2001
Fernando Lolas Stepke
RESEÑA DE "DE SENECTUTE" DE MARCO TULIO CICERÓN
Acta Bioethica, año/vol. VII, número 001
Organización Panamericana de la Salud
Santiago, Chile
pp. 184-186
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Recensiones
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Acta Bioethica 2001; año VII, nº 1
lo contra la vejez”, dice el sabio anciano. Y milonas y libaciones, la vida es más grata.
agrega algo que suena muy moderno: “Es Pero con respecto al amor y al sexo, tema
preciso llevar un control de la salud, hay que entonces muy debatido y asunto de perenne
practicar ejercicios moderados, hay que to- importancia, la discusión es algo más difu-
mar la cantidad de comida y bebida conve- sa. El anciano observa que disminuye el de-
niente para reponer las fuerzas, no para aho- seo y por lo tanto hay menos necesidad de
garlas. Y no sólo hay que ayudar al cuerpo, obtener satisfacciones en ese ámbito. Sobre
sino mucho más a la mente y al espíritu. Pues todo, dice, “para los que están satisfechos y
también estos se extinguen con la vejez, a ahítos es mucho más agradable la carencia
menos que les vayas echando aceite como a que el disfrute”. De esta frase se infiere lo
una lamparilla”. inverso de lo que previamente el anciano ha
Estos pasajes son recomendaciones die- predicado, pues ¿quién puede estar satisfe-
téticas, en el sentido de una forma de vida cho y ahíto de placeres si ha llevado una vida
acorde con la edad. Suenan, en realidad, virtuosa privándose de ellos? Resulta que la
como de sentido común, y sin embargo fue- carencia es buena para el que ya está harto.
ron escritos cuarenta años antes de la era cris- Y para hartarse, obviamente, hay que haber
tiana. Hay que hacer notar que Catón agre- gozado. Otro punto ambiguo es la declara-
ga, a continuación, que la vejez “es honora- ción de que tales placeres no están lejanos
ble si ella misma se defiende, si mantiene su del todo. “La vejez, dice, disfruta de ellos
derecho, si no es dependiente de nadie y si (los placeres) lo suficiente aunque los vea
gobierna a los suyos hasta el último alien- de lejos”. No tan de lejos los ha de ha de
to”. Estas observaciones, podría argüirse, con haber visto el autor Cicerón, quien, a los se-
ser muy atinadas, no se aplican a muchos senta años se ha divorciado de Terencia tras
viejos que padecen la tortura de la depen- veintinueve años de matrimonio para casar-
dencia y la pobreza. Catón habla, en reali- se con su joven pupila Publilia.
dad, de aquellos viejos que pueden sumer- En el capítulo de los placeres hay una lar-
girse en sus estudios y ni siquiera darse cuen- ga exaltación de los que brinda la agricultu-
ta de que envejecen. ra. Ver crecer las plantas, vigilar lo sembra-
Hay una razón, la tercera, para lamentar do, acumular los frutos de la tierra, vivir la
volverse viejo, que es tal vez una de las más paz bucólica del campo, son temas en los
frecuentemente citadas: la edad provecta que el autor se explaya.
hace perder placeres. En esta parte, el viejo Hay que reconocer, sin embargo, que toda
Catón lanza una diatriba contra los placeres. la dulzura de la vida puede verse empañada
La pasión, alega, nos arrastra a acciones ver- por la avaricia y la pesadez de ancianos que
gonzosas y criminales. Es una suerte que la desean más de lo que los jóvenes desean
edad aleje de nosotros lo que es lo más per- concederles. Pobres de ellos, “pobre de la
nicioso de la juventud. “...nada hay tan de- vejez que tiene que defenderse con palabras”.
