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El arte gótico

Introducción *
Arquitectura: La catedral *

La arquitectura gótica en Europa *


España *
Escultura *
La escultura gótica en Europa *
España *
Pintura *
Bibliografía *

Tema

Introducción

El arte gótico es el que corresponde a la Baja Edad Media, en su mayoría el


siglo XIII, aunque comienza en el siglo XII y alcanza hasta el XIV, y en algunos
países hasta el XV. Este es un período dinámico desde el punto de vista
socioeconómico, muy variado, con intensos contactos con Oriente a través de
las cruzadas y las rutas comerciales, la burguesía nace en las ciudades. Es un
estilo muy ligado a los nuevos centros culturales, universidades, catedrales y
ciudades en general. El auge de las ciudades favorece la aparición de las
órdenes mendicantes, franciscanos (1209) y dominicos (1216). Las monarquías
recuperan su poder poco a poco, debilitando el sistema feudal.

El término de gótico fue propuesto por Vasari, con un sentido peyorativo, de


vacío de las formas estilísticas. Era el arte bárbaro propio de los godos.

El emblema del arte gótico es la catedral, donde se dan cita todas las artes,
tendencia que viene del románico. Encontramos una humanización de los tipos
religiosos, que son mucho más naturales. Se pasa de la Virgen reina a la
Virgen madre, al Cristo doloroso en la cruz y a los adornos mundanos. Ahora
se ve en la naturaleza la obra de Dios, la creación, y la belleza nos acerca a
Dios. Pero también aparecen edificios civiles en las ciudades, los palacios, los
ayuntamientos y las lonjas.

Se instala una nueva religiosidad, en la que destacará santo Tomás de


Aquino, la Escolástica. La filosofía de Aristóteles se interpreta a la luz de la fe
cristiana. Pero también se reinterpreta a Platón. El neoplatonismo será
fundamental para la aparición de una estética basada en la luz, ya que
identificaba a Dios con la luz, la luz celestial. San Benito, san Roberto y san
Bernardo pretenderán la reforma de la orden de Cluny, recuperando su esencia
austera.

La orden del Císter fue la que creó y difundió el nuevo estilo, tras la
reconstrucción de la abadía de San Denis por el abad Suger. Era una
arquitectura sobria, austera y luminosa. En principio estaba exenta de motivos
decorativos, proclamando su aniconismo. No obstante, las catedrales se irán
llenando de estatuas y pinturas. El artista comienza a ser reconocido y en
algunos casos firmará sus obras. Sobre todo alcanzan gran prestigio los
maestros de obra.

Arquitectura: La catedral

En el siglo XIII el mundo cristiano se ha vuelto mucho más urbano y


burgués. Surge una nueva ideología que se plasma en los ideales del abad
Suger, brillo y esplendor frente a la austeridad del Císter. El gótico se
caracteriza por la verticalidad y la luz, que es el reflejo de la divinidad. El nuevo
estilo recibirá el apoyo de las autoridades municipales y la burguesía. Su
expresión más típica es la catedral, en la que encontramos todos los elementos
del arte gótico.

Sin dejar de ser un arte didáctico, el gótico se vuelve mucho más decorativo.
Utiliza un nuevo tipo de arco y de bóveda: el arco ojival y la bóveda de crucería,
que gracias a sus nervios, que convergen en contrafuertes separados del muro,
a través de los arbotantes; lo que posibilita un muro diáfano que se recubre con
vidrieras, que permiten el paso de una luz tamizada por los colores de los
cristales. Esta luz crea una atmósfera irreal, símbolo de la divinidad. Los
rosetones son el marco privilegiado de las vidrieras de colores, que tiñen el
interior de color, o de una luz blanca. Existe un contraste entre estructura y
apariencia.

Predominan las plantas de cruz latina en las que se distingue: la cabecera,


el crucero y las naves, de tres a cinco. La cabecera tiene girola y capillas
radiales. La nave central y el crucero son más anchos y altos que las laterales.

El arco apuntado es una de las señas de identidad más características del


arte gótico. Confiere a los edificios esbeltez y verticalidad. En el siglo XIII son
muy abiertos, es el arco apuntado clásico. En el siglo XIV se hacen más
apuntados y altos: se denomina arco lanceolado. Corresponde al momento de
mayor verticalidad. En el siglo XV se utilizan el arco conopial, el carpanel y el
mixtilíneo.

