecto, tematizar intelectualmente la noción
de límite es haberlo trascendido. La inteligencia puede conocerlo todo. Su apertura es
irrestricta. No obstante, lo material, por definición, es limitado. En consecuencia, la
inteligencia es inmaterial.
C1-3. Nos percatamos también de la inmaterialidad de la inteligencia por la
cierta referencia que tiene respecto de sí. En efecto, nada de lo corpóreo se
autoconoce ni se refiere a sí mismo, porque la materia es límite para ello, pues no es
transparentemente cognoscitiva. Las facultades sensibles conocen con sus actos otros

85XCVIII
asuntos, pero no su propio soporte orgánico, ni tampoco su propio acto de conocer
(ej. la facultad de ver no ve directamente su ojo, sino a través de su ojo; ni tampoco
ve el acto de ver, ni a sí misma como facultad). En la inteligencia, por el contrario,
alguna instancia suya se puede referir a otra instancia de ella. Así es, la inteligencia
conoce que conoce, conocemos que pensamos, es decir, la inteligencia conoce algo de
ella: sus actos de conocer. Esta permeabilidad indica que esta facultad carece de
soporte orgánico. Por lo demás, no hay que confundir esa cierta referencia con la
llamada reflexión, pues la inteligencia conoce con unos actos suyos superiores otros
actos suyos inferiores, pero no conoce sus actos con los mismos actos, ni tampoco se
conoce ella a sí misma como facultad.
C1-4. Otra prueba de su inmaterialidad la da su capacidad de crecimiento
irrestricto. Si puede crecer en conocimiento sin coto, ello implica que carece de
soporte orgánico que la limite, puesto que lo orgánico, por definición es limitado. Si
carece de órgano (la inteligencia no está en el cerebro), no se puede decir en sentido
estricto que esta potencia sea un sobrante formal, puesto que no sobra respecto de
vivificar, organizar, etc., ningún órgano al que informe, ya que carece de él. Tampoco
es propiamente una facultad, porque esta palabra denota pasividad, y la inteligencia
activa remitiendo en ella misma lo que tiene de potencialidad. Es, pues, más que
facultad. Se puede llamar potencia activa, pues lo que en ella se activa deja para
siempre de ser potencial. Por ejemplo, si se abstrae, ya se ha aprendido a abstraer
"semel pro semper", es decir, de una vez por todas y para siempre.
C2. Inteligencia, hábito de los primeros principios especulativos.
Ante todo es edificante considerar lo siguiente: El conocimiento puede ser de
dos tipos: conocimiento especulativo o teórico cuyo objetivo es la contemplación de
la verdad, y el conocimiento práctico que tiene como objetivo la dirección de la
conducta, tanto para que con ella podamos producir todo tipo de artefactos útiles o
bellos, como para que con ella alcancemos la vida buena y feliz. En este sentido se
puede hablar de dos tipos de entendimiento y de dos tipos generales de virtudes
intelectuales:

86XCIX
C2-1. Entendimiento especulativo: cuyas virtudes son

 La inteligencia o hábito para la contemplación de los primeros principios.


 La ciencia o hábito para la posesión de las conclusiones a partir del
razonamiento.
 La sabiduría o hábito para la posesión de los principios más universales y de
las primeras causas.

C2-2. Entendimiento práctico: cuyas virtudes son

 El arte: virtud intelectual dirigida a la producción de artefactos, bien sea ex-


ternos o corporales como es el caso de las artes mecánicas o serviles (la caza,
la pesca, la agricultura, la arquitectura, la medicina,...), bien sea internos o
mentales como en las artes liberales (las incluidas en el trivium –gramática,
retórica y dialéctica o lógica– y en el quatrivium –aritmética, geometría,
astronomía y música–).

 La prudencia: o saber lo que debemos hacer en cada caso; la posición de esa


virtud es ambigua pues en cierto sentido es una virtud intelectual (es un hábito
que perfecciona el entendimiento), pero en otro es una virtud moral, y ello en
razón de su objeto, pues se refiere precisamente a los asuntos morales, a lo
que cada uno debe hacer en cada situación concreta para realizar el bien).

Partiendo de estas proposiciones, podemos entrar en el tema, inteligencia como


hábito de los primeros principios especulativos. Por lo que hace a la necesidad de
admitir, tanto en el orden especulativo como en el práctico, sendos hábitos naturales
referidos a los primeros principios (especulativos o prácticos) de todo nuestro saber,
la pone de relieve S. Tomás del siguiente modo:

«En la naturaleza humana es preciso que exista, lo mismo en el orden


especulativo que en el práctico, un conocimiento de la verdad que no haya
sido buscado, y justamente este conocimiento tiene que ser el principio de
todo conocimiento siguiente, tanto especulativo como práctico, ya que los
principios han de ser más estables y firmes. De ahí también que tal
conocimiento haya de darse en el hombre de un modo natural, disponiendo
así como de un cierto semillero de los conocimientos posteriores; lo mismo
que en todas las cosas naturales preexisten ciertas semillas naturales de las

87 C
operaciones y los efectos que las siguen. Y es también necesario- que este
conocimiento sea habitual, para que se pueda usar de un modo expeditivo
siempre que haga falta» (De Veritate, ql6 al c).

Esto, por lo que atañe a la necesidad del hábito de los primeros principios
especulativos, de la sindéresis o hábito de los primeros principios prácticos lo que
será desarrollado en el próximo apartado; mas, por lo que toca a la naturaleza del
mismo, es preciso hacer algunas aclaraciones. En una primera aproximación puede
decirse que los hábitos del entendimiento, en general, no son otra cosa que aquella
primera actualización o determinación que resulta de la mera recepción de una
especie inteligible impresa. Es sencillamente el momento ontológico del
conocimiento intelectual. En esta situación, o sea, fecundado por la especie impresa,
el entendimiento se encuentra en posesión de todo lo necesario para pasar por sí
mismo al acto de entender, se encuentra en estado de conocimiento habitual. Ahora
bien, la presencia de una sola especie inteligible impresa en el entendimiento sólo
puede llevar a éste a un acto de simple aprehensión, pero no a un juicio, para el cual
se exigen necesariamente dos términos y, por consiguiente, dos especies inteligibles
impresas.
Por otro lado, el conocimiento intelectual no culmina o no llega a su
perfección más que en el acto del juicio, pues la simple aprehensión es una incoación
del conocimiento intelectual, pero no un conocimiento intelectual en sentido pleno.
Por eso, no se suele dar el nombre de hábito a la presencia de una sola especie
inteligible en el entendimiento, sino a la posesión habitual, por parte de éste, de todo
lo necesario para llevar a cabo, de una manera expedita, uno o más actos de juicio.
Cuando se dice «todo lo necesario para juzgar» se está aludiendo por supuesto y en
primer lugar a las especies inteligibles del sujeto y del predicado de los juicios que
vayan a formarse; pero a veces no basta con esto, sino que se requiere además una
cierta habilidad, por parte del entendimiento, de enlazar de modo conveniente las
susodichas especies inteligibles. Esto ocurre siempre que el juicio no es inmediato, y
hay que valerse de algún término medio para poder unir (o separar) el predicado y el
sujeto. Y aquí es donde hay que buscar la diferencia del hábito de los primeros

88 CI
principios especulativos con respecto a los demás hábitos no inmediatos del
entendimiento.
En efecto, el hábito de los primeros principios especulativos (y lo mismo
habría que decir de la sindéresis) se distingue esencialmente de los otros hábitos del
entendimiento en que los restantes hábitos son posteriores a los actos, es decir, en que
son adquiridos por uno o muchos actos de conocimiento, por uno o muchos juicios,
mientras que el hábito de los primeros principios especulativos es anterior a cualquier
acto de conocimiento intelectual (o por lo menos, a todo juicio). Esto es así, porque
los otros hábitos del entendimiento constan de varias especies inteligibles recibidas
en él, y de una cierta habilidad de unir o separar, o de ordenar de algún modo, esas
especies. Y las especies inteligibles, cuya pura recepción constituye el momento
ontológico del conocimiento, pueden ser, y son de hecho, anteriores al conocimiento
actual o al momento gnoseológico del conocimiento; pero la habilidad de combinarlas
u ordenarlas es posterior, es adquirida por uno o varios actos de juzgar, y por eso el
hábito como un todo completo es también posterior. En cambio, el hábito de los
primeros principios especulativos no consta más que de las especies inteligibles
correspondientes (de ente y de no ente, de uno y de no uno, cte.), pues la habilidad de
enlazar tales especies es innata al entendimiento; no adquirida. Por eso, dicho hábito
es anterior a todo conocimiento actual (por lo menos, a todo juicio) y está todo él
colocado en el momento ontológico del conocimiento.
Así, los primeros principios especulativos sobre los que versa ese hábito son
poseídos por todos los hombres de un modo habitual e inconsciente, constituyendo
otras tantas certezas subjetivas antes de hacerse objetivas. Ciertamente que esos
principios pueden ser explícitamente formulados, conocidos actualmente, pero esto es
independiente de su valor como normas supremas e implícitas de todo conocimiento
humano. Más aún, puede ocurrir que esa formulación no alcance a traducirlos
fielmente ni completamente, y de hecho la formulación correcta de tales principios es
ardua y laboriosa; ello es tarea de la Metafísica, y no de las otras ciencias, ni mucho
menos de personas imperitas. Y es que, como escribe S. Tomás, «el verbo mental (sea
simple o complejo) que es expresado en nosotros por la consideración actual, como

89 CII
nacido de alguna consideración de los principios o al menos del conocimiento
habitual, no contiene todo lo que se encuentra en aquello de donde nace, pues no todo
lo que poseemos con conocimiento habitual lo expresa el entendimiento con la
concepción de un solo verbo mental, sino algo de ello; lo mismo que en la
consideración de una conclusión no se expresa todo lo que se contiene en la
virtualidad del principio» (De Veritate, q4 a4 c). Y en otro sitio escribe también: «Lo
que es poseído habitualmente, a veces no puede ser utilizado por algún impedimento,
como el hombre no puede utilizar el hábito de la ciencia cuando duerme. Y de manera
semejante el niño no puede utilizar el hábito de los primeros principios, o también la
ley natural, que posee habitualmente, por defecto de edad» (Summa Theol. 1-11, q94,
al, ad3).
En el hábito de los primeros principios especulativos se pueden señalar tres
caracteres principales: es natural, es necesario y es infalible. Es natural en el sentido
de que no se adquiere por la industria o el esfuerzo humano, sino que surge de un
modo espontáneo de la misma fuerza nativa del entendimiento. Las especies
inteligibles de que consta dicho hábito las adquiere nuestro entendimiento
inmediatamente que se aplica a los datos sensibles, merced a la iluminación del
entendimiento agente; y la habilidad de combinar o poner en relación tales especies
inteligibles no es adquirida, sino innata: es la misma naturaleza de la facultad
intelectiva, cuyo objeto es el ente y todo lo que está implicado en el ente como tal.
Es también un hábito necesario, no sólo respecto a su nacimiento en el hombre
(en todos los hombres), sino respecto a su contenido. Los principios sobre que versa
son absolutamente necesarios, tanto con necesidad ontológica (no pueden menos de
ser así) como con necesidad psicológica (no podemos menos de pensarlos como
verdaderos).
De lo que se sigue, por último, que es un hábito infalible. Que en los primeros
principios del entendimiento no puede haber falsedad alguna se echa de ver
considerando que ellos están en la base de todo otro juicio, están implicados en todo
juicio; pero siendo esto así, si esos primeros juicios fuesen falsos, serían falsos todos
los demás juicios, no habría verdad alguna, y nuestro entendimiento no sería la

90 CIII
facultad de la verdad, sino del error; la verdad no sería su objeto y su bien, sino la
corrupción de su objeto y su mal. Como dice S. Tomás: «Quien niega la existencia de
la verdad afirma implícitamente que la verdad existe, ya que si la verdad no existiese,
sería verdad que la verdad no existía; y si algo es verdadero es necesario que exista la
verdad» (1,q2 a1,3). Con todo, ni estas mismas reflexiones superan o sustituyen la
firme convicción, habitualmente poseída por todos los hombres, de la verdad absoluta
de los primeros principios. Es éste un supuesto de inquebrantable firmeza, una luz
que no puede apagarse por más tinieblas que amontonemos, y que no podemos dejar
de ver aunque le volvamos la espalda una y mil veces.
D.- Inteligencia y Potencias Superiores del Alma Humana
Todos los conceptos mencionados en el mapa conceptual están conectados
con la inteligencia. La Inteligencia, la Voluntad y la Sindéresis, primeros principios
especulativos y prácticos, forman la esencia humana y no pertenecen a la naturaleza
humana, pertenecen al espíritu y son potencias superiores del alma. La Inteligencia y
la voluntad alumbran la naturaleza humana en parte, la Sindéresis la alumbra en
totalidad. Nos queda establecer la diferencia ente la naturaleza humana conocida
como vida natural y la vida esencial proviene de la Inteligencia y de la voluntad del
hombre. La Inteligencia y la Voluntad forman las potencias superiores del alma
humana (vida humana).
Cuando hablamos de la naturaleza humana, hay que entender que se trata de la
vida recibida de nuestros progenitores por generación; esta vida se llama también
vida natural, es el compuesto somático, celular y se divide en dos partes unidas: la
vida vegetativa de nuestras células y la vida sensitiva de nuestros órganos. En efecto
de los padres recibimos el cuerpo, no la persona que cada uno es, pues ellos no son ni
inventores, ni siquiera conocedores de qué persona somos. La Inteligencia es
polifacética: Hay una inteligencia matemática, física, química y otros, simbolizados
por las flechas sin nombres en el mapa conceptual diseñado por el autor de la
investigación. En el aprendizaje no hay personas brutas, sólo hay que utilizar la
voluntad para aprender. La inteligencia nos permite conocer; está abierta a la
aceptación irrestricta de crecimiento.

91 CIV
D1.- Desarrollo de la Inteligencia
El hombre no puede vivir sin la verdad, porque no puede vivir sin inteligencia,
y el objeto de la inteligencia es la verdad. La Inteligencia para salir del estado de
potencia para pasar al acto, es menester desarrollarla por medio de la Educación. Ahí,
la Educación va a cumplir su rol de elevar la naturaleza humana. Como la inteligencia
fue diseñada para alcanzar la verdad, y como potencia inmaterial, recibe todo lo que
se le ofrece clasificándolo en veracidad o falsedad. Al momento de recibir lo
desarrollado, ella avisa la consciencia, puente entre ella (la Inteligencia) y la
Voluntad, de la veracidad o de la falsedad del material que ha recibido. La
consciencia, como hábito de la Inteligencia, clasifica este material en bueno
(veracidad) o malo (falsedad). Por medio del libre albedrío (la libertad), cada sujeto
va a construir la vida que quiere. Esta segunda vida se llama vida añadida, porque fue
añadida a la vida recibida de los progenitores. Para construir esta vida, cada quién,
sacamos de nuestras facultades, en especial de las potencias superiores. Obviamente
añadimos diversas formas de vida en nuestras facultades con soporte orgánico
(Sentidos, apetitos, etc.), pero donde más se capta la añadidura personal –porque está
abierta a la aceptación irrestricta de crecimiento –es en dichas facultades inmateriales:
inteligencia y voluntad. Quien les añade es la persona. Por eso, además de la vida
recibida y la vida añadida debe repararse en la vida personal, única garante de
aquéllas.
D2.- Formación del carácter
En la vida añadida, se forma el carácter. ¿Qué es, pues, el carácter? Se
entiende por carácter un conjunto de hábitos adquiridos durante toda la vida. El
carácter, a diferencia del temperamento es adquirido, no es algo innato. Así, por
ejemplo, consideramos como rasgos de carácter: la responsabilidad, el liderazgo, la
generosidad. La personalidad es la reunión de temperamento y carácter en una sola
estructura. Hoy en día, sólo se habla de personalidad, y no se utilizan los otros dos
términos porque es muy difícil diferenciar que rasgos son fruto de la herencia
biológica y cuales son adquiridos. Para esta formación de carácter interviene otra vez,

92 CV
la Educación para elevar la naturaleza humana; también interviene la Sindéresis, la
hemos definido como habitus de los primeros principios prácticos. La Sindéresis trata
de convencer al sujeto para que su libre albedrío se opte por lo bueno, así repudiará lo
malo. Por el Desarrollo de la Inteligencia, la Educación orienta al sujeto hacia la
ciencia con el hábito del espíritu crítico para alcanzar la virtud intelectual. Dice Jean
François Rabelais, humanista francés del siglo XVI, “ciencia sin consciencia arruina
el alma”. Para que la ciencia no sea un cáncer para la humanidad, es menester hacer
uso de la consciencia, pues la formación del carácter no consiste en desarrollar la
inteligencia, sino en educar la consciencia para obtener a profesionales de buen
carácter con virtud moral. La virtud intelectual se consigue en el desarrollo de la
inteligencia en un ambiente ético. Por el contrario, la virtud moral se consigue en la
práctica del bien, no por pasión ni por potencia, sino por costumbre. Se necesita
también un ambiente ético para alcanzar la virtud moral, pues la virtud ética se divide
en virtud moral y virtud intelectual.
D3.- Libre albedrío y Voluntad
El libre albedrío nos permite juzgar la moralidad de las acciones humana. Una
acción humana es moral y se llama actus humanus, si y sólo si, ha sido ejecutada con
conocimiento y libertad (selección libre). Una acción que no ha sido ejecutada con
conocimiento y libertad no se llama actus humanus (acto humano), sino actus
hominis (acto del hombre).
La voluntad junto a la Inteligencia son potencias superiores del alma (vida), si
la inteligencia es diseñada para la verdad, la voluntad es para el bien (la virtud). La
voluntad nos permite querer. Al igual que la Inteligencia está abierta a la aceptación
irrestricta de crecimiento. Por eso muchos pueden llenar su voluntad de virtud y otros
la llenan de vicios. La voluntad acepta eso por su inmaterialidad. La voluntad no
selecciona, por eso no es libre. Son nuestras acciones que son libres. Si has llenado tu
voluntad de vicios, tus acciones serán acciones vergonzosas; si has llenado tu
voluntad de virtudes, te saldrás acciones gloriosas para la edificación de otros.

93 CVI
D4.- La Sindéresis.
La Sindéresis está en íntima relación con el habitus de los primeros principios
especulativos, pues se trata también de un habitus natural, necesario e infalible, que
consta de determinadas especies inteligibles adquiridas de modo inmediato a partir de
la realidad sensible y en virtud de la actividad del entendimiento agente: la habilidad
de combinar de modo conveniente tales especies inteligibles es asimismo innata al
entendimiento, no adquirida. La diferencia, con respecto al habitus de los primeros
principios especulativos, radica en que la sindéresis se refiere al orden práctico, es el
habitus de los primeros principios prácticos. Como tal, es el fundamento de toda la
vida activa del hombre, y, de modo especial, de las acciones morales. Este nombre es
poco común. Para popularizarlo un poco, es menester estudiar el habitus natural junto
a los habitus adquiridos.

D4-1.- Un habitus natural: La Sindéresis


En este trabajo, se prefiere, en muchas ocasiones, a no traducir el vocablo
“habitus” por costumbre para no perder la esencia de esta palabra. Así, todas las
inclinaciones naturales, principio de la razón práctica, Tomás de Aquino lo hace un
"habitus natural". De nuevo, se refiere a los primeros principios especulativos que,
ellos también, son naturalmente en nosotros, y que hacen un habitus especial, pues ni
la prudencia, ni la ciencia, ni la sabiduría, pueden tener el conocimiento de los
principios; queda que es el intelecto que puede cogerlos. Es por eso que este habitus
natural tiene por nombre el intelecto de los principios. Es, pues, normal que los
principios de la razón práctica sean el objeto de un habitus natural cuyo nombre se
determinará en su tiempo.
El Pequeño Robert (1586) ha salvado del olvido la palabra habitus, palabra
latina: “manera de ser.” Vale más conservar habitus que de reemplazarlo por
costumbre, como hacen algunos traductores. Ciertas personas tienen la costumbre de
corroerse las uñas, pero esta costumbre jamás se levantará a la dignidad de habitus.
Para definir el habitus, Tomás de Aquino reenvía a las categorías de Aristóteles (8,
27-30). El habitus es una disposición estable: las ciencias, las virtudes, los vicios son

94CVII
habitus. También Voltaire tiene la culpa cuando escribe: “algunos monstruos
difundieron beneficios; respondo atrevidamente que fueron virtuosos aquel día.”
(Diccionario filosófico, GF; 28, p. 373). ¡No! Un acto bueno no hace virtuoso, porque
la virtud es una disposición estable; confiere sobre la operación uniformidad,
prontitud y placer. (Tomás de Aquino, Q.D. De virtutibus in communi, q.1. a. 1.). La
salud y la enfermedad son disposiciones, pero inestables: nadie está definitivamente
en salud; pasamos fácilmente de la salud a la enfermedad luego de la enfermedad a la
salud.
El habitus de los principios del razonamiento práctico es una calidad estable
de la razón. Cuando Tomás de Aquino se pregunta si la ley natural puede ser abolida
del corazón del hombre, a cordes hominis, responde que la ley natural comprende
preceptos muy comunes, praecepta communissima, conocidos de todos, y preceptos
secundarios, que son como conclusiones de los primeros. En cuanto a los principios
(él no dice preceptos) comunes, la ley natural no puede, de ningún modo, ser borrada
del corazón del hombre, in universali, sino puede ser in particulari, pues la razón
puede ser impedida aplicar un principio común de una operación particular. Lo
formula como sigue de las causas: propter malas persuasiones, pravas consuetudines
et habitus corruptos. Las "malas persuasiones", es el adoctrinamiento o el lavado de
cerebro que llevan a seres humanos a cometer crímenes abominables y dar lugar a
admiración. "Costumbres depravadas " o contra la naturaleza, san Pablo lo describe
en su carta a los Romanos: "Sus mujeres cambian las relaciones sexuales normales
por relaciones contra la naturaleza. Los hombres, asimismo, dejan la relación natural
con la mujer y se apasionan los unos por los otros; practican torpezas varones con
varones, y así reciben en su propia persona el castigo merecido por su aberación.”(1,
26-28). Los habitus corrompus son engendrados cuando “otros de acciones iguales,
no sólo las cometen regularmente, sino que aprueban a los que actúan de igual modo”
(1, 32). Los preceptos se distinguen de los principios, son normas de conductas que la
razón se da a partir de los principios comunes que son las inclinaciones naturales
(la,q. 94, a. 6).

