LITURGIA DE LA PALABRA
Primera Lectura
Palabra de Dios
Que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas le paguen tributo. Que los
reyes de Arabia y de Sebá le traigan regalos; que todos los reyes le rindan
homenaje y lo sirvan todas las naciones. R.
La carta del apóstol San Pedro nos deja claro el verdadero trabajo del
presbítero, que es Apacentar el rebaño a él encomendado, ya que el mismo
apóstol recibe este mismo mandato del Señor “Apacienta mis ovejas”.
A ejemplo de Cristo ha de estar dispuesto a dar su vida por sus ovejas.
Porque el verdadero pastor es el jefe del rebaño, del que depende su beatitud.
Un pastor sin rebaño se pierde.
Por eso el premio a su trabajo, es recibir una corona que no se marchita,
que es la Gloria eterna como premio de su victoria en el sufrimiento diario.
Escuchemos atentamente
Queridos hermanos:
Monición:
A partir de este momento se inicia el Rito de la Ordenación Presbiteral. El
Presbítero Wuilians José Moreno, Vicario General de Nuestra Diócesis, presenta
ante nuestro Obispo Mons. Jaime Villarroel a los candidatos al Orden
Presbiteral, pidiendo en nombre de la Iglesia que se les conceda el Orden del
Presbiterado a estos Diáconos.
Presente.
Estando todos situados ante el obispo, un presbítero designado por el obispo dice:
Homilía
Monición:
Dentro del Rito del Orden de los Presbíteros, los Candidatos son
interrogados para asumir el compromiso de entrega al Pueblo santo de Dios y
en presencia de Monseñor Jaime José Villarroel Rodríguez y de todos los fieles,
manifiestan la voluntad de cumplir su Ministerio, según el deseo de Cristo y la
Iglesia.
Monición:
Seguidamente, los elegidos se acercan a la sede y de rodilla, ponen las
manos juntas entre las del Obispo. Así, manifiestan públicamente su
compromiso de configuración a Cristo, Cabeza y Esposo de la Iglesia, para estar
unidos radicalmente y de todo corazón al servicio de Dios y los hombres.
Seguidamente cada uno de los elegidos se acerca al Obispo y, de rodillas ante él,
pone sus manos juntas entre las manos del obispo, el obispo interroga al elegido,
diciendo, si es su ordinario:
EL ELEGIDO: Prometo.
Súplica litánica
Monición:
En este momento la Postración es el signo de humildad y pequeñez del
hombre ante Dios. Mediante este gesto, los diáconos piden fuerza y la
protección de Dios Padre, para ejercer el ministerio que hoy la Iglesia les
confiere. Nosotros, como participes de esta celebración, nos unimos en oración,
cantando las letanías de los Santos, pidiendo que Dios consagre, bendiga y
santifique a estos hermanos nuestros, elegidos para el Orden del Presbiterado.
Acabadas las letanías todos continúan de rodillas en oración por los candidatos,
mientras el Obispo se coloca de pie y con las manos extendidas, dice:
Monitor: Solamente el Obispo se pone en Pie.
TODOS: Amén.
Y todos se levantan.
Monición:
La imposición de manos y la oración Consacratoria son el centro de la
Ordenación Presbiteral. Con este gesto es invocado el Espíritu Santo en su
plenitud, ya sea para realizar una curación, transmitir una gracia, un carisma o
consagrar a un elegido para una función determinada dentro de la comunidad
cristiana.
Este gesto era utilizado por las primeras comunidades cristianas,
especialmente por los apóstoles, así, este poder se ha ido transmitiendo de
generación en generación.
Los elegidos se levantan; se acerca cada uno al Obispo, que está de pie delante de
la sede y con mitra, y se arrodilla ante él.
El obispo impone en silencio las manos sobre la cabeza de cada uno de los
elegidos.
Después de la imposición de manos del Obispo, todos los presbíteros presentes,
vestidos de estola, imponen igualmente en silencio las manos sobre cada uno de los
elegidos. Tras dicha imposición de manos, los presbíteros permanecen junto al obispo
hasta que se haya concluido la plegaria de ordenación, pero de modo que la ceremonia
pueda ser bien vista por los fieles.