testable como el placer, si es verdad que éste, Porque, dice, “ni las canas ni las arengas
cuando es demasiado grande y prolongado, pueden proporcionar autoridad de repente,
extingue toda la luz del espíritu”. No sólo sino que es la vida anterior vivida honesta-
no hay que reprochar a la vejez que sepa pres- mente la que recoge los últimos frutos de la
cindir de los placeres, hay que felicitarla por autoridad”. Implícitamente, el autor Cicerón,
ello. Una vida virtuosa es garantía de bien- a través de su personaje Catón, está elevan-
estar. do el respeto a la dignidad de un placer pro-
La argumentación es bastante diáfana pio de la vejez. Placer que, no precisa decir-
cuando se trata de los placeres de la mesa, se, deriva de la vida previa, es fruto del es-
toda vez que al privarse de excesos, de co- fuerzo de antes. En la sociedad romana, se
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concedía una autoridad muy particular a los nero son hoy día más relevantes. Una vida
ancianos en la figura del pater familias . terminada “a su debido tiempo” supone una
Como indica Georges Minois en una reflexi- reflexión filosófica profunda. Es a esa re-
va nota, a partir del siglo IV la desintegra- flexión a la que alude Daniel Callahan cuan-
ción progresiva del gens dio lugar a las do en su libro “Setting Limits” trata de pre-
familiae independientes, cuyos miembros es- cisar qué es una vida adecuadamente vivida
taban unidos por lazos jurídicos más que y cuándo es razonable que termine. Conoci-
naturales bajo la patria potestas por naci- da es su propuesta de racionar los recursos
miento del mismo padre o bien por adop- sanitarios sobre la base de la edad, que ha
ción o matrimonio. Bajo el sistema de la causado más de alguna ácida polémica.
agnatio, el poder está vinculado al paren- El libro de Cicerón es un bello monumen-
tesco por vía masculina, lo cual explica que to al ideal. Ojalá todos pudieran vivir y mo-
sea el hombre, y el hombre viejo, quien goza rir como el sabio tribuno imagina y reco-
de absoluto poder. Su autoridad, que no co- mienda. Ojalá sus recomendaciones fueran
noce límites, es frecuente motivo de burla leídas y meditadas. Tal vez no a todos con-
en el teatro y en la literatura. Por ende, es venga el género de vida que allí se describe.
una figura ambigua. Por una parte, goza de Sus páginas destilan una suerte de esperan-
poder y autoridad, por otra es odiado. No zada alegría, un útil recuerdo de que siem-
siempre es figura de respeto, especialmente pre hay algo mejor a qué aspirar. Como apo-
si pierde bienes y poder. La pugna con las logía de la vejez, logró el libro su propósito.
generaciones jóvenes, a menudo Pero, como la vejez misma, es una apología
ejemplificadas en la figura del hijo, encuen- de doble faz. Aquello que se celebra tam-
tra resonancias de marcados acentos, tal vez bién puede ser objeto de preocupación. Lo
mayores que en otras tradiciones. deleitable es a veces negativo. La vejez,
La última razón para deplorar la vejez, como la vida misma, siempre aceptará mira-
la proximidad de la muerte, es analizada en das múltiples y contradictorias.
De Senectute en un registro que ya se ha
convertido en tópico. “Si no vamos a ser in-
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mortales, es deseable, por lo menos, que el
hombre deje de existir a su debido tiempo.
Pues la naturaleza tiene un límite para la
vida, como para todas las demás cosas”. Si
no hay nada después de la muerte, nada de-
bemos temer. Si la muerte es la puerta para
vida eterna, debiéramos desearla. Por su-
puesto, en la época de Cicerón el tema de la
longevidad tenía caracteres distintos de la
época actual. Hoy no es improbable que una
persona promedio, en un país medianamen-
te civilizado, pueda aspirar a una larga vida.
Por ende, desear vivir muy largo no es am-
bición descabellada. El tema de la calidad
de la vida larga es el que ahora nos preocu-
pa y conmueve. La disposición del tiempo
libre, el goce del ocio, la satisfacción de las
necesidades, todos los duelos, casi diarios,
que significa la pérdida de ascendiente y di-
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