95CVIII
Tomás de Aquino parte de un habitus natural. Natural para distinguirlo de los
habitus adquiridos, como las ciencias y las virtudes morales, y habitus sobrenatural,
como la teología sagrada, que recibe sus principios de la revelación, y como las
virtudes infusas de fe, de esperanza y de caridad. Un habitus natural es dado con la
naturaleza. Todo ser humano es dotado de ello.
La inmensa mayoría de los humanos ignoran que tienen una sindéresis, como
ignoran la existencia y el papel de muchas otras piezas de su organismo físico o
mental. Entre las raras personas que conocen la palabra, la mayoría lo ignoran el
significado, y no tienen la menor idea del papel que juega la sindéresis en su vida
cotidiana. Afortunadamente, puede jugarlo sin saberlo ellos, como el páncreas juega
el suyo a espaldas de la inmensa mayoría de la gente.
El haz de inclinaciones naturales, que hemos identificado más arriba, y que se
encuentra al principio del razonamiento, recibió el nombre raro de sindéresis. Parece
que hablando de Ética, Aristóteles jamás hubiera empleado la palabra suntêrêsis
(sindéresis), de igual modo jamás ha empleado la palabra suneidêsis (consciencia). La
palabra suntêrêsis (sindéresis) nos habría venido de los Estoicos, que lo empleaban
para “designar esta ley primordial según la cual todo ser tiende a vivir conforme a su
naturaleza". Cicerón tradujo suntêrêsis por conservatio, acción de conservar. Tal es
exactamente el papel de la sindéresis, ya que es inextinguible, como veremos: su
contenido, lo conserva.
En el diccionario francés Le Petit (El Pequeño) Littré, encontramos esta
definición: “término de devoción. Remordimiento de consciencia. "El Gran Robert
retuvo la palabra syndérèse (Sindéresis) y dice que la palabra es tomada del griego
suntêrêsis y que significa primero "conservación". La palabra latina synderesis es un
calco de griego; la palabra francesa syndérèse es un calco del latino y se traduce en
español por sindéresis ¿Qué es lo que conserva la sindéresis? Tomás de Aquino va a
decírnoslo.
Ahora bien, al igual que la razón especulativa razona a fin de conocer la
verdad para sí misma, la razón práctica razona para conocer la verdad con vistas a la
operación. Es menester, pues, que haya naturalmente en nosotros principios ciertos,

96 CIX
evidentes e indemostrables en ambos dominios. Ahora bien, los principios a partir de
los cuales funcionan el intelecto no pertenecen a una potencia especial, sino a un
habitus especial que Tomás de Aquino llama el intelecto de los principios, intellectus
principiorum. Así como distinguió antes el intelecto y la inteligencia, es preferible
traducir intellectus principiorum por intelecto de los principios y no por inteligencia
de los principios.
Es este habitus natural de los principios de las operaciones que Tomás de
Aquino designa del nombre de sindéresis, un intellectus principiorum, ella también.
El papel de la sindéresis es incitar al bien y desviar del mal, instigare ad bonum, et
mumurare de malo (la, q.79, a. 12). Murmurare, es responder por un murmullo;
imagino un tipo de gruñido, como haría un perro. Es por eso que se trata de una
reacción de la que todo ser humano es naturalmente capaz, tan pronto como conserva
el uso de su razón.
¿Puede la sindéresis apagarse en una persona? Tomás de Aquino se pregunta y
responde, el verbo apagarse puede entenderse de esta manera: desde el punto de vista
del acto, y esto de dos maneras. Primero el acto de la sindéresis - inclinar al bien y
repugnar el mal - resulta imposible entre las personas que no tienen el uso de su libre
albedrío o que han perdido el uso de la razón a raíz de una lesión cerebral, por
ejemplo. Luego, desde el punto de vista de su acto, la sindéresis puede apagarse no in
universali, sino in particulari, es decir en la aplicación a una operación particular del
principio universal: inclinación al bien, la repulsión al mal. Este estado latente de la
sindéresis puede ocurrir bajo la influencia de la pasión: pasión enamorada, el espanto
pánico, acceso de furor, etc. Cuando un acceso de pasión preside el juicio de la razón,
puede abolir el uso.
La sindéresis es un habitus realmente distinto del de los primeros principios
especulativos, pues las funciones especulativa y práctica son esencialmente distintas,
aunque las dos procedan de la misma facultad: el entendimiento. En efecto, la función
especulativa se ordena simplemente a saber y su objeto es la verdad; mientras que la
función práctica se ordena a la acción y su objeto es el bien. Lo que el hombre intenta
con el uso práctico de su entendimiento no es el mero conocer (aunque el conocer

97 CX
mismo pueda ser también objeto de deseo), sino que lo que intenta es alcanzar un
bien o un fin, sea uniéndose a él, si ya existe, sea realizándolo o poniéndolo en la
existencia, si todavía no existe.
Por eso, la dimensión práctica de la vida humana es existencial por partida
doble: existencial por parte del sujeto, pues nada puede obrar si no existe, y
existencial por parte del objeto, puesto que supone o al menos reclama la existencia
de dicho objeto. Y en esto difiere esencialmente de la dimensión especulativa, que si
bien es existencial por parte del sujeto, no lo es por parte del objeto, pues para que el
objeto conocido se dé en la mente, que es donde se consuma el conocimiento, no es
necesario que exista también fuera de la mente. De aquí que en la función
especulativa el entendimiento se mueve, por así decir, dentro de su esfera, dentro de
su área natural y propia; mientras que en la función práctica el entendimiento tiene
que extenderse a la esfera de la voluntad, y mezclarse en cierto modo con ella. Por
todo ello, siendo tan diferentes el mundo de la especulación y el mundo de la acción,
es necesario suponer que el habitus de los primeros principios especulativos (que es el
fundamento de aquel orden de la especulación) es realmente distinto de la sindéresis
(que es el fundamento del orden práctico).
VOLUNTAD HUMANA
No hay una definición universalmente reconocida de lo que debe entenderse
exactamente por voluntad. Las definiciones del concepto intentadas a lo largo de la
historia discrepan desde varios puntos de vista. Si se analiza el concepto en su uso
actual aparecen, según el contexto, muchas variantes de significación. Los tipos
principales que pueden distinguirse son:
1. Voluntad como querer (escolásticamente: actus voluntatis qua «appetitus
rationalis, intellectivus...»). Ejemplos para este tipo de uso del concepto son textos en
los cuales se habla de voluntad como aspiración, apetito gobernado por la razón, de
un responsable determinarse a sí mismo, decidirse, etc.
2. Voluntad como «facultad», «capacidad», disposición para los actos de
querer en el sentido expuesto en 1. A causa de los problemas que se presentan en el
uso del concepto entendido en este sentido, conviene en muchos casos hacer una

98CXI
precisión. Ésta puede intentarse, entre otras cosas, por el hecho de que con ayuda de
ejemplos concretos se aclare hasta qué punto las condiciones para el uso del concepto
se cumplen también en casos de reducción de la facultad de querer, p. ej., en estado
de sueño, de hipnosis, de embriaguez, en las primeras fases de desarrollo psicológico,
en la abulia patológica.
3. Voluntad como disposición para realizar lo querido, por ejemplo, para
traducir a la realidad las decisiones tomadas a pesar de obstáculos, cansancio, etc.
Debido a las divergencias y la indeterminación en el uso del concepto de
voluntad, con frecuencia es preferible matizar lo que con voluntad se pretende
significar mediante el concepto de «querer». Tampoco este concepto es usado
siempre en un sentido totalmente idéntico. Schopenhauer y Nietzsche, por ejemplo, lo
concibieron en forma esencialmente más amplia que la psicología actual. Sin
embargo, aquí las diferencias afectan principalmente al límite del contenido
significado, mientras que con relación a su «núcleo» (querer en sentido estricto) se
dibuja un consenso relativamente amplio, el cual se extiende tanto a través de la
tradición filosófica como a través de la investigación empírica de la psicología más
reciente. El estudio científico de la voluntad humana con sus actos y manifestaciones
interesa a diversas ciencias, de modo especial a la Psicología, la Moral, la Política y
el Derecho, la Pedagogía y la Teología.
A.-Voluntad en Psicología
La psicología (de psyché, alma), tradicionalmente considerada, es el estudio
de la vida humana (alma) y de sus facultades o potencias, una ciencia que estudiaba
la vida humana natural, es decir, un movimiento intrínseco, unitario y regulado
suficientemente distinto de todos los demás. Del hombre, la psicología clásica
estudiaba su vida y sus potencias o facultades tal como están en estado de naturaleza,
no según el rendimiento libre que de algunas de ellas la persona humana puede
aducir. A partir del s. XIX esta disciplina cambió de rumbo y se dedicó a solucionar
problemas psíquicos prácticos (de comportamiento, aprendizaje, etc.) con un método
claramente experimental (test, conversaciones, etc.). Sin duda, este perfil moderno ha
ayudado mucho a multitud de personas, y hay que estar muy agradecidos de su

99CXII
amparo y avances. Sin embargo, la deriva experimental sufrida por esta disciplina en
la modernidad ha provocado que se tenga actualmente una idea un tanto sesgada de
esa realidad humana.
El concepto de “la voluntad” en psicología es diferente del concepto de la
voluntad en filosofía. Muchas escuelas psicológicas consideran este concepto frágil
incluso impreciso, prefiriendo apoyarse en el mecanismo de la acción y en el
mecanismo de la decisión para ayudar a los pacientes.
El concepto de voluntad es una cuestión tradicional en filosofía. ¿El humano
se halla en situación de escoger sus acciones y su destino? ¿Somos libres de actuar?
¿Nuestro destino es determinado por nuestras acciones, o por otros entornos?
A pesar de una riqueza considerable de discusión sobre la voluntad, y el libre
albedrío en la filosofía occidental, este concepto permanece poco útil en psicología, y
en medicina. Es imposible definir de modo científico la voluntad, ni la voluntad de
actuar. En psicología, el enfoque más extendido se interesa en la acción y en los fines
buscados, ¿cómo actuar, qué motivación?
La voluntad es una ilusión según cierto enfoque de la psicología social. La
psicología insiste en la naturaleza consciente e inconsciente de las acciones. El fin a
alcanzar es generalmente motivado por deseos o por necesidades. El aprendizaje nos
permite saber cómo realizar los actos necesarios. Las acciones que tienen un aspecto
voluntario son programadas biológicamente, como responder a sus necesidades de
comer o de beber. Otras acciones son decididas según esquemas de deliberación
(estudiar el pro y contra).
Muchos psicólogos evitan utilizar el concepto de voluntad porque es difícil de
comprender en cual momento la voluntad consciente actúa sobre la acción. Del punto
de vista fisiológico, la decisión de actuar es cerebral, moderada por ideas para o
contra, durante el proceso de deliberación, ejecutada por movimientos voluntarios
coordinados por el sistema nervioso central y periférico.
La tesis avanzada del psicólogo social Dan Wegner, publicada en su libro La
Ilusión de la voluntad consciente (2002) va más lejos. Según él tenemos la impresión

100CXIII
de actuar voluntariamente porque interpretamos las acciones según un esquema
voluntario. La voluntad sería una ilusión, una forma de interpretación.
Esta tesis aunque seductora no permite explicar las acciones complejas o
sofisticadas como jugar al ajedrez, organizar su matrimonio, organizar un viaje, crear
una empresa. En estas actividades sofisticadas, las acciones son jerarquizadas. Hay
que informarse sobre el lugar de viaje, ajustar su presupuesto, buscar el dinero al
banco, comprar los billetes por anticipado, preparar la maleta, ir al aeropuerto, etc.
¿Sería posible pensar que estos actos jerarquizados son la ilusión de una voluntad,
una interpretación simple?
A1.-Utilización de la voluntad en psicología cognitiva
En algunas escuelas psicológicas cognitivas, el concepto de voluntad
encuentra su lugar en las ciencias cognitivas. La voluntad sería considerada como un
proceso cognitivo por el cual un individuo decide una acción o un comportamiento,
teniendo las motivaciones, desplegando los esfuerzos útiles para lograr un fin,
consciente de las ventajas y consecuencias.
Según este enfoque, la voluntad está presente en muchos actos, acompañados
por elección, por raciocinio, y por análisis. Se puede distinguir varios tipos de
voluntad: ejecutiva para ejecutar una acción, de la que las motivaciones son
conscientes o inconscientes, voluntad predominante cuando la acción es totalmente
consciente.
Esta aproximación cognitiva no supone que los humanos son seres
razonables, no formula ningún juicio de valor sobre las motivaciones (a diferencia de
muchos enfoques filosóficos relativos a la voluntad). Una persona puede preparar un
acto de venganza por ejemplo, con minucia, desplegando esfuerzos sofisticados,
exhibiendo una voluntad inquebrantable para lograr su fin. Lo mismo, una persona
alcohólica despliega esfuerzos para encontrar una botella de alcohol, o para disimular
su alcoholismo. En ambos casos, la voluntad está ahí.
A diferencia de numerosos enfoques filosóficos occidentales que intentan
moralizar la vida humana, o discutir las capacidades humanas de volverse mejor y a
diferencia de la psicología social, la psicología cognitiva utiliza el concepto de la

101CXIV
voluntad suponiendo que el humano es parcialmente razonable, atravesado por
motivaciones razonables y desrazonables, benévolas y malévolas.
De acuerdo con este enfoque, nuestras acciones son la producción de causas
múltiples más o menos alejadas de la razón. Así, la voluntad según esta
aproximación es influida por los valores, los intereses, y la capacidad de la persona
para alcanzar sus objetivos.
B.- Voluntad en Moral, Política y Derecho
El estudio de la voluntad humana es objeto de particular atención para la Ética
y para la Teología moral. En efecto, toda la psicología humana tiene su acabamiento
y último sentido en la Moral, que la estudia desde el punto de vista de la finalidad, y
más concretamente de la finalidad última de la vida y conducta humanas. Y, dentro
de la psique humana la voluntad lleva consigo la libertad, dentro del orden y del
modo de ser propios del hombre, lo que equivale a la responsabilidad; libertad y
responsabilidad hacen que los actos humanos puedan y deban ser calificados de
buenos o malos.
Por tanto, la Moral se interesa de forma radical por el estudio y conocimiento
de la voluntad humana. El estudio de la misma, desde su punto de vista, se incluye
siempre en los tratados de Ética y de Teología moral: han de precisar desde el
comienzo cuándo un acto humano es realmente humano para que sea moralmente
calificable (como bueno o como malo), lo que equivale a estudiar cuándo es
realmente voluntario, es decir, libre y responsable, pues sólo entonces es moral.
La política, como la ética, regula las relaciones interhumanas, pero se
distingue de aquélla en que la política regula las acciones que tienen una repercusión
social de mayor envergadura. Se podría decir, que la política continúa la ética, porque
no dirime acerca de las acciones de cada quién, sino de aquéllas que se realizan en
común en un ámbito determinado (municipal, regional, nacional, internacional,
mundial, etc.). El fin de la política es la mejoría de los ciudadanos. Se mejoran según
virtud. Por eso, todo aquél que aspira a un puesto político, debe tener la virtud
política para cumplir esta función como debe ser y la verdad tiene que ser la brújula
para alcanzar la meta, mejoría de los ciudadanos. Una política que no se asiente en la

102CXV
verdad tiene como efecto el caos social: la ingobernabilidad. ¿Qué es gobernar?
Gobernar es coordinar las alternativas suscitadas por las personas, de modo que por
medio de ellas las mismas personas mejoren como hombres en el seno de la sociedad
que forman. Por eso, también en este ámbito, la omisión en la oferta de alternativas
(ordinariamente ligada a la mera protesta) por parte de ciudadanos de un grupo social,
de un partido político, etc., es peor que una alternativa deficiente o mediocre.
El derecho. Por otra parte, el derecho es, o bien la copia, o bien la
continuación de la naturaleza humana llevada a cabo por el aporte de la persona
humana. A la copia responde el derecho natural. A la continuación, el derecho
positivo. El derecho, no es pues directamente lo que construyen los juristas, ni lo que
debería custodiar la veracidad práctica de los abogados. El derecho tiene, o bien que
responder a la naturaleza humana, o bien continuarla. El derecho es el arte que
plasma la ética en lo social. Sin ética no hay cohesión social y sin derecho tampoco.
Un "estado de derecho", si no significa un estado ético, carece de significado. El
derecho es la prueba palmaria de que un individuo sólo es absurdo e inviable, pues la
ley norma en común, no a individuos aislados. Las bases de la ética son los bienes, las
normas y las virtudes. La clave de la bóveda de la ética -añadíamos- es la virtud. Pues
bien, de entre esas tres y sin descuidar las otras, el derecho tiene más que ver con las
normas. Las normas deben estar en función de la adquisición de bienes y de virtudes.
Las normas sin bienes y sin virtudes son insostenibles, y un derecho ceñido sólo a
ellas no pasa de mero formalismo. Por tanto, si el derecho se desvincula de su fin
ético, aunque se llame positivo, es siempre humanamente negativo.
Si el motor de la ética es la felicidad, también lo será del derecho. Si la
condición de posibilidad de la ética y su fin es la libertad, es decir, la persona,
también lo será del derecho En efecto, un derecho es mejor que otro en la medida en
que sea más apto para manifestar la libertad personal humana. El Derecho,
igualmente, en cuanto conservador o reparador de las relaciones de justicia entre los
hombres, favorecedor o protector de la convivencia social, etc., al estudiar y enjuiciar
las leyes humanas y sus transgresiones, los delitos y penas, etc., necesariamente se ha
de ocupar también de las condiciones en que actúa la voluntad humana, de los

103CXVI
requisitos de la voluntariedad en un acto y de sus consecuencias, como los límites y
alcance de la responsabilidad. En definitiva, ciertos estudios y conocimientos de la
voluntad humana inciden necesariamente en el campo del Derecho, y éste ha de
ocuparse de ellos.
C.- Voluntad en Pedagogía
Para informar al lector, en este apartado -voluntad en Pedagogía- se ha
utilizado dos términos que son incompartibles con esta investigación: “La voluntad
elige” y “Educación de la voluntad”. Se explicará en el apartado de la libertad el
porqué este desacuerdo.
Precisamente la consideración de la voluntad humana desde el punto de vista
moral y desde el jurídico, con la profundización que ello supone en lo que son la
libertad y la responsabilidad, muestra en forma aguda lo que en primera aproximación
podría llamarse «moldeabilidad» de la voluntad, que responde a la de todo el ser
humano en general. Cuando la voluntad elige y realiza el bien, ésta se afirma, se
afianza o «construye», se «realiza» propiamente como voluntad con libertad; cuando
elige y realiza el mal, se va autodestruyendo, anquilosando, va perdiendo libertad.
Sólo el bien, que lleva al amor a los demás y a Dios, realiza al hombre y a su libertad.
Es decir, puede contemplarse la voluntad en sí, como hace la Psicología
(especialmente la filosófica), apareciendo como una posibilidad, como algo que
puede llegar a ser más o llegar a ser menos; y puede contemplarse la voluntad en ese
más, en esa realización que puede llegar a ser, como hace la Moral al considerar el fin
último y los medios y caminos que deben seguirse. Pero falta considerar qué
posibilidades tiene la voluntad de ser educada, formada (o “moldeada”) para que siga
esos caminos y llegue el hombre a su finalidad o felicidad.
Éste es el tema de la Pedagogía; más en concreto, de la parte de la Pedagogía
que trata, no de la forma de transmitir o adquirir unos conocimientos (una ciencia o
un hábito del entendimiento), sino de la parte de la Pedagogía que trata de ayudar a
forjar un carácter, una personalidad, unas virtudes, una voluntad firme. Es decir, no se
trata de una instrucción o enseñanza, sino más bien de una educación o formación;
aunque estas palabras se utilizan muchas veces en ambos sentidos.

104
CXVII
Ahora bien, en todo caso, el aspecto de la Pedagogía que estamos
considerando no se mantiene ni es posible desarrollarlo sin un previo conocimiento
de la Psicología y de la Moral. Hemos hablado de posibilidades que tiene la voluntad
para ser educada, de ayudar a formar una voluntad firme, porque la Psicología y la
Moral muestran que en definitiva es cada hombre su fundamental y último educador:
la libertad y responsabilidad personales siempre permanecen; de lo contrario la
voluntad no sería tal, sino mero instinto o tendencia como en el animal. Y, por tanto,
la educación sólo puede ofrecer ayudas a las posibilidades de la voluntad, pero no
puede determinarla o «moldearla» de manera absoluta o definitiva. Puede el educador
ayudar a ver errores o dificultades, señalar caminos, proponer metas progresivas,
iluminar la inteligencia, enseñar la distinción entre actos de voluntad, estados de
ánimo y sensaciones, entre amor, afectividad y pasión, entre voliciones y
sentimientos; puede animar y premiar, o corregir y castigar; etc.; pero no puede forjar
la voluntad y el carácter del educando a su capricho.
D.- Voluntad en Teología y el acto moral
Finalmente, hay que tener en cuenta que la Revelación divina y sobrenatural
confirma la voluntad humana y la libertad y la responsabilidad que le son
connaturales y propias. La Revelación se dirige al hombre proponiendo unas verdades
y unas normas de conducta, es decir, interpretando al entendimiento y a la voluntad
para que el hombre alcance un fin último sobrenatural, proporcionándole al mismo
tiempo medios adecuados para conseguirlo. Ello supone en la Revelación, a la vez
que un descubrirse algo del misterio de Dios, de su vida y de sus designios, también
un desvelamiento de la propia naturaleza del hombre y de sus posibilidades, con una
reafirmación de su entendimiento y de su voluntad. Aquí está enormemente implicada
la voluntad humana, que no es coaccionada físicamente, sino sólo invitada (suaviter
et fortiter, coma dice la Escritura, cfr. Sap 8,1); puede responder sí o no a la fe y
moral reveladas. Hay, en la tarea de la santificación y salvación que la Revelación
propone, una estrecha conjugación de la voluntad y designios divinos con la voluntad
humana (con su libertad y responsabilidad). Por tanto, a través de los datos de la

105
CXVIII
Revelación divina y de la experiencia humana, la Teología proporciona un mayor y
más profundo conocimiento de la voluntad y de sus implicaciones.
Tanto la filosofía como la teología, al enfrentarse con la eticidad de la
actividad humana, lo primero que dilucidan, es qué acciones humanas pueden
calificarse de “buenas” o “malas”. Con este fin, se distingue entre “actos del hombre”
(actus hominis): todo lo que el hombre hace y “actus humanus”, es decir, el que se
ejecuta con conocimiento y libertad. Sólo los “actos humanos” son morales, los
“actus hominis”, por el contrario, no constituyen moralidad, dado que no son
conscientes y libres.
Los actos hechos sin reflexión también son “buenos” o “malos”, pero no se les
puede aplicar el calificativo de “morales”. Por ejemplo, si por engaño o por error
presiono un automático que va unido a un coche bomba que explota y produce
muertes humanas, no soy responsable aunque se hayan seguido males sin cuento.
Como tampoco lo es la señora, a la que han metido en su bolso unos gramos de
drogas y es descubierta por la policía.
El “acto moral” es, pues, el acto propio del hombre, que puede calificarse de
“bueno” o “malo”, porque ha sido ejecutado de forma consciente y libre. De ese acto
y de las consecuencias que de él se siguen, el hombre es responsable. Pero esto que
resulta fácil en el campo teórico, no lo es tanto en la vida práctica, dado que en la
actividad humana concurre el hombre entero, con su inteligencia y afectividad, con la
educación recibida y su formación actual, en la situación psicológica, de armonía o de
desequilibrio, etc. en que se encuentra. A estas variedades situaciones psíquicas, en
ocasiones tan complicadas, es preciso añadir la herencia, la ambientación familiar, las
circunstancias, culturales y sociales en que se desarrolla su vida, etc.
A la Teología Moral le corresponde solamente exponer la doctrina para juzgar
la objetividad de las acciones, pero el interior del hombre sólo lo juzga Dios. El
cristiano ni siquiera debe juzgar la consciencia de su hermano, más aún lo tiene
prohibido (ver. Mt 7, 1-5).
Pero para hacer ese juicio objetivo, el moralista debe incorporar los progresos
de la Medicina, de la Psicología, de la Sociología, etc. Así lo hicieron otras culturas

106CXIX
más objetivas que la nuestra, como la medieval. Por ejemplo, Tomás de Aquino hizo
finos análisis al respecto. Pero en la actualidad, además, al progreso de las Ciencias
del Hombre, se añade que el individuo ha adquirido más sensibilidad acerca de la
singularidad de su propia persona y de su “caso” singular. Todo ello hace preciso un
estudio más considerable de la subjetividad del ser humano con el fin de que la
“primera pieza” del acto moral se sitúe en el punto central que le corresponde.
Pero conviene advertir que sólo se deben incorporar a la ciencia moral los
datos objetivos y ciertos, tanto de las Ciencias del Hombre como de las sensibilidades
culturales y personales de la época. Lo contrario es situar a la ciencia moral al arbitrio
de la última hipótesis de la falsa ciencia o de la originalidad imaginativa de un autor o
de la vigencia social de una teoría o escuela que, sin rigor alguno intelectual, logra
“estar de moda”, o también de la debilidad y aun del capricho humano revestidos de
cierta “normalidad” en el comportamiento.
Admitir acríticamente éstas o similares situaciones resulta para la ciencia
moral una hipoteca intelectual, de la que tiene que dar cuenta ante la historia. Pero
aún es más grave para el hombre, que se siente estafado en su haber moral. Por todo
ello, será preciso señalar qué tipo de valores e ideas será preciso aceptar a la vista del
momento cultural de nuestro tiempo y qué otros se deben desechar.
E.- Ser y valor
El “ser”, o, más exactamente, “lo que es”, es aquello con lo que nos
chocamos, aquello que nos obliga a que lo consideremos como algo que está allí y
con lo que tenemos que contar. El “valor”, en cambio, es una característica que ese
ser tiene o puede tener y que le confiere una determinada significación.
Analicemos las siguientes expresiones: trabajo bien renumerado, hombre
sabio, muchacha guapa, piedra preciosa, hombre honesto, gesto noble, ojos sanos,
buena idea… Son cosas distintas en las que, sin embargo, descubrimos algo común, y
las palabras con que designamos eso común expresan una aprobación, una
estimación. Lo que esta aprobación y estimación significan es el valor. ¿Y qué
significa “valor”?

