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LA BRECHA DE GÉNERO EN LAS

NUEVAS FORMAS DE
PARTICIPACIÓN POLÍTICA
Andrea García-Valdecasas, Daniel Moreno Gutiérrez, Raúl Vila García

Comportamientos y Actores Políticos II


Curso 2017/2018
Universidad Carlos III de Madrid
ÍNDICE

1. Introducción ………………………………………………………………………………………………………………. 2

2. Hipótesis del trabajo …………………………………………………………………………………………………… 4

3. Metodología y Datos ………………………………………………………..………………………………………… 5

4. Análisis de Datos ……………………………………………………………………………………………………….. 6

5. Conclusiones ……………………………………………………………………………………………………………. 12

6. Referencias ………………………………………………………………………………………………………………. 13

1
INTRODUCCIÓN
La entrada del nuevo siglo y el reciente auge de las nuevas tecnologías han supuesto importantes
cambios en nuestra forma de afrontar los desafíos del día a día. Numerosos son los cambios que
se han producido a nivel social, y la participación política no podía quedarse al margen de todo
ello.

Es importante comprender qué entendemos por participación política para analizar estas nuevas
formas surgidas al calor de las nuevas herramientas que la red pone a nuestra disposición. Como
afirmaba Sídney Verba, la participación política es “la actividad que tiene la intención o el efecto
de influir en la acción de gobierno” (Verba et al., 1995). O por lo menos así lo entendíamos de
manera tradicional, en una concepción de participación política basada principalmente en el
voto, el comportamiento electoral y el contacto con los diferentes representantes políticos,
concepción recogida en los estudios más tempranos acerca de la participación política (Berelson,
Lazarlsfeld and McPhee, 1954) (Campbell et al. 1960) (Lane, 1959).
Estas formas de participación política, que a partir de ahora denominaremos “tradicionales”, se
han mantenido hasta nuestros días, y aún a día de hoy es importante conocer como la gente
participa a través de estos canales, cómo, por ejemplo, se comporta electoralmente o muestra
su interés por la política.

Sin embargo, unido a esto, en los últimos años se han ido generando nuevas formas de participar
en la política que difieren en su forma y sus características de la participación “tradicional”.
¿Cuáles son estas nuevas formas? El activismo online, el uso de redes sociales o la afiliación
electrónica a algunos partidos son algunas de las formas que nacen bajo el paraguas de Internet
y las nuevas tecnologías, pero a ellas también se unen otras nuevas formas como el consumo
político o la participación en movimientos sociales de nuevo cuño.

En particular las formas surgidas al calor de Internet y las nuevas tecnologías suponen una
especial transformación de la participación política, como explican Gibson y Cantijoch “Internet
puede estar generando ciertos tipos de actividades políticas dominantes en línea, si no
exclusivas” (Gibson y Cantijoch, 2013), actividades estas, exclusivas de internet, que pueden
llevar a una mayor facilidad para la participación política, en especial entre los jóvenes. Aquí
aparecen nuestras “nuevas formas” de participación política, el activismo online, el uso de redes
sociales para la comunicación política… Este uso de Internet y redes sociales a la hora de
participar en política supone una participación mucho más individualizada, disminuye en
especial los costes en tiempo de participación y ofrece una mayor cantidad de información para
el usuario. Ello las hace diferenciarse de las formas tradicionales y supone un aliciente para la
entrada en la participación política de nuevas generaciones habituadas a estas nuevas
tecnologías.

Junto con esta participación online o “e-participación” (en términos de Gibson y Cantijoch)
observamos la aparición de formas, también novedosas, pero alejadas de la esfera de Internet.

