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Caso 1:

El paciente, Ernesto, se presenta a todas las sesiones de evaluación en correcta higiene,


ubicado en tiempo y en espacio. En cuanto al pensamiento, no parece mostrar alteraciones
en el curso o la forma, aunque presenta una fijación temática con el consumo y el mundo
de las drogas. Muestra una agitación psicomotriz en las extremidades, y un ligero temblor
en las manos. El evaluado presenta capacidades cognitivas muy por sobre la media,
encontrándose ubicado sobre el percentil 95. Además, no muestra indicadores sugestivos
de daño neuronal.

En lo referido a su relación con el mismo, el evaluado muestra un autoconcepto


devaluado, en el cual refiere sentirse preocupado por como sea juzgado por las personas
que no consumen o nunca han consumido. Dentro de estas líneas, se observa la presencia
de una máscara de carácter narcisista. Existe un conflicto entre cómo se siente y como se
muestra, lo cual refiere estar asociado a la incapacidad de mostrarse vulnerable, viéndose
involucrado en el mundo de las drogas y el tráfico. Su mundo afectivo en la actualidad se
encuentra inervado por la ansiedad, la angustia, la inseguridad, la ambivalencia y el
desorden, aunque no aparenta mostrar sentimientos de arrepentimiento o remordimiento
como consecuencia de sus años de traficante. En cuanto a sus relaciones interpersonales,
parece ser una persona en la que la gente siente que puede confiar, expresándose desde la
sinceridad y tratando siempre de apoyar a sus compañeros. El muestra deseos de servir
como ejemplo al resto, para ayudarlos a evitar que su vida llegue al punto a la que llegó
la de él.

El evaluado presenta conflictos en sus relaciones familiares, encontrándose actualmente


presente mucha carga emocional en lo que respecta a sus padres y al daño que menciona
haberles hecho. En relación con ello, aún no ha conseguido diferir y procesar el duelo por
su pérdida. Asimismo, su vínculo con sus hermanos es un tema recurrente, ya que se
encuentra agradecido por el trato que recibe en su internamiento de dos de sus hermanxs,
pero se encuentra peleado con el hermano que actualmente vive en casa de sus padres.
De la misma forma, se muestra indeciso acerca de su rol, y no se siente del todo ubicado
en su contexto familiar.
En lo que respecta a las relaciones amorosas, el evaluado refiere no estar acostumbrado a
estar solo, y comenta haber estado en muchas relaciones. Menciona que, salvo en la
adolescencia y adultez joven, todo el resto de su vida mantuvo relaciones para el
significativas, aunque estas fueran destructivas, siempre encontrándose relacionado con
personas que consumen. Como él relata, el no sabe lo que es estar con una pareja que no
consuma, y teme nunca poder hacerlo, ya que no siente que vaya a ser entendido. Esto
refuerza la idea relatada con anterioridad en la cual él se identifica plenamente con el
arquetipo del “adicto” y/o “el traficante”, lo cual lo limita seriamente en sus interacciones
de pareja a futuro.
Caso 2:
Rodrigo es un joven de 21 años de edad que ingresa a la clínica debido a conductas
agresivas, frecuente consumo de alcohol e ideas psicóticas. Él señala que tuvo una
infancia feliz y tranquila hasta los 12 años; sin embargo, posterior a esta edad, menciona
que pasa por una circunstancia desfavorable, la cual se niega a hablar al respecto. Él
señala que siempre quiso ser un jugador de fútbol profesional, pero finalmente decide
estudiar Psicología, carrera donde pensaba que podía llegar a ser una buena y correcta
persona. Rodrigo señala que estudió hasta segundo ciclo de la Universidad, dado que
luego su familia le mencionó que viajaría a Estados Unidos; sin embargo, este viaje no se
llega a realizar y permanece mientras tanto en su casa.

El evaluado menciona tener una buena relación con su familia, es decir, tanto con
sus padres como con sus hermanas mayores. No obstante, menciona que sus padres se
encuentran separados porque su padre le fue infiel a su madre. Él ante este hecho
menciona que el “diablo” obligó a su padre a que este sea infiel; sin embargo, sabe que
su padre se quedará con su madre a pesar de todo lo ocurrido. Rodrigo cuenta que en su
tiempo libre disfruta de correr y de practicar calistenia. Ante esto, él menciona que le
gusta hacer ejercicios porque le gustaría ser como Juan Pablo II. El evaluado señala
desconocer el motivo de su internamiento, dado que este fue realizado por su madre; sin
embargo, piensa que fue por problemas mentales y por comportamientos “locos” que
menciona tener, los cuales se niega a hablar al respecto.