107CXX
Lo inmediato es traducirlo en términos subjetivos y decir: valor es que un ser
sea provechoso para mí, agradable, alegre; que sea útil, satisfaga mi necesidad,
mejore, facilite, enriquezca mi vida. Todo ello es verdad, pero sólo capta un lado del
carácter del valor. El otro aspecto se refiere a la propiedad objetiva del ser en virtud
de la cual él tiene para mí una significación determinada.
El subjetivismo sostiene que el ser en sí mismo nada tiene que ver con el
valor, que son las necesidades basadas en nuestra estructura físico-psíquica las que
confieren al ser el carácter de valor. Esta subjetivación llega todavía más lejos cuando
Nietzsche habla de la “transvaloración de los valores”. Según él, el fundamento de la
existencia es la voluntad, que “pone” los valores según le conviene a su acto en cada
momento histórico, de forma que lo que ella considera apropiado para su realización,
no sólo lo encuentra válido, sino que lo convierte en valores. Pero con todo esto se
desconoce la verdadera naturaleza del valor. En verdad en algunos casos puedo
engañarme y reconocer como valor aparente algo sin valor alguno; tal modo de
valorar hay que admitirlo como verdaderamente subjetivo (estado de ánimo,
idiosincrasias, modas). Pero el verdadero sentido del valor, la estimación, es respuesta
a algo que se presenta ante nosotros y que es estimable en sí mismo. Ese algo es una
característica que el ser tiene y por la cual él provoca la sensación de valor.
Existe también, es verdad, el pseudovalor o valor aparente. Por ejemplo, una
piedra puede darnos la impresión de valía sin que realmente sea preciosa, y entonces
nos encontramos con la “baratija”. Pero eso sólo es posible porque realmente existe lo
precioso y lo conocemos como tal, es decir, porque existen y conocemos unas piedras
con determinadas cualidades originales de color, brillo, rareza, etc. La cultura de cada
persona puede definirse, precisamente, como la capacidad de distinguir entre valores
auténticos y falsos, y el nivel de cultura como la precisión, la certeza y la fuerza con
que un hombre responde sobre el grado del valor y la pertinencia del valor.
El valor objetivo (utilidad, pureza o preciosidad) por un lado, y el efecto del
valor en el sujeto (satisfacción, enriquecimiento o mejora de su vida) por otro, forman
un todo, una de las formas básicas en que consiste y se realiza la existencia humana.

108CXXI
En efecto, mi existencia no sólo consiste en que encuentro cosas, constato
situaciones o experimento causas, sino también y sobre todo en que unos valores me
impresionan, me atraen y me colman. Esto último es lo que merece la pena en la vida,
lo que empuja al riesgo y da sentido al trabajo. En cuanto deja de sentirse el carácter
de valor, la vida pierde color, deja de ser estimulante y cae en las formas de apatías
propias: aburrimiento, saciedad, sensación de vacío, etc. Así, pues, cuando en
nuestras reflexiones hablamos de “valor” nos referimos a esta característica que lo
existente nos hace sentir, en positivo o en negativo, en todo encuentro con otro ser.
Cuestión distinta es si el sujeto del encuentro es siempre sensible al valor que
se le presenta. Por ejemplo, una persona puede responder muy bien ante el valor
utilidad o ante el valor éxito económico o técnico, y ser insensible ante lo estético. O
también puede ser que le diga mucho la literatura, y poco la música, etc. Desde este
punto de vista, cultura es la presteza, intensidad, amplitud y finura con que el hombre
responde al cúmulo de valores de la existencia; y también la seguridad con que
consigue no perderse en ese cúmulo y es capaz de acertar y mantener una opción que
oriente su vida.
Por tanto, los valores son propiedades objetivas del ser, lo que justifica que el
ser sea en lugar de no ser. Desde el punto de vista subjetivo son indicadores para la
conducta humana; manera de ordenarse bien y de tener sentido dicha conducta.
Siempre que nos tropezamos con el valor, nos produce una doble impresión.
En primer lugar, se caracteriza en sí mismo. La utilidad, por ejemplo, es justamente
utilidad; quiere decir que una cosa está hecha de modo que tiene relación con una
necesidad humana: por ejemplo, el pan es alimento para el hambre. Y, a la inversa,
una necesidad significa un estado de tensión respecto de una cualidad objetiva del ser:
por ejemplo, la sed está en relación con la acción del agua en el metabolismo. Todo
valor tiene, pues, un sentido que le es propio. Él es él mismo.
Por otra parte, los valores dicen referencia unos a otros. Y así, por ejemplo, la
realización de cualquier valor obliga al hombre a establecer comparaciones; y en la
comparación se descubre que hay niveles. En primer lugar, en el grado mismo de
realización: por ejemplo, de dos hechos generosos, uno puede serlo más que otro. Y

109
CXXII
también, entre valores diferentes: así valoramos toda conducta buena, pero enseguida
decimos que una conducta generosa está por encima de una conducta pacata, que ésta,
sin dejar de ser buena, es inferior.
Otra posibilidad consiste en agrupar valores en cuadros. Así, por ejemplo, una
serie de valores se aúnan para formar lo que llamamos “obra”. Una obra será, según
el caso, buena, útil, pura, noble, y se caracteriza por actos de diligencia, superación,
entrega, etc. Aparece así un cuadro de valores que no puede trasladarse a otra
realidad: por ejemplo, a la que denominamos “comunidad”, en cuyo caso hablamos,
en cambio, de una convivencia viva, definida, sólida, fructífera, etc.
Estos cuadros definen los diferentes ámbitos de la existencia. Unos hacen
referencia a vivencias radicales, como “nacimiento” o “muerte”. Otros a relaciones
humanas básicas, como la “amistad” o la “ejemplaridad”. Otros se ordenan en torno a
sus formas de crisis, como, por ejemplo, el peligro o la pérdida. Y otros se refieren a
las relaciones profesionales, como labrador, comerciante, médico, etc.
Una tercera forma de ordenar los valores es por la urgencia. Un valor puede
estar muy alto en la escala, y ser de poca urgencia. Cuando un hombre está a punto de
morir de hambre, cualquier otro valor pasa a segundo plano ante la importancia de la
comida por la utilidad que tiene. Tanto la piedra preciosa como el problema científico
más importante serán para él bagatela. Existe el peligro incluso de que no sólo
desatienda, sino que aun rechace otros valores superiores. Como el que, con el fin de
logar para una casa, arrasa un edificio antiguo o destroza una obra maestra.
F.- Facultad Espiritual de la Voluntad
En su estado de naturaleza la voluntad es una pura potencia, una capacidad
irrestricta de querer que todavía no quiere nada en concreto. No obstante está abierta
al fin último, es decir, a ser enteramente feliz. La completa felicidad para una potencia
que es capaz de querer irrestrictamente sólo se la puede proporcionar un bien
espiritual infinito, a saber, Dios. Negarlo es, en el fondo, ateísmo, e implica afirmar
también que la voluntad humana es absurda, puesto que ¿para qué una capacidad de
querer cada vez más si no hay un bien último irrestricto que la sacie? Pero si no es
absurda y no carece de fin, debe perseguirlo.

110
CXXIII
La voluntad es al inicio potencia pasiva. Es, podríamos decir aprovechando la
metáfora de Tomás de Aquino, como el leño respecto del fuego. No actúa por propia
iniciativa, sino que necesita del concurso de varias instancias para ponerse en marcha.
Una de esas realidades es la inteligencia, en concreto, la razón práctica. En efecto,
sin la presentación de objetos como bienes por parte de la inteligencia, la voluntad
nada puede querer. Otras instancias de las que requiere son la sensibilidad humana, y
los apetitos o tendencias sensibles, pues por ellas se adapta a bienes mediales en su
búsqueda del bien final. A pesar de eso, la voluntad requiere más ayudas y más
poderosas que las precedentes. Requiere el respaldo de la persona. Sin la ayuda de
ésta la voluntad no traspasa el estado de naturaleza y su natural pasividad. Con todo,
la persona se sirve de un instrumento nativo para activar a la voluntad: la sindéresis,
un hábito innato al que ya se ha hecho referencia. En estado de naturaleza la voluntad
es pasiva respecto de su fin último: la felicidad. En cuanto a su naturaleza, la cuestión
clave ahora es: ¿se trata de una potencia espiritual?, ¿qué razones de peso hay para
admitir su inmaterialidad? Al menos, las siguientes, que son paralelas a las de la
inteligencia:
1) El objeto propio de la voluntad no es sólo el bien particular material
sensible, sino también el bien en universal. La universalidad de los objetos queridos
por parte de los actos de la voluntad ya fue registrada por Aristóteles cuando en su
libro de Retórica advierte que odiamos (rechazar es propio de la voluntad)
universalmente todo género de ladrones, y eso no es aborrecer a ningún ladrón en
particular. Si la voluntad puede referirse a lo universal, no es material, porque nada
de lo material es tal.
2) La voluntad está abierta a todo lo real (material, inmaterial y espiritual), y
también a todo lo posible, e incluso a lo irreal. Ello es así, porque de todo lo que
conocemos podemos tener voluntad, es decir, podemos quererlo. Posibilidad de
quererlo todo indica carencia de soporte orgánico que limite el querer dentro de un
marco o ámbito restringido.
3) Por otra parte, las potencias sensibles, según señalamos, son susceptibles de
crecimiento en su operatividad, pero hasta cierto punto. El límite lo ofrece su mismo

111
CXXIV
soporte orgánico. Sin embargo, el querer de la voluntad puede crecer
indefinidamente. Es claro que se puede querer cada vez más, cada vez mejor.
Capacidad de crecimiento irrestricto indica, por tanto, carencia de límite. El crecer de
esta potencia se denomina virtud. La virtud se puede acrisolar cada vez más. Eso
muestra que la voluntad no tiene un soporte corpóreo que la limite, porque lo
orgánico es limitado. Ausencia de límite implica inmaterialidad. Ese crecer otorgado
libremente por la persona a su voluntad eleva a esta potencia al orden personal, al
orden del espíritu, o sea, la personaliza. Por eso se puede también llamar a la voluntad
potencia espiritual. Potencia espiritual significa que forma parte del espíritu, pero no
sólo eso, sino que engarza o conecta directamente con el espíritu sin depender del
cuerpo. Del cuerpo sólo tiene la dependencia de los bienes mediales, pues se adapta a
éstos mediante el cuerpo, y debe adaptarse, pues tiene que habérselas con ellos como
medios para alcanzar el último fin. La voluntad no depende del cuerpo, sino del
espíritu, como de su raíz desde la que brota.
4) Además, la voluntad es en cierto modo transparente, porque se pueden
referir a sí misma, y ello es señal de inmaterialidad. Se puede querer (o no querer).
Nada de lo material se refiere a sí. También se pueden relacionar la razón y la
voluntad entre sí, pues se puede pensar que la voluntad quiere, y se puede querer que
la razón piense.
F1.- El mal, privación del bien y falseamiento interior
En la filosofía medieval si el mal se refería a lo externo, se hablaba
simplemente de carencia, privación de bien. Si se refería al hombre, los moralistas
distinguían entre dos tipos de mal: a) el físico, esto es, una privación corpórea de algo
debido a la naturaleza humana (ej. la sordera, la cojera, etc.), y b) el moral, que afecta
a lo espiritual del hombre, y que puede presentar dos modalidades: 1) la omisión de
alguna acción debida a la naturaleza humana; y 2) la comisión de acciones
inapropiadas a lo que cabe esperar en el comportamiento humano, y por ello, carentes
de sentido humano. Los primeros males, las omisiones, se calificaban, según algunos
autores, de más graves, tal vez por aquello de que la pereza es la madre de todos los
vicios (y muchos la respetan como a la madre…). En efecto, seguramente las

112
CXXV
omisiones son más graves porque conllevan menos realidad que las comisiones. El
mal moral lesiona más que el físico porque hiere por dentro. Además, es también más
doloroso; y lo es tanto para el que lo comete como para el que lo padece, pues es
propio de la naturaleza humana, por ejemplo, dolerse más del desprecio y de la
ingratitud de las demás personas que del daño físico que podemos recibir de ellas.
A pesar de ser verdad lo que precede, sin embargo, el mal en el hombre es algo
mucho más profundo y serio de lo que parece a primera vista. Si el mal está en la
parte corpórea de la naturaleza humana hablamos usualmente de dolor. El peor de
ellos es la muerte. Por otra parte, si el mal, dolor o carencia de realidad en el hombre
afecta a las facultades inmateriales, entonces podemos hablar de falsedad. En efecto,
el mal en esa parte se puede entender como el falseamiento de las dos potencias
superiores: la inteligencia y la voluntad. En la primera tal falseamiento se suele
llamar ignorancia, un mal agudo y abarcante; también se habla de error,
oscurecimiento, de cortedad de miras, etc. En la segunda, en la voluntad, el
falseamiento de la verdad de la voluntad adviene con lo que tropicalmente se
denomina flojera, cuando no se quiere lo que se debe querer.
La voluntad también tiene su verdad, que responde la índole natural de esta
potencia. Si se va contra ese modo de ser y contra su fin propio, aparece el
falseamiento de esta facultad. Ambos falseamientos, el de la inteligencia y el de la
voluntad, no son innatos, sino adquiridos libremente. Con ellos tales potencias entran
en una lamentable pérdida, en una privación de su capacidad; en una pérdida de su
sentido, pues se imposibilitan a cumplir el cometido para el que están naturalmente
diseñadas.
La inteligencia fue diseñada para la verdad, el ser humano dotado de
inteligencia, debe buscar la verdad para darle sentido a su vida. Alguien que sabe la
verdad y no la acepta, porque esta verdad está contra sus intereses egoístas, para
llenarse de vanidades prefiere decir mentiras, su vida es una falsedad intelectual. El
que utiliza su inteligencia para hacer trampa, robar y engañar a la gente sencilla,
esconder la verdad para decir mentira, vive en la falsedad intelectual. En otras

113
CXXVI
palabras, es la “muerte” de su inteligencia, “muerte intelectual”, sólo para decir que
ese sujeto impide que la inteligencia cumpla su función, la verdad.
De igual manera, el que llena su voluntad de vicios, de maldades, en vez de
llenarla de virtudes, causa la “muerte” de su voluntad, la “muerte volitiva”, para decir
que ese sujeto impide que la voluntad cumpla su función, el bien para alcanzar la
virtud. Como la inteligencia y la voluntad son potencias superiores del alma, la
“muerte de ellas en el ser, es la muerte del alma. Así muchos están vivos de cuerpo,
pero espiritualmente están muertos. Si no se despiertan antes de la muerte física,
muerte de la naturaleza humana, tristemente, será la muerte eterna, pues la
reencarnación no existe.
Por otra parte, todavía cabe en el hombre un mal peor que los que afectan a sus
potencias más altas: aquél que se inserta en el mismo corazón humano, es decir, el
que inhiere en la persona. Y ese es el mal radical humano: el personal. Consiste en
no aceptarse como la persona que se es y que se está llamada a ser, y
consecuentemente, en no responder a tal proyecto. Este mal no se hereda, sino que
surge libremente del ser personal. Este defecto se compagina muy bien con no
aceptar a los demás y no responder personalmente a su aceptación. En efecto, ese
mal es correlativo de no aceptar a los demás como quienes son. Uno no es un invento
suyo y, en consecuencia, no debe creer que es como a uno le venga en gana ser, ni
tampoco debe destinarse a ser aquello que le apetezca. Debe, por tanto, descubrir
quién es, y para qué (quién) es. En caso contrario, la persona pierde sentido personal,
y de empeñarse tercamente en esa actitud, acaba al final despersonalizándose, es
decir, agostando definitivamente su sentido personal, puesto que libremente no quiere
asumir quien es.
Tanto en las facultades superiores (inteligencia y voluntad) como en la persona,
el mal libremente aceptado no es nativo, sino que hay que provocarlo, y al llevarlo a
cabo se le abre la puerta. La raíz de todo mal humano es el personal. Si el mal no
estuviese antes en la intimidad humana, no podría manifestarse luego en la
inteligencia y en la voluntad, y a través de ellas en el resto de las potencias, funciones
y acciones humanas. Seguramente eso lo notó Nietzsche cuando declaró que uno no

114
CXXVII
puede despreciar a nadie a menos que uno se acepte a sí mismo como quien
desprecia.
En efecto, para despreciar, uno tiene que emplear su inteligencia, pues debe
criticar, juzgar negativamente, y debe emplear asimismo su voluntad, pues rechaza el
bien real ajeno. Eso no lo podría llevar a cabo si uno no dirigiera a esos extremos sus
potencias. Si las encauza por esos derroteros, es porque uno libremente quiere; es
decir, uno no sólo se pone personalmente al margen del despreciado, sino en contra
de él. Ello indica que se separa artificialmente de los demás, que asume la soledad.
En consecuencia, angosta su ser coexistencial. Otras cuestiones ahora pertinentes se
pueden formular como sigue: ¿cómo se forja el mal en las potencias superiores de la
naturaleza humana?, ¿cómo se admite en la persona, es decir, cómo darle cabida en la
intimidad humana?
El mal de la inteligencia se adquiere juzgando de modo contrario a como son en
la realidad las cosas que esta potencia conoce y puede conocer. El mal de la voluntad
se adquiere no queriendo que tal o cual bien real que existe sea tal como es, de tal o
cual grado, sino de otra manera, mayor o menor bien, es decir, deseando inventar otro
orden de jerarquía en los bienes reales. Pero no; los bienes reales están jerárquica y
armónicamente ordenados según una escala hegemónica, siendo así que la distinción
entre ellos consiste en que unos son superiores a los otros y, en consecuencia, los
inferiores se deben supeditar a los superiores, no a la inversa. Relegar esa escala real
a una cuestión de gustos, caprichos o manías, acarrea el falseamiento de la voluntad.
En esa tesitura quien pierde es el que comete estos atropellos, porque al falsear su
voluntad (al igual que al admitir la falsedad en su inteligencia) el mal queda en su
facultad, y eso es un más grave que el que se provoca externamente con unas
acciones carentes de sentido cometidas sobre diversas realidades.
En el fondo, los precedentes “inventos” buscan un orden de realidad distinto al
existente en el mundo y en la naturaleza humana. Pero como quién ha establecido
este orden no es el hombre, mirados a fondo esos males suponen una pérdida del
sentido cósmico y una deshumanización. Si se admite que tales órdenes dependen de
Dios, intentar conculcarlos es decirle implícitamente a Dios que la realidad por él

115
CXXVIII
creada y su orden no son buenos; que no nos gusta en absoluto que lo creado dependa
de Dios en vez de depender de nosotros.
En rigor, es la osadía de decirle a Dios que ha creado mal o deficitariamente, y
que, en consecuencia, que es un “dios” torpe; y es la temeridad de creer que nosotros
somos capaces de inventar otros órdenes de dependencia (en el fondo, de
independencia) que se presumen mejores según el propio criterio (Catecismo de la
Iglesia Católica, No. 400). Por eso Tomás de Aquino indica que ese defecto en los
primeros que lo cometieron fue un pecado de ciencia, en el sentido que éstos
trastocaron su modo natural de conocer el mundo. Por su parte, Polo (1996) añade
que no sólo se trata de un falseamiento de la inteligencia, sino también de la voluntad.
Pero a ello hay que añadir que no hay mal que afecte a las potencias de la esencia
humana si ese mal no radica previamente en el acto de ser personal.
En rigor, la tesis que se defiende es ésta: el mal no lo puede conocer el hombre.
Es un misterio (mysterium iniquitatis, el misterio de la iniquidad, lo llama la doctrina
católica), porque es sencillamente ausencia de conocer, ignorancia en la inteligencia,
y por encima de ella, ignorancia en el saber personal. De lo que precede se advierte
que la persona humana que uno es sólo se conoce de modo pleno en coexistencia con
Dios, porque como persona nadie es un producto de sus manos, ni de sus padres, ni
de la sociedad, etc. No verse a sí mismo en correlación personal con Dios es admitir
la ignorancia en la intimidad (ver Sabiduría 13, 1). Esa ignorancia de Dios lleva a
considerarse cada quien como un fundamento independiente y aislado, lo cual
resquebraja a su vez la coexistencia con las demás personas. Clásicamente esa actitud
se describe como soberbia. Chistes al margen, quien cae en ese lazo cede a la
sugestión, concluye la Sagrada Escritura, del “seréis como dioses” (Génesis 13, 15),
sentencia que no sólo falsea la índole personal humana, sino también la divina,
porque Dios no es "unipersonal", sino familia.
G.- El acto humano exige el conocimiento y la libertad
Actuar de modo humano demanda en primer lugar conocer la bondad o
malicia de lo que se ejecuta y que el sujeto sea libre al momento de ejecutarla. En
consecuencia, el acto humano es moral cuando se realiza con conocimiento y libertad.

