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Acta Bioethica

Organización Panamericana de la Salud


bioetica@chi.ops-oms.org
ISSN (Versión impresa): 0717-5906
ISSN (Versión en línea): 1726-569X
CHILE

2001
Fernando Lolas Stepke
RESEÑA DE "DE SENECTUTE" DE MARCO TULIO CICERÓN
Acta Bioethica, año/vol. VII, número 001
Organización Panamericana de la Salud
Santiago, Chile
pp. 184-186

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx
Recensiones

MARCO TULIO CICERÓN La República. Por ejemplo, Catón confiesa


De Senectute a sus jóvenes oyentes que algunos placeres
Editorial Triacastela, Madrid, 2001. ya no se pueden obtener, pero la naturaleza
209 páginas. sabiamente quita el deseo de tenerlos. La
culpa de que la vejez sea ingrata no está en
Debe celebrarse la preparación de una ella misma sino en las costumbres. Pues
edición renovada y comentada del famoso aquellos viejos que han cultivado la virtud a
libro de Cicerón. Es uno de los pocos que en lo largo de su vida, que son moderados y no
la Antigüedad Clásica ha celebrado la ve- exigentes, que han tenido una vida “bien lle-
jez, si bien, al decir de algunos comentaris- vada” no debieran tener quejas ni mayores
tas, se trata de una apología sospechosa pues penas.
el tono positivo de algunas páginas parece
El tema central de la obra —o, más bien,
negarse en otras.
uno de los temas centrales— consiste en una
El título real del libro es Cato maior de refutación ordenada de cuatro motivos por
senectute liber y está escrito en forma de un los que la vejez puede parecer miserable.
diálogo entre Catón el Viejo con dos jóve-
El primer argumento es que la vejez apar-
nes, Escipión, hijo de Pablo Emilio, y su
ta de las actividades. Catón (Cicerón, a tra-
amigo Lelio. Catón es una excepción en su
vés de Catón) se pregunta de cuáles. Las
época, pues se le representa de ochenta y
cosas grandes no se hacen con las fuerzas,
cuatro años. Los jóvenes se admiran de la
la rapidez o la agilidad del cuerpo sino me-
intensa actividad desplegada por el octoge-
diante el consejo, la autoridad y la opinión,
nario, y éste da sus famosas razones para no
cosas todas de las que la vejez, lejos de estar
renegar de la vejez y aceptarla como una eta-
huérfana, prodiga en abundancia. Aunque es
pa más de la vida, rica en dones y placeres.
verdad que la memoria disminuye, hay ejem-
Que tales dones y placeres son distintos de
plos notables de viejos capaces de recitar
los que se goza en otras edades es evidente
pasajes enteros de obras literarias, como
de suyo y a ello se dirigen las reflexiones
Sófocles, cuando convenció a los jueces de-
del libro.
clamando Edipo en Colona. Otros ancianos,
Cuando Cicerón escribe esta obra cuenta de los que no se escatiman ejemplos, tuvie-
sesenta y dos años. No sabe que morirá pron- ron la dicha de que sus estudios duraran lo
to, a manos de enemigos políticos mendaces, que su misma vida. Bella manera de decir
de los que su mordacidad y afilada retórica que estuvieron siempre renovándose y apren-
le granjeó muchos en su vida de hombre diendo. Sócrates, por ejemplo, empezó a es-
público, político, polemista y escritor. Su li- tudiar la lira y el propio Catón la lengua grie-
bro debe ordenarse entre los textos ga en la ancianidad.
didácticos, aquellos que enseñan a vivir
La segunda razón para deplorar la vejez
mejor. Hoy día, sería considerado un libro
es la pérdida de la fuerza física. El argumen-
de autoayuda, esos “self-help books” que tie-
to de Cicerón, puesto en boca de Catón, es
nen respuestas para todo y que inspiran tan
que la vida no debe valorarse por ella. Pero
buenos sentimientos de control a las perso-
es obvio que decrece. También es obvio que
nas. Es, auténticamente, un tratado de
abundan las enfermedades. Mas éstas ¿no son
“gerogogía”, como debería llamarse al arte
también propias de los jóvenes? ¿es que al-
de aprender a envejecer.
guien está libre de la debilidad y la dolen-
Cicerón pone en boca de Catón muchos cia? “Hay que hacer frente a la vejez, Lelio
argumentos que proceden de la tradición y Escipión, y hay que compensar sus defec-
griega, especialmente de Platón, y algunos tos con la diligencia. Lo mismo que hay que
pasajes recuerdan el discurso de Céfalo en luchar contra la enfermedad, hay que hacer-

