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Fortalecimiento de la Independencia del Poder Judicial

Introducción
Que el objetivo de “afianzar la justicia” expresado en la Constitución Argentina
es un pilar fundamental que obliga a los tres poderes del Estado de Derecho. La
Carta Magna de los argentinos demanda un acuerdo que se transforme en una
política continua y estable para fortalecer al poder judicial, al margen de las naturales
divergencias que existen en la vida cotidiana.
Que los ciudadanos reclaman que sus derechos sean defendidos, que sus
bienes, su seguridad y su honor no queden a merced de la incertidumbre, y que
existan jueces imparciales capaces de defenderlos, pero es claro que para que ello
sea posible es necesario un marco institucional que asegure esa independencia.
Que comprobados estos deberes constitucionales y el clamor de la sociedad,
es imprescindible reforzar la independencia del Poder Judicial. Ello no significa que
no lo haya sido con anterioridad, sino que los nuevos desafíos que enfrenta
requieren de diseños institucionales apropiados. Esta es la experiencia que se
advierte en varios países del hemisferio que han introducido, en distintas épocas,
cambios como los que se presentan en este proyecto, con la clara finalidad de
mejorar el funcionamiento autónomo de la judicatura.
La relación entre la independencia del poder judicial y la autonomía
presupuestaria ha sido motivo de declaraciones de casi todos los foros judiciales de
la región y nadie puede dudar de las severas implicancias que genera su ausencia.
La independencia queda afectada cuando no hay suficientes jueces para atender los
reclamos, cuando no hay inversiones en tecnología, en edificios, en programas de
gestión y control que la hagan más eficiente.
Sobre la base de lo expuesto es necesario proponer una serie de medidas de
carácter legislativo, tendientes a fortalecer la independencia del Poder Judicial de la
Nación en el marco del equilibrio constitucional de las potestades de los órganos de
gobierno.
Tales medidas conciernen estrictamente a la fluidez y solvencia del manejo del
instrumento presupuestario, a fin de facilitar –por un juego equilibrado entre poderes-
la realización del valor enunciado por los constituyentes en el Preámbulo. A ello se
añade la conveniencia de adoptar decisiones institucionales que patenticen el rol
constitucional de la Corte Suprema de Justicia de la Nación como cabeza del Poder
Judicial de la Nación (art. 108 de la Constitución Nacional), frente a normas legales
como las que regulan al Consejo de la Magistratura en lo relativo a su inserción
orgánica y el ejercicio de sus funciones, de acuerdo con su rango institucional, cuyo
contenido y aplicación han provocado comprobadas distorsiones e infundados
cuestionamientos, cuando no conflictos, que ponen en tela de juicio a la vigencia de
un claro principio constitucional de alcances esenciales en orden a la subsistencia de
un sistema de equilibrio entre poderes armónico y eficaz.
Autonomía presupuestaria del Poder Judicial de la Nación

