Cantos OssanDON BULIEVIC
Dario, Rubén, Azul... y poemas. Seleccion y prélogo de Hugo Montes
Incluye prélogo de Eduardo de la Barra y dos comentarios de Juan Va
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LA NAGION Y LOS IMAGINARIOS DECIMONONICOS:
MODERNISMOS FOTOGRAFICOS
Y VIOLENCIAS CULTURALES EN CHILE!
Gonzalo Leiva Quijada
La investigacin sefiala avatares en la construccién de la nacién
durante el siglo XIX a partir de su representacién visual y cultural.
Desde la retratistica, el paisaje y la ideacién de la utopia, es decir, tres
matrices de significacién formativa para la joven repiblica decimo-
nénica, se realizan narrativas que indican ejes constructivos de una
nacién. Por lo anterior, es dable argumentar que nuestra propuesta se
articula desde la perspectiva resefiada en las nociones de imaginario
(Baezko 30) y representaciones sociales (Moscovici 25). Ambas unida-
des son calificaciones de formas analiticas que definen niveles légicos
de distinciones presentes en la cultura chilena durante su maduracién
auténoma a lo largo del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, donde
cada inflacién argumental afecta las percepeiones epocales que marcan
y configuran la sensibilidad cultural de la novel nacién.
Ahora bien, para recabar informacién desde los corpus visuales
de archivos y de autores atingentes hemos analizado a las élites tradi-
cionales y emergentes, formulando variantes representacionales, lla-
mando la atencién las fuertes cargas de violencia simbélica que ex-
presan dichas clases dominantes respecto de los otros sectores sociales
(Bourdieu 15). De esta manera, la fotografia y la critica cultural nos
han servido como evidencia didactica desde sus matrices de iconicidad
Y representaci6n para mostrar estas violencias argumentales. En efecto,
se abandona el prejuicio positivista de asimilar la fotografia y la histo-
ria de las ideas como instancias que no participarian en la construccién
"Este texto se enmarea en el proyecto Fondecyt n° 1110385, «Representacion
fotogesica e imaginarios visuales en Chile: 1840-2000».Gonzavo Leva QuiyaDa
de la verosimilitud testimonial (Leiva 15). Es necesario desmitificar I
«presuncién de inocencia» en el empleo de las discursividades foros
grificas y culturales, cuando estas forman parte de una enmarafiad
ca.
memoria histérica, social, pol
1, SIGLO XIX: DISCURSO VISUAL, IMAGINARIO
Y MODERNIDAD «A LA CHILENA»
Durante el siglo XIX se vive en Chile, en lo formal, una premoder
nidad: una sociedad con una fuerte base agraria, donde las ciudades
principales son tributarias del valle central, que impone la impronts
de un paisaje y mentalidad provincianos. La visién pueblerina se
‘marca en una espacialidad hacendada ligada a la tierra y sus frutos,
escasas cuadras del centro neurdlgico de la ciudad principal, Santiag
se encontraban los resabios del coloniaje y de la adusta tradicién q
costar tanto renovar a lo largo del siglo XIX.
La expresién acuftada tras la victoria conservadora de Lircay
peso de Ia noche» tiene un evidente correlato en las costumbres,
sociabilidad de los siglos XIX y XX. Asi esta diatriba que muestra
fuerza de la tradicién deja entrever que este mecanismo organiza lo
funcionamientos culturales y sociales en Chile de una manera intensiva
y extendida, No se hace necesaria la coerci6n para hacer que los per
soneros y funcionarios actien, pues «el peso» esta tan arraigado qt
tiene su propio engranaje incuestionado y funcional.
No obstante, la introduccién de constructos culturales moclerni
dores influye en las percepciones del paisaje y las ideas renovadoras d
Jas utopias, asf como de la fotografia, instrumento de la modernida
que tiene su propio mecanismo de ingreso y de asimilaci6n social.
bien se instalan en mentes de prohombres progresistas, las élites edu
das 0 proeuropeas poseen ret6ricas particulares que sorprenden todos
nuestros «provincianismos». En efecto, Ia tesis de que la fotografi
no solo constituye una segunda piel cultural, sino que instituye um
nueva tradicién argumental y representacional incluso antes de la in
titucionalidad de las Bellas Artes (Kay: 46), sirve para dar cuenta del
cultural construido en la segunda mitad del siglo XIX, dond
escenarr
Jos chilenos premodernos y Avidos de representacién fueron solicit
LA NACION ¥ LOS IMAGINARIOS DECIMONONICOS.
frente al invento moderno, a la apertura de pensar las utopias en este
pais del fin del mundo.