116
CXXIX
1. Conocimiento
La teoría del conocimiento, también llamada gnoseología o epistemología, se
ocupa fundamentalmente del estudio del modo de conocer esencial del hombre. Se
trata del conocer propio de la razón, de sus diversas vías operativas, de sus diversos
actos y hábitos. Pero por encima del conocer racional, el hombre dispone de unos
niveles superiores de conocimiento que son los hábitos innatos (sindéresis, primeros
principios y sabiduría). En efecto, darse cuenta de que se tiene una facultad a la que
llamamos razón no es conocimiento racional ninguno, sino otro de orden superior que
conoce la razón desde arriba. Así es; conocer que disponemos de inteligencia es un
conocimiento elevado, muy por encima de los saberes vinculados a las realidades
sensibles y a los de las ciencias. De ese conocer responde el hábito innato de la
sindéresis. La razón es una potencia humana. Por eso se puede decir que los saberes
sobre lo humano son superiores a los de las ciencias y técnicas experimentales.
Dado que la racionalidad es lo específico del ser humano, para que un acto
pueda imputársele moralmente, se requiere que el sujeto sea consciente de la acción
que va a ejecutar, y que, desde el punto de vista ético, advierta que es “buena” o
“mala”.
La “advertencia” ha de ser, pues, doble: debe ser consciente de lo que hace;
pero además ha de conocer la bondad o malicia de la acción que ejecuta u omite.
Cuando se habla de conocimiento, no nos referimos sólo a la investigación científico-
metódica, sino a toda clase de auténtico conocimiento que se adquiere en la vida
activa y contemplativa.
En el diccionario “Le Littré”, se define el conocimiento como “Estado del que
se conoce a sí mismo, que tiene el sentimiento de su existencia. Aunque vecino de la
agonía, tenía todo su conocimiento. Ser inconsciente, ser privado de sentimiento.
Perder conocimiento, perder el sentimiento. Recobrar el conocimiento, salir de un
desvanecimiento, de un estado de coma, de un estado de delirio.”
Según el “Petit Dictionnaire Philosophique” (1955) de las Ediciones políticas
del Estado de Moscú, La filosofía marxista ha sido la primera en la historia del
pensamiento humano a dar una explicación científica de la naturaleza del

117CXXX
conocimiento y del proceso cognitivo. La gnoseología marxista toma por base la
realidad objetiva del mundo exterior, que existe independientemente de la consciencia
de los hombres y considera su conocimiento como el reflejo de este mundo objetivo.
El marxismo parte luego de este principio: el mundo exterior es perfectamente
conocible. Estas premisas se oponen irreductiblemente al idealismo para lo cual el
objeto del conocimiento es o sea una “idea absoluta” mística, el espíritu, Dios, etc., o
sea estados subjetivos, las sensaciones, las percepciones del hombre. El marxismo
hizo fracasar las diferentes teorías idealistas que niegan la posibilidad de conocer el
mundo. La tesis del materialismo dialéctico sobre la posibilidad de conocer el mundo
es una gran conquista de la filosofía científica. Anima la razón humana en su
voluntad a penetrar la esencia de los fenómenos, a descubrir las leyes objetivas de la
naturaleza y de la sociedad y a ponerlas al servicio de los hombres.
Pero la filosofía marxista no se limitó a elucidar la naturaleza del
conocimiento como reflejo de la realidad objetiva, y a demostrar la posibilidad de
conocer el mundo. Su gran mérito también es haber sido la primera en explicar el
proceso del conocimiento. En la filosofía pre- marxista reinaban ideas erróneas sobre
este problema importante. Los partidarios del empirismo hacían énfasis sobre el papel
preponderante de las sensaciones, de la observación inmediata y negaban el papel del
pensamiento teórico, de la generalización y de la abstracción. Los adeptos del
racionalismo hacían valer la importancia de la actividad de la razón que consideraban
como el modo único de conocimiento y negaban el papel del conocimiento sensible,
de la experiencia, de la observación. Combatiendo a los idealistas, los materialistas
anteriores a Marx subrayaban con razón que el conocimiento refleja los objetos y los
fenómenos objetivos de la naturaleza.
Pero eran metafísicos: perdían de vista toda la complejidad de este proceso,
subestimaban el papel activo del pensamiento. En contra del materialismo metafísico,
los idealistas empujaban el principio de la actividad del pensamiento hasta la
negación del mundo objetivo, lo hacían el creador de la naturaleza. Y el más grave, es
que todos estos filósofos no comprendían el papel primordial de la práctica en el
conocimiento, separaban el conocimiento de la práctica.

118
CXXXI
La filosofía marxista sobrepasó la estrechez del empirismo, el racionalismo y
el materialismo metafísico y puso la práctica en el corazón del problema del
conocimiento. El marxismo estableció que el conocimiento no es un reflejo inerte,
“fotográfico”, de la realidad sino un proceso dialéctico complejo. Aplicando la
dialéctica materialista sobre el conocimiento, el marxismo muestra que este
conocimiento se desarrolla por etapas, estas etapas que son vinculadas entre sí y
necesariamente emanan una de la otra. Lenin expresó la esencia de este proceso y
mostró cómo la realidad se refleja a cada grado del conocimiento de la verdad
objetiva: “de la contemplación viva al pensamiento abstracto, y de éste a la práctica,
tal es la vía dialéctica del conocimiento de la verdad, del conocimiento de la realidad
objetiva” (Cuadernos filosóficos, edición rusa, pp. 146-147).
Las sensaciones, las percepciones, las representaciones, en pocas palabras, la
observación viva de la realidad, constituyen el punto de partida de todo conocimiento.
Las sensaciones son los canales por los cuales el mundo exterior actúa sobre la
consciencia humana. Pero a esta primera etapa el conocimiento da sobre todo
imágenes de objetos aislados, descubre sólo el aspecto exterior de las cosas. Las
sensaciones, las percepciones, las representaciones son incapaces de reflejar solas el
enlace íntimo de los fenómenos, de descubrir las leyes del mundo objetivo.
Ahora bien, el fin del conocimiento es descubrir las leyes objetivas de la
naturaleza. El conocimiento llega allá sólo en su segunda etapa, con la ayuda del
pensamiento abstracto. Al generalizar los datos de las sensaciones y de las
percepciones, el pensamiento abstracto deja a un lado todo lo que es fortuito, no
esencial en los objetos y los fenómenos para penetrar su esencia. Los resultados de
esta operación se resumen en los conceptos, las categorías, las leyes científicas.
Estos dos grados del proceso del conocimiento - la contemplación viva y el
pensamiento abstracto - son atados entre sí, se convierten el uno en el otro y marcan
los jalones de un solo y único proceso dialéctico del reflejo de la realidad. La práctica
está en la base de este proceso y de cada uno de sus etapas, es el criterio supremo de
la verdad de los conocimientos adquiridos. El hombre aprende a conocer el mundo
exterior en el curso de su actividad práctica, ejerciendo su acción sobre la naturaleza.

119
CXXXII
La comprobación práctica marca la etapa superior del conocimiento, del reflejo de las
leyes del mundo objetivo en el cerebro humano. Sólo la actividad práctica permite
verificar cada progreso del conocimiento, cada verdad, descubierta por el
pensamiento. “Es en la práctica que el hombre debe probar la verdad, es decir la
realidad y la potencia, por debajo de su pensamiento. El debate sobre la realidad o la
irrealidad de un pensamiento disociado de la práctica, es una cuestión puramente
escolástica” (Marx: “Tesis sobre Feuerbach” in Engels: “Ludwig Feuerbach y el fin
de la filosofía clásica alemana”, M. 1940. Pp. 71-72).
Entonces, ¿qué es conocer? Conocer es el proceso por el que el hombre capta
lo que existe, lo introduce en su interior, lo relaciona con su propia existencia, pero de
tal forma que, al mismo tiempo, capta su sentido mismo en cuanto tal, toma
consciencia de él, lo entiende. Conocer quiere decir tomar consciencia de la esencia
de lo que existe. De ahí se deriva otra cosa. Si conocer significa que yo capto la
evidencia intrínseca de la figura de significado presente en lo existente, entonces
excede de mi propio ser individual. Conocer es, entonces, ver y entender que es lo
que existe en sí mismo, más allá de las funciones, las ventajas o los perjuicios que
pueda tener para mí.
Sólo a partir de esta clase de conocimiento es posible la conducta ética. Así lo
vemos en una experiencia que tenemos constantemente: siempre que he hecho algo
que no estaba bien, pero que yo no lo sabía, no me siento responsable. En sentido
ético no existe una culpa que tenga su origen en una acción realizada sin
conocimiento. Y, desde esta óptica, nada cambian los casos en que, habiendo uno
provocado una desgracia sin saberlo, advierte las consecuencias e incluso se siente
abrumado o conmovido por ellas. Se trata de un sentimiento de culpa secundario, que
nace del tejido general que forma la vida humana; es una solidaridad nacida de la
situación global del hombre, y no una verdadera consciencia de culpa.
Al conocimiento se opone la ignorancia, lo cual acontece cuando se desconoce
que tal acción es buena o mala desde el punto de vista moral. La ignorancia es
“vencible” cuando es fácil salir de ella mediante una información adecuada. Por el

120
CXXXIII
contrario, es “invencible” en el caso en que, puestas las diligencias debidas, no es
posible salir de ella.
Existen casos, en los que no se da el conocimiento claro o está muy disminuido,
lo que impide llevar a cabo “actos humanos”. Por ejemplo: los adictos a la droga o al
alcohol, los habituados a ciertos fármacos, los estados psicológicos dominados por la
depresión, los enfermos hipocondríacos, los estados de ansiedad, etc. Cada día es
preciso enumerar más casos en los que cabe hablar de “ignorancia invencible”. Dos
circunstancias aumentan esta situación. Primera, el gran desconocimiento de los
principios morales. Segunda, personas que han sido adoctrinadas equivocadamente y
quizá desde la infancia en temas importantes tales como la moral sexual o económica,
etc.
2.- Libertad
Este concepto es muy discutido en la realidad. Es un tema lleno de aporías.
Las dificultades surgen a cada paso, por lo que existen muchos errores en torno a ella:
desde los que niegan su existencia hasta los que demandan una libertad absoluta.
Algunos confunden la limitación de la libertad con la heteronomía y hay quienes, en
aras de la libertad, pretenden demandar para el hombre una libertad sin limitación
alguna, a pesar de que el hombre como tal es un ser limitado. Otros confunden la
libertad con el libertinaje; y algunos piensan que todo está programado y que vivimos
en un mundo de eterno retorno. Por eso, preguntan si somos realmente libres. Como
esta potencia, “libertad”, es vinculada con la voluntad, y es la segundad potencia que
hace que el acto humano recibe el calificativo de moralmente bueno o moralmente
malo, razón por la cual, es estudiado en el apartado de la voluntad. Para discernir
mejor sobre este concepto, el lector tiene a su disposición este famoso diálogo
tomado del “Gran Dictionnaire Philosophique de Voltaire” (Gran diccionario
filosófico de Voltaire) y traducido del francés a castellano por el autor de la
investigación:
“O estoy muy equivocado, o Locke el definidor ha muy bien definido la libertad potencia.
Me equivoco todavía, o Collins, famoso magistrado de Londres, es el único filósofo que
haya bien profundizado esta idea, y Clarke le respondió sólo como teólogo. Pero de todo lo

121
CXXXIV
que se ha escrito en Francia sobre la libertad, el pequeño diálogo siguiente es lo que me
apareció lo más neto.”

A.-He aquí una batería de cañones que llega a nuestros oídos; ¿tiene la libertad de oírlo o de
no oírlo?

B.-Sin duda, no puedo abstenerme de oírlo.

A.- ¿Quiere que este cañón se lleve su cabeza y la de su familia y de su hija, que se pasean
con usted?

B.- ¿Qué propuesta me hace allí? No puedo mientras que estoy en mi sano juicio, querer
cosa así, esto me es imposible.

A.-Bueno; usted necesariamente oye este cañón, y necesariamente quiere no morir usted y su
familia de un golpe de cañón al paseo; ¿no tiene ni el poder de no oír, ni el poder de querer
quedarse aquí?

B.-Esto es claro.

A.-Usted hizo en consecuencia una treintena de pasos para estar al amparo del cañón, tuvo el
poder de caminar conmigo estos pocos pasos, ¿no es así?

B.-Esto es todavía muy claro.

A.-Si hubiera sido paralítico, no habría podido evitar verse expuesto a esta batería, no habría
tenido el poder de estar donde usted está; necesariamente habría oído y recibido un golpe de
cañón; y necesariamente habría muerto.

B.-Nada es más evitable.

A.- ¿En qué consiste pues su libertad, si esto no es en el poder que su individuo ha ejercido
en hacer lo que su voluntad exigía de una necesidad absoluta?

B.-Usted me embaraza; la libertad no es pues otra cosa que el poder de hacer lo que quiero.

A.-Reflexione sobre eso, y vea si la libertad puede ser oída de otro modo.

B.-En este caso, mi perro de caza es tan libre como yo; necesariamente tiene la voluntad de
correr cuando ve una liebre, y el poder de correr si no tiene mal a las piernas. No tengo pues
nada por encima de mi perro; usted me reduce al estado de las bestias.

A.- Falacias esos pobres sofistas que le han enseñado. Usted está muy enfermo de ser libre
como su perro. ¿No come, no duerme, no propaga como él, tiene la actitud cerca? ¿Querría
tener el olfato de otro modo que no sea por la nariz? ¿Por qué querría tener la libertad distinta
de su perro?

122
CXXXV
B.-Pero tengo un alma que razona mucho, y mi perro no razona. Sus ideas son simples, y
tengo mil ideas metafísicas.

A.-Pues bien, usted es mil veces más libre que él; es decir, usted tiene mil veces más poder
que él: pero usted no es libre de otro modo que él.

B.- ¡Qué! ¿No soy libre de querer lo que quiero?

A.- ¿Qué quiere decir con eso?

B.- Oigo lo que todo el mundo oye. ¿No decimos cada día, las voluntades son libres?

A.-Un proverbio no es una razón; explíquese mejor.

B.- Oigo que soy libre de querer lo que me plazca.

A.-Con su permiso, esto no tiene sentido; ¿no ve que es ridículo de decir, quiero querer?
Usted necesariamente quiere, en consecuencia de las ideas que se le presentaron. ¿Quiere
casarse, sí o no?

B.-Pero si le dijera que no quiero ni lo uno ni lo otro.

A.-Usted respondería como el que decía: “unos creen al cardenal Mazarin muerto, otros lo
consideran vivo, y yo, no creo ni lo uno ni lo otro”.

B.-Pues bien, quiero casarme.

A.- ¡Oh! Es responder esto. ¿Por qué quiere casarse?

B.-Porque estoy enamorado de una joven, hermosa, dulce, bien educada, bastante rica, que
canta muy bien, cuyos padres son gente muy honrada, y me jacto de ser amado por ella, y me
siento bien venido de su familia.

A.-He aquí una razón. Usted ve que no puede querer sin razón. Le declaro que es libre de
casarse; es decir que tiene el poder de firmar el contrato, de hacer la boda, y de acostarse con
su mujer.

B.- ¿Cómo? ¿No puedo querer sin razón? ¿Y qué se hará este otro proverbio: Sit pro ratione
voluntas; mi voluntad es mi razón, quiero porque quiero?

A.-Esto es absurdo, mi querido amigo; no habría en usted un efecto sin causa.

B.- ¡Qué! Cuando juego a par o no, tengo una razón para escoger a par más bien que impar.

A.-Sí, sin duda.

B.- ¿Y cuál es esta razón, por favor?

123
CXXXVI
A.- Es que la idea de par se presentó a su espíritu más bien que la idea opuesta. Sería
agradable si hubiera casos donde usted quiere parques que hay una causa de querer, y que
hubiera algunos casos donde usted quisiera sin causa. Cuando usted quiere casarse, usted
siente la razón dominante de eso evidentemente; usted no la siente cuando juega a par o no y
sin embargo hace falta bien que haya una.

B.-Pero, una vez más, ¿no soy, pues, libre?

A.-Su voluntad no es libre, sino sus acciones lo son. Usted es libre de hacer cuando tiene el
poder para hacerlo.

B.-Pero todos los libros que he leído sobre la libertad de indiferencia…

A. ¿Qué entiende usted por libertad de indiferencia?

B.- Me propongo escupir a la derecha o a la izquierda, dormir sobre el lado derecho o sobre
el lado izquierdo, hacer cuatro vueltas de paseo o cinco.

A.- ¡Usted verdaderamente tendría allí una libertad agradable! ¡Dios le habría hecho un bello
obsequio! ¡Habría realmente allí de qué jactarse! ¿Qué le serviría un poder que se ejercitaría
sólo en ocasiones tan fútiles? Pero el hecho es que es ridículo de suponer la voluntad de
querer escupir a la derecha. No sólo esta voluntad de querer es absurda, sino también es
cierto que varias pequeñas circunstancias le determinan estos actos que usted llama
indiferentes. Usted no es más libre en estos actos que en otros. Pero, una vez más, usted es
libre en todo tiempo, en todo lugar, tan pronto como usted hace lo que quiere hacer.

B.-sospecho que usted tiene razón. Soñaré con eso.

(Grand Dictionnaire philosophique de Voltaire, pp. 1480-1482,


traduit par l’auteur de la Recherche)

Después de haber reflexionado sobre el diálogo, se puede deducir lo siguiente:


La conducta ética sólo es posible si hay libertad. Si observamos cómo se presentan
nuestros actos a nuestra percepción, advertimos una diferencia esencial. Voy bajando
una cuesta, y alguien con más fuerza que yo, choca conmigo sin querer; me caigo
quiera yo o no quiera… Alguien hace como que va a golpearme, y sin pensarlo hago
un gesto defensivo… Estos dos comportamientos tienen causas muy diversas: el
primero, un choque físico; el segundo un mecanismo asociado de índole psíquica.
Pero los dos tienen una cosa en común: se realizan necesariamente. En la vida de
cada día hay muchos casos de este tipo, que se deben a coacciones físicas, a influjos
psíquicos que sorprenden o arrollan, a la costumbre, etc.

124
CXXXVII
Pero también hay actos de otra clase. Por ejemplo, soy médico y me llaman
urgentemente a la cabecera de un enfermo. Me pongo en marcha, y en un cruce me
entra la duda: a la izquierda sale un camino más corto pero más peligroso; el de la
derecha es más seguro pero más largo, y si lo tomo puede ser que no llegue a tiempo.
Para evitar el peligro, tomo el de la derecha y llego tarde, cuando el enfermo ya ha
muerto. El carácter de mi acción es totalmente distinto. Es verdad que caer por la
cuesta y levantar los brazos para defenderme son actos que me pertenecen; pero de
forma muy distinta a como me pertenece el acto de tomar el camino de la derecha. En
ambos caso he sido yo el que ha actuado; pero la implicación de mi “yo” en la
elección del camino ha sido muy diferente de la que se dio en las dos primeras
acciones. En éstas las líneas que van del choque a mi caída, y del amago de golpe a
mi gesto definitivo, han pasado por mí; pero el tomar el camino de la derecha ha
nacido de mi iniciativa, ha tenido su inicio en mí.
Ésta es la diferencia a la que me refiero cuando digo: en el segundo caso yo
fui libre; en los primeros, no.
La acción la realiza un “ello”, aun cuando el escenario donde se lleva a cabo
esté dentro de mi vida psicofísica; la origina un entramado de causas naturales. Por
esta razón no tiene que ver con mi personalidad. Puedo distanciarme de ella, y no
cometo por eso una infidelidad con mi persona.
En cambio, la acción libre la hago yo; “yo” soy el que la origina desde mi
inicio interno. Y por eso también tiene que ver conmigo de una manera especial, de
un modo directamente personal. Mi yo está en ella. Y por eso frente a ella he de
situarme de esa manera especial que se llama responsabilidad. Como hombre, sólo
puedo entenderme a mí mismo desde la libertad (e, igualmente, desde el
conocimiento). Reduciendo la libertad a esquemas biológicos, psicológicos o de otra
índole, no llego a explicar nada de su naturaleza ni de la naturaleza del hombre.
Así pues, la acción libre tiene un carácter especial: nace del inicio vital de mi
interior; del movimiento autónomo de mi espíritu; de la decisión por la que yo
dispongo de mí mismo. De este modo la acción libre me pertenece de forma
totalmente distinta a como me pertenece la que no es libre. Estoy en ella y respondo

125
CXXXVIII
de ella de manera absolutamente diferente. Eso es así. Así me lo dice mi experiencia
interior, a pesar de todas las teorías que pueda haber en contra. De la acción libre, yo
me sé responsable; de lo no libre, no. Se puede resumir todo lo anterior por esta
expresión, dos clases de libertad: libertad de selección y libertad de actuación.
H.- Dos clases de libertad: Selección y Actuación

Ser libre, es obedecer a la razón. (Estoicos).Un tirano me dice: "soy el amo,


puedo todo”. Respondo: "¿Puedes quitarme mi libertad? Eres dueño de este cadáver,
pero no tienes ningún poder sobre mí" (Epicteto).

La libertad o el libre albedrío es el poder absoluto que tiene el hombre de


determinarse actuando según su sola voluntad. Este poder nos es revelado claramente
por nuestra consciencia, y todos los hombres creen en eso. Pero, en la práctica, mil
dificultades que tienen su fuente en nosotros mismos o en las cosas exteriores
restringen los efectos. Nos permite sin embargo mejorarnos.
Para explicar bien la existencia de estas dos clases de libertad mencionada
aquí, permitidme iniciar el argumento con este relato: Una vez, fui invitado a dar una
clase magistral en Maracay a profesionales de diferentes áreas que iban a graduarse
de oficiales de tránsito terrestre. Se me ocurrió iniciar la clase con un debate
académico preguntando a cada uno: ¿Tenemos libertad de actuación? Cada uno bien
argumentado concluye que sí. Después de haber oído a todos, exclamé: ¡Qué grandes
sois! ¿Cómo vais a tener libertad de actuación, si eso no corresponde ni siquiera al
Presidente de la República? Con esta intervención, se inicia la segunda fase de la
discusión. Si tenemos libertad de actuación, ¿Por qué el antisocial al matar a un ser
humano busca a tomar la fuga? Si ese individuo tuviera la libertad de actuación, se
quedaría quieto sin buscar a tomar la fuga. Con esta proposición, tuvimos que
redefinir el concepto LIBERTAD.
Definir el concepto Libertad
La libertad es la facultad que tiene el ser humano para seleccionar libremente.
Con esta definición, vemos que el hombre no tiene libertad de actuación, sino de
selección. Esta libertad de selección, la llamamos: libertad moral. El hombre que ha

126
CXXXIX
seleccionado herir a su semejante o matarlo, ha seleccionado la peor parte de su vida
por el abuso de su libertad y tiene que responder por esta mala acción tarde o
temprano.
Si existe una libertad de selección, existe también una libertad mayor llamada
Libertad de Actuación. ¿Por qué el ser humano no tiene libertad de actuación? El
problema está en la voluntad. ¡Cuánto me encantaría caminar sobre las aguas como lo
hizo Jesucristo! Pero, la ley de la gravedad me impide hacerlo. No puedo transcender
los primeros principios de la existencia. Por lo tanto, no tengo la voluntad libre, y
nadie la tiene. Nuestra voluntad no es libre, son nuestras acciones que son libres.
Y, ¿quién tiene la libertad de actuación? ¿Existe un ser que puede transcender
los primeros principios de la existencia? En el reino inorgánico, este ser cambió el
agua en vino en las bodas de Caná (ver. Juan 2, 1-12); multiplicó los panes y los
peces para alimentar a una multitud (ver. Juan 6, 1-15); calmó la tempestad sobre el
mar de Tiberíades (ver. Marcos 4, 35-41); caminó sobre las olas (ver. Mateo 14, 22-
32).
En el reino orgánico, este ser manifestó su poder maldiciendo a la higuera
(ver. Mateo 21, 18-22). En el reino animal, promovió una pesca milagrosa (ver
Lucas 5); pagó su tributo con la moneda en la boca del pez (ver. Mateo 17, 24-27). Él
manifestó su poder sin límite en el reino humano en diversas ocasiones: curación de
ciegos de nacimiento, leprosos y otros (ver. Juan 9; Marcos 10; Mateo 9, 27; Marcos
8, 22; Lucas 5, 12).
Este ser transcendió también el reino humano-divino con su transfiguración
sobre un monte ante los ojos de tres de sus alumnos: Pedro, Santiago y Juan (ver
Mateo 17; Marcos 9); transcendió la gravedad con su subida a las alturas (ver. Hechos
1, 6-11). Dios es el único que tiene la voluntad libre, pues puede transcender los
primeros principios naturales.
En Filosofía Transcendental, decimos que todo lo que existe, lo visible y lo
invisible para el hombre, proviene de un Ser Supremo. Este Ser Supremo se llama en
Teodicea “DIOS”. El concepto DIOS significa sinónimo de la perfección, es decir, a
Él no le falta nada por ser Creador de todo lo que existe en su estado de pureza. Sólo

127CXL
Él posee la libertad de actuación por poseer la voluntad libre. No tiene que dar cuenta
a nadie, pues su actuación engendra el existir.
Regresamos a la libertad moral. La libertad moral se llama también libre
albedrío, es el poder que tiene el hombre de escoger entre varios partidos, de
determinarse actuando de una manera y no de otra, de acuerdo a su propia voluntad.
Nuestra consciencia es suficiente para convencernos de nuestra libertad moral. En el
momento de decidirnos, sentimos claramente que somos dueños únicos de nuestra
decisión, que podríamos tomar una decisión muy diferente o no tomar ninguna. En el
momento de ponerme en marcha para dar un paseo, si me pregunto de cuál pie me iré,
siento claramente que me es lícito irme del pie derecho o del pie izquierdo, según mi
fantasía, y que ninguna razón otra que mi voluntad determina mi elección.
Podemos también, después de haber comenzado una acción, decidir
interrumpirla, modificarla, o hacer la acción contraria. Todos los hombres tienen la
clara sensación de su libre albedrío. Todos se reconocen responsables de sus actos;
les imputan sólo a sí mismos las decisiones que tomaron; lo aceptan o se atribuyen las
consecuencias. Encuentran justo ser censurados y ser castigados cuando cometieron
una falta, como de ser elogiados y ser recompensados cuando actuaron bien.
Todos los hombres creen también en la libertad de otros como en su propia
libertad. Las oraciones y los consejos, las promesas y las amenazas, los elogios y los
reproches, las penas y las recompensas son testimonios renovados sin cesar por la fe
de cada uno al libre albedrío de todos.
La libertad moral nos permite mejorarnos mediante la resistencia a las malas
inclinaciones, tomando decisiones coherentes con el deber. Sin duda, encontraremos
más de una dificultad y a menudo probaremos que no basta con querer para poder.
Tendremos que luchar contra nuestro temperamento, nuestro carácter, nuestras
pasiones, nuestras costumbres, incluso contra nuestra educación; y cuando hayamos
triunfado por la energía de nuestra voluntad, nos toparemos con las cosas exteriores,
sobre las cuales nuestra acción vendrá para estrellarse. Cualesquiera que sean las
circunstancias donde esté, puedo escoger sólo entre las maneras de actuar que se me
ocurren, y el mejor posiblemente no se presente a mi espíritu.