Estando todos los elegidos arrodillados ante él, el Obispo, sin mitra, con las
manos extendidas, dice la plegaria de ordenación:
Monitor:
En este momento el Señor Obispo hará la Oración Consacratoria sobre
los Diáconos, este es el momento cumbre de toda este Rito.
A
sístenos, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, autor de la
dignidad humana y dispensador de
todo don y gracia; por ti progresan tus criaturas y
por ti se consolidan todas las cosas. Para formar el
pueblo sacerdotal, tú dispones con la fuerza del
Espíritu Santo en órdenes diversos a los ministros
de tu Hijo Jesucristo.
Y
a en la primera Alianza aumentaron los
oficios, instituidos con signos sagrados.
Cuando pusiste a Moisés y Aarón al
frente de tu pueblo, para gobernarlo y santificarlo,
les elegiste colaboradores, subordinados en orden
y dignidad, que les acompañaran y secundaran.
A
sí, en el desierto, diste parte del espíritu
de Moisés, comunicándolo a los setenta
varones prudentes con los cuales
gobernó más fácilmente a tu pueblo. Así también
hiciste partícipes a los hijos de Aarón de la
abundante plenitud otorgada a su padre, para que
un número suficiente de sacerdotes ofreciera,
según la ley, los sacrificios, sombra de los bienes
futuros.
F
inalmente, cuando llegó la plenitud de los
tiempos, enviaste al mundo, Padre santo, a tu
Hijo, Jesús, Apóstol y Pontífice de la fe que
profesamos. Él, movido por el Espíritu Santo, se
ofreció a ti como sacrificio sin mancha, y habiendo
consagrado a los apóstoles con la verdad, los hizo
partícipes de su misión; a ellos, a su vez, les diste
colaboradores para anunciar y realizar por el
mundo entero la obra de la salvación.
T
ambién ahora, Señor, te pedimos nos
concedas, como ayuda a nuestra limitación,
estos colaboradores que necesitamos para
ejercer el sacerdocio apostólico.
TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO,
QUE CONFIERAS A ESTOS SIERVOS TUYOS LA
DIGNIDAD DEL PRESBITERADO; RENUEVA EN
SUS CORAZONES EL ESPÍRITU DE SANTIDAD;
RECIBAN DE TI EL SEGUNDO GRADO DEL
MINISTERIO SACERDOTAL Y SEAN, CON SU
CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA.
S
ean honrados colaboradores del orden de
los obispos, para que por su predicación, y
con la gracia del Espíritu Santo, la palabra
del Evangelio dé fruto en el corazón de los
hombres y llegue hasta los confines del orbe. Sean
con nosotros fíeles dispensadores de tus misterios,
para que tu pueblo se renueve con el baño del
nuevo nacimiento, y se alimente de tu altar; para
que los pecadores sean reconciliados y sean
confortados los enfermos. Que en comunión con
nosotros, Señor, imploren tu misericordia por el
pueblo que se les confía y en favor del mundo
entero.
A
sí todas las naciones, congregadas en
Cristo, formarán un único pueblo tuyo que
alcanzará su plenitud en tu Reino. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Monición:
Desde este momento, Simón José Antonio Carrión Tineo, José Gregorio
Montaño Zapata y Jesús Eduardo Villarroel Rodríguez, reciben las vestiduras
propia del Orden Presbiteral, que son la estola, utilizada para la celebración de
los sacramento y la casulla, que representa la presencia de Cristo a través del
sacerdote como instrumento propio del uso litúrgico.
Monición:
El Señor Obispo unge con el Santo Crisma las manos de los ordenandos,
como signo de total consagración, de entrega y pertenencia a Dios.
Monición:
Mons. Jaime José Villarroel Rodríguez, Obispo de nuestra Diócesis, hace
entrega del Cáliz y la Patena, que serán sus principales instrumentos sagrados
para la Celebración de la Eucaristía.
R
ecibe la ofrenda del Pueblo
Santo Para presentarla a
Dios. Considera lo que
realizas e imita lo que conmemoras, y
conforma tu vida con el misterio de la
cruz del Señor.
Abrazo de paz
Monición:
Con el abrazo de la paz, nuestro Obispo, manifiesta su alegría al recibir a
nuestros hermanos al ministerio del presbiterado y sus hermanos del clero
también le manifiestan su alegría y bienvenida dentro del Colegio Presbiteral.