La autonomía presupuestaria significa que el Poder Judicial tenga una


relación directa con el Congreso de la Nación en la presentación de su presupuesto,
en su discusión, y, luego de su aprobación, en todo lo atinente a su implementación.
El paso inicial en la dirección indicada –que es la más acorde con nuestro
diseño institucional de poderes equilibrados- fue la sanción, en septiembre de 1990,
de la ley de autarquía n° 23.853. En efecto, cuando el proyecto respectivo fue
examinado por la Cámara de Diputados de la Nación, previo a su sanción, el
miembro informante del bloque mayoritario expresó: “…creo que a lo largo de la
historia recién ahora estamos dando el puntapié inicial para tener una justicia
independiente, con recursos económicos y materiales, con la posibilidad de otorgar a
todos los ciudadanos el derecho de acceder a una justicia en el verdadero sentido de
la palabra” (Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación,
sesión del 20 de septiembre de 1990, intervención del Dip. Nac. Oscar Parrilli, pág.
3163). Más aún, el citado legislador puso de relieve que la decisión por adoptar
revestía el carácter de una verdadera política de Estado –reflejo de consensos
esenciales y alejada de las tensiones cotidianas de la política agonal- al manifestar
que: “…la sanción de una iniciativa de estas características da la pauta de que la
clase política argentina, los legisladores, más allá de discrepar somos capaces de
llegar a un acuerdo en temas fundamentales que atañen a la continuidad de nuestra
democracia y de la República” (Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación, cit., pág. cit.).
Diecinueve años después de la sanción –sin observaciones- de tan
importante instrumento normativo e institucional, resulta necesario establecer
algunas adecuaciones y precisiones derivadas de su aplicación ininterrumpida –tanto
en tiempos de normalidad como de emergencia- durante un período de razonable
extensión temporal. Ello, por supuesto, con la finalidad de dar los pasos
subsiguientes a aquél “puntapié inicial” y en orden a continuar con la política de
Estado, enunciada en oportunidad de sancionar la ley 23.853 y que tiende a
fortalecer al Poder Judicial de la Nación como institución, para mantener el equilibrio
entre los poderes y garantizar –con la mayor amplitud posible- la vigencia de los
Derechos Humanos.
Las modificaciones que se proponen a la ley 23.853 –sustitución de los
arts. 1°, 2°, 5° y 10°, derogación del artículo 4°- y a la Ley Complementaria
Permanente de Presupuesto, 11.672 -art. 5°-, tienen por finalidad facilitar la
disponibilidad de los recursos presupuestarios y la asignación de remanentes
presupuestarios para ejercicios futuros, acentuando la autarquía presupuestaria del
Poder Judicial de la Nación consagrada por la ley 23.853.
Esos cambios necesariamente deben complementarse –para asegurar la
autarquía- con la adopción de una serie de medidas destinadas a ajustar a los límites
constitucionales el ejercicio de competencias relativas a la administración de los
recursos, a la disposición de bienes y a la realización de inversiones en el Poder
Judicial de la Nación. En este punto, resultan objetables –por exceder los contornos
precisos fijados por las normas constitucionales- los incisos g), cuya derogación se
propicia, e i), respecto del cual se propone su sustitución, del artículo 18 de la ley
24.937 –t.o. por decreto 816/99- y sus modificatorias.
En efecto, en el artículo 114, inciso 3° de l a Constitución Nacional, ya
citado, se faculta al Consejo de la Magistratura para administrar los recursos
destinados a la administración de justicia.
A su vez, en el artículo 18 de la ley 24.937 se dispuso que el Administrador
General del Poder Judicial de la Nación estaba facultado para:
“g) Proponer al plenario lo referente a la adquisición,
construcción y venta de bienes inmuebles y disponer lo necesario respecto de bienes
muebles, aplicando normas de procedimiento que aseguren la libre e igualitaria
concurrencia de los oferentes;
i) Realizar contrataciones para la administración del Poder
Judicial coordinando con los diversos tribunales los requerimientos de insumos y
necesidades de todo tipo aplicando normas de procedimiento que aseguren la libre e
igualitaria concurrencia de los oferentes.”
Cabe recordar que la más acreditada doctrina distingue a los “actos de
administración” de los “actos de disposición”. Basta citar a Alfredo Orgaz: “Acto de
administración es aquel que, importando o no una enajenación, además de
conservar los capitales, tiene por fin hacerles producir los beneficios que
normalmente pueden ellos suministrar al propietario, de acuerdo con su naturaleza o
destino. Acto de disposición es aquel que, importando o no una enajenación, altera o
modifica sustancialmente los elementos que forman el capital, o bien que
compromete su porvenir por largo tiempo” (Alfredo Orgaz, “El acto de Administración
en el Código Civil”, Assandri, Córdoba, 1948, página 23). La conocida distinción entre
actos de administración y actos de disposición pone claramente de manifiesto la
inadecuación del artículo 18, inc. g), de la ley 24.937, en cuanto faculta al Plenario