Los soportes, generalmente el pilar, evolucionan desde los redondos


(columnas) a los acanalados con forma de estrella. Aparece el pilar fasciculado,
que tiene el fuste formado por varias columnillas delgadas (baquetones). En el
edificio gótico se necesita un sistema de contrapeso adicional a la función
sustentante ejercida por el pilar (otra seña de identidad gótica) para ello se
usan los contrafuertes separados del muro. Los arbotantes enlazan la bóveda
central con los contrafuertes a través de un arco rampante. En la intersección
se ponen pináculos para hacer más estable el conjunto. Además, los arcos
poseen canales de desagüe del agua de lluvia, que terminan en gárgolas. En
los edificios más altos existen dos niveles de arbotantes.

Tan características como los arcos apuntados son las cubiertas del gótico.
Es la época de la bóveda de crucería, que permite cubrir espacios
rectangulares a mayor altura. Está formada por dos arcos (nervios) que se
cruzan en el centro: en la clave. El resto de la superficie se cubre con
plementos. Con este sistema todo el peso de la cubierta descansa sobre los
soportes, por lo que el muro de descarga es innecesario, y se puede cerrar el
espacio con grandes ventanales. No obstante, para cubrir toda la nave siguen
empleándose el sistema de arcos fajones. La bóveda de crucería evoluciona
con el tiempo. En el siglo XIII se utiliza la bóveda de crucería simple. Para
cubrir los espacios que no son rectangulares se utiliza un tercer nervio que
divide la bóveda en seis partes (bóveda sexpartita). En el siglo XIV la bóveda
se enriquece por medio de nervios secundarios (treceletes) que van desde los
ángulos a la mitad de los nervios; y ligaduras, que van desde el centro del
cuadrado a la clave. Ellos dan a la bóveda un aspecto estrellado (bóveda
estrellada). En el siglo XV a las bóvedas se añaden nervios combados, que van
del centro del cuadrado al centro de los nervios pasando por en centro de los
treceletes. Aparecen, también, las bóvedas de plementería calada, que se
recubren con vidrieras.

Este sistema constructivo permite abrir vanos en los muros. En realidad los
muros no son necesarios para sostener la cubierta, por lo que se permite la
entrada de la luz lo más posible. El muro se cierra con vidrieras de colores que
tamizan la luz. Las vidrieras se organizan en tracerías, o divisiones de piedra,
que forman los vanos. Cada vidriera posee un armazón de hierro y un
emplomado que unen los diferentes trozos de cristal, y forman las figuras. Las
vidrieras son un elemento indisoluble de la arquitectura, aunque utiliza los
mismos convencionalismos iconográficos que la pintura, y su mismo programa.

La portada se revaloriza. Aquí aparecen los principales motivos


ornamentales, que se vuelven más naturales. En ella se colocan las torres y las
puertas. Las torres pueden estar adosadas a las naves, o justo encima de las
puertas laterales. La fachada típica tiene forma de H. Está formada por dos
torres cuadradas, rematadas con un elemento piramidal. Poseen tres niveles: la
portada de entrada, los ventanales y el rosetón: que iluminan el interior.
También las portadas laterales se decorarán. El rosetón tiene también una
función simbólica, pues representa la luz de Dios. En ocasiones la fachada se
remata con un gablete triangular. Las portadas siguen el modelo románico: son
abocinadas y en ellas se encuentra la decoración escultórica. Su número varía
en función de las naves que hay en el interior.

En el alzado de la catedral se distinguen tres partes: la arquería, el triforio y


el claristorio o ventanales. El muro tiende a desaparecer, sobre todo en lo alto.
El triforio es estrecho, ya que pierde su función de tribuna, y se emplea sólo
para que pase la luz al interior.