En primer lugar, el consumo político. El consumo político supone el comportamiento de


ciudadanos que ejercitan su consumo y poder de compra como una forma de expresión y apoyo
a causas políticas (Ferrer, 2010). Podemos diferenciar entre consumo político negativo y
positivo, utilizando la terminología de Ferrer Fons. Por consumo político negativo se entiende
primordialmente el fenómeno del boicot, forma de participación que analizaremos en el

2
presente estudio, que supone el cese deliberado de la compra de ciertos productos por motivos
políticos. Unido a él encontramos el consumo político positivo, su opuesto, la compra deliberada
de productos. Este es un fenómeno cada vez mayor en un mundo en el que política y mercado
están cada vez más interrelacionados.
Estas formas de participación se alejan de las formas convencionales propias de una democracia
representativa ya mencionadas (el voto electoral, la afiliación…), para constituir nuevas formas
de participación en las que la persona no actúa tanto como “ciudadano” sino como
“consumidor”.

Por último, nos encontramos ante los nuevos movimientos sociales. Caracterizados, a diferencia
de los movimientos sociales más clásicos, por una ausencia de institucionalización, una mayor
espontaneidad, sin un liderazgo claro ni un carácter instrumental para algún partido político, y
con altos niveles de participación y movilización, suponen una nueva forma de participación y
movilización de la ciudadanía. Con ejemplos recientes en España como el 15M o el movimiento
antidesahucios, nos encontramos con una participación diferente y más dinámica en muchos
casos.

De aquí parte el análisis en nuestro presente trabajo, del estudio de estas nuevas formas de
participar en política, de su contraste con las formas convencionales y las características que los
distinguen.
En las formas convencionales de participación no todos los actores se comportan igual. Aquí
surge el problema de la brecha de género en la participación. En las formas tradicionales de
participación encontramos una participación mayor por parte de los hombres.
La importancia de nuestro trabajo consiste en el análisis de esta brecha de género, observar
cómo se reproduce, o no, en las nuevas formas de participación, contrastar si la introducción de
estas nuevas formas supone una mayor participación de las mujeres en la política, o se
mantienen los esquemas de participación tradicionales.

La nueva participación política es un tema importante que abordar, pues cada vez más la política
se realiza a través de estos nuevos cauces. Tal es el fin de este trabajo, el de abordar un tema
tan importante para estudiar uno de sus mayores problemas: la brecha de género.

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HIPÓTESIS DEL TRABAJO
Como hemos visto, de acuerdo con la literatura, la interiorización de las nuevas formas de
participación ayuda a reducir aún más la brecha de género existente en las formas de
participación tradicionales. En relación con ésta, formulamos la hipótesis que nos ayude a
proseguir con la línea de análisis marcada en la pregunta de investigación.

‘’El uso por las mujeres de las nuevas formas de participación política se ve incrementado por la
correlación del menor tiempo del que disponen y la practicidad de estas formas de
participación’’

En este caso la variable dependiente sería el menor tiempo del que dispone el género femenino,
y la variable independiente cada una de las nuevas formas de participación política. En concreto
este matiz del menor tiempo viene auspiciado por la incorporación de las nuevas tecnologías al
panorama político permitiendo una mayor agilidad y comodidad para los ciudadanos que
intervienen manifiesta y pasivamente en la política. Las nuevas tecnologías propician que la
ciudadanía se involucre más en la vida política. Aparecen como atractivas para intervenir en
aquellas prácticas manifiestas realizando los mismos actos necesarios pero vía online, como la
afiliación partidista, firma de peticiones, contactar con representantes políticos vía email,
participar en una campaña a través de las redes sociales, es decir constituye una alternativa que
conlleva una menor inversión de tiempo para conseguir los mismos efectos que realizándose de
manera offline. También la refuerza de la misma manera a las formas de política latente
poniendo a un mayor alcance de los ciudadanos la información sociopolítica, leyendo periódicos
online o permitiéndoles debatir a través de la red.