128CXLI
Para no perder el hilo de todo lo que hemos explicado en los capítulos I y II, y
antes de culminar el marco teórico con la educación de la consciencia, vemos la
necesidad de presentar la esencia humana: Inteligencia y Voluntad con sus facultades
y hábitos para darle sentido a la vida humana. En el esquema, se dará cuenta de la
razón por la cual, esta investigación fue bautizada bajo el nombre de EDUCACIÓN
DE LA CONSCIENCIA HUMANA. En frases simples, se explicara el enlace para
facilitar la mejor comprensión de este diseño.

EDUCACIÓN DE LA CONSCIENCIA
No debería haber un apartado especial titulado Educación de la Consciencia
en esta investigación, pues desde la primera palabra escrita hasta ahora, se converge
hacia la Educación de la Consciencia. Este apartado es puesto ahí para reforzar lo
dicho anteriormente. Se puede apreciar en el mapa conceptual de la Esencia humana
y otras facultades y desviaciones, que la consciencia juega el papel de puente entre las
dos potencias superiores del alma: Inteligencia y voluntad. Por medio de ella, la
voluntad llega a ejecutar lo clasificado por la Inteligencia. En la consciencia, la
Educación ejerce otra vez su función, “Elevar”. Un sinónimo de educación es su
proceso de “Elevación”. Entonces, el título puede ser también: “Elevación de la
Consciencia Humana y su Influencia en el Más Acá.”
“Ingrediente fundamental de la buena vida es la buena consciencia”, dice
alguien. Algo tan inmaterial como pesado, pues quizá nada pese más sobre nuestra
propia conducta. Kant, al final de su larga vida, confesó que las dos cosas que más le
habían asombrado eran la contemplación de la noche estrellada y la consciencia
humana: “El cielo estrellado fuera de mí y el orden moral dentro de mí.” Se refería a
la consciencia moral. Porque “consciencia” tiene dos acepciones: una psicológica y
otra moral. Consciencia psicológica es el conocimiento reflejo, el conocimiento de
uno mismo, la autoconsciencia.
Consciencia moral, en cambio, es la capacidad de juzgar la moralidad de la
conducta humana (propia o ajena). Es por lo tanto una capacidad de la inteligencia
humana. De una inteligencia que tiene diversas capacidades, que es polifacética,

129CXLII
porque hay – entre otras – una inteligencia estética, una inteligencia matemática, una
inteligencia emocional, una inteligencia moral o ética. En este trabajo nos referimos a
la consciencia moral, es una voz interior junto con la Sindéresis que nos interpela al
momento de actuar o tomar una decisión cualquiera. Pero, no siempre escuchamos la
voz de la consciencia. Y eso, por múltiples factores: No se siente motivados en una
sociedad donde el otro es utilizado no como fin, sino como medio para llenarse de
vanidades; el dinero deja de ser medio para convertirse en fin y es más fácil unirse a
la corrupción para sobrevivir; no se escucha la voz de la consciencia por no querer
vencer el mal radical que tenemos por dentro y optar por el bien radical. Si se permite
citar la Sagrada Escritura, ella tiene para nosotros una bella invitación para llegar a
buen fin:
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me
abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al
vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo
también vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tenga
oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.”
(Apocalipsis 3, 20-22, versión de Jerusalén)

Un sujeto que se preocupa más por su naturaleza humana que por su persona,
difícilmente escuchará la voz de su consciencia. Se preocupa más por su naturaleza
humana que por su persona, cuando se deja llevar por la pasión para satisfacer sus
deseos carnales. En vez de luchar por la virtud en su actuación haciendo el bien, se
pega al vicio para convertirse en agente de la maldad. Si se quiere vivir
humanamente para el bien de la humanidad, se necesita abrir un espacio de diálogo
entre el instinto y la razón para equilibrar sus acciones. Por las acciones
desequilibradas, es decir, cuando el instinto está por encima de la razón, no se llegará
a buen fin. Lo que se cosechará no es más que pena y miseria. Para sanar la sociedad
y restablecer el equilibrio en el más acá, es menester la educación de la consciencia.
En este trabajo, se propone dos métodos para la educación de la consciencia. Pero
antes de presentar estos métodos, quisiéramos disertar un poco acerca de la
naturaleza humana y persona humana.

130
CXLIII
a.-Naturaleza humana y persona humana
Hacer una diferencia entre la naturaleza humana y la persona humana, es
sumamente importante en la tarea de educar la consciencia. El comportamiento
inhumano de muchos humanos en el más acá, no es algo extraño. Es la vida de todo
aquél que se preocupa más por su naturaleza humana que por su persona. La
naturaleza humana es limitada por ser material. En su fragilidad, lleva grados de dolor
y son cuatro: dolor físico, dolor psicológico, dolor moral y dolor místico. Los tres
primeros grados de dolor son del pensamiento de Aristóteles. San Agustín agrega el
dolor místico. Citamos los cuatro grados de dolor sólo para abrir un paréntesis y
recordar al lector que el común de los mortales es frágil. No se desarrollará estos
grados de dolor en este trabajo. ¿Qué se entiende por naturaleza humana? Es la vida
natural que hemos recibido de nuestros progenitores. Esta vida, la repartimos en dos:
vida vegetativa que es la vida de nuestras células y la vida sensitiva que es la vida de
nuestros órganos. Estas vidas son muy cortas, pues las células mueren y debilitan el
cuerpo, es la vejez. Pensando en la finitud del hombre, Kant, en la filosofía de la
realidad, hizo cuatro preguntas: “1. — ¿Qué puedo saber? 2. — ¿Qué debo hacer? 3.
— ¿Qué me cabe esperar? 4. — ¿Qué es el hombre?” A la primera pregunta responde
la metafísica, a la segunda la moral, a la tercera la religión y a la cuarta la
antropología. Fuente: http://liancaca.blogspot.com/2013/09/las-cuatro-preguntas-de-
kant-sobre-el.html (tomado el 29/05/2016 a las 22:43).
En las tres primeras cuestiones de Kant se trata de la finitud del hombre.
“¿Qué puedo saber?” implica un no poder, por lo tanto, una limitación “¿Qué debo
hacer?” supone algo con lo que no se ha cumplido todavía, también, pues, una
limitación; y “¿Qué me cabe esperar?” significa que al que pregunta le está concedida
una expectativa y otra le es negada, y también tenemos otra limitación. La cuestión
cuarta sería, pues, la que pregunta por la “finitud del hombre”, pero ya no se trata de
una cuestión antropológica, puesto que preguntamos por la esencia de nuestra
existencia.
Todo lo que hemos dicho en el párrafo anterior, nos hace entender que la
especie humana, es un ser de proyecto y la muerte es un NO definitivo a este

131
CXLIV
proyecto. Cuando alguien se preocupa más por su naturaleza humana que por su
persona, tarde o temprano su vida se convertirá en una tragedia; puede ser también el
país entero, si la mayoría va por el mismo camino de desequilibrio. Si nos
preocupamos más por nuestra persona, superaremos los grados de dolor en la
naturaleza humana, seremos más amables con nuestros semejantes, practicaremos el
bien, viviremos en la verdad que la inteligencia nos muestra, seremos ajenos a toda
forma de corrupción, seremos libres de los vicios, libres del nacionalismo, libres de la
discriminación racial y libres de todo lo que deshumaniza al hombre.
Entonces, ¿qué es la persona humana? El concepto “persona” no es sinónimo
de hombre ni de mujer; no existe persona anciana, adulta, joven o adolescente o bebé.
El sinónimo de persona es espíritu, es decir, inmaterial. Como es inmaterial, no puede
morir. Por lo tanto, la muerte física no es la muerte de la persona. La muerte es un
NO definitivo a la naturaleza humana. Como ser de proyecto, a cualquier edad que se
muere, decimos en filosofía transcendental que es una muerte prematura. Pues el
proyecto no ha sido perfeccionado por la flaqueza humana.
De lo que acabamos de avanzar, podemos concluir que existe una vida
superior a la naturaleza humana, ésta es la vida de la persona humana que es una vida
espiritual que la muerte no la puede alcanzar. Preocupémonos, pues, por vivir
espiritualmente escuchando la voz de la consciencia para obrar bien y hacer del más
acá un lugar agradable para vivir y cuando el NO definitivo a la naturaleza humana
llegue, la persona humana disfrutará la vida del más allá. El más allá es la morada de
los seres incorpóreos.
b.- Dos métodos para educar la consciencia
Se propone dos métodos para la educación de la consciencia. Primero, un
método teórico que es la concientización enseñando a la gente desde niñez sin
interrupción los principios morales para la convivencia; segundo, un método práctico
que consiste en dar buen ejemplo y testimonio de vida para que los demás puedan
seguir este camino. Si no hay nadie que me quiere imitar en lo bueno, perdí mi
tiempo como profesor, como director de escuela, como rector de una institución,
como gerente de una empresa; perdí mi tiempo como gobernador, como alcalde,

132CXLV
como presidente de la República, como oficial de la fuerza armada, y como padre o
madre de familia.
Este método práctico de educar la consciencia hace la diferencia entre tener
autoridad y tener poder. Tener el poder no es un instrumento para educar la
consciencia. Pues, tener el poder es tener fuerza para obligar físicamente a la gente a
actuar según lo que se quiere (su voluntad). Con este poder se vulnera a veces la
autonomía del otro por manipulación que puede ser trampa, engaño o coerción para
conseguir lo que se quiere. Con este modo de actuar se puede mover a la gente
físicamente, pero sin tener repercusión sobre su consciencia.
Pero si tiene la autoridad, la gente se moverá por su cuenta diciendo: “este
director, este profesor, este jefe, (…), es digno de imitar pues su vida ha sido un
ejemplo para todos nosotros.” Este juicio muestra claramente lo que es autoridad.
Entonces, tener autoridad es tener capacidad para obligar la consciencia del otro a
optar por el bien en sentido universal. Se tiene la autoridad cuando tiene la capacidad
para fortalecer y hacer crecer. El Acalde es para fortalecer y hacer crecer el
municipio, el Gobernador es para fortalecer y hacer crecer la porción del Estado que
el pueblo le ha confiado; el Presidente de la República es elegido por un tiempo
determinado para fortalecer y hacer crecer la nación; los obispos y sacerdotes han
sido ungidos para fortalecer y hacer crecer el pueblo de Dios; el padre de familia
junto con la madre es para fortalecer y hacer crecer la familia dando buenos
principios morales a sus hijos y sobre todo enseñarles a amar.
El método teórico para la educación de la consciencia moral es la base. Pues
muchos van por el mal camino por ignorancia. En muchas familias, lo que se ve es
puro mal ejemplo: padres borrachos, antisociales y mujeriegos; madres ladronas,
bisexuales y escandalosas. ¿Qué tienen ellos para enseñar a las criaturas cómo vivir
en familia y en sociedad? La cadena de la vergüenza sigue de padres en hijos. Peor
todavía si estos niños llegan a la escuela y encuentran con un maestro o una maestra
que no deberían estar en el aula por sus conductas ignominiosas y sin vocación para
merecer el título de maestro o maestra. Estos niños no han recibido nada de
educación ni en la familia ni en la escuela. Se convierten en antisociales, persona non

133
CXLVI
grata. Esta clase de gente, víctima de una mala educación, han surgido en todas las
generaciones para la vergüenza de todos. Mi pueblo muere por falta de conocimiento
dice el Señor por la boca del profeta Oseas: “Perece mi pueblo por falta de
conocimiento. Ya que tú has rechazado el conocimiento, yo te rechazaré de mi
sacerdocio; ya que tú has olvidado la Ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus
hijos.”(Oseas 4, 6).
Hay cosas que todos debemos saber para acomodar nuestras vidas. Para una
buena educación de la consciencia moral, es menester luchar contra el miedo, la
ignorancia, el vanidoso orgullo, abrirse a las sugestiones para llegar a la verdad plena.
Sin conocimiento y libertad no hay consciencia moral. Nadie debe actuar según la
consciencia de otro, si te obliga a hacerlo, aquél elimina tu consciencia moral y no
eres libre. Uno debe actuar según su propia consciencia no según la consciencia del
otro. En un curso de filosofía política y social, escuché este juicio: “La técnica
terrible con que la manipulación comunista de las personas interviene hasta en los
procesos más íntimos de formación de las convicciones, destruye en el hombre la
capacidad de conocer la verdad en general, de sentir la verdad como vinculante, y
destroza así lo que se llama libertad, carácter y honra. Y la consciencia moral se
pervierte de tal modo que admite como bueno todo lo que el Partido y el Estado
ordenan.” Cuando eso sucede ya no hay consciencia moral. Para que la consciencia
moral pueda hablar realmente, el espacio interior de la libertad tiene que estar abierto.
Finalmente la consciencia moral tiene que formarse: desarrollar su sensibilidad,
afirmar sus criterios y entrenar su firmeza.
La consciencia moral no es un aparato mecánico que esté ahí preparado y
haga su función siempre de la misma manera, sino algo vivo. Es el centro del hombre
que existe. De la consciencia moral parten las decisiones sobre todo lo que es forma
de vida, trabajo cultural, orientación de la historia, etc. Todo suceso humano
(individual, social o histórico-comunitario) implica uno o varios actos de la
consciencia. Es menester saber que esta consciencia moral, con todo lo humano,
necesita, también ella, formarse. La Educación es, en el fondo, formación de la
consciencia moral. En principio se trata de despertar y formar las capacidades físicas,

134
CXLVII
anímicas y espirituales correspondientes; crear formas de conductas espontáneas;
estimular, reprimir o regular aptitudes, etc. Pero, en definitiva, todo ello desemboca
en la consciencia moral, pues, si la formación ha de ser la de una persona, tiene que
contar con la complicidad de la libertad y ser asumida conscientemente: es decir, que
la consciencia moral tiene que hacerla suya.
c.- Consciencia moral y Educación
La Educación es, de entrada, educación exógena, es decir el influjo que, sobre
una vida todavía por definir, ejercen los padres, el entorno o los profesores, mientras
que el niño se comporta pasiva o receptivamente. Con el tiempo aparece su iniciativa
personal y se hace cada vez más vigorosa, hasta llegar, finalmente, a la crisis de la
madurez y la mayoría de edad, en la que básicamente, el joven toma el timón de su
propia vida. En la medida en que eso sucede, la acción educativa ha de ser asumida
interiormente, interiorizarse y unirse con la propia iniciativa. Lo mismo sucede con la
formación de la consciencia moral, de forma que, en una medida que aumenta con la
edad, la consciencia moral se educa a sí misma.
Si la Educación de la consciencia no se hace desde niñez, encontraremos tipo
de persona así: Ve obligaciones donde racionalmente no aparecen, descubre fallos
donde no los hay, y se siente responsable de cosas con las que no tiene nada que ver.
Pensemos en el fenómeno de la ansiedad, que puede llegar a paralizar la facultad de
tomar decisiones. Esta clase de consciencia moral no se mueve ya en el marco de la
libertad. La llamada del bien, las advertencias ante el mal, el deber y la
responsabilidad se han convertido en coacciones; las exigencias ya no son de índole
espiritual, sino psíquica, y puede convertirse en enfermedad, en complejos de
inferioridad, depresiones o neurosis. El individuo parece entonces a merced de una
consciencia moral en la que ha desaparecido el elemento libertad. La consciencia
moral le impide vivir con seguridad, tratar las cosas con naturalidad, y relacionarse
con las demás personas sin complicación.
Razón
¿Por qué al ser humano se le exige a cumplir con sus deberes? Por ser un ser
racional, es decir, dotado de razón. Tiene derechos y deberes. Entonces, ¿qué es la

135
CXLVIII
razón? La palabra razón tiene un origen doble, del latín (ratio) y del griego (logos)
que nos permite alcanzar varias direcciones de significado:
Según el origen latino, razón designa el cálculo luego el sentido de la
facultad para contar, organizar y ordenar. La razón es pues la facultad que permite
poner orden calculando. Cuando se dice que tiene una razón para decir esto,
queremos significar que tenemos un argumento que apoya nuestra afirmación que
puede fundarse sobre un cálculo lógico. Vemos pues que podemos oponer la reflexión
racional a lo que es del orden del sentimiento, del orden de la pasión. Es este sentido
de la palabra razón que es esencialmente desarrollado en el dominio de las ciencias.
Si se sigue el origen griego (Logos) de la palabra razón que significa primero unir,
recoger, encontramos la idea de discurso bien atado, bien ordenado, demostrativo,
y válido universalmente. Logos ha dado en español lenguaje y también lógica. Hay
así un enlace estrecho entre el lenguaje y la razón y podemos decir que es porque el
hombre tiene una razón que tiene un lenguaje. Tal es la tesis de Descartes que,
preguntándose lo que permite distinguir al hombre del animal, responde que es el uso
de los signos, de palabras utilizadas de tal modo que convienen a la situación.
Mientras que el animal utiliza, por puro acondicionamiento, palabras o signos que no
comprende, el hombre puede utilizar signos a propósito porque su lenguaje es la
expresión de su razón. Podemos pues decir que ambas expresiones siguientes el
hombre es un animal que posee la razón y el hombre es un animal que posee la
palabra son idénticas. Si la razón es discurso ordenado, es discusión, intercambio,
diálogo, y hasta en Platón por ejemplo, dialéctica es decir arte del diálogo. Y lo que
también distingue a los animales y los hombres, es el hecho de que la razón no se
contenta, como en los animales, de comprobar que tal hecho es asociado con tal otro:
coloca lazos necesarios y eternos entre ciertas causas y ciertos efectos. Así el discurso
racional se opone a la profecía (o a una predicción que no hay que confundir con una
previsión) que anuncia algo sin ninguna justificación y argumentación.
Por último, en la palabra de razón, encontramos una idea importante en
filosofía que es la idea de fundamento, de principio, que se encuentra en la expresión
razón de ser. Cuando buscamos lo que justifica, lo que da cuenta de tal hecho o de tal

136
CXLIX
afirmación, buscamos su razón, su fundamento. Así, la filosofía quiere buscar la
razón de todo lo que es, razón de ser del Ser. En efecto, la cuestión fundamental, la
metafísica de la filosofía consiste en preguntarse, como lo dice Leibniz: “¿por qué
hay algo más bien que nada?” La respuesta varía según las filosofías: por ejemplo
consiste en Platón en la afirmación de las Ideas que son la razón de ser de todo lo que
es. Entre los Estoicos, la razón de ser de todo lo que llega al mundo y la naturaleza es
el Destino o la Providencia que es Dios. Retendremos para concluir las tres
direcciones de la palabra razón:
 La razón como el cálculo, la lógica, que reenvía a lo que se llama lo racional.
 La razón como discurso, palabra argumentada y controvertida
 La razón como fundamento, como razón de ser, principio de lo que es.
Archivo: philo.alcimia.fr/590/la-raison/. Tomado: 12/10/2015 a 20:10:07

137 CL
CAPÍTULO III
APROXIMACIÓN METODOLÓGICA
Tipo de Estudio
De acuerdo con el diseño, la investigación que se ha realizado es de tipo
documental, ya que toda la información es recolectada de textos, y revistas
especializadas en el área de Filosofía y de la Educación. Bravo (1997) define la
investigación documental:

Como una variante de la investigación científica, cuyo objetivo


fundamental es el análisis de diferentes fenómenos (de orden
históricos, psicológicos y sociológicos), de la realidad a través de la
indagación exhaustiva, sistemática y rigurosa, utilizando técnicas
gerenciales muy precisas, de la documentación existente en los
procesos organizacionales, que directa o indirectamente aporten la
información atinente al fenómeno que estudiamos. (p.17). (Sic.)