En el gótico se distinguen cuatro etapas: el gótico primitivo o protogótico, al


que pertenece Notre-Dame de París. Tiene un aspecto un tanto románico. El
gótico clásico, del siglo XIII, principalmente en la primera mitad, a la que
pertenece la catedral de Chartres, y en el que desaparece la tribuna, y los
ventanales se alargan. El gótico manierista, de la segunda mitad del siglo XIII,
que en algunos lugares se alarga hasta el XIV. Se multiplican los radios de los
rosetones, y se complican y estilizan todos los elementos arquitectónicos.
Además, hay una mayor luminosidad, porque el triforio casi desaparece en
favor del claristorio. Y el gótico flamígero, sobre todo en Francia durante los
siglos XIV y XV, en el que las estructuras se vuelven más sencillas y la
decoración más abundante. Se caracteriza por la decoración de calados con
adornos asimétricos, semejantes a las ondulaciones de las llamas. Aparecen:
el arco conopial y las bóvedas estrelladas, como en la catedral de Oviedo. Esta
es la época en la que surgen, en España, el estilo isabelino, en fusión con el
mudéjar.

Además de las catedrales, adquieren importancia otros edificios civiles. Las


ciudades crecen dentro de sus murallas, gracias a la burguesía, y aparecen
edificios de administración y comercio. Se levantan el ayuntamiento, las lonjas,
sin dejar de construirse castillos y fortificaciones militares, con menos vanos. La
ciudad tiende a organizarse en torno a la catedral, el ayuntamiento y la lonja.
Aparecen, también, palacios urbanos, que expresan la riqueza tanto de los
nobles como de la burguesía.

La arquitectura gótica en Europa

Francia es la cuna del gótico, como lo fue del románico. En la fase


protogótica encontramos los edificios cistercienses como la abadía de San
Denis, y las catedrales de Laon y Notre-Dame de París. En el período clásico
destacan las catedrales reales, ya que son los reyes los promotores de su
construcción: Reims, Amiens y Chartres. En el período manierista destaca la
Santa Capilla de París y la catedral de Rouen. En general las construcciones
francesas tienden a la verticalidad.

En Alemania el gótico triunfa sobre todo en las regiones occidentales,


debido al influjo francés. Sin embargo, aquí la tradición carolingia, otoniana y
románica es muy fuerte. La primera construcción auténticamente gótica es
Santa Isabel de Magdeburgo. La influencia francesa se deja sentir en la
catedral de Colonia. También son destacables las catedrales de Ratisbona,
Erfurt, Ulm y Estrasburgo. No obstante, el gótico llega hasta el siglo XV.

En Inglaterra el gótico tiene un desarrollo peculiar. Potencia las líneas


rectas; es más macizo y horizontal y utiliza una pantalla a modo de telón tanto
por delante como por detrás de la catedral. Además, usa con profusión las
bóvedas de abanico. En Inglaterra el gótico presenta tres etapas: el estilo
primitivo, con catedrales como las de Canterbury, Lincoln y Salisbury; el estilo
decorativo, en el que la decoración se hace independiente de la arquitectura,
con catedrales como las de York, Exeter y Wells; y el estilo perpendicular, más
racional y organizado, y con tendencia a la desornamentación exterior, aunque
se mantiene en el interior. En este período destacan las catedrales de
Westminster, Gloucester y el castillo de Windsor.

El gótico apenas entró en Italia; que continúa con las formas clásicas, los
muros macizos y la tendencia horizontal. No encontramos aquí las señas de
identidad góticas, más que en algunos elementos. Los vanos son menos
numerosos, lo que da pie para ser pintados. Destacan las catedrales de Siena,
Arezzo y Milán. Pero lo característico del gótico italiano es la arquitectura civil:
palacios y lonjas, que aparecen en las numerosas repúblicas italianas. Son,
pues, edificios de escasa altura. Destacan los palacios de las Señorías de
Siena y Florencia, la cartuja de Pavía, el Ayuntamiento de Perusa y el palacio
ducal Casa del Oro en Venecia.

En Portugal el gótico llega a través de España. Destacan el convento de


Batalha y el monasterio de Alcobaça. Sin embargo, en los siglos XV y XVI se
desarrolla el original estilo manuelino, que se caracteriza por su abigarrada
ornamentación. El estilo se difunde por todo Portugal, pero destacan el
monasterio de Belem, el convento de Tomar y la iglesia de Olivenza, en
España.

España

En España el gótico tiene dos ámbitos fundamentales, el camino de


Santiago y las ciudades comerciales de la Corona de Aragón, que en esta
época está extendiéndose por el Mediterráneo. Distinguiremos cuatro períodos:
la fase de transición, el gótico pleno o clásico, el gótico manierista o
mediterráneo y el gótico flamígero.