del Consejo para la realización de actos de disposición (como la venta) referidos a
inmuebles y al administrador respecto de muebles, cuando la norma constitucional
sólo habilita al Consejo para administrar.
Es evidente que si en la Constitución se hubiera atribuido al Consejo
facultades para realizar actos de disposición, se habría dicho expresamente, tal
como se hace, entre otras disposiciones, en el artículo 207, inc. 6) de la Constitución
de la Provincia de San Juan, donde, refiriéndose a la Corte de Justicia, se expresa
que “dispone y administra sus bienes y los fondos asignados por ley”.
En consecuencia, es necesario derogar la norma citada, asegurando la
competencia que corresponde a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de
acuerdo con el artículo 108 de la Constitución y 3° y 8° de la ley 23.853, de “disponer
de su patrimonio”.
En un sentido concordante cabe sustituir al inciso i) del artículo 18 de la ley
24.937 –t.o. por el decr. 816/99- y sus modificatorias, limitando la competencia del
Consejo de la Magistratura a la contratación de los insumos necesarios para el
funcionamiento de los órganos judiciales, en orden a su facultad de administrar los
recursos y ejecutar el presupuesto, competencia que no incluye la de realizar
inversiones.
En relación con la autonomía presupuestaria es oportuno tener presente la
experiencia de los Estados Unidos de América, cuyo régimen constitucional de
organización del Poder Judicial Federal es de similares características al nuestro. Allí
el Congreso atribuyó al Poder Judicial autoridad para preparar (remitiendo
directamente la propuesta al Congreso para su tratamiento y aprobación) y
administrar –con una amplia y rigurosa delegación en los tribunales- su propio
presupuesto.
El espíritu que inspiró esta política de Estado, indispensable para asegurar el
equilibrio entre los poderes, está expresado en las palabras que pronunció el
Procurador General Homer Cummings en una comunicación dirigida al Congreso en
oportunidad de tratar y aprobar la Administrative Office Act, al afirmar que: “Estoy
convencido de que las funciones de la magistratura no pueden cumplirse en forma
eficiente y expeditiva a menos que se dote a los tribunales de un mecanismo
administrativo adecuado y conveniente, cuyo control y responsabilidad recaiga sobre
ellos mismos. La independencia del Poder Judicial parecería exigir que sus asuntos
administrativos no sean tratados por uno de los departamentos del Poder Ejecutivo,
ni estén bajo el control del principal litigante ante los tribunales federales” (Swisher,
Selected papers of Homer Cummings, p. 225 (1939), citado en Vanderbilt, Arthur T.,
La Justicia Emplazada a Reformarse, Depalma, Bs.As. 1959, pág. 117).
Cabe señalar que Cummings, como Procurador General, juntamente con el
Secretario de Justicia, eran los principales afectados por la creación legislativa de la
Oficina Administrativa del Poder Judicial.
Como cierre es oportuno recordar lo que coetáneamente afirmaba Rafael
Bielsa: “El Poder judicial puede realizar su administración propia, como la realiza el
Congreso o el Poder legislativo. La ley puede autorizar al Poder judicial o al órgano
superior –en el caso la Corte Suprema- para que realice los actos de gestión
administrativa necesarios para su funcionamiento (como suministros, etc.).Desde
luego, la atribución de nombrar empleados es un acto más importante que contratar
suministros. Y a este respecto, el Poder judicial está exento del contralor
administrativo del Poder ejecutivo, en virtud del artículo 99 de la Constitución, que
dispone: ‘La Corte Suprema dictará su reglamento interior y económico, y nombrará
todos sus empleados subalternos.’ Claro está que el contralor que el Congreso
ejercita sobre la gestión administrativa e inversión financiera (art. 67, inc. 7, de la
Constitución nacional), se refiere esencialmente a la gestión del Poder ejecutivo;
pero eso no es óbice para que se ejercite la administración realizada por otro poder.
En consecuencia, la Corte Suprema puede tener su dirección administrativa propia,
pues ningún principio ni precepto constitucional se opone a que el Poder judicial
realice su gestión administrativofinanciera sin dependencia de ningún ministerio ni
dirección de administración del mismo; por el contrario, ese Poder debe tener la
propia administración económica; ello está de acuerdo con el principio de separación
de los poderes, principio que excluye cualquier dependencia expresa o virtual. Esa
gestión financiera únicamente debe estar sujeta al control administrativo y
jurisdiccional de un tribunal de cuentas y al control legislativo (aprobación o rechazo
de la cuenta de inversión), pero, claro está, que este régimen debe establecerlo la ley
de acuerdo con la Constitución. En cuestiones de esta índole no hay que cavilar
sobre leyes o antecedentes de otros países. Por lo demás, en algunos sistemas el
Poder judicial no constituye, en realidad, un verdadero poder; pero en el sistema de
nuestra Constitución, si lo es, y en manera eminente.” (Bielsa, Rafael, El Orden
Político y las Garantías Jurisdiccionales (Separación de Poderes y Vigencia del
Derecho), Imprenta de la Universidad Nacional del Litoral, Buenos Aires, 1943, págs.
35 y 36).