De este modo, todos los renovadores culturales decimonon
realizaron grandes esfuerzos para situar sus propuestas en tan estrecho
campo de percepciones. El imaginario que se puede esbozar abrié paso
a identidades y subjetividades que intentaron restituir y organizar la
historia del cambio de paradigma que se efectuaba a finales del siglo
XIX. Pues el imaginario de Ja modernidad inicial en Chile construye
un horizonte representacional, un espacio estratégico en que se expre-
saron los conflictos sociales y las contradicciones que se hacfan cada
vex mas evidentes, como una suerte de gran catalizador y mecanismo
de control de la vida colectiva.
En el imaginario decimondnico se multiplican las utopias repre-
sentacionales por medio de visualidades, creaciones, simbolos, alego-
rias, rituales y mitos, que conforman visiones de mundos constituyen-
tes de las representaciones del siglo XIX y del nuevo siglo XX. Nuestra
hip6tesis plantea que la representacién decimonénica muestra al ima-
ginario como el lugar donde se visibilizan las dinamicas culturales del
conflicto vivenciado. Es en este espacio oculto y vivencial, connota-
damente intersticial donde podemos indagar las fuerzas de configura-
cién de las imagenes y las ideas que al unisono dieron visibilidad a las,
redes de violencias implicitas y explicitas que se tejieron en Ia cultura
nacional. Pues se hace posible la convivencia de los paradigmas de
la tradicién y la modernidad cosmética con algunos instrumentales ¢
idcales que vemos encarnados ejemplarmente en la fotografia. La ima-
gen fotogréfica, al asediar la realidad, ha jugado un rol determinante
en la creacién de una representacién de lo real, pero, a igual tiempo,
ha participado en la distorsién de la propia realidad histérica, pues es-
tablece como toda fuente interpretaciones de dicha realidad y debe ser,
Por lo mismo, contrastada con otras evidencias culturales (Ritchin 30).
Cada paradigma cultural presenta signos comprensibles en su con-
texto, pues las letras y la pintura de la Academia de Bellas Artes no
hacen sino repetir los resabios iluministas del siglo XVII y XVIIL. Sin
embargo, con la fotografia ocurren unos fenémenos particulares: al
Principio continda Ia linea internacional de extender un buen negocio
comercial, pero como llega a un pais con ausencia de representacién,Gonzavo Lutva Quijapa
por su aislamiento y pobreza, répidamente se transforma en un instru
mento de la modernidad, y la testificacion del buen tono y el decor
moral. Es decir, la contradiccién pervive entre los deseos éticos y I
narcisismos representacionales de las élites urbanas. Desde 1860,
fotografia es el eje de una doble estandarizacién: en lo personal, cor
la baisqueda de la verosimilitud del retratado y en lo general, con
captura del paisaje como motivo geogeafico integrador en la repibli
desde la perspectiva de la conquista territorial. Por lo tanto, la fot
graffa es un instrumento moderno en una sociedad tradicional, es
artefacto de frontera y de cultura hibrida. Los signos visuales
atravesados por estas tensiones culturales, por lo mismo la modern
dad «a la chilena» es una modernidad no europea en sensu stricto.
tuna modernidad transicional (Winnicott 21), que busca tender puent
imbilicos por medio de los objetos transicionales fotogrificos y I
lbumes del siglo XIX, fundando estos una cultura
modo, es en el contexto epistemolégico de la cultura visual nacior
donde presenciamos la aparicién de artefactos diversos: dibujos, pil
turas, daguerrotipos, tarjetas de visitas, dlbumes geogréficos, retratos,
etcétera. Todos son soportes y técnicas visuales que posibilitaron
construccién de un universo de significacién tecnol6gica (Mirzoeff 19)
asi como la creacién de un espacio intermediario de experiencias cultu
rales (Schnaith 45) que se extendié como érea experiencial pautean
tuna realidad decimonénica complaciente y violentamente excluyente.