El gótico tarda en introducirse en España, por lo que hay una fase inicial de
transición (siglo XII) en la que conviven las formas románicas y las góticas. Los
más representativos son los monasterios de la orden del Císter,
fundamentalmente en Navarra y Argón. Inicialmente son monasterios rurales, y
carecen de decoración escultórica y pictórica, en consonancia con la austeridad
de la orden y su aniconismo. Destacan las plantas en forma de T, las capillas
de la cabecera y el transepto y el claustro con dos pisos, el superior para las
celdas y el inferior para la vida comunitaria. Destacan los monasterios de
Poblet, La Espina, Fitero, La Oliva, Santa Creu, Gradefes y La Moreruela. Se
comienzan a construir las catedrales de Zamora y Salamanca, con una clara
influencia islámica, y las de Tarragona y Lérida.

La segunda etapa, en el siglo XII, es la del gótico pleno. Fundamentalmente


es el gótico de Castilla y León. Este es el momento de máximo apogeo del
camino de Santiago. El estilo tiene una gran influencia francesa y en él
aparecen todos los elementos que definen el estilo gótico. Las catedrales más
importantes son las de León, Burgos y Toledo. También se construyen las
catedrales de Oviedo y Palencia.

La tercera etapa, en el siglo XIV, es la manierista, y se centra,


fundamentalmente, en el Mediterráneo. Se acaban las catedrales de Palma de
Mallorca, Barcelona, Santa María del Mar (Barcelona) y Gerona, y se construye
la lonja de Barcelona. Son templos más austeros, la nave central es más ancha
y las laterales son más altas. No abundan los arbotantes ni los pináculos.

En el siglo XV aparece el gótico flamígero, que en Castilla se denomina


isabelino. En esta época la decoración se desborda, las plantas tienden a ser
cuadradas, de una sola nave y los soportes más delgados. El coro deja de
estar en el centro de la nave principal y se desplaza a los pies y en alto. Los
motivos decorativos aparecen en todas partes: portadas, ventanas, cornisas,
cresterías, pináculos, etc., y son, fundamentalmente, escudos heráldicos,
puntas de diamante, conchas, etc., de inspiración mudéjar. Este estilo parece
que llega a España de la mano de los maestros de los países bajos que
trabajan aquí. En la Corona de Aragón destacan las lonjas de Palma de
Mallorca y Valencia, la catedral de Tarragona y la Generalitat de Barcelona. En
Castilla aparecen dos escuelas: la de Toledo y la de Burgos. Se conocen
algunos maestros como Juan de Guas, en Toledo, que construyó San Juan de
los Reyes, y la puerta de los leones de la catedral de Toledo. En Burgos trabaja
Juan de Colonia que construiría las torres de la catedral de Burgos, la capilla
del Condestable; y la cartuja de Miraflores y Simón de Colonia, que construye
las fachadas de San Pablo y San Gregorio en Valladolid. También se
construyen la capilla real de Granada y la catedral de Sevilla. A partir de estos
momentos en las ciudades aparecen palacios que crean un modelo de fachada
sobria, como el palacio del Infantado en Guadalajara.

Escultura

En la escultura gótica se observa una progresiva liberación del marco


arquitectónico y un mayor naturalismo. En principio la escultura se integra en
los elementos arquitectónicos formando parte de las jambas, la estatua
columna que se independiza del marco, pero poco a poco se irán haciendo
estatuas de bulto redondo. Continúa teniendo una función didáctica, a demás
de estética.

Sus formas son más naturales, tanto en las proporciones como en las
referencias al mundo real, sobre todo en los motivos vegetales. Hay una cierta
influencia de los modelos clásicos, se busca la belleza natural de las formas.
Sin embargo, no falta en la iconografía el bestiario fantástico de influencia
oriental, como en las gárgolas y ciertos elementos secundarios, es un
programa iconográfico similar al románico. El peso de la tradición románica es
muy grande, hasta el punto de que en el siglo XIII la escultura aún está
subordinada a la arquitectura. El conjunto tiene un sentido narrativo en el que
se destacan los sentimientos nobles y la melancolía de la imagen. Las
imágenes se comunican entre sí expresando sentimientos: alegría, tristeza,
dolor, etc., hasta llegar al patetismo en el siglo XV. La divinidad se humaniza, el
Cristo majestad pasa a ser el Hijo del Hombre, y la Virgen reina a Virgen
madre. Reaparece el retrato.