Procedimiento
El procedimiento se ha realizado con un instrumento denominado observación
documental directa, según Arias (1997), define la documentación directa, como: “El
estudio de un tema en particular, que se basa en la obtención y análisis de datos
provenientes de materiales impresos, textos, revistas u otros tipos de documentos”
(p.49). Este diseño tipificado como instrumentos permite utilizar técnicas de
investigación, que se revise la documentación de trabajos previos, información y
datos impresos, audiovisuales o electrónicos existentes. Se ha ordenado los datos de
cada una de las literaturas consultadas, utilizando fichaje, subrayado, análisis de
textos y revistas sobres la filosofía y la educación.
Cada aspecto se ha estudiado como parte de un todo y aun cuando no es
posible, llegar a conocer el resultado de todas las interrelaciones y otros aspectos, se
trata de un procedimiento que enfoca globalmente una problemática.
Para cumplir con la formalidad, se seleccionó el área temática, objeto de
estudio y su delimitación. Obteniéndose la escogencia del título: “Educación de la

138CLI
Consciencia humana y su Influencia en el Más Acá”, se indagaron sobre los
antecedentes relacionados con la investigación, se realizó la consulta bibliográfica,
adoptándose un enfoque sobre la perspectiva teórica, todo ello para poder construir el
marco teórico.
Naturaleza y Enfoque De La Investigación
Tomando como base las categorías de investigación definidas por Marshall &
Rossman (1989), la naturaleza de nuestra investigación es exploratoria. Exploratoria
en el sentido que se investiga un enfoque poco conocido, siendo objeto de pocas
investigaciones. Exploratoria también por su finalidad, como precisado por Guilbert
(1997a): generar varias ideas y desarrollar hipótesis y teorías provisionales; formular
las preguntas y refinar los problemas para una investigación más sistemática;
desarrollar técnicas para una futura investigación; desarrollar una buena imagen
mental a partir de los datos recogidos .
La Aproximación, La Estrategia Y El Método De La Investigación.
Nuestra investigación pertenece a la corriente de las investigaciones
cualitativas y se concibe también en las perspectivas de una investigación
exploratoria. Aunque las definiciones concedidas a la investigación cualitativa se
varían, la mayoría de los autores se entienden sobre el hecho de que esta forma de
investigación apunta esencialmente a la descripción en profundidad de un fenómeno
generalmente social. Así, pues, para Deslauriers y al (1982, p.19), “El término
investigación cualitativa es un término genérico que designa el estudio de los
fenómenos sociales en su contexto ordinario, habitual, (…) pretende primero tener
datos nuevos y tratarlos cualitativamente en lugar de someterlos a prueba
estadística.”
Con esta investigación, Educación De La Consciencia Humana Y Su
Influencia En El Más Acá, un espacio de diálogo ha sido abierto entre los autores
citados para desarrollar sus pensamientos y contribuir a la humanización del género
humano por los nuevos aportes. También descubrimos, según nuestra indagación
cuestionando a expertos en investigación científica, que apenas haya investigaciones
sobre este tema.

139CLII
Este tema de por sí tiene mucho que ver con la filosofía del espíritu,
antropología filosófica, teodicea, filosofía moral, filosofía de la educación y
psicología cognoscitiva. Todas ellas dirigidas hacia la totalidad de la existencia para
hallar el sentido del existir; sus resultados nos han permitido ver cómo restablecer el
equilibrio en el más acá, y la Inteligencia nos propone la “Educación de la
Consciencia”; pues ésta es un habitus de aquélla.
Para llevar a cabo esta investigación, por su carácter, el Método Dialéctico-
Especulativo ha sido el método de honor. Para introducir mejor este método, partimos
de estas preguntas: ¿crees que existe una consciencia en el hombre? ¿Crees que se
puede educar la consciencia? Con respecto al error de Nietzsche creando su
superhombre con la declaración de la “muerte de Dios”, surge también esta famosa
pregunta: ¿Crees que Dios existe?
A esta pregunta, algunos responden a veces: "Dime lo que entiendes por Dios,
y te diré si creo en eso. "Pero se podría también responder por esto: “Dime lo que
entiendes por creer, y te diré si creo en eso”. ¿Creer es solamente responder “lo
creo?” ¿No es más bien un cierto comportamiento, un cierto número de imágenes
mentales, de emociones? Como lo subraya Roger Pouivet:

“una creencia es esencialmente dispositiva. Creer en Dios, por ejemplo, tener


tendencia a rezar en ciertas circunstancias, por lo menos en los momentos
difíciles o en los momentos particularmente felices de la existencia, sentirse
entonces ayudado, sostenido, tener el deseo de agradecer, tener mala
consciencia cuando se actúa de un cierto modo, etc "

La creencia en Dios, en ciertos casos por lo menos, ¿puede tener un estatuto de


conocimiento? Observamos que ciertas personas, particularmente las que han vivido
de las experiencias dichas místicas, pero también las que pretenden fundar su creencia
en Dios sobre bases racionales y empíricas, dicen a veces cosas como éstas: “Dios,
para mí, no es una cuestión de creencia, es una certeza, un saber, un conocimiento, un
hecho indudable.” Ahora bien, un conocimiento a menudo es considerado como una
creencia verdadera y justificada. Responder a la pregunta implica, pues, estudiar los
conceptos de “verdad y justificación.”

140CLIII
A la pregunta anterior, también podríamos responder: “Dime lo que entiendes
por existir, y te diré si creo en eso”. En efecto, Dios, si existe, no es considerado
existir ciertamente de la misma manera en la que existen los seres humanos, los
animales, las plantas, las rocas, los artefactos, etc. Ningún teólogo pretendió jamás
haber percibido a Dios en alguna parte. Pero si no existe Dios de esa manera, como
existen los seres usuales, ¿de qué manera se puede decir que Él existe? Responder
correctamente a la pregunta: "¿Crees que Dios existe?", necesita pues una
aproximación cruzada entre diversas aproximaciones: teología, ontología y
epistemología.
La epistemología se interesa en definir normativamente lo que es un
conocimiento, es decir a cercar cuáles son las condiciones necesarias y suficientes
para que una proposición dada sea considerada como un conocimiento, por oposición
a una simple creencia. Se tratará pues de dilucidar el concepto de conocimiento, de
resaltar los principios que subtienden todo conocimiento posible. Por extensión, la
epistemología se interesa también por las creencias, según una modalidad semejante.
Existe también una epistemología de creencia religiosa. Sin duda convendría
distinguir entre una epistemología verdadera (epistemè significa conocimiento),
estudio filosófico del conocimiento, y lo que se podría llamar una doxología (doxa
que es la opinión). La epistemología es muy atada a las ciencias, que constituyen la
aplicación concreta que pretende adquirir conocimientos positivos, y sobre todo a las
ciencias cognoscitivas, que se inclinan sobre los procesos efectivos por los cuales los
seres racionales adquieren, tratan, almacenan, utilizan, y justifican sus creencias y
conocimientos.
Mientras que la epistemología se interesa por el conocimiento, la ontología se
pone a describir cómo debe ser el mundo para que sea conocible. Precisemos en
seguida que la ontología no tiene necesariamente vocación para decir cómo el mundo
es realmente, sino únicamente a decir cómo debería ser para ser inteligible y objeto de
conocimiento. La explicación de conceptos y respuestas a preguntas (solución de
problema), necesitan necesariamente un método para llegar a la meta. Así, pues, la

141CLIV
suerte cae sobre el método dialéctico-especulativo. Antes de decir en qué consiste
este método, quisiéramos hacer unas aclaraciones acerca del término “Especulativo”.
Es a las palabras especulativo, especulación, que querríamos dedicar este
apartado con la intención de restituirles un poco de la riqueza de significado de la que
gozaban en otro tiempo, para corregir el desprecio injusto donde se les desea
demasiado comúnmente hoy y prevenir errores graves de interpretación de los textos
antiguos, a los cuales expone una lectura superficial.

Especulativo en griego y en latín; elemento central: el acto de ver.

Hay que encontrar, pues, el primer sentido de las palabras especulativo y


especulación, restituirles la plenitud de valor humano que poseían anteriormente, si
queremos comprender los textos antiguos, cuando emplean estos términos muy ricos
para ellos, si queremos estimar así a su valor justo la concepción de la vida que se
hacían los antiguos y la edad media; la especulación era la cumbre, tanto al nivel
filosófico como teológico.
Comencemos por buscar la acepción precisa de los términos del griego y latín
de los que heredó nuestro especulativo. En griego, encontramos primero el sustantivo
“théa” que significa: acción de mirar; aspecto; espectáculo; lugar de donde se mira,
puesto en el teatro.
De donde viene el verbo “theaomai”: considerar con asombro, con
admiración; procurar ver, examinar; ser espectador al teatro; contemplar por la
inteligencia. De donde el sustantivo “theôros”: espectador a los Juegos públicos. De
donde el verbo "theôrein": asistir a los juegos públicos; contemplar un país;
contemplar por la inteligencia. De donde el adjetivo "theôrètikos": a quien le gusta
contemplar, observar; contemplativo, especulativo (que lleva una vida
contemplativa).
Encontramos al principio del speculativus latín el verbo arcaico specio: mirar.
De donde el sustantivo species: vista, mirada; aspecto exterior; apariencia, etc. De
donde los sustantivos speculum: espejo; specula: lugar de observación, altura. De

142CLV
donde el verbo speculor: observar, vigilar, espiar, estar en observación de arriba. De
donde el adjetivo speculativus: especulativo, contemplativo.
La simple lectura de estos diversos significados correspondientes al latín y
griego de nuestro “especulativo”, nos revela que el centro de su acepción es el acto de
ver, de mirar. Añadamos que no se trata de ver cualquier cosa que nos pasa bajo los
ojos, sino viendo con atención, de mirar un espectáculo que vale la pena, que interesa,
que atrae la mirada hasta el punto de asombrar, de provocar la admiración. Es lo que
indica muy bien el uso griego de "theaomai, theôrein" para designar ante todo la
asistencia a los juegos públicos o al teatro, que son los espectáculos por excelencia,
donde verdaderamente se mira con todos sus ojos, donde es tomado por completo por
lo que se ve.
El speculor latín insiste más bien en el esfuerzo hecho para ver en el acto de
mirar; significa: mirar con atención, vigilar, espiar una cosa que todavía no se ve o
insuficientemente. El término griego designaba más directamente la influencia del
objeto sobre el sujeto, forzando su atención; el latín insiste más en el esfuerzo del
sujeto para ver el objeto. En ambas lenguas, estos términos significan: mirar, con
atención.
Última observación que ni en griego, ni en latín, se encuentra un matiz
peyorativo que afecta “theôrètikos” o “speculativus”. Distinguiremos bien, en
filosofía, vida especulativa y vida práctica, intelecto especulativo e intelecto práctico,
pero no los opondremos como contrarios que se excluyen; los ordenaremos como el
mejor y menos bueno, como el superior y el inferior y, si se presenta la elección entre
vida especulativa y vida práctica, será sin ningún género de duda la primera que será
preferida.
Especulativo en su sentido primero y puro significará pues: el que le gusta
ver, mirar un espectáculo, sensible primero, espiritual luego.
La especulación: mirar lo que es, lo que se hace.
Cabe precisar aún más para definir especulativo lo que quiere decir: ver,
mirar. Como acabamos de señalar, aquí ver no indica solamente esta mirada rápida
que se echa sobre una cosa, sobre un hombre o un acontecimiento, que permite decir

143
CLVI
que se lo ha visto, sin que le hubiera llevado bastante interés para pararse de mirarlo.
El sentido es más fuerte. Se trata de ver una cosa que llama la atención, un objeto que
se impone a la vista, suscitando la curiosidad, un espectáculo que afecta bastante
profundamente el que mira para transformarlo, de alguna manera, por completo en
una mirada abierta sobre lo que pasa, tendido para ver lo que llega hasta su detalle.
Hay una pasión de ver que todo el mundo conoce.
Ahora bien, la vista se manifiesta allí como totalmente determinada por lo que
es, por el objeto que hay que ver; en la visión el que mira es absorbido en lo que ve.
La vista es así el sentido más capaz de coger lo que es; es lo que pasa, lo que se hace,
que se quiere ver y es para ver mejor tal como es en sí mismo que se concentra en él
toda su atención. El oído también nos revela los objetos, las personas; pero es como
colocada al servicio de la vista, porque lo que se oye de lejos, procuramos verlo y
nos acercamos para verlo. La "especulación" sensible, en este sentido, podría
definirse como una absorción del sujeto en el objeto por la mirada para tomar
posesión de su ser.
San Agustín, en sus Confesiones (lib. VI, c. 8) nos ofrece un ejemplo
excelente para permitirnos captar la potencia de la mirada y de la pasión del
espectáculo. Narra la historia de su amigo Alipio:

Alipio, siguiendo el camino de los honores de la tierra que tanto le


habían ponderado sus padres, me precedió en el viaje a Roma, a donde
fue para aprender el Derecho. Allí recayó de la manera más increíble en
el increíble frenesí de los ruegos gladiatorios. Pues, como manifestará su
aversión y detestación por aquellos espectáculos, algunos entre sus
amigos y condiscípulos a quienes encontró cuando ellos regresaban de
una comilona, con amistosa violencia vencieron su vehemente
repugnancia y lo llevaron al anfiteatro en días en que se celebraban
aquellos juegos crueles y funestos. Alipio les decía: aunque llevéis mi
cuerpo y lo pongáis allí, no podréis llevar también mi alma, ni lograr
que mis ojos vean semejantes espectáculos. Estaré allí si me lleváis,
pero ausente; y así triunfaré de ellos y también de vosotros.” Mayor
empeño pusieron ellos en llevarlo, acaso con la curiosidad de saber si
iba a ser capaz de cumplir su palabra.

144
CLVII
Alipio les mandó entonces a sus ojos que se cerraran y su espíritu que no
consistiera en tamaña perversidad; pero por desgracia no se tapó también
los oídos; porque en el momento de la caída de un luchador fue tal el
bramido de todo el anfiteatro que Alipio, vencido por la curiosidad y
creyendo que podía vencer y despreciar lo que viera, abrió los ojos y con
esto recibió en el alma una herida más grave que la que en su cuerpo
había recibido el luchador cuya caída desatara aquel clamor que Alipio
le entró por los oídos y lo forzó a abrir los ojos para ver lo que lo iba a
deprimir y dañar. Su ánimo tenía más audacia que fortaleza y era tanto
más débil cuanto más había presumido de sus propias fuerzas en vez de
contar sobre las tuyas. Y así aconteció que al ver aquella sangre debió
con ella la crueldad y no apartó la vista, sino que más clavó los ojos;
estaba bebiendo furias y no caía de la cuenta; se gozaba con la ferocidad
de la lucha y se iba poco a poco embriagando de sangriento placer. Ya
no era el que era antes de llegar al circo, sino uno de tantos en aquella
turba, y auténtico compañero de los que lo habían llevado allí. ¿Para qué
decir más? Alipio vio, gritó, se enardeció; y de todo ello sacó una locura
por volver al circo no sólo con los que a él lo habían llevado, sino
también sin ellos y llevando él mismo a otros.

Se ha observado cuánto san Agustín insiste en los términos que anotan la visión; ya
que es por la vista que la pasión del circo entró en Alipio. Se ha observado la potencia
de la visión en el corazón del hombre: por el órgano de la vista lo que ocurre fuera de
él entre en él y lo Trastorna.
Este trabajo presentado desde la primera página hasta el final, era la
contemplación de la verdad sobre la esencia humana, su naturaleza y su persona, la
observación acerca de la vida del hombre en el más acá, los desacuerdos sobre la
inteligencia del hombre, su voluntad y su pensamiento, pues para algunos el cerebro
es el sede de todo pensamiento, mientras otros afirman que todo pensamiento viene
de la Inteligencia, en virtud de todo lo mencionado y otros, se ha decidido llevar a
cabo la investigación por el método dialéctico-especulativo.
Para entender el término “dialéctico”
El método dialéctico tenía ya una larga existencia antes de que Marx y Engels
lo desarrollasen científicamente como un medio de comprender el desarrollo de la
sociedad humana. Los griegos antiguos produjeron algunos grandes pensadores
dialécticos, entre los que están Platón, Zenón de Elea y Aristóteles. Ya en el año 500

145
CLVIII
antes de nuestra era, Heráclito adelantaba la idea de que “todas las cosas son y no
son, porque todo fluye, está cambiando constantemente, constantemente naciendo y
muriendo. Es imposible sumergirse dos veces en uno e idéntico rió”.
Esta frase contiene ya la concepción fundamental de la Dialéctica, de que todo
en la naturaleza está en un constante estado de cambio y que este cambio se produce a
través de una serie de contradicciones. Etimológicamente viene del griego
dialeghestai, arte de discutir y razonar juntamente, a fin de establecer la verdad o la
falsedad de una cosa. Con la sofística, la dialéctica se convierte en confrontación
entre opiniones diversas que puede sostener discursos opuestos sobre el mismo tema;
es un arte que se practica con la finalidad de persuadir. En Sócrates es un itinerario
hacia la verdad a través del procedimiento de la refutación, en el que la contradicción
tiene la función de subrayar la imposibilidad de sostener determinadas posturas
mentales.
Con Platón la dialéctica encarna el estatuto epistemológico de la filosofía: al
demostrar la falsedad de una tesis a través de su refutación, muestra la tesis opuesta
por contradicción. Para Aristóteles la dialéctica está al servicio de la práctica de la
argumentación; sirve para llevar a cabo una discusión y es útil para la filosofía porque
ayuda a descubrir en las alternativas lo verdadero y lo falso, permitiendo así que se
encuentren las proposiciones primeras de donde parte la demostración apodíctica en
cada una de las ciencias y que no son objeto de demostración.
Es una «técnica» que parte de opiniones compartidas por todos, y que busca
defender o derribar una tesis mediante el silogismo. En Kant es la pretensión ilusoria
de producir saber a través del uso de la razón. Para Schopenhauer tiene la única
finalidad de alcanzar la victoria en la discusión sin atender a la verdad. En Hegel la
dialéctica es un concepto central, cuyas premisas tienen que reconocerse en el
proceso de la realidad: consta de tres momentos: la tesis, como posición del concepto,
y la antítesis, que en la negación revela la parcialidad afirmativa de la tesis,
obligándola a una concreción conceptual; la síntesis, que hace verdaderos los
movimientos precedentes dentro de una complementariedad entre lo racional y lo
real. Otras formas son el marxismo, que invierte la dialéctica al quitar la

146CLIX
contradicción; la dialéctica sartriana imbuida de las nociones de totalidad y
reapropiación. La teología dialéctica (desde K. Barth hasta P. Tillich) quiere oponerse
a los intentos idealistas de conciliar armoniosamente a Dios y al hombre, la
revelación y la razón, subrayando la diferencia ontológica entre Dios y el hombre,
expresada en la Palabra de Dios, que es libre de todas las formas de autosuficiencia
conceptual del hombre "pro-vocado" a la verdad del encuentro.
Método Dialéctico-Especulativo
El concepto MÉTODO viene del griego, meta= hacia y odo = camino.
Conjunto de procedimientos que se utiliza para obtener el saber o encontrar la verdad
de las cosas o fenómenos del universo. En virtud de este juicio al concepto “método”,
presentamos el que ha sido parte de esta investigación.
El método dialéctico-especulativo forma un todo. El método especulativo
consiste en construir una interpretación total del universo elaborando conceptos
básicos, que dan la clave de la realidad (Ej.: espíritu, materia, libertad, Dios, etc.) y
extraer conclusiones de cada caso sobre la existencia, la esencia, la apariencia o el ser
de las cosas.
El método dialéctico busca la verdad metafísica por la síntesis de las
opiniones contrarias, lo que permite sobrepasar éstas y alcanzar la verdad sobre la
cual todo el mundo se pondrá de acuerdo. Concretamente, es el tipo de proceso que
tiene lugar en el momento de debates o de discusiones entre poseedores opuestos de
opciones. Tomemos por ejemplo el problema de la existencia de Dios. Por un lado,
los supuestos milagros, el argumento de la intención, la revelación y otros, sugieren la
existencia de Dios. Por otro lado, el problema de la existencia del dolor sugiere la
inexistencia de Dios. La contradicción podría ser resuelta, por ejemplo, suponiendo
que Dios existe “bel y bien”, pero suponiendo que el dolor tiene una utilidad
escondida: por ejemplo, él puede servir para el perfeccionamiento de las almas, y que
si es intolerable del punto de vista humana, apenas toca el alma. Luego, podremos
defender la idea según la cual el dolor afecta sólo el cuerpo por ser material, pero no
el espíritu. A partir de una contradicción aparente, el método dialéctico va pues a
engendrar nuevas verdades metafísicas. Conocemos cuatro leyes de la Dialéctica:

147CLX
1. “Todo se relaciona” (Acción recíproca)
2. “Todo se transforma” (Negación de la negación)
3. Pasar de la cantidad a la cualidad (Cambio cualitativo)
4. Contradicción o lucha de contrarios.
A la luz del método utilizado, Especulativo-dialéctico, se ha llevado a cabo un
análisis crítico. Expresan Montero y Hochman (2005) sobre el análisis crítico: “La
culminación del trabajo comenzado con la apreciación definitiva de un texto, a partir
de los elementos hallados en él (…) No utiliza criterios exteriores para considerar el
trabajo examinado, sino que se centra alrededor de una evaluación interna del
desarrollo lógico de las ideas del autor” (p.62).
Todo texto seleccionado es importante, se trata sólo de ver la idea central que
el autor quiere resaltar. Ésta fue analizada en el contexto de la naturaleza misma de
nuestro objetivo general, Generar una reflexión sobre la consciencia del más acá
como fundamento educativo.
Paradigma de la Investigación
Para Thomas Kuhn (1922-1996), un paradigma es un modelo o patrón
aceptado, un arquetipo de investigación que tiene vigencia por un determinado
tiempo; esta vigencia está dada, en primer lugar, por su poder o capacidad para
resolver o solucionar problemas dentro del campo de la investigación científica; y en
segundo lugar, está dada gracias a la lucidez de pensamiento con la cual se logra
visualizar de manera nueva y creativa los diferentes interrogantes que se presentaban
oscuros y confusos para el anterior paradigma de pensamiento. Retomando estas
definiciones de base, Guilbert (1997b, p. 5) considera que un paradigma puede definir
“como un sistema de creencias fundamentales o una visión del mundo que guía al
investigador no sólo para la elección de una aproximación metodológica, sino
también sobre los aspectos ontológicos y epistemológicos de su investigación”.
Dado que casi todos los paradigmas en Ciencia de la Educación conocidos, se
basan en el desarrollo de la inteligencia, no en la formación del carácter del
individuo, se presentaba una dificultad para apoyar esta investigación sobre un
paradigma de los más comunes. Pues este trabajo es orientado hacia la formación del

148CLXI
carácter, no al desarrollo de la Inteligencia. Para mantener la armonía entre las ideas,
el Modelo De Reconocimiento Mutuo del filo-sociólogo Axel Honneth de la
Universidad de Fráncfort, es ideal para esta investigación. Antes de desarrollarlo, se
hará énfasis acerca de la Condición humana, clave para entender hacia dónde va Axel
Honneth con este paradigma: Reconocimiento Mutuo.

a.- Condición humana


El deseo de reconocimiento es una cuestión fundamental de la condición
humana. En las sociedades arcaicas, la violencia estalla cuando se vulnera la lógica
del honor. En la antigüedad, Platón subrayaba que el ser humano se compone de tres
componentes: el deseo concupiscente, el intelecto, con entre los dos el
“θυμός”(“thymos”) o la parte irascible del alma que corresponden con los impulsos
del corazón y nutre la autoestima. Este principio "thymotic" es la clave para la acción
y el coraje. Cuando los hombres experimentan el sentimiento de ser desvalorizados,
ser desestimados, entonces nace la emoción de la cólera. Por el contrario, cuando no
elevan su vida a la altura de lo que estiman ser su valor, experimentan la vergüenza.
Y si son evaluados adecuadamente en proporción a la estima que tienen de sí mismos,
se sienten orgullosos. El deseo de reconocimiento y las emociones concomitantes -
cólera, vergüenza y orgullo - forman parte integrante de la vida de toda personalidad
humana. Se sabe cuánto Hegel insistió en el carácter antropogénico del deseo de
reconocimiento y la lucha por el reconocimiento se le apareció como el verdadero
motor de la historia. Axel Honneth ha renovado el enfoque de este tema fundamental
al mostrar que la primera forma de reconocimiento recíproco se hace en el amor que
da la confianza en sí mismo, luego en el derecho que garantiza institucionalmente la
dignidad y, por último, en la solidaridad que permite experimentar la autoestima. Si
una de estas tres formas de reconocimiento es deficiente, el delito será experimentado
como un ataque que amenaza con destruir la identidad del individuo en su totalidad.
Basado en estos postulados, y, sobre todo apoyándose en Hegel, Axel Honneth funda
el paradigma de reconocimiento recíproco para promover la paz entre los humanos,

149CLXII
por ende paz en el más acá. En los párrafos que siguen, se desarrollará este
paradigma para la emancipación.
b.- Paradigma del reconocimiento mutuo
El fundador de este paradigma es el filósofo y sociólogo alemán, Axel
Honneth de la Universidad de Fráncfort. Según la Wikipedia de Francia, él nació el
18 de julio de 1949 en Essen. Tiene actualmente 66 años en el más acá. Axel Honneth
se dio a conocer en el mundo filosófico por dos cosas: de una parte, para su teoría del
reconocimiento, una de las teorías sociales las más discutidas en el mundo hoy, y, por
otra parte, por haber sucedido a Habermas, el filósofo más grande y vivo, en la
Universidad de Fráncfort. Entonces, ser profesor en la Fráncfort, no es suficiente
alegrarse de ser profesor ahí: es en sí un programa filosófico, el de perseguir y de
enriquecer la herencia critica de la escuela del mismo nombre que, de Horkheimer y
Adorno en los años treinta hasta Habermas en los años 90, se dio para tarea a
desarrollar en un sentido progresista una teoría crítica de la sociedad moderna.