Gobierno del Poder Judicial

El gobierno de un poder del Estado -en términos generales- implica la


conducción en marcha ordenada de todos los órganos que componen a ese sector
del poder público. Tratándose del Poder Judicial de la Nación y dados sus rasgos
particulares, esta función esencial tiene características especiales, razón por la cual
resulta conveniente efectuar una enunciación –no taxativa- de las actividades que
comprende. Ellas son:
• La representación política del poder, y la conducción de su desarrollo.
• La planificación de políticas institucionales de corto, mediano y largo plazo.
• La gestión para mejorar el servicio de justicia, lo cual se diferencia de la
administración.
• Las decisiones relativas a traslados, licencias y situaciones administrativas de
los jueces.
• La creación de nuevos principios en bien de la administración de justicia,
instando nuevas leyes y proyectando la modificación de las existentes.
• La creación de áreas destinadas a planificar la mejora continua del sistema de
justicia.
• El ejercicio de funciones de superintendencia, a fin de velar por el buen
desempeño de la administración de justicia de la Nación.
La importancia institucional del gobierno del Poder Judicial
de la Nación es paralela al valor que se atribuye al ejercicio de la función judicial.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, órgano supremo a cargo del


gobierno del Poder Judicial. Potestades reglamentarias.
Según Joaquín V. González “…la Corte Suprema es la representación más
alta del Poder Judicial de la Nación, tiene facultades o privilegios inherentes a todo
poder público para su existencia o conservación, recursos propios para mantener y
hacer práctica su autoridad, y toda la independencia necesaria para su organización
interna”, aclarando el recordado publicista que “…ese poder no es un poder de
juzgar, sino solamente de vigilancia para la mejor administración de justicia y
cumplimiento de la Constitución y las leyes que la establecen” (Joaquín V. González,
Manual de la Constitución Argentina (1853-1860), actualizado por Humberto Quiroga
Lavié, La Ley, Buenos Aires, 2001, págs. 555 y 556).
La Corte ha volcado estos conceptos en numerosas acordadas. Así, señaló
que la reforma de 1994 no alteró las graves responsabilidades que derivan de la
naturaleza misma de las funciones que ejerce, como órgano supremo a cargo del
gobierno del Poder Judicial. Se basó en las disposiciones que crearon el Consejo de
la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento como órganos del Poder Judicial, en
carácter de auxiliares o asistentes en el ámbito de las competencias fijadas y sin
independencia funcional. También ha señalado categóricamente que, tras la reforma
constitucional, mantiene su condición de única cabeza del Poder Judicial. Este
criterio se ha manifestado en distintas decisiones como las acordadas n° 8/99 y n°
4/2000, y otras más recientes como las n° 16/2003, n° 15/2004 y –especialmente- la
n° 36/2004.
Por aplicación de estos principios la Corte Suprema ha adoptado, entre otras,
las siguientes decisiones:
• el carácter público de los registros llevados sobre la circulación de los
expedientes1;
• un reglamento de acreditación de periodistas2;
• presencia de la contraparte en las audiencias con alguno de los jueces del
Tribunal3;
• fijación de fecha del acuerdo para el tratamiento de las causas que versen
sobre materias de trascendencia institucional,4;
• regulación de la información en la página web de la Corte Suprema5.
• creación de un servicio de atención para casos de violencia familiar,
• reglamentación de la figura del “amigo del tribunal”,
• convenio multilateral para un dialogo encaminado a una reforma judicial
profunda que recoja las demandas de la sociedad.6

1Acordada 35/2003; del 11 de diciembre.


2 Acordada 3/2004; del 17 de febrero.
3 Acordada 7/2004; del 24 de febrero.
4 Acordada 36/2003; del 18 de diciembre.
5 Acordada 1/2004; del 11 de febrero.
6 Se trata del denominado “Convenio de Cooperación Técnica para la Reforma Judicial” suscrito entre

la Corte Suprema y ARGENJUS el 7 de mayo de 2004, con el propósito de lograr un mejor


funcionamiento del Poder Judicial de la Nación, en tres ejes u objetivos centrales: el mejoramiento de
la eficiencia y de la transparencia del servicio de justicia, y del acceso del ciudadano a éste. Durante el
año 2004 se realizaron numerosas reuniones de comisiones que trabajaron distintos temas, elaborando
• registración y protocolización de las sentencias del Tribunal, que será llevada
en forma alternativa, anual y rotativa por los titulares de las secretarias
judiciales, y
• que los agentes de confrontaciones y copias pasen a depender de la
presidencia7
• Causas sobre trascendencia institucional8: art. 84 del reglamento de la justicia
nacional. Se debe fijar la fecha para su tratamiento.
• La Corte dispuso dar a conocer anualmente el porcentaje de sentencias
arbitrarias que revoca, discriminadas por el tribunal inferior que las dictó (Res.
801/2004) y deben publicarse en la página web las estadísticas semestrales
del trabajo de la Corte (Acordadas 1 y 2/04).