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Acta Bioethica 2001; año VII, nº 1

lo contra la vejez”, dice el sabio anciano. Y milonas y libaciones, la vida es más grata.
agrega algo que suena muy moderno: “Es Pero con respecto al amor y al sexo, tema
preciso llevar un control de la salud, hay que entonces muy debatido y asunto de perenne
practicar ejercicios moderados, hay que to- importancia, la discusión es algo más difu-
mar la cantidad de comida y bebida conve- sa. El anciano observa que disminuye el de-
niente para reponer las fuerzas, no para aho- seo y por lo tanto hay menos necesidad de
garlas. Y no sólo hay que ayudar al cuerpo, obtener satisfacciones en ese ámbito. Sobre
sino mucho más a la mente y al espíritu. Pues todo, dice, “para los que están satisfechos y
también estos se extinguen con la vejez, a ahítos es mucho más agradable la carencia
menos que les vayas echando aceite como a que el disfrute”. De esta frase se infiere lo
una lamparilla”. inverso de lo que previamente el anciano ha
Estos pasajes son recomendaciones die- predicado, pues ¿quién puede estar satisfe-
téticas, en el sentido de una forma de vida cho y ahíto de placeres si ha llevado una vida
acorde con la edad. Suenan, en realidad, virtuosa privándose de ellos? Resulta que la
como de sentido común, y sin embargo fue- carencia es buena para el que ya está harto.
ron escritos cuarenta años antes de la era cris- Y para hartarse, obviamente, hay que haber
tiana. Hay que hacer notar que Catón agre- gozado. Otro punto ambiguo es la declara-
ga, a continuación, que la vejez “es honora- ción de que tales placeres no están lejanos
ble si ella misma se defiende, si mantiene su del todo. “La vejez, dice, disfruta de ellos
derecho, si no es dependiente de nadie y si (los placeres) lo suficiente aunque los vea
gobierna a los suyos hasta el último alien- de lejos”. No tan de lejos los ha de ha de
to”. Estas observaciones, podría argüirse, con haber visto el autor Cicerón, quien, a los se-
ser muy atinadas, no se aplican a muchos senta años se ha divorciado de Terencia tras
viejos que padecen la tortura de la depen- veintinueve años de matrimonio para casar-
dencia y la pobreza. Catón habla, en reali- se con su joven pupila Publilia.
dad, de aquellos viejos que pueden sumer- En el capítulo de los placeres hay una lar-
girse en sus estudios y ni siquiera darse cuen- ga exaltación de los que brinda la agricultu-
ta de que envejecen. ra. Ver crecer las plantas, vigilar lo sembra-
Hay una razón, la tercera, para lamentar do, acumular los frutos de la tierra, vivir la
volverse viejo, que es tal vez una de las más paz bucólica del campo, son temas en los
frecuentemente citadas: la edad provecta que el autor se explaya.
hace perder placeres. En esta parte, el viejo Hay que reconocer, sin embargo, que toda
Catón lanza una diatriba contra los placeres. la dulzura de la vida puede verse empañada
La pasión, alega, nos arrastra a acciones ver- por la avaricia y la pesadez de ancianos que
gonzosas y criminales. Es una suerte que la desean más de lo que los jóvenes desean
edad aleje de nosotros lo que es lo más per- concederles. Pobres de ellos, “pobre de la
nicioso de la juventud. “...nada hay tan de- vejez que tiene que defenderse con palabras”.
testable como el placer, si es verdad que éste, Porque, dice, “ni las canas ni las arengas
cuando es demasiado grande y prolongado, pueden proporcionar autoridad de repente,
extingue toda la luz del espíritu”. No sólo sino que es la vida anterior vivida honesta-
no hay que reprochar a la vejez que sepa pres- mente la que recoge los últimos frutos de la
cindir de los placeres, hay que felicitarla por autoridad”. Implícitamente, el autor Cicerón,
ello. Una vida virtuosa es garantía de bien- a través de su personaje Catón, está elevan-
estar. do el respeto a la dignidad de un placer pro-
La argumentación es bastante diáfana pio de la vejez. Placer que, no precisa decir-
cuando se trata de los placeres de la mesa, se, deriva de la vida previa, es fruto del es-
toda vez que al privarse de excesos, de co- fuerzo de antes. En la sociedad romana, se