Digamos que el desarrollo de internet ha introducido cambios ventajosos en las diferentes


modalidades de participación cívica y política acotando los tiempos empleados en las otras
formas de participación que analizamos. Esto sumado a lo que apuntaba ya Kobayashi, ‘’internet
promueve el capital social debido a la confianza y a la reciprocidad que la participación en
comunidades en línea origina. Así la acumulación de capital social fomenta la participación
política ciudadana..’’ (Kobayashi, 2006) que viene a producir un efecto de retroalimentación con
los canales tradicionales y los nuevos, facilitan la coordinación y la comunicación, amplían las
reputaciones y así ayudan a resolver problemas de acción colectiva. Cuando la negociación
económico-política está imbuida en redes de interacción social, el espacio para el oportunismo
es menor. A la vez, estas redes recogen éxitos pasados de colaboración, lo que puede ayudar a
crear redes colaborativas en un futuro. Finalmente, las redes de interacción también aumentan
el sentido del “yo” del individuo, desarrollándolo en un “nosotros”, que aumenta el interés por
los beneficios colectivos.

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METODOLOGÍA Y DATOS
Para llevar a cabo el análisis que enuncia nuestra pregunta de investigación acerca de la
reducción de la brecha de género con la incorporación de las nuevas formas de participación
política al servicio de la ciudadanía, hemos utilizado los datos extraídos de las bases de datos de
la Encuesta Social Europea y la European Values Study, limitándonos a un estudio global de las
democracias occidentales en Europa. La selección de los países se debe a que están presentes
en ambas encuestas, herramientas de la que nos hemos servido en su mayoría, puesto que son
una fuente de datos fiable y con un amplio repertorio de formas de participación política y
categorías socio-demográficas interesantes para nuestro estudio. Y por otro lado, a que son
todas democracias plenamente desarrolladas y funcionales, donde se encuentran interiorizadas
entre su población las nuevas formas de participación. Además de garantizar teóricamente,
indistintamente el acceso y participación en el ámbito socio-política tanto para hombres como
mujeres.

Con nuestro trabajo pretendemos realizar un análisis comparativo interanual para el que hemos
extraído datos de las encuestas de los diferentes estudios anuales que contienen la European
Social Survey y European Values Study relativos a las formas de participación que nos ocupan.

Además, apoyamos nuestro trabajo en una investigación de Accenture Global titulada ‘‘How
digital is helping close gender gap’’. Este estudio es el resultado del trabajo de más de 5000
profesionales de ambos sexos y se ha realizado en 31 países con el objetivo de cómo alcanzar la
igualdad de género en sus puestos de trabajo, y nos servirá para determinar el mayor uso de las
tecnologías por parte de las mujeres a pesar de disponer menor tiempo que los hombres para
participar en política.

USO DE HERRAMIENTAS

En este estudio hemos empleado el software informático Stata, con el que hemos cruzado los
datos de la Encuesta Social Europea y de la European Values Study, de las formas de
participación tradicionales y nuevas con la variable dependiente de género. Esto nos ha
permitido determinar la brecha de género existente para cada forma de participación de manera
individualizada para posteriormente hacer un análisis de las mismas en su conjunto, haciendo
una comparación de cuál ha sido la evolución de la brecha de género en las formas tradicionales
y en las nuevas para corroborar nuestra hipótesis.

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ANÁLISIS DE DATOS
En este apartado analizamos los resultados obtenidos comprobando con evidencias empíricas
la existencia de una efectiva disminución de la brecha de género debido a la implantación y
normalización de las nuevas formas políticas de participación en prácticamente toda la
población, con la consecuente, y progresiva, tendencia al aumento de participación femenina
en la política gracias al menor tiempo que ocupan en el día a día estas formas fruto de la
incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación a la escena política.

Así mismo centramos la distancia de género producida en Europa en los datos de años
anteriores, en varias formas tradicionales de participación: el trabajo en partidos políticos u
otras organizaciones de carácter político, la asistencia a manifestaciones, la firma de peticiones,
el seguimiento de la política en los medios convencionales o el contacto con los representantes;
en contraposición con la actual brecha de género existente en las nuevas formas que hemos
incluido: consumo político negativo, activismo online a través de redes sociales y la participación
en los novísimos movimientos sociales.

Para ello, presentaremos los resultados divididos según la distinción de las formas de
participación establecida a lo largo del trabajo. En primer lugar las fórmulas tradicionales de
manera individualizada agrupando indistintamente en la misma categoría prácticas formales o
parlamentarias e informales o ilegales y a continuación una a una las nuevas formas de
participación extendidas concienzudamente a lo largo del siglo XXI. Para acabar realizando un
análisis de todas en su conjunto en relación con el menor tiempo del que disponen las mujeres
que les conduce a adoptar estas formas de participación.