El material preferido para la escultura es la piedra, pero también la madera,


generalmente policromada.

Se rompen algunos convencionalismos del románico, como la frontalidad, el


hieratismo y la adaptación al marco. El artista tiene libertad para hacer sus
obras y las firmará. Las obras se colocarán en las portadas, sillerías, sepulcros,
retablos, etc., en general en todos los lugares significativos.

Existirá una escultura monumental, ya que en las grandes catedrales


empezaron a considerarse como algo más que mera decoración. Aparecen las
estatuas columnas monumentales. Las figuras adquieren autonomía y se
liberan del marco arquitectónico. Se abandonan los convencionalismos
románicos. Los capiteles desaparecen de la vista de los fieles, y se abandonan
aquí los motivos narrativos, quedando sólo una decoración vegetal. También se
desarrollarán los retablos, realizados en madera. Algunos de estos retablos son
móviles: dípticos, trípticos y polípticos. En el gótico final los retablos serán
soporte de la pintura. También adquiere gran importancia la escultura funeraria.
Este es el ámbito del retrato y donde hay un mayor realismo. Generalmente es
un sepulcro exento, aunque en España triunfa el sepulcro incrustado en la
pared, en la que aparece esculpida una escena. Otro ámbito en el que
encontramos esculturas es en las sillerías del coro. Están hechas en madera y
en ellas la libertad del artista es mayor, ya que no son vistas, normalmente, por
los fieles.

Durante el período protogótico destaca el conjunto del pórtico de la Gloria,


atribuido al maestro Mateo, y el pórtico Real de Chartres. En ellos se observan
estatuas en las columnas con un profundo naturalismo.

En el período clásico encontramos una tendencia a la belleza ideal, a la


ingenuidad y a la sencillez. Suelen ser conjuntos narrativos que ocupan,
principalmente, las portadas. Aparecen todo tipo de temas, María, los santos, el
juicio final, Cristo redentor, etc.

El gótico flamígero se caracteriza por la utilización, de manera decorativa,


de la curva y la contracurva, que da movimiento a las figuras. La escultura se
hace totalmente exenta y se difunde la estatuaria funeraria. Los artistas dejan
de ser desconocidos.

La escultura gótica en Europa

Las primeras manifestaciones de escultura se encuentran en Francia, sobre


todo en las fachadas de las catedrales. Destacan: la fachada de la catedral de
Chartres, de influencia románica, los pórticos de la Virgen y San Esteban de
Notre-Dame de París y portada de la de la catedral de Reims. En el siglo XIV la
escultura se vuelve exenta y se traslada al interior del templo. En Francia
destaca la escuela borgoñesa, y dentro de ella Claus Sluter, que realiza el
Pozo de Moisés con figuras individualizadas: encapuchados y gentes en
actitudes naturales.

En Alemania la influencia francesa es tan notable como en la arquitectura.


La mayor parte de las obras escultóricas están en el interior del templo.
Destacan las obras de las catedrales de Bamberg, Estrasburgo, Friburgo,
Núremberg y Naumburgo. Se conocen artistas como Hans Multscher, que hizo
el retablo de la catedral de Sterzing; Georg Syrlin: retablo de San Wolfgang en
Salzburgo; Veit Stosz el viejo, que trabaja en las catedrales de Núremberg y
Cracovia; Adam Krafft y Tilmann Riemenschneider.

En Italia no se dan las portadas con programas iconográficos. La escultura


está al servicio del mobiliario de las iglesias y del arte funerario. Aquí se
rechaza la estética románica a favor de una más clásica. Destaca Nicolás
Pisano que hace el púlpito del baptisterio de Pisa y el de la catedral de Siena,
en el que se observan influencias de los sarcófagos romanos. También
destacan Giovanni Pisano: púlpito de la catedral de Pisa, Arnulfo di Cambio,
fray Guillermo de Pisa, y Tino di Camaino. En Florencia trabaja Andrea Pisano,
en las puertas de baptisterio de Florencia, Andrea Orcagna y Nino Pisano.
Además, Lorenzo Maitani realiza obras como las fachadas de las catedrales de
Siena y Orvieto.