El objeto de la filosofía social desarrollada estos últimos años por Honneth, el


sucesor de Habermas en Francfort, es pensar en la vida social como intrínsecamente
conflictiva y mostrar que este conflicto no la destruye porque es animada por una
lucha por el reconocimiento. Ésta se declina en tres grandes formas, el amor, el
derecho y la solidaridad, que acondicionan el descubrimiento y la prueba que cada
uno hace como individuo (confianza), como persona (respeto) y como sujeto (estima).
Reducido a tres aspectos principales, el desprecio sufrido por cada uno alcanza una u
otra de sus relaciones prácticas. Le revela la forma de reconocimiento de la que falta
y lo precipita a la lucha. La filosofía social de Honneth pone al día pues la dimensión
moral de las luchas sociales.

La teoría de Honneth se encuentra desarrollada en su manual de filosofía


contemporánea social y política, publicado originalmente en 1992 y traducido al
francés por las ediciones del Cerf. Axel Honneth tiene la intención de sacar a la luz
“los fundamentos de una teoría social de contenido normativo”, basándose en el
modelo hegeliano de una “lucha por el reconocimiento.” De una parte, el libro pone

150
CLXIII
en evidencia la lógica moral de los conflictos sociales; esboza, por otra parte, en una
perspectiva normativa, las condiciones sociales de la integridad personal. Honneth se
propone de una vez explicar la dinámica social y construir un modelo capaz de
evaluar el grado de reconocimiento que una sociedad dada hace (y debería hacer)
posible.
En la primera parte del libro, Honneth examina algunos textos hegelianos del
período de Jena con el fin de buscar una formulación inicial de la “lucha por el
reconocimiento”. En la segunda parte, reactualiza el pensamiento hegeliano
confrontándolo con la psicología social moderna (G.H. Mead y Winnicott). Así, se
llevó a identificar tres tipos de reconocimiento intersubjetivo: el amor, el derecho y la
solidaridad, que forman la estructura de las relaciones de reconocimiento social. La
tercera parte del libro se dedica entonces a tirar las consecuencias de esta
reactualización: del lado de la comprensión de la historia de los conflictos sociales en
primer lugar, del lado de la definición de lo que podría ser una vida buena o una vida
ética luego.
En la primera parte, Axel Honneth expone su deuda con respecto a “La idea
primera de Hegel”. Emprende allí una lectura paciente y exigente de tres textos de
Hegel del período de Jena: el artículo Sobre las maneras de tratar científicamente el
derecho natural de 1802, el Sistema de la vida ética de 1803-1804, y la Realfilosofía
de 1805. Honneth subraya la novedad del enfoque hegeliano: en lugar de pensar en la
sociedad como un campo de lucha por la existencia (el famoso estado de naturaleza)
que el Estado vendría para pacificar, Hegel contempla la realidad social como el lugar
de una confrontación moral que tiene como finalidad el reconocimiento mutuo de los
individuos. Si la filosofía social moderna nació, en Maquiavelo y Hobbes, de una
ontología social que suponía que los individuos mantienen relaciones de rivalidad y
de hostilidad, ella no se halló en situación de coger estas relaciones de otro modo que
bajo el aspecto de una lucha por la conservación de su identidad física. La lectura de
los textos del joven Hegel permite contemplar por primera vez los conflictos sociales
de un punto de vista moral: se trata para cada uno, en la lucha voluntaria, de saberse
reconocido por todos, o más trivialmente de existir en los ojos de otros. Primero, el

151
CLXIV
reconocimiento es afectivo y restringido en el círculo familiar: el individuo, por el
amor que recibe, ve sus necesidades concretas reconocidas. Luego, el reconocimiento
es jurídico: la persona se ve dotada de derechos y se encuentra tan reconocida por la
sociedad civil. Por último, el Estado reconoce a la persona y ésta participa en los
lazos de solidaridad que constituyen la vida ética. El amor, el derecho y la “eticidad”
dibujan las etapas por las cuales cada uno se encuentra reconocido como una persona
autónoma y singular.
La segunda parte de la obra consiste en una “Reactualización sistemática” del
pensamiento hegeliano. Conduce a Honneth a aclarar la estructura de las relaciones
de reconocimiento diferenciando “las formas de integración social según que reposan
en lazos afectivos, en el reconocimiento de derechos o en la adhesión a valores
comunes” (p. 161).
El primer modo de reconocimiento mutuo es la relación de amor, por la cual
el individuo alcanza la “confianza en sí mismo”, es decir, una cierta seguridad
emocional. Axel Honneth se apoya en el trabajo del psicoanalista inglés Donald
Winnicott, que muestra por qué etapas el niño accede a un equilibrio satisfactorio
entre la simbiosis con la madre (que permite la seguridad) y la afirmación de sí (que
permite la autonomía). Al final de este proceso, el individuo adquiere la “capacidad
de ser único”, es decir, de estar solo, condición necesaria de toda creatividad, que ésta
sea infantil o adulta. Los afectos y las necesidades del individuo se ven entonces
reconocidos, no sólo en el sentido en que hace posible probarlos legítimamente, sino
también en esto que él puede hacerlos saber a otros con toda tranquilidad. Honneth
cierra este primer momento subrayando que no separa abstractamente el
reconocimiento “privado” que hace posible el amor y el reconocimiento “público” del
que va a ser cuestión. Precisa que un individuo no podría participar en la vida pública
de modo autónomo sin la confianza en sí mismo, mínima que el lazo de amor pudo
elaborar.
El segundo modo de reconocimiento mutuo es la relación jurídica, por la cual
el individuo se ve reconocido como una persona dotada de derechos. La estimación
propia es el efecto subjetivo de este reconocimiento, la responsabilidad moral del

152CLXV
individuo se encuentra entonces reconocida. Los derechos reconocen en efecto al
individuo “la capacidad de pronunciarse de manera racional y autónoma sobre las
cuestiones morales” (p. 194).
La estima social designa el tercer modo de reconocimiento. Lo que es
estimado (y pues reconocido), son las capacidades y las cualidades singulares de los
individuos. Ser estimado, esto no vuelve a ser reconocido jurídicamente. El
reconocimiento jurídico se apoya en una calidad universalmente compartida (la
capacidad moral); de modo totalmente diferente, “Una persona no puede juzgarse
"estimable" que si se siente reconocida en prestaciones que no podrían ser aseguradas
también por otras” (p. 213). El individuo adquiere el sentimiento de su propio valor
gracias a la simpatía social (o solidaridad) que le es manifestada.
Para poner fin a la segunda parte de la obra, el autor pone en relación cada
tipo de reconocimiento social con una experiencia del desprecio. Primero, la violencia
física niega la capacidad del sujeto para disponer libremente de su propio cuerpo;
luego, la denegación del derecho niega para el sujeto la responsabilidad moral que es
concedida a otros; por fin, la denigración le niega al individuo la aprobación social
del modo de vida que es el suyo. El lenguaje corriente evocará con rectitud una
"muerte psíquica" en el primer caso, una "muerte social" en el segundo, y una
"herida" o una "mortificación" en el tercero, subrayando metafóricamente que las
diferentes formas de desprecio perturban la salud psíquica del individuo, es decir, son
ofensas a su integridad. La ira y la vergüenza social que pueden emanar de estas
experiencias del desprecio constituyen para Honneth el motor principal de la lucha
por el reconocimiento.
Algunas "Perspectivas de filosofía social" son esbozadas en la tercera parte.
Axel Honneth piensa demostrar que la lucha por el reconocimiento es
verdaderamente la fuerza moral que da cuenta del desarrollo y del progreso de las
sociedades.
Primero, él verifica su idea central proponiendo una lectura de las filosofías
sociales de Marx, Sorel y Sartre: los tres comprenden la lucha social como la lucha
por el reconocimiento, pero reducen este reconocimiento moral a uno solo de sus

153CLXVI
aspectos. La tripartición de las formas de reconocimiento propuesta por el autor
permite hacer justicia a estos teóricos subrayando su parcialidad.
Luego, la tesis según la cual las luchas sociales son primero unas luchas
morales, está confrontada con los datos históricos. Se trata de establecer
históricamente la relación entre desprecio moral y lucha social, y de sugerir un
modelo que permite distinguir, en las luchas históricas, los motivos progresistas y los
motivos reaccionarios.
Por último, esta última perspectiva lleva al autor a proponer un borrador de lo
que podría ser una buena vida, teniendo en cuenta las condiciones intersubjetivas de
la integridad personal. Argumenta que la solidaridad post-tradicional no define
positivamente los valores que son suyos. El "lugar de la persona", es decir, estima
otorgada a las cualidades y capacidades singulares de los individuos. El libro se cierra
en el umbral de las luchas sociales, afirmando que sólo estas últimas - no la filosofía -
son capaces de caracterizar positivamente este "lugar del individuo" que también es,
en palabras de Hegel, el lugar de “la vida ética”.
La lucha por el reconocimiento es una obra densa, recorrida por una tensión
interna que hace que la lectura sea particularmente estimulante. Primero, la obra se
esfuerza por probar una tesis hegeliana altamente especulativa movilizando las
ciencias humanas, particularmente la psicología social. El enfoque especulativo se
encuentra confrontado con los resultados empíricos abastecidos por ciertas ciencias
humanas, que lo alumbran a cambio. Luego, la tensión esencial de la obra valora
posiblemente su enfoque conjuntamente explicativo y normativo: el marco
descriptivo elaborado por el autor pretende justificar luchas sociales, su sentido y su
historia; el marco normativo que sugiere, es para evaluar las sociedades de acuerdo
con el nivel y formas de reconocimiento que hacen posible, justificar ciertas luchas
sociales y proponer algunas herramientas teóricas susceptibles de alumbrar las luchas
que vienen. La lucha por el reconocimiento llega a fijar el marco explicativo y
normativo de una teoría social exigente, inscrita en una historia original de la filosofía
política, atenta a las ciencias humanas como a las luchas sociales de su tiempo.

154
CLXVII
CONCLUSIÓN GENERAL

El Más Acá gime y está en dolores de parto hasta el momento presente. ¿Qué
se entiende por dolores de parto en este contexto? Aquí esta expresión es utilizada por
analogía a lo que se vive cotidianamente en el más acá: La familia deja de ser en su
mayoría una comunidad viva, para convertirse en una colección de hombres viviendo
como cangrejos; violación de derechos humanos por poderosos, la delincuencia
juvenil, las centenas de muertes violentas hebdomadariamente, la corrupción
generalizada en las administraciones públicas y privadas, el terrorismo y sectas
satánicas para deshumanizar al hombre, contaminación ambiental, el dinero se ha
convertido en un fin, y deja de ser un medio para el bienestar común; muchas veces
se oye esta locución: “dinero es sangre; ante el dinero no hay hermanos ni hermanas.”
Son estas observaciones y otras que constituyen los dolores de parto que el Más Acá
gime en su seno.
¿Se puede hacer algo para devolver la sonrisa al Más acá? El problema del
más acá no son las especies animales, ni sequías ni terremotos en varias partes del
globo, sino la especie humana gobernada por un mal radical que quiere acabar con
todo incluso llevar al hombre a su autodestrucción. Entonces, si existe este mal
radical en el hombre, existe también en él un bien radical para la restauración del
género humano, por ende del más acá.
Ahora bien, ¿cómo llegar a esta restauración? Se ha propuesto en este trabajo
la educación de la consciencia humana. ¿Por qué no se propone más bien la
educación de la voluntad o la educación de la Inteligencia? No se puede educar la
voluntad, pues ella no es libre. Fue diseñada únicamente para alcanzar el bien y crear
en el hombre el hábito de obrar bien para alcanzar su fin, la felicidad. Allí donde
termina mi poder, termina mi voluntad. La voluntad es querer, pero no todo lo que
quiero está a mi alcance. En la vida, hay sujetos que tienen más voluntad que otros,
por el hecho de tener más poder. Puede ser un poder político, un poder monetario, un
poder físico, entre otros. Lo importante es utilizar ese poder para hacer el bien para
que la voluntad alcance su fin, la virtud. Lo que es libre son las acciones humanas.
Por eso, tenemos el libre albedrío.

155
CLXVIII
Como la voluntad es una potencia superior del alma, da poder al hombre para
hacer el bien. Pero, si el hombre rehúsa el bien para entregarse a la maldad, llevará
una vida de vicios como contrario a la virtud; sus acciones serán acciones
vergonzosas, destructivas. Si es el caso, se vive en un estado que se llama, falsedad
volitiva o la “muerte” de la voluntad. La palabra muerte está entre comillas, pues la
voluntad en sí no puede morir por ser inmaterial y no está limitada en aceptar lo que a
ella se le presente. La muerte entre comillas es también para decir que a la voluntad
se le impide cumplir su función. En vez de vivir una vida de virtud, se vive una vida
de pura mediocridad. Por el contrario, el que se deja llevar por el camino del bien,
llevará una vida de virtud; sus acciones serán llamadas, acciones gloriosas y
edificantes. Es la verdadera felicidad, vivir haciendo el bien sin interrupción.
En este trabajo, no se habla de educación de la Inteligencia, sino de su
desarrollo por medio de la educación. Casi todas las teorías educativas conocidas se
enfatizan en esta tarea de la educación. Para citar algunas: el Conductivismo, el
Constructivismo, Teoría del desarrollo intelectual de Piaget, los modelos de
aprendizaje cognitivo-constructivistas de Piaget, Vigotsky y Ausubel. El desarrollo
de la Inteligencia nos lleva a la ciencia y a la virtud intelectual, pero no humaniza al
hombre.
¿Cuántos científicos han causado dolor a la humanidad por la fabricación de
armas nucleares, bombas atómicas y a neutrones? ¿Cuántos economistas y políticos
han hundido naciones por el mal uso de sus artes? ¿Cuántos médicos han asesinado a
millones de seres humanos en su estado más débil por la práctica del aborto? Estas
interrogaciones y otras llevan a Rabelais, humanista francés del siglo XVI, a decir
que “Ciencia sin consciencia no es más que la ruina del alma.”
Para corregir las fallas en el mundo científico, en el arte y la técnica, la
Educación tiene que tomar en serio su segundo y principal papel, humanizar al
hombre, es decir, concientizarlo para que sea perfecto, dispuesto a hacer siempre el
bien. Este proceso de humanización se llama también formación del carácter o
educación de la consciencia moral del hombre. Si la teoría del desarrollo intelectual
de Piaget tiene que ver con la inteligencia y la ciencia, la teoría de reconocimiento

156CLXIX
mutuo de Axel Honneth, tiene que ver con la consciencia y con la moral para el
perfeccionamiento de la humanidad sin rechazar las teorías mencionadas. Es la razón
por la cual, esta investigación ha sido hecha bajo este paradigma que tiene que ver
con las facultades morales del hombre.
¿Es realmente posible educar la consciencia humana? Aquí no se trata de la
consciencia psicológica, sino de la consciencia moral del hombre. Esta educación
consiste en concientizarlo a optar por el bien. Eso se llama también la elevación de la
consciencia humana que tendrá una influencia positiva en el más acá. Hay pues en la
naturaleza misma gérmenes de moralidad. Sería imposible, en efecto, sugerir la idea
del bien, si la razón no contenía el principio.
Ciertamente la evolución natural misma del individuo tiende a producir las
nociones morales. Pero el educador puede ayudar a este desarrollo. Para esto es
necesario: 1° que ejerza al niño a juzgar acciones de otros; que en relatos exactos y
atractivos le muestre a hombres que han hecho bien o mal; que le pida pronunciarse
sobre las virtudes y los vicios de otro, que lo invite a dar las razones por las cuales tal
acción le parece buena y tal otra mala; 2° que deje al niño cumplir a sus riesgos y
peligros las acciones que le sugiere su iniciativa personal, que él mismo se
acostumbre temprano a decidirse y a adquirir así el sentimiento de su responsabilidad,
que le ofrezca oportunidades frecuentes para superar sus inclinaciones y vencer sus
instintos malos.
Hay que, en otros términos, acudir lo antes posible a la experiencia del niño.
Las nociones morales no pueden ser transmitidas de fuera como las verdades
geométricas: Deben salir espontáneamente de la reflexión personal y de los
sentimientos interiores. La consciencia será lenta a aparecer en los niños que no
habrán estado acostumbrados, a actuar, ni a juzgar las acciones de otros.
Hace falta, en otros términos, que toda virtud moral enseñada a los niños sea
íntimamente atada, como decía Pestalozzi, "a una experiencia intuitiva y sensible que
les sea propia". En unos escritos de este autor, recogemos estos datos:

“La educación moral elemental, decía Pestalozzi, consta de tres partes


distintas: primero hay que darles a los niños una consciencia moral,

157CLXX
despertando en ellos sentimientos puros; luego hace falta, por el ejercicio,
acostumbrarlos a vencerse a sí mismos, para aplicarse a todo lo que es
justo y bueno; finalmente, hay que llevarlos a hacerse, por la reflexión y
la comparación, una idea justa del derecho y de los deberes morales que
resultan para ellos de su posición y de su entorno”. (Roger de Guimps,
Histoire de Pestalozzi, p. 206) (Traducido del francés por el autor de la
investigación)

“Es en sí mismo, dice otra vez el autor que acabamos de citar, que (el
niño) lleva su norma de conducta, es en sí mismo que hay que aprenderle
a buscarla, y cuando el maestro manda, debe esforzarse en dar a entender
que esto no es en su propio nombre que habla, sino en nombre de la ley
moral que es inscrita en el corazón del niño, y es, él, sólo su eco y el
intérprete. Llevar al niño a comportarse en ausencia de sus maestros, y en
ausencia de todos aquellos que tienen el derecho a forzarlo por hacer bien
y de castigarlo por haber hecho mal, como se comportaría en su
presencia; tomar su punto de apoyo en sí contra sí mismo, mostrarle que
puede lograr dirigirse sin ayuda exterior, y llevarlo insensiblemente a
pasarse de esta dirección exterior: he aquí el verdadero método de la
educación.” (traducido del francés por el autor de la Investigación)

Después de todo lo dicho, entendemos que la consciencia es una pieza


insustituible de la personalidad humana. Le permite al Hombre distinguir el bien del
mal. Por ella, conoce su deber y juzga sus propios actos y los de sus semejantes. Se
debe y se puede perfeccionar su consciencia; es peligroso descuidarla o someterse
sólo en parte a sus leyes. No es correcto concebir la consciencia como un código de
conducta impuesto por padres y educadores, algo así como un lavado de cerebro que
pretende asegurar la obediencia y salvaguardar la convivencia pacífica.
En cierta medida, la consciencia es fruto de la educación familiar y escolar,
pero sus raíces son más profundas: está grabada en el corazón humano. La
consciencia es una pieza necesaria de la estructura psicológica del hombre. También
hemos sido educados para tener amigos y trabajar, pero la amistad y el trabajo no son
inventos educativos, sino necesidades naturales: debemos obrar en consciencia,
trabajar y tener amigos porque, de lo contrario, no obramos como hombres.
Si tenemos pulmones, ¿podríamos vivir sin respirar? Si tenemos inteligencia,
¿podríamos impedir sus juicios éticos? Desde este planteamiento se entiende que la
consciencia moral, lejos de ser un bello invento, es el desarrollo lógico de la
inteligencia; pertenece a la esencia humana, y forma parte de la estructura psicológica

158CLXXI
de la persona. No podemos olvidar que el juicio moral no es un juicio sobre un
mundo de fantasía, sino sobre el mundo real. Puedes impedir el juicio de consciencia,
y también puedes negarte a comer, o conducir con los ojos cerrados. Lo que no
puedes es pretender que los ojos, el alimento y los juicios morales sean cosas de poca
monta, sin grave repercusión sobre tu propia vida. Precisamente por ser una pieza
insustituible se puede hablar así:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.
Dotados como están de dignidad y consciencia, deben comportarse fraternalmente los
unos con los otros. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de
consciencia y de religión.” (Declaración Universal de Derechos Humanos, artículos 1
y 18).
“Vivo mejor con la consciencia tranquila que con una buena cuenta corriente.”
(Tom Cruise).
“Es mucho menos pesado tener a un niño en brazos que cargarlo sobre la
consciencia”. (Jérôme Lejeune).
Ante la necesidad de decidir moralmente, es decir, con conocimiento y con libertad,
resulta necesario educar la consciencia. Una educación que debe empezar en la niñez
y no interrumpirse, pues ha de aplicar los principios morales a la multiplicidad de
situaciones de la vida. Una educación protagonizada por la familia, la escuela y las
leyes justas. Una educación que lleva consigo el equilibrio personal y que supone
respetar tres reglas de oro:
 Hacer el bien y evitar el mal.
 No hacer a nadie lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
 No hacer el mal para obtener un bien.
La educación de la consciencia es incompatible con el relativismo moral, con la
concepción subjetivista del bien. Dicho de otra manera: educar la consciencia es
enseñarla a respetar la realidad, a no manipular lo que es objetivo. La inteligencia es
la capacidad de conocer la realidad y conocerse a uno mismo. Desarrollar la
inteligencia es entrenarla para reconocer las cosas como objetivamente son, no como
subjetivamente pueden parecer o nos conviene que sean. Lo cual no es nada sencillo.