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Recensiones

concedía una autoridad muy particular a los nero son hoy día más relevantes. Una vida
ancianos en la figura del pater familias . terminada “a su debido tiempo” supone una
Como indica Georges Minois en una reflexi- reflexión filosófica profunda. Es a esa re-
va nota, a partir del siglo IV la desintegra- flexión a la que alude Daniel Callahan cuan-
ción progresiva del gens dio lugar a las do en su libro “Setting Limits” trata de pre-
familiae independientes, cuyos miembros es- cisar qué es una vida adecuadamente vivida
taban unidos por lazos jurídicos más que y cuándo es razonable que termine. Conoci-
naturales bajo la patria potestas por naci- da es su propuesta de racionar los recursos
miento del mismo padre o bien por adop- sanitarios sobre la base de la edad, que ha
ción o matrimonio. Bajo el sistema de la causado más de alguna ácida polémica.
agnatio, el poder está vinculado al paren- El libro de Cicerón es un bello monumen-
tesco por vía masculina, lo cual explica que to al ideal. Ojalá todos pudieran vivir y mo-
sea el hombre, y el hombre viejo, quien goza rir como el sabio tribuno imagina y reco-
de absoluto poder. Su autoridad, que no co- mienda. Ojalá sus recomendaciones fueran
noce límites, es frecuente motivo de burla leídas y meditadas. Tal vez no a todos con-
en el teatro y en la literatura. Por ende, es venga el género de vida que allí se describe.
una figura ambigua. Por una parte, goza de Sus páginas destilan una suerte de esperan-
poder y autoridad, por otra es odiado. No zada alegría, un útil recuerdo de que siem-
siempre es figura de respeto, especialmente pre hay algo mejor a qué aspirar. Como apo-
si pierde bienes y poder. La pugna con las logía de la vejez, logró el libro su propósito.
generaciones jóvenes, a menudo Pero, como la vejez misma, es una apología
ejemplificadas en la figura del hijo, encuen- de doble faz. Aquello que se celebra tam-
tra resonancias de marcados acentos, tal vez bién puede ser objeto de preocupación. Lo
mayores que en otras tradiciones. deleitable es a veces negativo. La vejez,
La última razón para deplorar la vejez, como la vida misma, siempre aceptará mira-
la proximidad de la muerte, es analizada en das múltiples y contradictorias.
De Senectute en un registro que ya se ha
convertido en tópico. “Si no vamos a ser in-
Fernando Lolas Stepke
mortales, es deseable, por lo menos, que el
hombre deje de existir a su debido tiempo.
Pues la naturaleza tiene un límite para la
vida, como para todas las demás cosas”. Si
no hay nada después de la muerte, nada de-
bemos temer. Si la muerte es la puerta para
vida eterna, debiéramos desearla. Por su-
puesto, en la época de Cicerón el tema de la
longevidad tenía caracteres distintos de la
época actual. Hoy no es improbable que una
persona promedio, en un país medianamen-
te civilizado, pueda aspirar a una larga vida.
Por ende, desear vivir muy largo no es am-
bición descabellada. El tema de la calidad
de la vida larga es el que ahora nos preocu-
pa y conmueve. La disposición del tiempo
libre, el goce del ocio, la satisfacción de las
necesidades, todos los duelos, casi diarios,
que significa la pérdida de ascendiente y di-

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