La brecha de género en la participación política es algo que reside no tanto en la participación


política en sí, como en las formas y el tiempo en que se analicen.

En la actualidad siguen persistiendo las diferencias de género en la implicación política, aunque


se han reducido mucho en los últimos años. Para explicarlo, la teoría estructural defiende que
se debe a que las mujeres tienen menos recursos socioeconómicos que los hombres; la teoría
situacional que las mujeres asumen la mayoría de las responsabilidades familiares, lo que limita
sus posibilidades de participar; y finalmente la explicación de los roles de género sostiene que
esto se debe a la socialización de las mujeres en roles más pasivos. Evaluar el ''gender gap'' en
función del interés por la política tiene sentido en cuanto que este es un prerrequisito esencial
de la democracia y un determinante fundamental en el comportamiento político de una
persona.

FORMAS TRADICIONALES DE PARTICIPACIÓN

Analizando los datos en las formas tradicionales de participación encontramos evidencias de la


existencia de una brecha de género en la participación política.

En primer lugar, y aunque no constituya una forma material de participación política, es


importante observar el interés existente por la política en ambos géneros, para comprender el
contexto de la participación. Nos apoyamos en una encuesta sobre interés por la política, de la
ESS, del año 2002, y apreciamos una brecha del 7% entre hombres y mujeres a la hora de mostrar
un alto interés.

6
Interés por la Política
50
40
30
20
10
0
Bastante Muy Intresado Poco Interesado No Interesado
Interesado

Hombres Mujeres

Fuente: European Social Survey, 2002

En este sentido también resulta de importancia observar el interés mostrado por la política, en
relación a si participan activamente o no. Nos lo muestra esta encuesta de 1981, en la que es
bastante reseñable la brecha de más de un 10% entre hombres y mujeres que muestran interés
pero no participan activamente. Y por supuesto, constatar la existencia de una brecha también
entre quienes participan activamente en la política.

Para comenzar con la participación, tomamos como ejemplo la participación en


manifestaciones legales, obtenida en una encuesta del European Values Study del año 1981,
observando la existencia de una brecha de hasta un 10% a la hora de participar en estas
manifestaciones.

Aquí comenzamos a ver una diferencia en los modos de participación, pero continuamos
analizando más métodos tradicionales de participación política. Atendiendo a otro modo
tradicional de participación, la firma de peticiones, en la misma encuesta que el anterior
observamos una brecha del 6% entre hombres y mujeres.

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Vamos observando la brecha de género existente, a continuación analizamos datos sobre el
trabajo en partidos políticos o asociaciones, referidos al año 2002, en el que la brecha es menor,
pero se mantiene en torno al 3%.

En cuanto al seguimiento de la política en los medios, a la hora de mantenerse informado,


también encontramos una brecha en torno al género de casi un 9%, manteniéndose constante
una brecha en cada forma tradicional. En este caso la encuesta es del año 1999.

También en el contacto con políticos y representantes encontramos esta brecha, del 7% en esta
ocasión, en el año 2002.

Con este análisis de manera individualizada de distintas formas de participación tradicional


observamos que constantemente se aprecia una brecha entre la participación masculina y la
femenina. Aunque en algunos casos sea mayor o menor, en todas las formas de participación se

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observa la existencia de esta brecha, con lo que podemos afirmar que en las formas tradicionales
o convencionales de participación, los hombres participan más que las mujeres.

Contrastada ya la existencia de esta brecha en el género en las formas tradicionales de


participación, comenzamos a estudiar las nuevas formas de participación definidas para
comparar la existencia de la brecha.

NUEVAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN

Pero, ¿se ha reducido esta brecha con la aparición de las nuevas formas de participación? Para
poder respondernos a esta pregunta comenzaremos por analizar singularmente las nuevas
formas de participación política, comprendiendo así si la brecha se mantiene.