2. MODERNISMOS REPRESENTACIONALES:
EL RETRATO OBLICUO
La fotografia nace en el siglo XIX de una necesidad de realist
que la pintura no logra satisfacer. La imagen anal6gica, mecnica
fisica, es decit, ampliamente positivista en sus postulados, se integrs
estéticamente en el arte del retrato, Es més, se puede formular que
por el retrato que la fotografia constituye el hecho més revolucionati
cen la historia de la imagen decimonénica: la democratizacion de
imagen de sf.
Fl retrato era fuente de significacién fotogrifica en la me
‘que develaba una existencia y patentizaba la identidad del modelo.
la el
LA NACION ¥ LOS IMAGINARIOS DECIMONONICOS...
En este sentido, el retrato fotografico era una evidencia testimonial
claramente burguesa, emanada del espiritu industrial que buscaba rea-
firmar desde la semblanza de las formas exteriores tanto los contenidos
psicolbgicos como las fuerzas morales que provenian del modelo. Asi,
el retrato fotografico recoge valores rigurosamente establecidos como
la objetividad, la naturalidad y la verdad de la representaci6n, de tal
modo de constituir un panorama de la idiosincrasia epocal. Los apa-
ratos fotograficos del siglo XIX, es decir, daguerrotipos, ambrotipos,
calotipos, ferrotipos, las albtiminas y colodiones sostuvieron estereo-
tipos y sintagmas culturales asentados en la élite dirigente con fuerte
ascendiente familiar, moralista y cosméticamente modernista, pues sus
conciencias eran claramente premodernas (Leiva 102).
Es debido al determinismo tecnoldgico de la reproducibilidad del
proceso fotogréfico, que el consumo popular de retratos alcanza su
esplendoroso desarrollo, testificando una productividad y consumo
cultural especifico. En efecto, en 1860 y bajo los consejos de Disderi’,
con las tarjetas de visitas se reconoce una cierta democratizacién de la
imagen personal. La propuesta argumental se asentaba en las posibi-
lidades de la pose que fundamenta la intencién de lectura y distension
de la disposicién corporal. La pose y la mirada no son metafora del
sujeto aut6nomo, sino la real presencia, es decir, un certificado de lo
viviente y lo presente de la identidad (Barthes 60). En iguales tiempos,
comienzan a circular tarjetas de visitas de personajes ilustres (como
las del proyecto de Nadar'), pero también de personajes no tan reco-
nocidos, como el asesino de Abraham Lincoln. La celebridad, es deci,
cl reconocimiento general se define en torno a estos delicados clichés
fotograficos, ocurriendo un transito de los retratos desde la esfera pri-
vada al espacio piblico.
Los retratos eran artefactos de elevado costo para las clases traba-
jadoras, por lo que fue hasta bien entrado el siglo XIX un artificio de
estatus y significacién de «consumo conspicuo» (Thorstein 43). Dado
este panorama fue dificil que ingresaran al retrato grandes sectores
Fotdgeafo francés célebre por establecer el comercio de la tarjeta de vista en el
siglo XIX, moda de la representacién personal en la Ill Repiblica.
Forégrafo que tenia el proyecto de petsonajes notables de su época, constituyen-
ddo una galeria fotogrifica ad hoc en el siglo XIX y que era referencia de toda la
lice arstica parisina de la época.Gonzato Leva Quijapa
de la sociedad chilena. Ahora bien, cuando lo hacen los tendremos
como una galeria de «notables», sino una galeria especial de persor
populares que acceden al retrato por su cercania con familias aristo
ctéticas 0 por ser representantes de etnias 0 grupos culturales es
ficos. Es decir, participan de las categorias ordenadoras de la moder
nidad que dirige el mundo conocido bajo los imperativos del mét
cientifico positivista, Este fenémeno es observado con el trabajo de
expedicién espaiiola con los chilenos y los mapuches (1862-1866), 0
bien el rol de las congregaciones religiosas, como los capuchinos en.