Varias son las precisiones que deben formularse en este punto:


a) La función de gobierno del Poder Judicial le corresponde a la
Corte con exclusividad. Tal fue lo sostenido en el Senado en la discusión
parlamentaria que llevó a la sanción de la ley 24.937, prevaleciendo el criterio,
ajustado a la Constitución Nacional, antes y después de la reforma constitucional
de 1994, que sostiene que la Corte Suprema es la cabeza del Poder Judicial de la
Nación. En efecto, el miembro informante de la mayoría afirmó que
“…indudablemente la cabeza del Poder Judicial de la Nación, en todos sus
aspectos y en pleno ejercicio de sus atribuciones constitucionales, es la Corte
Suprema de Justicia de la Nación” (Honorable Senado de la Nación, sesión del 6
y 7 de marzo de 1996, pág. 617), especificando el senador Melgarejo que “…las
funciones del Consejo de la magistratura deben consistir en asegurar que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación siga siendo cabeza del Poder Judicial de la
Nación, acotando las funciones del Consejo…a fin de que sea un órgano auxiliar
de la Corte” (Honorable Senado de la Nación, sesión cit., pág. 682).
Una ratificación de lo expresado y con claro sentido institucional resulta
de lo dispuesto en el artículo 2° de la ley 24.937 , –t.o. por decreto 816/99- y sus
modificatorias, en cuanto a que: “Los miembros del Consejo prestarán juramento
en el acto de su incorporación de desempeñar debidamente el cargo por ante el
presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”. Es importante poner
de manifiesto que, a pesar de que la ley 26.080 excluyó al Presidente de la Corte
de la integración del Consejo, lo mantuvo como la autoridad institucional y
orgánica del Poder Judicial de la Nación para tomar el juramento a todos los
consejeros en el acto de su incorporación.
Consecuentemente, en la ley 24.937 y en sus modificatorias se
armonizó el ejercicio de las competencias disciplinarias del Consejo respecto de
los magistrados judiciales (art. 114, inc. 4°, de l a Constitución Nacional y arts. 7°,

una cantidad de material que está siendo objeto de examen a los efectos de su implementación por el
medio que corresponda.
7
Acordada 38 que modifica el art. 100 del reglamento para la Just. Nacional.
8
Acordada 36, del 18-12-03.
inc. 12 y 14 de la ley 24.937 –t.o. por decreto 816/99- y sus modificatorias), con la
función de gobierno del Poder Judicial que corresponde a la Corte, estableciendo,
en el caso de que se impusiera una sanción, un recurso de apelación ante el Alto
Tribunal (art. 14, ap. C, de la ley 24.937 –t.o por decreto 816/99- y sus
modificatorias ) .
b) Ninguna norma constitucional o legal atribuyó al Consejo de la
Magistratura funciones de gobierno del Poder Judicial de la Nación. El artículo
114 de la Constitución Nacional dispuso que el Consejo de la Magistratura “tendrá
a su cargo… la administración del Poder Judicial…”, competencia reiterada en el
inciso 3°, que expresa: “serán sus atribuciones: 3° Administrar los recursos y
ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia”. Más allá
de lo cual no hay en la Constitución ni en la ley orgánica del Consejo o en otras
disposiciones atribución a dicho órgano de funciones de gobierno.
c) En este punto es apropiado añadir que entre las funciones de
gobierno están claramente comprendidas todas aquellas declaraciones y
decisiones de la Corte destinadas a garantizar la independencia del Poder
Judicial y la investidura de los jueces, genuinos actos de gobierno derivados de
su condición de órgano supremo y cabeza del Poder Judicial.
d) Cabe tener presente que en el artículo 30, segunda parte, de la ley
24.937 –t.o. por decreto 816/99 y sus modificatorias, se expresa que: “Las
facultades concernientes a la superintendencia general sobre los distintos
órganos judiciales continuarán siendo ejercidas por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación y las cámaras nacionales de apelaciones, según lo dispuesto en las
normas legales y reglamentarias vigentes.”
Esta disposición dictada por el legislador, es un directo derivado del
artículo 108 de la Constitución Nacional y tiene por principal efecto el despejar
todas las dudas acerca de la subsistencia –tras la creación constitucional del
Consejo de la Magistratura- de las funciones de órgano superior de
superintendencia que corresponde a la Corte Suprema de Justicia de la Nación
como cabeza del Poder Judicial de la Nación.
Es por otra parte un claro límite de la potestad reglamentaria del
Consejo de la Magistratura (art. 114, inc. 6 de la Constitución Nacional), cuyo
ejercicio no puede avanzar sobre “lo dispuesto por las normas legales y
reglamentarias vigentes”, dado que, como establece la primera parte del artículo
30 de la ley 24.937 –t.o. por decreto 816/99- y sus modificatorias, el Consejo sólo
puede modificar aquellas disposiciones reglamentarias que se encuentran “dentro
del ámbito de su competencia”, lo que no incluye a las normas reglamentarias
dictadas por la Corte Suprema de conformidad con el art. 18 de la ley 48, el art.
10 de la ley 4055, entre muchas otras.
El legislador ha sido consecuente con tal criterio al disponer en la ley
24.588 –que realizó una profunda reforma del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación y es posterior a la reforma de 1994– que: “La Corte Suprema de
Justicia de la Nación queda facultada para dictar las medidas reglamentarias y
todas las que considere adecuadas para el mejor cumplimiento de las normas y
fines de esta reforma” (art. 4°).
e) En suma, de lo expresado resulta que la Corte –como órgano
superior de Gobierno del Poder Judicial de la Nación- cuenta con facultades
reglamentarias relacionadas con su propia organización y la del resto del Poder
Judicial derivadas de sus atribuciones constitucionales y legales (arts. 18 de la ley
48; 10 de la ley 4055; 30 de la ley 24937 –t.o. por decreto 816/99- y sus
modificatorias y 24.588, entre otras).
Sus competencias en la materia son exclusivas, con excepción de las
cuestiones en las cuales sus facultades reglamentarias concurren con las del
Consejo de la Magistratura. No obstante ello, en cuestiones de trascendencia
institucional la atribución es exclusiva de la Corte Suprema, en su carácter de
órgano superior del Poder Judicial de la Nación. Por tal motivo se propicia
modificar los artículos 7°, inc. 2° y 18, inc. j de la ley 24.937 –t.o. por decr. 816/99-
y sus modificatorias.

