Introducción
Que el objetivo de “afianzar la justicia” expresado en la Constitución Argentina
es un pilar fundamental que obliga a los tres poderes del Estado de Derecho. La
Carta Magna de los argentinos demanda un acuerdo que se transforme en una
política continua y estable para fortalecer al poder judicial, al margen de las naturales
divergencias que existen en la vida cotidiana.
Que los ciudadanos reclaman que sus derechos sean defendidos, que sus
bienes, su seguridad y su honor no queden a merced de la incertidumbre, y que
existan jueces imparciales capaces de defenderlos, pero es claro que para que ello
sea posible es necesario un marco institucional que asegure esa independencia.
Que comprobados estos deberes constitucionales y el clamor de la sociedad,
es imprescindible reforzar la independencia del Poder Judicial. Ello no significa que
no lo haya sido con anterioridad, sino que los nuevos desafíos que enfrenta
requieren de diseños institucionales apropiados. Esta es la experiencia que se
advierte en varios países del hemisferio que han introducido, en distintas épocas,
cambios como los que se presentan en este proyecto, con la clara finalidad de
mejorar el funcionamiento autónomo de la judicatura.
La relación entre la independencia del poder judicial y la autonomía
presupuestaria ha sido motivo de declaraciones de casi todos los foros judiciales de
la región y nadie puede dudar de las severas implicancias que genera su ausencia.
La independencia queda afectada cuando no hay suficientes jueces para atender los
reclamos, cuando no hay inversiones en tecnología, en edificios, en programas de
gestión y control que la hagan más eficiente.
Sobre la base de lo expuesto es necesario proponer una serie de medidas de
carácter legislativo, tendientes a fortalecer la independencia del Poder Judicial de la
Nación en el marco del equilibrio constitucional de las potestades de los órganos de
gobierno.
Tales medidas conciernen estrictamente a la fluidez y solvencia del manejo del
instrumento presupuestario, a fin de facilitar –por un juego equilibrado entre poderes-
la realización del valor enunciado por los constituyentes en el Preámbulo. A ello se
añade la conveniencia de adoptar decisiones institucionales que patenticen el rol
constitucional de la Corte Suprema de Justicia de la Nación como cabeza del Poder
Judicial de la Nación (art. 108 de la Constitución Nacional), frente a normas legales
como las que regulan al Consejo de la Magistratura en lo relativo a su inserción
orgánica y el ejercicio de sus funciones, de acuerdo con su rango institucional, cuyo
contenido y aplicación han provocado comprobadas distorsiones e infundados
cuestionamientos, cuando no conflictos, que ponen en tela de juicio a la vigencia de
un claro principio constitucional de alcances esenciales en orden a la subsistencia de
un sistema de equilibrio entre poderes armónico y eficaz.
Autonomía presupuestaria del Poder Judicial de la Nación
una cantidad de material que está siendo objeto de examen a los efectos de su implementación por el
medio que corresponda.
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Acordada 38 que modifica el art. 100 del reglamento para la Just. Nacional.
8
Acordada 36, del 18-12-03.
inc. 12 y 14 de la ley 24.937 –t.o. por decreto 816/99- y sus modificatorias), con la
función de gobierno del Poder Judicial que corresponde a la Corte, estableciendo,
en el caso de que se impusiera una sanción, un recurso de apelación ante el Alto
Tribunal (art. 14, ap. C, de la ley 24.937 –t.o por decreto 816/99- y sus
modificatorias ) .
b) Ninguna norma constitucional o legal atribuyó al Consejo de la
Magistratura funciones de gobierno del Poder Judicial de la Nación. El artículo
114 de la Constitución Nacional dispuso que el Consejo de la Magistratura “tendrá
a su cargo… la administración del Poder Judicial…”, competencia reiterada en el
inciso 3°, que expresa: “serán sus atribuciones: 3° Administrar los recursos y
ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia”. Más allá
de lo cual no hay en la Constitución ni en la ley orgánica del Consejo o en otras
disposiciones atribución a dicho órgano de funciones de gobierno.
c) En este punto es apropiado añadir que entre las funciones de
gobierno están claramente comprendidas todas aquellas declaraciones y
decisiones de la Corte destinadas a garantizar la independencia del Poder
Judicial y la investidura de los jueces, genuinos actos de gobierno derivados de
su condición de órgano supremo y cabeza del Poder Judicial.
d) Cabe tener presente que en el artículo 30, segunda parte, de la ley
24.937 –t.o. por decreto 816/99 y sus modificatorias, se expresa que: “Las
facultades concernientes a la superintendencia general sobre los distintos
órganos judiciales continuarán siendo ejercidas por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación y las cámaras nacionales de apelaciones, según lo dispuesto en las
normas legales y reglamentarias vigentes.”