Rodrigo es un joven de 21 años de edad que ingresa a la clínica debido a conductas


agresivas, frecuente consumo de alcohol e ideas psicóticas. Él señala que tuvo una
infancia feliz y tranquila hasta los 12 años; sin embargo, posterior a esta edad, menciona
que pasa por una circunstancia desfavorable, la cual se niega a hablar al respecto. Él
señala que siempre quiso ser un jugador de fútbol profesional, pero finalmente decide
estudiar Psicología, carrera donde pensaba que podía llegar a ser una buena y correcta
persona. Rodrigo señala que estudió hasta segundo ciclo de la Universidad, dado que
luego su familia le mencionó que viajaría a Estados Unidos; sin embargo, este viaje no se
llega a realizar y permanece mientras tanto en su casa.

El evaluado menciona tener una buena relación con su familia, es decir, tanto con
sus padres como con sus hermanas mayores. No obstante, menciona que sus padres se
encuentran separados porque su padre le fue infiel a su madre. Él ante este hecho
menciona que el “diablo” obligó a su padre a que este sea infiel; sin embargo, sabe que
su padre se quedará con su madre a pesar de todo lo ocurrido. Rodrigo cuenta que en su
tiempo libre disfruta de correr y de practicar calistenia. Ante esto, él menciona que le
gusta hacer ejercicios porque le gustaría ser como Juan Pablo II.

El evaluado señala desconocer el motivo de su internamiento, dado que este fue


realizado por su madre; sin embargo, piensa que fue por problemas mentales y por
comportamientos “locos” que menciona tener, los cuales se niega a hablar al respecto.
Caso 3:
“Micaela” es una paciente que llega a la clínica para ser evaluada y tratada como
consecuencia de un intento de suicidio. Ella se encuentra ubicada en el espacio, el tiempo
y la persona. Se observan indicadores leves de depresión y moderados de ansiedad.
Asimismo, ella está atravesando una separación amorosa muy difícil, la cual se rehusa a
aceptar, y que a su vez fungió como el desencadenante del presente intento suicida. En su
vida ella ha llevado a cabo diversos intentos de suicidio, los cuales han ocurrido en al
menos 9 ocasiones.

La primera vez que llevó a cabo estas conductas ocurrió a los 15 años, y fue propiciada
por un episodio de bullying y humillación en el colegio, el cual fue agravado con la
antagónica aproximación que su padre mostró, lo cual, como refiere, hizo que pierda el
control, tomando ibuprofenos y paracetamol, causándole serio malestar estomacal.
Asimismo, comenta haber llevado a cabo actos autolesivos en los brazos, por primera y
última vez en esa ocasión. Un año después ella tuvo un segundo intento como
consecuencia de una discusión muy fuerte en casa, en la cual ella toma pastillas, pero en
el acto se arrepintió y llamó a su madre, la cual la ayuda y rescata. Esto se repite en la
mayoría de intentos de suicidio que ha tenido.

Luego de eso, transcurren tres años sin incidentes, después de los cuales, ella lleva a cabo
un intento nuevo con pastillas de ketorolaco, como consecuencia de una pelea con su
ahora ex-enamorado. Esto sucedió luego de haber sufrido la pérdida de un hijo. Después
de ello, estuvo casi un año sin llevar a cabo ningún intento de suicidio, pero en diciembre
del mismo año, ocurrieron tres episodios más, por el mismo motivo -las discusiones con
la pareja que tenía en ese entonces y de la cual se ha separado recientemente. Este año,
han ocurrido tres intentos más, siendo el último de ellos el que motivó su internamiento,
todos ocurridos como consecuencia a problemas de pareja.

La paciente refiere que las conductas autolíticas ocurren en momentos de bajón emocional
muy intenso, como consecuencia de conflictos entre ella y elementos importantes de su
mundo social, como son su familia o su pareja. Refiere perder el control y no actuar de
manera consciente, no encontrarse en control, encontrándose en momentos de profundo
vacío existencial, de lo cual ella intenta huir. Durante la terapia reconoce una cierta
“dependencia” de estos cuadros de toma de pastillas, ya que refiere que “solo quiere
dormir”. En otras líneas, su autoestima se encuentra distorsionada. Actualmente ella no
se siente tan valiosa o útil como solía hacerlo. Las pruebas indican la presencia de un
mecanismo de compensación en el cual se presiona de gran manera para conseguir cada
vez resultados más altos. Consecuentemente con ello, la evaluada muestra una alta
preocupación por su imagen, la cual refiere mantener con mucho cuidado, mostrándose
alterada al no poder acceder a productos de belleza y otras prendas distintas a las
permitidas en el centro.

La paciente menciona, además, sufrir una profunda culpa y sentimiento de vacío. Ella
refiere culparse por el abandono paterno, incluso cuando este ocurrió -a la edad de 3 años.
En lo relativo a su hogar y su sistema familiar, la evaluada refiere diversos problemas
vinculados a la presión que ejercen sobre ella, y al desorden en los roles y la estructura
de la misma. Anhela con el día en el que su padre y ella tengan una relación sana, en la
cual puedan compartir. Comenta que, en algunas ocasiones, ella hace el rol de madre,
mientras que, en otras, su hermano hace el rol de padre. Ella actualmente vive con su
madre y su hermano, en casa de sus abuelos.

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