Conclusión
Fortalecer al Poder Judicial de la Nación requiere dotarlo de las
herramientas técnicas necesarias que permitan afianzar su independencia.
Se proponen, en tal sentido, cambios de la legislación vigente, los
cuales permitirán ampliar los alcances de la autarquía judicial para darle un real
significado y dar efectividad al desempeño del Poder Judicial en el contexto de un
real equilibrio entre poderes, necesario para acentuar la vigencia del Estado de
Derecho y, con él, la de los Derechos Humanos.
Por otro lado, el reconocimiento legislativo en cabeza de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación de las facultades de las que está investida
originariamente por la Constitución Nacional fortalece al Poder Judicial, al
priorizar enfáticamente la independencia judicial como política de Estado.
Se adjunta, en consecuencia, un proyecto de ley por medio del cual se
aspira a llevar a la práctica los propósitos enunciados.
LEY DE FORTALECIMIENTO DE LA INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL DE LA
NACIÓN

El Senado y Cámara de Diputados


de la Nación Argentina, Reunidos en Congreso, etc.,
Sancionan con Fuerza de Ley:

ARTÍCULO 1°: Sustitúyase el artículo 1º de la ley 23.853, que quedará redactado en


los siguientes términos:
“ARTÍCULO 1°.- La CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA N ACIÓN preparará y
enviará al HONORABLE CONGRESO DE LA NACIÓN y al PODER EJECUTIVO
NACIONAL el anteproyecto de presupuesto del PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN,
para su incorporación al presupuesto de la Administración Nacional.
ARTÍCULO 2°: Sustitúyase el artículo 2° de la ley 23.853, por el siguiente:
“ARTÍCULO 2°.- El presupuesto del PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN será
atendido con cargo del Tesoro Nacional y con recursos específicos propios del citado
poder. Los recursos del Tesoro Nacional se conformarán con el equivalente del tres y
medio por ciento (3,5%) de los recursos tributarios y no tributarios de la
Administración Central. El setenta y un centésimos por ciento (0,71%) corresponderá
a la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN y el dos con setenta y nueve
por ciento (2,79%) al CONSEJO DE LA MAGISTRATURA. A la alícuota del tres y
medio por ciento (3,5%) se adicionará el aporte que anualmente incluye el Poder
Ejecutivo Nacional en el Presupuesto General de la Administración Nacional de
acuerdo al presupuesto preparado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
La CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN podrá modificar los
porcentajes que corresponden a cada servicio financiero de la jurisdicción en razón
de las necesidades presupuestarias y financieras de los mismos.
Cuando los recursos recaudados por el PODER JUDICIAL DE LA NACION resulten
superiores a los créditos asignados por la Ley Anual de Presupuesto y cuando
resulte necesaria la incorporación de remanentes de ejercicios anteriores, se autoriza
a la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN a solicitar al HONORABLE
CONGRESO DE LA NACIÓN y al PODER EJECUTIVO NACIONAL su incorporación
al presupuesto del PODER JUDICIAL”.
ARTÍCULO 3°: Sustitúyase el artículo 5° de la ley 23.853, por e l siguiente:
“ARTÍCULO 5°.- Facúltese a la CORTE SUPREMA DE JUST ICIA DE LA NACIÓN a
disponer las reestructuraciones y compensaciones que considere necesarias, dentro
de la suma total correspondiente al PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN en el