España

En España podemos distinguir cuatro períodos: el protogótico, el clásico, el


manierista y el hispano flamenco.

El período protogótico abarca la segunda mitad del siglo XII y la primera del
XIII. Todavía mantiene una influencia muy grande del románico. Se conoce al
maestro Mateo que hace el pórtico de la Gloria en Santiago, la cámara Santa
de Oviedo, y San Vicente de Ávila.

En el período clásico, mediados del siglo XIII, se entronca con la tradición


francesa. Destacan las portadas de las catedrales de Burgos y León. También
sobresalen los sepulcros. Existen tres talleres: el de Burgos (puertas Sarmental
y Coronería), el de León (Virgen Blanca, obispo san Mauricio) y el de Palencia.

En el período manierista los talleres más importantes se encuentran en


Toledo, pero también destacan las escuelas de Navarra y Levante. Se
introduce la estética italiana, más estilizada y con el canon más largo. Las
figuras tienen formas blandas, sinuosas y delicadas. Destacan las puertas del
Reloj y de Escribanos en la catedral de Toledo, la catedral de Vitoria, el
claustro de la catedral de Pamplona, la portada de Santa María de la Guardia y
la portada de la catedral de Huesca.

En el período hispano-flamenco se deja sentir la influencia borgoñesa, y del


arte flamenco y germánico. Ahora se acentúan las notas patéticas y dolorosas
en las expresiones de las figuras, que se hacen más naturales. Dominan los
temas de la Virgen y los crucificados. Son característicos los ropajes amplios
que producen efectos de claroscuro. Es el estilo de Claus Sluter. En la Corona
de Argón se conocen a autores como Guillen de Sagrera: San Pedro y san
Pablo de la catedral de Mallorca; Pere Oller: retablo de la catedral de Vich,
Pere Joan: San Jorge de la Diputación de Barcelona; y Pere Anglada: Ángel
del Ayuntamiento de Barcelona. En Castilla trabajan Francisco de Colonia y
Diego de la Cruz. Pero sobre todo destacan las figuras de Juan de Colonia:
retablo de san Nicolás en Burgos; y Gil de Siloé: sepulcro de Juan II e Isabel
de Portugal en la cartuja de Miraflores y su retablo, los castellanos son los
escultores isabelinos.

Pintura

La pintura es el arte que más radicalmente cambia en el gótico, porque


pierde su lugar natural, el muro, donde es sustituido por las vidrieras. Alcanza
gran desarrollo en las miniaturas de los libros, donde se perfecciona. Se
recrean textos literarios. Pero sobre todo se pinta sobre tabla, el retablo. La
técnica más utilizada es la del temple, y más adelante la del óleo, que da un
mayor colorido y permite un acabado más minucioso. Los temas son, bien
religiosos bien profanos, aunque con carácter alegórico. Destacan las
narraciones sobre la vida y la pasión de Cristo y la Virgen. Los temas profanos
comenzaron siendo escenas de batallas, motivos heráldicos y las visiones de la
vida campesina.

El gran reto del último período de la pintura gótica fue la conquista de la


tercera dimensión, la representación naturalista de los objetos y el abandono
de los convencionalismos abstractos románicos.

La primera etapa corresponde a la pintura conocida como gótico lineal,


hacia el 1200, también llamado francogótico. París es el centro cultural
indiscutible en todas las artes. Los temas que dominan son los religiosos, que
tienen una función simbólica. Se caracterizan por tener un fondo dorado, de
influencia bizantina, un espacio simbólico. Las figuras tienden a ser planas, los
colores vivos y aún tienen muchos convencionalismos románicos. Continúan
utilizando la línea negra para separar los espacios de colores. Predomina el
naturalismo, y los temas se tratan con sencillez. En Francia destacan las
vidrieras de las catedrales, las miniaturas de los libros y los salterios. En
Alemania hay restos de pintura mural: San Gerión de Colonia y San Jorge de
Oberzell. En Inglaterra destacan el Santo sepulcro de la catedral de
Winchester, o el conjunto de la abadía de Westminster. En España destacan
las miniaturas de las Cantigas de Alfonso X y diversos frontales y retablos para
las principales catedrales castellanas y catalanas.