Araucania, los salesianos en la Patagonia o los padres del Verbo Divin
cen los canales fueguinos. Estos retratos son oblicuos, no son prodk
cidos bajo el ceremonial tradicional que habia establecido el estud
fotogréfico, sino que se constituyen por medio de una mirada dis
cionada y clasificatoria. Los fotografiados aparecen por lo mismo ¢o
muchos desacomodos, miradas desconfiadas, cuerpos tensos. En res
‘men, sus retratos no responden a la fantasfa modernista del aparent
forogréfico, sino que estan sujetos al testimonio deseriptivo;
y cuerpos dan cuenta de un hecho estadistico: su existencia
3. MODERNISMO DE LA HORIZONTALIDAD: EL PAISAJE
El paisaje ¢s una construccién del punto de vista y uno de los ej
de la mirada moderna, Las percepciones del panorama construyen
representaciones del paisaje en tanto experiencia descubridora de lo
miltiple en una ardua préctica adaptativa con gran exigencia en st
plasmacién, sintesis y argumentacién desde el dibujo, vitelas de imp
siones y clichés, De este modo, la experiencia perceptiva se enfrenta,
tuna ignota y exuberante naturaleza, estableciendo un punto de vis
trazado sobre la geografia, Este proceso fue facultado por los eread
res que formulan propuestas estéticas, desde la descripcién naturalist
hasta el efecto del paisaje en la subjetividad. La visién objetivista d
la naturaleza es parte del contenido positivista racionalista, mient®
que las percepciones y efectos atmosféricos sefialan una poética pet
sonal frente al paisaje directamente influidos por el romanticismo.
miiltiple del exterior se constituye en preciado paisaje que establece lo
corpus de la visualidad en Chile, fundando un género representacional
LA NACION ¥ LOS IMAGINARIOS DECIMONONICOS...
que hay se considera de vital resonancia en los procesos de conforma-
cién de la nacién, como territorio reconocible y apreciable.
En buena parte de las experiencias artisticas, el ejercicio del viaje y
el reconocimiento de este conllevan una doble visi6n: la evocacién de
la memoria y los souvenirs del lugar. Durante el siglo XIX y antes del
prodigio de la camara fotogratica, que sintetiza el deseo de eapturar la
exterioridad, los viajeros andaban con croqueras, cuadernos de viajes,
cartas descriptivas, cdmaras hicidas. Los mas recogian hojas, flores,
formulaban esquicios que eran completados una vez que regresaban de
estas travesias. Por lo tanto, la construceién perceptiva ha sido el ejer-
cicio realizado por muchos artistas, fot6grafos y viajeros que dieron
cuenta del paisaje. Reconocemos en la construccién de este paisaje dos
momentos. Uno comprendido desde la primera mitad del siglo XIX
hasta 1860, que es eminentemente pictérico y dibujstico, y otro en la
segunda mitad del siglo XIX, que es fundamentalmente fotogratfico.
Desde estas dos fases podemos ir resefiando las categorias encon-
tradas. La primera la denominaremos «develamiento fantasioso», es
decir, el enfrentamiento con un paisaje ignoto muy pristino y salvaje,
donde el artista y el fordgrafo se sienten extraiios, intrusos, menosc:
bados por lo inconmensurable. Por ejemplo, se hacen conocidos los
viajes de Dumont D’Urville documentados durante su travesia en las
naves Zelée y Astrolabe‘, que presentan una visién mediatizada por
la cémara hicida. Los trabajos de Ernest Auguste Le Goupil y Luis
Lebreton® son sefieros al momento de mostrar las peligrosas bellezas
cescénicas de los mares australes, patag6nicos y de Tierra del Fuego.
Una segunda instancia en el paisaje es la «épica declarativa», don-
de los artistas se encuentran fundamentalmente con un paisaje afiora~
do. La clara impronta del romanticismo y la ilustre figura de Mauricio
Rugendas marcan este encuentro con lo relicto como categorfa de
apropiacién cultural. Del mismo modo, es la experiencia, por ejem-
plo, del naturalista Rodolfo Amando Philippi, quien llega a Chile en
1852. Su trabajo, concentrado en la ciudad de Valdivia, establece una
Destacado diario de viaje realizado por el explorador J.C. Dumont D’Unville en
su periplo por los mares austales y antértics, editado recientemente por Cuarto
Propio (2011).
Realizan también un viaje por las tierrasaustrales con exeelentes dibujo realiza-
ddos por Luis Lebreton que se consagra como artista a las marinas.Gowzato Larva Quuapa
mirada cientifica: saberes de la naturaleza en su estado mineral, veg
y animal. Es también el caso de Orrego Luco, literato que realiza mu
chas propuestas recuperando los paisajes agrestes, siendo un narra
tinico en la representacién del paisaje. Por esto, més que aferrarl
las visiones objetivistas del paisaje, lo llev6 a espacios de imaginaci
no concibié otra religién que la bdsqueda desinteresada del ideal
a ella permanecié fiel su vida entera. EI postulado basico era que
sentimiento y la exaltacién de la apariencia natural debfan ser neces
riamente coherentes, es decir, el paisaje representado debia despert
emocién, potenciar la imaginacién, as{ como transmitir ideas y ser fi
expresion interior del artista, ‘
Una tiltima instancia es la «demostracin descriptiva», que apunts
a dar cuenta de un paisaje que tautologiza las representaciones qi
realizaba la fotografia como instrumento moderno. Es un paisaje ql
busca las equivalencias de la: modernidad en Ia realidad chileny
deci
Gay y de Pedro Amado Pissis, cientificos creadores vitales en la carto=
graffa, el mapa fisico y cultural del pais.