Presupuesto General de la Administración Nacional.
Asimismo queda facultada para requerir anticipos de fondos con arreglo a lo
dispuesto por el artículo 12 de la ley 16.432, incorporada a la ley 11.672 (Ley
Complementaria Permanente de Presupuesto).
Todos los gastos que demanden la creación de juzgados o la ampliación de los
existentes serán atendidos con cargo a “Rentas Generales”, o a los excedentes.
El Poder Legislativo solicitará informes al PODER JUDIICAL DE LA NACIÓN y al
MINISTERIO DE ECONOMÍA sobre las posibilidades financieras para hacerse cargo
de las erogaciones que generen esas creaciones o ampliaciones, en forma previa a
sancionar las normas y con el objeto de otorgar –si correspondiere- los refuerzos
presupuestarios pertinentes”.
ARTÍCULO 4°: Sustitúyase el artículo 10 de la ley 23.853, por el siguiente:
“ARTÍCULO 10.- La Corte Suprema de Justicia de la Nación reglamentará la
presente ley en los aspectos concernientes a la administración financiero –
presupuestaria.”
ARTÍCULO 5°: Derógase el artículo 4º de la ley 23.853.
ARTÍCULO 6°: Sustitúyase el artículo 5° de la ley 11.672 (Ley Co mplementaria
Permanente de Presupuesto), por el siguiente:
“ARTÍCULO 5°.- Autorízase al Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación para reajustar los créditos de su presupuesto jurisdiccional teniendo la libre
disponibilidad de los créditos que le asigne la Ley de Presupuesto, con comunicación
al PODER EJECUTIVO NACIONAL”.
ARTÍCULO 7°: Sustitúyese el artículo 7°, inciso 2°, de la ley 2 4.937, por el siguiente:
“2. Dictar los reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le
atribuye la Constitución Nacional y esta ley a fin de garantizar una eficaz prestación
de la administración de justicia. Esta atribución no comprende a aquellos
reglamentos concernientes a cuestiones relativas a la superintendencia del Poder
Judicial de la Nación, materia reservada a la Corte Suprema de Justicia de la Nación
en su carácter de órgano de gobierno del Poder Judicial de la Nación”.
ARTÍCULO 8°: Derógase el inciso g) del artículo 18 de la ley 24.937.

ARTÍCULO 9°: Sustitúyase el inciso i) del artículo 18 de la ley 24.937, por el


siguiente:

“i) Realizar contrataciones para la administración del Poder Judicial coordinando con
los diversos tribunales los requerimientos de insumos necesarios para su
funcionamiento aplicando normas de procedimiento que aseguren la libre e igualitaria
concurrencia de los oferentes;”

ARTÍCULO 10: Sustitúyase el inciso j) del artículo 18 de la ley 24.937, por el


siguiente:

“j) Proponer los reglamentos internos necesarios para su funcionamiento”.

ARTÍCULO 11: A partir de la fecha de la vigencia de la presente ley quedarán sin


efecto todas las disposiciones legales y reglamentarias que se opongan a su
cumplimiento y que importen un detrimento de los recursos destinados al Poder
Judicial de la Nación o afecten el manejo de su autarquía financiera.
ARTÍCULO 12: Comuníquese al Poder Ejecutivo de la Nación.
ANEXO I
TEXTOS VIGENTES DE LOS ARTICULOS CUYA DEROGACIÓN O
MODIFICACIÓN SE PROPONEN

Ley 24.937

ARTICULO 7º — Atribuciones del Plenario. El Consejo de la Magistratura reunido en


sesión plenaria, tendrá las siguientes atribuciones:

2. Dictar los reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le
atribuye la Constitución Nacional y esta ley a fin de garantizar una eficaz prestación
de la administración de justicia.