La segunda etapa corresponde a la Italia del Trecento, o pintura italogótica,


siglo XIV, en la que también encontramos una fuerte influencia bizantina
«manera greca», y de la antigüedad clásica. Este será el germen de la pintura
moderna: desaparece la línea negra. Surge el claroscuro, lo que revela su
preocupación por el volumen y la profundidad. Esto conduce al estudio de la
perspectiva y la plasmación de los estados anímicos y el sentimiento. Existe
pintura mural y sobre tabla, mosaicos, y se observan ciertas tendencias que
desembocarán en el Renacimiento. Podemos distinguir tres escuelas: la
toscana, cuyo máximo representante es Giunta Pisano: Madona de la catedral
de Pistoia; la escuela romana, cuyo máximo representante es Pietro Cavallini:
Nacimiento y muerte de María, Anunciación, Natividad; y la escuela florentina,
cuyo máximo representante es Giotto di Bondone, es el artista más conocido:
frescos de las capillas de los Bardi y Peruzzi, Madona de Uffizi, Virgen con el
Niño, Crucifixión, su aventura es la conquista de la técnica, el estudio del
espacio, la perspectiva lineal, la coloración objetiva, la luz y la degradación de
los colores. Dota a sus composiciones de volumen y corporeidad hasta llegar a
los personajes esculturales. Giotto se inspira en la naturaleza, lo que rompe
con la tradición bizantina. Centra su prioridad en la figura humana, tratándolas
de manera individual. Concibe los espacios de manera arquitectónica, por lo
que incluye rocas y elementos arquitectónicos en sus composiciones, no sin
cierta ingenuidad. Otro pintor importante de la escuela florentina es Cimabue:
Dante en el Purgatorio. Mantiene ciertos elementos de la tradición bizantina,
pero consigue éxitos innegables en el conocimiento de la perspectiva, el
volumen y la monumentalidad de sus figuras. La escuela florentina entró en
España de la mano de Gerardo Starnina: capilla de San Blas en la catedral de
Toledo y Delio Delli: retablo de la catedral de Salamanca.
En Italia también hay una escuela en Siena, que se caracteriza por hacer un
arte cortesano, colorista, cromático e irreal, con los fondos dorados de tradición
bizantina. Por sus características tienen una entidad aparte. Ofrece una visión
idealizada de la realidad. Es el modelo que más se difundió por Europa. Duccio
di Buoninsegna es el pintor más conocido, por su refinamiento, sus
composiciones sin tensión dramática y su expresión delicada: Madona
Rucellai, La maestá. Otro pintor importante es Simone Martini, de marcado
espíritu cortesano: San Luis de Toulouse, Anunciación. La escuela de Siena
llegará en el siglo XIV a Cataluña. Aquí destacan Jaume Ferrer Bassa: capilla
de San Miguel de Pedralbes, Ramón Destorrents: retablo de Iravalls, y los
Hermanos Serra; Francisco, Joan, Jaume y Pere: retablo de Pentecostés de la
catedral de Manresa.

La última etapa corresponde al gótico internacional, en torno al 1400. Este


género tiene unos rasgos comunes en toda Europa. Es un estilo protegido por
la nobleza y los reyes. Se caracteriza por su afición al lujo, los colores
brillantes, el dibujo curvilíneo, las pocas preocupaciones espaciales y por ser
un estilo un tanto decorativo. Presta mucha atención a los detalles, pero
continúa utilizando el fondo dorado. Surge de la síntesis del estilo italiano de
Siena en la corte de Borgoña. El resultado es un estilo elegante, artificioso y
extravagante. Tratará de glorificar a una nobleza feudal que se está
extinguiendo. El gótico internacional se extiende por toda Europa con Jean
Fouquet: Díptico de Melum en Francia, Stefan Lochner: retablo de los Reyes
Magos en la catedral de Colonia, Conrad Witz: retablo de Basilea y Hans
Multscher: altar de Sterzing, en Alemania y Nuño Gonçalves en Portugal. En
España encontramos; en Cataluña Lluis Borrassà: retablo del Salvador en la
catedral de Barcelona, y Bernardo Martorell: retablo de san Jorge, retablo de
Púbol, en Valencia Lorenzo Zaragoza: San Roque de Jérica, Andreu Marçal de
Sax: retablo de Los arqueros del centenar de Ploma, Pedro Nicolau: Virgen de
Sarrión, y Juan Rexach: retablo de Cubells; en Aragón García de Benabarre:
Vida de san Juan Bautista, Martín Soria: retablo de Pallaruelo de Monegros y
Bartolomé Bermejo: retablo de Daroca, en Andalucía, con una profunda
influencia mudéjar Alejo Fernández: Virgen de los navegantes, y en Castilla
Nicolás Fiorentino: retablo de la catedral vieja de Salamanca y Nicolás Francés:
retablo de la catedral de León, retablo de San Francisco de La Bañeza.