159
CLXXII
Cuando se observa tantas fealdades en el más acá, para citar algunas: grupos
terroristas en varias partes del mundo para causar dolor a la humanidad; sistemas
políticos oligárquicos para llenar de riquezas materiales a sus miembros robando los
recursos del Estado, generando oportunistas y delincuentes, causando hambre e
inseguridad en el seno de sus pueblos; cuando se vive en un ambiente donde el mal se
llama el bien, y el bien se llama el mal, la corrupción no es una desviación de los
principios morales sino parte de la cultura, muchos observadores se preguntan por la
existencia de una consciencia en el hombre. Si estas observaciones causan dolor a
algunos y se catalogan como situaciones inadmisibles, la conclusión es que todos los
hombres tienen una consciencia.
De veraz, todos tenemos una consciencia, pero no está desarrollada en todos
por igual. En unos, queda oscura y confusa, por no tener tiempo o las ocasiones de
ejercitarse, semejante en muchos puntos a la de los niños pequeños, que actúan bien o
mal inocentemente, sin saberlo, que mienten, por ejemplo, para no desagradar. Otros,
más instruidos, pero llevados por la pasión, se equivocan en sus juicios y toman el
bien por el mal, o recíprocamente; tales los fanáticos, que, para imponer sus
creencias, que consideran excelentes, recurren a la violencia, a las torturas, incluso a
las matanzas y se vanaglorian de estos actos abominables. Otros por fin vacilan sin
cesar sobre la conducta que deben asumir, por un exceso de escrúpulo que los impide
distinguir muy rápidamente y con claridad el bien del mal: son los timoratos (débiles
de corazón).
Como hemos señalado en uno de los apartados de esta conclusión, la voluntad
como potencia superior del alma, nos da poder para hacer el bien, entonces usemos
este poder para trabajar con consciencia. La consciencia humana es perfectible. Hay
que, pues, esforzarse por perfeccionarla instruyéndose y sobre todo practicando el
examen de consciencia.
La instrucción nos aporta, al mismo tiempo que otros conocimientos, nociones
morales día tras día más numerosas y más netas; la costumbre de interrogar nuestra
consciencia la hace más segura, más delicada y más activa. Las personas virtuosas no

160
CLXXIII
se contentan del examen diario; reflexionan continuamente sobre sus actos y velan sin
cesar sobre sus disposiciones interiores.
Nada es más peligroso que descuidar su consciencia o entrar con ella en la vía
de los arreglos. Entonces se vive sin dar jamás una vuelta sobre sí mismo, sin
preocuparse de la ley, a merced de los acontecimientos y a merced del azar; o se
cumple su deber sólo en parte, porque somos demasiado muelles o demasiado
cobardes para cumplirlo completamente. Pronto la consciencia se tuerce, o se atrofia,
o se duerme; de ahí una conducta indecisa e incierta, errores de juicio, faltas, y la
dignidad de la persona disminuida o perdida.
A un sujeto que comete una mala acción, ¿se le puede decir que no tiene
consciencia? Según lo planteado, todo ser humano tiene consciencia. Por lo tanto,
este sujeto tiene consciencia. Quizás tiene una consciencia no desarrollada, dormida o
se ha dejado llevar por la pasión rechazando los dictámenes de su consciencia. Yo
diría a este sujeto, “Tú tienes mala consciencia.”
El que tiene una consciencia educada, caminará en la luz, no cometerá locuras
para su degradación y daños a otros. Para mantener despierta nuestra consciencia y
llevarla a la perfección, tengamos como costumbre, apartar un cuarto de hora en
nuestra vida cotidiana para un examen de consciencia.
Este examen consiste en repasar nuestras vidas para tener presente los errores
que hemos cometido y buscar a repararlos, interrogar a nuestra consciencia cuál es la
vía que debemos seguir en tal situación. Estas recomendaciones pueden devolver al
más acá su sonrisa, pues al observarlas, el hombre no será más un problema para el
más acá ni un lobo para con su semejante, sino un agente de belleza para restablecer
el equilibrio en el más acá.
Para seguir trabajando con la consciencia, reflexionemos sobre estas palabras
comunes, fruto de la experiencia: Dios perdona siempre, que el hombre perdona
algunas veces, y que la naturaleza no perdona nunca. Pero el castigo de la naturaleza
nunca es una traición, pues avisa previamente por medio de la consciencia.

161
CLXXIV
APORTE EDUCATIVO
Mi gran preocupación es la observancia de un sueño volitivo en nuestros
educadores, lo cual les llevó a una sumisión ciega en los años ochenta cuando el
gobierno de turno modificó el pensum escolar quitando la asignatura de Instrucción
Cívica y Moral para colocar una asignatura que se llama Pre-Militar. Al cumplir esta
orden, la Educación dejó de ser plenamente Educación para convertirse en una
formación académica.
La Educación no es solamente el desarrollo de la Inteligencia, sino también
formación del Carácter. La formación del carácter es el papel principal de la
educación y eso se hace con la asignatura que se llama INSTRUCCIÓN CÍVICA Y
MORAL, pues las materias humanísticas sirven para humanizar a la especie humana.
Es un gran error pensar que estamos usurpando el rol de los padres si
enseñamos el civismo y la moral en las escuelas. Además hay una inmensidad de
padres que no enseñan a sus párvulos cómo vivir en familia y en sociedad, por eso
tenemos una inmensidad de delincuentes en el mundo, delincuentes letrados y
delincuentes iletrados, hombres inútiles para una convivencia sana.
Son muy pocas universidades que tienen la bendita cátedra que se llama
DEONTOLOGÍA en su pensum. Si esta cátedra es para formar a los profesionales
con un espíritu deontológico, ¿por qué no buscan a especialistas para esta materia?
Voy a citar un caso entre muchos, pero sin nombrar a las instituciones porque
este trabajo no es para desprestigiar a nadie, sino para sensibilizar al común de los
mortales. Hace como tres años, tuve la dicha de asesorar a una estudiante en
educación integral de una Institución pública en la cátedra de deontología. Al revisar
el material que me trajo la estudiante, descubrimos que el titular de la cátedra no
sabía el contenido de la materia. Como tenía 20 años trabajando en la Institución,
prefirieron dar la materia a él pensando que por los años de servicio, era la persona
ideal para dicha asignatura.
Desafortunadamente, los años de servicio no es una garantía de que la persona
sea apta para enseñar la ética profesional. Se sabe que el rol de la universidad es
buscar la verdad. No es la verdad lógica, sino la verdad epistemológica, es decir,

162
CLXXV
tener un espíritu crítico como profesional o como estudiante universitario. Si la ética
profesional fuera un trabajo como limpiar las calles de sus inmundicias, cualquiera
podría hacerlo. Pues este trabajo no exige un conocimiento conceptual. La ética
profesional es conocida como ética aplicada, su nombre científico es
DEONTOLOGÍA, del griego ta deonta que quiere decir los deberes. La deontología
es la ciencia de los deberes. Esta disciplina fue inventada para empujar a los
profesionales a cumplir con sus deberes, pues es fácil reclamar los derechos y difícil
cumplir con los deberes.
No todo el mundo puede dar esta materia, hay que ser especialista en filosofía
moral para ser catedrático en deontología. La educación tiene que asumir su papel de
humanizar al hombre para evitar lo que estamos viviendo hoy, problema
deontológico-social-político que convierte nuestro país en un lugar no deseado para
vivir; evitar también la autodestrucción del hombre por la práctica de la ciencia sin
consciencia. Pues la ciencia se da por el desarrollo de las facultades intelectuales; la
consciencia se despierta por la formación del carácter, es decir, la práctica del bien lo
que implica el desarrollo de las facultades morales del hombre.
Cuando la Ética y la Moral no se enseña, el individualismo se fortalece y el
lazo social se debilita. Educadores y hombres de buena voluntad, ha llegado la hora
de abogar por una ética de la comprensión del otro, por el retorno de la asignatura
INSTRUCCIÓN CÍVICA Y MORAL en el pensum escolar, para incluir también la
cátedra de DEONTOLOGÍA en todas las carreras universitarias.
Es posible reconstruir a Venezuela y cambiar la sociedad, pero ¿cómo
hacerlo? Edgar Morin nos responde: “Para cambiar la sociedad, hay que primero
cambiar a los individuos, pero para cambiar a los individuos, hay que cambiar las
instituciones. La solución es pues ayudarse unos a otros, ciertos actores de la
sociedad que dirigen sus acciones hacia los individuos, otros, hacia las
instituciones”. (Edgar Morin, Socio-filósofo). Seguimos nuestra reflexión con el
tema: Moral y Ética en la vida práctica. Se aprenderá lo que es un conflicto moral, un
dilema “aparente”, razonamiento ético en los casos clínicos, un juicio de valor en el
cumplimiento de un deber.

163
CLXXVI
Moral y Ética en la vida práctica
La moral es una dimensión de la vida humana que no tiene equivalente. Es
profundamente influenciada por varios factores culturales - historia, tradiciones,
educación, creencias religiosas, etc. El objeto de esta disciplina llamada la ética es el
análisis intelectual de esta dimensión del ser humano. La ética no crea el sentido
moral ni el comportamiento moral. Su fin es mucho más modesto: explorar la
naturaleza de la experiencia moral, en su universalidad y en su diversidad. Ética y
Moral son generalmente consideradas como sinónimos porque ambos términos tenían
al principio el mismo sentido, a saber el estudio de la disposición, del carácter o de la
actitud de una persona, de un grupo o de una cultura dado, y medios de promoverlos
o de perfeccionarlos.
El mundo de la ética
Durante su desarrollo a través de la historia, la ética como disciplina fue
objeto de diferentes enfoques. Ninguno de ellos, este día, ha encontrado el
asentimiento general. Hay sistemas éticos que se organizan en torno a nociones de
derecho positivo, de deber, de obligación, de virtud, de felicidad, de principios, de
consecuencias, etc. Para tratar de entender lo que cada enfoque puede traer, conviene
comenzar por analizar la experiencia moral universal de los seres humanos. Si se
procede de esta manera, dos conceptos se revelan fundamentales: los de “valor” y de
“deber”.
Podemos identificar valores en todos los pueblos y todas sociedades y, a
menudo, los caracterizan de manera única. También los valores - que son promovidos
por las religiones, las tradiciones culturales, la historia, etc. - Constituyen la base de
esta disciplina llamada ética. Los valores son la base de una serie de otros conceptos
morales derivados de los mismos, tales como principios, normas, leyes, virtudes, etc.
Uno de los objetivos más importantes de la ética es el análisis intelectual de los
valores y de los conflictos de valores con el fin de definir nuestros deberes. Y los
deberes siempre implican los valores que en juego en cada situación particular,
promueven en lo posible.

164
CLXXVII
La experiencia universal del deber
Todos pensamos que ciertas cosas deben ser hechas y otras a evitar. Tenemos
el deber de actuar de una manera determinada en lugar de ésta o aquélla. El deber es
una de las características más universales de la vida humana. No hay lenguaje sin
verbos de obligación, como “deber” o “hacer falta”, ni sin el imperativo, para
expresar órdenes tales, “¡No perjudiques en absoluto!”, “¡cumple sus promesas!”,
“¡no robes!, “¡no mientas!”. Del mismo modo no hay sociedad humana sin reglas de
conducta, “prohibiciones” u “obligaciones”. La experiencia moral es universal, pero
algunas percepciones y juicios morales varían. Por ejemplo, la moral no ha dejado de
evolucionar a lo largo de la historia de la humanidad. Los valores morales varían
según el lugar donde vivimos, la lengua que hablamos, la cultura o la religión que
practicamos.
Universalidad y variabilidad de la moral humana
La moral humana contiene elementos universales e inmutables pero también
elementos específicos y acondicionados a la historia. Estructuralmente, la moral es
siempre la misma, pero su contenido es variable, por lo menos en cierta medida. De
hecho, los valores morales están en evolución incesante. Pero, al mismo tiempo,
ciertos deberes morales son constantes, traduciendo los límites lógicos de lo que entra
en el discurso moral. Por ejemplo, no perjudicar a otro o decir la verdad.

Para resolver Problemas Morales: Razonamiento Ético


Toma de decisiones y ética: La ética es una disciplina a la vez teórica y
práctica. El lenguaje de la ética reenvía a deberes y valores. Uno de los fines de la
ética es determinar la buena decisión y, para hacerlo, hay que proceder etapa por
etapa y analizar primero los hechos, luego los valores en juego y por fin los deberes.
Primera etapa: discusión de los hechos
a.- El caso
La discusión comienza siempre del mismo modo, con la presentación de un
problema o de un caso, a menudo difícil del punto de vista moral. Esta dificultad es
percibida como un conflicto, generalmente llamado “conflicto moral”. Los conflictos

165
CLXXVIII
surgen cuando una decisión debe ser tomada y cuando es difícil de escoger la
conducta que hay que tener porque todas las acciones posibles ponen en juego valores
importantes, y la selección de uno, implica el incumplimiento de otros valores
imperiosos. El fin del razonamiento ético es siempre lo mismo: ayudar a la persona a
resolver este tipo de problema, tomando decisiones avisadas.
b.- Discusión de los hechos
Para resolver un conflicto moral, la primera cosa que debemos hacer es
analizar cuidadosamente los hechos, reduciendo a máximo las incertidumbres y
corrigiendo las ideas falsas. La tarea no es fácil y generalmente requiere mucho
tiempo. Pero a este estadio, el análisis atento de los hechos es elemental, si se quiere
hacer las cosas correctamente. Por ejemplo, el análisis minucioso de los hechos
médicos es indispensable en medicina para determinar el estado de un paciente:
diagnóstico, pronóstico y tratamiento. Es una tarea muy difícil. Debemos reducir en
lo posible las incertidumbres, a través de un proceso de deliberación individual o
colectiva.
Nadie tiene conocimiento de todos los hechos que pueden intervenir en tal o
tal situación. Nuestra percepción de los hechos es influida por nuestra educación,
nuestro contexto cultural, nuestros conocimientos y nuestra experiencia personales.
Puede que hayamos sido entrenados en percibir ciertos hechos, por ejemplo los
hechos médicos, sin tener la misma sensibilidad a otros - como la situación
socioeconómica del paciente - que personas teniendo una formación diferente
captarán más prontamente. También debemos analizar los hechos con cuidado,
teniendo en cuenta la opinión de otro cuando un caso difícil se presenta.
En medicina, por ejemplo, es frecuente que los miembros del equipo sanitario
se reúnan en 'conferencia clínica' para examinar juntos un caso clínico, con el fin de
reducir su incertidumbre en cuanto al diagnóstico, en cuanto al pronóstico y en cuanto
al tratamiento. No obstante, su análisis debería extenderse más allá de los solos datos
médicos para tener en cuenta la persona del paciente en su totalidad.

166
CLXXIX
La segunda etapa: discusión de los valores
a.- Identificación de los problemas morales
El análisis de un caso comienza cuando alguien piensa tener un problema y
cuando piensa que es un problema moral. Estos casos son a menudo más complejos
de lo que aparece a primera vista. Un problema es levantado, pero esto no implica que
sea el único problema con el caso en cuestión. Pues es necesario identificar y
describir los diferentes problemas morales que podemos encontrar en el caso, con el
fin de permitir una discusión profunda y sin ambigüedad.
b.- Determinación del problema principal
Después de haber identificado todos los problemas éticos levantados por el
caso considerado, debemos escoger el que será objeto de etapas próximas del análisis.
Hay que discutir los problemas uno por uno. Es sólo después de haber discutido sobre
un problema que se podrá abordar otro y así sucesivamente. Si se mezcla diferentes
problemas, será imposible llegar a una conclusión. De todas formas, consideramos
que el problema que hay que abordar en primero debe ser levantado, desde luego, por
la persona que presentó el caso en el momento de la primera etapa. Es el problema
principal, para ella en todo caso, y nuestro deber por ahora es ayudarla a tomar una
decisión avisada. Puede que el problema levantado por esta persona sea menor con
relación a otros problemas morales levantados por el caso considerado. Puede
entonces que la solución de los problemas mayores haga desaparecer simplemente el
problema inicial.
Así, un médico podría considerar que la cuestión es saber si hay que o no
seleccionar para un paciente un tratamiento más costoso, mientras que el problema
superior es que no procuró saber si el paciente quiere o no hacerse curar. Es por eso
que debemos analizar el problema planteado por la persona que presentó el caso, y, si
es posible, otros problemas de los que depende su solución.
c.- Los valores en juego
Hablamos hasta ahora de “problemas” y de “problemas morales”.
Precisamente no definimos esta expresión. Los “problemas morales” siempre son
concretos, precisos. No son abstractos. Cuando una persona tiene un problema moral,

167
CLXXX
es que no sabe cuál es el valor moral que hay que respetar en la situación considerada.
Decimos que está en presa a un “conflicto de valores”. Es por eso que el lenguaje
preciso de los “problemas morales” puede ser traducido en el lenguaje abstracto y
universal de los “valores” y de los “conflictos de valores”. Los valores son cualidades
particulares. Por ejemplo, la justicia y la verdad son valores. Los valores son
cualidades que los humanos consideran importantes. El pensamiento de un mundo sin
justicia o sin autenticidad nos da a entender que estos valores son importantes o
positivos. Tienen, por supuesto, su contrario - la injusticia, por ejemplo. Nuestro
deber es siempre y necesariamente dar efecto a valores positivos y promoverlos en
nuestro mundo. Y los conflictos morales surgen cuando la puesta en práctica de un
valor contraria la adhesión a otro. Para resolver el conflicto, la primera cosa que hay
que hacer es identificar los diferentes valores en juego, es decir traducir “los
problemas morales” en términos de valores y de conflicto de valores.
La tercera etapa: discusión de los deberes
Un conflicto de valores puede ser resuelto de diferentes maneras y nuestro
deber es identificar y escoger la mejor, es decir la que contribuye mejor a la
realización de valores positivos o la que infringe menos los valores en causa.
Debemos pues identificar las diferentes maneras de proceder. Y el más fácil es
identificar primero las opciones más extremas.
a.- Reflexionar sobre los casos más difíciles
Es importante que el médico sea sensible a todo el conjunto de los valores
éticos cuando se ocupa de casos clínicos. Sin embargo, el hecho de ser sensible a eso
a menudo lo confrontará con desafíos que no se pondrían de otro modo. Estos
desafíos son éticos por naturaleza en lo que son las tensiones entre diferentes valores
que hay que respetar los cuales hacen difícil la determinación de la conducta que hay
que tener. Desafíos de este género, más o menos difíciles, se pondrán. Los más
problemáticos para el médico, serán aquellos en los que al parecer, cualquiera que sea
la conducta que adopta, hará algo malo al no respetar un valor importante.
Cualificadas de dilemas, estas situaciones son más raras que parecería desde el

168
CLXXXI
principio. En la mayoría de los casos, una reflexión minuciosa revelará que el dilema
sólo es aparente. Es el caso en el ejemplo siguiente.
Un Testigo de Jehovah rechaza una transfusión de sangre a causa de sus
convicciones religiosas sinceras, pero pide al mismo tiempo que se le ayuda a quedar
con vida. Ambos valores en juego en este caso son el respeto de su bienestar
espiritual, de una parte, y el de su bienestar físico, por otra parte. Podríamos pensar en
primer lugar que nos es imposible, en esta situación, dar efecto a estos dos valores. Si
fuera bien el caso, deberíamos escoger entre los extremos y sacrificar un valor al otro,
pensando que, cualquiera que sea nuestra elección, causaremos perjuicio al paciente.
Esto constituiría un dilema moral. Podríamos considerar que el mejor resultado del
tratamiento sería la supervivencia del paciente, mientras que pueda considerar que
sobrevivir al precio de una condenación eterna sería lo peor de las suertes.
Nuestro primer deber moral es intentar respetar todos los valores en juego en
toda la medida de lo posible. Idealmente, debemos encontrar un medio de salvar la
vida del paciente sin dejar de lado sus creencias religiosas. En otros términos,
debemos examinar de cerca nuestra idea inicial que nos enfrentamos con un dilema
verdadero. Existen numerosas maneras de respetar ambos valores en semejante caso.
Así, un 12 % de los Testigos de Jehovah no se adhieren plenamente a la doctrina de
Watchtower Society que concierne a la sangre. Una solución intermediaria consistiría
pues en evaluar las convicciones personales de los pacientes Testigos de Jehovah en
cuanto a la utilización de la sangre y de los productos derivados. Algunos de ellos
aceptan, bajo ciertas formas. Si resulta que nuestro paciente es firmemente opuesto a
la transfusión, existen otras soluciones. Una de ellas es el recurso a técnicas
quirúrgicas en las que la sangre no interviene. Otro consiste en utilizar a sustitutos de
la transfusión, como los expansores del volumen sanguíneo y las terapias a base de
oxígeno. Otra posibilidad más: evitar el empleo de la sangre o cualquier sustituto a
menos que la necesidad realmente salga a la luz de allí. Así, en el caso al estudio, las
exigencias éticas aparentemente contradictorias ambas que es un peso al clínico
pueden ser satisfechas. Al no reflexionar sobre estas cuestiones, el médico podría

169
CLXXXII
hacer un gran daño al paciente, cualquiera que sea la de ambas opciones aparentes se
toma.
b.- Reflexión sobre otros casos
La mayoría de los problemas morales que se enfrentan los médicos en su
práctica diaria son menos graves que los dilemas aparentes como el caso precedente.
Generalmente se presentan bajo la forma de un cierto número de valores éticos que
requieren la atención y se imponen a los profesionales. Exigen un examen atento pero
nada se refiere a pensar que les es imposible a los médicos de encontrar una solución
aceptable. Podríamos llamarlos “problemas morales” más bien que “dilemas
morales”. No obstante, perjuicios considerables pueden ser causados si el médico no
tiene en cuenta las diferentes cuestiones que se ponen. Su reflexión debe llevarlo a
pesar los diferentes valores en juego los unos con relación a otros, en una situación
específica, para intentar alcanzar la decisión más avisada. Esta decisión será la que
moralmente es la menos discutible, o, en otros términos, la que infringe menos los
valores en causa. Esta reflexión puede ser compleja, y casos diferentes pueden
presentar aspectos que inclinan la balanza de un lado o de otro con el fin de darle la
prioridad a tal o tal valor. Desgraciadamente, una solución perfecta no siempre está
disponible, hay un cierto número de resultados posibles. Hay aquellos en los que cada
valor es un poco infringido pero sin gran coste moral, y los donde resulta que un
valor o un conjunto de valores pesan mucho más que otros en las circunstancias
consideradas. En este último caso, este valor o conjunto de valores prevalecerán sobre
los demás sin costo moral, ya que, en tales casos, el deber aparece claramente.
La cuarta etapa: comprobación de la coherencia
Es importante que la reflexión moral sea coherente. La defensa de un punto de
vista particular implica que un peso indebido sea atribuido a una o a varias
consideraciones porque está conforme con los intereses de quien toma las decisiones.
Esto es siempre perjudicial para la decisión e impide la razón de desempeñar el papel
que le corresponde en la reflexión ética. Tenemos a nuestra disposición una serie de
técnicas para prevenirnos contra esta falta de coherencia.

170
CLXXXIII
i.- Podemos referirnos a criterios externos tales como el derecho. El derecho no
resuelve los problemas éticos, sino generalmente encarna los valores morales de los
ciudadanos. Sin embargo, puede ocurrir también que las leyes sean injustas y no
puedan ayudarnos.
ii.- Hay que siempre escoger la conducta que desearíamos ver erigir en regla
universal.
iii.- No debemos precipitarnos para sacar las conclusiones de nuestra reflexión moral.
En la práctica, los médicos que son confrontados con problemas morales son
asaltados por todo tipo de emociones. Estos sentimientos no son privados de
importancia, sino pueden oscurecer temporalmente el juicio y favorecer la adopción
de decisiones tempranas. Utilizar el tiempo disponible, incluido para consultar a
colegas, permite a estas emociones apaciguarse y facilita la toma de decisiones más
prudentes.
La quinta etapa: conclusión
El resultado deseado por estas actividades de reflexión es la adopción de
decisiones avisadas. La sabiduría practica, el arte de llegar a decisiones pensativas, es
la virtud moral por excelencia. Decisiones bien pensadas no se llevan necesariamente
la adhesión universal. Personas serias y responsables pueden estar en desacuerdo
sobre cuestiones éticas. Sin embargo, ha sido dicho que la vida sin reflexión no vale
la pena de ser vivida y, en el dominio de la medicina, ciertamente es verdad que la
vida sin reflexión moral es deplorable.

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