En el otro universo de representaciones, los casos mas preciado
‘equivalen a los trabajos fotogréficos de William Oliver (1860) del cen-
tro comercial y del puerto de Valparaiso, asf como el reportaje fot
grafico de Pedro Adams sobre el cerro Santa Lucfa en Santiago (1880).
Estos dos hitos fotogréficos constituyen una suerte de bitécora que
muestran los monumentos, el paisaje y las obras de arte de estas ¢i
dades, en donde, por ejemplo, el cerro Santa Lucia se transforma en
clegante y europeo mirador de la ciudad. También tenemos el lburt
de Félix LeBlanc de Valparaiso (1880), cuyas vistas entregan identid
a la zona central, en particular por su fuerte difusién como facsimiles
a comienzos del siglo XX.
Cada categoria se condice con relaciones coyunturales, herramien=
tas técnicas y con la educacién de la mirada (Berger 35) de los artistas
y viajeros involucrados, pero también dan cuenta de los paradigmas
LA NACION ¥ LOS IMAGINARIOS DECIMONONICOS.
culturales en que fueron gestadas. Porque si bien el paradigma de la
modernidad decimonénica esta en la base sociocultural, la pugna con
este paradigma central se establece desde practicas de estilos ¢ idearios
propios de cada autor, fotografo y viajero. En efecto, la relacién de la
visualidad con el paisaje es sostenida desde los reductos ¢ interpreta-
ciones del imaginario epocal que estan tensados de ideas, estilos y ex-
periencias vitales frente a la desmesura natural de la tect6nica, la varie-
dad de rincones territoriales, la multiplicidad de flora y fauna local, los
intereses y motivaciones que traen a tantos aventureros a transitar por
estos lejanos parajes. Por esa raz6n las ilustraciones de los artistas y
las imagenes de los viajeros fueron conformando una genealogia orde-
nadora. Asi, los miiltiples paisajes cumplieron un papel fundamental,
‘ya que estas imagenes fueron consideradas como medios privilegiados
para cumplir una funcién ordenadora y normativa por su capacidad de
recoger y organizar la experiencia visual (Penhos 8).
4 MODERNISMO DE PENSAMIENTO:
UTOPIAS Y NUEVO SIGLO
Los cronistas del centenario de la nacién generan una intensa re-
flexién sobre los destinos de la nacién de cara al siglo XX. Se hace
evidente la idea de hacer un resumen y proyectar la nacién hacia el
nuevo siglo. El centenario fue un momento propicio para el debate y
la especulacién. Figuras desperdigadas en el amplio espectro politico
denuncian un pais en crisis latente y aspiran a la regeneracién de Chile,
aunque las formulas esgrimidas fueran vagas, diferentes y en muchos
casos contradictorias (Gazmuri 25).
Desde la fotografia tenemos la constatacién de un renovado uni-
verso de significacién que da cuenta de los nuevos iconos y paradigmas
que se gestan con el siglo venidero (Leiva 89), palpables en las image-
nes, actos piblicos e inauguraciones de numerosos monumentos por
las «fiestas del centenario». Pero en medio del oropel de los festejos
encontramos dos acontecimientos culturales que para la opinién péi-
blica pasaron inadvertidos, pero que nos posibilitan ilustrar cémo los
modernismos artisticos proyectaban la imagen del nuevo pais de una
manera radical y metaférica.Gonzavo Lutva Quyapa
Uno de los casos mas sensibles de la vivencia ut6pica lo constituye
la colonia tolstoyana, uno de los primeros intentos por hacer posible el
suefio de relacionar la vida y el trabajo cultural. Los tres primeros artis:
tas que trazan el proyecto y que participan son Augusto D'Halmar, Julio
Ortiz de Zarate y Fernando Santivan. En el ecléctico proyecto, inspirado |
por las propuestas de Tolstoi, se intenta hacer la misma experiencia que
habia hecho el literato de establecer en un pueblo remoto una forma de
vida que acercara la creaci6n a todos en un apostolado para extender el
saber y la sensibilidad nueva gestada por la creacién moderna.