En esta época destaca, también, la escuela flamenca, protegida por una


potente burguesía que es su principal cliente. Los pintores se organizarán en
gremios, por lo que habrá una búsqueda colectiva de la perfección técnica y
dibujística, lo que la hace muy minuciosa en los detalles. No obstante, todos
ellos firmarán sus obras de forma individual. Los pintores flamencos se
apartaron de la estética internacional acercándose a la realidad natural y a la
armonía de las formas. Se pinta al óleo con fórmulas de taller, lo que permite
una gran riqueza cromática. La luz se independizó del color. La perspectiva es
una de sus principales preocupaciones, debido a la obsesión por el detalle.
Desarrolla toda una iconografía religiosa de carácter simbólico, aunque en un
ambiente burgués. Busca un espacio natural continuo, sobre todo en interiores
y de la vida cotidiana. Varios son los artistas importantes en la escuela
flamenca: los hermanos Jan y Hubrecht van Eyck: retablo del Cordero místico,
hacen una obra muy intelectual, de gran brillantez y con una amplia gama
cromática. Se especializan en el retrato de interiores, en los que logra un gran
equilibrio, como en el Matrimonio Arnolfini, su obra más representativa. Robert
Campin es menos intelectual y más amable: Anunciación, Santa Bárbara, se le
considera como el primer pintor flamenco. Petrus Christus: Leyenda de san
Eloy, Retrato de un cartujo, es alumno y heredero de Van Eyck. Roger van der
Weyden: Descendimiento de la cruz, tríptico de Los siete sacramentos, Adán y
Eva, utiliza modelos, que alcanzan gran difusión. Es menos intelectual y más
comprensible. Pinta tablas de pequeñas dimensiones. Dierck Bouts: trípticos
del Santo sacramento, El martirio de san Erasmo, El entierro de Cristo, de
origen holandés, y con colores algo más fríos. En la segunda generación
destacan pintores como Hans Menling: Adoración de los Reyes y Virgen con el
Niño, con un lenguaje dulce y tonos claros, Hugo van der Goes: tríptico de
Portinari, Tránsito de la Virgen, con sus expresiones inquietantes y Gerard
David: Adoración de los Magos, Descanso en la huida a Egipto, holandés, que
funde lo italiano y lo flamenco.

Pero el autor más personal de este período es Hieronymus van Aeken, el


Bosco, que se sitúa al margen de los tipos flamencos. Utiliza temas alegóricos
con los que crea un mundo fantástico. Tiene un profundo carácter religioso, a la
vez que burlesco. Son característicos sus monstruos, máquinas infernales y
figuras fantásticas mezcladas con seres humanos. Sus obras más importantes
son: El juicio final, El carro de heno y el tríptico de El Jardín de las delicias.

Fuera de Flandes fue en España donde este estilo tuvo más éxito. Aquí hay
pintores de primera fila como: Jaume Huget: tríptico de San Jorge, Bartolomé
Bermejo: Piedad del canónigo Desplá y Lluis Dalmau: Virgen de los consellers,
en la Corona de Aragón; y Jorge Inglés: retablo del hospital de Buitrago,
Fernando Gallego: retablos de la catedral de Zamora y San Lorenzo de Toro, y
Pedro Berruguete: retablo de Santo Tomás de Ávila, en la Corona de Castilla.

Bibliografía

VV.AA.: «Historia del arte». Carroggio. Barcelona 1987


VV.AA.: «Summa Artis». Espasa Calpe. Madrid 1990
Guillermo B. Floria: «Historia de la pintura». Plaza y Janés. Esplugas de
Llobregat 1975

Web recomendada Enciclopedia Libre en Español

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