Esta disposición dictada por el legislador, es un directo derivado del
artículo 108 de la Constitución Nacional y tiene por principal efecto el despejar
todas las dudas acerca de la subsistencia –tras la creación constitucional del
Consejo de la Magistratura- de las funciones de órgano superior de
superintendencia que corresponde a la Corte Suprema de Justicia de la Nación
como cabeza del Poder Judicial de la Nación.
Es por otra parte un claro límite de la potestad reglamentaria del
Consejo de la Magistratura (art. 114, inc. 6 de la Constitución Nacional), cuyo
ejercicio no puede avanzar sobre “lo dispuesto por las normas legales y
reglamentarias vigentes”, dado que, como establece la primera parte del artículo
30 de la ley 24.937 –t.o. por decreto 816/99- y sus modificatorias, el Consejo sólo
puede modificar aquellas disposiciones reglamentarias que se encuentran “dentro
del ámbito de su competencia”, lo que no incluye a las normas reglamentarias
dictadas por la Corte Suprema de conformidad con el art. 18 de la ley 48, el art.
10 de la ley 4055, entre muchas otras.
El legislador ha sido consecuente con tal criterio al disponer en la ley
24.588 –que realizó una profunda reforma del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación y es posterior a la reforma de 1994– que: “La Corte Suprema de
Justicia de la Nación queda facultada para dictar las medidas reglamentarias y
todas las que considere adecuadas para el mejor cumplimiento de las normas y
fines de esta reforma” (art. 4°).
e) En suma, de lo expresado resulta que la Corte –como órgano
superior de Gobierno del Poder Judicial de la Nación- cuenta con facultades
reglamentarias relacionadas con su propia organización y la del resto del Poder
Judicial derivadas de sus atribuciones constitucionales y legales (arts. 18 de la ley
48; 10 de la ley 4055; 30 de la ley 24937 –t.o. por decreto 816/99- y sus
modificatorias y 24.588, entre otras).
Sus competencias en la materia son exclusivas, con excepción de las
cuestiones en las cuales sus facultades reglamentarias concurren con las del
Consejo de la Magistratura. No obstante ello, en cuestiones de trascendencia
institucional la atribución es exclusiva de la Corte Suprema, en su carácter de
órgano superior del Poder Judicial de la Nación. Por tal motivo se propicia
modificar los artículos 7°, inc. 2° y 18, inc. j de la ley 24.937 –t.o. por decr. 816/99-
y sus modificatorias.
Conclusión
Fortalecer al Poder Judicial de la Nación requiere dotarlo de las
herramientas técnicas necesarias que permitan afianzar su independencia.
Se proponen, en tal sentido, cambios de la legislación vigente, los
cuales permitirán ampliar los alcances de la autarquía judicial para darle un real
significado y dar efectividad al desempeño del Poder Judicial en el contexto de un
real equilibrio entre poderes, necesario para acentuar la vigencia del Estado de
Derecho y, con él, la de los Derechos Humanos.
Por otro lado, el reconocimiento legislativo en cabeza de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación de las facultades de las que está investida
originariamente por la Constitución Nacional fortalece al Poder Judicial, al
priorizar enfáticamente la independencia judicial como política de Estado.
Se adjunta, en consecuencia, un proyecto de ley por medio del cual se
aspira a llevar a la práctica los propósitos enunciados.
LEY DE FORTALECIMIENTO DE LA INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL DE LA
NACIÓN
“i) Realizar contrataciones para la administración del Poder Judicial coordinando con
los diversos tribunales los requerimientos de insumos necesarios para su
funcionamiento aplicando normas de procedimiento que aseguren la libre e igualitaria
concurrencia de los oferentes;”
Ley 24.937
2. Dictar los reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le
atribuye la Constitución Nacional y esta ley a fin de garantizar una eficaz prestación
de la administración de justicia.
Ley 23.853
Ley 11.672
Tendrá la libre disponibilidad de los créditos que le asigne la Ley de Presupuesto, sin
más restricciones que las que la propia ley determine en forma expresa.