En primer lugar, analizamos el fenómeno del boicot como fórmula de consumo político negativo.
Ya en esta primera forma de participación observamos cómo desaparece la brecha de género.
En la encuesta del año 2016, de la ESS, constatamos que a la hora de boicotear determinados
productos, son más las mujeres que realizan esta actividad que hombres.

En segundo lugar, atendiendo al uso de redes sociales para la participación política,


encontramos una brecha de género más reducida, de menos de un 2%.

Sin embargo, si observamos este fenómeno entre los jóvenes, que son quienes más utilizan de
manera asidua las redes, vemos como la brecha desaparece, y son más las mujeres que utilizan
este mecanismo. Esto nos arrojan los resultados de la encuesta entre los hombres y mujeres de
20 años.

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Para finalizar, analizamos la última nueva forma de participación, los nuevos movimientos
sociales. En ellos podemos apreciar una excepción en relación con la brecha de género, que
venía reduciéndose significativamente con el uso de los nuevos canales de participación. Aquí la
brecha de género sube hasta el 5%. En los movimientos sociales la tendencia a la baja de la
participación femenina trae causa del mayor tiempo que conlleva su dedicación pues supone
todo un trabajo de fondo ya sea online u offline. Las actividades que se realizan en un
movimiento social requieren de habilidades de gestión y de mediación afectiva, otras de
habilidades comunicativas, de capacidad de trabajo en equipo, de capacidad de expresión oral
y escrita, capacidad de liderazgo, etcétera. Es decir, actividades que tradicionalmente se han
vinculado al espacio público y del que han solido estar apartadas las mujeres.

Con este análisis singular tanto de las formas tradicionales como de las nuevas formas de
participación, observamos la tendencia a la reducción de la brecha de género en el uso de las
nuevas formas. Reducción que se produce en especial en los jóvenes de nuevas generaciones,
que en mayor medida son quienes utilizan estos nuevos canales y mecanismos a la hora de
participar.

Pero no sirve únicamente con constatar la reducción de esta brecha de género sino que
necesitamos conocer sus causas. En el presente trabajo partimos de la hipótesis del menor
tiempo que poseen las mujeres para la participación política, y de cómo estas nuevas formas
permiten una mayor participación debido a la reducción en costes de tiempo que suponen. A
continuación analizaremos el problema de los costes en tiempo para las mujeres que supone la
participación política.

COSTES EN TIEMPO PARA LA PARTICIPACIÓN

La Asamblea General de 2011 de las Naciones Unidas1 afirmó que en general, las mujeres en
cualquier parte del mundo continúan estando marginadas de la esfera política respecto a los
hombres, normalmente como resultado de leyes y prácticas discriminatorias, actitudes, y
estereotipos de género, entre otras causas.

En este apartado, para comprender mejor el tiempo disponible para participar en política, vamos
a analizar la diferencia de tiempo que dispone cada género en función de las labores que realizan
tanto hombres como mujeres en el ámbito doméstico, es decir, las horas que invierten en el
hogar.

A través de una encuesta del CIS, del año 2017, analizamos como para la mujer supone un mayor
gasto en tiempo las tareas del hogar:

1
Resolución 66/130 aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 19 de diciembre de 2011

10
Fuente: Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, mayo de 2017

En ella vemos como en las respuestas que más horas dedican a las tareas del hogar, aparece una
marcada “brecha de género” (en este caso en sentido inverso), en la que son las mujeres quienes
dedican más horas al cuidado del hogar. Por su parte, los hombres, apenas dedican en su
mayoría 1 o 2 horas a estas labores.

Las tareas del hogar, también denominadas horas de trabajo no pagadas, son clave en el análisis
de la brecha de género en cuanto a participación política. En general, la brecha mencionada se
ha reducido en los últimos años, principalmente debido a que cada vez las mujeres emplean
menos tiempo en el cuidado del hogar y de los hijos, las familias son cada vez menos numerosas,
así como la incorporación de nuevas tecnologías en el hogar que facilitan las labores que hasta
ahora han recaído sobre las mujeres.