Si bien sus iniciales intentos obedecen a construir una nueva cule
tura més solidaria, humana y sensible, sus esfuerzos se detienen en las
cercanias de Santiago, a la saz6n, en el pueblo de San Bernardo’,
curiosa la escasa recepcién que tiene este efimero proyecto vangul
dista y estético en los grupos mas progresistas de la época. La mayé
demanda del grupo artistico conocido como la «colonia tolstoyana»
era recuperar la esencialidad constructiva del arte, pero su meta emi
nentemente politica y espiritual era un llamado de alerta en el context
de la dificil situacién que vivian numerosos compatriotas. La colonia
encauza en estos iniciales aiios del siglo XX la idea de utopia con ex=
presiones artisticas mas ligadas a lo social, lo politico y lo simbélico,
En aquella época estabamos en pleno desarrollo de la «cuest
social», es decir, de las discusiones sobre las demandas de los grup
populares, clases proletarias y subalternas con escasa presencia, Ps
ticipacién y visibilidad en la escena nacional del centenario. Por de
‘gracia, su irrupcién como grupos sociales sera en numerosas ocasi
tras los graves acontecimientos de huelgas, marchas y matanzas.
violencia fue impulsada por los grupos del parlamentarismo que
taban en el gobierno desde 1891, explicitando violencias represivas
y culturales que no consideraban las demandas ciudadanas. Por est
el imaginario contradictorio de estos aiios exhibia, por un lado, ui
pais de jolgorio con inauguraciones y discursos y, por el otro, un pais
ccon fuertes demandas sociales. El trabajo artistico realizado por Carlos
Ti eat lagarcontaron con el apoyo del poeta Manuel Magallanes Moure. Es
tate espacio faelitado por el amigo pocta en el cual se integran también Pabl
Burchard, Jose Backhaus y Rafael Valdés: coxos artistas y grandes leetores, pet
suetos de posa vida prictica, 4
LA NACION ¥ LOS IMAGINARIOS DECIMONONICOS...
Dorlhiac entre 1908 y 1910 recoge las visiones encarnadas de nuestra
chilenidad asociada, en particular, al mercado de Chillén y a los pesca-
dores de Tomé, ambos universos significativos que sefialan momentos
cruciales del desarrollo de la utopia visual autdctona. Las considera-
ciones estéticas atraviesan las percepciones y condiciones objetivas de
sus fotografiados, pues el trabajo de Dorlhiac asume una visién antro-
pol6gica inédita. La fotografia documental aleanza con él el carécter
de fuente primaria, al realizar un exhaustivo registro de personas y
tipos populares o escenas instanténeas, imposibles de llevar a dibujo
con el realismo deseado (Valle 107). Mientras su tematica fue el paisaje
humano, su produccién fue realizada a plein air, al natural, llena de
matices. Es sorprendente en la mirada frontal, buscando establecer un
contrapunto siempre contextual entre cuerpo y escenificacién.
La obra fotogrifica de Dorlhiac es considerada valiosa y meritoria
como la obra de dibujo, en primer lugar por sus propiedades «estéticas»
ysen segundo, por su valor antropolégico como registro documental de
tipos y costumbres. Sin artifcio, la lente captura estos retazos de iden-
tidades humanas, la vida campesina que transita hacia la ciudad para
vender sus productos. En estos trabajos de placa, ejecutados con una
precisién y nitidez inéditas, no busca lo pintoresco, sino que se interna
en las variantes representacionales de un Chile provinciano, auténtico
y resistente. La mirada critica y nada de prejuiciosa hace que este lega-
do fotografico se constituya en uno de los primeros ejercicios donde la
modernidad se involucra con los subalternos para incorporarlos como
sujetos de la historia. Es una visualidad genuina, no ligada al mercado
ni la mercanefa, sino a un auténtico deseo de hacer participes de la
historia a un grupo anénimo, develando un traspaso auratico que es
residencia de las utopias argumentales y de la politica de la mirada
enunciadora y problematizada (Salomon-
sual del «espacio de acd».
jodeau: 30), produccién vi-