ARTICULO 18. — Funciones. La Oficina de Administración y Financiera del Poder


Judicial tendrá a su cargo las siguientes funciones:

g) Proponer al plenario lo referente a la adquisición, construcción y venta de bienes


inmuebles y disponer lo necesario respecto de bienes muebles, aplicando normas de
procedimiento que aseguren la libre e igualitaria concurrencia de los oferentes;

i) Realizar contrataciones para la administración del Poder Judicial coordinando con


los diversos tribunales los requerimientos de insumos y necesidades de todo tipo
aplicando normas de procedimiento que aseguren la libre e igualitaria concurrencia
de los oferentes;

j) Proponer los reglamentos internos necesarios para su funcionamiento, los


reglamentos para la administración financiera del Poder Judicial y los demás que
sean convenientes para lograr la eficaz administración de los servicios de justicia,
incluyendo la supresión, modificación o unificación de las oficinas arriba enumeradas;

Ley 23.853

ARTICULO 1º — La Corte Suprema de Justicia de la Nación preparará el


Presupuesto de Gastos y Recursos del Poder Judicial, el que será remitido al Poder
Ejecutivo Nacional para su incorporación al proyecto de Presupuesto General de la
Administración Nacional que se presenta anualmente ante el Honorable Congreso.

ARTICULO 2º — El presupuesto del Poder Judicial de la Nación será atendido con


cargo al TESORO NACIONAL y con recursos específicos propios del citado poder.
Los recursos del TESORO NACIONAL se conformarán con el equivalente del tres y
medio por ciento (3,5%) de los recursos tributarios y no tributarios de la
Administración Central. El cincuenta y siete centésimos por ciento (0,57%)
corresponderá a la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION y el dos con
noventa y tres por ciento (2,93%) al CONSEJO DE LA MAGISTRATURA. Para el
supuesto que los recursos que se asignan a la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE
LA NACION superen el crédito asignado por la Ley Anual de Presupuesto o el que se
destine conforme la facultad indicada en el primer párrafo del Artículo 5º de la
presente, podrán ser utilizados para financiar los restantes programas y actividades
del presupuesto de la jurisdicción. A la alícuota del tres y medio por ciento (3,5%) se
le adicionará el aporte que anualmente incluya el Poder Ejecutivo Nacional en el
Presupuesto General de la Administración Nacional para el inciso 4 —Bienes de
uso— de acuerdo al presupuesto preparado por la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
DE LA NACION.

ARTICULO 5º — Facúltese a la Corte Suprema de Justicia de la Nación a disponer


las reestructuraciones y compensaciones que considere necesarias, dentro de la
suma total correspondiente al Poder Judicial en el Presupuesto General de la
Administración Nacional.

Asimismo queda facultada para requerir anticipos de fondos con arreglo a lo


dispuesto por el artículo 12 de la ley 16.432, incorporada a la ley 11.672
(complementaria permanente de presupuesto).

Todos los gastos que demande la creación de juzgados o la ampliación de los


existentes será atendida con cargo a "Rentas generales", o a los excedentes.

El Poder Legislativo solicitará informes al Ministerio de Economía y al Poder Judicial


de la Nación sobre las posibilidades financieras para hacerse cargo de las
erogaciones que generen esas creaciones o ampliaciones, en forma previa a
sancionar las normas y con el objeto de otorgar -si correspondiere- los refuerzos
presupuestarios pertinentes.

ARTICULO 10 — El Poder Ejecutivo Nacional conjuntamente con la Corte Suprema


de Justicia de la Nación reglamentarán la presente ley en los aspectos concernientes
a la administración financiero - presupuestaria.

ARTICULO 4º — Autorízase al Poder Ejecutivo Nacional para introducir


modificaciones en las erogaciones del Poder Judicial de la Nación en la medida que
sean producto de modificaciones en la estimación de los recursos que la financian, lo
que también podrá hacerse a requerimiento de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, conforme lo establezca la reglamentación.

Ley 11.672

ARTICULO 5º.- Autorízase al Presidente de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE


LA NACION para reajustar los créditos de su presupuesto jurisdiccional debiendo
comunicar al JEFE DE GABINETE DE MINISTROS las modificaciones que se
dispusieran. Tales modificaciones sólo podrán realizarse dentro del respectivo total
de créditos autorizados sin originar aumentos automáticos para ejercicios futuros ni
incrementos de las remuneraciones individuales, sobreasignaciones u otros
conceptos análogos de gastos en personal o compensaciones o reintegros en favor
del mismo, excepto cuando el JEFE DE GABINETE DE MINISTROS le otorgue un
refuerzo presupuestario para financiar mejoras salariales o para creación de cargos
por un período menor de DOCE (12) meses.

Tendrá la libre disponibilidad de los créditos que le asigne la Ley de Presupuesto, sin
más restricciones que las que la propia ley determine en forma expresa.

El JEFE DE GABINETE DE MINISTROS, junto con el proyecto de Presupuesto de la


Administración Nacional enviará al HONORABLE CONGRESO DE LA NACION el
anteproyecto preparado por la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION,
acompañando los antecedentes respectivos cuando las estimaciones efectuadas por
dicha Corte no coincidan con las del proyecto general.

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