Según un estudio de Accenture Global, las mujeres se benefician en mayor medida de la nueva
era digital en el mundo laboral, ya que ciertos conocimientos facilitan la búsqueda de un empleo
mejor. Del mismo modo, las mujeres aspiran a más puestos de liderazgo en la actualidad que
años atrás, y por poner un ejemplo, el 29 por ciento de las mujeres de países desarrollados les
gustaría emprender un negocio en los próximos 5 años.

Todos los factores mencionados, tanto el cambio que está experimentando el concepto de
familia tradicional, como la mayor importancia que están adquiriendo las mujeres en el mercado
laboral, contribuyen en la reducción de las horas que invierten las mujeres en las tareas del
hogar, así como en la brecha de género en la participación política. Aquí podríamos hablar de
una relación proporcional sobre los datos mencionados, por lo que de cuánto más tiempo se
disponga, más tiempo se emplea en participación política.

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CONCLUSIONES
La participación política ha experimentado un verdadero cambio con el auge de las nuevas
formas de participación. Estas han cambiado el modo en que la gente participa y se preocupa
por la política. Desde el uso de las redes sociales e Internet pasando por el fenómeno del
consumo político o de los movimientos sociales, la participación política gira hacia formas más
espontáneas e individualizadas, cambiando el comportamiento y la actitud de las personas.

En las formas más convencionales o “tradicionales” de participación la existencia de una brecha


o un “salto” entre la participación de hombres y mujeres es evidente. En las formas
convencionales los hombres participaban más y se interesaban más por la política, relegando a
las mujeres a un segundo plano, el doméstico.

Sin embargo, el auge de las nuevas tecnologías y la aparición de las nuevas formas de
participación ha permitido reducir esta brecha de género, llegando incluso a participar más las
mujeres que los hombres. Un claro ejemplo sería el boicot, donde desaparece la brecha de
género por completo.

Debido al menor tiempo del que disponen en su mayoría las mujeres, tal y como hemos
comprobado con los datos de trabajo en el hogar, estas nuevas formas se presentan útiles para
posibilitar la participación femenina en la política, gracias al menor gasto de tiempo que
requieren. Al comparar en el estudio la brecha de género en las nuevas y tradicionales formas
de participación, se constata cómo a raíz de la aparición de estas formas la brecha de género se
reduce.

Por lo tanto, podemos afirmar por un lado que la disponibilidad de un menor tiempo para la
participación política hace que las mujeres utilicen con mayor asiduidad estos nuevos cauces de
participación, y por otro, que la aparición de estas nuevas posibilidades de participación ha
permitido la reducción de la brecha de género y el aumento de la participación femenina en
política.

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REFERENCIAS
Berelson, B., Lazarsfeld, P., y MacPhee, W. (1954) Voting: A Study of Opinion Formation in a
Presidential Campaign. Chicago, University of Chicago Press.

Campbell, A., Converse, P., Miller, W., y Stokes, D. (1960) The American Voter. Chicago,
University of Chicago Press.

Ferrer Fons, M. (2010) El fenómeno del consumo político en Europa: ¿una forma de acción
política de la ciudadanía del siglo XXI?. En Torcal, M. La ciudadanía europea en el siglo XXI.
Estudio comparado de sus actitudes, opinión pública y comportamientos políticos. (pp. 237-
264). Madrid, España: CIS.

Gibson, R. y Cantijoch, M. (2013) Conceptualizing and Measuring Participation in the Age of the
Internet: Is Online Political Engagement Really Different to Offline?. The Journal of Politics,
Vol. 75, No 3, pp. 701-716.

Kobayashi, T., Ikeda, K. y Miyata, K. (2006) Social capital online: Collective use of the internet
and reciprocity as lubricants of democracy. Information, Comunication & Society, vol. 9, num.
5, pp. 582-611.

Lane, R. (1959) Political Live. Why and How People Get Involved in Politics. New York, Free Press.

Verba, S., Schlozman, K.L. y Brady, H. (1995) Voice and equality: Civic Voluntarism in American
Politics, Cambridge, Cambridge University Press.

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